Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... ·...

9
27 E l psicoanálisis, solo se aplica, en el sentido propio , como tratamiento y, por lo tanto , a un sujeto que habla y oye JAC Q U ES LAC AN (1958) Juventud de G ide o la letra y el deseo A l tomar las cosas en su aspecto de enunciado , nos ocupamos de técnica, pero al tomarlas en su aspecto de enunciación, nos ocupamos de ética JACQUES ALAIN MILLER (1987) L os signos del consentimiento Sobre la iniciación del tratamiento (1913), texto clásico freudiano, es uno de sus conocidos escritos técnicos, en el que Freud compila, –tal como él mismo lo señala- “ algunas reglas sobre la iniciación de la cura 1 para uso del ana- lista. Pero nos advierte que las mismas sólo cobrarán significado en la trama misma del análisis. R evelando así, en dicha advertencia, su oposición a la mecanización de la técnica analítica, al seguimiento de ciertas reglas prácti- cas predeterminadas sobre el quehacer . E n suma, no hay en Freud una idea prefijada sobre el qué hacer, ni un quehacer de la técnica que pueda imple- mentarse de manera automática en una cura. N o obstante, lo primero que es señalado por Freud –respecto del ejercicio María Elena Domínguez Alex: una e- lección pos ible 26 C uestiones ético- clínicas en series televisivas

Transcript of Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... ·...

Page 1: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

• 27

“ E l psicoanálisis, solo se aplica, en el sentido propio, como tratamiento y, por lo tanto, a un sujeto que habla y oye”

JAC QU ES LAC AN (1958) Juventud de G ide o la letra y el deseo

“ Al tomar las cosas en su aspecto de enunciado, nos ocupamos de técnica, pero al tomarlas en su aspecto de enunciación, nos ocupamos de ética”

JAC QU ES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento

Sobre la iniciación del tratamiento (1913), texto clásico freudiano, es uno desus conocidos escritos técnicos, en el que Freud compila, –tal como élmismo lo señala- “ algunas reglas sobre la iniciación de la cura” 1 para uso del ana-lista. Pero nos advierte que las mismas sólo cobrarán significado en la tramamisma del análisis. R evelando así, en dicha advertencia, su oposición a lamecanización de la técnica analítica, al seguimiento de ciertas reglas prácti-cas predeterminadas sobre el quehacer. En suma, no hay en Freud una ideaprefijada sobre el qué hacer, ni un quehacer de la técnica que pueda imple-mentarse de manera automática en una cura.

N o obstante, lo primero que es señalado por Freud –respecto del ejercicio

María Elena Domínguez

Alex: una e- lección posible

26 • C uestiones ético-clínicas en series televisivas

Page 2: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

Association (APA) y de la Federación de Psicólogos de la RepúblicaArgentina (FePRA), por mencionar algunas codificaciones, se resguarda elderecho de las personas asometerse a un procedimiento sólo bajo su acep-tación libre y voluntaria.Es preciso señalar que el consentimiento informado en las prácticas psi-

cológicas es un requisito que ha sido extrapolado del modelo médico, perono sólo en lo que respecta a las prácticas terapéuticas sino también en rela-ción con las investigaciones que involucran sujetos humanos. Tal el modoque figura en la codificación ética de la American Psychological Association(APA), en su versión 1992, al ser una norma a implementar en los capítulos4. Terapia, apartado 4.02 Consentimiento Informado para la terapia y el 6.Docencia, Supervisión de Capacitación, Investigación y publicaciones, apar-tado 6.11 Consentimiento Informado para la investigación, 6.12.Prescindencia del Consentimiento Informado y el 6.13.ConsentimientoInformado en las Filmaciones o Grabaciones en la investigación.

Dado que, en el presente artículo no consideraremos al ConsentimientoInformado (de aquí en más, C. I.) en la investigación, nos referiremos almodo en que éste es considerado para las prácticas terapéuticas. Hallamosasí que en 1992 el Consentimiento Informado para la terapia es presentadodel siguiente modo:

(a) Los psicólogos obtienen el adecuado consentimiento informado para la terapiao procedimientos similares, usando un lenguaje razonablemente comprensible para losparticipantes. El contenido del consentimiento informado variará dependiendo demuchas circunstancias; sin embargo, implica generalmente que la persona (1) tiene lacapacidad para consentir, (2) ha sido provisto de la información significativa relativa alprocedimiento, (3) ha manifestado el consentimiento libremente y sin influencias inde-bidas, y (4) el consentimiento ha sido adecuadamente documentado.

(b) Cuando las personas son incapaces legalmente de dar su consentimiento infor-mado, los psicólogos obtienen el permiso informado de una persona legalmente auto-rizada, si tal consentimiento sustituto está permitido por la ley.

(c) Además, los psicólogos: (1) informan a esas personas legalmente incapaces dedar consentimiento informado, sobre las intervenciones propuestas, y lo hacen mesu-rando sus capacidades psicológicas, (2) procuran su acuerdo con esas intervenciones, y(3) tienen en cuenta las preferencias y los mejores intereses de tales personas.

Básicamente allí se indica el modo de obtención del C. I., los pasos que

de su práctica- es el modo en que regularmente él selecciona a sus pacientes.Comenta, entonces, su costumbre de aceptarlos sólo provisionalmente, poruna semana o dos, “a fin de tomar conocimiento del caso y decidir si es apto para elpsicoanálisis”2 y agrega que “ese ensayo previo ya es el comienzo del psicoanálisis ydebe obedecer a sus reglas”3, o a su regla fundamental, la de la asociación libre. Esdecir, se trata allí de la evaluación del candidato para la transferencia, su apti-tud para el análisis vía la realización de un diagnóstico diferencial. Un modode establecer la posibilidad del consultante de consentir advenir al lugar deltrabajo en el discurso analítico, tal como lo plantea Jacques Lacan. Ahora bien, si nos centramos en el tema de la aptitud se complejiza la cues-

tión dado que deben considerarse dos aptitudes en juego: la del candidato paravenir al lugar de analizante y, la del analista, para ejercer su acción analítica, parajuzgar y al fin de cuentas decidir si lo acepta, si el candidato es plausible de deve-nir analizante suyo. De allí el fundamento de las entrevistas preliminares.No nos centraremos aquí en las cuestiones éticas que conlleva el estable-

cimiento de un diagnóstico diferencial, sino en aquellas que se ponen enjuego a la hora de evaluar el asentimiento subjetivo indispensable para el ini-cio de un análisis, y que no implican exclusivamente el seguimiento eimplementación de determinadas reglas técnicas y/o reglamentaciones queregulan la práctica. De igual modo, repararemos en la pericia del evaluadorpara leer los signos de ese consentimiento. Ello no nos ahorrará el pasaje porla pregunta freudiana de Análisis terminable e interminable (1937) “¿dónde ycómo adquiriría el pobre diablo aquella aptitud que le hace falta en su profesión?”4 ,ni la referencia lacaniana al deseo del analista, como así tampoco interrogar-nos por qué estatuto adquiere la aptitud en el consentimiento informadoimperioso desde la normativa deontológica para iniciar una terapia. Todas estas temáticas que revelan un cruce –disyunción y conjunción-

entre la lectura clínica y la dimensión deontológica, proponemos ponerlasen consideración en la primera entrevista de Alex con Paul Weston justa-mente porque –como así lo indica Freud-ellas se ponen ya en juego desdeel inicio del tratamiento.Nos centraremos, entonces, en el consentimiento informado, una de las

normas dentológicas más controvertidas y que ha sido objeto de regulacio-nes desde épocas muy tempranas. Desde el Código de Ética de Nüremberg(1947), en el cual halla su punto de inflexión y dónde se postula que el con-sentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial, hasta las regu-laciones actuales como los Códigos de la American Psychological

28 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 29

Page 3: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

cólogos ejercen un juicio razonable y toman las precauciones necesarias para asegurarque sus potenciales prejuicios, los límites de su competencia, y las limitaciones de supericia no los conduzcan ni les permitan aprobar prácticas injustas”.Pero también se establece una línea delgada que podría conducir al esta-

blecimiento de una nueva regla, en los casos de trastornos graves, en los quese revele claramente la incapacidad del paciente de consentir, siendo enton-ces que a mayor interés benéfico menor autonomía, con los múltiples dile-mas éticos que de ello se derivan, en especial la puesta en cuestión de la apti-tud del analista y los límites de su competencia para evaluar la capacidad dehacerlo de aquél que va a consentir. Ciertamente, la evaluación de los indi-viduos que deberán consentir sitúa una tensión entre: el respeto de la volun-tad del paciente de elegir libremente al profesional que lo atenderá, y la eva-luación, que al paciente se le hará para permitirle hacerlo vía el consentir.Evaluación de la que el profesional que solicita el consentimiento informa-do es responsable. Es él quien establecerá esa capacidad. De esta manera apa-recen dos derechos contrapuestos que la misma norma porta: la libertad deelegir frente a la capacidad legal para hacerlo, que queda supeditada de laevaluación que realiza ese profesional. Y, derivada de ella, encontramos lacapacidad del paciente para elegir continuar o finalizar el tratamiento encualquier momento del mismo.Finalmente señalemos que la teoría del consentimiento informado al

congregar en su espíritu y en la letra de su codificación el contexto propiode disciplinas como la Ética, el Derecho y la Salud (física y mental), pone encruz, en su quehacer y con sus requerimientos –de tan diversas disciplinas-a los encargados de ejecutarlo.En esta versión, la del 2002, el consentimiento informado se halla dise-

minado en cuatro capítulos al parecer bien diferentes: el Capítulo 3.Relaciones Humanas, apart 3.10, el Capítulo 8. Investigación y publicación,apart. 8.02, el Capítulo 9. Evaluación, apart 9.03 y el Capítulo 10. Terapia,apart.10.01. ¡Todo un cambio respecto de la versión anterior! que señale-mos, aún se encuentra impregnada del ánima que dio origen al consenti-miento informado: el resguardo del sujeto de la investigación (Nüremberg,1947) y la responsabilidad profesional al determinar que ésta siempre recaeen el profesional y nunca en los participantes de la investigación, aunqueéstos hayan otorgado su consentimiento (Helsinski, 1964). Recortaremos sólo tres de ellos para leer qué modificaciones se han

introducido en cuestión de consentimiento para la práctica psicológica.

deben seguirse para ello (evaluar la capacidad de aquél que va a consentirpara realizar dicho consentimiento, la provisión de información suficientepara ello, la determinación de que se lo ha hecho libre de influencias inde-bidas, la documentación del mismo) y como proceder ante los casos de inca-paces legales. Y es que de lo que se trata aquí es de la capacidad legal de con-sentir, es decir, un permiso que se le otorga a un otro para realizar o permi-tir hacer algo que involucra de manera directa al que lo admite. Un consen-tir que compete al sujeto del derecho, un sujeto autónomo que puede com-prender y dirigir sus acciones de manera voluntaria.Esta normativa, dada su importancia y la complejidad que comporta su

implementación, en pro del resguardo de los derechos del paciente/clien-te, ha sido objeto de revisión por la American Psychological Association(APA). Así, en la versión 2002 del código, (vigencia 1° de marzo de 2003),por ejemplo hallamos que el C. I. se encuentra atravesado de un modo claropor los cuatro grandes principios de la bioética (no maleficencia, benefi-cencia, justicia y autonomía del paciente) que se incluyen, ahora, entre susprincipios generales.Ciertamente el C. I. se edifica como requisito en consonancia con el prin-

cipio de autonomía, al resguardar el derecho del sujeto a estar libre de presión,fraude, engaño u coacción al momento de consentir, al disponer de la infor-mación suficiente y adecuada que le posibilite una decisión lúcida e inde-pendiente, limitando, de este modo, al principio de beneficencia que promueveel mejor interés del paciente, protegiendo sus legítimos intereses y supri-miendo los prejuicios pero, llegando en algunos casos, a no tener en cuentala opinión de éste. Una fórmula que podría resumirse en la expresión acu-ñada por Beauchamp y Childress en 1979 cuando definen los cuatro prin-cipios de la bioética “todo para el paciente pero sin contar con él”, agreguemossin contar con el consentimiento de él. Ya desde los principios generales como puede leerse en el principio A.

Beneficencia y no maleficencia queda establecido el límite impuesto alterapeuta en esta normativa, a su “furor sanandi”, al señalar el esfuerzo que deél se espera para evitar hacer el daño, apelando, para ello, a su responsabili-dad profesional y, por sobre todo, a su aptitud para mantener a raya del tra-tamiento aquello que podría interferir en el mismo, a saber: conflictos per-sonales, conflictos de intereses institucionales o políticos y ¡hasta inclusive!su propia salud física o mental. Esto aparece redoblado con los requerimien-tos impuestos al psicólogo en el principio D. Justicia que señala que “los psi-

30 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 31

Page 4: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

(b) Los psicólogos informan a las personas que tengan cuestionada la capacidadpara dar consentimiento o para quienes la evaluación haya sido indicada por ley o porlas regulaciones gubernamentales, acerca de la naturaleza y propósito de la evaluaciónpropuesta, usando un lenguaje que sea razonablemente comprensible para la personaobjeto de la evaluación.

(c) Los psicólogos que utilizan los servicios de un intérprete obtienen el consenti-miento informado del cliente/paciente, asegurando que se preservarán la confidencia-lidad de los resultados y la seguridad de los tests e incluyen la descripción de las limi-taciones de los datos recogidos en sus recomendaciones, informes y diagnóstico o decla-ración de evaluación, incluyendo el testimonio forense. (Vea también Normas 2.05Delegación de trabajos a terceros; 4.01, Mantenimiento de la confidencialidad; 9.01,Bases para la evaluación; 9.06 Interpretación de los resultados de evaluación; y 9.07Evaluaciones realizadas por personas no calificadas.)

10 Terapia10.01 Consentimiento informado para la terapia

(a) Al obtener el consentimiento informado para la terapia tal como se requiere enla norma 3.10, Consentimiento informado, los psicólogos informan a losclientes/pacientes lo antes posible en la relación terapéutica acerca de la naturaleza yel curso previsto de la terapia, los honorarios, el grado de participación de terceras par-tes y los límites de la confidencialidad y les brindan la oportunidad de formular pre-guntas y recibir respuestas. (Ver también Normas 4.02, Discusión de los límites de laconfidencialidad y 6.04, Honorarios y acuerdos financieros).

(b) Al obtener el consentimiento informado para un tratamiento para el cual no sehan establecido técnicas ni procedimientos universalmente reconocidos, los psicólogosinforman a sus clientes/ pacientes sobre la naturaleza evolutiva del tratamiento, lospotenciales riesgos que involucra, los tratamientos alternativos que podrían estar dis-ponibles y la naturaleza voluntaria de su participación. (Ver también Normas 2.01e, Límites de la competencia y 3.10, Consentimiento informado.)

(c) Cuando el terapeuta es un principiante y la responsabilidad legal del tratamien-to reside en el supervisor, se informará al cliente/paciente que el terapeuta se está capa-citando y que está siendo supervisado y el nombre del supervisor como parte del pro-cedimiento del consentimiento informado.

La primera de las modificaciones que podemos observar es la relevanciaque adquiere el C. I. en la normativa deontológica, razón por la cual es incor-porado en diversos capítulos significativos de la codificación y en dónde

3. Relaciones humanas:3.10 Consentimiento informado

(a) Cuando los psicólogos conducen investigaciones o prestan servicios de evaluación,terapia, counseling, en persona o por vías de transmisión electrónica u otras formas decomunicación, obtienen el consentimiento informado del o los individuos, utilizando unlenguaje que sea razonablemente comprensible para la o las personas, excepto cuando lle-var adelante tales actividades sin consentimiento esté autorizado por ley o regulacionesgubernamentales o esté establecido en este Código de Ética. (Ver también Normas 8.02,C. I. en la investigación; 9.03, C. I. en evaluaciones; y 10.01, C. I. en terapia).

(b) En el caso de las personas legalmente incapaces para dar consentimientoinformado, los psicólogos igualmente (1) proveen una explicación apropiada, (2)procuran el acuerdo del individuo, (3) consideran las preferencias y los mejores inte-reses de tales personas, y (4) obtienen el permiso apropiado de una persona legal-mente autorizada, si tal consentimiento sustituto está permitido o requerido por ley.Si no lo estuviera, los psicólogos toman las medidas razonables para proteger losderechos y el bienestar del individuo.

(c) Cuando los servicios psicológicos sean indicados o autorizados por la justicia,los psicólogos informarán al individuo antes de proceder sobre la naturaleza de dichosservicios, incluyendo si fueron o no indicados o autorizados por la justicia y los lími-tes de la confidencialidad.

(d) Los psicólogos documentan apropiadamente el consentimiento escrito u oral, elpermiso y el asentimiento. (Ver también Normas 8.02, C.I. en la investigación;9.03, C.I. en evaluaciones; y 10.01, C.I. en terapia.)

9. Evaluaciones9.03 Consentimiento informado en evaluaciones

(a) Los psicólogos obtienen el consentimiento informado para evaluaciones o diag-nósticos, tal como se describe en la Norma 3.10, Consentimiento informado, excep-to cuando (1) la evaluación sea indicada por ley o por las regulaciones gubernamen-tales; (2) el consentimiento informado esté implícito ya que la evaluación se realizacomo parte de las actividades de la rutina educativa, institucional u organizacional(por ejemplo, cuando los participantes voluntariamente aceptan la evaluación al pre-sentarse a un empleo); o (3) uno de los propósitos de la actividad es evaluar la capa-cidad de decisión. El consentimiento informado incluye una explicación de la natu-raleza y propósito de la evaluación, los honorarios, la participación de terceras partesy los límites de la confidencialidad, así como la correspondiente oportunidad para queel cliente/paciente formule preguntas y reciba respuestas.

32 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 33

Page 5: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

cuación a la ley y a la norma 3.10 y se hace hincapié en la evaluación de laaptitud del consultante para decidir consentir. Se localiza así al C. I. comouna más de las cuestiones contractuales alcanzada por la regulación norma-tiva, al igual que la explicitación del alcance de la evaluación, los honorariosde la misma, los límites de la confidencialidad, la participación de terceraspartes (supervisor) incluyendo de manera precisa la oportunidad que allítiene el paciente/cliente para formular preguntas y recibir respuestas. Lo quesí se incluye como novedad es la explicitación de que uno de los propósitosde la actividad es evaluar la capacidad de decisión del consultante.Ante el capítulo 10. Terapia uno estaría tentado de preguntarse qué nove-

dad respecto de los capítulos anteriores podría ahí hallarse. Llamativamentey para decepción del lector se hace referencia a lo expuesto en el capítulo3, norma 3.10, vuelve a repetirse lo agregado en el capítulo 8 en torno a lascuestiones contractuales y se agregan dos apartados el b) y el c) que consi-deran la importancia de informar al consultante sobre los procedimientosy/o técnicas que no son universalmente reconocidos y que podrían estardisponibles para él, y se ocupa de la experiencia o falta de ella por parte delterapeuta a fin se ponerlo en conocimiento de quién es el depositario de laresponsabilidad legal de su tratamiento proveyéndole el nombre del super-visor en cuestión, respectivamente.Estas modificaciones ponen de manifiesto que, actualmente, el consenti-

miento informado es parte del requerimiento contractual ya sea, para iniciaruna terapia, para realizar una evaluación o para realizar una investigación, talcomo otrora lo fueran el dinero, la duración de la terapia y los alcances dela misma, aquellas preocupaciones del consultante al inicio del tratamientodetalladas por Freud en su artículo. A su vez, de estas consideraciones establecidas se desprende que el con-

sentimiento informado es imperioso, pero no suficiente, dado que por másque se intente una regulación exhaustiva que proteja al terapeuta de posi-bles acciones legales y al consultante de posibles abusos que pudieran acon-tecer en el terreno analítico, al fundarse la normativa en la noción de suje-to autónomo y el resguardo de la autonomía como derecho, se deja porfuera el hecho de que, desde la perspectiva del psicoanálisis, habría otro suje-to del que se puede esperar un consentimiento. Se trataría de un sujeto quehabita en un terreno distinto de aquél del médico jurista que se restringe,como señala Freud, a “una responsabilidad artificialmente limitada al yo metapsi-cológico” 5. Un sujeto que se que intenta dejar a raya al evaluar la capacidad

dicho derecho podría claramente ser avasallado por la acción del terapeuta. A su vez, se modifica el capítulo en el que éste es incluido en su presen-

tación clásica, pasando a ubicarse ahora en el capítulo 3. Relaciones Humanas.Capítulo que además de ser nominado de un modo al parecer ajeno alámbito psicoterapéutico, a una relación terapéutica, como son las relacioneshumanas, congrega en él una serie de apartados: discriminación injusta,acoso sexual, otras formas de acoso, evitar el daño, relaciones múltiples, con-flicto de intereses hasta la interrupción de los servicios, entre otros, que pro-curan resguardar los derechos del sujeto o, mejor dicho, al sujeto de derechoque podría verse amenazado por la asimetría propia del vínculo terapéuti-co. Más allá de ello ha cambiado también le letra de la codificación, encon-tramos entonces que en el capítulo 3:1) no se refiere sólo a la terapia sino a otros ámbitos de influencia del psi-

cólogo: conducción de investigaciones o prestación de sus servicios de eva-luación, counseling ya sea en persona o por vía electrónica2) se incluye como novedad los tratamientos y/o consultas por vía elec-

trónica y se plantea la necesidad, en esos casos, de documentar y/o obtenerel consentimiento informado correspondiente.3) se exceptúa al psicólogo de la obtención del consentimiento informado para

realizar las actividades señaladas en 1) y 2) cuando ello este autorizado por ley.4) los apartados a) y b) de la versión anterior se condensan en el b) en

lo que respecta al acuerdo a realizar con el cliente que recibirá el serviciopor la vía del consentimiento de sus representantes legales.5) el requisito de la documentación del C.I. es presentada en un aparta-

do nuevo el d) en dónde se requiere documentar el consentimiento, el per-miso y el asentimiento. Tres lugares, tres consentires diferentes que se ponenen juego ahora: el procedimiento de consentimiento informado clásico(evaluación, información adecuada y documentación del proceso), el permi-so de la persona autorizada para consentir ante el caso de un incapaz legalo si el tratamiento ha sido indicado por un juez y el asentimiento del suje-to que es objeto de representación legal. La APA crea así una nueva catego-ría de admisión de pacientes en pro de equilibrar el principio de autonomíacon el interés benéfico del paciente.En el nuevo apartado que surge en el capítulo 9. Evaluación, se detallan

los diversos ámbitos: forense, educativo, institucional, organizacional/laboral,en que el psicólogo puede realizar evaluaciones diagnósticas y que el con-sentimiento es implícito por ser actividades de rutina. Se recuerda su ade-

34 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 35

Page 6: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

por el ideal de los derechos humanos, sino por lo real de la estructura, delsíntoma. Se trata de un deseo que se orienta por una política para ir a con-tramano de la identificación.En este sentido, si “el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás”7 es jus-

tamente porque, “el sanar es un beneficio por añadidura de la cura psicoanalítica, [y]con ello se defiende de todo abuso del deseo de sanar”8 , abuso que iría en detrimen-to del rigor del psicoanálisis en su ética y que puede leerse cuando el analistano se sustrae del ejercicio de dirigir la cura confundiéndola con cierta direc-ción de conciencia que, a modo de una guía moral, dirige al paciente. El acento queda puesto así, en el encuentro con un psicoanalista y en el

uso que de él se haga. Y es que el psicoanálisis ofrece un objeto: el psicoa-nalista que dirige la cura, que con su versatilidad y docilidad sabe tomar cadavez, y para cada sujeto el lugar a partir del cual ejercer su acción acorde acómo se aloje en la transferencia. Así en el acto analítico puede localizarseel deseo del psicoanalista que nada tiene que ver con el deseo de ser psico-analista, el cual extravía el sentido y la dirección de nuestra acción.Sucintamente se trata de la posición que adopte ese Otro, el analista.

Posición que no lo exime de responsabilidad ya que, si éste se identifica conun psicoterapeuta hallaremos un hacer obediente acorde a las normas codi-ficadas. Camino propicio para la psicoterapia, para la identificación a algúnideal terapéutico. Si por el contrario, se halla en el analista un deseo y no unamo, se abrirá la posibilidad de oír al sujeto más allá de la identificación.Terreno del discurso analítico, reverso del discurso del amo.Veamos rápidamente, antes de introducirnos en la entrevista de Alex qué

ofrece la normativa local en materia de consentimiento informado. Leamosqué novedades y/o reiteraciones aparecen en el código de la Federación dePsicólogos de la República Argentina (FePRA):

1. - Consentimiento informado:1.1.- Los psicólogos deben obtener consentimiento válido tanto de las personas que

participan como sujetos voluntarios en proyectos de investigación como de aquellas conlas que trabajan en su práctica profesional. La obligación de obtener el consentimien-to da sustento al respeto por la autonomía de las personas, entendiendo que dicho con-sentimiento es válido cuando la persona que lo brinda lo hace voluntariamente y concapacidad para comprender los alcances de su acto; lo que implica capacidad legal paraconsentir, libertad de decisión e información suficiente sobre la práctica de la que par-ticipará, incluyendo datos sobre naturaleza, duración, objetivos, métodos, alternativas

de consentir del sujeto autónomo, y que se escapa de dicha codificación enlas prácticas psicológicas, el sujeto del inconciente, el sujeto dividido que,paradójicamente, el código de la APA pareciera intentar considerar al incor-porar en el 2002 al asentimiento subjetivo dentro de los consentires reque-ridos al consultante (cliente/paciente). Aunque sólo le habilite el ingreso enel caso de que el autónomo haya sido desalojado por el representante legal.De este modo, en esta normativa, en la misma letra de su codificación, se

pondría en cuestión la autonomía del sujeto. He allí la posibilidad de leer,lectura clínica, el cruce entre dimensión deontológica-normativa y ladimensión de la experiencia analítica, puesto que el sujeto que es convoca-do por cada una de ellas no es el mismo. Subrayemos que para el psicoanálisis el sujeto no es autónomo por defini-

ción, el sujeto lacaniano es efecto de, de la concatenación significante. No setrata, entonces, de un sujeto que en términos kantianos de autonomía puedadarse su propia norma, ni tampoco de un sujeto agente o Agency dispuesto ala acción, un sujeto aristotélico que tiene disposición y que, por lo tanto, seinstituye como soporte de dichos atributos. Por el contrario, Lacan plantea laheteronomía del sujeto dado que el sujeto parlante se configura como tal poruna ley dada por el Otro. De allí que la autonomía sea una ilusión del yo, yque, se enfatice en Lacan la dimensión de sujeción al significante6, la idea dela división del sujeto del inconciente como un hecho de estructura y, final-mente, la imposibilidad de unificación del mismo, es decir, que éste se vuel-va uno a partir de un análisis. Dos cuestiones serán importantes, entonces, en el terreno clínico: la cons-

titución subjetiva y la destitución del sujeto que supone que éste pueda des-identificarse de los significantes amo que históricamente lo determinaron.Porque al fin de cuentas aquello que un psicoanálisis puede ofrecer al sujeto esesa pequeña “liberación” para que esos significantes amo no dominen absolu-tamente su acción. Un margen de libertad para que no sea absoluto el some-timiento al deseo del Otro. Allí adquieren relevancia los fundamentos de laacción analítica, del acto del analista y el deseo del analista en función de laelección posible que se abre para el analizante. Y es que preguntarse por eldeseo del analista implica interrogarse por su acción. De otro modo, los inte-rrogantes sobre la aptitud del analista son consonantes con los referidos aldeseo del analista.Señalemos pues que el deseo del analista es un deseo orientado, pero no

por un ideal de la persona del analista, ni por sus sentimientos, ni siquiera

36 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 37

Page 7: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

pero lo que si hay es ética y principios como el de neutralidad y la regla deabstinencia y, sobre todo, riesgo a nivel de nuestra acción y ello implica la res-ponsabilidad del analista en su acto. Un psicoanalista y su deseo operando enla producción de un sujeto.Vayamos de lleno ahora a la entrevista de Alex con Paul Weston.

Recortaremos tres escenas para situar aquello de lo que nos hemos ocupa-do anteriormente, a saber: las reglas y la lectura de las reglas para esa situa-ción (tercer movimiento de la ética contemporánea: lectura de la singulari-dad en situación), justamente porque ellas se pondrán en juego con ese ana-lista en particular y es que “el deseo del analista, por muy normativizado que esté,tampoco puede ser un deseo anónimo, universal y puro” 10.

1. La entrada.Allí se produce el siguiente diálogo:Alex: ¿Hay alguna regla?Paul: ¿Regla?Alex: Reglas básicas. ¿Algo que deba saber antes de empezar?Paul: La verdad no. Más o menos queda en usted…Alex: Sí, sí. Soy el cliente…Paul: Sí. Aunque, en mi profesión, decimos que el cliente siempre se

equivoca –es un chiste de terapeutas.Como puede verse las normas entran en la escena del consultorio por la

puerta grande, sin reparos Alex pregunta directamente por ellas. Paul no le res-ponde esclareciéndolas sino que introduce un chiste, un equívoco ¿pretendiendoinstilarlo acaso en la creencia de la existencia del inconciente? no lo sabemos.No obstante, existe un encuadre clásico que desconocemos cómo ha sido acor-dado, Alex tiene un horario determinado para él y paga un dinero que ya hasido estipulado, sólo resta, siguiendo la normativa deontológia la obtención delrequisito del consentimiento informado (información adecuada, evaluación ydocumentación) cuestión que a nuestro parecer ronda todo el capítulo. Alex de entrada se ubica como cliente, dejando en claro que aún no ha

consentido venir al lugar de paciente y desde allí habla. Un buen lector dela normativa y apegado a ella, que no ha decidido aún atravesar la barra quedivide una posición de otra (cliente/paciente).El chiste que Paul introduce apunta a remarcar esa barra apelando a la

existencia de otra legalidad en juego, no la del sujeto de derecho, aquél enel que Alex se cobijará a la entrada, sino el sujeto dividido, del cual no sabe-

posibles y riesgos potenciales de tal participación. Se entiende que dicho consentimien-to podrá ser retirado si considera que median razones para hacerlo.

1.2.- La obligación y la responsabilidad de evaluar las condiciones en las cuales elsujeto da su consentimiento incumben al psicólogo responsable de la práctica de que setrate. Esta obligación y esta responsabilidad no son delegables.

1.3.- En los casos en los que las personas involucradas no se encuentren en con-diciones legales, intelectuales o emocionales de brindar su consentimiento, los psicólo-gos deberán ocuparse de obtener el consentimiento de los responsables legales.

1.4.- Aun con el consentimiento de los responsables legales, los psicólogos procu-rarán igualmente el acuerdo que las personas involucradas puedan dar dentro de losmárgenes que su capacidad legal, intelectual o emocional permita y cuidaran que suintervención profesional respete al máximo posible el derecho a la intimidad.

1.5- En los casos en los que la práctica profesional deba ser efectuada sin el con-sentimiento de la persona involucrada, como puede ser el caso de algunas intervencionespericiales o internaciones compulsivas, los psicólogos se aseguran de obtener la autori-zación legal pertinente y restringirán la información al mínimo necesario.

1.6.- El consentimiento de las personas involucradas no exime a los psicólogos deevaluar la continuidad de la práctica que estén desarrollando, siendo parte de su res-ponsabilidad interrumpirla si existen elementos que lo lleven a suponer que no seestán obteniendo los efectos deseables o que la continuación podría implicar riesgosserios para las personas involucradas o terceros.

Este código introduce tres novedades: 1) la posibilidad del cliente/consultan-te de retirar el consentimiento si halla razones para hacerlo, 2) la responsabilidadprofesional y la indelegabilidad de la misma para evaluar: las condiciones en quese da el consentimiento y la continuidad o no de la práctica en función de losefectos que ésta produce en el sujeto involucrado y/o terceros y 3) que aun conel consentimiento de los responsables legales, los psicólogos procurarán igual-mente el acuerdo que las personas involucradas. Es decir, que el paciente mismodebe condescender venir a ese lugar. Una nueva regulación que resguarda losderechos del consultante pero que, a su vez, apela de manera enfática a la respon-sabilidad profesional del terapeuta en cuestión y a su aptitud.Hagamos nuestra, en este punto la pregunta de Miller ¿qué podemos tradu-

cir de la ética del psicoanálisis en términos de deontología? 9 Que en la técnica ana-lítica no hay regla más que la regla fundamental freudiana, que ello no impli-ca la aplicación de una teoría y que no hay técnica, al modo de una guíamoral con normas prescriptas a priori como un manual de procedimientos,

38 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 39

Page 8: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

el que mejor escucha o mejor lo escucha a él. El chiste es retomado por Paul a fin de cazar al cliente o a su inconciente

no por la vía del acto sino de explicar la técnica analítica (el paciente oculta alterapeuta cosas de sí mismo, entonces se trata de descubrir las cosas que ocultamos). Yerra ahí la jugada hallando un no ha lugar por parte de Alex. Entonces, unanueva interpretación aparece y Alex fastidiado dice con el debido respeto, creoque llegamos a esto muy temprano, enfáticamente no se aviene a consentir lopropuesto por ese analista, es más lo rechaza. Paul ofuscado le retruca ¿enton-ces me pone a prueba? me pregunta por mi reputación…, Alex responde quiero saberlo que piensa, tengo derecho y alude al pago que, él como cliente, hace por eso.Paul continúa ofuscado y le dice entonces realmente lo que piensa… de él,me demanda que le haga preguntas que cree que me muero por hacer en función deestándares que usted estableció antes de pasar por esa puerta... Esta intervenciónlejos de lograr el efecto deseado o inclusive obtener un paciente obedienterepliega a Alex quien aún no halla allí un analista para dar su consentimiento.Es verdad que Alex ha investigado a Paul en el tiempo anterior y conti-

núa haciéndolo durante esa primera entrevista. Él quiere saber sobre Paulpara hablar, quiere información, pero, pese a ello, no desconoce que ese saberno es garantía pues ya lo ha probado. Es por eso que le dice espera que le digaa un perfecto desconocido cosas íntimas de mi vida, hay riesgos, y tajantemente ledice no voy a abrirme con usted. Luego claramente le anuncia que su condi-ción de militar es un obstáculo no es que la Marina vaya a darme una medallapor descargar mis cosas aquí, sin embargo no le pide que mantenga confiden-cialidad por su presencia allí, no se trata de eso.El saber obtenido en la investigación se erige como requisito necesario para

Alex, de allí la fijeza en la idea de ser escuchado acorde a su plan prefijado. Sinembargo lo único que consigue es postergar el acto por el cual advendrá ana-lizante. Y es que esa decisión es un salto que da cuenta de un tiempo lógico,no de una cronología, sino de una lógica del acto para el advenimiento delsujeto dividido. A su vez Alex, pone en juego en ese ideal de eficacia que sos-tiene en su investigación, propio de la sociedad de consumo, la urgencia, y aveces una compresión del tiempo por efecto de la misma tiene como efecto,parafraseando a Lacan, el pasaje abrupto del instante de ver (la bomba enMadrasa) al momento de concluir (la decisión de volver allí), anulando eltiempo de comprender, aquél que implicaría un trabajo analítico.Es importante también considerar que un responder automático a la

urgencia con protocolos preestablecidos implica un rechazo de la dimensión

mos aún si Alex consentirá dejar pasar por esa puerta 11. Un sujeto supues-to por Paul que podrá o no producirse. Y es que “al sujeto pues no se le habla,“Ello” habla de él y es ahí donde se aprehende”12, se capta, se captura como efec-to de palabra. Cobra importancia así el modo en que Alex se nomina “ase-sino de Madrasa” ese soy yo, una localización, la puesta en juego del deseo dereconocimiento por ese Otro analista.The customer is always wrong introduce una dimensión donde el cliente está

errado siempre, justamente, porque no hallará un refugio en el dispositivoanalítico, es más ese no será su lugar. Podemos preguntarnos si la enuncia-ción del mismo a la entrada es un cálculo de Paul, pero sólo veremos si hacobrado eficacia a posteriori.Ciertamente el pasaje de un lugar al otro: cliente/paciente dependerá de

un acto que deberá ser leído por el terapeuta y consentido por el que adven-drá al lugar de analizante suyo. Se trata del asentimiento subjetivo para el ini-cio de un análisis, un más allá del consentimiento voluntario y conciente deconcurrir los días martes, en el horario prefijado 10 hs al consultorio dePaul. Un asentimiento subjetivo que verifique allí en acto un deseo decidi-do de analizarse. Allí se requiere un analista, un acto y la pericia en su acciónpara leer los signos de ese asentimiento, pues de eso se tratará de leer, delanalista que lee la situación, produciendo en su acto un sujeto, el cuál sólopuede ser formalizado siempre a posteriori.

2. El tiempo de la investigación. Primero en el tiempo cronológico, pero también segundo ya que es

actualizado en la escena del consultorio y con ese analista. Y es que “...el ver-dadero original sólo puede ser el segundo por constituir la repetición que hace del pri-mero un acto, pues ella introduce allí el après-coup propio del tiempo lógico...” 13.El objeto de la investigación: elegir el mejor terapeuta antes de concretar

una entrevista se encuentra en la línea del cliente que busca calidad acordeal precio que paga; pero en realidad, todo el tiempo, desde que Alex cruzala puerta, continúa su investigación, pone a prueba al terapeuta para ver siestá a la altura de ser el depositario de sus cuestiones íntimas, para decidir sipuede decirle aquello que lo ha conducido a ese consultorio. Mediante ese ardid, la puesta a prueba del terapeuta, Alex esclarece su con-

dición para ese decir: hallar en él alguien que lo escuche, por eso su enojoMarina, ¡Doctor escuche! o el comentario sobre me dijeron que era el mejor,expresión que varía de significado a lo largo de la entrevista hasta llegar a ser

40 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 41

Page 9: Alex: una e-lección posibleapi.ning.com/files/9bnzZeuKAxeYDjjGU81UehYf6IVjyPyxgYbvEayUQW91... · JACQUES ALAIN MILLER (1987) Los signos del consentimiento Sobre la iniciación del

ese analista. De allí la posibilidad del pasaje de la posición del obediente, delelegido por la Marina a la posibilidad de la pregunta por la responsabilidadde sus acciones y elecciones y no la vía cerrada de justificarlas por la culpa.Un pasaje del consentimiento informado a la libertad de elegir, toda unae-lección de Alex.

subjetiva: imposibilita que cada urgencia devenga la posibilidad de unainvención en acto.

3. Entre el mejor y el elegido la e-lecciónUn parlamento de Paul apela a esa distinción tajante que hace Alex entre

el sujeto autónomo: el mejor, el elegido por la Marina, el que la vida lo esco-gió, del sujeto dividido que elige venir a ese lugar y es responsable por eso.Dicha intervención recorta ese significante elegido en dónde Alex está cómo-do porque no tiene que tomar decisiones y, por lo tanto, no se halla en juego,según Paul, su responsabilidad. No obstante, allí éste se extravía ya que la res-ponsabilidad va más allá del terreno del sujeto autónomo y, como ya lohemos señalado, no hay alienación más que al significante, significante quecausa sujeto. He allí, entonces una localización del sujeto dividido por él. Alex no comprende, sigue enfrascado en su evaluación del terapeuta, le

dice no tiene paciencia, me dijeron que era muy buen oyente. Finalmente suelta lainvestigación y lo pone a prueba en acto y puede decir el punto es que vine apedirle un consejo sobre algo, Paul interviene preguntándole si quiere queasuma la responsabilidad por él, si quiere que sea su oficial comandante quele da órdenes y él las ejecuta. En tono de humorada Alex le pregunta a Paulsi aceptaría ser su oficial comandante. Paul responde no creo estar calificado paraeso, respuesta que desilusiona a Alex quién siente que la entrevista fue envano y sólo atina a decirle, sabe qué, olvídelo, se supone que usted es el mejor. Paularremete ¿aceptaría ser su propio oficial comandante?Luego sin más Paul intenta establecer una conexión entre el colapso y la

decisión de viajar a Madrasa a echar un vistazo: no cree usted que se trata de unfuerte deseo de expiar sus acciones. Intervención que insiste con aquella culpaque Alex no siente por sus acciones militares, no obstante a partir ella nues-tro elegido se queda con cosas por decir. Ya es hora indica Paul y Alex mani-fiesta vamos aún tengo un par de cosas de las que quiero hablar, pero el corte desesión y la invitación a que vuelva para hablar de aquello que ha quedadopendiente introduce un tiempo para comprender.Si a partir de un chiste fue su entrada, juguemos con el equívoco con el

espiar sus acciones, en lugar de expiar la culpa. Un modo diferente de alo-jar al sujeto a partir de la incertidumbre por lo que vendrá, pero esa no pare-ce ser la apuesta de Paul. Quizás en el “que le queden cosas por hablar”, pueda leerse ese asenti-

miento subjetivo a la entrada en la que Alex acepta devenir analizante de

Referencias

1 - Freud, S. (1913), p. 125.

2 - Freud, S. (1913), p. 126. Es importante recordar que Freud en este texto

comenta que él veía a sus pacientes diariamente, llegando, en algunos casos a ¡seis sesiones

semanales!

3 - Ibíd.

4 - Freud, S. (1937), p. 250.

5 - Freud, S.: (1923 [1922]), p. 136.

6 - Lacan en “Posición del Inconciente” dice “la alienación es cosa del sujeto”, no

hay alienación más que al significante señalando así la prioridad original del significante sobre

el sujeto al establecer para él una escisión entre ser y sentido, primera forma del vel alienan-

te, entre el S1 y el S2. Se trata de una elección forzada, en tanto “el vel de la alienación con-

dena al sujeto a sólo aparecer en esa división”.

7 - Lacan, J. (1955), p. 312.

8 - Ibíd.

9 - Miller, J. A. (1992), p. 8.

10 - Miller, J. A. (1997). Versión electrónica.

11 - El tema del chiste es trabajado también, aunque desde otra vertiente, en: “El

chiste y su función en el encuadre terapéutico” de J.J. Michel Fariña y en “Alex: el tiempo

como apremio” de H. Montesano; ambos en el presente volumen.

12 - Lacan, J. (1964), p. 814.

13 - Lacan, J.: (1967b), p. 17-18.

42 • Cuestiones ético-clínicas en series televisivas Alex: una e-lección posible • 43