14 - El Mar de Las Espadas

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    REINOS OLVIDADOS

    EL MAR DELAS

    ESPADASR. A. Salvatore

    TIMUN MAS

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    Diseo de cubierta: Valerio Viano

    Ilustracin de cubierta: Todd Lockwood

    Ttulo original: Sea of Swords 2001 Wizards of the Coast Inc.

    Derechos exclusivos de la edicin en la lengua castellana:Grupo Editorial Ceac, S.A., 2003Paseo Manuel Girona, 71 bajos - 08034 Barcelona (Espaa)Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S A.ISBN: 84-480-3748-0Depsito legal: M. 52.581-2002Impreso en Espaa por Mateu Cromo

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    NDICE

    EL MAR DE LAS ESPADAS................................................................ 1Prlogo ............................................................................................... 4Primera parte....................................................................................... 8

    Retazos de oscuridad ....................................................................... 91 Espalda contra espalda................................................................ 112 El conflicto ................................................................................. 233 Campanas y silbatos ................................................................... 304 La marca..................................................................................... 385 La honestidad del amor............................................................... 436 Las sendas del destino ................................................................ 48

    Segunda parte ................................................................................... 54Tras la pista ................................................................................... 557 Extraas compaas .................................................................... 578 El tormento del guerrero............................................................. 659 Caminos que casi se cruzan ........................................................ 7010 Maldito invierno ....................................................................... 7611 Caminos divergentes................................................................. 8412 La estatua de ojos violeta.......................................................... 9113 Calma invernal.........................................................................100

    Tercera parte ....................................................................................106El rastro Sangriento ......................................................................10714 La confirmacin.......................................................................109

    15 De copas con un enano arisco ..................................................11416 Una amistad inesperada ...........................................................12117 El punto de vista de Morik.......................................................12818 Donde el rastro y el humo se unen ...........................................13319 La eleccin de Wulfgar............................................................146

    Cuarta parte .....................................................................................151En busca de significado ................................................................15220 Notificacin de desahucio........................................................15421 Encantos malgastados..............................................................16222 Paso a paso ..............................................................................166

    23 A escena ..................................................................................17024 El signo del drow.....................................................................17325 Aceptar la realidad...................................................................17726 Con la cara por delante ............................................................18527 Venganza ciega........................................................................19628 Una herida abierta....................................................................206

    Eplogo ............................................................................................211

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    Prlogo

    Volte las dos cimitarras en suaves movimientos circulares, trazando delicados giros

    engaosos. Cuando se present la oportunidad, dio un paso y lanz un tajo con una de ellas sobre elhombro aparentemente indefenso. Pero el elfo, cuya cabeza afeitada brillaba bajo el sol, fue msrpido. Retrocedi un paso y levant la larga espada en una slida parada, luego se lanz en unaembestida directa, acuchill con la daga y dio otro paso al frente para arremeter con la espada.

    Bail en perfecta armona con los fluidos movimientos del elfo, haciendo remolinosdefensivos con las dos cimitarras, subiendo y bajando para chocar contra la espada. El elfo volvi alanzar su arma contra el abdomen, y luego una tercera vez, apuntando bajo.

    Las dos cimitarras descendieron con fuerza, el clsico doble bloqueo bajo, volviendo a subirarmas cuando el gil elfo trat de dar una patada a travs de la parada.

    El puntapi del elfo no era ms que una finta, y cuando las cimitarras subieron, el elfo se pusoen cuclillas y lanz la daga. Lo alcanz antes de que pudiera bajar lo suficiente sus espadas para

    detenerla, antes de que pudiera afianzar los pies y esquivar el golpe.Con un lanzamiento perfecto, la endiablada daga se clav en su abdomen.

    Es Deudermont, sin duda voce, el marinero, en tono frentico. Nos ha vuelto aavistar!

    Bah, no tiene manera de saber quines somos record otro.

    Sitanos junto al arrecife ms all de los escollos orden Sheila Kree a su timonel.

    Alta y corpulenta, con brazos endurecidos como rocas tras aos de trabajo y ojos verdes quemostraban resentimiento por todos esos aos, la mujer pelirroja mir enojada al perseguidor. Lagoleta de tres palos les oblig a realizar una virada que los alejaba del mercante poco armado quehubiera sido una presa ms que provechosa.

    Crea una niebla para ocultarnos de su vista le grit la mujer pirata a Bellany, la maga delQuilla Sangrienta.

    Niebla resopl la maga, sacudiendo la cabeza de manera que su pelo negro como ala decuervo le acarici los hombros.

    La mujer pirata, que hablaba ms a menudo con la espada que con la boca, no se enteraba.Bellany se encogi de hombros, y empez a lanzar su conjuro ms poderoso, una bola de fuego.Cuando acab, dirigi la explosin, no hacia el lejano barco perseguidor que, de ser elDuende delMar, no tendra ninguna dificultad en repeler el ataque, sino a la estela del Quilla Sangrienta.

    Las olas silbaron al entrar en contacto con las llamas y se levant un denso vapor espesodetrs del barco. Sheila Kree sonri y mostr su aprobacin. Su timonel, una mujer corpulenta congrandes hoyuelos en la cara y una sonrisa de dientes amarillos, conoca mejor que nadie las aguas

    que rodeaban la punta occidental de la Columna de Mundo. Poda navegar en la ms oscura de lasnoches, guindose nicamente por el sonido de las corrientes chapoteando sobre los arrecifes. Lanave de Deudermont no se atrevera a seguirles a travs de las peligrosas aguas que les esperaban.Pronto, el Quilla Sangrienta saldra ms all del tercer escollo, bordeara el codo rocoso y entraraen mar abierto si as lo quera, o virara ms hacia tierra, hacia una serie de escollos y rocas (unlugar que Sheila y su tripulacin consideraban ya como su hogar).

    No puede saber que somos nosotros repiti el marinero.

    Sheila Kree asinti, y dese que el hombre estuviera en lo cierto; de hecho lo crey, ya quemientras el Duende del Mar era una goleta de tres palos con una jarcia inconfundible, el Quilla

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    Sangrienta no aparentaba ser ms que una carabela pequea y sin importancia. De todos modos,como cualquier pirata avezado de la Costa de la Espada, Sheila Kree no tena ganas de meterse enlos con el legendarioDuende del Marde Deudermont o su peligrosa y experta tripulacin, aunqueDeudermont todava no les hubiera identificado.

    Le haban llegado rumores de que Deudermont la buscaba, aunque no tena muy claro por quel famoso cazador de piratas la haba elegido a ella. En un acto reflejo, la fuerte mujer pas la manopor encima del hombro para sentir la marca que se haba tatuado al fuego, el smbolo de su recindescubierto poder y ambicin. Como todas las mujeres que servan en el nuevo grupo de mar ytierra de Kree, Sheila llevaba la marca del poderoso martillo de guerra que haba comprado a unbotarate en Luskan, la marca deAegis-fang.

    Era se el motivo del repentino inters de Deudermont? Sheila Kree haba averiguado algode la historia del martillo: su propietario anterior, un bruto borracho llamado Wulfgar, era un viejoamigo del capitn Deudermont. sa era una posible conexin, pero la mujer pirata no estaba segura.No haba sido juzgado Wulfgar en Luskan por intentar matar a Deudermont?

    Sheila Kree alej esos pensamientos de su cabeza, mientras el Quilla Sangrienta se abra pasopeligrosamente entre la mirada de rocas y escollos hacia la secreta y resguardada Cala Dorada. Apesar del experto pilotaje, el Quilla Sangrienta roz ms de una vez contra los salientes dentados, ycuando entraron en la baha, la carabela estaba escorada a babor.

    No importaba, porque en la caleta pirata, rodeada de paredes imponentes de roca afilada,Sheila y los suyos tenan los medios para reparar el barco. Dirigieron el Quilla Sangrienta a unagran caverna, la parte inferior de un sistema de tneles y grutas que ascendan a travs del extremooriental de la Columna del Mundo, tneles naturales ahora ahumados por las antorchas que cubranlas paredes, y cuevas de roca convertidas en refugios habitables merced al botn logrado por latripulacin pirata con ms xito en toda la Costa de la Espada septentrional.

    La pequea hechicera de pelo negro suspir. Saba que era muy probable que acabarahaciendo la mayora de las reparaciones con su magia.

    Maldito Deudermont! coment Bellany.

    Maldita nuestra cobarda, querrs decir coment un maloliente lobo de mar al pasar a sulado.

    Sheila Kree se plant frente al hombre que murmuraba, lo increp y lo derrib con underechazo directo a la mandbula.

    Ni siquiera nos vio protest el hombre postrado, al tiempo que miraba a la piratapelirroja con una expresin de puro terror en la cara.

    Si alguna fmina de la tripulacin del Quilla Sangrienta le faltaba a Sheila Kree, era muyprobable que se llevara una paliza, pero si uno de los hombres se pasaba de la raya, descubrira porqu el barco tena ese nombre. Pasar por la quilla era uno de los pasatiempos favoritos de SheilaKree.

    La capitana dej que el infeliz se alejara a rastras; sus pensamientos estaban ms centrados enla ltima aparicin de Deudermont. Tena que admitir la posibilidad de que el Duende del Marnilos hubiera visto y que, en el caso de que Deudermont y su tripulacin hubieran avistado las lejanasvelas del Quilla Sangrienta, no hubieran reconocido la verdadera identidad del barco.

    Pero con el capitn Deudermont, Sheila Kree no iba a bajar la guardia. Si el capitn y suexperta tripulacin estaban decididos a encontrarla, entonces mejor que fuera aqu, en la CalaDorada, la fortaleza rocosa que Sheila Kree y su marinera compartan con un imponente clan deogros.

    La daga le impact de lleno... y cay al suelo sin producir dao alguno.

    Drizzt Do'Urden nunca habra cado ante semejante finta! dijo con un gruidoLe'lorinel, el elfo calvo, con voz aguda y melodiosa. Sus ojos, azules con motas doradas, brillaron

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    con peligrosa intensidad tras la mscara negra que siempre llevaba puesta. Con un gesto brusco,devolvi la espada a su vaina. Si lo hubiera hecho, sus pies habran sido lo bastante rpidos paraesquivar el golpe, o las manos lo bastante veloces para atajarlo con una cimitarra acab el elfocon un bufido.

    No soy Drizzt Do'Urden dijo Tunevec, el medio elfo. Se movi hacia un lado de laazotea y se apoy contra una almena, intentando recuperar el resuello.

    Mahskevic te lanz un conjuro de rapidez para compensar replic el elfo, mientrasrecuperaba la daga y se ajustaba la tnica sin mangas de color marrn claro.

    Tunevec gru a su oponente.

    Ni t sabes cmo lucha Drizzt Do'Urden! le record. De verdad! Alguna vez lo hasvisto en combate? Alguna vez has visto los movimientos, imposibles, dira yo, que le atribuyes?

    Las historias de su estilo de combate y sus proezas son muy conocidas en las tierras delnorte dijo Le'lorinel, que si estaba impresionado por el argumento, no lo demostr.

    Conocidas, y es probable que exageradas record Tunevec.

    Le'lorinel sacudi la cabeza antes de que Tunevec acabara su aseveracin, ya que el elfo lehaba detallado muchas veces las proezas de Drizzt a su compaero de entrenamiento.

    Te pago bien por tu participacin en estas sesiones de entrenamiento dijo Le'lorinel.

    Haras bien en considerar cada palabra que te he dicho sobre Drizzt Do'Urden como la verdad yemular su estilo de combate hasta exprimir al mximo tus exiguas aptitudes.

    Tunevec, que estaba desnudo de cintura para arriba, se sec con la toalla el cuerpo delgado ymusculoso. Le ofreci la toalla a Le'lorinel, que lo miraba con desprecio, cosa normal despus desemejante fallo. El elfo camin delante de l, directo hacia la trampilla que llevaba al piso superiorde la torre.

    Tu encantamiento de piel de piedra es probable que se haya agotado dijo el elfo conostensible disgusto.

    Solo en la azotea, Tunevec solt una risa de impotencia. Fue a recoger la camisa pero not unbrillo en el aire antes de alcanzarla. El medio elfo se detuvo y observ cmo el viejo magoMahskevic se materializaba.

    Lo has complacido hoy? pregunt el hombre de barba gris con una voz que parecaarrancada de su estrecha garganta. La sonrisa un tanto burlona de Mahskevic, llena de dientesamarillos, daba a entender que ya conoca la respuesta.

    Le'lorinel est obsesionado con se respondi Tunevec. Mucho ms de lo que hubieracredo posible.

    Mahskevic se limit a encogerse de hombros, como si importara poco.

    Ha trabajado para m ms de cinco aos, para aprender el uso de mis conjuros y parapagarte bien record el mago. Buscamos durante muchos meses alguien que fuera capaz deemular los movimientos de este extrao elfo oscuro, Drizzt Do'Urden, hasta que te encontramos.

    Por qu perder el tiempo, entonces? replic el frustrado medio elfo. Por qu no

    acompaas a Le'lorinel para encontrar a este miserable drow y acabis con l de una vez por todas?Eso es mucho ms fcil que este entrenamiento interminable.

    Mahskevic ri entre dientes, como para decirle a Tunevec claramente que estabasubestimando a aquel drow poco comn, cuyas hazaas, tal como haban descubierto Le'lorinel yMahskevic, eran desde luego notables.

    Se sabe que Drizzt es amigo de un enano llamado Bruenor Battlehammer explic elmago. Te suena el nombre?

    Tunevec, se puso la camisa gris, mir al viejo humano y neg con la cabeza.

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    Rey de Mithril Hall explic Mahskevic. O al menos lo era. Tengo pocas ganas deponer en mi contra a un clan de enanos, el azote de todos los magos. Hacerse enemigo de BruenorBattlehammer no me parece una oportunidad para mejorar la salud o aumentar las riquezas.

    Adems, no tengo nada en contra de Drizzt Do'Urden aadi Mahskevic. Por ququerra acabar con l?

    Porque Le'lorinel es tu amigo.

    Le'lorinel repiti Mahskevic, otra vez con la risa ahogada. Siento afecto por l, loadmito, y obedeciendo a las obligaciones de la amistad, a menudo trato de convencerlo de que sucamino es una locura autodestructiva, y nada ms.

    No te har ni caso, estoy seguro dijo Tunevec.

    Ni caso corrobor Mahskevic Le'lorinel Tel'e'brenequiette es un testarudo.

    Si es que se llama as resoll Tunevec, que estaba de un humor de perros, en especial conrespecto a su compaero de entrenamiento. Yo a ti como t a m tradujo, porque de hecho elnombre de Le'lorinel no era nada ms que una variacin de un dicho lfico bastante conocido.

    La filosofa del respeto y la amistad, no es as? pregunt el viejo mago.

    Y de la venganza respondi Tunevec.

    Abajo, en el piso central de la torre, solo en una pequea habitacin pequea, Le'lorinel sequit la mscara y se sent pesadamente sobre la cama, bullendo de frustracin y odio hacia DrizztDo'Urden.

    Cuntos aos me llevar? pregunt el elfo, y acab con una pequea sonrisa, mientrasmanoseaba un anillo de nice. Siglos? No importa!

    Le'lorinel se sac el anillo y lo sostuvo ante sus resplandecientes ojos. Le haba costado dosaos de duro trabajo merecer ese objeto de Mahskevic. Era un anillo mgico, diseado paracontener conjuros. ste llevaba cuatro, los cuatro que Le'lorinel crea necesarios para matar a DrizztDo'Urden.

    Le'lorinel saba que usar esos conjuros de la manera planeada probablemente tendra comoresultado la muerte de ambos contendientes.

    No importaba.Con tal de que Drizzt Do'Urden muriera, Le'lorinel ira al infierno satisfecho.

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    Primera parte

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    Retazos de oscuridad

    Es bueno estar en casa. Es bueno or el viento del valle del Viento Helado, sentir susvigorizantes punzadas, un recordatorio de que estoy vivo.

    Parece una cosa muy evidente (que yo, que nosotros, estamos vivos) pero me temo que

    olvidamos demasiado a menudo la importancia de ese simple hecho.Es muy fcil olvidar que se est realmente vivo. O al menos, olvidar apreciar que se est

    realmente vivo, que cada amanecer es tuyo para verlo y cada ocaso es tuyo para disfrutarlo.

    Y todas las horas entre ambos, y todas las horas que siguen al anochecer son tuyas parahacer lo que quieras.

    Es fcil perder la posibilidad de que cada persona que se cruza en tu camino se convierta enun acontecimiento y en un recuerdo, bueno o malo, la posibilidad de llenar las horas conexperiencias en vez de tedio, la posibilidad de romper la monotona de los momentos que pasan.Esos tiempos perdidos, esas horas de monotona, de rutina, son el enemigo; son pequeos tramosde muerte dentro de los momentos de vida.

    S, es bueno estar en casa, en la tierra indmita del valle del Viento Helado, donde los

    monstruos vagan en abundancia y los forajidos acechan en cada recodo del camino. Haca aosque no me senta tan vivo y satisfecho.

    Durante mucho tiempo luch contra el legado de mi pasado oscuro. Durante demasiadotiempo luch contra la realidad de mi longevidad, sin querer aceptar que probablemente morirmucho despus que Bruenor, Wulfgar, y Regis.

    Y que Catti-brie.

    Qu tonto soy al lamentar el final de sus das sin disfrutar de los das que ella, que los dos,tenemos ahora! Cun necio soy al dejar que el presente se convierta en pasado, mientras melamento de un hipottico (y slo hipottico) futuro!

    Vamos muriendo a cada momento que pasa de cada da. sa es la verdad inexorable de estaexistencia. Es una realidad que puede paralizarnos de miedo, o una que puede fortalecernos con laimpaciencia, con el deseo de experimentar, con la esperanza (mejor dicho, la voluntad!) de buscarun recuerdo en cada acto; con la satisfaccin de estar vivo, bajo la luz del amanecer o bajo lasestrellas, con buen tiempo o en una tormenta. Bailar a cada paso, a travs de jardines de floresradiantes o de mantos de nieve.

    Los jvenes saben esto que muchos viejos, o incluso gentes de mediana edad, han olvidado.sta es la fuente de la irritacin, de los celos que muchos sienten hacia los jvenes. Cuntas veceshe odo esa queja tan corriente:

    Ay, si pudiera volver a esa edad, sabiendo lo que ahora s!

    Esas palabras me hacen gracia, porque la queja debera ser:

    Ay, si pudiera recuperar el deseo y la alegra que conoc entonces!

    Al final he llegado a comprender que se es el sentido de la vida, y en esa comprensin heencontrado el deseo y la alegra. Una vida de veinte aos en la que ese deseo y esa alegra, esaverdad, es comprendida, podra ser ms plena que una vida de siglos con la cabeza gacha y laespalda encorvada.

    Recuerdo mi primer combate junto a Wulfgar, cuando lo conduje contra fuerzas muysuperiores y gigantes poderosos con una amplia sonrisa en los labios y unas enormes ganas devivir. Qu extrao que a medida que fui consiguiendo cosas que poda perder, permit que mideseo disminuyera!

    Ha hecho falta todo este tiempo, amargas prdidas, para reconocer la insensatez de eserazonamiento. Ha hecho falta todo este tiempo, de regreso al Valle del Viento Helado despus de

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    entregar inconscientemente la Piedra de Cristal a Jarlaxle y acabar al fin (y para siempre, espero)mi relacin con Artemis Entreri, para despertar a la vida que es ma, apreciar la belleza que merodea, buscar y no evitar la emocin que est ah para ser vivida.

    Quedan preocupaciones y miedos, por supuesto. Wulfgar se ha alejado de nosotros (no sadnde) y temo por su mente, su corazn, y su cuerpo. Pero he aceptado que su camino tiene queelegirlo l, y que l, por el bien de los tres (mente, corazn, y cuerpo), tuvo que alejarse denosotros. Rezo sin embargo para que, pese a su alejamiento, nuestros caminos vuelvan aencontrarse, para que reencuentre el camino a casa. Rezo para que tengamos noticias de l quecalmen nuestros temores o para que nos impulsen a recuperarlo.

    Pero puedo ser paciente y convencerme de lo mejor. Ya que al cavilar en mis temores por l,estoy rindiendo el propsito entero de mi propia vida.

    Eso no lo har.

    Hay demasiada belleza.

    Hay demasiados monstruos y demasiados forajidos.

    Hay demasiada diversin.

    Drizzt Do'Urden

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    1Espalda contra espalda

    Su largo pelo blanco caa sobre el hombro de Catti-brie, hacindole cosquillas en el brazo

    desnudo, mientras que la cabellera cobriza de ella lo haca sobre el brazo y el pecho de Drizzt.Estaban sentados espalda con espalda en la orilla de Maer Dualdon, el lago ms grande del

    valle del Viento Helado, contemplando el cielo calinoso de verano. Unas nubes blancas y perezosasderivaban lentamente sobre sus cabezas y sus contornos claros y esponjosos se vean a vecescontrastados duramente por alguno de los muchos buitres schinlook que planeaban por debajo deellas. Eran las nubes, y no las abundantes aves, lo que captaba la atencin de la pareja.

    Una trucha de cabeza de jarrete en el anzuelo dijo Catti-brie de una inusual formacinnubosa, un arco oblongo seguido de una estela blanca.

    Cmo ves eso? protest el elfo oscuro con una carcajada.

    Catti-brie se volvi para mirar a su compaero de tez negra y ojos violeta.

    Cmo no la ves? pregunt. Es tan evidente como la lnea blanca de tus cejas.

    Drizzt volvi a soltar una carcajada, no tanto por el comentario, sino ms bien por cmo lohaba hecho. Viva otra vez con el clan de Bruenor, en las minas enanas a las afueras de DiezCiudades, y los modismos y el acento de los rudos enanos se le haban vuelto a pegar.

    Drizzt volvi la cabeza un poco hacia la mujer, el ojo derecho apenas a tres dedos de Catti-brie. Vio el brillo inconfundible de una mirada de satisfaccin y alegra, algo que no haba vistodesde que, haca meses, Wulfgar los haba dejado; una mirada que pareca incluso ms intensa quenunca.

    Drizzt ri y volvi a levantar la mirada hacia el cielo.

    Tu pez se fue anunci, ya que el viento haba separado la delgada lnea de la forma msgrande.

    Es un pez insisti Catti-brie con petulancia; o al menos, la mujer lo hizo sonar como sifuera petulante.

    Sonriendo, Drizzt no continu con la discusin.

    Condenado botarate! gru y refunfu Bruenor Battlehammer, los salivazos volaronmientras su indignacin iba en aumento. El enano se call y estamp la dura bota en el suelo, secal el casco al que le faltaba un cuerno y su espeso pelo rojizo se agit por debajo del baqueteadocasco. Me creo que tengo un amigo en el consejo, y qu haces? Dejas que Kemp de Targosvaya y diga cul ser el precio sin plantar cara!

    Kemp de Targos slo habla del precio del mineral para los pescadores dijo Regis, elhalfling, tras encogerse de hombros. Estaba ms delgado que nunca y con un brazo inmovilizadopor una horrible herida que haba recibido en la ltima aventura con sus amigos.

    Y los pescadores compran una considerable cantidad del mineral! rugi Bruenor.Para qu te puse de nuevo en el consejo, Panza Redonda, si no para hacerme la vida ms fcil?

    Regis mostr una dbil sonrisa ante la invectiva. Estuvo tentado de recordarle a Bruenor queno lo haba puesto de nuevo en el consejo, que el pueblo de Bosque Solitario, al necesitar a unnuevo representante, porque el anterior haba terminado en la barriga de un yeti, le haba imploradoque fuera l, pero se guard para s la opinin.

    Pescadores dijo el enano en tono despectivo, y escupi al suelo frente a los pies peludosy descalzos de Regis.

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    De nuevo, el halfling sonri dbilmente y se apart del salivazo. Saba que Bruenor ruga msque morda, y tambin que el enano se olvidara del asunto bastante pronto, tan pronto asomara laprxima crisis en el horizonte. Bruenor Battlehammer se exaltaba con facilidad.

    El enano segua refunfuando cuando al doblar una curva del camino aparecieron ante susojos Drizzt y Catti-brie, an sentados en la musgosa orilla, perdidos en sus nubosos sueos ydisfrutando de la mutua compaa. Regis contuvo la respiracin, pensando que Bruenor iba aestallar ante la visin de su querida hija adoptiva en una actitud tan familiar con Drizzt (o concualquier otro, de hecho) pero Bruenor slo sacudi su peluda cabeza y se precipit en la direccincontraria.

    Condenado botarate elfo estaba diciendo cuando Regis lo alcanz. Por qu no besa ala chica y acaba de una vez?

    Regis sonri de oreja a oreja.

    Cmo sabes que no lo ha hecho ya? coment, sin otra razn que ver las mejillas delenano volverse de un rojo tan intenso como su pelo y barba.

    Y Regis fue lo bastante gil como para evitar el mortal abrazo de Bruenor.

    El enano baj la cabeza, barboteando maldiciones y pisando con fuerza. Regis apenas podacreer que unas botas pudieran producir semejante estruendo en un camino de tierra lleno de musgo

    esponjoso.

    El clamor en el Saln del Consejo de Brynn Shander no era una sorpresa para Regis.Intentaba seguir con atencin, de verdad que lo intentaba, las deliberaciones, mientras el NobleCassius, el dignatario ms importante de Diez Ciudades, diriga el debate a travs de cuestiones deprocedimiento principalmente. Antes las Diez Ciudades funcionaban de forma independiente, o atravs de un consejo que constaba de un representante de cada ciudad, pero haba sido tan grande elservicio de Cassius a la regin que ya no era considerado nicamente como el representante de unasola comunidad, ni siquiera de Brynn Shander, la ciudad ms grande con diferencia y hogar deCassius. Por supuesto, eso no haba sentado nada bien a Kemp de Targos, lder de la segundacomunidad ms grande de Diez Ciudades. l y Cassius haban andado a la grea, y con el ascensode Cassius y la designacin de un nuevo representante de Brynn Shander, Kemp se senta en

    inferioridad de condiciones.Pero Cassius se haba sobrepuesto a todos los inconvenientes, y durante los ltimos meses

    incluso el terco Kemp haba llegado a reconocer a regaadientes que en general actuaba de unamanera imparcial y justa.

    Sin embargo, para el concejal de Bosque Solitario, la paz y el alto grado de acuerdo quereinaba dentro de la sala del consejo en Brynn Shander slo aumentaban el aburrimiento. El halflingamaba un buen debate y una buena discusin, en especial cuando no era el protagonista y podaatacar desde los flancos azuzando las emociones y las pasiones.

    Ay de los viejos tiempos!

    Regis trat de mantenerse despierto cuando la discusin deriv hacia el asunto de distribuirlas zonas de pesca de las aguas profundas del Maer Dualdon a unos barcos determinados para evitar

    los los en las redes y mantener las tensiones apartadas del lago.Esa cuestin se haba discutido en Diez Ciudades durante dcadas, y Regis saba que nunca

    ninguna ley mantendra alejados los barcos en las fras aguas del gran lago. All donde se encontrarala trucha, all iran los barcos, cualesquiera que fueran las leyes. Las truchas de cabeza de jarrete,perfectas para hacer tallas adems de buenas para comer, eran el elemento bsico de la economa delas comunidades, el cebo que atraa a tantos rufianes a Diez Ciudades en busca de riqueza.

    Las normas establecidas en esta sala, tan lejos de las orillas de los tres grandes lagos del valledel Viento Helado no eran ms que herramientas que los consejeros podan utilizar para ulterioresdiatribas, cuando las normas hubieran sido totalmente ignoradas.

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    En el momento que el consejero halfling de Bosque Solitario se despert, la discusin habacambiado, por suerte, hacia materias ms concretas, y que concernan directamente a Regis. Dehecho, el halfling slo se dio cuenta de ello al cabo de un instante, porque lo que le despert fue queCassius pronunci su nombre.

    Perdname por perturbar tu sueo dijo con voz tranquila el Gran Concejal de DiezCiudades.

    He... he estado, mmm, trabajando durante muchos das y sus noches preparndome para,uh, venir aqu tartamude el halfling, avergonzado. Y Brynn Shander est a un buen trecho.

    Cassius, sonriente, levant la mano para hacer callar a Regis antes de que el halfling seabochornara an ms. En cualquier caso, Regis no necesitaba dar excusas. Comprendan susdefectos y su vala, que dependa, en gran medida, de los poderosos amigos que tena.

    Entonces, puedes ocuparte de este asunto? pregunt bruscamente Kemp de Targos, queera de todos los consejeros el que menos apreciaba a Regis.

    Asunto? pregunt Regis.

    Kemp baj la cabeza y maldijo en voz baja.

    El tema de los salteadores explic Cassius. Esa nueva banda est actuando al otro ladodel Shaengarne, al sur de Bremen. Sabemos que ser un largo recorrido para tus compaeros, pero

    apreciaramos el esfuerzo si una vez ms t y tus amigos podis asegurar los caminos de la regin.Regis se retrep en la silla, cruz las manos sobre su todava abundante, aunque no tanto

    como antes, barriga, y asumi una noble expresin. As que era esto, medit. Otra oportunidad paral y sus amigos de servir como hroes al pueblo de Diez Ciudades. Ahora Regis se encontraba delleno en su elemento, aun cuando tena que admitir que normalmente representaba un papelsecundario en las proezas de sus poderosos amigos. Pero en las sesiones del consejo, stos eran losmomentos en los que Regis poda brillar, cuando estaba al mismo nivel que el poderoso Kemp.Sopes la tarea que Cassius le haba impuesto. Bremen era la ms occidental de las ciudades, al otrolado del ro Shaengarne, el cual debera llevar las aguas bajas ahora que el verano estaba avanzado.

    Creo que podremos estar ah en diez das para asegurar el camino dijo Regis despus dela pausa apropiada.

    Al fin y al cabo saba que sus amigos estaran de acuerdo. Cuntas veces en el ltimo par demeses haban ido tras monstruos y bandidos? Era una actividad que Drizzt y Catti-brie, enparticular, valoraban, y que a Bruenor, a pesar de sus constantes quejas, tampoco le desagradaba.

    Al pensar en ello, Regis se dio cuenta de que a l tampoco le molestaba saber que volvera aafrontar los peligros del camino junto a sus amigos. Algo haba cambiado en la sensibilidad delhalfling en el transcurso del ltimo viaje, cuando sinti el lacerante dolor de una lanza goblin en elhombro que estuvo a punto de matarlo. Regis no se dio cuenta del cambio entonces. En aquelmomento, todo lo que el herido halfling quera era regresar a su querida casita de Bosque Solitario,convirtiendo huesos de trucha de cabeza de jarrete en bellas tallas y pescando abstrado en lasorillas de Maer Dualdon. Sin embargo, al llegar al cmodo hogar de Bosque Solitario, Regis habadescubierto una emocin mayor de lo que esperaba al mostrar su herida.

    S, cuando Drizzt y los otros salieran a vencer esta nueva amenaza, Regis los acompaarailusionado para representar el papel que le tocara.

    El dcimo da en la carretera al sur de Bremen pareca que iba a ser otra terrible jornada.Moscas y mosquitos zumbaban en el aire en hambrientos enjambres. El barro, libre del cerrojo denueve meses de la estacin fra del valle del Viento Helado, se agarraba con fuerza a las ruedas delpequeo carro y a las botas gastadas de Drizzt mientras el drow vigilaba los movimientos de suscompaeros.

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    Catti-brie conduca el carro tirado por un caballo. Llevaba un vestido de lana, largo y sucio,de los hombros a la punta de los pies y el pelo recogido en un apretado moo. Regis, disfrazado denio, se sentaba a su lado, con la cara enrojecida por horas y horas bajo el sol del verano.

    El que viajaba ms incmodo era Bruenor, y por iniciativa propia. Se haba construido unacaja para mantenerse bien escondido, clavndola bajo la parte central del carro. Y all iba, da trasda.

    Drizzt se abra paso con cuidado por el paisaje embarrado, pasaba los das andando, siemprealerta. All, en la tundra del Valle del Viento Helado, haba peligros mucho mayores que la bandade salteadores que haban ido a capturar. Aunque la mayora de los yetis de la tundra deban estar alsur, siguiendo las manadas de alces hacia las estribaciones de la Columna del Mundo, algunostodava podan permanecer por los alrededores. Gigantes y goblins a menudo bajaban de las lejanasmontaas en esta estacin, buscando presas y riquezas fciles. Y en muchas ocasiones, cuandocruzaba zonas de rocas y cenagales, Drizzt deba acelerar el paso para dejar atrs a las serpientes depiel gris; algunas medan ms de seis metros y su mordedura era tan venenosa que poda matar a ungigante.

    Pendiente de todo esto, el drow tena adems que mantener el carro a la vista y vigilar entodas direcciones. Tena que ver a los bandidos antes de que lo vieran a l, si quera que aquellofuera un asunto fcil.

    De todas formas no iba a ser difcil, se dijo el drow. Tenan una descripcin bastante buena dela banda, y no parecan impresionantes ni en nmero ni en destreza. Aunque Drizzt no dejaba derecordarse que deba evitar que las ideas preconcebidas le llevaran a un exceso de confianza. Unanica flecha con suerte poda reducir su grupo a tres.

    Los insectos seguan molestando a pesar del viento, el sol le quemaba los ojos, cada charco debarro poda esconder una serpiente de piel gris dispuesta a utilizarlo como almuerzo o un yeti de latundra agazapado, esperando, y adems, una banda de peligrosos bandidos estaba supuestamente enel rea, amenazndolos a l y a sus amigos.

    Drizzt Do'Urden estaba de un humor esplndido!

    Aceler el paso para cruzar un pequeo arroyo, y luego se detuvo, al descubrir una lnea decuriosos charcos del tamao de un pie y a la distancia que dejara un hombre andando deprisa. Eldrow se acerc a la ms prxima y se arrodill para inspeccionarla. Saba que los rastros no durabanmucho all, por lo tanto ste era reciente. El dedo de Drizzt se hundi en el agua hasta el segundonudillo antes de que la punta del dedo tocara el fondo; la profundidad corroboraba que eran lashuellas de un hombre adulto.

    El drow se levant, y sus manos se movieron hacia las empuaduras de sus cimitarras bajo lospliegues de su capa de camuflaje. Centella descansaba en su cadera derecha,Muerte de Hielo en laizquierda, preparadas para salir disparadas y enfrentarse a cualquier amenaza.

    Drizzt entrecerr los ojos violeta, hacindose visera con una mano para protegerlos an msde la luz del sol. Las huellas se dirigan hacia el camino, hacia una direccin que el carro cruzarapronto.

    All estaba el hombre, embarrado y tendido en el suelo, esperando.

    Drizzt no se dirigi hacia l sino que se mantuvo agachado y lo rode por detrs, para cruzarpor la carretera por detrs del carro y localizar otros puntos para emboscadas en el otro lado. Seajust ms la capucha de la capa gris, asegurndose de que le cubra el pelo blanco, se incorpor yse puso a correr a toda velocidad, frotando los dedos negros contra las palmas de sus manos a cadapaso.

    Regis solt un bostezo y se estir, se apoy en Catti-brie, acurrucndose contra su costado ycerr los grandes ojos castaos.

    Un momento excelente para echar una siesta susurr la mujer.

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    Un momento excelente para hacer creer a cualquier observador que estoy echando unasiesta corrigi Regis. Los ves all, a un lado?

    S dijo Catti-brie. Un par, cubiertos de barro.

    Mientras hablaba, la mujer separ una mano de las riendas y la desliz por debajo del rebordefrontal del asiento del carro. Regis observ cmo los dedos se cerraban sobre el objeto, y supo queella se senta ms tranquila al saber que Taulmarilel Buscacorazones, su devastador arco, estaba en

    su sitio y dispuesto.En verdad, el halfling tambin se sinti ms que reconfortado por ese hecho.

    Regis extendi una mano por encima de la parte de atrs del banco del conductor y comoquien no quiere la cosa dio unas fuertes palmadas contra el entarimado de madera del fondo delcarro, la seal para que Bruenor estuviera alerta y dispuesto.

    Aqu vienen le susurr Catti-brie al cabo de un momento.

    Regis mantuvo los ojos cerrados, y la mano dando ligeros golpes, ahora a un ritmo mselevado. Atisb por el ojo izquierdo lo justo para ver a un tro de forajidos de aspecto desastradoque andaban por el camino.

    Catti-brie detuvo el carro.

    Oh, buenos seores grit. Pueden ayudarnos a m y a mi hijo, por favor? Mi marido

    se mat en el paso de las montaas, y creo que nos hemos perdido. Llevamos das yendo de acpara all, y no sabemos qu camino es el mejor hacia Diez Ciudades.

    Muy lista susurr Regis, y cubri sus palabras con un chasquido de los labios, al tiempoque cambiaba de postura en el asiento, simulando estar muy dormido.

    De hecho, el halfling estaba impresionado por la manera en que Catti-brie haba cubierto susmovimientos, de ac para all a lo largo de la carretera, durante los ltimos das. Si la banda habaestado observando, ahora tendran menos sospechas.

    No s qu hacer! suplic Catti-brie, su voz haba adquirido un tono temeroso yestridente. Yo y mi hijo aqu, solos y perdidos!

    Te ayudaremos dijo el hombre delgado del centro, pelirrojo y con una barba que casi lellegaba hasta el cinturn.

    Pero por un precio explic el rufin de su izquierda, el ms corpulento de los tres, quellevaba un hacha de batalla sobre los hombros.

    Un precio? pregunt Catti-brie.

    Tu carro dijo el tercero, que pareca el ms refinado del grupo, en acento y apariencia.Llevaba una tnica y un chaleco de colores vivos, amarillo sobre rojo, y un estoque de excelentefactura colocado en el cinturn, sobre la cadera izquierda.

    Regis y Catti-brie se miraron de reojo.

    A su espalda oyeron un batacazo, y Regis se mordi el labio, esperando que Bruenor nosaliera y lo arruinara todo. Los planes se haban hecho con cuidado, sus movimientos inicialeshaban sido coreografiados hasta el ltimo detalle.

    Se volvi al or otro golpe detrs, pero el halfling ya haba puesto la mano sobre la banqueta ygolpeado con el puo en la tabla trasera del asiento para camuflar el sonido.

    Mir a Catti-brie, aquellos brillantes ojos azules, y supo que pronto, muy pronto, le tocaramoverse.

    Es el mejor de los tres, se dijo Catti-brie, mirando al salteador de la derecha, el msrefinado del tro. Tambin se fij en el otro extremo de la fila, en el hombretn. No dud ni por unmomento que podra cortarla en dos con su monstruosa hacha.

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    Y un poco de carne de mujer coment el de la izquierda, mostrando una sonrisa ansiosa ala que faltaba un buen nmero de dientes. El hombre del medio esboz una sonrisa repugnante, apesar de la mirada de desdn que les dirigi el bandido de la derecha.

    Bah, pero si ha perdido a su marido, es lo que ha dicho! argument el corpulento. Leira bien un buen meneo.

    La imagen de Khazid'hea, su afilada espada, clavada en la ingle del mamarracho, cruz la

    mente de Catti-brie, pero hizo bien en esconder su sonrisa.Tu carro quiz bastar explic el refinado salteador, y Catti-brie not que no haba

    descartado completamente la posibilidad de jugar con ella.

    S, le entenda bastante bien. Tratara de conseguir con sus encantos lo que el otro intentaracon sus abultados msculos. Despus de todo, sera ms divertido si ella acceda de buen grado.

    Y todo lo que hay en l, por supuesto prosigui el refinado bandido. Es una pena quedebamos aceptar esta donacin de tus pertenencias, pero me temo que nosotros tambin debemossobrevivir, patrullando las carreteras.

    Entonces eso es lo que hacis? pregunt Catti-brie. Ya me he dado cuenta de que soisun hatajo de ladrones despreciables.

    Eso les hizo abrir los ojos!

    Dos a la derecha y tres a la izquierda le susurr Catti-brie a Regis. Los perros deenfrente son mos.

    Por supuesto respondi Regis, y Catti-brie le lanz una mirada de sorpresa.

    Aunque sta dur slo un momento, el que le cost a Catti-brie recordar que Regis la entendamuy bien, y probablemente haba sentido sus emociones durante toda la discusin con lossalteadores con tanta claridad como ella.

    Se volvi hacia el halfling con una sonrisa irnica, e hizo un leve gesto, luego se gir hacialos bandidos.

    No tenis derecho a coger nada les dijo a los ladrones, poniendo la vibracin justa en lavoz para hacerles creer que su actitud atrevida era eso, una apariencia que ocultaba puro terror.

    Regis bostez y se estir, luego abri los ojos de par en par, fingiendo sorpresa y terror. Soltun gaido, salt por el lado derecho del carro y sali corriendo en direccin al barro.

    Catti-brie capt la seal, se levant, y de un solo tirn se despoj de su vestido de lana,tirndolo a un lado y revelndose como la guerrera que era. Desenvain a Khazid'hea, laCercenadora, y extendi el brazo bajo el reborde del asiento del carro, tirando del arco. Salt haciadelante, y de una zancada se situ cerca de las riendas, junto al caballo, empuj a la bestia haciadelante de un sbito tirn usando su volumen para separar al hombretn de sus dos socios.

    Los tres secuaces situados a la izquierda del carro vieron el movimiento y se levantaron delbarro de un salto, sacando las espadas y aullando mientras cargaban hacia delante.

    Una forma gil y de movimientos rpidos se dej ver detrs de una pequea elevacin junto aellos; silenciosa como un fantasma, pareca que flotaba, ya que sus pies se movan muy rpido

    sobre el suelo cenagoso.Unas brillantes cimitarras salieron de debajo de los pliegues de la capa gris; una sonrisa

    blanca y unos ojos lavanda saludaron al tro que cargaba.

    Aqu, a por l! grit uno de los salteadores y los tres se fueron hacia el drow. Susmovimientos, dos estocadas y un tajo salvaje, fueron descoordinados y torpes.

    El brazo derecho de Drizzt sali directo hacia el costado, presentando Muerte de Hielo en unngulo perfecto para desviar el corte lateral y elevado, mientras la mano izquierda diriga la partecncava de la hoja de Centella hacia abajo a travs de las espadas que se dirigan a l en sendasestocadas. Descendi Muerte de Hielo y Centella se repleg, para chocar con fuerza contra las

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    espadas extendidas, y Centellabaj de un lado a otro, para golpearlas de nuevo. Un sutil descenso yuna esquiva hacia atrs libr la cabeza del drow del golpe de revs del salteador burlado, y Drizztlevant Muerte de Hielo lo bastante rpido para alcanzar al hombre en la mano mientras su espadapasaba silbando ms all.

    El bandido lanz un grito y solt la espada, que sali volando.

    Pero no muy lejos, ya que el drow haba puesto en movimiento su mano izquierda. Movi a

    Centella de un lado a otro para enganchar la espada mientras giraba en el aire. Lo que sigui fueuna danza que hipnotiz a los tres salteadores. Un sutil movimiento de las dos cimitarras mantuvola espada girando en el aire, por encima, por debajo, y alrededor; pareca que el drow tocaba unacancin sobre los lados de la espada.

    Drizzt acab con un giro elevado que present a la perfeccin la empuadura de la espada asu propietario.

    Seguro que lo sabes hacer mejor propuso, sonriente, el drow cuando la empuadura de laespada aterriz en la mano del sorprendido bandido.

    El hombre solt un chillido, dej caer el arma al suelo, se dio media vuelta y sali huyendo.

    Es el Drizzit! grit otro de ellos, y tambin huy.

    Sin embargo el tercero, por miedo, rabia o estupidez, avanz. Su espada se movi furiosa, un

    tajo hacia delante y atrs, luego se elev y baj con un tajo circular.O al menos, empez a bajar.

    Subieron las cimitarras del drow, golpendolo una tras otra, dos veces cada una. Luegosuperpuso a Centella, forzndolo a bajar la espada y el drow se lanz a un furioso ataque; sus hojasgolpearon con fuerza, de un lado a otro, contra la espada del abrumado bandido, golpendola tanrpido y con tanta furia que la cancin son como una larga nota.

    El hombre seguramente sinti que su brazo se entumeca, pero trat de ganar ventaja de losmovimientos furiosos de su oponente abalanzndose de pronto, un intento obvio de acercarse einmovilizar las manos rpidas como rayos del drow.

    Se encontr sin su arma, aunque no supo cmo. El rufin embisti hacia delante, con losbrazos extendidos para capturar a su enemigo en un abrazo de oso, que slo abraz aire.

    Debi de sentir un doloroso pinchazo entre las piernas cuando el drow, que se haba situado asu espalda, le dio un golpe en la entrepierna con la parte sin filo de la cimitarra, que lo hizo ponersede puntillas.

    Drizzt retir la cimitarra rpidamente, y el hombre tuvo que dar un salto, y al abalanzarsehacia delante casi se cay.

    Drizzt puso un pie en la espalda del secuaz, entre los omplatos, y lo hizo caer boca abajosobre el fango.

    Haras bien en quedarte quieto hasta que te diga que te levantes dijo Drizzt. Despus deechar una mirada al carro para asegurarse de que sus amigos estaban bien, el drow se encamin, conpaso tranquilo, a seguir el rastro del do fugitivo.

    Regis hizo una buena interpretacin de un nio asustado mientras se abra paso por el barro,agitando los brazos desesperadamente.

    Ayuda! Ayuda! gritaba todo el rato.

    Los dos hombres que Catti-brie le haba indicado le bloquearon el paso. Dio un grito y se fuehacia un lado, tropez y cay de rodillas.

    Oh, no me matis, por favor, seores! gimi Regis lastimeramente mientras los dos se leacercaban, espada en mano, esbozando malignas sonrisas.

    Oh, por favor! dijo Regis. Tened, os dar el collar de mi padre, lo har!

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    Regis busc bajo la camisa, sac un colgante con un rub, y lo mostr, sujeto por un trozo dela cadena, lo suficiente para que se cimbreara y girara.

    Los forajidos se acercaron y sus sonrisas se transformaron en expresiones de curiosidad al verla piedra preciosa, los miles, miles de destellos y la hipntica manera en que pareca captar la luz.

    Catti-brie dej que el caballo se alejara al trote, lanz el arco y el carcaj a un lado de lacarretera, y salt para evitar el carro y enfrentarse al hombretn y su enorme hacha.

    Se dirigi hacia ella con agresividad y torpeza, barriendo con el hacha primero en sentidohorizontal a un lado y otro y despus en un tremendo golpe descendente. La gil Catti-brie tuvopocos problemas para evitar los tres golpes. El fallo del tercero, que hundi el hacha en el terrenoblando, le dej una oportunidad perfecta para matar con rapidez y continuar. Oy la voz delbandido ms refinado incitando al caballo a continuar y vio cmo el carro traqueteaba, con los otrosdos salteadores sentados en el pescante.

    Bruenor se ocupara de ellos.

    Decidi tomarse su tiempo. No le haban gustado los comentarios lascivos del hombretn.

    Condenado pasador! mascull Bruenor, ya que la trampilla de su improvisadoescondite, atascada por el barro de las ruedas, no se mova.

    El carro haba ganado velocidad, saltaba con fuerza en cada bache y haca que el enanorebotara sin control.

    Al final, Bruenor se las arregl para meter un pie debajo y luego el otro, colocndose, muyapretujado, en cuclillas. Solt un rugido que hubiera hecho que un dragn rojo se sintiera orgulloso,e hizo palanca con sus piernas con todas sus fuerzas, atravesando las planchas del suelo del carrocon la cabeza.

    No os importara ir un poco ms despacio? pregunt al salteador vestido con elegancia,que conduca, y al secuaz pelirrojo que se sentaba junto a l. Los dos se volvieron, con expresionesque a Bruenor le parecieron de lo ms divertido.

    Es decir, hasta que el bandolero pelirrojo sac una daga y se dio media vuelta, saltando porencima del pescante hacia Bruenor, que slo entonces se dio cuenta de que no estaba en muy buenaposicin defensiva, con los brazos sujetos a los lados por las tablas astilladas.

    Uno de los granujas pareca bastante satisfecho, mirando embobado la gema. Pero el otro slomir durante unos instantes, luego se enderez y sacudi la cabeza bruscamente, moviendo loslabios.

    Para ya, pequeo embaucador! bram.

    Regis se puso en pie de un salto y ocult el colgante con el rub en su gordezuela mano.

    No dejes que me haga dao! le grit al hombre en trance cuando el otro se adelant yquiso coger a Regis por el cuello con ambas manos.

    Regis era ms rpido de lo que pareca y salt hacia atrs, el hombre, al ser ms alto, tenatoda la ventaja y lo atrapara con facilidad.

    Pero el otro bellaco, que estaba convencido de que el chaval era su amigo, un querido amigo,se lanz contra el costado de su compaero y lo tir al suelo. En un momento, los dos rodaron y sevapulearon, intercambiando golpes y juramentos.

    Eres un botarate, y l es un embaucador! grit el salteador enemigo sacudindole unpuetazo en el ojo al otro.

    Eres un bestia, y l es un buen halfling! argument el otro, remachando su argumento,tambin, con un puetazo en la nariz.

    Regis solt un suspiro y se dio media vuelta para observar la escena del combate. Habaejecutado su papel a la perfeccin, como en todas las recientes hazaas de los Compaeros del Hall.

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    Pero aun as, pens en cmo Drizzt se hubiera enfrentado a estos dos, usando sus cimitarras, ydese poder hacer algo parecido.

    Pens en cmo Catti-brie los habra manejado, una combinacin, sin duda, de un tajo rpido ymortal de la Cercenadora, seguido de una certera y letal flecha de su maravilloso arco. Y de nuevo,el halfling dese poder hacer algo semejante.

    Pens en cmo Bruenor habra manejado a los dos rufianes, soportando un golpe en la cara y

    dando, sufriendo un golpe en el costado que habra derribado a un gigante, pero arrollndolos hastaaplastarlos en el fango, y dese poderlo hacer igual.

    Bah dijo Regis. Se frot el hombro en solidaridad con Bruenor. Cada uno tena su estilo,decidi, y centr su atencin en los combatientes que rodaban por el barro ante l.

    Su nueva mascota estaba perdiendo.

    Regis sac su arma, una maza pequea que Bruenor haba hecho para l, y, mientras la parejadaba vueltas a su alrededor, dio un par de porrazos bien colocados para poner las cosas en su sitio.

    Pronto su mascota tuvo ventaja, y Regis vio su triunfo ms cercano.

    A cada uno lo suyo.

    Catti lanz una estocada, y el bandido liber el hacha y la puso en posicin defensiva frente a

    l, girndola en una y otra direccin para interceptar, o como mnimo desviar, la punzante espada.Catti-brie dio una vigorosa zancada hacia delante, con lo que pareci exponerse demasiado, al

    menos a ojos del forajido.

    Saba que aquel tipo no se la tomara en serio. Sus comentarios, cuando se encontraron,dejaban ver bien a las claras lo que pensaba de las mujeres.

    El salteador mordi el anzuelo, empuj con el hacha, dirigiendo la hoja hacia la mujer y tratde aplastarla con ella.

    Un pie firme en el suelo y un giro la apartaron de la torpe arma, y aunque poda haberatravesado el pecho del hombre conKhazid'hea, no lo hizo, sino que le propin una fuerte patada enla entrepierna.

    Retrocedi de un salto y el hombre, con un gruido, se incorpor de nuevo.

    Catti-brie esper, dejndole otra vez la iniciativa. Previsiblemente, avanz para lanzar uno deaquellos poderosos (e intiles) tajos horizontales. Esta vez Catti-brie retrocedi justo lo suficientepara que la hoja apenas la rozara. Se volvi mientras se situaba fuera del alcance del hombre, pivotsobre su pie izquierdo y dio una patada hacia atrs con el derecho alcanzndole otra vez en laentrepierna.

    No saba muy bien por qu, pero le gustaba hacer eso.

    De nuevo, la mujer qued fuera del alcance del arma antes de que el salteador pudierareaccionar, antes de que se recuperara del dolor que suba de sus ijares.

    A duras penas consigui erguirse, levant el hacha y rugi, abalanzndose hacia ella; elataque de un oponente desesperado. La hambrienta punta de Khazid'hea amenaz el vientre delhombre y le par en seco. Con un giro de mueca, Catti-brie lanz un tajo de arriba abajo, y con unpaso rpido se encontr cara a cara con su adversario.

    Apuesto a que duele susurr, y le peg un fuerte rodillazo.

    Catti-brie salt hacia atrs y luego adelante en una voltereta, la espada cort a travs delngulo interior del arma que descenda, y su hoja cort el mango del hacha con tanta facilidad comosi fuera una vela de cera. Se apart de nuevo, pero no sin antes dar una ltima patada bien colocada.

    El bandido, con los ojos que parecan mirarse la nariz, y la cara retorcida en una mueca deabsoluto dolor, trat de perseguirla, pero el tajo descendente de Khazid'hea le haba cortado elcinturn y todo lo que le aguantaba los pantalones, y stos cayeron hasta sus tobillos.

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    Un paso corto, luego otro, y el hombre tropez y cay de bruces sobre el fango. Cubierto debarro, con oleadas de dolor atravesando su cuerpo, se arrastr hasta ponerse de rodillas y lanz unhachazo contra la mujer que se aproximaba. Slo entonces pareci darse cuenta de que sostena lamitad del mango del hacha. El golpe se qued corto y la inercia desplaz al hombre hacia un lado.Catti-brie aprovech la oportunidad, puso el pie sobre el hombro derecho del hombretn y volvi aaplastarlo contra el fango.

    Se puso de rodillas otra vez, cegado por el barro y agitando los brazos como un loco.

    Ella estaba a su espalda.

    Le empuj de nuevo con el pie.

    Qudate quieto! advirti la mujer.

    Escupiendo maldiciones, barro y agua sucia, el testarudo y sorprendido rufin volvi aincorporarse.

    Estate quieto! dijo Catti-brie, sabiendo que se guiara por su voz.

    El hombretn extendi una pierna para ganar equilibrio, se dio media vuelta y lanz un golpedesesperado con el mango del hacha.

    Catti-brie salt por encima de la pierna y el palo, aterriz ante el hombre e invirti su impulsoen una patada an ms fuerte en la entrepierna.

    Esta vez, el tipo qued acurrucado en posicin fetal sobre el barro, gimiendo y agarrndose laingle, y Catti supo que no volvera levantarse.

    Mir a Regis con una sonrisa y fue a buscar su arco.

    La desesperacin hizo que el brazo y la pierna de Bruenor se elevaran; la mano empujaba y larodilla suba para ayudarla. Una plancha se rompi, subiendo como un escudo contra la daga, yBruenor se las arregl para liberar su mano lo suficiente para inclinar la tabla y arrancar la daga dela mano del pelirrojo.

    O quizs el bandido haba decidido soltarla, se dio cuenta el enano.

    El puo del hombre evit la plancha y le dio un buen porrazo en la cara. Luego recibi otropor la izquierda, y uno ms por la derecha. Bruenor no tena manera de defenderse, as que no lohizo. Dej que el hombre siguiera golpendolo mientras retorca ambas manos para soltarlas, hastaque al final lo consigui y pudo defenderse. Cogi la mueca izquierda del hombre con su manoderecha y lanz un zurdazo que pareca que iba a arrancarle la cabeza al salteador.

    Pero el rufin se las arregl para coger ese brazo, como haba hecho Bruenor con el suyo, yas quedaron en un punto muerto, forcejeando en la parte de atrs del carro que traqueteaba por elcamino.

    Ven aqu, Kenda! grit el pelirrojo. Ya lo tenemos! Clav la mirada en Bruenor,con la fea cara apenas a unos dedos de la del enano. Qu vas a hacer ahora, enanito?

    Te ha dicho alguien que escupes cuando hablas? pregunt Bruenor asqueado.

    Como respuesta, el hombre esboz una sonrisa estpida sorbi saliva y se llen la boca paralanzar un escupitajo.

    Bruenor tens su cuerpo, y como si fuera un nico msculo gigante, quiz como el cuerpo deuna gran serpiente, el enano golpe. Aplast su frente contra la fea cara del forajido, lanzando lacabeza del hombre hacia atrs de tal manera que se qued mirando al cielo, de modo que, cuandoescupi (de alguna manera, todava pudo hacerlo) el salivazo subi recto y cay sobre su propiorostro.

    Bruenor liber su mano izquierda, solt la mueca de su contrincante y agarr al bandido porla garganta, mientras que con la otra mano lo coga por el cinturn. Lo levant por encima de lacabeza y lo arroj del carro.

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    Bruenor vio que el forajido que quedaba dejaba las riendas, se volva y desenvainaba suexcelente estoque con una expresin de aplomo. Con calma tambin se lo tom Bruenor; sali deltodo del escondite y cogi el hacha llena de muescas.

    El enano se coloc el hacha sobre el hombro derecho y adopt una postura tranquila, con lospies separados para afianzarse contra las sacudidas.

    Si eres listo, soltars eso y parars este estpido carro le dijo a su oponente que agitaba el

    estoque ante l.Eres t el que debera rendirse coment el salteador, estpido enano! En cuanto

    dijo esto, embisti hacia delante, y Bruenor, que tena suficiente experiencia para comprender sualcance y equilibrio, ni siquiera parpade.

    Sin embargo, lo subestim un poco, y el estoque choc contra su coraza pectoral de mithril yencontr un resquicio lo bastante grande como para que la punta golpeara al enano.

    Uy! exclam Bruenor, al parecer poco impresionado.

    El bandido se repleg, dispuesto a atacar otra vez.

    Tu torpe arma no es rival para mi velocidad y agilidad! proclam, y se lanz al ataque. Ja!

    Un latigazo de la fuerte mueca de Bruenor lanz el hacha hacia delante; dio un giro y se

    incrust en el pecho del rufin que se abalanzaba hacia l, hacindolo caer contra la parte trasera delpescante.

    Ah s? pregunt el enano. Pis con fuerza el pecho del bandolero y arranc el arma.

    Catti-brie baj el arco al ver que Bruenor tena el carro bajo control. Tena a tiro al bandidodel estoque y lo habra matado de un flechazo si hubiera sido necesario.

    Aunque ni por un momento se le pas por la cabeza que Bruenor Battlehammer necesitara suayuda contra aquellos dos tipos.

    Se volvi para observar a Regis, que se acercaba por la derecha. Detrs vena su obedientemascota que cargaba con el otro forajido.

    Tienes algunos vendajes para el que tir Bruenor? pregunt Catti-brie, aunque no estaba

    muy segura de que el hombre siguiera con vida.A la izquierda! grit Regis alarmado en lugar de responder.

    Catti-brie se volvi, Taulmarilsubi y apunt al blanco. El hombre que Drizzt haba dejadotirado al fango empezaba a levantarse.

    Lanz una flecha que se clav en el suelo soltando chispas como un rayo, junto a la cabezadel hombre que comenzaba a alzarse. ste se qued inmvil y lanz un gemido.

    Haras bien en quedarte tendido dijo Catti-brie desde el camino.

    El hombre obedeci.

    Ms de dos horas despus, los dos forajidos que haban escapado salieron de entre losarbustos por la nica abertura del crculo de rocas que esconda su campamento. A trompicones ynerviosos, pasaron junto a los caballos y rodearon el carro robado, para encontrarse a Jule Pimienta,su jefa, la estratega del negocio y tambin la cocinera, que remova un enorme caldero.

    Nada hoy? pregunt la mujer alta de pelo negro, inspeccionndolos con sus ojosmarrones. Su tono y su postura revelaban la verdad, aunque ninguno de los bandidos fue capaz dedarse cuenta. Jule saba que haba pasado algo, y seguramente nada bueno.

    El Drizzit solt uno de los forajidos, jadeando para coger aire con cada palabra. ElDrizzit y sus amigos nos cogieron.

    Drizzit? pregunt Jule.

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    Drizzit Dudden, el maldito elfo drow dijo el otro. bamos a asaltar un carro queconduca una mujer con su hijo y all estaba, detrs de nosotros. Al pobre Walken lo caz en elcombate, con la cabeza bien alta.

    Pobre Walken dijo el otro.

    Jule cerr los ojos y sacudi la cabeza, al darse cuenta de algo que los otros aparentemente nohaban advertido.

    Y esa mujer pregunt, simplemente entreg el carro?Estaba luchando cuando salimos corriendo dijo el primero del par de rufianes. No

    llegamos a ver mucho.

    Ella? pregunt Jule. Queris decir Catti-brie? La hija de Bruenor Battlehammer?Habis cado en la trampa, botarates!

    Los dos se miraron, confundidos.

    Y lo estamos pagando con la prdida de unos cuantos, no lo dudes dijo uno al final,reuniendo el coraje para devolver la mirada a la imponente mujer. Podra haber sido peor.

    Podra? pregunt Jule dudosa. Decidme, entonces, hizo acto de aparicin la panteracmplice de ese elfo oscuro?

    Los dos se miraron otra vez.

    Como respuesta, un rugido grave reverber por todo el campamento, resonando como siviniera del mismsimo suelo, ascendiendo por los cuerpos de los tres bandidos. Los caballos atadosen un extremo del campamento relincharon, patearon y levantaron las cabezas nerviosos.

    Supongo que lo hizo Jule respondi a su propia pregunta, y solt un gran suspiro.

    Un movimiento a un lado, un destello de oscuridad, capt su atencin. Los tres volvieron lacabeza para observar lo que acababa de llegar. Era una pantera negra enorme, de al menos tresmetros de largo, y con unos hombros musculosos que llegaban a la altura del pecho de un hombre.

    El felino del elfo drow? pregunt uno de los sucios tunantes.

    Dicen que se llama Guenhwyvarconfirm Jule.

    El otro granuja ya estaba retirndose, sin dejar de mirar a la pantera. Tropez con un carro y

    lo borde, hasta acabar delante de los caballos que sudaban nerviosos.As que huisteis directos hacia m le dijo Jule al otro con evidente desdn. No

    entiendes que el drow os permiti escapar?

    No, estaba ocupado! protest el ladrn que quedaba.

    Jule slo sacudi la cabeza. No le sorprenda del todo acabar as. Se lo mereca por unirse auna banda de idiotas.

    Guenhwyvar rugi y salt en mitad del campamento, aterrizando justo entre los dos. Jule,lista, ni siquiera pens en luchar contra la poderosa criatura, slo levant las manos. Estaba a puntode ordenar a sus compaeros que hicieran lo mismo cuando oy que uno de ellos caa al suelo.Haba perdido el sentido.

    El bandido que quedaba no vio ni el salto de Guenhwyvar. Se dio media vuelta y se precipitpor la salida del crculo de rocas, a travs de los arbustos, pensando en dejar a sus amigos luchandomientras l escapaba, como haba hecho antes en el camino. Entrecerr los ojos porque las ramas legolpeaban, y advirti la forma oscura que estaba a un lado y el par de ojos color lavanda que loobservaban..., justo un instante antes de que la empuadura de una cimitarra se alzara a todavelocidad y lo golpeara en la cara, dejndolo inconsciente.

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    2El conflicto

    Le gustaba sentir el viento y el agua salada en la cara, mientras la larga cabellera rubia

    ondeaba a su espalda, y entornaba los ojos de un azul cristalino debido a la luz. Los rasgos deWulfgar seguan siendo marcados pero aniados, a pesar de la rubicundez de su piel despus desemanas en el mar. Sin embargo, para el observador ms avezado, asomaba en los ojos de Wulfgarun eco que desmenta esa apariencia juvenil, una tristeza aportada por amargas experiencias.

    Esa melancola no estaba presente ahora, porque, en la proa del Duende del Mar, Wulfgar,hijo de Beornegar, senta la misma subida de adrenalina que haba sentido durante los aos decrecimiento en el Valle del Viento Helado, durante los aos que aprendi las tradiciones de supueblo, y durante los aos luchando junto a Drizzt. No poda negar su alborozo; ste era el caminodel guerrero, la feroz y estremecedora expectacin antes del inicio de la batalla.

    Y la batalla llegara pronto, al brbaro no le caba duda. A lo lejos, Wulfgar vio las velas delbarco pirata que hua.

    Era ste el Quilla Sangrienta, la carabela de Sheila Kree? Estaba su martillo de guerra, elpoderoso Aegis-fang, el regalo de su padre adoptivo, en manos de un pirata a bordo de ese barco?

    Wulfgar se sobresalt cuando sopes la pregunta, ante la mirada de sentimientos quedespertaban en su interior slo con pensar en poseerAegis-fanguna vez ms. Haba dejado a DellyCurtie y a Colson, la nia que haban adoptado como hija, en Aguas Profundas. Estaban en elbonito hogar del capitn Deudermont mientras l haba zarpado en el Duende del Mar con elexpreso propsito de recuperar el martillo de guerra. Sin embargo, el pensar en Aegis-fang, en quhara cuando tuviera de nuevo el arma en su poder, estaba en ese momento ms all de los confusossentimientos de Wulfgar. En realidad, qu significaba el martillo de guerra?

    Ese martillo de guerra, un regalo de Bruenor, haba sido un smbolo del aprecio que el enanosenta por l, un reconocimiento de que Wulfgar haba madurado por encima de sus orgenes

    brutales y estoicos para convertirse en un guerrero mejor y, lo que era ms importante, en unhombre mejor. Pero lo era Wulfgar, en realidad? Era merecedor del martillo, del aprecio deBruenor? Sin duda, los hechos desde su retorno del Abismo estaban en su contra. Durante losltimos meses, Wulfgar no haba hecho muchas cosas de las cuales se sintiera orgulloso y tena todauna serie de actos, empezando por el bofetn en la cara de Catti-brie, que preferira olvidar.

    De manera que aquella bsqueda de Aegis-fang le haba venido como un bienvenido respiro,una distraccin que lo mantena ocupado, positivamente ocupado por una buena causa, mientrasintentaba aclararse. Pero, siAegis-fangestaba en el barco a proa, o en el siguiente que encontraran,y Wulfgar lo recuperaba, adnde lo llevara eso? Tena todava un lugar en el Valle del VientoHelado entre sus antiguos amigos? Volvera a una vida de aventuras y salvajes combates, viviendoen el filo de la navaja con Drizzt y los otros?

    Wulfgar volvi a pensar en Delly y en la nia. Teniendo en cuenta la nueva realidad de suvida, teniendo en cuenta a estas dos mujeres, cmo podra volver a su vida anterior? Qusignificara semejante vuelta atrs con respecto a su responsabilidad hacia su nueva familia?

    El brbaro solt una carcajada, al reconocer que eran ms que responsabilidades lo que lofrenaba, aunque pocas veces lo admita, incluso a s mismo. Cuando sac a la nia de Auckney, unpequeo reino cobijado en las estribaciones orientales de la Columna del Mundo, lo haba hechopor responsabilidad, lo haba hecho porque la persona que l era realmente (o que quera volver aser!) exiga que no dejara sufrir a la nia por los pecados de la madre o la cobarda y estupidez delpadre.

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    La responsabilidad lo haba llevado de vuelta a la taberna Cutlass en Luskan, una deudacontrada con sus antiguos amigos, Arumn, Delly, e incluso con Josi Puddles, a quien seguramentehaba defraudado con sus excentricidades de borracho. Pedir a Delly que lo acompaara junto a lania haba sido otro impulso forjado por la responsabilidad; haba visto la oportunidad deenmendarse por el trato miserable que le haba dado a la pobre mujer, y as le haba dado un nuevocamino que explorar. En realidad, Wulfgar no se lo haba pensado mucho antes de pedrselo aDelly, e incluso despus de su sorprendente consentimiento, el brbaro no haba entendido lo

    profundamente que la decisin de Delly llegara a afectar a su vida. Porque ahora.. . ahora surelacin con Delly y su hija adoptada se haba convertido en algo ms. Esta nia que habaadoptado por generosidad (y, en realidad, porque Wulfgar saba instintivamente que l necesitarams la generosidad que la nia) se haba convertido en su hija. En todos los sentidos. De la mismamanera que l se convirti en el hijo de Bruenor Battlehammer. Wulfgar nunca antes haba tenidoindicios del nivel de vulnerabilidad que su nuevo ttulo, el de padre, le daba. Nunca se habaimaginado que alguien pudiera herirlo de verdad, de manera real. Ahora todo lo que Wulfgar tenaque hacer era mirar los ojos azules de Colson, tan parecidos a los de su madre, para saber que todosu mundo poda ser destruido.

    De forma parecida, con Delly Curtie, el brbaro haba comprendido que tena mucho ms delo que esperaba. Aquella mujer a la que haba invitado a unirse a l en un rapto de generosidad,

    como negacin del rufin en que se haba convertido, era ahora mucho ms que una compaera deviaje. En los meses desde que dejaron Luskan, Wulfgar haba llegado a ver a Delly Curtie desde unngulo completamente distinto, haba llegado a ver su alma y la sabidura enterrada bajo laapariencia sarcstica y gruona que haba tenido que asumir para sobrevivir en su miserableexistencia.

    Delly le haba hablado de los pocos momentos de gloria que haba conocido... y ninguno deellos haba sido en brazos de alguno de sus muchos amantes. Le haba explicado las muchas horasque haba pasado junto a los tranquilos muelles de Luskan antes de verse obligada a empezar susnoches en el Cutlass. All se sentaba para ver cmo el sol se hunda en el lejano ocano, de modoque pareca que el agua se incendiaba.

    Delly amaba el crepsculo (la hora tranquila, lo llamaba) cuando la gente diurna de Luskanvolva a casa con sus familias y el gento noctmbulo an no se haba lanzado al bullicio de susanimadas, pero a fin de cuentas vacas, noches. En los meses que haba frecuentado a Delly en elCutlass, en las noches que haban pasado uno en brazos del otro, Wulfgar nunca haba llegado aimaginar que aquella mujer escondiera nada ms, que tuviera sueos y esperanzas, y que tuvierauna comprensin tan profunda de la gente que la rodeaba. Los hombres que se acostaban con ella,crean que era un blanco fcil, que slo necesitaba unos cuantos cumplidos para ofrecer lo quebuscaban.

    Lo que Wulfgar lleg a entender de Delly era que ninguna de aquellas palabras, ninguno deaquellos escarceos, signific nada para ella. Su nica medida de poder en las calles era su cuerpo, yas lo haba usado para conseguir favores, conseguir conocimiento, obtener seguridad, en un lugarque careca de los tres. Qu extrao le pareca a Wulfgar reconocer que mientras que todos loshombres crean aprovecharse de la ignorancia de Delly, de hecho era ella la que se aprovechaba de

    la debilidad de los hombres ante el deseo.S, Delly Curtie poda ser tan interesada como cualquiera, y por eso esta relacin floreciente

    le pareca tan asombrosa a Wulfgar. Porque saba que Delly no lo estaba utilizando de la mismamanera que l no la utilizaba a ella. Por primera vez en toda su historia juntos, los dos se habanlimitado a disfrutar de la compaa del otro, honestamente y sin pretensiones, sin hacer planes.

    Y Wulfgar sera un mentiroso si no reconociera que lo estaba disfrutando.

    Un mentiroso, y adems un cobarde, si fuera incapaz de admitir que se haba enamorado deDelly Curtie. Por lo tanto, la pareja se haba casado. No de una manera formal, sino en cuerpo y

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    alma, y Wulfgar saba que aquella mujer, aquella inslita compaera, haba llenado sus carencias demanera que nunca haba credo posible.

    Izan la bandera pirata! gritaron desde la cofa del palo mayor, cosa que significaba quedesde luego era un barco pirata lo que haba a proa delDuende del Mar, y que, en su arrogancia,ondeaban una reconocida bandera corsaria.

    Sin nada ms que mar abierto a proa, el barco no tena oportunidad de escapar. Ninguna nave

    de la Costa de la Espada poda ganar al Duende del Mar, y en especial con el poderoso magoRobillard sentado en lo alto del puente superior, conjurando rfagas de viento repetidamente en lavela mayor de la goleta.

    Wulfgar respir hondo varias veces, pero de poco sirvi para calmar sus nervios.

    Soy un guerrero!, se record, pero la otra verdad, que era un esposo y un padre, no podraolvidarse con facilidad.

    Qu extrao le pareca aquel cambio de nimo. Haca unos meses, haba sido el terror deLuskan, lanzndose a luchar con abandono, imprudente hasta el punto de la autodestruccin. Peroeso era cuando no tena nada que perder, cuando crea que la muerte se llevara el dolor. Ahorahaba algo que perder an ms grande que esas cosas, el darse cuenta de que si mora, Delly yColson sufriran.

    Y por qu?, tuvo que preguntarse el brbaro. Por un martillo de guerra?, por un smbolode un pasado que ni siquiera estaba seguro de querer recuperar?

    Wulfgar se sujet al cabo que iba hasta el trinquete, agarrndolo con tanta fuerza que susnudillos se volvieron blancos, y respir de nuevo profundamente, soltando el aire como un gruidoanimal. Wulfgar desech aquellos pensamientos, reconocindolos como anatema para el corazn deun verdadero guerrero. Cargar con bravura, se era su mantra, su cdigo, y desde luego, sa era lamanera como sobreviva un verdadero guerrero. Abruma a tus enemigos y deprisa, y seguramentepodrs contarlo. La vacilacin slo proporcionaba oportunidades al enemigo para derribarte conflechas y lanzas.

    El titubeo, la cobarda, lo destruiran.

    El Duende del Mar acort distancias rpidamente con la nave, y pronto se vio que era unacarabela de dos palos. Con qu rapidez se arri la bandera pirata cuando el barco reconoci a superseguidor!

    La catapulta de popa y la balista de proa del Duende del Mar dispararon, sin conseguir unimpacto con consecuencias, y el pirata respondi con un disparo de su catapulta, un tiro corto que sequed bastante lejos del cazador que acechaba.

    Otra salva? le pregunt el capitn Deudermont al mago del barco. El capitn era unhombre alto, de espalda recta, con una barba de chivo perfectamente recortada que todava era mscastaa que gris.

    Para intimidarlos? respondi Robillard. No. Si tienen un mago, es demasiadocauteloso para tragarse el cuento, de otro modo ya se habra mostrado. Acrcate hasta distancia dealcance efectivo y dispara, y entonces tambin lo har yo.

    Deudermont asinti y se llev el catalejo hasta los ojos para ver mejor al bajel pirata; pudodistinguir a los marinos en cubierta corriendo en todas direcciones.

    El Duende del Marse acercaba velozmente, sus velas cazaron el viento con avidez y la proahendi el agua levantando olas y espuma.

    Deudermont mir a su espalda, a los artilleros que manejaban la catapulta en la cubierta depopa. Uno usaba un catalejo parecido al del capitn, alineando el barco con un palo con marcas quehaba situado frente a l. Baj el catalejo para mirar a su superior y asinti.

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    Disparad a la mayor le dijo Deudermont al marinero que haba junto a l; se fue pasandola orden, y la balista y la catapulta volvieron a disparar. Esta vez, una bola de brea ardiente mordilas velas y el aparejo del barco pirata que se escoraba en una virada desesperada, y el proyectil de labalista, provisto de cadenas, desgarr una vela.

    Un instante despus se produjo un resplandor brillante, un rayo de Robillard golpe el cascodel barco pirata a la altura de la lnea de flotacin, astillando la madera.

    Protegeos! grit Robillard, quien levant un globo semitransparente a su alrededor y seprecipit hacia la proa, apartando a Wulfgar, que se mova en medio del navo.

    Un rayo fue la respuesta que lleg del barco pirata, ni mucho menos tan brillante y abrasadorcomo el de Robillard. El hechicero del Duende del Mar, considerado entre los mejores magos decombate naval de todo Faerun, tena los escudos en su sitio para minimizar el dao que no fue msque una seal negra en un costado de la proa de la goleta, una de las muchas medallas de honor queel orgulloso cazador de piratas se haba ganado en sus aos de servicio.

    El pirata continu su viraje evasivo, pero elDuende del Mar, mucho ms maniobrable, cortpor el ngulo interior, acercndose an ms deprisa.

    Deudermont sonri al pensar en Robillard, que se frotaba las manos, dispuesto a lanzar unaserie de conjuros para contrarrestar cualquier posible defensa, seguidos por una devastadora bola de

    fuego que consumira el aparejo y las velas, dejando al barco pirata al pairo.Los piratas se rendiran poco despus.

    Una fila de arqueros se alineaba junto a la borda de estribor, con varios de ellos adelantadosofrecindose, como blanco. Robillard haba lanzado unos conjuros en estos pocos, hacindolosinvulnerables a las flechas normales, y por tanto eran los valientes que incitaban al enemigo.

    Una salva cuando pasemos junto a ellos! orden el lder del grupo, y todos empezaron acomprobar el arco y las flechas, flechas buscadoras que volaran rectas y certeras.

    Tras ellos, Wulfgar se paseaba nervioso, ansioso. Quera que esto acabara (un deseoperfectamente razonable) y con todo se maldeca por esos sentimientos.

    Un trago para calmar los nervios? le dijo un grasiento tripulante, ofrecindole una

    botellita de ron, que haba pasado de mano en mano por el grupo de abordaje.Wulfgar mir la botella fijamente. Durante meses se haba escondido dentro de uno de estosobjetos aparentemente transparentes. Durante meses haba encerrado en la botella sus miedos yhorribles recuerdos, en un intento ftil de escapar a la verdad de su vida y su pasado.

    Sacudi la cabeza y continu paseando.

    Un momento ms tarde el aire se llen con el sonido de veinte cuerdas de arco vibrando y losgritos de muchos piratas, y de un par de la tripulacin del Duende del Mar, alcanzados en elintercambio de proyectiles.

    Wulfgar saba que deba ponerse en posicin con el resto del grupo de abordaje, perodescubri que no poda. Sus piernas no podan andar ms all de las imgenes evocadas de Delly yColson. Cmo poda estar haciendo esto? Cmo poda estar all, en busca de un martillo, mientras

    ellas le esperaban en Aguas Profundas?Las preguntas sonaron dolorosas y horribles en la mente de Wulfgar. Todo lo que haba sido

    antes le increpaba a gritos. Oy el nombre de Tempus, el dios brbaro de la guerra, martilleando ensu cabeza, dicindole que apartara sus temores, que recordara quin era.

    Con un rugido que hizo que los hombres ms cercanos se apartaran de miedo, Wulfgar, hijode Beornegar, carg hacia la borda, y aunque no se haba dado la orden a la partida de abordaje yRobillard todava preparaba su bola de fuego, y aunque los dos barcos estaban a unos tres metros ymedio de distancia y elDuende del Marnavegaba veloz, el furioso brbaro se encaram a la borday salt.

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    Se oyeron gritos de protesta a su espalda y gritos de sorpresa y miedo frente a l.

    Pero el nico grito que l oy fue el suyo.

    Tempus! rugi, dejando a un lado sus miedos y sus dudas.

    Tempus!

    El capitn Deudermont se abalanz sobre Robillard, agarr al delgado mago y le sujet los

    brazos a los costados, interrumpiendo el lanzamiento del conjuro.Loco! grit Robillard tan pronto abri los ojos y vio lo que haba motivado la

    interferencia del capitn.

    No es que el mago estuviera sorprendido, ya que Wulfgar haba sido un incordio paraRobillard desde que se uniera a la tripulacin. A diferencia de sus viejos compaeros, Drizzt yCatti-brie, aquel brbaro no pareca entender las sutilezas de un combate mgico. Y, en opinin deRobillard, el combate mgico era importantsimo, mucho ms, desde luego, que las locuras de unospobres guerreros.

    Robillard se libr de Deudermont.

    Ya lanzar la bola de fuego insisti. Cuando Wulfgar est muerto!

    Deudermont apenas lo escuch. Moviliz a la tripulacin para abarloar el Duende del Mar y

    orden a sus arqueros que orientaran sus disparos de manera que prestaran ayuda al nico hombreque haba abordado al enemigo.

    Wulfgar tropez con la borda del barco pirata y cay sobre la cubierta. Una oleada deespadachines piratas fue hacia l para arrollarlo, pero Wulfgar se puso en pie rugiendo, con un trozode cadena en cada mano.

    El pirata ms cercano lanz un tajo con la espada y logr impactar en el hombro del brbaro,aunque Wulfgar levant rpidamente el antebrazo y desvi el golpe, impidiendo que la hoja hicieraalgo ms que un corte superficial. El brbaro le dio un derechazo mientras detena el golpe,alcanzndolo con fuerza en el pecho, levantndolo y lanzndolo al otro lado de la cubierta dondecay desmadejado y boca arriba.

    Rugiendo a su dios y hecho una furia, el brbaro que esgrima las cadenas dispers a lospiratas que le hacan frente. Nunca haban visto nada semejante, un salvaje de ms de dos metros, yla mayora huy ante la arrolladora carga.

    Wulfgar lanz una cadena que se enred en un par de piernas, dio un potente tirn que levantal hombre por los aires y lo arroj sobre la cubierta. La segunda cadena se enroll en el hombro deun pirata, a la izquierda de Wulfgar, rodendolo por completo y golpendolo en el pecho. El tirnde Wulfgar le arranc un considerable trozo de piel, y le hizo caer dando vueltas como un trompo.

    Huyamos! gritaban. Es un demonio!

    Ambas cadenas acabaron por enredarse, por lo que Wulfgar las dej caer y sac un par deporras pequeas de su cinto. Salt hacia delante y se fue con rapidez hacia un costado, acorralandoa un pirata, a todas luces el jefe de la tripulacin de cubierta y el ms armado del grupo, contra la

    borda.El pirata solt un tajo con su magnfica espada, pero Wulfgar salt hacia atrs fuera de sualcance, y luego lanz un revs con una de las porras.

    El enemigo alz un escudo grande y de excelente factura, y eso hubiera sido suficiente, peroaquel guerrero nunca se haba enfrentado a la furia primigenia de Wulfgar.

    El primer golpe del brbaro contra el escudo entumeci el brazo del pirata. El segundo doblhacia dentro la parte superior del escudo y le hizo bajar el brazo que lo sostena. El tercer golpeapart del todo la defensa, y el cuarto sigui tan rpidamente que el pirata no tuvo oportunidad deenderezar la espada, y recibi el impacto en un lado del casco que le hizo tambalearse.

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    Wulfgar prosigui con una serie de golpes que dejaron enormes abolladuras en la excelentearmadura y arrojaron al pirata contra la cubierta. Apenas haba tocado el suelo, cuando Wulfgar loagarr del tobillo y lo iz de un tirn, cabeza abajo.

    De una sola zancada el poderoso brbaro se plant junto a la borda, mientras el pirata conarmadura colgaba a su lado sobre las aguas. Wulfgar lo sostuvo con un solo brazo, aparentementesin esforzarse. El brbaro miraba al resto de la tripulacin amenazadoramente. Ni un solo hombre seacerc y ni un arquero levant su arma contra l.

    Pero alguien le amenazaba desde el puente superior. Wulfgar se volvi y vio al mago pirata,que se preparaba para lanzarle un conjuro.

    Con un giro de mueca, Wulfgar lanz el garrote que le quedaba hacia el mago que tuvo queesquivarlo, interrumpiendo el conjuro.

    Pero ahora Wulfgar estaba desarmado, y la tripulacin pirata pareca recuperada del pasmoinicial ante su apabullante carga. Apareci el capitn pirata y prometi una montaa de tesoros parael que derribara al gigante brbaro. El mago comenzaba otra vez a preparar un conjuro.

    La chusma de marinos se acerc, lanzando miradas asesinas.

    Pero se detuvieron, inmviles, y algunos tiraron las armas, cuando el Duende del Mar sedesliz por el costado del barco justo detrs del brbaro con sus arqueros y el grupo de abordaje

    listos para el ataque.Robillard lanz otro rayo que alcanz al aturdido mago pirata, lanzndolo por encima de la

    borda a las glidas aguas.

    Un pirata lanz un grito de batalla, pero fue acallado cuando un par de flechas se hundieronen su pecho.

    La tripulacin delDuende del Marestaba demasiado bien entrenada, demasiado disciplinada,era demasiado experimentada. El combate termin antes de empezar.

    Podras devolverlo a cubierta le dijo Deudermont a Wulfgar, unos instantes despus,porque el brbaro segua plantando y sosteniendo al pirata de la armadura boca abajo por encima dela estrecha superficie de agua que haba entre los dos barcos, aunque ahora, al menos, Wulfgarusaba las dos manos.

    S, hazlo! pidi el avergonzado pirata, levantando la visera de su caro yelmo. Soy elconde del seoro de Taskadale! Exijo...

    Eres un pirata le dijo Deudermont.

    Un poco de aventura y nada ms replic el hombre con arrogancia. Ahora que tuamigo ogro me suelte!

    Antes de que el capitn pudiera decir nada, Wulfgar gir sobre sus talones y mando al condeal otro lado de la cubierta, estrellndolo contra el palo mayor con un estruendo metlico. El pirata sedesmoron en un ruidoso amasijo.

    Conde de Taskadale, o lo que sea coment Deudermont.

    No me impresiona respondi Wulfgar, mientras se diriga hacia la plancha que le llevara

    de vuelta alDuende del Mar.Furioso, Robillard le esperaba en el otro lado.

    Quin te orden que te lanzaras al abordaje? lo increp el furioso mago. Leshubiramos atrapado con un solo conjuro!

    Entonces lanza tu conjuro, mago le gru Wulfgar, al pasar a su lado con grandeszancadas, sin tener tiempo de explicar sus emociones e impulsos a otro cuando an no las habaaclarado ni para s mismo.

  • 7/29/2019 14 - El Mar de Las Espadas

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    E l m a r d e l a s e s p a d a s R . A . S a l v a t o r e

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    No creas que la prxima vez no lo har! aull Robillard, pero Wulfgar continu sucamino. Y compadeceos de Wulfgar cuando los trozos de vela ardiendo lluevan sobre su cabeza,enciendan su pelo y quemen su piel! Compadeceos de Wulfgar cuando...!

    Tmatelo con calma coment Deudermont, surgiendo detrs del mago. Hemoscapturado al pirata y no hemos perdido ni un tripulante.

    Como habra pasado insisti Robillard, con todava menos riesgos. Sus defensas

    mgicas haban cado, las velas estaban expuestas, tena...Basta, amigo mo interrumpi Deudermont.

    Ese Wulfgar es un estpido respondi Robill