Activando el don de profecía -...

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Activando El Don De Profecía Pastor Pedro Legrand Escuela para Profetas Guatemala, 6 de julio del Año De La Revelación www.ebenezer.org.gt 1 1 Corintios 14:1-2 (LBLA) Procurad alcanzar el amor; pero también desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis. [2] Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios. Este verso nos hace entender que lo profético está basado en el amor, pues es morir a nosotros mismos para escuchar la voz de Dios, por lo que necesitamos amar a Dios con todas nuestras fuerzas y toda nuestra mente. La palabra original que se usa para decir desear, es zelóo que quiere decir celo, lo que nos habla del tipo de deseo que debemos tener por este maravilloso don, que debe unirse a la búsqueda de la santidad para no profetizar de nuestra alma o deseos. 1 Corintios 14:3-5 (LBLA) Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. [4] El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia. [5] Yo quisiera que todos hablarais en lenguas, pero aún más, que profetizarais; pues el que profetiza es superior al que habla en lenguas, a menos de que las interprete para que la iglesia reciba edificación. El que profetiza edifica la casa, por lo que si anhelamos el crecimiento de la iglesia debemos buscar que todos profeticen; la exhortación es una forma de levantar y dar nuevos ánimos a la gente; también cuando pasamos por un momento de dificultad necesitamos que el Señor nos hable y consuele. Cuando la iglesia no fluye en lo profético, sus paredes están debilitadas, pues junto al ministerio apostólico, constituyen las bases para su edificación. 1 Samuel 10:1-4 (LBLA) Tomó entonces Samuel la redoma de aceite, la derramó sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el SEÑOR por príncipe sobre su heredad? [2] Cuando te apartes hoy de mí, hallarás a dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, y te dirán: “Las asnas que fuiste a buscar han sido halladas. Y he aquí, tu padre ha dejado de preocuparse por las asnas y está angustiado por vosotros, diciendo: ‘¿Qué haré en cuanto a mi hijo?’ ” [3] De allí seguirás más adelante, llegarás hasta la encina de Tabor, y allí te encontrarás con tres hombres que suben a Dios en Betel, uno llevando tres cabritos, otro llevando tres tortas de pan y otro llevando un odre de vino; [4] ellos te saludarán y te darán dos tortas de pan, las cuales recibirás de sus manos. 1 Samuel 10:9-10 (LBLA) Y sucedió que cuando él volvió la espalda para dejar a Samuel, Dios le cambió el corazón, y todas aquellas señales le acontecieron en aquel día. [10] Cuando llegaron allá a la colina, he aquí, un grupo de profetas salió a su encuentro; y el Espíritu de Dios vino sobre él con gran poder, y profetizó entre ellos. Dios había levantado a Saúl como un príncipe en medio de su pueblo y por medio de la unción real lo habilitó para profetizar; Dios nos hizo reyes y sacerdotes por lo tanto tenemos la unción real para poder fluir en la profecía. La profecía se manifiesta por medio de la corporeidad del don, es decir que cuando Saúl se juntó con los que profetizaban, él también profetizó, pero solo después de que su corazón fue cambiado. Debemos unirnos a gente profética, pero también pedirle al Señor que cambie nuestro corazón al escuchar la voz de Dios.

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1 Corintios 14:1-2 (LBLA) Procurad alcanzar el amor; pero también desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis. [2] Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, sino que en su espíritu habla misterios. Este verso nos hace entender que lo profético está basado en el amor, pues es morir a nosotros mismos para escuchar la voz de Dios, por lo que necesitamos amar a Dios con todas nuestras fuerzas y toda nuestra mente. La palabra original que se usa para decir desear, es zelóo que quiere decir celo, lo que nos habla del tipo de deseo que debemos tener por este maravilloso don, que debe unirse a la búsqueda de la santidad para no profetizar de nuestra alma o deseos. 1 Corintios 14:3-5 (LBLA) Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. [4] El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica, pero el que profetiza edifica a la iglesia. [5] Yo quisiera que todos hablarais en lenguas, pero aún más, que profetizarais; pues el que profetiza es superior al que habla en lenguas, a menos de que las interprete para que la iglesia reciba edificación. El que profetiza edifica la casa, por lo que si anhelamos el crecimiento de la iglesia debemos buscar que todos profeticen; la exhortación es una forma de levantar y dar nuevos ánimos a la gente; también cuando pasamos por un momento de dificultad necesitamos que el Señor nos hable y consuele. Cuando la iglesia no fluye en lo profético, sus paredes están debilitadas, pues junto al ministerio apostólico, constituyen las bases para su edificación. 1 Samuel 10:1-4 (LBLA) Tomó entonces Samuel la redoma de aceite, la derramó sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el SEÑOR por príncipe sobre su heredad? [2] Cuando te apartes hoy de mí, hallarás a dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, y te dirán: “Las asnas que fuiste a buscar han sido halladas. Y he aquí, tu padre ha dejado de preocuparse por las asnas y está angustiado por vosotros, diciendo: ‘¿Qué haré en cuanto a mi hijo?’ ” [3] De allí seguirás más adelante, llegarás hasta la encina de Tabor, y allí te encontrarás con tres hombres que suben a Dios en Betel, uno llevando tres cabritos, otro llevando tres tortas de pan y otro llevando un odre de vino; [4] ellos te saludarán y te darán dos tortas de pan, las cuales recibirás de sus manos. 1 Samuel 10:9-10 (LBLA) Y sucedió que cuando él volvió la espalda para dejar a Samuel, Dios le cambió el corazón, y todas aquellas señales le acontecieron en aquel día. [10] Cuando llegaron allá a la colina, he aquí, un grupo de profetas salió a su encuentro; y el Espíritu de Dios vino sobre él con gran poder, y profetizó entre ellos. Dios había levantado a Saúl como un príncipe en medio de su pueblo y por medio de la unción real lo habilitó para profetizar; Dios nos hizo reyes y sacerdotes por lo tanto tenemos la unción real para poder fluir en la profecía. La profecía se manifiesta por medio de la corporeidad del don, es decir que cuando Saúl se juntó con los que profetizaban, él también profetizó, pero solo después de que su corazón fue cambiado. Debemos unirnos a gente profética, pero también pedirle al Señor que cambie nuestro corazón al escuchar la voz de Dios.

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2 Reyes 3:14-16 (LBLA) Y Eliseo dijo: Vive el SEÑOR de los ejércitos, ante quien estoy, que si no fuera por respeto a la presencia de Josafat, rey de Judá, no te miraría ni te vería. [15] Mas traedme ahora un tañedor. Y sucedió que mientras el tañedor tocaba, la mano del SEÑOR vino sobre Eliseo. [16] Y él dijo: Así dice el SEÑOR: “Haced en este valle muchas zanjas.” Lo profético va ligado a la adoración pues necesitamos un ambiente propicio para que el fluir de la profecía sea dado. Es necesario que los integrantes de la alabanza sean bautizados en el Espíritu Santo para que sean dirigidos por Él, de tal forma que se ministre al pueblo adecuadamente, no en la carne. El pueblo debe adorar con cántico nuevo para que los dones del Espíritu fluyan. 1 Samuel 3:1 (LBLA) El joven Samuel servía al SEÑOR en presencia de Elí. La palabra del SEÑOR escaseaba en aquellos días, las visiones no eran frecuentes. Donde no hay palabra, no hay fluir profético, pues la fe viene por el oír y necesitamos creer para poder hablar y profetizar. Animemos a aquellos que hemos observado que fluyen en lo profético para que hablen, y si se equivocan los corregiremos, pero es mejor eso, a que callen. 1 Samuel 3:2-4 (LBLA) Y aconteció un día, estando Elí acostado en su aposento (sus ojos habían comenzado a oscurecerse y no podía ver bien), [3] cuando la lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel estaba acostado en el templo del SEÑOR donde estaba el arca de Dios, [4] que el SEÑOR llamó a Samuel, y él respondió: Aquí estoy. Lo profético se desata en el reposo de la presencia de Jehová, pues es algo que sale de nuestro corazón. 1 Samuel 3:5-10 (LBLA) Entonces corrió a Elí y le dijo: Aquí estoy, pues me llamaste. Pero Elí le respondió: Yo no he llamado, vuelve a acostarte. Y él fue y se acostó. [6] El SEÑOR volvió a llamar: ¡Samuel! Y Samuel se levantó, fue a Elí y dijo: Aquí estoy, pues me llamaste. Pero él respondió: Yo no he llamado, hijo mío, vuelve a acostarte. [7] Y Samuel no conocía aún al SEÑOR, ni se le había revelado aún la palabra del SEÑOR. [8] El SEÑOR volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Y él se levantó, fue a Elí y dijo: Aquí estoy, pues me llamaste. Entonces Elí comprendió que el SEÑOR estaba llamando al muchacho. [9] Y Elí dijo a Samuel: Ve y acuéstate, y si El te llama, dirás: “Habla, SEÑOR, que tu siervo escucha.” Y Samuel fue y se acostó en su aposento. [10] Entonces vino el SEÑOR y se detuvo, y llamó como en las otras ocasiones: ¡Samuel, Samuel! Y Samuel respondió: Habla, que tu siervo escucha. Samuel no entendía aún el mover profético, no sabía lo que estaba pasando. Puede ser que a nosotros nos suceda de esta forma y cuando recibamos visiones o palabra del Señor no sepamos que sucede ni entendamos, por lo que es necesario que pongamos atención, no solo a lo que vemos o escuchamos, sino también a lo que sentimos en nuestro corazón, aplicándole fe. 1 Samuel 3:19-21 (LBLA) Samuel creció, y el SEÑOR estaba con él; no dejó sin cumplimiento ninguna de sus palabras. [20] Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que Samuel había sido confirmado como profeta del SEÑOR. [21] Y el SEÑOR se volvió a aparecer en Silo; porque el SEÑOR se revelaba a Samuel en Silo por la palabra del SEÑOR.

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Samuel tomaba la palabra de Dios en serio, y nosotros también debemos hacerlo. Tomemos nota de todo lo que recibamos del Señor, aunque no profeticemos en el momento, es necesario que anotemos pues puede ser que luego el Señor nos deje dar la palabra que hemos recibido. Hechos 19:1-7 (LBLA) Y aconteció que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, llegó a Efeso y encontró a algunos discípulos, [2] y les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le respondieron: No, ni siquiera hemos oído si hay un Espíritu Santo. [3] Entonces él dijo: ¿En qué bautismo, pues, fuisteis bautizados? Ellos contestaron: En el bautismo de Juan. [4] Y Pablo dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús. [5] Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. [6] Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. [7] Eran en total unos doce hombres. Cuando recibimos la impartición del Espíritu Santo por medio de la imposición de manos de un ministro, recibiremos bendición. Recordemos que el número doce significa gobierno, esto quiere decir que el ministerio profético debe fluir en orden y sujeción a su cobertura. 1 Pedro 4:10 (RV60) Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si profetizamos es necesario que ministremos ese don a otros, y lo compartamos. 2 Timoteo 1:6 (LBLA) Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. El don de Dios también necesita ser avivado. Pidamos al Señor que seamos habilitados en lo profético y habilitemos a otros en nuestras congregaciones para que la iglesia sea edificada adecuadamente.