GUA DE CITAS GOFFMAN: LA PRESENTACIN DE LA PERSONA EN LA VIDA
COTIDIANA
Un estatus, una posicin, un lugar social no es algo material para ser
posedo y luego exhibido; es una pauta de conducta apropiada y coherente,
embellecida y bien articulada. Realizada con facilidad o torpeza, conciencia o
no, engao o buena fe, es sin embargo algo que debe ser representado y
retratado, algo que debe ser llevado a efecto. Sartre proporciona un buen
ejemplo para esto:
Consideremos un mozo de caf: Su movimiento es rpido y activo, un poco
demasiado preciso, un poco demasiado rpido. Se dirige hacia los clientes
con un poco demasiado vivo. Se inclina con cierta ansiedad; su voz, sus ojos
expresan un inters un poco demasiado solcito por el pedido del cliente. Por
fin, ah vuelve, tratando de imitar con rigidez inflexible de cierto tipo
autmata, mientras lleva su bandeja con la indiferencia del que camina con
sobre la cuerda floja colocndola en un equilibrio inestable, perpetuamente
roto, que restablece perpetuamente con un ligero movimiento del brazo y la
mano. Toda su conducta nos parece un juego. Cuida encadenar sus
movimientos como si fueran mecanismos que se regulan entre s; sus
gestos, y aun su voz, parecen mecanismos; se entrega a la celeridad y a la
despiadada rapidez de las cosas. Juega, se divierte. Pero, a qu juega? No
necesitamos esperar mucho tiempo para poder explicarlo: juega a ser mozo
de caf. Nada de esto debe sorprendernos. El juego es un tipo de
sealamiento e investigacin. El nio juega con su cuerpo a fin de
explorarlo, para inventarlo; el mozo de caf juega con su condicin para
realizarla. Esta obligacin no difiere a la que se impone a todos los
comerciantes. Su condicin es totalmente ceremonial. El pblico exige de
ellos que la cumplan como una ceremonia; exista la danza del almacenero,
del sastre, del rematador, mediante el cual se esfuerzan por persuadir a sus
clientes de que no son ms que un almacenero, un rematador, un sastre.
Un almacenero que suea es ofensivo para el comprador, porque dicho
almacenero no es totalmente almacenero. La sociedad le exige que se limite
a su funcin de almacenero, exactamente como el soldado de guardia se
transforma en una cosa-soldado con una mirada que no ve, que no tiene ya
por qu ver, pues es la norma y no el inters del momento el punto sobre el
cual debe fijar su mirada (la vista fija a ). Existen, como es
natural, muchas precauciones para aprisionar a un hombre dentro de lo
que es, como si viviramos en un perpetuo temor de que pudiera escaparse
de ello, que pudiera desaparecer y eludir sbitamente su condicin (Sartre
en Goffman, 1981:87).
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