LA MEDIACIÓN DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA: HACIA NUEVOS ABORDAJES
DESDE LA TEORÍA DE LA INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ1
Marcela Moreno Buján2
“El pensamiento útil es el que indica la dirección recta para el tiempo presente. Pero para juzgar lo que es la dirección recta hay dos
principios generales que son aplicables siempre: 1. El progreso y vitalidad de los individuos y las colectividades han de ser promovidos en toda la extensión posible. 2. El progreso de un individuo o de una colectividad ha de ser lo menos posible a expensas
de otro individuo u otra colectividad. El segundo de estos principios, aplicado por un individuo en sus relaciones con los demás, es el
principio de reverencia, por el que la vida de otro tiene la misma importancia que sentimos que tiene nuestra propia vida. Aplicado
impersonalmente en la política, es el principio de libertad, o más bien comprende, como una parte de él, el principio de libertad. La libertad en sí misma es un principio negativo; nos dice que no nos interpongamos, pero no nos da una base para la reconstrucción.
Demuestra que muchas instituciones políticas y sociales son malas y que deben ser barridas, pero no nos muestra las que deben ser
puestas en su lugar. Por esta razón se requiere un principio más avanzado para que nuestra teoría política no sea puramente destructiva”. BERTRAND RUSSELL3
Introducción
La presente ponencia tiene por objeto visibilizar la necesidad de contar con un proceso de
mediación focalizado en las niñas, niños y adolescentes (de aquí en adelante, NNyA), comprendido
desde los postulados de la Escuela TRANSCEND de Investigación para la Paz4, fundada y liderada
por el Profesor Johan Galtung.
1 Trabajo elaborado en carácter de Investigadora Tesista en la iniciativa de Proyectos de Investigación Científica, de Innovación Tecnológica e Interdisciplinarios de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), circunscrito al proyecto La Infancia Herida. Perspectiva Socio-jurídica, bajo la dirección de la Dra. Laura Noemí Lora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio Lucas Gioja de la Facultad de Derecho de la UBA. Ponencia a ser presentada en el marco de la Comisión No. 5: Familias, Infancias y Adolescencias. Las respuestas del campo jurídico del XV Congreso Nacional y V Latinoamericano de Sociología Jurídica «Conflictividad en Latinoamérica, Nuevos Desafíos Jurídicos y Sociales para la Región». 2 Abogada y Mediadora por la Universidad de Costa Rica (UCR). Especialista en Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los Pueblos Indígenas y Derecho a la Alimentación por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Henry Dunant América Latina, República de Chile. Especialista en Negociación por la Facultad de Agronomía de la UBA. Doctoranda en la Facultad de Derecho de la UBA. Docente en la Facultad de Derecho de la UCR y ha sido formadora de mediadores para el Ministerio de Justicia y Paz de la República de Costa Rica. Correo electrónico: [email protected] 3 Bertrand Russell, Principios de Reconstrucción Social, trad. E. Torralva Beci (Madrid: Editorial Espasa-Calpe/Austral, 1975), pp. 244-245. 4 Entiéndase por la disciplina académica de los Estudios de Paz, Investigación para la Paz, o Irenología, el área de estudios multidisciplinarios fundada por el Profesor Johan Galtung, y que se ocupa de la paz y el conflicto como objetos de estudio. Según el profesor, “cuando la Investigación para la Paz comenzó en Enero de 1959 en Oslo, hace más de 50 años, el Programa No. 1 del plan de investigación era Teoría del Conflicto. (…) El trabajo consistía en recolectar
grandes cantidades de literatura sobre definiciones de conflictos y teorías sobre sus causas, procesos y soluciones. La
investigación debía ser multidisciplinaria de tal suerte que todas las disciplinas eran, en principio, materias de estudio
(…). Para entonces llegó algo nuevo. Estábamos enfocados particularmente en soluciones. (…) Concretamente,
estábamos en busca de definiciones y teorías que fueran significativas tanto para las personas, grupos y Estados como
para los niveles regionales. (…) El resultado fue la construcción de bloques para una teoría general del conflicto, una
conflictología, y para una teoría general de paz, una ‘paxología’. Y para un método general, Transcend, algo nuevo,
Esta aproximación teórica permitirá vislumbrar los escenarios donde la mediación, desde su
concepción clásica, resulta limitada para el abordaje de conflictos donde los intereses y necesidades
básicas5 de NNyA pueden encontrarse en juego.
GALTUNG comprende las necesidades básicas en el sentido somático y espiritual de las
personas humanas, [para las necesidades somáticas los orificios del cuerpo, así como la calidad y
cantidad de lo que se ingiere y se excreta, sirven de guía. (…) Para garantizar el bienestar, emergen
cinco insumos, bautizados por el socialismo cubano como los cinco bienes fundamentales:
alimentación-vestido-vivienda-salud, y la educación como una amplia competencia comunicativa. Y
la sobrevivencia, el sine qua non de todas las necesidades. La Naturaleza dota a los organismos de
una curva que va desde el nacimiento, que evoluciona a través de la maduración y el envejecimiento
hasta alcanzar la muerte; la sobrevivencia radica en completar ese regalo, la curva, preferiblemente
sin dolor, y con un aceptable proceso de despedida. (…) Surgen dos necesidades espirituales básicas:
la libertad como elección de opciones: de cónyuge, de trabajo, de residencia, de estilo de vida, de
política y economía; y la identidad, como un significado de la vida, una razón para vivir, no sólo de
lo que se vive].6
En la actualidad, las prácticas asociadas al ejercicio de la mediación donde NNyA pudieran
tener participación, se ejercen desde una perspectiva unidimensional, basada en el adultocentrismo.
Donde, este abordaje adultocéntrico de la niñez y la adolescencia constituye un ejercicio de la
violencia en sus dimensiones: directa, estructural y cultural, dado que se insultan y obstaculizan la
consecución plena de las necesidades básicas de esta población.
Este concepto de violencia puede verse enunciado por GALTUNG en la obra colectiva
elaborada con Fred Dubee y Jack Santa Barbara, en el siguiente sentido: [El fracaso en satisfacer las
algo trascendente, algo ‘que va más allá’”. Johan Galtung, “Prefacio”, en SABONA. En Busca de Buenas Soluciones. Aprendiendo a Resolver Conflictos, ed. y trad. Fernando Montiel T. (Puebla: Montiel & Soriano Editores, 2011), pp. 9-10. 5 Desde la Escuela TRANSCEND se comprende por necesidades básicas “(…) el conjunto integrado por necesidades básicas materiales y no inmateriales. Dentro de las primeras podemos citar cinco: alimentación, vivienda, salud,
educación y vestido. En las segundas podemos identificar dos: identidad, libertad”. Fernando Montiel T., “El Método TRANSCEND para Mediación y Transformación de Conflictos”, en Seminario Internacional de Transformación de Conflictos JOHAN GALTUNG (Buenos Aires: Carrera de Especialización en Negociación de la Facultad de Agronomía de la UBA, 2012), p. 59. 6 [Traducción propia]. Johan Galtung, A Theory of Development. Overcoming Structural Violence (Oslo: Kolofon Press, 2010) p. 31.
necesidades básicas humanas y el respetar las capacidades de los ecosistemas para proporcionar
servicios involucra algún tipo de violencia de una forma u otra, para las personas y/o para el
ambiente. Consideramos tres tipos de violencia: Violencia Directa–implica dañar intencionalmente a
otra persona o grupo de ellas. El daño puede ser físico, psicológico o espiritual. El daño causado es
directo y dirigido. Esta es la noción más común de violencia. Aunque importante, se limita a
restringir la noción de violencia únicamente a la de violencia directa. Violencia Estructural –
conlleva un daño indirecto a otros, generalmente como grupo o una categoría particular de personas.
El perpetrador en este caso puede no ser consciente del daño causado, aunque podría estarlo. Este
tipo de violencia surge por las acciones de ciertas instituciones u organizaciones, y es una
consecuencia lógica de la forma en que se encuentran estructuradas y funcionan normalmente. La
violencia estructural puede ser tan mortal y dañina para todas las categorías de las necesidades
básicas humanas como lo es la violencia directa. Violencia Cultural–se refiere a los valores, las
creencias, las suposiciones y los mitos, etc., que al mismo tiempo legitiman y refuerzan la violencia
Directa y Estructural, inherente a y/o permitida por algunas instituciones. A pesar de que estos tres
tipos de violencia son conceptualmente distintos, las actividades violentas específicas suelen reflejar
más de un solo tipo]. 7
Por esta razón, resulta indispensable repensar la mediación desde un enfoque que permita
erradicar la presencia de la violencia en las relaciones sociales que involucran a los adultos y NNyA.
El desafío de aproximarse al proceso desde otro lugar, conlleva la de-construcción del concepto de
niñez y adolescencia sostenido hasta ahora por los adultos, donde una vez desinstalado el vocablo y
las prácticas asociadas a él, surge la necesidad de co-construir otro, confluyendo en equidad los
grupos etarios que actualmente se encuentran excluidos de estas elaboraciones.
Según esta perspectiva, la mediación podría tornarse en un espacio social emancipador de los
derechos de NNyA, obstaculizando la objetivación que sufren en el desarrollo del conflicto. Además,
permitiría una desarticulación de la violencia en sus distintas dimensiones y en aquellos contextos
donde impacta a la niñez y la adolescencia.
7 [Traducción propia]. Fred Dubbe, Jack Santa Barbara, and Johan Galtung, Peace Business. Humans and Nature above Markets and Capital (Oslo: Kolofon Press, 2009), p. 53.
A. ¿Por qué abordar la mediación desde la Investigación para la Paz?
Primeramente, resulta necesario recalcar que, la presencia de la violencia –en cualquier de sus
dimensiones– en un conflicto, amerita una categórica distinción entre los abordajes de las disputas.
En aquellas controversias donde el mediador considere que no hay presencia de violencia, la
dinámica conflictiva debe ser abordada desde la mediación, comprendida clásicamente como “(…)
una alternativa a la violencia, la auto-ayuda o el litigio, que difiere de los procesos de counseling,
negociación y arbitraje. Es posible definirla como el proceso mediante el cual los participantes,
junto con la asistencia de una persona o personas neutrales, aíslan sistemáticamente los problemas
en disputa con el objeto de encontrar opciones, considerar alternativas, y llegar a un acuerdo mutuo
que se ajuste a sus necesidades. La mediación es un proceso que hace hincapié en la propia
responsabilidad de los participantes de tomar decisiones que influyen en sus vidas. Por lo tanto,
constituye un proceso que confiere autoridad sobre sí misma a cada una de las partes. La forma más
útil de observar la mediación es considerarla como una intervención de solución de problemas
dirigida a una meta. Tiene el propósito de resolver desavenencias y reducir el conflicto, así como de
proporcionar un foro para la toma de decisiones. Incluso en el caso de que no puedan resolverse,
todos los puntos de la desavenencia, la causa esencial del conflicto puede ser entendida por los
participantes y reducirse a un nivel manejable. Por lo tanto, algunos consideran que la meta
principal de la mediación es el manejo del conflicto, y no la resolución de la desavenencia, y parte
de la literatura se refiere a la mediación como un proceso de manejo de conflicto”.8
De la definición anterior, se presupone que las partes aún no han optado por el uso de la
violencia, y en detrimento de esta última, deciden aproximarse a la mediación. También, implica la
confluencia de un tercero ajeno a la disputa –el mediador– que es convocado para proveer
herramientas de manejo del conflicto, posibilitando el análisis de opciones de solución conjunta, así
como la exploración de alternativas de solución individual, y en caso de que el conflicto no llegue a
resolverse, la meta está centrada en reducirlo a un nivel manejable. Esto último, permite evidenciar la
variable del tiempo en la que actúa la mediación, a saber, el presente y/o el futuro inmediato de los
involucrados.
8 Alison Taylor y Jay Folbger, Mediación. Resolución de Conflictos sin Litigio, trad. Beatriz E. Blanca Mendoza (México D.F.: Editorial Limusa S.A., 1996), p. 27.
En lo que respecta a la meta de la resolución del conflicto, CULBERTSON, LEDERACH y
NEUFELDT, señalan que el objeto de la mediación se refiere a [(…) episodios inmediatos o
recientes de conflicto y en el contenido del mismo. (…) El punto de vista de la resolución de
conflictos es claro sobre lo que se necesita, poner un alto a la violencia, por ejemplo. Sin embargo, el
marco de la resolución de conflictos no siempre conduce a la claridad sobre qué debe construirse en
su lugar].9
Por otro lado, cuando el mediador identifica la presencia de violencia entre los involucrados,
debe abstenerse de iniciar el proceso, y por lo general, el conflicto se judicializa o queda sin ulterior
intervención de terceros. Es acá, en donde la mediación resulta limitada para abordar aquellas
disputas evidente o latentemente violentas que surgen en la relación interpersonal.
Aunado a ello, el problema común del discernimiento del mediador en cuanto a la percepción
de la violencia, radica en que, los operadores de estos procesos sólo identifican la violencia directa
en el conflicto, dejando de lado el análisis de la violencia en sus dimensiones estructural y cultural.
También, la perspectiva clásica que define la mediación, no da cuenta de la necesaria distinción
que merece el instituto de la mediación y la conciliación, aspecto que sí toma en cuenta GALTUNG
al desarrollar el Método TRANSCEND de Mediación y la conceptualización de la conciliación desde
la Teoría de la Reconciliación.
El autor comprende por mediación aquel proceso en el cual [el problema subyacente es la
contradicción entre las metas y los medios, con actitudes que se inclinan hacia el odio y el
comportamiento violento (…). La mediación tiene su propia meta: una nueva, aceptable y sustentable
realidad en la cual las partes se puedan sentir ‘como en casa’ una con la otra, dado que las
contradicciones son menos marcadas, se han mitigado, incluso pueden estar ausentes; y las actitudes
y los comportamientos se han suavizado a un nivel con el que las partes pueden vivir, así también
manejarlo de forma no violenta y productiva para sí mismas].10
9 [Traducción propia]. Hal Culbertson, John Paul Lederach, and Reina Neufeldt, Reflective Peacebuilding. A Planning, Monitoring and Learning Toolkit (Mindanao: The Joan B. Kroc Institute for International Peace Studies, University of Notre Dame and Catholic Relief Services Southeast, East Asia Regional Office, 2007), p. 17. 10 [Traducción propia]. Johan Galtung, A Theory of Conflict. Overcoming Direct Violence (Oslo: Kolofon Press, 2010), p. 82.
Por otro lado, la conciliación sería el instituto que tiene como [(…) problema subyacente el
trauma, las heridas del cuerpo, la mente y el espíritu tanto de las víctimas (V) como de los
perpetradores (P), incluyendo las heridas de la comunidad, que producto de la unión colectiva que
promueve, ha sido herida en su integridad por una ruptura entre V y P, convirtiéndose así también en
una víctima. Hay metas: la sanación, el cierre del pasado, y la apertura de un nuevo futuro. Los
traumas que ya no lastiman no deben ser olvidados, pero se pueden dejar atrás. Los patrones
violentos presentes en el pasado, pueden dar paso a actos cooperativos y constructivos en la agenda
para el futuro. Las partes están preparadas para cerrar un capítulo de su libro de vida, abriendo uno
nuevo].11
Desde los postulados de esta Teoría de la Reconciliación, la conciliación aborda de manera
integral las disputas violentas mediante el enfoque pasado-presente-futuro, dando cuenta de la
transformación de los conflictos.
Esto permite abarcar lo que es confuso en la resolución; a saber, lo que debe construirse una
vez que la violencia ha sido erradicada. Así, la transformación [(…) se centra en el cambio,
abordando dos preguntas: ‘¿Qué necesitamos que se detenga?’ y ‘¿Qué deseamos construir?’ Desde
que el cambio ha implicado moverse de una cosa a otra, los facilitadores de paz deben mirar no sólo
el punto de partida, sino también a la meta y al proceso para ir de un punto al otro. Mientras que la
resolución de conflictos se enfoca en la desescalada del conflicto y el desvanecimiento de la crisis, la
transformación permite un retraimiento que le da fluidez al conflicto, y ve el problema que se
presenta como una potencial oportunidad para transformar la relación y los sistemas en los cuales
las relaciones están incrustadas].12
Dar cuenta de las transformaciones que sufren los conflictos, brinda la posibilidad de visibilizar
los cambios que ha atravesado la relación de los involucrados en el tiempo. En ese sentido, la línea
investigativa de PERLMAN, GALTUNG y SANTA BARBARA, muestra lo que produce la
violencia en cada espacio temporal, así como las acciones que permitirán erradicarla:
11 [Traducción propia]. Johan Galtung, “A Theory of Conflict”, p. 84. 12 [Traducción propia]. Culbertson, Lederach, and Neufeldt, “Reflective Peacebuilding”, p. 17.
VIOLENCIA EN EL TIEMPO EFECTO FORMAS DE ERRADICACIÓN Pasado Trauma Reconciliación
Presente Conflictos sin resolver Transformación del Conflicto
Futuro Prevención de la violencia/ Promoción de la Paz
Proyectos de Construcción de Paz
Fuente: Traducción y elaboración propia a partir de Diane Perlman, Joanna Santa Barbara y Johan Galtung, Reconciliation. Clearing the Past-Building a Future (Oslo: Kolofon Press, 2012), pp. 8-9.
De la figura anterior se puede inferir que, la transformación del conflicto en el presente, va más
allá de los fines de la mediación clásica, dado que permite hacer foco en los eventos traumáticos que
referencian la violencia sufrida en el pasado, y que una vez reconciliados, proporcionan el escenario
idóneo para pensar en acciones dirigidas a la prevención de la violencia en el futuro.
Ahora bien, es dable analizar –aunque sea de forma resumida– cada una de las formas de
erradicación de la violencia, esto con la finalidad de evidenciar que, una vez abordados los aspectos
violentos que subyacen en la relación de los involucrados, podría procederse con la implementación
de la mediación en su definición más clásica para el ulterior tratamiento de conflictos futuros.
Primeramente, la Reconciliación, es aquella etapa que propicia en las personas la capacidad de
reconciliarse, que desde la perspectiva de SANTA BARBARA implica en su concepción original
‘volver al consenso’, esto último entendido como [(…) una relación armoniosa en la cual los
conflictos se resuelven de forma no violenta. Nuestra preocupación se da en aquellas situaciones en
donde la paz se ha roto, han tenido lugar daños o violencia, o la equidad se ha desbalanceado. La
reconciliación es la creación o restauración de la paz en la relación. Para que la relación se torne
pacífica, deben tener lugar varios tipos de procesos de sanación, el balance debe ser restaurado, y las
deudas morales deben ser canceladas. Seguidamente, todos los involucrados podrán lidiar con el
presente y el futuro de manera constructiva, en conjunto o por separado].13
Por otro lado, la Transformación de los Conflictos, se refiere a los cambios que se dan en la
forma y el contenido de las disputas. Tiene lugar, cuando uno de los intervinientes percibe un agravio
que involucra al otro; y así, se genera el primer cambio en la relación entre los participantes; luego,
los cambios sucesivos se ven influenciados por diversos procesos, tales como: la reformulación
[rephrasing], la restricción [narrowing], y la expansión [expansion].
Según MATHER e YNGVESSON, la transformación de las disputas pone de manifiesto tres
procesos: el proceso de reformulación, visto como [una especie de restructuración en un discurso
13 [Traducción propia]. Joanna Santa Barbara, “Exploring Reconciliation”, en Reconciliation. Clearing the Past-Building a Future, ed. Diane Perlman, Joanna Santa Barbara y Johan Galtung (Oslo: Kolofon Press, 2012), p. 11.
público. (…) también puede conceptualizarse como la manera de replantear una disputa para facilitar
el acuerdo y evadir la ruptura de las relaciones. En estos ejemplos, una audiencia o grupo de
partidarios actúa implícitamente como una tercera parte en la disputa. Así como el rol de la tercera
parte se vuelve más explícito, es probable que la reformulación muestre un mayor o sustancial
cambio en la definición de la disputa. (…) La restricción, es el proceso a través del cual se imponen
las categorías establecidas para clasificar los eventos y las relaciones, definiendo el objeto de disputa
de manera que sea susceptible de ser ventilado a través de los procedimientos convencionales de
resolución de conflictos. (…) Por categorías ‘establecidas’ del proceso de restricción nos referimos a
las que están vinculadas a los intereses de la tercera parte [entiéndase acá tercera parte como
funcionarios de instituciones jurídicas oficiales] que tiene capacidad de intervención en la disputa.
Las terceras partes son por lo general parte de la organización local. Típicamente entonces, se podría
decir que, (1) las categorías establecidas en la audiencia de una disputa emergente serán aquellas que
son válidas para la élite local; (2) pueden existir diversas categorías de restricción, incluso en el nivel
local, y más de una podría tener legitimidad; (3) una categoría establecida en la cultura local puede o
no coincidir con la categoría legal ‘oficial’; y (4) lo que es una categoría establecida en un nivel legal
puede no serlo para otro (...). Nótese que la restricción en este sentido significa el ajuste o la
circunscripción a un marco en el cual se define la disputa. La expansión, por el contrario, se refiere a
una reformulación en términos de un marco que no ha sido previamente aceptado por la tercera parte
interviniente. La expansión desafía las categorías establecidas para clasificar los eventos y las
relaciones, a través de la vinculación de sujetos y asuntos que están generalmente separados, en
consecuencia, flexibilizando o cambiando los marcos aceptados para organizar la realidad. (…) se
refiere al cambio o la evolución en el marco normativo utilizado para interpretar la disputa].14
Hacer foco en los procesos de reformulación, restricción y expansión en las disputas, obliga a
reconocer que todo conflicto tiene un carácter casuístico; este particularismo que presentan las
controversias, debe estar presente también en las propuestas que podrían restablecer la armonía en la
relación a ser reconciliada.
De tal manera, es necesario conocer las distintas conductas que pueden adoptar las partes en
una relación fracturada, quedando claro –según lo dicho anteriormente– que no se habla de tan sólo
14 [Traducción propia]. Lynn Mather and Barbara Yngvesson, “Language, Audience, and the Transformation of Disputes”. Law & Society Review. Special Issue on Dispute Processing and Civil Litigation, 1980-1981, Volume 15 No. 3/4, 775-822, pp. 777-779.
un posible comportamiento. Para SANTA BARBARA, las acciones a ser tomadas por las partes en
una relación dañada pueden ser muchas, tales como: la venganza, la retirada, la asimilación, y la
reconciliación.15
Por último, la posibilidad de reconciliarse se cristaliza en el desarrollo y ejecución de Proyectos
de Construcción de Paz. Estas iniciativas constituyen el pilar de la prevención de la violencia a
futuro, volviendo duradera en el tiempo la coexistencia pacífica entre las partes.
Desde la perspectiva de GALTUNG, esta coexistencia se refiere a la ausencia de violencia
entre los involucrados a lo largo del tiempo una vez que la reconciliación ha tenido lugar. Primero,
encontramos los proyectos que promueven una coexistencia pacífica pasiva, entendida como el
compromiso –verbal y/o escrito– que asumen las partes para dejar atrás el pasado, así como también
el establecimiento de pactos de no agresión, y el veto al ulterior uso de la fuerza y la violencia.
Luego, están los proyectos que se enfocan en la coexistencia pacífica activa16, que implica una
lógica de cooperación entre las partes con miras a generar un beneficio mutuo y equitativo. En
especial, este tipo de proyectos requiere de un abordaje creativo, donde el conciliador17 dirige los dos
15 Para la autora, estos comportamientos se definen de la siguiente forma: [Las partes en una relación dañada pueden hacer una serie de cosas: Pueden buscar venganza, esto es, devolver el daño causado, a modo de cancelación de la deuda moral, imaginan los involucrados. (…) Pueden retirarse de la relación, física o emocionalmente, perdiendo así sus potenciales beneficios. En muchos casos esta opción no es posible –los Estados no pueden alejarse de los Estados vecinos. (…) Una víctima puede asimilar los daños, y adaptarse al dolor, especialmente sí el perpetrador es mucho más poderoso. Son vulnerables a un daño mayor y también al cúmulo de impactos en la salud producto de la indefensión que genera la dominación. O las personas pueden reconciliarse. El bienestar humano se sirve pobremente de la mano de la venganza y la asimilación de los daños; y la retirada puede acarrear problemas. La reconciliación de las relaciones dañadas constituye el soporte del bienestar en las especies altamente sociables. (…) El comportamiento reconciliatorio ha sido observado hasta ahora en 27 especies distintas de primates, y funciona como se supone que debería, reduciendo las probabilidades de futuras agresiones entre los dos excombatientes, restaurándose la armonía social del grupo. La idea de hacer notar este aspecto radica en enfatizar lo importante que es la reconciliación para que los grupos sociales tengan la capacidad de funcionar bien]. [Traducción propia manteniendo los énfasis de la autora]. Santa Barbara, “Exploring Reconciliation”, pp. 11-12. 16 En la coexistencia pacífica activa, hablar de ‘beneficio mutuo y equitativo entre los involucrados’ podría ser bastante abstracto. De tal manera, para reconocer las condiciones bajo las que la cooperación conduce a la paz, existen cinco
aspectos que deben observarse: [(…) tiene que haber simetría o algún grado de equidad entre las partes; debe existir la
homologación o algún grado de similitud estructural entre los involucrados; es necesaria la simbiosis en el sentido de que la cooperación sea realmente importante para ambos; algún elemento de construcción de instituciones [en el caso de las naciones; y nuevos tipos de interacción en la relación, en el caso de las personas] debe estar presente; y la presencia de entropía significando que la cooperación debe encontrarse bien distribuida en todos los canales de comunicación
[generándose información mutua de acceso recíproco]]. [Traducción propia]. Johan Galtung, Active Peaceful Coexistence: Is a New Departure Possible? (Berlin: Wissenschaftskolleg zu Berlin, 1982), p. 1. 17 Es importante clarificar que, en los procesos donde se aplica la Teoría de la Reconciliación, el tercero interviniente se denomina conciliador, asumiendo un rol distinto al del mediador, dado que debe posicionarse en el diálogo en términos de generar una escucha empática de las narrativas de las partes. Acá lo más importante, siguiendo a GALTUNG, radica
escenarios objeto de reconciliación: el intrapersonal (plano interno de las personas); y el
interpersonal (plano relacional de las personas).
Dadas las anteriores precisiones teóricas, es de vital importancia señalar que, la invisibilización
de la violencia estructural y cultural conlleva la aplicación de la mediación en disputas donde podría
subyacer violencia, desnaturalizándose el objeto del proceso y limitándose su eficiencia y eficacia.
Ahora bien, es dable preguntarse sí los discursos hegemónicos adultos que fundamentan las
prácticas asociadas al tratamiento de la niñez y la adolescencia pueden ser considerados violentos, la
respuesta a esta interrogante permitirá evidenciar los tipos de violencia que soportan NNyA, así como
la necesaria dilucidación de las acciones requeridas para generar una coexistencia pacífica activa
entre NNyA y los adultos.
B. La identificación de la violencia estructural y cultural asociada a la niñez y la adolescencia
Este apartado tiene la finalidad de visibilizar los aspectos latentes de las violencias estructural y
cultural que soportan NNyA en distintos ámbitos y contextos sociales, donde una vez que se vuelvan
manifiestas, podría dar como resultado una posible implementación de abordajes integrales para
erradicarlas.
Puede observarse que, diversos autores dan cuenta de este fenómeno, volviéndose evidentes los
componentes estructurales y culturales de la violencia soportada por la niñez y la adolescencia. Sobre
el particular, RESTA señala que la sociedad actual “(…) ‘olvida’ y esconde su infancia, niega el
sentido de sí misma y de su tiempo. (…) sería quizá por el hecho de que el tiempo de la infancia es
‘atemporal’ y que, no obstante la disolución, se presenta a los ojos contemporáneos con la mirada
frágil de siempre. (…) la fragilidad de la infancia nos habla de la fragilidad de la idea de comunidad
que en ella vive y se define”.18
Esta negación que hace la sociedad contemporánea de las identidades y las formas propias de la
niñez y la adolescencia tiene larga data, ya ROUSSEAU para el año1762 en su obra El Emilio
en que el conciliador cuente con la legitimidad y reconocimiento suficiente para liderar el proceso, mismo que se origina en sus conocimientos, habilidades y trayectoria, no en los estudios realizados y los diplomas obtenidos. Es decir, la función conciliadora en este tipo de procesos se aparta de la lógica academicista, donde lo más importante es la experiencia obtenida por el tercero a lo largo del tiempo, más allá de su formación profesional. 18 Eligio Resta, La Infancia Herida, trad. Laura N. Lora (Buenos Aires: Editorial Ad-Hoc, 2008), pp. 9-10.
indicaba que “no es conocida en modo alguno, la infancia; con las ideas falsas que se tienen acerca
de ella, cuanto más se adelanta más considerable es el extravío. Los de mayor prudencia se atienen a
lo que necesitan saber los hombres, sin tener en cuenta lo que pueden aprender los niños. Buscan
siempre al hombre en el niño, sin considerar lo que éste es antes de ser hombre”.19
La anterior referencia, obliga a dar cuenta de la perspectiva ética que sustenta las prácticas de
conceptualización de los adultos en torno a la niñez y la adolescencia en distintos contextos y
espacios de la vida en sociedad. Se observa que, antes del siglo XVIII, NNyA ni siquiera tenían
cabida en el espacio social ya que, eran concebidos como homúnculos, vistos como una versión
diminutiva y despectiva de la adultez, donde la única diferenciación con el adulto era la talla y la
estatura, aspectos meramente estéticos que obstaculizaban el necesario establecimiento de la
subjetividad particular de esta población.
PANCHÓN IGLESIAS, referenciando la obra de Philippe Ariès y el contexto español, señala
que “(…) en la Edad Media europea no existía ninguna diferencia entre los adultos y los niños. La
concepción de la infancia no existía: los niños desde la edad de los 6 o 7 años tenían que contribuir
a las actividades económicas de la familia y no se encontraban aislados de las restantes actividades
de los adultos. Ya en la época medieval,(…) según las leyes, els usatges de Catalunya, los niños que
vagaban por las calles, entre los que había un número considerable de huérfanos y abandonados,
eran recogidos en todo el territorio de la Corona Catalano-Aragonesa, adecuándose esta institución
a las necesidades peculiares de cada localidad. A partir de que se promulgó esta legislación, tanto
los niños y niñas como otras personas adultas que se encontraban en situaciones de mendicidad, o
para evitar que se convirtieran en vagos o malhechores, eran acogidos en orfanatos o en la Casa de
la Misericordia de la ciudad. En los orfanatos los niños y las niñas aprendían un oficio que les sería
útil para cuando fuesen adultos como para la financiación del orfanato con su colaboración”.20
La instrumentalización de NNyA también se daba en el plano lúdico de los adultos; se puede
identificar prestando atención al famoso juego de salón que se practicaba en el siglo XVIII, mismo
que consistía en arrojarse bebés fajados como si fueran pelotas, producto de esta actividad;
19 Jean Jacques Rousseau, El Emilio o La Educación, trad. Ricardo Viñas (www.elaleph.com, 2000), p. 5. 20 Carmen Panchón Iglesias, Manual de Pedagogía de la Inadaptación Social (Barcelona: Dulac Edicions, 1998), pp. 12-13.
particularmente en París, los médicos se quejaban de los constantes casos que ingresaban a los
hospitales por fractura de cráneo de los niños utilizados en estos juegos, sin que estos llamados de
atención mermaran la práctica e impactasen el pensamiento de los padres, ya que éstos últimos,
incluso ponían a disposición a los niños para efectuar el juego.
Sobre el particular, TETTAMANTI DE VIERA, indica que “J. M. Hoffmann recuerda una
anécdota histórica sobre los médicos de los hospitales de París que, en el siglo XVIII, se quejaban de
las fracturas de cráneo de bebés como consecuencia de un “juego de salón” difundido en la época,
donde los adultos se arrojaban unos a otros, como si fueran una pelota, a los bebés fajados. Muchas
veces los bebés caían y se fracturaban. Una manera de entender las causas de este desligamiento
entre padres e hijos y que fertilizaba la idea del desconocimiento del niño con existencia propia,
como ser singular, es conocer la cultura de la época: a) En la aristocracia: reinaba el ideal de la
“mujer seductora” que brillaba en los salones. No había una idea de “familia”. b) En la clase
pobre, las campesinas parturientas dejaban a sus hijos para ocuparse como nodrizas en las ciudades
y así ganar el sustento. c) Existía una altísima mortalidad perinatal tanto de la madre como del niño
(entre un 30 % y un 50%). d) El promedio de vida era bajo entre los padres, por lo que existían
muchos huérfanos. Philippe Ariès habla del “tabú del afecto” que impedía a los padres apegarse
demasiado a los hijos que sabían que no tenían muchas probabilidades de sobrevivir. En la Edad
Media, se ponía el mismo nombre a dos hermanos, diferenciados luego (si ambos tenían la suerte de
vivir) como el mayor y el menor. En la Edad Moderna, se ponía el mismo nombre del hermano
muerto al que nacía después. Hoy pasa algo similar con los bebés prematuros de muy bajo peso por
lo que difícilmente sobrevivan y cuyas madres, en general, tienen mucha dificultad en vincularse
hasta que no tienen la confianza en que vivirán. Algunas hasta tardan días en ponerles nombre”. 21
Aquí NNyA, no eran concebidos con existencia propia valiosa, sino que, se asumían eran
iguales a una cosa/objeto con poco o ningún valor; no es sino hasta la publicación de El Emilio, que
ROUSSEAU introduce la idea de pensar al niño como moralmente autónomo. En este escenario, se
encuentra un cambio en la concepción adulta de la niñez y la adolescencia, permeando sus
preferencias morales. Hay acá, una evidente predilección ética e interés de reconocer una niñez y
21 Liliana Tettamanti de Viera, “Clase Nº 1: El Juego y la Infancia”, en Curso de Teoría y Clínica Psicoanalítica del Juego y Dibujo (Buenos Aires: Campus Virtual de APdeBA, 2013), pp. 3-4.
adolescencia valiosa para la sociedad; a partir de ahí, comenzaron a surgir una serie de restricciones
que fueron impidiendo utilizar a NNyA para perseguir cualquier objetivo.
Al irrumpir el reproche moral, surgieron a su vez lo bueno y lo malo respecto a la niñez y la
adolescencia como propiedades definitorias de los juicios éticos en torno a las necesidades de esta
emergente condición humana; a saber, ser niño y/o adolescente y su respectivo reconocimiento con
características definitorias particulares. Después de este momento, surge una insipiente cultura del
afecto y el cuidado de los hijos, generándose la satisfacción de algunas necesidades básicas propias.
Claro está, este reconocimiento y definición viene dada desde el discurso hegemónico de los
adultos, aspectos y nociones que se mantienen hasta nuestros días. Al respecto, WINNICOTT llama
la atención al respecto en un artículo publicado para New Society en 1964, titulado La Juventud No
Dormirá, donde señala que, tanto la sociedad adulta moderna, como la posmoderna quieren que la
adolescencia entre en una especie de sueño y despierte en las primeras etapas de la adultez. Su
artículo inicia con un extracto del libro de Shakespeare Cuento de Invierno, evidenciándose este tipo
de pensamiento, mismo que se transcribe de seguido: “Desearía que no hubiese edad intermedia
entre los 16 y 23 años o que la juventud durmiera hasta hartarse, porque nada hay entre esas edades
como no sea dejar embarazadas a las chicas, agraviar a los ancianos, robar y pelear”.22
A partir de la referencia de este extracto, WINNICOTT aborda el deseo de los adultos de
emprender acciones inmediatas para mitigar la adolescencia, demostrando que al adulto le resulta
incómodo y hasta molesto, lidiar con NNyA, resultándole difícil aceptar una adolescencia autónoma,
plena y como un fin en sí misma, no como una condición pasiva que se aguarda para abandonar.
A diferencia del pensamiento adulto, el autor hace foco en las acciones –diametralmente
opuestas- que hacen los adolescentes para auto-asumirse, aspecto al cual los adultos reaccionan de
forma negativa. En ese sentido, señala que existe “(…) la capacidad de la inmensa mayoría de los
adolescentes para tolerar su propia posición de ‘no saber hacia dónde ir’. Esos jóvenes idean toda
clase de actividades interinas para hacer frente al aquí y ahora (…). (…) Hoy en día, desearíamos
más bien que la ‘juventud durmiese’ desde los 12 años hasta los 20, y no desde los 16 hasta los 23,
22 Extracto de la obra Cuento de Invierno de William Shakespeare citado en: Donald W. Winnicott, Deprivación y Delincuencia, comp. Clare Winnicott, Ray Sheperd y Madeleine Davis, trad. Leandro Wolfson y Noemi Rosenblatt (Buenos Aires: Editorial Paidós SAICF, 2011), p. 183.
pero la juventud no dormirá. La tarea permanente de la sociedad, como respecto a los jóvenes, es
sostenerlos y contenerlos, evitando a la vez la solución falsa y esa indignación moral nacida de la
envidia del vigor y la frescura juveniles. El potencial infinito es el bien preciado y fugaz de la
juventud; provoca la envidia del adulto, que está descubriendo en su propia vida las limitaciones de
la realidad”.23
De lo acá mencionado, surge la necesidad de emprender nuevos reconocimientos basados en las
voces y discursos propios de las NNyA en confluencia con los de los adultos. Estos nuevos
reconocimientos, requieren abordajes y metodologías específicas para que sean efectivos, aspecto
particular al que se hará referencia en el siguiente apartado.
C. Implicaciones del abordaje pasado-presente-futuro en la niñez y la adolescencia
Tal como se reseñó en el apartado A de esta ponencia, el enfoque pasado-presente-futuro se
asume desde el proceso de conciliación, donde es posible analizar las secuelas de la violencia sufrida
y soportada en el pasado por parte de la Víctima, así como también la revisión de las explicaciones
del Perpetrador sobre sus actos; esta interacción sobre episodios pasados, permite transformar el
conflicto que convoca a las partes en el presente, transformando también su relación. Una vez que las
intervenciones en estas dimensiones temporales ham finalizado, es posible aproximarse a la
construcción de una agenda que traiga consigo la concreción de una coexistencia pacífica activa
entre los involucrados. Ahora bien, resulta necesario enunciar qué es lo que se necesita para
intervenir en la dimensión futuro de la Víctima y el Perpetrador con la coadyuvancia del conciliador.
Al respecto, MONTIEL indica que la piedra angular de los Proyectos de Construcción de Paz
referidos por GALTUNG, es la Educación para la Paz, donde “(…) la necesidad de educar para la
paz sigue vigente. Muchos conflictos siguen ahí y la violencia que producen cuando se les descuida
no espera. Aquí tenemos dos posibilidades del mismo proceso: a los niños se les educa para la paz
con una intención preventiva mientras que a los adultos se les educa para la paz con una intención
reactiva –esto por supuesto no excluye las posibilidades a la inversa–. Como sea, resulta más
efectivo y fácil –incluso barato– educar para prevenir la violencia que educar para reaccionar a
23 Winnicott, “Deprivación y Delincuencia”, pp. 184-185.
ella, y es ésta una de las razones por las que existe mucho más material educativo para niños que
para adultos en Educación para la Paz”.24
Esta educación parte de una crítica constructiva a las estructuras sociales que generan
aprendizaje en las personas, incorporando tanto a NNyA como adultos, dado que el ser humano tiene
la capacidad de aprender, desaprender y reaprender a lo largo de toda su existencia. Al contener un
carácter constructivo, su discurso no termina en la crítica, sino que continua hacia la proposición de
alternativas para generar espacios sociales de coexistencia pacífica activa, donde “(…) presentar
nuevas ideas es de importancia capital en el manejo de la violencia: nuevas ideas producen nueva
energía que vacuna al conflicto y a sus actores contra la apatía”.25
Claro está, antes de profundizar las prácticas asociadas a esta educación, es dable acotar acá
que, la gestación de nuevas ideas es vital, pero antes de eso, es importante preguntarnos cómo pueden
producirse estas ideas con la implicación directa de NNyA; contestar esta interrogante permitirá
aproximarse a técnicas que promueven la convivencia pluri-etaria, desafiando el paradigma de las
prácticas disciplinarias que se emplean en relación con el actuar y el desenvolvimiento social de la
niñez y la adolescencia. Acá, es trascendental diferenciar las implicaciones de la disciplina y la
convivencia, a saber: “la palabra disciplina habla de formas establecidas de procedimiento
institucional mientras que convivencia refiere a cómo una comunidad entiende el ‘estar juntos’;
cómo define las relaciones dialogantes, interpersonales y en sentido horizontal. (…) Para comenzar
a transitar en este sentido, debería partirse de un modelo que potencie la comunicación, que impulse
una práctica de ‘escucha activa’. Comprender es escuchar, entender, empatizar, ponerse en el lugar
del otro. (…) Es necesario entender que discutir o rechazar una forma de pensar o actuar del otro no
implica el rechazo a la persona, se trata de aprender a convivir con la diferencia, aceptar los errores
propios o ajenos y trabajar juntos para repararlos”.26
24 Fernando Montiel T., Perspectivas Progresistas: Educación para la Paz. Una propuesta en Cuatro Pasos (México D.F.: Friedrich Ebert Stiftung, 2012), p. 6. 25 Montiel, “Perspectivas Progresistas”, p. 6. 26 Marta Luque y Paula V. Roffo, “Vivencias y Convivencias”, en Niños y Jóvenes Vulnerados. La Injusticia Institucionalizada, comp. Néstor Solari, Lidia Garrido Cordobera y Fernando Osorio (Buenos Aires: Noveduc Libros, 2009) p. 197.
Aclarado lo anterior, la educación desde la convivencia amerita tomar en cuenta algunos
elementos básicos, que ampliando lo expuesto por MONTIEL, en el caso específico de la Educación
para la Paz se refieren a: 1) La constatación de una participación voluntaria de los interesados, ya sea
por necesidad o curiosidad; 2) La elaboración de un proceso educativo sensible a sus experiencias
previas, así como el contexto cultural al que pertenecen; 3) Reafirmar la madurez emocional y la
conciencia sobre los efectos/consecuencias del uso de la violencia en todas sus dimensiones; 4) No
emitir juicios de valor sobre las trayectorias, las resistencias y las dudas de los participantes en el
proceso educativo; 5) Promover la coherencia entre sus realidades internas y externas, es decir, que
optar por la paz sea la opción preponderante en los conflictos y en la vida de las personas; y 6)
Suscitar la des-instalación de valores, prejuicios, preconceptos, actitudes y comportamientos que
incitan al uso de la violencia.
Una vez que estas reglas mínimas son establecidas y aceptadas por todos los participantes del
proceso educativo en paz, es necesario generar una propuesta de formación. Al respecto, MONTIEL
presenta un plan en cuatro pasos:
a. Cultura de la Transparencia: propone “(…) el conocimiento público y la claridad respecto de
quiénes son los actores involucrados en un fenómeno, de cuáles son sus procesos y cuáles sus
resultados (…)”.27 Implica una interpelación recíproca entre los distintos individuos que componen la
sociedad. En el caso de la relación entre los adultos y NNyA, en esta fase ameritan ser establecidas
Medidas de Generación de Confianza28, que permiten iniciar un proceso de des-instalación de
prejuicios, preconceptos y estereotipos sostenidos en la relación interpersonal.
b. Cultura de la Legalidad: es un proceso de alfabetización legal con perspectiva humanista,
multigeneracional y transcultural. Requiere de la difusión transparente de las normas que abrigan los
derechos de las distintas poblaciones que convergen en la sociedad; que a su vez para ser
27 Montiel, “Perspectivas Progresistas”, p. 11. 28 Las Medidas de Generación de Confianza son “(…) acuerdos parciales, coyunturales entre las partes que permiten comenzar a reconstruir el tejido social perdido. Los acercamientos serán tímidos, breves, y frágiles, pero conforme se
van cumpliendo estos acuerdos, nuevos puentes podrán tenderse con más ímpetu, duración y solidez. La meta de la
Cultura de la Transparencia es recuperar valor al concepto de juicio, -que es una valoración cuando se tienen todos los
elementos a evaluar sobre la mesa– y cerrar el camino del prejuicio –que es un juicio a priori, es decir, apresurar una
conclusión aunque no se tengan los elementos de evaluación. (…) la Cultura de la Transparencia es una vía para
conocer”. Montiel, “Perspectivas Progresistas”, pp. 12-13.
consideradas legítimas, sus beneficiarios deben conocer de dónde provienen y qué objetivos
persiguen, y su cumplimiento debe ser garantizado por las estructuras sociales que detentan el poder
para hacerlas ejecutar. Por otro lado, es necesario reconocer que lo jurídico muchas veces tiende
a“(…) simplificar los conflictos humanos y su complejidad. (…) por mucho, la ley presta más
atención a los comportamientos dejando en segundo lugar las actitudes (motivaciones) de los
individuos y las contradicciones de fondo (conflictos) entre ellos. (…) a veces las leyes no sólo no
resuelven –o transforman– conflictos sino que los producen y/o los agravan. ¿Por qué? Porque la
visión legal es absolutista (…). El punto principal es que la capacidad de absorción y procesamiento
de información que tienen los sistemas legales, como las de cualquier sistema, es limitada. En pocas
palabras: no todos los conflictos pueden –ni deben– resolverse por la vía legal”.29
c. Cultura de la Transformación de los Conflictos: Teniendo claro el efecto contraproducente de una
Cultura de la Legalidad hegemónica, surge la necesidad de difundir y poner en práctica una variedad
de instrumentos que permitan a las personas comunicarse efectivamente, y abordar las
contradicciones que surgen a la hora de perseguir diversos intereses. Desde la Escuela
TRANSCEND, la transformación radica en volver compatibles las metas y medios perseguidos,
mismos que en un inicio son contradictorios. Esta dimensión cultural da cuenta de que los conflictos
no pueden resolverse con el objetivo erradicarlos por completo, dado que son parte de la realidad
humana, y por esa razón sólo pueden transformarse. Esta transformación resulta beneficiosa para las
personas cuando se cuenta con las herramientas necesarias para llevar los conflictos a un nivel
manejable. Las herramientas en mención, provienen de todos los ámbitos profesionales, no sólo de la
disciplina jurídica como erróneamente se piensa. Estos saberes multidisciplinarios con enfoque de
paz componen lo que se conoce como Investigación para la Paz, concepto reseñado anteriormente. Es
una cultura que “(…) se articula en función de una búsqueda de autonomía en la capacidad de
acción (…). (…) devuelve poder a las personas pues las capacita para manejar sus propios asuntos,
sin violencia y de forma creativa, constructiva y concreta”.30
d. Cultura de Paz: Por último, esta cultura tiene como fin primordial visibilizar que la paz implica la
satisfacción de las necesidades básicas humanas de cada individuo que habita la Tierra. Así, todo
29 Montiel, “Perspectivas Progresistas”, p. 15. 30 Montiel, “Perspectivas Progresistas”, p. 18.
pensamiento, palabra, comportamiento, conducta, o acción que inhiba u obstaculice esta satisfacción,
constituye violencia en cualquiera de sus dimensiones. Para conseguirlo, deben desinstalarse los
valores y las preferencias morales que sostienen el uso de la violencia como medio de cambio social.
En el ámbito de los valores, conlleva por ejemplo, sustituir la competencia total (ganar-perder), el
individualismo y el egoísmo, por la preeminencia de la colaboración (ganar-ganar), el interés por la
colectividad y el compartir. En el plano de las preferencias morales, implica la generación de un
reproche hacia la violencia, como un acto anormal y deshumanizado. Acá, “(…) artes, ciencias,
deportes y otras expresiones culturales pueden servir como instrumentos de prevención de la
violencia en aquellas áreas y con base en aquellos elementos que la ley subestima por localizarse
más en el espacio de las motivaciones y actitudes que en el de los comportamientos (es por esto que
la Cultura de la Legalidad y la Cultura de la Transformación de Conflictos son parte de la Cultura
de Paz y no sus sustitutos)”.31
Según lo expuesto anteriormente, resulta necesario reafirmar que una aplicación exitosa del
enfoque pasado-presente-futuro con impacto real en la población niñez y adolescencia, requiere su
participación activa en todas las etapas, inclusive en las fases preparatorias y logísticas de
implementación. Esto permitirá a NNyA apropiarse del proceso que los convoca, en detrimento del
llamado adulto que debe ser atendiendo con disciplina; por el contrario, la concurrencia –o no– a las
discusiones que tienen relación con sus intereses y necesidades es completamente voluntario,
lográndose así el incremento del nivel de compromiso para cumplir con lo pactado, dado el carácter
emancipatorio de su plausible participación libre y activa.
A modo de conclusión
Hoy más que nunca, resulta indispensable renovar los vínculos y canales de comunicación entre
los adultos y NNyA, mediante un proceso de “re-afiliación”, entendido como un nuevo pacto social
que reconoce la interdependencia multigeneracional como elemento fundacional de sociedades que
desean una coexistencia pacífica activa.
Para ello, múltiples procesos de Educación para la Paz deben ser convocados, diseñados y
ejecutados, a través de un diálogo constructivo que gire en torno a volver compatibles las
31 Montiel, “Perspectivas Progresistas”, p. 20.
expectativas inicialmente contradictorias de los adultos y NNyA, donde la utilización de la violencia
–por ambas partes– no tenga cabida.
En concreto, resulta necesario descalificar la violencia como instrumento legítimo para abordar
los conflictos que surgen naturalmente por nuestra condición humana. Este reproche generalizado a
la violencia, deberá impactar tanto los discursos como las prácticas que conllevan su utilización.
Para ello, es imperativo introyectar formas de comunicación no-violenta, así como las
herramientas que permitan –tanto a NNyA como a los adultos- generar una inteligencia para la
transformación de las disputas y la reconciliación de las relaciones, mediante un lenguaje compartido
que permita la interpelación recíproca entre ambos.
Finalmente, lo que se ha intentado a lo largo de la ponencia es evidenciar la flexibilidad que
aporta el enfoque pasado-presente-futuro para generar procesos educativos en paz y transformación
de conflictos para los adultos y NNyA, donde la implementación de conceptos, técnicas y prácticas
específicas vuelve posible el desarrollo de un conjunto de habilidades en ambas partes, que les
permitirán de manera pacífica: ser, estar y transitar en convivencia efectiva.
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