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    REVISTAHISTORIAYSOCIEDADNO. 12, MEDELLN,NOVIEMBRE2006, PP. 10-26

    Ronaldo Vainfas 11

    La dispora juda entre Amsterdam y el Brasil

    holands

    Ronaldo Vainfas*

    Resumen

    El artculo discute la dispora sefard desde la Pennsula Ibrica hacia Holanda,con nfasis en el proceso de reconstruccin de la identidad juda, sobre todo

    entre los portugueses emigrados. Examina los conceptos de rejudaizacin yde judos nuevos que contrastan con la condicin marrana o criptojudade los cristianos nuevos residentes en el mundo ibrico. Profundiza en elanlisis de algunas experiencias concretas de judos nuevos que entre1630 y 1654 pasaron de Amsterdam hacia las capitanas azucareras del nortedel Brasil durante el perodo de dominacin holandesa, estudio basado sobretodo en documentacin inquisitorial.

    Palabras clave:Sefardismo, Judos Nuevos, Dispora juda, Judos enAmsterdam, Inquisicin.

    Abstract

    The paper discusses the sephardi Diaspora from the Iberic Peninsula toHolland, with emphasis in the Jewish identity reconstruction process,especially among migrated Portuguese. It examines the concepts ofrejewishment and New Jews in contrast to the pig or cryptojewish condition

    Artculo recibido el 10 de octubre de 2006 y aprobado el 5 de noviembre de 2006.* Profesor Titular de Histria Moderna en la Universidad Federal Fluminense. Investigador 1-A del

    CNPq. Esta investigacin es apoyada por el CNPq, FAPERJ y PRONEX, incluida en la Companhia dasndias - Ncleo de Histria Ibrica y Colonial en la poca Moderna-UFF.

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    of the New Christians living in the Iberic World. Finally, it deepens in theanalysis of some concrete experiences from New Jews who traveled fromAmsterdam to Brasil during the Dutch domination period in the sugar

    Captaincies of the north, between 1630 and 1654, using specially inquisitorialdocumentation.

    Keywords:Sephardism, New Jews, Jewish Diaspora, Jews in Amsterdam,Inquisition.

    La dispora sefard en la pocaModerna es un proceso conocido y

    cada vez ms estudiado por los histo-riadores dedicados a la historia del ju-dasmo. La Pennsula Ibrica, patria delsefardismo floreciente en la Edad Me-dia, se transform en tierra de crecien-tes persecuciones antijudas oantisemitas desde fines del siglo XIV.En Espaa, las persecuciones contra los

    judos resultaron en conversiones ma-

    sivas y consecuentemente en la forma-cin de una importante comunidad deconversos, blanco casi exclusivo de laInquisicin instaurada por los ReyesCatlicos en 1478. En Portugal, dondehasta entonces no haban ocurrido per-secuciones contra los judos, la llegadade miles de ellos espaoles hizo que elrey D. Manuel decretara la famosa

    conversin forzada, en 1496, del mis-mo modo que lo haba hecho Fernandode Aragn e Isabel de Castilla aosantes. A su sucesor, el rey D. Juan II,le correspondi la instauracin del SantoOficio, en 1536.

    Las sucesivas olas de persecucin,sea contra los judos, sea contra los

    conversos o cristianos nuevos, hizo dela huida una opcin cada vez ms ele-gida por individuos o familias enteras

    que se mantenan fieles a su religintradicional o al menos intentaban esca-

    par de la Inquisicin. Rutas de huidafueron, entonces, estructuradas haciados grandes ejes geogrficos: el mun-do mediterrneo y el norte europeo.

    En el Mediterrneo, vale mencionarel lento, pero firme, surgimiento de co-munidades judas en Marruecos, en elImperio Otomano o en Italia, en ciuda-des como Livorno o Venecia. En el norteeuropeo, microcomunidades sefardesse estructuraron en Francia, donde el

    judasmo era tambin prohibido pbli-camente, pero tolerado, en la prctica,como en Burdeos, o permitido legalmen-te, como en Avignon. Estudios de casode los documentos inquisitoriales per-miten seguir de cerca la migracin de

    conversos portugueses a travs de Es-paa, con escala en Medina de RoSeco, hacia el sur de Francia, donderegresaban al judasmo de susancestros. Las ciudades y pueblos fran-ceses con frecuencia eran lugares de

    paso para Anturpia, que se torn im-portante centro de los sefardes emi-grados en el siglo XVI, y para

    Amsterdam y Hamburgo en el siglo si-guiente. Es seguro que las rutas de hui-da de los sefardes en Europa siguie-

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    ron la lgica de la expansin del capitalmercantil, como nos indican diversos

    historiadores, desde Fernand Braudel.El reciente libro de Jonathan Israel nodeja duda a este respecto, subrayandola importancia crucial de las redes co-merciales sefardes en la estructuracindel capitalismo comercial durante lossiglos XVI y XVII.

    1

    El principal centro del judasmo se-fard en la Europa del siglo XVII fue,sin duda, Amsterdam. Muchos historia-dores estudiaron y han estudiado eltema en varias partes del mundo. Perovale citar a un autor pionero, entre los

    portugueses, J. Mendes dos Remdios.En su obra clsica de 1911, Os judeusPortugueses em Amsterdo,

    2

    Remdios estudi, paso a paso, la

    estructuracin de la comunidad portu-guesa en aquella ciudad, desde los pri-meros inmigrantes. Encontramos ya, eneste libro, valiosas informaciones so-

    bre la accin del rabino Moiss Uri Levi,quin predic para los sefardes portu-gueses en alemn, siendo traducido porsu hijo Aarn Levi, que hablaba caste-llano. Ms tarde, Herman Salomn

    sistematiz esta fase heroica de la dis-pora judo-portuguesa en Holanda, in-formando que, excepto algunos que in-dividualmente llegaron a la ciudad en-tre 1592 y 1596, la primera ola de cris-

    tianos nuevos emigr por mar, partien-do del Minho o de la Isla de la Madera

    en el ao de 1597, lo que se confirmaen la antigua relacin de Daniel Levi oMiguel de Barrios, Triumpho del go-bierno popular en la casa de Iacob,

    publicada en 1683. La segunda ola semezcla con el proceso progresivo detransformacin de tales cristianos nue-vos en judos propiamente dichos, a

    partir de 1602.3De todas maneras, la

    comunidad aument considerablemen-te en los aos siguientes, aunque estu-viera en proceso inicial de formacin.Contaba con aproximadamente 100

    personas en 1599, salt a cerca de 500,en 1615 y sobrepas los 1000 en 1620.Pero estos son quizs nmeros conser-vadores. Los Estatutos da SantaCompanhia de Dotar Orphans e

    Donzelasfueron publicados en portu-gus en el ao 1615 con 460 ejempla-res, lo que permite especular sobre ladimensin de la comunidad.

    Es conocido el proceso de forma-cin de la comunidad en su dimensininstitucional que, en sus inicios, lleg acontar con tres congregaciones. La

    primera fue la Bet Iacob, organizadapor los rabinos Jos Pardo y MoissBen Arroyo en 1598. En 1608, IsaacFranco Medeiros fund la NewehShalom, de donde sali ms tarde elimportante rabino Menasseh Ben Is-rael. En 1618, surgi laBet Israel, fun-

    1 Jonathan Israel, Diasporas within a Diaspora.

    Jews, Crypto-Jews and the World Martime Empires,

    1540-1740, Leiden, Brill, 2002.2J. Mendes dos Remdios, Os judeus portugueses

    em Amsterdo(edio fac-smile das edies de1911 e 1975), Lisboa, Ed.Tvola Redonda, 1990.

    3Herman Salomon, Os primeiros portugueses de

    Amsterdo - documentos do Arquivo Nacional

    da Torre do Tombo, 1595-1606,Braga, 1983.

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    dada por David Bento Osrio, en la cualhizo notable Isaac Aboab da Fonseca,

    que se pasara al Brasil en la dcadade 1640, siendo nada menos que el pri-mer rabino de las Amricas. Las trescongregaciones se reunieron en 1639,originando la congregacin TalmudTor, la ms duradera y fuerte comu-nidad sefard europea en el siglo XVII,con estatutos propios, rabino principal

    el Haham y su consejo el

    mahamad compuesto de siete miem-bros: seisparnassimo principales y unotesorero, el gabay.

    Los historiadores de las ltimas d-cadas ampliaron considerablementenuestros conocimientos sobre esta co-munidad y plantearon importantescuestiones para interpretarla desde una

    perspectiva a la vez social, cultural yreligiosa. Es el caso de Yosef Kaplancon su libro Judos nuevos en

    Amsterdam (1996)4

    o de MiriamBodian, con su Hebrews of thePortuguese Nation (1997)

    5.

    Bodian recupera, en su libro, los msdiversos aspectos de una autnticametamorfosis que caracteriz elcrossing de los cristianos nuevos a lacondicin de judos, incluyendo la cir-cuncisin, sea de adultos, sea de nios,

    el cambio de nombres, el aprendizajede algunas oraciones, a veces del

    hebraico, la observancia de los ritosprincipales del judasmo que la mayo-ra de ellos desconoca. Amsterdam nosofrece uno de los ms importantesejemplos del renacimiento del judasmosinagogal de los sefardes, en contra-

    posicin a su progresiva desagregacinde la Pennsula Ibrica y regiones co-loniales, operando como polo de atrac-

    cin de los conversos portugueses ytodava espaoles en el siglo XVII.

    Mirian Bodian apunta, sin embar-go, que este revivaldel judasmo ibri-co en Holanda no configura unareedicin exacta, no lo podra, de lacultura sefard hispano-portuguesa dela Pennsula, anterior a las conversio-

    nes y persecuciones inquisitoriales.Antes que nada, porque la mayora delos que se rejudaizaban en Holanda eranformados sobre todo por conversos.Adems, porque eran estrechas las re-laciones entre los judos de Amsterdamy los conversos portugueses, alimenta-das por la insercin de los dos gruposen las mismas redes mercantiles y, con-

    secuentemente, por la adhesin de con-versos a la comunidad de Amsterdam,por las sociabilidades entre unos y otros,por los matrimonios entre conversos ymujeres judas, etc. Las fronteras en-tre el mundo de los judos deAmsterdam y los conversos portugue-ses eran, de hecho, fronteras porosas.

    Por otro lado, en este proceso dereconstruccin de identidad en la dis-pora holandesa, los conversosrejudaizantes se esforzaron por elabo-

    4Yosef Kaplan, Judos Nuevos em Amsterdam:

    estdio sobre la histria social e intelectual del

    judasmo sefard en el siglo XVII, Barcelona,Gedisa editorial, 1996.5

    Miriam Bodian, Hebrews of the portuguesenation: conversos and community in early modern

    Amsterdam, EUA, Indianapolis, Indiana UniversityPress, 1999.

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    rar su pasado colectivo hasta el puntode mitificarlo, unos proclamndose des-

    cendientes de los Macabeos, otros delos Levitas. Este purismo alcanz asmismo una auto-imagen que se pare-ca mucho al ideal de limpieza de san-gre, en verdad uno entre varios rasgosdel iberismo, a veces nostlgico, quemarcaba la comunidad. Las fuentes li-terarias lo confirman, revelando fuerteadhesin a un sentido de honor y a los

    valores aristocrticos tpicamente ib-ricos. Esto sin hablar en los trminosutilizados por los catlicos para identi-ficar su propio pueblo o religin, comoGente de la Nacin, en el primer caso,yLey de Moiss, en el segundo caso.

    El judasmo portugus deAmsterdam, por una parte radical y por

    otra mezclado, llev a que YosefKaplan designase su practicante comojudo nuevo, en contraposicin al cris-tiano nuevode la Pennsula, trminooriginario de ese ltimo concepto.Kaplan subraya rasgos similares a losobservados por Bodian para caracteri-zar el perfil cultural de la comunidad ysus ambigedades de identidad. Cues-

    tiona en cierto sentido, al judasmo delos judos nuevos, cuando afirma quemientras algunos de ellos haban lo-grado recoger alguna informacin so-

    bre la f, el pensamiento y los precep-tos judaicos () estos conocimientosgeneralmente derivaban de fuentes se-cundarias, que en su mayora no eransino escritos cristianos, y algunas ve-

    ces incluso obras polmicas antijudas,que fueron redactadas expresamente

    para combatir y refutar los principios

    del judasmo y sus prcticas. Kaplanconcluye sin rodeos: Para la mayora

    de estos judos nuevos, la primera co-munidad juda que conocieron fue la queellos mismos haban creado.

    6

    Sin embargo, el concepto dejudonuevo de Kaplan es, sin duda, muy ope-rativo para examinar el problema de laidentidad cultural de los judos portu-gueses en Amsterdam que se fueron alBrasil y parece valer igualmente parala mayora de los neoconversos al ju-dasmo, gente nacida y criada en so-ciedades catlicas. Pero Kaplan sabemuy bien que esta reconstruccin del

    judasmo en Holanda fue ms comple-ja. Antes que nada, su reconstruccinestuvo basada, sea en trminos religio-sos, sea en trminos institucionales, en

    la importacin de rabinos sefardes deotras partes, donde la dispora sefardera ms antigua y estructurada. Bas-tara citar el rol que jug Joseph Pardo,a comienzos del siglo XVII, o de SaulMorteira, un poco ms tarde; los dosllegaron de Venecia para organizar lascongregaciones judas de Amsterdam.O tambin Issac Uziel, importante ra-

    bino de Fez, en Marruecos, que jugpapel similar. El modelo institucional, yel mismo nombre de la comunidad deAmsterdam, Talmud Tor, fue el deVenecia, donde la comunidad, ms an-tigua, se haba estructurado por judosque no pasaron por la experienciacristianizadora que alcanzaron los ju-dos espaoles y portugueses. La co-

    6Y. Kaplan, Op. cit., p. 26.

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    munidad juda de Venecia era, por asdecirlo, formada originalmente por ju-

    dos viejos. Hombres que conocan per-fectamente el Talmud, el hebraico, lastradiciones, ritos e historia judaicas.

    De todos modos, la inmigracin delos judos portugueses hacia Brasil, trasla conquista holandesa de Pernambuco,en 1630, se compuso principalmente porlos que Kaplan llama judos nuevos.Sobretodo a partir de 1635, muchos via-

    jaron solos o en familia, sea pagandopor el viaje, sea ayudados por la propiacongregacin juda de Holanda, o seafinanciados por la Compaa de las in-dias Occidentales holandesa.

    La presencia de los judos portugue-ses en las conquistas holandesas delBrasil es, en verdad, un tema an poco

    estudiado o al menos poco profundiza-do en la bibliografa sobre la historiacolonial brasilea. Pero vale mencio-nar algunos clsicos, as como historia-dores ms recientes que se dedican ala investigacin de este tema fascinan-te. As, es obligatorio mencionar los tra-

    bajos de Arnold Wiznitzer, The recordsof the earliest Jewish community in

    the New World,7 publicado en1954, ysu preciosa traduccin del Libro deActas de las congregaciones judas deBrasil, publicado en separata de los

    Anais da Biblioteca Nacional al aosiguiente.

    8Imposible no mencionar los

    estudios contenidos en el libro O Bra-

    sil e os Holandeses, obra de 1999,particularmente el artculo de Nachman

    Falbel

    9

    sobre Mennasseh ben Israel yel de Leonardo Dantas Silva10 sobre lacomunidad judaica de Recife. Imposi-

    ble no subrayar la magnfica obra deJos Antnio Gonsalves de Mello, queya en su antiguo Tempo dosFlamengos, de 1947,present pginas

    preciosas sobre nuestro tema. Peronada supera el libro Gente da Nao,

    especialmente la segunda parte, ANao judaica em Pernambuco, tex-to en todos los aspectos fundamental.

    11

    En los ltimos aos, valiosa contribu-cin ofrecieron el libro de Bruno Feitler,

    Inquisition, juifs et nouveaux-chtiens

    au Brsil Colonial,12

    y la tesis todavaindita de Marco Antnio Nunes da Sil-

    va, O Brasil holands nos Cadernosdo Promotor,13 sustentada en la USP

    7Arnold Wiznitzer, The records of the earliest

    jewish community in the New World,New York,American Jewish Historical Society, 1954.

    8O Livro de Atas das Congregaes Judaicas Zur

    Israel em Recife e Magen Abraham em Maurcia,Brasil, 1648-1653, Separata do vol. 74, dosAnaisda Biblioteca Nacional,Rio de Janeiro, Biblioteca

    Nacional, 1955.9Nachman Falbel, Mennasseh ben Israel e o

    Brasil, en: Paulo Herkenkhoof (org), O Brasil eos holandeses,Rio de Janeiro, Sextante Artes,1999, pp. 160-175.10

    Leonardo Dantas Silva, Zur Israel, en: PauloHerkenhoof (org.), Op. cit., pp. 176-191.11

    Jos Antnio Gonsalves de Mello, Gente daNao: crists-novos e judeus em Pernambuco,

    1542-1654. 2a. ed. Recife, Massangana/FundaoJoaquim Nabuco, 1996.12

    Bruno Feitler, Inquisition, juifs et nouveauxchrtiens dans les capitaneries du nord de lEtat

    du Brsil (XVII-XVIII siecles), Paris, EHESS, 2001.13Marco Antnio Nunes Silva, O Brasil holands

    nos Cadernos do Promotor, Tese de doutoradodefendidada na USP, So Paulo, 2003.

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    (2003), que profundiz el anlisis deaquellos cdices inquisitoriales.

    Por otro lado, hay diversos documen-tos para el estudio de los judos deRecife que an se encuentran pocoexplorados. As ocurre con lasascamot, es decir, las resoluciones delconsejo judaico de la ciudad. O de lacorrespondencia entre la congregacinde Recife y la Talmud Tor deAmsterdam. Es tambin el caso de lasfuentes del Snodo de la Iglesia Refor-mada, que se implant en Pernambucoen los aos 1640; dicha Iglesia se cons-tituy en uno de los principales enemi-gos de los judos en el Brasil holands.Lo mismo vale decir para los documen-tos producidos por los diversos orga-nismos del gobierno holands relacio-

    nados con Brasil, incluso documentosfiscales de la Compaa holandesa decomercio. Estos ltimos han permitidoalcanzar la enorme importancia desem-

    peada por los judos en los negocioscoloniales, desde el pequeo comerciohasta los grandes negocios con tabaco,azcar y esclavos. Pero, para profun-dizar la experiencia de los judos nue-

    vos en la sociedad colonial dominadapor los holandeses, nada mejor que losdocumentos inquisitoriales, sobre todolos procesos completos depositados enel Archivo Nacional de la Torre delTombo, en Lisboa.

    De la presencia juda en la capita-na de Pernambuco tenemos hasta evi-

    dencias materiales. A partir de lasexcavaciones empezadas en 1999 fueposible reconstruir la primera sinagoga

    de las Amricas, localizada en la ciu-dad de Recife, que hoy abriga el Cen-

    tro Cultural Judaico de Pernambuco. Dela antigua sinagoga no qued mucho, aexcepcin delMikv, espacio destina-do a los baos de purificacin espiri-tual. Pero s fue posible reconstituir losrasgos generales del edificio que, des-

    pus de la expulsin de los holandeses,en 1654, fue transferido al capitn ge-neral de los luso-brasileos en la gue-

    rra y, sucesivamente, a los Oratorianosy a la Misericordia de Recife.14

    Quedaba la sinagoga en la Calle delBode, desde luego llamada la Calle delos Judos, Jodenstraat, rebautizadaCalle del Buen Jess tras la restaura-cin portuguesa en la regin. La casafue erigida entre 1640 y 1641, pero la

    sinagoga, como institucin, funciondesde 1636, cuando se fund la KahalKadosh Zur Israel o Santa Congrega-cin de Recife de Israel. A partir deesta congregacin se organiz la co-munidad juda del Brasil holands, diri-gida por el rab Isaac Aboab daFonseca,

    15asesorado por el mahamad,

    consejo compuesto por los principales

    judos, el cual tena poder sobre todoslos judos residentes en las tierras bajoel dominio holands, llamados enhebraicoyahidim, es decir, jefes de fa-milia, miembros de la comunidad.

    14Vase: J.A. Gonsalves de Mello, Gente da

    Nao, Op. cit.,p. 230.

    15Yosef Kaplan, El perfil cultural de tres rabinossefardes a travs del anlisis de sus bibliotecas,en: Jaime Contreras et al. (orgs), Op. cit., pp.269-286.

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    Es tambin seguro que otra congre-gacin se fund en Pernambuco al ao

    siguiente, localizada en Maurcia, la islade Antonio Vaz. Fue llamada KahalKadosh Magen Abraham o SantaCongregacin del Escudo de Abraham.La razn inmediata para el surgimientode otra congregacin, segn las rela-ciones de la poca, fue la necesidad quetenan los judos de la isla, cada vez msnumerosos, en tener sinagoga propia

    para celebrar el Shabbat, una vez que,como es sabido, no podan trabajar eneste da, ni pasar en barco a la ciudadde Recife. Solicitaron, entonces, auto-rizacin del mahamad de la Zur Israel

    para erigir la sinagoga, que pronto setransform en congregacin rival, conautoridades propias y rabino principal,el sabio Moiss Raphael dAguillar.

    Las dos sinagogas o congregacio-nes funcionaron paralelamente hasta1648, ao en que se reunieron bajo laautoridad de la Zur Israel. No se sabetodava como las dos compartieron laorganizacin de la vida de los judos porcasi diez aos, pero la unificacin nofue tranquila. Hubo hasta la interven-

    cin de las autoridades holandesas so-licitadas por la Zur Israel, adems deun verdadero ultimtum de la TalmudTor de Amsterdam, que advirti quesuspendera las ayudas financieras a los

    judos de Brasil si no se unificaban lascongregaciones. Bruno Feitler nos pre-senta algunos hechos decisivos del ci-tado conflicto, algunos de ellos de tipo

    doctrinario.16

    Podramos resumirlos, eneste particular, subrayando la orienta-cin ms abierta de Isaac Aboab da

    Fonseca, rabino de la Zur Israel, hom-bre muy dedicado a la conversin o

    reconversin de los cristianos nuevosde Brasil, en contraste con la orienta-cin aparentemente ms rigorista delrabino da Magen Abraham con respec-to a la observancia de los ritos.

    Pero esta es solamente una partede la explicacin. Lo ms espantoso,de todos modos, es constatar la exis-tencia de un conflicto institucional enel propio seno de la comunidad judai-co-portuguesa de Pernambuco, tierraque acoga a los judos, sin embargo loshostilizaba, como lo hacan, a su vez,los predicantes del Snodo calvinista.Adems, los peligros aumentaron mu-cho despus de 1645, con la irrupcinde la rebelin luso-brasilea contra los

    holandeses y la posibilidad concreta derestauracin catlica en la capitana.

    El encuentro de los judos nuevos deAmsterdam con los conversos de Bra-sil fue, en todos los sentidos, extraordi-nario, antes que nada porque sus pro-

    porciones y naturaleza fueron muy dis-tintos del tipo de contacto que se reali-zaba en Amsterdam.

    Vale recordar que, al menos en prin-cipio, parte considerable de los cristia-nos nuevos que seguan paraAmsterdam lo haca en bsqueda desus orgenes y animados por el deseode convertirse al judasmo. Y si huboconversos que preferan no ingresar en

    16Bruno Feitler, Inquisition, juifs et nouveaux-

    chrtiens au Brsil, Leuven, Leuven UniversityPress, 2003, pp. 145 e segs.

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    la comunidad judaico-portuguesa deHolanda, tampoco se quedaban en la

    observancia del catolicismo, una vezque este era prohibido en Amsterdam.En el caso del encuentro entre los ju-dos y conversos en Brasil, el cuadroera completamente diferente: los judossiguieron para Pernambuco para hacernegocios y construir, tambin all, suscongregaciones judas, y se hallaron conuna vasta comunidad de conversos que

    vivan como catlicos.De parte de los judos, las actitudes

    oscilaron desde la complacencia y con-secuente determinacin de convertirsea cristianos nuevos residentes enPernambuco a la ley de sus ancestros,hasta el rechazo total en incorporarlos,dado que algunos los consideraban id-

    latras e ignorantes en la ley de Moiss.De parte de los conversos, las oscila-ciones no fueron menores. Hubo mu-chos individuos o familias que atendie-ron al llamado de los proslitos del ju-dasmo e ingresaron en la sinagoga.Hubo los que se resistieron totalmentea la adhesin. Y hubo muchos, quizsla mayora, que se quedaron divididos

    entre los dos mundos. Pero tambinentre los judos hubo ambigedadesconsiderables.

    Vale la pena esbozar una tipologageneral de las actitudes, sea de los ju-dos nuevos, sea de los cristianos nue-vos en contacto, lo que solamente sevuelve posible gracias a los procesos

    inquisitoriales que victimaron diversosindividuos durante la guerra contra losholandeses o despus de la restaura-cin portuguesa en la capitana.

    1 Judos nuevos radicales, es de-cir, individuos que haban emigrado muy

    jvenes para Holanda, viviendo algntiempo en Francia o Hamburgo hastapasar a Amsterdam. Muchos eran ni-os, aprendan hebraico en las escue-las judas y asuman completamente laidentidad juda, lo que ejemplifica el pro-ceso de rejudaizacin avanzado que

    podra alcanzar a muchos que, en ver-dad, haban nacido en un medio cristia-

    no. Algunos de ellos por azar fueronenviados a la Inquisicin, despus deser capturados por los portugueses enlas guerras contra Holanda. Fueron obli-gados a abjurar del judasmo y a regre-sar al catolicismo que conocan mal,aunque algunos despus volvan a abra-zar el judasmo y pocos preferan morirantes que renegar de la religin judaica.

    2 Judos nuevos renegados, osea, individuos que, no obstanteresocializados al medio judo holands,terminaron convencidos por los catli-cos, unos frailes o padres, u otros con-versos, de que la ley de Moiss eraerrnea y la verdadera era la cristiana.Miguel Francs

    17fue uno de de los re-

    negados que mencion, hombre que re-neg del judasmo an antes de ser pre-so y enviado a los inquisidores. Criadocomo catlico, fue rejudaizado enHamburgo, a la edad de 15 aos, dedonde sigui para Holanda y despushacia Brasil en los aos 1640. Reduci-do al catolicismo por un fraile, no esca-

    17 Instituto dos Arquivos Nacionais Torre do

    Tombo (IANTT),Inquisio de Lisboa, processo7276.

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    para del Santo Oficio, en 1646, a cau-sa de denuncias de varias personas que

    saban de su pasado judo. A los 15 aos,fue a Holanda y de ah al Brasil. Semostr desde luego muy arrepentidodelante de los inquisidores por habervivido como judo por tan largo tiempoy, como prueba de su contricin, sevolvi un importante delator de un n-mero elevadsimo de cristianos nuevosde Brasil, Hamburgo y Amsterdam que

    se haban pasado al judasmo. Presen-t informaciones detalladas sobre nom-bres, familias, redes y por supuesto,sobre las ceremonias judas de las si-nagogas portuguesas. Su actitud fue

    bien recibida por los inquisidores, queaceptaron su arrepentimiento y lo sen-tenciaron muy blandamente. Con l,otros judos nuevos adoptaron una con-

    ducta similar delante del Santo Oficio,sea por miedo, por inters o, quizs,

    porque desistieron de corazn de la re-ligin juda.

    3 Judos nuevos divididos, qui-zs la mayora: Eran hombres que seresocializaron como judos, pero man-tenan dudas en grados variables sobre

    esta opcin, sea porque no haban asu-mido completamente la nueva identidad,sea porque sufrieron estigmas de lacomunidad juda a causa de su frgil

    judasmo, sea por dudar de su opcinjudaica en contacto con la comunidadcatlica de Brasil, incluso con cristia-nos nuevos convencidos de que la leycristiana era la mejor. Pero las circuns-

    tancias de estos casos son muy varia-das y vale la pena subrayar que mu-chos solamente admitieron sus errores

    judos bajo presin inquisitorial. De to-dos modos, los procesos del Santo Ofi-

    cio sugieren, que en tales casos, lasdudas religiosas y de identidad de esoshombres venan de lejos.

    4 Cristianos nuevos adherentesal judasmo, estos son hombres queresidan haca mucho en Brasil y tenancontacto con los judos nuevos y aban-donaron el catolicismo, se sometierona la circuncisin e intentaron aprenderlos ritos y creencias del judasmo. Peroestos eran como un espejo de los ju-dos nuevos divididos de los que hablantes, y quizs vivieron todava msdesgarrados entre las dos leyes religio-sas. En este caso, eran hombres quese haban criado en el medio catlico ycasi no conocan el judasmo. Con fre-

    cuencia eran tratados por losparnassim de Recife con escepticis-mo, a causa de su ignorancia en asun-tos judos, y a veces lo eran tambin

    por sus familiares cristianos viejos onuevos que haban permanecido cat-licos. La mayora de ellos regres alcatolicismo despus que los holande-ses y sus aliados judos fueron expul-

    sados del Brasil, y otros mucho antes.5 Cristianos nuevos que resis-

    tieron al judasmo, sobre los cualesprcticamente no hay procesos, por ra-zones evidentes. Pero hay registro demuchas actitudes de conversos contra-rios al judasmo en las entrelneas de

    procesos inquisitoriales o en otros c-

    dices, como los Cuadernos del Promo-tor examinados por Marco Antnio Sil-va. Se puede percibir que una buena

    parte de los conversos mantuvo distan-

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    cia de la comunidad juda, sea por mie-do, sea por no identificarse con los ju-

    dos, sea por conviccin catlica. Unode los pocos casos procesados fue elde Mateus da Costa

    18, hacendado con

    plantaciones de caa de azcar, hom-bre que an bajo tormento neg su ad-hesin al judasmo, aunque admitieraque sus hijos ingresaron en la sinagogade Recife. Caso dramtico queejemplificaba un rechazo radical del

    judasmo por parte de un converso.De la tipologa pasemos a la expe-

    riencia concreta, al nombre y alcomo, como dira Carlo Ginzburg,convencidos de que el anlisis msverticalizado de algunos casos permi-tir alcanzar la complejidad y las suti-lezas de los procesos de rejudaizacin,

    fragmentacin identitria yrecristianizacin. Empecemos con elcaso emblemtico de Isaque de Cas-tro, biografiado por Elias Lipiner en unlibro clebre.

    19

    Hijo de conversos portugueses,Isaque fue bautizado en 1625 como Juande Liz. Resistindose a conservar lasapariencias cristianas, su familia huyde Portugal, pas por Francia, comotantas otras, y se fij en Amsterdam.Regresaron todos al judasmo, cambia-ron de nombre, los hombres se circun-cidaron. Isaque estudi filosofa, medi-cina y contaba con menos de 20 aos

    cuando viaj al Brasil dominado por losholandeses. Joven de pocos recursos,

    como la mayora de los judos portu-gueses de Recife, Isaque viaj con suto, se dedic al pequeo comercio y,

    por supuesto, frecuent la sinagoga dela Zur Israel. El historiador I. S.Emmanuel, en su artculo Seventeenth-century Brazilian Jewry (1962),

    20

    caracteriz a Izaque de Castro comouno de los cazadores de fortuna sali-

    dos de Holanda para las tierras de ido-latra en bsqueda de mejores oportu-nidades.

    Su posterior proceso inquisitorialmenciona todava un delito de muerteque habra cometido en Holanda comomotivo de la huida para Brasil, lo queno es seguro. Pero hay, por otro lado,

    registro de peleas de Isaque con otrosjudos, en la ciudad de Recife, a causade negocios o deudas no saldadas.Isaque era un joven dado a peleas, nohay duda de ello. Cerca de 1644 sigui

    para Baha, hecho tambin controver-tido, unos asegurando que sigui paratratar de negocios como representantede mercaderes abastados de

    Pernambuco, otros que hua de deudasno pagadas.

    De todas maneras, Izaque fue se-guramente a tratar tambin de religinen la capitana de Baha. Hay denun-cias de que fuera contratado comomaestro de judasmo para la enseazade hijos de cristianos nuevos en la ciu-

    18

    IANTT, Inquisio de Lisboa, processo 306.19

    Elias Lipiner, Isaque de Castro: o manceboque veio preso do Brasil, Recife, Massangana,1992.

    20Vese: E. Lipiner, Op. cit., p. 51.

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    dad de Salvador, en particular de loshijos del gran mercader Diogo de Leo.

    Adems de hablar portugus, Isaque,hablaba castellano y holands, conocael hebraico y el latn. Muchas denun-cias registran que Isaque pas a ac-tuar como profesor de judasmo en laciudad, enseando en las cripto-sina-gogas bahianas.

    La decisin de Isaque de pasarse aBaha, capital de la Amrica Portugue-sa, fue muy peligrosa, sobre todo por-que al ao siguiente empezara, enPernambuco, la guerra de los luso-bra-sileos contra los holandeses. An en1644 se conspiraba en toda parte, eranevidentes las conexiones entre los fu-turos rebeldes de Pernambuco y lasautoridades portuguesas de Baha, y los

    judos eran vistos por los portuguesescomo potenciales espas. Izaque fuepreso por orden del gobernador de Ba-ha como sospechoso de espiar al go-

    bierno portugus y desde luego fue en-viado al obispo por ser cristiano nuevo

    judaizante. La guerra de restauraciny el Santo Oficio seguan juntos. Enenero de 1645 Izaque fue enviado a la

    Inquisicin de Lisboa.Interrogado por los inquisidores,

    Izaque intent escapar de las acusa-ciones insistiendo en que l no era cris-tiano, sino judo, y por lo tanto quedabafuera de la alzada inquisitorial. No erauna tctica original: muchos judos nue-vos bautizados cristianos decan lo mis-mo. Izaque fue uno de los que se malo-gr en este intento. Fue procesado ytermin por confesar, despus de mu-

    chas sesiones, su condicin originariade converso y pas a desafiar los

    inquisidores. Afirm la excelencia dela religin judaica, su superioridad enrelacin a la cristiana y, an, afirm quelos holandeses eran prsperos y derro-taban a sus enemigos porque tuvieronla sabidura de recibir a los judos hui-dos de Portugal.

    Izaque de Castro jams abjur deljudasmo y por ello fue condenado a lahoguera, en 1648. Fue uno de los raroscondenados a morir quemado vivo enla historia del Santo Oficio portugus,sin antes ser garroteado, como la ma-yora, porque, an en la hora de la muer-te, rechaz la ley de Cristo.

    Una situacin muy distinta, que valecomparar con el caso de Izaque de Cas-

    tro, fue la de los prisioneros del fuerteMauricio, el grupo de judos captura-dos en Pernambuco en medio de la gue-rra luso-holandesa. El fuerte fue toma-do por los portugueses el 18 de sep-tiembre de 1645, una de las primerasvictorias de los restauradores. Casi 200hombres fueron cautivos, la mayoracompuesta por soldados holandeses,

    ingleses, franceses, alemanes, polacos,escoceses y, diez judos.

    Enviados hacia Baha y despus aPortugal, los judos fueron desde luegotransferidos a la Inquisicin. Cuatro deellos ni siquiera hablaban portugus ysolamente permanecieron presos para

    prestar testimonios sobre los dems.

    Eran judos ashkenazes y se llama-ban Jehuda bar Jacob, tambin conoci-do como Jacob Polaco, y David

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    Michael, Isaac Joahanis y Shalomon barJacob, los tres ltimos alemanes.

    Los dems eran jvenes sefardes,el ms viejo con menos de 40 aos,hablaban portugus, pero tambin otraslenguas. Garantizaron todos al inquisi-dor que eran naturales de Amsterdam,Hamburgo o Francia, esperando as li-

    brarse de la Inquisicin, pues como ju-dos de nacimiento no podran ser acu-sados de herejes. Sus nombres: SamuelVelho, David Shalom, Abraham Bue-no, Isaac de Carvalho y AbrahamMendes, este ltimo el ms joven, conedad de 22 aos.

    La Inquisicin de Lisboa busc ope-rar con mxima prudencia en este caso,

    pues la coyuntura poltica era comple-ja. Antes que nada porque Portugal lo-

    gr separarse de Espaa en 1640, ynegociaba entonces una alianza conHolanda contra el enemigo comn es-

    paol. Embajadores fueron enviadoshacia Holanda desde 1641 con la mi-sin de negociar principalmente la de-volucin de las colonias conquistadasal imperio portugus en tiempos de laUnin Ibrica. La propia rebelin enBrasil contra los holandeses era enton-ces muy incmoda para los diplomti-cos portugueses en Holanda. Pero peorera capturar vasallos del Prncipe deOrange y no libertarlos, como fue fir-mado en los tratados entre las dos po-tencias. El artculo 25 del tratado de1641 protega claramente las personas

    y bienes de los sbditos de Holandacualquiera que fuera su religin, clu-sula relacionada evidentemente con los

    judos.21

    La Talmud Tor se esforz

    por obtener las mayores garantas jun-to a los Estados Generales de Holanda

    y, en efecto, en septiembre de 1645, pu-blicaron la Carta en favor de la Na-cin Judaica de Brasil, confirmandoque, en caso de acuerdo con los ene-migos, los judos gozaran de los mis-mos privilegios que los holandeses, sinninguna diferencia.

    22

    La alianza entre judos y holande-ses se manifest en el caso de los cau-tivos del fuerte Mauricio. La TalmudTorhizo una proposicin a los Esta-dos Generales y ellos peticionaron alembajador y al propio rey portugus,Don Joo IV, para liberar los sefardes

    presos en la crcel inquisitorial. El mis-mo rey contest a las protestas holan-desas, declarando que los judos alema-

    nes o polacos estaban ya libres y tresde los sefardes seran liberados lo msrpido posible. Pero todava no se po-dra liberarlos, ya que el monarca en-tenda que asuntos de religin no esta-

    ban previstos en los tratados celebra-dos.

    23

    El Rey D. Joo IV tena, entonces,relaciones difciles con la Inquisicin,

    porque los jesuitas de su consejo, so-bre todo el Padre Antonio Vieira, eranfavorables a los conversos y se opo-nan al Santo Oficio. El caso de los diez

    21Evaldo Cabral de Mello, O negcio do Brasil:

    Portugal, os Pases Baixos e o Nordeste, 1641-

    1669, 3a. edio revista, Rio de Janeiro, Topbooks,p. 41.

    22J.A.Gonsalves de Mello, Op. cit.,p. 303.

    23Ibd., p. 321.

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    judos estaba, por lo tanto, relacionadocon las complicadas tensiones interna-

    cionales e internas del reino portugus.Aunque libre de Espaa, Portugal es-taba en guerra contra ella y muyfragilizado.

    De todos modos, la Inquisicin fuecautelosa. Busc averiguar, antes quenada, si los sefardes eran naturales deotros pases, como decan, o si eran

    portugueses. Interrogaron al polacoJehuda bar Jacob, quien no logr acla-rar el asunto, aunque afirmara que los

    judos en causa parecan hablar mejorel portugus, quizs porque eran hijosde portugueses emigrados

    24. El Santo

    Oficio envi, entonces, un Familiar ex-perto en holands y otras lenguas,Guillermo Rozem, que trat con cada

    uno de los sefardes. Su conclusin fueque Samuel Velho y David Shalom noeran holandeses, porque hablaban malla lengua, pero los otros podran ser na-turales de Holanda, como Samuel Is-rael e Isaac Carvalho; de Hamburgo,como Abraham Mendes; o de Francia,como Abraham Bueno, que hablaba

    bien el francs. El hecho de que todos

    hablaban bien el portugus Rozem lorelacion con que todos eran hijos deportugueses y estos vivan en barrio pro-pio, en Amsterdam, por ejemplo, y so-lamente trataban con los holandeses

    para negocios.25

    El Santo Oficio averigu an ms,convoc soldados holandeses e ingle-

    ses que haban luchado en Brasil juntoa los judos, hizo varias diligencias, ylleg a la conclusin de que tres eran

    bautizados catlicos: Abraham Bueno,que se deca francs, pero en Franciano se permita el judasmo libre; SamuelVelho y Abraham Mendes, pues alcan-z la certificacin de bautismo de losdos en Portugal. Por alguna razn que

    desconozco, el Santo Oficio liber aDavid Shalom, el que peor hablaba ho-lands y a Samuel Israel, el ms viejode los presos, hombre que actuabacomo rabino de los judos en el pueblocercano al fuerte Mauricio.

    Los diez judos se redujeron, por lotanto, a tres y el Santo Oficio estaba

    seguro en sus sospechas. Eran los tresbautizados catlicos con nombres dife-rentes a los que presentaron inicialmen-te, adquiridos en los momentos de

    judaizacin. Samuel Velho era JooNunes Velho. Abraham Mendes eraGabriel Mendes. Abraham Bueno eraDiogo Henriques. Pero los reos se man-tuvieron negativos por algn tiempo,

    insistiendo en que eran judos de naci-miento y no admitieron jurar por lossantos evangelios en las sesiones deinterrogatorio, sino por el Dios verda-dero y nico. Samuel Velho fue uno delos ms osados, porque adems de de-cir que era judo y el Santo Oficio no le

    podra obligar a ser cristiano, afirm que24El testimonio Jacob Polaco, el 11 de agosto de

    1646, ha sido trasladado en los diversos procesos

    de los reos en causa. Por ejemplo, IANTT,Inquisio de Lisboa, proceso 11362 de GabrielMendes (Abraham Mendes), microfilme 4889, ff.6-9.

    25Lo mismo en el caso de Guilherme Rozem.

    Idem em relao ao depoimento de GuilhermeRozem, el 17 de agosto de 1646, ibd, ff. 10 e segs.

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    aunque fuera bautizado no se podra ircontra l por ser vasallo del Prncipe

    de Orange y protegido por los tratadosfirmados entre Portugal y Holanda.26

    Pero la resistencia no dur mucho ytodos admitieron su bautismo cuandonios o an muy jvenes, adems desu posterior huida de Portugal, con susfamilias o enviados por ellas, para elnorte europeo. Eran judos nuevos tpi-cos. El ms joven era Gabriel Mendesde 22 aos, natural de Oporto. Habasido enviado para Hamburgo por sumadre, tras la muerte de su padre,cuando tena 10 u 11 aos. All fue con-vencido por judos portugueses parahacerse la circuncisin, lo que acept,despus de adoctrinado. Frecuent lasinagoga de Hamburgo y pas a

    Amsterdam, donde se embarc haciaBrasil.

    Tambin Joo Nunes Velho era na-tural de Oporto, pero huira paraAmsterdam a la edad de 16 o 17 aos,donde fue acogido por los tos que leconvencieron a circuncidarse. Comomuchos judos nuevos de origen portu-gus, Joo frecuent la sinagoga y pasal Brasil holands, donde practic elcomercio y luch al lado de los holan-deses contra los restauradores.

    Abraham Bueno, bautizado catli-co como Diogo Henriques, tuvo unahistoria ms complicada. Su familia

    estaba en huida, cerca del ao 1630, sumadre embarazada, y en la villa de

    Medina del Ro Seco, en Castilla, habadado a luz. La familia se qued enCastilla por cuatro meses, a causa deuna enfermedad de su madre, y parano despertar sospechas en el pueblo,

    bautizaron al nio. De Medina del Rosiguieron hacia el sur de Francia, sien-do acogidos por parientes en Bastide,cerca de Burdeos. Diogo fue circunci-

    dado a los diez meses y vivi en Bastidehasta los 15 aos de edad comocriptojudo, una vez que en Francia nose permita el judasmo, aunque, nomolestaban a los judos desde que fue-ran bautizados. Diogo viaj despus aEspaa y termin en Amsterdam, don-de pas al Brasil holands, la ruta se-guida por muchos judos portugueses en

    el siglo XVII.Los casos en cuestin permiten re-

    constituir rasgos importantes de latransformacin sufrida por nios o j-venes que, bautizados cristianos y vi-viendo en el medio cristiano, termina-ron abrazando las tradiciones y creen-cias de sus antepasados. Gabriel

    Mendes, por ejemplo, se acordaba dela iglesia que frecuentaba cuando nio,pero no de los nombres de sus padri-nos. No era bautizado, ni habra hechola primera comunin, sin embargo, deasista a las misas dominicales con sufamilia y conoca el Padre Nuestro, elAvemara y la Salve Regina. DiogoHenriques estudi en escuela catlica

    en Bastide, donde aprendi alguna cosade latn y las principales oraciones ca-tlicas en francs. Pero no las rezaba.

    26IANTT,Inquisio de Lisboa, processo 11575,

    microifilme 4896, ff. 70v-73, exame acerca dobatismo que nega, el 12 de abril de 1647.

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    26 La dispora juda entre Amsterdam y el Brasil holands

    Confuso, pregunt a su padre, en unaocasin, por qu los nios franceses

    iban a la iglesia y no eran circuncida-dos, mientras l no iba y lo era.27

    De todos modos, principalmentecuando pasaron a Amsterdam, los tresse convirtieron en judos pblicos. Se-gn confesaron al Inquisidor, durante su

    juventud en Holanda o Brasil, donde fre-cuentaron sinagogas, no crean en laSantsima Trinidad, sino en el Dios ni-co; no crean en los sacramentos de laIglesia, y jams se confesaban porqueno juzgaban equivocada su religin ju-da; no crean en los santos, ni en la Vir-gen; no crean en la salvacin prometida

    por la Iglesia de Roma; no crean que elMesas haba llegado ya para redimir lahumanidad, al revs, an lo esperaban.

    Sin embargo, eran hombres con do-ble formacin religiosa, aunque la ca-tlica era muy imperfecta si se lacomparaba con la judaica. Su trayec-toria confirma lo que muchos investi-gadores han sealado sobre la existen-cia de redes de parientes o de amistadque socializaban los huidos de Portugalen Francia, Amsterdam o Hamburgo ylos adoctrinaban en la fe juda. Todoslos reos lo confirman con detalles, in-cluso los nombres de parientes, las cir-cunstancias de la circuncisin, la ma-nera como empezaron a vivir como ju-dos y como fueron instruidos.

    El judasmo vivido en Holanda oBrasil era totalmente distinto del

    criptojudasmo de los cristianos nuevoscoloniales, en general limitado a la ob-servancia del Shabatt, de ritos funera-rios o de las interdicciones alimentariastradicionales. En lo que toca a los ju-dos nuevos, vale subrayar el renaci-miento del binomio casa-sinagoga en elseno de la comunidad. Celebraban lasfiestas judas, el Pessah, el Purim, el

    Quipur, que todos saban describir muybien, sea los ritos, sea el significado decada una de las fiestas. Iban dos o tresveces a la sinagoga diariamente. Re-zaban laAmid, la oracin de pie, reci-tada en voz baja con el rostro vueltohacia Jerusaln. Rezaban la Shem oSam, oracin que empieza con la fra-se Shem Israel Adonay Eloheno

    Adonay Ehad.

    Pero estas y otras oraciones no eranrecitadas en hebreo, sino en castella-no, mezclando palabras hebraicas conla oracin espaola. La Shem, porejemplo, empezaba con Sema Israel

    Adonay Dos mioy la Amid conBen-dito Tu Adonay Nuestro. Joo NunesVelho mencion, como muchos otros,la lectura de libros en castellano conlas oraciones judaicas principales, po-siblemente una adaptacin de la Bibliade Ferrara. Publicada en 1553 por Je-rnimo de Vargas, espaol, y DuartePinel, portugus, fue la primera bibliaen lengua castellana, restringida eviden-temente al Antiguo Testamento. En elfrontispicio de la primera edicin se

    puede leer: biblia en lengua espaolatraducida palabra por palabra de la ver-dad hebraica.

    28

    27 IANTT, Inquisio de Lisboa, proceso 1770,

    microfilme 4895, f. 59v.28 Iacob M. Hassn, Introduccin a la Biblia de

    Ferrara. Actas del Simposio Internacional(1991),Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1994.

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    En verdad, a excepcin de los sa-bios de la comunidad juda en la dis-

    pora -porque ellos saban no solohebraico sino tambin latn y otras len-guas- la inmensa mayora de los nue-vos judos pas a conocer el judasmoen castellano. Fue este el camino msfcil de ensear el judasmo a los niosy jvenes que huan de Portugal o Es-

    paa hacia Holanda, Hamburgo o Ita-lia, los cuales, en los pases ibricos, no

    tenan como conocer el hebreo.Se trataba, por lo tanto, de un ju-

    dasmo ibrico, sea por la naturalidadde los individuos, sea por su cultura. No

    por azar los sefardes discriminaban alos tudescosypolacosen Amsterdamo en Brasil, los cuales eran empleadosen servicios de limpieza de casas o si-nagogas y sin derecho a votar en la

    comunidad, restringidos a lugares se-parados en el templo. En Amsterdames sabido que los sefardes ayudaron alos ashkenazes a fundar su propia si-nagoga, en 1642, quizs para librarsede los incmodos extranjeros. EnPernambuco ni siquiera eso.

    No por azar, el polaco Jehuda bar

    Jacob, interrogado por los inquisidoressobre detalles de los sefardes presos,declar que hablaba muy poco con ellos

    porque no saba portugus y, an, porqueellos siempre lo trataban como extrao.

    29

    Nuestros cautivos inicialmente nega-ron sus culpas, pero terminaron por con-fesarlas. Fueron sentenciados a salir enauto pblico de fe el 15 de diciembre de

    1646 con sambenito y pena de crcel,los cuales ms tarde la misma Inquisi-

    cin perdon. Declararon que no habanconfesado antes por miedo, segn infor-maron al Santo Oficio, aadiendo quean en Brasil, despus de presos, mu-chos soldados les decan que iban a serquemados en Lisboa como judaizantes.

    Delante de los inquisidores, buscan-do desesperadamente la reconciliacin,admitieron todos que desde que esta-

    ban presos percibieron que la verdade-ra ley para la salvacin del alma resi-da en la Iglesia y en la fe de Cristo.Pero es dudoso que despus de

    penitenciados los tres pasaron a seguirla ley de Cristo. La Inquisicin consi-der que todos volvieron a la verdade-ra fe y por ello se les retir las penas.Se equivocaron los inquisidores al me-

    nos en dos casos.

    Los casos en cuestin ejemplificanactitudes de resistencia de los judosnuevos que, a pesar de su abjuracindel judasmo en la Inquisicin, volvie-ron a sus tradiciones. Nocomo Izaquede Castro, pag con su vida por la per-tinacia. Pero a travs del arte de la di-

    simulacin. En este punto, utilizaron elmodus faciendi que los conversosacostumbraban utilizar bajo interroga-torio, como si hubieran ledo el Arte dela Prudencia, de Baltazar Gracin:nunca mentir, pero no hablar todas lasverdades. De todos modos, estos soncasos que ilustran el recorrido funda-mental de la dispora juda en el siglo

    XVII: el paso del cristianismo a larejudaizacin podra ser un camino sinregreso, aunque la Inquisicin intenta-ra detener a los apstatas.

    29IANTT,Inquisio de Lisboa,processo11362

    de Gabriel Mendes (Abro Mendes), microfilme4889, f. 8.

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    Vctor Hugo Acua Ortega 29

    La historiografa liberal centroamericana: la obra

    de Lorenzo Montfar (1823-1898)

    Vctor Hugo Acua Ortega*

    Robespierristas, antirrobespierristas, por piedad,

    dganos simplemente quin fue Robespierre.

    Marc Bloch (1943).

    Es as como la historia, sin proponerse ninguna

    otra meta y ningn otro fin que no sea el provecho

    que se obtiene de la verdad, trabaja de una manera

    secreta y segura por la grandeza de la Patria y, al

    mismo tiempo, por el progreso del gnero humano.

    Gabriel Monod (1876).

    Resumen

    El autor analiza la obra historiogrfica de Lorenzo Montfar (1823-1898), uncentroamericano nacido en Guatemala, quien estableci el canon de lainterpretacin liberal de la historia del itsmo. Examina su concepto de lahistoria, como experiencia humana y como saber, su forma de escribir historiay las razones que dieron fundamento a su punto de vista. La obra Reseahistrica de Centroamrica (7 volmenes) de Montfar se inscribe

    Artculo recibido el 15 de septiembre de 2006 y aprobado el 20 de octubre de 2006.

    * Doctor en Historia de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Universidad de Pars, Sorbona.Docente del Posgrado Centroamericano en Historia e investigador del CIHAC, Universidad de Costa Rica.

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    30 La historiografa liberal centroamericana: La obra de lorenzo montfar (1823-1898)

    plenamente en el rgimen moderno de historicidad, cuya expresin yfundamento son las distintas filosofas del progreso. En fin, el liberalismo deMontfar es econmico, pero no plenamente poltico en la medida en que, en

    nombre del progreso, justifica el autoritarismo y una nocin de ciudadanamuy excluyente.

    Palabras clave: liberalismo, historiografa, rgimen de historicidad,Centroamrica, siglo XIX.

    Abstract

    The author analyzes the historiographic work of Lorenzo Montfar (1823-

    1898), a Central American born in Guatemala, who established the statutesfor the liberal interpretation of the history of the Isthmus. He studies hisconcept of history, as a human experience and as knowledge, his way ofwriting history and the criteria that set the foundations for his point of view.The workResea histrica de Centroamrica(7 volumes) by Montfar fitsperfectly into the modern regime of historicity, whose expression and originare the different philosophies of progress. In summary, Montfars liberalismis economic, yet not fully political, whilst, on behalf of progress, justifies anauthoritarian standpoint and a very excluding concept of citizenship.

    Keywords: liberalism, historiography, planes of historicity, Central America,19thcentury.

    te de ese material son documentos dediverso tipo, en su mayora transcritosde manera integral. Fue editada enGuatemala entre 1878 y 1888 y fue

    dedicada por su autor al PresidenteJusto Rufino Barrios. No obstante,Montfar tuvo serias diferencias con

    Introduccin1

    La Resea Histrica de Cen-tro-Amricade Lorenzo Montfar es

    posiblemente la obra ms extensa quese ha escrito hasta el presente sobre lahistoria republicana del itsmo. Com-

    prende aproximadamente 4700 pginas,distribuidas en siete tomos, y cubre el

    periodo situado entre 1828 y 1860.2

    Como se podr suponer, la mayor par-

    1El autor agradece al colega Arturo Taracena por

    la inspiracin y por el apoyo que le brind pararealizar este estudio y tambin a Ral Aguilar y aMichel Bertrand por sus comentarios a una versin

    previa de este trabajo.

    2 Lorenzo Montfar, Rese a Hi str ica de

    Centroamrica, 7 volmenes, Guatemala,Tipografa El Progreso, Tomo I, 1878, TomoII, 1878 (el prlogo es de abril de 1879), TomoIII, 1879, Tomo IV, 1881, Tomo V, 1881 y

    Tipografa La Unin, Tomo VI, 1887 (elprlogo es de enero de 1888) y Tomo VII, 1888(El tomo VII fue publicado tambin con el ttuloWalker en Centroamrica).

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    este gobernante en 1882, situacin quelo llev al exilio hasta la muerte de Ba-

    rrios, en 1885. Por tal razn, los prime-ros cinco tomos de la Resea fueronpublicados entre 1878 y 1881; mientrasque los dos ltimos fueron impresos en1887 y 1888.

    Lorenzo Montfar es la figuraemblemtica del liberalismo centroame-ricano, naci en Guatemala en 1823 yfalleci en esa misma ciudad en 1898.

    No obstante, prefera definirse comocentroamericano y el exilio lo llev avivir en El Salvador y sobre todo enCosta Rica y ms brevemente, en Pery Panam. En sus Memoriasautobiogrficas afirma:

    Nac cuando Centroamrica erauna; cuando no haba sufrido ms

    desmembracin que la deChiapas; cuando formaba unasola nacionalidad cuyos lmiteseran: la Repblica mejicana, Co-lombia y ambos ocanos; y estaextensin territorial que existasin desmembraciones, cuando vila luz, la he considerado siemprecomo mi patria.

    3

    En Costa Rica residi alrededor deveinticinco aos (1850-61, 1864-68,

    1869-75, 1882-85 y 1886-87) y aqudesempe importantes cargos pbli-cos: Magistrado de la Corte de Justi-cia, Ministro de Relaciones Exterioresde Juan Rafael Mora en la poca de laguerra contra Walker, y Ministro deRelaciones Exteriores y Ministro de laGuerra de Toms Guardia, de quien sedistanci en 1875. En este sentido,

    Montfar fue ante todo un hombre p-blico centroamericano, un influyentepoltico en El Salvador, en Costa Ricay en Guatemala y, como es sabido, elmximo representante del liberalismoradical centroamericano o, como diransus adversarios conservadores, del li-

    beralismo panterista. Desde el prin-cipio hay que tomar nota de que

    Montfar era un hombre de accin yno solamente un erudito, pero debe de-cirse que fue Rector de la Universidadde Santo Toms de Costa Rica, en dosocasiones, y fue profesor y rector de laUniversidad de San Carlos de Guate-mala. En fin, no olvidemos que perte-neca a la masonera.

    4

    3Lorenzo Montfar,Memorias autobiogrficas,

    Guatemala, Tipografa Nacional, 1898, p. 17. Estaes una obra pstuma publicada por RafaelMontfar, hijo del autor. Por referencias queaparecen en el texto, se infiere que Montfar inicila redaccin de sus Memorias en 1893 (ver pp.21, 63, y 321). La obra comprenda dos tomos(ver nota del editor en p. 352), de los cuales solose public el primero, el cual finaliza en 1875,momento en el cual el autor se traslad de Costa

    Rica a Guatemala, llamado por el gobierno deBarrios. Con muchas modificaciones de forma ycontenido, el libro fue reeditado por CarlosMelndez y Faustino Chamorro: Lorenzo

    Montfar, Memorias autobiogrficas, San Jos,Editorial Libro Libre, 1988.4El estudio ms erudito y ms completo sobre la

    vida y la obra de Lorenzo Montfar es el trabajode Robert H. Claxton,Lorenzo Montfar: Central

    Amer ican Libe ra l, New Orlens, TulaneUniversity, Tesis de Doctorado, 1970. Existenotras dos tesis sobre Montfar: Gastn FournierFacio,El Dr. Lorenzo Montfar y el pensamientoliberal en Centro Amrica,Tesis de Licenciatura

    en Historia, Universidad de Costa Rica, 1970 yArthur Harry Roth, Lorenzo Montfar: Central

    American Hero of Liberalism and Spokesman for

    Guatemalas 1879 Constitution,Tesis de Maestra,

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    LaReseaforma parte de una ex-tensa y variada obra, que incluye dis-

    cursos y artculos periodsticos, alega-tos y obras jurdicas, un manual de eco-noma poltica, un pequeo libro sobreMorazn y la ya citada autobiografa.En fin, debe agregarse a esa produc-cin la publicacin de varios peridicosen Guatemala y en Costa Rica.

    5No

    obstante, Montfar es recordado sobretodo por su Resea, obra que ejerci

    una notable influencia dentro de lahistoriografa centroamericana hastabien entrado el siglo XX y que estable-ci el canon de la interpretacin liberalde la historia del itsmo. Por esta mis-

    ma razn, es una obra a la que se re-fieren tanto los liberales como sus ad-

    versarios. La Reseamantiene su in-ters hasta el presente, a juzgar por lacircunstancia de que el extenssimovolumen VII, que en Costa Rica circu-l bajo el ttulo Walker enCentroamrica, fue reeditado recien-temente en este pas, con un prlogodel historiador Carlos Melndez.

    6La

    relevancia de Montfar para la historia

    de la historiografa en Costa Rica deri-vara de la existencia de este tomo dems de 1000 pginas, a lo cual hay queagregar que a lo largo de los otros seistomos, varios centenares de pginas seocupan de la historia de Costa Rica enla primera mitad del siglo XIX.

    7

    El autor y su obra

    Es interesante empezar este anli-sis de laReseadescribiendo cmo elautor se presenta en la pgina de por-tada del primer tomo. Aqu los lecto-res somos informados que ostenta lassiguientes calidades:

    University of Miami, 1949. La genealoga deMontfar se encuentra en Joaqun Alberto

    Fernndez Alfaro, Lorenzo Montfar, Revistade la Academia de Costarricense de CienciasGenealgicas, 16-17, 1970, pp. 17-67 y en EdgarJuan Aparicio y Aparicio, Los Montufar, en:

    Anales de la Academia de Geografa e Historia

    de Guatemala, LVI, enero-diciembre, 1982, pp.303-322. (Agradezco la primera referencia alcolega Eduardo Fournier, y la segunda a FranciscoCordero, descendiente de Lorenzo Montfar).5La tesis de Claxton incluye una lista cronolgica,

    prcticamente exhaustiva, de los escritos deMontfar (pp. 299-317). Tambin ofrece unaextensa bibliografa sobre lo que se haba escritosobre Montfar hasta 1970 (pp. 321-340). Paranuestra investigacin, adems de la Resea, seconsultaron las siguientes obras de LorenzoMontfar: El General Francisco Morazn,Guatemala, Tipografa Americana, 1896;

    Discursos, Guatemala, Tipografa La Unin,1897;Nociones de Derecho de Gentes y leyes dela guerra para los ejrcitos centroamericanos,Guatemala, Tipografa Nacional, 1893;

    Apun tamien tos sobre economa po l ti ca ,

    Guatemala, Tipografa La Unin, 1887; ElEvangelio y el Syllabus y Un dualismo imposible,Tercera Edicin, Guatemala, Tipografa Nacional,1947.

    6 Lorenzo Montfar, Walker en Centroamrica,

    Segunda edicin corregida e ilustrada, Alajuela,Museo Histrico Cultural Juan Santamara, 2000.7 La obra de Montfar, por una definicin

    nacionalista de la historiografa nacional, no esestudiada, y ni siquiera aparece en la bibliografa,en el inventario ms detallado que se ha hechosobre la produccin histrica costarricense. Nosreferimos al libro de Juan Rafael Quesada,Historiade la historiografa costarricense, 1821-1940, SanJos, EUCR, 2001. A propsito del olvido delos historiadores costarricenses de la obra de

    Montfar, vase: Arturo Taracena, Walker enCentroamrica de Lorenzo Montfar Rivera, en:

    Revista de His toria (Costa Rica), 42, julio-diciembre 2000, pp. 295-302.

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    1. Abogado de la Amrica Central ydel Colegio de Abogados de Lima.

    2. Doctor en Leyes de la Universidadde Costa Rica.3. Acadmico correspondiente de la

    Real Academia Espaola.4. idem de la Real Academia de la His-

    toria y de la Academia de BellasLetras de Santiago de Chile.

    5. Acadmico profesor de laMatritense de Jurisprudencia y Le-

    gislacin.6. Individuo de la Sociedad de Geogra-fa de Pars.Segn Claxton, Montfar tambin

    perteneci a la American Academy ofPolitical and Social Sciences.

    8

    En consecuencia, sabemos que elautor es abogado, pero pertenece a va-

    rias sociedades doctas del Viejo y delNuevo Mundo, unas de letras y otrascientficas. En ese sentido, el autor as-

    pira a ser considerado como un hom-bre de escritura, pero tambin como unpracticante de la ciencia. En fin, se tratade una persona internacionalmente re-conocida, aunque no pertenece a nin-guna agrupacin letrada del itsmo, qui-

    zs porque en esa poca apenas em-pezaban a aparecer.9En sus escritos

    Montfar insiste en que los viajes sonun requisito indispensable en la forma-cin de una persona y no ocultaba suorgullo por haber visitado Europa yEstados Unidos en distintas ocasiones.

    La publicacin de laResea forma par-te de un proyecto editorial ms amplio

    concebido por Montfar, como minis-tro de Barrios, que incluy la reedicindel libro de Alejandro Marure y la edi-cin de una historia de la poca colo-nial.

    10Esta iniciativa recuerda el pro-

    yecto del liberal Mariano Glvez, Jefede Estado de Guatemala, quien en ladcada de 1830 promovi la edicin delcitado libro de Marure y la elaboracin

    de una historia del Reino de Guatema-

    8Claxton, Op. cit., p. 214.

    9 En 1877, cuando Montfar era Ministro de

    Instruccin Pblica de Guatemala, se fundaron

    varias asociaciones culturales: El Ateneo, laAcademia Cientfica-Literaria, la Academia deJurisprudencia y El Porvenir, una asociacinliteraria (Claxton, Op. cit., pp. 83-84). Tambinen 1877 se fund la primera asociacin mutualistade Guatemala, la Sociedad de Artesanos deGuatemala (Estatutos de la Sociedad de Artesanos

    de Guatemala, inaugurada el 15 de julio de 1877,bajo la inmediata y decidida proteccin del Seor

    General D. J. Rufino Barrios, Presidente de la

    Repblica y Benemrito de la Patria, Guatemala,Tipografa de El Progreso, 1878). En el acto deinstalacin de dicha asociacin, Montfar

    pronunc i un di scur so ; v ase, Mont fa rDiscursos, pp. 193-195. En 1877 tambinpronunci tres discursos en la sociedad literaria ElPorvenir; vase, ibd, pp. 196-202, 203-212 y238-240.10

    Segn Lainfiesta, la idea fue del propio Barrios:Aparte del trabajo emprendido en la emisin decdigos propios, que fue de la mayor importancia,y que honra en gran manera su administracin,Barrios quiso que se escribiera la Historia deGuatemala, cuya empresa confi al aventajadoliterato Jos Milla; y que se continuara la Historiade las revoluciones de Centro Amrica, que dej

    principiada en buena parte el clebre escritorAlejandro Marure; encomendando esta tarea alilustrado doctor Lorenzo Montfar, a la saznministro de Relaciones Exteriores.

    Milla pudo acometer su trabajo sincontrariedades, por cuanto parta de pocas muyremotas anteriores a la conquista, y no haban de

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    la, encargada a Francisco de PaulaGarca Pelez, quien fue posteriormente

    Arzobispo de Guatemala.

    11

    Debe de-cirse que cuando en 1878 se public elprimer tomo de laResea, an no ha-ban aparecido las historias nacionalesencargadas por los distintos estadoscentroamericanos, las cuales empeza-ron a ser publicadas, algunos aos des-

    pus, en las dcadas de 1880 y 1890.12

    En este sentido, el marco institucionalde la historia a que nos remite Montfarse encuentra fuera de Centro-Amrica,ya que en esta poca no exista en elitsmo ni una comunidad de personasdedicadas profesionalmente a la histo-ria, ni una instancia en el sistema de edu-cacin superior dedicado a la formacin

    de historiadores. La escritura de la his-toria en Centroamrica en este periodo

    era una actividad complementaria de untrabajo intelectual ms amplio y de unavida pblica intensa, es decir el historia-dor estaba subordinado al hombre deleyes, al idelogo, al funcionario, al di-

    plomtico, al poltico o al periodista.13

    Montfar como hombre de accin eracentroamericano, pero como historia-dor y escritor aspiraba a ser reconoci-

    do de manera internacional. Esta cues-tin pareca importarle mucho porqueen algunos de los prlogos de los to-mos posteriores al primero hace refe-rencia a los comentarios que laRese-a haba recibido, tanto en Europacomo en Amrica Latina. Es interesan-te agregar que Montfar aspiraba, lo

    comenzar para l las dificultades, sino hasta elpunto en que viniese a toca r con la pocacontempornea, lo cual iba largo. Al concluir eltomo II, fue Milla sorprendido por la muerte y laliteratura centroamericana perdi con l laesperanza de poseer completo un trabajo quehabra reunido indisputables mritos a juzgar porlos principios dignos del talento esclarecido denuestro Salom Gil. Francisco Lainfiesta,

    Apuntamientos para la historia de Guatemala.

    Periodo de 20 aos corridos del 14 de abril de1865 al 6 de abril de 1885, Guatemala, EditorialJos de Pineda Ibarra, 1975, p. 227. (Estasmemorias fueron escritas entre octubre de 1886 y

    posiblemente mayo de 1887; permanecieroninditas hasta esta primera edicin de 1975).11

    Alejandro Marure, Bosquejo histrico de lasrevoluciones de Centroamrica(Desde 1811 hasta1834), 2 vols., Guatemala, Tipografa ElProgreso, 1877 (1837 y 1839); Jos Milla,

    Hi stor ia de Amric a Cent ra l, Guatemala,

    Tipografa El Progreso, 1879; y Francisco dePaula Garca Pelez, Memorias para la historiadel antiguo Reyno de Guatemala, 3 vols.,Guatemala, L. Luna, 1851-52.

    12En Costa Rica, por ejemplo, solo exista el folleto

    del guatemalteco Felipe Molina.Bosquejo histricode la Repblica de Costa Ricapublicado en 1851 yel primer libro sobre la historia de Costa Rica en elsiglo XIX, publicado en Costa Rica y escrito por uncostarricense, fue el de Joaqun Bernardo Calvo,

    Repblica de Costa Rica. Apuntamientos

    geogrficos, histricos y estadsticospublicado en1887. Calvo, curiosamente, no consult los tomosya publicados de la Resea de Montfar. Vase:

    Marielos Acua Historia colonial de Costa Ricaen la historiografa liberal Informe final de laActividad de Investigacin, CIHAC-UCR, 2003 yElizet Payne La historia oficial. Orgenes de lahistoriografa liberal centroamericana (1830-1930),Avances de Investigacin(CIHAC-UCR),74, 1994.13

    Sobre esta cuestin vase: E. Bradford Burns,Ideology in Nineteenth-Century Latin AmericanHistoriography, en: Hispan ic Amer ican

    Historical Review, 58 (3), 1978, pp. 409-431. El

    desarrollo institucional de la historia en Franciaes analizado por Olivier Dumoulin,Le rle socialde lhistorien. De la chaire au prtoire, Paris,Albin Michel, 2003.

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    cual no se hizo realidad, a que suRese-a fuese traducida al ingls, y la obra

    fue mostrada en la Chicago ColumbianExposition de 1893.14

    La carta de presentacin deMontfar como autor apunta, comoveremos ms adelante, a una de lascuestiones centrales de su obra, la con-tradiccin entre su intencin realista osu pretensin de ser verdadero, propiade toda obra histrica, y su actitud mi-litante, en la medida en que toda laRe-sea est consagrada a denunciar las

    perversidades de los conservadores ya defender el programa y las accionesde los liberales. Es posible hacer, enforma simultnea, historia verdadera ehistoria militante? He ah la preocupa-cin que obsesionaba al autor.

    Debe agregarse que esta es una obrahecha por encargo oficial del gobiernode Guatemala, y, en el caso del tomoVII, tambin del gobierno de CostaRica. De ambos recibi pagos simult-neamente, por lo cual sus adversarios

    polticos en la campaa presidencial deGuatemala de 1891 lo acusaron de co-rrupcin.

    15Dichos gobiernos compra-

    ron copias de la Resea para ser dis-tribuidas en las escuelas.

    16La escritu-

    ra por encargo oficial es una situacincaracterstica de casi todas las obras

    histricas publicadas en el itsmo en elsiglo XIX. No obstante, debe decirse

    que eso no impeda que la obra fueseuna mercanca de venta al pblico porparte del autor y de su editor. As, en-contramos anuncios que promovan laventa de laReseaen 1878 y en 1888.

    17

    Una mezcla de comercializacinprivada con subvencin oficial de laobra se revela en la siguiente ancdo-ta: en 1883, Juan N. Venero, en eseentonces Subsecretario de Goberna-cin, Gracia y Justicia del gobierno deCosta Rica y quien haba sido directordeLa Gaceta, diario oficial de CostaRica solicit que se recibiera en pago

    14Claxton, Op. cit., p. 280.

    15Ibd, pp. 106-107. Vase tambin el Prlogo de

    Carlos Melndez a la nueva edicin de Walker en

    Centroamrica, Op. cit., pp. XVI-XVII.16 Claxton, Op. cit., p. 268, nota 30. En

    Guatemala, la obra parece fue enviada a lasmunicipalidades, como consta en este documento

    del 22 de diciembre de 1888, en donde se dona a laMunicipalidad de la Ciudad de Guatemala: Comoun obsequio del Gobierno a esa Municipalidad,remito a ud. en siete tomos, la Resea Histricade Centro-Amrica, escrita por el Dr. Montfar.Recomiendo a ud. que esa obra importante, seaconservada con esmero en el archivo municipal, afin de que puedan consultarla todas las personasque lo deseen. (Arch ivo Gene ra l deCentroamrica, B 78.50 Expediente 21542,legajo 887, 22 de diciembre de 1889).17

    El Guatemalteco, Peridico Oficial, Guatemala,7 de noviembre de 1878, p. 4: Historia del Pas.

    En 4 mayor y en un libro de 385 pginas, adornadocon seis retratos, se halla de venta en la tienda dedon Elas Morales, bajo el portal del Palacio, el

    primer tomo de la Resea Histrica de CentroAmrica por el doctor don Lorenzo Montfar. El

    precio de cada ejemplar, a la rstica es de docereales. Guatemala noviembre de 1878. Esteanuncio fue publicado durante varios nmeros.Tambin en el Diar io de Cent ro-Amrica,Guatemala, sbado 22 de diciembre de 1888, p. 3,aparece el siguiente anuncio, tambin publicado

    en otros nmeros posteriores: El tomo 7 de laResea Histrica de Centro-Amrica que relacionala Guerra Nacional contra Walker se encuentra deventa en la librera del seor E. Goubaud.

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    36 La historiografa liberal centroamericana: La obra de lorenzo montfar (1823-1898)

    de una deuda de 2.483, 59 pesos queel seor Venero adeuda al Tesoro P-

    blico, por valor de un lote de terrenoque compr al Gobierno en los baldosde Santa Clara, cien ejemplares de laobra titulada Resea Histrica deCentroamrica escrita por el Dr. Lo-renzo Montfar. Dicha peticin decambio de libros de historia por tierrasvrgenes fue aprobada por el Congresoy refrendada por el Poder Ejecutivo.

    Se trata de los cinco primeros tomos,hasta ese momento publicados, de laobra de Montfar y se puede presumirque el gobierno de Costa Rica no tenala intencin de vender esos libros.

    18

    El proceso de escritura de laRese-a estuvo marcado por la coyuntura

    poltica de Guatemala y por el papel

    desempeado en ella por LorenzoMontfar. En efecto, como ya se dijo,su ruptura con Barrios en 1882 deter-min que los dos ltimos volmenesfuesen publicados aos despus de ser

    editados los cinco primeros.19

    La con-dicin de alto funcionario pblico tam-

    bin le facilit el trabajo de historiador,ya que para la preparacin de su obrapudo contar con el privilegio de sacardocumentos del archivo de Guatemalay llevarlos a su oficina o a su domicilio

    para consultarlos. Montfar tom pres-tados documentos desde octubre de1877 hasta octubre de 1879.

    20Es posi-

    18La Gaceta(Costa Rica), 18 de junio de 1883,

    p. 597 (Congreso, Decreto N 22, 18 de junio de

    1883), el mismo documento aparece en Repblicade Costa Rica. Leyes y Decretos, 1883, p. 192.Transcribimos en forma integral la solicitud deVenero (Arch ivo Nacional de Costa Rica ,Congreso, 8840, f. 2):

    Honorable Seor Ministro de Hacienda

    Atendiendo a la buena disposicin en que, tanto elPoder Ejecutivo como el Soberano CongresoConstitucional se encuentran para fomentar laagricultura y estimular a los que intentan trabajarcon empeo los terrenos baldos, convirtiendo as

    en centros productivos y ricos lo que hoy sonselvas incultas y salvajes, me atrevo a proponer aU.S.H. para que previa su aceptacin, se sirva darleel curso de ley, la siguiente proposicin.

    Tengo un lote en los terrenos de Santa Clara quedebo pagar al Gobierno en el lapso de ocho aos,cuyo valor apenas llega a $ 2.483,59 cs. Estn,Seor Ministro, en mi poder 100 ejemplares de laResea Histrica de Centro-Amrica, obra quesin embargo de que se ocupa extensivamente denosotros, apenas es conocida en Costa Rica, ycuyo mrito ha reconocido, honrando a la AmricaCentral, la prensa de ambos mundos. Ella contiene

    preciosos documentos sobre nuestra vida poltica

    y es la nica obra escrita hasta hoy que describacon perfeccin los 25 aos de la existenciaCentro-americana de que se ocupa.

    Cedo pues los 100 ejemplares de la referida ReseaHistrica compuesta de cinco tomos voluminososcada ejemplar, que hacen 500, adornados conmagnficos gravados en acero, por mi deuda alTesoro Nacional, con motivo del lote de que sehabla.

    San Jos Mayo 31 de 1883.

    H. S. M. de H.

    J. N. Venero (rubricado)

    La comisin del Congreso que aprob esta solicitud,seal que el precio que se da a dicha obra no

    parece a primera vista mdico.... ibd, f. 2v.19

    En la introduccin al tomo VI Montfar serefiere a los atrasos que la redaccin y publicacinde la obra ha tenido a causa de los exilios que ha

    padecido.20

    Por orden verbal que me ha prevenido el Sr.Ministro de Gobernacin, en esta fecha, para que

    proporcione y ponga a disposicin del Sr. Ministrode Instruccin Pblica, Dr. Lorenzo Montfar, todoslos documentos tanto manuscritos como impresos

    para la historia de Guatemala que va a comenzar,

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    ble que haya hecho lo mismo cuandoprepar los tomos VI y VII. Segn

    Claxton, en 1888 Montfar haba em-pezado la redaccin de un tomo VIIIde laReseay la revisin del segundovolumen de sus Memoriasautobiogrficas, pero ambos textos seextraviaron.

    21

    La estructura de la obra

    Esta cuestin nos puede dar cuenta

    de la manera en que la obra ha sidocompuesta y estructurada. La narra-cin de laReseaempieza a fines de1828 en medio de la primera guerra dela Federacin y termina en 1860 con elfusilamiento de William Walker. El pun-to de partida lo justifica el autor dicien-do que es en ese momento que se de-tiene la narracin del tomo segundo dellibro de Alejandro Marure.22 De estemodo, la obra establece una filiacindirecta entre ambos libros. Montfarrecuerda que un solo ejemplar del tomosegundo de Marure fue salvado de lasllamas tras el triunfo de los conserva-dores en 1839 e insiste en que hay untercer tomo que qued indito, el cuallos herederos de Marure han rehusado

    publicar. Evidentemente, la fidelidadcronolgica de Montfar hacia Marure

    no es ms que la expresin de su afini-dad ideolgica. Como ya se dijo,Montfar tom la iniciativa de editar lasegunda edicin del libro de Marure;este rescate historiogrfico fue ideol-gicamente selectivo ya que tambinMontfar pudo haber reeditado las obrasde su to Manuel Montfar y Coronadoo de otros historiadores conservadores,

    pero ese no fue el caso. En efecto, laversin del Bosquejo es la de unMarure que era an liberal. SegnMontfar, Marure se hizo conservador

    porque era una persona de frgil saludy de carcter dbil, adems de ser unhombre de pocos recursos econmicosque tena que vivir de su trabajo en launiversidad y que no tuvo ms remedio

    que someterse a la dictadura de Ca-rrera. En el Prlogo a la segunda edi-cin del Bosquejo, Montfar expresauna opinin muy positiva sobre estaobra:

    Marure emplea un lenguaje co-rrecto, ameno y castizo. Apoyasu narracin en documentos jus-tificativos, y ameniza la obra con

    pensamientos filosficos queentonces dominaban el autor.

    23

    Como ya se dijo, la intencin deMontfar era llevar su Resea hastala dcada de 1870, es decir hasta eltriunfo de los liberales, meta que no lo-

    he comenzado a entregarle las carpetassiguientes.... Esta primera entrega ocurri el 11 deoctubre de 1877 y contena documentacin de 1829.(Archivo General de Centroamrica, B 117.1Legajo 2406, Expediente 50483. Los subsiguientes

    prstamos se encuentran registrados en losexpedientes 50484 a 50492 de este mismo legajo).Vase tambin, Claxton, Op. cit., pp. 87 y ss.21

    Claxton, Op. cit., p. 114, nota 119 y 255, nota6.22

    Lorenzo Montfar, Resea, I, 1878 y p. 1,pp. 278.

    23

    Alejandro Marure,Bosquejo,Op. cit., Prlogode la segunda edicin delBosquejo. Dicho prlogotiene 3 pginas que no estn numeradas y estfechado el 9 de abril de 1878.

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    38 La historiografa liberal centroamericana: La obra de lorenzo montfar (1823-1898)

    gr alcanzar, quizs porque se involucren la poltica activa a comienzos de 1890

    y en 1893 sufri un ataque que lo dejinvlido.

    El ngulo de mira de los seis prime-ros tomos es Guatemala y el norte deCentroamrica, mientras que el ltimotomo se enfoca en el sur deCentroamrica y en particular, por ra-zones obvias, en Costa Rica y Nicara-gua. La obra est compuesta por cap-tulos ms bien cortos, algunos de me-nos de 5 pginas en donde cada prra-fo se presenta numerado. Esta prcti-ca de numeracin de los prrafos esabandonada por Montfar en el tomoVII. El ttulo de cada uno de losacpites que lo integran se consigna alinicio de cada captulo. Dentro de cada

    acpite o seccin se transcriben in ex-tensodiversos tipos de documentos.Los prrafos en donde no hay docu-mentos son usualmente cortos y hacenque la obra se asemeje por momentosa una crnica donde se consignan even-tos en forma cronolgica. No obstante,en cada captulo, con bastante frecuen-cia se incluye una seccin denominada

    Reflexiones y otras veces Obser-vaciones, donde el autor expresa supunto de vista y saca sus conclusiones.Los temas principales de cada captuloson, por supuesto, hechos militares y

    polticos y los debates parlamentarios,aunque en algunos momentos se hacereferencia a fenmenos naturales no-tables y a algunas ancdotas de la vida

    cotidiana.24

    Tambin cuando lo consi-dera pertinente por la importancia del

    personaje de quien se est hablando,

    Montfar hace su biografa. En fin, enalgunos captulos se agrega un apn-

    dice documental que, en particular enlos ltimos tomos, es denominado Do-cumentos Justificativos, como si es-tuvisemos delante de un alegato jur-dico. Debe decirse que el tomo VI quecubre el periodo 1849-1853, no inclu-ye esa seccin de documentos.Montfar, justifica esa ausencia afir-mando lo siguiente:

    Tiene [el tomo VI] menos docu-mentos que los anteriores, y sulectura por lo mismo es ms fcil.

    Los sucesos que refiere son, re-lativamente, recientes. Hay toda-va muchos testigos presencia-les de cada uno de ellos, y no senecesitan documentos para jus-tificarlos.

    25

    Sin embargo, es posible queMontfar haya sido tambin sensible alas crticas que se le haban hecho a lostomos precedentes, en el sentido de serde difcil lectura por la cantidad tangrande de documentos que intercala enla narracin o que remite al ya seala-do apndice de cada captulo.

    A pesar de que en los distintos cap-tulos encontremos la seccin Reflexio-nes, aunque no al final de cada uno deellos, los tomos no tienen propiamenteuna conclusin. No obstante, en todos

    24 Por ejemplo, dedica todo un captulo a la

    explosin del volcn Cosigina de Nicaragua en1835, Resea, II, Captulo 17, pp. 145-150.25

    Lorenzo Montfar,Resea, VI, 1887 (1888),p. VI.

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    Vctor Hugo Acua Ortega 39

    salvo el quinto, el libro se inicia con unprlogo en el cual el autor justifica su

    procedimiento y en donde, por tanto,encontramos lo que podramos llamarsu pensamiento histrico. Toda la obracarece del aparato crtico moderno: nohay bibliografas, no hay notasinfrapaginales, ni tampoco se consignael lugar donde se encuentran los docu-mentos que se transcriben.

    No obstante, debe agregarse que alo largo del libro, el autor pone notas de

    pie de pgina donde hace digresiones ycomentarios sobre los eventos que estnarrando, algunos de ellos bastante ex-tensos. Por otro lado, cuando cita unautor lo deja claramente establecidocomo, por ejemplo, Walker con la Gue-rra de Nicaraguao Felipe Molina con

    suBosquejo. En este sentido, laRese-a expresa una profunda concienciahistoriogrfica, no solo porque se pre-senta como la continuacin del trabajode Marure, sino porque polemiza conhistoriadores conservadores como suto Montfar y Coronado

    26y con auto-

    res extranjeros como Pablo Levy.27

    A

    lo largo de laReseaMontfar evalael trabajo de los historiadores que lo

    precedieron; por ejemplo a FelipeMolina lo acusa de ser demasiado di-plomtico en sus anlisis, en el senti-do de evitar la crtica de los actores yde preferir, como un buen diplomticoquedar bien con todas las partes. Los

    balances historiogrficos de Montfarson tambin balances ideolgicos en loscuales evala la conducta y las ideas

    polticas del historiador en cuestin, ala luz de sus propias ideas liberales.28

    En el tomo VII, dedicado a la guerracontra los filibusteros, Montfar utilizaun recurso interesante y til para el lec-tor que consiste en transcribir distintasversiones de determinados hechos: porejemplo, la batalla de Rivas del 11 deabril de 1857 contada por Walker, por

    el historiador nicaragense JernimoPrez, segn un informe del tenientePedro Barillier y segn el parte de gue-rra del Presidente Juan Rafael Mora.

    29

    La mayor dificultad que presenta eltrabajo de Montfar es tratar de deter-minar cules son sus modelos

    26Montfar,Resea, I, pp. 43-44, donde hace

    una semblanza de este historiador conservador;vase: Manuel Montfar y Coronado, Memorias

    para la historia de la revolucin de Centro

    Amrica, Jalapa, Mxico, Blanco y Aburto, 1832.27

    Montfar, Resea, II, p. 306: Levy sepropone disertar no solo sobre Nicaragua, sinosobre toda la Amrica Central. No conoce el pas.Ignora las tendencias de los partidos. No tuvodocumentos a la vista para hablar, o le falt

    paciencia para leerlos. Vase: Pablo Levy,Notasgeogrficas y econmicas sobre la Repblica de

    Nicaragua, Managua, Coleccin Cultural Bancode Amrica, 1976 (1873).

    28Montfar,Resea, III (1879), p. 602: Don

    Felipe Molina escribi la historia no como unhombre que pretende presentar de relieve la verdad,sino como un diplomtico que procura halagar atodos. Otra evaluacin de Molina en donde loacusa de favorecer el fraccionamiento de Centro-Amrica se encuentra enResea,V (1881), p.525. Vase tambin,Resea, VI, 1888 (1887),

    pp. 134-35, donde elogia, la contribucin de

    Molina con sus obras para dar a conocer a CostaRica a nivel internacional.29

    Lorenzo Montfar, Walker enCentroamrica, pp. 227-234.

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    historiogrficos. En efecto, son rarasen la Resea, aunque no en otros es-

    critos,las referencias a autores extran-jeros, antiguos o modernos. No obstan-te, se infiere que en sus anlisis polti-cos el autor tiene en mente a los histo-riadores romanos, y en los anlisis mili-tares a los que han escrito sobre lasguerras napolenicas, tal es el caso delConde de Sgur (1780-1873), que en-cabeza el prlogo del tomo I con el si-

    guiente epgrafe: La historia es la ex-periencia del mundo y la razn de lossiglos. Debe decirse que no hemosencontrado en la obra de Montfar unasola referencia al historiador alemnLeopold von Ranke, aunque entre losfranceses si cita a Renan, a Thiers y aGuizot.

    El estilo de la obraLa retrica de la obra de Montfar

    est marcada por una profunda ironahacia las ideas de sus adversarios y poruna burla constante de las creenciasreligiosas y de todo lo que considerasupersticin.

    30Con frecuencia emplea

    el procedimiento de reduccin al absur-

    do; de esta manera, se sirve desilogismos, falaces a todas luces, deltipo: si los terremotos son castigos deDios contra los perversos liberales y susacciones funestas, cmo explicar quese caigan los conventos y los templos y

    que, a veces, las residencias de los ene-migos de la religin no sufran daos.

    Es en esta retrica donde ms se ponede manifiesto la postura militante delautor, en donde ms irrita y enfurece asus adversarios y en donde ms fcil-mente es vulnerable de la acusacin defalta de imparcialidad.

    En general, el tono de la obra deMontfar est marcado por la denun-cia virulenta y sin complacencia algu-na de sus adversarios y por la defensaa ultranza de sus correligionarios: losliberales son humanitarios en la guerray en la paz, mientras que los conserva-dores son sanguinarios en todo momen-to. Esta actitud es bien manifiesta, porejemplo, en su apologa continua deFrancisco Morazn y en su condena

    sistemtica de Braulio Carrillo. Es co-nocido que esta postura moralizadoraque distribuye premios y recompensasa los principales actores de la historia,en la cual el historiador, como si fueseun juez, absuelv