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    Istvn Mszros -La teora econmica y la poltica: ms all del capital

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    1. La suerte de algunas influyentes teoras econmicas

    Deseara comenzar con dos casos contrastantes, que ilustran la suerte no muy afortunada de algunas influyentes teoras econmicas.

    El primer caso se desprende de una cita tomada de un reciente editorial de The Economistde Londres:

    Resulta desalentador considerar precisamente cunto gira en tomo al asunto de la productividad en los Estados Unidos. Las valoraciones de la bolsa, confusas incluso ahorasegn criterios histricos; la estabilidad financiera mundial; las perspectivas para el nivel de

    vida no slo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo; la probabilidad de xito a largo plazo de la combinacin de baja tasa de inflacin y alta tasa de empleo: todas estascuestiones y otras ms dependen de si la productividad en los Estados Unidos realmentetom un nuevo camino de crecimiento ms rpido, como se supuso en general, a finales deldecenio de 1990. Durante el ao pasado, se puso en evidencia que muchas de lasaseveraciones hechas por la nueva economa eran falsas: la nocin de que el cicloeconmico estaba muerto; que el gasto en tecnologa de la informacin era a prueba derecesin; que los mtodos clsicos de valorar las acciones eran en lo sucesivo irrelevantes,etc. Ahora, sin embargo, el pilar ms importante de la nueva economa ha sido, si nodemolido, por lo menos gravemente golpeado. [2]

    Y, como conclusin, el mismo editorial dice a los lectores que, a su debido tiempo, habr de pagarse un precio por todos esos falsos supuestos. En consecuencia, los fanticos de lanueva economa [] pueden tener que lamentar haber apostado tanto no a un avance slidoy plausible, sino a un milagro que ahora resulta no haber ocurrido [3] . Por ende, en estecaso, podemos ver claramente la fragilidad de los supuestos formulados de manera precipitada, que ahora denuncia como indudablemente falsos el mismo The Economist. Sinembargo, el problema es que todos estos supuestos estn en pleno apogeo, proclamados conafn como los slidos pilares de las estructuras tericas ms actualizadas. Como talesalaban las excelencias de nada menos que la nueva economa, que, a su vez, se suponeque garantiza inversiones en gran escala en nuevas burbujas de los mares del Sur. Comosabemos, las sumas comprometidas en la reciente implosin de la nueva economa fuerontan inconcebibles que en un ao las prdidas del NASDAQ representaron dos veces ymedia la cantidad total de las reducciones fiscales anunciadas por el presidente George W.Bush, para todo el decenio venidero, quedando estas ltimas anuladas (y de inmediatorecortadas fuertemente por el Congreso). Por consiguiente, las prdidas del NASDAQ enun ao fueron treinta veces superiores a los correspondientes ahorros fiscales anuales

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    previstos. El hecho de que la sabidura del editorial de The Economist equivalga a ser sabio despus de ocurridos los hechos no debe preocuparnos demasiado en el contextoactual. Despus de todo, el arsenal terico de la revista es muy parecido a lo que susredactores principales ahora critican tardamente, siempre preparado a partir de una perspectiva de muy corto plazo. sta es la razn por la cual The Economist puede cambiar fcilmente su posicin -para tomar como ejemplo algo que de ninguna manera tiene pocaimportancia- de la idealizacin largo tiempo mantenida de la economa de escala a lodiametralmente opuesto, denuncindola como la des-economa de escala cuando fracasa la panacea antes defendida, y defender nuevamente la economa de escala cuando esta ltima parece ser ms conveniente.

    El segundo caso que mencion al comienzo de este trabajo me atae mucho ms de cerca.Se refiere a una concepcin de organizacin del sistema productivo bajo los principiosrectores de la economa planificada que pretende proporcionar una alternativa viablefrente a la caracterstica propensin a los accidentes de la economa de mercado capitalista.

    El caso que citar realmente ocurri, pese a que hoy pueda parecer bastante increble. Peroocurri. Cuando me enter del caso, en el verano de 1954 (no por la prensa, donde estosasuntos no podan mencionarse, sino en la sala de un hospital y de boca de un individuo quelo sufri: mi vecino, involucrado directamente), en la primera oportunidad que tuve expuse pblicamente el disparate de lo que denomin una stira de la vida real: en un pequeocondado en el sudoeste de Hungra algunos burcratas sin sentido comn sumaron lafecha, 1952, multiplicada por 100 kilos, a la remesa de carne de cerdo que obligatoriamentedeba enviar el condado al Estado [4] . Lo que fue especialmente absurdo en este caso noes que hubiera pasado, sino ms bien el hecho de que result completamente imposiblecorregir la situacin cancelando el astronmico recargo al compromiso de una entidadeconmica relativamente pequea incluso despus de que se revelara el error obvio y deque las autoridades competentes tuvieran que reconocer que haba sido una terribleequivocacin, con graves consecuencias para las ya precarias condiciones econmicas deuno de los condados ms pobres de Hungra, el condado de Zala. Por el contrario, lasautoridades decretaron arbitrariamente que no era admisible ninguna reduccin, porqueentre tanto el compromiso exagerado se haba convertido en una parte legalmentesancionada del Plan Nacional y, por consiguiente, deba cumplirse. Por esta razn, dadaslas circunstancias, sostuve que:

    Es evidente que detrs de estos accidentes se encuentra la inhumanidad de la burocracia. Enefecto, ste es el contenido social y la fuerza caracterstica del acontecimiento, incluso sitan sorprendente accin no hubiera sido cometida por un burcrata nato, sinoaccidentalmente por un simpln subjetivamente bien intencionado. En el fondo, la accintiene su lgica interna objetiva, que apunta su dedo acusador en contra de la burocracia. [5]

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    Para cumplir, el condado de Zala tena que entregar al Estado la cantidad de cerdosinsensatamente inflada, comprndolos donde pudiera para cumplir sus obligacionesnacionalmente planificadas, puesto que el nmero total de cerdos que se criaban en Zala

    no llegaba ni remotamente a la cifra legal que se le haba impuesto. En consecuencia, para poder cumplir la ley, el condado de Zala, una regin montaosa donde se usaban los bueyes como fuerza de traccin agrcola en vez de caballos que eran mucho menos aptos para el trabajo, tuvo que cambiar en los condados vecinos muchos de sus bueyes por cerdos, y adems tomar dinero en prstamo, con lo cual enfrentara ms privacioneseconmicas en el futuro.

    No es sorprendente que la arbitrariedad del proceso de planificacin econmica del cualfueron excluidas las personas que deban sufrir las consecuencias haya generadoresentimiento e incluso hostilidad en cada pas que se encontraba bajo el sistemasocioeconmico del tipo sovitico. Para citar slo un ejemplo: en un libro publicado en1965, un autor ruso, O.I. Antnov, describi as la actitud prcticamente negativa de lostrabajadores que tenan que someterse a las normas impuestas arbitrariamente y a lacorrespondiente disciplina laboral:

    Dos trabajadores que haban sido empleados para descargar ladrillos rpidamente de unoscamiones, lo hacan lanzndolos al piso y, en consecuencia, rompan por lo generalalrededor de 30 por ciento de los mismos. Ellos saban que sus acciones iban tanto encontra de los intereses del pas como en contra del simple sentido comn, pero su trabajoera evaluado y pagado sobre la base de un indicador de tiempo. Por ende, se lossancionara, de hecho no podran ganarse la vida, si ordenaban los ladrillos cuidadosamenteen el piso. Su manera de hacer el trabajo era inadecuada para el pas, pero, a primera vista,buena para el plan! Entonces, actuaban en contra de su conciencia e inteligencia, pero conun profundo resentimiento hacia los encargados de la planificacin: No quieren que sehaga de la manera que estipulara una buena administracin, sino que presionan para que sehaga cada vez ms rpido. Dale! Dale! De esta manera, en todo el pas, ciudadanosdecentes y responsables, seres perfectamente racionales, actuaban de manera desastrosa,casi criminal a veces. [6]

    Por ende, la marcada y aparentemente irreconciliable contradiccin entre el proceso de planificacin y las necesidades de las personas al servicio de quienes deba estar el Plan Nacional legalmente ejecutado tena que terminar, tarde o temprano, con la implosin del

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    sistema socioeconmico del tipo sovitico, en lugar de corregir los defectos del capitalismocomo se haba prometido.

    2. El fin de la planificacin?

    Sin embargo, sera totalmente errneo concluir, como lo hicieron muchos intelectuales,tanto en el Este como en Occidente, despus del derrumbe de la perestroika de Gorbachov,que la planificacin como tal no tena futuro y que, por lo tanto, no poda haber ningunaalternativa frente a la economa de mercado. Durante un tiempo, con el nombre deeconoma de mercado algunas personas, inclusive los idelogos de Gorbachov [7] trataronde postular un sistema econmico que no solamente era compatible con el socialismo, sinoincluso idealmente apropiado para l. Prometieron el establecimiento del socialismo demercado y decan que su ventaja excepcional era que coexista en plena armona con lademocracia; y ms que eso, de hecho, desde su punto de vista era una garanta desocialismo y democracia. Sin embargo, pronto se hizo evidente que toda la charla sobre lasinsuperables virtudes de la sociedad de mercado era en el mejor de los casos solamenteuna manera tmida de abogar por la absoluta imposicin del capitalismo. [8]

    Retomaremos la importancia de la planificacin para la humanidad en su conjunto en elfuturo, despus de examinar algunos asuntos conexos importantes. Pero al llegar a este

    punto, debemos subrayar que la ciega hostilidad hacia la planificacin que nos es familiar atodos hace caso omiso de algunos hechos histricos desconcertantes pero innegables. Esas, por ejemplo, que ignora premeditadamente el carcter ineludible de la planificacin enciertas circunstancias, incluso para los pases capitalistas ms ricos y poderosos. Citemos elinforme de primera mano de Harry Magdoff, quien como funcionario de planificacingubernamental tuvo distinguida participacin en tal empresa:

    La necesidad de la planificacin central qued evidenciada en los Estados Unidos durantela Segunda Guerra Mundial, cuando las prioridades nacionales eran obvias (por ejemplo,aviones militares vs. autos civiles, tanques vs. heladeras domsticas, cuarteles vs. casas para civiles). La planificacin central fue la nica manera de lograr un milagro industrial.Rpidamente se proporcionaron los armamentos, los medios de transporte, los alimentos, lavestimenta y el alojamiento para las fuerzas militares que combatan en dos continentes. Enefecto, las autoridades en Washington determinaban lo que deba y no deba producirse (node manera detallada, pero con las instrucciones suficientes para garantizar que sesatisficieran las prioridades ms urgentes), qu tipo de nueva capacidad productiva deba

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    construirse, y cmo distribuir la produccin insuficiente de metales, suministrosindustriales, maquinaria metalmecnica, etctera. Una de las ideas equivocadas mslamentables en la actualidad surge de equiparar el mtodo sovitico con la planificacinnacional. Las fallas de la planificacin al estilo sovitico se toman entonces para probar quela planificacin nacional est destinada al fracaso. Pero no existe una buena razn parasuponer que el modelo sovitico sea el nico posible. Es un sistema que evolucion encircunstancias histricas determinadas. En todo caso, sus fallas deben estudiarse con profundidad para evitar repetir sus errores. [] En la Unin Sovitica, la produccin por la produccin misma en lugar de la produccin para el uso, reemplaz a la produccindirigida a la obtencin de beneficios. Aunque la lgica de la acumulacin en las sociedades posrevolucionarias difiere notablemente de la del capitalismo, la direccin de su actividad productiva, inclusive el deterioro del ambiente, se asemej en gran medida a los patronesdel desarrollo capitalista. [9]

    El tipo de imperativo que indujo a los Estados Unidos a emprender la planificacin centralno est en modo alguno limitado a las circunstancias bastante extraordinarias de una guerramundial. Se aplica a todas las grandes emergencias histricas como, por ejemplo, lascondiciones ecolgicas peligrosas para la supervivencia que se prevn, como algo normal, para nuestro propio futuro.

    Esto se explica por la simple razn de que el modo de funcionamiento de un sistemaconstituido por una multiplicidad de capitales que resulta por definicin caracterstico delsistema capitalista privado, sea subdesarrollado o avanzado no puede evitar ser centrfugo,empujando los microcosmos que lo constituyen en diferentes direcciones,independientemente de si tal centrifugacidad produce consecuencias positivas onegativas. Evidentemente, sin embargo, en las condiciones de una gran emergenciahistrica, como la posible devastacin ecolgica a la que acabamos de hacer referencia, ladeterminacin intrnsecamente centrfuga del sistema, que tiende a la perturbacin y a laintensificacin de los peligros, debe ser contrarrestada con alguna forma decohesin-induccin, de ser necesario impuesta enrgicamente, cuyo poder de intervencindepender de la naturaleza y la magnitud de los problemas generados por el modo de

    operacin necesariamente centrfugo del sistema capitalista. El tipo de planificacin centralque se puso en prctica en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial fue sloun caso especfico de la variedad de formas posibles que inevitablemente surgirn de losimperativos y las determinaciones generales de las grandes emergencias en circunstanciashistricas muy diferentes. Por consiguiente, es til tener en cuenta al lo menos estasconsideraciones cuando tratamos de considerar el prejuicio ciego en contra de la

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    planificacin central en general que se ha puesto muy de moda, especialmente en la ltimadcada.

    3. Cambiar la estructura de mando jerrquica del capital

    Existen algunas excelentes razones para adoptar una posicin ms crtica vis--vis elmensaje autocomplaciente de las teoras econmicas neoliberales dominantes en las ltimasdcadas, a fin de tener una visin ms realista del futuro, capaz de imaginar una alternativaviable frente a los acontecimientos en curso. Puesto que, despus de todo, incluso las palabras tranquilizadoras habituales de The Economist, ahora parecen puestas en unsegundo plano por los principales tericos del peridico. En cambio, nos invitan a pensar enel hecho nada tranquilizador de que:

    La produccin industrial de los Estados Unidos se redujo nuevamente en julio, por dcimomes consecutivo, el perodo de descenso ms largo desde 1983. La produccin se sitaahora ms de 4 por ciento por debajo de su nivel mximo. Sin embargo, los Estados Unidosno son lo nico. La produccin industrial est descendiendo en todo el mundo. [10]

    Lo que hace que este giro de los acontecimientos sea peor, segn The Economist, es que la

    tendencia recesiva ya innegable en los pases capitalistas avanzados uniformemente malaen todos ellos, por primera vez desde el decenio de los noventa no puede aliviarse en laactualidad con una tendencia compensadora en las llamadas economas emergentes, adiferencia de 1990 y su perodo posterior inmediato.

    En 1990 el crecimiento fue relativamente activo en las economas emergentes, quemantuvieron a flote las exportaciones provenientes del mundo rico. Esta vez, sin embargo,el mundo emergente tambin est en problemas: la produccin industrial cay en 10 por

    ciento o ms durante el ao pasado en varias economas del Este asitico. [11]

    Naturalmente, incluso en estas circunstancias, cuando puede admitirse pblicamente laexistencia de problemas graves en todo el mundo, la estrategia terica desde la cual TheEconomist busca soluciones, sigue presa de la perspectiva desesperadamente cortoplacistadel peridico. En consecuencia, la ltima oracin del articulo en el cual se enumeran los

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    problemas econmicos que crecen por doquier, finaliza, de modo caracterstico, con estas palabras: Cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos se rena el 21 de agosto parafijar las tasas de inters, tendr otros motivos de preocupacin adems de la debilidad de laeconoma de los Estados Unidos [12] . sta no es una lnea muy convincente, en vista del pasado reciente. Esperar que los correctivos a los problemas cada vez ms profundos de latendencia recesiva mundial vengan de la sptima intervencin de la Reserva Federal de losEstados Unidos (despus de su incapacidad dolorosamente obvia para producir mejorassignificativas en la economa inactiva a travs de las seis intervenciones anteriores slo enlos Estados Unidos), no es mucho mejor que creer en brujera. Despus de todo, laestrategia de producir la solucin positiva ansiosamente postulada mediante la reduccin dela tasa de inters clave no haba producido ninguna mejora en la segunda economa ms poderosa del mundo, el Japn, donde el Banco Central del pas estableci la sorprendentetasa de inters cero mientras dej que la economa se estancara a la peligrosamente elevadatasa de recesin industrial de 8 por ciento. Los graves problemas que estamos

    experimentando en la actualidad provienen de un nivel mucho ms profundo dedeterminaciones socioeconmicas y polticas que el que podra manejarse con losinstrumentos de los ajustes monetarios y fiscales.

    La gran dificultad reside en que para poder concebir una alternativa significativamentediferente y viable frente al convulsionado orden actual debemos adoptar una perspectiva demucho ms largo plazo. No es suficiente pensar en introducir ajustes parciales en elespritu del famoso consejo de hacerlo poco a poco a las condiciones socioeconmicasexistentes. En efecto, ni siquiera es suficiente pensar en trminos de derrocar elcapitalismo a favor de una sociedad que se ajuste a los parmetros estructurales del ahoradifunto orden poscapitalista de tipo sovitico. Esto se ha intentado, con gran sacrificiohumano, y ha fracasado de manera concluyente, finalizando con una gran implosin no sloen la ex Unin Sovitica, sino tambin en toda Europa del Este. A fin de producir loscambios requeridos, es necesario pensar en una empresa muchsimo ms difcil: la labor histrica de superar la lgica objetiva del capital en s, mediante un intento sostenido de ir ms all del capital mismo. [13] Puesto que el derrocamiento del Estado capitalista y de las personificaciones capitalistas privadas del capital no puede crear por s sino otra cosa queno sea un sistema fatdicamente inestable, que tarde o temprano debe volver al orden

    capitalista si no logra ir ms all del capital.

    El capital no es simplemente un conjunto de mecanismos econmicos, como a menudo selo conceptualiza, sino un modo multifactico de reproduccin metablica social, que loabarca todo y que afecta profundamente cada aspecto de la vida, desde lo directamentematerial y econmico hasta las relaciones culturales ms mediadas. En consecuencia, el

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    cambio estructural slo es factible a travs del cuestionamiento del sistema del capital en sutotalidad como un modo de control metablico social, en lugar de introducir ajustes parciales en su estructura.

    Como nos indica la experiencia histrica del siglo xx, las dos ramas del movimiento obrero los reformistas/socialdemcratas y los posrevolucionarios estalinistas fijaron el objetivode la transformacin socialista adentro de los lmites estratgicos globales del ordenestablecido y, en consecuencia, no lograron desafiar las determinaciones sistmicas delcapital y su lgica de auto reproduccin. El reformismo socialdemcrata estaba condenadoal fracaso, porque deseaba reformar el capitalismo, al tiempo que aceptaba sin reservas suslimitaciones estructurales. Por ende, de manera inherentemente contradictoria, deseabainstituir una transformacin reformista del capitalismo al principio incluso hasta el puntode convertirlo, llegado el momento, en socialismo (bajo el lema bernsteiniano de

    socialismo evolutivo) sin cambiar su sustancia capitalista. Del mismo modo, el sistemasocioeconmico posrevolucionario sigui atrapado por las alienantes limitacionesestructurales del capital en s, an cuando estableci un modo poscapitalista de extraer elexcedente de trabajo por medios polticos directos a un ritmo impuesto y, de este modo, dioorigen a un nuevo tipo de imponer el dominio del tiempo del capital (en lugar del anterior,impuesto por el mercado), como corresponde al sistema del capital en todas sus formas plausibles. sta tambin es la razn por la cual todos los intentos de reforma pos estalinistasdeban fracasar, inclusive la perestroika programticamente reestructuradora deGorbachov. La contradiccin inherente de estos intentos de reforma posrevolucionarios nofue menos aguda que la que caracteriz a sus contrapartes socialdemcratas en elOccidente, puesto que ellos trataron de reestructurar el orden existente sin cambiar suestructura de mando jerrquica y explotadora de conjunto. [14]

    Por ende, si el asunto crucial del poder de control metablico social del capital no se abordade manera efectiva, mediante transformaciones estratgicas globales llevadas a cabo demanera sistemtica (en lugar de medidas reactivas ms o menos aisladas), en ese casoincluso la intervencin poltica ms radical en una situacin de crisis mayor, incluso tantrascendentales como el derrocamiento del Estado capitalista, ya experimentado

    histricamente en varios pases, est destinada a permanecer unidimensionalmente inestabley en ltima instancia en peligro. Para poder producir la deseada transformacin socialistade la sociedad, es necesario cambiar la estructura de mando jerrquica del capital. Esto esnecesario porque, sin hacerlo, no puede haber ninguna reorientacin exitosa de la economaen el espritu de la produccin para el uso. Sin embargo, estamos hablando de algo muchoms fundamental que la conquista de las palancas de control de los niveles altos del Estado poltico, puesto que cada componente, grande o pequeo, del modo de control metablico

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    social del capital tiene su propia estructura de mando que se encuentra profundamenteenraizada y que busca su propia ventaja, tradicionalmente orientada a asegurar la expansin(sin preocupacin por el uso ni la necesidad humana real) e impulsada por la acumulacin(lo que favorece la adopcin de las modalidades ms fcilmente alcanzables, incluso si sonextremadamente perjudiciales desde el punto de vista ambiental u en otros sentidos). stees el crculo vicioso que debe romperse si se aspira de alguna manera al xito de las metassocialistas proclamadas. Pero para poder hacerlo, la estructura de mando jerrquicaheredada e incluso el ms pequeo microcosmos metablico social del capital debereemplazarse con una alternativa productivamente viable.

    4. La produccin ms all del capital

    Estamos acostumbrados a pensar en expansin y acumulacin como inseparables y, conello aceptamos el paralizante crculo vicioso de nuestras condiciones histricamentecreadas e histricamente alterables de existencia socioeconmica como una determinacinnatural. Sin embargo, de esa manera, es claro que no hay alternativa al sistema del capital.Porque es autoderrotarse renunciar a la idea de combinar la expansin de las necesidadeshumanas con un potencial de produccin correspondiente para su satisfaccin y, endefinitiva para ayudar al enriquecimiento de las necesidades humanas mediante eldesarrollo productivo de la sociedad. Las concepciones utpicas del pasado se condenarona ser fcilmente descartadas e, incluso ridiculizadas, al caer en la trampa de renunciar a laidea de instituir un sistema productivo con una satisfactoria expansin y en plena armonacon las demandas planteadas por las crecientes y diversificadas necesidades humanas.Desdichadamente, lo hicieron en lugar de poner en tela de juicio el crculo vicioso de lainseparabilidad que recin mencionamos.

    En realidad, sin embargo, la supuesta inseparabilidad natural slo es vlida en el sistemadel capital, por que bajo el dominio del capital el imperativo de la acumulacin se reduce,con arbitrariedad e irrevocabilidad histricas, a la acumulacin de capital. Incluso laacumulacin a largo plazo del conocimiento humano debe convertirse, de la manera msselectiva y restrictiva, en un atributo del capital, en el sentido de que para apropiarse de l yreconocerlo socialmente, as como utilizarlo productivamente, primero debe adquirir sulegitimidad como activo de capital. Y la relacin viciosa tambin funciona en sentidoinverso, puesto que bajo el dominio del capital, el nico tipo de expansin que puedeconsiderarse expansin genuina, el crecimiento, normalmente sin calificativos, es el quelleva consigo la acumulacin de activos de capital. sta es la razn por la cual la opcinque debemos visualizar frente a nuestro turbulento orden socioeconmico significa: romper

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    el crculo vicioso en cuestin yendo ms all del capital mismo, y simultneamente insistir en la necesaria separacin de la expansin (definida adecuadamente) de las inevitableslimitaciones y restricciones impuestas por la acumulacin del capital.

    Naturalmente, la necesaria redefinicin de la teora econmica y la poltica ms all delcapital supone algunos cambios trascendentales, con respecto a las formas tradicionales, pues que no puede suponerse que persistir en condiciones tan radicalmente diferentes la base material de las determinaciones cuasi naturales sobre la que se han erigido desde sunacimiento.

    La teora econmica moderna se concibi originalmente, bastante correctamente, como unenfoque terico con sus propios principios rectores. Ya en el siglo xviii algunoseconomistas clsicos, y ms explcitamente Adam Smith, expresaron una preocupacinlegtima encaminada a resguardar la nueva ciencia de la economa poltica de lainterferencia de los personajes polticos y de entidades polticas, estipulando que ningnConsejo o Senado deba tratar de manipular el marco objetivo del desarrollo econmicoespontneamente beneficioso. [15] La catica multiplicidad de interacciones econmicasindividuales se idealiz en esta concepcin, con referencia a la clebre mano invisible comoalgo misteriosa, pero siempre benevolente gua de las decisiones individuales. [16] Por consiguiente, Adam Smith reconoci, aunque de manera idealizada, que el carcter centrfugo de la sociedad capitalista necesitaba algunos correctivos vitales para que lacatica multiplicidad de las interacciones econmicas que establecen los individuos (en suimagen, limitados esencialmente a los individuos que poseen el capital, quienes en palabrasde Smith emplean su capital para sostener la industria domstica) no se hiciera pedazoscomo consecuencia de que sus componentes tiraran en direcciones muy diferentes.

    En realidad, las determinaciones centrfugas del proceso de reproduccin capitalista nosurgen simplemente de las intenciones divergentes de los individuos, sino simultneamentetambin de los intereses irreconciliables de las clases antagnicas conformadas por losindividuos de la sociedad. Existen dos correctivos vitales a la centrifugacidad del sistemacapitalista, de otra manera peligrosamente destructiva. El primero es el mercado, cuyaimportancia es casi universalmente reconocida. Sin embargo, esto no es as en el caso delsegundo correctivo esencial: el papel ms o menos importante de la intervencin aplicada por el Estado capitalista. En este sentido, incluso los ms vociferantes -y fervorosamenteexagerados- defensores del mercado, como Hayek y sus seguidores, asumen una posicincompletamente irrealista, al invitar a los partidarios conservadores neoliberales a hacer retroceder las fronteras del Estado, cuando en realidad sin su opuesto diametral, es decir,

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    el papel de apoyo cada vez mayor que ejerce el Estado, el sistema capitalista no podrasobrevivir ni un solo da.

    Claro est, el reconocimiento del antagonismo bsico entre el capital y el trabajo no podaser parte integral del escenario de Adam Smith. En parte por esta razn, l pudo todavaignorar ms o menos la importante funcin correctiva del Estado; y pudo hacerlo en partetambin porque el Estado capitalista en sus das desempeaba un papel intervencionistaconsiderablemente menos pronunciado que el que tiene en nuestros das. Sin embargo, decierta manera, el papel que Smith asign a la mano invisible desempea ambas funcionescorrectivas, aun cuando no estn claramente delimitadas. En efecto, la caracterizacin bastante misteriosa de la mano invisible fue consecuencia de la necesidad de fusionar enuna las dos funciones correctivas percibidas bastante vagamente, al tiempo que tambin sedeseaba proteger los procesos econmicos capitalistas espontneos de los polticos que

    presumiesen de bastarse por s solos para intervenir. El papel del mercado comogenerador de cohesin pareci lo suficientemente obvio en la manera como se supona quela mano invisible guiaba las intenciones de los individuos y promova al mismo tiemposus intereses particulares. Pero la naturaleza beneficiosa y eficaz de la mano invisible nose quedaba all, puesto que tambin se deca que los individuos eran guiados para emplear su capital para sostener la industria domstica, que resulta ser una de las funcionescorrectivas ms importantes del Estado capitalista.

    En el siglo xx, ya no fue posible dejar vagamente definido el papel correctivo y protector del Estado. Los economistas deban tomar una posicin a favor o en contra. El intento deHayek de idealizar ahistricamente la mano invisible de Adam Smith y, al mismo tiempo,satanizar la intervencin del Estado como el camino a la servidumbre como lo plantea elttulo de su famoso libro The Road to Serfdom sirvi a un propsito eminentementeconservador. Pero incluso tal hostilidad no pudo negar el carcter objetivo de la tendenciacondenada misma. En contraposicin, Keynes asumi una actitud completamente positivaen este sentido. Contrariamente a sus detractores neoliberales, quienes lo acusaron de tener intenciones antiliberales aunque slo denunci en efecto la persistencia de las fantasas dellaissez faire, Keynes adopt un punto de vista positivo en relacin con la participacin del

    Estado en la gestin econmica, incondicionalmente a favor de la supervivencia delcapitalismo privado, aunque algunos de sus seguidores trataran de utilizar su enfoque parafines reformistas con orientacin ms izquierdista (en general, no ms exitosamente quealgunos ministros conservadores de la posguerra en Gran Bretaa). Pero result claro paraKeynes que los cambios en las determinaciones y condiciones objetivas del desarrolloeconmico y poltico del siglo xx hicieron necesario ajustar en consecuencia la polticaeconmica global, en contraposicin a los tiempos pasados del capitalismo del laissez faire.

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    [17] Esta posicin fue convincentemente expresada en un pasaje importante de su Teorageneral:

    Por consiguiente, mientras el ensanchamiento de las funciones de gobierno, que supone latarea de ajustar la propensin a consumir con el aliciente para invertir, parecera a un publicista del siglo xix o a un financiero norteamericano contemporneo una limitacinespantosa al individualismo, yo las defiendo, por el contrario, tanto porque son el nicomedio practicable de evitar la destruccin total de las formas econmicas existentes, como por ser condicin del funcionamiento afortunado de la iniciativa individual. [] Lossistemas de los estados autoritarios de la actualidad parecen resolver el problema de ladesocupacin a expensas de la eficacia y la libertad. En verdad el mundo no tolerar por mucho tiempo ms la desocupacin que, aparte de breves intervalos de excitacin, va unida-y en mi opinin, inevitablemente- al capitalismo individualista de estos tiempos; pero

    puede ser posible que la enfermedad se cure por medio de un anlisis adecuado del problema, conservando al mismo tiempo la eficacia y la libertad. [18]

    Por consiguiente, los principales tericos que adoptaron la posicin estratgica de laeconoma capitalista formularon sus concepciones sobre la base de las determinacionesobjetivas de hecho casi naturales del sistema que favorecan. Si al final se demostr queKeynes era ingenuo en su pronstico de que el mundo no tolerar por mucho tiempo msla desocupacin que va unida al capitalismo individualista de estos tiempos (idea querepitieron luego sin mucha conviccin Walt Rostow y otros), sa no fue simplemente suculpa como pensador. La proyeccin keynesiana esperanzadora estaba dirigidagenuinamente a contrarrestar un defecto estructural objetivo del sistema, un defecto queempez a destacarse con creces derrotando con extrema brutalidad el tipo deintervenciones correctivas compatibles con la defensa explcita de las formas econmicasexistentes que hiciera el mismo Keynes en una etapa de desarrollo posterior y que seimpuso de manera irreprimible con el principio de la crisis estructural del sistema delcapital en general.

    Las determinaciones casi naturales que se manifiestan bajo el dominio del capital son casinaturales precisamente porque trabajan a espaldas de los individuos, incluidos entre elloslos responsables de tomar decisiones econmicas y polticas. Esto se aplica tambin a lamanera como pueden introducirse los correctivos mencionados arriba, independientementede cun conscientes puedan ser las intenciones de los encargados de tomar decisiones. Laceguera que se deriva de las determinaciones que trabajan a espaldas de los individuosafecta no slo a los responsables de tomar decisiones directamente involucrados con sus

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    anticipaciones, a menudo frustradas, en el mbito del mercado sino tambin a los gerentesde las diversas modalidades de intervencin estatal. Por supuesto, esta circunstancia nodisminuye el carcter objetivo de los procesos en curso. Fundamentalmente, tiende aintensificarlos en el sentido de que confiere a las determinaciones que los individuos debenenfrentar con su conciencia la objetividad ms problemtica de la reificacin. sta es larazn por la cual los grandes pensadores que describen el mundo desde el punto de vista delcapital, como Hegel, suean con la identidad sujeto/objeto que en principio superara losobstculos que se elevan frente a la conciencia.

    Paradjicamente, las teoras econmicas concebidas en el marco de tal objetividad, que seimpone a espaldas de los individuos, son ayudadas en sumo grado por lasdeterminaciones casi naturales del funcionamiento del sistema. Aun si pensamos en estaobjetividad relativamente til solamente como muletas, es sin embargo importante para

    permitir a los pensadores involucrados identificar aunque a menudo bastante parcialmente algunas tendencias objetivas importantes y fundamentar en ellas las polticas propugnadas, como base para la toma de decisiones. Sin embargo, una vez que prevemoslas condiciones que surgen ms all del capital, desaparecen de vista las muletas queexistan antes, para el tipo de teorizacin econmica que conocemos. En consecuencia, algocualitativamente diferente debe reemplazar a las determinaciones casi naturales comomarco orientador de la teora econmica y de los procesos prcticos correspondientes de laformulacin autnoma de polticas.

    La diferencia se vuelve clara cuando tenemos en cuenta el asunto de la previsibilidad.

    En las condiciones del capitalismo, las determinaciones objetivas del desarrollo semanifiestan como tendencias econmicas identificables y en ese sentido especfico leyeseconmicas (por esta razn es necesario introducir la precisin resaltando el carcter casinatural de tales determinaciones), a diferencia de las leyes mucho ms firmes de lasciencias naturales con su forma incomparablemente ms precisa y confiable de previsibilidad que pueden ser la base de las anticipaciones probabilsticas deconsecuencias futuras. Este activo, que es simultneamente tambin una limitacin,circunscribe para bien o para mal las posibilidades predictivas de las teoras crticastambin y no slo de las producidas por los creyentes incondicionales de las virtudes delsistema establecido. En efecto, las conclusiones y recomendaciones de poltica de lasteoras crticas y de las no crticas pueden ser muy diferentes. Pero ambas debenfundamentar sus evaluaciones en las determinaciones casi naturales de los acontecimientos

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    en curso. sta es la manera como pueden preverse las tendencias expansionistas o lasrecesiones, a fin de adoptar las medidas que se estimen apropiadas para hacerles frente.

    Todo esto resulta muy diferente cuando pensamos en las teoras econmicas factibles msall del capital. Una vez que se superan exitosamente las limitaciones que surgen de lasdeterminaciones casi naturales que se imponen a espaldas de los individuos, se van conellas las consecuencias deterministas que se derivan de ellas y constituyen el marco de lasanticipaciones probabilsticas anteriores. En consecuencia, en las nuevas teoras lasanticipaciones del futuro no pueden considerarse predicciones en el sentido anterior. Seconvierten en estipulaciones con respecto al futuro, que se desprenden de las decisiones de poltica tomadas en un contexto determinado, sobre la base de algunos objetivosconscientemente fijados por los individuos involucrados, en relacin con el material y losrecursos humanos disponibles. En otras palabras, este tipo de prediccin es anlogo al

    que ocurre cuando una organizacin deportiva como, por ejemplo, la asociacin de ftbolestipula y anticipa que un juego dado deber comenzar y comenzar el sbado a las 3 de latarde, lo que en principio debe estar dentro de las posibilidades de los individuosinvolucrados.

    Por consiguiente, el hecho de que en la sociedad ms all del capital el determinismoeconmico se deje atrs conlleva la necesaria consecuencia de que en las nuevascircunstancias la teora econmica debe encontrar una manera muy diferente de relacionar el futuro con el presente. La conceptualizacin de la inercia del pasado como la fuerzacondicionante del presente y del futuro ya no puede desempear ms su papel tradicional.En consecuencia, la redefinicin prctica de las relaciones temporales de la interaccinsocial significa que la toma de decisiones consciente con respecto al futuro, personificadatangiblemente en los objetivos que se fijan los individuos para ellos mismos, se convierteen la fuerza orientadora controlable del presente, en contraposicin con el mismo papel queantes desempeaba de manera incontrolada la inercia del pasado.

    5. La teora ms all del capital

    Naturalmente, sin que se den algunas precondiciones objetivas, no hay manera de articular un nuevo tipo de teora econmica no determinista, junto con un marco correspondientede toma de decisiones polticas consciente.

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    La raz del problema est en que la teora econmica no determinista, como gua para latoma de decisiones consciente, es concebible nicamente cuando las condiciones a las quese refiere, como la base de la evaluacin de los objetivos que se persiguen, sontransparentes. Las teoras que conciben una solucin a travs de la mano invisible tratande eliminar el problema en s decretando una imposibilidad de transparencia a priori. Estasteoras pueden adoptar formas extremadamente conservadoras, tratando de hacer una virtudmoral de un papel que limita a los individuos a subordinarse incondicionalmente a losimperativos del sistema del capital. El celo de Hayek al promover su cruzada es un ejemplodestacado de esta manera de evaluar los asuntos. En un artculo programticamente tituladoThe Moral Imperative of the Market, Hayek escribe:

    Para permitir a las personas adaptarse a una estructura que no conocen (y cuyosdeterminantes tampoco conocen), debemos dejar que el mecanismo espontneo del

    mercado les diga qu deben hacer. [] Nuestro conocimiento moderno nos indica que los precios son seales que informan a las personas lo que deben hacer para ajustarse al restodel sistema. [19] [] Las personas deben estar dispuestas a someterse a la disciplina queconstituye la moralidad comercial. [20]

    Por ende, Hayek desea que creamos que al conferir la condicin de una moralidad ficticiaal imperativo capitalista de someter a los individuos a las determinaciones estructurales deun sistema que en sus palabras ellos no conocen y que en principio no pueden conocer, y alusar engaosamente deben hacer (como obligacin moral), en lugar de tienen que hacer, sumensaje autoritario (segn el cual los individuos reacios [21] deben ajustarse al resto delsistema) se convierte en sinnimo de la defensa de la libertad. Y Hayek contina con estalnea de razonamiento e impone la imposibilidad de transparencia a priori en nombre delmecanismo espontneo del mercado (que, al favorecer tendencias monopolistas y lascorrespondientes relaciones de poder ms inicuas, no es ni un simple mecanismo ni esespontneo), aun cuando tiene que admitir que los principios por l defendidos nunca hansido justificados racionalmente [22] . Al mismo tiempo, sin la ms mnima preocupacin por la ausencia de justificacin racional, Hayek nos advierte que la adopcin incondicionalde su moralidad comercial (que bruscamente descarta la idea de la justicia social como un

    espejismo [23] y convierte por decreto en una obligacin moral aprender la rgidadisciplina del mercado) es un asunto crucial para la preservacin futura de la civilizacinque debe afrontarse antes de que los argumentos del socialismo nos lleven de vuelta a unamoralidad primitiva [24] .

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    En realidad, la razn fundamental de la falta de transparencia en nuestra poca no es elhecho inalterable de que la sociedad est formada por individuos, sino la condicinradicalmente alterable de que estn subsumidos en fuerzas jerrquicamente estructuradas yantagnicas. Las dificultades bsicas que enfrentan la teora econmica y la toma dedecisiones polticas no se derivan de las intenciones divergentes de los individuos particulares por cuya razn deben invocarse los buenos servicios de la mano invisible, altiempo que se calla en relacin con, o se distorsiona tendenciosamente, la muy visiblemano del Estado sino de la naturaleza antagnica de las relaciones sociales dominantes.El poder de los individuos como individuos particulares y no como personificaciones defuerzas sociales que actan de acuerdo con los imperativos de su condicin social en lavida se exagera enormemente, a fin de prejuzgar el asunto a favor de la mano invisible.Sin embargo, la razn principal por la que la toma de decisiones est incorregiblementeviciada por la opacidad de las determinaciones sociales puede precisarse exactamente en sucarcter antagnico. Por consiguiente, si deseamos reemplazar la opacidad de la objetividad

    reificada por la transparencia de las relaciones sociales controlables, debemos superar lainercia fatdica del antagonismo.

    La viabilidad de la toma consciente de decisiones polticas y econmicas ms all delcapital es factible nicamente sobre esta base. La sumisin a una disciplina externa yasea en nombre de la moralidad ficticia que propugna la rgida disciplina del mercado o laextraccin del trabajo excedente impuesta polticamente est condenada al fracaso en estesentido. La nica disciplina compatible con la concepcin de la que estamos hablando (esdecir, un nuevo tipo de teora econmica no determinista, concebida junto con un marcocorrespondiente de toma consciente de decisiones polticas) es la disciplina internaadoptada por los individuos sobre la base de los objetivos compartidos que ellos mismoshayan establecido de manera no antagnica, sin la presin de determinaciones conflictivasirreconciliables. De lo contrario, la conciencia de los individuos se distorsionaincorregiblemente y se transforma en variedades de falsa conciencia, puesto que se veninducidos a racionalizar y a justificar las decisiones que les han sido impuestas como sifueran sus propias decisiones autnomas, correctas y encomiables.

    La teora econmica no determinista presupone una relacin cualitativamente diferenteentre la economa y la poltica en dos sentidos. El primero guarda relacin con la conexindirecta entre los dos dominios, que podra llamarse su relacin interna. Esto se desprendedel hecho de que en tanto la preponderancia de las determinaciones y los imperativosmateriales y econmicos se deja atrs, los procesos tradicionales de toma de decisiones polticas pueden redefinirse apreciablemente de manera mucho menos parcial. El segundosentido, relacionado estrechamente con el primero, se refiere al asunto de superar la

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    alienacin, tanto en la economa como en la poltica. Puesto que la manera como funcionanlos dos dominios bajo el gobierno del capital slo puede caracterizarse como la alienacindel poder de los individuos en relacin con la toma de decisiones de todos los individuos,que deben adaptarse al papel alienado que se les ha asignado como personificaciones delcapital o personificaciones del trabajo. Es por ello que la nocin relativa a los individuossoberanos que imponen sus intenciones y se esfuerzan por lograr sus intereses particularesen la nica sociedad que es sostenible, la sociedad de mercado en armona plena con elinters de la sociedad en su conjunto, gracias a la benevolente mano invisible es tanindefectiblemente atpica de la situacin real. [25] La toma de decisiones, tanto en polticacomo en el dominio de la economa est en realidad terriblemente limitada y distorsionada,en correspondencia con los imperativos alienantes de la acumulacin de capital y de laexpansin a los que ambas deben someterse. Al mismo tiempo, a los individuos como talesse les niega el poder de tornar decisiones, en el sentido de que su decisiones son predeterminadas por el poder de las cosas, en concordancia con la alienacin y la

    reificacin. Por consiguiente, el cambio cualitativo en la relacin entre la economa y la poltica en el segundo sentido significa la restitucin a los individuos del poder de tomar decisiones como individuos sociales que actan conscientemente. sta es la nica manera posible de reconstituir la unidad de la poltica y la economa, junto con la harmonizacindel individuo y de la toma de decisiones sociales en un sentido significativo del trmino.

    Todo esto tiene implicaciones de gran alcance para el tiempo productivamente utilizable dela sociedad, no slo en el sentido mencionado antes de que la redefinicin prctica de lainteraccin social en relacin con el futuro se convierta en la fuerza rectora del presente, encontraposicin con el papel que una vez desempeara en este sentido la inercia del pasado.Igualmente importante es el cambio que tiene lugar con respecto al tiempo directamentecontrolable por los individuos como individuos sociales. Como sabemos, bajo el dominiodel capital el tiempo necesario que se requiere para expandir la produccin y laacumulacin del capital es impuesto a los individuos externamente, a travs de la rgidadisciplina del mercado o mediante las modalidades poscapitalistas de extraccin delexcedente de trabajo- como el imperativo temporal indiscutible del sistema. Sin embargo,mientras ms avanzado es el potencial productivo de una sociedad, ms dispendioso resultamanejar de esta manera sus relaciones productivas. Puesto que mucho ms all de la

    extraccin y la apropiacin del excedente de trabajo estrictamente regulado y externamentecontrolado (bajo el capitalismo, equivalente de manera restrictiva a la plusvala), en unasociedad productivamente avanzada tambin encontramos la vasta y positiva potencialidaddel tiempo disponible de los individuos, que no puede ser fcilmente utilizado por el modode control metablico social del capital con eficiencia econmica externamentemanejable.

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    Naturalmente, no puede haber razn alguna por la que los individuos deban sentirseinternamente/positivamente motivados -condicin vital para activar esta dimensin deriqueza- a colocar su tiempo disponible en el fondo comn de sus prcticas productivas ydistributivas, si no se encuentran en pleno control de su actividad de vida como individuossociales. Es por ello que, en las condiciones de antagonismo y necesaria ausencia detransparencia, la riqueza potencialmente inmensa aunque debido a su misma naturaleza, y para desagrado del capital, definible slo cualitativamente del tiempo disponible de losindividuos se desperdicia en nuestras sociedades, cuando la necesidad de utilizarlo demanera creativa est creciendo en sumo grado da tras da. Lamentablemente, cuandoconsideramos el insostenible derroche de nuestro orden metablico social, tendemos aconcentramos en el asunto de la energa y los recursos materiales primordiales malutilizados, y a olvidar por completo esta dimensin vital del problema. Por el contrario, lateora econmica no determinista y el marco correspondiente de la toma de decisiones polticas, basados en la participacin activa de todos, no son factibles si no se desarrolla la

    gran potencialidad positiva del tiempo disponible de los individuos.

    6. Importancia y dificultad de unza planificacin comprehensiva

    Retornando al asunto de la planificacin para concluir este trabajo, lo que debe resaltarse en primer lugar es la importancia y la gran dificultad de instituir una planificacincomprehensiva.

    Ya hemos visto que durante la Segunda Guerra Mundial, incluso el gobierno del pas ms poderoso en trminos capitalistas, los Estados Unidos, tuvo que adoptar la planificacincentral, a fin de garantizar las condiciones materiales necesarias para obtener la victoriasobre Hitler. Claro est, esto ocurri bajo las condiciones extremas de un estado deemergencia. Sin l, las determinaciones histricas y sociales del sistema capitalista hacenms problemticos todos los intentos de establecer una comprehensiva planificacin. Sinembargo, los promotores de la idolatra del mercado distorsionan este asunto como si laoposicin entre la planificacin central y la eleccin individual fuera una oposicinmetafsica eterna. Sin embargo, la eleccin individual y la idea conexa de la autonomalocal no significa absolutamente nada si las elecciones autnomas que hagan losindividuos o los grupos de individuos localmente quedan anuladas por los imperativosmateriales del sistema econmico y las directrices autoritarias de su estructura de mandogeneral. Sin introducir las correspondientes condiciones histricas apropiadas la tan proclamada oposicin entre la planificacin y la eleccin individual as como la

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    oposicin entre crecimiento o no crecimiento slo puede ser una interesada falsaoposicin.

    Bajo circunstancias normales, en el tipo capitalista de nuestro orden reproductivo social, no puede haber planificacin comprehensiva. Esto es as incluso cuando las gigantescorporaciones cuasi-monoplicas adoptan una problemtica forma de planificacin,necesariamente truncada. Este tipo de planificacin debe ser truncada, porque ellos mismosslo pueden ser cuasi-monoplicas, independientemente de cun gigantes sean, puesto quenunca pueden acaparar el mercado mundial ni siquiera en su propio ramo relativamenterestringido de actividad productiva, y mucho menos su totalidad. Por supuesto, no essorprendente el hecho de que la planificacin corporativa incorregiblemente truncada aveces se idealice como planificacin plenamente viable en todo sentido, como lo ha hechoJohn Kenneth Galbraith. [26] Pero esta evaluacin del problema no es ms que un

    pensamiento esperanzador. Mas an, en el caso de Galbraith, la idea extremadamenteexagerada de la planificacin de la gran corporacin se encontraba asociada con la idea deque, debido al proceso de planificacin que supuestamente compartan la economasovitica en su conjunto y las corporaciones gigantes de los Estados Unidos, ambossistemas estaban de hecho convergiendo hacia algo cualitativamente diferente tanto delcapitalismo como del socialismo. Huelga decir que nada pudo alejarse ms de la realidadque la perspectiva ilusoria de la convergencia de ambas sociedades, como lo hademostrado claramente la espectacular implosin del sistema sovitico y la subsiguienterestauracin del capitalismo en toda Europa del Este.

    La necesaria frustracin de la planificacin bajo el capitalismo [27] empez a destacarse enGran Bretaa durante el gobierno de Harold Wilson, formado tras la victoria electoral delPartido Laborista en 1964. En esa poca, Wilson todava hablaba de conquistar las posiciones de poder de la economa e invent un nuevo ministerio de Economa para LordGeorge Brown, el lder adjunto del Partido Laborista. Se supona que este ministeriointroducira algunos cambios importantes en la gestin de la economa britnica, enarmona con el defendido proceso de planificacin. Sin embargo, result que este intentofue un completo fracaso, y la aventura tuvo un final infeliz. En lugar de que el gobierno

    conquistara las posiciones de poder de la economa, ocurri lo diametralmente opuesto:las posiciones de poder de las grandes empresas conquistaron al gobierno y lo obligaron aabandonar completamente las viejas ideas de la reforma socialdemcrata. Se anunciaba conello la transformacin del Partido Laborista en el amigo de la empresa, segn diceorgullosamente su lder actual.

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    En el transcurso del desarrollo histrico del capital, y especialmente en las dcadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el significado original de economa comoeconomizar ha sido eliminado completamente por el imperativo del proceso de autor reproduccin en expansin incesante del sistema. Como se mencion antes, la expansin bajo el dominio del capital siempre estuvo subordinada al imperativo de la acumulacin decapital que, desde el punto de vista del sistema, no puede admitir lmite alguno. Laincapacidad de crecer en este sentido atrofiado, como expansin de activos an msexpansibles de capital, se considera con desolacin como una violacin de la lgicainterna del sistema. La idea de introducir conscientemente regulaciones correctivas a laacumulacin de capital en aras del desarrollo sostenible, era y ser siempre descartadacomo un absoluto fracaso. Las determinaciones sistmicas casi naturales del capital no lotoleraran. Por consiguiente, economa se convierte en sinnimo de lo que sea propicio ala expansin o acumulacin constante, independientemente de las consecuencias humanasy ambientales, lo cual descarta el economizar como un concepto intil e incluso hostil. sta

    es la razn por la que debe rechazarse categricamente la planificacin comprehensivacomo un correctivo necesario, aunque este rechazo apriorstico se embelleceideolgicamente desde Ludwig von Mises [28] hasta Frederick von Hayek y sus partidarios como sentido comn incontestable.

    Claramente, sin embargo, las consecuencias destructivas del proceso de reproduccin delcapital [29] no pueden corregirse sin redescubrir el significado original de la economacomo el necesario economizar de la buena administracin en un mundo de recursos finitos,y sin su consciente utilizacin mediante la planificacin comprehensiva. El despilfarroextremo del actual modo de control metablico social en relacin a la utilizacin derecursos materiales no renovables y al peligroso impacto en el medio ambiente global delos procesos de produccin de capital, as como a la terrible subutilizacin de sus productos est empeorando a medida que transcurre el tiempo, sin evidencia alguna de quese corrijan las determinaciones subyacentes en la escala necesaria. Incluso los mslimitados intentos de planificar alguna mejora, en un nico dominio, como, por ejemplo, lareduccin de las emisiones nocivas hacia la atmsfera mediante las buenas intencionesdel protocolo de Kyoto, son rechazados sin miramientos por el pas capitalista ms poderoso.

    El problema consiste en que hablar sobre la necesidad de la planificacin comprehensiva noes simplemente un asunto de escala (su aplicacin parcial en ciertas ramos de la industria por algunas corporaciones, por ejemplo, en contraposicin a su aplicacin a todo elterritorio nacional), ni tampoco de duracin del proceso (necesariamente temporal bajo elcapitalismo, en el sentido de que debe restringirse a los estados de emergencia, o muy grave

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    emergencia). Lo ms importante es que comprometerse con la planificacin comprehensivainevitablemente incluye en la agenda el desafo de concebir un modo alternativo dereproduccin metablica social, al menos por implicacin. Dadas las condiciones en lascuales puede surgir el asunto en si, incluso parciales medidas positivas de intervencincorrectiva que en primer lugar debern ser predominantemente contramedidas a lasdeterminaciones casi naturales del capital estarn en permanente peligro, amenazadas por un completo fracaso e incluso por la restauracin capitalista a plena escala, a menos que seamplen satisfactoriamente de manera tal que terminen siendo los ladrillos de una maneraradicalmente diferente de manejar el intercambio de los individuos entre s y con lanaturaleza. La implosin del sistema tipo sovitico, con su proceso de planificacinautoritario, rechazado de manera poco ortodoxa por los productores, ofrece una pruebaelocuente de la veracidad de esta afirmacin.

    Naturalmente, no puede haber economa en el sentido significativo de economizar sin unaforma prctica viable de control o contabilidad. Por oposicin a la contabilidadeconmica del capital que se fundamenta en una cuantificacin minuciosa, y que pretendeser la nica econmicamente aceptable, la contabilidad socialista de la planificacincomprehensiva debe operar sobre la base de la restauracin en la prctica social de ladialctica de la cantidad y la calidad, que fue destruida a travs del despliegue universal dela mercantilizacin, la alienacin y la reificacin. En este sentido, la contabilidad socialistadebe estar orientada hacia la calidad, incluso cuando tenga que evaluar las cantidadesdisponibles para la distribucin entre actividades alternas y propsitos legtimamentediferentes.

    No disponemos de suficiente tiempo para analizar de manera adecuada la gran variedad deasuntos bastante complicados y a menudo, por razones ideolgicas, distorsionados [30] dela necesaria orientacin hacia la calidad de la contabilidad socialista. Sin embargo, seimpone una muy breve mencin de por lo menos algunos de ellos.

    El primero guarda relacin con el asunto de la produccin para cubrir las necesidades, enclara contraposicin al actual predominio del sometimiento, a despecho de incluso lasnecesidades ms elementales de la abrumadora mayora de la humanidad, de los dictadosinteresados de la produccin econmicamente viable. Por ende, la determinacin del proceso de distribucin y consumo trabaja en un crculo equivocado. En lugar de partir dela demanda real basada en las necesidades para la determinacin de las metas productivas,los objetivos fijados de manera capitalista presionan contra su lecho de Procusto lasaspiraciones humanas frustradas. Las personas deben conformarse con lo que puedan

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    obtener, si logran obtener algo. Y para colmo de males, todo esto se hace con la ideologarisible de la soberana del consumidor.

    Otro aspecto de nuestro problema puede describirse como la produccin de valores de usofrente al predominio del intercambio de valores que pueden ser fcilmente cuantificadosmecnica para la contabilizacin de beneficios. Tambin en este caso prevalecen las huellas preestablecidas del sistema de produccin, independientemente de cun despilfarrador seamanejar de esta manera la administracin de los recursos humanos y materiales. Asimismo,en las ltimas dcadas, la situacin de hecho esta empeorando en este sentido, con eldesarrollo de la crisis estructural del capital. sta es la razn por la que hemos venido presenciando una tasa decreciente de utilizacin de productos, servicios y maquinaria productiva, aunque es bastante innegable la necesidad exactamente opuesta, es decir, tasascrecientes de utilizacin, para satisfacer la demanda proveniente de innumerables millones

    que tienen que sobrevivir con menos de un dlar diario.

    Tambin es necesario mencionar en este contexto quizs el problema ms inmediato yurgente, que amenaza en todas partes con la desestabilizacin social y posiblemente,incluso, la explosin social: el cncer del desempleo creciente. El enfoque de cuantificacinestricta del capital ni siquiera puede percibir la naturaleza real del problema, y muchomenos resolverlo. En el mejor de los casos puede convertir una parte del desempleo envariedades de subempleo, lo cual es imposible que funcione en el largo plazo. Es por elloque todas las soluciones proyectadas terminaron siendo ilusorias e insostenibles como, por ejemplo, el programa de Pleno empleo en una sociedad libre (Full Employment in a FreeSociety [31] ), propuesto por el padre del Estado benefactor, Lord Beveridge y concebidoen el espritu keynesiano. En un mundo en el que el trabajo debe considerarse un costo de produccin cuantificable, los correctivos slo pueden ser temporales o coyunturales,sujetos a los imperativos de la acumulacin de capital mas o menos relativamenteinalterada, como se experiment durante las dos dcadas y media de expansin de la posguerra. El intento reciente de resolver el problema del desempleo mediante lainformalidad que es realmente la precarizacin ms insensible de los seres humanos slo puede camuflar un fracaso cuyo impacto est destinado a empeorar en el futuro cercano.

    Evidentemente, en todas estas cuestiones no puede lograrse nada acorde a la importanciamisma de los asuntos sin reorientar drsticamente la contabilidad social hacia la calidad, enel contexto de la planificacin comprehensiva de objetivos convenidos y manejadosconscientemente, trabajando en armona con gente los productores librementeasociados que participe ms activamente en la gestin de sus propios asuntos. En este

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    caso, tambin debemos considerar el famoso principio marxista de la distribucin, quesostiene que en una sociedad socialista avanzada los individuos trabajarn conforme a sushabilidades y recibirn del producto social general de acuerdo con sus necesidades, [32] puesto que este principio a menudo se interpreta con parcialidad burocrtica, ignorando elnfasis que puso Marx en la autodeterminacin de los individuos, sin la cual trabajar conforme a su habilidad significa muy poco, si es que significa algo. Por consiguiente, losdos trminos principales de la definicin marxista es decir, la habilidad y la necesidadindividuales slo pueden adquirir su verdadero significado en un marco de contabilidadcualitativa. Estos son los parmetros de un proceso de planificacin comprehensiva viable prcticamente, factible solamente en una perspectiva de largo plazo.

    Naturalmente, subrayar la importancia de una perspectiva de largo plazo no significa que podamos ignorar el aqu y el ahora. Por el contrario, la razn por la que debemos

    interesamos en un horizonte mucho ms amplio que el habitual es para poder conceptualizar de manera realista una transicin [33] hacia un orden social diferente a partir de las determinaciones del presente. La perspectiva de largo plazo es necesaria, porque lameta real de la transformacin slo puede establecerse dentro de tal horizonte. Adems, sinidentificar la meta adecuada, seguramente sera como viajar sin brjula y, por lo tanto, las personas involucradas podran desviarse fcilmente de sus objetivos vitales. Por otra parte,la comprensin de las determinaciones objetivas y subjetivas del aqu y el ahora esigualmente importante, ya que la tarea de instituir los cambios necesarios se define ya en el presente, en el sentido de que a menos que comience a realizarse en el justamente aqu yahora, aun cuando por el momento sea de manera modesta -con plena conciencia de laslimitaciones existentes, as como de las dificultades para sustentar el viaje en su horizontetemporal ms distante- no llegaremos a ninguna parte. Aunque nadie debe alentar unaaccin irresponsablemente precipitada y prematura, no puede excluirse el riesgo de que sea prematura, al estar dirigida a una empresa tan fundamental y difcil como instituir uncambio estructural trascendental, aun cuando los individuos interesados acten de lamanera ms responsable posible. La verdad es que no puede lograrse nada si nos quedamosesperando las condiciones favorables y el momento adecuado.

    Las personas que abogan por un cambio estructural trascendental deben estar siempreconscientes de las limitaciones que habrn de enfrentar. Al mismo tiempo, deben estar atentas para evitar que el peso de tales limitaciones se congele y se transforme en la fuerza paralizante de alguna ley objetiva ficticia que pueda desviarlas de sus objetivosdeclarados. El proceso de planificacin factible en el aqu y el ahora es un excelenteejemplo. Como correctamente lo destac Harry Magdoff, tanto en relacin con lasdificultades objetivas ineludibles como con su transfiguracin fetichista:

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    Obviamente, la magnitud y las destrezas de la fuerza laboral, la cantidad y calidad de latierra cultivable, la oferta potencial de materias primas, las herramientas y dems equiposdisponibles, los medios de transporte y comunicacin, todos establecen serias limitaciones

    en cuanto a lo que puede lograrse en un momento dado. Cada paso de la planificacin, tantonacional corno localmente, debe tomar en cuenta las limitaciones prcticas. Una planta dealuminio sin una fuente adecuada de energa elctrica sera intil. Una planta qumica por lo general necesita grandes cantidades de agua. Una planta de acero debe disponer defuentes accesibles de mineral de hierro y carbn de coccin. En los niveles ms altos de la planificacin, deben tomarse en consideracin constantemente diversos balances y proporciones, como, por ejemplo, entre la industria y la agricultura, los bienes de produccin y de consumo, las industrias de extraccin y de produccin, las necesidades detransporte y distribucin, el ingreso de los consumidores y la oferta de bienes de consumo.Pero, qu tienen que ver los lmites objetivos con las leyes econmicas objetivas delsocialismo? Aqu llegamos al fondo del asunto. El efecto de confundir los lmites y laslimitaciones con las leyes oscurece (incluso podramos decir que oculta) los problemas bsicos y los asuntos de poltica de una transicin socialista. [34]

    Claro est, las limitaciones y dificultades vinculadas al intento histrico de llevar unasociedad en gran medida subdesarrollada de 1.300 millones de habitantes (es decir, 55veces Venezuela!) a un nivel de produccin alcanzado por los pases industrialmente msavanzados deben ser bastante pasmosas desde cualquier punto de vista. Por ende, es

    comprensible que los registros histricos muestren avances interrumpidos por reveses yfrustraciones importantes. Deben intentarse muchas cosas, en circunstancias de limitacionesserias y en medio de hostilidad externa, que pueden ser mayores en el futuro. Observandoestos acontecimientos de lejos, pueden parecer bastante difciles de resolver. Merece la pena recordar en este contexto un antiguo adagio, citado con aprobacin por el fallecidolder chino Deng Hsiao Ping, segn el cual el color de los gatos no importa es decir, queno debemos preocupamos si son capitalistas o socialistas siempre que atrapen al ratn. A primera vista, esto puede considerarse bastante razonable. Sin embargo, podemos sentimostentados a preguntar: qu pasa si las polticas adoptadas desembocan en una plaga de ratasgigantes, bajo la forma de desempleo estructural masivo, en lugar de la feliz captura delratn? Llamar a las limitaciones y los peligros innegables en juego las leyes objetivas delsocialismo, como se hace en el artculo criticado por Magdoff, no ofrece consuelo algunoen este sentido. [35] Se requiere la peculiar lgica de The Economist para admitir, por una parte, que la migracin rural hacia las ciudades de China causara una crisis de desempleocon consecuencias sociales y polticas de gran alcance y, por otra parte, propugnar en elmismo prrafo la adopcin de tal poltica potencialmente explosiva, insistiendo en que

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    China necesita mantener bajos sus costos laborales dejando a su poblacin rural trabajar libremente en las reas urbanas. [36]

    Para nosotros, mantener una estrategia socialista que requiere de la planificacincomprehensiva, como va para superar los peligros ecolgicos y los otros que la humanidaddebe enfrentar -no en un futuro remoto, sino hoy mismo- sigue siendo ms vlido quenunca antes. Nadie puede negar que los cambios requeridos para la muy necesariatransicin hacia una sociedad ms all del capital son casi prohibitivamente difciles derealizar. La teora econmica, respetuosa del peso de las limitaciones objetivas, perorechazando someterse a sus determinaciones fetichistas y, por ende, trabajando de la manocon la poltica de emancipacin, puede contribuir de manera vital al xito de esta empresa.

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    [1] Disertacin presentada en la conferencia sobre El pensamiento econmico y surelevancia en el mundo de hoy, organizada por el Banco Central de Venezuela y el editor de su revista econmica (Revista BCV) Asdrbal Baptista, celebrada en Caracas entre el 10

    y el 12 de septiembre de 2001. Traduccin de Gladys Sanz. El artculo fue enviadoespecialmente por el autor para su publicacin en Herramienta. Subttulos y revisin de latraduccin para Herramienta a cargo de Aldo A. Romero.

    * Mszros fue alumno de Lukcs antes de que el rgimen estalinista hngaro desatarasobre l la violenta polmica que caus su retiro. Mszros no obstante, continureconocindose como discpulo de Lukcs an durante la poca ms difcil de la dictaduraestalinista. Reside en Inglaterra, donde fue profesor en la Universidad de Sussex, y donde

    actualmente vive. Es autor de Beyond Capital. Towards a Theory of Transition, MerlinPress, Londres, 1995. Recientemente aparecieron las ediciones en castellano y portugus.Ed. Vadel de Venezuela y Boutempo de Brasil respectivamente.

    Herramienta lo cuenta entre sus principales colaboradores

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    [2] American Productivity: Measuring the New Economy, The Economist, 11 a 17 deagosto de 2001, pg. 12.

    [3] dem, pg. 13.

    [4] Mszros: Szatira s valsg (Stira y realidad), Szpirodahyli Knyvkiad, Budapest,1955, pg. 53. Termin de escribir mi libro en el otoo de 1954 y fue publicado en enero de1955.

    [5] dem, pg. 55.

    [6] O.I. Antnov, citado en Moshe Lewin: Stalinism and the Seeds of Soviet Reform: theDebates of the 1960s. Londres, Pluto Press, 1991, pg. 148.

    [7] Vadim Medvdev, presidente del Comit Ideolgico del Partido Sovitico y miembrodel Politbur de Gorbachov, era oficialmente llamado el jefe ideolgico. Como tal,

    proclam que: Las sociedades annimas no son en manera alguna contrarias a los principios econmicos socialistas. Consideramos que la reorganizacin profunda de lasrelaciones de propiedad y la diversidad e igualdad de todas sus formas son una garanta dela renovacin del socialismo (Vadim A. Medvdev, The Ideology of Perestroika, enPerestroika Annual, vol. 2, editado por Abel Aganbegyan, Londres, Macdonald & Co. Ltd.,1990, pg. 32.). Tambin proclam que la nueva direccin que haba tomado la economa,con sus relaciones de propiedad capitalsticamente reorganizadas y sus sociedadesannimas, garantizar el progreso democrtico social del pas (Ibd., pg. 27). Naturalmente, ninguna de las proyecciones esperanzadas que hicieran los idelogos deGorbachov pudo hacerse realidad.

    [8] De hecho, las infundadas teoras del socialismo de mercado y de la economa demercado social dieron paso muy rpidamente a la defensa de, incluso, la versin msconservadora del capitalismo neoliberal. Como coment con aprobacin The Economist:Una economa de mercado sin ningn adjetivo. Eso es lo que Vaclav Klaus insiste que se

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    necesita en Checoslovaquia, donde ha sido ministro de Finanzas desde comienzos dediciembre. No es para l la economa de mercado social, frase que se ha difundido enotras partes de Europa del Este. Este economista de 48 aos de edad, de voz suave, perosonrientemente seguro de s mismo, cree que la mitad de las medidas sern menos queintiles. Para reactivar el mercado rpidamente, Klaus y su ministerio estn preparando un buen nmero de leyes nuevas para permitir el funcionamiento de mercados financieros alestilo occidental [] Klaus y sus compaeros delegados checoslovacos en Davos estabanansiosos por distanciarse de las reformas de 1968 [es decir, de la Primavera de Praga, I.M.].Pero se sentan felices de tratar de trabar amistad con la empresa occidental. No buscanayuda, sino capital accionario, y parece no preocuparles si este capital llega a travs deempresas mixtas, inversiones de tipo totalmente nuevo o compras directas de empresaschecas. Como buen friedmanista, Klaus no muestra ningn inters en imponer el resultadode las fuerzas del mercado: su funcin es mantener los precios estables, al tiempo que elnegocio hace su trabajo. Financial Reform in Czechoslovakia: A Conversation with Vaclav

    Klaus, The Economist, 10 de febrero de 1990. No fue ninguna sorpresa que elfriedmanista Vaclav Klaus fuera promovido rpidamente al cargo de primer ministro deChecoslovaquia (luego Repblica Checa). Ocup esa posicin clave durante largo tiempo, para deleite de los grandes crculos empresariales de las sociedades de mercadooccidentales.

    [9] Harry Magdoff, Are there lessons to be learned? Monthly Review, febrero de 1991, pgs. 13 a 17.

    [10] World Economy: Nowhere to Hide. Economies Almost Everywhere are LookingSick. The Economist, 18 a 24 de agosto de 2001, pg. 64.

    [11] Ibd. Las cifras ms actualizadas de la recesin industrial son: en Malasia 10 por ciento, en Taiwn 12 por ciento, y en Singapur pas que durante mucho tiempo fueconsiderado ejemplar, no menos de 17 por ciento.

    [12] Ibd.

    [13] Esto no est dicho retrospectivamente, tras el derrumbamiento del sistema sovitico.Trat de analizar detalladamente las razones por las cuales debe adoptarse el enfoque

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    mucho ms difcil de ir ms all del capital, junto con las condiciones en las cuales puedellevarse a la prctica, en un libro titulado Beyond Capital - Towards a Theory of Transition(Merlin Press, Londres, y Monthly Review Press, Nueva York, 1995. En espaol, Ms alldel capital: hacia una teora de la transicin. Caracas: Vadell Hermanos Editores, 2001). Ellibro tard 25 aos en ser escrito, y en l se previ, a mediados del decenio de los setenta, elrestablecimiento del capitalismo en el sistema de tipo sovitico.

    [14] Vanse los captulos 17 y 20 de Ms all del capital.

    [15] En trminos de Adam Smith: El magistrado que intentase dirigir a los particularessobre la forma de emplear sus respectivos capitales, tomara a su cargo una empresaimposible a su atencin, impracticable por sus fuerzas naturales, y se arrogara unaautoridad que no puede fiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un Senado, aunquesea el ms sabio del mundo, de manera que en cualquiera que presumiese de bastarse por ssolo para tan inasequible empeo sera muy peligrosa tan indiscreta autoridad. A. Smith:An Inquiry into The Nature and Causes of The Wealth of Nations, J.R. McCulloch, Adam yCharles Black, Edimburgo, 1863, pg. 200.

    [16] Y como cualquier individuo particularmente procura poner todo el empeo enemplear su capital para sostener la industria domstica, as como en elegir y dirigir aquel

    ramo que ha de dejar productos de ms valor, cada uno de por s viene a esforzarse, sinintentarlo directamente, en conseguir el mximo de renta anual de la sociedad en comn. Ninguno por lo general se propone originariamente promover el inters pblico, y acaso niaun conoce cmo la fomenta cuando no abriga tal propsito. Cuando prefiere la industriadomstica a la extranjera, slo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera deforma que su producto sea del mayor valor posible, slo piensa en su ganancia propia; peroen ste y en otros muchos casos es conducido, como por una mano invisible, a promover unfin que nunca form parte de sus intenciones. [] porque, siguiendo cada particular por uncamino justo y bien dirigido, las miras de su inters propio promueven el del bien comncon ms eficacia, a veces, que cuando intencionalmente piensa fomentarlo directamente.Ibd., pgs. 199 y 200.

    [17] Vase pg. 320 de The General Theory of Employement, Interest and Money, de JohnMaynard Keynes, Londres, MacMillan & Co., 1957 (primera edicin 1934).

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    [18] Ibd., pgs. 380 y 381.

    [19] Hayek: The Moral Imperative of the Market, en Martin J. Anderson ed., TheUnfinished Agenda: Essays of The Political Economy of Governement Policy in Honour of Arthur Seldon, Londres, The Institute of Economic Affairs, 1986, pg. 147.

    [20] Ibd., pg. 149.

    [21] En el mismo artculo, Hayek se queja en contra de La imposibilidad de que un grannmero de personas acepten los principios morales que forman la base del sistemacapitalista [] la gran mayora de las personas (y no exagero) ya no cree en el mercado.

    [22] Ibd., pg. 148.

    [23] Ibd., pg. 146.

    [24] Ibd., pg. 148.

    [25] La base esencial del desarrollo de la civilizacin moderna es permitir a las personaslograr sus propios fines sobre la base de su propio conocimiento y no estar limitadas por lasmetas de las dems personas. Hayek: Ibd., pg. 146. Cualquiera que hable en serio enestos trminos nicamente puede demostrar no slo que no vive en la civilizacinmoderna de la sociedad moderna, sino que ni siquiera vive en el mismo planeta que elresto de nosotros.

    [26] Vase su libro: The New Industrial State, Nueva York, 1971.

    [27] Sera factible un cambio importante en este sentido slo en circunstancias en las quedebido a algunas crisis econmicas y polticas importantes la presin de las masas

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    populares, junto con la buena disposicin de las fuerzas ms progresistas del cuerpolegislativo estatal, pudiera contrarrestar con suficiente energa y por suficiente tiempo laobvia hostilidad de los crculos comerciales dominantes hacia la intervencin normativaglobal. Pero, por supuesto, tal situacin sera similar al estado de emergencia que se vividurante la Segunda Guerra Mundial, aunque de menor magnitud.

    [28] Vase su libro titulado Socialism. New Haven, Yale University Press, 1951, msaccesible en la edicin de New York University Press, 1985.

    [29] Idealizado por muchos, entre ellos Schumpeter, como destruccin productiva,cuando en realidad la produccin destructiva est volvindose cada vez ms dominante.

    [30] El lector interesado puede encontrar un anlisis de los mismos en los captulos 14 al 20de Ms all del capital (pgs. 605 a 1.003).

    [31] Titulo de un influyente libro escrito por Lord William Beveridge.

    [32] Vase Marx, Crtica del Programa de Gotha.

    [33] El subttulo de mi libro, Ms all del capital, es precisamente Hacia una teora de 1atransicin.

    [34] Harry Magdoff: China: New Theories for Old. Monthly Review, mayo de 1979, pgs. 5 y 6.

    [35] El economista chino Han Deqiang, en una conferencia que dictara en el taller delGrupo Verde del Parlamento Europeo sobre la Admisin de China a la OMC, celebradoen julio de 2001, presenta una imagen deprimente del impacto negativo del capitaloccidental en los acontecimientos econmicos de China. Vase The Advantages andDisadvantages of China`s Accesion to the WFO, disponible en Internet.

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    [36] Chinas, Economy: Persuading the reluctant spenders, The Economist, 25 a 31 deagosto de 2001, pg. 54.