Actos Juridicos y Hechos Juridicos

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HECHOS JURÍDICOS VS ACTOS JURÍDICOS A la hora de hablar de las fuentes del Derecho, Norberto Bobbio aporta quizás una de las mejores definiciones dentro de la Teoría General del Derecho cuando en su obra afirma que “…son aquellos hechos o aquellos actos de los cuales el ordenamiento jurídico hace depender la producción de normas jurídicas”[1]. Esta definición, por supuesto, no se refiere al Derecho en tanto concepto jurídico dogmático (el Derecho como ciencia de estudio), sino como el objeto de dicha ciencia de estudio (las normas jurídicas, el ordenamiento positivo). En ese tenor, las fuentes del Derecho pueden establecerse una importante clasificación: Fuentes voluntarias (los actos jurídicos) y Fuentes no voluntarias (los hechos jurídicos). Cabe destacar que esta distinción, sin una correcta explicación y delimitación conceptual, puede presentar serias dificultades cuando entremezclamos el lenguaje ordinario con el lenguaje técnico-jurídico, y de ahí derivamos las siguientes preguntas: ¿Acaso los actos jurídicos no son hechos jurídicos? ¿Se puede considerar el delito un acto jurídico, si existe la voluntad del agente infractor de perpetrarlo? ¿Los cuasicontratos son actos o hechos jurídicos? Las presentes líneas están destinadas a intentar, cuando menos, trazar esta delimitación para mayor comprensión de las fuentes de las obligaciones. Los hechos jurídicos. Para iniciar apropiadamente el debate, creo que es importante acudir al primer gran género: el hecho jurídico, léase todo evento natural o del comportamiento humano al que se le atribuye una consecuencia jurídica. En efecto, las normas jurídicas parten del esquema compuesto por un supuesto de hecho que acarrea una consecuencia específica. Por ello, si una persona alcanza los 18

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Apuntes sobre los actos juridicos y los hechos juridicos. Explorando la doctrina de los negocios jurídicos

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HECHOS JURÍDICOS VS ACTOS JURÍDICOS

A la hora de hablar de las fuentes del Derecho, Norberto Bobbio aporta quizás una de las mejores definiciones dentro de la Teoría General del Derecho cuando en su obra afirma que “…son aquellos hechos o aquellos actos de los cuales el ordenamiento jurídico hace depender la producción de normas jurídicas”[1]. Esta definición, por supuesto, no se refiere al Derecho en tanto concepto jurídico dogmático (el Derecho como ciencia de estudio), sino como el objeto de dicha ciencia de estudio (las normas jurídicas, el ordenamiento positivo). En ese tenor, las fuentes del Derecho pueden establecerse una importante clasificación: Fuentes voluntarias (los actos jurídicos) y Fuentes no voluntarias (los hechos jurídicos). Cabe destacar que esta distinción, sin una correcta explicación y delimitación conceptual, puede presentar serias dificultades cuando entremezclamos el lenguaje ordinario con el lenguaje técnico-jurídico, y de ahí derivamos las siguientes preguntas: ¿Acaso los actos jurídicos no son hechos jurídicos? ¿Se puede considerar el delito un acto jurídico, si existe la voluntad del agente infractor de perpetrarlo? ¿Los cuasicontratos son actos o hechos jurídicos? Las presentes líneas están destinadas a intentar, cuando menos, trazar esta delimitación para mayor comprensión de las fuentes de las obligaciones.

Los hechos jurídicos.

Para iniciar apropiadamente el debate, creo que es importante acudir al primer gran género: el hecho jurídico, léase todo evento natural o del comportamiento humano al que se le atribuye una consecuencia jurídica. En efecto, las normas jurídicas parten del esquema compuesto por un supuesto de hecho que acarrea una consecuencia específica. Por ello, si una persona alcanza los 18 años de edad, se le considera mayor de edad con todas sus consecuencias; si decide matar voluntariamente a otro, estamos frente a un tipo penal de homicidio y se expone a una pena planteada por el Código Penal; si decide acordar con otra persona darle una suma de dinero a cambio de que ésta le entregue una cosa, estamos frente a una compraventa.

El término “hechos jurídicos” se expresa en sentido amplio para referirse al género que abarca todos los supuestos de hecho, como los ejemplos ofrecidos en el párrafo anterior, y a su vez, también se usa de forma específica en la distinción entre hechos jurídicos naturales (aquellos que se producen sin intermediación de la voluntad humana –alcanzar la mayoría de edad, morir, el paso de una tormenta por una zona–) y los hechos jurídicos humanos (aquellos que para su producción necesariamente dependen de la voluntad humana (el homicidio, una compraventa, etc.).

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De estos últimos, los hechos jurídicos humanos, se presenta una nueva clasificación: los hechos jurídicos en sentido estricto y los actos jurídicos. Una buena forma de distinguirlos es la siguiente: cuando causamos un daño a otra persona susceptible de reparación (art. 1382 del Código Civil), estamos frente a un hecho jurídico en sentido estricto, pero no frente a un acto jurídico, y en un status similar se encuentran los delitos penales, independientemente de que sean dolosos o culposos, el hallazgo de un tesoro, etc… porque para que sean actos jurídicos se deben tratar de supuestos de hechos en los que para la generación de la consecuencia jurídica sea relevante la voluntad del autor de provocarla, lo que no se verifica en ninguno de los ejemplos antes ofrecidos, pero si es condición necesaria en otros, como lo sería cuando se realiza un testamento, o cuando se pacta una compraventa. Por ello uno de los requisitos de las convenciones establecidos en el artículo 1108 del Código Civil es el consentimiento. A esto agrega Josep Aguiló Regla que todos los delitos son hechos jurídicos en sentido estricto, y fundamenta esto en dos razones esenciales: (a) no pueden considerarse como hechos jurídicos naturales porque efecto interviene al menos una acción humana para su producción; y (b) no pueden considerarse actos jurídicos, ya que las consecuencias jurídicas del delito se desencadenan con independencia de la intención de provocarlas del sujeto que ha actuado [2].

A pesar de esta distinción propuesta por Aguiló Regla, en el lenguaje jurídico suele englobarse en “hechos jurídicos” todos aquellos en donde no se requiere para crear una consecuencia jurídica una acción voluntaria del agente, es decir tanto los “hechos jurídicos naturales” como los “hechos jurídicos en sentido estricto”, cayendo los actos jurídicos como una categoría aparte.

Los actos jurídicos.

En efecto, el acto jurídico es un acto de la voluntad que tiene susceptible de generar efectos jurídicos. por objeto crear una situación jurídica. Dentro de las distintas clasificaciones existentes de actos jurídicos, éstos pueden clasificarse de acuerdo a la cantidad de partes que intervienen en su formación: unilaterales o bilaterales (convenciones). Un acto es unilateral cuando para su perfección, requieren la voluntad de una sola parte, como son los Testamentos y las Declaraciones Juradas [3]. Cuando en el acto jurídico intervienen dos o más partes, estamos frente a una convención.

Convenciones y contratos.

Resulta indispensable distinguir entre contrato y convención, toda vez que la convención es el género de donde el contrato es una especie: todo contrato es una convención, pero no toda convención es un contrato. En efecto, la convención supone un consenso de voluntades de dos o más personas al menos, importando poco que su finalidad sea crear obligaciones para las partes envueltas; si se requiere concurrencia de voluntades de más

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de una parte para que el acto jurídico produzca sus efectos propios (independientemente del fin) el acto es una convención. Cuando la intención de la convención es obligarse plenamente, es decir, crear un vínculo de obligación entre las partes, estamos frente a un contrato, tal y como lo dispone el artículo 1101 del Código Civil.

¿Es la ley un acto jurídico?

A pesar de las objeciones que se puedan establecer en cuanto a precisiones específicas, de algo no puede caber duda en cuanto parámetro general: La ley es un acto jurídico. Tal precisión la realiza Salvador Jorge Blanco cuando indica que la expresión “acto jurídico” no es exclusiva del derecho subjetivo y que la misma también es propia para diversos actos dentro del derecho objetivo, como es el caso de la Ley. En efecto, las características esenciales del acto jurídico son: a) debe nacer de la voluntad de las partes envueltas; y b) dicha voluntad debe ser condición necesaria para crear, modificar o extinguir una situación jurídica. No podemos negar el hecho de que las Leyes, una vez son puestas en funcionamiento, cumplen con éste último requisito, máxime cuando las mismas se reputan conocidas por todos los habitantes del territorio (Véase artículos 109 de la Constitución y 1 del Código Civil).

Lógicamente, este acto jurídico no opera de forma similar que los actos entre particulares, en tanto que para estos últimos la legitimidad surge de la voluntad directa de las partes (art. 1134 del Código Civil), mientras que para la primera la voluntad surge de forma indirecta, al constituir la ley la yrexpresión de una democracia representativa y el voto de quienes el pueblo ha designado como sus representantes ante el Poder Legislativo, en donde –parafraseando a Lincoln en su discurso de Gettysburg– la legislación se convierte la voluntad más general y abstracta del pueblo soberano, por el pueblo y para el pueblo. para ubicar la voluntad de los obligados dentro de la ley, para de esta forma poder decir que estamos frente a un acto jurídico, la misma podemos encontrarla en la obra de “El Contrato Social” de Jean Jacques Rosseau, autor que señala que el contrato social consiste en la decisión de seres libres de sujetar su poder, sin rendir su libertad, a la voluntad general de un cuerpo colectivo constituido indivisiblemente por cada uno de ellos: “La obediencia a las leyes que prescribimos para nosotros mismos no es una limitación de la libertad, sino un ejercicio de ella”[5].

Finalmente, ¿Por qué es importante esta clasificación?

Además de lo antes expuesto, en cuanto a delimitación conceptual se refiere, esta clasificación es importante por sus efectos prácticos tanto por los plazos para accionar consagrados en los artículos 2271 y siguientes del Código Civil, como para el régimen probatorio.

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[1] BOBBIO, Norberto, “Teoría General del Derecho”, 3era edición Temis, S.A., Bogotá, 2001, ISBN 978-958-35-0607-9, pág. 160.

[2] AGUILO REGLA, Josep, “Teoría de las Fuentes del Derecho”, editorial Planeta, Barcelona, 2012, p.70

[3] No debe confundirse “acto unilateral” con los llamados “contratos unilaterales”, ya que mientras el primero se constituye por la voluntad de una sola persona, los segundos siempre serán actos jurídicos bilaterales, ya que hay un concurso de voluntades entre dos o más personas, pero para los fines de sus efectos, solo una de las partes queda obligada (depósito, préstamo, etc.).

[4] Autor citado, “Introducción General al Derecho”, pág. 335.

[5] Autor citado por TRIAS MONGE, José, “Teoría de la Adjudicación”, pág. 117

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El acto jurídico. Es un acto de la voluntad que tiene por objeto crear una situación jurídica. A diferencia del hecho jurídico que crea una situación jurídica sin intervención de la voluntad, al menos sin que la intervención de la voluntad tenga por objeto crear una situación jurídica, no hay en el acto jurídico situación jurídica sin acto de la voluntad1.

Conforme al Dr. Raúl Ortíz-Urquidi, los cinco conceptos jurídicos fundamentales son: “el supuesto, la persona, el derecho subjetivo, el deber jurídico y la sanción”.

La doctrina tradicional divide los supuestos normativos en dos: hechos y actos (negocios jurídicos). El autor antes señalado propone una división tripartita: hechos, actos y negocios,

No se debe confundir el supuesto normativo con el hecho (real): supuesto es la hipótesis prevista por la ley, de cuya realización depende el nacimiento, la transmisión, la modificación, o la extinción de derechos y obligaciones o de situaciones jurídicas concretas; cuando el supuesto se realiza y consiste en un acontecimiento real, toma el nombre de hecho jurídico (arts. 26 y 27, Código para Morelos)

Toda norma jurídica consta de dos partes:- Hipótesis, el supuesto. - Disposición, las consecuencias normativas de realizarse la hipótesis.

Hechos, Actos y Negocios Jurídicos.

(…) la expresión negocio jurídico ha tomado carta de naturalización en México, por ello pensamos que lejos de desecharla debe fomentarse su uso, no sólo porque significa en punto al enriquecimiento del lenguaje de nuestra ciencia y que naturalmente redunda en un mejor y más fácil manejo de los conceptos de ésta, sino también por lo esencialmente connotativo que el término resulta, sobre todo si, armonizando su empleo con el de los otros dos: hecho jurídico y acto jurídico, se le fija a cada uno de ellos un preciso significado que haga que nítidamente se distingan entre sí...

El Codigo Para Morelos también contempla en su anteproyecto la siguiente distinción: Cuando el hecho es realizado voluntariamente por su autor, pero sin intención de producir ninguno de los efectos que menciona el artículo 26, no obstante lo cual se producen, se le llama acto jurídico.

Cuando el acto es lícito y se realiza con el propósito primordial de producir cualquiera de las consecuencias a que se refiere el artículo 26, toma el nombre de negocio jurídico.

Para distinguir entre hecho, acto y negocio jurídico, lo que se debe tomar en cuenta es la intervención de la voluntad en dos momentos:

- En la realización del acontecimiento en que el hecho/acto/negocio pueden consistir- En la producción de las consecuencias.

Hecho jurídico: la voluntad no interviene en ninguno de los dos momentos. Ejemplo: La muerte natural de una persona.

1 LARROUMET, Christian, “Teoría General del Contrato, volumen I”, Editorial Temis, S.A., Bogotá, 1999, ISBN 84-8272-592-9, p59.

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Acto jurídico: Aquí interviene la voluntad sólo en la realización del acontecimiento, más no en la producción de efectos, no obstante lo cual éstos se producen. Ejemplo: el homicidio intencional.

Negocio Jurídico: Aquí la voluntad interviene en los dos citados momentos: en la realización del acontecimiento y en la producción de las consecuencias jurídicas. El ejemplo típico es el contrato. Aquí se verifica que el elemento básico del contrato es la licitud.

Aun en el caso del homicida que mata por venganza y acepta alegremente el castigo. “(…) por más que en este ejemplo de voluntad del autor del acontecimiento concurre no sólo la realización de éste, sino además en la producción de los efectos antes dichos, ese hecho jamás puede considerarse ni como negocio jurídico, dentro de la terminología alemana ni dentro de la que proponemos, ni como acto jurídico dentro de la francesa, sencillamente porque le falta el carácter de lícito, elemento básico sine qua nom, para que tal acontecimiento sea considerado negocio o acto, según sean alemanes o franceses quienes lo contemplen .

“El negocio jurídico es un referente normativo de necesaria consideración, mientras que en nuestro Ordenamiento jurídico es, en todo caso, una mera referencia sistemática para referirse al conjunto de actos jurídicos que encuentran su fundamento en la autonomía privada”

1685. Concepto. Dentro de la clasificación de hechos jurídicos, son hechos ilícitos los hechos jurídicos humanos voluntarios ilícitos (arts. 897 y 898, Cód. Civ.). Por ser hechos humanos se los denomina actos, que por su disconformidad con el ordenamiento jurídico, son ilícitos. (p.687)

Comprenden dos categorías tradicionales: delitos y cuasidelitos. Los primeros están caracterizados por el dolo con que son ejecutados; el artículo 1072 del Código Civil establece que "el acto ilícito ejecutado a sabiendas y con intención de dañar la persona o los derechos de otro, la sistemática del Código de VÉLEZ SARSFIELD— presentaban como elemento subjetivo la culpa (art. 1109, Cód. Civ.), definida unitariamente en el artículo 512 del Código Civil. También —en el régimen actual— son cuasidelitos los hechos imputados a título de riesgo creado (doc. art. 1113, Cód. Civ,; núm. 1694), o aunfpor la garantía debida a la víctima en los alcances que se verán en el número 1702 ítem 4. (p.687-688)

El respeto por los derechos que le asisten al damnificado y, como contrapartida, la necesidad de "impedir el abuso de quienes intentan convertir una indemnización en fuente de enriquecimiento" (LLAMBÍAS), justifican la importancia que se le asigna a esta vasta fuente de obligaciones. (p.689).

Adriano, 09/09/15,
De lo antes expuesto se evidencia claramente una dimensión moral a la hora de especificar cuando un hecho humano se traduce realmente en un negocio jurídico, en tanto que –aun cuando haya nacido de la voluntad del agente producirlo y soportar los efectos negativos en su contra–, jamás el delito puede ser equiparado a un acto jurídico strictu sensu, en tanto a que: (a) no es necesario que hayan tenido la voluntad de soportar los efectos negativos en su contra; (b) aun cuando así sea, sus acciones se consideran antijurídicas.
Adriano, 10/09/15,
Varios autores, “Derecho de las obligaciones civiles y comerciales”, editorial Abeledo Perrot, ISBN 950-20-0863-4, 4ta edición 1993.
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