Post on 21-Apr-2022
Nombre de yacimiento: Villa Romana de la Agualeja
Municipio: Monforte del Cid
Comarca: Medio Vinalopó
Director: Francisco A. Molina Mas
Fecha de actuación: 2003 - 2004
Periodo Cultural: Época Ibérica, romano, tardorromano
Tipo de intervención: Excavación
DESARROLLO DE LA INTERVENCIÓN:
La partida rural conocida como Agualeja o Waleja se localiza en la margen
izquierda del río Vinalopó a su paso por Monforte del Cid. Esta zona tiene,
junto con la de El Campet de Novelda, una importante tradición
arqueológica en cuanto a hallazgos se refiere, los cuales se han ido
sucediendo por diversas causas a lo largo de los años.
El yacimiento es conocido por los lugareños desde mediados del siglo
pasado, momento en el que se empieza a utilizar la nueva maquinaria
agrícola que profundiza hasta cotas que los arados de tracción animal no
alcanzaban. Es por ello que una de las actividades que mayor número de
restos arqueológicos ha sacado a la luz ha sido la agrícola, ya que los
desmontes, los abancalamientos, el paso de los tractores y el arranque
de las viñas provocan que esas piezas que permanecen enterradas
durante miles de años sean descubiertas de forma violenta.
Posteriormente, las visitas efectuadas por importantes arqueólogos de
la provincia como Alejandro Ramos localizaron y documentaron una serie
de restos arqueológicos –un toro de piedra, inscripciones funerarias,
tesorillos y ocultaciones, etc.–, que certificaron que el lugar era un
yacimiento arqueológico relevante.
A continuación, las rebuscas y expolios han sido numerosos, prueba de
ello son la gran cantidad de materiales que proceden de este lugar y que
se encuentran formando parte de colecciones privadas, algunas de las
cuales se muestran en el Museo Arqueológico Municipal de Novelda.
A estos hallazgos casuales y menos casuales, hay que unir tres
excavaciones arqueológicas de salvamento que se han llevado a cabo
desde 1987 en la zona rural que nos ocupa. En septiembre de 1987 una
remoción de tierras sacó a la luz unos enlosados y concentraciones de
cenizas, por lo que la Conselleria de Cultura encargó a Elia Alberola y
Lorenzo Abad una excavación de urgencia en la que se documentó una
necrópolis utilizada a lo largo de los siglos V-II a.C. Estos trabajos se
publicaron en el Tomo II de Excavación arqueològiques de salvament a la
Comunitat Valenciana. 1984-1988. Intervencions rurals. En dicha
publicación se apuntaban las características principales del yacimiento.
En primer lugar, su gran extensión que abarca desde Novelda hasta el
Pantano de Elche, con importantes concentraciones de restos
arqueológicos en El Campet y Agualeja; en segundo lugar, su amplitud
cronológica, abarcando desde el Neolítico hasta la Época Islámica,
destacando los momentos ibéricos, romanos y visigodos; y en tercer lugar
una gran variedad de los restos, como lugares de hábitat, necrópolis e
instalaciones industriales y agropecuarias.
Figura 1. Excavación de la Villa Romana de la Agualeja
En marzo de 1989, Miguel Benito solicitó a la Conselleria de Cultura
permiso para realizar una excavación de urgencia en el Camino del Río,
cuyos resultados se publicaron en la Revista de Fiestas de Moros y
cristianos de Monforte del Cid de ese mismo año. Finalmente, en enero
de 1995, el arranque de unas viñas sacó a la luz restos de construcciones
y abundantes cerámicas de época romana, y de nuevo la Conselleria de
Cultura encargó una excavación de urgencia para salvar los restos
arqueológicos que habían sido descubiertos por los trabajos agrícolas.
Esta intervención arqueológica fue encargada a Francisco Molina y Berta
Lledó, y es la que aquí vamos a presentar, describiendo tanto las
características del yacimiento como de los materiales obtenidos durante
el proceso de excavación, los cuales actualmente se encuentran en
proceso de estudio y correctamente almacenados en una de las
dependencias del Ayuntamiento de Monforte de Cid.
Figura 2. Mapeo de la ubicación de la presente excavación y poblaciones cercanas
EL YACIMIENTO
El yacimiento se encuentra en la margen izquierda del río Vinalopó, a
escasos 100 metros de su cauce, y sobre una pequeña elevación natural
que le permite una gran visibilidad sobre las tierras del sur y suroeste
(Figura 2). Esta Excavación Arqueológica de Salvamento transcurrió entre
el 23 de enero y el 20 de junio de 1995, actuando sobre un total de 675 m²
(Figura 3).
Entre los objetivos iniciales estaba el acondicionamiento del terreno y la
recogida de los materiales arqueológicos que aparecían dispersos por la
parcela. Ésta presentaba una
superficie bastante irregular debido
al arranque de las viñas y a la
realización de una “excavación”
previa a nuestra llegada, la cual dejó
al descubierto algunas estructuras,
influyendo de forma negativa en el
inició, desarrollo y resultado de los
trabajos. Se planteó así una
excavación en extensión, que no fue
suficiente para descubrir la planta
completa del edificio debido a que
sus muros continuaban en las
parcelas adyacentes, y una serie de
excavaciones en profundidad en
zonas puntuales –sondeos– que nos
sirvieron para conocer algunos de los
límites del edificio y el tiempo que
estuvo en uso. Figura 3. Plano de la excavación arqueológica
A continuación, trataré de explicar los restos arqueológicos
documentados durante la excavación siguiendo el orden cronológico que
marca su antigüedad, por lo que iniciaremos el recorrido citando los
restos más antiguos encontrados, seguiremos con un análisis breve de
las dos fases constructivas del edificio y sus dimensiones, para finalizar
profundizando en aspectos más concretos del mismo como las técnicas
utilizadas en su construcción y su funcionalidad.
En el sondeo realizado en la mitad occidental del yacimiento, se
documentó un fino estrato donde se pudieron recuperar abundantes
fragmentos de cerámica de Época Ibérica muy rodada, lo que nos indica
que nos encontramos en una zona marginal de un yacimiento cercano de
los siglos V-III a.C. Por otro lado, en el sondeo realizado en la mitad
oriental, se halló bajo los muros del edificio un estrato de mayor potencia
con abundantes restos cerámicos datados entre el siglo II e inicios del
siglo III d.C. Este sondeo nos ayudó en la tarea de conocer cuándo se
ocupó esta zona en concreto, así sabemos que parte del edificio se
construyó en la primera mitad del siglo II d.C., y que en los inicios del siglo
III d.C. ese mismo edificio sufre una remodelación al crear unas
dependencias anexas –coloreadas en la Figura 3– que corresponden a la
segunda fase constructiva. Por lo tanto, allí habitaron aproximadamente
unos cuatrocientos años –desde los años 100/150 hasta los años
500/550 d.C.– para terminar abandonando el lugar a mediados del siglo
VI d.C., ya inmersos en el Período Tardorromano.
Con el fin de conocer las dimensiones del edificio se amplió el área de
excavación hasta alcanzar el límite marcado por la finalización de la
parcela al oeste y se realizaron 3 sondeos en zanja paralelos al este. Esto
nos permitió saber al menos que el edificio tiene una longitud este-oeste
de 40 metros aproximadamente, ya que debido a las escasas
dimensiones norte-sur de la parcela desconocemos su desarrollo en esas
direcciones, a pesar de que es clara su continuidad en las parcelas
contiguas.
En cuanto a las técnicas constructivas, hay que resaltar en primer lugar
el deficiente estado de conservación de las estructuras, al perdurar tan
sólo en muchos de los muros sus cimentaciones realizadas con cantos y
bloques tomados con barro. En los muros que sí se ha conservado la
primera hilada de alzado, vemos que la mayoría presenta una fábrica de
mampostería tomada con barro, aunque también se utilizó la
mampostería tomada con mortero de cal a veces combinada con ladrillos
y sillarejos para crear muros exteriores de mayor entidad. Los
pavimentos documentados son simplemente de arcilla marrón-grisácea
endurecida, recuperándose también fragmentos de pavimento de
mortero de cal, pero no in situ. Se constató asimismo los restos de un
enlucido interior compuesto por una serie de finas capas de cal y un
pequeño hogar de adobes para la combustión, de forma semicircular y
adosado a uno de los muros interiores.
Figura 4. Estancia de una de las viviendas, la cual pertenece a la cocina, por lo que se puede
ver en la superficie señales de combustión
En lo que respecta a la cubierta del edificio, no contamos con mucha
documentación debido a la ausencia de derrumbes, producto del expolio
histórico del edificio tras su abandono, para reutilizar en otras
construcciones posteriores los elementos de las techumbres, y de las
tareas agrícolas que han ido removiendo y desplazando dichos
elementos, aunque lo más común en Época Bajo Imperial es que las
dependencias domésticas presentaran una cubierta de tejas curvas
sobre un entramado de vigas de madera. De la misma manera, no hay que
olvidar que durante esos trabajos agrícolas que provocaron el hallazgo
del edificio, se recuperaron fragmentos de dinteles, molduras, umbrales,
quicios, ... e incluso parte de un fuste y una basa de columna que vienen
a completar la escasa información arquitectónica de la que disponemos.
Si observamos la Figura 3 vemos básicamente dos ambientes muy
diferenciados, al oeste el área doméstica y al este el área industrial o
no doméstica. La primera está
formada por al menos doce
dependencias cuadrangulares
no moduladas, de diferentes
dimensiones, entre las que
destacan en la esquina sureste
una cocina con su hogar de
combustión (Figura 4) y en la
esquina noreste una
dependencia rectangular muy
alargada que por sus
dimensiones podría tratarse de
una pequeña despensa. Por lo
que al área industrial o no Figura 5. Muro norte de la vivienda
doméstica se refiere, ésta consta de tres dependencias, una mayor y
dos menores, presentando la mayor un acceso al norte relativamente
amplio facilitando el paso de personas cargadas con productos
agrícolas, que se almacenarían en dos grandes tinajas cuyos restos se
hallaron adosados al muro norte (Figura 5).
En esta misma dependencia aparece una estructura central de
mampostería que serviría como base para la fijación de algún
elemento relacionado con la transformación esos productos agrícolas
y, teniendo en cuenta esa posición central, podemos aventurar que allí
se colocaría un molino o prensa que dispondría de mucho espacio para
efectuar su movimiento circular. En cuanto a las estancias menores
localizadas en el extremo este, tan sólo podemos comentar que su
función estaría sin duda relacionada con la actividad que se realizara
en la mayor, ya que por falta de tiempo no se excavaron en
profundidad.
Con todo, podemos afirmar que nos encontramos ante parte de una
villa romana de carácter rústico, destinada a la explotación agrícola,
que tendría su origen en la centuriación romana y que dependería
administrativa y jurídicamente de la ciudad de Ilici, localizada en La
Alcudia de Elche. Junto a la Villa Romana de Agualeja, existen otras
que jalonan el curso del río Vinalopó que, durante un largo proceso de
unos 500 años, se habitan y abandonan al ritmo que marca el
aprovechamiento de los recursos del río y la explotación de sus fértiles
terrazas.
LA COLECCIÓN
Entre los materiales hallados destaca por su número y variedad la
cerámica, siendo la más abundante la denominada cerámica común por
tratarse de recipientes de uso cotidiano fabricados a torno, como
cuencos, platos, bocales, jarras, ollas, cazuelas y tapaderas para el
servicio de mesa y la
cocina, a la que se le
unen las ánforas, dolia y
tinajas para el
transporte y
almacenaje de
productos y las
lucernas para la
iluminación de las
dependencias. Dentro
de este grupo de
cerámica común
distinguimos las
decoradas con rombos
y bandas pintadas de
tradición ibérica sobre
cuencos y jarras. En
ocasiones especiales harían uso de una vajilla más delicada denominada
terra sigillata, fabricada a molde y en serie, que llama la atención por sus
tonalidades anaranjadas y su superficie englobada, y que provenía de los
talleres alfareros del norte de África. Este mismo origen tienen las
cerámicas de cocina africana, que se identifican por sus pastas
anaranjadas y sus bordes ahumados en tapaderas, ollas y cazuelas.
Figura 6. Vitrina con algunos elementos de cerámica
Otro tipo de piezas menos abundantes pero igual de importantes son, por
ejemplo, las metálicas, entre las que destaca un aplique de una fuente
que representa una cabeza de león, una daga, anzuelos, puntas de
flecha, un pequeño mazo en forma de dedo, un importante conjunto de
monedas, y un peso y un pomo de plomo; los objetos de hueso, como
alfileres para sujetar el pelo, pinceles para escribir, pasadores para las
prendas de vestir y un brazalete de marfil finamente decorado; algunos
materiales de vidrio, como fragmentos de vasos y copas, pequeñas
pulseras y anillos y un colgante decorado con un motivo que representa
una escena campesina; los objetos para el trabajo textiles como los
pondus y las fusayolas; y las terracotas que representan figuras
humanas para el culto de los antepasados. La colección se completa con
abundantes restos de fauna y malacofauna, testimonio de los hábitos
alimenticios de los habitantes de la villa, y materiales y elementos de
construcción utilizados en la construcción de esta, como ladrillos, tejas,
sillares, restos de estucos de paredes pintados y teselas grises.
Figura 7. Vitrina con piezas metálicas y joyas encontradas durante la excavación
Sin duda se trata de un conjunto de materiales significativo y
representativo de la cultura romana en el Valle del Vinalopó, procedente
de una de las escasas Villas romanas excavadas en la zona.
Tal y como hemos indicado en la introducción, todos estos materiales se
encuentran actualmente en una de las dependencias del Ayuntamiento
de Monforte. Tras la excavación y previamente a su almacenamiento, se
realizó un recuento que se incluyó en la Memoria Preliminar y se entregó
a la Conselleria de Cultura en Julio de 1995. Actualmente, este conjunto
de materiales se encuentra parcialmente inventariado y catalogado,
trabajos que están siendo realizados por Francisco Molina en las
dependencias del Ayuntamiento de Monforte del Cid y que se prevé
finalicen a lo largo de 2004. Los trabajos de inventario y catalogación
llevados a cabo durante 2003 facilitaron la selección de una serie de
piezas para su restauración y posterior exposición en dos vitrinas:
- Vitrina adosada de 180x60x200 cm (Figura 6), con estructura
metálica pintada, revestida de aluminio anodizado negro, vidrios
de 8 mm, iluminación en el marco superior con rejilla y vidrio
difusor, tableros tapizados y pedestal de perfil de aluminio
anodizado de 85x45 mm con dos llagas. En ella se exponen 9
piezas –3 piezas restauradas de terra sigillata africana, 2 piezas
restauradas de cerámica común, 2 lucernas, 1 askós con forma
de toro y 1 mortero restaurado de mármol– acompañadas de
textos que explican el tipo y uso de las diferentes cerámicas y
fotos del momento de hallazgo de algunas de las piezas.
- Vitrina de mesa de 150x60x105 cm (Figura 7), con estructura
metálica pintada, revestida de aluminio anodizado negro, vidrios
de 8 mm, fanal de 25 cm de altura, tableros tapizados y pedestal
de perfil de aluminio anodizado de 85x4 mm con dos llagas. En
ella se exponen 26 piezas –1 aplique de fuente con forma de
cabeza de león de bronce restaurado, 2 pulseras de bronce
restauradas, 1 vaina de daga de bronce restaurada, 1 cuchillo de
hierro restaurado, 1 mazo de mortero con forma de dedo de
bronce restaurado, 5 monedas de bronce restauradas, 4 cuentas
de collar, 1 colgante de pasta vítrea, 1 placa cosmética de piedra,
3 fragmentos de estuco pintado, 1 brazalete de marfil, 1 pincel de
hueso, 3 alfileres para el pelo de hueso y 1 pasador de hueso–.
Esta muestra se completa con 2 paneles de 140x80 cm y 81x120 cm
(Figura 8) impresos a todo color, plastificados con acabado en brillo,
montados en soporte rígido y enmarcados en aluminio, que nos informan
sobre el fenómeno de la romanización y sobre los resultados de la
excavación arqueológica.
Figura 8. Paneles informativos sobre el fenómeno de la romanización y los hallazgos
encontrados