Post on 26-May-2017
Esteban Brena Serrano#307331186
ExtraordinarioLiteratura s. XIX,XX y XXI
01/04/14
El entrecruzamiento de la historia y la ficción en Soldados de Salamina de Javier Cercas
Habían ganado la guerra, pero habían perdido la historia de la literatura
-Javier Cercas
Tenemos por un lado el Soldados de Salamina (2001) que Javier Cercas, escritor español, escribe
y que Tusquets edita. Es decir, el libro físico y tangible. Por el otro lado, se encuentra el
“Soldados de Salamina” que el Javier Cercas de la novela escribe, y que aparece como la segunda
parte dentro de la obra Soldados de Salamina escrita por Javier Cercas, el escritor real, y que el
Javier Cercas de la ficción considera incompleta. Finalmente, se encuentra el libro homónimo que
Rafael Sánchez Mazasa, fundador e ideólogo de la Falange español, promete redactar después del
final de la guerra civil española; un libro que sin embargo nunca llega a escribir. Resumida de
esta manera, la novela de Cercas1 parece ser un juego metaliterario más al estilo de los escritos
por Jorge Luis Borges o Vladimir Nabokov. Un relato que se deleita en sus múltiples juegos y en
un mise en abyme narrativo afín a las cajas chinas, en donde hay distintos niveles del relato
anidados uno dentro del otro. Sin embargo, la intención de Javier y de Cercas –al menos en un
primer momento- es la de producir un “Relato real”, aparente oxímoron que Javier –el personaje-
resume así en la primera parte del libro:
después de casi diez años sin escribir un libro, había llegado el momento de intentarlo
de nuevo, y decidí también que el libro que iba a escribir no sería una novela, sino
sólo un relato real, un relato cosido a la realidad, amasado con hechos y personajes
1 De aquí en más, para mayor claridad del ensayo nos referiremos al escritor real como Cercas y al personaje de la novela simplemente como Javier.
1
reales, un relato que estaría centrado en el fusilamiento de Sánchez Mazas y en las
circunstancias que lo precedieron y lo siguieron(Cercas 52)
Javier, y Cercas, aspiran a representar de un modo verídico la vida de Sánchez Mazas,
centrándose en el episodio de su fusilamiento fallido, una historia que puede ser comprobada por
medio de archivos y testimonios, pero usando los mecanismos y convenciones de la ficción. Pero
–o más bien, debido a esto- lo que resulta de esta búsqueda por el relato real es un híbrido entre
ficción y realidad, que desconfía de los añadidos y exageraciones de la ficción, pero que no puede
ser completado sólo con base en los documentos históricos que tienen a la mano Javier y Cercas.
Además, la misma narración de Soldados de Salamina ficcionaliza el proceso de documentación
y creación de la obra, relatando los pasos que sigue la investigación de Javier –y de Cercas- para
construir el relato de la vida de Sánchez Mazas.
Lo que propongo pues en este ensayo es analizar tanto esta desconfianza en la ficción –y
en los novelistas- que aparece una y otra vez en las opiniones de Javier en Soldados de Salamina,
que permean toda la narración y que surgen cada que Javier se encuentra con un novelista o hay
mención a los procesos ficcionales. También quisiera concentrarme en la búsqueda de Javier y de
Cercas por llenar los huecos de la historia de Sánchez Mazas, unos huecos que finalmente sólo
logran ser cubiertos –parcialmente- por la ficción, y cómo la misma narración es necesaria para
brindar un sentido de cierre a la obra y la vida de Sánchez Mazas.
Para entender mejor hacia que lugares conduciremos esta investigación es necesario dar
cuenta de las formas en que la obra de Cercas ha sido leída por diversos autores en los últimos
años. Teresa Gómez Trueba en “La Autoficción en la obra narrativa de Javier Cercas”, nos dice
que la producción literaria de Javier Cercas “parece una continua y trabada reflexión acerca del
papel del autor en la creación literaria, o, lo que en parte viene a ser lo mismo, acerca de las
2
relaciones entre vida y literatura. Tras años de reivindicación de la ocultación del yo, tras años de
‘muerte del autor’, Cercas […] se empeña obra tras obra en una concienzuda y desconcertante
reafirmación de la propia identidad” (68). Gómez Trueba lee Soldados de Salamina como un
ejercicio de autoficción, un termino que retoma de Serge Boubtrovsky, y que incluye a aquellos
relatos que presentándose como novelas, ofrecen un contenido autobiográfico o con detalles de
autobiografía, y que sin embargo, también beben de la ficción (67). Más adelante, Gómez Trueba
añade que, “evidentemente, los acontecimientos históricos o datos biográficos (verificables
extratextualmente) adquieren un carácter ficcional al ser incluidos en el texto, resaltándose la
ambigua frontera que separa lo real de lo ficticio” (68). Desde las primeras páginas de la novela
de Cercas, se observa sin embargo que hay una asimetría entre el Cercas y el narrador que habla
en la primera parte de Soldados de Salamina. Basta un ejemplo de esto: el Javier que narra la
novela menciona en el segundo párrafo que “acababa de cumplir cuarenta años” en 1994,
mientras que en la contracubierta del libro se da una breve biografía de Javier Cercas diciendo
que nació en 1962, haciéndole ocho años más joven que el narrador de la novela (Cercas 18).
A pesar de esto, tanto Javier como Cercas comparten la paternidad de un par de novelas, El
Inquilino y El móvil, así como la profesión de periodistas en Gerona. De cualquier modo, la breve
mención a la edad de Javier al inicio de la novela remarca ya el carácter ficcional del texto, a
pesar claro de que comparta ciertos rasgos biográficos con el escritor de Soldados de Salamina.
Sin embargo, el interés de la novela no reside en encontrar cada una de estas pequeñas asimetrías
entre la vida de Cercas y la del Javier de la novela, sino en ver qué efecto tiene esto sobre el
pretendido “relato real” de la novela. Por otro lado, Alícia Satorras Pons lee Soldados de
Salamina no como una auto-ficción, sino como:
el relato de un proceso de descubrimiento: el de que el secreto esencial que despierta
el desarrollo de la trama novelesca (y el hilo detectivesco), excusa para expresar una
3
verdad legitimada literariamente, es esencialmente “secreto” y por ello cobra su pleno
sentido cuando el personaje Javier Cercas renuncia a descubrir una verdad histórica
detrás de él. El relato real que pretende escribir al principio se convertirá en un relato
real por su naturaleza artística, por ser creación” (229)
De esta lectura habría que destacar la distinción entre la verdad histórica y la verdad creativa de
la ficción. Al principio de la novela, el narrador menciona tres perdidas importantísimas para el
relato: la perdida de su padre, el abandono de su mujer, y el estancamiento de su carrera de
escritor. Escribe el narrador que, “Tres cosas acababan de ocurrirme por entonces: la primera es
que mi padre había muerto; la segunda es que mi mujer me había abandonado; la tercera es que
yo había abandonado mi carrera de escritor. Miento. La verdad es que de esas tres cosas, las dos
primeras son exactas, exactísimas; no así la tercera” (17). Leída en el contexto general de
Soldados de Salamina, el “miento” de esta cita es importantísimo, pues por cercanía asocia la
idea de la escritura con la mentira, y sin embargo, es imposible olvidar que esta declaración de
abandono es precisamente una mentira puesto que está dicha dentro de un relato de ficción. Por
motivo de estos tres abandonos, el narrador de la novela se ve obligado a pedir su viejo trabajo en
la redacción de un periódico y hace notar que no es “un buen escritor, pero tampoco un mal
periodista” (18).
En este punto del relato, Javier considera la escritura como algo distinto al periodismo, es
decir, separa a la ficción, la mentira, de los escritores, de su labor meramente descriptiva –
verídica- como periodista. Y sin embargo, al interior de la novela, no parece que el narrador
guarde en alta estima el oficio del periodista. No obstante el hecho de que Javier considera el
periodismo simplemente como un oficio, una forma de sobrevivir, es precisamente este trabajo el
que lleva a su atención el episodio del fusilamiento fallido de Sánchez Mazas. Durante una
entrevista con el hijo de Mazas, el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, éste le cuenta a
4
Javier la historia de su padre, y cómo fue que escapo del batallón de fusilamiento en el santuario
de Collell. De la entrevista con Ferlosio hay más bien poco que se cuente en la novela, excepto
que “fue un tira y afloja agotador” donde si Javier intentaba preguntar por “la diferencia entre
personajes de carácter y personajes de destino, él se las arreglaba para contestarme con una
disquisición sobre (digamos) las causas de la derrota de las naves persas en la batalla de
Salamina” (19). El interés central recae entonces sobre la anécdota acerca del padre de Ferlosio, y
es en lo que más se concentra el narrador durante ese fragmento de la novela. A pesar de la
atención que Javier presta anécdota, páginas después se menciona que “la entrevista con Ferlosio,
conseguí finalmente salvarla, o quizás es que me la inventé” y cuenta que en ella jamás se
menciona el fusilamiento en Collell ni a Sánchez Mazas (21). Me parece importante recalcar el
acto de salvación que menciona Javier, tan cercano a la invención. Por un lado, salvar la
entrevista con Ferlosio implica eliminar los detalles superfluos de ésta para brindar sólo lo
esencial, mientras que el invento implica ficcionalización. Ambas acciones, cabe agregar, son
actos de edición. Incluso el acto del periodismo, realizado por un Javier Cercas decididamente
ficticio, conlleva un ápice de ficción.
Incluso si en la redacción de la entrevista con Ferlosio no se incluye la historia de Sánchez
Mazas, ésta queda incrustada en el recuerdo de Javier y años más tarde redacta un artículo acerca
de Sánchez Mazas “y su frustrado fusilamiento [que] había ocurrido más o menos al mismo
tiempo que la muerte de Machado” (Cercas 23). El narrador de Soldados de Salamina incluye
este breve artículo como prueba del carácter verídico de su narración, de igual manera que unas
páginas más adelante incluye una reproducción de una de las páginas del diario de Sánchez
Mazas. La publicación de este artículo, y el interrogante de qué fue exactamente lo qué pensó el
miliciano que dejo escapar a Sánchez Mazas, son el motor que da pie a la novela y la
investigación, dice . La historia de Sánchez Mazas, en suma, impulsa al Javier de la novela a
5
escribir de nueva cuenta. Sólo que ahora ya no busca escribir novelas, sino un “relato real”.
Robert Richmond Ellis en “Memory, Masculinity, and Mourning in Javier Cercas’s Soldados de
Salamina” señala que en la novela de Cercas la ética del recuerdo se encuentra inserta en una
empresa de auto-realización (518). En tanto que Javier Cercas intenta reconstruir el episodio de la
vida de Sánchez Mazas, también busca establecer una identidad propia, una vuelta a su oficio
como escritor. En este sentido, podemos conectar la idea de la auto-realización que menciona
Ellis con la Autoficción de la que habla Gómez Trueba, pues ambas ideas se ven unidas en el acto
de la escritura como búsqueda de una identidad por medio de la narración de la vida de otro,
Sánchez Mazas. En cierto sentido, además, Javier y Cercas se apropian de la historia de Sánchez
Mazas, ya que se apropian del título del libro que el Falangista no llega a publicar (“Soldados de
Salamina”) para su propia obra (Ellis 520).
La obra que Javier se propone escribir, en un primer momento, difiere de la novela pues
no se trata de una labor de imaginación, sino de documentación exhaustiva, de “reconstruir la
historia que quería contar y en llegar a conocer, si no todos y cada uno de sus entresijos, sí por lo
menos los que juzgaba esenciales” (Cercas 69). Un poco más atrás en la novela, Conchi, la novia
de Javier, le dice que el nuevo libro que él está escribiendo “mejor no sea una novela” pues le
dice que la imaginación no es su fuerte (Cercas 69). Esto no puede sino recordar una aseveración
previa del narrador cuando dice que “la guerra civil, de la que hasta aquel momento no sabía
mucho más que de la batalla de Salamina […] siempre me habían parecido excusas para nostalgia
de los viejos y carburante para la imaginación de los novelistas sin imaginación” (21). Lo que
distingue al proyecto de Javier, y la novela de Cercas, de estas novelas de “novelistas sin
imaginación” acerca de la guerra civil española, es quizá que la novela de Cercas da cuenta del
proceso de investigación previo la realización de la novela, al mismo tiempo que ofrece la
narración misma del episodio de Sánchez Mazas, así como la búsqueda posterior por dar un
6
cierre a la historia de Mazas presente en la tercera parte de la novela. Si, como lectores,
tuviéramos acceso solamente a la segunda parte de Soldados de Salamina –aquella que lleva el
mismo título que la novela- nos encontraríamos entonces ante uno de esos textos que desprecia
Javier en la primera parte del libro.
No es sólo que el mostrar las fuentes por medio de los cuales Javier y Cercas escriben la
segunda parte del libro, “Soldados de Salamina” lo que dota de un aire de verosimilitud a su
narración y que aleja a ésta de las novelas “sin imaginación” que mencionaba anteriormente;
también el mismo narrador de la segunda parte y los pequeños comentarios que hace acerca de lo
narrado dan credibilidad a la historia de “Soldados de Salamina”. A veces, en esta segunda parte
de la novela, el narrador parece ser omnisciente y relatar los hechos de la vida de Sánchez Mazas
desde un punto privilegiado, parecido al discurso de la historiografía clásica, pero en ciertos
puntos del capítulo, la voz del narrador interrumpe el relato para apuntar alguna cosa sobre ésta.
Por ejemplo, al relatar la inclusión de Sánchez Mazas a la Falange Española, el narrador apunta
que las ideas de Sánchez Mazas –y el resto de los falangistas- con el tiempo:
acabarían convertidos en el estilo de vida y las ideas que, primero adoptadas como
revolucionaria ideología de choque ante las urgencias de la guerra y más tarde
rebajadas a la categoría de ornamento ideológico por el militarote gordezuelo,
afeminado, incompetente, astuto, y conservador que las usurpó, [y que] acabarían
convertidas en la parafernalia cada vez más podrida y huérfana de significado con la
que un puñado de patanes luchó durante cuarenta años de pesadumbre por justificar
su régimen de mierda (86).
El quiebre tonal con el resto de la narración de la segunda parte es evidente. Donde antes se
encontraba un relato neutro de los hechos de la vida de Sánchez Mazas, se transforma en un
virulento ataque en contra del régimen militar liderado por Francisco Franco. Los adjetivos
usados para describir a Franco se alejan mucho del léxico del resto del capítulo; un tono, que
7
como ya hemos mencionado, oscila entre el narrador omnisciente y el discurso historiográfico.
Parece un aparte de la narración principal en el que se da cuenta de los efectos nocivos que tuvo
la ideología falangista de Sánchez Mazas en la historia de España en los años posteriores a la
guerra civil. Si bien no se vuelve una defensa explicita de Sánchez Mazas, sí pone en
contrapunto la persona y acciones de éste –que en varias ocasiones es llamado un cobarde por
distintos personajes de la novela- con las atrocidades de Franco y su partido. Es la irrupción de
un “Yo” en el relato, pero un “yo” inserto en la historia y consciente de qué lo que está narrando
tuvo repercusiones gravísimas para la vida en España durante 40 años.
El otro momento que me interesa mencionar ocurre páginas más adelante en el capítulo,
después de que estalla la guerra civil. El narrador escribe que “a partir de este momento el rastro
de Sánchez Mazas se esfuma […] lo que a continuación consigno no es lo que realmente sucedió,
sino lo que parece verosímil que sucediera; no ofrezco hechos probados, sino conjeturas
razonables” (89). Estas conjeturas están hechas a partir de “testimonios parciales” que Javier
Cercas junta para ofrecer una historia medianamente verosímil de la historia de Sánchez Mazas
durante esos tres años. Abandona pues la seguridad de una voz inserta en la historiografía y la
veracidad para adentrarse en el campo de la especulación, del relato. E indirectamente, se vuelve
una forma por parte de Cercas de mostrar el carácter conjetural de la historia. Vale la pena
recordar lo que escribe Linda Hutcheon acerca de la metaficción historiográfica, género donde
también se ha colocado Soldados de Salamina. Escribe Hutcheon que, “lo que la escritura
posmoderna de la Historia como la Literatura nos han enseñado es que tanto Historia como
Literatura son discursos, que ambos constituyen sistemas de significación por medio de los que
construimos un sentido del pasado […] En otras palabras, el significado y forma no está en los
eventos, sino en los sistemas que transforman esos “eventos” pasados en “hechos” históricos en
8
el presente” (89).2 Lo que señalan estas dos citas de Cercas es precisamente eso, que la historia y
la literatura son discursos pronunciados por alguien, y que por tanto, están atravesados por la
ideología del que los pronuncie (piénsese en la primera de las citas acerca de Franco), y que,
como discursos, son construidos en base a pedazos de otras narraciones, como ocurre con el
segundo de estos fragmentos. Historia y Literatura son narraciones.
Concluyamos este trabajo retomando la cita de Hutcheon, específicamente cuando dice
que “el significado no está en los eventos” sino en los “sistemas que transforman” esos eventos
en “hechos” históricos. Lo que busca Javier al escribir “Soldados de Salamina” es dar cuenta de
los eventos en la vida de Sánchez Mazas, con el menor número de adornos posible. Y sin
embargo, algo falta a esta narración. Dice el narrador que
el libro no era malo, sino insuficiente, como un mecanismo completo pero incapaz de
desempeñar la función para la que ha sido ideado porque le falta una pieza. Corregí a
fondo el libro, reescribí el principio y el final, reescribí varios episodios, otros los
cambie de lugar. La pieza, sin embargo, no aparecía; el libro seguía estando cojo
(Cercas 144).
Vale la pena mencionar primero que el relato que conforma la segunda parte de Soldados de
Salamina está ya mediado por varios procesos de reescritura a los cuales le somete el Javier de la
novela. Por otra parte, en esta cita es evidente que el mero referir de los hechos de la vida de
Sánchez Mazas no es suficiente para rozar ese “secreto mucho más esencial” que busca Javier –y
Cercas- cuando se dispone a escribir la historia del Falangista español. Lo que hace falta, piensa
Javier, es el contrapunto de un soldado del otro bando de la guerra, el cual encuentra, o cree
encontrar, en Miralles, amigo de Roberto Bolaño (escritor chileno real que aparece dentro de la
tercera parte de la novela y que juega parte decisiva en la conclusión de ésta) que luchó del lado
2 La traducción es mía
9
de los comunistas en la guerra civil, y más tarde en la segunda guerra mundial en el frente
francés.
Su búsqueda por encontrar a Miralles es ardua, y contra todo pronóstico, le encuentra. En
Miralles, Javier cree encontrar al carabinero que dejo escapar a Sánchez Mazas tras su
fusilamiento fallido. Sin embargo, cuando Javier mantiene un diálogo con Miralles, este último
le dice que “¡Hay que joderse con los escritores! […] Así que lo que andaba buscando era un
héroe. […] No hay héroes vivos, joven. Todos están muertos” (199). Javier busca un héroe, y lo
único que encuentra es un sobreviviente olvidado por la historia. Más tarde, al final de su
conversación, Javier le pregunta a Miralles directamente si él fue el soldado que dejo escapar a
Sánchez Mazas, a lo que éste responde simplemente “No” (205). El cierre a la historia que había
vislumbrado Javier es negado, pero esto no constituye un quiebre en la novela, sino que la
conduce por un camino distinto. En el “relato real” de Javier Cercas ya no se busca la explicación
total de la vida de Sánchez Mazas y el porqué de que el carabinero dejara escapar a éste, sino una
rememoración de las personas olvidadas por la guerra y la historia.
En conversación con David Trueba, director de la versión fílmica de Soldados de
Salamina, Cercas declara que la escena final entre Miralles y el narrador es una ficción hecha
para traer un cierre a la narración, y que el verdadero Miralles murió en los primeros 90’s, años
antes de que Cercas escribiera la novela (Cercas en Ellis 524). Esto apunta no sólo a que la
ficción no sólo es mentira, como piensa en un primer momento Javier en la novela, sino que
también brinda la posibilidad de un cierre a los hechos relatados en la novela. Además de esto,
también señala ese afán de conmemoración de los muertos que permea toda la última parte de
Soldados de Salamina, pues al describir ese encuentro ficticio entre Javier y Miralles, Cercas
está, al recordarlo, trayendo de vuelta a la vida a Miralles, un soldado que nunca tendría “en
10
ninguna ciudad de ninguna mierda de país […] una calle que llevara el nombre de Miralles”
(208).
La historia se resiste al cierre que busca Javier, pues nunca encuentra al miliciano que
dejo escapar a Sánchez Mazas, y de igual manera lo hace la novela. La novela termina
circularmente, con la revelación por parte de Javier acerca de la forma completa de su novela,
viendo toda su estructura desde la primera a la última palabra (“Adelante”). Es decir, termina con
el inicio de la narración. Al hacer este movimiento circular, la novela evita el cierre artificial de
una narración clásica, evitando también la progresión lineal de la historia, y “se pone al servicio
de lo inolvidable” (Ricoeur 912).
11
Obras citadas
Cercas, Javier. Soldados de Salamina. España, Tusquets, 2001.
Ellis, Robert Richmond. "Memory, Masculinity, and Mourning in Javier Cercas's Soldados de
Salamina." Revista De Estudios Hispánicos 39, no. 3 (Octubre 2005): 515-535. MLA
International Bibliography, EBSCOhost (consultado March 31, 2014).
Hutcheon, Linda. A Poetics of Postmodernism: History, Theory, Fiction. Londres, Routledge,
2003.
Piérola, José de. "El envés de la historia: (Re)construcción de la historia en Estrella distante de
Roberto Bolaño y Soldados de Salamina de Javier Cercas." Revista De Crítica Literaria
Latinoamericana 33, no. 65 (2007): 241-258. MLA International Bibliography,
EBSCOhost (consultado Marzo 31, 2014).
Ricoeur, Paul. Tiempo y narración III. México, Editorial Siglo XXI, 1996.
Satorras, Alícia Pons. ““Soldados de Salamina” de Javier Cercas, reflexiones sobre los héroes”.
Revista Hispánica Moderna, Año 56, No. 1 (Jun., 2003), pp. 227-245
(http://www.jstor.org/stable/30203908)
Trueba, Teresa Gomez. "'Esa bestia omnivora que es el yo': el uso de la autoficción en la obra
narrativa de Javier Cercas." Bulletin Of Spanish Studies 86, no. 1 (Enero 2009): 67-83.
Academic Search Complete, EBSCOhost (consultado Marzo 31, 2014).
12