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----- .... -- ~---------[ ~~ ~D~O~)~)IE:~R_ Prof SERGIO RAMIREZ LAMUS Antropólogo Universidad del Valle lATUA Phil. L. puM/ora IGriseb.1 Baill. Solanaceae Chile 126 No. 4 AÑO MCMXCV U. NACIONAL DE COLOMBIA BOGOTA,D.C. ~ 1---· ._. ._.__ J AC~RCA O~ ALGUNOS l' ~ R e onectarse a las pantallas y redes telemáticas de nuestros días puede con- vertirse en adicción. Esto guarda relación con elementos anteriores a la era informática, pues la coacción a conectar es tan vieja como los modernos medios de comunicación, y aun más antigua. Basta con examinar algunas películas recientes para apreciar cómo las conductas de la conexión se plantean conflictivas al imaginario del momento. En LA RED (THE NET) por ejemplo, aun la playa es un escenario inconcebible sin el microcomputador. La playa misma puede no ser otra cosa que una 'meta de viaje' (Pross) propia del ritualismo que masifica el tiempo libre, atestando ciertos destinos en determinadas épocas. La época de la vacación se vive entonces como una conexión más. El turista no tiene sosiego sin su prótesis, la cámara fotográfica (cf. Baudrillard). Entra en un o unos nuevos circuitos. La vacación no es vacación, no hay tiempo vacío posible. Esta hipercomunicación propone una hiperrealidad (Baudrillard) como lo es quizás aquella que explora otra película, EL JARDINERO (THE LAWNMOWER MAN). Un idiota, el principal protagonista del filme, aban- dona la postración de sus facultades inteligentes gracias al estímulo que en su cerebro produce una conjugación de realidad virtual y drogas de "estimulación nootrópica". Entrando y saliendo de la conexión a la prótesis infográfica, mediante interfaces como el casco de despliegue virtual (head- mounted display), el retardado se convierte en un cerebro prodigioso. Ha entrado en un circuito de amplificación de la inteligencia, recor- dándonos a los sucesivos protagonistas de otros filmes, LA MOSCA I Y11, quienes también mediante circuitos informáticos recombinaron su DNA con el de una mosca. Al igual que el idiota de EL JARDINERO, los héroes de estos filme sufren la monstruosidad de no ser hombres ordinarios sino dotados de superpoderes. En un caso, cerebrales, en el otro, instintivos 1

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Prof SERGIO RAMIREZ LAMUSAntropólogoUniversidad del Valle

lATUA Phil.L. puM/oraIGriseb.1 Baill.SolanaceaeChile

126 No. 4 AÑO MCMXCVU. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTA,D.C.

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e onectarse a las pantallas y redes telemáticas de nuestros días puede con-vertirse en adicción. Esto guarda relación con elementos anteriores a la erainformática, pues la coacción a conectar es tan vieja como los modernosmedios de comunicación, y aun más antigua.

Basta con examinar algunas películas recientes para apreciar cómolas conductas de la conexión se plantean conflictivas al imaginario delmomento. En LA RED (THE NET) por ejemplo, aun la playa es un escenarioinconcebible sin el microcomputador. La playa misma puede no ser otracosa que una 'meta de viaje' (Pross) propia del ritualismo que masifica eltiempo libre, atestando ciertos destinos en determinadas épocas. La épocade la vacación se vive entonces como una conexión más. El turista no tienesosiego sin su prótesis, la cámara fotográfica (cf. Baudrillard). Entra en uno unos nuevos circuitos. La vacación no es vacación, no hay tiempo vacíoposible.

Esta hipercomunicación propone una hiperrealidad (Baudrillard)como lo es quizás aquella que explora otra película, EL JARDINERO (THELAWNMOWER MAN). Un idiota, el principal protagonista del filme, aban-dona la postración de sus facultades inteligentes gracias al estímulo queen su cerebro produce una conjugación de realidad virtual y drogas de"estimulación nootrópica". Entrando y saliendo de la conexión a la prótesisinfográfica, mediante interfaces como el casco de despliegue virtual (head-mounted display), el retardado se convierte en un cerebro prodigioso.

Ha entrado en un circuito de amplificación de la inteligencia, recor-dándonos a los sucesivos protagonistas de otros filmes, LA MOSCA I Y11,quienes también mediante circuitos informáticos recombinaron su DNA conel de una mosca. Al igual que el idiota de EL JARDINERO, los héroes deestos filme sufren la monstruosidad de no ser hombres ordinarios sinodotados de superpoderes. En un caso, cerebrales, en el otro, instintivos 1

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(capacidad de vuelo y otrasparticularidades amplifica-das de la conducta del in-secto). En LA MOSCA" elhéroe se cura de su mons-truosidad mediante deter-minadas operaciones in-formático-moleculares quele devuelven la integridadde un DNA humano, arro-jando al destino monstruo-so al patriarca y villano ca-pitalista que pretendía usu-fructuar aquellos superpo-deres. Es nuevamente unaentrada en circuito la quepermite esa recombinaciónliberadora.

Conectar es así unametáfora de un desequili-brio psicotrópico, de un via-je alucinatorio por las re-giones de la mente o elinstinto. Acompañado o node ciber-drogas, es unadroga. El héroe o anti-hé-roe de EL JARDINEROvive la activación de una to-talidad psíquica que con-funde su identidad y le con-vierte en mente omnívora,por último ubicua, omnipre-sente y cuasi todopodero-sa, liberada de la estrechezdel envoltorio precario deun metabolismo humano,adonde se la limitaba o ma-nipulaba. Consigue ingre-sar en los circuitos quedeshacen su imperfectaenvoltura orgánica para lo-grar la utopía hipercomuni-cativa (hace sonar todoslos teléfonos del mundo almismo tiempo) que -para-dójicamente- impide cual-quier comunicación al ocu-par todos los circuitos.

Si volvemos a la me-táfora de la adicción, podrádecirse que esta última hasufrido aquí una escalada:el delirio buscado o perse-

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guido mediante sucesivasconexiones se hace per-manente y destruye la sa-nidad de los intervalos, delno estar permanentementeconectado, del poder co-nectar-desconectar y reco-nectar.

Otro filme que habla-ría de lo mismo sería PAC-TO DE SANGRE (DEADRINGERS), en donde dosgemelos ginecólogos venperturbado el sosiego desu relación gemelar por laintrusión de un tercero, unamujer adicta a narcóticos yestimulantes. Uno de losdos vive una catástrofe delyo, se enamora, hundién-dose en los pantanos de ladrogadicción. El otro no ad-mite este desequilibrio dela diada antes estable ypretende curar a su com-pañero, poniéndose enidéntica situación psico-química, consumiendo de-terminadas cantidades delos tóxicos en cuestión.

Es interesante subra-yar que el enamoramiento,un trastorno identificatorio,es el detonante de estaotra escalada que terminacon la muerte suicida, san-grienta y abyecta de losdos gemelos. El tercero hasido no solamente tóxicosino lacerante. En esto loacontecido en PACTO DESANGRE se aparta de ladinámica adictiva de la co-nexión telemática. Puesésta, si creemos a Baudri-llard, desconoce los des-garramientos de la identifi-cación con otro. No conoceel espejo, no ha pasado poruna fase del espejo sinopor una fase de video, deconexión.

Si una y otra dinámi-ca conocen algún síndro-me de abstinencia, en elcaso telemático éste tieneque ver con una dinámicade entrada en circuito conla consecuente amplifica-ción de ciertas facultades.Mediante una fusión con laprótesis el retrasado men-tal de EL JARDINERO seconvierte en un cerebromutante.

Esta fusión puedeentenderse en términos vi-rales o moleculares comocuando en LA RED asisti-mos a una descripción delactual cableado informáti-co en cuanto dispositivopanóptico: en una socie-dad que ya no tiene unaimagen clara o global de símisma la informática per-mite la paradoja de una vi-gilancia de alcances pavo-rosos. Basta conocer uncódigo o romperlo, infec-tarlo de un virus o vacunar-lo: así se controla a quien-quiera que sea. Los meca-nismos de lectura de códi-gos (de barras, passwordsetc.) son la base de estaforma de dominio.

De ahí que el síndro-me de abstinencia del co-nectado no sea el del tra-bajo del duelo de lapersona que ha perdido alobjeto de su amor. Echarde menos a la prótesis am-plificadora es algo similaral malestar del adicto a unasustancia química cuandose ve privado de ésta. Sibien dicho estado puedeser doloroso, no tiene quever necesariamente conheridas psíquicas como lasque inflige la pérdida de unobjeto de identificación.

Si el idiota de EL JAR-DINERO juega a identificar-se con la figura del cowboya medida que abandona sucretinismo por obra de laamplificación intelectual queen él suscitan la prótesis in-fográfica y la electroquími-ca, esta identificación es detono menor. Si somos radi-cales, podríamos quitarle elcarácter de identificación yreducirla a un juego conimágenes video-televisivas,a otro interface. Lo cierto esque nunca asistimos en ELJARDINERO al drama delsujeto lacerado por unaidentificación con otro. Ensu lugar tenemos a un su-jeto conectado, ávido demás y más conexión, locual en esta ficción particu-lar equivale a más y máspotencia intelectual.

La pregunta sería:¿es tan válido diferenciarestos dos estados de priva-ción -el duelo y el sindro-me de abstinencia-? ¿Noson acaso determinadosneurotransmisores los res-ponsables de nuestrosapegos y desapegos? ¿Noson acaso nuestras emo-ciones pura cuestión deelectroquímica?

2. Los anteriorespersonajes se han visto re-ducidos, en algún momen-to, al estatuto de periférico,gadget o prótesis; al entraren circuito se ven des-iden-tificados, no se encuentransituados en algún punto devista especial; de-centra-dos, vuelven a una tactili-dad anterior a la constitu-ción de la imagen, anterioral sujeto.

Las nuevas formasde interfaz se añaden aotras tramas psicopercep-

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DOSSIER

tivas O redes de reflejoscondicionados diseñadaspor el hombre para aliviarel impacto del entorno so-bre su sistema nervioso,pero pueden estar despla-zando aquélla hipertrofiade la imagen acaecida conel advenimiento del cine.Como bien lo indican losdesarrollos sobre psicoa-nálisis y cine, el cinemató-grafo representó un au-mento en los juegos iluso-rios del yo, del sujeto, cadavez más apresado en lasredes de una relación fan-tasmática con los objetos.Las diversas formas hoydadas de entrar en red através del gran interfaz deteclados, ratones y panta-llas multimedia, repre-sentan, quizás, un posiblecamino en la dirección deun abandono del yo y susfantasmas. Desde estaperspectiva habría quepreguntarse si existe delirioen la amplificación intelec-tual algo adictiva de la co-nexión. Si ésta puede re-presentar el surgimiento deotras fantasmáticas, comoen las interacciones de larealidad virtual (con interfa-ces como guantes y dis-plays de cabeza). Dadoque en éstas resultan cru-ciales lo háptico -el tactomás la auto-percepción- yla motricidad, la diferenciacon el antiguo delirio puedeir mucho más allá de unacuestión de matiz.

De hecho, la tactili-dad virtual un tanto adictivaque está plasmándosehoy, alude bastante al es-tado cóncavo o al tacto pri-mario, al contrarrelieve ylos moldes comentadospor S. M. Eisenstein en sus

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escritos sobre pintura (con-cretamente en su ensayoRodin/Rilke), Ahí se hacereferencia a un grado cerode las artes plásticas:aquél de lo cóncavo, lo no-figurativo, negativo y moldede la forma (el contrarrelie-ve), Eisenstein señalacómo el contrarrelieve re-mite a los modos más sen-suales y primitivos del co-nocimiento, los de la ame-ba unicelular,

¿Existe acaso unpunto paradójico de uniónentre relieve y contrarrelie-ve; figuración visual y tacto;perspectiva monocular ycubismo; punto de vista pri-vilegiado y radical relativi-dad del punto de vista; figu-ración y abstracción; deliriosubjetivo e imágenes desi-dentificadas? El protozoa-rio glotón y sus concavida-des membranosas (inter-faces) proporcionarían unmodelo para intentar res-ponder afirmativamente ala pregunta sobre la reali-dad de estas conjugacio-nes paradójicas. Habríaentonces que continuar re-visando el lugar de la figu-ración o el delirio en las re-alizaciones de realidadvirtual infográfica.

3. En lo que toca aeste punto otra frase deWalter Benjamin, "el con-fort aisla", puede releersehoy cargada de nuevas su-gerencias. Los interfacescada vez más instantáneossuponen una comodidaddel sujeto interconectadoquelo priva de una serie devicisitudes y experienciasdel tacto (piénsese en lamanivela de los primerosvehículos automotores yen las carreras del conduc-

tor para ponerse al volan-te), Si esto significa que elsujeto interconectado e hi-percomunicado es un suje-to pseudo-táctil, cada vezmás aislado del entorno,nos hallamos frente a unainstancia más de lógica pa-radójica.

La interconexión y lapantalla del microcomputa-dor -examinados desde elpunto de vista de una pers-pectiva como la baudrillar-diana- cristalizan una de-saparición de la imagenespecular que en el cinenarrativo dominante inscri-bía el lugar del sujeto en lasintáxis fílmica, de suerteque éste se sintiera repre-sentado continuamentecomo foco de la visión. Sibien este ilusionismo enga-ña al espectador al hacerledeponer la actividad de supropia mirada para ponerloen el lugar de una miradaguiada, depende aún deuna demarcación muy fuer-te de sujeto y mirada,

Siguiendo a Viriliocabría preguntarse si el su-jeto interconectado no co-rresponde más a una inten-sificación de esa industria-lización de la visión inhe-rente al cine, capaz deprescindir ahora de la reali-dad o la ficción del sujetoque mira: las nuevas insti-tuciones del imaginario nosabocarían entonces a la vi-sión tecnológica sin mira-da, delegando todavía más(a la prótesis tecnológica)la actividad de la visión.

Los mecanismos queen la realidad virtual modu-lan el ciberespacio segúnlos movimientos ocularesde su navegante ("sensorPolhemus") ilustran la per-

fección alcanzada en elsentido de fusionar al es-pectador con la visión tec-nológica. Si éste pasa decontemplativo en el cine aoperativo-demiúrgico en larealidad virtual (cf. Re-naud), ésta es posiblemen-te más prevista y controla-da en su recepción que larealidad flímica. Si a estoañadimos el hecho de quela figuración es una catego-ría problemática de cara alfenómeno de la realidadvirtual, nos hallaríamosmás bien ante una nuevaexperiencia de comodidad:un adictivo "confort subli-minal" como el que produ-ce la velocidad (Virilio),ahora asociado a la simula-ción. Antes que un juegoespecular o representativodel sujeto (imaginario con-templativo), aparece aquíel bienestar de conectar,entrar en la prótesis, inte-ractuar con interfaces (ima-ginario demiúrgico),

Las metáforas de Ei-senstein sobre la tactilidadprotozoaria cobran asínueva vigencia. El interfa-ce implica una regresiónpsíquica mayor que la plan-teada en la identificacióndel cinematógrafo. Volve-mos a ser una ameba ca-maleónica, que entra en in-terface adaptando loscontornos de su membranaal objeto que devora. Se-gún el circuito, adaptamosuna u otra forma; tambiénla prótesis adapta o modulasu forma a las operacionesde nuestra percepción. Eneste sentido pareceríanirrefutables las nociones deBaudrillard acerca de la re-lación moebiana pantalla-cerebro, sujeto-prótesis.

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Los dramas de losprotagonistas de LA MOS-CA (1 Y 11), los de la fusióndel ONA humano y el ONAde la drosófila, desapare-cerían. Representarían elinterface imperfecto. Elnuevo camaleón no tieneuna ídentidad o un códigode replicación que se des-garra en la fusión, comocorroído por un cáncer o unvirus. Para su yo inestableno hay catástrofes comolas identificaciones delenamoramiento. La mismanoción de yo queda encuestión, como las de figu-ración y representación.

En lugar de todo eldrama que suele acompa-ñar a un sentido desgarra-do de la identidad y a todoslos juegos de la repre-sentación, tenemos un cir-cuito integrado hombre-imágen numérica que su-giere una sincronizacióncada vez más perfecta en-tre las velocidades enor-mes de los circuitos neuro-nales humanos y las modu-laciones de la imagen que,continuamente transfor-mada por sensores comoel Polhemus, constituyenuna prolongación de aqué-llos. Prolongación de lamédula espinal o relaciónmoebiana entre hombre yprótesis electrónica, en pa-labras Baudrillard. Esto esposible dada la capilariza-ción de los interfaces, cadavez más numerosos y có-modos, cada vez más adic-tivos por lo amoldados alas dinámicas electroquí-micas humanas. Más queemblemas de la identifica-ción como los del cine, enla realidad virtual perma-nentemente modulada hay

interfaces del circuito inte-grado hombre-imaginariovirtual.

Lo cual nos recuerdanuevamente a Virilio cuan-do cita a J. P. Changeux,neurofisiólogo cuyas ela-boraciones ya no nos ha-blan de imágenes sino deobjetos mentales "preci-sando incluso que ya notardaremos en verlos apa-recer en pantalla" (Virilio89: 78). Y el teórico de lavelocidad añade entoncesque pronto dejaremos dediscutir la objetividad o node imágenes u objetosmentales para inquietar-nos más por su actualidad(su frecuencia de sincroni-zación, cabría decir).

Parecemos alejarnosasí de la imago psicoanalí-tica, de las relaciones fan-tasmáticas con los objetos,de nuestro duelo y melan-colía frente al mundo deobjetos deseados que senos escapa, de todos estostrabajos de simbolizaciónpropios de lo que MelanieKlein llamara posición de-presiva. Hacemos regre-sión a una más primaria re-lación entre superficiesabrasivas, interfaces o re-laciones devorador-devo-rado cercanas de la kleinia-na posición esquizoide-paranoide, de relacionesparciales, mutiladas/muti-lantes, más que de relacio-nes culpables (depresivas)con un "buen objeto" ínte-gro al cual debemos estarreparando del daño o laamenaza de fragmenta-ción que le imponemos.

Porque más que larepresentación de un obje-to o más que la dolorosaconciencia de que éste es

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un todo al cual debemostanto el placer como el su-frimiento, nos hallamos enuna fusión que confunde ellugar del sujeto y de la pró-tesis, multiplicando al infi-nito las partes o interfacesde una moebiana relacióndevorador-devorado, lascoordinaciones "estímulo-respuesta" (entre comillas)que configuran un circuitoplenamente sincronizado.

Esto, nuevamente entérminos de Virilio, suponeque la atención a repre-sentaciones como la de lafiguración cinematográfi-ca, con la emoción del sus-penso y la duración, pro-pias de una lógicadialéctica de la imagen, ce-den lugar a una lógica pa-radójica, con multiplicaciónde efectos de sorpresa(pseudo estímulo-respues-ta). Ello culmina en el cir-cuito usuario-imagen nu-mérica, yen un conjunto desensaciones hápticas y si-nestésicas moduladas porinterfaces capilarizadosque se asemejan a los pro-cesos nerviosos mediadospor neurotransmisores, si-napsis, conexiones neuro-nales etc. Lo cual significapisar un nuevo umbral de larelación con objetos men-tales y procesos de per-cepción, algo ya previa-mente acelerado por elcine y los primeros medioselectrónicos. Hoy en víasde un creciente perfeccio-namiento con arreglo alcual el ciberespacio puedeconstituirse en un lugar desupremo confort comoaquél que inveteradamen-te frecuentan junkies yadictos 'l'

Baudrillard, J. "Videosfera ysujeto fractal", pp. 27-36en Videoculturas de finde siglo. Cátedra, Ma-drid,1990.

Benjamin, W. "Sobre algu-nos temas en Baudelai-re", pp. 123-170 en ILU-MINACIONES 2.Taurus, Madrid, 1980.

Eisenstein, S. M. "Cinema-tisme"; Complexe, Bru-selas, 1980.

Pross, L. "La violencia de lossimbolos sociales". An-thropos Barcelona,1983.

Renaud, A. "Comprender laimagen hoy", pp. 11-26en Videoculturas etc.(supra).

Virilio, P. "La máquina de vi-sión"; Cátedra, Madrid,1989.

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