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Ensayo semio/literario
LOS TRES DESTINATARIOS, SEGÚN ELISEO VERON,
EN LA OBRA “EL ARTE DEL ASESINATO POLITICO”
DE FRANCISCO GOLDMAN
Ramiro Mac Donald (*)
Introducción
El arte del asesinato político ¿Quién mató al obispo? es un libro de Francisco Goldman
publicado en el año 2009 por la editorial barcelonesa ANAGRAMA, en una traducción al idioma
español, inicialmente publicada en inglés -tres años antes- bajo el título: The art of political
murder: Who killed the Bishop? por la editorial Grove Press de Nueva York. En Guatemala la
obra fue impresa por la Editorial Tinta y Papel, en un convenio con la conocida librería
SOPHOS, que es la distribuidora exclusiva. La obra representa una pertinaz y documentada
investigación –que tardó más de ocho años de trabajo- sobre el asesinato del Obispo
guatemalteco Monseñor Juan José Gerardi, Coordinador de la Oficina de Derechos Humanos
del Arzobispado, perpetrado el 26 de abril de 1998. La obra será sometida a un corto análisis
semio-literario.
Intertextualidad, elites educadas y libro “contratado”
Como primera instancia, la titulación de ésta obra representa un diálogo intertextual, en el
sentido que lo entienden Julia Kristeva y Michel Riffaterre. Esta primera intertextualidad es un
coloquio entre dos títulos. En primera instancia, con El arte de la guerra, elaborado hace más
de dos mil quinientos años en China (atribuido a Sun Tzu) y éste trabajo, de corte literario,
pero, a la vez, un fiel ejemplo del periodismo de investigación contemporáneo, elaborado por
éste novelista estadounidense poseedor de genuinas raíces guatemaltecas, así como creativa
e incisiva prosa, por demás elegante.
Para darle contexto a Goldman como autor, vale la pena mencionar que además de
corresponsal de varios diarios norteamericanos y novelista ya consagrado, procede de las
elites educadas de Estados Unidos de Norteamérica, colectivos de autoproclamada postura
liberal en el campo político. Esos grupos representan a los intelectuales de las universidades
afines a sectores progresistas, muchas veces denostados por sus opositores como
“socialistas”, porque manifiestan su clara preocupación por el respeto de los derechos humanos
en nuestro continente y otros puntos del globo terráqueo. Muchos son activistas internacionales
y, éste literato, mantiene estrecha relación con la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano –FNPI- que orbita alrededor de la figura del premio Nobel de Literatura Gabriel
García Márquez.
Así también, éste texto -cual epítome histórico pues compendia nuestra tragedia reciente-
puede considerarse una respuesta frontal a la obra escrita “al limón” por dos periodistas
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extranjeros: la española Maité Rico y el francés Bertrand de la Grange, corresponsales viajeros
de El País y el de Le Monde, respectivamente. Esta obra se titula: ¿Quién mató al obispo?
Autopsia de un crimen político (2005). De dichos autores foráneos ha trascendido su
contratación ex profeso para la realización de éste texto, por parte del entonces gobernante
Álvaro Arzú, aunque semejante extremo fuera negado reiteradamente. La publicación de éste
libro habría formado parte de un plan estratégico de contra-propaganda que buscaba limpiar el
nombre del Ejercito Nacional que Álvaro Arzú dirigía (¿comandaba?) cuando se cometió el
asesinato de Monseñor Juan José Gerardi, luego de la presentación de los voluminosos
resultados investigativos del Proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica –REMHI- el
24 de abril de 1998, titulado “Guatemala: Nunca más”. Dos días después el obispo Gerardi fue
asesinado, de forma brutal y despiadada: con una piedra le destrozaron el cráneo en el garaje
de la casa parroquial. Rico y de la Grange desarrollan varias hipótesis, pero en el fondo, el libro
intenta liberar de toda culpa institucional al Ejército de Guatemala y colocar la atención sobre
un grupo de militares, miembros de Inteligencia, confrontado con el entonces Presidente Alvaro
Arzú.
Estos periodistas/escritores transportaban en sus mochilas de trotamundos, un elemento de
mucha reputación: habían sido los autores de un controversial pero famosísimo libro -publicado
en 2006- y que se había convertido en un éxito internacional de librería -best seller- bajo el
sugerente nombre de “Marcos, la genial impostura”. El texto fue celebrado por la derecha
política del mundo, como el documento que había desenmascarado al Subcomandante
guerrillero de las selvas lacandonas.
También se puede percibir, entre las obras citadas esa intertextualidad temática, puesto que
se refieren al mismo caso: la muerte violenta de Monseñor Gerardi; solo que en el texto que es
nuestro interés directo, el subtitulo representa la pregunta que, en contrario, conforma como el
interrogante principal de la obra de Rico y la Grange.
Para efectos de comparación, veámoslos juntos:
¿Quien mató a obispo? Autopsia de un crimen político: Rico y la Grange (2005)
El arte del asesinato político ¿Quién mató al obispo?: Francisco Goldman (2009)
Se puede deducir, desde la diferente utilización de los títulos y subtítulos de ambas obras, una
estrategia discursiva enmarcada en aspectos extraliterarios, correspondiente -más que todo- al
ámbito mercadológico. Pero incluso, es factible realizar algunas consideraciones retóricas,
sobre ambos títulos, pues resulta interesante cualquier análisis por simple que sea. En su título
principal, Goldman acierta a deslizar una hipótesis: el frío asesinato del obispo fue obra una
conspiración. ¿Y… quiénes han sido históricamente los conspiradores en nuestro país?
Respuesta: los miembros del ejercito. Rico dijo en una entrevista: “el Ejército de Guatemala
aparentemente es una entidad muy unida… pero entre ellos se acuchillan con una facilidad
impresionante” (consultar el Blog Guate Reflejos)
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Y el contrasentido semántico de calificar un asesinato cómo una “obra de arte”: ¿no es propio
de un sutil sarcasmo político, haciéndose eco de la burla a la “inteligencia militar”? En tanto, el
libro de Rico y la Grange plantea el interrogante: ¿Quien mató al Obispo? como su título
principal, pregunta que muchos guatemaltecos se hacen aún hoy en día, y deja el subtitulo para
plantear su hipótesis, a manera de que se considere el libro cómo un serio y profundo análisis
del suceso, que deberá entenderse como un examen científico (utilizando el sintagma autopsia,
ligado ala ciencia forense) lo que connotará que los autores deberían ser, por lo menos, muy
críticos de las evidencias que recogieron, en su fugaz paso investigativo por Guatemala.
Curiosamente, ambas obras no mencionan el nombre de la víctima en los títulos principales ni
en sus subtítulos, posiblemente porque sólo hay un obispo asesinado en la vida política de
nuestro país. Incluso en los tiempos de la guerra interna, nunca un obispo fue asesinado; los
altos jerarcas fueron respetados por ambos bandos, pero sí ocurrió en tiempos de la paz,
coincidentemente en el régimen del hombre que firmó la paz con la guerrilla -Álvaro Arzú- y en
contra de la vida del hombre que denunció las atrocidades de la guerra interna: Monseñor Juan
José Gerardi.
Ambos textos están lejos de ser -y por mucho- estrictos reportes de investigaciones
periodísticas. Ni siquiera pueden considerarse como simples crónicas de prensa. Representan
algo más, pues las dos obras poseen las características del género conocido como Gran
Reportaje, que combina todos los estilos periodísticos (desde el dialogo interior o monólogo,
hasta las entrevistas a profundidad) Así también, recordemos que ambas libros tienen el interés
de presentar hechos reales, comprobables y se fundamentan de acuerdo a las normas de los
géneros de investigación periodística, aunque conjugan su redacción final y estilo como lo hizo
Truman Capote en 1967 con A sangre Fría una histórica novela-reportaje que creó el género
non fiction, fórmula de trabajo largamente seguida en todo el mundo, desde esa fecha
fundacional.
Cualquier escritor/periodista, entonces, basándose en una investigación de la realidad
verdadera o hurgando en la verdad/real -tan alucinante como la nuestra- puede terminar
narrando la realidad cómo una ficción…o termina convirtiéndose en una realidad novelada. Y
como no es ficción, concluye en una narración literaria de no ficción. Entonces: ¿se narra
literariamente la realidad, y, qué tanto resulta siendo ficcionada? Chi lo sa… ese no es el
objeto de éste análisis.
Lo discursivo: Eliseo Verón
Según el semiólogo argentino, Eliseo Verón -residente en Francia- en el contexto de nuestras
sociedades posindustriales mediatizadas, la prensa escrita (y otros textos, como los de non
fiction) puede convertirse en un campo propicio para probar hipótesis teóricas y realizar análisis
de discursos.
“El estudio de las transformaciones socioculturales de los grupos sociales y el estudio de las
relaciones entre estas transformaciones y la evolución y el entrelazamiento de los géneros
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discursivos”, según Verón, admitiría una red de producción de discursos, “cuya complejidad
aspira a poner en acción un cuadro conceptual de múltiples niveles, capaz de enfrentar tal
complejidad” (1) ¿Podremos lograrlo en un espacio tan reducido como éste y teniendo textos
tan ricos en aristas, como los propuestos? Ese sería el objetivo del presente trabajo: descubrir
si la teoría de los discursos sociales de Verón se pueden aplicar a la realidad de estas obras
periodístico/literarias que abordan la realidad guatemalteca.
Se evitará, desde la perspectiva de Verón, “llegar a una teoría de lo discursivo por
prolongación-modificación de una gestión lingüística”, así como tampoco alcanzar esa
búsqueda de sentido semiótico del texto del autor estadounidense-guatemalteco, “en la ilusión
de partir de lo simple (por composición y por paciencia) para llegar a lo complejo”. Es decir, no
pretendemos instituir teoría de nada con éste simple ejercicio intelectual, sino darle sentido y
aplicación a una parte mínima de la teoría de éste brillante semiólogo y manifestar, así, nuestro
más caro homenaje y admiración por sus valiosas ideas.
También compartimos su visión, en el sentido que los macro-funcionamientos discursivos,
sobre-determinarán los micro-funcionamiento del lenguaje, utilizados en este caso concreto por
Goldman. Tal es el ejemplo de tener que llegar a realizar aclaraciones, en la obra publicada en
español, sobre el significado de algunas palabras que son sumamente comunes en Guatemala.
Ese lenguaje, como se nota, estaba escrito para un público lector en Estados Unidos de
Norteamérica (o que lee idioma inglés) muy distinto al que lo leería (tras la traducción) en
español. Y para un guatemalteco común, esas aclaraciones hasta resultan molestas...pero
surgen de un texto escrito inicialmente en otro idioma. Es por eso que las condiciones
productivas de un discurso como éste texto, surgen de las propias raíces de una sociedad
como la nuestra. Nuestro lenguaje adquiere corporeidad y sustento en una obra producida por
un escritor con raíces chapinas, pero de educación foránea.
Tipos de discursos y subespecies de destinatarios
Verón plantea que la noción de discurso es esencial asociarlo, por un lado, a las “estructuras
institucionales complejas que constituyen los soportes organizacionales, pero otro por lado, a
las relaciones sociales cristalizadas de ofertas/expectativas que son los correlatos de estas
estructuras institucionales”. Aclara, eso si, que ambas no pueden se tratadas como datos
sociológicos, objetivos, porque son inseparables de los sistemas de representaciones que
estructuran lo imaginario. Es más, dice Verón, allí “se construyen los rostros de los emisores y
de los receptores de los discursos”.
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(1) Todas las citas han sido extraídas del documento en línea http://www.robertexto.com/archivo16/prensa_escrita.htm
Verbigracia: bolitos: borrachines, eufemismos de “bolos” o borrachs
charamileros: borrachos que han perdido toda noción de realidad.
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Esta reflexión nos permite hacer referencia al caso de la especificidad del “tipo” de discursos;
que se diferencian de otros tipos de discursos: el de los considerados políticos, que no
comentamos en ambos libros de corte periodístico/literarios.
Así, Verón denomina tres subespecies de destinatarios:
a) El pro-destinatario: contemplado a través de mecanismos de refuerzo de la creencia compartida.
b) El para-destinatario: blanco de mecanismos del orden de la persuasión, c) El anti-destinatario: blanco de los rostros de lo polémico.
¿Cómo interpretar o identificar éstas tres subespecies de destinatarios en la obra de Goldman,
como las llama Verón, desde donde se construyen los rostros de los emisores y receptores
(destinadores/destinatarios) de este texto discursivo clásico del non-fiction que representa ésta
obra? Intentémoslo, con el artículo de Verón a la mano.
El Proto-destinatario
Este grupo social estaría encarnado por los círculos políticos afines a la izquierda
estadounidense, latinoamericana y europea, un grueso número de personas en el mundo
entero. ¿Hay un público proto-destinatario que demanda un producto comercializado como
éste libro? Sí, ya existe y por eso lanzan al mercado el trabajo de Goldman que ofrece llenar
las expectativas de lectores (destinatarios) con éstas ideas ideológicas afines. Ese grupo
social, proto-destinatario de izquierda, lo encarnan aquellos que están a favor del planeamiento
original de Goldman, que cree que fue un grupo de militares (muy específico ligado al poder
político instituido) el que planificó y ejecutó fríamente el asesinato del conocido obispo. Por
contraste, los proto-destinatarios al libro de Rico y compañero, serían los que están en
desacuerdo con éstas tendencias.
Es decir, tenemos un mismo tema y dos obras que se decodifican en forma distinta, según el
destinatario que se acerca a los texto, según su propia expectativa. Dos proto-destinatarios que
se aproximan a dos tipos de discursos, en éste caso diametralmente opuestos. En cada grupo,
según la tesis de Verón, el texto refuerza su mecanismo de creencias, ideas preconcebidas y
que –por supuesto- comparten ideológicamente de antemano.
El para-destinatario
Este grupo de personas es al que hay que persuadir. Es el conjunto de lectores que no está
totalmente convencido de las hipótesis existentes, pero que quiere acercarse al texto para
enterarse, escudriñar, escuchar opiniones, tener puntos de vista nuevos o por o menos le da
curiosidad y va a buscar el producto final: la obra de Goldman o la de Maite Rico y compañero.
Este grupo de para-destinatarios, que camina como de lado, es el que hay que convencer de
que fueron miliares quienes asesinaron al obispo Gerardi, en el caso del libro de Goldman.
Pero es muy probable, también, que represente a un grupo social que termine adquiriendo los
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dos libros, para enterarse de ambas versiones. O prestándolos, por lo menos, si no los puede
adquirir.
En este caso, de dos libros con versiones disímiles, éste es el destinatario ideal: posiblemente
escéptico de todo lo que ha escuchado; confundido con tanta información desperdigada,
parcializada y “manipulada” por los medios masivos de información. Ese es el grupo por ganar,
el que se tiene o debe que conquistar, tanto de parte de Goldman como de Rico. El para-
destinatario es aquel que puede ser considerado como el target a conquistar, hablando en
terminología mercadológica: al que se le pone el ojo para convencerlo de algo. El que tiene
dudas y quiere salir de ellas. ¿Es quien titubea?
El anti-destinatario
Es aquel lector o grupo de lectores que se oponen totalmente a lo que, por anticipado, sabe lo
que el texto expresará… pero que está realmente interesado por su contenido. De éste grupo,
quien se atreva a leer al texto de Goldman, lo va a sufrir, porque está en contra de sus
creencias, pero lo hará para enterarse de primera mano. El anti-destinatario es un receptor
totalmente escéptico, en tanto el anterior era un lector que podría creer, alguien que
“posiblemente” estaría en condiciones de ser convencido tras su lectura. En el caso de la obra
de Rico y de la Grange, el anti-destinatario es quien tiene un tipo de pensamiento progresista,
distinto totalmente al de lo autores, considerados de tendencia derechista o conservadores.
En tanto, este grupo de lectores (para-destinatarios) no comparte el punto de vista de Goldman,
y será un lector activo que buscará los errores y los resbalones en cada página, para poder
criticarlo posteriormente. Es más, es muy probable que solo lo lea para descubrir las tesis que
apoyen su propia posición, aunque tenga que escarbarlo. El anti-destinatario se acerca al texto,
con una idea preconcebida: incrédulo de antemano. Pero, con ese perfil negativo no hallará
identificación con lo que dice el autor. Como dice Verón, es quien polemizará con el prosista:
cada palabra, cada línea, cada hoja de la obra será sometida a riguroso y suspicaz escrutinio.
Se conoció, por ejemplo, que el libro de Goldman, al salir a la venta en Guatemala, fue
adquirido en un número sorprendentemente grande, en un solo pedido. Se cree que fueron
militares guatemaltecos los que se unieron e hicieron la compra en forma anónima;
indudablemente para ser los primeros de estar enterados del contenido del texto. Estos son los
anti-destinatarios en el caso del Arte del asesinato político, pues son a quienes el autor busca
desenmascarar abiertamente, al señalarlos con nombres y apellidos, en base a una
investigación y documentación que duró muchos años.
Conclusión: rostros que trascienden
De esta forma, hemos intentado desentrañar y ejemplificar la tesis de Eliseo Verón, al plantear
que las subespecies de destinatarios, representan ese rostro que trascienden “las relaciones
sociales cristalizadas de ofertas/expectativas y que son los correlatos de estas estructuras
institucionales”.
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Cada grupo de destinatario se aproximará al texto de Goldman, según sus relaciones sociales
cristalizadas de ofertas/expectativas: por un lado los que creen que Goldman es un buen
investigador periodístico y un escritor de enorme calidad; son los que corresponden a esa
estructura institucional que podría representar desde un simpatizante de los grupos de
activismo político/reformistas, hasta llegar a sectores mucho más radicales identificados con la
izquierda, incluso algunos grupos contestatarios; pasando por sus variados matices de
liberalismo económico e intelectual.
Por otro lado, están aquellos destinatarios que no muy convencidos de la tesis que oferta
Goldman en su libro, pero que les interesa conocer su posición o les llamó la atención el punto
de vista. Son aquellos que el autor deberá conquistar con su idea de la teoría de la
conspiración militar, realizada con tal nivel de secretividad y diligencia institucional que resulta
siendo calificada como “obra de arte” por el propio literato. ¿Creativo sarcasmo político que
utiliza éste oxímoron, para atraer más lectores?
Y finalmente, están los lectores contrarios a Goldman, que tienen algún grado de afinidad,
simpatía y/o relación directa/indirecta con el Ejército Nacional y también con los sectores
tradicionales del país, en extremo conservadores, pero que creen un deber entrar en contacto
directamente con el texto, aunque no le crean ni una coma al autor. A estos, Goldman nunca lo
convencerá de sus planteamientos.
Algunos de estos sectores están ligados, estrechamente, con los pequeños pero poderosos
grupos que profesan -en pleno siglo XXI- los ideales del anticomunismo más acendrado,
identificados con las élites recalcitrantes de la derecha guatemalteca: industriales y
terratenientes, y porque no decirlo, también algunos sectores de las clases medias emergentes,
así como de los grupos sociales marginados, que han sido permeados por el pensamiento
ultraconservador que impera –aún- en Guatemala desde el derrocamiento del presidente
Jacobo Arbenz Guzmán en 1954.
Este tipo de estudio analítico permite realizar un ejercicio intelectual utilizando un método
semio/literario, porque la complejidad de la obra examinada exige una búsqueda de sentido
profundo, partiendo de su enorme riqueza histórico/política y desde los diversos ángulos que la
imbrican. Semióticamente es una delicia para el intelecto.
Por algo, es un libro tan polémico… pero revelador.
Guatemala, 11 de agosto de 2012
(*) Ramiro Mac Donald, guatemalteco, licenciado en CC de la Comunicación Social y M.A. en Comunicación para el Desarrollo; Coordinador Académico de la Licenciatura en CC de la Comunicación, Facultad de Humanidades, Universidad Rafael Landívar –URL- de Guatemala y docente de Semiología y Teorías de la Comunicación; doctorando en Comunicación en la Universidad de las Artes, las Ciencias y la Comunicación- UNIACC- Santiago, Chile
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Referencias bibliográficas
Goldman, F. (2009) El arte del asesinato político. ¿Quién mató al obispo? Editorial Tinta y Papel, Guatemala.
Rico, M. y de la Grange, F. (2005) Marcos genial impostura El País, Aguilar México, Madrid Planeta
Verón, E. Prensa escrita y teoría de los discursos sociales: producción, recepción, regulación. Archivo del portal de recursos para estudiantes (en línea), Portal de www.robertexto.com, extraído de http://www.robertexto.com/archivo16/prensa_escrita.htm, consultado 18 de julio 2009
Ruiz Mondragón, A. Entrevista con Maite Rico y Bertrand de la Grange, en línea, Blog Guate-Reflejos http://boards5.melodysoft.com/guatereflejos.Gerardi/entrevista-con-maite-rico-y-bertrand-49.html, consultado el 02 de septiembre de 2010.
Juan José Gerardi Conedera, obispo guatemalteco, mártir de la iglesia católica,
asesinado el 26 de abril de 1998
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