15 - Pachón Soto, Damián. Eurocentrismo, Colonialidad Del Poder y Violencia Epistémica

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    Vol. 29, No. 99 (2008) 29

     Fecha de entrega: 30 de agosto de 2007

     Fecha de aprobación: 30 de mayo de 2008

    EUROCENTRISMO, COLONIALIDADDEL PODER Y VIOLENCIA EPISTÉMICA

    EUROCENTRISM, COLONIALISM OF POWERAND EPISTEMICAL VIOLENCE

     Damián Pachón Soto*

    Resumen

    En este artículo el autor analiza, siguiendo al grupo modernidad/colonialidad1, la relaciónexistente entre el eurocentrismo, la correlativa invención del otro y la violencia epistémicaejercida por Europa sobre la periferia. Pachón Soto parte del hecho de que la colonialidad

    del poder permitió la construcción del otro en términos raciales, posibilitando el surgimien-to del capitalismo en Europa. Así mismo, señala que el nacimiento de las ciencias humanasen Europa, avaladas por el naciente Estado, legitimó la praxis de la violencia epistémicasobre la periferia, justificando el colonialismo y la explotación de los pueblos no-europeos.El autor enfatiza en la necesaria emancipación epistemológica de América.

    Palabras Clave

    Eurocentrismo, colonialidad, violencia epistémica.

    AbstractIn this article the author analyzes the relationship between the Euro centrism, the corres- ponding invention of the other and epistemic violence exerted by Europe from that Enri-que Dussel called the periphery. Pachón Soto begins the fact that the colonility of powerallowed the construction of the other in racial terms, allowing the emergence of capitalismin Europe. It also points out that the birth of human sciences in Europe, supported by the

    * Universidad Santo Tomás. Bogotá. Magister en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo Tomásy profesor de Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofia y letras de la misma universidad.

    1  Grupo latinoamericano integrado por intelectuales de distintas disciplinas al que pertenecen Aníbal Quijano,Walter D. Mignolo, Nelson Maldonado Torres, Santiago Castro-Gómez. Normalmente son ubicados dentro

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    rising State, legitimized the practice of epistemic violence on the periphery, justifyingcolonialism and exploitation of non-European peoples. The author highlight the need forepistemological emancipation of America.

    Key words

    Eurocentrism, colonility, epistemic violence.

    Introducción

    El objetivo del presente texto es observar larelación existente entre el eurocentrismo, lacorrelativa invención del otro y la violenciaepistémica ejercida por Europa sobre lo que

    Enrique Dussel llama la periferia. Para desa-rrollar la temática propuesta, en primer lugarse hará alusión –siguiendo los estudios pos-coloniales– a la colonialidad del poder que permitió la construcción del otro en términosraciales y ayudó de paso al surgimiento delcapitalismo en Europa. Posteriormente, semostrará cómo el nacimiento de las cienciashumanas en Europa, avaladas por el nacienteEstado, legitimó la praxis de la violencia

    epistémica sobre la periferia, a la vez que justificó el colonialismo y la explotación delos pueblos no-europeos. Se concluye con laafirmación de que una emancipación episte-mológica de América es fundamental para laemancipación de estos pueblos.

    Eurocentrismo, invención del otro ycolonialidad del poder

    En 1958, Edmundo O’Gorman publicó su polémico libro La invención de América, enel cual se sustentaba la tesis, siguiendo elconcepto de intencionalidad de Husserl, deque Cristóbal Colón, en estricto sentido, nohabía descubierto América, puesto que nuncatuvo idea de que había llegado a un “NuevoMundo”. Para O´Gorman esta interpretaciónera a posteriori, y le atribuía un sentido yun significado erróneo al descubrimiento,

    obviando que para la cosmovisión cristianay eurocéntrica de la época el mundo era

    tripartito, y que la entrada de América comoente continental e histórico más bien habíasido una invención. En efecto, América fue“creada” y “acuñada” por los españoles ytambién por los europeos, recordemos queAmérica sólo apareció con ese nombre enuna cartografía de 1507, un año después dela muerte de Colón.

    Esa invención o creación de América –esdecir, la invención del Otro– es un mecanismoque hace parte de un discurso colonial. Dis-curso basado en un imaginario que produceo reproduce una visión del sí mismo europeoe instituye una visión del Otro. Ese eurocen-trismo es definido por Enrique Dussel como

    una ontología dominadora, que invisibilizaal otro y desconoce la alteridad; y, en estemismo sentido, impide su reconocimiento(Dussel, 1983, p. 79). Sin embargo, Dussel pone de presente que esa autopercepción deEuropa es falsa o parte de presupuestos falsos, pues su propio papel como civilización sóloes posible en la relación colonial con el Otro.Europa, pues, no es producto de fenómenosintraeuropeos. De tal manera que la visión

    eurocéntrica “indica como punto de partida dela «Modernidad» fenómenos intra-europeos,y el desarrollo posterior no necesita más queEuropa para explicar el proceso” (Dussel,2005, p. 46). De esta manera, Europa ve susorígenes en Grecia, luego en Roma, el Re-nacimiento, la Ilustración, las revoluciones burguesas; proceso lineal que desemboca enla Modernidad que se legitima a sí misma enlos siglos XVIII y XIX, por ejemplo, en la

    filosofía de la historia de Hegel. Este proceso“esconde” o “invisibiliza” el papel jugado por

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    Oriente, España, América, África y Asia enla constitución de la Modernidad.

    Con respecto a lo anterior, Dussel propone que

    existen dos modernidades: la del siglo XVI y lade los siglos XVII y XVIII; tomando en cuentaque la primera, con las riquezas y el nuevoimaginario, es la que posibilita la segunda. Alrespecto, sostiene Dussel (2005, p. 46):

    Para nosotros, la “centralidad” de laEuropa Latina en la Historia Mun-dial es la determinación fundamentalde la modernidad. Las demás deter-

    minaciones se van dando en torno aella (la subjetividad constituyente,la propiedad privada, la libertad delcontrato, etc.). El siglo XVII (p.e.Descartes, etc.) son ya el fruto deun siglo y medio de “Modernidad”:son efecto y no punto de partida.Holanda (que se emancipa de Españaen 1610) Inglaterra y Francia conti-nuarán el camino abierto.

    Ahora bien, ¿en qué consistió la invención delOtro facilitada a partir de 1492? Esta invenciónconsistió en un discurso colonial basado en lacolonialidad del poder, concepto creado porWalter Mignolo que se reconoce como:

    …una colonización del imaginariode los dominados. Es decir, actúaen la interioridad de ese imaginario

    [...] La represión recayó ante todosobre los modos de conocer, de producir conocimientos, de producir perspectivas, imágenes y sistemas deimágenes, símbolos y modos de sig-nificación [...] Los colonizadores im- pusieron una imagen mistificada desus propios patrones de producciónde conocimientos y significaciones(Castro-Gómez, 2005a, 62-63).

    El imaginario europeo colonizador está basado en el paradigma que surge en 1492:el “Sistema-mundo moderno/colonial”(Mignolo, 2005, p. 55). Este consiste en un

    nuevo mapa mundial en donde el Mediterrá-neo es reemplazado por el Atlántico y ya es posible, gracias a los descubrimientos, hablar propiamente de una historia mundial y node historias locales como la Europa Latina,el mundo musulmán, la cultura persa, etc.El concepto “sistema-mundo”, es precisoaclararlo, fue creado por el sociólogo norte-americano Inmanuel Wallerstein y retomado por Dussel y sus seguidores.

    El proceso de producción del imaginariocolonial se produce en el siglo XVI cuandolos viajeros, cronistas y evangelizadores, em- piezan a describir al Otro. En esa descripciónse establecerán términos comparativos en loscuales la cultura española empezará a delimi-tar al Otro o a constituirlo en contraposicióncon sus propias formas de ser y sus modosde vida. Al español de la época le interesó

    resaltar que el indígena era sucio, vicioso, de- pravado, no católico, andaba desnudo, carecíade organización social y política civilizada,era idólatra, salvaje, primitivo y, en algunoscasos, caníbal. Hubo una construcción moraldel indio con miras a justificar los procesosde civilización. Esto puede corroborarse enlas descripciones que Fray Pedro de Aguadohizo de los indígenas. En ellas se plantea uncanon a partir de la comparación con el pro-

     pio ser español (Borja, 2002, p. 100). Es asícomo se construye ante los ojos de Europa lacategoría indio, más precisamente, indígena.A su vez, este proceso origina los conocidosdebates entre Las Casas y Sepúlveda en laUniversidad de Salamanca.

    El problema de la constitución del indio comoel Otro, está relacionado con un imaginariofuerte presente en España desde el siglo XIV:el de la pureza de sangre. Cuando España seunifica, convirtiéndose en la primera monar-quía de Europa, a través de la política de la fe

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    y su arma, la inquisición, aplica el esquemade la pureza de sangre para excluir a morosy judíos, expulsados ambos en 1492. Esta política se reafirmó en el Concilio de Trento

    (1545-1563) y perduraría durante gran partede su vida colonial.

    Aníbal Quijano y Walter Mignolo dan sumaimportancia al discurso de la limpieza desangre en el proceso de construcción delimaginario moderno. Con este discursoopera la primera forma, según ellos, de lacolonialidad del poder en los términos des-critos anteriormente. Este discurso permitirá

     por primera vez clasificar jerárquicamentetodas las poblaciones de la tierra; jerarquíaque representa a la vez un cierto grado decivilización.

    Según Aníbal Quijano (2005, p. 202), si bienes posible rastrear categorizaciones racialesen la Edad Media, es en el siglo XVI cuandoaparece el problema en primer plano:

    La idea de raza, en su sentido mo-derno, no tiene historia conocidaantes de América. Quizá se originócomo referencia a las diferenciasfenotípicas entre conquistadores yconquistados, pero lo que importaes que muy pronto fue construidacomo referencia a supuestas estruc-turas biológicas diferenciales entreestos grupos.

    Para Quijano, es claro que la idea de raza fueaplicada primero a los indios que a los negros,y que el concepto de “blanco” es tal vez unainvención británica o norteamericana, puestoque no hay registro, según él, de esos usosen el siglo XVI. Es claro, por demás, que elconcepto de raza es una abstracción, una in-vención, que nada tiene que ver con procesos biológicos, y que no da fe, por ejemplo, deuna mayor o menor inteligencia. En el sigloXVI se crea, pues, la unión de color y raza.

    Es relevante mostrar aquí qué tiene que ver laanterior invención del Otro a través de las ca-tegorizaciones en razas con el desarrollo delcapitalismo moderno. “En América, la idea

    de raza fue un modo de otorgar legitimidad alas relaciones de dominación impuestas porla conquista”. En síntesis, fue una forma de justificar las viejas nociones de inferioridad ysuperioridad. Con el concepto de raza algunosgrupos humanos aparecen como inferiores,no sólo fenotípicamente, sino que igualmenteson inferiores sus producciones culturales ysus conocimientos. Esta clasificación de la población mundial va a desempeñar un papel

    clave en el capitalismo en ciernes, ya quegracias a tal concepto se va a producir unadivisión racial del trabajo. La esclavitud, laservidumbre, la relación salario-raza, etc.,van a ingresar al nuevo sistema de relaciones productivas.

    El comercio de esclavos, especialmente afri-canos, llevaba cuatro siglos cuando se pro-dujo el descubrimiento. Según afirma Abel

    Ignacio Forero en su Europa en la época deldescubrimiento (1998, 142-143), “los escla-vos capturados se intercambiaban por oro en polvo o por productos llevados de Europa: ba-ratijas, tejidos, caballos [...]; los portuguesesacostumbraban a recibir quince esclavos porun caballo”. Estos sectores serán en adelantedestinados a los trabajos más duros en Amé-rica. Por otra parte, con la instauración de laEncomienda en América, destinada a facilitar

    la evangelización y el pago de servicios, laservidumbre será la ocupación preponderantedel indígena. Sólo las noblezas portuguesas oespañolas accedían a los cargos altos de diri-gencia, puestos burocráticos, mientras otrossectores de menor rango se dedicaban a laevangelización o podían ejercer el comercio,dedicarse a las artesanías o a la agriculturaindependiente (Quijano, 2005, p. 205). El sa-lario fue monopolizado casi exclusivamente

     por los blancos.

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    Aquí es clara la relación que hay entre razay salario: indios, mestizos, negros, mulatos,etc., quedan excluidos, mientras los blancoscrean el imaginario del monopolio del tra-

     bajo pagado exclusivamente para su raza. Elcriterio es totalmente colonial: los coloniza-dos no reciben salario, los conquistadores ocolonizadores sí. Cito in extenso a Quijano(2005, p. 208-221):

    Esa colonialidad del control deltrabajo determinó la distribucióngeográfica de cada una de las formasintegradas en el capitalismo mun-

    dial. En otros términos, decidió lageografía social del capitalismo: elcapital, en tanto que relación socialde control del trabajo asalariado, erael eje en torno del cual se articulabantodas las demás formas de controldel trabajo, de sus recursos y de sus productos [...] Pero al mismo tiempo,dicha relación social especifica fuegeográficamente concentrada en

    Europa, sobre todo, y socialmenteentre los europeos en todo el mundodel capitalismo. Y en esa mediday manera, Europa y lo europeo seconstituyeron en el centro del mundocapitalista.

    La división racial del trabajo explica también porqué la sociedad europea se enroló fácil-mente hacia el capitalismo. Europa contó con

    relaciones sociales más fluidas que América:en la medida en que hay población blanca,se pagan salarios y se crean relaciones másigualitarias que van dando origen a dinámi-cas más modernas, entre ellas, una mayordemocratización al poderse exigir reivindi-caciones en las condiciones de trabajo. Estoayudó a crear un consumo interno en losnacientes países capitalistas. En América –con excepción de Chile y Argentina–, por

    el contrario, al predominar razas a las cualesles está denegado el salario, las estructuras

    aristocráticas y semifeudales instauradas porEspaña permanecen inamovibles.

    Las estructuras jerárquicas se mantienen y

    las relaciones sociales no se dinamizan ni sedemocratizan. Sin embargo, en América lasconsecuencias serán más graves. El manteni-miento de las estructuras verticales de poder, basadas en códigos de honor, ennoblecimien-to, prestigio, pureza de sangre, etc., retrasanel avance científico-técnico: una sociedad parasitaria que cuenta con esclavos y servi-dumbre no necesita invertir ni preocuparse por innovaciones tecnológicas para acre-

    centar su producción. Esta es la causa, entreotras, por la que la investigación, la cienciay la tecnología han tenido un desarrollo tan precario entre nosotros.

    El capitalismo fue, entonces, desde susinicios, colonial/moderno y eurocéntrico.Las riquezas de América jugaron un papelimportante en el crecimiento del capitalismoeuropeo. Ayudaron a constituir lo que Marx

    llamó la “acumulación originaria del capital”.Con esas riquezas se acrecentó el capital enEuropa y se estimuló el consumo. España noentró en esa dinámica, lo cual se debe a causasmuy precisas relacionadas con sus prácticaseconómicas, religiosas y sociales instauradasdesde el siglo XV y ejercidas durante todoel siglo XVI; estas prácticas fueron de tipofeudal o semifeudal. España no aprovechó lasriquezas del Nuevo Mundo. El oro entraba ysalía de nuevo con rumbo al resto de Europa.Dice al respecto Eduardo Galeano en su clá-sico  Las venas Abiertas de América Latina (1971): “Los españoles tenían la vaca, peroeran otros quienes bebían la leche”.

    Así las cosas, una revisión del concepto deModernidad debe tener en cuenta la creacióndel imaginario moderno, la colonialidad del poder y el reconocimiento de que el discursoracial es parte del ejercicio de esa práctica

    colonial. Sólo así se comprende porqué elcapitalismo se centra en Europa y cómo a

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    través de la división racial del trabajo, puedeno sólo obtener materias primas y recursos,sino también mano de obra barata, cuando nogratuita, en la periferia.

    El nacimiento de las cienciashumanas y la violenciaepistémica

    Para Quijano, como vimos, la base de lacolonialidad del poder fue el discurso racialdel siglo XVI, que es la fuente de las demásdeterminaciones. Pero de esa colonialidad del poder se deriva lo que ha sido llamado la co-

    lonialidad del saber, esto es, la descalificaciónde las formas de saber de la periferia y su re-emplazo por las formas de conocer europeas.La colonialidad del poder creaba imaginariosde la cultura europea donde se excluía al Otro,a la vez que todas las producciones cultura-les, las formas de producir conocimiento,las imágenes y símbolos del colonizado sesubvaloraban, invisibilizan o simplementese suprimían-prohibían. La colonialidad del

     poder permitió la amputación cultural indí-gena o, en términos del pensador mejicanoLeopoldo Zea (1986, p. 23), permitió un“encubrimiento” de su cultura por prácticas,visiones del mundo, costumbres, rituales,etc., propios del colonizador. El colonialismo, pues, no sólo se vale de una dominación mi-litar, económica y política, sino que requierede la creación de un discurso que reproducela visión del colonizador e instaura esa visión

    en el interior del dominado, deformando asísu propia concepción. Es un ataque al centrode la identidad del Otro. Ahora bien, ¿quétienen que ver estas prácticas coloniales conel nacimiento de las ciencias modernas?

    En el siglo XVII, la segunda Modernidad deDussel, el saber técnico-científico surge enEuropa. Galileo une las viejas concepcionesde física y matemática y sustenta la experi-

    mentación sobre la naturaleza. La naturalezasólo será un libro escrito listo para ser des-

    cifrado. Descartes fundamentará una nuevavisión del conocimiento en la cual el saberadquiere seguridad en el cogito. La razón apa-rece con la pretensión de fundamentar todas

    las ciencias; sumado a esto, Descartes y Ga-lileo confluyen en la pretensión de descifrarlas leyes de la naturaleza. Para Descartes, elmundo es una máquina de la cual sólo hay quedescifrar sus mecanismos de funcionamiento,este es el origen del mecanicismo. Por su parte, Francis Bacon, fiel a la tradición em- pirista inglesa inaugurada por Roger Bacon,hará énfasis en el método experimental y enla relación del saber con el poder.

    Las ciencias apoyadas en la razón y en laexperimentación se convierten en una especiede Dios. Ahora, la naturaleza se puede expre-sar en leyes generales que pueden ser extraí-das y formuladas matemáticamente. Esta esuna visión en la cual la naturaleza puede serdominada; es el origen de la razón instru-mental que teorizará la Escuela de Frankfurty que, en estricto sentido, ya se encontraba

    en Hobbes (Botero, 2006, p. 57).Este modelo se trasmitirá al conocimientode la sociedad, en la que es posible no sólodescifrar las leyes de la naturaleza, sino delfuncionamiento de la sociedad misma, susinstituciones, el Estado, la economía, etc.Surge una legitimación científica del mundo.Las ciencias aparecerán en Europa funda-mentadas científicamente desde un puntode vista supuestamente neutro, universal yobjetivo. Esto es lo que Santiago Castro-Gómez (2005a, p. 25) llama “el punto cero”:“Ubicarse en el punto cero es el comienzoepistemológico absoluto [...] equivale a te-ner el poder de instituir, de representar, deconstruir una visión sobre el mundo social ynatural reconocida como legítima y avalada por el Estado”. Esto fue lo que hizo Europa para justificar el dominio epistemológicosobre el resto del orbe. En este sentido, elconocimiento de las periferias, el saber y lasrepresentaciones del Otro, quedan descalifi-

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    cados: se subalterniza al Otro desde el puntode vista cognitivo. Es lo que se ha llamado lacolonización del Otro a través de una “violen-cia epistémica”, en la que el saber legitimará

    en adelante el colonialismo. Sin embargo, enla visión tradicional de las ciencias europeas,estas nacen como fenómeno intra-europeoy sólo deben ser exportadas –ya que son laúnica forma válida y universal de saber– alresto del orbe.

    El mejor ejemplo del poder colonizadordel saber y de la justificación misma de esecolonialismo lo encontramos en la noción

    de progreso. La categoría de progreso esuna creación de las ciencias modernas, enespecial durante la segunda Modernidad.Esta noción se expandirá en la Ilustración einfluirá en hombres como Condorcet, Turgot,Kant, Hegel, Augusto Comte y Marx, entreotros. En este punto, es importante pregun-tarse ¿cómo nace el concepto en estos siglos?¿cómo se va generalizando? De nuevo aquí elcolonialismo opera en la base de esta creación

    epistemológica.En las teorías contractualistas del siglo XVII,lo que se conoce como “estado de naturaleza”es, en realidad, el mundo salvaje, primitivo,arcaico premoderno, incivilizado, etc., de la periferia. Esa imagen llega a Europa, comoya se dijo, a través de los cronistas españoles.La civilidad o el Estado representan, pues,un estadio superior de la humanidad, unasuperación de la barbarie. En esas nocionescontractualistas aparecerán ya nociones eco-nómicas; por ejemplo, en Locke la propiedades un derecho natural que se posee aún enel “estado de naturaleza”; en Rousseau, el“buen salvaje” no tiene la carga peyorativaque transmitieron ciertos cronistas, pero laimagen corresponde a ese estado primitivoindígena.

    La categoría de progreso fue difícil de fun-

    damentar en Europa. Fue necesario suponerque todos los hombres tienen una idéntica

    naturaleza humana, unas mismas necesida-des y que su vida se puede representar enun continuo ascenso y lucha por superarlas.La escasez, por ejemplo, sólo era superada

    cuando la economía de subsistencia diera paso a la economía de mercado. Fundamentarel progreso requirió suponer también queel hombre asciende en el tiempo –ya queespacialmente no se podía sostener tal afir-mación– desde una condición inferior a unasuperior. El progreso es visto como una líneatemporal de constante perfeccionamiento delhombre; así pues, la periferia aparece como parte de un pasado que antecede a la Europa

    moderna. El europeo vio en el aborigen, nosólo de América sino en el africano o asiá-tico, su propia vida primitiva y salvaje. Ensíntesis: “el imaginario de progreso según elcual todas las sociedades evolucionan en eltiempo según leyes universales inherentes ala naturaleza o al espíritu humano, apareceasí como un producto ideológico construidodesde el dispositivo de poder moderno/colo-nial” (Castro-Gómez, 2005b, p. 154).

    Según Santiago Castro Gómez, la etnografía,la geografía, la antropología, la paleontología,la arqueología, la historia, etc., al estudiar el pasado de las civilizaciones, sus productosculturales e instituciones, permitieron ela- borar comparaciones con respecto al mundoeuropeo y en ese sentido justificaron elcolonialismo. Lo curioso es que el canon, elmolde, la medida, el patrón de comparación

    es el del “centro” de la Historia Mundial,esto es, Europa. Fue lo que sucedió con elOriente, como lo puso de presente EdwardSaid en su libro Orientalismo. El Oriente esconstruido, entre otros, por los ingleses, y eneste sentido Asia aparecerá como el pasadode Europa. Es preciso decir que desde laantigüedad Asia y África eran vistas comoinferiores a Europa, esa imagen ya era comúnen el siglo XVI. Por esta razón, cuando el

    cronista José de Acosta lanzó la hipótesis deque los habitantes de América provenían de

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    Asia, se afianzó la imagen de que la culturade este continente pertenecía, en la línea del progreso, al pasado de Europa.

    Es preciso decir que Michel Foucault, el filó-sofo francés fallecido en 1984, había puestode presente cómo las ciencias ayudaron adefinir las distinciones entre normal/anor-mal, normal/patológico, racional/irracional.Foucault mostró que el derecho, la psiquia-tría, la medicina, etc., habían permitido crearal hombre como objeto de conocimiento y,en este sentido, ese proceso ayudó a fijar unasubjetividad apta para la producción capita-

    lista en el naciente Estado nacional moderno.Recordemos que según el filósofo francés elmodelo de la lepra, de la peste y la guberna-mentalidad, habían sido fundamentales parala creación de los sujetos productivos de laModernidad. El manicomio crea el modelode la prisión y este el de la fábrica (Foucault,2000, p. 111). Sin embargo, la limitación deFoucault consistió en que vio ese proceso enla formación del Estado-nación europeo, es

    decir, sólo a nivel interno. No se percata dela relación entre las ciencias sociales y el co-lonialismo, pues estas cumplieron una doblefunción. Al interior del Estado, sus estudiossirvieron para canalizar los intereses, las aspi-raciones, plasmar objetivos en las constitucio-nes, proyectar políticas públicas, planificar yrealizar programas, etc., es decir, en un planointerno las ciencias humanas fueron siervasdel Estado y funcionaron como instrumento

     para que este pudiera crear una subjetividadhomogénea y estuviera en capacidad de ca-nalizar esa síntesis social que encarnaba. Enel plano externo, las ciencias justificaron elcolonialismo sobre la periferia y aseguraronasí el flujo de recursos –materias primas– parasu naciente capitalismo. Cito in extenso  aCastro-Gómez (2005b, p. 154):

    Las ciencias sociales funcionan

    estructuralmente como un aparatoideológico que, de puertas paraadentro legitimaba la exclusión y el

    disciplinamiento de aquellas perso-nas que no se ajustaban a los perfilesde subjetividad que necesitaba el Es-tado para implementar sus políticas

    de modernización; de puertas paraafuera, en cambio, las ciencias so-ciales legitimaban la división inter-nacional del trabajo y la desigualdadde los términos de intercambio entreel centro y la periferia [...] La pro-ducción de la alteridad hacia adentro[en los términos de Foucault, D.P] yla producción de la alteridad haciafuera formaban parte de un mismo

    dispositivo de poder. La colonialidaddel poder y la colonialidad del saberse encontraban emplazadas en unamisma matriz genética.

    El Estado moderno fue creado por el capi-talismo y, a la vez, el capitalismo sólo sería posible con el Estado moderno (Weber, 2004, p. 1047). En ese proceso el Estado necesitólegitimarse y legitimar sus procesos económi-

    cos en el exterior. En este aspecto, las cienciassociales jugaron un papel fundamental. Todoesto no sería posible sin el colonialismo y sinla invención del Otro por una epistemologíanetamente europea. De tal manera que, comosostiene Walter Mignolo (2005, p. 61): “lacolonialidad es constitutiva de la modernidad,y no derivativa”.

    La Modernidad no es, pues, un proceso que

    nace en Europa y simplemente se “extien-de”, como suele pensarse en la concepciónmarxista expresada, por ejemplo, en el libroThe age of capital  de Eric Hobsbawn o en Imperio de Antonio Negri y Michel Hardt.Por el contrario, esa Modernidad –esa razóneuropea que se torna hegemónica– no es posible sin la colonialidad del poder y su primera forma: la división racial del trabajoy el salario. De igual manera, la Modernidad

    no existiría sin la categoría de progreso crea-da en contra espejo con la periferia, esto es,sin la violencia epistémica ejercida sobre el

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    resto del planeta. Esta es la forma como serelacionan eurocentrismo, invención del Otro,colonialidad de poder y ciencias humanas.

    Conclusión: hacia la emancipaciónintelectual de América Latina

    Tomando en cuenta que hemos seguido acrí-ticamente los presupuestos de las cienciascreadas en Europa, más precisamente en paí-ses con un nivel capitalista notable como loson Italia, Alemania, Francia e Inglaterra, laemancipación epistemológica permite revisarsin prejuicios nuevas formas de producción

    de saber, imaginarios, símbolos, imágenes ysignificaciones, en América Latina; es decir, posibilita la emergencia de nuevas formasepistémicas y determina críticamente quéelementos aportan para la lectura de nuestrarealidad y nuestros problemas. Este presu- puesto se constituye en una respuesta a laviolencia epistemológica que la Modernidadejerció sobre los países de la periferia. Estono quiere decir que se deba desechar o des-

    conocer la tradición epistemológica europea,lo cual sería un error. Sería como pretermitirde Goethe en literatura. No. Simplemente serecoge de ella lo más valioso, lo que se adecuea nuestras realidades junto con nuevas formasautóctonas de producción de conocimientos.Esto debe generar una revisión de los métodosaportados por Occidente que permita dimen-sionar el conocimiento como algo históricoe indagar en las formas de saber popular y

    comunitario una noción liberadora de praxisdesde las comunidades y una redefinicióndel rol del investigador social. Ejemplos paratestimoniar que una episteme propia sí es posible son los siguientes: la crítica del euro-centrismo de Enrique Dussel; el concepto decolonialidad del poder y de saber de la teoríacrítica latinoamericana; la deconstrucción delconcepto de desarrollo del colombiano ArturoEscobar; la pedagogía del oprimido de Pablo

    Freire; la metodología de Investigación-Acción participativa de Orlando Fals Borda;la tesis de las culturas híbridas de Néstor

    García Canclini; la teoría de la dependenciade Fernando Enrique Cardoso y Enzo Falleto.De igual manera, habría que agregarle a estalista la propuesta de una economía descalza

    de Manfred Max-Neef y los conceptos de no-razón, vitalambientalismo y vitalhumanismode Darío Botero Uribe.

    Una descolonización epistemológica enAmérica latina es la base para una emanci- pación intelectual, para una lucha contra lasubalternidad y el colonialismo mental. Siemancipamos la epistemología, fácilmenteemanciparemos la economía y la historia.

    Así pues, nuestro pensamiento dejará de sersiervo de la filosofía occidental y rebatiremos posturas como la de Rubén Jaramillo Vélez,que en su libro Colombia: la modernidad pos-tergada (1998, p. 93) sostiene lo siguiente:

    Los problemas y traumas que estos pueblos enfrentan no son suscep-tibles de ser solucionados sinomediante esos logros de la cultura

    occidental –devenida universal– queidentificamos con el desarrollo dela ciencia: del conocimiento de lanaturaleza [...] y de la aplicación dedichos conocimientos a través de latécnica.

    Es preciso decir que Dussel tiene razón cuan-do sostiene que sólo poniendo de presente elcolonialismo ejercido sobre estos pueblos por

    Europa y el papel de ese colonialismo en laconstitución de la Modernidad, sólo así, es posible recuperar la alteridad del Otro, estoes, rescatar la potencialidad emergente quetienen los pueblos de América Latina:

    …sólo cuando se niega el mito civi-lizatorio [..] se reconoce la injusticiade la praxis sacrificial fuera de Euro- pa... y entonces se puede igualmente

    superar la limitación esencial de la“razón emancipadora”. Se supera larazón emancipadora como “razón

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    liberadora” cuando se descubre eleurocentrismo de la razón ilustrada,cuando se redefine la falacia desarro-llista del proceso de modernización

    hegemónico [...] cuando se declarainocentes a las víctimas desde laafirmación de la Alteridad...como personas que han sido negadas porla Modernidad (2005, p. 50).

    Sólo cuando esto suceda será posible laemancipación.

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