40 Lecciones de Medicina Natural Dr. e. Alfonso III

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Medicina Natural 40 lecciones Dr. Eduardo Alfonso

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QUINTA PARTE

LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS DESDE EL PUNTO DE VISTA DE NUESTRO CRITERIO

Leccin XXII LOS MICROBIOS Y SU ACCION EN EL ORGANISMOLa vida bacteriana en general. El organismo en la infeccin. Teraputica de los estados infecciosos. (Sfilis, Blenorragia, Rabia, Tuberculosis, Paludismo, Fiebre de Malta, Difteria, Viruela, Tos Ferina, Meningitis cerebro-espinal, Fiebre tifoidea, Reumatismo cardiovascular.)

Los microbios y su accin en el organismo Es en este punto en el que muchos han abrigado ms dudas en cuanto a la eficacia y recursos de la medicina naturista. Las preguntas con las que todos los adversarios tratan de poner lmite a nuestras pretensiones, son invariablemente: Cmo curara usted la difteria? Qu hara usted ante un enfermo de rabia? Cmo va usted a sanar a un paldico sin quinina? Y la sfilis? ... Hay que abordar pues el tema con absoluta claridad. Para ello comencemos por insistir en nuestro conocido punto de vista: No existen enfermedades especficas. Si la enfermedad, como admiten todas las escuelas mdicas, es un acto realizado por el organismo para eliminar una causa de perturbacin, claro est que toda forma morbosa depende de las condiciones del organismo que la realiza. Lo nico verdaderamente especfico es la forma de reaccin de cada sujeto. El microbio no es causa, por s mismo, de la enfermedad, puesto que existen individuos que, sometidos a influencias microbianas, no enferman. Tambin es verdad que hay enfermos portadores de gmenes y no existe en ellos manifestacin morbosa. Habr necesidad de insistir mucho para convencerse de que, en toda enfermedad, lo verdaderamente causal es la perturbacin primordial del terreno orgnico? Ferrn dice: "Todas las bacterias patgenas tienen en la Naturaleza un representante saprfito (no daino) del cual proceden. Si no fuera as, las enfermedades que producen vendran a ser el estigma original de las especies que las padecen." Es decir, que la virulencia innegable de ciertos microbios depende de su adaptacin a organismos deteriorados. Pero este deterioro (especialmente la desmineralizacin de humores y tejidos), es la causa bsica de toda infeccin; porque da elementos de medro al microorganismo. En efecto, como afirma Turr: "La materia orgnica es un excelente medio de cultivo para toda clase de grmenes,

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sean inofensivos, sean patgenos; pero esa misma materia elevada al potencial energtico de la materia viva, se opone a su implantacin y a su vegetacin". Por esto, cuando la materia viva pierde parte de su potencial energtico por el acmulo de detritus en sus tejidos, por defectos de inervacin o por desgastes de vitalidad, los microbios se hacen dueos del terreno enfermo, aprovechando ese tanto de muerte con que Letamendi caracteriza a la enfermedad. La labor microbiana no es por s sola de determinacin morbosa, sino de colaboracin patolgica. La accin determinante patgena del microbio en los casos extremos (epidemias intensas y extensas) es consecuencia de una exaltacin de virulencia por su paso por terrenos averiados y desvitalizados. Su misin es siempre desintegrar qumicamente los materiales extraos o txicos para hacerlos ms fcilmente eliminables. Son en cierto modo, colaboradores del esfuerzo reactivo del organismo hacia la curacin. El microbio cumple en el organismo enfermo la tarea de digerir sustancias qumicas extraas al plasma, que las clulas y humores son incapaces de transformar, por abundancia o por calidad. La destruccin del microbio por el organismo es otro problema de digestin del parsito por la clula o fermentos defensivos. De la abundancia de toxinas que nutren al microbio depende la intensidad de la lucha celular contra l y la victoria final. La fiebre es solamente una funcin complementaria (oxidante y digestiva) de la nutricin acelerada. La infeccin es, pues, una resultante de conflictos nutritivos. De todo esto se deduce que, la clase o forma del microbio que aparece en cada enfermedad infecciosa, depende de la calidad del terreno qumico anormal que le sirve de medro. Trataremos de demostrar lo que antecede. La vida bacteriana en general Dijimos que las bacterias, segn Cajal, deben considerarse como hongos schizomicetos, unicelulares, que constituyen la forma ms elemental del reino vegetal; verdaderos protfitos que sirven de eslabn de enlace entre los hongos y las algas ms sencillas. Y expusimos su clasificacin en cocos, bacilos, espirilos y bacterias pleomorfas (pg. 238). Las bacterias constituyen especies botnicas bien determinadas; pero existen muchas dudas en cuanto a su nmero y forma. Los bilogos se debaten entre dos extremos: unos, como Zopf y Bchner, creen que todas las bacterias son formas distintas de una o pocas especies. Otros, como declara Lwenstein, han llegado a admitir ms de dos mil razas de bacilos tuberculosos procedentes solamente de mamferos. Nosotros nos situamos en un trmino medio, inclinndonos ms bien hacia la primera opinin; porque, indudablemente, la forma microbiana puede alterarse con suma facilidad. En efecto: "La relacin entre la superficie de absorcin y el volumen de la clula (en este caso, microbio) cambia de acuerdo con el aumento de tamao y la escasez de alimento, pues el volumen crece en proporcin mayor que la superficie; y considerando que la esfera es de todos los slidos el que tiene menor superficie en

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relacin con el volumen y, por tanto, la nica manera de garantizar la nutricin de ese volumen" (Carracido). Esta es la razn de los cambios de forma de los microbios, unas veces redondos (cocos), otras veces alargados (bacilos), cuando no presentan esas formas de transicin tan variadas como en el caso del bacilo colrico. En el fondo, un problema de nutricin, como ya hemos apuntado. Sin que esto quiera decir que no deban admitirse ciertas especies bien definidas que, cultivadas en estado de pureza, conservan su forma indefinidamente. Los hongos bacterianos se nutren de materias orgnicas, principalmente nitrogenadas e hidrocarbonadas, a las cuales atacan por medio de fermentos digestivos y diastasas; peptonizando a los proteicos y restando el carbono a los carbohidratos. Su respiracin se realiza tomando el oxgeno directamente del aire (microbios aerobios); o bien reduciendo ciertos compuestos orgnicos por medio de ese proceso que llamamos fermentacin (microbios anaerobios). Los cambios nutritivos de las bacterias, producen en el terreno sobre el cual vegetan, una serie de transformaciones que se traducen en el acmulo de ciertos productos txicos, entre los que se citan como importantes, las ptomainas, toxinas, protenas y toxialbminas. Esto explica la accin txica e inflamatoria de las bacterias per se, a la cual responde el organismo afectado con produccin, a su vez, de otros fermentos defensivos, y la exaltacin de la fagocitosis de los glbulos blancos. Este proceso de acciones y reacciones mutuas entre el organismo y el microbio, lleva en el fondo de su mecanismo, una finalidad til para el primero: ayudar la eliminacin txica. Y la fiebre, la inflamacin, el aumento de secreciones glandulares, etc., no es propiamente un conjunto de reacciones contra el microbio, sino la manifestacin de los mecanismos generales de defensa orgnica, de que ya hemos hablado. Claro es que, admitida tal alteracin del terreno orgnico (materia fermentescible) y aparecido el microbio capaz de atacarlo (fermento), el resultado subsiguiente depende de la clase del microorganismo. Pero ste necesita terreno apto. Un ejemplo aclarar la cuestin: Sin un lquido azucarado que sirva de terreno, no lograramos determinar una fermentacin alcohlica. Sin el saccharomyces o fermento alcohlico que la realiza, tampoco. Con los dos factores y determinadas condiciones de temperatura, concentracin y aireacin, s. Pretenderamos obtener la fermentacin alcohlica poniendo el saccharomyces sobre una lechada de cal, por ejemplo? En vano. Pretenderamos obtenerla poniendo sobre el mosto de las uvas, una colonia de bacilos de Koch? Intilmente. Es decir, que para que se realice la fermentacin alcohlica, hace falta la accin conjunta y mutuamente reactiva, del terreno qumico y del microorganismo. Ninguno de ellos por s slo puede originar el fenmeno. No podemos, pues, decir, en pura verdad, que el saccharomyces es la causa del alcohol. Tampoco podemos decir que el bacilo vrgula es la causa del clera, por muy exaltado que se encuentre. Hace falta que el terreno sea apto a la accin de este bacilo, para que surja (y permtaseme el smil) la fermentacin colrica. Y como el bacilo no es virulento originalmente, necesita un proceso de exaltacin en terrenos propicios (patolgicos o

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muertos). Y entonces, con la colaboracin de determinadas condiciones de humedad, temperatura, concentracin y aireacin (climatologa y factores nutricios), puede surgir el clera como tal forma morbosa.1

El organismo en la infeccin Para que un organismo sea infectado, es necesaria la concurrencia de tres condiciones: Que el microbio halle una puerta de entrada, bien por lesiones grandes o pequeas de la piel y mucosas, o bien a travs de glndulas y epitelios. Que llegue a un tejido o humor alterado, intoxicado o falto de tono vital. Finalmente, que haya una disminucin de resistencias orgnicas generales, bien por fatiga, mala nutricin, traumatismos, etc. Dados estos factores, el organismo enferma; es decir, reacciona por medio de actos febriles, inflamatorios y de eliminacin, previa una etapa de latencia y otra de incubacin, de que ya hemos tratado. Resultado de estos mecanismos orgnicos reactivos y defensivos, puede ser una lesin, que haremos mal en atribuir al microbio, puesto que el organismo la determina, aunque en ella se encuentre el microbio infectante. No es el bacilo de Koch el que fabrica las capas conectivas concntricas del tubrculo, sino el organismo del enfermo. No es el espiroqueto plido el que fabrica los nudillos del goma sifiltico, sino el propio cuerpo afectado. Tampoco se puede afirmar que el organismo responde siempre a la presencia del bacilo de Koch y del espiroqueto plido con la formacin respectiva del tubrculo o del goma. Hay muchos enfermos portadores de dichos parsitos, que carecen de lesiones. Por otro lado, como veremos, existen lesiones tuberculosas y sifilticas en las que no se encuentran los microbios respectivos. Todos estos hechos nos van difuminando el pretendido concepto de especificidad, que, si existe, en cuanto a la accin qumica del microbio sobre determinada sustancia, no existe en cuanto a la enfermedad en s, que es la obra defensiva del organismo. Y el organismo se defiende de una manera u otra, con lesiones ostensibles o no, con fiebre o sin ella; segn sus capacidades y dems condiciones, dando como resultado una forma morbosa u otra, pero no fatalmente determinada forma correspondiente a determinado microbio. As se explica que, por ejemplo, el bacilo piocinico se encuentre en disenteras, septicemias y otras inflamaciones; que el pneumo bacilo de Friedlaender se halle en las bronconeumonias y otras varias inflamaciones; que el micrococo tetrgeno se encuentre en abscesos dentarios, anginas, fornculos y pleuresas; que el estreptococo pueda verse lo mismo en una erisipela, que en un flemn, una angina, una septicemia o una escarlatina; que elLas inyecciones experimentales de microbios que se hacen a los animales de laboratorio (casi siempre sanos y armnicos) suponen un problema completamente distinto de la intromisin natural de los microbios en el cuerpo: Distinta la va, distinta la cantidad: distinta la superficie de introduccin en relacin con la cantidad introducida: distinto el nmero de defensas orgnicas por unidad de superficie, etc. Adems, un animal de laboratorio reacciona de distinta manera que un ser humano. De modo que, en resumen, estas experiencias no pueden aclarar definitivamente el problema de las infecciones.1

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estafilococo, provoque la formacin de un fornculo o de una osteomielitis; que el pneumococo pueda hallarse en una vescula herptica, en una pulmona o en una meningitis; o que el bacilo de Koch pueda ser concausa de una granulia que evoluciona en un mes, lo mismo que de una tuberculosis fibrosa que dura veinte aos o de un tumor blanco que tarda en curar quince meses, etctera. Pero por si esto no bastase para dudar de la pretendida especificidad de ciertas enfermedades, tenemos tambin el ejemplo inverso; a saber: Que se ha demostrado la posibilidad de que un suero especfico (por ejemplo el antidiftrico), pueda curar lo mismo la enfermedad de cuyo supuesto germen procede (difteria en este caso), como otras que nada tienen que ver con l (v. gr.: una pneumona). Y asimismo se inyectan modernamente los grmenes paldicos para la curacin o alivio de la parlisis general progresiva, etc. Y es que, lo que realmente realiza la accin curativa, es el brusco estmulo de las energas del paciente por la agresin srica o la inoculacin artificial microbiana. Estmulo que, por otra parte, puede conseguirse innocuamente por la accin de los agentes naturales, encauzando la reaccin o provocando la agudizacin, como hemos dicho. Adems, el carcter saprfito o innocuo original de todos los microbios, como dice Ferrn, nos permite rechazar su papel de causa especfica. Nuestros organismos llevan constantemente millones y millones de microorganismos de todas clases, que no entran en accin patgena mientras se conserva la plenitud de nuestras defensas vitales y la alcalinidad de nuestros humores. El bacilo de Lffler, el pneumococo, el estreptococo, etc., van habitualmente en nuestras fosas nasales y cavidad bucal, sin que por ello nos hagamos diftricos, pulmonacos ni erisipelatosos. Como apunta atinadamente Carton: "Se pueden aislar en el estmago 70 especies de microbios diferentes. Gilbert y Dominici han encontrado 50.000 germnes por milmetro cbico en el estmago, 100.000 en el intestino delgado y 25 a 30.000 en el intestino grueso. Estos grmenes se hacen mucho ms numerosos cuando el tubo digestivo est lleno de alimentos antifisiolgicos en los cuales encuentran un medio de cultura favorable; as, los mismos autores han contado la cifra de microbios contenidos en las materias fecales de un sujeto carnvoro, vindola descender de 67.000 por mm cbico a 2250, despus de cinco das de rgimen lcteo. Cuando la alimentacin se hace segn el modo vegetariano, estos microbios son preciosos colaboradores de los actos digestivos, pero, por el contrario, en presencia de alimentos antifisiolgicos, sobre todo de la carne, engendran ptomainas, cidos, cuerpos aromticos fuertemente txicos, que provocan una parlisis de las reacciones protectoras y, por consecuencia, la transformacin de los grmenes saprfitos en patgenos." Tambin veremos oportunamente que, ciertos alimentos crneos, contienen ms microbios de la putrefaccin que los excrementos de algunos animales herbvoros. Tampoco son raros los casos de personas que, habiendo tomado todas las precauciones de rigor contra la fiebre tifoidea (ingestin exclusiva de agua hervida y alimentos cocidos o esterilizados; vacuna antitfica

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incluso) han enfermado de fiebre tifoidea aun en localidades donde no haba casos recientes. (Efectivamente, esta idea sostenida por Carton, la hemos visto confirmada en Madrid, durante la guerra civil de 1936-1939, en cuya ciudad, segn declaracin pblica hecha en el Ateneo ante una gran asamblea de mdicos, por el entonces subsecretario de Sanidad, todos los casos que se dieron de fiebre tifoidea, lo fueron en personas vacunadas en dichos aos contra la mencionada enfermedad. Y conviene advertir que la alimentacin seguida por la generalidad de las gentes en aquella poca, bajo el apremio de las circunstancias anormales, estaba desprovista habitualmente de carnes y pescados, limitada a un rgimen escaso, de leguminosas, arroz, pan y pocas frutas, y contando con las aguas finas, claras y puras del Lozoya, cuya carencia de grmenes de Eberth es proverbial). Tampoco la nocin del contagio puede ser admitida como se hace corrientemente. No cabe contagio por transmisin de grmenes si la persona que convive con el enfermo carece de terreno abonado para la manifestacin de su virulencia. El contagio slo cabe admitirle entre personas que, por seguir las mismas normas de vida antifisiolgica, presentan caractersticas semejantes de intoxicacin humoral y desfallecimiento vital. Y entonces ms debemos atribuir la enfermedad a concomitancia de causas patgenas que a verdadero contagio. Prueba de ello es que, muchas personas que cuidan a enfermos infecciosos en ntima convivencia, no contraen la enfermedad. Lo importante, por consiguiente, es mantener la integridad defensiva.2 Recordemos el problema que nos propona meditar el doctor Ruiz Ibarra: Los anticuerpos especficos, los complementos, alexinas, etc., que segn nos dicen, determinan la inmunidad y son efecto de reacciones orgnicas contra microbios y toxinas, de dnde proceden? Con qu sustancias qumicas del organismo se producen? Con los componentes normales de las clulas y humores, o con los extraos a su composicin? La contestacin no es dudosa: Los elementos que se oponen a la vida del microbio, se forman de los componentes normales de la sangre y tejidos. De esto se deduce que la condicin bsica de la inmunidad estriba en mantener al organismo puro y bien constituido. Para la mejor solucin de una infeccin, no hemos, pues, de introducir en nuestro cuerpo materiales extraos (sueros, drogas, vacunas) que agraven la ya comprometida capacidad transformadora de la clula orgnica, sino procurar a sta la mxima facilidad y tregua en tan vital actividad, cosa que solamente puede lograrse mediante estmulos fisiolgicos de las tres funciones bsicas del organismo: respiracin (queEl concepto del contagio se ha deducido del hecho de poder ser inoculado un microbio, produciendo determinado cuadro patolgico; pero, como muy atinadamente hace observar el doctor Aguado Escribano, "en el contagio hay un organismo que se defiende de la intromisin microbiana", y en la inoculacin experimental no puede haber esta defensa. Y en ello est el nudo de la cuestin". Es decir, que, en el contagio hay que admitir la alteracin orgnica y la disminucin de capacidad defensiva, mientras que en la inoculacin no. El doctor Augusto Lumire demostr con razones irrebatibles que la tuberculosis no es contagiosa. Le Monde Mdical, N 895, del 15 de octubre de 1935, de la edicin espaola.2

342equivale a oxidacin), circulacin (que equivale a arrastre de detritus y aporte

de materiales vitalizados), e inervacin (que equivale a estmulo vital segn finalidad especfica e ndividual). Teraputica de los estados infecciosos Con lo expuesto, tenemos ya las bases para determinar claramente nuestra conducta clnica naturista. El enfermo infeccioso es un individuo con un terreno orgnico averiado (bsicamente desmineralizado), en el que se da un estado ms o menos agudo de eliminacin txica, con la colaboracin de un fermento o parsito accidental, infectante. El problema teraputico queda planteado con toda claridad. Hay que facilitar la eliminacin morbosa, vigorizar las defensas orgnicas y debilitar la virulencia microbiana si estuviese exaltada. Estos tres problemas son uno slo, desde el momento en que al facilitar la eliminacin txica, quitamos medios de vida al microbio y dejamos libre el juego de la inmunidad natural. No hay en teraputica armas ms poderosas para la desintoxicacin de un organismo infectado, que la dieta lquida lixiviante y la hidroterapia fra, oportunamente aplicada. Estado sifiltico Aunque se ha querido caracterizar por la reaccin serolgica, es lo cierto, segn Payevile y Cavr, que enfermos tratados en el perodo presersico, con suficiencia y regularidad teraputica, presentaron despus la reaccin de Wassermann positiva; y en los tratados en perodo postserolgico, tan slo 37 enfermos, entre 136, presentaron estabilidad en la negatividad de la reaccin. Adems sabemos que sta no es especfica, sino que se trata, como dice Renault, de un simple fenmeno fisicoqumico como ya dijimos.3 Estos hechos nos prueban, una vez ms, que ni en diagnsticos ni enDeclara el doctor Alex Renault en Le Monde Mdical: "Hace tan slo algunos aos, a raz del famoso descubrimiento del profesor Ehrlich, despus de haber seguido su tratamiento con el arsenobenzol nos considerbamos como acorazados contra nuevas agresiones de la sfilis. La reaccin de Bordet-Wassermann haba desaparecido en la sangre y en el lquido cefalorraqudeo, el treponema se haba eclipsado. Nos apoybamos en algunos casos de reinfecciones que parecan innegables. Hoy todas aquellas hermosas esperanzas se han desvanecido y derrumbado cual un castillo de naipes. Por qu razones hoy el asunto est de nuevo sobre el tapete y por qu los sifilgrafos no se atreven ya a hablar de curacin indudable? Sencillamente porque: 1 Sabemos que la reaccin de Wassermann no es especfica. Trtase simplemente de un fenmeno fsico-qumico. En dos memorias sucesivas publicadas en los Anales de Dermatologa de 1914 y 1920, el profesor Nicols y el doctor Gat, de Lyon, han demostrado que la reaccin de Wassermann era positiva en 39 % de individuos no sifilticos. Los restantes casos obedecen a afecciones muy diversas que no necesito enumerar aqu. El 4 de abril de 1924, un joven mdico de los hospitales, el doctor Mauricio Renaud, afirmaba en la Socit Mdicale des Hpitaux de Paris, que la famosa3

343tratamiento existe especificidad indiscutible; se nos escapa el microbio en algunas sfilis, en otras se nos escapa la reaccin del suero, en otras la

eficacia del tratamiento. No es todo esto edificar sobre el aire y sugestionarse con el nombre terrible de "sfilis"?! En sta, como en todas las formas patolgicas, lo interesante es la apreciacin clnica, o sea la valoracin del cuadro de sntomas, que siempre ser la base cierta para formar un juicio e instaurar un tratamiento. Como resumen de nuestra prctica profesional naturista, podemos decir que, en ningn enfermo sifiltico tratado desde el comienzo por medios naturales sin la menor dosis de drogas antisifilticas, ha pasado la enfermedad de presentar el chancro, o algunas placas en boca y paladar y alguna vez erupcin en la piel. Es interesante fijar este resultado.4 En los enfermos tratados precisamente con mercurio, bismuto, arsnico o iodo, la cosa vara totalmente. En estos enfermos hay que temer ms a la medicacin que a la sfilis. Es la medicacin la que a la larga puede ocasionar fenmenos destructivos del sistema nervioso, que en la mayor parte de los casos se atribuyen a consecuencias del perodo llamado terciario, de la enfermedad. Nosotros creemos, con Lindlahr, Diefendorf y Hermann (amn de otros muchos conocidos mdicos fisiatras, naturistas y homepatas), que las parlisis llamadas sifilticas terciarias, no son un simple proceso sifiltico, sino una complicacin o resultado de la accin fuertemente txica y destructiva del mercurio y el arsnico, sntomas que son producidos en la intoxicacin por estos productos (obreros de las minas de mercurio y de las fbricas de espejos), aunque no hayan padecido sfilis; conforme ya hemos explicado en la leccin XX, pg. 307. Y sobre todo lo cual, por tanto, no hay que insistir. Estado blenorrgico El caso clnico de los enfermos blenorrgicos es de ms fcil solucin. Impregnada la mucosa uretral o vaginal por el virus gonoccico, viene la eliminacin franca del lquido purulento. El tratamiento supremo alo-

reaccin no constitua un indicio de sfilis ms que en el 50 % de los casos. Finalmente, hace poco, en el Congreso de Dermatologa y sifilografa de Bruselas celebrado en 1926, el doctor Gougerot, cuya autoridad es de todos reconocida, demostr cuan paradjica era la reaccin de Wassermann. 2 Conocida es la aparicin muy tarda de accidentes especficos aun cuando las medicaciones ms eficaces actualmente conocidas hayan sido escrupulosamente seguidas, y que el enfermo, creyndose curado, segn los tests considerados como indiscutibles, se ha casado y ha engendrado seres especficamente impecables. Ahora bien: quin ignora que los perodos de latencia en la sfilis pueden tener una duracin sumamente larga? Colard, en 1897, cit ya un caso de 67 aos. Posteriormente se han referido plazos ms largos an. 3 Finalmente, el valor de las pretendidas reinfecciones es hoy muy discutido ... y hasta se dan casos, raros pero innegables, de curacin espontnea." 4 La reaccin de Wassermann ha variado con esa inestabilidad de que ya hemos hablado.

344ptico por medio de inyecciones de permanganato, nitrato de plata, antibiticos, etc., corta la eliminacin al cabo de algn tiempo, quedando la

posibilidad, que hemos comprobado en muchos casos, de que se reproduzca la enfermedad al cabo de meses o aos, sin nuevas causas que la justifiquen (prueba de que estaba curada pero no sanada), o de que sea contagiada a otra persona aun en ausencia de sntomas clnicos. El tratamiento naturista, en el que tan gran papel hacen los baos de asiento calientes y las compresas fras al rgano afecto, logra el total saneamiento (por depuracin completa), pudiendo afirmarse que una vez que el enfermo est exento de sntomas clnicos, la enfermedad ha quedado completamente sanada. El tratamiento puede ser ms largo que el aloptico, pero es eficaz. Como consecuencia de nuestra experiencia podemos afirmar y esto es de capital importancia prctica que, un enfermo curado por procedimiento supresivo, puede contagiar a otra persona, aunque clnicamente y por anlisis de laboratorio, no presente sntomas o causas de blenorragia; y que, el enfermo sanado por el mtodo natural o depurativo, carece de virulencia potencial para contagiar a la persona con quien tenga trato sexual. La rabia (o estado rabigeno o rbico) El problema de esta terrible enfermedad, es de los peor planteados por la medicina moderna. Muchas esperanzas se abrigaron con el descubrimiento del suero antirrbico, pero desgraciadamente, estas esperanzas han resultado fallidas. Hace no mucho, el inspector provincial de Sanidad de Guadalajara, seor Surez de Puga, escriba en el semanario "Flores y Abejas" (del 29 de julio de 1934), a propsito del caso de un nio muerto de rabia en el hospital provincial de dicha capital, las siguientes lneas: "El haberse desarrollado la enfermedad a pesar del tratamiento especfico empleado, no ha sido por no estar en buenas condiciones el producto, ya que es de sobra conocido que, a pesar del rigorismo cientfico que se tenga, existe un tanto por ciento de tratados en los que es ineficaz el tratamiento, sea el que fuere el mtodo empleado, como podra convencerse si se molestara en revisar las estadsticas de los Institutos Antirrbicos ms diversos, cuyos datos pongo a su disposicin. Y por ltimo, si como desea en el comentario 5 aclarar lo ocurrido, es decir, la ineficacia del tratamiento, para evitar su repeticin, mucho celebrara que lo lograse, pues con ello hara un beneficio a la humanidad y a la ciencia, ya que habra logrado evitar el tanto por ciento de casos en los que se presenta la enfermedad a pesar de un buen tratamiento empleado." 6Se dirige en carta abierta al director del semanario referido. De las personas mordidas por animales rabiosos slo enferman un 15 por 100, y de ste 15 por 100, slo mueren el 35 por 100. Y de los tratados por el suero, muere el 0,86 por 100.6 5

345Tenemos a la vista, mientras escribimos estas lneas, varias noticias que confirman la ineficacia en muchos casos del tratamiento antirrbico. Una, publicada en "La Voz" referente al vecino de Carmona, Eduardo Gonzlez,

mordido por un perro rabioso; sometido al tratamiento antirrbico en un Instituto de Sevilla hasta darle por curado, y muerto de rabia al poco tiempo; otro de un nio de 10 aos, de Marchamalo (Guadalajara) a quien se aplic oportunamente el suero antirrbico y muri al mes, vctima de un ataque de hidrofobia; otro, publicado en el "Diario de Crdoba", del 12 de julio de 1933, referente a la nia Carmen Luque Moyano, muerta de rabia "a pesar de haber sido sometida, sin prdida de tiempo, al tratamiento antirrbico y de haberla aplicado treinta y siete inyecciones". Otro nio, Bernardo Jimnez Aguilar, de Valencia, mordido por un perro rabioso, sometido al tratamiento y muerto a los dos meses con sntomas de hidrofobia; otro que me han contado personalmente del vecino Angel Mendoza Botija, de Alczar de San Juan, muerto de rabia a los 6 meses de mordido por un perro y despus de 30 das de tratamiento antirrbico en Ciudad Real y en la Clnica Provincial del Pasaje, de Alczar, empezado a los tres das de la mordedura. Con estos casos, entre tantos como podran glosarse, tenemos ms que suficiente para inquietarnos por el problema de esta peligrosa infeccin. Y es que el problema, como dijimos, est, a nuestro juicio, mal planteado. He aqu como, invocando nuestro criterio naturista, debemos plantearnos la cuestin: El virus rbico, como todos los dems, slo es activo en organismos que presenten terreno deteriorado o intoxicado. Item ms, este virus como tantos venenos de origen animal, se exalta evidentemente por el calor y la sequedad.7 Calor, sequedad e intoxicacin orgnica son pues los tres elementos contra los cuales hay que luchar inmediatamente que se sospecha un caso de hidrofobia. Se ha ocupado algn mdico de probar lo que vale el tratamiento de baos fros prolongados (preconizados con exageracin evidente en la fiebre tifoidea, pero que aqu hallan su indicacin adecuada), ante el estallido o la sospecha de la rabia? Se han ocupado de probar la dieta lixiviante de agua fra con zumo de frutas? Y la accin desintoxicante, sedante y saturadora de humedad, de los baos de vapor seguidos de bao de tronco o de ducha fra? Y los prodigios del ayuno? Prubese esto y hblese despus.8 Nuestro amigo el profesor doctor Ramn Surez, de La Habana, nos ha contado los siguientes casos de su prctica: En el pueblo de Guanabacoa (Cuba), un perro rabioso, cuyo mal fue comprobado por las instituciones sanitarias, mordi a un hombreSabido es en efecto, que los casos de hidrofobia apenas se dan ms que en verano; que los venenos de las vboras, alacranes, etc., son mucho ms activos a las horas de calor que en la madrugada. Lo que prueba el valor etiolgico o causal de este termotropismo qumico en la gnesis de estas intoxicaciones. 8 Hay que agregar que, el doctor Ortega en una sesin de la Sociedad de Higiene, de Madrid, defendi el zumo de limn como antirrbico, capaz de actuar radicalmente sobre el virus en la herida, a lo que aadi el doctor Franco la necesidad de inocular el virus antirrbico aadido de zumo de limn.7

346de 50 aos, a otro de 56 y a un nio de 11 aos, hijo de uno de ellos. Todos fueron tratados desde el primer momento con la serie completa de

inyecciones antirrbicas. Uno de los hombres y el nio murieron de la enfermedad. El otro a los 33 das de la mordedura y con sntomas de rabia (agresividad, excitacin nerviosa, ojos hinchados, inyectados y salientes) fue tratado con tres baos de vapor seguidos de baos de tronco fros. Desde el primer bao desaparecieron los sntomas y qued totalmente curado. Otro caso: En Morn (Cuba) fueron mordidos por un perro comprobado rabioso, tres nios menores de 7 aos, hijos del dueo de la "Ferretera de los dos Leones". Sin tratamiento antirrbico, fueron curados en 15 das con los baos de vapor y de tronco. Hasta hoy. Un tercer caso fue en Cascajal (Cuba), en donde un muchacho fue mordido por un perro rabioso, y sin tratamiento antirrbico serolgico fue sanado solamente con dos baos de vapor. Se evit la rabia por tan simple modo. Nosotros, pues, creemos muy superior el tratamiento natural de la rabia al tratamiento por medio del suero; y aun vamos ms all, pues creemos que muchos individuos que han muerto de rabia no hubiesen sucumbido a dicha infeccin si no hubiese sido por la inyeccin del suero correspondiente. Corrobora en cierto modo este aserto la declaracin hecha por la Sociedad Central de Fomento de las Razas Caninas en Espaa, en la que dicha entidad se muestra contraria a la inoculacin del suero antirrbico preventivo, "por haberse comprobado en muchsimos casos que, no solamente no es eficaz, sino que resulta hasta peligroso, habiendo resultado en varias ocasiones que, perros inoculados por el sistema, no solamente no quedaron inmunes, sino que han adquirido la terrible enfermedad". Creemos que lo dicho es suficiente para un replanteamiento del interesante problema, que con tanta sencillez ha resuelto la prctica Inglaterra, sin ms que hacer rigurosamente obligatorio el bozal para los perros. La Tuberculosis De esta enfermedad tan estudiada y combatida, poco deberamos decir. No hay mdico que deje de estar conforme en que la buena y sana alimentacin y la higiene general de aire puro, sol, limpieza, reposo, tranquilidad y economa sexual, son las bases de su tratamiento. Es pues fundamental la aproximacin a la Naturaleza. Pero si a pesar de todas las armas que se han esgrimido en la lucha contra esta enfermedad, se est an lejos de haber triunfado, es porque en ningn caso se ha hecho tan evidente la lucha contra un fantasma. Mientras se luche contra un bacilo, se seguir asistiendo al terrible espectculo de la procesin interminable de los tuberculosos como ndice de los errores humanos. Slo en Madrid hay 25.000 nios tuberculosos, segn nos dijo el Dr. Diez Fernndez, director del dispensario antitu-

347berculoso del distrito de la Universidad. Por esta cifra se puede calcular el contingente total. Y esto referido a Madrid, entonces ciudad sana, limpia,

seca, soleada, con clima casi de altura a cerca de 700 m. sobre el nivel del mar, con buenas aguas, y sin fbricas apenas. De la que actualmente no puede decirse lo mismo aparte las condiciones geogrficas. Sabemos que en el ambiente actual, cuesta trabajo admitir que la tuberculosis no est causada por el bacilo de Koch. Pero casi nos da la razn el hecho afirmado por Lwenstein de haberse descrito ms de dos mil razas de bacilos tuberculosos procedentes slo de mamferos. Con un poco ms de entusiasmo en los investigadores y mayor perfeccin en los medios de observacin podran llegar a convencerse de que cada individuo tuberculoso presenta su bacilo especial. Como que ste es el resultado del terreno averiado sobre el cual ha de desarrollar su trabajo qumico! Y en cuestin qumica, sobre todo en la especie humana, cada individuo es un ente distinto de los dems. La especificidad o hay que tomarla en sentido individualista o no existe. El problema pues, ante el punto de vista naturista, est, como siempre, en las condiciones del sujeto. Hay que vigorizar a los seres humanos con medios de vida puros y plenos: aire puro, luz, vivienda amplia, limpia y seca, alimentacin completa, descanso suficiente. La tuberculosis es la enfermedad, no del bacilo de Koch (colaborador, pero no culpable, de su existencia) sino de la oscuridad, de las atmsferas impuras, del exceso de trabajo y la falta de alimentacin completa, de la depresin moral. La tuberculosis es la enfermedad del desgaste orgnico. En materia alimenticia se han cometido con los enfermos tuberculosos los mayores dislates, Se ha preconizado casi sistemticamente la superalimentacin. En los tuberculosos superalimentados se llegaba a conseguir un notable aumento de peso y disminucin o desaparicin de los sntomas clnicos, que ponan en muy buen lugar al mdico o al sanatorio. Se les converta por este procedimiento en pletricos artrticos, o hipercolesternicos e hiperacidsicos, lo que un da les llevaba a una cattrofe, no solamente por la consiguiente fatiga visceral, sino porque la acidificacin de la sangre y subsiguiente desmineralizacin puede llevar como demostr el doctor P, Carton a despertar las causas dormidas de la tuberculosis. En su obra La tuberculosis por artritismo nos relata dicho ilustre naturista los excelentes resultados obtenidos en los tuberculosos con un rgimen exclusivamente vegetariano. Cosa confirmada por nuestra prctica, en la que hemos presenciado casos de tuberculosos que se han hecho vegetarianos o, por lo menos, comen con sobriedad, y que si en algunos casos no curan, viven aos en un equlibrio orgnico que jams puede conseguir la sobrealimentacin. El doctor Lemoine, en el N 1 de la "Revista Moderna de Medicina y Ciruga" ha dicho: "Yo considero que la alimentacin que mejor conviene a las funciones del hgado es la que consiste en sopas de legumbres verdes, pastas alimenticias y frutas. Esa pues tendr que ser la alimentacin fundamental del tuberculoso..." y aade: "La carne no acta en la alimentacin, sino porque permite a las materias nutritivas,

348proporcionadas por las legumbres, que tengan su mayor efecto. En s misma la carne no posee sino ligeras cualidades nutritivas, y despus de todo ha de9

considerarse como un estimulante." Este estmulo lo buscamos nosotros en otras albminas menos txicas y en otros agentes teraputicos e higinicos. Toda esta orientacin viene a corroborarla el mdico alemn Sauerbruch que sintetiz la dieta antituberculosa en los siguientes consejos:I. II. III. IV. V.

Supresin de la sobrealimentacin. Riqueza de albmina. Verduras crudas, frutas frescas, leche y vitaminas. Supresin completa de la sal. Ingestin de Sales de Calcio.

Es evidente que el exceso de carnivorismo y sobre todo el dogma funesto de la superalimentacin, disminuyen el poder proteopxico del hgado, por fatiga. Adems, las albminas producen en el organismo bases urnicas mucho ms txicas que la urea, por lo que es preferible echar mano de las albminas vegetales en todos los enfermos y particularmente en los tuberculosos. Sauerbruch recomienda tambin a los tuberculosos limitar las albminas e ingerir gran cantidad de minerales?10

9 Efectivamente, la albmina contribuye a la mejor asimilacin de los dems principios alimenticios, y la encontramos ptima en los huevos, leche, leguminosas y frutos oleaginosos. 10 No est dems que hagamos hincapi en algunos otros detalles de la clnica y la teraputica de la tuberculosis, desde el punto de vista de una crtica genuinamente naturista. En primer lugar diremos que, nunca en forma morbosa alguna fue tan perjudicial como en sta, el apartamiento del examen exclusivamente clnico del enfermo. Se ha credo contar con un poderoso medio auxiliar de diagnstico en la radiografa. Nosotros nos hemos convencido de que la radiografa en este aspecto como en el examen del estmago, es de una muy escasa utilidad y a veces un medio de desorientarse. Ejemplo: tenemos actualmente un cliente tuberculoso de buen aspecto y en satisfactorio estado general. Hzose una radiografa, antes de que nosotros le tratsemos; en la cual, dos competentes mdicos de Madrid, uno, ve una caverna, y otro no la ve, nosotros, atenindonos exclusivamente a la clnica y dentro de ella al examen del iris, le dijimos que no creamos en tal caverna. La radiografa en los tuberculosos, nunca puede dar un dato ms de los que acusa, al auscultar un odo experto; y en cambio, puede confundir. El examen clnico general y la auscultacin sern siempre como dice el doctor Carton las bases ms slidas del diagnstico. La administracin de medicamentos estimulantes, antispticos y tuberculinas (vacunas y sueros antituberculosos), no pocas veces tiene la culpa de las hemoptisis (consecuencia tambin muchas veces de la superalimentacin) y aun de la muerte prematura. Se trata al tuberculoso como si fuera un individuo rico de energas, siendo as que el enfermo tuberculoso es un empobrecido vital, que ms necesita del ahorro energtico de un tratamiento suave que de los despilfarros vitales que llevan consigo la administracin de cacodilato, creosota, tiocol, aceite de hgado de bacalao, iodo, y hoy da la estreptomicina, cloranfenicol, las hidrzidas, las vitaminas B y otros muchsimos frmacos. Y en cuanto a la tuberculina, debemos culparla en gran nmero de casos de variar las lesiones tuberculosas y agotar las fuerzas del enfermo: Como dice Jousset, "el tratamiento de la tuberculosis por las tuberculinas, es condenable en principio, como es condenable por la experiencia. Es a la vez, ilgico, ineficaz y peligroso. El nmero de tsicos acabados por tuberculina, es hoy da considerable, y no hablamos

349Hay que convencerse de que lo que verdaderamente mantiene un buen y perenne estado de inmunidad natural y de resistencia contra las

enfermedades llamadas infecciosas, es la mineralizacin vitalizada de los tejidos orgnicos, cosa que es funcin combinada de la ingestin de alimentos vegetales crudos (y mejor los ms coloreados), de la absorcin de luz solar, de la respiracin de aire puro, y de una suficiente cantidad de movimiento. Ahora bien; en el individuo tuberculoso, ms necesitado que ninguno de la remineralizacin orgnica, es en el que se presenta ms difcil esta remineralizacin. En primer lugar, porque en muchos casos la lesin de los rganos del movimiento (pulmones), exige el reposo; tambin porque la soleacin de la piel exige en gran nmero de casos mucha prudencia para evitar la hemoptisis (o hemorragias), y finalmente porque, necesitando muchos individuos la ingestin de cierta cantidad de albminas como estmulo celular para la fijacin de las sales minerales, no se puede permitir un exceso, que conducir, por otro lado a la fatiga del hgado, lo que sera funesto para el enfermo. De este modo, con un rgimen de mineralizacin prudente y bien reglada, el tratamiento del tuberculoso slo ha podido desohogarse en una frmula precisa, evidente, innocua, fundamental, y aceptable hasta el abuso (si en ello pudiera haberle): Respiracin continua de aire puro. Mejor de altura por ms fuertemente oxigenado y vitalizado.11

ms que de los resultados conocidos, legalmente publicados". No hablemos de los sueros antituberculosos, de cuyos perjuicios ya hemos dado noticia en la leccin 21. La recalcificacin orgnica, deseable como proceso curativo en el individuo tuberculoso, se ha orientado tambin equivocadamente, administrando, sea o no en inyecciones, una cantidad de preparados qumicos de laboratorio, no asimilables, que, producen congestiones, estreimiento y dificultades en las eliminaciones. La remineralizacin clcica del tuberculoso hay que buscarla en el alimento, en el calcio orgnico en combinacin vital. En cuanto al pneumotrax artificial (o sea la insuflacin de aire en la cavidad pleural para comprimir el pulmn) es una arma de dos filos que no podemos rechazar en absoluto en ciertos casos extremos de hemoptisis repetidas que pongan en peligro la vida por s mismas, pero tampoco podemos recomendar con demasiada confianza, sobre todo en enfermos cardacos, nerviosos o de lesiones pulmonares bilaterales. Esto aparte de que puede originar accidentes cerebrales, visuales y circulatorios y aun la aparicin o recrudecimiento de lesiones en el otro pulmn. Aunque de momento mejora los sntomas, le creemos, a la larga, de poca eficacia. Igual opinamos de la frenicotoma. Queremos, por ltimo, sealar el inconveniente que puede tener el conseguir un excesivo aumento de peso, por acmulos grasientos en el tuberculoso. Pues, aunque un aumento de peso conseguido espontneamente por una alimentacin sana y vitalizada y la desintoxicacin consiguiente, es siempre deseable y de buen augurio, el cebamiento o sobrecarga grasosa del enfermo por sobrealimentacin y aun reposo mal entendido (que tampoco debe ser siempre sistemtico), puede ser y lo es siempre nocivo y causar crisis febriles, hemoptisis, fatiga viscerales y una acidificacin humoral que puede ser fatal como ya dijimos. Hay que convencerse de que el organismo del tuberculoso slo puede marchar bien a base de una muy bien medida economa y ponderacin. 11 El doctor Ruiz Ibarra nos dice con mucha razn: "Algunos creen an que es metiendo alimentos fuertes en el estmago como hay que defender un cuerpo con tra la tuberculosis, como si los alimentos se utilizaran por el organismo tal como se introducen y no hubiera ms que introducirlos. Hay que pensar si a fuerza de

350(Para ampliar el conocimiento sobre la dieta del tuberculoso, vase la leccin 30a, sobre diettica aplicada).

Ocupmonos ahora de las infecciones agudas. El Paludismo y la Fiebre de Malta No tienen nada que ver entre s ambas formas de infeccin. Pero hago sus respectivas reseas juntas por el parentesco de su clnica y el mayor an de su teraputica naturista. El Paludismo nunca puede ser un problema para nosotros. Esta forma morbosa, cuyo germen colaborador es no una bacteria sino un protozoario, se sana con muy relativa facilidad sin necesidad del consabido y pretendido tratamiento especfico de la quinina. He tenido ocasin de probar su eficacia en m mismo y en dos personas de mi familia, amn de bastantes enfermos. El resultado invariable, es la desaparicin del acceso paldico en un trmino de das que en ningn caso pas de 28 (contando en total el ciclo completo de das de fiebre y sin fiebre) y que en general suele ser de 7 a 14 das. Sirve de base a nuestro tratamiento (aun cuando esto no es absoluto, puesto que cada enfermo es un caso distinto), el bao de vapor general seguido de ducha fra algo larga, media o una hora antes del momento en que suele empezar el escolafro precursor de la fiebre. Y la dieta correspondiente que es muy variable de unos a otros enfermos y de unos das (febriles) a otros (no febriles). De este modo no deja reliquias en hgado ni bazo. La no necesidad de la quinina es para nosotros evidente, creyendo adems, que este medicamento, que obra por disminucin de las oxidaciones (metabolismo), es menos eficaz que nuestro tratamiento hidroterpico y diettico, aparte sus peligros txicos;12 sin olvidar que el cambio de aires es muchas veces decisivo para su curacin. Merece la pena que los mdicos ensayen la eficacia de nuestros medios, en esta forma morbosa. La fiebre de Malta, con su determinante (micrococcus melitensis) no es menos fcil de curar que la paldica. Uno de los casos que otras veces hemos citado, es el del enfermo F. P. de L. de veinte aos, habitante en Madrid, a quien mdicos y amigos le auguraban fiebre para rato,alimentar enfermos que no tengan capacidad para transformar el alimento, resultan autointoxicados, y predispuestos, por tanto, a padecer tuberculosis." (Accin Naturista, N 148 de 1931.) 12 En nuestra propia familia tenemos tambin el caso de una persona que combatiendo el paludismo con la quinina intilmente durante 2 aos, cur bebiendo infusin de hojas de eucalipto. Pero lo interesante es que qued con un padecimiento del hgado que le dur 30 aos. Al cabo de los cuales y por medio de un tratamiento depurativo, elimin la quinina, que fue encontrada en la orina, desapareciendo entonces los trastornos hepticos. Prueba evidente de que eran producidos por la droga, depositada en dicho rgano. En el paludismo curado por medios naturales no suelen quedar las secuelas que se observan en hgado y bazo cuando se trata al enfermo por otros procedimientos.

351y cuyo diagnstico fue confirmado con todas las reglas de la ortodoxia mdica, por el certificado N 20.602 del laboratorio de la farmacia del doctor

Mouriz, que di un serodiagnstico positivo. Tratado por nosotros con dieta de fruta fresca y horchata, lociones fras y sbanas secas, baos de asiento fros cortos y envolturas hmedas, cur de su enfermedad en siete das. Otro caso fue el de una muchachita de Albacete que, tambin con fiebre de Malta, certificada en laboratorio, y de bastantes das, cur en poco menos de una decena por medios anlogos. ltimamente vimos tres enfermos de la misma enfermedad, uno de ellos era un nio que vena padeciendo la fiebre cerca de 17 meses, con graves reacciones de bazo e hgado, cuyas ltimas noticias fueron que iba mejorando lentamente. Perdimos la pista de este enfermo. Otro caso fue el de D. J. F. P. de Nerja (Mlaga) que padeciendo fiebre de Malta durante 15 meses, cur en once das, con una dieta vegetariana adaptada, unos baos de asiento fros y unas lociones generales. El tercer caso se refiere a la hija de un antiguo cliente de Vlez - Mlaga (Don J. F. J.) que habiendo padecido unas fiebres de Malta, diagnosticadas en laboratorio, y que pusieron en peligro su vida durante algunos meses, cur exclusivamente con la prctica de nuestro mtodo diettico e hidroterpico. He aqu finalmente un remedio eficaz contra la fiebre de Malta. Tmense 8 huesos de datil. Se tuestan sin carbonizarlos. Se pulverizan y dividen en 3 4 sellos, que se administran al enfermo con intervalo de 15 30 minutos. Inmediatamente, infusin caliente de Malva con alcohol (cognac, etc.). Se repite 3 4 das seguidos. Es un buen tratamiento complementario. La Difteria Como es sabido, esta forma morbosa est caracterizada por la aparicin de falsas membranas en la faringe, cuyo peligro estriba en la posibilidad de ahogar al enfermo. De aqu el terror que produce simplemente pronunciar el nombre de la enfermedad. Estn conformes los mdicos en que existe adems una intoxicacin general del organismo, que no depende de la infeccin por el bacilo de Lffler, que se encuentra en las pseudo-membranas farngeas. Y sabido es tambin que en muchos casos, la difteria mata al enfermo no por asfixia, sino por lesiones graves de otros rganos y parlisis del corazn; esto sin contar las complicaciones bronconeumnicas, hemorrgicas, etc. Por otra parte, el tratamiento de esta enfermedad por medio del llamado suero antidiftrico, dista mucho de tener la eficacia que se cree, y expone, en cambio, a peligros graves, a veces mortales. El suero antidiftrico es de accin francamente dudosa despus del tercer da de la enfermedad; lo que obliga, a los que confan a l la curacin de un enfermo, a inyectarle precozmente, es decir, antes de que haya podido diagnosticarse la enfermedad. Este tratamiento por simple sospecha es

352un palo de ciego que ha costado la vida a muchos enfermitos.13 Adems,

como muy bien dice el clsico profesor Collet: "la accin del suero sobre las falsas membranas est lejos de ser inmediata; se las ve a veces extenderse o formarse en otra parte en las primeras veinticuatro horas que siguen a la inyeccin del suero; as pues, apenas se puede contar con l para prevenir a disipar un acceso de sofocacin inminente". Contemos adems con los peligros propios de toda medicacin serolgica (y que ya hemos expuesto en la citada leccin), y quedaremos una vez ms defraudados como nos ha pasado con la rabia del tratamiento medicamentoso, tan inestable y lleno de peligros. Atisbemos ahora el horizonte naturista. Y empecemos por afirmar que, una persona que se alimente segn las normas del vegetarismo y viva con esa higiene general de aire puro, ejercicio suficiente, hidroterapia apropiada y soleacin adecuada, no puede padecer la difteria. Y aun en el caso desgraciado de un contagio, por contacto demasiado directo con algn enfermo, no llegar a ser grave y curar fcilmente. Pero adems, hay que convencerse de que el empleo de aplicaciones hidroterpicas fras oportunas (en general las envolturas fras) son de una eficacia magnfica como preventivo y como curativo de las membranas asfixiantes y de los txicos generales. A cuyo efecto contribuye no poco el aire puro y fresco en la habitacin del enfermo. Puede decirse que toda aplicacin de efecto derivativo es decir que derive hacia otros sitios la eliminacin que en forma de falsas membranas se realiza por la garganta es til en esta forma morbosa. Los baos de vapor por la boca, las compresas al cuello, contribuirn localmente a los buenos efectos de las aplicaciones generales. Nuestro compaero el doctor Aguado Escribano nos ratificaba un da los buenos resultados de la teraputica naturista en el tratamiento de la difteria, de cuya enfermedad ha tenido ocasin de tratar repetidos casos, entre ellos el suyo propio. Y llevamos nuestra conviccin de los perjuicios del tratamiento por el suero a tal extremo, que, en ltimo caso y ante una gravedad extrema con peligro de asfixia, preferimos la intubacin larngea y la misma traqueotoma a la inyeccin funesta de un producto que puede ocasionar alteraciones sanguneas irreparables. No obstante es bueno advertir que, la hidroterapia y la dieta de zumos de frutas en agua, resuelve satisfactoriamente el conflicto en la mayora de los casos de difteria. El doctor Carton en su "Teraputica infantil en ejemplos" nos cita algunos casos de nios diftricos tratados por procedimientos naturistas. El doctor Lindlahr en su "Filosofa de la teraputica Natural", dedica sabrosos prrafos a demostrar los efectos destructivos y aun mortales del suero antidiftrico, y a hacer ver cmo la difteria tratada por procedimientos naturales no va seguida de parlisis ni otras enfermedades destructivas. Tambin son curiosos, interesantsimos y elocuentes los p-

13 Un nio, hijo de un antiguo cliente nuestro, que ofuscado y asustado ante una sospecha de difteria, llev a la criatura a que le inyectasen el suero (olvidando sus convicciones naturistas), muri a los dos das, de resultas de la inyeccin, sin que la difteria hubiese aparecido por ninguna parte.

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rrafos que transcribe del doctor Tennyson en la pg. 173, demostrando la aparicin de la difteria, de la tuberculosis y el cncer como consecuencia de la vacunacin contra la viruela. Y asimismo los casos de perfecta curacin de la difteria por procedimientos naturales, y por tanto sin suero.14 La Viruela El juicio, resultado y tratamiento que bajo nuestro punto de vista hemos de definir en lo que respecta a la viruela, coincide con el que hacemos respecto de todos los exantemas agudos: Escarlatina, Sarampin, Viruela, Eritema infeccioso, Eripisela, Tifus. Sea una u otra forma de infeccin exantemtica, como su propio apelativo indica, todo se reduce en el fondo a un proceso de eliminacin txica principalmente manifiesta en la piel, con o sin microbio colaborador conocido. Bien se trate de una eliminacin francamente pustulosa como en la viruela, bien por medio del exantema del sarampin, bien la inflamacin de la piel marcadamente ostensible de la eripisela, el tratamiento fundamental ha de consistir en ayudar ese esfuerzo de eliminacin por la misma piel, para lo cual no hallamos cosa mejor (aparte la dieta oportuna de lquidos) que la aplicacin de envolturas y compresas fras. De este modo, el mal segn la frase vulgar, pero grfica-

He aqu en resumen la cita del doctor Tennyson: "El hecho ocurri en el Norte de California a 15 millas de la ciudad ms prxima en una heredad de 10.000 acres y sin vecinos inmediatos. Habitaban all el agricultor con su mujer y sietehijos; y el capataz, de raza negra, con su mujer y cinco nios.

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El autor seleccion y vacun a los siguientes (en junio de 1889): A la mujer del agricultor, de 43 aos; A su hija de 6 aos; A un hijo de 8 aos; A otro hijo de 25 aos; Al capataz negro, de 46 aos; A su hijo de 12 aos. El resto de las personas de ambas familias no fue vacunado. En 1 de agosto de 1890, el agricultor, su mujer y cinco hijos, as como el capataz, sus mujeres y los cinco hijos, fueron a un rancho de la montaa, a 40 millas, en medio de un pinar virgen, con excelentes aguas. No haba difteria en la ciudad ni en sus vecindades. El 24 de agosto enfermaron todos los nios con sntomas en la garganta y llagas gangrenosas. El diagnstico fue difteria. Tambin enferm la mujer del agricultor. Los que de ellos no haban sido vacunados, curaron rpidamente. De los vacunados; la hija del agricultor, de 7 aos, muri; el hijo de nueve aos tard 1 ao en restablecerse; la esposa tuvo parlisis y otras secuelas durante 1 ao; el hijo del capataz, de 13 aos, no volvi a su cabal salud. En 1893 el hijo del agricultor, de 29 aos, muri en Los Angeles de tuberculosis intestinal; en 1900, muri el capataz de cncer de laringe; en 1902 el hijo de ste, de 25 aos, muri tuberculoso; en 1909, la mujer del agricultor, muere de cncer; en 1911, su hijo, de 30 aos, muere de meningitis tuberculosa. El campesino muri viejo. El resto de los individuos viven en perfecta salud. En las familias no haba antecedentes de tuberculosis. Haban muerto todos los vacunados en 1889. Esta tragedia, si se observa bien, es la de muchas familias de las que nos rodean.

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no se retira al interior. La depuracin es franca y completa en virtud de la reaccin circulatoria y la consiguiente llamada al exterior que hace la hidroterapia. As se evitan en general las secuelas o complicaciones que estas enfermedades suelen dejar, como las supuraciones de odos u ojos de los sarampionosos mal curados, las nefritis de los escarlatinosos, etctera. No es necesario insistir en esto, que es el a. b. c. de la medicina naturista. Si todos los mdicos adoptasen nuestros procedimientos curativos en las enfermedades eruptivas, quedaran maravillados de sus resultados y habran dejado de ser temibles para ellos, enfermedades como la viruela, la escarlatina, el sarampin, que en la mayora de los casos son procesos que se corrigen con relativa sencillez y ni siquiera ponen en peligro la vida del enfermo. Lo realmente peligroso es emplear tratamientos supresivos por medio de drogas, que impidan la perfecta evacuacin del mal. Podramos insistir aqu, sobre los peligros de la vacunacin, si no lo hubisemos expuesto ya en la leccin XXI. Pero nos vamos a limitar a hacer el resumen de pretritos razonamientos sobre tan anticientfico proceder. La vacuna supone el mayor oscurecimiento del buen sentido que se ha registrado en la historia de la Medicina. Solamente por este oscurecimiento, fruto de prejuicios cientficos, se puede llegar a la conclusin de que introduciendo en la sangre materia purulenta de una enfermedad de un animal, se realiza un hecho sanitario. Puede esto llamarse saneamiento? Meditmoslo serenamente. Quiz con ello hemos evitado la forma viruela, pero sin duda con ello hemos incubado o favorecido otras formas a veces peores, llmense cncer, tuberculosis, difteria, etc. La viruela bien tratada por medios naturales es menos terrible que el cncer, la tuberculosis o la difteria. El que no crea que la supresin de unas formas morbosas puede originar otras, generalmente ms graves, no nos podr entender. Hipcrates ya sostena esta verdad como dijimos. La vacuna favorece el cncer, la tuberculosis y la gangrena (Clarke, Lindlahr, Barrin), ocasiona encefalitis y mielitis (Hbert y Turnbull, Chancellor y Beddon Bayby), y engendra estados de escrfula (A. Tienes). Esto, cuando, como dice el doctor Lazarte de la Argentina, no mata por s misma. Aparte de que hay muchos enfermos vacunados, que mueren de viruela. En la revista inglesa "The Lancet" ya vimos que se citaban casos de meningitis producidos por la vacuna. Y los doctores Vedel, Puech, Lapeyre y Comby, citan casos tambin de mielitis y encefalitis post-vacinal, confirmados por otros estudios de Frommel, Netter y Nicolau.15 Esta ligera resea, cuyas fuentes de informacin constan en la

Es elocuentsimo el hecho de que en Inglaterra muriesen de viruela solamente 88 nios menores de 5 aos en los 24 aos que terminaron en diciembre de 1928, y en cambio hayan muerto por la vacuna 232 nios en el mismo lapso de tiempo (De la The Vaccination Inquirer and Health Review).

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citada leccin, nos prevendrn para no hacer la menor concesin a la prctica de la vacunacin.16 Tos ferina Es una traqueobronquitis con tos convulsiva que se presenta especialmente en los nios. Generalmente no es grave, pero en nios dbiles o raquticos y sobre todo complicada con el sarampin, es de mucho peligro. Con el tratamiento naturista hecho a tiempo es raro que la tos llegue a ser sofocante; y cuando ha llegado a serlo por no haberse tratado oportunamente, la prescripcin de una teraputica naturista suele modificar los accesos y evitar el ahogo y congestin propios de esta tos. Nosotros venimos tratando a los enfermitos de tos ferina, con los baos fros de inmersin y el aire puro, mejor de campo o sierra. En los ms dbiles, el esponjazo fro y aun los baos calientes en los que carecen de capacidades reactivas, dan un excelente resultado. Nada ms hemos de decir a propsito de esta infeccin. Con tan sencillo tratamiento hemos tratado a satisfaccin a todos nuestros enfermos durante 40 aos. Grippe Se ha hecho tan banal esta forma morbosa en estos ltimos aos que no hay nadie que no haya experimentado sus efectos. El dolor de la frente, dolores en los miembros, laxitud (trancazo), escalofros y fiebre, determinan generalmente el diagnstico aun por los mismos pacientes. Ha dicho algn maestro de la medicina que la grippe se cura sudando. Efectivamente, bien por sudacin directa conseguida con baos de vapor o calientes en caso de poca o ninguna fiebre;17 o bien por sudacin a la reaccin conseguida con envolturas fras transpiradoras en los casos de ms fiebre, esto y la dieta apropiada es esencial en el tratamiento de esta forma morbosa. En cuanto a la dieta creemos que no se debe ser muy riguroso, y permitimos, por regla general, aun a los enfermos febriles, que coman

Se explica hasta cierto punto, la bsqueda sistemtica de un preventivo contra la viruela, no slo por el peligro que pueda entraar la enfermedad, sino por las seales antiestticas que puede dejar en la cara. Con respecto a este punto, tngase en cuenta lo siguiente: La viruela sale con ms fuerza en la cara que en el resto del cuerpo, porque la piel de la cara, por ir expuesta al aire y a la luz, est ms vitalizada y tiene ms poder reactivo y por tanto defensivo y eliminador. Si el individuo cultivase la piel del cuerpo corno la de la cara, el poder reactivo de toda la piel sera superior y por consecuencia saldran ms viruelas en el cuerpo y menos en el rostro. El proceso eliminatorio se repartira ms por igual. Esto aparte de que, tratando la viruela por procedimientos naturales, y aplicando compresas fras a la cara, quedan reducidas a casi nada (y de hecho muchas veces, a nada) las seales que deja habitualmente y que desfiguran hasta las facciones ms perfectas. 17 Pues se dan muchsimos casos de sntomas gripales o gripe larvada, sin fiebre.

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frutas jugosas del pas. Vemos cierta ventaja para la curacin, en no emplear ayuno completo. La observacin clnica lo demuestra. Meningitis cerebro-espinal Desgraciadamente, esta enfermedad es siempre grave, por cuanto la inflamacin de las membranas menngeas de los centros nerviosos, supone una falta de defensas previas en todo el organismo, que acusa un gran quebranto de la vitalidad. La mortalidad por meningitis es por trmino medio de 50 por 100, cifra elevadsima si se la compara con la de otras infecciones. Y en los que se salvan, quedan, en la mayor parte de los casos, lamentables secuelas, entre las que no son las ms raras, la sordomudez, la ceguera o por lo menos disminucin visual, etctera. La aplicacin de fro (no hielo) en la cabeza y columna vertebral; los baos calientes; los lavados intestinales y la dieta apropiada segn el enfermo, constituyen las lneas generales del tratamiento. Debe emplearse una medicacin antimicrobiana de excepcin. En esta enfermedad no puede nadie prometerse grandes xitos. Fiebre tifoidea Muchas personas confunden la fiebre tifoidea o tifus abdominal con el tifus exantemtico. Y son dos formas de cuadro muy diferente y mecanismo orgnico distinto. Se parecen en el sntoma estupor (cuyo nombre deriva de la palabra griega tiphos) que es el que da nombre a ambas reacciones morbosas. En la fiebre tifoidea predominan las lesiones de intestino y en el tifus exantemtico las del pulmn. La fiebre tifoidea va precedida de un estado pretifidico, de intoxicacin general, de signos externos muy caractersticos sobre todo en lo que se refiere al aspecto del rostro. Su causa inmediata es el exceso de alimentos animales y confituras, o aguas impuras. La fiebre es alta, las hemorragias frecuentes (sobre todo por la nariz), el vientre est abombado, doloroso y descarga, en general, en forma de diarrea. Su mayor peligro estriba en la perforacin y hemorragia intestinal. Tambin en la inflamacin del corazn. La dieta lquida de jugos de frutas en agua, se impone, tanto por la necesidad del ayuno, como por el poder antisptico de los cidos de las frutas frescas. La leche y aun mejor la horchata de almendras, puede ser necesaria en ciertas categoras de enfermos, aunque al principio de la enfermedad deba prescindirse de ella. El intestino necesita de reposo absoluto, como todo rgano en tal estado de inflamacin: Esto implica la necesidad de evitar las irrigaciones y lavados intestinales, que, sobre todo al final de la enfermedad, pudieran provocar la hemorragia intestinal. Una purga inoportuna puede ser un atentado contra la vida del enfermo. El tratamiento fundamental hidroterpico, consiste, por regla general, en las compresas fras al vientre, continuamente renovadas segn

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la intensidad de la fiebre. Algunas envolturas fras generales, fricciones y otras compresas, ayudarn al buen resultado final. Creemos preferible el uso de compresas y envolturas fras, al de los baos generales fros que recomienda la escuela clsica. No obstante, desde que se usan los baos fros, la mortalidad ha descendido desde un 19 por 100 a un 2 y medio por 100 (Griesinger); lo que viene a dar la razn a la hidroterapia. En 40 aos de tratar tifoideos con nuestra teraputica, no hemos tenido un slo caso de perforacin y hemorragia intestinal; y hemos lamentado un slo caso de muerte (por endocarditis) en una nia.18 Reumatismo cardioarticular (o articular agudo)

Es suficientemente conocida esta forma de reumatismo que se manifiesta por una reaccin febril, acompaada de inflamacin de varias articulaciones y generalmente del corazn. Dura bastantes das y deja habitualmente una lesin del corazn o endocarditis crnica, que la mayor parte de las veces se traduce en una insuficiencia valvular. Una anemia pronunciada suele ser su consecuencia. El reumatismo articular agudo, que generalmente se repite varias veces en la vida del paciente, como brotes agudos de un estado reumtico crnico, puede afectar tambin otros rganos, como la pleura, las arterias, la piel, el pulmn, el sistema nervioso y las amgdalas. La desaparicin de los brotes agudos deja muchas veces un estado de reumatismo crnico, con lesin cardaca y padecimientos articulares, mucho menos probables tratando la enfermedad por medios naturales y no por el clsico tratamiento supresivo del salicilato. Siendo una modalidad caracterizada por la fiebre alta, se impone ante todo, el tratamiento general de las enfermedades agudas. Dieta lquida de jugos de frutas, horchatas y caldos vegetales; envolturas fras del tronco, baos calientes y compresas calientes al corazn, constituyen los medios adecuados. Estas compresas al corazn, en tandas de cuatro calientes y cuatro fras, cuya importancia hemos recalcado en nuestra citada obra, evitan en muchos casos la lesin cardaca, la curan en otros y la mejoran siempre. (Y esto referido a cualquier lesin cardaca de cualquier origen y en cualquier proceso febril.19) El tratamiento corriente del reumatismo agudo por el salicilato, y la ms moderna prctica de extirpar las amgdalas, no pueden ser aceptados por nosotros. El primero, por intoxicar profundamente el organismo, dificultando el libre juego de las reacciones defensivas orgnicas, y la segunda, por no ser eficaz y s ser causa, muchas veces, "del brote reumtico ms grave de todos". (Maran.) En las articulaciones afectadas y dolorosas, nosotros aplicamos envolturas o compresas fras, cubiertas de lana seca, dejndolas puestas una hora aproximadamente y repitindolas las veces que sean necesarias.Vase apndice tercero, "El Reumatismo", en nuestro Manual de Curacin Naturista. En el hijo de un amigo nuestro, que padeca una ligera insuficiencia valvular, bast una fiebre catarral de 24 horas y una aplicacin de dos tandas de compresas, para que quedara totalmente corregida la lesin.19 18

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SEXTA PARTE

LA ALIMENTACION HUMANA. FUNDAMENTOS BIOQUIMICOS DE LA NUTRICION. QUMICA VEGETAL. DIETETICA Y FITOTERAPIA

Leccin XXIII

CONSTITUCION DE LA MATERIA VIVA. PRINCIPIOS INMEDIATOS. QUIMICA VEGETAL

Constitucin de la materia viva Ha de entenderse por materia viva, aquella mezcla qumica capaz de generar procesos automticos de conservacin, crecimiento y reproduccin. Anatmicamente ya sabemos que los actos vitales estn vinculados a la actividad de la clula, como elemento de toda organizacin. Desde el punto de vista fisicoqumico, la materia componente de las clulas y humores, est constituida segn expresan los conceptos contenidos en los cuatro siguientes principios: 1 La materia viva en su aspecto "qumico" elemental, est bsicamente formada por "proteidos" o albuminoides complejsimos, cuyos grupos prostticos, segn Kossel, son "los instrumentos ms importantes de los fenmenos vitales". 2 La materia viva en su aspecto "fsico" elemental, es una disolucin de dichos proteidos, en un lquido formado por variadsimas sales disueltas en agua.1 3 El agua es el nico medio donde pueden desarrollarse los proteismos de la vida, por ser el lquido de ms elevada constante dielctrica, y presentar, por tanto, especial idoneidad para la disociacin electroltica (o de las sales en sus elementos moleculares) necesaria para las fases alternativas del proceso metablico o nutritivo.Llmase "disolucin coloide" o estado coloidal a un sistema disperso heterogeneo, formado por la suspensin de partculas ultramicroscpicas llamadas micelas en un lquido intermicelar. El coloide constituye sistema bifsico (o de dos elementos), tambin llamado dispersoide, en el que hay que considerar el medio o lquido de dispersin, y la sustancia en l suspendido o fase dispersada. El tamao de las micelas oscila entre una diezmilsima y una millonsima de milmetro. Difernciase pues de las disoluciones cristaloides, en que stas son sistemas homogneos formados por disociacin (verdadera disolucin) de un cuerpo qumico en sus molculas e iones, en el seno de un liquido. La finsima divisin que suponen las micelas del estado coloidal, las da la propiedad de atraer y fijar las sales contenidas en el lquido de suspensin. A cuyo fenmeno se le conoce con el nombre de adsorcin.1

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4 Los elementos qumicos ms aptos para formar la materia viva son aquellos que por la pequeez de sus pesos atmicos poseen mayor calor especfico y favorecen los cambios materiales, formando compuestos solubles. Ahora bien, la divisin extraordinaria que supone la constitucin micelar de los coloides orgnicos, les da un enorme predominio de la superficie sobre la masa, en lo cual estriba el secreto de la qumica de la vida. 2 La Naturaleza ha resuelto el problema material de la accin de los teres de tensin o fuerzas, con esta preponderancia de la energa de superficie o, presin de radiacin. Forma tensiva que se mantiene como tal por la accin continua de las fuerzas intensivas o nerviosas, y que se actualiza por medio de las fuerzas protensivas o circulatorias (oxidaciones), en el equilibrio de las cuales se basa la manifestacin de las extensivas o nutricias (vase 1 parte). Tres medios existen, segn Ostwald, para acelerar el curso de los procesos qumicos: aumentar la concentracin de las disoluciones, elevar la temperatura de las sustancias reaccionantes o hacer intervenir a los catalizadores (o sustancias que obran por presencia, sin combinarse). No pudindose realizar por los dos primeros en los organismos vivos, lo hacen por el tercer medio, "dando as a la bioqumica el carcter de qumica cataltica"; siendo la micela como dice Carracido solamente por el predominio de la energa de superficie, un elemento fsico vigorosamente individualizado y un transformador qumico exquisitamente sensibilizado para facilitar los cambios materiales del proceso fisiolgico, y en esta empresa su accin va mucho ms all de lo hasta aqu expresado. Mas, a la energa de superficie se asocia la carga elctrica originada por el frotamiento de las micelas con el lquido que las rodea; (vase parte primera) y de aqu que a su citado poder de adsorcin se una un poder de seleccin segn cargas elctricas (como demostr Hardy), que dan a la membrana celular, segn frase de Carracido, como un consciente espritu de seleccin que explica las afinidades nutritivas por las cuales de plasmas complejsimos, como son el de la linfa y el de la sangre, extrae cada rgano, cada tejido y cada clula, lo que mejor necesita para subsistir. Y de todos los cuerpos retenidos por adsorcin en el seno de la disolucin viva coloidal, es el agua el ms importante por su necesaria presencia para asegurar la estabilidad del dispersoide, en una proporcin mnima que puede llegar a la cifra enorme del 90 por 100 en los albuminoides. Existe pues una verdadera hidrofilia micelar, que es la que da una gran idoneidad para los actos metablicos al estado coloide. Todo esto nos explica el mecanismo misterioso de la asimilacin electiva, y aun las diferencias fisiolgicas y morfolgicas de los organismos. Porque considerando que cada tejido orgnico y cada ser vivo tiene su constitucin micelar especfica, es claro que, los fenmenos de adsorcin generadores de sus diferencias biolgicas dependen de la accin cuantitativa y cualitativa de sus miceles, ya que "los cambios2 Secreto aprovechado por la teraputica homeoptica y la de los metales coloidales, que al cabo obran por accin de superficie.

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nutritivos propiamente dichos, de igual manera que las concomitantes reacciones qumicas, se producen en el interior de las clulas y en el seno de los coloides" (Pschl). As pues, y resumiendo, diremos: La constitucin coloide hidroproteica de la materia viva, la capacita para atraer, seleccionar y fijar las sustancias nutritivas. Principios inmediatos Entrando ahora en el estudio de las sustancias nutritivas, tcanos en primer lugar ocuparnos de su constitucin qumica. Llmanse principios inmediatos aquellas sustancias inorganizadas cristalizables o amorfas que se encuentran en los intersticios de los elementos propiamente histolgicos. Dichos principios inmediatos, que se hallan tanto en los tejidos del reino vegetal como en los del animal, constituyen la base de la alimentacin general en la Naturaleza. Unos seres se alimentan de productos vegetales; otros de restos de animales; los hay que se nutren con sustancias procedentes de ambos reinos. El hombre consume alimentos de ambas procedencias sin que esto nos autorice a considerarle como omnvoro, segn hemos de ver. Esto aparte de que sea cual fuere su alimentacin definitiva, todos los animales mamferos se nutren en su primera edad, de la leche de la madre. Con objeto de que el estudiante pueda formarse una cabal idea, de los principios qumicos propiamente nutritivos, haremos una exposicin sucinta, atenindonos a un orden de qumica orgnica. Hidratos de carbono. Son principios ternarios oxihidrocarbonados, en los que el oxgeno y el hidrgeno guardan las mismas proporciones que en el agua (con lo cual no queremos decir que todo cuerpo de frmula XH 2O, sea hidrato de carbono; por ejemplo el cido lctico, C3H603, que no lo es). Son de gran importancia en la nutricin por su abundancia en los vegetales. Se forman en las plantas, como ya expusimos, gracias a la funcin de la clorofila (vase). sta al ser activada por el sol, descompone el anhdrido carbnico del aire, en carbono y oxgeno; el primero de los cuales se combina con el agua del suelo, formando el primer carbohidrato o aldehdo metlico (CH2O), quedando libre el oxgeno. Por polimerizacin o agregaciones moleculares, se forman los dems hidratos de carbono (v. gr.: seis veces CH2O, es igual a C6H1206 o sea glucosa). Los carbohidratos son cuerpos de funcin aldehdica y alcohlica a la vez; teniendo los monosacridos una funcin aldehdica y las restantes alcohlicas; las fructosas, una funcin cetnica y cinco alcohlicas; y siendo los polisacridos, productos de condensacin o unin de los dos grupos anteriores. A los hidratos de carbono se los denomina aadindoles la terminacin osa (monosa, diosa, triosa, glucosa, etc.). Nosotros estudiaremos en los vegetales los siguientes grupos: a) Monosacridos o glucosas.

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b) c) d) e)

Bisacridos. Trisacridos. Cetoexosas o fructosas. Polisacridos.

a) Monosacridos. Llamados tambin glucosas, son aldehdos de alcoholes exatmicos. La glucosa es el aldehdo de la sorbita; la manosa de la manita; la galactosa de la dulcita; y la levulosa es una cetosa de la manita. Todos ellos pueden sufrir la fermentacin alcohlica. Glucosa. (Azcar de uvas o de diabticos.) Se encuentra en los frutos cidos, como las uvas y cerezas. Puede sufrir cuatro distintas fermentaciones: La fermentacin alcohlica, por las levaduras (sacharomices cerevisiae y elipsoideus); la fermentacin lctica por el bacterium lactis; la glucnica por el micrococus oblongus, y la butrica por el bacillus amylobacter y butyricus. Galactosa. Es producto de hidratacin de la lactosa. (Vase sta.) Manosa. Se obtiene por hidrlisis del marfil vegetal del Phitelephas microcarpa. b) Bisacridos. Pueden considerarse como glucosas condensadas. Estudiaremos los tres ms importantes. Sacarosa. Es el azcar ordinario y se halla en los zumos de los frutos y otras partes del erable, la palmera, el sorgo azucarado, el maz, el mijo, la remolacha, el meln, zanahoria, pltano, caa de azcar (en sta en proporcin del 20 por 100), etctera. Lactosa o azcar de leche. Es un intermedio entre las glucosas y las sacarosas. Se halla en el zumo del achras sapota. Es diurtico. Micosa. (Azcar de hongos). Se encuentra en algunas setas u hongos (claviceps purprea, fungus sambuci, agaricus muscari, etctera). c) Trisacridos: Rafinosa (o melitosa). Se halla en el eucalipto (man de Australia); en las semillas del algodonero; y en las mieles de la remolacha. Por la accin de los cidos diluidos se desdobla en levulosa y melibiosa, y despus en glucosa y galactosa. Melecitosa. Se encuentra en el man de Brianzn (pinus laris) y en el de Turkestn (alhagi maurorum). Se desdobla por hidratacin en glucosa y turanosa, y sta en dos molculas de glucosa. d) Cetoexosas o fructosas: Levulosa, fructosa 1, o azcar de frutos. Se halla en los frutos cidos y azucarados, asociada a la sacarosa y la glucosa; por ejemplo, en las uvas, grosellas, fresas, etc. Por la accin de los cidos se desdobla en glucosa d, y fructosa 1, o sea azcar invertido. Sorbosal. Se produce por la oxidacin de la sorbita (exalcohol) por la bacteria de la sorbosa. Se encuentra en los frutos del sorbus aucuparia. e) Polisacridos. Productos de condensacin de pentosas, aldoexosas y cetoexosas). Estos compuestos llamados tambin pentosanas y

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exosanas, tienen gran importancia alimenticia por hallarse incluidos en este grupo el almidn o fcula y las dextrinas. Estudiaremos las siguientes: Arabano o metarabano. Se halla en la goma arbiga (acacia arbiga) en forma de alcoholatos; en la goma tragacanto (astrgalus) y en las gomas de algunas rosceas, de la higuera, del naranjo y del granado, etctera. Xilano o goma de madera. Por hidratacin produce la xilosa. Gomas y muclagos. Son jugos mucilaginosos constituidos por mezclas de polisacridos derivados de pentosas y exosas. Se cree que la goma es producida por la accin de la celulosa, de un fermento que abunda en ciertos hongos, como el pleospora gummpara que origina la goma arbiga; si bien no sea ste el nico mecanismo de su produccin. Citaremos como ms importante entre las gomas solubles, la goma arbiga, las del Senegal, el Cabo, Australia y Soakin, de las acacias. Como gomas medio solubles, la kutera de la acacia leucoplea y las nuestras de los cerezos, ciruelos y albaricoqueros; y como ejemplo de gomas insolubles, la tragacanto del astrgalus. Los muclagos son parecidos a las gomas: Conocidos son el de la zaragatona, el agar-agar de un alga de la India, muy empleado contra el estreimiento; y algunos otros que se hallan en las malvceas y borragneas, como tambin en las simientes de lino, membrillo, etctera. Dextrinas. Son productos del desdoblamiento de las fculas por los cidos, los fermentos, el calor, etc. Se hallan en los vegetales asociadas a las fculas. Existen dos variedades: la eritrodextrina, que da color rojo con el iodo y se hidrata fcilmente, produciendo glucosa, y la acrodextrina que, ni se colorea con el iodo ni se hidrata con facilidad. La digestin bucal de las fculas o almidones, por medio de la saliva, produce entre otras cosas, dextrina y maltosa. Almidones o fculas. Constituyen la base de la alimentacin hidrocarbonada, siendo, con los azcares, el elemento nutricio fundamental para el trabajo muscular. La mayor parte del contenido del arroz, las leguminosas, patatas, pan y dems cereales, es almidn o fcula. Durante su formacin en las plantas, se encuentran en las partes verdes, pasando despus a depositarse en las races y semillas. Son insolubles en el agua. El iodo da con el almidn un intenso color azul que desaparece con el calor. En presencia del agua se convierte en dextrina y glucosa a los 160 grados. Adems de las citadas, son bien conocidas la tapioca de los rizomas de marantha manihot, las inulinas de las palmeras, sags y compuestas; la liquenina de ciertos lquenes y hongos, etctera. El almidn se presenta depositado en forma de grnulos con cubierta de celulosa y contenido llamado granulosa. Visto al microscopio, aparece cada grano constituido por capas concntricas alrededor de un punto o hleo, que puede ser excntrico, como ocurre en la fcula de patata. El nombre de almidn se aplica ms bien al contenido en las semillas, y el de fcula se reserva para el de las races. Las inulinas, a que antes nos hemos referido, se encuentran asociadas a la pseudoinulina e inulenina, en las races de la nula, dalia, cl-

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chico, pelitre y otras plantas. Con el iodo dan color amarillo y por hidratacin dan fructosa d y algo de glucosa. Celulosas. Forman las paredes de las clulas vegetales. Son los anhdridos de las exosas en su grado mximo de condensacin. Ejemplo de celulosa casi pura la tenemos en el algodn (Gossipium) formando los pelos unicelulares del fruto. Se encuentran tambin en las cortezas y maderas de los rboles, mezcladas con resinas, materias colorantes, tanino, etctera. Segn su grado de hidratacin, distinguimos la paracelulosa y la metacelulosa o fungina. Segn el rgano que cubre, recibe el nombre de vasculosa (vasos), epidermosa (epidermis), paracelulosa (mdula), lignina o leosa (madera), etc. La celulosa es insoluble en el alcohol, cidos y lcalis diluidos; siendo soluble en los cidos concentrados. Algunas celulosas son atacadas por el bacillus amylobacter que las transforma en cido butrico, anhdrido carbnico e hidrgeno; exceptundose la cutina (capa externa de las clulas de la epidermis) y la suberina o corcho. Son muy usadas en medicina en forma de algodn hidrfilo. cidos orgnicos. Son compuestos ternarios oxihidrocarbonados que al reaccionar con las bases o hidrxidos y con los alcoholes, forman respectivamente sales y steres, con eliminacin simultnea de agua. Se encuentran profusamente en el reino vegetal, unas veces libres, otros disueltos y otras combinados. Los ms abundantes en las plantas son los cidos grasos, los bicidos y los cidos de funcin mixta (o con grupos carboxlicos y otros etnicos, etnicos, alcohlicos, aldehdicos, cetnicos, etctera). Entre los cidos grasos merecen citarse el cido frmico de las ortigas, pinos y abetos; el actico de muchos frutos, semillas y zumos; el valerinico de la valeriana y los mundillos; el palmtico del aceite de palma; el esterico de la grasa de coca de Levante; el oleico que se encuentra en los aceites y grasas vegetales (de funcin mixta, cida y etilnica); el propinico o metilactico de ciertos frutos; el metilpropanoico de la raz de rnica y la esencia de manzanilla romana; el metiletilactico de las races de anglica y valeriana; el caproico o exlico del aceite de coco, el decanoico del mismo aceite (que es el primer cido normal slido a la temperatura ordinaria); el dodeclico del aceite de laurel; el mirstico de la nuez moscada; el arquico del aceite de cacahuetes; el bicosanoico del aceite de behem (semillas del moringa olefera); y el gingkico, en fin, del fruto del gingko. Entre los bicidos citaremos el cido oxlico que se halla libre en algunos hongos (boletus) y en los pelos de los garbanzos verdes; y en forma de sales en las acederas, salsolas, remolachas, ruibarbo, lirio de Florencia, genciana, etc. El cido malnico de la raz de la remolacha, y el cido succnico que se encuentra en el mbar amarillo, lignito, uvas verdes, lechugas, ajenjos, etctera. Entre los cidos de esencia de manzanilla oleico ya citado entre Islandia, agrico, etc.; funcin mixta se destacan el metilpropenoico de la romana; el crotnico del vinagre de madera; el los grasos; el fumrico de la fumaria, liquen de el acontico del acnito, ciertos equisetum, caa

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de azcar, remolacha, etc.; el lctico del apio y ciertos extractos vegetales; el mlico de las manzanas; el tartrico de los frutos verdes (uvas, etc.); el ctrico, propio del limn, la naranja, cidra, lima y dems plantas de esta familia, que hllase tambin en las hojas del tabaco, acnito, cerezo y en las races de rubia. El citado cido tartrico se presenta en forma de tartrato monopotsico en las uvas; como tartrato clcico en las races de muchas plantas y como bitartrato clcico en los frutos del rhus tiphinum. Grasas naturales. Llmanse grasas a los steres glicricos de los cidos grasos; principalmente de los cidos oleico, esterico y palmtico. (Resultan de la sustitucin de los tres tomos de hidrgeno de las respectivas molculas oxhidrlicas de la glicerina, por molculas de radicales cidos). Las grasas resultantes se llaman respectivamente trioleina, triestearina y tripalmitina; la primera lquida y las otras dos slidas. La mayor parte de las grasas estn formadas por mezcla de las tres. Las grasas naturales son insolubles en el agua, pero son solubles en la bencina, ter, etc. Podemos clasificarlas en aceites, mantecas y sebos. Los aceites son grasas lquidas o pastosas, incoloras y viscosas. Se extraen de las semillas y frutos por compresin; disuelven las resinas y producen jabn con los lcalis. Son combustibles. Existen aceites secantes, impropios para la alimentacin, como los de linaza (lino), nuez, clavelina, camo y ricino; y otros no secantes que constituyen magnfico alimento, como los de oliva, almendras, cacahuetes, ssamo, colza, fabuco, avellana, algodn, palma, coco, laurel, etc. Su estado lquido se debe al predominio de la olena sobre la margarina. Las mantecas son grasas slidas, blandas, entre 20 y 36 grados. Como ms importante entre las mantecas vegetales, citaremos las de cacao y de nuez moscada. Las mantecas de origen animal son bien conocidas de todo el mundo. Los sebos no se emplean como alimento. Protenas o albuminoides. Los albuminoides son compuestos carboxihidronitrogenados, generalmente sulfurados, que forman la sustancia fundamental de la materia viva. Por esto fueron llamados proteicos o protenas. Su denominacin de albuminoides se debe a su semejanza con la albmina o clara de huevo. La constitucin de su enorme y complejsima molcula, puede referirse a la siguiente composicin media: 52 por 100 de carbono; 7 de hidrgeno, 17 de nitrgeno, 23 de oxgeno y 1 de azufre. Mas, el eminente qumico Emilio Fischer, despus de profundsimos estudios, vino a afirmar que las molculas de los albuminoides estn integradas por grupos aminocidos (glicocola, alanina, valina, leucina, isoleucina, cido asprtico, cido glutmico, arginina, cistina y cistena (ncleo sulfurado), glucosamina (ncleo carbohidratado), fenilalalina, tirosina, prolina, oxiprolina, triptfano, histidina ...). Las protenas son muy alterables, forman generalmente soluciones coloides y son incristalizables, excepto la albmina y la hemoglobina. A ms de los elementos esenciales citados, pueden contener fsforo, hierro y grupos prostticos (nucleinas, pigmentos, hidratos de carbono) formados a base de sodio, potasio, calcio, magnesio, cloro, cido fosfrico, etc.

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Su formacin en el reino vegetal, fue explicada en la parte I. Por su digestin se transforman sucesivamente en proteosas, peptonas polipptidos y aminocidos. Con estos ltimos, que vienen a ser como los ladrillos del edificio molecular, compone cada organismo su propia albmina. Las albminas vegetales son poco conocidas qumicamente, pero segn afirma Carracido, son ms ricas en nitrgeno que las albminas animales. Las ms importantes son el gluten de las semillas de los cereales, la legumina de las leguminosas, protena fosforada que viene a ser la casena de los vegetales; la microprotena de algunos hongos bacterianos; las albminas contenidas en muchas semillas y cotiledones; y las protenas de la patata y cereales que como ya dijimos, son las nicas albminas vegetales que tienen todos los aminocidos necesarios para constituir la albmina del organismo humano. Existen tambin en elevada proporcin en otros muchos alimentos del reino vegetal, como las nueces, avellanas, almendras, castaas, remolachas, col, etctera. Fermentos. Son compuestos de naturaleza qumica aun mal definida, que probablemente derivan de las protenas. Su accin es unas veces analtica y otras veces sinttica; y desde este punto de vista pueden clasificarse en fermentos hidrolticos o hidrasas, oxidantes u oxidasas, reductores, reductasas o anhidrasas, y catalticos o catalasas. La terminacin en asa, se emplea para designar todos los fermentos de un modo genrico y por esto son tambin conocidos bajo la denominacin de distasas, encimas o cimasas. En el reino vegetal hallamos entre otros, la invertasa de la levadura, que desdobla la sacarosa, dando en ltimo trmino glucosa; la distasas de la cebada germinada; la emulsina de las almendras; la cimasa pepsnica del crica papaia; la lacasa contenida en el ltex del rbol de la laca (rhus succednea, de la familia de las anarcadiceas); la saponasa y los fermentos microbianos, como la alcoholasa del sacharomices cerevisiae (levadura de cerveza), la lactasa del bacilo lctico, la butilasa del bacilo butrico, y la celulosina o bacterioamilasa del bacilus amylobacter, que destruye la celulosa, etctera. Sales minerales Son de extraordinaria importancia para la nutricin, por lo que merecen ser tratadas especialmente. Sin perjuicio de que nos ocupemos particularmente de cada especie qumica en la leccin siguien