La Ley de la profesión de traductor – intérprete jurado – comentario (Ewa Gomółka)
La Ley de la profesión de traductor – intérprete jurado entró en vigor el 25 de
noviembre 2004. Esa Ley contiene cinco capítulos y treinta y cinco artículos. El documento
determina los condiciones y el modo de la adquisición y la pérdida del derecho al ejercicio de
la profesión de traductor – intérprete jurado. Además, contiene las reglas del ejercicio de
esa profesión tan importante para el funcionamiento de un estado. Esa Ley no concierne al
lenguaje de signos ni a ningún idioma artificial.
Para empezar, el primer capítulo describe las condiciones de la adquisición y la
pérdida del derecho al ejercicio de la profesión de traductor – intérprete jurado. Lo que
llama la atención es la anotación sobre la educación superior que se exige de un traductor –
interprete jurado. Sin embargo, el Ministro de justicia tiene derecho para exentar a un
candidato de la obligación a poseer la educación superior.
Otro asunto muy importante es el Tribunal de examen para los candidatos a traductores –
intérpretes jurados. Dicho Tribunal está compuesto por once representantes de los mejores
especialistas de los idiomas extranjeros y de las técnicas de traducción e interpretación. En
mi opinión, los miembros más importantes son los propios traductores jurados porque esas
personas conozcan la realidad profesional y sean capaces de decidir si un candidato tiene las
cualificaciones suficientes para ejercer esta profesión. También, es imprescindible que el
Tribunal de examen sea justo e imparcial y por eso, el Ministro de justicia puede convocar
dos consultores.
A los candidatos a traductores – intérpretes jurados les interesa más el fragmento de ese
capítulo que describe el examen para esa profesión. Me parece justo que los requisitos y la
evaluación de este examen. Gracias a esto, los futuros traductores pueden prepararse mejor
para esa prueba. No obstante, falta la información sobre el precio del examen y es una falta
grave porque los candidatos que busquen ese importe podrían confundirse. Además, el
precio del examen solía ser publicado en esa Ley para facilitar el acceso a esa información y
para que cada año sea el mismo importe (así sería más justo para los candidatos que en
algunos casos tienen que intentar de aprobarlo más que una vez).
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El Ministro de justicia tiene la posibilidad de suspender a un traductor – intérprete jurado a
un periodo de cinco años debido a una pausa en ejecutar esta profesión más larga que tres
años. El Ministro puede hacerlo también si un traductor le pide eso. La cuestión de la
suspensión me parece muy discutible porque si un traductor – intérprete jurado no realiza
su trabajo por un periodo largo, no significa indudablemente que ya no le interesa esa
profesión. Puede tener por ejemplo problemas con la salud, o permanecer en un país
extranjero (también para mejorar sus cualificaciones).
Uno de los principios de ejercer la profesión de traductor – intérprete que se suele destacar
es la obligación de mantener en secreto todos los hechos circunstancias que conoció
durante el proceso de traducción. Esa cuestión subraya la importancia de esta profesión y
explica porque son solo los elegidos y los más confiables que se ocupan de la traducción e
interpretación jurada. Es una gran responsabilidad ocuparse de los documentos y secretos
conectados con el juicio.
Esta profesión significa mucha responsabilidad para una persona. En algunos casos, implica
también la posibilidad de estar castigado por evitar de cumplir las obligaciones. Las
sanciones me parecen muy graves, especialmente las últimas dos: la suspensión o la pérdida
del derecho al ejercicio de la profesión de traductor – intérprete jurado. Por eso, un
traductor siempre tiene que esforzarse en sus tareas porque las consecuencias de una falta
pueden resultar trágicas para esa persona.
A modo de conclusión, este comentario ha hecho referencia solamente a algunos
asuntos descritos por la Ley de la profesión de traductor – intérprete jurado que es un
documento muy largo y detallado. De esa Ley se puede deducir, que es una ocupación que
requiere muchas cualificaciones, conocimiento del derecho pero también la disponibilidad y
confianza de la parte de un traductor. Además, esta profesión resulta muy estresante pero
no se suele olvidar de la satisfacción que indudablemente produce. Este documento, en mi
opinión resulta muy útil no sólo para los traductores – intérpretes jurados activos pero
también y sobre todo para los candidatos que se están preparando para el examen.
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