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Ricardo HeviaMaster of Arts en Educación Comparada, Chile.Consultor de OREALC/UNESCO Santiago.

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Estamos viviendoun profundo yrápido cambio

cultural que afectanuestra manerade vivir juntos.

Frente a la crisis de sentido, una pedagogía de la confianza

CAMBIO CULTURAL y crisis de sentido

Dado que estamos viviendo un profundo y rápido cambio culturalque afecta nuestra “manera de vivir juntos” y cuestiona, por tanto, laorientación y finalidad de las instituciones culturales que apuntan a laconstitución de lo social –la escuela entre ellas–, el primer foco estratégicodel PRELAC está referido a los “sentidos” de la educación.

Algunos de estos cambios culturales tienen relación con los efectosen la manera de vivir en sociedad de los fenómenos correlacionadoscon la globalización, la expansión de la economía de mercado y losavances tecnológicos. Todos tienen una dimensión cultural que cambialas prácticas y las representaciones de la convivencia: el mercado, porejemplo, fomenta una “individualización” de la responsabilidad y unaflexibilización del vínculo social que modifican nuestras formas de “vivirjuntos”.

La individualización es uno de los cambios culturales más importantesde la actualidad. Las personas buscan más libertad para asumir riesgosy participar en la vida social, al tiempo que se desprenden de los vínculostradicionales que las enclaustraban. En este mismo esfuerzo, sin embargo,muchas pierden la protección de una sociedad que basaba fuertementesus relaciones en los lazos protectores de las familias extendidas. Elentramado social se ha vuelto más frágil.

A raíz de las transformaciones culturales, las personas encuentrandificultades en darle inteligibilidad y sentido a su modo de vida. Reinala perplejidad y se multiplican los indicios sobre una desvinculaciónemocional. Esto es lo que confirma el Informe de Desarrollo Humanodel PNUD de 2002, en el cual –pese al buen comportamiento de lasvariables socioeconómicas de Chile en los últimos años– sólo un 14%de los y las entrevistados/as afirmó que “los cambios tienen una direcciónclara y se sabe a dónde van”, mientras que un tercio consideró que loscambios de la sociedad chilena no tienen destino y carecen de brújula(Lechner, 2002).

Difícilmente los ciudadanos se ven a sí mismos formando parte deun sujeto colectivo, de un “nosotros”, y muchas personas no suelenpercibirse como ciudadanos libres de elegir su destino. Entre laexperiencia subjetiva cotidiana y la manera de vivir juntos se abre unabrecha. Los individuos no encontrarían en la democracia un “sentidocomún” que les ayude a vivir los cambios sociales como algo significativopara ellos y como una experiencia compartible.

La dimensión cultural de la política hace referencia a la experienciasubjetiva del “nosotros” y de nuestras capacidades para organizar lasformas en que queremos convivir. Y la dimensión cultural de las políticaspúblicas –en este caso, de las educativas– alude a la constitución delo social que promueve la escuela.

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DIVERSIDAD CULTURAL:entre la fragmentación socialy el pluralismo

Los cambios culturales incrementan la diversidad deactores y factores que forman la trama social. La diversidadsocial representa una de las grandes riquezas de nuestrospaíses, siempre que ésta sea contenida por un orden. Sindicho orden, la diversidad tiende a desembocar en unafragmentación, lo que el informe del PNUD (2002) constatallamándola la “diversidad disociada” de la sociedad chilena.

La racionalidad mercantil (competitividad, rentabilidad,eficiencia) va introduciendo cada día con más fuerza unadinámica inédita en nuestra convivencia social. Pocasactividades quedan al margen del mercado. La realidadsocial llega a ser vivenciada por muchos como una “máquina”avasalladora que expulsa a quien no sabe adaptarse.Enfrentado a esta “lógica social”, el individuo requiere deuna fuerte personalidad para aprovechar las oportunidades.No todos lo logran: muchos tratan de sobrevivir a los cambiosacelerados refugiándose en el ámbito privado y sintiéndoseexcluidos de lo social. Exclusión que no es sólo del bienestareconómico y de las redes sociales, sino –y ante todo–exclusión de una “comunidad de sentidos”, que conciernemás a una manera de vivir juntos que a un asunto de pobrezamaterial.

Es que el mercado por sí solo no puede dotar de sentidoa la convivencia social. El mercado no reflexiona sobre loque significa una u otra forma de organizar la convivencia,ni genera acuerdos acerca de los principios y normas queregulan la interacción y comunicación social. Es decir, noincorpora la subjetividad de los individuos a sus mecanismosde coordinación. Por lo mismo, el buen funcionamiento delmercado no impide que estallen en la sociedad ciertastendencias disociadoras, como la violencia entre ellas. En laactualidad, los riesgos de una sociedad fragmentada en unarchipiélago de islas inconexas otorgan una nueva importanciaal tema de la cohesión social. El debilitamiento de lasidentidades colectivas provoca sentimientos de inseguridady pérdida que hace muy difícil integrar la diversidad socialen un “nosotros” que incorpore las experiencias subjetivasde los ciudadanos.

DE UNA SOCIEDADJERARQUIZADA a unasociedad de redes

Por otra parte, el cambio cultural significa que cada díapesan menos las estructuras y los roles sociales definidosen función de ellas, al tiempo que se fortalecen los individuosy las redes que los relacionan. La sociedad está cambiandode una sociedad de roles, a una de redes (Castells); de unasociedad donde lo básico eran las estructuras, a una dondelo básico lo constituyen los sujetos (Touraine).

La sociedad de redes se contrapone a la industrial porla horizontalidad, la descentralización, la autonomía de suspartes, la versatilidad funcional y la ausencia de normasformales que restringen el funcionamiento de lasorganizaciones. Sus valores son la interdependencia entrelas partes, la libre asociación y la adaptabilidad al cambio.Ello se traduce en la necesidad de desarrollar la habilidadpara consensuar acciones y la capacidad para moverse enescenarios inciertos, haciéndose cada vez más necesarioel aprendizaje constante, la gestión del riesgo y la reciprocidadbasada en la confianza.

Ante la diversidad de funciones, estructuras y sistemasdentro de una sociedad, las redes constituyen una forma decoordinación que combina la independencia (organismosautónomos) y la interdependencia (cooperacióninterorganizacional). Ante la diversidad de las sociedadescontemporáneas, aumenta la necesidad de integración,dando como resultado las redes de cooperación eintercambio, el pluralismo.

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El concepto de red en su forma más básica está referidoa un campo social constituido por relaciones entre personas,con una corriente permanente de intercambio recíproco. Losactores establecen lazos de cooperación para obtenerresultados que no pueden lograr solos; de manera colectivaestablecen objetivos comunes que son los que dan vida ala red, y recuperan los factores no materiales, como laconfianza y la solidaridad, para establecer las condicionesde trabajo que hagan más eficiente el manejo de los recursos.

La sociedad actual se encamina a la idea de trabajarcon otros o desde una red, porque se entiende que lasexperiencias en favor de la promoción de las relaciones deasociación generan, a su vez, la posibilidad de intercambio,de canalizar y coorganizar las iniciativas sociales.

De lo anterior es posible destacar importantes desafíospara las políticas públicas y, en particular, para las educativas.Entre ellos:

• Elaborar políticas que ayuden a la construcción desentidos y no tanto de roles. La comunidad construidaen función de sentidos se desenvuelve mejor ensociedades de redes. Cuando es necesario construir un“nosotros” hay que apoyar la “individualización”. No hay“nosotros” si no hay individuos que se puedan relacionarentre ellos.

• Elaborar políticas diversificadas, de acuerdo a lasnecesidades de los actores y no homogéneas, comotienden a ser ahora. Por ejemplo, es común al hablar de“pobres” y propender a asumir que son todos iguales

cuando, en realidad, la pobreza tiene múltiples rostrosy dimensiones. No distinguir estas diferencias hace quelas políticas sociales no lleguen a todos, pues noresponden a todos de la misma manera. En el caso delas políticas educativas es muy claro que algunas sondiseñadas en función de estructuras y no de lasnecesidades de los estudiantes, lo que no conduce amejorar la calidad de los aprendizajes.

• Elaborar políticas que permitan a las personasresponsabilizarse de sí mismas y que potencien elempoderamiento de la familia para que se traduzca encapital social.

DE LA RACIONALIDAD TÉCNICAa la racionalidad práctica

La distinción que hace Habermas (1984) entreracionalidad técnica y racionalidad práctica ayuda a reflexionarsobre el sentido de las políticas educativas.

La racionalidad técnica está orientada hacia el controlo dominio de la realidad; por tanto, se preocupa delrendimiento, de las tácticas y estrategias. El progreso técnicotiene que ver con lo instrumental: disponer de la realidadsometiéndola a un proceso de objetivación gracias a laracionalización científica. Por el contrario, la racionalidadpráctica tiene relación con los valores, en el sentido de quererampliar la comprensión de las relaciones entre las personas,por lo que se preocupa de las normas de convivencia, dela vida social, de la familia. Desde este punto de vista, lademocracia es parte de su ámbito, entendida como la maneraque tienen las personas de ponerse de acuerdo para convivirbajo condiciones objetivas.

Ahora bien, la pregunta por el o los sentidos de laeducación está referida a cómo la escuela y las políticaseducativas dan cuenta de estas dimensiones; esto es, decómo la escuela y las políticas educativas resuelven lacoexistencia entre lo instrumental y lo valórico, cómoarmonizan los componentes técnicos de la educación(preocupación por los conocimientos productivos) con losprácticos; es decir, con la equidad social y, en general, conel mundo de los valores. El desafío es entender cómo estaslógicas se integran o complementan.

Cuando esnecesario construirun “nosotros” hay

que apoyar laindividualización.

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Bajo la racionalidad técnica, la forma de organización deltrabajo que impera es el mecanismo del “mando y control”. Encualquier organización del trabajo, sea una escuela o unaempresa, el superior es quien ordena lo que es preciso hacery cómo hacerlo, y luego controla el cumplimiento de loencomendado. El trabajador (profesor o alumno, en el caso dela escuela) obedece, pues teme las consecuencias que resultaríande no hacerlo. En último término, el “mando y control” funcionabasándose en la fuerza del miedo. Además de ser un granmecanismo de control social, el miedo es el instrumento por elcual aprendemos a desenvolvernos en instituciones jerarquizadas.La confianza, por el contrario, es el fundamento de toda relaciónsocial que no está basada en la fuerza ni en el temor.

La pregunta sobre el sentido de la educación debe referirsea si estamos formando a personas que aprenden a basar susrelaciones y comportamientos sociales en el miedo, o en sucontrario, en la confianza. Cada día más comienza a valorarseel aprendizaje de la confianza como la emoción que debe fundarlas competencias requeridas para desenvolverse con éxito encualquier organización social. Y la escuela debe jugar un papelcrucial en ello.

HACIA UNA PEDAGOGÍAde la confianza

Uno de los rasgos que caracteriza al ser humano es elreconocimiento de la vulnerabilidad que amenaza a nuestraexistencia (Heidegger). Vivimos permanentemente en laincertidumbre. Sin embargo, la percepción de vulnerabilidadvaría dependiendo del grado de confianza con que nosrelacionamos con los demás. La confianza o la falta de ella sonindicadores emocionales del grado de fragilidad con que nospercibimos. Cuando hay confianza nos sentimos más seguros,más protegidos, menos desamparados. Cuando no la hay, lasamenazas aumentan y tenemos la sensación de que corremospeligro. La falta de confianza incrementa el temor. Quien desconfíahabita en el miedo y siente como amenazantes las acciones delos otros.

La confianza y la falta de ella nos hablan de la maneracomo encaramos el futuro en función de los peligros queéste puede deparar. Definen, por tanto, nuestro modoparticular de relacionarnos con el mundo y con el futuro.Desde la confianza o la desconfianza nos situamos en elmundo de una manera diferente: en un mundo más abiertoy desprotegido, o en uno más hostil y amenazante. Laconfianza es un gran disolvente del temor e implica unaapuesta, pues nada garantiza la seguridad, nada eliminalas contingencias. Podemos apostar a una u otra yobtendremos resultados distintos.

Si la confianza posee el efecto de disolver el miedo,de permitirnos mirar el futuro con optimismo, de reducirla incertidumbre y disminuir la complejidad, la confianzaes un requisito fundamental para actuar. El temor y ladesconfianza inhiben, paralizan; la confianza nos poneen movimiento y dinamiza nuestra capacidademprendedora.

Pero ella no es sólo un antecedente de la acción, sinoque es también resultado de la misma. Ambas seretroalimentan. La confianza nos impulsa a actuar ynuestras actuaciones harán crecer o disminuir la seguridadque tenemos sobre nuestro desempeño. Del mismo modo,el nivel de desempeño de una persona afectará el nivelde confianza que tengamos sobre ella.

Todo sistema social, y por lo mismo la escuela, requieredesenvolver la confianza como condición de funcionamiento.El sistema escolar está llamado a desarrollar, tanto a nivelde sus estructuras como de su cultura organizacional,mecanismos para generar confianza en sus miembros. Laescuela tiene que transformarse en un espacio que amplíela capacidad creativa y amorosa de los seres humanos, yen un lugar donde la confianza sea cultivada como el valorbásico donde tienen lugar los aprendizajes.

De aquí la importancia de poner en práctica en lasescuelas una verdadera pedagogía de la confianza,que sugiere la institucionalización de ciertos mecanismospara generar este valor en los estudiantes. Entre estosmecanismos es posible destacar:

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queremos hacernos cargo aunque no las conozcamostanto. La solidaridad, así como el amor, es un grangenerador de confianza. Por ella declaramos que esasotras personas nos importan y que estamos dispuestosa actuar para hacernos cargo de sus problemas. En unaorganización como la escuela, la solidaridad expresa elnivel de su cohesión interna.

• La participación como valor propedéutico de la confianza.Una escuela que cree en el valor formativo de laparticipación no desconfía, prejuzga ni culpa a las familiasde los deficientes aprendizajes de los estudiantes, sinoque las incorpora –como a los demás miembros de lacomunidad educativa– a las propuestas de desarrolloinstitucional, y a la planificación y programación deactividades formativas.

• Otros valores importantes de trabajar son los de ladiversidad y el pluralismo. La diversidad no debe servista como un problema a resolver, sino como unaoportunidad para desarrollar los valores del pluralismo,la tolerancia, la inclusión y la equidad social. Mientrasmás pluralista sea la escuela, más éticos serán susprofesores.

En resumen, estos son los valores que nos permitenhacernos cargo de nosotros y de responsabilizarnos por elotro. Porque lo esencial en la construcción de nosotrosmismos es hacernos cargo de los otros (Levinas).

• La generación de normas de comportamiento ycooperación consensuadas. Si los profesores estimulanla cooperación entre los estudiantes desarrollaránconfianza. Por el contrario, si fomentan la competitividadprovocarán diversas formas de desconfianza. Cuandolas reglas del juego de la escuela son conocidas, claras,simples, legítimas y respetadas, las personas sabrán aqué atenerse, por lo que la incertidumbre se reducirá yla confianza aumentará. Pero si las normas no sontransparentes, son impugnadas, o existe arbitrariedady autoritarismo, afectarán negativamente el nivel deconfianza al interior de la escuela.

• El ejercicio de una autoridad responsable. Una relaciónbasada en la confianza no necesariamente es una relaciónentre iguales. De hecho, en la escuela no todas laspersonas son iguales, ni tienen el mismo poder. Entredirectores, profesores y estudiantes hay una gran asimetríade poder. La experiencia muestra, sin embargo, que ladiferencia entre una buena y una mala escuela radicaen la forma en que el poder es ejercido: en las relacionessustentadas en la confianza, es ejercido por la autoridady no recurriendo a la fuerza. En este sentido, la autoridades un poder conferido, por tanto revisable y,eventualmente, revocable. El ejercicio de otorgar y evaluarel poder es un elemento clave para generar y formar enla confianza.

• Contratos de corresponsabilidad de aprendizaje en tornoa metas. Los contratos de aprendizaje en función deobjetivos no sólo deben involucrar a cada estudiante,sino también a los profesores, directivos y ojalá a lasfamilias, en el sentido de apoyar a que alumnos y alumnasalcancen sus metas. Estos contratos deben respetar elbagaje cultural de los estudiantes y sus propios modosde aprender, por lo que deben ser personalizados. Elcompromiso de los profesores no es el de “pasar materia”y entregar información, sino de generar conocimiento,que verdaderamente produce confianza y facilita moverseen el mundo.

• Llevar adelante un proceso de socialización en valores.La escuela no sólo debe comprometerse a dar informacióny entregar conocimiento, sino también a formar a susestudiantes en valores. Los valores son los que orientannuestras decisiones y expresan lo que verdaderamentenos importa. Un valor estandarte en el que la escueladebe formar a sus alumnos es la solidaridad. A diferenciadel amor, que supone tener un conocimiento del otro,la solidaridad está referida a personas de las cuales

La solidaridad,así como el amor,

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