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    DANIEL SARMIENTO

    LUIS JAVIER MIERES MIERESMIGUEL NGEL PRESNO LINERA

    LAS SENTENCIAS BSICAS DELTRIBUNAL EUROPEO DEDERECHOS HUMANOS

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    A Fran Caamao

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    SUMARIO

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    PARTE INTRODUCTORIA

    A. Estudio preliminarB. Bibliografa bsicaC. Cronologa de la composicin del Tribunal Europeo

    de Derechos Humanos

    PARTE DOCUMENTAL

    I. Derecho a la vida (art. 2)

    1. McCann c. Reino Unido, de 27 de septiembre de 19952. Vo c. Francia, de 8 de julio de 2004

    II. Prohibicin de la tortura (art. 3)

    3. Soering c. Reino Unido, 7 de julio de 19894. calan c. Turqua, de 12 de marzo de 20035. Jalloh c. Alemania, de 11 de julio de 2006

    III. Prohibicin de la esclavitud y del trabajo forzado (art.4)

    6. Siliadin c. Francia, de 26 de julio de 2005IV. Derecho a la libertad y a la seguridad (art. 5)

    7. Winterwerp c. Pases Bajos, de 24 de octubre de 19798. Brogan c. Reino Unido, de 29 noviembre de 19889. De Wilde c. Blgica, de 18 de junio de 1971

    V. Derecho a un proceso equitativo (art. 6)

    10.Golder c. Reino Unido, de 21 de febrero de 197511.Ruiz-Mateos c. Espaa, de 23 de junio de 1993

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    12.Buchholz c. Alemania, de 6 de mayo de 198113.Hornsby c. Grecia, de 19 de marzo de 199714.Allenet de Ribemont c. Francia, de 10 de febrero de 199515.John Murray c. Reino Unido, de 8 de febrero de 1996

    VI. No hay pena sin ley (art. 7)

    - Kokkinakis c. Grecia, 25 de mayo de 1993 (remisin)16.Cantoni c. Francia, de 15 de noviembre de 199617.Baskaya y Okuoglu c. Turqua, de 8 de julio de 199918.Welch c. Reino Unido, de 9 de febrero de 1995

    VII. Derecho al respeto de la vida privada y familiar (art.8)

    19.X e Y c. Holanda, de 26 de marzo de 198520.Niemietz c. Alemania, de 6 de diciembre de 199221.Lpez Ostra c. Espaa, de 9 de diciembre de 199422.Valenzuela Contreras c. Espaa, de 30 de julio de 199823.Pretty c. Reino Unido, de 29 de abril de 2002- I. c. Reino Unido, de 11 de julio de 2002 (remisin)

    24.Von Hannover c. Alemania, de 24 de junio de 2004VIII. Libertad de pensamiento, de conciencia y de religin

    (art. 9)

    25.Kokkinakis c. Grecia, de 25 de mayo de 199326.Hassan y Tchaouch c. Bulgaria, de 26 octubre de 2000

    IX. Libertad de expresin (art. 10)

    27.Handyside c. Reino Unido, 7 de diciembre de 197628.Lingens c. Austria, de 8 de julio de 198629.Otto Preminger-Institut c. Austria, de 20 septiembre 199430.Fressoz y Roire, de 21 de enero de 1999

    X. Libertad de reunin y de asociacin (art. 11)

    31.Ezelin c. Francia, de 26 de abril de 199132.Sindicato Nacional de la Polica Belga c. Blgica, de 27 de octubre de

    197533.Partido Comunista Unificado de Turquia y otros c. Turqua, de 25 de

    mayo de 1998- Chassagnou c. Francia, de 29 de abril de 1999 (remisin)

    34.Refah Partisi y otros c. Turqua, de 13 de febrero de 2003

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    XI. Derecho a contraer matrimonio y a fundar una familia(art. 12)

    35.Johnston y otros c. Irlanda, de 18 de diciembre de 198636.I. c. Reino Unido, de 11 de julio de 2002

    XII. Derecho a un recurso efectivo (art. 13)

    37.Klass c. Alemania, de 6 de septiembre de 197838.Smith & Grady c. Reino Unido, de 27 de septiembre de 199939.Kudla c. Polonia, de 26 de octubre de 2000

    XIII. Prohibicin de discriminacin (art. 14)

    40.Asunto relativo a ciertos aspectos del rgimen lingstico de laenseanza en Blgica c. Blgica, de 23 de julio de 1968

    41.Thlimmenos c. Grecia, de 16 de abril de 2002XIV. Garantas de los extranjeros y lmites a sus derechos

    (art. 16; arts 2 y 4 Pr 4; art. 1 Pr 7)

    42.Piermont c. Francia, 27 de abril de 199543.Baumann c. Francia, 22 de mayo de 200144.Conka c. Blgica, 5 de febrero de 2002

    XV. Proteccin de la propiedad (art. 1, Pr 1)

    45.Sporrong y Lnnroth c. Suecia Francia, 23 de septiembre de 198246.Chassagnou c. Francia, 29 de abril de 1999

    XVI. Derecho a elecciones libres (art. 3, Pr 1)

    47.Mathieu-Mohin y Clerfayt c. Blgica, de 2 de marzo de 198748.Matthews c. Reino Unido, de 18 febrero de 199949.Hirst c. Reino Unido, de 6 de octubre de 200550.Selim Sadak y otros c. Turqua, de 11 de junio de 2002

    ndice de Sentencias citadas ordenadas por artculos delConvenio

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    PARTE INTRODUCTORIA

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    A. ESTUDIO PRELIMINAR

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    []

    IV. Derecho a la libertad y a la seguridad

    Artculo 5

    1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadiepuede ser privado de su libertad, salvo en los casos siguientes y con arreglo alprocedimiento establecido por la ley:

    a. Si ha sido privado de libertad legalmente en virtud de una sentenciadictada por un tribunal competente;

    b. Si ha sido detenido o privado de libertad, conforme a derecho, pordesobediencia a una orden judicial o para asegurar el cumplimiento de unaobligacin establecida por la ley;

    c. Si ha sido detenido y privado de libertad, conforme a derecho, parahacerle comparecer ante la autoridad judicial competente, cuando existanindicios racionales de que ha cometido una infraccin o cuando se estimenecesario para impedirle que cometa una infraccin o que huya despus dehaberla cometido;

    d. Si se trata de la privacin de libertad de un menor en virtud de unaorden legalmente acordada con el fin de vigilar su educacin o de su detencin,conforme a derecho, con el fin de hacerle comparecer ante la autoridadcompetente;

    e. Si se trata de la privacin de libertad, conforme a derecho, de unapersona susceptible de propagar una enfermedad contagiosa, de enenajenado, de un alcohlico, de un toxicmano o de un vagabundo;

    f. Si se trata de la detencin o de la privacin de libertad, conforme aderecho, de una persona para impedir que su entrada ilegal en el territorio ocontra la cual est en curso un procedimiento de expulsin o extradicin.

    2. Toda persona detenida debe ser informada, en el plazo ms breveposible y en una lengua que comprenda, de los motivos de su detencin y decualquier acusacin formulada contra ella.

    3. Toda persona detenida o privada de libertad en las condicionesprevistas en el prrafo 1.c., del presente artculo deber ser conducida sindilacin a presencia de un juez o de otra autoridad habilitada por la ley paraejercer poderes judiciales, y tendr derecho a ser juzgada en un plazorazonable o a ser puesta en libertad durante el procedimiento. La puesta en

    libertad puede ser condicionada a una garanta que asegure la comparecenciadel interesado a juicio.

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    4. Toda persona privada de su libertad mediante detencin o

    internamiento tendr derecho a presentar un recurso ante un rgano judicial,a fin de que se pronuncie en breve plazo sobre la legalidad de su privacin delibertad y ordene su puesta en libertad si fuera ilegal.

    5. Toda persona vctima de detencin o de una privacin de libertadcontrarias a las disposiciones de este artculo tendr derecho a unareparacin.

    1. El derecho a la libertad y a la seguridad.El artculo 5 del Convenio establece una garanta frente a una de las medidastradicionales de represin: la privacin de la libertad personal. Una medida deesta severidad merece la instauracin de un importante nmero de cautelas ysalvaguardas que eviten la arbitrariedad. Con este objetivo el artculo 5 imponeun conjunto de deberes a los Estados firmantes, cuyo cumplimiento minimiza elriesgo de una privacin arbitraria de la libertad fsica.

    El Tribunal ha establecido que el derecho a la libertad y a la seguridad esde titularidad universal, lo cual incluye a sujetos tan variados como los menoresde edad (asuntoBouamar c. Blgica, de 29 de febrero de 1988), los condenados

    por sentencia firme (asunto Weeks c. Reino Unido, de 2 de marzo de 1987) o losmiembros de las fuerzas armadas (asunto Engel c. Holanda, de 8 de junio de1976).

    El artculo apartado 1 del artculo 5 realiza una enumeracin de lossupuestos en los que puede llevarse a cabo una privacin de libertad, si bien setrata de una relacin que no agota todos los supuestos. Aunque el Tribunal hareconocido que el listado merece una interpretacin restrictiva (asuntosEngel c.

    Holanda de 8 de junio de 1976 yCiulla c. Italia, de 2 de febrero de 1989, entreotros), al mismo tiempo ha admitido la licitud de supuestos ausentes en ellistado recin citado (asunto Witold Litwa c. Polonia, de 4 de abril de 2000).

    1.1.Privacin de libertad por un sujeto condenado penalmente envirtud de sentencia dictada por un Tribunal competente.

    Segn el Tribunal, un sujeto condenado (o penado, en terminologa delConvenio) es aquel que ha sido declarado culpable de acuerdo con la Ley(asuntos Van Droogenbroeck c. Blgica, de 24 de junio de 1982 yWemhoff vs

    Alemania, de 27 de junio de 1968, entre otros).

    En cuanto al Tribunal competente, la jurisprudencia ha entendido que la

    ejecucin de la Sentencia de condena puede realizarse por parte del poderejecutivo (asunto Weeks c. Reino Unido, de 2 de marzo de 1987). Incluso se ha

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    admitido la posibilidad de que las medidas de ejecucin recaigan sobre lasautoridades de otro Estado miembro (Drozd y Janousek c. Francia y Espaa,de 26 de junio de 1992). No obstante, el Tribunal ha exigido que las medidas deejecucin deben guardar una estricta relacin entre los hechos que justificaronla pena y la medida de ejecucin.

    1.2. Detencin preventiva o internamiento, conforme aderecho, por desobediencia a una orden judicial para asegurarel cumplimiento de una obligacin establecida por la Ley.

    Este supuesto ha planteado varias dudas en lo que afecta a su inciso final, alreferirse al cumplimiento de una obligacin establecida por la Ley. El Tribunalse ha ocupado de concretar los trminos de esta previsin, estableciendo queslo cabe la detencin cuando se trate del cumplimiento de una obligacinespecfica y concreta que el obligado todava no ha satisfecho (asuntosPerks c.

    Reino Unido, de de 12 de octubre de 1999 y Nowicka c. Polonia, de 3 dediciembre de 2002). A la hora de enjuiciar la proporcionalidad entre la finalidadde la obligacin y la detencin, el Tribunal ha establecido que debe tomarse enconsideracin la naturaleza de la obligacin, su finalidad, la duracin de ladetencin y las circunstancias particulares del sujeto afectado (asunto Vasilevac. Dinamarca, de 3 de diciembre de 2002).

    1.3. Detencin preventiva o internamiento, conforme aDerecho, para hacer comparecer ante la autoridad judicialcompetente, cuando existan indicios racionales de que se ha

    cometido una infraccin o cuando se estime necesario paraimpedir que se cometa una infraccin o que se produzca unahuda despus de haberse cometido.

    El Tribunal ha reconocido que este supuesto es de aplicacin nicamente en elcurso de un proceso de naturaleza penal, excluyendo as detenciones ointernamientos en contextos civiles o administrativos (Jecius c. Lituania, de 31de julio de 2000 yWloch c. Polonia, de 19 de octubre de 2000).

    Con este presupuesto, la jurisprudencia ha estimado conforme al artculo5 que no se presenten cargos contra la persona detenida o internada en el

    momento de la comparecencia ante la autoridad. Asimismo, el Tribunal hainsistido en la importancia de la finalidad de la medida, cuya consecucin puedealcanzarse aportando medios de prueba en un momento posterior a lacomparecencia (asunto Brogan c. Reino Unido de 29 de noviembre de 1988[Documento nm. 8]). A pesar de esta interpretacin amplia del precepto, elTribunal ha compensado estas aperturas con lecturas ms garantistas. As, ladetencin debe producirse siempre que existan indicios racionales de laculpabilidad del detenido, lo que obliga a las autoridades a aportar hechos oinformaciones que permitan al rgano jurisdiccional valorar si existen indiciossuficientes para acordar la detencin (asuntosFox, Campbell y Hartley c. ReinoUnido, de 30 de agosto de 1990, Murray c. Reino Unido, de 28 de octubre de

    1994 yElci c. Turqua, de 13 de noviembre de 2003).

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    1.4.Internamiento de un menor en virtud de una orden

    legalmente acordada con el fin de vigilar su educacin, odetencin conforme a derecho con el fin de hacerlecomparecer ante la autoridad competente.

    Este supuesto cuenta con un mbito de aplicacin limitado, pues el Tribunal haafirmado que slo es relevante cuando la orden de internamiento es fruto deuna decisin del poder pblico, y no de la familia del menor. En este segundocaso, la lesin afectara al derecho a la vida familiar, previsto en el artculo 8 delConvenio (asuntoNielsen c. Dinamarca, de 28 de noviembre de 1988).

    El Tribunal ha reconocido igualmente que el internamiento puede venirprecedido de un periodo en prisin provisional, siempre y cuando se trate deuna situacin transitoria que garantice posteriormente el internamiento paraproceder a una educacin vigilada (asuntoBouamar c. Blgica, de 29 de febrero

    de 1988).

    1.5.Internamiento, conforme a derecho, de una personasusceptible de propagar una enfermedad contagiosa, de unenajenado, de un alcohlico, de un toxicmano o de unvagabundo.

    Por lo que respecta a los enajenados, el Tribunal ha impuesto tres condicionesprevias a la orden de internamiento: es necesario que la decisin vaya precedidade informes periciales que aporten criterios suficientes para estimar el estado

    psicolgico del sujeto; asimismo se exige que exista proporcionalidad entre elgrado de enajenacin y la medida de internamiento, al tiempo que, en tercerlugar, la duracin del internamiento debe estar vinculada al estado deenajenacin del sujeto (asunto Winterwerp c. Holanda, de 24 de octubre de1979 [Documento nm. 7]).

    Mayores problemas plantea el trmino vagabundo dada suambigedad, lo que ha llevado al Tribunal a remitirse a la legislacin interna decada Estado (De Wilde, Ooms y Versyp c. Blgica, de 18 de junio de 1971[Documento nm. 9]), aunque imponiendo una serie de lmites. As, el Tribunalha establecido que la legislacin interna no puede aplicar la condicin de

    vagabundo a personas que no se encuentren en situacin de desamparo, por elsimple hecho de que las autoridades las consideren peligrosas (asunto Guzzardic. Italia, de 6 de noviembre de 1980). Problemas similares plantea la nocin dealcohlico, que en opinin del Tribunal se circunscribe a aquellas personasque son adictas al alcohol. Cuando estas personas constituyan una amenazapara el orden pblico o para ellos mismos est plenamente justificada laprivacin de libertad, sin que sea suficiente la mera ingesta de bebidasalcohlicas (asunto Witold Litwa c. Polonia, de 4 de abril de 2000).

    2. El derecho a ser informado de los motivos de detencin.

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    El Tribunal ha reconocido este derecho, recogido en el apartado 2 del artculo 5,a un nmero muy amplio de sujetos, exigiendo su cumplimiento para todosupuesto de privacin de libertad, lo que incluye la detencin en el curso de todotipo de procedimientos. As, la jurisprudencia ha atribuido al trminodetencin del apartado 2 una definicin autnoma, que abarca no slo a las

    causas penales, sino tambin a otras formas provisionales de privacin delibertad (asuntos Fox, Campbell y Hartley c. Reino Unido, de 30 de agosto de1990,X. c. Reino Unido, de 5 de noviembre de 1981 yVan del Leer c. Holanda,de 21 de febrero de 1990).

    Asimismo, el Tribunal ha establecido que el derecho a ser informadorequiere, igualmente, que dicha informacin sea rpida (Fox, Campbell y

    Hartley c. Reino Unido, de 30 de agosto de 1990), completa (Lamy c. Blgica,de 30 de marzo de 1989) e inteligible (Fox, Campbell y Hartley c. Reino Unido,de 30 de agosto de 1990).

    3. El derecho a ser conducido sin dilacin ante un juez u otraautoridad.

    El derecho a ser conducido ante el rgano jurisdiccional se encuentra recogidoen el apartado 3 del artculo 5, y se expresa en unos trminos lo suficientementeamplios como para no requerir necesariamente la presencia de un juez. ElTribunal tuvo la oportunidad de concretar a qu se refiere el Convenio cuandomenciona a otra autoridad en el asunto Schiesser c. Suiza, de 4 de diciembrede 1979. Para que se d esta condicin, dicha autoridad debe desempearpoderes judiciales y, asimismo, garantizar una serie de requisitos

    procedimentales, concretamente los que afectan a la independencia eimparcialidad del rgano, al trmite de audiencia y a la motivacin de susdecisiones con arreglo a Derecho. Asimismo, slo sern considerados comoautoridad aquellos rganos con potestades para ordenar la puesta en libertaddel particular afectado (De Jong, Baljet y Van den Brink c. Holanda, de 22 demayo de 1984).

    La conduccin ante el rgano jurisdiccional o autoridad debe realizarsesin dilacin, algo que debe valorarse de acuerdo con el contexto de cadaasunto. En cualquier caso, el Tribunal ha enjuiciado con suma severidad lasrazones esgrimidas por los Estados a la hora de justificar detenciones superiores

    a cuatro o cinco das. As, en el asunto Brogan c. Reino Unido, de 29 denoviembre de 1988 [Documento nm. 8], el Tribunal estim que la lucha anti-terrorista no justificaba una ampliacin del periodo de detencin. La mismarespuesta ha merecido el hecho de que las investigaciones policiales siguieranabiertas (asuntoDemir c. Turqua, de 23 de septiembre de 1998).

    4. La prisin provisional y el derecho a ser juzgado en un plazorazonable.

    El Tribunal ha confirmado a lo largo de su jurisprudencia que el inicio de la

    prisin provisional se produce en el momento de la detencin, finalizando el da

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    en que se dicte la Sentencia que ponga fin al proceso (asunto Wemhoff c.Alemania, de 27 de junio de 1968).

    En cuanto a los motivos que sustentan la orden de prisin provisional, elTribunal ha insistido en la necesidad de que existan indicios razonables de la

    comisin de un delito. No obstante, el Tribunal ha requerido igualmente laexistencia de motivos adicionales que justifiquen la decisin del juez. As, lajurisprudencia ha estimado adecuado, entre otros motivos, el riesgo de fuga(Letellier c. Francia, de 26 de junio de 1991), el riesgo de alteracin odestruccin de pruebas (Imre c. Hungra, de 2 de diciembre de 2003), el riesgode reincidencia en la comisin del delito (Stgmuller c. Austria, de 10 denoviembre de 1969) o la proteccin de las vctimas o denunciantes (I.A. c.

    Francia, de 23 de septiembre de 1998).

    5. El derecho a interponer un recurso contra la orden deprivacin de libertad.

    El derecho a interponer un recurso, recogido en el apartado 4 del artculo 5,admite dos lecturas diferenciadas pero complementarias. Por un lado, cuando elimputado es juzgado y condenado por Sentencia firme, el derecho a interponerun recurso se entiende salvaguardado por el transcurso del proceso. Cosa biendistinta sucede cuando la detencin tiene un carcter administrativo, comosucede en los supuestos de menores, vagabundos o enfermos psquicos, dondeel cumplimiento del derecho es algo ms complejo. As, el Tribunal hareconocido que en este segundo supuesto el Estado est obligado a garantizaruna va de recurso adecuada que salvaguarde el cumplimiento del artculo 5 del

    Convenio (asunto De Wilde, Ooms y Versyp c. Blgica, de 18 de junio de 1971[Documento nm. 9]).

    Respecto del rgano judicial, el Tribunal ha admitido la licitud derecurso ante autoridades administrativas, siempre y cuando cumplan lascondiciones exigidas de las autoridades contempladas en el apartado 3 delartculo 5 (asuntosDe Wilde, cit. yD.N. c. Suiza, de 29 de marzo de 2001).

    6. El derecho a la reparacin.Toda persona vctima de una detencin preventiva o de un internamientocontrarios al artculo 5 tendr derecho a una indemnizacin, tal como estableceel apartado 5 del citado artculo. Este derecho surge con la infraccin decualquiera de las obligaciones previstas en el artculo 5, abarcando tanto losdaos materiales como los no materiales, siempre y cuando sean cuantificables(asunto Ciulla c. Italia, de 22 de febrero de 1989 yN.C. c. Italia, de 18 dediciembre de 2002).

    En cualquier caso, esta previsin encuentra un obvio complemento en elartculo 41 del Convenio, segn el cual las partes perjudicadas podrn serindemnizadas con una satisfaccin equitativa por decisin del Tribunal.

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    V. Derecho a un proceso equitativo

    Artculo 6

    1. Toda persona tiene derecho a que su causa sea oda equitativa,pblicamente y dentro de un plazo razonable, por un tribunal independiente eimparcial, establecido por la ley, que decidir los litigios sobre sus derechos y

    obligaciones de carcter civil o sobre el fundamento de cualquier acusacin enmateria penal dirigida contra ella. La sentencia debe ser pronunciadapblicamente, pero el acceso a la sala de audiencia puede ser prohibido a laprensa y al pblico durante la totalidad o parte del proceso en inters de lamoralidad, del orden pblico o de la seguridad nacional en una sociedaddemocrtica, cuando los intereses de los menores o la proteccin de la vida

    privada de las partes en el proceso as lo exijan o en la medida en que serconsiderado estrictamente necesario por el tribunal, cuando en circunstanciasespeciales la publicidad pudiera ser perjudicial para los intereses de la justicia.

    2. Toda persona acusada de una infraccin se presume inocente hasta que su

    culpabilidad haya sido legalmente declarada.

    3. Todo acusado tiene, como mnimo, los siguientes derechos:

    a. a ser informado, en el ms breve plazo, en una lengua que comprenda ydetalladamente, de la naturaleza y de la causa de la acusacin formuladacontra l;

    b. a disponer del tiempo y de las facilidades necesarias para la preparacin desu defensa;

    c. a defenderse por s mismo o a ser asistido por un defensor de su eleccin y, sino tiene medios para pagarlo, poder ser asistido gratuitamente por unabogado de oficio, cuando los intereses de la justicia lo exijan;

    d. a interrogar o hacer interrogar a los testigos que declaren contra l y aobtener la convocacin e interrogacin de los testigos que declaren en su favoren las mismas condiciones que los testigos que lo hagan en su contra;

    e. a ser asistido gratuitamente de un intrprete, si no comprende o no habla lalengua empleada en la audiencia.

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    El artculo 6 del Convenio es, con diferencia, el precepto ms frecuentementeinvocado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sus abundantesvertientes, unido a la naturaleza judicial del derecho, hacen de este preceptouno de los vrtices de todo el sistema europeo de garanta de derechos. Portanto no nos debe sorprender que la jurisprudencia del TEDH en este mbitosea especialmente abundante, al igual que rica en matices.

    Aunque el artculo 6 se refiera a los litigios sobre derechos y obligacionesde carcter civil, el TEDH ha reconocido que el precepto abarca la actuacin delpoder judicial de los Estados firmantes en todos sus rdenes jurisdiccionales.En su abundante jurisprudencia se ha constatado la aplicabilidad del precepto al

    orden civil (asunto Le Compte, Van Leuven et De Meyere c. Blgica, de 23 dejunio de 1981), social (asuntos Feldbrugge c. Pases Bajos yDemeuland c.Alemania, ambos de 29 de mayo de 1986), contencioso-administrativo (asuntoditions Periscope c. Francia, de 26 de marzo de 1992) e incluso constitucional(asuntoRuiz-Mateos c. Espaa, de 23 de junio de 1993 [Documento nm. 11]).

    1. Los principios de la buena administracin de justicia.El artculo 6 CEDH ha dado pie a una abundante jurisprudencia sobre una

    variedad de aspectos ligados a la administracin de justicia, que podramos

    aglutinar bajo la rbrica de los principios de la buena administracin dejusticia.

    Como parte integrante del derecho, el TEDH ha desarrollado la nocin deTribunal, avalando la posibilidad de que formen parte del mismo sujetos sinformacin jurdica (Langborger c. Suecia, de 22 de junio de 1989) u rganos decomposicin plural en forma de jurado (asunto Pullar c. Reino Unido, de 10 de

    junio de 1996). El mismo aval han recibido rganos sumamente especializados,cuya composicin se reduce a uno o dos miembros cualificados del mismorgano que adopt la decisin recurrida (British American Tobacco c. Pases

    Bajos, de 20 de noviembre de 1995).

    En cuanto a las funciones que debe desempear un Tribunal para recibirtal consideracin, en el asuntoBelilos c. Suiza, de 29 de abril de 1988, el TEDHestableci la siguiente doctrina:

    un "tribunal" se caracteriza, en el sentido material del trmino, por sufuncin jurisdiccional: resolver, conforme a las reglas del Derecho ydespus de un procedimiento reglado, cualquier cuestin que dependa desu competencia. Ha de reunir tambin una serie de requisitos -independencia, especialmente en relacin al Poder Ejecutivo,imparcialidad, inamovilidad, garantas de procedimiento - varias de las

    cuales aparecen en el propio texto del artculo 6.1.

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    Como parte de estos principios de una buena administracin de justicia, elartculo 6 CEDH impone igualmente unas salvaguardas dirigidas a garantizar laindependencia e imparcialidad de los Tribunales que ejercen la jurisdiccin.

    Ambas cualidades no siempre son fcilmente diferenciables, tal como reconociel propio TEDH en el asunto Langborger c. Suecia, antes citado, pero puede

    concluirse que la independencia acta como un elemento accesorio de laimparcialidad.

    La independencia de los Tribunales ha sido caracterizada, en un nmeroimportante de Sentencias, como una cualidad que distancia, material yformalmente, al poder judicial de otros poderes del Estado. As, el modo dedesignacin de un Tribunal puede determinar una lesin del artculo 6 CEDH,pero la sospecha pueda resultar infundada si las normas reguladoras delTribunal establecen mecanismos de abstencin y recusacin que garanticen laindependencia del rgano (asuntos Campbell c. Reino Unido, de 28 de junio de1984;Belilos c. Suiza, antes citada;H. c. Blgica, de 30 de noviembre de 1987 y

    Findlay c. Reino Unido, de 25 de febrero de 1997).

    La duracin del mandato tambin ha sido un criterio importante a la horade analizar la imparcialidad e independencia de un Tribunal, aunque el TEDHlo ha empleado con cierta flexibilidad. As, en el asuntoRingeisen c. Austria, de16 de julio de 1971, consider que un mandato de cinco aos era suficiente paraasegurar la independencia del rgano, si bien un plazo idntico, como elplanteado en el asuntoIncal c. Turqua, de 9 de junio de 1988, fue consideradocontrario al artculo 6 CEDH. Este baile de criterios queda confirmado si nosdetenemos en el asunto Campbell c. Reino Unido, antes citado, donde el TEDHapreci que un mandato de tres aos era conforme a las exigencias del artculo 6

    CEDH, dado el hecho de que se trataba de un cargo sin remuneracin.

    Pero el TEDH no se ha contentado con garantizar unas condicionessuficientes de imparcialidad e independencia, pues tambin ha desarrollado confruicin la teora de las apariencias. Segn dice la vieja mxima inglesa, justicemust not only be done; it must also be seen to be done. El TEDH ha dadosentido a esta teora con una formulacin que viene ya reiterndose en su

    jurisprudencia, segn la cual no es posible reconducirse a una apreciacinpuramente subjetiva. En esta materia incluso las apariencias pueden revestiruna cierta importancia. [] Lo que est en juego es la confianza que lostribunales deben inspirar a los ciudadanos en una sociedad democrtica

    (asunto Piersack c. Blgica, de 1 de octubre de 1982). Esta doctrina ha sidoduramente criticada por la doctrina, as como por los propios Magistrados delTEDH en varios Votos Particulares. El pronunciamiento ms destacado lo hamarcado el asuntoKress c. Francia, de 7 de junio de 2001, donde se planteabanada menos que la conformidad con el artculo 6 CEDH de las actuaciones delComisario del Gobierno del Consejo de Estado francs. Apelando a la teora delas apariencias, el TEDH lleg a la conclusin de que el Comisario del Gobiernopoda representar, para el particular recurrente lego en Derecho, un autnticoadversario en la contienda judicial. As, el hecho de que el Comisario delGobierno participe en las deliberaciones del Consejo y que sus conclusiones nosean objeto de contestacin en el curso del procedimiento, dificulta su

    compatibilidad con el artculo 6 CEDH.

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    2. El acceso a la justicia.

    Aunque el derecho de acceso a la justicia no se encuentre expresamente previstoen el artculo 6, el TEDH ha venido derivndolo del precepto a lo largo de su

    jurisprudencia. A partir del asunto Golder c. Reino Unido, de 21 de febrero de1975 (Documento nm. 10), el Tribunal reconoci que

    sin necesidad de recurrir a los "medios complementarios de interpretacin"previstos en el artculo 32 del Convenio de Viena [] el artculo 6.1 garantizaa todos el derecho a que un Tribunal conozca de cualquier litigio referente asus derechos y obligaciones de carcter civil. Consagra, por tanto, "elderecho a un Tribunal", del cual el derecho de acceso, es decir, el derecho deacudir al Tribunal en materia civil, no constituye ms que un aspecto.

    Bien es cierto que este derecho, como parte integrante del artculo 6CEDH, se encuentra expuesto a una amplia diversidad en funcin de lo quedisponga la legislacin procesal de cada Estado. Ser, por tanto, cada legisladornacional el encargado de articular los trminos en que los particulares podrnejercer sus derechos ante los Tribunales, pero teniendo siempre en cuenta ellmite externo que supone el artculo 6 CEDH (asunto Ashingdane c. ReinoUnido, de 28 de mayo de 1985).

    A lo largo de su jurisprudencia, el TEDH ha declarado conforme al artculo6 un rgimen de prescripcin para el ejercicio de acciones civiles (asunto

    Stubbings y otros c. Reino Unido, de 23 de octubre de 1996; Tejedor Garca c.Espaa, de 16 de diciembre de 1997;Brualla Gmez de la Torre c. Espaa, de19 de diciembre de 1997 yEdificaciones March Gallego c. Espaa, de 19 defebrero de 1998) o la obligatoriedad de la participacin del Ministerio Fiscalpara que un particular pueda interponer un recurso contra autos en un procesocivil (Berger c. Francia, de 3 de diciembre de 2002)

    Cuando el TEDH considera que una condicin procesal resultaexcesivamente gravosa para el interesado, llegando a tal extremo queobstaculiza el acceso a la jurisdiccin, se considera contraria al artculo 6 CEDH.

    As ocurri en el asunto Golder, antes citado, donde la negativa del Ministeriodel Interior a autorizar que un preso consultara con un abogado supuso unarestriccin equivalente a una negacin del derecho a la jurisdiccin. Un tanto de

    lo mismo sucedi en el asuntoStone Court Shipping Company c. Espaa, de 28de octubre de 2003, al considerar contrario al artculo 6 CEDH la inadmisin deun recurso de casacin por no haber sido presentado en plazo en el lugar quecorresponda, sino ante un Juzgado de Guardia.

    3. El principio de contradiccin y la igualdad de armas.Entre los grandes principios que conforman el derecho a un proceso equitativo,el TEDH ha tenido la oportunidad de desarrollar con especial detalle elprincipio de contradiccin y su principio gemelo: la igualdad de armas.

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    Desde los inicios de su jurisprudencia, el TEDH ha ofrecido una lecturadistinta de ambos principios en funcin del orden jurisdiccional en el que se hadesarrollado el proceso. As, el nivel de exigencia se ha endurecidoconsiderablemente cuando el TEDH enjuicia el transcurso de un proceso denaturaleza penal, ofreciendo, en cambio, un mayor nivel de distensin

    controladora cuando se trata de un proceso civil. A partir de este doble estndarde control, podemos sintetizar la jurisprudencia del TEDH en los siguientestrminos.

    Por lo que respecta al principio de contradiccin, el TEDH ha establecidola siguiente doctrina:

    el derecho a un procedimiento contradictorio implica, para una parte, lafacultad de conocer las alegaciones o documentos presentados por la otra,as como de discutirlas (asunto Ruiz Mateos c. Espaa, de 23 de junio de1993).

    El principio de contradiccin es una exigencia aplicable a todas las fasesdel proceso, incluyendo la fase de ejecucin as como todo incidente surgido enel curso del mismo. En el mbito penal, esta extensin del principio abarcaigualmente a la fase de instruccin (asunto Jasper c. Reino Unido, de 16 defebrero de 2000).

    En paralelo al principio de contradiccin, debe destacarse la funcin quedesempea el principio de igualdad de armas, como manifestacin del principiode igualdad en el mbito procesal. Mientras el principio de contradiccin exigeque todas las partes cuenten con los mismos elementos documentales a la hora

    de realizar alegaciones, la igualdad de armas impone que todas las partes tenganla oportunidad de exponer, en un plazo razonable, los argumentos que estimennecesarios en su defensa, sin que se produzca una situacin de desventajarespecto de la otra parte del proceso. Esta sutil distincin ha sido recientementeconfirmada en el asunto Frette c. Francia, de 26 de febrero de 2002, en lneacon unos pronunciamientos que esbozaban la misma idea en los asuntos

    Niderst-Huber c. Suiza, de 18 de febrero de 1997 y G.B c. Francia, de 2 deoctubre de 2001.

    Tal y como ha ocurrido con el principio de contradiccin, el TEDH hareconocido que el principio de igualdad de armas puede esgrimirse en cualquier

    fase del proceso, incluyendo los recursos de carcter extraordinario, comopuede ser la casacin (asunto Voisine c. Francia, de 8 de febrero de 2000).

    4. Las dilaciones indebidas.Como parte del derecho a un proceso equitativo, el artculo 6, en su apartado 1,consagra el derecho a que toda causa sea oda en un plazo razonable. Lanaturaleza abierta de este mandato ha permitido al TEDH manejar con ciertaflexibilidad esta vertiente del derecho, mostrando a lo largo de su jurisprudenciaque lo importante no es la celeridad en s misma, sino la importancia de que el

    proceso se desarrolle sin anomalas. Por tanto, es la correcta administracin dejusticia, en el marco de un proceso concreto, lo que prima en el anlisis de esta

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    vertiente del artculo 6 (asuntos Buchholz c. Alemania, de 6 de mayo de 1981[Documento nm. 12]; Sssmann c. Alemania, de 16 de septiembre de 1996 yTrickovic c. Eslovenia, de 12 de junio de 2001).

    El momento a partir del cual comienza a correr el plazo para enjuiciar una

    dilacin va a depender del orden jurisdiccional sobre el que realice su anlisis elTEDH. As, cuando se trate de un proceso civil, el TEDH ha establecido que elinicio del proceso debe considerarse en el momento en el que se ejerce la accin.En el mbito administrativo, el tiempo empieza a transcurrir desde el momentoen que el particular manifiesta su oposicin al acto administrativo recurrido(Knig c. Alemania, de 28 de junio de 1978). En el mbito penal, fue en elasunto Stogmuller c. Austria, de 10 de noviembre de 1969, donde el TEDHdelimit las diferencias entre el derecho a un proceso equitativo (art. 6.1 CEDH)

    y el derecho a la libertad y a la seguridad personal (art. 5.3 CEDH). En lasentencia citada el TEDH estableci:

    [El artculo 6] se extiende a todos los justiciables y su objeto esprotegerles contra la excesiva lentitud del procedimiento; en materiapunitiva, especialmente se propone evitar que la incertidumbre delinculpado sobre su situacin se mantenga demasiado tiempo, aunque seencuentre en libertad provisional. El artculo 5.3 se refiere solamente a laspersonas acusadas que se encuentran recluidas en prisin preventiva [] yse presenta como un precepto independiente que produce sus propiosefectos.

    El TEDH ha reconocido en varias ocasiones que la garanta contra lasdilaciones indebidas es igualmente exigible en el curso de un procedimientoconstitucional, tal como ha sucedido en el asuntoRuiz Mateos c. Espaa, cit. Noobstante, el TEDH ha afirmado recientemente que en este tipo de procesos esnecesario valorar las circunstancias y contexto de los mismos:

    Su funcin como guardin de la Constitucin obliga en ocasiones a losTribunales Constitucionales a tener en cuenta otro tipo de factores,distintos del mero orden cronolgico en el que los asuntos se han recibidoen su registro, factores tales como la naturaleza del asunto y suimportancia en trminos polticos y sociales (asunto Trickovic c.Eslovenia, antes citado).

    Estos factores no suponen, en modo alguno, que el TEDH renuncie a hacer

    un control estricto cuando el rgano enjuiciado sea un Tribunal Constitucional,tal como demostr el asunto Soto Snchez c. Espaa, de 25 de noviembre de2003. En este caso el Estado espaol fue condenado como consecuencia de laduracin de un procedimiento de amparo ante el Tribunal Constitucional, cuyatramitacin alcanz los cinco aos. A pesar de las complejidades del asunto, enel que se enjuiciaba a uno de los imputados en la conocida operacin Ncora, elTEDH consider que se trataba de un plazo a todas luces excesivo cuya duracinno haba sido suficientemente justificada por la defensa del Estado espaol.

    Como se puede observar, el TEDH ha moldeado de forma muy amplia loscontornos de esta vertiente del derecho a un proceso equitativo, atendiendo,

    caso por caso, a las circunstancias que rodean al mismo. Tal como vieneestableciendo de forma reiterada, se tendr en cuenta la complejidad del caso,

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    la conducta del demandante y de las autoridades implicadas en el asunto, ascomo lo que en el litigio arriesga el demandante (asuntos Adolf c. Austria, de26 de marzo de 1982; Zimmermann y Steiner c. Suiza, de 13 de julio de 1983;

    Erckner y Hofauer c. Austria, de 23 de abril de 1987 yKizilz c. Turqua, de 25de septiembre de 2001, entre otros).

    Por tanto, puede concluirse que el TEDH analizar escalonadamente loscuatro elementos antes citados. En primer lugar, la complejidad del caso(asunto Soto Snchez c. Espaa, antes citado). En un segundo escaln, laconducta del demandante tambin aporta luz sobre el juicio que realiza elTEDH, especialmente en el curso de procedimientos no penales (asuntoCorigliano c. Italia, de 10 de diciembre de 1982). En tercer lugar, la conducta delas autoridades puede determinar la naturaleza de la dilacin, especialmentecuando se detecta un razonable grado de pasividad en sus actuaciones (asunto

    Nunes Violantes c. Portugal, de 8 de junio de 1999). En cuarto y ltimo lugar, elTEDH ha establecido que la autoridad judicial tendr un especial deber de

    diligencia cuando el demandante tenga en juego elementos tan cruciales comolo son sus medios de supervivencia, tal como suceda en el asunto NuneseViolantes c. Portual, antes citado.

    5. La ejecucin de resoluciones judiciales.Aunque el artculo 6 CEDH no se refiera expresamente a la ejecucin de lasresoluciones judiciales, el TEDH viene reconociendo que se trata de una parteintegrante del derecho a un proceso equitativo. Ha sido principalmente en elasuntoHornsby c. Grecia, de 19 de marzo de 1997 (Documento nm. 14), donde

    esta cuestin ha relucido con mayor nitidez.

    En el asuntoHornsby un matrimonio britnico solicit una autorizacinpara la apertura de un centro de idiomas en la isla de Rodas. Las autoridadesgriegas respondieron negativamente, apelando a la normativa vigente, queexiga, como condicin esencial, ostentar la condicin de residente griego. Elmatrimonio Hornsby acudi a las autoridades comunitarias, logrando unaintervencin de la Comisin Europea que desemboc, en 1988, en unaSentencia condenatoria del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.

    A pesar del pronunciamiento, las autoridades griegas continuaron denegando lalicencia, lo que motiv un pronunciamiento del Consejo de Estado griego a favor

    del matrimonio Hornsby. Debido a las peculiaridades del proceso contencioso-administrativo griego, la Administracin no ejecut la sentencia del Consejo deEstado, provocando as una nueva demanda de los seores Hornsby, esta vezante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

    En esta importante sentencia el TEDH afirm lo siguiente:

    El Tribunal recuerda su constante jurisprudencia segn la cual el articulo6.1 garantiza a cada uno el derecho a que un Tribunal conozca todaimpugnacin relativa a sus derechos y obligaciones de carcter civil;consagra de este modo el derecho a un Tribunal, en el que el derecho de

    acceso, a saber, el derecho a apelar a un Tribunal en materia civil,constituye un aspecto esencial. Sin embargo, este derecho ser ilusorio si

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    el ordenamiento jurdico interno de un Estado contratante permitiera queuna sentencia judicial definitiva y obligatoria quedara inoperante endetrimento de una parte. En efecto, no se entendera que el artculo 6.1describiera en detalle las garantas del procedimiento -equidad, publicidady celeridad- otorgadas a las partes y que no protegiera la ejecucin de lasdecisiones judiciales; si este artculo se refiriera exclusivamente al acceso

    al juicio y el desarrollo de la instancia, esto correra el riesgo de crearsituaciones incompatibles con el principio de la preeminencia del derechoque los Estados contratantes se han comprometido a respetar ratificandoel Convenio.

    As, a partir del asunto Hornsby el TEDH viene reconociendo, en unajurisprudencia consolidada, que la fase de ejecucin es una parte integrante delproceso judicial, cuya frustracin puede suponer una vulneracin del derecho aun proceso equitativo (asuntos Inmobiliarre Saffi c. Italia, de 28 de julio de1999; Antonakopoulos, Vortsela y Antonakopoulou c. Grecia, de 14 dediciembre de 1999;Lunari c. Italia, de 11 de enero de 2001 yKatsaros c. Grecia,

    de 6 de junio de 2002).

    6. Los derechos del acusado.Los apartados 2 y 3 del artculo 6 CEDH conforman un conjunto de garantasespecficas del proceso penal, sobre las que nos detendremos a continuacin.

    Por lo que afecta al derecho a la presuncin de inocencia, expresamentecontemplado en el apartado 2, el TEDH ha tenido ocasin de pronunciarsesobre dos importantes aspectos del derecho: su dimensin extraprocesal y su

    eficacia en el tiempo con posterioridad al proceso. En primer lugar, se hasealado la existencia de una dimensin extraprocesal de la presuncin deinocencia, entendida como la garanta que se exige de los rganos

    jurisdiccionales a la hora de emitir opiniones de valor a los medios decomunicacin. Cuando el juez realice manifestaciones que den lugar a pensarque considera culpable al acusado, estaremos ante una lesin del artculo 6.2CEDH. Estas declaraciones no tienen por qu dirigirse expresamente a laculpabilidad del acusado, pues bastara con que el Juez emitiera una opinin entono dubitativo o interrogante para que se vulnerara el derecho (asunto

    Lavlents c. Letonia, de 28 de noviembre de 2002). Asimismo, las declaracionesextraprocesales no tienen por qu imputarse nicamente al rgano juzgador,

    sino que tambin pueden constituir una lesin del artculo 6.2 CEDH lasmanifestaciones vertidas por un Ministro del Interior acompaado de la policaen una conferencia de prensa. Esta es la situacin planteada en el asuntoAllenetde Ribemont c. Francia, de 10 de febrero de 1995 (Documento nm. 15), dondeel TEDH realiz la siguiente afirmacin:

    [] algunos de los ms altos responsables de la polica francesa sealaronal seor Allenet de Ribemont, sin matices ni reservas, como uno de losinstigadores, y por tanto cmplice de un asesinato. Evidentemente, se tratade una declaracin de culpabilidad que, de una parte, incitaba al pblico acreer en ella y, de otra, prejuzgaba la apreciacin de los hechos por los jueces

    competentes. Por tanto, ha habido violacin del artculo 6.2.

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    Una segunda vertiente del derecho la encontramos cuando se produce, enel seno del proceso, un estado de sospecha, incluso cuando se ha producidouna declaracin de inocencia a favor del acusado. En el asunto Sekanina c.

    Austria, de 25 de agosto de 1993, la recurrente haba sido acusada yposteriormente absuelta, pero le fue desestimada una pretensin

    indemnizatoria, dado que los Tribunales austriacos consideraba que ansubsistan importantes elementos de sospecha. El TEDH conden al Estadoaustriaco, entendiendo que las sospechas slo son concebibles mientras semantengan abiertos los cauces y trmites de un proceso penal, pero no tras unpronunciamiento absolutorio firme (en el mismo sentido, los asuntos Asan

    Rushiti c. Austria, de 21 de marzo de 2000; Wixelbraun c. Austria, de 20 dediciembre de 2001; Vortic c. Austria, de 10 de octubre de 2002 y O.C. c.

    Noruega, de 11 de febrero de 2003).

    Unido a la presuncin de inocencia, debe hacerse una especial mencin alderecho a guardar silencio y a las garantas para evitar la autoincriminacin. En

    el asunto John Murray c. Reino Unido, de 8 de febrero de 1996 (Documentonm. 16), el TEDH enjuici la conformidad con el artculo 6.2 CEDH de lalegislacin antiterrorista britnica de 1939, que permita a los Tribunalescondenar a quienes no suministraran informacin relevante en la lucha contrael terrorismo, as como emplear dicha negativa como elemento probatorio encontra del acusado. El TEDH consider, tras realizar una ponderacin de lascondiciones en las que el juez puede valorar el silencio del acusado, que laactuacin de las autoridades britnicas era conforme con el artculo 6.2 CEDH.Tratndose de un terreno donde el caso concreto determinar si hubo o no unalesin, el TEDH reconoca as la dificultad de adoptar posturas maximalistas eneste terreno:

    Por un lado, es manifiestamente incompatible con las prohibiciones de lasque se trata basar una condena exclusiva o esencialmente en el silencio delacusado o sobre su negativa a responder a las cuestiones o a declarar. Porotro, es tambin evidente para el Tribunal que esas prohibiciones no puedeny no deberan impedir tener en cuenta el silencio del interesado, ensituaciones que requieren seguramente una explicacin por su parte, paraapreciar la fuerza de persuasin de los elementos de cargo.

    Se site donde se site la lnea de demarcacin entre estos dos extremos, sederiva de esta interpretacin del derecho a guardar silencio que hay queresponder negativamente a la pregunta de si este derecho es absoluto.

    No se podra decir, por lo tanto, que la decisin de un acusado depermanecer en silencio del principio al fin del procedimiento penal deberanecesariamente estar desprovista de incidencia una vez que el Juezcompetente en cuanto al fondo intente apreciar los elementos de cargo. Enconcreto, como seala el Gobierno, las normas internacionales establecidas,si consagran el derecho a guardar silencio y la prohibicin de contribuir a supropia incriminacin, nada dicen sobre este punto.

    Para analizar si el hecho de sacar de su silencio conclusiones desfavorablespara el acusado infringi el artculo 6, hay que tener en cuenta el conjunto decircunstancias, teniendo en cuenta en particular el caso en el que se pueda

    proceder a deducciones, la importancia que los tribunales nacionales les han

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    concedido al apreciar los elementos de prueba y el grado de coaccininherente a la situacin.

    Finalmente, el apartado 3 del artculo 6 CEDH enumera una serie degarantas especficas del proceso penal, sobre las cuales el TEDH tambin

    se ha pronunciado en una abundante jurisprudencia. Por lo que respecta alderecho a ser informado de la acusacin (art. 6.3.a CEDH), el TEDH hainsistido en la necesidad de que la informacin sea correcta, quedandoclara constancia de los elementos fcticos y jurdicos que sustentan laacusacin (asunto Kamasinki c. Austria, de 19 de diciembre de 1989;

    Plissier y Sassi c. Francia, de 25 de marzo de 1999 ySipavicius c.Lituania, de 21 de febrero de 2002). El Convenio igualmente proclama elderecho a la preparacin de la defensa (art. 6.3.b CEDH), lo que hapermitido al TEDH controlar las condiciones en las que se ha desarrolladoaqulla y exigir que se trate de una defensa de calidad. As, el TEDH valorauna pluralidad de elementos, como el tiempo del que ha dispuesto el

    letrado para entrevistarse con su cliente, el plazo disponible para lapreparacin del asunto, etc., con el fin de evitar una defensa meramenteaparente (asuntosPakelli c. Alemania, de 25 de abril de 1983 yGoddi c.

    Italia, de 9 de abril de 1984). En cuanto al derecho a interrogar a lostestigos (art. 6.3.d CEDH), el TEDH ha avalado la posibilidad de queexistan testimonios annimos, e incluso ha admitido que stos sustentenpor s solos una condena, siempre y cuando concurran razones justificadas

    y excepcionales (asuntosDoorson c. Pases Bajos, de 26 de mazo de 1996 yVisser c. Pases Bajos, de 14 de febrero de 2002).

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