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    Historia de la Enfermería

    María del Carmen Amaro CanoEnfermera Especializada en Educación. Licenciada en Ciencias

    Políticas. Maestra en Ciencias Históricas. Especialista en Bioética. ProfesoraAuxiliar y Consultante de la Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto

    García Íñiguez"

    La Habana, 2004

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    Datos CIP- Editorial Ciencias Médicas

    Amaro Cano María del Carmen  Historia de la Enfermería. La Habana:  Editorial Ciencias Médicas; 2004.

      88p. Ilus.

    Incluye índice general. Incluye bibliografía alfinal de la obra.ISBN 959-212-124-9

    1.HISTORIA DE LA ENFERMERIA 2.LI-BROS DE TEXTO

    WY11

    Diseño de Cubierta: Edgar Arias VidalEmplane: Xiomara Segura Suárez

    © María del Carmen Amaro Cano, 2004© Sobre la presente edición:Editorial Ciencias Médicas, 2004

    Editorial Ciencias MédicasCentro Nacional de Información de Ciencias MédicasCalle I No. 202, esquina Línea, El Vedado,Ciudad de La Habana, 10400, CubaCorreo electrónico: [email protected]éfonos: 553375 y 8325338

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    A LA ESTUDIANTE DE HOY Y POSIBLE ENFERMERADE MAÑANA

    Si has seleccionado esta carrera por vocación o si lo has hecho por-

    que piensas que es una forma honesta de ganarte la vida:

    ¿No te gustaría poder sentirte orgullosa algún día de tu decisión de

    hoy?¿Sabes lo que la enfermería ha aportado a la sociedad desde los tiem-

     pos más remotos de la antigüedad?

    Si quieres saber, ¿por qué muchas cosas son hoy, como son, en enfer-

    mería?

    Si quieres verdaderamente estudiar científicamente la necesidad de

     posibles cambios, no queda otro recurso que indagar en el interesante

     pasado de esta profesión.

    Porque sólo el estudio del pasado permite comprender el presente ytrazar la estrategia para un futuro mejor.

    Te invito pues, al estudio de la historia de la enfermería, como contri-

    bución valiosa al reforzamiento de tu propia identidad profesional.

    ¡Este es un pequeño homenaje a todas las enfermeras del mundo, que

    mantienen vivo el legado de Florence Nightingale!

     De quien ama profundamente esta digna y humanitaria profesión

    La AutoraCiudad de La Habana, 16 octubre 2002

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    CONTENIDO

    Introducción /6Un pequeño avance de las respuestas de la historia: ¿por qué usan cofia

    las enfermeras? /7Prácticas de enfermería en la Edad Antigua /8Prácticas de enfermería en la Edad Media /11Enfermería en la Edad Moderna /17Florence Nightingale y el surgimiento de la enfermería profesional /21Constitución del Concilio Internacional de Enfermeras: una de las expre-siones del impacto social de la obra de Florence Nightingale en la épocacontemporánea /29

    Enfermería en la época contemporánea /32Educación médica y de enfermería en Inglaterra, Estados Unidos deÁmérica, Canadá y España /35Prácticas curativas en Ámérica /39Fundación de los primeros hospitales y escuelas de medicina durante lacolonización española /41Prácticas de enfermería en el continente americano /44Prácticas de enfermería en Cuba /48

    Primera intervención y ocupación norteamericana en Cuba /53Enfermeras del ejército interventor norteamericano /54Fundación de las primeras escuelas de enfermeras (1899-1901) /55Primeras graduaciones de enfermeras /58Enfermeras cubanas en la segunda intervención norteamericana /59Liderazgo de las enfermeras cubanas /60Figuras destacadas de la enfermería cubana /64Enfermeras cubanas en el primer cuarto del siglo xx /67

    Enfermería cubana en el período 1925-1940 /69Constitución del 40 y sus efectos en la profesión de enfermería /71Enfermería a partir del triunfo de la revolución cubana /73Consideraciones finales /78Referencias bibliográficas /80Otras fuentes bibliográficas consultadas /86

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    "Es luz maravillosa de la naturaleza que sólo está completo el que se

    da; y no se empieza a poseer la vida hasta que no vaciamos sin reparo y

    sin tasa, en bien de los demás, la nuestra".

     José Martí 

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    INTRODUCCIÓN

    Hace tres años, gracias a la gentileza y generosidad de las compañeras dela Vice-Dirección de Enfermería del Hospital "Hermanos Ameijeiras", tuve elgusto de poder dirigirme a estudiantes y profesionales en un acto en el que serendía homenaje a todas las mujeres y hombres del mundo que han elegido lahermosa tarea de cuidar. Y allí, frente a ese auditorio, recordaba que el acto decuidar no es sólo privativo del hombre. El animal también cuida a sus cachorros,e incluso, cuando andan en manadas y uno es herido, regularmente alguno per-manece junto a él para protegerlo de los ataques enemigos.

    Pero el cuidado inteligente, como le llamó Florence Nightingale -la fundado-ra de la enfermería profesional- ese sí es sólo privativo del hombre, aunquedesde los tiempos más remotos de la antigüedad ha sido una actividad funda-mentalmente femenina, con excepciones durante la Edad Media, cuando lasCruzadas, en que algunas órdenes religiosas masculinas combinaron las armascon los cuidados a los heridos y enfermos, y ahora, en pleno siglo XXI, en quecada vez más aparecen hombres que eligen esta profesión entre otras muchasopciones.

    En 1998, cuando me preparaba para conmemorar al año siguiente el cente-nario de la fundación de la primera Escuela de Enfermeras, me surgió el deseode escribir un libro que contribuyera a la bibliografía cubana sobre la historia dela profesión, para dedicárselo a las enfermeras del tercer milenio. Por tal moti-vo, como tesis de mi maestría en historia me decidí a iniciar una investigaciónque me permitiera dar respuesta a mi gran cuestionamiento: "La Fundación

    de las Escuelas de Enfermeras en Cuba, ¿Deuda Histórica con Estados Unidosde Norteamérica?", pues esas primeras escuelas fueron fundadas durante laI Intervención Norteamericana.

    A lo largo de mi investigación pude demostrar que la fundación de estasEscuelas de Enfermeras formó parte de la política sanitaria del gobiernointervencionista y ésta no tenía un fundamento altruista, sino que respondía a ladefensa de sus propios intereses. Estados Unidos quería proteger la salud desus ciudadanos que habían venido a Cuba con el gobierno de ocupación y tam-

    bién a los que habitaban, fundamentalmente, las ciudades del sur de los EstadosUnidos, que estaban muy en contacto con la Isla por sus relaciones comercialesmarítimas.

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    El temor a las enfermedades transmisibles y el posible contagio de su pobla-ción y las precarias condiciones sanitarias de Cuba al final de la guerra, comoconsecuencia de la Reconcentración de Weyler y la retirada de las religiosascatólicas -que hacían funciones de cuidadoras de enfermos- por el gobiernoespañol al perder la guerra, hizo que Estados Unidos asumiera la higienización

    del país y la organización de la salud pública, para lo cual necesitaban enferme-ras y, como no existían, decidió formarlas con la extraordinaria contribución deun grupo de prestigiosas enfermeras norteamericanas, con cuya labor personalsí tenemos una deuda de gratitud. Gobierno y pueblo estadounidense son doscategorías bien distintas. La política sanitaria pertenecía al primero; pero elcelo, la abnegación y el sacrificio de las enfermeras norteamericanas pertene-cían al segundo.

    UN PEQUEÑO AVANCE DE LAS RESPUESTASDE LA HISTORIA: ¿POR QUÉ USAN COFIALAS ENFERMERAS?

     

    En el mundo antiguo, en la mayorí a de las civilizaciones orientales, la mujerusaba un velo que, en algunos lugares fue evolucionando hacia un pañuelo decabeza que cubrí a sus cabellos. Cuando Vicente de Paul, sacerdote católico,fundó en Francia la congregación religiosa femenina de las Hijas de la Caridad,éstas adoptaron como hábito el vestido de las aldeanas de Alsacia-Lorena, que

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    consistí a en un vestido de paño largo, azul prusia, y una toca alada blanca quecubrí a sus cabellos. Las Hijas de la Caridad han sido, desde hace más de unsiglo, enfermeras de los ancianos, enfermos y desvalidos.

    Más tarde, cuando la inglesa Florence Nightingale fundaba el Instituto quelleva su nombre -y que resultó la primera Escuela de Enfermeras en el mundo

    con formación teórico-práctica, que diera lugar al surgimiento de la enfermerí aprofesional- seleccionó el uniforme para sus educandas, con los colores de subandera nacional: blanco, azul prusia y rojo. Así  el vestido era azul prusia, conpuños y cuello blancos y un delantal, también blanco, y se cubrí an del frí o conuna capa de paño inglés, azul prusia, revestida de lana roja. Redujo la toca de lasHijas de la Caridad a una cofia blanca, que tení a cintas y encajes en su rebordey cubrí a todos los cabellos. Todo esto tení a un fundamento de carácter higiéni-co, es decir, se usaba para evitar el transporte de gérmenes por esa ví a, loscabellos.

    Con el tiempo y la evolución de la moda, de la misma forma que los vestidoscomenzaron a perder longitud y anchura, la cofia fue disminuyendo su tamaño ydejó entonces de cumplir con su función higiénica para conservar sólo el carác-ter más bien ornamental, estableciendo cierto paralelismo con las empleadas delservicio doméstico. Esto también estaba relacionado con la tradicional posiciónde las cuidadoras de enfermos como religiosas o como domésticas, en posicio-nes de servicio y subordinación.

    Sin embargo, en algunos lugares conserva todaví a otro valor, llegando aidealizar el objeto como sí mbolo del honor de la enfermera. Hoy dí a es muydebatido el tema de la pertinencia de su existencia. Las jóvenes enfermeraspodrí an también reflexionar sobre esta temática y aportar sus criterios, queresultarí an muy valiosos para la dirección de enfermerí a, y la docencia en en-fermerí a del paí s.

    Como se puede apreciar, por el análisis de este hecho, el conocimiento delpasado ayuda a comprender el presente y contribuye decisivamente a la posibletransformación del futuro. Los profesores tenemos la responsabilidad de ayu-dar a los estudiantes para que puedan comprender los fenómenos y, junto con

    ellos, tenemos que transformar todo lo que esté mal o no haya llegado aun a losniveles esperados.Con esta modesta contribución pretendo incentivar a profesoras, enferme-

    ras y estudiantes a iniciar sus propias investigaciones históricas. ¡Será el viaje ala semilla!

    PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA EN LA EDADANTIGUA

    En la comunidad primitiva los hombres daban solución a los sí ntomas quepadecí an sin conocer ni imaginarse la enfermedad como una entidad. El hombre

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    primitivo enriqueció su experiencia observando a los animales; pero sobre todoobservando su propia experiencia y trasmitiéndola a otros hombres contempo-ráneos y a otras generaciones. Es esta caracterí stica la que identifica a la prác-tica médica como fenómeno de la sociedad humana.

    El hombre primitivo no encontró explicación a muchos de los fenómenos

    que ocurrí an en su organismo en su interacción con el medio, de manera que, alno encontrar respuesta asociaron estos fenómenos a la voluntad de seres so-brenaturales. De ahí   que las prácticas curativas estuvieron asociadas desdeesos tiempos a concepciones mí tico-mágicas. Unido a ello estaba el hecho deque ese sacerdote-brujo, que realizaba acciones curativas también se ocupabade cuidar a los enfermos. De manera que no puede desligarse en esos tiempos

    tan antiguos, el arte de "cuidar", base de la enfermerí a de hoy, del arte de "cu-rar", asociado a la práctica médica.1

    Al surgir la primera sociedad clasista, el esclavismo, ocurrieron cambioscualitativos en la vida de los hombres y, por tanto, también en la práctica médi-ca. En Mesopotamia (4 000 a.n.e.), por ejemplo, donde existieron tres civiliza-

    ciones en distintos perí odos de su historia, la formación de los médicos se hací aen los templos. En Sumer (4 000 a.n.e.), la más antigua de estas civilizaciones,se desarrolló la higiene, la cirugí a y la descripción de algunas enfermedades. EnBabilonia (2 000 a.n.e.), aparece la primera legislación para el ejercicio de lapráctica médica, con su código moral y legal, el Código de Hammurabi, con

    deberes y derechos explí citos, incluyendo las sanciones para los transgresores.En este mismo perí odo se practica el aislamiento de los enfermos contagiosos.En Asiria (1 000 a.n.e.), la última de las civilizaciones mesopotámicas del mun-do antiguo, dadas las caracterí sticas guerreras de sus pueblos, se desarrolla lacirugí a y, a partir de las necesidades que de ella se derivan, se inicia la disecciónde animales y, con ello, el conocimiento de la anatomí a.2

    Por su parte, en Egipto (4 000 a.n.e.) surge la especialización, los médicosse agrupan en cirujanos y los que se ocupan de las enfermedades internas. La

    higiene y las medidas de Salud Pública que se practican en esta civilización sonconsideradas superiores a las que luego fueron conocidas en la Edad Media.

    Otro elemento importante es que en la práctica médica apenas se aprecianelementos religiosos, aunque las primeras Escuelas de Medicina se crearon en

    los templos dedicados a Imhotep, padre de la medicina egipcia. A estos templos

    acudí an griegos, árabes y hebreos para estudiar.3

    En China (3 000 a.n.e.), la práctica médica se desarrolló  entre la clasedominante. Muchos emperadores fueron médicos. Los conocimientos se tras-mití an de padres a hijos. El primer tratado de Farmacopea fue "El Gran Herba-rio", del emperador Chen Nung, que ha contado con numerosas reediciones, delas cuales la última fue en 1911. Se hací a operaciones torácicas y abdominales.Se relacionó  la aparición de la peste con la existencia de ratas. Se aplicó  la

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    vacuna contra la viruela. Se conoció que la contracción del corazón era la causadel movimiento de la sangre. Se desarrolló la técnica de la acupuntura.4

    En Grecia (2 000 a.n.e.) Esculapio era un dios local en cuyo honor se cons-

    truyeron los Asclepiaeum o Asclepí ades, templos dedicados a su culto. Sussacerdotes eran los médicos más distinguidos. Posteriormente surgieron las es-

    cuelas laicas, basadas en la observación, punto de partida de la clí nica real.Dentro de estas escuelas se destacaron las de Cnido (siglo VII), cuyas ense-

    ñanzas giraban en torno al diagnóstico a partir de los sí ntomas de la enferme-dad, la de Cos (siglo VI), basada en el pronóstico y curso de las enfermedades-a la cual perteneció Hipócrates, el padre de la medicina occidental-, y la deCrotona, que era la de los pitagóricos, quienes utilizaban la disección de losanimales para realizar sus descubrimientos anatómicos (nervio óptico, trompade Eustaquio).5

    En la civilización griega, la mujer era considerada como menor de edad, notení a libertad para escoger a su marido, y con rarí simas excepciones tampocoparticipaba de las actividades intelectuales del hombre. Sin embargo, en los

    relatos homéricos aparece la figura de Panacea, hija de Asclepio y, por tanto,nieta del dios Apolo, seleccionando hierbas medicinales y ayudando a los sacer-

    dotes del templo en el cuidado de los enfermos, pero también de los heridos. Enla Odisea, se habla de Euriclea, esclava a quien Ulises llama "buena enfermera"

    y le pide que traiga azufre para desinfectar la casa.6

    Aunque el cuidado de los enfermos era obligación para esclavos, la mujeren su hogar también hací a estos menesteres, ya que era el ama de la casa, laque, a su vez, atendí a a su servidumbre enferma.7

    En la India (100 a.n.e.) la higiene fue lo más desarrollado. Por su parte, enlos libros sagrados, especialmente el Ayurveda, aparecen descritos los sí ntomasclásicos de la inflamación (calor, rubor, dolor), atribuidos posteriormente al médicoromano, Celso. Se practicaba la operación cesárea y la extracción decálculos biliares. Se realizaba la cirugí a estética de la nariz, con una técnica queaun se utiliza hoy dí a (colgajo de la frente). Entre los procedimientos obstétricosque se practicaban estaban la versión podálica y cef álica, la embriotomí a y lacraneotomí a.8

    En la lección IX del Charaka-Samhita, uno de los libros sagrados de la IndiaAntigua, se ofrece una interesante relación del concepto de trabajo en equipopara la atención al enfermo. "El médico, las drogas, los enfermeros y el pacienteconstituyen un equipo cuyas virtudes para la curación de las enfermedadesdeben conocerse".

    El propio capí tulo describe las funciones de cada uno de los integrantes delgrupo de trabajo. En el caso de los enfermeros dice: "Los enfermeros debentener un conocimiento de la preparación de las drogas, inteligencia, devoción alpaciente y pureza de cuerpo y alma".

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    Las crónicas médicas de la India mencionan el trabajo de los enfermerosmás veces que ninguna otra crónica antigua.9

    En Roma (750 a.n.e.) imperaban las ideas teí stas, de manera que habí adioses para las enfermedades (Febris), dioses protectores de los órganos (Uterina)y dioses protectores de las funciones (Lucina). El Pater Familia conservaba y

    transmití a los conocimientos. Habí a mucho interés por la higiene, de ahí  queconstruyeran grandes alcantarillados (Cloaca Máxima), grandes acueductos ylos cementerios fuera de las ciudades. Se practicaba la cesárea. Existí a unaregulación de la conducta médica (contra el aborto, el envenenamiento y lanegligencia con los pacientes). Por sus caracterí sticas de pueblo guerrero yconquistador se desarrolló la Sanidad Militar y, ya en el siglo I, surgieron loshospitales.10

    El último gran representante de la medicina antigua fue Claudio Galeno,

    nativo de Pérgamo. De él se conservan muchas obras, se cree que alrededor de100 son originales. Gran parte de su producción existe en traducciones árabes,hebreas y latinas hechas en el Medioevo. Su "Arte Médica" fue durante muchotiempo el manual clásico de medicina. En lo general, Galeno continuó las glorio-sas tradiciones materialistas de la medicina griega, siguiendo los principios de

    Hipócrates; pero también se dejó influir por las tendencias mí tico-religiosas y lacreencia en los sueños, con las que también impregnó sus obras.11

    El papel de la mujer era más importante en Roma que en Grecia, gobernaba

    también la casa; pero con mayor autoridad que la mujer griega, porque estabamás asociada a la vida de su marido. Compartí a los honores que se le brindabana su esposo, compartí a la mesa en comidas y recepciones y aparecí a con él enpúblico. Evidentemente eso permitió que varias de ellas practicaran laborescomo enfermeras, al prestarse a cuidar a los enfermos y heridos, atender a las

    parturientas y cuidar a los niños enfermos. Muchas eran viudas; pero algu-nas fueron matronas. Cuando surgió  el cristianismo, varias mujeres seincorporaron a esta humanitaria labor. Entre ellas se destacó una devotacristiana, Fabiola.12

    PRÁCTICAS DE ENFERMERÍA EN LA EDADMEDIA

    Europa continental, bajo la égida de la Iglesia Cristiana, ve aparecer lacreación de hospicios junto a los monasterios. En general, el cuidado de losenfermos fue uno de los primeros trabajos de la Iglesia. Al principio, el clero

    estaba obligado a visitar al enfermo que el cristiano hospedaba en su casa,aunque no fuera de su familia, pues a veces se trataba simplemente de un

    viajero.

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    Aquellos que carecí an de hogar y se encontraban enfermos eran recibidosen casa del Obispo. Muchos de esos trabajos eran realizados por los diáconos ydiaconisas. La institución de los diáconos (ministro eclesiástico de grado inme-diato al sacerdocio: el diácono ayudaba al sacerdote en el altar) fue establecidaprincipalmente para ayudar a los Obispos y a los Presbí teros en sus labores

    seculares (labores del siglo, del mundo, sociales). Las diaconisas, por su parte,eran mujeres que sin profesar votos religiosos, se ofrecí an voluntariamente aprestar servicios al clero en la asistencia del pobre y el desvalido, así  como otrastareas de la iglesia (cuidado de los paños del altar, etc).13

    Durante los primeros cinco siglos de la Edad Media, los conocimientosmédicos y sanitarios fueron conservados y ejercidos en los monasterios, ya queel clero atesoraba a las personas más instruidas. Por otra parte, durante eseperí odo, los señorí os y los monasterios estaban ubicados en lugares aislados, ylas enfermedades no se propagaban f ácilmente. Pero las guerras eran muy

    frecuentes y los soldados recibí an heridas. Las mujeres de los señores feudales,ayudadas por sus siervas, curaban y atendí an con gran habilidad e inventiva alos soldados heridos.

    Los médicos eran pocos; en general, lo que se desarrolló más fue la cirugí a,derivada de la propia necesidad que generaban las guerras y sus consecuen-cias, los heridos. De otra parte, de la propia necesidad que provocaba lainsuficiente cantidad de cirujanos enrolados en las tropas guerreras, surgióla habilidad de las mujeres de los señorí os y, bajo su responsabilidad quedó lacuración de los heridos y la atención durante la convalescencia de aquellos

    guerreros.14En los monasterios, muchos monjes ejercí an la medicina, y otros realizaban

    actividades de enfermerí a. Buena parte de los jardines de los monasterios esta-ban dedicados al cultivo de hierbas medicinales.15

    A partir del siglo VI, en que comienzan a fundarse los hospitales, muchosde estos monjes y monjas se convierten en los enfermeros y enfermeras queatienden a los enfermos internados. En este caso se destaca la Orden fundadapor Benito de Nursia, en Montecassino, Italia, en el año 529, que recomiendaprofundamente la atención a los enfermos16 (Fig. 1).

    Fig. 1. Abadí a de Montecassino, Italia. ( Enciclopedia Encarta, 2001.)

     

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    Con todo, el bagaje médico es pobre. La terapéutica y la cirugí a sufren unmarcado retroceso. La asistencia hospitalaria se limita casi exclusivamente a

    los hospicios y enfermerí as, anexas a los monasterios, aunque en esta época sefundan dos hospitales, sin influencia religiosa ni asociados a ningún monasterio,que alcanzarán su mayor auge en la época siguiente: los de Lyon (siglo VI) y

    Parí s (siglo VII), ambos en Francia.17 Sus primeras enfermeras eran viudas ymujeres que se dedicaban al cuidado de los enfermos, como penitencia.18

    En el siglo X declinó la medicina monástica. La Iglesia publicó edictos pro-hibiendo a los monjes tratamientos que consideraba como perjudiciales para los

    enfermos y negando el permiso para que practicaran la cirugí a19 (Fig. 2).En 1054, mediante el Cisma Griego, se dividí a la Iglesia Cristiana de Orien-

    te y Occidente. En 1095 se producí a la Primera Cruzada o Guerra Santa contralos musulmanes para recuperar el Santo Se-

    pulcro. Entre ésta y la última, que concluyóen 1270 con la muerte del rey francés, LuisIX, en Túnez, fueron nueve Cruzadas, sie-te de ellas dirigidas contra los musulmanes

    y dos organizadas por el Papa: una contra

    los albigenses (secta religiosa del sur de

    Francia) y otra contra el Emperador del

    Sacro Imperio Romano Germánico, Fede-

    rico II, a quien habí a excomulgado por nohaber iniciado la Cruzada contra los musul-manes en el tiempo establecido.20

    Desde el punto de vista de la historia

    de la enfermerí a, las Cruzadas dieron ori-gen a las Órdenes Militares de Enferme-

    rí a. Se hicieron progresos en el desarrollo de los hospitales, se desarrolló  lacirugí a y se despertó  la inventiva de las mujeres en su tarea de curar a losheridos y enfermos.21

    Muchos de los peregrinos que iban a visitar Jerusalén enfermaban en elviaje o al llegar al Oriente. La Iglesia habí a fundado allí  posadas, mucho antesde las Cruzadas. La primera de la cual se tiene noticias se inauguró como unasimple hosterí a. Posteriormente, en 1048, fue cedida a los Caballeros Hospitala-rios de San Juan de Jerusalén, para la atención de los enfermos. Esta Ordenestaba integrada por caballeros, presbí teros y legos, y no sólo atendí a a losenfermos, sino que defendí a con las armas a los peregrinos. De ahí  su nombrede Caballeros Hospitalarios, porque actuaban como enfermeros y soldados, se-

    gún la necesidad. A imitación de esta primera Orden se fundaron algunasmás. La Orden de los Hospitalarios fue la de mayor influencia y duración.Retuvieron el mismo tí tulo hasta el siglo XIV, en que adoptaron el de Orden de

    Fig. 2.  Los monjes Benedictinos. (En-ciclopedia Encarta, 2001.)

     

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    los Caballeros de Rodas y, luego, en 1530, lo cambiaron por el de Caballeros de

    Malta, con cuyo nombre existen todaví a22 (Fig. 3).En 1118, los Cruzados franceses fundaron la

    Orden de los Caballeros Templarios (junto al Tem-

    plo) para el cuidado y defensa de los peregrinos,

    y, en 1190, los alemanes fundaron la OrdenTeutónica, con los mismos fines (Fig. 4).

    En el siglo XII, fueron fundadas también Ór-denes Militares en España, para la defensa con-tra la invasión árabe y la ayuda a los peregrinosque iban a Compostela, a visitar la tumba del

    Apóstol Santiago. Entre las órdenes más famo-sas se encuentran las de Calatrava, Alcántara y

    Santiago.23

    A fines del siglo XII, en 1198, el Papa

    Inocencio III estableció una institución que seproponí a como modelo para la atención de losenfermos. En Roma se le llamó  "Hospital delSanto Espí ritu"; en Alemania, "Heilige Geist"(Espiritu Santo); y en Francia, "Hôtel de Dieu"(Casa de Dios). El Papa Inocencio IV (el mismo

    que destituyó a su gran oponente, el Emperadordel Sacro Imperio Germánico, Federico II,excomulgándolo) interesado en la gran obra queestas instituciones abarcaban, y que no estaban

    controladas por la Iglesia, invitó a las enferme-ras francesas de los Hospitales de Lyon y Parí sa organizarse bajo

    una regla mona-

    cal, sugerencia

    que muchas aceptaron y fundaron la Orden de

    las "Agustinas", en 1264. Estas monjas Agusti-

    nas de Francia son las primeras que tomaron con

    su "especial misión" el cuidado de los enfermos24

    (Fig. 5).

    Durante los siglos XII y XIII, muchos de los

    hospitales de la Europa continental, que depen-

    dí an del poder eclesiástico, pasaron a manos delpoder secular. En ellos no faltaba nunca el servi-cio de enfermerí a durante las 24 horas, y losinformes de la época prueban que se daba aten-

    Fig. 3. En la figura, una muestra dela tí pica vestimenta de los Caballe-ros de Malta: túnica negra con cruzblanca de ocho puntas, capa negra

    y gorro ceñido negro y cuello conplisadillo blanco. El significado de

    las ocho puntas era: goce espiri-

    tual, vivir sin malicia, arrepentirse

    de los pecados, humillarse ante los

    que injurian, amar la justicia, ser

    misericordioso, ser sincero y puro

    de corazón, y sufrir la persecucióncon abnegación. (Imágenes MuseoMetas de Enfermerí a, Internet.)

     

    Fig. 4. Los Caballeros Templa-rios. (Enciclopedia Encarta, 2001.)

     

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    ción a las medidas de higiene, según las normasreinantes en esos momentos (bastante deficien-

    tes, por cierto), además de procurar medios decomodidad para el paciente, aunque no falta-ban los abusos y la torpeza en el manejo de los

    bienes del hospital.25

    En los hospicios se albergaba igualmente alenfermo, al desvalido y al peregrino; pero ya enel siglo XIV habí a una distinción más clara en-tre un asilo y un hospital.

    Famosos fueron los hospitales: del Espí rituSanto (1204), de Roma; San Bartolomé (1123)y Santo Tomás (1213), de Londres; y los de

    Santiago, Dominus Dei y del Rey (siglo XII),Santa Cruz de Barcelona y el de Valencia (si-glo XIII), Santa Cruz de Toledo (siglo XIV),San Juan de Burgos y el Real de Santiago (si-

    glo XV), además de otros en Valencia, Grana-da, Salamanca y el de Cinco Llagas en Sevilla,todos en España.26

    En estos hospitales el servicio de enferme-rí a descansaba en el trabajo de monjes-enfer-meros, cuya dedicación al enfermo les hizoacreedores, en no pocos casos, a la beatifica-ción y canonización por la Iglesia. En otros ca-sos, cristianos que no eran monjes, pero viví ancomo tales, se dedicaban al cuidado de los en-fermos. Ello ocurrí a con mayor frecuencia en-tre las mujeres jóvenes -a quienes las continuasguerras les hací an perder la posibilidad de matrimonio; pero la vida conventual

    tampoco satisfací a sus temperamentos. Esta situación dio origen, en Flandes, alas "Beguinas", mujeres que se consagraban al pró jimo en trabajos de serviciosocial y de enfermerí a.

    En el siglo XIII hubo muchos "beguinajes" (nombre de la comunidad dondeviví an, sin pronunciar votos), en Bélgica, Suiza y Alemania. Su misión consistí aen cuidar niños y atender enfermos en las casas, cuando sus servicios eransolicitados. En ocasiones se les daba el encargo de un hospital. Parecida a lainstitución de las beguinas; pero dependiendo directamente de órdenes religio-sas, es justo mencionar a las Órdenes Terciarias, como las de Francisco de Así sy Domingo de Guzmán. En estos tiempos medievales las instituciones religiosasy sociales de hombres y mujeres adoptaron la costumbre de un hábito distintivode su grupo.27

     

    Fig. 5. En la figura, el hábito de lasmonjas Agustinas de Francia: túni-ca larga negra de manga larga,

    sobrevestido blanco con escote a la

    caja y sin mangas, mandil largo blan-

    co, sin tirantes, verdugo blanco e

    inmensa cota blanca con termina-

    ción a modo de alas. (ImágenesMuseo Metas de Enfermerí a,Internet.)

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    Los Dominicos y los Franciscanos eran órdenes mendicantes. Los prime-ros, llamados "frailes negros" por un manto de este color con capucha queincluí a su uniforme y, los segundos "frailes grises" por los tonos pardos o grisáceosde sus túnicas (Fig. 6).

    En Bizancio, en el siglo IX, la clase

    dominante protegió a los hombres sabios.Se organizó  una escuela superior y secrearon hospitales y farmacias civiles.Recientes descubrimientos hablan delvalioso aporte bizantino al surgimientodel hospital moderno.

    En el Mundo Árabe,28  la clase do-minante también protegió a los hombressabios y se tradujeron muchas obras

    helénicas a la lengua árabe, especialmenteen Medicina. La materia médica alcanzógran desarrollo y los médicos gozaron degran estima. Durante la existencia delImperio Musulmán se distinguieron dosCalifatos: el de Bagdad (siglos VIII y IX)y el de Córdoba (siglo X).

    En el Califato de Bagdad, se desta-

    caron los sirios, quienes habí an sidofundadores de grandes hospitales y escuelas,desde el siglo IV. Tras los hospitales sur-gieron las farmacias, con el consiguientedesarrollo de la quí mica. Se aprecian yaen este perí odo construcciones de hospi-

    tales especializados para determinadas enfermedades (Bagdad, año 786, el pri-mer manicomio), así  como hospitales ambulantes con carácter esencialmente

    militar (Fig. 7).

    En este tiempo se distinguieron muchos médicos ju-dí os, tales como Maimónides, cuya fama como médicoigualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley

     judí a. Llegó a ser médico de Saladino I, sultán de Egipto ySiria. Sólo al final del siglo IX empezaron a aparecer losmédicos árabes (Fig. 8).

    Dentro de las figuras más relevantes de la medicinaárabe es preciso citar a Rhazés de Bagdad, quien cultivómagistralmente la clí nica, y Avicena, con su Canon de laCiencia Médica, que reúne todos los conocimientos mé-dicos de la época. En 1258, Bagdad fue destruida por lainvasión de los mongoles (Fig. 9).

     

    Fig. 6. El hábito de los monjes francisca-nos. (Imágenes Museo Metas de Enferme-rí a, Internet.)

     

    Fig. 7.  La Mezquita deBagdad. (Enciclopedia

    Encarta, 2001.)

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    El Califato de Córdoba, en 1256, estabalimitado a Granada y finalmente fue reconquis-tado por Fernando el Católico, en el siglo XV.Los árabes perduran en la historia universal porsus valiosos aportes a las ciencias y, en especial,

    a la medicina (Fig. 10).En este Califato, entre los médicos másdestacados figuran: Avenzoar, que cuestionala anatomí a de Galeno; Averroes, quien dejacomo legado su gran obra "Kitab el Coliyat oLibro Universal de la Medicina", libro galénicoy aristotélico que se mantendrá  vigente pormuchos años; y Abulcasim, cuyo Vademecumde cirugí a se constituye en uno de los clásicos

    hasta el siglo XVIII. De todos los aportes dela medicina árabe conviene resaltar el uso delas suturas y el opio (Fig. 11).

    En cuanto a las prácticas de enfermerí a,estas eran realizadas por enfermeros hombrespara las salas de hombres, y mujeres para lassalas de mujeres y de niños. El personal deenfermerí a no sólo prodigaba cuidados al cuer-

    po, sino también al espí ritu, proporcionándoleslecturas y música a los enfermos.

    ENFERMERÍA EN LA EDADMODERNA

    A partir del siglo XV ocurren cambios

    importantes en el mundo occidental, que per-

    miten diferenciar este siglo y el subsiguientedel mundo feudal. El sistema feudal comienza

    a ser reemplazado en numerosos reinos por la

    aparición paulatina de estados nacionales (In-glaterra, Francia, España, Alemania, etc). Alpropio tiempo existe un importante crecimien-

    to demográfico, con una afirmación en los cen-tros urbanos y el consiguiente desarrollo de la

    burguesí a.Las propias necesidades materiales, deri-vadas del desarrollo del intercambio comer-

     

    Fig. 9. Retrato de Avicena. (Enci-clopedia Encarta, 2001.)

     

    Fig. 10. Mezquita de Córdoba. (En-ciclopedia Encarta, 2001.)

     

    Fig. 8. Retrato de Maimónides, mé-dico judí o. (Enciclopedia Encarta,2001.)

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    cial, obligan a la búsqueda de nuevas ví asmarí timas, lo que a su vez genera la ne-cesidad de desarrollar los conocimientos

    cientí ficos, entre las cuales se encuentratambién la medicina, pues los hombres no

    sólo continuaban enfermando de enfer-medades conocidas, sino que surgí an nue-vas en correspondencia con los cambios

    en el modo de vida de este perí odo.29

    La mayor parte de las nuevas enfer-

    medades vienen asociadas a cambios en

    el comportamiento humano. Los centros

    urbanos se desarrollan en forma alarman-

    te, con grandes concentraciones de fa-milias pobres que generan condiciones higiénicas deplorables, favoreciendo todoello el florecimiento de diversas enfermedades, tales como el raquitismo, enfer-medades venéreas, epidemias de otras enfermedades transmisibles (peste, ti-fus, influenza, difteria, escarlatina, paludismo, tifoidea) y la aparición de algunasenfermedades laborales (escorbuto entre los marinos, saturnismo en los pinto-res y coloreadores de vidrio, y silicosis en los mineros).30

    En filosof í a, el humanismo, como afirmación de la persona, emancipa alhombre y le ofrece posibilidades creativas como nunca antes. El Renacimientose ve así  atormentado por una gran crisis: la Iglesia Católica Romana sufreprofundas divisiones (reforma anglicana, luterana, calvinista) que repercuten entodos los campos. No es pues de extrañar que, en este ambiente, la ciencia y latécnica disfruten de un auge sin precedentes, incluyendo la medicina.31

    Si bien la Revolución Francesa genera cambios importantes en la concep-ción como en el ejercicio técnico de la medicina, es en el ámbito social donde selogran los avances más espectaculares. Técnicamente moderna, conceptualmenteneohipocrática, la medicina desarrollada bajo el influjo de la Revolución busca el

    alivio del enfermo con el menor sufrimiento. La terapéutica se hace menosagresiva; la cirugí a busca no sólo quitar el mal sino restituir al máximo la fun-ción.32

    La cirugí a, al igual que la terapéutica, aporta algunas innovaciones trascen-dentales, todas ellas encaminadas a un mayor humanitarismo en el trato de lospacientes y a combatir la gran mortalidad de los pacientes quirúrgicos. El aseocuidadoso de las heridas, la hemostasia por compresión o taponamiento, el ma-nejo incruento de las fracturas, el uso de los f órceps y el mayor conocimiento delas distocias en el parto traen consigo una notable disminución de la mortalidad.Los hospitales no sólo aumentan en número, sino que mejoran sus servicios y sevuelven semilleros de la intelectualidad médica. Muchos de ellos son los esce-narios docentes de las Universidades.

     

    Fig. 11. Retrato de Averroes, médico ára-be. (Enciclopedia Encarta, 2001.)

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    Ya en el siglo XIX las ciencias naturales habí an avanzado mucho y losmédicos, como sus representantes, eran aun más estimados, contando con in-gresos satisfactorios que les permití an tratar gratuitamente a los pobres.

    A comienzos del siglo, las nuevas máquinas alteran la estructura de la so-ciedad, se produce un gran crecimiento de la población y, cada vez mayor

    cantidad de personas viven en condiciones de extrema pobreza. Las grandesepidemias amenazan de nuevo y cuando ocurre la del cólera de los años treinta,la burguesí a reconocerá  que las malas condiciones de salud del proletariadoindustrial amenazan su propia existencia.

    La concentración de los obreros en lugares inhóspitos e insalubres provoca-ba la aparición del bacilo de la tuberculosis. Es también en esos lugares dondeaparece incrementada la mortalidad infantil, fundamentalmente por enfermeda-

    des infecciosas (neumoní a, meningitis, disenterí as) y también por la desnutri-

    ción. Se produce igualmente un mayor número de enfermos de malaria y fiebretifoidea. Los pobres son de este modo las mayores ví ctimas de las enfermeda-des.

    Es así  que, en 1843, se establece en Inglaterra una Comisión para estudiarel estado sanitario del paí s, cuyos resultados condujeron a que se dictara laprimera Ley de Salud Pública, en 1848. Este nuevo movimiento higiénico co-menzó en Inglaterra y ello no fue casual. Allí  se habí a producido la RevoluciónIndustrial y el gobierno inglés era fuerte y estable en el plano interno. Por otra

    parte, en la educación humaní stica inglesa se reflejaba fielmente el viejo idealgriego del hombre bien equilibrado. La armoní a del cuerpo requerí a tanto dela belleza como de la limpieza. A ello ayudó mucho la práctica deportiva en laeducación británica.33

    Pero el cuidado de los enfermos, especialmente los pertenecientes a las

    clases más humildes, descansaba en manos no sólo inexpertas, sino en muchoscasos inescrupulosas. Una imagen de ello lo ofrece el novelista inglés, CharlesDickens (1812-1870), uno de los escritores más conocidos de la literatura mun-dial, en su obra Martin Chuzzlewit (1843-1844), en la que inmortalizó a SaireyGamp y a Betsy Prig, dos viejas, sucias, descuidadas, perezosas, como una "fiel

    representación del tipo de personas que se contrataban para atender a enfer-mos pobres".

    Por su parte, en la Europa católica, hasta el siglo XIX la enfermerí a habí aestado casi por completo relacionada con las Órdenes Religiosas, fundamental-mente femeninas, y bajo su cuidado. A pesar de que estas mujeres, con fre-

    cuencia, no tení an apenas instrucción, acababan por aprender su arte porexperiencia práctica, sin conferencias ni exámenes y, por otra parte, se ocupabanmás de las necesidades del alma que las del cuerpo de sus pacientes. De este modo,y a pesar de las limitaciones evidentes de su formación, muchas de ellas llegaban aser excelentes enfermeras, según las exigencias de aquellos tiempos.34

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    A medida que la medicina se hací a más cientí fica, la importancia y necesi-dad de un tipo de enfermera más instruida y mejor preparada se hací a evidente.Este proceso de reforma de la enfermerí a comenzó  en Alemania, en 1833,dirigido por Theodor Fliedner (1800-1864), ministro de una pequeña iglesia lute-rana en Kaiserswerth, quien, en ocasión de los viajes realizados por su patria y

    Holanda e Inglaterra, con objeto de reunir fondos para su iglesia, conoció a lasdiaconisas manonitas de Holanda y el movimiento de reformas en las prisionesde Inglaterra.

    En Alemania, las prisiones estaban en el estado más deplorable, e inspiradopor lo que habí a visto en Inglaterra, organizó la primera Sociedad de Prisionesen su paí s natal.

    En 1826 se casó con Friederika Munster, y juntos trabajaron en la organiza-ción de una sociedad de enfermeras visitadoras, tratando de copiar la labor de

    las diaconisas manonitas de Holanda.35

    Empezaron su labor de entrena-miento de enfermeras transformando elpabellón de su jardí n en un hogar paraancianas reclusas y tres años más tar-de, en 1836, inauguraban la primeraEscuela para Diaconisas, tal y comoexplica el Diccionario de Religiones:

    "En la Iglesia cristiana, mujer dedi-cada a trabajos religiosos. Entre los cris-tianos primitivos, las diaconisas cuida-ban a los enfermos, además de realizarotras actividades de carácter religioso.En la Iglesia occidental el oficio cayóen desuso en el siglo VI; fue restable-cido por el luteranismo."36

    La Escuela de Diaconisas de losesposos Fliedner, en Kaiserswerth, Ale-mania, fue la primera Escuela de En-fermeras con estudios, que duraban tresaños y consistí an en un entrenamientopráctico de labores domésticas y el cui-dado general del enfermo. Se les hací ahincapié en el servicio de cooperacióncon el médico. Pronto aumentaron las

    candidatas, procedentes de la clase obrera alemana, que pedí an ser iniciadascomo diaconisas. Este curso sirvió de modelo a otros establecimientos del mis-mo género, tanto en Alemania como en otros paí ses37 (Fig. 12).

     

    Fig. 12.  Diaconisas de Kaiserswerth. Vestidonegro largo con mangas, sobre el cual se lleva

    un delantal blanco de tirantes anchos, cofia del

    mismo color con pequeño volante alrededorde la cara que anuda bajo la barbilla. (ImágenesMuseo Metas de Enfermerí a, Internet.)

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    FLORENCE NIGHTINGALE Y EL SURGIMIENTODE LA ENFERMERÍA PROFESIONAL

    En los primeros años de la década del 40 del siglo XIX, una joven damainglesa, nombrada Florence Nightingale, visitaba la Escuela Fliedner, y esta visi-ta cambiarí a radicalmente su vida (Fig. 13).

    ¿Quién fue en realidad esta mujer, decuya vida y personalidad se ha hecho unmito por parte de muchos historiadores, crí -ticos y hasta novelistas?

     La sociedad inglesa de inicios del sigloXIX estaba caracterizada por una estruc-tura social de abismal disparidad. De un

    lado, unas clases viviendo en un estado deaislamiento poderoso e influyente (la aris-tocracia y la burguesí a); de otro, las clasesví ctimas de su opresión y vasallaje (los obre-ros y los campesinos). Por su parte, lamayorí a de la clase obrera estaba carac-terizada a su vez por la depauperación, elhambre, el alcoholismo y las deplorables

    condiciones de trabajo, todo lo cual engen-draba enfermedades, incapacidades y has-ta la muerte.38

    La aristocracia inglesa, dispuesta a secundar algunas de las reformas solici-tadas por la burguesí a, adoptaba formas caritativas, tales como bazares, bailes yotras actividades sociales destinadas a recaudar fondos y beneficiar así  a lasclases desposeí das.

    En esa sociedad dividida en clases antagónicas, dirigida por el pacto de laaristocracia filantrópica y la burguesí a mercantilista, nació Florence Nightingale.En ese modelo socioeconómico creció y se desarrolló. En la formación de sucarácter están reflejados todos los conflictos de su tiempo.

    El bisabuelo materno de Florence se habí a enriquecido en el comercio yhabí a sido alabado por sus ideas y actividades humanitarias. Su abuelo ocupó unescaño en la Cámara de los Comunes durante casi 50 años, luchando a favor delos débiles, los desfavorecidos y los oprimidos. Por el contrario, su padre fue unrico diletante, aficionado a las artes, indolente, encantador, con gran ingenio,cultura y amante de los viajes.39

    Justamente en uno de los numerosos viajes realizados por el matrimonioNightingale, nacieron sus hijas Parthénope (Grecia) y Florence, en la ciudad deigual nombre, cuna del Renacimiento italiano, el 12 de mayo de 1820.40

     

    Fig. 13. Retrato de FlorenceNightingale joven. (Museo

    Nightingale.)

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    En ese contexto familiar, fuertemente caracterizado por el amor a las artes,

    ideas religiosas anglicanas ortodoxas, sentimientos filantrópicos y desarrollo in-telectual, Florence recibió una esmerada educación, especialmente dirigida por

    su padre, quien rápidamente se sintió orgullo-so de su bella e inteligente hija (Fig. 14).

    Su preparación abarcó los conocimientos deFilosof í a, Historia, Artes, Matemáticas, Estadí s-ticas, Religión, lo que, acompañado de la inesti-mable retroalimentación que le proporcionaronsus numerosos viajes, tales como el dominio de

    diferentes lenguas, la percepción de aspectosrelacionados con la polí tica, la economí a, los sis-temas de gobierno, los conceptos de libertad, las

    condiciones sociales, etc, la situó en el campo dela lucha por un mundo mejor. En su opinión, elhombre creativo tiene la habilidad de modificar

    su destino, y en ese sentido señalaba que:

    "...un mundo mejor ... no se nos ha dado;

    comencemos entonces, sin demora, a hacer

    uno".41

    El encuentro de Florence y la enfermerí a se produjo en 1844, cuando visita-ra la Escuela de Diaconisas de los esposos Fliedner, en Alemania. Inmediata-

    mente pensó que habí a recibido "el llamado de Dios" 42  para este trabajo. Laobra de los esposos Fliedner, en Kaiserswerth, hizo tal impresión a Florence,que decide tomar ella misma un curso de enfermera, por quince dí as, en esaescuela (Fig. 15).

    A su regreso a Inglaterra se dedica a visitar e inspeccionar, durante tres

    años, los hospitales ingleses, recopilando datos de éstos y solicitando informa-ción similar, a través de diversos amigos, endiferentes paí ses europeos. Esta faceta de suvida es desconocida para muchos. Sus grandes

    conocimientos matemáticos y sobre estadí s-ticas le permitieron desarrollar innovaciones

    de técnicas en el análisis estadí stico (como el"pilotaje" de incidencias de muerte prevenible

    entre los militares durante la guerra), con lo

    cual mostró, finalmente, cómo un fenómenosocial podí a ser medido objetivamente y ana-lizado matemáticamente. Ella fue una

    Fig. 14. Florence Nightingale, conapenas 20 años. (MuseoNightingale.)

     

    Fig. 15. Vista de Kaiserswerth. (Mu-seo Nightingale.)

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    innovadora en la recolección, tabulación, interpretación y presentación gráficade las estadí sticas descriptivas; mostró cómo la estadí stica proporciona un mar-co de organización para controlar y aprender, y puede llevar a mejoramientos enlas prácticas quirúrgicas y médicas. También desarrolló una Fórmula Modelo deEstadí stica Hospitalaria para que los hospitales recolectaran y generaran datos

    y estadí sticas consistentes.43Mientras realizaba estas actividades, tiene que enfrentar la fuerte oposición

    familiar a su idea de convertirse en enfermera. Tanto su madre -una dominante

    mujer que le perdonaba apenas a su hija su inteligencia y encanto- como su

    padre -que sentí a perder la agradable e inteligente compañí a de la mejor dotadade sus hijas- se mostraron francamente en contra de esta idea. Ambos estaban

    esperando a que Florence se decidiera a elegir, entre sus numerosos preten-

    dientes, a su futuro esposo44 (Fig. 16).

    Por su parte, Parthénope, la hermana que siempresintió un poco de envidia hacia la inteligencia y bellezasuperior de su hermana - que la hací a mucho más atrac-tiva a los hombres y seducí a con su carisma a los ami-gos de la familia, e incluso a su abuela y a sus tí as-reclamaba, sin embargo, con gran sentido posesivo, la

    compañí a de Florence.45

    A todas las dificultades mencionadas anteriormente

    se sumaba el hecho de que su entrenamiento comoenfermera práctica estaba limitado a los quince dí asque habí a durado el curso que recibió en la Escuela delos esposos Fliedner en 1850, y otro de tres meses, un

    año más tarde.A pesar de todas esas dificultades, en 1853, se encarga de un puesto de

    Superintendente en una Casa para Nobles Inválidas. En esa época, el númerode enfermeras capacitadas en Inglaterra era inferior al necesario. Todas proce-

    dí an de las clases sociales más humildes, con poca instrucción y educación; unagran parte de ellas eran alcohólicas y de conductas morales reprobables. Lamayorí a abandonaba pronto el hospital para dedicarse al mundo más libre de laenfermerí a privada.46

    Muy pronto se hizo evidente la capacidad organizativa y de dirección deFlorence Nightingale al frente de la Casa de Nobles Inválidas. Médicos y per-sonalidades de la aristocracia gobernante se fijaron en sus dotes como adminis-

    tradora, tanto de recursos materiales como humanos.

    En 1854, cuando estalla la Guerra de Crimea, a punto de partida de las

    armas empuñadas por el nuevo Napoleón contra Rusia, en la que Francia tienecomo aliada a Inglaterra, ésta se encuentra frente al gran problema de que sustropas se ven diezmadas, no por las balas enemigas, sino por las epidemias de

     

    Fig. 16. Retrato de Fanny,

    la madre de FlorenceNightingale. (Museo

    Nightingale).

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    tifus y cólera que producen más bajas por el inadecuado servicio médico delejército (Fig. 17).

    La incompetencia de los jefes

    militares y altos funcionarios se vie-

    ron reflejados en las noticias que el

    Times exhibí a ante la opinión públi-ca, en las que se daba cuenta de las

    terribles condiciones en que se en-

    contraban los enfermos y heridos de

    la campaña de Crimea. Las noticiasponí an de manifiesto, además, lacompleta desorganización y fracasode los servicios médicos, provocando

    la alarma y la indignación popular.Todo ello dio origen a una importan-te colecta con el objetivo de enviar

    material de medicina y enfermerí a alos campos de batalla.47

    Sir Sydney Herbert, í ntimo ami-go de Florence, era miembro del go-

    bierno y ocupaba en esos momentos

    el cargo de Secretario de Guerra, yle ofrecí a a ella el puesto de Super-intendente de Enfermeras en Crimea,

    en momentos en que ella misma -de-

    safiando las opiniones de su familia

    e incluso de algunos amigos- le enviaba una misiva ofreciendo sus servicios,

    cruzándose así  las cartas de la soli-citud y el ofrecimiento, que permitie-

    ron a Florence desplegar una labor

    de 20 meses en el frente de guerra

    de Crimea, hecho que -aunque cons-

    tituyó sólo un corto incidente en sucarrera- la colocó en posibilidades deinfluir notablemente en el desarrollo

    ulterior de la enfermerí a48 (Fig. 18).Nadie mejor que Florence en

    aquella época, quien era muy instrui-da y de una buena familia burguesa,

    para emprender la cruzada de la re-

    forma de la enfermerí a. Nunca an-

     

    Fig. 17. La gerra de Crimea. (Enciclopedia Encarta,2001).

     

    Fig. 18. Llegada de las enfermeras a Crimea.(Museo Nightingale.).

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    tes una inglesa con tantas cualidades habí a soñado con hacerse enfermera.Poseí a un carácter y una energí a especiales. Sus magní ficas relaciones confuncionarios ubicados en las altas esferas de los servicios administrativos leproporcionaron apoyo material y moral para el ejercicio de sus funciones.

    Unido a todo lo anterior, Florence tuvo el don de conquistar el favor de la

    opinión pública y de explotar el sentimiento de vergüenza que invadí a a Inglate-rra cuando supo que Francia disponí a de un buen número de religiosas, Herma-nas de la Caridad, para curar a los soldados enfermos y heridos, mientras que laInglaterra anglicana no contaba con esos servicios, pues esa Orden apenastení a representación en el paí s (Fig. 19).

    El Diccionario de Religiones ofrece lasiguiente definición acerca de esta Ordenreligiosa:

    "En la Iglesia católica, monjas noenclaustradas que dedican su vida a lospobres, los enfermos y los necesitados. LaOrden principal y más antigua es la de SanVicente de Paul, fundada por éste en 1633,en Francia".49

    Después de reclutar un grupo de 38enfermeras, partió para Scutari, en Turquí a,donde estaban ubicados los hospitales mili-tares ingleses. Desde su llegada al teatrode operaciones, retira la dirección de loscuidados a los heridos de manos de las au-toridades militares para confiarlos a lasmujeres que habí a traí do con ella (Fig. 20).

    A pesar de ocupar un puesto oficial enScutari, hubo de enfrentarse con fuertes

    prejuicios. El primero de todos, los obstá-culos que debí a vencer se correspondí a conel propio desarrollo de la sociedad a la quepertenecí a: su condición de mujer le impe-dí a la paridad social con el hombre, y losmédicos que estaban en el campo de bata-lla eran todos, hombres. La mayorí a de ellos se mostraron hostiles y desconfia-dos; pero poco a poco, demostrando en el trabajo su capacidad organizativa, suscualidades de administradora eficiente y el don de haber sabido elegir a las

    enfermeras que le estaban subordinadas, y que habí a traí do al Frente, desdeInglaterra, le hicieron ganar el respeto y la consideración de los hombres queocupaban responsabilidades médicas y militares50 (Fig. 21).

     

    Fig. 19. En la figura, uno de los primeroshábitos de las Hijas de la Caridad: vesti-do gris-azul de ruda lana con delantal azul

    oscuro y amplia cofia blanca, inspiradoen el traje tí pico de las aldeanas de Alsacia-Lorena. (Imágenes Museo Metas de En-fermerí a, Internet.)

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    En su indumentaria militar, Florence Nightingale fue muy práctica. Usabacolores oscuros en sus vestidos y basto delantal. Las enfermeras que le acompa-

    ñaban en Crimea vestí an con igual sobriedad vestidos de lana ruda y bufandas decolor parduzco con el nombre de "Hospital de Scutari" en rojo. Se acompañabade capas cortas.

    Todos sus biógrafos coinciden en que constantemente dio muestras de de-dicación, valor y desvelo en el ejercicio de sus funciones. No sólo sacó ordendel caos que reinaba antes de su llegada a las barracas de Scutari, sino que su

    educación, su nivel intelectual, sus dotes organizativas y de dirección, sus virtu-des de abnegación y sacrificio, su valentí a y seguridad en sí  misma, así  como lasuavidad y dulzura que acompañaban a su firmeza, resultaron fuente de ánimo

     

    Fig. 20. Barracas de Scutari, Turquí a. (Enci-clopedia Encarta, 2001.)

    Fig. 21. En la figura aparece la vestimenta usada porFlorence Nightingale en Crimea. Uno de sus trajes mili-tares más elegante: amplia y larga falda gris, con cha-queta entallada adornada en terciopelo. Se dejan ver los

    puños de las mangas de la blusa y el cuello blancos.Como tocado luce una cofia de encaje, pero, sin duda, lo

    más destacado es el resplandor de su lámpara. (Imáge-nes Museo Metas de Enfermerí a, Internet.)

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    para sus pacientes y motivo para consolidar su prestigio y autoridad entre sus

    colegas, médicos y oficiales del ejército.51

    Todo parece indicar que Florence poseí a un gran carisma. Hasta sus bió-grafos han recibido su efecto. Todo lo anterior ha motivado, más de una vez,que se cree una impresión falsa alrededor de la figura de Florence, aureolada

    por elementos mí ticos (Fig. 22).No siempre consiguió lo que querí a,

    ni pudo introducir cambios inmediatos en

    la asistencia de enfermerí a. Fue unamujer de su tiempo, aunque con ideas

    más avanzadas en muchos aspectos;pero sometida a las acciones y reaccio-

    nes sociales del perí odo histórico que letocó vivir. No nació lí der, la hicieronlí der las propias circunstancias del con-texto histórico en que desarrolló sus ac-tividades, aunque, evidentemente, sus propias aptitudes personales facilitaron el

    proceso de desarrollo de su liderazgo.

    Regresó de la Guerra como una Heroí na Nacio-nal. La Reina Victoria la condecoró con la Cruz deHonor (Figs. 23 y 24).

    Pero el trabajo de su vida comenzó en realidaddespués de la guerra. Sus experiencias en esta últimale habí an dejado huellas indelebles en la mente. Re-unió a su alrededor un enjambre de trabajadores, ca-pitaneados por Sydney Herbert, su gran amigo y

    Secretario de la Guerra. Mediante esta influencia se

    nombró una Comisión con facultades para investigarlos actos de la Administración Médica del Ejército. Laconsecuencia fue una reorganización completa de di-cho departamento. Así  se convirtió ella en una autori-dad en lo referente a la construcción, organización ydirección de hospitales y a su higiene.

    Alcanzó  tal fama que fueron procurados susconsejos para la reorganización de los hospitales y de-partamentos sanitarios del ejército inglés en la India;también los estadounidenses del Norte y del Sur lossolicitaron durante la Guerra de Secesión (1861-1866),así   como las dos partes beligerantes en la GuerraFranco-Prusiana, de 1870.52

     

    Fig. 22. La lámpara de FlorenceNightingale. (Museo Nightingale).

     

    Fig. 23.  Reina Victoria.

    (Museo Nightingale).

    Fig. 24.  Cruz de Honorentregada por la Reina aFlorence Nightingale.

    (Museo Nightingale).

     

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    En 1872, después de terminada la Guerra Franco-Prusiana, Henry Dunant,dijo:

    "Aunque se me conoce como el fundador de la Cruz Roja y el promotor dela Convención de Ginebra, corresponde a una dama inglesa todo el honor de laConvención. Lo que me indujo a viajar a Italia durante la guerra de 1859 fue el

    trabajo realizado por Miss Florence Nightingale en Crimea".53

    Sus escritos fundamentales fueron su Diario, informes, sugerencias e innu-merables notas. El más conocido es "Notas de Enfermerí a" las cuales, inmedia-tamente después de publicadas, tuvieron una venta enorme y fueron traducidasa numerosos idiomas. En estas Notas aparece la primera definición teóricaacerca de esta naciente profesión: "... la enfermerí a tiene la responsabilidad decuidar la salud de las personas..., y tiene que poner a la persona en la mejorforma posible para que la naturaleza pueda actuar sobre ella (...)".54

    Su ejemplo personal tuvo una gran significación, no sólo para quienes traba- jaron con ella, sino también para futuras generaciones de enfermeras y otraspersonas con las que tropezó a lo largo de su vida. Mucho antes de llegar a lavejez, Florence tuvo la oportunidad de ver terminadas muchas de las reformasque habí a iniciado, y hasta última hora, y aun hoy, su experiencia ha ejercido unagran influencia en el mundo de la administración de hospitales y en la enferme-rí a.

    "Al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando se fundó la Organiza-ción de las Naciones Unidas y éstas constituyeron sus organizaciones especia-lizadas, entre las cuales se cuenta la Organización Mundial de la Salud, una delas primeras acciones fue instituir el 12 de mayo, dí a del natalicio de FlorenceNightingale, como el Dí a de los Hospitales."55

    Dos sucesos importantes ocurrirí an en vida de Florence, en los que verí amaterializada parte de la obra de su vida: la fundación de la Asociación de

    Enfermeras Inglesas (1877) y "la batalla de las enfermeras inglesas", que culmi-nó con la aprobación del Registro Oficial Profesional (1893). En el ámbito inter-nacional pudo conocer desde su lecho de enferma -en el que estaba postradahací a ya algunos años, aunque con su mente lúcida y todaví a productiva- lafundación del Consejo Internacional de Enfermeras (1899).

    En 1909, en ocasión de celebrarse en Londres el III Congreso del ConsejoInternacional de Enfermeras, una joven enfermera cubana, que recién habí afundado la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, cuya Presidencia os-tentaba, hací a llegar a la fundadora de la enfermerí a profesional una mantilla deregalo a nombre de las enfermeras cubanas.56

    Florence Nightingale murió al año siguiente, a los 90 años de edad, el 14 deagosto de 1910, en Londres (Figs. 25 y 26).

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    Fig. 26.  Cementerio de  Hempshire East Wellow, donde reposan los restos de Florence

    Nightingale. (Museo Nightingale.)Fig. 25. Florence Nightingale a los 90años. (Museo Nightingale.)

     

    Sus restos reposan, junto a los de su familia, en el cementerio de Hempshire-

    East Wellow. En su tumba, como último testimonio de su más grande virtud -lamodestia- está escrito solamente: "F.N. 1820-1910" (Fig. 27).

    CONSTITUCIÓN DEL CONCILIO INTERNACIONALDE ENFERMERAS: UNA DE LAS EXPRESIONES

    DEL IMPACTO SOCIAL DE LA OBRADE FLORENCE NIGHTINGALE EN LA ÉPOCACONTEMPORÁNEA

    En 1853 Elizabeth Blackwell y su hermana fun-daron la New York Infirmary for Indigent Womenand Children,  una escuela para preparar enfer-meras prácticas que se dedicaran a la atención de

    las madres y los niños. Esta institución fue la pri-mera en contar con personal enteramente femeni-no.57 En 1861, al iniciarse la Guerra de Secesión,Florence Nightingale responde a la solicitud de ase-soramiento en la administración de hospitales deguerra de las dos partes beligerantes. ElizabethBlackwell, gran admiradora de la fundadora de laenfermerí a profesional, subvenciona la fundaciónde la Escuela de Bellevue, creada al estilonightingaleano. El curso duraba 6 meses y se des-cribí a a la enfermera ideal como dotada de "la pa-ciencia, la esperanza y la fe del amor" (Fig. 28).

     

    Fig.27.  Tumba de FlorenceNightingale. (Museo Nigh-

    tingale).

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    La década de los años 70 marcó el despegue del sistema de capacitación enenfermerí a en Estados Unidos de Norteamérica. Ello coincidió con el momento

    en que las mujeres comenzaron a tener acceso a la educación superior. A finesde esa década, casi todas las universidades admití an mujeres; pero como estasuniversidades estaban en el proceso de establecerse ellas mismas, no querí anasociarse con una ocupación cuyas candidatas procedí an de las clases humildespor lo que resultaban de dudosa reputación.

    Es así  como la formación de las enfermeras quedó vinculada directamentea los hospitales, estado que se mantuvo hasta mediados del siglo XX. Muchos

    de los hospitales eran privados y pertenecí an a médicos. Esta es otra de lasrazones por las cuales la enfermerí a, desde su surgimiento como profesión, sevincula en forma dependiente a los médicos. Eran sus asalariadas, algunas susamantes, muchas se comportaban casi como sus domésticas, unas pocas seconvertí an en sus esposas; pero incluso estas últimas estaban obligadas a asu-mir el rol que la sociedad dirigida por hombres les reservaba: sumisas, depen-

    dientes, complacientes y consentidoras.58

    En 1892, Ethel Bedford Fenwick, enfermera inglesa, perteneciente al Mo-

    vimiento por el Sufragio de la Mujer, fue invitada a la Feria Mundial de Chicago,

    en EE.UU., en su calidad de Presidenta de la Sociedad Británica de Mujeres.Allí  conoce a dos importantes lí deres: las enfermeras Lavinia Dock y ElizabethHampton, con quienes comparte sus experiencias. Juntas visitan hospitales e

    intercambian criterios.59

     

    Fig.28. En la figura, un uniforme usado por las

    primeras enfermeras norteamericanas: vestidolargo con mangas y cuello tira en color beige o

    negro, y delantal y gorro blancos con zapatos

    oscuros. (Imágenes Museo Metas de Enferme-rí a, Internet.)

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    En 1899, en el seno de una Conferencia convocada en Londres por el Con-sejo Internacional de la Mujer, Ethel Bedford organiza una Sección de Enfer-merí a, la cual celebra una reunión que contó con una carta dirigida por FlorenceNightingale, desde su lecho de enferma, a sus "queridas, muy queridas enfer-meras".60  De esta conferencia nace el acuerdo de constituir una organización

    independiente para agrupar a las Asociaciones Nacionales de Enfermeras ycrear así  un medio a través del cual compartieran sus intereses comunes, traba-

     jando por el desarrollo de la enfermerí a.La idea de Ethel Bedford estaba basada en la necesidad, para enfermerí a,

    de estar organizada, y para las enfermeras, de tener un sistema reconocido deeducación de enfermerí a y un método de control de la profesión.

    El Comité Provisional eligió, en 1900, a Ethel Bedford como su primeraPresidenta; a Lavinia Dock, de EE.UU., como su primera Secretaria honoraria;y a Agnes Snively, de Canadá, como su Tesorera honoraria.

    En su I Congreso, celebrado en Búfalo, EUA, en 1901, Ethel Bedford intro-dujo la práctica de dar una consigna a cada perí odo de mandato de la directivanaciente del CIE. La primera consigna fue "trabajo".

    El objetivo fundamental del CIE es mejorar la calidad de la enfermerí a paracontribuir de una manera más efectiva a la promoción de la salud de los pueblosy al cuidado de los enfermos.

    Las acciones fundamentales del CIE están dirigidas a:

    - Ayudar a las enfermeras a organizarse a nivel de acciones.- Influir en el fortalecimiento de las organizaciones nacionales de enfermerí a,

    lo cual se debe manifestar en el mejoramiento de los servicios de salud quelas enfermeras prestan a la comunidad como miembro de un equipo respon-sable de los cuidados esenciales para el bienestar de la humanidad.

    - Velar porque sus organizaciones miembros optimicen el nivel de su profesióny contribuyan a su desarrollo.

    - Colaborar para que la condición académica, social y económica de los profe-

    sionales de la enfermerí a sea la idea, bajo un lema que contiene un hermosoprincipio de equidad: cuidar de los que cuidan.61

    En la sesión matinal del Congreso celebrado en 1912, en Colonia, Alemania,fue anunciado que un hecho doloroso habí a ocurrido en el tiempo transcurridodesde el anterior Congreso, celebrado en Londres, en 1909. Se trataba del falle-cimiento de Florence Nightingale, la fundadora de la enfermerí a moderna.

    El último dí a del Congreso, la Señora Bedford, en su discurso, hizo unapropuesta: "instituir un Memorial apropiado a Florence Nightingale, algo comouna fundación educacional que harí a lo posible por las futuras enfermeras.

    Ethel Bedford no perdió la oportunidad en esa ocasión de hacer notar que elCongreso se celebraba en Colonia, muy cerca de Kaiserswerth, donde Florence

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    habí a dado sus primeros pasos en el aprendizaje de los principios básicos deenfermerí a.

    La crisis que amenazaba desde el umbral del siglo y que estalla en 1914

    hiere en su base el frágil equilibrio sobre el cual descansaba el enriquecimientoy la dominación de Europa. El triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, en

    Rusia, en 1917, provoca profundos cambios no sólo en el orden polí tico y econó-mico, sino también en la esfera de las ciencias, de las ideas y del arte. Estosacontecimientos, que cierran la época moderna para dar paso a los tiemposactuales o época contemporánea, tienen amplias repercusiones en la medicina yla enfermerí a.

    ENFERMERÍA EN LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

    Especialmente a partir de 1925 y hasta los años 60, la medicina aportó ungran número de descubrimientos, demostrando que su progreso en esa etapa hasido mayor que en todo el tiempo anterior transcurrido. El perfeccionamiento de

    la quimioterapia; la introducción del uso de las sulfamidas y los antibióticos; losaportes de la biologí a a las nuevas concepciones acerca de la naturaleza deciertas enfermedades; las nuevas técnicas e instrumentos para el diagnóstico yla cirugí a -incluyendo todos los órganos a cielo abierto; la experimentación enanimales; la masividad de la vacunación; la perfusión de sustancias por arterias

    y venas, con fines diagnósticos y terapéuticos; el nuevo concepto de salud-enfermedad, en el que se toman en consideración no sólo los componentesbiológicos sino las determinantes sociales del proceso, todo ello ha provocadouna verdadera revolución en el campo de las ciencias médicas.63

    En correspondencia con todos esos avances, se hací a cada vez más nece-sario un cuerpo de enfermeras con mayores conocimientos teóricos y habilida-des prácticas y, especialmente, con un alto compromiso moral en el ejercicioprofesional.

    En este sentido, el Concilio Internacional de Enfermeras continuaba abo-gando por la materialización de la idea sobre la Fundación Florence Nightingale,y aunque demoró cerca de dos décadas, pudo al fin constituirse en 1934. Susfondos se destinan a la financiación de actividades de educación en enfermerí aen cualquier parte del mundo (Fig. 29).

    Con respecto a los problemas éticos y morales del ejercicio profesional, enel Congreso de Montreal, Canadá, en 1929, se habí a presentado ya la primerapropuesta de crear un Código Internacional de Ética de la Profesión, aunque no

    fue aprobado hasta 1953. No serí a hasta 1973, veinte años más tarde, que eseCódigo fuera modificado, a la luz del desarrollo de la profesión y especialmenteen lo concerniente a la subordinación absoluta al médico.

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    Los aspectos teóricos de la enfermerí a fueron tratados, desde sus inicios,por la propia Florence Nightingale, con su orientación filosófica acerca de lainteracción paciente-entorno y los principios y reglas sobre los que sustentó suejercicio profesional. Es comprensible el acento puesto por Nightingale en el

    entorno, en correspondencia con la preocupación dominante en Europa y, espe-cialmente en Inglaterra, sobre los problemas higiénico-sanitarios, que le habí anhecho dictar la primera Ley de Salud Pública, en 1848. Nightingale creí a que la

    enfermedad era un proceso reparador y que la manipulación del medio ambien-te podí a contribuir a ese proceso reparador y al bienestar del paciente.64

    Desde mediados de los años 50, varias teóricas de la enfermerí a habí ancomenzado a formular sus consideraciones acerca del método de actuaciónprofesional de las enfermeras: el Proceso de Atención de Enfermerí a (PAE), elque fue realmente considerado un proceso, por primera vez, por Lidia E. Hall,

    enfermera norteamericana, en 1955. Otras enfermeras, que se desempeñabanen el campo de la docencia en distintas instituciones de gran prestigio, tambiéncomenzaron a trabajar los aspectos teóricos de la enfermerí a, incluyendo sudefinición y las consideraciones acerca del Proceso. Entre las más destacadasde la década de los 50 se encuentran también Dorothea Orem (1958), con sudefinición y la teorí a del déficit del autocuidado; Hildegard E. Peplau, con susaportes a la enfermerí a en general, y muy en particular a la enfermerí a psiquiá-trica, centró su atención en las relaciones interpersonales en enfermerí a; y FayeGlenn Abdellah, quien definió 21 problemas clásicos de enfermerí a para el diag-nóstico de enfermerí a, término que se utilizó por primera vez en 1950.65

    En 1959, en la reunión del Buró Ejecutivo del Concilio Internacional deEnfermeras, celebrada en Helsinki, Finlandia, se aprobó para su publicación lafamosa obra de la enfermera norteamericana, Virginia Henderson, "Principios

    básicos de enfermerí a".

     

    Fig. 29. Florence Nightingale, ya anciana, con las estudiantes del Instituto que lleva sunombre. (Museo Nightingale.)

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    La década de los años 60 es muy rica en trabajos teóricos de enfermerí a.Entre las autoras más destacadas se encuentran: Myra Estrin Levine, quien sinintenciones de redefinir la enfermerí a o elaborar ninguna teorí a, aportó el enfo-que holí stico; Martha E. Rogers, considerada como una de las más creativas,centra su atención en sus reflexiones acerca de los seres humanos unitarios;

    Betty Neuman, elaboró un modelo de sistemas para los servicios de salud men-tal; Nancy Roper, trabajó sobre los principios en los cuales descansa la enfer-merí a y las actividades vitales; Joyce Travelbee, enfatizó en que la enfermerí adebí a basarse en las relaciones persona a persona; Kathryn E. Barnard, activainvestigadora sobre los cuidados a niños discapacitados, diseñó un modelo paraevaluar la salud de los niños; Dorothy E. Jonson, diseñó un modelo de sistemaconductual; Sor Callista Roy, centra su atención en la identidad del hombre y suentorno y su capacidad de adaptación; Madeleine Leininger, elaboró la teorí a delos cuidados transculturales; Imogene King, ha elaborado su modelo a partir delreconocimiento de la existencia de tres sistemas: el personal, el interpersonal yel social; Margaret A. Newman ha trabajado sobre la teorí a del desarrollo enenfermerí a e Ida Jean Orlando (Pelletier), formuló  la teorí a de la respuestaprofesional en la relación recí proca enfermera-paciente.

    La década de los años 70 contó con el aporte continuo de estas estudiosasde las teorí as y modelos de enfermerí a. A ellas se sumarí an otras tales como:Jean Watson, con su magní fico libro titulado "Enfermerí a: la filosof í a y la cienciadel cuidado", quien concentró su atención en los problemas de la atención sani-

    taria, con un enfoque social; Patricia Benner, con su teorí a fenomenológicaacerca de los cuidados de enfermerí a; Joan Riel-Sisca, con sus trabajos sobreinteraccionismo simbólico; Ramona T. Mercer, con su estudio acerca del rolmaternal de la enfermera; Joyce J. Fitzpatrick, con su modelo de la perspectivavital, quien ha escrito además acerca del envejecimiento y el suicidio; y NolaPender, quien a partir de su estudio de cómo las personas toman las decisionessobre su propia salud ha elaborado un modelo de promoción de salud.

    En 1972 se creó  la Fundación Christianne Reiman, gracias al generoso

    legado de esta enfermera danesa, quien fuera la primera Secretaria asalariadadel CIE. Esta Fundación otorga un Premio cada cuatro años a la enfermera o algrupo de enfermeras que hagan una contribución sobresaliente a la profesión.La primera ganadora de este Premio, que se otorgó en 1985, fue la inmensamentepopular Virginia Henderson.

    En 1977, esta popular enfermera, en la reedición de su libro "Principiosbásicos de enfermerí a", le incluyó su ya bien conocida definición de enfermerí a:

    "...la asistencia al individuo enfermo o sano en la ejecución de aquellasactividades que favorecen su salud o la recuperación de la misma... tareas queél podrí a resolver sin ayuda si tuviera las energí as, fuerza de voluntad y conoci-mientos necesarios".66

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    El CIE tiene una publicación que cuenta con 4 números anuales. La sede dela organización estuvo en Londres hasta 1925 en que se trasladó a Ginebra,Suiza. De aquí  regresó a Londres, en 1947, y, finalmente, desde 1966 radica denuevo en Ginebra.67

    En su calidad de Federación de Asociaciones Nacionales de Enfermeras, el

    CIE es la organización más antigua en el campo de la salud. El primer miembrodel CIE en América Latina, fue la Asociación Nacional de Enfermeras deCuba, en 1925, bajo la presidencia en esos momentos de Martina Guevara Molina,quien fue una de las primeras siete jóvenes cubanas graduadas de enfermera,en la primera Escuela de Enfermeras de Cuba, fundada en el antiguo Hospital"Nuestra Señora de las Mercedes", actualmente Hospital "Manuel Fajardo".Esta Escuela fue fundada durante la Primera Intervención y Ocupación Norte-americana, por la enfermera estadounidense, Mary Agnes O'Donnell.68

    Martina Guevara habí a acompañado a Margarita Núñez Núñez en la inicia-tiva de fundar la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba, en 1909, altérmino de la Segunda Intervención Norteamericana, cuando las enfermerascubanas asumieron el liderazgo de la profesión en el paí s.

    Más tarde, la Asociación Nacional de Enfermeras de Cuba cambió su nom-bre por el de Colegio de Enfermeras y cuando se produjo la disolución de loscolegios de Enfermeras y Enfermeros, en 1960, luego del triunfo de la Revolu-ción, Cuba permaneció inactiva en el seno del CIE hasta que, una vez constitui-da la actual Sociedad Cubana de Enfermerí a, en 1976, solicitó su admisión

    nuevamente, en 1981.69Los últimos veinte años del recién concluido siglo XX han resultado muy

    fructí feros para la enfermerí a, como ciencia y como profesión. Se han elabora-do nuevas teorí as y modelos y, en consecuencia, han sido modificados planes deestudio, programas de la disciplina y asignaturas y se ha diseñado un nuevosistema de educación posgraduada que incluye la especialización, los diplomados,las maestrí as y los doctorados.

    En el campo de la gerencia en salud, las enfermeras han ocupado cada vez

    más cargos de responsabilidad, no sólo en el ámbito de enfermerí a propiamentedicho, sino en la gestión sanitaria en general. Otro tanto ha ocurrido en la elevacióndel respeto a la profesión por el aporte que ha proporcionado un trabajo multi einterdisciplinario en salud, donde el protagonismo de la enfermerí a se ha reforzado.

    EDUCACIÓN MÉDICA Y DE ENFERMERÍAEN INGLATERRA, ESTADOS UNIDOSDE AMÉRICA, CANADÁ Y ESPAÑA

    En el siglo XX la medicina sufre numerosas transformaciones en su funda-

    mento doctrinario, en su estructura y aplicación. Se integran a la medicina, en

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    forma definitiva, áreas cognoscitivas tales como la antropologí a, la genética, lainmunologí a, la psicologí a y la sociologí a.

    La explosiva tecnificación que caracteriza al siglo XX se manifiesta tam-bién en la medicina, proporcionándole nuevas armas, tanto en el campo dela investigación, la clí nica y su práctica, como en la terapéutica e incluso en la

    docencia y la publicación.70La medicina del siglo XX se universaliza, es decir, los conocimientos y prác-

    tica son semejantes en casi todos los paí ses. Sin embargo, la medicina adoptamodalidades especiales en dependencia de la base económica que la sustenta yel sustrato social en el que se aplica. La distinción del grado de desarrollo alcan-zado por la medicina en los diferentes paí ses se debe más al monto de losrecursos y sistemas socioeconómicos existentes en cada uno de ellos.

    Junto a la medicina, la enfermerí a va a recibir los beneficios y perjuicios de

    la época contemporánea. En tanto la medicina sigue avanzando a pasos agigan-tados, se hace evidente cada vez más la necesidad de enfermeras bien califica-das para que los servicios técnicos se sostengan en su progreso.

    En Inglaterra se realizó  estudios para conocer las causas de la pocamatrí cula que existí a, introduciendo f órmulas más atractivas y aumentando laremuneración a las enfermeras y a las profesoras.

    En Estados Unidos, hasta mediados de los años 90 del siglo XIX, no sehabí a avanzado mucho más en la enseñanza de la enfermerí a pues se utilizaba

    los mismos métodos que en la enseñanza de la medicina, agravada la situaciónpor el hecho de que la mayorí a de los profesores eran médicos, quienes, ade-más, no poseí an conocimientos sobre los métodos pedagógicos. Fue justamenteen 1896 que se realizó el primer intento de reunificar en un programa, la teorí ay la práctica.71

    En 1910 se implanta una reforma radical de la enseñanza de la medicina,(Flexner) que fue posteriormente adoptada por muchos paí ses, fundamental-mente latinoamericanos, y esto va a tener también su repercusión en la ense-

    ñanza de la enfermerí a.72A partir de la Primera Guerra Mundial, la enfermerí a aumenta la cantidad

    de sus integrantes y la calidad de sus servicios. Durante la II Guerra Mundial se

    crea el Movimiento de Enfermeras Cadetes, que se sustentaba en el compromi-

    so del Gobierno de financiarles los estudios bajo el compromiso de prestar ser-

    vicios militares continuos hasta el fin de la guerra. En los años 50, se exige elbachillerato como requisito de ingreso.

    De nuevo la enfermerí a se volví a a asociar con los uniformes militares. El

    revolucionario traje de enfermeras cadetes de los EE.UU., tení a una lí nea queinspirarí a nuevas tendencias, tanto en la moda femenina de la época como enuna nueva imagen de mujer independiente y con nuevas aspiraciones (Fig. 30).

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    En los años 60 todaví a no se habí a desarrollado la investigación en enfer-merí a; sin embargo, en la década siguiente, especialmente a partir de 1974, seproduce un boom en la superación posgraduada con los grados de maestrí a ydoctorado que logra involucrar al 3,3% de los profesionales de enfermerí a delpaí s.

    En España se han destacado, desde principios del siglo XX, las Escuelas deGranada y Andalucí a, la primera eminentemente asistencial y la segundade rehabilitación. Otras escuelas se fueron incorporando a partir de los años 30,en Barcelona, Madrid, Islas Canarias, Galicia, Asturias e Islas Baleares. Varias

    de ellas, a partir de los años 50, abrieron sus puertas a jóvenes de AméricaLatina, fundamentalmente América del Sur.

    En Canadá, muy tempranamente se habí a asumido el modelo nightingaleanode enseñanza de la enfermerí a y contó desde sus inicios con maestras que luego

     

    Fig. 30. Uniforme de las enfermerascadetes de los Estados Unidos: elegan-

    te traje con chaqueta azul, entallado en

    la cintura, con cinturón, bordados en

    rojo, y distintos emblemas y medallas.Guantes negros y zapatos con tacón.Gorro tipo casquete en azul, con bor-

    dados igualmente en rojo. (ImágenesMuseo Metas de Enfermerí a, Internet.)

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    se hicieron enfermeras, tales como Isabel Adams Hampton, cuyo libro "Manualpara Enfermeras" se convirtió en texto básico de las escuelas de enfermerascanadienses, norteamericanas y cubanas de fines del siglo XIX y el primer

    cuarto de siglo XX, y que, indudablemente tení a un gran valor didáctico73 (Fig. 31).Mrs. Hampton es la primera Superintendente de enfermeras en la John

    Hopkins  Hospital Training School for Nurses.  Reconoce la necesidad de

    publicaciones de Enfermerí a por enfermeras y lucha por los derechos de losalumnos. Fue en el Hopkins Hospital donde conoce a un residente ginecólogoque se convertirí a en su esposo. Florence Nightingale le envió un ramo de florespara su boda.74

    Ya a partir de 1931, se determinó que la enseñanza de la enfermerí a debí aser dirigida por instituciones de alta cultura para lograr la confección de progra-mas de educación para esta profesión. Desde mediados de los años 60, lasenfermeras canadienses contaban ya con sus primeras másters y, en la segundamitad de los 60, aparecí an las primeras doctoras en enfermerí a. No pocas deellas han servido como asesoras en la OMS y la OPS, y en varias universidades

    europeas y latinoamericanas.75 La Dra. Huguette Lavell, Jefa de Enfermeras

    Nacional y Presidenta del Colegio Nacional de Enfermeras de Canadá visitaCuba en 1973, y se vincula al desarrollo contemporáneo de la enfermerí a cuba-na con el asesoramiento al inicio de la enseñanza universitaria en nuestro paí s.

     

    Fig. 31.  Uniforme que usaba Mrs.Hampton: vestido largo negro, entallado

    en la cintura con un fají n negro. Puños,cuello y casquete blancos. Corbata y za-

    patos negros. (Imágenes Museo Metas deEnfermerí a, Internet.)

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    Por su parte, las doctoras Helen Mussalem y Josephine Flahert, Directora del

    Colegio Nacional de Enfermeras y Miembro del CIE, la primera, y Decana de

    la Universidad de Enfermerí a de Ontario, la segunda, organizan, en 1976, eladiestramiento de las profesoras cubanas en la enseñanza problémica en enfer-merí a.76

    PRÁCTICAS CURATIVAS EN AMÉRICA

    Los españoles llegaron a América como "descubridores" y conquistadoresde un Nuevo Mundo, a mediados del siglo XV. A partir de ese momento y

    durante el próximo siglo se incrementa la llegada de españoles y otros europeos,encontrando a una población que tení a diferentes costumbres, creencias, len-guas y culturas.

    De forma general, la organización social más frecuente que encontraronera que en una misma comunidad existí a un jefe y sus integrantes estabanrelacionados, de una u otra forma, genéticamente. Sin embargo, habí a diferen-cias notables en cuanto al desarrollo cultural de esas comunidades, en corres-

    pondencia con las distintas zonas geográficas que habitaban. Tal es el caso delas primeras tierras ocupadas por los españoles en la parte caribeña, central ysur del continente, y por los propios españoles, franceses e ingleses en la partenorte. En las referidas zonas, los mayas y az