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Si por alguna razón no cumplía con esos tiempos devocionales, me sentía que le estaba fallando a Dios.

Yo crecí en una iglesia cristiana siendo nieta de pastores, pero siempre se me enseñó acerca de un Dios de quien tenía que ganarme su favor, a quien tenía que estar sirviendo todo el tiempo para tener su aprobación, y con quien tenía según yo, una relación “buena”, con tiempos devocionales establecidos que necesitaba cumplir……

Angélica González

Tabasco, MéxicoJunio, 2014

+Ahora sé que esos tiempos a solas con Dios son

necesarios e importantes, pero lo más importante es tener una relación en comunión permanente con mi Padre, siendo UNO con Él.

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“Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a Aquél que nos

llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado, grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de

la corrupción del mundo, causada por “los deseos humanos”. 2 Pedro 1:3, 4

En estos últimos dos años, Dios ha transformado mi vida, y no que esté transformada del todo, pero Él sigue obrando cada día en mí quitando muchas cosas de mi naturaleza humana, y poniendo su naturaleza en mí.

+Ahora puedo ver a Dios como un Padre que me ama y  no como un Dios que necesito hacer méritos para ganarme su aprobación y su amor. He entendido que no tengo que hacer nada, ya Él lo hizo TODO.

He recibido su adopción y he dejado que Él me sirva. Sería muy largó poder expresar lo que mi Padre ha hecho en mi, sólo sé que mi espíritu está siendo transformado, vivo en libertad recibiendo de Abba paz y reposo.

+¡He recibido de mi Padre no sólo la redención que me dio por medio de

Jesús, sino la adopción que me da el ser hecha

Su hija!

  “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios

envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban

bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos,

Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”

(Gálatas 4:4-6)