Monterrey, N. L ., México. Julio de 2011 No. 70
C ON mucho gusto saludo a todos Ustedes,
deseándoles todo bien en el Señor. Como bien sabemos, este año ha sido de
momentos de gracia muy especiales que Dios nuestro Señor nos ha ido permitiendo vivir.
Destaca, entre ellos, la celebración de las Bodas de Oro
Sacerdotales del Padre Eusebio Lozano Martínez, Párroco fundador de esta Comunidad Parroquial de Santa Beatriz de Silva,
a cuya acción de gracias nos unimos el pasado 29 de Junio. En comunión de oraciones y de alegría le agradecimos al
Señor todo el bien que a través del ministerio del Padre Eusebio ha concedido a nuestra Parroquia; y le hicimos patente al mismo
Padre Eusebio nuestro afecto y gratitud. Confiamos en que a través de su ministerio, de cinco décadas de entrega y amor
sacerdotal, llame a su servicio a algunos jóvenes –hombres y mujeres-, al sacerdocio y a la vida consagrada, respectivamente. Igualmente, -y ya viene- destaca el 30° aniversario del
nacimiento de nuestra Parroquia de Santa Beatriz de Silva, que canónicamente fue erigida por decreto del Arzobispo de
Monterrey, D. José de Jesús Tirado Pedraza (+) el 18 de octubre de 1981.
Son 30 años de evangelización, de promoción del prójimo, de la búsqueda del encuentro de cada uno con Cristo, para ser
sus discípulos, para ser sus misioneros. Son 30 años, que se dicen fácilmente, pero que encierran mucho amor y mucha
entrega de los sacerdotes, consagrados y laicos que han vivido en esta Comunidad su vocación de servicio, sirviendo a Dios en el
servicio al hermano. Sencillamente nos hemos venido preparando con la celebración mensual de la Eucaristía, pidiendo por la
Parroquia, cada día 17 de mes, pues el 17 es dedicado a Santa Beatriz de Silva, nuestra Santa Patrona parroquial. Tendremos, en breve, el programa especial de la
conmemoración del 30° aniversario, para agradecer al Señor 30 años de evangelización. Ahora, de manera inmediata, hemos de
vivir el novenario y la festividad de Santa Beatriz de Silva el 17 de agosto próximo. El día ocho de agosto principiará el novenario,
dedicando las Misas diarias de ocho y 11:00 a.m. y de 7:30 p.m. a esta preparación. Cada día se invitará a un sector de personas:
maestros y maestras, médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, “fieles de antaño” y a algunos grupos del apostolado parroquial.
Claro que todos estamos invitados a participar todos los días y rendir un homenaje de afecto y gratitud a Santa Beatriz de
Silva, mujer eucarística, enamorada de Jesús, el divino prisionero del sagrario y que nos enseña a dejarlo todo por Cristo viviendo
con alegría e intensa dedicación la propia vocación. Hagamos de esta ocasión un momento de fraternidad
parroquial, de acuerdo a esa tarea tan noble que hemos asumido de renovar la Parroquia, para que sea cada día Casa y Escuela de
Comunión, conforme al nuevo Plan Diocesano de Pastoral. ¡Que Dios los bendiga!
P. Juan Carlos Castillo Ramírez Párroco
Por su reportero Capsulito
1) Comenzamos mis queridos lectores, con las actividades
realizadas en el mes de Julio, que ya se va, a formar parte de nuestra historia y que le ofrecemos a Dios con todo el corazón.
2) El cuatro, cinco y seis de este mes tuvimos, junto con el día
30 de junio, el Jubileo de adoración a Jesús Sacramentado, en el
que le pedimos por el Papa Benedicto XVI especialmente porque cumplió 60 años de sacerdote. Pedimos por nuestro Arzobispo, el
Cardenal D. Francisco Robles Ortega, por sus 20 años de obispo y 35 de sacerdote. Por el Padre Eusebio Lozano Martínez, primer
Párroco de esta Parroquia, por sus 50 años de sacerdote; por la Paz, por las familias de la Parroquia, por los que no tienen trabajo y por las intenciones particulares de cada uno.
3) El cinco terminó el ciclo escolar 2010-2011 del catecismo con
la Eucaristía de acción de gracias que celebró el Párroco, a la que
asistieron niños y niñas y catequistas del martes y del sábado. ¡Demos gracias a Dios!
4) El nueve se llevó a cabo la Asamblea Parroquial, para
estudiar el nuevo Plan Diocesano de Pastoral. Chuy Villa y los Padres Eliezer y Juan Carlos presentaron los temas de ese Taller.
Se quedó en continuar el estudio en el mes de septiembre.
5) Los coordinadores laicos de las áreas de pastoral asistieron a
la asamblea decanal, el dos de julio, y a la de zona, el 16, con el mismo fin. Muy interesantes. Yo también fui.
6) El 16 y el 23 se efectuaron el retiro para jóvenes del grupo
MARIANUM y para adolescentes del grupo MARANATHÁ, organizados por la Pastoral Juvenil Parroquial. “Con un éxito
súper rotundo y tipo de que así” según comentaron los chavos. ¡Felicidades!
7) El día 28 fue celebrada la misa mensual por los enfermos que
organiza la Unión de Enfermos Misioneros.
8) Durante el mes se efectuaron dos Hora Santa de sector y dos
Misas de sector, con el fin, ya saben ustedes, de que cada día aumente la vida cristiana en los sectores de la Parroquia y nos
sintamos más Parroquia de Santa Beatriz.
9) Igualmente los de la Unión de Enfermos Misioneros realizaron
sus Tardeadas Bohemias. Se ponen muy bien, cantan y cantan y
vuelven a cantar, acordándose de aquellos bellos tiempos.
10) Vamos cerrando las noticias, acordándonos de que el día
primero de este mes que esta por concluir, se efectuó el evento “Canta, Baila y Coopera”, a beneficio de la construcción de los salones. Vieran qué bonito ambiente se hizo, con la música de los
60, que interpretó el grupo “Pimienta Negra”. Puro Rock y mucha alegría. Fue tal el éxito que están pidiendo otro para damas y otro
para matrimonios. A ver qué dicen las autoridades.
11) Muy bonito e interesante el libro que la señora Tessy
González de Puente preparó, con anécdotas y testimonios, sobre el Padre Eusebio Lozano Martínez y sus 50 años de sacerdocio. Ojalá que ustedes lo adquieran y lo lean, se sentirán, como yo,
identificados e incluidos, muy incluidos, en esas letras que dibujan cinco décadas de amor y entrega sacerdotal.
12) Por cierto, dijo el Padre Juan Carlos, nuestro señor Cura,
que no se les vaya olvidar cumplir los ramilletes espirituales que
ofrecieron y entregaron como regalo al Padre Eusebio y a él mismo en sus aniversarios, pues, lo importante de los ramilletes es cumplirlos, y que si no se cumplen aquí se habrán de pagar en
el purgatorio, así es que ya saben.
13) Y que, además, ahí viene el aniversario del Padre Eliezer,
que cumplirá un año de Padre el 14 de agosto, y se les va a acumular más la deuda.
¡Hasta la próxima!
les dice “Capsulito”, su reportero favorito
que les desea muy buen mes de agosto.
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NUEVO PLAN
DIOCESANO DE PASTORAL
E L Plan, que nuestro Arzobispo de Monterrey, D.
Francisco Robles Ortega, nos ha entregado para que lo profundicemos, lo hagamos nuestro y lo
pongamos en práctica tiene cuatro líneas de acción, que van a impulsar el quehacer pastoral del
2011 al 2015.
PRIMERA LÍNEA: LA EXPERIENCIA KERYGMÁTICA.
“QUE TODAS LAS PERSONAS TENGAN UN ENCUENTRO VIVO Y KERYGMÁTICO CON JESUCRISTO, PARA QUE LOGREN UNA CONVERSIÓN PERSONAL, Y PUEDAN INICIARSE COMO DISCÍPULOS MISIONEROS DE ÉL”.
Y tiene como Meta el que las Parroquias sean centros
vivos de evangelización para que a partir del kerygma, ofrezcan procesos de formación de discípulos misioneros. Igualmente que
se cuente con equipos de agentes de pastoral, en los distintos niveles de la estructura diocesana que ayuden a proclamar el
kerygma principalmente a los pobres, los marginados y los alejados.
SEGUNDA LÍNEA: LA VIVENCIA COMUNITARIA.
“QUE TODOS LOS CONVERTIDOS EXPERIMENTEN UNA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN BASADA EN UNA FUERTE EXPERIENCIA DEL AMOR DE DIOS Y DE LA FRATERNIDAD, Y CONTRIBUYAN EN EL DESARROLLO SOCIAL Y CRISTIANO DE SU PARROQUIA.”
Y tiene como Meta el que las parroquias sean casa y
escuelas comunión para sus fieles, pues, son comunidades donde se conoce, se asimila y se vive la espiritualidad de comunión.
Igualmente que las acciones pastorales de las parroquias busquen fomentar la fraternidad y la solidaridad entre los fieles y
proyectarlas hacia la sociedad.
TERCERA LÍNEA:
LA FORMACION BÍBLICO-DOCTRINAL.
“QUE TODAS LAS PERSONAS RECIBAN UNA F O R M A C I Ó N B Í B L I C O - D O C T R I N A L , ACENTUADAMENTE VIVENCIAL Y CARITATIVA, PARA QUE LOGREN UNA MADUREZ COMO DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESÚS”.
Y tiene como Meta el que las parroquias sean centros de
animación bíblica de la pastoral, donde los fieles conocen, asimilan y viven la Palabra de Dios y crecen en la solidez de la fe
católica. Igualmente que la formación doctrinal catequética que se ofrece en la arquidiócesis a través de las distintas estructuras
pastorales acerque a los fieles a los textos bíblicos y promueva en ellos las actitudes evangélicas que la fe de la Iglesia propone
para la acción pastoral.
CUARTA LÍNEA: EL COMPROMISO MISIONERO.
“CREAR HERRAMIENTAS PASTORALES, PARA LOGRAR LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL A TRAVÉS DEL COMPROMISO MISIONERO EN LAS PARROQUIAS, Y LLEGAR A TODAS LAS PERSONAS Y SECTORES DEL PUEBLO DE DIOS MAS ALEJADOS, A FIN DE REINTEGRARLOS CON LA IGLESIA”.
Y tiene como Meta el que las parroquias sean
comunidades misioneras, que salen al encuentro de los alejados e indiferentes para reintegrarlos a la comunidad de la familia de
Dios. Igualmente que los Secretariados, los Departamentos y las Comisiones (SEDECOPA) diocesanas ofrezcan recursos pastorales
creativos y eficaces de nueva evangelización (métodos, expresiones, ardor) destinados especialmente a los alejados y los
marginados con un claro fin misionero.
LA SANTIFICACIÓN DEL
DOMINGO Y LA MISA DOMINICAL
EN FAMILIA
E L domingo, primer día de la semana, es el
“Día del Señor”. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre
el pecado y la muerte, la realización en él de
la primera creación y el inicio de la “nueva creación” (cfr. II Co 5,17). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez
la prefiguración, en la esperanza activa, del “último día”, cuando Cristo vendrá en su gloria (cfr. Hechos 1,11; I Ts
4,13-17) y hará un mundo nuevo” (cfr. Ap 21,5). Es el día de la Resurrección de Cristo, día de celebración gozosa y festiva de nuestra fe en Dios. Es
también el Día del Espíritu Santo (Pentecostés semanal) en el que lo recibimos y El nos convoca para que, con un
corazón ardiente, nos unamos al sacrificio de Cristo y nos
hagamos con El una ofrenda de amor y de obediencia al Padre. En el domingo celebramos, pues, con la Eucaristía, el
Día del Señor. Es diferente de lo que llamamos “fin de semana” para descansar, salir, participar en actividades
deportivas, artísticas o de otro tipo. El sentido del domingo es una verdadera santificación de todo el día dedicado al Señor cuyo centro es la Eucaristía, en un ambiente de descanso y lleno de alegría y fraternidad. No sólo descanso del trabajo sino también
descansar en el Señor orando, alabándolo por sus dones y
también en nombre de toda la creación.
Este día es un don del amor del Señor y, para nosotros el tiempo que le ofrecemos: “Nunca es un tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización de nuestras relaciones y de nuestra vida”, especialmente si acudimos en familia. Es día de descanso porque “es el día
“bendecido” y “santificado por Dios, o sea, separado de los otros días para ser, entre todos, el “día del Señor”.
Esto nos recuerda que Dios es el dueño del tiempo y de la historia. Participar en la Eucaristía “es un deber
irrenunciable que se ha de vivir no sólo para cumplir un
precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente”. Es un privilegio y una alegría el poder participar cada domingo, unidos a la comunidad, de la fiesta nupcial de Jesús con su Iglesia. El domingo es para nosotros una bendición por su
sentido de alianza, de diálogo esponsal. La Eucaristía misma
es la celebración de la Boda del Cordero con la Iglesia
Esposa. Por tanto, el domingo tiene un sentido esponsal, de estar Dios con su Pueblo, celebrando y renovando la alianza. Por eso también el domingo es día del matrimonio, de los esposos y de la familia. En dicha asamblea las familias cristianas viven una de
las manifestaciones más cualificadas de su identidad y de su ministerio de “iglesias domésticas”, cuando los padres participan con sus hijos en la única mesa de la Palabra y del
Pan de vida. 4
El Domingo es el día de la Resurrección de Cristo, día de celebración gozosa y festiva de
nuestra fe en Dios.
A este respecto, se ha de recordar que corresponde ante todo a los padres educar a sus hijos para la participación en la Misa dominical, ayudados por los catequistas, los cuales se han de preocupar de incluir en el
proceso formativo de quienes les han sido confiados, la iniciación a la Misa, ilustrando el motivo profundo de la participación en este misterio del Amor de Cristo, más que la misma gozosa obligatoriedad del precepto, ya que amar no es una obligación sino una decisión y una responsabilidad.
A ello contribuirá también, cuando las circunstancias lo aconsejen, la celebración de Misas con niños, según las
varias modalidades previstas por las normas litúrgicas. Por eso el Domingo no sólo es día de la Asamblea
sino también de la familia, en que participan en el Banquete
Pascual de la Palabra y el Cuerpo y la Sangre del Señor, en un ambiente de encuentro fraterno, en espíritu de esperanza.
Pero la santificación del domingo no se reduce a la sola celebración de la Eucaristía. TODO EL DIA ES DEL
SEÑOR (24 horas) y está marcado por el recuerdo agradecido de sus obras salvíficas. Todo ello lleva a cada discípulo de Cristo a dar también a los otros momentos de la
jornada, vividos fuera del contexto litúrgico –vida en familia, relaciones sociales, momentos de diversión- un estilo que
ayude a manifestar la paz y la alegría del Resucitado en el ámbito ordinario de la vida.
El encuentro sosegado de los padres y los hijos, por ejemplo, puede ser una ocasión no solamente para abrirse a la escucha recíproca, sino también para vivir juntos algún momento formativo y de mayor recogimiento.
La celebración de la Eucaristía nos recuerda también a la Virgen María: mujer eucarística: María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del
binomio María y Eucaristía. El domingo es un día especialmente de gratitud, por
eso volvámonos al Señor para agradecerle que este Día nos una, nos invite a convivir unidos como familia-iglesia
doméstica en la gran familia de Jesucristo. Reconozcamos
pues los dones que hemos recibido en la Misa dominical. Hablemos con el Señor confiadamente, pidámosle que nos ayude a construir una cultura de la Misa dominical en familia.
El domingo es un encuentro con el Señor, es el día de contemplar su Rostro. Es descansar en Dios que es
familia: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es escuchar su palabra y guardarla íntimamente en el corazón como la luz que ha de guiar toda nuestra semana. Es compartir el
banquete del Cuerpo y de la Sangre del Señor, para tomar la fortaleza necesaria en nuestra vida, cada día de la semana.
Es la oportunidad de descubrir que la pascua de cada día está unida y ofrendada al Padre con el mismo
Jesucristo. Así, la vida cotidiana, tendrá su culminación en la siguiente Misa dominical.
Ahora será muy bueno pensar a nivel personal en lo que nos falta para santificar más el domingo, con nuestra participación en la Misa.
A nivel familia pensemos y comprometámonos para alcanzar más unidad y alegría en el día del Señor.
EL DOMINGO ES EL DIA DEL SEÑOR Y LA EUCARISTIA LA MEJOR FORMA DE CELEBRARLO Y SANTIFICARLO Y SANTIFICARNOS, EN FAMILIA.
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Domingo es compartir el banquete del Cuerpo y de la Sangre del Señor, para tomar la fortaleza necesaria en nuestra vida, cada
día de la semana.
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NUEVOS
SACERDOTES Y DIÁCONOS PARA LA
ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY
E L sábado 13 de agosto la Iglesia Diocesana de Monterrey será bendecida por Dios con la ordenación de nuevos
Diáconos y el lunes 15 de agosto, con la ordenación de
nuevos Presbíteros (sacerdotes).
Como fruto de la llamada del Señor, pues la mies es mucha y los
obreros pocos, estos jóvenes han respondido al llamado e iniciaron hace
ya más de diez años su formación en el Seminario Monterrey.
Su misma generosidad personal lo ha llevado a dar esta respuesta a Dios que llama a quien quiere, como quiere y cuando
quiere. Dios los llamó y ahora recibirán la gracia de estas órdenes, a los
que serán agregados por la oración consecratoria y la imposición de
manos del señor Arzobispo de Monterrey, el Cardenal D. Francisco
Robles Ortega.
Las misas de ordenación se efectuarán en la Basílica de
Guadalupe. La misa de ordenación de nuevos Diáconos el día 13 a las
10:00 a.m. y la de los nuevos Presbíteros el día 15 a las 6:00 p.m.
Los nuevos Diáconos serán:
Diego Arrambide De la Garza Oscar Zavala Carrillo
Los nuevos Presbíteros serán:
Alejandro Beltrán Garza Jesús Carrera Garza
Héctor David Carrizales Maldonado Miguel Ángel Flores Villarreal José Francisco Gallardo Viera
Rodolfo Antonio García Martínez Jesús Humberto Garza Mendiola
Jesús Alejandro Hernández López Jesús Hernández Moyeda
Gerardo Javier Marmolejo Sánchez Heriberto Muñiz Vázquez
Israel Pardo Vargas Felipe Samaniego Garza
Raúl Eduardo Vázquez García
DEMOS GRACIAS A DIOS, NUESTRO SEÑOR, POR ESTE REGALO QUE
HACE A SU IGLESIA PARTICULAR DE MONTERREY
y sigamos orando incesantemente para que sean muchos los jóvenes
que escuchando el llamado del Señor le den un sí generoso, pues como
lo ha dicho el Señor Jesús:
“la mies es mucha y los obreros pocos.”
¿QUÉ ES UN DIÁCONO?
Un Diácono (del griego ,“diakonós”, «servidor» en latín
diaconus) es un varón que ha recibido el tercer grado del sacramento
del Orden Sacerdotal (los otros dos grados son el presbiterado -
sacerdotes, padres- y el episcopado -los obispos-) por la imposición de
las manos del obispo. Propiamente, según el Catecismo de la Iglesia
Católica, los diáconos no son sacerdotes, sin embargo pertenecen al
clero. Los diáconos con su estilo de vida y ministerio son signo en medio
de la Iglesia de Cristo Siervo, que esta totalmente entregado al servicio del Reino de Dios. Es por eso que la diaconía en la vida de los ministros
ordenados nunca cesa por que son imagen de Cristo “servidor del
Reino”. En la Iglesia Católica existen dos tipos de diáconos:
Diácono transitorio
Diácono permanente Diácono transitorio o transeúnte
Los seminaristas que aspiran al ministerio sacerdotal, primero son
ordenados diáconos y cumpliendo un año de ministerio diaconal pueden solicitar al obispo ser ordenados como presbíteros. Por
tanto, por un tiempo, todos los sacerdotes son primero ordenados diáconos transitorios (en tránsito hacia el sacerdocio). Diácono permanente
Este tipo de diaconado puede ser conferido a hombres casados pero especialmente comprometidos con su comunidad y la iglesia.
El diácono permanente debe ser considerado hombre "probo" por la comunidad, caritativo, respetuoso, misericordioso y servicial. Es
determinación del obispo exigir que sea casado, y en este caso, la esposa deberá autorizar por medio escrito al obispo la aceptación
para la ordenación del esposo (requisito indispensable). Quien es ordenado diácono siendo soltero se compromete al celibato
permanente. El Diaconado en la Sagrada Escritura
Los primeros diáconos fueron ordenados por los Apóstoles: Hechos 6, 1- 6. y fueron 7, el más destacado de ellos fue el
protomártir San Esteban. ¿Quién puede ser ordenado Diácono?
Sólo el varón ("vir"=varón en latín) bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. Debe estar instruido y haber cursado su formación en una institución de estudios eclesiásticos. El
sacramento del Orden confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser dado dos veces. Funciones de los Diáconos
Es propio del ministerio del diácono: asistir y ayudar a su obispo,
también pueden colaborar en el servicio pastoral de los sacerdotes en alguna comunidad parroquial, puede proclamar el
Evangelio y asiste en el altar durante la misa, cada diácono es ministro ordinario de la sagrada comunión, administra los
sacramentos del bautismo, del matrimonio y bendice, lleva el viático a los enfermos, etc. En fin, todo lo relacionado con la
misericordia y caridad además de animar a las comunidades
en las que ejercen su ministerio. No es propio del ministerio diaconal: administrar los sacramentos de la Unción de los
Enfermos, la Eucaristía, ni el sacramento de la confesión. Vestiduras litúrgicas propias del Diácono
Las vestiduras propias del diácono son: el alba, vestidura amplia de color claro, que cubre todo el cuerpo; cíngulo, cordón tejido
terminado en una borla por cada extremo, que sirve para ceñirse el alba a la cintura. La estola puesta al modo diaconal, es decir,
cruzada en el cuerpo desde el hombro izquierdo y sujetada por sus extremos en el lado derecho, a la altura de la cintura y sobre
ésta la dalmática, vestidura utilizada sobre todo en las grandes celebraciones y solemnidades.
¿QUÉ ES UN PRESBÍTERO?
Un Presbítero (del griego , presbyterós, «anciano»)
es un varón que ha recibido el segundo grado del sacramento del Orden
Sacerdotal (los otros dos grados son el diaconado -diáconos- y el
episcopado -los obispos-) por la imposición de las manos del obispo y la oración consecratoria.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los presbíteros son sacerdotes
de segundo grado y colaboradores de los obispos: "Los presbíteros,
aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos
en el ejercicio de sus poderes, sin embargo están unidos a éstos en el
honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del Orden, quedan
consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (Hb 5,1–10; 7,24; 9,11–
28), para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para
celebrar el culto divino" (LG 28).
"El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal,
participa de la autoridad con la que el propio Cristo construye, santifica y
gobierna su Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los presbíteros supone
ciertamente los sacramentos de la iniciación cristiana. Se confiere, sin
embargo, por aquel sacramento peculiar que, mediante la unción del Espíritu Santo, marca a los sacerdotes con un carácter especial. Así
quedan identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan
actuar como representantes de Cristo Cabeza"(PO 2).
El sacerdocio de los presbíteros es ministerial: "Esta Función, que el
Señor confió a los pastores de su pueblo, es un verdadero servicio" (LG
24). Está enteramente referido a Cristo y a los hombres. Depende
totalmente de Cristo y de su sacerdocio único, y fue instituido en favor
de los hombres y de la comunidad de la Iglesia. El sacramento del Orden
comunica "un poder sagrado", que no es otro que el de Cristo.
El ejercicio de esta autoridad debe, por tanto, medirse según el modelo
de Cristo, que por amor se hizo el último y el servidor de todos (cf. Mc 10,43–45; 1 P 5,3). "El Señor dijo claramente que la atención prestada
a su rebaño era prueba de amor a él" (S. Juan Crisóstomo, sac. 2,4; cf.
Jn 21,15–17)
¿Quién puede ser ordenado Presbítero? Sólo el varón ("vir"=varón en latín) bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. Debe estar instruido y haber cursado su formación
en una institución de estudios eclesiásticos. El sacramento del Orden
confiere un carácter espiritual indeleble y no puede ser dado dos veces.
Funciones de los Presbíteros Es propio del ministerio del presbítero: ser colaborador directo de su
obispo. Tienen potestad conferida por el obispo de celebrar todos los sacramentos, excepto la confirmación y el orden sacerdotal. Cada
presbítero es ministro ordinario de la sagrada comunión. Según el
Catecismo de la Iglesia Católica: "Los presbíteros, como colaboradores
diligentes de los obispos y ayuda e instrumento suyos, llamados para
servir al Pueblo de Dios, forman con su obispo un único presbiterio,
dedicado a diversas tareas. En cada una de las comunidades locales de
fieles hacen presente de alguna manera a su obispo, al que están unidos con confianza y magnanimidad; participan en sus funciones y
preocupaciones y las llevan a la práctica cada día" (LG 28).
Los presbíteros sólo pueden ejercer su ministerio en dependencia del
obispo y en comunión con él. La promesa de obediencia que hacen al
obispo en el momento de la ordenación y el abrazo de paz del obispo al
fin de la liturgia de la ordenación significa que el obispo los considera
como sus colaboradores, sus hijos, sus hermanos y sus amigos y que a su vez ellos le deben amor y obediencia.
Vestiduras propias del Presbítero Las vestiduras propias del Presbítero son: el alba, vestidura amplia de
color claro, que cubre todo el cuerpo; cíngulo, cordón tejido terminado
en una borla por cada extremo, que sirve para ceñirse el alba a la
cintura. La estola puesta de tal modo que sus dos extremos caigan sobre el pecho, y sobre ésta la casulla, vestidura amplia utilizada sobre
todo en la celebración de la Sagrada Eucaristía.
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Fig. 3 Diácono revestido
Fig. 1 Dalmática
Fig. 2 Diácono revestido con el alba, cíngulo y estola terciada.
Fig. 3 Presbítero
revestido
Fig. 1 Casulla
Fig. 2 Presbítero
revestido con el alba,
cíngulo y estola.
LA VIRTUD DE
B E A T R I Z FRAGMENTOS DE LA HOMILÍA DE
S. S. PABLO VI EN LA MISA DE CANONIZACIÓN DE
SANTA BEATRIZ DE SILVA
«Paloma mía, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es suave y hermoso tu rostro»
Cantar de los Cantares 2, 14
E L Papa Pablo VI inscribió solemnemente en
la lista de los santos a nuestra santa
patrona Santa Beatriz de Silva un 3 de
octubre de 1976 en una misa celebrada
para tal fin.
Con motivo de nuestra próxima fiesta patronal
les comparto algunos fragmentos de la homilía que pronunció S. S. Pablo VI en la misa de canonización:
“Nos resulta imposible tejer el breve elogio de
la nueva Santa, acostumbrado en el momento de una canonización, que parece proyectar los rasgos de una
faz gloriosa ante nuestra mirada jubilosa, porque, de
la misma manera que el rostro extraordinariamente
bello y puro de Beatriz de Silva permaneció oculto
durante largos años de su vida terrena hasta su
bienaventurada muerte, así también demasiados
aspectos de su biografía sólo han llegado hasta nosotros de forma refleja, en la documentación
histórica, como «per speculum in aenigmate», a través de la cual se
trasparenta como figura inocente, humilde y luminosa, a pesar de no
conceder a nuestra humana, pero legítima curiosidad, ningún signo de
expresión personal.
Pero hay, además, un segundo mensaje que acerca a Santa
Beatriz a nuestra experiencia, haciéndonos apreciar toda la actualidad
del testimonio que ella nos presenta. Vivimos en una sociedad permisiva, que parece no reconocer frontera alguna. El resultado está a la vista de
todos: la expansión del vicio en nombre de una malentendida libertad,
que, ignorando el grito indignado de las conciencias rectas, se burla y
conculca los valores de la honestidad, del pudor, de la dignidad, del
derecho de los demás, es decir, de los valores sobre los que se basa
cualquier convivencia civil ordenada. Ahora bien, la sociedad nobiliaria
del período del renacimiento, aquellos ambientes cortesanos, tal como se nos describen en las crónicas de la época, presentan con mucha
frecuencia, aunque con nobles excepciones, un panorama en el cual se
reflejan bastante bien algunas tristes experiencias de hoy.
Fue aquel ambiente en el que Santa Beatriz maduró su opción:
habiéndose dado cuenta pronto de las pasiones que su excepcional
belleza suscitaba en torno, como flor que, germinaba en terreno
pantanoso, eleva hacia lo alto su intacta corola a fin de acoger
el primer rayo de sol, así la noble muchacha «sin más dilación en
determinarse -es su primer biógrafo el que narra el episodio-, tomó su
camino, y dejó la inquietud de la corte, huyendo de ella, para venir a
recibir la ley de la conversión saludable, después de cuyo cumplimiento entrase a la tierra prometida de los santos». Pero no se limitó a esto la
generosidad de su determinación virginal: «Acordándose -sigue siendo el
primer biógrafo el que narra- de la hermosura que de Dios había
recibido, determinó que ningún hombre ni mujer le viese el rostro
mientras viviese».
¿Exageración? Los santos representan siempre una
provocación para el conformismo de nuestras costumbres, consideradas
sabias sencillamente porque nos resultan cómodas. El radicalismo de su testimonio quiere ser una sacudida para nuestra pereza y una invitación
al redescubrimiento de algún valor olvidado; el valor, por ejemplo, de la
castidad como valeroso autocontrol de los instintos y gozosa experiencia
de Dios, en la límpida transparencia del espíritu. ¿No es acaso ésta una
lección de la máxima actualidad para los hombres de hoy? Santa Beatriz
de Silva quiere decirnos todavía una última palabra
esta mañana. Es quizá la palabra más importante, porque en ella está encerrado el secreto de su
experiencia espiritual y el de su santidad.
Esta palabra es el nombre de María y más
concretamente el de María Inmaculada. La blanca
limpieza de la Virgen fue el ideal de su vida; lo subraya
su primer biógrafo: «Se le fue acrecentando la gracia
de una singular devoción a la Concepción sin mancilla
de la Reina del Cielo, de la cual, desde que algo supo, fue entrañablemente devota». Aquella devoción la legó,
como herencia significativa, a sus hijas espirituales,
disponiendo que ella fuera la característica de la nueva
Orden, «una Orden -y usamos ahora las
expresiones de otro antiguo biógrafo suyo- en
la que por deber, no menos que por
significación de hábito y Regla, aprobada por la santa Iglesia de Roma, fuese esta Santísima
Concepción de la Virgen gloriosa, honrada,
afirmada y ensalzada con continuas
alabanzas».
De esta forma, no pocos siglos antes
de la proclamación del dogma, y mientras todavía hervían las
discusiones teológicas, la Inmaculada Concepción se manifestaba como
fuerza viva en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia, suscitando una Orden contemplativa que se inspiraba en el níveo fulgor
de la «Toda pura» y recibía de ella energías para una más generosa
consagración a Cristo, en el cotidiano esfuerzo para no apartar nada de
la dulce soberanía de su amor. Esta es la invitación que, como síntesis
de toda su experiencia espiritual, nos dirige hoy Santa Beatriz de Silva:
mirar a María Inmaculada, seguir su ejemplo, invocar su protección,
porque en el providente designio de salvación «la Madre de Jesús... brilla en este mundo... ante el Pueblo de Dios peregrino, como signo de
segura esperanza y de consuelo, hasta que llegue el día del
Señor» (Lumen Gentium, 68).”
P. Eliezer Israel Sandoval Espinosa
Vicario parroquial 8
Santa Beatriz de Silva... Ruega por nosotros