Sesión del 21 de abril de 1960
EFECTOS CORIOLIS EN EL LABERINTO HUMANO
J. M.a TORRES DE GASSÓ
DEFL'<ICIÓN DE LOS EFECTOS CORIOLIS. - La bionimia del hombre es d:stinta en el espacio que en la Tierra, al variar las condic:ones físicas del medio. Los estudios sobre los estados llamados subgravítacionales en donde el hombre ha podido ser sometido durante segundos 3
un campo agravitatorio, han actualizado los func:onnlismos laberínticos en esas nuevas condiciones.
A ComOLIS (Gaspar-Gustavo de) se le deben los estudios físicos sobre los efectos de la aceleración en los movimientos relat:vos. En Medicina Aeronáutica y del Espacio, se conocen con el nombre ele Efectos Coriolis a las acciones que determinan las llamadas fuerzas complementarias centrífugas, sobre el laberinto.
Supongamos, para conocer unos términos elementales del problema que nos ocupa, un avión, que aumenta, volando en linea recta, su aceleración. Esta se medirá en relación al espacio recorrido y la aceleración que aumenta en cada segundo. Estas toman como punto de referencia la aceleración que sufre un cuerpo cayendo libremente en el vacío, sometido a la acción de la gravedad, tomándose como unidad. Este valor es de 9,81 metros por segundo, en cada segundo, denominándose con la letra G, y para facilitar las operaciones matemáticas se da un valor de 10 metros por segundo cada segundo.
Si el avión realiza un giro, ocurren aceleraciones de tipo centrífugo, que son directamente proporcionales al cuadrado de la velocidad lineal e inversamente proporcionales al radio de la trayectoria curva que describe. Por inercia originan estas fuerzas centrífugas, fuerzas centrípetas. Las velocidades angularP.s en aceleración pueden expresarse también en grados por segundo cada segundo.
Pero lo que da lugar a mayores trastornos, son las llamadas acelera· ciones complementarias. Supongamos, por ejemplo, un viaje¡;o sentado en un vagón-restaurante de un tren en marcha, y que a gran velocidad toma una curva muy cerrada, en el mismo momento que éste quiere llevar a su boca un vaso ele agua. Ocurrirá que muy seguramente éste se lo verterá encima, ya que el brazo es atraído por la fuerza centrífuga en sentido contrario de la rotación del convoy, dependiendo ésta de que la curva sea más acentuada, de la brusquedad del movimiento del brazo y también de la dirección inicial del movimiento.
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Hay en este ejemplo tres acciones acelerativas que sufre el cuerpo. Una, la aceleración linear, que es la que lleva el tren, en su velocidad, a una nueva que se somete el cuerpo en el giro, que es la centrífuga, que tiende a proyectar al viajero al exterior de la curva, y otra que sufre el brazo, que es la aceleración complementaria y producida por la masa móvil por su aceleración, dando lugar a una aceleración centrífuga compuesta.
Este fenómeno es el que se denomina con el nombre de Efecto Coriolis, cuando se produce en un avión, denominándose aceleraciones Coriolis a las aceleraciones complementarias. Estos efectos aparecen siempre que el eje de giro que stúre el cuerpo, no es paralelo al del movimiento z·elativo, que voluntariamente ejecutamos. En el ejemplo anterior, el eje de giro era vertical y el movimiento del brazo era oblicuo, dando lugar a estas aceleraciones complementarias, que modificaban la actitud del brazo, perjudicando la finalidad del movimiento iniciado.
En Medicina Aeronáutica tiene esto un gran valor, po·rque en ciertas 6guras acrobáticas mal ejecutadas dan lugar a acciones sobre el laberinto, que ocasionan un cuadro neurovegetativo, que pueden ocasionar graves perjuicios al viajero. Y, en fin, en Medicina Aeronáutica y Espacial, al desaparecer la acción gravitatoria, como veremos más adelante, son estos efectos Coriolis los que han motivado que en el segundo Congreso Mundial y quinto Europeo de Medicina Aeronáutica y del Espacio, fueran motivo de numerosas comunicaciones al tema propuesto de la biología espacial. (Roma, octubre 1959.)
Tengamos en cuenta el gran relativismo que existe en nuestras percepciones sensoriales, y que éstas se refieren a lo que llama el profesor F:EnNÁNou:z Cnuz rucho ecológico de la especie. es decir, a las sensaciones que percibe el hombre, como ser vivo situado en el sector cósmico, que es su ambiente, que es el globo terráqueo, y sometido por tanto a la fuerza de la gravedad.
Pero si el «nicho ecológico de la especie» varia, como ocurrirá en los viajes espaciales, los datos que informen nuestros sentidos deberán ser sometidos a nuevas integraciones mentales adquiridas por reeducaci6n sensorial.
Esto de hecho ocurre ya en los pilotos de pruebas de aviones a reacción, que adquieren lo que se llama el sentido del aire, es decir, la correcta interpretación de las percepciones sensoriales, que les permite tener una noción exacta de su situación en el espacio.
LAS F AJ.SAS SENSACIONES LABE.I.\ÍN1'ICAS. -Las sensaciones que más errores pueden ocasionar al alumno piloto, son las falsas ilusiones que originan los órganos laberínticos.
El Teniente Coronel Médico, DucUET, escribía en 1947, en un número de la Revista de las Fuerzas Aéreas Francesas : • Hace veinte
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años, los aviadores que atravesaban una nube o un banco de niebla, se encontraban al salir en las posiciones más extrai'ías, volando un ala más baja que la otra, o aun con la cabeza hacia abajo, sin haber tenido conciencia de la sucesión de hechos que le habían hecho perder el sentido de la vertical.''
Estos efectos no ocurren ahora, por la educación que se da a los pilotos, pero todavía hay falsas sensaciones, que oCUlTen en los alum· nos pilotos, cuando Iealizan un viiaje tienden a picar poi la sensación que perciben de subida. DmiNGSHOFEN describe estas alteraciones, pero el mejor estudio pox nosotros consultado es el de Vll'lAKE, que data del afio 1947~ quien en colaboración con psiqu-iatras estudia 75 situaciones que comportan ilusiones laberínticas, y nos dice: ce Estas situa· ciones por estas ilusiones, pueden causal" errores qel pilotaje, que comprende todos los grados, desde el error pasajero que influencia de forma benigna de la actitud del avión, hasta la espiral del cementerio y la caída mortal a que ella aboca.¡>
Cuando las excitaciones son mayoxes que las fisiológicamente soportables, pueden ocasionar como en el efecto Purkinje, una rotación violenta subjetiva, en sentido inverso de la rotación verdadera, que puede llegar a una sensación vertiginosa.
Asimismo, cuando la excitación ocurre veremos más adelante, en situaciones no fisiológicas, ocasionan los efectos Coriolis, que dan lugar a transtomos neurovegetativos, que van desde la simple cinetosis (mareo) hasta trastornos hemodinámicos y ele orientación, que son los que se des· c1ibe, junto con los trastornos de la coordinación motriz, debido al laberinto, GRANDPIERRE, al Congreso de Roma a que nos hemos xeferido anteriormente. ~ alteraciones que en el sentido del equilib?-io ocasionan los efectos
Coriolis. r--o En los seres carentes de movimiento, el equilibrio es mantenido cuando el centro de gravedad está situado dentro del área de sostén del cuerpo, pero cuando estos tienen motilidad propia, el problema se complica a med~da que el área de sustentación es más pequeña. Los reptiles pox ejemplo, guardan siempre un equilibrio estable, por su gran área de sustentación. Y en los mamíferos, el equilibrio se torna en inestable en el hombre, que por su exigua base de sustentación y su centro de gravedad alto, es preciso que éste se mantenga ele forma siempre activa, ya que cediendo las acc.iones musculares, el ser pierde el equilibrio y cae.
Fue DucHENNE de Boulogne, quien en 1850, llama la tendón sobre las perturbaciones del equilibrio en las lesiones musculares, ya que hasta entonces se suponía que era el esqueleto·, al estudiar las líneas de fuerza de los huesos, las que mantenían al ser en equilibrio. Desde él, se sabe que son las contracciones musculares las que fijan cada pieza en una posición determinada útil para mantener una. actitud. Cuando una nueva acción que provenga del mismo ser, o de fuera, modifica estaactitud
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se generan acciones reflejas musculares que tienden a llevar de nuevo el
centro de gravedad al plano de sostén. Y así, partiendo de la posición
erecta puede adoptar un sinfín de actitudes posturales.
Estas acciones reflejas, residen en parte en los mismos músculos, en
la médula, y en acciones a distancia originadas en las acciones tónicas
reflejas de los músculos del cuello, constituyendo todo ello lo que se ha
venido a llamar sentido propioceptivo, el cual nos informa de la situa
ción de nuestros músculos con respecto a nuestro cuerpo, y de la situa
ción de nuestros miembros con respecto a nuestra cabeza y cuello.
Estas acciones han sido bien estuciiadas por RADE:~>tEKER, y así en los
animales se ha visto, que los reflejos generales de postura tiene origen
en el segmento anterior del cuerpo, en la cabeza y en el cuello. En la
cabeza se encuentran los telerreceptores, tales como el oído, la vista y
el olfato. Y en el cuello, que desde FULTON, en 1938, han sido bien es
tudiados en simios talámicos laberintectomizados, importancia ele los
reflejos originados en los músculos del cuello, y que la clínica humana
ha demostrado en ciertos cuadros patológicos, viéndose que la torsión
de la cabeza origina un aumento de tono de las extremidades homola
terales al sentido de giro de la misma y que al hacerla bajar hacia ade
lante motiva un aumento de tono de las extremidades superiores, mien
b·as que el movimiento inverso lo ocasiona en las inferiores. Estos mo
vimientos son provocados por arcos reflejos situados a niveles medulares,
de tal forma que cuando se quiere experimentar en animales las acciones
laberínticas, es preciso seccionar las raíces posteriores de los tres o cua
tro primeras raíces cervicales, pues estos reflejos tónicos ocasionados por
la posición de la cabeza respecto al tronco enmascararían los reflejos
postulares laberínticos. Así, pues, en esquema podemos decir que el equilibrio en el hombre
es mantenido por tres mecanismos diferentes:
A) Por el sistema propioceptivo anteriormente dicho.
B) Por los telerreceptores sensoriales, que nos permiten saber cuál es
nuestra sitúación en el espacio, en los cuales el más importante es visual,
Y el menos importante es el olfatorio, y al que modernamente se le con•
fiere más importancia es el auditivo, pues con la escucha biaural, al per
mitir la localización de las fuentes sonoras, nos permite con relación a
a ellas conocer cuál es nuestra situación.
C) Pero el que está especialmente conqicionado es el sentido laberín
tico, que nos permile por sí solo, en campo gravitatorio, conocer cuál es
nuestra situación cuando estamos situados en la tierra.
Este sistema vestibular registra las aceleraciones, o sea los cambios
de velocidad, pero no la velocidad en sí misma, pues ella no proporciona
energía, sino el «Cambio» de ella, es la que estimula y da origen a los
impulsos en el sistema vestibular. Hay dos especies de aceleración : La linear y la angular, El hombre,
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en la tierra está sometido siempre a una aceleración linear que es la gra· vedad. Es quizá por esta razón que las llamadas pruebas funcionales laberínticas, no puedan ser realizadas de forma realmente correcta al buscar umbrales de excitación, pues siempre existe ésta, en forma de aceleración linear. Sólo es posible determinar excitaciones mediante des. plazamientos angulares, y por tanto sólo es posible informarse sobre las actividades funcionales de parte del laberinto. En clínica se busca esta exploración para diferenciar las lesiones centrales de las lesiones periféricas, mas las pruebas clásicas, están ahora sometidas a críccas, porque aunque ellas precisan, si el vestíbulo es excitable, inexcitable o hipoexcita· ble, es bien evidente que estos datos no nos informan sobre cuál es la causa de esta hipo, ningtma, o normoexc1tabilidad, y en cambio lo único que se persigue, es la diferenciación de si la lesión es periférica o central. Y esto puede saberse sin necesidad de provocar estas acciones, que por otra los trastornos que sobre los umbrales diferenciales, originan estos tipos pacientes, y que son debidos a LuSCHER, y más anteriormente a la descripción del recruitment debida a FovVLEl\. Por tanto una audiometría conectamente realizada puede informar sobre el estado funcional laberíntico, ya que siempre se acompaña de estos trastornos de recruitment en los casos de estar alterada la neurona periférica. Sin embargo eo neurinomas del acústico y en tumores del ángulo ponto-cerebeloso, HALLPIKE y Hooo, han encontrado estos trastornos debidos seguramente a tras· tornos vasculares del laberinto por la vecindad del tumor. Pero estos ca· sos son excepcionales y vienen a confirmar la regla expuesta.
Sin embargo, en clínica, se tienen grandes esperar¡zas en las interesantes investigaciones de AnsLAN, de MoNTANDON, y en la copulometría de V&'< ECMOJ,rD, pero todas las exploraciones basadas en las pruebas clá· sicas laberínticas después de medio siglo de esfuerzos, después de la obra de BAnAr..'Y, hemos de reconocer que el resultado clínico que se ha obte· nido es muy pobre, en relación con 1os esfuerzos de todos los estudiosos. Por ello parece de gran valor, la exploración audiométrica, como coadyu· vante a los estudios laberínticos. MaYOUX, ha insistido varias veces sobre este particular.
Como es sabido, MAcNUs y KLEJN daban a los canales semicirculares la importancia funcional de estimularse no tan sólo en los movimientos angulares de la cabeza, sino también por las acciones centrífugas y cen· tripetas sobre estos canales. Modernamente ScriUBERT, mat:za más estas acciones que vienen a demostrar un fisiologismo un tanto diferente.
La acción aceleratoria linear que es la gravedad actúa sobre los otoli· tos dando lugar en la posición erecta, que la presión sobre los lapillus originen una sensación de subida, que es la que se origina por ejemplo al ascender en un ascensor. Por el contrario al descender, la menor presión origina una sensación de caída. Como consecuencia el efecto 9e mareo, de ola de marejada, condicionante de gran parte de las enfer·
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medades cinéticas, que son las llamadas cinetosis, mal de mar, mal de
aire, etc. Se ha visto que nunca estas sensac:ones se acompañan de nis
tagmus, que lo que observamos cuando excitamos con los canales semi
circulares, a los cuales se les hacía responsables por muchos autores,
como causantes de estas sensaciones. MACH, citado por SCHUBERT, ind:ca que el umbral de percepción en
avión, sería de 12 cm/seg.', que corresponde a una aceleración de 0,12 G.
Este umbral será cuando las aceleraciones son verticales. Cuando la ace
leración sea en sentido rectilíneo, el umbral de percepción es todavía
más bajo, del orden de 4 cm/seg.', o sea 0,004 G. Sin embargo, las aceleraciones que usualmente se someten los aviones
son siempre mucho mayores del orden de 1 G o 1,5 G, y ello nos obliga
a creer que existe un umbral inferior de excitación, pero no aumenta la
excitación y la sensación con arreglo a las leyes de WEBEn-FLAXNEll, sino
que hay un umbral superior a partir del cual el otolito no produce mayor
sensación. Esto ha sido estudiado por H. DE Vnms, al estudiar los efectos
microfónicos de la célula ciliada, insp:rados en los estudios de WEBER y
BRAv, que los había realizado en la cóclea del gato. Estos efectos se
comparan a los que se obtienen en los micrófonos de cristal, por efecto
piezo-eléctrico, estudiándo.Jos este autor en la línea lateral de los peces,
que están formados por un gran número de pequeños órganos, cada uno
de los cuales está constituido por un amasijo de células ciliadas, recu
b;ertas de una cúpula gelatinosa y transparente; y a estos órganos se les
da una importancia filogenétca de todos los órganos laberínticos de la
serie animal. Estudia luego los otolitos med:ante radiografías de la cabeza
de un pequeño pescado de 10 cm. de largo alrededor, y estudia el efecto
que la gravedad tiene sobre .ellos, observando que si inclinamos el órgano,
el otolito se desp:aza a nueva posición de equil.brio, y por su inercia so
brepasa a esta posición y luego vuelve de nuevo por su misma inercia
creando una serie de osc'laciones antes que se detenga. La existenc:a de
frotamientos atenúa la durac;6n y la amplitud de estas osc:}aciones, y
este fenómeno se conoce con el nombre de amortiguamiento.
El valor justo del frotamiento que suprime toda oscilación, aunque
permitiendo el desplazamiento, es el llamado «amortiguación mínima'' o
crítica. En efecto, un frotam:ento de valor más grande no da más oscila
ción sino que alarga el tiempo utilizado por el otolito para llegar a una
nueva posición. Y es evidente que ello debe intervenir en la especial forma
de comportarse de los otoütos en los valores y excitación que antes hacía
mos referencia. Cuando se trata de fuerzas centrífugas actúan sobre el otolito, el cual,
por acción de estas fuerzas adquiere un aumento aparente del peso, dando
lugar a una ilusión sensorial de subida, que es la que comentábamos te
nían los alumnos pilotos al picar en el viraje, igual que el u)ooping,,, por
esta ilusión de subida. Esto se había ya dicho por VAN WULFFTEN-PALnm,
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que recoge esta impresión entre los tripulantes de aviones antiguos y poco ráp1dos.
Entendido de esta forma el aparato vestibular vendría a descomponer· se como dJCe BnocA, en dos sentidos, uno el que acabamos de comentar, que n.:g.straría el sentido o direcc.ón de las tuerzas, a cargo de los otohtos y otro que vendría a reg.strar los movliiLentos de la cabeza en cada uno de los planos del espacio y que poCiría denominarse como reg1strador de pares honzontales de fuerzas y que estaría a cargo de los cauales semicJculares.
La estrmulación en los canales semicircu1ares estaría a cargo de la inercia de los liquidos laberínticos que esbmularían a la cúpula. Esta misma inercia, al cesar bruscamente el giro, or,gmarían post-seusaciones. Por ejemplo un piloto que haga girar rápidamente su aparato y ráp.da. mente lo remite en línea rectilínea de vue)o, la inercia endolinfática or,g.na una sensac.ón en sentido contrario. En la prácbca hay un umbral e~tudiado por M.Acu MoLDEN y VAN B.ossEN, umbral al que no se llega nunca, s1 las figuras acrobáLJcas de vuelo son realizadas correctamente, éste es de 72 grados/seg!, para 1/45 segundo a dos grados por Ctnco segundos de aplicación.
l't.:ro cuando el problema alcanza su máxima complej:dad es cuando las a'-elerac,ones compJementar.as entran en juego. Las seu:,aciones que nacen de un movimiento relativo no paralelo a un eje de rotaciones. son las m..smas que hemos visto en los ciesplazamientos angulares, más las complementar.as que va11 desde una verdadera ilusión, hasta un vértigo.
A.RSLAN, ha constatado la aparición de reacciones parasimpát.cas so· metiendo a sujetos a aceleraciones de 90, 120, 180 grados por seg.~, en un plano ortogonal al eje de la rotac.ón, estas sensac1ones no existen cuando la rotac.ón es uniforme y hay ausencia de estímulos visuales Y aud,t.vos.
ScH\JBERT, nos cita el siguiente ejemplo: Supongamos un sujeto sen· tado, con el busto ergu.do, sobre el plano de una centrifugadora, girando a una velocidad angular conocida, de un movimiento horario uniforme alrededor de un eje vertical. Cuando el sujeto lleva la cabeza hacia adelante, ella está animada con relación a la centrifugadora, de un mov.miento rela· tivo de rotación alrededor de un eje transversal; la fuerza centrifuga pro· ducida en este caso es horizontal y transversal; los lapillus que están en el plano de esta fuerza no son solicitados, mientras que los sagitae sufrirán una presión en el izquierdo y una tracción en el derecho. BERGERET y Gou· GEROT, han efectuado el cálculo matemático, de los efectos fisiológ'cos de las aceleraciones, definiendo la aceleración angular comunicada al líquido endolinfático en los canales semicirculares y las fuerzas que actúan sobre los otolitos.
En conclusión, y empleando una expres:ón de BRocA, las aceleraciones complementarias excitan los . dos sentidos del vestíbulo. Asi pues, los efec·
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tos Coriolis, se tratan de un complejo sensorial, donde las sensaciones rotatorias debidas a los canales semicirculares se intrincan con las sensaciones de subida, de bajada, de caída lateral, producidas por la excitac:ón de los otolitos. Estas acciones desencadenan simples ilusiones o sensaciones neurovcgetativas responsables del vértigo.
G,\ZENKO y KuzNETzov, en las comunicaciones presentadas al Congreso otras veces citado, presentan una, sobre Investigaciones biológicas en cohetes, que se refieren a las aceleraciones de 6 G, a la agravidez, ocasionan alteraciones neurovegetativas, y también acciones óculo-motoras, reacciones que desaparecen a los pocos minutos después del estado de agravidez. Pero que en la perra La:ka fueron tres veces más largos estos trastornos que en los animales de laboratorio. Demostrando por tanto que estos efectos Coriolis se producen sin duda alguna en las situaciones cinéticas anormales que, por otra parte, ARSLÑ'I ha producido en las refer;das experiencias producidas en la centrifugadora.
¿CÓMO PODlÚAN SER EVITADOS LOS EFECTOS CORIOLIS?- Refiriéndonos a la Medicina Aeromíutica, veamos lo q~e ocurre en la valoración que el piloto de planeador da a sus percepciones. En realidad prescinde de los datos engañosos que le proporciona el aparato vestibular y es la vista y aun el mismo oído y las sensaciones dinámicas de presión sobre la palanca de mando, las que le orientan, más una especial acuidad de percepción en las corr:entes ascensionales, aunque se sabe víctima de su propia acuidad en las aceleraciones rectilíneas verticales, la que le dará una sensación errónea de caída.
Un aviador sabe también que no podrá tener en cuenta sus propias sensaciones de movimiento.
Pero pochía creerse que el órgano vestibular podría servirnos para sacer nuestra situación .espacial. Una analogía con un animal volador, el p:cbón, en el cual están basados los estudios experimentales de FLOURENs en 15 de nov:embre de 1824, nos podría hacer creer que debería este sentido ser educado para que sus datos s:rvieran para saber nuestra posición en el aire. Pero si seguimos los estudios que sobre ellaber:nto se han ido sucediendo veremos que fue EwALD (1897), siempre estudiando sobre el pichón, el que formuló sus leyes. La segunda ley de que se excitan al propio tiempo los canales horizontales y verticales, son discutidos, pues esta ley parece que no tiene un valor general, ya que en los canales sem:circulares horizontales la corriente ampuüpeta es la más activa y al con:rario en los canales verticales es la corriente empulífuga la más activa. De. todas maneras las clásicas experiencias de FLOUn.ENS, demuestran que la mfluencia laberíntica sobre la musculatura estriada es sobre todo muy pronunciada principalmente en la musculatura del cuello.
Ross, LoWESTEIN, SAJ\'D y LEooux, han pod:do demostrar que en los peces Y en la rana, ya sea en reposo, regisb·an corri~ntes de acción en los
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nervios ampulares. Esta actividad espontánea es causa del tonus muscular. Entonces el tono muscular no viene sólo de las máculas de los utrícu·
los, sino también de las crestas ampulares en los pichones. Esta grao influencia, y esto es remarcable, del laber:nto posterior en el pichón, es tan importante, que sin él, no puede volar, puede apenas marchar y debe ser nutrido arti..Sc.almente.
Por esto al referirm~ a la analogía antes citada pudiera creerse que este aparato pudiera servirnos. Se han hecho experiencias y se ha encon· trado «el umbral mínimo de percepción» y los valores que se dan (es decir, valiéndose exclusivamente de los laberintos y sin valerse de la vista) son los siguientes :
Valores obtenidos a bordo de un avión
40 grados de inclinación o giro, comete un error de 6 a l O grados. 90 grados de inclinac:ón o giro, comete un error de 17 grados.
135 grados de inclinac:ón o giro, comete un error de 50 grados.
Estos valores son, como se ve, mucho más elevados que los de error que se obtendrían en el suelo, y por tanto no pueden serv.r de gtúa para el aviador, sus propias sensaciones vestibulares.
Sólo con la asociación de los otros sentidos es como se pueden orientar. a) Con la visión, tomando como punto de partida el horlzonte y asi
aprecia la distancia, la inclinación, la direcc:ón y la velocidad. Sólo hay la dificultad de que en los cambios de dirección, la acc:ón de la gravedad, da una resultante que no puede or:entar por sí sola.
b) Con el auxilio de la sensibilidad profunda. Los americanos han demostrado en sus ex-per:encias con sujetos nor·
males, sordomudos privados del oído interno y tabéticos pr:vados de sen· sib~Ldad profunda, que debían indicar con los ojos cerrados, la sensación de subida o descenso, montados en ascensores muy rápidos. Los tabé· ticos son los que diemn peores respuestas, después los normales, y .los que dieron las respuestas má acertadas fueron los sordomudos, debido a que éstos no tenían post-sensaciones laberínticas. Pues bien, es valiéndose de este especial sentido barométrico, que le sirve, auxiliado con la vista, para or:entarsc al piloto. El aviador que va dentro de un avión, con las apreciaciones seosor:ales descritas, da génesis a un complejo sensorial in· dispensable, que permite al aviador apreciar el esfuerzo solicitado al aparato y la manera de cómo acluar sobre los mandos. La interpretación juiciosa por el piloto, de este complejo sensor:al, donde la vista juega un principal papel, constituye el sentido del aire, y la extrema precis:ón del gesto, constituye el sentido del pilotaje. CuaHdades ambas ligadas en· tre sí y que están desarrolladas en razón directa del entreno y de I:u condiciones innatas que, como veremos, son difíciles a definir.
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En los vuelos espaciales, se ha venido a presumir que las indicado· nes que se dan a los pilotos de pruebas, de que ev:ten los mov:mientos de la cabeza cuando realicen giros o cuando se sometan a aceleraciones mtensas, son válidas en los viajes espac:ales. La pos·c~ón que parece ser: de elección es la de decúbito supino, pero más por las acciones hemodinámicas que las acciones laberínticas en sí. Como quiera que si el sujeto evita ciertos movimientos de la cabeza, los efectos Coriol:s no serán producidos, parece ésta medida la más racional. En estaciones interastraJes, que se preveen como satélites artificiales, se ha propugnado someter a la pos;b!e estación interplanetaria, a un movimiento de rotac:ón_, para que la fuerza centrípeta, supliera en parte la acción de la gravedad. · Por otra parte como hadamos notar, anteriormente, el laberinto envía
. acciones tónicas a los músculos, y su falta de excitación provocará una falta de tono, pero esto se verá compensado por la falta de peso de los miembros llegándose a establecer entre ambas acc:ones, un equiLbrio.
¿Cómo, pues, se deberá entren.ar a los futuros navegantes del espacio para evitar los efectos Coriolis?
Evidentemente la educac:ón deberá ser parecida a la de un piloto de pruebas. Sobre todo deberá ser intelectual, haciéndole compre!Jder la Úlsuficiencia de los datos laberínticos, y enseñarle que bajo pena de un grave peligro, debe mantener la cabeza completamente imnóvil, en los momentos de aumento de acelerac:ón, o de giro.
Se hará hincapié en que la corteza tiene una efecto integrador de las sensaciones, y que p·or tanto, si mant:ene su atenc:ón concentrada sobre los mandos del pilotaje, será mucho más difícil, que le ocurran acciones vegetativas.
Se le someterá al littk- traine1', enseñándole que debe ser ante toéio un ser audio-visual.
Se le someterá también a un entreno en el que se recomendarán las mismas condiciones en que estaría en un viaje espac:al. Y como quiera que hay dispositivos que permiten durante segundos que el sujeto esté en un campo agravitatorio, como los descritos por FABRIS y LoMONAco, en uso en el Centro· de Estudios e Investigaciones Aeronáuticas de Roma. <.J.Ue permiten a un hombre sentac!o o en decúbito supino, con una acc~cración de demarraje, bastante reducida, estar en gravedad cero durante segundos. Los americanos han organizado un programa que denom:nan ~-15, en el que estudian detalladamente desde el traje que debe ser utilizado hasta los efectos de anoxia que origina el vualo. Pro estos estud:os, depasarfan los marcos de esta comunicación, de la que puede extraerse l~ conclusión de que e1 hombre puede perfectamente tolerar las aceleraClones que se le imprimirán en los viajes espaciales, y que los trastornos sensoriales laberínticos podrán ser evitados, si mantiene ergu:do el cuerpo Y la cabeza, cuando esté sometido a un campo agravitatorio.
En el terrepo de la hipótesis estará lo que ocurrirá en su esquema
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corporal, en sus propias laterizaciones cerebrales, cuando esté sometido a un campo agravitatorio, en un viaje de larga duración, y cuando realice sin duda al cabo de años, integraciones mentales, que constituirán un motivo de vértigo, cuando se someta de nuevo al campo de la gravedad. Hay autores que presuponen que incluso la emisión de fonemas puede estar perturbada si las modificaciones del esquema corporal son muy im· portantes.