Post on 01-Dec-2015
István Mészáros
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MlW? El Socialismo en el Siglo XXI
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Istvmi Meszaros l>rofesor Emérito de Filosofía, Universidad de Sussex
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Venezuela 2008
Siglo XXI
CLACSO
- Valencia
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EL DESAFIO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO
© Copyrigth 2008
VADELL HERMANOS EDITORES, C. A.
Rif.-. J-07521580-0 • NIT; 0448791076
Valencia: Calle Montes de Oca, Edil. Tacarigua, piso 6 Teléfonos: (0241) 858.59.69 - 858.59.45 (Fax) Caracas: Peligro a Pele el Ojo. Edif. Golden, Sótano. Teléfonos: (0212) 572.31.08 - 572.52.43 E-mail: edvadelll@cantv.net • edvadelll@telcel.net
Hecho el Depósito de Ley Depósito legal: If 51120083202456 ISBN: 978-980-212-465-7
Diseño, diagramación: Gráfica ADFA Unidos, C.A. Por Florencia Zabala
Diseño de Portada: Janet Salgado
Traducción: Eduardo Gasea, Anayansi Jiménez (Capítulo cinco) Gladys Sanz (Capítulo seis)
Impresión: Editorial Arte, S.A.
Impreso en Venezuela / Printed in Venezuela
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István /• r eszaros
A la memoria de Antonio Gramsci (1891-1937),
Attila József (1905-1937) y Che Guevara (1928-1967)
Ni Dios ni la mente, sino el carbón, el hierro y el petróleo,
la materia real nos ha creado, echándonos hirvientes y violentos,
en los moldes de esta sociedad terrible,
para afincamos, por la humanidad, en el eterno suelo.
Tras los sacerdotes, los soldados y los burgueses
al fin nos hemos vuelto fieles oidores de las leyes:
por eso el sentido de toda obra humana zumba en nosotros
como el violón profiíndo
Attila József
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 17
INTRODUCCIÓN
EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO 23
CAPÍTULO 1
L A T I R A N Í A D E L I M P E R A T I V O DEL T I E M P O DEL C A P I T A L 3 9
1.1 E L TIEMPO DE LOS INDP/IDUOS Y EL TIEMPO DE LA HUMANIDAD 3 9
1.2 L o s SERES HUMANOS REDUCIDOS A "DESPOJO DEL TIEMPO" 4 7
1.3 L A PÉRDIDA DE LA CONCIENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO 5 3
1.4 T I E M P O LIBRE Y EMANCIPACIÓN 5 7
CAPÍTULO 2
LA INCONTROLABILIDAD Y DESTRUCTIVIDAD
DEL CAPITAL GLOBALIZANTE 6 3
2.1 L A EXTRACCIÓN DEL PLUSTRABAJO EN EL "SISTEMA ORGÁNICO DEL CAPITAL" 6 3
2.2 IRREFORMABILIDAD, INCONTROLABILIDAD Y DESTRUCTIVIDAD 65
2.3 L A TRIPLE FRACTURA INTERNA DEL SISTEMA 6 7
2.4 EL FRACASO DEL CAPITAL EN LA CREACIÓN DE SU FORMACIÓN DE ESTADO GLOBAL . . . 68
2.5 L A INSUFICIENCIA CRÓNICA DE LA "AYUDA EXTERNA" POR PARTE DEL ESTADO 7 0
C A P Í T U L O 3
E L M A R X I S M O , EL SISTEMA
DEL C A P I T A L Y LA R E V O L U C I Ó N SOCIAL 7 3
3.1 L A VISIÓN GLOBAL DEL CAPITAL 7 3
3.2 L o s LÍMITES HISTÓRICOS DE LA TEORÍA DEL VALOR DEL TRABAJO 7 5
3.3 L A PROLETARIZACIÓN PROGRESIVA Y sus ILUSAS NEGATIVAS 7 8
3.4 L A NECESARLA RENOVACIÓN DE LAS CONCEPCIONES MARXLANAS 8 1
3.5 L A POSIBILIDAD OBJETIVA DEL SOCLALISMO 8 4
6.6 REVOLUCIÓN socLAL Y POLÍTICA 8 7
3.7 L A IGUALACIÓN HACIA ABAJO DE LA TASA DIFERENCIAL DE EXPLOTAQÓN 9 0
CAPÍTULO 4
SocL^LiSMO O BARBARIE:
DEL "SIGLO NORTEAMERICANO" A LAS ENCRUCIJADAS 95
PREFACIO 95 4.1 E L CAPITAL: LA CONTRADICCIÓN VIVIENTE 9 6
4.2 L A FASE POTENCIALMENTE MÁS LETAL DEL IMPERIALISMO 1 0 5
4 .3 DESAFÍOS HISTÓRICOS QUE ENCARAN AL MOVIMIENTO SOCIAL 1 3 3
4.4. CONCLUSIÓN 149
EL MILITARISMO Y LAS GUERRAS POR VENIR:
POST SCRIPTUM A SOCIALISMO o BARBARIE 151
CAPÍTULO 5
DESEMPLEO E "INESTABILIDAD FLEXIBLE" 159
5.1 "GLOBALIZACIÓN" DELDESEMPLEO 159
5.2 EL MITO DE LA "FLEXIBILIDAD" Y LA REALIDAD DE LA PRECARIEDAD 165 5.3 DE LA TIRANÍA DEL "TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO" A LA EMANCIPACIÓN A TRAVÉS
DEL "TIEMPO DISPONIBLE" 173
CAPÍTULO 6
LA TEORÍA ECONÓMICA
Y LA POLÍTICA: MÁS ALLÁ DEL CAPITAL168 181
6.1 ENFOQUES ECONÓMICOS ALTERNATIVOS 181
6.2 LA NECESIDAD DE UNA PLANIFICACIÓN GLOBAL 184
6.3 L A ESTRUCTURA DE MANDO JERÁRQUICA DEL CAPITAL 186
6.4 D E LAS PREDICCIONES BASADAS EN "LEYES ECONÓMICAS QUE TRABAJAN A ESPALDAS DE
LOS INDIVIDUOS" A LAS ANTICIPACIONES DE UN FUTURO CONTROLABLE 190
6.5 PRECONDICIONES OBJETIVAS PARA LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA ECONÓMICA NO
DETERMINISTA 1 9 6
6.6 CONTABILIDAD SOCIALISTA Y POLÍTICA EMANCIPADORA 199
CAPÍTULO 7
E L DESAFÍO DEL DESARROLLO SUSTENTABLE
Y LA CULTURA DE LAIGUALDAD SUSTANTIVA204 2 0 7
7.1 ADIÓS A LA "LIBERTAD-FRATERNIDAD-IGUALDAD" 207
7.2 EL FRACASO DE "LA MODERNIZACIÓN Y EL DESARROLLO" 210
7.3 LA DOMINACIÓN ESTRUCTURAL Y LA CULTURA DE LA DESIGUALDAD SUSTANTIVA 212
CAPÍTULO 8
L A EDUCACIÓN MÁS ALLÁ DEL CAPITAL* 2 1 7
8.1 LA LÓGICA INCORREGIBLE DEL CAPITAL Y SU IMPACTO SOBRE LA EDUCACIÓN 218
8.2 Los CORRECTIVOS NO PUEDEN SER ÚNICAMENTE FORMALES: TIENEN
QUE SER ESENCIALES 224
8.3 "EL APRENDIZAJE ES NUESTRA VIDA MISMA, DESDE LA JUVENTUD
HASTA LA VEJEZ" 231
8.4 LA EDUCACIÓN COMO LA "SUPERACIÓN posmvA DE LA AUTOALIENACIÓN
DEL TRABAJO" 238
CAPÍTULO 9
E L SOCIALISMO EN EL SIGLO XXI 2 4 9
9.1 IRREVERSIBILIDAD: EL IMPERATIVO DE UN ORDEN ALTERNATIVO HISTÓRICAMENTE
SUSTENTABLE 2 5 0
9.2 PARTICIPACIÓN: LA PROGRESIVA TRANSFERENCIA DE LA TOMA DE DECISIONES
A LOS PRODUCTORES ASOCL^DOS 253
9.3 IGUALDAD SUSTANTIVA: LA CONDICIÓN ABSOLUTA DE LA SUSTENTABILIDAD 257
9.4 PLANIFICACIÓN: LA NECESIDAD DE SOBREPONERSE AL ATROPELLO DEL TIEMPO
DEL CAPITAL 2 6 3
9.5 CRECIMIENTO CUALITATIVO EN LA UTILIZACIÓN: LA ÚNICA ECONOMÍA VLABLE 2 7 1
9.6 L O NACIONAL Y LO INTERNACIONAL: SU COMPLEMENTARIDAD DIALÉCTICA
EN NUESTRO TIEMPO 2 9 1
9.7 ALTERNATIVA AL PARLAMENTARISMO: LA UNIFICACIÓN DE LA REPRODUCCIÓN
MATERIAL Y LA ESFERA POLÍTICA 3 0 8
9.8 LA EDUCACIÓN: EL DESARROLLO PROGRESP/O DE LA CONCIENCIA SOCL«ILISTA 328
C A P Í T U L O 10
¿ P O R QUÉ SOCIALISMO? 3 5 5
E L TIEMPO HISTÓRICO Y LA ACTUALIDAD DEL CAMBIO RADICAL 3 5 5
10 .1 . L A S DETERMINACIONES coNFLicnvAS DEL TIEMPO 3 5 7
10.2 ¿ P O R QUÉ LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA NO PUEDE FUNCIONAR? 3 7 1
10 .3 L A CRISIS ESTRUCTURAL DE LA POLÍTICA 3 8 9
10.3.1 SÍNTOMAS DE UNA CRISIS FUNDAMENTAL 3 8 9
10.3.2 L A NATURALEZA DE LA CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITAL 3 9 8
10.4 Los NUEVOS DESAFÍOS EN NUESTRO HORIZONTE Y LA URGENCL\ DEL TIEMPO 4 0 8
Presentación*
m a
Karl Marx escribió alguna vez que "la teoría (. . .) se convierte en una fuerza
terial en cuanto se apodera de las masas".' Para que tal cosa suceda, explica
Mészáros en su nuevo libro, la teoría debe enfrentar El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s tór i co , captando las exigencias humanas de un momento en particular
al mismo tiempo que se aferra al "carácter radicalmente ilimitado de la historia".
Hov las concepciones teóricas de Mészáros se convierten cada vez más en una fuerza material, al apoderarse de las masas por medio de innumerables actores histórico-mundiales en el contexto de la Revolución Bolivariana de la América Latina. Así, un artículo del The New York Times del 24 de enero de 2007 se refería a la conocida "admiración" del presidente venezolano, Hugo Chavez, "por István Mészáros, un estudioso marxista húngaro relativamente oscuro que argumenta que sí existe una alternativa al capitalismo en su libro de mil páginas.
Más allá del Capital". Sin embargo, Mészáros está lejos de ser un pensador "relativamente oscuro".
Nacido en 1930, ingresó en la Universidad de Budapest en 1949, donde luego se
convirtió en el asistente del grandioso filósofo marxista del siglo XX, Georg Lukács.
Abandonó Hungría tras la invasión soviética en 19S6 y, finalmente, asumió una
cátedra de profesor de filosofía en la Universidad de Sussex. Escribió incontables
obras filosóficas, político-económicas y culturales, entre las que se encuentran
libros sobre Marx, Lukács y Sartre. Su La teor ía de la a l i e n a c i ó n en Marx , de
1970, ganó el prestigioso premio Memorial Isaac Deutscher.
Fue en su conferencia en memoria de Isaac Deutscher, titulada "La necesidad
del control social", v en su prefacio de 1971 a la tercera edición de La teor ía de la a l i e n a c i ó n en Marx donde Mészáros planteó por primera vez la cuestión de
la "crisis estructural global del capital". ' Reconociendo la enormidad de los
cambios que ocurrieron tanto en el interior del capitalismo como en el sistema
poscapitalista soviético, acabó por dejar a un lado las grandes obras filosóficas que
había venido escribiendo por muchos años (en forma de dos libros manuscritos
inconclusos. La d e t e r m i n a c i ó n social de l m é t o d o y La d ia l éc t i ca de la es tructura y la historia) para concentrarse en los asuntos más urgentes. El
* Tomado de la edición en portugués; O desafío e o fardo do tempo histórico: O socialismo no sáculo XXI, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2007. ' Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, vol. 3, International Publishers, Nueva York, 1975, p. 182. - István Mészáros, The Necessity of Social Control, Merlin, Londres, 1971. Incluido posteriormente como apéndice en Más allá del Capital, Vadell Editores, Valencia-Caracas, 2001. Ver también, de Mészáros, Marx's Theory of Alienation, Merlin, Londres, 1970.
17
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
resultado fue un conjunto de tres obras cruciales: El p o d e r de la i d e o l o g í a (1989), Más allá de l Capital (199S) y El desaf ío y la carga de l t i e m p o histórico.
El monumental Más allá de l Capital representó un viraje en el desarrollo
del pensamiento marxista, un cambio radical de la perspectiva y un regreso a la
comprensión del potencial revolucionario del marxismo clásico. Obra de enorme
alcance filosófico, político y económico, su título reñeja un triple objetivo:
desarrollar una visión que fuese más allá del sistema del capital, más allá de El capita l de Marx y más allá del proyecto marxista tal y como fue concebido bajo
las condiciones históricas de los siglos XIX y XX.
En esa obra se destacan innumerables innovaciones teóricas importantes: (1)
un énfasis en el s i s tema del capita l , es decir el dominio del capital arraigado en
la explo tac ión de la fuerza del t raba jo , d i s t in to del o rden ins t i tuc ional
históricamente específico del cap i ta l i smo asociado a la propiedad privada de los
medios del producción;^ (2) el tratamiento del sistema del capital como un orden
de "control metabolico social" en particular, que penetra todos los aspectos de la
sociedad; (3) un análisis de la "activación de los límites absolutos del capital", (4)
una crítica de la sociedad poscapitalista, particularmente del sistema soviético,
como un orden que fracasó en su tentativa de erradicar el sistema del capital en su
totalidad; y (5) una consideración de las condiciones históricas para la plena
erradicación del capital, que implica un orden de control metabolico social
alternativo arraigado en la "igualdad sustantiva".
Danie l Singer s in te t iza así las impl icac iones r evo luc iona r i a s de la
argumentación de Mészaros: "Lo que es preciso abolir no es nada más la sociedad
capitalista clásica, sino el dominio del capital como tal. En efecto, el ejemplo
soviético demuestra que no basta con 'expropiar a los expropiadores': hay que
extirpar de raíz la dominación del trabajo sobre la cual descansa el dominio del
capital".''^ Utilizando una metáfora extraída de la vida de Goethe, Mészaros argumentó
en Más allá de l Capital que cada piso del edificio que constituye el hogar de la
humanidad debe ser reconstruido desde los cimientos — d e modo que al final
surja una estructura integralmente nueva— mientras a pesar de ello continuará
estando habitado por los seres humanos. *
' Para Mészaros es esencial reconocer que Marx dirigió su crítica contra el capital como una relación social o un sistema de control metabolico social omniabarcante, y no simplemente contra el capitalismo como orden institucional específico (un modo de producción). En ese sentido, en su visión, es lamentable que en la primera traducción inglesa de El capital, bajo la supervisión de Engels, se haya traducido el subtítulo del Volumen I como "Un análisis crítico de la producción capitalista" en lugar de lo correcto, "El proceso de producción del capital". Ver István Mészaros, Más allá del Capital, op. cit., p. 1052. ••Daniel Singer, "After Alienation", en The Nation, 10 de junio de 1996. ' István Mészaros, Más allá del Capital, op. cit. pp. 485, 566.
18
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
Más allá de l Capital colaboró en la ampliación del alcance de la crítica
marxista al incluir sólidas nociones de la emancipación humana de índole ecológica
y con base en los seres humanos, como componentes integrantes de la superación
del dominio del capital, sin los cuales las condiciones necesarias de la igualdad
sustantiva y del genuino desarrollo sustentable no podrían ser alcanzadas. Más que
en cualquiera de sus otras obras, destacó la incontrolabilidad y el desperdicio del
capital.Todo el dominio del capital, argumenta Mézáros, se aproxima a sus límites
abso lu tos c o m o r e s u l t a d o de su c r e c i e n t e incapacidad de e l iminar sus
contradicciones internas, creando así una crisis estructural global del capital.
En lugar de aceptar la consigna de Margaret Thatcher de que n o hay a l ternat iva . Más allá de l Capital insistía en que la única alternativa viable
exigía una transferencia total del control de las manos del capital a las manos de los
"productores asociados". El sueño socialdemócrata de un sistema "híbrido" (una
reconciliación del capitalismo con el bienestar social) tiene que ser descartado
por su carácter ilusorio. Incapaz de tocar con sus reformas el metabolismo interno
del sistema del capital, en todas par tes la socialdemocracia degeneraba en
neoliberalismo o craso capitalismo.
La naturaleza penetrante del análisis expuesta en Más allá de l Capital se
puede observar en el reconocimiento de Mészaros de que ya en 1995, Hugo
Chavez trazaba en Venezuela el camino alternativo necesario cuando afirmaba: "El
pueblo soberano debe convertirse en el objeto y suje to del poder. Esa opción no
es negociable para los revolucionarios".^ Más tarde, Chavez, ya como presidente
de Venezuela, se volcaría directamente al análisis de Más al lá de l Capital , incorporando a su propia perspectiva la insistencia en la necesidad del intercambio
comunal de las actividades en oposición al trueque de mercancías capitalista. Así,
Chavez siguió a Mészaros al designar al intercambio comunal como "el punto de
Arquímedes" de la transformación social revolucionaria. ' Con el intercambio
directo entre las naciones en la Alternativa Bolivariana para las Americas (Alba), el
surgimiento de los consejos comunales de Venezuela, las nuevas Asambleas
Constituyentes en Venezuela y en Bolivia volcadas a la disolución de la hegemonía
política del capital trasnacional y a la propagación de las cooperativas de trabajo en
la revolución latinoamericana en proceso, la dominación casi absoluta del trueque
de mercancías capitalista va siendo debilitada.
El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s t ó r i c o no tiene la intención de
sustituir a Más allá de l Capital como la clave indispensable de la crítica de
Mészaros al capital. Antes bien, los dos libros se sobreponen y se complementan
*• Hugo Chavez, citado en István Mészaros, Más allá del Capital, op. cit., p. 818. Ver también István Mészaros, "Bolívar and Chavez: The Spirit of Radical Determination", Monthly Review, julio-agosto de 2007, Vol.59, N°. 3, pp. 55-84. ' Michael Liebowitz, Build it Now: Socialism for the Twenty-First Century, Monthly Review Press, Nueva York, 2006, pp. 107-108. Construyámoslo ahora: socialismo para el siglo XXI, Centro Internacional Miranda, Caracas, 2006, p. 105.
19
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de innumerables maneras. El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s t ó r i c o tiene la
ventaja de ser más corto y accesible. En ese sentido, el nuevo libro de Mészáros
debe ser leído como una larga introducción o un extenso postscriptum a Más allá de l Capital. Pero es también mucho más que eso. Si el énfasis de Más allá de l Capital recae sobre la crisis estructural global del capital y el camino que necesita
transitar la transición socialista, El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s t ó r i c o enfoca al propio tiempo histórico. Aborda las formas de temporalidad necesarias y
el carácter radicalmente ilimitado de la historia. Este último constituye un tema
central de La teor ía de la a l i e n a c i ó n e n Marx , en el que él lo elige como una
característica definidora de la visión de mundo revolucionaria de Marx.
Lo que Mészáros denomina la "decapitación del tiempo" opera en todos los
planos del sistema del capital. Todos los grandes pensadores burgueses —como
Locke, Smith, Kant y Hegel— apuntaron de diversas maneras al "fin de la historia"
identificado con el surgimiento del capitalismo. Hoy día percibimos la misma
ideología del fin de la historia en las concepciones dominantes de la globalización,
en las ideas de modernismo/posmodernismo, en el incesante mantra neoliberal
de que n o hay al ternat iva y en la afirmación de Francis Fukuyama según la cual
la caída de la Unión Soviética confirmó la antigua visión hegeliana del fin de la
historia.
Ese ilusorio punto final del futuro tiene la intención de racionalizar como
ineludible lo que Einstein criticó en su artículo de 1949, "¿Por qué socialismo?"
como "la mutilación de los individuos", que él consideraba "el peor mal del
capitalismo" y la razón por la cual la procura histórica del socialismo era esencial.*
El libre control humano del tiempo disponible y minimizado bajo la contabilidad
del tiempo del sistema del capital, que procura reducir la vida a un conjunto de
decisiones instantáneas sin límite empeñadas en la ampliación de la productividad
y las ganancias en beneficio de la red de intereses establecidos. Bajo esas condiciones,
como observó Marx "el tiempo lo es todo, [en tanto que] el hombre no es nada; él
es, cuando más, un despojo del t iempo"' La existencia vivida de los seres humanos
individuales está subordinada a una entidad abstracta: el acrecentamiento del valor
absoluto.
Así, la "contabilidad truncada del tiempo" del capital tiene sus raíces a el al
acrecentamiento a la enésima potencia de la estricta división del trabajo, con
exclusión de cualquier otra consideración. El sistema del capital contempla las
terribles pérdidas humanas, sociales y ecológicas impuestas por su miope procura
de la velocidad y la cantidad, como meros "efectos colaterales". Por el contrarío,
como Simón Rodríguez —el gran profesor socialista utópico de Simón Bolívar, el
Libertador de América Latina— escribió en 1847: "La división del trabajo en la
producción de bienes sirve apenas para brutalizar a la fuerza de trabajo. Si para
' Albert Einstein, "Why Socialism?", Monthly Review, Vol. 1, N°. 1, mayo de 1949, p. 14. ' Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, op.cit.. Vol. 6, p.127.
20
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
producir tijeras de uñas que sean excelentes y baratas, tenemos que reducir a los
trabajadores a máquinas, mucho mejor sería si cortásemos nuestras uñas con los
dientes".'" Para Mészaros, un énfasis genuino en el autodesarroUo de los seres
humanos permitiría que la jornada de trabajo normal se redujese a veinte horas por
semana o menos, al mismo tiempo que crearía las condiciones para las relaciones
sociales igualitarias.
El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s t ó r i c o insiste en que el sistema del
capital es incapaz de elevarse por sobre la perspectiva del "corto plazo". Esa visión
se vincula a un triple conjunto de contradicciones; (1) su "incontrolabilidad" innata,
derivada de la naturaleza antagonística de su modo de control metabólico social;
(2) su incesante dialéctica de competencia y monopolio; (3) su incapacidad de
integrarse políticamente en el plano global, a pesar de sus tendencias económicas
globalizadoras. Por consiguiente, el sistema del capital manifiesta una profunda
aversión a la planificación.
El resultado es un máximo de despilfarro y destrucción, reforzados por la
degradación incesante del trabajo humano, una tasa de utilización decreciente,
parasitismo financiero acentuado, amenaza creciente de aniquilación nuclear,
aumento de la barbarie" y aceleración de la catástrofe económica planetaria. El 19
de octubre de 1999 Mészaros dictó en Atenas una conferencia pública intitulada
"Socialismo o barbarie" que más tarde fue ampliada y transformada en un pequeño
libro homónimo, publicado en Grecia y en Italia en 2000 y traducido al inglés a
comienzos de 2001 (texto que fue incluido como Capítulo 4 en este l ibro).
Argumentaba allí, mucho antes de los acontecimientos del 11 de setiembre de
2001 , que el mundo había entrado en "la fase potencialmente más letal del
imperialismo". Efectivamente, los Estados Unidos están hoy en guerra con el
planeta entero, en una inútil tentativa de convertirse en el Estado del sistema
capitalista, aun a riesgo de la aniquilación de la propia humanidad.'^
'° Rodríguez citado en Richard Gott, In the Shadow of the Liberador, Verso, Londres, 2000, p. 116. " De acuerdo con el pensamiento socialista inicial, la barbarie no es superada plenamente bajo la "civilización" capitalista, sino por el contrario es llevada adelante y mejorada, y está asociada particularmente a las formas más extremas de explotación y privación de los derechos humanos por medio de la esclavitud, el trabajo forzado, la brutal subordinación de la mujer, las prisiones arbitrarias, las guerras imperiales, el "exterminio de las naciones nativas" y la destrucción ambiental. Es a la barbarie en ese sentido la que, según Mészaros, el sistema del capital está trayendo de vuelta en una escala cada vez mayor. Ver John Bellamy y Brett Clark, "Empire of Barbarism", en Monthly Review, Vol. 56, N» 7, diciembre de 2004, pp. 1-15. " Las observaciones de Mészaros acerca de ese aspecto resultan aun más notorias si se les compara con los vacíos alegatos sobre el fin del imperialismo que constituyen el fundamento de Empire, el tan aclamado libro de Michael Hardt y Antonio Negri. Ver John Bellamy Foster, "Imperialism and 'Empire'" en Monthly Review, Vol. 53, N° 7, diciembre de 2001, pp. 1-9.
21
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El modo alternativo de control metabólico social proporcionado por el
socialismo en su forma más revolucionaria-igualitaria, explica Mészaros en El desaf ío y la carga de l t i e m p o h i s t ó r i c o , requiere de una contabilidad del
tiempo enteramente diferente. El desarrollo sustentable fundamentado en una
"economía nacional" resulta imposible fuera de una sociedad de igualdad sustantiva.
Es necesario un sistema en el que los "productores asociados" se conviertan en el
sujeto y el objeto de la sociedad, en sincronía con el principio formulado con gran
elocuencia por Bolívar de que la igualdad es "la ley de las leyes".' 'Tal cosa sólo se
alcanza mediante una planificación social abarcante — n o prescrita por un mandato
que parte de lo alto, sino surgida de las necesidades colectivas y de la participación
democrática más generalizada.'* El objetivo sería una contabilidad del tiempo
radicalmente alterada, volcada al desarrollo humano cualitativo que trasciende la
disyuntiva actual entre necesidad y productividad. Una revolución que se moviese
en forma decisiva en esa dirección se convertiría en "históricamente irreversible".
No es so rprenden te que Mészaros, quien cuando muy joven recibió
inspiración de la poesía de su compatriota húngaro Attila József, lo cite con frecuencia
en su obra y le dedique en parte este nuevo libro suyo. Fue József, observa él,
quien escribió:
Tras los sacerdotes, los soldados
y los burgueses
al fin nos hemos vuelto fieles
oidores de las leyes'' Es eso lo que representa el desafío y la carga del t iempo histórico: el
surgimiento de una nueva fuerza material a medida que la teoría se apodera de las
masas, que "al fin [se vuelven] fieles oidores de las leyes".
" Simón Bolívar, "Message to the Congress of Bolivia, May 25, 1826", en Selected Works, The Colonial Press, Nueva York, 1951, Vol. 2, p. 603. " Mészaros se basa aquí en Harry Magdoff y Fred Magdoff, "Approaching Socialism", en Monthly Review, Vol. 57, N» 3, julio-agosto de 2005, pp. 19-61. " "On the Edge of the City", en Attila József, The Iion-Blue Vault, Bloodaxe Books, Newcastle upon Tyne, 1999, p. 100. Trad, al castellano de Fayad Jamís.
22
Introducción El desafio y la carga del tiempo histórico
1.
Este libro está dedicado a la memoria de tres grandes seres humanos del siglo
XX: A n t o n i o Gramsci, Atti la Józse f y el Che Guevara: a los setenta años de la
trágica muerte de los dos primeros, y a los cuarenta de la del tercero. Porque,
contra viento y marea, en indoblegable desafío de las trágicas consecuencias que
habían de padecer, afrontaron el reto constante de una época desgarrada por una
sucesión de crisis extremas, y sobrellevaron hasta los últimos límites la carga de su
tiempo histórico. El tiempo en el que se vieron confinados por las circunstancias
más desfavorables, a las que sin embargo fueron capaces de superar gracias a su
dedicación ejemplar y al largo alcance de su visión, en dirección a la perspectiva
adoptada a conciencia del único futuro viable para la humanidad —el socialismo—
que ellos propugnaron apasionadamente.
Gramsci, József y el Che Guevara fueron grandes testigos de la cada vez más
profunda crisis del orden social del capital durante el transcurso del siglo XX.
Tuvieron plena consciencia de la intensidad sin precedentes de esa crisis, que
comenzaba a amenazar a la supervivencia misma de la humanidad. Pr imero,
mediante el violento intento fascista y nazifascista por redefinir las relaciones
internacionales del poder político/militar, v más tarde, en los años finales del Che
Guevara, mediante el nuevo designio agresivo de dominar el orden mundial sobre
una base de carácter permanente, a través del imperialismo hegemónico global de
los Estados Unidos de Norteamérica.
Los t res se d ie ron cuenta con absoluta clar idad de que tan sólo la
transformación social más radical, que instituvera un verdadero c a m b i o e p o c a l , podría ofrecer una salida para la peligrosa sucesión de crisis que caracterizaron al
siglo XX en su totalidad. Dicho cambio epocal se hacía necesario puesto que el
orden establecido continuaba generando la destrucción a todo lo ancho del mundo,
sin que se avistara algún punto final del devastador choque de intereses. Ni siquiera
el espantoso derramamiento de sangre de las dos guerras mundiales parecía poder
establecer una mínima diferencia para los antagonismos fundamentales.
Resultaba completamente irónico, si no algo peor, que los defensores del
orden dominante prometiesen en medio de la primera "Gran Guerra" que los
sacrificios que en ella se padecían estaban destinados "a terminar con todas las
guerras". Pues muy pronto estuvieron en marcha los más siniestros preparativos
para una confrontación aún más destructiva, cobrando fuerzas durante la secuela
de la "Gran Crisis Económica Mundial" de 1929-1933. Las parcialidades rivales
abordaban tales preparativos como autoengañadora garantía contra la posibilidad
23
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de hundirse dentro de otra crisis económica global. La lógica perversa del capital
les imposibilitaba comprender las desastrosas implicaciones a largo alcance del
rumbo de acción que tan ciegamente seguían.
Indudablemente, los preparativos para la nueva guerra dieron sus frutos muy
pronto, y reventaron en 1939 en un conflicto armado global que duró seis años.
Poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos de
Norteamérica se encaminaban de hecho hacia otra grave recesión, a pesar de los
intentos remedíales que perseguía el New Deal de Roosevelt. Pero su activo
involucramiento industrial y militar en la guerra rápidamente invirtió esa tendencia,
y trajo consigo una expansión económica antes inimaginable. Sin embargo, el
surgimiento de los Estados Unidos luego de la guerra como la potencia económica
ostensiblemente más poderosa no resolvió ninguna de las fatales contradicciones
del sistema del capital. Tan sólo le proporcionó a los Estados Unidos la avasallante
ventaja de asumir, en su debido tiempo y de una forma u otra, el papel de la dominación
imperialista que anteriormente ejercieron el imperio colonial inglés y el francés,
relegando al olvido, al mismo t iempo, a las potencias coloniales menores, la
portuguesa y la holandesa. Así, bajo la premisa definitivamente falsa del final de]
imperialismo v el pretendido inicio de la nueva era de la democracia y la libertad
universalmente beneficiosas y a la vez totalmente equitativas, el país con el más
enorme arsenal de destrucción militar, capaz de exterminar fácilmente a la humanidad
en cuestión de horas, proclamó su derecho a dominar el mundo, al principio en el
llamado "siglo de Norteamérica", el XX, y después anunció incluso su firme
determinación de regir durante toda la duración del autodecretado "milenio de
Norteamérica" que nos aguarda.
Gramsci y józsef murieron mucho antes de que los Estados Unidos hubiesen
asumido el papel del h e g e m ó n imperialista global. Pero el Che Guevara ya había
seguido con pasión y perspicacia el desarrollo de la guerra de Vietnam, que apuntaba
hacia esa dirección. Porque en dicha guerra los Estados Unidos de Norteamérica
trataron de imponer su avasallante poderío militar sobre el área que una vez
dominaron los franceses, con la intención de establecer así una cabeza de puente
inexpugnable para sus futuras aventuras al servicio de la dominación global.
Formaba parte del mismo designio imperial en el que los Estado Unidos están
involucrados hoy día en el Medio Oriente, amenazando con extender su agresión
militar en el futuro "indefinido", como ellos dicen, también contra los países que
arbitrariamente denuncian como "el eje del mal", siempre y cuando ese tipo de
acción pueda estar acorde con su conveniencia "prioritaria", amenazando en aras de
ese fin también con el empleo —autocalificado como "moralmente justificado"—
de armas nucleares en contra incluso de potencias no nucleares.
2.
El Che Guevara comprendió muy bien, que la cuestión literariamente vital
no era simplemente cuál país en particular estaba tratando de imponerle a la
humanidad los sufrimientos y sacrificios más horrendos bajo las circunstancias
24
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
históricas prevalecientes. Porque en ese respecto el papel de agresor podía ser
transferido de la derrotada Alemania nazi de Hitler al victorioso antagonista
capitalista, los Estados Unidos de Norteamérica. El punto realmente decisivo no
eran algunas cont ingenc ias históricas, intercambiables y a veces hasta reversibles,
sino las n e c e s i d a d e s es tructura les subyacentes. En otras palabras, el factor
decisivo crucial era la naturaleza incorregible del control sociorreproductivo del
capital, que no podía hallarles ninguna solución a sus propios a n t a g o n i s m o s s i s t émicos insuperables. Por consiguiente, bajo las condiciones del desarrollo
imperialista monopólico la potencia avasalladoramente dominante—si no ésta en
particular entonces cualquier otra—tenía que tratar de imponer su poderío (de
ser necesario, en la forma más violenta, haciendo caso omiso de las consecuencias)
sobre sus adversarios reales o potenciales.
Por eso en la visión del Che Guevara la lucha contra el imperialismo
norteamericano — e n la que sacrificó heroicamente su vida— resultaba inseparable
del empeño irreductible por establecer un nuevo orden social positivamente
sustentable e históricamente viable, a una escala global. Era la única vía factible de
afrontar el desafío de nues t ro t i empo his tór ico , aceptando la carga de la
responsabilidad que de él surgía. Porque solamente el basamento positivo del
nuevo orden social visualizado podía proporcionar la garantía necesaria en contra
del renacer de nuevos antagonismos, más destructivos incluso, en el futuro. Así
que, definitivamente, no había tiempo que perder. La exigente tarea de echar las
bases positivas para ese orden social genuinamente cooperativo, combatiendo la
proliferante difusión de ant iva lores por parte del orden social establecido, tenía
que iniciarse de una vez en el presente, con plena consciencia del hecho de que en
este momento peligroso de la historia lo que está en juego es nada menos que la
supervivencia de la humanidad.
En ese espíritu, y haciendo un llamado a nuestra consciencia de la humanidad,
el Che Guevara se dirigía así al pueblo, en sus años en Cuba: Es necesario tener una gran devoción por la humanidad, un gran sentido de la justicia y la verdad, para no caer en los dogmatismos extremos, en los fríos escolasticismos, en el aislamiento de las masas. Es necesario luchar cada día a fin de transformar ese amor activo por la humanidad en hechos concretos, en acciones que sirvan como ejemplos movilizadores.'^
El Che Guevara compartió plenamente con Gramsci y József la línea de
enfoque que aseveraba la necesidad vital de mantener un compromiso intenso con
los valores perdurables de la humanidad, bajo las circunstancias de una barbarie
cada vez más abiertamente amenazadora. En tiempos de Gramsci, los promotores
de la surgente amenaza fascista no sólo denunciaron repetidas veces en público al
destacado dirigente político italiano, que elevó apasionadamente su voz en nombre
" Epígrafe escogido significativamente por el MST (el Movimiento de los Sin Tierr brasileño) para su "Agenda 2004", el año de su 20° aniversario.
25
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del jiempo hlstdrico
de la humanidad en contra del fascismo, sino que lo sometieron cruelmente a
prisión durante los mejores años de su vida, hasta convertirlo en moribundo.
Para la época de su encarcelamiento, el procurador fascista italiano, inspirado
por Mussolini —antes editor del periódico socialista y ahora renegado— escribía
con brutal cinismo: " D e b e m o s i m p e d i r q u e su c e r e b r o f u n c i o n e durante u n o s v e i n t e años".''Esperaban destruir el espíritu de Gramsci y de esa manera
imposibilitar la difusión de sus ideas. Por el contrario, bajo las circunstancias de
increíble dureza, privaciones y hasta una fuerte enfermedad padecidas en la cárcel
de Mussolini, Gramsci produjo sus Cuadernos de la pr i s ión , una obra magnífica
cuya influencia perdurará por muy largo tiempo. Ciertamente, lo hará hasta que
podamos decir que el poder del capital quedó irremediablemente relegado al
pasado, en el espíritu de lo que previo Gramsci.
En el mismo período en el que Gramsci tuvo que confrontar y soportar las
bestialidades del fascismo, también el poeta húngaro Attila József—que percibió
con su visión profunda y perspicaz las devastadoras perspectivas de la aventura
militar global nazi que se avecinaba— había colocado en el centro de varios de sus
grandes poemas su preocupación apasionada por el destino de la humanidad,
tratando de hacer sonar la alarma en contra de la barbarie en pleno desarrollo,
subrayando que:
nueva infamia se levanta
para hacer a ¡as razas enfrentarse entre sí.
La opresión grazna en escuadrones,
aterriza sobre el corazón viviente, como sobre carroña,
y la miseria se babea a lo largo del orbe,
como ¡a saliva en el rostro de los idiotas."^
Y en un poema dedicado a Thomas Mann, que en ese momento leía de su
propia obra en un acto público en Hungría, József escribió:
Al pobre Kosztolányi'^ enterramos ayer
y, como abrió en su cuerpo el cáncer un abismo,
Estados-Monstruo roen sin tregua al humanismo.
¿Qué más vendrá, inquirimos —las almas de horror plenas—
de dónde nos azuzan nuevas ideas-hienas?
¿Hierven nuevos venenos que quieren infiltrarnos?
¿Y hasta cuándo habrá un sitio en que puedas hablarnos?''^
17 "Per vent'anni, dobbiamo impediré a questo cervello di funzionare". Tomado del Memorando del Procurador fascista, de fecha 2 de junio de 1928. '" Attila József, Os patkány terjeszt kórt mikoztünk (La rata primitiva difunde la peste entre nosotros) 1937. " Dezso Kosztolányi, importante poeta húngaro (1885-1936) muerto de cáncer hacía poco tiempo. ™ Thomas Mann üdvozlése (Saludo a Thomas Mann), 1937. El texto citado aparece en español en el original. Traducción de Payad Jamís.
26
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
Los apologistas del capital hacían —y continúan haciéndolo— todo cuanto
podían a fin de anular la consciencia que tiene el pueblo de su tiempo histórico,
con la intención de eternizar su sistema. Sólo aquellos que tienen un vital interés
en la institución de un orden social positivamente sustentable, y por lo tanto en
asegurar la supervivencia de la humanidad, pueden apreciar rea lmente la
importancia del tiempo histórico en esta coyuntura crítica del desarrollo social.
Gramsci, en el tiempo en que ya estaba gravemente enfermo en prisión, seguía
repitiendo: "El t i e m p o es la cosa más impor tante ; es un s imple s e u d ó n i m o de la vida".^' Los defensores del orden dominante jamás podrán entender el
significado de sus palabras. Para ellos el t iempo no puede tener más que una
dimensión: la del e t e r n o presente . El pasado para ellos no es sino la proyección
hacia atrás y la justificación ciega del presente establecido, y el futuro es tan sólo la
extensión eterna del "orden natural" del aquí y el ahora, tan contradictoria en sí
misma. No importa cuan destructivo, y también autodestructivo, resulte ser ese
"orden natural" que encierra la insensata conseja reaccionaria, constantemente
repetida, según la cual "no hay alternativa". Aviesamente, se supone que a eso
se reduce el futuro.
3 .
Si el pueblo en general aceptase realmente esta concepción del t iempo
apologética del capital, inevitablemente se hundiría en el abismo del pesimismo
sin fondo. Gramsci , incluso cuando sufría persona lmente el mayor de los
padecimientos, y al mismo t iempo percibía la catástrofe nazifascista para la
humanidad a la vuelta de la esquina, se negaba terminantemente a ceder ante el
pesimismo total. A pesar de los nubarrones tan oscuros que cubrían el horizonte,
rechazó vigorosamente la idea de permitir que la v o l u n t a d h u m a n a se viese
sometida por el pesimismo, sin importar cuan desfavorables pudiesen resultar las
situaciones y las circunstancias visibles, que sin duda lo eran en ese momento.
Adoptó como una de sus máximas las palabras de Romain RoUand, que hablaba
de "El p e s i m i s m o d e l i n t e l e c t o y el o p t i m i s m o d e la v o l u n t a d " . "
La convicción de Gramsci, que predicaba el "optimismo de la voluntad",
representaba y representa la irreprimible determinación de una fuerza social radical
de sobreponerse a las tendencias de desarrollo destructivas, inspirada por una
visión sustentable del futuro y en desafío de la relación de fuerzas existente. Las
"personificaciones del capital" se sienten más que contentas de glorificar un eterno
presente "sin alternativas", en el autoengaño de que —tan sólo porque con todos
los medios a su disposición ellas constituyen la sociedad dominante— el proceso
histórico como tal ya ha finalizado. Hasta llegan a pontificar acerca del feliz "fin de
la historia" neoliberal, en fabricaciones de propaganda seudoacadémicas vastamente
' "II tempo é la cosa piú importante: esso é un semplice pseudónimo della vita". Giuseppe Fieri, Vita di Antonio Gramsci, Editori Laterza, Bari, 1966, p. 324. ^ "II pesimismo deU'intelligentzia e l'ottimismo della volontá". G. Fiori, ibid., p. 323.
27
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
promocionadas, a la Fukuyama, predicándose ilusoriamente a sí mismas —las
personificaciones— la consumación de la historia, para siempre libre de conflictos,
a la vez que andan en procura de guerras genocidas.
Sin embargo, el t iempo de los oprimidos y los explotados, con su vital
dimensión de futuro, no puede ser eliminado. Posee su propia lógica de desarrollo,
como el irreprimible tiempo histórico de nuestra era de hacer o r o m p e r . Sólo
la destrucción total de la humanidad podría poner le un final. Este t iempo
potencialmente emancipador es inseparable del sujeto social capaz de afirmar, a
través de su lucha, el "optimismo de la voluntad" de Gramsci, a pesar de toda la
adversidad. Es éste el tiempo histórico real del presente y el futuro que aparece en
uno de los poemas de József:
El tiempo está levantando la niebla, y podemos divisar mejor nuestra cima.
El tiempo está levantando la niebla, lo hemos puesto de nuestra parte,
lo hemos puesto de nuestro lado en la lucha, con nuestras reservas de miseria.'^
Nada ni nadie puede someter o destruir a este tiempo que ayuda a hacer que
los explotados y los oprimidos cobren consciencia de los perfiles de una sociedad
futura radicalmente diferente. No puede haber ilusiones en cuanto a la ardua
ascensión que es necesario emprender si queremos alcanzar la cima en cuestión.
Porque el inhumano, alienante y unidimensional t iempo presente del orden
sociorreproductivo del capital mantiene todavía el control de la situación. Así lo
describe Attila József con gran fuerza evocativa en otro de sus poemas:
Este tiempo presente
es el de los generales y banqueros.
Frío,Jorjado, relumbrante
cuchillo-tiempo.
El cielo chorreante está blindado.
La helada perfora, hiende el pulmón
y el pecho desnudo detrás de los harapos.
En piedra de amolar chirría el tiempo.
Detrás del tiempo ¡cuánto pan silencioso
yjrío!y cajas de hojalata,
y un montón de cosas heladas.
Escaparate-vidrio-tiempo.
Y los hombres gritan: ¿Dónde está la piedra?
¿Dónde el escarchado pedazo de hierro?
¡Arrójaselo! ¡Hazlo trizas! ¡Penetra!
¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! "
Pero sea como sea, al "eterno presente" del capital, junto con su "escaparate-vidrio-tiempo" helado, no les será posible barrer con la aspiración de la humanidad
" Attila József, Szocialislák (Socialistas), 1931. ''•' Attüa József, Fagy (Helada), 1932. El texto citado aparece en español en e! original. Traducción de Fayad Jamís.
28
Istvéín Mészaros: E[ desafio y la carga del tiempo histórico
de establecer un orden social históricamente sustentable mientras todavía existen
la opresión y la explotación en el mundo. Para el momento en que los hayamos
consignado irremediablemente al pasado en nuestro mundo, como lo serán si la
humanidad ha de sobrevivir, el sistema del capital no será más que un mal recuerdo.
4.
El capital no puede to lerar ninguna l imitación a su prop io modo de
reproducción metabólica social. En consecuencia, las consideraciones acerca del
tiempo le resultan totalmente inadmisibles si ellas exigen alguna restricción de su
incontrolable imperativo de expansión del capital. Para ese imperativo no puede
existir ninguna exención. Ni siquiera cuando las consecuencias devastadoras ya
son flagrantemente obvias tanto en el caitipo de la producción con\o en el terreno
de la ecología. La íinica modalidad del tiempo en el que el capital pudiese estar
interesado es el t i e m p o de trabajo e x p l o t a b l e . Este sigue siendo el caso incluso
cuando la implacable explotación del trabajo se torna en a n a c r o n i s m o h i s tór i co gracias al desarrollo potencial de la ciencia y la tecnología al servicio de las
necesidades humanas. Sin embargo, puesto que el capital no puede contemplar
esa a l te rna t iva , porque p rocura r l a r equer i r í a t r ascender las l imitaciones
estructurales fetichistas de su propio modo de operación, el capital se convierte
en el e n e m i g o de la historia . Esa es la única manera como el capital puede
pretender zafarse de su situación de anacronismo histórico.
Así, el capital debe negar y excluir a la historia en su visión del mundo, de
manera que no es concebible que surja siquiera la cuestión de alguna alternativa
histórica a su propio dominio, por anacrónico y peligroso que pueda resultar su
control de la reproducción social —explotador del trabajo— que está, a pesar de
todos los mitos que se construyen desde su seno, muy lejos de ser económicamente
eficiente. Pero el problema radica en que la negación de la historia por parte del
capital no es un ejercicio mental ocioso. Constituye un proceso práctico letal de
acumulación de capital acrecentada, con la concomitante destrucción en todos los
campos, no sólo en el plano militar.
Como sabemos, en la fase ascendente de su desarrollo el sistema del capital
fue enormemente dinámico y de muchas maneras también positivo. Sólo con el
transcurso del tiempo —que objetivamente trajo consigo la intensificación de los
antagonismos estructurales del sistema del capital— se transformó en una peligrosa
fuerza regresiva. Si, no obstante, el orden reproductivo dominante carece de sentido
del tiempo histórico, como resulta ser el caso hoy, ocurre que tampoco puede
percibir siquiera la diferencia, por no hablar de hacer los ajustes necesarios de
acuerdo con las condiciones que han cambiado.
La negación de la historia es el único curso de acción factible, inseparable de
la ceguera del capital ante el futuro dolorosamente tangible que hay que encarar.
Es por eso que el capital no tiene otra alternativa que atropellar al tiempo histórico.
Su brutal conseja de que "no hay alternativa" constituye tan sólo una variante
propagandística de la negación general de la historia que se corresponde con la
29
Istvan Mészaros; El desafio y la carga del tiempo histórico
naturaleza más recóndita del capital en la presente etapa de nuestro desarrollo
histórico. Esta determinación del capital no fue siempre el caso, pero ha llegado a
serlo, inalterablemente. Así, la única manera que tiene el capital para relacionarse
con la historia en nuestro tiempo es a trepe l lar la violentamente.
Tenemos aquí una obvia combinación de contingencia histórica y necesidad
estructural. Si la humanidad tuviese una "infinidad de tiempo" a su disposición,
entonces no sería posible hablar de "atropello del tiempo por parte del capital". La
infinidad del tiempo no podría ser atropellada por ninguna fuerza histórica dada.
Bajo tales circunstancias la "expansión del capital" sería un concepto cuantitativo
inofensivo, sin ningún final a la vista. Pero la humanidad no posee infinidad de
n inguna cosa a su d i spos i c ión , c o m o lo p r e s u m e n a b s u r d a m e n t e las
personificaciones interesadas del capital, y mucho menos de infinidad de tiempo.
Además, hablar de una infinidad de tiempo histórico humano constituiría una
incongruencia grotesca.
Sólo la más insensible de las fuerzas, desprovista de toda consideración
humana, podría ignorar las limitaciones del tiempo. Es esto lo que presenciamos
hoy día de modo característ ico. Resulta ser nuestra contingencia histórica
determinada lo que activa los intraspasables —absolutos— límites estructurales
del capital. Límites estructurales absolutos del sistema del capital que se vuelven
determinaciones destructivas propensas a bloquear el futuro de la humanidad. En
esta coyuntura de la historia el capital no puede ser en modo alguno diferente de
lo que realmente es. Es así como la necesidad estructural del capital se fusiona
devastadoramente con su contingencia histórica ignorada de manera brutal (pero
totalmente en vano). Ello es así precisamente porque el capital no tiene, y no
puede tener, la consciencia del t iempo histórico. Solamente los sistemas de
reproducción estructuralmente ilimitados pueden tenerla. En consecuencia, no
puede haber escape de esta destructiva trampa para la humanidad si no le arrancamos
al sistema del capital mismo su control del proceso metabólico social al que se ha
aferrado por tan largo tiempo.
En el mismo poema del que se tomó el epígrafe de este libro, Attila József
llama nuestra atención hacia la carga del t iempo histórico y a la t remenda
responsabilidad inseparable de ésta. Habla de los seres humanos que deben enfrentar
el gran desafío social e histórico de nuestra época como "fieles o idores de las l eyes" , subrayando que sólo de esa manera podemos calificar como dignos
depositarios del mandato que no ha sido legado en el desarrollo histórico de la
humanidad. Está plenamente consciente, como hay que estarlo definitivamente, tanto
de la continuidad histórica sobre la cual podemos construir nuestro futuro como de
las diferencias vitales que debemos instituir y consolidar debidamente en el proceso
progresivo de la transformación cualitativa. Estas son las palabras de József:
¡a materia real nos ha creado,
echándonos hirrientesj violentos,
en los moldes de esta
30
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
sociedad terribU,
para afincamos, por la humanidad,
en el eterno suelo.
Tras ¡os sacerdotes, los soldados
y los burgueses
aljin nos hemos vueltojieles
oidores de las ¡ejes:
por eso el sentido de toda obra humana
zumba en nosotros
como el vio¡ón profundo ^
El requerimiento vital de ser "fieles o i d o r e s de las l eyes" en el que hace
hincapié József no se refiere simplemente a las leyes hechas por los hombres.
Representa sobre todo la ley absolutamente fundamental de la relación de la
humanidad con la propia naturaleza: el objetivo substrato d e nuestra ex i s tenc ia misma. Este tiene que ser el fundamento definitivo de todo ei sistema de las leyes
humanas. Sin embargo, es la relación que está siendo violada por el capital en
nuestra época de todas las maneras posibles, haciendo caso omiso, irresponsa
blemente, de las consecuencias. No se necesita ninguna visión profetica para
comprender que la violación implacable del basamento natural de la existencia
humana no puede continuar indefinidamente.
5.
Sin duda, las leyes hechas por el hombre están muy involucradas en el proceso
destructivo general. El llamado de József a nuestro sentido de la necesidad
ineludible y la responsabilidad consciente —que exigen que seamos fieles o idores d e las l e y e s — las abarca también.Todo es cuestión de la pr ior idad , y concierne
a la relación entre lo a b s o l u t o y lo re lat ivo . Debería resultarnos perfectamente
obvio cual de los dos deberá tener la prioridad. Podemos invertir su relación
— a b s o l u t i z a n d o lo r e l a t i v o i r responsab lemente , y r e l a t i v i z a n d o l o a b s o l u t o imprudentemente— sólo a nuestro propio riesgo.
Sin embargo, el capital s i empre operó sobre la base de esa inversión. Podría
decirse que el capital es "daltónico" en ese respecto. A causa de su naturaleza más
profunda no podía operar de otro modo que trastocando esa relación vital. Porque
el capital siempre se autodefinió como lo a b s o l u t o , y a cualquier otra cosa, en
relación con su autodeterminación primaria, como lo re la t ivo dependiente y
prescindible. Ciertamente, en un sentido positivo — e n la medida en que tal cosa
se pudo hacer sin consecuencias negativas— ese modo de operación fue siempre
el secreto de su dinamismo y éxito incomparables, barriendo con cuanto pudiese
atravesarse en su camino.
Más aún, de cara a ello parece no haber ninguna razón para que no tenga que
ser así. En principio no hay nada absolutamente reprensible en to rno a la
d e s t r u c c i ó n d e d e t e r m i n a d a s partes o formas d e la naturaleza mediante
^ Attila József, A varos perenién (Al borde la ciudad)^ 1933. Traducido por Fayad Jamís.
31
István Mészaros: El desafio y la car.ga del tiempo histórico
su transformación en alguna otra cosa, incluso si se trata de la combustión o los
productos de desecho. Está ocurriendo en la propia naturaleza, de una u otra
manera, todo el tiempo. El punto es, sin embargo, que para el momento en que el
capital, con su dinamismo irrefrenable que todo lo invade con enorme facilidad,
apareció sobre el escenario histórico, el m a r g e n d e s e g u r i d a d para su impacto
objetivo sobre la naturaleza — i n d e p e n d i e n t e m e n t e de la magni tud de la
destrucción generada por su profusa intervención directa en el proceso del
metabol ismo— era tan i n m e n s o que las implicaciones negativas no parecían
establecer ninguna diferencia. Las cosas resultaron así simplemente porque el
"momento de la verdad" —que necesariamente nace del intercambio entre la
finitud de nuestro mundo natural y c i e r t o t i p o de control reproduct ivo
(inalterablemente dep i l farrador)— todavía estaba muy lejos de estar tocándonos
la puerta. Fue eso lo que les produjo a los autocomplacientes economistas liberales,
incluso en el siglo XX, la asombrosa ilusión de que su sistema calificaría para
siempre para la pomposa caracterización de la " d e s t r u c c i ó n p r o d u c t i v a " (Schumpeter), cuando en realidad ya se estaba viendo cada vez más peligrosamente
infestado por su irreversible tendencia a la p r o d u c c i ó n des truc t iva .
Como todos los valores, la productividad y la destrucción adquieren su
significado sólo en eJ contexto humano, en la relación ¡o más estrecha posible
con las condiciones históricas pertinentes. Lo que convierte a la d e s t r u c c i ó n de la natura leza que hoy presenciamos en un proceso irremediablemente negativo
—y a la larga catastróficamente negativo— es su impacto definitivo sobre la vida
humana en sí misma. Es por eso que, bajo las circunstancias de nuestro tiempo, la
absolutización que hace el capital de lo relativo creado históricamente —su propia
esencia— y la implacable relativización de lo absoluto (la base natural de la vida
humana como tal) resulta mucho peor que jugar a la ruleta rusa. Porque trae
consigo la c er teza abso luta de la autódestrucción de la humanidad, en el caso
de que al proceso de reproducción metabolica del capital, en pleno desarrollo, no
se le ponga un final bien preciso en el futuro cercano, mientras haya tiempo todavía
para hacerlo. El trastrocamiento por parte del capital de la relación objetiva entre
lo absoluto y lo relativo está conduciendo a la humanidad en la dirección opuesta,
sin ni siquiera concedernos la remota posibilidad de tirar del gatillo de la pistola de
la ruleta rusa unas cuantas veces, antes del tiro fatal estadísticamente probable.
Una vez más podemos ver aquí la peligrosa combinación de la contingencia
histórica y la necesidad estructural. El ampl í s imo margen de seguridad original
ha desaparec ido para s iempre . Nuestra contingencia histórica dada ha activado
irreversiblemente y con creces los límites estructurales del capital, tornándolos en
determinaciones inmensamente destructivas propensas a bloquear el futuro. La
necesidad estructural del sistema y la voraz destructividad establecidas están ahora
irresolublemente fusionadas con su contingencia histórica que es anacrónica, pero
el capital, no puede admitirlo. Porque continúa negando la posibilidad de ser histórica
mente superable, desde la altura de su ficticia autoabsolutización.
32
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El imperativo de instituir un sistema sociorreproductivo ilimitado en el futuro
previsible surge de esas condiciones. No hace falta decirlo, no puede existir un
futuro sin s e g u i r fielmente las l eyes . Pero para poder hacerlo habrá que
establecer la adecuada prioridad en nuestro sistema general de leyes. Las leyes del
capital están basadas s i empre sobre la falsa prioridad de invertir la relación entre
lo a b s o l u t o y lo re la t ivo , en aras de absolutizar su propio dominio aun a costa de
la destrucción de la naturaleza; del mismo modo como el capital tenía—y tendrá
s iempre—que negar su determinación histórica a fin de eternizar su propia
dominación del proceso metabólico social. La humanidad jamás necesitó poner
una atención más fiel a la observancia de las leyes que la exigida hoy en esta
coyuntura crucial de la historia. Pero las leves en cuestión han de ser r ehechas rad ica lmente : poniendo en armonía totalmente sustentable las determinaciones
absolutas v relativas de nuestras condiciones de existencia, de acuerdo con el reto
ineludible y la carga de nuestro tiempo histórico.
6.
El siglo XX fue testigo no sólo del primer intento importante de establecer
una sociedad poscapitalista, sino también del derrumbe de ese tipo de sociedad,
tanto en la Unión Soviética como en todo el resto de la Europa del Este. Para
sorpresa de nadie, los defensores a ultranza del orden social del capital celebraron
ese der rumbe como el saludable re torno a su orden "natural" luego de una
desviación errática. Tuvieron las agallas de pretender ahora la permanencia absoluta
de las condiciones establecidas, sin importar todas las perturbadoras señales d'
inestabilidad peligrosa, v haciendo caso omiso de las crisis económica y ecológica
cada vez más protundas y de la guerra más o menos permanente que es endémica
de su sistema.
Resultaría extremadamente ingenuo imaginar que el cambio de un orden
metabólico social del capital a una alternativa históricamente viable pueda tener
lugar sin c o n t r a d i c c i o n e s e inc luso reca ídas penosa s . Po rque n inguna
transformación social en todo el transcurso de la historia humana requirió de un
cambio cualitativo que se le pueda comparar remotamente. Es así no sólo a causa
de la escala y la magnitud casi prohibitivas de la tarea, que involucra a una gran
variedad de grupos nacionales interrelacionados—con su larga historia y sus
tradiciones hondamente arraigadas, así como sus diversos in tereses—en un
escenario verdaderamente g lobal . Lo que resulta radicalmente diferente por sobre
todas las cosas respecto a los cambios his tór icamente presenciados de una
formación social a o t r a - es decir, el cons t i tuyente "no negociable" de la
transformación socialista requerida—es la absoluta necesidad de vencer de manera
permanente todas las formas de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n estructural , y
no solamente de la variedad capitalista. En nuestro tiempo ningún "cambio de
personal", no importa cuan bien intencionado sea en principio, puede siquiera
comenzar a dar cumplimiento a la tarea. En otras palabras, la relación adversar ia l / conf l ic tual entre los seres humanos—que ha resultado a todas luces obvia en
33
e
Istvan Meszaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
toda la historia conocida— es lo que debe ser p o s i t i v a m e n t e d e s p l a z a d o mediante la creación y la consolidación firmemente asegurada del nuevo orden
social. Si no es así, tarde o temprano comenzarán a aflorar y multiplicarse las
contradicciones y los antagonismos incontrolables en el basamento recién
establecido, como realmente lo hicieron en las sociedades de tipo soviético, y al
final las socavaron y las destruyeron.
Tan sólo un compromiso genuinamente crítico —y a u t o c r í t i c o — con el
curso de la transformación histórica socialista puede producir un resultado
sustentable, al ir proporcionando los c o r r e c t i v o s necesar ios a medida que las
condiciones cambien y exijan respuestas para sus desafíos. Marx lo dejó bien claro
desde el comienzo mismo, cuando insistía en que las revoluciones socialistas no
debían eludir el autocriticarse "con implacable escrupulosidad",'*" a fin de poder
cumplir con los objetivos vitales de la emancipación.
El siglo XX marcó una diferencia .significativa con respecto a la advertencia
de Marx. Porque a la luz de siete décadas de e x p e r i e n c i a práct ica sumamente
costosa, la advertencia original de Marx acerca de la necesaria crítica práctica de
nuestras propias acciones —una advertencia que a mediados del siglo XIX no
podía ser más que una exhortación muy general— había adquirido una urgencia
ineludible en el movimiento socialista. Porque, por una par te , dada la crisis
estructural cada vez más profunda de nuestro orden metabólico social establecido,
urge hoy más que nunca que la alternativa socialista se instituya sobre bases firmes,
en contra del asalto de la propaganda autocomplaciente de la ideología dominante,
visible por todas partes. Pero al mismo t iempo, por otra par te , debido a la
contundente evidencia histórica del desarrollo del tipo soviético, y los inmensos
sacrificios que hubo que soportar en sus largas décadas, nadie puede negar hoy día
la necesidad de confrontar "con implacable escrupulosidad" los problemas que
habrán de surgir. Porque sólo mediante el re-examen, a plena consciencia y
autocríticamente comprometido, de los pasos pretendidamente emancipatorios
que se han dado —tanto en el pasado como en el presente— puede volverse
factible la construcción de unas bases del socialismo del siglo XXI más seguras de
lo que resultaron ser las del XX.
Los tres grandes seres humanos a quienes está dedicado este libro han
enfocado la tarea histórica de la transformación socialista con este espíritu crítico
vital. Gramsci y József aseveraron firmemente su creencia en la incondicional
integridad socialista del cambio epocal, no sólo contra la clase adversaria sino
incluso cuando tuvieron que padecer la incomprensión sectaria de su propio bando.
Y el Che Guevara no vaciló en proclamar con gran claridad su desacuerdo
principista con el curso de la acción seguido en la Unión Soviética —indicando
-' Ver Marx, "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", en Marx y EngeJs. Collected Works, vo 11, Londres 1979, p.l06.
34
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
proféticamente que apuntaba en dirección a la restauración capitalista— aunque
ese desacuerdo en voz alta acarreó que se le tildara de hereje y hasta de aventurero.
Como lo subrayó Fidel Castro en una entrevista:
Mi admiración y mi afinidad hacia el Che ha aumentado al ver lo que ha pasado en el campo socialista, porque él se oponía categóricamente al empleo de métodos capitalistas para la construcción del socialismo... [los escritos del Che] tienen un valor enorme y deben ser estudiados, porque yo pienso que el empleo de esos métodos y conceptos capitalistas tuvieron una influencia alienante en esos países. Yo pienso que el Che tuvo una visión profética cuando, ya en aquellos primeros años de los 60, previo todos los retrocesos v consecuencias del método que se estaba empleando para construir el socialismo en la Europa del Este."
De esta manera, después de su muerte las advertencias del Che Guevara
pudieron ejercer una influencia esencial en el período de rectificación de Cuba.
Para citar otra vez las palabras apasionadas de Fidel Castro: Habíamos caído en el pantano de la burocracia, del exceso de nómina, de normas de trabajo que va no tenían vigencia, el pantano del engaño, de la falsedad. Habíamos caído en una cantidad de malos hábitos que hubieran consternado al Che. Si al Che le hubiesen dicho alguna vez que un día, bajo la Revolución Cubana, habría empresas preparadas para robar y aparentar que eran provechosas, el Che se hubiera consternado (...) El Che se hubiera consternado si le hubiesen dicho que el dinero, el dinero se estaba convirtiendo en la preocupación del pueblo, en su motivación fundamental. Él, que tanto nos advirtió en contra de eso, se hubiera
sentido consternado.'*
Los enemigos fascistas de Gramsci querían no solamente " impedir q u e su cerebro func ionase durante u n o s v e i n t e años", sino evitar que ejerciera
alguna influencia en la historia. Como sabemos, fracasaron en ambos sentidos. Al
igual que en el caso del Che Guevara, sus verdugos —para la época el régimen
boliviano, cliente del imperialismo norteamericano— intentaron condenarlo al
olvido, tratando de hacer desaparecer para siempre incluso sus restos mortales.
Hasta en eso fracasaron miserablemente. La influencia del Che Guevara está viva
hoy día no solamente en Cuba sino por todas partes en América Latina —como lo
hemos visto testificado por uno de los movimientos sociales más importantes de
nuestro t iempo, el Movimento dos Sem Terra del Brasil— y aun más allá,
despertando aspiración y solidaridad tanto en las generaciones más viejas como en
innumerable gente joven a todo lo ancho del mundo.
Examinando las décadas más recientes de los desarrollos globales, el cambio
en la relación de fuerzas predominante parecería favorecer indudablemente al
capital. Ello se debe en gran medida no sólo a la ignominiosa capitulación de
''•'' Fidel Castro, "Entrevista con Tomás Borge" (1992), en Clie: A Memoir by Fidel Castro, editado por David Deutschmann, Ocean Press, Melbourne & New Cork, 2006, pp. 215-216. 2* Fidel Castro, "20th Anniversary of the Che's Death" (8 de octubre de 1987), en Che: A Memoir by Fidel Castro, ibid., pp. 194-195.
35
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Gorbachov y sus seguidores en la Unión Soviética, después de su seguimiento de
la estrategia totalmente infundada de "reestructurar el socialismo " mediante la
adopción del "glasnost" y la "perestroika" (que resultaron ser la promoción activa
de la restauración capitalista, seguida de un derrumbe parecido en la Europa del
Este), sino además a una transformación entreguista similar en los part idos
comunistas más grandes de Europa Occidental, notoriamente el francés y el italiano.
Así, para tomar solamente este último caso precisamente porque alguna vez fue el
partido socialista en el que militó Gramsci, las estrategias proclamadas en alta voz
—pero de nuevo totalmente infundadas— del "camino italiano al socialismo" y "el
gran acomodamiento histórico" prometían garantizar una futura transformación
socialista internacional, en la realidad resultaron ser la capitulación incondicional
ante las fuerzas imperialistas del capital internacional, dominadas por los Estados
Unidos, bajo la bandera partidista de los llamados "Demócratas de Izquierda".
Pero cuando vemos lo que ha sido logrado en la realidad, el cuadro luce muy
diferente. Y en modo alguno resulta sorprendente. Porque sobre la base d e la c a p i t u l a c i ó n n o se p u e d e n c o n s t r u i r r e s u l t a d o s p e r d u r a b l e s . Como
ampliamente lo demuestran los anales de la historia social, política y militar, la c a p i t u l a c i ó n n o p u e d e ser n u n c a la base de u n desarro l lo h i s t ó r i c o s u s t e n t a b l e . Ella sólo puede p ropo rc iona r una ganancia uni la teral y el
correspondiente respiro temporal hasta que la próxima ronda de antagonismos
irrumpa en el escenario histórico, en escala creciente y por lo general imponiéndose
con intensidad cada vez mayor. Alguna vez se pudo sostener racionalmente que —
como lo formuló el general von Clausewitz— la guerra era "la continuación de la
política por otros medios". Pero el otro lado de la misma ecuación —que concierne
a la ineluctable reciprocidad de la política y la guerra—jamás fue captada en toda
su dimensión en el pasado, porque sus trágicas implicaciones para la destrucción
total de la humanidad no eran claramente visibles. A saber: que la po l í t i ca (basada en los a n t a g o n i s m o s ) era el h e r a l d o de la guerra necesar ia porque — e n
vista del carácter de no resueltos de los propios antagonismos— tenía que terminar
en la c a p i t u l a c i ó n de u n o de los b a n d o s y en la definitiva ines tab i l idad exp los iva de l resp iro o b t e n i d o .
Tan sólo una r a c i o n a l i d a d s u s t a n t i v a m e n t e f u n d a m e n t a d a — e n
contraste con los "acomodamientos" efímeros logrados en nombre de cualesquiera
"actos equilibradores" impuestos por la violencia o tácticamente racionalizados—
podría mostrar una salida de este c í r c u l o v i c i o s o , a través de la remoción
permanente de todas las formas de adversar iedad antagón ica . El gran desafío
y la gran carga de nuestro tiempo histórico es que la adversariedad antagónica debe
ser remitida al pasado de manera permanente, en aras de dejar atrás también para
siempre el ineluctable — y en nuestra época ineludiblemente fa ta l— círculo
vicioso de la guerra y la política que hemos conocido hasta el presente. Esto significa
refundar radicalmente la política sobre la base de una rac iona l idad sustant iva e h i s t ó r i c a m e n t e sus tentable , a fin de ser capaces de manejar c o n s c i e n t e -
36
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histcírico
m e n t e todos los asuntos humanos en la requerida escala g lobal . Es por eso que
la institución viable del socialismo en el disyuntivo siglo XXI apareció en la agenda
histórica con gran urgencia, imponiendo la necesidad de confrontar las fallas del
pasado "con implacable escrupulosidad" y explorar todas las vías de cooperación
positiva, sobre la única base factible de la i gua ldad sustant iva.
El derrumbe del sistema de tipo soviético no ha resuelto nada de manera
perdurable, ni ciertamente tampoco lo ha hecho el colapso de algunos de los más
grandes partidos comunistas del pasado a todo lo largo del mundo. La tentación
para que el trabajo siga el camino de menor resistencia f a v o r e c i e n d o el o r d e n e s tab lec ido de l capi ta l , indudablemente ha jugado, y continúa jugando, un
importante papel en estos desarrollos. Es así porque el establecimiento del orden
reproductivo socialista, como alternativa viable al existente, constituye una empresa
histórica colosal. Pero seguir el camino más fácil no va a asegurar el futuro del
capital. Porque ese camino es incapaz de producir algo que no sea r e t r i b u c i o n e s cada v e z m e n o r e s para el trabajo, bajo las presentes circunstancias de nuestra
crisis histórica cada vez más profunda, y en última instancia no le producirá n inguna re tr ibuc ión , por cuanto el orden reproductivo del capital está destinado a salirse
de control.
En lo que atañe a los presuntos éxitos del propio capital en su fase histórica
de crisis estructural, en realidad vemos a sus países dominantes involucrados en
guerras genocidas mientras predican cínicamente la democracia y la libertad. En
verdad, lo que estamos presenciando en el Medio Oriente y en todas partes son
conflagraciones a una escala cada vez más destructiva, en lugar de soluciones
perdurables a los graves problemas internos e internacionales del orden de control
del metablismo social del capital.
Muchos de los logros definitivamente autodestructivos del imperialismo
fueron construidos en el pasado sobre la base del genocidio en Norteamérica y
Latinoamérica. Hoy la situación es aún más grave. Porque el imperial ismo
hegemónico global está conduciendo a la humanidad hacia su exterminación.
Tiene que haber otro camino. Los ejemplos de firmeza revolucionaria de Gramsci,
Attila József y el Che Guevara nos muestran ese camino.
Rochester, 1° de enero de 2007.
37
Capítulo 1 La tiranía del imperativo del tiempo del capital
1.1 EL TIEMPO DE LOS INDIVIDUOS Y EL TIEMPO DE LA HUMANIDAD
Ningún individuo, y ninguna forma concebible de sociedad en la actualidad o
en el futuro, puede evadir las determinaciones objetivas v la correspondiente carga
del tiempo histórico, junto con la responsabilidad que obligatoriamente nace de
ellas. En términos generales, quizás la mayor denuncia en contra de nuestro orden
social establecido sea la de que degrada la inevitable carga del tiempo histórico
significativo —el tiempo de vida tanto de los individuos como de la humanidad—
a tiranía del imperativo del tiempo cosificado del capital, sin que importen las
consecuencias.
El modo de reproducción metabólica social que históricamente es el único
que puede tener el capital tiene que degradar al tiempo, porque la determinación
objetiva más fundamental de su propia forma de intercambio humano es la tendencia
irreprimible a la autoexpansión continua, definida por las características intrínsecas
de ese modo de intercambio social como la necesaria e x p a n s i ó n de l capita l ,
alcanzable en la sociedad mercantil solamente a través de la explotación del tiempo
del trabajo. Así, el capital tiene que ser ciego ante cualquier dimensión del tiempo
que no sea la del plustrabajo y el correspondiente tiempo del trabajo explotables
al máximo.
Por eso, el capital tiene que borrar de sus ecuaciones todo posible valor y
significado que surjan potencialmente de las relaciones creadas históricamente y
no vinculadas de manera directa con el imperativo sistémico de la acumulación
del capital. Da igual que el significado y los valores potenciales involucrados tengan
que ver con las relaciones personales de los individuos entre sí como individuos
por separado, o con los grupos sociales de los cuales forman parte los individuos
en particular, o ciertamente con la humanidad en general, siempre y cuando esa
relación pueda y deba ser sometida bajo circunstancias históricas determinadas,
como sucede con nuestro tiempo histórico actual. En este sistema de reproducción,
el significado y los valores adquieren interés legítimo sólo si resultan fácilmente
reducibles a los "v ínculos m o n e t a r i o s " (en lo que respecta a los individuos
aislados) capitalistamente idealizado, o al imperativo de la rentabi l idad en general,
cuando lo que está en juego es la relación de clases de dominación v explotación
estructurales que garantiza la acumulación en el orden social establecido.
Naturalmente, en este contexto nos interesa el t i e m p o h i s tór i co h u m a n o
y no algunas consideraciones "metafísicas" o "cosmológicas" del t iempo. Para
39
István Me'szaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
nosotros las relaciones temporales vinculadas con la cuestión de la "contingencia
cosmológica" —por ejemplo, respecto a la posibilidad de que en sistemas solares
distantes existan otros planetas similares a la Tierra que pudiesen ser capaces de
sostener formas de vida avanzadas: una parte bien conocida de cierta investigación
astrofísica en marcha hoy día— resultan totalmente irrelevantes. Pero centrarnos
en el t iempo histórico humano no significa que en nuestra valoración de las
relaciones temporales significativas sea aceptable cualquier forma de re la t iv i smo. Por el contrario, la cuestión de la n e c e s i d a d h i s tór ica constituye un aspecto
vital aquí, aunque haya que evaluarla de una manera cualitativamente diferente a la
de quienes que, con intención ideológica hostil, tratan de atribuirle una burda
visión determinista mecánica a la concepción del t iempo histórico marxiana,
profundamente dialéctica. Porque el significado nuclear de la necesidad histórica
humana es precisamente que ella resulta ser tan s ó l o h is tór ica , lo que implica
que es en úl t ima instancia " u n a n e c e s i d a d q u e d e s a p a r e c e " ("eine
verschwindende Notwendigkeit", en palabras de Marx^'), y no habría que tratarla
sobre el modelo de las d e t e r m i n a c i o n e s naturales .
Como veremos en el Capítulo 9, con la llegada de la historia humana al orden
natural hace su entrada en escena una dimensión del tiempo radicalmente nueva. A
partir de ese momento aparece en el horizonte la cuestión del s i gn i f i cado , si
bien va a ser necesario un desarrollo histórico muy largo para que los objetivos
emancipadores implícitos en él puedan ser convertidos en realidad y procurados
a c o n c i e n c i a por el pueblo como proyectos humanos articulados históricamente.
El significado en cues t ión es el t i e m p o d e v i d a d e l o s i n d i v i d u o s , potencialmente s ign i f i ca t ivo , surgido en estrecha vinculación con el desarrollo
productivo de la humanidad, que libera progresivamente a los individuos de las
brutales restricciones de su anterior existencia "día a día", y establece para ellos el
poder de hacer e s c o g e n c i a s g e n u i n a s .
La potencialidad de una vida significativa para los individuos sociales surge
porque la humanidad en desarrollo histórico —y automediadora gracias a su
actividad productiva— resulta ser una parte muy e spec í f i ca del orden natural.
En consecuencia, los seres humanos no constituyen un g é n e r o como los animales,
sino un c u e r p o soc ia l complejo hecho de una multiplicidad de i n d i v i d u o s reales . Sin duda los seres humanos, como los animales, poseen un tiempo de vida
l imi tado . Pero —muy a diferencia de los "individuos genéricos" animales— son
capaces también de establecerse a conciencia obje t ivos e spec í f i cos que procurar,
tanto en ocasiones e spec í f icas , en contextos limitados, como igualmente con
cierto tipo de c o h e r e n c i a i n t e r c o n e c t a d a / g e n e r a l , que cubren una parte
más o menos extensa de su tiempo de vida y le confieren significación.
' En la teoría socialista esto significa que uno puede describir los aspectos negados del desarrollo social como históricos^ en el sentido significativo que prevé su supresión práctica.
40
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Más aún, cabe destacar aquí que el cuerpo social más abarcador al que
pertenecen los individuos es la h u m a n i d a d en desarro l lo h i s t ó r i c o , con su
t iempo de vida incomparablemente más extenso que el de los individuos en
particular. En ese sentido el t iempo histórico de la humanidad sobrepasa el
tiempo de los individuos —travendo consigo una dimensión más fundamental del
t i empo— pero en sentido dialéctico a la vez sigue siendo inseparable de éste. En
consecuencia, sólo a través de una relación muy estrecha entre los individuos y la
humanidad es posible establecer un sistema de valores apropiado, y más tarde
desarrollarlo —ampliándolo e intensificándolo— en el transcurso de la historia.
Porque la humanidad no actúa por cuenta propia, sino mediante la intervención de
los individuos en particular en el proceso histórico, inseparablemente de los grupos
sociales a los cuales pertenecen los individuos como sujetos sociales.
Es la relación objetivamente existente entre la humanidad v los individuos lo
que hace posible que se planteen y se practiquen valores mucho más allá del
h o r i z o n t e i n m e d i a t o res tr ic t ivo de los propios individuos en particular. No
nada más en el sentido de que la creciente cantidad de t i e m p o l ibre puesto a
disposición de los individuos por la humanidad en desarrollo productivo —incluso
tan sólo para que perduren las sociedades clasistas de la manera más inicua—
constituye la condición necesaria para sus escogencias alternativas (y los valores
asociados) en expansión, en abierto contraste con su existencia "día a día" en el
pasado más remoto. Lo que resulta directamente relevante aquí es que la diferencia
objetiva entre el tiempo de los individuos y el tiempo de la humanidad constituye
el basamento objetivo del va lor y el contravalor . Porque las p o t e n c i a l i d a d e s de la h u m a n i d a d nunca son idént i cas a las de los individuos, siempre mucho
más restringidos. De lo que podemos hablar realmente en cuanto a e.sa relación es
de un i n t e r c a m b i o reciprocamente enriquecedor entre la humanidad y los
individuos mediante el cual las potencialidades reales de ambos se pueden
desarrollar a plenitud sobre una base permanente. Porque los individuos pueden
adoptar como aspiraciones propias los valores que señalan en dirección a la
realización de las p o t e n c i a l i d a d e s pos i t ivas de la humanidad, y gracias a ello
desarrollarse también positivamente; o, al contrario, pueden hacer escogencias
actuando en contra de las potencialidades positivas de la humanidad v los logros
alcanzados históricamente. En este caso se convierten, claro está, en los portadores
más o menos concientes del contravalor , si bien sus acciones resulten en realidad
entendibles sobre la base de las determinaciones clasistas retrógradas, más que
motivaciones puramente personales, como frecuentemente se las describe en la
filosofía abstracta y en el discurso moral religioso.
Sin duda, las potencialidades positivas de la humanidad sólo se pueden
desarrollar a través de las actividades de los individuos en su inseparabilidad de los
grupos sociales a los que pertenecen. Pero la postulación del valor, basada en la
relación objetiva entre las escalas de tiempo de los individuos en particular y de la
41
humanidad, radicalmente distintas, constituye una parte esencial de ese proceso
de progresión histórica. En ese sentido la a f i rmac ión y n e g a c i ó n de l va lor es, y lo seguirá siendo siempre, un órgano vital del autodesarrollo de la humanidad.
C o m p r e n s i b l e m e n t e , los complejos p rob lemas involucrados en esas
relaciones — y en primer lugar el hecho insuperable mismo de que el t iempo
histórico de la humanidad s o b r e p a s a el t iempo de los individuos— se ven
reflejados durante largo tiempo en la conciencia social como un t r a s c e n d e n -ta l i smo r e l i g i o s o , y asumen al mismo tiempo la forma de p r e s c r i p c i o n e s m o r a l e s a r t iculadas r e l ig iosamen te . La verdadera conciencia de que la
determinación subyacente vital es la relación objetiva entre la humanidad y los
individuos en particular aparece muv tarde en la historia.
En forma filosófica y literaria muy general surge en la segunda mitad del siglo
XVIII (por ejemplo con Kant y Goethe), v en una variante mucho más ampliamente
difundida, dirigida a la conciencia cotidiana en forma no religiosa, tan tarde como
en el siglo XX. Ciertamente, para el momento en que la conciencia de la existencia
real de la humanidad es puesta claramente en el primer plano de la atención en el
siglo XX, se le asocia cada vez más con la conciencia de que lo que se está
describiendo con creciente preocupación no es simplemente la situación casual
de la humanidad, sino el destino de una h u m a n i d a d e n grave p e l i g r o . En otras
palabras, lo que aparece en el horizonte son las amenazas cada vez más tangibles
que afectan la supervivencia misma de la humanidad, debidas a los desarrollos
sociales y económicos en marcha —v crecientemente peligrosos— inseparables
de la imposición de la forma más extremada de contravalor . Así, el pape l de la m o r a l i d a d , en su capacidad de luchar por la realización de las potencialidades
positivas de la humanidad y contra las fuerzas del contravalor atrincheradas
estructuralmente, e inherentes a la crisis estructural del capital que se profundiza,
nunca ha sido tan grande como lo es hoy día. Sólo los tipos de filosofía (v de
política asociada a ellos) más dogmáticos pueden ignorarlo o negarlo explícitamente.
Cuando el propio Kant describió la relación entre los individuos y la
humanidad, identificó con profunda percepción un aspecto sumamente importante
del desarrollo en la significación de la actividad productiva humana misma,
subrayando que el progreso histórico resulta estar tan determinado que todo "debería
ser logrado gracias al trabajo . (. . .) como si fuese el propósito de la naturaleza
que el hombre lo debiese todo a sí mismo". '" Sin embargo, al mismo tiempo
adoptó por comple to el pun to de vista de la economía política — q u e se
corresponde con la perspectiva del capital— en su versión propuesta por el
idealizado "espíritu comercial" de Adam Smith. En consecuencia Kant tuvo que
establecer una d i c o t o m í a insa lvable entre los individuos y la especie humana e
^° Kant, "Idea for a Universal History with Cosmopolitan Intent", en Carl J, Friedrich (ed.), Immanuel Kant's Moral and Political Writings, Random House, Nueva York, 1949, p . 119.
42
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
insistir en más de una ocasión que en su manera de ver las cosas "las facultades
naturales que apuntan al empleo de la razón se verán desarrolladas a plenitud en la
e s p e c i e , no en el individuo".^' Inevitablemente, esa conclusión dicotómica le impuso nuevos dilemas.
Porque tuvo que convenir en que en la administración racional de la sociedad civil
la conciliación entre el egoísmo y la justicia representaba un problema i n so lub le . Como él lo expuso: "La tarea implicada es, por consiguiente, sumamente difícil; en
verdad, resulta i m p o s i b l e una solución total. No es posible imaginar que salga
algo perfectamente recto de una madera tan retorcida como la de que está hecho
el hombre" ." En cuanto a la caracterización que hace Kant de los seres humanos,
resultaba ser muy parecida a la de todos los principales teóricos de la "sociedad
civil", que representaban al "antagon i smo de los h o m b r e s e n la s o c i e d a d " surgiendo directamente de la natura leza h u m a n a misma, y por consiguiente
igualmente insoluble. Para citar de nuevo a Kant; "Quiero dar a entender por
antagonismo la soc iab i l idad asocia l de los hombres, es decir la propensión de
los hombres a entrar en una sociedad, pero esa propensividad está vinculada con
una c o n s t a n t e res i s tenc ia mutua que amenaza con disolver dicha sociedad. Esa
propensividad es aparentemente i n n a t a d e l h o m b r e " . " Así, los elementos
luminosos en el enfoque histórico de Kant se vieron oscurecidos por el imperativo
social del capital de dominar/subordinar a la "sociedad civil" y el estado en la que
ésta encaja, para terminar en la jus t i f i cac ión e x p l í c i t a nada iluminadora de la
d e s i g u a l d a d sustantiva.^*
En las variadas concepciones de "sociedad civil" el lugar de los individuos
sociales reales — j u n t o con sus de te rminac iones de clase y su definitiva
inseparabilidad de la humanidad (que los sobrepasaba sólo en su particularidad
estrictamente constreñida, sin aventurarse en los dominios del trascendentalismo
religioso)— fue ocupado por la imagen de los ind iv iduos ais lados y su "naturaleza
humana" que les fue fijada y estaba d e t e r m i n a d a p o r el g é n e r o . Este tipo de
'1 Ibid., p . 118. '2 Ibid., p . 123. 33 Ibid., p . 120. '* En los propios términos de Kant: "La igualdad general de los hombres como sujetos en un estado coexiste con la mayor de las desigualdades en cuanto al grado de las posesiones tenidas por ellos, trátese de que las posesiones consistan en una superioridad corpórea o espiritual o si no en posesión material. Por tanto la igualdad general de los hombres coexiste también con una gran desigualdad de derechos específicos, de los cuales pueden existir varios. De aquí que la prosperidad de un hombre pudiese depender en gran medida de la voluntad de otro hombre, al igual que los pobres dependen de los ricos, y aquél que sea dependiente debe obedecer al otro como el niño obedece a sus padres, o la esposa al marido, o, de nuevo, así como un hombre ejerce mando sobre otro y como un hombre sirve y otro le paga, etc. Sin embargo, todos los sujetos son iguales entre sí ante la ley, que, como pronunciamiento de la voluntad generaL sólo puede ser una. Esta ley concierne a la forma y no a la materia del objeto respecto ai cual yo puedo poseer un derecho". Kant, "Theory and Practice", en Cari J. Friedrich (ed.), Op.cit., pp. 415-416.
43
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
conceptualización se hacía con la finalidad de proporcionarles a los individuos la
idoneidad para el papel de eternizar y legitimar espúreamente las relaciones
antagónicas/adversariales de "sociabilidad asocial" establecidas. La consecuencia
de esa manera de describir el orden reproductivo del capital, fue que incluso en
las mayores y más comprensivas de tales concepciones de "sociedad civil", como
por ejemplo la filosofía de Kant, la base social para la asignación de valores real
tuvo que ser representada como el misterioso "mundo inteligible" aparte del
t r a s c e n d e n t a l i s m o é t i c o .
Más aún, para el momento en que llegamos al siglo XX, ya no fue posible
seguir negando la estrecha relación entre los individuos y la sociedad —el grado
de dependencia directa entre ambos para su supervivencia misma que ya no era
posible seguir negando— y cualquier intento de aferrarse a la concepción de la
individualidad aislada, en pro de la continuada apologética del capital, se tornó
totalmente insostenible. Y, no obstante, de parte de algunas destacadas figuras
intelectuales, como Max Weber, nos llegó una concepción individualista a ultranza
de las relaciones morales y sociales, con una consideración irracionalista sumamente
deplorable de las arbitrarias decisiones éticas de los individuos aislados, que
glorificaba a sus inexplicables "demonios privados", ^ y por consiguiente socavaba
todas las pretensiones de racionalidad de la filosofía weberiana.
Suponer que la "sociabilidad asocial" sea la base para establecer los valores
determinada por la naturaleza no puede resultar sino contraproducente. Porque
en última instancia tiene que negar la posibilidad de e s c o g e n c i a s a l ternat ivas rea les si ellas entran en conflicto — c o m o harán inevi tablemente— con las
determinaciones destructivas del "e te rno presen te" adversar ial /confl ic tual
prevaleciente. Es la hipótesis sin fundamento del "eterno presente" del capital la
que trae consigo la permanencia circularmente pretendida de la "sociabilidad
asocial". Sin duda, la "sociabilidad" no solamente puede ser "asocial" sino incluso
m u y d e s t r u c t i v a m e n t e a n t i s o c i a l , como bien sabemos. Sin embargo, la
sociabilidad que en real idad conocemos puede ser por igual profunda y
responsablemente social , asumiendo la forma de la c o o p e r a c i ó n genuina.Todo depende de la orientación de la asignación de valores por parte de los individuos
sociales, que pueden ponerse del lado de las potencialidades positivas de la
'= Se supone que los valores en sí conciernen a los individuos tan sólo como meros individuos. Es así como lo expone Weber: "En lo que atañe al individuo, una cosa es el Diablo y otra Dios, y el individuo tiene que decidir cuál es, para él. Dios y cuál el Diablo. Y ello es así para los efectos de todos los órdenes de la vida. ... vayamos a nuestro trabajo y satisfagamos la "exigencia del día", tanto en el nivel humano como en el profesional. Esa exigencia, sin embargo, será clara y simple si cada uno de nosotros encuentra y obedece al demonio que sostiene las riendas de su vida". Weber, Gesammelte Aufsatze zur Wissenschaftslehere, Tubingen, 1922, pp. 545 y 555. Citado en Lukács, The Destruction of Reason, Merlin Press, Londres, 1980, pp. 616 y 618.
44
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
humanidad, o de lo contrario alinearse con los contravalores cada vez más peligrosos
del capital —segíin elijan de entre las alternativas reales a la mano— al enfrentar
o evadir el desafio y la carga de su tiempo histórico.
Si rea lmente queremos salir del círculo vicioso de la adversarialidad
autosustentada del capital , t enemos que cuest ionar las premisas prácticas
prevalecientes del sistema y sus obligadas hipótesis. Una mirada más de cerca a la
es t ructura conceptual de las teorías de la "sociedad c i \ i ] " revelará que sus
c o n c l u s i o n e s —que predican la imposibilidad de crear algo que sea recto a partir
de lo que por naturaleza es torc ido— c o i n c i d e n con sus h i p ó t e s i s . Eso lo
podemos ver en el ejemplo de la filosofía de Kant va citado, en la forma como es
presentada la hipótesis/conclusión de la fatal afinidad entre la naturaleza humana
y el árbol (que se supone torcido por su determinación original). Ni de casualidad
formula la supuesta relación entre ambos de un modo que no sea la perentoria
afirmación contenida en la pretendida hipótesis conclusiva misma.
Para la solución de nuestros graves problemas de cara a la urgencia de nuestro
tiempo histórico resulta vital una ruptura radical con esas concepciones. En ese
respecto el tiempo realmente establecido de la historia de los siglos XX y XXI ha
alcanzado tanto a los individuos como a la especie. Sobre todo porque algunas
poderosas tecnologías productivas v el uso potencial que se les puede dar traen
consigo la necesidad de tomar decisiones extremadamente difíciles y quizás hasta
irreversiblemente peligrosas, que tienen que ver directamente con la cuestión del
tiempo.
Para tomar un ejemplo obvio, los requerimientos energéticos esenciales de
la actividad productiva humana han puesto en agenda la posibilidad de emplear
también centra les nuc leares con ese propósito en este mismo momento, por
no hablar de la muy probable multiplicación de esos requerimientos en un futuro
más d is tan te . Pero incluso si pasamos por alto el inmenso pel igro de la
pro l i f erac ión de armas nuc leares fácilmente accesibles en estrecha conexión
con la tecnología misma, la prop ia escala de t i e m p o alucinante de los procesos
productivos más importantes v sus inevitables residuos —su tiempo de radiación
potencialmente letal contabilizable en m u c h o s miles d e años , es decir cubriendo
el t iempo de vida de incontables generaciones— luce absolutamente prohibitiva.
Existen, por supuesto, personas que en aras de un lucro que no mira más allá de
sus narices no dudan ni por un instante en jugar con la escala t empora l ,
peligrosamente a largo plazo, del tiempo de la radiación nuclear. Otros, en cambio,
rehuyen el problema mismo rechazando sobre alguna base apriorística la posibilidad
de la producción de fuerza nuclear, incluso si la necesidad de ella se torna
abrumadora.
Sin embargo, la cuestión real concierne a la naturaleza del sistema productivo
mismo en el que hay que tomar las decisiones, junto con la capacidad o incapacidad
del sistema en cuestión para dar con la apropiada escala de t iempo de las
operaciones involucradas. Como nos lo enseña toda nuestra experiencia histórica,
45
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
el sistema del capital, aun en su fase histórica marcada solamente por las crisis c o y u n t u r a l e s recurrentes, en contraste con su grave cris is e s tructura l en
nuestro tiempo, se caracteriza por el c o r t o p l a c i s m o a u l tranza , que cubre
apenas unos pocos años en su ciclo de reproducción usual, y en modo alguno
muchos miles de años con la requerida previsión confiable. Más aún, incluso esos
pocos años bajo los acostumbrados procesos de reproducción del capital son
cubiertos solamente de manera adversarial/conflictual y pos t fes tum, a causa
del imperativo sistémico de la acumulación de capital y su ciclo de amortización
asociado a ella. ¿Hasta qué punto puede volverse más problemática esa relación
con el tiempo histórico bajo las condiciones de crisis es tructural del sistema?
Porque esa crisis no puede sino agravar el asunto. En todo caso, dentro del marco
del control del metabolsimo social del capital, bajo todas las circunstancias, resulta
totalmente inconcebible p lan i f i car para miles de años por venir. Y sin una
planificación plenamente conciente y responsable sobre la escala de tiempo más
abarcadura y a mayor plazo, basada en la comprensión apropiada de la ineludible
relación en nuestro tiempo histórico entre las escogencias asignadoras de valor de
los individuos sociales y el destino de la humanidad, no puede haber una solución
viable para todos esos problemas.
La "sociabilidad asocial" constituye el trance histórico de los seres humanos
sólo bajo determinadas circunstancias sociales y económicas, v no su absoluta
predestinación ontológica. Como seres a u t o m e d i a d o r e s , v no como i n d i v i d u o s de l g é n e r o , ellos no solamente son los que padecen las condiciones antagonísticas
de la sociabilidad asocial, sino al mismo tiempo quienes las construyen. Pero lo
que es creado históricamente por los seres humanos —aunque en sus orígenes
bajo las condiciones de los antagonismos sociales incrustados estructuralmente—
puede ser también alterado históricamente y en definitiva remitido al pasado. Mas
la precondición necesaria para el éxito en ese respecto es que los individuos sociales
se involucren en la tarea de superar los antagonismos en cuestión mediante la
institución de un orden social radicalmente diferente e históricamente viable: la
única manera concebible de suprimir los antagonismos estructurales profunda
mente implantados.
Naturalmente, el t iempo histórico de los individuos no puede ser nunca
i d é n t i c o al tiempo de la humanidad. Pero de su diferencia no se deriva que los
dos deban constituir una relación a n t a g ó n i c a , que por ende les imponga la
"condición inconciente de la humanidad" a los individuos en forma de ciegas
determinaciones materiales, como fue la experiencia en el pasado histórico. Ni
tampoco pasa de ser un premio de consolación bien pobre avenirse con semejante
estado de cosas —mientras seguimos estando presos dentro del marco de los
antagonismos aparentemente inconciliables del mundo actualmente existente—
bajo el halo "del otro mundo" del t r a s c e n d e n t a l i s m o r e l i g i o s o .
En verdad el tiempo histórico de ios individuos no necesita estar siempre en
conflicto con las determinaciones objetivas del tiempo histórico de la humanidad.
46
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
Es posible también ponerlo en armonía con el tiempo de la humanidad. Esto es
lograble hoy día si los individuos sociales adoptan concientemente las alternativas
positivas que apuntan en dirección al futuro sustentable de la humanidad. La
especificidad y la urgencia de nuestro t iempo histórico es que no solamente
p u e d e n sino que también d e b e n hacerlo.
1 . 2 L o s SERES HUMANOS REDUCIDOS A "DESPOJO DEL TIEMPO"
Naturalmente, la relación entre los individuos v la humanidad depende
siempre de la manera como la necesaria interacción entre los seres humanos y la
naturaleza sea mediada bajo las circunstancias establecidas por un conjunto de
relaciones sociales determinado históricamente. El problema grave, y en principio
insuperable, para el sistema del capital es que él les s o b r e p o n e a las inevitables
m e d i a c i o n e s de pr imer o r d e n entre la humanidad y la naturaleza un conjunto
de m e d i a c i o n e s de s e g u n d o o r d e n a l i enante s , creando por lo tanto un
c írcu lo v i c io so "eternizado"—así conceptualizado incluso por los más grandes
pensadores de la burguesía— del cual no hav escape posible si se comparte la
perspectiva del capital.
Para indicar muy brevemente'*" la diferencia fundamental en t re las
mediaciones de pr imer o r d e n , siempre inevitables, y las de s e g u n d o o r d e n , capitalistamente específicas, debemos tener en mente que n i n g u n o de los
requerimientos de mediación de primer orden entre los seres humanos y la
naturaleza prescribe las obvias re lac iones de clase de d o m i n a c i ó n y subord i n a c i ó n que son inseparables de las mediaciones de segundo orden del capital, al
contrario de las tergiversaciones teóricas concebidas desde la interesada perspectiva
del capital que adoptaron incluso los más grandes economistas políticos clásicos,
como Adam Smith. Las mediaciones primarias entre la humanidad y la naturaleza
requeridas por la propia vida social se pueden resumir como sigue:
1. la necesaria, y más o menos espontánea, regulación de la actividad reproductiva
b i o l ó g i c a y el tamaño de la p o b l a c i ó n sos t en ib l e , en conjunción con los
recursos disponibles.
2. la regulación del p r o c e s o d e l t r a b a j o mediante el cual el necesario
intercambio de la comunidad establecida con la naturaleza puede producir
los bienes requeridos para la gratificación humana, así como las herramientas
de trabajo apropiadas, las empresas de producción, y el conocimiento
mediante el cual el propio proceso de reproducción puede ser mantenido y
mejorado;
3. el establecimiento de r e l a c i o n e s d e i n t e r c a m b i o a d e c u a d a s , bajo las
cuales las necesidades de los seres humanos, históricamente cambiantes, puedan
' ' Es imposible entrar en detalles en este punto. El lector interesado puede encontrar un estudio de ellos en el Capítulo 4 de Más allá del Capital.
47
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ser vinculadas a fin de optimizar los recursos naturales v productivos a mano,
incluidos los culturalmente productivos;
4. la organización, c o o r d i n a c i ó n y con t ro l de la m u l t i p l i c i d a d d e a c t i v i d a d e s a través de las cuales se puedan asegurar y resguardar los
requerimientos materiales y culturales del exitoso proceso de reproducción
mctabólica social de las comunidades humanas progresivamente más complejas;
5. la a s i g n a c i ó n rac ional de los recursos materiales y humanos disponibles,
luchando contra la t iranía de la escasez mediante la u t i l i zac ión económica
(en el sentido de e c o n o m i z a r ) de los modos v medios de reproducción de la
sociedad establecida;
6. la p r o m u l g a c i ó n y administración de las normas y r e g u l a c i o n e s de la
sociedad establecida en su c o n j u n t o , en conexión con las otras funciones v
determinaciones de mediación primaria.
Las tergiversaciones teóricas ideológicamente más reveladoras de los
desarrollos históricos reales operan de manera tal que se p r e t e n d e que las
mediaciones de s e g u n d o o r d e n del capital —características de los procesos de
reproducción actualmente dominantes— sean las ontológicamente irremplazables
mediaciones de pr imer o r d e n de la interacción metabólica social en sí misma.
De ese modo se les describe como las premisas práct icas vitales, no sólo para el
orden social especítico creado y cambiable históricamente, sino para toda la vida
social concebible en general. Así, se presume que las p r e m i s a s p r á c t i c a s t e n d e n c i o s a m e n t e supues ta s del modo de reproducción social capitalista
ofrecen el basamento firme para las c o n c l u s i o n e s requeridas —como va lo vimos
en la Sección 1.1, en el caso de las "hipótesis/conclusiones" de las que se derivan
las "hipótesis concluyentes" postuladas— que irreparablemente cierran el círculo
sistémico del capital.
Inevitablemente, entonces, si queremos superar la constricción paralizante
del círculo vicioso del capital, constituida en forma de las mediaciones de segundo
orden del sistema, se hace necesario oponernos en su to ta l idad a las premisas
prácticas mismas que no pueden ser convenientemente divididas en comparti
mientos con ilusorios propósitos reformistas. El estruendoso fracaso histórico de
todos los intentos que apuntaban a la reforma del sistema del capital — tanto de
los que alguna vez tuvieron esa intención genuina como los que desde el principio
fueron empleados con el propósito de la mistificación ideológica— halla su
dolorosa explicación en la circularidad negadora entre las mismas premisas
prácticas estructuralmente prejuzgadas v el modo de operación absolutamente
necesario del orden metabólico social del capital, que en esas premisas prácticas
va se veía venir como un conjunto de impera t ivos de r e p r o d u c c i ó n .
Si comparamos las mediaciones de primer orden con las bien conocidas
determinaciones jerárquicas estructurales de las mediaciones de segundo orden
del capital, encontraremos que con el ascenso del capitalismo todo se alteró de tal
manera que quedó irreconocible. Porque la totalidad de los requerimientos
48
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
mediadores primarios hubieron de ser modificados de modo tal que pudieran
ajustarse a las necesidades autoexpansionistas de un sistema de control de la
reproducción social fetichista y alienante, que tiene que subordinar absolutamente
todo al imperativo de la acumulación del capital. Por eso, para poner tan sólo un
ejemplo, el objetivo único de reducir los "costos de producción" tanto materiales
como de trabajo viviente en el sistema del capital, sobre la base de la aplicación
implacable de la c o n t a b i l i d a d de l t i e m p o del capital, v la resultante lucha
contra la escasez, mostraron formidables loaros en un plano. Sin embargo, todo
eso se hizo, con t rad ic to r iamente , nada más para anular por comple to los
pretendidos logros en otro plano a través de la creación de las "apetencias
artificiales" más absurdas v las asociadas escaseces cada vez mayores, al servicio de
la reproducción sumamente despilfarradora del modo de control metabólico social
establecido.
Como resultado de esos desarrollos, el va lor de uso correspondiente a la
necesidad puede adquirir el derecho a la existencia sólo si se amolda a los
imperativos apriorísticos del i n t e r c a m b i o de valores en a u t o e x p a n s i ó n . Por
consiguiente resulta doblemente irónico que una de las principales filosofías de la
época del capital se considere a sí misma paladm del "u t i l i t ar i smo" en un
momento en que toda preocupación genuina por el s erv ic io n o rentab le se ve
implacablemente eliminada v reemplazada por la universal conversión en
mercancías de los objetos v de las relaciones humanas por igual. Ese proceso se
desenvuelve gracias a la marcha hacia delante aparentemente irresistible del "espíritu
comercial" idealizado cuvo triunfo la misma filosofía aprueba de todo corazón.
La racionalización ideológica de esos desarrollos, en sintonía total con las
mediaciones de segundo orden v las premisas prácticas del capital, asume la forma
de la fus ión de algunas líneas de demarcación conceptuales socialmente muv
importantes. La manera de sumergir falazmente el va lor de u s o en el va lor de c a m b i o , para pretender así un logro productivo cuando lo que está claramente en
evidencia es lo diametralmente opuesto —como en el caso del despi l farro y la
d e s t r u c t i v i d a d en escalada, que sus ideólogos idealizan espúreamente como
"destrucción productiva"— constituve un ejemplo notorio de ese tipo de fusión
mistificadora.
Del mismo modo, significativamente, el problema clave concerniente a la
expropiación unilateral de los m e d i o s de p r o d u c c i ó n por las personificaciones
voluntariosas del capital es f u s i o n a d o dentro de la vaga generalidad de los
"accidentes de la distribución desigual de los m e d i o s de subsistencia", y se
elimina así la dimensión de conf l i c to de clase. Como resultado, queda convenien
temente confuso el hecho de que la d i s t r ibuc ión en la sociedad capitalista significa
primero que nada la d i s t r i b u c i ó n de los seres h u m a n o s en clases soc ia les antagón icas , lo que ocasiona obligatoriamente la dominación de la producción
de una manera ordenada jerárquicamente. En ese contexto no podría resultar
sorpresivo que hasta Hegei, el gran pensador dialéctico, fus ione los m e d i o s de
49
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
p r o d u c c i ó n con los medios de subs i s tenc ia , al igual que el trabajo en general
con el trabajo s o c i a l m e n t e d i v i d i d o , a fin de ensalzar lo que él llama el
"capital p e r m a n e n t e un iversa l" ." Uno de los aspectos más degradantes del orden social del capital es que éste
reduce a los seres humanos a una condición cosificada, para así poder amoldarlos
a los estrechos límites de la c o n t a b i l i d a d de l t i e m p o del sistema: el único tipo
de contabilidad —extremadamente deshumanizadora— compatible con el orden
social del capital. Este tipo de desarrollo social sumamente depauperante en el
plano humano se ve justificado teór icamente en forma de una abstracción
ideológicamente reveladora producida por los economistas políticos que vinculan
directamente la i n d i v i d u a l i d a d abs tracta (los individuos aislados) con la
u n i v e r s a l i d a d abstracta (la división y fragmentación capitalista del trabajo
prevaleciente, que se decreta como una regla universal atemporal creada por la
propia na tura leza) . El p roced imien to teór ico r educ to r al ex t r emo de los
economistas políticos —que se abstrae de toda cualidad humana— está basado en
el reduccionismo práctico que subyace al capital, que Marx puso en evidencia al
enfocar la relación objetiva entre el t rabajo c o m p u e s t o y el s i m p l e , y la
subordinación alienante de los seres humanos al dominio de la can t idad y el t i e m p o bajo los imperativos prevalecientes del capital. En palabras de Marx:
La competencia, según un economista norteamericano, determina cuántos días de trabajo simple están contenidos en un día de trabajo compuesto. ¿No supone esta r educc ión de los días de trabajo compuesto a los días de trabajo simple que el trabajo simple sea tomado él mismo como una medida del valor? Si la mera cantidad de trabajo funciona como una medida del valor sin tomar en cuenta la calidad, ello supone que el trabajo simple se ha convertido en eje de la industria. Supone que la subord inac ión del h o m b r e a la máquina o la división al ex t r emo del t rabajo han vuelto iguales los trabajos; que el hombre ha sido ecl ipsado po r su trabajo; que el péndulo del reloj mide ahora la actividad relativa de dos trabajadores con la misma precisión con que mide la velocidad de dos locomotoras. Entonces no deberíamos decir que la hora de trabajo de un hombre vale lo mismo que la hora de trabajo de otro hombre, sino más bien que un hombre vale durante una hora lo mismo que otro hombre durante una hora. El t iempo lo es todo , el hombre no es nada; él es, cuando más, un despojo del t i empo. La calidad ya no inaporta. La cant idad lo decide todo por sí sola; hora por hora, día por día."
Así, dentro del marco del sistema socioeconómico existente se reproducen
una mult ipl icidad de in te rconexiones dialécticas en forma de dual ismos,
dicotomías y antinomias prácticas pervert idoras , que r e d u c e n a los s e r e s
h u m a n o s a una c o n d i c i ó n cos i f i cada (con la cual son llevados a un común
denominador con "locomotoras" y otras máquinas, v se vuelven reemplazables
Hegel, Philosophy of Right, p. 130. Marx, The Poverty of Philosophy, en Marx/Engels, Collected Works, vol. 6, pp. 126-7.
50
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
por ellas), y al ignominioso estatus de " d e s p o j o de l t i e m p o " . Y puesto que la
posibilidad de declarar y realizar en la práctica el v a l o r i n t r í n s e c o y la
especificidad humana de los individuos a través de su actividad productiva esencial
está bloqueada, como resultado de ese proceso de r e d u c c i ó n a l i e n a n t e (que
hace que "un hombre vale durante una hora lo mismo que otro hombre durante
una hora"), el v a l o r como tal pasa a ser un c o n c e p t o e x t r e m a d a m e n t e p r o b l e m á t i c o . Porque, en interés de la r e n t a b i l i d a d capitalista, no sólo no
puede haber espacio para hacer realidad el valor específico de los individuos
sino, peor aún, el c o n t r a v a l o r tiene que prevalecer sin contemplaciones por
sobre el valor y hacer valer su dominación absoluta como la única y solitaria
relación de valor práctica admisible.
La c o n t a b i l i d a d social i s ta alternativa no puede prevalecer a menos que
logre una reorientación radical del proceso de la reproducción social en su
totalidad rompiendo la tiranía del imperativo del tiempo deshumanizador del
capital. Las categorías fundamentales del proceso de reproducción social,
intrínsecas de las vitales mediaciones de primer orden de una interacción dialéctica
sustentable entre la humanidad y la naturaleza en una escala de tiempo histórica
indefinida, han sido subvertidas en el transcurso del desarrollo, especialmente en
los tres últimos siglos bajo los imperativos fetichistas del control metabólico
social del capital. Así, al logro de suma importancia de la humanidad en forma de
un t i e m p o l ibre potencialmente emancipador, encarnado en el p lus trabajo en
producción expansiva de la sociedad —que resulta ser tanto la precondición como
el promisorio depósito para todo futuro avance, una vez despojado de su alienante
cobertura capitalista— se le ha puesto la camisa d e fuerza definitivamente
asfixiante del p lus valor , bajo el imperativo corolario de reducir al mínimo el
t i e m p o de trabajo necesar io , para que sea administrado por la c o n t a b i l i d a d del t i e m p o del sistema, no solamente deshumanizadora sino en términos históricos
también cada vez más anacrónica.
En concordancia, todo lo que no pueda ser amoldado p r o v e c h o s a m e n t e dentro de esos límites tiene que ser condenado, en el mejor de los casos, a resultar
improcedente o inexistente, o ciertamente habrá de ser destruido si le presenta
resistencia activa al paralizador plan represivo del capital, como tiene que hacerlo
cualquier intento que apunte a la institución de una alternativa socialista genuina a
cualquier escala. Si el va lor h u m a n o de los i n d i v i d u o s es sacado categórica
mente de toda consideración, porque el contrava lor asegura mucho mejor la
rentabil idad al disfrazarse de único p roduc to r viable de eficiencia y valor
económicos — y lo hace obligando implacablemente a reducir al mínimo el tiempo
de trabajo, sin que impor ten las consecuencias socialmente destructivas del
desempleo c rón ico— ¿en ese caso cómo podría surgir de las n e c e s i d a d e s humanas de los individuos, d e t e r m i n a d a s cua l i ta t ivamente , la regulación y
la medida de los objetos que hay que producir, como va lores d e u s o que se
correspondan con esas necesidades?
51
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El contravalor rentable debe dictaminar —a toda costa— la m e d i d a en
sintonía con la contabilidad del tiempo capitalista históricamente prevaleciente,
aunado al requerimiento cada \e¿ más anacrónico de r educ ir al mínimo el tiempo
de trabajo necesario, y a la vez hacerlo inseparablemente de la alienante r e d u c c i ó n de los p r o p i o s seres h u m a n o s a u n d e s p o j o de l t i e m p o que se pueda ajustar
a esos parámetros productivos, por una parte, y del tipo de productos —los
bienes rentablemente comercializables que adquieren su raison d'e tre en virtud
de su total amoldamiento a la reductora contabilidad del tiempo del capital— por
la otra. Así, no tendría caso evaluar en relación con las necesidades de los individuos
sociales determinadas cualitativamente la cuestión de q u é t i p o de ob je to s hay
que producir, al mismo tiempo determinando concientemente también el t i e m p o d e d i c a d o a cada p r o d u c t o , lo cual se justificaría no gracias a un mecanismo
económico ciego sino sobre la base de escogencias hechas libremente v surgidas
de la necesidad humana. Se supone que el d e t e r n i i n i s m o e c o n ó m i c o de la
reductora contabilidad del tiempo del capital —que vino a constituir en su propio
t iempo un importante adelanto productivo, pero a partir de cierto punto ha
devenido en peligroso anacronismo histórico— es suficiente para dictaminarlo
t o d o , y también para j u s t i f i c a r p o r d e f i n i c i ó n t o d o c u a n t o p u e d a d i c taminar e x i t o s a m e n t e . No fue gratuito que Hegel expresara la fórmula
definitiva del círculo completo del capital, del cual ni siquiera cabía contemplar
jamás algún escape, diciendo en tono de anuente resignación que "lo q u e es rac ional es real y lo q u e es real es rac iona l" ."
Por eso el concepto de t i e m p o l ibre carece totalmente de sentido para el
capital.Tiene que ser subvertido —v adulterado— convirtiéndolo en"ocio"inátiI,
a fin de hacerlo subsumirse explotadoramente bajo el imperativo general de la
acumulación del capital. Por el contrario, la contabilidad socialista tiene que poner
en primer plano de atención la tarea de hacer siempre el mejor uso del tiempo
libre disponible de la sociedad y además expandirlo óptimamente en el interés de
todos. Es así como se torna posible enriquecer a los individuos sociales de una
manera significativa a través del proceso del ejercicio creativo del tiempo libre a
disposición personal —el t i e m p o d i s p o n i b l e de los individuos, que la sociedad
capitalista omite to ta lmente por neces idad— y s imul táneamente también
incrementa las potencialidades positivas de la humanidad misma como base del
desarrollo individual y social en el futuro.
La expansión product iva del plus trabajo y el t iempo libre empleado
c rea t ivamente const i tuyen los conceptos o r i en tadores impor t an t e s de la
contabilidad socialista, en contraste con el estrecho horizonte del tiempo del plus
valor. La historia de las sociedades de clases estuvo caracterizada siempre por la
e x t r a c c i ó n p o r la fuerza de l p lus trabajo, tanto en su modalidad po l í t i ca
Hegel, Philosophy of Right, p. 10.
52
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
como e c o n ó m i c a , o c ier tamente en combinación de ambas. La extracción
provechosa del plus trabajo como plus valor, característica del orden social del
capital, no altera en lo sustantivo la vieja relación de explotación, sino solamente
su modalidad: convierte en estructuralmente dominante a la expropiación del
plus trabajo impuesta económicamente, reduciendo a los seres humanos —al
servicio de la eterna acumulación de plus valor— a despojo del tiempo. El desafío
histórico es remitir al pasado ese círculo vicioso de la extracción impuesta, mediante
la dedicación racionalmente determinada del t iempo libre a los propósi tos
escogidos concientemente por los individuos sociales.
1.3 LA PÉRDIDA DE LA CONCIENCIA DEL TIEMPO HISTÓRICO
Al revisar los desarrollos teóricos de los últimos ciento cincuenta años
encontramos que la concepción histórica comprensiva de la tradición filosófica
burguesa le cede su lugar a un escepticismo v un pesimismo que se van haciendo
cada vez más impregnantes a partir de las décadas que siguieron a la muerte de
Hegel hasta llegar a nuestro tiempo. Ranke y Alexis deTocqueville marcan el tono,
predicando la equidistancia de Dios a la que todo permanece y la desolación de
nuestra situación inescapable.
El célebre historiador Sir Lewis Namier compendia con escepticismo
pesimista —combinado con el dogmatismo tan seguro de sí mismo de quienes
saben que su clase social tiene las riendas del poder— la antihistórica "filosofía de
la historia" que predomina en la ideología burguesa del siglo XX. Como él lo
expone, tratando de describir los "patrones que se entrecruzan", después de
rechazar la viabilidad de la investigación de las "cont i endas emponzoñadas"
(porque "dicha investigación nos llevaría a p r o f u n d i d a d e s inescrutab les o al
vac ío etéreo"): "no hay más sentido en la historia humana del que existe en los
cambios de las estaciones o los movimientos de las estrellas; o si hubiese algún
sentido, escaparía a nuestra percepción".*"
Con la adopción de esos puntos de vista, todos los logros genuinos de la
tradición de la Ilustración en el campo de la teoría histórica quedan completamente
trastocados. Porque las figuras más destacadas de la Ilustración intentaron trazar
una línea de demarcación significativa entre la naturaleza que rodea al h o m o sapiens y el mundo hechura humana de la interacción social, a fin de hacer
entendibles las especificidades, regidas por leves, del desarrollo histórico que se
origina de la prosecución de los objetivos humanos. Pues bien, en contraste total,
incluso la racionalidad y la legitimidad de esas reñexiones son negadas con
categórica firmeza. Así, se suprime radicalmente la temporalidad histórica y el
territorio de la historia humana es sumergido en el mundo cósmico de la naturaleza,
en principio "carente de significado".
*" Sir Lewis Namier, Vanished Supremacies: Essays on European History, 1812-1918, Penguin Books, Harmondsworth, 1962, p. 203.
53
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
Se nos dice que sólo podemos comprender la historia en términos de la
inmediatez de la apar ienc ia — d e manera que la cuestión de tomar el control de
las d e t e r m i n a c i o n e s es tructura les subyacentes porque se captan las l eyes s o c i o e c o n ó m i c a s en acción no puede plantearse n u n c a — mient ras nos
resignamos a la conclusión paralizante de que "si hubiese algún sentido" no lo
podr í amos hallar en las re lac iones sociales h i s tó r i camen te producidas e
históricamente cambiables, moldeadas según los propósitos humanos, sino tal vez
en la naturaleza cósmica, puesto que aquél siempre "escaparía a nuestra percepción".
Naturalmente, el escepticismo pesimista de las teorías de ese tipo —que , sin
embargo, no vacilan en constituirse en férreas castigadoras de toda "concepción
general" (ejemplificado también por las andanadas "posmodernas" en contra de los
"grandes relatos")— no necesita oponerse a la práctica social en general en nombre
del "retiro del mundo", por otra parte estipulado como necesario. La necesidad de
ese retiro surge sólo cuando está involucrado un cambio estructural importante
—con referencia a alguna concepción general rad ica l— en la acción promulgada.
Puesto que todo puede estar contenido dentro de los parámetros del orden
establecido, no es preciso condenar la "unidad de la teoría y la práctica" como una
de las tantas alegadas "confusiones" de Marx. Por el con t ra r io , bajo esas
circunstancias se le puede elogiar como un aspecto altamente positivo de la empresa
intelectual. Así lo hallamos, de hecho, en la observación de Sir Lewis Namier
según la cual "es admirable cuánto se agud iza nuestra p e r c e p c i ó n cuando el
trabajo está al servicio de un p r o p ó s i t o p r á c t i c o de interés absorbente",
refiriéndose a su propio estudio, La caída de la monarquía de los Habsburgo , fruto de su trabajo "en los Departamentos de Inteligencia, primero bajo, y después
dentro, del Foreign Office".'*'
Así, el escepticismo histórico, no importa cuan extremado, es bastante
selectivo en sus diagnósticos y en la definición de sus objetivos. Porque si el aspecto
en estudio implica la posibilidad de prever transformaciones estructurales de
envergadura, entonces predica la "carencia de sentido" de nuestra situación y la
ineludibilidad de la conclusión de que "si hubiese algún sentido, escaparía a nuestra
percepción". Por otra parte, no obstante, cuando la cuestión es cómo sostener con
todos los medios y medidas necesarios al orden establecido, a pesar de sus
antagonismos, v cómo dividir los despojos de (o cómo llenar el vacío creado por)
el moribundo imperio de los Habsburgo, ese "propósito práctico de interés
absorbente", al servicio de los Departamentos de Inteligencia de otro imperio
condenado a morir, el británico, milagrosamente se "agudizará su percepción" y
pondrá en reposo al incómodo estorbo del escepticismo.
Lamentablemente, es así como termina la búsqueda emancipadora de la
tradición de la Ilustración en la historiografía moderna burguesa. Los grandes
*' Ibid., p. 7
54
Istvan Mészaros: El desafío y la carga de! tiempo histórico
representantes de la burguesía en ascenso trataron de hallar el conocimiento
histórico dilucidando el poder para "hacer la historia" del sujeto histórico humano,
si bien no pudieron llevar consistentemente adelante su indagación hasta la
conclusión originalmente intentada. Ahora cada constituyente de su enfoque por
separado tiene que ser liquidado.
La idea misma de "hacer la historia" ha quedado descartada, con desprecio no
disimulado por todos aquellos que pudiesen estar acariciando la idea todavía, puesto
que la única historia que debería ser contemplada es la que ya está hecha, y que se
supone permanecerá con nosotros hasta el fin del tiempo. Por consiguiente, si
bien es correcto y apropiado hacer la crónica de "La caída del imperio de los
Habsburgo", la legitimidad intelectual de la investigación de las tendencias y
antagonismos objetivos del desarrollo histórico que presagian la inevitable
disolución de los imperios inglés v trances — o , en la misma tónica, también de las
estructuras de posguerra pol i t icamente/mil i tarmente mucho más mediadas y
esparcidas del imperialismo avasalladoramente dominado por los Estados Unidos—
tiene que ser declarada completamente fuera de consideración.
Del mismo modo, el renuente reconocimiento de las limitaciones de los
individuos para imponerle al desarrollo histórico las decisiones de política de
estado "de interés absorbente" adoptadas, no conduce a una captación más realista
de las reciprocidades dialécticas en acción entre los individuos v sus clases en la
consti tución del sujeto histórico, ni al reconocimiento de los inescapables
parámetros c o l e c t i v o s de la acción históricamente pertinente. Por el contrario,
acarrea la disección escéptica v la total eliminación del sujeto histórico, con
devastadoras consecuencias para las teorías que pudiesen ser construidas dentro
de esos horizontes. Porque una vez que el sujeto histórico ha sido arrojado por la
borda, no solamente la posibilidad de h a c e r la h i s t o r i a sino también la de
c o m p r e n d e r l a deben cor re r el mismo des t ino , como ace r t adamente lo
reconocieron las grandes figuras de la Ilustración mientras trataban de encontrarles
soluciones a los problemas que tenían delante.
Y finalmente, el resultado final irónico de todo esto para los historiadores
involucrados es que su propia empresa, también, pierde por completo su "raison d'etre". Una condición que ellos mismos se echaron encima en el curso de su
intento por socavar las bases de aquellos que se negaban a abandonar los conceptos,
es t rechamente in terconectados , de "sujeto histórico", "hacer la historia" v
"comprender la historia", y también al romper necesariamente con todos los
vínculos con los aspectos positivos de la tradición filosófica a la que pertenecen.
Al final, la "salida" que les queda es la generalización e idealización arbitrarias
de una dudosa postura intelectual que, en su búsqueda de una escéptica seguridad
en sí mismos, tiene que volverse en contra no sólo de su adversario social sino
incluso en contra de su propio linaje.
Tratan de ocultar las contradicciones de las soluciones a las que llegan tras la
ideología de la "carencia de sentido" universal, aunado a la viabilidad aparentemente
55
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
manifiesta de presentar, en cambio, "patrones" con "integridad" descriptiva: la más
inescapablemente autoderrotista de todas las aspiraciones, y justifican su evasión
programática de los temas más amplios —de los cuales no es posible eliminar la
cuestión de cómo hacer entendibles las tendencias y las necesidades que nacen de
la procura, por parte de los individuos, de sus fines socialmente demarcados—
sobre la base de que esos temas per tenecen más bien a las "profundidades
inescrutables" de los misterios cósmicos.
Si buscamos las razones desalentadoras que están detrás de la trayectoria de
esta marcha atrás radical —desde la preocupación en la Ilustración por el significado
humano y su progresiva realización en la historia, hasta la apoteosis del pesimismo
cósmico y la carencia de sentido universal— salta a la vista un factor específico,
que se destaca de todos los demás por su importancia decisiva e irreversible, que
afecta directamente a la tradición filosófica en cuestión en sus fases de desarrollo
cualitativamente alteradas. Concierne a las condiciones objetivamente dadas Y las
posibilidades de emancipación, así como también a las variadas constricciones
sociales involucradas en sus concepciones bajo diferentes circunstancias históricas.
En verdad, la búsqueda emancipadora de la gran tradición histórica de la
Ilustración padeció de las coacciones que indujeron a sus principales representantes
a abandonar la cuestión del sujeto histórico definido (o indefinido) de manera
abstracta y nebulosa. Ello se debió en parte a las presuposiciones individualistas de
los filósofos per tenecientes a esa tradición, v en par te a la heterogeneidad
potencialmente antagonística de las fuerzas sociales a las que estuvieron vinculados
en la fase de las confrontaciones históricas dada. Así, lo que nos encontramos aquí,
incluso bajo las circunstancias más favorables para la ar t iculación de las
concepciones históricas burguesas, es la presencia —a! principio latente, pero
creciendo inexorablemente— de antagonismos sociales insuperables que hallaron
su camino hasta el núcleo estructural de las respectivas síntesis filosóficas.
Comprensiblemente, entonces, el cierre del período histórico en cuestión,
en la secuela de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, trae a la luz un
logro verdaderamente ambivalente. Por una par te , origina la mayor de las
concepciones burguesas de la dinámica de la historia, en el nivel de generalización
más elevado, que anticipa autoritativamente dentro de los confines de las categorías
abstractas de sus horizontes la lógica objetiva del desenvolvimiento global del
capital, aunado a las percepciones verdaderamente epocales del papel primordial
del trabajo en el desarrollo histórico. Por otra parte, sin embargo, también produce
la expansión antes inimaginable del arsenal mis t i f i cador de la ideología.
Significativamente, ambas cosas se combinan en la síntesis internamente
desgarrada, y en sus propios términos extremadamente problemática, del sistema
hegeliano; con su "sujeto/objeto idénticos" y su "astucia de la razón" en lugar del
sujeto histórico real; con la reducción del proceso histórico al "círculo de círculos"
del "progreso único del concepto" que se genera a sí mismo, en su construcción
del edificio de categorías de La c i enc ia de la lóg ica al igual que en la pretendida
56
s
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
"teodicea verdadera" de La f i losofía de la historia; y con la supresión de la
temporal idad histórica en la coyuntura crítica del presente , para terminar
contradiciéndose a sí mismo con la mayor mentira de todas en una teoría que
aparenta ser histórica —a saber, que "Europa es a b s o l u t a m e n t e el fin de la historia"**^— luego de definir la tarea de la Historia Universal como la demostración
de "cómo el Espíritu llega al r e c o n o c i m i e n t o y a d o p c i ó n de la Verdad"/ ' En ese sentido, de la mano de la consolidación del orden social después de la
Revolución Francesa vinieron algunas transformaciones conceptuales altamente
significativas. Al principio, los historiadores burgueses reconocieron la sustancia
sociohistórica v el valor explicatorio de las " luchas de clases", si bien trataron
de insertar ese concepto en un marco general cada vez más conservador. Más
tarde, sin embargo, todas esas categorías se vieron descartadas por completo como
"conceptos del siglo XIX", y se las atribuyeron característicamente a Marx (aunque
el propio Marx nunca pretendió la originalidad al respecto) a fin de poder zafarse
de su propia herencia cultural sin ruborizarse. La búsqueda de la emancipación
por parte de la Ilustración sufrió el mismo destino de verse relegada al pasado
remoto en todos sus aspectos fundamentales, a los que, cada vez más, se hace
referencia como — e n el mejor de los casos— una "noble ilusión".
Cuando, "desde el punto de vista de la economía política" (que representa la
perspectiva del orden establecido del capital), la interrogante es ¿cómo preven ir que la historia sea hecha por las clases subordinadas como adelanto de un nuevo
orden social?, el pesimismo histórico de la "creciente carencia de sentido" y el
escepticismo radical que trata de desacreditar la vieja idea de "hacer la historia"
están en perfecta sintonía con los intereses materiales e ideológicos dominantes.
Al mismo tiempo, sin embargo, las fuerzas sociales comprometidas en la lucha por
la emancipación del dominio del capital no pueden ni abandonar el proyecto de
"hacer la historia" ni la idea de instituir un nuevo orden social. No a cuenta de
alguna inclinación malsana hacia el "holismo" mesiánico, sino simplemente porque
la realización de tan siquiera sus o b j e t i v o s i n m e d i a t o s más limitados —como
comida, techo, cuidados básicos de la salud y educación, en lo que respecta a la
inmensa mayoría de la humanidad— resulta bien poco concebible si no se desafía
radicalmente al orden establecido cuya naturaleza misma las r emi te , p o r neces idad , a su impotente posición de subordinación estructural dentro de la
sociedad.
1.4 TIEMPO LIBRE Y EMANCIPACIÓN
La emancipación humana es factible sólo sobre la base de una concepción
histórica que rechace no solamente cualquier idea de d e t e r m i n i s m o material ista
« Hegel, The Philosophy of History, p. 103. " Ibid., p. 53.
57
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
m e c á n i c o , sino además el tipo de c ierre de la historia filosófico idealista que
encontraremos en la monumental visión del mundo de Hegel. Porque cuando
Hegel declara en un tono de anuente resignación que "lo q u e es rac ional es real y lo q u e es real es rac ional" (como vimos antes), a fin de justificar su aceptación
de la necesaria r e c o n c i l i a c i ó n c o n el presente , equiparando al mismo tiempo
la pretendida "realidad racional" de lo existente con la pos i t i v idad , le pone un
cierre arbitrario a la dinámica misma de la historia en el "e t erno p r e s e n t e " apriorísticamente anticipado de su sistema especulativo, apartándose así también
de su búsqueda emancipadora original concebida en el espíritu de la Ilustración.
En contraste con el determinismo mecanicista v con el idealismo especulativo,
la propugnación socialista de una emancipación real no tendría ningún sentido si
no afirmase el carácter r a d i c a l m e n t e i l imi tado de la h is tor ia . ¿Porque cuál
sería el quid de enfatizar el potencial emancipador positivo de que la humanidad
desarrolle productivamente el t i e m p o l ibre , puesto en uso creativo por los
individuos sociales en el transcurso del desarrollo histórico, si el p r o c e s o general de la transformación histórica iba a ser inevitablemente prejuzgado según los
estrechos límites del determinismo mecanicista (o "determinismo materialista"),
o si no por las grandilocuentes proyecciones a priori del "Espíritu Mundial" que
vendría a ser io mismo.'
Por eso Marx insiste, en su concepción d ia léc t i ca del carácter radicalmente
ilimitado de la historia, enfrentada a todas las formas de cierre ideológico
de te rmin i s t a , en que todo proceso y escenar io específico or iginado por
determinación histórica es so lamente histórico, y por consiguiente cuando llegue
el momento debe cederle su lugar a una etapa del desarrollo más avanzada —y
para los individuos sociales también potenc ia lmente más enr iquecedora y
satisfactoria—cada vez en mayor sintonía con la emancipación de la humanidad
apuntalada en la producción. Así, al revés de lo que afirman las tendenciosas
tergiversaciones de las opiniones de Marx— a quien se le condena falsamente a
cuenta de su presunto "determinismo económico", que de hecho resulta ser el
enfoque teórico de los economistas políticos fuertemente criticados por Marx —
cuando él subraya el poder aplastante de la base material lo hace con muy claras
especificaciones. Porque pone de relieve que la base material de la transformación
social logra su dominación paradójica bajo las c o n d i c i o n e s h i s t ó r i c a m e n t e d e t e r m i n a d a s del orden social del capital, cuando —gracias al desarrollo
productivo de la humanidad— algunas potencialidades emancipadoras importantes
se abren al horizonte, aunque terminen por verse frustradas y socavadas por los
destructivos antagonismos internos del capital, y precisamente con la intención de
poner en libertad esas potencialidades productivas positivas, Marx le contrapone
a las determinaciones estructurales antagonísticas del capital la alternativa
emancipadora socialista, como un modo de control metabólico social cuyo objetivo
no es nada más r e e m p l a z a r a c o n c i e n c i a el poder de la base material
históricamente específica del capital, articulada en forma de las determinaciones
58
Istvan Mészaros: jj^desaftb y la carga del tiempo histórico
aniversalmente cosificadoras de la sociedad mercantil, sino que además tiene como
objetivo derrocar la preponderancia de vieja data de la base material en general. Es
ese el significado del discurso de Marx acerca de la h is tor ia real de la humanidad
T su " r e i n o d e la l i b e r t a d " , en contraposición al "reino de la necesidad"
abrumadoramente dominante en lo que él llama la prehis tor ia de la humanidad.
A la t iranía del i m p e r a t i v o d e l t i e m p o d e l c a p i t a l la comple ta
apropiadamente la escala omniabarcante del desarrollo en el arbitrario cierre de la
historia. Así, si se quiere lograr la quiebra del imperativo del tiempo del capital es
imprescindible afirmar con toda la fuerza — n o solamente en las concepciones
teóricas alternativas, sino sobre todo mediante la amplia estrategia práctica de la
transformación revolucionaria— eJ carácter radicalmente iÜmitado de Ja historia
desafiando a conciencia el marco jerárquico establecido de las relaciones sociales
estructuralmente predeterminadas y afianzadas. En ese sentido la tiranía del
imperativo de} tiempo áe) capital, prácticamente impuesto en eJ proceso de
reproducción social por medio de la alienante c o n t a b i l i d a d de l t i e m p o del
sistema, v la tiranía del c ierre h i s t ó r i c o del capital, se mantendrán en pie o
caerán juntas.
El carácter radica lmente i l imitado de la historia creado históricamente
es inseparable en sí mismo de la singular condición de la a u t o m e d i a c i ó n de la
humanidad con la naturaleza a través de la historia. Es muy real en el sentido de
que no puede existir manera alguna de p r e d e t e r m i n a r sobre base permanente
las formas v modalidades de la automediación humana, precisamente porque se
trata de una au to -med iac ión . Las complejas condiciones dialécticas de esa
automediación a través de la actividad productiva sólo pueden ser satisfechas —
puesto que constantemente están siendo creadas y recreadas— en el transcurso
de la propia automediación. Es por eso que todos los intentos de producir sistemas
de explicación de la historia perfectamente autocontenidos y convenientemente
cerrados resultan, o bien en alguna reducción arbitraria de la complejidad de las
acciones humanas a la burda simplicidad de las determinaciones mecánicas, o bien
en la imposición idealista de uno u otro tipo de t r a s ce nden ta l i smo a priori sobre la i n m a n e n c i a del desarrollo humano.
Gracias a la producción del t i e m p o l ibre de la humanidad en escala creciente
en el transcurso de la historia, se hace posible originar la emancipación real y la
igualdad sustantiva de los individuos sociales. Así, los individuos no tienen que
resignarse al premio de consolación idealista de "la forma y no la mater ia del
objeto respecto al cual yo puedo poseer un derecho",^''^ como estipulaba Kant en
una cita anterior: un premio de consolación noblemente concebido, pero por
naturaleza propia completamente ilusorio. Un premio que está condenado a ser
por siempre ilusorio porque ha sido vaciado de toda significación futura por la
realidad deshumanizadora del modo de reproducción social del capital, no sólo
" Ver la nota N° 6 más arriba.
59
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
respecto a su c o n t e n i d o , sino también a su forma.Y así seguirán las cosas mientras
el sistema del capital sobreviva.
En el transcurso del desarrollo de la humanidad la n e c e s i d a d natural le va
cediendo progresivamente su lugar a la n e c e s i d a d creada h i s t ó r i c a m e n t e , mientras que en su debido momento la propia n e c e s i d a d h i s tór ica se convierte
en n e c e s i d a d p o t e n c i a l m e n t e innecesar ia gracias a la vasta expansión de la
capacidad productiva y la riqueza real de la sociedad. Por ende, al representar la
condición primordial de la emancipación realmente posible hallamos que la
necesidad histórica es en verdad "una necesidad m e r a m e n t e histórica": una
necesidad obligadamente en desaparición o "evanescente'"*^' que debe ser concebida
como inherentemente trans i tor ia , en contraste con el carácter absoluto de las
determinaciones estrictamente naturales, como la gravedad . Ei desplazamiento
progresivo de la necesidad natural por la necesidad creada históricamente abre la
posibilidad del desarrollo universal de las fuerzas productivas, involucrando a la
"tota l idad d e las actividades"''^''que a su vez continúan siendo siempre el eje
de las r e l ac iones de i n t e r c a m b i o ( como el necesa r io i n t e r c a m b i o d e act iv idades) , al contrario de la visión fetichista del in tercambio de mercancías metido de contrabando hasta en los rincones más recónditos de la historia del
pasado, y g ra tu i tamente proyectado hacia el e t e rno futuro por los hayeks
apologizadores del capital de este mundo.
La "tendencia universalizadora del capital", que transfiere las condiciones de
producción objetivas al plano de los intercambios g loba le s , dentro del marco de
la división internacional del trabajo y el m e r c a d o m u n d i a l , distingue al sistema
de! capital "de todas las etapas de producción previas"."*^ Sin embargo, puesto que
las condiciones de la producción están, como resultado, por fuera de las empresas
industriales en particular —por fuera incluso de las corporaciones trasnacionales
y los monopolios de estado más gigantescas— la "tendencia universalizadora" del
capital resulta ser en verdad una bendición muy variopinta. Porque si bien crea por
una parte la genuina p o t e n c i a l i d a d d e la e m a n c i p a c i ó n h u m a n a , por la otra
representa la mayor de las complicaciones posibles —lo cual implica el peligro
incluso de colisiones totalmente destructivas— ya que las condiciones necesarias
de la producción y el control resultan estar p o r fuera, es decir, pesad i l l e sca -m e n t e e n todas partes y en n inguna . En vista de ello, la mayor de las pesadillas
sería esperar que la "mano invis ib le" ponga el orden en todas las contradicciones
y destructivos antagonismos caóticamente encadenados del e n t r e t e j i d o s is tema del capita l , cuando no pudo hacer lo que se suponía que haría, a pesar de la
confianza sin límites que en ella depositaron Adam Smith, Kant, Hegel y muchos
otros, en una escala mucho más modesta en los siglos pasados.
'''' Marx, Grundrisse, p. 832. « Ibid., p. 528. " Ibid., p. 540.
60
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
La desengañadora verdad es que la tendencia universalizadora del capital no
puede n u n c a llegar a fructificar dentro de su propio marco. Porque el capital
tiene que decretar que las barreras que él no puede traspasar —a saber, sus
limitaciones estructurales más internas— constituven los límites insuperables de
toda la producción en general. Al mismo tiempo, lo que en verdad debería ser
reconocido y aceptado como límite inviolable y condición vital del desarrollo en
marcha —es decir, la naturaleza en toda su complejidad como el basamento de la
existencia misma de la humanidad— queda descartado por completo en la
sistemática subyugación, degradación v definitiva destrucción de la naturaleza.
Ello es así porque los intereses rematadamente ciegos de la expansión del capital
tienen que denegar incluso las condiciones más elementales de la vida humana
directamente arraigadas en la naturaleza. En consecuencia, en ambos casos, es
decir tanto en lo referente a lo que el capital se niega a reconocer: sus propios
límites estructurales, como en lo que atañe a su impacto incorregiblemente
destructivo sobre la naturaleza: el sustrato vital de la propia vida humana, lo que
hay que hacer es r o m p e r c o n c i e n t e m e n t e con las determinaciones al servicio
de sí mismas del sistema del capital.
Las mismas consideraciones son válidas para el mito de la "g lobal izac ión", promocionado con fervor de misioneros por los ideólogos del capital como una
versión de la "mano invisible" más digerible para nuestra época. Cuando ellos
proyectan los beneficios globales supuestamente generalizados, en conjunción
con el mercado mundial, pasan por alto o deliberadamente tergiversan que lo que
realmente existe —y ha existido por muy largo t iempo— está lejos de ser universal
y equitat ivamente beneficioso, sino que por el contrar io es un " m e r c a d o mundia l" d o m i n a d o imper ia l i s tamente . Fue establecido como un conjunto
de r e l a c i o n e s de p o d e r sumamente inicuas, que operan siempre en favor del
más fuerte y de la dominación implacable — d e ser necesar io , incluso el
somet imiento militar d i r e c t o — y la explotación del más débil . Un orden
"globalizado" constituido sobre una base así, bajo la estructura de mando general
del estado moderno, sólo puede empeorar las cosas. Por eso, también a este
respecto, sin una ruptura c o n c i e n t e con el modo de control metabólico social
del capital el p o t e n c i a l e m a n c i p a d o r p o s i t i v o de largo alcance de los
intercambios reproductivos globales de la humanidad no puede llegar a fructificar
realmente.Tan sólo el empleo creativo del tiempo libre por los individuos sociales,
en procura de los objetivos libremente escogidos por ellos, puede ocasionar el
resultado beneficioso tan necesitado.
La producción de t i e m p o l ibre en el transcurso de la historia, como la
condición necesaria de la emancipación, constituye un gran logro colectivo. Como
tal resulta inseparable del desarrollo progresivo de la humanidad, de la misma
manera como el c o n o c i m i e n t o —y el c o n o c i m i e n t o c ient í f i co históricamente
acumulativo, directamente relevante para el proceso de la reproducción social—
es inconcebible también sin el sujeto colectivo de la humanidad, que se extiende
61
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histdrlco
por sobre toda la historia. Pero el capital expropia para sí el caudal de todo el
conocimiento humano, y arbitrariamente le confiere legitimidad tan sólo a las
partes de éste que pueden ser explotadas lucrativamente —incluso de la manera
más destructiva— mediante su propio modo de reproducción fetichista.
Naturalmente, el capital se relaciona con el tiempo libre de la humanidad
producido históricamente de la misma manera. Así, sólo la fracción de éste que
resulta ser directamente subsumible bajo las determinaciones explotadoras de la
"industria del ocio" puede ser activada insertándola en el proceso de la expansión
rentable del capital. Sin embargo, el tiempo libre de la humanidad no es una noción
especulativa sino muy real y por naturaleza propia una potencialidad inagotable.
Existe como el t i e m p o d i s p o n i b l e de los individuos sociales, virtualmente
ilimitado —por ser generosamente renovable y expandible— v capaz de ser puesto
en utilización creativa por ellos como individuos que se autorrealizan, a condición
de que los propósitos significativos a cuyo servicio están sus acciones surjan de sus
propias deliberaciones autónomas. Es ésa la única vía para convertir los potenciales
emancipadores de la humanidad en la actividad liberadora de todos los días.
62
Capftulo 2 La incontrolabilidad y destructividad
del capital globalizante"^
Vivimos en una época de crisis histórica sin precedentes. Su gravedad se
puede medir por el hecho de oue no estamos frente a una crisis cíclica del
capi ta l i smo más o menos extensa como las que experimentamos en el pasado,
sino a la crisis estructural cada vez más profunda del propio s is tema del capita l .
En sí esta crisis afecta—por primera vez en la historia—a la totalidad de la
humanidad , y si q u e r e m o s que la humanidad sobreviva exigirá cambios
rotundamente fundamentales en la manera como se controla eí metabolismo social.
2 .1 LA EXTRACCIÓN DEL PLUSTRABAJO EN EL "SISTEMA ORGÁNICO DEL
CAPITAL"
Los elementos constitutivos del sistema del capital (como el capital monetario
y el capital mercantil, al igual que la producción esporádica de mercancías) se
remontan a miles de años atrás en la historia. Sin embargo, durante la mayor parte
de esos milenios se mantuvieron como partes subordinadas de los sistemas de
control metabolico social específicos que prevalecieron históricamente en su
debido momento , incluidos la propiedad de esclavos y los modos feudales de
producción y distribución. Sólo durante los siglos más recientes, bajo la forma
capitalista burguesa, pudo el capital hacerse valer con éxito en su papel como
"sistema orgánico" que todo lo abarca. Para citar a Marx:
Hay que tener en mente que las nuevas fuerzas de producción y las nuevas relaciones de producción no surgieron de la nada, ni caveron del cielo, ni nacieron de la matriz de la Idea que se postula a sí misma; sino desde dentro y en antítesis con el desarrollo de la producción existente y las relaciones de propiedad tradicionales heredadas. Así como en pleno sistema burgués toda relación económica presupone que cualquier otra relación existe bajo forma económica burguesa, y cuanto se postule constituye también una presuposición, igual sucede con todo sistema orgánico. Este sistema orgánico mismo, como totalidad, posee su presuposiciones, y su desarrollo hacia la totalidad consiste precisamente en la subordinación a la que somete a todos los elementos de la sociedad, o en la creación de los órganos que todavía le hacen falta; es así como llega a ser históricamente una totalidad.*''
" Publicado por primera vez como Introducción para la edición en persa de Más allá del Capital, en otoño de 1997. La presente traducción ha actualizado algunas fechas para la debida concordancia con el cambio de siglo. *' Marx, Grundrisse, p, 278.
63
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
De esa manera, gracias a que zafó a sus viejos constituventes orgánicos de las
trabas de los anteriores sistemas orgánicos y a que demolió las barreras que
impedían el desarrollo de algunos constituyentes nuevos vitales,"" el capital como
sistema orgánico que todo lo abarca pudo hacer valer su dominio durante los tres
últimos siglos como una producción de mercancías generalizada. Al reducir y
degradar a los seres humanos al estatus de meros "costos de producción" como
"fuerza de trabajo necesaria", el capital pudo incluso tratar al trabajo viviente como
apenas una "mercancía comercializable" como cualquier otra, v someterlo a las
determinaciones deshumanizadoras de la compulsión económica.
Las anteriores formas de intercambio productivo de los seres humanos entre
ellos mismos y con la naturaleza estuvieron orientados en su totalidad hacia la
producción para el USO, con un alto grado de a u t o s u f i c i e n c i a como su
determinación sistémica. Ello les imprimió una gran vulnerabilidad ante los
principios reproductivos fuertemente contrastantes del capital, que ya operaban,
si bien al comienzo en una escala muv pequeña, dentro de los confines de los
viejos sistemas. Porque n i n g u n o de los elementos constitutivos del sistema
orgánico del capital en desarrollo dinámico estuvo jamás en n e c e s i d a d (ni en
verdad era capaz) de confinarse a sí mismo dentro de las constricciones estructurales
de la autosuficiencia. El capital, como sistema de control metabólico social, pudo
surgir V triunfar sobre sus antecesores históricos porque abandonó toda clase de
consideración de las necesidades humanas ligadas a las limitaciones de los va lores d e u s o , que no son cuantificables, v les impuso a éstos ú l t imos—como el
prerrequisito absoluto de su legitimación para convertirse en objetivos de la
producción aceptables—los imperativos fetichistas del v a l o r d e c a m b i o , cuantif icable y en e x p a n s i ó n c o n s t a n t e . Es así como nació la forma
históricamente específica del sistema del capital: su variante capitalista burguesa. Tenía que adoptar el modo abrumadoramente e c o n ó m i c o de extracción del
plustrabajo como p lusva lor estrictamente cuantificado—en contraste con las
formas de extracción de p lustrabajo tanto precapital ista como poscapital i s ta de tipo soviético, que fue primordialmente po l í t i ca—que para la época era con
mucho la vía más dinámica de realizar el imperativo expansionista del sistema
victorioso. Más aun, gracias a la perversa circularidad del sistema orgánico del
capital consumado a plenitud —en el cual "toda relación económica presupone la
existencia de otra bajo forma económica burguesa" v "cuanto se postule constituve
también una presuposición" - el mundo del capital pudo asentar también sus
pretensiones de ser una "jaula de hierro" eternamente inoxidable, de la cual no
sería factible ni concebible alguna escapatoria.
Sin e m b a r g o , la absoluta neces idad de satisfacer e x i t o s a m e n t e los
requerimientos de la expansión incontenible —el secreto del avance irresistible
'" Sobre todo sobreponiéndose a la prohibición de la compraventa tanto de la tierra como del trabajo, lo que aseguró el triunfo de la alienación en todos los campos.
64
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
del capital— había traído consigo también una limitación histórica insuperable. Lo
fue no sólo para la forma sociohistóricamente específica de cap i ta l i smo burgués,
sino además para la viabilidad del s i s tema de l capital en general. Porque ese
sistema de control del metabolsimo social o bien lograba imponerle a la sociedad
su lógica expansionista implacable y en definitiva irracional, sin importar con cuan
devastadoras consecuencias, o bien tenía que adoptar algunas constricciones
razonables que contradijeran directamente su determinación más profunda como
sistema expansionista irrefrenable. El siglo XX presenció muchos intentos fallidos
que apuntaban a la superación de las limitaciones sistémicas del capital, desde el
keynesianismo al t ipo de in tervencionismo estatal soviético, junto con las
conflagraciones políticas y militares que ellos originaron. Y no obstante, todo cuanto
dichos intentos pudieron lograr fue la "hibridación" del sistema del capital, si se le
compara con su forma económica clásica —con implicaciones extremadamente
pTobWmáticas para el futuro— pero na soluciones estructuralmente viables.
2 . 2 IRREFORMABILIDAD, INCONTROLABILIDAD Y DESTRUCTIVIDAD
Resul ta a l t a m e n t e s ignif icat ivo en es te r e s p e c t o q u e , de hecho
—e independientemente de todo el triunfalismo que ha celebrado en años recientes
tanto las míticas virtudes de una "sociedad de mercado" idealizada (para no
mencionar la utilización propagandística apologética que se le ha dado al concepto
de un "mercado social" totalmente ficticio) como el "fin de la historia" bajo la
hegemonía ya nunca cambiable de los principios capitalistas liberales —el sistema
del capital no puede verse consumado como sistema g lobal en su forma propiamente
capitalista; es decir, haciendo prevalecer un iversa lmente el modo de extracción
V apropiación de plustrabajo v plusvalor abrumadoramente e c o n ó m i c o . En el siglo
XX el capital fue obligado a responder a crisis cada vez más extensas (que acarrearon
hasta dos guerras mundiales antes inimaginables) aceptando la "hibridación" —en
forma de una intromisión del estado cada vez mayor en el proceso de reproducción
socioeconómica— como salida de sus dificultades, ignorando los peligros a largo
plazo que el correctivo adoptado guardaba para la viabilidad del sistema. De manera
característica, los intentos de hacer retroceder el reloj (incluso hasta la época tan
atrás en la historia de un Adam Smith burdamente tergiversado) son notorios entre
los defensores a ultranza del sistema del capital. Asi, los representantes de la "derecha
radical" continuaron fantaseando acerca de "hacer retroceder las fronteras del estado",
aunque en la realidad la tendencia claramente observable es la contraria, debido a la
incapacidad del sistema para garantizar la expansión del capital a la escala requerida
sin la administración de dosis cada vez mayores de "ayuda e x t e r n a " por parte del
estado en una u otra forma.
Puede que el capitalismo haya ganado el control en la antigua Unión Soviética
v en la Europa del Este; pero resulta totalmente erróneo decir que el estado
presente del mundo es el dominio exitoso del cap i ta l i smo en todas partes, si
65
Istva'n Mészaros: £1 desafio y la carga del tiempo histórico
bien es cierto que está bajo el dominio del capital . Porque en China, por ejemplo,
el capitalismo se ha instaurado con todas sus fuerzas tan sólo en "enclaves"
costaneros, dejando a una enorme mayoría de la población (es decir, bastante más
de un millardo de personas) por fuera de su marco. E incluso en esas áreas limitadas
de China donde sí prevalecen los principios capitalistas, la extracción económica
del plustrabajo tiene que ser apuntalada mediante constituyentes fuertemente
políticos, para poder mantener el costo del trabajo artificialmente bajo. De modo
parecido la India —ot ro país con una población inmensa— está sólo parcialmente
bajo la administración exitosa del metabolismo socioeconómico regido de manera
capitalista, dejando hasta ahora a la enorme mayoría de la población en una situación
muy diferente." Hasta en la antigua Unión Soviética sería por demás inexacto
hablar de la exitosa restauración del capitalismo en todas partes, a pesar de la total
dedicación de los entes políticos dominantes a esa tarea durante por lo menos los
últimos doce años. Más aún, la fallida "modernización" del llamado "tercer mundo",
en conformidad con las recetas propagadas durante décadas por los países
"capitalistas avanzados", subraya el hecho de que enormes cantidades de personas
— n o solamente en Asia sino también en África v Latinoamérica— no hayan podido
ser llevadas a la tierra prometida del milenio capitalista liberal. Así, el capital no
podría conseguir adaptarse a las presiones que nacen del final de su "ascenso
histórico" si no regresa a su propia fase de desarrollo progresivo, abandonando por
completo el provecto capitalista liberal, a pesar de toda la mistificación ideológica
al servicio de sí misma que afirma lo contrario. Es por eso que hoy día debería
resultar aun más obvio que nunca que el blanco de la transformación socialista no
puede ser únicamente el c a p i t a l i s m o , si es que se quiere lograr un éxito
perdurable: tiene que ser el propio s i s tema del capital .
El sistema, en todas sus formas capitalistas o poscapitalistas, está (y tendrá
que continuar estándolo) o r i e n t a d o hac ia la e x p a n s i ó n y guiado por la
a c u m u l a c i ó n . " Naturalmente, lo que está sobre el tapete en este respecto no es
un proceso trazado para la creciente satisfacción de la necesidad humana. En
cambio, sí lo es la expansión del capital como un fin en sí misma, al servicio de la
' ' Enormes cantidades están apenas sobreviviendo (cuando lo logran) en el "día a día" de la "economía tradicional", y el número de los que permanecen completamente marginados, aunque todavía con la esperanza —mayormente en vano —de un empleo de algún tipo en el sistema capitalista, casi reta a la imaginación. Así, "Mientras el número total de personas desempleadas registradas con cambios de empleo llegó a 336 millones en 1993, el número de personas empleadas en el mismo año según la Comisión de Planificación llegó tan sólo a 307.6 millones, lo que significa que el número de personas desempleadas registradas es mayor que el número de personas empleadas. Y la tasa de aumento porcentual del empleo es casi desestimable". Sukomal Sen, Working Class of India: History of Emergence and Movement 1830-1990, With and Overview up to 1995, K.P. Bagchi & Co., Calcuta, 1997, p. 554. '- La crisis de acumulación crónica como grave problema estructural ha sido puesta de relieve en varias ocasiones por Paul Sweezy y Harry Magdoff.
66
István Mészaros: E.I desafío y la carga del tiempo histórico
preservación de un sistema que no podría sobrevivir si no hace valer constantemente
su poder como un modo de reproducción expandido. El sistema del capital es
a n t a g o n í s t i c o en su fuero in te rno , debido a la subordinación estructural
jerárquica del trabajo al capital que usurpa —v tiene que usurpar siempre— el
poder de tomar decisiones. El antagonismo estructural prevalece en todas partes,
desde los "microcosmos" constitutivos más pequeños al "macrocosmo" que abarca
las estructuras y relaciones reproductivas más amplias. Y precisamente porque el
antagonismo es e s t r u c t u r a l , el sistema del capital es —y tendrá que serlo
siempre— i rreformable e i n c o n t r o l a b l e . El fracaso histórico de la socialde-
mocracia reformista proporciona un elocuente testimonio de la irreformabilidad
del sistema; y la crisis estructural que se profundiza, con sus peligros para la
supervivencia misma de la humanidad, pone muy en relieve su incontrolabilidad.
C i e r t a m e n t e , resul ta inconcebible in t roduc i r los cambios fundamentales
requeridos para remediar la situación sin superar el destructivo antagonismo
estructural tanto en los "microcosmos" reproductivos como en el "macrocosmos"
del sistema del capital como modo de control metabólico social que todo lo
abarca. Y eso sólo puede lograrse si se pone en su lugar una forma de reproducción
del naetaboslimo social radicalmente diferente, orientada hacia el redimensiona-
miento cualitativo y la creciente satisfacción de la necesidad humana; un modo de
intercambio humano controlado no por un conjunto de determinaciones materiales
fetichistas sino por los propios productores asociados.
2 . 3 LA TRIPLE FRACTURA INTERNA DEL SISTEMA
El sistema del capital está caracterizado por una triple fractura entre:
1. la producción v su control,
2. la producción y el consumo, y
3. la producción y la circulación —nacional e internacional— de los
productos.
Como resultado, es un sistema irremediablemente "centr í fugo" en el que
cada una de las partes en conflicto e internamente antagónicas tira en dirección
muy diferente.
En las teorías formuladas desde el punto de vista del capital en el pasado,
los correctivos para la dimensión c o h e s i v a fallante fueron concebidos en su
totalidad de manera ilusa. Primero, por Adam Smith, como "la mano invisible",
que supuestamente convertiría a las intervenciones políticas por parte del estado
V sus polí t icos —condenadas expl íc i tamente por Smith como sumamente
dañinas— en totalmente superfluas. Luego, Kant ofreció una variante del "espíritu
comercial" de Adam Smith propugnando la realización de una "política moral", a
la espera (por demás ingenua) de que la acción del "espíritu comercial" trajese no
solamente beneficios económicos universalmente difundidos, sino además un
reinado de la "paz perpetua" políticamente loable, dentro del marco de una armoniosa
67
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
"Liga de las Naciones". Y más tarde, en la culminación de esa línea de pensamiento,
Hegel introdujo la idea de la "astucia de la razón", atribuyéndole el desempeño de
una función muy parecida a la de "la mano invisible" de Adam Smith. Sin embargo,
en total contraste con Smith — v reflejando la situación de mucho mavor
desgarramiento en su propio t i empo— Hegel le asignó directamente el papel
totalizante/universalista de la Razón en los asuntos humanos al estado- nación,
desdeñando la creencia de Kant en el reinado de la "paz perpetua" por venir. Pero
también insistió en que "lo Universal ha de ser hallado en el Estado, en sus leyes, sus
disposiciones universales y racionales. El Estado es la Idea Divina existente sobre la
Tierra",'^ ya que en el mundo moderno "el Estado como imagen y realidad de la
Razón se ha vuelto objetivo". '* Así, hasta los más grandes pensadores que
conceptualizaron esos problemas desde el punto de vista del capital tan sólo pudieron
ofrecer algunas soluciones idealizadas para las contradicciones subyacentes: es decir,
para la triple fractura definitivamente irresoluble antes mencionada. Sin embargo, al
menos han reconocido por implicación la existencia de dichas contradicciones, al
contrario de los apologistas del capital de nuestros días —como los representantes
de la "derecha radical", por ejemplo— que jamás admitirían la existencia de algo que
necesite correctivo sustantivo en su apreciado sistema.
2 .4 EL FRACASO DEL CAPITAL EN LA CREACIÓN DE SU FORMACIÓN DE
ESTADO GLOBAL
Dada la determinación interna centrífuga de sus partes constitutivas, el sistema
del capital sólo podía hallar una dimensión cohesiva, y sumamente problemática
ésta, bajo la forma de sus formaciones de estados nacionales. Estos últimos
representaban a la abarcadora/ totalizadora estructura de mando política del capital,
que demostró ser apropiada para su papel a través del ascenso histórico del sistema.
Sin embargo, el hecho de que esa dimensión cohesiva remedial estuviese articulada
históricamente en forma de estados naciones muy lejos de ser benevolentes y armoniosos entre sí, con el menor deseo posible de actuar en conformidad con el
imperativo kantiano de la "paz perpetua" por venir, significó que en la realidad el
estado estuviese en verdad "infectado de contingencias"'^ en más de una forma.
Primero, porque las fuerzas de destrucción a la disposición de la contienda
militar se han vuelto absolutamente prohibitivas, privando así a los estados-naciones
de su opción final para resolver los antagonismos internacionales más abarcadores
en forma de una nueva guerra mundial.
Segundo, porque el fin del ascenso histórico del capital ha puesto en evidencia
el irracional carácter despilfarrador y destructor del sistema también en el plano
" Hegel, The Philosophy of History, p. 39. 5" Hegel, The Philosophy of Right p. 223. 5= Ibid., p. 214.
68
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histcSrico
de la producción/* intensificando así la necesidad de garantizar nuevas salidas para
los bienes del capital a través de la dominación hegemónica/imperialista, bajo
condiciones en que la manera tradicional de imponerla va no puede ser considerada
una opción fácilmente a mano; no solamente por razones estrictamente militares
sino también a causa de las graves implicaciones de pasos como ése para una
potencial guerra comercial de carácter global.
Y tercero, porque la contradicción, hasta hace relativamente poco velada,
entre la voluntad irrefrenablemente expansionista del capital (que tiende a la total
integración global) y las formaciones de estado articuladas históricamente —como
estados-naciones compet idores— ha saltado a la luz, afianzando no sólo la
des truc t iv idad del sistema sino también su i n c o n t r o l a b i l i d a d .
No es de extrañar, entonces, que el fin del ascenso histórico del capital en el
siglo XX haya traído consigo también la profunda crisis de todas sus formaciones
de estado conocidas.
En nuestros días se nos ofrece, como una solución automática de todos los
problemas y contradicciones que enfrentamos, la varita mágica de la "global i -zac ión". Esa solución es presentada como una completa novedad, como si el
tema de la globalización hubiese aparecido en el horizonte histórico hace apenas
una o dos décadas, con su promesa de benevolencia universal a la par con aquella
noción alguna vez similarmente aclamada v reverenciada de la "mano invisible". Y
sin embargo en la real idad el s istema del capital se estuvo desplazando
inexorablemente hacia la "globalización" desde su inicio. Porque , dada la
irrefrenabilidad de sus partes constitutivas, no era posible concebir que existiese
otra forma de completarse a sí mismo exitosamente distinta a la de un sistema
global que lo abarque todo. Por eso el capital tenía que tratar de demoler todos los
obstáculos que se interpusieran en el camino de su pleno desenvolvimiento; v
tendrá que seguir haciéndolo hasta tanto el sistema sobreviva.
Es ahí donde se hace claramente visible una gran contradicción. Porque si
bien el capital t iende en su ar t iculación product iva — e n nues t ro t i empo
f u n d a m e n t a l m e n t e m e d i a n t e la acción de c o r p o r a c i o n e s n a c i o n a l e s / trasnacionales gigantes— hacia una integración global (y en ese sentido real v
sustantivamente dirigida hacia la globalización), la configuración vital del "capital
social total" o "capital global" está en la actualidad totalmente vacía de su apropiada
formación de estado. Es eso lo que contradice abiertamente la determinación
intrínseca del sistema mismo como inexorablemente global e irrefrenable. Así, el
"estado del sistema del capital" faltante demuestra por sí mismo la incapacidad del
capital para llevar a su conclusión definitiva la lógica objetiva de la irrefrenabilidad
del sistema. Esa es la circunstancia que tiene que poner bajo la sombra del doloroso
* Schumpeter solía elogiar al capitalismo —con mucha autocomplacencia —como un orden reproductivo de "destrucción productiva"; hoy día sería mucho más correcto caracterizarlo como un sistema de "producción destructiva".
69
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
fracaso a las expectaciones optimistas de la "globalización", sin eliminar, sin embargo,
al problema mismo —a saber, la necesidad de una integración verdaderamente
global de los intercambios reproductivos de la humanidad— para el cual sólo es
posible prever una solución socialista. Porque sin ésta, el antagonismo y la
confrontación hegemónica obligadamente cada vez más letales de las principales
potencias que compiten por las vías de salida requeridas, no pueden terminar sino
en catastrófica amenaza para la supervivencia de la humanidad. Por poner un solo
ejemplo, dentro de dos o tres décadas la economía de China (aun a la presente tasa
de desarrollo) está destinada a sobrepasar en mucho a la fuerza económica de los
Estados Unidos, con el potencial militar correspondiente. Y, en la vieja y noble
tradición del "pensamiento estratégico", ya en los Estados Unidos hav "teorías" que
anticipan la solución necesaria de ese inmenso desafío económico y político
mediante algún "golpe preventivo".
2 . 5 LA INSUFICIENCIA CRÓNICA DE LA "AYUDA EXTERNA" POR PARTE
DEL ESTADO
La crisis estructural del capital constituve la desembriagadora manifestación
del encuentro del sistema con sus propios límites intrínsecos. La adaptabilidad de
ese modo de control metabólico social no podía ir más allá de lo que le permitiera
la "ayuda externa" compatible con sus determinaciones sistémicas. El hecho mismo
de que aflorase la necesidad de esa "ayuda externa" —y que a pesar de toda la
mitología que señalaba lo contrario continuó creciendo a todo lo largo del siglo
XX y ahora en el XXI— fue siempre un indicativo de que había que introducir algo
bien diferente a la normalidad de la extracción y apropiación económicas del
plustrabajo, si se quería contrarrestar las graves "disfunciones" del sistema. Así, la
mayor parte del capital del siglo pasado pudo digerir las dosis de correctivos que
le fueron administradas, y en los pocos "países capitalistas avanzados" —pero tan
sólo ahí— hasta fue posible celebrar su fase de desarrollo expansionista muy
obviamente exitosa durante las décadas del intervencionismo estatal kevnesiano
después de la segunda guerra mundial.
La gravedad de la crisis es tructural del sistema del capital enfrenta a los
socialistas a un desafío estratégico de envergadura, pero a la vez les ofrece también
algunas posibilidades vitales nuevas para responder a ese desafío. Lo que se necesita
destacar aquí es que no importa cuan abundantes y variadas puedan ser las formas
de "ayuda externa" en el siglo XXI —muy distinto a las fases iniciales del desarrollo
capitalista, cuando la "avuda externa" política absolutista (como lo señaló Marx
con referencia a Enrique VIII y otros) era instrumental , y hasta vital, en el
establecimiento de la normalidad y el sano funcionamiento del capital como un
sistema omniabarcador— en nuestros t iempos toda esa ayuda demostró ser
i n s u f i c i e n t e para el propósito de garantizar la estabilidad permanente y la
incambiable vitalidad del sistema. Más bien lo contrario. Porque las intervenciones
70
Istvan ftAészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
del estado en el siglo XX no hicieron más que intensificar la "hibridación" del
capital como sistema de reproducción social, amontonando así los problemas para
el futuro. En los años que nos aguardan la crisis estructural del capital —que se
hace valer como la insuf ic iencia crón ica de la "ayuda ex terna" en la presente
etapa de desarrollo— está destinada a hacerse más profunda. Está destinada también
a repercutir a todo lo ancho del globo, aun en los rincones más remotos del
mundo , afectando todos los aspectos de la vida, desde las d imens iones
reproductivas directamente materiales hasta los aspectos intelectuales y culturales
más mediados.
Sin duda, el cambio históricamente viable tiene que ser auténticamente
epoca l , y fijarse la tarea de ir más allá de l capita l como modo de control
metabólico social. Esto significa una acción de mucho mayor magnitud que la del
capital cuando derrocó al sistema feudal. Porque resulta imposible ir más allá del
capital sin superar radicalmente la subordinación estructural jerárquica del trabajo
a cualquier fuerza controladora, todo lo contrario a simplemente cambiar la forma histórica específica en que se perpetúa la extracción v la apropiación del plustrabajo,
como ocurrió siempre en el pasado.
Las "personificaciones del capital" pueden asumir muchas formas diferentes,
desde la variedad capitalista privada a la teocracia del presente, y desde los ideólogos
V políticos de la "derecha radical" a los burócratas del estado y el par t ido
poscapitalistas. Hasta se pueden presentar como travestís políticos, vestidos con el
traje del "nuevo laborismo" —como por ejemplo lo hace el gobierno inglés hoy
día— para propagar la mistificación al servicio del continuado dominio del capital
con mucha mayor facilidad. Todo esto, sin embargo, no puede resolver la crisis
estructural del sistema y la necesidad de derrotar lo mediante la alternativa
hegemónica del trabajo al orden metabólico social del capital. Es esto lo que pone
en la agenda histórica la tarea de la rearticulación radical del movimiento socialista
como un movimiento de masas incondicionalmente firme. Para ponerle fin a la
separación trágicamente autodesarmadora del "brazo industrial" del trabajo (los
sindicatos) de su "brazo político" (los partidos tradicionales), y lanzarse a la acción
directa políticamente conciente, en contra también de la aceptación sumisa de las
condiciones cada vez peores que las reglas seudodemocrá t icas del juego
parlamentario les imponen a los productores, están los objetivos orientadores y
los pasos transicionales necesarios de un movimiento socialista revitalizado en el
futuro previsible. El continuo sometimiento al curso del desarrollo globalizante
del capital —globalmente destructivo— no constituye una verdadera opción.
71
Capitulo 3 El marxismo, el sistema
del capital y la revolución social^^
3.1 LA VISIÓN GLOBAL DEL CAPITAL
Naahd: ¿En su opinión cuál de los modelos manúanos puede explicar las crisis
capitalistas de la época moderna?
' ¿El modelo de reproducción del capital social total?
' ¿El modelo de sobreproducción?
• ¿La tendencia a la calda de la tasa de ganancias?
' ¿Una combinación de todos los anteriores?
Sí, fundamentalmente es posible combinarlos. Pero lo que cobra precedencia
es después de todo una visión global del capital. Resulta por demás irónico que la
gente hava descubierto recientemente que vivimos en un mundo de"globalización".
A Marx eso siempre le pareció evidente, y yo lo consideré de igual forma en mi
conferencia en el Isaac Deutscher Memorial ("La necesidad del control social",
1971), en la que hablé en extenso sobre la "globalización". No empleando esa
palabra, sino las cruciales categorías equivalentes de "capital social total" y "totalidad
del trabajo". El marco conceptual dentro del cual se le puede dar sentido al sistema
del capital no puede ser sino global. Definitivamente no hay forma de que el
capital se autorrestrinja, y tampoco podremos encontrar en el mundo una fuerza
contraría que pueda restringirlo sin suprimir radicalmente al sistema del capital
como tal. Así que el capital tenía que seguir su curso y su lógica de desarrollo: tenía
que abarcar la totalidad del planeta. Eso siempre estuvo implícito en Marx.
Las otras cosas que usted ha mencionado, como "la tasa de ganancias en
descenso", e t c . , son de alguna manera colaterales a la lógica globalmente
expansionista del capital, así que se puede incorporar todo en la visión global. El
sistema del capital tiene una multiplicidad de constituyentes específicos, llenos de
contradicciones. Hay una pluralidad de capitales, que se enfrentan entre sí nacional
mente y también en lo interno de toda comunidad nacional. De hecho la pluralidad
de capitales dentro de las comunidades nacionales en particular constituye la base
teórica del liberalismo, que se hace la ilusión de ser el paladín de la libertad. El
' ' Entrevista concedida al Persian Quarterly NAGHD [Crítica] el 2 de junio de 1998; publicada en su edición N" 25, primavera de 1999. Fue reimpresa en la Parte Cuatro de Más allá del capital. En la presente traducción ha sido necesario hacer algunos pequeños ajustes para adecuarse al cambio de siglo.
73
Istvan Mészaros: El desañb y la carga del tiempo histórico
capital no es una entidad homogénea. Eso acarrea grandes complicaciones para
toda la cuestión de la "globalización". De la manera como se la suele presentar, la
"globalización" es una total fantasía, que sugiere que todos vamos a vivir bajo un
"gobierno global" capitalista, obedeciendo sin chistar las reglas de ese gobierno
global unificado. Eso es totalmente inconcebible. No puede haber manera de poner
al sistema del capital bajo un gran monopolio que pueda proporcionar la base
material de ese "gobierno global". En realidad, tenemos una multiplicidad de
divisiones y contradicciones, v el "capital social total" es la categoría abarcadora
que incorpora la pluralidad de capitales, con todas sus contradicciones.
Ahora, si uno mira hacia el otro lado, tampoco la "totalidad del trabajo" podrá
ser considerada nunca una entidad homogénea mientras el sistema del capital
sobreviva. Existen, por necesidad, tantas contradicciones que se pueden encontrar
bajo las condiciones históricas dadas entre los sectores del trabajo, que se oponen
y se pelean entre sí, y compiten contra ellos mismos, en vez de simplemente
enfrentarse a los sectores específicos del capital. Esa es una de las tragedias de
nuestra situación hoy día. Y no basta con sencillamente desear que no existieran.
Porque, como Marx lo expuso hace mucho tiempo: La competencia separa a un
individuo de otro, no solamente a los burgueses sino más aún a los trabajadores, a
pesar del hecho de que los reúne. Por eso cualquier poder organizado que se
levante frente a esos individuos aislados, que viven en condiciones que reproducen
diar iamente ese a is lamiento, sólo podrá ser de r ro t ado después de luchas
prolongadas. Pretender lo contrario equivaldría a pretender que la competencia
no existiese en esta época definida de la historia, o que los individuos borrasen de
sus mentes las condiciones sobre las que en su aislamiento no ejercen control.
Esas divisiones y contradicciones siguen estando con nosotros v en definitiva
todas tienen que ser explicadas por la naturaleza y el funcionamiento del propio
sistema del capital. Se trata de un sistema insuperablemente contradictorio basado
en el antagonismo social. Es un sistema adversarial, basado en la dominación
estructural del trabajo por el capital. Por consiguiente, tiene necesidad de toda
clase de divisiones sectoriales.
Pero debemos tener en mente también que estamos hablando de un sistema
que se desenvuelve d inámicamente . La tendencia a un desenvolv imiento
dinámico del sistema del capital global lo obliga a const i tu i r un sistema
inextricablemente entrelazado, y al mismo tiempo contradictorio. Por eso se
pueden subsumir todos los demás modelos que usted mencionó bajo las
determinaciones intrínsecas del "capital social total", v la correspondiente "totalidad
del trabajo", en desenvolvimiento global. Ese marco general tiene su propia lógica,
en el sen t ido de un desenvo lv imien to i n e x o r a b l e m e n t e acorde con sus
determinaciones y limitaciones estructurales intrínsecas. Hav algunas limitaciones
absolutas —históricamente insuperables— para ese sistema, que he tratado de
explicar en el Capítulo S de Más allá de l Capital, titulado "La activación de los
límites absolutos del capital".
74
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
3 . 2 L o s LIMITES HISTÓRICOS DE LA TEORÍA DEL VALOR DEL TRABAJO
¿Cuál es ¡a validez de la critica respecto a la teoría de Marx de la "conversión del
valor en precio"j el modelo inarxiano en respuesta a ella?
Bueno, yo pienso que podría resultar demasiado técnico entrar en los detalles.
Usted conoce la forma en que la teoría económica ha estado cuestionando esos
puntos. Pero no creo que haya que darle mucha importancia a eso, ya que el
sistema de mercado bajo el que estamos operando obliga a que se produzca esa
conversión. Lo que nos trae de vuelta a la cuestión de la "teoría del valor del
trabajo". El fundamento del marco conceptual marxiano es la teoría del valor del
trabajo, que se ocupa de la manera como el "plusvalor" es generado y apropiado
bajo el dominio del capital. Porque bajo nuestras condiciones de reproducción
socioeconómica del presente, en la mavon'a de los países tenemos la estructura de
mercado a la que la "pluralidad de capitales" que mencioné antes tiene que ajustarse.
Usted nombró la "tasa de ganancias", que también está en un proceso de ajuste
constante. Pero ese ajuste no puede darse sin la intermediación de la conversión.
Fue eso lo que llegó a su final en la antigua Unión Soviética, pero de ninguna
manera en todas partes. Así, cuando uno piensa en el sistema chino, allí todavía se
encuentra el predominio del control político de la extracción del plustrabajo.
Aunque mucha gente habla del "la estructura de mercado del sistema chino", en
realidad —cuando consideramos la totalidad de la reproducción metabólica social
de China— el mercado es, en gran medida, secundario en ella. Así, primordial-
mente, en el sistema chino la apropiación política del plustrabajo sigue funcionando,
y ciertamente lo hace en escala masiva. En ese sentido, cuando miramos el problema
de la conversión desde el ángulo del "plustrabajo" y no del "plusvalor" —que tiene
que estar presente en una variedad e spec í f ica del sistema del capital— entonces
uno encuentra que en la variante capitalista (basada en el plusvalor) resulta esencial
operar con el intermediario de la conversión, cuyos detalles específicos son
históricamente eventuales. También dependen de las fases históricas de los
desarrollos capitalistas. Así, las fases monopolíst icamente más avanzadas del
desarrollo capitalista tienen que efectuar obviamente de una manera muy distinta
la conversión del pusvalor en precios, si lo comparamos con la fase muy anterior
del desarrollo que Marx conoció.
¿Bajo qué condiciones carecería de toda validez la "teoría del valor del trabajo"?
;Esas condiciones son tecnológicas, económicas o están relacionadas con eljactor humano?
La "teoría del valor del trabajo" puede dejar de funcionar sólo como resultado
de una transformación socialista radical. Eso es lo primero que hay que subrayar. Si
queremos abolir la teoría del valor del trabajo debemos abolir la extracción y la
distribución del plustrabajo por parte de un ente externo de cualquier tipo, sea
político o económico. Pero para abolirlo tenemos que cambiar también todo el
sistema. En otras palabras, solamente podremos hablar de socialismo cuando la
gente tenga el control de su propia actividad y de la distribución de sus frutos para
75
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
sus propios fines. Eso significa la autoactividad y el autocontrol de la sociedad por
parte de los "productores asociados", como lo planteó Marx. Naturalmente, los
"productores asociados" no pueden controlar su actividad v sus objetivos a menos
que puedan controlar también la distribución del excedente producido socíalmente.
Por lo tanto es inconcebible instituir el socialismo si un ente por separado continúa
con el control de la extracción y apropiación del plustrabajo. Bajo el socialismo la
"teoría del valor del trabajo"carece por entero de validez; no hay espacio para ella.
Marx habla acerca del " fundamento miserable" según el cual en el sistema
del capital la extracción perversa del plustrabajo tiene que ser la reguladora del
proceso de le reproducción social. Sin duda, en cualquier sociedad se necesita una
manera de manejar el problema de cómo distribuir los recursos. ¿Porque qué
significa "economía"? Es fundamentalmente una manera racional de e c o n o m i z a r . No tenemos una infinidad de recursos que podamos despilfarrar a voluntad, como
ocurre —para nuestro peligro— bajo el sistema del capital. No tenemos una
infinidad de nada, trátese de que uno piense en recursos materiales o en energía
humana, en ningún t iempo en particular. Por consiguiente necesitamos una
regulación racional del proceso de la reproducción social. Lo importante es la
viabilidad del proceso de la reproducción social sobre una base a largo plazo, v no
dentro de los confines del sistema del capital, irresponsablemente miopes v
completamente insustentables. Por eso es necesario reorientar el intercambio social,
de la tiranía del plusvalor y la expropiación del plustrabajo de los productores por
parte de un ente por separado, a otro cualitativamente diferente. En este último,
en el que los "productores asociados" tienen el control tanto de la producción
como de la distribución de sus productos, no hay absolutamente ningún espacio
para que el plusvalor se imponga por sobre los individuos sociales. Es decir, ningún
espacio para los imperativos del capital y la acumulación del capital.
Porque el capital no es simplemente una entidad por separado. Debemos
pensar en el capital como una manera históricamente determinada de controlar la
reproducción metabólica social. Es ése el significado fundamental del capital.
Penetra en todas partes. Por supuesto, el capital también es una entidad material:
el oro, la banca, los mecanismos de fijación de precios, los mecanismos del mercado,
etc. Pero mucho más allá de eso, el capital también penetra en el mundo del arte,
en el mundo de la religión y las iglesias, y dirige las instituciones culturales de la
sociedad. Lino no puede pensar en ninguna cosa de nuestras vidas que no esté
controlada por el capital en ese sentido, bajo las circunstancias del presente. Por
eso la "teoría del valor del trabajo" es válida para el período histórico en el que el
capital lo abarca todo, cuando el proceso de regulación mismo es fundamentalmente
irracional.
Y este no es de ninguna manera el final del cuento. Se complica aún más por
el hecho de que en el difícil período histórico de la transición del dominio del
capital a un sistema muy diferente, la "teoría del valor del trabajo" y la "ley del
valor" funcionan de manera muy imperfecta. Esta es una de las razones por las que
76
István ^Aészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
el sistema del capital del tipo soviético estaba condenado. Era un sistema de
transición que podía ir, o en dirección hacia una transíormación socialista de la
sociedad, cosa que no hizo, o bien tenía que derrumbarse y tarde o temprano
tomar el camino de la restauración capitalista. Fue eso lo que presenciamos, porque
en determinado punto en el tiempo el sistema soviético estuvo, por así decirlo,
"sin dar pie con bola". No tenia forma de regular la economía mediante algún tipo
de mecanismo económico como el mercado, el sistema de precios, o cosas así. Por
lo tanto no podía tener el tipo de fuerza disciplinadora del trabajo de la que
realmente disponemos bajo el sistema de mercado capitalista.
En nuestra sociedad las fuerzas del mercado disponen tantas cosas; el trabajo
se ve somet ido implacablemente a la condicionadora tiranía del mercado
prevaleciente. La cuestión crucial en este respecto es, precisamente, el mercado
del trabajo. Si miramos hacia atrás hasta el tiempo en que el sistema soviético bajo
Gorbachov colapso, veremos que la defunción del sistema coincidió con el intento
mal concebido y íútil de introducirlo en el "mercado del trabajo". Ese íue el final
de la tan pregonada "perestroika". Porque el mercado del trabajo sólo puede
funcionar adecuadamente bajo condiciones capitalistas. Fue allí donde prevaleció
— n o parcial o marginalmente , sino en principio como algo exi tosamente
normal— la "ley del valor" en la "reproducción expandida del capital". Había toda
clase de límites más allá del mundo capitalista —a saber, el marco global bajo el
cual tenía que operar también el sistema soviético. Bajo las condiciones del
desarrollo del siglo XX, muchas cosas que en el pasado pudieron funcionar dentro
del marco de la extracción del plustrabajo reglamentada económicamente se habían
vuelto sumamente problemáticas. Hoy las imperfecciones del mercado y el
funcionamiento de la ley del valor, tan lleno de problemas, quedan claramente en
evidencia también en nuestro sistema en los países capitalistamente avanzados de
Occidente. El papel cada vez más importante asumido por el estado —sin el cual
el sistema del capital no podría sobrevivir por mucho tiempo hoy día en nuestras
sociedades— restringe con gran fuerza a la lev del valor en nuestro sistema. Estamos
hablando aquí de esas limitaciones potencialmente de largo alcance que son, por
supuesto, las autocontradicciones del sistema.
Hay que agregar también que una cosa es in tentar la restauración plena del
capitalismo en la antigua Unión Soviética y otra muv distinta tener éxito en ello.
Porque q u i n c e años después de que Gorbachov inició el proceso de restauración
capitalista no podemos hablar más que de éxitos p a r c i a l e s , res t r ingidos
principalmente a los círculos comerciales conducidos por la mafia de las grandes
ciudades. La crisis endémica y crónica en Rusia, abiertamente manifiesta también
en forma de que a muchos grupos de trabajadores — p o r ejemplo los mineros—
ni siquiera se les pagan sus salarios miserables durante varios meses, a veces hasta
año y medio, lo que resultaría inconcebible dentro de un marco capitalista apropiado
en el que el regulador fundamental de la extracción del plustrabajo sería económico
y no político. Eso pone de relieve una tendencia vital de los desarrollos del siglo
77
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
XX y el presente. Constituye un hecho de significación histórica mundial que el
sistema del capital no pudiese completarse en el siglo pasado en forma de su
variante capital is ta , que se basa en la regulación económica de la extracción del
plustrabajo. Tanto así, que hoy día aproximadamente la mitad de la población
mundial —desde la India hasta China e importantes áreas de África, Asia Suroriental
y Latinoamérica— no pertenecen al mundo del capitalismo propiamente dicho,
sino vive bajo alguna variante h íbr ida del sistema del capital, debido o a las
condiciones de subdesarrollo crónico o la participación masiva del estado en la
regulación del metabolismo socioeconómico, o ciertamente a una combinación
de las dos . La crisis endémica en Rusia — q u e bien podr ía t e r m i n a r en
desestabilización total y explosión potencial— sólo puede ser explicada dentro
de ese contexto. Comprensiblemente, la verdadera significación de tal hecho
histórico mundial —es decir, el fracaso del capitalismo en imponerse con éxito en
todas partes, a pesar de su autocomplaciente discurso acerca de la"globalización"—
está destinada a tardar algún tiempo en asentarse, dados los mitos del pasado y el
t r iunfal ismo hoy p r e d o m i n a n t e . Sin embargo , eso no puede disminuir la
importancia del hecho mismo y de sus implicaciones de largo alcance para el
futuro, que tienen que surgir de la crisis estructural cada vez más profunda del
sistema del capital,
3 . 3 L A PROLETARIZACIÓN PROGRESIVA Y SUS ILUSAS NEGATIVAS
¿Dónde está hoy el proletariado y qué papel juega en el cambio social? ¿Dónde
podemos encontrar hoy su agencia?
Pienso que en realidad lo que usted me pregunta se refiere a la cuestión del
agente social de la transformación. Porque eso es lo que la palabra "proletariado"
resumía en tiempos de Marx, y que la gente a menudo entiende como proletariado
industrial. Las clases trabajadoras industriales son en su conjunto trabajadores
manuales, desde la minería hasta las varias ramas de la producción industrial. Limitar
la agencia social del cambio a los trabajadores manuales obviamente no es la propia
posición de Marx. Él estaba muy lejos de pensar que el concepto de "trabajadores
manuales" pudiese proporcionar un marco adecuado para la explicación de lo que
se requería para un cambio social radical. Usted debe recordar que Marx hablaba
de cómo se "proletarizaba" un número cada vez mayor de personas a través de la
polarización de la sociedad. Por lo tanto, es el proceso de proletarización —
inseparable del desenvolvimiento global del sistema del capital— lo que define y
en definitiva resuelve el punto. Es decir, la cuestión es cómo la inmensa mayoría de
los individuos caen en una condición en la que pierden el control de todas las
posibilidades de sus vidas, y en ese sentido se proletarizan. Así, de nuevo, todo
viene a caer en la cuestión de "quién tiene el control" del proceso de la reproducción
social, cuando la inmensa mayoría de los individuos están "proletarizados" y
degradados a la condición de impotencia extrema, como los miembros más
78
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
desdichados de la sociedad —los "proletarios"— lo estaban en una fase anterior
del desarrollo.
Existen grados y posibilidades de control, hasta cierto punto en la historia
del capital, lo que significa que algunos sectores de la población ejercen más
control que otros. De hecho, en algunos de \os capítulos de El capi ta l Marx
describía a la empresa capitalista como casi una operación militar en la que se
tienen oficiales y sargentos, y los capataces, igual que los sargentos, supervisan y
regulan la fuerza laboral directa bajo la autoridad del capital. En definitiva todos
los procesos de control están bajo la autoridad del capital, pero con ciertos
mecanismos y posibilidades de autonomía limitada asignados a los sectores
supervisores específicos. Ahora bien, cuando se habla de una "proletarización" que
avanza ello implica una igualación hacia abajo y la negación de hasta la autonomía
sumamente limitada de la que anteriormente disfrutaban algunos grupos en el
proceso del trabajo.
Piense nada más en la distinción alguna vez muv marcada entre trabajadores
"de cuello b lanco" v t rabajadores "de cuello azul". Como sabemos, a los
propagandistas del sistema del capital que dominan los procesos culturales e
intelectuales les gusta utilizar la distinción entre los dos como otra refutación más
de Marx, argumentando que en nuestras sociedades el trabajo manual "de cuello
azul" desapareció de un todo, y que los trabajadores "de cuello blanco", que se
supone disfrutan de una mayor seguridad de empleo (lo cual resul ta ser
completamente ficticio), se ven elevados a la "clase media" (otra ficción). Pues
bien, yo les diría respecto a la presunta desaparición del trabajo "de cuello azul":
"¡Aguarden, no tan de prisa!" Porque si echamos un vistazo alrededor del mundo
v enfocamos la categoría crucial de la "totalidad del trabajo", nos encontramos con
que la inmensa mavoría del trabajo todavía sigue siendo lo que podríamos describir
como "de cuello azul". Al respecto basta con pensar en los cientos de millones de
trabajadores "de cuello azul" en la India, por ejemplo.
¿Puedo agregar algo? ¿La distinción de Marx entre trabajo productivo j trabajo no
productivo sigue siendo válida?
Bueno, válida en el sentido de que se puede hacer esa distinción. Cuando uno
considera el proceso de reproducción general, encuentra que ciertos elementos
constituyentes de ese proceso se van volviendo cada vez más parasitarios. Pensemos
al respecto en los costos de administración y seguros cada vez mas elevados. La
forma más ext remada de parasit ismo en nues t ro proceso de reproducción
contemporáneo es, por supuesto, el sector financiero, constantemente involucrado
en la especulación global, con repercusiones muy severas —y potencialmente
extremadamente graves— sobre el proceso de la producción propiamente dicho.
El peligroso parasitismo del sector financiero internacional especulador —al cual,
para echarle sal a la her ida , se le cont inúa glorificando bajo la consigna
propagandística de una "globalización" inevitable y universalmente beneficiosa—
tiene un peso importante sobre las perspectivas de trat\sforrftación social futuras.
79
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del t iempo histórico
Eso nos trae de vuelta a la cuestión vital del agente social del cambio. Lo que
decide el punto no es la relación históricamente cambiante entre trabajadores "de
cuello azul" v "de cuello blanco", sino la confrontación fundamental socialmente
insoslayable entre el capital y el trabajo. Que no está limitada a éste o aquél sector
específico del trabajo, sino que abarca a la totalidad del trabajo como antagonista
del capital. En otras palabras, el trabajo, como antagonista del capital —es decir, el
del "capital social total" que se hace valer globalmente, no puede ser sino la "totalidad
del trabajo" en escala global— subsume bajo él todos los sectores v variedades del
trabajo, independientemente de su configuración socioeconómica en la presente
etapa de la historia. Hemos presenciado lo que está sucediendo en nuestras
sociedades; en las llamadas "sociedades capitalistas avanzadas" de Occidente. Como
sucedió y sigue sucediendo, un enorme número de trabajadores "de cuello blanco"
fueron, y están siendo, expulsados implacablemente del proceso del trabajo. En
verdad, cientos de miles de ellos en todos los grandes países.
Démosle un vistazo a esa cuestión en los Estados Unidos. Hubo una vez en
que los trabajadores "de cuello blanco" tuvieron cierta clase de seguridad de empleo,
acompañada de una pequeña autonomía relativa para su tipo de actividad. Y todo
eso está desapareciendo ahora, escapando por la ventana. Aquí la "maquinaria
avanzada" computarizada y la cuestión de la tecnología hacen su entrada triunfal en
la escena. Pero incluso en ese contexto la tecnología siempre ocupa el lugar
secundario para la cuestión del imperativo de la acumulación del capital. Es éste el
que decide en definitiva el asunto, utilizando al "inevitable progreso de la tecnología"
como su coartada para triturar vidas humanas en escala masiva. De manera que
tenemos la "proletarización" de la fuerza labora! que alguna vez tuvo mayor
seguridad. Este es un proceso progresivo. El desempleo es endémico y generalizado;
hov día no podemos hallar un solo país que no lo tenga en escala creciente.
Mencionaba en mi "Introducción" a la edición en persa de Más allá de l capital que en la India hay 336.000.000 ( ¡ tresc ientos treinta y seis mi l lones! ) de
personas en los registros de desempleo; y uno se puede imaginar cuántos millones
de personas ni siquiera han sido registradas. Ese es el trance por el que está pasando
hoy la humanidad. Basta con mirar a l rededor , lo que está ocu r r i endo en
Latinoamérica, el creciente desempleo en Africa, y hasta en japón; no hace muchos
años aclamado como el país del "milagro". Ahora leo cada mes en las publicaciones
japonesas acerca de un nuevo récord de desempleo. De hecho, Japón tiene en este
momento una tasa de desempleo considerablemente más alta que la de los Estados
Unidos. ¡Qué ironía! Porque hasta hace poco la manera de manejar esos problemas
de los japoneses era considerada la solución ideal.
El crecimiento canceroso del desempleo afecta actualmente a todos y cada
uno de los países, incluidos los que no lo padecían en el pasado. Tomemos como
ejemplo a Hungría. Ahora tiene una tasa de desempleo más elevada que la altísima
tasa de Alemania. Aquí podemos ver la gran diferencia entre el sistema capitalista y
el poscapitalista de tipo soviético. En el pasado, en los países de tipo soviético no
80
Istvan Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
había desempleo. Existían varias formas de s u b e m p l e o , pero ningún desempleo.
.Ahora en Hungría el desempleo es equivalente a algo mucho más elevado de lo
que tenemos no solamente en Alemania, sino también en Inglaterra y en Italia. Se
comprende la gravedad del desempleo. Fíjese en lo que está pasando en Rusia.
Hubo una época en la que Rusia no sufría de desempleo, v ahora su tasa de desempleo
es enorme. Y, como lo mencionamos antes, incluso si uno tiene empleo en Rusia,
como los mineros, a lo mejor no recibe su salario durante meses. Hay que tener en
mente todo el t i empo que estamos hablando de un proceso dinámico de
desenvolvimiento v transformación. Ese proceso amenaza a la humanidad con la
devastación, y el agente social que puede hacer algo al respecto—en verdad el
único agente factible capaz de instituir una manera a l ternat iva de controlar el
metabolismo social —es el trabajo. No los sectores específicos del trabajo, sino la
totalidad del trabajo como el antagonis ta i r reconc i l i ab l e de l capital .
3.4 LA NECESARIA RENOVACIÓN DE LAS CONCEPCIONES MARXIANAS
Antes de comenzar a preguntarle acerca de la posibilidad objetiva/posibilidad
real del socialismo, me gustaría preguntarle sobre Marx. ¿Qué aspectos de la
teoría de Marx son vulnerables o necesitan ser renovados? ;Qué partes considera
usted que lo necesitan? ¿La metodología, la sociología, la teoría histórica o la
económica?
El andamiaje marxiano necesita siempre de renovación. Marx escribió a
mediados del siglo XIX y murió en 1883. Las cosas han cambiado inconmensu
rablemente desde esa época. Las tendencias de transformación que hemos
presenciado en el pasado reciente, con sus raíces que se remontan a las primeras
décadas del siglo XX, son de tal carácter que Marx ni hubiera soñado con ellas.
Sobre todo, tiene que ver con la manera como el sistema del capital pudiese
amoldarse y renovarse, para así posponer el desenvolvimiento y la maduración de
sus contradicciones antagónicas. Marx no estaba en una posición en la cual pudiese
haber evaluado las varias modalidades y las limitaciones últimas de la intervención
estatal para prolongar el lapso de vida del sistema del capital. Cuando se piensa en
el desarrollo económico del siglo XX, la figura clave en él es John Mavnard Kevnes.
El objetivo fundamental de Keynes era precisamente cómo salvar al sistema
mediante la inyección de fondos masivos del estado en beneficio de la empresa
capitalista privada, a fin de regular sobre una base permanente al proceso de la
reproducción general , den t ro del marco de la acumulación del capital sin
perturbaciones.
Ahora bien, más recientemente tuvimos el "monetarismo" v el "ncolibera-
lismo", que pusieron a un lado a Keynes v se permitieron fantasear con el final
definitivo de la intervención del estado e imaginar el "retroceso de las fronteras
del estado" del modo más absurdo. Naturalmente, en la realidad nada podía
corresponderse con esas fantasías interesadas. De hecho el papel del estado en el
81
Istvan Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
sistema capitalista contemporáneo es mayor que nunca, incluidos el período que
siguió a la segunda guerra mundial y algo más de un par de décadas de desarrollos
keynesianos en los países capitalistamente más avanzados. Todos estos tipos de
desarrollo resultan totalmente novedosos comparados con la época de Marx.
Ocurrió igual, y hasta más aún si le añadimos las complicaciones, en la antigua
Unión Soviética y en general en todo el sistema de tipo soviético. Una cosa es tener
una revolución que quiere ser socialista, con el objetivo de originar una
transformación socialista de la sociedad. Y otra bien distinta la que vemos en el
tipo de sociedad que surgió de ella. Porque el dominio del capital —aunque de
una manera muy distinta— continuó también en el sistema poscapitalista de tipo
soviético. Si miramos más de cerca, hallaremos una importante conexión con Marx.
Porque él habla de las "personificaciones del capital", que constituyen una categoría
importante. Marx utiliza esa categoría cuando habla acerca de los capitalistas
privados, ya que en su época no existía ninguna otra forma visible de ellas. Pero
percibe, con gran poder de penetración, que lo que verdaderamente define al
personal al mando del sistema del capital es que son p e r s o n i f i c a c i o n e s de l capital . Tienen que actuar bajo los imperativos objetivos del capital en sí mismo.
A los ideólogos y propagandistas del capitalismo les gusta perpetuar el mito
del "capitalista cultivado" y el "capitalista preocupado y benefactor", dedicados al
buen cuido de los trabajadores como regla general, refiriéndose a aquellos que se
comportan de modo diferente al "rostro inaceptable del capitalismo", para emplear
la expresión del antiguo Primer Ministro conservador inglés, Edward Heath. Esa
es una invención grotesca, incluso cuando no se proclama con total cinismo, como
negó haberlo hecho el propio Heath. Porque todos los capitalistas tienen que
someterse a los imperativos objetivos provenientes de la inalterable lógica de la
expansión del capital. De no hacerlo así, dejarían rápidamente de ser capitalistas, y
por lógica se verían expulsados sin contemplaciones como personal de mando
viable del proceso de reproducc ión genera l . A los capitalistas les resulta
inconcebible funcionar sobre la base de ser los que satisfagan las aspiraciones de la
clase trabajadora. Eso sería contradictorio, dada la necesaria dominación estructural
del trabajo por el capital en todas las variedades concebibles del sistema del capital.
Ahora bien, eso nos trae de vuelta a la cuestión de las "personificaciones del
capital" como vínculo con la visión de Marx. Porque las "personificaciones del
capital" deben obedecer e imponerles a los trabajadores los imperativos objetivos
que emanan de la lógica del capital, de acuerdo con las circunstancias sociohistóricas
cambiantes. Y eso tiene gran relevancia para la comprensión de la manera como se
puede tener la variedad de diferentes "personificaciones del capital" que
presenciamos en el siglo XX. Marx conoció una sola forma de personificación del
capital: el capitalista privado ("único"o "combinado"en su accionar). Pero nosotros
hemos visto varios diferentes, y todavía podríamos ver en el futuro algunas
p e r m u t a c i o n e s nuevas y t o t a l m e n t e i ne spe radas , a med ida que se vaya
desenvolviendo la crisis estructural del sistema del capital global.
82
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
Una de las razones principales por las que escribí Más allá de l capita l fue
precisamente considerar el futuro. Es el futuro lo que debemos tener en mente
con mirada crítica, a fin de ser participantes activos en el proceso histórico,
plenamente concientes de, y preocupados por, las fatales implicaciones del poder
destructor del capital en la presente etapa de la historia. El capital ha estado con
nosotros por un tiempo muy largo en una forma u otra; en verdad, en algunas de
sus formas limitadas, durante miles de años. Sin embargo, sólo en los últimos
trescientos o cuatrocientos años bajo la forma de un capitalismo que pudiese llevar
a cabo la lógica autoexpansionista del capital, sin importar lo devastadoras de las
consecuencias para la supervivencia misma de la humanidad. Es eso lo que tenemos
que poner en su debida perspectiva. Cuando pensamos en el futuro, a la luz de
nuestra dolorosa experiencia histórica no podemos imaginarnos una situación en
la que el derrocamiento del capitalismo —en términos de lo que en el pasado
solíamos pensar acerca de la revolución socialista— resuelva los graves problemas
que encaramos. Porque el capital es ubicuo, está profundamente incrustado en
cada una de las áreas de nuestra vida social. En consecuencia, si es que vamos a
tener algún éxito, al capital hay que erradicarlo de todas partes a través de un
laborioso proceso de profunda transformación social. Las aspiraciones de un
cambio socialista sobre una base permanente deben estar relacionadas con eso,
con todas sus dificultades. Hay que tener bajo observación constante que las
personificaciones del capital potenciales no se impongan sobre los objetivos de las
revoluciones socialistas futuras. Nuestra perspectiva debe orientarse hacia el diseño
v la afirmación exitosa de las salvaguardias necesarias contra la reaparición de las
personificaciones del capital, en cualquier forma nueva.
El andamiaje marxiano debe ser renovado constantemente en ese sentido,
para poder habérnoslas con las desconcertantes vueltas y revueltas de "la astucia
de la historia". No existe ningún área de la actividad teórica —y Marx sería el
p r imero en estar de acuerdo con esta p ropos ic ión ; de hecho ya lo hizo
explícitamente— que pudiese escapar de la necesidad de autorrenovarse a fondo
con cada cambio histórico importante. Y el hecho es que desde los escritos de
Marx a nuestras condiciones presentes ha habido un cambio histórico enorme.
Sólo por mencionar una consideración importante más como conclusión de
este punto, Marx estaba conciente en cierta medida del "problema ecológico", es
decir, los problemas de la ecología bajo el régimen del capital y los peligros
implícitos en ella para la supervivencia humana. De hecho fue el pr imero en
conceptualizarla. El habló acerca de la contaminación, e insistió en que la lógica
del capital —que tiene que procurar la ganancia, de acuerdo con la dinámica de la
autoexpansión y la acumulación del cap i ta l— no puede guardar ninguna
consideración por los valores humanos y ni siquiera por la supervivencia humana.
Podemos hallar los elementos de ese discurso en Marx. (Sus observaciones sobre
el tema están estudiadas en la conferencia de 1971 sobre La n e c e s i d a d de l con tro l soc ia l que ya mencioné). Lo que no podremos encontrar en Marx, por
83
Istvan Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
supuesto, es la suma gravedad de la situación frente a la que estamos. Para nosotros
las amenazas contra la supervivencia humana son asunto de i n m e d i a t e z . Hoy dia
podemos destruir fácilmente a la humanidad. Los medios y las armas para la
destrucción total de la humanidad ya están a nuestra disposición. Nada por el estilo
existía en el horizonte cuando Marx vivía. Los imperativos destructivos subyacentes
sólo pueden ser explicados en términos de la lógica enloquecida que el capital le
aplica a la cuestión de la e c o n o m í a . Como ya lo señale, el verdadero significado
de economía en la situación humana no puede ser otro que e c o n o m i z a r sobre la
base del largo plazo. Hoy nos encontramos con exactamente lo contrario. La manera
como opera el sistema del capital se burla de la necesidad de economizar. En
verdad, en todas partes procura con absoluta irresponsabilidad lo contrario de la
economía: el despi l farro total. Es ese despilfarro en procura de la ganancia lo
que pone directamente en peligro la supervivencia misma de la humanidad, y nos
presenta el desafío de hacer algo al respecto como asunto de gran urgenc ia . Tal
cosa era impensable bajo las condiciones en que Marx tuvo que escribir, aunque
podemos proyec tar las palabras sobre la contaminación que escribió en su crítica
del avalúo antihistórico de la naturaleza que hacía Feurbach, que no era más que
una idealización de la naturaleza tomada completamente fuera de su contexto
social e ignorando por entero el impacto sobre la naturaleza que obligadamente
ejercía el proceso del trabajo del capital. Podemos encontrar observaciones críticas
de Marx en La i d e o l o g í a a lemana, pero obviamente no un desarrollo completo
de ese complejo de problemas que hoy afrontamos en su inmediatez y su urgencia.
En marzo de 1998 celebramos el ISOvo Aniversario del M a n i f i e s t o c o m u n i s t a . La pregunta es: ;la humanidad tiene por delante otros 150 años?
¡Ciertamente no, si el sistema del capital sobrevive! ¡Lo que tenemos enfrente es,
o bien la catástrofe total, debida al monstruoso despilfarro del sistema del capital,
o bien que la humanidad encuentre una manera radicalmente diferente de regular
su metabolismo social!
3 .5 LA POSIBILIDAD OBJETIVA DEL SOCIALISMO
¿Cómo describe usted la posibilidad objetiva/real del socialismo?
Por el momento es una pregunta muv difícil, a causa de lo que ha sucedido en
el pasado reciente y de alguna manera continúa sucediendo. Lo que debemos tener
en mente es que el gran desafío histórico para las generaciones del presente y el
futuro es pasar de un tipo de orden metabóHco social a otro radicalmente distinto.
Hay que seguir insistiendo siempre en lo inmensa y difícil que resulta esa tarea
histórica. Jamás tuvo que ser afrontada en el pasado con la dramática urgencia a la
que no podemos escapar hoy.
El orden social del capital que todos conocemos ha culminado en un sistema
omniabarcador y dominante en los último."; trescientos o cuatrocientos años. En el
siglo XX logró también sofocar, socavar o corromper todos los esfuerzos políticos
84
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
importantes que apuntaban en su contra y más allá de él. Pero sería una fantasía
muy grande asumir que eso significa el fin del socialismo. Es así como en los años
recientes la propaganda neoliberal t ra tó de describir lo que ha ocur r ido ,
vociferando triunfalistamente que "hemos acabado con el socialismo de una vez
por todas". La señora Thatcher, que fue Primera Ministra de Inglaterra por más de
una década, alardeaba de que ella "se despedía del socialismo para siempre". Estaba
hablando del movimiento de la clase trabajadora, grupos de trabajadores y
sindicalistas, especialmente los mineros. Para ese momento había una huelga de
mineros que fue derrotada gracias a los esfuerzos combinados del estado capitalista
V la dirección del Partido Laborista bajo Neal Kinnock. La señora Thatcher retrató
a los mineros como "el enemigo interno". A pesar de sus pretensiones liberales su
bando no tiene miedo, ni reserva alguna, de hablar de usted y de todos aquellos,
que como usted mantienen sus aspiraciones de establecer un orden socialista,
como "el enemigo" y "el enemigo interno".
En el t i e m p o p r e s e n t e , si damos un vistazo a l r e d e d o r del m u n d o
encontraremos que el capital lleva la ventaja por todas partes. ¿Pero será capaz de
resolver los graves problemas que constantemente le crea el funcionamiento de
su propio modo de reproducción metabólica social? Muy lejos de eso. Por el
contrario, dadas sus contradicciones antagónicas insuperables, el capital es incapaz
de abordar esos problemas. En cambio continúa generándolos a escala cada vez
mayor. Es eso lo que mantiene en la agenda histórica la cuestión del socialismo, a
pesar incluso de los esfuerzos masivos y concertados que apuntan a su aniquilación.
El éxito del capital consiste nada más en p o s p o n e r el momento en que se vuelva
una necesidad ineludible afrontar los graves problemas de su sistema, que ahora se
siguen acumulando. En el pasado ha habido muchas explosiones sociales en
respuesta a las contradicciones del orden social establecido, que se remontan
notoriamente hasta 1848 y 1871, y de algún modo hasta la Revolución Francesa de
1789 y su secuela. Pero hasta la fecha las aspiraciones del pueblo de tener un
orden social verdaderamente equitativo se han visto frustradas, y en conjunto hasta
los intentos más heroicos han sido contrarrestados y reprimidos por el poder del
capital, de una u otra forma. Así que muchos de los problemas enfrentados siguen
quedando peligrosamente sin resolver. Lo que en ese sentido resulta por demás
insostenible es precisamente la modalidad de proceso de reproducción social
adversarial, antagonístico, que continúa generando nuestros graves problemas y al
mismo t iempo impide su solución. Porque las determinaciones estructurales
adversariales const i tuyen una necesidad absoluta para el funcionamiento y
reproducción del sistema existente, independientemente de cuáles puedan ser las
consecuencias. Esas determinaciones son inextirpables, A pesar de todo el
triunfalismo, no se van a marchar. Las devastadoras consecuencias de una estructura
como esa volverán una y otra vez. Sólo puede haber un tipo de solución: la remoción
del antagonismo estructural de nuestra reproducción metabólica social. Y en sus
términos tal cosa es concebible sólo si la transformación lo abarca todo, desde las
85
Istvan Mészaros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
células constitutivas más pequeñas de nuestra sociedad hasta las corporaciones
trasnacionales monopólicas más grandes, que siguen dominando nuestras vidas.
Así, aunque en un sentido superficial el capital es el indudable triunfador, en un
sentido mucho más fundamental está metido en el problema más grave posible. Esto
puede sonar paradójico. Pero si reconocemos la manera en que el capital puede
dominar el proceso de la reproducción social en todas partes, también debemos
r e c o n o c e r que es e s t r u c t u r a l m e n t e incapaz de reso lver sus p rob lemas y
contradicciones. Por dondequiera que uno vea hallará que lo que aparenta ser —y asi
es anunciado a viva voz— una solución permanente sólida como una roca, tarde o
temprano se desmorona como arena. Por ejemplo, nada más trate de repasar
mentalmente la efímera historia de los "milagros económicos" que hemos tenido en
las décadas que siguieron a las dos guerras mundiales. ;Qué clase de "milagros
fueron? Tuvimos el "milagro alemán" y el "milagro japonés", seguidos del "milagro'
italiano, el brasileño, etc. Como bien podemos recordar, el más reciente de ellos fue
el milagro muy tendenciosamente anunciado de las "economías de los tigres del
Asia". ¿Y qué le pasó a ese "milagro"? Como todos los demás, se evaporó, y le cedió
su puesto a una grave crisis. Hoy día no podemos encontrar en el mundo un solo país
que no esté encarando algunos problemas absolutamente fundamentales, incluidas
las recientes calamidades en las bolsas de valores de Rusia v varios países de la
Europa del Este. Bueno, si usted lee ahora los periódicos burgueses, todos están en
una especie de pánico. Sus titulares son atemorizantes v autoatemorizados ante lo que
está pasando realmente. Yo recuerdo que para la época en que el "milagro asiático'
estaba en su punto más alto, la noción de ese pretendido "milagro" también era
utilizada como un argumento disciplinario abrumador en contra de las clases
trabajadoras de los países capitalistas occidentales. "¡Pórtense bien! jAcepten el
estándar de vida y las prácticas laborales que tienen los trabajadores de las economías
de los tigres asiáticos, o se verán en un problema bien serio!" Un sistema que pretende
haber solucionado todos sus problemas en los países "capitalistas avanzados" en el
Occidente "postindustrial", y luego tiene que recurrir para conservarse en salud a
esa clase de mensaje chantajista autoritario, no promete mucho para el futuro, incluso
dentro de sus propios términos de referencia. De nuevo, en ese respecto hay, y no
puede sino haberla, una sola solución viable y sustentable. Es el socialismo. Socialismo
en el sentido que mencioné antes; es decir, la eliminación del marco adversarial/
antagonístico hoy establecido en el que un sector de la población —una ínfima
minoría— tiene que dominar a la inmensa mavoría a causa de la determinación
estructural insuperable. Es decir, una forma de dominación que expropia totalmente
para sí el poder de tomar decisiones. El trabajo, como antagonista del capital, carece
absolutamente de poder para tomar decisiones, ni siquiera en el más limitado de los
contextos. Esa es la cuestión vital e ineludible para el futuro. Y en ese sentido, estoy
convencido de ello, las oportunidades para la revitalización del movimiento socialista,
tarde o temprano, son enormes y fundamentales.
86
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
6 . 6 REVOLUCIÓN SOCIAL Y POLÍTICA
¿El concepto de "revolución", en su opinión?
Sí, el concepto de revolución sigue siendo muy importante y válido si lo
definimos como una profunda v activa transformación revolucionaria de todas las
facetas de nuestra vida social. No deberíamos tomar el concepto de revolución en el
sentido de "un gran empujón que lo arregla todo de una sola vez", alimentando la
ilusión de que basta con cortar unas cuantas cabezas para ganar. Porque el empleo
que Marx hace del concepto de revolución—planteado claramente en muchos
contextos—era el de "revolución social". Decía que la gran diferencia entre las
revoluciones del pasado y una "revolución social" socialista era que las revoluciones
del pasado fueron esencialmente de carácter político, lo cual significaba cambiar al
personal que ejercía el dominio de la sociedad mientras se dejaba a la inmensa mayoría
del pueblo en su posición de subordinación estructural. Ése es también e\ contexto
en el que debemos considerar la cuestión de las "personificaciones del capital".
Cortar un número mayor o menor de cabezas, eso se puede hacer con relativa facilidad,
metidos en el "gran empujón" para derribar algo; y todo eso generalmente pasa
dentro de la esfera política. Ese es el sentido en el que se ha venido definiendo el
concepto de "revolución", incluso hasta hace poco.
Ahora bien, la amarga experiencia nos enseña que eso no funciona. Proceder
de esa manera no basta. Así, tenemos que regresar a lo que Marx decía acerca de la
"revolución social". Debo también enfatizar que su concepto de revolución social
no fue originalmente una idea propia de Marx. Es un concepto que surgió mucho
antes de él, de B a b e u f y su movimiento durante la turbulenta secuela de la
Revolución Francesa de 1789. Babeuf fue ejecutado en esos días, acusado, con su
grupo, de "conspiración". En realidad él insistía en "una sociedad de iguales". El
mismo concepto reapareció en la década de los años 30 del siglo XIX y durante las
revoluciones de 1848. En esos tiempos de revueltas revolucionarias la idea de
•'revolución social" estaba en el primer plano de las fuerzas más progresistas, y
muy acertadamente Marx la abrazó.
En una transformación social radical—estamos hablando de una revolución
socialista—el cambio no puede quedar restringido al personal que ejerce el
dominio, y por lo tanto la revolución tiene que ser verdadera y abarcadoramente
social. Eso significa que la transformación y el nuevo modo de controlar el
metabolismo social debe penetrar en todos los segmentos de la sociedad. Es en
ese sentido que el concepto de revolución sigue siendo válido; ciertamente, a la
iuz de nuestra experiencia histórica, más válido que nunca. Una revolución que no
solamente erradique, sino que también implante. Más importante aún que lo que
se erradique será lo que se coloque en el lugar de lo erradicado. Marx dice en
alguna parte que el significado de "radical" es "tomar las cosas por sus raíces". Es
ese el significado literal de ser radical, y conserva su validez en la revolución social
en el sentido de erradicación e implantación que acabamos de mencionar.
87
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Mucho de lo que hoy está firmemente arraigado ha de ser erradicado en el
futuro a través del laborioso proceso de una transformación revolucionaria
progresiva, o, si se quiere, "permanente". Pero el terreno sobre el que se haga esto
no debemos dejarlo vacío. En el lugar de lo que ha sido arrancado hay que poner
algo que pueda ser capaz de echar raíces profundas. Hablando acerca del orden
social del capital, Marx emplea la expresión "un s i s t ema orgánico" . En la
Introducción a la edición en persa de Más allá de l Capital , cité un pasaje en el
que él habla de eso. El sistema del capital bajo el cual vivimos es un sistema
orgánico. Cada parte de él apoya y refuerza a las demás. Es ese tipo de a p o y o r e c í p r o c o de las partes lo que hace que el problema de la transformación
revolucionaria sea muy complicado y dificultoso. Si queremos reemplazar el sistema
orgánico del capital tenemos que poner en su lugar o tro s i s tema o r g á n i c o en el
que las par tes le sirvan de apoyo al todo , porque también ellas se apoyan
recíprocamente. Es así como el sistema se vuelve viable, capaz de mantenerse
firme, en crecimiento y desplazándose exitosamente en la dirección que garantice
la gratificación de cada miembro de la sociedad.
Está claro, entonces, que la "revolución" no puede ser simplemente una
cuestión de "derrocamiento". Cualquier cosa que pueda ser derrocada no puede
constituir más que un aspecto muy parcial de la r e v o l u c i ó n social . Las variedades
de cap i ta l i smo históricamente conocidas pueden ser derrocadas—y en algunos
contextos limitados eso va ha ocurrido—pero el capital mismo no puede ser
"derrocado". Tiene que ser erradicado, en el sentido que acabamos de describir, y
es preciso poner algo en su lugar. De igual modo, el Estado capital is ta puede
ser derrocado. Sin embargo, aunque derroquemos al estado capitalista no habremos
eliminado el problema mismo, porque el Estado en sí no puede ser derrocado.
Por eso Marx habla del "debilitamiento gradual del estado", que es fundamental
mente otro concepto. Más aún, el más espinoso de los problemas concernientes a
la tarea de la transformación revolucionaria, es que el trabajo e n sí no puede ser
"derrocado". ¿Cómo "derrocar" al trabajo que es, junto con el capital y el estado,
una de las tres columnas que sirven de soporte al sistema del capital? Porque el
trabajo es la base de la reproducción de la sociedad.
Ha habido toda clase de fantasías, especialmente en estas últimas décadas,
acerca de que la "revolución de la información" abolió para siempre al trabajo, y
estamos viviendo más felices que nunca en la "sociedad postindustrial". La idea de
la transformación del trabajo en un juego tiene una tradición respetable, que se
remonta a Schiller. Sin embargo , sus recientes versiones renovadas como
apologética del capital constituyen un absurdo total. Es posible abolir el trabajo asalar iado mediante algún decreto. Pero eso está muy lejos de ser la solución del
problema de la emancipación del trabajo, que sólo es concebible como la au to -emancipación de los productores asociados. El trabajo humano como actividad
product iva continúa siendo s iempre la condición absoluta del proceso de
reproducción. El sustrato natural de la existencia de los individuos es la propia
88
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
naturaleza, que debe ser c o n t r o l a d a racional y creativamente por la actividad
productiva—lo contrario de ser irresponsable y destructivamente d o m i n a d a por los imperativos irracionales, despilfarradores y destructivos de la expansión
del capital. El metabolismo social implica el necesario intercambio entre los
individuos misn\os y entre la totalidad de los individuos y la naturaleza recalcitrante.
Incluso la ¡dea original y no apologética del trabajo como juego en el siglo XVIII
era inseparable de la idealización de la naturaleza: la ignorancia o negación de su
obligada recalcitrancia. Pero las recientes réplicas apologéticas del capital desalían
a cualquier credulidad, dada la abrumadora evidencia de la insensible destrucción
de la naturaleza por el capital, que los proponentes de esas teorías ignoran
cínicamente.
Usted debe haber leído libros y artículos en las últimas dos o tres décadas
acerca de la llamada "sociedad postindustrial". ¿Qué demonios significa eso?
¿"Postindustrial"? Mientras la humanidad sobreviva, tendrá que ser industriosa/
industrial.Tendrá que trabajar para reproducirse.Tendrá que crear las condiciones
bajo las cuales la vida humana no solamente siga siendo posible, sino además se
haga más rica en satisfacción humana. Y eso es concebible únicamente gracias a la
industria, en el sentido más profundo del término. Siempre seremos industriales,
en oposición a la fantasía propagandista interesada según la cual la "revolución de la
información" hará que todo el trabajo industrial resulte completamente superfluo.
Característicamente, al mismo tiempo que los paladines de la apologética del capital
hablaban del paraíso "postindustrial", también hablaban aprobatoriamente de
transferir las "industrias de las chimeneas" a la India, o a China, o a las Filipinas, o a
Latinoamérica. ¡Así que había que sacar las "industrias de las chimeneas" del
Occidente "capitalista avanzado"! ¿Pero dónde iban a poner los "capitanes de la
industria" las tóxicas chimeneas de la U n i o n Carbide? Las transfirieron a Bhopal,
en la India, con consecuencias catastróficas, matando a q u i n c e mi l personas e
hiriendo y dejando ciegos a incontables miles más. ¿Eso convierte a la sociedad en
"postindustrial"? Muy lejos de ello. Esas "transferencias de tecnología" sólo significan
que el Occidente capitalista manda sus sábanas sucias a alguna parte "subdesarro-
llada" de! mundo, el llamado "tercer mundo". Al mismo tiempo, con sumo cinismo
los ideólogos y los propagandistas del sistema sostienen también que esas
transferencias significan "modernización", sobre el modelo norteamericano, así
que como resultado de ello a su debido tiempo la gente de todas partes será rica y
feliz en una sociedad totalmente automovilizada.
La tan necesitada revolución significa un cambio fundamental de todo eso. El
derrocamiento nada más no puede solucionar nada. Derrocar o abolir algunas
instituciones en situaciones históricas específicas constituye un necesario pr imer paso. Los actos políticos radicales son necesarios a fin de eliminar un tipo de
personal y hacer posible que alguna otra cosa nazca en su lugar. Pero el objetivo
tiene que ser un profundo proceso de transformación social progresiva. Y en ese
sentido el concepto de revolución continúa siendo absolutamente fundamental.
89
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
3.7 LA IGUALACIÓN HACIA ABAJO DE LA TASA DIFERENCIAL DE
EXPLOTACIÓN
Los trabajadores occidentales, habiendo organizado sindicatos, tratan de ajustar a su
Marx a la situación laboral en el mundo actual. Su voz y su lucha no van más allá de
acciones limitadas por la asistencia social, salarios más altos, etc. En Oriente, por otra
parte, a causa de las dictaduras, las presiones económicas retrasadas y la Jaita de
conocimiento teórico, los movimientos sociales apuntan no sólo a una vida mejor, sino
también al derrocamiento de su sistema del capital. La globalización y la privatización
han creado oportunidades para movimientos en contra del capitalismo. El movimiento
radical parece estarse originando desde Oriente y no desde Occidente. ¿Qué piensa usted?
Pienso que tenemos que examinar los hechos, y entonces encontraremos
que algo de lo que usted dice es cierto, pero con consideraciones históricas. Es
decir, lo que usted describe refleja las condiciones de hará quizás una o dos décadas
atrás, y mucho menos las de la actualidad. Cuando consideramos algunas demandas
cruciales del movimiento laboral en los países capitalistas occidentales, como
Francia e Italia, vemos que no pueden ser descritas como meras demandas de
mejoramiento de los salarios. Tomemos por ejemplo la demanda de la semana de
35 horas sin rebajas en la paga, a la que el gobierno francés ha accedido. Ahora en
Francia hay una ley—que se va a implementar a partir del 2000-2001"'* —según la
cual la semana de trabajo será reducida a 35 horas. Esa no es una demanda de
salario. Igual cosa está ocurriendo en Italia, donde hay una ofensiva muy importante
para la realización del mismo objetivo. Quizá pueda encontrarle una cita tomada de
una de las principales figuras del movimiento italiano por las 35 horas de trabajo,
Fausto Bertinotti. Él tuvo que contestar una pregunta de una lectora del periódico
de Rifondazione. Como usted sabe, la condición de las trabajadoras en todas las
sociedades capitalistas es peor que la de los hombres. (Y no es que sea muy color
de rosa para sus contrapartes masculinas). EUa preguntaba: ^'Si vamos a tener más
horas para nosotras", como resultado de la semana de trabajo de 35 horas, "¿cómo
las ocuparemos?" Esta fue la respuesta de Bertinotti:
Cuando decimos que no es solamente una cosa de los objetivos sindicales, sino de la civilización, nos estamos refiriendo precisamente al horizonte de la pregunta que usted plantea: la importante cuestión del tiempo, v de la relación entre el tiempo de trabajo y el tiempo de vida. Primero que todo sabemos, por Marx, que el robo del tiempo de trabajo, en cierta etapa del desarrollo histórico, se convierte en una base muy miserable de la producción y la riqueza y la organización de la sociedad: además sabemos que la lucha contra la explotación sólo puede ir acompañada, entrelazada y conectada con la lucha contra la alienación; es decir, contra ese mecanismo profundamente inherente a la naturaleza del capitalismo, que no sólo le quita al trabajador el producto del "trabajo viviente", sino que induce al extrañamiento, la heterodirección y la regulación opre.sora del tiempo
Se mantiene el texto original. Ver la nota anterior.
90
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
de vida. En ese sentido, las 3S horas, más allá de los beneficios que ellas podrán desatar desde el punto de vista del empleo, retornan a la cuestión central del mejoramiento de nuestras propias vidas; de! autogobierno del tiempo, para ponerlo en términos políticos no contingentes. Porque no habrá una transformación social real sin un proyecto de autogobierno colectivo del tiempo de trabajo y el tiempo de vida; un proyecto real, no una hipótesis elaborada desde afuera de! sujeto social y de las subjetividades individuales. Ese también constituye un gran desafío para la política y para nuestro partido.
Ahora bien, ahí es donde puede ver que la lucha por la semana de 35 horas no es simplemente una "demanda sindical". Desafía a la totalidad del sistema de la reproducción metabólica social, v por lo tanto resultaría muy inexacto describirla como nada más que una "demanda sindical".
Usted tiene razón en que durante mucho tiempo las demandas económicas constituyeron el horizonte del movimiento laboral en los países capitalistas avanzados. Pero esa orientación estrecha va no se puede seguir manteniendo. Eso nos conecta con la cuestión de las oportunidades para el socialismo. El movimiento laboral se ve empujado ahora en dirección a que tiene que plantear la cuestión del tiempo de trabajo y el tiempo de vida. La reducción del tiempo de trabajo constituye una demanda salarial solamente en grado muy limitado. Los trabajadores no quieren simplemente un mejoramiento de los salarios. Es verdad que ellos dicen "no queremos perder lo que ya tenemos". Pero la lógica objetiva de la situación es que de todos modos lo están perdiendo por otras razones. Porque una de las pérdidas importantes de los últimos cuarenta años de desarrollo capitalista es lo que yo llamo "la igualación hacia abajo de la tasa de explotación diferencial". (Ver la Sección 7 de La n e c e s i d a d de l c o n t r o l soc ia l , 1971, o "La intensificación de la tasa de explotación", pp. 1027-1029 en Más allá de l Capital) . En los países capitalistas occidentales las clases trabajadoras pudieron disfrutar por largo t iempo los beneficios de la tasa de explotación d i ferenc ia l . Sus condiciones de existencia, sus condiciones de trabajo, eran inconmensurablemente mejores de las que se tenían en los "países subdesarroUados" del llamado "tercer mundo". (Un concepto que siempre he rechazado como propaganda interesada del capitalismo occidental, porque el "tercer mundo" forma parte integral del solo y único y profundamente interconectado mundo).
Ahora bien, sin embargo encontramos por todas partes condiciones de deterioro. La "igualación hacia abajo" queda en evidencia también en los países capitalistas más avanzados. Ahora los trabajadores tienen que afrontar el verse amenazados en sus condiciones básicas de existencia, porque el desempleo—a menudo camuflado como precariedad "flexible"—se está esparciendo por todas partes. Pelear contra el desempleo no puede ser considerado simplemente una negociación salarial. Ha pasado mucho tiempo desde cuando se podía tratar al •"desempleo marginal"—en el punto culminante de la expansión keynesiana—en esos términos. Así que las clases trabajadoras, incluso en los países capitalistamente más avanzados, deben encarar ese desafío.
91
Istvanjyiészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Por s u p u e s t o que us t ed t i ene razón en que las c o n d i c i o n e s son
incomparablemente peores en el Oriente. Pero es importante destacar que los
países involucrados constituyen una parte integral del sistema del "capital social
total" V la "totalidad del trabajo". Cualquier cosa que pase en una parte tiene un
impacto sobre las condiciones en cualquier otra parte. Las condiciones del mercado
del trabajo se están deteriorando por doquiera, incluidos los países capitalistas
occidentales. En Canadá tanto como en los Estados Unidos, o en Inglaterra,
Alemania, Francia e Italia. Las presiones se están intensificando y, podría añadir, eso
significa un necesario cambio en la orientación del movimiento de la clase
trabajadora occidental. Si usted examina la historia del movimiento de la clase
trabajadora en el siglo XX, hallará que una de las grandes tragedias de esa historia
file la división interna descrita como la separación del llamado "brazo industrial"
del movimiento (los sindicatos) del "brazo político" (los partidos políticos). Esa
separación ha significado la severa restricción del movimiento laboral, al confinarse
su acción dentro de límites muy estrechos. Los partidos políticos están confinados
dentro de una situación en la que el pueblo a! que ellos supuestamente representan
tiene la oportunidad de votar—poner un pedazo de papel dentro de la urna de
votación una vez cada cuatro o cinco años—y con ello renuncia a su poder de
tomar decisiones a favor de quienquiera que esté en el parlamento.
Ahora bien, lo que resulta significativo respecto a los cambios en marcha es
que se hace necesario convertir al propio movimiento sindical (el "brazo industrial")
en directamente político. Eso está empezando a ocurrir en algunos países capitalistas
europeos (notoriamente en Francia e Italia), al igual que en Japón. Y confío en que
ocurrirá en el futuro no muy lejano y también en Canadá y en los Estados Unidos.
Ese era el condicionante que yo le añadiría a su pregunta. Las cosas han sido, y son,
significativamente cambiantes bajo el impacto de la tendenciosa ley del desarrollo
del capital hacia la igualación hacia abajo de la tasa de explotación diferencial, en la
época de la cris is e s tructura l del s i s tema d e l capi ta l e n sí, y no simplemente
del capitalismo. Usted sabe de lo que estoy hablando; yo analizo ese problema con
gran detalle en Más allá de l capita l . Bajo esas condiciones ya no es posible
retener al pueblo en su situación de sumisión.
Puedo mencionarle a los mineros ingleses que libraron una lucha que duró
un año, v no fue por una mejora de salario. Sería inconcebible soportar por todo un
año las penurias, la miseria, la discriminación, la hostilidad y la represión del estado
por el interés de mejorar sus salarios en 10, 20 o hasta SO dólares por semana,
cuando estaban perdiendo mucho más, incluso en términos financieros, en el
curso de esa lucha. Los mineros en Inglaterra fueron derrotados eventualmente
gracias a la acción concertada del estado y, lamentablemente, como mencioné
antes, también el Partido Laborista, su presunto "brazo político". ¿Y qué le ocurrió
a la fuerza laboral de los mineros ingleses? Para el momento de la huelga su
número rondaba los ISO.000; ¡hoy se ha reducido a menos de 10.000! Esa es la
92
Istvan MészcCros: El desafio y la carga del tiempo histórico
realidad de la situación. Contra eso tuvieron que luchar los trabajadores. La
reducción numérica a niveles de exterminio, la transformación de sus pueblos v
aldeas mineras en la tierra baldía del desempleo. Así, en la actualidad más y rnás
grupos de trabajadores también en los países capitalistamente avanzados se ven
forzados a proceder de la misma manera como lo hicieron los mineros ingleses.
Puedo mencionarle también otro caso, los obreros portuarios de Liverpool que
soportaron las penurias extremas de la huelga, no durante uno sino dos años y
medio. Ese tipo de acción, ese tipo de lucha que es simultáneamente industrial y
política, es inconcebible dentro del estrecho marco de los "objetivos sindicales".
Gracias por aceptar nuestra entrevista. ¿Quisiera añadir algo para el lector en persa?
Sólo me queda desearles v desearnos mucho éxito en nuestra empresa y
nuestras luchas en conjunto por una transformación social radical que tanto
necesitamos. Y confío en que avanzaremos por ese camino.
93
Capitulo 4 Socialismo o barbarie:
del "siglo norteamericano" a las encrucijadas
Este estudio''está dedicado a Harry Magdoff y Paul Sweezy, cuya contribución en los últimos cincuenta años—en sus libros y como editores de Monthly Review—a nuestra conciencia del imperialismo y los desarrollos monopólicos ha sido de primera magnitud.
PREFACÍO
Estamos a punto de dejar el siglo XX, descrito por los apologistas más
grandilocuentes del capital como el "siglo norteamericano". Sus opiniones fueron
proferidas como si la Revolución de Octubre de 1917, o las revoluciones de
China y Cuba y las luchas de liberación coloniales en las décadas siguientes jamás
hubiesen t en ido lugar, sin olvidar la humi l lan te d e r r o t a sufrida por los
poderos ís imos Estados Unidos en Vie tnam. C i e r t a m e n t e , los defensores
incondicionales del orden establecido anticiparon confiadamente que no sólo el
siglo venidero sino todo el próximo milenio está destinado a amoldarse a las normas
incambiables de la "Pax Norteamericana". Pero la mera verdad es que las causas
profundamente arraigadas bajo las conmociones sociales del siglo XX ya
mencionadas—a las que se podrían agregar unas cuantas, tanto positivas como
negativas, incluidas dos guerras mundia les—no han sido resueltas por lo
desarrollos subsiguientes, independientemente de cuánto se haya realineado la
relación de fuerzas a favor del capital durante la última década. Por el contrario, a
cada nueva fase de la posposición forzada las contradicciones del sistema del capital
no hacen más que agravarse, acarreando cada vez mayor peligro para la supervivencia
misma de la humanidad.
La insolubilidad crónica de nuestros antagonismos sociales, aunada a la
incontrolabilidad del capital, bien puede continuar generando durante algíin tiempo
la atmósfera de triunfalismo y las ilusiones de permanencia desorientadoras, como
io han hecho en el pasado reciente. Pero a su debido tiempo los problemas que se
van acumulando e intensificando en su carácter destructivo tendrán que ser
s
- Los capítulos 1 y 2 de este estudio fueron presentados en Atenas el 19 de octubre de 1999 como una conferencia organizada por la publicación bimensual griega Utopia por E. I Bitsakis, y publicada en ella en marzo de 2000. El texto completo fue publicado por primera vez en forma de libro en italiano por la editorial Punto Rosso, en septiembre de 2000, y la primera edición completa en inglés apareció en junio de 2001, publicada por Monthly Review Press, Nueva York.
95
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
afrontados. Porque si ei siglo que viene va a ser realmente e! triunfalista "siglo
norteamericano" del capital, entonces a los humanos ya no nos quedarán por
delante otros siglos, v ni hablar de todo un milenio. Decir esto no tiene nada que
ver con "antinorteamericanismo". En 1992 expresé mi convicción de que
el futuro del socialismo se decidirá en los Estados Unidos, por muv pe.simista que esto pueda sonar. Trato de insinuarlo en la última sección de El poder de la ideología, donde estudio el problema de la universalidad.''" O el socialismo es capaz de hacerse valer universalmente y de manera tal que abarque todas las áreas, incluidas las áreas capitalistas más desarrolladas del mundo, o fracasará."
Dada la presente etapa del desarrollo, con sus problemas fuertemente
entrelazados que claman por una solución permanente, solamente podría resultar
opera t ivo un p l a n t e a m i e n t o un ive r sa lmen te viable. Pero a pesar de su
"globalización" forzosa, el sistema incurablemente inicuo del capital resulta ser
e s t ruc tu ra lmen te incompat ib le con la universalidad en cualquier sent ido
signiticativo del término.
4 . 1 EL CAPITAL: LA CONTRADICCIÓN VIVIENTE
4.1.1
Sean cuales sean las pretensiones de la "globalización" en marcha, en el mundo
no puede haber universalidad si no existe una igualdad sustantiva. Evidentemente,
entonces, el sistema del capital, en todas sus formas históricamente conocidas o
concebibles, es totalmente hostil hasta para con sus propias provecciones—
deformes y dañadas—de universalización globalizadora. Y es inconmensurable
mente más hostil con la única realización significativa de la universalidad
socialmente viable que armonizaría plenamente el desarrollo universal de las
fuerzas productivas con el desarrollo general de las habilidades y potencialidades
de los individuos sociales libremente asociados, porque aquella estaría basada en
sus aspiraciones procuradas a conciencia. En lugar de eso, la potencialidad de la
tendencia universalizadora del capital se ha convertido en la realidad de la alienación
v la cosificación deshumanizadoras. Para decirlo con Marx;
¿Cuando se le quita el envoltorio de la forma burguesa limitada, qué es la riqueza si no la universalidad de las necesidades, capacidades, placeres, íuerzas productivas, etc. humanas creadas mediante el intercambio universal? ¿El pleno desarrollo de la dominación humana sobre las fuerzas naturales, tanto las de la llamada naturaleza como las de la propia naturaleza de la humanidad? ;La obtención absoluta de sus
"" The Power of ídeoJogy, Harvester/Wheatsheaf, Londres, y New York C/niversify Press, 1989, pp. 462-470. " "Marxism Today", entrevista publicada en Radical Philosophy, N° 62, otoño de 1992; reimpresa en •'Appendix", Part Tour, Beyond CapitaL Merlin Press, (Londres) y Monthly Review Press, (Nueva York), 1995, pp, 978-986; 'Marxismo hoy día". Más allá del CapitaL Vadell Hermanos, 2001 Caracas-Valencia, 2001, pp. 1131-1140.
96
Istvan Mészáros: E[ desafío y la carga del tiempo histórico
potencialidades creativas, sin otro supuesto que no sea el del desarrollo histórico previo, que convierte a esta totalidad de desarrollo, es decir el desarrollo de todos los poderes humanos como tales, en un fin en sí mismo, y no como si estuviese medido sobre un patrón predeterminado? ¿Cuando no se reproduce en una especificidad sino que produce su totalidad? ¿Tiende a no continuar siendo algo en lo que se ha convertido, sino que está en el movimiento absoluto de convertirse? En la economía burguesa—v en la época de la producción a la que ella corresponde—dicha obtención de la satisfacción humana aparece como un vaciarse total, dicha objetivación universal como alienación total, y el despojamiento de todos los objetivos limitados y parcializados como el sacrificio de la finalidad humana en sí misma ante un fin enteramente externo.''^
El desarrollo de la división funcional del trabajo—en principio aplicable
«niversalmente—constituye la dimensión horizontal potencialmente liberadora
del proceso laboral del capital. Sin embargo, esa dimensión resulta ser inseparable
de la división vertical/jerárquica del trabajo dentro del marco de la estructura de
mando del capital. La función de la dimensión vertical es salvaguardar los intereses
vitales del sistema asegurando la expansión continua del plustrabajo sobre la base
de la máxima explotación practicable de la totalidad del trabajo. En consecuencia,
a la fuerza estructurante horizontal se le permite avanzar en cualquier momento
dado solamente hasta donde siga siendo firmemente controlable por parte de la
dimensión vertical en el horizonte reproductivo del capital. Eso significa que puede
seguir su propia dinámica sólo hasta el punto en que los desarrollos productivos
resultantes puedan seguir siendo c o n t e n i b l e s dentro de los parámetros de los
imperativos (y las limitaciones correspondientes) del capital. La exigencia del
control del capital de un ordenamiento vertical constituye siempre el momento
dominante en la relación entre las dos dimensiones. Pero si bien en la lase ascendente
del desarrollo del sistema las dimensiones vertical y horizontal se complementan
entre sí a través de sus intercambios recíprocos rclati \amente flexibles, una vez
que la fase ascendente es dejada atrás el anterior m o m e n t o d o m i n a n t e de un
cwmplejo dialéctico se convierte en una d e t e r m i n a c i ó n u n i l a t e r a l d i s o c i a d o r a .
Eso acarrea graves limitaciones para el desarrollo productivo, junto con una
importante crisis de la acumulación bien evidente en nuestro tiempo. Por eso la
oniversalidad en el desarrollo de las fuerzas productivas una vez prometida tiene
que ser abortada, en interés de salvaguardar la parcialidad orientada hacia sí misma
T !a insuperable jerarquía estructural del capital.
El s is tema del capital está a r t i cu l ado como una in t r incada red de
contradicciones que sólo puede ser m a n e j a d a más o menos exitosamente durante
algún tiempo, y nunca s u p e r a d a de manera definitiva. En las raíces de todas ellas
encontramos el antagonismo inconciliable entre el capital y el trabajo, que siempre
T obl iga tor iamente asume la forma de la s u b o r d i n a c i ó n e s t r u c t u r a l /
j e r á r q u i c a d e l t r a b a j o a l c a p i t a l , independientemente de lo elaborados y
" Marx, Grundrisse, p. 488.
97
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
mis t i f icadores que puedan ser los i n t en tos que apun tan a camuflar esa
subordinación estructural. Para nombrar algunas de las principales contradicciones,
nos enfrentamos a las que existen entre:
• la producción y su control;
• la producción y el consumo;
• la producción y la circulación;
• la competencia y el monopolio;
• el desarrollo y el subdesarrollo (es decir, la divisoria "norte/sur", tanto
globalmente como dentro de cada país específico);
• la expansión preñada de las semillas de la contracción generadora de
crisis;
• la p r o d u c c i ó n y la de s t rucc ión (esta ú l t ima glorif icada como
"destrucción productiva" o "creativa");
• la dominación estructural del trabajo por el capital y la insuperable
dependencia del trabajo viviente por parte del capital;
• la producción de t iempo libre (plustrabajo) y su lesiva negación
mediante el imperativo de reproducir y explotar al trabajo necesario;
• la manera totalmente autoritaria de la toma de decisiones en las empresas
productoras y la necesidad de su implementación "consensual";
• la expansión del empleo v la generación de desempleo;
• la tendencia a economizar con los recursos materiales v humanos aunada
al más absurdo despilfarro de los mismos;
• el crecimiento de la expansión a toda costa y la resultante destrucción
ambiental;
• la tendencia globalizadora de las empresas trasnacionales v las obligadas
restricciones ejercidas por los estados nacionales en contra de sus
rivales;
• el control sobre las unidades reproductivas específicas y el fracaso en el
control de su escenario más amplio (de aquí el carácter extremadamente
problemático de todos los intentos de planificar en todas las formas
concebibles del sistema del capital);
• y la contradicción en t re la ex t racc ión del plustrabajo regulada
económicamente y la regulada políticamente.
Resultaría por demás inconcebible superar siquiera una de esas contradicciones
por separado, v mucho menos toda la red inextricablemente entrelazada, si no se
instituye una alternativa radical al modo de control metabólico social del capital.
Una alternativa basada en la i gua ldad sustantiva, cuya total ausencia es el común
denominador y el núcleo pervert idor de toda relación social bajo el sistema
existente.
Lo que es importante destacar también acá es que—dada la crisis estructural del sistema del capital en sí, en contraste con las crisis c o y u n t u r a l e s per iód i cas del capitalismo que presenciamos en el pasado—los problemas se han visto
98
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
«gravados inexorablemente en la presente etapa del desarrollo, poniendo en la
^ e n d a histórica la necesidad de un c o n t r o l genera l viable de los intercambios
productivos materiales y culturales de la humanidad, como cosa de gran urgencia.
Marx podía decir todavía que el desarrollo del sistema del capital, a pesar de sus
propias barreras y limitaciones, "agranda el círculo del consumo" y "derriba todas
Us barreras que restringen el desarrollo de las fuerzas de producción, la expansión
de las necesidades, el desarrollo múltiple de la producción y la explotación e
intercambio de las fuerzas naturales y mentales".''^ En ese espíritu pudo caracterizar
aJ pleno desenvolvimiento del sistema del capital como la "presupos ic ión de un
nuevo modo de producción".*"* Hoy ya no es posible hablar de un "desarro l lo múl t ip l e d e la p r o d u c c i ó n " vinculado con la expansión de las n e c e s i d a d e s humanas. Así, dada la manera como la deforme tendencia globalizadora del capital
K realizó—y se sigue reforzando—resultaría por demás su i c ida concebir la
realidad destructiva del capital como la presuposición del tan necesitado nuevo
modo de reproducir las condiciones sustentables para la existencia humana. Tal y
como están las cosas hoy día, la preocupación del capital no puede ser "el
agrandamiento del círculo del consumo" en beneficio del "individuo social rico"
del que hablaba Marx, sino tan sólo su propia reproducción ampliada a cualquier
costo. Y esto último puede ser garantizado, al menos por ahora, mediante varias
modalidades de destrucción. Porque desde la perspectiva perversa del "proceso
de realización" del capital, el c o n s u m o y la d e s t r u c c i ó n son e q u i v a l e n t e s func ionales , Hubo una vez en que la ampliación del círculo del consumo podía
ir de la mano del imperativo avasallador de la autorrealización ampliada del capital.
Con el final de la ascensión histórica del capital, las condiciones de la reproducción
ampliada del sistema se han visto alteradas radical e irremisiblemente, poniendo
en el p r imer plano abrumadoramente las tendencias destructivas y, como su
acompañante natural, el despilfarro catastrófico. Nada ilustra mejor esto que el
" c o m p l e j o mi l i tar - indus tr ia l" y su permanente expansión, a pesar de ¡as
pretensiones del "nuevo orden mundial" y su así llamado "dividendo de paz"
después del "fin de la guerra fría". (Tendremos que regresar a este complejo en la
Sección 2.7).
4.1.2
Paralelamente a esos desarrollos, la cuestión del desempleo también se ha
visto alterada para peor. Ya no está restringida al "ejército de reserva", a la espera de
ser activado y metido dentro del marco de la expansión productiva del capital,
como solía ser el caso en la fase ascendente del sistema, en algunos momentos
incluso en grado asombroso. Ahora la grave realidad del desempleo deshumanizador
^ Ibíd., pp. 408 y 410. *• Ibid. p. 540.
99
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ha sumido un carácter c rón ico , reconoc ido hasta por los defensores más
incondicionales del capital—sin duda, a modo de autojustificación, como si nada
tuviese que ver con la naturaleza perversa de su tan preciado sistema—como
"desempleo estructural". Como contraste, en las décadas de posguerra de la
expansión sin perturbaciones se presumió que el problema del desempleo quedaba
permanentemente resuelto. Así, uno de los peores apologistas del capital—Walt
Rostow, prominente figura en el "Trust del Cerebro" del presidente Kennedy—
declaraba arrogantemente en un libro vacío pero masivamente promocionado que: Existe toda la razón del mundo para creer, atendiendo a la sensibilidad del proceso político hasta para con los más pequeños bolsones de desempleo en las sociedades democráticas modernas, que las políticas indolentes y tímidas de los años 20 y 30 con respecto al nivel de desempleo ya no serán toleradas en las sociedades occidentales.Y ahora las artimañas técnicas—debido a la revolución kevnesiana— son ampliamente comprendidas. No hay que olvidar que Kevnes se planteó la tarea de derrotar el pronóstico de Marx acerca del curso del desempleo bajo el
capitalismo; y lo ha logrado en gran medida.*"
En el mismo espíritu, Rostow v todo el ejército de economistas burgueses
predijeron confiadamente que no solamente los "pequeños bolsones de desempleo
en las sociedades democráticas occidentales" serían convertidos pronto y para
siempre en oasis de "riqueza" y prosperidad, sino que, gracias a sus recetas y
"artimañas" de "modernización" aplicables universalmente, también el "tercer
mundo" alcanzaría el mismo nivel de "desarrollo" v feliz satisfacción de nuestras
"democracias occidentales". Porque se suponía que en la naturaleza preordenada
del universo eterno el "subdesarrollo" sería seguido del "despegue" capitalista, que
a su vez traería consigo inexorablemente una natural "tendencia a la madurez",
dado que las fuerzas políticas de las "democracias occidentales" impedirían los
actos malignos de los revolucionarios perturbadores empeñados en interferir con
ese orden natural.
La euforia produjo una industria de "estudios del desarrollo", generosamente
financiada, que fue girando en círculos cada vez más amplios para entrar al final en
el olvido total, como gotas de lluvia sobre la arena, a medida que—con el inicio
de la crisis estructural del capital—la marea del n^onetarismo neoliberal fue
cubriendo las posiciones de la orientación ideológica hasta ese momento ocupadas
por los sumos sacerdotes de la salvación keynesiana. Y cuando al final hubo que
admitir que las "artimañas" keynesianas ya no podrían volver a generar nunca más
los anteriores "milagros" (es decir, las condiciones descritas como "milagros" por
quienes en aquello momento creían tontamente en ellos, no por sus adversarios
críticos), los antiguos propagandistas de la solución final keynesiana de los defectos
del capital simplemente se cambiaron de uniforme y, sin el más mínimo murmullo
' Walt Rostow, The Stages of Economic Growth, Cambridge University Press, 1960, p. 155.
100
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del t iempo histórico
de autocrítica, invitaron a todos aquellos que no habían alcanzado aún su propio
nivel de nueva iluminación trascendental a despertar de su modorra, y darle un
funeral decente a su héroe de otrora. ' ' '
De esa manera la tesis de la "modernización del tercer mundo" tenía que ser—
nn tanto humillantemente—abandonada. El asunto se complicó aún más gracias al
peligro creciente del desastre ecológico y el hecho obvio de que si a través de la
"tendencia del tercer mundo a la madurez" se les permitía a los niveles catastróficos
de desperdicio y contaminación producidos por la nación modelo de la "moderni
zación", los Estados Unidos, prevalecer aunque fuese nada más en China y en la India,
eso también les acarrearía consecuencias devastadoras a las idealizadas "democracias
occidentales". Además, la solución interesada recién propugnada por los Estados
Unidos—"comprar los derechos de contaminación" a los países deF'tercer mundo"—
resultaría ser un concepto autodestructivo si no asumía al mismo t iempo la
permanencia del "subdesarrollo del tercer mundo". Por lo tanto, a partir de allí en
todas partes, incluidas las "democracias occidentales", la tesis de la "modernización"
tuvo que ser empleada como un nuevo tipo de arma, para así vapulear y descalificar
al "viejo laborismo" por negarse a ser "modernizado" por el "nuevo laborismo", es
decir, por no haber podido hacerse "moderno" abandonando totalmente, como lo
hizo el "nuevo laborismo", hasta sus principios y compromisos t ímidamente
socia ldemócra tas . Los nuevos objet ivos propagandís t icos un iversa lmente
recomendables y encomendables que había que seguir eran " d e m o c r a c i a y desarrollo": democracia modelada sobre el consenso político norteamericano entre
los republicanos y los demócratas, cuyo resultado ha sido que la clase trabajadora se
vea privada de sus d e r e c h o s por completo y sin contemplaciones, incluso en un
sentido parlamentario limitado; y desarrollo nada más en el sentido de lo que puede
ser vertido con facilidad dentro de la concha vacía de la definición de "democracia
formar'más tendenciosa, que se le impondrá a todo el mundo, desde las "democracias
recién surgidas" de la Europa del Este y la antigua Unión Soviética hasta el Sureste
Asiático y el África, al igual que a Latinoamérica. Como prominente órgano de
propaganda del llamado G7, dominado por los Estados Unidos, el Economist de
Londres, lo ha puesto así con su inimitable cinismo:
No hay alternativa para el libre mercado como la vía para organizar la vida
económica. La difusión de la economía de libre mercado conducirá gradualmente
a la democracia pluripartidista, porque los pueblos que poseen libre escogencia
económica tienden a tener también libre escogencia política."
Si el trabajo, como antagonista del capital, tiene empleo, "libre escogencia
económica" sólo puede equivaler a sometimiento a las órdenes provenientes de
• Ver un destacado artículo editorial en el Economist de Londres titulado "Time to bury Keynes?", (3 de julio de 1993, pp. 21-22); pregunta que fue respondida por los editores de The Economist con un enfático "sí". ^ The Economist, 31 de diciembre de 1991, p. 12
101
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
los imperativos expansionistas del sistema; y para el número cada vez mayor de los
no tan "afortunados" significa exponerse a las indignidades y la extrema penuria
causadas por el "desempleo estructural" crónico. En cuanto a la "libre escogencia
po l í t i ca" que pudiese ser e jerc ida d e n t r o del marco de la "democrac ia
pluripartidista", en la realidad queda reducida a la aceptación amargamente resignada
de las consecuencias de un c o n s e n s o político que se estrecha cada vez más, lo que
ocasionó que no menos del 7 7 % de los votantes ingleses—y casi el mismo
porcentaje de personas también en algunos otros países de la Comunidad Europea—
se negasen a participar en un ritual tan carente de sentido como la reciente elección
a nivel nacional, cuando se les llamó a elegir a sus miembros en el Parlamento
Europeo.
Así, de manera similar a lo que ocurrió en el terreno del empleo productivo,
como resultado de la reducción de los márgenes del capital, hemos sido testigos
de retrocesos dramáticos también en el terreno de la representación v la dirección
política. En el campo de la producción la fase ascendente del desarrollo del capital
había traído consigo una masiva expansión del empleo, que en nuestro tiempo le
cedió el paso a la peligrosa tendencia al desempleo crónico. En cuanto al campo
pol í t ico, pudimos ver cómo se dio un desplazamiento desde el dramático
crecimiento del derecho al voto, que alcanzó el punto del derecho al voto universal
y la correspondiente formación de partidos de masa laborales, al fuerte retroceso
de la pérdida, no formal sino efectiva y completa, de los derechos del trabajo en
su escenario politico parlamentario. Baste pensar, en este respecto, en formaciones
políticas como el "nuevo laborismo" y sus equivalentes "del otro lado", operando
la forma más peculiar de la "toma de decisiones democrática" en minúsculas
"camarillas" (o los "sin rostro"), o imponiéndole implacablemente la conseja de
"no hay ninguna alternativa" a cualquier voz disidente, incluso si ésta viene a
presentarse por alguna casualidad en los gabinetes ministeriales que confieren la
aprobación oficial.
4. t .3
La devastadora tendencia al desempleo crónico afecta hoy hasta a los países
capitalistas más avanzados. Al mismo tiempo, también las personas que todavía
tienen empleo en esos países tienen que soportar el empeoramiento de sus
condiciones de existencia materiales, admitido incluso por las estadísticas oficiales.
Porque el fin del ascenso histórico del capital también trajo consigo una igualación
hacia abajo de la tasa de explotación diferencial.^**
*'*' Renato Constantino, destacado historiador y pensador político filipino, nos da un ejemplo sorprendente de la tasa de explotación diferencial en uno de sus ensayos. Escribió: " La Ford Pilippines, Inc., establecida recién en 1967, está ahora [cuatro años más tarde] en el lugar 37 en el listado de las 1000 corporaciones más grandes en las Filipinas. En 1971 reportó una retribución del 121.32 %, mientras su retribución general en 133 países
102
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
El fin de la "modernización del tercer mundo" pone de relieve un problema
definitivamente fundamental en el desarrollo del sistema del capital. Subraya la
significación histórica de largo alcance del hecho de que el capital no logró
completar su sistema como capitalismo global, es decir, como la regulación
abrumadoramente económica de la extracción del plustrabajo como plusvalor. A
pesar de todas las fantasías pasadas acerca del "despegue" y la "tendencia a la
madurez", hoy día casi la mitad de la población mundial tiene que reproducir sus
condiciones de existencia de maneras que contrastan abiertamente con el idealizado
'mecanismo del mercado" como el regulador avasalladoramente dominante del
metabolismo social. En lugar de autocompletarse como un sistema global
propiamente capitalista, el capital, aparte de los países donde prevaleció su
modalidad económica de control de la apropiación del plustrabajo, también logró
crear e n c l a v e s d e l c a p i t a l i s m o , dentro de un t e r r i t o r i o n a c i o n a l n o
c a p i t a l i s t a más o menos vasto. En este respecto la India constituye un ejemplo
obvio. Por el contrario, el de China resulta ser mucho más complicado, ya que su
estado no puede ser calificado de capitalista. (Sin embargo, este país posee también
algunos enclaves capitalistas poderosos, vinculados a un territorio nacional no
capitalista que sobrepasa el millardo de habitantes). En cierta forma es similar a
algunos imperios coloniales del pasado, por ejemplo el inglés. Inglaterra ejercía
nn control general político/militar sobre la India, y explotaba a fondo sus enclaves
económicos capitalistas, pero dejaba al mismo tiempo a la inmensa mayoría de la
población a merced de sus propios recursos de existencia "al día" agravada antes
T duran te la colonia . Tampoco es conceb ib le , por una ser ie de razones
—incluida la insostenible e ingeneralizable articulación estructural del "capitalismo
avanzado", con su tasa de utilización decreciente cata.stróficamente desperdiciadora
como condición central de su expansión continua—que ese fracaso del capitalismo
vaya a tener remedio en el futuro. Así, el fracaso de la modernización capitalista del
' tercer mundo", a pesar de todos los esfuerzos invertidos en ella durante las décadas
de expansión que siguieron a la segunda guerra mundial, llama nuestra atención
Eacia un defecto estructural fundamental del sistema en su conjunto.
durante el mismo año fue solamente del 11.8 %, Aparte de todos los incentivos que se le extrajeron al gobierno, las altas ganancias de la Ford se debieron principalmente a la mano de obra barata. Mientras en 1971 en los Estados Unidos el trabajador especializado percibía por hora un salario promedio de casi $ 7,50, el promedio para un trabajo similar en las Filipinas era apenas de $ 0,30" (Renato Constantino, Neo-Colonial Identity and Counter-Consciousness: Essays in Cultural Decolonization, Merlin Press, Londres, 1978, p. 234), Los privilegios relativos que en el pasado disfrutaban las clases trabajadoras en los países capitalistamente avanzados se han empezado a erosionar en las últimas tres décadas, como resultado de la reducción de los márgenes de la acumulación progresiva T de su globalización trasnacional en marcha. Esa igualación hacia abajo de la tasa de explotación diferencial constituye una tendencia sumamente significativa del desarrollo de nuestro tiempo, y está destinada a hacerse valer con creciente gravedad en las décadas venideras.
103
Istva'n Mészajros; E.I desafio y la carga del t iempo histórico
Es preciso mencionar un problema más d e n t r o de este c o n t e x t o : la
"hibridación" puesta en evidencia incluso en los países capitalistamente más
avanzados. Su dimensión principal es la participación directa e indirecta cada vez
mayor del estado en salvaguarda de la pe rmanen te viabilidad del modo de
reproducción metabólica social del capital, a pesar de todas las protestas en sentido
contrario, aunadas a las fantasías neoliberales acerca de "hacer retroceder las fronteras
del estado", el sistema del capital no podría sobrevivir durante una semana sin el
respaldo masivo que recibe constantemente del estado. Ya he considerado ese
problema en otras partes, y por lo tanto aquí bastará con una breve mención. El
punto es que lo que Marx llamó la "ayuda externa", que les dieron Enrique VIII y
otros a los primeros desarrollos capitalistas, reapareció en el siglo XX de una
manera inimaginablemente masiva, desde las "políticas agrícolas comunes" y las
garantías de exportación a los inmensos fondos para la investigación financiados
por el estado y el apetito insaciable del complejo militar-industrial. ' ' 'Lo que hace
que el problema empeore es que cualquiera que sea su monto resultará insuticiente.
El capital, en su presente fase del desarrollo histórico, se ha vuelto totalmente
dependiente de una provisión cada vez mayor de "ayuda externa". Sin embargo,
también a este respecto nos vamos aproximando a un límite sistémico en el que
nos enfrentamos a la insuf i c i enc ia c r ó n i c a de ayuda e x t e r n a , en lo tocante a
qué es lo que el estado es capaz de conceder. Ciertamente, la crisis estructural del
capital es inseparable de la insuficiencia crónica de esa ayuda externa bajo
condiciones en que los defectos y fracasos de ese sistema de reproducción social
antagonístico exigen un aporte ilimitado del mismo.
*' Ya Rosa Luxemburgo enfatizaba proféticamente la creciente importancia de la producción militar, allá por 1913, señalando que "El capital mismo controla definitivamente ese movimiento automático y rítmico de la producción militar a través de la legislatura y una prensa cuya función es moldear la llamada 'opinión pública'. Es por eso que este territorio específico de la acumulación capitalista parece en principio capaz de una expansión infinita". (Rosa Luxemburgo, The Accumulation of Capital, Routledge, Londres, 1963, p. 466). El papel del nazifascismo en la producción militarista en su máxima ampliación es bastante obvio, al igual que ciertamente lo es la prodigiosa (y por demás pródiga) "ayuda externa" aportada al capital en las "democracias occidentales" y en todas partes por el complejo militar-industrial después de la Segunda Guerra Mundial. Una ayuda externa igualmente importante, si bien de un tipo un tanto diferente, se lo aportaron al capital todas las variedades de keynesianismo durante las décadas de la posguerra. Lo que sí es menos obvio en este respecto es la conciente dedicación de Franklin Delano Roosevelt al mismo objetivo desde antes de su elección a la Presidencia. Hasta llegó a anticipar una condena de lo que más tarde se conoció como el "neoliberalismo", insistiendo —en un discurso pronunciado el 2 de julio de 1932 —en que "deberíamos rechazar de inmediato esas disposiciones legales que fuerzan al Gobierno Federal a ir al mercado a comprar, a vender, a especular en productos del agro en un intento inútil de reducir los excedentes agrícolas. Y son ellos quienes hablan de "mantener al gobierno por fuera de los negocios" (F.D. Roosevelt, "The New Deal Speech Before the Democratic Convention", Chicago, Illinois, 2 de julio de 1932).
104
Istva'n Mészaros: £1 desafío y la carga del tiempo histórico
4 .2 LA FASE POTENCIALMENTE MÁS LETAL DEL IMPERIALISMO
4.2.1
Una de las contradicciones y limitaciones de mayor peso del sistema concierne
a la relación entre la tendencia globalizadora del capital trasnacional en el campo
económico v la continuada dominación de los Estados nacionales como la
estructura de mando político global del orden establecido. En otras palabras,
independientemente de todos los esfuerzos de las potencias dominantes por hacer
que su propio estado nacional triunfe por sobre los demás y prevalezca así como el
estado del sistema del capital en sí, precipitando a la humanidad en el transcurso
de esos intentos en las vicisitudes desangradoras de dos guerras mundiales
horrorosas en el siglo XX, el estado nacional se mantuvo como el arbitro definitivo
de la toma de decisiones socioeconómicas v políticas abarcantes así como el
verdadero garante de los riesgos asumidos en todas las aventuras económicas
trasnacionales importantes. Obviamente, esa es una contradicción de tal magnitud
que no es posible suponer que dure indefinidamente, independientemente de la
retórica repetida hasta el cansancio que pretende resolver tal contradicción
mediante el discurso sobre "democracia y desarrollo" y su tentador corolario:
"pensar g loba lmente , actuar localmente" . Es por eso que la cuest ión del
imperialismo tiene que ser puesta en el primer plano de la atención crítica.
Muchos años antes Paul Baran había caracterizado acertadamente el cambio
radical en las relaciones internacionales de la posguerra en el mundo capitalista y
la "creciente incapacidad de las viejas naciones imperialistas para mantenerse firmes
ante la procura norteamericana de una influencia v un poder en expansión",
insistiendo en que:
la afirmación de la supremacía de los Estados Unidos en el "mundo libre" implica
la reducción de Inglaterra v Francia (por no hablar de Bélgica, Holanda v Portugal)
al rango de socios menores del imperialismo norteamericano.""
También citaba las palabras amargamente desengañadoras del Economis t de
Londres que argüían con su servilismo característico que:
tenemos que entender que va no somos los iguales de los norteamericanos, y no
podemos serlo.Tenemos derecho a plantear nuestros mínimos intereses nacionales
y esperar que los norteamericanos los respeten. Pero una vez hecho eso, tenemos
que buscar su liderazgo. '
Una solicitud similar de la aceptación del liderazgo norteamericano—pero
quizá no tan totalmente resignada a entregarle a los Estados Unidos, de una forma
u otra, el Imperio Británico—la había formulado un cuarto de siglo antes el
Paul Baran, The Political Economy of Growth, Monthly Review Press, Nueva York, 1957, p. vii. ""• The Economist, 17 de noviembre de 1957.
105
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Observer de Londres, que decía entusiasmadamente en relación con el presidente
Roosevelt que "Norteamérica ha hallado a un hombre. En él el mundo tiene que
encontrar un líder".^'
Y con todo, el fin del Imperio Británico—^junto al de todos los demás—ya
estaba anunciado en el primer discurso inaugural de Roosevelt, en el que dejaba
absolutamente en claro que como Presidente de los Estados Unidos él "no
escatimaría esfuerzos para res taurar el c o m e r c i o m u n d i a l a través de l reajuste e c o n ó m i c o internacional". '^ Y, en el mismo espíritu, unos años
después propugnaba el derecho a "comerciar en una atmósfera l ibre de la c o m p e t e n c i a des lea l y de l d o m i n i o de los m o n o p o l i o s d e n t r o y fuera de l país".'""^ Así, desde el comienzo mismo de la presidencia de Roosevelt al
Imperio Británico le apareció el mensaje escrito sobre el muro, y la cuestión del
colonialismo hizo que la relación con Churchill resultase bastante amarga para
éste último. Eso quedó revelado en una rueda de prensa parcialmente "extraoficial"
que concedió Roosevelt a su regreso de la Conferencia de Yalta con Churchill y
Stalin. En lo concerniente a la cuestión de la Indochina Francesa, Roosevelt
proponía una administración compartida transicional antes que la solución de la
independencia, a fin de
educarlos para que se autogobiernen. A nosotros nos tomó cincuenta años lograrlo en las Filipinas. A Stalin le agradó la idea. A China [Chiang Kai-Shek] le agradó la idea. A los británicos no. Les desbarataría el imperio, porque si los indochinos trabajan en conjunto y eventualmente consiguen su independencia, los birmanos le harían lo mismo a Inglaterra, Pregunta: ¿Es ésa la ¡dea de Churchill para todos los territorios de afuera, los quiere de vuelta, igual a como estaban antes? Presidente: Sí, él es medio Victoriano en todas esas cosas. Pegunta: ¿Esa idea de Churchill parece contradictoria con la política de autodeterminación? Presidente: Sí, eso es verdad. Pregunta: ¿Usted recuerda el discurso que hizo el Primer Ministro sobre el hecho de que a él no lo habían hecho Primer Ministro de Gran Bretaña para que viera como se desmoronaba el Imperio? Presidente: Mi querido viejo Winston nunca cambiará en ese punto. Se ha vuelto todo un especialista en él. Esto, por supuesto, es extraoficial. "
" Comentario de The Observer al Primer Discurso Inaugural de Roosevelt, pronunciado en Washington el 4 de marzo de 1933. Citado en la p. 13 de Nothing to Fear: The Selected Adresses of Franklin Delano Roosevelt, 1932-1945, editado por B.D. Kevin, Hodder & Stoughton, Londres, 1947. ' ' F.D. Roosevelt, Primer Discurso Inaugural, 4 de marzo de 1933. " F.D. Roosevelt, Mensaje Anual al Congreso, Washington D.C., 11 de enero de 1944. '5 RC. N° 992, 23 de febrero de 1995. Citado en Thomas H. Greer, What Roosevelt Thought: The Social and Political Ideas of Franklin D. Roosevelt, Angus & Robertson, Londres, 1958, p. 169.
106
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Naturalmente, en el "reajuste económico internacional" propugnado—una
demanda que en primer lugar surgió a partir de la gran crisis mundial de 1929-
1933 y se fue volviendo cada vez más imperativa para Norteamérica debido al
comienzo de otra recesión en el país justo antes del estallido de la Segunda Guerra
Mundial—el Imperio Británico en su conjunto estaba sobre el tapete. Porque
Roosevelt creía que a "la India habría que garantizarle el estatus de miembro de la
mancomunidad británica durante la guerra y la escogencia de la libertad total unos
cinco o diez años más tarde". La sugerencia más irritante, para los británicos más
conservadores, fue su propuesta en Yalta de que Hong Kong (asi como Dairén)
fuese convertido en puerto libre internacional. De hecho, desde el punto de vista
británico la totalidad de su posición se veía como ingenua y terca. Sentían que él
tergiversaba los objetivos v los resultados del imperialismo real . Y, lo más
importante, advertían que el derrumbe del imperio degradaría a Occidente a un
mundo de "política de\ poder". "jVtirwía peUgTosas Meas de confusión y conflicto-.
un 'vacío de poder' que podría ser ocupado por agresores potenciales (los rojos)".'''
Con la aparición del compet idor imperialista incomparablemente más
poderoso, los Estados Unidos, el destino del Imperio Británico quedó sellado. Se
hizo aún más apremiante, y en las colonias engañosamente atractivo, porque
Roosevelt pudo presentar su política que apuntaba al logro de la supremacía
internacional norteamericana con la retórica de la libertad para todos, y ciertamente
hasta con alguna pretensión de un "destino" universalmente aceptable. No vaciló
en declarar que "una civilización mejor que cuantas hayamos conocido antes aguarda
a Norteamérica, y con nuestro ejemplo quizá al mundo. Aquí el destino parece
haber puesto su mirada".'^ El hecho de que muv poco tiempo después de haberse
burlado de las justificaciones ideológicas transparentemente imperialistas de los
"británicos más conservadores", los norteamericanos hayan adoptado plenamente
como suyas las consignas propagandís t icas de aquél los , just i f icando sus
intervenciones militares en Indochina y en todas partes, con la excusa de prevenir
ia generación de un "vacío de poder" y cerrar la posibilidad del "efecto dominó"
(producido por los "rojos"), solamente podría confundir a aquellos que siguen
alimentando ilusiones acerca del "fin del imperialismo".
4.2.2
Para comprender la gravedad de la situación actual tenemos que ponerla en
una perspectiva histórica. La penetración imperialista moderna en varias partes del
globo fue inicialmente de un tipo comparat ivamente muy distinto al de la
penetración muchísimo más extensa—y también más intensa—en el resto del
"' Ibid. ~ F.D. Roosevelt, Discurso del 50° Aniversario de la Estatua de la Libertad. Nueva York, 28 de octubre de 1936.
107
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
mundo de algunas potencias capitalistas dominantes, en las últimas décadas del siglo XIX. El contraste tue bien remarcado por Harry Magdoff, que escribió:
El mismo tipo de pensamiento que enfoca el concepto de imperialismo económico en un sentido restringido de balance general, por lo general limita el término al control (directo o indirecto) que ejerce una potencia industrial sobre un país subdesarrollado.Tal limitación ignora el rasgo esencial del nuevo imperialismo que surge a finales del siglo XIX: la lucha competitiva entre las naciones industriales por posiciones de dominio respecto al mercado mundial y las fuentes de materia prima. La diferencia estructural que distingue al nuevo imperialismo del viejo es la sustitución de una economía en la que compiten muchas firmas por una en la que compiten unas pocas corporaciones gigantes en cada industria. Además, durante ese periodo, el avance en la tecnología del transporte v la comunicación y el reto que le plantearon a Inglaterra las naciones industriales más nuevas [como Alemania] introdujeron dos elementos adicionales en el escenario imperialista: la intensificación de la ¡ucha competitiva en la arena mundial y la maduración de un sistema capitalista verdaderamente internacional. Bajo esas circunstancias, la competencia entre los grupos de corporaciones gigantes y sus gobiernos se desarrolla en el globo entero: en los mercados de las naciones avanzadas al igual que en los
de las naciones semiindustrializadas y no industrializadas.™
Con la exitosa imposición de la hegemonía norteamericana en el mundo de
la posguerra—con sus raíces en el período de la primera presidencia de Roosevelt,
como ya vimos—hemos quedado sujetos a una tercera fase del desarrollo del
imperialismo, con las implicaciones más graves posibles para el futuro. Porque
ahora los peligros catastróficos que acompañarían a una conñagración mundial,
como las sufridas en el pasado, resultan obvias hasta para los defensores del sistema
más incondicionales. Al mismo tiempo, nadie en su sano juicio podría excluir la
posibilidad de la erupción de un conflicto aniquilador, y con ello la destrucción de
la humanidad. Sin embargo, nada se ha hecho en realidad a fin de resolver las
enormes contradicciones subyacentes que apuntan hacia esa dirección fatal. Por el
contrario, la continuada intensificación de la hegemonía económica v militar de la
única superpotencia que sobrevive—los Estados Unidos de Norteamérica—arroja
una sombra cada vez más oscura sobre el futuro.
Hemos alcanzado una nueva etapa histórica en el desarrollo trasnacional del
capital: la etapa en la que ya no es posible evitar que encaremos una contradicción
fundamental y una limitación estructural del sistema. Es decir, su grave fracaso en
constituir el estado del sistema del capital en si, complementario a sus aspiraciones
y su articulación trasnacionales, para así poder superar los explosivos antagonismos
entre los estados nacionales que caracterizaron al sistema de forma cada vez más
grave durante los dos últimos siglos. La retórica capitalista, aun en el mejor de los
casos, como la practicada exi tosamente por Roosevelt en una situación de
™ Harry Magdoff The Age of Imperialism: The Economics of US Foreign Policy, Monthly Review Press, Nueva Yorl<, 1966, p. 15.
108
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
emergencia, no puede ser el sustituto en ese respecto. La retórica rooseveltiana—
recordada incluso hoy dia nostálgicamente por muchos intelectuales de la izquierda
en los Estados Unidos—tuvo relativo éxito porque respondía a una situación de
emergencia.^^ Aunque exageraba en gran medida la validez universal de las acciones
propugnadas, v maquillaba en mavor grado aún—o sencillamente tergiversaba
del todo—los elementos de la construcción de un imperio norteamericano, sin
embargo hubo cierta comunidad de intereses tanto en el enfoque de los síntomas
de la depresión económica mundial (si bien no en sus causas, a las que se tendía a
reducir a la "mala moral" equiparada a la "mala economía" y a las acciones de los
"'hombres ciegamente egoístas"**") v en la participación de los Estados Unidos en la
derrota infligida a la Alemania de Hitler. Hov, por el contrario, en lugar de la mejor
retórica de los años del "New Deal" nos vemos bombardeados de la peor manera:
un cínico camuflaje de la realidad que presenta a los más flagrantes intereses
imperialistas de los Estados Unidos como la panacea universal de la "democrac ia pluripart idista", la propugnación tendenciosamente selectiva de los "derechos hu m an os" (que puede acoger con toda felicidad, entre muchas otras cosas, al
genocidio turco contra los kurdos, o el exterminio de medio millón de chinos en
Indonesia en la época de la llegada al poder de Suharto, y más tarde de los cientos
de miles de personas en Timor Oriental por parte del mismo régimen cliente de
los Estados Unidos), y el una vez denunciado "dominio de los monopolios dentro
y fuera del país" como el "l ibre mercado" .
Hoy "la competencia entre los grupos de corporaciones gigantes y sus
gobiernos" tiene un condicionante de envergadura: la potencia avasalladora de ios
Estados Unidos peligrosamente resuelta a asumir el papel del estado del sistema
del capital como tal, subsumiendo bajo sí, por todos los medios a su disposición,
a todas las potencias rivales. El hecho de que ese objetivo no pueda ser alcanzado
exitosamente sobre una base perdurable no representa ningún impedimento para
las fuerzas que presionan implacablemente para su realización. Y el problema no
es solamente alguna concepción errónea subjetiva. Como ocurre con todas las
" Roosevelt no trataba de ocultar que quería justificar sus acciones en nombre de una emergencia similar a la guerra. Como él lo expuso: "Le pediré al Congreso que me conceda un amplio poder ejecutivo para librar una guerra contra la emergencia, tan grande como el poder que me sería concedido si de verdad nos invadiera un enemigo externo". F.D. Roosevelt, Primer Discurso Inaugural. *- F.D. Roosevelt, Segundo Discurso Inaugural, Washington, 20 de enero de 1937. Roosevelt argumentaba también, en el mismo espíritu, que poco de la ganancia generada era "dedicado a la reducción de los precios. Se olvidaba al consumidor. Muy poco de ella iba a parar al aumento de los salarios; se olvidaba al trabajador, y en modo alguno se retribuía en dividendos siquiera en una proporción adecuada: se olvidaba al accionista" (F.D. Roosevelt, Discurso del New Deal. No se hacía la pregunta del porqué eran olvidados. Lo único que importaba era que ahora se les recordaba, y por lo tanto todo podía ser corregido, y lo sería. Lo que falta en ese discurso es el reconocimiento de las enormes incompatibilidades objetivas. Es eso lo que en numerosas ocasiones convierte en irrealistamente retórico al discurso rooseveltiano.
109
[stváh Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
contradicciones importantes del sistema establecido, las condiciones objetivas
obligan a proseguir ahora con la estrategia de dominación hegemónica por una sola
superpotencia económica y militar, a cualquier costo, a fin de superar la fractura
estructural entre el capital trasnacional y los estados nacionales. Sin embargo, la
naturaleza misma de la contradicción subyacente presagia el obligado fracaso de
esa estrategia a largo plazo. Ha habido numerosos intentos de abordar el tema de
las conflagraciones potenciales y las vías para remediarlas, desde el sueño de Kant
acerca de una Liga de las Naciones que produci r ía la paz e terna hasta el
establecimiento institucional de esa Liga después de la Primera Guerra Mundial, y
desde los principios solemnemente declarados de la Carta del Atlántico a la puesta
en marcha operacional de la Organización de las Naciones Unidas; y todas
demostraron ser lamentablemente inadecuadas para la tarea prevista. Y no es de
extrañar. Porque el fracaso de la institución de un "Gobierno Mundial" sobre la
base del modo de reproducción metabólica social establecido se origina del hecho
de que aquí estamos frente a uno de los límites absolutos e intraspasables del
propio sistema del capital. No hace falta decirlo, en este respecto el fracaso del
antagonista estructural del trabajo está muy lejos de constituir una razón para
sentirnos tranquilos.
4.2.3
Por supuesto, la dominación imperialista no es nada nuevo en la historia
norteamericana, aunque haya recibido justificaciones como la de "cincuenta años
de educar al pueblo filipino para que se autogobierne", en palabras del presidente
Roosevelt (no olvidar los bastante más de cincuenta años de "más educación"
gracias a la acción de acólitos de los Estados Unidos como Marcos v sus sucesores).
Como lo enfatizó Daniel B. Schirmer en su libro incisivo y meticulosamente
documentado acerca del movimiento antiimperialista en los Estados Unidos a fines
del siglo XIX, de muy breve vida: La Guerra de Vietnam constituye solamente la última, la más brutal y prolongada de una serie de intervenciones de los Estados Unidos en los asuntos de otros pueblos. La invasión a Cuba patrocinada por las autoridades de los Estados Unidos fracasó en Bahía de Cochinos, pero en otras ocasiones la intervención ha resultado más efectiva, como en República Dominicana, Guatemala, Guayana Inglesa, Irán v el Congo. La lista no está completa; otros pueblos coloniales (y también algunos europeos) han sentido los efectos de la agresiva intrusión norteamericana en sus políticas nacionales, en forma abiertamente violenta o no.. . Las políticas de contrainsurgencia e intervención del presente tienen su origen en eventos que ocurrieron a comienzos del siglo XX. En ese entonces los Estados Unidos derrotaron a España en la guerra y la despojaron de sus colonias en el Caribe y el Pacífico, tomaron descaradamente a Puerto Rico, le concedieron la independencia nominal a Cuba y se anexaron las Filipinas luego de haber aplastado por la fuerza una revolución en esas islas. Lo que diferencia en particular a la política exterior
110
Istvan Mésza'ros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
moderna de la guerra mexicana y la mayor parte de las guerras con los indios es que resulta ser el producto de otra era en la historia norteamericana y se presenta en respuesta a presiones sociales decisivamente diferentes. La política exterior moderna está asociada al auge de la corporación industrial y financiera a gran escala, como la fuerza económica dominante en el país, y que ejerce una influencia de sumo poder sobre el gobierno de los Estados Unidos. La guerra entre España y N orteamérica y la que se libró para someter a Aguinaldo y los insurgentes filipinos fueron las primeras guerras foráneas llevadas a cabo como consecuencia de esa influencia, las primeras guerras de la Norteamérica corporativa moderna."
Cuando el presidente Roosevelt proclamó la estrategia de los "reajustes económicos internacionales" en su Primer Discurso Inaugural, esa iniciativa indicaba la resolución de trabajar por la disolución de todos los imperios coloniales, no sólo el inglés. Como otras iniciativas históricas de envergadura, también este enfoque tuvo su antecedente varias décadas antes. De hecho estaba estrechamente conectado con la "política de puertas abiertas" declarada al cierre del siglo XIX. Las así llamadas "puertas abiertas" preveían la penetración económica (en contraste con la ocupación militar colonial directa) en otros países a los que se les exigía permanecer característicamente pasivos ante la avasallante dominación política que aquella traía consigo. No es de extrañar, entonces, que mucha gente calificara
a la "política de puertas abiertas" de definitivamente hipócrita. Cuando en 1899, en
nombre de esa política, los Estados Unidos desistieron de establecer un enclave
colonial en China, al igual que lo habían hecho en otros casos, ello no se debió a
ningún destello liberal o compasión democrática. Se desechó la oportunidad
porque los Estados Unidos —como la articulación más dinámica del capital en ese
momento—querían apoderarse de la totalidad de China en el momento oportuno.
Ese propósito ha quedado absolutamente en claro en el curso de los desarrollos
históricos que se han venido sucediendo a partir de allí hasta nuestros días.
Sin embargo, llevar a cabo la dominación del mundo a través de la política de "puertas abiertas"—dada la relación de fuerzas en la configuración general de las principales potencias imperialistas—resultaba irremediablemente prematuro a
-• Daniel B. Schirmer, Republic or Empire: American Resistance to the Philippine War, Schenkman Books, Inc., Rochester, Vermont, s.d., pp. 1-3. El autor también aclara, fiel a su contexto histórico original, por qué el movimiento antiimperialista a finales del siglo XIX tenía que fracasar: "En 1902 George S. Boutwell, el presidente de la liga antiimperialista y anteriormente allegado a Lincoln, llegó a la conclusión de que la conducción de una lucha exitosa en contra del imperialismo tenía que recaer en las manos del movimiento laboral. Dijo ante un auditorio de sindicalistas en Boston: 'El esfuerzo final para la salvación de la república tienen que hacerlo las clases que trabajan y producen'. De ser ése el caso, resultaba obvio que el movimiento labora! norteamericano, para el momento, no estaba listo para echarse esa responsabilidad sobre los hombros, dominado como estaba por hombres como Gompers, que estaban desarrollando una política de conciliación con los trusts y apoyo a su política exterior. Independientemente de lo que el futuro le tenia guardado a la creencia de Boutwell, para el momento en que decía eso los antiimperialistas veían declinar su influencia; representaban una ideología sin una base estable y en crecimiento". Ibid., p. 258
111
Istyan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
finales del siglo XIX. Fue necesario el pavoroso derramamiento de sangre de la
Primera Guerra Mundial , así como el desenvolvimiento de la grave Crisis
Económica Mundial luego del breve período de reconstrucción, antes de que la
versión rooseveltiana de la estrategia pudiese ser anunciada "envuelta en papel de
regalo". Más aún, hizo falta un derramamiento de sangre todavía mayor en la Segunda
Guerra Mundial, aunado al surgimiento de los Estados Unidos durante el transcurso
de esa guerra como ostensiblemente el mavor poder económico, antes de que
fuese posible implementar con todos los hierros la estrategia rooseveltiana, hacia
el final de la Segunda Guerra Mundial y su secuela inmediata. La única complicación
de peso que quedaba—la existencia del sistema soviético (ya que el factor de
complicación adicional. China, terminó de materializarse recién en 1949)—fue
considerada como estrictamente temporal. Esa visión fue expresada con entera
confianza en las numerosas declaraciones del Secretario de Estado John Foster
Dulles acerca de la política de "hacer retroceder al comunismo".
Así, en el curso de los desarrollos del siglo XX se ha llegado a un punto en que
la existencia codo a codo—v la coexistencia compet i t iva—de las potencias
imperialistas ya no se puede tolerar, sin importar todo el jarabe de pico que se le
pueda dedicar al llamado "mundo pluricentral". Como acertadamente argumentaba
Baran ya en 19S7, a los orgullosos dueños de los antiguos imperios coloniales les
han reducido la estatura para que desempeñen el papel de "socios menores del
imperialismo norteamericano". Cuando hacia el final de la guerra se discutía el
futuro de las posesiones imperiales, las preocupaciones británicas fueron puestas a
un lado como ideas irremediablemente "medio victorianas" del "querido viejo
Winston". Al mismo tiempo, a De GauUe*' ni siquiera se le consultó, por no
mencionar a los belgas, los holandeses v los portugueses que ni siquiera estuvieron
presentes en el retrato. Todo cuanto se diga acerca del "mundo pluricentral", bajo el
principio de alguna clase de igualdad entre los estados, pertenece al reino de la pura
fantasía, si no al del cínico camuflaje ideológico. Por supuesto, nada hay de
sorprendente en ello. Porque en el mundo del capital "pluralismo" sólo puede
significar p lural idad de los capita les , que no es capaz de conceder ninguna
consideración de igualdad. Por el contrario, está caracterizada siempre por el escalafón
más inicuo de las jerarquías estructurales v las correspondientes relaciones de poder,
y favorece siempre al más fuerte en su procura de engullirse al más débil. Así, dada
la inexorabilidad de la lógica del capital, era nada más cuestión de tiempo antes de
que el dinamismo en desenvolvimiento del sistema llegase a la etapa, también a nivel
de las relaciones interestatales, en que una superpotencia hegemónica se sobrepusiese
a todas las menos poderosas, sin importar su tamaño, y declarase su pretensión
" El asunto no estaba limitado a la Indochina Francesa. La actitud de Roosevelt era igualmente de rechazo a las posibles aspiraciones francesas de retener la posesión de sus colonias norafricanas, en especial Marruecos. Ver al respecto su carta a Cordell Hull, de fecha 24 de enero de 1944, citada en la p. 158 del libro de LH. Greer al que se hace referencia en la Nota 16.
112
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del t iempo histórico
exclusiva—en última instancia insostenible y de sumo peligro para la humanidad en
su conjunto—de ser el estado del sistema del capital en sí.
4.2.4
Altamente significativa en este respecto es la postura asumida en relación
con la cuestión de los intereses nacionales. Por una parte, su legitimidad se ve
rotundamente afirmada cuando los asuntos que están sobre el tapete afectan, directa
o indirectamente, a los supuestos intereses de los Estados Unidos, que no dudan
en emplear incluso las formas más extremas de violencia militar, o la amenaza de
esa violencia, para imponerles sus decisiones arbitrarias al resto del mundo. Por
otra parte, sin embargo, los legítimos intereses nacionales de otros países son
ignorados a r rogan temen te como "nacionalismo" intolerable v hasta como
' p a n d e m o n i o é tn ico" .* ' Al mismo t i e m p o , las Naciones Unidas y o t ras
organizaciones internacionales son tratadas como juguetes de los Estados Unidos,
V se les desafía con sumo cinismo cuando sus resoluciones no son del agrado de
los guardianes de los intereses nacionales más o menos abiertamente declarados
de los Estados Unidos. Los ejemplos son innumerables. En torno a algunos de los
más recientes Chomskv comentaba agudamente:
Las más altas autoridades explicaron con claridad brutal que el Tribunal Internacional de Ju.sticia, las Naciones Unida.? v otras instancias se han vuelto irrelevantes porque va no siguen las ordenes de los Estados Unidos, como lo hicieron en los primeros años de la posguerra... Bajo Clinton el desafío al orden mundial se ha vuelto tan extremado que ha llegado a preocupar hasta a los analistas políticos halcones.**
Para echarle sal a la herida, los Estados Unidos se niega a pagar su enorme
deuda atrasada como miembro de las Naciones Unidas, a la vez que le impone sus
políticas a la organización, incluidos los recortes a los fondos para la Organización
Mundial de la Salud, a la que siempre se le asignan fondos por debajo de lo necesario.
Ese f lagrante o b s t r u c c i o n i s m o fue n o t a d o inc luso por figuras tan del
es tabl i shment como jeítrev Sachs, cuva devoción a la causa de la "economía de
mercado" dominada por los Estados Unidos está fuera de toda duda. Escribió en
un articulo reciente: La falla de los Estados Unidos en la cancelación de sus deudas en las Naciones Unidas constituye con toda seguridad el incumplimiento de las obligaciones internacionales más importante del mundo... Norteamérica le ha acortado sistemáticamente el presupuesto a los organismos de las Naciones Unidas, incluidos algunos tan vitales como la Organización Mundial de la Salud.**'
*" Ver el famoso libro del senador demócrata estadounidense Daniel Patricia Moynihan, Pandaemonium: Ethnicity in Internacional Relations, Oxford University Press, 1993. ** Noam Chomsky, "The Current Bombings", Spectre, N° 7, verano de 1999, p. 18. • Jeffrey Sachs, "Helping the world's poorest". The Ecnomist, 14 de agosto de 1999, pp.16 y 22.
113
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
Es necesario mencionar aquí también los esfuerzos—tanto ideológicos como
organizacionales—invertidos en soslayar el marco nacional de la toma de decisiones.
La consigna superficialmente atractiva de "pensar globalmente, actuar localmente"
constituye un caso interesante de tratar en este respecto. Porque obviamente el
pueblo en general, que está privado de cualquier poder de toma de decisiones
significativo a una escala más amplia (distinta a la del ritual electoral, que constituye
más bien una abdicación) podría considerar conveniente intervenir de alguna
manera en a un nivel estrictamente local. Más aún, nadie podría negar la importancia
potencial de una acción local apropiada. Sin embargo, lo "global" a que se espera le
prestemos atención incondicional—suscribiendo sumisamente las tesis acerca de
"la carencia de poder de los gobiernos nacionales" y la "inevitabilidad de la
globalización mult inacional" , que se equivocan tendenc iosamente cuando
describen a las corporaciones t r a s n a c i o n a l e s n a c i o n a l e s (en su mayoría
dominadas por los Estados Unidos) como "multinacionales" y por consiguiente
universalmente aceptables—resulta totalmente vacío sin sus complejas relaciones
con las comunidades nacionales en particular. Además, una vez que lo "global" ha
sido extraído de su implantación en su múltiple escenario nacional, desviando la
atención de las entretejidas relaciones interestatales contradictorias, también lo
"local" dentro de lo cual se espera que actuemos se convierte en algo totalmente
miope y definitivamente carente de sentido.'*'' Si la "democracia" queda así restringida
a esa "acción local" decapitada, en ese caso la "toma de decisiones y acciones globales"
que inevitablemente afectan la vida de cada individuo en particular la pueden ejercer
del modo más autoritario las fuerzas políticas y económicas más dominantes—y
por supuesto que predominantemente los Estados Unidos—de acuerdo con la
posición que ellas ocupen en el escalafón del capital. Los fondos invertidos por el
Banco Mundial y otros organismos dominados por los Estados Unidos para tratar
de incrementar lo "local" a expensas de lo nacional, intentando asegurarse el apoyo
de los académicos y demás élites intelectuales a través de conferencias v proyectos
de investigación bien patrocinados (en especial pero no exclusivamente en el "tercer
mundo"), indican un plan para crear un "gobierno mundial" que efectivamente
evada los procesos de toma de decisiones potencialmente más problemáticos del
nivel nacional intermediar io , con su inevitable recalcitrancia, y legitimar la
*'• Como es su característica, The Economist, en su artículo editorial sobre la pobreza en el "mundo subdesarrollado", pone el acento en los asuntos municipales ("abastecimiento de agua confiable" —que será obtenida a través de "proveedores de agua" y no "luchando por instalar costosas tuberías que traigan el agua a casa"— "desagües seguros" y "recolección de basura regularizada"), para concluir que "Las respuestas principales consisten en hacer que los gobiernos locales sean más eficientes y más auditables". ("Helping the poorest", The Economist, 14 de agosto de 1999, p. 11). La verdad es, claro está, que los gobiernos locales de los países en cuestión están irremisiblemente en desventaja por los recursos que los gobiernos nacionales ponen a su disposición, los cuales a su vez se ven entrampados del modo más inicuo dentro de las jerarquías estructurales que se autoperpetúan en el sistema del capital global.
114
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
dominación ñagrantemente autoritaria de la vida social por parte de un "gobierno
mundial" implacablemente impuesto desde arriba en nombre de la ficticia
"democracia", sinónimo de la pretendida "acción local" de "recolección de basura
regularizada".
4.2.5
Las manifestaciones del imperialismo económico de los Estados Unidos son
demasiado numerosas como para Viacer un listado aquí, y muchas de ellas son lo
bastante conocidas como para necesitar de mucho comentario. He estudiado en el
pasado algunos de los rasgos más sobresalientes, incluidos aquellos que hasta los
políticos conservadores se ven obligados a protestar en contra, como
las regulaciones de la transferencia de tecnologías, las leyes proteccionistas norteamericanas, los controles extraterritoriales coordinados a través del Pentágono y protegidos por el Congreso", y también "los fondos canalizados hacia las compañías de mayor tamaño y más ricas de la tierra... [de proseguir el proceso en marcha] si no se le controla irá comprando un sector tras otro de las tecnologías más avanzadas
del mundo.*'
También estudiaba en el mismo artículo la "ventaja industrial del secreto
militar", las "presiones comerciales directas aplicadas por el poder ejecutivo y el
poder legislati\o de los Estados Unidos" v "el problema real de la deuda"*** en el
mundo: es decir, la deuda astronómica de los propios Estados Unidos, que la
potencia dominante imperialista le impone al resto del mundo hasta tanto éste
pueda seguirla pagando.
En cuanto a las protestas en contra del "imperialismo del dólar", se dicen con
frecuencia, pero sin ningún efecto. El imperialismo económico del país continuará
estando seguro siempre y cuando los Estados Unidos conserven su posición
avasalladoramente dominante no sólo gracias al dólar como la moneda económica
mundial privilegiada, sino además porque rigen la totalidad de los órganos
internacionales de intercambio económico, del el FMI al Banco Mundial, y del
G.^TT a su sucesora, la Organización del Comercio Mundial. En la actualidad
mucha gente p ro tes ta en Francia en con t ra del imper ia l i smo económico
norteamericano", a causa de las tarifas punitivas que les han impuesto los Estados
Unidos bajo el veredicto pretendidamente independiente de la OCM. En el pasado
ai Japón varias veces le fueron impuestas las mismas medidas sin contemplaciones,
por lo general terminando con el sometimiento a regañadientes o de buena gana de
las autoridades japonesas a ¡os dictámenes norteamericanos. Si en la última ronda
de tarifas punitivas que le fueron impuestas a Europa Inglaterra fue tratada con un
^ Declaración de dimisión ministerial de Michael Heseltine, 9 de enero de 1986, citada en I. Mészáros, "La presente crisis" (1987), reimpresa en la Parte Cuatro de Más allá del Capital, pp. 1099-1109. • Ibid., p. 1099.
115
Istva'n Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
poco de mayor indulgencia, fue así solamente como recompensa al total servilismo
del gobierno del "Nuevo Laborismo" inglés para con todas las órdenes que vienen
de Washington. Pero aun así, las escaramuzas de una guerra comercial internacional
que ya hemos presenciado en el pasado y que en nuestros días se producen con
harta frecuencia, revelan una tendencia muv grave, con potenciales consecuencias
de largo alcance en el futuro.
De manera similar, no se puede suponer que la prepotente intervención de
las agencias gubernamentales de los Estados Unidos en el campo de la alta
tecnología, tanto militar como civil, vava a durar indefinidamente. En un área
crucial—la tecnología computacional, en hardware y en software—la situación es
extremadamente grave. Para mencionar un solo caso, Microsoft disfruta de una
posición casi completamente monopólica en el mundo, gracias a que su software
ocasiona enormes implicaciones también para la adquisición del hardware más
adecuado. Pero mucho más allá de eso, hace poco salió a la luz que un código
secreto implantado en el software de Microsoft les permite a los servicios de
seguridad y militares de los Estados Unidos espiar a todos quienes en el mundo
utilizan el "Windows" de Microsoft e Internet.
También en otra área l i te ra lmente vital: la producción de al imentos
modificados genéticamente por corporaciones trasnacionales gigantes, como la
Monsanto, el gobierno de los Estados Unidos está haciendo todo lo que puede tras
bastidores con la finalidad de hacerle tragar al resto del mundo los productos cuya
adopción—obligando a los agricultores de todas partes a comprar una y otra vez
las semillas no renovables de la Monsanto—garantizaría el dominio absoluto de
los Estados Unidos en el campo de la agricultura. Los intentos de "patentar los
genes" para las corporaciones norteamericanas están al servicio de un propósito
similar.
Por otra p a r t e , los conflictos acerca de los "derechos de propiedad
intelectual"^*' que los Estados Unidos tratan de imponerle al resto del mundo
" Las buenas intenciones de Jeffrey Sachs quedan en claro cuando escribe que "la reglamentación global de los derechos de propiedad intelectual requiere de una nueva mirada. Los Estados Unidos lograron que el mundo impusiera códigos de patente más rígidos y le pusiera restricciones a la piratería intelectual. Pero ahora las corporaciones trasnacionales y las instituciones de los países ricos lo están patentando todo, desde el genoma humano a la biodiversidad de los bosques tropicales. Los pobres se verán despojados, a menos que se introduzca algo de sentido y equidad en este proceso desbocado". (J. Sachs, op. cit., p. 22). Sin embargo, se torna irremisiblemente irrealista cuando describe las determinaciones tras las políticas que critica como "asombrosamente desencaminadas". Nada tienen de "desencaminadas" esas políticas, y mucho menos de "asombrosamente desencaminadas", lo que sugeriría que podrían ser corregidas gracias a una dosis de aclaración racional (como el "recordar" de Roosevelt de lo que había sido "olvidado"). Por el contrario, constituyen la puesta en práctica de decisiones fríamente deliberadas, bien calculadas e implacablemente impuestas, que emanan de las jerarquías estructuralmente salvaguardadas y los imperativos objetivos del capital. De nuevo, el verdadero punto no es la ausencia de percepción racional —ahora felizmente llenada —
116
Istvan Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
mediante la agencia de la OCM—cuyo objetivo es, entre otras cosas (incluidos
vastos intereses económicos), garantizar la dominación permanente del mundo
del cine y la televisión por los productos hollyv^^oodenses de tercera, y hasta décima,
categoría con los cuales nos inundan constantemente—remarcan otro aspecto de
gran importancia, que genera gritos contra el "imperialismo cultural norteame
ricano". Al mismo tiempo, el "imperialismo del negocio cultural", fenomenalmente
bien financiado, en forma de la presión para la penetración del ejército de "asesores
administrativos" norteamericano de en todos los lugares del mundo, forma parte
del mismo cuadro.
Pero quizá la más grave de las tendencias en marcha de la dominación
económica y cultural sea la manera rapaz y extremadamente desperdiciadora en
que los Estados Unidos se apodera de la energía y los recursos de materia prima
del mundo: el 25% de ellos para apenas el 4% de la población mundial, con
inmenso peíigro, que se va acumuíando ¡nexorabJemente, para las condiciones
ambientales de la supervivencia humana. Y eso no es todo. Porque, en la misma
tónica, los Estados Unidos continúan su activo sabotaje de todos los esfuerzos
internacionales que apunten a la introducción de alguna forma de control para
limitar, y quizá para el 2012 reducir en algún grado, la catastrófica tendencia al
daño ambiental en marcha, que ya no puede ser negada ni siquiera por los peores
pologistas del sistema. ai
4.2.6 La dimensión militar de todo esto resulta grave. Por lo tanto no es exagerado
dec i r—también en vista del poder ío , antes del todo inimaginable, de los
armamentos acumulados durante la segunda mitad del siglo XX—que hemos
entrado en la fase más peligrosa del imperialismo en toda la historia. Porque ío que
está en juego hoy no es el control de una parte del planeta en particular, sin
importar su tamaño, que pone en desventaja pero todavía tolera las acciones
independientes de algunos rivales, sino el control de su totalidad por parte de una
superpotencia económica y militar hegemónica, con todos los medios—incluidos
ios más extremadamente autoritarios y, de ser necesario, militarmente violentos—
a su disposición. Es eso lo que requiere la racionalidad últ ima del capital
globalmente desar ro l lado , en su vano in ten to de someter a control a sus
antagonismos inconciliables. El problema estriba, no obstante, en que dicha
rac ional idad—que puede ser escri ta sin comil las , ya que se co r responde
sino la realidad de las abrumadoras incompatibilidades: en el caso de Sachs entre "sentido r equidad". Porque lo que recomendaría el "sentido", tendría que negarlo absolutamente la exclusión radical de todas las consideraciones posibles de "equidad". Por eso el articulo de Jeffrey Sachs —dada la actitud reverente del autor para con la "sociedad de mercado" (que ni siquiera puede ser llamada por su nombre verdadero: mercado capitalista) termina con una "solución del mercado" totalmente ficticia.
117
Istva'n Mészáros: El desafio y la ciirga del tiempo histórico
genuinamente con la lógica del capital en la actual etapa histórica del desarrollo
elobal —constituye al mismo tiempo la forma más extrema de irracionalidad de la
his tor ia , incluida la concepción nazi de la dominación del m u n d o , en lo
concerniente a las condiciones requeridas para la supervivencia de la humanidad.
Cuando Jonas Salk se negó a patentar su descubrimiento, la vacuna contra el
polio, insistiendo en que seria algo así como querer "patentar el sol", no podía
imaginar que llegaría el momento en que el capital tendría que intentar hacer eso,
tratar de patentar no solamente el sol sino también el aire, aun si tal cosa tuviese
que aunarse con el descarte de cualquier preocupación por los peligros mortales
que tales aspiraciones y acciones le acarrearían a la supervivencia humana. Porque
la lógica última del capital en sus procesos de toma de decisiones sólo puede
pertenecer a la variedad ca tegór icamente autoritaria "desde abajo hasta arriba",
desde los "microcosmos" de las pequeñas empresas económicas hasta los más
altos niveles de la toma de decisiones políticas v militares. ¿Pero cómo se podrían
hacer valer las patentes que se le saquen al sol v al aire?
Sobre ese particular se hacen presentes dos obstáculos prohibitivos, aunque
el capital—en su tendencia a demoler sus propios límites intraspasables—tiene
que negarse a reconocerlos. El primero es que la p lura l idad de los capi ta les no puede ser eliminada, sin importar cuan inexorable y brutal pueda resultar la
tendencia de desarrollo monopolista manifiesta en el sistema. Y el segundo, que la
correspondiente p lura l idad de l trabajo soc ia l no puede ser eliminada, a fin de
convertir a la fuerza laboral total de la humanidad, con todas sus variedades y
divisiones nacionales y sectoriales, en imbécil "servidumbre obediente" del sector
del capital hegemónicamente dominante. Porque el trabajo, en su irreductible
pluralidad, jamás puede abdicar a su derecho al acceso al aire v al sol; y menos aún
puede sobrevivir para beneficio permanente del capital—una necesidad absoluta
para ese modo de control de la reproducción metabólica social—sin el sol y el
aire.
Quienes dicen que el imperialismo de nuestros días no implica la ocupación
militar del territorio, no solamente desestiman los peligros que encaramos sino
además aceptan las apariencias más superficiales y engañosas como las características
definitorias sustantivas del imperialismo en nuestro tiempo, ignorando a la vez a la
historia y a las tendencias del desarrollo contemporáneas. Para comenzar, los
Estados Unidos ocupan militarmente territorio en no menos de 69 países a través
de sus bases militares; un número que continúa aumentando con el agrandamiento
de la OTAN. Esas bases no están ahí para beneficio del pueblo—la grotesca
justificación ideológica—sino para beneficio únicamente de la potencia ocupante,
a fin de que pueda dictar políticas a su propia conveniencia.
En todo caso, en lo que respecta a la ocupación militar directa de territorios
coloniales en el pasado, su cobertura sólo podía ser parcial. De no haber sido así,
¿cómo podría la pequeña población de Inglaterra haber gobernado a la población
y el territorio incomparablemente mayores de su inmenso imperio, sobre todo la
118
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
India? Y no es que semejante desproporcionalidad haya sido una característica exclusiva del Imperio Británico. Como nos lo recuerda Renato Constantino en relación con las Filipinas:
Desde sus comienzos, la colonización española operó más a través de la religión que a través de la fuerza, afectando así profundamente a la conciencia. Eso le permitió a las autoridades imponer tributos, el trabajo forzado y la conscripción, a pesar de la pequeña fuerza militar. Sin el trabajo de los sacerdotes tal cosa hubiese resultado imposible. Los sacerdotes se convirtieron en los pilares del establishment colonial.Tan fue así que se convirtió en alarde clerical el dicho"en cada cura en las Filipinas el rey tiene un capitán general y todo un ejército". El amoldamiento de la conciencia en el interés del control colonial sería repetido en otro plano por los norteamericanos que, después de una década de represión masiva, operaron igualmente a través de la conciencia, esta vez empleando la educación v otras instituciones culturales.™
China, otro ejemplo de vital importancia, nunca fue ocupada militarmente, excepto por una pequeña parte de su territorio. Ni siquiera cuando los japoneses la invadieron con una enorme fuerza militar. Y no obstante, durante mucho tiempo antes el país estuvo completamente dominado por potencias extranjeras. Tan fue así de hecho que el joven Mao comentó sarcásticamente que "cuando el extranjero se tira un pedo hay que saludarlo como aroma celestial". Lo que importaba en todas las aventuras imperialistas era siempre la habilidad para imponerle los mandatos al país dominado sobre una base p e r m a n e n t e , e m p l e a n d o las intervenciones militares punitivas sólo cuando la manera "normal" de dominar se veía desafiada. La famosa expresión "diplomacia de las cañoneras" encerraba muy bien lo que era factible y practicable con los recursos militares disponibles.
Las principales características de esa dominación imperialista continúan acompañándonos hoy día. La muJtiplicación del poder destructivo del arsenal militar a la disposición actualmente—en especial el potencial catastrófico de las armas aéreas—ha modificado hasta cierto punto las formas de imponerle los mandatos imperialistas a un país que va a ser sometido, pero no su sustancia. Con toda probabilidad, la forma definitiva de amenazar al adversario en el futuro—la nueva "diplomacia de las cañoneras" ejercida desde el "aire patentado"—será el chantaje nuclear . Pero su objetivo será el mismo del pasado, ya que la modalidad prevista tan sólo podrá subrayar la absurda insostenibilidad de tratar de imponerles de esa forma a las partes reacias del mundo la racionalidad última del capital. También hoy resulta por demás insostenible ocupar la totalidad de China, con sus 1.250 millones de personas, y mantenerla ocupada aunque sea por parte de la mayor de las fuerzas miHtares exter iores económicamente sustentable. Mas tampoco ese evidente absurdo haría desistir de sus metas imperialistas a los
'- Renato Constantino, Identity and Consciousness: The Philippine Experience, Malaya Books, Quezon, 1974, p. 6. Los norteamericanos abandonaron el control directo del sistema educativo filipino recién en 1935, para cuando ya ejercían un control indirecto sobre él muy efectivo.
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István Mésza'ros: El desafío y la car^a del tiempo histórico
aventureros a ultranza que no pueden concebir ninguna otra alternativa para su
dominación del mundo; mientras los "más sensatos"—que al final no son menos
peligrosos—conciben jugadas estratégicas dirigidas al intento de resquebrajar a
China, con la ayuda de la ideología del "libre mercado", en fragmentos que sean
controlables desde el centro hegemónico del capitalismo global.
Es obvio que las fuerzas militares tienen que ser sostenidas económicamente,
lo que las hace restringirse siempre a empresas limitadas tanto en el tamaño de las
maquinarias militares mi.smas como en la duración de sus operaciones. El registro
histórico de las aventuras imperialistas en el pasado muestra que para el momento
en que éstas se expandían ampliamente—como la francesa primero en Indochina
y luego en Argelia, y más tarde la de los Estados Unidos en Vietnam—ya el fracaso
de las aventuras en cuestión estaba a la vista, si bien les tomó algo más de tiempo
desligarse de ellas. Respecto a las incontables operaciones imperialistas de los
Estados Unidos en el pasado, no sólo tenemos que recordar la de las Filipinas, al
igual que la fracasada guerra a gran escala de la intervención en Vietnam," sino
también la de Guatemala, la República Dominicana, la Guyana Inglesa, Granada,
Panamá y el Congo, así como algunas intervenciones militares en otros países,
desde el Medio Oriente y los Balcanes a varias partes del África. Una de las vías
favoritas para hacer prevalecer los intereses imperiales norteamericanos fue
siempre el derrocamiento de gobiernos no de su agrado y la imposición de
dictadores totalmente dependientes del nuevo amo, para dominar a través de esos
dictadores bien controlados a los países en cuestión. Estamos hablando aquí de
Marcos y Pinochet, Suharto y los generales brasileros, Somoza y los generales
survietnamitas marionetas de los Estados Unidos, sin olvidar a los coroneles griegos
(a los que Lyndon Johnson llamaba "hijos de puta""*^) y Mobotu (calificado, en una
curiosa especie de elogio, de "nuestro hijo de puta"**'por un funcionario de alto
rango del Departamento de Estado). El desprecio con el que las figuras gobernantes
norteamericanas imparten sus órdenes a sus sirvientes en los países bajo su
" Acerca del desastroso involucramiento de los Estados Unidos en Vietnam, ver el libro crucial de Gabriel Kolko, Vietnam: Anatomy of a War, 1940-1975, Allen & Unwin, Londres, 1986. '2 Andreas Papandreou me contó en 1973 la manera como fue liberado de una cárcel de los coroneles. Un antiguo miembro del Trust de Cerebros del presidente Kennedy, John Kenneth Galbraith, para honra suya, fue a ver al presidente Lyndon Johnson y abogó en favor de su viejo amigo de la Universidad de Harvard. Johnson llamó a su secretario y le pidió que lo pusiera en contacto con el embajador de los Estados Unidos en Atenas. Esto se hizo en el acto y Johnson le dijo al embajador: "Dígale a esos hijos de puta que suelten a ese buen hombre, Papandreou, inmediatamente" —cosa que hicieron. Porque sabían muy bien quién estaba realmente al mando en Grecia. " Reportado en The Economist unas pocas semanas después del derrocamiento del régimen de Mobotu. La frase entera citada por The Economist fue "Nosotros sabemos que él es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". [N. del T. La misma anécdota fue contada muy anteriormente, pero con el presidente Theodore Roosevelt y el dictador nicaragüense Somoza como protagonistas].
120
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
dominación militar, mientras para el consumo público los presentan como los
paladines del "mundo libre", queda bien en claro en los dos casos que acabamos de
mencionar.
4.2.7
El inicio de la crisis estructural del capital en la década de los años 70 del
siglo XX produjo cambios importantes en la postura del imperialismo. Fue eso lo
que hizo necesario adoptar una postura cada vez más agresiva v arriesgada, a pesar
de la retórica de la conciliación, y luego hasta el absurdo concepto propagandístico
del "nuevo orden mundial", con su promesa nunca mantenida de un "dividendo de
paz". Al contrario de algunas aseveraciones, sería completamente erróneo atribuirle
esos cambios al derrumbe del sistema soviético, si bien resulta absolutamente cierto
que la "guerra fría" y la presunta amenaza militar soviética fueron empleadas con gran
éxito en el pasado para justificar la expansión sin freno de lo que a finales de su
presidencia el general Eisenhower llamaba, con sentido de advertencia, "el complejo
militar-industrial". Los desafios que exigen la adopción de una postura más agresiva—
V en definitiva aventurera—estaban presentes mucho antes del colapso del sistema
soviético. Yo los describí en 1983 (es decir, ocho años antes del derrumbe soviético)
de esta manera:
• el fin del régimen colonial en Mozambique y Angola;
• la derrota del racismo blanco y la transferencia del poder a la ZANU en Zimbabwe;
• el desplome del régimen clientelar de los Estados Unidos dirigido por
los coroneles en Grecia y la subsiguiente victoria de las fuerzas del
P.ASOK de Andreas Papandreou;
• la desintegración del régimen vitalicio de Somoza, respaldado por los Estados Unidos, en Nicaragua, y la impactante victoria del Frente Sandinista;
• las luchas armadas de liberación en El Salvador v en todas partes de
Centroamérica, y el fin del hasta entonces fácil control de la región por
el imperialismo norteamericano;
• la quiebra total—no sólo en sentido figurado: también en el literal—de
las "es t ra tegias del de sa r ro l l o " de inspi rac ión y dominac ión
"metropolitana" a todo lo ancho del "tercer mundo", y el surgimiento de
grandes contradicciones estructurales en las principales potencias
industriales en Latinoamérica: Argentina, Brasil e incluso el rico en petróleo
México;
• la dramática y total desintegración del régimen del Sha en Irán, y con
ella una grave derrota de las estrategias norteamericanas durante largo
tiempo establecidas en la región, que hicieron aparecer e s t r a t e g i a s
121
Istyán Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
s u s t i t u t i v a s d e s e s p e r a d a m e n t e p e l i g r o s a s — q u e a par t i r de
entonces debieron implementarse de manera d i r e c t a o mediante
representación.''^
Lo que cambió después del colapso del sistema soviético fue la necesidad de
hallar justificación para la postura cada vez más agresiva del imperialismo
norteamericano en diferentes partes del mundo, especialmente después de las
decepciones sufridas en el intento de revitalizar al capital occidental mediante la
restauración económicamente sustentable del capitalismo —al contrario de los
éxitos relativos pero aun sustentables en la manipulación de la maquinaria política
estatal a través de la "ayuda" occidental— en la antigua Unión Soviética. Las
"estrategias sustitutivas desesperadamente peligrosas implementadas de manera
directa o mediante representación" se hicieron notorias en los años que precedieron
y siguieron al derrumbe soviético. Pero la aparición de esas peligrosas estrategias
aventureras no le puede ser atribuida, como piensan algunos, al fatal debilitamiento
del adversario en la guerra fría. Por el contrario, el propio colapso soviético sólo
es entendible como parte integral de la crisis estructural en marcha del sistema
del capital en sí.
El Sha, como representante de Norteamérica—y como presunta garantía
contra el peligro de un nuevo Mossadeq—controló inmisericordemente a su
pueblo y le compró enormes cantidades de armas a occidente como medios de
cumplir su cometido. Una vez que se marchó se hizo necesario encontrar otro
representante, a fin de destruir al antagonista que estaba hablando del "Satán
norteamericano". El Irak de Saddam Hussein parecía hecho para ese papel, armado
hasta los dientes por los Estados Unidos y otros países occidentales. Pero Irak no
pudo destruir a Irán y se convirtió en elemento desestabilizador en una de las
regiones más inestables del mundo, según la define la estrategia norteamericana.
Más aún, Saddam Hussein, el antiguo representante de los Estados Unidos, podía
ahora servir para un propósito todavía mayor: ser promovido al estatus del mítico
enemigo todopoderoso que representaba no sólo el peligro atribuido en los días
de la guerra fría a la Unión Soviética, sino mucho más que eso, el que amenazaba
con armamento químico y biológico —y también con un holocausto nuclear—a
la totalidad del mundo occidental. Dado el enemigo mítico, se esperaba de nosotros
que justificásemos no sólo la Guerra del Golfo, sino también varias intervenciones
militares de importancia en Irak a partir de entonces, al igual que el frío asesinato
de un millón de sus niños a través de las sanciones que le fueron impuestas al país
c o m o r e s u l t a d o de las i n s t rucc iones d ic tadas por los Estados U n i d o s ,
" István Mészaros, "Radical Politics and Transition to Socialism: Reflections on Marx's Centenary", publicado por primera vez en la publicación brasilera Escrita Ensaio, año V, N°s 11-12, verano de 1983, pp. 105-124. Una versión más corta de ese artículo fue dictada como conferencia en Atenas, en abril de 1983. El artículo fue reproducido en su totalidad en la Parte Cuatro de Más allá del Capital, pp. 1081-1098.
122
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
vergonzosamente aceptadas por nuestras "grandes democracias" que continúan
iaciendo alarde de sus "políticas exteriores éticas".
Pero todo esto no basta para arañar siquiera la superficie de la inestabilidad
crónica en la región del Medio Oriente, por no hablar del resto del mundo. Quienes
piensan que el imperialismo del presente no necesita de ocupación territorial
beberían pensarlo de nuevo. La ocupación militar por un período de t iempo
iidefínido ya está en evidencia en parte de ¡os Balcanes (se admite también que se
trata de una "participación indefinida"), ¿y quién podría mostrar alguna razón por
la cual en otras partes del mundo no se van a dar en el futuro ocupaciones
territoriales militares similares? Las tendencias en marcha no presagian nada bueno
T la crisis del sistema que se profundiza día a día no puede hacer otra cosa que
empeorarlas.
Hemos sido testigos en el pasado de dos desarrollos ex t remadamente
peligrosos en la ideología y el marco estructural del imperialismo norteamericano.
El primero tiene que ver con la OTAN. No simplemente por su significativa
expansión hacia el Este, que podría ser considerada como una amenaza por parte
de las autoridades rusas, si no hoy mismo entonces para algún momento en el
futuro. Pero, más importante aún, las metas v los objetivos de la organización se
ban visto radicalmente redefinidos, en contradicción con el derecho internacional,
para transformarla de lo que en el pasado se declaraba que constituía una asociación
militar p u r a m e n t e d e f e n s i v a a una alianza o f e n s i v a potencialmente muy
»resiva, que puede hacer cuanto le place sin referencia alguna a cualquier autoridad
leg\tíín.a.... o, más bien., c^ue puede hacer cuanto le plazca a los Estados Unidos y dé
la orden de hacerlo. En la reciente (mayo de 1999) cumbre de la OTAN en
Washington, la Organización del Tratado del Atlántico Norte , bajo la presión
norteamericana, "adoptó una nueva idea estratégica, gracias a la cual dijeron ellos
que se puede recurrir a la acción militar incluso fuera del área de la OTAN, sin
tomar en consideración la soberanía de los demás países e ignorando a las Naciones
Unidas".''' Lo que resulta también altamente significativo en este particular es que
!a justificación ideológica de la nueva postura, inconfundiblemente agresiva
—presen tada bajo la forma de ve in t icua t ro " f a c t o r e s d e r i e s g o " — e s
transparentemente frágil. Hasta se admite que "dentro de los v e i n t i c u a t r o
factores d e r i e s g o s o l a m e n t e c i n c o se podría considerar que representan un
peligro militar real.'^
* Shoji Niihara, "Struggle Against US Military Bases", Dateline Tokio, N° 73, julio de 1999, p. 2 * József Ambrus, "A polgári védelem felatadai" [Las tareas de la defensa civil], en una edición especial de Ezredforduló, dedicada a los problemas del ingreso de Hungría en la OTAN, Strategic Enquiries of the Hungarian Academy of Sciences [Indagaciones estratégicas de "la Academia de Ciencias de Hungría^, 1999, p. 32.
123
Istvan Mészaros: El desafío y la car.ga de) tiempo histórico
El segundo desarrollo peligroso reciente—ignorado casi por completo en
occidente, lamentablemente incluso por la izquierda'^ —concierne al nuevo Tratado
de Seguridad USA / Japón, que, como de costumbre, ha sido hecho aprobar a toda
prisa por las cámaras parlamentarias japonesas (la Dieta y la superior Cámara del
Consejo). En este respecto, también, los nuevos desarrollos desafían cínicamente
al derecho internacional y además violan la constitución japonesa. Como lo
comentara un importante dirigente político japonés, Tetsuzo Fuwa:
La naturaleza peligrosa del Tratado de Seguridad USA / japón ha evolucionado hasta el grado de que es posible que el Japón se vea arrastrado a entrar en las guerras de Los Estados Unidos, en desalío a la constitución japonesa, que renuncia a la guerra. Por detrás de esto está la estrategia del ataque preventivo de los Estados Unidos, extremadamente peligrosa, gracias a la cual esa nación interferirá en los asuntos de los demás, y atacará arbitrariamente a cualquier país que le
disguste."
No hace falta decirlo, la posición que se le intenta asignar al Japón en la
"estrategia de ataque preventivo", en la que las órdenes provienen de Washington,
es que juegue el papel de "carne de cañón" , y a la vez contribuya generosamente
con los costos financieros de las operaciones militares,'''' como ya se le obligó a
hacer en el caso de la Guerra del Golfo.
Uno de los aspectos más siniestros de esos desarrol los salió a la luz
recientemente gracias a la renuncia forzada del viceministro de la defensa japonés,
Shingo Nishimura, por "arrancar en falso" y propugnar agresivamente que el Japón
se armase con armas nucleares.Y fue todavía más lejos, al sugerir en una entrevista
el empleo de la fuerza militar, refiriéndose a la disputa sobre las islas Senkaku.
Declaró que "Si la democracia llega a fracasar en el zanjamiento de la disputa, el
Departamento de la Defensa meterá su cuchara". Como lo señaló un artículo
editorial del diario Akahata:
' Para una notoria excepción ver la carta de John Manning para Spectre, N° 6, primavera de 1999, pp. 37-38. Para un tema relacionado ver US Military BASES in Japan: A Japan US Dialogue, reporte del Simposio de Boston, 25 de abril de 1998, Cambridge, Mass. " Tetsuzo Fuwa, "Address to Japan Peace Committee in its 50th Year", Japan Press Weekly, 3 de julio de 1999, p. 15. Comparando al Primer Ministro japonés Obuchi con la prominente figura de la oposición Fuwa, The Economist escribía a regañadientes: "Hasta el momento los acontecimientos han tendido a mostrar al señor Obuchi como un aficionado inexperto, especialmente cuando lo interpela un profesional consumado como Tetsuzo Fuwa". En "A pity about Uncle Obuchi", The Economist, 20 de noviembre de 1999, pp. 97-98. "' Eso ya está ocurriendo, puesto que japón ha sido obligado a pagar por el enorme costo de la ocupación militar norteamericana a través de sus numerosas bases en el país. "Los costos que el gobierno japonés tuvo que afrontar en 1997 para el mantenimiento de las bases estadounidenses en el país montaron a 4.9 billones de dólares, lo que lo ubicó en el primer lugar entre los países del mundo (según el 'Reporte de la contribución aliada a la Defensa Común de 1999'). Son US $ 122.500 por cada soldado norteamericano estacionado en Japón" (S. Niihara, op. cit. p. 3)
124
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El problema real aquí es que se le concedió un cargo en el gabinete a un político
que argumenta abiertamente a favor de que Japón tenga armamento nuclear, y
de! empleo de la fuerza militar. Es natural que otras naciones asiáticas hayan
expresado grave preocupación por el asunto. Más aún, bajo convenio secreto
con el gobierno de los Estados Unidos, los gobiernos de la LDP han anulado los
tres principios antinucleares (no permitirle a Japón poseer, fabricar o introducir
armas nucleares), .'\demas, la reciente "legislación de emergencia" apunta a darle
pr ior idad a las operaciones mil i tares de las fuerzas y la SDF [Fuerza de
.'autodefensa] estadounidenses en caso de guerra, activando la cooperación militar
bélica, el suministro de per t rechos , la concesión de ubicaciones te r res t res ,
edificaciones, v también el control de embarcaciones navales y aéreas y del
espectro radioeléctrico. Una legislación de ese tipo socavará la Constitución.'""
N a t u r a l m e n t e , la nueva p o s t u r a agresiva del "Tra tado de Segur idad USA /
j apón" es justificada en n o m b r e de las neces idades de defensa j aponesas . En ve rdad ,
s n e m b a r g o , la "defensa c o m ú n " que se p r e t e n d e en el R e p o r t e l eg i t imador (c i t ado
en la n o t a 40 ) nada t i ene que ver con "la defensa del J apón" con t r a un "agresor"
ficticio, p e r o sí t o d o que ver con la p r o t e c c i ó n v el a c r e c e n t a m i e n t o de los in te reses
imperia l is tas e s t a d o u n i d e n s e s .
Los Estados Unidos usan sus bases en Japón, incluidas las de Okinawa, para llevar
a cabo la intervención militar en situaciones políticamente inestables en los países
del sudeste asiático, incluida Indonesia. En mayo del año pasado, cuando cayó el
régimen de Suharto en Indonesia, unidades de las Fuerzas Especiales del ejército
estadounidense regresaron repentinamente a la Estación estadounidense deTorii
en la aldeaYomitan, Okinawa, via a la base estadounidense de Kadena, Okinawa.
Ellas habían entrenado a las fuerzas especiales de las Fuerzas Armadas indonesias
(ABRÍ), que reprimían las manifestaciones en el país. El repentino regreso de las
unidades de las Fuerzas Especiales del ejército estadounidense indicaba la actividad
secreta que las unidades de Boinas Verdes norteamericanas radicadas en Okinawa
desempeñaban en Indonesia.'"'
La m a n e r a c o m o les son impues t a s esas pol í t icas y prác t icas pe l igrosas a los
países cuyos g o b i e r n o s " d e m o c r á t i c o s " se s o m e t e n s u m i s a m e n t e a todas las ó r d e n e s
n o r t e a m e r i c a n a s habla p o r sí sola . Por lo gene ra l los cambios ni s iquiera se d i scu ten
en los r e spec t ivos p a r l a m e n t o s , y en vez de eso se les pasa p o r enc ima m e d i a n t e
t r a tados y p r o t o c o l o s s ec re to s .Y en el m i s m o esp í r i tu de la evasión cínica, c u a n d o
po r alguna razón aparecen en la agenda par lamenta r ia , en tonces se pasa la aplanadora ,
^ n o r a n d o de la m a n e r a más au to r i t a r i a a cua lqu ie r opos ic ión . Los po l í t i cos q u e d e
esa m a n e r a s iguen " s e m b r a n d o semil las de d r a g ó n " p a r e c e n o lv idarse del p e l i g r o
de que a su d e b i d o t i e m p o en el e scenar io h i s tó r i co aparezcan d r a g o n e s de v e r d a d .
Y t a m p o c o p a r e c e n e n t e n d e r o admi t i r que la devas t ado ra l lama de los d r a g o n e s
*•• Akahata, 1° de noviembre de 1999; citado en Japan Press Weekly, 6 de noviembre de 1999, pp. 6-7. •^ S. Niihara, op. cit., p. 3.
125
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
nucleares no está limitada a una localidad dada —el Medio o el Lejano Oriente,
por e jemplo—sino puede achicharrar absolutamente todo en este planeta,
incluidos los Estados Unidos y Europa,
4.2.8
El objetivo final de la "estrategia de ataques preventivos de los Estados Unidos" es, por supuesto, China. Comentando los ruidos e indiscreciones agresivos de Washington contra China, en la secuela del bombardeo de la embajada de China en Belgrado, "el contralmirante Eugene Carroll, del Centro de Información de la Defensa, un 'think-tank' independiente, dijo:
Aquí está en marcha una demonización de China. No estoy seguro de quién lo hace pero esas indiscreciones están orquestadas para mostrar a China como el peligro amarillo.'"^
El bombardeo de la embajada china en Belgrado al principio fue presentado y justificado por los voceros de la OTAN como un "accidente inevitable, aunque deplorable". Cuando más tarde se hizo innegable que la embajada no fue impactada por una bomba perdida sino por cohetes disparados desde tres direcciones distintas, y por ende era un blanco cuidadosamente elegido, Washington ofreció una explicación de cuento de hadas: que la CÍA no había podido conseguir un mapa de Belgrado actualizado, que está a la disposición de quienquiera en cualquier quiosco. Pero aún así, continúa siendo un misterio total qué tendría de importante y legítimo el pretendido objetivo prehistórico que se supone ocupaba el espacio en el que estaba la embajada de China. Todavía estamos a la espera de algunas respuestas creíbles, que obviamente jamás vendrán. Una explicación racional que podría acudir a la mente es que la operación fue planificada como globo de ensayo, en dos respectos. Primero, para probar a ver la manera cómo el gobierno chino respondería a actos de agresión como ése, obligándolo a tragarse la humillación que lo acompañaba. Y segundo, quizá más importante: para probar a ver la respuesta de Ja opinión pública mundial, que demostró ser totalmente servil y sumisa.
Los problemas que afectan profundamente las relaciones entre China y los Estados Unidos no podrían ser más graves. En un sentido se originan del hecho inconveniente de que "El E s t a d o - p a r t i d o n o ha e n c o n t r a d o todav ía un lugar en el m u n d o del l ibre mercado". '" Cuando el imperialismo hegemónico
102 "Washington le dice a China que dé marcha atrás o se expondrá a la guerra fría", The Daily Telegraph, 16 de mayo de 1999, p. 15. El mismo artículo también nos dice que "El chorro de cuentos de espionaje parece haber sido abierto por figuras dentro del Partido Republicano o el Pentágono que consideran que está dentro de los intereses a largo plazo de los Estados Unidos el tener un enemigo grande". Obviamente Saddam Hussem no es lo bastante grande en lo que respecta a los requerimientos ideológicos y el creciente gasto militar correspondientes al plan a largo plazo de la agresiva postura imperialista de los Estados Unidos. '" Jonathan Story, "Time is running out for the solution of the Chinese puzzle", Sunday Times, 1= de Julio de 1999, p. 5.
126
István Mésza'ros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
global utiliza como su legitimación ideológica los conceptos de "democracia" y
"libre mercado", cualquier desviación de esa ideología—respaldada por una gran
potencia económica y militar—representa un serio desafío. Y lo que hace aún más
intolerable al desafío es la perspectiva de que se den desarrollos económicos en
detrimento de los Estados Unidos, dados los promedios de expansión comparables
en el p r e sen t e , aunado al hecho de que la población de China sobrepasa
asombrosamente en un mi l l ardo a la de los Estados Unidos. Como lo expone el
mismo artículo, reflejando una gran preocupación acerca de los desarrollos en
marcha: "Para el 2020 la e c o n o m í a de China será tres v e c e s la de los Estados Unidos".'"* No resulta demasiado difícil imaginar la alarma ocasionada
por esas perspectivas en los círculos dominantes de los Estados Unidos.
Fiel a su papel apologético, The Economis t trata de darle un barniz de
respetabilidad a la propugnada disposición y preparación militar para morir por la
'democracia" y el "libre mercado". En un artículo sobre "La nueva geopolítica"
exige la aceptación de que se amontonen los "sacos de cadáveres". No por parte
de los Estados Unidos, por supuesto, sino de lo que The Economis t llama los
"asistentes l oca le s" de los Estados Unidos. Con una hipocresía sin límite The Economist habla de un " c o m p r o m i s o moral" para la guerra por parte de las
democracias, v les pide en nombre de esa moralidad que acepten que "la guerra es é p o c a de mor ir y t a m b i é n de matar".
Ser el leal "asistente local" de los Estados Unidos es el papel que se le asigna
al japón, justificado en vista de la prevista amenaza china. La fuerte oposición en el
país al Tratado de Seguridad USA / Japón redefinido v peligrosamente ampliado es
catalogada de "nerviosismo". Felizmente, China hará que los japoneses vean, sientan
T fortalezcan su resolución. Porque "Una China en crecimiento hará también que
an Japón nervioso esté más dispuesto a aferrarse a una alianza con Norteamérica".
El mismo papel de leal asistente local se le asigna a Turquía v, expresando la esperanza
de The Economis t , también a la India, argumentando que "los ejércitos de los
países aliados cuyos a pueblos no les importa que sus soldados hagan el trabajo frente a frente (es decir, que mueran] pueden acudir al rescate; es por eso que
Turquía le interesa a la alianza, '"' y por lo que algún día podría ser buena idea
pedirle ayuda a la India". En este esquema de cosas Rusia, también, ocupará una
"• Ibid. El artículo de Jonathan Story es un extracto de su libro: The Frontiers of Fortune, publicada por Financial Times / Prentice Hall, Londres, 1999. "* La importancia de Turquía como un "asistente local" de los Estados Unidos ha sido áramáticamente expuesta esta primavera con la ignominiosa remisión de Ocalan, el ^rigente del PKK kurdo, a Ankara, bajo fuerte presión de los Estados Unidos, humillando m ios varios "asistentes locales" europeos involucrados en ese suceso. Ver Luigi Vinel, l a social-democrazia e la sinistra antagonista in Europa, Edizioni Punto Rosso, Milán, i999, p. 13. Ver también Fausto Bertinotti, Per una societá alternativa: Intervista sulla política, sul partito e sulle culture critiche, entrevistado por Giorgio Riólo. Edizioni Ponto Rosso, Milán, 1999, pp, 30-31.
127
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
posición activamente pro-norteamericana, gracias a su prevista oposición inevitable
a China. "Preocupada por la vulnerabilidad de sus territorios orientales, Rusia
podría al final elegir poner algo de solidez en sus endebles vinculaciones de
Participación por la Paz con la OTAN".
Calificar a países de "nerviosos" y "preocupados"—si no en el día de hoy
entonces en el de mañana—tiene que ver exclusivamente con los conflictos que
se espera tendrán con "el gigante que se yergue en el este". China. En la "nueva
geopolítica" China es presentada como el común denominador de todos los
problemas, y simultáneamente también como la solución que aglutina a todos los
"p reocupados" y "nerv iosos" en una "Alianza para la Democrac ia" y una
"Participación por la Paz", que "hasta podría atraer a la democrática India [una
nación tradicionalmente no alineada] hacia una nueva versión surasiatica de la
Participación por la Paz"'"' bajo control de los Estados Unidos. Sin embargo no se
nos dice que viviremos felices para siempre a partir de ese momento, o que al
menos viviremos.
Naturalmente, ese tipo de "doctrina", inspirada por Washington, no está
restringida al Economis t londinense. Ha hallado sus voceros también en el lejano
oriente, donde el Primer Ministro de Australia, John Howard, proclamó la "doctrina
Howard" de cómo cumplir e¡ papel de leal "asi.stente }oca\" de los Estados Unidos
por parte de su propio país. Para consternación de la opinión política del Sudeste
Asiático declaró que "Australia actuará como 'ayudante del sheriff de los Estados
Unidos en el mantenimiento de la paz regional".'"' El líder de la oposición en
Malasia, Lim Kit Siang, respondió a esta idea diciendo que "El señor Howard ha
hecho más que cualquier Primer Ministro australiano anterior por dañar las
relaciones de Australia con Asia, desde que la política de la 'Australia blanca' fue
abolida en los años 60".'""
Sin embargo, fue Hadi Soesastro, un académico indonesio educado en
Norteamérica, quien dio en el clavo al apuntar que "Es el avudante del sheriff a
quien matan siempre".'"^ Cier tamente . Es precisamente ése el papel de los
"asistentes locales"de los Estados Unidos: matar v ser muertos por la causa que se
les hizo llegar desde arriba.
Marx escribió en su El 18 Brumar io d e Luís Bonapar te que los eventos
históricos a menudo ocurren dos veces, en formas contrastantes: primero como
tragedia (Napoleón) y luego como farsa ("Napoleon le petit"). El papel asignado
a Japón en el inconstitucional Tratado de Seguridad USA / Japón recientemente
revisado, sólo podrá producir una gran tragedia en el Sudeste Asiático y una
'°* Las citas en este párrafo son de "Tlie New Geopolitics", The Economist, 31 de julio de 1999, pp. 15-16. '"" David Watts, "Howard's 'Sheriff role angers Asians", The Times, 27 de septiembre de 1999, p. 14. "••> Ibid. "« Ibid.
128
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
áevastación igualmente trágica en el propio Japón. En lo tocante al papel de
*avudante del sheriff de los Estados Unidos" proclamado en la "doctrina Howard",
b única forma de describirlo es como la farsa adelantándosele afanosamente a la
tragedia.
4 .2 .9
La historia del imperialismo muestra tres fases distintivas;
1. El imperialismo moderno constructor de imperios coloniales de los comienzos,
originado por la expansión de algunos países europeos en las regiones
de penetración relativamente fácil del mundo;
2. El imperialismo "redistribuidor", disputado antagónicamente por las grandes
potencias a favor de sus corporaciones cuasimonopólicas, al que Lenin
llamó "la etapa superior del capitalismo", que involucraba a sólo unos
pocos contendientes reales y algunos sobrevivientes menores del pasado
colgados de sus faldones, que llegó a su final en la secuela de la Segunda
Guerra Mundial;
3. El imperialismo hegemónico global, con los Estados Unidos como fuerza
todopoderosa, presagiado por la versión de Roosevelt de la "política
de puertas abiertas", con sus pretensiones de equidad democrática,
y — aunque se conso l idó poco después de la Segunda G u e r r a
Mundial—se hizo mucho más pronunciado con el inicio de la crisis
estructural del capital en la década de los años 70, y con ello el
imperativo de constituir la omniabarcante estructura de mando política
del capital bajo un "gobierno global" presidido por el país dominante
en el mundo entero.
Quienes alimentaban la ilusión de que el "neocoionialismo" de ía posguerra
iabía pasado a ser un sistema estable en el que la dominación política/militar había
«do reemplazada por una dominación económica directa, tendían a asignarle
demasiado peso al continuado poder de los antiguos amos del imperialismo colonial
^ s p u é s de la disolución formal de sus imperios, menospreciando al mismo tiempo
fas aspiraciones exclusivistas de la dominación hegemónica global de los Estados
línidos, y las causas que las sostenían. Se imaginaban que al instituir "Institutos de
Estudios del Desarrollo"—con el propósito de "educar más" a las élites políticas v
administrativas poscoloniales de sus antiguas dependencias, induciéndolas a la
adopción de las teorías y políticas de "modernización" y "desarrollo", de reciente
p r o m o c i ó n — l o s ant iguos gobernan tes coloniales podr ían garant izar una
continuidad sustantiva con su viejo sistema. Lo que le puso fin a esas ilusiones fue
mo soiamentc el p o d e r de p e n e t r a c i ó n a b r u m a d o r a m e n t e mayor de las
curporaciones norteamericanas (respaldadas con toda la fuerza por el gobierno de
ios Estados Unidos) sino, más aún, el d e r r u m b e total de la "polít ica de
Kiodernización" en todas partes, como ya lo mencionamos.
129
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
Sin embargo, el hecho de que el imperialismo haya probado ser tan exitoso,
y continúe prevaleciendo, no significa que pueda ser considerado estable, ni mucho
menos p e r m a n e n t e . El p rev i s to " g o b i e r n o g loba l" bajo admin i s t r ac ión
estadounidense sigue siendo una ilusión propagandística, igual que lo fueron la
"Alianza para la Democracia" y la "Participación para la Paz", proyectadas — e n una
época de choques militares y explosiones sociales que se multiplicaban— como
la sólida base de la nueva versión del "Nuevo Orden Mundial". Ya hemos pasado
por eso antes, cuando —luego del derrumbe del sistema soviético— esa visión encontró apoyo en unos Estados Unidos ansiosos de mantener en funcionamiento al dinamo capitalista a finales de la Guerra Fría, El compromiso selectivo con estados claves del "mercado emergente" le proporcionó una política exterior alternativa a la difunta estrategia de contención. La política preveía que los Estados Unidos fuesen el centro de un "Único Mundo" encaminado a la prosperidad compartida, la democracia y mejores condiciones de vida para todos. Las corporaciones occidentales dotarían de tecnologías a las regiones más pobres del mundo, cuya mano de obra era abundante, barata e ingeniosa. Los mercados financieros globales, que ya no estaban bajo el candado político, aportarían el capital. Dentro de un par de décadas surgiría allí un enorme mercado trasnacional
para los consumidores.""
La mayor parte del par de décadas previstas ha transcurrido va, v nos vemos
en mucha peor condición que nunca antes, incluso en un país capitalistamente
avanzado como Inglaterra, donde—según las últimas estadísticas—uno d e cada tres n i ñ o s vive por debajo de la línea de pobreza, y en los últimos años esos
números se han m u l t i p l i c a d o por tres.Y nadie debería hacerse ilusiones acerca
de cómo afecta la crisis estructural del capital incluso al país más rico, los Estados
Unidos. Porque también ahí se han deteriorado grandemente las condiciones en
las dos últimas décadas. Según un reporte reciente de la Oficina de Presupuesto
del Congreso—y nadie podría acusar de "desviación izquierdista" a esa oficina—el
1% de la población más acomodada percibe lo mismo que los c ien m i l l o n e s de
los que están abajo (es decir, casi el 4 0 % ) . Y significativamente, esta cifra
consternadora se ha d u p l i c a d o d e s d e 1977, cuando el ingreso del 1% de los
que estaban en el tope equivalía al de "apenas" cuarenta y n u e v e m i l l o n e s de
los más pobres, es decir, menos del 20% de la población. '"
En cuanto al resto de las proyecciones optimistas antes citadas, va no se nos
invita a soñar con un "inmenso mercado trasnacional" que traería "prosperidad
para todos", incluidos los pueblos del Oriente. El primer ministro chino, Zhu
Rongji, es alabado ahora por sus "audaces intentos de introducir la reforma en el
sector es ta ta l , lo que hoy día significa d e s e m p l e o p a r a m i l l o n e s d e
"" Jonatlian Story, op. cit., p. 33. ' " Ver David Cay Jotinston, "Gap Between Rich and Poor Found Substantially Wider" New York Times, 5 de septiembre de 1999.
130
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
trabajadores chinos"."^ ¿Cuántos millones más de trabajadores—o en yerdad
cientos de millones de ellos—habrá que convertir en desempleados antes de que
finalmente China califique "para un puesto en el mundo del libre mercado"? Por
lo pronto el editorial de The Economis t no puede más que expresar su esperanza,
V pronosticar su realización, de que el sistema chino será derrocado desde
adent ro ," ' y prevé la solución militar externa en otros artículos, como ya hemos
visto. Lo que resulta común para los dos enfoques es la completa ausencia de
cualquier sentido de la realidad. Porque aun si el sistema chino pudiese ser
derrocado hov o mañana, eso no solucionaría absolutamente nada en lo que tiene
que ver con el fracaso total de las expectativas optimistas que alguna vez se le
atribuyeron a los "estados de mercado emergentes" y su proyectado impacto para
"mantener en funcionamiento el dinamo capitalista a finales de la guerra fría".
Mientras tanto, las contradicciones y antagonismos, vinculados con causas
inextirpables, se han seguido intensificando, Bajo el dominio del capital, que es
es truc tura lmente incapaz de resolver sus contradicciones—y de ahí su manera
de p o s p o n e r el "momento de la verdad", hasta que las presiones acumuladas
terminen en algún tipo de explosión—existe la tendencia a tergiversar el tiempo
histórico, tanto en dirección al pasado como al futuro, en el interés de eternizar el
presente. La tendenciosa mala lectura del pasado surge del imperativo ideológico
de tergiversar el presente como marco estructural necesario para todo posible
cambio. Porque precisamente a causa de que el presente establecido tiene que ser
eternamente proyectado hacia el futuro, al pasado también hay que ficcionalizarlo—
en forma de una proyección hacia atrás—como el territorio de la presencia eterna
del sistema en otra forma, a fin de eliminar las determinaciones históricas reales y
las limitaciones sometidas al tiempo del presente.
Como resultado de los intereses perversos que están en las raíces de la relación
del capital con el t iempo, el capital no puede poseer ni una perspec t iva a largo p lazo ni un sentido de la urgenc ia , incluso cuando está a punto de ocurrir una
explosión. Las empresas son orientadas hacia, y su éxito está medido por,
proyecciones concebidas en la escala de t iempo más miope. Por eso a los
intelectuales que adoptan el punto de vista del capital les gusta argumentar que lo
que funcionó en el pasado—enclaustrado en el idealizado método de hacer "poco
a poco"—funcionará también en el futuro. Eso construye una peligrosa falacia.
Porque el tiempo no está de parte nuestra, dada la presión acumulativa de nuestras
contradicciones. La proyección que hace T h e E c o n o m i s t acerca del feliz
alineamiento de todos los países "nerviosos" y "preocupados" con las estrategias de
los Estados Unidos es, en el mejor de los casos, una proyección arbitraria del
presente en el futuro, si no una total tergiversación de las realidades del presente
•'- "Worried in Beijing", The Economist, 7 de agosto de 1999, p. 14. •'•' Ibid. El necesario derrocamiento de China es pronosticado vehementemente varias veces en este breve editorial, que no llega a una página.
131
IstvánJVIészáros: El desafio y la car.ga del tiempo histórico
a fin de amoldarlas al futuro ilusoriamente anticipado. Porque incluso las actuales
contradicciones entre los Estados Unidos y Japón, al igual que las de Rusia con los
Estados Unidos, son mucho mayores de lo que permite el esquema de cosas
adoptado, por no mencionar su potencial desenvolvimiento en el futuro. Ni habría
que ignorar los conflictos de intereses objetivos entre la India y los Estados Unidos
para tran,sfigurarlos en una perfecta armonía a cuenta del supuesto "nerviosismo"
en torno a China.
Más aún, incluso no debe darse por descontado que la armonía aparentemente
prevaleciente de los Estados Unidos con la "Unión Europea" en el marco de la
OTAN se man tenga en el fu tu ro , dadas las claras señales de confl ictos
"interimperialistas" tanto en el interior de la Unión Europea como entre la Unión
Europea y los Estados Unidos. "* A veces hasta The E c o n o m i s t revela su
preocupación de que no todo marcha como debería en las relaciones de poder
signadas por los conflictos en occidente, insistiendo en que a pesar de eso nadie
debería ni siquiera soñar con desafiar la dominación de los Estados Unidos. Como
lo plantea un editorial del periódico:
Hasta los motivos para una política exterior común varían. Algunos europeos la quieren como una expresión de la voluntad política común de Europa; otros,para rivalizar con los Estados Unidos, o para ponerles un freno. Si se llega aconvertir en nada más que una forma de antinorteamericanismo, sería undesastre. En el futuro previsible, la OTAN, preferiblemente en sincronizacióncon las Naciones Unidas, será la pieza clave de la seguridad occidental.Norteamérica todavía tiene que llevar la batuta y ocuparse de la mavor parte délas zonas de peligro en el mundo. Pero en lugares al alcance de la mano, comolos Balcanes, Norteamérica afortunadamente delegará funciones en Europa. Eincluso en áreas como el Medio Oriente o Rusia, Europa debería ser capaz dejugar un papel complementario del de Norteamérica. Europa puede y debeejercer una influencia mavor en el mundo,
pero todavía le faltan muchos añospara constituirse en superpotencia. " '
La frase vacía "Europa puede y debe ejercer una influencia mavor en el mundo"
(¿como cuál? ¿y dónde?) está metida allí como mero "premio de consuelo", para
legitimar a los ojos de los vacilantes la supremacía absoluta de los Estados Unidos,
propagandizada por The Economist . En verdad, sin embargo, la pregunta no es en
modo alguno ¿cuánto le llevará a Europa constituirse en una "superpotencia" que
se pueda medir con el poderío militar de los Estados Unidos?, sino ¿en qué forma
y con cuál intensidad aflorarán a la luz los antagonismos interimperialistas, que
siguen cocinándose, en el futuro nada remoto?
De hecho, la administración estadounidense ya está bastante preocupada por
las expectativas de los desarrollos europeos.
' " Ver un estudio que llama a la reflexión acerca de esos problemas en el libro de Luigi Vinci citado en la nota 49, en particular las pp. 60-66. "^ "Superpower Europe", The Economist, 17 de julio de 1999, p. 14.
132
Istvcín Mgszaros¿ E.I desafio y la carga del tiempo histdrico
StrobeTalbot, Secretario de Estado adjunto, dijo que la última cosa que querriaver Washington era una identidad de defensa europea que "comience dentro laOTAN, pero crezca por fuera de la OTAN, y luego se aleje de la OTAN". Elriesgo, dijo en un seminario en el Instituto Real de Asuntos Internacionales, esel de una estructura de defensa que "primero sea una réplica de la alianza ydespués compita con la alianza". Las palabras del señor Talbot... tocan también la ambivalencia fundamental norteamericana para con una mayor unidad europea: que es buena mientras no amenace el p redomin io globalde los Estados Un idos . " '
Así el Departamento de Estado Norteamericano no pierde oportunidad de
remachar en casa la verdad desnuda acerca de su determinación de mantener al
resto del m u n d o servil a las exigencias de su " p r e d o m i n i o g l o b a l " . Naturalmente, el más servil de todos los gobiernos occidentales, el inglés, se
apresuró en acatarla y manifestar su aceptación incondicional en el mismo seminario
del Instituto Real de Asuntos Internacionales.
Tratando de apaciguar la ansiedad de los Estados Unidos, Lord Robertson, el
Secretario de Estado para la Defensa saliente que la semana próxima recibirá de
manos del señor Solana la conducción de la OTAN, declaró que el pacto del
Atlántico sigue siendo la piedra angular de la política de defensa británica."^
Puede que así sea, porque hasta ahora el papel de su "caballo de Troya" en
Europa asignado a Inglaterra por el gobierno estadounidense continúa sin ser
cuestionado. Sin embargo, esas aceptaciones no pasan de ser "silbidos en la
oscuridad" en lo referente a los conflictos de intereses objetivos existentes entre
las potencias occidentales, que inevitablemente se intensificarán en el futuro, sin
importar con cuánto empeño el Depar tamento de Estado norteamericano le
recordará a la Unión Europea quién lleva en realidad la voz cantante, incluso cuando
se niegue a pagar por ello.
4 .3 DESAFÍOS HISTÓRICOS QUE ENCARAN AL MOVIMIENTO SOCIAL
4 . 3 . 1
Como hemos visto antes, el movimiento antiimperialista en los Estados Unidos
entre finales del siglo XIX y comienzos del XX fracasó a causa de la conciliación
"del movimiento laboral con los trusts y el apoyo a su política exterior". La
conclusión del antiguo allegado a Lincoln, George S. Boutwell, en 1902, de que
•"El esfuerzo final para la salvación de la república ha de ser hecho por las clases
que trabajan y producen" suena profético también hoy. Porque las condiciones
para el éxito continúan siendo las mismas, y sólo las clases que trabajan y producen
en América pueden ponerle fin a la tendencia destructiva del imperialismo
-" Rupert CornwelL "Europe warned not to weaken NATO", The Independent, 8 de octubre de 1999, p. 18. •••'Ibid.
133
Istva'n Me'szaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
hegemónico global. Ningún poder político/militar sobre la tierra puede lograr
desde afuera lo que tendría que hacer desde adentro un movimiento que ofrezca
una alternativa al orden existente en los Estados Unidos.
Naturalmente, eso no significa que todos los demás puedan arrellanarse en
sus sillas y esperar a que la acción requerida se haya realizado, porque ésta nunca
podrá ser completada en aislamiento. Los problemas y contradicciones están
también tan inextricablemente entrelazados que su solución necesita igualmente
de profundos cambios en el resto del mundo. Es necesario abordar en todas
partes las causas profundamente arraigadas de las contradicciones explosivas, a
través de la participación de una empresa verdaderamente internacional cuyos
const i tuyentes específicos afronten su propia cuota de red de intrincadas
contradicciones del capital, en solidaridad con "las clases que trabajan y producen"
en Norteamérica y en cualquier lugar del orbe. La "conciliación" del movimiento
laboral norteamericano "con los trusts y el apoyo a su política exterior" a finales
del siglo XX"** se debió, por una parte , a la disponibilidad de salidas para la
expans ión imper i a l i s t a , y de ahí el de sp l azamien to p o s t e r g a d o r de las
contradicciones del capital; y, del lado del movimiento laboral, a la ausencia de las
condiciones objetivas y subjetivas"'de una a l ternat iva h e g e m ó n i c a v iab le al
modo de controlar la reproducción social que tiene el capital. Una alternativa que
no es concebible sin una solidaridad internacional orientada a la creación de un
orden de igualdad sustantiva.
"" Para una historia esclarecedora y actualizada del movimiento laboral norteamericano, ver Paul Buhle, Taking Care of Business: Samuel Gompers, George Meany, Lane Kirkland, and the Tragedy of American Labour, Monthly Review Press, Nueva York, 1999, en particular las pp. 17-90 y 204-263. Michael D. Yates escribió un libro muy perspicaz acerca del papel estratégico del movimiento laboral sindicalizado hoy día, Why Unions Matter?, Monthly Review Press, Nueva York, 1998. ' " Sin duda, el reconocimiento de la existencia de circunstancias objetivas desfavorables no puede proporcionar una justificación blindada de las contradicciones a menudo autoimpuestas del "lado subjetivo". Michael Yates destaca acertadamente el impacto y la responsabilidad históricos de los individuos que estaban en la posición de tomar decisiones como protagonistas del movimiento laboral norteamericano. En un artículo reciente escribe que "Gompers no debió delatar a la IWW y los cuadros socialistas militantes a la policía, pero tampoco los dirigentes socialistas debieron aliarse con Gompers y convertirse eventualmente en conservadores tan rabiosos como él. Gompers y su progenie no tenían que comprometerse con el imperialismo norteamericano y socava^ los movimientos progresistas de los trabajadores en todo el mundo, aceptando dinero dé la CÍA aunque esa agencia de la muerte estaba incitando al asesinato y encarcelamiento de dirigentes sindicales a todo lo ancho del globo. Los dirigentes de la CIO no debieron participar en esa cacería de brujas, haciendo que la CIO se convirtiese en algo prácticamente indiferenciable de la AFL para el momento de su fusión en 1955. Pero tampoco los comunistas debieron instar al gobierno a encerrar a los trotskistas y seguir servilmente las directrices de Stalin. Todo esto no es para decir que las acciones de algunos radicales y las de los Gompers y compañía están en el mismo plano, sino que los radicales también tienen su propia historia".
134
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
No hace falta ser militante socialista para darse cuenta de los peligros que
encaramos. Resulta pertinente recordar en este contexto que la alarma desatada
en 1997 por el ganador del Premio Nobel Joseph Rotblat en lo tocante a las
actividades investigativas con fines de lucro que se siguen en el campo de la
biotecnología v la "clonación". Como sabemos, bajo el dominio del capital esas
actividades—entrampadas por los imperativos expansionistas del sistema, sin
importar las consecuencias humanas y ambientales—representan una nueva
dimensión de la potencial autodestrucción de la humanidad. Esa nueva dimensión
le está siendo agregada hoy al arsenal ya existente de armas nucleares, químicas y biológicas, cada una capaz de infligirnos por sí sola un holocausto universal.
Del mismo modo como Joseph Rotblat, un distinguido científico liberal que
tuvo gran prominencia en el movimiento de protesta que impidió la elección de
Margaret Thatcher como rectora de la Universidad de Oxford, planteó el problema
de la incontrolabilidad v la potencial autodestrucción humana como materia de
suma urgencia, en relación con la manera como el conocimiento científico en
general se produce y es utilizado en nuestro orden social. Escribió en un reciente
trabajo acerca de la integridad académica:
Las estructuras de la sociedad—social, política, religiosa—están rechinando
fuertemente con nuestra incapacidad para absorber lo que sabemos dentrode sistemas éticos y sociales que puedan ser ampliamente aceptados. Elproblema es urgente ... Una salida posible es, por supuesto, el retroceso a lasvarias formas de fundamentalismo, que con certeza afectaría gravemente la integridad académica. La alternativa es reconocer que existe la obligaciónpor parte de los creadores de ese cúmulo de conocimientos de resolver elproblema de cómo desmontar su capacidad de destruirnos. ' '"
La responsabilidad social de los científicos de dar la pelea contra esos peligros
no se puede pasar por alto. Ciertamente, entre los científicos que participaron en
esa empresa en eí siglo XX figuraban algunos de los más grandes. Einstein, por
ejemplo, llevó adelante durante muchos años su lucha contra la militarización de
la ciencia y por la vital causa del desarme nuclear. En un mensaje que preparó para
un planificado—pero, significativamente, nunca llevado a cabo en la realidad por
culpa de la más vulgar interferencia—Congreso Nacional de Científicos, Einstein
escribió: Me complace sinceramente que la gran mayoría de los científicos estén plenamente concientes de sus responsabilidades como académicos v ciudadanos del mundo; y que no hayan sido víctimas de la histeria tan difundida que amenaza a nuestro futuro y al de nuestros hijos. Horroriza darse cuenta de que el veneno del militarismo y el imperialismo amenaza con generar cambios indeseables en la actitud política de los Estados Unidos... Lo que vemos actuar aquí no es expresión
•-- Denis Noble, "Academic Integrity", en Alan Montefiore y David Vines (editors). Integrity in the Public and Private Domains, Routledge, Londres y Nueva Yorlc, 1999, p. 184.
135
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
de los sentimientos del pueblo norteamericano; al contrario, refleja la voluntad de una minoría poderosa que utiliza su poder económico para controlar los órganos de la vida política. Si el gobierno sigue en esa trayectoria fatal, nosotros los científicos tendremos que negamos a someternos a sus exigencias inmorales, aunque éstas estén respaldadas por la maquinaría legal. Existe una ley no escrita, la de nuestra propia conciencia, que es mucho más obligante que cualquiera de las que puedan ser ideadas en Washington. Y por supuesto existen también, inclusopara nosotros, las armas de último recurso: laño cooperación y la huelga.'''
La cancelación del vital encuentro planificado, que se programó para los días del 10 al 12 de enero de 1946, demostró de una vez que la creencia públicamente declarada de Einstein en la responsabilidad social aceptada a conciencia de la gran
mayoría de los científicos iba a recibir un gran desengaño. No obstante, continuó
su lucha hasta que murió, desafiando las amenazas y las denuncias públicas. Sabía
muy bien que "los hombres nunca se han liberado de la servidumbre intolerable,
congelada en la ley, si no es mediante la acción revolucionaria", '" e insistía en que Lo que se necesita es hechos, no palabras; las meras palabras no conducen a ninguna parte a los pacifistas. Tienen que iniciar la acción v comenzar con lo que
se puede lograr ya.'' '
Pero a pesar de su inmenso prestigio v su acceso totalmente sin paralelo
tan to a los jefes de gobierno como a los medios , al final Einstein se vio
completamente aislado y derrotado por los apologistas políticos del creciente
complejo militar/industrial. Éstos llegaron hasta a pedir su enjuiciamiento,'^* con
miras a la expulsión de los Estados Unidos, vociferando en el Congreso que "Ese
agitador extranjero nos va a precipitar en otra guerra europea a fin de fomentar la
difusión del comunismo por todo el mundo" . ' ' '
Así, hasta la protesta del científico más socialmente preocupado y políticamente
conciente del mundo tenía que quedarse como un "grito en el desierto". Porque
no se vio amplificado por un movimiento de masas que pudiese enfrentarse y
desarmara !as destructivas fuerzas del capital, profundamente afincadas, mediante
su visión alternativa, viable en la práctica, de cómo poner en orden los asuntos
humanos. Una alternativa prevista también por Boutwell cuando insistió en que
"el esfuerzo final para la salvación de la república"—en contra de las grandes
corporaciones aventureras constructoras de imperios, v sus estados—"ha de ser
hecho por las clases que trabajan y producen". Boutwell pronunció esas palabras
hace más de un siglo, y su verdad se ha venido intensificando cada vez más desde
^ ' Otto Nathan y Heinz Norden, editores, Einstein on Peace, Schocken Books, Nueva York, 1960. p. 343. El mensaje de Einstein sólo pudo ser publicado postumamente, '^^bid., p. 107. ' 3 Ibid., p. 116. ™ Ibid., p. 344. ' " Citado en Ronald W. Clark, Einstein: The Life and Times, Hodder and Stoughton, Londres, 1973, p. 552. El congresista ya citado que denunció violentamente a Einstein en la Cámara de Representantes era John Rankin, político del Mississippi.
136
Istvan Mészaros: El desafio y ja carga del tiempoJiistórico
entonces. Porque los peligros han crecido inconmensurablemente para toda la
humanidad, no sólo si comparamos con 1902, cuando Boutwell habló, sino incluso
en comparación con los tiempos de Einstein. Los megatones en el arsenal nuclear,
que preocupaban a Einstein, no sólo se han multiplicado desde el momento de su
muerte, sino además han proliferado, a pesar de toda la habladuría autoengañadora
acerca del "fin de la guerra fría". Muv recientemente se nos recordó el estado real
de las cosas cuando el presidente Yeltsin trató de justificar el derecho soberano de
su país a la guerra atroz contra Chechenia, advirtiéndole al resto del mundo que
Rusia todavía estaba en posesión de un arsenal repleto de armas nucleares.
Hoy, como añadido a la amenaza nuclear de la MAD ["Mutually Assured
Destruct ion" l i teralmente "Destrucción Mutuamente Asegurada", organismo
ficticio ideado para crear un juego de palabras que se pierde en la traducción:
remite a "mad", demente . N del T.), el conocimiento de cómo emplear el
armamento químico v biológico al servicio del exterminio en masa está a la
disposición de quienes no vacilarían en emplear esas armas si el dominio del
capital se viese amenazado. Y eso no es todo, de ninguna manera. Porque por
ahora la destrucción ambiental, en beneficio de los intereses ciegamente seguidos
del capital, ha asumido proporciones tales—como lo ilustró dramáticamente la
terrible calamidad desatada en las postrimerías del siglo XX sobre el pueblo de
Venezuela, como resultado de la deforestación irresponsable y el "desarrollo"
especulativo—que incluso si el proceso fuese revertido mañana mismo, tomaría
décadas producir algún cambio significativo en este respecto neutralizando la
articulación perniciosa, autopropulsada v autónoma del capital, que tiene que
seguir su camino más fácil "racional" y, en términos inmediatos, "económico".
Más aún, las implicaciones potencialmente letales de la manipulación de la
naturaleza mediante la biotecnología empleada imprudentemente, la "clonación",
y a través de la modificación genética incontrolada de productos alimenticios,
bajo los dictados de las corporaciones gigantes que sólo buscan ganancias y sus
gobiernos, representan la apertura de una nueva "caja de Pandora".
Esos son los peligros claramente visibles en nuestro horizonte, tal y como
están las cosas hoy día; ¡y quién sabe qué peligros adicionales para nuestros hijos
irán a aparecer mañana gracias a la incontrolabilidad destructiva del capital! Sin
embargo, lo que resulta absolutamente claro a la luz de nuestra experiencia
histórica, es que solamente un genuino movimiento socialista de masas podría
contrarrestar y derrotar a las fuerzas que hoy están empujando a la humanidad
hacia el abismo de la autodestrucción.
4.3.2
La tan urgentemente necesitada constitución de la alternativa radical al modo
de reproducción metabólica social del capital, no puede ser llevada a cabo sin una
137
Istvah Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
revision crítica del pasado. Es necesario examinar el fracaso de la izquierda histórica
en hacer cumplir las expectativas formuladas optimistamente por Marx cuando
postuló, ya en 1847, la "asociación" sindical y el consiguiente desarrollo político
de la clase trabajadora en estrecho paralelo con el desarrollo industrial de varios
países capitalistas. Como él lo expuso: el grado de desarrollo alcanzado por la asociación en determinado país señala claramente el rango que éste ocupa en la jerarquía del mercado mundial.Inglaterra, cuya industria ha alcanzado el más alto grado de desarrollo posee las asociaciones de mayor tamaño y mejor organizadas,En Inglaterra no se han detenido en las asociaciones parciales.,, han ido más allá, simultáneamente con las luchas políticas de los trabajadores,que actualmente constituyen un gran partido político, llamado Cartista.'^*'
Y Marx esperaba que ese proceso continuase de manera tal que La clase trabajadora, en el transcurso de su desarrollo, sustituirá a la vieja sociedad civil por una asociación que excluirá a las clases y su antagonismo, y ya no existirá poder polít ico propiamente dicho, puesto que el poder político constituye precisamente la expresión oficial del antagonismo en la sociedad c ivd . ' " '
Sin embargo, en el desarrollo histórico de la clase trabajadora la parcialidad y
la sectorialidad no estaba limitada a las "asociaciones parciales" y a los varios
sindicatos que surgieron de ellas. Inevitablemente, al comienzo la parcialidad afectó
a cada uno de los aspectos del movimiento socialista, incluida la dimensión política.
Tan es así, en efecto, que siglo y medio más tarde éste todavía presenta un inmenso
problema, que ha de ser resuelto alguna vez en un futuro que esperamos no resulte
muy remoto.
El movimiento laboral no podía evitar ser sectorial y parcial en sus comienzos.
No se trataba simplemente de la cuestión de haber adoptado subjetivamente la
estrategia equivocada, como se p re tende a menudo , sino de un asunto de
determinaciones objetivas. Como ya lo mencionamos, ía "píuraíídad cíe capitaíes"
ni podía ni puede ser superada dentro del marco del orden metabólico social del
capital, a pesar de la irresistible tendencia hacia la concentración v centralización
monopólicas—así como hacia lo trasnacional, pero precisamente ese carácter tras-nacional (y no genuinamente multi-nacional) determina que su desarrollo resulte
necesariamente parcial—del capital globalizador. Al mismo tiempo, la "pluralidad
del trabajo" tampoco puede ser suprimida en el área de la reproducción metabólica
social del capital, independientemente del esfuerzo que se invierta en tratar de
hacer pasar al trabajo de antagonista estructuralmente inconciliable del capital a su
sirviente uniformemente sumiso. Los intentos por lograrlo han ido desde la
propaganda mistificadora y absurda del "capitalismo del pueblo" que lo convertiría
126 Marx, The Poverty of Philosophy, en Marx y Engels, Collected Works, vol. 6, p. 210. 12" Ibid., p, 212.
138
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
en accionista, a la directa extracción política del plusvalor, que todo lo abarca,
ejercida por las personificaciones poscapitalistas del capital, que trataban de
legitimarse gracias a su pretensión espuria de ser la encarnación de los "verdaderos
intereses" de la clase trabajadora.
El carácter sectorial v parcial del movimiento laboral se combinó con su
articulación defens iva . El sindicalismo de los inicios—del que surgieron más
t a rde los p a r t i d o s p o l í t i c o s — r e p r e s e n t a b a la c e n t r a l i z a c i ó n d e la
sec tor ia l idad, de tendencia autoritaria, v condujo a la transferencia del poder de
tomar decisiones de las "asociaciones" locales a los centros sindicales, y de ellos a
los partidos políticos. Así que ya desde un comienzo el movimiento sindical en su
conjunto fue inevitablemente sec tor ia l y de fens ivo . En verdad, dada la lógica
interna del desarrollo de ese movimiento, la centra l i zac ión de la sec tor ia l idad
trajo consigo el a f ianzamiento de la de fens iv idad , comparado con los ataques
esporádicos mediante los cuales las asociaciones locales pudieron ocasionarles
daños de gravedad a sus antagonistas capitalistas locales. (Sus parientes lejanos
luddistas t ra taron de hacer lo mismo en una forma más general izadamente
destructiva, y que por io mismo terminó muv pronto por volverse totalmente
inviable). El afincamiento de la defensividad representó así un paradójico adelanto
histórico. Porque a través de sus primeros sindicatos el trabajo se convirtió también
en i n t e r l o c u t o r del capital, sin dejar de ser objetivamente su antagonista
estructural. Desde esa nueva posición de defensividad generalizada, el trabajo pudo,
bajo c o n d i c i o n e s favorables , obtener ciertas ventajas para algunos de sus
sectores. Tal cosa fue posible en tanto que los correspondientes constituyentes del
capital pudiesen ajustarse en escala nacional—en sintonía con la dinámica de la
potencial expansión y acumulación del capital—a las peticiones que les hiciese el
movimiento laboral articulado defensivamente. Un movimiento que actuaba dentro
de las premisas estructurales del sistema del capital, como su inter locutor
legalmente constituido y reglamentado por el estado. El desarrollo del "Estado
del bienestar" fue la manifestación definitiva de esa lógica, practicable en un número
muy limitado de países. Era limitado tanto en lo referente a las c o n d i c i o n e s
f a v o r a b l e s de una expansión del capital libre de problemas en los países
involucrados, como a la precondición de la aparición del Estado del Bienestar, y
en relación con su escala de tiempo, que al final terminó siendo demarcada en las
últimas tres décadas por la presión de la "derecha radical" para la completa
liquidación del Estado del Bienestar, como resultado de la crisis estructural del
sistema del capital en su conjunto.
Con la constitución de los partidos políticos del trabajo—bajo la forma de la
separación del "brazo industrial" del trabajo (los sindicatos) y su "brazo político"
(los partidos socialdemócratas y vanguardistas)—la defensividad del movimiento
se afincó todavía más. Porque ambos tipos de partido se apropiaron para sí el
derecho exclusivo a la toma de decisiones general, que ya se veía venir en la
139
Istva'n Mészaros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
sectorialidad centralizada de los propios movimientos sindicales. Esa defensividad
se hizo aún peor gracias al modo de operación adoptado por los partidos políticos,
que obtuvieron algunos éxitos a costa de desencarrilar y desviar de sus objetivos
originales ai movimiento socialista. Porque en el marco parlamentario capitalista,
a cambio de la aceptación por parte del capital de la legitimidad de los partidos
políticos del trabajo, se volvió absolutamente ilegal utilizar al "brazo industrial'
para fines políticos.
Eso representaba una condición fuertemente restrictiva que los partidos del
trabajo aceptaron, condenando así a la impotencia total al inmenso potencial
combativo del trabajo, arraigado en lo material y en potencia también muy efectivo
en lo político. Actuar de esa manera resultaba sumamente problemático, ya que el
capital, gracias a su supremacía estructuralmente garantizada, continuó siendo la
fuerza extraparlamentaria p o r e x c e l e n c i a , que podía dominar al parlamento
a su antojo desde afuera. Y tampoco en los países poscapitalistas era posible
considerar que la situación estuviese mejor. Porque Stalin degradó a los sindicatos
al estatus de ser lo que él llamó "las correas de transmisión" de Ja propaganda
oficial, exceptuando a la misma vez a la forma política poscapitalista de la toma de
decisiones autoritaria de cualquier posibilidad de control por parte de la base de la
clase trabajadora. Comprensiblemente , entonces, en vista de nuestra infeliz
experiencia histórica con ambos tipos de partidos políticos, va no cabe esperanza
alguna de una rearticulación radical del movimiento socialista si no c o m b i n a m o s el "brazo industr ia l" de l trabajo c o n su "brazo p o l í t i c o " , confiriéndole el
poder significativamente político de la toma de decisiones a los sindicatos
(alentándolos así a ser directamente políticos), por una parte, v por la otra haciendo
que los propios partidos políticos se tornen desafíantemente activos en los
conflictos industriales como los antagonistas incondicionales del capital, asumiendo
la responsabilidad por su lucha d e n t r o y fuera del parlamento.
A lo largo de su prolongada historia el movimiento labora! continuó siendo
sectorial y defensivo. En verdad, esas dos características definitorias constituyeron
un auténtico círculo vicioso. En su pluralidad dividida y muchas veces internamente
destrozada, el trabajo no pudo romper sus delimitaciones sectoriales paralizadoras,
en dependencia de la pluralidad de los capitales, porque como movimiento general
estaba articulado defensivamente; y viceversa, no pudo superar las profundas
limitaciones de su obligada defensividad de cara al capital, porque hasta el momento
presente ha seguido siendo sectorial en su articulación industrial y política
organizada. Al mismo tiempo, para hacer aún más rígido el círculo vicioso, el papel
defensivo asumido por el trabajo le confirió una extraña forma de legitimidad al
modo de control metabólico social del capital. Porque, por defecto, la postura
defensiva del trabajo aceptó explícita o tácitamente considerar que el orden
socioeconómico y político establecido era el marco obligado, y el prerrequisito
permanente de lo que se pudiese considerar "realjstamente factible" dentro de las
demandas solicitadas, demarcando al mismo tiempo la única vía legítima de resolver
140
Istyan jVVészaros: El jesafib^ l£ carga del tiempo histórico
los conflictos que pudiesen surgir de de las pretensiones encontradas de los
interlocutores. Eso equivalía a una especie de autocensura , para alta complacencia
de las ár idas personificaciones del capital . Representaba una autocensura
entumecedora, que resultó en una inactividad estratégica que continúa hoy día
paralizando hasta a los remanentes más radicales de la izquierda histórica organizada,
por no mencionar a los e lementos cons t i tuventes que alguna vez fueron
genuinamente reformistas, pero ahora están totalmente domados e integrados.
Mientras la postura defensiva del "interlocutor racional" del capital—cuya
racionalidad quedaba definida a priori como una que pudiese ajustarse a las premisas
v restricciones prácticas del orden dominante—pudo producirle ganancias relativas
al trabajo, la autoproclamada l e g i t i m i d a d del marco regulador político general
del capital permaneció sin verse desafiada en lo fundamental. Sin embargo, una vez
que bajo la presión de su crisis estructural el capital va no pudo concederle nada
significativo a su "interlocutor racional", sino por el contrario tuvo que echar atrás
hasta sus concesiones del pasado, atacando sin dar cuartel a las bases mismas del
Estado del Bienestar v también a las salvaguardas legales protectoras/defensivas
del trabajo a través de un conjunto de leves antisindicales autoritarias "promulgadas
democráticamente", el orden político establecido tenía que perder su legitimidad,
poniendo al descubierto ai mismo tiempo la total insostenibilidad de la postura
defensiva del trabajo.
La "crisis de la po l í t i ca" , que ni los peores apologistas del sistema pueden
negar hov—aunque por supuesto ellos t ra tan de l imitar a la esfera de la
manipulación política v su consenso aberrante, en el espíritu de la "tercera vía" del
Nuevo Laborismo—representa una profunda crisis de l e g i t i m i d a d de! modo
de reproducción metabólica social establecido y su marco general de control
político. Eso fue lo que trajo consigo la ac tua l idad h is tór ica d e la ofens iva socialista,'-** incluso si el seguimiento de su propio "camino más fácil" por parte
del trabajo sigue favoreciendo por lo pronto el mantenimiento del orden existente,
a pesar de !a incapacidad cada vez más obvia de ese orden para "repartir los bienes"—
incluso en los países capitalistamente más avanzados—como el basamento de su
legitimidad alguna vez aceptada de manera abrumadora. Hov día el "Nuevo
Laborismo", en todas sus variedades europeas, es el facilitador del "reparto de los
bienes" únicamente para los intereses del capital atrincherados, bien sea en el
campo del capital financiero—al que cínicamente defiende eí gobierno de Blair a
capa v espada, incluso en conflicto con varios de sus socios europeos—o en algunos
sectores comerciales cuasimonopóíícos de aquél. A¡ mismo t iempo, a fin de
defender al sistema bajo las condiciones de márgenes de viabilidad reproductiva
128 Vgj. gj Capituio 18 de Más allá del Capital, pp. 775-849. Una versión anterior de ese capítuio estaba contenida en el estudio titulado "II rinnovamento del marxismo e l'attualitá storica dell'offensiva socialista", publicado en Problemi del socialismo (una publicación fundada por Lefio Basso), Año XIII, enero-abril de 1982, pp. 5-141.
141
István Mésza'ros: E.I desaffo y la carga del tiempo histórico
del capital, que se van reduciendo, se ignoran de un todo los intereses de la clase
trabajadora, facilitando también en este respecto los intereses vitales del capital al
mantener toda la legislación antilaboral autoritaria del pasado r ec i en te , ' " y apoyar
con el poder del estado la presión para la ines tab i l idad de la fuerza laboral,
como una "solución" cínicamente engañosa del problema del desempleo. Es por
eso que la necesidad de una ofensiva socialista no puede ser sacada de la agenda
histórica por alguna variedad establecida o concebible del amoldamiento defensivo
del trabajo.
No debería ser sorpresa que bajo las presentes condiciones de crisis el canto
de sirena del keynesianismo se escuche de nuevo como remedio ilusorio, apelando
al espíritu del viejo "consenso expansionista" al servicio del "desarrollo". Sin
embargo, hoy día ese canto sólo puede sonar muy tenuemente, pues emana a
través de una larga cañería desde la honda sepultura del keynesianismo. Porque el
tipo de consenso cultivado por las variedades existentes de movimiento laboral
amoldado en realidad tiene que hacer digerible la i n c a p a c i d a d es tructural de
expansión y acumulación de los capitales, en abierto contraste con las condiciones
qvie alguna vez hicieron posible que las políticas keynesianas prevalecieran por un
período histórico muy limitado. Luigi Vinci, una figura prominente del movimiento
italiano R i f o n d a z i o n e , remarcó acertadamente que hov día la autodefinición
apropiada y la viabilidad organizacional autónoma de las fuerzas socialistas radicales
se ve "a menudo fuer temente obstaculizada por un impreciso y optimista
keynesianismo de izquierda en el que la posición central la ocupa la palabra mágica
'desarrollo' ".'^" Una noción de desarrollo que aun en la cúspide de la expansión
keynesiana no pudo hacer acercar siquiera un centímetro a la alternativa socialista.
Porque siempre dio por descontadas las obligadas premisas prácticas del capital
como el marco orientador de su propia estrategia, firmemente bajo las restricciones
interiorizadas del "camino más fácil".
Cabe destacar también que el keynesianismo es por naturaleza propia
c o y u n t u r a l . Dado que opera dentro de los parámetros estructurales del capital,
no puede evitar serlo, independientemente de que las circunstancias prevalecientes
favorezcan a una coyuntura más prolongada o más breve. El kevnesianismo, incluso
en su variante "de izquierda", inevitablemente está situado dentro de la l óg i ca de l "pare-s iga" del capital, y restringido por ella. Aun en el mejor de los casos el
keynesianismo no puede representar más que la fase de "siga" de un ciclo
' " En todo caso, no deberíamos olvidar que la legislación antilaboral en Inglaterra comenzó bajo el gobierno laborista de Harold Wilson, con la aventura legislativa que se llamó "En vez de enfrentarnos", en la fase inicial de la crisis estructural del capital, continuó bajo el gobierno de breve vida de Edward Heath, y luego otra vez bajo los gobiernos laboristas de Wilson y de Callaghan, diez años antes de recibir un sello abiertamente "neoliberal" bajo Margaret Thatcher. '"' Luigi Vinci, La socialdemocrazia e la sinistra antagonista in Europa, Edizioni Punto Rosso, Milán 1999.
142
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
expansionista, a la que tarde o temprano la fase "pare" le pondrá su fin. En sus
orígenes el keynesianismo trató de ofrecer una alternativa para la lógica del "pare-
siga" manejando ambas fases de una manera "balanceada". Pero no logró hacerlo, y
en cambio se quedó atado a la fase unilateral "siga", debido a la naturaleza misma de
su marco regulador or ien tado por el estado capitalista. La expansión tan
inusualmente prolongada de la expansión kevnesiana en la posguerra—aunque
aun ahí limitada, significativamente, a unos pocos países capitalistas avanzados—se
debió en gran medida a las condiciones favorables de la reconstrucción posbélica
y a la posición dominante asumida en ella por el complejo mili tar/ industrial
abrumadoramente financiado por el estado. Por otra parte, el hecho de que la fase
de "pare", correctiva y contrarrestadora, adquiriese la forma excepcionalmente
severa y cruel del "neoliberalismo" (v el "monetarismo" como su racionalización
ideológica seudo-objetiva)—ya bajo el gobierno laborista de Harold Wilson,
presidido en lo f inanc ie ro /mone ta r io por Denis Healv, como Ministro de
Hacienda—se debió al inicio de la crisis de l capita l , mas no la tradicionalmente
cíclica sino esta vez es tructural , que abarcaría toda una época de la historia. Es
eso lo que explica la duración excepcional de la fase de "pare" neoliberal, hasta
ahora mucho más prolongada que la fase de "siga" keynesiana de la posguerra,
todavía sin un final a la vista y perpetuada bajo la atenta mirada de los gobiernos
conservadores y laboristas por igual. En otras palabras, el rigor antilaboral y la
alarmante duración de la fase de "pare" neoliberal, junto con el hecho de que el
neoliberalismo sea practicado por gobiernos que supuestamente están situados en
los bandos opuestos de la división política parlamentaria, en realidad sólo resultan
comprensibles como manifestaciones de la crisis estructural del capital. La
circunstancia de que la brutal longevidad de la fase neoliberal sea racionalizada
ideológicamente por algunos teóricos del laborismo como el "ciclo descendiente
prolongado" del desarrollo capitalista normal, que será seguido con certeza por
otro "ciclo de expansión prolongado", no hace más que subrayar la completa
incapacidad del "pensamiento estratégico reformista" para captar la naturaleza de
las tendencias de desarrollo en marcha. Más aún porque el carácter salvaje del
neoliberalismo continúa su curso, sin ningún desafío por parte del movimiento
laboral amoldado, y ya están llegando a su fin los años que predijo incluso la
fantasiosa noción del "ciclo positivo prolongado" por venir, como lo teorizaron los
apologistas del capital laboristas.
Así, dada la crisis estructural del sistema del capital, aun sí un viraje coyuntura!
pudiese traer de regreso por un momento el intento de instituir alguna forma de
administración financiera estatal keynesiana, ésta no podría tener sino una duración
extremadamente limitada, debido a la ausencia de condiciones materiales que
pudiesen favorecer su extensión por un período más prolongado, incluso en los
países capitalistas dominantes. Más importante todavía, esa resurrección coyuntura!
limitada no podría ofrecerle absolutamente nada a la realización de una alternativa
socialista radical. Porque resultaría del todo imposible construir una alternativa
143
Istva'n Mészaros: El desahb y la carga del tiempo histórico
estratégica viable al modo de control del metabolismo social con una manera
coyuntural interna de dirigir el sistema; una manera que necesita de la floreciente
expansión y acumulación del capital como la precondición necesaria de su propio
modo de operación.
4.3.3
Como lo hemos visto en las últimas páginas, las limitaciones sectoriales y la
defensividad del trabajo no pudieron ser superadas mediante la centralización
sindical v política del movimiento. Ese fracaso histórico se ve hov subrayado con
íuerza por la globalización trasnacional del capital, para la cual el trabajo no parece
tener ninguna respuesta.
Debemos recordar aquí que en el transcurso del último siglo v medio fueron
fundadas nada menos que cuatro In ternac iona les en un intento por crear la
requerida unidad internacional del trabajo. No obstante, ninguna de las cuatro
logró aproximarse siquiera a los objetivos declarados, y mucho menos a su
realización. Eso no puede ser explicado simplemente en términos de las traiciones
personales que, aunque son correctos en esos términos personales, todavía le
sacan el cuerpo a la cuestión, ignorando las determinaciones objetivas de peso que
debemos tener en mente si queremos remediar la situación en el futuro. Porque
seguimos sin explicar por q u é las circunstancias realmente favorecieron esas
salidas del carril y esas traiciones a lo largo de un período histórico muv prolongado.
El problema fundamental es que la pluralidad sectorial del trabajo está vinculada
es t rechamente con la plural idad conflictual de los capitales es t ruc turada
jerárquicamente, tanto dentro de cada país en particular como en escala global. Si no
fuese por ella, resultaría mucho más fácil concebir la exitosa constitución de la
unidad internacional del trabajo en contra del capital unificado o unifícable. Sin
embargo, dada la articulación necesariamente jerárquica/conflictual del sistema del
capital, con su escalafón nacional e internacional incorregiblemente inicuo, la unidad
global del capital—a la cual en principio podría contraponérsele sin dificultad la
correspondiente unidad internacional del trabajo—no es factible. El tan deplorado
hecho histórico de que en los conflictos internacionales de en\ergadura las clases
trabajadoras de los varios países se hayan alineado con sus explotadores nacionales,
en lugar de volver sus armas contra sus propias clases dominantes, como los invitaron
a hacer los socialistas, tiene su base material de explicación en la relación de poder
contradictoria a la que nos referimos aquí, y no puede ser reducido a la cuestión de
la "claridad ideológica". Por la misma razón, quienes esperen un cambio radical en
este respecto a partir de la unificación del capital g loba l i zador v su "gob ierno g l o b a l " — q u e sería conf rontado comba t ivamen te po r el trabajo unido
internacionalmente y con plena conciencia de clase—están destinados también a
verse decepcionados. El capital no va a complacerlos haciéndole ese "favor" al
trabajo, por la simple razón de que no puede hacerlo.
144
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
La articulación jerárquica/conflictual del capital continúa siendo el principio
estructurador general del sistema, independientemente de cuan grandes, y hasta
gigantescas, puedan ser sus unidades constitutivas. Ello se debe a la índole de los
procesos de toma de decisiones del sistema. Dado el antagonismo estructural
inconciliable entre el capital v el trabajo, éste último tiene que ser excluido
categóricamente de cualquier toma de decisión importante. Ese tiene que ser el
caso no solamente en el nivel más amplio, sino incluso en el de los "microcosmos"
constituyentes, en las unidades productivas específicas. Porque al capital, como
poder de toma de decisiones alienado, no le es posible funcionar sin tomar sus
decisiones sin ningún cuestionamiento (por parte de la fuerza laboral) en los
lugares de trabajo especíticos, o por los complejos de producción rivales en el
nivel intermedio, en un país dado, o incluso en la escala más abarcadora (por el
personal de mando a cargo de otras unidades que compiten internacionalmente).
Por eso eí modo cíe tomar decisiones del capitaí—en todas ¡as variedades de]
sistema del capital conocidas y factibles—tiene que ser la manera autori taria de
administrar de arriba a abajo las distintas empresas. Comprensiblemente ,
entonces, todo cuanto se diga acerca de que el trabajo "comparte el poder" o
"participa" en los procesos de toma de decisiones del capital pertenece al terreno
de la pura ficción, si no al cínico camuflaje de la situación real de las cosas.
Esa incapacidad es t ruc tura lmente determinada de compar t i r el poder
explica por qué los desarrollos m o n o p ó l i c o s de amplio alcance tenían que
asumir la forma de t a k e - o v e r s ; "hostiles" o "no hostiles", pero invariablemente
take -overs (que hoy se producen por todas partes en una escala alucinante),
con una de las partes involucradas terminando por sobre la otra, aunque la
racionalización ideológica del proceso sea tergiversada como el "matrimonio
feliz entre iguales".
La misma incapacidad explica, más significativamente aún para nuestro
tiempo, el importante hecho de que la globalización del capital en marcha produjo
v sigue produciendo corporaciones gigantes t rans-nacionales , pero no genuinas
mult i -nacionales , a pesar de la muy necesitada conveniencia ideológica de las
últimas. Sin duda, en el futuro habrá muchos intentos de rectificar esa situación
mediante la creación y operación de compañías multinacionales apropiadas. Sin
embargo, el problema subyacente está destinado a permanecer, incluso bajo esa
circunstancia. Porque los íuturos "arreglos de dormitorios compartidos" de las
multinacionales genuinas serán practicables tan sólo e n ausenc ia d e c o n f l i c t o s de i n t e r é s i m p o r t a n t e s entre los constituyentes nacionales específicos de las
multinacionales en cuestión. Una vez que surjan esos conflictos, los antiguos
"arreglos de colaboración armoniosa" se volverán insostenibles, y el proceso de
toma de decisiones general tendrá que revertirse a la acostumbrada variedad de
arriba a abajo autoritaria, bajo el peso todopoderoso del miembro más fuerte.
Porque ese problema es insepat-able de la relación de los capitales nacionales
específicos con su p r o p i a fuerza labora l , que continuará siendo siempre
145
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
estructuralmente antagónica/conñictiva. En consecuencia, en una situación de
conflicto grave ningún capital nacional puede permit irse—y permit i r—quedar
en desventaja por decisiones que favorecerían a una fuerza laboral nacional rival,
y por implicación su propio antagonista del capital nacional rival.
El "gobierno mundial" ilusamente proyectado bajo el dominio del capital
sólo se haría factible si se le pudiese hallar una solución practicable a ese problema.
Pero ningún gobierno, y mucho menos un "gobierno mundial", será factible sin
una base material bien establecida y en funcionamiento eficiente. La idea de un
gobierno mundial viable implicaría como su necesaria base material la eliminación
de todos los antagonismos materiales significativos de la constitución global del
sistema del capital, y a partir de allí la administración armoniosa de la reproducción
metabólica social por parte de u n Único monopolio global indisputado, que
abarque todas las facetas de la reproducción social con la feliz cooperación de la
fuerza laboral global—una auténtica incongruencia—o la dominación del mundo
entero autoritaria y, cada vez que sea necesario, violenta al extremo, por parte de
un país imperialista hegemónico sobre una base permanente: una manera igualmente
absurda e insostenible de regir el orden mundial. Sólo un modo de reproducción
metabólica social genuinamente socialista puede ofrecer una alternativa genuina a
esas soluciones de pesadilla.
Otra determinación objetiva que debemos enfrentar, con todo lo inquietante
que pueda resultar, tiene que ver con la naturaleza de la esfera política y los partidos
dentro de ella. Porque la centralización de la sectorialidad del trabajo—una
sectorialidad que se esperaba que sus partidos políticos remediarían—se debió en
gran parte al obligado modo de funcionar de los partidos políticos mismos, en su
inevitable oposición a su adversario p o l í t i c o que dentro del estado capitalista
representa la estructura de mando política general del capital. Así, todos los partidos
políticos del trabajo, incluido el leninista, tuvieron que apropiarse de la dimensión
política global, para así poder reflejar en su propio modo de articulación la
estructura política subyacente (el estado capitalista burocratizado) a la que estaban
sometidos. Lo que resultaba problemát ico en todo esto era que el reflejo
políticamente necesario y exitoso del principio de la estructuración política no
podía traer consigo la visión practicable de una manera a l ternat iva de controlar
al sistema. Los partidos políticos del trabajo no pudieron construir una alternativa
viable porque estaban centrados en su función negadora exclusivamente de la
d i m e n s i ó n p o l í t i c a del adversar io , y por consiguiente se mantuv ie ron
d e p e n d i e n t e s de l o b j e t o de su n e g a c i ó n .
La dimensión vital faltante, que los partidos políticos como tales no pueden
aportar, era el capital no como m a n d o p o l í t i c o (ese aspecto fue indudablemente
abordado) sino como el r e g u l a d o r m e t a b ó l i c o soc ia l de l p r o c e s o d e la r e p r o d u c c i ó n m a t e r i a l , que en últ ima instancia de termina t a m b i é n la
dimensión política, y mucho más aparte de eso. Esa correlación singular en el
sistema del capital entre la dimensión política y la reproductiva material es lo que
146
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
explica por qué asistimos a cambios periódicos, en tiempos de crisis socioeco
nómicas y políticas importantes, de la articulación democrática parlamentaria de
la política a sus variedades autori tarias ex t remas , cuando los procesos de
metabol ismo tumul tuosos exigen y pe rmi ten esos virajes, y en su debida
o p o r t u n i d a d de vue l ta al m a r c o po l í t i co r e g u l a d o po r las r e g l a s d e adversar iedad d e m o c r á t i c a s formales , sobre el basamento metabólico social
del capital de nuevo reconstituido y consolidado.
Puesto que el capital detenta r e a l m e n t e el control de todos los aspectos
vitales del metabolismo social, puede permitirse definir la esfera de la legitimación
política consti tuida por separado como un aspecto es t r ic tamente f o r m a l , excluyendo así a priori la posibilidad de verse desafiado legítimamente en su esfera
sustantiva de funcionamiento reproductivo socioeconómico. De conformidad
con esas determinaciones, el trabajo como antagonista del sistema del capital
realmente existente no puede sino condenarse a la impotencia permanente. La
experiencia histórica poscapitalista nos cuenta un cuento admonitorio muy triste
en este respecto, referido a su manera de diagnosticar erradamente y abordar los
problemas fundamentales del orden social que se negaban.
El sistema del capital está hecho de const i tuventes incorregiblemente
centr í fugos (conflictivos/adversariales), complementados no sólo por el poder
descaradamente negador de la "mano invisible", sino además por las funciones
legales y políticas del estado moderno, como su dimensión c o h e s i v a bajo el
capitalismo. El fracaso de las sociedades poscapitalistas estuvo en que trataron de
contrarrestar la determinación estructurante centrífuga del sistema heredado
s u p e r p o n i é n d o l e s a sus constituyentes adversariales específicos la e s tructura de m a n d o centra l i zada al e x t r e m o de un estado político autoritario. Eso
hicieron, en lugar de abordar el problema crucial de cómo remediar—mediante
una reestructuración interna y la institución de un c o n t r o l d e m o c r á t i c o s u s t a n t i v o — e l carácter adversarial v el concomitante modo centrífugo de
funcionar de las unidades reproductivas y distributivas específicas. Por consiguiente,
la remoción de las personificaciones capitalistas privadas del capital no pudo
cumplir su papel, ni siquiera como primer paso en el camino de la transformación
socialista prometida. Porque la naturaleza adversarial v centrífuga del sistema que
se negaba quedó retenida de hecho gracias a la imposición del control político
centralizado a expensas del trabajo. Ciertamente, el sistema metabólico social se
hizo más incontrolable que nunca, como resultado del fracaso en reemplazar
productivamente a la "mano invisible" del viejo orden reproductivo por parte del
autoritarismo voluntarista de las nuevas personificaciones "visibles" del capital
poscapitalista.
Al contrario del desarrollo del llamado "socialismo realmente existente", lo
que se requiere como condición vital del éxito es la progresiva readquisición de
los alienados poderes de toma de decisiones políticas—y no solamente políticas—
por parte de los individuos en su transición hacia una sociedad socialista genuina.
147
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiemgojiistdirico
Sin la readquisición de esos poderes no es concebible el nuevo modo de control
político de la sociedad en su conjunto por sus individuos, ni ciertamente tampoco
la operación cotidiana, no adversarial y por ende c o h e s i v o Aplanificable, de
las unidades productivas y distributivas específicas por parte de los productores
asociados autónomos.
La reconstitución de la unidad de lo reproductivo material y la esfera política
constituye la característica definitoria esencial del modo de control metabólico
social socialista. La creación de las mediaciones necesarias para ese fin no puede ser
dejada para un futuro en lontananza. Es aquí donde la articulación defensiva y la
centralización sectorial del movimiento socialista en el siglo XX demuestra su
autentico anacronismo e insustentabilidad. Constreñir a la esfera política la dimensión
abarcadora de la alternativa hegemónica radical al modo de control metabólico social
del capital, jamás podrá producir un resultado exitoso. Sin embarco, tal y como están
las cosas hov día, el no saber abordar la vital dimensión metabólica social del sistema
sigue siendo la característica de los entes políticos organizados del trabajo. Es eso lo
que representa el mavor desafío histórico para el futuro,
4.3.4
La posibil idad de afrontar ese desafío con un movimien to socialista
r ea r t i cu lado rad ica lmente está condicionada por cua t ro cons iderac iones
importantes.
• La primera es de índole negativa. Nace de las contradicciones constantemente
agravadas de! orden existente que subrayan la \acuidad de las proyecciones
apologéticas de su permanencia absoluta. Porque la destructividad puede ser
llevada hasta muv lejos, como sabemos demasiado bien por nues t ras
condiciones de existencia cada vez peores, pero no para siempre. Los defensores
del sistema saludan a la globalización en marcha como la solución de sus
problemas. Sin embargo, en la realidad ella activa fuerzas que ponen de relieve
no sólo el hecho de que la planificación racional no puede controlar el sistema,
sino simultáneamente el de su propia impotencia para cumplir sus funciones
de control como condición de de su capacidad de viabilidad y sustentabilidad
y de su legitimidad.
• La segunda cons ide rac ión indica la p o s i b i l i d a d — p e r o so l amen te la
posibilidad—de un cambio en positivo de las cosas. Sin embargo, esa posibilidad
resulta ser bien real porque la relación capital/trabajo no es s imétr ica . En el
aspecto más importante eso significa que mientras el capital depende del trabajo
de una manera abso luta—ya que el capital no es absolutamente nada sin el
trabajo al cual tiene que explotar permanentemente—el trabajo depende del
capital de una manera re lat iva, creada h i s tór i camente e h i s tór i camente superable . En otras palabras, el trabajo no está condenado a permanecer
encerrado permanentemente en el círculo vicioso del capital.
148
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
• La tercera consideración es igualmente importante.Tiene que ver con un cambio
histórico significativo en la confrontación entre el capital y el trabajo, que
acarrea la necesidad de buscar una manera muy distinta de hacer valer los
intereses vitales de los "productores libremente asociados". Esto entra en franca
contradicción con el pasado reformista que llevó al movimiento a un callejón
sin salida, liquidando al mismo tiempo incluso a las concesiones más limitadas
que se le arrancaron al capital en el pasado. Así, por primera vez en la historia,
se ha vuelto totalmente insostenible mantener la brecha mistificadora entre
las metas inmedia tas v los ob je t ivos e s tra tég icos genera le s , que hizo
que el transitar la calle ciega del reformismo fuese tan dominante en el
movimiento laboral. Como resultado, en la agenda histórica ha aparecido la
cuestión del c o n t r o l real de un o r d e n m e t a b ó l i c o soc ia l a l t e r n a t i v o ,
sin importar cuan desfavorables puedan ser las condiciones de su realización
por los momentos.
• Y finalmente, como el corolario obligado del punto anterior, ha aflorado
también la cuestión de la i gua ldad sustant iva , en contraste con la igualdad
formal, v la tan notoria des igua ldad jerárquica sustantiva de los procesos
de toma de decisiones del capital, así como el de la manera como se reflejaron
y reprodujeron en la fracasada experiencia histórica poscapitalista. Porque el
modo alternativo socialista de controlar un orden metabólico social n o
adversarial y genuinamente p lani f icable—una necesidad imperiosa para
el futuro—no se puede concebir en absoluto sin una igualdad sustantiva que
constituya su principio estructurante y regulador.
4.4. CONCLUSIÓN
Siguiendo los pasos de Marx, Rosa Luxemburgo expresó de manera
contundente los dilemas que tenemos que encarar: "socialismo o barbarie". Cuando
Marx formuló por primera vez su versión inicial de esa idea, la situó dentro del
horizonte histórico final de las contradicciones en desenvolvimiento. En su manera
de ver las cosas, esas contradicciones estaban destinadas a confrontar alguna vez en el
futuro indeterminado a los individuos con el imperativo de hacer las escogencias
correctas en cuanto al orden social que se adoptaría, y salvar así su existencia misma.
Para la época en la que Rosa Luxemburgo habló acerca de esa cruda alternativa,
la segunda fase histórica del imperialismo estaba en su pleno ímpetu, y causaba en
una escala muy vasta el tipo de destrucción que hubiese resultado inimaginable en
una etapa anterior del desarrollo. Pero la escala de tiempo que indicaría hasta
cuándo el sistema del capital podría continuar haciéndose valer en forma de su
"destrucción productiva" y "producción destructiva" estaba aún por determinarse
en el tiempo en que ella vivió. Porque ningún poder—ni siquiera todos los poderes
juntos—podía por sí solo destruir a la humanidad de la época con sus conflictos
devastadores.
149
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
Hoy la situación es cualitativamente distinta, y por esa razón la frase de Rosa
Luxemburgo ha adquirido una urgencia dramática. No hay rutas de escape para
evasiones conciliadoras practicables. Pero, aunque es posible afirmar con certeza
que la fase histórica del imperialismo hegemónico global tiene que fracasar,
también, porque éste es incapaz de resolver o posponer para s iempre las
contradicciones explosivas del sistema, eso no puede prometer ninguna solución
para el futuro. Muchos de los problemas que tenemos que confrontar—desde el
desempleo estructural crónico hasta los graves conflictos económicos y políticos/
militares internacionales que ya hemos señalado, así como la destrucción ecológica
cada vez más expandida que se evidencia por todas partes—exigen una acción
concertada en el futuro más inmediato. La escala de tiempo de esa acción podría
ser medida quizás en términos de unas pocas décadas, pero ciertamente no en
términos de siglos. Se nos acaba el tiempo. Por consiguiente, tan sólo una alternativa
radical al modo de controlar la reproducción metabólica social establecida puede
presentar una salida de la crisis estructural del capital.
Quienes hablan acerca de una "tercera vía" como la solución para nuestro
dilema, aseverando que ya no queda espacio para hacer revivir un movimiento de
masas radical, o bien quieren engañarnos cínicamente llamando "tercera vía" a su
aceptación servil del orden dominante, o bien son incapaces de darse cuenta de la
gravedad de la situación, y depositan su fe en una salida positiva ilusamente no
conflictual que ha venido siendo prometida durante casi un siglo, pero a la que no
nos hemos acercado ni siquiera un centímetro. La inquietante verdad en todo esto
es que si no existe futuro para un movimiento de masas radical en nuestro tiempo,
como ellos dicen, entonces no puede haber futuro para la humanidad misma.
Si hubiese que modificar las dramáticas palabras de Rosa Luxemburgo, en
relación con los peligros que enfrentamos en la actualidad, vo le agregaría a
"socialismo o barbarie": "barbarie.. . si es que tenemos suerte"—en el sentido de
que el e x t e r m i n i o de la h u m a n i d a d sería el resultado final del destructivo
curso de desarrollo del capital. Y el mundo de esa tercera posibilidad, más allá de
las alternativas de "socialismo o barbarie", solamente será apto para las cucarachas,
de las cuales se dice que son capaces de soportar niveles de radiación nuclear
letalmente altos. Es ése el único significado racional de la tercera vía de l capital .
La tercera fase del imperialismo hegemónico global, hoy en funcionamiento
v potencialmente letal, que se corresponde con la profunda crisis estructural del
sistema del capital en su conjunto en el plano político y militar, no nos deja espacio
para sentirnos cómodos ni causa para sentirnos seguros. Por el contrario, arroja las
sombras más oscuras posibles sobre el futuro, en caso de que no logremos afrontar
los desafíos históricos que encaran al movimiento socialista en el t iempo que
todavía nos resta. Por eso el siglo que tenemos por delante está destinado a ser el
siglo del "socialismo o barbarie".
Rochester, julio-diciembre de 1999.
150
El militarismo y las guerras por venir: Post scriptum a Socialismo o Barbarie
1. No es la primera vez en la historia, en nuestros días, que el militarismo pesa
sobre la conciencia de los pueblos como una pesadilla. Entrar en detalles nos llevaría
demasiado lejos. Sin embargo, bastaría aquí retroceder en la historia nada más que
hasta el siglo XIX, cuando el militarismo como instrumento importante para hacer
política hizo valer sus derechos, con el desarrollo del imperialismo moderno en
escala global, en contraste con sus variedades anteriores, mucho más limitadas. Para
eí úítimo tercio del siglo XIX no sólo el imperio inglés y el francés dominaban
ostensiblemente sobre vastos terr i torios, sino igualmente los Estados Unidos
marcaban también su pesada huella al apoderarse directa o indirectamente de las
antiguas colonias del imperio español en Latinoamérica, agregando la sangrienta
represión de una gran lucha de liberación en las Filipinas e instalándose como
dominadores en esa zona, de una manera que persiste todavía hoy en una u otra
forma. Tampoco deberíamos olvidar las calamidades causadas por las ambiciones
imperialistas del "Canciller de Hierro" Bismarck, proseguidas por sus sucesores con
mayor intensidad aún, hasta terminar en el estallido de la Primera Guerra Mundial y
su secuela profundamente antagonistica, acarreadora del revanchismo nazi de Hitler,
que presagió con mucha claridad a la propia Segunda Guerra Mundial.
Los peligros y el inmenso sufrimiento causados por todos los intentos de
resolver los problemas sociales hondamente arraigados mediante intervenciones
militaristas, a cualquier escala, son bastante obvios. No obstante, si miramos más
de cerca la tendencia histórica de las aventuras militaristas, queda aterradoramente
en claro que ellas muestran una intensificación cada vez mayor y en creciente
escala desde las confrontaciones locales hasta las dos horrorosas guerras mundiales
en el siglo XX, y, una vez llegados a nuestro tiempo, al potencial aniquilamiento
de la humanidad.
Viene muv a cuento mencionar en este contexto al notable oficial militar
nrusiano, V estratega tanto teórico como práctico, Karl Marie von Clausewitz (1780-
1831) que murió el mismo año que Hegel, ambos víctimas del cólera. Fue von
Clausewitz, director de la Escuela Militar de Berlín durante los últimos trece años
de su vida, quien en su libro de publicación postuma—Vom Kriege ("Sobre la
auerra" 1833)—presentó una definición clásica, que todavía hoy es citada con
frecuencia, de la relación entre la política y la guerra: "la guerra es la continuación
de la política por otros medios".
Esta famosa definición se pudo sostener hasta muy recientemente, pero en
uestro tiempo se ha vuelto totalmente insostenible. Suponía una racionalidad de las
151
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
acciones que conectan los dos campos de la política y la guerra según la cual una
constituye la continuación de la otra. En ese sentido, la guerra en cuestión tiene que
ser ganable, al menos en principio, aunque a nivel instrumental se pudiese contemplar
la existencia de errores de cálculo que conduzcan a la derrota. La derrota en sí misma
no podía destruir la racionalidad de la guerra como tal, puesto que después de la
nueva—aunque desfavorable—consolidación de la política, el bando derrotado estaba
en posibilidad de planificar otra ronda de guerra como continuación racional de su
política por otros medios. Así, la condición absoluta que la fórmula de von Clausewitz
debía satisfacer era la ganabilidad de la guerra en principio, para recrear así el "eterno
ciclo" de la política que conduce a la guerra, v de vuelta a la política que conduce a
otra guerra, v así hasta el infinito. Los actore.s involucrados en esas confrontaciones
eran los estados nacionales. Sin importar lo monstruosos que pudiesen ser los
daños que les infligiesen a sus adversarios, v hasta a sus propios pueblos (¡baste
recordar a Hitlerj), la racionalidad del procedimiento militar quedaba garantizada si
la guerra podía ser considerada ganable en principio.
Hoy día la situación es cualitativamente diferente. Por dos razones principales.
La primera, que el objetivo de la guerra factible en la presente fase del desarrollo
histórico, en concordancia con los requerimientos objetivos del imperialismo—
la dominación del mundo por el estado más poderoso del capital, en sintonía con
su propio designio político de una "globalización" autoritaria implacable (disfrazada
de "libre intercambio" en un mercado global dominado por los Estados Unidos)—
resulta ser definitivamente inalcanzable, v en cambio presagia la destrucción de la
humanidad. Por más que se esfuerce la imaginación, dicho objetivo no puede ser
considerado racional, de acuerdo con el estipulado requerimiento racional de la
"continuación de la política por otros medios" conducida por una sola nación, o
por un grupo de ellas, una contra otra. La agresiva imposición de la voluntad de un
estado nacional poderoso sobre todos los demás, aun si por cínicas razones tácticas
la guerra propugnada es camuflada absurdamente como una "guerra puramente
limitada", que conduce a otras "guerras limitadas pero sin final determinado", puede
entonces ser calificada solamente de total irracionalidad.
La segunda razón refuerza en gran medida a la primera. Porque las armas que ya
están a la disposición para librar la guerra o las guerras del siglo XXI son capaces de
exterminar no solamente al adversario sino a la humanidad entera, por primera vez
en la historia. Y tampoco deberíamos hacernos la ilusión de que el armamento
existente señala el final definitivo del camino. Mañana o pasado podrían aparecer
otras, inclusive más instantáneamente letales. Más aún, la amenaza con el empleo de
esas armas es considerada por ahora un recurso estratégico del estado permisible.
Así, pongamos una al lado de la otra la primera y la segunda razón, v la conclusión es
inescapable: ver la guerra como el mecanismo del gobierno global en el mundo
actual pone en evidencia que nos encontramos frente al precipicio de la irracionalidad
absoluta, desde la cual va no puede haber regreso si aceptamos el curso del desarrollo
en marcha. Lo que le faltaba a la clásica deíinición de guerra de von Clausewitz como
152
István AAészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
la "continuación de la política por otros medios" era la investigación de las causas
subyacentes más profundas de la guerra y la posibilidad de evitarlas. El reto a darle
frente a esas causas es más urgente hov que nunca antes. Porque la guerra del siglo
XXI que se vislumbra en el camino no es sólo "no ganable en principio". Peor que
eso, en principio es inganable. En consecuencia, visualizar la prosecución de la
guerra, como lo hace el documento estratégico del gobierno norteamericano del
17 de septiembre de 2002 hace lucir a la irracionalidad de Hitler como un modelo
de racionalidad.
2.
Desde el 11 de septiembre de 2001 Washington le ha estado imponiendo sus
políticas agresivas al resto del mundo con abierto cinismo. La justificación dada
para el presunto cambio de curso de la "tolerancia liberal" a lo que hov es llamado
"la resuelta defensa de la libertad y la democracia" es que el 1 1 de septiembre de
2001 los Estados Unidos se convirtieron en víctima del terrorismo mundial, en
respuesta a lo cual su imperativo es librar una "guerra contra el terror" indefinida
e indefinible (pero de hecha definida de manera que se amolde a la conveniencia
de los círculos estadounidenses más agresivos). Admitieron que la aventura militar
en Afganistán constituía apenas la primera en una serie ilimitada de "guerras
preventivas" que se emprenderían en el futuro, v ciertamente en el futuro muy
cercano con el propio Irak, hasta no hacía mucho un aliado al que había favorecido
grandemente, a fin de adueñarse de los vastos—v estratégicamente cruciales para
controlar a los potenciales rivales— recursos petroleros del Medio Oriente.
Sin embargo, el orden cronológico en la actual doctrina militar norteamericana
es presentado completamente a la inversa. En realidad no cabe duda de un "cambio
de curso" posterior ai 11 S, del que se dijo que había sido posible gracias a la dudosa
elección de G.W. Bush para la presidencia, en lugar de A] Gore. Pero el presidente
demócrata Clinton estuvo siguiendo el mismo tipo de políticas que su sucesor
republicano, si bien en una forma un poco más camuflada. En cuanto al antes
candidato presidencial demócrata Al Gore, éste declaró en diciembre de 2002 que
apoyaba plenamente la guerra con Irak, porque dicha guerra "no significaría un cambio
de régimen", sino simplemente el "desarme de un régimen que posee armas de
destrucción en masa". ¿Podría alguien superar tanto cinismo y tanta hipocresía?
Desde hace mucho tiempo estoy convencido de que a partir del inicio de la
crisis estructural del capital, a finales de la década de los años 60 o inicios de la del
70, vivimos en una fase cualitativamente nueva del imperialismo, con los Estados
Unidos como su fuerza avasalladoramente dominante. La llamé "la nueva fase
histórica del imperialismo hegemónico global" en mi libro Social ismo o barbarie: de l "siglo n o r t e a m e r i c a n o " a las encruc i jadas .
La crítica del imperialismo norteamericano—en contraste con las fantasías
en boga acerca del "imperialismo desterritorializado", que se supone no acarrearía
la ocupación militar de los territorios de otras naciones—constituye el tema central
de mi libro. El largo capítulo titulado "La fase potencialmente más letal del
153
lstv¿(n Mészaros: El desaffo y la carga del tiempo histórico
imperialismo" fue escrito dos años antes del 11 S, y presentado como conferencia
en Atenas el 19 de octubre de 1999. En él yo subrayaba con fuerza que "la forma
definitiva de amenazar al adversario en el futuro—la nueva 'diplomacia de las
cañoneras' [del imperialismo del pasado] ejercida desde el "aire patentado"—será
el chantaje nuclear", (p. 39). Desde la época de publicación de esas líneas, primero
en marzo de 2000 en un periódico griego, y luego el libro completo en italiano en
septiembre del mismo año, el aterrorizador viraje militar estratégico a la amenaza
nuclear definitiva—que podría iniciar una aventura militar que precipitaría la
destrucción de la humanidad—que predije, ya dejó de ser camuflado y ahora lo
reconoce abiertamente la política oficial norteamericana. Tampoco deberíamos
imaginar que la abierta declaración de esa doctrina estratégica es una amenaza
ociosa en contra de un "eje del mal" de propaganda retórica. Después de todo fue
precisamente los Estados Unidos el que realmente empleó el arma atómica de
destrucción en masa contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki.
Cuando consideramos esos aspectos de extrema gravedad, no podemos darnos
por satisfechos con sugerencias que apunten hacia una coyuntura política en
particular y cambiante. Por el contrario, debemos ponerlas frente a su telón de
fondo de arraigado desarrollo estructural, obligatorio tanto económica como
políticamente. Esto es de suma importancia si queremos visualizar una estrategia
viable para contrarrestar las fuerzas responsables de nuestro peligroso estado de
cosas. La nueva fase histórica de imperialismo hegemónico mundial no constituye
simplemente la expresión de las relaciones existentes de "política de gran potencia",
con abrumadora ventaja de los Estados Unidos, en contra de la cual pudiese hacerse
valer a plenitud una futura realineación entre los estados más poderosos, o acaso
algunas manifes tac iones públ icas bien organizadas en la arena pol í t ica .
Desafortunadamente, es mucho peor que eso. Porque tales eventualidades, si es
que pudiesen darse, todavía dejarían intactas las causas subyacentes y las
determinaciones estructurales.
Sin d u d a , la nueva fase de i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o global está
preponderantemente bajo el dominio de los Estados Unidos, mientras que las
otras posibles potencias imperialistas en su conjunto parecen aceptar el papel de
andar colgadas de los faldones norteamericanos, aunque por supuesto no por toda
la eternidad. Se puede predecir sin lugar a dudas, sobre la base de las inestabilidades
va visibles, la explosión de fuertes antagonismos entre las grandes potencias en el
futuro. /Pero podría eso por sí solo presentar alguna respuesta a las contradicciones
sistémicas sobre el tapete, sin abordar las determinaciones causales en la raíz de los
desarrollos imperialistas? Sería muy ingenuo creer que sí.
Lo único que quiero subrayar aquí es la preocupación central de que la lógica
del capital resulta absolutamente inseparable del imperativo de ¡a dominación del
más débil por el más fuerte. Porque cuando pensamos acerca de lo que por lo
general es considerado como el const i tuyente más positivo de! sistema, la
competencia que se traduce en expansión y avance, su acompañante obligado es la
154
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
tendencia al monopolio y al sometimiento o el exterminio de los competidores
que se atraviesen en el camino del monopolio que se hace valer. El imperialismo,
a su vez, es el resultado obligatorio de la inexorable tendencia del capital al
monopolio. Las fases cambiantes del imperialismo reflejan y a la vez afectan más o
menos directamente los cambios del desarrollo histórico en marcha.
En lo que respecta a la presente fase del imperialismo, hay dos aspectos
estrechamente conectados que son de capital importancia. El primero es que la
tendencia material/económica definitiva del capital es a una integración global que,
sin embargo, no puede garantizar en el nivel político. Eso se debe en gran medida al
hecho de que el sistema del capital global se desenvolvió en el transcurso de la
historia bajo la forma de una multiplicidad de estados nacionales divididos y en
verdad opuestos antagónicamente. Ni siquiera las colisiones imperialistas más violentas
del pasado pudieron producir un resultado duradero en este particular. No lograron
imponerles permanentemente a sus rivales la voluntad del más poderoso de los
estados nacionales. El segundo aspecto de nuestro problema, que es la otra cara de la
misma moneda, es que a pesar de todos los esfuerzos el capital no logró producir el
estado del sistema del capital como tal. Esa sigue siendo la complicación más grave
para el futuro independientemente de todo cuanto se diga acerca de la"globalización".
El imperialismo hegemónico global dominado por los Estados Unidos constituye
un intento definitivamente condenado a querer imponérsele a todos los demás estados
nacionales, tarde o temprano reacios, como el estado (global) "internacional" del
sistema del capital como tal.También aquí estamos frente a una enorme contradicción.
Porque incluso los recientes documentos estratégicos de los Estados Unidos,
sumamente agresivos y abier tamente amenazadores, tratan de justificar sus
propugnadas políticas "universalmente válidas" en nombre de los "intereses nacionales
norteamericanos", mientras le niegan esas consideraciones a los demás.
3.
Aquí podemos ver la relación contradic tor ia en t re una cont ingencia
histórica—que el capital norteamericano se encuentre en posición de predominio
en el tiempo presente—y la necesidad estructural del propio sistema del capital.
Esta última se puede sintetizar como la irrefrenable tendencia natural del capital a
la integración global monopólica a toda costa, aunque eso signifique poner
directamente en peligro a la supervivencia misma de la humanidad. Así, aun si se
pudiese contrarrestar en el plano político la fuerza de la contingencia histórica
n o r t e a m e r i c a n a hoy p r e v a l e c i e n t e — q u e es tuvo p r e c e d i d a por o t r a s
configuraciones imperialistas en el pasado y podría ser seguida de otras en el futuro
(si es que podemos sobrevivir a los peligros explosivos del presente)—la necesidad
estructural o sistémica que proviene de la lógica monopolística definitivamente
global del capital continúa presionando igual que siempre. Porque sea cual sea la
forma particular que pueda asumir una futura contingencia histórica, la necesidad
sistémica subyacente está destinada a seguir siendo la tendencia a la dominación
global.
155
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histárico
La cuestión no es, por consiguiente, simplemente las aventuras militaristas
de algunos círculos políticos. Aventuras militaristas que podrían ser atajadas y
superadas exitosamente en el nivel político/militar. Las causas están mucho más
hondamente arraigadas y no pueden ser contrarrestadas sin introducir cambios
definitivamente fundamentales en las determinaciones sistémicas más profundas
del capital como modo de control metabólico social—de la reproducción en
general—que abarca no solamente el campo económico y el político/militar sino
también las interrelaciones culturales e ideológicas más mediadas. Hasta la
expresión "complejo militar industrial"—introducida en sentido crítico por el
presidente Eisenhower, que algo sabía de esas cosas—indica a las claras que lo que
nos preocupa es algo mucho más firmemente afincado y resistente que algunas
determinaciones (y manipulaciones) políticas/militares directas que en principio
podrían ser revertidas en ese nivel. La guerra, como "continuación de la política
por otros medios" siempre nos amenazará dentro del presente marco de la sociedad,
y con la aniquilación total, por ahora. Nos amenazará mientras sigamos siendo
incapaces de enfrentar las determinaciones sistémicas en la raíz de la toma de las
decisiones políticas que en el pasado hicieron posibles la aventura de las guerras.
Tales determinaciones fueron atrapando a los varios estados nacionales en el círculo
vicioso de la política que conduce a las guerras, y las guerras trajeron consigo la
intensificación de una política antagonística que tenía que explotar en más guerras,
cada vez mayores. Saquemos de escena, en procura de una argumentación más
optimista, la contingencia histórica actual del capital norteamericano, y todavía
nos queda delante la necesidad sistémica del orden de la producción de capital,
cada vez más destructivo, que pone en el primer plano las contingencias históricas
específicas cambiantes pero de carácter crecientemente peligroso.
La producción militarista, hoy día personificada primordialmente por el
"complejo militar industrial", no constituye una entidad independiente, regulada
por fuerzas militaristas autónomas que entonces son responsables también por las
guerras. Rosa Luxemburgo fue la primera en poner esas relaciones en su perspectiva
correcta, ya en 191 3, en su libro clásico sobre The A c c u m u l a t i o n o f Capital [La acumulación del capital] publicado en inglés cincuenta años más tarde. Ella
destacó profé t icamente hace noventa años la crec iente impor tanc ia de la
producción militarista, señalando que
El propio capital controla en última instancia ese movimiento automático yrítmico
de la producción militarista, mediante la legislación y una prensa cuyafunción es
moldear la llamada "opinión pública". Por eso esa esfera enparticular de la
acumulación capitalista parece capaz de expansión infinita.'*'
Nos preocupa, pues, el conjunto de interdeterminaciones que deben ser
vistas como partes de un sistema orgánico. Si queremos hacer la guerra como un
" ' Rosa de Luxemburgo. The Accumulation of CapitaL (Routledge, Londres, 1963, p. 466).
156
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
mecanismo del gobierno global, como deberíamos, a fin de salvaguardar nuestra
existencia misma, tenemos que situar los cambios históricos que han tenido lugar
en las últimas décadas en su marco causal apropiado. La concepción de un estado
nacional todopoderoso que controle a todos los demás, siguiendo los imperativos
que surgen de la lógica del capital, sólo puede conducir al suicidio de la humanidad.
A! mismo tiempo hav que reconocer también que la contradicción aparentemente
insoluble entre las aspiraciones nacionales—que estallan de tiempo en tempo en
antagonismos devastadores—y el internacionalismo sólo se puede resolver si se la
regula sobre una base plenamente equitativa, lo cual es totalmente inconcebible
en el orden estructurado jerárquicamente del capital.
En conclusión, entonces, si queremos crear una respuesta históricamente
viable a los desafíos planteados por la presente fase de imperialismo hegemónico
global, debemos combatir la necesidad sistémica que tiene el capital de someter
globalmente al trabajo mediante cualquier instancia social en particular que pueda
asumir el rol que le hava sido asignado bajo las circunstancias. Naturalmente que
eso es factible sólo mediante una alternativa radicalmente diferente a la tendencia
del capital a la globalización monopólica/imperialista, en el espíritu del provecto
socia l is ta , pe r son i f i cado en un m o v i m i e n t o de masas en p r o g r e s i v o
desenvolvimiento. Porque solamente cuando se convierta en una realidad
irreversible lo de que "la patria es la humanidad", para decirlo con las hermosas
palabras de José Marti, y sólo entonces, se podrá remitir de manera permanente al
pasado la destructiva contradicción entre el desarrollo material y las relaciones
políticas humanamente gratificadoras.
Rochester, ¡O de diciembre de 2002-6 de enero de 2003.
157
Capítulo 5 Desempleo e "inestabilidad flexible"
5.1 "GLOBALIZACIÓN" DEL DESEMPLEO
Los socialistas en varios países europeos —al igual que los de Norte y
Suramérica— luchan por reducir la semana laboral a 35 horas sin que haya pérdida
de salario. Dicho objetivo es una importante demanda estratégica que no está exenta
de dificultades, ya que resalta el apremiante problema del desempleo mundial y
Jas contradicciones del sistema socioeconómico que, como consecuencia de su
propia perversa necesidad, impone a millones de personas las penurias y el
sufrimiento que acompañan al desempleo.
Por lo tanto, para que la lucha por una "semana de 35 horas" resulte exitosa
no deberá ser una demanda sindical tradicional, restringida al mecanismo de las
negociaciones salariales hace mucho tiempo establecido. En cambio, deberá tener
plena conciencia no sólo de la magnitud de la tarea emprendida y de las implicaciones
a largo plazo de los aspectos en juego, sino también de la resistencia inevitablemente
tenaz de un orden socioeconómico que debe seguir sus propios imperativos a fin
de anular cualquier concesión que se pudiere haber hecho en el ámbito polít ico/
legal bajo condiciones t e m p o r a l m e n t e favorables a los sindicatos y a sus
representantes políticos de la izquierda. Por ello es comprensible que, por ejemplo
en Italia, cuando el partido de la R i f o n d a z i o n e formula los objetivos de su lucha
señale s imultáneamente su preocupación por el aumento del empleo y el
me jo ramien to de las condic iones de vida ("per l ' o c c u p a z i o n e & p e r
mig l iorare la vita") a la par de la necesidad de cambiar la s o c i e d a d ("per
cambiare la societá") con el fin de garantizar el objetivo previsto de acortar la
jornada laboral sobre una base social viable. Pues la continuidad en el tiempo en
esta materia sólo será factible mediante un intercambio sostenido — una reciprocidad
dialéctica — entre la lucha por el objetivo inmediato de reducir significativamente
el tiempo de trabajo y la progresiva transformación del orden social establecido,
que no puede evitar oponerse y anular todas esas demandas.
Quienes niegan la legitimidad de estas demandas, alabando en cambio las
virtudes de su adorado sistema, siguen idealizando el modelo estadounidense de
resolver el problema del desempleo v todos los males sociales inseparablemente
unidos al mismo. Sin embargo, un simple v rápido análisis del estado de cosas
actual revela que esas palabras tranquilizadoras que idealizan a los Estados Unidos
pertenecen al mundo de la fantasía. Ya que, como lo resalta un editorial de The
Nation;
159
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
La tasa de pobreza del año pasado, 13.7%, fue superior a la de 1989, pese a siete años de crecimiento casi ininterrumpido. Alrededor de SO millones de estadounidenses —19% de la población— vive por debajo de la línea nacional de pobreza. Los que viven en condiciones de pobreza incluven uno de cada cuatro menores de 1 8 años, uno de cada cinco ciudadanos de la tercera edad y tres de cada cinco hogares con solo un progenitor. El ingreso medio semanal de los trabajadores, en dólares constantes, bajó de S315 en 1973 a S256 en 1996, una disminución del 19%. El año pasado, la quinta parte de las familias más pobres vio disminuir sus ingresos hasta cerca de S210, en tanto que el S% de las más ricas ganó un promedio de S6.440 (lo que no incluve sus ganancias de capital). (...) El número de estadounidenses sin seguro médico fue de 40.6 millones en 1995, un aumento del 41% desde mediados de los setenta. En 199S, casi un 80% de los que no tenían seguro pertenecían a familias donde el jefe del hogar tenía un
empleo.'*'
Así de color de rosa se ve realmente el rostro del modelo estadounidense,
una vez que estamos dispuestos a abrir los ojos. A eso le podríamos añadir una cifra
a l tamente significativa p roporc ionada r ec i en t emen te por la Comisión de
Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos, inobjetable hasta para los más
extremos apologistas del capital. Ella nos indica que el ingreso del u n o p o r c i en to más rico de la población es equivalente al ingreso del cuarenta p o r c i e n t o más
pobre. Y aún mas importante, del informe se deduce que esa cifra consternadora
se ha d u p l i c a d o realmente en las últimas dos décadas, como consecuencia de la
crisis es tructural del capital. Así que no hav camuflaje cínico de las deterioradas
condiciones del trabajo, no importa cuan vehementemente se pretenda hacerlas
pasar por afortunada "flexibilidad", que pueda ocultar las graves implicaciones de
esa tendencia para el futuro de la expansión y acumulación de capital.
Naturalmente, las estadísticas de desempleo se pueden manipular v hasta
definir v redefinir arbitrariamente, no solamente en Estados Unidos sino en
cualquiera de los países del llamado "capitalismo avanzado". Por ejemplo, en
Inglaterra hasta los apologistas profesionales del sistema del capital - los editores
del Economist de Londres—tuvieron que admitir que el gobierno había "revisado"
3 3 veces las cifras del desempleo a l i nde que no se vieran tan mal. Por no mencionar
el hecho de que todo el que trabaje 16 horas a la semana en Inglaterra cuenta como
si disfrutase de un e m p l e o a t i e m p o c o m p l e t o . Más impactante aún, en Japón
— país aclamado hasta hace muy poco como caso paradigmático de "capitalismo
avanzado dinámico" - "todo aquél que trabaje por un salario durante más de una hora en la ú l t ima semana del mes queda fuera de las estadísticas de desempleo". '"
Pero, ;a quién se pretende engañar con tales ardides de manipulación económica y
política? Porque no importa cuan convenida v equívoca pueda resultar la falsa
representación del estado de cosas existente, ya es imposible eludir el reto
''- "Underground Economy", The Nation, enero 12/19, 1998, p. 3. " ' Japan Press Weekly, 16 de mayo de 1998.
160
István Mészaros: E.I jesaffo y la carga del tiempo histórico
potencialmente muy grave del desempleo incluso en cualquiera de los países
donde existe un capitalismo sumamente avanzado. En consecuencia, independien
temente de lo que puedan sugerir esas cifras estadísticas apologéticas, ya no es
posible imposible ocultar la alarma causada por ese constante crecimiento del
mdice de desempleo en Japón y la recesión económica cada vez más profunda que
io acompaña.
En realidad, el dramático auge del desempleo en los países de capitalismo
avanzado no es un fenómeno reciente. Apareció en el horizonte —tras dos décadas
V media de expansión de capital relativamente libre de perturbaciones durante la
posguerra— con el inicio de la crisis es tructural de l s i s tema de l capi ta l como un todo. Se presentó como rasgo necesario v cada vez peor de dicha crisis
estructural. Así, ya en 1971 yo argumentaba que conforme a las condiciones
manifestadas por el desempleo
el problema ya no es nada más la difícil situación de los trabajadores no calificados, sino también la gran cantidad de trabajadores al tamente calificados que están hoy a la caza, sumados al anterior grupo de desempleados, de los trabajos disponibles deprimentemente escasos. También, la tendencia a "racionalizar" la poda ya no está restringida las "ramas periféricas de la industria que envejece", sino abarca algunos de los sectores más desarrollados v modernizados de la producción — desde la industria naval y la aviación hasta la electrónica, v desde la ingeniería mecánica hasta la tecnología espacial. Así, va no nos preocupan los subproductos "normales" V aceptados de buena gana de "el desarrollo y el crecimiento", sino que se les esté poniendo un alto; ni en verdad tampoco los problemas periféricos de los "bolsones de subdesarrollo"; sino una contradicción fundamental del modo de producción capitalista en su conjunto, que convierte en paralizadoras cargas de subdesarrollo crónico inclu.sive a los logros más recientes del "desarrollo", la "racionalización" y la "modernización". Y lo más importante, la agencia humana que paga las consecuencias ya no es la multitud socialmente impotente, indolente y fragmentada del pueblo "desamparado" sino todas las categorías del trabajo calificado y no calificado: es decir, objetivamente la fuerza laboral total de la sociedad.'"
Desde la fecha de redacción de estas líneas, hemos sido testigos de un sorprendente aumento del desempleo en Inglaterra y otros sitios.Tal y como están las cosas hoy en día, aun con cifras oficiales — excesivamente rebajadas — existen más de 40 m i l l o n e s de desempleados en los países desa r ro l l ados más industrializados. De esa cifra, más de 20 m i l l o n e s son de Europa, y Alemania — aclamada en una época por haber producido el "milagro alemán"— ya ha superado la marca de los 5 mi l lones . Como ya he dicho en otras oportunidades, con respecto a la India — país al que los órganos tradicionales de del saber económico han
"-** István Mészaros, The Necessity of Social Control, conferencia dictada durante el Isaac Deutscher Memorial, en la London School of Economics and Political Science, el 26 de enero de 1971. Merlin Press, Londres, 1971, pp. 54-55. Reimpreso en Mészaros, Beyond Capital, Merlin Press, Londres 1995, y Monthly Review Press, Nueva York 1996. La cita está tomada de Más allá del Capital, Vadell Hermanos, Valencia-Caracas, 2001, pp. 1027.
161
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
elogiado altamente por los logros alcanzados como nación en sano desarrollo — en
su Censo de Desempleo figuran no menos de 336 m i l l o n e s de personas, y existen muchos millones carentes de trabajo apropiado que se deberían contabilizar
pero no están registrados. Más aun, en fiel cumplimiento del mandato dictado a la
organización por los Estados Unidos, la intervención del FMI en los países "en
desarrollo" empeora el infortunio de los desempleados mientras aparenta mejorar
las condiciones económicas de las naciones involucradas. Como lo plantea otro
editorial de The Nat ion: A muchos les puede parecer que la economía de México está boyante, pero la gente está sufriendo. Con la aplicación de los ajustes del FMI, la clase media quedó aplastada, se cerraron 25.000 pequeñas empresas y 2 millones de trabajadores perdieron sus empleos. Expresado en dólares, los salarios sufrieron una drástica reducción del 40%. En otras palabras, el FMI tenía que destruir la economía nacional para salvarla. '"•
Al mismo tiempo, los países poscapitalistas que formaban parte del sistema del tipo soviético, desde Rusia hasta Hungría —que en el pasado no manifestaron
problemas de desempleo, aunque sus economías funcionaban con altos niveles de
subempleo — se tuvieron que adaptar, a menudo bajo la directa presión del FMI, a las inhumanas condiciones de un desempleo masivo. Hungría, por ejemplo, ha
sido felicitada por el FMl" ' por "estabilizar" el desempleo en alrededor de SOO.OOO.
"^ En este contexto se debe recordar que "Mientras el número total de personas desempleadas registradas en las oficinas de empleo fue de 336 millones en 1993, el número de personas empleadas paraese mismo año, según la Comisión de Planificación, sólo fue 307.6 millones, lo cual significa que el número de personas registradas como desempleadas supera al número de personas empleadas. Y el aumento porcentual de la tasa de empleo es prácticamente descartable". Sukomal Sen, Working Class of India: History of the Emergence and Movement 1830-1990. With an Overview up to 1995, K.P. Bagchi & Co., Calcuta 1997, p. 554. 136 "Waterloo in Asia?", The Nation, enero 12/19, 1998, p. 4. Cuando aparece una oportunidad, los intereses de los Estados Unidos se promueven y se imponen cínicamente. Así, "los funcionarios estadounidenses, que evitaron eficazmente la creación del Fondo Regional de Asia independiente del FMI, y por lo tanto de Washington, también han hecho conocer —más recientemente en el caso de Corea —que no habrá ayuda directa de los Estados Unidos a menos que los países en dificultades acepten las exigencias del FMI. Hasta ahora, las autoridades tailandesas han acordado la remoción de todas las limitaciones sobre la propiedad extranjera de empresas financieras y están impulsando la aprobación de una legislación que permitirá la tenencia de tierra en manos de extranjeros, prohibida desde hace mucho tiempo. Aun antes de solicitar la ayuda del FMI, Yakarta eliminó las restricciones a la propiedad extranjera de acciones cotizadas en la bolsa, medida seguida por Seúl al permitir el acceso a los inversionistas extranjeros al mercado corporativo de 64 millardos de dólares en bonos garantizados a largo plazo, acceso que tenían años solicitando". Walden Bello, "The End of the Asian Miracle", The Nation, 12/19 de enero de 1998, p.19.
"•" No cabe duda de que aun utilizando sus propios términos de referencia, las felicitaciones del FMI significan muy poco. En actitud característica del organismo, "mientras la economía tailandesa iba derecho al desastre, el FMI seguía alabando 'el consistente historial de acertadas políticas administrativas macroeconómicas' del gobierno". Walderv
162
Istvan Mésza'ros: El desaño y la carga del tiempo histórico
En realidad, la cifra es significativamente mayor y sigue creciendo. Pero incluso
500.000, en términos de la relativamente pequeña población húngara, equivalen
a unos 6.S millones de desempleados en Inglaterra o en Italia, y en Alemania a un
número cercano no a los S sino a los 8 millones. La situación en la Federación
Rusa es igualmente mala y sigue empeorando constantemente, incluyendo el
desafuero de no pagar los salarios de mineros v otros trabajadores durante muchos
meses. Vietnam ofrece un ejemplo particularmente trágico. Porque luego de la
heroica victoria de su pueblo en la prolongada v devastadora guerra intervencionista
del imperialismo norteamericano, la paz se está perdiendo bajo la presión de la
restauración capitalista. '^'Y hasta China deja de ser una excepción a la regla general
de un creciente desempleo, a pesar de la manera tan especial como se controla
políticamente su economía. En un informe confidencial elaborado por el Ministerio
delTrabajo, pero que se filtró al publico, se le advierte al gobierno chino que en el
lapso de unos pocos años el desempleo del país alcanzará la abrumadora cifra de
268 m i l l o n e s - señalando al mismo tiempo el peligro de que pueda ir acompañado
de grandes explosiones sociales — a menos que se adopten medidas apropiadas
(que no se especifican) para contrarrestar la tendencia ac tual . ' "
Es así como hemos llegado a un punto en el desarrollo histórico donde el
desempleo es un rasgo dominante del sistema del capital como un todo. En su
nueva m o d a l i d a d , cons t i t uve una red ce r r ada de i n t e r r e l a c i o n e s e
interdeterminaciones que hacen que hoy resulte imposible hallarle remedios y
soluciones parciales al problema del desempleo en áreas limitadas, en marcado
contraste con las décadas posbélicas de desarrollo de unos pocos países privilegiados
donde los políticos liberales podían hablar de p l e n o e m p l e o en una s o c i e d a d Ubre.'^o
Mucho se ha dicho en los últimos años en propaganda de las virtudes
universalmente beneficiosas de la "globalización", representando falseadamente la
tendencia a la expansión e integración global del capital como un fenómeno
radicalmente nuevo destinado a resolver todos nuestros problemas. La gran ironía
de la tendencia real del desarrollo — inherente a la lógica del capital desde la
constitución inicial del sistema ocurrida hace ya varios siglos, hasta llegar a la
Bello, "The End of the Asian Miracle", loe. Cit., p. 16. Así mismo, en los pocos meses transcurridos desde que el FMI "recatara" la economía surcoreana en realidad se duplicó la tasa de desempleo en el país. Ver igualmente el perceptivo artículo de János Jemnitz, "A review of Hungarian Politics 1994-1997", Contemporary Politics, Vol. 3, N° 4, 1997, pp. 401-406. ^ Ver el excelente libro de Gabriel Kolko Vietnam: Anatomy of a Peace, Routledge, Londres y Nueva York, 1997. De igual manera, la apasionada réplica de Nhu T. Le en su reseña del libro de Kolko en The Nation, "Screamig Souls", 3 de noviembre de 1997. " Anthony Kunn, "en una década 268 millones de chinos quedarán desempleados", The Sunday Times, 21 de agosto de 1994. -"*' Ver el libro de Lord Beveridge con ese mismo título, donde se describe su importante participación en el establecimiento del "Estado de Bienestar Social" inglés.
163
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
madurez en nuestra época, unido inextricablemente a la crisis estructural del sistema
— es que el avance product ivo de este modo antagonistico de controlar el
metabolismo social sume en la categoría de trabajo super f luo a una porción de
la humanidad que no cesa de aumentar. Ya en 1848, Marx insistía en el Manif ies to Comunis ta en que:
Para oprimir a una clase, se le deben asegurar ciertas condiciones bajo las cuales pueda, al menos, seguir su esclavizada existencia. ... [Pero] la burguesía ya no está capacitada para ser la clase dominante de la sociedad e imponerle a dicha sociedad sus condiciones de vida como ley absoluta. No tiene capacidad para gobernar por su incompetencia para garantizarle al esclavo la existencia dentro de la esclavitud, pues no puede evitar dejarlo hundirse en ese estado, porque tiene que alimentarlo
en lugar de ser alimentado por el. '*'
Irónicamente, entonces, el desarrollo del que ha sido con mucho el sistema
productivo más dinámico de la historia culmina convirtiendo a un número siempre
creciente de seres humanos en superfinos para su maquinaria de p r o d u c c i ó n , quienes no obstante — en clara sintonía con el carácter incorregiblemente
contradictorio del sistema - están lejos de ser superñuos como c o n s u m i d o r e s . La novedad histórica del tipo de desempleo en un sistema que se ha completado
globalmente es que toda contradicción en cualquier parte especifica del sistema
complica y agrava el problema en las otras partes y, por lo tanto, en el sistema
como un todo. Porque la necesidad de poner en práctica unas medidas de "reducción
de personal", u otras que son generadoras de desempleo, surge inevitablemente
de los antagoníst icos imperat ivos product ivos que procuran el lucro y la
acumulación del capital, a los que éste no puede concebiblemente renunciar para
a u t o r r e s t r i n g i r s e de acue rdo con pr inc ip ios rac ionales y h u m a n a m e n t e
satisfactorios. El capital o bien mantiene una marcha inexorable hacia su objetivo
de au toexpans ión , sin impor t a r lo devastadoras que puedan resul ta r las
consecuencias, o pierde la capacidad de controlar el metabolismo social de la
r e p r o d u c c i ó n . No hay cabida para medias t in tas ni para un mín imo de
consideraciones humanas. Por eso por primera vez en la historia surge un sistema
de control metabólico social autoexpansionista dinámico —y dinámicamente
dest ruct ivo en sus últimas implicaciones— que, de ser necesar io , expulsa
implacablemente del proceso del trabajo a una abrumadora mayoría de la
humanidad. Este es el significado profundamente inquietante que hoy tiene la
"globalización".
Cuando el capital llega a esa etapa de desarrollo, no tiene cómo enfrentar las
causas de su crisis estructural; tan sólo puede perder el tiempo con efectos y
manifestaciones superficiales. En consecuencia, visto que el capital "ya no puede
"' Marx y Engels, Manifesto of the Communist Party, Progress Publishers, Moscú 1971, p.44. Ver el profundamente esclarecedor artículo de Marshall Brennan en ocasión del 150° Aniversario del Manifiesto, "Unchained Melody", The Nation, 11 de mayo de 1998, pp. 11-16.
164
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
seguir alimentando a su esclavo", las "personificaciones" de su sistema (para usar la
expresión de Marx) intentan solucionar el problema mediante la recuperación
hasta de los limitados beneficios que se le concedieran al trabajo en la forma de
*estado del bienestar" — durante el período de la postguerra de expansión del
capital sin tropiezos — atacando y aboliendo el "estado del bienestar". Así, en los
Estados Unidos, los desempleados se ven obligados a someterse al dictamen del
*Svork- fa re" si deseaban recibir algún beneficio social.Y, como era de esperar, el
gobierno de un partido que en una época se consideró socialista intentó realizar en
Inglaterra un cambio similar y pasar d e l " w e l f a r e " a l " w o r k - f a r e " . En
consecuencia, cuando el titular a ocho columnas de un periódico liberal de
Inglaterra (por cierto muy amigo del gobierno "neolaborista") anuncia: "Mensaje a
los desempleados: Alístense en el Ejército o perderán sus beneficios",'*^ ese titular
da una muestra de las medidas en reserva para la juventud desempleada. Esto, una
vez más, al igual que los otros aspectos de nuestro problema ya mencionados,
pone de relieve el hecho de que la globalización del desempleo y la inestabilidad
hoy plenamente alcanzada no puede ser erradicada sin la supresión y reemplazo
radical del propio sistema del capital. No son muchos los años transcurridos desde
la época en que confiadamente se anticipaba que con la "modernización" universal,
siguiendo el modelo estadounidense, se superarían todos los males sociales
conocidos, aun en las áreas más "subdesarrolladas" del mundo. Sin embargo,
característicamente, hoy nos enfrentamos una realidad diametralmente opuesta al
cuadro color de rosa proyectado.Y es que las condiciones algunas veces confinadas,
en los cuentos de la "teoría desarrollista" y la sabiduría gubernamental , a las
dificultades supuestamente temporales del "subdesarrollo", se tornan hoy cada
vez más visibles hasta en los países de mayor desarrollo capitalista.
5 . 2 EL MITO DE LA "FLEXIBILIDAD" Y LA REALIDAD DE LA PRECARIEDAD
El 19 de mayo de 1998, el parlamento francés aprobó una ley que reducía la
semana laboral a 35 horas; legislación que también se instituyó en Italia. Ahora
bien, creer que el cuento termina aquí sería una obvia expresión de candidez. Digo
esto porque en París la medida fue inmedia tamente "descrita por muchos
economistas y líderes empresariales como un s u i c i d i o econóinico" '^^y en Italia,
'"work-fare". Juego de palabras intraducibie. Del "bienestar", welfare, al work-fare, programa gubernamental norteamericano de asistencia social para los desempleados. Como contraprestación los beneficiarios tenían que aceptar un empleo, generalmente mal renumerado, o recibir adiestramiento profesional. El cambio semántico es elocuente: "beneficio"(züe!-) por "trabajo" (work-). (N del T) '* "Jobless told: join Army or lose benefit", por Stephen Castle (Editor Politico), Independent on Sunday, 10 de mayo de 1998. Otro titular en la misma página: el "Union fury as Labour sets minimum wage at [£] 3.60" [Furia sindical ante el salario mínimo fijado por los laboristas en 3.60 libras] informa sobre las reacciones al mísero nivel de salario mínimo introducido por el gobierno "neolaborista" de Inglaterra. •* Susan Bell, "Paris pass law on 35-hour week". The Times, 20 de mayo de 1998.
165
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
aun antes de aprobarse alguna medida legislativa al respecto, el directivo de la
Confederación Industrial de Italia (Conf industr ia ) , Giorgio Fossa, expresó
claramente que su organización solicitaría la anulación de toda legislación al
respecto.'"'^'^ Más aún, el presidente de Confindustria Fossa (un nombre que en
italiano significa "tumba", sin duda apropiado para la situación) declaró con cínica
desfachatez (como si no fuese obvio para cualquier persona familiarizada con su
organización) que si el parlamento llegase a aprobar una ley con esas características,
ellos anunciaban su intención de enterrarla con la ayuda de una "gran coalición"
donde participarían hasta seguidores de los partidos de la extrema derecha.'*' Por
su parte, fiel a su habitual cinismo, el Economis t de Londres pontificó sobre la
ley propuesta señalando:
Veamos, ¿quién quiere realmente esa semana laboral de 35 horas propuesta por Lionel Jospin? Ciertamente, no los empleadores franceses, pues estos más bien señalan que los costos laborales aumentarán y se reducirá su competitividad. Mucho menos los contribuyentes, quienes por el contrario sospechan que tendrán que pagar unos impuestos más altos para financiar el plan. Y en cuanto a los sindicatos, el número de éstos que se opone aumenta día a día, porque temen que la medida acarreará una reducción de los salarios v una disminución de los derechos del trabajador. Ni siquiera los propios trabajadores, cuya mayoría estima que continuará trabajando tanto como antes, pero en turnos poco convenientes y horarios menos cómodos. Hasta los desempleados, quienes son los supuestos beneficiarios del plan, se preguntan cuántos nuevos empleos creará realmente, si es que lo hace, esa lev. .. .El señor Jospin está cargando con la responsabilidad por un esquema en el que ni siquiera él — así se rumora — cree.
Aparentemente, la ley en cuestión constituía un total v verdadero enigma. Así lo aseveraba The Economist , con base en la autoridad de los murmuradores enigmáticamente bien informados.
Naturalmente , el movimiento laboral se tendrá que enfrentar a graves
dificultades en su lucha por lograr una real reducción de horas en la semana laboral
sin que se traduzca en una pérdida salarial. Ahora bien, esas dificultades son de un
orden diferente muy si se les compara con los aterradores relatos inventados por
The Economis t y demás voceros del orden dominante. Los obstáculos reales
que debe superar el trabajo hoy en día y en el futuro inmediato se resumen en dos
palabras: "f lexibi l idad" y "desreglamentación". Dos de los eslóganes favoritos
de las personificaciones actuales del capital tanto en los negocios como en la
política. Ambos quieren sonar muv atrayentes y progresistas. En verdad, sin
"^ "Ni resignado ni reblandecido en lo concerniente a la cuestión de las 35 horas, el presidente de los industriales está más decidido que nunca a promover la realización de un referendo derogatorio" (Né rassegnato, né ammorbidito sul tema delle 35 ore, il presidente degli industriali é piü deciso che mai a promuovere un referendum abrogativo"). Vittorio Sivo, "Referendum sulle 35 ore". La Repubblica, 22 de abril de 1998. '«Ibid. '*•* "The working week: Fewer hours, more jobs?". The Economist, 4 de abril de 1998, p. 50.
166
Istv^n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
embargo, encubren las aspiraciones y políticas antilaborales más agresivas del
Beoliberalismo, y pretenden ser tan elogiadas y aceptadas por los individuos como
fa maternidad y la comida hogareña. Porque la "flexibilidad", en lo que concierne
a las prácticas laborales —que será facilitada e impuesta mediante diversas clases de
*desreglamentación"— equivale en realidad a la despiadada ines tabi l idad de la
fuerza laboral. Con frecuencia aparece en compañía de una autoritaria legislación
antilaboral —desde la destitución de los controladores de tráfico aéreo en los
Estados Unidos, ordenada por Reagan, hasta la larga cadena de viciosas leyes
antilaborales aprobadas durante el mandato de Margaret Thatcher y cuya vigencia
mantuvo, característicamente, el gobierno "neolaborista" de Tony Blair.Y los mismos
que califican de " f l ex ib i l idad" universalmente beneficiosa a la difusión de las
altamente precarias condiciones laborales de la inestabilidad, tienen los bríos de
llamar "democrac ia" a la práctica de una legislación antilaboral autoritaria .
Se espera que la "flexibilidad" se haga cargo de la concesión de las 35 horas, si
por razones de contingencia política ésta se torna inevitable, como parece ser el caso
en Francia e Italia. Así, en Francia "algunos ministros hablan de hacer más flexible el
mercado laboral, notablemente permitiéndoles a los empleadores la variación de la
semana de trabajo de acuerdo con la demanda estacional, de tal forma que el número
de horas trabajadas a la semana se calcularían con base en el promedio anual."'"^^ Se
espera que el mismo truco funcione igual de bien en Italia. Al momento de su
introducción, el Primer Ministro Ministro italiano Prodi - quien luego fue
recompensado con la presidencia de la Comisión Europea — les aseguró a sus críticos
que una apropiada "flexibilidad" debería poder contrarrestar los efectos negativos
de la ley.
El real interés de las personificaciones del capital es promover la "flexibilidad
laboral" y luchar por todos los medios posibles contra los "mercados laborales
rígidos". Así, un prominente artículo en el Financial Times insiste en que "tanto
en Japón como en Europa, las empresas se están preparando para eliminar empleos
con mayor celeridad que la de los rígidos mercados laborales para crearlos",
indicando aprobatoriamente que la "desreglamentac ión permitiría apretar el
paso", y añadiendo para fines de la tranquilización propagandística que los
"optimistas consideran que la desreglamentación eventualmente conducirá a la
creación de un número de empleos en los nuevos mercados suficiente para
absorber una gran parte del exceso de mano de obra. Pero para que esto ocurra,
Japón necesitará el t ipo de m o v i l i d a d l a b o r a l que opera en los Estados
Unidos."''*'* (El cuento de la adquisición de Nissan por parte de Renault, que trajo
consigo el despido de 30.000 trabajadores de Nissan, debe agradarles mucho a
'" Ibid., p. 51. !« Michiyo Nalcamoto, Revolution coming, ready or not", Financial Times, 24 de octubre de 1997. Ver en el mismo número del Financial Times un artículo de John Plender, "When capital collides with labour", escrito con igual ánimo.
167
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo hlstcSrico
quienes abogan por esa clase de remedios, ya que muestra que Japón se está
moviendo en la "dirección correcta".) Asimisrao, una ponencia ejecutiva del FMI - analizada con entusiasmo por The Economist — asevera que "los estudios sugieren
que en Europa los salarios reales son sólo Is m i t a d d e flexibles que los de
Estados Unidos, y que los trabajadores europeos tienen mucha menor probabilidad
de movi l i zarse buscando empleo que los estadounidenses." Lo dicen mientras
alegremente olvidan la queja de John Kenneth Galbraith, de hace ya muchos años,
acerca de que los trabajadores en Estados Unid(3s sólo se pueden culpar a sí mismos
por su desempleo, pues se rehusan a "movilizarse" debido a su "instinto hogareño",
que los ata a su lugar de crianza. Con los años nada parece cambiar ni el diagnóstico
ni la sabiduría curativa. Y para completar tan invaluable y autogratificante
razonamiento, los autores de la ponencia ejecutiva del FMI ofrecen una solución
que, lejos de reflexiva es más bien un reflejo automático de Pavlov, en la forma de
proyecciones del iluso "deber ser" del capital neoliberal:
Por ejemplo, en el supuesto de que uii gobierno elimine los beneficios por desempleo, los trabajadores tendrán ahora un mayor incentivo para buscar trabajo y, por lo tanto, el desempleo deber ía disminuir. Por otra parte, al aumentar el número de personas buscando trabajo también aumentar ía la presión para disminuir los salarios v a su vez, esos menores costos salariales deberían fortalecer el empleo.''"
Naturalmente, viviremos felices de aquí en adelante como resultado de tan
maravillosa reducción de la partida salarial. Y por otra parte, si — a pesar de los
ciertamente reales sacrificios de los trabajadores (descritos en nuestra cita con las
palabras "tendrán ahora " y "también aumentaría") las expectativas ficticias que
denotan los "debería" no se materializan, eso en forma alguna podrá invalidar la
teoría compartida por el FMI y The Economis t . Tan sólo revelaría que los
proverbiales cochinitos del bien conocido adagio inglés ["Si los cochinitos tuviesen
alas, volarían, N.del E.j se rehusan tercamente a tener alas y lucir como abejorros
gigantes para volar hacia ese "optimista" futuro que se proyecta con tanto anhelo.
Entre tanto, el real salvajismo del sistema sigue haciendo de las suyas, no sólo
con la expulsión del proceso laboral de un creciente número de personas sino
también, en característica contradicción, con la e x t e n s i ó n del horario de trabajo
cada vez que el capital logra salirse con la suva. Cabe la mención de un ejemplo
muv importante: en Japón el gobierno introdujo en el parlamento un proyecto de
lev "para elevar de 9 a 10 horas el límite máximo de la jornada laboral y de 48 a
" ' "Policy Complementation; The Case for Fundamental Labour Market Reform", pot David Coe y Dennis Snower. IMF Staff Paper Volume 44, N= 1, 1997. Reseñado en The Economist, 15 de noviembre de 1997, p, 118. RevsJladoramente, el título del artículo de reseña es "All or nothing: Piecemeal labour-market reforms will not cure Europe's unemployment problem. Governments need to go the whole way". [Todo o nada: las reformas parciales del mercado laboral no son la cura para el problema del desempleo en Europa. Los gobiernos deben ir hasta el fondo].
168
jstNgn Mgszaros^EI desaj'o^la^ca^^ del tiempo^ hjstórico
52 horas el de la semana laboral. Dicha disposición le permitirá a una compañía
obligar a sus empleados a trabajar más horas cuando la compañía tenga algím
apremio, siempre que el número total de horas laboradas en un año no exceda el
límite estipulado";' '" exactamente igual a lo propuesto en Francia, Italia y otros
países por los "mercaderes de flexibilidad", Más aún, el mismo proyecto de ley
pretende extender los llamados "horarios d e trabajo d i s c r e c i o n a l " que "le
permiten a una empresa pagar a sus e m p l e a d o s s ó l o 8 horas de trabajo aun
cuando su jornada laboral haya sido más prolongada". ' ' ' Se han reportado ejemplos
aterradores de los inhumanos efectos destructivos de ese "trabajo discrecional",
desde áreas en las que ya está siendo aplicado v ahora se va a ampliar. Por ejemplo,
según el dictamen del Tribunal Distrital de Tokio, un joven programador falleció a
consecuencia del pesado exceso de trabajo. En el dictamen se puede leer que "su
tiempo promedio de trabajo anual fue superior a las 3.000 horas. En los tres meses
anteriores a su muerte , trabajó 300 horas al mes. En esa época trabajaba en el
desarrollo de un sistema de software para la banca." '" Otro joven que falleció de
insuficiencia cardiaca debida a un brutal exceso de trabajo, "en las dos semanas
previas a su muerte trabajó un promedio de 16 horas y 19 m i n u t o s por día".'^'
Según lo reportado en otro diario japonés, aún hoy
los empleadores les imponen estrictas cuotas a los trabajadores, lo cual significa colocar sobre los hombros de los trabajadores un horario laboral prolongado y trabajo sin paga. ... Por ejemplo, un conductor de trenes de la East japan Railways Co., la empresa ferro\iaria más grande de japón, desempeñó su.s funciones durante 14 horas y 5 minutos pero tuvo que permanecer en el sitio de trabajo durante 24 horas y 1 3 minutos, y la empresa no le pagó esas 10 horas v 8 minutos restantes, aduciendo que ese lapso "no eran horas laboradas ni tampoco periodos de descanso". ''^
Significativamente, en la era de la crisis estructural del capital hasta ese nivel
de explotación es insuficiente. Tendrá que extenderse hasta e! límite que acepte el
movimiento laboral. El proyecto de ley que se presentó al parlamento en Japón
"cons t i tuye el mayor a taque contra los d e r e c h o s de l trabajador e n la etapa d e la postguerra."'" No debe asombrar, por lo tanto, que haya algunos
sindicatos que visualicen desempeñar en el futuro un rol político mucho más
directo en comparación con su tradicional desempeño en el pasado. Citando a
Kanemichi:
'™ Japan Press Weekly, 14 de febrero de 1998, p. 25. En otro número del Japan Press Weekly leemos: "Los principales objetivos de la ley son aumentar la aplicación de horarios de trabajo discrecionales, suavizar las restricciones sobre el existente sistema de horas de trabajo variable (flexible), y legalizar los contratos de empleo de corta duración", 18 de abril de 1998. '" Japan Press Weekly, 14 de febrero de 1998. '=^ Japan Press Weekly, 28 de marzo de 1998. '53 Japan Press Weekly, 4 de abril de 1998. "* Akira Ikunai, "Attack against worker's rights". Dateline Tokyo, N° 58, abril de 1998, p. 3. 155 I d i d .
169
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
Kumagai, secretario general de la Confederación Nacional de Sindicatos del Japón; "La lucha en la primavera de este año no sólo repetirá lo que hemos hecho en el pasado, sino que además intentará cambiar las tendencias en la política y en el movimiento laboral, incluyendo lo concerniente a cómo deberían serlas políticas y la economía de Japón. Por esa razón le asignamos una mayor importancia a lograr que los trabajadores y los sindicatos emprendan acciones destinadas
a influenciar toda la sociedad".'"'
Japón es un ejemplo particularmente importante, porque no hablamos de
un país del llamado "tercer mundo" donde hasta las más insensibles y despiadadas
prácticas de explotación laboral se dieron siempre por sentadas, como cosas de
rutina. Por el contrario, Japón representa una economía poderosa que ocupa el
segundo lugar del mundo: un paradigma de los avances capitalistas. Y ahora, hasta
en un país como ése el desempleo está aumentando pel igrosamente v las
condiciones laborales empeorarán más que nunca , desde los t iempos del
prolongado período de desarrollo y expansión del capital en la postguerra,
incluyendo no solamente la gran intensificación de horarios laborales explotadores
a nombre de la "flexibilidad", sino también el imperativo - que para muchos sigue
siendo incomprensible — de una semana de trabajo más extensa.
En la raíz de esta desconcertante y en cierta forma contradictoria propugnación
de la "flexibilidad", aunada a una legislación laboral r í g i d a m e n t e autor i tar ia , encontramos la vitalmente importante ley tendencial de la i g u a l a c i ó n hacia abajo de la tasa d e e x p l o t a c i ó n d i f erenc ia l , que se hace cada vez más
pronunciada gracias a la crecientemente destructiva globalización del capital en el
período de la crisis estructural del sistema. Es la razón por la que escribí, en 1971,
que las clases trabajadoras de algunas de las sociedades "posindustriales" más desarrolladas están degustando una muestra de la real perversidad del capital "liberal". (...) Así, la naturaleza real de las relaciones de producción capitalistas: la implacable dominación del trabajo por el capital, se va haciendo cada vez más evidente como un fenómeno global. (...) Resulta casi imposible entender el desarrollo y la autorreproducción del modo de producción del capital sin el concepto de capital social total. (...) Igualmente resulta casi imposible entender los múltiples y espinosos problemas del trabajo nacionalmente variable y socialmente estratificado, sin tener en mente todo el tiempo el necesario marco de una valoración apropiada: a saber, el antagonismo inconciliable entre el capital social total y la totalidad del trabajo. Este antagonismo fundamental se ve modificado inevitablemente de acuerdo con: (1) las circunstancias socioeconómicas locales; (2) las respectivas posiciones de los países particulares en el marco global de la producción del capital; v (3) la relativa madurez del desarrollo sociohistórico global. Por consiguiente, en diferentes períodos del tiempo el sistema como totalidad revela las operaciones de un complejo
''' Ibid.
170
Istva'n Mészáros: E.I desafío y la carga del tiempo histdrico
conjunto de diferencias de interés objetivas en ambos lados del antagonismo social. La
real idad objetiva de las d i ferentes t a sas d e e x p l o t a c i ó n
—tanto dentro de un país dado como en el sistema del capital mundial—resulta ser
tan incuestionable como las diferencias objetivas en las tasas de ganancia en cualquier
época en partícular(...) A pesar de todo, la realidad de las diferentes tasas de explotación
y ganancia no altera en lo más mínimo la ley fundamental misma: es decir, la crec iente
igualación de las tasas de explotación diferenciales como la tendencia global
del desarrollo del capital mundial. De seguro, esta ley de igualación constituye una
tendencia a largo plazo en lo que respecta al sistema del capital. ( . . .) Baste por ahora
destacar que no hay que confundir "capital social total" con "capital nacional total".
Cuando éste último se ve afectado por un debilitamiento relativo de su posición dentro
del sistema global, inevitablemente tratará de compensar sus pérdidas aumentando la tasa
específica de la explotación que ejerce en contra de la fuerza laboral bajo su control
directo — o si no su posición competitiva se verámás debilitada aim dentro del marco
global del "capital social total". (.. .) no puede haber otra salida (.. .) que no sea la
intensificación de las tareas espeaficas de explotación, que solamente pueden conducir, en
términos tanto locales como globales, a una explosiva intensificación a largo plazo del
antagonismo social fundamental. Quienes han estado hablando de la"integración" de la
clase trabajadora—describiendo al "capitalismo organizado" como un sistema que logró
de manera radical manejar exitosamente sus contradicciones sociales— han identificado
irremediablemente mal el éxito manipulador de las tasas diferenciales de explotación (que
prevalecieron en la fase histórica relativamente 'libre de perturbaciones" de la reconstrucción
y expansión posbélica) como un remedio estructural básico.' '
C o m o concomi t an t e obl igado de la globalización en curso de las re lac iones
p roduc t i va s y d i s t r ibu t ivas , la igualación hacia abajo de las tasa de exp lo t ac ión
diferencial afecta a cada u n o de los países capi ta l i s tamente avanzados, hasta a los más
r icos. Ya no hav cabida para el manejo de las relaciones laborales pa t e rna l i s t amen te
manipuladas , sin i m p o r t a r lo " t radic ionales" y "p ro fundamen te arraigadas" que se
supone sean, y sin duda no la hay para evitar p e r m a n e n t e m e n t e , po r m e d i o de ventajas
tecnológicas y comerc ia les relat ivas , el severo impac to negat ivo de la o m n i p r e s e n t e
crisis e s t r u c t u r a l . ( R e c o r d a r las r eve l ado ra s cifras pub l i cadas en T h e N a t i o n
prev iamen te citadas). N o cabe duda, c o m o lo señala el Llamado de varios dist inguidos
in te lectuales publ icado en un pe r iód ico i tal iano, lo que agrava la s i tuación es que la
inestabilidad y la inseguridad ("la precar ie tá e I ' insicurezza") c recen a diestra y siniestra
en el m u n d o laboral; "el trabajo sin p ro tecc ión y subpagado se ex t iende c o m o pe t ró l eo
d e r r a m a d o , en t an to que hasta el t rabajo más estable e x p e r i m e n t a una p res ión sin
p r e c e d e n t e s sobre su d e s e m p e ñ o , y hacia la total disposición al s o m e t i m i e n t o a
horar ios de trabajo m u y diversificados."'^*
•5' Beyond Capital, p . 890-2. '*" "il lavoro sttotutelato e sottopagato si allarga a macchia d'olio, mentre anche il lavoro piü stabile subiste la pressione verso una identificazione senza precedente della sua prestazione lavorativa e verso una piena disponibilita alia sottomissione ai piii diversificati tempi di lavoro". En: "Trentacinque ore Della nostra vita", un Llamado de los intelectuales firmado por Mario Agostinelli, Pierpaolo Baretta, Heinz Birnbaum, Carla Casalini, Marcello
171
Istvan Mészaros: E.I desafi'o^i^la carga del tiempo histórico
Es decir, tenemos aquí que hacerle frente a una tendencia sumamente
significativa y de largo alcance: el retorno del p lusva lor abso lu to , en grado cada
vez mayor, en las sociedades der'capitalismo avanzado"durante las últimas décadas.
En febrero de 1998, el profesor Augusto Graziani habló muy elocuentemente
ante la Convención de Rifondazione en Milán dedicada al tema de la semana laboral
de 35 horas, sobre las condiciones de trabajo en el "Mezzogiorno", en general, y
en particular sobre la aterradora explotación de la mano de obra femenina en
Calabria. Su intervención es muy pertinente en lo que concierne a la cuestión del
"plusvalor absoluto" en un país de capitalismo avanzado, como Italia, ya que algunas
de las prácticas laborales más explotadoras también ocurren en el norte del país,
que tiene un mayor desarrollo industrial. Al mismo tiempo, en Inglaterra, un
documental para TV mostraba la gran expansión del trabajo infanti l pese a tratarse
de una actividad que obviamente está contra la ley. Por supuesto, la ley no es
aplicada en lo absoluto. Por el cont ra r io , se promueven los alegatos más
inverosímiles con el fin de justificar indirectamente dichas prácticas ilegales. Así,
los intereses mercantiles conducen una vociferante campaña contra el salario
mínimo en general, con la excusa de que su introducción empeoraría aún más las
posibilidades de empleo de los más jóvenes. Otra forma de manipular el mismo
aspecto, por parte de la Confederación de Industrias de Inglaterra, el Instituto de
Directores y las distintas organizaciones empresariales de alta asesoría ["think t a n k " ] , es presionar por "la exención de los jóvenes" de la legislación sobre
salario mínimo, o que se les conceda tan sólo un salario mínimo mucho más bajo.
Más aún, aún, el empeoramiento de las condiciones laborales de personas de
todas las edades en innumerables "sweatshops"—para los inmigrantes tanto
legales como ilegales, pero también para una cantidad nada despreciable de mano
de obra inglesa, escocesa, galesa e irlandesa— habla a gritos sobre la reaparición
del impulso del plusvalor absoluto, como una de las tendencias más retrógradas
en el desarrollo del capital del siglo XX, en uno de los más privilegiados países
"capitalistas avanzados". Como es sabido, tanto la despiadada procura del plusvalor
absoluto en general y su manifestación particularmente odiosa en la forma del
trabajo infantil fueron s i empre p r o m i n e n t e s (y, por supuesto, lo siguen siendo)
en los países del "tercer mundo ' .
Paradójicamente, la crisis global de la acumulación del capital en la era de la
globalización avanzada crea algunas dificultades importantes de nuevo cuño, en
lugar de resolver las ha tiempo cuestionadas injusticias del sistema, como nos
quieren hacer creer los "optimistas" voceros de una "globalización" desprovista de
problemas. Porque los m á r g e n e s de viabilidad productiva del capital están
disminuyendo (de allí también el impulso del plusvalor absoluto), pese a todos
Cini, Giorgio Cremaschi, Pietro Ingrao, Oskar Negt, Paolo Nerozzi, Valentino Parlato, Marco Revelli, Rossana Roznada, Claudio Sabattini y Arno Teutsch; II Manifesto, 13 de febrero de 1998, p. 5.
172
Istvan jyiészaros^ jl^ desafio y la carga^el_tiempo^hjstorico
los esfuerzos de los estados capitalistas— individual o grupalmente, como en las
cumbres de G7 /G8 — para aumentar o al menos mantener estables los márgenes
productivos del sistema. En verdad, sólo puede haber una forma para intentar
aumentar los d i s m i n u i d o s márgenes de a c u m u l a c i ó n de capital; a expensas
del t rabajo . Esta es una estrategia promovida activamente por el estado —
ciertamente, a causa de esa necesidad el pape l i n t e r v e n c i o n i s t a de l e s tado nunca ha s ido mayor , ' ' 'a pesar de toda la mitología neoliberal defendiendo lo
contrario — y en nuestro tiempo esa estrategia está objetivamente apuntalada por la
tendencia a la igualación hacia abajo de la tasa de explotación diferencial. Al final,
sin embargo, la estrategia que ahora se sigue está destinada a fallar, siempre y
cuando el movimiento laboral logre rearticular radicalmente sus propias estrategias
V formas de organización, orientándolas hacia la formación de un genuino
movimiento de masas con la finalidad de enfrentar el desafío histórico. Pues ni
siquiera los teóricos más "optimistas" del FMI v demás órganos de apologistas del
capital generosamente financiados han podido inventar a la fecha, ni hay indicios de
que logren hacerlo en el futuro, un dispositivo que les permita exprimir el
requerido, y siempre creciente, poder adquisitivo y su correspondiente acumulación
de capital, de las condiciones económicas en continuo deterioro v de los "inestables
paquetes salariales" de la fuerza laboral.
5.3 DE LA TIRANÍA DEL "TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO" A LA
EMANCIPACIÓN A TRAVÉS DEL " T Í E M P O DISPONIBLE*'
¿Cómo puede el trabajo — antagonista estructural del capital — enfrentar la
inseparable tendencia al deterioro causada por la continua reducción del margen
de viabilidad productiva del capital.'
'^' El rol intervencionista del estado, tanto en lo político como en lo económico, ha quedado en evidencia. En el ámbito económico, los fondos que se entregaron generosamente a las grandes empresas capitalistas se miden en cientos de millones de libras. Así, por ejemplo, la British Aerospace recibió alrededor de 600 millones de por una de sus actuales empresas, sumados a los innumerables millones que le otorgara recientemente el estado de manera igualmente semifraudulenta, cuando en la compañía intentaba darle una sólida base económica a la empresa Rover, hoy de nuevo en bancarrota. Con respecto a esta última, se estima que será nuevamente el estado el que proporcione la inmensa cantidad de fondos requeridos para volver a rescatar a la Rover —al parecer nadie está dispuesto a alabar las virtudes milagrosas de la empresa privada —pero, sin duda alguna las ganancias que se obtengan ¡es serán entregadas a la parte capitalista de las llamadas "sociedades mixtas público-privadas" tan favorecidas por el Nuevo Laborismo. De igual o hasta mayor importancia es la intervención del estado en lo político, a favor del capital. Porque el sistema del capital requiere urgentemente de una legislación antilaboral autoritaria —introducida complacientemente por gobiernos tanto conservadores como socialdemócratas (y de hecho, como muestra de la gravedad de la crisis estructural del sistema, hasta por algunos gobiernos presididos por antiguos partidos comunistas, como en el caso de Italia)—para poder mantener su dominio "neoliberal" sobre la sociedad en el actual estadio del desarrollo histórico.
173
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
La pregunta nos lleva de vuelta al tercer e lemento en la campaña de
R i f o n d a z i o n e para conquistar la semana laboral de 35 horas, que se cita al inicio
de este capítulo: "cambiar la s o c i e d a d " ( "per cambiare la soc ie ta") .
Porque hoy d í a — d e b i d o a la neces idad del capi tal de arrebatar""" sin
contemplaciones hasta las concesiones hechas en el pasado, en lugar de permitir
ninguna nueva—es prácticamente imposible alcanzar siquiera los objetivos más
inmediatos y limitados del sindicalismo tradicional, sin tomar el camino que
conduce a una t r ans fo rmac ión social fundamen ta l . En consecuenc ia , la
reconstitución radical del movimiento socialista es una parte vitalmente importante
de este proceso."' '
Algunos de los representantes más inteligentes del capital, como Dean Witter
— economista jefe y director de economía global para Morgan Stanley — están
dispuestos a confesar que las tendencias en curso son mucho más problemáticas
que lo descrito comúnmente en los órganos de propaganda del neoliberalismo.
En su artículo publicado en el Sunday N e w York Times , titulado "El retroceso
del trabajador", rechaza la explicación de que los éxitos recientes han sido el
resultado de la "desreglamentación y la creciente productividad". Su propia
explicación, más consciente del conflicto y menos tranquilizadora, es que ha habido
una dramática redistribución de la torta económica de la nación, en la que al capital le toca una tajada mucho más grande y al trabajo una mucho más pequeña. Digamos que ha habido una vuelta a la política de reducir al trabajo, que se ha producido porque la Norteamérica corporativa le está poniendo una presión rigurosa a su fuerza laboral.""^
En verdad, la inflexible presión no sólo la aplica la Norteamérica corporativa sino que también lo hacen las personificaciones del capital en c u a l q u i e r lugar. Porque la premisa sobre la que se sustentaban los logros reformistas del pasado
era el continuo c r e c i m i e n t o de la torta — que bajo condiciones económicas
favorables aparecía como concesiones del capital, aunque n u n c a se produciría
una "redistribución de la torta a favor del trabajo", en vista que el capital siempre se
tiene que apropiar para sí mismo de la porción del león. Ahora, debido a la crisis
estructural del capital y al margen cada vez menor de la viabilidad productiva del
"° Como lo señala Marshall Breman en su artículo citado en la nota 10, "una burda crueldad que se autodenomina liberalismo (si te sacamos a la fuerza a ti y a tus hijos de la seguridad social a ti es por vuestro propio bien)" y a usted "lo sacan de nómina o se le despide - o sale por descalificación, tercerización, reducción de personal. (Es fascinante la cantidad de palabras demoledoras como éstas que son totalmente nuevas)". The Nation, 11 de mayo de 1998, p. 16. 161 Ver el impactante capítulo "Beyond Labour and Leisure", sobre los retos que enfrenta el movimiento laboral, en el libro de Daniel Singer Whose Millennium?, publicado por Monhtly Review Press, Nueva York, primavera de 1999. "" Dean Witter, "The Worker Backlash", Sunday New York Times, citado en una carta que los editores del Monthly Review enviaron a sus lectores y subscriptores en octubre de 1997.
174
Istváh Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
sistema, se hace absolutamente necesaria la " r e d i s t r i b u c i ó n d e la t o r t a e c o n ó m i c a d e la n a c i ó n " y más que nunca a favor del capital, para asegurar una
"recuperac ión p o r r e d u c c i ó n laboral", gracias a la pasividad y resignación
de la fuerza laboral. ¿Pero qué ocurre cuando el trabajo se rehusa a aceptar esa
redistribución despiadada de la torta económica, porque ya no puede darse el lujo
de aceptarlo debido a las crecientes dificultades impuestas por las tradicionales o
recién inventadas formas de "economía de reducción laboral"? Las posibilidades
de "redistribuir" hasta una torta estacionaria, y ni qué decir de una en proceso de
contracción, tienen sus límites claramente bien definibles. No se debe olvidar el
hecho de que en ningún país se puede dar por sentada la inactividad resignada y
permanente del movimiento laboral, como cosa de necesidad natural. Ni siquiera
en los países capitalistamente más avanzados. No debe causar asombro, por lo
tanto, que hoy en día hasta el economista jefe de Morgan Stanley tenga que hablar
del " r e t r o c e s o del t r aba jador" en los Estados Un idos , e x p r e s a n d o sus
preocupaciones con respecto a una posible "abierta lucha de poder entre el capital
y el trabajo", añadiendo que "los días de una fuerza laboral dócil que aceptaba
resignadamente una reestructuración corporativa tipo tala-v-quema, son parte del
pasado". '"
Naturalmente, desde el punto de vista del capital no puede haber respuestas
a la pregunta ¿qué tipo de alternativa a la "economía de reducción laboral" habría
que seguir para evitar la "abierta lucha de poder entre el capital y el trabajo"? Sean
cuales fueren sus recelos y preocupaciones, el economista jefe de Morgan Stanley
tiene que continuar asesorando a su empresa sobre la mejor forma de explotar las
oportunidades que ofrece la especulación financiera "globalizada", pues de lo
contrario con un vigoroso y dorado apretón de manos lo enviarían rápidamente
hacia zonas más tranquilas. Desde el punto de vista del capital, ciertamente "no hay
alternativa" a la "reducción laboral" hasta donde sea posible ~ y más aún en
situaciones de emergencia —, aun si se perciben algunos de los peligros implícitos
en el curso socioeconómico que se sigue. Porque al final siempre habrá la tentación
de las s o l u c i o n e s a u t o r i t a r i a s , no sólo en el país del general Suharto,
dependiente clientelar de los Estados Unidos, sino también en las "democracias
capitalistas avanzadas" de Occidente que ayudaron primero a poner a Suharto en el
poder, apoyándole de todas las formas posibles durante 32 años, incluyendo la
salvaje represión militar del pueblo, e intentando salvar su despreciable régimen
con la inyección masiva de fondos del FMI hasta los últimos minutos antes de su
caída.
La promesa general de resolver las clamorosas injusticias y contradicciones
del sistema ha sido durante mucho tiempo — y en general sigue siéndolo hoy — de
que a través de los beneficios de un "libre comercio" permanentemente creciente
' Ibid.
175
Istva'n Mésza'ros: E.I desafio y la^arga del tiempo histórico
y g l o b a l m e n t e i n t e g r a d o , me jo ra r í a g r a n d e m e n t e la cond ic ión de los t r aba jadores
en t o d o el m u n d o , gracias al r e t o r n o de la e c o n o m í a a una s i tuac ión de expans ión
del capital sin p e r t u r b a c i o n e s y l ibre de los defectos de las décadas de la p o s t g u e r r a ,
que t e r m i n a r o n en inflación y e s t a n c a m i e n t o . Sin e m b a r g o , los signos actuales v
los i nd i cado re s e c o n ó m i c o s a p u n t a n en d i r e c c i ó n o p u e s t a , h e c h o r e c o n o c i d o a
veces hasta p o r los e c o n o m i s t a s de la " c o r r i e n t e d o m i n a n t e " que c o n s e r v a n todavía
la fe en las v i r t u d e s insuperab les del s i s tema del capi ta l . Así, para ci tar un a r t í cu lo
que aparece en un l ib ro r e c i e n t e de u n o de esos e c o n o m i s t a s :
Rodrick alega que el comercio en general, y no sólo las importaciones de bajo
costo, empeora la distribución del ingreso. La creciente competencia internacional,
escribe, se traduce en una mayor "elasticidad" de la demanda nacional de mano de
obra. Dicho en lenguaje común, eso significa que ahora un trabajador compite
con una oferta mucho mayor de mano de obra. Como resultado, una pequeña
variación en los salarios de trabajadores extranjeros o en la demanda global de un
producto o un servicio puede ocasionar grandes variaciones en la demanda de
trabajadores en el ámbito nacional. La mayor vulnerabilidad de la mano de obra a
las fluctuaciones del mercado, socava su posición negociadora frente al capital.
Por lo tanto, concluye Rodrick, "más que el aumento del excedente, parece que
el efecto comercial de primer orden ha sido una redistribución del excedente de la
empresa hacia los empleadores". Es decir, la evidencia muestra que los críticos del
libre comercio no están equivocados, el comercio no está aumentando la riqueza
sino redistribuyéndola hacia arriba. "•*
N o o b s t a n t e , en lo que c o n c i e r n e a la cues t ión de las a l t e rna t ivas , Rodr ick
sólo ofrece una p iadosa p r é d i c a . Así, c o n t i n u a n d o con la ci ta:
La prédica polí t ica de Rodr ick es a lo sumo ingenua. Exige una mayor
responsabilidad tanto a los trabajadores como al gobierno, pero no le dice nada a
la empresa corporativa multinacional. ( . . . ) Rodrick escribe, "Los trabajadores
deberían abogar por una economía global de rostro más humano", pero hace
silencio respecto a los esfuerzos tenazmente organizados de las empresas y las
finanzas multinacionales para evitar hasta una simple consideración de humanizar
las políticas por parte del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la
Organización Mundial del Comercio y otros organismos que aprueban normas
para el mercado global. .íVctitud que sugiere un punto de vista que, por decir lo
menos, ha perdido el contacto con la realidad de la economía política global. ""*
Sin duda , la a d o p c i ó n del p u n t o de vista del capi tal — n o sólo en su fo rma
neol ibera l más c i egamen te incondic ional v agresiva, sino t amb ién en sus var iedades
re formis tas i l u samen te l i b e r a l e s — ha significado desde hace m u c h o t i e m p o que
"se ha p e r d i d o el c o n t a c t o con las rea l idades de la e c o n o m í a pol í t ica g lobal" .
' " Jeff Faux, "Hedging the neoliberal bet", (una reseña del libro de Dani Rodrick, Has Globalizat ion Gone Too Far?, Institute for Internacional Economics, Washington D.C, 1997), en Dissent , otoño de 1997, p . 120. '"•'' Ibid.
176
IstvanJVIészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
La radical novedad de nuestra época es que el sistema del capital ya no sigue
estando en posición de concederle absolutamente nada ai trabajo, en contraste
con las adquisiciones reformistas del pasado. El deprimente acomodo y hasta
manifiesta capitulación de algunos viejos partidos de la clase trabajadora ante las
exigencias de los intereses de la gran empresa — por ejemplo, en Inglaterra y varios
países europeos, pero en modo alguno nada más en Europa—; una capitulación
que llega al extremo no sólo de mantener la legislación antilaboral autoritaria de
las décadas recientes, sino además les concede cargos ministeriales claves en el
'Nuevo Laborismo", en los gobiernos de la "Izquierda Democrática" en Italia, y en
todas pa r t e s , a p rominen tes represen tan tes del capital corpora t ivo , habla
inequívocamente en tal sentido. (Lord Simon, Lord Sainsbury, Geoffrey Robinson,
etc., en Inglaterra, y figuras similares en Alemania, Francia e Italia). Es la razón por
la que en la actual etapa histórica hasta objetivos laborales l imi tados y modestos
— como la semana laboral de 35 horas — sólo se pueden lograr "cambiando la
sociedad", va que o b j e t i v a m e n t e cuestionan el orden político y socioeconómico
instituido (en otras palabras: el sistema total de toma de decisiones) bajo el cual se
produce v se distribuve "la torta económica del país".
Bajo las condiciones de la crisis estructural del capital, esa es la naturaleza
objetivamente inevitable de la controversia socioeconómica, aun si por el momento
muchos representantes del trabajo no lo conceptualizan o articulan en esos
términos.Y es también la razón por la que el reformismo liberal v socialdemócrata,
que en el pasado contó con el dinamismo expansionista del capital como poderoso
aliado, hov está condenado a la futilidad de la prédica piadosa — desde los sermones
del profesor John Kenneth Galbraith sobre "la cultura de la satisfacción" (repetidos
con presteza, sin el menor electo correctivo, por los obispos y arzobispos de la
Iglesia de Inglaterra) hasta el concepto de "economía global de rostro humano que
se inspira en el sector laboral v el gobierno" citado arriba. Una prédica a la que las
personificaciones del capital es imposible que escuchen.
La demanda de una reducción significativa de la semana laboral tiene una
importancia estratégica fundamental. No sólo porque el aspecto subvacente afecta
profundamente y, en consecuencia, interesa directamente a cada trabajador
individual, tanto manual como intelectual v sin impor tar su estatus laboral
específico. Sino igualmente porque la cuestión de enfrentar ese desafío no va a
desaparecer. Por el contrario, día a día aumenta su importancia, y el imperativo de
hacer algo significativo al respecto no puede ser decretado coino inexistente por
las personificaciones parlamentarias del capital en los países de capitalismo
avanzado, ni ciertamente tampoco ser reprimido abiertamente por la fuerza en la
"periferia" del orden global del capital. En otras palabras, se trata de una demanda
estratégica vital para el trabajo porque "no es negociable"; es decir., no se le puede
integrar a las manipuladas seudoconcesiones del orden existente. Porque atañe
directamente a la cuestión del c o n t r o l — un s is tema a l ternat ivo de c o n t r o l m e t a b ó l i c o soc ia l — al que el capital se opone v debe oponerse con hostilidad.
177
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Naturalmente, la semana laboral de 35 horas — aun si se pudiere genuinamente
conceder y no anular engañosamente de múlt iples formas, como desde ya
cínicamente se está planeando o ejecutando — no podría resolver el monumental,
siempre creciente y socioeconómicamente grave problema del desempleo. Por
tanto, la legítima pregunta es: ¿por qué 35 y no 25 ó 20 horas semanales, algo que
sí impondría una diferencia significativa al respecto? Esa es la pregunta que nos
lleva al corazón del problema.
Las incompatibilidades radicales entre el orden social existente y uno en el
que los seres humanos tengan el control sobre su actividad de vida, incluido su
"tiempo liberado", que será puesto en libertad gracias a una significativa reducción
de la semana laboral, fue gráfica y dolorosamente ilustrado en Inglaterra con la
destrucción de la industria minera. En 1984, los mineros del carbón de Inglaterra
protagonizaron una heroica lucha cuyo objetivo no fue el dinero sino la defensa
del empleo: una huelga de un año derrotada mediante la combinación de esfuerzos
del gobierno de la señora Thatcher — quien llamó a los mineros "el enemigo interno"
— y el Partido Laborista de Neal Kinnock, que apuñaló a los mineros por la espalda.
El resultado de ello fue que la fuerza laboral de los mineros, la cual llegó a tener
más de 150.000 miembros, quedó totalmente diezmada a una cifra actual inferior
a los 10.000, y las ciudades y aldeas de muchas comunidades mineras terminaron
convertidas en eriales de inhumano desempleo. Para la época de la huelga de los
mineros, las minas de carbón todavía estaban "nacionalizadas", es decir, eran
administradas — aplicando los más despiadados criterios capitalistas de "eficiencia"
y un control autoritario — por el Consejo Nacional del Carbón, pero en cuanto
fueron "privatizadas" devinieron en una mera fracción de su tamaño original. Lo
que resultó muy característico de la forma como el Consejo Nacional del Carbón
manejaba el problema de la "mayor eficiencia", mientras hablaba de la absoluta
necesidad de "racionalizar" los requerimientos laborales de la industria del carbón,
fue el hecho de que ese Consejo controlado por el Estado les impuso a los mineros
un horar io de trabajo de s ie te días casi totalmente demencial, a la par que
reducía salvajemente la fuerza laboral bajo su control . Porque el capital es
simplemente incapaz de tener consideraciones humanas. Sólo conoce una forma
de administrar el horario de trabajo; exp lo tar al m á x i m o el " t iempo de trabajo n e c e s a r i o " d e la fuerza laboral e n n ó m i n a , ignorando por completo el
" t i e m p o d i s p o n i b l e " en la sociedad en general, porque a éste no le puede
exprimir ganancias.
Esto es lo que le fija al capital unos límites insuperables en lo que concierne
a la manera de enfrentar el problema del desempleo. Al respecto, allí hay algo más
bien paradójico y de hecho profundamente contradictorio. Ya que, de fac to , el
sistema productivo del capital crea en la sociedad como un todo un "tiempo s u p e r f l u o " a una escala que crece constantemente. Sin embargo, no puede
reconocer la existencia de jure (es decir, la legitimidad) de dicho excedente de
tiempo que se produce socialmente, como t i e m p o d i s p o n i b l e potencialmente
178
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
muy creativo que sea posesión de todos, y que se podría utilizar en nuestra sociedad
para la satisfacción de una gran parte de las necesidades humanas que hoy nos
niegan con malsana crueldad, desde los requerimientos de educación y salud hasta
la eliminación del hambre y la desnutrición en todo el mundo. Por el contrario, el
capital debe asumir hacia él una ac t i t ud n e g a t i v a / d e s t r u c t i v a / de shumanizante . Ciertamente, el capital debe ignorar insensiblemente el hecho
que la noción de "mano de obra superflua", con su "tiempo superfluo", en verdad
se refiere a seres h u m a n o s v i v i e n t e s y poseedores de capacidades productivas
soc ia lmente útiles, a pesar que desde el punto de vista capital is ta se consideren
innecesarias o inaplicables.
El concepto de tiempo disponible, en su sentido positivo y liberador, como
una aspiración de los socialistas, se hizo público mucho antes que Marx en un
panfleto anónimo titulado La f u e n t e y el r e m e d i o d e las d i f i c u l t a d e s nac ionales , publicado en Londres en 1821, casi SO años antes de la publicación
del Capital de Marx. En algunos pasajes del panfleto citados por Marx se observa
una maravillosa comprensión dialéctica tan to de la naturaleza del proceso
product ivo capitalista— centrando la atención en las categorías vi talmente
importantes de "tiempo disponible", "plustrabajo", y "reducción de la jornada
laboral" — como de las posibilidades de escapar de sus contradicciones. Cito:
La riqueza es tiempo disponible, v nada más (... ) Si la totalidad de la mano de obra de un país sólo alcanzase para producir el sustento de toda la población, no habría plustrabajo, v en consecuencia, no existiría nada que pudiese permitir su acumulación como capital. (...) Una nación rica en verdad será aquélla en la cual no exista el rédito o la jornada de trabajo dure 6 horas en lugar de , 2 , 1 6 6
Poco a poco nos vamos acercando a la demanda, que ya hicieron quienes nos
precedieron en 1821, de una jornada de 6 horas, pero todavía nos falta mucho por
andar en la organización de la sociedad sobre la base del potencial del t i e m p o libre como generador de riqueza inconmensurablemente mayor. Si no se cuenta
con ese tiempo, es absurdo pensar en emancipar a los trabajadores individuales de
la tiranía de las determinaciones fetichistas v las flagrantes iniquidades. Para realizar
siquiera nuestros objetivos limitados, se requerirá de una m o v i l i z a c i ó n masiva'''^ tanto de quienes tengan empleo como de los d e s e m p l e a d o s , guiados por la
so l idar idad con los problemas que todos estamos obligados a compartir, sea
ahora o en el futuro.
"•' Citado en Marx, Grundrisse, Penguin Books, Harmondsworth, 1973, p. 397. "•' El Llamado que se cita en la Nota 27 se refiere precisamente a la necesidad de "promover una movilización de masas a favor de la semana de 35 horas, cuyo impacto se sienta tanto en el mundo del trabajo como en el de la política, y tanto en el mundo de la cultura como en el de los gremios." ("promuovere una mobilizatione di massa a favore delle 35 ore che tocchi il mundo del lavoro cosi come quello della política, quello de la cultura como quello delle associazioni").
179
Istvan Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
La perspectiva estratégica a mayor plazo, que también hace factible el logro
de las demandas inmediatas, es inseparable de nuestra conciencia de la viabilidad v
en verdad de la necesidad última de adoptar el modo de controlar nuestra
reproducción metabólica social sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e . Ese es el
objetivo hacia el que debemos dedicar nuestros recursos si nos interesa resolver el
problema del desempleo.Tan sólo un radical movimiento de masas socialista podrá
adoptar la alternativa estratégica de regular la reproducción metabólica social —
ineludible imperativo para el futuro— sobre la base del tiempo disponible. Porque
debido a las insuperables restricciones v contradicciones del sistema del capital,
cualquier intento de introducir el tiempo disponible como el regulador de los
intercambios económicos y sociales —lo que significaría poner a disposición de
los individuos una enorme cantidad de t i e m p o libre, liberado gracias a la reducción
de la jornada de trabajo mucho mas allá de incluso los limites de la semana de
trabajo de 20 horas— actuaría como d inamita soc ia l , haciendo volar por los
aires al o rden reproduc t ivo establecido. Porque el capital es to ta lmente
incompatible con el tiempo libre utilizado con autonomía v significado por los
individuos sociales libremente asociados.
180
Capftulo 6 La teorfa económica
y la polftica: más alia'del capital'^
6.1 ENFOQUES ECONÓMICOS ALTERNATIVOS
Desearía comenzar con dos casos contrastantes, que ilustran la suerte —no
tan afortunada— de algunas teorías económicas influyentes. El primer caso se
desprende de una cita tomada de un reciente editorial de The Economis t de
Londres. Reza como sigue:
Resulta desalentador considerar precisamente cuánto gira en torno al asunto de la productividad en Estados Unidos. Las valoraciones de la bolsa, confusas ahora según criterios históricos; la estabilidad financiera mundial; las perspectivas para el nivel de vida no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo; la probabilidad de éxito a largo plazo de la combinación de baja tasa de inflación y alta tasa de empleo: todas estas cuestiones v otras más dependen de si la productividad en Estados Unidos realmente tomó un nuevo camino de crecimiento más rápido, como se supuso en general, a finales de la década de 1990. Durante el año pasado, se puso en evidencia que muchasde las aseveraciones hechas por la nueva economía eranjalsas: la noción de que el ciclo económico estaba muerto; que el gasto en tecnología de la información era a prueba de recesión; que los métodos clásicos de valorar las acciones eran en lo sucesivo irrelevantes, etc. Ahora, sin embargo, el pilar más importante de la nueva economía ha sido, si no demolido, por lo
menos gravemente golpeado.""'
Y, como conclusión, el editorial de The Economis t dice a los lectores que a
su debido tiempo habrá de pagarse un precio por todos esos falsos supuestos. En
consecuencia, los "fanáticos de la nueva economía (...) pueden tener que lamentar
haber apostado tanto no a un avance sólido y plausible, sino a un mi lagro q u e ahora resulta n o haber ocurrido".'™
Por ende, en este caso, podemos ver claramente la fragilidad de los supuestos
formulados de manera precipitada, que ahora denuncia como indudablemente
"•' Disertación presentada en la conferencia sobre "El pensamiento económico y su relevancia en el mundo de hoy", organizada por el Banco Central de Venezuela y el editor de su revista económica Asdrúbal Baptista, celebrada en Caracas entre e! 10 y el 12 de septiembre de 2001. Publicado en la Revista BCV, Foros 7 / 2002, Caracas. Traducción de Gladys Sanz. ' " "American Productivity: Measuring the New Economy". The Economist, 11-17 de agosto de 2001, p. 12. •™ Ibid., p. 13.
181
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
falsos el mismo The Economis t . Sin embargo, el problema es que todos estos
supuestos están en pleno apogeo, proclamados con afán como los sólidos pilares
de las estructuras teóricas más actualizadas. Como tales alaban las excelencias de
nada menos que la n u e v a e c o n o m í a , la cual a su vez se supone que garantiza
inversiones en gran escala en nuevas "burbujas de los mares del Sur". Como
sabemos, las sumas comprometidas en la reciente implosión de "la nueva economía
fueron tan inconcebibles, que en u n año las pérdidas del NASDAQ fueron dos v e c e s y m e d i a la cantidad total de las reducciones fiscales anunciadas por el
presidente George W. Bush, para toda la d é c a d a venidera, quedando estas últimas
anuladas (y de inmedia to recor tadas fue r t emen te por el Congreso ) . Por
consiguiente, las pérdidas del NASDAQ en un año fueron treinta veces superiores
a los correspondientes ahorros fiscales anuales previstos. El hecho de que la
sabiduría del reciente editorial de The Economis t equivalga a "ser sabio después
de ocurridos los hechos" no debe preocuparnos demasiado en el contexto actual.
Después de todo, el arsenal teórico de la revista es muy parecido a los que sus
escritores principales ahora critican tardíamente, siempre preparado a partir de
una perspectiva de muy corto plazo. Ésta es la razón por la cual The Economist puede cambiar fácilmente su posición —por tomar como ejemplo algo que de
ninguna manera tiene poca importancia— de la idealización por largo tiempo buscada
de la e c o n o m í a d e esca la a su opuesto diametral, denunciándola como la
d e s e c o n o m í a de escala cuando fracasa la panacea antes defendida, y defender
nuevamente la e c o n o m í a d e e s c a l a cuando esta úl t ima parece ser mas
conveniente.
El segundo caso que mencioné al comienzo de esta disertación me atañe mas
de cerca que el primero, puesto que se refiere a una concepción de organización
del sistema productivo, bajo los principios rectores de la e c o n o m í a planif icada, orientada a proporcionar una opción viable frente al carácter propenso a los
accidentesde la economía de mercado capitalista.
El caso que deseo citar ocurrió en realidad, incluso si actualmente podría
parecer bastante increíble que pudiera ocurrir tal acontecimiento. Sin embargo,
ocurrió. Cuando me enteré de este caso, en el verano de 19S4 (no supe de él por
la prensa, donde estos asuntos no podían mencionarse, sino en una sala de hospital,
de boca de un individuo que fue víctima del caso: mi vecino involucrado
directamente), expuse en público en la primera oportunidad que tuve el disparate
de lo que denominé una "sátira de la vida real" en la cual en un pequeño condado
en el suroeste de Hungría "algunos burócratas sin sentido común sumaron la fecha,
19S2, multiplicada por 100 kilos, a la remesa obligatoria de carne de cerdo que
debía enviar el condado al estado".'^' Lo que fue especialmente absurdo en este
'" I. Mészaros: Szatira és valóság (Sátira y realidad), Szépirodalmi Konyvkiadó, Budapest, 1955, p. 53. Terminé de escribir mi libro en el otoño de 1954 y fue publicado en enero de 1955.
182
Istvan Mészaros; El desafio y la carga del tiempo histórico
caso no es que hub ie ra pasado , sino más bien el hecho de que r e s u l t ó completamente imposible corregir la situación —cancelando la adición astronómica a las obligaciones de una entidad económica relativamente pequeña— incluso después de que se revelara el error obvio y de que las autoridades competentes tuvieran que reconocer que algo había ido t e r r ib lemente mal, con graves consecuencias para las ya precarias condiciones económicas de uno de los condados más pobres de Hungría, el condado de Zalá. Por el contrario, las autoridades decretaron arbitrariamente que no era admisible ninguna reducción, porque entretanto la obligación exagerada se había convertido en una parte legalmente sancionada del "Plan NacionaF'y, por consiguiente, debía cumplirse. Por esta razón, dadas las circunstancias, sostuve que:
es evidente que detrás de estos accidentes se encuentra la inhumanidad de la burocracia. En efecto, éste sería el contenido social y la fuerza característica del evento, incluso si tal acción sorprendente no hubiera sido cometida por un burócrata nato, sino de manera bastante accidental por un simplón subjetivamente bien intencionado, puesto que la acción misma tiene su lógica interna objetiva, que apunta su dedo acusador en contra de la burocracia . ' ' '
Como era de esperar, el condado de Zalá tenía que entregar al Estado la cantidad de cerdos insensatamente inñada. Para ello, debía comprarlos donde pudiera para cumplir sus obligaciones "nacionalmente planificadas", puesto que el número total de cerdos que se criaban en Zalá no se equiparaba ni remotamente a la "cifra legal" que se le había impuesto. En consecuencia, para estar en capacidad de cumplir la ley, el condado de Zalá, una región montañosa donde se usaban los bueyes como fuerza de tracción agrícola, en lugar de caballos que eran mucho menos idóneos para el trabajo, tuvo que cambiar en los condados vecinos muchos de sus bueyes por cerdos, y encima de eso tomar dinero en préstamo, con lo cual enfrentaría más privaciones económicas en el futuro.
No es sorprendente que la arbitrariedad del proceso de planificación económica del cual fueron excluidas las personas que debían sufrir las consecuencias haya generado resentimiento e incluso hostilidad en cada país que se encontraba bajo el sistema socioeconómico del tipo soviético. Para citar sólo un ejemplo: en un libro publicado en 196S, un autor ruso, O.I. Antónov, describió de esta manera la actitud prácticamente de negación de los trabajadores que tenían que someterse a las "normas" impuestas arbitrariamente y a la correspondiente disciplina laboral:
Dos trabajadores que habían sido empleados para descargar ladrillos rápidamente de unos camiones, lo hacían lanzándolos al piso y, en consecuencia, rompían por lo general alrededor de 30 por ciento de los mismos. Ellos sabían que sus acciones iban tanto en contra de los intereses del país como en contra del simple sentido común, pero su trabajo era evaluado y pagado sobre la base de un indicador de tiempo. Por ende, se les sancionaría, en efecto no podrían ganarse la vida, si ordenaban los ladrillos cuidadosamente en el piso. Su manera de hacer el trabajo
''2 Ibid., p. 55.
183
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la c rga del tiempo histórico
era inadecuada para el país, pero, a primera vista, buena para la planificación hecha. Entonces,actuaban en contra de su conciencia e inteligencia, pero con un profundo resentimiento hacia los encargados de la planificación: "No quieren que se haga de la manera como lo estipularía una buena administración, sino que presionan para que se haga cada vez más rápido. ¡Dale! ¡Dale!" En consecuencia. en todo el país, ciudadanos decentes y responsables, seres perfectamente racionales. actuaban de manera ruinosa, casi criminal.'^^
Por ende, la marcada y aparentemente irreconciliable contradicción entre el
proceso de planificación y las necesidades de las personas al servicio de quienes
debía encontrarse el "plan nacional" legalmente ejecutado tenía que terminar tarde
o temprano con la implosión del sistema socioeconómico del tipo soviético, en
vez de remediar, como se había prometido, los defectos del capitalismo.
6.2 LA NECESIDAD DE UNA PLANIFICACIÓN GLOBAL
Sin embargo, sería totalmente erróneo concluir, como lo hicieron muchos
intelectuales, tanto en el Este como en Occidente después del derrumbamiento
de la "perestroika" de Gorbachev, que la p lan i f i cac ión c o m o tal no podía tener
futuro alguno y que, por lo tanto, no podía haber ninguna alternativa frente a la "economía de mercado". Durante un t iempo, con el nombre de economía de mercado algunas personas, inclusive los ideólogos de Gorbachev,'^* trataron de
postular un sistema económico que no era solamente compatible con el socialismo,
sino que también idealmente apropiado para él. Prometieron el establecimiento
del "socialismo de mercado" y decían que su ventaja excepcional era que coexistía
en plena armonía con la democracia; v, en efecto, más que eso, es decir, que desde
su punto de vista era una "garantía de socialismo v democracia". Sin embargo,
pronto se hizo evidente que toda la charla sobre las insuperables virtudes de la "sociedad de mercado" era en el mejor de los casos solamente una manera tímida
de abogar por la absoluta permanencia del capitalismo.'"'
"^ O.I. Antónov citado en Moshe Lewin: Stalinism and the Seeds of Soviet Reform: the Debates of the 1960s. Londres; Pluto Press, 1991, p. 148. "" Vadim Medvédev, presidente del Comité Ideológico del Partido Soviético y miembro del Politburo de Gorbachov, era oficialmente llamado "el jefe ideológico". Como taL proclamó que "Las sociedades anónimas no son en manera alguna contrarias a los principios económicos socialistas. Consideramos que la reorganización profunda de las relaciones de propiedad y la diversidad e igualdad de todas sus formas son una garantía de la renovación del socialismo" (Vadim A. Medvédev: "The Ideology of Perestroika". en Perestroika Annual, vol. 2, editado por Abel G. Aganbegyan. Londres: Futura Publications, Macdonald & Co. Ltd., 1990, p. 32.). También proclamó que la nueva dirección que había tomado la economía, con sus relaciones de propiedad capitalísticamente reorganizadas y sus sociedades anónimas, garantizará el progreso democrático social del país (Ibid., p. 27). Naturalmente, ninguna de las proyecciones esperanzadas que hicieran los ideólogos de Gorbachov pudo hacerse realidad. '•'"' En efecto, las teorías infundadas del "socialismo de mercado" y de "la economía de mercado social" dieron paso muy rápidamente a la defensa de, incluso, la versión más
184
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
R e t o m a r e m o s la i m p o r t a n c i a de la planif icación pa ra la h u m a n i d a d en su
con jun to en el f u tu ro , de spués de e x a m i n a r a lgunos asun tos c o n e x o s i m p o r t a n t e s .
Pero ya al l legar a es te p u n t o , d e b e m o s subrayar que la ciega hos t i l idad hacia la
p lan i f i cac ión q u e nos es famil iar a t o d o s h a c e caso o m i s o de a l g u n o s h e c h o s
h i s t ó r i c o s d e s c o n c e r t a n t e s p e r o i n n e g a b l e s . Es asi , p o r e j e m p l o , q u e i g n o r a
p r e m e d i t a d a m e n t e el c a r á c t e r i n e l u d i b l e d e la p l a n i f i c a c i ó n e n c i e r t a s
c i rcuns tanc ias , inc luso para los países capi tal is tas más r icos y p o d e r o s o s . C i t e m o s
el i n fo rme de p r i m e r a m a n o de Ha r rv Magdoff, qu ien en su ca rác te r de funcionar io
de planif icación del g o b i e r n o fue p a r t i c i p a n t e d i s t ingu ido en tal e m p r e s a :
La necesidad de la planificación central quedó evidenciada en Estados Unidos
durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las prioridades nacionales eran obvias
(por ejemplo, aviones militares vs. autos civiles, tanques vs. neveras domésticas,
cuarteles rs. casas para civiles). La planificación central fue la única manera de
lograr un milagro industrial. En seguida se proporcionaron los armamentos, los
medios de transporte, los alimentos, la vestimenta v el alojamiento para las fuerzas
militares que combatían en dos continentes. En efecto, las autoridades en
Washington determinaban lo que debía v no debía producirse (no de manera
detallada, pero con las instrucciones suficientes para garantizar que se satisficieran
las prioridades más urgentes) , qué tipo de nueva capacidad productiva debía
construirse, y cómo distribuir la producción insuficiente de metales, suministros
industriales, maquinaria metalmecánica, etc. Una de las ideas equivocadas más
lamentables en la actualidad surge de equiparar el método soviético con la
planificación nacional. Las fallas de la planificación al estilo soviético se toman
entonces para probar que la planificación nacional está destinada al fracaso. Pero
no existe una buena razón para suponer que el modelo soviético sea el único
conservadora del capitalismo neoliberal. Como comentó con aprobación The Economist: "Una economía de mercado sin ningún adjetivo". Eso es lo que Vaclav Klaus insiste
que se necesita en Checoslovaquia, donde ha sido ministro de Finanzas desde comienzos de diciembre. No es para él la "economía de mercado social", frase que se ha difundido en otras partes de Europa del Este. Este economista de 48 años de edad, de voz suave, pero sonrientemente seguro de sí mismo, cree que la mitad de las medidas serán menos que inútiles. Para reactivar el mercado rápidamente, Klaus y su ministerio están preparando un buen número de leyes nuevas para permitir el funcionamiento de mercados financieros al estilo occidental (...) Klaus y sus compañeros delegados checoslovacos en Davos estaban ansiosos por distanciarse de las reformas de 1968 [es decir, de la "Primavera de Praga", I. M.]. Pero se sentían felices de tratar de trabar amistad con la empresa occidental. No buscan ayuda, sino capital accionario, y parece no preocuparles si este capital llega a través de empresas mixtas, inversiones de tipo totalmente nuevo o compras directas de empresas checas. Como buen friedmanista, Klaus no muestra ningún interés en imponer el resultado de las fuerzas del mercado: su función es mantener los precios estables, al t i empo que el negoc io hace su t rabajo . "F inanc ia l Reform in Czechos lovak ia : A Conversation with Vaclav Klaus", The Economist, 10 de febrero de 1990. No fue ninguna sorpresa que el friedmanista Vaclav Klaus fuera promovido rápidamente a ocupar el cargo de pr imer minis t ro de Checoslovaquia ( luego República Checa). Ocupó esa posición clave durante largo tiempo, para deleite de los grandes círculos empresariales de las "sociedades de mercado" occidentales.
185
Istvan Mészaros; j j desafio y la carga del tiempo histórico
posible. Es un si.stema que evolucionó en circunstancias históricas determinadas. En todo caso, sus fallas deben estudiarse en profundidad para evitar repetir sus errores. (...)[ En] la Unión Soviética, la producción por el puro placer de producir, en lugar de la producción para el uso, reemplazó a la producción dirigida a la obtención de beneficios. Aunque la lógica de la acumulación en las sociedades postrevolucionarias difirió notablemente de la del capitalismo, la dirección de su actividad productiva, inclusive el deterioro del ambiente, se asemejó en gran
medida a los patrones del desarropo capitalista.''^''
El tipo de imperativo que indujo a Estados Unidos a emprender la planificación
cen t r a l no está en m o d o a lguno l imi tado a las c i r cuns tanc ias bas tan te
extraordinarias de una guerra mundial. Se aplica a todas las grandes emergencias
his tór icas c o m o , po r e j emplo , las condic iones ecológicas pel igrosas de
supervivencia ya presagiadas como un asunto de normal idad , para nuestro propio
futuro.
Esto se explica por la simple razón de que el modo de funcionamiento de un
sistema formado por una multiplicidad de capitales —que resulta ser, por definición,
s iempre caracter ís t ico del sistema capitalista p r ivado , sin impor t a r cuan
subdesarrollado o avanzado— no puede evitar ser c e n t r í f u g o , halando los
microcosmos que lo constituyen en diferentes direcciones, independientemente
de si tal "cent r i fugal idad" p r o d u c e consecuencias posi t ivas o negat ivas .
Evidentemente, sin embargo, en las condiciones de una gran emergencia histórica,
como la posible devastación ecológica a la que venimos de hacer referencia, la
d e t e r m i n a c i ó n in terna centr í fuga del sistema, que tiende a la perturbación y
a la intensificación de los peligros, debe ser contrarrestada con alguna forma de
autoridad de cohesión-inducción, y de ser necesario enérgicamente impos i t iva ,
cuyo poder de intervención debe depender de la naturaleza y la magnitud de los
problemas generados por el modo de operación necesariamente centrífugo del
sistema capitalista. El tipo de planificación central que se puso en práctica en
Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial fue sólo un caso específico de
la variedad de formas posibles que inevitablemente surgirán de los imperativos y
las determinaciones generales de las grandes emergencias en circunstancias
históricas muy diferentes. Por consiguiente, resulta útil tener en cuenta por lo
menos estas consideraciones, cuando tratamos de poner en perspectiva el prejuicio
ciego en contra de la planificación central en general que se ha puesto muy de
moda, especialmente en la última década.
6 . 3 LA ESTRUCTURA DE ÍV\ANDO JERÁRQUICA DEL CAPITAL
Existen algunas excelentes razones para adoptar una posición más crítica
frente al mensaje autocomplaciente de las teorías económicas neoliberales
'"" Harry Magdoff: "Are these Lessons to be learned?". Monthly Review, febrero de 1991, pp. 13-17.
186
Istvcfn Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
dominantes de las últimas décadas, a fin de tener una visión más realista del futuro,
capaz de imaginar una alternativa viable frente a los acontecimientos en curso.
Puesto que, después de todo, incluso las palabras tranquilizadoras habituales de
The Economis t ahora parecen ser llevadas a un segundo plano por los principales
teóricos del diario. En su lugar, nos invitan a pensar en el hecho nada tranquilizador
de que "la producción industrial de Estados Unidos se redujo nuevamente en
julio, por décimo mes consecutivo, el período de descenso más largo desde 1983.
La producción se sitúa ahora más de 4 por c i e n t o p o r debajo d e su n ive l máximo. Sin embargo, Estados Unidos no es el único. La p r o d u c c i ó n industrial está d e s c e n d i e n d o en t o d o el mundo".'"" Lo que hace que este giro de los
acontecimientos sea peor, según The Economis t , es que la tendencia recesiva ya
innegable en los países capitalistas avanzados —uniformemente mala en todos ellos,
por primera vez desde la década de los noventa— no puede aliviarse en la actualidad
con una tendencia compensadora en las llamadas "economías emergentes", por
oposición a 1990 y su período posterior inmediato. "En 1990, el crecimiento fue
relativamente activo en las economías emergentes, que mantuvieron a flote las
exportaciones provenientes del mundo rico. Esta vez, sin embargo, el mundo
emergente también está en problemas: la producción industrial cayó en 10 por
ciento o más durante el año pasado en varias economías del Este asiático".''''*
Naturalmente , incluso en estas circunstancias, cuando puede admitirse
públicamente la existencia de problemas graves en todo el mundo, la posición
estratégica teórica de The Economis t desde la cual se buscan soluciones, sigue
siendo cautiva de la perspectiva desesperadamente cortoplacista del diario. En
consecuencia, la última oración del artículo en el cual se enumeran los problemas
económicos que crecen por doquier, finaliza, de modo característico, con estas
palabras: "Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos se reúna el 21 de agosto
para fijar las tasas de interés, tendrá otros motivos de preocupación además de la
debilidad de la economía de Estados Unidos". '^ ' Esta no es una línea muy
convincente que seguir, en vista del pasado reciente. Puesto que esperar que los
correctivos a los problemas cada vez más profundos de la tendencia recesiva
mundial vengan de la s épt ima i n t e r v e n c i ó n de la Reserva Federal de Estados
Unidos, después de su incapacidad dolorosamente obvia para producir mejoras
significativas en la economía inactiva a través de las seis in tervenc iones anteriores en Estados Unidos solamente, no es mucho mejor que creer en brujería. Después
de todo, la estrategia de producir una solución positiva, postulada con anhelo, por
medio de la reducción de la tasa de interés clave no había producido ninguna
"'' "World Economy: Nowliere to Hide. Economies Almost Everywliere are Looking Sick". The Economist, 18-24 de agosto de 2001, p. 64. "* Ibid. Las cifras más actualizadas de la recesión industrial son: en Malasia 10 por ciento, en Taiwan 12 por ciento, y en Singapur -país que durante mucho tiempo fue considerado ejemplar- no menos de 17 por ciento. ""> Ibid.
187
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
mejora en la segunda economía más poderosa del mundo, Japón, donde el Banco
Central del país estableció la sorprendente tasa de interés c e r o , al tiempo que
dejó a la economía estancarse a la peligrosamente elevada tasa d e r e c e s i ó n industr ia l de 8 p o r c i e n t o . Los graves problemas que estamos experimentando
hoy día provienen de un nivel mucho más profundo de de te rminac iones
socioeconómicas y políticas que el que podría alcanzarse con los instrumentos de
los ajustes monetarios y fiscales.
La gran dificultad reside en que para poder concebir una alternativa
significativamente diferente y viable frente al convulsionado orden actual debemos
adoptar una perspectiva de mucho más largo plazo. No es suficiente pensar en
introducir ajustes parciales —en el espíritu del famoso consejo de hacerlo "poco a
poco"— a las condiciones socioeconómicas dadas. En efecto, ni siquiera es suficiente
pensar en términos de "derrocar el capitalismo" a favor de una sociedad que se
ajuste a los parámetros estructurales del ahora difunto orden poscapitalista de tipo
soviético. Esto se ha intentado, con gran sacrificio humano, y ha fracasado de manera
concluyente, finalizando sus días con una gran implosión no sólo en la antigua
Unión Soviética, sino también en toda Europa del Este. A fin de producir los
cambios requeridos, es necesario pensar en una empresa muchísimo más difícil: la
labor histórica de superar la lógica objetiva del capital en sí, mediante un intento
sostenido de ir más allá de l capita l mismo.'**" Puesto que el derrocamiento del
Estado capitalista y de las personificaciones capitalistas privadas del capital no
puede crear por sí mismo otra cosa que no sea un sistema fatídicamente ines table , que tarde o temprano debe volver al orden capitalista si no logra ir más allá del
capital.
El capital no es simplemente un conjunto de mecanismos económicos, como
a menudo se conceptualiza su naturaleza, sino un modo mult ifacét ico de
reproducción metabólica social, que lo abarca todo v que afecta profundamente
cada aspecto de la vida, desde lo directamente material y económico hasta las
relaciones culturales más mediadas. En consecuencia, el c a m b i o estructural s ó l o es fact ib le a través de l c u e s t i o n a m i e n t o de l s istema del capita l en su to ta l idad c o m o u n m o d o de c o n t r o l m e t a b ó l i c o soc ia l , en lugar de
introducir ajustes parciales en su estructura.
"" Esto no está dicho en retrospectiva, tras el derrumbamiento del sistema soviético. Traté de analizar en gran detalle las razones por las cuales debe adoptarse el enfoque mucho más difícil -de ir más allá del capital- junto con las condiciones en las cuales puede llevarse a la práctica, en un libro titulado en inglés Beyond Capital: Towards a Theory of Transition (Merlin Press, Londres, y Monthly Revievi Press, Nueva York, 1995, xxvi+994 páginas. En español. Más allá del capital: hacia una teoría de la transición. Caracas: Vadell Hermanos Editores, 2001, xlvi+1154 páginas.). El libro tardó 25 años en ser escrito, y en él se previo a mediados de la década de los setenta el restablecimiento del capitalismo en el sistema de tipo soviético.
188
Isjyan Mészáros: Ej cjesaffo ji^ljjM£^
Como nos indica la experiencia histórica del siglo veinte, ambos bandos del
movimiento laboral —los reformistas/socialdemócratas v los posrevolucionarios
estalinistas— establecieron el objetivo de la transformación socialista muy dentro
de los confines estratégicos globales del orden establecido v, en consecuencia, no
lograron poner a prueba las determinaciones sistémicas del capital y su lógica de
autorreproducción. El reformismo socialdemócrata estaba condenado al fracaso,
porque deseaba reformar el capitalismo, al tiempo que aceptaba sin reservas sus
limitaciones estructurales. Por ende, de manera inherentemente contradictoria,
deseaba instituir una transformación reformista del capitalismo —al principio incluso
hasta el punto de convertirlo, a medida que transcurriese el t iempo, en socialismo
(bajo el lema bernsteiniano de "socialismo evolutivo")- sin cambiar su sustancia
capitalista. Del mismo modo, el sistema socioeconómico posrevolucionario siguió
atrapado por las alienantes limitaciones estructurales del capital en sí, aun cuando
estableció un modo poscapitalista de extraer el excedente del trabajo por medios
políticos directos a un ri tmo impuesto y, de este modo, dio origen a un nuevo tipo
de medio de imposición del imperativo temporal del capital (en lugar del anterior,
impuesto por el mercado), como conviene al sistema del capital en todas sus
formas plausibles. Esta también es la razón por la cual todos los intentos de reforma
postestalinistas debían fracasar, inclusive la "perestroika" programáticamente
reestructuradora de Gorbachev. La contradicción inherente de estos intentos de
reforma posrevolucionarios no fue menos aguda que la que caracterizó a sus
contrapartes socialdemócratas en el Occidente, puesto que ellos trataron de
"reestructurar" el orden existente sin cambiar en lo absoluto su estructura de
mando jerárquica y explotadora.""
Por ende, si el asunto crucial del poder de control metabólico social del
capital no se aborda de manera sostenida, en forma de transformaciones estratégicas
globales llevadas a cabo de manera sistemática (por oposición a medidas reactivas
más o menos aisladas), en ese caso incluso la intervención política más radical en
una situación de crisis de envergadura - q u e fuera tan trascendental como el
derrocamiento del Estado capitalista ya experimentado históricamente en varios
países- está destinada a permanecer "unidimensionaimente" inestable y en última
instancia en peligro. Para poder producir la transformación socialista deseada de la
sociedad, es necesario cambiar la estructura de m a n d o jerárquica de l capital . Esto es necesario porque, sin hacerlo, no puede haber ninguna reorientación exitosa
de la economía en el espíritu de la p r o d u c c i ó n para el u s o . Sin embargo, estamos
hablando de un aspecto mucho más fundamental que la conquista de las palancas
de control de los niveles altos del Estado político, puesto que cada componente,
independientemente de cuan grande o pequeño, del modo de control metabólico
"" Véase a este respecto !os capítulos 17 ("Las formas cambiantes del dominio del capital") y 20 ("La línea de menor resistencia y la alternativa socialista") de Más allá del Capital.
189
istván Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
social del capital t iene su propia es t ruc tu ra de mando que se encuent ra
profundamente enraizada y que busca su propia ventaja, tradicionalmente orientada
a asegurar la e x p a n s i ó n (sin preocupación por el uso ni la necesidad humana
real) e impulsada por la a c u m u l a c i ó n (lo que favorece la adopción de sus
modalidades más fácilmente alcanzables, incluso si es extremadamente perjudicial
desde el punto de vista ambiental u otros sentidos). Éste es el circulo vicioso que
debe romperse si se aspira de alguna manera al éxito de las metas socialistas
proclamadas. Pero para poder hacerlo, la estructura de mando jerárquica heredada
de, incluso, el más pequeño microcosmos metabólico social del capital debe
reemplazarse con una alternativa productivamente viable.
6 . 4 DE LAS PREDICCIONES BASADAS EN "LEYES ECONÓMICAS QUE
TRABAJAN A ESPALDAS DE LOS INDIVIDUOS" A LAS ANTICIPACIONES
DE UN FUTURO CONTROLABLE
Estamos acostumbrados a pensar en e x p a n s i ó n y a c u m u l a c i ó n como
inseparables y, por ello, aceptamos el círculo vicioso paralizante de nuestras
condiciones históricamente creadas e históricamente alterables de la existencia
socioeconómica como una determinación natura l . Sin embargo, al hacerlo,
claramente se desprende que no puede haber n i n g u n a a l ternat iva distinta del
sistema del capital, puesto que sería contraproducente renunciar a la idea de
combinar la expansión de las necesidades humanas con un potencial de producción
cor respondien te para su satisfacción v, en efecto, también para ayudar al
enriquecimiento de las necesidades humanas mediante el desarrollo productivo
de la sociedad. Las concepciones utópicas del pasado se condenaron a ser fácilmente
descartadas e, incluso ridiculizadas, al caer en la trampa de renunciar a la idea de
instituir un sistema productivo en satisfactoria expansión que estuviera en plena
armonía con las demandas planteadas por las necesidades humanas en extraordinaria
expansión. Desafortunadamente, lo hicieron en lugar de poner en tela de juicio el
círculo vicioso de la inseparabilidad que recién mencionamos.
En realidad, sin embargo, la supuesta relación de la inseparabilidad "natural"
sólo es válida en el sistema del capital, puesto que bajo el dominio del capital el
imperativo de la a c u m u l a c i ó n se reduce, con arbitrariedad e irrevocabilidad
históricas, a la a c u m u l a c i ó n de capital . Incluso la acumulación de largo plazo
del conocimiento humano debe conver t i rse , de la manera más selectiva y
restrictiva, en un atributo del capital, en el sentido de que para apropiarse de él y
reconocerlo socialmente, así como utilizarlo productivamente, pr imero debe
adquirir su legitimidad como ac t ivo de capital . Y la relación enviciante también
funciona en sentido inverso, puesto que bajo el dominio del capital, el único tipo
de expansión que puede considerarse expansión genuina (el "crecimiento"
normalmente sin apelativos) es el que lleva consigo la acumulación de activos de
190
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
capital. Ésta es la razón por la cual la opción frente a nuestro turbulento orden
socioeconómico que debemos visualizar significa: romper el círculo vicioso en
cuestión yendo más allá del capital mismo, y simultáneamente insistir en la necesaria
separación de la expansión (definida adecuadamente) de las limitaciones y
restricciones inevitables impuestas por la acumulación del capital.
Naturalmente, la redefinición necesaria de la teoría económica y la política
"más allá del capital" supone algunos cambios trascendentales, en comparación
con sus formas tradicionales, puesto que no puede suponerse que persistirá en
tales condiciones tan radicalmente diferentes la base material de las d e t e r m i n a c i o n e s cuas inaturales sobre la que se han erigido desde el momento de su
nacimiento.
La teoría económica moderna se concibió originalmente, de manera bastante
apropiada, como un enfoque teórico con sus propios principios rectores adecuados.
Ya en el siglo XVIIÍ algunos economistas clásicos, v más explícitamente Adam
Smith, expresaron una preocupación legítima encaminada a salvaguardar la nueva
ciencia de la economía política de la interferencia de los políticos en particular e,
incluso, de entidades políticas enteras, v se estipuló en relación con estas últimas
que ningún cuerpo ni Senado debía tratar de manipular el marco objetivo del
desarrollo económico espontáneamente beneficioso.'^' La caótica multiplicidad
de interacciones económicas individuales se idealizó en esta concepción, con
referencia a la célebre m a n o inv i s ib le como aljjo misteriosa, pero siempre
benevolente guía de las decisiones individuales.'*^ Por consiguiente, Adam Smith
reconoció, aunque de manera idealizada, que el carácter c entr í fugo de la sociedad
capitalista necesitaba algunos correctivos vitales, para que la caótica multiplicidad
'*•' En los términos de Adam Smith: "El magistrado que intentase dirigir a los particulares sobre la forma de emplear sus respectivos capitales, tomaría a su cargo una empresa imposible a su atención, impracticable por sus fuerzas naturales, y se arrogaría una autoridad que no puede fiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un Senado, aunque sea el más sabio del mundo, de manera que en cualquiera que presumiese de bastarse por sí solo para tan inasequible empeño sería muy peligrosa tan indiscreta autoridad". A. Smith: An Inquiry into The Nature and Causes of The Wealth of Nations, editado por J.R. McCulloch, Adam y Charles Black, Edimburgo, 1863, p. 200. '*' "(...) y como cualquier individuo particularmente procura poner todo el empeño en emplear su capital para sostener la industria doméstica, así como en elegir y dirigir aquel ramo que ha de dejar productos de más valor, cada uno de por sí viene a esforzarse, sin intentarlo directamente, en conseguir el máximo de renta anual de la sociedad en común. Ninguno por lo general se propone originariamente promover el interés público, y acaso ni aun conoce cómo la fomenta cuando no abriga tal propósito. Cuando prefiere la industria doméstica a ¡a extranjera, sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto sea del mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención. (...) porque, siguiendo cada particular por un camino justo y bien dirigido, las miras de su interés propio promueven el de común con más eficacia, a veces, que cuando de intento piensa fomentarlo directamente". Ibid., pp. 199-200.
191
Istva'n Mazaros: El desaflb y la carga del tiempo histórico
de las interacciones económicas que establecen los "individuos" —en su imagen
limitados característicamente a los i n d i v i d u o s q u e p o s e e n el capi ta l , quienes
en palabras de Smith emplean "su capital para sostener la industria doméstica"— no
se hiciera pedazos como consecuencia de que sus componentes halaran en
direcciones muy diferentes.
En realidad, las determinaciones centrífugas del proceso de reproducción
capitalista no surgen simplemente de las intenciones divergentes de los individuos,
sino simultáneamente también de los intereses irreconciliables de las clases
antagónicas conformadas por los individuos de la sociedad. Existen dos correctivos
vitales a la"centrifugalidad"del sistema capitalista, de otra manera peligrosamente
destructiva. El primero es el mercado, cuva importancia es casi universalmente
reconocida. Sin embargo, esto no es así en el caso del segundo correctivo esencial:
el papel más o menos importante de la intervención aplicada por el Estado
capitalista. En este sentido, incluso los más vociferantes —v fervorosamente
exagerados— defensores del "mercado", como Hayek y sus seguidores, asumen
una posición completamente irrealista, al invitar a los partidarios conservadores
neoliberales a "hacer retroceder las fronteras del Estado", cuando en realidad sin
su opuesto diametral, es decir, el papel de apovo cada vez mayor que ejerce el
Estado, el sistema capitalista no podría sobrevivir ni un solo día.
Claro está, el reconocimiento del antagonismo básico entre el capital y el
trabajo no podía ser parte integral del escenario de Adam Smith. En parte por esta
razón, él pudo todavía ignorar más o menos la importante función correctiva del
Estado; v pudo hacerlo en parte también porque el Estado capitalista en sus días
desempeñaba un papel intervencionista considerablemente menos pronunciado
que el que tiene en nuestros días. Sin embargo, de cierta manera, el papel que
Smith asignó a la "mano invisible" desempeña ambas funciones correctivas, aun
cuando no están claramente delimitadas. En efecto, la caracterización bastante
misteriosa de la "mano invisible" fue consecuencia de la necesidad de fusionar en
una las dos funciones correctivas percibidas bastante vagamente, al tiempo que
también se deseaba proteger los procesos económicos capitalistas espontáneos de
los políticos que "presumiesen de bastarse por sí solos" para intervenir. El papel
del mercado como generador de cohesión pareció lo suficientemente obvio en la
manera como se suponía que la "mano invisible" guiaba las intenciones de los
individuos y promovía al mismo tiempo sus intereses particulares. Pero la naturaleza
beneficiosa y eficaz de la "mano invisible" no se quedaba alli, puesto que también se
decía que los individuos eran guiados para "emplear su capital para sostener la
industria doméstica", que resulta ser una de las funciones correctivas más
importantes del Estado capitalista.
En el siglo XX, ya no fue posible dejar vagamente definido el papel correctivo
y protector del Estado. Los economistas debían tomar una posición a favor o en contra . El intento de Hayek de idealizar ahistóricamente la "mano invisible" de
Adam Smith v, al mismo tiempo, satanizar la intervención del Estado como el
192
Istv/an Mészáros: El desafio y la carga j e ! tiempo histórico
camino a la s e r v i d u m b r e —como lo plantea el titulo de su famoso libro The Road to Serfdom— sirvió a un propósito eminentemente conservador. Pero incluso tal hostilidad no pudo negar el carácter objetivo de la tendencia condenada misma. En contraposición, Keynes asumió una actitud completamente positiva en este sentido. Contrariamente a sus detractores neoliberales, quienes lo acusaron de tener intenciones ant i l iberales —aunque sólo denunció en electo la persistencia de las fantasias de! laissez-faire— , Keynes adoptó un punto de vista positivo en re lac ión con la p a r t i c i p a c i ó n del Estado en la ges t ión e c o n ó m i c a , incondicionalmente a favor de la supervivencia del capitalismo privado, aunque algunos de sus seguidores trataran de utilizar su enfoque para fines reformistas con orientación más izquierdista (en general no más exitosamente que algunos ministros conservadores de la posguerra en Gran Bretaña). Pero resultó claro para Keynes que los cambios en las determinaciones v condiciones objetivas del desarrollo económico y político del siglo XX hicieron necesario ajustar en consecuencia la política económica global, en contraposición a los tiempos pasados del capitalismo del laissez-faire.'*'^ Esta posición fue convincentemente expresada en un pasaje importante de su Teoría general :
Por consiguiente, mientras e¡ ensanchamiento de ías funciones de gobierno, que supone la tarea de ajustar la propensión a consumir con el aliciente para invertir, parecería a un publicista del siglo XIX o a un financiero norteamericano contemporáneo una limitación espantosa al individualismo. Yo las defiendo, por el contrario, tanto porque son el único medio practicable de evitar la destrucción total de las formas económicas existentes, como por ser condición del funcionamiento afortunado de la iniciativa individual. (...) Los sistemas de los estados autoritarios de la actualidad parecen resolver el problema de la desocupación a expensas de la eficacia y la libertad. En verdad el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que, aparte de breves intervalos de excitación, va unida —y en mi opinión inevitablemente— al capitalismo individualista de estos tiempos; pero puede ser posible que la enfermedad se cure por medio de un análisis adecuado del problema,conservando al mismo tiempo la eficacia v la libertad. "*>
Por consiguiente, los principales teóricos que adoptaron la posición estratégica de la economía capitalista formularon sus concepciones sobre la base de las determinaciones objetivas —de hecho casi naturales — del sistema que favorecían. Si al final se demostró que Keynes era del todo ingenuo en su pronóstico de que "el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que va unida al capitalismo individualista de estos tiempos" (idea que repitieron luego sin mucha convicción Walt Rostow v otros), ésa no fue simplemente su culpa como pensador. La proyecc ión keynesiana esperanzadora estaba dir igida genu inamen te a
"* Véase página 320 de The General Theory of Employment, Interest and Money de John Maynard Keynes. Londres; MacMillan & Co., 1957 (primera edición 1934). "5 Ibid., pp. 380-381.
193
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
contrarrestar un de f ec to estructural objetivo del sistema, un defecto que empezó
a destacarse con creces —derrotando con e x t r e m a bru ta l idad el t ipo de
intervenciones correctivas compatibles con la defensa explícita de las "formas
económicas existentes" que hiciera el mismo Keynes— en una etapa de desarrollo
posterior y que se impuso de manera irreprimible con el principio de la crisis
estructural del sistema del capital en general.
Las determinaciones casi naturales que se manifiestan bajo el dominio del
capital son casi naturales precisamente porque "trabajan a espaldas de los
individuos", incluidos entre ellos los responsables de tomar decisiones económicas
y políticas. Esto se aplica también a la manera como pueden introducirse los
correctivos mencionados arriba, independientemente de cuan "conscientes" puedan
ser las intenciones de los encargados de tomar decisiones. La ceguera que se deriva
de las determinaciones que trabajan a espaldas de los individuos afecta no sólo a
los responsables de tomar decisiones d i rec tamente involucrados —con sus
anticipaciones, a menudo frustradas, en el ámbito del mercado— sino también a los
gerentes de las diversas modalidades de intervención estatal. Por supuesto, esta
circunstancia no disminuye el carácter objetivo de los procesos en curso.
Fundamentalmente, tiende a intensificarlos en el sentido de que confiere a las
determinaciones que los individuos deben enfrentar con su conciencia la objetividad
más problemática de la re i f í cac ión . Esta es la razón por la cual los grandes
pensadores que describen el mundo desde el punto de vista del capital, como
Hegel, sueñan con el "sujeto/objeto idéntico" que en principio superaría los
obstáculos que se elevan frente a la conciencia.
Paradójicamente, las teorías económicas concebidas en el marco de tal
objetividad, que se impone "a espaldas de los individuos", son ayudadas en sumo
grado por las determinaciones casi naturales del funcionamiento del sistema. Aun
si pensamos en esta objetividad relativamente útil solamente como "muletas", es
sin embargo importante para permitir a los pensadores involucrados identificar
—aunque a menudo bastante parc ia lmente — algunas tendencias objetivas
importantes y fundamentar en ellas las políticas propugnadas, como base para la
toma de decisiones. Sin embargo, una vez que prevemos las condiciones que surgen
más allá de l capital , desaparecen de vista las muletas que existían antes, para el
t ipo de t eo r i zac ión económica que c o n o c e m o s . En consecuenc ia , algo
cualitativamente diferente debe reemplazar a las determinaciones casi naturales
como marco orientador de la teoría económica \ de los procesos prácticos
correspondientes de la formulación autónoma de políticas.
La diferencia se vuelve clara cuando tenemos en cuenta el asunto de la
prev i s ib i l idad . En las condiciones del capitalismo, las determinaciones objetivas
del desarrollo se manifiestan como t e n d e n c i a s económicas identificables —y en
ese sentido específico "leyes económicas" (por esta razón es necesario introducir
la limitación resaltando el carácter casi natural de tales determinaciones), por
194
István Mészáros: t\ desafío y la carga del tiernpgjTJstórico
oposición a las leyes mucho más firmes de las ciencias naturales, con su forma
incomparablemente más precisa y confiable de previsibilidad— que pueden ser la
base de las ant i c ipac iones probabi l ís t icas de consecuencias futuras. Este activo,
^ue es simultáneamente también una limitación, circunscribe para bien o para mal
fas posibilidades predictivas de las t eor ías cr í t icas también y no sólo de Jas
producidas por los creyentes incondicionales de las virtudes del sistema establecido.
En efecto, las conclusiones y recomendaciones de política de las teorías críticas y
de las no críticas pueden ser muy diferentes. Pero ambas deben fundamentar sus
evaluaciones en las determinaciones casi naturales de los acontecimientos en curso.
Esta es la manera como pueden preverse las tendencias expansionistas o las
recesiones, a fin de adoptar las medidas que se estimen apropiadas para hacerles
frente.
Todo esto resulta muy diferente cuando pensamos en las teorías económicas
factibles más allá del capital. Una vez que se superan con éxito las limitaciones que
surgen de las determinaciones casi naturales que se imponen "a espaldas de los
individuos", se van con ellas las consecuencias deterministas que se derivan de
ellas y constituven el marco de las anticipaciones probabilísticas anteriores. En
consecuencia, en las nuevas teorías las anticipaciones del futuro no pueden
cons ide ra r se p r e d i c c i o n e s en el s en t ido a n t e r i o r . Se c o n v i e r t e n en
es t ipu lac iones con respecto al futuro, que se desprenden de las decisiones de
política tomadas en un contexto determinado, sobre la base de algunos objetivos
conscientemente fijados por los individuos involucrados, en relación con el
material y los recursos humanos disponibles. En otras palabras, este tipo de
"predicción" es análogo al que ocurre cuando una organización deportiva como,
por ejemplo, la asociación de fútbol estipula y anticipa que un juego dado deberá
comenzar y comenzará el sábado a las 3 de la tarde, lo que en principio debe estar
dentro de las posibilidades de los individuos involucrados.
Por cons iguiente , el hecho de que en la sociedad el "de te rmin í smo
económico" más allá de l capita l se deje atrás conlleva la necesaria consecuencia
de que en las nuevas circunstancias la teoría económica debe encontrar una manera
muy diferente de relacionar el fu turo con el presente. La conceptualización de la
inercia de l pasado como la fuerza c o n d i c i o n a n t e del presente y del futuro va no puede desempeñar más su papel tradicional. En consecuencia, la redefinición
práctica de las relaciones temporales de la interacción social significa que la toma
de decisiones consciente con respecto al [uturo, personificada tangiblemente en
los objetivos que se fijan los individuos para ellos mismos, se convierte en la
fuerza or i en tadora c o n t r o l a b l e del presente, en contraposición con el mismo
papel que antes desempeñaba de manera descontrolada la inercia del pasado.
195
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
6 . 5 PRECONDICIONES OB|ETIVAS PARA LA CREACIÓN DE U N A TEORÍA
ECONÓMICA N O DETERMINISTA
Naturalmente, sin que se den algunas precondiciones objetivas, no hay manera de articular un nuevo tipo de teoría económica —no determinista—, junto con un
marco correspondiente de toma de decisiones políticas consciente.
La raíz del problema está en que la teoría económica no determinista, como
guía para la toma de decisiones consciente, es concebible únicamente cuando las condiciones a las que se refiere, como la base de la evaluación de los objetivos que se persiguen, son t ransparentes . Las teorías que conciben una solución a través
de la "mano invisible" tratan de eliminar el problema en sí decretando una impos ib i l idad de transparencia a priori . Estas teorías pueden adoptar formas
extremadamente conservadoras, tratando de hacer una virtud moral de un papel
que limita a los individuos a subordinarse incondicionalmente a los imperativos
del sistema del capital. El celo de Hayek al promover su cruzada es un ejemplo
destacado de esta manera de evaluar los asuntos. En un artículo programáticamente
titulado "The Moral Imperative of the Market", Hayek escribe:
Para permitir a las personas adaptarse a una estructura que no conocen (y cuyos determinantes tampoco conocen), debemos dejar que el mecanismo espontáneo del mercado les diga qué deben hacer. (...) Nuestro conocimiento moderno nosindica que los precios son señales que informan a las personas lo que deben hacer para ajustarse al resto del sistema. ""'(...) Las personas deben estar dispuestas a someterse a la disciplina que constituye la moralidad comercial.'*''
Por ende, Hayek desea que creamos que al conferir la condición de una
"moralidad" ficticia al imperativo capitalista de someter a los individuos a las determinaciones estructurales de un sistema que en sus palabras ellos no conocen
y que en principio no pueden conocer, y al usar engañosamente d e b e n hacer (como obligación moral), en lugar de t i e n e n q u e hacer , su mensaje autoritario
(según el cual los individuos reacios'**^ deben "ajustarse al resto del sistema") se
convierte en sinónimo de la defensa de la hbertad.Y Hayek continúa con esta línea de razonamiento e impone la imposibilidad de transparencia a priori en nombre
del "mecanismo e spon t áneo del m e r c a d o " (que , al favorecer tendencias
monopolistas y las correspondientes relaciones de poder más inicuas, no es ni un
simple mecanismo ni es espontáneo), aun cuando tiene que admitir que los
'"' Hayek: "The Moral Imperative of the Market", en Martin J. Anderson, ed.. The UnfinishedAgenda: Essays on the Political Economy of Government Policy in Honour of Arthur Seldon. Londres: The Institute of Economic Affairs, 1986, p. 147. '"" Ibid., p. 149. "* En el mismo artículo, Hayek se queja en contra de "La imposibilidad de que un gran número de personas acepten los principios morales que forman la base del sistema capitalista (...) la gran mayoría de las personas (y no exagero) ya no cree en el mercado".
196
IstvárWyiészaros: LI desafío y la carga^el^ tiempo histórico
principios por él defendidos n u n c a han s ido jus t i f i cados racionalmente."*' Al mismo tiempo, sin la más mínima preocupación por la ausencia de justificación
racional, Hayek nos advierte que la adopción incondicional de su "moralidad
comercial" (que bruscamente descarta la idea de la jus t ic ia soc ia l como un
espej ismo"" y convierte por decreto en una o b l i g a c i ó n moral "aprender la
rígida d i sc ip l ina de l mercado") es un "asunto crucial para la preservación
futura de la civilización que debe afrontarse antes de que los argumentos del
socialismo nos lleven de vuelta a una moralidad primitiva".' '"
En realidad, la razón fundamental de la falta de transparencia en nuestra
época no es el hecho ina l terable de que la sociedad esté formada por individuos,
sino la condición r a d i c a l m e n t e a l terable de que estén subsumidos en fuerzas
jerárquicamente estructuradas y antagónicas. Las dificultades básicas que enfrentan
la teoría económica y la toma de decisiones políticas no se derivan de las intenciones
divergentes de los individuos particulares —por cuya razón deben invocarse los
buenos servicios de la "mano invisible", al tiempo que se calla en relación con, o se
distorsiona tendenciosamente, la muy "visible mano" del Estado— sino de la
naturaleza antagónica de las relaciones sociales dominantes. El poder de los
individuos c o m o i n d i v i d u o s part icu lares —y no como personificaciones de
fuerzas sociales que actúan de acuerdo con los imperativos de su "condición social
en la vida"— se exagera enormemente, a fin de prejuzgar el asunto a favor de la
'mano invisible". Sin embargo, la razón principal por la que la toma de decisiones
está incorregiblemente viciada por la opacidad de las determinaciones sociales
puede precisarse exactamente en su carácter adversar io . Por consiguiente, si
deseamos reemplazar la o p a c i d a d d e la o b j e t i v i d a d r e i f i c a d a por la
transparencia de las re lac iones soc ia les c o n t r o l a b l e s , debemos superar la
inercia fatídica de la natura leza adversaria.
La viabilidad de la toma consciente de decisiones políticas y económicas "más
allá del capital" es factible únicamente sobre esta base. La sumisión a una d isc ipl ina ex te r na —ya sea en nombre de ¡a moralidad ficticia que propugna ¡a r íg ida d i s c i p l i n a d e l m e r c a d o o la impos i c ión de la e x t r a c c i ó n f o r z a d a p o l í t i c a m e n t e del excedente del trabajo— está condenada al fracaso en este
sentido. La única disciplina compatible con la concepción de la que estamos
hablando (es decir, un nuevo tipo de teoría económica —no determinista—,
concebida junto con un marco correspondiente de toma consciente de decisiones
políticas) es la d i sc ip l ina in terna adoptada por los individuos sobre la base de
los objetivos compartidos que ellos mismos hayan establecido, de manera no
adversaria, sin la presión de determinaciones conflictivas irreconciliables. De lo
contrario, la conciencia de los individuos se distorsiona incorregiblemente y se
Ibid., p, 148. Ibid., p. 146. Ibid., p. 148.
197
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
transforma en variedades de falsa c o n c i e n c i a , puesto que se ven inducidos a
racionalizar y a justificar las decisiones que les han sido impuestas como si fueran
sus propias decisiones autónomas, correctas y encomiables.
La teoría económica no determinista presupone una relación cualitativamente
diferente entre la economía y la política en dos sentidos. El primero guarda relación
con la conexión directa entre los dos dominios, c ue podría llamarse su relación
interna. Esto se desprende del hecho de que en tanto la preponderancia de las
determinaciones y los imperativos materiales y económicos se deja atrás, los
procesos tradicionales de toma de decisiones políticas pueden redefinirse
apreciablemente de manera mucho menos parcial. El segundo sentido, relacionado
estrechamente con el primero, se refiere al asunto de superar la alienación, tanto
en la economía como en la política. Puesto que la manera como funcionan los dos
dominios bajo el gobierno del capital sólo puede caracterizarse como la alienación
del poder de los individuos en relación con la toma de decisiones —de t o d o s los i n d i v i d u o s , que deben adaptarse al papel alienado que se les ha asignado como
person i f i cac iones de l capital o per son i f i cac iones de l trabajo. Es por ello
que la noción relativa a los "individuos soberanos que imponen sus intenciones y
se esfuerzan por lograr sus intereses particulares en la única sociedad que es
sostenible, la sociedad de mercado" - e n armonía plena con el interés de la sociedad
en su conjunto, gracias a la benevolente "mano invisible"— es tan indefectiblemente
atípica de la situación real.'''^ La toma de decisiones, tanto en politica como en el
dominio de la economía está en realidad terriblemente limitada y distorsionada, en
correspondencia con los imperativos alienantes de la acumulación de capital y de
la expansión a los que ambas deben someterse. Al mismo tiempo, a los individuos
como tales se les niega el poder de tomar decisiones, en el sentido de que sus
"decisiones" son predeterminadas por el "poder de las cosas", en concordancia
con la alienación y la reificación. Por consiguiente, el cambio cualitativo en la
relación entre la economía y la política en el segundo sentido significa la rest i tución a los individuos del poder de tomar decisiones como i n d i v i d u o s soc ia les que
actúan conscientemente. Esta es la única manera posible de reconstituir la unidad
de la política v la economía, junto con la armonización del individuo y de la toma
de decisiones sociales en un sentido significativo del término.
Todo es to t i ene impl i cac iones de gran a lcance para el t i e m p o productivamente utilizable de la sociedad, no sólo en el sentido mencionado antes
de que la redefinición práctica de la interacción social en relación con el fitturo se
convierta en \a íuerza rectora del p r e s e n t e , en contraposición con el papel que
" "La base esencial del desarrollo de la civilización moderna es permitir a las personas lograr sus propios fines sobre la base de su propio conocimiento y no estar limitadas por las metas de las demás personas". Hayek: Ibid., p. 146. Cualquiera que hable en serio en estos términos únicamente puede demostrar no sólo que no vive en la "civilización moderna" de la "sociedad moderna", sino que ni siquiera vive en el mismo planeta que el resto de nosotros.
198
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
una vez desempeñara en este sentido la inercia del pasado. Igualmente importante
es el cambio que tiene lugar con respecto al tiempo directamente controlable por
los individuos como individuos sociales. Como sabemos, bajo el dominio del capital
el t i e m p o n e c e s a r i o que se requ ie re para expandir la producción y la
acumulación del capital es impuesto a los individuos externamente —a través de la
"rígida disciplina del mercado" o mediante las modalidades poscapitalistas de
extracción del excedente de trabajo— como el impera t ivo t empora l indisputable
del sistema. Sin embargo, mientras más avanzado es el potencial productivo de una
sociedad, más dispendioso resulta manejar de esta manera sus relaciones
productivas. Puesto que mucho más allá de la extracción y la apropiación del
excedente de trabajo estrictamente regulado v externamente controlado (bajo el
capitalismo, equivalente de manera restrictiva a la plusvalía), en una sociedad
productivamente avanzada también encontramos la vasta y positiva potencialidad
del t i e m p o d i s p o n i b l e de los individuos, que no puede ser fácilmente utilizado
por el modo de control metabolico social del capital con "eficiencia económica"
externamente manejable.
Naturalmente, no puede haber razón alguna por la que los individuos deban
sentirse i n t e r n a m e n t e / p o s i t i v a m e n t e motivados -condición vital para activar
esta dimensión de riqueza— a colocar su tiempo disponible en el fondo común de
sus prácticas productivas v distributivas, si no se encuentran en pleno control de
su actividad de vida como individuos sociales. Es por ello que, en las condiciones
de naturaleza adversaria v su necesaria ausencia de transparencia, la riqueza
potencialmente inmensa —aunque debido a su misma naturaleza, v para desagrado
del capital, definible sólo cua l i ta t ivamente— del t iempo utilizable de lo
individuos debe desperdiciarse en nuestras sociedades, donde la necesidad de
uti l izarlo de manera creativa está crec iendo en sumo grado día tras día.
Lamentablemente, incluso cuando consideramos la prodigalidad insostenible de
nuestro orden metabolico social, tendemos a concentrarnos en el asunto de la
energía y los recursos materiales primordiales mal utilizados, y a olvidar por
comple to esta dimensión vita! del problema. En contraposición, la teoría
económica no determinista v el marco correspondiente de la toma de decisiones
políticas, basados en la participación activa de todos, no son factibles si no se
desarrolla la gran potencialidad positiva del tiempo disponible de los individuos.
6 . 6 CONTABILIDAD SOCIALISTA Y POLÍTICA EMANCIPADORA
Retomando el asunto de la planificación como conclusión de esta disertación,
debe resaltarse en primer lugar la importancia v la gran dificultad de instituir la
planificación g lobal .
Ya hemos visto que durante la Segunda Guerra Mundial, incluso el gobierno
del país más poderoso en términos capitalistas, Estados Unidos, tuvo que adoptar
la planificación central, a lin de garantizar las condiciones materiales necesarias
199
s
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
para obtener la victoria sobre Hitler. Claro está, esto ocurrió en las condiciones
extremas de un estado de emergencia. Sin él, las determinaciones históricas v
sociales del sistema capitalista hacen más problemáticos todos los intentos de
establecer la planificación global. Sin embargo, los promotores de la idolatría del
mercado distorsionan este asunto como si la oposición entre la "planificación
central" y la "elección individual" fuera una oposición metafísica eterna. Sin embargo,
la "elección individual" —y la idea conexa de la "autonomía local"— no significa
absolutamente nada si las elecciones "autónomas" que hagan los individuos o los
grupos de individuos localmente quedan anuladas por los imperativos materiales
del sistema económico v las directrices autoritarias de su estructura de mando
general. Sin introducir las limitaciones históricas apropiadas, la muy favorecida
oposición entre la "planificación y la elección individual" —así como la oposición
entre "crecimiento versus no crecimiento"— sólo puede ser una o p o s i c i ó n falsa que busca su propia ventaja.
En circunstancias normales, en la variedad capitalista de nuestro orden
reproductivo social, no puede haber planificación g loba l . Éste debe seguir siendo
el caso, incluso cuando las gigantes corporaciones casi monopolistas adoptan una
forma problemática de planificación, necesar iamente t runcada. Su t ipo de
planificación debe ser t runcada, porque ellos mismos sólo pueden ser casi
monopolistas, independientemente de cuan gigantes sean, puesto que nunca pueden
acaparar el mercado mundial ni siquiera en su propio ramo relativamente restringido
de actividad productiva, y mucho menos su totalidad. Por supuesto no sorprende
el hecho de que la planificación corporativa incorregiblemente truncada a veces se
idealice como planificación plenamente viable en todo sentido, como lo ha hecho
John Kenneth Galbrai th. '" Pero tal evaluación del problema no equivale a nada
más que un pensamiento esperanzador. En efecto, en el caso de Galbraith, la noción
extremadamente exagerada de la planificación de la gran corporación se encontraba
incluso casada con la idea de que —debido al proceso de planificación supuestamente
compartido por la economía soviética en su conjunto y las gigantes corporaciones
de Estados Unidos— en las circunstancias dadas los dos sistemas ya estaban en
efecto c o n v e r g i e n d o hacia algo cualitativamente diferente, tanto del capitalismo
como del socialismo. Huelga decir que nada podría alejarse más de la realidad que
la proyección ilusionada de la "convergencia" de las dos sociedades, como lo ha
demostrado claramente la espectacular implosión del sistema soviético y la
subsiguiente restauración del capitalismo en toda Europa del Este.
La necesaria frustración de la planificación bajo el capitalismo"* empezó a
destacarse en Gran Bretaña durante el gobierno de Harold Wilson que se formó
" ' Véase su libro: The New Industrial State, edición revisada y actualizada, Nueva York, 1971. " ' Sería factible un cambio importante en este sentido sólo en circunstancias en las que -debido a algunas crisis económicas y políticas importantes- la presión de las masas populares, junto con la buena disposición de las fuerzas más progresistas del cuerpo
200
Istv¿n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
después de la victoria electoral del Partido Laborista en 1964. En esa época, Wilson
todavía estaba hablando de "conquistar las posiciones de poder de la economía" e
inventó un nuevo ministerio de Economía para Lord George Browrn, el líder adjunto
del Partido Laborista. Se suponía que este ministerio introduciría algunos cambios
importantes en la gestión de la economía británica, en armonía con el defendido
proceso de planificación. Sin embargo, resultó que este intento fue un completo
fracaso, y la aventura hubo de llevarse a un final infeliz. En lugar de que el gobierno
"conquistara las posiciones de poder de la economía", ocurrió lo diametralmente
opuesto: las "posiciones de poder" de las grandes empresas conquistaron al gobierno
y lo obligaron a abandonar comple tamente las viejas ideas de la reforma
socialdemócrata. Se anunciaba con ello la transformación del Partido Laborista en
el "amigo de la empresa", según las orgullosas palabras de su líder actual.
En el transcurso del desarrollo histórico del capital, y especialmente en las
décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el significado original de
e c o n o m í a como e c o n o m i z a r ha sido eliminado completamente por el imperativo
del proceso de autorreproducción en expansión incesante del sistema. Como se
mencionó antes , la expansión bajo el dominio del capital s iempre estuvo
subordinada al imperativo de la acumulación de capital para el que —desde el
punto de vista del sistema— no podía haber ningún límite admisible. La incapacidad
de lograr "crecimiento" en este sentido atrofiado, como la "expansión de activos de
capital más expandibles", se considera con absoluta desolación la violación de la
lógica interna del sistema. La idea de introducir conscientemente limitaciones
normativas con respecto a la acumulación de capital, en el interés del desarrollo
sostenible, era —y debe ser siempre— descartada como un absoluto fracaso. Las
determinaciones sistémicas casi naturales del capital no lo tolerar ían. Por
consiguiente, "economía" se convierte en sinónimo de "cualquier cosa que sea
propicia para la expansión o acumulación constante", independientemente de las
consecuencias humanas y ambientales, lo cual descarta el e c o n o m i z a r como un
concepto inútil e incluso hostil. Ésta es la razón por la que debe rechazarse
categóricamente la planificación global como correctivo necesario, incluso si tal
rechazo a p r i o r í s t i c o se embel lece ideológicamente —desde Ludwig von
Mises" ' hasta Frederick von Havek y sus partidarios— como "sentido común"
incontestable.
Claramente, sin embargo, las consecuencias destructivas del proceso de
reproducción del capital''"' no pueden corregirse sin redescubrir el significado
legislativo estatal, pudiera contrarrestar con suficiente energía y por suficiente tiempo la obvia hostilidad de los círculos comerciales dominantes hacia la intervención normativa global. Pero, por supuesto, tal situación sería similar al estado de emergencia que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial, aunque de menor magnitud. "^ Véase su libro sobre socialismo titulado Socialism. New Haven: Yale University Press, 1951, "^ Idealizado por muchos, entre ellos Schumpeter, como "destrucción productiva", cuando en realidad la "producción destructiva" está volviéndose cada vez más dominante.
201
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
original de la economía como el necesario economizar de la buena administración
en un mundo de recursos finitos, y sin su única aplicación consciente y factible a
través de la planificación global. El despilfarro extremo de nuestro modo existente
de control metabólico social —con respecto tanto a la utilización de recursos
materiales no renovables como al peligroso impacto en el ambiente mundial de
los procesos de producción de capital, así como de sus productos terriblemente
subutilizados— está empeorando a medida que transcurre el t iempo, sin evidencia
alguna de que se reparen las determinaciones subyacentes en la escala requerida.
Incluso los intentos más limitados de planificar algún mejoramiento, en un solo
dominio, como, por ejemplo, la reducción de las emisiones nocivas hacia la
atmósfera, a través de las "buenas intenciones" del protocolo de Kyoto, son
rechazados sin miramientos por el país capitalista más poderoso.
El problema consiste en que hablar sobre la necesidad de la planificación
global no es simplemente un asunto de escala (parcial en su aplicación en ciertos
ramos de la industria por par te de algunas corporaciones, por ejemplo, en
contraposición a su aplicación en todo el territorio nacional), v ni siquiera de
d u r a c i ó n del proceso (necesariamente t e m p o r a l bajo el capitalismo, en el
sentido de que debe restringirse a los estados de emergencia, por muv grandes que
sean). Lo más importante es que el compromiso respecto a ia planificación giobaJ
incluye inevitablemente en el temario el reto de concebir un modo a l t erno de
reproducción metabólica social, al menos por implicación. Puesto que, dadas las
condiciones en las cuales puede surgir el asunto en sí, incluso las medidas parciales
positivas de la intervención normativa —que están destinadas a ser predominan
temente y en primer lugar c o n t r a m e d i d a s a las determinaciones casi naturales
del capital— permanecen constantemente en peligro, bajo la amenaza de un revés
completo e incluso de la restauración capitalista a plena escala, a menos que se
amplíen satisfactoriamente de manera tal que terminen siendo los ladrillos de una
manera r a d i c a l m e n t e d i ferente de manejar el intercambio de los individuos
entre sí y con la naturaleza. La implosión del sistema tipo soviético, con su proceso
de planificación autoritario, refutado de maneras relativamente poco ortodoxas
por los p roduc to res , ofrece una prueba elocuente de la veracidad de esta
proposición.
Naturalmente , no puede haber economía en el sentido significativo de
economizar sin una forma práct icamente viable de rendición de cuentas o
contabilidad. Por oposición a la "contabilidad económica" del capital que se
fundamenta en una cuantiticacion minuciosa —y que pre tende ser la única
''económicamente aceptable"- la c o n t a b i l i d a d socialista de la planificación
global debe operar sobre la base de la restauración en la práctica social de la
dialéct ica de la cant idad y la cal idad, que fue destruida a través del despliegue
universal de la facilidad de venta, la alienación v la reificación. En este sentido, la
contabilidad socialista debe estar or ientada hacia la ca l idad , incluso cuando
202
István Mészáros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
tenga que evaluar las cantidades disponibles para la distribución entre actividades
alternas y propósitos legítimamente diferentes.
No disponemos de suficiente tiempo para analizar de manera adecuada la
gran variedad de asuntos bastante complicados y a menudo, por razones ideológicas,
distorsionados"' de la orientación necesaria hacia la calidad de la contabilidad
socialista. Sin embargo, se impone uha muy breve mención de por lo menos algunos
de ellos.
El primero guarda relación con el asunto de la p r o d u c c i ó n para cubrir las n e c e s i d a d e s , en clara contraposición al sometimiento ahora dominante y al
rechazo ampliamente difundido de, incluso, las necesidades más elementales de la
abrumadora mavoría de la humanidad, al servicio de los dictados interesados de la
producción "económicamente viable". Por ende, la determinación del proceso de
distribución v consumo está ocurriendo en la dirección incorrecta. En lugar de
partir de la demanda real basada en las necesidades hacia la determinación de ías
metas productivas, los objetivos fijados de manera capitalista presionan contra su
lecho de Procusto las aspiraciones humanas frustradas. Las personas deben
conformarse con lo que puedan obtener, si logran obtener algo. Y para colmo de
males, todo esto se hace junto con la ideología risible de la "soberanía del
consumidor".
Otro aspecto de nuestro problema puede describirse como la p r o d u c c i ó n de va lores de uso frente al predominio de los va lores de c a m b i o que pueden
llevarse fácilmente a cuantificación mecánica v contabilización de beneficios. En
este caso también deben prevalecer los surcos preestablecidos del sistema de
producción, independientemente de cuan despilfarrador sea manejar de esta manera
la administración de los recursos humanos y materiales. Asimismo, en las últimas
décadas, la situación, en efecto, estaba empeorando en este sentido, con el desarrollo
de la crisis estructural del capital. Ésta es la razón por la que hemos venido
presenciando una tasa d e c r e c i e n t e de u t i l i zac ión de productos, servicios y maquinaria productiva, aunque es bastante innegable la necesidad de exactamente
todo lo contrario, es decir, tasas Crecientes de u t i l i zac ión , para satisfacer la
demanda proveniente de innumerables millones que tienen que sobrevivir con
menos de u n dólar diario.
También es necesario mencionar en este contexto quizás el problema más
inmediato y urgente, que amenaza en todas partes con la desestabilización social y posiblemente, incluso, la explosión social; el cáncer del d e s e m p l e o creciente.
El enfoque de cuantificación estricta del capital ni siquiera puede percibir la
naturaleza real del problema, y mucho menos resolverlo. En el mejor de los casos
puede convertir una parte del desempleo en variedades de s u b e m p l e o , lo cual es
" ' El lector interesado puede encontrar un análisis de los mismos, passim, en los capítulos 14 al 20 (pp. 522-870) de mi libro. Beyond Capital. (En español, pp. 605-1003 de Más allá del capital.)
203
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
imposible que funcione en el largo plazo. Es por ello que todas las soluciones
proyectadas terminaron siendo ilusorias e insostenibles como, por ejemplo, el
programa de "Pleno empleo en una sociedad libre" ("Full Employment in a Free Society"),''"* p ropues to por el "padre del Estado benefactor". Lord
Beveridge, v concebido en el espíritu keynesiano. En un mundo en el que el trabajo
debe considerarse un "costo de producción" cuantificable, los correctivos sólo
pueden ser temporales o coyunturales, sujetos a los imperativos de la acumulación
de capital —por lo menos relativamente inalterada— como se experimentó durante
las dos décadas y media de expansión de la posguerra. El intento reciente de
resolver el problema del desempleo mediante la in formal idad —que es realmente
la precarización más insensible de los seres humanos— sólo puede camuflar un
fracaso cuyo impacto está destinado a empeorar en el futuro cercano.
Evidentemente, en todos estos sentidos, no puede lograrse nada acorde con
la importancia de los asuntos mismos sin reorientar drásticamente la contabilidad
social hacia la ca l idad , en el contexto de la planificación global de objetivos
convenidos y manejados conscientemente, trabajando en armonía con el personal
—los "productores libremente asociados"— que participen más activamente en la
gestión de sus propios asuntos. En este caso, también debemos considerar el famoso
principio marxista de la distribución, que sostiene que en una sociedad socialista
avanzada los individuos trabajarán conforme a sus hab i l idades v recibirán del
producto social general de a c u e r d o c o n sus n e c e s i d a d e s , " ' puesto que este
principio a menudo se interpreta con parcialidad burocrática, ignorando el énfasis
que puso Marx en la a u t o d e t e r m i n a c i ó n de los i n d i v i d u o s , sin la cual "trabajar
conforme a sus hab i l idades" significa muy poco, si acaso significa algo. Por
consiguiente, los dos términos principales de la definición marxista —es decir, la habi l idad y la n e c e s i d a d i n d i v i d u a l e s sólo pueden adquirir su verdadero
significado en un contexto de c o n t a b i l i d a d cual i tat iva. Esto es lo que establece
los parámetros de un proceso de planificación global prácticamente viable, factible
solamente en una perspectiva de largo plazo.
Naturalmente, subrayar la importancia de una perspectiva de largo plazo no
significa que podamos ignorar "el aquí v el ahora". Por el contrario, la razón por la
que debemos interesarnos en un horizonte mucho más amplio que el habitual es
para poder conceptualizar de manera realista una transición^"" hacia un orden
social diferente a partir de las determinaciones del presente. La perspectiva de
largo plazo es necesaria, porque la meta real de la transformación sólo puede
establecerse dentro de tales horizontes. Además, sin identificar la meta adecuada,
con seguridad sería como viajar sin brújula y, por lo tanto, las personas involucradas
"" Título de un influyente libro escrito por Lord William Beveridge. ' " Véase Marx, Crítica del Programa de Gotha. " El subtítulo de mi libro, "Más allá del Capital", es con buena razón "Hacia una teoría de la transición".
204
Istvanjyiésza'ros: El jesaffo y la carga del tiempo histórico
podrían desviarse fácilmente de sus objetivos vitales. Por otra parte, la comprensión
de las determinaciones objetivas y subjetivas del "aquí v el ahora" es igualmente
importante, ya que la tarea de instituir los cambios necesarios se define ya en el
presente, en el sentido de que a menos que comience a realizarse en el "justamente
aquí y ahora", aun cuando por el momento sea de manera modesta —con plena
conciencia de las limitaciones existentes, así como de las dificultades para sustentar
el viaje en su horizonte temporal más distante— no llegaremos a ninguna parte.
Aunque nadie debe alentar una acción irresponsablemente precipitada y prematura,
no puede excluirse el riesgo de que sea prematura, al estar dirigida a una empresa
tan fundamental v difícil como instituir un cambio estructural trascendental, aun
cuando los individuos interesados actúen de la manera más responsable posible.
La verdad es que no puede lograrse nada si nos quedamos esperando las c o n d i c i o n e s favorables v e l m o m e n t o a d e c u a d o .
Las personas que abogan por un cambio estructural trascendental deben
estar siempre conscientes de las limitaciones que habrán de enfrentar. Al mismo
tiempo, deben estar atentas para evitar que el peso de tales limitaciones se congele
y se transforme en la fuerza paralizante de alguna "lev objetiva" ficticia que pueda
desviarlas de sus objetivos declarados. El proceso de planificación factible en "el
aquí y el ahora" es un excelente ejemplo. Como correctamente lo destacó Harry
Magdoff, tanto en relación con las dificultades objetivas ineludibles como con su
transfiguración fetichista;
Obviamente, la magnitud v las destrezas de la fuerza laboral, la cantidad v calidad de la tierra cultivable, la oferta potencial de materias primas, las herramientas y demás equipos disponibles, los medios de transporte v comunicación, todos establecen serias limitaciones en cuanto a lo que puede lograrse en un momento dado. Cada paso de la planificación, tanto nacional como localmente, debe tomar en cuenta las limitaciones prácticas. Una planta de aluminio sin una fuente adecuada de energía eléctrica sería inútil. Una planta química por lo general necesita grandes cantidades de agua. Una planta de acero debe disponer de fuentes accesibles de mineral de hierro y carbón de cocción. En los niveles más altos de la planificación, deben tomarse en consideración constantemente diversos balances y proporciones, como, por ejemplo, entre ¡a industria y la agricultura, los bienes de producción y de consumo, las industrias de extracción v de producción, las necesidades de, transporte y distribución, el ingreso de los consumidores v la oferta de bienes de consumo. Pero, ¿qué tienen que ver los límites objetivos con las "leyes económicas objetivas"del socialismo? Aquí llegamos al fondo del asunto. El efecto de confundir los límites y las limitaciones con las leyes obscurece, podríamos incluso decir oculta, ios problemas básicos y los asuntos de política de una transición socialista.'"'
™ Harry Magdoff: "China; New Theories for Old". Monthly Review, mayo de 1979, pp. 5-6.
205
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiemtx) histórico
Claro está, las limitaciones y dificultades vinculadas al intento histórico de
llevar una sociedad en gran medida subdesarrollada de 1.300 millones de habitantes
(es decir, SS Venezuelas) al nivel de producción alcanzado por los países
industrialmente más avanzados deben ser bastante pasmosas desde cualquier punto
de vista. Por ende, es comprensible que los registros históricos muestren avances
interrumpidos por reveses y frustraciones importantes. Deben intentarse muchas
cosas, en circunstancias de limitaciones serias y en medio de hostilidad externa, de
las cuales es probable que haya posiblemente mayores en el futuro. Al observar
estos acontecimientos de lejos, a veces pueden parecer bastante difíciles de resolver.
Merece la pena recordar en este contexto un antiguo adagio, citado con la
aprobación del fallecido líder chino Deng Hsiao Ping, según el cual "el c o l o r de los ga tos" no importa —es decir que no debemos preocuparnos si son capitalistas
o socialistas— "siempre q u e atrapen al ratón". A primera vista, esto puede
considerarse bastante razonable. Sin embargo, podemos sentirnos tentados a
preguntar: ¿Y qué pasaría si las políticas adoptadas desembocan en una plaga de
ratas gigantes, en forma de d e s e m p l e o es tructural m a s i v o , en lugar de la feliz
captura del ratón? Llamar a las limitaciones y los peligros innegables en juego "las
leyes objetivas del socialismo", como en el artículo criticado por Magdoff, no
ofrece consuelo alguno en este sentido.^"^ Se requiere la lógica más peculiar de
The Economist para admitir, por una parte, que la migración rural hacia las ciudades
de China causaría "una crisis de desempleo con consecuencias sociales y políticas
de gran alcance", y, por otra parte, propugnar en el mismo párrafo la adopción de
tal política potencialmente explosiva, insistiendo en que "China necesita mantener
bajos sus costos laborales dejando a su población rural trabajar libremente en las
áreas urbanas".'"'
Para nosotros, la búsqueda de la meta estratégica socialista de la planificación
global, como manera de superar los peligros ecológicos, entre otros, que debe
enfrentar la humanidad —no en un futuro remoto, sino ya hoy día— sigue siendo
más válida que nunca antes. Nadie puede negar que los cambios que se requieren
para la muy necesaria transición hacia una sociedad más allá del capital son casi
prohibitivamente difíciles de realizar. La teoría económica, respetuosa del peso de
las limitaciones objetivas, pero rechazando someterse a sus determinaciones
fetichistas y, por ende, trabajando de la mano con la política de emancipación,
puede contribuir de manera vital al éxito de esta empresa.
™ El economista chino Han Deqiang, en una conferencia que dictara en el taller del Grupo Verde del Parlamento Europeo sobre la "Admisión de China a la OMC", celebrado en julio de 2001, describe una imagen deprimente del impacto negativo del capital occidental en los acontecimientos económicos de China. Véase "The Advantages and Disadvantages of China's Accesión to the WTO", disponible en Internet. ™' "China's Economy: Persuading the Reluctant Spenders". The Economist, 25-31 de agosto de 2001, p. 54.
206
Capitulo 7 El desafío del desarrollo sustentable
y la cultura de la igualdad sustantiva^°*
A la memoria de Daniel Singer, con quien a menudo conversé acerca de la insostenibilidad de nuestro orden de desigualdad estructural.
7.1 ADIÓS A LA "LIBERTAD-FRATERNIDAD-IGUALDAD"
Hay dos proposiciones estrechamente conectadas que son centrales en esta
intervención. La primera es que si el desarrollo en el futuro no es un desarrollo
sustentable no habrá entonces ningún desarrollo significativo, sin que importe lo
mucho que lo necesitemos; sino tan sólo se darán intentos frustrados de tratar de
cuadrar el círculo, como ha venido ocurriendo en las décadas recientes marcadas
por teorías y prácticas "modernizadoras" cada vez más elusivas, que los voceros de
las antiguas potencias coloniales le recetan condescendientemente al llamado
"tercer mundo". Y la segunda proposición, corolario de la anterior, es que la
condición inseparable de la procura de un desarrollo sustentable es la realización
progresiva de la igualdad sustantiva. En este contexto cabría subrayar también que
los obstáculos que hay que vencer podrían resultar mucho más fuertes. Porque
hasta el día de hoy la cultura de la desigualdad sustantiva sigue dominando, a pesar
de los esfuerzos, en general bastante débiles, por contrarrestar el dañino impacto
de la desigualdad social implementando en la esfera política algún mecanismo de
igualdad estrictamente formal.
Bien podríamos preguntarnos: ¿qué pasó en el transcurso del desarrollo
his tór ico subsiguiente con las nobles ideas de l i b e r t a d — f r a t e r n i d a d — igua ldad proclamadas en la época de la Revolución Francesa y en las que tantos
siguieron creyendo genuinamente durante largo tiempo después? ¿Por qué había
que descartar a la vez a la f raternidad y la i gua ldad , a menudo con ostensible
desdén, y reducir a la l iber tad al frágil esqueleto del "derecho democrático al
voto", ejercido por un número de personas que disminuye escépticamente en los
países que gustan de autodescribirse como "modelos de democracia"?^"'Y no son
" Conferencia dictada en el Foro Cultural de los Parlamentos de América Latina "Cumbre sobre la deuda social y la integración latinoamericana" efectuada en Caracas, Venezuela, del 10 al 13 de julio de 2001. ^"^ Baste con pensar en dos ejemplos recientes: (1) la privación en la práctica de los derechos de incalculables millones de personas, debido a la apatía o a la manipulación, y la farsa electoral que presenciamos luego de la elección presidencial en los Estados
207
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
éstas, ni remotamente , las únicas malas noticias. Porque, como lo demuestra
ampliamente la historia del siglo XX, hasta las escasas medidas de igualdad formal
son consideradas muchas veces un lujo insostenible, y son anuladas descaradamente
median te práct icas polí t icas co r rup ta s v au to r i t a r i a s , o c i e r t amen te por
intervenciones dictatoriales procuradas de manera abierta.
Después de más de todo un siglo de promesas de eliminar—o por lo menos
de reducir apreciablemente—la desigualdad, mediante la "tributación progresiva"
y otras medidas legislativas estatales, asegurando así las condiciones del desarrollo
socialmente viable a todo lo ancho del mundo, lo que vino a caracterizar la realidad
fue la desigualdad cada vez mayor no solamente entre el "norte desarrollado" v el
"sur subdesarrollado", sino incluso dentro de los países capitalistamente más
avanzados. Un reporte reciente del Congreso de los Estados Unidos (que no podría
ser acusado de "inclinación izquierdista") admitía que el ingreso del 1% de la capa
más alta de la población americana excede hov día al del 4 0 % de la más baja;'"' una
cifra que en las dos últimas décadas d u p l i c ó al "solamente" 20% anterior, con
todo y lo escandalosa que ya era esa cifra más baja. Esos desarrollos regresivos
marchaban de la mano con el planteamiento inicial de una falsa oposición entre
"igualdad de resultados" e "igualdad de oportunidades", para entonces abandonar
incluso las alabanzas hipócritas alguna vez rendidas a la idea (nunca realizada) de la
"igualdad de oportunidades". Y no se trata de que ese tipo de resultados finales se
pueda considerar sorprendente. Porque una vez que el "resultado" socialmente
desafiante es sacado arbitrariamente del cuadro para oponerlo a la "oportunidad",
esta última queda vaciada de todo contenido v, a cuenta del término "igualdad",
carente de objeto y totalmente vacío (y para peor: n e g a d o r de l re su l tado) , se
ve convertida en la justificación ideológica de la negación efectiva en la práctica de
toda oportunidad real para quienes la necesitan.
Hubo una vez en que los pensadores progresistas de la burguesía creciente
predicaban optimistamente, como lo hizo una g^s.n figura de la escuela histórica de
la Ilustración escocesa, Henry Home, que la dominación de un ser social por otro
sería recordada en el futuro como un mal sueño, porque "la Razón, recobrando su
autoridad soberana, proscribirá de un todo el hostigamiento, v dentro de un siglo
ya se considerará extraño que el hostigamiento haya prevalecido alguna vez entre
Unidos, y (2) la participación más baja que nunca de votantes en las elecciones generales de junio de 2001 en Inglaterra, que produjo una mayoría parlamentaria grotescamente inflada de 169 representantes para el partido de gobierno con los votos de menos del 25 % del electorado. Los voceros del partido vencedor alardearon, negándose a escuchar el claro mensaje de advertencia del electorado, de que el " Nuevo Laborismo" había conseguido una "victoria arrasadora". Shirley Williams comentó sagazmente, haciendo un juego de palabras con la expresión en inglés para "arrasadora" (land-slide, literalmente "alud de tierra") que la votación había sido más bien un mud-slide ("alud de lodo"). ^* Ver David Cay Johnston, "Gap Between Rich and Poor Found Substantially Wider", New York Times, 5 de septiembre de 1999.
208
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
los seres sociales. Quizá hasta se ponga en duda que hava sido puesto en práctica
seriamente".'"^Irónicamente, sin e;mbargo, a la luz de la manera como han venido
resultando realmente las cosas, lo que hov nos parece bien difícil de creer es que
los representantes intelectuales de la burguesía en ascenso pudieran haber razonado
alguna vez en semejantes términos. Porque un gigante de la Ilustración francesa
del siglo XVIII, Denis Diderot, no vaciló en aseverar con gran radicalismo social
que "si el j o r n a l e r o está en la miser ia la n a c i ó n misma es miserable".'"* Igualmente Rousseau, con extremo radicalismo v mordiente sarcasmo, describía
al orden de dominación y subordinación social prevaleciente de esta manera:
Los términos del pacto social entre esos dos estados de los hombres se pueden resumir en pocas palabras: "Tú me necesitas, porque yo soy rico y tú eres pobre. Por lo tanto llegaremos a un acuerdo. Yo te permitiré tener el honor de servirme, con la condición de que tú me concedas lo poco que te queda, en retribución del esfuerzo que me costará e] mandarte",'"''
En el mismo espíritu, el gran filósofo italiano Giambattista Vico insistía en
que la culminación del desarrollo histórico será "la era de la humanidad en la cual
todos los hombres se reconozcan como iguales en la naturaleza humana".^'"
Y con mucha anterioridad Thomas Münzer, el líder anabaptista de la revolución
campesina alemana, precisó en su panfleto contra Lutero la causa fundamental del
avance del mal social en términos muy tangibles, diagnosticándolo como el culto
a la vendibilidad y la alienación universales, para concluir su discurso diciendo lo
in to le rab le que era "que toda c r i a tu ra haya de ser t r a n s f o r m a d a e n
p r o p i e d a d — l o s peces del agua, las aves del aire, las plantas de la tierra".^" Era
esa una identificación visionaria de lo que iba a desenvolverse con una fuerza voraz
en el transcurso de los tres siglos siguientes. En cuanto a los paradójicos logros de
las expectativas utópicas prematuras, ella presentaba, desde la perspectiva de las
estructuras mucho menos firmes de los primeros desarrollos capitalistas, una
visión mucho más clara de los peligros por venir de la que pudieron tener los
participantes directamente involucrados en las vicisitudes de las fases más avanzadas.
Porque una vez que triunfó la tendencia de la vendibilidad universal, en sintonía
con los requerimientos internos de la formación social del capital, lo que a Münzer
" Henry Home (Lord Kames), Loose Hints upon Education, chiefly concerning the Culture of the Heart, Edimburgo y Londres, 1781, p. 284 208 Articulo de Diderot sobre Journalier en la Encyclopedic. ™ Rousseau, A Discourse on Political Economy, Everyman edition, Londres, s.d., p. 264. Rousseau también afirmó categóricamente que "la libertad no puede existir sin la igualdad", The Social Contract, Everyman edition, p. 42. ™ Vico, The New Science, traducido de la 3- edición (1774), Doubleday & Co., Nueva York, 1961, p. 3. 2" Thomas Münzer, Hochverursachte Schutzrede und Antwort wider das geistlose, sanftlebende Fleisch zu Wittenberg, welches mit verkehrter Weise durch den Dtebstahl der heiligen Schrift die erbarmliche Christenheit also ganz jammerlich besudelt hat (1524), citado por Marx en su ensayo acerca de La cuestión judía.
209
lstvahJ\Aésza'ros: El desafio y la carga^el tiempo histórico
ya le parecía una crasa violación del orden natural (y que, como sabemos, con el
correr del t i empo te rminó poniendo en pel igro la existencia misma de la
humanidad), a los pensadores que se identificaban incondicionalmente con las
restricciones creadas históricamente (y en principio igualmente eliminables) del
orden social plenamente desarrollado del capital les parece obviamente natural
inalterable y aceptable. Así, los cambios en la perspectiva histórica hacen que
muchas cosas se vuelvan opacas y borrosas. Hasta el crucial término "libertad" se
ve reducido a su esencia alienada, y se le saluda como la conquista del "poder de
venderse l ibremente" a través de los presuntos "contratos entre iguales", en
oposición a las restricciones políticas del orden feudal, pero ignorando, e incluso
idealizando, las fuertes restricciones materiales y sociales del nuevo orden. En
consecuencia, el significado original de "libertad" e "igualdad" es cambiado a
determinaciones abstractas que se autosostienen de manera circular,^'' y convierten
así a la idea de "fraternidad"—el tercer miembro de las nobles aspiraciones alguna
vez solemnemente proclamadas—en algo de hecho totalmente redundante.
7.2 EL FI^CASO DE "LA MODERNIZACIÓN Y EL DESARROLLO"
Es éste el tipo de espíritu que tenemos que enfrentar en la actualidad, a
menos que estemos dispuestos a resignarnos a aceptar el es tatus q u o , y con él la
expectativa de continuar con la parálisis social y la definitiva autodestrucción
humana. Porque quienes resultan ser los beneficiarios del sistema de flagrante
desigualdad hoy prevaleciente entre las zonas "desarrolladas" y "subdesarrolladas"
del mundo, no vacilan en imponer, con sumo cinismo, el impacto de su irresponsabi
lidad interesada—como lo han hecho muy recientemente en el arbitrario abandono
de los protocolos de Kyoto y otros imperativos ambientales—insistiendo en que
los países "del Sur" deberían permanecer estancados en su nivel de desarrollo
presente, o de lo contrario estarían autoasignándose un tratamiento "injustamente
preferencial". ¡Y tienen el brío de hablar en nombre de la igualdad! Al mismo
tiempo se niegan también a ver que la "línea divisoria entre el Norte y el Sur"
constituye un grave defecto estructural del sistema en su conjunto, que afecta a
cada país en particular, incluido el propio, aunque por los momentos lo haga en
mucho menor grado que con respecto al llamado "tercer mundo". Sin embargo, la
tendencia en cuestión está lejos de resultar tranquilizadora ni siquiera para los
países capitalistamente más avanzados. Como ilustración podríamos agregarles aquí
a las cifras según las cuales en los Estados Unidos el ingreso del 1% de la población
^" En otras palabras, terminamos en una doble circularidad, producida por el desarrollo histórico real más inicuo: la "libertad" queda definida como "igualdad contractual" (postulada así en abstracto, pero en su sustancia real definitivamente ficticia), y la "igualdad" es vaciada hasta el impreciso desiderátum de una "libertad" de aspirar a que le sea concedida nada más que la "igualdad de oportunidades", proclamada formalmente, pero socialmente anulada.
210
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga j e l j i e m p o j i i s t ó r i c o
sobrepasa el del 40% de la restante, las que hablan del alarmante aumento de la
pobreza infantil en Inglaterra: en las dos últimas décadas, según las estadísticas más
recientes, el número de niños que viven por debajo de la línea de la pobreza se ha
multiplicado por tres en el Reino Unido, y continúa creciendo cada año.
La dificultad para nosotros es que el ver esos aspectos desde una perspectiva
a c o r t o p lazo , como los órganos culturales y políticos dominantes necesariamente
los retratan, trae consigo la tentación de seguir "el camino más fácil", que no
conduce a ningún cambio significativo. El argumento asociado con esta manera de
evaluar lo que está en juego es que "los problemas se resolvieron por sí solos en el
pasado; harán lo mismo también en el futuro". No podría existir mayor falacia que
la de esa línea de razonamiento, aunque les convenga muchísimo a los beneficiarios
del estatus q u o que no pueden híicerles frente a las explosivas contradicciones
de nuestra difícil situación en el largo plazo. Pero, como nos lo siguen recordando
las preocupados científicos de) movimiento ecoJógico; "el largo plazo" ya no es, de
ninguna manera, tan largo ahora, pues las nubes de una catástrofe ambiental se van
oscureciendo en nuestro horizonte. Cerrar los ojos no ofrece ninguna solución.
Ni tampoco deberíamos dejarnos engañar por la ilusión de que el peligro de las
colisiones militares devastadoras ya le pertenece irremisiblemente al pasado, gradas
a los buenos oficios del "nuevo orden mundial". Los peligros en este respecto son
tan grandes como siempre, si no mayores, puesto que el derrumbe del sistema
soviético no ha resuel to ni una sola de las contradicciones y antagonismos
subyacentes. El reciente anuncio del abandono de hasta los frágiles y limitados
acuerdos sobre el armamento del pasado, v la prosecución aventurera del proyecto
de pesadilla de "el hijo de la guerj-a de las galaxias", con la más precaria de las
explicaciones posibles para instalar ese armamento "contra los estados malvados",
representan una firme advertencia al respecto.
Durante mucho tiempo se esperaba que creyésemos que todos nuestros
problemas se solucionarían felizmente mediante el "desarrollo" y la "modernización"
socialmente neutrales. Se suponía que la tecnología superaría por sí sola todos los
obstáculos y dificultades concebibles. En el mejor de los casos se trataba de una
ilusión impuesta sobre todos aquellos que, a falta de alguna salida para su propio
papel activo en la toma de decisiones, procedieron a la esperanza de que se van a
dar importantes mejoras en sus condiciones de existencia, tal y como se les
prometió.Tuvieron que descubrir, gracias a la amarga experiencia, que la panacea
tecnológica no era sino una interesada evasión de las contradicciones por parte de
quienes llevaban las riendas del control social. Se suponía que la "revolución verde"
en la agricultura resolvería de una vez por todas el problema mundial de la
hambruna y la desnutrición. En cambio, creó corporaciones monstruo, como
"Monsanto", que afincaron su poder a todo lo largo del mundo de manera tal que
ahora haría falta una acción radical de envergadura para erradicarlas. Pero hasta el
presente se le sigue haciendo propaganda a la ideología de los correctivos
estrictamente tecnológicos, a pesar de todos los fracasos. Recientemente algunos
211
István Mészáros: El desafio y la carga del t iempo histórico
jefes de gobierno, incluido el inglés, comenzaron a predicar sermones acerca de la
"revo luc ión industr ia l v e r d e " a punto de llegar, vaya usted a saber con qué
significado. Lo que sí está claro, sin embargo, es que esa novedosa panacea
tecnológica trata de constituir, otra vez, una vía de escape de la inextirpable
dimensión social y política de los peligros ambientales cada vez mayores.
Así que no es exageración decir que en nuestro tiempo los intereses de los que
no pueden ni siquiera imaginar una alternativa para la perspectiva a corto plazo del
orden establecido, v a la provección fantasiosa de correctivos estrictamente
tecnológicos compatibles con él, chocan directamente con el interés de la propia
supervivencia humana. En el pasado el término mágico para juzgar la salud de nuestro
sistema social era "crec imiento", v todavía éste sigue siendo el marco dentro del
cual hay que prever las soluciones. Lo que el elogio incondicional del "crecimiento"
elude son precisamente las preguntas ¿qué t ipo de crec imiento? y ¿con cuál fin? Especialmente porque la realidad del crecimiento incondicional bajo nuestras
condiciones de reproducción metabólica social resulta ser la de un despilfarro al e x t r e m o y el amontonamiento de los problemas para que los encaren las
generaciones futuras, que algún día tendrán que vérselas con las consecuencias del
poder nuclear—tanto pacífico como militar—por ejemplo.
Pariente cercano del "crecimiento", el concepto de "desarrollo" debe ser
sometido al mismo tipo de examen crítico. Hubo una vez en que virtualmente todo
el mundo lo abrazaba sin vacilar, y se movilizaban grandes recursos institucionales a
fin de difundir la buena nueva de "la modernización v el desarrollo" del tipo
norteamericano en el llamado "mundo subdesarrollado". Nos tomó algo de tiempo
poder darnos cuenta de que en el modelo recomendado había algo fatalmente
defectuoso. Porque si el modelo norteamericano—en el que el 4 % de la población
mundial despilfarra el 25% de la energía v los recursos materiales estratégicos del
mundo, y lo contamina en un igual 25%—es seguido en todas partes, en un abrir y
cerrar de ojos pronto todos estaremos asfixiados. Es por eso que se nos hizo necesario
ponerle a todo desarrollo futuro la condición de ser sustentable , a fin de llenar el
concepto de contenido realmente factible y socialmente deseable.
7.3 LA DOMINACIÓN ESTRUCTURAL Y LA CULTURA DE LA DESIGUALDAD
SUSTANTIVA
El gran desafío del desarrollo sustentable que debemos encarar ahora no
puede ser abordado sin eliminar las restricciones paralizadoras del carácter
adversarial de nuestro proceso de reproducción social. Por eso la cuestión de la
i gua ldad sustant iva no puede ser eludida en nuestro tiempo, en contraste con
el pasado. Porque sus tentab i l idad significa estar realmente en control de los
vitales procesos sociales, económicos y culturales mediante los cuales los seres
humanos no meramente sobreviven, sino pueden también encontrar la satisfacción,
en concordancia con los planes que ellos mismos establecen, en lugar de verse a
212
Istvan Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
merced de fuerzas naturales impredecibles v determinaciones socioeconómicas
seminaturales. Nuestro orden social existente está edificado sobre el antagonismo
estructural entre el capital y el trabajo, y por consiguiente necesita ejercer un
c o n t r o l e x t e r n o sobre todas las fuerzas reacias. La a d v e r s a r i e d a d es la
consecuencia obligada de un sistema de esa naturaleza, sin importar cuánto
despilfarro de recursos humanos y económicos se ocasione en pago de su
sostenimiento.
Sin embargo, el imperativo de eliminar el despilfarro va se asoma claramente
en el horizonte, como una fuerte exigencia de desarrollo sus tentab le . Porque a
la larga la "economía" tiene que ir de la mano con la e c o n o m i z a c i ó n racional y
humanamente significativa, como lo dicta la esencia de su concepto. Pero la manera
significativamente economizadora de regular nuestro proceso de reproducción
metabólica social, sobre la base de un control i n t e r n o / a u t o d i r i g i d o , al contrario
del control e x t e r n o / d e arriba abajo hov prevaleciente, resulta ser radicalmente
incompatible con la d e s i g u a l d a d y adversar iedad es tructurales . El sistema
de tipo soviético poseía su propia forma de adversariedad, que finalmente terminó
derrumbándolo. Pero nadie debe alimentar la ilusión de que nuestro tipo de sistema
del capital es inmune a esas contradicciones, sólo porque hasta ios momentos ha
podido manejar el despilfarro v la desigualdad de un modo más efectivo.
En nuestras sociedades las determinaciones estructuralmente atrincheradas
y salvaguardadas de la desigualdad material se ven reforzadas en gran medida por la
cul tura de la d e s i g u a l d a d dominante, va mencionada, a través de la cual los
individuos i n t e r i o r i z a n su "posición en la sociedad", resignándose más o menos
de buen grado a su situación de subordinación ante quienes toman las decisiones
sobre su actividad vital. Esa cultura fue constituida en paralelo con la formación de
las nuevas estructuras de desigualdad del capital, sobre los basamentos inicuos
heredados del pasado. Se dio una i n t e r a c c i ó n rec íproca entre las estructuras
reproductivas materiales y la dimensión cultural, que creó un círculo vicioso que
confinó a la inmensa mayoría de los individuos dentro de su esfera de acción
estrictamente restringida. Si hoy prevemos un cambio cualitativo para el futuro,
como debemos, no podemos negar el papel vital de los procesos culturales. Porque
no podrá haber ruptura del círculo vicioso si no logramos poner en marcha el
mismo tipo de interacción—pero esta vez en una dirección emancipadora positiva—
que caracterizó al desarrollo social en el pasado. No se puede prever un viraje
instantáneo del presente modo de reproducción social, a la larga absolutamente
insostenible, a un modo de reproducción social que ya no esté cargado de las
tendencias destructivas de las confrontaciones adversariales de nuestro tiempo. El
éxito dependerá de la constitución de una cu l tura de la i gua ldad sustant iva , con la participación activa de todos, y del estar c o n c i e n t e s de nuestra propia
cuota de r e s p o n s a b i l i d a d implícita en el funcionamiento de ese modo—no
adversarial—de tomar decisiones.
213
lstvánjy\észaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Es comprensible, entonces, que en la creación de la cultura de la desigualdad
sustantiva por tan largo tiempo establecida, se viesen involucrados hasta los más
grandes e ilustres pensadores de la burguesía en ascenso, como hijos de su tiempo
y de su posición social. Permítaseme ilustrar este punto con la lucha de toda la vida
de Goethe con el significado de la leyenda de Fausto, que quería representar la
búsqueda de la realización de su destino de la humanidad. Como sabemos, de
acuerdo con el pacto del conturbado Fausto con el demonio, él está condenado a
perder su apuesta (y su alma) en el momento en que halle la realización y la
satisfacción de su vida. Y es así como Fausto acoge el fatídico momento:
Quisiera ver esas masas laboriosas
estar sobre tierra libre como pueblo libre. Y al momento entonces yo diré: ¡que así permanezcan, tan hermosos! Ni el paso de los siglos borraría esa visión de un día de mi vida; ya lo veo venir, y me llena de dicha vivir en regocijo mi mejor momento.^'*
Sin embargo, con suprema ironía Goethe muestra que la gran excitación de
Fausto está fuera de lugar. Porque lo que él saluda (cegado por Sorge) como la
magna obra para conquistar la tierra de los pantanos, en cumplimiento de su propio
plan, es en realidad el ruido que hacen los lémures que excavan su sepultura. Y
sólo la intervención celestial puede, al final, salvar a Fausto, rescatando su alma de
las garras del diablo. La grandeza de Goethe queda en evidencia en la manera como
indica también por qué la búsqueda de Fausto debe terminar en ironía v en insoluble
ambigüedad, aunque Goethe no puede distanciarse de la visión del mundo de su
héroe , atrapado por la concepción de la "desigualdad ilustrada". He aquí la
consumación de la visión faustiana:
.Sólo la voz del amo hará real la acción V que se cumpla lo que tengo en mente. ¡Pueblo mío, sal de tu descanso, que el mundo vea el fruto del audaz mandato! Toma las herramientas, la azada y la pala, es tu deber, hay que llevar a cabo el trabajo que se pide. Con presta diligencia y firme disciplina ganaremos las cumbres más altas. Para acabar la magna obra que se planifica hacen falta mil manos v una sola mente.
^" Tomado de la Segunda Parte, Acto V, del Fausto de Goetlie. El autor cita de la traducción al inglés por Philip Wayne, Penguin Class, Harmondsworth, Middlesex, 1959, pp. 267-270. [N. del T. Nuestra traducción al español es una versión utilitaria, que elimina la rima y la métrica, y sólo pretende conservar el sentido].
214
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
Claramente, destinar a la inmensa mayoría de la humanidad al papel de "manos"
a las que se les pide "tomar las herramientas" al servicio de "una sola m e n t e "
v obedecer "la voz del a m o " con "presta d i l igencia" y "firme discipl ina", no
resultará nada sostenible a la larga, independientemente de cuánto pueda parecerse
al estado de cosas actualmente dominante. ;Cómo podríamos considerar que los
seres humanos confinados a ese papel están "sobre tierra l ibre c o m o p u e b l o
libre"? Las instrucciones que le da Fausto al Supervisor acerca del modo de
controlar a los trabajadores, si bien fielmente realistas hasta para nuestra situación
actual, reflejan el mismo espíritu insostenible:
Emplea todos los medios, v procura poner a más trabajadores, turno a turno, estimúlalos con suavidad v buen control. Págales, halágalos, ponlos en patrullas, v pásame un reporte cada día, que me muestre como avanzan mis esclusas v mis diques.
¿Y qué significado podemos darle al "gran plan en pro de la humanidad" de
Fausto, cuando el orden social del capital es radicalmente incompatible con la
plani f i cac ión g loba l sin la cual no es posible asegurar la supervivencia misma
de la humanidad? Como el Mefistófeles de Goethe describe las expectativas que
nos aguardan con gran realismo:
,• Y de qué vale tanto afán por crear
si al final todo concluve en el olvido?
"Mil manos" al servicio de "una sola mente" obviamente no nos pueden ofrecer
ninguna solución. Ni tampoco puede el místico Coro de Angeles de la última
escena del Fausto de Goethe contrarrestar la amenaza del o l v i d o que aguarda al
final del camino.
En una época algo más desgarrada por los conílictos, Balzac, en una de sus
grandes novelas, M e l m o t h reconc i l i ado , retoma el tema de Fausto, pero rescata
de una manera muv diferente a Melmoth/Fausto, quien, gracias a su pacto con el
diablo, disfruta de ilimitada riqueza a lo largo de su vida. No hay necesidad de
intervención divina en este caso. Por el contrario, la solución es presentada con
ironía y sarcasmo extremos. Porque Melmoth salva ingeniosamente su propia
alma—cuando siente que la muerte se aproxima v quiere salirse de su pacto con el
diablo—haciendo un trato con otro hombre, Castanier, en problemas por un
desfalco, con el que intercambia su alma en peligro, y que no vacila en participar
en un trato que le confiere ilimitada riqueza. Y las palabras de Castanier, cuando le
toca su turno y a su vez da con la idea de cómo salir del problema final consiguiendo
otra alma a cambio de la suya empeñada al diablo, condensan de manera impactante
el sarcasmo de Balzac, que actualiza el profético diagnóstico de Thomas Münzer
acerca de la alienación que todo lo invade. Castanier va a la bolsa de valores,
absolutamente convencido de que logrará encontrar a alguien cuya alma poder
obtener a cambio de \a suva, diciendo que en la bolsa de valores "hasta el Espíritu
215
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Santo t i e n e su c o t i z a c i ó n " (II B a n c o di Santo Spir i tu del Vaticano) en la
lista de los grandes bancos.^'*
Sin embargo, bastaría con seguir aunque fuese por unos pocos días las
amenazadoras perturbaciones de nuestras bolsas de valores para darnos cuenta de
que la solución de Melmoth no es más realista hoy día que la intervención celestial
de Goethe. Nuestro desafío histórico de garantizar las condiciones de un desarrollo
sustentable tiene que ser resuelto de una manera muy distinta.
Desembarazarnos de la cultura de la desigualdad sustantiva, y reemplazarla
progresivamente por una alternativa viable es el camino que necesitamos tomar.
^" La inspiración directa para la novela de Balzac fue un cuento largo de un sacerdote anglicano irlandés, descendiente de un padre hugonote francés que huyó de Francia luego de la revocación del Edicto de Nantes. Esa obra, escrita por Charles Robert Maturin, cura de la iglesia de St. Peter en Dublin, y titulada Melmoth the Wanderer [Melmoth el errante] fue publicada por primera vez en Dublin, en 1820, e inmediatamente traducida al francés. (Hay una edición reciente por The Folio Society, Londres, 1993, pp. Xvii. + 506, con introducción de Virendra P. Varma). La gran diferencia está en que mientras el errante Melmoth de Maturin no puede al final escapar del infierno, la manera muy distinta que tiene Balzac de enfocar la leyenda de Fausto, con ironía y sarcasmo devastadores, traslada la historia a un plano radicalmente diferente, y pone de relieve una determinación vital de nuestro orden social.
216
Capítulo 8 La educación más alia del capital*
El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez,
en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin
aprender.
Paracelso
Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehecbos.
Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (...) Las
redenciones han venido siendoformales; es necesario que sean esenciales.
La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la
libertad espiritual(...) La escuela v el hogar son las dosformidahles
cárceles del hombre.
José Martí
La teoría materialista de que los hombres son producto de ¡as
circunstancias j de la educación, v de que, por tanto, los hombres
modijicados son producto de circunstancias distintas y de una educación
distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las
circunstancias, v que el educador mismo necesita ser educado. Conduce,
pues,Jorzosamente, a la di visión de la sociedad en dos partes, una de las
cuales [los educadores] está por encima de la sociedad (asi, por ej., en
Roberto Owen...) La coincidencia de la modificación de las
circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y
entenderse racionalmente como práct ica revo luc ionar ia .
Marx
Escogí esos tres epígrafes a fin de anticipar algunos de los puntos principales
de esta conferencia. El primero, del gran pensador del siglo XVI Paracelso; el
segundo de José Martí y el t e rcero de Marx. El p r imero dice, en abierta
contradicción con la concepción actualmente en boga pero tendenciosamente
estrecha, que "El aprendizaje es nuestra v ida misma, d e s d e la j u v e n t u d
hasta la vejez , e n verdad hasta el b o r d e la muerte ; nadie vive durante
d iez horas sin aprender".^''En cuanto a José Martí, él escribe, sin duda, en el
mismo espíritu de ParaceJso cuando insiste en que "La educación empieza c o n
"Conferencia de Apertura en el Fórum Mundial de Educa^ao, Porto Alegre, Brasil, 28 de julio de 2004. ^" Paracelso, Selected Writings, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1951. p. 181.
217
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
la v ida , y n o acaba s ino c o n la muerte". Pero agrega algunas especificaciones
cruciales, criticando fuertemente los correctivos intentados en nuestras sociedades
V también resumiendo la inmensa tarea que tenemos por delante. Es así como pone
en su debida perspectiva a nuestro problema: Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos.Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (. •.) Las redenciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual (...) La escuela y el hogar son las dos formidables cárceles del hombre.'""
Y el tercer epígrafe, escogido entre las "Tesis sobre Feuerbach" de Marx,
pone de relieve la línea divisoria que separa a los socialistas utópicos, como Robert
Owen, de los que en nuestro tiempo tienen que superar los graves antagonismos
estructurales de nuestra sociedad. Porque esos antagonismos le cierran el camino
al cambio absolutamente necesario sin el cual no puede haber esperanza para la
supervivencia misma de la humanidad, ni mucho menos para mejorar las
condiciones de la existencia. Esas fueron las palabras de Marx:
La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias v de la educación,
y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas/ de una
educación distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias,
y que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues,forzosamente, a la division de
la sociedad en dos partes, una de las cuales [los educadores] está por encima de la sociedad
(así, por ej., en Roberto Owen...) La coincidencia de la modificación de las circunstancias y
de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como pract ica
revolucionaria . ' ' El punto que quiero destacar es que no sólo la tercera cita, sino las tres cada
cual a su modo, cubriendo un período de casi cinco siglos, subrayan el imperativo de instituir—v al mismo tiempo hacer irreversible—un cambio estructural radical.
Un cambio que nos lleve m á s al lá d e l c a p i t a l en el sentido genuino y
educacionalmente viable del término.
8 .1 LA LÓGICA INCORREGIBLE DEL CAPITAL Y SU IMPACTO SOBRE LA
EDUCACIÓN
No muchas personas querrían negar hov que los procesos educativos y los
procesos sociales más amplios están es t rechamente in te r re lac ionados . En
concordancia no es concebible una reformulación significativa de la educación sin la
correspondiente transformación del marco social en el que las prácticas educativas
de una sociedad deben desempeñar sus funciones vitalmente importantes e
históricamente cambiantes. Pero más allá del acuerdo en torno a este simple hecho
'"• José Martí, "Libros", en Obras completas, vol. 18, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, pp. 290-1. -'•' Karl Marx, "Tesis sobre Fevierbach", en Carlos Marx v Federico Engels, Obras escogidas. Tomo II, Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1952. pp. 376-77.
218
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
los caminos se dividen abiertamente. Porque, si el caso es que el propio modo de
reproducción social establecido se da por válido como el obligado marco del cambio
social, entonces en nombre de la reforma tan sólo los ajustes menores resultarían
admisibles en todos los campos, la educación incluida. Bajo tales restricciones de
prejuicio aprion'stico los cambios serían admisibles con el único propósito legítimo
de correg ir algún detalle defectuoso del orden establecido, para así conservar
intactas en su totalidad a las determinaciones estructurales fundamentales de la
sociedad, en conformidad con los requerimientos inalterables de la l óg ica general del sistema reproductivo establecido. Se permitirá ajustar las maneras como se supone
que los intereses particulares en conflicto se adaptarán a la r eg lamentac ión general de la reproducción social preestablecida, pero en modo alguno se permitirá
cambiar la propia reg lamentac ión general .
Esa lógica excluye, con categórica irreversibilidad, la posibilidad de legitimar
el conflicto entre las fuerzas h e g e m ó n i c a s r ivales f u n d a m e n t a l e s como
mutuas a l ternat ivas v iables , trátese tanto del terreno de la producción material
como del campo cul tural /educat ivo. Hubiese resultado por demás absurdo,
entonces, esperar la formulación de un ideal educativo desde el punto de vista del
orden dominante feudal que concibiera la dominación de los siervos, como clase
social, sobre los señores de la clase dominante bien atrincherada. Naturalmente,
lo mismo vale para la a l ternat iva h e g e m ó n i c a entre el capital y el trabajo. Como era de esperar, entonces, hasta las utopías educativas más nobles, formuladas
en el pasado desde el punto de vista del capital, tenían que mantenerse estrictamente
dentro de los límites de la perpetua dominación del capital como modo de
reproducción metabólica social. Los intereses de clase objetivos tenían que
prevalecer, incluso cuando los autores subjetivamente bien intencionados de esas
utopías y discursos críticos percibían ní t idamente y ponían en la picota las
manifestaciones inhumanas de los intereses materiales dominantes. Su postura
crítica no podía ir más allá de querer que se utilizasen las reformas educat ivas propuestas por ellos con la finalidad de remediar los peores e f ec tos del orden
reproductivo capitalista establecido sin eliminar, no obstante, sus basamentos causales antagonísticos hondamente arraigados.
La razón por la cual todos los esfuerzos hechos en el pasado con la intención
de instituir cambios importantes en la sociedad mediante reformas educativas
iluminadoras, conciliadas con el punto de vista del capital, tenían que terminar en
el fracaso fue—y lo sigue siendo hoy día—el hecho de que las determinaciones
fundamentales del sistema del capital son i rre formables . Como aprendimos
demasiado bien de la triste historia de más de cien años de estrategia reformista,
desde Edward Bernstein^'* y sus colaboradores—quienes hace muchos años
"" Para un estudio en detalle de la estrategia reformista de Bernstein, ver el capítulo titulado "Bernstein's representative blind alley" en mi libro The Power of Ideology, Harvester/Whetsheaf, Londres, 1989; en portugués O Poder da Ideología, edición ampliada, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2004.
219
Istvan Mészaros: El desañ'o y la carga del tiempo histórico
prometieron la transformación gradual del orden capitalista en uno cualitativamente
diferente, socialista—el capital es irreformable porque por naturaleza propia, como
totalidad reguladora sistémica, es absolutamente i n c o r r e g i b l e . Si no logra
imponer les a los miembros de la sociedad, incluidas las personificaciones
"cuidadosas" del capital, los imperativos estructurales del sistema en su totalidad,
entonces pierde su viabilidad como el regulador históricamente dominante del
modo de reproducción metabólica social omniabarcante bien establecido. En
consecuencia, en sus parámetros estructurales fundamentales el capital tiene que
seguir siendo siempre indesaf iable , aun cuando haya toda clase de correctivos
estrictamente marginales que resulten no sólo compatibles con su dominio, sino
además beneficiosos y en verdad necesarios para él, en pro de la supervivencia
permanente del sistema. Restringir el cambio educativo radical a los márgenes
correctivos del capital al servicio de sí mismo, significa abandonar del todo, a
sabiendas o no, el objetivo de la transformación social cualitativa. Por eso mismo,
sin embargo, procurar márgenes de reforma s i s témica dentro del marco del
propio sistema del capital constituye una i n c o n g r u e n c i a . Por eso es necesario
r o m p e r c o n la l óg i ca de l capita l si queremos considerar la creación de una
alternativa educativa significativamente diferente.
Por razones del tiempo limitado no me puedo referir aquí más que a dos
figuras importantes de la burguesía ilustrada, para explicar los límites objetivos
insuperables aunque estén aunados a las mejores intenciones subjetivas. El primero
de ellos es uno de los más grandes economistas políticos de todos los tiempos,
Adam Smith, y el segundo el destacado reformador social y educativo utópico—
que también trató de llevar a la práctica lo que predicaba, hasta que llegó a la
quiebra económica—Robert Owen.
Adam Smith, a pesar de su profundo compromiso con la manera capitalista
de organizar la reproducción económica v social, condenó de manera inequívoca
el impacto negativo del sistema sobre el pueblo trabajador. Hablando del "espíritu
comercial" como causa del problema, insistió en que éste
limita la visión de los hombres. Allí donde se lleva a la perfección la división del trabajo, cada quien tiene una única operación que ejecutar; a ella se limita toda su atención, y por su mente pasan muy pocas ideas que no tengan una conexión inmediata con ella. Cuando utilizamos la mente en una variedad de aspectos, ésta en cierta forma se amplía y se agranda, y por tal razón reconocemos que el alcance de las ideas de un artesano del campo supera al de uno de la ciudad. El primero quizá sea a la vez ebanista, carpintero y constructor de armarios, y por supuesto que debe aplicar su atención a una cantidad de objetos de muy distintos tipos. El último quizá sea solamente constructor de armarios; le dedicará todo su pensamiento a ese tipo de trabajo en particular, y no tendrá oportunidad de comparar una cantidad de objetos, así que su visión de las cosas más allá de su propio oficio no podrá ser de ninguna manera tan amplia como la del otro. Y eso se acentuará aún más cuando toda la a tenc ión de una persona le esté dedicada a un diecisieteavo de un alfiler o un octogésimo de un botón,
220
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
que así de divididas están esas manufacturas. (...) Estas son las desventajas de un espíritu comercial. Se contrae la mente de los individuos, y ya no son capaces de elevarse. Se desprecia a la educación, o al menos se le descuida, y el espíritu heroico se extingue casi por entero. Ponerle un correctivo a esos defectos debería ser asunto digno de una seria atención.^"
Sin embargo, la "seria atención" propugnada por Adam Smith significa
realmente muy poco, si es que algo significa. Porque este agudo observador de las
condiciones de Inglaterra bajo el "espíritu comercial" en triunfal avance no pudo
hallar otro correctivo que la denuncia moralizadora de los e fec tos degradantes de
las fuerzas que subyacen, echándoles la culpa a los propios trabajadores individuales
V no al sistema que les impone esa infeliz situación. En ese espíritu Smith escribe
que
Cuando el muchacho llega a adulto no tiene idea de cómo poder divertirse.Por
eso cuando sale del trabajo tiene que entregarse a la bebida y al exceso. En consecuencia tenemos que en las zonas comerciales de Inglaterra los asalariados están en su mavoría en esa despreciable condición; el trabajo de media semana les da para mantenerse, y por su carencia de educación no tienen otra diversión que el exceso y el libertinaje.""
Así, la explotación capitalista del "tiempo libre" ¡levada a la perfección hoy
día, bajo el régimen del "espíritu comercial" mucho más actualizado, parece ser la
solución, sin alterar en lo más mínimo la esencia alienante del sistema. La
consideración de que a Adam Smith le hubiese gustado haber instituido algo mucho
más elevante que la explotación implacable e insensible del "tiempo libre" de los
jóvenes, no altera el hecho de que incluso el discurso de esa gran figura de la
Ilustración escocesa es del todo incapaz de abordar las causas y tiene que quedar
atrapado dentro del círculo vicioso de los e f e c t o s que condena. Los límites
objetivos de la lógica del capital prevalecen, incluso al hablar de las grandes figuras
que conceptuaron el mundo desde el punto de vista del capital, hasta cuando ellas
tratan subjetivamente de expresar, con espíritu i lustrado, una preocupación
humanitaria genuinamente sostenida.
Nuestro segundo ejemplo, Robert Owen, medio siglo después de Adam
Smith, no anda con rodeos para denunciar la procura de ganancias y el poder del
dinero, e insiste en que "El empleador considera a los empleados como m e r o s i n s t r u m e n t o s para la ganancia".^^' No obstante, en su experimento educativo
práctico espera que la cura provenga del impacto de la "razón" y la "ilustración", y
les predica no a "los conversos" sino a los "inconvertibles" que no pueden pensar
^" Adam Smith, Lectures on Justice, Police, Revenue, and Arms (1763). En A. Smith's Moral and Political Philosophy, ed. por Herbert W. Schneider, Haffner Pubhshing Co., Nueva York, pp. 318-21. ™ Ibid., pp. 319-20. ^ ' Robert Owen, A New View of Society and Other Writings, Everyman, Londres, 1927, p. 124.
221
Istvan Mészaros: El desañb y la carga del tiempo histórico
acerca del trabajo en términos distintos a "mero instrumento para la ganancia". Es
así como Owen argumenta su tesis:
¿Continuaremos entonces negándoles la instrucción nacional a nuestros semejantes a quienes, como se ha visto, se les puede adiestrar fácilmente para que sean miembros del Estado industriosos, inteligentes, virtuosos y valiosos? Es cierto, en verdad, que todas las medidas que hov proponemos son apenasuna transacción con los errores del sistema actual; pero por cuanto esoserrores existen en el presente de manera casi universal, y no pueden sersuperados más que por la fuerza de la razón; y puesto que la razón, siquiere alcanzar los propósitos más beneficiosos, avanza paso a paso y vaverificando progresivamente una verdad de alta significación tras otra, a lasmentalidades de pensamiento amplio y acertado les resulta evidente que cabeesperar que tan sólo ésas y otras transacciones similares podrían teneréxito en la práctica. Porque tales transacciones le presentan al píiblico tantoel error como la verdad; y puesto que ambos serán exhibidos juntos demanera razonable en definitiva la verdad tendrá que prevalecer. (...) Cabeesperar confiadamente que estamos a punto de llegar al momento en que losseres humanos dejen de infligirles innecesario sufrimiento a otros sereshumanos por culpa de la ignorancia; porque la inmensa mayoría de la humanidad se volverá ilustrada, y discernirá con claridad que al actuar
de talmodo generará inevitablemente el sufrimiento para sí misma."'
Lo que convierte a este discurso en extremadamente problemático, no
obstante las mejores intenciones del autor, es que tiene que conformarse a los
límites lesivos del capital. Por eso el noble experimento utópico práctico de Owen
en Lanark está condenado al fracaso. Porque trata de lograr lo imposible: la
concil iación de una concepción del u top i smo l i be r a l / r e fo rmi s t a con los
implacables dictados del orden estructuralmente incorregible del capital.
El discurso de Owen revela la estrecha relación entre el utopismo liberal y la
propugnación de procedimientos "paso a paso", "sólo a base de transacciones", y
en el deseo de superar los problemas existentes "únicamente por la fuerza de la
razón". Sin embargo, puesto que los problemas sobre el tapete son abarcantes , y
se co r responden con los r eque r imien tos inal terables de la dominación y
subordinación estructural, la contradicción entre el carácter g loba l omniabarcante
de los fenómenos sociales criticados y la parc ia l idad y gradua l i smo de los
correctivos propuestos—que sólo resultan compatibles con el punto de vista del
capital—tiene que ser suprimida de manera ficticia gracias a la arrolladura
generalidad de algún "deber ser" utópico. Así, en la caracterización que hace Owen
del "¿qué hacer?" vemos un viraje desde los fenómenos sociales específicos
originalmente bien demarcados—por ejemplo la deplorable condición de que "el
empleador considera a los empleados como m e r o s i n s t r u m e n t o s para la ganancia"—a la vaga y atemporal generalidad del "error" y la "ignorancia", para
concluir de manera circular que el problema de "la verdad enfrentada al error y la
™ Ibid., pp. 88-89.
222
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ignorancia" (del cual se dice que es cuestión de "la razón y la ilustración") no puede
ser resuelto "más que por la fuerza de la razón". Y, por supuesto, la garantía que se
nos da del éxito del correctivo educativo owenista es, de nuevo, de tipo circular: la
aseveración de que "en definitiva la verdad tendrá que prevalecer, porque la
humanidad en masa se volverá ilustrada".
En las raíces de la vaga generalidad de la concepción remedial de Owen
hallamos que su gradualismo utópico está motivado, reveladoramente, por el
temor a, y la angustia por, la emergente alternativa social e histórica hegemónica
del trabajo. En ese espíritu insiste en que, bajo las condiciones en las que los
trabajadores están condenados a vivir,
ellos adquieren una ruda ferocidad de carácter, que, si no se toman las adecuadas
medidas legislativas que impidan su acrecentamiento y se mejoran sus condiciones
de clase, tarde o temprano precipitará al país a un estado de peligro formidable y quizás irresoluble. El objetivo directo de estas observaciones
es procurar una mejoría y prevenir el peligro.'" Cuando los pensadores reprueban "el error y la ignorancia" deberían indicar
también el suelo del que nacen los pecados intelectuales criticados, en vez de
suponer que ambos constituyen su propio basamento final irreductible, al cual ni
se le puede ni se le debe formular la pregunta "¿por qué?". De la misma manera,
también la apelación a la autoridad de "la razón v la ilustración" como la infalible
solución a futuro de los problemas analizados elude falazmente la pregunta "¿por
qué la razón y la ilustración no funcionaron en el pasado?", y ya que no lo hicieron
"¿qué garantía hay de que sí lo harán en el futuro?". Sin duda, Robert Owen no es
de ninguna manera el único pensador que propone que "el error y la ignorancia"
son el basamento final explicatorio de los fenómenos denunciados, que se verán
felizmente rectificados por el poder omnipotente de "la razón y la ilustración".
Comparte esa característica, y la fe positiva asociada a ella —sin ninguna base de
sustentación firme— con toda la tradición de la ilustración liberal. Eso hace que la
contradicción subyacente sea de tanta significación v tan difícil de superar. En
consecuencia, cuando objetamos la circularidad de tales diagnósticos finales y
declaraciones de fe, que insisten en que no es posible ir más allá del punto
supuestamente explicatorio, no nos podemos dar por satisfechos con la idea, con
tanta frecuencia presente en las argumentaciones filosóficas, de que esas respuestas
dudosas nacen del "error" de los pensadores que criticamos y que debe ser corregido
a su vez mediante el "razonamiento apropiado". Hacerlo significaría cometer el
mismo pecado de nuestro adversario.
El discurso crítico de Robert Owen v su correctivo educativo nada tienen
que ver con un "error de lógica". La dilución de su diagnóstico social en un punto
crucial, y la circularidad de las vagas v atemporales soluciones presentadas por
Owen, constituyen o b l i g a d o s d e s c a r r i l a m i e n t o s p r á c t i c o s , debido no al
™ Ibid., p . 124.
223
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo históricx)
carácter defectuoso de la lógica formal del autor, sino a la i n c o r r e g i b i l i d a d de la l óg i ca p er ve r t ida de l capital . Es ésta la que le niega categóricamente la
posibilidad de hallar respuestas en una genuina asociación comunitaria con el sujeto
social cuya "ferocidad de carácter" potencialmente ruda él teme. Así que termina
por caer en la contradicción—no lógica sino fundamentalmente práctica—de
querer cambiar las relaciones deshumanizadas establecidas mientras se rechaza,
como tan sólo un agudo peligro, la única alternativa social hegemónica para ellas.
La contradicción insoluble reside en la concepción de Owen de un c a m b i o s igni f icat ivo que constituya la p e r p e t u a c i ó n d e lo e x i s t e n t e . La circularidad
que hemos visto en su razonamiento es la consecuencia obligada de aceptar un
"resultado": el triunfo de la "razón" (procediendo sin correr riesgos, "paso a paso ),
que p r e s c r i b e que "el e r r o r y la ignorancia" cons t i tuyen el p rob lema
adecuadamente decantado, y que la razón está en plena capacidad de resolver. De
esa manera, aunque inconscientemente, se r ev ier te la relación entre el problema
y su solución, y con ello se redefine ahistóricamente el problema a fin de que se
amolde a la solución conceptualmente preconcebida v capitalistamente permisible.
Es eso lo que ocurre cuando hasta un reformador social y educativo ilustrado, que
trata honestamente de remediar los e f ec tos alienantes v deshumanizadores del "poder del dinero" y la "búsqueda del lucro" que él deplora, no puede zafarse de
la chaqueta de fuerza de las autoimpuestas d e t e r m i n a c i o n e s causales del capital.
El impacto de la lógica incorregible del capital sobre la educación ha resultado
muy grande a lo largo del desarrollo del sistema. Desde los primeros días sangrientos
de la "acumulación primitiva" hasta el presente, en el campo de la educación
únicamente han cambiado las moda l idades de los imperativos estructurales del
capital que se iba imponiendo, en sintonía con las circunstancias históricas alteradas,
como veremos en la siguiente sección. Es por eso que el significado del cambio
educativo radical hoy día no puede ser otro que hacer jirones la chaqueta de tuerza de
la lógica incorregible del sistema: diseñando y siguiendo consistentemente la estrategia
de r o m p e r el d o m i n i o de l capital por todos los medios a la disposición, y
también con aquellos dentro del mismo espíritu que no han sido inventados todavía.
8 . 2 L o s CORRECTIVOS NO PUEDEN SER ÚNICAMENTE FORMALES: TIENEN
QUE SER ESENCIALES
Parafraseando el epígrafe tomado de José Martí, podemos decir con él que
"los c o r r e c t i v o s no p u e d e n ser ú n i c a m e n t e f o r m a l e s : t i enen que ser
esenciales","* La educación institucionalizada, en especial en el último siglo y medio, estuvo
al servicio—en su conjunto—de no sólo la aportación del k n o w - h o w y eí
personal que necesitaba la maquinaria productiva del sistema del capital en
Ver Nota 2.
224
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
expansión, sino también de generar y t ransmit i r un marco de valores que
l eg i t imasen los intereses dominantes, como si no pudiese existir ninguna otra
alternativa a la conducción de la sociedad en forma de dominación y subordinación
estructural jerarquizada, o bien "interiorizada" (es decir, aceptada por los individuos
'educados" adecuadamente), o bien impuesta de manera implacable por la fuerza.
La historia misma tenía que ser tergiversada a fondo, y en verdad falsificada
descaradamente, para ese propósito. Fidel Castro, hablando acerca de la falsificación
de la historia cubana en la secuela de la guerra de independencia del colonialismo
español, nos da un ejemplo desconcertante:
¿Qué nos dijeron en la escuela? ¿Qué nos decían aquello.? inescrupulosos libros de historia sobre los hechos? Nos decían que la potencia imperialista no era la potencia imperialista, sino que, lleno de generosidad, el gobierno de Estados Unidos, deseoso de darnos la libertad, había intervenido en aquella guerra v que, como consecuencia de eso, éramos libres. Pero no éramos libres por los cientos de miles de cubanos que murieron durante 30 años en los combates, no éramos libres por el gesto heroico de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que inició aquella lucha, que incluso prefirió que le fusilaran al hijo antes de hacer una sola concesión; no éramos libres por el esfuerzo heroico de tantos cubanos, no éramos libres por la prédica de Marti, no éramos libres por el esfuerzo heroico de Máximo Gómez, Calixto García y tantos de aquellos proceres ilustres; no éramos libres por la sangre derramada por las veinte v tantas heridas de .Antonio Maceo y su caída heroica en Punta Brava; éramos libres sencillamente porque Teodoro Roosevelt desembarcó con unos cuantos rangers en Santiago de Cuba para combatir contra un ejército agotado y prácticamente vencido, o porque los acorazados americanos hundieron a los "cacharros" de Cervera frente a la bahía de Santiago de Cuba. Y esas monstruosas mentiras, esas increíbles falsedades eran las que se enseñaban en nuestras escuelas."'
Tergiversaciones de este tipo son lo normal cuando los intereses en juego
son rea lmente a l tos , y pa r t i cu l a rmen te cuando atañen d i rec tamente a la
racionalización y legitimación del orden social establecido como el "orden natural"
presuntamente inalterable. Entonces la historia debe ser reescrita y propagandizada
de la forma más distorsionada, no sólo en los órganos de formación de la opinión
pública de amplia diíusión, desde los periódicos de circulación masiva hasta los
canales de radio y televisión, sino también en las teorías académicas supuestamente
objetivas. Marx nos ofrece una desoladora caracterización de cómo la ciencia de la
Economía Política trata una cuestión vital de la historia capitalista, conocida como
la a c u m u l a c i ó n pr imit iva u or ig ina l de l capital . En un vigoroso capítulo de
El capita l escribe:
La acumulación primitiva desempeña en Economía Política el mismo papel que el
pecado original en teología. Adán mordió la manzana, y con ello cayó el pecado
^^ Fidel Castro, José Martí: El autor intelectual. Editora Política, La Llábana, 1983, p. 162. Ver también la p. 150 del mismo libro. [En español en el original],
225
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
sobre la raza humana. Se supone que su origen queda exphcado cuando se le narra
como una anécdota acerca del pasado. En épocas ya muy remotas había dos clases
de personas: una, la é l i t e laboriosa, inteligente y sobre todo e c o n o m i z a d o r a ; la
otra, sinvergüenzas holgazanes, que dilapidaban sus bienes, y hasta más que eso,
en una vida disoluta. ( . . . ) Aconteció así que los primeros acumularon riqueza y a
los últimos ya no les quedó nada que vender aparte de sus propios pellejos. (.. .)
Semejante tr iv ia l idad infantil se nos predica a diario en defensa de la propiedad.
(. . .) En la historia real, es un hecho notorio que la conquis ta , la e sc lav izac ión ,d
d e s p o j o , el a ses inato , en resumen la fuerza, jugaron el papel principal. En los
condescendientes anales de la economía política, reina lo idílico desde tiempos
inmemoriales. (. . .) De hecho, los métodos de la acumulación primitiva tienen de
todo menos de idílicos. ( . . . ) El proletariado se creó gracias a la disolución de las
bandas de subditos feudales y a la e x p r o p i a c i ó n p o r la fuerza del suelo del
pueblo; a las nacientes manufacturas les era imposible absorber ese proletariado
"libre" [vogelfrei , es decir"libre como los pájaros", N.A] con la misma velocidad
a la que iba siendo arrojado al mundo. Por otra par te , esos hombres, arrancados
repentinamente de su modo de vida acostumbrado, tampoco podían adaptarse
con igual celeridad a la disciplina de su nueva condición. Fueron convertidos en
masse en mendigos, ladrones y vagabundos, en parte por propia inclinación
personal, y en muchos otros casos por el peso de las circunstancias. De aquí que
a finales del siglo XV y durante la totalidad del XVI, a todo lo ancho de la Europa
Occidental [se instituyó] una sanguinaria legislación en contra del vagabundaje.
Los padres de la clase trabajadora actual fueron castigados por su transformación
forzosa en vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como cr iminales
" v o l u n t a r i o s " , y asumía que d e p e n d í a d e la b u e n a v o l u n t a d p r o p i a
cont inuar trabajando bajo las viejas condiciones que de hecho habían dejado
d e ex i s t i r . ( . . .) De esos pobres fugitivos, de quienes Tomás Moro dice que se
vieron forzados a robar, 72.000 p e q u e ñ o s y g r a n d e s l a d r o n e s f u e r o n
e j e c u t a d o s durante el reinado de EnriqueVIII."' '
N a t u r a l m e n t e , ni s iquiera los p e n s a d o r e s a l t a m e n t e r e s p e t a d o s de la clase
d o m i n a n t e p o d í a n a d o p t a r una pos ic ión que d is in t iese d e la fo rma s u m a m e n t e
c rue l de s o m e t e r a aquel los q u e había que m a n t e n e r bajo la fo rma de c o n t r o l más
es t r i c ta , en in te rés del o r d e n es tab lec ido . Al m e n o s , no hasta que las condic iones
cambian te s de la p rop i a p r o d u c c i ó n c r e a r o n la neces idad de una fuerza l a b o r a l —
m u y a m p l i a d a — b a j o las cond ic iones expans ionis tas de la r evo luc ión indus t r i a l .
En los t i e m p o s en que John Locke esc r ib ió , había una d e m a n d a de persona l
p a r a e m p l e o s lucra t ivos m a y o r que la q u e h u b o en la é p o c a de E n r i q u e VIII,
a u n q u e todavía m u y lejos de la que se a lcanzó d u r a n t e la r evo luc ión indus t r i a l . Por
lo t a n t o , el " e x c e d e n t e de pob lac ión" en significativa d i sminuc ión ya n o ten ía que
ser e x t e r m i n a d o f í s icamente c o m o an te s . Sin e m b a r g o sí t en ía que ser t r a t a d o del
m o d o más au to r i t a r i o , rac ional izando al m i s m o t i e m p o la b ru ta l idad e inhumanidad
Marx, CapitaL vol. 1, pp. 713-14 y 734-36.
226
Istváh Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
recomendadas en nombre de la moralidad altisonante. De igual manera, en las
últimas décadas del siglo XVII, en conformidad con el punto de vista de la economía
política del capital en ese t iempo, el gran ídolo del liberalismo moderno, John
Locke—un terrateniente que vivía fuera de sus tierras en Somersetshire, y a la vez
funcionario gubernamental con un sueldo sumamente generoso—predicaba la
misma "trivialidad infantil" descrita por Marx. Locke insistía en que la causa de
El aumento de! número de pobres (...) no puede significar otra cosa que el relajamiento de la disciplina y la corrupción de las costumbres; la virtud y la laboriosidad andan siempre juntas por su lado, en tanto que el vicio y la ociosidad lo hacen por el suyo. Por lo tanto, el primer paso para poner a trabajar a los pobres (...) debería ser la restricción de su libertinaje mediante la estricta puesta en
práctica de las leyes dictadas contra éste [por Enrique VIII yotros]."'
Como percibía anualmente la renumeración casi astronómica de alrededor
de mil quinientas libras por sus servicios al gobierno (como Comisionado de la
Junta de Comercio: uno de sus varios cargos), Locke no vacilaba en elogiar la
perspectiva de que los pobres ganasen "un penique al día'V^" es decir, una suma
aproximadamente 1.000 v e c e s más baja que sus propios ingresos por cuenta de
uno solo de sus cargos en el gobierno. No causa sorpresa, entonces, que "El valor
de sus propiedades para el momento de su muerte—cerca de 20.000 libras, de las
cuales 12.000 eran en efectivo—resultase comparable con el de un próspero
comerciante londinense".^" ¡Todo un éxito para alguien cuya fuente de ingresos
principal era exprimir—y confesamente de muy buen grado—al Estado!
Más aún, siendo un auténtico señor, con muy altos intereses económicos que
proteger, quería también reglamentar los movimientos de los pobres mediante la
draconiana medida de los pases, y propuso:
Que todos los hombres que mendiguen sin pases en comarcas marítimas,estando baldados o que sobrepasen los cincuenta años de edad, y todos aquellos de cualquier edad que mendiguen también sin pases en comarcas del interior sin ningún litoral marino, sean enviados al correccional más cercano, para ser tenidos allí a trabajos forzados durante tres años.''"
Y mientras las brutales leyes de Enrique VIII y Eduardo VI querían que se les
cortase nada más "la mitad de la oreja" a los transgresores reincidentes, nuestro
gran filósofo liberal y funcionario gubernamental—una de las figuras prominentes
en el preludio de la Ilustración inglesa—sugería una mejora de esas leyes
recomendando solemnemente la pérdida de las dos orejas, aplicable de una vez a
los transgresores primerizos.^^'
" ' Locke, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", en H.R. Fox Bourne, The Life of John Locke, King, Londres, 1876, Vol. 2, p. 378. "* Ibid., p. 383. " ' Neal Wood, The Politics of Locke's Philosophy, University of California Press, Berkeley, 1983, p. 26. '"' Locke, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", op.cit., p. 380. 2" Ibid.
227
Istva'n Mésza'ros: El desalío y la carga del tiempo histórico
Al mismo tiempo, en su "Memorando sobre la reforma de la ley de los pobres" Locke proponía también la institución de escuelas talleres para los hijos de éstos desde una edad muy temprana, argumentando que:
Los hijos de la gente trabajadora suelen constituir una carga para el municipio, y por lo general se les mantiene en la holgazanería, por lo que sutrabajo generalmente se pierde para la colectividad hasta los doce o catorce años de edad. El correctivo mi» efectivo que podemos concebir para eso, y que humildemente proponemos, es que en la antes mencionada nueva ley que se va a promulgar se estipule definitivamente que en cada municipio se funden escuelas talleres, a las que se les obligará a entrar a los hijos de todos los que dependen de la ayuda del municipio, entre los tres v los catorce años de edad, ( . . , ) '"
Sin ser él mismo un hombre religioso, la principal preocupación de Locke
era cómo combinar la severa disciplina de trabajo y el adoctrinamiento religioso
con un máximo de economización financiera estatal y municipal. Argumentaba
que Otra ventaja adicional de hacer ir a los niños a una escuela taller es que por ese medio se les podría obligar a asistir regularmente a la iglesia cada domingo, junto con sus maestros y maestras, con lo cual se les podría inculcaralgo de religión; mientras que en la actualidad, dado que por lo general están siendo criados en la holgazanería y el relajo, ellos permanecen totalmente ajenos tanto a
la rel igión y la mora l idad como a la l a b o r i o s i d a d . "
Obviamente, entonces, las medidas que había que aplicarles a los "trabajadores
pobres" eran radicalmente distintas de las que los "hombres de i lustración'
consideraban adecuadas para sí mismos. A fin de cuentas todo se reducía a meras
relaciones de poder, impuestas con suma brutalidad y violencia en el transcurso de
los desar ro l los capital istas iniciales , i n d e p e n d i e n t e m e n t e de cómo eran
racionalizados en los "condescendientes anales de economía política", en palabras
de Marx.
Como es natural, las instituciones educativas tuvieron que ser adaptadas con
el paso del t iempo, de acuerdo con las cambiantes determinaciones productivas
del sistema del capital. De esa manera, la suma brutalidad y la violencia impuesta
por la vía legal como medios educativos—una vez que las figuras de los inicios de
la Ilustración, como el propio Locke, no sólo las aceptaban incondicionalmente
sino hasta las promovían activamente, como hemos visto—tuvieron que ser dejadas
atrás. Fueron abandonadas no por causa de consideraciones humanitarias, aunque
con frecuencia se les racionalizó en esos términos, sino porque se comprobó que
mantener la maquinaria de la imposición estricta resultaba económicamente
despilfarradora, o por lo menos superflua.Y eso era cierto no sólo en cuanto a las
instituciones educativas formales sino también en algunos campos conectados
indirectamente con las ideas educativas. Para tomar un solo ejemplo significativo,
"^ Loclce, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", op.cit., p. 383. ^ ' Ibid., pp. 384-85.
228
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
el éxito inicial del experimento de Robert Owen no se debió al humanitarianismo
paternalista de su capitalista ilustrado, sino a la relativa ventaja productiva que al
principio disfrutó la empresa industrial de su comunidad utópica. Porque gracias a
la reducción del día de trabajo absurdamente largo que prevalecía como regla
general para ese momento , el enfoque owenista del trabajo resultó en una
in t ens idad mucho mayor de realización productiva durante el horario reducido.
Sin embargo, una vez que las prácticas similares tuvieron una difusión más amplia,
como tenía que ser bajo las reglas de la competencia capitalista, su empresa se vio
condenada al fracaso y entró en bancarrota, a pesar de las opiniones indudable
mente avanzadas de Owen en materia educativa.
Las determinaciones generales del capital afectan profundamente a cada una de las áreas que tienen algo que ver con la educación, y no nada más a las
instituciones educativas formales. Estas últimas están estrechamente integradas a
la totalidad de los procesos sociales. No pueden funcionar apropiadamente si no
están en sintonía con las d e t e r m i n a c i o n e s e d u c a t i v a s abarcante s d e la s o c i e d a d en su conjunto.
Bajo el dominio del capital la cuestión crucial es asegurar que los individuos
en particular adopten las metas reproductivas objetivamente factibles del sistema
como "sus propios fines". En otras palabras, en un sentido verdaderamente amplio
del término e d u c a c i ó n , se trata de que los individuos " in ter ior icen"—como
se indicó en el segundo párrafo de esta sección—la legitimidad de la posición que
se les asigne en la jerarquía social, junto con sus expectaciones "apropiadas" y las
formas de conducta "correctas" más o menos explícitamente estipuladas en ese
terreno. A medida que la i n t e r i o r i z a c i ó n pueda ir ejerciendo sus buenos oficios
en la afirmación de los parámetros reproductivos generales del sistema del capital,
la brutalidad y la violencia podrán ser pasadas a un segundo plano (aunque en
modo alguno abandonadas permanentemente), como modalidades despilfarradoras
de la imposición de valores, como ciertamente ha ocurrido en el transcurso de los
desarrollos capitalistas modernos. Sólo en períodos de cris is aguda se regresa a
su posición prominente el arsenal de brutalidad y violencia a fin de imponer
valores, como en tiempos recientes lo demostró la tragedia de los miles de
desaparec idos en Chile y Argentina.
Sin duda, las inst i tuciones educativas formales consti tuyen una par te
importante del sistema de interiorización general. Pero nada más una parte. Estén
participando o no los individuos—durante una cantidad de años mayor o menor,
pero siempre muy limitada—dentro de las instituciones de la educación formal,
tienen que ser inducidos a la aceptación activa (o más o menos resignada) de los
principios orientadores reproductivos dominantes de la sociedad en sí misma,
como le convenga a su posición en el orden social, y en concordancia con las tareas
reproductivas que les sean asignadas. Bajo condiciones de esclavitud o servidumbre
feudal este problema resulta ser muy diferente de lo que tiene que prevalecer bajo
el capitalismo, incluso si los individuos trabajadores individuales no están educados
229
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
formalmente, o lo están en pequeña medida, en el sentido formal del término. Sin
embargo, al interiorizar las ubicuas presiones externas, tienen que adoptar las
pe r spec t ivas genera les de la sociedad mercan t i l i zada como los l ími tes
individualistamente incuestionables de sus propias aspiraciones. Únicamente la
a c c i ó n c o l e c t i v a p l e n a m e n t e c o n c i e n t e puede sacarlos de esa situación
paralizadora.
Visto desde esa perspectiva, queda muy claro que la educación formal no
constituye la fuerza cimentadora ideológica pr imord ia l del sistema del capital; y
que tampoco es capaz de proporcionar, p o r sí misma, una alternativa emancipadora
radical para el mismo. Una de las funciones principales de la educación formal en
nuestras sociedades es producir toda la conformidad o el "consenso" que pueda,
dentro y a través de sus propios límites institucionalizados y legalmente sancionados.
Sería un milagro descomunal esperar de la sociedad mercantilizada que ella
promulgue activamente—o aunque sea to le re—un mandato que incite a sus
instituciones educativas formales a abrazar a plenitud la gran tarea histórica de
nuestro tiempo: es decir, la tarea de r o m p e r la l óg i ca de l capital en p r o de la s u p e r v i v e n c i a de la h u m a n i d a d . Es por eso que también en el campo de la
educación los correctivos "no pueden ser forinales; tienen que ser esenciales". En otras palabras, tienen que abrazar la totalidad de las prácticas educativas de la
sociedad establecida.
Las soluciones educativas formales, incluso algunas de las más importantes,
y hasta cuando estén protegidas por la ley, podrán ser revert idas del todo mientras
la lógica del capital se mantenga intacta como el marco orientador de la sociedad.
En Inglaterra, por ejemplo, los principales debates acerca de la educación, durante
varias décadas, se centraron en la cuestión de las " c o m p r e h e n s i v e schools"* que se instituirían en sustitución del sistema escolar elitesco establecido largo
tiempo atrás. En el transcurso de esos debates el Partido Laborista inglés no sólo
adoptó como punto clave de su programa electoral la estrategia de reemplazar el
anterior sistema de aprendizaje privilegiado por las "comprehensive schools", sino
además le dio forma legal a esa política cuando logró llegar al gobierno, aunque ni
siquiera entonces se atrevió a tocar al sector rnás privilegiado de la educación, las
llamadas "public schools"." En la actualidad, sin embargo, el gobierno inglés del
"nuevo l a b o r i s m o " está e m p e ñ a d o en d e s m a n t e l a r el s i s tema de las
"comprehensive schools", no sólo mediante la restauración de las viejas instituciones
educativas elitescas sino además instituyendo una nueva variedad de "academias"
que favorecen a la clase media y se le suman a aquéllas, a pesar de todas las criticas,
incluso dentro de sus propios partidarios, por el establecimiento de un "sistema
* [Escuelas de secundaria de ingreso no selectivo, a diferencia de las "Grammar Schools", N.del T.] " En Inglaterra las "Public Schools" no son "escuelas públicas", como cabría esperar, sino "escuelas privadas" que cobran anualidades exorbitantes.
230
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
dual" en ese campo, igual al sistema dual en vías de ser establecido y fortalecido
por el gobierno en el Servicio de Salud Nacional.
Por consiguiente, no es posible escapar siquiera de la "formidable cárcel" del
sistema escolar establecido (condensado en esas palabras por José Mart í )
simplemente reformándolo. Porque lo que había antes de tales reformas con toda
seguridad será restaurado tarde o temprano, pues ningún cambio institucional
aislado logrará desafiar la lógica general autoafirmadora del capital en sí mismo.
Lo que necesitamos confrontar y alterar en lo fundamental es el sistema e n t e r o
de la i n t er ior i zac ión , en todas sus dimensiones visibles y ocultas. Romper la
lógica del capital en el campo de la educación es, por consiguiente, sinónimo de
reemplazar las formas ubicuas y profundamente afincadas de la interiorización
mistificadora por una alternativa pos i t iva abarcante.
Ese es el punto al que le pondremos atención ahora.
8.3 "EL APRENDIZAJE ES NUESTRA VIDA MISMA, DESDE LA JUVENTUD
HASTA LA VEJEZ"
Paracelso tenía absolutamente toda la razón en su época, y la sigue teniendo
en la actualidad: "El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la
vejez, en verdad hasta el borde la muer te ; nadie vive durante diez horas sin
aprender".La gran pregunta es: ¿qué es lo que aprendemos, de una u otra manera?
¿Todo conduce a la autorrealización de los individuos como humanamente
"individuos sociales r icos" (en palabras de Marx) , o está al servicio de la
perpetuación, a sabiendas o no, del orden social alienante y definitivamente
incontrolable del capital? ¿Es el conocimiento lo que se requiere para convertir
en realidad el ideal de la emancipación humana, junto con la firme determinación
y dedicación para llegar a la autoemancipación de la humanidad y completarla
exitosamente, a pesar de todas las adversidades? ;O es, por el contrario, la adopción
de modos de comportamiento por los individuos en particular lo que favorece
únicamente la realización de los fines cosificados del capital? En ese significado tan
amplio y tan profundo de educación, que incluye de forma prominente todos los
momentos de nuestra vida activa, podemos estar de acuerdo con Paracelso en que
hay tantas cosas que se deciden (casi que todo), para bien o para mal—no sólo para
nosotros mismos como individuos, sino s imul táneamente también para la
humanidad—en todas esas horas inevitables que no podemos pasar "sin aprender".
Ello es así porque en verdad "el aprendizaje es nuestra vida misma". Y puesto que
hay tanto que se decide de esa manera para mejor o para peor, el éxito dependerá
de que convirtamos a ese proceso de aprendizaje, en el sentido amplísimo que le
da Paracelso, en un proceso c o n c i e n t e , a fin de maximizar lo mejor y minimizar
lo peor .
Tan sólo la más amplia concepción de la educación nos puede ayudar a
procurar la meta del verdadero cambio radical proporcionando las palancas
231
Istvári Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
mediante las cuales se pueda romper la lógica mistificadora del capital, esa manera
de abordar las cosas constituye, en verdad, la esperanza y la garantía del éxito
factible. Por el con t ra r io , caer en la tentación de las meras reparaciones
institucionales formales—el "poco a poco" de la conseja reformista desde tiempo
inmemorial—significa seguir atrapados dentro del círculo vicioso de la lógica al
servicio de sí misma del capital, institucionalmente articulada y salvaguardada.
Esta última manera de ver tanto los problemas mismos como sus soluciones
"realistas" es cultivada y propagandizada cuidadosamente en nuestras sociedades,
en tanto que la alternativa real genuina y de largo alcance es descalificada a priori y
descartada altisonantemente como "política de la gesticulación". Esa clase de
enfoque es incurablemente e l i tesca aunque pretenda ser democrática. Porque
define a la educación y a la actividad intelectual de la manera más estrecha posible,
como la única forma correcta y apropiada de preservar los "patrones civilizados"
por parte de quienes están destinados a "educar" v gobernar, en contra de "la anarquía
y la subversión". Al mismo tiempo excluye a la inmensa mayoría de la humanidad
del terreno de la actuación como suje tos , v los condena a ser considerados para
siempre como ob je to s (y m a n i p u l a d o s en tal sentido), en nombre de la presunta
superioridad déla élite: "meritocrática", "tecnocrática", "empresarial" o algo por el
estilo.
En contra de la concepción tendenciosamente estrecha de la educación y de
la vida intelectual, que por supuesto tiene la intención de mantener al trabajo "en
su lugar adecuado", Gramsci argumentaba enfáticamente hace ya largo tiempo
que
No existe actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual: el homo faber no puede ser separado del homo sapiens. Y todo hombre, aparte de su propio trabajo, desarrolla alguna actividad intelectual; es, en otras palabras, un "filósofo", un artista, un hombre con sensibilidad, comparte una concepción del mundo, sigue una línea conciente de conducta moral, y así contribuye a mantener o cambiar una concepción del mundo, es decir, a estimular nuevas formas de pensar."*
Como podemos ver, la posición de Gramsci es profundamente democrática.
Es la única sostenible.Y tiene una doble conclusión. Primero, insiste en que t o d o s los seres humanos cont r ibuven de uno u o t ro modo a la formación de la
concepción del mundo prevaleciente. Y segundo, subraya que esa contribución
puede caer en las categorías contrapuestas de "mantener" y "cambiar". No puede
ser simplemente la una o la otra, sino también ambas a la vez. Cuál de las dos
resulta estar más acentuada, y hasta qué grado, dependerá obviamente de la manera
como las fuerzas sociales en conflicto chocan entre sí y hacen valer sus intereses
alternativos de importancia. En otras palabras, la dinámica de la historia no es
^^* Antonio Gramsci, "The Formation of Intellectuals", en The Modern Prince and Other Writings, Lawrence and VVishart, Londres, 1957, p. 121.
232
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
alguna misteriosa fuerza externa sino la intervención de la gran multiplicidad de
seres humanos en el proceso histórico real, dentro de la línea de "mantener y / o
cambiar"—en un período relativamente estático en el que se "mantiene" mucho
más de lo que se "cambia", o viceversa en tiempos de un importante repunte de la
intensidad de las confrontaciones hegemónicas antagonísticas—la concepción del
mundo establecida, y de esa forma demorar o acelerar la llegada de un cambio
social significativo.
Eso pone en su debida perspectiva las pretensiones elitescas de los políticos
y educadores autodesignados. Porque ellos no pueden cambiar a voluntad la
"concepción del mundo" de su época, sin importar cuánto les gustaría hacerlo, y
sin importar tampoco lo inmenso que pueda ser el aparato propagandístico a su
disposición. Un p r o c e s o ineludiblemente c o l e c t i v o de proporciones vitales no
puede ser expropiado para s iempre ni siquiera por los agentes políticos e
intelectuales más diestros y más generosamente financiados. Si no fuese por ese
inconveniente "hecho brutal" puesto en evidencia con tanto énfasis por Gramsci,
la dominación de la estrecha educación formal insti tucional podría reinar
eternamente a favor del capital.
No existe m a n i p u l a c i ó n d e s d e arriba tal que pueda convertir al proceso
inmensamente complejo de conformar la visión de mundo general de nuestros
tiempos—hecha de las incontables concepciones particulares constituidas sobre
la base de intereses hegemónicos alternativos objetivamente inconciliables,
i n d e p e n d i e n t e m e n t e de lo conc ien tes de los antagonismos es t ruc tu ra les
subyacentes que puedan estar los individuos involucrados—en un dispositivo
u n i f o r m e y h o m o g é n e o , que funcione como el promotor p e r m a n e n t e de la
lógica del capital. Ni siquiera el aspecto de "mantener" puede ser considerado
constituyente pas ivo de la concepción del mundo prevaleciente de los individuos.
Si bien de una manera muy diferente a la del aspecto de "cambiar" la visión de
mundo de la época, resulta sin embargo a c t i v o y beneficioso para el capital, pero
sólo en tanto se mantenga activo. Eso significa que el "mantener" tiene (y debe
tenerla) su propia base de racionalidad, sin importar cuan problemática resulte en
lo que atañe a la alternativa hegemónica del trabajo. Es decir, no sólo tienen que
p r o d u c i r l o en algún p u n t o en el t i e m p o las clases de los ind iv iduos
e s t r u c t u r a l m e n t e dominadas , sino que además ellas también t ienen que
r e p r o d u c i r l o c o n s t a n t e m e n t e , sujeto a la permanencia (o no) de su base de
racionalidad original. Cuando una mayoría significativa de la población—algo que
se aproxima al 70% en muchos países—le da la espalda con desdén al "proceso
democrático" del ritual electoral, habiendo luchado por el derecho al voto durante
décadas en el pasado, ello muestra un viraje real en la actitud hacia el orden
dominante; podríamos decir que se trata de una grieta en las gruesas capas de friso
cuidadosamente aplicadas sobre la fachada "democrática" del sistema. Sin embargo,
de ninguna manera se podría o debería interpretar eso como una retirada radical
del m a n t e n e r la concepción del mundo hoy dominante.
233
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Naturalmente, en medio de una crisis revolucionaria las condiciones son
mucho más favorables para la actitud de "cambiar" y para el surgimiento de una
concepción del mundo alternativa, lo que Lenin describió como el tiempo "en que
las clases dominantes no pueden dominar a la manera antigua, y las clases
subordinadas no quieren vivir a la manera antigua". Se trata de momentos históricos
absolutamente extraordinarios, y no pueden ser prolongados como uno quisiera,
como lo demostró el fracaso de las estrategias voluntaristas en el pasado."^ Así,
respecto a "mantener" y "cambiar" la concepción del mundo establecida, el punto
fundamental es la necesidad de modificar, de manera perdurab le , el modo de
i n t e r i o r i z a c i ó n que prevalece históricamente. Sin eso resultaría totalmente
inconcebible romper la lógica del capital en el campo de la educación. Y, más
importante todavía, esa relación puede y tiene que ser expresada también de una
manera pos i t iva . Porque el dominio del capital puede ser roto, y lo será, gracias a
un cambio radical en el hoy preponderante modo de interiorización, que le brinda
sostén a la concepción del mundo dominante.
Hay que insistir hasta el cansancio en la importancia estratégica de la
concepción más amplia de la educación, expresada en la frase: "el aprendizaje es nuestra v ida misma". Porque mucho de nuestro proceso de aprendizaje
continuo reside, afortunadamente, fuera de las instituciones educativas formales.
Afortunadamente porque esos procesos no puede ser manipulados y controlados
fácilmente por el marco educativo formal legalmente salvaguardado y sancionado.
Lo abarcan todo, desde nuestras respuestas críticas incipientes v is -a-vis el entorno
material más o menos desprovisto de nuestra primera niñez, y luego el primer
encuentro con la poesía y el arte, hasta llegar a las múltiples experiencias de
^^ "La dificultad estriba en que el 'momento' de la política radical está limitado estrictamente por la naturaleza de las crisis en cuestión y las determinaciones temporales de su desenvolvimiento. La brecha abierta en tiempo de crisis no se puede dejar abierta para siempre, y las medidas adoptadas para cerrarla, desde los primeros pasos en adelante tienen su propia lógica y su impacto acumulativo en las intervenciones subsiguientes. Más aún, tanto las estructuras socioeconómicas existentes como su correspondiente marco de instituciones políticas tienden a actuar en contra de las iniciativas radicales por su misma inercia en cuanto el peor momento de la crisis es superado y con ello se hace posible sopesar de nuevo "el camino más fácil". (...) Por paradójico que pueda sonar, lo único que puede prolongar el momento de la política radical es una autodeterminación radical de la política. Si se quiere que ese 'momento' no se vea disipado bajo el peso de las presiones económicas inmediatas, habrá que encontrar la manera de extender su influencia bastante más allá del punto culminante de la crisis misma (el punto culminante, o sea cuando por lo general la política radical tiende a hacer valer su efectividad). Y dado que la duración temporal de la crisis en sí no puede ser prolongada a voluntad —ni debería serlo, ya que la política voluntarista, con su 'estado de emergencia' manipulado artificialmente, sólo puede intentarlo a su propio riesgo, alienando con ello a las masas populares en lugar de asegurarles su sostén—la solución sólo puede surgir de la exitosa conversión del "tiempo efímero" en espacio perdurable mediante la reestructuración de los poderes y las instituciones de la toma de decisiones". 1. Mézsáros, Más allá del Capital, pp. 1096-1097. [Con ligera modificación, N.del T.]
234
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
trabajo, sometidos al escrutinio razonado que nosotros mismos nos hacemos y nos
hace también la gente con las que las compartimos, y, por supuesto hasta nuestra
participación de muy distintas maneras en conflictos y confrontaciones a lo largo
de nuestras vidas, incluidas las disputas sociales, políticas y morales del presente.
Sólo una pequeña parte de todo esto tiene conexión directa con la educación
formal. Pero es de gran importancia no solamente en nuestros primeros años de
formación sino durante toda la vida, cuando hay tanto que ir reevaluando
constantemente y verterlo en una unidad funcional coherente y orgánica, sin la
cual en lugar de poseer una personalidad nos haríamos añicos: inútiles e
incapacitados, incluso para servir a fines sociopoliticos autoritarios. La pesadilla
de 1984 de Orwell es irrealizable precisamente porque la inmensa mayoría de
nuestras experiencias constitutivas siguen estando—y seguirán estando siempre—
fuera del campo del control y la imposición institucional formal. Sin duda, muchas
escuelas pueden causar un gran daño, y merecen por ello que Martí las haya criticado
severamente como "formidables cárceles". Pero ni siquiera el peor de sus cercos
está en capacidad de prevalecer de manera uniforme. Los jóvenes pueden hallar
alimento intelectual, moral y artístico en cualquier otra parte.
En lo personal tuve la gran fortuna de encontrar, a la edad de ocho años, un
maestro muy grande. No en la escuela, sino casi por casualidad. Ha sido mi
compañero desde entonces, todos los días. Su nombre es Attila József; un gigante
de la literatura mundial. Los que han leído el epígrafe de mi libro, Más allá de l Capital, ya conocen su nombre. Pero permítanme citar unos cuantos versos de
otro de sus grandes poemas, que escogí para epígrafe del presente libro:
JV¡ Dios ni la mente, sino
el carbón, el hierro y el petróleo,
la materia real nos ha creado,
echándonos hirvientesj violentos,
en los moldes de esta
sociedad terrible,
para afincamos, por la humanidad,
en el eterno suelo.
Tras los sacerdotes, los soldados
y los burgueses
aljin nos hemos vueltojieles
oidores de las leyes:
por eso el sentido de toda obra humana
zumba en nosotros
como el violón profundo."''
Esos versos fueron escritos hace setenta y un años, en 1933, cuando Hitler
llegó al poder en Alemania. Pero nos hablan hoy día a todos nosotros con mayor
intensidad que nunca. Nos invitan a escuchar las leyes con atención y fidelidad, y a
' Attila József, Al borde de la ciudad (A varos peremén). Traducción de Fayad Jamís.
235
Istva'n Mészaros: El desañb y la carga del tiemfx) histórico
proclamarlas por todas partes con clara y viva voz. Porque lo que está en juego en
la actualidad es nada menos que la supervivencia misma de la humanidad. Ninguna
práctica educativa formal pervertidora podrá extinguir la perdurable validez y
fuerza de esas inñuencias.
Sí, "el aprendizaje es nuestra vida misma", como lo expuso Paracelso hace
casi cinco siglos, y tras sus huellas también muchos otros que quizá ni siquiera
escucharon hablar de ese nombre. Para hacer que esa verdad sea patente, como
tiene que serlo, tenemos que hacer la reclamación del terri torio entero de la
educación de toda la vida, a fin de poder poner en su debida perspectiva su parte
formal, en pro de la institución de una reforma radical también allí. Tal cosa no
puede hacerse sin desafiar a las formas de i n t e r i o r i z a c i ó n hoy dominantes,
fortalecidas en gran medida y puestas a favor del capital por el propio sistema
educativo formal. De hecho, tal y como están las cosas hov día, la función principal
de la educación formal es actuar como perro guardián autor i tar io e x off ic io , inductor de un c o n f o r m i s m o generalizado en los modos de interiorización
establecidos para subordinarlos a los requerimientos del orden establecido. Que
la educación formal no pueda lograr la creación de la c o n f o r m i d a d universal no altera el hecho de que en su conjunto está orientada hacia ese fin. Los maestros
y alumnos que se rebelan contra ese designio lo hacen con las municiones que
adquieren de sus colegas rebeldes dentro del campo formal, v del terreno más
amplio de la experiencia educativa "de la juventud a la vejez".
Lo que n e c e s i t a m o s con u rgenc ia es , e n t o n c e s , una ac t iv idad de
" c o n t r a i n t e r i o r i z a c i ó n " coheren te y sostenida que no se agote en la
n e g a c i ó n — p o r necesaria que ella sea como una fase de esta empresa—sino que
defina sus objetivos fundamentales como la creación de una abarcadora alternativa
a lo existente que resulte sus tentab le d e jnanera pos i t iva . Hace casi treinta
años yo estaba editando y presentando un volumen de ensavos del destacado
historiador y pensador político filipino Renato Constantino. En ese t iempo el
régimen clientelar de los Estados Unidos del "General" Marcos lo mantenía bajo
las restricciones autoritarias más severas. En algún momento logró hacerme llegar
el mensaje de que a él le gustaría que el libro se titulase Ident idad n e o c o l o n i a l y c o n t r a c o n c i e n c i a , ' " que de hecho fue la forma como apareció. Plenamente
conciente del impacto esclavizador de la interiorización de la conciencia colonial
en su país, Constantino trataba de poner el acento sobre la tarea histórica de
producir un sistema de educación alternativo y perdurable, con todos los medios
a disposición del pueblo , mucho más allá del campo educativo formal. La
"contraconciencia" adquiría así un significado positivo. En relación con el pasado,
Constantino señalaba que
" ' Renato Constantino, Neo-Colonial Identity and Counter-Consciousness: Essays on Cultural Decolonization, The Merlin Press, Londres, 1978, 307 páginas. Publicado en los Estados Unidos por M.E. Sharpe Inc., White Plains, N.Y., 1978.
236
Istvan Me'szaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Desde sus comienzos, la colonización española operó más a través de la religión que a través de la fuerza, afectando así profundamente a la conciencia. (...) El amoldamiento de la conciencia en el interés de! control colonial sería repetido en otro plano por los norteamericanos que, después de una década de represión masiva, operaron igualmente a través de la conciencia, esta vez empleando la educación y otras instituciones culturales.''*
Y dejó claro que la cons t i tuc ión de una conciencia con t raco lon ia l
descolonizada involucraba directamente a las masas populares en la empresa crítica.
Definía así el significado de una "filosofía de la liberación" que él propugnaba:
En sí es algo que se desarrolla dependiendo del crecimiento de la conciencia. (...) No es contemplativa; es activa v dinámica v envuelve tanto a la situación objetiva como a la reacción subjetiva del grupo involucrado. No puede ser la obra de un grupo selecto, aunque ese grupo se considere motivado por losmejores intereses del pueblo. Necesita de la participación de la columna vertebral de la nación."'
En otras palabras, el enfoque educativo propugnado tenía que abrazar la totalidad de las prácticas cu l tura les /educa t ivas /pol í t i cas en la más amplia
c o n c e p c i ó n de las t r a n s f o r m a c i o n e s e m a n c i p a d o r a s . Es así c o m o una
contraconciencia concebida estratégicamente podría cumplir su gran misión
educativa, como la alternativa necesaria a la interiorización dominada colonialmente.
Ciertamente, e! papel y la correspondiente responsabilidad de la educación
no podría ser mayor. Porque, como lo dejó claro José Martí, la búsqueda de la
cultura, en el sentido apropiado del término, implica el eíevadísimo riesgo de que
ella es inseparable del objetivo fundamental de la liberación. Él insistía en que "ser
cultos es el único modo de ser libres". Y condensó de una manera muv hermosa la j
raison d'etre de la educación misma: "Educar es depos i tar en cada h o m b r e toda la obra h u m a n a q u e le ha a n t e c e d i d o : es hacer a cada h o m b r e el r e s u m e n del m u n d o v i v i e n t e hasta el día en q u e vive". '^ ' 'Ello resulta del
todo imposible dentro de los estrechos límites de la educación formal tal y como
ella está constituida, bajo toda clase de fuertes restricciones, en nuestro tiempo. El
propio Martí sentía que había que rehacer la totalidad del proceso educativo en
todos sus aspectos, desde su comienzo mismo hasta un final abier to , para
t ransformar la "formidable cárcel" en un lugar de emancipación y genuina
realización. Por eso en 1889 escribió también v publicó por cuenta propia una
publicación mensual para los jóvenes. La Edad de Oro.'*'
23» Ibid., pp. 20-21. 2'' Ibid, p, 23. 2'"' Citado en Jorge Lezcano Pérez, "Introducción" a José Martí: 150 Aniversario, Casa Editora de la Embajada de Cuba en Brasil, Brasilia, 2003, p. 8. 2'" Marti tenía la intención de que fuese un proyecto progresivo, y no fue su culpa que solamente se pudiesen publicar cuatro números por falta de apoyo financiero. Hoy los cuatro números están reproducidos en el volumen 18 de las Obras completas de José Marti, pp. 299-503. No es posible leer hoy la preocupación expresada en esas páginas sin quedar hondamente conmovido.
237
Istvan Mészaros: El desafio y la carsa del tiempo histórico
En ese espíritu se podrían juntar todas las dimensiones de la educación. Los
principios orientadores de la educación formal tienen que ser desvestidos de esa
forma del ropaje de la lógica impositora de la conformidad del capital, y moverse
en cambio en dirección a un intercambio activo y positivo con las prácticas educativas
más amplias. Los principios y las prácticas se necesitan mucho mutuamente. Sin
un intercambio progresivo conciente con los procesos omniabarcantes de la
educación como "nuestra vida misma", la educación formal no puede satisfacer sus
tan necesitadas a sp irac iones e m a n c i p a d o r a s . Sin embargo, si los elementos
progresistas de la educación formal logran redefinir su tarea en un espíritu orientado
hacia la perspectiva de una alternativa hegemónica al orden existente, podrán hacer
una contribución vital para la ruptura de la lógica del capital no solamente en su
propio campo más limitado sino en la sociedad en su conjunto.
8 .4 LA EDUCACIÓN COMO LA "SUPERACIÓN POSITIVA DE LA
AUTOALIENACIÓN DEL TRABAJO"
Vivimos bajo condiciones de alienación deshumanizadora y de trastrocamiento
fetichista del verdadero estado de las cosas en la conciencia (caracterizado muchas
veces también como "cosificación"), porque el capital no puede ejercer sus
funciones metabólicas sociales de reproducción ampliada de ninguna otra forma.
Para cambiar esas condiciones se requiere de una intervención conciente en todos
los terrenos de nuestra existencia individual y social. Es por eso que, según Marx,
los seres humanos deben "cambiar de arriba abajo las condiciones de su existencia
industrial y política, y en consecuencia t o d a su manera de ser".^*"
Marx afirmaba también que—si andamos en busca del punto de Arquímedes
a partir del cual las contradicciones mistificadoras de nuestro orden social se
pueden volver inteligibles y superables—en las raíces de todas las variedades de la
alienación hallaremos la a l i e n a c i ó n de l trabajo desenvolviéndose en la historia:
un proceso de a u t o a l i e n a c i ó n esclavizadora. Pero precisamente porque estamos
inmersos en un proceso h i s t ó r i c o , impuesto no por un agente mítico externo de
predestinación metafísica (caracterizado como la ineludible "suerte humana"^**^) ni
ciertamente por una "naturaleza humana" incambiable—la manera como a menudo
es representado tendenciosamente ese problema—sino por el trabajo mismo, es
posible superar la a l i e n a c i ó n mediante la r e e s t r u c t u r a c i ó n rad ica l de
nuestras condiciones de existencia establecidas desde hace largo tiempo, y con
ello "toda nuestra manera de ser".
En consecuencia, la necesaria intervención conciente en el proceso histórico,
orientada por la tarea adoptada de superar la alienación a través del nuevo
^*^ Marx, The Poverty of Philosophy, Lawrence and Wishart, Londres (sin fecha), p. 123. •• "Estamos condenados a un valle de lágrimas" en una versión y "estamos condenados
a la angustia de la libertad" en otra.
238
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
metabolismo reproductivo social de los "productores l ibremente asociados",
constituye un tipo de acción sostenida estratégicamente que no puede ser nada
más cuestión de una n e g a c i ó n , no importa cuan radical. Porque en opinión de
Marx todas las formas de negación siguen sendo c o n d i c i o n a d a s p o r el o b j e t o de su negac ión .Y en verdad es peor que eso. Como la amarga experiencia histórica
nos lo ha d e m o s t r a d o a m p l i a m e n t e en el pasado r e c i e n t e , la i n e r c i a c o n d i c i o n a d o r a del objeto negado tiende a hacerse más poderosa con el paso
del tiempo, e impone al comienzo el seguimiento del "camino más fácil" y luego—
con intensidad cada vez mayor—la "racionalidad" de retroceder hasta las "prácticas
ya aprobadas" del status q u o ante , destinadas a sobrevivir en las dimensiones sin
reestructurar del orden anterior.
Es aquí donde la educación—en el sentido del término más abarcante, como
acabamos de considerar— pasa al primer plano. Inevitablemente, los primeros
pasos de una transformación social de envergadura en nuestra época implican la
necesidad de poner bajo control la política estatal hostil que se opone, y por
naturaleza propia tiene que oponerse, a toda idea de reestructuración social que lo
abarque todo. En ese sentido la n e g a c i ó n radical de la estructura de mando
política general del sistema establecido debe hacerse valer, en su inevitable
negatividad predominante, en la fase inic ial de la transformación que se pretende.
Pero incluso en esa fase, y ciertamente antes de la conquista del poder político, la
necesaria negación resultará apropiada para el papel asumido sólo si ha sido
conformada de manera positiva según el o b j e t i v o genera l de la transformación
social prevista, como la brújula para todo el viaje. Por consiguiente, el papel de la
educación tiene una importancia vital, desde el propio comienzo, para la ruptura
de la interiorización predominante de las escogencias políticas restringidas a la
interesada "legitimación constitucional democrática" del estado capitalista. Porque
también esa "cont ra in te r ior izac ión" (o "contraconciencia") requiere de la
anticipación de los amplios principios generales positivos de la manera radicalmente
diferente de administrar las funciones generales de la toma de decisiones de la
sociedad, mucho más allá de la expropiación de larga data, por parte de la política,
del poder de tomar todas las decisiones fundamentales, que además les son
impuestas sin contemplaciones a los individuos, como la forma de alienación par e x c e l l e n c e bajo el orden existente.
Sin embargo, la tarea histórica que debemos encarar sobrepasa en enorme
medida a la mera negación del capitalismo. El concepto de ir más allá de l capita l tiene un carácter inherentemente p o s i t i v o . Prevé la realización de un orden
metabólico social que se so s t i ene a sí m i s m o d e manera pos i t iva , sin ninguna
referencia autojustificadora a los males del capitalismo. Tiene que ser así, porque la
negación directa de las variadas manifestaciones de la alienación sigue estando
condicionada por aquello que ella niega, v por consiguiente continiia siendo
vulnerable en virtud de ese condicionamiento.
239
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
La estrategia reformista de defender el capitalismo está basada de hecho en la
tentativa de pretender un cambio gradual en la sociedad, mediante el cual los
d e f e c t o s part icu lares sean removidos para así socavar la base sobre la que se
puedan articular las exigencias de un s i s tema a l ternat ivo . Ello es factible tan
sólo en la teoría tendenciosamente ficticia, pues en la práctica las "reformas"
remedíales pretendidas resultan estructuralmente irrealizables dentro del marco
establecido de la sociedad. Así queda claro que el objeto real del reformismo no
es en modo alguno el que él pretende para sí: el correctivo real de los innegables
defectos particulares, aunque deliberadamente se minimice su magnitud, y aun
si se admite autoabsolvedoramente que la manera proyectada de ocuparse de
ellos será muy lenta. El único término dentro de ese discurso que tiene un
referente intencionadamente real es "gradua l" , y hasta éste resulta estar
abusivamente inflado para volverlo estrategia general, que no podría serlo. Porque
los defectos particulares del capitalismo no pueden ser examinados ni siquiera
superficialmente, y mucho menos aún genuinamente remediados, sin referirlos
al s i s t ema c o m o t o t a l i d a d , que los produce obligadamente v los reproduce
constantemente.
La negativa reformista a abordar las contradicciones del s is tema existente,
en n o m b r e de la supues ta l eg i t imidad de ocuparse s o l a m e n t e d e las mani fes tac iones part i cu lares—o, en sus variedades "posmodernas", el rechazo
a priori de las llamadas "grandes narrat ives" a favor de los "pet i ts récits" arbitrariamente idealizados—en la realidad no constituye sino una forma peculiar
de rechazar sin un análisis apropiado la posibilidad de algún sistema rival, y una
manera igualmente apriorística de e t ern izar el sistema capitalista establecido. El
objeto real de la argumentación reformista es, muy mistificadoramente, el sistema d o m i n a n t e en sí, v no las partes del sistema rechazado o del defendido, a pesar
del fervor alegadamente reformista que los proponentes del "cambio gradual"
afirman de manera explícita profesar.'^^ El obligado fracaso en sacar a la luz el
interés real del reformismo nace de su incapacidad de sostener la v a l i d e z eterna del orden socioeconómico y político establecido. En realidad resulta totalmente
inconcebible que se sostenga la validez y la permanencia eternas de algo creado h i s t ó r i c a m e n t e . Es eso lo que convierte en inevitable, en todas las variedades de
reformismo sociopolítico, que se intente desviar la atención de las determinaciones
"* La polémica de Bernstein contra Marx es definitivamente caricaturesca. En lugar de enzarzarse con él en una discusión teórica adecuada, prefiere seguir el camino del lanzamiento de insultos gratuitos y condena, sin ninguna clase de argumento, "el armatoste dialéctico" de Marx (y de Hegel). Como si transformar los graves problemas del razonamiento dialéctico en un exabrupto descalificador pudiese por sí solo zanjar los importantes aspectos políticos y sociales en disputa. El lector interesado puede encontrar un análisis bastante detallado de esa controversia en el Capítulo 8 de The Power of Ideology ya mencionado en la Nota 4. El término "grandes narratives" es utilizado en la posmodernidad de manera análoga al insulto descalificador de Bernstein en contra del "armatoste dialéctico" que él condena.
240
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
s i s témicas—que en definitiva definen el carácter de todos los aspectos vitales—
hacia disputas más o menos caprichosas acerca de e f ec tos particulares, mientras
se deja que su incorregible base causa l continúe siendo indesafiablemente
permanente y encima ni siquiera se le mencione.
Todo eso permanece oculto tras la naturaleza misma del discurso reformista.
Y precisamente por el carácter mistificador de ese discurso, cuyos constituyentes
fundamentales a menudo se mantienen ocultos hasta para sus ideólogos más
destacados, nada les importa a los creyentes de esa doctrina el que en determinado
punto de la historia—como en el caso de la llegada del "Nuevo Laborismo" a
Inglaterra v de sus partidos hermanos a Alemania, Francia, Italia y demás países—
la idea misma de cualquier reforma social significativa se vea abandonada por
completo, V no obstante se reafirmen solapadamente las pretensiones de un
presunto "avance" (que no conduce en lo absoluto a ninguna parte que resulte
rea lmente diferente) . Así, hasta las antiguas diferencias entre los par t idos
principales quedaron borradas en el estilo norteamericano hoy dominante del
sistema m o n o p a r t i d i s t a con "dos partidos", sin que tampoco importe cuántos
"subpartidos" podamos encontrar todavía en los países en particular. Lo que se
mantiene constante es la defensa más o menos escondida de las d e t e r m i n a c i o n e s s i s témicas reales del orden existente. El axioma pernicioso que afirma que "no hay a l t e r n a t i v a " — h a b l a n d o no solamente de las inst i tuciones polít icas
establecidas sino además acerca del orden social establecido en general—lo aceptan
por igual el Partido Conservador inglés de la antigua Primera Ministra Margaret
Thatcher (que abogó por él v lo popularizó) v el llamado "Nuevo Laborismo" del
actual Primer Ministro Tony Blair, v también muchos otros dentro del espectro
político parlamentario del mundo entero.
En vista del hecho de que el proceso de la reestructuración radical tenga que
estar orientado por la estrategia de una remodelación pos i t iva abarcante del
sistema completo, en la cual los individuos se encontrarán a sí mismos, el desafío
que debemos afrontar no tiene paralelo en la historia. Porque el cumplimento de
esa tarea histórica novedosa implica simultáneamente el cambio cualitativo de las
condiciones objetivas de la reproducción social, en el sentido de volverle a quitar
el control al propio capital—v no simplemente a un tipo en part icular de
personificaciones del capital que hacen valer los imperativos del sistema como
capitalistas consecuentes—y la progres iva trans formac ión de la c o n c i e n c i a en respuesta a las condiciones necesariamente cambiantes. Así el papel de la
educación es capital, tanto para la elaboración de las estrategias apropiadas para el
cambio de las condiciones objetivas de la reproducción, como para el a u t o c a m b i o c o n c i e n t e de los individuos llamados a realizar la creación de un orden metabólico
social radicalmente diferente. Es eso lo que significa la prevista " soc iedad de p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e asoc iados". No es sorpresa, entonces, que en la
concepción marxiana "la s u p e r a c i ó n pos i t i va d e la a u t o a l i e n a c i ó n de l trabajo" esté catalogada de tarea ineludiblemente educativa.
241
István Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
En este respecto debemos mantener en el primer plano de nuestra atención dos c o n c e p t o s c laves : la u n i v e r s a l i z a c i ó n d e la e d u c a c i ó n y la un iversa l i zac ión de l trabajo c o m o ac t iv idad h u m a n a autorreal izadora .
De hecho la una no es viable sin la otra. Ni es posible pensar que su estrecha
interrelación vaya a constituir un problema en un futuro muy remoto. Ella surge
"aquí y ahora", y es re levante en cualquier nivel y grado del desarrol lo
socioeconómico. Podemos encontrar un ejemplo prominente en un discurso que
dio Fidel Castro en 1983, respecto a los problemas que había tenido que encarar
Cuba al aceptar el imperativo de unlversa l izar la e d u c a c i ó n , a pesar de las
dificultades prohibitivas no sólo en términos económicos sino también en la
consecución de los maestros requeridos. He aquí cómo condensó el problema: A la vez habíamos llegado ya a una situación en que el estudio se univefsalizaba. Y para unlversalizar el estudio en un país subdesarrollado y no petrolero— digamos—desde el punto de vista económico era necesario unlversalizar el trabajo. Pero aunque fuésemos petroleros, habría sido altamente conveniente unlversalizar el trabajo, altamente formativo en todos los sentidos, y altamente revolucionario. Que por algo estas ideas fueron planteadas hace mucho tiempo por Marx y por Martí.^*'
Los notables logros educativos en Cuba, desde la pronta y total eliminación
del analfabetismo hasta los elevadísimos niveles de la investigación científica
creadora^**"—en un país que ha tenido que luchar no solamente contra las enormes
restricciones económicas del "subdesarrollo" sino además contra el grave impacto
de cuarenta y cinco años de cerco hostil—sólo resultan comprensibles dentro de
ese cuadro. Ese logro demuestra también que no puede haber justificación alguna
para aguardar hasta que en el futuro infinito se presente un "tiempo favorable".
Hay que emprender "aquí y ahora" el camino del enfoque de la educación y el
aprendizaje de una manera cualitativamente diferente, como ya lo indicamos, si
queremos que se den los cambios necesarios en el momento debido.
Sin la promoción conciente de la universalización conjunta del trabajo y la
educación no podrá haber ninguna solución positiva para la autoalienación del
trabajo. Sin embargo, en el pasado no podía existir una verdadera oportunidad para
ello, debido a la subordinación y dominación jerárquica estructural del trabajo. Ni
siquiera cuando algunos grandes pensadores trataron de conceptualizar esos
problemas en un espíritu sumamente progresista. Así, Paracelso, uno de los
2« Fidel Castro, José Marti: El autor intelectual. Editora Política, La Habana, 1983, p.224. "'• Hasta el gobierno hostil norteamericano tuvo que reconocer ese logro de manera indirecta: en 2004 le concedió a una empresa farmacéutica norteamericana de California el derecho a cerrar un acuerdo comercial importante —multimillonario en dólares —con Cuba, para la distribución de una medicina anticancerosa salvadora de vidas, suspendiendo con ello una de sus regulaciones de bloqueo salvaje. Por supuesto, aún así el gobierno estadounidense mantuvo su hostilidad negando el derecho a transferir a " moneda firme" los fondos involucrados y obligando a su propia empresa a negociar a cambio algún tipo de arreglo en "trueque", aportando productos agrícolas o industriales norteamericanos en intercambio por la medicina cubana pionera.
242
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
modelos para el Fausto de Goethe, trató de unlversalizar el trabajo y el aprendizaje de esta forma;
aunque todo cuanto atañe al cuerpo del hombre fue creado, nada de lo que tiene que ver con su "arte" lo fue. Todas las artes le fueron dadas, pero no de forma reconocible de inmediato; tuvo que descubrirlas gracias al aprendizaje.(...) La manera adecuada reside en el trabajo y la acción, en el hacer y elproducir; los perversos nada hacen, pero mucho hablan. No juzguemos a unhombre por sus palabras, sino por su corazón. El corazón habla con palabrassólo cuando los hechos las confirman. (...) Nadie ve lo que dentro de él estáoculto, sino sólo lo que sus obras revelan. Por ello el hombre debe trabajar continuamente para
descubrir lo que Dios le ha concedido.^"
Ciertamente, Paracelso insistía en que el trabajo (Arbeit) debería ser el
principio ordenador de la sociedad. Llegó hasta a propugnar rea lmente la
expropiación de las riquezas de los ricos ociosos, a fon de obligarlos a llevar una
vida productiva.^'^'*
Como podemos ver, la idea de la universalización del trabajo y de la educación,
inseparables una de la otra, se remonta hasta muy atrás en nuestra historia. Por
consiguiente resulta por demás significativo que tal idea haya tenido que continuar
siendo total y solamente frustrada, porque su realización presupone obligadamente
la i gua ldad sustant iva de todos los seres humanos. El grave hecho de que el
t i e m p o de trabajo deshumanizador de los individuos constituye también la mayor
parte de su t i e m p o de v ida , tenía que verse despiadadamente ignorado. Las
funciones c o n t r o l a d o r a s de la reproducción metabólica social tenían que ser
separadas de, y contrapuestas a, la inmensa mayoría de la humanidad, y designadas
a la implementación de tareas subordinadas en el sistema socioeconómico y político
establecido. En el mismo espíritu, no sólo el control del trabajo estructuralmente
subordinado, sino también la dimensión controladora de la educación, tenían que
ser mantenidos en compar t imien tos por separado, bajo el dominio de las
personificaciones del capital en nuestro tiempo. Es imposible cambiar esa relación
de dominación y subordinación estructural sin la realización de la verdadera
i g u a l d a d sustant iva , puesto que la mera i gua ldad formal siempre se vería
afectada profundamente, si no anulada por completo, por la dimensión sustantiva
realmente existente. Por eso el desafío de la universalización del trabajo y de la
educación, inseparables el uno de la otra, puede aparecer en la agenda histórica
solamente dentro de la perspectiva de ir más allá de l capita l .
En la concepción de la educación desde hace mucho tiempo dominante, los
dirigentes y los dirigidos políticos, así como los privilegiados educativamente (trátese
de los individuos empleados como educadores o de los administradores que
™ Paracelsus, Selected Writings, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1951, pp. 176-77, 189, 183. 248 Ver Paracelsus, Leben und Lebensweisheit in Selbstzeugnissen, Reclam Verlag, Leipzig, 1956, p. 134.
243
Istvan Mészaros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
detentan el control ele las instituciones educativas) v quienes tienen que ser
educados, aparecen en compartimientos por separado, casi estancos. Un buen
ejemplo de esa visión está expresado en el artículo sobre "Educación" de la reputada
E n c i c l o p e d i a Británica. Dice así:
La acción del estado moderno no se puede detener en la educación elemental. El principio de "la carrera abierta a! talento" ha dejado de ser materia de teoría humanitaria abstracta, la aspiración fantástica de los soñadores revolucionarios; para las grandes comunidades industriales del mundo moderno constituve una convincente necesidad práctica, impuesta por la ardua competencia internacional que prevalece en las artes y en las labores de vida. La nación que no quiera fracasar en la lucha por el éxito comercial, con todo lo que ello implica para la vida nacional y para la civilización, tiene que cuidar de que sus industrias reciban un suministro constante de trabajadores adecuadamente dotados tanto de inteligencia en general como de entrenamiento técnico.Tam.bién en el campo de la política la creciente democratización de las instituciones convierte en necesaria precaución de los estadistas prudentes que haya una amplia difusión de conocimientos, y que se cultiven elevados niveles de inteligencia, en especial para los grandes estados imperiales que le confían los asuntos más trascendentales de la política mundial al arbitrio de la voz del pueblo. '*'
Aun en sus propios términos de referencia, este artículo erudito—y sin duda
de impactante investigación histórica—es sumamente deficiente a causa de razones
ideológicas claramente identificables. Porque exagera en mucho los efectos
beneficiosos de la "ardua competencia internacional" de los capitales nacionales
sobre la educación del pueblo trabajador. El penetrante libro de Harry Braverman
sobre "la d e g r a d a c i ó n de l trabajo en el s ig lo XX"^^''nos da una valoración
incomparablemente mejor de las fuerzas alienantes v brutales que actúan en la
empresa capitalista moderna. Ellas arrojan una penetrante luz negativa sobre la
ilusa tergiversación de la "lucha por el éxito comercial" acerca de la cual el autor
de ese artículo pretende un impacto "civilizador", cuando en la realidad muchas
veces el resultado obligado es diametralmente opuesto. E incluso en lo que respecta
a las empresas industriales en particular, la llamada "administración científica" de
Frederic Winslow Taylor revela el secreto de cuan elevados se supone que deben
ser los requerimientos educativos/intelectuales de las empresas capitalistas, para
conducir una operación competitivamente exitosa. Como lo escribe con abierto
cinismo F.W.Taylor, el fundador de ese sistema de control gerencial autoritario:
-* Ver el artículo sobre "Educación" en la 13' edición (1926) de la Encyclopaedia Británica. 250 Ver Harry Braverman, Labour and Monopoly Capital: The Degradation of Work in the Twentieth Century, Monthly Review Press, Nueva York, 1974. Un documental de televisión acerca de la línea de montaje de los obreros de la industria automotriz de Detroit, entrevistó a un grupo de ellos y les preguntó cuánto tiempo les llevó aprender su oficio. Se miraron entre ellos, y entre risas respondieron con franco desdén: "¡ocho minutos nada más!"
244
Istvan Mészaros: LI desafio y la carga del tiempo histórico
Uno de los primeros requisitos para que un hombre sea apto para manipular lingotes de hierro como oficio permanente, es ser lo bastante estúpido y cachazudo como para parecerse en su esquema mental más a un buey que a cualquier otra cosa. (...) El operario más capacitado para manipular lingotes de hierro es
incapaz de entender la verdadera ciencia de ese trabajo. Es tan estúpido que la palabra "porcentaje" no significa nada para él."'
¡Muy científico, vaya! En cuanto a la proposición según la cual "una amplia
difusión de conocimientos, y que secultiven elevados niveles de inteligencia"
constituye la meta felizmente adoptada del estado capitalista m o d e r n o — " e n espec ia l para los g r a n d e s e s t a d o s imper ia le s q u e le conf ían los asuntos más t r a s c e n d e n t a l e s de l a p o l í t i c a m u n d i a l al arb i tr io d e la v o z d e l p u e b l o " — r e s u l t a demasiado risible v de carácter demasiado obviamente
apologético, como para considerarla siquiera por un momento un argumento serio
a favor de las pretendidas causas del mejoramiento de inspiración democrática e
ilustración política de la educación, bajo las condiciones del dominio del capital
sobre la sociedad.
La educación más allá de l capi ta l prevé un orden social cualitativamente
diferente. En la actualidad no sólo resulta factible emprender el camino que
conduce a ese orden, sino también necesario y urgente. Porque las determinaciones
destructivas incorregibles del orden existente convierten en imperativo que se le
contraponga a los antagonismos estructurales irreconciliables del sistema una
alternat iva pos i t iva sustentable para regular la reproducción metabólica social,
si es que queremos garantizar las condiciones fundamentales de la supervivencia
humana. El papel de la educación, orientada por la única perspectiva positivamente
viable de ir más allá del capital, resulta absolutamente crucial en este respecto.
La s o s t en ib i l idad equivale al c o n t r o l c o n c i e n t e del proceso metabólico
social de la reproducción por parte de los productores libremente asociados, al
contrario de la insostenible adversar iedad estructuralmente atrincherada y la
definitiva destructividad del orden reproductivo del capital. No es concebible que
se produzca ese control conciente de los procesos sociales—una forma de control
que también resulta ser la única forma de autocontro l : el requerimiento necesario
para convertirse en p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s — sin activar a plenitud
los recursos de la educación en el sentido más amplio del término.
El defecto más grave e insuperable del sistema del capital consiste en que las
m e d i a c i o n e s d e s e g u n d o o r d e n a l i enantes tienen que imponerse por sobre
todos los seres humanos, incluidas las personificaciones del capital. De hecho el
sistema del capital no podría sobrevivir más de una semana sin sus mediaciones de
segundo orden: principalmente el estado, la relación del intercambio orientada
hacia el mercado, y el trabajo en su subordinación estructural al capital. Se
^'' F. W. Taylor, Scientific Management, Harper and Row, Nueva York, 1947, p. 29. Ver los Capítulos 2 y 3 de The Power oí Ideology, especialmente las secciones 2.1: "Post-War Expansion and 'Post-Ideology' ", y 3.1: "Managerial Ideology and the State".
245
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
interponen obligadamente entre un individuo y otro, y también entre los individuos
en particular y sus aspiraciones, poniéndolas "cabeza abajo" y "vueltas de revés" a
fin de poder subordinarlas a los imperativos fetichistas del sistema del capital. En
otras palabras, dichas mediaciones de segundo orden le imponen una forma de m e d i a c i ó n ajena a la humanidad. La a l ternat iva pos i t iva a esa manera de
c o n t r o l a r la r e p r o d u c c i ó n m e t a b ó l i c a social no p u e d e ser o t r a que la
a u t o m e d i a c i ó n , en su inseparabilidad del a u t o c o n t r o l y la au torrea l i zac ión m e d i a n t e la l i b e r t a d y la i g u a l d a d s u s t a n t i v a s , en un o rden
sociorreproductivo regulado concientemente por los individuos asociados. Es
inseparable también de los va lores escogidos por los propios individuos sociales,
de acuerdo con sus necesidades reales, en vez de que les sean impuestos, en forma
de ape tenc ia s completamente art i f ic iales por los imperativos cosificados de la
acumulación lucrativa del capital, como resulta ser el caso hoy día. N i n g u n o de
esos objetivos emancipadores es concebible sin la intervención más activa de la
educación, tal y como la concebimos en su orientación positiva hacia un orden
social más allá del capital.
Vivimos en un orden social en el que hasta los mínimos requerimientos de la
satisfacción humana le son negados insensiblemente a la inmensa mayoría de la
humanidad, en tanto que la producción de desperdicio ha adquirido proporciones
prohibitivas, en concordancia con el viraje de la pretendida " d e s t r u c c i ó n p r o d u c t i v a " capitalista del pasado a la realidad cada vez más dominante de la
p r o d u c c i ó n des truct iva actual. Las cifras que expondremos a continuación
ilustran muy bien las ñagrantes desigualdades sociales hoy en evidencia, y cada vez
más pronunciadas en su desarrollo ya en marcha:
Según el Reporte sobre el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, el 1 % más rico del mundo percibe iguales ingresos que el 57% más pobre. La diferencia de ingresos entre el 20% más rico y el 20% más pobre en el mundo aumentó de 30 a 1 en 1960, a 60 a 1 en 1990 y a 74 a 1 en 1999, y la proyección es que llegue a 100 a 1 en 2015. En 1999-2000, 2.8 millardos de personas vivían con menos de 2 dólares diarios, 840 millones estaban subalimentados, 2.4 millardos no tenían acceso a ninguna clase de servicios sanitarios mejorados, y uno de cada seis niños del mundo en edad de asistir a la escuela primaria no iba a la escuela. Se estima que cerca del 50% de la fuerza de trabajo global no agrícola esté desempleada o subempleada.^'^
Lo que está sobre el tapete aquí no es simplemente la def ic ienc ia ocas ional de recursos económicos disponibles, que tarde o temprano será superada, como
se prometió en vano, sino la ob l igada de f i c i enc ia es tructural de un sistema
que funciona a través de su c í r c u l o v i c i o s o d e des p i l f a ro y e s c a s e z . Es
imposible romper ese círculo vicioso sin la intervención positiva de la educación,
capaz de e s t a b l e c e r p r i o r i d a d e s y definir n e c e s i d a d e s r e a l e s con las
^^ Minqi Li, "After Neoüberalism: Empire, Social Democracy, or Socialism?", Monthly Review, enero 2004, p. 21.
246
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
deliberación plena y libre de los individuos involucrados. Si no es así, la escasez
puede ser reproducida, y lo será, en una escala cada vez mayor, en conjunción con
la generación más despilfarradora de necesidades artificiales, como se hace hoy, al
se rv ic io de la a u t o e x p a n s i ó n i n s a n a m e n t e o r i e n t a d a y la acumulac ión
contraproducente del capital.
Una concepción opuesta y articulada de manera positiva de la educación más allá de l capi ta l no puede verse restringida a un número limitado de años de la
vida de los individuos, sino que debido a sus funciones radicalmente cambiadas,
los abarca a todos. La "autoeducación de iguales" y la "autogestión del orden
sociorreproductivo" no pueden separarse. La autogest ión—por par te de los
individuos libremente asociados—de las funciones vitales del proceso metabólico
social constituye una empresa progres iva e inevitablemente cambiante . Igual
vale para las prácticas educativas que les permiten a los individuos cumplir esas
funciones que se redefinen por sí mismas, de acuerdo con los carnbiantes
requerimientos de los que ellos son los agentes activos. La educación, en ese
sentido, es verdaderamente "educac ión cont inua". No puede ser ni"vocacional"
(que en nuestras sociedades significa el confinamiento de la gente involucrada a
funciones utilitarias estrechamente predeterminadas, desprovistas de todo poder
para tomar decisiones), ni "general" (que se supone les enseña a los individuos, de
manera paternalista, la "habilidad para pensar"). Tales nociones constituyen las
arrogantes presunciones de una concepción basada en la separación totalmente
insostenible entre las dimensiones prácticas y las estratégicas. Por consiguiente la
"educación continua", como constituyente obligatorio de los principios reguladores
de una sociedad más allá del capital, es inseparable de la significativa práctica de la
a u t o g e s t i ó n . Es parte integral de ésta, porque representa al principio la fase formativa en ia vida de los individuos y, por otra parte lo es en el sentido de que
permite una r e t r o a l i m e n t a c i ó n pos i t iva desde los individuos educativamente
enriquecidos, con sus necesidades apropiadamente cambiantes y equitativamente
redefinidas, hacia la determinación general de los principios y los objetivos
orientadores de la sociedad.
A nuestra difícil situación histórica la define la cris is e s tructura l de l s istema g loba l de l capital . Está de moda hablar, con toda autosuficiencia, acerca
del gran éxito de la globalización capitalista. Un libro de publicación reciente al
que se la ha hecho fervorosa propaganda lleva por título Por q u é func iona la g loba l i zac ión .^ ' ' Sin embargo, el autor, quien es el principal comentarista
económico del F i n a n c i a l T i m e s de Londres, olvida formular la pregunta
realmente importante: ¿para q u i é n func iona? (si es que funciona). Bueno, es
cierto que funciona, por lo momentos y no muy bien que se diga, para quienes
toman las decisiones en el capital transnacional, pero no para la inmensa mayoría
de la humanidad, que debe sufrir las consecuencias. Y ninguna " i n t e g r a c i ó n
Ver Martin Wolf, Why Globalization Works, Yale University Press, 2004.
247
István Mészáros: El desafio y ¡a carga del tiempo histórico
jur i sd i cc iona l" como la propugnada por el autor—es decir, hablando claro, el
control directo más estricto de los deplorados "demasiados estados" por unas pocas potencias imperialistas, en especial la más grande de todas—va a remediar la
situación. En realidad la globalización capitalista no funciona, y no puede funcionar.
Porque no puede superar las contradicciones y los antagonismos inconciliables
manifiestos a través de la crisis estructural global del sistema. La globalización
capitalista en sí misma constituye la manifestación contradictoria de esa crisis, y
trata de trastrocar la relación c a u s a / e f e c t o en un vano intento por remediar
algunos efectos negativos mediante otros e f ec tos p r o y e c t a d o s i lusamente , porque es incapaz estructuralmente de abordar sus causas .
Nuestra época de crisis es tructural g loba l es también la época histórica de la t rans ic ión del orden social existente a otro cualitativamente diferente. Son
ésas las dos características definitorias fundamentales del espacio social e histórico
dentro del cual hay que afrontar los grandes desafíos de r o m p e r la l ó g i c a del c a p i t a l , y al mismo t iempo elaborar también los perfiles estratégicos de la e d u c a c i ó n más allá de l capita l . Nuestra tarea educativa es por consiguiente
s i m u l t á n e a m e n t e t ambién la ta rea de una amplia t r ans fo rmac ión social
emancipadora. Ninguna de las dos puede ser colocada frente a la otra. Son
inseparables. La transformación social emancipadora radical que se requiere no es
concebible sin la contribución positiva más activa de la educación en su sentido
omniabarcante, como la hemos caracterizado en esta conferencia. Y viceversa: la
educación no puede funcionar suspendida en el aire. Puede y tiene que estar
debidamente articulada v ser constantemente reconformada en su interrelación
dialéctica con las cambiantes condiciones v necesidades de la transformación social
emancipadora en marcha. Las dos tendrán éxito o fracasarán, se mantendrán en pie
o caerán , j un ta s . Depende de t o d o s n o s o t r o s — t o d o s , po rque sabemos
perfectamente que "los educadores también t ienen que educarse"—que se
mantengan en pie y no caigan. Hay demasiado en juego como para contemplar la
posibilidad de un fracaso.
En esta empresa no podemos separar las tareas inmediatas de su marco e s t ra tég i co general, ni tampoco oponérselas. El éxito estratégico es impensable
si no cumplimos las tareas inmediatas. De hecho el marco estratégico mismo
const i tuye la síntesis general de las tareas y desafíos inmediatos , que son
innumerables y siempre renovados y expandidos. Pero la solución de los desafíos
sólo resulta factible si es el marco estratégico sintetizador el que le da forma al
abordaje de lo inmediato. Los pasos mediadores en dirección al futuro—en el
sentido de la única forma viable de a u t o m e d i a c i ó n — s ó l o pueden arrancar de lo
i n m e d i a t o , pero iluminados por el espacio que ella puede ocupar legítimamente
en la estrategia general orientada por el futuro previsto.
248
Capitulo 9 El socialismo en el siglo XXI
La cuestión del socialismo se presenta en el siglo XXI como la necesidad de
una evaluación crítica del pasado y como e] desafío ineludible de identificar los
requerimientos fundamentales que hav que incorporar a las estrategias de cambio
radical previstas. Esto debe ser hecho bajo condiciones en que la urgencia de
contrarrestar las destructivas tendencias de desarrollo en marcha nada más la pueden
negar los peores apologistas del orden metabólico social establecido.
En el presente capítulo sólo podemos indicar brevemente los principales
objetivos y características de la t ransformación socialista necesaria, como
princ ip ios or ientadores para la elaboración de las estrategias viables para nuestro
futuro tanto cercano como distante. El orden en que los puntos específicos son
presentados aquí no significa que ello constituya un ordenamiento según su
importancia, ni que los subsiguientes estén subordinados a los primeros. Por la
naturaleza misma de los temas sobre el tapete resultaría artificial y distorsionador
jerarquizarlos según ese criterio. Porque las características definitorias de una
transformación socialista genuina const i tuyen una totalidad es t rechamente
integrada.Todos son, en algún sentido, p u n t o s d e A r q u í m e d e s que se sostienen
a sí mismos y entre sí mediante sus determinaciones recíprocas y sus implicaciones
de toda índole. En otras palabras, t o d o s ellos son de igual importancia, en el
sentido de que n i n g u n o es ignorable u omitible en la larga trayectoria de la
estrategia general, independientemente de su relevancia i nmed ia ta en el punto
de partida del viaje.
Sin embargo, existe una doble razón para presentarlos como puntos por
separado. Primero, porque para los propósitos ana l í t i cos es útil agrupar juntos
los elementos relativamente homogéneos bajo un mismo encabezado, cuando las
complejas interconexiones del todo sólo pueden ser establecidas si se ponen en
juego una serie de mediaciones más distantes y en cierto modo contrastantes, con
sus propios contextos específicos. Y segundo, porque no se puede suponer que la
dimensión t e m p o r a l de la realización de las características y requerimientos
específicos de una transformación socialista verdaderamente perdurable resulte
ser la misma. Naturalmente, algunos de los cambios propugnados serán factibles
considerablemente antes que otros. Sin embargo, hasta los objetivos de mayor
dificultad, cuya realización resultará inevitablemente más remota en el t iempo,
deben ser reconocidos desde el comienzo mismo como vitales para el éxito de la
transformación necesariamente radical en su totalidad, o de lo contrario la empresa
en su conjunto está destinada a verse desencaminada o socavada. Porque sin la
249
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
identificación de la d e s t i n a c i ó n g e n e r a l del viaje, junto con la d i r e c c i ó n es tratég ica y la necesaria brújula adoptada para alcanzarla, no puede haber esperanza de éxito. El desastroso fracaso de la socialdemocracia en todo el mundo, gracias también a su falsa panacea de "el ob je t ivo n o es nada , el m o v i m i e n t o
lo es todo"—que contribuyó en mucho a transformar su programa reformista, otrora genuinamente propugnado, en la defensa reaccionaria de inclusive los aspectos más indefendibles del orden dominante—nos brinda un poderoso recordatorio y advertencia a este respecto.
Sin duda, la n e g a c i ó n radical del destructivo sistema de control metabólico social constituye apenas un solo lado de lo que se tiene que hacer. Porque la negación incuestionablemente necesaria del sistema del capital sólo puede tener éxito si se le complementa con el l ado p o s i t i v o de la empresa en su totalidad. Es decir, la progresiva creación de un orden socíorreproductivo a l t ernat ivo , desde un comienzo humanamente aprobable y v i a b l e , y también verdaderamente s u s t e n t a b l e incluso desde la perspect iva histórica más prolongada. Este planteamiento indica un p r o c e s o social inevitablemente complejo e intrincado que define a todo objetivo y requerimiento específicos de la transformación socialista como partes integrantes de una empresa histórica abierta , por el contrario de las acusaciones interesadas esgrimidas en contra del socialismo como "sistema cerrado utópico", y como tal destinado al fracaso porque sólo le puede ser impuesto temporalmente a la realidad mediante medidas dictatoriales indefendibles. En verdad, por el contrario, la determinación inherentemente p r o c e s a l de los objetivos y requerimientos socialistas significa que los objetivos específicos en cualquier momento que se enfoque estarán referidos simultáneamente, de manera explícita o no, a una concepción general, y se verán fortalecidos, al igual que profundizados/enr iquecidos, gracias a sus interdeterminaciones entre sí en desarrollo, y por consiguiente en referencia orgánica con la totalidad en evolución. Con estas consideraciones, los principales objetivos y requerimientos de la transformación socialista en el siglo XXI se pueden caracterizar como hacemos a continuación.
9.1 IRREVERSIBILIDAD: EL IMPERATIVO DE UN ORDEN ALTERNATIVO
HISTÓRICAMENTE SUSTENTABLE
9.1.1
La historia del pasado presenció numerosos ejemplos no sólo de nobles
esfuerzos dedicados a la introducción de cambios sociales significativos a fin de
superar algunas contradicciones importantes, sino también de algunos éxitos
parciales en la dirección originalmente prevista. Demasiado a menudo , sin
embargo, tarde o temprano la subsiguiente restauración de las relaciones de
dependencia del antiguo s tatus q u o ha logrado echar atrás los éxitos. La razón
250
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
primordial para tales desarrollos fue la ineluctable inercia de la d e s i g u a l d a d
es truc tura l reproducida de una u otra forma a través de la historia, a pesar de
algunos cambios de personal ocasionales en la cúspide de la sociedad. Porque la
desigualdad estructural actuó como una pesada ancla imposible de levar, con
cadenas largas o cortas atadas a ella, que invariablemente arrastraban al barco de
vuelta a una posición desde la cual no parecía haber ninguna posibilidad de
proseguir hacia adelante en el viaje, sin importar lo bienintencionados que hayan
podido estar algunos miembros de la tripulación del propio barco durante alguna
fuer te t e m p e s t a d h i s tó r i ca . Y para e m p e o r a r las cosas , es ta cond ic ión
históricamente determinada y humanamente alterable del pueblo dominado por
el orden existente estaba por lo general conceptuada e ideológicamente explicada
como una fa ta l idad d e la na tura leza , aun cuando había que aceptar que la
desigualdad estructural prevaleciente estaba muy lejos de resultar beneficiosa
para todos.
El corolario obligado de este tipo de explicación—y de justificación de lo
injustificable—era que la desigualdad social, como una determinación de la
naturaleza presuntamente inalterable (y que se decía estaba en sintonía con la
"naturaleza humana" misma) es permanente y defendible sin problemas. ¿Pero
qué si la noción de permanencia en sí misma se ve cuestionada por la evidencia de
un cambio histórico claramente identificable y amenazante? Porque tan pronto
haya que admitir que el tiempo histórico humano no es medible en términos de la
permanencia de la naturaleza, por no mencionar el hecho de que la perdurable
temporalidad de la naturaleza misma en nuestro planeta está siendo socavada
catastróficamente por la destructiva intervención en marcha dentro de ella por
parte de fuerzas socioeconómicas lesivas, se derrumbará todo el razonamiento de
la justificación antihistórica. En este punto se vuelve imperativo orientarnos bien
adentro de las posibilidades y limitaciones del tiempo histórico real, con intenciones
de superar radicalmente los peligrosos antagonismos sociales que apuntan en
dirección a ponerle un final a la propia historia humana. En ese punto del t iempo,
exactamente donde nos encontramos hoy, la elaboración de los correctivos
requeridos en forma de un orden social alternativo sustentable, junto con los
apropiados dispositivos de seguridad para hacer que ese orden resulte irreversible,
se torna en desafío histórico ineludible. Porque si no afronta con éxito ese desafío,
dada la urgencia de un t iempo histórico inédito, en el que está en juego la
supervivencia de la humanidad—bajo la sombra tanto de la acumulación y el
despliegue aparentemente incontrolables de las armas de destrucción en masa
reales (y no cínica e interesadamente ficcionalizadas), como de la devastadora
invasión de la naturaleza por parte del capital—la humanidad no puede correr el
riesgo de caer en un orden social incluso más destructivo, como sí tuviésemos la
infinitud del t iempo a nuestra disposición antes de emprender alguna acción
correctiva.
251
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
9.1.2
Dada la grave crisis estructural del sistema del capital, la cruda alternativa es hov soc ia l i smo o barbarie , si no la completa aniquilación de la humanidad. Este hecho histórico avasallante demanda la prosecución de un conjunto de estrategias coherentes que no puedan ser revertidas a la primera oportunidad, a diferencia de los pasados fracasos debidos a la aceptación del "camino más fácil" y la resultante defens iv idad del movimiento socialista. Al mismo tiempo, el o b j e t i v o de la transformación socialista sustentable debe ser f i rmemente reor ien tado del " d e r r o c a m i e n t o d e l c a p i t a l i s m o " — m a n e j a b l e sólo sobre una base estrictamente temporal—hacia la total errad icac ión de l capita l del proceso metaból ico social. Si no es así las viejas es t ructuras del sistema heredado inevitablemente se re vitalizarán, como lo hemos presenciado en las sociedades de tipo soviético en el siglo XX. Y dicha revitalización trae consigo consecuencias p o t e n c i a l m e n t e devas tadoras , no sólo para las sociedades d i r e c t a m e n t e involucradas, donde el capitalismo ha sido restaurado en la actualidad, sino para la h u m a n i d a d e n t e r a . C i e r t a m e n t e , acar rea esas consecuenc ias que incuestionablemente afectan a toda la humanidad, porque las fuerzas socialistas se ven frenadas por la parálisis ideológica causada por la asimilación desproporcionada del éxito relativo de la restauración capitalista en algunas áreas, mientras ignoran las condiciones mucho más fundamentales de la crisis estructural del sistema del capital que se profundiza.
Marx nos advirtió acerca de la capacidad que tiene el capital de surgir con mayor fuerza que antes a partir de sus derrotas parciales, y caracterizó —en contraste con ese poder restaurador— la necesaria orientación de las revoluciones proletarias diciendo que ellas
se autocrítican constantemente, se interrumpen continuamente en su propio devenir, regresan a lo aparentemente va cumplido a fin de comenzarlo de nuevo, se burlan concienzudamente de las indecisiones, las debilidades v las mezquindades de sus primeros intentos, parecen derribar a su adversario sólo para que éste pueda cobrar nuevas fuerzas de la tierra v levantarse otra vez, más agigantado, frente a ellas, y reculan una y otra vez ante la vaga enormidad de sus propios
objetivos, hasta que se crea una situación que hace imposible todo retroceso, y las
condiciones mismas gritan:Hic Rhodus, hic salta. Esto es Rodas, salta aquíl "*
Naturalmente, Marx no podía anticipar en 18S 1, cuando escribió estas líneas,
que el ineludible imperativo de " ¡ Esto es Rodas, salta aquí i" se presentaría bajo
las condiciones de una grave emergencia social e histórica, cuando la amenaza de
* Sacado de una fábula de Esopo, que cuenta acerca de un fanfarrón que proclamaba que una vez había dado en Rodas un salto descomunal, e invocaba testigos que lo respaldaban. Su auditorio le respondió: "¿Para qué testigos? ¡ Esto es Rodas, salta aquí ¡". Es decir, demuestra con hechos lo que eres capaz de hacer. (N. del T.) ^"^ Marx, "The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte", Marx y Engels, Collected Works, vol. 11, Londres, 1979, pp. 106-107.
252
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
una potencial autodestrucción de la humanidad está claramente en el horizonte.
Sin embargo, logró identificar las dos consideraciones principales que deben tenerse
en mente al evaluar la perspectiva viable de una transformación socialista
irreversible. Primero, el reconocimiento de la capacidad definitivamente más
amenazadora para "cobrar nuevas fuerzas de la tierra v levantarse otra vez", como
lo hizo Anteo en la mitología griega, de suerte que habría que elaborar medidas
estratégicas apropiadas a fin de vencer sobre una base p e r m a n e n t e el poder del
adversario histórico, cada vez más destructivo. Especialmente cuando los estados
capitalistas dominantes emprenden guerras genocidas para comprobar la "viabilidad
productiva" de su sistema. Y segundo, la comprensión de que en el transcurso del
desarrollo histórico llega un momento en que el seguimiento lógicamente mucho
más fácil del "camino más fácil" deja de ser defendible, y se torna inevitable
intentar un salto. La emergencia histórica de nuestro tiempo modifica la segunda
consideración de Marx sólo en el sentido de que seguir hoy día el "camino más
fácil" simplemente "ya no es defendible", sino que además hay que ponerlo en el
primer plano de la conciencia social como su ic ida .
9 . 2 PARTICIPACIÓN:
LA PROGRESIVA TRANSFERENCIA DE LA TOMA DE DECISIONES
A LOS PRODUCTORES ASOCIADOS
9 .2 .1
Es inconcebible que se logre hacer irreversible el orden social alternativo sin
la plena participación de los productores asociados en la toma de decisiones en
todos los niveles del control político, cultural v económico. Porque es la única
manera como las grandes masas del pueblo pueden adquirir una posición firme
perdurable en su sociedad, e identificarse así verdaderamente con los objetivos y
las modalidades de la reproducción de las condiciones de su existencia social,
decidido no solamente a defenderlas de todos los intentos restauradores sino
también a ampliar sus potencialidades positivas.
Hasta el momento presente muy pocas ideas han sido utilizadas con mayor
efectividad para el propósito de la mistificación ideológica que la pretendida oferta
de "participación" en la toma de decisiones. Hasta algunas empresas capitalistas de
tamaño considerable proclaman haber abierto de par en par las puertas a la
"participación democrática" de su fuerza de trabajo en los asuntos de esas empresas,
cuando en realidad están manteniendo más apartados que nunca—por el estilo de
los accionistas "soberanos" que no tienen voto—de toda materia de verdadera
importancia, en el espíritu de la "práctica de la buena administración". La mentalidad
ilusa del reformismo democrático adoptó la misma línea de enfoque, y desarmó
las oleadas de inconformidad de la base sindical izquierdista mediante "concesiones"
253
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
a fin de cuentas insignificantes presuntamente obtenidas de los "líderes industriales"
de las empresas específicas, para así poder atarle las manos a la fuerza de trabajo
con mucha mayor fuerza, y por lo general a sus espaldas. A veces, en los debates
políticos, la sabiduría popular expresaba un rechazo amargamente irónico de esta
práctica conjugando el verbo "participar" de forma tal de finalizar la conjugación
no con "nosotros participamos, ustedes participan, ellos participan", sino "ellos
aprovechan" , o, en otra versión: "nosotros participamos, ustedes participan...
e l los deciden".
Era ésa, en verdad, la esencia mistificadora de tal estrategia reformista tan
aplaudida. Porque, independientemente de todas las presunciones de lo contrario,
nada tenía que ver con avanzar en dirección a una progresiva transformación de los
productores asociados en suje to de l p o d e r . Ni siquiera a través del más pequeño
de los idealizados "pequeños grados". Lo que había que mantener como tabú
absoluto era, en efecto, la d i r e c c i ó n del viaje transformador, rumbo a un cambio
cualitativo. Un asunto cínicamente tergiversado como si se tratase de una cuestión
del t a m a ñ o de los pasos específicos que había que dar: "graduales" o "por
cuentagotas", y no estratégicamente abarcadores. Sin embargo, el "método por
cuentagotas" idealizado andaba bien lejos de carecer de su propia dirección
estratégica. Porque en la realidad su orientación ideológica bien escondida era
conducir hacia n i n g u n a parte por fuera del laberinto de las contradicciones que
se agudizaban, "prudentemente" encerrados dentro del círculo vicioso del orden
establecido. Y precisamente esa manera apologética "sensible" de ir dando vueltas
en círculos preestablecidos era—y lo sigue siendo—su función principal.
Sin la estrategia general de transferir p r o g r e s i v a m e n t e los p o d e r e s de
la t o m a de d e c i s i o n e s a los p r o d u c t o r e s a s o c i a d o s (es decir: transferirlos a
todos los niveles, incluido el más elevado de éstos), el concepto de participación
carece de lógica valedera. Esto significa que las falsas dicotomías que contraponen
la escala "pequeña" a la "grande", o lo "local" a lo "global", no tienen cabida en una
estrategia socialista viable, cualesquiera puedan ser las buenas intenciones con las
que se pavimente el camino a la preservación del infierno del sistema del capital.
Los poderes que se han de transferir a los productores asociados no pueden ser
restringidos a lo loca l , ni siquiera cuando la pildora amarga de la carencia de
poder continuada se recubra con el azúcar de consignas como "lo pequeño es
bello" y "pensar globalmente, actuar ¡ocalmente".
Constituye una ilusión paralizante de la legalidad burguesa el que los poderes
de toma de decisiones se puedan d iv idir y repart ir a conveniencia, de una manera
beneficiosa para todos, entre alternativas hegemónicas . En verdad, sin embargo,
en el orden social del capital no se reparte ningún poder de toma de decisiones
entre las c lases soc ia les competidoras, a pesar de la ideología de la "división de
los poderes" bajo una pretendida "constitucionalidad democrática". Porque todos
los poderes importantes—en contraste con los estrictamente marginales—están
254
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
en posesión del capital mismo. Del capital, que es, por naturaleza propia, una
fuerza extrapar lamentar ia que lo abarca todo y tiene t a m b i é n que dominar
al parlamento, dejándole a las fuerzas establecidas de la oposición parlamentaria
un margen de acción restringido al extremo. Hay que insistir hasta el cansancio:
para concebir una relación de los poderes de toma de decisiones completamente
distinta es necesario desafiar radicalmente al capital, como c o n t r o l a d o r tota l de
la reproducción metabólica social.
El hecho de que , en el t ranscurso de la t ransformación radical , los
requeridos cambios en todos los planos en la transferencia de poderes efectivos
prevista no puedan realizarse de u n a sola v e z , sino que deban ser practicados
p r o g r e s i v a m e n t e , sobre la base de la continuidad, no significa que se deba o
se pueda abandonar la idea de asegurar el control del proceso metabólico social
en su totalidad, y a todos los niveles, por parte de los productores asociados. Si
no es así es tar íamos de vuelta a las i lusiones ya cri t icadas del p a s a d o —
democráticas en lo formal pero autoritarias en lo sustantivo—incluso si se dan
en una nueva versión de su división de poderes, en definitiva impracticable. Las
limitaciones iniciales a los poderes de los productores asociados, debidas a las
restricciones de las determinaciones estructurales heredadas, desde el propio
comienzo, resultan admisibles tan sólo durante un limitado período histórico de
t r a n s i c i ó n , e incluso entonces sólo si la d i r e c c i ó n del viaje, como lo
subrayamos antes, apunta sin ambigüedades hacia la plena transferencia de poderes
a la pr imera oportunidad histórica sustentable. De otro modo el emergente
metabolismo reproductivo del orden social alternativo no podría tener éxito en
su aspiración hegemónica sobre una base perdurable.
El aspecto crucial a este respecto tiene que ver con la manera como las
p a r t e s del nuevo o r d e n r e p r o d u c t i v o social en d e s e n v o l v i m i e n t o — s u s
microcosmos—son coordinadas en un m a c r o c o s m o cualitativamente diferente.
El orden reproductivo ahora establecido estará caracterizado por las estructuras
incurablemente adversariales de sus microcosmos sociales que, en consecuencia,
deben ser subsumidos bajo un modo estrictamente j erárquico de determinación
general, a fin de hacer factible la única forma posible para el capital de una
coordinación que lo abarque todo. Es por eso que el orden reproductivo establecido
es autori tario hasta la médula, bajo todas las circunstancias. Incluso a nivel político
algún tipo de "constitucionalidad democrática formal" podría complementar las
inalterables estructuras explotadoras materiales, en aras de asegurar mejor la
estabilidad del sistema cuando las ciscunstancias históricas lo permiten, pero sólo
para terminar siendo descartada en períodos de crisis graves. El orden reproductivo
social alternativo, por el contrario, es inconcebible si no se vencen las autoritarias
y a d v e r s a r i a l e s d e t e r m i n a c i o n e s más p r o f u n d a s de los microcosmos
heredados del capital. Esto será posible sólo instituvendo un modo de intercambio
reproductivo cualitativamente nuevo, basado en los intereses vitales, compartidos
a plenitud, de los miembros de los reestructurados microcosmos sociales n o
255
jstva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
adversaria les . Sólo de esta manera pueden ser c o o r d i n a d o s apropiadamente
en una forma correspondiente de m a c r o c o s m o n o adversarial .
Es por eso que la participación resulta significativa solamente si los poderes
de toma de decisiones les son transferidos realmente a los productores asociados
a todos los niveles y en todos los t e r r e n o s . Ejercer el cont ro l nada más
l o c a l m e n t e —maquillado por el premio de consuelo de "lo pequeño es bello"
Y cosas por el es t i lo— resulta una incongruencia si las decisiones locales son
sometidas a la aprobación o el rechazo en un n i v e l s u p e r i o r afianzado
estructuralmente, y por consiguiente necesariamente adversarial. En tal caso no
se trataría ya de decisiones sino, en el mejor de los casos, de algún tipo de
r e c o m e n d a c i o n e s quizá p e r m i s i b l e s (o n o ) , p u e s t o que las dec i s iones
propiamente dichas sólo podrán ser tomadas por "una autoridad superior". Los
nuevos microcosmos concebidos no pueden ser verdaderamente democráticos
—y por supuesto tampoco socialistas no-adversariales— si las contradicciones
pueden entrar a escena por la "puerta de atrás" de una autoridad superior
establecida de manera permanente . Y viceversa. El macrocosmo de semejante
orden social no puede ser socialista no-adversarial si el nivel estructuralmente
superior retiene para sí los poderes de decisión y negación.
9.2.2
Lo que está sobre el tapete aquí es la relación vitalmente importante de
c o o r d i n a c i ó n no- jerárquica g e n u i n a , en contraposición con todas las formas
conocidas y factibles de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n impuestas estructuralmente.
Constituye uno de los recursos favoritos de los adversarios del socialismo
decretar la imposibilidad de tomar d e c i s i o n e s sustant ivas — lo contrario de
par t ic ipar en e v e n t o s f o r m a l i z a d o s , como elecciones par lamentar ias o
referendos— independientemente de que las cantidades de personas involucradas
sean muy g randes y los asun tos mi smos muy va r i ados . Este r e c u r s o
p reconceb idamen te descalificador opera de la misma forma que el antes
mencionado rechazo de la posibilidad de un c a m b i o cua l i ta t ivo q u e lo abarque
t o d o , declarado como inadmisible, en contraste con el único planteamiento
aceptable de la "reforma c o n cuentagotas". En ambas ocasiones se invoca el
f e t i c h i s m o de la c a n t i d a d , con la finalidad de otorgarle razonabilidad a la
eternización del orden existente. En el primer caso, la d i r e c c i ó n del viaje
emancipador que conduzca a un cambio cualitativo es sacada fuera del cuadro, a fin
de poder convertir el asunto real en una caricatura mecánica de cantidades en
contienda, adjudicándoles la victoria—por definición, y nada más—a los idealizados
"pequeños grados". De igual modo, en el segundo caso, nuestros "mercaderes de
la complejidad" utilizan el fetiche de la cantidad para declarar que "más allá de
cierto tamaño de una comunidad" (sin definir jamás cuan grande o pequeña
256
István Mészaros: U desafio y la carga del tiempojilstgrjco
realmente) la toma de decisiones sustantivas no puede ser llevada a cabo por sus
miembros, porque hay demasiado de ellos. Y se supone que eso invalida por
completo el concepto de participación en cualquier sentido significativo del
término. Este tipo de razonamiento resulta ser una falacia, no sólo porque desde el
comienzo mismo a s u m e la conclusión que pre tende d e m o s t r a r sino, más
importante aún, porque desvía la atención del problema real de cuáles son las
condiciones necesarias de la coordinación de los microcosmos de la toma de
decisiones participativa en un macrocosmo social históricamente sustentable. No
es cuestión de "tamaño grande o pequeño". Porque hasta la "comunidad más
pequeña" de dos pueblos en querella irreconciliable resulta "demasiado grande"
para ser realmente sustentable. Por el contrario, la única solución factible del
problema requiere que se suprima la a d v e r s a r i a l / c o n f l i c t u a l determinación
interior de los microcosmos sociales específicos a fin de combinarlos en una
totalidad social en desarrollo positivo.
Así, el establecimiento de una genuina coordinación no jerárquica, y en
consecuencia no adversarial, es el desafío que se nos enfrenta en nuestros intentos
por asegurar el futuro. Porque es el único modo en que la participación efectiva en
todos los niveles de la toma de decisiones puede prevalecer en el transcurso del
desarrollo socialista: a través de la actividad autónoma, que lo abarque todo, de los
productores asociados como el real su je to de l p o d e r .
9.3 IGUALDAD SUSTANTIVA:
LA CONDICIÓN ABSOLUTA DE LA SUSTENTABILIDAD
9 .3 .1
La igualdad sustantiva constituye, sin duda, el corolario obligado del punto
anterior. Porque resultaría por demás absurdo dejar fuera de consideración la
cuestión de la igualdad sustant iva—y no meramente formal—cuando se evalúa
el éxito o el fracaso en nuestra estrategia de participación genuina como la condición
necesaria para la creación de un orden social alternativo. En un mundo como el
nuestro, en el cual un tercio de toda la población tiene que sobrevivir apenas por
encima, y hasta muy por debajo, de un dólar diario de ingreso, mientras los "capitanes
de la industria y los negocios" del capital se autogratifican obscenamente con salarios
de cientos de millones de dólares al año, resulta nada menos que una atrocidad
moral hablar de "democracia y libertad", v continuar validando las prácticas
explotadoras del orden dominante con cualquier medio a disposición del sistema,
incluidos los medios militares más violentos de emprender guerras genocidas de
ser necesario.
No se puede concebi r la remoción de las de te rminac iones in ternas
adversariales de nuestros microcosmos sociales existentes sin enfrentar a conciencia
el problema de vieja data de la desigualdad sustantiva. El orden social del capital
257
Istvan Mésza'ros: El desañ'o y la carga del tiempo histcSrico
está estructurado de una manera profundamente injusta y no es concebible que pueda funcionar de otro modo. Por su naturaleza misma el capital tiene siempre
que retener para sí todo poder significativo de toma de decisiones, partiendo de las células constituyentes más pequeñas del sistema hasta llegar a los niveles más altos de control social general. Ello es verdad no sólo en las llamadas "sociedades
subdesarrolladas"—es decir, en las partes totalmente integradas y estructuralmente
subordinadas de la jerarquía global del capital—sino también en los países
capitalistamente más privilegiados del sistema de reproducción metabólica social
hoy dominante.
Lo que hace tan difícil la tarea histórica de al terar radica lmente las
desigualdades estructurales del sistema del capital, es el hecho de que ese orden
social resulta ser inseparable de una cu l tura de la d e s i g u a l d a d sustantiva establecida hace mucho tiempo, en cuya constitución estuvieron profundamente
involucradas incluso las más grandes y más progresistas figuras de la burguesía en
ascenso."' Naturalmente, no hay nada sorprendente en ello. Porque hasta las figuras
más perspicaces v esclarecidas de la burguesía—incluidos intelectuales de talla gigantesca como Adam Smith, Goethe y Hegel—vieron el mundo y sus problemas
desde el p u n t o de vista de l capital . Formularon tanto sus diagnósticos de lo
que había que enmendar como sus soluciones para los desafíos y contradicciones
detectadas, totalmente dentro de los parámetros y las hipótesis estructuralmente
restrictivos de la perspectiva del capital. Resultaba inconcebible que la noción de
una i gua ldad real , que abarcara plenamente a los miembros de todas las clases
sociales, formase parte de esas consideraciones.
En la gran tempestad de la Revolución Francesa de 1789 surgió el desafío
fundamenta l de es tab lecer un o rden social de " l i b e r t a d , i g u a l d a d y fraternidad", y se proclamaron sus características definitorias principales al nivel
de la ideología política. Sin embargo, en la realidad éstas fueron violadas desde el
comienzo mismo, como tenía que ser bajo la presión de las incorregibles
determinaciones internas del capital. El concepto de Ilustración no pudo extenderse
lo bastante como para tolerar la "libertad" de aquellos que trataron de luchar por
la institución de una igualdad sustantiva. No fue sorpresa, entonces, que cuando
Francois Babeuf criticó en su Tribune d u Peuple el curso que estaba tomando la
revolución, y trató de organizar su "Soc iedad de los Iguales", hubiese que
arrastrarlo sin contemplaciones al cadalso y guillotinarlo en 1797 por su crimen
imperdonable.
Es comprensible, entonces, que en el transcurso del subsiguiente desarrollo
histórico del sistema del capital dos de las tres consignas de la Revolución
Francesa—"igualdad y fraternidad"—hayan desaparecido discretamente del
255 Ygj gi Capítulo 6 de este libro; "El desafío del desarrollo sustentable y la cultura de la igualdad sustantiva", conferencia dictada en el Foro Cultural del Parlamentos Latinoamericanos: Cumbre sobre la deuda social y la integración latinoamericana, llevada a cabo en Caracas, Venezuela, en 10-13 de julio de 2001.
258
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
horizonte. Y hasta la "libertad" tuvo que convertirse en un recurso preferido de la
retórica política vacía, para así irla haciendo no sólo compatible con las violaciones
más violentas de su esencia, sino además pretendida l eg i t imadora de ellas.
A la larga, el orden social alternativo no es sustentable sin la plena realización
de la igualdad, en lugar de las relaciones sociales existentes en las cuales la igualdad
existe en el mejor de los casos sólo como un requerimiento f o r m a l / l e g a l , y nada
más que un requerimiento formal que se reitera de manera ritual. Porque en la
realidad incluso la solemnemente proclamada "igualdad ante la ley" se ve, por lo
general, retorcida a favor de quienes pueden permitirse fácilmente pagar por
convertir a las altisonantes reglas formales en burla grosera . En su época,
Rousseau no dudó en formular algunas interrogantes pertinentes a este respecto,
si bien no pudo ofrecer una solución viable a las contradicciones detectadas.
Formuló así su crítica:
¿Acaso no son todas las ventajas de la sociedad para los ricos y los poderosos? ¿No están en sus manos todos los puestos lucrativos? ¿No les están reservados a ellos solos todos los privilegios y exenciones? (...) ¡ Qué diferente resulta ser el caso para los pobres ¡ Mient ras más les debe la human idad , más los niega la sociedad.( . . . ) Los términos del pacto social entre estos dos estados del hombre se pueden resumir en unas cuantas palabras: "Tú tienes necesidad de mí, porque yo soy rico y tú eres pobre. Por lo tanto tenemos que llegar a un acuerdo. Yo te permitiré tener el honor de servirme, a condición de que tú me otorgues lo poco
que te quede, en retribución de los esfuerzos que haré al mandarte ' ' '
Cuando la ascensión histórica de la burguesía llegó a su culminación, hacer
preguntas embarazosas acerca de la desigualdad social se fue haciendo totalmente
incompatible con la perspectiva del capital. El discurso dominante acerca de la
igualdad tuvo que restringirse a ocuparse nada más de algunos aspectos limitados
del requerimiento de igualdad estrictamente formal, e incluso en ese caso, tan
sólo porque les importaba a las reglas de los contratos capitalistamente cumplibles,
en interés de los sectores específicos del capital contratantes. Pero la función
principal del discurso sobre la igualdad—en su sentido tan aplastantemente
formalizado—era la apologética y la mistificación social.
Nada ilustra mejor esto que el cínico discurso tan repetido hoy día dedicado a
decretar fuera de orden la "igualdad de resultados". Porque permitir que se
presione por un cambio significativo en los "resultados" implicaría cierta interferencia
inconveniente con las relaciones de poder establecidas, mejorando la capacidad de
los individuos sociales para intervenir efectivamente en los procesos sustantivos de
la toma de decisiones social. Por eso la idea misma de propugnar la "igualdad de
resultados" debe ser descartada categóricamente a favor de la fórmula vacía que
promete la incumplible condición de la "igualdad de oportunidades" . Una
condición totalmente incumplible puesto que de la manera como queda definido el
^^^ Rousseau, A Discourse on Political Economy, edición Everyman, pp. 262-264.
259
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
asunto mismo, la proclamada "igualdad de oportunidades" no puede significar más
que una c o n c h a f o r m a l vac ía . Porque la propia fórmula tiene explícita la premisa
del rechazo insensible y cínico a la " i g u a l d a d d e r e s u l t a d o s " . Y, por supuesto,
no existe "oportunidad" que pueda tener algún sentido si por definición se excluvic
de partida el "resultado".
9.3.2 La plena realización de la igualdad sustantiva constituye, sin duda, una tarea
histórica sumamente difícil. Ciertamente, quizás sea la más difícil de todas, e implica
la transformación del orden social en su totalidad. Porque la creación de una
sociedad verdaderamente equitativa exige el derrocamiento radical de las jerarquía»
estructurales explotadoras establecidas durante miles de años, y no solamente sa
variedad capitalista.
Como sabemos todos, en lo que atañe a muchos siglos de historia humana las
desigualdades con arraigo estructural se justificaban, con cierta legitimidad, sobre
la base de que las condiciones primordiales de la reproducción expandida podía»
ser afianzadas al máximo mediante la estructura de mando de las sociedades clasistas.
Porque ellas estaban en capacidad de poner a un lado, v acumularlos en grado
significativo—aun del modo más inicuo—los frutos del plustrabajo para el potencial
avance productivo, en lugar de consumirlo todo de una sola vez, "viviendo el día a
día". Tal justificación carece, claro está, de toda validez bajo las inmensas fuerzas y
potencialidades productivas de nuestro propio tiempo. Naturalmente, el tipo de
transformación producida alcanzada históricamente por la humanidad—para
mejorar , i n c o m p a r a b l e m e n t e — e n las condiciones de reproducc ión social
expandida indicaría, en principio, la p o s i b i l i d a d de establecer una manera
cualitativamente distinta de ordenar nuestro modo de control metabólico social,
sobre la base de la igualdad sustantiva de todos.
Pero el cuento no termina aquí. El hecho de que en nuestro tiempo esté •
abierta una gran p o s i b i l i d a d h i s t ó r i c a no significa en modo alguno que ésta se
convertirá en r e a l i d a d en un futuro cercano, y ni siquiera en el futuro remoto.
En especial, porque bajo las condiciones del control metabólico social del capital, \
en su etapa de desarrollo presente, todo p o t e n c i a l p r o d u c t i v o constitUTC:
simultáneamente también un amenazador p o t e n c i a l d e s t r u c t i v o . En nuestro» i
días este último ha sido puesto en su peligroso funcionamiento con creciente :
frecuencia y a una escala cada vez mayor, poniendo en peligro no solamente la vida
humana sino además la totalidad de la naturaleza viviente en nuestro planeta de
vida limitada. Es éste el verdadero sentido desilusionador de la tan cacaread»
g l o b a l i z a c i ó n c a p i t a l i s t a en nuestro tiempo.
Inevitablemente un trance histórico como éste, insospechado en el pasado,
invita a una redefinición radical de muchos de nuestros problemas, incluyendo la
cuestión de la igualdad real como uno de los primeros desafíos en la lista. Porque
260
Istvan Mészáros: El desaffo y la carga del tiempo histórico
el único orden reproductivo socialista viable no es simplemente la negación del
modo de control metabólico social del capital, cada vez más destructivo. No puede
ser sostenido por largo tiempo a menos que se pueda articular al mismo tiempo
como una a l ternat iva pos i t i va para las condiciones que hoy prevalecen. La
igualdad sustantiva constituye en este respecto un integrante n e c e s a r i o de la
definición en positivo del orden reproductivo social alternativo. Porque resulta
imposible eliminar la determinación interior a d v e r s a r i a l / c o n f l i c t u a l de las
células constitutivas de nuestro macrocosmo social existente sin reestructurarlas
sobre la base de la igualdad sustantiva.
Una sociedad de jerarquía e s t r u c t u r a l m e n t e arraigada—la característica definitoria fundamental del sistema del capital—por naturaleza propia
tiene que mantenerse s iempre siendo adversar ial /confl ic tual , tanto en sus
microcosmos cons t i tuyentes como en su total idad combinada de manera
antagon/stica. A medida que se profundiza la crisis estructural del sistema del
capital , las de te rminac iones in ter iores antagonísticas no pueden más que
intensificarse, y terminar alcanzando el punto de explosión. Es por eso que hoy
presenciamos un giro hacia la institución de medidas legislativas propias de un
estado cada vez más a u t o r i t a r i o , incluso en los países capitalistas más
desarrollados,^" y su activo involucramiento—achacándole sus pretensiones
precisamente a la "democracia v libertad"—en guerras devastadoras.
Sin embargo, la tendencia autoritaria, ahora claramente observable, a tratar
de controlar las contradicciones explosivas que se van acumulando, con maneras
y métodos cada vez más violentos está destinada a volverse no sólo ininanejable
sino además contraproducente. La expectativa final de tales desarrollos es la
destrucción de la humanidad.
A la larga la única alternativa defendible en este particular es una sociedad en
la cual los productores asociados puedan identificarse sin reservas con los objetivos
y los requerimientos humanamente gratificadores para la reproducción de sus
condiciones de existencia. Y eso sólo se puede concebir sobre la base de la igualdad
sustantiva.
^ ' Ver, por ejemplo, Jean-Claude Paye, "The End of Habeas Corpus in Great Britain" , Monthly Review, noviembre 2005. Como el autor caracteriza los perniciosos desarrollos legales recientes en el parlamento británico: "La ley ataca la separación de poderes formal al darle prerrogativas judiciales al secretario de estado para los asuntos internos. Más aún, reduce prácticamente a nada los derechos de la defensa. También establece la primacía de la sospecha por sobre el hecho, puesto que es posible imponerles medidas que restringen las libertades, y potencialmente conducen a su arresto domiciliario, a individuos, no por lo que hayan hecho, sino de acuerdo con lo que el secretario del interior piense que pudieron o no haber hecho. Asi que esta ley deliberadamente le da la espalda al mandato de la ley y establece una forma de régimen político nueva" (p.34). Al respecto, ver también el Capítulo 10 del presente libro, especialmente el análisis de "La crisis estructural de la política".
261
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
En otras palabras, la solución para los antagonismos explosivos, que no pueden
ser reprimidos indefinidamente, es factible sólo en una sociedad en la que, por una
parte, el trabajo mismo esté universal izado, ' '" involucrando a cada individuo en
particular, y, por otra, los frutos potencialmente más abundantes de la dedicación
absoluta de los individuos a sus objetivos product ivos, sean c o m p a r t i d o s e q u i t a t i v a m e n t e ente todos ellos. No podría existir ninguna razón para que los
productores no se comportasen de forma muy distinta a la de la "fuerza de trabajo
renuente" (tan conocida en las sociedades de tipo soviético que se desplomaron) si
se cubriesen estas dos inseparables dimensiones de la igualdad sustantiva.
Por eso la realización de la igualdad sustantiva que lo incluya todo ,
independientemente de cuánto pueda tardar, constituye una c o n d i c i ó n absoluta para la creación de un orden alternativo históricamente sustentable.Y precisamente
porque constituye una condición absoluta para la institución v sustentación de un
orden reproductivo no antagonístico, el objetivo de su realización debe formar
parte integral de la estrategia general de la transformación social desde el comienzo
mismo. Si no es adoptado a conciencia como el o b j e t i v o n e c e s a r i o de la
transformación—un objetivo que proporcione simultáneamente la brújula para
el viaje y la m e d i d a tangible del éxito en el camino de llegar a la meta escogida—
todo cuanto se diga acerca de la construcción del socialismo está condenado a
seguir siendo un sueño político inalcanzable.
Hablar acerca de la necesaria relación entre soc ia l i smo y d e m o c r a c i a es
dejar de lado este problema vital. Porque abogar por la democracia en este particular
constituye o bien una reducción formal del concepto de democracia, como se
vio en un puñado de países "capitalistas avanzados" en el pasado (que no equivale a
más que el r e q u e r i m i e n t o m í n i m o bajo condiciones socialistas), o bien una
evas ión mistificadora, tratando de restringir toda búsqueda de soluciones a la
esfera po l í t i ca , v por consiguiente implica necesariamente andar describiendo
círculos. Así, el llamado a construir el socialismo pasa a ser una condición
incumplible y un sueño político irrealizable, puesto que la presunta "democracia"
carece de c o n t e n i d o social . Porque la política, como fue constituida en el pasado
capitalista y como la heredamos, es, de hecho, uno de los mavores obstáculos para
la emancipación de la humanidad.
Por eso Marx fue explícito en su defensa inflexible del desgas tamiento g r a d u a l d e l e s t a d o , con todas sus resultantes. Sólo el tenaz impulso a la
realización de una sociedad de i gua ldad sustant iva puede darle el c o n t e n i d o social que requiere el concepto de d e m o c r a c i a social is ta . Un concepto que
•^^^ Este requerimiento de universalización socialmente equitativa del trabajo aparecía hace ya varios siglos, en los escritos de algunos grandes pensadores visionarios, pero sin ningún efecto, dada la dinámica del avasallador desarrollo socioeconómico en marcha en su época. Ver a este respecto el análisis sobre Paracelso en el antecedente capítulo 8: "La educación más allá del capital".
262
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
no se puede definir nada más en términos políticos, porque tiene que ir más allá de la po l í t i ca misma tal como la heredamos del pasado.
Esta i gua ldad sustant iva constituye también el principio guía fundamental
de la po l í t i ca de t rans ic ión hacia el orden social alternativo. Se le reconozca
explícitamente o no, la acción principal de la política de transición es irse poniendo
fuera de acción transfiriéndole progresivamente los poderes de toma de decisiones
a los productores asociados, permitiéndoles de ese modo que se conviertan en
productores l i b r e m e n t e asociados. Pero la política no puede hacer tal cosa sin
hallar un principio guía apropiado más allá de ella misma, en el orden social
alternativo de la igualdad sustantiva en desarrollo. Esta dedicación a la vital tarea
histórica de realizar la igual sustantiva es la única vía para que la política socialista
pueda cumplir su mandato de redefinirse y reestructurarse al servicio de la gran
transformación emancipadora.
9 .4 PLANIFICACIÓN:
LA NECESIDAD DE SOBREPONERSE AL ATROPELLO DEL TIEMPO
DEL CAPITAL
9.4.1
El socialismo, el nombre para el necesario modo alternativo de reproducir
nuestras condiciones de existencia en este planeta de vida limitada bajo las
circunstancias históricas del presente, resulta inconcebible si no se adopta una
forma de control metabólico social que sea racional y humanamente gratificante,
en sustitución de la manera antagonística y cada vez más destructiva como el capital
administra el p a t r i m o n i o p lanetar io .
La p l a n i f i c a c i ó n , en el sentido más pleno del término, constituye un
integrante esencial del modo socialista de control metabólico social. Porque
nuestro modo de control tiene que ser viable, no sólo en lo tocante al impacto
inmediato de la actividad productiva sobre las condiciones de la reproducción
social e individual, sino también i n d e f i n i d a m e n t e , todo lo adelante en el futuro
que se pueda y se deba prever a fin de instituir y mantener con vida las garantías
apropiadas.
En este respecto hallamos una flagrante contradicción en el orden metabólico
social del capital. Porque, por una parte, ningún modo de reproducción social
anterior tuvo jamás un impacto siquiera remotamente comparable sobre las
condiciones vitales de la existencia—incluido el sustrato natural mismo de la
vida humana—y no nada más en lo i n m e d i a t o , sino incluso a largo p lazo . Al
mismo t iempo, por otra par te , la d i m e n s i ó n h i s t ó r i c a a l argo p l a z o se
desaparece por completo de la visión del modo de control metabólico social de!
capital, lo que lo convierte en una forma de mando i rrac ional y totalmente
263
Istvcfri Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
i rresponsable . El requerimiento de una racionalidad al nivel de los deta l les más m e n u d o s no sólo es compatible con el capital, a la escala temporal de la i n m e d i a t e z , sino además él la necesita, coino la condición fundamental para toda su validez, y encuentra en el mercado capitalista su marco operativo apropiado. El
problema está, no obstante, en que la dirpensión vitalmente importante de la rac iona l idad genera l está obligatoriamente ausente de ese modo de control
reproduct ivo social. La creciente participación del estado capitalista como
correctivo parcializado constituye un sustituto muy pobre—y en definitiva sin validez—de ella.
Este defecto estructural incorregible del sistema anula la posibilidad de una c o n c i e n c i a h i s tór ica precisamente en una época en que se ha vuelto mayor la
necesidad de ella: en nuestro propio período histórico de g l o b a l i z a c i ó n . Porque
el impacto a largo plazo del desarrollo del sistema, imprevisto, y en lo tocante a las personificaciones del capital imprevisible en principio, ya ha invadido a la totalidad
del planeta. Por consiguiente, si hubo una vez en que relativamente se justificaba
caracterizar al orden capitalista como un sistema de "destrucción productiva", tal lo describen algunos impor tan tes economistas polít icos liberales como
Schumpeter, seguir exaltándolo en esos términos hoy día se convierte en una
fantasía sumamente peligrosa. Es decir, falsearlo de ese modo en una época en la
que—bajo el impacto del desarro l lo h i s t ó r i c o de finales del siglo XX, que ha
devenido en la cris is e s tructura l del sistema del capital en su totalidad tan
tenazmente persistente—se torna absolutamente ineludible afrontar el impacto
devastador y la fatal potencialidad de la producción destruct iva: lo diametralmente
opuesto a la idealizada "destrucción productiva".
Solamente un sistema de reproducc ión metabólica social planificado
racionalmente podría mostrar una salida de las contradicciones y peligros de este
trance producto de la historia que ahora se r>os está escapando de las manos. Para
remediarlo será necesaria una forma de g e n u i n a p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l que
pueda—a fin de calificar para el desempeño de un papel que en la actualidad es
absolutamente necesario pero en el pasado jamás fue factible en la práctica—ser
capaz de manejar en nuestro propio tiempo los múltiples problemas y todas las
dimensiones de un desarrollo socioeconómico, político y cultural verdaderamente
global , y no nada más las dificultades de coordinar y e incrementar en positivo los
poderes productivos de los países en part icular .
Naturalmente, bajo los intereses profundamente arraigados y las circunstancias
mitificadas de la "economía de mercado" capitalista dominante, a la idea misma de
una forma de economía alternativa exitosamente planificada se le declara fuera de
orden a priori. En su poderosa defensa del socialismo de reciente publicación, los
Magdoff caracterizan ese enfoque miope en los términos siguientes:
El escepticismo que siente la gente acerca de la eficacia, e incluso la posibilidad, de una planificación central admite wn sólo las fallas y niega los logros. En la planificación central no existe nada que exija el mandatarismo y le atribuya todos
264
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
los aspectos de la planificación a las autoridades centrales. Eso sucede a causa de la influencia de los intereses burocráticos especiales y el omnipotente poder del estado. La planificación para el pueblo tiene que incorporar al pueblo. Los planes para las regiones, las ciudades y los pueblos necesitan de la incorporación activa de las poblaciones, fábricas y tiendas locales en los consejos de los trabajadores y los consejos comunales. El programa general—que decide en especial la distribución de los recursos entre los bienes de consumo y la inversión—exige la participación del pueblo. Y para ello el pueblo debe disponer de información factual, de una manera clara de alimentar su pensamiento, y contribuir a las
decisiones fundamentales. ' '
En periodos de gran emergencia histórica, como por ejemplo la Segunda
Guerra Mundial, hasta quienes toman las decisiones capitalistas están deseosos de
incorporar a sus estrategias productivas algunos elementos de economía planificada,
si bien de tipo más bien limitado y orientados del todo hacia la obtención de
ganancias. Sin embargo, una vez que la emergencia ha sido superada, todas esas
prácticas se ven prontamente borradas de la memoria histórica, y el mito del
mercado—del que se proclama está idealmente en capacidad de solucionar todos
los problemas concebibles—es promovido con mayor fuerza que nunca.
Sería un milagro descomunal si la n o r m a l i d a d del modo de control
metabólico social del capital, en contraste con sus concesiones causadas por las
e m e r g e n c i a s , pudiese diferir en mucho de esto. Porque la idea de la planificación
no puede ser separada de la fundamental d e t e r m i n a c i ó n del t i e m p o adecuada
para el sistema sociorreproductivo establecido. A este respecto, los bien conocidos
prejuicios en contra de la planificación nacen del o b l i g a d o a trope l lo del t i e m p o p o r p a r t e d e l c a p i t a l . La única modal idad del t i empo que le resul ta
directamente significativa al capital es el t i e m p o de trabajo n e c e s a r i o y sus
corolarios operacionales, como lo requieren la seguridad y el resguardo de las
condiciones de la c o n t a b i l i d a d de l t i e m p o or ientada hacia las gananc ias y
con ello la realización del capital en escala ampliada.
Como lo mencionamos antes, la racionalidad miope de atenerse (y en sentido
espur io "planificar") a los detal les menudos en las empresas específicas,
necesariamente desprovista de un plan general en la economía como totalidad—
una práctica que halla su complementaridad en el mercado adversarialmente/
c o n f l i c t u a l m e n t e c o m b i n a d o — e s c o m p a t i b l e tan sólo con un t i e m p o d e c a p i t a d o y en c o r t o c i r c u i t o . Cuando se introdujeron algunos elementos
de una racionalidad más abarcadora, con la finalidad de hacerle frente a un grave
desafío militar, se hizo bajo la clara comprensión de que las medidas concedidas
tenían que ser e s t r i c tamente t e m p o r a l e s y habría que eliminarlas en la primera
oportunidad posible.
^ ' Harry Magdoff, Fred Magdoff, "Approaching Socialism", Monthly Review, julio-agosto 2005, pp. 53-54.
265
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
En total contraste con el estado de cosas existente, si, como debemos,
reconocemos el hecho de que las prácticas reproductoras de un mundo i n t eg ra d o g l o b a l m e n t e exigen la introducción y la r e t e n c i ó n de la efectiva fuerza guiadora
de la rac iona l idad genera l , a fin de contrarrestar los crecientes peligros de la
incontrolabilidad y las consiguientes explosiones, en ese caso es preciso reexaminar
y alterar radicalmente la perversa relación del capital con el t iempo. En este
r e s p e c t o , el r e q u e r i m i e n t o obvio es el de una p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l , verdaderamente part icipativa, de la reproducción metabólica social de las
condiciones de la humanidad, que abarque t o d o s sus diversos e lementos
constituyentes, incluidos los culturales y los morales, v no sólo la dimensión
estrictamente económica. Sin embargo, para hacer que esa planificación amplia sea
del todo posible es necesario superar la condición fatalmente alienante y
paralizadora, gracias a la cual el t i e m p o , orientado hacia las ganancias y miopemente
decapitado, "lo es t o d o , [en tanto q u e ] el h o m b r e n o es nada; él es , c u a n d o más , u n d e s p o j o de l tiempo".^''"
9.4.2 La razón principal por la que la normalidad del capital resulta incompatible
con la planificación global es que el requerimiento vital de una orientación
socioeconómica sustentable surge de los aspectos cua l i ta t ivos del manejo de un
orden reproductivo h u m a n a m e n t e v iable . Si se tratase simplemente de una
cuestión de e x t e n d e r el tiempo implicado en las operaciones económicas del
capital, en principio ello sería factible desde la perspectiva del sistema dominante.
Lo que interviene en este particular como una condición prohib i t iva para la
solución del problema aparentemente intratable es la total ausencia de una med ida apropiada. Una medida que sirva para valorar adecuadamente el i m p a c t o h u m a n o c u a l i t a t i v o de las práct icas product ivas adoptadas , incluso sobre bases
relativamente de corto plazo, y no solamente a largo plazo. La forma altamente
irresponsable en que los países capitalistas dominantes han manejado incluso los
requerimientos mínimos del P r o t o c o l o de Kyoto , sobre todo los Estados
Unidos,^^' constituye una buena ilustración de este punto.
^^ Marx, The Poverty of Philosophy, p. 47. ^" La nada feliz saga de Kyoto constituye tan sólo la última fase de estos desarrollos. Hace más de una década yo argumentaba que "Cualquier intento de ocuparse de los problemas reconocidos a regañadientes debe ser conducido bajo el peso prohibitivo de las leyes fundamentales y los antagonismos estructurales del sistema. Así, las 'medidas correctivas' previstas dentro del marco de los grandes encuentros internacionales-como la reunión de Río de Janeiro en 1992 —no significan absolutamente nada, ya que deben subordinarse a la perpetuación de las relaciones de poder y los intereses creados establecidos de manera global. La causalidad y el tiempo tienen que ser tratados como un juguete de los intereses capitalistas dominantes, sin importar cuan agudos puedan ser ios peligros. De manera que el tiempo futuro se ve insensible e irresponsablemente confinado
266
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El capital no tiene dificultades con la c u a n t i f í c a c i ó n a gran escala, e inclusive con la m u l t i p l i c a c i ó n autoexpansiva , dado que su expansión productiva proyectada se puede definir sin recurrir a consideraciones cualitativas, o bien en el plano de los r e c u r s o s materiales y humanos o si no respecto al t i e m p o . En este sentido, el c r e c i m i e n t o , como concepto de importancia particular tanto en el presente como en el futuro, tiene que ser manejado por el capital dentro de los confines paralizantes de la c u a n t i f í c a c i ó n fe t i ch i s ta , aunque en realidad no haya forma alguna de sostenerlo como una forma de estrategia productivamente viable sin aplicarle consideraciones profundamente c u a l i t a t i v a s , como veremos en la próxima sección. De igual manera , la p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l — a diferencia de las intervenciones s e l ec t ivas seguras (en cuanto a los objetivos productivos específicos que se pueden perseguir) y l imitadas en el t i empo—resu l t a inadmisible porque ni el a l cance ni la escala d e t i e m p o de ía racíonaíio'aa' generaí h u m a n a m e n t e válidíi son propensas a la cuantifícación fetichista.
El concepto clave aquí no es la racionalidad en v para sí misma, sino la necesaria determinación de la r a c i o n a l i d a d s u s t e n t a b l e por par te de la h u m a n i d a d intr ínseca de la medida general que se adopte. La rac iona l idad parcial fácilmente cuantificable puede estar en plena sintonía con los imperativos operacionales del capital dentro de sus microcosmos productivos. Pero no así la rac iona l idad genera l h u m a n a m e n t e vál ida, como el marco guía y apropiada m e d i d a del sistema en su totalidad. Porque lo único que puede definir a un sistema productivo viable y sustentable respecto a su racionalidad general guiadora es la propia n e c e s i d a d h u m a n a : una d e t e r m i n a c i ó n i n t r í n s e c a m e n t e cual i tat iva .
Tal determinación general cualitativa sólo puede nacer de la realidad de la necesidad humana, que es irrefrenable aun cuando hoy se vea capitalistamente frustrada. Es esto lo que necesariamente les falta a la incorregible autodefinición v la insuperable determinación general del sistema del capital. Precisamente por esta razón el capital tiene que subordinar el valor de uso—que carece por completo de sentido sin su relación cua l i ta t iva con la n e c e s i d a d h u m a n a claramente identificable—al va lor d e c a m b i o fácilmente cuantificable. Este último nada tiene que ver con la necesidad humana; solamente con la necesidad de autorreproducción ampliada del capital. En verdad es perfectamente compatible con el triunfo del c o n t r a - v a l o r d e s t r u c t i v o , como la cruda realidad del
al horizonte más estrecho de las expectativas de ganancias inmediatas" (Más allá del capital, p.l48). "E>e manera característica, incluso las tímidas resoluciones de la Conferencia de Río de Janeiro en 1992 —suavizadas casi hasta el punto de la insignificancia bajo la presión de los poderes capitalistas dominantes, principalmente los Estados Unidos, cuya delegación estuvo encabezada por el presidente Bush [el padre del actual presidente] —son utilizadas tan sólo como una coartada para continuar como antes, sin hacer nada para afrontar el reto mientras se simula "cumplir con las obligaciones acordadas" (Ibid., p. 270)
267
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
complejo mil i tar- industrial y su lucrativo involucramiento "realizador del capital" en las prácticas directamente ant ihumanas de las guerras genocidas lo demuestran claramente en nuestro tiempo.
9.4.3
La planif icación, en el sen t ido más p ro fundo del t é r m i n o , resul ta
absolutamente vital para la corrección de estos problemas y contradicciones.
Pero la planificación en cuestión no se puede concebir sin su correspondiente
dimensión del t i e m p o h i s t ó r i c o . En este respecto, el concepto de t iempo
requerido para darle sentido a la planificación en su significado cabal—contrario
al limitadamente técnico—no es el de un tiempo c ó s m i c o abstracto y genérico,
sino el de un t i e m p o c o n s i g n i f i c a d o h u m a n o . Porque en el transcurso de la
historia, y especialmente a través del desenvolvimiento de la historia humana, el
concepto de tiempo se ha visto profundamente alterado en el sentido de que
con el desarrollo de los seres humanos—v la resultante "humanización de la
propia naturaleza" (Marx)—ent ra en el cuadro una dimensión del t iempo
radicalmente nueva.
El hecho de que la humanidad, en contraste con el mundo animal, haya sido
construida con i nd iv iduos creados históricamente, y que, bajo las condiciones
cambiantes, están en desarrollo histórico, no se puede divorciar de la circunstancia
de que los individuos humanos, en contraposición a su especie, tienen un t i empo d e v ida estrictamente l i m i t a d o . En consecuencia, gracias a un prolongado
desarrollo histórico el problema del tiempo se presenta en el contexto humano no
simplemente como la necesidad de sobrevivir desde el primer día hasta la hora final
de la duración de la vida de los individuos en particular, sino simultáneamente también
como el desafío para la creación de una v ida c o n s ignif icado, en el grado mas
elevado posible, que los confronta directamente, como sujetos reales de su propia Actiyidad vital. En otras palabras, e) desafío de darle s e n t i d o a sus propias vidas
como los "autores" reales de sus propios actos, en estrecha conjunción con las
potencialidades colectivas, cada vez más incrementadas, de su sociedad (de la cual
ellos mismos constituyen una parte integrante v activamente contribuyente). Es asi
como los individuos y la conciencia social pueden unirse realmente en pro del
avance humano positivo.
Naturalmente, bajo el dominio del capital todo esto resulta imposible. El
requerimiento vital de la planificación se ve anulado tanto al nivel social abarcador
como en la vida de los individuos en particular. En el nivel social más amplio, a
la planificación global, en su orientación positiva por la necesidad humana, se le
descal i f ica en i n t e r é s de una c o n t a b i l i d a d del t i e m p o de o r i e n t a c i ó n
absolutamente miope , que trae consigo crecientes peligros de producción
destructiva en la coyuntura histórica presente. Al mismo t iempo, al nivel de la
conciencia individual el requerimiento de "darle sentido a nuestra propia vida
268
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
sólo puede entrar en las formas más inefectivas del discurso religioso, interesado
solamente en "el mundo del más allá".
El obligatorio atropello del tiempo por el capital debe prevalecer a toda
costa en todos los terrenos. Por consiguiente, si se quiere concebir un orden
reproductivo como alternativa al existente que sea hegemónico v viable, hay que
mantener la cuestión de la planificación en el primer plano de nuestra atención, en
el sentido en que la hemos venido considerando en estas últimas páginas. Porque
no puede haber éxito perdurable sin combinar la dimensión social amplia de la
reproducción social con la búsqueda de una vida con sentido por parte de los
individuos.
Estas dos dimensiones fundamentales de lo que significa ser un su je to real , en el sentido del término propiamente dicho, o se sostienen en pie juntas o caen
juntas. ¿Porque cómo podría ser el su je to de l p o d e r soberano en el mundo
social el conjunto de productores libremente asociados, como fuerza co l ec t i va conscientemente vigorosa, que planifica y administra de manera autónoma sus
intercambios productivos con la naturaleza v entre los miembros de la sociedad, si
los i n d i v i d u o s soc ia les e n part icu lar que constituven esa fuerza colectiva no
son capaces de emanciparse hasta el punto de convertirse en "sujetos conscientes
de sus propias acciones", asumiendo plenamente la responsabilidad de su actividad
de vida significativa? Y viceversa: ¿cómo podrían los i n d i v i d u o s tener vidas
significativas propias si las c o n d i c i o n e s genera les de la reproducción metabólica
social están dominadas por una fuerza ajena que frustra sus planes y del modo
más autoritario anula los objetivos y los valores autorrealizables que los individuos
intentan fijar por sí mismos?
Las v io lac iones b u r o c r á t i c a s de la p lanif icación en las soc iedades
poscapitalistas de tipo soviético fueron una manifestación de la misma contradicción.
La influencia paralizadora "de los intereses burocráticos especiales y el omnipotente
poder del estado" en la economía—que acertadamente critican los Magdoff—
tenía que fracasar. Porque los miembros del Pol i tburo se autoasignaban
arbi trar iamente el papel exclusivo de sujetos todopoderosos de la toma de
decisiones al dirigir su decretada "economía planificada", y menospreciaban al mismo
tiempo, con descarado sentido de superioridad, hasta a los máximos funcionarios
de planificación del estado como "nada más que un hatajo de contadores", como lo
dejó suficientemente claro Kruschev en su conversación con el Che Guevara,
Una entrevista reveladora reporta una conversación que sostuvieron Harry
Magdoff y el Che Guevara: Yo le dije al Che, "lo importante es que cuando se hagan los planes los planificadores, los que presentan las directrices y los números, se pongan a pensar sobre las alternativas reales de la política económica a la luz de las condiciones prácticas". Y entonces él se rió y dijo que cuando estuvo en Moscú, su anfitrión Kruschev, que en ese entonces estaba a la cabeza del Partido y el gobierno, lo llevó a ver lugares, como turista político. Recorriendo la ciudad, el Che le dijo a Kruschev que le
269
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
gustaría reunirse con la comisión de planificación. A lo que respondió Kruschev. "¿Para qué quieres hacer eso? No son más que un hatajo de contadores"*^
Más aún, en lo que concernía a los individuos en particular de la sociedad en
su conjunto, a ellos se les consideraba mucho menos en la planificación general
que al "hatajo de contadores" tan arrogantemente caracterizado. Las autoridades
estatales restringían sin contemplaciones su papel, como sujetos individuales, a
llevar a cabo las órdenes que les llegaban desde lo alto.
Las consecuencias fueron totalmente devastadoras, y ello es comprensible.
Porque bajo las circunstancias prevalecientes el suje to c o l e c t i v o c o n s c i e n t e de los necesarios intercambios globales no podía constituirse de ninguna manera
como un sujeto colect ivo genu ino , para que pudiese e jercer un control
verdaderamente firme sobre los procesos vitales de la reproducción social. Tal
cosa resultaba imposible porque las dos dimensiones fundamentales de lo que
significa ser un sujeto real , ya mencionadas—o sea: la necesidad de combinar la
d imensión social amplia de la racional idad produc t iva con los objetivos
individuales—fueron quebrantadas y puestas a oponerse entre sí, de manera
voluntarista. De ese modo—bajo la modalidad establecida de la toma de decisiones
de arriba a abajo—a los potenciales miembros de la sociedad constituyentes del
sujeto colectivo válido, los i n d i v i d u o s en part icular , se les negaba el control
autónomo de su propia actividad de vida significativa, y por lo tanto también el
control de la reproducción metabólica social en su totalidad. El resto de la triste
historia se ha vuelto bien conocido gracias al derrumbe del sistema de tipo soviético.
Así, por todas las razones estudiadas en esta sección, para la creación de un
orden social alternativo resulta vital que se venza radicalmente el obligatorio
atropello del tiempo por parte del capital, que degrada a los seres humanos a la
condición de "despojo del tiempo", y les niega el poder de la autodeterminación
como sujetos reales. A la decapitación y cortocircuitación del tiempo no se le
puede poder correctivo solamente al nivel social general. Las condiciones de la
emancipación social e individual no pueden ser separadas, ni mucho menos puestas
a oponerse entre sí. O prevalecen o fracasan juntas, en el plano temporal de la
s i m u l t a n e i d a d . Porque la una necesita enteramente de la otra para poder
realizarse. No es posible esperar que la emancipación de los individuos se produzca
sin que se hayan cumplido con éxito los objetivos generales fundamentales de la
transformación social. ¿Porque quién en este mundo podría dar siquiera los primeros
pasos de una transformación social que lo abarque todo, sino los individuos que
pueden—y lo hacen—identificarse con sus objetivos y valores sociales elegidos?
Pero para hacer eso, los individuos sociales en particular tienen que liberarse
de la camisa de fuerza del tiempo decapitado que se les ha impuesto estrechamente.
Sólo pueden hacerlo adquiriendo el poder de la toma de decisiones autónoma,
^" Harry Magdoff, entrevistado por Huck Gutman, "Creating a Just Society: Lessons from Planning in the U.S.S.R. & the U.S.", Monthly Review, octubre de 2002.
270
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del t iempo histórico
consciente y responsable, con su justa—y no adversarialmente expandida—
perspectiva de una actividad de vida significativa. Es así como se hace posible un
orden metabólico social al ternativo en una escala temporal his tór icamente
sustentable. Y es eso lo que le confiere su verdadero sentido a la p lan i f i cac ión como principio vital de la empresa socialista.
9.5 CRECIMIENTO CUALITATIVO EN LA UTILIZACIÓN: LA ÜNICA
ECONOMÍA VIABLE
9.5.1
Hubo una vez en que el modo de producción capitalista representó un gran
adelanto por sobre todos los precedentes, independientemente de lo problemático
y en verdad destructivo que al final resultó —y tenía que resultar— ese adelanto
histórico. Al r o m p e r el vínculo directo, prevaleciente durante largo tiempo pero
a la vez constreñidor, entre el uso y la producción humanos, y reemplazarlo por la
re lac ión de mercanc ía , el capital abrió las posibilidades, dinámicamente en
desarrollo, de una e x p a n s i ó n aparentemente irresistible para la cual no podía
haber límites concebibles, desde la perspectiva del sistema del capital y sus
personificaciones interesadas. Porque la determinación interna del sistema
productivo del capital, paradójica y en definitiva bien poco sustentable, es que sus
productos convertidos en mercancía "son va lores sin u s o para q u i e n e s los
p o s e e n y va lores d e u s o para q u i e n e s n o los p o s e e n . En c o n s e c u e n c i a ,
t o d o s d e b e n c a m b i a r de m a n o s ( . . . ) De aquí que las mercancías deban
realizarse como valores antes de q u e p u e d a n real izarse c o m o valores d e
uso". '"
Esta determinación interna del sistema, contradictoria en sí misma, que impone
el implacable sometimiento de la necesidad humana a la alienante necesidad de
expansión del capital, es lo que elimina la posibilidad de un control racional general
desde este orden product ivo dinámico. Acarrea consecuencias peligrosas y
potencialmente catastróficas a largo plazo, transformando con el tiempo el gran
p o d e r p o s i t i v o del casi inimaginable desarrollo económico inicial en una
negat iv idad devas tadora , ante la ausencia total de una necesaria restricción
reproductiva.
Lo que resulta sistemáticamente ignorado—y que, dados los inalterables
imperativos fetichistas e intereses creados del capital mismo, tiene que ser
ignorado—es el hecho de que, inexorablemente, vivimos en un m u n d o finito,
con sus l ímites obje t ivos literalmente vitales. Durante largo tiempo en la historia
humana, incluidos varios siglos de desarrollos capitalistas, fue posible ignorar—
Marx, Capital, vol. 1, p. 85.
271
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
como en verdad ocurrió—esos límites con relativa seguridad. Sin embargo, una
vez que ellos se hacen firmes, como categóricamente tienen que hacerlo en nuestra
irreversible época histórica, no existe sistema productivo irracional v despilfarrador,
sin importar cuan dinámico sea (de hecho, mientras más dinámico peor) , que
pueda escapar de las consecuencias. Tan sólo podría ignorarlas por algún tiempo,
mediante una reorientación hacia la despiadada justificación del imperativo más o
menos abiertamente destructivo de la autopreservación del sistema a toda costa:
predicando la conseja de "no hay ninguna alternativa", y, ya en ese espíritu, dejando
a un lado o, cuando hava necesidad, eliminando brutalmente incluso las señales de
alarma más obvias que presagian el insustentable futuro.
La falsa teorización es la consecuencia obligada de esta desequilibrada
determinación estructural objetiva y esta dominación del valor de uso por el valor
de cambio, no sólo bajo las condiciones más absurda y ciegamente apologéticas
del capitalismo contemporáneo, sino también en el período clásico de la economía
política burguesa, en la época de la ascensión histórica del sistema del capital. Es
así porque bajo el dominio del capital se tiene que procurar a toda costa una
producción ficticiamente i l imitada, a la vez que teóricamente justificada como
la única admisible.Tal procura es imperativa, incluso sin ninguna clase de garantías
de que ( I ) el requerido y sustentable "cambio de manos" de las mercancías
producidas tendrá lugar en el mercado idealizado (gracias a la misteriosa
benevolencia de la más misteriosa aún "mano invisible" de Adam Smith); y (2) que
las condiciones materiales objetivas para producir la provectada provisión de
mercancías ilimitada—y humanamente ilimitable, puesto que en su determinación
primordial está divorciada de la necesidad y el uso—puedan quedar aseguradas para s i e m p r e , independientemente del impacto destruct ivo del modo de
reproducción metabólica social del capital sobre la naturaleza, v por consiguiente
sobre las condiciones fundamentales de la propia existencia humana.
La ideaJ adaptabilidad dei mercado para rectificar el defecto estructural
inalterable indicado antes en el punto (1) constituve una i n v e n c i ó n pos ter ior sin b a s a m e n t o real, que genera muchas presunciones arbitrarias y proyecciones
regulativas incumplibles por la misma tónica. La realidad desengañadora oculta
tras el mercado como invención remedial tardía es un conjunto de relaciones de
poder insuperablemente adversariales, que tienden a la dominación monopólica y
a la intensificación de los antagonismos del sistema. De igual modo, el grave defecto
estructural de la prosecución de una expansión del capital ilimitada—idealizando
al superimportante "crecimiento" como un fin en sí mismo—como ya se puso de
relieve en el punto (2), se ve complementado por otra i n v e n c i ó n tardía , igualmente s in b a s a m e n t o real, cuando hav que admitir que debería entrar en
funciones algún correctivo. Y el correctivo así provectado—como una alternativa
para el desplomarse del sistema en la negatividad insalvable del fatal "estado e s t a c i o n a r i o " que teorizó la economía política burguesa en el siglo XIX—
272
Istva'n Mészaros: El desafío y la carica del tiempo histórico
constituye simplemente la ilusoria pretensión de hacer "más equitativa" (y por
ende menos desmembrada por los conflictos) a la d i s t r i b u c i ó n , mientras se deja
tal como está al sistema de producción. Este postulado, aun si se implementase,
cosa que por supuesto resulta imposible, dadas las determinaciones estructurales
jerárquicas fundamentales del propio orden social del capital, no podría ser capaz
de resolver ninguno de los problemas graves de la p r o d u c c i ó n , sobre los cuales
se er igen t a m b i é n las insuperables con t rad icc iones de la i r r emed iab l e
d i s t r i b u c i ó n del sistema del capital.
Uno de los principales representantes del pensamiento liberal, John Stuart
Mill, es tan genuino en su preocupación por el "estado estacionario" del futuro
como insalvablemente irreal en el correctivo que propone para éste. Porque tan
sólo es capaz de ofrecer una vacua esperanza en su análisis de este problema, que
resulta ser absolutamente inabordable desde la perspectiva del capital. Escribe
que "Espero sinceramente, por el bien de la posteridad, que estarán c o n t e n t o s de ser e s tac ionar ios , mucho antes de que la necesidad se los imponga".^""^ De
esta manera el discurso de Mili no pasa de constituir una prédica paternalista,
porque solamente puede reconocer, en sintonía con su aceptación del diagnóstico
de Malthus, las dificultades que surgen del crecimiento de la población, pero no
n inguna de las con t r ad i cc iones del o r d e n r e p r o d u c t i v o del cap i ta l . Su
autocomplacencia burguesa es claramente visible, v despoja de toda sustancia a su
análisis y su intento de reforma paternalista. Mili asevera perentoriamente que "Es
tan sólo en los p a í s e s a t r a s a d o s d e l m u n d o donde el incremento de la
producción continúa siendo un objetivo importante; en los más avanzados, lo que
se necesita en economía es una mejor d i s t r i b u c i ó n , para la cual uno de los
medios indispensables es una r e s t r i cc ión más estr icta d e la población".^""^
Incluso su idea de "mejor distribución" es insalvablemente irreal. Porque lo que
no es posiblemente capaz de aceptar (o reconocer) Mili, es que el aspecto de la
dis tr ibución que resulta ser ab rumadoramen te impor tan te es la intocable
distribución exclusiva de los medios de producción para la clase capitalista.
Naturalmente, entonces, en una premisa operacional del orden social tan interesada
va a prevalecer siempre un sentido de superioridad paternalista, al grado de que
no cabe esperar ninguna solución "hasta que las mejores m e n t e s logren educar a
los demás"^^^para que éstos acepten que se restrinja la población v de esa restricción
supuestamente surja una "mejor distribución". Así que el pueblo debería olvidarse
por completo de estar cambiando las destructivas determinaciones estructurales
del orden metabólico social establecido, que inexorablemente conducen a la
sociedad hacia un estado estacionario estancador. En el discurso de Mili la utopía
del milenio capitalista, con su es tado es tac ionario sustentable , vendrá al mundo
^" John Stuart Mill, Principles of Political Economy, p. 751. '• = Ibid., p. 749. ''•'• I b i d .
273
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
gracias a los buenos servicios de las iluminadas "mejores mentes" liberales. Y
en tonces , en lo que atañe a las de te rminac iones es t ruc tura les del orden
reproductivo social establecido, todo podrá seguir por siempre igual que antes.
Todo esto tenía algún sentido desde la perspectiva del capital, por muy
problemático y en definitiva insustentable que a fin de cuentas habría de resultar
ese sentido, debido al dramático inicio y la inexorable profundización de la crisis
es t ructural del sistema. Pero ni siquiera ese sentido parcial de las mismas
proposiciones ilusorias se le podría atribuir al movimiento político reformista que
pretendía representar los intereses estratégicos del trabajo. No obstante, el
reformismo socialdemocrata en su inicio se inspiró en esas invenciones posteriores
de la economía polí t ica l ibera l , ingenuas si bien al comienzo sostenidas
honestamente. Así, debido a la lógica interna de las premisas sociales adoptadas,
que provienen de la perspect iva del capital y sus intereses creados como
controlador indiscutido del metabolismo reproductor, no podía resultar para nada
sorprendente que el reformismo socialdemocrata finalizara el curso de su
desarrollo de la manera como lo hizo: transformándose en el "Nuevo Laborismo"
(en Gran Bretaña, y sus equivalentes en otros países) y abandonando por completo
cualquier interés por incluso la más limitada reforma del orden social establecido.
Al mismo tiempo, en lugar de un liberalismo genuino aparecieron en el escenario
histórico las variedades más salvajes e inhumanas de n e o l i b e r a l i s m o , borrando
el recuerdo de los correctivos sociales alguna vez propugnados—incluidas las
soluciones ilusorias paternalistas—en el pasado progresista del credo liberal. Y,
como amarga ironía del desarrol lo histórico con temporáneo , los antiguos
movimientos reformistas democráticos, por el estilo del "Nuevo Laborismo",
instalados en el gobierno—no sólo en Gran Bretaña sino en todas partes en el
mundo capitalista "avanzado" y no tan avanzado—no vacilaron en identificarse sin
reservas con la agresiva fase neoliberal de la apologética del capital. Esta
transformación entreguista marcó claramente el final del camino reformista, que
era de partida un callejón sin salida.
9.5.2
Si queremos crear un orden reproductivo social económicamente viable y
también históricamente sustentable a largo plazo, es necesario alterar radicalmente
las determinaciones internas autocontradictorias del orden establecido, que
imponen el implacable sometimiento de la necesidad y el uso humanos a la alienante
neces idad de expans ión del cap i ta l . Ello significa que hay que re legar
permanentemente al pasado la absurda precondición del sistema productivo
dominante, según la cual los valores de uso, por determinaciones del propietario
preordenadas v totalmente inicuas, deben ser separados de quienes los crearon, y
opuestos a éstos, a fin de propiciar, y legitimar circularmente/arbitrariamente la
autorrealización ampliada del capital. De lo contrario, el único significado viable
274
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
de e c o n o m í a como una e c o n o m i z a c i ó n racional de los recursos disponibles,
necesariamente finitos, no puede ser instituido y respetado como principio
orientador vital. En cambio, el despi l farro irresponsable domina en el orden
socioeconómico—y en el correspondiente orden político—que invariablemente
se reafirma como i r responsab i l idad ins t i tuc iona l i zada , con todo y el mito,
que él mismo ha creado, de la "eficiencia" absolutamente insuperable. (Sin duda, el
t ipo de "eficiencia" glorif icado de esa manera es, de hecho , la eficiencia
definitivamente autosocavadora del capital para llevar ciegamente adelante las
p a r t e s adversariales/conñictuales incorregiblemente a expensas del t o d o ) . Comprensiblemente entonces, las fantasías de un "socialismo de mercado", bien
promocionadas desde el gobierno, tendrían que desinflarse en la forma de un
colapso h u m i l l a n t e , deb ido a la acep tac ión de ta les p r e supos i c iones y
determinaciones estructurales capitalistamente insuperables.
La concepción hoy dominante de la "economía", que resulta ser totalmente
incapaz de ponerle límites incluso al despilfarro más deplorable, v en nuestro
t iempo verdaderamente en e s c a l a p l a n e t a r i a , sólo puede funcionar con
t a u t o l o g í a s in te resadas y f a l sa s o p o s i c i o n e s y s e u d o a l t e r n a t i v a s , arbitrariamente prefabricadas y simultáneamente descartadas, ideadas para el mismo
propósito de autojustificación injustificable. Como una tautología flagrante y
p e l i g r o s a m e n t e infecciosa , se nos ofrece la a rb i t r a r i a def inición de la
p r o d u c t i v i d a d c o m o c r e c i m i e n t o , y el c r e c i m i e n t o c o m o p r o d u c t i v i d a d , aunque ambos términos requerirían ellos mismos de una evaluación
históricamente calificada y objetivamente sustentable. Naturalmente, la razón por
la cual la obvia falacia tautológica resulta muy preferible a la requerida evaluación
teórica y práctica adecuada, es que, al decretarse arbitrariamente la i d e n t i d a d de
esos dos términos de referencia claves del sistema del capital, la obv ia v a l i d e z y e t e r n a s u p e r i o r i d a d de un orden reproduct ivo social ex t remadamente
problemático—y en definitiva hasta destructivo—luciría no sólo verosímil sino
además abso lu t amen te incues t ionab le . A! mismo t i e m p o , la i d e n t i d a d t a u t o l ó g i c a del crecimiento y la productividad decretada arbitrariamente se ve
apuntalada por la falsa alternativa, igualmente arbitraria e interesada, entre
" c r e c i m i e n t o o n o c r e c i m i e n t o " . Más aún, esta últ ima es prejuzgada
automáticamente a favor del " c r e c i m i e n t o " supuesto y definido desde el punto
de vista capitalista. Es proyectado y definido con cuantificación fetichista, como
conviene a la m a n e r a — a b s u r d a m e n t e e t e rna en sus p r e t e n s i o n e s , pe ro
estrictamente histórica en la realidad—de p r e s u p o n e r para s i empre , como
s i n ó n i m o d e l c r e c i m i e n t o m i s m o , nada más específico y humanamente
significativo que la genericidad abstracta de la e x p a n s i ó n de l capital ampl iada, como la p r e c o n d i c i ó n primordial para la satisfacción de la necesidad y el uso
humanos.
Es aquí donde el irreparable divorcio del crecimiento capitalista y la necesidad
y el uso humanos—en verdad su c o n t r a p o s i c i ó n a la necesidad humana
275
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
potencialmente devastadora y destructiva en grado sumo—se delata a sí mismo.
Una vez que quedan al desnudo las mistificaciones fetichistas v los postulados
arbitrarios en la raíz de la falsa identidad c r e c i m i e n t o y p r o d u c t i v i d a d , decretada de manera categórica, se torna suficientemente claro que el tipo de
crecimiento supuesto, y al mismo tiempo eximido automáticamente de todo
examen crítico, carece de toda conexión intrínseca con los objetivos sustentables
correspondientes a la necesidad humana. La única conexión que debe ser hecha
valer y defendida a toda costa en el universo metabólico social del capital es la
fa l sa i d e n t i d a d e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l — p r e s u p u e s t a a p r i o r i — y el
" c r e c i m i e n t o " c i r cu la rmente co r re spond ien te (mas en verdad también
presupuesto a priori), cualesquiera puedan ser las consecuencias que les imponga
a la naturaleza y la humanidad, incluido el tipo de crecimiento más destructivo.
Porque el interés real del capital sólo puede ser su propia e x p a n s i ó n cada vez mayor, aunque ello acarree la destrucción de la humanidad.
Bajo esta visión, hasta el c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o más letal tiene que
preservar su primacía conceptual por encima de la necesidad v el uso humanos, si
es que por alguna casualidad se llega a mencionar la necesidad humana. Y cuando
los apologistas del sistema del capital están dispuestos a considerar Los Límites para el C r e c i m i e n t o , " ' como lo hizo el "Club de Roma" en su iniciativa
apologética del capital vastamente propagandizada de comienzos de la década de
los 70, el objetivo continúa siendo inevitablemente la e t e r n i z a c i ó n d e las p r o f u n d a s d e s i g u a l d a d e s e x i s t e n t e s " * congelando de manera ficticia (y
quimérica) la producción capitalista global en un nivel totalmente insustentable, y
echándole la culpa por los problemas existentes en primer lugar al "crecimiento
poblacional" (como es la sempiterna costumbre en la economía política burguesa
desde Malthus) . Comparada con semejante " intento remedial" insensible e
hipócrita, que simula retóricamente estar interesado nada menos que en "la difícil
situación de la humanidad", la prédica paternalista de John Stuart Mill antes citada,
con su genuina propugnación de una distribución un tanto más equitativa de la que
él conocía, era el paradigma de la ilustración radical.
La falsedad de la alternativa de "crecimiento o no crecimiento", típicamente
interesada, es evidente incluso si nada más consideramos cuál sería el inevitable
impacto del "no crecimiento" postulado sobre las graves condiciones de desigualdad
V sufrimiento en el orden social del capital. Significaría la c o n d e n a p e r m a n e n t e de la inmensa mayoría de los seres humanos a las condiciones inhumanas que
"" Para citar este libro con todo su título, por demás pretencioso: The Limits to Growth: A Report for the Club of Rome Project on the Predicament of Mankind, A Potomac Associates Book, Earth Island Limited, Londres, 1972. ^^ Elocuentemente, la principal figura teórica tras esta iniciativa de "limitación del crecimiento", el profesor Jay Forrester, del Instituto de Tecnología de Massachussets, rechazaba despectivamente toda preocupación por la igualdad como mera "consigna de la igualdad". Ver su entrevista en Le Monde, 1° de agosto de 1972.
276
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ahora se ven obligados a soportar. Porque hov miles de millones de ellos están en
sentido literal obligados a soportarlas, cuando bien podría crearse una alternativa
real para ello. Bajo ciertas condiciones, es decir, cuando sería sumamente factible
rectificar al menos los peores efectos de la privación global: poniendo en uso
humanamente aprobable y gratificante el p o t e n c i a l de productividad alcanzado,
en un mundo cuyos recursos materiales y humanos se ven hoy criminalmente
despilfarrados.
9.5.3 No cabe duda, tan sólo podemos hablar del po tenc ia l de p r o d u c t i v i d a d
positivo, y no de su realidad existente, como lo pregonan a menudo, con muy
buenas intenciones pero sin pasar de meras ilusiones infundadas, los reformadores
monotemáticos chapados a la antigua que afirman ilusamente que podríamos hacerlo
"en este mismo momento", con los poderes productivos a nuestra disposición en la
actualidad, si realmente nos decidiésemos a hacerlo. Desafortunadamente, sin
embargo, este concepto ignora por completo la forma en que nuestro sistema
productivo está articulado en el presente, que requiere de una rearticulación radical
en el futuro. Porque la productividad atada al crecimiento capitalista, en la forma
de la realidad actualmente dominante de p r o d u c c i ó n destruct iva , constituye un
adversario formidable. Para convertir la potencialidad positiva del desarrollo
productivo en la tan necesitada realidad, así como para poder rectificar muchas de las
flagrantes desigualdades e injusticias de nuestra sociedad existente, haría falta adoptar
los pr inc ip ios reguladores de un orden social cual i tat ivamente d i ferente . En otras palabras, el p o t e n c i a l d e p r o d u c t i v i d a d de ía humanidad, hoy
destructivamente negado, tendría que ser liberado de su envoltura capitalista a fin de
convertirse en p o d e r p r o d u c t i v o socialmente viable.
La quimérica propugnación de la congelación de la producción al nivel
alcanzado a comienzos de la década de lo 70 trataba de disfrazar, con el vacuo y
seudocientífico tráfico de modelos promovido en el Instituto de Tecnología de
Massachussets, las reales relaciones de poder del imperialismo de la posguerra
dominado por los Estados Unidos, impuestas sin misericordia. Esa variedad de
imperialismo era, por supuesto, muy distinta de la forma primitiva que conoció
Lenin. Porque en vida de Lenin al menos media docena de potencias imperialistas
de peso competían por la recompensa de sus conquistas, reales y / o deseadas. E
incluso en los años 30 Hitler todavía tenía la intención de compartir con el Japón
y la Italia de Mussolini los frutos del imperialismo redefinido violentamente. En
nuestros días, por el contrario, tenemos que encarar la realidad—y los peligros
letales—que surgen del imper ia l i smo h e g e m ó n i c o global,^''''con los Estados
269 Ygj. g[ capítulo 4 de este libro, especialmente la Sección 2: "La fase potencialmente más letal del imperialismo".
277
Istvan Mészaros: El desafio y la caraa del tiempo histórico
Unidos como su potencia avasalladoramente dominante. En contraste incluso con
Hitler, los Estados Unidos como ú n i c o h e g e m ó n muy poca intención tienen de
compartir la dominación global con ningún rival. Y no simplemente por causa de
contingencias políticas/militares. Los problemas son mucho más profundos. Se
afincan a través de las contradicciones cada vez más graves de la crisis es tructural del sistema del capital, que a su vez se ahonda. El imperialismo hegemónico global
dominado por los Estados Unidos constituye un intento—decididamente inútil—
de idear una solución de dicha crisis mediante el dominio más brutal v violento
sobre el resto del mundo, impuesto con o sin la ayuda de "aliados voluntarios"
serviles, ahora a través de una sucesión de guerras genocidas. A partir de la década
de los 70 los Estados Unidos se han venido hundiendo cada vez más en un
e n d e u d a m i e n t o catastróf ico . La fantasiosa solución proclamada públicamente
por varios presidentes norteamericanos era "crecer para surgir". Y el resultado:
todo lo contrario, en forma de un endeudamiento astronómico que continúa
creciendo. En consecuencia, los Estados Unidos tienen que atrapar para ellos, por
todos los medios a su disposición, incluida la agresión militar más violenta cada vez
que sus propósitos lo requieran, todo cuanto puedan, mediante la transferencia de
los frutos del crecimiento capitalista—gracias a la dominación socioeconómica y
polí t ica/mil i tar global de los Estados Unidos como el actual único hegemón
exitosamente prevaleciente—desde todas partes del mundo. ¿Puede entonces
cualquier persona en su sano juicio imaginar, sin importar cuan bien escudado esté
tras su endurecido menosprecio por la mera "consigna de la igualdad", que el
imperialismo hegemónico global dominado por los Estados Unidos tomaría en
serio, siquiera por un instante, la panacea del "no crecimiento"? Tan sólo la peor
clase de mala fe podría sugerir ideas como ésas, no importa cuan adornadamente
envueltas en la hipócrita preocupación sobre "el difícil trance de la humanidad".
Por una variedad de razones, no cabe ninguna duda acerca de la importancia
del crecimiento tanto en el presente como en el futuro. Pero para decir eso hay
que adentrarse en un examen adecuado del concepto de crecimiento, no sólo
como lo hemos conocido hasta el presente, sino también como podemos concebir
su sustentabilidad en el futuro. El que nos pongamos de parte de la necesidad de
crecimiento no puede ponernos a favor del c r e c i m i e n t o i n d i s c r i m i n a d o . La
verdadera interrogante tendenciosamente eludida es-, ¿qué t i p o de c r e c i m i e n t o es tanto deseable como factible hoy día, en contraste con el crecimiento capitalista
peligrosamente despilfarrador y hasta paralizante? Porque el crecimiento tiene
que ser también p o s i t i v a m e n t e sus tentab le en el futuro, sobre una base a largo p lazo .
Como ya hemos mencionado, el crecimiento capitalista está dominado
fatalmente por los límites inescapables de la c u a n t i f i c a c i ó n fe t i ch i s ta . El
despi l farro cada vez más grave constituye un corolario obligado de ese fetichismo,
puesto que no puede haber criterios—ni m e d i c i o n e s viables—gracias a cuya
observancia se pueda corregir tal despilfarro. La cuant i f i cac ión más o menos
278
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
arbitraria fija el contexto y crea al mismo tiempo la ilusión de que una vez que las
cantidades requeridas le han sido aseguradas al más poderoso, ya no podrán
presentarse otros problemas de importancia. Pero la verdad del asunto es que la
cuant i f ícac ión centrada en sí misma en realidad no puede ser sustentada como una
forma de estrategia productivamente viable, ni siquiera a corto plazo. Porque ella es
parcial y miope (si no ciega del todo), e interesada solamente en las cantidades
correspondientes a los obstáculos inmediatos que estorban el cumplimiento de
una ta rea p roduc t iva dada, pe ro no en los l í m i t e s e s t r u c t u r a l e s que
obligatoriamente se aunan a la empresa socioeconómica misma que—sépase o n o —
en última instancia lo decide todo. La obligada confusión capitalista entre l ímites estructurales y obs táculos (que pueden ser superados cuantitativamente) a fin de
ignorar los límites (puesto que éstos se corresponden con las determinaciones
insuperables del orden metabólico social del capital) vicia la orientación del
crecimiento de todo el sistema productivo. Hacer que el crecimiento sea viable
requer i r ía aplicarle consideraciones profundamente c u a l i t a t i v a s . Pero la
t e n d e n c i a a u t o e x p a n s i v a a toda costa del capital, incompatible con la
cons iderac ión r e s t r i c t i v a de la c u a l i d a d y los l í m i t e s , evita tal cosa
definitivamente.
La gran innovación del sistema del capital es que él puede operar de manera
n o d i a l é c t i c a — m e d i a n t e la avasal lante dominac ión de la c a n t i d a d : subsumiéndolo t o d o , incluido el trabajo humano viviente (inseparable de las
cua l idades del uso y la n e c e s i d a d h u m a n a ) bajo d e t e r m i n a c i o n e s cuant i ta t ivas abstractas , en forma de valor v valor de cambio. Así, todo se
vuelve medible y manejable desde el punto de vista de la ganancia durante un
período determinado. Ese es el secreto del triunfo sociohistórico del capital,
durante largo tiempo irresistible. Pero es también el heraldo de su definitiva
insustentabilidad y obligado derrumbe, una vez que los l í m i t e s a b s o l u t o s del
sistema (al contrario de sus límites r e l a t i v o s , que se corresponden con los
o b s t á c u l o s q u e d i f i cu l tan la e x p a n s i ó n y son productivamente superables)
se activan a plenitud, como lo están haciendo de manera creciente en nuestra
época histórica. Ese es el momento en que la dominación no dialéctica de la
calidad por la cantidad se torna peligrosa e insustentable. Porque resulta
inconcebible que ignoremos en nuestro t iempo la conexión intrínseca, que es
fundamental pero se ve obligatoriamente puesta de lado bajo el capitalismo (y
que hoy tenemos que adoptar concientemente como orientación normativa vital)
entre la e c o n o m í a y la e c o n o m i z a c i ó n (que equivale a la a d m i n i s t r a c i ó n r e s p o n s a b l e ) . En un p u n t o c r í t i co del t i e m p o h i s t ó r i c o , cuando las
personificaciones interesadas del sistema productivo dominante emplean todo
su poder en borrar toda conciencia de esa vital conexión objetiva, y optan por la
dest ruct ividad ev iden te , no sólo en el ejercicio de prácticas product ivas
extremadamente despilfarradoras, sino además glorificando su involucramiento
letalmente destructivo en "guerras preventivas y disuasivas" ilimitadas.
279
Istvan Mészáros: El desafto y la carga del tiempo histórico
La ca l idad , por naturaleza propia, es inseparable de las e spec i f i c idades . En consecuencia, un sistema metabólico social respetuoso de la calidad—sobre
t odo de las necesidades de los seres humanos vivientes como sus sujetos
productores—no puede estar regimentado jerárquicamente. Se requiere de una administración socioeconómica y cultural radicalmente diferente para una sociedad
manejada sobre la base de un metabolismo reproductivo tan cualitativamente
dist into, formulado en una sola palabra como a u t o g e s t i ó n . Para el orden
metabólico social del capital la regimentación era factible v necesaria. En efecto, la
estructura de mando del capital no podría funcionar de ninguna otra manera. Las
características definitorias de la estructura de mando del capital son la jerarquía
estructuralmente asegurada y la regimentación autoritaria. El orden alternativo
resulta incompatible con la regimentación y con el tipo de contabilidad—incluida
la operación del t i e m p o de trabajo necesar io , estrictamente cuantitativa—
que debe prevalecer en el sistema del capital . De modo que el t i p o d e c r e c i m i e n t o necesario y factible en el orden metabólico social alternativo sólo
puede estar basado en una c a l i d a d que se corresponda directamente con las
n e c e s i d a d e s humanas : las necesidades reales y en desarrollo histórico tanto de
la sociedad en su conjunto como de los individuos en particular. Al mismo tiempo,
la alternativa a la contabilidad restrictiva y fetichista del t i e m p o de trabajo necesar io sólo puede ser el t i e m p o d i spon ib le liberador y emancipador ofrecido
y administrado conscientemente por los propios individuos sociales. Ese tipo de
control metabólico social de los recursos humanos y materiales disponibles debería
respetar—y realmente podría hacerlo—los límites en conjunto que surgen del
principio guía de la economía como economización, y a la vez los iría expandiendo
también conscientemente, a medida que las condiciones en desarrollo histórico lo
permitiesen sin correr riesgos. Después de todo, no deberíamos olvidar que "el
primer acto histórico fue la creación de una nueva necesidad" (Marx). Lo único
que p e r v i e r t e to ta ln iente este proceso histórico es la manera temeraria como
el capital trata la economía—no como una economización racional sino como la
más irresponsable legitimación del despilfaro ilimitado—sustituyendo la necesidad
humana por la necesidad alienante del capital, v a toda costa la ímica necesidad real
por la autorreproducción ampliada, amenazando así con ponerle fin a la historia
humana misma.
9.5.4
Dentro el marco operacional del capital no se pueden introducir ni siquiera
c o r r e c t i v o s parciales si éstos están orientados genuinamente hacia la calidad.
Porque las únicas cualidades p e r t i n e n t e s a este respec to no son algunas
características físicas abstractas, sino las cua l idades c o n s ign i f i cado h u m a n o inseparables de la neces idad . Es verdad, por supuesto, como va lo destacamos,
que dichas cualidades son siempre específicas, y se corresponden con necesidades
280
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
específicas humanas claramente identificables, tanto de los propios individuos
como de sus re lac iones sociales h i s tó r i camen te dadas y cambian tes . En
consecuencia, en su multifacética especificidad ellas constituyen un c o n j u n t o c o h e r e n t e y b i e n d e f i n i d o de determinaciones sistémicas inviolables, con sus
propios l í m i t e s s i s t é m i c o s . Es precisamente la existencia de esos límites
sistémicos—que nada tienen de abstractos—lo que imposibilita transferir algunas
determinaciones operativas significativas y principios orientadores del orden
metabólico social previsto al sistema del capital. Los dos sistemas son radicalmente
excluyentes entre sí. Porque las cualidades específicas correspondientes a la
necesidad humana, en el orden alternativo, portan las marcas indelebles de sus
determinaciones sistémicas de conjunto, como partes integrantes de un sistema de
control reproductor social humanamente válido. En el sistema del capital, por el
contrar io , las determinaciones de conjunto tienen que ser inalterablemente
abstractas , porque la r e lac ión de l va lor del capital tiene que reducir todas las
cualidades (correspondientes a la necesidad y el uso) a cantidades genéricas
mensurables, a fin de hacer valer su dominación histórica alienante por sobre
todas las cosas, en aras de la expansión del capital, haciendo caso omiso de las
consecuencias.
Las incompatibilidades de los dos sistemas se vuelven ostensibles cuando
consideramos su relación con la cuestión del l í m i t e e n sí m i s m o . El único
c r e c i m i e n t o sustentable promovido en positivo bajo el control metabólico social
alternativo está basado en la a ceptac ión c o n c i e n t e de los l ímites , cuya violación
pondría en peligro la realización de los objetivos reproductivos escogidos y
humanamente válidos. De aquí que el desp i l farro y la d e s t r u c t i v i d a d (en
tanto que conceptos limitadores claramente identificados) resulten a b s o l u t a m e n t e e x c l u i d o s por las propias determinaciones sistémicas concientemente
aceptadas, adoptadas por los individuos sociales como sus principios orientadores
vitales. Como contraste, el sistema del capital se caracteriza, y está guiado fatalmente,
por el rechazo—conciente o inconciente—de t o d o s los l ími tes , i n c l u i d o s sus p r o p i o s l ími tes s i s témicos . Hasta estos últimos resultan tratados arbitraria
y pel igrosamente como si se tratase de nada más que meros o b s t á c u l o s a c c i d e n t a l e s s i empre supe rab l e s . Por eso t o d o cabe en es te s i s tema
sociorreproductivo, incluida la posibilidad—y a estas alturas ya hemos alcanzado
también en nuestra propia época histórica la probabilidad abrumadoramente grave—
de la d e s t r u c c i ó n total .
Como es natural, esta relación mutuamente exclusiva con la cuestión de los
límites prevalece también a la inversa. Por consiguiente, no pueden existir
"correctivos parciales" tomados del sistema del capital a la hora de crear y fortalecer
el orden metabólico social alternativo. Las incompatibilidades parciales—por no
mencionar las generales—de los dos sistemas surgen de la i n c o m p a t i b i l i d a d radical d e su d i m e n s i ó n de l valor . Como mencionamos antes, es por esto que
las determinaciones y relaciones del valor del orden alternativo no podrían
281
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
transferirse al marco metabólico social del capital con el propósito de mejorarlo,
como lo postulaba algún proyecto reformista absolutamente irreal, emparentado
con la vacua metodología del "poco a poco". Porque hasta las relaciones parciales
del sistema alternativo más pequeñas están p r o f u n d a m e n t e incrustadas en las d e t e r m i n a c i o n e s g e n e r a l e s d e l v a l o r de un marco que incluye las
necesidades humanas, cuyo axioma fundamental inviolable es la exclusión radical
del despi l farro y la des t rucc ión , atendiendo a su naturaleza más profunda. Al mismo tiempo, por otra parte, no es posible transferir ningún "correctivo"
parcial desde el marco operacional del capital hacia un orden genuinamente
socialista, como el desastroso fracaso del invento del "mercado socialista" de
Gorbachov lo demostró dolorosa y conclusivamente. Porque también a ese
respecto nos veremos siempre confrontados por la radical incompatibilidad de las
determinaciones del valor, incluso el caso de que el valor involucrado sea el
destructivo contravalor , que se corresponde con los últimos—y necesariamente
olvidados—límites del propio sistema del capital. Los límites sistémicos del capital
son enteramente compatibles con el despilfarro y la destrucción. Porque al capital
tales consideraciones normativas sólo pueden resultarle s e c u n d a r i a s . Hav
determinaciones más fundamentales que deben tener precedencia por sobre esas
preocupaciones. Por eso la ind i ferenc ia or ig ina l ante el desp i l farro y la d e s t r u c c i ó n (y nunca una postura más positiva que la indiferencia) se convierte
en su promoción más activa cuando las condiciones exigen ese viraje. De hecho
este sistema debe procurar inexorablemente el despilfarro y la destrucción, en
subordinación directa al imperat ivo de e x p a n s i ó n de l capital , el determinante
avasallador del sistema. Mientras más lo haga más atrás iremos dejando la fase
históricamente ascendente del desarrollo del sistema del capital. Y nadie debería
dejarse engañar por el hecho de que frecuentemente la afirmación preponderante
del contravalor sea presentada falsamente y racionalizada como "neutra l idad del va lor" por los célebres ideólogos del capital.
Resultaba entonces increíble que en la época de la infausta "perestroika" de
Gorbachov su "jefe de ideología" (llamado oficialmente con ese nombre) pudiese
asegurar seriamente que el mercado capitalista v sus relaciones de mercancía eran
las representaciones instrumentales de los "valores humanos universales" y "un
logro fundamental de la civilización humana", y se le agregase a esas aseveraciones
grotescamente capituladoras que el mercado capitalista era incluso "la garantía d e la r e n o v a c i ó n de l social ismo".' '" Tales teóricos se la pasaban hablando
acerca de la adopción del "mecanismo del mercado", cuando el mercado capitalista
era c u a l q u i e r cosa m e n o s un " m e c a n i s m o " neutral adaptable. Era, de hecho,
i n c u r a b l e m e n t e d e valor capital is ta y tenía que permanecer así siempre. En
este tipo de concepción—curiosamente compartida por el "jefe de Ideología
"° Vadim Medvedev, "The Ideology of Perestroika", en Perestroika Annual, Vol.2, editado por Abel Aganbegyan, Futura/Macdonald, Londres, 1989, pp. 31-32.
282
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Socialista" de Gorbachov (y otros) con los Augusto von Hayek de este mundo, que
denunciaban violentamente cualquier idea de socialismo como "el c a m i n o a la servidumbre""'—el in tercambio en general era ahistórica y antihistóricamente
equiparado con el in tercambio capital ista, y la realidad cada vez más destructiva
del m e r c a d o capital is ta con un ficticio " m e r c a d o " general benevolente. Se
dieran cuenta o no, de esa forma capitulaban para idealizar los imperativos del
implacable sistema de obligatoria d o m i n a c i ó n de l m e r c a d o (definitivamente
inseparable de los estragos del imperialismo) requerido por las determinaciones
internas del orden metabólico social del capital. La adopción de esa posición
entreguista fue promulgada igualmente, pero de manera aún más dañina, en el
documento de la reforma de Gorbachov. Porque éste insistía en que
No hay n i n g u n a alternativa para el mercado.Tan sólo el mercado puede
garantizar la satisfacción de las n e c e s i d a d e s de l p u e b l o , la justa d i s t r i b u c i ó n de la riqueza, los d e r e c h o s soc ia les y el fortalecimiento de la l iber tad y la d e m o c r a c i a . El mercado le permitir ía a la economía soviética vincularse
o r g á n i c a m e n t e con la del mundo, y brindarles acceso a nuestros ciudadanos a
todos los alcances de la c i v i l i zac ión mundia l . '"'
Naturalmente, dada la total irrealidad de las ideas ilusas de Gorbachov acerca
de que "no hay ninguna alternativa", a la espera de que el mercado capitalista
global proveyera generosamente "al pueblo" de todos esos maravillosos logros y
beneficios posibles, en todos los terrenos, esta aventura sólo podía terminar del
modo más humillante: en el desastroso derrumbe del sistema de tipo soviético.
9.5.5 No resulta ni accidental ni sorprendente que la propuesta de "no hay
a l ternat iva" para el mercado ocupe un lugar tan prominente en las concepciones
socioeconómicas y políticas formuladas desde la perspectiva del capital. Ni siquiera
los grandes pensadores de la burguesía—como Adam Smith y Hegel—podían ser
las excepciones en este particular. Porque es absolutamente cierto que el orden
burgués o logra hacerse valer bajo la forma de la e x p a n s i ó n de l capital dinámica
o se ve condenado al fracaso definitivo. Realmente, desde la perspectiva del capital
no puede haber n i n g u n a a l ternat iva c o n c e b i b l e para la ilimitada expansión
del capital, lo que determina la visión de todos los que la adoptan. Pero la adopción
de esta perspectiva también significa que la cuestión del "prec io q u e hay q u e p a g a r " por la incon t ro lab le expans ión del capital cuando se sobrepasa
determinado punto del t iempo—una vez que se deja atrás la fase ascendente del
desarrollo del sistema—ya no puede tener cabida en ninguna consideración. La
violación del t i e m p o h i s tór i co es, por consiguiente, la consecuencia obligada de
^'' El título del más famoso libro de campaña antisocialista de Hayek. "^ Gorbachov citado en John Rettie, "Only market can save Soviet economy", The Guardian, 17 de ocubre de 1990.
283
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
la adopción de la perspectiva del capital, pues su determinante más fundamental y
absolutamente inalterable resulta ser la interiorización del imperativo expansionista
del sistema. Esa posición debe prevalecer hasta en las concepciones de los más
grandes pensadores burgueses. No puede existir ningún orden social alternativo
futuro cuyas características definitorias sean significativamente diferentes del ya
establecido. Por eso Hegel, que formula lo que constituye en mucho la concepción
histórica más profunda hasta su propia época, t iene también que poner le
arbitrariamente un final a la historia en el presente inalterable del capital, idealizando
al Estado Nación capitalista^" como el climax insuperable de todo desarrollo
histórico concebible , a pesar de su aguda percepción de las implicaciones
destructivas de todo el sistema de naciones estado.
Así, en el pensamiento burgués no puede haber ninguna alternativa diferente
a decretar el pernicioso dogma de que no existe n i n g u n a a l ternat iva . Pero
resulta tota lmente absurdo que los socialistas adopten la posición de que la
expansión del capital es infinita (y por naturaleza propia incontrolable). Porque la
resultante idealización de la "consunción"—de nuevo típicamente incondicional—
ignora la ve rdad e l e m e n t a l de que d e s d e la p e r s p e c t i v a del c a p i t a l ,
autoexpansionista sin reservas, no puede haber n i n g u n a d i f e r e n c i a e n t r e d e s t r u c c i ó n y c o n s u m o . Para el propósito requerido, una es tan buena como
la otra. Y es así porque la transacción comercial en la relación del capital—
incluso la del tipo más destructivo, representada por el bagaje del complejo
mili tar/ industrial y el empleo que se le da en sus guerras inhumanas—completa
exitosamente el ciclo de la autorreproducción ampliada del capital, para así poder
abrir un nuevo ciclo. Es esto lo único que le interesa realmente al capital, sin
i m p o r t a r lo i nde fend ib l e s que p u e d a n r e s u l t a r las c o n s e c u e n c i a s . Por
consiguiente, cuando los socialistas interiorizan el imperativo de la expansión
del capital como la base obligatoria del crecimiento propugnado, no solamente
están aceptando un principio aislado, sino adquiriendo todo el "paquete". A
sabiendas o no, están aceptando al mismo t iempo la totalidad de las falsas a l t ernat ivas—como "crecimiento o no crecimiento"—que se puedan derivar
de la propugnación sin reservas de la necesaria expansión del capital.
Debemos rechazar la falsa alternativa del n o c r e c i m i e n t o no sólo porque
su adopción perpetuaría la miseria y la desigualdad tan horrendas que dominan
hoy el mundo, con la lucha y la destructividad que les son inseparables. La
negación radical de ese enfoque sólo puede consti tuir el punto de partida
obligatorio. La dimensión intrínsecamente p o s i t i v a de nuestra visión implica la
redefinición fundamental de la r i q u e z a misma tal y como la conocemos. Bajo
el orden metabólico social del capital nos vemos confrontados por el d o m i n i o
'•' Para citar uno de los postulados idealizantes de Hegel: "La nación como Estado es el espíritu en su racionalidad sustantiva y en su realidad inmediata y constituye por consiguiente el poder absoluto sobre la tierra". Hegel, The Philosophy of Right, p.212.
284
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
a l i enante de la r iqueza sobre la s o c i e d a d , que afecta directamente todos los
aspectos de la vida, desde lo estrictamente económico hasta el terreno de lo cultural
V lo espiritual. En consecuencia, no podemos salimos del círculo vicioso del capital,
con todas sus determinaciones definitivamente destructivas y sus falsas alternativas,
sin darle vuelta a esa relación vital. Es decir, sin hacer q u e la s o c i e d a d — l a soc i edad de los i n d i v i d u o s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s — d o m i n e a la r iqueza , redefiniendo al mismo tiempo también su relación con el t i e m p o y con el tipo de
uso que se le dé a los productos del trabajo humano. Como ya lo había escrito
Marx en una de sus obras iniciales:
En una sociedad futura, en la que habrá cesado el antagonismo de clases y en la que va no habrá clase alguna, el uso ya no será determinado por el t iempo mínimo de producción, sino que el tiempo de producción dedicado a un artículo será determinado por su grado de utilidad social. ^''*
Eso significa una ruptura irreconciliable con la visión de la riqueza como una
entidad material fetichista que debe ignorar a los i n d i v i d u o s reales , los creadores
de riqueza. Naturalmente, el capital—en su falsa pretensión de ser idéntico a la
riqueza, como el "creador y representación de la riqueza"—tiene que ignorar a los
individuos, en beneficio de la autolegitimación de su propio control metabólico
social. De esa manera, al usurpar el papel de la riqueza real y subvertir el uso
potencial que se le podría dar, el capital resulta ser el e n e m i g o de l t i e m p o
h i s t ó r i c o . Es esto lo que hay que rectificar por el bien de la supervivencia humana
misma. Así, todos los constituyentes de las relaciones en marcha entre los individuos
reales históricamente autónomos, junto con la riqueza que ellos crean y distribuyen
en su totalidad mediante la aplicación conciente de la única modalidad del tiempo
viable—el t i e m p o d i spon ib l e—deben ser unificados en un marco metabólico
social cualitativamente diferente. Para repetirlo con Marx:
la riqueza real constituye el poder productivo desarrollado de todos los individuos. La medida de la riqueza ya no es, en modo alguno, el tiempo de trabajo, sino más bien el tiempo disponible. El tiempo de trabajo como medida del valor hace que la riqueza misma se fundamente en la miseria, y que el tiempo disponible exista en y a causa de ser la antítesis del tiempo del plustrabajo; o bien, hace que el tiempo completo de un individuo se vuelva tiempo de trabajo, y se vea así degradado a mero trabajador, subsumido bajo el trabajo. "
El t i e m p o d i s p o n i b l e es el t i e m p o h i s t ó r i c o real de los i n d i v i d u o s . Por el contrario, el t iempo de trabajo necesario requerido para el funcionamiento
™ Marx, The Poverty of Philosophy, MECW, vol.6, p. 134. Citado en István Mészaros, "The Communitarian System and the Law of Value in Marx and Lukács" ("El sistema comunitario y la ley del valor en Marx y Lukács", Capitulo 19 de Más allá del Capital), Critique, N» 23, 1991, p.36. Ver también el Capítulo 15, "La tasa de utilización decreciente durante el capitalismo", y el Capítulo 16, "La tasa de utilización decreciente y el estado capitalista" de Más allá del Capital, que se ocupan de algunos temas importantes relacionados. ^''^ Marx, Grundrisse, p. 708.
285
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
del modo de control metabólico social del capital es a n t i h i s tó r i co , y les niega a
los individuos la única vía que les permitiría hacerse valer y desempeñarse como
suje tos h i s tór i cos reales , con el control de su propia actividad de vida. Bajo la
forma del tiempo de trabajo necesario del capital, los individuos están sometidos
al tiempo ejercido como j u e z t i rán ico y m e d i c i ó n d e g r a d a n t e , sin derecho a
apelar, en lugar de verse j u z g a d o s y m e d i d o s en relación con criterios humanos
cualitativos, "según las n e c e s i d a d e s de los individuos sociales"."' ' El tiempo
antihistórico que se absolutiza perversamente se impone así por sobre la vida
humana como d e t e r m i n a n t e fetichista que reduce el trabajo viviente a "despojo
del tiempo", como ya hemos visto. El desafío histórico es, entonces, pasar en el
orden metabólico social alternativo desde el tiempo congelado del dominio del
capital, como d e t e r m i n a n t e a l i enante , a ser d e t e r m i n a d o s libremente por
los propios individuos sociales que le dedican concientemente a la realización de
sus p rop ios obje t ivos escogidos sus r ecu r sos de t i e m p o d i s p o n i b l e , incomparablemente más abundantes de lo que les podía ser extraído mediante la
tiranía del tiempo de trabajo necesario. Esta es una diferencia absolutamente vital.
Porque tan sólo los individuos sociales pueden determinar realmente su propio
t i e m p o d i s p o n i b l e , en abierto contraste con el tiempo de trabajo necesario, que
los domina. La adopción del t iempo disponible es la única vía concebible y l eg í t ima para poder hacer cambiar el t iempo de d e t e r m i n a n t e t i rán ico a
elemento constituyente, autónoma y creativamente d e t e r m i n a d o , del proceso
de reproducción.
9.5.6
Este desafío implica por necesidad la supresión de la división social jerárquica
del trabajo, impuesta estructuralmente. Porque durante todo el tiempo de duración
del dominio del tiempo sobre la sociedad, bajo la forma del imperativo de extraerle
el tiempo de plustrabajo a su inmensa mayoría, el personal a cargo de este proceso
tenía que llevar una forma de existencia sustantivamente diferente, en conformidad
con su función como i m p o s i t o r e s i n t e n c i o n a l e s de l a l i enante imperat ivo d e l t i e m p o . Al mismo t iempo, la inmensa mavoría de los individuos son
"degradados a m e r o s trabajadores , s u b s u m i d o s bajo el trabajo". En esas
condiciones, el proceso de reproducción social tiene que hundirse cada vez más
hondo en su crisis es tructural , con las peligrosas últimas implicaciones de la
ausencia de cualquier camino de regreso posible.
La pesadilla del "estado estacionario" continúa siendo pesadilla incluso si
tratamos de mitigarla, como proponía John Stuart Mill, mediante el ilusorio
correctivo de la "mejor distribución" tomada de manera aislada. No puede existir
ninguna "mejor distribución" si no se da una reestructuración radical del propio
2 ' Ibid.
286
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histárico
p r o c e s o de p r o d u c c i ó n . La alternativa hegemónica socialista al dominio del capital requiere fundamentalmente que se supere la d ia léc t i ca t runcada en la vital interrelación de la p r o d u c c i ó n , la d i s t r ibuc ión y el c o n s u m o . Porque sin eso el objetivo socialista de convertir al trabajo en "la primera necesidad vital" resulta inconcebible. Para citar a Marx:
En la fase superior de la sociedad comunista, después de que haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella también la antítesis entre trabajo físico y mental; después de que se haya convertido no sólo en un medio de vida, sino en la primera necesidad vital; después de que las fuerzas productivas se hayan incrementado también con el desarrollo de los individuos en todos los planos, y todos los torrentes de la riqueza colectiva corran en abundancia; sólo entonces se podrá cruzar del todo el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades! " '
Son estos los o b j e t i v o s g e n e r a l e s de la transformación socialista, que
proporcionan la brújula del viaje y simultáneamente también la m e d i d a de los
logros alcanzados (o los que se dejaron de alcanzar) en el camino. Dentro de tal
visión de la alternativa hegemónica al orden reproductivo social del capital no
puede haber espacio para nada que se parezca al "estado estacionario", ni para
ninguna de las falsas alternativas asociadas con él o derivadas de él. "El de sarro l lo de los individuos en t o d o s los planos", ejerciendo a conciencia la totalidad de
los recursos de su t i e m p o d i s p o n i b l e , dentro del marco del nuevo control
metabólico social orientado hacia la producción de "r iqueza co lect iva", tiene
la intención de proporcionar el basamento de una contabilidad cua l i ta t ivamente diferente: la obligada c o n t a b i l i d a d social is ta , definida por la necesidad humana
y diametralmente opuesta a la cuantifícación fetichista v al concomitante despilfarro
inevitable.
Es por eso que se puede reconocer y administrar exitosamente la importancia
vital de un c r e c i m i e n t o de t i p o sus tentab le en el marco metabólico social
alternativo. En un orden de control metabólico social, es decir, en el que la antítesis
entre trabajo mental y trabajo físico—siempre vital para el mantenimiento de la
dominación absoluta del trabajo por parte del capital, como el usurpador del
papel de sujeto his tór ico que de ten ta el cont ro l , según se lo garantiza la
expropiación de los medios de producción preestablecida estructuralmente—
tiene que desaparecer para siempre. En consecuencia, la propia productividad
procurada a conciencia puede ser elevada a un n ive l cua l i ta t ivamente más a l to , sin ningún peligro de despi l farro incontrolable, y producir r iqueza genuina
—V no material, estrictamente guiada por la ganancia—sobre la cual los "individuos
sociales ricos" (Marx), como sujetos históricos autónomos (y ricos precisamente
" ' Marx, Critique of the Gotha Program, en Marx y Engels, Selected Works, Vol.2. p. 23.
287
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
en ese sentido) ejercen pleno control. En el "estado estacionario", por el contrario,
los individuos no pueden ser sujetos históricos genuinos. Porque no pueden
controlar la vida por sí mismos, en vista de que están a merced del peor tipo de
de te rminac iones mater ia les d i r ec t amen te bajo el dominio de la e s c a s e z incurable .
El despilfarro siempre en crecimiento—y, dadas sus implicaciones últimas,
catastróf ico—en el sistema del capital resulta inseparable de la forma tan
irresponsable en que son utilizados los bienes producidos y los servicios, en pro
de la expansión lucrativa del capital. Retorcidamente, mientras más baja la tasa
de utilización más elevada la cobertura de la reposición rentable, en el espíritu
de la ya me nc ionada equ ipa rac ión absu rda , y en el fu tu ro t o t a l m e n t e
insustentable, según la cual desde la perspectiva del capital no puede haber una
diferenciación significativa entre el c o n s u m o y la d e s t r u c c i ó n . Porque la
d e s t r u c c i ó n totalmente despilfarradora satisface adecuadamente la demanda
exigida por el capital autoexpansionista para un nuevo ciclo de producción
rentable, exactamente igual a como sería capaz de hacerlo un consumo genuino
que se correspondiese con la utilización. Sin embargo, en el transcurso del
desarrollo histórico llega el momento de la verdad, y es cuando la economía
criminalmente irresponsable del capital tiene que pagar un alto precio. Es el
punto en el que el imperativo de adoptar una tasa de u t i l i z a c i ó n de los bienes
producidos y los servicios—y en verdad producidos concientemente con ese
objetivo en men te , en relación con la necesidad y el uso cualitativamente
humanos—cada vez mejor e incomparablemente más responsable, se torna
absolutamente vital. Porque la ú n i c a e c o n o m í a v i a b l e — u n a que resulte
s i g n i f i c a t i v a m e n t e e c o n o m i z a d o r a v por consiguiente sustentable en el
fututo cercano v en el más l e jano—sólo puede ser el t ipo de economía
administrada de manera racional, orientada hacia la ó p t i m a u t i l i z a c i ó n de los
bienes producidos y los servicios. No puede haber ningún c r e c i m i e n t o de t i p o s u s t e n t a b l e fuera de estos parámetros de economía racional guiada por la
necesidad humana genuina.
Para tener un ejemplo de importancia crucial de lo que es incurablemente
erróneo a este respecto bajo el dominio del capital, deberíamos pensar en la
manera como nuestras sociedades utilizan una cantidad cada vez mayor de
automóviles. Los recursos malbaratados en la producción y el llenado de los
tanques de los automóviles resultan inmensos en el "capitalismo avanzado", v
representan el segundo mayor gasto—detrás de las obligaciones hipotecarias—
en las economías hogareñas en particular. Absurdamente, sin embargo, la tasa de
utilización de los automóviles es menor del u n o p o r c i e n t o , espúreamente
just i f icado por los d e r e c h o s d e p o s e s i ó n e x c l u s i v a o to rgados a sus
compradores. Al mismo tiempo la alternativa real perfectamente practicable no
sólo se ve simplemente ignorada, sino además activamente saboteada por los
enormes intereses creados de las corporaciones cuasimonopólicas. Porque la
288
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
mera verdad es que lo que los individuos nece s i ta n (y no obtienen, a pesar de la
pesada carga financiera que se les impone) son s e r v i c i o s d e t r a n s p o r t e
adecuados, y no el bien de propiedad privada, despilfarrador en lo económico y
sumamente dañino en lo ambiental, que además los hace perder incontables horas
de su vida en e m b o t e l l a m i e n t o s de tránsi to enfermantes. Evidentemente, la
al ternat iva real sería desarrollar el t ranspor te p ú b l i c o al nivel cualitativamente más elevado, que satisfaga los necesarios criterios económicos,
ambientales y de salud personal al pleno alcance de ese proyecto llevado a cabo de
manera racional, y restringiendo al mismo tiempo el uso de los automóviles—de
propiedad colectiva y distribuidos apropiadamente, y no de posesión exclusiva/
despilfarradora—a funciones específicas. Entonces la necesidad en sí de los
individuos—en este caso su necesidad genuina de s e rv i c io s de t r a n s p o r t e
a p r o p i a d o s — d e t e r m i n a r í a los "targets" de los vehículos y los medios de
comunicación (como ferrocarriles, redes ferroviarias v sistemas de navegación)
que habría que producir y mantener, de acuerdo con el principio de utilización
óptima, en lugar de que los individuos continíien siendo completamente dominados
por la necesidad establecida fetichista del sistema, de la expansión del capital que
es rentable pero en última instancia destructiva.
La cuestión de la e c o n o m í a rea l , ineludible pero hasta el presente
tendenciosamente eludida, correspondiente a las consideraciones que presentamos
en esta sección, tiene que ser afrontada en el futuro muy cercano. Porque en los
llamados "países del tercer mundo" resulta inconcebible seguir el esquema de
"desarrollo" despilfarrador del pasado, que de hecho los condenaba a su precaria
condición de hoy, bajo el dominio del modo de reproducción metabólica social
del capi ta l . El e s t ruendoso fracaso de las tan pregonadas " teor ías de la
mode rn i zac ión" y sus c o r r e s p o n d i e n t e s r ep re sen t ac iones ins t i tuc ionales
demostraron claramente la irremediabilidad de ese enfoque,
9.5.7
En un respecto, a! menos, hemos escuchado sonar las alarmas—típicamente
afincándose al mismo tiempo en la afirmación y la absoluta preservación de los
privilegios de los países capitalistas dominantes—en el pasado reciente. Concernía
a la necesidad internacionalmente creciente de r e c u r s o s e n e r g é t i c o s y la
intervención competitiva de algunas potencias económicas que ya se perfilan como
inmensas, ante todo China, en el proceso en desenvolvimiento. Hoy día la
preocupación recae fundamentalmente sobre China, pero a su debido tiempo habrá
que agregar también a la India, por supuesto, a la lista de grandes países que
presionarán inevitablemente por recursos energéticos vitales. Y cuando le
agreguemos a China la población del subcontinente indio estaremos hablando de
más de d o s b i l l o n e s y m e d i o de personas . Naturalmente, si ellas en realidad
289
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
siguen la receta alguna vez grotescamente propagandizada de las e tapas del c r e c i m i e n t o económico ," '* con su ingenua propugnación del "despegue e impulso a la madurez capitalista" que nos acarrearía a todos devastadoras
consecuencias. Porque la sociedad completamente automovilizada de dos y medio
de billones de personas, sobre el modelo estadounidense de "desarrollo capitalista
avanzado", con más de 700 automóviles por cada 1000 personas, significaría que
todos nosotros estaríamos muertos en no mucho tiempo gracias a los beneficie»
"modernizadores" globales de la contaminación venenosa, para no mencionar el
rapidísimo agotamiento total de las reservas de petróleo del planeta. Pero por la
misma razón, y en sentido opuesto, nadie puede concebir seriamente que los
países en cuestión permanecerían indefinidamente en el mismo sitio que ocupan
hov. Imaginar que los dos billones y medio de personas de China y el subcontinente
indio podrían quedar condenados permanentemente a su situación existente,
todavía en fuerte dependencia de las regiones capitalistamente avanzadas del mundo
de una u otra manera, desafía toda credulidad. La única interrogante es si la
humanidad podrá hallarle una solución racionalmente viable y verdaderamente
equitativa a la legítima demanda de desarrollo social y económico de los países
involucrados, o la competencia antagonística v la lucha destructiva por los recursos
son el camino del futuro, como lo señalan el marco orientador y los principios
operacionales del modo de control reproductor social del capital.
Ot ro respecto en el que el imperativo absoluto de adoptar una manera
diferente de organizar la vida económica y social apareció en el horizonte de nuestra
época, tiene que ver con la e c o l o g í a . Pero, de nuevo, el único modo viable de
abordar los problemas cada vez más graves de nuestra ecología global—si queremos
encarar de manera responsable los problemas y las contradicciones del hogar
planetario que se agravan, desde su impacto directo sobre cuestiones tan vitales
como el calentamiento global hasta la elemental demanda de fuentes de agua limpia
y aire sanamente respirable—es cambiar de la economía despilfarradora de 1
cuantificación fetichista que tiene el orden existente, a un orden genuinamente
o r i e n t a d o hac ia la c u a l i d a d . En este respecto, la ecología constituye un
aspecto importante pero subordinado de la necesaria r e d e f í n i c i ó n cual i tat iva de la utilización de los bienes producidos v los servicios sin los cuales la
propugnación de una ecología permanentemente sustentable de la humanidad—
de nuevo una obligación absoluta—no puede pasar de ser vana esperanza.
El punto final por destacar en este contexto es que la urgencia de hacerles
frente a estos problemas no puede ser subvaluada, ni mucho menos minimizada,
como lo continúan haciendo los intereses creados del capital, sostenidos por sus
formaciones de estados imperialistas dominantes, en su insuperable rivalidad entre
a
-™ Ver The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto, por Walt Rostov, miembro prominente del Trust de Cerebros del presidente Kennedy, publicado por Cambridge University Press en 1960.
290
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
sí mismos. Irónicamente, a pesar de tanto discurso propagandístico acerca de la
"globalización", los requerimientos objetivos de la construcción de un orden
reproductivo de intercambios sociales racionalmente sustentable y globalmente
coordinado se ven violados constantemente. Y no obstante, dada la etapa presente
del desarrollo histórico, la verdad irrefrenable sigue siendo que, con respecto a
todos los temas de importancia estudiados en esta sección, el que nos preocupa
realmente es el de los desa f íos g l o b a l e s cada vez más graves y que requieren de
s o l u c i o n e s g l o b a l e s . Sin embargo, nuestra preocupación más honda es que el
m o d o de r e p r o d u c c i ó n m e t a b ó l i c a social del c a p i t a l — e n vista de sus
determinaciones estructurales inherentemente antagonísticas y sus manifestaciones
destructivas—no está dispuesto en modo alguno a las soluciones globales viables.
El capital, dada su naturaleza inalterable, resulta no ser nada a menos que pueda
prevalecer en forma de d o m i n a c i ó n e s t r u c t u r a l . Pero la otra dimensión
inseparable de ía dominación estructural es Ja subordinación estructural. Esa
es la forma como el modo de reproducción metabólica social del capital ha
funcionado y tratará de funcionar siempre, acarreando incluso las guerras más
devastadoras, de las cuales hemos tenido mucho más que un mero anticipo en
nuestro t iempo. La imposición violenta de los imperativos destructivos del
imperial ismo hegemónico mundial , mediante el poder ío destruct ivo antes
inimaginable de los Estados Unidos como el hegemón global, no puede traerles
s o l u c i o n e s g l o b a l e s a nuestros problemas cada vez más graves, sino tan sólo
d e s a s t r e g l o b a l . Así, la ineludible obligatoriedad de abordar estos problemas
globales de una manera históricamente sustentable coloca el desafío del socialismo
en el siglo XXI —la única alternativa hegemónica viable al modo de control
metabólico social del capital— en la agenda del día.
9 . 6 L o NACIONAL Y LO INTERNACIONAL: S u COMPLEMENTARIDAD
DIALÉCTICA EN NUESTRO TIEMPO
9.6.1
Uno de los mayores impedimentos para el desarrollo socialista ha sido, y lo
continúa siendo, la persistente desatención de la cuestión nacional. Las razones
para esta desatención han surgido tanto de algunas determinaciones históricas,
eventuales pero de largo alcance, como del complejo legado teórico del pasado.
Además, dada la naturaleza de los aspectos involucrados, ambas cosas resultan
estar estrechamente entretejidas.
En lo tocante a las determinaciones prácticas/históricas, debemos recordar
primero que nada que la formación de las naciones modernas se cumplió bajo el
liderazgo de clase de la burguesía. Este desarrollo tuvo lugar de acuerdo con los
imperativos socioeconómicos inherentes a la tendencia autoexpansionista de la
291
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
multiplicidad de capitales, desde sus escenarios locales originalmente muy limitados
hacia un control territorial cada vez mayor, con conflictos entre ellos mismos de
creciente intensidad, para culminar en dos guerras mundiales devastadoras en el
siglo XX y la potencial destrucción de la humanidad en nuestros propios días.
El sistema de las relaciones entre los estados constituido bajo los imperativos
autoexpansionistas del capital no podía más que resultar irremediablemente injusto.
Tenía que fortalecer y reforzar constantemente la posición altamente privilegiada
del puñado de naciones imperialistamente al mismo nivel, y por el contrario, tenía
que imponerles al mismo tiempo, con todos los medios a la disposición, incluidos
los más violentos, una situación de subordinación estructural a todas las demás
naciones. Esta manera de articular el orden internacional prevaleció no sólo en
contra de las naciones más pequeñas, sino incluso cuando los países involucrados
tenían poblaciones incomparablemente mavores que las de sus opresores foráneos,
como por ejemplo la India bajo el Imperio Británico. En lo que atañe a las naciones
co lon izadas , las po tenc ia s imper i a l i s t a s d o m i n a n t e s les i m p u s i e r o n
implacablemente sus condiciones de dependencia económica y política, gracias
también a la complicidad servil de sus clases dominantes locales. De manera
característica, entonces, los cambios "poscoloniales" no tuvieron dificultad alguna
para reproducir , en todas las relaciones sustantivas, los antiguos modos de
dominación, si bien de manera un tanto modificada en lo formal, perpetuando así
hasta el presente el sistema de dominación v dependencia estructurales durante
tanto tiempo establecido.
Sólo gracias a la fuerza de un milagro descomunal podrían las relaciones de
dominación y subordinación estructurales entre los estados capitalistas hacerse
significativamente diferentes de lo que realmente resultaron ser en el transcurso
del desarrollo histórico. Porque el capital, como la fuerza controladora del proceso
de reproducción económica y social, no puede más que resultar estrictamente
jerárquico y autoritario en sus determinaciones más profundas, incluso en los
países imperialistas más privilegiados. ;Cómo podría entonces un sistema social v
político—caracterizado en su variedad capitalista por el "autoritarismo de la fábrica
y la tiranía del mercado" (Marx)—ser equitativo en el plano internacional? La
absoluta necesidad que tiene el capital de dominar interijamente a su propia fuerza
de trabajo bien podría resultar compatible con la concesión de algunos privilegios
limitados a su población trabajadora local, con propósitos de mistificación
chauvinista, a partir del margen extra de ganancia explotadora derivado de la
dominación imperialista. Pero tales prácticas no introducen siquiera el menor grado
de igualdad en la relación capital/trabajo del país imperialista privilegiado en el
que el capital retiene, y debe retener para siempre por entero, el poder de toma
de decisiones en todos los aspectos sustantivos. Sugerir, entonces, que a pesar de
estas inalterables determinaciones estructurales internas, las relaciones externas—
interestatales—del sistema pudiesen ser otra cosa que absolutamente injustas,
292
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
resultaría de lo más absurdo. Porque equivaldría a pretender que lo que es por
naturaleza propia profundamente injusto produzca una igualdad genuina bajo las
condiciones todavía más agravantes de la dominación extranjera obligatoriamente
impuesta.
Es fácil comprender, entonces, que la respuesta socialista a un sistema como
éste tenga que ser formulada en términos de una negación absolutamente radical,
subrayando la necesidad de una relación cualitativamente diferente entre la gran
variedad de naciones, grandes y pequeñas, sobre la base de la supresión de los
antagonismos predominantes den t ro del marco de un orden internacional
genuinamente cooperativo. Sin embargo, las cosas se complicaron sobremanera
en el siglo XX por la trágica circunstancia de que la primera revolución exitosa que
proyectó la transformación socialista de la sociedad estalló en la Rusia zarista.
Porque ese país resultaba ser en ese tiempo un imperio multinacional opresor: un
hecho que contribuyó significativamente a que Lenin lo caracterizara como "el
eslabón más débil de la cadena del imperialismo", y como tal un punto a favor del
potencial estallido de la revolución: una evaluación en la que demostró estar
completamente acertado. Pero la otra cara de la moneda no era solamente el grave
atraso socioeconómico sino también el terrible legado del imperio multinacional
opresivo, que representaban problemas inmensos para el futuro.
La controversia sobre el "socialismo en un solo país" se mantuvo encendida
durante muchas décadas después de que Stalin consolidó su poder. Sin embargo, la
simple pero vital consideración omitida casi siempre en esas discusiones fue que la
Unión Soviética no era para nada u n s o l o p a í s , sino una multiplicidad de
nacionalidades divididas por las graves injusticias y los antagonismos internos que
les legara el imperio zarista.
El fracaso en abordar apropiadamente las contradicciones potencialmente
explosivas de la desigualdad nacional luego de la muerte de Lenin trajo consigo
devastadoras consecuencias para el futuro, que en definitiva desembocaron en la
ruptura de la Unión Soviética. El contraste entre el enfoque de Lenin y el de Stalin
sobre estos problemas no pudo haber sido mayor. Lenin siempre propugnó el
derecho de las varias minorías nacionales a la autonomía plena, "hasta el punto de
la secesión", en tanto que Stalin las degradó a nada más que "regiones fronterizas",
que había que controlar a toda costa, en estricta subordinación a los intereses de
Rusia, Por eso Lenin lo condenó en términos bien precisos, insistiendo en que si
las opiniones de Stalin prevalecían, como más tarde en efecto lo hicieron, en ese
caso "la ' l ibertad para separarse de la u n i ó n ' , por la cual nos justificamos, no
será más que un pedazo de papel, incapaz de defender a los que no son rusos de las
embestidas de ese que sí es en verdad un ruso, el chauvinista de la Gran Rusia"." '
Recalcó la gravedad del daño causado por las políticas seguidas y nombró
Lenin, Collected Works, vol. 36, p. 606.
293
lstvari_jy\észa'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
claramente a los culpables: "La responsabilidad política de toda esta campaña
nacionalista que es en verdad de la Gran Rusia debe recaer, por supuesto, en Stalin
y Dzerzhinsky".'*'"
Después de la muerte de Lenin en enero de 1924, que siguió a su larga
enfermedad discapacitadora, todas sus recomendaciones sobre la cuestión nacional
fueron ignoradas y las políticas de "la Gran Rusia" de Stalin—que trataba a las otras
nacionalidades como "regiones fronterizas"—se implementaron en su totalidad,
lo que contribuyó grandemente al d e s a r r o l l o b l o q u e a d o que en adelante
caracterizó a la sociedad soviética. Hasta el enfoque de Gorbachev y sus seguidores
estuvo caracterizado por el mismo sentido de tendenciosa irrealidad de las otras
teorizaciones y prácticas del posleninismo, como traté de señalar mucho antes del
derrumbe de la Unión Soviética.'*' Ellos mantuvieron la ficción de la "nación
soviética", con su presunta " c o n c i e n c i a un i f i cada" , ignorando ingenua o
descaradamente los explosivos problemas in ternos de la "nación soviética
unificada", no obstante las claras señales de la tormenta que se cernía y que pronto
resultó en la ruptura de la tan poco unificada Unión Soviética. Al mismo tiempo
trataban de justificar la reducción de varias comunidades nacionales, incluidas la
báltica, la bielorrusa y la ucraniana, al estatus de "grupos étnicos".
Bajo el mandato de Stalin, la aceptación de esa descarada irrealidad pudo ser
impuesta con la ayuda de medidas represivas autoritarias, e ir tan lejos como la
deportación de minorías nacionales enteras. Sin embargo, una vez que fue menester
abandonar ese camino, ya no quedó nada que pudiese hacer prevalecer el terrible
legado del opresivo imperio multinacional zarista y la consiguiente preservación
de sus antagonismos. Era, por lo tanto, mera cuestión de tiempo cuándo y en qué
forma particular el estado soviético posrevolucionario—bien lejos de ser de "un
solo país"—se des in tegrar ía bajo el peso insopor tab le de sus múl t ip les
contradicciones.
9.6.2 La persistente desatención de la cuestión nacional no estaba confinada, sin
duda, a las vicisitudes de la incapacidad de encarar sus dilemas de los soviéticos. La
tendencia en el movimiento socialista de la Europa Occidental a marchar en
dirección a un callejón sin salida, en lo tocante a la cuestión nacional y al tema
estrechamente relacionado del internacionalismo, surgió mucho antes de la
revolución rusa. De hecho Engels se quejaba amargamente cuarenta y dos años
x" Ibid., p. 610 '" Ver mi consideración de esos problemas en "The dramatic reappearance of the national question", parte de un artículo titulado "Socialismo hoy día", escrito en diciembre de 1989-enero de 1990, a solicitud de la publicación trimestral El Ojo del Huracán y publicado en su edición de febrero/marzo/abril de 1990. Publicado de nuevo en la Parte Cuatro de Más allá del Capital, pp. 1115-1128.
294
Istva'n Mésza'ros: E.I desafio y la carga del tiempo histórico
antes, para la época de la discusión sobre el programa de Gotha en Alemania, de
que en el documento preparator io de la unificación "el principio de que el
movimiento obrero es un m o v i m i e n t o in ternac iona l está, para toda intención
V propósito, c o m p l e t a m e n t e ignorado".'*^ La necesaria negación radical del
orden del capital existente desde un punto de vista socialista era inconcebible sin
la adopción de una posición internacional consistente y completamente sustentable
en la realidad. Sin embargo, la maniobra oportunista cuvo objetivo era asegurar la
unificación de las fuerzas políticas implicadas en la aprobación del Programa de
Gotha ocasionó serias concesiones nacionalistas por las que hubo que pagar un
precio muy alto en el futuro. La capitulación total de la socialdemocracia alemana
ante las fuerzas del agresivo chauvinismo burgués en el estallido de la Primera
Guerra Mundial no fue más que la culminación lógica de ese peligroso giro en el
desarrollo político alemán, y con ella selló también el destino de la propia Segunda
Internacional.
Es importante recordar aquí que ninguna de las cuatro Internacionales—
fundadas con la expectativa de hacer que el poder de la solidaridad internacional
prevaleciera sobre la dominación estructural jerárquica del capital sobre el
t r aba jo—logró cumpl i r las esperanzas deposi tadas en ellas. La Pr imera
Internacional fue fundada ya en vida de Marx, como resultado de la pérdida de
carril del movimiento obrero como movimiento obrero hacia finales de los años
70 del siglo XIX, fuertemente criticada por Engels, como acabamos de ver. La
Segunda Internacional trajo consigo las semillas de esa contradicción y las convirtió
en plantas que crecieron inexorablemente, esperando tan sólo por la oportunidad
histórica—que fue proporcionada por la Primera Guerra Mundial—para que los
miembros de la Internacional se alinearan con los bandos rivales en guerra,
desacreditando fatalmente así a la organización entera. La muy desacreditada
"Internacional Obrera", cuyos miembros constituyentes nacionales a lo largo de la
guerra continuaron identificándose con su propia burguesía y por consiguiente
dejaron de tener algo que ver con los requerimientos vitales del internacionalismo
socialista, fue restablecida más tarde como un órgano de amoldamiento socioeco
nómico e institucionalización de la negación de la lucha de clases. El veredicto de
Rosa Luxemburgo condensó con gran claridad el significado de esos desarrollos
al afirmar que "al refutar la existencia de la lucha de clases, la socialdemocracia ha
negado la base misma de su propia existencia".'**' Era, así, nada más cuestión de
tiempo para que los partidos socialdemócratas en todo el mundo pasaran a adoptar
una posición abiertamente en deíensa del orden establecido.
Contra la experiencia del ignominioso fracaso de la Segunda Internacional, la
Tercera Internacional fue fundada en la secuela de la Revolución de Octubre. Sin
" Engels, Carta a August BebeL 18-28 de marzo de 1875. *' Rosa Luxemburgo, Junius Pamphlet,, A Young Socialist Publication, Colombo, 1967,
p.54.
295
István Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
enabargo, conao resultado de la progresiva imposición de las políticas autoritarias
de Stalin, que trataba la materia internacional, incluida la relación con los partidos
de la propia Tercera Internacional, en estricta subordinación a los intereses del
estado soviético, tampoco esa organización logró cumplir la tarea de desarrollar el
genuino internacionalismo socialista. Su disolución como Internacional Comunista
(el Komintern) v su metamorfosis en Cominform—es decir, una organización
internacional de la información—no resolvió nada. Porque incluso el Cominform
era una calle de una sola vía.Y lo era porque cualquier crítica del sistema soviético
fue mantenida como absoluto tabú mientras duró vivo Stalin. Y aun después de
muer to , la severa crítica de Kruschev a su "culto de la personalidad" y sus
consecuencias negativas no logró abordar los aspectos fundamentales de la sociedad
de tipo soviético como modo de reproducción metabólica social, a pesar de sus
contradicciones y síntomas de crisis cada vez más intensos.
Para el momento en que se reconoció la gravedad de la crisis como tal, bajo
el "glasnost y la perestroika" de Gorbachov, los esfuerzos correctivos diseñados
estaban concebidos de manera tal que resultaban inseparables de la toma del camino
hacia la restauración del capitalismo, como ya vimos en la Sección 9.5.4. En cuanto
a la Cuarta Internacional , nunca pudo alcanzar el estatus de organización
internacional con influencia de m a s a s , a pesar de las intenciones de su fundador.
Puesto que si la visión estratégica concebida no puede "captar a las masas", en
palabras de Marx, en ese caso no se podrá cumplir la tarea de desarrollar el necesario
internacionalismo socialista.
La cuestión nacional asumió inevitablemente la forma de una polarización
entre el puñado de estados opresores y la inmensa mayoría de naciones oprimidas
imper ia l is tamente: una relación absolutamente injusta en la que las clases
trabajadoras de los países imperialistas se vio profundamente involucrada. Y
tampoco esta relación quedó restringida a la dominación militar directa. El
propósito de esta última—independientemente de que fuese puesta en juego a
través de algunas operaciones militares de envergadura o mediante el ejercicio de
la "diplomacia de las cañoneras"—era asegurar sobre la base de la continuidad la
máxima explotación del trabajo factible en los países conquistados, e imponer asi
el modo de control metabólico social característico del capital de manera definitiva
en el mundo entero. Es por eso que en el transcurso de la "descolonización" en la
segunda posguerra mundial, se hizo bien posible abandonar el control militar/
político directo de los antiguos imperios sin cambiar la esencia de la relación
establecida de dominación y subordinación estructurales, como conviene al sistema
del capital.
Los Estados Unidos fueron los pioneros en este respecto. Ejercieron la
dominación colonial directa del tipo militar en algunos países, cada vez que eso le
convino a sus designios, como en las Filipinas, por ejemplo, aunada a la supremacía
socioeconómica sobre las poblaciones involucradas. Al mismo tiempo se aseguraban
la dominación absoluta de la totalidad de la América Latina, imponiéndoles a los
296
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
países del continente la dependencia estructural sin intervenir necesariamente de
manera militar. Pero, por supuesto, apelaron sin vacilación alguna a las intervenciones
militares abiertas o encubiertas en su declarado "patio trasero" cada vez que se
cuestionó la permanencia de su dominación explotadora. Una de sus maneras
preferidas de imponer su dominio fue el derrocamiento militar "interno" de gobiernos
elegidos y el establecimiento de dictaduras "amistosas", en numerosas ocasiones
justificando esos actos del modo más cínico e hipócrita, desde la dictadura militar en
Brasil al Chile de Pinochet.
Sin embargo, durante largo tiempo su principal estrategia para hacer valer sus
intereses explotadores en el período de la segunda posguerra mundial fue ejercer
la dominación económica, aunada a la falaz consigna de "democracia y libertad".
Esto estaba en perfecta sintonía con una fase determinada del desarrollo histórico
del capital, cuando se comprobó que los grilletes militares/políticos de los viejos
imperios ya resultaban demasiado anacrónicos para llevar a cabo las potencialidades
de expansión del capital, mejor adaptada en el mundo de la posguerra a las prácticas
neocoloniales. Los Estados Unidos estaban en una posición casi ideal en este
respecto, tanto por ser el constituyente más dinámico del capital global en su
tendencia a la expansión productiva, como por tratarse de un país que podía
pretender que no tenía ninguna necesidad de dominio militar/político directo
sobre colonias, a diferencia de los imperios inglés y francés. Resulta por tanto
altamente significativo—y sumamente peligroso, en sus implicaciones para la
supervivencia de la humanidad—que en nuestro t iempo esa superpotencia
"democrática" tenga que regresar a la forma más despilfarradora v brutal de las
intervenciones y ocupaciones militares, en respuesta a la crisis estructural del
capital, en un vano intento por resolver esa crisis imponiéndose sobre el resto del
mundo como el amo y señor del imperialismo hegemónico global.
Esta versión más novedosa del imperialismo era (y lo sigue siendo) una forma
de dominación no menos injusta para las grandes masas del pueblo trabajador que su
predecesora. En consecuencia, resulta inconcebible poner en práctica el verdadero
internacionalismo sin la emancipación radical de las muchas naciones oprimidas, y
no nada más en Latinoamérica, de su prolongada dominación por las naciones
opresoras. Es ése el sentido del legítimo nacionalismo defensivo en la actualidad,
como desde el comienzo mismo lo aseveró Lenin. Un nacionalismo de fens ivo que
para poder triunfar tiene que verse complementado por la dimensión pos i t iva de!
internacionalismo.
9.6.3 La solidaridad internacional constituye un p o t e n c i a l p o s i t i v o tan sólo para
el antagonista estructural del capital. Está en armonía con el p a t r i o t i s m o , que en
las discusiones teóricas suele ser confundido, incluso por la izquierda, con el
c h a u v i n i s m o burgués. Esta confusión resulta ser demasiado a menudo una excusa
297
Istyán Mészaros: El desafio y la cafga del tiempo histórico
más o menos conciente para la necesidad de romper las cadenas de la dependencia
estructural explotadora, de la cual hasta los trabajadores del "capitalismo avanzado"
innegablemente se benefician, si bien lo hacen en un grado mucho más limitado
que sus antagonistas de clase. Pero el patriotismo no significa identificarnos
exclusivamente con los intereses nacionales legítimos de n u e s t r o p r o p i o país ,
cuando se ve amenazado por una potencia extranjera, o c ier tamente por el
comportamiento entreguista de nuestra propia clase dominante, ante el cual Lenin
y Rosa Luxemburgo propusieron con razón voltear las armas de la guerra contra
los explotadores de clase internos. Significa también so l idar idad p l ena con el
patriotismo genuino de los p u e b l o s o p r i m i d o s .
La condición para el ejercicio de ese patriotismo no es simplemente un cambio
en las relaciones predominantes entre los estados, contraviniendo así en cierto
grado los dictámenes foráneos de la dependencia política, o mili tar/polít ica,
establecida. Muy lejos de ello. Porque la condición para el éxito permanente sólo
puede ser una lucha sostenida en contra de la dominación estructural jerárquica
del capital, por larga que ella pueda resultar, y a lo ancho y largo del mundo. Sin
eso, el ocasional derrocamiento exitoso de la antigua supremacía político/militar
de la potencia extranjera podría verse revertido, en la vieja forma o en una nueva,
a la próxima ronda de acontecimientos. La solidaridad internacional de los oprimidos
exige, por lo tanto, la plena conciencia y la constante observación práctica de esos
principios orientadores estratégicos.
El internacionalismo socialista es inconcebible sin un respeto total por las
aspiraciones del pueblo trabajador de las demás naciones. Sólo ese respeto puede
crear la posibilidad objetiva de intercambios cooperativos positivos. Incluso desde
su primera formulación, la teoría marxista insistía en que una nación que domina a
otras naciones se priva a sí misma de su propia libertad: una máxima que Lenin
nunca dejó de repetir. No es difícil ver por qué tiene que ser así. Porque toda forma
de dominac ión en t r e estados p r e s u p o n e un m a r c o de in t e r cambio social
estrictamente regulado, en el cual el ejercicio del control es expropiado por apenas
unos cuantos. Un estado nacional constituido de manera tal que pueda dominar a
otras nacionalidades, o las llamadas "regiones fronterizas" o "periféricas", presupone
la complicidad de su ciudadanía políticamente activa en el ejercicio de la dominación,
mistificando v debil i tando así a las masas trabajadoras en su aspiración de
emanciparse.
De manera que la negación radical del sistema de relaciones sumamente
injustas entre ios estados, que ha prevalecido por tanto tiempo, constituye un
requerimiento absolutamente ineludible de la teoría socialista. Ella proporciona la
base conceptual del nacionalismo de fens ivo . Sin embargo, la necesaria alternativa
positiva al orden social del capital no puede ser defensiva. Porque todas las
posiciones defensivas adolecen de ser definitivamente inestables, ya que hasta las
mejores defensas pueden ser abatidas bajo fuego concentrado, si la relación de
298
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
fuerzas cambia convenientemente a favor del adversario. Lo que se necesita en este
respecto, en respuesta a la dañina globalización del capital, es la articulación de
una alternativa positiva viable. Es decir: un orden reproductivo social internacional
instituido y manejado sobre la base de la igualdad genuina de sus míiltiples
constituyentes, definida no en términos sustantivos formales sino material y
culturalmente identificables. Así, la estrategia del i n t e r n a c i o n a l i s m o p o s i t i v o significa reemplazar el absolutamente injusto—e irremediablemente conflictual—
principio es t ructurante de los "microcosmos" reproductivos del capital (las
empresas productoras y distribuidoras específicas que constituyen el "macrocosmo"
abarcador del sistema), por una a l ternat iva c o m p l e t a m e n t e c o o p e r a t i v a .
La tendencia destructiva del capital trasnacional no puede ser ni siquiera
atemperada, y mucho menos absolutamente superada, nada más en el nivel
internacional, mediante la acción de gobiernos nacionales en particular. Porque la
continuada existencia de los "microcosmos" antagonísticos, y su subsumisión bajo
estructuras cada vez mayores del mismo tipo conflictual (como las corporaciones
trasnacionales gigantes, que surgen a través de la concentración y centralización
del capital actual), obligadamente reproduce tarde o temprano los conñictos
aplacados temporalmente. Así, el internacionalismo positivo se autodefine como
la estrategia de ir más allá del capital como un modo de control metabólico social,
ayudando a articular y coordinar globalmente una forma de toma de d e c i s i o n e s n o jerarquica^^"^ tanto en el plano reproductivo material como en el cultural/
político. En otras palabras, por una forma de toma de decisiones cualitativamente
diferente en la cual las funciones controladoras vitales de la reproducción social
les puedan ser absolutamente transferidas a los miembros de los microcosmos
y, al mismo t iempo, las actividades de estos últimos puedan ser coordinadas
apropiadamente hasta llegar a abarcar los niveles más amplios, porque no se ven
desgarrados por los antagonismos irreconciliables.
9.6.4
Dichos antagonismos demostraron ser insuperables incluso cuando Simón
Bolívar realizó heroicos intentos por crear una alternativa viable. Porque lo que se
requería necesariamente para poder tener éxito era la transformación de todo el
entramado de la sociedad, mucho más allá incluso de medidas como la emancipación
legal de los esclavos. Así, en sus esfuerzos por hallar una solución permanente,
para la cual el momento histórico no había llegado todavía, Bolívar se enfrentó a
una gran hostilidad incluso en los países latinoamericanos a los que les había
prestado enormes servicios, reconocidos con el título sin par de El Libertador con el que se le había honrado en ese tiempo. Como resultado, tuvo que pasar el
final de sus días en un trágico aislamiento.
Ver la Sección 2 del presente capítulo, acerca de la Participación.
299
Istva'n Mésza'ros: j j j tesañb y la carga del t iempo histárico
En cuanto a sus adversarios en los Estados Unidos, que se sintieron amenazados
por la difusión de su luminosa concepción de la igualdad^*' —tanto internamente
(como propietarios de esclavos directamente desafiados por la emancipación de
los esclavos de Bolívar) como por su propugnación de unas relaciones armoniosas
entre los estados a todo lo ancho del mundo—no vacilaron en condenarlo v
descalificarlo como " the d a n g e r o u s m a d m a n o f t h e South''.^*""
El impedimento principal era el fuerte contraste entre la unidad política de
las naciones latinoamericanas propugnada por Bolívar y los consti tuyentes
profundamente adversariales/conflictuales de sus microcosmos sociales. En
consecuencia, hasta los llamados más nobles y más elocuentes a la unidad política
podían funcionar sólo mientras la amenaza presentada por el adversario colonial
español era aguda. Pero esa amenaza no podía remediar por sí sola los antagonismos
internos. Ni la identificación visionaria que hizo Bolívar del nuevo peligro podía
alterar la situación. A saber, que "los Estados Unidos parecen destinados por Dios
y la providencia para plagar de hambre y miseria a los pueblos de América Latina en
nombre de la Libertad". Un peligro que subrayó con mayor fuerza aún, en el
mismo espíritu, José Martí sesenta años más tarde.''*' Ambos fueron tan realistas
en sus diagnósticos de los nuevos peligros como generosos en la propugnación de
una solución ideal para los graves problemas de la humanidad. Bolívar, cuando
propuso una vía para poner armoniosamente juntas a todas las naciones de la
humanidad en el istmo de Panamá, y la convirtió en la capital del mundo,^** v
Martí cuando insistió en que "la patria es la humanidad".
Cuando se formularon esos ideales el tiempo histórico todavía apuntaba en la
dirección opuesta: hacia la terrible intensificación de los antagonismos sociales y
el horrendo derramamiento de sangre de las dos guerras mundiales que se
desprenderían de ellos. Hacia el final de su vida Bolívar se vio forzado a aceptar
que, trágicamente, el día de América, como él lo había anticipado antes, no había
llegado aún. Hoy la situación es muy distinta. El "día de América" de Bolívar ha
llegado en el sentido de que las antiguas condiciones de la dominación cuasicolonial
de Latinoamérica por los Estados Unidos ya no se pueden seguir manteniendo. En
este respecto los intereses de la soberanía nacional efectiva de los países de
Latinoamérica coincide del todo con la necesaria tendencia a sobreponerse a los
resentimientos nacionales en todas partes, puesto que la dominación nacional de
muchos países por unas cuantas potencias imperialistas durante tanto tiempo
prevaleciente se ha vuelto un anacronismo histórico irreversible.
^^' Bolívar llamaba a la igualdad "la ley de leyes", añadiendo que "sin ella perecen todas las Ubertades. A ella debemos hacer los sacrificios". '"' "El peligroso loco del Sur".
'*" Ver José Martí, "Discurso", pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1890, y "La verdad sobre los Estados Unidos", Patria, 17 de abril de 1884. '"' "Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra, como pretendió Constantino
que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio".
300
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El cambio de la condición histórica no puede ser anulado por el hecho de
que las antiguas potencias imperialistas, y sobre todo y con mucho la más poderosa
de ellas, los Estados Unidos de Norteamérica, estén tratando de poner en reversa
las ruedas de la historia y r e c o l o n i z a r el mundo. Su intención de lograr ese fin ya
resulta visible en la manera como han emprendido recientemente algunas aventuras
militares devastadoras, bajo el pretexto de la llamada "guerra contra el terrorismo".
Ciertamente, la nueva panacea—es decir, meterse en lo que de hecho representaría
una flagrante aventura recolonizadora—es declarado por las potencias más agresivas
como la condición esencial para el éxito de su cínicamente justa "guerra contra el
terrorismo internacional" en el "nuevo orden mundial". Pero están destinadas a
fracasar en esta empresa.
En el pasado, muchos intentos que tenían como meta rectificar los justificados
resentimientos nacionales se vieron desviados de su camino por seguir estrategias
chauvin i s tas . Porque, dada la naturaleza de los problemas sobre el tapete, los
intereses nacionales impuestos de los países dominantes no podían prevalecer
por siempre a expensas de los justificables objetivos sociales de algunas otras
naciones, violando las requeridas c o n d i c i o n e s in ternac iona le s p l e n a m e n t e equi tat ivas de las relaciones entre estados. Así, no podía ser más clara la visionaria
validez histórica del proyecto bolivariano, que presionaba por la unidad estratégica
y la igualdad de los países latinoamericanos, no simplemente en contra de los
Estados Unidos sino dentro del marco más amplio de la prevista asociación
internacional armoniosa de todos. Ciertamente, si llevan a cabo su unidad social y
política basada en la mutua solidaridad, los países de la América Latina podrían
desempeñar un papel pionero en la actualidad, en beneficio de la humanidad entera.
Ninguno de ellos puede tener éxito aisladamente, aunque sea enfrentándose en
negativo a su poderoso antagonista en Nor t eamér i ca , pero juntos pueden
mostrarnos a todos nosotros un camino hacia delante si instituyen en positivo una
solución confederativa. Están, como nadie y como nunca antes, en posición de
poder hacerlo, en el espíritu del i n t e r n a c i o n a l i s m o g e n u i n o , porque no tienen
la carga del pasado de muchas tradiciones imperialistas o cuasimperialistas europeas.
Los graves problemas de las contradicciones nacionales los comparten y los
padecen muchas partes del mundo. Al respecto basta pensar en el Medio Oriente
constantemente destrozado por la guerra, la ruptura violenta de la antigua Yugoslavia,
la desintegración de la Unión Soviética y su secuela de problemas profundos (hasta
explosivos en lugares como Chechenia), los conflictos abiertos o latentes en la
Europa Central, los fuertes antagonismos internos que hacen erupción en el
subcontinente indio, los resentimientos nacionales en Canadá, todavía lejos de
resolverse, y las varias confrontaciones armadas en Africa del Norte y Central. No
es concebible encontrar soluciones permanentes para los problemas subyacentes
sin encarar con todos los hierros el asunto siempre preterido de las relaciones
equitativas entre los estados, que hay que establecer respetando la complemen-
301
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histcSrico
taridad dialéctica de lo nacional y lo internacional, como conviene a nuestro propio
tiempo histórico.
Dadas las determinaciones estructurales antagom'sticas del modo de control
metabólico social del capital, que culminan en la dominación imperialista de los
muchos por unos cuantos, tan sólo un planteamiento socialista consistente puede
tener éxito al respecto. Pero la otra cara de la moneda debe quedar igualmente
clara. Es decir, que la transformación socialista de nuestro modo de reproducción
metabólica social, vitalmente necesaria, no es en modo alguno factible si no
instituimos soluciones verdaderamente viables para los legítimos resentimientos
nacionales de los países dominados, durante mucho tiempo pasados por alto, dentro
del marco de un internacionalismo sustantivamente equitativo. Porque sólo el
seguimiento históricamente apropiado de la estrategia—capaz de llevar en todas
partes las dimensiones nacionales e internacionales del intercambio social a su
común denominador positivo —puede solucionar la grave crisis estructural de
nuestro orden social.
9.6.5
Sin duda, el capitalismo no inventó la explotación v la opresión. Las revueltas
de esclavos brutalmente reprimidas se dieron en la historia hace miles de años, v
los grandes levantamientos campesinos —reprimidos con la misma brutalidad—
estallaron cientos de años antes del desarrol lo y estabilización del orden
reproductivo del capital. La innovación del capital fue intentar y lograr su propia
variedad de explotación socioeconómica y política universalmente aceptable y
permanente. Lo mismo vale para la discriminación y la opresión nacional y étnica.
Éstas también tienen raíces históricas mucho más hondas que los últimos trescientos
o cuatrocientos años, si bien las relaciones de dominación y subordinación entre
estados más injustas —las imperialistas— prevalecieron solamente bajo el dominio
del "capital avanzado".
Según esto, los problemas de la discriminación nacional y étnica no pueden
ser superados de un todo sin atender a sus raíces históricas más profundas. Al igual
que las viejas cuestiones de la explotación y la opresión, los resentimientos
nacionales apuntan hacia un cuadro mucho más amplio. Considerar la larga historia
de la dominación y la explotación jerárquicas y atacar la variedad capitalista sólo
puede ser par te de la respuesta, independientemente del hecho de que eso
constituya el desafío y el punto de partida más obvios en nuestro tiempo. Lo
mismo vale para las contradicciones y resentimientos nacionales más obvios. En
consecuencia, con respecto a ambos conjuntos de problemas fundamentales por
resolver, la a l ternat iva social is ta exige que haya que enfrentarlos en t o d a su perspec t iva h i s tór ica , descendiendo hasta sus bases más profundas en busca de
un correctivo t r a s c e n d e n t e que perdure. Deben ser asidos en sus raíces históricas
más hondas, de las cuales la variedad capitalista es apenas u n brote, no importa
302
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
cuan dominante, y ahora globalmente dominante. Si no se hace esto, en algún
momento del futuro puede germinar un nuevo retoño antagonístico. En lo que
concierne a la alternativa socialista, fue precisamente esta carga de determinaciones
clasistas en la historia en su totalidad, y no solamente en sus siglos más recientes,
lo que hizo que Marx contrastara abiertamente lo que él llamó "la prehistoria de la
humanidad" con la historia real de la h u m a n i d a d . Una concepción de la historia
como modo de control productivo y distributivo cualitativamente diferente y
manejado a conciencia — d e acuerdo con sus objetivos escogidos— por los
individuos sociales como los sujetos genuinos de la historia.
La lucha: por esas preocupaciones vitales caracterizó a la historia humana
durante milenios, aunque estuviese condenada a asumir formas nuevas con los
cambios de circunstancias y el correspondiente cambio en los seres humanos. En
un poema magnífico, titulado A ori l las de l D a n u b i o ("A Dunánál") Attila József
describe ese proceso de dramáticos conflictos nacionales y sociales en toda su
intensidad histórica. Puede hacerlo con espléndida imaginación poética dirigiéndose
al río para interrogarlo — a "quien es pasado, presente y futuro", como parte
inseparable y testigo personificado de la historia humana— y poder así ofrecer sus
propias respuestas. Al representar creativamente su visión en forma de una
interacción muy inspirada entre los puntos de vista del poeta y el viejo y poderoso
río, József está en capacidad de poner ante nuestros ojos, con gran humanidad y
poder evocador todas las dimensiones del tiempo histórico, junto con la carga
profundamente sentida de la responsabilidad histórica. De esa manera puede darle
vida a la lucha de los grandes antagonismos del pasado y el presente, "librada con
fiereza" entre las "muchas nacionalidades", con emotiva propugnación de sus
soluciones requeridas.
Así nos habla Attila József en las dos últimas estrofas de su gran poema: Yo soy el mundo, todo cuanto está y estuvo,
¡as tnuchas nacionalidades empeñadas en fatal conflicto.
Los conquistadores vencen conmigo en su muerte,
y me tortura la agonía de los conquistados.
Arpad y Zalán.Werboczyy Dózsa,"^
e/ turco el tártaro, el eslovaco, el rumano
se arremolinan en este corazón,
en deuda grande con el pasado,
con unjuturo amable, ¡oh húngaros de hoy!
Yo quiero trahajar.Ya es bastante duro
tener que confesar el pasado.
Del Danubio poderoso—quien es pasado, presente yJuturo—
*" Cada pareja de nombres indica conquistadores y conquistados. Arpad fue el jefe de las tribus húngaras que en el siglo XIX derrotaron a Zalán en la depresión de los Cárpatos, y Werboczy fue el gobernante húngaro de comienzos del siglo XVI que castigó brutalmente el levantamiento campesino dirigido por Gyórgy Dózsa en 1514
303
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
las ondas suavesjlujen en sereno abrazo.
La lucha librada con fiereza por nuestros antepasados
se disuelve en paz en el recuerdo.
Atender a las tareas compartidas, ponerlas aljin en orden,
ése es nuestro trabajo... ¡y no es pequeño!
En la presente coyuntura de la historia estamos, todos sin excepción, "en
deuda grande con el pasado, con un futuro amable". En verdad estamos en dicha
deuda con un pasado muy, pe ro muy lejano y t ambién con el p re sen te
peligrosamente amenazador. En deuda con un "futuro amable" permanentemente
sustentable, que hay que asegurar en el orden social alternativo de la h i s tor ia
real de la humanidad, mucho más allá de "las luchas libradas con fiereza", no
sólo las de nuestros antepasados sino también las que todavía hay que librar en
contra de las potencias destructivas de hoy. Nunca ha habido tanto en juego, y no
es posible ganar sin superar los persistentes antagonismos y los peligrosos
conflictos que surgen de los resentimientos nacionales y étnicos, con sus raíces
extendidas y profundas reproduciendo en nuestro t iempo la planta venenosa de
las relaciones entre los estados del capital, cada vez más destructivas. Reventaron
en dos guerras mundiales devastadoras en el transcurso del siglo XX, y ahora
amenazan directamente a la supervivencia misma de la humanidad.
La solución de los viejos conflictos y antagonismos heredados del pasado e
intensificados en el presente debió haberse dado hace mucho tiempo. Pero la tarea
de superar los resentimientos nacionales no puede completarse sin arrancar las
propias raíces extendidas, al igual que las contradicciones del sistema del capital
no se pueden resolver con reformas sin erradicar , esa es la palabra, al capita l
m i s m o del entramado social. No basta con nada más "abolir la esclavitud del
salario" cuando debemos tener en la mira las determinaciones estructurales de la
e x p l o t a c i ó n y la o p r e s i ó n en su prolongada continuidad v cambio históricos.
Para poder tener éxito hav que erradicar con firmeza todas las formas v variedades
factibles de explotación v opresión, incluyendo los resentimientos nacionales y
étnicos latentes o explosivos que se remontan muy atrás en la historia. Su recuerdo
persiste durante largo tiempo, v contribuye a menudo al surgimiento de nuevos
antagonismos. Ese recuerdo no puede ser reparado simplemente pensando de
manera distinta acerca del pasado. Resulta profundamente cierto que " / a lucha
librada con fiereza por nuestros antepasados se disuelve en paz en el
recuerdo''"'. Pero sólo cuando la memoria histórica se ve realmente moldeada de
nuevo gracias a una i n t e r v e n c i ó n p r á c t i c a que rect if ica los p rop ios
resentimientos nacionales y étnicos sobre una base permanente. Estos son aspectos
fundamen ta l e s de i n t e r é s c o m p a r t i d o que no p u e d e n ser p o s p u e s t o s
indefinidamente. Para decirlo en palabras de Józset: ''''Atender a las tareas
compartidas, ponerlas al fin en orden, ése es nuestro trabajo. ..¡ y no es
pequeño!"
304
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo^históríco
9.6.6 José Martí tenía toda la razón cuando realzó e! significado real de patr io t i smo
al insistir en que "la patria es la h u m a n i d a d " . Porque este tipo de patria —
caracterizada por la identificación conciente de los individuos con los valores
posit ivos de su c o m u n i d a d — es el único o rden social p e r m a n e n t e m e n t e
sustentable que no puede ser desgarrado por antagonismos devastadores. En sí, no
constituye un ideal remoto sino el necesar io o b j e t i v o , brújula y m e d i d a del
éxito de la estrategia de la transformación socialista, que visualiza la institución del
modo de control sociorreproducti^'0 alternativo en el que no puede haber cabida
para la discriminación nacional v los resentimientos concomitantes. Es el único
orden in ternac iona l viable, en el sentido más profundo del término, en contraste
con todos los intentos de imponer uno desde afuera v desde arriba: fracasaron en
el pasado y están destinados a fracasar también en el futuro. Lo que lo convierte en
viable y sustentable es que la patria de Martí, definida en relación directa con la
humanidad, surge de las d e t e r m i n a c i o n e s internas pos i t ivas de sus partes
cons t i tuyentes que armonizan las muchas manifestaciones específicas del
patriotismo genuino con sus condiciones globales de realización progresiva. Estas
dos dimensiones resultan inseparables en la estrategia socialista, con su necesario
objetivo general y brújula guiadora. No puede existir ningún intercambio global/
internacional sustentable—y éste, también, constituve una necesidad esencial en
nuestro tiempo—sin la coalición positiva de la gran variedad de la identificación
patriótica del pueblo con las condiciones de vida reales de su comunidad. Y
viceversa. No puede existir ningún patriotismo merecedor de ese nombre sin la
institución exitosa y el fortalecimiento de la patria global/internacional de la
humanidad, recíprocamente adaptadora y cooperativamente armonizadora, que
por sí sola pueda conferirle las características definitorias positivas al propio
patriotismo. En este sentido la complementaridad dialéctica de lo nacional y lo
internacional continúa siendo un principio orientador \ital de los intercambios
humanos en el futuro previsible.
Naturalmente, la dimensión organizacional de estos problemas no puede ser
menospreciada. Por el contrar io, a la luz de las recientes tendencias de los
desarrollos socioeconómicos y políticos adquiere una importancia cada vez mayor.
Porque las acciones internacionales del imperialismo hegeniónico global, que
asumen por ahora la forma de aventuras militares incluso de gran magnitud,
representan un peligro enorme para el futuro. Por consiguiente exigen con urgencia
el desarrollo de un marco de acción internacional socialista viable. Sin eso, no
podrá prevalecer la tan necesitada alternativa hegemónica al destructivo modo de
control sociorreproductivo y político.
En términos de las necesarias pr ior idades estratégicas que se deben llevar
a cabo, la articulación y fortalecimiento de dicho marco de acción internacional
socialista ocupa un lugar de primerísima importancia. No puede ser concebida
305
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
s i m p l e m e n t e como la r e s p u e s t a o c a s i o n a l / p e r i ó d i c a a los desa r ro l los
internacionales más amenazadores del capital en el plano económico (por ejemplo
lo ambiental) y en el político, sino como una a l ternat iva en d e s e n v o l v i m i e n t o c o h e r e n t e , que debe ser sustentada en todos los terrenos por formas de acción
internacional apropiadas. En otras palabras, lo que nos preocupa es la rea l idad (y
necesidad) h i s tór ica de tales logros organizacionales, que hay que seguir de manera
consistente en sus propios términos de referencia estratégicos y sostener no sólo
cuando surjan desafíos extremos—como, por ejemplo, en alguna ocasión explosiva
en la que participen en protes tas de masa, generadas de manera más o menos
espontánea, en contra de alguna operación militar imperialista—sino en una
sucesión temporal continuada.
Inevitablemente, una de las principales condiciones requeridas en nuestro
t iempo para la articulación y fortalecimiento exitosos de un modo de acción
internacional viable, sería el examen crítico serio de los fracasos del pasado en este
respecto. Porque, como lo mencionamos antes, las cuatro Internacionales quedaron
muy lejos de cumplir sus objetivos declarados. Si en el pasado las condiciones
históricas desfavorables di f icul taron—o, peor aún, impid ieron—el exitoso
desarrollo internacional de la alternativa organizacional socialista, ¿son más
favorables esas condiciones hoy día?
La necesidad de un avance significativo de las fuerzas socialistas radicales,
como protagonistas de la alternativa hegemónica al orden reproductivo del capital,
es indudablemente muy grande hoy, en vista de la destructividad en ascenso del
orden dominante. Pero esa necesidad no basta por sí sola, no importa cuan fuerte
o promisoria sea. Porque no podemos soslayar la pesada carga de fracturas internas en el ala radical del movimiento socialista mismo (que se le suma a la
desviación revisionista que hace mucho prevalece en la otra ala), que se generaron
en el pasado y continúan ejerciendo su influencia dolorosamente divisoria y negativa
también en la actualidad. Los fracasos internacionales del pasado no se pueden
remediar sin encarar ese problema, aunque las condiciones históricas para el
desarrollo y sustentación de un modo de acción internacional radical organiza-
cionalmente viable sean más favorables en la actualidad que nunca antes.
La diferencia principal en este respecto es que hemos llegado a la etapa
histórica de la crisis es tructural del sistema del capital. En términos sociales y
políticos tangibles eso significa que ahora algunas rutas—que en el pasado le
permitían al capital manejar sus contradicciones y antagonismos con relativa
facilidad bajo sus crisis coyunturales periódicas—han sido bloqueadas, lo que
produce graves complicaciones para el futuro.
Entre las rutas bloqueadas más importantes, hay dos que descuellan como
directamente relevantes. La primera tiene que ver con la manera como el capital
podía en el pasado inducir al laborismo reformista a in ter ior izar y promover
activamente la promesa jamás cumplible del "soc ia l i smo e v o l u t i v o " — y sus
hermanos gemelos: el "soc ia l i smo par lamentar io" , en diferentes partes de
306
István Mészaros; El^jsafíb y la carga_clel^jempo histórico
Europa, y el establecimiento ficticio del socialismo " c o n q u i s t a n d o los p u e s t o s de m a n d o d e la e c o n o m í a " , en la Inglaterra de Harold Wilson—mistificando
así y desarmando exitosamente a su adversario potencial. Sin embargo, bajo el
fuerte impacto de la crisis estructural del capital las estrategias pretendidamente
socialistas—mas en verdad totalmente entreguistas—finalmente tuvieron que ser
abandonadas por los partidos reformistas, para así convertirse desvergonzadamente
en abiertos defensores del orden dominante, como el "Nuevo Laborismo" en
Inglaterra. Inevitablemente, ese desarrollo reabrió la interrogante acerca de cuál
era el camino de acción a tomar en el futuro a fin de oponerse a las condiciones de
vida cada vez peores de los trabajadores, incluso en los países capitalistamente más
avanzados, sin importar el t iempo que pudiese tomar la rectificación del pasado
derrotista.
La segunda ruta bloqueada es más importante todavía. Tiene que ver con la
anulación de la posibilidad de solucionar los problemas cada vez más graves del
sistema mediante una guerra tota l , como se intentó por dos veces en las dos
guerras mundiales del siglo XX.^'"Yo escribí para el momento en que arrancaba la
crisis estructural del capital, hacia el final de la guerra de Viet Nam que
el sistema ha sido decapitado a) anulársele su última sanción: una guerra total contra sus adversarios potenciales o reales (... )Ya no es posible exportar la violencia a la escala masiva requerida. Los intentos por hacerlo a escala limitada — como la guerra de Viet Nam "— no sólo no son substitutos del viejo mecanismo, sino incluso aceleran las inevitables explosiones internas del sistema. Tampoco resulta posible recurrir indefinidamente a la mistificación ideológica que representaba el desafío interno del socialismo: la única solución posible a la crisis actual, como confrontación externa: una "subversión" dirigida desde afuera por un enemigo "monolítico". Por primera vez en la historia el capitalismo se ve confrontado globalmente con sus propios problemas que ya no pueden seguir siendo "pospuestos", ni ciertamente tampoco pueden ser transferidos al plano militara fin de ser exportados en forma de una guerra total."'
En una nota a la última frase agregué que "por supuesto que puede ocurr i r una guerra así, pero su planificación y preparación activa reales al descubierto no
pueden funcionar como el estabilizador interno vital"."^ Y es así incluso aunque
los "tipos visionarios" neoconservadores del Pentágono—cuyas "teorías" rozan la
locura^^^—tengan toda la intención de "pensar lo impensable". Pero incluso esas
formas extremas de irracionalidad no pueden deshacer las implicaciones de largo
alcance de esta ru ta bloqueada. Porque el asunto subyacente es el de una
contradicción insoluble en el interior del marco reproductivo del sistema del
' Podríamos agregar aquí las guerras del Medio Oriente. • István Mészáros, Matx's Theory of Alineation, Merlin Press, Londres, 1970, p. 310. ' Ibid., p. 342 ' Ver mi artículo: "The Structural Crisis of Politics", Monthly Review, septiembre de
2006, pp.34-53.
307
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
capital. Una contradicción que se manifiesta, por una parte, a través de la inexorable
concentración v centralización del capital que prosigue en una escala global, y por
la otra mediante la incapacidad estructuralmente impuesta del sistema del capital
para p r o d u c i r la r e q u e r i d a es tab i l izac ión po l í t i ca en una escala
correspondientemente global. Hasta las intervenciones militares más agresivas
del imperialismo hegemónico global—en el presente el de los Estados Unidos de
Norteamérica—en diferentes partes del planeta están condenadas al fracaso en
este respecto.
La destructividad de no importa cuántas guerras limitadas está muy lejos de
ser suficiente para imponer, en todas partes v sobre una base permanente, el
dominio indesafiable del único hegemón imperialista v su "gobierno global": la
única cosa que le convendría a la lógica del capital. Sólo la alternativa hegemónica
socialista puede mostrar una salida de esta contradicción destructiva. Una alternativa
organizacionalmente viable que respete plenamente la complementaridad dialéctica
de lo nacional v lo internacional en nuestro tiempo.
9 . 7 ALTERNATIVA AL PARLAMENTARISMO: LA UNIFICACIÓN DE LA
REPRODUCCIÓN MATERIAL Y LA ESFERA POLÍTICA
9 . 7 . 1
La necesaria alternativa al parlamentarismo está estrechamente vinculada con
la cuestión de la p a r t i c i p a c i ó n real considerada en la Sección 9.2. A primera
vista, la diferencia principal es que, ya que la participación plena constituye un
p r i n c i p i o r e g u l a d o r a b s o l u t a m e n t e fundamen ta l v p e r m a n e n t e de las
interrelaciones socialistas—independientemente de lo avanzada v de lo distante
que esté la forma de la sociedad socialista—la necesidad de producir una alternativa
estratégicamente sustentable al parlamentarismo es inmediata e ineludible y nos
está afrontando con urgencia. Sin embargo, este es tan sólo el aspecto más obvio
del importante problema de cómo liberar al movimiento socialista de la camisa de
fuerza del parlamentarismo burgués. Tiene además otra dimensión, relacionada
con el desafío mucho más amplio v en definitiva no menos ineludible al que la
literatura socialista se refiere como el " d e b i l i t a m i e n t o gradual del Estado".
Las dificultades aparentemente prohibitivas de ese vital proyecto marxiano encajan
con igual importancia y peso tanto en la p a r t i c i p a c i ó n — e n cuanto autogestión
plenamente autónoma de su sociedad por parte de los productores libremente
asociados en cada terreno, mucho más allá de las limitantes mediadoras (durante
algún t iempo necesarias) del estado político m o d e r n o — c o m o en la manera
permanente de unificar la esfera reproductiva material v la esfera política, como la
previs ta a l ternat iva radical al p a r l a m e n t a r i s m o . C i e r t a m e n t e , cuando
consideramos la tarea histórica de hacer realidad el "debilitamiento gradual del
308
Istva'n Mészáros:^] de^ft'o y la carga del tiempo histórico
estado", la autogest ión a través de la par t ic ipación plena y la superación
permanentemente sustentable del parlamentarismo por una forma de toma de
decisiones sustant ivas—en contraposición a la formal / legal pol í t icamente
limitada—resultan inseparables.
Como planteamiento, la necesidad de instituir una alternativa válida al
parlamentarismo nace de las instituciones políticas históricamente específicas de
nuestro tiempo, pues éstas han sido transformadas—en gran medida para peor,
hasta el punto de convertirse en una fuerza paralizante, y no de potencial avance—
en el transcurso del siglo XX, decepcionando amargamente todas las esperanzas v
las expectativas alguna vez sostenidas por el movimiento socialista radical. Porque
la resultante irónica y en más de un modo trágica de largas décadas de lucha
política dentro de los confines de las instituciones políticas al servicio de! propio
capital—marcadas por la total conformidad de los varios representantes de la
clase trabajadora organizada con las "reglas del juego parlamentario", groseramente
aplicadas a su propio favor por las relaciones de poder del dominio del capital
sobre el orden social en su totalidad, sumamente efectivo en lo material y lo
ideológico, y que fueron establecidas desde hace mucho y son renovadas,
constantemente—terminó siendo que bajo las condiciones hoy prevalecientes la
clase trabajadora se ha visto t o t a l m e n t e pr ivada de sus d e r e c h o s en todos los
países cap i ta l i s t amente avanzados . De este m o d o , la c laudicación de la
socialdemocracia, mientras pretendía representar "los intereses reales de la clase
obrera", completó de hecho el círculo vicioso de ese proceso de total privación de
los derechos del cual no puede haber escapatoria sin superar radicalmente—de
un m o d o v e r d a d e r a m e n t e sus t en tab le—al p rop io sistema pa r l amen ta r io
históricamente anacrónico.
El contraste entre las condiciones realmente existentes de nuestro tiempo y
las promesas del pasado no podría ser mayor. Particularmente cuando hacemos
memoria de los desarrollos políticos del último tercio del siglo XIX y las esperanzas
que el trabajo depositó en ellos. Como todos sabemos, mucho antes de ese
momento apareció en el escenario histórico el movimiento de la clase trabajadora
y dio sus primeros pasos como un m o v i m i e n t o e x t r a p a r l a m e n t a r i o . Sin
embargo, el último tercio del siglo XIX produjo un cambio significativo en ese
respecto, con la formación y el fortalecimiento de partidos de m a s a s de la clase
trabajadora que comenzaron a orientarse, en su mayoría, hacia la conquista gradual
del ter reno político por medios electorales a fin de introducir—mediante la
intervención legislativa consensual—las requeridas reformas estructurales de largo
alcance y permanentes en la sociedad en su conjunto. De hecho, con el paso del
tiempo los partidos de masas de la clase trabajadora estuvieron en capacidad de
exhibir algunos logros espectaculares en términos estrictamente electorales, y
como resultado adoptaron y alimentaron la esperanza sumamente problemática
de obtener, a su d e b i d o t i e m p o , un éxito parecido en las relaciones de poder
materiales de la sociedad. Fue así como el reformismo socialdemócrata pasó a
309
Istvcín Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
dominar a los partidos de la clase trabajadora en los países capitalistamente más
poderosos, marginando al mismo tiempo al ala radical del movimiento del trabajo
durante varias décadas.
Pero el "a su debido tiempo" nunca llegó, y era imposible que llegara. Instituir
un orden social radicalmente diferente dentro de los parámetros de los intereses
creados del control metabólico social del capital no podía ser, desde el comienzo
mismo, más una i n c o n g r u e n c i a . Así Bernstein y sus seguidores llamasen
"soc ia l i smo evo lut ivo" , o Harold Wilson y otros "conquis tar los pues tos de m a n d o de la economía" , a la propugnada estrategia política y social, la tierra
prometida tantas veces y durante mucho tiempo proclamada por esas estrategias
no podía pasar de emprender pausadamente el camino hacia la t ierra de l nunca jamás de un futuro de ficción, que al final fue d e j a d o atrás estruendosa v
enteramente por el "Nuevo Laborismo" inglés—al igual que por muchos otros
partidos socialdemócratas del mundo, incluido el alemán—sin habérsele acercado
ni un centímetro.
Encima, lo que agrava mucho más este problema es que algunos de los
partidos más importantes y también electoralmente más exitosos de la izquierda
radical, constituidos dentro del marco de la Tercera Internacional, en su enérgica
condena explícita del irreparable fracaso histórico de la Segunda Internacional
Socialdemócrata, siguieron —esta vez realmente a su d e b i d o t i e m p o — l a misma
senda del desastre de los partidos que ellos tanto criticaron y rechazaron. Baste
pensar a este respecto en el "camino parlamentario al socialismo" seguido por el
Partido Comunista italiano y por el francés. Ciertamente, el Partido Comunista
Italiano (alguna vez nada menos que el partido de una figura tan revolucionaria
como Antonio Gramsci)—luego de permitirse aquella otra estrategia de la fantasía
del "Gran Acomodo Histórico", pasando por alto, o quizás verdaderamente
olvidando, que para establecer un compromiso real se necesita que en él participen
al menos dos, o de lo contrario el único en comprometerse es uno mismo—
rebautizado como "demócratas de izquierda", para amoldarse a las exigencias del
orden social "democrá t ico" del capital. Y cuando recordamos que Mikhail
Gorbachov, el Secretario General del Partido Soviético—alguna vez el partido del
propio Lenin—se confirió a sí mismo el poder y el derecho de d i so lver el part ido p o r d e c r e t o , y pudo ejecutar realmente esa jugada autoritaria en nombre del
"glasnost" y la democracia, eso podría ser un claro indicativo de que hay algo
fundamentalmente erróneo que rectificar en estas materias. La nostalgia del pasado
no va a ofrecer ninguna solución para los aspectos subyacentes.
Nada de esto está dicho "con mirada retrospectiva": una expresión que se
suele emplear para desviar las críticas y justificar las estrategias fallidas del pasado,
junto con el papel asumido por quienes fueron responsables de haberlas impuesto,
como si no hubiese podido existir alguna alternativa a seguir ese curso de acción
hasta que la "mirada retrospectiva"—incluso hoy puesta a un lado y descalificada
con sarcasmo autojustificativo—hizo acto de presencia en el horizonte. El estado
310
Istváh Ajeszárgs.-^desafio y la ca r¿a je l t iempo históricg
de cosas real que documenta la historia no podía ser más distinto. Porque los
propugnadores más visionarios y más profundamente compromet idos de la
alternativa socialista en actividad en el momento en que se comenzaba a producir
el fatal descarrilamiento del movimiento socialista organizado—Lenin y Rosa
Luxemburgo—diagnosticaron clararnente los peligros que se desarrollaban, y
demostraron no en visión retrospectiva sino justo en el momento la vaciedad
teórica y política de las incumplibles prescripciones "evolucionarías". Y cuando en
una etapa aún más anterior de este proceso de integración capituladora dentro del
sistema parlamentario burgués, Marx formuló su inequívoca advertencia en su
Crít ica de l p r o g r a m a d e Gotha , su insistencia en que no se debía hacer
compromisos con los principios no pudo pasar de ser una voz clamando en el
desierto.
Las fuerzas del trabajo organizado tuvieron que tener su propia experiencia,
aunque aJ final esa experiencia resultó ser bien amarga. Por un largo período en
adelante pareció que no había ninguna alternativa a ceñirse a la elusiva promesa del
"camino más fácil", por parte de la gran mayoría del movimiento laboral. Las
promesas y tentaciones de resolver los problemas altamente complejos de la
sociedad mediante los procesos relativamente simples de la legislación parlamentaria
resultaban demasiado grandes como para ser ignoradas o soslayadas, hasta que la
propia amarga experiencia pudiese revelar que la desigualdad estructuralmente
atrincherada y fortalecida de las relaciones de poder a favor del capital, tenía que
prevalecer también en el escenario político institucionalizado, a pesar de la ideología
de la "escogencia democrát ica"—en realidad estr ictamente f ormal y nunca
s u s t a n t i v a — y la "igualdad" salvaguardada e l e c t o r a l m e n t e . De hecho el
entrampamiento institucional del trabajo objetivamente asegurado se vio todavía
más complicado gracias al impacto corruptor de ia maquinaria electora] y la
ideología apologética de la "búsqueda de una mayoría" asociada con ella. Como
hace mucho tiempo caracterizara Rosa Luxemburgo estos aspectos del problema:
el parlamentarismo es el criadem de todas las tendencias oportunistas hoy existentes
en la social democracia occidental (...) sirve de abono a las ilusiones del
oportunismo en curso, como la sobrevaloración de las reformas sociales, la colabo
ración de clase y de partido, la esperanza del desarrollo pacífico hacia el socialismo,
etc. (...) Con el crecimiento del movimiento laboral, el parlamentarismo se
convierte en un trampolín para los políticos de carrera. Por eso afluyen tantos
ambiciosos fracasados de la burguesía hacia las banderas de los partidos socialistas
(...) [El objetivo es] disolver al sector activo y con conciencia de clase del
proletariado en la masa amorfa de un "e lec torado" . "*
Naturalmente, la ideología perversamente autojustificadora del pretendido
respeto democrático por el mítico "electorado" podía ser utilizada a conveniencia
2' Rosa Luxemburgo, "Organizational Questions of the Russian Social Democracy", en el volumen The Russian Revolution and Leninism or Marxism, The University of Michigan Press, Ann Arbor, 1970, p. 98.
311
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
para los fines de la arbitrariedad y el control, a menudo de manera corrupta, de los partidos mismos, y la anulación de la posibilidad de instituir incluso "reformas
graduales" menores, como le demostró claramente el deprimente registro histórico
del siglo XX, que resultó en la completa privación de los derechos de la clase
trabajadora. Por consiguiente nada tenía de accidental que los intentos de introducir
cambios sociales de envergadura—en los últimos quince años en Latinoamérica,
por ejemplo, y notoriamente en Venezuela y ahora en Bolivia—se acoplasen con
una fuerte crítica del sistema parlamentario v al establecimiento de asambleas
constitucionales como primer paso para la transformaciones de largo alcance
propugnadas.
9.7.2
Muy significativamente, la crítica del sistema parlamentario es casi tan vieja
como el parlamento mismo. La revelación de sus incurables limitaciones desde
una perspectiva radical no comienza con Marx. La hallamos expresada con toda
fuerza ya en los escritos de Rousseau. Partiendo de la posición de que la soberanía
le pertenece al pueblo y por lo tanto no puede ser alienada legítimamente, Rousseau
argumentaba que por la misma razón no podía ser convertida legítimamente en
ninguna forma de abdicación representacional:
Los diputados del pueblo, por consiguiente, ni son ni pueden ser sus representantes: son nada más que sus servidores, v no pueden llevar a cabo actos definitivos.Toda ley que no hava sido ratificada por el pueblo en persona es nula e írrita-, no es, de hecho, una ley. El pueblo de Inglaterra se considera libre, pero está muv equivocado; es libre tan sólo durante la elección de los miembros del parlamento. Una vez elegidos éstos, la esclavitud lo alcanza, v él se convierte en nada. El uso que hace de los breves momentos de libertad de que goza muestra en verdad que merece
perderlos.'"'
Al mismo tiempo Rousseau fijaba el importante punto de que aunque el
poder de legislar no podía ser disociado del pueblo, ni siquiera mediante la
representación parlamentaria, las funciones administrativas o "ejecutivas" debían
ser consideradas bajo una luz muy diferente. Como lo expresó él: en el ejercicio
del poder legislativo el pueblo no puede ser representado, pero en el poder
ejecutivo, que es solamente la fuerza que se aplica para darle efecto a la ley, puede
y debería ser representado.^"^
De esta manera Rousseau proponía un ejercicio del poder polít ico y
administrativo mucho más practicable de lo que usualmente se le reconoce, o
ciertamente se le acusa, por sus detractores hasta de la propia izquierda. En la
tendenciosa tergiversación de la posición de Rousseau ambos principios vitalmente
importantes de su teoría, utilizables en una forma convenientemente adaptada
' Rousseau, The Social Contract, edición Everyman, p. 78. "' Rousseau, Ibid., p. 79.
312
Istvan Mészaros: El desaffo y la carga del tiempo histórico
también por los socialistas, han sido descalificados y echados por la borda. Pero la
verdad del asunto es que, por una pa r te , el poder de toma de decisiones
fundamentales no debería ser disociado jamás de las masas populares. Al mismo
tiempo, por otra parte, el cumplimiento de las funciones administrativas y ejecutivas
en todas las áreas del proceso sociorreproductivo puede en verdad ser d e l e g a d o durante un período determinado en miembros de la comunidad dada, siempre y
cuando ello se haga bajo reglas establecidas autónomamente y controladas de
manera apropiada en todas las etapas del proceso de toma de decisiones sustantivas
por parte de los productores asociados.
Así, las dificultades no radican en los dos principios básicos en sí mismos
como los formuló Rousseau, sino en la manera como hay que relacionarlos con el
control material y político del proceso metabólico social. Porque el establecimiento
de una forma de toma de decisiones socialista, de acuerdo con los principios tanto
del inalienable poder determinador de las reglas (es dec ir , la "soberanía" d e l trabajo n o c o m o una clase en particular s ino c o m o la c o n d i c i ó n universal d e la c o m u n i d a d ) como la delegación de papeles v funciones específicas bajo
reglas bien definidas, flexiblemente distribuidas y apropiadamente supervisadas,
requer i r ía in t roduci rse en el t e r r e n o mater ia l antagoníst íco del capital y
reestructurarlo radicalmente. Un proceso que ciertamente tendría que ir bastante
más allá de lo que podría ser regulado exitosamente según las consideraciones
derivadas del principio de Rousseau de la soberanía popular inalienable y su
corolario delegatorio. En otras palabras, en un orden socialista el proceso
"legislativo" debería ser fusionado con el proceso de producción mismo, de manera
tal que la necesaria d iv i s ión h o r i z o n t a l de l trabajo'" se viese apropiadamente
complementada por un sistema de c o o r d i n a c i ó n del trabajo autodeterminado,
desde los niveles locales hasta los globales.
Esa relación está en abierto contraste con la perniciosa d iv i s ión vert ica l de l t rabajo del capital,^''* que es complementada por la "separación de los
poderes" en un "sistema político democrá t ico" alienado e inal terablemente
impuesto a las masas trabajadoras. Porque la división vertical del trabajo bajo el
dominio dei capita) afecta obligatoriamente e infecta incurablemente también a
cada faceta de la división horizontal del trabajo, desde las funciones productivas
más simples hasta los procesos de balance más complicados de la jungla legislativa.
Esta última se vuelve una jungla legislativa cada vez más espesa no sólo porque sus
normas y sus constituyentes institucionales, que se multiplican hasta el infinito,
deben jugar su papel en el firme mantenimiento bajo control del comportamiento
verdadera o potencialmente desafiante del trabajo, vigilantes por igual tanto de las
disputas laborales limitadas como del resguardo del dominio general del capital
sobre la sociedad en su conjunto. También, de algún modo deben conciliar en cada
^" Estudiado en algún detalle en el Capítulo 14 de Más allá del Capital. »8 Ibid.
313
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
segmento temporal del proceso histórico—en la medida en que tal conciliación
resulte factible de alguna manera—los intereses separados de la pluralidad de
capitales con la dinámica incontrolable de la totalidad del capital social que tiende
a su definitivo hacerse valer como entidad global.
Natura lmente , los cambios fundamentales requer idos para asegurar v
salvaguardar la transformación socialista de la sociedad no se pueden cumplir
d e n t r o del terreno político tal y como fue constituido y osificado durante los
últimos cuatrocientos años de desarrollo capitalista. Porque el inevitable desafío
en es te r e s p e c t o neces i t a de la so luc ión de un p r o b l e m a s u m a m e n t e
desconcertante: a saber, que el capital constituye la fuerza extrapar lamentar ia p o r e x c e l e n c i a de nuestro orden social, y, más aún, al mismo tiempo domina c o m p l e t a m e n t e al p a r l a m e n t o desde afuera, mientras simula ser simplemente
parte de l él y aparenta operar en relación con las fuerzas políticas alternativas del
movimiento de la clase trabajadora sobre una base p l e n a m e n t e equi ta t iva .
Aunque en su impac to este es tado de cosas resul ta p ro fundamente
confundidor, nuestra preocupación no es simplemente cuestión de la engañosa
apariencia de la que han sido víctimas los representantes políticos del trabajo. En
otras palabras, no se trata de una condición de la cual el pueblo hoy engañado
pueda en principio ser sacado mediante la aclaratoria ideológica/política, sin
ninguna necesidad de cambiar radicalmente el orden sociorreproductivo bien
atrincherado. Lamentablemente, es mucho más grave que eso. Porque la falsa
apariencia misma surge de d e t e r m i n a c i o n e s es tructurales objet ivas , y se ve
reforzada constantemente por la dinámica del sistema del capital en todas sus
transformaciones.
9.7.3
En un sentido el problema subyacente se puede caracterizar en pocas palabras
como la s eparac ión d e la po l í t i ca establecida históricamente—perseguida en
el parlamento y en sus varios corolarios insti tucionales—de la d i m e n s i ó n r e p r o d u c t i v a materia l de la sociedad, en tanto que ésta se ve representada y
prácticamente renovada en la multiplicidad de empresas productivas. Como aspecto
de la d i m e n s i ó n r e p r o d u c t i v a material de la sociedad, el capitalismo en tanto
que orden sociorreproductivo tenía que desenvolverse y hacerse valer en contra
de las limitantes reproductivas políticas y materiales feudales que entonces
prevalecían. Al principio no asumió la forma de una fuerza política unificada que
desafiaba frontalmente el orden político feudal—eso ocurrió relativamente tarde,
en la etapa de las revoluciones burguesas victoriosas en algunos países importantes,
momento en el cual el basamento material favorable a los procesos capitalistas
había avanzado mucho en sus sociedades—sino a través de la emergente
multiplicidad de empresas productivas, libres de las restricciones políticas de la
servidumbre feudal, a medida que iban conquistando literalmente una cuota cada
314
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
vez más importante del proceso de reproducción social general que cambiaba
dinámicamente.
Sin embargo, el avance exitoso de las unidades reproductivas materiales por sí
mismas estaba muy lejos de constituir el fin de la historia, a pesar de sus concepciones
teóricas parcializadas. Esto resultaba inevitable porque la dimensión política estaba
siempre presente en alguna forma, y de hecho tenía que desempeñar un papel cada
vez mayor, a pesar de su peculiar articulación, a medida que el sistema capitalista se
fuese desarrol lando a p leni tud . Porque la gran mult ipl icidad de unidades
reproductivas materiales centrífugas tenía que ser reunida de alguna manera bajo la
estructura de mando política del estado capitalista que lo abarca todo, de modo que
el nuevo orden metabólico social no se desmoronara en ausencia de una dimensión
cohesiva.
La ilusa presunción de una todopoderosa "mano inv is ib le" reguladora
aparentaba ser una conveniente explicación alternativa del papel en realidad muy
importante de la política. Las ilusiones necesariamente asociadas con los desarrollos
capitalistas en desenvolvimiento quedan bien ilustradas por el hecho de que para
el tiempo en que en Inglaterra el sistema se iba haciendo cada vez más consolidado
y también políticamente salvaguardado por el Estado capitalista, después de la
exitosa derrota del adversario feudal un siglo antes de la guerra civil y la "revolución
gloriosa", una prominente figura de la economía política clásica, Adam Smith,
quisiera prohibir que "cualquier clase de gobernante, consejo o senado" tuviese
participación importante en los asuntos económicos, rechazando la idea misma de
esa participación como "disparate y atrevimiento peligrosos".^"
El hecho de que Adam Smith adoptase esa posic ión resul taba muy
comprensible, ya que él era de la opinión de que el orden reproductivo capitalista
representaba "el s i s tema natural de perfecta l iber tad y justicia".'"" De
acuerdo con ello, en una concepción similar del orden reproductivo no podían
caber ni la n e c e s i d a d , ni el e spac io conceptual admisible de una intervención
reguladora de la poh'tica. Porque, en la visión de Smith, la política tan sólo podía
interferir con ese "sistema natural"—que se decía estaba en perfecta sintonía con
los requerimientos de la libertad y la justicia—de una manera adversa y perjudicial,
puesto que el sistema ya estaba idealmente preordenado en bien de todos por la
propia naturaleza'"' y perfectamente administrado por la "mano invisible".
^'^ Adam Smith, The Wealth of Nations, editado por J.R.McCuUoch, Adam y Charles Black, Edimburgo, 1863, p. 200. »'' Ibid., p. 273. 301 Vale la pena recordar aquí la gran indignación moral con la que Thomas Münzer, el anabaptista que lideró la revolución campesina alemana, denunciaba dos siglos y medio antes el sistema en desenvolvimiento del culto nada natural a la vendibilidad y la alienación universal, y concluía su discurso diciendo lo intolerable que era "que toda criatura haya de ser convertida en propiedad: los peces en el agua, las aves en el aire, las plantas en la tierra". Citado en el Capitulo 7.1 de este libro.
315
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Lo que faltaba por completo en el cuadro de Adam Smith era la cuestión
siempre vital de las r e l a c i o n e s d e p o d e r i n h e r e n t e m e n t e c o n f l i c t u a l e s —
sin las cuales resulta to ta lmente imposible hacer en tender la dinámica del
desarrol lo capi ta l is ta—cuyo reconoc imien to , sin embargo , hubiese hecho
absolutamente esencial ofrecer también una forma apropiada de explicación
p o l í t i c a . En la teoría de Smith el lugar de las relaciones de poder social
conflictuales lo ocupaba el concepto míticamente inflado de la "s i tuación local", aunado a la noción de las correspondientes empresas en particular de posesión
local por los individuos puramente personalistas que de manera inconciente—y
no obstante idealmente en beneficio de la sociedad entera—administraban su capital
product ivo bajo la misteriosa guía de la "mano invisible". Esta concepción
individualista y de orientación hacia lo local—pero armoniosamente global v
universalmente beneficiosa— de las relaciones de poder insuperablemente
conflictuales del capital estaba muy lejos de ser extraída de la realidad incluso en
la época del propio Adam Smith, por no hablar de la variante "globalizada" de la
actualidad.
El gran defecto de la variedad de concepciones como ésa, de las que hubo
muchas, incluso en el siglo XX, era su incapacidad para reconocer v explicar en el
plano teórico la c o n e x i ó n o b j e t i v a i n m a n e n t e — q u e siempre tenía que
prevalecer a pesar de la engañosa apariencia de separación inalterable—entre la
reproducción material del sistema del capital y la dimensión política. De hecho,
sin la relación inmanente de las dos dimensiones al orden metabólico social
establecido no le sería posible funcionar y sobrevivir por ninguna cantidad de
tiempo.
Sin embargo, resulta igualmente necesario subrayar en el mismo contexto
que la interrelación paradójica de las dos dimensiones vitales del sistema del
cap i t a l—engañosas en su apar iencia pe ro p r o f u n d a m e n t e arra igadas en
determinaciones estructurales objetivas—tiene implicaciones de largo alcance para
la institución exitosa de la alternativa socialista. Porque resulta inconcebible superar
sustantivamente el orden establecido mediante el derrocamiento del Estado
capitalista,^"^ y mucho menos obtener una victoria sobre las fuerzas de la
'" Lenin dejó bien claro que "las revoluciones políticas no pueden bajo ninguna circunstancia oscurecer o debilitar la consigna de una revolución socialista (...) que no debe ser considerada como un acto aislado, sino un período de trastornos políticos y económicos violentos, lucha de clases más intensa, guerra civil, revoluciones y contrarrevoluciones". Lenin, "On the Slogan for a United Status of Europe", Collected Works, Vol. 21, p. 340. Si bien Lenin mantuvo siempre puesta la atención sobre la diferencia fundamental entre la política y la revolución social en marcha, incluso cuando se vio forzado a defender la mera supervivencia de la revolución política como tal luego del reflujo de la ola revolucionaria en Europa, Stalin borró esa vital distinción, y pretendió que el primer paso ineludible en dirección a la transformación socialista representaba al propio socialismo, para ser seguido simplemente por el paso de ascenso a la "etapa superior del comunismo" en un estado sometido a sitio.
316
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
explotación dentro del marco de la legislación parlamentaria establecido. Intentar
hacerlo no podría abordar sobre una base perdurable la conexión necesaria pero
mistificadoramente compartamentalizada entre la dimensión reproductiva material
del sistema del capital heredada y la dimensión política. Por eso el requerimiento
esencial del modo de control metabólico social socialista es, y lo seguirá .siendo, la
reconstitución radical históricamente viable y sobre una base permanente de la
unidad indisoluble entre la esfera reproductiva material y la esfera política.
9.7.4 Ignorar o hacer caso omiso de la cruda realidad de las conflictuales relaciones
de poder de! capital, desde la etapa inicial del surgimiento del sistema hasta el
presente "democrát ico", y sobre todo transustanciar el sometimiento autoritario
y la dominación implacable del trabajo dentro de esas relaciones de poder en la
pretendida " igualdad" de todos los individuos, resultaba ser una consecuencia
ineludible de la visualización del mundo desde la perspectiva del capital, incluso
en los escritos de las más grandes y más progresistas figuras intelectuales de la
burguesía. Lo que debía ser eliminado con la adopción de la perspectiva del capital,
desde el comienzo mismo, era la historia tinta en sangre de la " a c u m u l a c i ó n primitiva"^**^ en la que la nueva clase dominante emergente continuaba las
prácticas explotadoras bien aseguradas de la precedente—la propiedad feudal de
la tierra—aunque en una forma nueva, poniendo así de relieve, una vez más, la
significativa continuidad histórica de las viejas variantes de opresión y explotación.
Sobre la base común de esa afinidad, apropiadamente redefinida de acuerdo
con la na tu ra l eza del cap i ta l , había que p e r p e t u a r la p r e s u p o s i c i ó n p e r m a n e n t e m e n t e necesar ia del nuevo orden productivo del "trabajo libre":
la p r o p i e d a d e x c l u s i v a del impor t an t í s imo cont ro l de los medios de
producción por parte de una nninúscula minoría, del cual simultáneamente quedaba
excluida—en última instancia por el estado r e sguardado p o l í t i c a m e n t e — l a
inmensa mayoría de la sociedad, a pesar de la pretendida doctrina de "libertad e
igualdad". Al mismo tiempo, la brutal realidad de la exclusión de los poderes de
control del orden social, impuesta tanto materialmente / reproductivamiente como
políticamente / ideológicamente sobre la inmensa mayoría del pueblo—lo cual
no podría ser más remotamente distante de, y en verdad diametralmente opuesto
a, cualquier "estado ético" genuino—tenía que ser mantenida bajo el sello del
profundo silencio en las imágenes que de sí mismo emitía el nuevo modo de
control metabólico social. Incluso en las mejores imágenes de sí mismo concebidas
desde la perspectiva al servicio del propio capital. Es así como la mistificadora
separación de la política de la dimensión reproductiva material pudo cumplir su
™ Como lo expuso Marx, en el transcurso de la llamada acumulación primitiva el capital emerge "goteando de pies a cabeza, y por cada poro, sangre y sucio". Ver la Parte VIII de El capital de Marx, Vol. 1: "La llamada acumulación primitiva".
317
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
función ideológica/cul tural conservadora y al mismo t iempo también verse
celebrada como algo que jamás sería superable, Así, Hegel, por ejemplo, presentó
en su sistema la separación más ingeniosa y filosóficamente absolutizada de la
realidad material al servicio de sí misma entre la "sociedad civil" y el "estado ético"
político, postulado como el correctivo ideal para los inevitables defectos de la
"sociedad civil". I n v i r t i e n d o e l o r d e n c a u s a l r e a l , Hegel r ep resen tó
mistificadoramente la determinación vital de estar al s erv ic io de sí mismos como si emanase directamente de los propios individuos, cuando en realidad ella
era inmanente al insuperable basamento ontológico del capital, que le era impuesto
a los individuos imposibilitados de optar por una opción distinta a la de operar
dentro del marco del orden metabólico social establecido. En consecuencia, los
individuos tenían que interiorizar el imperat ivo autoexpans ion i s ta objet ivo del sistema (es decir, su determinación inalterablemente al servicio de sí mismo
de dominar de esa manera cada aspecto de la sociedad)—sin lo cual al sistema del
capital como tal no le seria posible sobrevivir—como si brotase v creciese de lo
más hondo de sus objetivos y propósitos personales determinados de su propia
naturaleza, como se supone que Palas Atenea nació de la cabeza de Zeus ya armada
de pies a cabeza. De esa manera Hegel pudo producir no sólo un dualismo del
orden social del capital filosóficamente absolutizado, sino también de glorificar al
mismo tiempo el desarrollo histórico correspondiente a la pretendida "realización
de la libertad" en él como "la verdadera t e o d i c e a : la justificación de Dios en la
historia",^"'*
La crítica de esas concepciones, en todas sus variantes, resulta altamente
pertinente hoy día. Porque mantener la concepción dualista de la relación entre la
sociedad civil y el estado político sólo podría acarrear estrategias desorientadoras,
independientemente del lado de la visión dualista al que se le de precedencia por
sobre el otro en el curso de acción previsto. La irrealidad de las proyecciones
parlamentarias hace juego en este respecto con la extrema fragilidad de las
expectaciones adjuntas a la idea de resolver nuestros problemas de mayor
impor t anc i a med ian te la con t r apa r t i da ins t i tuc ional de la sociedad civil
ingenuamente postulada.
La adopción de una posición como esa sólo puede terminar viéndose atrapada
por una concepción muy ingenua de la naturaleza de la propia "sociedad civil" y por
una actitud totalmente incondicional para con una gran multiplicidad de ONGs
que, desmintiendo su autodefinición como "Organizaciones No Gubernamentales",
resultan ser muy capaces de coexistir felizmente con las retrógradas instituciones
estatales dominantes de las que dependen para su existencia financiera. Y hasta
cuando pensamos en algunas organizaciones de mucha mayor importancia que las
ONGs específicas, como los sindicatos, la situación no es mucho mejor en este
Hegel, The Philosophy of History, Harper Torchbooks edition, p. 457.
318
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
particular. En consecuencia, tratar a los sindicatos como si fuesen, al contrario de
los partidos políticos, algo que sólo le pertenece a la "sociedad civil", en virtud de
lo cual pueden ser utilizados en contra del estado político para una transformación
socialista profunda, no pasa de ser romántica mentalidad ilusa. Porque en realidad
el círculo institucional del capital está construido con las t o t a l i z a c i o n e s r e c í p r o c a s del estado de la soc iedad/pol í t ica civil que se in te rpene t ran
profundamente y se apoyan poderosamente unas con otras. No puede existir una
estrategia realista de la transformación socialista sin procurar firmemente la
realización de la unidad de las dimensiones políticas y reproductivas materiales
también en el terreno organizacional. De hecho el gran potencial emancipador de
los sindicatos consiste precisamente en su capacidad de asumir (al menos en
principio) un papel político radical—mucho más allá del papel político tan
conservador que ellos, en su conjunto, tienden a cumplir hoy día—en un intento
conciente por superar la fatídica separación del "brazo industr ia l" del trabajo
(ellos mismos) y su "brazo p o l í t i c o " (los partidos parlamentarios), escindidos
en dos trozos bajo el arropamiento capitalista de ambos mediante la aceptación de
la dominación parlamentaria por parte de la mayoría del movimiento laboral en el
transcurso de los últimos ciento treinta años.'"^
La aparición de la clase trabajadora en el escenario histórico sólo le resultó
una i n v e n c i ó n tardía i n c o n v e n i e n t e al sistema parlamentario, que ya estaba
bien constituido antes de que las primeras fuerzas organizadas del trabajo intentaran
hacer públicos sus intereses de clase. Desde la perspectiva del capital la respuesta
inmediata a ese inconveniente pero creciente "estorbo" era el rechazo y la
exclusión, por demás insustentables, de los grupos políticos involucrados. Luego,
sin embargo, fue seguida por la idea mucho más adaptable de d o m e ñ a r de
alguna manera a las fuerzas del trabajo—al principio a través del padrinazgo
parlamentario paternalista de algunas demandas de la clase trabajadora por parte
de partidos políticos burgueses relativamente progresistas, y más tarde aún por
la aceptación de la legitimidad de la presencia de algunos partidos de la clase
t r a b a j a d o r a en el p a r l a m e n t o m i s m o , a u n q u e po r s u p u e s t o en forma
e s t r i c t a m e n t e res tr ing ida , obligándolos a amoldarse a "las reglas democráticas
del juego parlamentario". Inevitablemente, para esos partidos esto significaba
nada menos que "aceptar libremente" su propio a m o l d a m i e n t o efectivo, aunque
pudiesen mantener por un t iempo bastante largo la ilusión de que en el t iempo
definitivo podrían ser capaces de revertir radicalmente la situación mediante
una acción parlamentaria en su propio favor.
Fue así como la fuerza de l trabajo ex trapar lamentar ia , original, y
potencialmente alternativa, quedó convertida en una organización parlamentaria
'°5 Sobre este asunto ver la Sección 3 ("Desafíos históricos que encaran al movimiento socialista") del anterior Capitulo 4. También el Capítulo 18 de Más allá del capital
319
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
en desventaja p e r m a n e n t e . Aunque este curso de los acontecimientos se podría
explicar por la obvia debilidad del trabajo organizado en su c o m i e n z o , argumentando v justificando de ese modo que lo que ha ocurrido en realidad
simplemente inclina la balanza a favor del callejón sin salida parlamentario de la
socialdemocracia. Porque la a l ternat iva radical d e cobrar for ta leza por
parte de las fuerzas de la clase trabajadora mediante la organización v el hacerse
valer por fuera de l p a r l a m e n t o — e n contraste con la estrategia seguida durante
muchas décadas, hasta llegar a la pérd ida tota l de los d e r e c h o s de la clase trabajadora en nombre del "ir cobrando fuerzas"—no puede ser descartada tan
a la ligera, como si cualquier alternativa verdaderamente radical constituyese una
imposibilidad a priori . Especialmente puesto que la necesidad de una acción
extraparlamentaria sustentable resulta ser absolutamente vital para el futuro de un
movimiento socialista radicalmente rearticulado.
9.7.5 La irrealidad de la postulación de la solución sustentable de los graves
p rob lemas de nues t ro o rden social d e n t r o del marco fo rma l / l ega l y las
correspondientes restricciones de la política parlamentaria surge de la mala
interpretación fundamental de las determinaciones estructurales del dominio del
capital, representadas en todas las variedades que se hacen valer en el dualismo de
la sociedad civil y el estado político. La dificultad, insuperable dentro del marco
parlamentario, es que puesto que el capital tiene r e a l m e n t e el control de todos
los aspectos vitales del metabolismo social, p u e d e p e r m i t i r s e definir por
separado la esfera de la legitimación política como un asunto estrictamente formal / l e g a l , exc luyendo así necesa r i amen te la posibi l idad de verse desafiado
legítimamente en su esfera sustantiva de operación reproductiva socioeconómica.
Directa o indirectamente, el capital lo controla t o d o , incluido el proceso legislativo
parlamentario, aunque muchas teorías que hipostatizan ficticiamente la "igualdad
democrática" de todas las fuerzas participantes en el proceso legislativo suponen
que éste es plenamente independiente del capital. Para concebir una relación muv
diferente entre los poderes de toma de decisiones en nuestras sociedades, hov
dominadas completamente por las fuerzas del capital en todos los campos, se hace
necesario desafiar radicalmente al capital mismo como c o n t r o l a d o r genera l de
la reproducción metabólica social.
Lo que hace que este problema empeore para todos los que buscan un cambio
significativo de los márgenes del sistema político establecido, es que éste puede
reclamar para sí la legitimidad constitucional genuina en su modo de funcionar
actual, basado en la i nvers ión del estado real de los asuntos referentes a la
reproducción material. Porque en la medida en que el capitalista no sea solamente
la "personificación del capital", sino simultáneamente funcione también "como la
personificación del carácter soc ia l del trabajo, del lugar de l trabajo total como
320
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempojiistdrico
tal",""" el sistema puede pretender la representación del poder productivo de la
sociedad, vitalmente necesario, de cara a los individuos como la base de su existencia
continuada, incorporando los intereses de todos. De esta manera el capital se hace
valer como el poder no sólo de facto sino también de jure de la sociedad, en su
aptitud como la necesaria condición de la reproducción social establecida
objetivamente, y por consiguiente el basamento constitucional para su propio
orden político. El hecho es que la legitimidad constitucional del capital está basada
his tór icamente sobre la implacable expropiación de las condiciones de la
reproducción metabólica social—los medios y el material del trabajo—de los
productores, y por ende la pretendida "constitucionalidad" del capital (como el
origen de casi todas las constituciones) resulta ser inconstitucional, y esta verdad
desagradable se desvanece en la bruma de un pasado remoto. Los "poderes product ivos sociales del trabajo, o p o d e r e s p r o d u c t i v o s de l trabajo social , se desarrollan primero con el modo de producción específicamente capitalista y
de aquí que aparezcan como algo i nmanente a la relación del capital e inseparable de él".»'
Es así como el modo de reproducción metabólica social del capital se
eterniza y l eg i t ima como un sistema legalmente indesafiable. La disputa legítima
es admisible sólo en relación con algunos a s p e c t o s m e n o r e s de la estructura
general inalterable. El estado de cosas real en el plano de la reproducción
socioeconómica—es decir, el poder productivo del trabajo realmente ejercido y
su absoluta necesidad de garantizar la propia reproducción del capital—desaparece
de la vista. En parte a causa de la ignorancia del origen, que nada de legítimo tiene,
de la "acumulación primitiva" del capital, y la expropiación de la propiedad
resultante, frecuentemente violenta, como la precondición del modo actual de
funcionar el sistema; y en parte a causa de la naturaleza mistificadora de las
relaciones productivas y distributivas establecidas. Porque las c o n d i c i o n e s d e trabajo obje t ivas no aparecen como subsumidas bajo el obrero; antes bien él
aparece como subsumido bajo ellas. El capital e m p l e a al trabajo. Incluso esta
relación tan simple constituve u n a p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s y u n a cos i f í cac ión de las personas . ""*
'* Marx, Economic Manuscripts of 1861-63, en Marx y Engels Collected Works, Vo!. 34, p.457. Otra importante consideración que hay que agregar aquí es que "El trabajo productivo —como productor de valor —se enfrenta siempre al capital como el trabajo de los obreros aislados, sean cuales sean las combinaciones sociales que esos trabajadores puedan introducir en el proceso de la producción. Así, mientras el capital representa el poder productivo social del trabajo ante los trabajadores, el trabajo productivo siempre representa para ante capital tan sólo el trabajo del obrero aislado". Ibid., p. 460. Las negritas son de Marx. 3"' Ibid p. 456. 3™ Ibid. p. 457.
321
Istvan Mésza'ros: El desafío y la cafga del tiempo histórico
Nada de esto puede ser desafiado y remediado dentro del marco de la reforma
política parlamentaria. Resultaría por demás absurdo esperar que la abolición de la
"person i f i cac ión de las cosas y la cos i f í cac ión de las personas" llegue
por decreto político, e igual de absurdo esperar la proclamación de una reforma
con tal intención dentro del marco de las instituciones políticas del capital. Porque
el sistema del capital no puede funcionar sin el lesivo trastrocamiento de la relación
entre las personas y las cosas: los poderes alineados y cosificados del capital que
dominan a las masas del pueblo. De modo similar, sería un milagro que los
trabajadores que se enfrentan al capital en el proceso del trabajo como "obreros
aislados" pudiesen readquirir el poder sobre las fuerzas productivas sociales de su
trabajo mediante algún decreto político, o siquiera mediante una serie de reformas
parlamentarias promulgadas bajo el orden del control metabólico social del capital.
Porque en esta materia no hav forma de evitar el inconciliable conflicto en torno a
los intereses materiales del "o una cosa o l í otra".
El capital no puede abdicar sus—usurpados—poderes productivos sociales
a favor del trabajo, ni tampoco c o m p a r t i r l o s con él. Porque ellos constituyen el
poder controlador general de la reproducción social en forma del " d o m i n i o de la r iqueza sobre la soc iedad". Por consiguiente es imposible escapar a la estricta
lógica del "o una cosa o la otra" en el ter teno metabólico social fundamental.
Porque o bien la riqueza, en forma de capital, continúa dominando la sociedad
humana, y la lleva al borde de la autodestrucción, o la sociedad de los productores
asociados aprende a dominar la riqueza alienada y cosificada, con fuerzas productivas
que surjan del trabajo social a u t o d e t e r m i n a d o de sus miembros individuales
(pero ya no a is lados) .
El capital es la fuerza extrapar lamentar ia p o r e x c e l e n c i a que no puede
ser restringida políticamente en su poder de control metabólico social. Por eso el
único modo de representación política compatible con el modo de funcionamiento
del capital seria uno que n i e g u e e f e c t i v a m e n t e la posibilidad de contender con
su p o d e r material . Y precisamente porque el capital es la fuerza extraparlamen
taria por excelencia, no tiene nada que tenrer de las reformas que se puedan
promulgar dentro de su marco político parlamentario.
Puesto que el aspecto vital del que depende todo lo demás es que "las
c o n d i c i o n e s de trabajo obje t ivas no aparezcan como subsumidas bajo ei
obrero", sino por el contrario, "él aparezca como subsumido bajo ellas", no hay
cambio significativo factible sin abordar ese aspecto, tanto en una forma de política
capaz de contrarrestar los p o d e r e s ex trapar lamentar ios y los modos de
acción del capital, como en el terreno de la r e p r o d u c c i ó n material . Así, el
único desafío que podría afectar sustentablemente al poder del capital sería uno
que simultáneamente apuntase a asumir las funciones productivas claves del sistema,
y a adquirir el control sobre los correspondientes procesos de toma de decisiones
políticas en todas las esferas, en vez de estar irremisiblemente constreñido por ei
322
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
confinamiento circular a la legislación parlamentar ia de la acción política
institucionalmente legitimada. °
En los debates políticos de las últimas décadas existe gran cantidad de crítica—
bien justificada—de figuras políticas anteriormente de izquierda y de sus partidos
hoy totalmente amoldados. Sin embargo, lo que resulta problemático acerca de
esos debates es que al exagerar el papel de la ambición y el fracaso personales, a
menudo siguen concibiendo el correctivo de la situación dentro del mismo marco
institucional político que de hecho favorece en gran medida las "traiciones
personales" criticadas y las dolorosas "desviaciones de los partidos". Desafortu
nadamente, entonces, los cambios de personal y de gobiernos propugnados y
anhelados tienden a reproducir los mismos resultados deplorables.
Nada de esto debería resultar demasiado sorprendente. La razón por la que
las instituciones políticas hoy establecidas se resisten exitosamente a los cambios
significativos es porque ellas mismas son parte del p r o b l e m a y no su s o l u c i ó n . Porque en su naturaleza inmanente const i tuyen la personif icación de las
determinaciones y contradicciones estructurales subyacentes a través de las cuales
el estado moderno capitalista—con su ubicua red de constituventes burocráticos—
ha sido articulado y estabilizado en el curso de los últimos cuatrocientos años.
Naturalmente, el estado no se formó como una re su l tante mecánica unilateral
sino mediante su necesaria in terre lac ión rec íproca con el fundamento natural
del desenvolvimiento histórico del capital, que no solamente le dio forma sino
que además lo fue modelando activamente para que fuese lo bastante históricamente
factible bajo las circunstancias prevalecientes, y precisamente a través de esa
interrelación también cambiante.
Dada la determinación insuperablemente centrífuga de los microcosmos
productivos del capital, incluso al nivel de las corporaciones trasnacionales gigantes
casi monopólicas, sólo el estado moderno podía asumir y llevar a cabo la requerida
función de constituirse en la estructura de mando general del sistema del capital.
Inevitablemente, eso implicaba alienarles completamente el poder de toma de
decisiones general a los productores. Hasta a las "personificaciones en paticular
del capital" se les dio la orden estricta de actuar de acuerdo con los imperativos
estructurales de su sistema. Cier tamente el estado mode rno , en tanto que
constituido sobre el basamento material del sistema del capital, es el paradigma de la a l i e n a c i ó n en lo que respecta a los poderes de toma de decisiones globales/
totalizantes. Resultaría entonces extremadamente ingenuo imaginar que el estado
capitalista podría entregarle voluntariamente los poderes de toma de decisión del
sistema a cualquier actor rival que opere den t ro del marco legislativo del
parlamento.
"" Tomado de "La necesidad de oponerse a la fuerza extraparlamentaria del capital" Sección 18.4 de Más allá del Capital, pp.734-5.
323
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Así, si se quiere concebir un cambio social significativo e históricamente
sustentable, es necesario someter a una crítica radical tanto las interdeterminaciones
reproductivas materiales como las políticas del sistema en su totalidad, y no
simplemente algunas de las prácticas políticas eventuales y limitadas. La totalidad
combinada de las determinaciones reproductivas materiales junto con la abarcadura
estructura de mando política del estado constituyen la opresiva realidad del sistema
del capital. En ese sentido, en vista de la ineludible cuestión que surge del desafío
de las determinaciones s is témicas , con relación a la reproducción socioeconómica
V al estado, la necesidad de una transformación política que lo incluya todo—en
estrecha conjunción con el ejercicio significativo de las funciones productivas
vitales de la sociedad, sin las cuales resulta inconcebible un cambio político
perdurable y de largo alcance—se torna inseparable del problema caracterizado
como el d e b i l i t a m i e n t o gradual de l e s tado . De acuerdo con ello, en la tarea
histórica de llevar a cabo "el debilitamiento gradual del estado", la autogestión a
través de la plena participación y la superación permanentemente sustentable del
parlamentarismo por una forma de toma de decisiones sustantiva v positiva son
inseparables, como se indicaba en el inicio de la sección 9 .7 .1 .
Constituye esto una preocupación vital y no una "romántica fidelidad al sueño
irrealizable de Marx", como algunos tratan de desacreditarla v negarla. En verdad
el "debilitamiento gradual del estado" no se refiere a nada misterioso o remoto,
sino a un proceso perfectamente tangible que debe ser iniciado de una vez en
nuestro propio t iempo histórico. Significa, en pocas palabras, la progresiva
readquisición por parte de los individuos de los poderes de toma de decisiones
alienados, en su empresa de avanzar hacia una sociedad socialista genuina. Sin la
readquisición de esos poderes—a lo cual se oponen fundamentalmente no nada
más el estado capitalista sino también la inercia paralizante de las prácticas
reproductivas materiales es t ruc tura lmente bien a t r incheradas—no resultan
concebibles ni el nuevo modo de control político de la sociedad en su conjunto
por parte de sus individuos, ni ciertamente tampoco la operación diaria n o adversarial , y por ende c o h e r e n t e / p l a n i f i c a b l e , de las unidades productivas
y distributivas específicas por parte de los productores libremente asociados que
se autogestionan. Suprimir radicalmente la adversar ia l idad, y con ello asegurar
el basamento material y político de la p lan i f i cac ión g l o b a l m e n t e v ia b l e—
una obligación absolutamente vital para la supervivencia misma de la humanidad,
por no mencionar la autorrealizacion potencialmente enriquecida de sus miembros
individuales—son sinónimos del d e b i l i t a m i e n t o gradual de l e s t a d o como
empresa histórica en marcha.
9.7.6 Obviamente, una transformación de tal magnitud no puede ser lograda sin la
d e d i c a c i ó n c o n c i e n t e de un movimiento revolucionario a la tarea histórica más
324
lstvánjy\észáros: El desafio y la carga del tjempo^hjstórico
desafiante de todas, capaz de ser sostenida contra todas las adversidades, puesto
que participar en ella obligatoriamente despertará la feroz hostilidad de todas las
fuerzas importantes del sistema del capital. Por esa razón el movimiento en cuestión
no puede ser simplemente un partido político orientado a asegurarse concesiones
parlamentarias, que por regla resultan verse anuladas tarde o temprano por los
intereses creados extraparlamentarios del orden establecido que prevalece también
en el parlamento. El movimiento socialista no puede tener éxito de cara a la
hostilidad de dichas fuerzas a menos que sea rearticulado como un movimiento
de masas revolucionario, concientemente activo en todas las formas de lucha
política y social; local, nacional y global/internacional, que utilice a fondo las
oportunidades parlamentarias que se le presenten, con todo lo limitadas que ellas
puedan ser, y sobre todo que no recule en su afirmación de las exigencias obligadas
de la acción extraparlamentaria desafiante.
El desarrollo de ese movimiento es muy importante para el futuro de la
human idad en la p r e s e n t e c o y u n t u r a h i s tó r i ca . Po rque sin un desafío
extraparlamentario orientado y sostenido estratégicamente los partidos que se
alternan en el gobierno pueden continuar funcionando como convenientes
coartadas recíprocas para la obligada incapacidad estructural del sistema respecto
al trabajo, confinando así efectivamente el papel de la oposición de clase a su
posición en el presente como una o currenc ia inconveniente pero marg inab le en el sistema parlamentario del capital. Así, en relación con e¡ campo tanto de la
reproducción material como de lo político, la constitución de un movimiento de
masas extraparlamentario socialista estratégicamente viable—en conjunción con
las formas tradicionales de las organizaciones políticas del trabajo, en el presente
descarriladas sin remisión, que r equ ieren c o n urgenc ia la pres ión y el a p o y o r a d i c a l i z a d o r e s de tales fuerzas e x t r a p a r l a m e n t a r i a s — c o n s t i t u y e una
precondición vital para enfrentarse al enorme poder extraparlamentario del capital.
El papel de un movimiento revolucionario extraparlamentario es doble. Por
una parte, tiene que formular y defender organizadamente los intereses estratégicos
del trabajo como una alternativa metabólica social global. El éxito de ese papel es
factible sólo si las fuerzas organizadas del trabajo confrontan y niegan enérgicamente
en t é r m i n o s p rác t i cos las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s del o rden d e r e p r o d u c c i ó n materia l establecido, como se manifiestan en la relación del
capital y en la consiguiente subordinación del trabajo en el proceso socioeconómico,
en vez de ayudar con mayor o menor complicidad a que el capital en crisis se
restablezca , como sucedió invariablemente en importantes coyunturas del pasado
reformista. Al mismo tiempo, por otra parte, el poder p o l í t i c o abierto o disimulado
del capital que hoy prevalece en el parlamento necesita, v puede, ser desafiado—
aunque sea en grado limitado—mediante la presión que las formas de acción
extraparlamentarias puedan ejercer en el plano legislativo y ejecutivo.
La acción extraparlamentaria sólo puede ser efectiva si aborda concientemente
los aspectos centrales y las determinaciones sistémicas del capital, cortando por
325
István ^Aészáros: E.1 desafio y la carga del tiempo histórico
lo sano el enredijo de apariencias fetichistas mediante las cuales éstas dominan a la
sociedad. Porque el orden establecido hace valer materialmente su poder, en
principio, en y a través de la r e lac ión de l capita l , perpetuada sobre la base de la invers ión mistificadora de la relación productiva real de las clases hegemónicas
alternativas en la sociedad capitalista. Como ya dijimos, esa inversión le permite al
capital usurpar el papel del " p r o d u c t o r " que, en palabras de Marx, "emplea al trabajo", gracias a la desconcer tante " p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s v cos i f i cac ión d e las personas", y se legitima así como precondición inalterable
para realizar "el interés de todos". Puesto que el concepto de "interés de todos"
importa realmente, aun si hoy se le emplea fraudulentamente para camuflarle la
negativa total de su esencia a la inmensa mayoría del pueblo gracias a la simulación
formal / legal de "justicia e igualdad", no puede existir ninguna alternativa
significativa e históricamente sustentable al orden social establecido, sin superar
radicalmente toda la relación misma del capital, que todo lo abarca. Esta constituye
una exigencia sistémica impostergable. Los socialistas pueden y deben propugnar
e x i g e n c i a s parcia les si ellas tienen algún peso directo o indirecto en la exigencia
absolutamente fundamental de superar la relación del capital, que es lo que apunta
directamente al corazón del asunto.
Esta exigencia entra en abierto contraste con lo que hoy les está permitido a
las fuerzas de la oposición por los fieles ideólogos y figuras políticas del capital. Su
principal criterio para descartar la posibilidad hasta de las exigencias parciales
importantes del trabajo es precisamente porque éstas tienen el potencial de afectar
negativamente la estabilidad del sistema. Así por ejemplo, incluso la "acción
industrial con motivaciones políticas" es excluida (v hasta declarada ilegal) de
manera categórica "en una sociedad democrática", porque su ejecución podría
tener implicaciones negativas para el funcionamiento normal del sistema. Se saluda
el papel de los partidos reformistas, por el contrario, porque sus exigencias o bien
ayudan a restablecer al sistema en épocas difíciles—gracias a la intervención
industrial para la restricción de los salarios (con la consigna de la "necesidad de
apretarse el cinturón") y los acuerdos políticos/legislativos que frenan a los
sindicatos—contribuyendo así con la dinámica de la renovada expansión del capital,
o resultan al menos neutrales en el sentido de que en algún momento del futuro,
aunque no sea el de su primera formulación, ellos se puedan integrar al marco de
"normalidad" estipulado.
La negación revolucionaria del sistema del capital es concebible sólo mediante
una intervención sostenida estratégicamente y organizada concientemente .
Mientras el rechazo tendenciosamente parcializado de la "espontaneidad" por parte
de las presuposiciones sectarias debe ser tratado con la crítica que merece, resulta
no menos dañino menospreciar la importancia de la conciencia revolucionaria y
las exigencias organizacionales de su éxito. El fracaso histórico de algunos partidos
importantes de la Tercera Internacional que alguna vez profesaron objetivos
leninistas y revolucionarios, como el Partido Comunista Italiano v el Francés ya
326
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
comentados, no debería distraer nuestra atención de la importancia de recrear
sobre una base mucho más segura las organizaciones políticas a través de las cuales
se puede alcanzar en el futuro la vital transformación socialista de nuestras
sociedades. Evidentemente, una valoración crítica a fondo de lo que fueron
equivocaciones constituye una parte importante de ese proceso de renovación. Lo
que queda ampliamente en claro en este momento es que el deslizamiento
desintegrador de esos partidos por las resbalosas laderas del entrampamiento
parlamentario nos brinda una importante lección para el futuro.
Hoy resultan factibles tan sólo dos modos de control metabólico social
globales: el orden reproductivo explotador y clasista del capital—impuesto a toda
costa por las "personificaciones del capital"—que le falló miserablemente a la
humanidad en nuestro tiempo y la ha llevado al borde de la autodestrucción; y el
otro orden, diametralmente opuesto al establecido: la a l ternat iva m e t a b ó l i c a
social h e g e m ó n i c a del trabajo, no como una clase en particular sino como la
c o n d i c i ó n de e x i s t e n c i a universa l de cada individuo en la sociedad. Una
sociedad administrada por ellos sobre la base de la i gua ldad sustant iva que les
permi ta desarrol lar a p leni tud sus potencial idades product ivas humanas e
intelectuales, en armonía con los requerimientos del metabolismo del orden
natural, en lugar de estar destinados a la destrucción de la naturaleza y por
consiguiente de sí mismos, como está empeñado en hacerlo en este momento el
incontrolable modo de control metabólico social del capital. Es por eso que bajo
las presentes condiciones de crisis estructural del capital tan sólo la a l ternat iva
h e g e m ó n i c a g l o b a l al dominio del capi tal—expresada como la comple-
mentar idad dialéctica de las e x i g e n c i a s i n m e d i a t a s específicas pero n o
marg inables y los o b j e t i v o s g loba le s de la transformación de l s i s t e m a —
puede constituir el programa válido del movimiento revolucionario organizado y
conciente en todo el mundo.
Sin duda, el movimiento revolucionario organizado v conciente no puede ser
contenido dentro del marco político restrictivo del parlamento dominado por el
poder extraparlamentario del capital. Ni puede alcanzar el éxito como una
organización sectaria orientada hacia sí misma. Se puede autodefinir exitosamente
mediante dos principios or ientadores vitales. P r imero , como acabamos de
mencionar, la elaboración de su propio programa extraparlamentario orientado
hacia los objetivos al ternat ivos hegemónicos globales para garantizar una
transformación sistémica fundamental. Y segundo, igualmente importante en
términos organizacionales estratégicos, su participación activa en la constitución
del necesario m o v i m i e n t o d e masas extraparlamentario, como el portador de
la alternativa revolucionaria capaz de cambiar también el proceso legislativo de
manera cualitativa, como paso importante en dirección al debilitamiento gradual
del estado. Sólo mediante esos desarrollos organizacionales que involucran
directamente también a las grandes masas del pueblo es posible concebir la
327
a
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
realización de la tarea histórica de instituir la alternativa hegemónica del trabajo, en
el interés de una emancipación socialista que lo abarque todo.
9.8 LA EDUCACIÓN: EL DESARROLLO PROGRESIVO DE LA CONCIENCIA
SOCIALISTA
9 .8 .1
El papel de la educación en el aseguramiento de una transformación socialista
plenamente sustentable no podría ser mayor. La concepción de educación a la que
aquí hacemos referencia—vista no como un período de la vida de los individuos
estrictamente limitado sino como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista
en la sociedad en su conjunto—marca una ruptura radical con las prácticas
educativas dominantes bajo el capitalismo avanzado. Se le entiende como 1
extensión y la transformación históricamente válidas de las grandes ideas educativas
promulgadas en el pasado más remoto. Porque esas ideas educativas no sólo tenían
que ser desgastadas con el paso del tiempo sino al final verse extinguidas por
completo bajo el impacto de la alienación en avance constante v el sometimiento
del desarrollo cultural en su totalidad a los intereses cada vez más constreñidores
de la expansión del capital v la maximización del las ganancias.
No solamente Paracelso en el siglo XVI, sino incluso Goethe y Schiller^'" tan
tarde como a finales del XVIII v primeras décadas del XIX, creían todavía en un
ideal educativo que pudiese guiar v enriquecer desde el punto de vista humano a
los individuos a lo largo de sus vidas. Por el contrario, la segunda mitad del siglo
XIX ya estuvo marcada por el triunfo del Ut i l i tar ismo, v el XX capituló de manera
incondicional en el campo educativo ante las concepciones más estrechas de la
"racional idad instrumental" . Mientras más "avanzada" se ha vuelto la sociedad
capitalista, más se ha centrado parcializadamente en la producción de la riqueza
cosificada como un fin en sí misma v en la explotación de las instituciones educativas
en todos los niveles, desde las escuelas preparatorias a las universidades—también
bajo la forma de la "privatización" promovida con elocuente celo ideológico por el
estado—para la perpetuación de la sociedad mercantil.
No para sorpresa, este desarrollo marchó de acuerdo con el adoctrinamiento
de la inmensa mavoría del pueblo con los valores del orden social del capital como
el "orden natural" inalterable, racionalizado y justificado por los ideólogos más
sofisticados del sistema a nombre de la "objetividad científica" y la "neutralidad del
valor". Las condiciones actuales de la vida cotidiana fueron completamente
dominadas por el e thos capitalista, que sometió a los individuos—como asunto
310 Ygj. g[ Capítulo 8 del presente estudio, y el Capítulo 10 ("Alienation and the Crisis of Education") de mi libro Marx's Theory of Alineation.
328
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de determinación es t ructuralmente asegurada—al imperativo de ajustar sus
aspiraciones de acuerdo con él, aunque no pudiesen escapar de la grave condición
de esclavos del salario. Así el "capitalismo avanzado" pudo ordenar sus cosas sin
contratiempos de modo tal de restringir el período de la educación institu
cionalizada a unos pocos años económicamente ventajosos de la vida de los
individuos, y hasta eso hecho de manera discriminatoria/eli tesca. Las deter
minaciones estructurales objetivas de la "normalidad" de la vida cotidiana
completaban exi tosamente el res to , "educando" al pueblo sobre una base p r o g r e s i v a en el espíritu de dar por sentado el e t h o s social dominante, e
interiorizando así "consensualmente" la proclamada inalterabilidad del "orden natural" establecido. Es por eso que hasta los mejores ideales de la "educación
moral" de Kant y la "educac ión estét ica" de Schiller—entendidas por sus autores
como los antídotos necesarios y factibles contra la tendencia en avance a la alienación
deshumanizadora, a la que hacían oposición crítica los individuos moralmente
concientes en sus vidas personales—estaban condenados a permanecer por siempre
en el terreno de las u top ías educa t ivas irrealizables. No podían adaptarse de
ninguna manera a la cruda realidad de las fuerzas que imponían exitosamente y a
toda costa los imperativos autoexpansionistas en definitiva destructivos del capital.
Porque la tendencia socioeconómica de la alienación que todo lo engulle era lo
bastante poderosa como para extinguir hasta el último vestigio incluso a los ideales
más nobles del Siglo de las Luces.
En este sen t ido , podemos ver que aunque el pe r íodo de educación
institucionalizada está limitado bajo el capitalismo a un período relativamente breve
en la vida de los individuos, la dominación ideológica de la sociedad prevalece
sobre su vida entera, si bien en muchos contextos esa dominación no tiene que
asumir preferencias de valor doctrinario abiertas. Y eso hace más pernicioso aún el
problema del dominio ideológico del capital sobre la sociedad en su conjunto, y
por supuesto simultáneamente sobre los individuos convenientemente aislados.
Estén o no concientes de ello los individuos en particular, no pueden hallar ni la
más mínima porción de "territorio de valor neutral" en su sociedad, aunque el
adoctrinamiento ideológico explícito les asegure engañosamente lo contrario,
pretendiendo—e invitando a los individuos a identificarse "autónomamente" con
esa pretensión—que son plenamente s oberanos en su escogencia de valores en
general , mientras se les dice que son " c o n s u m i d o r e s s o b e r a n o s " de las
mercancías producidas capitalistamente, adquiridas sobre la base de "escogenc ias soberanas" en los supermercados más monopóUcamente controlados. Todo esto
como parte integral de la educación capitalista mediante la cual los individuos en
particular son e m b e b i d o s d e los valores de la s o c i e d a d mercant i l en todas
partes y sobre una base diaria, desde luego.
Así la sociedad capitalista posee su sistema firmemente arraigado de no sólo
una educación progresiva, sino además simultáneamente de un a d o c t r i n a m i e n t o p e r m a n e n t e , aunque el adoctrinamiento que todo lo penetra no lo haga parecer
329
István Mésza'ros: El desafio y la carj a del tiempo histórico
así en absoluto, porque la ideología dominante "interiorizada por consenso" lo
trata como el sistema de creencia positiva legítimamente compartida y totalmente
incuestionable en la "sociedad libre" establecida,. Más aún, lo que termina de
empeorar las cosas es que el nudo central de la educación progresiva del sistema
del capital es la afirmación de que el propio orden establecido no necesita de
n i n g ú n c a m b i o s ignif icat ivo. Necesita nada más de "afinación" en los márgenes,
que debe ser lograda mediante la idealizada metodología del "poco a poco".
Consecuentemente, el significado más profundo de la e d u c a c i ó n progres iva del orden establecido es la imposición arbitraria de la creencia en la absoluta ina l terabi l idad de sus determinaciones estructurales fundamentales.
Puesto que el significado real de una educación digna de su cometido es
hacer que los individuos afronten positivamente los desafíos de las condiciones
sociales históricamente cambiantes—de las cuales ellos son también los causantes
aun bajo las circunstancias más difíciles—todo sistema de educación orientado
hacia la p r e s e r v a c i ó n i n c o n d i c i o n a l a toda costa del orden establecido sólo
puede ser compatible con los idea les y va lores e d u c a t i v o s más p e r v e r t i d o s . Es por eso que, a diferencia del Siglo de las Luces, en la fase ascendente de las
transformaciones capitalistas, cuando todavía se podían produci r u t o p í a s educa t ivas nobles, como las concepciones de Kant y Schiller a que hacíamos
referencia antes, la fase descendiente de la historia del capital, que culmina con la
apología de la destrucción sin limites originada por el desarrollo monopolista e
imperialista en el siglo XX y su extensión hasta el XXI, tenía que traer consigo el
más agresivo y cínico culto a los ant iva lores . Este último incluye en nuestros
días las pretensiones de s u p r e m a c í a rac i s ta , la horrenda presunción del
" d e r e c h o m o r a l a la u t i l i z a c i ó n d e armas n u c l e a r e s p r e v e n t i v a y a n t i c i p a d a m e n t e " , incluso contra países que nunca habían poseído armas
nucleares, y la más hipócrita justificación de un " i m p e r i a l i s m o l i b e r a l ' presuntamente más "humano", si bien ineludiblemente destructivo. Se dice que
este nuevo imperialismo es justo y apropiado para nuestras " c o n d i c i o n e s posmodernas": una teoría que en busca de respetabilidad intelectual se cubre
con el ropaje del grotesco esquematismo de la " p r e m o d e r n i d a d - m o d e r n i d a d -p o s m o d e r n i d a d " , después del de r rumbe ignominioso del imperial ismo
tradicional. Esto es lo que hoy día vemos propugnar, con toda seriedad, a los
mandarines y a los políticos hacedores de política autodesignados, proyectado
como la estrategia necesaria que hay que imponerles a los "estados fracasados", perentoriamente decretados asi, y al llamado "e je del mal".
Se suponía que esas ideas constituían los principios v valores orientadores
estratégicos apropiados para nuestras propias condiciones históricas. Tenían la
intención de establecer los parámetros generales dentro de los cuales los individuos
deberían ser educados ahora, para posibilitarles a los estados capitalistas dominantes
ganar la "lucha ideológica"—un concepto al que de repente se le comenzó a hacer
propaganda con frecuencia en términos positivos, en abierto contraste con los
330
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
mitos del "final de la ideología", y el feliz "final de la historia" liberal predicados y
generosamente promovidos no hace mucho tiempo—sinónimo de la idea de la
"guerra contra el t e r ror i smo" . Asi que se hace difícil incluso imaginar una
degradación más completa de las ideas educativas, comparado con el pasado más
remoto del capital, que la que nos estamos viendo confrontados activamente hoy
día. Y todo esto es promocionado en nuestro tiempo, con todos los medios a
disposición del sistema, en nombre de "la democracia v la libertad": palabras que
tanto afloran en los discursos de presidentes y primeros ministros. Nada podría
exponer con mayor claridad la naturaleza pervertida de la falsa c o n c i e n c i a capitalista, plenamente complementada por el adoctrinamiento omnipresente
ejercido con mayor o menor espontaneidad sobre los individuos por la sociedad
mercantil en su vida diaria.
9.8.2 La concepción socialista de la educación es cualitativamente diferente incluso
de los ideales educativos más nobles de la burguesía ilustrada, formulados en la
fase ascendente del desarrollo capitalista. Porque esas concepciones inevitablemente
padecieron de las limitaciones que les fueron impuestas a sus creadores por el
hecho de que se identificaban con "la p e r s p e c t i v a d e l cap i ta l" , aunque
asumiesen una postura crítica para con los excesos del nuevo orden emergente y
para con el impacto negativo de algunas tendencias ya visibles sobre el desarrollo
personal de los individuos. Lo hicieron en abierta contradicción con los ideólogos
más recientes del capital que se niegan a ver que haya algo malo en su preciada
sociedad.
Las figuras principales de la Ilustración burguesa estaban a favor del
desarrollo total, humanamente satisfactorio, de los individuos en particular. Pero
querían verlo logrado dentro del marco de la sociedad capitalista liberada de sus
amenazadores rasgos "prosaicos" y sus corolarios humanamente empobrecedores,
incluido el "libertinaje moral" en contra del cual Adam Smith levantó su elocuente
voz. Sin embargo, al mirar el mundo desde la perspectiva del capital no podían
visualizar el c a m b i o radical requerido en el orden social en su conjunto para
hacer prevalecer sus propios ideales. Porque la perspectiva del capital que ellos
adoptaron les imposibilitaba ver la i n c o m p a t i b i l i d a d es tructura l entre sus
propios ideales educativos—aplicados a los proyectados individuos moral y
estéticamente loables de sus contraimágenes utópicas—y el orden social que
emergía triunfalmente,
Nunca podremos enfatizar con la intensidad necesaria lo vital que resulta el
concepto de c a m b i o en la teoría educativa. Porque está destinado a establecer el
horizonte general y la definitiva viabilidad (o no viabilidad) de cualquier sistema de
educación. En este respecto, bajo las circunstancias históricas prevalecientes el
cambio previsto por las grandes figuras de la Ilustración burguesa tenía que
33!
Istvcín Mésza'ros; E.I desafío y la carga del tiempo histórico
permanecer característicamente desnivelado. Porque si bien era lo suficientemente
radical en relación con el denunciado o r d e n feudal de la sociedad que dominaba
al anc i en t reg ime , respecto al futuro su concepción del cambio propugnado
sólo podía extenderse al desarrollo educativo personal de los individuos en
particular, como una manera ilusa de contrarrestar las tendencias socio-históricas
negativas.
Abordar críticamente las d e t e r m i n a c i o n e s e s t ruc tura le s de l o r d e n soc ia l de l capi ta l—que necesariamente afectaban, y deben afectar siempre, de
manera significativa el desarrollo de los individuos—tenía que permanecer mucho
más allá de su alcance. Los c o r r e c t i v o s para las tendencias del desarrollo
denunciadas sólo podían concebirlos en términos individualistas. Es decir, de
manera que en última instancia dejasen en su lugar el marco estructural y los
crecientes antagonismos del orden capitalista que emergía victorioso. Es por eso
que los "antídotos" propuestos, incluso en la variante de la e d u c a c i ó n estét ica de lo s i n d i v i d u o s , elaborada con la mayor consistencia, tenían que continuar
siendo c o n t r a i m á g e n e s u t ó p i c a s i rrealizables. Porque resulta del todo
imposible darle la voz de alto a los e fec tos n e g a t i v o s de una tendencia social
poderosa en la formación de los i n d i v i d u o s sin identificar—y contrarrestar de
manera efectiva en los términos soc ia les apropiados—sus d e t e r m i n a c i o n e s causales que los producen y los seguirán reproduciendo inexorablemente.
Así, la adopción de la perspectiva del capital como la p r e m i s a soc ia l in superab le de su horizonte crítico limitó incluso a las más grandes figuras de la
burguesía en ascenso a la proyección de la lucha de los individuos en particular, y
totalmente aislados, en contra de los e s fuerzos y c o n s e c u e n c i a s n e g a t i v o s de
las fuerzas sociales que los representantes de la Ilustración querían reformar
mediante la educación personal de los individuos idealmente adecuada. Una lucha
que jamás podrá ser conducida hasta un final exitoso, primero porque una fuerza s o c i a l poderosa no puede ser sometida por la acción fragmentada de los
i n d i v i d u o s a is lados , y segundo porque las d e t e r m i n a c i o n e s es tructurales causales del orden criticado deben ser afrontadas y contrarrestadas en el t erreno causal, en sus propios términos de referencia: es decir, por la fuerza históricamente
sustentable de una a l ternat iva es tructura l coherente. Pero eso requeriría, por
supuesto, de la adopción de un punto de vista social radicalmente diferente por
parte de los pensadores en cuestión. Una perspectiva social capaz de evaluar
realistamente las inescapables limitaciones de la potencialidad reformadora del
capital en contra de sus propias determinaciones causales estructurales. No
sorprende, entonces, que la aceptación de la perspectiva del capital como el
horizonte general de su propia visión haya restringido las medidas remedíales
factibles de los grandes pensadores de la Ilustración a la propugnación de
contramedidas que no podían pasar de utópicas, aun en la fase ascendente
relativamente flexible del desenvolvimiento histórico del sistema del capital. Antes
de época, es decir, cuando todavía las determinaciones de clase antagonísticas de la
332
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
sociedad mercantil plenamente desarrollada no se habían petrificado en una
irreformable estructura social enteramente cosificada y alienante.
Es allí donde podemos ver claramente el contraste entre los ideales y las
prácticas educativas del pasado y las concepciones apropiadas para los desafíos
históricos que debemos encarar en el transcurso de una transformación socialista
sustentable. El mandato de la educación socialista no puede nunca ser formulado
en términos de algunos idea les u t ó p i c o s puestos por delante de los individuos
a los cuales se supone ellos se amoldarán, con la esperanza bastante ingenua de
contrarrestar y superar los problemas de su vida social—como individuos más o
menos aislados pero"moralmente concientes"—mediante la fuerza de un abstracto
"deber ser" moral ilusamente estipulado. Tal cosa nunca funcionó en el pasado y
jamás podría hacerlo en el futuro, independientemente de la obvia necesidad de
enfrentar los desafíos bien reales que surgen constantemente de las condiciones
históricas alteradas v de las restricciones objetivas de la situación de las personas
i n v o l u c r a d a s , como m i e m b r o s de su soc iedad . Resu l t a r í a en e x t r e m o
contraproducente concebir la educación socialista como un antídoto individualista
contra los defectos de la vida social, por muy deseable y recomendable que pueda
parecer a primera vista el d e b e r ser moral abstracto. El total fracaso de las
"exhortaciones estajanovistas" para la transformación de la ética del trabajo en la
sociedad soviética constituye una buena ilustración de lo que estamos hablando.
Un fracaso debido a la ignorancia supina de las d e t e r m i n a c i o n e s causales en
las raíces de la ética del trabajo prevaleciente de la fuerza laboral r e n u e n t e bajo
las condiciones establecidas, que surgían de la exclusión autoritaria de los
trabajadores de los procesos de toma de decisiones.
El éxito de la educación socialista es factible porque su punto de vista
valorativo—a diferencia de las limitaciones estructurales inherentes a la adopción
de la perspectiva del capital en el pasado—no tiene que desviarla de los problemas
reales de la sociedad causalmente determinados (que piden correctivos sociales
apropiados) hacia una apelación moral abstracta/individualista que solamente puede
producir proyecciones utópicas irrealizables. Las causas sociales deben y pueden
ser encaradas en el marco educacional socialista en su nivel apropiado: como
causas que surgen históricamente y son claramente identificables también como
determinaciones estructurales cambiables. Y precisamente porque el desafío de
darles cara a las no impor ta cuan dolorosas exigencias del c a m b o s o c i a l s igni f icat ivo no constituye una concepción inhibidora en este enfoque, sino, por
el contrario, una idea pos i t iva inseparable de una v i s ión abierta del futuro
conformado a conciencia, las fuerzas educativas requeridas pueden ser activadas
exitosamente para la realización de los objetivos y valores adoptados por el previsto
desarrollo socialista de la sociedad por sus miembros.
Por consiguiente, el mandato ideal y el papel práctico de la educación en
el t r anscu r so de la t r ans fo rmac ión socialista consis te en su con t inuada
intervención efectiva en el proceso social en desenvolvimiento, mediante la
333
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
actividad de los individuos s o c i a l e s que están concientes de los desafíos que
deben afrontar c o m o i n d i v i d u o s s o c i a l e s , en concordancia con los valores
requeridos y elaborados por ellos para enfrentar sus desafíos. Tal cosa resulta
inconcebible sin el desarrollo de su conciencia moral . Pero la moralidad en
cuestión no constituye una imposición sobre los individuos en particular desde
afuera, y mucho menos desde arriba, en nombre de un discurso moral del "deber ser" completamente abstracto y por separado, como la inscripción tallada en
mármol en muchas iglesias inglesas: "jTeme a tu D i o s y o b e d e c e a tu Rey!". Ni tampoco es el equivalente laico de esos mandatos externos cuasirreligiosos
que se les imponen a los individuos en todas las sociedades regidas por los
imperativos del capital. Por el contrario, a la moralidad de la educación socialista
le interesa el c a m b i o s o c i a l de largo alcance concebido y encomendado
racionalmente. Sus principios son articulados sobre la base de la evaluación
concreta de las tareas escogidas y de la repartición requerida por parte de los
individuos en su decisión conciente de cumplirlas. Es así como la educación
socialista se puede definir como el d e s a r r o l l o p r o g r e s i v o d e la c o n c i e n c i a s o c i a l i s t a , inseparable de y en estrecha interacción con la transformación
histórica general en progreso en cualquier t iempo dado. En otras palabras, las
características definitorias de la educación socialista surgen de, e interactúan
profundamente con, todos los principios orientadores relevantes del desarrollo
socialista que estudiamos en este capítulo.
9.8.3 En vista de su actitud hacia el c a m b i o radicalmente diferente, aplicada no
sólo al desarrollo personal de los individuos sino simultáneamente también a las
determinaciones estructurales vitales de su sociedad, solamente dentro de una
perspectiva socialista podría culminar el significado pleno de la educación. Pero
poner de relieve esta circunstancia está lejos de bastar por sí mismo. Porque la otra
cara de la moneda es que—a causa del papel primordial de la educación en el
cambio general de la sociedad—resulta imposible alcanzar las metas vitales de un
desarrol lo his tór ico sustentable sin la c o n t r i b u c i ó n p e r m a n e n t e de la
educación al proceso transformador c o n c e b i d o a c o n c i e n c i a .
La línea de demarcación, que contrapone el desarrollo socialista propugnado
a las restricciones y contradicciones del pasado, está trazada por la necesaria crítica
de la falsa c o n c i e n c i a que se desmanda en una variedad de formas bajo el dominio
que ejerce el capital sobre el metabolismo social. Un metabolismo dominado por
la mistificadora inversión de las relaciones reales del intercambio sociorre-
productivo bajo el fetiche usurpador de la hegemonía "productiva" del capital,
supuestamente legítima, y la dependencia total del trabajo capitalistamente
"empleado", imponiéndole así exitosamente a la conciencia de la sociedad en su
conjunto y de sus individuos realmente trabajadores y productores la falsa conciencia
334
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de la "person i f i cac ión de las cosas y la cos i f í cac ión de las personas" ," ' como ya hemos visto.
Naturalmente, el poder de la falsa conciencia no puede ser derrotado por la
(no importa cuan bienintencionada) ilustración educacional de los individuos por
sí sola. Los individuos en particular como individuos aislados están a merced de la
falsa conciencia cosificadora p o r q u e las re lac iones r ep roduc t ivas reales
históricamente establecidas en las que están insertados sólo pueden funcionar
sobre la base de la "personificación de las cosas v la cosifícación de las personas".
En consecuencia, para alterar la inversión mistificadora y en definitiva destructiva
de la relación reproductiva sustentable de los seres humanos, contrarrestando a la
vez la dominación de la falsa conciencia cosificadora sobre los individuos en
particular, se requiere de un cambio social que lo abarque todo. Nada que resulte
menos incluyente que eso podrá prevalecer sobre una base permanente.
Contentarse con una "reforma gradual" y sus correspondientes cambios
parciales es autoderrotarse. El asunto no está en si los cambios son introducidos
d e una v e z o en un lapso más prolongado, sino en el marco es tratég ico genera l de la transformación e s tructural fundamenta l que se procura con firmeza,
independientemente de cuánto tiempo pueda tomar su realización exitosa. Las
opciones "ésta o ésa" entre las formas de control metabólico social mutuamente
excluyentes—las hoy establecidas y las futuras—son g loba le s tanto en el espacio
como en el tiempo. Por eso el proyecto socialista sólo puede tener éxito si es
a r t icu lado y afincado f i rmemente como la a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a al
metabolismo social estructuralmente atrincherado y alienante del capital. O sea, si
el orden alternativo socialista abarca en el transcurso de su desarrollo productivo
a cada s o c i e d a d , y lo hace en el espíritu de garantizar la i rrevers ib i l idad h i s tór ica de la alternativa hegemónica del trabajo para el control metabólico
social del capital establecido.
En el proyecto socialista, dada la crítica inevitable y abiertamente profesada
de la falsa conciencia estructuralmente dominante del sistema del capital, las
medidas de transformación material adoptadas resultan i n s e p a r a b l e s de los
objetivos educativos propugnados. Es así porque los principios orientadores de la
transformación socialista de la sociedad son irrealizables sin el involucramiento a
fondo de la educación como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista.
Todos los principios orientadores que hemos estudiado ya—desde la participación
genuina en todos los niveles de la toma de decisiones hasta la planificación global
(concebida en el sentido de una planificación que incluya el "darle sentido a nuestra
vida" autónomamente, como individuos, como se indicaba en la Sección 9.4.3) , y
desde la realización progresiva de la igualdad sustantiva en la sociedad en su
conjunto, hasta las condiciones globalmente sustentables de la única economía
'" Marx, Economic Manuscripts of 1861-63 [Manuscritos económicos de 1861-63], en Marx y Engels Collected Works, Vol.34, p. 457.
335
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carica del tiempo histdrico
históricamente viable en un orden internacional que se desenvuelva en positivo—
sólo pueden llevados a la realidad si se activa plenamente el poder de la educación
con ese propósito.
Las medidas adoptadas en cualquier momento dado son históricas también
en el sentido de que están, y permanecen siempre, sujetas al cambio. No es preciso
decirlo, bajo condiciones favorables los logros obtenidos pueden ser mejorados y
profundizados en sentido positivo. Pero, por supuesto, igualmente está claro que,
en el lado negativo, nunca se pueden excluir a priori las marchas atrás. Todo
dependerá siempre de la efectiva intervención de la educación socialista en el
proceso de transformación progresiva. Es eso lo que decide en el análisis final si
prevalecerán las potencialidades positivas o las negativas, y hasta qué grado.
9.8.4 Se habla mucho hoy día en las sociedades capitalistamente avanzadas acerca
de la "agenda de l respeto" . Ésta consiste en el iluso proyecto de resolver la
crisis de valores cada vez más profunda—que se manifiesta en forma de creciente
criminalidad y delincuencia, junto con la empeorante alienación de los jóvenes
respecto a su sociedad—mediante un llamado directo completamente retórico a
la conciencia de los individuos, postulando, en vano, el conveniente "respeto a los
valores de la ciudadanía democrática responsable". Y cuando toda esa prédica vacía
fracasa, puesto que está condenada a fracasar, va que le huye como a la peste a las
causas sociales de los síntomas negativos denunciados, las personificaciones
políticas del capital que ocupan altos cargos, incluidos los de mayor jerarquía,
comienzan a hablar acerca de cómo pueden identificar la futura delincuencia ya "en
el útero materno" e indican las "necesarias" medidas legislativas de estado autoritario
para ocuparse con la potencial criminalidad futura en una etapa lo más inicial
posible. Esa línea de enfoque no es más racional ni menos autoritaria que la
propugnación del "proseguimiento de la lucha sin cuartel ideológica" a fin de ganar
la va mencionada "guerra contra el terrorismo". Al mismo tiempo, la que queda
abso lu tamente excluida es la posibil idad de cambiar las de terminac iones
estructurales del orden social establecido que producen y reproducen los efectos
y consecuencias destructivos. Hay que negar categóricamente que pueda existir
algo gravemente erróneo en la sociedad tal y como ella es. Tan sólo los individuos
tendenciosamente singularizados para censurarlos pueden estar en la necesidad de
una acción remedial. Una acción correctiva que se espera sea realizada por un
grupo privilegiado de individuos autodesignados —las voluntariosas personi
ficaciones y guardianes del orden socioeconómico y político del capital—que
pretenden saberlo todo e x off ic io .
De manera que no podría haber nada más justificado que la institución del
o r d e n a l t e rna t i vo h e g e m ó n i c o . El m a r c o educac iona l de ese o r d e n es
in separab lemente individual y social. El des t inatar io de la educación socialista
336
Istva'n Mészaros: j j jesaffo y lajarga d^ejjti rripo JTisgSrico
no puede ser simplemente el individuo por separado, sobre el modelo de los
ideales educativos tradicionales. Porque, como ya hemos indicado, en el pasado las
normas y principios eran formulados por lo general en forma de l l a m a d o s d i r e c t o s a la c o n c i e n c i a de los i n d i v i d u o s en part icular , y por lo común
concebidos en términos de exhortaciones morales. Por el contrario, la educación
socialista se dirige a los individuos soc ia les , y no a los individuos aislados. En otras
palabras, le interesan los individuos cuva autodefinición como individuo.s—en
contraste con el discurso genérico abstracto de la filosofía tradicional acerca de
individualidad aislada autorreferencial—no podría ni siquiera ser imaginada sin
su más estrecha relación con su escenario social real v con la situación histórica
específica claramente identificable, en la que ineludiblemente surgen sus desafíos
humanos. Porque es precisamente su situación social e histórica concreta la que
los invita a formular los valores a través de los cuales su participación activa en
la determinación de las formas de acción puede üevar a cabo ¡a realización de su
cuota apropiada concientemente adoptada—que por consiguiente los define
como individuos sociales autónomos v responsables—en la transformación
fundamental en marcha. Es así como la educación efectiva en la práctica de los
individuos sociales se convierte en sinónimo del más hondo significado de
educación como a u t o e d u c a c i ó n . Las referencias de Marx al " ind iv iduo soc ia l r i c o " llevaban la intención de indicar ese tipo de a t o d e f i n i c i ó n como el marco
viable de la educación.
Asumir la responsabilidad social no como el " d e b e r ser" abstracto y
moralista del discurso filosófico tradicional, que propugna algún ideal externo "al
cual se espera se adecúen los individuos", sino como una fuerza real in tegrada a
la situación histórica y social real, resulta posible sólo sobre la base de que se
conciba a la educación misma como un ó r g a n o social estratégicamente vital, es
decir, como la práctica social inseparable del d e s a r r o l l o p r o g r e s i v o d e la c o n c i e n c i a social ista. Y eso, a su vez, sólo es factible a causa de la ac t i tud hacía el c a m b i o r a d i c a l m e n t e d i f eren te dentro del marco del orden alternativo
hegemónico.
En el nuevo orden nada podrá estar a priori exento de cambio, todo lo
contrario del marco metabólico social del capital, en el que toda crítica de las
determinaciones estructurales de la sociedad significativas es declarada ilegítima,
y en consecuencia a éstas se les protege por todos los medios a la disposición del
sistema, incluso los más violentos. La alteración de las condiciones establecidas
históricamente, de acuerdo con la dinámica del desarrollo social en desenvol
vimiento, no sólo será aceptable sino además vitalmente importante en el orden
alternativo hegemónico. Si deja de ser así no solamente será ir en contra del
e t h o s socialista profesado, sino también privaría a la sociedad de su potencial
positivo para el desarrol lo, como lo demost ró trágicamente la historia del
siglo XX.
337
István Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
El papel de la educación socialista es muy importante en este respecto. Su
determinación interna simultáneamente social e individual le confiere también un
papel histórico singular, sobre la base de la r e c i p r o c i d a d a través de la cual
puede ejercer su influencia y producir un impacto de peso en la totalidad del
desarrollo social. La educación socialista puede cumplir su cometido tan sólo si es
ar t iculada como una in te rvenc ión conciente y efectiva en el p roceso de
transformación social.
La r e c i p r o c i d a d que acabamos de mencionar resulta altamente relevante
en este particular porque los individuos sociales pueden, por una parte, contribuir
activamente a la realización de las tareas y desafíos dados, y por consiguiente a la
transformación significativa de su sociedad, y al mismo tiempo, por otra parte, son
formados de una manera significativamente interiorizable con el curso de los
cambios alcanzados. En verdad ellos mismos son formados también de manera
legítima por su propia c o n c i e n c i a pos i t iva de la importancia de los desarrollos
en marcha, al percibir debidamente su cuota de participación activa en ello. Este
tipo de i n t er ior i zac ión c o n s e n s u a l g e n u i n a de los desarrollos en marcha por
par te de los individuos sociales marca una separación radical de la creencia
absolutamente apologética en el "acuerdo tác i to" , que prevaleció en la teoría
política del orden establecido a partir de John Locke, su creador.
La participación activa de los individuos en los cambios sociales puede ser
identificada como i n t e r a c c i ó n soc ia l en el mejor sentido del término. Una
in teracc ión social significativa, sobre la base de una r ec iproc idad mutuamente b e n e f i c i o s a entre los individuos sociales y su sociedad. El surgimiento y
fortalecimiento de esa reciprocidad mutuamente beneficiosa resultaría totalmente
imposible si alguna autoridad decidiese mantener fuera del alcance de los individuos
sociales los varios aspectos del orden alternativo hegemónico, incluidas sus
d e t e r m i n a c i o n e s es tructura les más importantes. En ese caso su "autonomía"
ya no tendría significado alguno, como resulta ser el caso de las presuntas
"escogencias soberanas" que hacen los individuos en la sociedad mercantil. Así, la
significación de la educación socialista, como el desarrollo progresivo de la
conciencia socialista—en su vital sentido de r e c i p r o c i d a d , que define a los
individuos particulares como i n d i v i d u o s soc ia les (y aclara al mismo tiempo el
significado del propio término definitorio)—no podría resultar mayor. Porque los
requerimientos de un desarrollo históricamente viable, en el espíritu de los
importantes principios orientadores de la transformación socialista, se vuelven
reales mediante la contribución altamente activa de la educación para el proceso.
N i n g u n o de ellos podría cumplir su función social requerida sin ello.
9.8.5 Como caso representativo, podemos ver muy claramente la importancia
primordial de la educación—evidenciada en forma de la reciprocidad mutuamente
338
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
beneficiosa entre los individuos particulares y su sociedad—en relación con el
cambio fundamental requerido para transformar las prácticas económicas hoy
dominantes en algo cualitativamente diferente. La diferencia tiene que ver
directamente con el vital campo de la reproducción material cuya prosperidad es
esencial para la viabilidad de incluso las prácticas culturales más mediadas. Porque
el i m p e r a t i v o t e m p o r a l del capital que prevalece en el proceso de la
reproducción material afecta directamente no sólo a las relaciones estructurales
explotadoras de la sociedad de clase en su conjunto, sino al mismo tiempo les
impone sus efectos negativos y humanamente depauperantes a todos los aspectos
de la actividad material e intelectual en el t i e m p o de v ida de los individuos
particulares. Consecuentemente, la necesidad de la e m a n c i p a c i ó n humana, en
la cual la educación socialista juega un papel crucial, representa un reto fundamental
en este respecto.
Las prácticas reproductivas de la sociedad capitalista se caracterizan por la
deshumanizadora contabilidad del t iempo que o b l i g a a los individuos que
trabajan—al contrario de las "personificaciones del capital", que son los más
v o l u n t a r i o s o s i m p o s i t o r e s del alienante imperativo temporal del sistema—a
someterse a la tiranía del t i e m p o de trabajo n e c e s a r i o . De esta manera, como
rec lamaba Marx , los individuos que t r aba jan—los " individuos sociales"
potencialmente "ricos", en sus propias palabras—padecen las consecuencias
alienantes a todo lo largo de sus vidas porque están "degradados a meros trabajadores,
subsumidos bajo el trabajo".^'^ Más aún, esa dependencia es t ructura l y la
correspondiente degradación no significa en modo alguno el final del cuento. Bajo
de terminadas circunstancias , especia lmente bajo las condiciones de crisis
socioeconómicas de envergadura, los trabajadores deben sufrir también la
depravación del desempleo, la penuria de la "flexibilidad de trabajo" cínicamente
camuflada e hipócritamente justificada, y la brutalidad de la p r e c a r i z a c i ó n difundida por doquiera.Todas estas condiciones surgen de la misma determinación
operacional del proceso del trabajo capitalista. Se deben a la i r redimible
inhumanidad de la c o n t a b i l i d a d d e l t i e m p o del capital y a la imposición
estructural del ina l terable i m p e r a t i v o t e m p o r a l del sistema.^'^
Como hemos visto antes en las Secciones 9.S.S y 9 .5 .6 , la alternativa
hegemónica del trabajo es la institución de una c o n t a b i l i d a d de l t i e m p o r a d i c a l m e n t e d i f e r e n t e , s inónima de los r e q u e r i m i e n t o s h u m a n a m e n t e
enriquecedores de la con tab i l idad social ista. Sólo sobre esa base resulta posible
concebir las prácticas productivas en pleno desenvolvimiento de los " i n d i v i d u o s soc ia les r icos". Ello es factible nada más mediante un viraje radical desde la
tiranía históricamente prevaleciente del t i e m p o de trabajo n e c e s a r i o a la
''^ Marx, Grundrisse, p. 708. 313 Ver las consideraciones hechas acerca de algunos temas importantes relacionados en el Capítulo 5.
339
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
adopción conciente y el empleo creativo del t i e m p o d i s p o n i b l e como el principio
orientador de la reproducción social.
Obviamente , la ida de un viraje de semejante magnitud trae consigo
implicaciones de largo alcance. Porque en el momento mismo en que centramos
la atención sobre la necesidad del cambio cualitativo involucrado en la adopción
del tiempo disponible como la contabilidad del tiempo efectiva en la práctica,
capaz de reemplazar al tiempo de trabajo necesario, queda lo bastante claro que es
inconcebible instituir en la sociedad ese viraje fundamental sin activar a fondo el
poder de la educación socialista. Por dos razones principales.
Primero, porque la institución del t i e m p o d i s p o n i b l e como el nuevo
principio orientador y operativo de la reproducción social requiere de una adhesión
c o n c i e n t e . Esto entra en total contradicción con la tiranía del t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o que domina a la sociedad en forma de c o m p u l s i ó n e c o n ó m i c a genera l , regulada no por un d i s c e r n i m i e n t o c o n c i e n t e — n i siquiera por la
"planificación" e s t r i c t a m e n t e parc ia l aplicable a las unidades económicas
específicas introducidas en re troact ivo por las personificaciones del capital dentro
del proceso del trabajo—sino por la contradicción antagónica entre el capital y el
trabajo y por la fuerza pos t fes tum del mercado. Los trabajadores no tienen que
ser educados para la tarea de entrar en el marco operacional del tiempo de trabajo
necesario. Simplemente no pueden escapar de sus imperativos, puesto que esos
imperativos les son i m p u e s t o s directamente, con el carácter absoluto de un
"destino social", que se corresponde con su s u b o r d i n a c i ó n e s t ruc tura lmente asegurada en el orden social establecido. Por eso Marx llama con propiedad a
ese marco "la condición del ser humano inconciente". En sí, la i n c o n c i e n c i a que
prevalece por doquiera en el proceso del trabajo capitalista, a cuenta de su ciega—
no obs tan te cuan idea l izada—contab i l idad del t i empo significa también
i n c o n t r o l a b i l i d a d , con sus implicaciones definitivamente destructivas.
La segunda, pero no menos importante, razón es que el su je to soc ia l capaz
de regular el proceso del trabajo sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e no puede
ser sino la fuerza c o n c i e n t e m e n t e c o m b i n a d a de la m u l t i p l i c i d a d de los i n d i v i d u o s sociales: los " p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e asoc iados" , como suele
llamárseles. De nuevo, podemos ver acá un agudo contraste con el "sujeto" que
regula el proceso de la reproducción social sobre la base del tiempo de trabajo
necesario. Porque el t iempo de trabajo necesario no sólo es estrechamente
d e t e r m i n i s t a sino además comple tamente i m p e r s o n a l , ya que la fuerza
reguladora de la producción y la reproducción social no es para nada un sujeto
propiamente dicho, sino los i m p e r a t i v o s e s t r u c t u r a l e s d e l s i s t ema del capita l en genera l . Hasta los impositores más voluntariosos del imperat ivo t empora l del sistema establecido no tienen otra opción que o b e d e c e r l o s , con
mayor o menor éxito. Si no logran la requerida c o n f o r m i d a d con los imperativos
fetichistas, bien pronto se verán expulsados del marco del sistema gracias a la
quiebra de sus empresas. En vista del hecho de que, independientemente de las
340
Istva'n Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
mistificaciones fetichistas del sistema del capital, el sujeto productor real dentro
de él es el trabajador, y el capitalista, como presunto sujeto controlador—que de
hecho está firmemente controlado a través de los imperativos estructurales
obl igadamente prevalec ientes del o rden e s t ab lec ido—no pasa de ser un
p s e u d o s u j e t o u s u r p a d o r . En consecuencia, tan sólo el sujeto realmente
productor, el trabajo como tal, puede adquirir la única conciencia reguladora factible
y productivamente viable bajo las condiciones históricas de nuestro t iempo.
Obviamente, no estamos hablando aquí de la categoría sociológica empirista de
los trabajadores particulares como trabajadores aislados, que afrontan la fuerza
social del capital en no importa cuan gran número como trabajadores aislados,
sino acerca del t r a b a j o d e l o s i n d i v i d u o s s o c i a l e s c o n c i e n t e m e n t e c o m b i n a d o s c o m o la c o n d i c i ó n universal d e la v i d a e n e l o r d e n a l ternat ivo h e g e m ó n i c o . Es ése el único sujeto social factible que puede regular
el proceso de reproducción social sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e . O, para
poner la misma correlación dialéctica de otra manera, sólo mediante la adopción
conciente del t iempo disponible como el principio operacional orientador y
prácticamente efectivo de nuestra vida es posible concebir el desarrollo de un
sujeto social capaz de controlar apropiadamente la producción y la reproducción
social en el orden alternativo hegemónico.
El sujeto en cuestión es, como ya lo mencionamos antes, simultáneamente
social e individual. No podemos concebir a este individuo social sin los procesos
educativos—y autoeducativos—a través de los cuales se pueden satisfacer los
requerimientos del nuevo orden metabólico social. Tal y como está la sociedad
hoy día, la adopción del t i e m p o d i s p o n i b l e en todas partes como un principio
operativo vital de la producción constituye nada más una p o t e n c i a l i d a d abstracta. El futuro depende de nuestra habilidad (o fracaso) para convertir esa
p o t e n c i a l i d a d abstracta en una rea l idad c o n c r e t a y creat iva .
No hace falta decirlo, la tiranía del tiempo de trabajo necesario constituye
una imposición sobre los trabajadores que tienen que permanecer siempre como
una fuerza de trabajo r e n u e n t e dentro del marco del sistema del capital. Más
aún, la imposición del tiempo de trabajo necesario también resulta despilfarradora
en sus propios términos de referencia, va que su operación presupone el estable
cimiento de una estructura de mando estrictamente jerárquica, de la cual algunas
partes son extremadamente problemáticas, o en verdad completamente parasitarias,
incluso respecto a sus pretendidas funciones económicas. Comparado con eso,
son innegables las ventajas de llevar a cabo la producción y la reproducción social
sobre la base del tiempo disponible, dedicado a la realización de los objetivos
escogidos concientemente por los individuos sociales que así se autorregulan.
Porque los productores libremente asociados tienen a su disposición recursos
incomparablemente más ricos que los que jamás podrían exprimírsele a la fuerza
de trabajo renuente bajo la imposición de los imperativos estructurales del tiempo
de trabajo necesario del capital.
341
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
También hay que hacer énfasis aquí en que la educación—como el desarrollo
en desenvolvimiento de la conciencia socialista esencial para la vida de los
individuos sociales, en su es t recha in te r re lac ión con su escenar io social
históricamente cambiante—constituye una fuerza vital identificable también a través
del potente impacto de la educación sobre el cambio de la reproducción material.
Ese impacto proviene directamente del viraje operacional del tiempo de trabajo
necesario al tiempo disponible autónomamente determinado a la disposición de
su sociedad por los individuos que trabajan. Obviamente, sólo los individuos
sociales como individuos pueden determinar concientemente, por y para sí mismos,
la naturaleza (es decir, la dimensión cualitativa) y la cantidad de su p r o p i o t i e m p o
d isponib le , del cual pueden surgir exitosamente los logros creativos de su sociedad.
Todo ello concierne tanto al número de horas como a la intensidad del trabajo que
ellos le dedicarán a la tarea productiva pertinente. Ninguna autoridad por separado
puede decidir o imponerles esos requerimientos, al contrario de la dominación
anteriormente inescapable del tiempo de trabajo necesario.
La única fuerza capaz de contribuir positivamente con el nuevo proceso
transformador es la e d u c a c i ó n misma, que cumple así su papel como el antes
mencionado ó r g a n o soc ia l mediante el cual la r e c i p r o c i d a d m u t u a m e n t e
benef i c iosa entre los individuos y su sociedad se hace real. Acá no se puede
imponer nada, ni p o r a d e l a n t a d o (como una norma preestablecida) ni con
finalidad restrictiva. Vemos en el proceso reproductivo positivamente abierto
del orden alternativo hegemónico la manifestación de una i n t e r a c c i ó n genuina.
Mediante la intermediación de la educación socialista el poder productivo de los
individuos se ve ampliado y realzado, y simultáneamente también se amplia y se
hace más emancipador el poder reproductivo general de su sociedad en su conjunto.
Es éste el único significado históricamente sustentable que tiene el i n c r e m e n t o
de la r iqueza social , en contraste con el culto fetichista de la e x p a n s i ó n del
capi ta l en definitiva destructivo en nuestro mundo finito, que es inseparable del
fatal despilfarro del sistema del capital.
La dominación del valor de uso por el valor de cambio, y por consiguiente la
despiadada negación de la necesidad humana en nuestro orden global sólo puede
ser erradicada sobre la base del viraje radical al principio orientador socialista del
tiempo disponible concientemente adoptado y ejercido por los propios individuos
sociales. Su educación como a u t o e d u c a c i ó n or ientada hacia los va lores ,
inseparable del desarrollo progresivo de su conciencia socialista en su reciprocidad
dialéctica con las tareas y desafíos históricos que deben encarar, los hace crecer en
sus poderes productivos y también en su humanidad. Es eso lo que les proporciona
el basamento necesario para la autorrealización creadora como sujetos autónomos
que pueden extraerle sentido (y al mismo tiempo dárselo) a su propia vida como
individuos sociales particulares, plenamente concientes de su papel en—y su
responsabilidad para con—el aseguramiento del desarrollo positivo históricamente
342
Istváh Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
sustentable de su sociedad. Y, por supuesto, es eso lo que le confiere su significado
verdadero a la expresión " i n d i v i d u o social r ico" .
9.8.6 Las mismas consideraciones son aplicables a todos los principios orientadores
vitales del orden social alternativo hegemónico en el vínculo crucial con la
educación socialista de sus requerimientos de reproducción. Porque sólo a través
de la par t ic ipación más activa )' constante de la educación en el proceso
transformador social—cumplida gracias a su capacidad para activar la reciprocidad
dialéctica cada vez más conciente entre los individuos y su sociedad—resulta
posible convertirla en una fuerza operat iva c o n c r e t a efectiva e históricamente
en desenvolvimiento que en un comienzo puede ser nada más que p r i n c i p i o s y va lores o r i e n t a d o r e s genera le s .
De la manera como los individuos determinen concientemente la naturaleza
cada vez mejor y la cantidad de su tiempo disponible libremente dedicado a la
realización de sus objetivos sociales escogidos, que solamente ellos mismos pueden
determinar autónomamente sobre una base permanente, de esa misma manera
sólo ellos pueden definir el significado de la p a r t i c i p a c i ó n real en todos los
niveles de la toma de decisiones. Porque la participación creativamente liberadora
y productiva es concebible sólo si se comprende apropiadamente la naturaleza de
las tareas involucradas, incluida su ra ison d'etre histórica, y al mismo tiempo se
ve la necesidad de la aceptación conciente de la gran re sponsabi l idad inseparable
de una manera totalmente participativa de regular su orden social sobre una base
sustentable.
De igual modo, el significado de i g u a l d a d sustant iva puede cambiarse de
p r i n c i p i o o r i e n t a d o r general válido a r e a l i d a d s o c i a l c rea t ivamente
sustentable y humanamente enriquecedora—y a la correspondiente identificación
positiva y sin reservas de los individuos de la sociedad con las d e t e r m i n a c i o n e s d e v a l o r subyacen tes y su jus t i f icac ión g e n u i n a — s ó l o a t r avés de la
autotransformación de la educación como el desarrollo progresivo de la conciencia
socialista. Una forma de educación que debe ser capaz no solamente de enfrentar
y erradicar las relaciones reproductivas sociales de d e s i g u a l d a d mater ia l y s o c i a l / p o l í t i c a heredadas del pasado, e s t ruc tu ra lmen te a t r incheradas y
fatalmente lesivas, sino además y simultáneamente también de derrotar a la fuerza
mistificadora profundamente incrustada de la vieja cu l tura de la d e s i g u a l d a d sustant iva , de la cual todavía está impregnada la conciencia social.
En ot ro con tex to , como ya hemos visto, el deplorable fracaso de la
plan i f i cac ión económica en los sistemas sociales de tipo soviético se debió al
intento burocrático de imponérsela a la sociedad de la manera más autoritaria,
d e s d e arriba, haciendo caso omiso de la necesidad de asegurar la cooperación
voluntaria de los individuos sociales con el plan anunciado por el estado. La
343
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
cooperación positiva conciente constituía un requerimiento esencial imposible de
alcanzar sin la intervención positiva de una educación efectiva en la práctica como
autoeducación—en la forma y el espíritu de la ya mencionada reciprocidad entre los
individuos que trabajan y sus compromisos sociales más amplios—con el propósito
de obtener la identificación conciente de los individuos particulares con el
cumplimiento de sus objetivos productivos escogidos. Sin eso los individuos no
podían interactuar creativamente con el plan general mismo a fin de contribuir
autónomamente con el proceso transformador en un campo críticamente importante.
Y para tomar un ejemplo más, cuando pensamos en la complementaridad
dialéctica de las dimensiones nacionales e internacionales de la sociedad en nuestro
t iempo, inmediatamente se desprende que el papel de la educación como una
educación consensual p rocurada a conciencia resul ta de una impor tancia
abrumadora. Para citar a Fidel Castro-.
En la medida en que tengamos éxito en educar profundamente a nuestro pueblo en el espíritu del internacionalismo y la solidaridad, haciéndolo conciente de los problemas de nuestro mundo actual, en esa misma medida podremos confiar en que nuestro pueblo cumplirá sus obligaciones internacionales. Es imposible hablar de solidaridad entre los miembros de un pueblo si la solidaridad no es creada simultáneamente también entre los pueblos. Si no lo logramos corremos
el riesgo de caer en e¡ egoísmo nacional. "*
En este respecto el legado altamente negativo y divisor del pasado ejerce
todavía un gran peso sobre la conciencia de los pueblos, y contribuve activamente
al constante brote de conflictos y confrontaciones destructivas en diferentes partes
del mundo actual. Es inconcebible zafarnos de esas contradicciones y antagonismos
sin el poder creador de una educación ejercida autónomamente por los individuos
sociales como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista. Porque sólo una
educación como ésa podría permitirles tener una percepción clara de la naturaleza
y la significación de lo que está en juego, e inspirarlos al mismo tiempo a asumir
plena responsabilidad por su propia cuota positiva en la tarea de poner bajo control
las tendencias negativas en nuestro orden social globalmente entrelazado, y en
nuestro tiempo histórico ineludiblemente nacional e internacional.
En todas estos asuntos nos preocupa la necesidad vital de un cambio
estructural radical v omniabarcador de nuestro orden sociorreproductivo social,
que no se podría cumplir a través de las ciegas determinaciones materiales que
tenían que prevalecer en el desarrollo histórico del pasado. Más aún, los grandes
problemas y dificultades de nuestras propias condiciones históricas se han visto
todavía más intensificados y agravados por la evidente urgenc ia de l t i e m p o jamás experimentada en épocas históricas anteriores.
-'" Fidel Castro Ruz, Discurso en Katowice, Polonia, 7 de junio de 1972. Citado en Carlos Tablada Pérez, Economia, etica e política nel pensiero di Che Guevara, II Papiro, Milán, 1996, p. 165.
344
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Basta con puntualizar en este respecto dos diferencias literalmente vitales
que ponen muy en relieve la urgencia del tiempo en nuestra época. Primero, el
antes inimaginable p o d e r de d e s t r u c c i ó n hoy a la disposición de la humanidad,
con lo que la completa destrucción del ser humano resulta ahora fácilmente
accesible mediante una variedad de recursos militares. Esto se ve fuertemente
subrayado por el hecho de que en el último siglo hemos sido testigos de la escala
creciente y la intensidad cada vez mayor de conflagraciones militares reales,
incluyendo dos Guerras Mundiales extremadamente destructivas. Más aún, en los
años finales del caótico "Nuevo Orden Mundial", las pretensiones más absurdas v
cínicas fueron—y lo siguen siendo—empleadas para lanzarse a guerras genocidas,
amenazándonos al mismo tiempo con el uso de armas nucleares "moralmente
justificado" en proyectadas guerras "preventivas y disuasivas" futuras. Y la segunda
condición gravemente amenazante es que la naturaleza destructiva del control
metabólico social del capital en nuestro t iempo—manif iesta a través de la
preponderancia cada vez mayor de la p r o d u c c i ó n des truct iva en contraste con
el m i to capi ta l is ta de la d e s t r u c c i ó n p r o d u c t i v a , t r a d i c i o n a l m e n t e
autojustificativo del capital—está en proceso de devastar el medio ambiente natural,
poniendo así en peligro directo las condiciones elementales de la propia existencia
humana en el planeta.
Por si fuera poco, esas condiciones subrayan con gran fuerza la dramática
urgencia del tiempo en nuestra propia época histórica y la imposibilidad de hallar
soluciones viables para los graves problemas involucrados sin hacerles frente
c o n c i e n t e m e n t e a los pel igros y c o m p r o m e t e r n o s a la única búsqueda
r a c i o n a l m e n t e fac t ib le—y, en el más p ro fundo sen t ido del t é r m i n o ,
c o o p e r a t i v a — d e correctivos. Así, debido a la magnitud sin precedentes de las
tareas por delante, y a la urgencia, única en la historia, de nuestro tiempo que
presiona por su solución permanente , el papel que se le asigna al desarrollo
progresivo de la conciencia socialista resulta absolutamente fundamental.
La necesidad de un cambio estructural radical y amplio en el orden metabólico
social establecido acarrea la necesidad de la r e d e f i n i c i ó n cual i tat iva de las
d e t e r m i n a c i o n e s s i s témicas de la sociedad como la perspectiva de transfor
mación general . Ni los ajustes parciales ni las mejoras marginales al orden
sociorreproductivo existente son suficientes para responder al desafío. Porque
sólo podrían reproducir a una mayor escala—y ciertamente agravada también por
el paso de nuestro t iempo histórico fuertemente const reñido—los peligros
claramente identiíicables tanto en el campo de la destrucción militar y económica
como en la del plano ecológico. Por eso solamente la institución de la a l ternat iva h e g e m ó n i c a al control metabólico social del capital puede ofrecer una salida
para las contradicciones y los antagonismos de nuestro tiempo.
Como ya hemos visto, lo que distingue más nítidamente a las alternativas
hegemónicas enfrentadas es su actitud hacia el cambio radicalmente diferente. El
345
Istva'n Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
control metabólico social del capital es absolutamente incompatible con cualquier
idea de cambio estructuralmente significativo, a pesar de toda la evidencia de su
urgencia. Por el contrario, el orden alternativo hegemónico del trabajo societal no
puede funcionar en modo alguno sin abarcar pos i t iva y c o n c i e n t e m e n t e todas las fuerzas dinámicas del cambio en todos los niveles de la vida individual y social,
incluyendo las determinaciones estructuralmente vitales de la reproducción
material y cultural de la sociedad. Esto es realizable, sobre una base social continuada
y global, tan sólo mediante el necesario seguimiento de una p l a n i f i c a c i ó n m e r e c e d o r a d e su n o m b r e , proyectada concientemente y llevada a cabo
autónomamente por los propios individuos sociales.
En este sentido el cambio es factible en el orden hegemónico alternativo no
como un paso o pasos en particular adoptados con pretensión de finalidad y
conclusión (hay siempre algún desafío nuevo generado y en verdad bien venido en
el transcurso de la transformación socialista) sino solamente a través del desarrollo
progresivo—jamás c o m p l e t a d o de f in i t ivamente—de la conciencia socialista.
Así el modo alternativo hegemónico de control metabólico social se autodefine
no menos en términos del impacto perdurable de sus principios orientadores
adoptados l ibremente y operacionalmente impor tan tes—que convierten en
realidad el poder de la conciencia individual y social—que mediante la capacidad
efectiva de producción material y reproducción social que lo abarque todo. De
hecho esto último no podría darse de ninguna manera sin su constante interacción
con los provectos y los planes formulados concientemente por los seres humanos
en su cambiante s i tuación soc iohis tór ica , en es t recha conex ión con sus
determinaciones de valor v el compromiso conciente de responder a los desafíos
que se presenten v mejorar las condiciones de su existencia.Y las mejoras a las que
aquí nos referimos se harán no sólo en términos materiales sino según el pleno
significado va estudiado de "individuos sociales ricos en autodesarrollo".
La conciencia de los individuos sociales que opera en esas relaciones de
pretensiones encontradas entre el orden metabólico social establecido y su
alternativa hegemónica es en primer lugar su conciencia de la necesidad de instituir
exitosamente una alternativa sustentable históricamente a la creciente destructividad
del modo de control reproductivo social del capital. Al mismo tiempo, respecto a
la autoconciencia y a la autodefinición históricamente apropiada del pueblo
involucrado, la requerida conciencia de los individuos sociales comprometidos en
el proceso transformador constituye su absoluta conciencia de estar comprometidos
activamente en la institución del único orden alternativo hegemónico factible bajo
las circunstancias prevalecientes. Nada que deje de cumplir con ese tipo de autode
finición—hecha valer con determinación y consistencia incondicionales—podrá
tener éxito. Porque estamos acá ante un mandato inédito para una transformación
cualitativa que lo abarque todo en una coyuntura crítica de la historia de la
humanidad. En una coyuntura antes inconcebible, es decir, cuando está en juego
nada menos que la supervivencia misma de la especie humana,
346
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
El único órgano social capaz de cumplir con el mandato histórico vital en
cuestión es la educación firmemente orientada hacia el desarrollo progresivo de
la conciencia socialista.
9.8.7 Puesto que la idea del cambio estructural se excluye a priori cuando se mira
al mundo desde la perspectiva del capital, en vista de los parámetros conceptuales
necesariamente restrictivos del sistema, la dimensión del f u t u r o sufre las
consecuencias de tener que quedar reducida en la visión de absolutamente todos
aquellos cuyo horizonte histórico esté fijado por la perspectiva del capital. Por
consiguiente, hasta un genio de la filosofía, como Hegel, no podía más que presentar
una d ia léct ica de l t i e m p o truncada cuando le tocó llegar al presente en su
monumental concepción de la Historia Universal. Elocuentemente, le cerró el camino
a la posibilidad de cualquier cambio futuro estructuralmente significativo al insistir
de manera apologética—que a fin de cuentas tenía que resultar antihistórica también
en su espíritu— en que "La historia del mundo viaja de Oriente a Occidente, porque
Europa es abso lu tamente el fin de la Historia""' Y agregó, para completar,
que ese proceso de desarrollo hacia su culminación y consumación ideal es "la
verdadera t eod icea , la justificación de Dios en la Historia".'"^
Desde la perspect iva en definitiva con t r ap roducen te del capital , las
expectativas de desarrollo deben ajustarse de modo tal que la preocupación por la
i n m e d i a t e z domine el horizonte del t iempo. Cualquier cambio previsto es
admisible y legítimo sólo si las condiciones potencialmente alteradas pueden
encajar con facilidad en el marco estructural establecido del sistema del capital y
de sus correspondientes determinaciones de valor.
La orientación educativa de los individuos—incluidas sus aspiraciones
materiales y sus valores sociales—es guiada de la misma manera, dominada
directamente por los problemas de la inmediatez capitalista. Su conciencia del
t i empo, en cuanto atañe al "futuro", está restr ingida al t i e m p o p r e s e n t e constantemente renovado de su lucha con el poder fetichistamente constreñidor
de la inmediatez en su vida diaria: una lucha que no les es posible ganar bajo el
tiempo de trabajo necesario del dominio del capital. El l oca l i smo y la i nmed ia tez deben, por consiguiente, prevalecer por doquiera. El concepto de c a m b i o e s t r u c t u r a l g e n e r a l material y socialmente factible, por no mencionar su
c o n v e n i e n c i a y l e g i t i m i d a d , debe mantenerse en términos de los t abúes absolutos del sistema educativo dominante.
El culto capitalistamente conveniente de lo local y lo i n m e d i a t o prevalece,
y ambos marchan inseparablemente unidos. Así, en las concepciones que se
="5 Hegel, The Philosophy of History, p. 103. " ' Ibid., p. 457.
347
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
amoldan al "orden natural" automitificador y pretendidamente permanente del
capital, la faltante dinámica de los objetivos e ideales transformadores g loba le s , que tendrían que prever en alguna coyuntura futura la necesidad—o al menos la
posibilidad—de un cambio sociohistórico fundamental, no puede ser explicada
sin tener en mente el inevitable h o r i z o n t e d e l t i e m p o t r u n c a d o de los
individuos controlados fetichistamente en su vida diaria. Aquí se da una reciprocidad
lesiva, que construye un círculo vicioso en la relación entre lo local y lo inmediato.
El horizonte del tiempo truncado de los individuos excluye la posibilidad de fijarse
objetivos transformadores amplios, y viceversa, la ausencia de determinaciones
transformadoras amplias desde su visión condena a su conciencia del tiempo a
permanecer encerrada en el muy estrecho horizonte del tiempo de la inmediatez.
La educación socialista, en contraste, no puede cumplir su mandato histórico
sin concederles su debido peso a los objetivos transformadores abarcadores
vitalmente importantes vinculados a su horizonte del tiempo apropiado. Sin duda,
eso no significa que los objetivos más fundamentales del cambio estructural deban
o puedan ser dejados para un futuro lejano, a cuenta de que la perspectiva de su
realización plena sea inevitablemente a nnás largo plazo. Por el contrario, esa
constituye una característica sobresaliente de los aspectos que hav que afrontar en
el transcurso de la transformación socialista de la cual las tareas inmediatas no
pueden ser separadas ni aisladas a conveniencia, ni mucho menos olvidadas de
manera opuesta autojustificadora—como se hizo en el pasado—de los desafíos a
mayor plazo y más abarcadores. Los aspectos mismos están tan estrechamente
entrelazados, a causa del carácter histórico inédito del cambio estructural
omniabarcador requerido, que la acción que concierne incluso a los objetivos
transformadores p l e n a m e n t e realizables más distantes—como, por ejemplo, la
institución de una i gua ldad sustativa en todas partes, en el significado genuino
del té rmino—no puede quedar postergada para alguna fecha en el futuro lejano.
El camino que conduce a la realización global de la igualdad sustantiva debe ser
emprendido hoy día si estamos tomando con la debida seriedad la culminación
exitosa de la actividad incondicional requerida para la institución v consolidación
de un cambio material v cultural radical como éste.
Constituye un rasgo histórico inédito de la propugnación socialista de un
cambio estructural cualitativo que la conciencia—v la autoconciencia—de los
individuos tenga que centrarse en la naturaleza g l o b a l / o m n i a b a r c a d o r a de la
transformación social requerida y de su propia cuota dentro de ella como esencia l para los o b j e t i v o s g e n e r a l e s en cuestión, y no puedan ser que comparti-
mentalizadas en el terreno privado de alguna individualidad aislada más o menos
ficticia. De esta manera también el horizonte del tiempo de los individuos sociales
particulares resulta ser inseparable del tiempo histórico abarcador—sin importar
lo largo del plazo—de su sociedad entera en desarrollo dinámico. Así, por primera
vez en la vida en el transcurso de la historia humana se espera que los individuos
tomen c o n c i e n c i a real de la parte que les corresponde en el desarrollo humano,
348
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
tanto en lo que respecta a sus o b j e t i v o s t r a n s f o r m a d o r e s a b a r c a d o r e s absolutamente factibles como a la escala t e m p o r a l de su propia participación y
contribución específica reales en el cambio en desenvolvimiento de sus sociedades.
En este sentido la conciencia y la autoconciencia de los individuos particulares
de su papel como individuos sociales responsables—la clara conciencia de su
c o n t r i b u c i ó n espec í f ica , inmedia ta pero escogida autónomamente, con la
transformación omniabarcadora progresiva—constituye una parte in tegra l y
esenc ia l de todo éxito factible. Porque no pueden cumplir apropiadamente ni
siquiera sus objetivos relativamente limitados sin visualizar y evaluar autoconciente-
mente la relevancia de su actividad específica en el marco transformador más
amplio—que de ese modo ellos mismos constituyen y le dan forma autóno
mamente—como parte integrante del tiempo histórico que todo lo abarca creado
sobre la base de la progresión por una sucesión de generaciones, ellos incluidos.
Sólo dentro de esta perspectiva pueden cobrar plena conciencia de la vital
significación de su propio t i e m p o d i s p o n i b l e como "productores libremente
asociados". Es la única forma en que pueden dedicarle autónomamente su tiempo
disponible—que es simultáneamente su t i e m p o h i s t ó r i c o real como individuos
sociales particulares que pueden encontrarle sentido, y dárselo, a su propia vida—
a la creación de un orden metaból ico social cual i ta t ivamente diferente e
históricamente sustentable.
En esta transformación radical está en juego nada menos que la necesidad
literalmente vital de la creación de una nueva sociedad viable. Una transformación
cuyo éxito no es concebible sin asegurar concientemente el históricamente
ineludible t razado racional de los parámetros genera les del n u e v o orden , sobre la base de la continuidad, y sin la autoconciencia de los individuos sociales
como creadores y recreadores de ese trazado general a través de generaciones. Y
por supuesto está claro que la creación y la apropiada renovación del trazado
general resulta inconcebible sin las determinaciones de valor autoconcientes y
autónomas de los individuos sociales que pueden y quieren identificarse con la
transformación históricamente en desenvolvimiento de su sociedad.
El papel de la educación, definida apropiadamente como el desarrollo
progresivo de la conciencia socialista, es obviamente un constituyente crucial de
ese gran proceso transformador.
9.8.8 Dada la urgencia sin precedentes de nuestro tiempo histórico, el socialismo
en el siglo XXI no puede evitar encarar los dramáticos desafíos que surgen de esos
imperativos.
En sentido general ellos aparecieron ya en vida de Marx, aunque en esos días
la destrucción total de la humanidad—en ausencia de los medios y modalidades
militares que pudiesen cumplir con facilidad esa destrucción, en estrecha conexión
349
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
con la inescapable crisis estructural del capital, como lo presenciamos por todas
partes en nuestro t iempo—no era todavía una realidad globalmente amenazadora.
El propio Marx trataba apasionadamente de explorar las vías de la realización
de los cambios t ransformadores omniabarcadores que son necesarios para
con t ra r res ta r sobre una base h is tór icamente sustentable la tendencia a la
destrucción en avance del sistema del capital. Estaba plenamente conciente del
hecho de que sin la dedicación conciente del pueblo a la realización de la
monumental tarea histórica de instituir un orden de reproducción metabólica
social radicalmente diferente y viable no podría haber éxito. El poder de persuasión
intelectual del discernimiento teórico, independientemente de lo bien fundado,
no bastaba por sí mismo. La manera de formular ese problema, con gran sentido de
la realidad, fue reconocer que "No basta con que el pensamiento se esfuerce en
realizarse, la realidad misma debe luchar por convertirse en pensamiento".^'^
Él sabia perfectamente que la fuerza material cada vez más destructiva del
capital, en la fase descendente del desarrollo del sistema, tenía que ser enfrentada
y to ta lmente derrotada por la fuerza material de la alternativa hegemónica
históricamente viable. Así, al subrayar la manera como el trabajo teórico podría
aspirar a tener significación le agregaba a la frase recién citada que "la teoría también
se convierte en una fuerza material tan pronto como logra comprender a las
masas".^'* Naturalmente, no cualquier teoría podría hacer eso. Puesto que era
asunto de constituir una relación apropiada entre la teoría comprometida con la
idea de un cambio social fundamental y la fuerza material que podría marcar la
diferencia, había que satisfacer algunas condiciones de importancia vital sin las
cuales la idea propugnada de "la teoría comprendiendo a las masas" no equivaldría
más que a una consigna moralista vacía, como ha sido frecuentemente el caso en el
discurso político sectario/elitesco. Así, Marx concluyó sus reflexiones sobre el
tema aseverando con firmeza que "la teoría se puede realizar en un pueblo s ó l o en la m e d i d a en q u e cons t i tuya la rea l i zac ión de las n e c e s i d a d e s de ese pueblo".'"
No hace falta decirlo, la teoría no puede llegar hasta el pueblo en cuestión
nada más gracias a los libros, ni en verdad dirigiéndose simplemente, aunque sea
con la mejor de las intenciones, a una multi tud ocasional de individuos. El
pensamiento radical no puede tener éxito en su mandato de cambiar la conciencia
social sin una ar t i cu lac ión organizac ional adecuada. Para el éxito de la empresa
transformadora es esencial que haya una organización coherente, que proporcione
el marco históricamente en desarrollo del intercambio entre las necesidades del
pueblo y las ideas estratégicas de su realización. De manera que no resultó en nada
sorprendente que Marx y su cercano compañero Engels, se unieran como jóvenes
^" Marx y Engels, Collected Works, vol, 3, p. 184. ^'0 Ibid. ™ Ibid,
350
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
intelectuales revolucionarios al movimiento social más radical de su tiempo y
fuesen responsables de la escritura del Mani f i es to Comunis ta que propugnaba
la requerida intervención organizada incondicional en el proceso histórico global
en desenvolvimiento.
Era esencial también tener una idea clara de la orientación estratégica de la
conciencia en desarrollo, es decir, su enfoque necesario sin el cual ella se podría
desviar de la realización de su tarea histórica. Por eso Marx dio un paso más para
afirmar que la " c o n c i e n c i a comuni s ta" propugnada sólo sería capaz de cumplir
su mandato histórico si se constituía en "la conciencia de la n e c e s i d a d de una r e v o l u c i ó n fundamental".^^"
Más aún, una consideración igualmente importante concernía al aspecto de
la ampl i tud con la que esa conciencia comunista debía ser difundida en la sociedad,
a fin de establecer la oportunidad de someter a su adversario, junto con el tema
colateral de las c o n d i c i o n e s de su d i fus ión , aún faltantes bajo las circunstancias
prevalecientes, dado el prolongado acondicionamiento histórico del pueblo
involucrado, que actuaba en contra de la adopción a gran escala de la conciencia
comunis ta . Porque las tentaciones en úl t ima instancia au toder ro t i s tas del
v a n g u a r d i s m o e l i t e s c o no tuvieron su origen en tiempos recientes. Ya eran
prominentes mucho antes de los días de Marx. Esto se aplicaba no sólo a la
ignorancia de la in te r rogante de " ¿ c ó m o e s t á n e d u c a d o s l o s p r o p i o s educadores?"—que supone cierto tipo de "derecho de cuna" o superioridad e x off ic io de los "educadores" autodesignados—sino en términos más generales: al
aspecto vital de la t o m a d e d e c i s i o n e s , que excluye a las grandes masas del
pueblo. Además, dichas concepciones elitescas estaban siempre condenadas a la
futilidad y el fracaso porque sin la movilización de las grandes masas del pueblo no
había esperanza de éxito contra la abrumadora ventaja del capital bajo las condiciones
históricas prevalecientes.
En oposición a todas las tergiversaciones elitescas concebibles del desafío,
de las cuales hemos visto varias representaciones dañinas en el pasado, Marx
enfatizaba de la manera más clara posible que En cuanto a la producción en escala de masas de esa conciencia comunista, y en cuanto al éxito de la causa misma, es necesario cambiar a los seres humanos en escala de masas, un cambio que sólo puede darse en un movimiento práctico, una revolución; la revolución es necesaria, por consiguiente, no solamente porque la clase dominante no puede ser derrocada de ninguna otra manera, sino además porque la clase que la derroque sólo en una revolución podría sacudirse de toda la basura del pasado y volverse apta para fundar una sociedad
Marx y Engeis, Collected Works, vol. 5, p. 52. Ibid., pp. 52-53.
351
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
Esas consideraciones continúan siendo válidas también para el presente y el
futuro. El vanguardismo sectario jamás podría dar la talla ante la magnitud de la
tarea histórica que implica no sólo la constitución de un movimiento de masas
revolucionario capaz de superar con éxito a su adversario, sino además y al mismo
tiempo "sacudirse" de la basura paralizante del pasado, y volverse así ap to para fundar una s o c i e d a d nueva . Por eso Marx contrastaba la necesidad de una
c o n c i e n c i a de masas comuni s ta con el "ideal abstracto al cual supuestamente
el pueblo debe amoldarse". Estuviesen o no concientes de ello los propugnadores
de esos enfoques, el v a n g u a r d i s m o sec tar io fue siempre—y jamás podrá ser
alguna otra cosa—precisamente el intento de imponerles a las grandes masas del
pueblo el ideal abstracto que Marx criticaba, mientras descartaban arrogantemente,
o al menos ingenuamente, la alternativa válida de la c o n c i e n c i a d e masas c o m u n i s t a como "populismo" o algo por el estilo. Y el "ideal abstracto" del
sectarismo vanguardista impuesto desde afuera no podría ser considerado menos
dañino sólo porque algunos de sus solícitos propugnadores tuviesen la intención
personal de adecuarse a él.
Paradójicamente, en algunos períodos del siglo XX "la rea l idad misma luchaba p o r conver t i r se en p e n s a m i e n t o " , para emplear la expresión de
Marx, pero el "pensamiento"—que debía estar incorporado en las estrategias
sociales y políticas viables de la transformación radical requerida, junto con sus
articulaciones organizacionales correspondientes—no estaba listo para el desafío.
A fin de contrarrestar la posibilidad de dejar de aprovechar las condiciones
favorables que aparecían en medio de la crisis estructural del capital cada vez más
profunda, hay que recordar dos aspectos de primordial importancia. Respecto a
ambas resulta de máxima importancia el papel de la educación, como el tan
necesitado desarrollo de la conciencia socialista sin el cual incluso la grave crisis
estructural del orden metabólico social del capital dista mucho de ser suficiente
para activar el proceso de "fundar una sociedad nueva".
El primero atañe a la necesaria t rans ic ión del orden dominante hacia la
sociedad históricamente sustentable del futuro. Como va hemos visto, el orden
metabólico social del capital hoy firmemente atrincherado se caracteriza por la
dominación del c o n t r a v a l o r — e s decir, por la connotac ión positiva que
perniciosamente se les da a el despiltarro v la des t rucción—que acarrea la
degradación de la "educación" a un condicionamiento conformista del pueblo, que
debe "interiorizar" los requerimientos suicidamente destructivos del sistema del
capital, en un espíritu amoldado al mantenimiento y expansión del contravalor. En
este sentido, encaminarse hacia el nuevo orden metabólico social, en la sociedad
t rans ic iona l , resulta inseparable de la necesidad de vencer el e t h o s soc ia l h e r e d a d o del orden reproductivo del capital. Solamente a través de la educación
concebida como la a u t o e d u c a c i ó n radical de los individuos sociales, en el
transcurso de su "cambio que sólo puede darse en un m o v i m i e n t o p r á c t i c o , una r e v o l u c i ó n " , tan sólo en ese proceso pueden los individuos sociales
352
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
convertirse simultáneamente en educadores v educados. Es esa la única manera
concebible de superar la dicotomía conservadora de todas las concepciones elitescas
que dividen a la sociedad en los muy selectos "educadores" misteriosamente
superiores y el resto de la sociedad resignada a su posición permanentemente
subordinada de "los educados", como lo realzó Marx. Al respecto debemos tener
siempre en mente que el propugnado "cambiar al pueblo para que se vuelva a p t o para fundar una s o c i e d a d nueva" sólo resulta factible a través del desarrollo
de una " c o n c i e n c i a de masas comuni s ta" que abarque a la inmensa mayoría de
la sociedad.
Ese desar ro l lo t iene lugar en una s o c i e d a d t r a n s i c i o n a l con sus
características dadas que no se pueden borrar del mapa a fin de amoldarse a algún
supuesto futuro idealizado. Las palancas para la mediación realmente a la mano—
las m e d i a c i o n e s ' ^ ^ práct icas identificables en t r e el p resen te y el futuro
sustentable—son las únicas maneras y medios gracias a los cuales los p r i n c i p i o s o r i e n t a d o r e s genera le s de la transformación socialista pueden ser convertidos
en fuerzas operat ivas , reforzando cada vez más las potencialidades positivas
percibidas y reduciendo el poder de los constituyentes negativos heredados. Porque
el éxito de ese proceso tiene que depender obligatoriamente de la dialéctica práctica
del cambio y la c o n t i n u i d a d , mediante la consolidación de las potencialidades y
logros positivos como el basamento necesario sobre el cual resulte posible construir
en adelante. Naturalmente, la manera apropiada de echar mano de las palancas
mediadoras a la disposición en una sociedad transicional incluye la adaptación a
nuestro propio plan de las aspiraciones progresistas del pasado más lejano—como
vimos antes con referencia a los ideales educativos irrealizados de los grandes
pensadores de la Ilustración—y recrear así una prolongada c o n t i n u i d a d histórica de la cual el capital es enemigo absoluto en la presente etapa de su crisis sistémica.
La t rans ic ión exitosa constituye un proceso histórico vital, que se desenvuelve
dentro de la dialéctica permanente de la continuidad v el cambio. Si se abandona
cualquiera de los dos constituyentes dialécticos de dicho proceso, por no hablar
de la supresión de ambos, no podemos más que des truir la h is tor ia , como se
empeña en hacerlo el capital hoy día. El papel au tónomo de la educación
autoeducadora para asir y adaptar adecuadamente las palancas mediadoras de la
sociedad transicional es el necesario constructor de la continuidad positiva. Es
histor ia v i v i e n t e , en desenvolvimiento hacia el futuro escogido, y al mismo
tiempo la manera conciente de los individuos sociales de vivir su propia historia en
el difícil período de transición.
El segundo punto de importancia primordial antes indicado concierne al
desaf ío i n t e r n a c i o n a l que tenemos por delante. Porque nadie puede negar con
' ^ En términos filosóficos la categoría de mediación adquiere una importancia particularmente grande en el período histórico de la transición hacia el nuevo orden social.
353
István Mészáros: El desafi'o y la carga del tiempo histórico
seriedad que el culto del localismo—desde el ingenuo romanticismo de "lo p e q u e ñ o es b e l l o " hasta la consigna autoderrot is ta y parcializada, si bien
retóricamente atractiva, de "pensar globalmente, actuar localmente"—resul ta
ser totalmente impotente contra los recursos globales de dominación y destrucción
del capital. Al mismo tiempo, es también muy difícil negar que los intentos del
pasado de contrarrestar organizacionalmente el poder global del capital con la
fuerza del internacionalismo socialista no estuvo a la altura de sus objetivos
declarados. Una de las razones principales del fracaso de las Internacionales radicales
fue su tan irrealista—aunque históricamente condicionada—presuposición de la
u n i d a d doctr inar ia como punto de partida y necesario modo de operación, v
su intento de a p l i c a c i ó n en una variedad de modalidades autoderrotistas, que
conducían a los descarr i lamientos y el derrumbe final. Rectificar a conciencia
ese problema, de acuerdo con los requerimientos y las potencialidades de nuestro
tiempo histórico, representa un desafío de primera magnitud para el futuro.
Por otra p a r t e , la dominación ideológica del capital en el escenario
internacional se vio sólidamente apoyada por la cu l tura d e la d e s i g u a l d a d sustantiva. Ésta promovió el mito al servicio de sí mismo de las "nac iones de la h i s tor ia u n i v e r s a l " — u n puñado de países capitalistamente poderosos que
llegaron a la dominación bajo determinadas circunstancias históricas—a expensas
de las naciones más pequeñas presuntamente destinadas a estar subordinadas para
siempre a los países "de la historia universal". Esta visión elevó, en ejercicio de
filosofía abstracta, una obvia c o n t i n g e n c i a h is tór ica al encumbrado estatus de
n e c e s i d a d o n t o l ó g i c a aprior ís t ica , para culminar en la ya citada conseja según
la cual las "naciones de la historia universal" de Europa representaban "absolutamente
el fin de la historia". De esa manera el totalmente injustificable sistema de
dominación y subordinación estructural quedaba justificado a través del acto de
travestismo especulativo de la relación de fuerzas, contingentemente establecida
pero históricamente cambiable, en la supuesta permanencia de la desigualdad
sustantiva.
El papel de la educación es crucial en este respecto. Porque, por una parte, es
necesario poner a la luz—mediante el poder demistificador de la educación
socialista—el carácter apologético de la cultura por tanto tiempo establecida de la
d e s i g u a l d a d sustant iva , en todas sus formas, a fin de poner más cercana la
realización de la única relación humana permanentemente sustentable de la
i gua ldad sustant iva en el orden global históricamente cambiante. Y, por otra
parte, la intervención positiva de la educación en la construcción de las vías para
con t ra r res ta r exi tosamente la dominación global del capital , mediante el
e s t ab lec imien to de las f o r m a s d e s o l i d a r i d a d s o c i a l i s t a o r g a n i z a c iona lmente viables, es vital para darle respuesta al gran desafío internacional de nuestro tiempo histórico.
354
Capítulo 10 ¿Por qué socialismo?
EL TIEMPO HISTÓRICO Y LA ACTUALIDAD DEL CAMBIO RADICAL
En su contribución al primer número de M o n t h l y R e v i e w , allá por 1949,
Einstein formuló la pregunta ¿por q u é soc ia l i smo?, y subrayó enérgicamente en
su respuesta que "la sociedad humana está pasando por una cris is , su estabilidad se
ha visto s er iamente quebrantada". Insistió en que los riesgos por enfrentar
eran en verdad muy altos en nuestro orden social globalmente entrelazado porque
"no es nada exagerado decir que la humanidad constituye hoy una c o m u n i d a d
p l a n e t a r i a de producción y consumo". Tampoco quería él menospreciar los
problemas que había que encarar en el futuro. Por el contrario, señaló con lúcido
sentido de la responsabilidad que "la realización del socialismo requiere de la
solución de algunos problemas sociopolíticos ex t remadamente difíciles". Y
concluyó su razonamiento con estas palabras: "La claridad acerca de las metas y los
problemas del socialismo es de suma impor tancia en n u e s t r a é p o c a d e
transición"."^
Desde el tiempo en que esas palabras fueron escritas, hace casi sesenta años,
la crisis a la que se refería Einstein se ha vuelto mucho mayor: una auténtica cris is
es tructural de todo nuestro sistema de reproducción social. Además, nadie querría
negar en nuestros días que tenemos que preocuparnos por la compleja situación
comprometida de un orden p lane tar io , aunque el término de moda para las
tendencias de desarrollo actuales de ese orden—empleado a menudo como
subterfugio en provecho propio—sea "global ización". Más aún, con el derrumbe
del sistema de tipo soviético a mediado de la década de los SO, con penosas
repercusiones para incontables mil lones, la opinión de Einstein de que "la
real ización del social ismo requ ie re de la solución de algunos p rob lemas
sociopolíticos extremadamente difíciles" ha adquirido un dramático realce.
Así, más que nunca antes, nuestra é p o c a d e t rans ic ión necesita hallarles
una solución históricamente viable a sus contradicciones y sus confrontaciones
devastadoras, a fin de remediar su estabilidad gravemente quebrantada por los
antagonismos que originaron dos asoladoras guerras mundiales en el siglo XX y
presagian la total destrucción de la humanidad si se llega a dar una tercera.Tan sólo
los defensores del orden establecido más incondicionales podrían sostener que
todo puede seguir marchando indefinidamente como hemos visto hasta ahora. Por
'' ^ A\beít EinsteÍTi, "FOT q-aé sociafemo", MoTktWy Revievj, mayo de 1949.
355
István Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
lo tanto, ante la crisis estructural cada vez más honda del orden metabólico social
del capital, la pregunta de "¿por qué socialismo?" puede—y debe—ser formulada
de nuevo.
¿Por qué socialismo, entonces? En primer lugar porque el capital es por
naturaleza propia incapaz de abordar los peligrosos problemas de su crisis
estructural. El sistema del capital tiene un carácter eminentemente—e incluso
únicamente—histór ico . Sin embargo, sus personificaciones se niegan a admitirlo,
con la i n t enc ión de e t e r n i z a r el domin io de de su m o d o de con t ro l
sociorreproductivo, a pesar de los peligros va demasiado obvios incluso respecto
a la destrucción de la naturaleza, y las innegables implicaciones de esa destrucción
para la propia supervivencia humana.
La dificultad insuperable en este particular es que el sistema del capital,
como modo de control sociorreproductivo, tiene que seguir a toda costa su propia
lógica, que se corresponde con sus determinaciones estructurales objetivas. La
tendencia autoexpansionista del capital no puede refrenarse en virtud de ninguna
consideración humana nada más porque ésta pueda parecer más digerible
moralmente, como nos quieren hacer creer los mitos autocreados del "capitalismo
caritativo" y el "capitalismo del pueblo". Por el contrario, la lógica del capital se
caracteriza por su destructividad al servicio de sí mismo, ya que todo lo que se
atraviese en el camino de la implacable tendencia expansionista del sistema tiene
que ser echado a un lado, y hasta aplastado de ser necesario, como siempre ha sido.
De otro modo el capital se dirigiría rápidamente a un alto en su avance autoexpa
nsionista, y pronto se derrumbaría también como modo de control metabólico
social.
Que se haga valer apenas bajo las circunstancias históricas actuales de la crisis
estructural del sistema no constituye ninguna novedad. Más bien todo lo contrario.
Nos enfrentamos a las peligrosas condiciones de la crisis estructural del capital
porque esa forma de control metabólico social ya no está en posición de desplazar c o n é x i t o sus contradicciones y antagonismos inherentes sin activar al mismo
tiempo los límites intraspasables del propio sistema. Esta situación comprometida
está en abierta contradicción con la capacidad que tenía el capital en el pasado, en
la fase de ascenso del desarrollo del sistema, para invadirlo todo y vencer con
relativa facilidad los obstáculos que se le presentasen en el camino
Dadas las limitaciones objetivas de nuestro hogar planetario y las fuerzas en
competencia antagónica por sus recursos, la manera acostumbrada del capital de
someterlo todo sin misericordia tenía que convertirse de hecho en un intento
cada vez más problemático de desplazar las contradicciones que se generan
constantemente y en creciente escala. En el siglo XX el desplazamiento en definitiva
insostenible de las contradicciones incluyó la extrema destructividad de las dos
guerras mundiales ya mencionadas, con las implicaciones fatalmente prohibitivas
de una potencial Tercera Guerra Mundial. Es obvio, sin embargo, que una vez que
la posibilidad de ese desplazamiento destructivo en una escala global apropiada
356
István Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
haya sido anulada, las contradicciones y antagonismos sistémicos tendrán que
intensificarse, acarreando la crisis estructural insuperable de! sistema en su
totalidad.
Sin duda, la ausencia de consideraciones humanas por parte de la implacable
tendencia autoexpansionista del capital quedó en evidencia incluso desde la época
de los primeros desarrollos capitalistas, como lo demostró abundantemente la
sangrienta historia de la llamada "acumulación primitiva". En Inglaterra, por ejemplo,
nada más bajo el reinado de Enrique VIII fueron exterminados 72.000 seres
humanos cons iderados "vagos" y "vagabundos"—como "exceden tes de la
demanda"—después de haber sido privados de su ant iguo medio de vida
dependiente de las tierras comunales expropiadas para fines de la lucrativa cría de
ovejas. Por esa razón sir Tomás Moro expuso con mordaz ironía las condiciones
inhumanas bajo las que "las ovejas se están comiendo a los hombres""''^ al rentable
servicio de la producción de lana.
Nadie debería hacerse la ilusión de que, bajo las condiciones agravantes de la
crisis estructural del orden establecido, el capital pudiese asumir una actitud
diferente respecto al impacto humano de su implacable autoafirmación. El hecho
lamentable es que, sin importar todas las promesas autojustificativas, hasta el
presente el capital no ha podido satisfacer ni siquiera los requerimientos más
elementales de la inmensa mayoría de la humanidad. Por consiguiente, el gran
desafío para el futuro es cómo superar de una manera positiva las determinaciones
sistémicas del capital, que s i e m p r e le han impuesto a la sociedad su tendencia
autoexpansionista aáversaria\, sin consideración a\guna por \as consecMenóas
humanas. Es por eso que el socialismo está en la agenda histórica como la alternativa
radical al dominio del capital sobre la sociedad.
10 .1 . LAS DETERMINACIONES CONFLICTIVAS DEL TIEMPO
10.1.1
Cuando enfocamos la cuestión del tiempo en la presente coyuntura de la
historia, la principal consideración respecto a los requerimientos de un orden
social sustentable históricamente no puede ser otra que I» superación radical de la
adversariedad destructiva del capital. Ésta fue descrita por Kant como "el
antagonismo de los hombres en la sociedad", surgido supuestamente de la
incorregible "sociabilidad asocial" de su naturaleza humana, como lo vimos en el
Capítulo 1. Nuestro obligado rechazo de la cláusula de contingencia circular de la
"naturaleza humana"—porque ella no explica absolutamente nada por sí sola y, en
cambio, nos condena a no hacer algo acerca de la situación que se critica—no
Ver Utopía, de sir Tomás Moro, publicada en 1516.
357
Istvan Mésza'ros: El desafio y la^rga del tiempo histórico
puede ser más que el punto de partida. Además, la lucha contra la adversariedad
destructiva del capital no puede constituir por sí misma más que el lado negativo
de la tarea histórica.
La verdad del asunto es que la ineludible negación de la adversariedad del
capital no podría tener éxito si no está complementada por el lado positivo de la
misma empresa.Y eso implica la creativa armonización del tiempo de los individuos
sociales con el tiempo histórico i l imi tado de la humanidad. Porque a menos que
sea genuinamente ilimitado el "tiempo histórico" no tendrá nada de histórico.
Esta visión contrasta abiertamente con la temporalidad arbitrariamente cerrada
del "eterno presente" que se supone caracteriza a la "actual idad racional" del
orden establecido, como lo postulara Hegel. Nada podría justificar la racionalización
especulativa del presente eternizado del capital. Cualquier intento en ese sentido no
equivaldría a otra cosa que un apoyo incondicional a la perpetuación de la actual idad irracional de un orden social insustentable—estructuralmente de suma injusticia
e incorregiblemente antagoníst ico— aunque el fin d e l t i e m p o h i s t ó r i c o hegeliano sea presentado por el gran filósofo alemán con un tono de resignación
anuente.
La necesaria armonización del tiempo histórico a la que nos referimos aquí
significa en pr imer lugar la adopción de las p o t e n c i a l i d a d e s p o s i t i v a s objetivamente factibles de la humanidad, por parte de los individuos sociales como
los principios y valores orientadores de su propia actividad de vida, en oposición a
los contravalores impuestos de modo determinista del capital. Naturalmente,
eso resulta concebible sólo sobre la base de estrategias sociales y objetivos sociales
escogidos a conciencia, que surjan de los desafíos históricamente determinados de
los grupos sociales a los que pertenecen los individuos en particular. Pero su estar
concientes de la h u m a n i d a d a m e n a z a d a cons t i tuye un r eque r imien to
obligatorio de su autodefinición en nuestro tiempo. Sin ello al horizonte general
de su difícil trance histórico percibido—que atañe de manera directa precisamente
a sus acciones como individuos sociales concientes—le estaría faltando una
dimensión sumamente vital. Como lo planteó Attila József en su gran poema que
escogimos como epígrafe de este libro:
la materia real nos ha creado,
echándonos hirvientesy violentos,
en los moldes de esta
sociedad terrible,
para afincamos, por la humanidad,
en el eterno suelo,' '
'^' Attila József, "A varos peremén" (En las márgenes de la ciudad), 1933. Traducción de Fayad Jamís.
358
István Mésza'ros: El jesafíb y la carga del tiempo histórico
Más aún, como József lo puso de relieve en el mismo poema, los individuos
sociales llamados hoy día a plantar posición en pro de la humanidad deben hacerlo
en plena conciencia de la necesidad de observar las leyes objetivamente obligatorias
que pueden garantizar el continuado desarrollo histórico de la especie humana.
Porque sólo como "fieles o i d o r e s d e las leyes""* podrán ellos prevalecer en
contra de las tendencias en peligroso avance de la actual autofirmación del capital,
que presagian la degradación y la destrucción de la naturaleza. Es por eso que—en
un poema escrito ya en 1933 con gran capacidad de anticipación—los dos versos
finales de la estrofa vinculan directamente " a f i n c a m o s , p o r la h u m a n i d a d " con el respeto vital por el piso natural irremplazable de la propia existencia humana,
indicado por las palabras "en el e t e r n o sue lo" , donde tendremos que afincar la
humanidad.
La exigencia es inseparable, además, de la necesidad de tener un profundo
respeto por los que constituyen ¡os raJores positivos deJ progreso histórico de la
humanidad. Porque éstos deben ser observados en el espíritu de la relación dialéctica
entre c o n t i n u i d a d y c a m b i o . En otras palabras, la exigencia en cuestión significa
la comprensión, y la defensa, de la c o n t i n u i d a d en el c a m b i o socialmente
viable y significativa, y el c a m b i o e n la c o n t i n u i d a d históricamente apropiado y
sustentable. Para citar los versos que siguen inmediatamente a "en el eterno suelo"
en el poema de József:
Tras ¡os sacerdotes, los soldados y ¡os burgueses,
aljin nos hemos vue¡toJieles
oidores de ¡as ¡ejes:
por eso el sentido de toda ohra humana
zumba en nosotros
como el violón profundo.'"
Es así como el tiempo de los individuos sociales que actúan a conciencia y el
tiempo de la humanidad pueden ser reunidos bajo nuestra difícil situación histórica
en peligro. Pero, por supuesto, tal armonización del tiempo de vida de los individuos
y el t i empo his tór ico de la human idad—en contras te con las dicotomías
ontológicamente insuperables proyectadas por la filosofía clásica alemana a través
de su "sociabilidad asocial" supuesta a conveniencia, que se dice surgida directamente
de su "naturaleza humana" fijada—no se puede dar por garantizada. Resulta factible
sólo si las determinaciones conflictuales del t iempo, bien reales y no postuladas
de manera especulativa, que afectan profundamente el destino de la humanidad—
y con ello inevitablemente también la vida de la totalidad de los individuos—son
resueltas a favor de un orden social his tór icamente sustentable al superar
exitosamente las tendencias tan obviamente destructivas del capital en nuestro
tiempo.
Por Fayad Jamís Attila József, "Szocialisták" (Socialistas), 1931.
359
Istviín Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
10.1.2
Sin duda, las determinaciones objetivamente conflictuales del tiempo son
inseparables de la naturaleza de las fuerzas sociales que compiten en el escenario
histórico, oponiéndose entre sí sobre la base de sus intereses y antagonismos
socialmente constituidos. József no se hacía ilusiones de que un llamado directo a
la conciencia individual pudiese aportar la solución requerida para sus conflictos.
Se daba perfecta cuenta de que la percepción del tiempo histórico que tienen los
individuos surge de la posición que ellos ocupan—no simplemente por nacimiento,
sino a través de su autodefinición más o menos concientemente renovada—en
relación con las al ternat ivas hegemónicas fundamentales del o rden social
establecido. Por lo tanto no es posible concebir una solución verdaderamente
factible sin las confrontaciones que involucran a las principales fuerzas sociales
como portadoras de las alternativas históricas de la época efectivamente disponibles,
o bien ya del todo articuladas y afincadas, o todavía en proceso de emerger v
potencialmente prevalecer.Y esa determinación ocasiona una diferencia significativa
en términos de la actitud de los individuos para con el tiempo histórico, junto con
su autodefinición contrastante en términos de las acciones orientadas a la
transformación emancipadora de la sociedad o, de lo contrario, hacia la preservación
del orden establecido. Como lo expone József en un poema anterior:
El tiempo está levantando la niebla,
j podemos divisar mejor nuestra cima.
El tiempo está levantando la niebla,
lo hemos puesto de nuestra parte,
lo hemos puesto de nuestro lado en la lucha,
con nuestras reservas de miseria."'
Los defensores del orden establecido, armados también con poderosos
g e n e r a d o r e s de n iebla , hacen todo lo que pueden para mistificar a su adversario
histórico negando las determinaciones conflictuales del tiempo. Sin embargo, "el
t iempo está levantando la niebla", gracias a la i r reprimible lucha contra la
desigualdad y la miseria estructuralmente impuestas, sin importar cuan cínicamente
mientan los ideólogos del orden dominante acerca de la pretendida eliminación
exitosa de los intereses y antagonismos sociales fundamentales en su "mundo
moderno" típicamente indefinido. Han estado predicando desvergonzadamente por
mucho más de un siglo que "las clases se están f u s i o n a n d o unas con otras" y que
"todos nos estamos volviendo de c lase media". Pero—en medio del crecimiento
cada vez más obvio de la desigualdad y la explotación que afectan directamente a la
inmensa mayoría de la humanidad—el los evadían y cont inúan evadiendo
calculadamente responder a la pregunta ¿la media de qué? Para ellos la historia
ya ha sido conducida hasta su feliz conclusión, y por consiguiente no puede quedar
Attila József, "Szocialisták" (Socialistas), 1931.
360
Istva'n Mésza'ros; £1 desafío y la carga del tiempo histórico
ninguna disputa significativa, ni mucho menos confrontación objetiva con
fundamento social, acerca del tiempo histórico.
La línea de demarcación básica en relación con el tiempo está trazada entre quienes
quieren eternizar el modo de reproducción metabólica social establecido, a pesar de su
creciente destructividad y los que tendrán que instituir y convertir en humanamente
gratificadora a su necesaria alternativa radical en una escala históricamente sustentable.
Por lo tanto los riesgos son verdaderamente epocales/históricos, y excluyen la posibilidad
de resolver los antagonismos estructurales del sistema del capital remendando por aquí y
por allá el orden existente. Eso ya fue intentado y totalmente fracasado a lo largo de más de
un siglo de promesas "reformistas".
La actitud de los apologistas del dominio del capital sobre la sociedad es la de
negar la pertinencia del tiempo histórico en sí—es decir, como un conjunto de
d e t e r m i n a c i o n e s t e m p o r a l e s c l a r amen te ident i f icables y o b j e t i v a m e n t e
enfrentables—respecto a nuestros problemas. Tratan de hacerlo en una cantidad
de maneras diferentes, y no sólo proyectando de vuelta al pasado las relaciones de
intercambio de la sociedad mercantil, para así poder prever con mucha mayor
facilidad su eterna persistencia en un futuro inalterable.
Quizá su enfoque más revelador en este respecto sea el intento de convertir
a las d e t e r m i n a c i o n e s t e m p o r a l e s h i s t ó r i c a s — y los correspondientes
desarrollos sociales—en d e t e r m i n a c i o n e s naturales ficticias. Parecen estar
convencidos de que al argumentar de esa manera se puede proclamar con seguridad
que las j erarquías e s tructura les de la sociedad, históricamente creadas—e
históricamente cambiables—son obra predeterminada v positiva y legítimamente
inalterable de la naturaleza misma. Gracias a ese tipo de treta del razonamiento los
intereses sociales más reaccionarios pueden ser defendidos, y hasta ensalzados
retorcidamente, exonerándolos de todo escrutinio h i s tór i co a cuenta de haber
sido sancionados para siempre por la naturaleza .
Para poner un ejemplo elocuente, el hecho de la d ivers idad (o d i ferencia) en la naturaleza—incluida la diversidad socialmente discriminatoria, obvia pero en
modo alguno automát ica , en t re los seres humanos—es utilizado como la
justificación eterna falsamente decretada de la d e s i g u a l d a d e s t ruc tura lmente a r r a i g a d a del orden social prevaleciente . Así, los apologistas del sistema
reproductivo dominante no vacilan en hacer equivaler, con intención cínicamente
c o n s e r v a d o r a , al concepto neutral de d i v e r s i d a d con las condiciones de
d o m i n a c i ó n y subord inac ión estructurales , creadas socialmente y totalmente
injustificables. Al mismo tiempo, y por la misma razón, condenan desdeñosamente
cualquier intento dirigido a desafiar y cambiar las condiciones establecidas de
desigualdad y discriminación atroces, como nada más que una vulgar " c o n s e j a s o b r e la i g u a l d a d " , ' " como si esos intentos representasen alguna afrenta
-'' Acerca de esto ver la observación del profesor Jay Forrester —la figura principal tras los esfuerzos propagandísticos del "Club de Roma" tan promocionados por la red de intereses creados —citada en el Capítulo 9.5.2.
361
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
imperdonable contra la naturaleza. Es así como justifican lo injustificable con su
violación de la lógica de inspiración conservadora.
N a t u r a l m e n t e , las fuerzas conse rvadoras aquí menc ionadas no son
simplemente las organizaciones formales que—en aras de un rótulo político a la
mano—convenientemente se dan a sí mismas ese nombre. Las autodenominaciones
de ese tipo pueden cambiar con facilidad según la dirección en que sople el viento
político, camino al ajuste de las respectivas posiciones de los partidos establecidos
en sus esfuerzos po r sacarle p rovecho a las cambian tes o p o r t u n i d a d e s
p a r l a m e n t a r i a s , po r e jemplo . Esa mane ra de p r o c e d e r de los p a r t i d o s
conservadores t radicionales la podemos presenciar por igual en el bando
pretendidamente "progresista" de las transformaciones políticas parlamentarias. A
través de esos cambios hemos llegado a una situación en la que algunos partidos
de la izquierda, antiguamente de orientación reformista, se vuelven indistinguibles
de los partidos conservadores de vieja data de la derecha, o se atrincheran cada vez
más en posiciones irremisiblemente conservadoras, abandonando más o menos
abiertamente incluso sus pretensiones de la posguerra de reformar el sistema
social. La metamorfosis del Partido Laborista inglés en el "Nuevo Laborismo" de
Tony Blair constituye un buen ejemplo de ese tipo de desarrollo.
Sin embargo, esos cambios políticos coyunturales revelan muy poco, si acaso,
de las determinaciones conflictuales del tiempo histórico, porque no tienen nada
que ver con las alternativas hegemónicas fundamentales de nuestra difícil trance
histórico actual. En efecto, los programas políticos que se anunció que iban a
cambiar el orden social mediante ajustes reformistas—desde la propugnación por
parte de Edward Bernstein del "socialismo evolutivo" hasta sus imitaciones cada
vez más dudosas por todas partes—jamás fueron articulados teóricamente, ni
mucho menos intentados en la práctica, como la necesaria alternativa hegemonica
al modo de reproducción metabólica social establecido. Por el contrario, todos
ellos adoptaron como su principio inspirador fundamental la creencia—al principio
ingenua pero luego cada vez más vacía—de que el único tipo de cambio factible
tenía que ser e s t r i c t a m e n t e gradual ( "por cuentagotas", "poco a poco", etc.) , y
había de ser instituido bien adentro de los límites del marco estructural del capital
establecido. Cualquier cosa más radical que eso sería condenada y rechazada
categóricamente como "cadalso dialéctico" marxista, en los notorios términos de
Bernstein. No es de extrañar, entonces, que el laborismo socialdemócrata haya
terminado en todas partes por abandonar incluso su tímido programa reformista,
y se encuentre del mismo lado—y en algunos casos notorios hasta considerable
mente a la derecha—de su otrora adversario político conservador.
En realidad el sentido de c o n s e r v a d o r en verdad pertinente para el tiempo
histórico está es t rechamente vinculado con la cuestión de las alternativas
hegemónicas actualmente existentes, independientemente de los cambios políticos
coyunturales. Ese significado está definido objetivamente por el hecho histórico
362
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de que una vez que el sistema del capital queda firmemente establecido (en el
sentido de conver t i rse en el modo omniabarcante de reproducción social
dominante), el capital no puede evitar ser c o n s e r v a d o r en el sentido fundamental
del término, y oponerse y combatir categóricamente a cualquier intento dirigido
a la introducción de cambios importantes en la sociedad. A partir de ese punto
sólo son admisibles los ajustes margina les , y eso sólo si sirven para fortalecer al
sistema del capital.
El eslogan tan promocionado y sostenido de que "no hay a l ternat iva" resulta fácilmente entendible sobre esa base. Del mismo modo como resulta bien
entendible, pero por supuesto nada justificable, el que según los "políticos por
convicción" conservadores de nuestro t iempo, incluida la Pr imera Ministra
Margaret Thatcher, la propugnación de un cambio estructural deba ser combatida
con todo el poder del estado capitalista como "el e n e m i g o i n t e r n o " (expresión
que ella empleó durante su cruzada con conciencia de clase en contra de los
mineros del carbón ingleses). Consti tuyó entonces una demostración muy
elocuente del consenso perverso de las fuerzas políticas que se suponía estarían
ubicadas en el bando progresista de la barricada parlamentaria, el que los mineros
de carbón ingleses que llevaban ya un año de acción huelgaria al final fueran
derrotados gracias a la activa contribución del Partido Laborista a favor de la acción
estatal represiva de Margaret Thatcher en contra de ellos. Y nadie debería
sorprenderse ante eso. Porque cada vez que presenciamos incluso una remota
posibilidad de confrontación hegemónica, los partidos políticos tradicionales—
sean ellos conservadores o laboristas—siempre se ubican en eJ mismo lado de la
divisoria social, en contra de las fuerzas orientadas a la institución de la alternativa
radical históricamente requerida.
Pero a pesar de todas esas circunstancias negativas y amoldamientos políticos
coyuntura le s , las determinaciones del tiempo histórico actualmente conflictuales
no pueden ser eliminadas por la fuerza, ni, con toda certeza, .se pueden convertir
en la solución p e r m a n e n t e ilusoriamente indisputable de los antagonismos
sociales hondamente arraigados y estructuralmente inconciliables. Porque así como
las destructivas contradicciones de nuestro orden social establecido continúan
intensificando—y ahora hasta el punto de amenazar directamente a la supervivencia
misma de la propia especie humana—la necesidad de instituir una alternativa
hegemónica sustentable al modo de reproducción inetabólica social del capital
está destinada a permanecer en la agenda histórica.
10.1.3 El intento de confinar el tiempo histórico al terri torio de lo "gradual" y el
"por cuentagotas", para ajustarse a la prescripción apologética del capital deF'poco
a poco", y esperar que tal proceder arroje los resultados perdurables del progreso
social, constituyó siempre un absurdo teórico y una imposibilidad práctica. Porque
363
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
la institución "gradual" y "por cuentagotas" del "poco a poco", vaciada de un
apropiado marco de referencia a m p l i o , carece de todo sentido.Y es así porque tal
cosa resulta una total insensatez si no se concibe un m a r c o e s t r a t é g i c o , adecuadamente modificable a la luz de los desarrollos en marcha. Un marco
estratégico firmemente orientado desde un comienzo hacia una transformación
socialista radical.
Sabemos, por la amarga experiencia del movimiento laboral, que los añadidos
graduales al resultado de algunas medidas parciales iniciales podrían acarrear
fácilmente el d e s a s t r e y la a u t o d e r r o t a , en vez de un grado mínimo de
mejoramiento siquiera táctico, ya que con toda seguridad nunca estratégico. La
propaganda de la "reforma paso a paso" tan promocionada en todas partes por el
reformismo del siglo XX no podía de hecho más que equivaler a la preservac ión , y hasta el fortalecimiento, del orden establecido.
La intención real tras esas estrategias "evolucionarías"—desde los inicios
bernsteinianos a sus trasmutaciones más recientes—fue siempre la de desatar una
campaña host i l en contra del "holismo". O sea, en contra de todo intento que
apuntase a la radical institución y consolidación de algunos muy necesitados cambios
abarcantes en la sociedad. Característicamente, el resultado real de todo el enfoque
que alguna vez prometió la realización gradual del socialismo fue la ñagrante derrota
y la pérdida efectiva de los derechos civiles del movimiento de la clase trabajadora,
a t ravés de la capitulación sin condiciones de su r ep resen tac ión polí t ica
parlamentaria ante su adversario de clase.
Dado el hecho de que el control metabólico del orden social no puede ser
fragmentado y dividido entre las fuerzas que tiran en d i r e c c i o n e s d iametra l -m e n t e o pu es ta s , no es concebible que el capital—estructuralmente vinculado
al trabajo pero a la vez confrontado por éste, como el sujeto de la transformación
emancipadora y a raíz de ella el único modo alternativo de control social
omniabarcante que será históricamente factible—vaya a entregarle "poco a poco"
su poder hegemónico de reproducc ión autoexpansionista a su antagonista
estructural . Especialmente en nuestro t iempo, cuando los riesgos históricos
vitales—en vista de los intereses creados del sistema del capital, profundamente
arraigados y cada vez más destructivos—son mavores que nunca. Es por eso que
las determinaciones conflictuales del tiempo histórico están planteadas de manera
tal que el antagonismo entre las a l t e r n a t i v a s h e g e m ó n i c a s mutuamente
excluyentes del capital y el trabajo tiene que ser resuelto en forma de o u n o o el o t r o . Y ya tenemos una clara visión de las fatales implicaciones de su posible
resolución a favor del insustentable orden metabólico social del capital. No existe
fantasía reformista o engaño deliberado que pueda alterar o anular esas poderosas
determinaciones estructurales e históricas.
Por lo tanto, la única alternativa histórica viable a los intereses incurablemente
c o n s e r v a d o r e s que emanan directamente del modo de control metabólico social
del capital, es la reestructuración r evo luc ionar ia del orden social en su totalidad.
364
Istvan Mészaros: El desalío y la carga del tiempo histórico
Las cambiantes autodefiniciones políticas de "conservador" y "liberal" resultan
completamente irrelevantes en este respecto. Hubo una vez en que el "liberalismo"
y el "utilitarismo" fueron cambios sociales promisorios, mediante la "ilustración"
de la mente del pueblo al que le estaba dirigido ese discurso. En su origen remoto
el propio liberalismo formaba parte del movimiento de la Ilustración. Sin embargo,
el intento de reforma social de la Ilustración no pudo ser llevado adelante luego
de que los antagonismos latentes en la heterogénea formación del "tercer estado"
salieron a la luz al terminar la Revolución Francesa. Y en verdad tenían que salir a
la luz a causa, p rec i samen te , del no cumpl imien to de las expectac iones
prerrevolucionarias de los constituyentes más radicales del "tercer estado".
Inevitablemente, entonces, ei discurso libera! dirigido directamente a la mente
del "pueblo ilustrado" tenía que irse volviendo cada vez más problemático. Porque
estaba sostenido sobre la premisa—y tenía que estarlo por razón de la pertenencia
de clase de los destinatarios—de la preservac ión de las relaciones estructurales
jerárquicas establecidas del orden social del capital. En verdad, a medida que los
antagonismos continuaron agudizándose, esperar que se solucionasen gracias a la
ilustración individual se tornó en algo totalmente irreal. Tan es así en efecto, que en
la segunda mitad del siglo XX pudimos ser testigos de la transformación del
liberalismo en neo l ibera l i smo agresivo, v peor. Hoy resultaría sumamente difícil,
si no imposible, distinguir entre los autodeclarados "neol iberales" y "neoconser -vadores" . Especialmente en los Estados Unidos, Ambas obtusas orientaciones
ideológicas están perfectamente felices de acompañar la temeraria estrategia
aventurera del gobierno norteamericano que amenaza con el e m p l e o prevent ivo de las armas nucleares en contra incluso de potencias no nucleares. Y de algún
modo también en Europa, como lo veremos en la sección final de este capítulo, nos
ha sido presentada recientemente, con toda seriedad, la influyente idea de imponerle
al mundo un presunto " i m p e r i a l i s m o l iberal" , justificando grotescamente
semejante proyecto sobre la base de que solamente ese tipo de relación interestatal
global podría satisfacer adecuadamente los requerimientos de las condiciones
"posmodernas".
No deberíamos olvidar que el horizonte del tiempo del i m p e r i a l i s m o —
actua lmente la defensa abier ta de un "imperial ismo l iberal" verba lmente
digerible—fue siempre regresivo, retrógrado y violentamente reaccionario. Lo
caracterizó el intento definitivamente insostenible de interfer ir d e manera p e r m a n e n t e c o n el t i e m p o h i s t ó r i c o . Tan sólo los sujetos dominantes del
imperialismo de las grandes potencias alternaban entre ellos, de acuerdo con la
relación de fuerzas cambiante periódicamente—debido a la dinámica interna del
desarrollo comparativo de los actores principales y al resultado de las enormes
confrontaciones militares en las que se involucraban de manera periódica—pero
no con su orientación. A través de sus confrontaciones militares trataban no sólo
de obtener ventajas relativas para sí mismos, sino intentaban simultáneamente
también revert ir las tendencias objetivas del desarrollo histórico que apuntaban
365
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
a una creciente intensificación de los antagonismos internos e internacionales y al
desenvolvimiento de la insuperable crisis estructural del sistema del capital. A lo
largo de la historia del imperialismo moderno, que duró casi un siglo y medio, los
actores principales se caracterizaron siempre por la aplicación implacable del
c o n t r a v a l o r d e s t r u c t i v o . Ignoraron o desafiaron de l ibe radamen te las
consecuencias más pel igrosas , haciendo caso omiso de las implicaciones
generadoras de antagonismos de las dos horrorosas guerras mundiales que sufrimos
en el siglo XX.
Todo eso casaba muy bien con el más profundo interés clasista del capital en
imposibilitar que se autoafirmase una alternativa hegemónica al orden metabólico
social establecido. Y el indudable éxito obtenido por el capital en ese particular no
se hubiese podido dar en modo alguno sin la reveladora complicidad de las fuerzas
reformistas del laborismo, que adoptaron "el camino más fácil" en lugar de dedicarse
a la tarea histórica mucho más difícil de reestructurar radicalmente el sistema
social establecido. En ese sentido no hubo nada de accidental en el hecho de que
las fuerzas organizadas del reformismo socialdemócrata alemán capitulasen de
manera humillante ante su adversario de clase al comienzo mismo de la Primera
Guerra Mundial, poco después de haber prometido la realización del "socialismo
evolutivo".
Y hoy día los riesgos históricos son incomparablemente mayores incluso que
en las dos guerras mundiales. La crisis estructural del sistema del capital se va
haciendo más profunda, y exige una solución históricamente viable. Pero la estrategia
que espera su solución, y el establecimiento de un "nuevo orden mundial" estable,
propugnando en serio, y ciertamente pretendiendo su justificación moral , el
empleo de armas nucleares en contra de potencias no nucleares, como lo hacen
actualmente los voceros del imperialismo hegemónico global, es la culminación
de la insania, incluso si lo comparamos con Hitler.
Es así como hemos llegado a una etapa crítica en el desarrollo humano,
cuando la cuestión ya no es la paradójica y especulativa clausura filosófica de la
historia, como lo vimos con referencia a Hegel. Porque ahora nos enfrentamos al
agudo peligro de la finalización de toda la historia humana; por medios militares o
mediante la destrucción ecológica global, o ciertamente gracias a una combinación
de ambas cosas. Es ésa la única manera como el capital puede realmente ponerle
fin al tiempo histórico, temerariamente en sintonía con su negación de la historia a
partir del final de la fase ascendente de su desarrollo sistémico.
10.1.4 El trabajo, como el único sujeto social factible de la t ransformación
emancipadora, no puede cumplir su deber sin mantenerse siempre profundamente
comprometido con una concepción abierta de la historia. En ese respecto no
pueden existir acomodos ni excusas, en abierto contraste con lo que hasta ahora
366
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
hemos experin\entado—aunado a una variedad de justificaciones igualmente
insostenibles—en el pasado; desde el antiguo reformismo socialdemócrata al
dogmático voluntarismo estalinista, y desde el "gran compromiso histórico",
decididamente derrotista, del Partido Comunista Italiano a la capitulación de
Gorbachov ante el cierre de la historia capitalista.
Estar comprometido con la aper tura radical de la h is tor ia no significa,
por supuesto, que el proyecto socialista de i n t e r v e n c i ó n c o n c i e n t e en el
proceso histórico en marcha pueda ser puesto "a fuego muy bajo", hasta que "surjan
condiciones más favorables" y se solucionen nuest ros problemas . Dada la
destructividad siempre en ascenso del sistema del capital en nuestro tiempo, esas
condiciones ilusamente suouestas que favorecerían a la alternativa socialista no
podrán jamás simplemente "surgir". El trabajo, como antagonista hegemónico
del capital, tiene que conquis tar las y defenderlas de las fuerzas retrógradas, bajo
las condiciones indudablemente difíciles existentes, no importa cuan desfavorables
puedan parecer por el momento.
Lo que resulta absolutamente cierto es que el capital, como el controlador
inflexible de todo el proceso de la reproducción social, no puede ser propenso a
cumplir por las buenas ni siquiera los compromisos tácticos forzados por las
coyunturas y que, según la evidencia histórica, siempre romperá a la primera
oportunidad que se le presente. Naturalmente, el capital sería menos propenso
aún a cumplir con su propia cuota de cualquier compromiso h i s t ó r i c o adquirido:
creer otra cosa resultaría absolutamente iluso. Por consiguiente, los representantes
de la izquierda que piensan y actúan así se comprometen ellos solos. Porque nos
las vemos aquí con un p r i n c i p i o m u t u a m e n t e e x c l u y e n t e de importancia
vital, y no con una c o n v e n i e n c i a mutua marginal sobre cuya base se logren
compromisos factibles y legítimos. Como Marx lo subrayó enérgicamente ya en
los tiempos de su Crítica de l Programa d e Gotha, "los p r i n c i p i o s n o se n e g o c i a n " .
El lúcido reconocimiento de las restricciones objetivas no tiene por qué
significar una rendición incondicional, al contrario de la manera como Gorbachov
y sus apoyantes accedieron a ella bajo la excusa autojustificativa de la"perestroika",
sin ningún plan estratégico para instituir y consolidar el tan necesario orden social
alternativo. No hace falta decirlo, la reestructuración radical de nuestro modo de
reproducción social constituye una condición esencial. Pero dicha reestructuración
sólo puede tener éxito si se le procura sobre la base de principios mantenidos con
firmeza. De lo contrario, como ocurrió con Gorbachov, el deplorable resultado
será quedar atrapados en el callejón sin salida de la restauración capitalista, legitimado
por el decreto arbitrario de "la igualdad de todos los tipos de propiedad"; es decir,
en español claro y directo, la res taurac ión jur íd ica de los d e r e c h o s d e la p r o p i e d a d pr ivada capita l i s ta .
En un epígrafe de la Parte Dos de Más allá de l Capital—titulada "Ruptura
radical y t ransic ión en la herencia marx iana"—ci té un pasaje de la obra
367
Istva'n Mésza'fos: El desafio y la carga del tiempo histórico
autobiográfica de Goethe, D i c h t u n g u n d Wa hr he i t , a fin de ilustrar una
constricción histórica inescapable de nuestro tiempo. El pasaje en cuestión rezaba
así:
En Frankfurt, como en la mayoría de las ciudades viejas, la práctica ha sido ganar espacio en los edificios de madera, haciendo que no solamente el primer piso, sino también los superiores, se proyecten sobre la calle, lo que incidentalmente hace a las calles más estrechas y, en particular, sombrías y deprimentes. Finalmente, se aprobó una lev que sólo permitía proyectar el primer piso de una casa nueva por sobre la planta baja, mientras los pisos superiores se debían mantener dentro de los límites de la planta baja. A fin de evitar que se perdiera el espacio en proyección del segundo piso, mi padre le buscó la vuelta a esa ley, como lo habían hecho otros antes que él, apuntalando las partes superiores de la casa, y sacando afuera piso tras otro de abajo hacia arriba, como si se estuviera injertando la nueva estructura, así que aunque al final nada que daba de la vieja casa, toda la
nueva edificación se podía considerar como mera renovación.""
El punto de este epígrafe era destacar que el proceso de la transformación
socialista—puesto que debe abarcar todos los aspectos de la compleja interrelación
basada en lo material entre el capital , el trabajo v el estado—sólo es concebible
como una forma de transicional r ee s t ruc turac ión a p o y a d a en la palanca de las m e d i a c i o n e s m a t e r i a l e s , q u e es h e r e d a d a y p r o g r e s i v a m e n t e a l t e r a b l e . Como en el caso del padre de G o e t h e , aunque por razones
fundamentalmente diferentes, no es posible echar abajo el edificio en el que vivimos
y levantar uno comple tamente nuevo en su lugar, cons t ru ido sobre bases
igualmente nuevas. La vida tiene que continuar en la casa apuntalada mientras dure
el trabajo de la reconstrucción, "sacando afuera piso tras otro de abajo hacia arriba,
como si estuviésemos injertando la nueva estructura, así que al final nada q u e d e de la vieja casa". Ciertamente, la tarea es incluso más difícil que eso. Porque la
armazón de madera deteriorada del editicio también debe ser reemplazada en el
proceso de sacar a la humanidad del peligroso marco estructural del sistema del
capital.
Por lo tanto, no puede haber "negociación" acerca de la meta prevista de la
r e e s t r u c t u r a c i ó n rad ica l , sin la cual ni siquiera se pueden garantizar las
condiciones elementales de la supervivencia de la humanidad. Las propias
determinaciones conflictuales del tiempo han trazado la línea de demarcación de
esa manera inflexible, bajo las presentes circunstancias históricas. Ellas han hecho
imperativo que se siga el tipo de reestructuración radical capaz de constituir tanto
el p u n t o de d e s t i n o del viaje como la necesaria brújula que conduzca hacia el
destino escogido, proporcionando al mismo tiempo la m e d i c i ó n de lo a lcanzado en la aproximación a—o la desviación de—los fundamentales objetivos
transformadores socialistas que se decidieron.
Citado en la p. 485 de Más allá del capital.
368
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
La condición vital del éxito respecto a la concepción socialista abierta de la
historia es la adopción conciente de una orientación estratégica plenamente
abarcante . Seguir el consejo pretendidamente prudente del "poco a poco", vaciado
de toda idea de cómo los esfuerzos parciales se irían sumando con el correr del
tiempo, o de si en verdad se le sumarían a algo que gozase de cierta sustentabilidad,
resultaría insensato y autoderrotista, en vez de prudente . Porque surge de la
naturaleza del propio desafío his tór ico ob je t ivo—ocupado en las grandes
dificultades de una t rans formac ión h is tór ica o m n i a b a r c a n t e — el que en
cualquier punto en particular en el tiempo se haga necesario evaluar lo que ya ha
sido alcanzado y cuáles obstáculos sigue siendo necesario superar, en el camino
hacia el objetivo genera! de instituir la alternativa hegemónica necesaria, y también
sustentable a largo plazo, al modo de reproducción metabólica social establecido.
Por eso resulta tan vital en todas Jas fases del desarrollo socialista una
plan i f i cac ión en el pleno sentido del término: es decir, no simplemente dirigida
a algunos aspectos parciales de la vida e c o n ó m i c a , sino a las exigencias abarcantes
de la transformación social, v que incluva las aspiraciones de la totalidad de los
individuos sociales v les permita fijarse a sí mismos metas significativas, como
suje tos reales d e su p r o p i a ac t iv idad d e v ida . El p r o y e c t o g loba l seguido
a conciencia, y la p lan i f i cac ión de los objetivos sociales realizables, surgidos de
las d e t e r m i n a c i o n e s d e l o s i n d i v i d u o s s o c i a l e s en p a r t i c u l a r y no
impuestos a ellos por alguna autoridad externa, son inseparables el uno del otro.
La falsificación y el fracaso de la planificación, obligados en todas las formas del
sistema del capital, se deben a la ausencia de esas dos condiciones vitales.
Una vez que la importante condición de una planificación sustentable haya
sido eliminada objetivamente en el transcurso del desarrollo social actual, la
posibil idad de resolver las dificultades inheren tes a la relación en t re las
determinaciones del tiempo inmedia tas y las a largo p l a z o se verá también
profundamente afectada. El "cortoplacismo" del capital constituye una característica
bien conocida de ese modo de reproducción social. Desafortunadamente, las
presiones del corto plazo continuarán ejerciendo una influencia desproporcionada
en el período de la transición hacia el orden sociorreproductivo alternativo.
Sin duda, lo inmediato también tiene su validez relativa y su pretensión a la
acción comprometida relativamente justificable. Obviamente, ignoramos esa
circunstancia a nuestro propio riesgo. Pero no podemos olvidar—o ignorar, o
mucho menos descartar deliberadamente, en pro de la autojustificación, como
resulta ser el caso con demasiada frecuencia—la escala de tiempo de inevitable
largo p l a z o de las transformaciones, incluso cuando actúan bajo la presión de
determinaciones a c o r t o p l a z o . Porque la validez relativa de los intereses
inmediatos en cuestión sólo puede ser valorada apropiadamente dentro del marco
t r a n s f o r m a d o r más ampl io . Inc luso si la t e n t a c i ó n a r e n d i r s e an te las
determinaciones inmediatas fuese considerable, produciría una desviación si los
369
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
intereses inmediatos prevaleciesen a e x p e n s a s de las aspiraciones a largo plazo
más vitales. Ello iría en detrimento del objetivo de reestructuración radical escogido
y por ende de las oportunidades de éxito de la empresa en su totalidad.También en
este particular, por lo tanto, tan sólo el seguimiento consistente de una estrategia
global puede mostrar una salida a este dilema bien real.
Otra impor tan te cuestión acerca del t iempo atañe di rectamente a los
p r i n c i p i o s o r i e n t a d o r e s de l soc ia l i smo originarios. Como ya se mencionó al
comienzo del Capítulo 9, esos principios orientadores incluyen inevitablemente
escalas de t i e m p o d i ferentes en cuanto a las condiciones de su realización.
Porque, comprensiblemente , algunos de los cambios propugnados resultan
factibles considerablemente más temprano que otros. Sin embargo, es bastante
obvio que es absolutamente vital estar concientes de t o d o s e l l o s , desde el
comienzo mismo, como factor imprescindible para el éxito de la empresa socialista
en su totalidad, y mantenerse concientes de su definitiva inseparabilidad a través
del proceso de reestructuración radical.
El edificio en el que vivimos no puede ser echado abajo. Naturalmente,
sabemos muy bien que las "personificaciones del capital"—sean n e o c o n s e r -
vadoras o n e o l i b e r a l e s — están afanosamente empeñadas en tratar de destruirlo.
Cuál será el bando de las determinaciones inevitablemente conflictuales del tiempo
histórico que prevalezca dependerá del éxito o el fracaso en la reestructuración.
Cualquier intento de ceder ante el bando peligrosamente re t rógrado de las
personificaciones del capital en forma de otro "compromiso histórico" ficticio,
resultaría tan dañino como su propia participación activa en el intento de echar
abajo el edificio. Porque tan sólo sobre una base firmemente socialista se podría
concebir una solución históricamente viable, que aborde plenamente tanto los
antagonismos existentes como los intereses a más largo p l a z o de la supervivencia
de la humanidad, sobre la base del compromiso de los individuos con los valores
creativamente sustentables.
En contraste con los acomodamientos irresponsablemente cortos de vista,
tan sólo la apropiada comprensión de la amplia perspectiva histórica, bajo las graves
condiciones de la crisis es tructural del sistema del capital que se hace cada vez
más profunda, puede proporcionar el marco de la c o o p e r a c i ó n pr inc ip is ta
con las fuerzas soc ia les—inc lu idas las fuerzas rel igiosas p r o g r e s i s t a s —
genuinamente interesadas en hallar una salida de la mayor crisis jamás experimentada
por la humanidad. Aun cuando haya reveses, como probablemente ocurra, nuestro
compromiso con los valores positivos del desarrollo humano está destinado a
prevalecer a su debido tiempo por sobre los contravalores destructivos del capital.
Lo que imposibilita la solución sustentable de los problemas estrechamente
entrelazados de nuestro t iempo dent ro del horizonte del orden alternativo
hegemónico requerido, no es nuestra fidelidad a los principios socialistas sino
toda desviación oportunista de ellos. Para citar a un teólogo de la liberación y
370
Istva'n Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
también gran poeta, Ernesto Cardenal: "Yo pertenezco a ese tipo de sandinismo
que mantiene su compromiso con los principios y los ideales de la r e v o l u c i ó n " . " ' Es ésa la única vía para un futuro sustentable. Es, y lo seguirá
siendo, la condición necesaria del éxito, no solamente para los objetivos más
fundamentales, sino también de los logros más limitados pero perdurables.
10.2 ¿POR QUÉ LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA NO PUEDE
FUNCIONAR?
Por lo general la cuestión de la globalización es enfocada en los medios
dominantes del orden establecido con típica autocomplacencia. Se proclama
s implemente que el glorificado "mercado mundial" puede proporcionar las
respuestas permanentes a nuestros problemas globales fundamentales tanto en el
plano económico como en el político. Así el presidente del Banco de Inglaterra,
Mervyn King, escribe con comprensible solidaridad de conciencia de clase, en
elogio de un l ibro escri to por el edi tor asociado del F i n a n c i a l T i m e s de
Londres ,"^: "Wolf aporta no sólo una devastadora crítica intelectual de los
opositores a la globalización, sino además una visión civilizada, sabia y optimista de
nuestro futuro político y económico. Es vital que este mensaje sea ampliamente
leído y comprendido". Y el juicio laudatorio sobre el mismo libro emitido por
Lawrence H. Summers, rector de la Universidad de Harvard, está escrito en el
mismo espíritu, aseverando que "El libro de Wolf será la demostración conclusiva
de la globalización basada en el mercado".
De ese modo el verdadero aspecto de la globalización capital ista es falseado
descaradamente como "globalización" pura, o, con parecida tergiversación, como
pura "globalización basada en el mercado". Muy por el estilo de los años de ejercicio
en el cargo de Gorbachev, cuando el problema real de la capitulación soviética
ante la restauración capitalista era camuflado como simplemente la introducción
del "mecanismo del mercado" y la feliz adopción de la "eficiencia del mercado", de
la misma manera como se supone que haremos caso hoy de los cantos de sirenas
para creernos que "el mercado" , una vez que se haya " g l o b a l i z a d o " del todo,
eliminará para siempre los antagonismos hondamente arraigados y las desigualdades
definitivamente explosivas del orden establecido del capital. Aunque no haya sido
capaz en modo alguno de hacer algo parecido—más bien lo contrario—en sus
' ' ' Ernesto Cardenal, entrevista en Carta Mayor, 25 de enero de 2007. Ver también un libro de otro teólogo de la liberación, Francois Houtart, Délégítimer le capítalisme: Reconstruiré l'espérance, prefacio de Samir Amin, Colophon Editions, Bruselas, 2005. Ver especialmente el Capítulo 4: "La place du croyant dans les luttes sociales", pp. 165-194. '= Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case for the Global Market Economy,
Yale University Press, New Haven y Londres, 2004. Las citas de King y Summers fueron tomadas de la contraportada promocional del libro de Martin Wolf.
371
Istvan Mésza'ros: E.I desafío y la carga del tiempo histórico
trasrmitaciones anteriores. Por consiguiente, es necesario considerar primero la
naturaleza y las posibilidades reales del sistema del capital, antes de darle un vistazo
más de cerca al tipo de transfiguración "civilizada, sabia y optimista" de los
desarrollos actuales que encontramos en el "mensaje vital" y la "demostración
conclusiva" altamente publicitadas de Wolf.
En verdad la cuestión no es "globalización o no globalización", al igual que
nuestro problema no es de la misma clase de la falsa dicotomía "crecimiento o no
crecimiento" que se nos presenta con regularidad en la prensa financiera burguesa.
Por el contrario, nuestra preocupación real es cuáles t ipos , dentro de las alternativas
que se plantean respecto al desarrollo y el crecimiento integradores globales, son
procurados de una manera históricamente sustentable. Porque, de hecho, más de un
siglo antes de que los propagandistas de la globalización capitalista hubieran nacido
siquiera, ya Marx estaba anticipando la t endenc ia inexorable del desarrollo del
capital a la in tegrac ión global del sistema. Pero él lo estaba haciendo no sólo
mucho antes que nadie, sino además cr í t icamente, como en verdad había que hacerlo
en relación con un tema de esa magnitud y de un impacto tan potencialmente
catastrófico. Marx enfocó el punto en abierto contraste con los apologistas
contemporáneos de la "globalización" capitalista que siguen la moda de postular el
feliz desenlace global sin siquiera evaluar, y mucho menos indicar, una salida del cada
vez peor laberinto de antagonismos y contradicciones de nuestro orden existente. La
globalización capitalista, tal y como la experimentamos, decididamente ni está trabajando ni p u e d e trabajar para la inmensa mavoría de la humanidad, mas sí
favorece en mucho a las fuerzas económicas y políticas dominantes, intensificando así
las contradicciones subyacentes. Es ése el verdadero punto que tenemos que abordar
de manera tangible tarde o temprano.
10.2.1 La ideología dominante mantiene su control sobre la conciencia popular
predicando exitosamente la eterna validez del orden establecido. Según su manera
de ver las cosas, el sistema sólo necesita de pequeños cambios secundarios, que
encuadrarían perfectamente dentro de su marco estructural de reproducción social
ahistórico y eternamente adecuado.
En ese discurso todo está completamente al revés. No sólo se distorsiona la
verdad, sino que se presenta, para el consumo general, exactamente lo contrario a
ella. Porque independientemente de toda la mistificación autojustificadora que
intenta representar al capital como un sistema natural y e t e r n o , en realidad
estamos hablando de un modo de reproducción metabólica social h i s tór i camente l i m i t a d o y e x c l u s i v a m e n t e a tado al t i e m p o . Ése resulta ser el caso por tres
razones principales:
1. El imperativo del c r e c i m i e n t o como a u t o e x p a n s i ó n d e l capi ta l , sean
cuales sean las consecuencias. En otras palabras, la procura irrestricta de la
372
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
acumulación del capital, sin que importe lo dañinas, y hasta definitivamente
destructivas, que puedan resultar las obligadas consecuencias.
2. La tendencia del capital a la i n t e g r a c i ó n g l o b a l en el p l a n o e c o n ó m i c o , en abierta contradicción con las obligadas implicaciones de esa tendencia en el
p l a n o p o l í t i c o , debido al modus operandi permanente del sistema en forma
de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n en todos los respectos, incluido el
necesario sometimiento de los e s tados n a c i o n e s más débiles por parte de
los más fuertes bajo el dominio del imperialismo moderno. La lógica final—
y definitivamente desquiciada—de ese desarrollo es que una "superpotencia"
someta para si a t odas las demás, con la vana esperanza de hacer valer su
propia dominación indisputable como el e s t a d o de l s i s tema de l capital en general .
3. El círculo vicioso de la c o m p e t e n c i a y el m o n o p o l i o , que prevalece en el
sen t ido , en úl t ima instancia insos tenible , de convpetencia cjue genera
monopol io , y al mismo t iempo el monopolio (generado de esa manera
incontrolable) trae consigo una competencia cada vez más feroz y cada vez más
destructiva, en un proceso de determinaciones recíprocas indetenible.
En los tres respectos estamos ante las insuperables d e t e r m i n a c i o n e s internas contradictorias en sí mismas del sistema del capital, que se activaron e in tens i f i caron de u n t o d o en nuestro propio tiempo. Es eso lo que le confiere
una e x t r e m a u r g e n c i a a tales temas , que piden el i m p e r a t i v o d e las i n t e r v e n c i o n e s radicales a fin de superar las tendencias destructivas.
Es importante destacar aquí que la viabilidad histórica del capital se ve
seriamente afectada, en sentido negativo, no sólo por los l ímites a b s o l u t o s de l s i s t ema sino además por su total incapacidad para admitir la existencia de
c u a l q u i e r l í m i t e . Los límites absolutos quedan en evidencia respecto a las
siguientes consideraciones:
1. El h o r i z o n t e de l t i e m p o del sistema es necesariamente de c o r t o p lazo . No puede ser sino de ese modo en vista de las presiones desviadoras de la
competencia y el monopol io v las resul tantes maneras de imponer la
dominación y la subordinación, en pro de la ganancia inmedia ta .
2. Ese horizonte del tiempo es, además, de carácter post festum, capaz de adoptar
medidas correctivas solamente después de que el daño ha sido hecho; y aun así
dichas medidas correctivas sólo pueden ser introducidas de una forma
sumamente limitada.
3. Como resul tado de las dos de te rminac iones an te r io res , el sistema es
incompatible con toda p lan i f i cac ión que no se ajuste al sentido miope del
t é rmino . Ello es así hasta cuando consideramos las empresas gigantes
trasnacionales, casi monopólicas. Incluso las corporaciones de mayor tamaño
sólo pueden instituir alguna planificación l imi tada p o s t f e s t u m en sus
empresas en part icu lar , y eso si acaso, pero no pueden controlar por su
cuenta el m e r c a d o g l o b a l de su operación, excep to de una manera
373
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
extremadamente limitada y conflictual/adversarial. La importancia de esa
limitación sistémica no puede ser menospreciada, especialmente bajo las
circunstancias históricas de la tendencia hoy observable hacia la integración
económica global, aunado a sus contradicciones fatales, cuando resultana
absolutamente vital la necesidad de una forma practicable de p lan i f i cac ión global .
4. La relación entre causa y e f e c t o está estructuralmente viciada en el sistema
del capital. Es así porque a las determinaciones causales más profundas del
capital no se les permite ser sometidas a un serio examen crítico. En otras
palabras, este sistema se impulsa inexorablemente hacia adelante, de manera
incondic ional y abso lu t amen te incues t ionab le , como c a u s a s u i . En
consecuencia, el capital es estructuralmente incapaz de abordar c o m o causas las causas que surgen históricamente.Tiene que funcionar, aun en sus intentos
más serios por in t roduc i r algunas medidas correct ivas p o s t f e s t u m , respondiendo a los e f e c t o s (buenos o malos) con el amontonamiento de
e f e c t o s s o b r e e f e c t o s , por lo general en forma de c o n t r a e f e c t o s generadores repetitivos de problemas, en sintonía con las constricciones del
horizonte del tiempo extremadamente co^toplacista del orden establecido.
En consecuencia, lo que frecuentemente es descrito de manera errónea como
" m a n i p u l a c i ó n " reparable, no constituye en la realidad un rasgo f or tu i to del sistema del capital más o menos fácilmente corregible. Es una de sus
determinaciones f u n d a m e n t a l e s , que sólo puede ser remediada con la
adopción de una manera radicalmente diferente de relacionarse con las causas c o m o causas e s t ruc tura lmente s igni f icat ivas , en lugar de ocuparse de
ellas como e f ec tos más o menos tratables arbi trar iamente . Sin embargo,
para esa solución al ternativa se necesi taría superar las constr icciones
estructurales del propio capital elevándolas a un orden de producción y
reproducción metabólica social más alto. Después de todo, el significado de
los impera t ivos es tructura les es precisamente el de que resulta imposible
alterarlos significativamente sin concebir uri marco es tructural cual i tat i v a m e n t e d i f e r e n t e . En nuestro caso, un marco estructural libre de las
obligadas constricciones destructivas del orden establecido. Por el contrario,
formarse un concepto del mundo desde la perspectiva del capital continúa
siendo una dificultad insalvable, incluso para los grandes pensadores que se
identifican con el punto de vista del capital.
5. El último punto por mencionar es la e t e r n i z a c i ó n arbitraria de un orden de
control metabólico social históricamente específico, único en verdad, no sólo
sometido a d e t e r m i n a c i o n e s t empora le s perfectamente identificables, sino
él mismo situado p o r e n c i m a de la h is tor ia y capaz de jugar el papel de
úl t imo arbitro s o b r e la h i s t o r i a . En el t ranscurso de los desarrollos
capitalistas, hasta el reconocimiento parcial ele la dimensión histórica por parte
de los grandes pensadores que se formaron una concepción del mundo desde
374
Istvan Mészjros: El desafío y la carga del tiempo histórico
el punto de vista del capital, había de ser abandonado a favor de liquidación
irrestricta de la conciencia de} tiempo histórico, como lo hemos visto antes.
La singularidad del sistema del capital queda de manifiesto en el imperativo
estructural de "crecer i n e x o r a b l e m e n t e o perecer". Ningún otro sistema de
reproducción metabólica social en toda la historia de la humanidad se ha parecido
siquiera remotamente a esa determinación interna —definitivamente proble
mática— del capital. Una determinación estructural que revela también toda la
falacia socialmente interesada de presentar al orden reproductivo del capital como
si fuese la regla universa l insuperable, proyectada arbitrariamente hacia atrás en
un largo pasado histórico y hacia delante en un futuro capitalista eternizado. Una
regla universal decretada arbitrariamente para la que, según el conocido lema de
los apologistas del sistema, "no p u e d e haber n i n g u n a a l ternat iva" , por
supuesto.
Lo que convierte en extremadamente problemático a todo ese desarrollo es
el hecho de que las determinaciones primordiales del sistema del capital están
orientadas, de una manera perversamente invertida, hacia la e x p a n s i ó n de l capita l e n sí m i s m o , y sólo coincidencialmente hacia el crecimiento de valores
de uso que se correspondan con las necesidades humanas genuinas. Por eso una
característica dinámica que representó un avance p o s i t i v o en una fase inicial del
desenvolvimiento histórico del capital, por cuanto en ese momento iba de la mano
con la satisfacción de la legítima necesidad humana, en nuestros propios tiempos
se convierte en una determinación potencialmente muy destructiva. Porque el
contradictorio interés de la tendencia autoexpansionista del capital tiene que
prevalecer a toda costa y bajo todas las circunstancias, incluso si los valores de uso
lucrativos producidos por esa tendencia resultan ser el infernal material bélico del
complejo militar-industrial (cuyo único "valor de uso" es la destrucción), capaz
de exterminar a toda la humanidad con el armamento de destrucción en masa
real del imperialismo hegemónico global.
La misma inversión de una característica otrora positiva queda en evidencia
en el transcurso de los desarrollos capitalistas también en lo que atañe a la
c o m p e t e n c i a , marcada por el papel cada vez más dominante asumido por el
m o n o p o l i o , como resultado de las interdeterminaciones crecientemente negativas
de un sistema históricamente único. Puesto que no es posible romper el círculo
vicioso de la competencia que conduce al monopolio, y el monopolio que termina
en competencia aun más feroz, el resultado obligado es la creciente concentración
y centralización del capital, y la constitución de empresas cada vez más poderosas—
las corporaciones trasnacionales gigantes—que dominan el escenario, sin la menor
disminución de su apetito por engullirse a los competidores. Así, el crecimiento,
como autoexpansión del capital, se torna en el todopoderoso fin en sí m i s m o , excluyendo toda consideración del valor inherente a las metas adoptadas en relación
con los objetivos humanos genuinos. Muv por el contrario. La ausencia total de
una medición apropiadamente humana en la evaluación de la viabilidad a largo
375
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
plazo del proceso de producción y reproducción, y su sustitución por la sola v
única consideración de la acumulación del capital como el fin en sí mismo que
todo lo domina, le abre la puerta peligrosamente de par en par al avance inexorable
del c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o , proseguido en el interés de la expansión lucrativa
V la promesa de mayores ventajas en la contienda por la dominación cuasimo-
nopólica.
Las consecuencias destructivas de esa lógica perversa son de dos clases.
Primero , en el plano económico el imperativo del crecimiento, que tiene que ser
seguido aunque asuma la forma de c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o , conduce a que se
descuide por completo la observación de las condiciones elementales de la
existencia humana. Eso queda de manifiesto en las prácticas productivas vastamente
difundidas que ponen en peligro directo incluso al sustrato natural de la vida
humana en el largo plazo: una grave preocupación generalmente expresada con
referencia a la d e s t r u c c i ó n ambienta l ." ' No debería haber ninguna duda al
respecto: ésta constituye una c o n d i c i ó n abso lu ta de la reproducción social
sustentable, aunque el hecho de que se le ignore insensiblemente, en total sintonía
con el h o r i z o n t e de l t i e m p o i n c u r a b l e m e n t e c o r t o p l a c i s t a del capital, lo
n iegue con los a r g u m e n t o s dec id idamen te g ro tescos de la evasión y la
racionalización aunadas a las correspondientes medidas prácticas peligrosas."'*
El s e g u n d o aspecto vital del c rec imiento canceroso subordinado al
imperativo definitivamente destructivo de la incontrolable expansión del capital, v
el concomitante círculo vicioso del monopolio y la competencia, queda en
evidencia en el plano polí t ico/mil i tar . Porque la tendencia a la dominación
monopólica no puede nunca ver colmadas sus aspiraciones globales. Incluso las
corporaciones trasnacionales más poderosas no logran alcanzar más que una
posición cuasi-monopólica, v no omniabarcamentemente monopólica, en el orden
global.
Por supuesto, esto no constituve razón para la confianza y el regocijo. La
peligrosa dimensión destructiva de la tendencia misma no se ve disminuida por
una limitación de esa naturaleza. Lejos de ello. La limitación en cuestión sólo
significa que hay que intensificar la lucha por la dominación global, en conformidad
con el éxito relativo de las empresas trasnacionales gigantes en su propio país v en
el e scenar io i n t e rnac iona l . En consecuenc ia los e s t a d o s de los países
-"^ Vengo estudiando esos problemas desde 1971. Ver la sección "Capitalismo y destrucción ecológica", en mi conferencia del Isaac Deutscher Memorial La necesidad del control social, dictada en la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres en enero de 1971, publicada por primera vez en volumen por separado por The Merlin Press en Londres, 1971 y reimpresa en la Parte Cuatro de mi libro Más allá del capital, pp. 1007-1035. 334 Ygj g¡ penetrante estudio de John Bellamy Foster, Marx's Ecology, Monthly Review Press, 2000. Ver también el impactante libro de Joel Novel, The Enemy of Nature: The End of Capitalism or the End of the World?, Fenwood Publisihing Ltd., Nova Scotia, y ZED Books Ltd., Londres y Nueva York, 2002.
376
István JVlészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico
ímperialistamente dominantes tienen que entrar a escena d i rec tamente , apoyando
con todos los medios a su disposición a sus empresas nacionales / t rasnacionales
gigantes en sus confrontaciones con sus rivales. Así que la cuestión del "complejo
militar-industrial" no queda restringida a las determinaciones inmensamente
despilfarradoras de la p r o d u c c i ó n militarista. Asume también una forma mi l i tar / po l í t i ca directa, como lo demuestran las vicisitudes del imperialismo en el siglo
XX (y, de acuerdo con la tendencia hoy prevaleciente, más peligrosamente aún en
el siglo XXI). La nueva fase de imper ia l i smo h e g e m ó n i c o g loba l , con los
Estados Unidos como su fuerza avasalladoramente d o m i n a n t e , " ' indica una
atemorizante intensificación de los peligros. No simplemente como asunto de
"política de una gran potencia" ocasional y alterable sino, lo que resulta mucho
más i m p o r t a n t e , como la manifestación de una de te rminac ión s i s t é m i c a fundamental en la presente fase del desarrollo histórico del capital, que exige ser
atendida urgentemente en su piano adecuado.
Naturalmente, todas esas tendencias están estrechamente entrelazadas en las
determinaciones más profundas de un sistema históricamente único. La conveniente
negación de su carácter histórico tiene su explicación en el deseo de perpetuar los
todopoderosos intereses explotadores del orden dominante a los que se puede
dar fácilmente su explicación racional gracias a los postulados de la "sola y única"
e t e r n i z a c i ó n viable del sistema reproductivo. Sin embargo la incómoda verdad
es que el capital es absolutamente incapaz de reconocer sus propios límites, incluso
si la interrogante que hay que formular es la de cómo remediar de una manera
humanamente sustentable las fatales contradicciones y peligros de su crecimiento
incontrolable.
Tal consideración resulta del todo inadmisible porque la relación con el
crecimiento constituye el círculo vicioso definitivo del sistema. Y es que el capital
conduce al c r e c i m i e n t o , de una manera absolutizada/incontrolable, y al mismo
tiempo es c o n d u c i d o a toda costa por el crecimiento, como condición de su
propia supervivencia en última instancia insustentable.
Hoy los apologistas del sistema o bien niegan descaradamente que haya algún
problema serio debido a la modalidad de crecimiento prevaleciente, que exigiría
restricciones racionales, o bien participan de las fantasías conservadoras de los
"límites del crecimiento" que analizamos en el Capítulo 9. En este último caso
dan por descontadas las perniciosas determinaciones del capital y presentan
'•" Sin duda, esa dominación —sin importar cuan implacablemente impuesta en la actualidad —no puede ser mantenida de manera indefinida. Es necesario subrayar no sólo el peligroso carácter de la dominación norteamericana, sino también su inestabilidad histórica y su fracaso final. En su debida oportunidad, los complejos problemas alojados en ¡as raíces de esas determinaciones tienen que ser resueltos a fin de eliminar dicha inestabilidad, o si no la tendencia hacia una afirmación cada vez más agresiva de los dictados de los Estados Unidos podría conducir a la destrucción de la humanidad.
377
István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
quiméricamente la imposición de un orden social aun más inicuo que el presente
como si se tratase de un "correctivo".
Es imposible hallarle soluciones viables a ninguno de los problemas a los
que nos enfrentamos en el terreno del capital, si no estamos plenamente concientes
de las determinaciones históricas y las correspondientes constricciones históricas
del sistema, en contraste con todas las teorías que apuntan a la eternización de
hasta sus rasgos más problemáticos y ciertamente destructivos. Es importante
también tener en mente que la determinacionalidad de ese modo de reproducción
metabólica social es simultáneamente e p o c a l — e n el sentido de que abarca en su
totalidad su tiempo de vida de siglos de duración—y característico de una fase espec í f ica de su desarrollo. Las dos cosas pueden ser totalmente distintas, no en
sentido absoluto sino precisamente en su significación por el tipo de acción que se
tiene que emprender a fin de afrontar, con alguna oportunidad de éxito, los propios
problemas identificados.
Para poner un ejemplo crucial , la prosecución de un c r e c i m i e n t o ultimadamente incontrolable fue s i e m p r e una característica fundamental del
capital como asunto de profunda determinación sistémica. Sin este modo de control
metabólico social único no podría haber conquistado el escenario histórico como
realmente hizo. Más aún, el carácter intensamente p r o b l e m á t i c o del crecimiento
orientado hacia la acumulación del capital no fue un agregado tardío más o menos
accidental. Fue, desde el inicio mismo del sistema, inseparable de la naturaleza
del capital como la vía más dinámica de controlar el orden de la reproducción
metabólica social conocida por los seres humanos en la historia hasta alcanzar la
madurez del sistema, para culminar en el punto del tiempo en que llegó al final de
su fase de desarrollo ascendente,
Y es aquí donde la segunda dimensión más específica de la temporalidad
histórica del capital se vuelve decididamente relevante. Porque la m i s m a caracter ís t ica s i s témica del crecimiento inexorable, hondamente arraigada en
la propia naturaleza del capital desde el momento de su constitución, a través de la
alienación y la expropiación del trabajo, como un sistema de control que es cada
vez más omniabarcante, se convierte en determinada fase del desarrollo histórico
del capital en una determinación potencialmente muy devastadora.
Es la especificidad histórica de esa amenazadora fase histórica del presente la
que nos impone la tarea de la revaluación radical de la cuestión del crecimiento.
No en el sentido de la seudoalternat iva ineteresada de "crecimiento o no
crecimiento", que dejaría intactas las monstruosas iniquidades de nuestro mundo
social, o las haría peores que nunca. El crecimiento tiene que ser revaluado
movilizando exitosamente los recursos materiales v humanos de un movimiento
de masas radical que reoriente en la práctica nuestras prácticas de producción para
la realización de los tan necesitados objetivos socialmente legitimados. Eso resultaría
inconcebible sin poner bajo control racional las fuerzas destructivas inseparables
de las modalidades hoy prevalecientes del crecimiento como expansión del capital.
378
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
10.2.2 La exitosa conquista del planeta por el capital fue debida p r i m o r d i a l m e n t e
a su d inámica interna , aunque la ventaja militar de algunos países dominantes—
en especial Inglaterra y Francia—jugó un papel adicional significativo durante la
primera etapa del imperialismo: la c o n s t r u c c i ó n in ic ia l de u n i m p e r i o c o l o n i a l m o d e r n o . Lo que aseguró la penetración global del capital y su impacto
de largo alcance sobre los territorios conquistados con una base permanente fue
precisamente la incomparable dinámica transformadora del sistema. Porque era
transferible a las áreas conquistadas colonialmente de una forma alterada en sus
características pero todavía dinámica: como corolarios económicos e s t r u c t u -ra lmente subord inados pero in t ernamente expans ib les de los países "madre
patria" o "metropolitanos". Ese tipo de dinámica como fuente primordial del éxito
permanente del capital estaba en abierto contraste con las conquistas militares
anteriores, que tarde o temprano "se quedaban sin gasolina" en ausencia de ese
poder. Significó también que el costo despilfarrador del control militar de los
territorios coloniales pudiese ser incomparablemente menor en términos relativos
bajo el dominio del capital que en los antiguos imperios coloniales, ya que durante
un tiempo muy prolongado algunas de las funciones de control fundamentales las
cumplía con suma efectividad la "mano invisible" del sistema del capital
apropiadamente trasplantada.
La fuente principal del avance global del capital fue la gran diferencia entre la
estructura de m a n d o material del capital y su estructura de m a n d o pol í t ica , con la forzosa primacía de la primera a todo lo largo de la fase a s c e n d e n t e del
desarrollo del sistema. Por eso podía insistir elocuentemente Adam Smith en la
necesidad de mantener a los políticos (v al estado) fuera de los asuntos del desarrollo
económico. Sin embargo, luego de concluida la fase ascendente las cosas se tornaron
mucho más complicadas y problemáticas, y necesitaron de una participación cada
vez más directa del estado capitalista en el fomento de las aspiraciones imperialistas
de los países dominantes, la segunda etapa del imperialismo, la redistributiva,"*" en la que contendieron de manera antagónica una cantidad de grandes potencias en
pro de sus corporaciones cuasimonopólicas, incluso bajo la forma de guerras
mundiales masivamente des t ruct ivas . Na tu ra lmen te , ¡la te rcera etapa del
imperialismo, característica de nuestro propio tiempo—a saber, el imper ia l i smo h e g e m ó n i c o g lobal , con los Estados Unidos como su fuerza avasalladoramente
d o m i n a n t e — n o sólo es sumamente problemát ica sino además to t a lmen te
insustentable, en vista de los peligros suicidas que la abruman. '"
™ Bautizada por Lenin como "la etapa superior del capitalismo". 337 Ver el estudio de esos problemas en el Capítulo 4, en especial la Sección 4.2, "La fase potencialmente más letal del imperialismo"
379
István Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
La estructura de mando dual por separado pero con estrecha interconexión
representó durante largo t iempo una gran ventaja en el desenvolvimiento y
consolidación global del sistema del capital. Porque la adopción interiorizada de la
estructura de mando material del capital en los territorios coloniales trajo consigo
la condición, propicia para una mayor expansión a escala global, de que algunas de
las funciones más importantes del control metabólico social no tuviesen que ser
impuestas por la fuerza de las armas de un p o d e r p o l í t i c o y mil i tar foráneo host i l , sino que pudiesen nacer (con el estímulo de alguna intervención política/
militar, por supuesto) del suelo material local. Naturalmente, esa clase de desarrollo
fue posible porque las clases dominantes locales desempeñaron un papel muy
activo en pro de sus intereses en el proceso de transformación metabólico social
interno.
Sin embargo, el fin de la ascensión histórica del capital hizo necesario que la
estructura de mando política omniabarcante del sistema asumiera un papel todavía
mayor. Al mismo tiempo, el estado capitalista ya no podía cumplir realmente ese
papel sin recurrir a un empleo de la violencia cada vez más despilfarrador. También,
en los países dominados colonialmente esa determinación regresiva terminó en la
articulación de movimientos políticos anticoloniales y, muv significativamente,
entre ellos uno enormemente poblado, la India. Y aunque las clases dominantes
locales—incluidas las de la India—estaban muy lejos de querer instituir un cambio d e s i s t e m a en el per íodo posbél ico del "neo imper ia l i smo" , no obstante
in t roduje ron algunas complicaciones en úl t ima instancia insolubles en el
funcionamiento global del sistema del capital. El hecho de que las fuerzas capitalistas
más reaccionarias en nuestro tiempo estén presionando, más o menos abiertamente,
por la r e c o l o n i z a c i ó n de l mundo—vociferando hipócritamente en contra del
"pandemonio étnico", el "eje del mal", los "estados fracasados","* y demás, cuando
entonan sus alabanzas a la futura variedad pretendidamente "comprensiva" del
i m p e r i a l i s m o l ibera l—no hace más que subrayar el punto.
Inev i t ab lemente , con el fin de la ascensión his tórica del capital las
contradicciones y los antagonismos del sistema en su conjunto—tanto en los países
dominantes "metropolitanos" como en los territorios coloniales—se agudizan, y
exigen la r evers ión del patrón original del desarrollo expansionista. Porque en la
fase ascendente—desde el tiempo de Enrique VIII a los comienzos del siglo XIX—
el papel de la intervención política directa muestra una t e n d e n c i a a d i sminuir , en tanto que después del final de la fase ascendiente muestra una t e n d e n c i a a
''* Martin Wolf no constituye ninguna excepción en la sustancia reaccionaria, aunque su lenguaje es más diplomático. Adoptando con gazmoño servilismo el concepto presuntamente autojustificativo de "la comunidad global" —en cuyo nombre los Estados Unidos y sus "solícitos aliados" cometen constantemente las más brutales violaciones de los derechos humanos elementales —Wolf insiste, previsiblemente, en que "la comunidad global también necesita de la capacidad y la voluntad de intervenir allí donde los estados hayan fracasado por completo". Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case for the Global Market Economy, p. 320.
380
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
crecer cada v e z más. Ese tipo de desarrollo alcanza el punto del más agresivo
manejo de las guerras imperia l i s tas g l o b a l e s , en el plano in ternac iona l , y el
c o n t r o l b u r o c r á t i c o estatal de los asuntos cada vez más extremado, en el
plano i n t e r n o . Así, a la "mano invisible" se le jubila sin contemplaciones, y tan
sólo su mito utilizado cínicamente es perpetuado por la ideología dominante con
propósito mistificador, en contraste con Adam Smith, quien realmente creía en el
poder insuperable de la "mano invisible".
Bajo las nuevas circunstancias, la estructura de mando material por separado
del capital ya no podía seguirle ofreciendo el alcance suficiente a las clases
dominantes de los países dominados coloniálmente para prolongar su desarrollo
económico y su control relat ivamente au tónomo. Fue así porque la nueva
competencia internacional salvaje por la conquista militar exclusivista y el control
directo de los territorios coloniales la descartó decididamente durante la segunda
etapa del imperialismo, la redistributiva. De esa forma los a n t a g o n i s m o s entre e s tados siempre latentes en el sistema del capital se vieron plenamente activados
e intensificados, y se volvieron claramente insolubles, a pesar de la participación
absolutamente irresponsable de los estados dominantes en aventuras militares
extremas, como las dos guerras mundiales del siglo XX. Natura lmente , esa
contradicción se agudizó aim más bajo las condiciones del imperialismo hegemónico
global, cuando apareció en la agenda la r e c o l o n i z a c i ó n d e s n u d a del mundo,
con la complicación añadida de que ese plan no le podía ser impuesto al resto del
mundo simplemente por los medios militares a la mano, en vista de la naturaleza
decididamente suicida de una potencial tercera guerra global.
Es aquí donde la incapacidad del capital para crear el e s t a d o de l s i s tema de l c a p i t a l en s í afirma su límite insuperable. Ciento cincuenta años de
imperial ismo moderno no pudieron lograr nada que significara tan sólo la
disminución de los antagonismos entre los estados del sistema del capital, por no
mencionar su eliminación ilusoria y apologéticamente propagandizada. Por el
contrario, no consiguieron más que intensificarlos, hasta el punto de que para
poder apaciguarlos se hizo realmente necesario apelar a confrontaciones militares
cada vez mayores.
Una típica tergiversación propagandística de ese problema se da en el libro
de Martin Wolf, puesto por las nubes por quienes comparten los intereses creados
del autor de ¿Por q u é f u n c i o n a la g loba l i zac ión? Lo elogian no sólo como
"una visión civilizada, sabia y optimista de nuestro futuro económico y político",
sino hasta como "un análisis definitivo".'^' Porque Wolf presenta este tipo de
explicación "optimista" de los desarrollos en marcha:
' ' ' Kenneth Rogoff, principal economista del FMI y profesor de la Universidad de Harvard, utiliza la frase en la contraportada promocional del libro de Wolf. Certificó sus impecables credenciales del establishment como duro adversario incluso de John Stiglitz. Ver el recuento que hace Stiglitz de su enconada confrontación en el post scriptum a la edición de Penguin de su libro Globalization and its Discontents.
381
Istvan Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histdrico
todas las grandes potencias han abandonado la idea atávica de que la prosperidad proviene de las ganancias y pillajes territoriales y no del desarrollo económico interno y el intercambio pacifico. Uno de los rasgos más sorprendentes de la
actual guerra contra el terrorismo es c ue todas las grandes potencias del inundo
están del mismo lado."°
Así que se espera que creamos que el imperialismo existió porque algunas
grandes potencias se dejaron cautivar una vez por una " idea a t á v i c a " que
felizmente hoy ha sido remitida para siempre al pasado, porque se han convertido
a la idea del "desarrollo económico interno y el intercambio pacífico". Y la prueba
de ese "análisis definitivo civilizado, sabio y optimista constituye el ridículo n o n -sequ i tur de que las grandes potencias del mundo se encuentren en el mismo
bando en la "guerra contra el terrorismo". Un n o n - s e q u i t u r conclusivo merecedor
de la hipótesis de la "idea atávica". Gracias a tal "análisis definitivo", de ahora en
adelante podemos vivir felices para siempre, sin que nos perturbe siquiera la sombra
de un pensamiento sobre la rivalidad imperialista y la dominación explotadora de
los países más débiles. ¿Pero y qué acerca de estos últimos? ¡Porque la leyenda
imperialistamente servil de Wolf no habla sino de "las grandes potencias del
mundo"!
La incómoda verdad del asunto es que a la globalización capitalista no le es
posible funcionar si no logra crear e l e s t a d o de l s i s tema d e l capi ta l e n sí. Pero para poder hacerlo sería necesario superar radicalmente las contradicciones
y antagonismos arraigados en la destructiva historia del desarrollo imperialista. Sin
embargo, las contradicciones internas s i s témicas—y los inevitables antagonismos
entre los estados que son su resultado—se afirman por la fuerza incluso del modo
en que están las cosas actualmente. Más aún, se ven gravemente complicadas por
la circunstancia de que la insuperable limitación material respecto al carácter finito de nuestros recursos p lanetar ios—que en el pasado más remoto era
solamente l a tente—se está haciendo hoy no sólo flagrantemente obvia, aunque
los estados más poderosos, sobre todo los Estados Unidos, la nieguen y \a ignoren
irresponsablemente, sino cada vez más aguda . En consecuencia, ahora tenemos
que habérnoslas realistamente con una in tens i f i cac ión potencial antes jamás
imaginable de los antagonismos imperialistas, en lugar de remitirlos ilusamente al
pasado. Porque esta vez el asunto no está solamente en la rivalidad concerniente a
la dominación colonial de algunos países más débiles, sino simultáneamente también
en la competencia cap i ta l i s tamente i n s o l u b l e y potencialmente catastrófica en
torno a nuestros recursos plantarios finitos.
A fin de persuadirnos de cerremos los ojos ante las perturbadoras tendencias
del desarrollo contemporáneo, los apologistas del imperialismo nos ofrecen
diagnósticos errados y soluciones totalmente irreales. No constituye ninguna
sorpresa, por lo tanto, que Wolf argumente de esta manera:
Wolf, op. cit., p. 309.
382
Istva'n Mészaros: El desafio y la car.ga deltiempo histórico
Consideremos el mayor obstáculo para una distribución más pareja de la prosperidad global y la provisión de bienes públicos globales esenciales. Ese obstáculo no lo constituye ni la integración económica global ni las compañías trasnacionales,
como alega la crítica, sino la multiplicidad de soberanías independientes."' Y agrega, por añadidura, que "decididamente la fuente más importante de la
desigualdad y la pobreza persistente la constituye el hecho de que la humanidad
está encerrada e n a lrededor de d o s c i e n t o s países distintos". * Wolf insiste
obsesivamente en que "la principal explicación" de nuestros problemas "es la
f ragmentac ión po l í t i ca de l mundo".'*' Por lo tanto, como era de esperar, se
pronuncia en contra de la única posibilidad positiva de la Organización Mundial
del C o m e r c i o , manifes tada en C a n c ú n , d ic i endo que " i n t r o d u c e en las
negociaciones u n gran n ú m e r o de p e q u e ñ o s países , con insignificante impacto
en el mundo del comercio y les concede un p o d e r desproporc ionado" ."* Naturalmente, Wolf está a favor de la concentración de la toma de decisiones
real en las "grandes potencias mundiales", como ya hemos visto. Para justificar esa
opinión no vacila en negar incluso lo obvio—es decir, que las grandes corporaciones
trasnacionales, predominantemente bajo el control de los Estados Unidos de
Nor t eamér i ca , son compañías n a c i o n a l e s — " d e m o s t r a n d o " su ofuscadora
declaración propagandista con la ayuda de otro n o n - s e q u i t u r absurdo: "En la
mayoría de las industrias modernas—incluidas las de servicios—las compañías
más grandes n o son nac iona le s . ¿Acaso una fábrica Toyota en los Estados Unidos
es más o menos norteamericana que una fábrica General Motors en China?"'** La
respuesta real es, por supuesto, que la pregunta carece por completo de sentido
porque las fábricas Toyota son en todas par tes nac ionales / trasnac ionales japonesas , al igual que las fábricas General Motors son nacionales/ t rasnacionales
n o r t e a m e r i c a n a s , donde quiera que puedan estar ubicadas, China incluida.
La culminación del razonamiento propagandista de Wolf a favor de "las grandes
potencias mundiales que no volverán a ser atávicas" resulta igualmente revelador.
Y dice así: Si nos preguntamos además cuál sería el mecanismo más poderoso para asegurarnos de que las fuerzas de la convergencia económica aplasten a las de la divergencia, la respuesta tiene que ser la integración jurisdiccional (... ) si el compromiso de proteger la prosperidad y permitir que el capital se mueva libremente fuese creíble en todas partes, el movimiento de capital hacia los países pobres se incrementaría muchísimo,Y de nuevo, si la gente se pudiese trasladar libremente de los países pobres y fracasantes a los más ricos, la desigualdad global y la pobreza extrema con certeza decaerían sustancialmente."''
'« Ibid. p. 313. ^^ rbíd. p. 316. ^«Ibid. p. 317. '" Ibid. p. 319. «= Ibid. p. 311. ""• Ibid. p. 315.
383
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Así, la "integración jurisdiccional"—es decir, el firme control estatal
imperialista del mundo entero por un puñado de grandes potencias—constituye
la solución decretada para nuestros problemas y antagonismos cada vez más graves.
Y los remedios milagrosos ni siquiera terminan allí. Porque el pasaje citado
prosigue:
Podemos hasta ir más lejos. Imaginémosnos la integración jurisdiccional no sólo en el sentido de la Unidad Europea contemporánea, sino en el sentido de un estado federal contemporáneo, digamos los Estados Unidos. Imaginemos que los Estados Unidos no fuese uno de los países del mundo, sino se hubiese convertido en una federación global que ofrece derechos de igualdad en las votaciones para todos. Entonces fluirían recursos mucho mayores a las regiones más pobres de ese mundo imaginario que incluiría a los Estados Unidos, para financiar la infraestructura, la educación, la salud y la maquinaria de la ley y el orden. Eso no sería sorprendente. Sabemos muy bien que un país gasta el dinero
en quienes tienen voz política. ¿Pero por qué no imaginarnos también, por sobre todos esos logros
imaginarios, que generosamente n o s cae maná de l cielo? Porque eso quizá
solucionaría hasta el último problema faltante. A saber, que a pesar de la aseveración
totalmente infundada de Wolf, los "derechos de igualdad en las votaciones"
actualmente existentes están muy lejos de poderles garantizar una "voz política"
apropiada a los votantes en nuestras democracias liberales, incluso si suponemos
que ellas reparten los beneficios de libre flujo señalados por el autor. Muchos
millones de pensionados ingleses, por ejemplo, que tienen los mismos derechos
de votación política que otros ciudadanos ingleses, han estado tratando por décadas
de obtener la paridad en los aumentos de su pensión anual, de acuerdo con lo que
se concede a los sueldos promedio. Pero se han tropezado con el más firme rechazo
de su demanda por parte de los gobiernos capitalistas del país, sean conservadores
o laboristas (y no sólo del "Nuevo Laborismo").
En el mundo de Wolf se espera que todas las dificultades serán superadas
gracias a la virtudes de un m e r c a d o m u n d i a l ficticiamente equitativo—en la
realidad dominado por el imperio—desoyendo por completo a las críticas. Así, se
nos dice que "Las críticas les permiten a los proteccionistas pretender que ellos
benefician a los pobres del mundo cuando en verdad los están privando de la
oportunidad de ganarse la vida en los m e r c a d o s mundiales".'*^ No importa el
hecho de que la inmensa mayoría de la humanidad no pudo durante siglos ganarse
la vida decentemente en el mercado mundial realmente existente. Lo único que sí
importa es que estemos de acuerdo con la "visión civilizada, sabia v optimista" de
Martin Wolf, jurisdiccionalmente mejorada y que según la cual el proceso de
globalizacion capitalista en marcha opera en beneficio de todos. En caso de que
algunas personas sigan teniendo dudas en sentido contrario, Wolf las vuelve trizas
'*' Ibid. p. 319.
384
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
con el argumento definitivo, aparentemente irrefutable, de! último párrafo del
libro, donde vocifera en contra del "retorno de todos los clichés anticapitalistas,
c o m o si n o h u b i e s e o c u r r i d o n u n c a el d e r r u m b e d e l c o m u n i s m o soviético".^*^ Porque, obviamente, Martin Wolf nunca en su vida pudo prestarle
la menor atención a la sostenida y profundamente comprometida crít ica social ista al tipo soviético de desarrollo.
En realidad el "mensaje vital" y el "análisis definitivo" de Wolf constituye un
transparente ejercicio de propaganda en plena sintonía con los intereses creados
más retrógrados. El respaldo total que Kenneth Rogoff le da a su libro en la
contraportada ilustra también el contraste con Joseph Stiglitz, ex Director del
Consejo de Asesores Económicos del presidente Clinton v antiguo economista
principal del Banco Mundial. ¿Pero hasta dónde podemos estar de acuerdo con la
visión de la globalización que tiene Stiglitz, indudablemente menos inocentona,
como lo indica el titulo de su libro?
Sin duda, en Globa l i za t ion and its D i s c o n t e n t s (La globalización y sus
disconformes) hay varias críticas parciales, que podemos compartir con el autor,
sobre los mecanismos de control económicos y políticos de la globalización actual
que interfieren negativamente, en especial su relación del papel del Fondo
Monetario Internacional. De manera similar, en si siguiente libro, The Roar ing Nine t i e s (Los locos años noventa), su crítica del comportamiento fraudulento
de algunas corporaciones trasnacionales gigantes es firme y clara. Sin embargo,
como es propio de quien fuese el principal asesor económico de Bill Clinton, su
enfoque se mantiene siempre atado a las presuposiciones y conclusiones de la
globalización capitalista, si bien a él le hubiese gustado ver al proceso implementado
con un "rostro más humano". Así, al final su crítica culmina en retórica—quizá
bien in t enc ionada—en lugar de en propues tas tangibles para un cambio
significativo material y estructuralmente garantizado. Podemos apreciar la retórica
bien intencionada y las obvias limitaciones del enfoque de Stiglitz en un pasaje
típico de su libro, en el que invoca la "globalización democrática":
Pero globalización democrática significa que esas decisiones deben ser tomadas con la plena participación de todos los pueblos del mundo. Nuestro sistema de gobemanza global sin gobierno global sólo puede funcionar si existe una aceptación de la multilateralidad. Desafortunadamente, el año pasado ha sido testigo de un aumento en la unilateralidad por parte del gobierno del país más rico y más poderoso del mundo. Si la globalización va a funcionar, eso también debe cambiar. **'
Como podemos ver, lo que Stiglitz propugna está lleno de "si" y "debe", pero
en cambio no hay ninguna indicación de " c ó m o " se pueden alcanzar los objetivos
deseados. No tiene caso hablar de "g loba l i zac ión d e m o c r á t i c a " a menos que
se analice sustantivamente cómo se puede alcanzar realmente esa alternativa al
Ibid. p. 320. Joseph Stiglitz, Globalization and Its Discontents, p. 274.
385
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la car.qa del tiempo histórico
proceso de globalización en marcha, autoritario y dominado por el imperialismo.
Desafortunada, pero en modo alguno sorpresivamente, en el recuento de Stiglitz
se supone que la palabra "democrática" va a ser capaz de resolver el problema,
eliminando la necesidad de explicar el penosamente difícil "¿cómo?".
Encontramos la misma retórica bien intencionada v al mismo tiempo la
evasión de temas sustantivos difíciles en The Roar ing Nine t i e s , cuyo subtítulo
es "Why We're Paying the Price for the Greediest Decade in History" (Por qué
estamos pagando el precio de la década más codiciosa de la historia). De nuevo hay
abundancia de buenas intenciones. Pero he aquí hasta donde éstas alcanzan:
Tal vez la próxima administración norteamericana evite las trampas en las que han
caído los Estados Unidos. Tal vez la próxima administración tendrá más éxito en el
procesamiento de las necesidades a largo plazo de Norteamérica y el mundo. Al
menos, tal vez los ciudadanos del resto del mundo sean menos propensos a dejarse
llevar por los mitos que tanto han guiado a las ideas acerca de la economía política
a lo largo de los años recientes. Tal vez Norteamérica v Europa, juntas, v el mundo
desarrollado v el subdesarroUado, puedan forjar una forma de democracia global nueva, y un nuevo conjunto de políticas económicas: que garanticen una
prosperidad recién encontrada que será compartida por todos los ciudadanos del mundo.*'"
Así que se nos brinda la esperanza infundada del "tal vez" no una sino cuatro
veces. Pero absolutamente sin nada que la respalde. Por eso la proyección de una
"forma de democracia global nueva" (¿acaso hemos tenido alguna vez una forma de
democracia global vieja?) que se supone garantizará "una prosperidad recién
encontrada" para "todos los ciudadanos del mundo", sigue siendo nada más un
desiderátum piadoso, en carencia total de algún análisis acerca de qué es lo que
podría convertir lo en realidad. Porque Stiglitz n u n c a t iene la intención de
considerar, ni mucho menos afrontar combativamente, los enormes i m p e d i m e n t o s estructurales que militan en contra de la realización de las alternativas
necesarias e h is tór icamente viables. Las determinaciones es t ructura les de
importancia fundamental del orden dominante son s i s t emát icamente e ludidas . Stiglitz jamás critica la natura leza y el m a r c o capital is tas de la globalización
en marcha. Sólo le preocupa su "adminis trac ión", y espera que el correctivo
para rectificar la "mala admin i s t rac ión" que se critica provenga de una forma
de administración capitalista más comprensiva y menos "codiciosa", de su propio
tipo, sin ninguna clase de necesidad de algún c a m b i o es tructural en el orden
social establecido.
Resulta comprensible, entonces, que las recomendaciones de políticas de
Stiglitz sean totalmente anémicas, por decirlo con suavidad. En su evaluación general
de The Roar ing Nine t i e s escribe: Si tuviese que precisar un sólo v único mensaje en este libro sería: se necesita que haya un equilibrio entre el papel del gobierno v el del mercado. Un país
Joseph Stiglitz, The Roaring Nineties, Penguin Boolcs, 2004, p. 346.
386
Istva'n Mésza'ros: EMesafi'o y la carga del tiempo histórico
puede padecer tanto por sub-regulación como por sobre-regulación, y tanto por inversión pública demasiado pequeña como por excesivo gasto público; el gobierno puede ayudar a estabilizar la economía—pero las políticas maldiseñadas pueden hacer que empeoren las fluctuaciones, (...) Esta comprensión más amplia significa que los países deber ían sentir una mayor l iber tad en su escogencia de
polít icas económicas ." '
A menudo escuchamos decir que se debe establecer un equ i l ibr io apropiado
entre el papel del gobierno y el del mercado, pero es en vano. Porque por lo
general se pasan por alto las d e t e r m i n a c i o n e s c ausa l e s subyacentes y los fuertes
i m p e d i m e n t o s es tructura les que tienden a actuar en contra de ello.
Sin embargo, aunque los ítems enumerados en la lista de Stiglitz están
"equilibrados", como él dice que habría que equil ibrarlos, ¿de qué manera
resolvería eso en lo más mínimo cualquiera de los graves problemas estructurales
de nuestro mundo, por no mencionar ia creación de "una p r o s p e r i d a d r e c i é n
e n c o n t r a d a que será compartida por t o d o s los c i u d a d a n o s de l mundo"? ¿Y
qué haríamos con la recomendación política final de que "los países deber ían sent ir una mayor l iber tad en su e s c o g e n c i a de po l í t i cas económicas"? ¿Qué pasa si ellos lo hacen pero fracasan s i s t e m á t i c a m e n t e en convertir ese
sentimiento en realidad, debido a los enormes i m p e d i m e n t o s es tructura les del sistema del capital que simplemente no existen en los libros de Stiglitz? Con
frecuencia se le elogia como el "supremo conocedor desde adentro" , que
ciertamente es. El problema está, no obstante, en que a pesar de sus buenas
intenciones su posición de conocedor desde adentro lo convierte en cautivo de la
perspectiva—en última instancia sumamente dudosa—del "adentro" estructural-
mente atrincherado pero históricamente insustentable.
En conclusión, nuestro problema no está en la necesidad de una globalización,
la cual es innegable, sino en el fracaso sistemático de la globalización capitalista
debido a los antagonismos destructivos generados e intensificados bajo el orden
existente. Porque aun en el punto más favorable del ascenso histórico del capital
ese modo de reproducción metabólica social—como resultado de sus determina
ciones estructurales adversariales más profundas, que ninguna "administración
capitalista comprensiva" podría alterar-—necesariamente sería incapaz de introducir
en términos globales un nivel de igualdad mínimamente tolerable. Ahora bien,
hasta el apologista Wolf tiene que aceptar que, en caso de que las tendencias actuales
se mantengan,
tanto la diferencia absoluta como las brechas relativas en los niveles de vida de los países más ricos y los más pobres del mundo continuarán haciéndose mayores. Hoy esa relación es aproximadamente de setenta y cinco a uno . Hace un siglo era como de diez a u n o . Dentro de cincuenta años podría llegar fácilmente a
Joseph Stiglitz, ibid., p. XIV. Martin Wolf, op., cit. p. 314.
387
Istvéín Mésza'ros: El desafto y la car.qa del tiempo histórico
Por lo tanto el problema real es la e m a n c i p a c i ó n humana y las condiciones
necesarias para su realización, y no la"globalización basada en el mercado". Esperar
que la solución de nuestros asuntos más candentes de la explotación y la
dominación de clases estructuralmente atrincheradas nos venga de un m e r c a d o
m u n d i a l supuestamente beneficioso fue siempre absurdo, si no un descarado
embuste cínico. Nunca hubo una realidad que se correspondiese con eso, porque—
lejos de ser imparcial—el mercado mundial estuvo d o m i n a d o i m p e r i a l i s -
tamente desde sus inicios y lo ha seguido estando a partir de allí. Desde el comienzo
m i s m o es tuvo c o n s t i t u i d o po r un con jun to de r e l a c i o n e s d e p o d e r
absolutamente inicuas, que siempre trabajaron a favor del más fuerte y del control
implacable—de ser necesario incluso bajo la represión militar más brutal—de los
participantes más débiles.
En el pasado fue posible posponer muchos problemas gracias a la productiva
a c u m u l a c i ó n de l capita l relativamente libre de problemas, si bien característi
camente inflada por la ideología dominante y su promesa de "un pastel cada vez
más grande para todos" en el futuro. En nuestro tiempo, sin embargo, bajo las
condiciones de crisis es tructural del sistema del capital, tenemos que enfrentar
también la profunda crisis de la acumulación del capital. Ésta afecta profundamente
hasta al país capitalista más poderoso, los Estados Unidos, con implicaciones de
largo alcance para el resto del mundo. La crisis de la acumulación del capital
acarrea por todas partes la dominación aventurera de la forma más parasitaria del
capita l financiero, dedicado afanosamente a la construcción de castillos de arena
a orillas del mar, con sus pretensiones de una sólida globalización. Ni tampoco
debemos olvidar la necesidad fundamenta l de una e c o n o m í a g e n u i n a
administrada racionalmente que nazca de las limitaciones de nuestro planeta finito,
y de frente contra el irresponsable despilfarro de la administración del capital
establecida durante tan largo tiempo. Además, las destructivas determinaciones
internas del imperialismo hegemónico global agravan en mucho esos problemas,
y le presentan al hegemón único avasalladoramente dominante la "solución última",
no sólo en términos de la acumulación sin fin del capital, sino también llevándose
la parte del león de los recursos planetarios rnediante el empleo de la violencia
militar extrema, aunque hacerlo presagie la total destrucción de la humanidad.
Tener en mente todos esos problemas, como deberíamos, nos permitirá hacernos
una buena idea de la magnitud de la tarea histórica.
La globalización capitalista nunca funcionó de una manera sustentable v jamás
podrá hacerlo. La única a l ternat iva h e g e m ó n i c a v iable tendría que ser un
orden socioeconómico y político radicalmente distinto. Ese orden tendría que
estar basado en una relación muy diferente con la naturaleza misma, con demandas
de energía y recursos de materia prima, al igual que de necesidades agrícolas,
cualitativamente diferentes; una relación respetuosa de los requerimientos objetivos
del proceso de la reproducción históricamente sustentable en nuestro hogar
388
István IV\észáros: Ll desafio y la carga del tiempo txistórico
planetario. Un orden que solamente podría prevalecer si se le instituye y se le
mantiene sobre la base de relaciones sus tant ivamente equi ta t ivas , tanto en lo interno—poniéndole fin a la adversariedad de clases v con ello liberando inmensos
recursos humanos, hoy completamente desperdiciados—como en l o in ternac iona l , con respecto a la adopción de r e l a c i o n e s de g e n u i n a c o o p e r a c i ó n e n t r e l o s e s t a d o s . Pero la institución de cualquiera de las características
definitorias de un orden de esa naturaleza resulta inconcebible dentro del marco
irreparablemente explotador de la globalización capitalista, aunque se le libere
imaginariamente de sus "perturbaciones administrativas".
10.3 LA CRISIS ESTRUCTURAL DE LA POLITICA^^^
10.3.1 SÍNTOMAS DE UNA CRISIS FUNDAMENTAL
Es necesario subrayar aquí los desarrollos sumamente inquietantes—y que
ciertamente amenazan al mundo entero—en el campo de la política y la justicia.
Quiero mencionar al respecto que hace nada menos veintitrés años que me enteré
personalmente en Paraiba de las dolorosas circunstancias de los explosivos
disturbios por la comida. Veinte años después, para la época de la campaña electoral
del presidente Lula, leí que él había anunciado que la parte más importante de su
estrategia futura era su determinación de ponerle fin en el país al grave mal social
del hambre. Era obvio que las dos décadas transcurridas desde aquellos disturbios
dramáticos en Paraiba no bastaron para solucionar ese problema crónico. Todavía
hoy, se me ha dicho, las mejoras son muy modestas en Brasil. Más aún, las sombrías
estadísticas de las Naciones Unidas constantemente ponen de relieve que el mismo
problema persiste, con consecuencias devastadoras, en muchas partes del mundo.
Y es así a pesar del hecho de que las fuerzas productivas a la disposición de la
humanidad en la actualidad podrían relegar para siempre al pasado el fracaso social
hov totalmente inexcusable del hambre v la desnutrición.
Sería tentador atribuirle esas dificultades, como sucede con frecuencia en el
discurso político tradicional, a las contingencias políticas más o menos fácilmente
corregibles, y proponer a partir de ello el correctivo, mediante cambios de personal
en la próxima oportunidad electoral adecuada y estrictamente bien disciplinada.
Pero esa constituiría la acostumbrada evasión y no una explicación plausible. Porque
la persistencia pertinaz de los problemas sobre el tapete, con todas sus penosas
consecuencias humanas, apuntan hacia conexiones mucho más hondamente
arraigadas. Indican alguna fuerza de inercia aparentemente incontrolable que parece
ser capaz de convertir, con deprimente frecuencia, hasta a las "buenas intenciones"
•' •' Las Secciones 10.3.1 y 10.3.2 fueron leídas en Maceió, Brasil, el 4 de mayo de 2006, en la conferencia de apertura del 13° Congreso Nacional de los Magistrados de Justicia del Trabajo y 30° Aniversario de su Asociación. La conferencia se publicó por primera vez en inglés en Monthly Review, septiembre de 2006, pp. 34-53.
389
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
de los manifiestos políticos prometedores en el pavimento del camino al infierno,
en palabras del inmortal Dante. Por lo tanto el desafío es encarar las causas y las
determinaciones estructurales subyacentes que tienden a descarrilar por la fuerza
de la inercia muchos programas políticos ideados para intervenir con correctivos,
si bien los autores de esos programas admiten desde el principio que el estado de
cosas existente resulta insostenible.
Consideremos unos cuantos ejemplos impactantes que demuestran con
claridad no sólo que hay algo que afecta peligrosamente la manera como regulamos
nuestros intercambios sociales sino, peor que eso, también la circunstancia agravante
de que la tendencia observable es a la intensificación de los peligros hasta el punto
del no retorno.
Hace seis años ya escribí, para una conferencia pública que dicté en Atenas en
octubre de 1999, que
Con toda probabilidad la forma final de amenazar al adversario en el futuro—la
nueva "diplomacia de las cañoneras" ejercida desde el "aire patentado"—será el chantaje nuclear. Pero su objetivo seria similar a los del pasado, puesto que su modalidad prevista no podría más que subrayar la absurda insostenibilidad del intento de imponerles de esa manera la racionalidad última del capital a las partes reacias del mundo.'"*
En estos seis años esas prácticas de hacer política potencialmente letales del
imperialismo hegemónico global se habían convertido no sólo en una posibilidad
general, sino en parte integrante de la "concepción estratégica" del gobierno
norteamericano, abiertamente admitida como neoconservadora.Y la situación hasta
ha empeorado hoy día. En las recientes semanas, en relación con Irán,^" hemos
entrado en la verdadera etapa de planificación de un curso de acción que podría
amenazar no sólo al propio Irán, sino también a la humanidad entera, con un
desastre nuclear. El recurso cínico de costumbre empleado al hacer públicas esas
amenazas es "ni lo confirmamos ni lo negamos". Pero nadie debería dejarse engañar
por semejante clase de tretas. De hecho, ese peligro bien real recientemente
materializado del desastre nuclear fue lo que indujo a un grupo de distinguidos
físicos norteamericanos, entre ellos cinco laureados con el Premio Nobel, a escribir
una carta abierta en protesta contra el presidente Bush en la que afirmaban que
Resulta gravemente irresponsable por parte de los Estados Unidos, como la mayor superpotencia, considerar cursos de acción que eventualmente podrían conducir a la destrucción general de la vida en el planeta. Instamos a la administración a anunciar públicamente que está retirando de las opciones puestas sobre la mesa la opción nuclear, para el caso de todos los adversarios no nucleares, presentes o
' ^ The Alternative to Capital's Social Order: Socialism or Barbarism, Bagchi & Co., Kolkata 2001, p. 39; en la edición de Monthly Review Press, p. 40. ' ' ' "Seymour Hersh reporta que una opción implicaría el empleo de un arma nuclear táctica antibunker, como la B61-11, para garantizar la destrucción de la principal planta centrífuga de Irán, en Natanz". Sarah Baxter, "Gunning for Iran", The Sunday Times, 9 de abril de 2006.
390
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
futuros, e instamos al pueblo norteamericano a hacer oír sus voces en esta materia.'""
¿Están las instituciones políticas legítimas de nuestras sociedades en posición
de corregir incluso las posiciones más peligrosas interviniendo democráticamente
en los procesos de toma de decisiones actuales, como el discurso político tradicional
insiste en asegurarnos, a pesar de toda la evidencia de lo contrario?Tan sólo los más
optimistas—y rematadamente ingenuos—podrían afirmar y creer sinceramente
que en verdad vivimos en semejante situación feliz. Porque en los años recientes
las principales potencias occidentales se han lanzado, sin impedimento alguno, a
guerras devastadoras empleando artilugios autoritarios—como la "prerrogativa
ejecutiva" y la "Prerrogativa Real"^^^—sin consultar a sus pueblos acerca de esa
importantísima materia, apartando a un lado sin contemplaciones el marco del
derecho internacional y los órganos de toma de decisiones apropiados en las
Naciones Unidas. Los Estados Unidos se atribuyen el derecho moral de actuar
como les venga en gana, cada vez que les venga en gana, incluso hasta el punto de
emplear armamento nuclear—no sólo preventivamente sino también disuasi
vamente— contra cualquier país que les plazca, en la oportunidad en que así lo
decreten sus pregonados "intereses estratégicos". Y todo ello lo hacen los Estados
Unidos como los presuntos adalides y guardianes de "la democracia v la libertad",
servilmente acompañados y apoyados en sus acciones ilegales por nuestras "grandes
democracias".
Hubo una vez en que el acronimo MAD—"Mutually Assured Destruction"
fue utilizado para describir el estado de confrontación nuclear existente. Ahora
que los "neo-conservadores" no pueden continuar pretendiendo que los Estados
Unidos (y Occidente en general) están amenazados por la aniquilación nuclear, el
acronimo se ha convertido en literal MADNESS [demencia], como la "legítima
''*• Esa carta, fechada 17 de abril de 2006, junto con las direcciones de correo electrónico de los prominentes firmantes, se puede leer en htpp;//www.globalresearch.ca. La iniciativa del 17 de abril de 2006 estuvo precedida en el otoño de 2005 de una petición firmada por más de 1800 físicos, que repudiaban las nuevas políticas de armamento nuclear de los Estados Unidos que incluyen el uso preventivo de armas nucleares en contra de adversarios no nucleares. ^'' John Pilger fustigó con razón al Primer Ministro Tony Blair a ese respecto. Escribió que "Blair ha demostrado su apetencia de poder absoluto con su abuso de la Prerrogativa Real, que utilizó para pasar por sobre el Parlamento e ir a la guerra". E! artículo de Pilger del cual se cita este pasaje fue publicado en el New Statesman del 17 de abril de 2006. Cabría agregar también que artilugios como la "Prerrogativa Real", y los de sus equivalentes igualmente problemáticos en otras constituciones, han sido inventados todos precisamente con el propósito de abusar de ellos, como cláusulas de escape autoritarias y autolegitimadoras que arbitrariamente puedan declarar sin lugar las demandas democráticas bajo circunstancias difíciles, en lugar de ampliar los poderes de la toma de decisiones democrática, como sería el caso en situaciones de crisis importantes. N. del T. literalmente "Destrucción Mutuamente Asegurada", organismo ficticio ideado
para crear un juego de palabras que se pierde en la traducción: remite a "mad", demente.
391
Istva'n Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
o r i en t ac ión pol í t ica" de la insania m i l i t a r / p o l í t i c a ins t i tuc iona l izada . Ello es en
p a r t e la consecuenc ia de las d e c e p c i o n e s n e o c o n s e r v a d o r a s con la g u e r r a en Irak.
Porque los neoconservadores norteamericanos tenían la esperanza de que la invasión
a Irak desencadenaría un efecto dominó a todo lo ancho de la región, con el
pueblo de Irán y otros estados ricos en petróleo levantándose para exigir libertades
y democracia al estilo occidental. Desafortunadamente, todo salió al revés, al
menos en Irán.*'*
P e r o i n c l u s o el a s u n t o es m u c h o p e o r , p o r q u e t o d o u n s i s t e m a d e
" p e n s a m i e n t o e s t r a t ég ico" a t r i n c h e r a d o y a f i rmado i n s t i t u c i o n a l m e n t e , con c e n t r o
en el p r o p i o P e n t á g o n o , acecha t ras ba s t i do re s . Es eso lo q u e hace a la nueva
M A D N E S S tan pe l ig rosa para el r e s t o del m u n d o , inc lu idos los Estados U n i d o s ,
cuvos p e o r e s e n e m i g o s son p r e c i s a m e n t e esos "pensadores e s t r a t ég icos" .
Lo p o d e m o s ver con m u c h a c la r idad en un l ib ro p u b l i c a d o en 2 0 0 4 p o r
T h o m a s P. B a r n e t t , ^ ' ' r e s e ñ a d o e n M o n t h l y R e v i e w p o r R icha rd Pee t . Para ci tar
a Pee t :
El 11 de septiembre de 2001 fue un regalo maravilloso, dice Barnett, por retorcido y
cruel que pueda sonar. La historia in\ itó a los Estados Unidos a despertar de la década
soñada de los 90 e imponer l e reglas nuevas al m u n d o . El enemigo no es ni la
religión (el Islam) ni algún lugar, sino la condición de d e s c o n e x i ó n . En este mundo
estar desconectado es estar aislado, desposeído, reprimido e inculto. Para Barnett esos
síntomas de desconexión definen al peligro. Para decirlo en términos sencillos, si un
país no participase de la g loba l izac ión , o rechazase la mayor parte de su caudal de
contenido cultural, lo más probable es que los Estados Unidos terminara enviando sus
tropas allá, (.. .) La visión estratégica de los Estados Unidos necesitaba enfocarse en
"hacer crecer el número de estados que reconocen un conjunto estable de reglas respecto
a la guerra y la paz"—es decir, las condiciones bajo las cuales resulta razonable librar
una guerra contra enemigos de "nuestro orden co l ec t ivo" identificables. Para
lograr que esa comunidad crezca basta simplemente con identificar la diferencia entre
regímenes buenos v malos v animar a los malos a cambiar el rumbo. Los Estados Unidos,
piensa, tienen la responsabilidad de emplear su t r e m e n d o p o d e r para convertir a la
global izac ión en verdaderamente g lobal . De no ser así partes de la humanidad
quedarán condenadas al estatus de outsiders, que eventualmente las definiría c o m o
enemigas . Y una vez que los Estados Unidos haya identi f icado a esos enemigos ,
invariablemente les hará la guerra, desatando la muerte y la destrucción. Eso no
es asimilación forzosa, alega Barnett, ni ampliación del imperio; es por el contrario
expans ión d e la libertad.^"" [Las negritas son mías, N. del A.)
E v i d e n t e m e n t e , esa "visión" está al b o r d e de la insania. Sus impl icac iones
b ru t a l e s es tán expl icadas en una en t rev i s t a que Barne t t le c o n c e d i ó a la rev is ta
358 Qgi artículo de Sarah Baxter en el Sunday Times antes citado. " ' Thomas P.M. Barnett, autor de The Pentagon's New Map: War and Peace in the Twenty-First Century (Nueva York: G.P. Puttnam's Sons, 2004, 320 páginas). ''•'' Richard Peer, "Perpetual War for a Lasting Peace", Monthly Review, enero de 2005, pp. 55-56.
392
István ^Aészaros: E.[ desafío y la carga del tiempo histórico
Esquire: "¿Qué significa a la larga este enfoque para nuestra nación y para el
mundo? Voy a ser muy claro: los muchachos nunca van a volver a casa. Norteamérica
no va a salir del Medio Oriente hasta que el Medio Oriente no se una al resto del
mundo. Es asi de sencillo. Sin salida significa sin estrategia de salida".
En verdad, difícilmente se puede ser más claro de lo que fue Barnett aquí y
en su libro. De esa manera podemos ver la gratuita idealización de las presunciones
absurdas del " t remendo poder" de los Estados Unidos y la correspondiente
proyección de la "globalización" como descarada dominación norteamericana,
reconociendo abiertamente que sus medios son "la muerte y la destrucción". Y si
alguien pudiese pensar que Barnett es un chupatintas insignificante se alarmaría
muchísimo al enterarse de la realidad. Porque Barnett es investigador estratégico
de elevado rango académico de la U.S. Naval War College en Newport , Rhodes
Island, y un "hombre de visión" en la Oficina de Transformación de Fuerzas adjunta
a la Secretaría de la Defensa, Está catalogado de "hombre de visión" al que además
se le escucha v se le hace caso, con toda seriedad.
Lamentablemente, los estrados más altos del "pensamiento estratégico" en
los Estados Unidos están poblados de "hombres de visión" semejantes, decididos
a poner ellos también sus adoquines, no de buenas sino de las más agresivas malas
intenciones, para pavimentar el camino al infierno de Dante. Porque el gran poeta
italiano jamás sugirió que el camino al infierno del que habló estuviese pavimentado
exclusivamente de buenas intenciones. Según uno de esos peligrosos "hombres de
visión", Max Boot, quien es destacado miembro del plantel del prestigioso Consejo
de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos
Toda nación que se decida a ejercer una política imperial experimentará unos
cuantos reveses. El ejército inglés sufrió a lo largo de las guerritas de la reina
Victoria varias derrotas importantes con miles de bajas, en la primera guerra
afgana (1842) y en la guerra contra los zulúes (1879). Eso no amortiguó
apreciablemente la determinación de los ingleses de defender y expandir el imperio;
les desató la sed de venganza. Si los norteamericanos no son capaces de adoptar una actitud igualmente sanguinaria, entonces no tienen nada que buscar asumiendo una política imperial. "•'
En esa clase de "visión estratégica" agresiva se nos presenta la abierta
idealización de la construcción del imperio británico, incluidos sus aspectos más
brutales. Se recomienda cínicamente, en nombre de la difusión de "la democracia
y la libertad", la adopción sin reservas de la violencia colonial del pasado como
modelo para construir hoy el imperio estadounidense.
^" Max Boot, Savage Wars of Peace ("Las guerras salvajes de la paz", título tomado de La carga del hombre blanco, de Rudyard Kipling), citado en "The Failure of Empire", reseña del mes de los editores de Monthly Review, enero de 2005, p. 7.
393
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Lo que vuelve part icularmente perturbador a todo esto es que, en todo
cuanto tiene que ver con los aspectos de mayor importancia—algunos de los
cuales pueden resultar en la destrucción de la humanidad—nos encontramos, en
los niveles más altos de la toma de decisiones políticas de los Estados Unidos, con
un consenso decididamente maligno, a pesar de los periódicos rituales electorales
para la presidencia, y también para el congreso y el senado, que se supone ofrecen
alternativas reales. Sin embargo, las pretendidas diferencias en esos aspectos vitales,
son, por lo general, eso: tan sólo presuntas diferencias. Como lo comenté en
diciembre de 2002, mucho antes de la invasión a Irak
El presidente demócrata Clinton adoptó las mismas políticas de su sucesor republicano, aunque de una forma más camuflada. En cuanto al candidato presidencia] demócrata, Al Gore, acaba de declarar que él apoyaba sin reservas la planeada guerra contra Irak, porque dicha guerra no significaba un "cambio de régimen" sino apenas "desarmar a un régimen que posee armas de destrucción en
masa"."'
Además, no deberíamos olvidar que el primer presidente de los Estados
Unidos que bombardeó Afganistán no fue otro que el tantas veces absurdamente
idealizado Bill Clinton. Nada tiene de sorprendente, entonces, que el sucesor de
Al Gore como candidato presidencial demócrata, el senador John Kerry, se
apresurase a declarar en la última campaña electoral, haciéndose eco de las palabras
de su oponente republicano George W. Bush, que "los norteamericanos difieren
acerca de si debimos y cómo debimos haber ido a la guerra. Pero ahora resultaría
impensable una retirada en desorden dejando atrás una sociedad sumida en
conflictos y dominada por los radicales". Resulta comprensible, entonces, que el
distinguido escritor y crítico norteamericano Gore Vidal describiese la política
estadounidense, con acre ironía, como un s i s tema de un so lo p a r t i d o c o n dos alas derechas .
Desafortunadamente, los Estados Unidos no es de ninguna manera el único
país que habría que caracterizar en esos términos. Existen muchos otros en los
que también las funciones de la toma de decisiones políticas están monopolizadas
por disposiciones institucionales conceptuales autolegimitadoras muv similares,
con una diferencia entre ellas insignificantemente pequeña (si acaso la hay), a pesar
de los cambios ocasionales de personal en el nivel más alto. Por limitaciones de
tiempo, me limitaré en este particular a la consideración de un caso notorio, el
Reino Unido, o Inglaterra. Ese país en par t icu lar—que se autopromociona
tradicionalmente como la "madre patria de la democracia" en virtud del documento
histórico de la "Carta Magna"—bajo el gobierno de Tony Blair califica sin duda para
la dudosa distinción de "sistema de un solo partido con dos alas derechas", al igual
que el poderoso estado norteamericano. La guerra de Irak recibió el visto bueno
en el Parlamento inglés tanto de parte del Partido Conservador como del "Nuevo
Edición en Boitempo (Sao Paulo) de O seculo XXI, socialismo ou barbarie, p. 10.
394
Istváh Mészáros: El desafio yja car¿á del tiempo histórico
Laborismo", con la ayuda de manipulaciones y violaciones legales más o menos obvias. Así, hoy podemos leer que
Las transcripciones de evidencias que el procurador general, lord Goldsmith, le proporcionó en privado a una investigación oficial, sugieren que la opiniónjurídica crucial sobre la legalidad de la guerra que le fue presentada alParlamento en su nombre, la escribieron para él dos de los aliados máscercanos deTony Blair. (...) El anterior secretario de asuntos exteriores Robín Cook dijo anoche que aunque él había renunciado la víspera del inicio de la guerra, nunca escuchó a Lord Goldsmith hacer la defensa lega! en el gabinete."Ahora pienso que él nunca escribió
formalmente una segunda opinión", le dijo a The Guardian"."'* Naturalmente, las subsiguientes revelación v condena públicas de esas prácticas
por destacados expertos legales, en relación con "la guerra ilegal de Bush y Blair"^'*
no establece ninguna diferencia. Porque los intereses creados del imperialismo
hegemónico global—al que el sistema consensual político de una potencia
imperialista antiguamente de envergadura sirve sin titubeos y humillantemente—
tiene que prevalecer a toda costa.
Las consecuencias de esa manera de regular los intercambios sociales y
políticos son de largo alcance. En verdad, pueden tener implicaciones devastadoras
para las pretendidas credenciales democráticas de todo el sistema del derecho.
Tres casos importantes bastarán para ilustrar el punto.
El primero tiene que ver con la alarma generada por un escritor famoso,
John Mortimer, que en el pasado fue un partidario apasionado del Partido Laborista
inglés, y en modo alguno una figura socialmente radical. Sin embargo, a la luz de
los recientes desarrollos legales y políticos, y en particular a causa de la abolición
de la salvaguarda legal crucialmente importante del habeas c o r p u s , sintió la
necesidad de protestar con igual pasión v escribió en un artículo de prensa que
ahora ha surgido el horrible hecho de que la idea de "modernización" del Nuevo Laborismo es forzarnos a regresar a antes de la Carta Magna y la Declaración de los Derechos, aquellos días oscuros de cuando no habíamos logrado la presunción de la inocencia. (.,.)Tonv Blair parece estar a favor de las condenas sumarias aplicadas por la policía sin necesidad de juicio en un gran número de casos. De ese modo se echan por la borda siglos de la constitución de la que nos sentimos tan orgullosos."*
El segundo caso muestra cómo les responde el gobierno inglés a las severas críticas que le hacen incluso los órganos de mayor altura del sistema judicial; con
"^ "Trancripts show N° 10 hand in war legal advice". The Guardian, 24 de febrero de 2005. Cabe mencionar aquí a título de aclaratoria que la primera opinión de lord Goldmith fue muy escéptica en torno a la legalidad de ia guerra prevista. 364 Ygj. Philippe Sands, Lawless World: America and the Making and Breaking of Global Rules, Allen Lane, Penguin Books, Londres 2005, 324 páginas. ''^ John Mortimer, "I cannot believe that a Labour Government would be so ready to destroy our law, our freedom of speech and our civil liberties", The Mail on Sunday, 2 de octubre de 2005.
395
István Mésza'ros: El desafío y la car^a del tiempo histórico
el rechazo autoritario. Como fue puesto en claro recientemente: "un juez del
tribunal superior tildó ayer de 'afrenta a la justicia' al sistema de órdenes de control
contra los sospechosos de terrorismo que tiene el gobierno, y dictamino que
violaba la ley de derechos humanos. (. . .) El Ministerio del Interior rechazó el
dictamen del tribunal"."*'
En cuanto al tercer caso, éste apunta a un tema de suma importancia legislativa:
la autoridad del propio parlamento, bajo la amenaza de la "Lev de Reforma" del
gobierno neolaborista. Para citar a John Pilger:
La Ley de Reforma de Leyes y Reglamentos va pasó su segunda revisión parlamentaria sin despertar el interés de la mayoría de los parlamentarios laboristas y los periodistas que cubren el área jurídica; sin embargo su intención es definitivamente totalitaria. (...) Implica que el gobierno podrá cambiar en secreto el Acta Parlamentaria y la constitución y las leves podrán ser abolidas por decreto desde Downing Street. La nueva ley marca el fin de la verdadera democracia parlamentaria; en su efecto resulta tan significativa como el abandono por parte del congreso estadounidense de la Declaración de los Derechos, ocurrido el año pasado. *'"
Asi, la manipulación y la violación del derecho interno e internacional, en
pro de justificar lo injustificable, acarrea peligros considerables incluso para los
requerimientos constitucionales elementales. Los cambios negativos—que sacan
parte de la revisión y salvaguardas legales vitales fuera del marco legal y político de
sus "aliados"—no pueden ser limitados al contexto internacional (impuesto por
los Estados Unidos). Tienden a socavar la constitucionalidad en general, con
consecuencias incontrolables para la operación del sistema legal interno de los
"aliados voluntar ios" , subvi r t iendo sus t radiciones legales y pol í t icas . La
arbitrariedad v el autoritarismo se pueden salir de control como resultado de esos
cambios altamente irresponsables que no tienen reparos en causar estragos incluso
en la constitución establecida.
El debate actual en Japón nos brinda un caso notorio en este particular: Se ha suscitado una grave situación en la que las fuerzas políticas adversas a la revisión constitucional están realmente contendiendo entre ellas para redactar una nueva constitución. El "provecto de la nueva constitución" del PDL [el Partido Democrático Liberal, por largo tiempo en el poder] (...) elimina el segundo párrafo del Artículo 9 de la constitución v agrega una provisión que le permite a Japón "mantener una autodefensa militar" que tendría la tarea de realizar "actividades coordinadas internacionalmente que garanticen la paz y la seguridad de la comunidad internacional", abriendo así la vía que le permita al Japón utilizar la fuerza militar fuera de sus fronteras. Contiene también una cláusula para restringir derechos humanos fundamentales en nombre del "interés público y el orden púbhco", lo que equivale a negar la constitucionalidad.También resulta grave que.
"Terror Law an affront to justice". The Guardian, 13 de abril de 2006. "John Pilger sees freedom die quietly". New Statesman, 17 de abril de 2006.
396
Istyan^Mészáros^l^esafjb y la carga^eTtjgrnpo^ histórico
además, el proyecto de constitución del PDL facilite que se le hagan nuevas enmiendas a la constitución, al reducir el requerimiento para la introducción de enmiendas por parte de la Asamblea Legislativa, de la presente mayoría de dos tercios a apenas una mayoría simple de la totalidad de los miembros de cada
cámara."*
El propósito inmediato de esos cambios es, obviamente, hacer que el pueblo
japonés se convierta voluntariamente en carne de cañón de las guerras actuales y
futuras del imperialismo norteamericano. ¿Pero puede alguien ofrecer seguridades
y garantías—dejando de lado la dolorosa evidencia de las aventuras imperialistas
del Japón en el pasado, junto a su historia sumamente represiva en lo interno—de
que no habrá otras consecuencias a la larga?"'
Mientras tanto, hay tantos problemas clamando por soluciones genuinas que
bien podrían estar a nuestro alcance. Algunos de ellos han estado con nosotros por
varias décadas, imponiéndoles penurias y sacrificios terribles a millones de personas.
Colombia constituye un ejemplo ostensible. Durante cuarenta años las fuerzas
opresoras—internas y externas, dominadas por los Estados Unidos—han tratado
sin éxito de sofocar la lucha del pueblo colombiano. Los intentos de lograr un
arreglo negociado—"con la participación de todos los grupos sociales, sin
excepción, a fin de reconciliar la familia colombiana",""en palabras del líder de las
PARC—se han visto frustrados sistemáticamente. Como lo escribió Manuel
Marulanda Vélez en una carta abierta dirigida recientemente a un candidato
presidencial:
Ningíin gobierno, liberal o conservador, le ha dado una solución política efectiva al conflicto social armado. Las negociaciones han sido utilizadas con el propósito de no cambiar nada, de manera que todo siga igual. Todos los planes políticos de los gobiernos emplearon la constitución v las leyes como una barrera, para asegurarse de que todo continuase como siempre."'
Así, cuando los intereses sociales dominantes lo deciden, la "constitu-
cionalidad" y las reglas del "consenso democrático" son utilizadas en Colombia (y
en todas partes) cómo cínicas artimañas para evadir y posponer para siempre la
** Japan Press Weekly, Número Especial, marzo de 2006, p. 26. '">' Como lo advirtió Kazuo Siiii recientemente: "¿Cómo fue que el Japón tomó la senda equivocada del expansionismo territorial? Para las naciones víctimas, esa fue la historia de la pérdida de su tierra natal en la humillación y la devastación. Reconocer ese hecho no tiene nada de masoquista. Si el Japón tiene el valor suficiente para darle cara a su pasado histórico con honestidad y reconocer su mal proceder, se puede ganar la confianza de las demás naciones del Asia, y el pueblo japonés podrá afrontar el futuro con confianza. De lo contrario, hacerse de la vista gorda con las fechorías del pasado lo llevará a cometer los mismos errores otra vez". Japan Press Weekly, 2 de septiembre de 2006, pp. 9-10. '™ Manuel Marulanda Vélez, "Carta enviada pelo lider histórico das FARC da Colombia a Alvaro Leyva, candidato as EleiCoes Presidénciais marcadas para 24 de Maio de 2006", abril de 2006. 3"! Ibid.
397
Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
solución incluso de los asuntos más candentes, sin importar lo inmensa que
pueda ser la escala de los sufrimientos que se le impongan al pueblo como
resultado. Y, dentro de la misma tónica, en un contexto social diferente pero bajo
el mismo tipo de determinaciones estructurales profundamente encajadas, se
ignoran hasta las violaciones de la constitucionalidad establecida más flagrantes
y abiertamente admitidas, a pesar de la periódica mera retórica ritual consagrada
a la necesidad de respetar los requerimientos constitucionales. En ese sentido,
cuando el Comité del Congreso de los Estados Unidos investigó el "escándalo
del Irangate de los contras" y concluyó que la administración Reagan era
r esponsab le de " subver t i r la ley y socavar la cons t i t uc ión" , no se hizo
absolutamente nada para condenar, y mucho menos destituir, al presidente
culpable. Y aun cuando se trate de otro tipo de caso—como lo vimos en la
determinación gubernamental del PDL en el poder de subvertir la constitución
japonesa—cada vez que las cláusulas constitucionales originales parezcan ser
obstáculos para lanzarse a nuevas aventuras militares peligrosas, los intereses
sociales y políticos del pais impondrán un nuevo marco legal cuya función
principal sea liquidar las salvaguardas democráticas alguna vez proclamadas, y
conve r t i r lo que a n t e r i o r m e n t e se dec re t aba como ilegal en "legalidad
constitucional" arbitrariamente institucionalizada. Y tampoco deberíamos olvidar
lo que ha venido sucediendo en un sentido muy adverso, v en su tendencia
peligrosamente autoritario, con la constitucionalidad de Inglaterra y los Estados
Unidos durante estos últimos años.
Como ya lo indiqué al comienzo, no le podemos atribuir los problemas
crónicos de nuestros intercambios sociales a contingencias políticas más o menos
fácilmente corregibles. Hay demasiado en juego, y disponemos de muy escaso
t iempo histórico para corregir de manera sustentable en lo social los sufrimientos
tan obvios de las clases sociales estructuralmente subordinadas. La interrogante
del ¿por qué?—refer ida a los aspectos sustantivos v no s implemente a ¡os
eventuales fracasos de tipo personal (aunque estos puedan resultar muy graves,
como lo son los casos frecuentemente puestos a la luz de la corrupción política
ampliamente difundida)—no puede ser eludida indefinidamente. Es necesario
investigar las causas sociales y las determinaciones estructurales hondamente
plantadas en la raíz de las tendencias negativas que perturban la política y el
derecho, si queremos explicar su tenaz persistencia v su empeoramiento en el
t iempo presente. Quiero ahora abordar esa interrogante del porqué.
10.3.2 LA NATURALEZA DE LA CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITAL
En este respecto es necesario aclarar las diferencias relevantes entre los t ipos o m o d a l i d a d e s de la crisis. Tiene mucha importancia determinar si una crisis en
la esfera social puede ser considerada como crisis p e r i ó d i c a / c o y u n t u r a l , o si
se trata de algo mucho más fundamental. Porque, es obvio, la manera de manejarse
398
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ante una crisis fundamental .no se puede idear en términos de las categorías de las
crisis periódicas o covunturales.
Para adelantar uno de los puntos principales de esta conferencia, en lo que
atañe a la política la diferencia crucial entre los dos tipos de crisis abiertamente
con t ras tan tes en cuest ión es que las crisis per iódicas o covuntura les en
desenvolvimiento se resuelven con mavor o menor éxito dentro de un marco
político dado, en tanto que la crisis fundamental afecta al propio marco en su
totalidad. En otras palabras, en relación con sistema socioeconómico y político
dado estamos hablando de la diferencia vital entre las crisis más o menos frecuentes
e n la política, en contraposición con la crisis d e la modalidad establecida de la
propia política, con requerimientos cualitativamente diferentes para su posible
solución. Es esa segunda modalidad la que nos preocupa hoy día.
En términos generales, esa distinción no es cuestión simplemente de la
aparente gravedad de los tipos de crisis contrastantes. Porque una crisis periódica
o covuntural puede ser dramáticamente grave—como resultó ser la "gran crisis
económica mundial de 1929-1933"—pero a la vez capaz de admitir una solución
dentro de los parámetros del sistema establecido. Malinterpretar la gravedad de
una crisis covuntural dada como si se tratase de una crisis sistémica fundamental,
como lo hicieron Stalin y sus asesores en medio de la "gran crisis económica
mundial de 1929-1933" conduce indefec t ib lemente a adoptar estrategias
equivocadas y en verdad voluntaristas, como la de declarar que la "socialde-
mocracia" era el enemigo principal a comienzos de la década de los 30, que no
podía más que fortalecer, como trágicamente hizo, el poder de Hitler. Y igual
manera , pero en sentido opuesto , el carácter "no explosivo" de una crisis
estructural prolongada, en contraste con las "tempestades" (Marx) mediante las
cuales las crisis covunturales periódicas pueden descargarse y resolverse, también
puede conducir a estrategias mal concebidas en lo fundamental, como resultado
de la interpretación errónea de la ausencia de "tempestades", como si esa ausencia
fuese la abrumadora evidencia de la estabilidad indefinida del "capitalismo
organizado" y la "integración de la clase trabajadora". Ese tipo de interpretación
errada, sin duda alguna fuertemente promocionada por los intereses ideológicos
dominantes bajo las apariencias de "objetividad científica", tiende a reforzar la
posición de los que representan la aceptación autojustificadora de los enfoques
acomodaticios reforraistas en los partidos de la clase trabajadora y sindicatos
ins t i tuc iona l izados—alguna vez g e n u i n a m e n t e o p o s i t o r e s — ( q u e hoy, no
obstante, constituyen la "oposición oficial a Su Majestad la Reina", como suele
decirse). Pero hasta dentro de los críticos más hondamente comprometidos del
sistema del capital, la misma concepción equivocada respecto al panorama
indefinidamente libre de crisis del orden establecido puede resul tar en la
adopción de una postura defensiva autoparalizante, como lo hemos presenciado
en el movimiento socialista en estas últimas décadas.
399
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histcSrico
Es impre sc ind ib l e seguir ins i s t i endo en que n o es pos ib le e n t e n d e r la crisis
de la pol í t ica en n u e s t r o t i e m p o sin hacer referencia al ampl io m a r g e n social general
del que la pol í t ica fo rma p a r t e i n t e g r a n t e . Eso significa que si q u e r e m o s aclarar la
na tu ra leza de la pe r s i s t en t e crisis de la pol í t ica , que hoy se profundiza cada vez más
en t o d o el m u n d o , d e b e m o s c e n t r a r la a tenc ión en la p rop ia crisis del s i s tema del
capi ta l . P o r q u e la crisis del capi tal que e s t amos e x p e r i m e n t a n d o — p o r lo m e n o s
d e s d e el c o m i e n z o m i s m o de la década de los 7 0 " ^ — e s una crisis e s t ruc tu ra l
o m n i a b a r c a n t e .
V e a m o s , h a c i e n d o un r e s u m e n lo m á s b r e v e p o s i b l e , las c a r a c t e r í s t i c a s
def in i tor ias de la crisis e s t r uc tu r a l que nos ocupa .
La novedad h is tór ica de la crisis actual se pone de manifiesto bajo cuatroaspectos
principales:
1. su carác ter es un iversa l , en lugar de restringido a una esfera en particular
(por ejemplo, la financiera, o comercial, o que afecte ésta o aquella rama de la
producción en particular, con su gama específica de habilidades y grados de
productividad, etc.);
2. su cobertura es verdaderamente g lobal (en el sentido más amenazadoramente
literal del término) , en lugar de verse circunscrita a un conjunto de países en
particular (como lo estuvieron todas las crisis de envergadura del pasado);
3. la e sca la t e m p o r a l es extensa, continua—si se quiere p e r m a n e n t e — e n
lugar de limitada y c í c l i ca , como lo fueron todas las crisis del capital anteriores.
4. su modo de desenvolvimiento se podría calificar de r e p t a n t e — e n contraste
con las erupciones v derrumbes del pasado, más espectaculares v dramáticos—
con el añadido de la salvedad de que, en lo que respecta al futuro, no se puede
excluir que haya incluso las convulsiones más vehementes o violentas: por ejemplo,
cuando se le acabe la gasolina a la compleja maquinaria que hov participa
activamente en la "crisis administrativa" v en el "desplazamiento" más o menos
temporal de las crecientes contradicciones. ( . . . )
[Aquí] se hace necesario establecer algunos puntos generales en torno alos criterios
de una crisis estructural, asi como las formas como se podría concebir una solución.
Para ponerlo en los términos más simples y generales, una crisis estructural afecta
a la totalidad de un complejo social, en todas sus relaciones con sus partes o
subcomplejos constituyentes, al igual que con otros complejos con los cuales está
vinculado. Por el contrario, una crisis no estructural afecta tan sólo a algunas
partes del complejo en cuestión, v por consiguiente, independientemente de lo
grave que pueda ser con respecto a las partes afectadas, no puede poner en peligro
la continuación de la supervivencia de la estructura general.
En consecuencia, el desplazamiento de las contradicciones sólo resulta factible
cuando la crisis es parcial, relativa e internamente manejable por el sistema, y no
requiere sino de cambios—aunque podrían ser de importancia—dentro del propio
' Escribí en noviembre de 1971, en el prefacio a la tercera edición de Marx's Theory of Al ienat ion , que los e v e n t o s y d e s a r r o l l o s en d e s e n v o l v i m i e n t o " s u b r a y a b a n dramáticamente la intensificación de la crisis estructural global del capital".
400
Istvcín Mészaros: El desafío y la carga del tiempo histórico
sistema relativamente autónomo. En ese mismo orden de ideas, una crisis estructural pone en cuestionamiento la existencia misma del complejo general involucrado, y plantea su perentoriedad y su reemplazo por parte de algún complejo alternativo. El mismo contraste se puede expresar en términos de los límites que todo complejo social resuita tener en su inmediatez, en cualquier tiempo dado, comparado con aquellos que no puede traspasar concebiblemente. Así, una crisis estructural no tiene que ver con los límites inmediatos sino con los últimos límites de una estructura global..."'
Por consiguiente, en un sentido bastante obvio no podría existir nada más grave que la crisis estructural del modo de reproducción metabólica social del capital, que define los últimos límites del orden establecido. Pero a pesar de su profunda gravedad en sus importantísimos parámetros generales, a primera vista la crisis estructural podría no parecer tener una importancia tan definitiva, si se le compara con las dramáticas vicisitudes de una crisis coyuntura! de envergadura. Porque las "tempestades" a través de las cuales se descargan las crisis coyunturales resultan muy paradójicas, en el sentido de que en su modo de desenvolverse no sólo se descargan (y se imponen) sino además se resuelven, en la medida en que
ello sea posible bajo las circunstancias. Y lo pueden hacer precisamente a causa de
su carácter parcial que no pone bajo cuestionamiento los últimos límites de la estructura global establecida. Al mismo tiempo, sin embargo, y por la misma razón,
sólo pueden "resolver" los problemas estructurales subyacentes hondamente
arraigados—que necesariamente tienen que hacerse valer una y otra vez en forma
de las crisis coyunturales específicas—de una manera estrictamente parcial y, en lo
temporal, también sumamente limitada. Es decir, hasta que sobre el horizonte de
la sociedad se aparezca la siguiente crisis coyuntura!. Por el contrario, en vista de la naturaleza inescapablemente compleja y
prolongada de la crisis estructural, que se desenvuelve en el tiempo histórico en un sentido e p o c a l y no episódico/instantáneo, lo que decide el punto es la interrelación acumulativa de la totalidad, aun bajo la falsa apariencia de "normalidad". Es así porque en la crisis estructural todo está en juego, incluidos los últimos límites omniabarcantes del orden establecido, del cual ya no es posible que exista una instancia en particular "simbólica/paradigmática". Si no comprendemos las conexiones e implicaciones sistémicas generales de los eventos y desarrollos específicos, perderemos de vista los cambios rea lmente significativos y las correspondientes palancas para una potencial intervención estratégica que los afecte de manera positiva, en pro de la necesaria transformación sistémica. Nuestra responsabilidad social, por consiguiente, exige tener una conciencia incondicional-mente crítica de la interrelación acumulativa que va surgiendo, en lugar de andar buscando garantías reconfortantes en el mundo de la normalidad ilusoria hasta que la casa se nos derrumbe sobre la cabeza.
' ' ' La cita está tomada de la Sección 18.2.1 de Más allá del capital, 783-784 [con ligeras modificaciones de estilo, N. del T.].
401
Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Dada la crisis estructural del capital en nuestro tiempo, sería un verdadero
milagro que ella no se manifestase—y ciertamente en un sentido profundo y de
largo alcance—en el campo de la política. Porque la política, junto con su
correspondiente marco jurídico, ocupa una posición vitalmente importante en el
sistema del capital. Ello es debido al hecho de que el estado moderno constituye
la estructura de mando política totalizadora del capital, requerida (mientras
sobreviva el orden reproductivo ahora establecido) para introducir algún tipo de
cohesión (o una unidad que efectivamente funcione)—aunque sea sumamente
problemática y periódicamente rota—en la multiplicidad de los constituventes
centrífugos (los "microcosmos" productivos y distributivos) del sistema del
capital.
Ese tipo de cohesión no puede ser sino inestable, porque depende de la
relación de fuerzas siempre prevaleciente, pero por naturaleza propia cambiante.
Una vez que la cohesión se ha roto, debido a un cambio significativo en la relación
de fuerzas, tiene que ser reconstituida de algún modo, para compatibilizarse con la
nueva re lación de fuerzas. Es decir , hasta que se vuelva a romper . Y así
sucesivamente, como un hecho natural consumado. Tal tipo de dinámica que se
autorrenueva problemáticamente se aplica tanto a lo interno, entre las fuerzas
dominantes de los países en particular, como a lo internacional, donde requiere de
reajustes periódicos de acuerdo con las cambiantes relaciones de poder de la
multiplicidad de estados en el orden global del capital. Fue así como el capital de
los Estados Unidos pudo obtener su dominación global en el siglo XX, en parte
mediante la dinámica interna de su propio desarrollo, y en parte mediante la
afirmación progresiva de su superioridad imperialista sobre las antiguas potencias
imperialistas muy debilitadas—sobre todo Inglaterra y Francia—durante y después
de la Segunda Guerra Mundial.
La gran pregunta en este particular es ¿durante cuánto tiempo puede este
tipo de cohesión, que opera efectivamente quebrando al sistema establecido para
luego reconstituirlo, ser llevada adelante sin activar la crisis estructural del capital?
El reajuste obligado de la relación de fuerzas interestatales no parece constituir un
límite últ imo en este respecto. Después de todo , debemos recordar que la
humanidad tenía que padecer, y lo hizo, los horrores de dos guerras mundiales sin
interrogarse acerca de la adaptabilidad del capital para continuar siendo el
controlador sistémico de nuestra reproducción metabólica social. Esto se podría
considerar no sólo comprensible, sino, peor que eso, también aceptable, porque
siempre ha pertenecido a la normalidad del capital estipular que "si no puedes
someter al enemigo de alguna otra manera, entonces tendrá que ser por la guerra".
El problema está, sin embargo, en que ese "razonamiento"—que nunca ha tenido
mayores "razones" que la categórica aseveración de "la fuerza tiene la razón,
independientemente de las consecuencias"—se ha vuelto ahora totalmente absurdo.
Porque una Tercera Guerra Mundial no se detendría justo en el momento en que
402
Ist 'án Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
se someta al adversario proclamado. Destruiría a toda la humanidad. Cuando a
Albert Einstein se le preguntó con qué clase de armas se pelearía la Tercera Guerra
Mundial, su respuesta fue que él no sabría decirlo, pero que sí podía garantizar que
las guerras siguientes se librarían con hachas de piedra.
El papel de la política en la reconstitución de la requerida cohesión fue
siempre grande en el sistema del capital. Es bastante sencillo: un sistema como ése
no se podría mantener sin ella. Porque tendería a hacerse pedazos bajo la fuerza
centrífuga de sus partes constituyentes. Lo que bajo la normalidad del capital
aparenta ser en general una crisis política de envergadura es debido, en un sentido
más profundo, a la necesidad de producir una nueva cohesión en el nivel social
general, de acuerdo con la relación de fuerzas materialmente cambiada, o cambiante.
Así, por ejemplo, las tendencias monopolísticas del desarrollo no pueden ser
dejadas de su cuenta sin causar enormes problemas por todas partes. De alguna
forma tendrán que ser metidas por la política dentro de un marco relativamente
cohesivo: la estructura de mando totalizadora del capital. Eso tiene que hacerse,
aunque los pasos reguladores adoptados demostrativamente con frecuencia no
signifiquen otra cosa que una racionalización y justificación flagrantemente
ideológica de la nueva relación de fuerzas, que más tarde se verá reblandecida a
favor de las corporaciones monopólicas o cuasimonopólicas como lo manda la
tendencia subyacente. Natura lmente , los desarrollos internacionales mono-
polísticos tienen lugar sobre la base de ese mismo tipo de determinaciones. Pero
todos esos procesos resultan en principio compatibles con la normalidad del capital,
sin que necesariamente terminen en la crisis estructural del sistema. Ni en verdad
tampoco en la crisis estructural de la política. Porque, en lo que atañe a la cuestión
de la crisis, seguimos hablando de las crisis que se dan e n la política—es decir,
crisis particulares que se desenvuelven y se resuelven dentro de los parámetros
manejables del sistema político establecido—pero no acerca de la crisis d e la
política.
Las instituciones políticas establecidas tienen la importante función de
manejar, y en un sentido hasta de rutinizar, la manera más conveniente y durable
de reconstituir la requerida cohesión social, en sintonía con los desarrollos
materiales en marcha y la relación de fuerzas correspondientemente cambiante,
activando al mismo tiempo también el arsenal cultura! e ideológico disponible al
servicio de esa finalidad. En las sociedades democráticas capitalistas, ese proceso
en el campo pol í t ico por lo general es manejado en forma de elecciones
parlamentarias periódicas más o menos honestamente disputadas. Incluso cuando
la necesidad de los obligados reajustes reconstituyentes no cabe dentro de esos
parámetros propios del orden establecido, debido a algunos cambios importantes
en la relación de fuerzas subyacente, trayendo consigo tipos de intervención
política/militar dictatoriales, todavía podemos hablar de crisis en la política que el
capital puede contener, siempre y cuando veamos tarde o temprano un retorno a
403
Istvan Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
la"constitucionalidad democrática"característica de la normalidad del capital. Más
aún, esos desarrollos con frecuencia son controlados en gran medida desde afuera,
como lo atestiguan los numerosos ejemplos de dominio autoritario en América
Latina inspirados y manejados por los Estados Unidos.
Por supuesto, las cosas resultan muy distintas cuando los que comienzan a
prevalecer son procesos y tendencias de desarrollo profundamente autoritarios,
no en regiones subordinadas sino en el núcleo mismo—las partes estructuralmente
dominantes—del sistema del capital global. En el caso del viejo patrón de la "doble
contabilidad", que consiste en dominar implacablemente (y hasta militar e
imperialistamente) a los demás países, mientras en casa nos amoldamos a las "reglas
de juego democrático", incluyendo la observancia plena de la constitucionalidad,
dicha doble contabilidad se vuelve ahora inmanejable. El desplazamiento de las
contradicciones constituye una aspiración sistémica del capital, mientras pueda ser
practicable. Dadas las jerarquías estructurales que prevalecen y tienen que
prevalecer en un t iempo dado también en las relaciones entre los estados,
constituye parte de la normalidad del sistema que los países dominantes intenten
e x p o r t a r — e n forma de in te rvenc iones violentas , guer ras inc lu idas—sus
contradicciones internas a otras partes menos poderosas del sistema. Lo hacen
con la esperanza de asegurar internamente la cohesión social requerida, y cuando
se está en medio de colisiones de envergadura intensificándola incluso."*
Sin embargo, eso se dificulta—a pesar del mito interesado acerca de la
"globalización universalmente beneficiosa"—a medida que el sistema del capital
se va volviendo más globalmente entrelazado. Como resul tado, t ienen que
producirse cambios significativos, con graves con secuencias en todas partes.
Porque la preocupación primordial del país avasalladoramente dominante, en el
presente los Estados Unidos de Norteamérica, la potencia suprema del imperialismo
hegemónico global, es asegurar y retener el control sobre el sistema del capital
global. Pero en vista de los prohibitivos costos materiales y humanos involucrados,
por los que habrá que pagar de una nianera u otra, ese plan de dominación global
acarrea inevitablemente peligros inmensos y también una resistencia implícita, no
sólo en el plano internacional sino también en el interno. Por esa razón, a fin de
mantener el control autoritario sobre el sistema del capital en su conjunto, bajo las
condiciones de una crisis es t ructural que se profundiza, inseparable de la
globalización capitalista en nuestros días, las inconfundibles tendencias autoritarias
deben intensificarse no solamente en el plano internacional sino también en el
''*' Kant sugirió una solución ideal para el problema de los antagonismos entre los estados cuando planteó la realización de la "paz perpetua" en el futuro mediante los buenos oficios de la "política moral". Hegel, por el contrario, consideraba el conflicto interestatal como un hecho positivo. Descartó sumariamente la ilusa alternativa de Kant con un sentido del realismo rayano en el cinismo, diciendo que "las naciones se corromperían como producto de la paz prolongada, por no hablar de una paz 'perpetua'". Hegel, Filosofía del derecho, parágrafo 324.
404
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
interior de los países imperialistas dominantes, para someter cualquier posible
resistencia. Las graves violaciones de la constitucionalidad que ya hemos visto en
los Estados Unidos y en el marco legal/político de sus aliados más cercanos, y que
muy probablemente veremos también en el futuro, como lo presagian las medidas
y las cláusulas legales compiladas hasta la fecha, o incluso bajo la "consideración"
definitivamente unilateral en los canales legislativos cínicamente manipulados,
constituyen claras indicaciones de esa peligrosa tendencia, bajo el impacto de la
crisis estructural del capital.
Un ejemplo revelador de la tendenciosa manipulación legislativa lo es la
manera como la rama ejecutiva del gobierno elabora los proyectos de leyes
importantes . No es sorpresa, entonces, que un juez del tribunal superior en
Inglaterra haya tenido que quejarse acerca de un aspecto vital de los derechos
humanos diciendo que
las leyes que se aprobaron fueron proyectadas de manera tal que les impidiesen a
los jueces contravenir las órdenes de control (...) El juez dijo que Charles Clarke [el Ministro del Interior en ese momento] había tomado la decisión de dictar la orden basado en información unilateral, y fue incapaz de prever las circunstancias que le permitían al tribunal revocar la decisión del Ministro del Interior. Como resultado, dijo el juez, él tendría que acatar la orden aunque dictaminaba que ella contravenía la ley de los derechos humanos."'
En el per íodo de la segunda posguerra mundial se celebró "el fin del
imperialismo", un tanto apresurada e ingenuamente. Porque en la realidad lo único
que vimos fue un reajuste muy tardío de la relación de fuerzas internacional, acorde
con la manera como las relaciones de poder socioeconómicas y políticas habían
sido objetivamente reconformadas antes y durante la Segunda Guerra Mundial,
como ya se proyectaba en un pasaje clave del Primer Discurso Inaugural del
presidente Roosevelt, en el que propugnaba la política de "puertas abiertas" en
todas partes, incluidos los territorios por ese entonces coloniales. El reajuste de la
posguerra trajo consigo, por supuesto, el descenso de las antiguas potencias
coloniales a la segunda o te rcera división, como fuerzas subordinadas del
imperialismo norteamericano. No obstante, durante una considerable cantidad de
años—en el período de la reconstrucción y la expansión económica relativamente
sin p rob lemas de la p o s g u e r r a , que ayudó al ex i toso e s t ab lec imien to y
fínanciamiento del "estado del bienestar"—el importante cambio pregonado por
la "política de puertas abiertas" (es decir, abiertas para los Estados Unidos) instituida
' Terror Law an affront to justice". The Guardian, 13 de abril de 2006. En otro artículo en el mismo número de The Guardian, Tania Branigan, corresponsal política del diario reportaba que "los críticos reclamaban que la Ley de Reforma Legislativa y Regulatoria le permitiría al gobierno cambiar casi cualquier ley que se le antojase —incluso introducir nuevos delitos criminales o alterar la constitución —sin revisión judicial (...) Los conservadores y los liberales demócratas la llamaron 'la ley de abolición de la revisión parlamentaria'".
405
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
por la fuerza estaba aunado a la ilusión de que el propio imperialismo había quedado
relegado para siempre al pasado. Más aún, estaba aunado también a la ideología
vastamente difundida, y que contagió no sólo a los intelectuales sino también a
algunos importantes movimientos organizados de la izquierda tradicional, según la
cual las crisis de] orden socioeconómico y político establecido (admitidas como
tales apenas poco antes de la guerra) le pertenecían irremisiblemente al pasado.
Esa ideología fue promovida—junto con su hermana gemela ideológica que
predicaba "el fin de la ideología"—bajo la gratuita suposición de que ahora vivíamos
en el mundo del "capitalismo organizado" que había tenido éxito en el manejo de
sus contradicciones sobre una base permanente.
Pero tuvo que producirse un brusco despertar , en lo político y en lo
económico, en cuanto la crisis estructural del sistema del capital, generalizada y
cada vez más profunda, se hizo valer. En 1987, cuando se produjo una gran crisis en
las bolsas de valores internacionales, algunos representantes de la banca comercial
europea argumentaban en una discusión pública televisada, que la razón de esa
crisis era que los Estados Unidos se negaban a hacer algo respecto a su astronómica
deuda. El banquero norteamericano replicó agresivamente en la discusión que
esperasen a que los Estados Unidos comenzaran a hacer algo respecto a su deuda,
y entonces verían la enorme crisis que les iba a explotar en la cara.Y en un sentido
tenía razón. Porque resultaba extremadamente ingenuo imaginar que Europa podría
aislarse convenientemente del brutal impacto universal de la crisis estructural
global, crónicamente sin resolver, de la que la deuda norteamericana constituye
apenas un aspecto, e implica por completo la complicidad interesada de los países
acreedores.
En las últimas dos décadas hemos contemplado el retorno con creces del
imperialismo palpablemente flagrante, luego de ser camuflado exitosamente por
largo tiempo como el mundo poscolonial de "la democracia v la libertad". Y bajo
las circunstancias hoy prevalecientes ha asumido una forma par t icularmente
destructiva. Ahora domina el escenario histórico, combinado con la abierta
afirmación de la necesidad de comprometerse, en el presente y en el futuro, en
"guerras ilimitadas". Más aún, como lo mencionamos antes, no tiene empacho
alguno en decretar hasta la "legitimidad moral" del empleo de las armas nucleares—
de manera "preventiva" y "disuasiva"—también en contra de países que no poseen
ese armamento.
Desde el inicio de la crisis estructural del capital a comienzos de la década
del 70, los graves problemas del sistema se han venido acumulando y empeorando
en todos los terrenos, sobre todo en el campo de la política. A pesar de todas las
evidencias de lo contrario, a la ilusa idea de la "globalización universalmente
beneficiosa" se le sigue haciendo propagada generalizada, v no disponemos de
órganos políticos internacionales viables que puedan corregir las consecuencias
negativas claramente visibles de las tendencias del desarrollo en marcha. Hasta el
limitado potencial de las Naciones Unidas se ve anulado por la determinación
406
Istvan Mész¿ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
norteamericana de imponerle al mundo las políticas agresivas de Washington, como
ocurrió con la entrada en la guerra de Irak bajo pretextos falsos.
Al actuar de ese modo el gobierno norteamericano se arrogaba el papel
indiscutible de ser el gobierno global del sistema del capital en su totalidad, sin
dejarse perturbar siquiera por la idea del inevitable fracaso final de semejante
plan. Porque no basta con darle rienda suelta a la "fuerza avasalladora", como lo
prescribe la doctrina militar dominante, destruir al ejército del otro bando e
infligirle inmensos "daños colaterales" (como se le llama obscenamente) a la
población entera durante el curso de las aventuras militares emprendidas. La
ocupación y dominación permanente y sustentable—y también la explotación
económica sin perturbaciones v provechosa—de los países atacados de esa forma
es otra cosa muy distinta. Imaginar que incluso la mayor de las superpotencias
militares pudiese hacer eso, como cosa de la "normalidad forzada" impuesta al
mundo entero, y estipulada en ese sentido como la situación inalterable de un
"nuevo orden mundial", no constituye más que una proposición totalmente absurda.
Desafortunadamente, los sucesos y los desarrollos han estado apuntando en
esa dirección durante mucho tiempo. Porque no fue el presidente George W.
Bush sino el presidente Bill Clinton el que declaró arrogantemente que "sólo
existe una nación necesar ia , los Estados Unidos de N o r t e a m é r i c a " . Los
"neoconservadores" sólo quieren hacer cumplir y reforzar ese dictamen. Pero ni
siquiera los llamados liberales podrían predicar algo más positivo que semejante
creencia perniciosa, del todo dentro del mismo espíritu. Se han venido quejando
de que en el mundo actual tenemos "demasiados estados", y propugnan una
pre tendida "integración jurisdiccionar'"*" como la solución viable para ese
problema. Es decir, una "integración jurisdiccional" grotescamente bautizada, que
significaría realmente la seudolegitimación de un control directo autoritario de los
deplorados "demasiados estados", por parte de apenas un puñado de potencias
imperialistas, sobre todo los Estados Unidos de Norteamérica. Ese concepto, a
pesar de su terminología ofuscadora, no difiere en mucho de la teorización de
Thomas P. M. Barnett acerca de cómo manejar la deplorada "condición de
desconexión" antes citada.
Si hoy día existen "demasiados estados" no podemos desear que desaparezcan.
Ni tampoco es posible destruirlos mediante la devastación militar para establecer
sobre esa base la felicidad globalizada de la "nueva normalidad". Los intereses
nacionales legítimos no pueden ser reprimidos indefinidamente. De todos los
lugares del m u n d o , los pueb los de la Amér ica Latina p u e d e n test i f icar
elocuentemente esa verdad tan simple.
37<> Ver Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case f oi the Global Market Economy, Yale University Press, New Haven, 2004.
407
István Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
La crisis estructural de la política constituye una parte integral de la crisis
estructural del sistema del capital que ha venido supurando por largo tiempo. Es
omnipresente, y en consecuencia no puede ser resuelta manipulando de manera
autoperpetuadora/apologética ninguno de sus aspectos políticos aislados.Y menos
aún ser resuelta manipulando la constítucionalidad misma, de lo cual hemos podido
ver muchos alarmantes ejemplos. Ni siquiera subvirtiendo y aboliendo de un todo
la constítucionalidad. Sí los tribunales superiores ingleses y los magistrados italianos
pueden protestar contra esos intentos, sin importar cuan agresivamente los vayan
a denunciar los Berlusconis del mundo tres días antes de una elección general,"^
entonces todos podemos hacer lo mismo, con conciencia crítica de lo que está en
juego. Nuestro modo de control metabólico social establecido está en profunda
crisis, y ésta sólo puede ser remediada instituyendo uno que sea totalmente
diferente, basado en la igualdad sustantiva que en nuestro tiempo se torna realmente
factible, por primera vez en la historia.
Mucha gente critica con razón los fracasos dolorosamente obvios de la
política parlamentaria. Pero también en ese respecto, el necesario repensar el
pasado y el presente del par lamentar ismo no puede conducir a resultados
sustentables si no se inserta en su escenario amplio, como parte integral del nuevo
orden metabólico social previsto, inseparable de su igualdad sustantiva.
No resulta demasiado difícil reconocer hoy que—a causa de su destructividad
en escalada, incluso en el plano ambiental, al igual que en la esfera de la producción
y la acumulación despilfarradora del capital, por no mencionar las crecientes
manifestaciones directas de la destrucción militar decididamente irresponsable—
nuestro orden metabólico social no resulta viable a largo plazo. Sin embargo, lo
que debemos llevar al primer plano de nuestra conciencia crítica de las tendencias
del desarrollo en marcha y de su impacto acumulativo, es el hecho de que el largo
plazo se está acortando cada vez más en nuestro tiempo. Nuestra responsabilidad
es hacer algo al respecto antes de que se nos termine el tiempo.
1 0 . 4 L o s NUEVOS DESAFÍOS EN NUESTRO HORIZONTE Y LA URGENCIA
DEL TIEMPO
10.4.1
Han trascurrido cinco años de guerra en Afganistán, y cuatro en Irak, causando
inmensa destrucción y sufrimiento humano. Pero no hay ningún final a la vista, a
pesar de lo que se escucha decir hipócritamente—o muy brutalmente"**—acerca
de alguna "salida estratégica". Y aun si en el futuro resultase posible diseñar con el
^" Ver el número del 7 de abril de 2006 de La República, y en particular el artículo de Giorgio Ruffolo: "Un paese danneggiato". ™ Como lo ejemplificó el discurso de P. M, Barnett ya citado.
408
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
t iempo alguna solución salvadora de las apariencias, que permita una "salida
apropiada" para cualquiera de los conflictos militares en desarrollo, en razón de
alguna conveniencia política coyunturalmente urgente y bien calculada (como por
ejemplo una futura elección presidencial norteamericana), ello no podría ser causa
de regoci jo. Porque las graves de te rminac iones causales subyacentes del
imperialismo hegemónico global producirán en el futuro no muy lejano otras
intervenciones militares genocidas por parte de nuestras "grandes democracias"
(sobre todo la norteamericana), no solamente en el Medio Oriente sino también
en otras partes del mundo. Y esas agresiones se verán acompañadas, por supuesto,
de la cínica invención de toda clase de fa l sedades para justificar lo injustificable,
como ocurrió en más de una ocasión en el pasado, desde el "incidente de Tonkin"
durante la guerra de Vietnam bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson a las
inexistentes "armas d e d e s t r u c c i ó n en masa", que supuestamente estarían
listas para ser lanzadas "en 4S minutos", según el discurso totalmente distorsionador
con el que el primer ministro Blair legitimó la guerra en el parlamento inglés.
Dado el total monopolio de los medios por la ideología dominante, sus más
altos representantes pueden distorsionarlo todo del modo que les plazca con el
fin de hacer que prevalezca el interés del orden dominante, presentando falsamente
hasta a las formas más f lagrantes de agres ión m i l i t a r c o m o d e f e n s a autojustificativa. Así, por difícil que sea de creer, uno de los inspiradores de Blair
describe a la propia guerra de Afganistán como " imper ia l i smo defens ivo", sin
el menor temor de que se abra el infierno bajo sus pies para tragárselo, como se
tragó a Don Juan al final de la ópera de Mozart por su pecado incomparablemente
mucho menos grave de haberse negado a arrepentirse de sus fechorías sexuales.
En la opinión de Cooper, si estados como Afganistán "se vuelven demasiado
peligrosos como para que los to leren los estados reconocidos , es posible
imaginarnos un i m p e r i a l i s m o de fens ivo . No es llevar las cosas demasiado lejos
ver la respues ta d e O c c i d e n t e a Afganistán desde esta óptica"." '
De nuevo no estamos hablando de un chupatintas intrascendente. Porque es
así como The Observer hace la introducción del recién citado artículo altamente
influyente y abiertamente imperialista de Robert Cooper; El diplomático de alto rango inglés Robert Cooper ayudó a darle forma a los llamados del primer ministro inglésTony Blair a un nuevo internacionalismo y una nueva doctrina de intervención humanitaria que le pongan límites a la soberanía de los estados (...) El llamado de Cooper a un imperialismo liberal nuevo y a admitir la necesidad de dobles criterios en la política exterior ha despertado la ira de laizquierda, pero el ensayo nos ofrece una percepción no oficial diferente y franca de la mentalidad tras la estrategia en Afganistán, Irak y demás.
' ' ' Robert Cooper, 'Tne New Liberal Imperialism", Observer Worldview Extra, domingo 7 de abril de 2002. Todas las citas de Cooper están tomadas del mismo artículo.
409
Istvcín Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Naturalmente, no habría que exagerar la importancia personal de Cooper. El
resulta relevante tan sólo como franco representante de la "l ínea de l p a r t i d o " característica del imperialismo hegemónico global. El mismo tipo de enfoque que
hace acerca de Afganistán lo vimos en la denuncia que hizo Barnett de la presunta
"desconexión" de las áreas bajo dominio imperialista, y en el llamado de Wolf a la
"integración jurisdiccional" de los "demasiados países" de nuestro "mundo
fragmentado", tan limitadora de la soberanía. El esquematismo "premoderno/
posmoderno" intelectualmente pasado de grotesco de Cooper está de más. Ni le
agrega ni le quita a la sustancia agresiva de su celebrado artículo. Simplemente se le
utiliza como justificación "académica" de la desnuda orientación imperialista de su
enfoque. Las peculiares referencias de Cooper a la posmodernidad t ienen
exactamente la misma finalidad del esquema de "conexión/desconexión" de
Barnett, y en ambas "teorías" se concibe como solución final de los problemas
identificados el empleo de la fuerza por las potencias imperialmente dominantes,
aunque el razonamiento del diplomático inglés es mucho más rebuscado que el de
su alma gemela norteamericana.
Vale la pena c i ta r un la rgo pasaje del a r t í c u l o de C o o p e r , c o m o
racionalización característica no solamente de la "mentalidad tras la estrategia en
Afganistán e Irak", sino también tras la m e n t a l i d a d i lusa del imperialismo
hegemónico global que juega imprudentemente con fuego—potencialmente
hasta con fuego nuclear—y se cree capaz de hacerlo impunemente. Así dice el
pasaje en cuestión: mientras los miembros del mundo posmoderno puede que no representen un problema los unos para con los otros, tanto las zonas modernas como las premodernas plantean amenazas (...) El desafío para el mundo posmoderno es acostumbrarse a la idea del doble criterio. Entre nosotros mismos operamos sobre la base de leyes y de abierta seguridad cooperativa. Pero cuando lidiamos con estados de tipo más anticuado fuera del continente posmoderno europeo, necesitamos dev'o]vernos a los métodos más rudos de pasadas épocas: la fuerza, el ataque disuasivo, la trampa, lo que sea necesario para vérnoslas con los que viven todavía en el mundo del siglo XIX de cada estado por su cuenta. Entre nosotros mismos respetamos la ley, pero cuando actuamos en la selva debemos emplear la ley de la selva también (...) El desafío planteado por el mundo premoderno es nuevo. El mundo premoderno es un mundo de estados fracasados (...) Es precisamente a causa de la muerte del imperialismo que estamos asistiendo al surgimiento del mundo premoderno. Imperio e imperialismo son palabras que se han convertido en una especie de insulto en el mundo posmoderno. En la actualidad no hay potencias coloniales que quieran asumir la tarea, aunque las oportunidades, v quizás hasta la necesidad de colonización, son tan grandes como lo eran en el siglo XIX (.. .)Todas las condiciones para el imperialismo están ahí, pero tanto la oferta como la demanda de imperialismo se han agotado. Pero los débiles todavía necesitan de los fuertes, v los fuertes todavía necesitan un mundo en orden. Un mundo en el que los gobernados
410
István Mészáros: E.\ desafio y la carga del tiempo histórico
adecuadamente y con eficiencia exporten estabilidad y libertad, y que esté abierto a la inversión y al crecimiento: todo eso luce eminentemente deseable. Lo que se necesita entonces es un nuevo tipo de imperialismo, que resulte aceptable para un mundo de derechos humanos y valores cosmopolitas. Podemos desde ya discernir su perfil: un imperialismo que, como todos los imperialismos, tiene como objetivo traer orden y organización, pero que hoy
se basa en el principio de la voluntariedad. En caso de que algunos ingenuos se hubiesen tomado en serio la noción del
"principio de la voluntariedad", los habría vuelto prontamente a la realidad el
apoyo entusiasta de Cooper al "imperialismo voluntario de la economía global",
bajo el férreo dominio del FMI y el Banco Mundial, y la dominación ejercida a
nombre de la ayuda internacional. En ese respecto deja en claro que "si los estados
quieren ser benefactores, entonces deben abrirse a la i n t e r f e r e n c i a d e las organ izac iones internac ionales y los es tados extranjeros". (Naturalmente,
la interferencia de los estados grandes y "eficientes" que pueden "expor tar
estabilidad y libertad"). Se muestra también muy a favor de lo que él llama "el
imper ia l i smo d e los vec inos" , y pone como ejemplo a los Estados Unidos y la
intervención militar norteamericana en los Balcanes, justificándola sobre la base
de que si no se hubiese procedido así ello "le habría planteado una amenaza a
Europa".
Sin embargo dictamina también, sorprendentemente, que la necesidad de un
nuevo imperialismo ha nacido "a causa de la m u e r t e de l imperial i smo". Resulta
evidente que Cooper jamás oyó hablar del imperialismo norteamericano y acerca
de la manera como hizo descender a la segunda y tercera división al imperialismo
inglés y al francés—por no hablar de las variantes holandesa y portuguesa—durante
e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, en
este respecto el esquema del alto diplomático inglés es completamente fantasioso.
No satisfecho con las prebendas que es capaz de obtener el servilismo militar
inglés colgado de los faldones del ejército norteamericano. Cooper intenta abrirle
un espacio algo más holgado al estado inglés en el territorio del futuro "imperialismo
liberal" con la ayuda de su visión—"la v i s ión" como modestamente la llama el
autor al final de su artículo. Como si la actual relación de fuerzas del imper ia l i smo h e g e m ó n i c o g loba l , con los Estados Unidos de Norteamérica como su potencia
avasalladoramente dominante, no existiese y no ejerciese hoy en el mundo la
estrategia imperial más potencia lmente mort ífera de toda la historia de la
humanidad.
Sin duda, el fantasioso alegato de Cooper por un "nuevo tipo de imperialismo",
en el que le sería asignado un lugar prominente al viejo y noble poder imperial
inglés, "que se ofrece como voluntario para ese papel", explica su ya reportada
influencia en los círculos gubernamentales ingleses, incluido el primer ministro
Tony Blair, de qu ien se dice es taba de seoso de un " legado h i s t ó r i c o " .
Reveladoramente al respecto , en todo el artículo sólo se hacen referencias
411
Istya'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
esporádicas a Jos Estados unidos,^*"a pesar del papel de absoluta preponderancia,
y muchas veces cuasidictatorial, que ese país ejerce decididamente en los asuntos
internacionales. En consecuencia, en sus aventuras militares los Estados Unidos
p u e d e n dar por de scon t ado el s o m e t i m i e n t o , no sólo de los " a l i a d o s vo luntar ios" , sino también de muchos estados "involuntarios", como lo demostró
la guerra de Irak y la participación de incluso los países constitucionalmente
impedidos y reacios—como Alemania—en la guerra de Afganistán.
La verdad del asunto es que el imperialismo jamás mur ió . Tan sólo asumió
una forma más agresiva y cada vez más pel igrosa, como el imper ia l i smo
hegemonico global de nuestro t iempo, con los Estados Unidos de Norteamérica
ejerciendo el papel del único hegemón durante todo el t iempo que pueda (mas
no para siempre, con toda certeza). El desenvolvimiento de la guerra de Irak y el
humillante papel jugado por Inglaterra en las Naciones Unidas durante el
hipócrita proceso preparatorio, con sus pretensiones de asegurarle la legalidad
in te rnac iona l a la aventura mil i tar no r t eamer i cana que ha t e r m i n a d o en
absolutamente nada, subrayó con toda fuerza la vaciedad total del "imperialismo
voluntario posmoderno". El principio operacional impuesto descaradamente
por los Estados Unidos no podía ser otro que la fuerza bruta del imperialismo
t r ad i c iona l , c o m o desde el comienzo mi smo lo de jaron bien claro Jos
"neoconservadores", sin que la hoja de parra legalista de los ingleses sirviese de
nada porque ellos ya estaban preparados para tratar con total desprecio a las
Nac iones Unidas . El i n t e n t o de apl icar le el p r e t e n c i o s o e s q u e m a t i s m o
"posmoderno" de Cooper al imperialismo—hegemonico global—existente en
la actualidad es por demás absurdo. Por más que trata de hacer vestir a los Estados
Unidos su fantasioso traje posmoderno, Cooper no puede llegar a nada mejor
que este pobre resultado;
Los Estados Unidos construyen el caso más dudoso, pues no está claro que el gobierno o el congreso norteamericano acepten la necesidad o la deseabilidad de la interdependencia, o sus corolarios de apertura, mutua supervisión y mutua interferencia, en la misma medida en que hoy lo hacen la mayoría de los gobiernos europeos.
Las especificaciones "no está claro" y "no en la misma medida que la mayoría
de los gobiernos europeos" distorsionan por completo—puesto que lo retocan
forzosamente—el retrato. Porque lo que de hecho queda m u y e n c laro es lo
contrario. A saber, que el gobierno y el congreso norteamericanos se n i egan c a t e g ó r i c a m e n t e a aceptar las restricciones postuladas en n i n g u n a d e sus
•"*" Si bien oivida la historia real del "final del juego" de ¡a guerra cíe ios Baícanes bajo las decisiones tomadas y las órdenes militares dictadas por el presidente Bill Clinton, y al mismo tiempo asevera ilusoriamente la supremacía "posmoderna" de la Unión Europea en la región, no obstante Cooper tiene que conceder en una de sus raras referencias a los Estados Unidos que "la presencia norteamericana constituye un factor estabilizador indispensable".
412
Istvan ^Aéjza^os^Jü^esajiíb jf ja^arga del tienipo histgricg
p a r t e s , háblese del T r i b u n a l Pena l Internacional"*' o del t ra tamiento
escandaloso que se le dio tanto al protocolo de Kyoto como a otros igualmente
internacionales. Pero aun si lo hiciesen, ¿cuál sería el valor explicativo de "la
visión" de la cual habría que dejar casi completamente por fuera al país más poderoso
del mundo de hoy, porque no encaja bien en el re t ra to del "nuevo tipo de
imperialismo", con sus postulados de "apertura y mutua interferencia", y sus
" d e r e c h o s h u m a n o s y va lores cosmopol i tas"? Es obvio que ninguno. Por
eso hay que hacer especificaciones engañosas por el estilo de "no está claro" y "no
en la misma medida", con intención de acomodar a los Estados Unidos dentro de
la visión del autor, aunque la realidad del imperialismo hegemónico global
norteamericano contradiga cada uno de los criterios definitorios de la variedad
posmoderna de imperialismo proyectada.
En el esquema norteamericano de la dominación global no puede haber
ningún papel preferencial asignado al "imperialismo posmoderno" inglés. La
posición de estricta subordinación del ejército inglés en las guerras afgana e iraquí,
y el sufrimiento y sacrificio impuestos también a sus tropas, al igual que a los otros
"aliados voluntarios", testifican elocuentemente esa sencilla verdad. Las condiciones
reales del desarrollo político y militar son de hecho extremadamente graves hoy
día, dada la crisis estructural del sistema del capital que se profundiza cada vez más.
Agreguemos a las guerras en el Medio Oriente que los Estados Unidos le han
impuesto al mundo, y a los otros tratamientos deplorables del derecho internacional
por parte del gobierno norteamericano que han salido a la luz recientemente,
también la vergonzosa capitulación de todas las democracias occidentales—
traicionando sus orgullosas proclamas en contra de los regímenes que tor turan—
con la degradante práctica de la llamada "entrega" de personas a la CÍA por cuenta
de la administración estadounidense.^'*^ Si hacemos la suma veremos con toda
claridad que tan sólo los defensores más incondicionales del orden establecido
podrían negar quién es el que dicta las condiciones del imperialismo actualmente
existente y quiénes las obedecen casi sin chistar.
10.4.2 Sin duda, desde la perspectiva del imperialismo parece obvio que la mejor
manera de gobernar a los países más pequeños—llámense "estados fracasados" o
"demasiados estados jurisdiccionalmente fragmentados", o también "los débiles
'" El Tribunal Penal Internacional es uno de los ejemplos idealizados de instituciones posmodernas que propone Cooper. Pero a su esquematismo no lo perturba el hecho de que los Estados Unidos se nieguen a aceptar para sí la autoridad del Tribunal. "^ En Italia se les abrió juicio a 23 agentes de la CÍA acusados del secuestro y la "entrega" personas que incomodaban políticamente al gobierno norteamericano. Sin embargo ese gobierno, convencido de su derecho a pasar por encima de las leyes internacionales, ya ha declarado que se negará a extraditar a ninguno de ellos.
413
Istváh Mésza'ros: El desafío y la carga del tiempo histórico
que necesitan del fuerte" y los que se dice per tenecen al "eje del mal"—es
imponerles de manera totalmente autoritaria todas las decisiones significativas, sin
derecho a apelación. El hecho de que en el pasado esa manera de reglamentar y
regir el orden internacional por parte de un mero puñado de estados imperialistas,
generase no solamente resentimiento sino también resistencia activa, aparentemente
no amerita ni un minuto de la consideración de los "neoconservadores" más
agresivos. Suponen arrogantemente que en la era del imperialismo hegemónico
global los Estados Unidos, como único hegemón, pueden vencer fácilmente
mediante el empleo más brutal—y abiertamente declarado como ilimitado—de
la fuerza militar, los problemas que demostraron ser insuperables para las grandes
potencias que competían entre ellas por el predominio en una etapa anterior del
imperialismo.
Sin embargo, la creencia abiertamente decretada y celosamente cumplida en
la preponderancia de los Estados Unidos^"^eleva todavía más los riesgos militares,
hasta el punto de invocar el espectro de la aniquilación total de la humanidad. Y el
hecho de que se declare que la "guerra fría" se terminó no marca ninguna diferencia
al respecto. El general Musharraf reportó en una entrevista por televisión concedida
en el 2006 en Washington, que el subsecretario de estado nor teamer icano,
Armitage, lo había amenazado con que Pakistán "sería d e v u e l t o a la e d a d de p i e d r a a p u n t a de bombas" si su gobierno no obedecía las órdenes de los
Estados Unidos. ¿Podría alguien imaginarse a un país del tamaño de Pakistán
devuelto a la edad de piedra a punta de bombas sin el empleo masivo de armas
nucleares?
De igual modo, el conocido "neoconservador" norteamericano Richard Perle
pontificaba, en apoyo al antiguo Secretario de la Defensa Ronald Rumsfeld, que su
estrategia militar en Irak era perfectamente adecuada. Sólo hacía falta la "voluntad
política" necesaria y el tipo de decisión política correcta para "ocuparse de Irán y
Siria", pues eso era lo que causaba las "dificultades en Irak". A lo mejor sería
factible "ocuparse de Siria" mediante el empleo de armamento militar masivo pero
no nuclear, aunque eso crease graves problemas adicionales en la guerra iraquí.
Pero someter militarmente a Irán mediante el empleo únicamente de armamento
tradicional—cosa que el Irak de Saddam Hussein estuvo tratando de lograr durante
ocho años, con apoyo norteamericano y de otros países de Occidente—supera
383 Ygj. gj ]g Sección 4.2.9 del presente libro el análisis de ese problema, con referencia a la cortante advertencia del antiguo Subsecretario de Estado Strobe Talbot acerca de la necesidad de respetar la "preponderancia global de los Estados Unidos", en una importante reunión del Instituto Real de Asuntos Internacionales en Londres. Strobe Talbot fue miembro de la administración del presidente Clinton. Así que el interés por imponer la preponderancia global norteamericana no está restringida de ningún modo al ala derecha neoconservadora extremista del Partido Republicano. El espeluznante comentario del presidente demócrata Bill Clinton de que "sólo existe una nación necesaria, los Estados Unidos" pone de relieve la misma creencia en la indiscutible legitimidad de la dominación global de Norteamérica.
414
Istvan Mészaros: E.I desafío y la carga del tiempo histórico
cualquier credulidad. De hecho la idea de emplear "armas nucleares tácticas" contra
Irán se escucha con frecuencia en círculos norteamericanos y pronorteamericanos.
¿Pero quién podría brindar alguna garantía acerca del "efecto adecuadamente
limitado" de una temeraria intervención militar como esa, con consecuencias
potencialmente catastróficas no solamente en el plano militar sino también en el
campo económico?
Los planes estratégicos en pro de la dominación global están perfectamente
acoplados con la producción de equipo militar, incluidas las muy publicitadas
"armas nucleares tácticas antibunkers" de las que con harta frecuencia se dice que
serán empleadas contra Irán. Pero mucho más allá de eso, está la fijación activa
hasta en los rincones más recónditos del mundo de potenciales objetivos bélicos
de los Estados Unidos, al alcance de la mano y sin restricciones, tanto con propósitos
de chantaje—incluido el chantaje nuclear—como de desatar realmente alguna
acción WiiUtar devastadora. El "Proyecto Guerra de las Galaxias" del pasado podía
todavía pretender ser un "escudo defensivo", aunque en realidad nada tenía de eso.
En cambio a su sucesor potentemente actualizado, de nombre en acróstico "Falcon
(Force Application and Launch from the Continental US: Fuerza de Aplicación y
Lanzamiento desde el Cont inen te N o r t e a m e r i c a n o ) , ni el mayor esfuerzo
imaginativo podr ía considerar lo otra cosa que un sistema de a rmamentos
flagrantemente ofensivo, para ser desplegado frente al mundo entero. La primera
fase operacional de ese sistema se completó en 2006, pero las pruebas iniciales ya
habían tenido lugar en 2004. Se reporta que los vehículos de lanzamiento no
tripulados ya completamente desarrollados son capaces de "alcanzar objetivos a
una distancia de 9000 millas náuticas en menos de dos horas" . Además ,
"trasportarán una ojiva nuclear de hasta 6 toneladas y en última instancia podrían
volar a velocidades de hasta 10 veces la del sonido". El propósito de esta máquina
de guerra infernal es permitirle a los Estados Unidos ir s o l o en contra de cualquier
país al que le venga en gana someter o destruir, dentro de su plan de obtener el
dominio sobre el mundo como el rector indesafiado e indesafiable del imperialismo
hegemónico global. Como comentó John Pike, director del t h i n k tank de
Washington"GlobalSecurity.org", respecto al nuevo sistema de armamentos: "Tiene q u e ver c o n hacer vo lar e n p e d a z o s a g e n t e de l o t ro l a d o de l p laneta a u n q u e n i n g ú n país sobre la faz de la t ierra n o s permi ta ut i l izar su territorio".'***
Así, nos enfrentamos a la u r g e n c i a de l t i e m p o a causa de las práct icas guerreras agresivas, tanto planificadas como en marcha, surgidas de las peligrosas
condic iones y con t rad icc iones de n u e s t r o t i e mp o . Lo que conv ie r t e en
particularmente graves a estos aspectos es que las peligrosas acciones emprendidas
por el imperialismo hegemónico global ni pueden ser llevadas a una conclusión
'** Julian Borges, "US-based missiles to have global reach". The Guardian, 1" de Julio de 2003,
415
Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
permanente n i es factible que puedan ser abandonadas a favor de un curso de
desar ro l lo más sus tentable y aunque sea m í n i m a m e n t e rac ional . Porque
independientemente de la arrogancia sin límites del poder estatal con respaldo
militar, lo preocupante en Irak sigue siendo que la destrucción, por parte de la
"fuerza avasalladora" (en palabras de su credo estratégico favorito), de la posición
militar central del enemigo decretado arbitrariamente está muy lejos de resultar
suficiente para garantizar un resultado históricamente sustentable, como los
norteamericanos se ven ahora forzados a reconocer, si no a aceptar, en Irak. Ocupar
un país sobre una base permanente, y generar los recursos requeridos para que la
ocupación resulte además rentable, es algo extremadamente complicado, por no
mencionar el total absurdo de extender la dominación imperial directa—con las
armas de destrucción en masa que los Estados Unidos de Norteamérica poseen en
abundancia—a áreas mayores de nuestro planeta. Sin duda, las agresivas aventuras
guerreras del imperialismo hegemónico global son muy capaces de destruir la
civilización humana, y ciertamente podrían lograrlo. Pero resultan absolutamente
incapaces de ofrecer una solución sustentable para los graves problemas de nuestro
tiempo.
Hay que seguir insistiendo hasta el cansancio en la gravedad del hecho de
que ni siquiera la creciente agresividad podría producir los resultados ilusamente
anticipados sobre una base perdurable, independientemente de lo inmensos que
pudiesen ser los recursos que invierta en ello el estado imperialista dominante. Y
el p rob l ema se compl ica todavía más por el hecho de que los recursos
pródigamente invertidos provienen, en gran medida, del endeudamiento cada vez
mavor de los Estados Unidos, a expensas del resto del mundo, incluyendo ahora,
irónicamente, en lugar prominente a China. Pero no importa cuánto se despilfarre,
ni cuan agresiva y destructiva para la humanidad pueda ser la estrategia militar que
se siga, aun al punto de asumir formas genocidas: el resultado real quedará por
debajo de las expectaciones imperialistas proyectadas. La crisis estructural del
sistema del capital en su conjunto se ahonda también en ese respecto.
Sin e m b a r g o , hasta el p r e sen t e el imper ia l i smo hegemónico global
norteamericano ha podido dominar con relativa facilidad a sus rivales potenciales.
¿Pero es de suponer que esa situación dure para siempre? La relación de fuerzas
interestatal nunca fue permanente en el pasado v de ninguna manera podría hacerse
permanente en el futuro. Inevitablemente, los costos necesarios para asegurar la
dominación de un estado por otro son siempre significativos, y por lo tanto ella
tiene que ser siempre estrictamente transitoria, por no mencionar las implicaciones
que tiene la postulada dominación del resto del mundo por parte de un solo
es tado, de acuerdo con la ar rogante visión neoconservadora del "milenio
norteamericano". El relativo poder productivo material de los rivales potenciales
constituye un factor de suma importancia en este respecto, y habría que ser imbécil
para dar por garantizada la permanencia de una existente proporcionalidad entre
los países de mayor tamaño, con ventaja inalterable a favor de un país mucho más
416
Istva'n Mészáros: El desafío y )a carga deljjempojiistórico
pequeño, como los Estados Unidos, de cara a China, por ejemplo. No es ningún
secreto que, como ya lo estudiamos en el Capítulo 4, en los círculos más agresivos
de Washington se invierte constantemente un considerable esfuerzo de propaganda
en propugnar "una manera apropiada de manejar la amenaza china" a favor de la
supremacía nor teamericana en el futuro, incluido el previsto empleo de la
destrucción militar en gran escala.
Cualquiera que pueda ser el éxito que obtenga en ese plan en el futuro
cercano el viejo, pero no tanto, "lobby chino", el problema en sí ciertamente no va
a desparecer. Porque el poderío económico de China está destinado a hacerse
mucho mayor que el de los Estados Unidos de Norteamérica dentro de un espacio
de tiempo relativamente breve. Ya hoy China está decidida a retirar de los Estados
Unidos la casi astronómica magnitud de sus activos financieros, lo que causaría un
pavoroso sismo económico no sólo en ese país sino en el mundo entero. Ese
probiema, con todos sus coroiarios políticos y potencialmente hasta militares,
tendrá que ser encarado algún día en el futuro no muy distante de una manera
racional y sustentable, si queremos evitar el impacto destructivo de las estrategias
propiciadas por el lobby chino y sus aliados irremisiblemente más osados en
Washington.
Más aún, en lo que atañe a un futuro algo más distante, también el creciente—
y potencialmente también muy grande—crecimiento que promete tener la India
debe ser reconsiderado de acuerdo con su verdadera significación. No basta
considerar a China y la India nada más para el propósito transparentemente egoísta
de los países capitalistas occidentales, que ya comienzan a culparlas de las
empeorantes condiciones ecológicas de nuestro planeta. Porque lo que sí resulta
absolutamente cierto es que la relación de fuerzas existente en nuestro orden
global es totalmente insostenible a largo plazo. No es posible atribuirle el menor
grado de racionalidad a los planes norteamericanos de desplegar un nuevo sistema
antimisiles en Polonia, con el transparente pretexto de que la colocación de
semejante armamento en la puerta de al lado de Rusia tiene la intención de formar
un "escudo defensivo" de los Estados Unidos "contra Al Qaeda". Las protestas que
los rusos han levantado contra ese plan dejan bien en claro que no se tomaron en
serio ni por un momento la justificación presentada. ¿Acaso alguien pudiese
considerar que ese tipo de medida militar norteamericana, llevada a cabo con
complicidad plena de Polonia ," 'no constituye sino un ejemplo más del temerario
jugar con fuego?
^"^ Según fuentes bien informadas, Polonia y Rumania también están facilitando la "entrega" de personas para que sean sometidas a tortura y permiten en sus países el funcionamiento de campos de concentración ilegales por parte de los Estados Unidos. Para el momento de la discusión sobre la guerra con Irak en las Naciones Unidas, Ronald Rumsfeld ensalzaba a esos dos países como representantes de la "Europa Nueva" y condenaba arrogantemente a la "Europa Vieja" que a su vez rechazó la pretendida legalidad de la guerra,
417
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Las estrategias agresivas, no solamente percept ibles sino ahora ya en
seguimiento, del imperialismo hegemónico global, no pueden más que empeorar
las cosas de todas las maneras posibles, porque el imperialismo, como el enemigo
anacrónicamente jurado del tiempo histórico, no puede funcionar sin imponerles
a sus dependencias implacablemente controladas las formas de dominación más
inicuas. Por el contrario, sólo la propugnación genuina de un enfrentamiento
responsable con los graves problemas de la crisis estructural del capital cada vez
más profunda, en el espíritu de la i gua ldad sustant iva—que pudiese volver a
los Estados Unidos de Norteamérica, como país paradójicamente "pequeño", el
indiscutido igual de los países grandes India y China—constituye un requerimiento
absoluto para el futuro. Porque tan sólo el espíritu de la igualdad sustantiva adoptado
de manera general puede ofrecer una solución históricamente sustentable a la
relación de fuerzas interestatal potencialmente muy destructiva que hoy prevalece.
10.4.3 Los peligros militares potencialmente catastróficos no son, ni de casualidad,
los únicos desafíos presentes en nuestro horizonte. El incontrolable atropello del
capital en contra de la naturaleza representa un peligro igual de grande para el
fu turo de la human idad , a pesar de los r ec i en t e s i n t e n t o s de e x p l o r a r
capitalistamente cada posible aspecto del deterioro de las condiciones ecológicas
ident i f icable , a p a r e n t a n d o ofrecer " s o l u c i o n e s v e r d e s " po r supues to
comercialmente rentables. Al mismo tiempo vemos, por una parte, la constante
negat iva del que es con mucho el peor ag re so r—los Estados Unidos de
Norteamérica—a hacerle frente a su responsabilidad en esa materia. Por otra, a la
hora de aportar su dudosa contribución para con esos problemas aparentemente
inmanejables, también los países que declaran públicamente su aceptación de las
restricciones y protocolos internacionales necesarios en la realidad fracasan en el
cumplimiento de sus metas anunciadas. Fracasan hasta en relación con ei simple
caso del calentamiento global, y dejan arbitrariamente por fuera de sus estimaciones
a algunas de las manifestaciones reales más dañinas, como el peligro enorme, y
encima creciente, causado por la aviación devoradora de gasolina. Ninguno de
ellos tiene la intención de considerar—y mucho menos de reconocer y comenzar
a comportarse en consecuencia—que se requeriría de un cambio fundamental en
el orden de producción y distribución si realmente se quiere garantizar las necesarias
salvaguardas en este particular para el futuro de la humanidad.
Sin duda, las amenazas a la vital relación de la humanidad con la naturaleza
resul tan i n c o m p a r a b l e m e n t e mayores y más complejas de lo que queda
unilateralmente destacado bajo los titulares de moda dedicados al calentamiento
global. Aun en términos del calentamiento global el punto fundamental no es la
"emisión de gas carbónico" por parte de los individuos—a la que los gobiernos
capitalistas tanta difusión le dan con el fin de ganarse buenos titulares de prensa,
418
Istvan Mészaros; El desafio y la carga del tiempo histórico
mientras encubren el hecho de que como gobiernos no han hecho virtualmente
nada en cuanto a la enorme cuota negativa de la gran industria en ia producción de
daños en escala creciente—sino la necesidad de adoptar una po l í t i ca e n e r g é t i c a re sponsab le y a largo p l a z o , con el máximo desarrollo posible de los recursos de energ ía renovab le s que hoy se ven activamente trabados por los intereses
creados capitalistas. Naturalmente, ese problema se complica todavía más por el
insuperable horizonte del tiempo cortoplacista del capital, como lo estudiamos
en el Capitulo 1. Esto lo hace tangible el hecho de que ya nadie puede seguir
negando los síntomas negativos insustentables a largo plazo, que hoy día indican a
las claras el daño potencialmente irreversible y la necesidad de una acción correctiva
de largo alcance mientras aún quede tiempo. Pero las personificaciones del capital
son incapaces de producir respuestas que no sean la del aire caliente, tal y como
aparece dentro de los reportes patrocinados por los gobiernos que hablan con
total vaciedad acerca de las metas requeridas que se alcanzarán en 20S0.
Pero mucho más allá de la genuina preocupación que abarca todas las
dimensiones de las necesidades energéticas a largo plazo, junto con los pasos
obligados que hay que tomar en contra del agotamiento capitalista irreversiblemente
rapaz de los vitales recursos estratégicos materiales de nuestro planeta, el asunto
más difícil es cómo asegurarnos de que a las incursiones científicas reales y factibles
dentro de las determinaciones objetivas de la naturaleza, que han de ocurrir
inevitablemente, se le dará el mejor de los usos. Es decir, cómo asegurarnos de
que esas incursiones se hacen para incentivar las potencialidades positivas de la
humanidad, y no para promover los contravalores destructivos hoy exitosamente
e x p l o r a d o s , a una escala m o n u m e n t a l , con despi l far ro y des t ruc t iv idad
i r responsables , por el complejo mi l i tar - indust i ra l y demás variedades de
personificaciones "productivas" de las alienantes mediaciones de segundo orden
del sistema del capital, estrictamente orientadas hacia el lucro e históricamente
retrógradas a ultranza.Tan sólo un profundo compromiso con una manera inspirada
de modo positivo de manejar los resultados de los potenciales desarrollos
científicos y tecnológicos puede estar a la altura de la tarea.
El Estado capitalista es el facilitador esencial de lo desarrollos monopolísticos,
incluso cuando simula legislar en su contra, pero en realidad siempre lo hace de
manera estrictamente marginal. En el mismo sentido, el estado es el facilitador de
no sólo las formas relativamente inofensivas sino también de las más problemáticas
y dañinas de la expansión del capital—incluido, por supuesto, el complejo militar-
industr ia l—incluso cuando el p redominio del contravalor en las aventuras
facilitadas o activamente patrocinadas es obviamente innegable. Resultaría
asombroso de no ser así. Porque el estado moderno constituye la estructura de
mando política omniabarcante del sistema del capital, y por ende no puede ejercer
sus funciones pol í t icas sustantivas (que no marginales) en con t ra de las
determinaciones materiales vitales, para asegurarle su expansión autorrealizadora,
sin importar cuan extremadamente estrecha de mente (en verdad hasta ciegamente
419
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histdrico
dañina) pueda ser la esperada acumulación lucrativa a corto plazo. Es por eso que
las consideraciones ecológicas históricamente sustentables tienen que verse
rigurosamente expulsadas—con la ayuda de toda clase de falsos pretextos—de las
políticas adoptadas por los gobiernos capitalistas retóricamente proecológicos.
Esa relación incestuosa entre los intereses materiales creados del capital y su
estructura de mando política autolegitimadora subraya con fuerza la inescapable
necesidad de un c a m b i o s i s t é m i c o genuino, si estamos decididos a contrarrestar
los peligros ecológicos hoy día hasta oficialmente reconocidos.
Naturalmente, lo mismo es válido también respecto a los peligros militares
demasiado obvios de nuestro tiempo. Sin un cambio sistémico fundamental no
puede haber esperanza de dejar atrás históricamente la fase potencialmente letal
del imperialismo hegemónico global. No deberíamos olvidar jamás que las diversas
fases del imperialismo estuvieron estrechamente conectadas con las fases del
desarrollo capitalista correspondientes. Todas las variedades de imperialismo son,
por supuesto, arbitrarias y autoritarias en la manera como tratan a sus dependencias,
pero su modo de operación general es ininteligible si no se toman totalmente en
cuenta las raíces y las determinaciones sociales de las propias "madres patrias"
imperiales. Si no se superan radicalmente esas determinaciones sociales internas
todo cuanto se diga acerca de la "muerte del imperialismo" pertenecerá al reino de
la pu ra—o, más bien, definitivamente interesada—fantasía. Tampoco resulta
concebible superar dichas determinaciones hondamente arraigadas en la presente
fase del desarrollo histórico del capital sin un profundo c a m b i o s i s t émico . Es
decir, reemplazando el modo de reproducción metabólica social hoy dominante e
incurablemente antagonístico por la alternativa hegemónica socialista. Porque el
sistema de dominación—y cuando es necesario hasta de dominación genocidamente
destructiva— interestatal inevitablemente imperialista es incomprensible sin el
fundamento material de donde surge. A saber, el único modo concebible de
funcionamiento productivo (y reproductivo) del sistema del capital, bajo la forma
de la dominación y la subordinación.
En la era del imperialismo hegemónico global, el concepto de "imperialismo
liberal" en el que Inglaterra desempeñaría el papel de igual no es pura ficción,
aunque tenga mucho de ello. Es ficción en el sentido de que su socio, los
avasalladoramente dominantes Estados Unidos, tiene la intención de asignarle
solamente el papel de "caballo de Troya" (y hasta más bien el papel de asno de
Troya) a su subordinado inglés, necesitado para legitimar, como "el aliado más
voluntarioso", las medidas y las aventuras militares internacionales norteamericanas.
Pero la propuesta del "imperialismo liberal" resulta sintomática también en dos
sentidos. Primero, como \ma a sp irac ión en pro de revivir de alguna forma el
antiguo papel imperial de Inglaterra. Y segundo, como una p l ena c o m p l i c i d a d abiertamente reconocida con la manera imperialista de regular las relaciones
interestatales, haciendo que la mera relación de fuerzas prevalezca implacablemente
por sobre los países menos poderosos. En ese respecto sería muy ingenuo imaginar
420
Istva'n Mészaros: El desalío y |a carga del tiempo histórico
que el mismo tipo de aspiración, tanto en lo que respecta a la disposición para la
manera imperialista de regular las relaciones interestatales como al hacer valer los
presuntos intereses nacionales del país, tengan que ser ideas ajenas a los antiguos
círculos coloniales franceses. Al mismo tiempo resultaría igualmente ingenuo
ignorar las implicaciones potenciales de tales aspiraciones imperialistas que aún
persisten en las antiguas grandes potencias coloniales para futuros conflictos con
la dominación imperial norteamericana.
Comprensiblemente, en la era del imperialismo hegemónico global dominado
masivamente por los Estados Unidos í;n términos militares, las formas tradicionales
de la rivalidad entre los imperios tenía que volverse totalmente l a tente , pero en
modo alguno extinguirse. Resulta nada más cuestión de tiempo y circunstancia
que los antagonismos latentes, radicados en los intereses creados rivales—reales y
potenciales—terminen por salir a la palestra de una manera más abiertamente
adversarfaJ. Porque ¡as determinaciones sociales subyacentes en el orden
metaból ico social del capital imponen la real idad de la dominac ión y la
subordinación en todos los campos e s t ruc tura lmente asegurada, por supuesto
incluida la esfera p o l í t i c a . Eso significa que en términos de las relaciones
interestatales los estados más fuertes tratan siempre de imponer sus intereses
dominando a los países más débiles. Resultaría inconcebible que los países grandes
pudiesen actuar de otra forma dentro del marco del sistema del capital.
Lo mismo vale también para formaciones interestatales del siglo XX como la
Unión Europea. Quienes imaginan que los países pequeños de la Unión Europea
están en igualdad plena en sus poderes de toma de decisiones que los tres países
g r andes—Aleman ia , Ingla ter ra y F r a n c i a — c o m o lo declara la ideología
mistificadora de la "unión", no pueden más que autoengañarse. La igualdad sustantiva
en las relaciones interestatales será inconcebible hasta tanto prevalezca el modo
de control metabólico social del capital. Y puesto que la estructura interna de la
Unión Europea, igual que la de sus formaciones de estados potencialmente rivales,
está articulada en forma de dominación y subordinación jerárquica, resulta imposible
t razar una línea de demarcac ión más allá de la cual la a d v e r s a r i e d a d e s t r u c t u r a l m e n t e asegurada y sa lvaguardada se convertiría conveniente
mente en a c u e r d o s interes tata les a r m o n i o s o s en aras de la regulación de las
r e l a c i o n e s interestata les g l o b a l e s de las grandes potencias y de los bloques
de países entre sí. Un sistema de interrelaciones estatales históricamente sustentable
requiere por lo tanto de la supresión de la adversariedad del propio sistema del
capital estructuralmente asegurada. Es ésa la única manera concebible de superar
la lógica destructiva de la dominación y la consiguiente rivalidad imperialista en el
futuro. Sin ella no puede haber esperanza de remitir para siempre al pasado a la fase
potencialmente letal del imperialismo hegemónico global.
Bajo las circunstancias presentes las grandes potencias imperialistas están
perfectamente dispuestas a apoyar tácita o explícitamente las crasas violaciones del
derecho internacional por parte de los Estados Unidos, no sólo en la Bahía de
421
Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Guantánamo sino dondequiera que la CÍA practique el infame proceso de la
"entrega", con los cientos de vuelos ilegales transportando pasajeros prisioneros
por sobre los territorios de las principales democracias occidentales, reportados
por las Naciones Unidas pero servilmente tolerados y cínicamente negados por
los respectivos gobiernos . De esa manera nuestras "democracias l iberales"
pueden—y lo hacen—demostrar a las claras su disposición cómplice a dar por
buena la manera autoritaria de regular las relaciones interestatales, sometiéndose a
la supremacía de la práct ica aplicada por abordaje "neoconservador" más
reaccionario de los asuntos internacionales. Ya hemos visto antes, en el análisis de
"la crisis estructural de la política", que hasta las violaciones de la constitucionalidad
graves resultan ser más que aceptables en ese respecto. Los ejemplos de dichas
v io lac iones de "pr inc ip ios y salvaguardas d e m o c r á t i c o s " a n t e r i o r m e n t e
idealizados se siguen multiplicando, a pesar de la protesta de quienes (incluidos
abogados y jueces de al to rango) t ra tan de defender las formas una vez
establecidas de l ibertad civil. En verdad el manejo estatal de esos aspectos no
vacila en involucrarse en la violación de los principios de la democracia y las
l iber tades civiles, mient ras c ín icamente p r e t ende que toda esa acción es
proseguida "en aras de la democracia y la l ibertad". Nadie debería subestimar
la gravedad de esos desarrollos como manifestaciones de la crisis estructural
del sistema del capital que se profundiza.
10.4.4 El desafío y la carga del tiempo histórico no podrían ser mayores de lo que lo
son bajo las circunstancias del presente. Porque los propios riesgos tampoco
podrían serlo, ya que el modo de reproducción metabólica social establecido—al
que sus propias determinaciones estructurales fundamentales le impiden funcionar
de manera distinta—amenaza hoy directamente a la supervivencia misma de la
humanidad.
Dos décadas atrás, en la secuela de la aventura de la"perestroika"de Gorbachov
tan celebrada internacionalmente, escuchábamos el canto de alabanza del "nuevo o r d e n m u n d i a l " y sus promesas de un futuro estable y mucho más productivo,
que incluía los beneficios que se derivarían del " d i v i d e n d o de la paz" que
supuestamente fluiría con gran abundancia a partir del "fin d e la guerra fría". La realidad resultó ser muy distinta. No hubo ningún dividendo (antes bien todo
lo contrario), ni nada que se pareciese siquiera remotamente a un orden aceptable
en el llamado "nuevo orden mundial". En su lugar, sí la denuncia más agresiva de
un gran número de estados—como "estados fracasados" y constituyentes del "eje
del m a l " — p o r q u e la po tenc ia imper ia l i s ta hegemónica global los halló
cuestionables, seguida de la erupción de un conflicto tras otro. Debido a la lógica
de esos desarrollos, la estrategia insensata de manejar las cosas mediante el
despliegue militar de una "fuerza avasalladora" asumió bien pronto la forma de
422
István Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
aventuras genocidas en Afganistán y en el Medio Oriente . Y ni siquiera pudo
detenerse allí. La siguió la perspectiva abiertamente anunciada del empleo de armas nuc leares por los Estados Unidos, que abusivamente pretendían al mismo tiempo
para sí incluso la jus t i f i cac ión moral en caso de tener que hacer efectiva su
amenaza .Y puesto que en el futuro nos aguarda una estrategia militarista sumamente
agresiva, que propugna acciones destructivas sin límites, sin tomar en consideración
las consecuencias, es perfectamente legítimo formularnos las interrogantes: ¿En qué terminará todo esto? ¿Dónde están los límites que no se puedan traspasar? ¿Los hay? ¿Existe alguna garantía de que la humanidad pueda sobreviv ir a la i rresponsable des t ruc t iv idad del imper ia l i smo h e g e m ó n i c o g loba l , que p u e d e decretar—sin temor de que se produzcan críticas significativas—que él está por encima del derecho internacional y por sobre toda responsabilidad?
Las expectaciones despertadas por el "nuevo orden mundial" sonoramente
proclamado fueron totalmente gratuitas desde el comienzo mismo. Porque se
suponía que surgirían dent ro del marco del propio orden de reproducción
metabólica social—sin cambiar en lo más mínimo sus basamentos y determi
naciones estructurales—que n e c e s a r i a m e n t e generaba (y continúa generando)
las contradicciones y antagonismos que fueron declarados en desaparición con el
final de la guerra fría. El sistema del capital es absolutamente incapaz de aceptar
c a m b i o s causales de su marco estructural.Todos los ajustes tienen que limitarse
a la esfera de los e f ec tos manipulables y reversibles. Por eso la creencia proverbial
frecuentemente expresada por las personificaciones del capital de que "no puede
haber ninguna alternativa". Naturalmente, la crisis estructural del sistema del capital
que cada vez se profundiza más no puede hacer otra cosa que agravar la situación y
hacer menos factible cualquier intervención correctiva, aun en el nivel de los
efectos marginales, como claramente lo demostró el desastroso derrumbe de los
movimientos reformistas socialdemócratas en todo el mundo. Así, no podría caber
sorpresa alguna ante la actual intensificación de los antagonismos sistémicos y ante
la participación del estado imperialista en guerras genocidas, con el apovo servil
de sus "aliados voluntarios", en lugar de las prometidas bendiciones del "nuevo
orden mundial" y su "dividendo de la paz".
El desafío y la carga del tiempo histórico son inseparables de nuestra necesaria
conciencia de la h u m a n i d a d amenazada . Porque no resulta demasiado difícil
ver las graves implicaciones de un fracaso en contrarres tar las destructivas
tendencias de desarrollo en marcha, que imponen su poder no sólo en el campo
militar, sino también en la producción económica y en la relación de la humanidad
con la naturaleza. Así la carga de la que estamos hablando indica tanto las grandes
di f i cu l tades que surgen del desafío histórico claramente identificable, subrayado
por la innegable u r g e n c i a de l t i e m p o para emprender la acción correctiva
necesaria, y también la r e s p o n s a b i l i d a d de cada individuo en contribuir para un
resultado exitoso.
423
Istva'n Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
En vista de las incorregibles restricciones y contradicciones sistémicas del
capital, tan sólo la alternativa socialista puede ofrecer una salida históricamente
sustentable de nuestra situación amenazada. Hacerla factible requiere de un examen
crítico del pasado, así como también de la reevaluación de algunas estrategias que
todavía hoy son seguidas por el movimiento laboral.
Como sabemos, hubo una vez en que el "socialismo evolutivo" prometió la
reforma de la sociedad por la vía de sus exigencias parciales, sin cuestionar el
marco estructural general del propio sistema del capital. También conocemos del
fracaso total de ese plan y sus consecuencias desorientadoras. Sin embargo varios
constituyentes del marco tradicional de los sindicatos y los partidos políticos
continúan siendo organizativamente iguales que antes, y en verdad se ven debilitados
por la pérdida de muchos miembros a causa de su incapacidad de tener éxitos
incluso hasta para sus exigencias limitadas.
Esa circunstancia subraya una dolorosa verdad: no puede haber éxito
significativo sin la reorientación radical del movimiento socialista en términos de
hacer valer su objetivo estratégico íundamental como la a l ternat iva es tratég ica estructuralmente asegurada al orden tnetabólico social del capital. El cumplimiento
de las demandas sindicales tradicionales se ve hoy completamente frustrado y
anulado por ia aceptación de las p r e s u p o s i c i o n e s económicas v políticas del
sistema reproductivo que prescribe la regla general de hacer solamente "demandas
realistas", y por las "ganancias permisibles" (si las hay), dejando así como antes al
capita! en el control del orden socioeconómico y político.
Así, la única estrategia alternativa viable del movimiento laboral resultó ser la
exactamente o p u e s t a del enfoque reformista alguna vez propuesto (pero más
tarde humillantemente abandonado). Porque a la luz de las constantes derrotas y
retrocesos sufridos por el movimiento laboral organizado queda claro que la
p r e c o n d i c i ó n necesaria de incluso los logros parcia les es la de una articulación
plenamente conciente de la alternativa hegemónica socialista al modo de control
del capital. Inevitablemente, la necesaria rearticulación del movimiento laboral
impl ica un r e e x a m e n rad ica l de la p r o m e s a fallida del " s o c i a l i s m o par lamentar io" y la elaboración de estrategias viables organizacionalmente—
tanto en el terreno de la acción política directa como en el modo redefinido de las
formas de potencial actividad socioeconómica transformadora antes sindicalmente
restringidas—a fin de instituir el cambio históricamente requerido y sustentable.
Dada la urgencia de nuestro t iempo histórico sólo la redefinición más
consistentemente radical de los objetivos transformadores puede ofrecer alguna
esperanza de éxito. La alternativa hegemónica al dominio del capital implica la
necesidad de una transformación revolucionaria irreversible. Naturalmente, los
"realistas" pontifican siempre que tal estrategia resulta "prematura" y debería ser
pospuesta hasta la llegada de "condiciones más favorables". ¿Pero, de hecho, qué
podr ía ser menos p r e m a t u r o que una in te rvenc ión radical opuesta a las
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Istvan Mészaros: El desafjb y la carga del tiempo histórico
conciliaciones en el proceso histórico bajo las condiciones de los peligros más
grandes posibles que tenemos que encarar hoy? ¿O, por ponerlo de otro modo,
cuándo, si no es bajo la urgencia de nuestro propio tiempo histórico, se podría
considerar que esa intervención no es prematura? Las objeciones espurias levantadas
contra las formas de acción "prematuras" son llevadas por lo general hasta el punto
de condenarlas como "aventurerismo". Hasta al Che Guevara lo castigaron de esa
manera algunos "marxistas" y "comunistas". Fidel Castro les respondió en términos
inconfundibles cuando afirmó, en la ocasión de la primera publicación de los
diarios de Bolivia del Che, que
Entre los que pudiesen estar interesados en la no publicación del diario están los seudorrevolucionarios, los oportunistas y los charlatanes de toda calaña. Esa gente se autodenominan marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo. Sin embargo no han dudado en llamar al Che aventurero equivocado o, cuando hablan con más benignidad, un idealista cuya muerte señaló el canto del cisne de la lucha armada revolucionaria en América Latina.(...) Después de la muerte del Che, Zamora'*''
se volvió uno de sus críticos"marxista-leninistas" más venenosos.''*^
Naturalmente , la verdad es que toda intervención revolucionaria en el
p roceso h i s tó r i co es y seguirá s iendo en c i e r t o sen t ido necesa r i amen te
"prematura", hasta que haya un cambio radical en la relación de fuerzas general a
favor de la alternativa hegemónica del trabajo en contra del capital. Ese tipo de
cambio no significa simplemente un viraje temporal en la relación de fuerzas
prevaleciente—que puede ser socavada y revertida por fuerzas y tendencias
r e s t au rado ra s—s ino una t rans formac ión de largo alcance y fo r t a l ec ida /
consolidada, sustentable (al menos como principio) sobre una base permanente .
Lograrlo implica una estrategia coherente que vava más allá del capital, en
contraste con la insuficiencia de la "negación del capitalismo" o el "derrocamiento
del estado capitalista". En ausencia de dicha estrategia sostenida cuyo objetivo
sea erradicar al capital del proceso metabólico social con carácter irreversible,
la restauración capitalista, con sus consecuencias desastrosas—como lo dejó
muy en claro la era de Gorbachov—tan sólo es mera cuestión de tiempo.
La conclusión es ineludible: tan sólo una perspectiva internacional de
transformación revolucionaria consistentemente procurada puede ser sustentada
históricamente. Fidel Castro, en su artículo que acabamos de citar, subrayó con
toda la fuerza las implicaciones de largo alcance de esa línea de enfoque, no
so lamen te para Amér ica Latina sino s i m u l t á n e a m e n t e t ambién para las
expectaciones del desarrollo global diciendo que Solamente la transformación revolucionaria de América Latina puede permitirle al pueblo de los Estados Unidos ajustar sus propias cuentas con el imperialismo. Al mismo tiempo, y de igual forma, la creciente lucha del pueblo de los Estados
'* Uno de los dirigentes del Partido Comunista de Bolivia. *'" Ibid., p. 116.
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Istva'n Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Unidos en contra de la política imperialista se puede convertir en aliada decisiva
del movimiento revolucionario en América Latina. "**
Así, el desafío y la carga de nuestro tiempo histórico es hacer que prevalezca
la r e c i p r o c i d a d d ia léc t ica del internacionalismo socialista. La casa en la que
todos vivimos no p u e d e ser echada abajo, p e r o neces i ta una au tén t i ca
reestructuración radical. Los requerimientos de la transformación revolucionaria
están profundamente interrelacionados en el mundo entero. Sólo sobre esa base
podría trabajar la globalización en beneficio de la humanidad.
Sin la adopción de una perspectiva internacional socialista viable, el
movimiento laboral no puede recuperar su fortaleza. En ese respecto la reevaluación
crítica de la historia de las Internacionales pasadas no es menos importante que la
crítica radical de la "vía parlamentaria al socialismo". En efecto, las promesas sin
cumplir de esos dos enfoques estratégicos están estrechamente conectadas. El no
haber podido darse cuenta de las condiciones del éxito en una afectó profundamente
las expectativas de la otra, y viceversa. Por una parte, sin un movimiento socialista
internacional fuerte y decidido no había ninguna oportunidad de hacer que la
perspectiva socialista prevaleciera en los parlamentos nacionales. Al mismo tiempo,
por otra parte, la abrumadora dominación del capital en el escenario nacional, y el
consiguiente amoldamiento del trabajo internacionalmente muy mal organizado a
las restricciones parlamentarias establecidas y a las tentaciones nacionalistas (como
lo puso en flagrante evidencia la capitulación de los partidos socialdemócratas
ante sus burguesías nacionales al inicio de la Primera Guerra Mundial), impidió
cualquier posibilidad de convertir a las Internacionales radicales en una fuerza
organizada cohesiva y estratégicamente efectiva.
Así que el fracaso de las Internacionales radicales no fue de ninguna manera
accidental. Estaba conectado con su irrealista presunción de la necesidad de una
u n i d a d doctr inar ia—y los intentos de poner la en práct ica—mientras se
actuaba dentro de un marco político que le imponía la necesidad del amoldamiento
parlamentario a la abrumadora mayoría del movimiento laboral. Ciertamente no
constituye una impropiedad decir que el seguimiento en paralelo de las dos líneas
de aproximación fue mutuamente excluyante y por lo tanto c o n t r a d i c t o r i o en sí m i s m o . Como conclusión, el cambio necesario en el futuro no será factible si
no se abordan críticamente los problemas de ambas.
Marx escribió en una de sus primeros libros'*'que "el primer acto histórico
fue la creación de una nueva necesidad". En ese sentido en la actualidad se necesitan
algunos actos históricos impor tan tes , porque resulta imposible responder
exitosamente al desafío y la carga de nuestro tiempo histórico sin la creación y
388 pidgi Castro Ruz, "A Necessary Introduction (1968) en Che: A Memoir by Fidel Castro, editado por David Deutschmann, Ocean Press, Melbourne & Nueva York, pp. 105-110. '*' Karl Marx y Federico Engels. La ideología alemana.
Ale
Istvan Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
consol idación de las neces idades capaces de garant izar no so lamente la
supervivencia de la humanidad sino también su desarrollo positivo en el futuro.
Así, como conclusión, bastaría con señalar los nuevos actos históricos
absolutamente necesarios bajo la urgencia de nuestro tiempo para la creación de
dos necesidades vitales de las que las demás se derivan de manera natural.
La pr imera es la necesidad de adoptar una e c o n o m í a r e s p o n s a b l e significativamente economizadora en nuestro sistema productivo, que sólo la puede
proporcionar la alternativa hegemónica socialista al modo de control metabolico
social del capital.
Y la segunda es la determinación seguida a conciencia de superar—sobre una
base históricamente sustentable—la adversar iedad antagonística, endémica del
sistema del capital, productora de destrucción en definitiva incontrolable en escala
potencialmente catastrófica.
Obviamente, el papel de la educación socialista es inmenso en este respecto.
Pero el punto propiamente dicho no puede ser eludido. Porque solamente mediante
la adopción de esas necesidades vitales como realmente propias por parte de los
individuos sociales puede la conciencia individual aunarse a la social en pro del
desarrollo humano positivo.
427
Este libro se terminó de imprimir en junio de 2007
en los talleres gráficos de Editorial Arle, S.A
Caracas - Venezuela
István Mészaros es un iluminador de caminos. Él ubica el centro del
debate que debemos entablar pa ra salir de la actitud defensiva en
la que se encuentran los movimientos revolucionarios y los pueblos,
e iniciar en el mundo entero una gran ofensiva rumbo al socialismo.
Hugo Chavez, Presidente de Venezuela
En El desafío y la carga del t iempo histórico, István Mészaros nos
muestra que el sistema del capital manifiesta una profunda aversión
p o r la planificación. El resul tado es un máximo de despilfarro y
destrucción, reforzados p o r la degradación incesante del t rabajo
humano, una tasa de utilización decreciente, parasitismo financiero,
amenaza creciente de aniquilación nuclear, aumento de la barbar ie
y aceleración de la catástrofe ecológica planetar ia . El socialismo
sólo se alcanza a través de una planificación social abarcante . Una
revolución que se mueva en forma decisiva en esa dirección se
convertirá en "liistóricamenté irreversible". Es eso lo que representa
el desafío y la carga del t iempo his tór ico: el surgimiento de una
nueva fuerza material a medida tpie la teoría se apodere de las masas.
John Bellamy Foster, Sociólogo norteamericano.
Editor de Monthlv Review
ISBN 978-98C-212-465-7
vade l l hermanos ED TORES