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Transformarse para vivir: de román medieval a historia de cordel decimonónica Nieves Baranda, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid Ocasionalmente la literatura ha producido obras que por diversos avatares del destino han visto prolongarse su lectura activa durante largo tiempo. Aunque una afirmación así nos suele hacer pensar en obras maestras intemporales como pudiera ser El Quijote, sin embargo, también ha sucedido con otros textos como los que trataré en este trabajo, humildes historias de ficción, que desde su nacimiento en la Edad Media francesa, incluso quizá antes, hasta su lectura en endebles folletos de cordel a principios de nuestro siglo, han pervivido adaptándose a las circunstancias y los tiempos. A finales del siglo XV y principios del XVI se tradujeron al castellano o se reelaboraron directamente para la imprenta un buen grupo de historias de aventuras o romans medievales de los cuales algunos alcanzaron inmediatamente un gran éxito, 1 por ejemplo, la Historia del emperador Carlomagno, la Historia de Oliveros de Castilla y Artús de Algarve o el Libro del Conde Partinuplés. Este atractivo para el público hizo que sus ediciones se fueran perpetuando casi sin sentirlo a lo largo del tiempo, constituyendo el núcleo originario de la prosa de cordel española. No trataré aquí, pues ya lo he señalado en más de una ocasión anteriormente, 2 cuáles son los rasgos que unen e identifican estos textos, sólo señalar que a partir del siglo XVIII se les van sumando otros muchos títulos de similares características, llegando a ser unos doscientos ochenta a mediados del siglo XIX. 3 La larga trayectoria impresa del grupo inicial se hace, ni que decir tiene, a costa de su adaptación a las diversas circunstancias que van atravesando. De momento, por la escasez de estudios, no podemos establecer las líneas generales de su evolución, pero estamos en el camino de ir fijando nuestros puntos de apoyo con mayor claridad. Uno de los primeros en tratar el tema fue Anthony J. Farrell, que estudia la adaptación de Los siete sabios de Roma publicada en 1859; posteriormente H. L. Sharrer trató esta cuestión en la Historia de Tablante de Ricamonte y en una versión portuguesa de la Historia de Flores y Blancaflor; el Conde Partinuplés ha sido muy bien trabajado por J.-F. Botrel; y M. A. Frontón ofreció algún apunte sobre la Historia de Oliveros de Castilla. 4 Como parte de un estudio más amplio que estoy preparando sobre el conjunto de estas obritas, me centraré en tres de ellas haciendo varios cortes sincrónicos con el fin de observar algunos de los cambios a que se han ido viendo sometidas.

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Transformarse para vivir: de románmedieval a historia de cordel decimonónica

Nieves Baranda, Universidad Nacional de Educación a Distancia,Madrid

Ocasionalmente la literatura ha producido obras que por diversos avataresdel destino han visto prolongarse su lectura activa durante largo tiempo.Aunque una afirmación así nos suele hacer pensar en obras maestrasintemporales como pudiera ser El Quijote, sin embargo, también ha sucedidocon otros textos como los que trataré en este trabajo, humildes historias deficción, que desde su nacimiento en la Edad Media francesa, incluso quizáantes, hasta su lectura en endebles folletos de cordel a principios de nuestrosiglo, han pervivido adaptándose a las circunstancias y los tiempos.

A finales del siglo XV y principios del XVI se tradujeron al castellano o sereelaboraron directamente para la imprenta un buen grupo de historias deaventuras o romans medievales de los cuales algunos alcanzaroninmediatamente un gran éxito,1 por ejemplo, la Historia del emperadorCarlomagno, la Historia de Oliveros de Castilla y Artús de Algarve o el Librodel Conde Partinuplés. Este atractivo para el público hizo que sus edicionesse fueran perpetuando casi sin sentirlo a lo largo del tiempo, constituyendoel núcleo originario de la prosa de cordel española. No trataré aquí, pues yalo he señalado en más de una ocasión anteriormente,2 cuáles son los rasgosque unen e identifican estos textos, sólo señalar que a partir del siglo XVIIIse les van sumando otros muchos títulos de similares características, llegandoa ser unos doscientos ochenta a mediados del siglo XIX.3

La larga trayectoria impresa del grupo inicial se hace, ni que decirtiene, a costa de su adaptación a las diversas circunstancias que vanatravesando. De momento, por la escasez de estudios, no podemosestablecer las líneas generales de su evolución, pero estamos en el caminode ir fijando nuestros puntos de apoyo con mayor claridad. Uno de losprimeros en tratar el tema fue Anthony J. Farrell, que estudia la adaptaciónde Los siete sabios de Roma publicada en 1859; posteriormente H. L.Sharrer trató esta cuestión en la Historia de Tablante de Ricamonte y enuna versión portuguesa de la Historia de Flores y Blancaflor; el CondePartinuplés ha sido muy bien trabajado por J.-F. Botrel; y M. A. Frontónofreció algún apunte sobre la Historia de Oliveros de Castilla.4 Comoparte de un estudio más amplio que estoy preparando sobre el conjuntode estas obritas, me centraré en tres de ellas haciendo varios cortessincrónicos con el fin de observar algunos de los cambios a que se hanido viendo sometidas.

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Las tres que he seleccionado son la Historia de los dos enamoradosFlores y Blancaflor, la Historia de Fierres de Frovenza y la linda Magalonay la Historia de Clamades y Clarmonda, porque pueden asimilarse dadoque coinciden temática y argumentalmente. El tema es la exaltación dela fidelidad y constancia amorosas a través de las dificultades y aventurasque deben superar los amantes hasta lograr su unión definitiva. En cuantoa los argumentos, en sus líneas generales se pueden resumir del siguientemodo: los amantes traban conocimiento, pero se ven separados, debiendoafrontar cada uno independientemente diversas dificultades hastaconseguir su unión en matrimonio e insertarse en su adecuado lugarsocial. Para su análisis examinaré cada una de ellas por separado antesde proceder a comparar los resultados.

HISTORIA DE LOS DOS ENAMORADOS FLORES YBLANCAFLOR

La primera impresión de esta Historia hecha en 1512 no procede, casicon seguridad, de ninguna de las varias versiones que circularon en laPenínsula durante la Edad Media,5 sino probablemente de una versiónitaliana desconocida. En cualquier caso esa edición, como sucede contodas estas obritas, se convertirá en la piedra angular de la transmisiónhasta el siglo XX. Tomando como base uno de los primeros impresossalidos de las prensas sevillanas de Cromberger, hacia los años 20 delsiglo XVI,6 y comparándolo con la edición de Madrid (Francisco Sanz,1704), nos sorprende comprobar que casi nada ha cambiado. El texto,con pequeñas variantes, es el mismo, tan solo notamos cambios de mayorentidad en pasajes que afectan a cuestiones de cortesía y trato, pues sehan hecho más alambicados; o en aspectos religiosos, expresados conmayores miramientos y atención, por ejemplo: 'no le podía quitar deBlancaflor ni partirlo della que él la adorava y ella era su Dios y en otracosa no pensava' (p. 144), se transforma en: 'y que sin duda ella le devíatener encantado que él no tenía placer ninguno el rato que no la veíadelante de sí'. Otros cambios voluntarios son por sustitución de términosanticuados: retraer pasa a impedir, conspecto divino es presencia divina,ca cambia por que o conortar por consolar. A estos hay que añadir loserrores involuntarios fruto de una dilatada transmisión textual, casos deomisiones, lecturas equivocadas, etc., que no nos interesan aquí.

Dando un salto de un siglo a la impresión cordobesa de Rafael GarcíaRodríguez, a comienzos del XIX, las cosas han cambiado, ya que la obra hasido sometida a un completo proceso de reescritura. El propósito de estaredacción es reordenar los elementos que forman la historia, de modo queaun manteniéndolos en su esencia las relaciones entre ellos cambian. Ahorala atención se centra en la relación amorosa de los protagonistas, por lo

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que todo lo que está fuera de ella queda drásticamente recortado, así porejemplo, los orígenes de Blancaflor, que apenas son un capítulo de losseis del texto primitivo. Junto a ello se percibe la voluntad de racionalizarel conjunto procurando dar fundamentos verosímiles a cuestiones queantes carecían de importancia: Blancaflor es cristiana porque después desu bautizo secreto la instruye la hija de un renegado; puede heredar a suspadres en Roma al darse a conocer ¡por las joyas de su madre y lospapeles que en todo su periplo había salvado!; por su parte Flores no esizado en una canasta hasta la torre del harén, sino que entra a formarparte de la servidumbre del almiral para poder acercarse a su amada.Asimismo los elementos mágicos, a pesar de tener tanto atractivo en lacultura popular, también han sido eliminados: el anillo que cambia decolor para avisar a Flores de que Blancaflor está en peligro se convierteen un mensajero; el que sirve para librarlos del fuego es sustituido poruna fuga sin represalias posibles. En lo que a los nombres propios serefiere se mantienen los antropónimos, pero se reordenan los topónimos,de modo que la geografía se hace también más verosímil y Flores no eshijo del rey de España sino de Argel.

Será esta versión la que perviva hasta los inicios del siglo XX, perocuriosamente con algunos cambios interesantes, como muestra el impresode Madrid (Hernando, 1879). En lugar de haber sufrido un proceso dedegradación expresiva o argumental, se han producido aquí y allámodificaciones que ornamentan retóricamente el discurso, por ejemplo:'seguía la enfermedad de Blanca-Flor' se amplía en 'Seguía entretantofingiéndose enferma Blanca-Flor con el fin de conseguir mejor la fuga quetenían proyectada con su querido Flores'. También se amplían ciertosepisodios añadiendo una letrilla que canta Flores a su amada Blancaflormientras está en el harén; detallando cómo luchan Flores y un moro quedefiende el palacio; etc. Así que si una nueva versión supone un nuevopúblico debemos pensar que éste de finales de siglo era literariamente másavezado.

LA HISTORIA DE LA LINDA MAGALONA Y DEL MUYESFORZADO CAVALLERO PIERRES DE PROVENZA

Uno de los incunables de la obra francesa, escrita en el siglo X\f tuvo queser la base para la traducción de esta historia, que se imprime en los talleressevillanos de Cromberger en 1519.7 Como en el caso de Flores y Blancafloresta versión se mantiene inalterada en los impresos de Madrid (FranciscoSanz, 1676), y Valladolid (Alonso del Riego, entre 1700-1760), con loscambios mínimos accidentales debidos a la transmisión textual y losvoluntarios en la modernización lingüística, cierta actualización geográfica,que omite el dominio del Conde de Provenza sobre Aragón, y en referenciasa temas sexuales o religiosos, como se observa en la escena en que Magalonaduerme en el regazo de Pierres:

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no se pudo tener de la desabrochar y mirar sus muy hermosos y blancospechos, que eran más blancos que el cristal, e tocava sus dulces tetas.E haziendo esto fue tan presto transido de amores que le parescía queestava en el paraíso que jamás cosa no le podría empecer (p. 318),

se reescribe:

no se pudo tener de la desabrochar y mirar sus muy hermosos y blancospechos, que eran más blancos que el cristal, y de esta manera estaba elnoble y esforzado Pierres en todo placer y contento del mundo.

Cronológicamente la primera edición que presenta variaciones de ciertaimportancia es el impreso de Évora, 1722.8 La acción se narraesquemáticamente en muchos casos, se suprimen algunos pasajes, sesintetizan diálogos en estilo indirecto y se modifican algunos detallessecundarios, como el viaje de Magalona desde Roma a Provenza, por tierray no por mar; o el de Pierres hasta Provenza, que se realiza sin contratiemposni detenciones que alarguen la separación. Aunque esta versión, por estarimpresa en castellano, hubo de ser distribuida en España y no en Portugal,no parece que influyera en las posteriores, pues no la siguen ni en losnombres propios ni en sus cambios en la historia, quedando como unapropuesta de lectura circunscrita a un determinado momento y sin aceptaciónposterior.

Si la trayectoria de esta obra se va a diferenciar en este aspecto no será elúnico en el que no coincide con las otras dos aquí tratadas, ya que RafaelGarcía Rodríguez, al contrario de lo acostumbrado, la mantiene casiinalterada a comienzos del XIX, lo cual quiere decir que se adecuaba a losgustos del momento. Sólo el alejamiento geográfico al hacer a Magalonaprincesa de Suecia y no de Ñapóles es relevante, porque por lo demás losepisodios fantásticos en el que un pájaro roba los anillos y el del pescadoque se los ha comido siguen igual. En esta misma versión la leerán loscompradores de los impresos de Hernando a finales de ese siglo.9

LA HISTORIA DEL CAVALLERO CLAMADES Y DE LA LINDACLARMONDA

Se parece esta historia en sus orígenes a la de Pierres y Magalona, en cuantoa que también se tradujo del francés y se imprimió por vez primera en 1521(Burgos, Alonso de Melgar).10 Al igual que las dos obras antes examinadasla comparación de dos ediciones del siglo XVIII (Valladolid, Alonso delRiego, s.a., pero 1700-1760; y s.L, .si., s.a., por estar el ejemplar falto deportada, BN de Madrid R-19426) no ofrecen respecto al impreso de 1521variantes más significativas que las de las dos obras anteriores.

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Con el impresor cordobés Rafael García Rodríguez llegan los cambiosprofundos que acomodan la historia para su supervivencia. El amor pasa aser el centro y casi único interés del relato, alcanzando un gran desarrollo aexpensas de otros episodios. Clamades, que en el relato primitivo convencíainmediatamente a Clarmonda para huir con él y casarse, debe ahora ganarsesu amor y se hace pasar por el conde Feliciano, prometido de Clarmonda,que desea conocerla antes de casarse, y para ello como un nuevo donDuardos, se ha escondido en su jardín. Duran más de un mes estos encuentroshasta que viene a suspenderlos la llegada del auténtico Conde, por lo queClamades tiene que desvelar su identidad y planean huir. Por otra parte,aunque no se omiten los episodios de aventuras caballerescas en queClamades recorría el mundo buscando a la raptada Clarmonda, ahora lajoven le envía un mensajero que ahorra incertidumbres a la reunificación.A estos cambios se suman otros menores, como los nombres de casi todoslos personajes, salvo los protagonistas, imprescindibles para identificar laobra; los topónimos, que, al igual que en las otras dos obras, alejan lageografía de la acción; y merece destacarse la sustitución de las habilidadesdel caballo de madera, que ya no vuela, sino sólo corre a gran velocidad, locual no se puede calificar tanto de búsqueda de realismo como de fantasíamitigada, considerando que su desaparición obligaba a cambiar la esenciadel relato y uno de sus elementos definitorios, que figuraba en el título:Historia del esforzado Clamades y la hermosa Clarmonda, o sea el caballo demadera.''

El examen de la trayectoria impresa de estas tres obras nos permiteextraer las siguientes conclusiones. Lo que resulta más llamativo es que esaprimera versión de comienzos del siglo XVI permanezca inalterada hastafinales del siglo XVIII, dado que los cambios culturales de esos casitrescientos años son, sin duda, enormes. Con ese mismo planteamiento seproducirán sobre ellas los posteriores ajustes que modernizan ambientes yconceptos.

Las tres obras que he analizado tan brevemente ofrecen en primer lugarun dato muy interesante: el texto codificado a comienzos del siglo XVImantiene su vigencia durante trescientos años y solo a finales del sigloXVIII deben someterse a una profunda remodelación que modifique losequilibrios entre los elementos del relato y su expresión. Ninguna de lasobras reduce de modo significativo su extensión, que ya en el texto primitivose mantenía dentro de los límites habituales para la prosa de cordel y noera necesario someterlo a una poda. Al no ser este el motivo último de lareelaboración,12 debemos necesariamente achacarlo a razones estéticas ytemáticas. El nuevo enfoque centra su atención casi exclusivamente en larelación amorosa de los protagonistas, dándole todo el desarrollo que elnuevo escritor ha considerado necesario, ampliando los diálogos entre losamantes o la referencia a sus sentimientos; ello se hace a costa de otrosaspectos de la acción que pasan a ocupar un lugar secundario y rápidamentedelineado. Ahora bien no todos ellos, porque en el caso de Flores y Blancaflor

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se detiene el nuevo autor en detallar cómo la estancia de los enamoradosen la isla deshabitada le sirve a Blancaflor para instruir a Flores, moro, enlos misterios de la fe, planteándose así, cuando el caso lo requiere, la defensaexplícita de unos valores cristianos, presentes, huelga decirlo, en todas lasobras mencionadas.

La coincidencia en el momento cronológico y en los procedimientos dereescritura de las obras nos muestran cómo no se trató de un caso fortuitoni aislado, sino por el contrario de un proyecto de amplio alcance ejecutadocon premeditación. No sabemos si fueron uno o más refundidores, pues elanonimato es una de las características de esta literatura, pero los objetivosde ese proceso debían estar claramente establecidos antes de su comienzo yquien o quienes los llevaron a cabo eran, sin duda, profesionales queplanificaron su trabajo para cada una de las obras. La estética dieciochescadel buen gusto llega a estas obras a comienzos del siglo XIX y de la manode un impresor determinado que seguramente, por su volumen de producciónde estas historias," sacó de ellas jugoso provecho y buscó cómo acercarlasaún más a los gustos de su público. Es por ello más fuerte el contraste quese establece con la Historia de Pierres y Magalona, que sale de las prensas deRafael García Rodríguez apenas alterada, lo cual me lleva a pensar que seconsideró aceptable en su estado original y adecuada -a los gustos delmomento.

Aunque creo evidente que sus cauces de difusión y su púlolico hasta entoncesya había convertido todas estas obritas en literatura de cordel, es en elmomento de su nueva versión cuando se efectúa su puesta de largo para elgénero menor, pues pierden parte de los element os que las diferenciabanpara seguir un proceso de acercamiento e identifi cación con el conjunto delos textos propio de este género. Ello, no rjbstante, no implica unadegradación en su fórmulas retóricas, que s i cabe se pueden volver acomplicar y enriquecer, sino sólo de lo que afecta al contenido de lasobras, simplificado en aras de un único centre o de atención para el lector.Éste veía así facilitada por un lado su tarea d< e atención, mientras que porotro tenía representada la acción con más de tenimiento en los puntos quedebían ser de su interés.14 Lo que no encor itramos en ningún caso es queesa larguísima transmisión convierta a la < Jbra en un texto ilegible, comoseñala Roger Chartier para algunas obras de la Biblioteca Azul de Troyes:'los cortes realizados en los relatos, por ' ¿o general los hacen más difícilesde comprender, la constitución de los * párrafos a veces se hace a expensasdel sentido'.15 Ya que el lector no e- ra ciertamente culto al menos debíamerecer un cierto respeto a ojos df ~ nuestros impresores y se preocupabanpor ofrecérselo en obras C o r r e c t a m e n t e escritas y coherentementeelaboradas, sin la precipitad'011 d e u n a b u r d a versión hecha por elcomponedor de turno.

Si una nueva versión im P ü c a u n público nuevo, éste se tuvo que dar en laprimera mitad del siglo XIX> manteniéndose con gustos y valores muysimilares hasta el siglo X" X ' cuando se deja sentir rápidamente el declive de

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esta literatura, necesariamente sustituida por otra más acorde a nuevosvalores y a nuevos tiempos. Para entonces ya don Marcelino MenéndezPelayo, contemporáneo suyo, se quejaba de que estas obras habían:

sufrido igual degradación, igual barniz de semicultura, peor que labarbarie, bajo la tosca pluma de cualquier memorialista, barbero delugar o estudiantón famélico, que han hecho mangas y capirotes del...Partinuplés, del Clamades y Clarimonda... de Fierres y Magalona... y deotras nobles reliquias de los pasados tiempos, que hay que desenterrarde las ediciones góticas del siglo XVI...16

Hoy, sólo después de haber rescatado, como pedía el gran maestro, lasediciones antiguas, estamos capacitados para leer con nuevos ojos sulargíiísima fortuna editorial.

NOTAS

1 Sobre el término para denominar este género hay una larga controversia desdeA. D. Deyer.mond, 'The Lost Genre of Medieval Spanish Literature', HíspanleReview, 43 (;1975), 231-59; a F. Gómez Redondo, en W.AA. La prosa y elteatro en la EaltdMedia (Madrid: Taurus, 1991), pp. 152-56; pasando porM. Garci-Góme^, 'Romance según los textos españoles del Medievo yPrerrenacimiento', The Journal of Medieval and Renaissance Studies, 4(1974), 35-72; y C~!. y M. Alvar, 'La palabra romance en español', enEstudios románicos dedicados al Prof. Andrés Soria Ortega, 2 vols.(Granada: Universidad de Granada, 1985), I, 17-25.

2 La bibliografía sobre el tt. >ma empieza a tener cierta amplitud, así que remito alo más esencial, por ejen ^plo, N. Baranda, Historias caballerescas breves delsigloXVI, 2 vols. (Madrid ; Turner, 1995), y a la bibliografía que recogí en 'Laliteratura caballeresca. Es> tado de la cuestión. I. Las historias caballerescasbreves', Romanistiscbes Je, érbuch, 45 (1994), 272- 94. Para la definición de'género editorial', tal y con 1O a q u í s e considera, el imprescindible artículo deV. Infantes, La prosa de fice jóri renacentista: entre los géneros literarios y elgénero editorial', Journal of, Uispanic Philology, 13 (1989), 115-24; y 'Lanarración caballeresca breve ^ e n Evolución narrativa e ideológica de laliteratura caballeresca (Bilbao: Universidad del País Vasco, 1991), pp. 165-81.

' Sobre la prosa de cordel en esta t ÍDOCa; véanse J.-F. Botrel, Aspects de lalittérature de colportage en Espagne so u s l a Restauration', en Unfralittératureen Espagne au XIX* et XX* siécles (Grei l o b l e . P r e s s e s Universitaires, 1977),pp. 103-20; y 'Les historias de c o h x o r t a g e . e s s a i d e c a t a l o g u e d'unebibhothéque bleue espagnole (1840-1936, y e n Les productions populatresen Espagne 1850-1920 (París: CNRS, 1986), . p p 25-62.

4 Véase A. J. Farrell, A Late Spanish Survival of i .h¿ S e v e n S a g e s : Historia de

los siete sabios de Roma, Madrid 1859', en H. Nledzielski, H.R. Runte y

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WL Hendrickson (eds), Studies on the Seven Sages of Rome and OtherEssays in Medieval Literature Dedicated to the Memory of Jean Misrahi(Honolulú: Educational Research Associates, 1978), pp. 92-103; H. L.Sharrer, 'El Tablante de Ricamonte: novela artúrica y pliego de cordel',comunicación presentada en el X Congreso de la Asociación Internacionalde Hispanistas, Berlín, 1986; resumida en La Coránica, 15/2 (1987), 276;ídem, 'Eighteenth-Century Chapbook Adaptations of the "Historia de Floresy Blancaflor" by Antonio da Silva, Mestre de Gramática', Hispanic Review,52 (1984), 59-74; J.-F. Botrel, 'Un classique du peuple en Espagne au XIXC

siécle: le Conde Partinoples\ en M-F. Delport y J-F. Chevalier (eds.), Mélangesofferts a Maurice Molho, 2 vols (París: C.N.R.S., 1988), pp. 47-57; M. A.Frontón, 'La difusión de Oliveros de Castilla: apuntes para la historia editorialde una historia caballeresca', Dicenda, 8 (1989), 37-51. En la literaturafrancesa existen casos similares, como el estudiado por A. Chassagne-Jabiel,del que solo poseo la referencia, Evolution d'un román medieval á traversla littérature de colportage: la "Belle Héléne de Constantinople" XVIc-XIXe

siécles, tesis de l'École de Chartes, 1984; o el de Roberto el Diablo, L. Andries,'La bibliothéque bleue: les réecritures de Robert le Diabley, Littératures, 30(1978), 51-66; y C. Verati, 'Medievalismo nel Settecento. Due letture dellaleggenda di Robert le Diable\ Lingua e Stile, 29 (1994), 285-303.Remito al lector interesado en el tema a N. Baranda, 'Los problemas de lahistoria medieval de Flores y Blancaflor', en Dicenda, 10 (1991-92), 21-39.Para las citas del texto tomo como base mi edición en Historias caballerescasdel siglo XVI, 2 vols (Madrid: Turner, 1994), II, 123-80, para Flores yBlancaflor; pp. 285-345, para La historia de la linda Magaiona y Fierres deProvenza; y pp. 619-659 para la Historia del cavallero Clamades y de lalinda Clarmonda. Sobre la versión medieval de la primera de ellas remito allector interesado a N. Baranda, 'Los problemas', 21-39.Los escasos estudios se refieren en su mayoría al original francés; véase WSóderhjelm, 'Pierre de Provence et la belle Maguelone', Mémoires de la SociétéNeophilologique de Helsingfors, 7 (1924), 4-49; y A. Coville, La vieintellectuelle dans les domaines d'Anjou-Provence de 1380 a 1435 (París:Droz, 1941), pp. 462-81; M. García Collado, 'Historia cultural de un libropopular. Las reescrituras de la Historia de Pierres de Provenza y la lindaMagalona\ Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 49 (1994),179-97; y N. Baranda, Historias, II, xxi-xxxiii.Debo a la gentileza y amistad del profesor A. L.-F. Askins el conocimiento deeste ejemplar y la copia que poseo.Existe una versión elaborada por Francisco P. Briz, en Los caballeros andantes.(Primera serie) (Madrid/Barcelona: Librería Sánchez Rubio/Librería deFerrando Roca, 1862); hay una segunda edición, (Madrid/Barcelona: Libreríade Leocadio López/Librería de Ferrando Roca, 1864), 'arreglada sobre lasediciones catalana, castellana y francesa', como reza en portada. En ella Pierresse convierte en un paladín medieval y Magaiona en su dama, losacontecimientos solo giran en torno a su amor, desarrollado en largasconversaciones y encuentros a expensas de los episodios intermedios. Sinembargo, no me interesa aquí, dado que no se trata de un pliego de cordel, si

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bien sí es una lectura arqueológica popular.10 La bibliografía crítica es casi inexistente, como no sea para referirse a su

episodio del caballo de madera volador, fuente directa del Clavileñocervantino; véase N. Baranda, Historias..., II, xxxvi- xxxvii.

11 Así en la edición de Madrid, s.i., 1879.12 Me sirvo como término de comparación del caso de Conde Partinuplés

tratado por J. F. Botrel en el cual dada su longitud inicial los recortes hansido ciertamente drásticos, si bien hechos con el mismo propósito que losque aquí observo. Una solución distinta se le da al caso de la larga Historiadel emperador Carlomagno, que se sigue imprimiendo con la misma longitud,pero en un formato de 8o, que lo asemeja en aspecto a los libritos religiosos.

'•' Sobre Rafael García Rodríguez véase J. M. de Valdenebro, La imprenta enCórdoba (Madrid: Tip. Sucs. de Rivadeneyra, 1900), pp. 85-674, donde serecoge el catálogo de sus 'hojas volantes'. Para un panorama general sobre laliteratura popular en el siglo XVIII debe consultarse M. C. Sutherland, MassCulture in theAge of Enlightenment. The Blindman's Ballads ofEighteenth-Century Spain (Nueva York: Peter Lang, 1991), que señala cómo la estéticabarroca se prolongó hasta más allá de mediado el siglo y la importancia de losautores/impresores andaluces en la producción de estos géneros, pp. 1-5.

14 Sugiero, sin más base que una intuición, que quizá el público fue desplazándosehacia un predominio de las mujeres o de los jóvenes, que encontraban enestas obras unos modelos idealizados de comportamiento amoroso.

15 R. Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 1992), p.154 para la cita y pp. 145-62 para la bibliothéque bleue, donde el lectorencontrará muchas apasionantes sugerencias, aunque no siempre seandirectamente aplicables al caso español.

16 M. Menéndez y Pelayo, 'La doncella Teodor. Un cuento de Las mil y unanoches, un libro de cordel y una comedia de Lope de Vega', en sus Estudiosy discursos de crítica histórica y literaria (Santander: CSIC, 1941), p. 243.