CARLOS ASTARITA DESARROLLO DESIGUAL EN LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO Castilla, siglos XIII a XVI

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    Carlos Astarita

    DESARROLLO DESIGUALEN LOS ORGENESDEL CAPITALISMO

    El intercambio asimtrico en la primeraTransicin del feudalismo al capitalismo.

    Mercado feudal y mercado protocapitalista.Castilla, siglos XIII a XVI

    TesisOnce

    GrupoEditor

    Facultad de Filosofa y LetrasUniversidad de Buenos Aires

    Tesis 11 Grupo Editor

    Buenos Aires, 1992

    Reedicin digital, 2009

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    Diseo grfico:Juan Carlos Surez

    Copyright 1992Hecho el depsito que marca la ley 11723Impreso en Argentina

    Buenos Aires 1992I.S.B.N. 950-99802-5-0

    Versin digital: Nlida Vincent (Universidad de Buenos Aires)Buenos Aires - 2009www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

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    Carlos AstaritaDesarrollo Desigual en los orgenes del Capitalismo.

    Castilla, siglos XIII-XVIhttp://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/

    historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

    PREFACIO

    Un estudio sobre el comercio asimtrico en Europa medieval, padece de unainnegable excentricidad en el actual contexto historiogrfico. Si se recorre labibliografa, se comprueba que este tema casi no ha sido investigado, salvo poralgunas excepciones, en general inclinadas al anlisis del fenmeno en el perodomoderno.

    Desde este punto de vista, la investigacin a emprender tiene algo deextravagante. Pero desde la perspectiva que otorga nuestro pas, no es as. Ello se

    corresponde con la situacin de Argentina, donde el problema de la insercinperifrica del pas en las relaciones econmicas internacionales dominadas por elcapitalismo es de un generalizado reconocimiento. Mientras para los historiadores deEuropa occidental este problema slo ha tenido un inters muy secundario, paranosotros constituye una cuestin clave para comprender nuestro presente. Es por elloque la ubicacin en que el investigador se encuentra para desplegar su trabajo, enabsoluto debera ser indiferente en el momento de explicar la eleccin de un tema.

    Podra incluso decirse, que para toda una franja de investigadores sociales yactivistas polticos argentinos esta problemtica fue la atmsfera intelectual de suformacin. Entre ellos me incluyo. Debemos recordar aqu la vivacidad que adquiri ladiscusin sobre el carcter de la dependencia en nuestro medio en los aossetenta. Una gran cantidad de analistas sociales, sino la mayora, nos hemos educadoen las fervientes lecturas (siempre controvertidas) de Gunder Frank, Samir Amin, SergioBag, Ernesto Laclau, Celso Furtado, Frantz Fanon, Ernest Mandel, Maurice Dobby los clsicos, invariablemente a mano para emplear la cita oportuna que impusierael argumento de autoridad: Marx, Engels, Lenin Fue ste el horizonte cultural ypoltico de una generacin que haba asumido el compromiso social por la liberacinnacional. Eran lecturas de valor desigual, que alimentaron las esperanzas de uncambio revolucionario que entonces imaginbamos cercano. Es por ello que cadapolmica conclua con la presencia, a veces dominante, de programas de accininmediata.

    Hoy en da el tema vuelve, si bien con modalidades diferentes, bajo el yugo de unadeuda externa sin perspectivas de resolverse. Es explicable entonces, que para

    nosotros, habitantes del Tercer Mundo, el intercambio asimtrico entre el centrocapitalista y la periferia constituya un tema de natural importancia sugerido por lasimple observacin de la realidad, aunque su anlisis haya alimentado teoras yproyectos tan distantes como los de Ral Prebisch y Ernesto Che Guevara.

    Creo haber descrito la filiacin de este trabajo y las circunstancias ms generalesque explican la eleccin temtica. Pero tambin es necesario advertir una importantediferencia respecto a los estudios de nuestro medio, concentrados en Amrica

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    Latina. Aqu, por el contrario nos proponemos incursionar en el anlisis de unrea europea en la Baja Edad Media. Ello se justifica, no slo porque el conocimientode esta historia es fundamental para comprender nuestra realidad (al respecto cabrapreguntarse hasta qu punto nuestra historia no es ms que una fraccin particularde la historia occidental), sino tambin porque el estudio de ciertos fenmenos de otras

    sociedades, ayuda a comprender nuestros problemas.El objetivo es comprender. Esta meta impone un singular tratamiento de la

    materia, alejado del mero registro de los fenmenos. Para ello opt por recorrer undoble camino vinculado de descripcin y teora, entendidas como dos instanciascomplementarias de un nico anlisis destinado a dar cuenta de la dinmica social.

    De acuerdo a lo dicho hasta ahora, eleccin de un tema inusual en el concierto delos medievalistas y de una forma de trabajo poco cultivada entre los historiadores,se concluye que este estudio mantendr una prudente distancia con relacin a lastendencias dominantes en el actual discurso historiogrfico. Ello presuponeincursionar en un tipo de anlisis alternativo, producto de la situacin en la que esteestudio se gener. Surgido de los mrgenes del discurso historiogrfico, en el interior dela periferia, aspirando a ser un material que contribuya a iluminar la comprensin de

    nuestra dependencia, este estudio no es otra cosa que un producto informado porla marginalidad. Salido de los mrgenes, hacia ellos deseara que vuelva, hacia losmbitos hoy reducidos en los que revive un programa cultural y poltico de socialismoautogestionado.

    Tambin es un estudio autnomo. Al elegir un tema que aparentemente nointeresa ms que muy secundariamente a los medievalistas, he optado por desplegarnuestras problemticas prescindiendo de las preocupaciones que dominan enreas centrales. En este sentido, el estudio a emprender aspira a constituirse en unrechazo de toda forma de aculturacin, para encontrar un perfil propio de anlisishistoriogrfico, que responda a nuestras preocupaciones de pas perifrico. En estesentido me reconozco en un estilo de trabajo independiente que en Argentina inaugurJos Luis Romero justamente en el campo del medioevo europeo. Por todas estas

    razones, el lector encontrar en las pginas que siguen prcticas no habituales entre losmedievalistas, que comprenden la utilizacin de trabajos tericos sobre economa o deinvestigadores alejados de los marcos espaciales y temporales de la Edad Media,incluidos los americanistas, muy cercanos a mi labor cotidiana como historiador.

    Una ltima consecuencia de la situacin de marginalidad descrita y que influyesobre las posibilidades de desarrollo de la disciplina, se refleja en las mltiplesdificultades bibliogrficas y de acceso a la documentacin. Es ste un inconveniente quesufre todo medievalista argentino. Muchas veces no leemos lo que queremos sino loque podemos conseguir, con lo cual la lectura adquiere un carcter errtico, casiaccidental. A este factor, ya de por s muy negativo, se adiciona el aislamiento quesobreviene de ejercer una especialidad cultivada por un nmero reducido deinvestigadores. Es por ello que debo agradecer a todos aquellos que de una u otramanera han contribuido en mi trabajo, ya sea facilitndome bibliografa o documentos,aceptando realizar lecturas preliminares de los borradores o discutiendo aspectostericos e histricos que surgen de mis anlisis. Por todas estas contribuciones y porlas lecturas que me han ayudado a formular y dar respuestas a los problemas,considero que este trabajo me corresponde slo de manera limitada. Es enrealidad el resultado de una produccin cientfica social y no individual.

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    Quisiera expresar mi agradecimiento al profesor Luis Alberto Romero, quin consus observaciones me permiti efectuar un reordenamiento en la presentacin delas cuestiones. A Enrique Palomba, terico marxista extra universitario, que en losinicios de esta investigacin cuestion ciertas ideas que me posibilitaron llegar adeterminar la existencia de dos lgicas de comportamiento econmico antagnicas

    y convergentes entre los seores y los mercaderes. Tambin debo reconocer todolo que me ensearon mis alumnos de seminario de la Facultad de Filosofa y Letras de laUniversidad de Buenos Aires, cuyas elaboraciones circulan muchas veces en textosmecanografiados que constituyen un medio no formal de estimulante difusin deideas. Agradezco a mi hermano Rolando Astarita, un economista sin ttulo, porhaberme orientado sobre el estado actual de problema, comprendiendo la discusin decuestiones tericas. No menos fructferas fueron las conversaciones mantenidas con losmedievalistas Marta Bonaudo, Guy Bois y Alain Guerrau. Quero dejar expresa constanciade la mltiple ayuda de todo tipo y que en todo momento me brind la profesora MaraIns Carzolio de Rossi.

    En los agradecimientos se impone mencionar a las instituciones que me abrieronlas puertas de sus bibliotecas: el Instituto Di Tella, el CEDES y el PEHESA. A las

    bibliotecarias Leonor Plate del CEDES, quien con infinita paciencia atendi mi fastidiosaansiedad, y a Elsa Fernndez y Mara Teresa Basso, del Instituto de Historia deEspaa de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, lugardonde desarroll mi investigacin, debo expresarles mi reconocimiento.

    Lgicamente, no es necesario aclarar que todos los errores de este trabajo mecorresponden.

    Debo tambin mencionar que para esta investigacin goc de la indudable ventajade acceder a la investigacin y docencia por el sistema institucional CONICET yUniversidad, que me permiti, por primera vez, consagrarme de lleno al estudiocomo medievalista desde el advenimiento de la democracia a fines del ao 1983.

    Esta investigacin tiene ya su propia historia reciente. Habindola presentadocomo tesis de doctorado en la Universidad de Buenos Aires, la defend oralmenteen octubre de 1989. En tal circunstancia, la objecin ms significativa que formularon losmiembros del jurado (conformado por los profesores E. Gonzlez de Fauve, H.Grassotti, J.E. Buruca, N.E. Tandeter y L.A. Romero) fue sobre la centralidad delanlisis marxista que exhiba la tesis, y en especial, manifestaron su rechazo a unacausalidad estructural objetiva del movimiento histrico. No obstante este desacuerdo,no puedo dejar de agradecer la excesiva generosidad de la evaluacin.

    Si pasamos ahora del juicio acadmico de Buenos Aires al juicio de quienes sesituaron por propia decisin en las cumbres del pensamiento historiogrficouniversal, constatamos una crtica similar. A instancias de uno de los ms destacadosmedievalistas actuales, he presentado un resumen de esta tesis para ser publicadoen la revista de los Annales Ec.Soc.Civ. Tiempo despus recib una carta de susecretario de redaccin, en la que gentilmente me explicaba las razones por las que eltrabajo era excluido: si bien el artculo presentaba algunos intereses, en especial porligar las prcticas socio-culturales y las modalidades del desarrollo econmico,sus limitaciones eran considerables, en especial, por no haber valoradolos criterios de la economa preclsica y de ciertos antroplogos actuales. Estos

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    vicios llevaron, segn la redaccin de Annales, a una simplificacin que no secorresponde con la lnea de publicaciones de la revista.

    Esta carta tiene un indudable inters historiogrfico, en cuanto revela las prcticas,sino convincentes, en general s eficaces para alinear el discurso social en el campoterico premarxista de la economa poltica y de la antropologa sustantivista, mbitodonde el problema estriba casi exclusivamente en el estudio de las formas de circulacin

    bajo una perspectiva de relacin no jerarquizada entre las instancias de la totalidad.No es ajeno a este abandono frecuente del anlisis marxista, el hecho de

    que hoy se prefieran los estudios llamados puntuales o meticulosos, a los relatosabarcadores destinados a resolver los grandes interrogantes sospechados deensayismo, calificativo que (ahora recuerdo), empleara una distinguida medievalistapara desacreditar mi estilo de trabajo. El grado de rigurosidad de una investigacinaparece aqu ligado a la negacin de cualquier intento de historia totalizante y terica,criterio que transforma al historiador en un profesional que tendra como alternativalegtima el oficio de documentalista en fuentes acotadas. El resultado es previsible y seinscribe en la prctica empirista, que perpeta su dominio historiogrfico reemplazandolos tradicionales modos de factografa poltica e institucional, por novedosas y hastaentretenidas descripciones fenomenolgicas.

    El argumento que fundamenta la cientificidad a partir de una dimensin ajustadadel campo de estudio slo en apariencia es verdadero: constituye en verdad un sofisma.El presupuesto es que el objeto de estudio est dado por la eleccin de un tema,cuando en realidad, todo objeto de estudio no metafsico (o sea, todo objeto deinvestigacin cientfica) es el resultado de una construccin intelectual. Para ponerun ejemplo: el anlisis de una aldea, una familia, una regin, etc, en un lapso detiempo limitado, no garantizan en tanto temas, la posibilidad de planteos concretos conresoluciones cientficas, y es frecuente que, por el contrario, se encuentren en abiertoconflicto con la investigacin.

    Si ex onmium sententia el anlisis marxista puede aspirar como mucho a unahonorable segunda fila entre las influencias que conforman el universo cultural delcuentista social, no menos severa parece ser la condena de los historiadores al objeto

    mismo de estudio del intercambio desigual, que es considerado ahora como un curioso yhasta incmodo anacronismo. Es notable constatar que este juicio predominaentre investigadores que en su vida cotidiana sufren las conflictivasconsecuencias de vivir y trabajar en un pas dependiente subdesarrollado.

    Estas objeciones, que con muy variado nivel de perspicacia se manifestaron desdela primera versin de este trabajo, y por extensin, la atmsfera culturalgeneralizada en que se encuentra la historiografa en la actual coyuntura, nodejaron de constituir un estmulo para la elaboracin de esta tesis. En especial, amis polemistas ms eficaces no puedo dejar de expresarles mi reconocimiento porpermitir que mis elaboraciones avanzaran en oposicin crtica a posiciones tericasque personalmente no comparto.

    Por ltimo, en el momento de la edicin fue invalorable el apoyo que recib delprofesor Luis Yanes, decano de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidadde Buenos Aires: sin su intervencin difcilmente se hubiera publicado este estudio.

    Desde la presentacin de esta tesis como doctorado me dediqu a escribir unaversin ms aligerada de detalles y fundamentacin erudita. Tambin me esforcpor acercar las palabras al objeto a representar, en especial, desarrollando y precisandola exposicin terica.________________________________________________________________________10

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    Descubr, no sin cierta dosis de angustia, que se trataba tal vez de una tareainfinita. No obstante, cuando cre haber reducido el nmero de errores, decid darpor concluido el estudio, aunque tengo la impresin de que es un trabajo inacabado.

    Pero es posible que en ello se encuentre una ventaja. Sus imperfecciones tanto como susvirtudes pueden estimular el debate y las rectificaciones. Si ello sucede, sus erroressern un momento superable en el desarrollo de nuestro conocimiento histrico, que noes otra cosa que un permanente replanteo de los problemas que nos inquietan.

    Buenos Aires, marzo de 1992

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    Carlos AstaritaDesarrollo Desigual en los orgenes del Capitalismo.

    Castilla, siglos XIII-XVIhttp://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/

    historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

    INTRODUCCIN

    EL OBJETO DE INVESTIGACIN

    El objeto de esta investigacin, consiste en determinar el mecanismo delintercambio asimtrico entre diferentes reas europeas, en la fase de primeratransicin al capitalismo. Nuestra preocupacin ser establecer la relacin decausalidad entre flujos comerciales y desarrollo desigual en diferentes pases.Desde el momento en que nos proponemos dilucidar el funcionamiento delintercambio, y con ello el principio de las contradicciones y de los marcos objetivosdel accionar de las clases sociales, el objeto de esta investigacin se sita en unnivel terico.

    Anunciar que la finalidad de un estudio es resolver un problema terico,supone que en el lector se genere la previsible expectativa por un anlisis abstractogeneral. Pero es conveniente aclarar desde ahora que estas esperanzas se vernfrustradas por el tratamiento que se dar a la materia. La elaboracin de la teoradel intercambio desigual, no fue concebida aqu como una sucesin deproposiciones hipotticas, sino como el resultado de formalizaciones surgidas de unanlisis histrico concreto. Ello significa que este objeto de estudio terico serabordado a partir de investigar empricamente, la evolucin comercial de unaformacin social especfica, la castellana, particularmente apropiada para observarla cuestin que nos preocupa, desde el perodo feudal a la fase transicional alcapitalismo. Este tipo de abordaje de un problema terico responde a un definidocriterio sobre las condiciones de posibilidad para generar reflexin en el estudio de

    la historia, segn el cual difcilmente sta pueda renovarse a partir derazonamientos apriorsticos resueltos en un encadenamiento de conceptosabstractos, que slo expresan la imposibilidad del conocimiento real. Por elcontrario, el punto de partida de nuestro anlisis ser la investigacin de la realidadhistrica.

    Pero por otra parte, esta investigacin se encuentra situada en un determinadocontexto analtico. El estudio de este contexto, es decir, de los continentesinterpretativos ya avanzados, no constituye para nosotros un simple decoradointroductorio, un mero marco referencial (como se da en el mejor de los casos de lahistoriografa reflexiva), sino que es parte constitutiva de la investigacin aemprender, desde el momento en que el tratamiento histrico problemtico seconvierte en una historia de los problemas reales. Como ha demostrado Lukcs (1),

    esto representa una tradicin que tiene su antecedente ilustre en Hegel (para quinsu mtodo filosfico fue siempre al mismo tiempo historia de la filosofa y filosofade la historia) y evolucion en la ms elaborada ciencia social marxista, para lacual la historia de los problemas nunca constituy una carga intil desde elpunto de vista de la exposicin, sino parte de la presentacin del procesohistrico mismo. En definitiva, nos proponemos alejarnos del empirismoacrtico y del teoricismo abstracto mediante un avance analtico combinadode descripcin factual, revisin de modelos explicativos ya elaborados12

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    y formalizacin terica, como tres momentos de la exposicin indisolublemente ligados ymutuamente condicionados. En virtud de estas premisas, parece aconsejable unrepaso preliminar a la situacin historiogrfica, al estado de la cuestin.

    CONTEXTO HISTORIOGRFICOEstudios hispnicos: La circunstancia sealada en el prefacio acerca de la falta

    de trabajos concretos sobre el intercambio desigual en la historiografa medieval,comprende tambin a los estudios hispnicos. Esta cuestin ha sido tratada, o bien entrabajos de carcter general, o bien de manera tangencial en investigaciones cuyoobjeto se centr en el comercio, la burguesa o los productos de circulacin. Aun cuandoestos estudios consideraron aspectos del intercambio desigual entre Castilla y otraszonas europeas, no existe una investigacin que explique de manera sistemtica laracionalidad interna del funcionamiento comercial vinculada al desarrollo econmico.Esta falta de trabajos es muy llamativa, ya que es generalizado el reconocimiento de loshistoriadores sobre los efectos del bloqueo que este intercambio ha tenido sobre el

    desarrollo capitalista en Castilla.Una de las exposiciones ms acabadas (y por ms de un motivo clsica) sobreeste problema ha sido la de Snchez Albornoz (2), quien presenta los aspectos que,segn su criterio, determinaron la debilidad de la burguesa en la Castilla medieval y lasdificultades econmicas que incidieron en el atraso relativo de Espaa. El comerciomedieval de Castilla con otras reas europeas, es un aspecto relevante de susistema explicativo: la invasin del reino de Castilla por los mercaderes y lasmercaderas extranjeras cre una doble corriente emigratoria: de grandes sumas de oroy de plata y de grandes cantidades de materias primas, provocando la quiebra de lamoneda y el empobrecimiento general (3). Segn este anlisis, la importacin deproductos suntuarios tuvo amplias repercusiones econmico sociales al contribuir allujo y la ostentacin seorial, y determinar la gran falla de la economa castellana,

    en tanto impidi que el hierro y la lana se utilizaran para la industrializacin del pas (4).En Snchez Albornoz se destacan dos aspectos en el tratamiento del tema. Enprimer lugar, recurre al anlisis histrico comparativo al marcar la divergencia de lasevoluciones econmicas entre Inglaterra y Castilla. En Gran Bretaa, a diferencia de loque ocurri en Castilla, se emprendi a partir del siglo XV una industrializacinlenta pero magnfica (5). En segundo trmino, para explicar este intercambio y susconsecuencias, apela al examen de una multiplicidad de factores, que comprendendesde la actitud de la Corona a la coyuntura internacional, sin olvidar los avatares de laReconquista y su incidencia en la configuracin histrica de Espaa (6). Estascaractersticas otorgan a este anlisis una fisonoma de totalidad, aunquecrticamente sus deficiencias no son menores, en cuanto incurre en un enfoqueexcesivamente institucionalista, una psicologizacin del problema de dudosa

    comprobacin emprica ( la herencia temperamental del castellano) y una carenciaprcticamente total de categoras analticas que permitan trascender los lmites de lapresentacin epidrmica para descubrir los mecanismos no directamente visibles delintercambio.

    Por otra parte, el ncleo argumental de Snchez Albornoz constituye unparadigma en esta historiografa, ya que la jerarqua que el autor le otorga al tema

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    para comprender el enigma de la historia espaola, en especial la quiebra de lamodernidad castellana, se encuentra tambin en otros autores.

    Se ha ocupado de esta materia, aunque concentrado en los comienzos de lamodernidad, Ramn Carande en su obra sobre la poca de Carlos V (7) y en variosartculos sobre la economa castellana (8). Ha expresado este autor las fallasestructurales de la economa castellana como una adicin de factores conducentes alatraso, reunidos por el hecho decisivo de una poltica comercial antimercantilista: ganadera transhumante prspera, caudalosa exportacin de lanas, incipiente marinay postergada industria (9). Estas nociones sobre el efecto negativo que tuvieron laexportacin de materias primas y la importacin de manufacturas en la economacastellana, se han convertido en un tpico de la historiografa que se refleja en obrasde tipo general (10). De manera ms directamente relacionada con nuestro tema,Mara del Carmen Carl (11) ha estudiado la actividad de los mercaderes castellanosentre mediados del siglo XIII y comienzos del XVI junto a cuestiones relativas alcomercio exterior bajo un enfoque centralmente institucional.

    Por su parte, Tefilo F. Ruiz, quin ha dedicado varios estudios a la ciudad deBurgos, destac la importancia que tiene el conocimiento de la historia medieval

    para comprender el subdesarrollo comercial e industrial de la Espaa imperial(12). Guiado por esa premisa ha investigado aspectos de la mercantilizacin y de laestructura social con ella vinculada, reiterando el modelo bsico de ideas ya expuesto.

    En un trabajo tambin dedicado a Burgos, Juan A. Bonacha e Hilario Casado(13) han expuesto opiniones similares: el desarrollo del gran comercio lanero dio lugara una subordinacin casi completa de la artesana textil a los intereses de lospotentes mercaderes de la ciudad de Arlanzn. La lana de buena calidad seexporta -siguen sealando los autores los paos y telas finas que viste y usa laesplendorosa sociedad burgalesa se importan de los grandes centros deproduccin textil peninsulares y extranjeros; los artesanos elaboran, en general,paos y tejidos baratos.

    Este ncleo de ideas sobre los efectos paralizantes que el comercio extenso

    castellano tuvo sobre la economa se reitera en diferentes historiadores. ParaJoseph Perez (14), interesado en dar cuenta de las causas del retraso espaol enla modernidad, la situacin podra describirse, sintticamente, de la siguiente manera:Espaa tena en el comienzo de la poca Moderna una situacin excepcionalmentefavorable. Los grandes descubrimientos haban dado la primera potencia colonial delmundo. Dispona con la lana de los merinos de una materia prima de calidad quele habra permitido transformarse en una nacin manufacturera, exportadora detextiles. Pero no supo explotar estas oportunidades. A causa de la alianza realizadaalrededor del mercado de la lana entre los ganaderos de la Mesta, a menudoaristcratas propietarios terratenientes, los comerciantes de Burgos asociados a loscapitalistas alemanes e italianos y a la dinasta de los Habsburgo, la lana deCastilla continu tomando el camino del extranjero que impidi a Espaa tener una

    industria textil competitiva y emprender la va del desarrollo econmico. Todo ellocondujo a que no se desarrollara una burguesa pujante y dinmica ni el esprituburgus, establecindose un menosprecio por los oficios mecnicos y las actividadeseconmicas.

    En este panorama historiogrfico, slo de manera tangencial se ha avanzadoen la comprensin de los mecanismos internos de este intercambio. En este sentidose destaca el anlisis de Juan Bonacha Hernando (15) sobre el capital mercantil________________________________________________________________________14

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    nuestra investigacin, se ha destacado en los ltimos aos la labor de InmanuelWallerstein, quien trat la conformacin de una economa-mundo desde 1450,regida por relaciones econmicas entre periferia - semiperiferia (reas productorasde materias primas) y centro (rea productora de manufacturas) (17). El objetivodel trabajo de Wallerstein es describir cmo la relacin entre pases a partir delos flujos econmicos condujo a una sistemtica transferencia de excedentes cuyoresultado fue desarrollo y subdesarrollo como dos aspectos relacionados. Estainterpretacin se corresponde con una extendida tendencia analtica (18) queglobalmente puede ser calificada de circulacionista, en la medida en que lacirculacin monetaria y mercantil ha sido tomada como la causalidad clave de laconstitucin estructural diferenciada de los pases vinculados comercialmente. Elconcepto eje que engloba el conjunto de propiedades del modelo es el deeconoma-mundo elaborado por Wallerstein y Braudel (19). En la medida en que laexposicin ms sistemtica de este tipo de anlisis para la historia europea hasido realizado por Wallerstein, tomaremos a este autor como punto de referenciacentral de nuestra lectura crtica de las proposiciones del modelo circulacionista.

    En oposicin al esquema de mercado nos encontramos con otro tipo de posturadivergente, que tuvo en Maurice Dobb y Robert Brenner a sus ms notablesrepresentantes (20). La base de esta interpretacin es negar la incidencia de las

    evoluciones de mercado en la conformacin diferenciada entre regiones, valorizandopor el contrario las distintas relaciones y fuerzas de clase internas de cada pas, enespecial las estructuras agrarias, adscribiendo pues a una visin sustancialmenteendgena del desarrollo econmico.

    Se destacan entonces, en primer lugar, la conformacin de dos grandesperspectivas de anlisis, circulacionista y endogenista, que han dominado hasta elmomento la reflexin historiogrfica. En segundo trmino, detectamos tambin laexistencia de un cuerpo de nociones y conceptos (controvertidos) elaborados apartir del estudio del intercambio desigual entre reas, donde los ncleos deproblemas son coincidentes entre diversos historiadores (para nuestro caso,hispanistas o no): materias primas versus manufacturas, transferencia de valor de unrea o pas hacia un centro, y vinculado con ello, el desarrollo y el subdesarrollo

    como dos caras relacionadas de un mismo proceso. Estros grandes problemassern tenidos en cuenta para organizar la exposicin de nuestro trabajo.

    MODALIDAD DEL ANALISIS A REALIZARYa se anticip que para resolver el problema terico del intercambio asimtrico (el

    mecanismo de su funcionamiento), se apelar a un estudio histrico concreto de ladinmica comercial de Castilla con otras zonas europeas, entre mediados del sigloXIII y comienzos del XVI. Centraremos la atencin en Castilla, el rea desde elcual observaremos el funcionamiento del intercambio en el lapso temporalsealado. Este punto de partida implica la eleccin de un espacio analtico limitado,en oposicin a la muy difcil aprehensin para los fines de la investigacin, del

    desmesurado campo de estudio que supone la economa- mundo, definido por laextensin planetaria de las relaciones comerciales. En cuanto a los lmitestemporales, esta investigacin comenzar a desplegarse a partir del anlisisdel mercado en el perodo feudal, para culminar en la fase denominada como laprimera transicin del feudalismo al capitalismo, derivada de la crisis estructural________________________________________________________________________16del sistema feudal en los siglos XIV y XV. En definitiva, este estudio tiene por objetoel anlisis de un problema terico general a travs de un tratamiento histricoparticular, la modalidad por la cual el control del material emprico permitir

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    trascender el nivel de su mera presentacin fenomnica. Slo a partir de este ejeespacial y temporalmente limitado, abordaremos la consideracin de las otrasregiones con las que Castilla se relacion comercialmente en las cuestiones queincidieron en el problema que se investiga.

    El contexto histrico en el que se desarroll este intercambio condiciona laforma de exposicin. Esta se dividir en dos grandes partes. La primera estardedicada al anlisis del mercado precapitalista feudal. La segunda, al estudio de lasmodalidades que adopt el intercambio durante la fase transicional al capitalismo.A su vez, en cada una de estas secciones trataremos el estudio de lascaractersticas ms generales del intercambio, sus formas, los productos que secomerciaban, las rutas mercantiles, los agentes econmicos que actuaban. Por otraparte, dos grandes cuestiones tericas aparecen en primera instancia como bsicaspara resolver. Por un lado, la transferencia de valor; por otro, la del desarrollodesigual, es decir, la incidencia comercial en el subdesarrollo castellano y eldesarrollo de otras regiones. Como resultado ms general de este anlisis seintentar redefinir el concepto de asimetra en la transicin al capitalismo.

    En cuanto al tratamiento que se dar a la cuestin, el aspecto central lo constituyeel estudio histrico, comprendido como una combinacin de descripcin (control delpensamiento especulativo por la observacin in situ) y reflexin (rechazo del

    empirismo, pensamiento casi a nivel de cero (Collingwood), estudio que a su vez seemprender teniendo como referencia los modelos interpretativos enunciados, cuyarevisin crtica slo ser posible en la medida en que avancemos en lainvestigacin histrica especfica. Descripcin y teora se tomarn en cuenta comodos momentos ligados del proceso de conocimiento que nos permitirn acceder aabstracciones determinadas (Della Volpe), histricas, como resultado de unavance desde la observacin del movimiento visible del intercambio hasta legar adescubrir su movimiento real, relacionado con los ciclos reproductivos de cada unode los sistemas econmicos vinculados por el comercio. Este esfuerzo portrascender las formas evidentes para llegar a determinar las modalidades nodirectamente visibles del intercambio presupone un conocimiento por abstraccionesprogresivas, cuya posibilidad est condicionada por el empleo instrumental de

    ciertos criterios y conceptos bsicos para operar el anlisis histrico.

    CRITERIOS Y CATEGORAS FUNDAMENTALES QUE SE UTILIZARN

    Para abordar este estudio se apelar a un conjunto de categoras de la teoramarxista: modo de produccin, formacin econmica social y teora del valor de lamercanca. Sobre la base de estas categoras tomaremos el feudalismo y elcapitalismo como modos de produccin particulares, conceptualizados a partir desus formas especficas de apropiacin de los medios de produccin y lasrelaciones sociales derivadas (21). En el transcurso de la exposicin sobre elintercambio, podr observarse que este punto de partida tiene directa relacin con

    las diferenciadas maneras de articulacin entre las instancias (base econmica,superestructuras jurdico-polticas y formas de la conciencia social), de la totalidad,en el capitalismo y en el feudalismo (22). El aspecto crtico de esta articulacindiferenciada entre los niveles de la totalidad remite en definitiva al tipo de

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    relaciones sociales de produccin y de vinculacin del sobre trabajo implementadasen los sistemas capitalista y feudal. En este ltimo es necesaria una intervencindirecta de acciones no econmicas en el proceso productivo, a diferencia de lo que

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    ocurre en el rgimen capitalista, provisto de un mecanismo econmico deexplotacin, por el cual el plusproducto pertenece de por s al capitalista. Elloderiva del hecho de que en el feudalismo el productor posee los medios deproduccin, no teniendo el seor ms que una alternativa extra econmica paraapropiarse el excedente de la explotacin campesina (23). Estas cuestiones sernretomadas en el transcurso de nuestro anlisis, ya que se relacionan con ladistincin que efectuaremos en el enfoque cuando tratemos el intercambio feudal yel que corresponde al perodo transicional al capitalismo.

    ntimamente ligado al concepto fundamental de modo de produccin, seencuentra la categora de formacin econmico-social. Sobre la base de estacategora se comprender el rea castellana. Dos son los aspectos fundamentalesque expresa. Por un lado el de la totalidad de todas las esferas de lo social. en la continuidad y al mismo tiempo, la discontinuidad de su desarrollo (24). Ensegundo trmino hace referencia a los componentes bsicos de esa totalidad: a laarticulacin jerarquizada (dominancia, subordinacin) de diferentes modos deproduccin en el interior de esa formacin (25). En el medioevo, donde el modo deproduccin feudal era dominante, hasta cierto punto no encontramos diferenciado elmbito de extensin de una formacin econmico social concreta y el alcanceterritorial de influencia de la monarqua, ya que las exigencias absolutas de un centro

    final de la autoridad que actuaba como contrapeso de la fragmentacin de lasoberana seorial, era un requisito del funcionamiento del sistema feudal, unimpedimento a su anarqua potencial (26).

    En cuanto al valor de las mercancas, problema central en el tratamiento delintercambio, se tomar en cuenta la teora del valor trabajo elaborada por Marx,expresin de determinadas relaciones sociales de produccin, y como tal, el valores considerado aqu como una forma social adquirida por los productos del trabajoen determinado contexto histrico (27). Ello implica una consideracin diacrnica delas condiciones objetivas que determinan funcionamientos especficos diferenciadosde la ley del valor mercantil, segn consideremos la produccin feudal o lacapitalista.

    Un ltimo aspecto, es que en este anlisis no se apelar a una perspectiva

    objetivista, ciega a la accin de las clases sociales (28). Por el contrario, se aspira aresolver la lgica del funcionamiento del intercambio en vinculacin con losintereses materiales de las clases sociales generados en el proceso de sureproduccin, hecho que remite a la determinacin estructural y funcional de lossujetos por una parte, y a su actividad sobre las determinaciones materiales por otra.Pero este equilibrio entre los condicionamientos objetivos y la actividad del sujeto seresolver antes en la prctica de la investigacin que en los enunciadospreventivos terico generales, que en modo alguno nos inmunizan contra lostradicionales reduccionismos economicistas o subjetivo-accionalista del estudio social.En esta prctica de trabajo, el equilibrio entre objeto y sujeto se resolver mediante undesequilibrio alternativo en la exposicin: de acuerdo al momento de evolucin de latotalidad social y al objetivo particular de la investigacin, pasan necesariamente

    a dominar en el anlisis uno de los dos polos (objetivo-subjetivo) que en eldesarrollo histrico despliegan su existencia antagnica.

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    Carlos AstaritaDesarrollo Desigual en los orgenes del Capitalismo.

    Castilla, siglos XIII-XVIhttp://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/

    historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

    PRIMERA PARTE

    EL INTERCAMBIO ASIMTRICOEN EL SISTEMA FEUDAL

    CASTELLANO

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    Carlos Astarita

    Desarrollo Desigual en los orgenes del Capitalismo.Castilla, siglos XIII-XVI

    http://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

    CAPITULO 1

    ASPECTOS GENERALES DEL COMERCIO.IMPORTACIN Y CIRCULACIN MERCANTIL

    Con la lectura de las reuniones de Cortes de Jerez de 1268 nos introducimos en elestudio del comercio exterior castellano. En un primer aspecto a considerar, referidoa los participantes en estas Cortes, expresa el rey que ante el hecho de que habamuchas quejas acerca de la grant caresta que era en la tierray las gentes. merrogaban que yo pusiese i consejo porque no fuese envi en busca demercadores y otros homes buenos de Castilla e de Len e de Extremadura e del

    Andaluca (1).Este documento nos pone en contacto con actores sociales que encontraremosa lo largo de nuestro estudio, los mercaderes, y esto constituye un hecho novedoso. Sitomamos como referencia comparativa las Cortes de Len de 1208, el estamentorepresentativo de villas y ciudades era mencionado como un todo socialindiferenciado. Se expresa en estas ltimas asambleas, que reunidos en la ciudadreal de Len (convenientibus apud Legionen, regiam civitatem), junto a losobispos y la lite social del reino (totius regni primatum et baronum glorioso colegio),se encontraban los habitantes de las ciudades (civium multitudine destinatorum asingulis civitatibus considente(2), sin distinguirse en el texto su cualificacin socioprofesional.

    Todava en las Cortes de Valladolid de 1258, la forma en que est expresada la

    participacin sectorial no presenta grandes variaciones. El rey se haba reunidoentonces (ove mio acuerdo e mio conseio) con los arzobispos y obispos y conlos rricos ommes de Castiella e de Len e con ommes bonos de villas de Castiella ede Extremadura e de tierra de Len que fueron comigo en Valladolit(3).

    La mencin especfica de los mercaderes en las Cortes de 1268, traduce unalegitimacin de su actividad participativa a nivel de la poltica general, ya que juntoal monarca, los poderosos del reino y otros omes buenos de Castilla e deLen evaluaron aquellas cosas del reino que entendieron, seran ms comunalmentee ms apro de todos(4).

    Estas menciones diferenciadas de los representantes de ciudades en Cortes, secomprende en relacin con el proceso de ascenso social y econmico del mercader,que fue alcanzando en el transcurso del siglo XIII una creciente influencia

    institucional, al punto de acceder en la segunda mitad de esa centuria a ladiscusin de cuestiones socio econmicas generales del reino.

    Este ascenso social de la burguesa se verific en el contexto de crecimiento dela circulacin mercantil y monetaria, y en especial se vincula con la activaparticipacin que tuvieron los mercaderes en los circuitos comerciales externos, alos que el reino castellano aparece ligado. Estos circuitos, junto a los productos,los precios y la organizacin general el comercio, son determinables a partir del estudio

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    de las Cortes de 1268, que presentan pues, buena parte del tema de nuestrainvestigacin.

    Es notable que en esas Cortes, donde se regula el precio de las mercancas delreino, aparezcan con gran importancia los productos textiles. Son mencionados alluna variedad de paos internos, elaborados en el reino de Castilla (pannos destatierra). Eran el crdeno, viado, llano blanco, el segoviano, segoviano crdeno, viadosde Zamora, el segoviano de Segovia, la blanqueta de vila, el sayal, la frisa, elburel de vila, los pannos tintos que fasen en Nauarray la blanqueta (5). Aparecenaqu los productos de las principales ciudades textiles de Castilla: Segovia, cuyo paopas a denominar un tipo de textil. vila, que produca varios tipos de pao: Zamoray Navarra; a los que se agregan los de otras ciudades en las que se conoce lapresencia de manufacturas textiles, como Soria, Palencia y Crdoba (6).

    Junto a estas telas del reino se encuentran mencionadas otras de origenextranjero: de Gante, Montpellier, Cambray, Douai, Ypres, Ruan, Lila, etc. (7), todostextiles muy diversos del rea galo flamenca.

    Unos aranceles de aduana del siglo XIII publicados y analizados por AmricoCastro (8), complementan la informacin sobre compras de textiles extranjeros en

    Castilla. Son citados una serie de paos europeos de distintas procedencias: inglsde grana, ingls prieto, blanqueta de Camuna o Cominos o Camua, que sera elpao de Commines; los paos de Ypres que podan ser planos (lisos), viados(rayados) y reforzados. Tambin se mencionan los pannos blancos de Parelingaso Papelinas, que era la ciudad flamenca de Poperinghe: de Lila, de Mosterol (Montreuil),de Aboquilla o Aboxvila, que es Abbeville: pannos planos o tintos de Roan , paosplanos de Provins, pao tinto de Cambray, escarlatas de Montpellier, de Incola(Lincoln, Inglaterra), presas, camelines, brunetas, estanfortes, contrahechos deSanctomer (Saint Omer); escarlatas, camelines y paos tintos de Gante, pao deDuay (Douai). Son citadas telas de rancal, que podran ser tal vez de Reims o deArras: de Longamarca (Langemarck, ciudad flamenca), de Cam (Caen), de Partenes(Parthenay, en el Poitou), ensays de Tormayre o Turnay (Tournai); capa de Balols

    (el Bailleul actual).Por estos documentos se deduce la importancia de la industria textil de Flandesy del norte de Francia, donde aun localidades pequeas como Poperinghe, Comminesy Langemarck tenan una industria textil lo suficientemente poderosa como paraexportar a Espaa (9).

    Hacia las zonas flamencas y francesas principalmente, aunque tambin aparecenmencionados paos ingleses, se dirigan entonces los mercaderes espaoles enbusca de textiles, como lo ejemplifica un testimonio de las ferias de Lila (10) o undocumento conservado en los archivos de Douai (11), ciudad para la que se hacalculado que hacia mediados del siglo XIII tena ms de ciento cincuentamercaderes paeros, cada uno con casi un centenar de asalariados (12). En esteltimo documento de Douai aparece un mercader espaol, seguramente castellano

    o vizcano, que en el ao 1310 se obligaba con garanta de pago sobre la renta depropiedades, a saldar una deuda contrada por la compra de paos. En esta ciudadde Douai, Sire Boinebroke, enriquecido mercader patricio, prestamista y echevinlocal del siglo XIII, hbil en los negocios espreos, propietario tambin de ciertasinstalaciones industriales como los tendages en que trabajaban asalariados (13),representaba el tipo de actor social con el que establecan tratos comerciales losmercaderes espaoles. La materia prima para la fabricacin textil, Sire Boinbroke la

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    adquira en Inglaterra, comercio donde tambin participaban los mercaderescastellanos (14).

    Esta circulacin mercantil explica la promocin social y econmica de losmercaderes, que se manifiesta en su mencin en las Cortes de Jerez de 1268 comointerlocutores del rey, con un rango social que parecen no haber tenido antes. Losdocumentos muestran tambin la coexistencia de dos estructuras mercantilessuperpuestas, una de origen interno como resultado de la fabricacin de textiles enciudades del reino castellano y otra generada por la importacin de paos del centroy norte de Europa.

    Es as como Castilla se presenta a mediados del siglo XIII con el rol de zona depenetracin de la industria textil de los Pases Bajos y del norte de Francia, que tuvoentonces un proceso de acelerado crecimiento y de comercializacin progresiva desus productos desde el siglo XII en el conjunto de los mercados europeos (15). Elnivel relativamente alto alcanzado por esta produccin y comercializacin, estmostrado por el hecho de que estos textiles llegaban a venderse en todo el mbitofsico del reino castellano, desde el norte peninsular hasta Andaluca y Murcia,comprendidos municipios del interior (16).

    Tambin hacia mediados del siglo XIII (ao 1253), aparece en la

    documentacin portuguesa la importacin de bienes textiles del centro y norte deEuropa, repitindose las mismas localidades que ya se indicaron en Castilla (17). Siextendemos aun ms la observacin, comprobamos que en el Aragn de la BajaEdad Media haba un activo comercio de importacin que inclua junto a lasespecies, productos tintreos, algodn, mercurio las telas flamencas e italianas (18).De la misma manera, en el siglo XIV los mercaderes del sur de Francia eranaprovisionados, al igual que sus colegas espaoles con abundantes paos venidosde la Europa norte. Ello evidencia la importancia de la produccin textil de Flandes,porque desde fines del siglo XIII y comienzos del XIV, una parte considerable de laproduccin de paos del Languedoc era exportada por comerciantes locales a laPennsula Ibrica (en especial a Aragn) (19).

    Esta informacin revela la existencia en Europa bajo medieval, de una divisin

    entre un rea en la que se producan y exportaban manufacturas por una parte, ypor otra, una extensa regin geogrfica, que ms all de las fronteras polticasfuncionaba como receptora de esos mismos productos. Es decir, que haciamediados del siglo XIII los primeros testimonios que traemos a colacin para abordarnuestro estudio, nos dejan entrever la existencia de regiones con un principio dediferenciacin productiva y vinculadas comercialmente.

    Si tenemos en cuenta la existencia de regiones diferenciadas por su funcionalidadeconmica, la observacin debe desplazarse del rea que constituye nuestro centrode anlisis, Castilla, al mbito de la macroformacin social europea.

    Las ciudades textiles mencionadas en los documentos de Castilla, Portugal oAragn, eran entonces verdaderos ncleos de concentracin de industrias artesanaleslocalizadas mayoritariamente en la regin centro norte europea. En este espacio se

    encontraban las ciudades de produccin textil, como Ypres, Abbeville o Douai,mientras otras como Gante y Brujas lo eran de almacenamiento y exportacin (20).Damme, el puerto de Brujas, era un centro donde se reciban muy variadasmercaderas que luego se conducan a las ferias de Lila o de Ypres, y en especialera ste un puerto receptor de la lana utilizada en la elaboracin de los paos detoda Flandes, constituyendo en lo comercial, uno de los puntos claves de lacirculacin mercantil del perodo (21).

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    En esta descripcin de las importaciones de manufacturas, reconocemos uno de

    los aspectos ms significativos de la historia econmica bajo medieval. Con ellopresentamos tambin una aproximacin a los marcos generales en los que lacirculacin se desarrollaba, que remite en una primera instancia a la existencia deuna diferenciacin tipolgica entre centros productores de manufacturas y zonasreceptoras de las mismas, que globalmente se corresponden con lo que se denominafeudalismos mediterrneos (22).

    LA RED DE CIRCULACIN EN CASTILLALas Cortes de Jerez de 1268, descubren tambin la red de comercializacin de

    Castilla y los puertos por donde entraban las manufacturas textiles y desde dondese distribuan al interior del reino, informacin que es confirmada por los arancelesde aduanas publicados por Amrico Castro. Se trataba de una vasta red comercialcon apoyatura en enclaves urbanos y localizacin preferencial en la regin norte delreino, para decepcionar las mercancas de importacin (23). Correlativamente, en uncontexto general de control y reglamentacin de la circulacin mercantilimplementada por la monarqua, se designaron en esos lugares individuosencargados del control del trfico comercial (24).

    En realidad, los puertos del norte que hacia la segunda mitad del siglo XIIIaparecen abiertos hacia el exterior (Castro Urdiales, Medina de Pomar, Laredo,Fras, Santa Gadea, San Vicente de la Barquera), ya haban obtenido su estatuto devillas mercantiles con anterioridad (25). Desde mediados del siglo XII estos centrosurbanos recibieron concesiones de fueros de francos con exenciones de impuestosdestinados a incentivar su movimiento comercial, hecho que qued reflejado en laimportancia fiscal que tuvieron ya desde fines del siglo XII (26). Posteriormente, conAlfonso X tomaron importancia los puertos vascos (27). Durante el siglo XIII sefueron generalizando los privilegios a las ciudades mercantiles para incentivar lacirculacin, siendo destacables las franquicias que obtuvieron los bilbanos en elao 1300 (28). Con Respecto a Guipzcoa , desde el punto de vista jurdico sedistinguen dos zonas diferenciadas: San Sebastin y las villas de la costa por una

    parte, y las villas del interior pobladas a fuero de Vitoria por otra, lugares dondeprimaban los fueros de francos para fomentar el comercio y las artesanas (29).Cuando en el siglo XIII se concret la incorporacin de Guipzcoa a Castilla, lasvillas de la regin quedaron exentas de peaje, portazgo o lezda en todo el reinocon excepcin del pago en Toledo, Sevilla y Murcia, privilegios que favorecan a susvecinos mercaderes (30). En la zona de Asturias tambin se registra la comprade manufacturas que entraban principalmente por Avils, aunque no hay quedescartar la introduccin de mercancas por otros ncleos urbanos (31). Fue Avilsotra villa de importancia en este comercio castellano, aun cuando tuvo undesarrollo comercial ms lento que otros puertos.

    La evolucin histrico jurdica de estas ciudades, refleja la actividad comercialque se fue imponiendo al ritmo de la creciente mercantilizacin econmica. Estos

    puertos fueron en muchos casos lugares de entrada de mercancas y de ellostambin salieron mercaderes que practicaban un activo comercio con Andaluca,Inglaterra, Francia, Italia, Flandes o Brabante y el comercio regional en el interior deCastilla (32).

    As pues, el conjunto de la zona norte tuvo un crecimiento de villas portuariasentre los siglos XIII y XIV, como Vigo, Padrn, La Corua, Ribadeo, Santa Marta

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    de Ortigueira y Bayona de Mio (en Galicia), Avils vinculada con Oviedo, Llanes yLuarca (en Asturias), San Vicente de la Barquera, Santona, Laredo, Santander yCastro Urdiales (en la zona cntabra); Bermeo, Guetaria, San Sebastin, Bilbao(en la zona vascongada) (33). En todo el proceso de constitucin de villasmercantiles, el nacimiento de Bilbao hacia el ao 1300 en el seoro de DiegoLpez de Haro, marc un hito importante al desarrollar sus mercaderes activastransacciones con Sevilla, Francia, Flandes e Inglaterra, desarrollo que fueestimulado por importantes privilegios (exencin del pago de portazgo, peaje yotras gabelas) (34). La importancia de Bilbao est marcada por el hecho de haberdesplazado desde comienzos del siglo XIV a Bermeo como la ciudad mercantilms importante de Vizcaya (35). Un ndice de la amplitud que la comercializacinhaba alcanzado en toda la zona, est dado por el hecho de que una villa tanpequea como Vitoria, en la zona alavesa, tena un ncleo de mercaderes, que yaen el siglo XIII haba establecido relaciones comerciales con Brujas y otrasciudades europeas (36). Esta actividad se reflej institucionalmente en la formacinen 1296 de la Hermandad de las Marismas de Castilla con Vitoria, quecomprenda los concejos de Santander, Ladero, Castro Urdiales, Vitoria, Guetaria,San Sebastin, Fuenterraba y Bermeo (37).

    Esta red de puertos estaba vinculada con Burgos, la ciudad mercantil ms

    importante del norte castellano durante la Baja Edad Media. En muchos casos losburgaleses dominaban las actividades de los marinos cntabros y vizcanos, yaque los barcos utilizados por stos eran a menudo armados o alquilados porfamilias de mercaderes burgaleses encargadas del comercio. En el siglo XIII esvisible la importancia que tenan los mercaderes burgaleses como importadores.As por ejemplo, Tefilo F. Ruiz seal las actividades de Giralt de Prestimes,perteneciente a una de las familias ms enriquecidas de Burgos, que en un soloda del ao 1293 import mercancas por valor de 17.500 maravedes y las deJuan de Carrin, mercader burgals que en el mismo da import por valor de8.790 maravedes (38).

    Era tambin Burgos el lugar hacia el que se orientaban las mercancas entradaspor la ruta Ladero-Burgos y desde esta ltima eran levadas hacia otras zonas (39),

    teniendo una importancia estratgica clave en la articulacin de los circuitoscomerciales que conectaban a Castilla con otros puertos europeos.Burgos se haba constituido en un centro urbano vinculado con el comercio

    internacional desde la Alta Edad Media, como resultado de las actividades demercaderes locales y extranjeros. Ya con anterioridad al perodo que estamosconsiderando, en los documentos catedralicios del siglo XII se observa la presenciaen Burgos de comerciantes y banqueros residentes de Inglaterra, Alemania,Lombarda, Francia, Catalua, Aragn, Navarra y Andaluca musulmana (40).Histricamente, Burgos aparece como una ciudad orientada hacia el comercio.Vinculada al camino de Santiago que pasaba por sus calles de San Juan, SanctLlorente y Tenebregosa, sus burgueses del estadio alto medieval realizaron unaprimera acumulacin de riquezas comerciando con los peregrinos. Es significativo

    a este respecto, que eran las mencionadas calles por donde transitaban losperegrinos de Santiago, las que en los siglos XII y XIV seran los lugares deresidencia de la oligarqua mercantil urbana (41). Con el camino de Santiagoaparecieron los primeros mercaderes extranjeros, tambin ellos peregrinos(mercatores cursorii, romeo mercatores) y en la calle de San Lorenzo instalaronsus tiendas para comerciar con quienes pasaban por la ciudad. Los comerciantesburgaleses fueron en gran medida los descendientes de estos extranjeros que

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    se castellanizaron, aspecto que dio a Burgos una nota diferenciada de Sevilla, conuna gran colonia de mercaderes genoveses en el siglo XIII (42).

    Esta inclinacin de los burgaleses hacia la actividad comercial, explica su contactocon los puertos del Cantbrico ya en el siglo XII, as como tambin que losmercaderes hispanos aparezcan desde esos tiempos en las ferias de Champagnecomerciando con Flandes (43) y el crecimiento entre este siglo y el XIII, de lasactividades de mercaderes en el rea norte de Castilla cuyo centro de residenciams importante era Burgos. Estos mercaderes estaban ubicados en una rutacomercial centro-sur que conectaba una periferia cantbrica orientada hacia elexterior y un centro geogrfico castellano encerrado en s mismo (44). Estavinculacin, que era la salida hacia el exterior de la meseta, se reflejaba en laasociacin de los comerciantes de Burgos y los transportistas de las villascantbricas. Mediante la actividad combinada de ambos sectores llegaban lasmercancas extranjeras hasta Andaluca, teniendo los burgaleses un activo papel ensu distribucin por el reino. A este papel intermediario en el comercio norte-sur,agregaban su posicin tradicional en la ruta este- oeste, surgida de la peregrinacina Santiago de Compostela (45).

    Hacia el sur de Castilla se repeta especularmente la misma conformacin de un

    polo comercial en la segunda mitad del siglo XIII. Tena su punto clave en Sevilla,conquistada por Fernando III en 1248, y su desarrollo se debi a la instalacin apartir de esa fecha de una importante colonia de mercaderes extranjeros. Seradicaron en Sevilla, franceses, ingleses, pisanos, venecianos y lombardos; aunquela colonia principal estuvo constituida por los genoveses, ya instalados en laciudad desde antes de la conquista (46), quienes recibieron un amplio privilegio deFernando III (47).

    De esta manera qued conformada desde el siglo XIII una red decomercializacin, cuyos centros fueron Burgos y otras villas de la orla cantbrica hacia elnorte y Sevilla hacia el sur. Especialmente la actividad de los mercaderes de Burgos ySevilla tuvo una gran importancia durante toda la Baja Edad Media, en relacin con elcomercio exterior de Castilla, Segn Ives Barel (48), la navegacin y el comercio,

    en tanto empresas militares y econmicas, deban realizarse en gran escala, por lo queafectaban una masa crtica desde el lado del comercio (reunin de un capitalconsiderable) como desde el poltico, diplomtico y militar, condiciones que habanreunido las burguesas mercantiles de estas ciudades. La acumulacin de unaimportante masa de capital dinero por parte del patriciado de Burgos, se refleja enuna carta de Alfonso X, en la cual manifestaba que sus monederos estn ricose abonados, que compran las heredades de los vecinos que eran pecheros (49).En cuanto al factor poltico su importancia se relaciona con los privilegios que losmercaderes podan obtener para lograr el incremento de sus actividades.

    Las medidas polticas implementadas por la monarqua incidieron en la circulacinmercantil. Por otra parte, a travs del estudio de la poltica del poder central sedescubren otras aristas del comercio, relacionadas con las condiciones econmicas

    generales en las que ste se desarrollaba. Un aspecto de estas medidas polticasse refleja en las Cortes de Medina de 1305, en las que especficamente se tratde la seguridad en la circulacin de los mercaderes de paos y de otrosproductos por el interior del reino. All mand el rey a Sancho Snchez deVelasco o a otro adelantado mayor que fuer por nos en Castilla que los guarden(a los mercaderes) et los anparen porque anden seguros por la nuestra tierra consus mercaduras et con las otras sus cosas (50). Preocupacin entonces de

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    la Corona por preservar el comercio de los pannos et de las otras mercadurasque traen los mercaderes, cuidado por otra parte explicable si se consideran losderechos que la fiscalidad de realengo perciba sobre el trfico de bienes, como masadelante veremos.

    Esta circulacin mercantil por el interior del reino no estaba exenta de dificultadesoriginadas en la inseguridad de los caminos y en los tributos que se perciban por eldesplazamiento de mercancas. Ya en las Cortes de Valladolid de 1293 los concejosse quejaron porque cuando los omes bonos van alas ferias e alos mercados ealos puertos dela mar o por otros logares de nuestra tierra, quelos rroban e lospeyndran por los caminos (51). La apertura de la circulacin mercantilpresentaba dificultades prcticas de realizacin sobre las que trataba de influir lapoltica de la Corona. Es por ello que los marcos jurdicos de proteccin almercader no se limitaban al mbito del mercado, el lugar fsico de lastransacciones, sino que se extendan a asegurar la paz social en el camino queconduca hacia l, cuestin que fue retomada por el Ordenamiento de Alcal de1348 (52). Tambin en la Quinta Partida de Alfonso el Sabio est contemplada lanecesidad de proteccin a los mercaderes (53). Ello se justifica porque stos

    estimulaban el poblamiento y dinamizaban la vida econmica: las tierras e loslugares, en que vsan los mercadores a leuar sus mercaduras, son porende ms ricas, ems abondadas, e mejor pobladas: e por esta razn deue plazer a todos con ellosPor lo cual aqu se ordena que todos los que iban a las ferias de cualquier condicin yaun aquellos que se limitaran a llegar al reino para comerciar, tuvieran libertad demovimientos y seguridades para realizar sus transacciones: que sean salvos, eseguros sus cuerpos, e sus aueres,, e sus mercaduras La proteccin jurdicaespecial del mercader era importante en tanto le permita sustraerse de laviolencia de los acreedores o del pago de prendas cuando sala de la villa (54).Ello llev a imponer una condicin jurdica privilegiada que se manifest en lapaz del mercado y en el conductus, de su municipio (55). Esta legislacin especialfue un resultado del desplazamiento comercial del mercader, que as se

    sobrepona a la parcializacin jurdica, y con su movimiento personal generaba unprincipio de libertad, en oposicin a las normas coactivas generales medievales defijacin de los sujetos en mbitos espaciales localizados. El fundamento burgusde la libertad no naca de una idea abstracta, sino de una necesidad histrica de lavida real del comercio. No obstante la asistencia a ferias estaba sujeta a mltiplesy serios inconvenientes.. Por ejemplo, los que implicaban concurrir a las de Alcal amediados del siglo XIII (56) o a otras, que llevaron a redactar disposiciones comola otorgada por Alfonso X para las ferias de Sevilla, por la que se estableca quequienes all concurrieran, que vengan salvos por mar e por tierra con susmercaduras, e con todas sus averes (57). Un testimonio de 1322 (58) nos hablade que incluso los caballeros y escuderos de Soria (a los que podemos suponercon mayores posibilidades de defenderse que los mercaderes), que y van dela

    fferia de Valladolid para ssu villa., con caballos y rocines fueron corridos por PedroFernndez de Nabares ffasta dentro enla villa de Roa . Pero all tampocoestuvieron seguros, ya que miembros de este concejo les tomaron los caballos elos rocines e todas las otras cosas que y tenan e quelo entregaron e lo hicieronaquien sse pagaron e que nunca ende oy podieron auer derecho nin emiendaninguna. Ante esta situacin apelaron al reclamo ante el rey pidiendo justicia, loque llev a ste una vez ms a proclamar la necesidad de conservar la seguridad

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    de los caminos que se transitaban hacia las ferias.Si stos eran los inconvenientes que sufran los caballeros y escuderos, gente de

    armas, cunto ms seran los que afectaban a los mercaderes, no slo expuestos alos bandidos, sino tambin a dificultades ms orgnicas, derivadas de una estructuraeconmica precapitalista que se adaptaba mal a la circulacin mercantil. Estastrabas propias de la formacin social feudal, inherentes a la reproduccin delsistema tributario, se observan en el accionar de los rroderos e portadguerosqueles prendan a ellos (a mercaderos e viandantes) e les enbargan ssusmercadoras et quelos despechan e cohechan, razn por la que ... non osanandar con las dichas mercaderas(59). Y en las Cortes de Alcal de Henares de1348(60) y en las de Valladolid de 1385 (61), se tuvo que prohibir el embargo delas mulas en las que llevaban sus bienes para la venta los mercaderes.

    En realidad los impuestos a la circulacin desempeaban un doble papelcontradictorio. Por una parte, conducan a que los seores y los concejosestimularan la circulacin mercantil . Pero al mismo tiempo, eran factoresparalizantes de esta circulacin, como lo testimonia un documento de Murcia en loscomienzos del siglo XIV (62), donde los almojarifes por muy pequenna achaque

    toman los mercadores que vienen a Murcia con sus mercaduras lo que les fallan,por lo cual recelan los mercadores de venir. Hasta tal punto llegaran losimpuestos internos del reino a constituirse en una traba a la circulacin mercantil,que J.I. Ruiz de la Pea (63) ha destacado la ventaja que represent para Asturiasla apertura del comercio atlntico, que permitira que el rea se libere de ladependencia cerealstica de la zona leonesa. Los mayores perjuicios deaprovisionamiento por rutas terrestres estaban determinados por los impuestos a lacirculacin y la falta de seguridad en los caminos. A ello se agregaba que elmedio usual de transporte por tierra era realizado a lomo de mula, la recua, que eracaro y limitado en volumen: adems del psimo estado de los caminos que recincomenzaran a mejorar en el siglo XV con la creacin de la Real Hermandad deCarretera (64).

    Eran stos, problemas constantes que se reencuentran permanentemente en elestudio del comercio medieval. Todava en el siglo XVI, era ms costoso eltransporte realizado desde Segovia hasta Sevilla que el que se haca entre losPases Bajos y esta ciudad. Ello no slo se deba al sistema orogrfico de lapennsula que influa negativamente en el desplazamiento norte a sur (ya que habaque marchar a contrapelo del sistema fluvial montaoso, sino tambin por lacantidad de impuestos que trababan la circulacin: en el siglo XVI un terciopelocomprado en Granada por 28 reales, costaba en Sevilla 38 (65).

    Estas informaciones nos muestran que el vnculo entre el modo de produccinfeudal y la circulacin mercantil es de suma complejidad. Esta complejidad semanifiesta, en el doble inters de los seores por estimular y grabar la circulacinde bienes, lo cual tena un resultado dual de desarrollar y paralizar al mismo tiempo

    el intercambio. Comportamiento por un automovimiento del propio sistema, por unanecesidad de sus clases sociales bsicas (66), pero que por otra parte, una veziniciado el intercambio, este no poda realizarse sin encontrar mltiples obstculosprcticos en su concrecin, que comprendan desde los tributos que afectaban altrfico de mercancas hasta el bandidismo seorial. Fue en gran parte el hecho deestas trabas a la circulacin, lo que determin en toda una corriente historiogrficasu adhesin a la tesis de una oposicin contradictoria entre la circulacin mercantil

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    y el sistema feudal, derivada de la dicotoma conceptual entre Naturalwirtschaft yGeldwirtshaft (67).

    La dualidad de la conducta seorial respecto a los burgueses y el comerciomedievales se constata por ejemplo en la actividad de un gran seor como donRodrigo Ximenes de Rada, primado de la iglesia espaola en el siglo XIII. Estudiadopor H. Grassotti (68) en dos aspectos del personaje, como gran seor en el cuadrode las instituciones feudo vasallticas y en su condicin de hombre de negocios, lovemos actuar como conquistador repoblador y gran seor feudal; pero tambin(respondiendo a su condicin) estableciendo peajes, portazgos y alguna feria entierras del Tajo, en correspondencia con la animacin general de la circulacinmercantil en la zona. Las conquistas de Andaluca llevaron al sur de Espaa amercaderes y mercaderas. Sobre ese circuito se instal la voracidad de donRodrigo Ximenez de Rada alimentada por la explotacin econmica del paso delTajo y de la actividad de las ferias. Otras mltiples situaciones diferentes ejemplificantambin acerca de esta conducta ambivalente de los feudales, que por una parteestimaban el comercio y por otra lo obstaculizaban mediante tributos, en uncontexto general de aumento de la circulacin (69). La actitud de la monarqua era

    bsicamente la misma, ya que el trfico de mercancas constitua tambin para elpoder central una fuente de ingresos (70).

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    Carlos Astarita

    Desarrollo Desigual en los orgenes del Capitalismo.Castilla, siglos XIII-XVI

    http://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/historiaantiguaymedieval/publicaciones.htm

    CAPITULO 2TRES CARACTERSTICAS SIGNIFICATIVAS DEL INTERCAMBIO

    Hemos tratado en el captulo primero de este estudio rasgos generales delcomercio castellano con otras zonas europeas a partir de considerar la importacinde textiles, las vinculaciones comerciales, la red de comercializacin del reino, losagentes que actuaban directamente en este trfico. Esta descripcin general nos hafranqueado la entrada al tema de la investigacin. Por su parte, las trescaractersticas del intercambio que trataremos a continuacin nos impondrn de laproblemtica del fenmeno en estudio.

    1) La variedad de bienes de importacin se relacionaba con un consumosocialmente jerarquizado. El movimiento comercial en su conjunto se presentasincrnicamente (1292 1293), en las cuentas de aduanas de los puertos vascosde San Sebastin, Fuenterraba, Oyarzn, Orio, Higuer y La Nao (1). La extremavariedad y cantidad de textiles llegados a Castilla desde Flandes y el norte deFrancia, que alcanzaban en valores monetarios alrededor de un milln demaravedes, configuraban prcticamente la totalidad de productos importados quepasaban por estas aduanas (2).

    La importacin textil era mayoritaria pero no exclusiva. Por entonces se adquirantambin una serie de mercancas diversas, que si bien evaluadas en sus precios notenan relevancia, descubren connotaciones sociolgicas significativas de estaimportacin. Entre otros bienes variados, son mencionados en estas cuentas, agujas,

    anzuelos, vasos, mondadientes, tablas, dados, azafrn, espadas, ollas y pimienta. Elcitado arancel de aduanas publicado por A. Castro complementa esta informacin(3). Figuran entre los bienes importados una multitud de utensilios como cucharas,vasijas (greales), platos (talladero), peines, guantes o luva, pieza de la armadurapara la halconera, cofias, etc. Son tambin mencionadas frutas secas (pumadas,figos, avellanas, nuezes, castaas, pasas): objetos de Limoges (mercera deLimoias) que eran los esmaltes y repujados que llegaban a Espaa desde el sigloXII, bienes de lujo como candelabros, ciriales, cruces, etc.; vinachera (galicismode vinagreta, lugar donde se pona el vino) importado de Francia; candados;alumbre, proveniente de Francia y usado como colorante y peletera. Entre la gamade mercaderas diversas que se importaban se encontraban las especies y losproductos medicinales como el cumac que se usaba para teido de la crin y la

    cola del caballo; el gengibre, que adems de sus usos en el alimento era medicinal; elespic, producto de farmacopea para la fiebre y la halconera; la nuezmoscada citoal, para confituras y conservas; garengal, especie de usoculinario; el almastic, con valor medicinal para los halcones; el letuario, parapreparacin farmacutica. La importacin de especias continu durante toda laBaja Edad Media (4). En cuanto a la pimienta, que aparece mencionadaen las cuentas del reinado de Sancho IV, tuvo una gran importancia en el

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    comercio medieval, al punto que se la compar con el papel que desempearon elalgodn y el t en el comercio ingls del siglo XIX (5).

    No slo se adquiran medicinas para los hombres, sino que tambin erancompradas para la curacin y el cuidado de las aves de caza, como lo testimonianlas Glosas del duque de Alburquerque y el Libro de las aves de caa del cancillerPero Lpez de Ayala; productos de farmacopea que son muy buenos et todocazador los debe siempre traer consigo (6). Eran stos la nuez de India, lamoscada, la mirra (componente empleado para untar que desde tiempos antiguosera llevado desde Arabia a los pases europeos mediterrneos). Tambin el clavode girofre, la canela, cuyas propiedades medicinales ya eran conocidas porHipcrates y que provenan del Extremo Oriente, el macs (la envoltura de la nuezmoscada) con uso medicinal, la almciga, proveniente de la isla de Chos, y usada entodas las farmacopeas de Europa, el incienso, trado de lejanos circuitos comercialesexternos y usado en la Edad Media en ceremonias religiosas, el azcar blanco,empleado ya como medicina por los mdicos rabes, la mumia (momia), cuerpoembalsamado de los egipcios que reducido a polvo se usaba como medicina (Abd

    Allathif, viajero rabe del siglo XII Relacin del Egipto, primera parte).Las mismas aves de caza eran entonces importadas a Castilla desde diferentesregiones (7). Criadas en Alta Alemania, Noruega, Prusia o Suecia, eran llevadasluego a Brujas donde acudan los mercaderes para venderlas en Pars, Bretaa,Inglaterra y Espaa, aunque tambin las haba de otras procedencias, incluso defrica (8) . Este era un comercio muy extendido por Europa en la Edad Media,alcanzando incluso el Oriente por intermedio de mercaderes genoveses (9), hechoque destaca la importancia que se le otorgaba al ave de caza en la sociedadmedieval (10).

    Aunque exista alguna importacin de bienes que eran utilizados como insumospara otras industrias (como la sal que llegaba a Asturias desde Francia y Portugalpara ser empleada en la actividad pesquera) (11), la gran mayora de productos

    estaba destinada a realizarse como consumo privado de los seores principalmentey de otros estratos sociales privilegiados. Las aves de caza tradas a Espaa desdetierras lejanas a los reyes et a los seores que lo encomiendan a los mercadoresquando all van a brujas et gelos traen (12) eran representativas de este perfilsociolgico del consumo. La especiera, en su variada gama de productos, tambinestaba destinada a ser utilizada en una cocina socialmente jerarquizada (13).

    En cuanto a los paos, segn revelan mltiples informaciones, eran adquiridos enespecial por los seores tanto laicos como eclesisticos (14). Tambin los mercaderesenriquecidos importaban para su consumo personal diversa cantidad de bienes, enespecial textiles (15). Por el contrario, los sectores ms humildes, los hombresbuenos del comn que conformaban el grupo mayoritario de las poblaciones,estaban sustancialmente excluidos de este tipo de productos, consumiendo pao de

    Castilla, ya sea el que se elaboraba en ciudades, o especialmente, en la industriadomstica campesina (16). Los sectores populares no usaban los textiles deimportacin, sino vestiduras de sayal o de estopazo de baja calidad (17), y estoen el mejor de los casos, ya que los vestidos de los campesinos medievales eran engeneral, meros eufemismos que designaban los harapos de tela o piel con losque se envolvan el cuerpo, no constituyendo este sector prcticamente una demandaen el mercado (18).

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    2) La exportacin estaba constituida por productos primarios, en especial el hierro.Segn las cuentas del reinado de Sancho IV, el principal bien de exportacin por esospuertos era el hierro, tanto por la cantidad de operaciones realizadas como por losvalores monetarios que implicaba. Como segundo producto de exportacin se ubicabael cuero. Por su parte, en los puertos asturianos el hierro y la madera eran doscomponentes fundamentales de las exportaciones, aunque tambin salan por mardesde all, frutas, pescado, salazones de carnes y otros bienes de menor importancia(19).

    A fines del siglo XIII, la lana, que en la centuria siguiente sera el primer productode venta externa castellana, no se exportaba. En las cuentas del reinado de Sancho IVaparece el hierro como el principal bien de la exportacin. Es posible que estedocumento refleje de manera incompleta la salida de productos, o tambin esprobable que haya habido una exportacin de lana no registrada oficialmente. Hasido una realidad que haba evasiones a los controles fiscales para los pagos de losdiezmos en los productos de mar mediante la salida ilegal de mercancas. Pero detodos modos, no se menciona prcticamente ninguna exportacin de lana en ladocumentacin global del siglo XIII, hecho que tiene su correlato con la orientacinindicada por las cuentas de aduanas.

    En el siglo XIII, el comercio internacional de la lana haba alcanzado un altogrado de desarrollo, siendo recibida en el puerto de Brujas para abastecer suhinterland. Esta lana proceda de Inglaterra y con ella se atendi la demanda delas manufacturas flamencas en su perodo de expansin del siglo XIII y comienzosde XIV (20). Aunque la lana de Artois pudo haber tenido alguna importancia en lasprimeras fases de las manufacturas textiles de los Pases Bajos, en la segundamitad del siglo XIII se utilizaba casi exclusivamente la inglesa. En aosexcepcionales, en el perodo posterior a 1279, este comercio realizado en base alsistema de staplealcanz los 40.000 sacos.

    En Italia, que era otro gran centro medieval de produccin de manufacturas,tambin los ingleses eran los principales proveedores de lana. Esta importacinaument durante el transcurso del siglo XIV, al punto que en 1337 toda la

    produccin florentina, de 70.000 a 80.000 piezas de tejidos anuales habra sidoobtenida de material prima inglesa (21).Recin en la segunda mitad de siglo XIV, los castellanos iban a adquirir una

    participacin significativa en el comercio exterior de la lana. La determinacin de estacronologa, se opone a una idea equivocada, habitual en la historiografa hispanista,que anticipa significativamente en el tiempo la expansin de las exportaciones delanas castellanas, idea que ha sido criticada con acierto por Ch. J. Bishko (22).Este error de cronologa tuvo su origen en la tesis de Robert S. Lpez (23) sobre laintroduccin de la oveja merina en Espaa, que la situaba a comienzos del sigloXIV, a partir de un documento notarial de 1307. En este documento se alude a lacompra en Tnez de 29 sacos de lana apellatur merinuspor un miembro de lafamilia genovesa de los Usodimare. Sobre esta base documental muy dbil, R. S.

    Lpez sostuvo que la introduccin de la oveja merina se produjo entre 1150 y 1300gracias a los moros. Basndose en esto, Vicens Vives divulg en su Manual dehistoria econmica de Espaadel ao 1955, una supuesta revolucin lanera en laeconoma de Castilla a raz de la llegada del merino (24). Este hecho, ms lahostilidad anglo francesa hacia el 1300, que haba provocado la interrupcin de losenvos de lana inglesa a Flandes, haban dado por resultado, segnVicens Vives, a que entre los aos 1290 y 1310 , Castilla, hasta entoncesproductora de lana de inferior calidad, comenzara pronto a exportar lana merina fina

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    en grandes cantidades superando a Inglaterra como principal proveedor de Flandes eItalia. Como bien ha sealado Bishko, a quien hemos seguido en esta reformulacinperiodolgica, al defender su revolucin lanera, Vicens Vives no vacil enanticipar en medio siglo la cronologa comnmente aceptada para la cada de lasexportaciones de lana inglesa a los Pases Bajos y supuso que la oveja merinadebi haber llegado a Castilla antes de 1290 (25). A partir de Vives se extendila opinin de que a principios del siglo XIV Castilla se eriga en un importanteproductor europeo de lana. Pero los documentos avalan plenamente la opinin deBishko: incluso en el registro de entradas por el puerto de San Sebastin semenciona la importacin, junto a pieles de ardilla y cueros, de dos quintales delana, cantidad pequea, pero que confirma que para fines del siglo XIII puedehallarse incluso alguna compra de lana por parte de los castellanos.

    El principal producto de exportacin era, pues, el hierro. Un gran centro de ventasdel hierro castellano era Inglaterra (26), constituyndose as una exportacinque continuara e incluso se ampliara posteriormente a otras zonas europeas (27).Hacia fines del siglo XIII y comienzos del XIV Castilla tena una produccin dehierro considerable. En la regin del Durango ya existan en 1215 ferreras, queen opinin de Rolf Sprandel (28) no eran simples fraguas de hierro, sinoverdaderas fundiciones, y hacia el siglo XIV haba fundiciones emplazadas en las

    ciudades portuarias orientadas hacia la exportacin: Santillana, las ferreras dellitoral, Castro Urdiales, que era el lugar de depsito de otras ferreras, y hacia elsiglo XIV tambin debi haber comenzado la exportacin del centro de Somorrostroy de la ferrera de Mungra; la ciudad portuaria de Bermeo, por su parte, ibatambin a constituir otro centro importante.

    Toda esta produccin de hierro que en el siglo XIV se haba desarrolladoplenamente, era ya considerable desde la centuria anterior. Ello se constata por ladocumentacin general, como las cuentas de aduanas de 1293-1294, y por fuenteslocales, como el fuero concedido a los moradores de Ribas de Sil en 1255 desdePuente de Tejedo hasta Puente de Siruncelo, resultado de una evolucin de tiemposanteriores (Foros quos a tempore aui mei domini imperatoris eos mihi constitumhabuisse), por el que se obligaba a los habitantes de la villa de Palacios a dar

    anualmente en la fiesta de San Juan Bautista, quince rejas de hierro y cinco a losde las Cuevas (29).El hierro, al haberse constituido en el principal producto de exportacin castellana

    funcionaba en el mercado externo como una mercanca que permita realizar laimportacin de bienes diversos y en especial de textiles. Ello se lograba medianteun comercio triangular que los mercaderes castellanos practicaron hasta mediados delsiglo XIV. El hierro era vendido a Inglaterra, all adquiran los comerciantes lanainglesa y lo obtenido con la venta de sta en Flandes era utilizado para comprar lastelas que luego introducan en Castilla (30).

    3) La exportacin de productos primarios y la compra de manufacturas tuvopor resultado una balanza comercial deficitaria para Castilla.

    Ya en las Cortes de Valladolid de 1258 o en las de Haro de 1288 (31)aparecen claras manifestaciones de poltica proteccionista, fundamentada en lapreocupacin por la saca de moneda del reino. Ello se deba principalmente ala situacin general del comercio, que en un aspecto parcial perosignificativo reflejaban las cuentas de aduanas a fines del siglo XIII mostrandograndes diferencias de valores monetarios entre las mercaderas importadasy las exportadas. Aun teniendo en cuenta la limitacin espacio temporal del indicador

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    documental en cuestin (por ejemplo los diezmos percibidos en las aduanas de SanSebastin abarcan solamente desde enero a octubre de 1293), los errores declculo o de notacin que el investigador actual descubre en su estudio y lasposibilidades de fraude en las declaraciones de tributos, la enorme disparidad entrelos valores mencionados es una evidencia notable de las caractersticas delcomercio castellano. Sin tener la pretensin de la exactitud, si se suman lasimportaciones y la exportaciones de los productos evaluados en maravedes quefiguran en las cuentas de aduanas del reinado de Sancho IV, se observa una grandiferencia entre entradas y salidas de mercancas.

    El componente visible fundamental de la balanza comercial castellana en elperodo, que indica el sentido del flujo monetario por va de las transaccionesmercantiles, est dado por las importaciones a travs de los puertos de SanSebastin (el ms importante), de la Nao y de Fuenterraba que llegaban al millnde maravedes, cifra que se contrapone con las exportaciones de 90.000 maravedesen trminos redondos, realizadas por los puertos de Oyarzn, de Orio y deSeguras. Del milln de maravedes importados en mercancas, la absoluta mayoraestaba conformada por compras de textiles. Este tipo de balanza comercial

    deficitaria, no slo era el resultado de la gran cantidad de bienes textilescomprados, adquisicin que obviamente no era compensada por la exportacin deproductos primarios, sino que tambin era una consecuencia de los altos preciosrelativos que los paos alcanzaban en el mercado interior de Castilla, hechos quetendrn una larga perduracin histrica (32).

    Este desbalance en los trminos de intercambio determin una permanente vedade exportacin de mercaderas, en especial de monedas, que salan del reino comocompensacin del dficit. Pero ya desde el siglo XIII, estas restricciones a la saca demercancas presentaban inconvenientes prcticos para su realizacin, no tantoderivados de las insuficiencias institucionales, como de las imposiciones objetivas depago que implicaban este peculiar flujo econmico. En el ao 1281 (33) a raz delas quejas elevadas por Rodrigo Ibez de Zamora (representante de los mercaderes

    castellano leoneses) y por Pedro de la Riba de Gordn (en representacin de losextranjeros), Alfonso X daba una serie de privilegios a los mercaderes y de hechoreconoca la existencia de una balanza comercial deficitaria cuando otorgaba que los mercaderes que vinieran a nuestra tierra, a pagar sus derechos de entradade todo aquello que trugieren segunt nuestro ordenamiento, que puedan sacar de latierra tantas empleas como montare aquello que y metieren de que dieren diesmo; esi ms quisieren sacar que nos den fiadores, y agregaba: E todo estosobredicho les otorgamos en tal manera, que ninguno non saque de nuestra tierraninguna de las cosas vedadas. Ese mismo ao mercaderes locales y extranjeros,que haban sacado bienes prohibidos de exportacin ofrecieron al rey 101.000maravedes a cambio de una amnista general, propuesta que el monarca acept ypermiti la exportacin de artculos (34). Ante la salida de productos vedados, la

    monarqua aprisionada en circunstancias de difcil control con recurrentesnecesidades de moneda, se resignaba a aplicar las restricciones comerciales conflexibilidad.

    La reiteracin de estas prohibiciones a travs de los aos, constitua lamanifestacin pblica de que esta veda a la exportacin de ciertas mercancas erarepetidamente violada. En el Ordenamiento de posturas y otros captulos generales

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    otorgados a la ciudad de Burgos por Alfonso X (35), se estableca que no se saquendel reino caballos, yeguas, rocines, mulas (salvo mulas cargadas con mercaderas),pieles, colambre de conejos ni por labrar, grana, sirgo, etc. La misma preocupacinpor el control de la salida de mercancas est expresada en las cartas dearrendamiento de las rentas reales hechas por Alfonso X con Zag de la Maleha enel ao 1277 (36). Las prohibiciones de sacar determinados bienes se fijaron en lascortes de Valladolid de 1258, 1306, 1307 y 1312; de Palencia de 1313, de Burgos de1315, de Carrin de 1317 y de Valladolid de 1322 (37). En estas ltimas Cortes sehizo una larga mencin de los productos vedados de sacar fuera del reino (38). Juntoa los caballos, rocines, vacas (toda la otra carne biua o muerta) y artculos dealimentacin (todas las otras viandas) se mencionaban de manera destacada losmetales preciosos, oro, plata y monedas: villn de cambio, auer monedadossacado delas doblas dela ssennal del Rey don Alffonso, tor