Monterrey, N. L ., México Abril de 2014 Año VIII No. 103
M uy queridos , Hermanos y Hermanas :
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡El Señor Resucitó! Es la noticia clave de la cincuentena
pascual que empezamos a vivir el pasado domingo 20 de este mes de abril, “Domingo de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”.
Después de que vivimos la Cuaresma y el Triduo Pascual, conmemorando así los misterios más grandes de nuestra fe, llegamos a la magna conmemoración, a la magna celebración de nuestra fe, que es la celebración de la Resurrección de Jesús,
porque es su triunfo sobre el demonio, sobre el pecado y sobre la muerte.
Por eso en la liturgia, nosotros la Iglesia, dejamos manifestar nuestro sentimiento de gratitud, de alegría, de gozo, de amor, porque precisamente el infinito amor de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el
Verbo eterno de Dios encarnado, lo llevó a hacerse uno de los nuestros, a vivir entre y como nosotros, iniciar luego su ministerio público, padecer, morir en la Cruz y re-su-ci-tar para nuestra salvación, para nuestra liberación.
Cristo resucitado proclama su victoria y su victoria es también nuestra victoria, pues al triunfar él que es nuestra cabeza,
triunfamos nosotros, por su gracia, pues somos su cuerpo. La Resurrección de Cristo es la garantía de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor cristiano. El es nuestro único
salvador, por él somos dignos ahora de llamar a Dios nuevamente “Padre”, como el mismo Cristo nos enseñó. Con nuestra vida hemos de proclamar nuestra fe en esa
Resurrección, nuestra esperanza en la vida eterna y nuestro amor cristiano ha de ser el signo que nos caracterice como discípulos de Jesús, discípulos del Señor resucitado.
¡Aleluya! ¡Aleluya! el Señor ha resucitado y va delante de nosotros, nos espera y nos acompaña y nos llama a no tener miedo, pues,
él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, en que volverá lleno de gloria y majestad.
Llevemos con nuestras palabras y con nuestros hechos a todos nuestros hermanos la buena y bella noticia de la Resurrección de Jesús.
Comprometámonos con Jesús Resucitado, nuestro Dios y Señor, a transformar nuestra vida, nuestra familia, nuestra parroquia,
nuestra sociedad, en un signo claro y elocuente que hable de la singular amistad nuestra con él, nuestro Redentor y Salvador. Junto con nuestra sencilla y humilde súplica a Jesús Resucitado de
que bendiga nuestro hogar, nuestra familia, la familia parroquial, ofrezcámosle nuestro apoyo, nuestra ayuda, nuestras manos y labios, pies y corazón, razón y vida para colaborar con él en la maravillosa obra de la salvación, que sigue adelante por él, con él
y en él. Unámonos a los que ya son obreros y obreras del Señor, pues, bien sabemos que el mundo de hoy necesita mucho de Cristo
Resucitado y él ha querido llegar a la humanidad por medio de nosotros sus discípulos.
¡Felices Pascua de Resurrección!
Pbro. Juan Carlos Castillo Ramírez
Párroco
Por su reportero Capsulito
1) ¡Cordialísimamente y con mucho gusto, les deseo ¡MUY FELICES PASCUAS DE RESURRECCION!
2) Abril nos regaló esos bellos momentos de la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, nuestro Salvador. Por eso hermanitos y hermanitas, estamos muy pero muy alegres. ¿O no? Claro que sí, porque nos sabemos y nos sentimos amados por Aquel que siendo Dios se hizo hombre y se entregó por nosotros, por amoooooor! 3) Entrando en otras noticias porque la anterior es la número uno de nuestra fe, he de decirles que empezamos el mes con el Rosario y la Misa del Santo Padre Pío el primero de este mes, y después el Retiro de Cuaresma para los grupos de apostolado laical de nuestra Parroquia, con muy buena asistencia el día cinco.
4) Luego tuvimos, el seis, la Misa de la Asociación del Santísimo Sacramento, que en nombre la Parroquia están siempre cuidando la oración ante Jesús Sacramentado.
5) El último ciclo de Ejercicios Espirituales, para jóvenes y adultos, de llevó a cabo del siete al 11 de abril y el 12 se fueron a Misiones en Cadereyta Jiménez, N. L. en la Parroquia de San Juan Bautista, los jóvenes del grupo Impulso, en nombre de toda nuestra Parroquia, bajo la coordinación del Padre Marcos Alanís, Vicario Parroquial.
6) Celebramos luego la Semana Santa con la asistencia la Misa del Santo Crisma, en la Basílica del Roble, en la que los sacerdotes de la Arquidiócesis renovaron sus promesas sacerdotales y por la tarde de dicho día recibimos en la Misa de 7:30 p.m. los Santos Oleos y el Crisma que al mediodía consagró nuestro Arzobispo para la administración de los sacramentos. Esta Eucaristía se ofreció también en conmemoración de la canonización de
los Beatos Papa Juan XXIII y Papa Juan Pablo II como cada mes lo fue promoviendo el grupo juvenil Lolek.
7) Gracias a Dios muchos fieles tomaron parte en las celebraciones del Jueves y Viernes Santo y no se diga en la Vigilia Pascual de la Resurrección del Señor del Sábado Santo.
8) Nos unimos al gozo de la Iglesia universal por la Resurrección del Señor con la eucaristía del domingo correspondiente, para iniciar así los 50 días de fiesta espiritual por la Resurrección de nuestro Salvador.
9) La Unión de Enfermos Misioneros tuvo la Misa mensual por los enfermos con la administración del sacramento de la Unión y después su convivencia pascual.
10) El domingo 27 fuimos partícipes de la alegría de la Canonización del Papa Juan XXIII y del Papa Juan Pablo II, que el Papa Francisco presidió en la Plaza de San pedro, en el Vaticano.
11) También un grupo numeroso de fieles participó en la Misa que ese día presidió nuestro Arzobispo, D. Rogelio Cabrera López, en el Río Santa Catarina, cerca del Puente del Papa para agradecer a Dios estos dos nuevos Santos. Con mucho sol y calor regios la celebración congregó más de 25 mil personas. 12) En nuestro templo parroquial, ya están las imágenes de estos nuevos santos, modelo de nuestra acción cristiana para vivir heroicamente la fe, la esperanza y la caridad cristiana.
Nos leeremos, amigos y amigas, en el próximo número, si Dios quiere.
Su amigo: “Capsulito”.
2
3
SAN JUAN XXIII Y
SAN JUAN PABLO II
El 27 de abril el Papa Francisco canonizó al Papa Juan
XXIII y al Papa Juan Pablo II. Los declaró Santos.
En esta edición les presentamos los datos biográficos de San
Juan XXIII. En el próximo número les ofreceremos los de
San Juan Pablo II.
Angel José Roncalli Mazzola, que sería el Papa Juan XXIII,
nació el 21 de noviembre de 1881, en Soto il Monte, en
Bérgamo, Italia. Sus padres fueron Don Bautista Roncalli y
Doña Marina Mazzola. El mismo día de su nacimiento
recibió el sacramento del Bautismo, en la parroquia de Santa
María, siendo el ministro del sacramento D. Francisco
Rebuzzini.
De 1892 a 1895 fue seminarista en el Seminario Menor de
Bérgamo; y de 1895 a 1900 fue seminarista en el Seminario
Mayor de Bérgamo.
En el año de 1901, el cuatro de enero, inició sus estudios en
Roma, como alumno del Seminario Romano del Apolinar.
El 31 de enero de ese mismo año es alistado en el éjercito
como soldado.
Fue ordenado Diácono el 18 de diciembre de 1931en San
Juan de Letrán y fue ordenado Sacerdote el 10 de agosto de
1904, en Santa María del Monte Santo, en Roma.
Después, en 1905 es nombrado Secretario del Obispo de
Bérgamo, Mons. Santiago M. Radini Tedeschi; y al año
siguiente es nombrado profesor de Historia Eclesiástica, de
Apologética y de Patrología en el Seminario de Bérgamo.
El 24 de mayo de 1915 es nombrado Capellán del Ejército
en el Hospital de reserva de Bérgamo.
En 1918 principia en Bérgamo la “Casa del Estudiante”.
En 1921 es llamado a Roma para ser Presidente del Consejo
central para Italia de las Obras Pontificio Misioneras.
El tres de marzo de 1925 es nombrado Visitador Apostólico
en Bulgaria y elevado al Obispado con el título de Arzobispo
de Aureliópolis. La ordenación episcopal la recibió el 19 de
marzo de ese año.
Fue trasladado a la delegación Apostólica de Turquía y
nombrado Administrador Apostólico de los Latinos, el 20 de
noviembre de 1934.
Monseñor Roncalli fue nombrado por el Papa Pío XII
Nuncio Apostólico en París, en diciembre de 1944. El
mismo Papa Pío XII lo crea Cardenal y Patriarca de Venecia
el 12 de enero de 1953.
El 12 de octubre de 1958 viajó al Vaticano para participar en
el Cónclave a celebrarse por la muerte de Pío XII; y el 28 de
octubre de ese 1958 es elegido Papa y toma el nombre de
Juan XXIII.
El 15 de diciembre de 1958 nombró 20 nuevos Cardenales.
El 29 de diciembre siguiente visitó a los presos de la cárcel
romana de Regina Coeli.
El 25 de enero de 1959 anunció que se llevaría a cabo el I
Sínodo Romano, el Concilio Ecuménico Vaticano II y la
revisión del Código de Derecho Canónico.
El 11 de Octubre de 1962 realiza la apertura del Concilio
Vaticano II cuya primera sesión terminaría el ocho de
diciembre del mismo 1962.
En 1963, el siete de febrero anuncia la continuación del
Concilio. El 23 de mayo se da a conocer está gravemente
enfermo.
El 3 de junio de 1963 muere santamente a las 7:45 p.m. y sus
restos mortales son colocados el seis de junio en las Grutas
Vaticanas.
El 3 de septiembre del 2000 es declarado Beato por el Papa
Paulo VI.
El 27 de abril de 2014 es declarado Santo por el Papa
Francisco.
¡San Juan XXIII: Ruega por nosotros!
LA MISION DE LA IGLESIA:
MODELO Y PROGRAMA.
Carta Pastoral del señor Arzobispo de
Monterrey, Rogelio Cabrera López.
En la tercera y última parte de su Carta
Pastoral nuestro Pastor nos dice sobre la
Liturgia que la vida de discípulos fieles a
Cristo que buscan formas de convivencia
más plenas en la caridad a Dios y a los
hombres, nos conduce a una celebración de
fe cada vez más viva y llena de sentido.
“Especialmente la Eucaristía dominical
puede ser vivida como la expresión de la fe
en el verdadero Dios, en la que todo hombre
es llamado y cautivado por el encuentro con
Cristo. Necesitamos caminar a esta
renovación litúrgica, por el camino de la fe
y la devoción, podemos dar pasos hacia una
celebración capaz de atraer al ser humano
de hoy por su autenticidad y novedad,
ayudando a que la gracia de Cristo sea
eficaz en los corazones de todos”, agrega.
Es necesario que, puntualiza, renovemos
las celebraciones litúrgicas de manera que
quienes participen en ellas puedan
encontrarse con el rostro del Dios verdadero
y con la verdadera Iglesia fundada por
Cristo, con verdaderos discípulos fieles
reunidos en asamblea viva convocada y
reunida por el Espíritu Santo, con un
pueblo que piensa, habla y vive de una
manera que atrae y entusiasma a quienes
están buscando cómo salir de la confusión y
de la apatía en la que la ignorancia y la
injusticia sumergen.
“Esta celebración litúrgica nos pide que
cada parroquia y capilla de nuestra
Arquidiócesis forme los equipos de
liturgia necesarios para ser servidores de la
celebración con su sello festivo”, dice.
Anota que es necesario que cada agente
litúrgico deje los protagonismos y se
disponga con humildad a ser servidor, en
comunión y armonía con todos, en cada
detalle de nuestras celebraciones.
Que haya personas que organicen el tráfico,
indica, y organicen el estacionamiento,
otras recibiendo a los fieles y den la
bienvenida, que los dirijan a los lugares,
que ofrezcan información y orientación
sobre los servicios parroquiales a quienes lo
necesiten y sólo asisten en esa ocasión, que
dispongan las áreas para enfermos y sillas
de ruedas.
Pide que los cantos sean apropiados y
cantados por toda la asamblea, que los
lectores estén dispuestos y preparados en
toda eucaristía y bautismo, que el sacerdote
domine el “arte de la celebración litúrgica”,
que la disposición física, mental y espiritual
de todos y la eficacia de los recursos
litúrgicos manifiesten el carácter festivo y
sean el toque de belleza humana del pueblo
que se dispone a celebrar el amor de Dios.
4
La liturgia nos conduce a la gloria de Dios y
la santificación nuestra.
“Busquemos la manera en que nuestras
celebraciones litúrgicas tengan el claro
objetivo de celebrar el encuentro con Dios y
la santificación que Él obra en su pueblo.
No necesitamos cambiar los Ritos litúrgicos,
sino capacitar los corazones para que
puedan captar el contenido de los signos y
de las palabras realmente llenas
de amor de Cristo, en un
testimonio alegre y una so-
lidaridad sincera,
donde la liturgia, más
que ofrecer una
doctrina ya re-
cibida anteriormen-
te, muestre el ca-
mino que lleva al
encuentro misterio-
so que ilumina y
que salva, que sa-
na y fortalece, que lle-
na de esperanza y nos
abraza con la plenitud del
amor divino: Jesucristo,
nuestro Señor”, precisa.
La belleza a la liturgia revela al Creador.
Nos dice el señor Arzobispo que la gloria del
Señor, que en sí es algo bello, se manifiesta
también en el culto exterior y por ello es
necesario que todo, incluso lo material, esté
al servicio y alabanza de Dios.
“En ocasiones participamos en
celebraciones litúrgicas débiles que parecen
más una reunión social sin gozo, sin el
encuentro con lo trascendente, muchos
menos con lo divino, preparadas sin
entusiasmo ni el orden conveniente. La
liturgia debe expresar la belleza divina y
debe hacerlo con la mayor belleza humana
posible. No se trata de buscar “lo bello de la
moda” ni el gusto del entretenimiento, sino
de un esfuerzo de fe consciente por una
celebración litúrgica dotada de sentido, por
medio de signos profundamente cristianos,
que orienten religiosamente las almas a
Dios”, añade.
Hace hincapié la belleza interior es tremen-
damente sencilla y poderosamente pro-
funda porque toca toda la persona:
sensibilidad, mente y espíritu,
sorprende y atrae. La be-
lleza interior origina en
la persona la alegría
en el conocimiento
del bien, pues une
conocimiento y go-
zo, verdad y orden.
Además, continúa,
lo verdadero, lo
bueno y lo bello “se
identifican en el suje-
to, porque se basan
en la misma realidad, es
decir en la forma, y por esto
lo que es bueno es alabado como
bello”. La música y el arte sacro pueden fa-
vorecer que los fieles entren en el Misterio
celebrado.
La Liturgia celebra el Misterio con un culto
interior y exterior.
Podemos afirmar, indica, que la liturgia se
vuelve Kerigma cuando el que preside y la
asamblea han dejado de ser protagonistas y
se mantienen con humildad como
servidores del Misterio Pascual de Cristo.
“Cuando lo importante es hablar, cantar o
montar un espectáculo sin fecundar la exis-
tencia, sin invitar a mejorar la realidad ni
tocar el corazón de la asamblea esta-
mos en una actitud llamada 5
protagonismo pastoral, sin tiempo para la
interioridad, todo es exterioridad. Es
necesario superar este pragmatismo que
mira sólo la apariencia y la emoción de las
personas, sin llegar al corazón. El canto, la
oración y nuestros gestos, deben expresar
los sentimientos de nuestro corazón, el
ardor y el estupor que produce el Espíritu
cuando estamos metidos de lleno en la
celebración, presentándonos como
discípulos que han vivido en la caridad de
Cristo y lo celebran desde lo más profundo e
íntimo de su ser”, agrega.
La liturgia busca que la participación sea
consciente, activa y fructuosa.
Recuerda que la Eucaristía es el centro,
fuente y culmen de la vida cristiana, hemos
de vivirla como discípulos fieles en una
participación *consciente, activa y
fructuosa*.
“La superficialidad empieza a ser superada
cuando tomamos conciencia de nuestra
persona entera y nos disponemos externa e
interiormente, recogiendo nuestros sentidos
por el camino del silencio dirigiéndonos
hacia la serenidad, determinando
conscientemente un tiempo de nuestro día
para celebrar la Eucaristía y/o para buscar
el sacramento de la reconciliación, y en
general para todo encuentro con Cristo en
la vida sacramental y en la oración
personal. Tomemos la responsabilidad
discipular de preparar nuestro corazón
reconciliado para lograr una verdadera
participación con mayores frutos para
nosotros y para nuestra comunidad
eclesial”, apunta.
Nos señala que participa en plenitud quien
llega a la celebración litúrgica habiendo so-
corrido a los necesitados, alentado a los
enfermos, abrazado al triste, perdo-
nando a quien lo ofendió, entregado
con justicia en nombre de Cristo, de esta
manera puede celebrarse en toda su
profundidad y todo su sentido el
sacramento de la Comunión. Sólo siendo
dóciles a la inspiración del Espíritu Santo
podremos participar en nuestra Liturgia
como encuentro vivo y festivo de los hijos
con el Padre.
“La memoria del pueblo se celebra en la
liturgia y en la piedad popular. La piedad
popular es un hecho vital con una fuerza
tremenda, que fortalece la liturgia
enriqueciéndola con la historia de cada
persona, con sus tristezas y alegría; anima
a la liturgia, la hace respuesta concreta y
encarnada y suscita las disposiciones para
el encuentro con Cristo, de hecho muchos
bautizados no tienen otro momento de
acercamiento al Señor” marca.
Por ello, sigue diciendo, que la piedad
popular y la liturgia constituyen un tesoro
que debemos custodiar con responsabilidad.
El sentido misionero de la tarea eclesial nos
pide una liturgia que evangelice, que llegue
al corazón, que invite a la fe y exhorte a la
caridad.
“Debemos aprovechar y promover la riqueza
evangelizadora y consoladora de nuestras
peregrinaciones, del rezo del Santo Rosario,
las novenas, la veneración y la admiración a
los santos, especialmente en los novenarios
y fiestas patronales. Tratemos que todas
nuestras acciones de piedad sean
evangelizadoras, celebrativas y alentadoras
de la caridad” termina diciendo el señor
Arzobispo.
Luego nos pregunta: ¿Cómo podemos hacer más festivas nuestras celebraciones litúrgicas? ¿Qué tradiciones litúrgicas debemos recuperar o favorecer? 6
El camino de la Octava de Pascua
El día de la gloriosa Resurrección de Cristo es tan grande y maravilloso que
no se puede abarcar su contenido y valor con sólo 24 horas, por ello la
Iglesia, por medio de estos ocho días intenta llevarnos por el camino de la
manifestación de Jesús a sus discípulos y el recorrido en la fe de estos
hombres y mujeres, para animarnos a nosotros y recordarnos que Cristo Vive
y renueva nuestra vida. Como dice san Pablo: si Cristo no hubiera resucitado
vana sería nuestra fe. Por ello haremos un breve recorrido por las lecturas de
entre semana y tener así un panorama de estos días.
Lunes de la Octava de Pascua. Mt. 28,8-15
Es maravilloso ver que el amor lleva al encuentro con el amado, las mujeres
fueron al sepulcro muy de mañana para despedirse de su Señor, entre esas
mujeres iba María Magdalena quien estuvo con Cristo al pie de la cruz. Apenas
podemos imaginar la alegría de María Magdalena, después de su profunda
tristeza al perder al amado en la cruz, este día le anuncia el ángel que Jesús
está vivo y mejor aún, Cristo les sale al encentro y las fortalece “no tengan
miedo”.. además las envía a dar la noticia a sus hermanos. Aunque el mundo
niegue la resurrección de Cristo, pongámonos nosotros también en camino
para dar la noticia de la resurrección a los que están tristes y abatidos por los
problemas, ya que contamos con su presencia.
Martes de la Octava de Pascua. Jn. 20,11-18
En esta versión de Juan hay un momento del pasaje que llama mi atención,
menciona el texto que María lo vio y creyó que era el jardinero, en seguida
Jesús le dijo: ¡María! Y fue cuando lo reconoció, esta sencillez tiene una
profundidad magnífica porque el corazón de la santa mujer se enciende al
escuchar su nombre de los labios de su amado, en palabras de san Gregorio
Magno: lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor
que había en el corazón de aquella mujer, que no se apartara del sepulcro
aunque los discípulos se habían ido de allí. María, al sentirse llamada por su
nombre, reconoce al que lo ha pronunciado y al momento lo llama maestro, ya
que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la
instruía para que lo buscase.
Miércoles de la Octava de Pascua. Hch. 3,1-10; Lc. 24,13-35
En los Hechos de los Apóstoles se nos describe el impulso de los discípulos
de Cristo desde Pentecostés, la valentía con que anuncian a Jesús resucitado,
en este pasaje Pedro y Juan suben al templo para hacer oración hacia las
tres de la tarde, se encontraron con un lisiado que ponían ente una puerta
para que pidiera limosna, al verlos les pidió y Pedro le contestó: “no tengo
oro ni plata pero lo que tengo te lo doy, en nombre de Jesús levántate y
camina”. Este pasaje debe ayudarnos a reflexionar ¿qué es lo más valioso
que tengo? Cuando interactúo con los demás ¿qué les doy? Para nosotros los
cristianos lo más valioso es Jesús, y a él debemos trasmitirlo para que todos
se alegren con nosotros por la vida que nos concede. Es el único que nos
hace levantarnos de nuestras verdaderas miserias, como al lisiado, que no
sólo quedó sano del cuerpo, sino que por fin entró a adorar a Dios en el
templo que sólo le servir para pedir limosna.
En el evangelio de Lucas, tenemos el famoso pasaje de los discípulos de
Emaús, estos dos iban caminando y hablando de lo sucedido con mucha
tristeza y Jesús se les acercó y empezó a explicarles los pasajes de la
Escritura que hablaban de él y al llegar al lugar lo invitaron diciendo: “quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Es extraordinario
cómo estos dos discípulos le hacen una petición tan llena de significado, en
medio de la aflicción, aún sin saber quién era. Podemos también nosotros
decirle a Jesús “quédate con nosotros Señor porque nuestra vida es triste sin
ti, quédate con nosotros Señor porque el panorama es oscuro y tu eres la luz
del mundo”.
Jueves de la Octava de Pascua. Lc. 24,25-48
Este pasaje de san Lucas es la continuación del texto del miércoles, Jesús en
el texto anterior se manifestó a los discípulos en la fracción del pan,
nuevamente Jesús se deja ver en los actos sencillos que compartía con sus
discípulos y estos no se quedaron indiferentes o maravillados contemplando
lo que Cristo hizo por ellos, sacarlos de la tristeza y desesperanza, sino que,
siendo ya de noche, se lanzan a Jerusalén para encontrarse con sus
compañeros y compartir esta experiencia de fe. Y tenemos que decir que la fe
crece y se fortalece cuando la compartimos y Cristo mismo se hace presente
como sucede en este pasaje donde al hablar de él Jesús les da el regalo de su
presencia y les abrió el entendimiento para que entendieran las Escrituras.
Viernes de la Octava de Pascua. Hch. 4,1-12; Jn. 21,1-14
Podemos observar en la primera lectura que la fuerza concedida por Cristo a
sus discípulos les ayuda a dar testimonio de la experiencia de la resurrección
y les permite padecer valientemente por el Señor. En el evangelio de san Juan
tenemos una serie de significados profundos, por ejemplo Pedro les dice a
sus compañeros “voy a pescar” y sus compañeros deciden acompañarlo. Al
verse desamparados sin Cristo que le daba sentido a sus vidas regresan a
hacer lo que sabían hacer “pescar”. En los momentos difíciles de nuestra
vida, al sentirnos decepcionados por Dios o la vida, regresamos a nuestra
antigua condición, a lo que sabíamos hacer, para tratar de tener un sentido
en la vida, así les sucedió a los apóstoles. Además el significado de los ciento
cincuenta y tres pescados, de la totalidad de los pueblos llamados al Reino de
Dios, y esa red que no se rompe, representa la unida de la Iglesia. Que Jesús
en la eucaristía nos ayude a experimentar su amor que nos salva de nuestra
soledad.
Sábado de la Octava de Pascua. Mc. 16,9-15
Podemos advertir que este día es como una síntesis de toda la semana que
hemos vivido pues en un texto tan breve se narra la aparición de Jesús a
Magdalena, y cómo esta va a avisar a sus compañero que no le creen, y la
manera en que Cristo se les aparece a los once estando ellos a la mesa y el
envío por parte del Señor a predicar a todos la Buena Noticia. Alegrémonos
hermanos porque Jesús se ha fijado en nosotros, y vayamos al encuentro de
los demás para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
¡¡¡Alabemos al Señor por su Victoria!!!
Pbro. Marcos Eugenio Alanís Salinas.
7
MENSAJE DEL PADRE VICARIO
Pbro. Marcos Eugenio Alanís Salinas.
Compartir la fe y esperanza
¡Dios Padre que resucitó a su hijo Jesucristo para
darnos vida eterna, llene su corazón y sus hogares de
paz y amor!
Como muchos saben, algunos jóvenes de nuestra
parroquia de santa Beatriz de Silva salieron de
misiones de Semana Santa, fuimos a dos
comunidades en Cadereyta pertenecientes a la
parroquia san Juan Bautista que se llaman Palmitos y
Alamito, comunidades sencillas pero con hambre de
Dios, de su palabra y sus sacramentos.
Llegamos el sábado 12 de abril al medio día e
inmediatamente comenzó la preparación para invitar al
Domingo de Ramos, los muchachos acomodaron el
lugar y por la tarde se fueron a visitar las casas. Puedo
decir que aquí comenzamos una semana llena
sorpresas y de bendiciones de parte de Dios, en lo
personal no había vivido una misión en estos tres años
y medio de ordenado y fue una grata sorpresa el
constatar el compromiso de los jóvenes que se ponen
al servicio de Dios y de la gente.
Fueron días de intenso trabajo apostólico pero también
de convivencia entre ellos y con las personas que nos
recibieron en los ejidos. Por las mañanas de lunes a
miércoles se dedicaron a visitar las casas y por las
tardes a preparar y dar una serie de temas a niños,
jóvenes y adultos, para terminar teníamos misa o
rosario, dependiendo el día y al anochecer se
compartían las experiencias vividas que robustecían la
fe en todos y se tenía un momento de espiritualidad
para seguir en comendando el descanso a Dios,
aunque sé, de buena fuente, que algunos extendían su
oración personal con mucho amor y devoción. Esto
ayudó a que se mantuviera ese ambiente impregnado
de Dios que les permitía darse por completo a los
demás, con un auténtico espíritu misionero.
Debo confesar que hubo días en que la gente fue en
poca cantidad, como el domingo de ramos y esto
me desanimaba un poco, pero los muchachos con una
sonrisa me decían “ánimo pater” va a ver que vendrán
más para las pláticas y las demás celebraciones y
sabía que así iba a suceder.
Llegado el Triduo Pascual la preparación se
intensificaba y con ello el ánimo de los chavos también
crecía, pude ser testigo de la acción de Dios en ellos y
en la gente que vivían con amor y devoción cada uno
de los días.
Solo me resta decir que a los jóvenes que sigan amando a Dios con todo su ser, que se detengan cada día para escucharlo y poder así hacer su voluntad en sus vidas y que recuerden que nada es más importante en el camino de nuestra existencia que el saber el rumbo que tomamos y la única manera de saberlo es tomarnos de su mano y dejarnos vivificar por Dios. La misión nunca termina, como menciona San José Freinademetz "El mejor lugar en el mundo será siempre aquél en donde Dios me quiera", al llegar a casa con los seres queridos, la misión en realidad ahí es cuando comienza, porque es el lugar donde Dios quiere que mostremos con alegría lo que Cristo
ha hecho en nuestra vida.
Y como mencionó el Papa Juan Pablo II a los
misioneros: “Hermanos y Hermanas queridísimos!
Encomendemos este empeño nuestro por el anuncio
del Evangelio, así como también la entera actividad
evangelizadora de la Iglesia, a María Santísima, Reina
de las Misiones. Sea Ella quien nos acompañe en
nuestro camino de descubrimiento, de anuncio y de
testimonio del Amor de Dios, que perdona y dona la
paz al hombre.”
8