Post on 06-Feb-2018
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DISEÑADOSSIER38
Carla Cordua _ Doctora en filosofía, profesora titular de la Universidad de Chile y profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico.
Al hombre nunca se lo encuentra viviendo en la naturaleza pura o cruda; su existencia se de-
senvuelve siempre en espacios modificados por la actividad humana, marcados por preferencias
e iniciativas del grupo. El hombre tampoco habita directamente el mundo como tal, sino más
bien lugares determinados en él, ya intervenidos y apropiados, que se han vuelto familiares
para quienes los frecuentan porque su vida en ellos le ha impuesto un sello particular a ese
espacio. Los antepasados lo han convertido en un ambiente habitable y circunscrito: quienes allí
se desenvuelven conocen sus límites, esos que marcan la diferencia entre adentro y afuera. Así
los miembros del grupo habitante pueden distinguir entre lo interno y lo externo que para ellos
es equivalente a lo conocido y lo desconocido, a lo seguro y lo inseguro. Estos lugares habitados
han sido ya siempre elegidos, trabajados y modificados según ciertas necesidades y convenien-
cias. La creación de espacios habitados produce las atmósferas protectoras indispensables para
la vida compartida; en su interior se desarrollan la cooperación y la protección mutua, crece la
inmunidad frente a las amenazas sorpresivas y los peligros de fuera.
El planteamiento anterior procede de la obra de Peter Sloterdijk, un filósofo contemporáneo
que, criticando el pensamiento tradicional, se ha propuesto dedicarle la debida atención al
carácter peculiar, inconfundible, del espacio propio de la existencia humana. Este ámbito, un
resultado no buscado de la existencia de vida en vías de humanizarse, no coincide ni con el
espacio geométrico ni con el físico. Procede del establecimiento paulatino de un clima envol-
vente en el cual no sólo se acomoda y prospera la vida de la especie, sino que es, como espa-
cio, el resultado de la acción autoprotectora de muchas generaciones anteriores. Una teoría
contemporánea del espacio habitado debe ser capaz de describir las situaciones envolventes
en las que la participación de todos y cada uno crea el complejo que genera la comunidad
humana y asegura su duración. El espacio humano viene de los hombres y está destinado a
producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno
a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo. Mantiene generaciones
de productores y de este modo acaba introduciendo a la humanidad en la historia. Todos los
resultados son provisorios y están siempre en revisión desde el punto de vista de sus posibi-
lidades de cambio. El tiempo humano se convierte en una espiral en movimiento en la que se
combinan la repetición y la novedad, los aciertos y los errores, la construcción y la destrucción.
Enseguida citamos algunos pasajes de la obra de Sloterdijk que se refieren a las diversas
actividades y resultados del diseño de espacios ambientales destinados tanto a albergar a la
vida humana tal como ha llegado a ser hasta aquí, como a transformarla realizando sus posi-
bilidades todavía incumplidas.
“Santo Tomás de Aquino dice que los ángeles no están en el espacio como los seres corpóreos
pues ellos segregan el espacio desde sí, el cual es iluminado y vivificado por su manera de ser.
En el siglo pasado Merleau-Ponty, el filósofo francés, escribió una frase acerca del punto del que
debiera partir todo discurso sobre la estadía sensible del hombre en el mundo: ‘El cuerpo no está
en el espacio, lo habita’. Los grandes artistas son ahora, como fueron antes, quienes mantienen
accesible la verdad de estas frases. Como habitantes profundos del mundo nos recuerdan la pre-
gunta acerca de cómo debemos en general habitar la casa del mundo. ¿Cuando estamos en el
mundo, estamos instalados igual que entre nuestras propias cuatro paredes? ¿Es que todo lo que
es se nos presenta de manera doméstica? ¿Ocupable, amueblable, como algo terminado hasta
con sus propias llaves, en lo que sólo tenemos que instalarnos y pagar nuestros impuestos? El
artista siempre contestará que no a estas preguntas. Él tiene presente desde siempre la molestia
de vivir en una no-casa..., de vivir de otra manera.”
“El espacio habitado por hombres se revela como una dimensión plurivalente. Dondequiera
que haya hombres establecidos se produce una división de los espacios: lo habitable se opone
a lo inhabitable; lo útil es contrario de lo inútil, lo transparente de lo opaco, lo penetrable de lo
impenetrable”.
“El diseño de espacios se relaciona, tal como la arquitectura, con la circunstancia terrible de
que pertenecemos permanente u ocasionalmente a un medio ambiente formado de principio
a fin por hombres. Estas artes, el diseño y la arquitectura, explican la estadía de hombres en
lugares que ofrecen la ayuda de instalaciones que no son, para sus consumidores, otra cosa
que propuestas de esclavización a la situación establecida. A través de ellas el habitar o el
estar-en-casa es interpretado como el sometimiento voluntario al ambiente establecido. En la
medida en que las casas son instalaciones o establecimientos montados para incorporarse al
ambiente, ellas explican la existencia humana como una tarea plástica”. “El hombre es hasta el
fin un animal autoplástico - puede llegar a ser casi todo lo que se imagina con cierta insistencia”.
El espacio humanoEl concepto de Sloterdijk
El espacio humano viene de los hombres y está destinado a producirlos, sustentarlos y reproducirlos: tiene el carácter de un proceso que no por ser ajeno a la conciencia y a la voluntad consciente es menos eficiente y fecundo.
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