Post on 11-Jun-2015
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La incómoda verdad
A palabras necias, juicio crítico
MADRID 22-9-1988.- FELIPE GONZALEZ PASEA CON MARGARET THATCHER POR LOS JARDINES DE LAMONCLOA
Con más bochorno que sorpresa leí la semana pasada un artículo que, una vez más, especulaba
con la contienda fratricida que enfrentó a los españoles hace casi un siglo. De una u otra forma,
una actitud que en el período siguiente a la finalización de las hostilidades o a la muerte de un
dictador que la prensa, erigiéndose en juez, califica de genocida, habría tenido sentido y
eventualmente cerrado las cicatrices del resentimiento que, después de cuatro décadas de
dictadura, pudiesen aún supurar en la memoria de personas que hubiesen perdido allegados o
sufrido en sus propios cuerpos los rigores de una contienda en que la suerte les llevó a luchar en
el “lado errado” (muy pocos fueron los “afortunados” que pudieron, al menos, decidir en qué
bando luchar: los soldados eran reclutados por las milicias de la facción que dominase la zona
donde se encontraran, y vestidos con los colores que habrían de defender, en muchos casos sin
saber muy bien por qué). En la segunda década del siglo XXI, reavivar el fuego que un siglo antes
destruyó un país me resulta al tiempo que absurdo, provocador. Y peor aún, difusor de
información imprecisa, tendenciosa e inductora a la creación de falsos conceptos.
El mundo en que tuvo lugar esta desgraciada confrontación nos resultaría irreconocible: Adolfo
Hitler, hombre del año en la revista Time en 1938, héroe de guerra, joven político y estrella
mediática, atraía a millares de mujeres de diversos países de Europa, en especial Reino Unido, a
cada uno de sus actos públicos de la misma forma que hoy día lo puedan hacer con las estrellas
de la música (Rachel Johnson en su última obra, Winter games. Las adolescentes inglesas que
acudían a Alemania en verano abarrotaban las primeras filas de todos los actos a los que acudía
el fürher, y hacían lo imposible por conocerle, como relata el diario El Mundo).
En esta época, una mujer no podía contraer matrimonio sin permiso paterno, y en muchos
hogares acomodados el servicio doméstico era tarea de personas de raza negra, teóricamente
libres, esclavos traídos de Cuba y Filipinas en la práctica, y aceptados con total naturalidad por
la sociedad. El antisemitismo era tradición popular, como siglos antes había sucedido con los
invasores de la Península Ibérica que dieron origen a tan ilustres apellidos como “Matamoros”.
El país donde estalla la conflagración de España contra España, pertenece a un mundo donde una
monarquía disoluta, que vivía en la opulencia de espaldas a un pueblo depauperado, expulsada
del país, fue sustituida por una república donde el talento, liderazgo y competencias para el
mando resultaron tan escasos como brutal e inhumana la reacción del último presidente, Azaña,
ante una clase trabajadora que se sentía traicionada por un gobernante que se hacía llamar
socialista y que emprendió una brutal represión, un genocidio cuyo máximo exponente quedó
reflejado en el exterminio de una población entera, Casas Viejas, bajo la consigna “los tiros a la
barriga”. La ideología de este político poco tenía que ver con el socialismo que conocemos en la
actualidad, complementado por numerosos aportes económicos y sociales, moderado y
dialogante. La derecha del siglo XXI tampoco tiene mucho que ver con aquellos guerreros que
Javier Rodriguez-Vera
Médico, Diplomático y
Empresario, a sus 41
años Jav ier Rodríguez-
Vera compagina a la
perfección sus cargos
Directivos (Viceconsul Honorario de
España en Portugal, Editor Adjunto de la
publicación "Barlavento Médico" y Director
Ejecutivo de la firma Demeraux
Medical&Consulting Ltd), con los
ejecutivos (Médico Internista y de
Cuidados Intensivos), sin por ello perder
un ápice de su extraordinaria capacidad de
transmitir una perspectiva de la realidad
forjada en el crisol de sus vastos
conocimientos en Medicina,
Macroecononomía, Psicologia, Historia,
Antropología, Sociología, Política y un
largo etcétera, que conjugados dan origen a
una lente a través de la cual se dibuja
nitidamente un panorama donde las vagas
tentativas demagógicas de cualquier signo
se disuelven, confiriendo al lector la
capacidad de observar la realidad desnuda,
sin cualquier tipo de disfraz o tinte que
ensombrezca su v irginal transparencia.
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llegaron de África para combatir la tiranía del opresor, que amenazaba con erigirse en dictador
en una época en que las dictaduras gozaban de la misma aceptación que la democracia en
nuestros días.
La anacronía es un rasgo muy típico del español. Durante los años de la transición y buena parte
de la década de 1980 no se habló mucho de la dictadura, ni del General Franco, ni de las
matanzas de Azaña, a quien recientes estudios eximen de cualquier relación con las atrocidades
ocurridas durante su gestión al mando del Ejecutivo, inconscientes de que el delito persiste, en
este caso por negligencia. A finales de la segunda legislatura González, cuando el síndrome de
Hybris presentaba sus manifestaciones más visibles en el presidente, embarcado
simultáneamente en las colosales empresas de la organización de los Juegos Olímpicos; la
Exposición Universal de 1992; la creación de una futurista red de ferrocarriles de alta velocidad,
que atravesaran nuestra Piel de Toro en pocas horas; el dispendio de semejantes empresas junto
con un posicionamiento más cercano a Reagan y Thatcher que al de Mitterand o Khol; una
relación de cercanía con el clero, irreprochable moralmente, ya que la desahogada posición
económica de la familia del ex presidente González hizo posible que recibiese la mejor formación
escolar y secundaria disponible en la época, impartida en exclusivos centros privados
pertenecientes a órdenes religiosas, con quienes a pesar de las puntuales divergencias
ideológicas derivadas de la aplicación de las teorías marxistas, depuradas con un fino tamiz de
cultura y experiencia que excluía extremismos y extremistas, y con ello a la mayor parte de los
protagonistas del socialismo de la República, mantenía una relación de afecto difícilmente
asimilable por la masa electoral, ignorante tanto del contenido del programa electoral por que
habían votado como de la biografía del líder que lo ejecutaría con mano férrea durante casi dos
décadas.
En este contexto, resultaba necesario dar al pueblo “panem et circenses”, en la última década del
siglo XX representada por la Ley de la Memoria Histórica, cuyo fundamento legal permitía
destruir cualquier elemento que tuviese algún tipo de relación con el dictador fallecido dos
décadas antes. Los integrantes del partido socialista con tendencias menos moderadas, que dio
en llamarse “sector Guerrista”, por estar liderado por el Vicepresidente, Alfonso Guerra, alter
ego de González, de orígenes humildes, formación en instituciones públicas con el único apoyo
de las “ayudas de estudio” existentes en el Régimen Franquista, sin formación en oratoria,
protocolo ni liderazgo, pero dotado de una extraordinaria inteligencia alimentada por el
recuerdo de una juventud vivida con tremenda inseguridad y sumisión, la primera rasgo de su
personalidad, la segunda fruto de la primera y de la consciencia de que una transgresión de la
legalidad vigente podría dar fin a las ayudas estatales que le permitían costear sus estudios,
condenándolo sin remisión a una vida de hambre y privaciones.
Estos factores, y una interpretación menos sofisticada de los postulados del socialismo
moderno, a ojos de González, hacían de Guerra el perfecto “hombre malo” del régimen, creando
una dualidad con el presidente que por manera de estar, comportamiento, lenguaje e ideología,
recordaba al resultado del experimento del científico de la novela de Stevenson. Siendo así, al
inclinarse la balanza de poder a su favor, la compensación de sus años de ser apodado “El
tontito” en el Barrio Sevillano de Triana a causa de su extrema timidez, dio paso a un hombre
nuevo que no dudaba en proferir insultos de la más variada naturaleza a todo político ajeno a su
formación, que no hacía el menor intento de ocultar sus numerosas relaciones extraconyugales,
y que maximizó la idea de destruir todo aquello que recordara la existencia de quien gobernó
España durante cuarenta años.
Nombres de ciudades y calles, pinturas, esculturas, relieves, etc, fueron destruidos,
habitualmente con la colaboración de la masa que se agolpaba en torno de al hasta entonces
mobiliario urbano. Concluida la eliminación de cualquier signo de reconocimiento o tributo al
General Franco, y apoyado por los partidos nacionalistas, que se convirtieron en elementos
clave para mantener el poder, la reinterpretación de la Historia de España durante el siglo XX, la
demonización del General Franco, el refuerzo de la utilización del término “facha”, utilizado para
calificar a quien no manifestase claramente su adicción al partido, calificativo con repercusiones
en la estabilidad laboral, social y económica del o los “acusados”.
Algún tiempo después, los archivos históricos de la Guerra Civil fueron desmantelados y
repartidos entre las diversas regiones a que hicieran referencia. Aquellos lugares con una
connotación especial para el bando republicano, fueron homenajeados. Otros, donde la barbarie
de izquierdas hizo mella, fueron sujetos a un reestudio que aportaba una visión “neutral” de los
sucesos. Valga como ejemplo el homenaje al pedregal donde, en su tiempo, estuvo ubicado el
Pueblo de Casas Viejas, declarado lugar de memoria histórica, según reza la inscripción: “Viene a
reparar la dignidad de las víctimas, recobrando la memoria dolorosamente silenciada durante
décadas de dictadura”.
Y así, poco a poco, la historia de España ha ido cambiando. Ocasionalmente, algún osado con
menos conocimiento que edad, escribe barbaridades que no son otra cosa que una historia
embutida “con calzador” dentro de la Historia, en que los dislates y la tontería son protagonistas.
Aun así, a veces, tales creaciones son publicadas. Y eso si nadie contesta por el recuerdo del
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miedo a ser estigmatizado, es peligroso, pues alguien puede pensar que es cierto.
No es mi intención instruir al autor del texto. La ardua tarea de inculcarle un conocimiento de
nuestro idioma que le permita utilizar, por ejemplo, el término “especia” para referirse a
condimentos, y no a un grupo de seres con características semejantes, ya ocuparía un tiempo del
que no dispongo. Una vez alcanzado este objetivo, la invitación a la lectura, en especial, textos
que aborden la Historia Contemporánea de España resultaría productiva. Finalmente, y pienso
que puede resultar demasiado tarde para ello, aprender a pensar, extraer ideas y conclusiones,
aun cuando éstas resulten diferentes de las predominantes en la sociedad en que conviva. La
capacidad de defender y argumentar a favor del producto de su discernimiento, consciente de
que se encuentra en un medio donde no irá ser objeto de represalias por postular unas ideas
fundamentadas, que habrán de ser tomadas en cuenta, debatidas y, eventualmente, incorporadas
al área correspondiente del saber acerca del tema en cuestión, al tiempo que reconocido su
mérito, es lo que diferencia un artículo periodístico escrito en una democracia de un pasquín
propagandístico redactado para agradar a los caciques del lugar o alienar aún más a un pueblo
desorientado y confuso. Intentar relacionar al Cid Campeador con la Llegada del Hombre a la
Luna, o buscar un nexo entre ideologías imbricadas en sociedades separadas por un siglo de
historia, aparte del puro academicismo, ya no se aproxima a la intrepidez o temeridad, sino a la
ignorancia y al periodismo de tabloide.
Esta es mi opinión acerca de tal artículo. Los fundamentos que la apoyan, los párrafos que la
preceden.
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USA Hispanic no se responsabiliza del contenido de los artículos de opinión, siendo cada autor
responsable de sus propias creaciones.
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