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    UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRESFACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS

    CARRERA DE FILOSOFAFilosofa de la historia

    TRES OBJECIONES CONTRA LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTOHISTRICO

    Traduccin Pablo PachillaCaptulo III deNarration and Knowledge, Columbia University Press, 1985 (Incluye laversin completa deAnalytical Philosophy of History, aparecido en 1965)

    Pocos de nosotros, creo, tenemos alguna duda seria de que los historiadores aveces logren el objetivo que mnimamente les he atribuido: que a veces, de hechofrecuente y tpicamente, logran hacer afirmaciones verdaderas sobre cosas de su pasado.La cuestin es si estamos justificados para suponer esto. Traer a colacin tal cuestin,

    desde ya, no es para arrojar dudas sobre la competencia o integridad de loshistoriadores. Tenemos formas de discernir incompetencia o mendacidad, yhabitualmente somos capaces para determinar si las tcnicas historiogrficas estnsiendo abusadas o mal usadas. La cuestin es ms bien si estas tcnicas nos habilitan

    para lograr el propsito mnimo por el cual nos tomamos el trabajo de dominarlas, sinos permiten hacer afirmaciones verdaderas sobre cosas de nuestro pasado o decidir siuna proposicin que pretende hacer esto es verdadera o falsa. La cuestin es msgeneral todava que esto. Podra mostrarse que las habilidades, el dominio, y el usohonesto que califican a alguien, segn el criterio presente, como un historiador, fuerande alguna manera totalmente insuficientes para lograr nuestro propsito mnimo. Esdifcilmente plausible suponer que esto se pueda mostrar, pero si se pudiera, loshombres podran emprender la tarea de encontrar otro conjunto de tcnicas msadecuadas que las actuales para lograr este propsito. Seguramente ha pasado, en lahistoria del pensamiento, que un conjunto de tcnicas imaginadas como suficientes paraalcanzar un determinado fin, por ejemplo, para resolver una cierta clase de problema,hayan sido reveladas como insuficientes, y entonces hayan tenido que buscarse tcnicasnuevas y ms poderosas. Pero no estoy interesado aqu en objeciones contra las tcnicashistoriogrficas aceptadas actualmente. Ms bien estoy interesado en las objecionescontra el hecho de que nosotros seamos capaces, con cualquierconjunto de tcnicas, dehacer afirmaciones verdaderas sobre el pasado, con lo cual ulteriores

    perfeccionamientos de las tcnicas existentes seran tan vanos como, por ejemplo,

    ulteriores perfeccionamientos de los compases actuales una vez demostrado que uno nopuede triseccionar un ngulo nicamente con una regla y un comps. Poner la cuestinen esta forma general es montar un ataque contra los fundamentos del conocimientohistrico. Y es este ataque el que me va a ocupar ahora.

    No ocurre habitualmente que uno adopte una posicin de absoluto escepticismocon respecto a las afirmaciones que pretenden ser sobre el pasado. Uno puede dudar deesta afirmacin o la otra, pero comnmente por alguna razn vlida, como ser que unodesconfa de la persona que la hace, o que la evidencia en la que se basa le parecedefectuosa, o bien la rechaza porque entra en conflicto con alguna otra afirmacin en laque uno confa. Frecuentemente, de hecho, esa otra afirmacin es en s mismaunaafirmacin sobre el pasado. As, podemos rechazar la afirmacin de que Sir Walter

    Raleigh era ateo porque aceptamos como verdaderas otras afirmaciones acerca de sucomportamiento que se vuelven incompatibles con el hecho de que haya sido ateo. Y en

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    DANTO

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    (Filosofa de la Historia)

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    tal caso, estamos al menos siempre dispuestos a aceptar la contradictoria natural de unaafirmacin rechazada, esto es, que Sir Walter Raleigh no era ateo en s misma unaafirmacin acerca del pasado. Podemos aqu aceptar un escepticismo absoluto slo siaceptar cualquierafirmacin que pretende ser sobre el pasado entra en conflicto conalguna otra afirmacin que estamos dispuestos a considerar verdadera, y que excluye

    cualquier otra afirmacin sobre el pasado; eso excluye ambos Sir Walter Raleigh eraateo y su contradictoria natural. Pero cualquier afirmacin as debe ser totalmentegeneral si es para justificar un escepticismo absoluto, esto es, si es para provocar lainaceptabilidad tanto depcomo de no-p, sipes una afirmacin que pretende ser sobreel pasado. Por la contradictoria naturalde una afirmacin entendiendo la contradictoriaque mantiene el mismo sujeto, predicado, y tiempo verbal de la afirmacin rechazada.De tal manera que Sno era P es la contradictoria natural de Sera P.

    Voy ahora a proponer brevemente tres argumentos que, si resultan convincentes,provocan la imposibilidad de hacer cualquier afirmacin verdadera sobre el pasado, yque justifican un escepticismo absoluto tanto haciapcomo hacia no-psi stas estn entiempo pasado. Estos argumentos atacan afirmaciones que pretenden ser sobre el pasado

    en tres puntos diferentes: su significado, su referencia, y sus valores de verdad. No creo,de hecho, que ninguno de estos argumentos sea coercitivo. Ms an, es fcil ver qu es,en general, lo errneo en cada uno. Pero trabajar detalladamente con cada uno de ellosno es meramente instructivo filosficamente, ya que los argumentos mismos sonfilosficamente interesantes. Brindar, adems, diferentes aspectos del concepto dehistoria, y es esto lo que justificar, espero, el tratamiento ms bien extenso que

    propongo darle a estos argumentos en captulos ulteriores. Por ahora simplementepresentar y comentar brevemente cada uno.

    (1) Toda afirmacin que pretenda ser sobre el pasado carece, estrictamentehablando, de significado. Pero entonces, con afirmaciones que carecen de significado, lacuestin de si son verdaderas o falsas no puede traerse a colacin. Luego, si no podemoshacer una afirmacin significativa acerca del pasado, no podemos hacer una afirmacinverdadera acerca del pasado.

    Este argumento presupone una cierta teora del significado. El lector sofisticadoreconocer, de hecho, que lo que est presupuesto es el celebrado PrincipioVerificacionista del significado, el cual, en una de sus varias formulaciones, sostieneque una proposicin no-analtica es significativa slo cuando es verificable mediante laexperiencia. A veces esto ha sido entendido de manera que debemos poder tenerexperiencia de aquello de lo que trata la proposicin. Pero no podemos ahora tenerexperiencia de aquello de lo que pretenden tratar las proposiciones sobre el pasado,luego no podemos verificarlas, y por ende, por aplicacin del principio, carecen de

    significado. Pocos son tan puritanos o tan heroicos como para sostener esta visinextrema, y menos que todos quienes formularon el Principio Verificacionista, cuyopropsito, despus de todo, no era la extirpacin sino la explicacin de la cienciaemprica. Una versin moderada, sin embargo, que sostiene que el significado de unaoracin emprica esslo su modo de verificacin, tiene consecuencias que son casi tan

    paradjicas. Pues entre los modos de verificar afirmaciones histricas difcilmentepodamos esperar tener experiencia de aquello de lo que tratan. Porque no podemosahora hacer eso. Lo que hacemos, en su lugar, es buscar evidencia que las apoye, y estosugiere entonces que el significado de una afirmacin histrica es el proceso de

    bsqueda de evidencia histrica, y que las afirmaciones histricas, de acuerdo con esto,pueden ser interpretadas como predicciones acerca de los resultados de procedimientos

    historiogrficos. Pero todos estos procedimientos deben tener lugar despus delpronunciamiento de las afirmaciones histricas cuyo significado son, esto es, en el

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    el significado de una oracin es su uso, tendramos aproximadamente la mismaconsecuencia. Porque hacer afirmaciones acerca del futuro es el usode predicciones, yentonces, una vez ms, fallamos en ser capaces de usar afirmaciones histricas parahacer afirmaciones acerca del pasado. La tesis de que las afirmaciones histricas son

    predicciones (encubiertas) ha sido suscripta, en variadas maneras, por pragmatistascomo Peirce, Dewey, y Lewis; y por los positivistas, en particular, A. J. Ayer.

    (2) Quizs el argumento (1) confunde significado con referencia, un deslizfilosfico no poco comn. Pero aqu aparece una dificultad diferente. Ya que quizs nohay, o ms bien no haba, para las afirmaciones que pretenden ser sobre el pasado, nadasobre lo quetraten. Al menos es lgicamente posible que el mundo haya sido creadohace cinco minutos, intacto con nosotros y todas nuestras memorias, y conteniendo

    todas esas partes y pedazos de cosas que tomamos como evidencia de un mundo muchoms viejo del que en realidad habitamos. Toda la complexin presente del mundo

    podra ser exactamente como es, independientemente de cundo haya sido creado, y elmundo, tal como lo conocemos ahora, es compatible con una historia increblementecorta de s mismo. Pero entonces, si hubiera sido creado hace cinco minutos, no habrahabido nada, para las afirmaciones que pretenden ser sobre el pasado, a lo que ellas serefieran. Luego, dependiendo de cual de los anlisis actualmente ms reputados de loque se da en llamar expresiones referenciales, todas las afirmaciones de ese tiposeranfalsas(Russell) o bien la cuestin de su verdad o falsedad no podra plantearse(Strawson). Pero as, con ninguno de estos anlisis podra alcanzarse el objetivohistrico mnimo de hacer afirmaciones verdaderasacerca del pasado. La mayora delos desacuerdos histricos seran espurios. Ya que estrictamente hablando, cada par dehistoriadores en disputa estara o bien aseverando una proposicin falsa, o bienaseverando una proposicin acerca de la cual la cuestin de su verdad o falsedad no

    podra plantearse. Pero esto es exactamente lo mismo que ser escptico sobrepy sobresu contradictoria natural, sipes una afirmacin que pretende ser sobre el pasado.

    Este argumento, cabe aclarar, no es estrictamente general, y por ende implicauna objecin menos radical contra mi caracterizacin que la (1). Ya que incluso siadmitimos que el mundo vino al ser, intacto, hace slo cinco minutos, podramos anas lograr hacer algunasafirmaciones verdaderas acerca del pasado, como ser que elmundo vino al ser hace cinco minutos, as como otras afirmaciones acerca de eventos

    ocurridos en los ltimos (de hecho los nicos) cinco minutos. El argumento nodescartara toda afirmacin acerca del pasado porque presupone desde luego por lomenos una afirmacin acerca del pasado en su misma formulacin. De cualquiermanera, permite tan pocas afirmaciones genuinas acerca del pasado que su fracaso enser perfectamente general no deja sino un sabor agridulce en la industria historiogrfica.Porque, cuntos historiadores, despus de todo, estn interesados en lo ocurridodurante los ltimos cinco minutos?

    El argumento no requiere, desde ya, que el mundo haya de hecho empezado hacecinco minutos, sino slo que, hasta donde sabemos, hayapodidoempezar hace cincominutos. Puede haber empezado hace cinco minutos o no. Entonces quizs podamoslograr hacer afirmaciones verdaderas acerca del pasado o quizs no. Si lo logramos, no

    podemos saberque lo logramos. Ya que toda la evidencia es compatible con el hechode que el mundo haya venido al ser hace cinco minutos, y no tenemos, as, ninguna

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    manera de saber, sobre la base de la evidencia, si lo logramos o no. No estamos, luego,nunca en posicin de saber si nuestros desacuerdos histricos son genuinos o no. Peroesto, entonces, es lo mismo que ser escptico acerca depy de no-p, sippretende seracerca del pasado. Porque cuando no estamos en posicin, y no podemos en principioestar en posicin de juzgar si una proposicin dada es verdadera o falsa (o ninguna de

    las dos), qu es eso sino escepticismo con respecto a esa proposicin?En comparacin con (1), pocas personas se tomaron este argumento seriamente,excepto Bertrand Russell, quien lo formul, y ldijo que nadie poda sostenerloseriamente. Sin embargo, trae a colacin de manera dramtica una variedad decuestiones acerca del tiempo, la referencia, y el conocimiento, y merece un examencuidadoso.

    (3) Las afirmaciones histricas son hechas por historiadores, y los historiadorestienen motivos para hacer afirmaciones histricas sobre una cosa pasada ms que sobreotra. No slo eso, sino que los historiadores tienen ciertos sentimientos sobre las cosas

    pasadas que estn interesados en describir. Algunos de estos sentimientos pueden serpersonales, algunos pueden ser compartidos por miembros de varios grupos a los que el

    historiador pertenece. Tales actitudes inducen a los historiadores a hacer nfasis, arestarle importancia a ciertas cosas, de hecho a distorsionar. A causa del bagaje deactitudes que llevan, ellos mismos no siempre son capaces de detectar las distorsionesque realizan. Pero aquellos que pretenden detectar distorsiones tienen ellos mismos unaserie de actitudes, y por ende su propia manera de enfatizar, restar importancia ydistorsionar. No tener actitudes es no ser un ser humano, pero los historiadores son sereshumanos, y no pueden, conforme a esto, hacer afirmaciones perfectamente objetivasacerca del pasado. Toda afirmacin histrica, como consecuencia de factores personalesinexpugnables, es una distorsin, y por ende no del todo verdadera. Por eso no podemoslograr hacer afirmaciones acerca del pasado que seantotalmente verdaderas.

    Este argumento parecera, al enfrentarnos con l, abierto a una fcil carga deinsignificancia. Qu significara, por ejemplo, decir que todo objeto en el mundo esttorcido? Slo podemos determinar que algo est torcido comparndolo y contrastndolocon cosas derechas, y si no hay cosas derechas, no podemos aplicar la expresintorcido significativamente. Es un trmino que requiere lgicamente su opuesto polar.Pero as tambin sucede con las distorsiones. Si no tenemos idea de cmo es unaafirmacin sobre el pasado no distorsionada, qu sentido le podemos dar a la expresinafirmacin distorsionada? Y si efectivamente tenemostal idea, podemos en principio

    producir instancias de afirmaciones no distorsionadas, y el argumento es incorrecto.Luego, esta objecin concluye, o bien el argumento carece de significado o bien eserrneo.

    Pero de hecho esta objecin no es especialmente convincente, y quienesproponen (3) pueden, y comnmente lo hacen, sortearlo fcilmente. Ya que no dicen, enefecto, algo como Todo est torcido sino slo que una cierta clase de cosas esttorcida. Entonces puede haber una clase de cosas derechas que hagan que estaafirmacin sea inteligible. Entonces, nuevamente, no dicen que toda afirmacin es unadistorsin, sino slo que las afirmaciones histricasson distorsiones. La clase de lasafirmaciones histricas est entonces contrastada como un todo con otra clase deafirmaciones, presumiblemente no distorsionadas, como ser la clase de las afirmacionescientficas. Lo que dice Margaret Macdonald sobre el criticismo en la siguiente cita

    puede ser aplicado sin problemas a la historia:Hablar crticamente sobre una obra es una construccin de ella por alguien en

    un momento particular, en un cierto contexto social. As, el criticismo no tiene, ni puede

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    tener, el carcter impersonal de reglas estrictas, aplicables independientemente deltiempo y el lugar, apropiadas para la ciencia y las matemticas.

    As que aparentemente sabemos qu tipos de relatos son objetivos, esto es,aquellos que son independientes del tiempo, el lugar, y las actitudes personales dequienes los ofrecen. Pero el criterio preciso que nos permite saber cundo un relato es

    objetivo nos permite, asimismo, saber cundo no lo es. Nosotros mismos no podemosofrecer un relato del mismo tipoque uno del que decimos que no es objetivo, y que esen s mismo objetivo. Porque cualquier relato tal sera relativo a nuestro propio tiempo,lugar, y actitudes personales. Ya que sabemos que cualquierrelato de ese tipo fracasaen ser objetivo. Y los relatos histricos son todos de ese tipo.

    El argumento (3), de una forma o de otra, ha sido defendido por un nmero depensadores con distintas convicciones. Nietzsche, por ejemplo, lo us en un celebradoaforismo, el cual fue luego citado aprobatoriamente por Freud. Dice: Mi memoria diceque hice esto. Mi orgullo me dice que no pude haberlo hecho. Mi memoria sucumbe, ymi orgullo permanece inexorable. El orgullo aqu ha distorsionado la memoria, y loque quiero creer sobre el pasado distorsiona la verdad. Pero es desde luego lgicamente

    posible que cada una de mis memorias haya sido urdida por el orgullo, o en todo casopor mis actitudes, deseos, o sentimientos. Luego, cada memoriapuedeser unadistorsin, hasta donde sabemos. No tengo manera de saber si mi memoria es correcta ono. Por lo cual inclusive si es correcta, no tengo manera de saber que lo es. Puede serobjetado que seguramente tenga maneras. Puedo apelar a evidencia independiente. Perosi esta independencia consiste en apelar a la memoria de otros, qu fundamentos tengo

    para suponer que la memoria de los otros est menos distorsionada que la ma? Es ciertoque hay otros tipos de evidencia, como ser anotaciones en diarios, recortes de

    peridicos, etc. Pero en este punto el argumento relativista general(3) sobreviene, y mivaloracin de la evidencia ser una vez ms influenciada por factores personales, y as.El argumento de Nietzsche, despus de todo, no est restringido a la memoria. En midiario puedo decir que hice tal o cual cosa. Yo desapruebo el haber hecho eso, y mi feen el diario colapsa: digo que lo debe haber escrito otro, o que slo lo hice para serinteligente.

    Este argumento me parece el ms imponente de los tres, a pesar del hecho deque su afirmacin por sus principales postulantes, Beard, Becker, Croce, haya sidodistorsionada por las particulares actitudes, prejuicios, y sentimientos que tenan.

    Necesita ser pulido y mejorado, pero en el fondo tiene algo correcto e importante, ysubsiguientemente voy a modificar mi caracterizacin mnima de la historia en trminosde este argumento. De hecho, ya me compromet con puntos de vista con los que debeser afn. Porque dije que la significatividad histrica es dependiente de la

    significatividad no-histrica, y que la ltima es en gran medida un asunto de lasactitudes particulares e intereses del historiador, de lo cual se sigue que todo nuestromodo de organizar el pasado est causalmente involucrado con nuestros propiosintereses particulares, sean cuales fueren.

    Pero ahora voy a considerar todos estos argumentos en el orden en el que los heexpuesto, y dedicar un captulo a cada uno de ellos.

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