- 1 -
Farhad Lak
Minipiezas TEATRO
© Copyright - Farhad Lak
www.farhadlak.com
ISBN: 84-607-2282-1 - Depósito Legal: M-22.000-2001
A t e n c i ó n
Este texto es distribuido gratuitamente a través de la página web de Farhad Lak (www.farhadlak.com). No puede ser editado bajo ninguna forma. El autor guarda todos los derechos del manuscrito en
cuestión.
El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación,
interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 2 -
Farhad Lak
Minipiezas TEATRO
Tiempo Perdido Ghalb, una Luz para Ciegos
Triste Historia de un Hombre Triste El Libre Ser
Aquellos Sueños La Intrusa
Todavía Queda Mucho Ser Madre La Infiel
El Encuentro Noche Gris
Adiós Amor Mío El Eterno Instante
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 3 -
Dedicado a ti.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 4 -
INDICE
Nota del autor 5
Tiempo Perdido 8
Ghalb, una Luz para Ciegos 17
Triste Historia de un Hombre Triste 25
El Libre Ser 33
Aquellos Sueños 41
La Intrusa 51
Todavía Queda Mucho 58
Ser Madre 65
La Infiel 74
El Encuentro 82
Noche Gris 90
Adiós Amor Mío 98
El Eterno Instante 106
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 5 -
"Malgasté el tiempo
y ahora el tiempo me malgasta a mí"
William Shakespeare
Nota del Autor
Me he pasado la vida robándole minutos a mi reloj, aprovechando las horas,
ganando tiempo para poder hacer más cosas, y ahora, éste vengativo tiempo se está
cobrando todas las deudas que tengo con él, me cobra casi la vida que me queda sólo
por quedar por encima, cada hora que disfruto él se cobra todo un día, y supongo que
todo es culpa mía, no tuve que haber intentado ganar tiempo, ganarle al tiempo. Y es
que es algo más abstracto e irreal de lo que pueda ser nuestra propia existencia, que
es demostrada gracias a que los demás nos perciben. El tiempo, totalmente intangible
a la vez que perfectamente contable, guía nuestras vidas marcando incluso el
momento en el que debemos amar, en el que debemos dejar el amor y despedirnos
de nuestro ser amante. El tiempo nos marca el día de nuestra muerte al igual que
señaló el de nuestro nacimiento. El tiempo se sucede por igual en todos los relojes
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 6 -
del mundo, pero jamás coincide con las gentes que lo llevan en la muñeca, el bolsillo
o incluso en las paredes de sus casas. Siempre un reloj nos vigila avanzando
implacablemente. Y cuántas veces hemos tenido que interrumpir una conversación
con un amigo frente a un café y abandonar nuestros asientos cuando el tiempo lo
estima oportuno, y cuántas otras el tiempo nos ha robado un beso o un abrazo que ya
jamás volverán, cuántas veces el tiempo se nos hace absurdo. Yo quisiera tiempo para
observarte eternamente, perder mi mirada en la tuya sin que tú la desvíes al reloj, que
pase de todo pero que no pase el tiempo, que se detenga en todo el mundo. Yo
quisiera darte mil besos y hacerlo tan sólo en un segundo para así tener más tiempo
para seguir besándote, yo quisiera que nunca llegase la hora de despedirse, la hora de
tener que irse a dormir, la hora que perdemos por creer que esa hora es importante.
Yo quisiera un segundo de margen, no sé qué haría con él, pero lo tendría siempre y
siempre tranquilo perdería el tiempo en cogerte de la mano y pasear sin
preocupaciones, olvidando que el tiempo existe. Escribiría un año entero sin parar y
el tiempo me esperaría, viajaría a otro lugar y el tiempo me acompañaría, me lanzaría
al mar para intentar al tiempo ahogar... Quisiera que cuando la muerte me llegue
nadie juzgue el tiempo que viví sino lo que hice en vida, quisiera no tener que contar
los años que me acercan a mi extinción sino disfrutar los momentos que aún me
quedan de vida, cuando llegue mi hora que no sea hora mía sino el fin y nada más.
Quisiera no arrepentirme del tiempo perdido, del tiempo pasado, del tiempo que no
regresa, y olvidando que existen los días alzar los brazos y gritar, disfrutar de la
soledad o amar en una vida atemporal. Quisiera poder afirmar que el tiempo no
existe, que nosotros lo hemos inventado y que ya no lo podemos remediar. Y no
quiero tener prisas ni tampoco esperar, tan sólo quiero tiempo para pensar en el
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 7 -
tiempo. Si realmente el tiempo no existiera, todos podríamos ser lo que quisiéramos,
y nuestro único temor podría ser encontrarnos un reloj que nos despierte por la
mañana, recordándonos que se acabó el tiempo de soñar, que ya ha amanecido y de
nuevo toca vivir la realidad. Pero como el tiempo sí existe, no nos queda más remedio
que aprovecharlo, vivir cada uno de sus segundos con toda la intensidad que
podamos, hacer corduras y hacer locuras, hacer que incluso despiertos soñemos y
dormidos vivamos.
Farhad Lak
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 8 -
Tiempo Perdido
En el escenario, cualquier decorado o ninguno. Es una casa, puede ser salón o
dormitorio. Hay un sillón en el que está Celia durmiendo, Fernando está sentado en una silla
observándola a ella. Celia abre suavemente los ojos.
FER.- ¿Ya te has despertado?
CELIA.- Sí. ¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo he dormido?
FER.- No sé, la verdad es que no sé cuánto tiempo llevo observándote, ni sé la hora
que es. Lo siento.
CELIA.- No te preocupes, ¿importa la hora?
FER.- Supongo que no, pero... ¿y el tiempo?
CELIA.- El tiempo no importa, da igual.
FER.- Yo creo que no, el tiempo es muy importante.
CELIA.- ¿Tú crees?
FER.- Claro que sí. Es muy importante aprovecharlo.
CELIA.- Entonces el tiempo que he pasado dormida ¿lo perdí? Y el tiempo que has
estado sentado observándome ¿perdido?
FER.- No, ese tiempo no. Pero el tiempo que hemos estado separados, todo el tiempo
que no he sabido de ti.
CELIA.- ¿Lo has perdido?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 9 -
FER.- Bueno, he hecho muchas cosas, he llegado a triunfar, he conseguido que la
mayoría de mis sueños se cumpliesen, he logrado llegar muy cerca de la libertad y la
felicidad. Pero creo que sí, lo he perdido por no haber conseguido que tú estuvieras a
mi lado.
CELIA.- Ahora lo estoy.
FER.- Ahora mismo, sí. Pero todos estos años que te he estado soñando, escribiendo,
en fin, todos estos años que he vivido por volverte a ver. Creo que a tu lado lo
hubiera aprovechado mejor.
CELIA.- ¿Y antes de conocerme? También hubo años de tu vida en los que aún no me
conocías. ¿También tiempo perdido?
FER.- Todo el tiempo es perdido, toda mi vida perdida excepto, claro, ese breve
tiempo que pasamos juntos ¿recuerdas?
CELIA.- ¿Cómo no iba a recordarlo? Esos cafés hasta el amanecer, esas horas y horas
de conversación sin fin.
FER.- Esos paseos por toda la ciudad, por la noche cuando todo el mundo dormía,
nosotros dos juntos...
CELIA.- Esas risas, esos momentos en los que nada importaba excepto seguir juntos.
FER.- Y la excusa, un café, un licor, un té con hielo y limón. ¿Recuerdas?
CELIA.- Claro que recuerdo.
FER.- ¿Qué paso después?
CELIA.- No sé lo que pasó, un día no nos vimos, al otro tampoco, y luego supongo que
nos acostumbramos a vivir sin el otro.
FER.- Yo no. Jamás perdí la esperanza de volvernos a ver. Siempre esperé por ver si
volvías. Nos besamos ¿no?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 10 -
CELIA.- Sí, nos besamos en una ocasión, después de mucho tiempo juntos.
FER.- Fue esa la última vez que nos vimos, cuando nos besamos.
CELIA.- ¿Sí? ¿Fue esa la última vez?
FER.- Sí, he pasado todos estos años preguntándome si fue ese beso el culpable de
nuestra separación, pensando si valió la pena cambiar tu compañía amiga por tu
recuerdo amante.
CELIA.- Y ahora ¿qué te gustaría más?
FER.- Tu presencia.
CELIA.- ¿Amiga?
FER.- Me da igual, amiga o no, prefiero tener tu presencia.
CELIA.- ¿Incluso mi presencia amiga?
FER.- Sí, es mejor que tu ausencia. Si pudiera, cambiaría ese beso por todos estos
años de ausencia. No valió la pena, no la valió pero creo que fue el mejor beso de
toda mi vida, el único beso que realmente expresaba sentimientos, expresaba
eternidad, expresaba... creo que sí valió la pena, aún siento en mis labios ese beso.
CELIA.- ¿Y ahora? ¿Qué prefieres? ¿Un beso y mi ausencia o mi presencia por muchos
años?
FER.- No sé, quisiera las dos cosas, tu presencia y tu beso, tus besos, tu amor... Te
quiero Celia.
CELIA.- ¿Pero si tuvieras que elegir?
FER.- Si tuviera que elegir... Elegiría tu presencia amiga, y al final un beso, sí, al final el
beso.
CELIA.- ¿Al final? ¿Qué final?
FER.- Justo antes de morir. Sería perfecto, vivir a tu lado y morir con un beso tuyo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 11 -
CELIA.- ¿Eso es lo que quieres?
FER.- No sé. ¿Tú qué quieres?
CELIA.- ¿Yo? No sé lo que quiero.
FER.- Sí sabes lo que quieres, dímelo.
CELIA.- ¿Cambiaría algo si supieras lo que quiero?
FER.- Claro que sí. Si supiera lo que quieres... dedicaría mi vida a ofrecerte eso.
CELIA.- Entonces es mejor que no sepas lo que realmente quiero.
FER.- Insisto. Quiero saberlo.
CELIA.- Está bien, tú lo has querido.
FER.- Sí, lo quiero, dímelo.
CELIA.- Yo no quiero estar a tu lado.
FER.- ¿Cómo?
CELIA.- Por mí, te daría un beso y me iría para siempre de tu vida.
FER.- ¿Por qué?
CELIA.- Hace muchos años, llegaste a ser mi mejor amigo, casi un amigo imaginario.
Te veía por las noches, todas las noches, hasta las seis de la mañana me hablabas y me
escuchabas, reías y yo reía, de día ninguno sabía de la vida del otro a excepción de lo
que nos contábamos por la noche. Caminábamos por las calles, por todas las calles de
la misma ciudad que de día estaba repleta de gente, gente que dormía por las noches,
gente por todas partes, y yo pensando en lo bonito que eran esas mismas calles
cuando tú y yo las compartíamos, y esperaba que de nuevo llegase la noche, o la
tarde, en fin, esperaba que llegase la hora de verte y convertirse mi vida en un sueño,
en una fantasía nocturna tan sencilla como hablar y pasear, reír y escuchar. ¿Lo
entiendes ahora?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 12 -
FER.- No. Si tanto bien te hacía, igual que a mí, ¿no sería mejor volver a vivir esos
sueños de juventud, de hace tantos años?
CELIA.- No, ahora creo que prefiero el beso.
FER.- El beso, es cierto que fue un beso maravilloso, tus labios junto a los míos fue lo
mejor que me ha sucedido en toda la vida, tal vez yo también prefiera repetir ese
beso, aún a costa de no volverte a ver.
CELIA.- ¿Prefieres eso?
FER.- La verdad es que no, sigo insistiendo en pedirte que te quedes a mi lado. Pero
quisiera las dos cosas.
CELIA.- ¿Y si fuera imposible?
FER.- ¿Por qué ha de serlo?
CELIA.- Por ser incompatibles.
FER.- No lo son. Vamos a intentarlo, te lo demostraré, podemos estar juntos de
nuevo, vivir como vivíamos y además amarnos abiertamente, besándonos.
CELIA.- No puede ser. Lo que hacía perfecta nuestra relación era pasarnos todos los
días esperando a la noche, esperando vernos de nuevo, esperando besarnos.
FER.- Sí, y pasarnos todas las noches mirándonos a los ojos, a los labios, pidiendo con
nuestros sordos gritos un beso. Y así hasta el amanecer, soñando que saldría el sol y
seguiríamos juntos, tus labios pegados a los míos.
CELIA.- ¿Tú crees que si nos hubiéramos besado el primer día, habría sucedido todo
lo demás?
FER.- No sé. Pero después de habernos besado podríamos haber intentado seguir.
CELIA.- ¿Ves como no fue así? Nos besamos y fue la última vez que nos vimos. ¿Eso
no te dice nada?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 13 -
FER.- Sólo me dice lo equivocados que estuvimos.
CELIA.- ¿Al besarnos?
FER. No, al no haber seguido con nuestra perfecta relación.
CELIA.- ¿Nuestra relación?
FER.- Sí, nuestra relación. ¿Por qué te marchaste?
CELIA.- ¿Yo? Yo no me marché a ningún lado.
FER.- Pero lo nuestro se acabó, no he vuelto a verte desde aquella noche, la del beso.
Y hoy, regresas de nuevo cuando ya tengo el alma anciana, mis pelos son sólo canas y
mi cara llena de arrugas. De nuevo aquí recordándome cuando tenía sólo veinticinco
años. No entiendo qué interés tienes ahora en hacer que me arrepienta por estos
cuarenta años sin ti, yo a punto de llegar a los setenta y tú... ¿tan joven?
CELIA.- Tú no eres viejo, sigues siendo aquel muchacho de veinticinco años que yo
conocí hace casi medio siglo.
FER.- Yo sí soy viejo, mira mi cara, mírame las manos.
CELIA.- La misma cara, las mismas manos.
FER (mira sus manos).- ¿Cómo? No tengo arrugas en las manos (se toca la cara) y mi cara
es de nuevo joven. ¿Tan feliz me ha hecho tu presencia? ¿He rejuvenecido?
CELIA.- ¿Ves como no ha pasado tanto tiempo? Realmente lo bueno del tiempo es
que puedes perder todo el que quieras, siempre hay más.
FER.- No, el tiempo perdido no regresa. Estos cuarenta años sin ti...
CELIA.- Pero, de nuevo tenemos veintitantos, ahora podemos aprovechar el tiempo.
FER.- ¿Te quedas? ¿Volvemos a intentar vernos todos los días?
CELIA.- No. Creo que será mejor un beso, igual que aquel maravilloso beso.
FER.- ¿Y no volver a verte?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 14 -
CELIA.- Y no volver a verme. ¿Aceptas?
FER.- ¿No es un precio muy caro el que tendré que pagar por ese beso?
CELIA.- Eso lo decides tú.
FER.- ¿No volver a verte jamás por tan sólo un beso? ¿Un beso como aquel beso que
pensé que jamás se repetiría? Sí, acepto.
Celia se acerca a Fer y se besan. Un beso corto.
FER (a punto de llorar).- Maravilloso. Por favor, no te vayas de mi lado.
CELIA.- Tiene que ser así.
FER.- ¡Dios mío! ¿Por qué eres tan joven? ¿Tan jóvenes los dos? ¿Tan perfecto el
beso? ¿Tan...? Como en un sueño.
CELIA.- Un sueño.
FER.- ¿Cómo?
CELIA.- Un sueño, querido Fer, nada más que un sueño tuyo.
FER.- ¿Un sueño? ¿Estoy soñando? No puede ser.
CELIA.- Sí, nunca ha sido más que un sueño.
FER.- ¿Cómo puedes estar tú en mi sueño? ¿Soñamos los dos a la vez?
CELIA.- No, amor mío, no. Yo soy... yo no soy más que tu sueño. Tu sueño de joven y
tu sueño ahora, que regresa a ti.
FER.- Entonces... cuando despierte ¿te volverás a marchar?
CELIA.- No, yo seguiré aquí. El que se va eres tú.
FER.- No quiero dejarte, quiero estar siempre a tu lado, como antes.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 15 -
CELIA.- Antes no estábamos siempre juntos, sólo por las noches, cuando estabas
durmiendo.
FER.- No puede ser, el beso era tan real, tan verdadero, tan... es cierto, como si fuera
un sueño, tú, mi sueño. Pues mi triste vida la he pasado buscándote sin saber que
para verte sólo tenía que cerrar los ojos y soñarte.
CELIA.- Adiós.
FER.- Volveré a dormir ahora mismo, tomaré todas las pastillas del mundo para
dormir a todas horas, es más, me mataré para vivir a tu lado.
CELIA.- No lo hagas, después de esta noche yo ya habré desaparecido de tus sueños.
¿Recuerdas el beso?
FER.- Claro que sí, recuerdo los dos besos.
CELIA.- Pues esta noche es igual que aquella noche que nos besamos por primera vez,
esta noche de nuevo toca despedirse.
FER.- No podré aguantarlo, ¿por qué no podré soñarte más? Antes no sabía dónde
buscarte, pero ahora sí que lo sé. Da igual lo que digas, seguiré durmiendo hasta
encontrarte de nuevo, lo juro. Tú eres mi vida, siempre has sido la razón de mi vida,
no te dejaré marchar.
CELIA.- Dices eso porque estas dormido, eres tan agradable cuando estás dormido,
tan divertido, quisiera haber existido, haber sido de carne y hueso para amarte toda la
vida, para soñar juntos los dos en la misma cama, todas las noches, durante toda
nuestra vida. Habría sido perfecto.
FER.- Bueno, no te marches si me despierto, volveré enseguida, me dormiré como
sea, haré lo imposible por volver a dormirme y regresar a tu lado. ¿Me esperas?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 16 -
CELIA.- Yo te espero, pero sé que no volverás. Tú no me quieres como un sueño.
Siempre me has amado por creerme realidad. Adiós amor mío.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 17 -
Ghalb, una Luz para Ciegos
Una sala vacía, un hombre y una mujer durmiendo en el suelo cada uno a un lado. Él
despierta, descubre que no ve nada, está ciego.
ANGEL.- Hola, ¿hay alguien?
Ella despierta sobresaltada por la voz, está aturdida, no sabe dónde está.
GHALB.- Sí, ¿dónde estamos?
ANGEL.- No lo sé, no veo nada.
GHALB.- ¿Cómo?
ANGEL.- Por favor, ayúdeme.
GHALB.- Sí, un momento, ya voy.
Ghalb se acerca a Ángel, le ayuda a levantarse.
ANGEL.- Muchas gracias. ¿Dónde estamos?
GHALB.- Realmente no lo sé. Estaba dormida, me despertó su voz.
ANGEL.- Yo también estaba dormido. ¿Qué ve?
GHALB.- Nada.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 18 -
ANGEL.- ¿Estamos acaso ciegos?
GHALB.- No, yo le veo a usted, y éste lugar.
ANGEL.- ¿Qué lugar es éste?
GHALB.- No sabría decirle. El suelo es firme y liso, no hay paredes.
ANGEL.- ¿Y más allá?
GHALB.- Nada, es como un desierto, todo igual, a cualquier lado que mire veo el
horizonte. Lo único que nos rodea es la lejana línea donde el cielo se junta con la
tierra.
ANGEL.- ¿Nada más?
GHALB.- Absolutamente nada, el cielo es azul, completamente azul, todo igual.
ANGEL.- ¿Y el sol?
GHALB.- No veo el sol.
ANGEL.- Pero ¿hay luz?
GHALB.- Sí, pero no hay ningún foco, viene del cielo.
ANGEL.- ¿Tenemos sombra?
GHALB.- Sí, varias.
ANGEL.- ¿Y quién es usted?
GHALB.- No hace más que preguntar, me llamo Ghalb ¿y usted?
ANGEL.- Disculpe si he preguntado demasiado, pero no me acostumbro a no poder
ver nada, además, en un lugar así, y... con una desconocida.
GHALB.- No se preocupe, estoy en su misma situación.
ANGEL.- Con la diferencia de poder ver.
GHALB.- No crea, le atormentaría ver éste inmenso vacío, tiene usted más suerte que
yo. ¿Cómo se llama?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 19 -
ANGEL.- Ah, sí, mi nombre es Ángel. Ya no recuerdo el suyo, ¿cómo me ha dicho?
GHALB.- Ghalb.
ANGEL.- Qué nombre más extraño, ¿de dónde es?
GHALB.- Realmente no lo sé. Sólo sé que significa corazón.
ANGEL.- Muy bonito, lamento no poder verla, sin duda usted tiene que ser preciosa.
GHALB.- ¿Por mi nombre?
ANGEL.- Y por su dulce voz... disculpe mi atrevimiento.
GHALB.- No, por favor, no hay nada que disculpar. Tutéeme.
ANGEL.- Gracias, tú también a mí, me haces muy mayor tratándome de usted.
GHALB.- De acuerdo. ¿Qué podemos hacer?
ANGEL.- No sabría... ¿ves algo que sea diferente al resto?
GHALB.- Nada de nada. Creo que lo mejor será que permanezcamos aquí, en el mismo
lugar, por si acaso.
ANGEL.- Pero ¿qué nos puede suceder? ¿Acaso pasará alguien por aquí? ¿Tenemos
agua y comida para subsistir? ¿Qué camino hemos tomado para llegar aquí?
GHALB.- ¿Acaso... es posible que estemos muertos?
ANGEL.- No, es imposible, habría más gente, algún mensaje... no sé.
GHALB.- Además, en caso de estar muertos no conservaríamos nuestros cuerpos. Al
tocarte, te he sentido, eso es que estamos vivos.
ANGEL.- Tienes razón. Bueno, ya sabemos al menos que de momento estamos vivos.
Pero ¿cómo sabemos que muertos no sentiríamos nada? Si nunca hemos estado
muertos.
GHALB.- También es verdad, pero a ver... si yo estaba durmiendo tranquilamente en
mi cama... no puedo haber muerto. ¿Y tú?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 20 -
ANGEL.- Yo estaba trabajando, en la oficina, por la noche. Ah... estaba muy cansado y
tal vez me quedé dormido en el sillón. Soy economista ¿y tú?
GHALB.- Yo soy... bueno, no soy nada.
ANGEL.- Eso no puede ser, alguna profesión tienes que tener ¿no?
GHALB.- No tengo ninguna profesión, no lo necesito.
ANGEL.- Claro, tienes una familia adinerada que cubre tus necesidades.
GHALB.- No tengo familia, tampoco tengo más necesidades que la de dormir.
ANGEL.- Bueno, y comer, beber... y posiblemente hablar, sentirte amada, no sé, la
gente tiene otras necesidades.
GHALB.- Realmente yo no las tengo, aunque sí tienes razón, necesito sentirme amada,
pero eso nunca ha sido un problema. Jamás me ha faltado el amor.
ANGEL.- Ya entiendo, estas casada y es tu marido el que trabaja, así él puede
mantenerte.
GHALB.- ¿Casada? No.
ANGEL.- Pues eso, que vives con tu novio.
GHALB.- No tengo novio.
ANGEL.- ¿Una novia tal vez?
GHALB.- Tampoco, no tengo pareja, ni podría tenerla.
ANGEL.- ¿Amor libre?
GHALB.- Sí, amor libre, como lo es el aire.
ANGEL.- Pero ¿puede eso satisfacer los sentimientos?
GHALB.- Sería muy egoísta que yo pensase en satisfacer mis sentimientos.
ANGEL.- No te entiendo, ¿quién eres?
GHALB.- Sigo siendo yo, Ghalb. ¿Recuerdas? Corazón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 21 -
ANGEL.- Sí, recuerdo, pero ¿quién eres para no necesitar alimentos ni satisfacer tus
sentimientos?
GHALB.- Simplemente yo, nada más que eso.
ANGEL.- Quisiera tanto poder ver tu rostro, ver tus ojos... no sé... conocerte.
GHALB.- Ya me conoces, ¿realmente necesitas verme?
ANGEL.- Te imagino preciosa. Sólo intentar hacerme una idea de cómo tiene que ser
tu sonrisa... me hace desfallecer. Realmente ¿Existes?
GHALB.- ¿Existes tú?
ANGEL.- Yo sí, lo sé, tú confirmas mi existencia.
GHALB.- Entonces, tu confirmas la mía.
ANGEL.- Cierto, si no estuvieras tú aquí, podría incluso dudar de mi propia existencia,
aquí solo, sin poder ver nada, sin ningún ruido, no hace ni frío ni calor. Igual que tú, si
no estuviera yo.
GHALB.- No, si tu no estuvieras yo no existiría.
ANGEL.- ¿Cómo puedes decir eso?
GHALB.- Sé que sin tu presencia, la mía no tendría razón de ser.
ANGEL.- ¿Qué hora será?
GHALB.- ¿Qué?
ANGEL.- La hora, el tiempo... no sé cuánto tiempo llevamos aquí.
GHALB.- Ah, el tiempo. No sé. No entiendo el significado real del tiempo. ¿Puedes tú
explicármelo?
ANGEL.- Sí, claro. El tiempo es el paso de... del tiempo. A ver, el tiempo es... no sabría
decírtelo exactamente. Veamos, existen los años, días, horas, meses y demás medidas
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 22 -
que sirven para saber el tiempo que pasa. Por ejemplo, desde que llegamos aquí hasta
ahora, ha pasado el tiempo.
GHALB.- ¿Tú lo has visto?
ANGEL.- No, el tiempo no se ve, simplemente existe, sucede.
GHALB.- Y ¿con qué finalidad?
ANGEL.- Supongo que la de hacerte ser consciente del tiempo que te queda por vivir.
GHALB.- ¿Qué?
ANGEL.- Nuestra existencia es limitada, y el tiempo existe eternamente para
indicarnos cuándo se acaba nuestra presencia en la tierra.
GHALB.- ¿El tiempo pasa hagas lo que hagas?
ANGEL.- Sí, a la misma velocidad, sin pausa, y no se puede hacer nada para detenerlo.
Es por eso que hay que aprovecharlo.
GHALB.- ¿Cómo se aprovecha el tiempo?
ANGEL.- Supongo que utilizándolo cada instante, no dejando que pase sin hacer nada.
A veces, uno tiene la sensación de que el tiempo pasa más rápido cuando lo estás
disfrutando, cuando eres feliz o lo pasas bien. Y contrariamente, cuando uno se
aburre, espera o lo pasa mal, parece que la velocidad del tiempo es menor.
GHALB.- En tal caso... se puede aprovechar más si uno lo pasa mal, así la sensación es
la de haber vivido más ¿no?
ANGEL.- Todo lo contrario. Es preferible que la vida pase fugazmente, cuanto más
rápido es que más feliz has sido. Una vida que a uno se le hace larga, es pesada, y por
lo tanto no vale.
GHALB.- ¿Y tú eres feliz? ¿Es corta tu vida?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 23 -
ANGEL.- Sí, soy feliz, mi vida es ahora perfecta, no sé cuanto tiempo ha pasado, y
realmente ya no me interesa saberlo, ahora mismo me siento tan bien... Parece que ha
sido un instante el tiempo que llevamos hablando, podría perfectamente ser toda mi
vida la que llevamos hablando.
GHALB.- Ya entiendo, quieres morir ahora.
ANGEL.- No, nada de eso, quisiera estar eternamente aquí.
GHALB.- ¿Es eso posible? ¿Puede uno estar eternamente?
ANGEL.- No, nadie lo decide... Pero ¿quién eres? ¿De dónde vienes?
GHALB.- Soy Ghalb, ¿ya lo has olvidado?
ANGEL.- No, eso no lo he olvidado, jamás podría olvidarlo, sólo quiero saber más
sobre ti.
GHALB.- Ya lo sabes todo sobre mí, ya sabes mi nombre.
ANGEL.- ¿Es tu nombre lo único que puedo saber de ti?
GHALB.- No hay nada más que saber.
ANGEL.- Tal vez tu historia, tu vida. Eres misteriosa, ¿Cómo puedes no conocer el
tiempo?
GHALB.- Sí lo conocía, pero nadie me lo había explicado, siempre he oído hablar a la
gente del tiempo, siempre preocupados por él. Nunca he podido sentir el tiempo, ¿se
siente?
ANGEL.- No. ¿Crees que me quedaré ciego para siempre?
GHALB.- No lo sé, ¿lo quieres tú así?
ANGEL.- ¿Seguirás tú a mi lado?
GHALB.- Si tú lo quieres. Yo seré tu luz.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 24 -
ANGEL.- No quiero más luz que la que tú me ofreces, no quiero ver más que tus
palabras en mi oído.
GHALB.- ¿No quieres recuperar la vista? ¿No quieres ver mis ojos? ¿Mis labios?
ANGEL.- No, tan sólo quiero la luz de tu compañía. ¿Eres tú un ángel?
GHALB.- No, ese es tu nombre. Yo soy Ghalb.
ANGEL.- Entonces, ¿qué eres tú, Ghalb?
GHALB.- No soy más que la voz de tu corazón.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 25 -
Triste Historia de un Hombre Triste
En un apartamento, una mujer anciana sentada en su sillón. Suena la puerta pero ella
no se inmuta, el timbre suena unas cuantas veces más hasta que la ancianita se levanta y abre
la puerta. Tras ella un señor con aspecto de mendigo, también mayor, muy descuidado y con
un aspecto triste. Se observan, él sonríe, ella sigue mirando.
ANCIANA.- ¿Puedo ayudarle en algo?
MENDIGO.- Sí, puedes.
ANCIANA.- Dígame entonces cómo. Tal vez tenga usted hambre.
MENDIGO.- Hace tres días que no como nada.
ANCIANA.- Lo vi en su mirada.
MENDIGO.- Pero no tengo hambre.
ANCIANA.- Entonces ¿en qué le puedo ayudar?
MENDIGO.- Tan sólo dame conversación.
ANCIANA.- ¿Quiere usted conversación?
MENDIGO.- Por favor, llámame por mi nombre.
ANCIANA.- Cuando usted me lo permita. Pero antes, dígame cómo se llama.
MENDIGO.- ¿Es cierto que no me reconoces?
ANCIANA.- Lo siento, creo que no le conozco. ¿Cómo se llama?
MENDIGO.- No, si tú no lo recuerdas, entonces ya no tengo nombre.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 26 -
ANCIANA.- Yo me llamo...
MENDIGO.- No me lo digas, he pasado cuarenta años intentando olvidarlo.
ANCIANA.- ¿Ya no lo recuerda?
MENDIGO.- Sí lo recuerdo, lo he tenido presente toda mi vida.
ANCIANA.- Pero, buen hombre, no se quede en la puerta. Adelante.
MENDIGO.- Si no me recuerdas, ¿cómo me dejas entrar en tu casa?
ANCIANA.- Usted me da buenas vibraciones, igual que si ya le conociera.
MENDIGO.- Y me conoces.
ANCIANA.- Bueno, eso lo dice usted.
MENDIGO.- ¿Recuerdas cuando tenías veintitrés años?
ANCIANA.- Sí, recuerdo esa edad. ¡Qué bonito tiempo!
MENDIGO.- ¿Qué recuerdas de entonces?
ANCIANA.- Creo que todo... sí, recuerdo todo.
MENDIGO.- ¿Recuerdas haberte enamorado?
ANCIANA.- Muchas veces en mi vida me enamoré.
MENDIGO.- Pero ¿y a los veintitrés años?
ANCIANA.- No sé... déjeme pensar...
MENDIGO.- ¿Tal vez de un chico con el pelo oscuro?
ANCIANA.- No sé. ¿Oscuro? ¿Sus cabellos? Ah... ¿sí? ¿Eran oscuros?
MENDIGO.- Sí.
ANCIANA.- Usted qué sabrá... pero sí, ha acertado, tenía el pelo negro, ya recuerdo.
MENDIGO.- ¿Y su nombre?
ANCIANA.- Recuerdo su nombre, no lo he pronunciado en tantos años... es curioso.
MENDIGO.- ¿El qué?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 27 -
ANCIANA.- Yo estaba muy enamorada, creo recordar. Y él estaba... sí, él estaba
igualmente enamorado de mí. (Sonriendo) Es cierto, estábamos enamorados.
MENDIGO.- ¿Qué paso luego?
ANCIANA.- Él se marchó.
MENDIGO.- ¿Él?
ANCIANA.- ¿O fui yo? Fui yo, ¿me marché? No, pero recuerdo que habíamos quedado
un día, era por la tarde, no me presenté.
MENDIGO.- ¿Tal vez algún plan mejor?
ANCIANA.- No, estuve... da igual dónde estuviera, pero no fui.
MENDIGO.- ¿Qué pasó con él?
ANCIANA.- No lo sé, no volví a tener noticias suyas, de la noche a la mañana, nos
desconocimos, desapareció.
MENDIGO.- ¿No probaste ir a ver si aún te estaba esperando en donde habías
quedado con él?
ANCIANA.- No. No volví a pensar en ello, se acabó.
MENDIGO.- ¿Se acabó? ¿Por?
ANCIANA.- ¿Nunca le han dicho a usted que es muy entrometido? ¿No tenía hambre?
MENDIGO.- Ya te he dicho que no.
ANCIANA.- A propósito, ¿quién le ha dicho que pudiera tutearme?
MENDIGO.- ¿Aún no te has dado cuenta?
ANCIANA.- Pero ¿le conozco? Me habla con demasiada confianza, me está asustando.
MENDIGO.- Sí, me conoces, bueno, ahora me desconoces.
ANCIANA.- Pues si no le conozco, no sé qué hace usted en mi casa.
MENDIGO.- Pero... casi digo tu nombre.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 28 -
ANCIANA.- Usted no puede decir mi nombre, yo nunca se lo he dicho, no lo sabe.
MENDIGO.- Pero... ¿tanto has sufrido? ¿tanto has envejecido?
ANCIANA.- Es usted muy grosero, ¿me está llamando vieja? Ni que no lo supiera, pero,
¿se ha visto usted en un espejo? Está hecho un asco.
MENDIGO.- ¿No me recuerdas?
ANCIANA.- Ah... sí, ya le recuerdo, ¿no se sienta usted por las noches en la calle a
mendigar? Pues que sepa que no me parece muy bien, asusta a la gente.
MENDIGO.- No, hoy es el primer día que estoy en ésta ciudad.
ANCIANA.- Es verdad, no me sonaba mucho su cara.
MENDIGO.- Por favor, haz memoria, inténtalo.
ANCIANA.- No me está gustando su comportamiento, creo que no le daré nada de
comer.
MENDIGO.- Te estuve esperando allí en la calle, horas y horas. Te esperé de pié hasta
que desfallecí, no sé si por cansancio, hambre o tal vez por tantas horas sin apenas un
vaso de agua.
ANCIANA.- Entonces ¿tiene usted sed?
MENDIGO.- Desperté en el hospital, y nada más abrir los ojos corrí hacia la plaza,
temiendo que hubieras llegado y que yo no estuviera. Pero no estabas allí.
ANCIANA.- ¿Está hablando ahora de mí?
MENDIGO (más triste aún si cabe, dolido).- No, señora, estaba hablando de una persona
a la que conocí, de la que me enamoré.
ANCIANA.- Ah, disculpe, ya creía yo que usted estaba loco.
MENDIGO.- No, no se preocupe, no hablaba de usted. (Sorprendido) ¡Un momento!
ANCIANA.- ¡Qué! Me ha asustado con su grito.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 29 -
MENDIGO (melancólico).- No, nada, por un instante creía haberla encontrado.
ANCIANA.- ¿A mí? Pero si está usted en mi casa, estaría bueno que no me encontrara.
MENDIGO.- No, creí que había encontrado a la persona de la que le estaba hablando.
ANCIANA.- ¿Por algo que dije?
MENDIGO.- Exacto. Cuando ha dicho que pensaba que yo estaba loco, creí reconocer
esa frase, o una muy parecida que ella me decía muy a menudo.
ANCIANA.- Ah, usted creía que había alguien más en la casa. No se preocupe, no hay
nadie.
MENDIGO.- No, su voz me recordó... nada, no tiene importancia. Sí creía que había
oído a alguien hablar.
ANCIANA.- Pues le aseguro que no hay nadie.
MENDIGO.- Bueno, señora, perdone las molestias, me marcho.
ANCIANA.- ¿Tan pronto? ¿No se queda a merendar?
MENDIGO.- No, había venido buscando a alguien que ya no sé dónde está.
ANCIANA.- Tal vez, los vecinos sepan algo, puede usted preguntarles.
MENDIGO.- No, era en ésta casa donde tenía que encontrarla.
ANCIANA.- Pero si ya le he dicho que vivo sola.
MENDIGO.- Claro, tiene usted razón, vive sola. Da igual, ella ya no vive aquí, o al
menos ya no me reconoce.
ANCIANA.- La verdad es que se le ve con mucha hambre, y si viene usted del hospital,
tiene que estar muy hambriento, ¿le hago un bocadillo?
MENDIGO.- No, en el hospital estuve hace cuarenta años.
ANCIANA.- Mi médico dice que hay que hacerse un chequeo cada dos meses, sobre
todo a estas edades. Hágame caso, cuarenta años sin ir al médico es mucho tiempo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 30 -
MENDIGO.- Sí, tiene usted razón, es mucho tiempo.
ANCIANA.- ¿Y el bocadillo? ¿Lo quiere?
MENDIGO.- No, aún la estoy oyendo llamarme loco.
ANCIANA.- ¿Ha oído otra vez esa voz?
MENDIGO.- Sí, en mi memoria. De repente he recordado aquella frase...
ANCIANA.- Y al final, verá cómo se olvida del bocadillo.
MENDIGO.- Es usted muy amable.
ANCIANA.- ¿Habla conmigo?
MENDIGO.- Pues claro, ¿con quién sino?
ANCIANA.- No sé, tal vez con la voz esa que usted oye.
MENDIGO.- A esa voz ya no la puedo hablar.
ANCIANA.- Se le ve muy triste, esa voz tuvo que significar mucho para usted.
MENDIGO.- No, fue simplemente amor.
ANCIANA.- Ah, sólo eso. Ya me estaba yo asustando, creía que sería algo peor.
MENDIGO.- Nada podría haber peor que recordar sus palabras, no poder dormir por
no soñarla.
ANCIANA.- ¿Creía usted que podría soñar con una voz?
MENDIGO.- Apenas puede esa voz reconocer mi cara ahora.
ANCIANA.- ¿Ha cambiado mucho usted?
MENDIGO.- Sigo siendo el mismo loco de siempre, sigo esperándola.
ANCIANA.- ¿Y va a esperar en mi casa? Por aquí no viene mucha gente.
MENDIGO.- No, ya me voy, no se preocupe.
ANCIANA.- Pero antes de irse, deje que le prepare un bocadillo, no tardo nada.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 31 -
Ella se marcha a la cocina, queda el mendigo solo.
MENDIGO.- ¿Cómo puede ser que ya no recuerdes nada? Dios, he pasado toda la vida
esperándote, y cuando por fin decido venir a tu encuentro, ya no estás.
Regresa la anciana con un bocadillo en la mano.
ANCIANA.- ¿Ve qué rápido? Tome, aquí tiene su bocadillo.
MENDIGO.- Se lo agradezco.
ANCIANA.- Así no irá con las manos vacías, ni el estómago. Lamento que no estuviera
aquí esa voz que buscaba.
MENDIGO.- La voz sí está, pero no le acompaña la persona que yo conocí.
ANCIANA.- Bueno, a estas alturas me puedo esperar cualquier cosa, si algún día llama
a la puerta alguien sin voz, le diré que ha estado usted aquí. ¿Le doy algún recado?
MENDIGO.- Tan sólo dígale que sería mucha casualidad.
ANCIANA.- ¿El qué?
MENDIGO.- Ella lo comprenderá.
ANCIANA.- De acuerdo, se lo diré. Claro que... si viene.
MENDIGO.- No creo que vuelva.
ANCIANA.- ¿Volverá usted a su casa? ¿Vivía en una plaza?
MENDIGO.- No, ya no. Ya no espero a nadie. Pasearé por la ciudad recordándola.
ANCIANA.- A lo mejor se la encuentra en algún lado.
MENDIGO.- A lo mejor. Bueno, disculpe las molestias, ya me marcho.
ANCIANA.- Hasta luego señor.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 32 -
MENDIGO.- Hasta siempre.
El mendigo está saliendo de la casa cuando se detiene por un instante y observa por
última vez a la anciana, saca un paquete del bolsillo y se lo ofrece a ella.
MENDIGO.- Ah, casi se me olvida. Tome.
ANCIANA.- ¿Qué es esto?
MENDIGO.- Una promesa que hice.
ANCIANA.- ¿Prometió a alguien que me daría esto?
MENDIGO.- No, le prometí a ella que le escribiría éste libro, déselo si la ve.
ANCIANA.- Cuente con ello.
Él se marcha, queda la anciana sola, regresa a su sillón y se sienta, abre el paquete y
saca de su interior el libro, lo observa y una lágrima nace en su ojo, recorre su mejilla y cae
sobre su regazo.
ANCIANA (leyendo el título del libro).- "Triste Historia de un Hombre Triste" (levanta la
mirada y mira al vacío, con leve sonrisa y una voz suave y tierna exclama) Estás loco, Far.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 33 -
El Libre Ser
En cualquier callejón, Juan (indigente) come un bocadillo sentado en el suelo y rodeado
de cajas de cartón colocadas a modo de cama y refugio, dos bolsas en las cuales lleva todas
sus pertenencias y un palo que utiliza como bastón. Olga camina por el lugar, algo distraída,
y sin querer tropieza con el palo de Juan.
JUAN.- Tenga cuidado señora.
OLGA.- Lo siento, discúlpeme. Ah, señorita.
JUAN.- ¿Qué dice usted?
OLGA.- No, nada, decía que no estoy casada.
JUAN.- Perdóneme si he dado la impresión de estar interesado en su vida, no quiero
saber nada.
OLGA.- ¿Cómo dice? Lo siento de veras, no era mi intención molestarle.
JUAN.- Pues vaya, con o sin intención, me está molestando.
OLGA.- Haga el favor de no ser tan desagradable, ya me he disculpado. Además, la
calle no es suya, puedo si quiero pasear por ella y estar todo el tiempo que quiera, y
cómo no, puedo hablar si me da la gana. Y, si le molesto, se marcha.
JUAN.- ¿Le he hecho yo algo a usted? ¿Me he metido en su casa a insultarla? ¿Acaso le
ofende mi presencia en esta calle? ¿Ensucio su preciosa ciudad? ¿ Cree que soy
menos persona, menos humano o menos ser?
OLGA.- Eh, no, por supuesto que no.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 34 -
JUAN.- Entonces déjeme vivir tranquilo; yo no molesto a nadie, pero ustedes tienen
mucho veneno, aquí lo único que hago es dormir, comer; en fin, no hago más que
vivir sin impedir que nadie pueda vivir. ¿Qué mal he podido hacerle a usted?
OLGA.- No, por Dios. Usted no me ha hecho nada, yo no tenía la intención de hacerle
sentir amenazado. Quisiera, si fuera posible ayudarle, dígame cualquier cosa.
JUAN.- Su mejor ayuda sería marcharse.
OLGA.- Si eso es lo que quiere, me marcho.
JUAN.- Eso quiero.
OLGA.- Muy bien, que tenga usted una buena noche.
Olga se marcha cabizbaja, pasados unos segundos y cuando Juan ha vuelto a
recuperar su solitaria paz, regresa Olga con una leve sonrisa marcada en la cara.
OLGA.- Disculpe.
JUAN.- Esta disculpada, ¿a eso ha vuelto?
OLGA.- No, sólo quería preguntarle si sabe dónde puedo encontrar un taxi.
JUAN.- En éste callejón de ninguna manera.
OLGA.- Claro, ya lo sé, pero se me ha hecho tarde y creo que estoy perdida.
JUAN.- Pues llame desde su teléfono móvil a su casa para que papá venga a recogerla
en su súper cochazo de importación.
OLGA.- ¡Qué gracioso! Pero no ha acertado en nada.
JUAN.- No pretendía acertar, tan sólo me burlaba de su situación.
OLGA.- ¿Me va a ayudar?
JUAN.- ¿Ayudar yo? Claro que sí. ¿Qué puedo hacer por usted?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 35 -
OLGA.- Necesito un taxi.
JUAN.- Lo siento, yo no tengo. Si quiere, puedo ofrecerle un poco de mi vino, un
hueco aquí, junto a mí, el calor de ésta pequeña manta podrida y conversación. Eso es
lo único que tengo.
OLGA.- Se lo agradezco, pero es tarde, he de regresar a casa.
JUAN.- Por aquí no pasa nadie. Cuando hay un fuego, lo apagan los vecinos, y sino,
sigue prendiendo hasta que se apague solo, pero no vienen los bomberos. Los
enfermos tienen que caminar hasta un hospital, o morir sentados en cualquier
esquina, pero no vienen las ambulancias. Los maleantes aquí no temen a la policía,
nunca viene, aunque... tampoco hay maleantes en éste barrio, no hay dónde robar. ¿Y
qué hace usted aquí?
OLGA.- Bueno... es una larga historia...
JUAN.- Yo tengo todo el tiempo del mundo... y sé escuchar.
OLGA.- ¿Y de día?
JUAN.- También sé escuchar.
OLGA.- No, digo que si de día pudiese encontrar un taxi...
JUAN.- Ah, no. Pero sí podría coger el autobús, a partir de las seis y media.
OLGA.- Bueno, no queda mucho. ¿Sigue en pié su oferta?
JUAN.- ¿Cuál? ¿La del vino y la manta? Claro que sí. Siéntese.
OLGA.- Gracias.
JUAN.- Y ahora cuénteme, ¿qué hace usted aquí a estas horas?
OLGA.- Me encontraba muy mal, estaba preocupada y para poder pensar un poco,
comencé a caminar y... acabé aquí.
JUAN.- Bonita historia... y realmente larga.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 36 -
OLGA.- No se ría de mí. Comprenda mi situación. ¿Y usted?
JUAN.- Una larguísima historia, comencé a caminar hace muchos años y al llegar a éste
punto ya estaba cansado y perdido, decidí sentarme a descansar y aquí sigo.
OLGA.- Sigue usted riéndose de mí, por favor, déjelo.
JUAN.- No, realmente fue así... aproximadamente. El comienzo de mi paseo fue por
culpa de una mujer, y tras muchas horas de caminata... encontré este callejón, estaba
cansado así que decidí sentarme a descansar. La paz y la tranquilidad que envuelve a
éste lugar hizo que siguiera sentado varias horas, pensando en todo, en mi vida, en
ella.
OLGA.- ¿La mujer?
JUAN.- Sí, en Esther.
OLGA.- ¿Y qué fue de Esther?
JUAN.- No lo sé, desde aquel día, tan sólo me levanto para ir a por comida y para dar
una vuelta, estirar las piernas y regreso a la noche a éste mismo lugar.
OLGA.- ¿Cuánto tiempo?
JUAN.- No sé exactamente... tal vez dos años.
OLGA.- ¿Y su familia? ¿su casa? ¿su trabajo?
JUAN.- Supongo que ya nada seguirá estando en su sitio, o tal vez todo siga igual.
OLGA.- ¿No siente curiosidad? ¿No echa de menos a la gente?
JUAN.- A veces sí, pero la falsedad del ser humano es tal que prefiero éste rincón del
mundo. Claro que habría sido mejor estar sentado bajo un árbol en medio de un
bosque.
OLGA.- Bueno, ha tenido dos años para poder ir a algún bosque.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 37 -
JUAN.- Sí, pero el simple hecho de perseguir esa quimera me haría tener de nuevo
ambiciones, deseos propios, ser egoísta, y sobre todo, anteponer el bosque a mi
propia tranquilidad.
OLGA.- Pienso que así es usted mucho más egoísta, más conformista, ¿llama a esto
vivir?
JUAN.- No lo llamo de ninguna manera.
OLGA.- ¿No ha pensado nunca volver para buscar a esa mujer, a Esther?
JUAN.- Jamás... ahora ya no la necesito a ella, tengo lo mejor que me podría haber
dado... recuerdos. Tengo lo más valioso y lo que jamás nadie me podrá quitar, tengo
su recuerdo y pienso en ella a cada hora.
OLGA.- Realmente me parece muy triste.
JUAN.- Gracias, pero no he pedido su compasión.
OLGA.- No, por Dios, en ningún caso pretendía compadecerme de su situación. Pero
creo que si en lugar de conformarse con recordar el tiempo que estuvo junto a ella,
hubiera pasado estos dos años en su compañía, ahora tendría más recuerdos.
JUAN.- ¡Qué fácil es hablar de las cosas que a otros les pasa!
OLGA.- ¿Me equivoco?
JUAN.- No se equivoca, señorita. El caso es que Esther murió, y ni un segundo más
podría haber compartido con ella.
OLGA.- Lo siento. Pero no me lo dijo, yo no sabía...
JUAN.- No se preocupe, ya no importa. Por eso es que no quiero pensar en el bosque
ni en nada más, tan sólo quiero pensar en ella.
OLGA.- Y... ¿cómo murió?
JUAN.- Gracias.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 38 -
OLGA.- ¿Por?
JUAN.- Por hacer que incluso mi casual conversación con una desconocida me permita
seguir pensando en ella, en voz alta. Ella murió en mis brazos, en el pasillo de un
hospital, a las cuatro de la madrugada. Ella murió, tal vez por estar el médico
ocupado haciendo una radiografía del tobillo de algún muchacho que borracho se
tropezó, o tal vez murió porque el médico que la tenía que atender prefería contarle
otro chiste a la bella enfermera a la que estaba cortejando, o por haber tres médicos
en urgencias en lugar de cuatro, o por estar atendiendo el resfriado de algún anciano
que olvidó tomarse sus pastillas, o buscando el motivo de la enfermedad de un
hipocondríaco, o estaría fumándose un cigarrillo con el conductor de alguna
ambulancia.
OLGA.- Pero también es posible que estuviera salvando la vida de otras personas que
estuvieran peor que su mujer.
JUAN.- No, seguro que no.
OLGA.- Piense también que pudo suceder eso, tal vez la muerte de Esther valió para
salvar a un niño recién nacido al que le faltaba el oxígeno, y tres médicos tuvieron
que atenderle para salvar su vida y la de su madre.
JUAN.- Eso no me alivia, yo habría sacrificado la vida de ese niño y la de su madre, la
vida de los tres médicos e incluso la mía propia por lograr que Esther hubiera vivido
un día más.
OLGA.- Eso es muy egoísta.
JUAN.- Sí, ¿usted no hubiera preferido que yo muriese antes que morir su padre?
OLGA.- Mi padre murió cuando yo tenía ocho años.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 39 -
JUAN.- Cuánto lo siento. Pero ¿no quisiera que hubiera muerto yo aquel día y que
usted pudiera haber disfrutado de un padre durante todos estos años?
OLGA.- Sinceramente... no. Rotundamente no. Él murió, nada se pudo hacer, pero
jamás cambiaría la vida de nadie por la de mi padre, eso no lo haría. Durante los ocho
años que tuve a mi padre, sirvieron para poder conocerle, saber que aunque muriera,
siempre me estaría cuidando desde donde quiera que esté, que su recuerdo siempre
estaría conmigo y que de alguna manera, no se iría del todo mientras que su amor
siguiera en mi corazón.
JUAN.- Muy bonito, pero no es sincero. Usted sacrificaría mi vida y la vida de todo ser
viviente con tal de recuperar a su padre, o de no haberlo perdido, de crecer junto a su
padre.
OLGA.- Le digo que no, llegó su hora y tuvo que marchar, pero antes de eso fue para
mí el mejor padre, me dio tal vez el amor de una vida entera en los pocos años que
estuvo, y eso para mí es suficiente. El libre ser es aquel que elige en todo momento su
destino, y el suyo era querer a su pequeña hija con todo su amor.
JUAN.- El libre ser entonces debería de poder elegir cuándo quiere morir.
OLGA.- Eso no se puede, pero sí que puede uno aprovechar los días para no dejar
nada pendiente. De esta manera, cuando mi padre murió, jamás pensé que me habían
robado un último abrazo, ni un beso, ni un te quiero de mi papá. Mientras que vivía,
cada vez que tenía la necesidad de abrazarle, lo hacía, a todas horas estaba en su
regazo, el día que murió, por la mañana me dijo que me quería, igual que lo hacía
todos los días. Yo no me quedé con las ganas de decirle nada, todo lo había dicho, él
lo sabía.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 40 -
JUAN.- Yo sí me quedé con muchas palabras en el corazón, que jamás llegué a decir,
muchos abrazos que no le di, muchos besos que me robaron al dejar que ella muriera.
Y como libre ser, he elegido odiar a todo el mundo por arrebatarme a Esther, he
elegido vivir así, no molestar a nadie, no existir hasta dejar de existir de una vez por
todas.
OLGA.- Siempre he pensado que mi padre me observaba, y siempre he intentado
hacerlo todo lo mejor posible, para que él estuviera orgulloso. Hablo con él todas las
noches, antes de dormir, por las mañanas, nada más abro los ojos, mis primeras
palabras son "buenos días papá". Y no le echo de menos.
JUAN.- Yo no he hablado con ella desde que murió, hace ya dos años. No he hablado
con ella nunca, desde entonces.
OLGA.- Pruebe a hacerlo, verá cómo siente en su corazón que ella le responde, es
como oír sus palabras dentro de uno mismo.
JUAN.- No sabría cómo hacerlo, no sabría qué decir.
OLGA.- Dígale que la quiere, cuéntele lo que ha sucedido ésta noche, nuestro
encuentro fortuito, el motivo por el que no le ha hablado durante éste tiempo.
JUAN.- ¿Y si no oigo sus palabras? ¿si no me responde?
OLGA.- Lo hará. Pruebe. Además, ya es casi la hora de marcharme, iré a esperar al
autobús.
JUAN.- Muchísimas gracias, de verdad, gracias por haber pasado por aquí. Mi nombre
es Juan.
OLGA.- Yo soy Olga, un día de éstos pasaré por aquí a verle, y ya me contará.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 41 -
JUAN.- No creo que me encuentre aquí, creo que después de usted, cogeré yo el
siguiente autobús, creo que iré al bosque, o tal vez a la ciudad, creo que después de
esta noche, querida Olga, ha conseguido resucitar a mi Esther. Muchas gracias.
OLGA.- Adiós (se marcha, Juan sonríe y mira al cielo).
JUAN (se levanta).- Buenos días Esther (sale el sol y siente la presencia de su amada).
JUAN.- Yo también te quiero, te he echado mucho de menos.
Juan camina lentamente y sale de escena.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 42 -
Aquellos Sueños
En cualquier lugar del mundo, en cualquier época y cualesquiera personajes, un
hombre y una mujer, sus edades no importan, ni tampoco importa su físico, pueden ser altos,
bajos, gordos o delgados, rubios, morenos, castaños o incluso calvos. Pueden estos personajes
incluso no existir... no obstante, los llamaremos Kal y Yill.
Kal está sentado en su sillón, bebiendo una copa de cualquier cosa. Llaman a la puerta
y éste, tras despertar de su trance, se apresura a abrir la puerta. Con la mano sobre el pomo,
reflexiona un instante, entonces abre muy despacio, su rostro cambia de nuevo (no sabría
decir lo que expresa). Entra Yill, arrastrando una pequeña maleta. Ambos se observan, leve
sonrisa. Parece como si no se hubieran visto en miles de años, parece como si jamás se
hubieran conocido, parece... que se aman, o al menos Kal parece amar a Yill. Ella parece
sorprendida, muy sorprendida.
Kal sirve una copa de lo que sea, Yill observa cada uno de los movimientos de éste, el
cual parece ser consciente de ello y actúa de manera bastante artificial, intentando controlar
cada uno de sus gestos. Una vez sentados los dos, largo silencio, tal vez incluso un silencio
bastante forzado, los dos quieren hablar, los dos prefieren que hable primero el otro.
KAL.- ¿Qué tal el viaje?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 43 -
YILL.- Bien.
De nuevo silencio, el intento de Kal de comenzar una conversación no ha servido, otra
vez, los dos incómodos buscando una frase para empezar a hablar. De nuevo el valiente de Kal
pretende iniciar la conversación.
KAL.- Te...
YILL.- Dime.
KAL.- Te... he echado de menos.
YILL.- ¿Sí?
KAL.- Sí.
YILL.- ¿Y ahora qué?
KAL.- No te entiendo. ¿Qué quieres decir?
YILL.- Bueno, aquí estoy, después de tanto tiempo.
KAL.- He estado esperándote durante todo éste tiempo, se me ha hecho eterno.
YILL.- Has de saber que yo no quiero estar aquí.
KAL.- ¿Por qué no?
YILL.- Comprende que lo nuestro acabó hace ya mucho. Desde entonces, yo he
rehecho mi vida.
KAL.- Contaba con eso, que empezarías una nueva vida.
YILL.- Sí, pero desde entonces he cambiado, ya no soy la misma. Ya no creo que sea
éste mi sitio.
KAL.- Yo no lo creo así, estarás aturdida por el viaje.
YILL.- Aparte de eso, no esperaba venir aquí.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 44 -
KAL.- ¿Cómo? No te entiendo.
Yill se incomoda ante la insistencia de Kal, no sabe cómo decirle la verdad, incluso no
sabe si él lo comprenderá, pero ante todo, es incapaz de fingir.
KAL.- Te parecerá una tontería, pero tu ausencia la he tenido muy presente durante
éste tiempo.
YILL.- Bueno, yo también te he tenido presente, siempre, desde entonces.
KAL.- Claro...
YILL.- Yo también te he echado muy en falta. Supongo que de alguna manera se ha
creado un vínculo entre nosotros.
KAL.- Un vínculo, eso es.
YILL.- Pero ha sido mucho tiempo, una mujer sola, joven ¿Lo comprendes?
KAL.- Sí, lo comprendo, e igualmente por ese motivo me sentía más triste, aun
sabiendo que al final vendrías. ¿Será tal vez que hemos perdido ese tiempo en el que
no hemos estado el uno con el otro?
YILL.- No, Kal, ese tiempo no era nuestro, desde que te marchaste, el tiempo restante
era sólo mío. Además, ya te dije antes de irte que lo nuestro era...
KAL.- ¿Qué era?
YILL.- Te mencioné que necesitaba otras cosas en la vida, que no podía estar a la
altura del amor que me dabas, que era imposible, que era demasiado intenso. Que
fueron los mejores años de mi vida, que te quería más que a cualquier cosa.
KAL.- Entonces ¿cuál es el problema?
YILL.- No le des más vueltas.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 45 -
KAL.- ¿Acaso han cambiado las cosas?
YILL.- Bueno, es lo que intento decirte, desde que te fuiste caí en una larguísima
depresión, jamás pude perdonarte que me abandonaras. De repente, de la noche a la
mañana, pasé de ser una mujer felizmente casada con el hombre de mi vida a no ser
más que una pobre loca y solitaria persona que ha perdido el norte de su vida. Tú me
guiabas, y yo te seguía, y una mañana me levanto y ya no estas, te marchas sin apenas
decir adiós, sin dejarme que al menos, pueda pensar en lo que haré. Y ahora incluso
dudo si hubo algo entre nosotros, si tú me amabas tanto.
KAL.- Sí, te amaba y aún te amo.
YILL.- Si así fuera no te habrías marchado. Si tanto me querías, no me...
KAL.- Por favor, no sigas... Dios. ¿Cómo puede uno enfrentarse a sus estúpidas
decisiones, a los actos irracionales que incluso...? Yo no soy capaz de ello. Lo siento.
YILL.- No te tortures, pasó lo que tuvo que pasar.
KAL.- No fue así, aún no entiendo cómo pude anteponer... lo que habría dado por
poder seguir a tu lado un segundo más.
YILL.- Durante diez años estuve esperándote.
KAL.- Pero sabías que no volvería.
YILL.- No quería aceptarlo, cada mañana extendía el brazo en la cama esperando
tocarte, sentirte a mi lado, y descubrir que había despertado de mi pesadilla, que
jamás te habías marchado.
KAL.- ¿Y sabes tú cuánto me he arrepentido de mi marcha? ¿Sabes cuál ha sido mi
sufrimiento durante todo éste tiempo?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 46 -
YILL.- Sólo sé que diez años después de tu marcha, tenía la impresión de que había
sido una eternidad, mi rostro envejeció treinta años, mi mente obsesionada oía tu voz
a cada momento, y mi corazón, destrozado, latía sólo por ver si volverías.
KAL.- Entonces, dile a tu corazón que aquí estoy, que por fin me has encontrado.
YILL.- Ya es tarde, ahora ya no quería encontrarte. De hecho, no esperaba que tú me
abrieras la puerta.
KAL.- ¿Entonces quién?
YILL.- Da igual, eso no te concierne.
KAL.- ¿Aún me amas?
YILL.- Sé que quieres oír la verdad. No, ya no te amo.
KAL.- Yill... creo no haber esperado que me dijeras la verdad, habría preferido un "sí,
aún te quiero, te quiero igual que siempre te he querido".
YILL.- Eso sería una mentira.
KAL.- Me da igual, sólo digo que habría preferido esa frase, aunque fuera falsa. ¿Para
qué me sirve la verdad que tanto me daña?
YILL.- Para no estar engañado.
KAL.- Lo prefiero al sufrimiento que tu sinceridad me provoca.
YILL.- Desde que marchaste, lo único que me quedaba de ti eran aquellos sueños.
KAL.- Sí, recuerdo aquellos sueños.
YILL.- ¿Qué sueños?
KAL.- Aquellos en los que te veía, en los que te besaba y me querías, te amaba y me
sonreías, aquellos sueños en los que aún no tenías rostro ni edad, igual que no lo
tenía yo. Ambos sin pasado, sin nombre, sin ser apenas humanos, sin existir ya que
éramos sueño.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 47 -
YILL.- Lo que dices es precioso. Pero no eran esos mis sueños, los míos eran tétricos.
KAL.- No es posible, tú estabas a mi lado en esos sueños, tú estabas conmigo, tienes
que recordarlo.
YILL.- Lo siento, no era yo quien paseaba contigo.
De nuevo ambos en un largo silencio, pero esta vez se observan, esta vez sólo hay
silencio en sus labios, pero sus ojos, penetrando unos en otros, están hablando, se cuentan
todo, se abren los dos corazones y entonces Yill comienza a llorar, poco a poco caen las
lágrimas de los ojos de Kal, aun así, siguen mirándose a los ojos.
YILL.- ¿Lo comprendes ahora?
KAL.- No. No quiero comprenderlo.
YILL.- Por favor, Kal, despierta.
Comienzan a sonar campanas, Yill sigue mirando a Kal, éste está muy confuso, mira
hacia todas partes, mira a ella, pero parece como si sólo él oyera las campanas. Mientras Kal
sigue buscando el origen del sonido, se apagan lentamente todos los focos hasta llegar a un
oscuro total. El sonido se sigue oyendo, y de nuevo se encienden los focos, esta vez cambia el
tono, que antes era azulado, ahora es magenta, el escenario sigue igual. Mientras tanto, el
sonido va desapareciendo lentamente.
KAL.- ¿Qué anunciaban esas campanas?
YILL.- ¿Campanas? Ah, no anunciaban nada, al menos nada que no supiéramos ya.
KAL.- No lo entiendo, es todo tan confuso cuando podría ser sencillo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 48 -
YILL.- No, te equivocas, es ahora cuando todo es más sencillo, es ahora que ya no nos
tenemos que preocupar del frío que hace fuera.
KAL.- ¿Fuera hace frío?
YILL.- Hace tiempo, al fin conocí a una persona que me comprendía, que supo
arrancar de mi corazón todas las miserias y las penas que tu ausencia me causó.
KAL.- ¿Está esa persona aquí?
YILL.- No, pero he de esperarle, vendrá, y cuando lo haga quiero estar esperándole.
KAL.- Eso no puede ser, tú has venido aquí. Era yo quien te esperaba a ti.
YILL.- Esas campanas me anuncian que he de irme, aquí solamente he venido a
saludarte, a pedirte que ya no esperes por mí, que ya no vendré, y que...
KAL.- ¿Cómo? No puede ser, que esté teniendo una pesadilla, quiero despertar ya. Por
favor, Yill, despiértame.
YILL.- Yo no puedo despertarte, Kal. También estoy dormida, ahora sí que estamos
juntos en el mismo sueño.
KAL.- ¿Sí? Pero yo no quiero éste sueño, yo prefiero aquellos en los que ambos nos
amábamos.
YILL.- Después de marcharte, acabaste con aquellos sueños, los hiciste sólo tuyos.
KAL.- Sabes que yo no quería marchar, sabes que...
YILL.- ¿Qué?
KAL.- Nada, tienes razón. Pero comprende que yo no quería irme solo, que incluso
intente llevarte conmigo.
YILL.- No he querido echarte eso en cara, pero... apenas me consultaste. Tal vez yo no
quisiera.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 49 -
KAL.- Pero si ya lo habíamos hablado en muchas ocasiones, era nuestro amor tan
perfecto que solamente quedaba dar un paso más, avanzar hasta la eternidad.
YILL.- Sí, pero eso no era más que una utopía, amarnos tras la muerte, morir para
seguir juntos siempre, sólo eran palabras.
KAL.- Yo no lo creía así, por eso fue que me marché, para esperarte y que juntos
hiciéramos realidad nuestros sueños de eternidad.
YILL.- Dios sabe que tras tu muerte yo también intenté suicidarme, pero me faltó
valor, o tal vez la razón me pudo. El caso es que jamás supe a ciencia cierta si tenía
que seguirte o tal vez huías de mí.
KAL.- Sabes que jamás podría huir de ti.
YILL.- Fuiste egoísta, me dejaste sola, sin ninguna esperanza de vida.
KAL.- Claro, no necesitabas esperanza de vida, tenías que morir y venir a mi lado.
YILL.- No, afortunadamente logré superar tu ausencia.
KAL.- Lo hice por ti.
YILL.- Si hubiera sido por mí, te habrías quedado a mi lado, no me habrías
abandonado como lo hiciste, cobarde suicida.
KAL.- Me siento mal, creo que estoy mareado.
YILL.- Ahora te pesará la eternidad.
KAL.- Ya llevo mucho tiempo pensando en la eternidad, no me pesa eso.
YILL.- Sí, el sufrimiento que padecí en vida por tu culpa, te pesa ahora a ti,
eternamente.
KAL.- No puedes hacerme eso.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 50 -
YILL.- Yo no te hago nada. He vivido mi vida en penuria, en los peores momentos de
mi vida no estuviste a mi lado, los peores momentos los provocaste tú. Eres el
culpable de que yo no haya vivido mi existencia.
KAL.- Pero si la vida no es más que el proemio de nuestra existencia. Es ahora cuando
todo comienza.
YILL.- Es ahora cuando por fin creo que comenzaré a vivir, aunque sea ya en muerte,
será en paz. Gracias.
KAL.- ¿Gracias? ¿Por?
YILL.- Por haberme esperado, y por entenderme.
KAL.- No, Yill, no te he entendido aún, no puedes marcharte todavía.
YILL.- Lo siento, es la hora, he de marchar.
Yill coge su maleta y de nuevo arrastrándola se dirige hacia la puerta. Kal, aterrado.
KAL.- Yill... ¿te vas?
YILL.- No, eres tú el que se ha marchado.
KAL.- Por lo que más quieras, quédate a mi lado.
YILL.- No hay espacio a tu lado, se hace tarde.
KAL.- Bésame, sólo un beso para que haya valido la pena toda mi espera, toda mi
existencia, junta tus labios con los míos durante un instante para que sea éste el
momento más alegre de mi tristeza. Deja que te sienta por última vez.
Yill observa a Kal, un largo silencio mientras sus miradas penetran las unas en las
otras, sus corazones se despiden
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 51 -
YILL.- No puedes sentirme, ya es tarde para eso, se acabó.
Yill se marcha.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 52 -
La Intrusa
La escena transcurre en el salón de una casa. Pablo está solo, buscando
desesperadamente en los cajones y en los armarios. Entra Pilar.
PILAR (asustada).- ¿Qué haces?
PABLO (sorprendido).- Buscaba... pero ¿quién eres tú?
PILAR.- Yo soy Pilar, vivo aquí. Y tú ¿quién eres?
PABLO.- Yo soy Pablo, yo sí que vivo en esta casa.
PILAR.- Estás equivocado, sal ahora mismo de mi casa o llamo a la policía.
PABLO.- ¿A la policía? Yo les voy ha llamar como no salgas de aquí ahora mismo.
Espera un momento, ¿cómo es que tienes las llaves de mi casa?
PILAR.- Eso me pregunto yo, cómo has podido entrar sin forzar la cerradura?
PABLO.- Yo no he entrado aquí, yo vivo aquí. De hecho anoche dormí en el dormitorio
de esta casa, yo solo, igual que siempre.
PILAR.- Eso tiene explicación, he estado dos semanas de viaje.
PABLO.- Llevo más de tres años viviendo aquí.
PILAR.- ¿Tres años? Imposible, esta casa la compré hace más de cuatro.
PABLO.- ¿Cómo te atreves a venir a mi casa y decir que es tuya?
PILAR.- Mira, mira.
PABLO.- ¿El qué?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 53 -
PILAR.- Mira, esa foto, es mi foto, y allí también hay otra. Ah, mira esa otra, estoy
con... ¿quién es ese?
PABLO.- ¿Ese? Ese soy yo. ¿Abrazándote en una foto? No, si yo no te conozco.
PILAR.- Ni yo a ti, pero ¿ves como esta es mi casa?
PABLO.- Eso no quiere decir nada, también hay fotos mías.
PILAR.- Sí, pero yo tengo las llaves.
PABLO.- Yo también tengo llaves.
PILAR.- Entonces ¿dónde vivo yo?
PABLO.- No lo sé ni me importa, sólo sé que esta es mi casa. ¿No llevas
documentación?
PILAR.- Sí, ¿por?
PABLO.- Mira a ver tu dirección.
PILAR.- Saca tú también tu documentación, a ver dónde vives tú.
Ambos buscan en sus carteras y sacan sus documentos.
PILAR.- Mira, ¿es esta la dirección?
PABLO.- Mira, la misma que la mía.
PILAR.- No puede ser.
PABLO.- ¿La misma dirección? Es imposible.
PILAR.- No, digo que no puede ser que... mira en tu cartera, llevas una foto mía.
PABLO.- ¿Tu foto? Es verdad, ¿Cómo es posible?
PILAR.- Esto será un sueño, seguro que dentro de un rato me despierta el ruido del
despertador, seguro, seguro que sí.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 54 -
PABLO.- Tranquilízate... ¿cómo te llamabas?
PILAR.- Me llamo Pilar, encantada de conocerte.
PABLO.- Bueno, tanto como encantado... no sé, pero impresionado sí que estoy, yo
soy Pablo, ¿tu compañero de piso?
PILAR.- ¿O tal vez mi marido?
PABLO.- ¿Marido?
PILAR.- Mira, en tu dedo. Llevas una alianza igual que la mía.
PABLO.- Es cierto.
PILAR (asustada).- ¿Lleva mi nombre?
PABLO (también asustado).- No lo sé, ¿y en el tuyo?
PILAR.- No sé, ¿miramos a ver?
PABLO.- Sí, pero ¿y si llevo tu nombre? ¿y tú el mío?
PILAR.- ¿Tiene esto alguna explicación?
PABLO.- Pero ¿desde cuando llevo puesta esta alianza?
PILAR.- No sé, apenas puedo recordar... ¿dónde esta el dormitorio?
PABLO.- Por esa puerta, ¿por qué lo preguntas?
PILAR.- Bueno, por ver si está allí mi ropa.
PABLO.- ¿Estás pensando ahora en tu ropa?
PILAR.- No, pero si mi ropa está y la tuya también, entonces... no sé.
PABLO.- ¿No recuerdas dónde está el dormitorio?
PILAR.- La verdad es que no.
PABLO.- Yo tampoco recuerdo dónde tengo las cosas, hay muchas cosas en esta casa
que me resultan extrañas.
PILAR.- ¿Miramos las alianzas?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 55 -
PABLO.- A ver, ¿Pilar?
PILAR.- ¿Pablo? Llevo tu nombre grabado en mi alianza.
PABLO.- Y yo llevo tu nombre, ¿habrá un álbum de fotos en la casa?
PILAR.- Tal vez, pero ¿para qué?
PABLO.- Por ver si estamos juntos en las fotos, y tal vez así... la verdad es que no sé
que adelantaríamos.
PILAR.- No sé, a ver si en esa estantería hubiera algún álbum.
PABLO.- ¿Allí con los libros? Podría ser.
PILAR.- Mira, esto es un álbum. ¿Nos sentamos a ver?
PABLO.- Sí.
Ambos se sientan en un sofá, muy juntos, a ver las fotos.
PILAR.- Pero si somos nosotros. ¿Dónde es esto?
PABLO.- No sé, no recuerdo haber estado en ninguno de estos sitios.
PILAR.- ¡Joder! Pero si son fotos de nuestra boda. Entonces...
PABLO.- Sí, debemos de estar casados.
PILAR.- Sí, pero tú crees que nosotros dos hemos...
PABLO.- ¿Hecho el amor? Supongo que sí, si estamos casados, seguro que nos hemos
acostado juntos.
PILAR.- ¡Dios mío! No me lo imagino, tú y yo juntos.
PABLO.- ¿Por qué no te lo imaginas? ¿Acaso no soy tu tipo?
PILAR.- Supongo que sí lo eres, de hecho, me he casado contigo ¿no?
PABLO.- Creo que sí.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 56 -
PILAR.- Y yo ¿te resulto atractiva?
PABLO.- La verdad es que no sabría qué decirte, en las condiciones en las que nos
hemos conocido... y además siendo mi esposa, pues, encantado de conocerte.
PILAR.- ¿Tendremos hijos?
PABLO.- ¿Hijos? No. Seguro que no.
PILAR.- ¿Cómo estas tan seguro?
PABLO.- Pues, no sé, podría ser. ¿Recuerdas haber dado a luz?
PILAR.- Si no recuerdo haberme casado, ¿cómo iba a recordar eso?
PABLO.- Creo que no hemos tenido hijos. En la casa no hay más habitaciones ni
tampoco aparecen los chicos en las fotos. Y sino ¿dónde están ahora?
PILAR.- Pero ¿te gustaría tenerlos?
PABLO.- Tú me gustas, según va pasando el tiempo, te estoy sintiendo más cercana,
más... mi mujer.
PILAR.- ¿Sí? Pues yo me siento muy extraña. Afortunadamente ya hemos descubierto
que estamos casados, aunque ¿y si estuviéramos separados o divorciados?
PABLO.- No creo, eres tan adorable que yo jamás me separaría de ti.
PILAR.- ¿Crees de verdad que soy adorable?
PABLO.- Sí. ¿Puedo darte un beso?
PILAR.- ¿Un beso? Supongo que sí puedes, al fin y al cabo, eres mi marido ¿no?
PABLO.- Sí, soy tu marido, pero me resulta un tanto extraña esta situación.
PILAR.- Tengo una idea. Ya es tarde, así que podríamos olvidar todo este caos, y
mañana intentar averiguar qué es lo que ha pasado, ¿te parece bien?
PABLO.- Sí, me parece magnífico. ¿Y ahora? ¿Puedo besarte?
PILAR.- Claro que sí, bésame.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 57 -
PABLO.- ¿Nos vamos a dormir?
PILAR.- ¿Juntos? Porque si somos un matrimonio, tenemos que dormir juntos.
PABLO.- Sí, durmamos juntos. Vamos.
PILAR.- Espera un momento, ¿porqué no me das primero eso?
PABLO.- ¿El qué?
PILAR.- El dinero, claro.
PABLO.- ¿El dinero? ¿Cómo eres tan desconfiada? ¡Lo has estropeado todo, con lo
bien que lo estabas haciendo!
PILAR.- Lo siento, pensé que tal vez se te olvidase.
PABLO.- ¿Alguna vez me he olvidado de pagarte? Pero si incluso te he regalado un
anillo y te he dado las llaves de mi casa. ¿Y las sesiones de fotos? Todo por satisfacer
esta fantasía mía, y lo tienes que estropear por el asqueroso dinero. Pues claro que te
voy a pagar ¿algún día te has ido de aquí sin cobrar? ¿A que no? Pues no comprendo
cómo puedes... claro, no dejas de ser lo que eres, esto para ti no es más que un
trabajo, y yo... seguro que yo no soy más que un idiota.
PILAR.- No es eso, perdóname, de repente me acordé y lo solté sin pensar. Lo siento,
de verdad. ¿Vamos a la cama?
PABLO.- No, hoy ya no. Me has quitado las ganas. Toma tu dinero y lárgate. La semana
que viene vente a la misma hora. Y por el dinero no te preocupes, te lo dejaré en el
cuarto de baño. Di que tienes que ir al baño y lo coges sin hablar de ello, por favor,
no me lo vuelvas a estropear ¿vale?
PILAR.- Vale. Nos vemos el viernes que viene.
Pilar se marcha. Pablo se queda solo, muy enfadado.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 58 -
PABLO.- ¡Joder! Con el dinero que me estoy gastando podría contratar a una actriz
profesional.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 59 -
Todavía Queda Mucho
En el escenario, el salón de la casa de Nacho y Susana. Está Nacho solo, sentado.
NACHO.- Todavía queda mucho, todavía queda mucho, todavía...¿nos queda algo?
Entra Susana.
SUSANA.- ¿Hablabas solo?
NACHO.- No, hablaba contigo, sin tú estar, porque no soy capaz de decirte...
SUSANA.- ¿Decirme qué?
NACHO.- Que te quiero.
Susana se acerca a él y se besan, entonces Nacho se separa bruscamente.
SUSANA.- ¿Qué sucede?
NACHO.- Nada. Bueno...¿hay otro hombre?
SUSANA (extrañada).- ¿Otro hombre? ¿qué dices?
NACHO.- Nada, ahora creo quererte más que nunca, creo que jamás te he querido
tanto como te quiero en este instante.
SUSANA.- Nacho, yo también te quiero muchísimo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 60 -
NACHO.- Pero es ahora que te quiero tanto cuando... me surgen las dudas, es ahora
que me siento celoso, es... inaguantable estar tan enamorado.
SUSANA.- A todo el mundo le surgen las dudas y todos en el fondo somos egoístas y
celosos.
NACHO.- ¿Tú también?
SUSANA.- Yo también.
NACHO.- Entonces... ¿sentirías celos absurdos?
SUSANA.- ¿Absurdos?
NACHO.- Sí, si yo...por ejemplo llegase tarde a casa ¿sentirías celos?
SUSANA.- Si no supiera dónde estás... sí.
NACHO.- Y si... también como ejemplo, no viniera a comer a casa ¿sentirías celos?
SUSANA.- Claro que sí, y más si no supiera con quién comes. Pero, estas preguntas no
son solamente ejemplos ¿no?
NACHO.- ¿A qué te refieres?
SUSANA.- ¿No lo dices por estos últimos meses? He llegado tarde muchos días,
siempre... trabajo... amigas... un café... Y también he faltado a comer en casa, y
siempre... reuniones... imprevistos... y demás.
NACHO.- ¿Y?
SUSANA.- Que no es lo mismo, todo esto está justificado, tú no puedes pretender que
no trabaje ni me relacione con mis amigas. Tú también podrías... no sé, la verdad es
que no sé.
NACHO.- ¿Pero me quieres?
SUSANA.- ¿Por qué cambias de tema? ¿Por qué siempre consigues hacerme infeliz?
NACHO (insistente).- Pero dime, ¿me quieres?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 61 -
SUSANA.- Sí, te quiero, te quiero muchísimo, te... ¿me quieres tú a mí?
NACHO.- Yo a ti sí te quiero, más que a mí mismo, siempre deseo lo mejor para ti,
todo para ti.
SUSANA.- ¿Sabes que muchas veces me haces dudar?
NACHO.- ¿Dudar?
SUSANA.- Sí, dudo que me quieras, te oigo hablar de amor y... no creo que realmente
me ames a mí, creo que sólo quieres no perderme.
NACHO.- ¿Por qué dices eso? Yo te amo a ti, aunque no estuvieras.
SUSANA.- No Nacho, tú no me amas. Imagina que fuera cierto, que hubiera otro
hombre en mi vida, entonces...
NACHO.- ¿Lo hay?
SUSANA.- Escucha, imagina que hubiera otro hombre en mi vida, entonces yo
decidiese irme a vivir con él. ¿Tú qué harías?
NACHO.- ¿Yo en tu lugar?
SUSANA.- No, tú en tu lugar, yo me voy a vivir con un hombre al que amo, y te lo digo
nada más llegar a casa, ¿qué harías entonces?
NACHO.- No sé, no me lo he planteado nunca.
SUSANA.- Pues plantéatelo, ¿qué harías?
NACHO.- Te pediría que no te fueses.
SUSANA.- ¿Sólo eso?
NACHO.- Creo que sí, ah... y te recordaría lo mucho que te quiero.
SUSANA.- ¿Lo mucho que tú me quieres?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 62 -
NACHO.- Sí, y los buenos tiempos, nuestros proyectos que tantas veces hemos soñado
que se cumplirían; te haría que recordases cuando nos conocimos, el día, el
momento, no sé, sólo eso. Creo.
SUSANA.- Eso, sólo eso. Pues me demuestras de nuevo que nos queremos de forma
distinta.
NACHO.- No, nos queremos igual, tú a mí y yo a ti.
SUSANA.- Si tú te planteases irte con otra mujer... yo no te perdonaría tan sólo el
hecho de dejarme sola, pero si algún día sucediese, lo aceptaría porque entonces ya
te habría perdido.
NACHO.- Pero tú sabes que eso jamás ocurrirá. Nunca te dejaré.
SUSANA.- ¿Y yo a ti?
NACHO.- ¿Dejarme? No creo.
SUSANA.- Entonces, ¿por qué dudas de mí? ¿por qué tienes que preguntarme si hay
otro hombre?
NACHO.- Por si lo hay y no me dejas por lástima, o porque aún me quieres. No sería
extraño que me amases a mí pero te atrajera físicamente un compañero de trabajo,
entonces podrías estar enamorada de mí y llegar tarde a casa por estar a su lado.
También podría él darte más felicidad que yo, pero al estar acostumbrada a mí, no me
dejarías.
SUSANA.- Eso no podría suceder, bueno, tiene toda su lógica. Pero si además de amor
y de fidelidad hay confianza, entonces no tienes por qué desconfiar.
NACHO.- Si hay amor, fidelidad y confianza, bien; pero piensa que si por tu parte no
hubiera fidelidad, mi confianza no serviría. Piensa que yo podría cumplir las tres -
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 63 -
amor, fidelidad y confianza- y tú fallar en la fidelidad. Tal vez sea del todo imposible
tener las tres cosas a la vez, los dos.
SUSANA.- Sí es posible.
NACHO.- No. ¿Tienes tú confianza en mí?
SUSANA.- Claro que sí.
NACHO.- Demuéstramelo.
SUSANA.- No puedo demostrarlo, tu confianza ha de demostrar mi fidelidad y tu
fidelidad ha de demostrar mi confianza.
NACHO.- ¿Y si no fuera así?
SUSANA.- No sé, dime.
NACHO.- Si tú me fueras infiel y yo lo sospechase, no tendría confianza en ti; y a la
vez, al no serme fiel tú, dudarías de mi fidelidad; e incluso sería posible que al no
confiar yo en ti, te fuera infiel. ¿No crees que de ese modo tan sólo quedaría amor? y
si está solo, acaba por desaparecer al no haber fidelidad ni confianza.
SUSANA.- ¿Dónde quieres llegar con tus retorcidos planteamientos? A veces creo que
contigo no se puede discutir de nada, siempre acabas dándole la vuelta a todo, y
claro, teniendo toda la razón del mundo.
NACHO.- Tengo toda la razón del mundo. Yo sé que desde hace dos meses te has
estado viendo con un hombre. Me has sido infiel, y además no era más que un viejo.
SUSANA (sorprendida).- ¿Un hombre mayor? ¿Infiel? No, por fin, apareció en mi vida el
hombre que siempre necesité y nunca estuvo allí.
NACHO.- Lo sé, al principio fueron sospechas, luego se confirmo todo, me estabas
engañando.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 64 -
SUSANA (triste).- No, aquel hombre era el primer marido de mi madre, mi padre. Aquel
hombre, nos había abandonado a mi madre y a mí nada más nacer yo. Aquel hombre
ha vuelto a desaparecer de mi vida, de nuevo se ha marchado sin despedirse...
NACHO (incrédulo).- No me mientas, si fuera tu padre no evitarías que yo le conociera,
no le verías a escondidas, si fuera tu padre... ¿era tu padre?
SUSANA.- Después de casi treinta años, apareció de nuevo en mi vida, de nuevo –igual
que con mi madre- me prometió tantas cosas, necesitaba disfrutar de mi padre yo
sola, necesitaba tenerle y sentirle, solos él y yo. Necesitaba conocerle primero y luego
presentártelo. Le necesitaba, pero se ha marchado.
NACHO (a punto de llorar).- Lo siento, mi vida. ¿Ves lo que te decía? Celos absurdos,
ciegos.
SUSANA.- Y según tu teoría, al descubrirlo perdiste la confianza en mí y me fuiste
infiel, ¿no es así?
NACHO.- No, no es así. Lo siento.
SUSANA.- ¿El qué sientes? No lo sientas, jamás tuve que haberme hecho ilusiones,
tuve que haber sabido que no podía cambiar, que me abandonaría de nuevo, no lo
sientas por él, y por mí tampoco, ya no existe para mí.
NACHO (furioso).- ¡Dios! ¿Cómo pude haber estado tan ciego?
SUSANA.- No le des importancia, de nuevo sales ganando, los celos absurdos
provocan desconfianza, y la desconfianza provoca celos absurdos. Si te hubiera
contado todo... bueno, siento que lo hayas pasado mal, de verdad, siento haberte
hecho creer lo que no era. ¿Me perdonarás? He de tener confianza plena en ti, tenías
razón.
NACHO (ausente).- Razón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 65 -
SUSANA (con una suave voz, de enamorada).- Bueno, mi amor, vamos a la cama... a mi
padre le he vuelto a perder, pero a ti no te perderé, te quiero mucho, ¿vamos? Voy ha
compensarte por lo mal que lo has pasado.
NACHO (pensativo).- Sí, un momento, ahora voy...
SUSANA.- Te espero, no tardes (Susana se marcha al dormitorio).
NACHO.- De acuerdo.
NACHO (habla él sólo).- Su padre, era su padre. He matado a su padre, no era su
amante, era su... ¡Dios! ¿Cómo podré vivir con esta carga? Ella siempre me ha amado,
sólo a mí, siempre. Y yo... he matado a su padre. Aunque... ¿y si me miente? Claro,
podría ser un amante y como ya no está, teme perderme, es cierto, ¿cómo iba ha
confesarme que se ha estado viendo con otro hombre? Y si yo les había descubierto,
no podía negar que se estuvo viendo con alguien, y entonces... se inventó lo de su
padre. Además como él ya no está, ella creerá que la ha abandonado, y era facilísimo
inventarse esa historia, incluso puede haberse acordado de su padre, que también
desapareció un día sin dejar rastro. Bueno, entonces... me ha engañado, y además me
ha mentido. Pero menos mal que no era su padre... ¿o sí lo era? No, ¿cómo iba a
volver después de tantos años? No, él no era su padre, era su amante. Me ha
engañado, me ha mentido, ¿o no?
Nacho se va al dormitorio.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 66 -
Ser Madre
En un estudio, Carlos está sentado observando el teléfono. Suena el timbre de la
puerta y se levanta para abrir. Entra una muchacha.
TERESA.- Hola, ¿tú eres Carlos?
CARLOS.- Sí, claro. Y tú... eres... Clara.
TERESA.- No, me llamo Teresa, aunque... ¿cuánto tiempo quieres que me quede?
CARLOS.- ¿Podría ser toda la noche? ¿Hasta que el sol salga?
TERESA.- Hasta cuando tú quieras, si pagas, me quedo.
CARLOS.- Por supuesto, toma este dinero y por la mañana te doy lo que tú estimes.
TERESA.- ¿Todo este dinero y por la mañana más? Llámame como quieras. ¿Clara?
CARLOS.- Sí, ¿podrías ser Clara sólo por esta noche, sólo por mí?
TERESA.- Sí, hasta que amanezca seré tu Clara.
CARLOS.- No, no puedes ser mi Clara, te perdí hace ya mucho tiempo, solamente eres
Clara.
TERESA.- ¿Quieres hacer el amor?
CARLOS.- No, no quiero hacer el amor.
TERESA.- ¿Prefieres que te haga...
CARLOS.- No, por favor. Esta noche tan sólo quiero hablar contigo. Sólo eso.
TERESA.- Como tú prefieras.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 67 -
CARLOS.- ¿Recuerdas cuando nos conocimos? No hicimos más que hablar, pero
después de aquella noche... hicimos el amor, todas las noches eran sexo y más sexo.
Un mes más tarde dejaste a tu anterior novio, un mes tuvo que pasar para que se lo
contases todo y formalizásemos nuestra relación, basada en el sexo.
TERESA.- ¿Cómo dices?
CARLOS.- Es lo único que te pido, sé Clara y habla conmigo, escúchame.
TERESA.- De acuerdo, nuestra relación basada en el sexo.
CARLOS.- Eso, pero yo te amaba, aunque tú no pensabas nada más que en el sexo,
sexo y más sexo.
TERESA.- También había más cosas.
CARLOS (abofetea a Teresa, enfurecido).- Nada más, sólo sexo y más sexo. ¿Me has oído?
Sólo sexo y más sexo, sexo y más sexo. ¿Fue así o no?
TERESA (asustada).- Sí, lo que tú digas, fue así, sexo y más sexo, nada más que sexo y
más sexo.
CARLOS.- ¿Te estás riendo de mí? Maldita perra, no te rías de mí, puta de mierda.
TERESA.- No me reía de ti, de verdad, no me estaba riendo.
CARLOS (comienza a pegar a Teresa).- Maldita seas Clara, maldita seas.
TERESA (en el suelo, arroja el dinero).- Hijo de puta, te puedes quedar con tu dinero, no
me vuelvas a tocar, desgraciado.
CARLOS (recobra el sentido común).- ¿Qué? Lo siento, no quería pegarte, perdóname
por favor. Te llamabas Teresa ¿no? Teresa, perdona mi estupidez, por favor te pido
que te quedes.
TERESA.- Eres un cabrón.
CARLOS.- Lo soy, lo soy.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 68 -
TERESA.- ¿Quién era esa tal Clara que te hace sentir tanto odio?
CARLOS.- Era la persona que más he amado en toda mi vida, era mi vida.
TERESA.- ¿Qué te hizo?
CARLOS.- Me enamoró, me enloqueció, me hizo sentirme vivo durante dos años.
TERESA.- ¿Y después?
CARLOS.- Después me arrebato lo que yo más quería. Me quitó a mi hijo.
TERESA.- ¿Tu hijo? ¿Tenías un hijo?
CARLOS.- No llegué a tenerlo, lo mató antes de que naciera.
TERESA.- ¿Qué?
CARLOS.- Siempre quiso ser modelo, siempre cuidaba su dieta y hacía ejercicio, y un
día, descubrió que estaba embarazada.
TERESA.- ¿Abortó?
CARLOS.- Pasamos cuatro largos meses ilusionados con el niño, cuatro meses
pensando que seríamos padres, que habíamos creado lo más precioso del mundo, un
ser humano, una persona a la que cuidaríamos y a la que ofreceríamos lo mejor de
nosotros mismos, un hijo, de carne y hueso, un... nuestro hijo.
TERESA.- ¿Y después?
CARLOS.- Su gran oportunidad, un famoso diseñador de moda había visto sus fotos y
le ofreció desfilar con sus creaciones, convertirla en su musa, hacerla famosa, en fin,
la oportunidad que siempre había esperado.
TERESA.- ¿Y el niño?
CARLOS.- Era un obstáculo en su vida, un niño a medio nacer era una barrera entre
ella y su sueño. Abortó sin decirme nada, me dejó y se fue a vivir con el modisto.
Mató a nuestro hijo, el mayor sueño de cualquier pareja puede ser el fruto de su
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 69 -
amor, otro ser, otra persona, la finalidad de cualquiera podría ser dar la vida, crear la
vida, lo más cerca que un mortal puede estar de Dios, cualquier dios de cualquier
religión es el creador de la vida, y ella, maldita Satanás, mató a nuestro hijo.
TERESA.- Yo también estuve embarazada hace más o menos un año, y ahora soy
madre.
CARLOS.- Debe ser ahora un apuesto muchachito o una dulce niña. ¿Cómo se llama?
TERESA.- ¿Su nombre?
CARLOS.- Sí, ¿cómo lo has llamado? A nuestro hijo le íbamos a llamar Teodoro si
fuera chico y sino Lourdes.
TERESA.- Desde el primer momento, supe que sería una chica, quería llamarla Teresa.
CARLOS.- Igual que tú.
TERESA.- No por eso, era por mi madre, se llamaba Teresa, era una gran mujer.
CARLOS.- ¿Era?
TERESA.- Sí, murió cuando me dio a luz a mí, en el parto.
CARLOS.- Debe de ser lo peor, por un instante no poder ver ya a tu hija. Aunque
también tiene su lado milagroso, vivió justo hasta que dejó otra vida en este mundo.
TERESA.- Los médicos ya le habían advertido que era extremadamente peligroso,
tenía ya cincuenta años y había parido a seis niños. Al saber que yo era una niña, la
ilusión le hizo luchar hasta el último momento, justo cuando yo nací, murió justo
cuando me vió. Pero lo hizo con una sonrisa en los labios y un brillo indescriptible en
los ojos, eso decían mis hermanos.
CARLOS.- ¿Cómo has acabado teniendo una vida así?
TERESA.- Me enamoré de quien no debía, un chico que hizo que me separara
definitivamente de mis hermanos, porque ellos estaban en contra de nuestra relación.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 70 -
CARLOS.- ¿En contra?
TERESA.- Él era heroinómano, pero no sé cómo acabé enamoradísima de aquel
muchacho.
CARLOS.- Lo único que importa es el amor ¿no?
TERESA.- Sí, pero él no era una buena persona, acabó obligándome a prostituírme y
tuve que dejar la facultad para poder trabajar y así él poderse meter su dosis, una
dosis que cada día era mayor. Ya nunca estaba consciente, siempre puesto, y cuando
no... con el mono, pegándome y gritándome. Entonces tenía que ir a trabajar para
conseguir el dinero y poder llevarle la heroína.
CARLOS.- ¿Es él el padre de tu hija?
TERESA.- Me violaron, una noche cuando había terminado de trabajar. Acababa de
comprar su droga cuando un grupo de chicos se me acercó y me ofrecieron dinero
por acompañarles a su casa, querían una orgía barata, los cinco turnándose conmigo,
uno tras otro. Les dije que no, sabía que él me estaba esperando, bueno, esperando
su droga.
CARLOS.- ¿Entonces?
TERESA.- Uno de ellos dijo que era policía y sacó una pistola, me apuntó mientras que
otro me registraba. Encontraron la droga en mi bolsillo y me metieron en una
furgoneta.
CARLOS.- Malditos cabrones ¿Allí te violaron?
TERESA.- En la furgoneta.
CARLOS.- ¿Eran policías de verdad?
TERESA.- No, eran unos malnacidos que me violaron y me pegaron, luego me llevaron
a la carretera y me tiraron al suelo. Cuando llegue a casa, fue el turno de él, me pegó
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 71 -
hasta cansarse, me dio una paliza peor que la de ellos, parecía un animal furioso sin
su heroína. Esa noche fue la última vez que le vi.
CARLOS.- ¿Y la niña?
TERESA.- Mi hija.
CARLOS.- Sí, pero y el padre ¿quién es?
TERESA.- Uno de los cinco chicos me dejó embarazada, pero mi hija no tiene padre.
CARLOS.- ¿Y sigues dedicándote a esto?
TERESA.- Seguí trabajando mientras pude, después ingresé en un centro donde estuve
hasta que nació ella, la primera vez que abracé a mi niña, de nuevo creí en Dios, era
un milagro.
CARLOS.- ¿Y luego?
TERESA.- Tuve que seguir trabajando para poder mantenerla, y ya me ves, aquí estoy
mientras que a ella la cuida una niñera.
CARLOS.- Con el dinero que te he dado, cubres lo que ganarías en tres noches. Vete a
casa junto a tu hija.
TERESA.- Pero, ese dinero era por estar aquí toda la noche, hasta el amanecer. Me has
pagado una barbaridad y a cambio tan sólo me has pedido...
CARLOS.- Que me escuchases.
TERESA.- Pero no te he dejado hablar, te he contado mi vida, has sido tú el que me
has estado escuchando, no puedo aceptar este dinero cuando me has permitido ser
yo misma, sincerarme contigo, por primera vez en mi vida alguien se ha parado a
escucharme, lo siento, no puedo aceptar este dinero.
CARLOS.- Pero si yo quiero dártelo, no puedes rechazarlo, lo necesitas.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 72 -
TERESA.- En tan sólo unos minutos te has convertido en mi mejor amigo, en lo que
habrían sido mis hermanos mayores si no les hubiera dado la espalda, en apenas unos
minutos, me he sentido tan feliz y a la vez tan libre que incluso contándote mi triste y
desgraciada vida, sentía como si estuviera despertando de una pesadilla.
CARLOS.- ¿No aceptarías la ayuda de un amigo o de un hermano?
TERESA.- Sí, pero no es igual.
CARLOS.- Déjame ser tu amigo, permíteme que al menos a ti te ayude a conservar y
cuidar a tu hija, déjame que te ofrezca lo que un séptimo hermano puede ofrecer a su
pequeña hermana madre de una preciosa hija.
TERESA.- Las adversidades me han hecho dura, la violación consiguió que quisiera
más todavía a mi hija, tal vez fue la única manera de sentir que había ganado a todos
aquellos que se habían aprovechado de mí, y ahora tú, un desconocido ¿te ofreces a
ser mi hermano ficticio? No, lo siento Carlos, a mi hija la cuidaré yo sola.
CARLOS.- Entiendo, no te preocupes, que lo entiendo. Sólo me duele no haber podido
tomar yo la decisión que tú tomaste, me duele no haber podido elegir mi propio
destino, me duele haber perdido a mi hijo. Pero ésta noche mi dolor ha desaparecido,
ésta noche mi dolor se ha aliviado viendo tu sonrisa y el brillo de tus ojos mientras
hablabas de tu hija.
TERESA.- ¿Lo entiendes? No puedo permitir que nunca jamás nadie decida el destino
de mi hija.
CARLOS.- Te admiro, es increíble la fortaleza que tienes, pero yo no quiero decidir
nada, tan sólo quiero poderte ayudar, aunque sólo sea económicamente. Tengo
mucho dinero, podría mantenerte, a ti y a tu hija también. Podrías volver a los
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 73 -
estudios y el resto del tiempo estar junto a ella. Yo cubriría vuestros gastos solamente
hasta que terminases la carrera, ¿te parece bien?
TERESA.- Me parece que no lo entiendes, no quiero ni tu dinero ni tu ayuda.
CARLOS (enajenado, como loco).- No, no voy a permitir que tú sola críes a esa pobre
niña, no, tú no puedes hacerlo sola, podrías tomar decisiones equivocadas, como
ahora, negarle a tu hija tener una vida mejor, negarle estar más tiempo disfrutando de
su madre, y todo por orgullo. No voy a permitir que destroces su vida, igual que hizo
Clara con mi hijo, no, esta vez no.
TERESA (nerviosa).- Clara pudo hacer lo que fuera, puedes odiarla si quieres, incluso yo
sin conocerla la odio, pero ésta es mi hija, y tú no eres más que un desconocido. Me
marcho.
CARLOS (más nervioso).- No, tú no te vas a ningún lado. ¿Dónde está la niña?
TERESA (gritando).- ¡Déjame, suéltame! ¡Socorro! ¡Ayuda!
CARLOS.- Deja de gritar, cállate de una puñetera vez. Dime dónde está la niña o te
mato.
TERESA (rabiosa).- ¿No me has oído todo lo que he dicho? ¿Crees que me importa mi
vida más que la de mi hija?
CARLOS.- No te hagas la víctima, no eres más que una puta.
TERESA.- ¿Tú pretendes juzgarme? Yo no he permitido que me arrebaten a mi hija.
CARLOS.- Yo no tuve elección, no pude elegir, tú si pudiste. Quiero proteger a esa
niña, protegerla de su mayor enemigo, tú.
TERESA.- ¿Cómo te atreves? No sabes nada de mí. ¿Quién eres tú? Nadie.
CARLOS.- Entonces te mataré, ya encontraré a tu hija y la cuidaré.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 74 -
Teresa saca un cuchillo y se lo clava a Carlos, recoge sus cosas, se acerca a él.
TERESA.- Ahí, tumbado en el suelo y desangrándote; ahí, tal vez comprendas que no
puedes arrebatarme a mi hija; ahí, espero que comprendas que si no lo hice, no
abortaré a mi hija un año después de haber nacido. Siento que hayas tenido esa vida,
te compadezco pero no por eso seré la víctima de tu rabia y tu venganza.
Teresa arroja el dinero sobre Carlos y se marcha llorando.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 75 -
La Infiel
En un estudio decorado a modo de dormitorio, entra Raquel y comienza a quitarse la
ropa, varios segundos más tarde llega Dani.
DANI.- La puerta estaba abierta.
RAQUEL.- Sí, la dejé así por no tener que abrir la puerta.
DANI.- ¿Cómo?
RAQUEL.- No creo que aguantase ver tu cara frente a la mía, después de todo...
DANI.- ¿Y bien? ¿No piensas darte la vuelta?
RAQUEL.- Sí, pero de este modo, tal vez, podamos romper antes el hielo.
DANI.- ¿Romper? Eso siempre fue cosa tuya.
RAQUEL.- ¿Qué quieres decir?... Ah, ya entiendo.
DANI.- ¿Qué otros corazones has roto? ¿Y cuantas relaciones más?
RAQUEL.- No seas cruel, he venido a hablar.
DANI.- ¿Queda algo por decir?
RAQUEL.- Por teléfono no tenías inconveniente en que viniera.
DANI.- Por teléfono llorabas.
RAQUEL.- ¿He de llorar ahora también para que me escuches?
DANI.- No, no lo estropees.
RAQUEL.- Perdóname Dani.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 76 -
DANI.- ¿Perdonarte?
RAQUEL.- Sí, por todo.
DANI.- ¿Cuánto hace ya? ¿Tal vez un año?
RAQUEL.- Sí, precisamente hoy hace un año.
DANI.- Y ¿qué le has dicho a él?
RAQUEL.- La verdad, igual que a ti. Le dije que tú seguías estando en mi corazón.
DANI.- Es decir que, le has dejado sin apenas darle explicaciones, o tal vez has
logrado que él te dejase, o directamente se lo soltaste en medio de cualquier
conversación, ¿cómo fue?
RAQUEL.- La verdad, fue muy rápido. Él me llamó y directamente le dije que todo se
había acabado. Lo asimiló tan bien que me extrañó muchísimo. No sé, enseguida
comenzó a consolarme él a mí, me estaba animando el hombre al que yo dejaba.
DANI.- ¿Sí?
RAQUEL.- Sí, se me declaró como mi mejor amigo, es más, incluso fue él el que me
animó a venir hasta aquí para hablar contigo.
DANI.- ¿No será que quería no perderte del todo?
RAQUEL.- No sé.
DANI.- Siempre has sido tan ingenua, no sé cómo alguien como él pudo aguantarte
durante todo ese tiempo.
RAQUEL.- Para ya. Tú me has aguantado mucho más tiempo.
DANI.- Eso es diferente, yo no soy ambicioso, me conformo con poco, ya ves, tú para
mí has sido casi lo mejor.
RAQUEL.- ¿Casi?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 77 -
DANI.- Incluso para mí, un pobre conformista, no has llegado a ser lo mejor, imagina
lo que habrás significado para él, nada más que un juego.
RAQUEL.- ¿Eso crees?
DANI.- Sólo sé que a tu lado yo me siento mejor, tu ignorancia y tu torpeza superan a
la mía, seré el tuerto que se alivia guiando a una ciega.
RAQUEL.- Supongo que todo esto que me dices lo tengo merecido, pero no seas cruel
conmigo, por favor.
DANI.- ¿Cruel? Igual que tú... ¿o quizá no? Es cierto, te debo una disculpa.
RAQUEL.- ¿Una disculpa?
DANI.- No puedo juzgarte solamente por tus actos y tus decisiones, no sería justo.
Tendría que tener en cuenta que tú jamás has sido consciente de nada, todo ha sido
por impulsos, por caprichos que el azar ha colocado frente a ti.
RAQUEL.- Puede ser por eso, pero el caso es que ahora estoy totalmente decidida.
Quiero estar contigo, ya se lo he dicho a mi familia.
DANI.- De nuevo te equivocas. Tomas por sentado que yo también querré estar a tu
lado.
RAQUEL.- ¿Y no es así?
DANI.- Durante todo este año he intentado olvidarte a pesar de tener que oír a diario
noticias sobre ti, a pesar de tener que enterarme que el mismo día que me dejaste, ya
presentabas al otro como tu novio, a pesar de saber que varios meses antes de
suceder todo, él ya vivía contigo, a pesar de todo eso, he intentado olvidarte y por
fin, creí haberlo conseguido cuando me llamas por teléfono queriendo verme y
hablar.
RAQUEL.- Yo jamás te olvidé, siempre te tuve muy presente.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 78 -
DANI.- ¿Mientras te acostabas con él?
RAQUEL.- Olvida eso, volvamos a empezar desde cero.
DANI.- Podría decirte que sí, pero ten por seguro que nunca volveré a confiar en ti,
nunca volveré a sentir lo que sentí, ni a decir lo que dije, nunca volveré a enamorarme
de ti, lo siento.
RAQUEL.- Pero... no puedes acabar con todo de esta manera, ahora te necesito, te
quiero.
DANI.- Me dejaste en el peor momento de mi vida, cuando más te necesitaba, cuando
más te quería y más me había acostumbrado a ti, y ahora ¿me pides que me apiade de
ti?
RAQUEL.- No pido piedad, pido amor.
DANI.- No sé en qué cama, pero en la mía no has dejado nada de eso.
RAQUEL.- En la suya tampoco.
DANI.- Entonces no podrás jamás encontrarlo, ¿sabes por qué?
RAQUEL.- No.
DANI.- Por ser tú la única culpable de tu soledad. Por no pensar, por seguir siendo una
niña que juega a ser mayor. Siempre tan caprichosa, tan celosa y a la vez tan
promiscua.
RAQUEL.- Yo no soy promiscua, no. Yo sólo he hecho el amor contigo, con nadie más.
DANI.- E hipócrita, ¿qué más se puede pedir en una persona?
RAQUEL.- Dani, siempre has sido tú el único, siempre, sólo tú.
DANI.- No, mujer, no me tomes por estúpido. Sé la razón por la que le dejaste a él.
RAQUEL.- ¿El qué sabes?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 79 -
DANI.- Sé que conociste a otro hombre, otro capricho. Sé que tu familia no te
consentiría volver a cambiar de hombre. Sé que él te pedía más fidelidad que yo.
RAQUEL.- No es así.
DANI.- Él te pedía que le contases absolutamente todo, sabía que eres tan ingenua
que no tendrías picaresca suficiente como para ocultar detalles que te podían delatar.
RAQUEL.- No entiendo nada de lo que dices. Pero si a ti no te contaba nada era
porque tú me lo pedías.
DANI.- Me dolía oír de tu boca, entre dos "te quiero", un "te engaño". No soportaba
eso y prefería no oírlo. Pero él siempre ha sido más astuto, él te interrogaba y te
descubría, tú te ponías nerviosa, cambiabas de conversación y te desenmascarabas, él
quería dejarte pero le dabas pena, no podía abandonarte a tu suerte.
RAQUEL.- ¿Cómo sabes todas esas cosas?
DANI.- Sencillamente lo imagino, ¿estoy equivocado?
RAQUEL.- Sí, lo estás.
DANI.- La verdad es que mi error viene de antes, más o menos me equivoqué cuando
hice una apuesta, hará más o menos un año. Aposté por la fidelidad de mi novia. Lo
hice porque todo el mundo me decía que me eras infiel, yo insistía que tan sólo
tonteabas con los hombres, nada más. Un día me ofrecieron una apuesta y yo acepté,
estaba seguro de ti. Y claro, perdí la apuesta.
RAQUEL.- Pero si nunca te fui infiel, no sé cómo creíste la palabra de nadie. Dani,
vamos a tumbarnos, necesito sentir de nuevo tu piel, necesito que me abraces.
DANI.- No, mi vida. Para mí tú ya estás muerta. Lo siento.
RAQUEL.- Pero no es así, estoy viva, enamorada de ti y aquí, en este dormitorio donde
tantas veces hemos estado juntos.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 80 -
DANI.- Ahora eres tú la cruel, ¿has venido a terminar de destrozarme?
RAQUEL.- Pero...
DANI.- Yo me largo, no quiero volver a verte nunca más, olvídame, por lo que más
quieras.
RAQUEL.- Tú eres lo que más quiero, y no puedo olvidarte por ti. Dame otra
oportunidad, déjame que te ame, quédate conmigo.
DANI.- Una vez te amé, una vez, y me demostraste que sería la última. ¿Ya no
recuerdas cómo diste por finalizada una relación de tantos años? ¿Recuerdas que un
mes más tarde nos íbamos a casar?
RAQUEL.- Y aún podemos hacerlo.
DANI.- ¿Quieres saber con quién hice la apuesta?
RAQUEL.- No, eso me da igual.
DANI.- Tal vez no te dé igual, piénsalo. ¿Sabes con quién fue?
RAQUEL.- No, no lo sé ni lo quiero saber.
DANI.- Yo creo que sí, que cuando lo sepas te sorprenderá. Aposté con un amigo mío,
aposté que en una hora no conseguiría que le besases en los labios, y perdí. Lo hizo
en cuarenta minutos.
RAQUEL.- Eso es mentira.
DANI.- ¿No crees que es humillante? Encima tuve que pagarle por haber perdido la
apuesta, creo que fui el hazmerreír de todos mis amigos.
RAQUEL.- Te digo que eso no puede ser cierto, te engañó.
DANI.- Pero si tenía testigos.
RAQUEL.- Te mintieron todos, unos cretinos, falsos y ruines.
DANI.- ¿Yo también lo soy?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 81 -
RAQUEL.- Tú no, tú sólo te lo creíste todo.
DANI.- No es así, princesita, yo lo vi todo. Aquella noche yo estaba allí, yo era uno de
los testigos. Fui para luego poder reírme de él, pero no pude.
RAQUEL.- ¿Cuándo fue eso? ¿Con quién?
DANI.- Varios meses antes de dejarme, con la misma persona que te fuiste a vivir.
¿Sabes cómo me sentía aguantando tus mentiras todos aquellos meses mientras
mantenías esa doble relación? A él le decías que me habías dejado, a mí nada de nada.
Pero yo callaba y le oía a él contarme todas sus aventuras contigo. Me restregaba el
haberte perdido, y yo callaba.
RAQUEL.- ¡Dios mío! Qué mal lo tuviste que pasar.
DANI.- La verdad es que no, yo callaba, pero por dentro me reía. A mi pobre amigo,
sabía que le harías la vida imposible, sabía que le destrozarías, igual que lo habías
hecho conmigo. Todo era cuestión de tiempo.
RAQUEL.- Lo dices por despecho, no pensabas así.
DANI.- Puedes estar segura que sí, creo que fue el dinero que con más alegría pagué,
el dinero de la apuesta. Por fin había comprado mi libertad. Y ahora tú ¿de verdad
pretendes que vuelva contigo? Olvídalo.
Dani sale de la habitación con una sonrisa en la cara. Raquel se queda sola, suelta una
discreta sonrisa.
RAQUEL.- ¿Sí? Seguro que nunca sabrás que con el dinero que perdiste pagamos el
hotel esa misma noche. Alberto siempre apostaba sobre seguro, ya me había acostado
con él varias veces, y con algún que otro amigo tuyo. Pero tienes razón, te necesito a
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 82 -
ti en mi vida, ¿será que eres el único que me da amor y me permite obtener el sexo
de otros?
Dani regresa, con ojos de enamorado, se miran y ambos sonríen. Ella se acerca a él y
se besan.
DANI.- No puedo, no soy capaz de alejarme de ti, aún sabiendo que esto es un error,
te quiero. Igual que siempre te he querido.
RAQUEL.- Mi amor.
DANI.- Tenías razón, lo que he dicho ha sido por despecho, sufrí cada uno se los
segundos de tu ausencia. Te necesito.
RAQUEL.- Y yo a ti.
Se besan de nuevo mientras se desprenden de sus ropas.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 83 -
El Encuentro
En un parque cualquiera. Está Oscar solo y muy pensativo.
OSCAR.- ¿Es posible que esto suceda? Ya veo que sí, ya veo que soy el culpable de mi
existencia, de la pérdida de Bárbara, ya veo que soy culpable de todo, pero... nadie
me puede culpar por quererla, seguir queriéndola todavía. Voy a recuperar a Bárbara,
a mi Bárbara.
Comienza a caminar en busca de ella.
OSCAR.- Pero ¡dónde encontrarla! ¿Dónde? (gritando) ¡Bárbara! ¡Bárbara! ¡Bárbara!
Sigue caminando hasta que se encuentra con una chica joven que no deja de mirarle.
OSCAR.- Perdona, ¿dónde estoy?
BLANCA.- ¿No sabes dónde estas? Estas aquí.
OSCAR.- No. Quiero decir que... bueno, llevo mucho caminando y la verdad es que me
he perdido. ¿Dónde estamos?
BLANCA.- Pues...¿qué tal si empiezas por saludar?
OSCAR.- Hola, ¿Sabes dónde estamos?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 84 -
BLANCA (hablando sola).- Es increíble la mala educación de la gente, ya nadie se
acuerda de saludar. ¿Qué te ha pasado? ¿Te han atracado?
OSCAR.- No, no me han atracado, ¿por qué lo dices?
BLANCA.- Estás hecho un asco, muy descuidado.
OSCAR.- ¿Tú crees?
BLANCA.- Bueno, un poco. Pero creo que me vas a caer bien.
OSCAR.- Me da igual, no quiero caer bien.
BLANCA.- Eso sí que es un mal comienzo. Yo me llamo Blanca.
OSCAR.- Bien, ¿Dónde?
BLANCA.- ¿Dónde? ¿Dónde qué?
OSCAR.- ¿Dónde estamos? ¿Dónde estoy ahora mismo?
BLANCA.- En un parque, conmigo, ¿me conoces? Yo no sé tu nombre.
OSCAR.- ¿En un parque? Ya lo sé, pero en qué parque.
BLANCA.- No lo sé, me he puesto a pasear y he acabado aquí. ¿Tú sabes que parque es
este?
OSCAR.- Vale, déjalo. Me marcho, gracias por tu ayuda.
BLANCA.- Espera, no te vayas todavía. Me necesitas.
OSCAR.- No, para nada.
BLANCA.- Tal vez necesites hablar de Bárbara, yo podría escucharte.
OSCAR.- ¿Bárbara? ¿Cómo sabes su nombre?
BLANCA.- Tú me lo has dicho.
OSCAR.- Yo no he mencionado su nombre.
BLANCA.- Sí, hace un momento. Pero eso da igual. ¿Tú cómo te llamas?
OSCAR.- Oscar.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 85 -
BLANCA.- Un nombre muy bonito, seguro que eres muy romántico, ¿verdad?
OSCAR.- Pues, no sé. Tal vez.
BLANCA.- ¿Nos sentamos en ese banco?
OSCAR.- Siéntate tú, yo seguiré de pié.
BLANCA- Bueno, cuéntame.
OSCAR.- ¿Qué quieres que te cuente?
BLANCA.- ¿Qué va a ser? Lo de Bárbara.
OSCAR.- Ah sí, la conocí en...
BLANCA.- Yo también estoy triste, hoy he perdido la esperanza en la vida. Y ante
semejante pérdida, no me queda otra opción que suicidarme. Pero, antes de eso
quería dar una vuelta y pensar, ver de nuevo este mundo, este triste mundo en el que
estoy atrapada.
OSCAR.- Ni se te ocurra, hay muchas cosas en este mundo por las que vale la pena
seguir viviendo.
BLANCA.- ¿Por ejemplo?
OSCAR.- Por ejemplo...por ejemplo...¡por mí!
BLANCA.- ¿Por ti? ¿Por qué querría yo seguir viva por ti?
OSCAR.- Porque si te suicidas... yo también lo haré.
BLANCA.- ¿Y si no lo hago?
OSCAR.- Si no lo haces...entonces...yo te...
BLANCA.- ¿Qué me harás?
OSCAR.- Yo te...ayudaré.
BLANCA.- ¿Ayudarme? Si yo no necesito ayuda. ¿Cómo piensas ayudarme?
OSCAR.- No lo sé, pero te ayudaré. ¿Aceptas?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 86 -
BLANCA.- ¿Aceptar? Sí, acepto. Ayúdame.
OSCAR.- Vale, te ayudaré, pero sinceramente, no sé cómo hacerlo.
BLANCA.- Escúchame. Servirá para empezar, luego ya se nos ocurrirá algo. Tengo
tantas cosas que contar, tengo tanto que decir, y no tengo quién me ayude.
OSCAR.- De acuerdo, cuéntame Blanca, cuéntame tus problemas, cuéntame tu vida
que esta noche soy, existo, sólo para oír tus palabras, enternecerme con tu dulce
sonrisa, morirme con tu mirada que me vigila. Cuéntame.
BLANCA.- Bueno, te estoy robando tu turno, ibas a hablar tú.
OSCAR.- No te preocupes. Luego te contaré, si tú quieres, toda mi vida.
BLANCA.- ¿Sabías? Me das confianza, como nunca nadie me la había dado.
OSCAR.- Dime qué te sucede.
BLANCA.- Me han violado.
OSCAR.- ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Ahora?
BLANCA.- No, ahora no, me violaron hace dos meses, y creo que ya he perdido las
ganas de seguir viviendo después de una experiencia así, me siento sucia desde
entonces, por mucho que me lavo, aún tengo la sensación de... es asqueroso, no se lo
recomiendo a nadie.
OSCAR (se sienta en el banco, a su lado).- Tranquila, es normal que te sientas así.
BLANCA.- Tal vez, pero no es justo que sucedan estas cosas, no es justo.
OSCAR.- Hay tanta injusticia, pero yo creo que no volveré a consentir la injusticia,
lucharé contra todo lo que no sea justo.
BLANCA.- Es muy fácil decirlo, pero cuando te ocurre... ¿qué puedes hacer?
OSCAR.- No sé, pero seguro que... es cierto, hay ocasiones en las que nada se puede
hacer más que esperar a que todo pase.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 87 -
BLANCA.- ¿Realmente crees eso?
OSCAR.- Si te soy sincero, no creo que sea así. Yo pienso que siempre hay que
resistirse, luchar, seguir adelante y no dejarse parar por ninguna adversidad. Estoy
seguro que si empezamos a no conformarnos con lo que nos sucede, si empezamos a
exigir a la vida, a pelear por nosotros, por los demás, entonces todo sería mejor.
BLANCA.- Pero cuando algo se te va de las manos, no queda más que resignarse,
aceptar.
OSCAR.- Todo lo contrario, es entonces cuando más hay que esforzarse, no rendirse.
BLANCA.- ¿Y de qué sirve?
OSCAR.- ¿De qué? Pues sirve para seguir adelante, para seguir vivo, viviendo, viviendo
feliz, sirve para poder ayudar a los demás con esa fuerza, sirve... para mucho.
BLANCA.- ¿Te gusto?
OSCAR.- ¿Cómo?
BLANCA.- No, nada. Te preguntaba si yo te gustaba. Si te gustaba incluso después de
saber que me han violado.
OSCAR.- Eso no tiene nada que ver.
BLANCA.- Tal vez para ti no, pero mi novio...
OSCAR.- ¿Tienes novio? Dijiste que estabas sola.
BLANCA.- Y lo estoy, mi novio se marchó. Dijo que después de la violación había
cambiado mucho, que era muy pesimista, que mi depresión le estaba deprimiendo a
él, un día se marchó y se llevó todas sus cosas. Dijo que necesitaba tiempo, tiempo
para comprenderme, para poder... Él me pidió tiempo a mí, él. Y a quien habían
violado era a mí. ¿Ves cómo a veces las cosas se escapan de las manos?
OSCAR.- A veces parece que sí, pero puedes hacer que cambien las cosas.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 88 -
BLANCA.- Dime cómo.
OSCAR.- No sé, pero se puede hacer
BLANCA.- Espera, alguien se acerca. ¿Quién será?
OSCAR.- Parecen dos guardias, no te preocupes, no pasa nada, sigue hablando.
BLANCA.- Bésame Oscar. Bésame, por favor, bésame (Blanca besa a Oscar).
OSCAR.- ¡Blanca! ¿Qué haces?
OSCAR besa a Blanca, se abrazan, ella comienza a bajarle los pantalones a él, pero
OSCAR se resiste.
OSCAR.- Espera Blanca, así no, espera.
Blanca besa de nuevo a Oscar, entonces ella se levanta la falda, rompe su blusa y corre
gritando auxilio, Oscar corre tras ella. Salen ambos de escena. El resto de la obra será con voz
en off.
BLANCA.- Socorro, me quiere violar, socorro.
OSCAR.- Blanca. Pero...¿?
BLANCA.- Ayúdenme, por favor ayúdenme.
POLICÍA 1.- Alto, policía, alto he dicho.
POLICÍA 2.- ¿Se encuentra usted bien?
BLANCA.- No, me ha violado, ese desgraciado me ha violado. Deténganlo, que no
escape, que no pueda volver a violar a ninguna chica más, ojalá se muera.
POLICÍA 2.- Tranquilícese. ¿Está herida?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 89 -
BLANCA.- ¿Herida? Le digo que me ha violado.
POLICÍA 1.- Se ha tropezado con sus pantalones el muy mal nacido, y le he atrapado.
OSCAR.- Ya le he dicho que yo no la he tocado. Díselo tú, Blanca.
POLICÍA 1.- ¿Sabe su nombre?
BLANCA.- No, yo me llamo Bárbara, no Blanca.
OSCAR.- Miente, Bárbara era mi novia, y esta chica no es mi novia, la he conocido
ahora mismo aquí en el parque.
POLICÍA 1.- Ya, claro, ahora mismo. Por supuesto que la has conocido ahora mismo, y
qué ¿te estabas presentando?
POLICÍA 2.- Mírale, si se nota el carmín en sus labios, pobre chica.
OSCAR.- No, no la he tocado. Ella me pidió que la besase.
POLICÍA 2.- Sí. Es culpa de ella, va pidiéndolo a gritos, ella se lo ha buscado ¿no?
OSCAR.- No quiero decir eso.
POLICÍA 1.- Vamos a llevarle a la comisaría.
BLANCA.- ¿Van a llevarle a la comisaría? Seguro que mañana le sueltan y de nuevo
viola a otra mujer.
POLICÍA 1.- No se preocupe señorita, nosotros somos testigos, y si usted le denuncia,
seguro que no le sueltan en bastantes años.
BLANCA.- Pero se merece un castigo mayor, se merece...
POLICIA 1.- Alto, vuelve aquí.
BLANCA.- ¡Tenga cuidado, va armado!. ¡Tiene una pistola!
POLICÍA 1.- ¡Alto!, no te muevas. Estás atrapado, no tienes por dónde escapar.
¡Levanta las manos!, Levántalas, vamos, ¡levanta las manos ya de una vez!
BLANCA (gritando).- ¡Tenga cuidado, va armado!
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 90 -
POLICÍA 1.- ¡Quieto!
Se oye un disparo.
POLICÍA 2.- ¿Qué ha sucedido?
POLICÍA 1.- Le di el alto, le avisé. Estaba muy oscuro y sólo veía su silueta. Fue en
defensa propia, le he disparado.
BLANCA.- Se lo dije, tenía un arma.
POLICÍA 2.- ¿Está muerto?
POLICÍA 1.- Está muerto, le he matado.
POLICÍA 2.- Fue defensa, él sacó su arma.
POLICÍA 1.- No, no iba armado, me pareció que tenía algo en la mano, creí que tenía
una pistola. Ni siquiera me fijé bien, directamente disparé.
BLANCA.- ¿Ha matado usted a ese muchacho? El pobre estaba perdido, solamente
quería saber dónde estaba, pero usted le ha matado. Él se ofreció a ayudarme, era tan
amable. Béseme agente. Béseme, por favor, béseme.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 91 -
Noche Gris
Escenario vacío, tan sólo una mesa y una silla. Un hombre mayor sentado, intentando
escribir. Entra una joven mujer, cubierta con una bata blanca, no obstante, se pueden
apreciar sus curvas, su figura perfecta (según el concepto de perfección del intérprete de ésta
pieza). Ella se acerca al hombre.
RAFAEL.- ¿Quién eres?
MAR.- No me preguntes eso, ya lo sabes. Pregúntame sobre lo que aún puedo
descubrirte.
RAFAEL.- ¿Qué es lo que me puedes descubrir?
MAR.- Pregúntame.
RAFAEL.- Ya te he reconocido, ¿eres acaso mi musa?
MAR.- Hasta ahora lo he sido.
RAFAEL.- Llevo ya varios días esperándote. ¿Dónde estabas?
MAR.- Perdóname, soy tu inspiración, por tanto no decido cuándo venir. Sólo lo hago
cuando me llamas.
RAFAEL.- Mira, ¿ves esta hoja blanca? Así sigue desde hace tantas horas... No soy
capaz de escribir ni una sola palabra, mucho menos podría crear versos.
MAR.- Para eso he venido, Rafael. Escribe, borra el blanco de ese papel con tus
preciosas palabras, ocupa cada una de sus esquinas con tus versos.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 92 -
Rafael deja de prestar atención a Mar. Escribe rápidamente, sin pausa.
MAR.- Así, sigue escribiendo.
RAFAEL.- Ya está. He terminado.
MAR.- ¿Ya? ¿Sólo vas a escribir eso?
RAFAEL.- Es suficiente, no necesito más palabras, con éstas líneas es perfecto.
MAR.- ¿Puedes leerme lo que has escrito?
RAFAEL.- Antes quiero saber el motivo.
MAR.- ¿Qué motivo?
RAFAEL.- Nunca antes había visto tu rostro, me has privado de verte durante estos
setenta años. ¿Cuál es ahora el motivo de tu aparición?
MAR.- Hasta ahora, yo te inspiraba soplando suavemente a través de tu oreja, y tú oías
mis palabras de amor y escribías sobre mí.
RAFAEL.- ¿Y qué ha cambiado ahora?
MAR.- Ahora ya no me vas a necesitar, por eso he venido.
RAFAEL.- Sí, te sigo necesitando, sin ti, no hay verso posible, sin ti no conozco poesía.
Eres tú la única que jamás me abandonó, las demás, las mujeres de carne y hueso
siempre acaban yéndose, se marchan y me dejan con su ausencia.
MAR.- Sé que incluso su falta te ha servido para escribir, has escrito al amor y al
desamor. Siempre has necesitado que todo acabe para así tan sólo recordarlo.
RAFAEL.- Eso es falso, jamás quise que mi corazón se rompiese, nunca esperé que mi
amada desapareciese.
MAR.- A mí no me puedes mentir, te conozco mejor que tú mismo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 93 -
RAFAEL.- Eso no es posible, no eres más que fruto de mi imaginación, yo te he
creado, existes porque yo quiero que existas. No sabes nada de mí.
MAR.- Rafael, querido Rafael, estas tan equivocado. No me has creado tú, yo existía
antes de ti. Existo, sencillamente existo, tú no lo provocas, y tampoco puedes tú
decidir mi muerte. Rafael, ¿no lo entiendes?
RAFAEL.- Lo entiendo perfectamente, todas tus palabras son las que yo algún día
imaginé, tus pensamientos son lo que yo invento, tu rostro incluso ya lo conocía
antes de verte. Eres igual que...
MAR.- ¿Igual que quién?
RAFAEL.- Eso ahora no importa, no recuerdo. Pero en el momento que yo quiera, te
marcharás. Lo decido yo.
MAR.- ¿Cierto? Entonces hazme desaparecer ahora. Inténtalo.
RAFAEL.- Vete, ya no te necesito, es más, nunca te necesité. No eres ni siquiera una
persona, eres la ausencia de ella, el hueco que queda en mi corazón tras la ruptura,
ese es el lugar que tú ocupas. Vete ya.
MAR.- Sigo aquí, ¿me ves?
RAFAEL.- No, no estas, no te veo ni te oigo, ya te has ido.
MAR.- ¿Ves? No me he marchado.
RAFAEL.- ¿Qué quieres de mí? ¿No tienes suficiente con estar presente en mi mente a
cada hora? Déjame vivir mi vida sin tormentos.
MAR.- Tu vida ha sido siempre borrascosa, ¿qué te hace querer cambiar?
RAFAEL.- Sencillamente, ya no te necesito. Puedes irte.
MAR.- ¿No quieres preguntarme lo que aún no sabes?
RAFAEL.- Ya sé todo lo que tú me puedas responder.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 94 -
MAR.- Sé más cosas.
RAFAEL.- Dime algo, responde a mi pregunta sin oírla.
MAR.- Ésta noche.
RAFAEL.- ¿Ésta noche? No es cierto.
MAR.- ¿Quieres saber algo más?
RAFAEL.- Sí, tu eres mi musa ¿estoy en lo cierto?
MAR.- Sí, soy tu musa, tu inspiración, tu ingenio, tu intuición... Soy lo que tu quieras
que sea para ti.
RAFAEL.- No es posible, ya me has demostrado que tu existencia no es casual, que yo
no controlo tus actos. No puedes ser mi poesía.
MAR.- Realmente soy lo que quieres que sea. Fui tu ángel de la guarda, velando cada
noche por ti, salvaguardando tu bienestar; he sido también la voz de tu conciencia,
provocando tus remordimientos, felicitando tus buenos actos; la mujer de tus sueños;
también tu musa.
RAFAEL.- ¿Y ahora quién eres?
MAR.- Soy tu compañera, tu guía.
RAFAEL.- ¿Me guiarás a través de mi muerte?
MAR.- A eso he venido, a ser la inspiración de tu último poema, el oxígeno de tu
último aliento, la almohada de tu último sueño.
RAFAEL.- ¿Cuánto me queda?
MAR.- Poco, muy poco.
RAFAEL.- ¿Qué hago ahora? ¿Qué esperas de mí?
MAR.- Tu generosidad, espero que dediques éste breve instante a escribir.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 95 -
RAFAEL.- Es absurdo, ahora lo único que quiero es poder hacer todo lo que jamás
hice.
MAR.- Para eso ya es tarde, el único tiempo que te queda es el de hacer lo único que
has hecho en toda tu vida, escribir.
RAFAEL.- Pero ahora no lo quiero.
MAR.- No sabes hacer otra cosa, escribe.
RAFAEL.- ¿He de morir en ésta habitación?
MAR.- Aquí mismo, cuando pongas el último punto a ése poema que has empezado.
RAFAEL (mira la hoja, triste).- Entonces, tan sólo me queda el punto. El resto ya lo he
escrito.
MAR.- Hazlo. Clava en la hoja ese punto, da por finalizado tu poema.
RAFAEL.- ¿Si no lo hiciera?
MAR.- Yo tendría que esperar, pero lo harás, confío en que lo harás.
RAFAEL.- ¿Puedo cambiar algún verso? ¿Puedo cambiar una sola palabra?
MAR.- De ningún modo puedes tocar ese poema, tus últimas frases.
RAFAEL.- Entonces ya estoy preparado para morir.
MAR.- ¿Seguro que estas listo?
RAFAEL.- ¿Qué me espera después de pasar aquella última frontera?
MAR.- No sufras, nada malo.
RAFAEL.- ¿Y qué sucederá con el resto de la humanidad? ¿Seguirá existiendo todo
tras mi muerte?
MAR.- Todo menos tú.
RAFAEL.- No, espera... quiero ver el amanecer, no quedan muchas horas. Me gustaría
ver salir el sol por última vez.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 96 -
MAR.- ¿Lo miraste ayer?
RAFAEL.- No, ayer no vi salir el sol.
MAR.- Tu último amanecer fue el de ayer. Ahora mismo has de conformarte con lo
que ya esté hecho. Tu larga vida la has pasado sin observar tu alrededor, sin devolver
ni una sola de las sonrisas que frente a ti la vida ponía. Ésta noche olvídate de decir
"te quiero" a ningún ser amado, de extender tu brazo por ningún caído, de expresar
tu cariño con ningún beso, ningún abrazo.
RAFAEL.- Pondré entonces punto y final a mi vida, ya de nada sirve alargarlo más.
Rafael coge su pluma y pone el punto que faltaba sobre la hoja.
RAFAEL.- Ya he cumplido, podemos marcharnos.
MAR.- Un momento.
RAFAEL.- ¿Qué queda?
MAR.- Quiero saber si no querías ver la luna.
RAFAEL.- ¿La luna?
MAR.- Ésta noche brilla como nunca, es tan bonita. ¿No querías verla por última vez?
RAFAEL.- No era ésta noche gris la que tocaba verla, ésta noche muero.
MAR.- Pero sí querías ver el amanecer teniendo presente la luna. ¿Cuál es el motivo?
RAFAEL.- Yo sí quería ver a la luna, pero ésta noche es tal mi tristeza, que no quisiera
que ella viera las lágrimas en mis mejillas.
MAR.- Pero si no lloras.
RAFAEL.- Verla sería el motivo de mi llanto, la causa de mi pena. Quisiera que la luna
muriera conmigo, y así después de la partida, aún la vería.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 97 -
MAR.- Y la verás, allá donde tu vas, la luna nunca se esconde. Esta noche gris, será tu
noche eterna.
RAFAEL.- Entonces ¿qué me robas? ¿qué penurias me esperan? Si a mi muerte me
acompaña la luna y tú sin duda, vas de mi mano, yo no pierdo nada.
MAR.- En tu destino, nada malo te espera, serás recibido por tu dios, quien desde que
naciste te espera.
RAFAEL.- Tú, musa mía, sabes que no tengo credo, mi dios eres tu, es la luna. Y si
ambas vais conmigo ¿quién es ese que me espera?
MAR.- Tu no crees, pero no tienes que hacerlo. A ningún dios el hombre inventa, es
dios quien te crea, él quien te retorna. Y basta que él crea en ti para que tú existas.
RAFAEL.- ¿Y mis blasfemias? ¿mis pecados? ¿Están entonces perdonados?
MAR.- A eso no puedo responderte.
RAFAEL.- Pero ¿hay lugar para el arrepentimiento? ¿tengo aún tiempo?
MAR.- ¿De qué te vas a arrepentir? ¿de haber vivido?
RAFAEL.- No, de las cosas que hice y no debía, las no hice aún debiendo.
MAR.- Para eso... no tienes motivos de arrepentimiento.
RAFAEL.- Sí los tengo. No he hecho siempre lo correcto.
MAR.- Aún así jamás tendrás ningún perdón.
RAFAEL.- ¿No puedo enmendar mis faltas?
MAR.- No hay nada que enmendar, no hay faltas, es por eso que no habrá perdones.
RAFAEL.- ¿Hiciera lo que hiciese?
MAR.- Cualquier cosa que estuviera a tu alcance y que no dañase a nadie.
RAFAEL.- En ese caso, ¿ésta vida no ha sido una prueba ni un tránsito? Tan sólo a mí
mismo me dañé.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 98 -
MAR.- No, la vida es para vivirla, y tú lo has hecho.
RAFAEL.- ¿Y mi último poema? ¿Qué razón había?
MAR.- Ninguna, ese poema era para mí. ¿Quieres leérmela?
Rafael se acerca a la mesa, coge la hoja y comienza a leer.
RAFAEL.- Quiero esculpir esta piedra
Y convertirla en poesía,
Quiero pintar este lienzo
Y convertirlo en poesía,
Quiero escribir este verso
Y convertirme en poesía.
MAR.- Y en poesía te vas a convertir. Creo que ya es la hora de marcharse, mi querido
poeta.
RAFAEL.- Vayamos. Pero, por favor, no sueltes mi mano.
Mar extiende su brazo, él coge su mano y juntos caminan hacia primer plano,
atraviesan la sala y se alejan dejando atrás al público.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 99 -
Adiós Amor Mío
En el dormitorio, Carlos y Elena bailan abrazados suavemente, él con sus manos en la
cintura de ella y ella con la cabeza apoyada en su pecho. La canción se acaba pero ellos no
cesan el abrazo. Se separan levemente y se miran a los ojos con una sonrisa de placentero
amor. Se besan suavemente mientras se separan del todo.
ELENA.- Te quiero.
CARLOS (sonríe y enseguida se da la vuelta).- ¿Quieres beber algo?
ELENA.- No. Ven aquí (se sienta en la cama).
CARLOS (acercándose).- Dime.
ELENA.- Ven (extiende el brazo hacia él).
CARLOS (cogiéndole. Se sienta junto a ella).- ¿Que?
ELENA.- Te quiero.
CARLOS.- Sí, lo sé. Para mí eres muy especial, te aprecio de verdad.
ELENA.- Pero... ¿Me quieres?
CARLOS.- ¿A qué llamas tu amor?
ELENA.- A lo que siento por ti, a necesitarte día y noche, a no poder vivir sin ti, a eso
llamo yo amor... ¿Y tú?
CARLOS.- ¿Amor? No sé que significado darle a esa palabra que inventaría algún
borracho en una noche de luna llena. ¿Amor? Es gracioso que la palabra que más
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 100 -
veces utilizamos sea la que más desconocemos. ¿A cuanta gente le has dicho que la
quieres?
ELENA.- No sé... pero ¿qué importa eso ahora?
CARLOS.- Importa, amor es para utilizarlo una sola vez, porque a partir de la segunda
pierde ese significado especial que algunos conocen.
ELENA.- Sí, lo he dicho muchas veces, pero lo he sentido una sola vez, ahora.
CARLOS.- Yo no lo he dicho nunca, ¿amor? Me cuesta tan solo pronunciarlo. Amor,
amor, amor, amor, ¿amor? ¿Que quiere decir?
ELENA (besa a Carlos).- Esto es amor.
CARLOS.- Eso fue un instante, un beso que desapareció, no amor.
ELENA (se tumba en la cama y arrastra consigo a Carlos).- Te diré lo que es el amor.
CARLOS.- Prefiero seguir viéndote, sintiéndote, oyéndote. Ya te he dicho que eres
especial, eres muy especial. No estropeemos el momento, deja que la magia se recree
en nuestras miradas, en nuestros ojos.
ELENA.- ¿Por qué no en nuestros corazones?
CARLOS.- Hay tantas cosas en nuestros corazones que no me creo capaz de hallar un
solo hueco para la magia, para el "amor".
ELENA.- ¿Me dices que no amas?
CARLOS.- Amar, no lo considero un sentimiento hacia alguien, mas bien es una forma
de ser, un ser amante, eso si que debe de existir, eso alimenta a los poetas, eso
resucita a los muertos que reposan en nuestros recuerdos, eso debe de ser el amor.
ELENA.- Entonces amas.
CARLOS.- Amo. Te amo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 101 -
ELENA (abraza a Carlos emocionada y comienzan a besarse).- Te quiero, te amo más que a
nada en este mundo.
CARLOS.- No digas eso, eso es ahora.
ELENA.- Ahora y siempre.
Carlos está tumbado sobre Elena, se están besando, ella le abraza y acaricia, entonces
comienza a quitarle la camisa. Él desabrocha los botones de la blusa de ella. Siguen besándose
y acariciándose. Oscuro total. Elena duerme mientras Carlos pasea por la habitación. La
observa como está acostada y sonríe.
CARLOS.- Te quiero amor mío, te quiero ahora más que nunca, ya me has demostrado
que somos el uno para el otro, ahora sé que jamás me abandonaras, jamás te dejaré
de querer, siempre juntos tú y yo. Elena, amor mío, tu duerme, yo velaré por ti, yo te
protegeré, te seré fiel, descansa en tu lecho, yo te despertaré. En la cama donde me
has demostrado tu amor, allí donde nos hemos convertido en uno, el principio y el
final de nuestros miedos, de nuestros sentimi...
Llaman a la puerta, Carlos se acerca a Elena, con cuidado de no despertarla, la besa.
CARLOS.- Tenemos visita, pero tú duerme.
Se dirige hacia la puerta y abre. Entra Raquel, besa a Carlos pero éste se aparta.
RAQUEL (entrando en el estudio).- ¿Qué pasa?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 102 -
CARLOS.- Raquel, antes de nada has de saber que estoy enamorado.
RAQUEL.- Y yo.
CARLOS.- Quiero que conozcas a Elena.
RAQUEL.- ¿Elena?
CARLOS.- Sí, la amo más que a mi propia vida. Sé que os llevaréis bien, sois parecidas.
RAQUEL.- ¿Quien es Elena?
CARLOS (señalando a la cama).- Ella, pero ahora no podrás conocerla, esta dormida. Sé
que tú también la querrás cuando la conozcas. ¡Qué felices seremos los tres juntos!
RAQUEL.- ¿Estás loco? ¿Qué dices? ¿Te has acostado con esa chica? Eres un
maldito...
CARLOS.- ¡No levantes la voz! La vas a despertar.
RAQUEL (a gritos).- Me da igual.
CARLOS.- Cálmate mujer, es una buena chica, es sincera y muy atractiva, espera a
conocerla. Te gustará, y tú a ella. Estoy seguro.
RAQUEL (acercándose a la cama).- Tú, levántate ahora mismo de mi cama.
CARLOS (agarra bruscamente a Raquel tirándola al suelo).- Te he dicho que no la
despiertes, déjala en paz, ahora es también su cama. Deja que descanse, luego
hablaremos.
RAQUEL (se levanta del suelo y ataca a Carlos).- ¿Cómo puedes hacerme esto?
Carlos empuja a Raquel, tirándola de nuevo al suelo, pero esta vez ella yace
inconsciente en el suelo. Carlos espera, al ver que no se levanta se acerca.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 103 -
CARLOS.- ¿Raquel? ¿Raquel? ¿Estas bien? Responde. ¿Por qué te has puesto así? ¿No
ves que ahora vamos a ser todos felices queriéndonos y sabiéndonos queridos?
¿Raquel? Lo comprendo, era una gran sorpresa, y...te has desmayado, pero tranquila,
es normal.
La levanta del suelo y la acuesta en la cama junto a Elena.
CARLOS (besa a Raquel).- Tú no te preocupes por nada, todo se arreglará, porque os
quiero, porque me queréis, porque sé que os querréis.
Raquel recobra el conocimiento, está de espaldas a Elena, se la nota mareada.
CARLOS.- ¿Ya te has despertado?
RAQUEL.- ¿Carlos? Me duele la cabeza.
CARLOS.- Tranquila mi amor, todo irá bien.
RAQUEL.- Estoy confundida, creo que he tenido una pesadilla.
CARLOS.- Mi dulce amor, no pienses ahora en eso.
RAQUEL.- Soñé que alguien dormía en tu cama, y decías que la querías.
CARLOS.- ¿Hablas de Elena? Aún duerme.
Raquel se queda congelada, tras un momento de pausa se da la vuelta y ve a Elena
dormida, pega un grito y se levanta de la cama.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 104 -
CARLOS.- Eres una histérica, al final la vas a sobresaltar y eso no está bien. No puedes
tratarla tan mal, ella te quiere.
RAQUEL (corre hacia la puerta).- No puedo.
CARLOS (corre tras ella y la empuja contra la pared).- ¿Dónde crees que vas?
RAQUEL.- Déjame ir, por favor, déjame.
CARLOS.- No nos puedes abandonar ahora, ahora que vamos a ser felices.
RAQUEL.- Por favor.
CARLOS.- Tienes que esperar a conocerla, no te dejaré ir.
Raquel corre de nuevo hacia la cama, Carlos corre tras ella pero esta vez no le
alcanza. Raquel zarandea a Elena.
RAQUEL.- Levántate de mi cama, despierta.
CARLOS (coge a Raquel del brazo, le pega un puñetazo y ella cae al suelo).- Estás siendo
muy mala.
RAQUEL.- Esta muerta ¿no?
CARLOS.- No, esta dormida.
Se acerca a Raquel.
RAQUEL.- La has matado. Eres un asesino.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 105 -
CARLOS.- Esta dormida, cállate, la vas a despertar. Está dormida, dormida, dormida,
dormida, dormida, dormida... (repite ésta palabra mientras pega patadas a Raquel
enfurecido)
Oscuro total. Elena y Raquel duermen en la cama, Carlos pasea con un cigarrillo
encendido en la mano.
CARLOS.- Ya tengo todo lo que quería, ahora que comprendes que Elena es una
buena chica y ya que has aprendido a quererla, todo irá mejor. ¿Por qué no jugamos a
algo los tres? Despertaros, ya habéis dormido demasiado, levantaros.
Se acerca a la cama y comienza a menearlas, pero ambas están inconscientes. Él
desiste en su intento. Las arropa y busca su camisa. Se lo pone, se acerca de nuevo, las besa a
las dos.
CARLOS.- Ahora he de irme, ya jugaremos más tarde.
Carlos sale y cierra la puerta. Oscuro total. Carlos regresa a casa portando dos cajas.
En la cama está sola Raquel, tumbada como antes.
CARLOS.- Hola querida, ¿aún duermes? ¿Donde ha ido Elena?
RAQUEL (se incorpora y sonríe) .- Elena está muerta, igual que yo.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 106 -
Se abre la puerta y entra Elena.
CARLOS.- ¿Ya os habéis despertado?
ELENA.- No, estamos muertas, tú nos has matado, ¿dónde estabas?
CARLOS.- Comprando unos regalos.
RAQUEL.- ¿Para nosotras?
CARLOS.- Sí, este es para ti.
Raquel se acerca y coge su regalo, Elena se aproxima también y Carlos le entrega la
otra caja. Raquel regresa a la cama y se sienta para abrir su caja, Elena hace lo mismo pero
sentada en el suelo. Carlos las observa felizmente y se enciende un cigarrillo.
RAQUEL.- Pero si está vacía.
ELENA.- La mía también.
CARLOS.- Igual que vuestros corazones, sois falsas. Realmente no sois capaces de
amar, apenas sabéis lo que es el amor. Y no merecéis mi amor, iros de aquí.
ELENA.- No nos puedes hacer eso, no nos puedes echar.
RAQUEL.- Ahora somos uno, para siempre. Jamás nos separaremos.
Raquel saca una pistola del bolsillo y dispara a Carlos.
RAQUEL.- Adiós.
ELENA.- Adiós amor mío.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 107 -
El Eterno Instante
La escena transcurre en el portal de una vivienda, la de María. Es de noche, llegan ella
y Luis, se besan, se abrazan.
MARÍA.- De nuevo toca despedirse.
LUIS.- De nuevo.
MARÍA.- No te preocupes, mañana nos vemos de nuevo.
LUIS.- Y de nuevo tocará una despedida, otra agonía para mi corazón.
MARÍA.- ¡Qué teatrero!
LUIS.- Lo digo en serio, es cierto. Día tras día la alegría de verte acaba con un
desenlace fatal, la despedida.
MARÍA (sonriendo).- Si quieres, podemos dejar de vernos.
LUIS.- No. Lo prefiero así, idas y venidas, ilusionado cada día por volverte a ver.
MARÍA.- He de marcharme.
LUIS.- Lo comprendo, bueno, hasta mañana entonces.
Se observan, brillo en sus miradas, retrocede ella un paso, él no se mueve, ella avanza
de nuevo, se besan otra vez, ella acaricia la cara de él, de nuevo retrocede, él baja la cabeza,
pero su mirada sigue observándola, ella se acerca y un beso más.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 108 -
MARÍA.- Se me hace tarde.
LUIS.- Qué extraño se me hace.
MARÍA.- ¿El qué?
LUIS.- Se me hace raro, no entiendo cómo puedo echarte tanto de menos, cada día
más, ¿dónde voy a llegar?
MARÍA.- Yo también te he echado de menos, alguna vez.
LUIS.- Yo siempre, antes de conocerte ya te añoraba, pero desde que te conozco...
MARÍA.- Eso no puede ser, tan sólo hace un mes que nos conocemos.
LUIS.- Es tan extraño el paso del tiempo, tan ambiguo. Creo que para mí el tiempo va
desfasado, no sigue la regla general. Un instante se me hace eterno, una eternidad
como un sólo instante, una hora a tu lado es para mí sólo un segundo, un día sin ti se
me hace un año, un beso tuyo, toda una vida, miro tus ojos y se para el tiempo.
MARÍA.- Lo dices por decir.
LUIS.- No habría razón de decirlo si no fuera cierto.
MARÍA.- Yo creo... yo tengo miedo.
LUIS.- ¿De qué?
MARÍA.- Creo estar enamorándome de ti.
LUIS.- Tan sólo tienes dos opciones.
MARÍA.- ¿Dos?
LUIS.- Acabarás por no poder vivir sin mí o sino odiándome con todas tus ganas.
Jamás dejo a nadie indiferente.
MARÍA.- Bueno, ya me tengo que ir a casa.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 109 -
LUIS.- Se me hace difícil despedirme.
MARÍA.- Mañana te veré de nuevo.
LUIS.- Aún así, se me hace complicado.
MARÍA.- Ciertamente, a mí también me cuesta.
LUIS.- Entonces, quédate, vayamos juntos a pasear por la ciudad.
MARÍA.- Es tarde, no hay nadie, la ciudad está desolada.
LUIS.- Yo no lo veo así, la ciudad está dormida, las calles son sólo para nosotros dos,
la luna brilla rodeada de estrellas, la paz se adueña de cada una de las plazas, cada
uno de los callejones.
MARÍA.- Pero es peligroso, tengo miedo.
LUIS. A estas horas solamente quedan por las calles los locos, los soñadores que no
consiguen cerrar los ojos, aquellos que huyen de dormir y ocupan ésta ciudad por las
noches.
MARÍA.- A éstas horas tan sólo quedan los que no tienen dónde ir, los maleantes, los
ladrones, a éstas horas la ciudad está repleta de prostitutas, drogadictos y demás.
LUIS.- Eso es falso, ellos son los que menos, aunque sea a los que más se les ve.
MARÍA.- Yo sólo les veo a ellos, me da miedo.
LUIS.- Yo te puedo presentar a los personajes que habitan la noche, los dueños de
nuestras ilusiones, los que velan nuestros sueños. Yo puedo mostrarte a una ancianita
de cabellos blancos que se sienta el la fachada de una tienda, que vende claveles de
plástico, para que jamás se marchiten. Una ancianita que te regala un poema cuando
le compras una flor, una mujer que está allá, en la Gran Vía, todas las noches con esa
sonrisa en la cara y media docena de claveles.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 110 -
MARÍA.- Una persona, ¿y las demás?
LUIS.- Puedo hablarte del poeta que vende sus poemas por cincuenta pesetas de bar
en bar, con su pelo largo y su barba descuidada, aquel que siempre acepta la
invitación a una copa de vino, y sus versos embriagados, escritos a mano,
fotocopiados y firmados con su amor. Un poeta nocturno que jamás te regala una
sonrisa, que está desencantado, pero sigue escribiendo, una carpeta bajo el brazo,
toda su vida contenida en esas hojas. Él es el dueño de la noche.
MARÍA.- Tan sólo me has hablado de dos personas, por la noche hay cientos de ellos.
LUIS.- Acompáñame a recorrer todas las calles de ésta ciudad y te presentaré a cada
una de la hadas, cada uno de los duendes, te presentaré a todos los que nos
encontremos.
MARÍA.- No, tengo miedo, es tarde, he de irme ya a casa.
LUIS.- Permíteme que te hable de otro de ellos. Él pasea por la noche, a veces sólo un
instante, un eterno instante que se prolonga una vida entera; no se sabe qué edad
tiene, aparenta tener veintitantos, en su mirada a veces se ve que ha vivido más de
medio siglo, otras veces el brillo de sus ojos es el de un quinceañero enamorado;
otras, ojos apagados y tristes que recorren melancólicos los rostros de la gente,
buscando a alguien, buscándose a sí mismo, buscándote a ti, ahora, hace un año;
esperándote siempre, incluso cuando paseas tú a su lado, cuando paseas tú a mi lado,
ese loco que soy yo, ese loco que siempre he sido.
MARÍA.- Me has convencido, por favor, muéstrame la otra vida de ésta ciudad,
enséñame las caras de toda esa gente.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 111 -
LUIS.- Hay un bar en ésta ciudad, donde a lo largo de toda la noche pasan por él los
habitantes nocturnos de sus calles, allí ves parar a taxistas y a policías, a maleantes y a
prostitutas, a borrachos y a drogadictos, a jóvenes y ancianos, a barrenderos y a
enfermeros, a guapos y a feos, a pobres y a ricos. Allí ves los guiños que se hacen el
enfermo y el médico que descansa de su guardia, ves cómo invita un policía a un
bocadillo al pobre mendigo que tiene hambre, el taxista que acerca al borracho a su
casa, el poeta que en una servilleta le entrega un poema a la chica que llora en la
mesa de al lado. Un lugar que duerme de día. Un café, una cerveza o un anís, una
sonrisa, una lágrima o un desmayo, todos juntos van y vienen, cuentan sus historias,
oyen las de los otros y yo, sentado en mi mesa, con mi triste sonrisa admirando la
belleza de su esencia.
MARÍA.- Enséñame ese bar, coge mi mano y guíame por la noche.
LUIS.- Puedo hablarte también de un señor que duerme en la calle, con un ojo abierto,
tiritando de frío en enero, cubierto con un trozo de cartón y apoyando la cabeza en
una bolsa donde lleva todas sus pertenencias. Te puedo hablar de su mejor amigo, un
perro viejo que duerme a sus pies, que le acompaña noche tras noche y con el que
comparte el pequeño trozo de pan que tiene para cenar, ese señor que habla a su
perro, y que por dejadez, jamás se detuvo a ponerle nombre, igual que olvidó el suyo
propio, llamándose ahora el uno amigo del otro, y el otro amigo de éste.
MARÍA.- Ya no tengo sueño, no quiero cerrar los ojos en mi cama ni soñar con un
mundo perfecto, ya no tengo prisa por ir a casa ni cenar una comida caliente. Quiero
acompañarte, cenar con ese señor, comprar un clavel de plástico, compartir un café
con aquel taxista, pagar cincuenta pesetas por leer un poema, regalarle una sonrisa al
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 112 -
policía, dejarle una propina a ese camarero, una cena caliente para ese señor y su
amigo el perro. Llévame allá.
LUIS.- Yo nunca podré ser como ellos.
MARÍA.- Tú vives también el día, igual que el resto de la ciudad.
LUIS.- Tampoco como ellos puedo ser, yo jamás podré ser como ninguno de ellos,
para mí no puede haber día ni noche.
MARÍA.- Sí lo hay, tú eres de los unos y de los otros.
LUIS.- Ésta noche hay mucho viento, las nubes se mueven muy rápido, las agujas de
mi reloj se han parado, mi corazón late con demasiada fuerza, mi mente se queda en
blanco. Éste eterno instante quisiera conservarlo siempre.
MARÍA.- Si es eterno siempre lo tendrás.
LUIS.- No es más que un instante, aunque sea eterno, es sólo un instante.
MARÍA.- Dame un beso.
LUIS.- No puedo, lo siento, no puedo.
MARÍA.- ¿Cómo?
LUIS.- He de irme, muy a mi pesar, he de irme.
MARÍA.- ¿Dónde has de ir?
LUIS.- No lo sé, tal vez tenga que irme a recordarte, a echarte de menos. Es posible
que me tenga que ir a arrepentirme por haberme ido. Y si me quedo, seguiré
enamorándome de ti cada día más.
MARÍA.- Entonces quédate.
LUIS.- ¿Sabrás tú quererme igual que yo te quiero?
MARÍA.- No lo sé, aún hace un mes que te conozco.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 113 -
LUIS.- Entonces, no podrás quererme tanto, yo creo que ya hace un siglo que te
conozco, y desde entonces te quiero.
MARÍA.- Comprende que no me puedo creer eso.
LUIS.- El tiempo, mi testigo y mi juez, el tiempo sabrá decirte que soy sincero.
MARÍA.- ¿El tiempo? ¿Qué tiempo? No puedo fiarme de un tiempo que pasa para mí
como un mes y para ti como cien años, no puedo creer a un tiempo culpable de crear
un eterno instante, una contradicción, ese tiempo no puede ser cierto.
LUIS.- No conozco nada más cierto que el tiempo.
MARÍA.- Dices que tu reloj no marca las horas, que el tiempo para ti se detiene y otras
veces se apresura a pasar rápidamente, ese tiempo no es constante, ese tiempo no es
de fiar.
LUIS.- Tienes razón, el tiempo juega siempre a mi favor, se mueve a mi antojo, pero
en cambio, yo no me rijo por él, apenas sé la edad que tengo, aún sabiendo cuántos
años hace que nací, no sé cuánto es una hora si para mí puede ser toda una vida. No
comprendo si el tiempo es mucho o poco, sólo que se me hace escaso y a la vez
abundante.
MARÍA.- ¿Me llevarás contigo a conocer tus sueños?
LUIS.- Ya los conoces, tú haces que yo sueñe, tú, que yo me mantenga despierto,
provocas en mí tantas cosas que soy yo el que tiene que hacerte las preguntas.
MARÍA.- No sabría responder a ellas.
LUIS.- En ese caso, nadie podrá responder a mis preguntas.
MARÍA.- ¿Qué hacemos ahora?
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 114 -
LUIS.- Sé que ésta es la última noche que te veré, es por eso que no quiero que se
acabe.
MARÍA.- Te equivocas, mañana me volverás a ver.
LUIS.- Mañana ni tú serás tú ni yo seré yo, mañana, otros serán los que se despidan
en éste portal, mañana, no seremos los mismos, solamente hoy lo somos, y ya toca
despedirse.
MARÍA.- ¿Me das ahora ese beso que te pedía antes?
LUIS.- Mil veces te he dado ese beso desde que me lo has pedido, otras mil veces te lo
daré. Cada vez que pestañeas, yo aprovecho para juntar mis labios a los tuyos, cada
vez que suspiras yo muero y resucito de nuevo, cada mirada tuya es para mí una
hipnosis, y así podría estar toda la vida, mi mirada en la tuya, la tuya en la mía,
nuestros corazones hablando de sus cosas, nuestras manos, acariciándose unas a
otras, y el mundo entero puede pararse si en ese momento así lo queremos. Podrían
cortarme la cabeza y no me enteraría.
Se besan con mucha suavidad, un beso largo, corto, un beso que dura un eterno
instante.
Telón.
© Farhad Lak (www.farhadlak.com) Minipiezas de Teatro
- 115 -
© Copyright – Farhad Lak – Reservados todos los derechos
Farhad Lak www.farhadlak.com
Top Related