LA PEDAGOGÍA NATURALISTA DE JUAN JACOBO ROUSSEAU
Juan Jacobo Rousseau, nació en Ginebra 28 de Junio de 1712, era hijo de un
relojero, su madre, Suzanne Bernard, murió pocos días después del parto. Su
padre tenía el hábito de leer con su hijo libros y novelas, estas lecturas
despertaron en él la fantasía. A la edad de 28 años llega a Paris, llevaba bajo el
brazo un nuevo sistema de notación musical cifrada y escribe comedias. En
Francia es donde nacen sus obras maestras: La nueva Eloisa, el contrato social,
Emilio.
Rousseau y la ilustración, para Rousseau el sentimiento coincide con la utilidad y
la felicidad del género humano, en esto radica su romanticismo y su pragmatismo,
el sentimiento debe de educarse, como dice: “la sensibilidad del corazón, es obra
de la naturaleza, y quizá un producto del organismo, necesita situaciones que la
desarrollen”. El sentimiento debe enriquecerse en el aspecto social, altruista y
moral, sin embargo, no existe un criterio exacto para estas valorizaciones.
Individuo y la sociedad, no solo se trata de conservar intacta la libertad natural,
para Rousseau es transformar en libertad cívica, con un enriquecimiento y una
expansión. Se trata más que nada una relación democrática entre los asociados
en el sistema, puesto que el único soberano es el pueblo. La libertad natural no es
la libertad civil, todos los derechos civiles nacen contrato mismo.
Educación natural y educación formativa, Rousseau elige un alumno ficticio o ve
su vida reflejado en el personaje llamado Emilio, y este le acompaña desde su
infancia hasta el matrimonio; Emilio está dividido en cinco libros. Representa una
escala de desarrollo; el periodo donde predomina el sentido (hasta los 12 años), el
siguiente periodo es el que considera como de utilidad (de 13 a 15 años), el
siguiente alcanza la habilidad de la razón (15 años) misma edad en que se
desarrolla el sentido moral y religioso y el último libro trata sobre la educación de
la mujer, Emilio en la vida social y su matrimonio con Sofía.
Rousseau reconoce 3 especies de educación: la educación natural, la educación
de las cosas y la educación de los hombres; en armonía de los 3 el hombre resulta
bien educado. También distingue en el hombre 3 disposiciones fundamentales en
la naturaleza del hombre (sentido, utilidad y razón) dichas cuales se afirman
sucesivamente y maduran en forma espontanea. El autor menciona que puede ser
polémico, precisamente por causar el aceleramiento artificialmente.
La relación educacional fundamental es entre individuo y ambiente natural, sin
embargo no disminuye la relación de educador-educando. La tarea del educador
se vuelve más difícil, pues tiene que servir como mediador de catalizadores
externos que pueden desorientar la buena conducta del educado. Rousseau está
en contra de las disposiciones rígidas y mecánicas, declara la guerra a los hábitos.
Solo uno debe de haber: el de no tener ninguno.
Hasta la edad todavía de los 12 años puede desplegar su atención a los
fenómenos que lo circundan debido al sentido de la utilidad. ¿Para qué sirve eso?
(se pregunta) para asimilar con rapidez nociones naturales y lingüística. Nada de
lenguaje o lecciones teóricas, se debe aprender mediante la actividad en sí,
además usar el lenguaje y la lectura. Además para probar su aprendizaje sugiere
resolver problemas mediante la deducción de acuerdo claro a conocimientos
previos. Emilio es en este caso una representación de un niño que ejecutar toda
clase de trabajos manuales y por lo mismo aprende rápidamente cualquier oficio.
Al llegar a la edad de la razón hubo que abrirse camino mediante la facultad de
formular juicios que implican ideas abstractas, de ahí mediante el puro instinto
llegar a la conciencia moral. Es según Rousseau esta etapa la edad de “un
segundo nacimiento”.
El naturalismo Eudemonista, es una doctrina moral cuyo cimiento es que el
principio de toda acción es la felicidad; para Rousseau esto era muy importante en
sus criterios educativos, incluso busca sus fundamentos para la moral en la fe
religiosa, el mismo criterio para el enriquecimiento cultural, para esto es necesario
conocer lo mejor que se pueda los intereses actuales de cada niño, por ejemplo:
no se trata de enseñar la ciencia, sino de que aprendan a apreciarla. Las
finalidades educativas no sólo son internas para cada individuo, sino que son
propias de cada edad: “hay que considerar al hombre en el hombre y al niño en el
niño”.
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