1 - Premisas Terapia Individual Sistémica

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Libro: Terapia Individual Sistémica (Boscolo)

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TERAPIA INDIVIDUAL SISTMICA

Objetivos Teraputicos

Los objetivos de la terapia obviamente reflejan la teora, las experiencias y los prejuicios del terapeuta. Sin embargo, al definirlos, ante todo debemos tener en cuenta los objeti vos del cliente. La intencin de este puede ser slo salir de una crisis y liberarse de los sntomas. Otras veces puede buscar respuestas a dudas existenciales que lo han atormentado durante mucho tiempo. O bien tener la sensacin de que el sntoma representa la punta de un iceberg, de algo que no funciona, cuya naturaleza desconoce. O incluso esta sensacin puede aparecer cuando, una vez resuelto el problema presentado, persiste o se acenta un estado de ansiedad e inseguridad difusa. El cliente tambin puede desear modificar una situacin relacionaL familiar o de trabajo, buscando en la terapia claves para cambiar a los dems. Por ltimo, es posible que solapadamente pida la terapia no para s, sino para aplacar la angustia de un pariente preocupado por un supuesto problema suyo.

Es importante que el terapeuta preste constante atencin y que evale cuidadosamente los objetivos del cliente y su evolucin en el tiempo. Es evidente que a medida que evoluciona la relacin teraputica, tambin pueden evolucionar los objetivos, como ocurre cuando, desaparecidos los sntomas, el cliente siente la necesidad de proseguir la terapia. Las vicisitudes de los objetivos del cliente tienen que estar en relacin con los objetivos del terapeuta. Por ejemplo, un terapeuta estratgico breve o conductista tiene como objetivo exclusivo ayudar al cliente, prirnero, a establecer por s mismo los objetivos de la terapia, y luego, a liberarse de sus problemas en el tiempo ms breve posible. En los casos en que el terapeuta, cree que el problema presentado no es el problema principal sino un epifenmeno de alguna otra cosa que es necesario explorar (y modificar), sus objetivos cambian. Tratar de crear con su cliente un contexto teraputico de exploracin comn en el cual la globalidad de la persona del cliente ocupar una posicin central. En estos casos, la terapia por lo comn es ms prolongada y los sntomas pierden importancia y llegan a ser considerados el resultado de conflictos internos o relacionales, mientras asume una importancia fundamental la naturaleza de la relacin que el cliente tiene consigo mismo, con su mundo interno y con el mundo externo, pero tambin la naturaleza de la relacin que se establece entre terapeuta y cliente. En nuestra modalidad de trabajo, el objetivo es crear un contexto relacional de deutero- aprendizaje, es decir, de aprender a aprender (Bateson, 1972), en que el cliente pueda encontrar sus soluciones, sus vas de salida de las dificultades y sufrimientos. Con ese fin, se explora el contexto en el que vive y en el que se han manifestado sus problemas. Se presta particular atencin a algunos aspectos significativos: los problemas se presentaron en el contexto familiar, en el laboral o en las relaciones con coetneos? En qu etapa de su vida? En qu circunstancias? Tratamos de conocer y profundizar en el sistema que se ha organizado en torno del problema presentado (Anderson et al. 1986), es decir, los acontecimientos, los significados y las acciones que inicialmente se organizaron en torno de l, y las relaciones con los sistemas significativos del cliente (en primer lugar con s mismo, despus con la familia, los coetneos, los expertos, etc. incluso, naturalmente, con el terapeuta) que contribuyen a la evolucin y a la persistencia de los problemas. la mayor atencin est dirigida a la conversacin interna del cliente, a sus premisas, prejuicios y emociones, a las relaciones entre su mundo interno y el mundo externo, y al efecto que todo eso tiene sobre los pensamientos y emociones del terapeuta, que a su vez influyen recursivamente en el cliente.

En el primer encuentro es oportuno detenerse en las expectativas y eventuales urgencias del cliente, que se pueden manifestar como una necesidad exclusiva de liberarse rpidamente de un problema especfico, tal como un estado de ansiedad, una fobia, un ritual obsesivo intolerable o una crisis de pnico, para volver a la situacin de relativo bienestar previa a la aparicin de los sntomas. En tal caso puede ser oportuno no adentrarse demasiado en la historia del cliente ni en su mundo interno y ocuparse ms bien de los sntomas, tratando de ayudarlo a liberarse de ellos mediante las tcnicas apropiadas. El hecho de no reconocer la urgencia o las expectativas del cliente puede comprometer el enganche y favorecer la ruptura de la relacin teraputica. Muchos de estos abandonos ponen de relieve la prioridad que debe darse a la posicin de interlocutor y la importancia de adaptarse a las modalidades de comportamiento y comunicacin del cliente. Otros abandonos aparecen cuando se propone y e inicia la terapia sin haber profundizado suficientemente en las razones del pedido de ayuda -A veces un cliente se dirige a un experto no con la idea de iniciar una terapia, sino para esclarecer algn aspecto de su vida, o para obtener un consejo profesional, es decir, haciendo un pedido que puede ser satisfecho ms adecuadamente por medio de una consulta que por medio de una terapia-.Tiempo, Cambio y Directividad en la terapia.

1. En la terapia se puede tener como objetivo la solucin de los problemas presentados si estos tienen un carcter de urgencia para el cliente, si han surgido durante una crisis que no parece grave, si no han estado precedidos por una historia de problemas psiquitricos importantes y si el cliente no presenta trastornos graves de la personalidad. En estos casos la terapia se puede concluir en pocas sesiones, apelando a intervenciones centradas en la solucin de los problemas presentados. Pero si los sntomas parecen ser la punta de un iceberg y su solucin no es suficiente para poner fin a las dificultades del cliente, entonces el terapeuta se ocupa de la persona, de sus premisas y de su historia. En estos casos la terapia requiere ms tiempo y se caracteriza por una exploracin, junto con el cliente, de su historia y de las perspectivas presentes y futuras.

2. Una idea que ha tenido y tiene todava una influencia significativa en nuestro pensamiento clnico es que los sntomas surgen en contextos en los cuales una persona no logra encontrar sentido a su relacin consigo misma y con las personas significativas de su entorno (esta situacin es comprobable en mximo grado en las psicosis). De esto se deduce que los sntomas, incluidos aquellos de los que el cliente puede estar vagamente consciente -como en los casos de conflicto de identidad o de duda existencial-, pueden considerarse como dilemas relacionales, y disolverse aun repentinamente, como la nieve al sol, cuando se acta sobre un nudo relacional particular. Este tipo de cambio (cambio discontinuo por saltos) es una de las principales caractersticas del pensamiento sistmico que ha alentado nuestro optimismo teraputico.

3. El optimismo, que se basa tambin en los xitos y la brevedad de la terapia de la familia, ha hallado confirmacin asimismo en la idea de que el sistema (individuo y familia) tiene dentro de s las informaciones sobre cmo evolucionar. Podemos ilustrar este punto con una analoga, si bien aproximativa: si un ro se bloquea, un terapeuta de orientacin psicodinmica trabajar para desbloquearlo y luego para reconstruir el lecho del ro; un terapeuta sistmico, en cambio, una vez desbloqueado el curso del ro, probablemente se detendr, contando con que el ro tenga en s las informaciones que necesita para fluir hacia el mar.4. La investigacin sobre el tiempo y el cambio (Boscolo y Bertrando, 1993) ha destacado la importancia que tiene para el terapeuta la conciencia del tiempo y de los ritmos de la terapia. La coordinacin de su tiempo individual con el tiempo del cliente, la danza teraputica, es un proceso a veces dificultoso, por ejemplo en los casos de personalidad obsesiva hipomanaca o psictica del cliente. Naturalmente, el terapeuta tambin debera estar consciente de la coordinacin del tiempo de su cliente con el de las personas significativas de su entorno.

5. En la mayora de los modelos de terapia breve, el terapeuta se interesa por el tiempo presente y futuro, mientras que nosotros nos ocupamos de todo el arco de la vida del cliente, incluso de su pasado. Nos interesan las conexiones, los vnculos que con el tiempo han conducido al cliente a construir la historia que ha construido. La concepcin del terapeuta que conecta las tres dimensiones del tiempo -pasado, presente y futuro- en un crculo autorreflexivo entra en juego por contraste con la visin lineal-causal y determinista que el cliente adopta al explicar -y explicarse- su propia historia.

La orientacin sistmica que nosotros seguimos considera al terapeuta en una posicin moderadamente directiva en cuanto a la conversacin en el aqu y ahora de la sesin. A veces adopta la posicin de oyente y permite que el cliente exprese -incluso por perodos ms bien largos- sus pensamientos y emociones; o bien puede decidir guiarse por una hiptesis y de acuerdo con ella dirigir la conversacin a travs de la seleccin de las preguntas, los temas y los turnos para hablar. Tratamos de crear, en colaboracin con el cliente, un contexto de deutero-aprendizaje que le permita salir de los sufrimientos y de la rigidez, abrindose a nuevas opciones y soluciones. En vista de que el conocimiento y el poder estn ntimamente conectados (Foucault,1966), utilizamos nuestros conocimientos tericos y prcticos adquiridos y nos valemos de las preguntas ms que de las afirmaciones, dejando as al cliente el poder de escoger los significados que tienen ms sentido para l.

Empata y relacin terapetica

Lo que la terapia sistmica pone de relieve es la importancia del contexto: el teraputico no es ms que un contexto particular de la vida, en el que el terapeuta suele asumir una posicin particular de comprensin y curiosidad. Al comprender empticamente al cliente, el terapeuta crea un modelo interior de este, y es a quien responde (incluso la comprensin emptica es influida por las premisas, los prejuicios y las teoras del terapeuta, que resultan determinantes para delimitar su campo de observacin).

La despatologizacin, un concepto importante surgido a mediados de la dcada de 1980: se trata de usar un lenguaje no patolgico, que ofrezca mayores posibilidades de liberar al cliente del rol de diferente, y de hacer surgir descripciones, historias, que abran caminos evolutivos de normalidad. Es en este sentido que Goolishian describe la accin teraputica como una di-solucin del sistema patologizante, es decir, del sistema creado por el problema, que comnmente incluye al paciente, a la familia y a los expertos que formulan diagnsticos de enfermedad. Para el lego, un lenguaje tcnico basado en palabras y conceptos clnicos implica la existencia de una posible enfermedad del sistema nervioso que puede tener el efecto de desresponsabilizar al cliente y favorecer los as llamados beneficios secundarios de la enfermedad, pero tambin representar una profeca que se autorrealiza.

Incluso se puede decir que una visin positiva y un dilogo despatologizante no son ms que dos aspectos particulares de una actitud ms general de aceptacin del cliente, de su mundo y de sus problemas, pero tambin de sus recursos y de las posibles perspectivas futuras. Creemos que entre las principales fuentes de ansiedad, de inseguridad y de sus equivalentes sintomticos, estn las relaciones presentes y pasadas en las que los gestos de descalificacin, disconformidad y negacin por parte de los otros significativos han conducido a una parcial o total deslegitimacin del sujeto. Si el terapeuta es capaz de experimentar empata, es decir, si acta como una persona que acepta al cliente de manera incondicional, sin siquiera pretender que se demuestre un ,buen cliente, este simple mensaje puede tener por s mismo importantes efectos teraputicos.

MetodologaCon respecto al tipo de clientes a quienes se puede aconsejar en la actualidad la terapia sistmica individual (a cargo de terapeutas sistmcos orientados a la familia o la pareja), podemos indicar los siguientes casos: 1. Adolescentes o adultos jvenes que, al trmino de una terapia de familia o de pareja en la cual se han resuelto ms o menos completamente los conflictos intrafamiliares, responsables del malestar individual o colectivo, parecen poder beneficiarse con un tratamiento individual para afrontar las dificultades de la vida externa a la familia y los dilemas relativos a la proyeccin de su futuro (vase el caso de Bruno K.).2 2. Adolescentes o adultos que desde el principio se niegan a aceptar una terapia familiar (vase el caso de Giorgio F. ). En cambio, los nios son tratados dentro de la terapia familiar o, a veces, con una intervencin sobre la pareja de los progenitores, para evitar la patologizacin. 3. Un cnyuge que pide una terapia de pareja resistida desde la primera sesin por el otro cnyuge (vase el caso de Carla V). 4. Un cnyuge separado o divorciado que al final de la primera sesin de consulta pide una terapia de pareja o de familia, oficialmente para comprometer al otro cnyuge aduciendo el problema (verdadero o falso) de los hijos, pero con el objetivo secreto de negar la separacin. 2 En este captulo y en el prximo nos referiremos directamente a los casos clnicos descriptos en la Segunda parte, indicando el nombre y la inicial del cliente. Los casos, ya mencionados, en los que los familiares se niegan abiertamente a concurrir a las sesiones, alegando dificultades insuperables de tipo econmico o logstico (vase el caso de Giuliana T.). 6. En el mbito de nuestra investigacin sobre la terapia sistmica individual, adems de los casos antes citados de terapia individual de segunda opcin (debida a la imposi bilidad o inviabilidad de una terapia de familia o de pareja), tambin hemos encontrado casos de primera opcin, en los cuales desde el comienzo proponemos una terapia individual. Estos ltimos comprenden casos de adolescentes y de adultos de todas las edades que se presentan en nuestro Centro con la sintomatologa ms variada y que, en el primer encuentro, aun en presencia de otros miembros de la familia, parecen hallarse en una fase ms o menos avanzada de desvinculacin del sistema familiar. (Es obvio que en los casos que no ofrecen estas seales, como en los de psicosis, personalidad infantil, relaciones simbiticas, etc. la terapia de familia sigue siendo para nosotros el tratamiento de eleccin.)

Puntos de referencia para la hiptesis del terapeuta A menudo nos sucede que, en el curso de los seminarios o workshops, debemos responder a los colegas que nos preguntan en qu elementos nos basamos para construir las hiptesis y las intervenciones. Obviamente nos basamos en la teora adoptada, en las experiencias clnicas del pasado y en las experiencias personales, que pueden tener cierto grado de coincidencia con la situacin del momento. Pero esto no es todo. Aqu describiremos algunos puntos de referencia comunes que, en nuestra opinin, representan las coordenadas de las que nos servimos para dar un sentido a los elementos tericos y experienciales antes mencionados y conectarlos entre s.

1. Tiempo.El tiempo, junto con el espacio, es una de las primeras distinciones que hace el terapeuta al organizar sus experiencias, las del cliente y las del proceso teraputi co. Se puede afirmar que es imposible hacer descripciones que no requieran el uso de parmetros espacio-temporales. Hemos dedicado un gran esfuerzo a investigar la importancia del tiempo en las relaciones humanas (Boscolo y Bertrando, 1993). Nos hemos ocupado de los tiempos del tiempo, es decir, de las diversas clases de tiempo -individuales, familiares, sociales y culturales- y de su correlacin y coevolucin en el desarrollo normal y patolgico. Hemos descripto ampliamente cmo para un desarrollo armnico se necesita una coordinacin de los tiempos internos y externos, de los tiempos del individuo con los tiempos de las personas significativas con las cuales est en relacin y con los tiempos sociales, como sucede, por ejemplo, en el trabajo y en la vida en comn. La prdida de coordinacin, o sea de armona, entre los diferentes tiempos conduce al sufrimiento y a la patologa. Basta pensar en la no coordinacin de los tiempos celulares entre las clulas cancerosas y las clulas sanas con las que entran en contacto; en el retraso o la detencin del tiempo evolutivo individual en una joven anorxica o en un psictico que pierde la coordinacin con el tiempo de los otros significativos, como los miembros de la familia o sus coetneos;4 en la dificultad de coordinar los tiempos sociales y del trabajo.En la terapia familiar, es posible observar una falta de coordinacin debida a un mito que tiene sus races en el pasado histrico del grupo familiar, al que algunos miembros se adecuan, mientras otros entran en conexin con los tiempos de la sociedad. Al respecto vanse los casos de Luciano M. prisionero del mito de un padre inasequible y ausente, y de Daniela Z. bloqueada por un mito que la proyectaba como vicemadre de por vida. A veces el tiempo individual parece retardarse, hasta llegar a un bloqueo final, como es evidente en los casos de cronicidad, como el de un joven psictico que se asla en su casa, deja la universidad o el trabajo y las relaciones externas, llevando una vida solitaria. Enalgunos casos extremos, parece instaurarse una regresin con el desarrollo de comportamientos caractersticos de una edad anterior. Tratamos de comprender si el horizonte temporal del cliente est dirigido hacia el pasado (como en la depresin), si se ha fijado exclusivamente en el tiempo presente o est abierto al pasado y al futuro. Por ejemplo, a veces el tiempo de un cliente puede estar escindido, como en la psicosis (vase el caso de Wendy B.), o predominantemente fijado en sucesos traumticos del pasado, como en las neurosis postraumticas, o como consecuencia de la ausencia de figuras significativas (duelos no elaborados) o, finalmente, coordinado con el de los miembros de la familia de origen ms que con la familia actual. A menudo estas situaciones estn conectadas con una dificultad de separacin e individuacin, y de adquisicin de una identidad slida. El tiempo de estos clientes pierde coordinacin con los tiempos evolutivos del resto de la familia y de los coetneos, con las previsibles consecuencias negativas.

Dos puntos de referencia importantes para el terapeuta son el tiempo sincrnico y el tiempo diacrnico, es decir, la exploracin de los momentos de una historia en relacin con su desarrollo total. Es como detenerse en un solo fotograma (sincrona) en relacin con la totalidad de una pelcula cinematogrfica. Con frecuencia, cuando exploramos la vida de un cliente nos detenemos de pronto en un determinado momento (tiempo sincrnico), relacionado por ejemplo con la historia de la familia o con la evolucin de la relacin teraputica (tiempo diacrnico), y viceversa. En otras palabras, el terapeuta puede avanzar y retroceder en el tiempo cuando investiga la historia del cliente o analiza la relacin teraputica, detenindose (como si utilizara un zoom) en acontecimientos o significados particulares del pasado, el presente y el futuro, conectndolos en la construccin de una hiptesis o de una intervencin.

2. Espacio. Proximidad y distancia son dos metforas espaciales que atraen nuestra atencin durante el trabajo teraputico. Ante todo, podemos distinguir un espacio interno, personal, que puede variar enormemente en nuestras fantasas y en nuestro mundo imaginario, pero tambin puede ser restringido, como en los casos de personas rgidas con trastornos obsesivo-compulsivos o en los estados de ansiedad crnica. Luego estn los espacios relacionales dentro de los que las personas se mueven: estos pueden presentar grandes variaciones. Hay personas que tienden a permanecer aferradas al mbito de la familia de origen (por ejemplo, muchos psicticos) o de la familia actual (por ejemplo, las parejas simbiticas), o a uno de los grupos de pertenencia (por ejemplo, los toxicodependientes que a menudo se unen a un grupo de coetneos que comparten hbitos y rituales). Y hay personas inmersas en redes relacionales ms extensas (en contacto continuo con la familia, los amigos, los compaeros de trabajo, etc.). Los casos extremos pueden ser, por una parte, Teresa S. y Olga M. y por la otra, Bruno K. En el curso de la terapia se exploran, a travs de las coordenadas temporales y espaciales, los espacios internos y las relaciones con los sistemas significativos del cliente: familia de origen, familia extensa, trabajo, coetneos, y as sucesivamente. En realidad, hay una relacin particular entre espacialidad y apego. Una persona puede conocer a muchas otras pero tener con ellas vnculos superficiales (la muchedumbre solitaria de Riesman); por ejemplo, un cliente puede afirmar que tiene muchos conocidos pero que se siente solo: los otros estn en relacin entre s pero no con l. En los casos extremos (el nio autista), la persona permanece sola consigo misma; el espacio se restringe hasta tal punto que est confinada en su espacio interno. En la dinmica de ciertos suicidios juveniles podemos entrever que el espacio de vida de la persona se ha reducido hasta un punto tal que se siente sofocada y no ve ninguna va de escape. En el caso del cliente, nos interesamos en su relacin con el espacio que lo rodea y en particular en las distancias o proximidades, es decir, en sus compromisos emotivos y afectivos con las personas y las cosas. A menudo hacemos preguntas sobre el grado de proximidad o distancia afectiva de las personas significativas con quienes el cliente est en relacin y, coherentemente con una perspectiva diacrnica, tambin exploramos las variaciones de los compromisos afectivos en el tiempo.

Cabe destacar que el espacio relacional puede variar notablemente con la aparicin de los sntomas: por ejemplo, una relacin fbica con una persona o ambiente particular puede reducir radicalmente el espacio disponible del sujeto, as como la fobia frecuente a crecer o adquirir autonoma reduce la posibilidad de expandirse en el espacio y en el tiempo.5 Hay personas que se comportan como el oso liberado del zoolgico: siguen movindose del mismo modo dentro del mismo espacio, sin separarse de la jaula de la familia de origen, aun cuando tengan la ocasin y la posibilidad material de emanciparse. Ayudar a nuestros clientes a superar sus angustias y miedos es ayudarlos a liberarse de las limitaciones que les impiden tomar posesin de su espacio y fluir libremente con el tiempo. Si, como por lo general se sostiene, la salud est asociada a la flexibilidad, podemos decir que uno de los objetivos de la terapia es ayudar al cliente a liberarse de los vnculos espacio-temporales que coartan su vida y le impiden desarrollar sus potencialidades. 3. Apego.

El hombre es un ser social, que tiene necesidad del Otro. Esta condicin es tambin esencial en muchas otras especies animales. Nos vienen a la memoria las observaciones de Harlow (1961) sobre la crianza de monos recin nacidos, confinados en una jaula con una madre de trapo: sus experimentos demostraron que un dficit de afecto tena efectos devastadores sobre los futuros comportamientos de los monos. El afecto es fundamental en la vida de todos. Cada uno de nosotros vive relaciones de proximidad y de distancia afectivas con las personas significativas, en particular con su familia de origen y con la adquirida, con los amigos y los objetos del mundo circundante. La teora del vnculo afectivo de Bowlby ha destacado la importancia de las experiencias precoces de apego y prdida en las relaciones humanas. Los diferentes tipos de apego entre madre e hijo, por ejemplo el apego seguro, ansioso, ansioso-elusivo, catico (Holmes, 1992), tienen efectos importantes en el desarrollo de los lazos afectivos en el futuro, y su conocimiento por parte del terapeuta es particularmente til, sobre todo en la terapia con psicticos (Doane y Diamond, 1994). Es significativo que el modelo epigentico de la vida relacional propuesto por Wynne (1984) ponga el apego recproco en la base de la posibilidad de establecer relaciones familiares y evolucionar hacia la intimidad. Segn Wynne, en ausencia de un buen apego bsico, o en presencia de carencias afectivas graves, se presentarn serias dificultades en los niveles epigenticamente ms altos de la vida de relacin, es decir, en la comunicacin (el intercambio cognitivo y afectivo de las experiencias), la solucin compartida de los problemas y la mutualidad. Tambin hay que tener en cuenta que, adems de las pautas de proximidad y distancia emotivo-afectivas que caracterizan la relacin del cliente consigo mismo y con los sistemas externos (humanos y no humanos) de referencia, el terapeuta debe prestar particular atencin a las pautas que lo conectan al cliente. 4. Pertenencia. Una forma particular de apego, definible como pertenencia, se desarrolla en el tiempo con la evolucin del individuo y de las relaciones que mantiene con personas y grupos de personas significativas: la madre, la familia, la escuela, los amigos, la nacin. El lugar donde nace el sentido de pertenencia es la familia, que tiene una importancia decisiva en el desarrollo de esta caracterstica. Una determinada familia puede facilitar el desarrollo de un equilibrado sentido de pertenencia en sus miembros, contribuyendo al desarrollo de una buena identidad y autoestima, mientras que otra familia puede hacer surgir dudas o, ms an, dilemas relacionales peligrosos, como: Soy aceptado o no soy aceptado en la familia? Mi madre me ha deseado o no? Me quieren ms a m o a mi hermana? Estoy verdaderamente contento de m mismo, o no lo estoy?, y as sucesivamente. Estos dilemas pueden desembocar en graves estados de ansiedad, inseguridad y baja autoestima. En este sentido, el psictico es precisamente el individuo que nunca est seguro de su pertenencia, y esta inseguridad puede desarrollar una gran necesidad de controlar las distancias del otro, hasta el punto de encerrarse en su castillo autista, levantando una barrera infranqueable entre l y el otro, o bien tratando de establecer una dependencia intrincada y total de tipo simbitico, comnmente con un miembro de la familia. El sentido de pertenencia adquirido en la familia llega a ser ms tarde pertenencia al grupo de coetneos, a la escuela, a la cultura, a la patria. En defensa de la pertenencia a la propia etnia, se pueden desencadenar graves conflictos locales y generales, como las guerras (un ejemplo es la guerra civil en la ex Yugoslavia). Otros problemas menos graves, pero a menudo de importancia clnica, se desarrollan en los casos de emigrados de la primera generacin, que se ven obligados a vivir en dos culturas a menudo dismiles, que ponen a dura prueba la fidelidad (loyalty) hacia los progenitores y hacia el pas husped. Un conflicto de pertenencia notorio es el que surge al comienzo de un matrimonio con referencia a la propia familia de origen y al cnyuge. Las dificultades para controlar este conflicto tienen el efecto de llenar los consultorios de los terapeutas individuales, de pareja y de familia, con clientes que en cierto sentido buscan un equilibrio entre las necesidades de pertenencia a la familia de origen, a la nueva familia y a s mismos. En este sentido, los modelos de referencia culturales tienen una importancia decisiva en la creacin (y solucin) de estos conflictos. Cuando el modelo patriarcal de la familia entr en crisis durante la posguerra -especialmente despus de la revolucin feminista, el uso de anticonceptivos y el trabajo de la mujer fuera del hogar, adems de otros factores de importancia sociolgica-, comenz a surgir la figura del single, de la persona autnoma: se trataba sobre todo de mujeres que descubran la libertad de pertenecerse a s mismas y no slo a la familia. Hoy el panorama cultural ofrece muchos ms modelos que en el pasado sobre cmo vivir juntos y, si por un lado esto es vivido de modo positivo y liberador por muchas personas, para otras esta libertad de eleccin es paradjicamente paralizante y crea ansiedad, sentimiento de culpa e incapacidad para resolver los dilemas de la pertenencia. Este cuadro pluridimensional (del individuo a la pareja, a la familia y a la cultura de pertenencia) es el cuadro de refe 130 rencia del terapeuta en sus tentativas de comprender los comportamientos, las emociones, los problemas y las elecciones del cliente. Dado que la capacidad de atencin es puntual, el terapeuta se concentrar cada vez sobre diferentes puntos del macrosistema del cual el cliente forma parte. Por ejemplo, en la consulta con Daniela Z. surgi claramente un problema de pertenencia, que afect a la cliente, a sus hermanas y a la terapeuta en el momento en que Daniela comenz a adquirir autonoma. Las hermanas, que al principio se haban manifestado en favor de la terapia, comenzaron a oponerse y a ejercer presin para que Daniela la interrumpiese. Esto le cre a Daniela un doloroso conflicto de lealtad en relacin con sus hermanas y la terapeuta, quien, despus de la consulta, se haba pronunciado en favor de la continuacin de la terapia. Este ejemplo es paradigmtico de las terapias en que, despus de un mejoramiento significativo del cliente o de un apego excesivo (segn los familiares) al terapeuta, se rompe el equilibrio familiar con la aparicin de pedidos de interrupcin de la relacin teraputica o con intentos de sabotaje de la terapia ms o menos notorios por parte de la familia. En este sentido, es oportuno que el terapeuta preste atencin a las seales de apego y de pertenencia provenientes del cliente e, indirectamente, de las personas significativas con las cuales est en relacin, para evitar oscilaciones y tensiones peligrosas que puedan crear una impasse en la terapia o, en la peor de las hiptesis, comprometer la terapia.

5. Gnero.

La ltima variable -naturalmente no en el sentido de la importancia- a la cual hemos prestado atencin en fecha ms reciente es la relativa al gnero (gender), es decir, a los roles masculino y femenino. En ciertos aspectos el gnero est conectado al problema del poder (vase supra), pero, sobre todo, a la identidad personal. No slo una situacin adquiere un aspecto y caractersticas diferentes segn sea considerada desde un punto de vista masculino o femenino, sino tambin ---como se ha evidenciado particularnmente en el pensamiento feminista- la evolucin de los roles relacionados con el sexo puede producirse armoniosan,ente y conducir al desarrollo de una identidad slida y equilibrada, o bien provocar conflictos insuperables con serios efectos sobre la autoestima y conducir al desarrollo de significativos trastornos personales y relacionales. Es importante que el terapeuta est consciente de sus prejuicios y los del cliente en relacin con la identidad sexual, por cuanto ellos tendrn un rol a veces crucial en el proceso teraputico.

Las preguntas circulares

Para profundizar ms en el proceso, podemos decir que la informacin obtenida con las preguntas circulares es recursiva: tanto los clientes como el terapeuta -a travs de las preguntas- cambian constantemente su comprensin sobre la base de la informacin ofrecida por los otros. Las preguntas circulares informan respecto de las diferencias, las nuevas conexiones entre las ideas, significados y comportamientos. Estas nuevas correlaciones pueden contribuir a cambiar la epistemologa, o bien las premisas personales, las tesis inconscientes (Bateson, 1972) de los diferentes miembros de la familia. Las preguntas circulares se convierten as en una intervencin, quiz la ms importante para el terapeuta sistmico.

Las preguntas circulares se propusieron por primera vez en el artculo Ipotizzazione, circolarit, neutralit, en el cual se describan tambin algunos tipos de preguntas particularmente tiles para detectar diferencias en el curso de la sesin teraputica: las preguntas tridicas, en las que se peda a una persona que comentara la relacin entre otros dos miembros de la familia (por ejemplo: Qu hace su marido cuando su hijo la critica?); las preguntas sobre las diferencias en el comportamiento de dos o ms personas, ms que sobre la calidad intrnseca de esas personas (por ejemplo: Quin acude ms en su ayuda cuando est triste, su madre o su padre?); las preguntas sobre cambios en el comportamiento antes o despus de un acontecimiento especfico (por ejemplo: Su hermana dej de comer antes o despus de la muerte de la abuela?); las preguntas sobre circunstancias hipotticas (por ejemplo: Qu haran ustedes si sus padres se separaran?); finalmente, opiniones de los miembros de la familia respecto de un comportamiento o interaccin particular (por ejemplo: Quin logra ms fcilmente aplacar el mal humor de la madre?). Con el tiempo, las preguntas circulares han sido reconocidas (y tambin utilizadas) por muchos colegas que se inspiran en teoras diferentes como un instrumento eficaz para introducir diferencias y crear conexiones en la mente de los clientes

Sheila McNamee (1992) considera que las preguntas circulares son el prototipo de la tcnica teraputica construccionista, por cuanto contribuyen a favorecer (a crear) una multiplicidad de puntos de vista: Dado que las preguntas circulares no obligan al individuo a sostener su propia versin del mundo (incluso la privilegiada, profesional o psicolgica), permiten una separacin respecto de las historias o de la lgica que las personas suelen vivir o actuar cotidianamente. Proporcionan una apertura hacia descripciones alternativas que a menudo comprenden las opiniones mltiples que antes entraban en competencia en el discurso

Algunas preguntas circulares requieren del interlocutor declaraciones, o sea, dar referencias sobre hechos concretos; otras requieren atribuciones, es decir, atribuir actitudes o estados de nimo a un tercero. Mientras que las preguntas del primer tipo (por ejemplo: Qu hace su madre cuando su padre la molesta?) se ocupan de comportamientos, las del segundo tipo (por ejemplo: Segn usted, cmo se siente su madre cuando su padre la molesta?) entran decididamente en el juego de los significados. A las preguntas que solan formularse, basadas en la descripcin de comportamientos (Qu hace su marido cuando su hija se niega a comer?), se agregaron otros dos tipos: Qu experimenta su marido cuando su hija se niega a comer?, y Qu explicacin da su marido del hecho de que su hija se niegue a comer?. En estos tres tipos de preguntas se pueden advertir los tres niveles de la comunicacin humana: descripcin, experiencia, explicacin. Es evidente que el uso de estos niveles en las preguntas circulares abre amplias perspectivas en la conexin de los hechos, las emociones y los significados, que enriquecen la visin del mundo del cliente, ayudndolo a salir de la rigidez de la que ha llegado a ser un prisionero.

Otro tipo de preguntas, a las cuales recurrimos con frecuencia por la eficacia con que actan sobre los vnculos deterministas de las historias que los clientes aportan, son las preguntas hipotticas sobre el pasado, el presente y el futuro. El cliente que busca nuestra ayuda tiene a menudo una visin lineal-causal, es decir, determinista, del tiempo y de su propia historia. Los hechos o relaciones negativos traumticos de su pasado se consideran la causa del presente precario y problemtico, y la expectativa es que tambin influirn de manera negativa en el futuro. Obviamente, si tambin los terapeutas tuvieran esta visin determinista de la historia no podran ser tiles. Nosotros creemos que el pasado, el presente y el futuro estn conectados recursivamente y que por lo tanto, ampliando el contexto de las historias del pasado, de la realidad presente y de las expectativas respecto del futuro -y especialmente utilizando las preguntas hipotticas- es posible poner en crisis los vnculos deterministas que tornan rgida la historia del cliente, coartan sus pensamientos y emociones, y limitan su libertad.Hemos profundizado bastante en el tema de las preguntas circulares, que han sido y son todava uno de los instrumentos ms importantes (si no el ms importante) en la te rapia y la consulta. Quizs hayan sido la contribucin ms relevante del grupo de Miln y han tenido una notable repercusin. Obviamente, el terapeuta no utiliza slo preguntas circulares; tambin se vale de silencios, sonidos o palabras que expresan duda o asentimiento, afirmaciones, metfo ras, ancdotas, preguntas simples (Qu tiene para contarme hoy? o bien: Cmo se siente en este momento?) y preguntas didicas (Qu consejo le ha dado su novia?). Estos diferentes tipos de locuciones y expresiones se usan con mucha ms frecuencia en las sesiones individuales que en las familiares. En estas ltimas, el terapeuta es mucho ms activo y compromete a los miembros de la familia sobre todo a travs de varios tipos de preguntas circulares, entre las cuales las ms frecuentes son las tridicas.

Aun en una relacin didica, como lo es la de la terapia individual, se pueden usar con provecho las preguntas circulares, sobre todo recurriendo a la tcnica de la presentificacin del tercero. En la terapia de la familia las preguntas circulares, especialmente las tridicas, tienen entre otros efectos el de poner a cada familiar en la situacin de observador de los pensamientos, emociones y comportamientos de los otros, creando as una comunidad de observadores. Esto se puede reproducir en la terapia individual, al presentificar en la sesin a terceras personas significativas, pertenecientes al mundo externo y al interno (voces), creando una comunidad que participa en el desarrollo de diversos puntos de vista. Entre otros efectos, esta modalidad puede desafiar el egocentrismo del cliente, a quien se pone en la situacin de tener que reflexionar o formular hiptesis sobre los pensamientos y emociones de otras personas y no slo sobre los propios.

La presentificacin del tercero es una de las tcnicas ms interesantes y eficaces que usamos en la terapia.$ Se vale del uso de una importante funcin de las preguntas circulares en la terapia individual, que es la de evocar, para el cliente, a las personas significativas de su vida de relacin, a fin de ampliar el horizonte espacial, temporal y relacional del dilogo. Esto puede ocurrir de diversos modos:

1. A travs de preguntas circulares que introducen en el dilogo a personas significativas para el cliente: Qu opinin expresara su madre o su amiga sobre lo que usted est diciendo?, Qu consejo me dara su padre en este momento?, Qu podra decirle la persona que usted deseara que viniera en este momento a consolarla?. Las preguntas circulares tambin pueden incluir voces internas: Todos nosotros tenemos nuestras voces internas; de quin es la "voz" que le dice que se comporte de modo tan destructivo?, Parece que las "voces" positivas son ms bien dbiles en usted. No es as?. La presentificacin del tercero como voz, o fuerza interna o idea que acta sobre el cliente en sentido positivo o negativo la utilizamos frecuentemente en terapia. Esta tcnica que usamos, por ejemplo, en la anorexia, la bulimia y las formas de neurosis obsesivo-compulsivas, se basa en la creacin de un sistema relaciona) de tres elementos: terapeuta, cliente y voz o fuerza interna. El terapeuta trata de establecer una alianza teraputica con el cliente, contra las eventuales voces, fuerzas o ideas responsables de sus sntomas y sufrimientos; esto contribuye a la separacin entre la persona y la enfermedad, favoreciendo el proceso de despatologizacin. Michael White (White y Epston, 1989) usa el mismo principio llamndolo externalizacin del problema.

2. A veces se pide al cliente que hable directamente con el tercero presentificado, representado por una silla vaca: Imagine que su hermano est sentado all, y que afirma no estar de acuerdo con lo que me acaba de decir. Usted, qu le dira?. Menos frecuentemente, el terapeuta puede organizar de improviso una especie de representacin de roles, en la cual interpreta, segn los casos, el papel de cliente o de un familiar significativo, mientras el cliente interpreta el papel de terapeuta o de s mismo (vanse los casos de Bruno K. y de Susanna C.). Al final de esta representacin de roles, que por lo comn tiene una duracin limitada, el terapeuta y el cliente expresan sus vivencias y las ideas que les ha inspirado. Se trata de un procedimiento que permite al cliente experimentar y tener una visin de un hecho o de una relacin significativa desde un ngulo diferente. Esto requiere del terapeuta una intuicin y una sensibilidad particulares en cuanto a las expectativas del cliente respecto del tercero.

3. Cuando trabajamos con el equipo que observa detrs del espejo, el tercero puede ser representado por uno (o ms) de los miembros del equipo, que generalmente al concluir la sesin y en presencia del terapeuta comunica uno o ms puntos de vista, a veces diferentes a los del terapeuta (vase el caso de Luciano M.).

Cualquiera que sea la modalidad escogida por el terapeuta para presentificar al tercero, en ella tienen importancia las preguntas circulares, que mantienen su propia funcin fundamental, la de crear conexiones, aun cuando estas conexiones forzosamente deban ser construidas por el terapeuta y el cliente in absentia, en lugar de in praesentia, de los otros componentes: los sistemas significativos con los que el cliente est en contacto. En este sentido, las preguntas circulares son para el terapeuta un modo de entrar en el dilogo del cliente con las otras personas significativas, sin introducir sus propias ideas de manera directa. Estas se introducen indirectamente bajo la forma de preguntas, en las cuales el signo de interrogacin deja al cliente la responsabilidad de atribuir significados, mientras que la ausencia del signo introducira una dimensin interpretativa y prescriptiva. A travs de las preguntas ingresan en la escena de la terapia las mltiples voces significativas de la vida del cliente. Y, con las sucesivas preguntas circulares sobre estas voces mltiples, se crea un proceso reflexivo, el cual conduce a las ulteriores diferencias que hacen la diferencia. De esta manera, tambin se introduce una colectividad en el trabajo con el individuo.

A travs de una serie de preguntas circulares podemos hacer que un individuo diga (y por consiguiente que explore, que vea) qu puede pensar otro de l, despus de un tercero, despus qu pueden pensar ambos de l, despus qu puede pensar l de los otros dos, y as sucesivamente. De este modo se exploran los circuitos relacionales con los que el individuo est conectado. Despus, estos circuitos pueden ser autorreflexivos (el dilogo interno), o bien heterorreflexivos, las relaciones, reales y virtuales, entre la persona y su contexto. Con las preguntas circulares -especialmente- y con las hiptesis emergentes en el curso del dilogo (relativas a las relaciones del sujeto consigo mismo y con sus sistemas significativos), se pone al cliente en condiciones de entrar en un crculo hermenutico, en el cual correlaciona sus acciones, emociones y significados con los del terapeuta. En cierto sentido se crea un contexto en el cual el cliente hace, con ayuda del terapeuta, un anlisis de s mismo y de su sistema significativo. Esta dinmica crea la situacin de deutero- aprendizaje (aprender a aprender) que conduce al cliente a nuevas opciones y soluciones.

Deconstruccin y construccin en la sesin

Un modelo en el que nos hemos inspirado recientemente, al describir el pensamiento y la accin del terapeuta en el curso de la sesin, proviene de la crtica literaria y del anlisis del texto, que es deconstruido y reconstruido segn la sensibilidad, la cultura, el conocimiento y los prejuicios del lector. Si lo consideramos un modelo idneo, es porque parece describir adecuadamente el proceso que tiene lugar en el dilogo teraputico, el cual puede ser visto como una continua deconstruccin y reconstruccin de historias. Podemos distinguir un proceso de microdeconstrucciones/reconstrucciones que se verifican dentro de un nmero limitado de intercambios (turnos de palabra) entre el terapeuta y el cliente, y un proceso de macrorreconstruccin que tiene lugar de tanto en tanto (frecuentemente al final de la sesin) en la reconstruccin de las diferentes piezas surgidas de las deconstrucciones precedentes. Con este modelo podemos describir de manera simple el trabajo que hace el terapeuta con la formulacin de hiptesis y las preguntas circulares. En el proceso de formulacin de hiptesis, el terapeuta conecta los elementos que surgen en el dilogo planteando una hiptesis (construccin), y verifica la aceptabilidad de la hiptesis a travs de las preguntas circulares, que provocan respuestas de las cuales surgen otros elementos (deconstruccin), los que a su vez llevarn a otra hiptesis, y as sucesivamente. Naturalmente, como ya se ha dicho, la sesin no est hecha slo de preguntas circulares: el terapeuta utiliza silencios, sonidos o palabras que indican duda o asentimiento, afirmaciones, metforas, ancdotas, preguntas simples y preguntas didicas. En los turnos de palabra, puede recurrir con cierta frecuencia a los microrreencuadramientos (reframing), que retoman parcialmente lo que ha dicho el cliente de una manera diferente y tienen en cuenta las ideas del terapeuta en ese momento, observando al mismo tiempo el efecto sobre el cliente, en el sentido de una posible aceptacin suya. A veces tambin el cliente hace una operacin similar, repitiendo con sus palabras lo que acaba de decir el terapeuta. Es de hacer notar que el terapeuta suele ofrecer su microrreconstruccin con un tono interrogativo, para darle al cliente la posibilidad de coincidir o no; o, mejor an, de dar un significado suyo. Su observacin atenta de la reaccin (retroaccin) verbal y analgica del cliente a su microrreconstruccin le permitir advertir si su mensaje fue aprobado y cul es el significado que probablemente se le atribuy. El terapeuta concluye a veces la sesin con un largo comentario, una macrorreconstruccin, que recapitula las informaciones surgidas en el curso de esa misma sesin, conectadas entre s de un modo que pueda ser significativo para el cliente y que pueda abrir nuevas perspectivas. Algunos ejemplos clnicos (vanse los casos de Bruno K. Susanna C. y Daniela Z.) presentan reconstrucciones finales muy extensas, que recapitulan la historia del cliente, conectando su vida pasada con la presente y anticipando las posibles evoluciones futuras. Cuando la sesin se lleva a cabo con el equipo teraputico, este participa activamente en la reconstruccin de la historia, que ser comunicada por el terapeuta o bien por este juntamente con uno o ms miembros del equipo. Aqu deseamos recordar que a veces no nos limitamos a operar en el dominio lingstico, usando palabras, metforas o historias, sino que entramos tambin en el campo de la accin, usando prescripciones de comportamiento o rituales . Estos ltimos, desarrollados a comienzos de la dcada de 1970 y utilizados con frecuencia en la terapia familiar, son acciones estructuradas que simbolizan un aspecto importante y significativo de la vida de los clientes. A veces han demostrado ser decisivos, especialmente para disolver un mito familiar que causa sufrimiento a uno o ms miembros, o bien en casos de duelo no resuelto.

Algunas veces, pero no muy a menudo, tambin recurrimos a prescripciones de comportamiento, sobre todo cuando la resolucin de los problemas de conducta presentados es prioritaria, o cuando se ha creado una inmunizacin a las palabras, como en las conductas obsesivo-compulsivas o en las psicosis.

Otras consideraciones sobre el dilogo teraputico

Nos ha parecido de inters el estudio de Viaro y Leonardi (1990) sobre las sesiones de terapia familiar analizadas segn la teora conversacional. De acuerdo con esta teora, la conversacin teraputica obedece a las reglas 13 de toda conversacin: cada interlocutor supone que los otros participantes comparten su competencia lingstica y les suministra informaciones relativas a los hechos, sentimientos y actitudes. Adems de las reglas generales, la sesin teraputica se caracteriza por tener algunas reglas especficas, como las que conciernen a la directividad del terapeuta. En efecto, el terapeuta es quien tiene la posibilidad de escoger los temas, tiempos y turnos de la conversacin. Cuando comienza la terapia, el terapeuta adquiere el derecho de decidir de qu se hablar, o sea, de elegir los temas de la conversacin, y tambin de decidir cundo pasar de un tema a otro; de interrumpir al que est hablando, suspender o concluir la sesin, etctera.

En nuestra opinin, la directividad del terapeuta a veces es clara, abierta, pero ms a menudo es encubierta, o -recurriendo a una paradoja- podra decirse con ms exactitud que es indirecta: esto depende del momento particular de la sesin, del comportamiento del cliente y, naturalmente, de la eleccin del terapeuta. podemos describir el comportamiento del terapeuta como una respuesta al comportamiento del cliente: en tal caso la directividad no ser considerada exclusivamente como una caracterstica del terapeuta sino de ambos. Los tres tanteos descriptos representan tres puntos de observa cin, la observacin del terapeuta, la del cliente y un punto de observacin externo respecto de ambos. Esto constituye uno de los principios fundamentales del pensamiento sistinico: la importancia de posicionarse como observador en los diferentes puntos del sistema significativo en el cual se est inmerso o, como en un caso de terapia individual, la visin del observador/terapeuta, la visin del Otro como observador y la visin desde fuera de la relacin.

Qu pensar del caso en que el cliente decide no responder a las preguntas y/o hacer a su turno preguntas al terapeuta? Se cumple lo que Viaro y Leonardi definen como insubordinacin. Las insubordinaciones, segn la definicin dada, se registran con frecuencia y pueden poner a dura prueba la capacidad de los terapeutas, incluso de los muy expertos. Si son frecuentes, suelen invalidar el rol del terapeuta: basta pensar en lascontinuas insubordinaciones de los clientes psicticos, que pueden abrumar y paralizar fcilmente a un terapeuta de escasa experiencia.

Como nos han enseado Milton Erickson, Jay Haley, Paul Watzlawick y otros terapeutas estratgicos, las insubordinaciones pueden ser neutralizadas por el terapeuta evitando que se establezca una relacin simtrica de tipo brazo de hierro, que fcilmente conducira a una impasse. Por ejemplo, al principio de la consulta con Miriam C., la cliente no responde a las preguntas iniciales del consultor, cometiendo una insubordinacin primero con su terapeuta (que est presente en la sesin), cuya propuesta de celebrar una consulta haba aceptado, y despus con el consultor, a quien exige que se someta a un examen de idoneidad. El consultor, acorde con la posicin de seudocomplementariedad (Haley) que ha adoptado, acepta la exigencia, y de esta manera logra que la consulta se desarrolle sin obstculos.

En muchos otros casos, el cliente puede exhibir una actitud de no colaboracin, no respondiendo a las preguntas o respondiendo de manera intencionalmente tangencial, o aludiendo a posibles secretos. En estas circunstancias, una manera de neutralizar la insubordinacin es sealar el comportamiento observado y, con tono positivo de aceptacin, connotarlo positivamente y prescribirlo, dejando la puerta abierta para un eventual cambio en el futuro. Por ejemplo: Me parece que ahora tiene dificultades para abrirse (o para colaborar, o para contar algo muy privado... ). Est bien que por el momento contine as y que piense en ello antes de confiar en m o de colaborar, porque todava no estn claras las razones de sus dificultades (o sufrimientos), y si ahora decidiese comportarse de otra manera, podra manifestar una gran ansiedad, y la situacin podra empeorar.Con esta definicin el terapeuta: l. Adopta la posicin de escuchar al cliente. 2. Respeta y acepta sus comportamientos actuales, favoreciendo el desarrollo de una alianza teraputica. 3. Atribuye y delega al tiempo (futuro) la tarea de cambiar la situacin-.

Creacin del contexto teraputico

Qu significa crear un contexto teraputico que favorezca el surgimiento de nuevas soluciones, nuevas historias y nuevos trayectos evolutivos? . Ante todo es necesaria, aunque no suficiente, una motivacin mnima del cliente, es decir, un deseo de cambiar, de liberarse del sufrimiento. Esta motivacin debe ser previamente indagada, ya que en su ausencia es dicil crear un contexto teraputico. Todas las orientaciones teraputicas concuerdan en atribuir importancia a la motivacin del cliente.

Paralelamente a la motivacin, es necesario que el cliente desarrolle una relacin de confianza frente al terapeuta y a la terapia. Hay casos en los cuales la motivacin del cliente es dbil o inexistente, pero est presente en las personas que lo han enviado (familiares, amigos, expertos, etc.). Con cierta frecuencia el cliente acude al terapeuta a modo de exploracin, motivado para pedir una opinin o una consulta ms bien que una terapia.

En la sesin de evaluacin, para el terapeuta es de importancia fundamental el anlisis de la derivacin y de la motivacin personal del cliente. Aqu deseamos recordar que no todos los clientes son aptos para una terapia breve-larga-En ciertos casos de psicosis, por ejemplo de esquizofrenia, sera ilusorio esperar que la situacin se resuelva con sesiones tan distanciadas y en un nmero no superior a veinte. O bien en los casos en que, ms que una terapia exploratoria, como la que proponemos por lo comn, sera adecuada una terapia de sostn, eventualmente prolongada por un tiempo indeterminado (vase el caso de Olga M.)Los requisitos del terapeuta para desarrollar un contexto teraputico son ms complejos. Los expondremos sumariamente a continuacin: 1. Ante todo se requiere la capacidad de asumir una posicin de escucha del cliente. Esta posicin es ms evidente en el contexto de la terapia individual que en el de la terapia familiar, en el cual el terapeuta asume principalmente una posicin directiva y activa en el curso de la sesin. 2. La actitud de escucha es activa ms bien que pasiva, y es emptica, en el sentido de ponerse en el lugar del cliente, transmitindole la propia participacin emotiva. 3. Un requisito importante del terapeuta es que sienta curiosidad (Cecchin, 1987) por el cliente, su historia y la evolucin del proceso teraputico. Gracias a ella, el terapeuta evita quedar atrapado en intercambios redundantes y reiterativos, que conducen a la impasse.4. Como se ha sealado, la capacidad de ser feliz, o lo menos infeliz posible es otro recurso importante del terapeuta que facilita (y torna ms atractivo) su trabajo y la aceptacin del cliente, sobre el cual puede influir positivamente.*Aqu se puede reiterar que la actitud de escucha del terapeuta, su empata, su curiosidad y un humor positivo, figuran entre los elementos teraputicos especficos ms importantes para el xito de una terapia, especialmente de tipo exploratorio.5. El terapeuta sistmico se interesa en el dilogo interno del cliente y en su dilogo externo; por lo tanto est atento al sentido que tienen las ideas, las palabras y las emoci nes del cliente en relacin consigo mismo, con sus sistemas de pertenencia y con el sistema teraputico. 6. Es una caracterstica del modelo sistmico que el terapeuta mantenga una visin circular de los hechos, junto a una visin lineal propia del sentido comn. Esta perspecti va implica la renuncia a considerar un hecho como causa eficiente de otro, y lleva a considerar las relaciones recprocas entre los acontecimientos y las acciones humanas. Desde luego, la visin circular no se aplica slo a los acontecimientos del mundo del cliente, sino tambin a todo lo que sucede en la terapia. El principio de circularidad en la conduccin de la sesin se basa en la observacin de las retroacciones, es decir, en los mensajes verbales y no verbales del cliente. El terapeuta tambin debera estar consciente de sus retroacciones respecto del cliente, pero asimismo tener una visin externa (outsight) desde la cual observar la interaccin, lo que conduce a los tres puntos de observacin descritos anteriormente y, por lo tanto, a una concepcin verdaderamente coevolutiva de la terapia. Cada intervencin del terapeuta se basa en mensajes del cliente, los cuales, a su vez, estn en relacin con mensajes precedentes. Ms que de una visin simplemente circular, conviene hablar de una visin en espiral (vase Bateson, 1979), que tenga en cuenta al tiempo. En esta ltima visin, los acontecimientos se influyen retroactivamente alcanzando cada vez un punto diferente al de partida, proceso que se representa precisamente como una espiral. 7. Es oportuno que el terapeuta tenga conciencia del problema del poder en la relacin teraputica y en las relaciones del cliente con sus sistemas de referencia, as como del problema de los roles sexuales (gender roles). . 8. Un punto que no debe olvidarse es que el terapeuta debe estar consciente de que la lectura propuesta (como cualquier otra) dentro del contexto teraputico no es objetiva sino que pasa por el filtro de sus premisas, experiencias y teoras. Esto le permitir mantener cierta distancia y autonoma respecto de ellas, pudiendo as expresar su creatividad.

Conduccin de la sesin

Uno de los objetivos principales de la conduccin de la sesin es la creacin y mantenimiento de una relacin de confianza entre el cliente y el terapeuta. Probablemente el trmino confianza sea aquel en el que casi todos estn de acuerdo. Aqu nos importa recordar que, en la terapia individual, la atencin en la relacin teraputica adquiere una forma diferente de la asumida en la terapia familiar. En esta ltima el terapeuta es ms activo y se concentra en el juego recproco de las relaciones actuales entre los miembros de la familia, y el dilogo de ms voces est dirigido ms a las relaciones interpersonales que a las intrapersonales. En cambio, en la terapia individual el dilogo se desarrolla entre dos personas, lo que trae como consecuencia que el terapeuta se interese ms por el dilogo interno que el cliente tiene consigo mismo, dilogo que podr descifrar prestando atencin a sus retroacciones verbales y no verbales. Adems, se concede mayor espacio a la escucha, especialmente en las primeras fases de la sesin. En efecto, al comienzo de cada encuentro el terapeuta est comnmente menos activo, por lo menos desde el punto de vista verbal, y deja al cliente la eleccin de los temas, facilitndole la expresin con intervenciones mnimas, verbales o paraverbales, y una participacin atenta.

Un aspecto destacable de la relacin teraputica es el silencio (ndolfi, 1994), que a veces asume significados importantes, aun ms que las palabras. En la terapia familiar no se hace gran uso del silencio, por cuanto frente al silencio del terapeuta o de un miembro de la familia, otro lo reemplaza de inmediato en la conversacin. En cambio, en la terapia individual el silencio es tradicionalmente un protagonista, aunque nosotros lo usamos con cierta moderacin. Lo utilizamos, especialmente en la fase inicial de la sesin, para permitir que el cliente exprese sus reacciones a la sesin precedente y sus pensamientos sobre temas que le interesan o lo preocupan; tambin lo usamos en otros momentos de la sesin para subrayar estados de nimo o argumentos de importancia particular. Es obvio que los significados asumidos y aportados por el silencio estn conectados con lo que sucede en el aqu y ahora de la relacin. La sensibilidad al equilibrio entre silencio y palabra es una de las principales cualidades del terapeuta. A veces es el cliente el que habla poco o nada, y el terapeuta, para evitar un intercambio mecnico y estril de preguntas y respuestas, refiere historias o ancdotas (vase el caso de Olga M. ).

Otro aspecto por considerar en la conduccin de la sesin concierne al tema o temas que surgen en el aqu y ahora. En este sentido, la formacin del terapeuta cumple una funcin muy til en el desarrollo de la sensibilidad y la agudeza necesarias para identificar los temas que tienen un relieve y una particular significacin emotiva en la vida del cliente, con el cual se van a explorar los diferentes aspectos. Esto sucede comnmente despus de la fase inicial de la sesin, cuando surgen temas significativos en el dilogo. En consonancia con una visin circular de la realidad, las preguntas y comentarios del terapeuta, si bien son inspirados por el cliente, no pueden dejar de comprometer los preconocimientos o las hiptesis del terapeuta, que surgen en el aqu y ahora de la sesin. Estas hiptesis a veces tienen que ver con aspectos importantes de la vida relacional del cliente y de la relacin teraputica, y son anlogas o similares (isomrficas, segn el lenguaje de los sistemas) a las hiptesis surgidas en otros casos que han tenido una evolucin positiva. Para evitar la trampa de la Verdad, debemos estar siempre conscientes de que las hiptesis tienen la simple funcin de conectar temporalmente de un modo significativo los datos observados y que es importante evitar la objetivacin (Boscolo et al. 1987).

La posicin de oyente del terapeuta no es pasiva: mientras escucha lo que el cliente est diciendo, se forman conexiones con lo que se ha dicho antes en la misma sesin o en otras sesiones, y con la historia personal y social de la persona. Espontneamente, el terapeuta se pregunta: En este momento, qu me est diciendo o pidiendo implcitamente el cliente? Cmo se relaciona esto con las otras sesiones, especialmente con la ltima? Y cmo se relaciona con el desarrollo general de la terapia? Sus palabras y expresiones, indican regresin, estancamiento o evolucin? . El fruto de estas conexiones que el terapeuta efecta de tanto en tanto puede ser una idea, una metfora o una hiptesis que utilizar del modo que crea ms oportuno, a travs de una afirmacin o una pregunta que implcitamente informarn al cliente sobre las conexiones que el terapeuta ha hecho o est haciendo. Y las consiguientes respuestas verbales o analgicas del cliente constituyen para el terapeuta seales relativas a los significados que el cliente ha dado a sus palabras o preguntas precedentes.

Tiempos y ritmos del terapeuta y el cliente

La investigacin sobre el tiempo en las relaciones humanas nos ha llevado a advertir la importancia de la coordinacin de los tiempos individuales y sociales, condicin necesaria para un desarrollo normal de la persona y para una mejor calidad de la vida relacional. Para poder coordinar nuestros tiempos individuales con los tiempos de los dems, hay que disponer de una gama (range) de posibilidades de coordinacin temporal o, en otras palabras, de una flexibilidad suficiente. Por ejemplo, en las familias en que se manifiesta un problema psiquitrico, notamos una dificultad de coordinacin de los tiempos entre sus miembros. A la inversa, una relacin de intimidad requiere un alto grado de capacidad para coordinar los tiempos internos de la relacin. Esto nos lleva a afirmar que incluso en la relacin teraputica la coordinacin temporal entre terapeuta y cliente, y los ritmos que la caracterizan, tienen una gran importancia.

Algunos autores (vase Minuchin, 1974) usan la eficaz metfora de la danza como una representacin de la relacin teraputica. Cuanto mayor sea la flexibilidad de los ritmos en la danza entre los dos partners, ms probable ser su coordinacin temporal y, por lo tanto, aumentar la posibilidad de que la terapia evolucione favorablemente. A veces nos encontramos con casos de personas que tienen poca o ninguna flexibilidad para coordinar sus tiempos, lo cual puede crear un problema de relacin nada desdeable. Por ejemplo, un cliente con una depresin grave o un serio trastorno obsesivo-compulsivo puede poner a prueba, con sus tiempos extremadamente lentos o controlados, la capacidad del terapeuta para coordinarse en el largo plazo: podr aburrirse, sentirse frustrado, desarrollar una irritabilidad mal reprimida, etc. Se podra dar tambin un ejemplo opuesto, el de clientes que tienen ritmos demasiado rpidos, como en los casos de gran ansiedad o inseguridad o de euforia manaca, que podran tener efectos similares sobre el terapeuta. Debemos destacar que no todos los terapeutas tienen una flexibilidad ptima en la coordinacin de sus tiempos y ritmos con los del cliente, y deberan estar conscientes de esos lmites a fin de evitar, en los casos extremos, hacer terapia con determinados tipos de clientes. En todos los casos el terapeuta, en su danza con el cliente, debera modular sus ritmos, calibrndolos, dentro de ciertos lmites, con los del cliente.

Un segundo problema relacionado con el tiempo en la conduccin de la sesin es el del timing, es decir, el de la eleccin de los momentos del dilogo en que es oportuno introducir, aceptar o abandonar determinados argumentos. El hecho de introducir demasiado precozmente un contenido determinado puede crear resistencia, as como pasar por alto un argumento significativo puede disminuir el inters del cliente y la tensin del dilogo. Como terapeutas, a menudo debemos preguntarnos si lo que consideramos interesante en un momento dado tambin es interesante para el cliente. La simple consideracin de las retroacciones verbales y analgicas puede no ser suficiente para intuir si el cliente da un significado (y cul) a los mensajes del terapeuta. Por esta razn, de vez en cuando es conveniente averiguar si las preguntas del terapeuta tienen sentido para el cliente, y si este puede ofrecer al terapeuta un principio de indagacin diferente.

Estas estratagemas permiten evitar errores de timing, incluso graves, que pueden interferir notablemente en el proceso y en la relacin teraputica. Al detenerse demasiado tiempo en un argumento o contenido se corre el riesgo de magnificar su importancia y oscurecer en cierto modo otros aspectos significativos. Es conocida la seduccin que ejercen las historias de dependencia de la madre y de competencia con el padre; esa seduccin puede conducir a la objetivacin [reification] y la exclusin de historias alternativas. Detenerse demasiado en las historias relativas del pasado puede tener un efecto contrario al esperado, terminando por convencer al cliente de que de ese pasado no puede derivar un presente diferente. En este sentido, al explorar la vida pasada es oportuno ampliar el contexto y formular preguntas, especialmente hipotticas que, al hacer surgir diferentes pasados posibles, tornen inadecuada la visin determinista del cliente ( ver caso Luciano M.: prisionero de un mito familiar).

El proceso teraputico

La primera sesin es frecuentemente ms larga que las otras; puede durar incluso una hora y media, mientras que las otras suelen durar una hora. En ella se examina el sistema significativo, como ha venido desarrollndose con el tiempo, en conexin con el problema presentado. Anticipamos que el proceso evaluativo (o diagnstico) no es diferente de la terapia, por cuanto pedimos informaciones y damos informaciones. Cuando entramos en la sesin tenemos a nuestra disposicin una ficha, compilada por un encargado (no terapeuta) en el momento del primer contacto, que contiene las informaciones bsicas sobre el enviante, sobre los miembros de la familia y sobre el problema presentado.

El terapeuta tiene dos preguntas a las cuales la sesin deber dar respuesta: qu ha llevado a esta persona a buscar ayuda en este momento, y por qu ha acudido a m. La respuesta a la primera pregunta podr llegar -aunque no siempre- en el curso de la sesin, una vez que se haya explorado la historia del cliente y el contexto en el que vive; la respuesta a la segunda pregunta vendr a travs de un anlisis de la derivacin. Comnmente, la primera pregunta que formulamos es: Qu lo ha trado aqu?, o bien: Qu tiene para contar nos?, dejando que el cliente describa las razones por las cuales ha solicitado una opinin profesional. De hecho el terapeuta no pregunta, como se hace tradicionalmente, cul es el problema, porque si lo hiciera podra contribuir a una inmediata identificacin de la patologa y a la construccin de un contexto de terapia ms que de consulta.

El trabajo ms significativo concierne a la exploracin de los significados que el cliente y los terceros presentificados atribuyen al cmo y al cundo de los acontecimientos, las dificultades y los problemas referidos. Se explorarn tambin las relaciones del cliente con sus sistemas de referencia: hostilidad, seduccin, disenso, consenso, apoyo, etc. Estos datos se recogen a travs de una serie de preguntas que se refieren a las experiencias, las descripciones y las explicaciones del cliente y de las personas significativas con las cuales est conectado. Despus de haber explorado el presente del cliente, pero tambin el contexto en el que vive actualmente, interesa conocer el pasado, es decir, la memoria del pasado, en busca de conexiones y continuidad con la vida presente. Adems tratamos de evocar, con las preguntas hipotticas, pasados posibles que puedan facilitar el surgimiento de presentes (y futuros) posibles, abriendo nuevas perspectivas evolutivas. En la prosecucin de la sesin, finalmente surgen uno o ms temas significativos, que permitirn dar una respuesta a la primera de las dos preguntas del terapeuta.

En cuanto a la segunda respuesta, se examina a fondo la razn de la derivacin, la historia de la relacin con el enviante y los contactos tenidos con otros expertos. Respecto de estos ltimos, es muy til conocer los posibles diagnsticos que formularon, las terapias que efectuaron y, en particular, el tipo de relacin que tuvieron con el cliente. Estas informaciones son valiosas porque ayudan a hacerse una idea de la modalidad relacional del cliente con los expertos y permiten introducir novedades en la terapia, evitando dar respuestas ya dadas. Hacia el final de la sesin se introduce el tema del futuro. Se pueden formular preguntas como: Qu espera de este encuentro? Qu espera en caso de que podamos tener otros encuentros? Qu deseara que cambiara en su vida?. O bien: Qu le bastara que cambiara? Qu espera de m?, etc. Tambin se hacen preguntas hipotticas sobre el futuro: Supongamos que repentinamente desaparecen todos sus problemas. Qu cambiara en su vida? Qu efecto tendra eso sobre los dems?, etctera.

Al final de la sesin abandonamos la reserva y damos nuestra opinin. Si pensamos que correspondera una terapia, lo comunicamos y, si el cliente acepta, hacemos el contrato teraputico. Si el cliente se decide por una terapia breve-larga de veinte sesiones, el terapeuta propone el contrato teraputico ms o menos con estas palabras: La terapia que nosotros hacemos comprende como mximo veinte sesiones, incluida la presente, que se realizan a intervalos de dos a cuatro semanas. En nuestra experiencia, muchos clientes deciden terminar antes de la vigsima sesin, a veces en las primeras, a veces en la mitad o al final del tratamiento. Si en la vigsima sesin el cliente todava cree que tiene necesidad de ayuda, evaluamos la situacin. Si pensamos haber agotado nuestras posibilidades teraputicas no podremos continuar y, en tal caso, usted podr dirigirse a otro colega si lo considera oportuno. En alguna sesin podr haber un equipo detrs del espejo y las sesiones podrn ser videograbadas si usted lo autoriza. (A continuacin se indican las condiciones econmicas.) Usted puede decidirlo ahora o tomarse el tiempo necesario para reflexionar. Por lo general, el cliente adopta una decisin en la primera sesin. En algunos casos (por ejemplo, en el de Bruno K. ), puede ser necesaria una segunda sesin de consulta.Ejemplos de primeras sesiones en transcripcin integral son, adems de la de Bruno K. la de Giuliana T., y la consulta con Daniela Z.. Reiteramos que la primera sesin no es slo diagnstica sino tambin teraputica, por cuanto la evaluacin y la terapia forman parte de un proceso recursivo. El terapeuta tiene la posibilidad de formarse una opinin ms o menos precisa del caso, en lo que se refiere a la gravedad de los problemas presentados, pero sobre todo de los recursos y la potencialidad del cliente. Tomar en consideracin la historia del cliente y en particular su personalidad, su rigidez o flexi bilidad y su capacidad para enfrentar los conflictos y resolver los problemas vitales.

Aun cuando conscientemente tratemos de mantener cierta distancia de las ideas que tenemos sobre el cliente y de nuestras previsiones sobre la posible evolucin de la te rapia, ellas no pueden dejar de influir en el cliente, cuyas retroacciones modifican o en alguna medida confirman las expectativas del terapeuta. Este crculo recursivo est en relacin con uno de los prejuicios que nosotros, como terapeutas sistmicos, hemos desarrollado sobre la duracin de la terapia, es decir, con el optimismo teraputico. Aqu deseamos destacar la importancia de dejar al cliente la eleccin del plazo de la terapia en la vigsima sesin, reconocindole de esta manera competencia y capacidad para salir de su crisis incluso en tiempos breves.

Las sesiones siguientes, aunque con las debidas diferencias, se asemejan entre s. El terapeuta comienza por preguntar al cliente qu tiene para contar hoy. Al comienzo de la sesin adopta la posicin de oyente, que le permite hacer surgir en el cliente reflexiones, emociones y fantasas relativas a la ltima sesin, a la relacin teraputica y tambin a su vida presente. Con el desarrollo de la sesin, el terapeuta se vuelve ms activo y explora junto con el cliente uno o ms temas emergentes de importancia particular. Frecuentemente, hacia el final se introduce el tema del futuro, a travs de preguntas, metforas, ancdotas, etc. y a veces se hace un comentario en forma de metfora o de historia, que reconstruye los elementos de la sesin de un modo que pueda abrir nuevas perspectivas. El comentario a menudo se construye a partir de elementos surgidos durante la exploracin de un tema que parece ser fundamental en la vida del cliente (vase la transcripcin de la cuarta sesin de Susanna C.).

Muchos enfoques teraputicos dividen la terapia en varias fases. Nosotros podemos distinguir una fase inicial, en la que surgen los temas ms significativos en la vida del cliente, que sern abordados en la fase central, para pasar luego a la fase final, cuyo tema principal es la separacin. Podemos describir dos tipos de casos: los que finalizan poco antes de la decimoquinta sesin y los que finalizan despus de la decimoquinta sesin. En el primer grupo, la tercera fase parece reducidsima o casi ausente. La separacin se produce sin dificultad. En el otro grupo, en cambio, la ltima fase se caracteriza por la intensidad de las emociones y los pensamientos relativos al inminente final de la terapia, sentimientos que pueden ser firmemente negados o manifestados abiertamente y acompaados de temores de no aceptacin o, ms raramente, del pedido explcito de proseguir la terapia. La ansiedad de separacin llega a veces a ser tan intensa que incluso puede inspirar dudas al terapeuta respecto de la oportunidad de terminar la terapia. En tal caso, el profesional puede ofrecer un nuevo ciclo de sesiones o derivar el caso a un colega.

Retrica y hermenutica

Si se la considera desde un punto de vista lingstico, la terapia es un juego sutil de hermenutica y retrica. Ente,,. demos por hermenutica el trabajo de interpretacin y formulacin de hiptesis que realiza uno de los interlocutores de un dilogo en relacin con las afirmaciones del otro, y por retrica, el trabajo de construccin de sus afirmaciones que realiza cada uno de los interlocutores con referencia al otro. En el dilogo teraputico, la retrica y la hermenutica son utilizadas (si bien con diferentes grados de conocimiento) tanto por el terapeuta como por el cliente, y esto ocurre en todas las formas de psicoterapia.

Retrica Todo estudio de la retrica comienza, generalmente, con la definicin de Aristteles: Definimos pues la retrica como la facultad de descubrir en todo argumento aquello que es capaz de persuadir (Retrica, 1, 1, 1355b). Los terapeutas pertenecientes a determinadas orientaciones se pueden considerar persuasores ocultos. Por ejemplo, los terapeutas estratgicos (Watzlawick et al. 1973), o bien los hipnoterapeutas (Milton Erickson y sus seguidores.

Un punto de contacto entre la retrica y nuestra terapia sistmica es el hecho de que la retrica renuncia a priori a la bsqueda de la verdad. Desde los tiempos de Protgoras,* la retrica es el dominio en el que el hombre es la medida de todas las cosas, en el que son admisibles ms verdades, que dependen de ms puntos de vista. Como para el terapeuta sistmico, para el retrico existe un multiverso, en el cual las versiones de la realidad son mltiples. Un segundo punto de convergencia entre la terapia sistmica y la retrica es el medio del que se sirve el terapeuta: la palabra dicha, el discurso. Desde la Antigedad, la retrica ha analizado la palabra como accin. En particular, la evocacin de la accin tiene lugar a travs del uso de un lenguaje rico en metforas.

A esta altura es fcil establecer cules son las similitudes y las diferencias entre un retrico clsico y un terapeuta sistmico. Ambos tratan de cambiar las premisas de sus interlocutores a travs del lenguaje y de las emociones que este transmite; ambos trabajan con las palabras y las metforas. Pero mientras que el retrico tiene una tesis que sostener, el terapeuta sistmico -en el dilogo con el cliente o con la familia- se dedica a buscar ms tesis, que jams llegan a ser definitivas: los efectos de esta bsqueda pueden ampliar el horizonte de los clientes y generar nuevos mapas, nuevas historias. Parafraseando a Pirandello, los clientes en terapia se pueden considerar como personajes en busca de un autor, con cuya ayuda podrn entrar en una nueva obra, en una nueva historia.

La terapia sistmica, a diferencia de las que, como las estratgicas y las conductistas, se basan en una tecnologa que prev una trayectoria con etapas predefinidas para llegar a un objetivo preestablecido (problem-solving), se puede encuadrar en una retrica de la imprevisibilidad. En este sentido, la retrica del terapeuta sistmico se inserta en un proceso de exploracin que se vale especialmente, aunque no de manera exclusiva, de preguntas y, en particular, de preguntas circulares.

Hermenutica Un importante correlato lingstico de nuestro modo de proceder es el que comunicamos al cliente a travs de nuestro lenguaje despatologizante y polismico.29 A diferencia de otros terapeutas, que suelen comunicar a sus clientes que han comprendido la verdad que subyace a sus sntomas y problemas, nosotros les comunicamos implcitamente que no existe (para nosotros) la verdad, que slo existen diferentes maneras de ver las cosas, diferentes tanteos. Este criterio de no asumir la posicin de autoridad (en el sentido de posesin de los conocimientos) es a su vez teraputico: porque el otro no est obligado a pensar que el terapeuta posee la verdad, y as se siente libre de no poseerla tampoco l, en el sentido de que nadie puede poseerla. Se trata de una posicin hermenutica. Naturalmente, abrazar sin reservas una perspectiva hermenutica significa en cierto sentido negar la perspectiva emprica. Y es imposible hacer terapia sin una perspectiva emprica. Por ejemplo, a nosotros nos agrada jugar con las hiptesis, construir mundos posibles a travs de las hiptesis que formulamos. Pero el principio de circularidad que hemos adoptado implica que continuamente tratamos de verificar o refutar de algn modo nuestras hiptesis: si bien no creemos en hiptesis verdaderas o que reflejan una realidad, pensamos que las hiptesis deben tener al menos un sentido para el interlocutor. Por lo tanto, nuestra verificacin est dada por el continuo monitoreo de las reac 29 Queremos subrayar el componente analgico del lenguaje despatologizante, que por muchos motivos es ms importante que el verbal. La idea de que los problemas del cliente son problemas de vida ms que de enfermedad fsica se transmite sobre todo por el tono de la voz, por la mmica, por la postura, y no slo por los contenidos verbales. 170 ciones verbatles, pero sobre todo emotivas, del cliente, que nos permite evaluar el grado de aceptabilidad de nuestras hiptesis; este Puede inanifestarse en una reaccin emotiva significativa, en un estado de atencin especial, y hasta en un consenso explcito del cliente con respecto a lo que el terapeuta le comunica. El punto central de las teoras (y pragmticas) hermenuticas reside justamente en privilegiar al receptor de un mensaje respecto de quien lo ha emitido: el significado es algo que se atribuye al mensaje del receptor

El terapeuta formula hiptesis pero no devuelve al cliente directamente sus hiptesis; devuelve preguntas fundadas en esas hiptesis, que pueden conducir al cliente a formular sus propias hiptesis. He aqu por qu cuando se le pregunt a una cliente, al final de una terapia exitosa, qu la haba hecho cambiar, respondi que despus de varios intentos fallidos de comprender la estrategia del terapeuta, es decir, de imaginar qu tena en mente cuando le haca sus preguntas, en cierto momento haba renunciado y el inters se haba desplazado hacia el dilogo y hacia s misma. Con sus palabras estaba diciendo que se haba vuelto parte activa en la terapia: no receptora de interpretaciones o de hiptesis, sino productora de sus hiptesis y tentativas de interpretacin. De este modo, a travs de las preguntas, el terapeuta ayuda al cliente a mirar hacia adentro y a reflexionar sobre sus relaciones. El terapeuta sistmico, como el director de escena o el autor teatral, ofrece continuamente historias posibles al cliente y contribuye a crear un contexto relacionel en el cual le cabe al cliente decidir si aceptarlas en todo o en parte, o bien rechazarlas. Las historias que contamos las urdimos a partir de los datos que proporciona el cliente, filtrados a travs de nuestras experiencias y prejuicios, y enriquecidos por las metforas de nuestro archivo interno, y dejamos que sea el cliente quien les encuentre un sentido. A veces las intervenciones parecen relatos crpticos que dejan entrever ms 173 significados, o se comunican en forma de rituales que obligan al cliente a encontrar un sentido personal. Sin embargo, los datos iniciales son siempre los ofrecidos por el cliente, que el terapeuta, como observador, elige y selecciona basndose en sus teoras y su sensibilidad. Este tipo de actividad del terapeuta no vuelve pasivo al cliente, como sucede en ocasiones con otros terapeutas activos. Por el contrario, la actividad del terapeuta sistmico ge nera a su vez actividad en el cliente, recurriendo preferentemente a la forma retrica de la pregunta, ms bien que a las afirmaciones (e implcitamente a las rdenes) directas, que lo induciran a ser pasivo. En sntesis, hacer terapia sistmica significa sumergirse con el cliente en una red compleja de ideas, emociones y personajes significativos, conectados recursivamente y explo rados por dos interlocutores a travs del instrumento lingstico. En el psicoanlisis el lugar central lo ocupa el analista, quien, con el tiempo, al desarrollarse la transferencia, llega a ser el sistema ms significativo. En la terapia sistmica es el cliente el que, en cierto sentido, termina por ocupar el centro de la escena y, con ayuda del terapeuta, puede desarrollar una visin que es al mismo tiempo relacional y procesal. El pensamiento del terapeuta sistmico se basa en la complementariedad de los conceptos de causalidad lineal y circular, en la importancia de la pluralidad de los puntos de vista y en la conviccin de que formular preguntas es preferible a dar respuestas; esto tiene el efecto de transmitir al cliente un modo de conectar las cosas y las personas, los hechos y los significados, que lo libera de la visin rgidamente egocntrica de s mismo y de la realidad que lo circunda. Como podra decir Bateson, el inspirador y artfice de la visin sistmica, la terapia basada en tales principios se puede considerar como generadora de un contexto de deuteroaprendizaje, en el cual el cliente aprende a aprender y a relacionar las pautas que conectan. Otro modo de describir el proceso teraputico consiste en afirmar que el terapeuta, a travs de las preguntas, en particular de las preguntas circulares, favorece en las reflexio nes del cliente la formulacin de hiptesis sobre las posibles tipologas de sus experiencias. Y es registrando estas posibles tipologas (por ejemplo, un aspecto particular de la relacin del cliente con el padre, con la madre o consigo mismo) como el cliente puede rever continuamente su posicin (y la del Otro) dentro del sistema significativo del que forma parte. As puede expandir y profundizar su sensibilidad y la posibilidad de experimentar y ver los hechos y las historias que le conciernen en una perspectiva mltiple, en lugar de la perspectiva aprendida que lo conduce a entablar relacin consigo mismo y con los otros de un modo rgido y repetitivo. De esta manera, recurriendo a las contribuciones recientes de la narrativa, podemos decir que el cliente se libera de su historia, que ha llegado a ser embarazosa y fuente de sufrimiento, para entrar en una nueva historia que le ofrece mayor libertad, serenidad y autonoma. Obviamente, en todo este proceso es necesario recordar que cada terapeuta, como perteneciente a una determinada cultura -ya que nuestra orientacin teraputica no pretende ser instructiva ni normativa-, no puede dejar de tener su ideologa sobre lo que es correcto o equivocado, apropiado o inapropiado, sano o enfermo, ideologa que debe ser mantenida conscientemente a distancia para que no interfiera significativamente con los intentos de solucin del cliente. Sin embargo, puede haber momentos en la terapia en los que, por motivos ticos, deontolgicos o incluso penales, debamos adoptar una posicin clara e inequvoca, asumir nuestras responsabilidades y actuar sobre la base de nuestra ideologa, que en estos casos nos obliga a intervenir. Nos referimos a los casos de abusos y manipulaciones graves por parte del cliente, sobre todo en relacin con menores o personas (frecuentemente mujeres) que no estn en condiciones de defenderse. En tales casos, puede ser necesario, en cumplimiento de disposiciones legales, interrumpir la terapia y promover la intervencin de un control social. Tambin hay que contemplar los casos de clientes que pueden experimentar un agravamiento, con prdida de contacto con la realidad (por ejemplo, en las psicosis), o con serios riesgos de suicidio, que obligan al terapeuta a recurrir a una internacin hospitalaria, tambin forzosa. En los casos menos graves, el terapeuta puede abandonar la posicin de comprensin y enrostrar al cliente -incluso duramente- sus conductas y actitudes inaceptables, que de lo contrario resultaran encubiertamente confirmadas. Hemos destacado reiteradamente la importancia de la visin positiva (positive view) caracterstica del modelo sistmico; con esto no intentamos declarar una aceptacin incondicionada de las conductas del cliente, como han pretendido algunos: como puede ocurrir en la relacin entre progenitor e hijo, la aceptacin o la connotacin positiva indiscriminadas pueden privar al sujeto de la experiencia de las diferencias de valores, con las consecuencias negativas fcilmente imaginables. El arte de la conduccin de un dilogo teraputico reside tambin en la capacidad de crear un contexto que permita al cliente aprender por s mismo la diferencia entre los valores, entre lo positivo y lo negativo, entre el bien y el mal, y en el cual el terapeuta se limite a intervenir en las situaciones concretas que requieran una toma de posicin inevitable. Como se habr podido apreciar, el juego de la retrica y la hermenutica lleva a considerar una serie de aspectos bsicos de la terapia. Nuestro modelo nos parece particular mente abierto, en el sentido de que concede un mximo de libertad tanto de expresin como de interpretacin a ambos actores del dilogo teraputico.

Lenguaje y cambio: palabras clave

Un uso del lenguaje que ha resultado de particular utilidad en nuestras terapias es el asociado a las palabras clave. Se trata de algunas palabras dotadas de un alto grado de polisemia, es decir, de palabras que dan al terapeuta la posibilidad de evocar del modo ms eficaz dos o ms significados. Desde las primeras frases de cada sesin, el terapeuta est atento al lxico, o bien al tipo de lenguaje del cliente, que consiste no slo en el repertorio de las palabras, sino y sobre todo en los gestos, en las actitudes y en el conjunto de las comunicaciones no verbales. Esta atencin le permite calibrar sus palabras y emociones a fin de integrarlas en el contexto creado con el cliente. De esta manera, el terapeuta se sumerge en un dilogo lo ms abierto posible, en el cual el lenguaje es un acto de reciprocidad entre dos personas. En la complejidad del intercambio recproco se transmiten innumerables redes de posibilidades, acciones y significados. Esta reciprocidad puede describirse como el resultado de los efectos de las palabras y las emociones del terapeuta sobre el cliente, y recursivamente de los efectos de las palabras y las emociones del cliente sobre el terapeuta. De las palabras del cliente, pero sobre todo de su lenguaje analgico, el terapeuta obtiene una orientacin sobre los significados que este atribuye a sus intervenciones, ya se trate de preguntas, historias o metforas. Un rostro que se ilumina, una mirada de inteligencia, un repentino meneo de la cabeza pueden ser seales de que estn surgiendo nuevas perspectivas.

Recientemente hemos comenzado a interesarnos en el anlisis lingstico de las relaciones teraputica y de consulta. Hemos empezado a observar y a ocuparnos ante todo de las palabras y los signos no verbales que surgen en el dilogo con el cliente, especialmente de las palabras a las que el clien