Analisis

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UNIVERSIDAD DE CARTAGENA CREAD LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN LENGUA CASTELLANA Análisis psico crítico del cuento: la noche fue clara como el día Por Karina Guerreo Martínez Mery Urueta Púas

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UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

CREAD

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN LENGUA

CASTELLANA

Análisis psico crítico del cuento: la noche fue clara como el día

Por

Karina Guerreo Martínez

Mery Urueta Púas

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ANALISIS PSICO CRÍTICO DEL CUENTO: LA NOCHE FUE CLARA COMO EL DÍA

Este trabajo es presentado a la asignatura Discurso literario y psico crítica, con

el fin de esbozar un análisis psico crítico de un cuento corto titulado: La noche fue

clara como el día del autor Pedro Ramírez.

En este análisis se tendrán en cuenta las teorías del psicoanálisis relacionadas

con el análisis literario, tomando como base los aportes realizados por Sigmund

Freud.

Los postulados de la teoría psicoanalítica parten de una premisa básica, la

diferenciación de lo psíquico en conciencia e inconsciente, Freud lo define de la

siguiente forma “Lo que está en su mente no es idéntico a aquello de lo usted está

consciente; que algo este pasando por su mente y que lo escuche son dos cosas

diferentes” (Freud, S. 1925/1958, p. 8).

Cloninger, S. (2005) afirma que:

Freud postuló tres niveles de la conciencia y comparó la mete con un iceberg

que flota sobre el agua. Como esté, solo una pequeña parte de la mente se

puede ver en realidad: la mente Consciente. Así como en la superficie, a veces

visible y a veces sumergido está la mente preconsciente. Por ultimo existe una

gran masa –que es la mayor parte de la mente- que está escondida, como la

masa de un iceberg que se encuentra bajo el agua: la mente inconsciente. (p.

37).

Además Cloninger, S. (2005) define los tres niveles de la conciencia, el consciente, el

preconsciente y el inconsciente:

El consciente se refiere a las experiencias de las cuales la persona se da

cuenta. Funciona atendiendo las reglas de tiempo y espacio, nos percatamos

de la conciencia, la aceptamos y nos identificamos con ella.

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El preconsciente, es el material del cual no nos percatamos en un momento

dado, pero que puede ser traído con rapidez a nuestra atención.

El inconsciente, el tercer nivel de la consciencia es diferente, puesto que su

contenido no se mueve tan rápidamente a la consciencia. El inconsciente se

refiere a los procesos mentales de los cuales la persona no se da cuenta, se

dice que toda la información presente en él, se encuentra reprimida y puesto

que se resiste a volverse consciente. (p. 38)

La noche fue más clara que el día, cuenta la historia de una mujer quien luego

de perder a su esposo y a su hijo mayor, ahora está a punto de quedarse sin lo único

que posee, su hija. Narra su pena, su angustia, el temor de quedarse sola,

renegando de su condición de mujer y reprochando a Dios por crear una tierra donde

solo se protege a los hombres.

Cuenta los momentos importantes de su vida, su matrimonio con el hombre

amado, el nacimiento de sus dos hijos, la muerte de su esposo, la partida de su hijo

mayor y en ese momento donde está prácticamente sola y lo único que le queda es

su hija, ésta se enferma, haciendo que su madre una vez más vuelva a sufrir y

padecer el miedo a quedarse sola.

Hasta que la noche fue tan clara como el día y por la mañana todo estuvo bien,

la fe de la mujer salvó a su hija e incluso a ella misma.

Al leer el título del cuento, nos encontramos con la analogía noche – día, para la

teoría del psicoanálisis representa al inconsciente (Ello) – conciencia (Yo), es decir,

la noche fue clara como el día no es más que la lucha incesante entre el Yo y el Ello.

Jung, C. (1992). Psicologia y simbología del arquetipo. Paidos.

El yo como agente que define la personalidad, en palabras de Freud, es una

parte del ello modificada por el mundo exterior, mientras que el Ello es la parte

oscura impenetrable de nuestra personalidad, su tendencia sólo se guía por el

principio de placer y la necesidad de descargar sus pulsiones movida por Eros y

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Thanatos estrechamente entrelazados y sin importarle el mundo exterior y las leyes o

normas morales. Freud, S. (1823). El ello y el yo.

Por más que la mujer pasara las noches llena de angustia e impotencia librando

una batalla a muerte entre su Yo y el Ello que buscaba salir, siempre aparecían

aquellas palabras que la sosegaban y calmaban, impidiendo cualquier actitud fuera

de lo moral, esta se evidencia en el siguiente fragmento:

“Todos me decían: “mujer, solo queda esperar…será lo que Dios quiera”. Lo

que Dios quiera… ¡Lo que Dios quiera! ¿Y lo que yo, lo que yo quiero entonces

no cuenta?

Su lucha es por conservar a su hija, el premio a una vida llena de si sabores

desde el momento mismo en que encuentra el amor de su vida, se casa, pierde todo

cuanto tiene y debe vivir una vida miserable en la cual se siente culpable por ser

mujer, “busque ayuda desde el principio, pues ella es lo único que me queda. Aquí

no tengo a nadie más… solo soy una mujer y como si esto no fuera suficiente para

padecer el maltrato y la discriminación en una tierra donde Dios pareciera que

protege solo a los hombres”. Es como si el Superyó el que prohíbe, impone

negaciones, señala y castiga al Yo con remordimientos y sentimientos de culpa por

desobediencia al Yo la señalara precisamente a ella, llevándola entonces a su niñez

y recordándole a su madre, esa que en algún momento fue su objeto de deseo más

preciado y que ahora se encarna en su pequeña hija Miriam a punto de morir, porque

es precisamente Miriam la continuidad de su vida, la única que le asegurará seguir

viva y luchando, por eso al momento de describirla, muestra a su madre, pues solo la

madre puede inspirar tan tiernos, tranquilos y limpios deseos:

“De la noche a la mañana fue apagando el brillo de sus ojitos color arena, se

fue perdiendo la humedad de sus labios… Mi niña hermosa, mi flor de frescura”

“Acariciaba sus pálidas mejillas, mientras mis pensamientos daban vueltas por

tantos recuerdos… Mi niña temblaba de fiebre fría; sus huesos crujían dentro de

su pequeña talla… ¿Por qué? ¿Por qué? Mi garganta muda de impotencia…

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sintiendo el peso de esta soledad plomiza, agigantada por la vida que se

apagaba entre mis manos”

El anterior fragmento nos muestra la lucha entre los impulsos gemelos

encarnados en la psique humana que según Freud son los que hacen que el ser

humano actué y viva, “estos impulsos son Eros (Dios griego del amor) que lleva a

desear a el otro a sentir la necesidad de prolongar la existencia mediante la

descendencia (Progenie) y Thánatos (La muerte) el impulso que lleva

inevitablemente a la muerte y hace que el dolor y el sufrimiento sean el martirio de

todo ser humano”. Serrano, C, Salmerón, F. y Serrano, H. (2010). Eros, Thánatos y

Psique: una complicidad tríadica. CIENCIA ergo sum, 17(3), 327 – 332

Y una vez más la lucha entre el Yo, el Ello y los impulsos del deseo y la muerte

(Eros y Thanatos) por los recuerdos que llegan a su mente “Solo hay esperar mujer,

solo hay que esperar. ¿Esperar que? ¿Qué una vez más la maldita muerte me visite

y me deje desnudas las heridas?” es evidente que desea que la prolongación de su

vida, su pequeña hija viva y sufre porque aunque es consciente de que en algún

momento todos deben morir “Mi niña jugaba tranquila, corría tranquila, era una niña

más… llena de vida, traviesa, inundada de sonrisas. Aún ajena a ese mañana gris

que a todos los pobres y muertos de hambre nos aguarda” no entiende por qué su

hija debe morir ahora, fue en ese momento cuando se dio cuenta “la mañana estaba

empezando a recorrer sus caminos” , había llegado el día, el consciente se

manifestaba y el Yo regulaba aquellas tendencias instintivas del Ello, permitiéndole

mantenerse consciente de su realidad, y al enterarse que había una persona que

podía devolverle la sonrisa perdida, su pulsión Eros se vio desbordada, puesto que

era su mayor deseo mantener con vida a su hija, entonces el Ello salió:

“No, no, él debe escucharme, yo necesito que me escuche” – pensaba para

mis adentros. “Señor, tú lo sabes todo…” Entonces, dentro de mí, como un

brioso huracán, emergió una voz que gritó: “¡Señor, necesito verte, necesito

hablarte!, Señor, socórreme. Mi hija sufre. Está muriendo”

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“Por mi mente volaron dolores profundos, llantos encerrados, gritos convertidos

en silencios. Pero también vino a mi mente la imagen de mi niña muriendo, la

carita frágil y traslúcida de mi Miriam casi muerta”.

Todo lo que su yo encierra pero que no puede salir porque el Superyó

censurador se lo prohíbe, su consciencia de la muerte y su deseo desenfrenado por

salvar la vida de su hija se hicieron manifiestas.