Los
valores
Incluye los
valores en tu
vida, ya que
estos te harán
crecer como
persona.
Promueve
los valores a
todos, para
poder tener
una sociedad
mejor.
Convive con
VALORES
El Rayo de Oriente
El señor Mario trabajaba como boletero en la pequeña
estación de trenes de un pueblo cercano a la ciudad de
Perote, Veracruz. No había demasiados pasajeros,
pero el ferrocarril servía para el transporte de
mercancías de todo tipo. Como no contaba con
suficiente personal él se encargaba de mantenerla
limpia y arreglada. Pintaba las paredes, barnizaba las
bancas y pulía los escalones de granito que llevaban a
los andenes. En ellos los pasajeros abordaban los
vagones del “Rayo de Oriente”, como se llamaba el
ferrocarril que llegaba por ahí. Cuando éste se
acercaba a la estación el señor Mario, con su
impecable uniforme, salía a darle la bienvenida y
saludaba con un abrazo a Don Valentín, el maquinista.
Pero en 1992 todo cambió. Los viajes del “Rayo de
Oriente” se hicieron cada vez más raros y, de repente,
cesaron por completo. Por una decisión del gobierno se
suspendieron todos los viajes de tren a lo largo del país
y las estaciones quedaron abandonadas: desde las
más sencillas hasta la gran estación Buenavista en la
capital de México.
Los empleados fueron liquidados y la gente tuvo
que usar medios de transporte distintos. Después
de un siglo de historia (desde que los inauguró don
Porfirio Díaz) los ferrocarriles se habían ido para
siempre de México.…
La estación de don Mario corrió el mismo destino.
Se vació de pasajeros y del escaso personal. En
dos meses se llenó de polvo y de arañas; sobre las
vías comenzaron a crecer plantas silvestres. Don
Mario la visitaba y veía con tristeza su deterioro.
Pero una mañana que se hallaba allí sintió en el
rostro el golpe de un rayo de sol que entraba por la
ventana y tuvo la corazonada de que el tren iba a
regresar a la estación. Pensó que si el maquinista la
hallaba en mal estado no se detendría y planeó
hacerse cargo de la situación.
Todos los días llegaba en su antiguo horario y
reparaba los desperfectos.
La gente le decía que estaba loco, que el tren
no iba a volver. “Pero qué tal si vuelve y no
estamos preparados” respondía él mientras
enceraba el piso. Un domingo por la tarde
dormitaba en su lugar de boletero cuando
escuchó la inconfundible marcha del tren
sobre las vías. Se incorporó y se miró al
espejo para comprobar que todos los detalles
de su uniforme fueran perfectos. Cuando salió
al andén vio venir al “Rayo del sur”. Don
Valentín, el maquinista, se asomó por una
ventanilla y le dijo “Veo que todo está en
orden. ¡Ándale Mario, súbete de una vez!”.
Don Mario entró a un vagón y el tren reanudó
su marcha, se alejó y pronto fue sólo un punto
negro en el horizonte.
By: Cecilia Garza Ayala