MAGISTRADO PONENTE: HADEL MOSTAFÁ PAOLINIExp. 9720
El Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario,
del Tránsito, del Trabajo y Estabilidad Laboral de la Circunscripción Judicial del
Estado Anzoátegui, adjunto a oficio Nº 238 de fecha 24 de marzo de 1993,
remitió a esta Sala el expediente contentivo del juicio que, por daños materiales y
morales, incoara el abogado Rigoberto Ramos Tiamo, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el número 14.565, actuando en su carácter de
apoderado judicial de los ciudadanos WILLIAM MANUEL
PÉREZ y GISELA MAGDALENA HERNÁNDEZ DE PÉREZ, titulares de la
cédulas de identidad números 1.191.597 y 2.798.990, respectivamente, contra el
ciudadano JOSÉ DEL VALLE PINEDA, titular de la cedula de identidad
número 8.343.288, la sociedad mercantil “ARRENDAMIENTOS
AUTOMOTORES NACIONALES, C.A.” (ARRANCA) y la sociedad
mercantil “SEGUROS LA SEGURIDAD, C.A.”, a los fines de dar
cumplimiento a lo ordenado por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito, del Trabajo, Menores y Estabilidad Laboral del Estado Anzoátegui, en
su decisión de fecha 17 de marzo de 1993.
En fecha 27 de abril de 1993, se dio cuenta en Sala y se designó Ponente a la Magistrada Hildegard Rondón de Sansó, a los fines de decidir la consulta.
Por cuanto la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
publicada en la Gaceta Oficial Nº 36.860, de fecha 30 de diciembre de 1.999,
estableció un cambio en la estructura y denominación de este Máximo Tribunal y
en virtud que la Asamblea Nacional Constituyente, mediante Decreto de fecha 22
de diciembre de 1.999, designó los Magistrados de este Tribunal Supremo de
Justicia, quienes se juramentaron el 27 del mismo mes y año y por cuanto en
Sesión de fecha 10 de enero del 2000, se constituyó la Sala Político
Administrativa, ésta ordenó por auto de fecha 8 de marzo del año 2000, la
continuación de la causa en el estado en que se encuentra y designó ponente al
Magistrado José Rafael Tinoco.
En virtud de la designación de los Magistrados Hadel Mostafá Paolini y
Yolanda Jaimes Guerrero, y la ratificación del Magistrado Levis Ignacio Zerpa,
por la Asamblea Nacional en sesión de fecha 20 de diciembre de 2000, publicada
en la Gaceta Oficial N° 37.105 del día 22 del mismo mes y año, se reconstituyó
la Sala Político - Administrativa el 27 de diciembre de dicho año, y se reasignó
como ponente al Magistrado Hadel Mostafá Paolini, quien con tal carácter
suscribe el presente fallo.
I
ANTECEDENTES
En fecha 14 de abril de 1992, el abogado Rigoberto Ramos Tiamo, inscrito el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el número 14.565, actuando en su carácter de apoderado judicial de los ciudadanos WILLIAM MANUEL PÉREZ y GISELA MAGDALENA HERNÁNDEZ DE PÉREZ, titulares de la cédulas de identidad números 1.191.597 y 2.798.990, respectivamente, interpuso demanda por daños materiales y morales en juicio de tránsito contra el ciudadanoJOSÉ DEL VALLE PINEDA, titular de la cedula de identidad número 8.343.288, la sociedad mercantil “ARRENDAMIENTOS AUTOMOTORES NACIONALES, C.A.” (ARRANCA) y la sociedad mercantil “SEGUROS LA SEGURIDAD, C.A.”, ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario, del Tránsito, del Trabajo y Estabilidad Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui
En fecha 1° de diciembre de 1992, el abogado ALÍ GUEVARA
PIETRINI, en su carácter de Presidente de “ARRENDAMIENTOS
AUTOMOTORES NACIONALES, C.A.”, asistido por el abogado Rafael
Ramos García, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el
número 10.205, interpuso escrito donde alegó que:
“(omissis)... el acto de transportar personas por tierra, río o canales, de acuerdo con lo previsto el artículo 2° Ordinal 9° del Código de Comercio, dicha activad constituye un acto de comercio ya sea para el transportista como para transportado, cuando existe de por medio una remuneración o una contraprestación a la acción de transporte. En el caso de autos, el transporte de personas se efectuó en forma gratuita y tiene total aplicación lo previsto en artículo 186 del Código de Comercio ... (omissis).Este artículo 186 del Código de Comercio es concordante con lo previsto en el Artículo 27 de la Ley de Tránsito Terrestre que señala que la responsabilidad del
conductor o del propietario de un vehículo, en razón del daño causado en un accidente de tránsito a las personas o cosas que aquél que transporta, queda sometido al derecho común. (omissis).Con esto queremos enfatizar que la jurisdicción especial de tránsito no es la competente, ni su procedimiento aplicable para ventilar las reaclamaciones que pudieran presentarse para indemnizar daños ocurridos en el transporte de personas o de cosas.En razón de dichas consideraciones solicito que la presente demanda se reponga al estado de una nueva admisión, estableciéndose para su sustanciación el procedimiento establecido para los juicios ordinarios previstos en Código de Procedimiento Civil y sometida dicha acción a las disposiciones del Código Civil ...” (omissis).
En fecha 9 de diciembre de 1992, el Tribunal Tercero de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo, Agrario y Estabilidad Laboral de la
Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, mediante sentencia procedió a
dejar sin efecto, de conformidad con el artículo 228 del Código de Procedimiento
civil, las citaciones llevadas a cabo con antelación, quedando en consecuencia el
procedimiento suspendido hasta que la demandada procediera a solicitar la
citación de todos los demandados nuevamente.
En fecha 10 de diciembre de 1992, el abogado Rigoberto Ramos Tiamo,
actuando en su carácter de apoderado judicial de los ciudadanos WILLIAM
MANUEL PÉREZ y GISELA MAGDALENA HERNÁNDEZ DE
PÉREZ, apeló de la anterior decisión.
En fecha 17 de diciembre de 1992, vista la apelación interpuesta
el Tribunal Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito,
Trabajo, Agrario y Estabilidad Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado
Anzoátegui, oyó la misma en un solo efecto.
En fecha 25 de enero de 1993, se remitió el expediente al Juzgado Superior
en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial
del Estado Anzoátegui, a los efectos de decidir la apelación interpuesta con
motivo del auto dictado en fecha 9 de diciembre de 1992.
En fecha 2 de febrero de 1993, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil,
Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado
Anzoátegui, ordenó devolver el expediente al Tribunal Tercero de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo, Agrario y Estabilidad Laboral
de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, para que se pronunciara
sobre la solicitud de la jurisdicción y de la competencia planteada.
En fecha 4 de febrero de 1993, el Tribunal a quo declaró que:
(omissis) ... “Al respecto debe determinar el Tribunal que, de acuerdo a los principios doctrinarios, son tres los elementos esenciales que conllevan a la aplicación del régimen de responsabilidad previsto en la Ley de Tránsito Terrestre, ellos son: 1°) que se trate de una daño de naturaleza material, 2°) que el daño sea causado por la acción de un vehículo terrestre y 3°) que el daño sea causado precisamente por el de hecho de la circulación de un vehículo. De ello se deduce que la cosa que haya dado lugar a la producción del daño, debe necesariamente ser un vehículo y que éste se desplace en el momento de producirse el siniestro. Dadas estas circunstancias, los conductores quedarán por tanto, sujetos a las reglas de tránsito establecidas en el Reglamento de la Ley de Tránsito Terrestre.-En el caso que nos ocupa, como así de evidencia de autos, el daño lo ha producido un vehículo y por tanto debe concluirse que estamos ante una responsabilidad civil derivada de un vehículo con motivo de su uso y circulación, donde la responsabilidad exigida a los demandados tiene su fundamento en la Ley de Tránsito Terrestre, siendo este Tribunal por tanto competente para conocer de la acción planteada; y así se decide”.
En fecha 10 de febrero de 1993, el abogado Rigoberto Ramos Tiamo, apoderado de la parte actora, solicitó que ese Tribunal enviara, nuevamente, los recaudos correspondientes sobre la apelación interpuesta en fecha 10 de diciembre de 1992, contra el auto de fecha 9 de diciembre de 1992, al Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui.
En fecha 16 de febrero de 1993, el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo, Agrario y Estabilidad Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, vista la anterior diligencia y por cuanto el Tribunal decidió conforme a lo ordenado por el Juzgado Superior en sentencia de fecha 1° de febrero de 1993, acerca de la competencia para conocer de la presente causa, acordó de conformidad con lo solicitado, remitir nuevamente al Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil; Tránsito,
Trabajo, Menores de esa Circunscripción Judicial, las actuaciones objeto de la apelación, incluyendo la decisión dictada por ese Tribunal.
En fecha 17 de marzo de 1993, se le dio entrada al expediente en dicho Juzgado Superior.
En fecha 14 de abril de 1993, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito,
Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui decidió:
“La decisión en la que el Tribunal de la Primera Instancia declara su competencia para poder conocer, mediante una sentencia interlocutoria; es impugnable mediante la solicitud de regulación de la competencia, tal como lo establece el artículo 67 del Código de Procedimiento Civil. Sobre todo si se toma en cuenta, que la última parte del artículo 59 del Código de Procedimiento Civil, dice: ‘En todo caso, el pronunciamiento del Juez sobre la Jurisdicción se consultará en la Corte Suprema de Justicia, conforme a los dispuesto en el artículo 62’.-
En su auto de fecha cuatro (4) de Febrero de mil novecientos noventa y tres (1993), el Tribunal de la Primera Instancia al declararse competente para conocer de un juicio de Tránsito, estableció también que dentro de esa jurisdicción debe litigarse dicho juicio y por lo tanto, como para tener competencia, es necesario que se esté dentro de la jurisdicción respectiva el auto del Tribunal de Primera Instancia de fecha Cuatro (4) de Febrero de mil novecientos noventa y tres (1993), debe consultarse con la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, tal como lo dispone el artículo 59 del Código de Procedimiento Civil;- ya que en escrito presentado ante la Primera Instancia, por el ciudadano: ALI GUEVARA PIETRINI (Q.E.P.D), asistido por el Dr. Rafael Ramos García, dice: ‘Con esto queremos enfatizar, que la jurisdicción de tránsito no es la competente ni su procedimiento el aplicable para ventilar las reclamaciones que pudieran presentarse para indemnizar daños ocurridos en el transporte de personas o de cosas ...’ .- Debiendo entenderse que el Tribunal de la (sic) tiene entre otras jurisdicciones, la jurisdicción Civil, Mercantil y Trabajo.- De manera que este tipo de Tribunales, la jurisdicción y la competencia se fija en el auto de admisión.- De manera que tocará a la Sala Político administrativa de la Corte Suprema de Justicia, decidir sobre la jurisdicción de este caso”.
II
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN
Para decidir la Sala observa:
Reiterada y consecuentemente ha sostenido este Supremo Tribunal, al realizar un análisis de los artículos 59 y 62 del Código de Procedimiento Civil, que la consulta obligatoria a la Sala Político- Administrativa sólo procede en los casos de falta de jurisdicción y que en presencia de esta figura procesal debe remitirse el expediente original de la causa a esta Sala.
Es evidente que el juez ad quem confundió las figuras procesales de
regulación de jurisdicción con la de regulación de competencia. Esta última
atañe al Juzgado Superior en sentido jerárquico de la correspondiente
circunscripción. El Tribunal Supremo de Justicia conoce excepcionalmente de
esta figura sólo cuando le incumbe directamente porque se está discutiendo la
competencia de la Sala misma o de la competencia material y territorial
inderogable, siempre que, a los efectos de tal regulación no hubiere un Tribunal
Superior Común a ambos jueces involucrados en la determinación; es decir, el
que dictaminó su incompetencia y el disidente de tal determinación, todo de
acuerdo a lo previsto en el artículo 71 del mencionado Código.
Es oportuno, recalcar en este contexto y con el fin de aclarar los conceptos
jurídicos en referencia que hasta el siglo XIX los conceptos de jurisdicción y
competencia aparecían como sinónimos. Indistintamente se aludía a la falta de
jurisdicción como falta de competencia en sentido material; o en sentido
territorial, o aún para referirse a la función. Pleonásticamente se llegó a hablar de
incompetencia de jurisdicción. En el siglo XX, se superó este equívoco y la
competencia fue considerada como una medida de jurisdicción, es decir, la
fracción de la jurisdicción atribuida a un juez. En efecto, la jurisdicción es la
función pública realizada por los órganos competentes del Estado con las formas
requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de juicio, se determina el
derecho de las partes con el objeto de dirimir sus conflictos y controversias de
relevancia jurídica mediante decisiones con autoridad de cosa juzgada.
La jurisdicción es el todo; la competencia es la parte: un fragmento de la
jurisdicción. La competencia es la potestad de jurisdicción para una parte del
sector jurídico: aquel específicamente asignado al conocimiento de determinado
órgano jurisdiccional. Se trata en definitiva de dos figuras procesales distintas.
Del enrevesado escrito presentado en fecha 1° de diciembre de 1992, por
el abogado de la demandada sociedad mercantil “ARRENDAMIENTOS
AUTOMOTORES NACIONALES, C.A.” (ARRANCA), se pudiera inferir
que opuso el recurso de regulación de competencia y no el de regulación de
jurisdicción, es decir, que no se pidió la determinación de la jurisdicción
consecuencia de la falta de jurisdicción del juez y que llegará a ser conocida por
esta Sala según lo previsto en el artículo 59 del Código de Procedimiento Civil y
cuya tramitación está señalada en el artículo 62 eiusdem, de manera tal que sólo
corresponde conocer a esta Sala de asuntos relativos a la falta de jurisdicción,
cuando se discuta sobre los límites de los poderes de los jueces en contraposición
con los órganos de la administración pública o cuando se discute sobre los límites
de los poderes del juez venezolano respecto al juez extranjero.
En el caso subiudice, como se evidencia del estudio de los autos, no existe
la falta de jurisdicción, ya que no se trata de los supuestos señalados supra;
estamos frente a un problema de competencia, que no es más que la medida de la
jurisdicción que ejerce en concreto el juez en razón de la materia, la cuantía y el
territorio. Por lo tanto existirá incompetencia cuando se discute sobre los límites
de los poderes de los jueces venezolanos entre sí, como en el caso de autos. El
artículo 67 del Código de Procedimiento Civil prevé que en el caso que el juez
mediante una sentencia interlocutoria declare su propia competencia, la decisión
sólo será impugnada mediante la regulación de competencia, que funciona como
medio para resolver los problemas de competencia y como sustituto de la
apelación ordinaria.
Es imprescindible recordarle al ciudadano Juez que toda sentencia debe
acoger o procurar la pretensión que se hace valer en la demanda y que es objeto
del proceso. Toda sentencia debe contener una decisión expresa, positiva y
precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas
opuestas. Esto significa que el Juez está constreñido a decidir sobre las
cuestiones que las partes le hayan propuesto, porque los límites de toda
controversia judicial se encuentran circunscritos por los hechos alegados como
fundamento de la pretensión y por los hechos aducidos como fundamento de las
excepciones o defensa opuestas (principio de congruencia); y por lo otra, que esa
decisión ha de ser en términos que revelen de manera clara e inequívoca el
pensamiento del sentenciador en lo dispositivo, el cual no puede ser implícito o
tácito, ni contener expresiones vagas u obscuras, ni requerir mayores inferencias,
interpretaciones o raciocinios para saber qué fue lo decidido.
Como se puede observar, el ad quem no cumplió con lo antes señalado
violando de esta manera los principios establecidos en Código de Procedimiento
Civil. El juez se apartó de estos principios, rectores de todo proceso, y no emitió
pronunciamiento claro sobre lo planteado ni por las partes ni por el Tribunal a
quo.
Al obviar el Juez las pautas procedimentales establecidas por la ley y la jurisprudencia, resultó entorpecido el funcionamiento legal del sistema de administración de justicia con graves repercusiones en la celeridad procesal, principio rector de todo proceso judicial. Por lo anteriormente expuesto, se insta una vez más a los jueces a ceñirse a los procedimientos expresamente previstos por el legislador e igualmente advierte al ad quem, Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, para que en lo sucesivo se abstenga de incurrir en los errores aquí señalados.
III
DECISIÓN
En virtud de lo expuesto, esta Sala Político - Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara que NO TIENE MATERIA SOBRE LA CUAL DECIDIR y resulta por lo tanto impretermitible ordenar la devolución del expediente al Tribunal ad quem.
Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político - Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los treinta (30) días del mes de enero de dos mil uno. Años 190º de la Independencia y 141º de la Federación.
El Presidente,
LEVIS IGNACIO ZERPA
El Vicepresidente -
Ponente,
HADEL MOSTAFÁ
PAOLINI
YOLANDA JAIMES GUERRERO
Magistrada
La Secretaria,
ANAÍS MEJÍA CALZADILLAExp. 9720HMP/ccjSent. Nº 00050En treinta y uno (31) de enero del año dos mil uno, se publicó y registró la anterior sentencia bajo el Nº 00050.
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