Análisis Skinneriano de la Conducta

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El ANÁLISIS SKINNERIANO DE LA CONDUCTA Este enfoque se basa en un “behaviorismo radical”, lo cual significa que rechaza cualquier forma de explicación mentalista y que la conducta es el objeto de estudio por derecho propio. La cuestión de si cualquier explicación de la conducta requiere, necesariamente, referencia a algún otro nivel de discurso, fundamentalmente al de los conceptos fisiológicos, es un asunto en el que la opinión de Skinner difiere de la de muchos otros conductistas. El enfoque Skinneriano es, según Verplanck, una actitud “nihilista” frente al trabajo de otros psicólogos, en particular, su disgusto por la teoría y el manejo de hipótesis. ____________________________________________________________________________ ___ LA NATURALEZA DE LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA: Skinner no ha intentado presentar una teoría psicológica, si bien ha insistido mucho sobre la cuestión de las formas que no deben tomar las explicaciones psicológicas. Su postura es fundamentalmente que no existe ningún punto para el que haya que buscar explicación mientras no esté lo suficientemente claro qué es lo que necesita ser explicado. Mientras no quede establecido sobre una base experimental qué fenómenos son importantes dentro de unas áreas determinadas, las teorías sólo pueden tratar con grupos de efectos elegidos de un modo arbitrario. Los prejuicios teóricos conducen a los psicólogos a plantear cuestiones extremadamente irrelevantes. En razones como éstas se apoya Skinner para decir que un programa de investigación psicológica, basado en la comprobación de sus puntos tenderá a basarse en prejuicios personales y no de tipo científico (y poco gratificante, ya que sus resultados probablemente sólo serán significativos dentro del contexto de una teoría provisional). Chomsky (1965) dice que “las ciencias sociales y de la conducta proporcionan abundante evidencia de que la persecución de la objetividad trae consigo pocas ganancias en lo que se refiere a comprensión y entendimiento”. Los lingüistas ponen a los psicólogos el ejemplo de la lingüística en la que, según dicen, no se necesitan más datos empíricos, sino un sistema comprensivo que dé cuenta de los abundantes conocimientos acerca del lenguaje que proporciona la reflexión. Lo cierto es que tanto en lingüística como en psicología la intuición ha resultado ser una base muy poco adecuada sobre la que construir explicaciones.; la búsqueda de

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El ANÁLISIS SKINNERIANO DE LA CONDUCTA

Este enfoque se basa en un “behaviorismo radical”, lo cual significa que rechaza cualquier forma de explicación mentalista y que la conducta es el objeto de estudio por derecho propio. La cuestión de si cualquier explicación de la conducta requiere, necesariamente, referencia a algún otro nivel de discurso, fundamentalmente al de los conceptos fisiológicos, es un asunto en el que la opinión de Skinner difiere de la de muchos otros conductistas. El enfoque Skinneriano es, según Verplanck, una actitud “nihilista” frente al trabajo de otros psicólogos, en particular, su disgusto por la teoría y el manejo de hipótesis.

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LA NATURALEZA DE LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA: Skinner no ha intentado presentar una teoría psicológica, si bien ha insistido mucho sobre la cuestión de las formas que no deben tomar las explicaciones psicológicas. Su postura es fundamentalmente que no existe ningún punto para el que haya que buscar explicación mientras no esté lo suficientemente claro qué es lo que necesita ser explicado. Mientras no quede establecido sobre una base experimental qué fenómenos son importantes dentro de unas áreas determinadas, las teorías sólo pueden tratar con grupos de efectos elegidos de un modo arbitrario. Los prejuicios teóricos conducen a los psicólogos a plantear cuestiones extremadamente irrelevantes. En razones como éstas se apoya Skinner para decir que un programa de investigación psicológica, basado en la comprobación de sus puntos tenderá a basarse en prejuicios personales y no de tipo científico (y poco gratificante, ya que sus resultados probablemente sólo serán significativos dentro del contexto de una teoría provisional).

Chomsky (1965) dice que “las ciencias sociales y de la conducta proporcionan abundante evidencia de que la persecución de la objetividad trae consigo pocas ganancias en lo que se refiere a comprensión y entendimiento”. Los lingüistas ponen a los psicólogos el ejemplo de la lingüística en la que, según dicen, no se necesitan más datos empíricos, sino un sistema comprensivo que dé cuenta de los abundantes conocimientos acerca del lenguaje que proporciona la reflexión. Lo cierto es que tanto en lingüística como en psicología la intuición ha resultado ser una base muy poco adecuada sobre la que construir explicaciones.; la búsqueda de comprensión de la conducta basada por completo en la reflexión de sillón no ha dado lugar a ningún acuerdo y carece de poder explicativo alguno.

¿Qué es lo que debe guiar la investigación, si se rechaza la comprobación de hipótesis? y ¿Qué criterios hay que utilizar para determinar los “fenómenos importantes”?. Skinner dice que, en una ciencia, el primer paso es determinar las unidades básicas y las variables fundamentales a utilizar dentro de una descripción (afán de especificar dichas unidades y variables). Sus primeros trabajos están muy relacionados con los problemas de la definición de “estímulo” y “respuesta”, y de la obtención de una unidad de conducta análoga al reflejo de los fisiólogos.

“RELACIÓN FUNCIONAL”: criterio utilizado por Skinner para determinar las unidades adecuadas de estudio.

El nivel de definición elegido para una respuesta es lo que permitirá que los resultados de unos experimentos bien controlados proporcionen curvas “uniformes y reproducibles”. La búsqueda de variables que se relacionen entre sí mediante funciones simples y continuas parece ser el objetivo principal de la psicología en su etapa actual.

¿Cómo hay que buscar las relaciones mencionadas? Existen relativamente pocas sugerencias explícitas como para que deba seguirse el éxito científico de un procedimiento. Donde más detalles encontramos es en el positivismo lógico, el cual Skinner rechazó por completo su estimación de cómo debe enfocar un científico su trabajo; la imagen del pensado racional llevando a cabo una secuencia de experimentos cuya forma venía dictada por las

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necesidades lógicas de su teoría, era para él una parodia absoluta de la verdad. Skinner plantea la idea de que una ciencia progresa a base de empujones y golpes de suerte (habla de muchos casos en los que la falta de equipo, o alguna limitación práctica, han conducido a importantes descubrimientos).

Verplanck (1954) ha criticado el énfasis de Skinner sobre la búsqueda de relaciones simples y continuas, apoyándose en el hecho de que muchos avances científicos han resultado precisamente del descubrimiento de discontinuidades. Sin embargo, Skinner señala que “el descubrimiento de discontinuidades importantes debe ir precedido, necesariamente, del establecimiento de relaciones continuas dentro de un determinado ámbito”. Normalmente las disputas sobre relaciones funcionales de este tipo suelen basarse en la significación y rara vez sobre el grado de simplicidad.

GRAN PREGUNTA DE SKINNER: ¿Con cuánto éxito ha sido guiada la investigación científica en psicología por esos principios?; ¿Cuánto más cerca estamos ahora del punto donde es posible formular un sistema compresivo que recoja las características más importantes de la conducta animal? La respuesta a la primera cuestión es clara; se ha producido toda una gama de descubrimientos sobre la base de poco más que un impulso general por explorar y analizar la conducta de los animales. La segunda pregunta es más difícil, ya que el análisis de la conducta todavía parece ser una tarea enormemente compleja.

CONCEPTOS BÁSICOS: El primer paso para un psicólogo Skinneriano es decidir las unidades básicas entre las que se pueden esperar unas relaciones funcionales fiables. Skinner rechaza la idea de que debamos intentar predecir la respuesta dada al estímulo en cualquier situación a la que pueda estar expuesto un organismo; tal enumeración “topográfica” de reflejos es una tarea imposible, dadas la complejidad de la conducta y la variabilidad del medio.

Una alternativa es reducir el número de casos particulares a tratar, agrupando respuestas en clases con características supuestamente similares; sin embargo, esto es coger lo peor de ambos extremos, ya que lo más probable es que el esquema de clasificación refleje los prejuicios del teórico más que unas distinciones conductuales reales. Skinner rechaza la “botanización” de los reflejos y defiende una simplificación radical con el fin de permitir la aparición de relaciones básicas y su estudio con el mínimo de confusión.

Hay que tener en cuenta que un Skinneriano no está fundamentalmente interesado en la situación particular o en el organismo concreto que estudia en un momento determinado. La conducta se produce de un modo deliberado, tan monótonamente uniforme como sea posible, y el centro de interés recae sobre la identificación de las relaciones entre la respuesta y otros eventos del medio . Esta indiferencia hacia la individualidad de conducta puede ser una debilidad.

Skinner fue de los primeros en darse cuenta de la distinción fundamental entre condicionamiento clásico y condicionamiento instrumental: En el primero, los reflejos condicionados están relacionados fundamentalmente con la economía interna del organismo y por eso ejercen poco efecto sobre el medio ambiente animal. Cuando establecemos un reflejo condicionado, el estímulo incondicionado sigue al estímulo condicionado independientemente de la respuesta que dé el animal, y elegimos como estímulo incondicionado algún evento que produzca una respuesta de un modo fiable. Skinner describe esto como la ELICITACIÓN de la respuesta por el estímulo, enfatizando así que la respuesta es la consecuencia inevitable del estímulo. A este tipo de respuesta se le denomina RESPONDENTE.

Pero Skinner se ha dedicado casi por completo al análisis del condicionamiento operante. En el aprendizaje instrumental algunas de las respuestas del animal ejercen efectos sobre el medio y pueden producir cambios detectables por el animal (respuestas definidas no por sus características topográficas, sino por sus

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efectos sobre el medio). En la práctica, el operante se suele determinar a un nivel intermedio de generalidad, persiguiendo la conveniencia experimental y porque parece dar relaciones funcionales fiables y uniformes.

Un RESPONDENTE puede ser elicitado de un modo fiable por un estímulo concreto; un OPERANTE es espontáneo y no hay necesidad de que haya un estímulo que preceda su aparición. Esto no quiere decir que un operante carezca de antecedentes causales, sino simplemente que esos antecedentes deben encontrarse dentro del organismo y no en el medio. Por tanto, se dice que un operante se “emite”, enfatizando así que la respuesta no se debe estrictamente a un estímulo externo y subrayando la “espontaneidad” de la conducta.

No hay que confundir espontaneidad con azar (la espontaneidad implica que las posibilidades conductuales están restringidas por el medio). Un procedimiento reciente de configuración automática constituye un buen ejemplo (Brown y Jenkins, 1968): se puede inducir a las palomas, de un modo fiable, a picotear la llave de respuesta de una caja de Skinner, iluminando siempre dicha llave durante unos pocos segundos antes de presentar el refuerzo. En este caso, la emisión de la respuesta está tan vinculada a la situación estimular que parece seguro que la paloma emitirá la respuesta. La distinción entre emisión espontánea y elicitación forzada de la respuesta se viene abajo. Para esto existe un segundo criterio: se dice que los RESPONDENTES son respuestas de las glándulas y de las fibras musculares lisas, mientras que los OPERANTES son producidos por la musculatura estriada.

DATO FREAK: Evidencia reciente sugiere que las respuestas de la musculatura lisa pueden, en determinadas condiciones, seguir las leyes del condicionamiento operante.

Es indudable que gran parte de la conducta posee la cualidad de “espontaneidad” descrita por Skinner. Las primeras teorías del aprendizaje intentaron vincular cada respuesta a un estímulo interno identificable; los últimos teóricos han introducido respuestas ocultas con consecuencias estimulares externas e inobservables.; debemos reconocer la imposibilidad de vincular todas las respuestas a antecedentes estimulares determinados. Este enfoque suscita problemas relativos a la medida de la intensidad de respuesta, ya que, en una situación de respuesta libre, en la que no haya un estímulo específico al que vaya referida la respuesta, no es posible utilizar la probabilidad y la Latencia de respuesta. La solución que se ha adoptado ha sido utilizar la Frecuencia como medida básica de respuesta.

El núcleo de la postura Skinneriana hace referencia a que podemos controlar la conducta operante a través de sus CONSECUENCIAS. Este control se logra ajustando las relaciones entre las respuestas y el premio o castigo; a esas relaciones se les llama CONTINGENCIA DEL REFUERZO. Un elemento reforzante se define operativamente en términos de sus efectos sobre la respuesta precedentes. En ambos casos (R.P- R.N) utilizamos un criterio idéntico, el aumento de la probabilidad de la respuesta precedente, para determinar si un evento es reforzante.

Refuerzo Positivo: Aumenta la probabilidad de emisión del operante inmediatamente anterior. Refuerzo Negativo: Evento cuyo cese aumenta dicha probabilidad.

*El cese de un elemento reforzante positivo reduce la frecuencia de respuesta, al igual que la presentación de un elemento reforzante negativo.

Gran parte de la polémica sobre el aprendizaje latente surgió de la pregunta, ¿Está habiendo refuerzo en esta situación? Utilizando la definición operática es posible decidir, a partir de los cambios en la probabilidad de la respuesta, si un evento es reforzante o no. Así pues, el único modo de estar seguros de que un estímulo constituye un elemento reforzante es una determinada situación es probarlo en esa situación.

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Los Skinnerianos, que suelen estar interesados en los efectos de los programas de refuerzo más que en el propio refuerzo, se limitan a sí mismos a un conjunto muy pequeño de elementos reforzantes altamente fiables. Buscando la simplicidad, no hemos prestado mucha atención a los estímulos que están presentes a la vez que se emite el condicionamiento: En un medio ambiente normal, el refuerzo seguirá a la respuesta en ciertas circunstancias, pero no en otras, y esas circunstancias a menudo estarán señaladas por cambios del medio. Los estímulos correlativos a la eficacia del esfuerzo vienen a controlar la emisión del operante, que terminará apareciendo solamente en presencia de esos estímulos (Tiple contingencia de Skinner: estímulo, respuesta y refuerzo).

LA GENERALIDAD DEL ESQUEMA CONCEPTUAL: En el análisis que hay que aplicar a todo lo que no sea simplemente la presión de una palanca por parte de una rata o el picoteo de una llave a cargo de una paloma, debemos asumir que las situaciones en cuestión son representativas. Parece presuntuoso suponer que descubrimientos derivados de dos especies determinadas puedan tener alguna generalidad; sin embargo, la generalidad que estamos esperando encontrar no tiene que estribar en la enormemente variedad topográfica de respuestas, sino en interrelaciones básicas entre esas respuestas y otros sucesos. Hasta ahora parece que los vertebrados se muestran ante los fenómenos de condicionamiento operante de la misma forma que la rata o la paloma. Más aún, las relaciones más detalladas resultan ser muy similares en especies diferentes.

Skinner renuncia a decir qué animal ha dado lugar a cada una de las curvas, y dice que, en cierto sentido, eso es irrelevante; lo que es importante es la similaridad de la conducta. Las técnicas operantes revelan un alto grado de regularidad en la conducta de especies que carían mucho entre sí; esto indica que sus efectos son generales y que deben ser importantes para comprender la conducta. El mejor método para entender la conducta, según Bitterman (1960), es buscar las diferencias entre dos especies y utilizar la correlación que haya entre diferencias filogenéticas como medio de comprender la organización de la conducta. Sin embargo, una crítica muy importante es la típicamente Skinneriana de que es muy poco probable que podamos tratar las diferencias entre dos especies, en algún aspecto de la conducta, mientras no entendamos dicha conducta, al menos la de una de las especies. Parece aconsejable empezar estudiando los casos en los que varias especies se comportan de la misma forma, ya que es probable que se entiendan mejor las diferencias entre dos especies frente a un trasfondo de similaridad.

Mientras que el sistema Skinnerianos de utilizar una o dos especies “representativas” no crea demasiadas dificultades, surgen problemas interesantes del supuesto de que se puede tomar como “representativo” cualquier estímulo, respuesta o elemento reforzante. No todas las respuestas de un organismo son necesariamente equivalentes con respecto al refuerzo, y ésta es un área en la que las diferencias entre dos especies pueden ser muy instructivas (se debe considerar la organización natural de la conducta). Breland y Breland (1966) informan que se puede inducir a una paloma a que tire del gancho del cordón para obtener el refuerzo-comida únicamente después de un entrenamiento prolongado, aunque esa respuesta está claramente dentro de su repertorio; en cambio se puede entrenar fácilmente a una gallina para que picotee una llave o tire del cordón de la comida. Las diferencias se atribuyen a los diferentes patrones innatos de alimentación en las dos especies.

Los Skinnerianos también trabajan sobre el supuesto de que todo estímulo indisciminable puede llegar a ser discriminable; esto también parece dudoso. Konorski (1967) informa que los perros aprenden con facilidad la discriminación ir-no ir, cuando los estímulos son dos sonidos de diferente frecuencia, pero que lo más difícil para ellos es aprender la discriminación izquierda-derecha con los mismos estímulos. También puede ocurrir que el refuerzo sea efectivo para una respuesta y no para otra.

DATO FREAK: Está comprobado que el aprendizaje de evitación normalmente es más rápido con estímulos auditivos que con estímulos visuales.

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Ejemplos como éstos muestran que, mientras que existe la posibilidad de desarrollar principios generales que aplicar sobre un amplio ámbito de la conducta, ignoramos la individualidad de una situación concreta. No existe ninguna respuesta completamente típica, del mismo modo en que no hay estímulos típicos, elementos reforzantes o especies típicas.

Hemos hablado del énfasis de Skinner sobre la búsqueda de las unidades de respuesta adecuadas. Por las dificultades de determinación de respuestas que se dan en las situaciones experimentales condicionales, es que Skinner ha desarrollado tipos de aparatos en los que hay poca ambigüedad acerca de la determinación de una respuesta.

PSICOLOGÍA FISIOLÓGICA: Skinner es el crítico más mordaz de que las explicaciones finales de la conducta han de buscarse en la fisiología. Según él, si el propósito de una ciencia de la conducta es establecer relaciones funcionales formales entre dos sucesos conductuales, la explicación fisiológica de un elemento de conducta no supone una mejora de la explicación plenamente conductual; es una explicación en términos de conceptos que son, en cierto sentido, más fundamentales, pero que pueden ser totalmente inadecuados para la explicación de la conducta. Skinner está interesado en la conducta, y por eso no puede ver ninguna ventaja en adoptar explicaciones fisiológicas para los sucesos que se pueden tratar adecuadamente en términos puramente conductuales. De hecho, puede tener serias desventajas, ya que la atención puede desviarse de la búsqueda de explicaciones conductuales a fisiológicas.

La aplicación de conocimientos fisiológicos a la solución de problemas psicológicos en sí misma no tiene por qué quedar descartada; pero esto no justifica casos concretos de “fisiologización”. Si el argumento de Skinner tuviera una validez general, lo más adecuado sería establecer una ciencia puramente conductual de la percepción, basada en las conductas motoras y verbales de los observadores cuando se enfrentan con estímulos concretos; solamente después debería recogerse información fisiológica, para comprender en totalidad el fenómeno.

Existen por lo menos dos diferencias importantes entre el uso de la fisiología en la percepción y en el aprendizaje.

1) Cuando estudiamos la percepción y el análisis de estímulos sensoriales, normalmente tenemos conocimientos de anatomía que nos permiten dirigir nuestra atención a una parte limitada del sistema nervioso. En el caso del aprendizaje, no podemos suponer ninguna localización y, por consiguiente, podemos buscar efectos en cualquier parte del cerebro.

2) Existe una gran diferencia entre los tipos de sucesos que estamos buscando en los dos casos. Al estudiar percepción, el fisiólogo presenta un estímulo y busca variaciones en la actividad fisiológica del sistema que está estudiando. Con el aprendizaje, el suceso que estamos investigando no es un simple cambio de actividad, más bien parece ser un cambio del esquema de respuesta en algún punto del sistema nervioso.

Pero, ¿Qué tipo de cambio y qué esquema? Aquí volvemos al argumento Skinneriano, porque parece poco probable que vayamos a ser capaces de dar sentido a esos complejos sucesos fisiológicos si no tenemos una comprensión clara de la conducta a que suponemos dan lugar.

Es interesante considerar la contribución de la fisiología en la comprensión del hambre y la sed. Por ejemplo, aunque en principio se supuso que las lesiones que producen hiperfagia hacían que la rata estuviera hambrienta, ahora parece que dicho efecto es bastante más complejo; desde el punto de vista conductual las ratas con hiperfagia no parecer estar tan deseosas de hacer un esfuerzo por conseguir comida como las ratas normales, y no soportan programas de razón tan alta. Desde luego es prematuro intentar llegar a explicaciones fisiológicas de los fenómenos de la conducta operante cuando el propio análisis conductual está lejos de ser completo. Hoy en día es algo generalmente aceptado que no podemos pasar directamente del hecho de que una

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lesión produzca un cierto efecto sobre la conducta, a una relación directa entre la función de esa parte del cerebro y la conducta en cuestión.

CONCLUSIÓN: La psicología es una ciencia por derecho propio, con su propio lenguaje de datos y capaz de dar lugar a explicaciones sin servirse de ninguna ayuda procedente de la fisiología. En principio, no hay razón para que la psicología y la fisiología no progresen mejor cooperando, y en muchas áreas tal cooperación es evidentemente necesaria para el fisiólogo; pero, por otra parte, la aplicación de conocimientos fisiológicos a ciertas áreas de la psicología no puede preceder un adecuado análisis conductual, si no es para conducir a errores.

MÉTODOS, ESTADÍSTICAS Y MEDIDAS DE RESPUESTA: Una de las indicaciones más fiables de la influencia de Skinner sobre una sección concreta de investigación es el número de sujetos que el investigador ha utilizado. La implicación más directa del enfoque de Skinner a la investigación científica es que, en lugar de someter a pruebas teorías acerca de la frecuencia media, hay que estudiar la conducta de las ratas una por una. Esto significa que hay que esforzarse todo lo posible por obtener una explicación exacta de los campos que se dan en el medio entorno de cada sujeto y, además, utilizar medidas de respuesta que sean lo suficientemente informativas cerca de la conducta del sujeto.

No se obtienen conocimientos acerca del entorno de un organismo anotando todo lo que ocurre, sino controlando la situación de forma que los cambios solamente sean provocados por el experimentador. El medio interno se mantiene tan constante como sea posible, sometiendo al animal a un programa fijo de alimentación y llevando a cabo la sesión experimental a una hora fija del día. Los sonidos ajenos a la cámara experimental se ocultan mediante una fuente de ruido fijo y las variaciones de los estímulos, incluyendo la presentación del refuerzo, se controlan con precisión, desde lejos y, si es posible, automáticamente. El punto más relevante es la excepcional importancia que da Skinner al control experimental.

Hay muchas áreas de la psicología en las que el uso de la estadística es obligatorio. En la investigación centrada sobre los sujetos humanos es imposible obtener el grado de control que es se tiene cuando se trabaja con animales, y es necesario algún tipo de promedio para reducir la variabilidad que el sujeto trae consigo al laboratorio. Un experimento en el que se utiliza un número grande de sujetos con el fin de determinar si cierta variable tiene un efecto estadísticamente significativo, es probable que ignore aspectos importantes de la conducta; cuanto más sujetos se utilizan, más lejos está el experimentador de la conducta de cada uno de ellos.

La necesidad de precaución también se aplica al uso de las técnicas de promediación. Un promedio no siempre representa un resultado típico. Para averiguar si unos resultados promediados son representativos, hay que conocer con cierto detalle la conducta de los individuos, y cualquier defecto en las condiciones experimentales empobrecerá en gran medida este conocimiento. La otra forma en que se puede empobrecer este conocimiento consiste en utilizar una medida de respuesta que no proporcione información.

Skinner considera los distintos méritos relativos de diversas medidas. Las tres que él compara son, por ahora, las que se utilizan más ordinariamente:

1) ELECCIÓN (en el sentido de cuál de dos o más alternativas ocurrió en un tiempo determinado). 2) LATENCIA (tiempo transcurrido entre la variación estimular y una respuesta específica por parte del

sujeto).3) FRECUENCIA

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En el estudio de procesos relativamente transitorios (casi todas las situaciones de aprendizaje pertenecen a esta categoría) la medida de la elección no es una medida adecuada de respuesta. En estos modelos, la variable principal es la probabilidad de que un sujeto elija una determinada respuesta en un determinado intento. Como esta probabilidad no puede ser directamente observada, y como se supone que su valor varía, éste no puede ser calculado a partir de repetidas observaciones sobre el mismo individuo y hay que inferirlo de los promedios obtenidos a partir de grandes grupos de sujetos. De ahí surgen las dificultades de la estimación de parámetros y de la promediación.

La medida de latencia es una medida tanto de la conducta del sujeto como de la del experimentador (la variación estimular está controlada por el experimentador). Si contáramos el número de respuestas que aparecen en un tiempo determinado con el fin de hallar la frecuencia de respuesta, obtendríamos la media aritmética de los intervalos interrespuesta.

La tercera medida de respuesta considerada por Skinner es la frecuencia. Las razones por las que se prefiere son éstas:

1) Las medidas de elección son demasiado poco informativas.2) Las medidas de latencia son demasiado variables.

Sin embargo, las frecuencias de respuestas están abiertas al mismo tipo de críticas, ya que también llevan consigo la promediación. Expresar el efecto de una variable en términos de cambios en la frecuencia de respuestas es inadecuado, ya que un determinado cambio puede reflejar diversidad de esquemas diferentes de conducta subyacente por parte del sujeto. Los estudios sobre la generación de estímulos proporcionan un excelente ejemplo de cómo nuestro conocimiento de un proceso transitorio ha sacado un provecho enorme del uso de la frecuencia de respuestas como medida.

Registrar y analizar tiempos inter-respuesta es bastante más complicado que utilizar la frecuencia media de respuesta, y éste probablemente es un factor importante a la hora de explicar la preferencia por el uso de la última. Existen dos modos diferentes de afrontar este problema:

1) Reducir la magnitud de la tarea considerando solamente un pequeño número de intervalos en cada intento. 2) Dejar que aparezca un gran número de respuestas dentro de un intento, como cuando se utiliza la

frecuencia como pauta de medida, y emplear un computador digital para registrar y analizar los tiempos inter-respuesta.

Para finalizar, es fundamental estudiar tanto las propiedades del estado fijo de un sistema como los procesos transitorios. Resultados recientes sugieren la necesidad de admitir un concepto más entre los pocos seleccionados: el de “inhibición”.

El estudio de procesos irreversibles no tolera los diseños experimentales intra-sujetos, pero esto no significa que pueda ignorarse la importancia del control experimental y el estudio de los sujetos uno por uno.

Aplicaciones

Una justificación muy extendida del análisis de la conducta que hace Skinner es la pragmática, que funciona. Es esquema conceptual básico y las técnicas auxiliares han sido aplicadas a una amplia gama de problemas de un modo sin precedentes en la investigación sobre conducta animal.

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Examinaremos un área más limitada y académica, donde ha sido proclamado el éxito de las aplicaciones del condicionamiento aparente. Unas de tales aplicaciones ha sido la aplicación al estudio de los procesos sensoriales en animales; ahora hay una floreciente área de estudio, denominada “psicofísica animal”. Un ejemplo bien conocido de las tales estudios es el Blough, que utilizó métodos de condicionamientos operante para obtener, con palomas, un registro continuo de variaciones de los umbrales visuales, con adaptación a la oscuridad.

Hay dos tipos fundamentales de investigación psicofísica, a los que para nuestros propósitos actuales, les denominaremos “objetivo” y “subjetivo”. En el tipo objetivo, el experimentador sabe si una respuesta es correcta. Se puede estudiar la capacidad de las ratas para discriminar entre esquemas visuales, entrenando al sujeto que se acerque a un conjunto de formas, pero no a un segundo conjunto. En este tipo de estudio no hay problema ninguno con el programa de refuerzo; si se ha definido como respuesta correcta el acercarse al punto, podemos continuar reforzando esta respuesta incluso cuando la discriminación haya llegado a ser tan difícil que las diferencias estimulares dejen de controlar ya la conducta del animal.

En un estudio del tipo subjetivo, no hay modo de definir una respuesta correcta, y por eso es tan difícil decidir cuándo reforzar el sujeto.

A lo que han contribuido fundamentalmente los métodos y el análisis skinnerianos ha sido al segundo tipo de psicofísica. Parece haber tres razones por las que la caja de Skinner ha tenido tanto éxito en el estudio de problemas subjetivos. La primera es el grado de control que se puede alcanzar sobre la conducta del sujeto. La segunda se apoya en el uso de programas de refuerzo intermitente para establecer la resistencia suficiente a la extinción; el problema de cómo reforzar respuestas correctas deja de existir, ya que se puede suspender el refuerzo sin desorganizar la ejecución. La tercera razón es que permite el uso de control y registro automáticos.

Las dos primeras razones apoyan claramente la opinión de Skinner de que su análisis ha dado lugar a enormes beneficios prácticos. La tercera, el uso de métodos automáticos, suscita ciertas cuestiones intrigantes. Skinner ha sido un profeta de la era de la automatización y uno de los primeros en darse cuenta del enorme potencial que suponen los relés electromagnéticos y los circuitos de conexión en la investigación sobre la conducta. En resumen, nos inclinamos a opinar que los conocimientos técnicos han sido de gran utilidad para los skinnerianos, pero que el desarrollo de métodos automáticos, en muchas otras manos, probablemente hubiera conducido a décadas de confusión.

La explicación de la conducta humana

Hemos dejado para el final la parte más provocativa de la obra de Skinner, a saber, la manera en que formula confiadas afirmaciones acerca de la conducta humana, basándose en extrapolaciones procedentes directamente de la rata o la paloma del laboratorio. Una explicación parcial muy bien podría ser que, mientras que no nos importa que nuestros hábitos sexuales y nuestra agresividad sean comparados con los de los babuinos, o incluso con los de los peces tropicales, las comparaciones directas entre lo que creemos actos deliberados y el picoteo de una llave realizado por una paloma están bastante cerca de lo que creemos más peculiarmente nuestro.

La Explicación que da Skinner de la finalidad en la conducta humana es similar a la explicación de Darwin sobre la finalidad en la evolución. Hay respuestas que parecen estar misteriosamente dirigidas hacia un objetivo, debido a que esas respuestas han tenido mucho éxito en el pasado para alcanzar ese objetivo, mientras que las respuestas menos afortunadas se han exinguido. No hay ninguna razón para suponer que los diversos programas intermitentes pierden inmediatamente sus propiedades al aplicarse en el nivel humano. Hoy día disponemos de cierto número de estudios que demuestran que la ejecución de sujetos humanos, sometidos a determinados programas, difiere muy poco de la de sujetos animales.

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El hecho de que la conducta que se escapa a los límites del laboratorio parezca pertenecer a un orden diferente de complejidad no significa que se cumpla un conjunto diferente de principios para cada situación. Sin embargo, existen objeciones muy fundadas al tipo de extrapolación que hace Skinner. A continuación discutiremos brevemente las cuatro más importantes, que se encuentran más desarrolladas- aunque acompañadas de una notable ceguera para con los puntos fuertes de la postura de Skinner.

El primer punto se refiere a la determinación de unidades. Mientras que los primers trabajos de Skinner sobre la conducta animal se centraban sobre este problema y recalcaban la necesidadad de soluciones empíricas, sus explicaciones de la conducta humana están formuladas en términos de unidades determinadas sobre bases intuitivas. En segundo lugar, sus extrapolaciones están efectuadas a partir de aspectos bastantes limitados de la conducta de las ratas y palomas (por ejemplo se hacen estudios en monos adultos y se generalizan a la infancia). Los últimos dos puntos están dedicados al análisis de la finalidad, descritos antes, y están ilustrados por la siguiente cita “En lugar de decir que un hombre se comporta de un modo determinado a causa de las consecuencias que se derivarán de su conducta, simplemente decimos que se comporta así a causa de las consecuencias que se han seguido, en el pasado, de una conducta similar. Esta es, por supuesto, la Ley del Efecto o el condicionamiento operante.

Un punto que no tiene en cuenta esta explicación es que el hombre, a veces, se comporta de un modo que es apropiado con respecto a sus consecuencias, pero que no es similar a ninguna conducta.

Chomsky pone una segunda objeción al tipo de cita que se ha hecho anteriormente y, en este caso, la crítica está bastante mal dirigida. Para él, todo el proceso de reformulación de las descripciones coloquiales de la conducta en términos de los conceptos skinnerianos es absolutamente estéril. Este es un error evidente, ya que si hubiera unas bases muy firmes para efectuar identificaciones del tipo “consecuencias igual a refuerzo”, los estudios experimentales de las propiedades del refuerzo constituirán una fuente muy importante de comprensión de la conducta. En este proceso es necesario tener mucho cuidado. Una dificultad para la identificación de “consecuencias” y “refuerzo” es el problema de la creatividad. Una 2° dificultad procede del hecho de que los sucesos reforzantes ejercen su efecto máximo sobre las respuestas que les preceden de modo inmediato.

Conclusión

El punto de vista que hemos expuesto en este artículo no concuerda por completo con lo que ha dicho el propio Skinner. En algunos puntos hemos criticado la postura de Skinner y en otro hemos sugerido modificaciones sustanciales o expresado fuertes reservas. Nos hemos centrado sobre estos puntos de discusión porque el propio Skinner ha presentado sus razones de un modo tan legible y lúcido que hay poco que nosotros podamos añadir. Esas características cruciales son: la poca confianza en la teorización o psicologización en lo relativo a los hechos de conducta, el énfasis sobre el control experimental y la confianza en una ciencia basada por completo en datos conductuales. Las unidades funcionales fundamentalmente sobre las que se basa este análisis se definen de un modo operativo; se insiste sobre que la espontaneidad de la conducta operante desempeña un papel fundamental de las contingencias de refuerzo. Este tipo de análisis ha tenido un éxito considerable, y pensamos que ofrece el enfoque más prometedor, por ahora, a la comprensión de la conducta.

Comentario

Este artículo de R. A. Boakes y M. S. Halliday sobre el análisis skinneriano de la conducta saca a la luz tanto ideas claras y útiles como las más nocivas de los conductistas operantes hoy. Dicho artículo me supone un vehículo para emprender un agradable recorrido crítico. Mi recorrido tendrá dos etapas. Una se encargará de los principios fundamentales de la investigación psicológica y la posición del conductismo operante dentro de esos

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principios. Mis inclinaciones investigadoras se centran sobre estudios cerebro conducta, es posible que esto que tengo que decir acerca de las afirmaciones de Boakes y Halliday sobre la relación entre psicología y pedagogía resulte una sorpresa. En general, estoy de acuerdo con sus proposiciones fundamentales: la ciencia de la conducta puede funcionar (aunque hasta un nivel limitado) independientemente de la fisiología; la fisiologización, a menudo, resulta nociva para un pensamiento claro; los lenguajes neurológicos y conductual describen universos de sucesos que manifiestan un solapamiento considerable.

Sin embargo, voy a poner objeciones a algunos detalles de la exposición de Boakes y Halliday que ponen de manifiesto su ignorancia en este campo, muy propia de los conductistas operantes. Por ejemplo, no considero a Hebb y a Deutsch como ejemplo del “uso sofisticado del lenguaje neurológico”. Más bien lo contrario: ambos han repudiado repetida y concretamente cualquier afirmación semejante. Hebb ha dicho que él habla de un SNC- un sistema nervioso conceptual-, que su lenguaje es analógico y se deriva de datos conductuales y no de datos neurológicos. Deutsch, por su parte, ha dicho que su interés se centra en el diseño de una clase de máquinas que realicen el trabajo necesario para explicar los hechos de la conducta.

También pongo objeciones a las acostumbradas exageraciones contra el trabajo con lesiones cerebrales, que nos ha informado al menos tanto como cualquier otra técnica acerca de la función del cerebro en la conducta- el lenguaje neurológico con el que acercarse al soplamiento cerebro-conducta. Es cierto que existen graves limitaciones para esa técnica- pero las hay para toda técnica utilizada por separado; incluso, diría yo, para la del condicionamiento operante.

Insisto, ¿qué es lo que hace que estos conductistas estén tan seguros de que el mayor éxito de la fisiología ha tenido lugar en el área de la percepción y que no ha habido ninguno en el área del aprendizaje?. El análisis llevado a cabo por los electrofisiólogos, en mi opinión ha contribuido poco, hasta ahora, a nuestro conocimiento de la percepción. En algún trabajo he criticado la opinión, generalmente aceptada, de que el reconocimiento de configuraciones lleva consigo una jerarquía de detectores. Hay otras alternativas y están en fase de exploración.

Lindsley ha reivindicado esta medida en sus estudios sobre la atención; mis colegas yo hemos encontrado que la latencia es un indicador eficaz en la distracción. Concedo a los conductores operantes su fiebre por los tiempos inter-respuestas. Pero pido a cambio que ellos echen una ojeada de vez en cuando alrededor, por el mundo de las ciencias de la conducta, y vean el uso eficaz que se hace de otras medidas de respuesta, y más aún, incluso características de operador de respuesta (COR) han sido auxiliares extremadamente útiles en estudios psicofísicos y, más recientemente, en aquellos que llevan consigo aprendizaje verbal. Ahora quiero aventurarme en el tema más amplio de los fines de la investigación psicológica. El conductismo operante juega dos papeles en la investigación psicológica, y estos dos papeles, a menudo, llegan a confundirse en las mentes de los profesionales, de manera que la acusación de cultismo puede elevarse perfectamente contra ellos. Boakes y Halliday no escapan a esta confusión. El condicionamiento operante cierra un conjunto de técnicas, y como tales, los elementos de condicionamiento operante actúan como ingenieros de la conducta.

A pesar de su dignidad actual de ingenieros de la conducta, yo vislumbro algunos peligros para los conductistas operantes, incluso aquí. El equipo que ellos utilizan con tanta frecuencia ya está completamente anticuado. A menos que adopten la tecnología del computador. Los conductistas operantes es probable que se conviertan en anticuados y bueno técnicos de una tecnología pasada de moda.

Pero el conductismo operante pretende ser algo más que una tecnología. También se dedica a un conjunto de problemas. Sin embargo, es típico del conductismo operante que, como en el tratamiento del tema que hacen Boakes y Halliday, haya que leerse dos terceras partes de su artículo antes de encontrar cuál es ese conjunto de

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problemas. Y una vez hecho esto, lamentablemente se mezcla la confusión. Pero ¿cuál es el centro de interés, la conducta que constituye el objeto del conductismo operante?

La respuesta es, por supuesto, el problema del refuerzo. Boakes y Halliday muestran la acostumbrada presunción, propia de los conductistas operantes, en la limpieza de la definición operativa de refuerzo en términos de su efecto sobre las respuestas precedentes.

Skinner comenta su teoría (son sus términos). Decía que no es una teoría S-R. Que es, en realidad una teoría R, y por tanto, mucho más defendible, que el estímulo y la respuesta se implican mutuamente, a menos que se esté hablando exclusivamente de correlaciones entre eventos distales, es decir, ambiental, manipulados por el organismo. También sacó a colación su modelo (palabras textuales) de refuerzo: lo descubrió como un intento de disponer las contingencias de los sucesos ambientales de manera que el refuerzo pueda ocurrir y ocurra. Nótese que, según este enfoque, el refuerzo se convierte en un proceso interno del organismo, un proceso cuyo estudio por métodos neurológicos es legítimo.

En algún trabajo he intentado proponer que el refuerzo conductual es un proceso de organización que tiene lugar cuando las secuencias, es decir, las configuraciones temporales, de los productos conductuales se ajustan en un contexto neurológico (recuerdo) creado por otras secuencias anteriores.

La cuestión es que la neuropsicología (en contraste con lo que Boakes y Halliday dicen acerca del conductismo operante) tiene mucho que decir del aprendizaje. Sin embargo, la neuropsicología – o en general, la psicofisiología- a duras penas sería capaz de hacer sus aportaciones si no prestara atención a lo que el conductismo operante tiene que ofrecer, tanto desde un punto de vista técnico como intelectual.

El análisis experimental de la conducta dentro del esquema de trabajo del conductismo operante, como exponen Boakes y Halliday, tiene mucho que ofrecer a los estudiosos interesados en la investigación psicológica. Sin embargo, de momento, salvo ratas excepciones (por ejemplo, casi todas las aportaciones están llegándose aquellos que únicamente utilizan el conductismo operante, pero permanecen firmemente fuera de él.

El problema al que va dirigido el conductismo operante es el refuerzo. El refuerzo es un problema central en psicología (se le llame como se le llame: producto, consecuencia, ley de efecto, realimentación, impresión, etc.) Así, pues, la demanda de un conductismo operante sofisticado impregna la psicología. Pero también se da lo contrario, o se debe dar- la psicología debe impregnar el conductismo operante para que éste siga siendo viable.

Réplicas

Al escribir nuestro artículo, habíamos esperado demostrar que era posible ser skinneriano sin ser doctrinado y que la postura skinneriana era algo más que un conjunto de dogmas y hábiles técnicas. Desgraciadamente los exámenes razonados del punto de vista skinneriano se han visto sepultados bajo una montaña de polémica. Nos ha sorprendido particularmente que Pribram no haga referencia a la última sección, donde citamos aprobatoriamente las dudas suscitadas por los archicríticos de Skinner. Habíamos esperado que este comentario clarificaría los argumentos relativos a las opiniones de Skinner sobre la conducta humana; la brevedad con el tema está tratando en nuestro trabajo parece haber llevado a un mal entendido, ya que las reacciones a esta sección han oscilado desde la impresión de que quedaba un hueco sin cubrir en el edificio skinneriano a la de Pribram, que la considera tan consistentemente skinneriana como lo restante.

El punto crucial de la sección sobre la conducta humana es lo que hemos denominado “creatividad”. Las opiniones de Skinner y de Chomsky difieren en dos aspectos de este problema. El primero es el de su importancia. Para Chomsky, el problema fundamental en el estudio del lenguajes una explicación de la creatividad. Skinner

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reconoce que se trata de un aspecto común de la conducta humana y ha tratado temas tales como la imitación, el obedecer instrucciones verbales y el seguir “reglas”, en Science and Human Behaviour y en Verbal Behaviour.

El segundo aspecto es el origen de esa conducta, y sobre esto, Chomsky y Skinner se colocan uno frente al otro, a ambos extremos del continuo innatismo-ambientalismo. Según Chomsky, todas las importantes propiedades del lenguaje humano vienen determinadas y sólo se requiere una exposición relativamente breve e inestructurada a una lengua real, a una edad crítica.

Por otra parte, Skinner acepta solamente que puede haber una pequeña variación de una especie a otra en lo que se refiere a predisposiciones genéticas hacia, por ejemplo, al aprendizaje por imitación o el aprendizaje de un lenguaje, y mantiene que, en general, los repertorios antes mencionados se adquieren por medio del condicionamiento operante. La razón en que nos apoyamos para presentar las críticas de Chomsky en nuestro artículo es que estamos de acuerdo con él en que el problema de la creatividad es de una importancia central para la comprensión de la mayor parte de los aspectos de la conducta humana. La razón principal que tenemos para encontrar que la solución de Skinner en términos de repertorios establecidos por el condicionamiento operante, no es satisfactoria es que no está del todo claro de qué manera dichos repertorios poseen status de respuestas.

La especulación acerca de la cuestión general del origen de este tipo de conducta no nos parece muy interesante, ya que es probable que las respuestas a preguntas concretas consistan en variaciones de mezclas de innatismos y empirismo. Las diferencias de opinión sobre la adquisición del lenguaje parecen estar basadas en gran medida sobre si a uno le impresiona el hecho de que los niños aprendan los principios básicos en el breve lapso de dos años, o el hecho de que los niños, con poco más que hacer y con el asesoramiento continuo de sus padres, tarden por el momento dos años en adquirir los rudimentos del lenguaje.

Una crítica general que nos hace Pribram es que confundimos tecnología con ciencia. Al planificar nuestro artículo decidimos que no era muy relevante, un comentario de los diversos modos en que se había aplicado el condicionamiento operante a problemas prácticos, y que ignoramos la tecnología skinneriana. La única excepción a esta decisión fue la de la sección sobre psicofísica animal. Nuestra regla general de excluir la tecnología ha conducido a una visión ligeramente parcial de los skinnerianos.

La razón por la que Pribram parece detectar tanta tecnología, a pesar de nuestros esfuerzos, es que tiene una idea completamente diferente de lo que significa el término “skinneriano”. Según él,esta etiqueta describe a cualquiera que estudie el papel de refuerzo en el condicionamiento operante. Si esto fuera así, no habría más razón para incluir artículos sobre memoria a corto plazo o construcción de hábitos. El fin del artículo era mostrar de qué formas el término “skinneriano” caracteriza algo más que una tendencia a estudiar un determinado tipo de condicionamiento.

La acusación más seria pronunciada por Pribram es la de que hemos representado mal a Skinner y que hemos dado un informe erróneo de sus ideas actuales, ya que, mientras que nosotros nos hemos limitado a tímidos sondeos, el propio Skinner ha realizado recientemente drásticas revisiones. Siguiendo con nuestras indagaciones, Skinner (comunicación personal) ha dicho que estas no contenían variaciones importantes respecto a sus ideas y que eran una versión abreviada del material presentado en la primera parte de su reciente libro Contingences of Reinforcement.

Metodología

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Parece haber poco desacuerdo entre Pribram y nosotros sobre cuestiones metodológicas. Las breves notas que exponemos a continuación, sobre estas críticas, lo que hacen fundamentalmente es repetir lo que se ha dicho antes, pero esperemos que de una forma más precisa.

La comparación de las medidas de respuesta intentaba explicar por qué se utiliza tan a menudo la frcuencia de respuesta en el condicionamiento operante; no era un argumento a esgrimir en contra de la elección o de la latencia. La selección de una medida de respuesta debe tener en cuenta el propósito para el que va a utilizarse y la situación concreta.

Compartiríamos la preocupación de Pribram relativa a que el condicionamiento operante opone fuerte resistencia a la penetración de los últimos avances tecnológicos alejados de sus relés y contactos de lengüeta, si fuera justificada. De hecho, la lógica transistorizada y el control por computador están sustituyendo rápidamente a la electromecánica.

La Fisiología

Resulta estimulante que Pribram esté de acuerdo con nuestro punto de vista sobre la fisiología: que los universos de discurso conductual y fisiológico están separados, aunque describan muchas veces los mismos sucesos, y que no es muy probable que la fisiologización ayude al científico de la conducta a pensar claramente. Nosotros rechazamos de un modo abierto la extensa postura anti fisiológica a veces adoptada por los skinnerianos; también creemos que la interacción cerebro-conducta es digna de ser estudiada, pero no estamos muy satisfechos de los supuestos formulados por muchos de los que la han estudiado. Estos supuestos parecen decir que es posible hacer fisiología sin preocuparse demasiado del análisis conductual. Por ejemplo, no hay ninguna razón para que un skinneriano que esté estudiando la constancia preceptiva se niegue a sí mismo el conocimiento de que la imagen retinal de un objeto inclinado no corresponde a la forma que se percibe.

Desde un punto de vista lógico, es perfectamente correcto que Pribram diga que ni podemos estar seguros de que los actuales adelantos de fisiología sensorial no nos llevarán a un callejón sin salida; sin embargo, nos aventuramos a pensar que la mayoría de los fisiólogos estarán de acuerdo en que hasta ahora la fisiología ha contribuido más a nuestro conocimiento de la percepción que a nuestros conocimientos sobre el aprendizaje. Aquí, como en algún otro lugar, parece que Pribram lee lo que espera encontrar en lugar de lo que está escrito. De modo similar también rechazamos específicamente el argumento de que existen dificultades lógicas que dictan que la fisiología no nos puede decir nada acerca del aprendizaje.

Antes de terminar, queremos señalar que las observaciones aquí apuntadas sobre el método y la fisiología constituyen una parte relativamente grande de esta replica porque es fundamentalmente en esos puntos donde ha surgido un malentendido entre Pribram y nosotros. La importancia de los métodos skinnerianos y, en particular, de su actitud frente a la fisiología, posiblemente ha sido exagerada en el pasado y esperamos que les hemos dedicado aquí no se tome como medida del énfasis que les queremos dar.