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espacios ultramarinos en el xviii

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  • LOS ESPACIOS MARTIMOSDEL ULTRAMAR ESPAOLA MEDIADOS DEL SIGLO XVIII

    Pablo E. PEREZ-MALLAINA BUENOProfesor titularde la Universidad de Sevilla

    En los aos centrales de la decimoctava centuria se alteraron algunos delos presupuestos bsicos que haban regido la estrategia naval de los espacios martimos de la Amrica espaola. Los acontecimientos de la Guerra

    del Asiento (1739-1748) fueron el ltimo eslabn de una serie de circunstancias que aconsejaron terminar con la antigua ruta de Tierra Firme, y ello

    desencadenaba necesariamente dos novedades aadidas: el fin de la prohibicin de navegar desde Espaa al Pacfico y el desmantelamiento de laArmada del Mar del Sur (1). Pero adems, en 1748, una Real Orden supri

    ma la Armada de Barlovento que haba tenido la misin de proteger elCaribe y el Golfo de Mxico (2).

    Con todo ello, a mediados del XVIII se producan unas alteraciones muynotables en los mares americanos. La defensa quedaba centralizada y encomendada a las unidades de la Armada Real, un nico cuerpo basado en lametrpoli, que sustitua a la defensa local proporcionada por los escuadro

    nes basados en las colonias. El sistema de convoyes tambin quedaba seriamente trastocado al eliminarse la ruta ms compleja y cuyos galeones habandespertado sueos de riqueza y codicia en media Europa. Finalmente, elPacfico, que desde muy pronto tuvo la consideracin de un mar cerrado yprohibido, incluso para los barcos espaoles procedentes de la pennsulaIbrica, quedaba ahora abierto al envo de navios de registros a travs delcabo de Hornos. Todava permaneceran hasta el ltimo tercio del XVIII losconvoyes a Nueva Espaa y un sistema muy restringido de puertos de saliday llegada, pero entre 1740 y 1776 slo se despacharon seis expediciones a

    Nueva Espaa. Ese ltimo ao 1776, marcar, de hecho, el desmantelamiento definitivo del sistema de convoyes y el inicio del fin del sistema depuerto nico que se completar en el Reglamento de Comercio Libre de

    1778.Aunque las reformas emprendidas por Carlos III en el sistema de comunicaciones transatlnticas tienen una reconocida importancia y han sidotratadas abundantemente por diversos historiadores, creo que las adoptadas a mediados de la centuria tuvieron una mayor trascendencia y supusieron un primer y ms amplio paso para alterar el orden tradicional.

    (1) Prez-Mallana Bueno, Pablo E. y Bibiano Torres Ramrez. La Armada del Mar delSur. Sevilla 1987, pgs. 234-242.

    (2) Torres Ramrez, Bibiano. La Armada de Barlovento. Sevilla, 1981, pg. 212.

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  • Un primer anlisis de estos hechos puede ver en ellos una realizacinms del afn ordenador y modernizador del reformismo borbnico. Expre

    sado de esta manera, la iniciativa parece corresponder a los legisladores dela nueva dinasta, cuando, realmente, las disposiciones legales no hicieron

    ms que adaptarse a un mundo americano que habr evolucionado profundamente desde la segunda mitad del siglo XVI, momento en el cual se con

    solid el sistema que doscientos aos despus comenzaba a desmantelarse.El mrito de los reformadores es innegable, pero lo extrao es preguntarsepor qu no se produjeron antes los tan necesarios cambios.

    En la segunda mitad del siglo XVI se fijaron los presupuestos estratgicos que haban de regirlos espacios ocenicos americanos a lo largo de doscientos aos. Pueden resumirse en tres puntos:

    1. Concentracin de la defensa en unos espacios tiles (aqullos queproducan metales preciosos) y en una mercanca estratgica: la plata. Esteplanteamiento estratgico lo resuma muy bien Marcos de Aramburu enuna carta enviada al rey a comienzos del siglo XVII: "Lo que me parece convena es que slo se trate de que la plata y el oro de Su Majestad y de particu

    lares vaya con seguridad... con esto el enemigo no puede tener aprovechamiento ninguno... y no habindolo, volver tan castigado de ello y de lostrabajos y prdidas que en discurso tan largo se han de ofrecer, que le tem

    plar la voluntad tan viva que de ir a aquellas partes (el Per) muestra tener" (3).

    2. Dicha defensa se ejercera con la construccin de fortalezas en puntos claves; con el mantenimiento de unidades navales con base en la metrpoli que estaran destinadas a actuar como escoltas de convoyes, manteniendo as un pasillo martimo entre Espaa y las colonias, y finalmente,la aparicin de escuadrillas navales basadas en Amrica que nacieron concierta vocacin de ejercer una defensa zonal, pero que terminaron por colaborar en la defensa de los pasillos transatlnticos (4).

    3. El ocano Pacfico tendra la consideracin de un mar cerrado, prohibido incluso para los barcos procedentes de la pennsula Ibrica. De esta

    manera se pretenda convertir el litoral occidental del mayor ocano del planeta en un mar interior hispano, evitando as el contrabando y los ataques alPer, la regin ms productiva en metales preciosos en aquellos momentos.

    Esta estrategia ha sido muy criticada, indicndose que de esta maneraAmrica, convertida en una especie de corral trasero de la Monarqua Uni-

    (3) Museo Naval de Madrid. Coleccin Fernndez Navarrete, tomo XXVI, documento51, folios 345-346 v..

    (4) El primer intento de crear la Armada de Barlovento es de 1575, mientras que el origende la Armada del Mar del Sur se sita en 1580.

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  • versal, slo era atendida como un lugar donde sacar un dinero que luego sederrochaba en la intil contienda de Flandes, contribuyendo a la marginali-zacin de amplios espacios americanos, que luego seran ocupados por laspotencias extranjeras. Sin entrar a criticar la concepcin global de la estrategia defensiva del imperialismo hispano, lo cual por otra parte es relativa

    mente fcil de realizar a posteriori, creo que no hay que ser excesivamenterigurosos con las tcticas adoptadas en la segunda mitad del siglo XVI paraasegurar los espacios navales americanos. Ni fueron ilgicas, ni contribuyeron al derrumbe del podero espaol, el cual se produjo principalmente porcomplejos y variados procesos de agotamiento interno. El sistema de convoyes no es una prueba ms de la falta de previsin espaola ni de su anti

    cuada visin de la resolucin de problemas, pues en poca tan recientecomo la de las dos ltimas guerras mundiales, el pragmatismo anglosajn,no puesto en duda por nadie, tuvo que reinventarlo para enfrentarse a unosenemigos, los submarinos alemanes, que en tanto recuerdan a los corsariosa los que se opusieron las flotas de Indias.

    La estrategia inventada en tiempos de Felipe II era lgica siempre que secumplieran dos presupuestos estratgicos y uno econmico. En primerlugar, siempre que el poder militar espaol fuera capaz de mantener laexclusividad territorial en Amrica, impidiendo que otras potencias extranjeras poseyesen bases cercanas desde donde interceptar los convoyes. Este

    objetivo se logr plenamente a lo largo del siglo XVI, a pesar de los repetidosy conocidos intentos de agresin de los corsarios franceses o ingleses, loscuales, finalmente, no lograron nunca asentarse permanentemente en ninguna porcin del continente americano.

    En segundo trmino, era tambin preciso mantener el dominio del mar,pues de otra manera, reunir las fuerzas en convoyes era exponerse a perdertodos los barcos de una vez ante el ataque, no ya de corsarios, sino de las

    nacientes marinas nacionales que pudiesen ser superiores. Pero tampoco eneste caso los enemigos de la monarqua espaola consiguieron xitos decisivos. A pesar del fracaso que supuso el no poder mantener abierto el Canal

    de la Mancha, ni los ingleses ni los holandeses tuvieron, durante el siglo XVI, capacidad para disputar con xito el dominio de los espacios oce

    nicos abiertos. Incluso tras el fracaso de la Gran Armada de 1588, cuando en1591 Richard Granville quiso interceptar las flotas en las Azores, slo consigui ver dispersadas sus unidades y ser l mismo, y su navio insignia, elfamoso "Revenge", apresado por los espaoles. En los mares americanosigual suerte corri la ms espectacular de las expediciones corsarias, la dirigida en 1595 por John Hawkins y Francis Drake, que tras la muerte de estos

    dos marinos, fue dispersada y obligada a retirarse tras un encuentro en elcanal de Bahamas con la armada de Pedro Menndez Marqus, sin haber

    alcanzado ninguno de sus objetivos.Finalmente, la tctica espaola precisaba de un ltimo elemento decarcter puramente econmico. Como acabamos de ver, el consejo deAramburu al rey se basaba en la premisa de considerar a la plata y al oro

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  • como nicas mercancas susceptibles de proporcionar beneficios econmicos y, por ello, despertar la codicia de los extranjeros. Hay que reconocer que

    a lo largo del siglo XVI, pocas mercancas que no fuesen los metales preciosos superaban con xito la dura prueba de los altos costes y riesgos delcomercio transatlntico; sin embargo, la maduracin de las economas dealgunos pases europeos iba a ir desmintiendo lentamente dicho presupuesto.

    El verdadero problema surgi cuando las condiciones estratgicas y econmicas se transformaron profundamente sin que las tcticas se adaptasena la nueva situacin. En ese sentido, la primera mitad del siglo XVII vio

    romperse el monopolio territorial ibrico en el Nuevo Mundo. Las potencias extranjeras (principalmente Holanda, Francia e Inglaterra) ocuparon

    regiones perifricas o. como en el caso de las Pequeas Antillas, que habansido prcticamente abandonadas por imperialismo espaol. Hubo excepciones como fueron los casos de la temporal ocupacin de una parte del

    Brasil por Holanda o la definitiva toma de Jamaica por los ingleses. En cualquier caso, la presencia extranjera en las cercanas de las colonias hispanas,daba la posibilidad de utilizar aqullas como bases para cortar las comunicaciones comerciales o para realizar un intenso contrabando.

    Todava durante el primer cuarto del siglo XVII, los ejrcitos y las armadas de la Monarqua Catlica consiguieron mantener su privilegiada posicin en los teatros de operaciones europeos y de las Indias. En concreto,

    1625 fue el "ao admirable" del flamante nuevo rey, Felipe IV, y su ministroel conde-duque de Olivares. No slo se tom la plaza de Breda en Flandes,

    sino que se levant el cerco de Cdiz, y en Amrica se recuper Puerto Ricoy la ciudad de Baha en Brasil (momentneamente ocupada por los holan

    deses), rechazndose tambin con xito, aunque no sin dificultades, peligrossimos ataques de los rebeldes de los Pases Bajos contra el mismsimocorazn del imperio espaol en Amrica: el rico y lejano virreinato del Per.Ahora bien, si se mira con detenimiento estas innegables victorias, puede

    apreciarse que todas suponen reconquistas, recuperaciones, brillantesdefensas, pero defensas al fin.

    Espaa haba perdido la iniciativa, y era la pequea, pero riqusimaRepblica Holandesa, la que abri la decisiva brecha para romper el monopolio ibrico en el Nuevo Mundo. Holandeses fueron los que en 1628 consiguieron por primera vez en la historia interceptar con xito un convoy

    espaol, la Flota de Nueva Espaa del general Benavides. Los holandesesfundaron la actual Nueva York, y durante ms de veinte aos ocuparontodo el norte del Brasil. Sus barcos contribuyeron a surtir con hombres yarmas a los subditos de potencias aliadas en contra de Espaa (Francia eInglaterra), los cuales, por entonces, luchaban por asentarse en las Peque

    as Antillas y aprovecharon el camino abierto por los holandeses. Amster-dam sustitua a Sevilla como centro del comercio ultramarino, las urcasflamencas a los galeones construidos en el Cantbrico, y un nuevo imperialismo basado en el desarrollo financiero, industrial y comercial, sustitua al

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  • viejo gigante con pies de barro en el que se haba convertido la MonarquaCatlica. Quiz este decisivo segundo cuarto del siglo XVII pueda darse porconcluido con la ocupacin por parte de la Inglaterra de Cromwell deJamaica, la primera de las Grandes Antillas que perda la monarqua espa

    ola (1655).Durante la segunda mitad del siglo XVII, el Caribe, en otros tiempos unlago espaol, se haba convertido en un avispero y las potencias extranjerastenan magnficas bases para realizar ataques a las ciudades costeras, interceptar los convoyes o realizar un lucrativo comercio directo (contrabando

    segn los espaoles) con las colonias hispanas. Todo ello caus un progresivo deterioro del sistema de comunicaciones entre la pennsula Ibrica y las

    colonias. A ello se unieron la corrupcin administrativa que alcanz de lleno al sistema de eleccin de los oficiales navales. Los continuos apuros financieros de la Real Hacienda propici el secuestro de caudales de los comerciantes y stos, finalmente, decidieron no declarar sus capitales. Comode este dinero se sacaba una parte para pagar el sistema defensivo (la famosa "avera"), pronto no hubo dinero para organizar los convoyes de galeonesy la Corona recurri, entre otros procedimientos, a poner a la venta los cargos de generales y almirantes de flota. Estos se nombraban para cada viaje,con lo cual se produca discontinuidad en el ejercicio de la autoridad. Al

    mismo tiempo, generales, almirantes y capitanes de los navios, solan serpropietarios de los buques que se empleaban como escolta, o en cualquiercaso, se vean obligados a adelantarlas cantidades necesarias para aprestarlos o carenarlos, con lo cual se convertan en verdaderos empresarios y fi

    nancieros, en verdaderos militares-mercaderes que aprovechaban cada viaje para obtener la mayor cantidad posible de ganancias econmicas. Si una

    flota deba detenerse en puerto mucho ms tiempo del ordenado a fin de quelos negociantes de la flota concluyesen sus negocios, los convoyes permanecan en los puertos con los ms variados pretextos y el beneplcito tcito delos generales y almirantes.

    Todos estos factores ayudan a comprender por qu los Galeones de Tierra Firme, que deban unir anualmente Espaa con el Per, partieron en lasegunda mitad del XVII con una frecuencia trianual. Los retrasos se fueronhaciendo cada vez ms largos a medida que avanzaba la centuria, y as, entre 1685 y 1700, la frecuencia fue slo quinquenal. Concretamente, entre elltimo convoy de galeones del siglo XVII (1695) y el primero del XVIII(1706), pasaron once aos y, adems, estos galeones no lograron volver, puesfueron interceptados por navios ingleses basados en Jamaica (5).

    La pregunta se plantea al considerar cules fueron las razones que llevaron a mantener tantos aos un sistema que pareca inadecuado, por lo menos, a partir de mediados del siglo XVII. Puede pensarse en la existencia de

    (5) Archivo Histrico Nacional. Estado 3.025. "Manifiesto que a la Catlica Majestad delrey nuestro seor don Felipe V, que Dios guarde... y a su Supremo Consejo de Indias, hace elcapitn de mar y guerra don Bartolom Antonio Garrote...". Sin fecha, hacia 1705.

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  • una cierta inercia que impeda superar los rutinarios procedimientos de laCarrera de Indias. Sin embargo, esta explicacin es demasiado vaga e inconcreta y slo si se pone de manifiesto que detrs del mantenimiento de losconvoyes existan intereses concretos, se puede comprender enteramente la

    realidad. Los principales defensores del sistema eran los comerciantes privilegiados de los grandes consulados de Sevilla, Mxico y Lima. La Corona,

    que dependa de los prstamos otorgados por estas instituciones, no tenafuerzas para oponerse. Era cierto que en poca de guerra y sin poseer el do

    minio del mar era una locura concentrar todos los buques en un par de expediciones, y por ello los galeones y las flotas se vean obligados a permanecer

    en puerto hasta el fin de las hostilidades. En los escasos perodos de paz, elcontrabando tambin perjudicaba los negocios de los comerciantes privilegiados, pero a pesar de todo, la tctica de provocar un desabastecimiento ar

    tificial intentando limitarlos contactos a los cada vez ms escasos convoyes,parece que renda los suficientes beneficios como para que los miembros delos consulados no quisieran arriesgar su moderada, pero ms segura, ga

    nancia. En este sentido, una comisin hispano-francesa constituida a lospocos aos del inicio del reinado de Felipe V lleg a la conclusin de queuna misma cantidad de mercancas llevada directamente desde el pas pro

    ductor hasta las colonias espaolas en Amrica podra proporcionar beneficios del orden del 116%, incluyendo entre los gastos, naturalmente, el dinero destinado a sobornar a las autoridades fiscales. Si el transporte se hacaen los Galeones de Tierra Firme con todos los requisitos legales, el beneficio

    descenda considerablemente hasta alcanzar tan slo el 25%, pero aun as,los grandes comerciantes de la Carrera de Indias preferan no correr riesgos

    innecesarios al enfrentarse a la competencia inevitable que surgira tras laapertura de rutas alternativas y nuevos sistemas de navegacin.

    La llegada del nuevo rey, instaurador de la Casa de Borbn en Espaa,coincidi con el inicio del siglo XVIII, y su acceso al trono pareca que iba atraer como consecuencias cambios profundos en el anquilosado sistema de

    comunicaciones navales con Amrica. Luis XIV diriga desde Versalles lapoltica espaola en los primeros aos del reinado de su nieto y pronto se hi

    zo evidente su inters de que Francia se convirtiese en la principal beneficiara del comercio colonial americano. Es ms, desde antes de la ascensin

    al trono espaol del duque de Anjou, la arruinada hacienda del belicosoRey Sol buscaba un medio de resarcirse de sus apuros econmicos aumentando su presencia comercial en las colonias espaolas, en donde la agresiva competencia anglo-holandesa estaba desbancando a los comerciantes

    franceses. La debilidad poltica y militar de los aos finales del reinado deCarlos II hizo concebir esperanzas al monarca francs de poder patrocinar

    florecientes negocios a sus subditos e incluso obtener algunos territoriosamericanos para la Corona francesa (6). Los informes, memorias y proyec-

    (6) Frostin, Charles. Les Pontchartrain et la penetration commerciale en Amerique espagnole,1690-1715. En "Revue Historique", avril-juin, 1971, n. 498, pgs. 307-336.

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  • tos de verdaderos espas comerciales enviados a Cdiz por Luis XTV, se encuentran con abundancia en los archivos del pas vecino (7).

    Sin embargo, la realidad fue mucho ms halagea para los planes delmonarca francs que todos los proyectos forjados a finales del siglo XVII.Carlos II nombraba heredero a su nieto. La aceptacin del testamento nofue inmediata, ya que hacerlo supona, antes o despus, un nuevo enfrenta-miento con Inglaterra y Holanda (8). Por ello las discusiones de los consejeros de Luis XTV fueron arduas, pero finalmente, uno de los argumentos decisivos para aceptar la ltima voluntad de Carlos II fue el beneficio que el comercio francs podra obtener colocando un Borbn como monarca deEspaa y sus ricas colonias (9).

    As pues, Felipe V lleg a Espaa perfectamente aleccionado por suabuelo y con la orden de variar los tradicionales esquemas del transportemartimo transatlntico. Posiblemente al llegar a pisar por primera vez elpas que haba de dirigir y del que le resultaba extrao incluso el mismoidioma, es posible que an resonase en sus odos la frase que le dirigi suabuelo en el momento de su presentacin como rey de Espaa: "Sed unbuen espaol, pues tal es ahora vuestro primer deber; pero acordaros que

    nacisteis francs para mantener la unin entre ambas naciones" (10). Es difcil decir si al nuevo rey puede otorgrsele el calificativo de "reformista" o elde "ilustrado". Realiz, es cierto, muchos cambios, pero por lo que se refierea su poltica colonial, y en especial al tema que nos ocupa, la mayor parte desus reformas tuvieron que ser invalidadas ante el choque brutal con la realidad y los intereses creados. No puede negrsele, sin duda, su carcter de"afrancesado", trmino este que durante el siglo XVIII fue indisolublementeunido a los anteriores. Parece ser que nunca abandon la idea de poder seralgn da rey de Francia y es posible que lo espaol siempre le pareciese como algo extrao, cuando no ligeramente brbaro o, por lo menos, ttrico.As se explicara su negativa a enterrarse en el solemne, pero lgubre, pan

    ten real de El Escorial, eligiendo un sepulcro mucho ms alegre y luminosoen el palacio de La Granja.

    Felipe V no estaba solo a la hora de cumplir sus instrucciones de cambiarlos tradicionales procedimientos de la Carrera de Indias. En algunos delos ms importantes cargos de las colonias americanas, Luis XTV haba influido para que se colocasen personas de reconocida francofilia. Por si estofuera poco, barcos y armadas francesas transportaron a las autoridades espaolas, que quedaron as endeudadas por los altos costos del transporte

    (7) Vase entre otras: Archives du Ministre des Affaires Etrangres. CorrespondancePohtique, Espagne nms. 48 y 70.

    (8) Vase Prez-Mallana Bueno, Pablo E., Poltica Naval Espaola en el Atlntico 1700-1715. Sevilla 1982, pgs. 193 y siguientes.

    (9) La reunin tenida por Luis XTV y sus ministros se cuenta con todo detalle en las memorias del aristcrata francs, duque de Saint Simn.

    (10) Saint Simn, duque de, De duque de Anjou a rey de las Esparlas Madrid 1948pg. 94.

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  • martimo (11). Las medidas que Felipe V dict en los dos primeros aos desu reinado propiciaron una verdadera invasin pacfica de buques de guerra, mercantes y corsarios franceses que llenaron los puertos americanostanto del Atlntico como del Pacfico (12).

    Por todo ello no es de extraar que las potencias martimas rivales deFrancia se sintiesen amenazadas por esta unin comercial hispano

    francesa, pues si bien la debilidad naval e industrial espaola no estaba encondiciones de aprovecharse adecuadamente de los recursos americanos,

    otra cosa ocurra con las armadas y los mercantes de Luis XIV. Es cierto quela causa final de la guerra estuvo en el temor a que la alianza hispano

    francesa rompiese el equilibrio europeo; sin embargo, hay que tener encuenta que la forma ms rpida de alcanzar tal ruptura era que Francia se

    enriqueciese con el aprovechamiento del comercio indiano.El conflicto por la sucesin al trono espaol se inici en 1702 y durantesu transcurso centenares de navios franceses realizaron un intenso comercio directo con las colonias espaolas. Hasta algunas de las tradicionales

    flotas estuvieron constituidas por buques de aquella nacionalidad. El desorden administrativo espaol, el anquilosamiento de su sistema de comunicaciones navales y la debilidad que supona depender de la proteccin militar

    francesa, aseguraban, al menos durante la guerra, una total impunidad parael comercio francs, que se realizaba violando las antiguas disposiciones

    que regan la Carrera de Indias. Pero los polticos franceses pensaban en unsistema permanente que asegurara para siempre los logros adquiridos. Poreso se decidieron a alterar el sistema de navegacin espaol que haba esta

    do en vigor desde tiempos de Felipe II, con vistas a que, una vez que llegasela paz, mantener las ventajas.

    El instrumento empleado fue la reunin de una junta de expertos en Madrid (la Junta de Restablecimiento del Comercio). Se escogi para formarparte de ella a las personas consideradas como tericamente ms afectas ala renovacin y al cambio, incluyndose asesores franceses para dirigir las

    sesiones (13). Pronto los trabajos de la Junta chocaron con los intereses delConsulado de Comercio de Sevilla, cabeza visible de los oligopolios comerciales de la Carrera. Su oposicin a la poltica de Felipe V termin costndo-le la crcel a los principales dirigentes de la institucin mercantil sevillana.

    La oposicin fue aplastada por el momento y todo pareca augurar laaprobacin de todo un paquete de medidas que trastocaran el viejo sistemade comunicaciones navales. En 1708, y por primera vez en la historia, una

    flota de Nueva Espaa estuvo constituida principalmente por buques franceses. Sin embargo, finalmente, no se lleg a tomar una decisin definitiva.

    La explicacin puede hallarse con claridad al estudiar el proceso que llev a

    (11) Vase Prez-Mallaina Bueno, Pablo E. Poltica Naval..., pgs. 193 y siguientes.(12) El ltimo de los estudios sobre este aspecto es el trabajo de Carlos Malamud Rikles:Cdiz y Saint Malo en el comercio colonial peruano, 1698-1725. Cdiz, 1986.

    (13) Prez-Mallaina Bueno, Pablo E., Poltica Naval..., pgs. 228 y siguientes.

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  • la firma del tratado de Utrecht de 1713. Inglaterra, gran vencedora del conflicto, desconfiaba profundamente de las propuestas francesas de ofrecer elcomercio libre con las colonias espaolas como una prenda de paz y de lacual se beneficiaran todos los pases de Europa. Los britnicos preferan

    simplemente que el desorden espaol continuase, para de esta manera, y gozando de algunas concesiones especiales que ya haban tenido los francesesdurante la guerra (derecho a enviar un navio ingls en cada convoy y poseerla exclusiva de la introduccin de los esclavos negros en la Amrica espaola), sustituir a Francia en su papel de beneficiarios principales del negocio.

    Por todo ello, el captulo 13 del tratado preliminar de paz firmado entreEspaa e Inglaterra obligaba a que "Su Majestad Catlica har restablecerel referido comercio en conformidad y en pie de los antiguos tratados y leyesfundamentales de Espaa tocantes a las Indias" (14). Ese fue el espritu queinform el conocido Reglamento de Galeones de 1720, que no era otro sinoel ltimo intento de hacer funcionar el sistema organizado en la segundamitad del siglo XVI. Los ministros de la nueva dinasta pensaron ingenuamente que los profundos cambios acaecidos en la realidad econmica y estratgica ocurridos desde entonces podan ser subsanados a base de emitir

    rdenes estrictas para que se cumpliesen los plazos establecidos y, de esamanera, los convoyes a Nueva Espaa y Tierra Firme volvieran a surcar lasaguas cada ao.

    Todo fue intil y la primera en hundirse definitivamente fue la ruta deTierra Firme, que era la ms larga y compleja y, por tanto, la ms vulnerable.A mediados del siglo XVI, cuando fue establecido el complejo camino de

    unir las minas del Alto Per (actual Bolivia) con la pennsula Ibrica a travs del istmo de Panam, la ruta era, a pesar de lo que pueda pensarse encontra, el camino ms razonable, al menos para los intereses del Estado.

    Realizar la conexin por Buenos Aires supona atravesar miles de kilmetros de llanuras pantanosas y pobladas por indgenas seminmadas y belicosos, los cuales, precisamente por su bajo nivel cultural, eran difciles decontrolar. El propio puerto de Buenos Aires acababa de refundarse en 1580,lo que indica la dbil presencia espaola en la zona. Por el contrario, el Perconstitua una regin bien poblada por indgenas sedentarios que gozaban

    desde poca prehispnica de un sistema de comunicaciones modlico y queuna vez vencidos, constituan comunidades sedentarias, estables y sometidas a la tributacin de sus nuevos seores, al igual que lo haban estado asus antiguos dueos incaicos. Lima, fundada en 1535, era ya durante la segunda mitad del siglo XVI un importante centro administrativo. Por ello, elcamino por Panam era en realidad ms corto y transitable, pero ademsera ms fcil de vigilar por los funcionarios de la Real Hacienda, los cualesteman que los amplios despoblados del Ro de la Plata supusieran un lugarideal para realizar un activo contrabando de metales preciosos.

    (14) Archives du Ministre des Affaires Etrangres. Correspondance Politique, Espagne,n. 221.

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  • El paso directo por el estrecho de Magallanes no significaba un caminoms apetecible. Los 500 kilmetros de canales, con aguas tempestuosas y sinbases adecuadas para reavituallarse o reparar las embarcaciones, convertan esta ruta en difcilmente transitable, al menos para los buques del siglo XVI, cuya capacidad de bodega y velocidad no haca especialmente rentable el transporte de mercancas por una ruta con tan altos riesgos. Cuandoen 1616 se descubri el estrecho de Maire, las cosas no mejoraron demasia

    do, pues este paso se encontraba ms al sur y por lo tanto, las condicionesclimatolgicas eran an peores.

    Sin embargo, aunque la decisin tomada en 1580 entraba totalmentedentro de la lgica, mantener la ruta de Tierra Firme a partir de 1720, tal ycomo pretenda el Proyecto de Galeones, era absurdo. En primer lugar se

    haban eliminado las dificultades geogrficas que hacan impracticablesotros caminos alternativos para dar salida a los metales del Potos. Buenos

    Aires se haba convertido en un importantsimo puerto, y la extensin de lacolonizacin hispana por el norte del Ro de la Plata haba asegurado las inciertas comunicaciones de siglos anteriores. Por otra parte, la tcnica naval

    del siglo XVIII haba terminado por derrotar las dificultades representadaspor los estrechos australes, tal y como haban demostrado los buques fran

    ceses, que en altsimo nmero haban comerciado en las costas del virreinato del Per durante la pasada guerra, donde haba quedado totalmente claro

    que las embarcaciones del XVIII eran capaces de hacer rentable la ruta directa con el Pacfico. En segundo lugar, para el mantenimiento de la ruta deTierra Firme era preciso que la Corona y los comerciantes del Consulado

    de Comercio de Lima, fueran capaces de seguir monopolizando el comercioregional, canalizndolo a travs de los convoyes peridicos. Sin embargo, elcontrabando directo realizado por los franceses y el que posteriormente

    efectuaron los britnicos rompi completamente las ltimas esperanzas demantener la viabilidad econmica de la ruta. Desde las costas colombianasa travs del ro Magdalena, o remontando el Ro de la Plata, las mercancasinglesas transportadas por los "navios de permiso" o el "asiento de negros",invadieron los mercados controlados antao por los comerciantes de Lima(15). La plata del Potos, que la Corona haba pretendido canalizar a travs

    del embudo de los Galeones de Tierra Firme, se escapaba, como el agua enun colador, por las decenas de agujeros que los contrabandistas haban fabricado. Por si esto no fuera poco, la riqueza minera del Per disminuaconstantemente. Desde 1690, la produccin global de plata del virreinato

    mexicano haba igualado a la del Per, y a partir de ese momento la diferencia no hizo sino incrementarse en favor de la Nueva Espaa, que a fines de

    la siguiente centuria produca tres veces ms plata que el Per (16).

    (15) Walker J. Geoffrey, Poltica espaolay comercio colonial, 1700-1789, Madrid 1979, pg.225.

    (16) Brading, D. H. y Harry E. Cross, Colonial silver mining; Mxico and Per. En "Hispa-nic American Historical Review", Vol. LII, n. 4, november 1972, pgs. 545-581.

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  • La ruta de Tierra Firme estaba herida de muerte por importantes alteraciones en los principios geogrficos, tcnicos y econmicos en los que se haba basado su constitucin. A ello se unan las circunstancias militares ygeoestratgicas, que haban convertido al Caribe en paso de difcil trnsito.

    Esto era tanto ms cierto cuanto que los enemigos a mediados del siglo XVIII no eran ya escuadrillas de corsarios ms o menos poderosas, sino

    autnticas escuadras nacionales cuyas unidades formadas por buques de lnea y fragatas eran capaces de realizar bloqueos bastante efectivos. La Guerra del Asiento (1739-1748), si bien puso de manifiesto el fracaso ingls porapoderarse del istmo de Panam, mostr tambin que el envo de embarcaciones sueltas era la nica forma de burlar el bloqueo britnico. Por ello laflotilla que dirigi Blas de Lezo en 1737 puede considerarse como el ltimoconvoy a Tierra Firme. Haban pasado ms de dos siglos desde que en 1514Pedrarias Dvila comandase lo que puede ser considerada como la primeragran armada espaola a aquella zona. En Nueva Espaa las flotas conti

    nuaron hasta 1776, pero entre 1720 y 1776 slo surcaron el Atlntico un totalde doce flotas, lo que supone un promedio aproximado de un convoy cadacinco aos, alejndose considerablemente los envos anuales previstos en elProyecto de 1720.

    Los Galeones de Tierra Firme haban pagado con la desaparicin susdesfavorables circunstancias: empobrecimiento del Per, apertura de lospuertos alternativos como el de Buenos Aires, necesidad de coordinar su salida con la llegada de la Armada del Mar del Sur, lo que significaba retrasosy daba lugar a los enemigos a preparar sus planes de ataque y, finalmente, la

    desagradable circunstancia de tener que atravesar necesariamente delantemismo de las bases britnicas en el Caribe en el viaje de vuelta en direccina La Habana, precisamente cuando sus buques estaban cargados ya de plata y eran ms codiciados y vulnerables. Estas desventajas no eran tan notorias en el caso de las Flotas de Nueva Espaa y precisamente por ello staspudieron mantenerse algunos aos ms.

    Al mismo tiempo que desapareca la ruta de Tierra Firme lo hicieron lasarmadas locales basadas en Amrica.A la Armada de Barlovento se le achacaba su ineficacia y el alto coste de su mantenimiento, de esta manera, en la

    Real Cdula de 1748 que ordenaba su disolucin se la calificaba como"monstruo en el gasto y hormiga en la utilidad". Algo parecido poda decirsede la Armada del Mar del Sur encargada de convoyar la plata entre el Callaoy Panam, la cual, adems, se haca an menos necesaria al desaparecer losconvoyes de Galeones a Portobelo.

    El coste de construccin y mantenimiento de los buques de las armadaslocales era considerablemente ms alto que en Espaa. Concretamente, a lahora de producir gastos, la Armada del Mar del Sur ostentaba un merecid-simo primer puesto. Construir galeones en el Per a lo largo del siglo XVIIsupona desembolsos entre cuatro y seis veces superiores a los que se necesitaban en Espaa para botar buques de parecidas dimensiones. Por lo querespecta a los gastos de mantenimiento, sostener esta escuadrilla, que nunca

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  • lleg a contar con ms de cuatro o cinco barcos, cost aproximadamentemedio milln de pesos al ao durante toda esa centuria, cantidad con la que

    en la metrpoli poda sostenerse una armada de veinte embarcaciones (17).Las razones de este despilfarro se encontraban en los altos costes de los materiales en el virreinato, pero tambin en la extendidsima corrupcin admi

    nistrativa, que a decir de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, afectaba a todos losoficiales del arsenal del Callao "sin distincin ni graduacin" (18). Daba la

    impresin que, a medida que aumentaba la distancia que separaba a una deestas armadas del control de las autoridades metropolitanas, crecan tantolos precios de los materiales, carenas y mantenimiento, como la desenvoltu

    ra con la cual los funcionarios locales realizaban los ms variados fraudesen perjuicio de la Real Hacienda.

    La distancia tambin propiciaba la existencia de un fuerte clientelismo ynepotismo que se haca lamentablemente presente a la hora de escoger losmandos de las armadas. Los virreyes, como capitanes generales de la zona,colocaban en los puestos de mando a sus hijos, parientes y paniaguados, loscuales los haban acompaado a tan lejanos destinos con la intencin principal de hacer carrera y fortuna. En otras ocasiones, los virreyes se dejaban

    influir por los intereses creados de sus virreinatos, y para congraciarse conlas fuerzas vivas locales realizaban nombramientos de personas poco ade

    cuadas y sin experiencias militares. En ambos casos, si desde la metrpoli senombraba directamente un almirante o un general de aquellas formacionesnavales, el "provisto" de un nombramiento regio poda pasarse aos sin lograr tomar posesin de su empleo, que, al llegar, se encontraba sistemtica

    mente ocupado por una persona afecta al virrey de turno (19). Ello provocsituaciones dramticas, cuando no ridiculas: armadas mandadas por los hijos menores de los virreyes, buques perdidos por incompetencia de unos

    mandos cuyo principal mrito para haberlo alcanzado era el grado de parentesco con el virrey, etc.

    Es comprensible que este tipo de situacin chocase frontalmente con elafn centralizador de los gobernantes de la nueva dinasta, los cuales intentaban que sus rdenes fueran realmente puestas en prctica y no slo tericamente acatadas siguiendo la vieja y conocida frase de que en Amrica las

    rdenes del rey "se obedecen pero no se cumplen". En la primera mitad delsiglo XVTII se intent reformar las armadas locales y, concretamente, unmarino de tanto prestigio como Blas de Lezo fue enviado al Per para intentar modernizar y adaptar la Armada del Mar del Sur a los usos de las fuerzas

    navales metropolitanas. El resultado fue un nuevo enfrentamiento con las

    (17) Prez-Mallana Bueno, Pablo E. y Bibiano Torres Ramrez, La Armada..., pgs.146 y siguientes.

    (18) Juan Jorge y Antonio de Ulloa, Noticias Secretas de Amrica. Londres 1826, tomo I,pg. 96.

    (19) Prez-Mallana Bueno, Pablo E. y Bibiano Torres Ramrez, La Armada... pgs.23 y siguiente.

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  • redes de intereses locales y con la figura de los todopoderosos virreyes, y elmarino vasco tuvo que desistir y solicitar su traslado, pues, segn comentaba con amargura a su protector, el ministro Patino, era intil intentar opo

    nerse a los virreyes "... y slo siendo hechura de su mano y viviendo msatento a su semblante que la propia obligacin, ser (el comandante de laarmada) atendido y bien tratado" (20).

    As pues, no slo razones de tipo econmico y estratgico aconsejaroneliminar las armadas locales, tambin el afn centralizador y unificador dela nueva dinasta, ms su acendrado sentido de la dignidad y eficiencia quedeba darse a las prerrogativas mayestticas, estuvieron presentes a la horade la supresin de las Armadas de Barlovento y del Mar del Sur. Pero adems, no debe olvidarse que con el avance de las tcnicas nuticas y la aparicin de las grandes marinas nacionales, las potencias martimas pudieroncontar por primera vez con un buen nmero de unidades de propiedad estatal capaces de desplazarse con rapidez a los lugares amenazados. Estos buques se prefera basarlos en la metrpoli a dejarlos bajo la supervisin deautoridades locales demasiado lejanas y, por tanto, difciles de controlar.

    As pues, hacia 1750 se haban producido, finalmente, una adaptacinbastante amplia a las nuevas realidades americanas; buques enviados como"registros sueltos" burlaban los bloqueos mejor que las flotas; este mismo tipo de barcos, navegando directamente al Pacfico a travs del cabo de Hornos, sustituyeron a la ms compleja y problemtica de las rutas tradicionales y adems terminaron con decenas de aos de considerar al mayor de losocanos como un mare clausum, con el subsiguiente olvido de las lneas de

    navegacin a las regiones australes; y, finalmente, se suprimieron las armadas locales y se concentraron los esfuerzos en mejorar la armadametropolitana.

    Ahora bien, la adaptacin a la situacin de los espacios martimos americanos no significaba que la realidad de la nueva situacin se alterara sus-tancialmente: el caribe segua en manos de potencias hostiles; la marina espaola no logr recuperar el dominio del mar ya que Inglaterra, con su famosa poltica de "las dos potencias", tena tantos barcos como las dossiguientes potencias martimas, en este caso Francia y Espaa, las cuales sevieron forzadas a un sistema de alianzas que no siempre funcion acertada

    mente; y finalmente, aunque el comercio colonial entre Espaa y sus colonias creci durante la segunda mitad del siglo XVIII, la industria nacionalnunca logr surtir totalmente el mercado americano y el contrabando siguisiendo un problema irresoluble.

    Realmente, slo las convulsiones internas del Imperio britnico, al rebelarse las trece colonias norteamericanas, permiti a Espaa mejorar sustan-cialmente sus posiciones estratgicas en los mares americanos, lo que se

    (20) Archivo General de Simancas. Secretara de Marina 392, Blas de Lezo a Jos PatinoEl Callao, 10/IX/1727.

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  • concret en el dominio absoluto de todo el litoral del Golfo de Mxico. Sinembargo, apoyar una rebelin de colonos significaba despertar una peligro

    sa fiera dormida que sera, finalmente, la que terminara con la presencia espaola en los espacios ocenicos americanos.

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