Año 3, No. 10 (septiembre-diciembre...

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Año 3, No. 10 (septiembre-diciembre 2011)

Universidad Nacional Autónoma de MéxicoFaculatd de Estudios Superiores Acatlán

México 2011

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Dr. José Narro RoblesRector

Dr. Eduardo Bárzana GarcíaSecretario General

Lic. Enrique Del Val BlancoSecretario Administrativo

Dr. Francisco José Trigo TaveraSecretario de Desarrollo Institucional

M. en C. Miguel Robles BárcenaSecretario de Servicios a la Comunidad

Dr. J. Alejandro Salcedo AquinoDirector

Dr. Darío Rivera VargasSecretario General

Lic. Melitón Marcial Pérez y PérezSecretario de la Dirección

Mtro. Adalberto López LópezSecretario de Estudios Profesionales

Lic. Rubén Ortiz FrutisSecretario de Extensión Universitaria

y Vinculación Institucional

C.D. Amada López TamanajaSecretaria Administrativa

Mtro. Jorge Luis Suárez MadariagaCoordinador de Servicios Académicos

3

Dr. Mario Camacho Cardona Dra. Ana María Cardero García

Lic. Francisco Casanova Álvarez Dr. Gabino Eduardo Castrejón García

Dr. Sergio Chapa Vergara Mtra. María del Rosario Dosal Gómez

Dr. Héctor Fix Fierro Dra. Alicia Gojman Goldberg

Mtra. María Isabel Hernández Guerra Arq. Agustín Hernández Navarro

Dr. Pedro Irigoyen Reyes Dr. Octavio Islas Carmona

Dra. Yolanda G. López FrancoDra. Elizabeth Guadalupe Luna Traill

Dr. Roberto Meli Piralla Dr. Dieter Rall

Dr. Antonio Ruezga Barba Dr. Carlos Tello Macías

Dra. María Teresa Uriarte Castañeda Dr. Diego Valadés

Ing. José Pedro Agustín Valera Negrete

FES ACATLÁN. UNAM

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CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DE ESTUDIOS AVANZADOS, IPN

FES ACATLÁN. UNAM

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS, UNAM

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FACULTAD DE ARQUITECTURA, UNAM

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TECNOLÓGICO DE MONTERREY, CAMPUS ESTADO DE MÉXICO

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS, UNAM

INSTITUTO DE INGENIERÍA, UNAM

CENTRO DE ENSEÑANZA DE LENGUAS EXTRANJERAS, UNAM

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FACULTAD DE ECONOMÍA, UNAM

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS, UNAM

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS, UNAM

FES ACATLÁN. UNAM

CONSEJO EDITORIAL

Dr. José Alejandro Salcedo Aquino PRESIDENTE

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Ignacio Pineda Pineda

COMITÉ EDITORIAL

Dr. Darío Rivera VargasPresidente

Mtro. Adalberto López LópezDr. Guillermo González Rivera

Dr. Eduardo Torres EspinosaDr. Enrique García y Moisés

Mtra. María Cristina Hernández MoralesLic. Luis Felipe Estrada Carreón

Lic. Evangelina Guadalupe Guerrero SepúlvedaMtro. J. Arturo Salcedo Mena

Lic. Ariadna Uribe Ortiz

COMITÉ EDITORIAL FUNDADORDE LA REVISTA MULTIDISCIPLINA,

TERCERA ÉPOCA

Mtra. Hermelinda Osorio CarranzaDr. J. Alejandro Salcedo AquinoMtro. Adalberto López López

Dr. Guillermo González RiveraDr. Eduardo Torres Espinosa

Editorial

La revista Multidisciplina, tercera época, se planteó desde sus inicios: el contribuir a la difusión de la genera-ción de conocimientos y su aplicación en la resolución de problemas de carácter local, regional y nacional, de interés científico y los propios de las disciplinas; el estimular la producción editorial de todo el capital

docente con el que cuenta la Facultad; y el contribuir de manera sustancial en las tareas de promoción y difusión de las investigaciones. Durante este año, hemos alcanzado logros significativos en el cumplimiento de estos obje-tivos: la inclusión de nuestra revista en el Catálogo de Revistas Científicas y Arbitradas de la UNAM; la presencia de Multidisciplina en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el rediseño de la publicación; así como la ruptura de fronteras geográficas al contar con la participación de colaboradores extranjeros. Sin duda, éstas son muestra de la calidad, potencial y confianza que ha alcanzado nuestra Revista en este periodo.

En este décimo número de Multidisciplina, en el área de Ciencias Jurídicas el doctor José Eusebio Salgado y Salgado aborda el tema de los tratados como instrumento internacional, define qué son, y la manera en que se negocian, se aprueban y ratifican, a partir del Derecho Internacional Público.

La sección de Ciencias Socioeconómicas presenta tres trabajos: el maestro Cruz García Lirios corrobora la emer-gencia o prevalencia de un antropocentrismo en relación a la escasez, desabasto y acaparamiento de agua en la delegación de Iztapalapa de la Ciudad de México; por su parte, la maestra Rita Grandinetti propone una línea metodológica para “leer” procesos de transformación en organizaciones públicas; finalmente, el doctor Pablo Pé-rez Akaki analiza los sistemas alternativos de producción y comercialización de café —surgidos recientemente—, los cuales prometen resolver la crisis cafetalera en la que viven los productores tras el rompimiento del sistema de cuotas.

En el área de Humanidades, la doctora Virginia Medina Ávila destaca la importancia del grupo de artistas plásticos que integraron al denominado Ateneo de la Juventud, a un siglo de su fundación; el doctor Rubén Darío Medina Jaime estudia en las obras de Sor Juana Inés de la Cruz la actitud de la poetisa con respecto a los dogmas católicos; el licenciado Federico Beals Nagel Bielicke presenta una interesante reflexión sobre el signo prehispánicos de ōlin (movimiento del sol) y su relación con los ciclos astronómicos; y el doctor Ignacio Pineda Pineda examina el tema de la investigación educativa, subrayando el papel que tiene en ésta el planteamiento del problema.

Por último, en la sección Letrillas, el doctor José Alejandro Salcedo Aquino reflexiona sobre la cultura de la convi-vencia desde el paradigma de Fethullah Gülen, teólogo y erudito del Islam.

Comité Editorial de la revista Multidisciplina,

Tercera Época

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Lic. Ariadna Uribe OrtizEditora

D.G. Rafael Velázquez Martínez Diseño Gráfico y formación

Portada: Centro Cultural Acatlán, fotógrafo: David Domínguez

Traducciones realizadas por: Cintya Guzmán Camacho, responsable del área de Traducciones de la FES Acatlán

Correspondencia: Multidisciplina. Edificio de Gobierno, Planta Baja, cubículo 112 de la Av. Alcanfores y San Juan Totoltepec S/N, Colonia Santa Cruz Acatlán, C.P. 53150, Naucalpan

Multidisciplina. Revista de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Año 3, No. 10 (septiembre-diciembre 2011) es una publicación cuatrimestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, con domicilio en el Edificio de Gobierno, Planta Baja, cubícu-lo 112 de la Av. Alcanfores y San Juan Totoltepec S/N, Colonia Santa Cruz Acatlán, C.P. 53150, Naucalpan, Estado de México. Teléfono 56-23-16-09, 56-23-15-94 y 95, correo electrónico [email protected], Editora Responsable: Lic. Ariadna Uribe Ortiz. Reserva del título 04-2008-111212225300-102. Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido ante la Comisión Calificadora de Pu-blicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación: 15396. ISSN en trámite, Impresa en los talleres PubliCyn Impresores/ Marcela Moreno Hernández, Callejón de la Parroquia No. 1, Cabecera Municipal, Atizapán de Zaragoza, Estado de México. C.P. 52900, Teléfono 50-77-37-26. Este número se terminó de imprimir el 16 de diciembre de 2011, con un tiraje de 1,000 ejemplares, impresión tipo offset, dos por dos tintas, con papel bond de 105 g para los interiores y papel couché brillante de 300 g para los forros.

La responsabilidad de los artículos publicados en Multidisciplina recae, de manera exclusiva, en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de los árbitros, el editor ni la institución. Se autoriza la reproducción de los artículos (no así de las imágenes) con la condición de citar la fuente y se respeten los derechos de autor.

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ÍNDICE Ciencias jurÍdicas9

Ciencias socioeconómicas

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Humanidades

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Letrillas

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El derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales. Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

José Eusebio Salgado y Salgado

Estructura del antropocentrismo hídricoCruz García Lirios

Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica

Rita Grandinetti

¿Sustentabilidad en la producción cafetalera? Análisis sobre los sistemas alternativos para la producción y comercialización de café

Pablo Pérez Akaki

El Ateneo de la juventud y el arte: Los pintores ateneístas y la revista Savia Moderna

Virginia Medina Ávila

A filo de bisturí: algunas variantes en el discurso religioso de Sor Juana Inés de la Cruz

Rubén Darío Medina Jaime

El signo de Ōlin como elemento del ciclo adivinatorio prehispánicoFederico Beals Nagel Bielicke

La problematización como registro de posibilidades para la investigación educativa

Ignacio Pineda Pineda

Reflexiones sobre la cultura de la convivencia desde el paradigma de Fethullah Gülen

José Alejandro Salcedo Aquino

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9núm. 10, 2011, pp. 9-32

ResumenLa interpretación de los tratados es uno de los temas más complicados del Derecho de los Tratados, y fue hasta que se aprobaron los Convenios de Viena sobre Derecho de los Tratados del 23 de mayo de 1969 y de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales del 21 de marzo de 1986, que se logró observar una uniformidad en la interpretación e implementación de estos, con un mayor grado de comprensión.

El presente trabajo habla sobre los tratados y su importancia en el apego al respeto del Derecho interno y del Derecho internacional. Para ello se analizará conceptualmente el término, acudiendo a diversos autores.

En el apartando de negociación, aprobación y ratificación de los tratados, se hace una descripción detallada de cómo es que se negocia un tratado, se aprueba y finalmente se ratifica.

Finalmente, se destaca cómo nuestro país viola los tratados internacionales a través de la legislación nacional, como ejemplo, con la Ley de Navegación y Comercio Marítimos.

Palabras clave: Tratados, aprobación, interpretación, Convención

AbstractThe interpretation of treaties is one of the most complex topics of the Law of Treaties, and it was not until the endorsement of the Vienna Conventions on the Law of Treaties of May 23rd, 1969 and of the Vienna Conventions on the Law of Treaties Between States and International Organizations or Between International Organizations, of March 21st, 1986, that it was possible to observe a uniformity in the interpretation and implementation of such treaties, with a greater degree of understanding.

This paper discusses the treaties and their importance in the adherence to respect domestic and international law. For that purpose, the term will be conceptually analyzed, reviewing different authors.

In the area of negotiation, approval and ratification of treaties, it is provided a detailed description on how a treaty is negotiated, approved and finally ratified.

Finally, it is highlighted the way our country violates international treaties by means of national legislation, for example, with the Law of Navigation and Maritime Commerce.

Keywords: Treaties, approval, interpretation, Convention

El derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales. Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

Mexican law in the light of international relations. The case of treaties ratified or joined by Mexico

José Eusebio Salgado y [email protected]

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Concepto de los tratadosLos grandes tratadistas del Derecho Internacional Público se ocupan del Derecho de los Tratados en sus obras, por ello hemos seleccionado a seis autores mexicanos que se ocupan de esa materia, para dar los conceptos que ellos tienen acerca de lo que es un tratado. El primero de todos ellos, Manuel J. Sierra define al Tratado o Convención de la siguiente manera:

“Los tratados son acuerdos entre dos o más Estados y se consignan en diversas formas. El término tratado se usa en un sentido genérico.“Convención es sinónimo de tratado. Se pretende que el nombre de convención ha sido escogido para designar compromisos de carácter económico o administrativo y el de tratado para los de orden político. En la práctica no se respeta esta regla.”1

Esta es una definición clásica del tratado, tal y como se hacía antes, por lo que hay que tomar en cuenta que esta obra fue escrita diez años antes que se adoptara el Convenio sobre Derecho de los Tratados de 1969. En se-guida Modesto Seara Vázquez, en su obra Derecho Internacional Público, nos dice:

“... todo acuerdo concluido entre dos o más sujetos de Derecho Internacional [completando la definición con una pertinente aclaración]. Hablamos de sujetos y no de Estados, con el fin de incluir a las organiza-ciones internacionales.”2

Por su parte, Loretta Ortiz Ahlf, en su trabajo Derecho Internacional Público, nos dice que:

“Los tratados son acuerdos entre sujetos de derecho internacional regidos por el Derecho Internacional Público.”3

A su vez, Hermilo López Bassols nos da lo que él llama una “definición contemporánea integral”, en su libro Derecho Internacional Público Contemporáneo e Instrumentos Básicos, diciéndonos que los tratados son:

“Acuerdos entre dos o más sujetos de Derecho Internacional que tengan capacidad para celebrar tratados.” 4

Curiosamente el mismo autor en su trabajo “Los nuevos desarrollos del Derecho Internacional Público”, nos da la misma definición que el Convenio sobre Derecho de los Tratados de 1969.5

Carlos Arellano García, después de darnos una serie de definiciones de autores, europeos preferentemente, nos da su propia definición en su trabajo académico Primer Curso de Derecho Internacional Público:

“El tratado internacional es el acto jurídico regido por el Derecho Internacional que entraña un acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos de la comunidad internacional, principalmente Estados, con la intervención lícita de crear, transmitir, modificar, extinguir, conservar, aclarar, certificar, detallar, etcétera, derechos y obligaciones.”6

1 Sierra, Manuel J. Derecho Internacional Público. México, Editorial Porrúa, 1959, Tercera Edición, p. 393.2 Seara Vázquez, Modesto. Derecho Internacional Público. México, Editorial Porrúa, 2005. Vigésima Segunda Edición, p. 59.3 Ortiz Ahlf, Loretta. Derecho Internacional Público. México, Oxford University Press, 2004. Tercera Edición, p. 11. 4 López Bassols, Hermilo. Derecho Internacional Público Contemporáneo e Instrumentos Básicos. México, Editorial Porrúa, 2003. Segunda Edición, p. 27.5 López Bassols, Hermilo. Los Nuevos Desarrollos del Derecho Internacional Público y Casos Prácticos de Derecho Internacional. México, Editorial Porrúa, 2008. Tercera Edición, p. 60.6 Arellano García, Carlos. Primer Curso de Derecho Internacional Público. México. Editorial Porrúa, 1999. Cuarta Edición, p. 632.

José Eusebio Salgado y Salgado

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Lord Arnold McNair, uno de los autores del Tratado de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969, que en su libro “The Law of Treaties”, nos dice que el tratado significa:

“… a written agreement by which two or more States or international organizations create or intended [as to intention] to create a relation between themselves operating within the sphere of international law.”7(*)

En la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales del 21 de mayo de 1986, Diario Oficial de la Federación del 28 de abril de 1988, se nos dice que se entiende por tratado:

“a) ... acuerdo internacional regido por el derecho internacional y celebrado por escrito:“i. Entre uno o varios Estados y una o varias organizaciones internacionales.“ii. Entre organizaciones internacionales, ya conste ese acuerdo en un instrumento único o en dos o más

instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular.”8

Como podemos ver, sigue el mismo concepto que su antecedente, la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados del 23 de marzo de 1969, artículo 2, “Términos empleados”, inciso 1 a), aun cuando ya incluye lo relativo a los organismos internacionales, que este antecedente no tenía.

Las más conocidas designaciones en la actualidad de los tratados:

La negociación, aprobación y ratificación de los tratados

1. Procedimiento Constitucional para celebrar, aprobar y ratificar los tratadosDe acuerdo con la Constitución Política Mexicana, los tratados deben de ser:a) Negociados o celebrados por el Poder Ejecutivo, o sea el Presidente de la República, artículo 89 frac-

ción X;b) Aprobados por el Senado de la República, artículo 76 fracción I;c) Ratificados por el Poder Ejecutivo, es decir el Presidente de la República.10

Luego en nuestro país se requiere necesariamente de la intervención de dos poderes para celebrar un tratado 7 McNair, Arnold Lord. The Law of Treaties. Londres, Clarendon Press Oxford, 1986. Segunda Edición. p. 4(*) “…un acuerdo escrito por el cual dos o más Estados u organizaciones internacionales crean o intentan (como intención) crear una relación entre ellos operando dentro de la esfera del Derecho Internacional.”8 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales. Tratados ratificados y Convenios Ejecutivos celebrados por México. México, Senado de la República, Tomo XXVII (1986), p. 87, artículo 2 inciso 1).9 McNair, Arnold Lord. Op. cit. pp. 22 a 30.10 Tena Ramírez, Felipe. Derecho Constitucional Mexicano. México, Editorial Porrúa, 1996. Trigésima Edición; pp. 415 a 419. Artículos 76 fracción I y 89 fracción X de la Constitución Política Mexicana.

Acta AcuerdoAlianzaArreglo Artículos adicionales, codicilo o “avenant”.CompromisoConcordato, únicamente los celebrados por el Estado Vaticano.Convención

ConvenioDeclaraciónEstatutoIntercambio de notas“Lettres Réversales”“Modus Vivendi”Pacto“Pactum de contrahendo”Protocolo tratado (Protocol Traité).Tratado.9

El derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales. Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

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José Eusebio Salgado y Salgado

internacional, es decir, la concurrencia de dos voluntades, la del Presidente y la del Senado, tomada la de éste por mayoría de los votos de los presentes en la sesión en la que se deba aprobar o rechazar el instrumento jurídico internacional. Por ello el Senado aprueba los tratados en México, no dirige, ni aconseja, es decir autoriza al Presi-dente a llevar a cabo la ratificación del tratado.11

Por otra parte, la Suprema Corte de Justicia de nuestro país, en la última interpretación del artículo 133 Constitucional, con sentido jurisprudencial, nos dice que los tratados ocupan el segundo orden jerárquico de la legislación mexicana, inmediatamente después de la Constitución Política Mexicana, o sea que están por encima de las leyes generales, es decir las leyes federales y las leyes locales de la República Mexicana, como sigue:

1. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.2. Los tratados.3. Leyes Federales, y 4. Leyes locales.12

Luego, se supone que no debemos adoptar un tratado que se oponga a la Constitución Política Mexicana y a sus leyes reglamentarias. Pero es entendible que las leyes federales o bien las leyes locales no pueden contradecir de ninguna manera a los tratados. Hermilo López Bassols y Manuel Hallivis Pelayo nos dice en sus obras que en México hay todo un orden legislativo que debe seguirse en la adopción de todo instrumento jurídico convencional internacional.

Él, además de indicarnos los artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículos 76 fracción I, 89 fracción X y 133, nos habla del 15 y 117 fracción I recordándonos la referencia indirecta que nos hacen los artículos 18 quinto párrafo, 94 octavo párrafo, 104 fracción I, 105 fracción II inciso b), 107 fracción VIII inciso a) y 119 tercer párrafo. Es preciso señalar que López Bassols no nos da fracciones ni párrafos de los artículos menciona-dos, lo cual tuvimos que investigar más cuidadosamente para dejar en claro a qué nos estamos refiriendo.

Pasa después a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, donde nos habla de la intervención de las Secretarías de Relaciones Exteriores, Gobernación y Comunicaciones y Transportes, así como la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal en la celebración de los tratados. También habla de la Ley sobre la Celebración de Tratados, artículos 1º, 2º fracciones I y II y 7º, señalándonos además que:

“Este ordenamiento presenta diferencias notables tanto en su redacción como en su contenido dado que copió disposiciones de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 [aquí debió de implementar tal Convención en vez de copiarla]; creó instituciones sin fundamento constitucional (como son los acuerdos interinstitucionales, que no están consagrados en el texto de la Ley Fundamental), [lo cual hace inconstitucional dicha Ley, como] tampoco estableció procedimientos para la elaboración y adopción de acuerdos interinstitucionales.”13

La Secretaría de Relaciones Exteriores redactó en 1992 una “Guía para la Conclusión de los Tratados y Acuer-dos Interinstitucionales en el Ámbito Internacional según la Ley sobre Celebración de Tratados”, diciéndonos que la misma no satisface los más mínimos requerimientos para ello, además de que no tiene las características y cnicas legislativas de una norma jurídica o Ley.14

11 Idem.12 Tesis P. IX/2007: Tratados Internacionales. Son parte integrante de la Ley Suprema de la Unión y se ubican jerárquicamente por enci-ma de las leyes generales, federales y locales. Interpretación del artículo 133 Constitucional. Registro Núm. 171888. México, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, XXVI, julio de 2007, p. 2725. 13 López Bassols, Hermilo. Op. Cit., p. 45.14 Idem. p. 45

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icasEl derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales.

Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

La Ley del Servicio Exterior Mexicano (LSEM), artículo 2º, Ley que constituye, nos dice López Bassols, el fun-damento por el cual tal órgano representa al Estado Mexicano de manera permanente y además asegura la parti-cipación de México en la negociación y firma de tratados, los cuales deben llevarse de acuerdo con la legislación nacional que hemos examinado antes.15

Reglamento Interno de la Secretaría de Relaciones Exteriores: artículos 1°; 2° fracción IV que da intervención a la Secretaría en toda clase de tratados, acuerdos y convenciones; fracciones VI, VII, VIII, IX, XI, XII, XIII y XVI que da intervención a la Consultoría Jurídica de la Secretaría.

Por último menciona la Ley sobre la Aprobación de Tratados Internacionales en Materia Económica, DOF del 9 de septiembre de 2004, que da fuerza a la intervención del Senado en la negociación de los tratados de esta naturaleza y hasta que los haya celebrado el Ejecutivo. Se les puede además solicitar información a los Secretarios de Estado y a los Organismos de la Administración Pública Federal y no al Presidente como se pretendía en la iniciativa de la Ley, ya que ello implicaría una flagrante violación de las atribuciones del Poder Ejecutivo. Con esta Ley no se regula únicamente lo relativo a los tratados de libre comercio, sino todo tipo de acuerdos, convenios o tratados en diversas materias de tipo económico: comercio de mercancías y servicios, inversiones, transferencia intelectual, doble tributación, cooperación técnica y cualquier campo de carácter comercial. 16

Es abundante la Legislación Nacional en materia de tratados, pero ninguna de ellas se refiere a los problemas de publicación, interpretación e implementación de los mismos, por lo que considero que es necesario explicar cómo es que se celebran los tratados en nuestro país a la luz de mi participación en la celebración de tratados bilaterales y multilaterales desde hace ya casi cuarenta años.

2. La celebración de los Tratados Bilaterales17

La celebración y negociación de los tratados se lleva a cabo de dos maneras, una para los tratados bilaterales y otra para los tratados multilaterales, aquí nos ocuparemos de la primera de ellas.

De ser llevada a cabo la celebración y negociación del tratado en la Ciudad de México, se inicia con un inter-cambio de notas entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y la embajada del país de que se trate, en donde se le exprese el tema del tratado que se pretenda celebrar, su alcance, con un esbozo de contenido. Ésta podrá además de confirmar su aceptación, contener ampliación a su alcance y contenido o bien una contrapropuesta, lo cual aceptado por el Gobierno Mexicano, comunica a la embajada la designación de sus representantes, los cuales son nombrados tomando en cuenta aquellos sectores que puedan verse involucrados.

Como ejemplo de ello, escogimos un acuerdo internacional sobre transporte marítimo. En él, tenemos que los sectores involucrados serían:

- Comunicaciones y Transportes.- Marina.- Medio Ambiente y Recursos Naturales.- Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.- Energía.- Salud.- Petróleos Mexicanos.

15 Idem. 16 López Bassols, Hermilo. Los Nuevos Desarrollos del Derecho Internacional Público y Casos Prácticos de Derecho Internacional. México, Editorial Porrúa, 2008. Tercera Edición, pp. 86 y 87.Hallivis Pelayo, Manuel. Interpretación de Tratados Internacionales Tributarios. México, Editorial Porrúa, 2011, pp. 187 a 189. 17 Para esta parte del trabajo no señalamos bibliografía, toda vez que he seguido en su desarrollo toda la experiencia vivida en la cele-bración de los tratados, ya que he participado en ello durante casi cuarenta años. Sin embargo, puede consultarse: Vallarta Marrón, José Luis. Derecho Internacional Público. México, Facultad de Derecho UNAM en colaboración con Editorial Porrúa, 2009, pp. 68 y 69.

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Ignacio Pineda PinedaJosé Eusebio Salgado y Salgado

Una vez aprobado el proyecto de texto del acuerdo internacional bilateral por los delegados de ambos Esta-dos, cada parte contratante lo someterá a su gobierno para su revisión y en caso necesario proponer los cambios que consideren oportunos, así como también hacer las observaciones que crean pertinentes.

El Gobierno Mexicano lo hará del conocimiento de los sectores involucrados, que seguramente habrán parti-cipado en la celebración y negociación del acuerdo bilateral internacional. Por ejemplo, en el caso de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, consideramos que se consultaron a las empresas navieras, navieros, empresas armadoras, armadores, operadores, agentes marítimos, agentes de carga, prácticos, marinos mercantes, asegu-radores marítimos, etc. Pues de no ser así se estaría violando su derecho de audiencia. Hecho lo cual presenta en la mesa de negociación aquellas observaciones, enmiendas, correcciones y cambios que considere pertinentes para darlos a conocer a la otra parte contratante, la que ciertamente presentará también las suyas. Procediendo a señalar las coincidencias y destacando las diferencias para negociarlas.

Una vez llevada a cabo tal acción y si se alcanza un mutuo consentimiento se procede a la firma del tratado, proponiendo una fecha provisional para el intercambio y depósito de instrumentos de ratificación, para dar tiem-po a que ambos Gobiernos sometan a la consideración de sus Senados o bien Parlamento, el acuerdo bilateral internacional de transporte marítimo para su aprobación, para poder proceder a su ratificación.

La Secretaría de Relaciones Exteriores informará al Presidente de la República de la firma ad referéndum del acuerdo bilateral internacional, luego de lo cual este funcionario ordena le sea remitido al Senado de la República, a través de la Secretaría de Gobernación, para su aprobación, con base en lo que disponen los artículos Constitu-cionales 89 fracción X y 76 fracción I. Aprobado por el Senado y siguiendo el mismo procedimiento lo regresa a la Secretaria de Relaciones Exteriores, a través de la Secretaría de Gobernación.

Por otra parte prepara los instrumentos de ratificación para la firma del Presidente de la República, hecho lo cual el Secretario de Relaciones Exteriores cancela o sella con el gran Sello de la Nación dicho instrumento que será canjeado oficialmente el día acordado para tal ceremonia. La embajada del país con el que se celebró el tra-tado bilateral de transporte marítimo, presentará en su idioma el instrumento de ratificación, al que irá anexo el texto del tratado también en su idioma, para los efectos de interpretación ambos idiomas tendrán el mismo valor y los términos incluidos en ambos tratados tienen el mismo significado.

Una vez ratificado por ambos Estados, el Presidente de la República Mexicana procede, conforme a lo que dispone el artículo 89 fracción I de la Constitución Política de los Estados Unidos, a su promulgación y publicación en el Diario Oficial de la Federación para que sea ejecutado.

3. La celebración de los Tratados Multilaterales18

Ésta generalmente se inicia en el seno de una organización internacional intergubernamental. Para lo que segui-remos el procedimiento que realiza la Organización Marítima Internacional (OMI) a través de sus órganos; que son los siguientes:

Se pueden crear otros órganos auxiliares o permanentes, pero a nosotros nos interesan los Comités, pues ahí se originan los textos de los diversos Convenios que ha adoptado la OMI desde su creación y puesta en marcha, según se desprende de una de las atribuciones de la Asamblea, establecidas en su Convenio Constitutivo:

1. La Asamblea.

2. El Consejo.

3. El Comité de Seguridad Marítima.

4. El Comité Jurídico.

5. El Comité de Protección del Medio Marino.

6. El Comité de Cooperación Técnica.

7. El Comité de Facilitación.

8. La Secretaría.19

18 Vallarta Marrón, José Luis. Op.cit., pp. 66 a 68.19 Convenio Constitutivo de la Organización Marítima Internacional. ISBN 92-801-3097-8. Londres, Organización Marítima Interna-cional, 1984, p. 10.

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icasEl derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales.

Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

“l) Decidir en cuanto a la convocatoria de toda conferencia internacional o a la adopción de cualquier otro procedimiento idóneo para la aprobación de convenios internacionales o enmiendas a cualesquiera conve-nios internacionales que hayan sido preparados por el Comité de Seguridad Marítima, el Comité Jurídico, el Comité de Protección del Medio Marino, el Comité de Cooperación Técnica, el Comité de Facilitación u otros órganos de la Organización”.20

Para lo cual hemos escogido el Comité Jurídico, en cuyas reuniones participé veinticinco años, en sus dos períodos de trabajos anuales. Cuando el Comité celebra su último período de sesiones en el año prepara un pro-grama de trabajo, que debe presentar a la Asamblea que se reúne cada dos años, programa en el cual pone los estudios que realizará, encaminados a la adopción de proyectos de tratados, proyectos de resoluciones, proyectos de manuales, proyectos de códigos y otras decisiones también importantes, dentro de su área de estudios. Así, en 2007 la Asamblea celebró su 25 Período de Sesiones y en 2009 el 26, esperando celebrar el 27 en 2011.21

El Comité Jurídico inició los estudios para elaborar el Proyecto de Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo, luego que se hubiera llegado a la conclusión de que era necesario adecuar la vieja Convención para la Unificación de Ciertas Reglas en Materia de Asistencia y Salvamento Marítimos del 23 de septiembre de 1910, de la cual México era parte, ya que la aprobó el Senado de la República el 1° de mayo de 1911, habiéndose ratificado el 1° de febrero de 1913 y publicada en el Diario Oficial de la Federación del 2 de marzo de 1929.22

Es más, era necesario eliminar la expresión de la asistencia, ya que se había llegado a la conclusión, luego de la Segunda Guerra Mundial, al final de la década de los cincuenta, por lo grandes tratadistas del Derecho Maríti-mo que tal término estaba ya incluido dentro del concepto de salvamento marítimo, pues ambos abarcaban los siguientes bienes:

1. Buques en peligro.2. Bienes que se encuentren a bordo, las mercancías entre otros.3. El flete devengado.4. El valor de los pasajes cobrados.23

Para José María Garibi Undabarrena, el salvamento marítimo es:

“Todo auxilio a un buque en peligro con resultado útil”24

A diferencia de él, antes Charles Lyon-Caen y Louis Renault distinguían entre asistencia y salvamento, pues afirmaban:

“Mais ces deux faits différent en ce qu’en cas de sauvetage, le danger s’est produit avec toutes ses consé-quences dommageables, tandis qu’en cas d’assistance, le péril est menaçant et il s’agit de l’écarter.”.25 (*)

20 Ibidem, p. 12.Ver también Salgado y Salgado, José Eusebio. Organización Marítima Internacional OMI. México, Petróleos Mexicanos, 1991, p. 27.21 Ibidem, p. 1122 “Convención para la Unificación de Determinadas Reglas en Materia de Auxilio y salvamento Marítimos y su Protocolo de Firma”. Tratados Ratificados y Convenios Ejecutivos celebrados por México. México, Senado de la República, 1972. Tomo IV (1908-1923), pp. 269 a 27923 Garibi Undabarrena, José María. Derecho Marítimos Práctico. Madrid, Oficina Central Marítima, 1958, pp. 379 a 397.24 Ibidem, p. 380.25 Lyon-Caen, Charles y Renault, Louis. Traité de Droit Maritime. Paris, F. Pichon, Successeur, Imprimeur-Editeur, 1896. Tomo 2, p. 163.(*) “Pero estos dos hechos diferentes en que en el caso del salvamento, el peligro se ha producido con todas sus consecuencias perjudiciales, mientras que en el caso de la asistencia, el peligro es amenazante y puede ocurrir.”

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También Georges Ripert sostenía lo mismo en su gran tratado “Droit Maritime”, apoyando lo afirmado por el profesor francés Daniel Danjon, quién decía:

“Esta intervención se llama asistencia o salvamento, según las circunstancias en que se produjo: unas ve-ces se trata de combatir un peligro inminente y de prevenir, si es posible, un siniestro del que se encuentra amenazado un buque; otras veces se trata de atenuar las consecuencias de un siniestro ya ocurrido y de recoger lo que queda del buque, de su cargamento y de su personal después de un naufragio u otra catás-trofe equivalente; en el primer caso hay asistencia; y en el segundo, salvamento.”26

Finalmente, es digna de examinarse la obra de Juan Carlos Arbex sobre el “Salvamento en la Mar. La evolución del Salvamento Marítimo en España”, que nos hace la revisión histórica del salvamento y la situación reciente al año de 1990, donde ya se nos habla del Convenio Internacional sobre “Búsqueda y Salvamento Marítimos” del 27 de abril de 1979 (SATC/79) y del “Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo” del 28 de abril de 1989 (SALVAGEC/89).

Por cierto que yo creo que fue mal traducido el nombre del primero de los Convenios citados del texto en inglés original, ya que se llama International Convention on Maritime Search and Rescue (SAR), ya que se tradujo Rescue como salvamento, siendo que se debió traducir como “rescate”, pues salvamento se dice en inglés sal-vage. Concluyendo la obra con la presentación del “Plan Nacional de Salvamento Marítimo” del 20 de octubre de 1989 por el Ministerio de Transporte, Turismo y Comunicaciones”, donde ya no se nos habla de asistencia.27

No hay que perder de vista que todos los Gobiernos están invitados a presentar documentos de trabajo o notas de Gobierno. Por ejemplo, después de discutir el concepto del buque y lo referente a los buques propiedad del Estado que gozan de inmunidad soberana, habiendo coincidido plenamente con los delegados del Gobierno de Estados Unidos, la Delegación Mexicana propuso conjuntamente presentar un documento de Gobierno aus-piciado por los Gobiernos Mexicano y Norteamericano para la siguiente reunión, lo cual se hizo puntualmente. Habiendo sido rechazado, adoptándose, las definiciones que quedaron finalmente en el Tratado Internacional de Salvamento Marítimo:

“b) Buque: toda nave o embarcación, o toda estructura apta para la navegación”.“1. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 5 [es decir lo relativo a las operaciones del salvamento super-visadas por autoridades públicas], el presente Convenio no será aplicable a los buques de guerra ni a otros buques propiedad del Estado o utilizados por éste, que gocen de inmunidad soberana en el momento de las operaciones de salvamento, de conformidad con los principios generalmente reconocidos de derecho internacional, a menos que ese Estado decida otra cosa.“2. Cuando un Estado parte decida aplicar el Convenio a sus buques de guerra o a otros buques de los men-cionados en el párrafo 1 lo notificará al Secretario General especificando las modalidades y condiciones de dicha aplicación”.28

Una vez concluida la elaboración del Proyecto de Convenio, el Comité Jurídico lo envía al Consejo de la OMI para que autorice la celebración de la Conferencia Internacional para adoptar el texto del Convenio, con lo que da cumplimiento a lo dispuesto por el artículo 2 inciso b) del Convenio Constitutivo de la OMI, relativo a las funciones de la Organización:

26 Ripert, Georges. Droit Maritime. Paris, Editions Rousseau et Cie., 1953. Cuarta Edición, Tomo III, pp. 121 a 124.Danjon, Daniel. Tratado de Derecho Marítimo. Madrid, Editorial Reus, S: A:, 1936. Tomo IV, p. 51. Traducción del francés al español por Luis Aguirre Fanaique.27 Arbex, Juan Carlos. Salvamento en la Mar. La evolución del Salvamento Marítimo en España. Madrid, Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), 1991, 183 pp. Diccionario Español-Inglés. Madrid, Espasa Calpe, S. A. 2001. Tercera Edición, pp. 822 y 838.28 Conferencia Internacional sobre Salvamento Marítimo (1989). Acta final de la Conferencia y Convenio sobre Salvamento Marítimo. ISBN 92-801-3347. Londres, Organización Marítima Internacional, 1989, p. 8.

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Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

“Preparará proyectos de Convenios, acuerdos u otros instrumentos apropiados y los recomendará a los Gobiernos y a las organizaciones intergubernamentales, y convocará las conferencias que juzgue necesa-rias”.29

Con base en ello, en noviembre de 1987 el Consejo de la OMI decidió en su 14° Período de Sesiones Extraor-dinario, convocar a una conferencia internacional, para examinar la posibilidad de adoptar un nuevo Convenio de Derecho Marítimo. Cuatro años después de que el Comité Jurídico iniciara el estudio para elaborar el Proyecto de Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo, es decir, de su 51 Período de Sesiones al 58º Período de Sesiones, 1983-1987, ya que este Comité celebra dos períodos de sesiones al año.30

La Asamblea de la OMI refrendó la recomendación del Consejo en su 15° Período de Sesiones, celebrado en Londres del 9 al 20 de noviembre de 1987, mediante la Resolución A.635 (15), “Programa de Trabajo y Presupues-to para el 15 Ejercicio Económico 1988-1989”, aprobada el 20 de noviembre de 1987.31

Los sectores invitados a la Conferencia, además de la Secretaría de Relaciones Exteriores, fueron los siguientes:

- Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).- Secretaría de Marina (SEDEMAR).- Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP).- Secretaría de Energía (SE).- Secretaría de Salud (SS).- Petróleos Mexicanos (PEMEX).

En 1987 el sector de la pesca correspondía a la SEMARNAP y PEMEX, si bien pertenecía al sector de la energía, se le incluyó por haber participado en los diversos períodos de Sesiones del Comité Jurídico en que se elaboró el Proyecto de Convenio. La Secretaría de Relaciones Exteriores lo que deseaba era las opiniones de tales dependen-cias, para elaborar las instrucciones de la Delegación Mexicana que habría de representarnos, por eso urgía a las dependencias para que le hicieran llegar sus comentarios y en su caso correcciones, enmiendas o modificaciones que creyeron prudente hacer.

Concluido el examen del Proyecto de Convenio y formuladas las instrucciones para la Delegación Mexicana, se le pedía a las dependencias participantes que manifestaran a qué personas iban a enviar a la Conferencia Interna-cional. Tan sólo tres de las mismas lo hacían, así SEDEMAR manifestaba que sería su representante permanente, el agregado naval en la Embajada de México en Londres, al igual que la SCT, pero PEMEX y la Secretaría de Energía siempre me proponían a mí. Por lo cual tuve de participar en dicha Conferencia Internacional del 17 al 28 de abril de 1989, como uno de los miembros de la Delegación de México, tocándome una intervención muy importante, ya que se negoció arduamente todo lo referente al límite máximo que debía de pagarse al salvador, así como lo relativo a la compensación especial, artículos 12 al 15.32

Es más, se tuvo que pelear por el empleo de dos preposiciones en la lengua inglesa, ya que holandeses y otros grandes países pedían que se pusiera en el texto inglés by to 30%, en tanto que los países en desarrollo, preferen-temente los de habla hispana, pedíamos que se quedara la preposición inglesa up to 30%, ya que si aceptábamos

29 Convenio Constitutivo de la Organización Marítima Internacional…, p. 8.30 Conferencia Internacional sobre Salvamento Marítimo (1989)…, p. 1.Resoluciones y otras decisiones. Asamblea Décimotercer Período de Sesiones 7-18 de noviembre de 1983 (Resoluciones 517-557). Londres, Organización Marítima Internacional, 1984. IX y 410 pp.Resoluciones y otras decisiones. Asamblea Décimocuarto Período de Sesiones 11-22 de noviembre de 1985, (Resoluciones 558-595)…, 1986 VIII y 239 pp.Resoluciones y otras decisiones. Asamblea Décimoquinto Período de Sesiones 9-20 de noviembre de 1987, (Resoluciones 596-635)…, 1988 VIII y 176 pp.31 Conferencia Internacional sobre Salvamento Marítimo (1989).., p. 1.Resoluciones y otras decisiones. Asamblea Décimoquinto Período de Sesiones 9-20 de noviembre de 1987, (Resoluciones 596-635). ISBN 92-801-3433-7. Londres, Organización Marítima Internacional, 1980, pp. 160 a 165.32 Conferencia Internacional sobre Salvamento Marítimo (1989) , pp. 12 a 14.

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la primera dejábamos al juez encargado de una reclamación en libertad de ir más allá de ese 30%. En tanto que en la segunda el juez no podía sobrepasar el 30% del valor del buque y de las mercancías salvadas.

Al haber sido electo Vicepresidente del Comité de Redacción, encargado de vigilar que las versiones española, francesa e inglesa del Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo quedaran tal y como los había aceptado la Conferencia, le comuniqué al presidente W. W. Sturms de los Países Bajos que no se había respetado el acuerdo alcanzado sobre el empleo de la preposición up to 30%, por lo que se solicitaría al pleno de la Conferencia rectifi-cara la versión inglesa del texto del Convenio. Una vez hecho, se reconoció plenamente y quedó plasmado en el texto del Convenio, tal y como hoy lo conocemos.33

Por otra parte quedó claro que tanto la asistencia como el salvamento eran lo mismo y que no era necesaria la diferencia de la que hablaban los grandes tratadistas marítimos como Lyon-Caen, Renault, Ripert y Danjon. Asi-mismo, quedó claramente plasmada la diferencia ente el salvamento marítimo y la búsqueda y rescate marítimos de las personas, debido a que el primero quedó únicamente para los buques y la carga que éstos transportan, en tanto que el segundo término se refiere únicamente a las personas en peligro en el mar, lo cual no da lugar a pago ninguno, con lo que quedaron a salvo los derechos humanos, artículos 10 “Obligación de prestar auxilio”, artículo 16, “Salvamento de personas” y artículo 6, “Contratos de salvamento”, del Convenio.34

La actividad desarrollada en la negociación final del texto del Convenio de Salvamento fue decisiva para que al fin se adoptara el texto del Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo, para lo cual se contó con el apoyo del Steamship Mutual Underwriting Association Bermuda, Ltd., el Club de Protección e Indemnización (PANDI) de los buques de PEMEX.

Con lo cual se demuestra que, con conocimiento y preparación, siempre deben de negociarse los tratados, no permitiendo que se cambien los acuerdos a que se han llegado, ya que la insistencia del Reino de los Países Bajos se debía a que ese país tiene la más grande flota y equipo de salvadores marítimos que existen en el mundo.

La publicación, interpretación e implementación de los tratados en méxico

a. La Publicación de los TratadosAl triunfo de la Revolución Rusa de 1917, que logró que los bolcheviques encabezados por Vladimir Ilich Ulianov Lenin, alcanzaran el poder, quedó en descubierto que los tratados eran celebrados en secreto y a espaldas de la población de un Estado, lo cual quedó claramente establecido en el Decreto de la Paz del Gobierno Soviético, en el que se denunciaba y suprimía la diplomacia secreta, por lo cual a partir de ese momento sostuvo que era su firme propósito sostener todas las negociaciones de manera abierta y pública frente a todo el pueblo ruso, con lo que quedó impreso el principio de política exterior soviético de “Mantener una política exterior abierta y no de espaldas al pueblo”35.

El Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, propuso sus Catorce Puntos de Propuesta de Paz, 8 de enero de 1918, donde quedó plasmado un principio de hacer públicas las convenciones en el primero de esos puntos.

“1. Convenciones abiertas de paz concertadas abiertamente, después de lo cual no podrá haber entendi-mientos internacionales privados de ninguna naturaleza, sino que la diplomacia procederá siempre fran-camente y a la vista del público”.36

33 Idem, p. 4. Lo cual al final no apareció en la Convención.34 Ibidem, pp. 9, 11 y 15. El texto definitivo del Convenio, sin embargo, no contiene tal disposición aceptada en la Conferencia., edición 1989.35 Potemkin, V. P., y otros. Historia de la Diplomacia. Tomo III Del comienzo de la Primera Guerra Mundial a 1939. México, Editorial Grijalbo, S. A., 1968. Traducción al Español del ruso por José Laín de la Segunda Edición corregida y aumentada, pp. 53 a 57.36 Nuñez García, Silvia y Zermeño Padilla, Guillermo. E. U. A. Documentos de su Historia Política III. México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1968. Tomo III, p. 731.

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Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

Tal principio quedó plasmado en el artículo 18 del Pacto de la Sociedad de Naciones, adoptado en Versalles, Francia el 28 de junio de 1919 y en vigor el 10 de enero de 1920, al cual se adhirió México el 9 de septiembre de 1931 y aquí tenemos un grave error cometido con este tratado, no se publicó en el Diario Oficial de la Federación. Dicho artículo dispone:

“Todo tratado o compromiso internacional que en lo sucesivo suscriba algún miembro de la Liga de-berá ser registrado en la secretaría y publicado por ella en el más breve plazo posible. Ninguno de estos tratos o compromisos internacionales tendrá fuerza hasta que esté registrado”.37

Esta disposición, además de señalar su preocupación por la publicación de los tratados, establecía una san-ción para aquellos instrumentos jurídicos internacionales no publicados, los que no tendrían fuerza, o bien va-lidez, mientras no estuvieran registrados y publicados en la Liga de las Naciones. Seara Vázquez, dice que en la práctica el alcance de tal disposición jurídica fue moderado, dándose a entender que el efecto por no registrar y publicar el tratado, simplemente se limitaba a que no podía ser invocado ante la Sociedad de Naciones y la Corte Permanente Internacional de Justicia.38 En tal sentido se pronunció la Organización de la Naciones Unidas (ONU), al adoptar su Carta, ya que en el artículo 102, colocado en la Parte XVI, “Disposiciones Varias”, dispuso:

“1. Todo tratado y acuerdo internacional concertados por cualesquiera miembros de las Naciones Unidas después de entrar en vigor esta Carta serán registrados en la Secretaría y publicados por ésta a la mayor brevedad posible.“2. Ninguna de las partes en un tratado o acuerdo internacional que no haya sido registrado conforme a las disposiciones del párrafo 1 de este artículo podrá invocar dicho tratado o acuerdo ante órgano alguno de las Naciones Unidas”.39

Dicha disposición, hoy día se hace extensiva no sólo a los órganos de la Naciones Unidas, sino también a las Organizaciones Internacionales Especializadas vinculadas con las Naciones Unidas, creadas conforme los artículos 57 y 63 de la Carta, capítulos IX, “Cooperación Internacional Económica y Social” y X, “El Consejo Económico y So-cial”.40 En México, con relación a la publicación de los tratados, para que un ciudadano mexicano pueda cumplir-los, deben de publicarse luego de ser ratificados o adheridos por el Presidente de la República en el Diario Oficial de la Federación (DOF), según lo dispone el artículo 3º del Código Civil Federal, “Las leyes, reglamentos, circulares o cualesquiera otras disposiciones de observancia general, obligan y surten sus efectos tres días después de su publicación en el periódico oficial.”41 Este sistema se denomina sucesivo en relación con la iniciación de la vigencia de cualquier instrumento jurídico, incluidos los internacionales.

El sistema sincrónico, es el que establece el día de iniciación de la vigencia de todo instrumento jurídico, que reconoce el propio Código Civil Federal ya citado, en su artículo 4º: “Si la ley, reglamento, circular o disposición de observancia general fija el día en que debe comenzar a regir, obliga desde ese día con tal de que su publicación haya sido anterior”. Pues de no serlo, entonces tendremos que aplicar el sistema sucesivo.42

Se tuvo que recurrir al Código Civil Federal ya que nuestra Constitución Política no hace referencia a la publi-cación de los tratados en sus artículos 71 y 72 del título tercero, capítulo II, “Del Poder Legislativo”, Sección II, “De

37 Díaz, Luis Miguel. La Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas. Estructuras y Prácticas. México, Manuel Porrúa, S. A. Editores, 1984, p. 162.38 Seara Vázquez, Modesto. Op. cit. p. 230.39 Derecho Internacional Público. Cartas, Tratados, Declaraciones, Convenios, Pactos, Estatutos. Carta de la ONU. Buenos Aires, AZ Editora, 1984, p. 23.40 Seara Vázquez, Modesto. Op. cit. pp. 469 y 471.41 Código Civil Federal. México, Editorial Sista, S. A. de C. V., 2002, p. 3, artículo 3°.42 Ibidem, p. 4, artículo 4°.

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la Iniciativa y Formación de las Leyes”. Como tampoco lo hace la Ley sobre la Celebración de Tratados.43 Con base en lo anterior, no podemos aceptar la afirmación de algunos profesores de Derecho Internacional Público, en el sentido de que en México los Tratados son de aplicación inmediata una vez que el Presidente de la República los ha ratificado o bien se adherido a ellos, ya que requieren de su publicación necesariamente.

De esta suerte, el ciudadano mexicano no estará obligado a cumplir con aquel tratado que no sea publicado en el DOF, como en el caso del Convenio Internacional para la seguridad de la vida humana en el mar, del 1º de noviembre de 1974 (SOLAS/74), que no fue publicado de manera completa, DOF del 9 de mayo de 1977, pues el Convenio consta además de su articulado, del articulado de su Anexo con ocho capítulos y tres apéndices, además de sus Protocolos de enmienda de 1978 y 1988, que en la edición refundida elaborada por la Organización Marí-tima Internacional cuenta con 675 páginas.44

Por otra parte, tiene 13 Códigos y unas Directrices de obligado cumplimiento, que no creo hayan sido publica-dos en su totalidad, tales Códigos y Directrices son:

1. Código Internacional para la Construcción y el Equipo de Buques que transporten Productos Químicos Peligrosos a Granel (CIQ)

2. Código Internacional para la Construcción y el Equipo de Buques que Transporten Gases Licuados a Gra-nel (CIG)

3. Código Internacional para el Transporte sin Riesgos de Grano a Granel (Código para el Transporte de Grano a Granel)

4. Código Internacional de Seguridad para Naves de Gran Velocidad (Código NGV)5. Código Internacional de Seguridad para Naves de Gran Velocidad 2000 (Código NGV/2000)6. Código Internacional de Gestión de la Seguridad Operacional del Buque y la Prevención de la Contami-

nación (Código IGS)7. Código Internacional para la Aplicación de Procedimientos de Ensayo de Exposición al Fuego (Código PEF)8. Código Internacional de Dispositivos de Salvamento (Código IDS)9. Código Internacional para la Seguridad del Transporte de Combustible Irradiado, Plutonio y Desechos de

Alta Actividad en Bultos a Bordo de Buques (Código CNI)10. Código Internacional sobre Sistemas de Seguridad contra Incendios (Código SSCI)11. Código Marítimo Internacional de Mercancías Peligrosas (Código IMDG)12. Código Internacional para la Protección de los Buques y de las Instalaciones Portuarias (Código ISPS)13. Código Internacional para la Construcción y el Equipo de Unidades Móviles de Perforación Mar Adentro

(Código MODU/1989)14. Directrices sobre el Programa Mejorado de Inspecciones durante los Reconocimientos de Graneleros y

Petroleros 45

Es más, en la colección de “Tratados Ratificados y Convenios Ejecutivos Celebrados por México”, publicada por el Senado de la República, se nos dice de este Convenio SOLAS/74: “Nota Bene: El texto de este Convenio no se re-produce aquí. Puede consultarse en el expediente de la Consultoría Jurídica con clasificación III/342.1(42)/20079-3, de la Secretaría de Relaciones Exteriores”.46

43 Constitución Política Mexicana de los Estados Unidos Mexicanos. México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM y Editorial Porrúa, 2006. Décimonovena Edición, Serie A: Fuentes. B) Textos y Estudios Legislativos, Número 59, Tomo III, pp. 256 a 278.44 SOLAS (Consolidated Edition, 2004). Londres, Organización Marítima Internacional, 2004. ISBN 928014183X.45 Salgado y Salgado, José Eusebio. La Historia de un Proyecto de Ley: La Ley de Navegación y Comercio Marítimos. México, Tesis de Grado para obtener el Doctorado en Derecho, Facultad de Derecho, UNAM, 2006, pp. 62 y 63.46 “Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar”. Tratados ratificados y Convenio Ejecutivos celebrados por México. México, Senado de la República, 1985. Tomo XX (1972-1974), p. 955.

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b. Interpretación de los TratadosLa interpretación de los tratados es uno de los temas más complicados del Derecho de los Tratados, por lo que úni-camente hasta que se aprobaron los Convenios de Viena sobre Derecho de los Tratados del 23 de mayo de 1969 y de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales del 21 de marzo de 1986, en donde en sus Secciones 3, “Interpretación de los Tratados”, artículos 31 a 33, se dicta la norma general de interpretación, medios adicionales o complementarios y el problema de los idiomas.47

Siguiendo a Loretta Ortiz Ahlf, que resume tales disposiciones, podemos desprender los siguientes elementos primordiales de interpretación:

1. Sentido corriente de los términos2. El contexto3. El objeto y fin del tratado4. El acuerdo entre las Partes5. La conducta de éstas6. Las Normas de Derecho Internacional48

Por su parte, Sir George Fitzmaurice nos recomienda cinco principios que pueden seguirse cuidadosamente y habremos hecho una interpretación limpia y sobre todo clara:

1. Interpretación textual o bien actualidad del tratado2. Significado natural o común, es decir ordinario de todos los términos en él empleados, a menos que del

objeto y fin del tratado se desprenda que debe dársele un sentido científico o técnico al término3. Integración, o de otra manera dicho, interpretación del tratado como un todo y no tomando disposicio-

nes aisladas4. Efectividad del tratado, es decir, ut res magis valeat cuam perreat. (una cosa vale mientras no perezca)5. Práctica subsecuente o actualidad, es decir interpretación de textos y términos a la luz de su significado

natural en la fecha de su elaboración y conclusión o adopción49

c. La Implementación de los tratadosEl término implementación significa “acción o efecto de implementar”, a su vez este último vocablo nos indica que es el “poner en funcionamiento, aplicar métodos, medidas, etc., para llevar algo a cabo. En el caso de los tratados significa llevar a cabo todas aquellas medidas destinadas a poner en práctica y hacer posible la aplicación de dicho instrumento jurídico internacional”50

Esta expresión, que tengo ya más de cuarenta años de escucharla en los medios de celebración, negociación, aprobación y aceptación de los tratados, sin embargo, no es muy común su empleo en el ámbito nacional, precisa-mente porque se dice que basta con la publicación del tratado en el DOF, para que se aplique de inmediato. No obs-tante lo anterior, requerimos que de alguna manera el contenido del tratado nos sea explicado, aclarado y sobre todo interpretado para poderlo aplicar, para el caso que no tengamos una formación jurídica internacional apropiada.

Un ejemplo de este problema nos lo dan los tratados adoptados en el seno de la Organización Marítima Internacional (OMI) que van dirigidos preferentemente a capitanes de buques, marinos mercantes en general,

El derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales. Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

47 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados…, pp. 40 a 42.Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales…, pp. 107 y 108.48 Ortiz Ahlf, Loretta. Op. cit., pp. 17 y 18.49 McNair, Arnold Lord. Op. cit. , pp. 364 y 365.50 Diccionario de la Lengua Española... p. 849.

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marinos de guerra, autoridades marítimo-portuarias, administradores de puertos, operadores de buques, navie-ros y armadores, exportadores e importadores, aseguradores marítimos, salvadores marítimos, liquidadores de averías gruesas, corredores de buques y seguros, corredores públicos, abogados maritimistas, jueces, ingenieros y arquitectos navales, etc.

Como podemos ver, no todos tienen una formación jurídica internacional, y por lo mismo, les será difícil apli-car tales instrumentos jurídicos internacionales, precisamente por ello una de las primeras preocupaciones que el Consejo para el Fomento y Desarrollo de la Marina Mercante Mexicana se formuló fue la de buscar el estable-cimiento de formación de personal especializado en Derecho Marítimo, tanto comercial, como internacional, lo cual como siempre no se está haciendo.

Por otra parte, la propia OMI ha tratado de resolver el problema planteado por convenios que han sido mu-chas veces enmendados como los siguientes:

a. Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar de 1974 (SOLAS/74) y sus Protoco-los de Modificaciones de 1978 y 1988, que al 1º de julio de 2010 tenían más de 75 enmiendas

b. Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques de 1973 y su Protocolo de Modifi-cación de 1978 (MARPOL/73/78), que al 1° de septiembre de 2010 tenía más de 60 enmiendas

Editando ediciones “refundidas” de ambos tratados, que fueron rápidamente superadas, luego de su impre-sión, por la constante adopción de enmiendas de los mismos, y de ahí que se estén publicando ahora nuevos apéndices a tales obras, con lo que se complican de nuevo de las cosas y los Convenios citados no quedaron bien implementados con tales publicaciones, ya que a lo jurídico, hay que agregar también ahora los aspectos técnicos y científicos del contenido de muchas de sus materias.51

De ahí que insistamos que la implementación de los tratados sea muy necesaria para facilitar la aplicación de un número tan elevado de enmiendas, de ahí que al participar constantemente en los dos Períodos de Sesiones que el Comité Jurídico de la OMI celebra anualmente, durante veintidos años, hayamos solicitado una y otra vez que es necesario adoptar mejor un nuevo tratado que el tener que manejar un número tan elevado de enmien-das, que en un momento dado nos impida aplicar correctamente las normas establecidas en el convenio y nos haga incurrir en severas faltas que puedan incluso llevarnos a sufrir sanciones penales y civiles. Puedo decir, sin lugar a dudas, que aún los países desarrollados no cumplen cabalmente con esos convenios tan profusamente enmendados, como sí lo hacen los países miembros de la Unión Europea al implementarlos.

Por tanto, queda claro que el implementar no es publicar, ni tampoco interpretar, por lo que un tratado debe ser tanto interpretado, como publicado e implementado, para poder entenderlo y hacerlo aplicable fácilmente, para lo cual el Gobierno Mexicano deberá avocarse de inmediato a realizar cuidadosamente tales acciones, es decir interpretar, publicar e implementar los tratados.

Violación de los tratados a través de la legislación mexicanaEste, que es el tema central de la investigación que se realiza, descansará primordialmente en la ley marítima más importante de nuestro país, que está vigente. Examinaremos la Ley de Navegación y Comercio Marítimos del 30 de mayo de 2006 y publicada en el DOF del 1° de junio de ese año, para dar ejemplos de tales violacio-nes.52

No debe perderse de vista, como nos lo dice Paul Reuter, citado por Jorge Palacios Treviño en su obra “Trata-dos. Legislación y práctica en México”:

51 SOLAS (Consolidated Edition, 2004). Londres, Organización Marítima Internacional, 2004. ISBN 928014183X.MARPOL(Consolidated Edition, 2006). Londres, Organización Marítima Internacional, 2006. ISBN 928014216X.52 Decreto por el que se expide de la Ley de Navegación y Comercio Marítimos. Diario Oficial de la Federación. México, jueves 1° de junio de 2006, pp. 17 a 68.

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“Los tratados se celebran para ser ejecutados, y su ejecución requiere su aplicación por los tribunales nacionales, sobre todo cuando se estipulan derechos y obligaciones para los individuos. Una aplicación semejante ha provocado y sigue provocando diversos problemas prácticos, ella está también en el origen de las especulaciones del ‘dualismo’ y del ‘monismo’. La cuestión se reduce a lo siguiente: ¿Bajo qué condi-ciones y con qué efectos podría aplicar un tribunal nacional las normas de un tratado? ¿Se encontrará ese tribunal en la misma posición que cuando aplica normas nacionales?”53

Lo cual no se cumple por la citada Ley. Empezamos de inmediato con los conceptos que la mencionada norma jurídica nos da de embarcación y artefacto naval, que violan lo dispuesto en varios convenios internacionales de los que México es parte, para lo cual destacaremos dos de ellos: Convenio Internacional para prevenir la conta-minación por buques del 2 de noviembre de 1973 y su Protocolo de Modificación del 17 de febrero de 1978, pu-blicados en los DOFs del 8 y 7 de julio de 1992 respectivamente, (Convenio MARPOL/73/78), y el Convenio Inter-nacional sobre cooperación, preparación y lucha contra la contaminación por hidrocarburos del 30 de noviembre de 1990, DOF, del 6 de febrero de 1995 (CONVENIO OPRC/90).54 Así, la Ley nos da en su artículo 2° fracciones IV y V, las siguientes definiciones:

“IV Embarcación: Toda construcción diseñada para navegar sobre o bajo vías de navegación.”“V Artefacto Naval: Cualquier estructura fija o flotante, que sin haber sido diseñada y construida para navegar, sea susceptible de ser desplazada sobre el agua por sí misma o por una embarcación, o bien construida sobre el agua, para el cumplimiento de sus fines operativos.”55

Más tarde en su artículo 10, fracción I, inciso e), al clasificar las embarcaciones y artefactos navales por su uso, agrega:

“e) Embarcaciones y/o artefactos navales de extraordinaria especialización que por su tecnología y por los servicios que estas (sic) prestan, la tripulación requiera de un entrenamiento particularmente especia-lizado, o aquellos que sean de extraordinaria especialización o características técnicas no susceptibles de ser sustituidas por otras de tecnología convencional como las utilizadas para la exploración, perforación de pozos, producción temprana de hidrocarburos, construcción y/o mantenimiento de instalaciones mari-nas petroleras, alimentación, salvamento y seguridad pública.”56

Ahora veamos qué nos dicen los Convenios antes mencionados sobre todo esto. Comenzaré por el Convenio MARPOL73/78, que en su artículo 2, “Definiciones”, inciso 4) define al buque como sigue:

“Por buque se entiende todo tipo de embarcaciones que operan en el medio marino, incluidos los aliscafos, así como los aerodeslizadores, los sumergibles, los artefactos flotantes y las plataformas fijas o flotantes”. 57

Como podemos ver la definición de buque es la que se hace, ya que el término embarcación es muy general, pues la Enciclopedia General del Mar nos dice:

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53 Esta cita la hace Palacios Treviño, Jorge. Tratados. Legislación y práctica en México”. México, Secretaría de Relaciones Exteriores y Universidad Iberoamericana, 2007, pp. 182 y 183.54 MARPOL 73/78 Consolidated Edition, 1997. Londres, Organización Marítima Internacional, 1997. ISBN 92-801-1435-2, XIV y 419 pp.Convenio Internacional sobre cooperación, preparación y lucha contra la contaminación por hidrocarburos, 1990. Londres, Organización marítima Internacional, 1991. ISBN 92-801-3461-2, VI y 45 pp.55 Decreto por el que se expide la Ley de Navegación y Comercio Marítimos…, p. 1756 Ibidem, pp. 20 y 21.57 MARPOL 73/78 Consolidated Edition, 1997…., pp. 4 y 5.

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“Embarcación. Arq. Nav. Una de las denominaciones generales de toda construcción de cualquier forma o tamaño, capaz de mantenerse a flote y surcar la superficie de las aguas.”58

En tanto que a la palabra buque le dedica 136 páginas, en su segundo tomo, término en el que incluso puede verse parte de la clasificación de los buques, las partes de un buque, habla del buque en la Historia, además de diversos temas relacionados con la expresión.59

Pasando ahora al concepto de buque que nos da el Convenio MARPOL 73/78, se puede desprender del mismo que los artefactos flotantes y navales son buques, que se clasifican por el tipo de su construcción y dentro de ésta, corresponde a los buques de fines especiales. Hay que aclarar, que tal definición incluyó a las plataformas fijas y flotantes con fines muy particulares y exclusivos, los de lograr la prevención de la contamina-ción del medio marino por hidrocarburos, según puede verse en la Regla 21 del Anexo I, “Reglas para prevenir la contaminación por hidrocarburos”. Pues las equipara con buques de un arqueo bruto igual o superior a 400 toneladas que no sean petroleros, para efectos de evitar la contaminación marina, pero deberán tener los siguientes equipos para ello:

“a) Dispositivo de vigilancia y control de descargas de hidrocarburos y equipo separador de aguas e hi-drocarburos:

“b) Tanques de fangos.“c) Llevar un registro, aprobado por la Administración, para todas las operaciones en que se produzcan

descargas de hidrocarburos o mezclas oleosas.“d) En zonas especiales queda prohibida la descarga de hidrocarburos y materias oleosas, salvo que se

trate de salvar la vida humana en el mar, excepción que permite tal descarga. A menos que la misma sin dilución no exceda de las 15 partes por millón, la que está permitida.

“e) A menos de 12 millas marinas de la tierra más próxima la descarga de hidrocarburos o mezclas oleo-sas, esta prohibida, salvo que ocurra la excepción mencionada en el inciso anterior o bien se trate de descargas sin dilución que no excedan de 100 partes por millón. Si el país tiene reglas más severas, se deberán respetar éstas”.60

Con esta aclaración las plataformas marinas de exploración o explotación de los hidrocarburos líquidos y gaseosos no son buques y por lo mismo no son artefactos flotantes o navales. Estos además se clasifican al lado de otros buques especiales: rompehielos, cableros, hospitales, dragas, fábricas, oceanográficos, diques flotantes, estaciones meteorológicas, remolcadores, asistencia y salvamento, buques faro, buques isla, gánguiles, buques de posicionamiento dinámico, buques grúa, artefactos flotantes o navales, aliscafos, barcazas, aerodeslizadores, abastecedores y sumergibles entre otros y no por ello esos buques son de extraordinaria especialización.61

Pero en español que es lo extraordinario, calificativo que suena absurdo para este tipo de buques, “algo que está fuera del orden o regla natural o común”, de acuerdo con lo que nos dice el Diccionario de la Real Academia Española, expresión que no era necesaria ya que bastaba con el de su clasificación: buques de fines especiales, que no son nada extraordinarios pues, de ellos se habla ya desde hace más de cincuenta años, hoy día son muy comunes.62 Pero jurídicamente tal calificativo puede dar lugar a equívocos lamentables, por ser absurdo, además de innecesario e inútil.

58 Embarcación. Enciclopedia General del Mar. Barcelona, Ediciones Garriga, 1968. Segunda Edición, Tomo III, p. 1124. Sólo tiene nueve renglones y se hace referencia a lanchas, botes y otros más de servicio.59 Buque, Enciclopedia General del Mar… Tomo II, pp. 253 a 389.60 MARPOL 73/78 Consolidated Edition, 1997…, p. 87. 61 El Nuevo Concepto del Buque. Apuntes de la Cátedra de Derecho Marítimo. México, edición del autor, parte del Capítulo VII del Manual de Derecho Marítimo, SEP-INDAUTOR Registro Público 03-2000-072412095800-0162 Extraordinario, Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 2001. Vigésima Segunda Edición, p. 695.

Examinando ahora el Convenio OPRC/90, este instrumento jurídico internacional, ya separa en su artículo 2, “Definiciones”, incisos 3) y 4) los conceptos de buque y de unidad mar adentro, término con el que se conocen ahora las plataformas marinas de exploración, explotación y producción de hidrocarburos líquidos o gaseosos, los conceptos que nos da son los siguientes:

“Buque: toda nave que opere en el medio marino, del tipo que sea, incluidos los aliscafos, los aerodesliza-dores, los sumergibles y los artefactos flotantes de cualquier tipo.”“Unidad mar adentro: toda instalación o estructura mar adentro fija o flotante, dedicada a actividades de exploración, explotación o producción de gas o hidrocarburos o a la carga o descarga de hidrocarburos.”63

México ratificó el Convenio y lo publicó en el DOF del 6 de febrero de 1995, por lo tanto Senadores y Diputa-dos deberían estar preparados para no poner los conceptos que pusieron de buques y artefactos navales, pues deberían incluir los conceptos de buque y unidad mar adentro, pues México ya los había aceptado, al adoptar los Convenios citados, DOFs del 7 y 8 de julio de 1992 para el Convenio MARPOL73/78 y del 6 de febrero de 1995 para el Convenio OPRC/90.

Sigamos para ver otras violaciones a los tratados o convenios ratificados por México, en el mismo artículo 2, fracción IX, lo relativo a naviero o empresa naviera, que se define de la siguiente manera:

“IX. Naviero o empresa naviera: Armador o empresa armadora, de modo sinónimo, la persona física o moral que teniendo bajo su propiedad una o varias embarcaciones y/o artefactos navales, y sin que ne-cesariamente constituya su actividad principal, realice las siguientes funciones: equipar, avituallar apro-visionar, dotar de tripulación, mantener en estado de navegabilidad, operar por si mismo y explotar em-barcaciones”.64

Frente a esta definición, no nos queda sino sorprendernos, pues el Diccionario de la Real Academia Española nos dice que ambos términos son diferentes, ya que naviero es una cosa y armador otra. Pero además nos parece absurdo que nos diga “sin que necesariamente constituya su actividad principal”, siendo precisamente esa su actividad fundamental, pues no podemos concebir a un naviero o a un armador que no se dediquen a explotar marítima y comercialmente sus buques.

“Naviero, Adj. Perteneciente a las naves o a la navegación. Acciones Navieras. //2m. y f. Dueño de un navío u otra embarcación [es decir, que es el propietario del buque] capaz de navegar en altar mar. // 3. Persona que avitualla un buque. // Compañía propietaria de buques mercantes.”“Armador, ra. M y f. Persona o empresa que arma o dota un buque para su explotación comercial.” 65

Entonces, son dos cosas distintas en el idioma español, que no permitirán tener los equívocos que hoy día sufren en la lengua inglesa, pues sólo hay una palabra para los personajes del negocio marítimo: shipowner, de tal suerte que los jueces ingleses o norteamericanos preguntan al demandante si es propietario del buque naviero o bien si es arrendatario del buque armador.

Por otra parte, el naviero al arrendar su buque a un tercero le cede las explotaciones marítima y comercial, luego el arrendatario del buque es el armador, y el naviero no deja por ello de serlo, pero ya no se encarga de tales explotaciones. En el Convenio de las Naciones Unidas sobre las Condiciones de Inscripción de los Buques del

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63 Convenio Internacional sobre cooperación, preparación y lucha contra la contaminación por hidrocarburos, 1990. Londres, Organización Marítima Internacional, 1991. ISBN. 92-801-346-2. p. 9.64 Decreto por el que se expide la Ley de Navegación y Comercio Marítimos…, p. 1765 Armador y Naviero, Diccionario de la Lengua Española…, pp. 139 y 1064.

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7 de febrero de 1986, DOF del 17 de marzo de 1988, se nos dice que son también dos cosas distintas, artículo 2, “Definiciones”:

“Se entiende por ‘naviero’ el propietario o bien el arrendatario del buque a casco desnudo, o cualquier persona natural o jurídica a la que se hayan asignado formalmente las obligaciones del propietario o del arrendatario a casco desnudo [luego es una persona u otra diferente]”66

Para lo cual definiremos el arrendamiento a casco desnudo, que nos dará finalmente la razón:

“Se entiende por ‘arrendamiento a casco desnudo’ un contrato de arrendamiento de un buque determi-nado en virtud del cual el arrendatario tiene la posesión y control plenos del buque… [Luego son términos diferentes a pesar de que se empleen como sinónimos en la definición del naviero y el armador en la Ley de Navegación y Comercio Marítimos]”67

El siguiente concepto violatorio de un tratado internacional, lo tenemos en la Ley de Navegación y Comercio Marítimos, artículo 2º, fracción XI, donde se dispone:

“Tratados internacionales: los Tratados Internacionales en la materia en los que los Estados Unidos Mexi-canos sean partes (sic)”.68

Con lo que se viola el Convenio de Viena sobre el Derecho de los Tratados del 23 de mayo de 1969, DOF del 14 de febrero de 1975, ya que ahí se define el tratado internacional, artículo 2, inciso I a),

“Términos Empleados como sigue: “Se entiende por ‘tratado’ un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o en más instrumentos conexos y cual-quiera que sea su denominación particular”69

Concepto que nos repite la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados y Organizacio-nes Internacionales o entre Organizaciones Internacionales del 21 de marzo de 1986, DOF del 28 de abril de 1988, sin embargo, en éste se agregan los organismos internacionales además de los Estados, este era el concepto que se nos debería haber dado, seguido de la pertinente aclaración: “Desde luego, en este caso nos referimos a los tratados internacionales en materia de Derecho y Transporte Marítimos de los que México es parte”. Ya que de otra manera una persona sin preparación pensaría que los tratados internacionales son los que dice la Ley y no las Convenciones de Viena de 1969 y 1986.70

En el Capítulo V, “Tripulación”, del Título Segundo, “De la marina mercante”, de la Ley de Navegación y Comer-cio Marítimos vigente, se dispone en el artículo 25, tercer párrafo, lo siguiente:

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66 Convenio de las Naciones Unidas sobre las condiciones de inscripción de los buques. Tratados Ratificados y Convenios Ejecutivos celebrados por México. México Senado de la República, 1986. Tomo XXVII (1986), p. 41.67 Idem68 Ibidem, p. 18.69 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, Tratados Celebrados por México. México, Senado de la República y Secretaría de Relaciones Exteriores, 1993. Apéndice III (1968-1969), p. 26.70 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales. Tratados y Convenios Ejecutivos celebrados por México. México, Senado de la República, 1988. Tomo XXVII (1986), p. 87.

“No se considerarán tripulantes de las embarcaciones y artefactos navales, al personal técnico que realice las funciones de instrucción, capacitación, supervisión y administración; en las embarcaciones pesqueras al personal embarcado que sólo realiza funciones de instrucción, capacitación y supervisión de las activi-dades de captura, manejo o proceso de recursos pesqueros.”71

Aquí se violan los convenios internacionales adoptados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de los que México es parte, pues en ellos se considera gente de mar o marinos a todo el personal empleado a bordo de cualquier buque que se dedique a la navegación, con lo que vemos no hace los distingos que la ley hace, para lo cual hemos escogido dos de tales Convenios, uno de 1920 y el otro de 1987, es decir más reciente, para que se vea que no han cambiado la idea sobre el concepto de gente de mar o marinos.

El Convenio 8, “Convenio relativo a la indemnización de desempleo en caso de pérdida por naufragio” del 15 de junio de 1920, DOF del 4 de marzo de 1940, en su artículo 1° se dispone:

“Para la aplicación del presente Convenio, el término ‘marinos’ será aplicable a todas las personas em-pleadas a bordo de todo buque que realice una navegación marítima.”72

A su vez el Convenio 166 “Convenio sobre la repatriación de la gente de mar (revisado)”, del 9 de octubre de 1987, ratificado por México el 5 de octubre de 1990, que no ha sido publicado en el DOF, según se dice en la Colección de Tratados ratificados y Convenios Ejecutivos celebrados por México, en su artículo 1° inciso 4) indica:

“A los efectos del presente Convenio los términos ‘gente de mar’ o ‘marinos’ designan a todas las perso-nas empleadas con cualquier cargo a bordo de un buque dedicado a la navegación marítima al cual se le aplique el presente Convenio.”73

Por lo que nuestra Ley de Navegación y Comercio Marítimos vigente viola lo dispuesto por ambos Convenios, lo que revela el descuido que nuestros legisladores tuvieron al adoptarla. Además de que podemos considerarla violatoria de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 123, y su Ley reglamentaria, Ley Federal del Trabajo vigente, Capítulo III, “Trabajadores de los buques”, Título Sexto, “Trabajos especiales”, artícu-los 187 y 188, que consideran trabajadores a todas las personas que desempeñen cualquier cargo a bordo de los buques, por lo que disponen:

“Artículo 187. Las disposiciones de este Capítulo se aplican a los trabajadores de los buques, comprendién-dose dentro de esta denominación cualquier clase de barco o embarcación que ostente bandera mexicana”“Artículo 188. Están sujetos a las disposiciones de este Capítulo los capitanes y oficiales de cubierta y máquinas, los sobrecargos y contadores, los radiotelegrafistas, contramaestres, dragadores, marineros y personal de cámara y cocina, los que sean considerados como trabajadores por las leyes y disposiciones sobre comunicaciones por agua, y en general todas las personas que desempeñen algún trabajo por cuen-ta del armador, naviero o fletador.”74

Como se aprecia, la Ley Federal del Trabajo vigente sustituyó el término de tripulación del buque por el de trabajadores de los buques, precisamente para evitar que se excluyeran de la Ley a todas las personas que tra-bajan a bordo de la nave, que realicen trabajos para el armador, naviero o fletador, según los comentarios que

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71 Decreto por el que se publica la Ley de Navegación y Comercio Marítimos…, p. 24.72 Convenio relativo a la indemnización de desempleo en caso de pérdida por naufragio…73 Convenio 166 sobre repatriación de la gente de mar (revisado). Tratados ratificados y Convenios Ejecutivos celebrados por México. México, Secretaria de Relaciones Exteriores, 1992. Tomo XXVIII (1987), p. 624.74 Trueba Urbina, Alberto y Trueba Barrera, Jorge. Ley Federal del Trabajo. Comentarios, Prontuario, Jurisprudencia y Bibliografía. México, Editorial Porrúa, 2001. 82ª Edición, p. 117.

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nos hacen los distinguidos juristas de Derecho del Trabajo, ya fallecidos, en la edición que prepararon de la Ley. Este tratamiento se hace también extensivo a los prácticos del puerto que se encuentren en un momento dado a bordo del buque realizando su trabajo de practicaje, ya que sirven a los navieros, armadores u operadores de los buques. Luego no entendemos la razón de ser de lo dispuesto en el artículo 25 párrafo tercero de la Ley de Navegación y Comercio Marítimos vigente.

El Capítulo VII, “De la coordinación administrativa de desatención de tripulantes extranjeros en embarcacio-nes extranjeras”, artículos 33 a 35, del Título Segundo, “De la marina mercante”, viola flagrantemente un principio general o jus cogens del Derecho Internacional Público, que nos dice que todo lo relativo a cualquier cuestión relacionada con los trabajadores de a bordo corresponde conocerla a las leyes del pabellón del Estado que porta el buque. Tal principio se puede expresar como sigue:

“Los contratos de ajuste se rigen por la ley de la nacionalidad del buque en el cual los oficiales y gente de mar prestan sus servicios. Todo lo concerniente al orden interno del buque y a los derechos y obligaciones del capitán, oficiales y gente de mar se rigen por las leyes del Estado de la nacionalidad del buque.”75

Luego todo el procedimiento que en la Ley de Navegación y Comercio Marítimos se consigna, viola además todos los Convenios de la OIT de que México es parte, así como la Convención sobre Relaciones Consulares del 24 de abril de 1963, DOF del 11 de septiembre de 1968, ya que una de las funciones consulares es la de proteger los intereses del Estado que lo envía, así como de sus connacionales, sean estas personas físicas o morales, siempre dentro de lo permitido por el Derecho Internacional Público; asimismo, ejercer de acuerdo con las leyes y regla-mentos del Estado acreditante, todos los derechos de control o inspección de los buques que tengan la nacionali-dad de su Estado, así como de sus tripulaciones; artículo 5, “Funciones consulares”, incisos a) y k).76

Con lo cual la Ley comienza todo un procedimiento y luego de tres días le informa al cónsul, esto es totalmen-te irregular, ya que no debemos olvidar que México defiende el principio que se le debe de informar de inmediato al cónsul mexicano cuando se arreste a un inmigrante indocumentado en Estados Unidos.

Esto además puede traer consigo un protesta diplomática por el Estado cuyo pabellón porta el buque, pues la Convención de Viena sobre Relaciones e Inmunidades Diplomáticas del 18 de abril de 1961, Diario Oficial de la Federación del 3 de agosto de 1965, señala entre las obligaciones de una misión diplomática, la de proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites del Derecho In-ternacional Público, artículo 3 inciso 1 b). Por tanto se debe informar primero al cónsul o al embajador del Estado de abanderamiento del buque sobre la situación imperante del buque de su nacionalidad, si no hay embajador o cónsul acreditados en México, mediante la Embajada Mexicana en Washington hacerlo del conocimiento de la misión diplomática o bien la consular del país del pabellón del buque acreditados en los Estados Unidos.77

Lo anterior no impide que nuestro Gobierno preste la ayuda necesaria a esos trabajadores marítimos o bien por medio de los sindicatos mexicanos de trabajadores o gentes del mar, afiliados a la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF), pero debemos respetar siempre el Derecho Internacional Público, de lo cual hemos hecho gala y fama los mexicanos.78

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75 Malvagni, Atilio. Tratado de Navegación Comercial Internacional. Convenciones Marítimas Internacionales. Buenos Aires, Instituto de Estudios de la Merina Mercante Iberoamericana (IEMMI), 1968, p. 876.76 Aquí procede examinar los siguientes documentos internacionales:La costumbre internacional establecida en el Tratado de Navegación Comercial del 19 de marzo de 1940, que puede ser invocado como costumbre, en particular su Título V, “Del capitán y personal a bordo”, artículos 20 a 24, citado en la nota anterior.Convención de Viena sobre Relaciones Consulares. Tratados ratificados y Acuerdos Ejecutivos celebrados por México. México, Senado de la República, 1974. Tomo XVII (1963-1964 Primera Parte), pp. 21 a 23.77 Convención de Viena sobre Relaciones e Inmunidades Diplomáticas. Tratados ratificados y Acuerdos Ejecutivos celebrados por México. Méxi-co, Senado de la República, 1974. Tomo XVI (1960-1962), p. 516.78 Federación de los Trabajadores del Transporte (ITF). Yearbook of International Organizations. Bruselas, Union of International Associa-tions, 1986, pp. 783 y 784.

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Son muchos los temas violatorios de los tratados ratificados por México en relación con la Ley de Navegación y Comercio Marítimos, por lo que se alargaría mucho mi trabajo, para lo cual sólo me ocuparé de uno más el de los prácticos del puerto, a los que la citada norma jurídica los llama pilotos y a su trabajo pilotaje, Capítulo II, “Pi-lotaje”, del Título Tercero, “De la navegación”, artículos 55 a 58, con los que se viola la resolución A.889(21) del 25 de noviembre de 1999, aprobada por la Asamblea de la Organización Marítima Internacional (OMI), “Medios para el Transbordo de Prácticos”, que se incluyó dentro del Convenio SOLAS 74/88, en la cual no se emplea el término pilotos, expresión que corresponde más al primer oficial de cubierta del buque, además de que se reconoce la profesionalización de tales trabajadores marítimos.79

No consideramos necesario continuar con este tema, pues considero que he demostrado plenamente y con suficiencia cómo una de las leyes nacionales viola los tratados internacionales ratificados o adheridos por México, la Ley de Navegación y Comercio Marítimos del 30 de mayo de 2006, DOF del 1° de junio de ese año.

ConclusionesYa no tenemos ninguna duda de cómo definir el tratado, ni cómo se negocia, aprueba y ratifica tal instrumento internacional en nuestro país, para lo cual hemos seguido el trabajo de los ilustres profesores de Derecho Interna-cional Público mexicanos y nuestra propia experiencia en la celebración y negociación de los tratados bilaterales y multilaterales en cuya celebración y negociación hemos participado.

Sin embargo, tenemos que reconocer que hay serios problemas de interpretación, publicación e implemen-tación de los tratados en México, ya que hay tratados que no han sido publicados en el DOF, o bien se hace de manera incompleta, como en el caso del Convenio SOLAS 74/88, cuyos 13 Códigos obligatorios no han sido publi-cados en su totalidad, ni tampoco sus Directrices obligatorias. La implementación de los tratados en nuestro país es prácticamente nula, ya que no se hace, pues se considera que basta con su ratificación o adhesión y publicación en el DOF, para que nos veamos obligados a cumplirlo, sin explicarnos su contenido para facilitarnos su aplicación y comprensión.

Por otra parte, se violan flagrantemente los tratados aceptados por México en las leyes nacionales, como ejemplo señalamos el caso de la Ley de Navegación y Comercio Marítimos, en donde dimos varios ejemplos que nos pueden ilustrar al respecto, por lo que considero necesario que antes de adoptar una ley, debemos revisar los tratados, convenios o convenciones ratificados o adheridos por México, a fin de evitarnos a la larga una vergüenza internacional, que pueda llevarnos incluso a una protesta diplomática en contra de nuestro país.

Los senadores y diputados del Congreso de la Unión deberán contar en sus respectivas Cámaras con una oficina especializada en asuntos internacionales, al frente de la cual poner a un especialista en la materia, conocedor del Derecho Internacional Público y del Derecho de los Tratados, que les permita ver a los miem-bros del Congreso el alcance de las leyes que pretenden aprobar, sin que violen esos instrumentos jurídicos internacionales.

Realizar periódicamente sesiones de conferencias por expertos tratadistas en la materia, con el fin de que se les capacite adecuadamente y puedan ver cuidadosamente el alcance de sus acciones legislativas y de que que-den enmarcadas dentro del Derecho Internacional Público y del Derecho de los Tratados.

Pienso que este tipo de trabajos puede ser útil a la labor legislativa, por lo que deben realizarse periódicamen-te y hacerlos públicos a través de las revistas especializadas de Derecho, pero sobre todo circulándolos adecuada-mente entre los diputados y senadores.

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79 Resoluciones de la 21ª Asamblea y otras decisiones. Resoluciones 874 a 901, 15-26 de noviembre de 1999. Londres, Organización Marítima Internacio-nal, 2000, ISBN 92-801-3537-6. pp. 110 a 115.

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El derecho mexicano a la luz de las Relaciones Internacionales. Caso de los tratados ratificados o bien adheridos por México

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José Eusebio Salgado y Salgado

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José Eusebio Salgado y Salgado es Profesor de Carrera de Tiempo Com-pleto Titular “C”; Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho y Licen-ciado en Ciencias Diplomáticas por la FCPyS de la UNAM, también cuenta con dos doctorados, uno en Derecho y otro en Relaciones Internacionales, ambos por la UNAM. Asesor de diferentes empresas y organizaciones nacionales e internacionales, ha escrito 17 libros y más de 100 artículos, en su mayoría marítimos. Ha sido galardonado con diferentes premios en su trayectoria como Profesor y Maritimista, siendo el más reciente (mayo de 2010) el que la Facultad de Derecho y su Seminario de Derecho Internacional le entregaron por su destacada labor de 40 años como profesor de la UNAM.

núm. 10, 2011, pp. 33-42 33

Resumen Se entrevistaron a 300 habitantes de Iztapalapa, Ciudad de México para demostrar una estructura de creencias en torno a la escasez, desabasto y acaparamiento de agua. A partir de la disponibilidad y consumo de agua per cápita reportado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se estableció la pro-blemática de las situaciones hídricas en la Ciudad de México. Considerando los hallazgos reportados por el estado del arte, se construyó un instrumento para medir dos creencias ambientales dominantes: antropocentrismo y ecocentrismo. Posteriormente, se utilizaron los estadísticos de curtosis para demostrar la normalidad de las res-puestas al instrumento, alfa de Cronbach para establecer la confiabilidad y un modelo estructural para evidenciar la validez de constructo, covarianzas y ajuste. Los resultados muestran una estructura híbrida de interacción entre variables sociodemográficas determinantes del antropocentrismo. A la luz de la problemática planteada con los datos de la OCDE y los hallazgos del estado del arte, se discutió la relevancia de los hallazgos.

Palabras clave: disponibilidad, consumo, creencias, antropocentrismo y estructura.

AbstractIn order to demonstrate a structure of beliefs around the scarcity, shortage and hoarding of water, three hundred residents of Iztapalapa, in Mexico City, were interviewed. From the water availability and its consumption per capita reported by the Organization for Economic Co-operation and Development (OECD), the problematic of water in Mexico City was established. Considering the findings detected by the state of the art, an instrument was created to measure two dominant environmental beliefs: anthropocentrism and ecocentrism. Subsequently, there were used kurtosis distributions to show the normality of the answers to the instrument, Cronbach’s alpha statistic to establish their reliability, and a structural model to demonstrate construct validity, covariances and fit indices. The results show a hybrid structure of interaction between determinant sociodemographic variables of anthropocentrism. In the light of the problematic issues posed by the OECD data and the findings of the state of the art, the relevance of the results was discussed.

Keywords: availability, consumption, beliefs, anthropocentrism and structure.

Estructura del antropocentrismo hídrico

Structure of the hydric anthropocentrism

Cruz García [email protected]

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Las situaciones hídricas globalesLa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD por sus siglas en ingles) en su informe correspondiente al año 2010 ubica a México en los primeros lugares de disponibilidad hídrica per cápita sólo detrás de Estados Unidos de América, Nueva Zelanda, Australia, Portugal y España (ver gráfico1).

La disponibilidad hídrica en los países mencionados podría corresponder con un alto nivel de consumo. Sin embargo, en los casos de Australia, Portugal y España, el consumo es inferior al promedio de la OECD. Sólo en el caso de México, una alta disponibilidad hídrica está asociada a un alto consumo per cápita (ver gráfico 2).

En esta lógica de alta disponibilidad hídrica y bajo consumo per cápita, México es la excepción a la regla entre los países que integran la OECD.

Las situaciones hídricas localesA partir de las situaciones hídricas atípicas de México, su Distrito Federal presenta una tendencia incremental respecto a su disponibilidad, sanidad y conexión que contrasta con un decremento en su tendencia de desabasto e insalubridad (ver gráfico 3).

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Gráfico 1. Disponibilidad en metros cúbicos por persona en países seleccionados

Fuente: OECD (2010)

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Gráfico 2. Consumo de agua en millones de metros cúbicos por países seleccionados

Fuente: OECD (2010)

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En la Ciudad de México, los datos de la OECD parecen describir una tendencia de consumo en función del número de viviendas y su densidad poblacional (número de ocupantes en la vivienda). Es decir, en la medida en que la tendencia de densidad poblacional y asentamientos humanos aumenta, se incrementa la disponibilidad hídrica per cápita y su consumo del servicio público. ¿Cuáles son los efectos de estas situaciones hídricas en las creencias de los habitantes de la Ciudad de México?

Las dimensiones de las creencias ambientalesLos estudios psicológicos de la sustentabilidad han conceptualizado a las creencias ambientales como sistemas in-formación en torno a la disponibilidad de recursos que orientan las relaciones entre la naturaleza y la humanidad (Obregón, 1996: p.43). En este sentido, Amérigo, Aragonés, Sevillano y Cortés (2005) plantean cinco dimensiones, dos de las cuales dan origen a otras tres creencias ambientales:

Antropocentrismo. Considera a la naturaleza como un conjunto de recursos disponibles a las necesidades y expectativas de las generaciones contemporáneas por ser éstas esencialmente contaminantes al considerar a la naturaleza como un medio para lograr sus fines (Amérgio, 2009: p. 230).

Ecocentrismo. Plantea el equilibrio entre la disponibilidad de recursos y las necesidades humanas (Pato, Ros y Tamayo, 2005: p. 10). En este sentido, el desequilibrio se soluciona planificando la economía, desincentivando la tasa de natalidad y regulando la explotación, transformación, distribución, consumo y reutilización de los recursos así como el reciclaje de los residuos en los procesos productivos.

Ambas creencias dan origen a otras tres consideradas como dimensiones (Obregón y Zaragoza, 2000: p. 64).

Egoísmo. Considera a la naturaleza como un conjunto de recursos para el consumo individual. La escasez de tales recursos implica un acaparamiento para garantizar el bienestar subjetivo.

Altruismo. Plantea que la naturaleza, al tener recursos limitados, es una amenaza u obstáculo para el crecimiento del grupo ante la cual sus integrantes establecen relaciones mutuo beneficio. Sin embargo, cuando no es posible un intercambio justo, quienes tienen los mayores beneficios recurren a sus emo-ciones para equilibrar la desigualdad. Surge el altruismo como un sistema de equilibrio de las relaciones entre individuos o al interior de los grupos para su evolución frente a la escasez de recursos.

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09 DISTRITO FEDERAL DISPONEN DESERVICIO SANITARIO

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Gráfico 3. Situaciones hídricas en litros para el Distrito Federal

Fuente: OECD (2010)

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Biosferismo. Propone el equilibrio entre la disponibilidad de recursos y las necesidades de las especies animales y vegetales. El desequilibrio se soluciona promoviendo nuevas culturas de sustentabilidad a partir de visiones étnicas.

Debido a que cada sistema de creencias ambientales incluye indicadores, es indispensable revisar el estado del arte en cuestión.

Los estudios psicológicos de las creencias ambientalesLos estudios psicológicos de la sustentabilidad han demostrado la emergencia de creencias ambientales tales como; Hedonismo, Tecnocentrismo, Individualismo, Fatalismo, Formalismo, Narcicismo, Consumismo y Egocen-trismo (Stone y Yelland, 1994), Tradicionalismo, Modernismo, Paradigma Social Dominante y Nuevo paradigma Ambiental (Obregón y Zaragoza, 2000), Paradigma de la Excepción Humana, Locus de Control Interno y Locus de Control de la Ciudadanía (Bustos, Flores, Barrientos y Martínez, 2004), Antropocentrismo y Ecocentrismo (Amé-rigo, et. al, 2005), Ambientalismo (Bechtel, Corral y Pinheiro, 1999; Commins y Chambers, 2005), Antropocentris-mo y Ecocentrismo (Pato, et. al, 2005), Desarrollismo, Sostenibilismo y Trascentendamismo (Villuendas, Liébana, Córdoba y Riva, 2005), Conservacionismo (Bustos, Flores y Andrade, 2004), Normativismo (Corral y Frias ,2006), Utilitarismo y Excepcionalismo (Milfont y Duckitt, 2004), Antropocentrismo y Biosferismo (Amérigo, 2009).

En síntesis, los estudios psicológicos de las creencias ambientales establecieron sus dimensiones y explicaron los comportamientos derivados de las relaciones globales entre la naturaleza y la humanidad. Principalmente, las dimensiones antropocéntricas y ecocéntricas emergieron como sistemas informativos que incidieron en el dispendio o ahorro del agua.

Los estudios psicológicos de las creencias ambientales en IztapalapaEn el caso de la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México, cuatro estudios demostraron la relación entre las dimensiones de las creencias ambientales y el dispendio o ahorro de agua:

Rodríguez, Melo, Sánchez, García y Lázaro, (2002) con una muestra de 70 amas de casa en las colonias Agrícola Oriental y Nopalera en Iztapalapa, Ciudad de México, realizaron una investigación exploratoria en la que a través de un análisis de grafos establecieron que las creencias de ahorro y dispendio determinan la reparación de fugas, dosificación y reutilización del agua. Las personas preferían cerrar llaves mientras lavan o se bañan y reparar instalaciones con fugas en lugar de reutilizar el agua para lavar el patio, regar las plantas y lavar un automóvil. Posteriormente, compararon grupos con abasto de agua diario y con abasto de agua sólo en la noche o un día a la semana, encontraron que tanto un grupo como otro preferían dosi-ficar el agua. Sólo en el segundo grupo se encontró la necesidad de bañarse a jicarazos.

Martínez (2004) con una muestra de 170 estudiantes de bachillerato estableció tres dimensiones de las creencias ambientales. El primer factor fue identificado como juicios o adscripciones de responsabilidad e incluyó cinco indicadores; el segundo factor aludió a sistemas de responsabilidad moral en el que se in-cluyeron cinco indicadores y finalmente el tercer factor fue establecido como sistemas de responsabilidad convencional en el que sólo dos indicadores fueron incluidos. Es decir, las creencias ambientales están formadas por tres dimensiones o factores con sus correspondientes indicadores en torno a la disponibi-lidad de agua.

Becerra, Sáinz y Muñoz (2006) con una muestra de notas informativas de 1990 al año 2002 sobre las creencias en torno a la situación hídrica, establecieron asociaciones directas, positivas y significativas en-tre las manifestaciones de demanda y la condición del acuífero, las tarifas y acuerdos. Es decir, la prensa

Cruz García Lirios

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registra información en torno a la situación hídrica que al correlacionarse con los conflictos por el control del servicio de agua potable resultaron significativas.

Bustos, Rincón y Flores (2011) con una muestra de 54 personas establecieron 25 categorías derivadas de las creencias generales y específicas en torno a la escasez de agua. Los sujetos entrevistados identificaron al desperdicio y a la mala administración del agua como sus principales causas de escasez. Respecto a quiénes deberían solucionar la problemática de escasez, identificaron al Presidente de la República y al alcalde de la ciudad como los principales responsables.

En resumen, los estudios psicológicos de las creencias hídricas en Iztapalapa, Ciudad de México, han demos-trado estructuras, sistemas, dimensiones e indicadores en torno a la escasez, desabasto y acaparamiento de agua. Es decir, en la medida en que los habitantes de Iztapalapa creen que existe una disponibilidad abundante o escasa de agua asumen comportamientos de dispendio o ahorro que los orientan a responsabilizar a sus autoridades por las situaciones hídricas en las que están inmersos. En este sentido, las creencias ambientales que explican las rela-ciones globales entre la naturaleza y la humanidad explican puntualmente la relación entre la escasez, desabasto y acaparamiento de agua en Iztapalapa.

¿Existen diferencias significativas entre hombre y mujeres, entre jóvenes, adultos y ancianos respecto a sus creencias antropocéntricas y ecocéntricas? ¿La interacción entre variables sociodemográficas como determinan-tes del antropocentrismo y ecocentrismo se ajusta a las relaciones reportadas por el estado del arte? ¿Esta estruc-tura podría estar influida por creencias exógenas?

MétodoPara responder a las interrogantes se realizó un estudio cuasiexperimental, transversal y correlacional en el que no se manipularon variables, sólo se controló la distribución del sexo y edad. Únicamente se realizó un diagnóstico y se establecieron predicciones de diferencias a partir de relaciones causales entre las variables sexo, edad y creencias.

La muestra estuvo conformada por 100 hombres (33.3%) y 200 mujeres (66.6%), 150 (50%) tienen menos de 18 años, 100 (33.3%) entre 18 y 29 años, 50 (17.5%) más de 60 años.

Considerando las alfas de confiabilidad, los números de ítems y la especificidad de sus oraciones se construyó una escala de ocho reactivos con dos opciones de respuesta “falso” y “verdadero”. Cabe señalar que las creencias fueron conceptualizadas como información general en torno a la disponibilidad de los recursos y su distribución entre las especies animales y vegetales. En este sentido, las creencias son antagónicas a los conocimientos en los que la información específica sobre la disponibilidad y distribución de los recursos entre las especies determina las decisiones y uso de los recursos. En este sentido, las creencias son dicotómicas y no intervalares.

El presente estudio, pretende demostrar la hipótesis nula en torno a las relaciones causales entre las variables sociodemográficas y el antropocentrismo.

Ho: La estructura de interacción entre las variables sociodemográficas como determinantes del antropocen-trismo y ecocentrismo se ajusta a las relaciones causales reportadas en el estado del arte.

Ha: La estructura de interacción entre las variables sociodemográficas como determinantes del antropocen-trismo y ecocentrismo es diferente a las relaciones causales reportadas en el estado del arte.

La aplicación del instrumento se estableció a partir de una selección intencional y discrecional de zonas habita-cionales de Iztapalapa, Ciudad de México. El criterio de selección fue el tipo de zona y nivel de escasez de agua. La zona A, en donde existe una escasez moderada y cuyos residentes pertenecen a las colonias “El Manto”, “La Purísi-ma” y ”Los Ángeles”. La zona B con escasez mínima para las colonias “Sideral” y “Presidentes II” y la zona C sin escasez para la colonia “Miguel de la Madrid”. A través de la asociación de colonos se solicitó la colaboración de los depar-tamentos seleccionados para el llenado de cuestionarios que fueron distribuidos por el administrador de la unidad.

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En el caso de la colonia “Los Ángeles”, el cuestionario fue distribuido por el representante de los comerciantes del mercado con el mismo nombre. Una vez seleccionadas las colonias se procedió a seleccionar los departamen-tos procurando una distribución proporcional según la dimensión, tamaño y número de edificios de cada unidad. Si la unidad contaba con más de 10 edificios se seleccionaban nueve departamentos y en caso contrario sólo se elegían tres. Debido a que la distribución de los cuestionarios se realizó discrecionalmente, por el administrador de la unidad habitacional o el representante del mercado, es de esperar un sesgo en los resultados referente a la representación no proporcional de la muestra por lo que los éstos no pueden se generalizados a la delegación Iztapalapa ni mucho menos a la Ciudad de México. No obstante, la normalidad, confiabilidad y validez del instru-mento que mide el antropocentrismo es la contribución principal del presente estudio.

Resultados Antes de establecer la confiabilidad, validez y comparación estadísticas se calcularon las medidas de tendencia central, dispersión y asimetría para demostrar la distribución normal del instrumento. La tabla 1 muestra los da-tos que corroboran una normalidad de las respuestas a los ítems del instrumento. El criterio de aceptación fue un rango entre menos tres y más tres, rango en el que se encuentran los datos de la tabla.

Tabla 1. La distribución normal de las respuestas al instrumento

Reactivos Media Desviación Asimetría La naturaleza distribuye proporcionalmente el agua a los ecosistemas 1,13 ,33 3,111La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los océanos 1,37 ,48 -1,702La naturaleza distribuye proporcionalmente el agua a las especies 1,35 ,49 -,938La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los bosques 1,03 ,16 33,096Los individuos usan el agua según sus necesidades 1,09 ,28 6,766Los individuos se asean con el agua que quieren 1,23 ,42 -,339Los individuos almacenan el agua según sus necesidades 1,30 ,46 -1,269Los individuos beben el agua que quieren 1,33 ,47 -1,482

Posteriormente se demostró la confiabilidad del instrumento con el parámetro alfa de Crombach y un valor cercano a .60 que es el permitido para inferir que el instrumento aplicado en distintos contextos obtendrá simi-lares resultados.

Una vez revisada la validez de las creencias ambientales, se procedió a establecer la validez del instrumento con un análisis de adecuación, esfericidad y factorial. A partir del parámetro KMO (.660) se estableció la esferi-cidad. Respecto a la adecuación se utilizó el parámetro de Bartlet (X2 = 381.085; 28 grados de libertad, nivel de significancia de .000).

Se realizó un análisis factorial confirmatorio de los componentes principales con rotación varimax. La tabla 2 muestra los pesos factoriales superiores a .300 que demuestran la convergencia de los ocho reactivos en dos factores que explican 46,776 por ciento de la varianza.

Tabla 2. La validez del instrumento que mide las creencias ambientales

Número Reactivos Factor 1 Factor 21 Los individuos usan el agua según sus necesidades ,7342 Los individuos se asean con el agua que quieren ,6863 Los individuos beben el agua que quieren ,7324 Los individuos almacenan el agua según sus necesidades ,8335 La naturaleza distribuye proporcionalmente el agua a los ecosistemas ,6436 La naturaleza distribuye proporcionalmente el agua a las especies7 La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los océanos ,524 -,3498 La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los bosques ,752

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El análisis factorial confirmatorio demostró la convergencia de siete de los ocho reactivos en dos factores. El reactivo siete “La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los océanos” obtuvo una carga factorial significativa en ambos factores e indica la tendencia de los reactivos a configurar un factor diversificado más cer-cano al antropocentrismo que al ecocentrismo.

Sin embargo, los análisis revisados y encontrados permiten asumir que el antropocentrismo en la muestra de la Ciudad de México coexiste con el ecocentrismo en sus diversas formas. Este hallazgo es relevante a la luz de las problemáticas de escasez, desabasto e insalubridad hídricas. En una ciudad como la capital de México, las creen-cias ambientales parecen diversificarse e incluso coexistir entre sus dimensiones prevalecientes.

Ahora bien, ¿esta coexistencia propicia diferencias significativas entre los individuos y los grupos de la mues-tra que habita en la Ciudad de México?

Los resultados que a continuación se exponen indican diferencias significativas entre determinados grupos de la muestra del centro de México.

Se realizó una prueba “t” para establecer diferencias significativas entre hombres y mujeres la tabla 3 muestra que esta hipótesis nula fue rechazada debido al nivel de significancia que es superior a .05 tanto para su homoce-dasticidad (F antropocentrismo 1 = .294; p > .05 y F antropocentrismo 2 = .431; p > 05) como a su comparatividad (t antropocentrismo 1 = .132; p > .05 y t antropocentrismo 2 = -.436; p > .05).

Tabla 3. Pruebas de igualdad de varianzas y medias entre hombres y mujeres.

Factor Prueba de Levene Significancia Prueba “t” Student Significancia

Antropocentrismo 1 ,294 ,588 ,132 .895

Antropocentrismo 2 ,431 ,512 -,436 .663

298 grados de libertad para cada comparación

Esta similitud entre hombres y mujeres respecto a sus creencias antropocéntricas permite inferir que la diver-sidad registrada en otros estudios en los que el antropocentrismo coexiste con el ecocentrismo no es el caso de la muestra encuestada en la Ciudad de México.

En este sentido, se procedió a analizar los grupos por rangos de edad. La tabla 4 muestra la comparación de tres grupos; menores de 18 años, mayores de 19 y menores de 29, mayores de 30 y menores de 60 años.

Tabla 4. Prueba de igualdad de varianzas entre grupos según su rango edad

Factor Prueba de Fisher Significancia Antropocentrismo 1 .018 ,895Antropocentrismo 2 .190 .663

1 grado de libertad para cada comparación

Los resultados nuevamente demuestran que la homogeneidad antropocéntrica prevalece frente a la diversi-dad de las creencias ambientales reportada por los estudios de Corral, Fraijó y Tapia (2004); Voz Mediano y San Juan, (2005); Bechtel, Asai, Corral y González (2006); Corral y Frías (2006). Esta discrepancia se discute a conti-nuación.

Considerando la homogeneidad antropocéntrica, se procedió a establecer las covarianas entre las variables sociodemográficas y los indicadores del antropocentrismo. La tabla 5 muestra valores cercanos al cero los cuales son considerados como relaciones causales espurias.

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Tabla 5. Covarianzas entre las variables sociodemográficas y los indicadores del antropocentrismo

EDAD SEXO Antrop5 Antrop4 Antrop3 Antrop2 Antrop1

Edad .561

Sexo .111 .223

La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los bosques

.022 .009 .221

La naturaleza distribuye desproporcionadamente el agua a los océanos

.003 -.005 .117 .211

La naturaleza distribuye pro-porcionalmente el agua a las especies

.006 -.001 .057 .100 .177

Los individuos beben el agua que quieren -.001 -.011 -.039 -.030 .000 .241

Los individuos se asean con el agua que quieren .001 .007 .089 .049 .049 -.002 .232

Es decir, el sexo y la edad parecen no incidir sobre los rasgos antropocentristas de la muestra seleccionada. El modelo 1 corrobora los valores de las covarianzas. Ambas variables sociodemográficas, el sexo y la edad, tienen un efecto directo, positivo pero espurio sobre el antropocentrismo.

Modelo 1. Estructura híbrida de la interacción entre las variables sociodemográficas como determinantes del antropocentrismo y sus indicadores

ANTROPOCENTRISMO

Higiene

.20e2

1

Hidratación

.24e3

1

Especies

.12e4

1.42 1

Océanos

.07e52.23

1

Bosques

.13e6

1

.22Sexo

.56Edad

.11

.00

.01

chi squared = 42.974df = 13p = .000

.03e1

1 -.43

1.00

1.78

No obstante, el valor de la chi cuadrada y su correspondiente nivel de significancia parecen demostrar un ajus-te de la estructura o modelo en referencia a las relaciones reportadas por el estado del arte. Sin embargo, debido a que el parámetro chi cuadrada es sensible al tamaño de la muestra, se utilizan índices de ajuste y residuales.

Tabla 6. Índices de ajuste y residuales

Modelo GFI AGFI PGFI NFI RFI IFI TLI CFI PRA-TIO PNFI PCFI RM-

SEA RMR

Antropo-centrismo .963 .920 .447 .857 .769 .896 .827 .893 .619 .531 .553 .088 .011

Cruz García Lirios

La tabla 6 muestra los valores de los índices que en su mayoría son cercanos a la unidad los cuales permiten inferir un adecuado ajuste del modelo a las relaciones esgrimidas por el estado del arte. Sólo en el caso del tercer Índice Parcial de Bondad de Ajuste (PGFI por sus siglas en inglés) el valor es más cercano al cero. En los casos de los dos últimos índices residuales éstos son cercanos al cero y son interpretados como valores de buen ajuste.

Conclusión El presente estudio ha demostrado la confiabilidad y la validez de un instrumento que mide las creencias ambien-tales con su correspondiente dimensión antropocéntrica prevaleciente. A partir de estos análisis se han realizado comparaciones entre grupos de los cuales se ha inferido una estructura homogénea antropocéntrica. Estos resul-tados son relevantes a la luz de las situaciones hídricas globales y locales.

Dado que la tendencia incremental de la disponibilidad hídrica per cápita en el mundo se corresponde con un decremento en el consumo y que en el caso de México esta lógica es atípica, el antropocentrismo podría explicar los efectos de la densidad poblacional, la disponibilidad de agua y su consumo en las creencias de la muestra estudiada. Debido a que la selección de la muestra ha sido intencional, la estructura de las creencias antropocén-tricas demostrada en el presente estudio, no podría explicar los efectos de las situaciones hídricas en la Ciudad de México.

Sin embargo, la presente investigación ha demostrado la validez y confiabilidad de un instrumento que mide el antropocentrismo hídrico el cual puede ser empleado con una muestra representativa de la Ciudad de México.

Ahora bien, el estado del arte reporta una diversidad de creencias ambientales explicativas de la lógica de abundancia o escasez de disponibilidad y ahorro de agua, sólo en el caso de la Ciudad de México y más especí-ficamente, la delegación Iztapalapa, el antropocentrismo parece emerger como una creencia dominante en la relación agua-usuarios.

En este sentido, el presente estudio ha corroborado la emergencia o prevalencia de un antropocentrismo en torno a la escasez, desabasto y acaparamiento de agua en Iztapalapa, Ciudad de México.

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Estructura del antropocentrismo hídrico

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Cruz García Lirios cuenta con la Maestría en Trabajo Social de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, es Licenciado en Psicología Social por la UAM Iztapalapa, ha sido ponente en múltiples congresos, coloquios, foros, ciclos y conferencias en la Ciudad de México auspiciadas por UNAM y UAM. Ha colaborado en publicaciones especializadas con arbitraje internacional tales como; Ciencia Psicológica, Alternativas en Psicología, Psicología Científica, Psicología y Salud, entre otras. Es catedrático en Seminario de Titulación, Estadística, Metodología, Teoría y Comunicación impartidas en siete discipli-nas; Psicología, Mercadotecnia, Administración, Pedagogía, Derecho, Trabajo Social en cuatro universidades; IPN, UNITEC, UAEM e ICEM.

Cruz García Lirios

43núm. 10, 2011, pp. 43-56

Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica1

Technological innovation in public organizations: ERI, a methodological proposal1

ResumenEl presente trabajo asume el conocimiento tecnológico como pluridimensional, orientado a la praxis para la reso-lución de problemáticas complejas y la toma de decisiones en situación (Acevedo, 1998). Propone un esquema de investigación y reflexión innovativa sobre las prácticas organizacionales. Se trabaja con base en una metodología específica que permite abordar la historicidad y complejidad de los procesos de incorporación tecnológica: la metodología ERI, que articula tres momentos principales:

“E”) EXPERIENCIA: Integración del campo significativo de actuación, reconocimiento de los actores, las instituciones, las tecnologías y las organizaciones involucradas en una problemática específica.

“R”) REFLEXIÓN: selección de núcleos de actuación tecnológica, construcción de redes y consolidación de estrategias tecnológicas.

“I”) INNOVACIÓN: Aprendizaje organizacional e Innovación.

El artículo se desarrolla de la siguiente manera: en primer lugar se plantea el abordaje teórico metodológico, después se desarrollan los principales aspectos del Método ERI y se finaliza planteando algunos desafíos pen-dientes para profundizar esta línea de trabajo.

Palabras clave: Innovación; Organizaciones públicas; Cambio; Tecnologías de gestión; Metodología

AbstractThis work assumes technological knowledge as multidimensional, oriented to praxis in order to solve complex problems and to help with decision making processes in situation (Acevedo, 1998). It proposes a research scheme and innovative reflection on organizational practices. The work was carried out based on a specific methodology that allows addressing the historicity and complexity of technology integration processes: the ERI methodology, which articulates three main stages:

“E”) EXPERIENCE: Integration of the significant field of activity, recognition of the actors, institutions, techno-logies and organizations involved in a specific problem.

“R”) REFLECTION: selection of technological action groups, networking and consolidation of technological strategies.

“I”) INNOVATION: Organizational Learning and Innovation.

The paper has been developed as follows: first, the theoretical and methodological approach is posed, then, the main aspects of the ERI Method are developed, and finally, certain pending challenges are posed in order to continue with this line of work in depth.

Keywords: Innovation; Public organizations; Change; Management technologies; Methodology

1 El presente trabajo sistematiza la propuesta metodológica desarrollada para el Curso “Tecnologías de Diseño y Gestión de las Orga-nizaciones Públicas” de la Maestría en Gestión Pública de la Universidad Nacional de Rosario. Quiero agradecer muy especialmente a Daniela Lenzi y Caren Tepp, estudiantes de la Facultad, quienes con sus comentarios y aportes colaboraron en su conformación final.1 This paper systematizes the proposed methodology developed for the course “Technologies for the Design and Management of Public Organizations” of the Master Degree in Public Management of the National University of Rosario. I give special thanks to Daniela Lenzi and Caren Tepp, students of the Faculty, who helped in its final writing with their comments and contributions.

Rita [email protected]

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IntroducciónEl presente trabajo propone una línea metodológica para “leer” procesos de transformación en organizaciones públicas. El núcleo de la misma son los vínculos entre procesos de transformación de la gestión pública y cons-trucción efectiva de capacidades.

Durante los últimos veinte años en las organizaciones públicas locales se ha movilizado un considerable cau-dal de esfuerzos para lograr una transformación que les permitiera asumir “exitosamente” sus nuevos desafíos. Estos esfuerzos se han dirigido, en gran medida, a la incorporación de tecnologías de gestión entendiendo, en mu-chos casos, a las tecnologías como portadoras en sí mismas de nuevas capacidades. Sin embargo son sumamente escasos los éxitos logrados en relación con las expectativas generadas y las inversiones realizadas.

Nos proponemos entonces identificar un modo para indagar en las razones de estos magros resultados. El en-foque de las capacidades de gestión2 es un punto de partida para el trabajo que permite reconocer la complejidad involucrada en cada proceso de cambio. En este sentido, la capacidad de gestión es entendida como resultante de los vínculos entre las dimensiones de contexto, política, técnica, organizacional, institucional y humana. De modo tal que el impacto que provocan los cambios están condicionados por el entramado de las dimensiones de capacidad y el modo en que ellas se comportan en el proceso.

De esta manera nos alejamos de la concepción clásica de las relaciones entre la tecnología y los cambios organizacionales, que puede resumirse en el llamado “modelo lineal”3. En un marco de gestión caracterizado por las transformaciones constantes y la creciente complejidad, interna y externa, ya no aparecen como únicos determinantes de la innovación los recursos financieros o tecnológicos como lo pretendía el modelo lineal de in-novación; donde ésta se da por estadios, vinculada a desarrollos tecnológicos, suponiendo una profunda ruptura y transformación organizacional en cada acto “innovador”. Por el contrario, cada vez es más necesario sostener que se presentan múltiples recorridos a partir de la sinergia entre organización e innovación, donde una “arqui-tectura organizacional” más dinámica y abierta posibilita la divergencia y el aprendizaje cotidiano; y por ende, una innovación permanente.

Las tecnologías, entonces, son abordadas en su relación con el entramado organizacional, y se reconoce que las potencialidades de las que son portadoras no son inocuas ni válidas universalmente. Su despliegue está sujeto a su articulación con el resto de los componentes que integran la capacidad de gestión. Esta recuperación de las tecnologías como dimensión valiosa, pero no excluyente de la capacidad de gestión, impone algunos desafíos al trabajo de investigación.

Particularmente significativo es el desafío de investigar procesos de transformación que se han intentado en organizaciones públicas, con mayor o menor éxito, indagando en sus resultados en términos de construcción de capacidades. Por lo tanto, la preocupación está puesta en desarrollar una metodología que permita abordar exitosamente la historicidad y complejidad de los procesos de incorporación tecnológica.

La intención principal es la identificación de algunas claves para el diseño e implementación de procesos que construyan capacidades efectivas y por lo tanto, posibiliten la vigencia de las organizaciones públicas. La idea metodológica se desarrolla en tres momentos:

“E”) EXPERIENCIA: Integración del campo significativo de actuación, reconocimiento de los actores, las insti-tuciones, las tecnologías y las organizaciones involucradas en una problemática específica.

“R”) REFLEXIÓN: Selección de núcleos de actuación tecnológica, construcción de redes y consolidación de estrategias tecnológicas.

“I”) INNOVACIÓN: Aprendizaje organizacional e Innovación. 2 Martínez Nogueira, Roberto, “La gestión pública agroalimentaria y rural en América Central: senderos y tareas”, en Revista Reforma y Democracia, núm. 20, Caracas, Ed. Del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, Junio 2001.Pollit, Christopher, “Desde allá hasta acá, desde ahora hasta entonces, comprando y replicando las reformas de la gestión pública”, en Revista Reforma y Democracia núm. 31, Caracas, Ed. Del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, febrero 2005. Olsen, Johan, “Quizás sea el momento de redescubrir la democracia”, en Revista Reforma y Democracia núm. 31, Caracas, Ed. Del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, Febrero 2005.3 Mertens, Leonard, “Competencia Laboral: Sistemas, surgimiento y modelos”, Montevideo, Cinterfor, 1996.

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De alguna manera nos proponemos construir memoria y aprendizaje a partir de las experiencias desarrolla-das. Esto permitirá avanzar en la superación de algunas vulnerabilidades asociadas a la falta de memoria en la gestión pública, ya que estamos convencidos que la reconstrucción de memoria construye vigencia institucional4.

El por qué de este enfoqueSegún diversos trabajos sobre gobiernos locales en la región5, en los últimos diez años múltiples gobiernos de América Latina han implementado políticas de modernización. Éstas han estado orientadas a transformar sus estilos tradicionales administrativos que habían llevado a altos niveles de pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones de gobierno6.

Sin embargo, son sumamente escasos los éxitos logrados en relación con las iniciativas implementadas, en clave de incremento de capacidades de buen gobierno. Como señalaran Preesman y Wildavsky, recordados por Baillares Helguera, “se pasa de las grandes intenciones a los magros resultados”.

En la mayoría de los planes de modernización llevados adelante en la región, se puede reconocer una alta incidencia del componente técnico por sobre el político y el institucional (Baillares Helguera, Ferrer – Quintero, Tecco, Landa)7. Se han desarrollado procesos de incorporación de tecnologías de gestión, de la información y las comunicaciones, capacitación del personal, mecanismos de planificación estratégica, proyectos participativos, asociaciones de municipios, etc.

Los resultados son diversos y, en líneas generales, escasos en términos de transformaciones sustentables de los estilos de gestión. Es importante el señalamiento que hacen Tecco y López en cuanto a que, la disposición tecnológica no garantiza capacidad tecnológica, esta requiere capacidad para articular y liderar proyectos, inteli-gencia y capital humano.

A decir de Martínez Nogueira, si bien muchos de estos procesos se proponen construir capacidades, los ins-trumentos utilizados no se corresponden con los fines previstos. En particular, se presta escasa atención a los aspectos institucionales y al tratamiento del conflicto derivado de los procesos de transformaciones. Podríamos decir que se presta más atención a los insumos, capacitación, informatización, etc., que a los procesos, análisis de situación, estrategias, actores, etc.8.

Esta es nuestra preocupación, si son tantos los esfuerzos que se desarrollan y tan escasos los resultados, ¿qué podemos aprender en orden a construir procesos que produzcan transformaciones sustentables en los estilos de gestión?

A partir del aprendizaje de las experiencias desarrolladas planteamos cuatro variables como estructurantes de los procesos de innovación en la gestión pública:

1. Las tecnologías, como una dimensión de la capacidad de las organizaciones, pero no como la “capacidad” en sí misma.

2. Las dimensiones de la capacidad organizacional, contexto, redes, institucional, organizacional y de per-sonal

3. Las racionalidades e intereses de los actores en un juego contradictorio de cooperación y conflicto. 4. El cambio y la permanencia como opuestos contradictorios pero mutuamente necesarios.

4 Martínez Nogueira, Roberto, “La reforma del Estado en Argentina: la lógica política de su problemática organizacional”, en Revista de FLACSO, México, 1992.5 Grandinetti, Rita y Pineda, Juan, compiladores, “La gestión pública en gobiernos locales”, México D.F., Ed. Colegio de Ciencias Políticas y Administrativas de México, PyG y Universidad Autónoma de Tabasco, 2004. 6 Uvalle Berrones, Ricardo, “La importancia de las políticas públicas en el desarrollo complejo de la sociedad contemporánea”, en Rita Grandinetti y Juan Pineda compiladores, “La gestión Pública en gobiernos locales”, México D.F., Ed. Colegio de Ciencias Políticas y Administrativas de México, PyG y Universidad Autónoma de Tabasco, 2004.7 Grandinetti, Rita y Pineda, Juan, compiladores, op. cit. 8 Martínez Nogueira, Roberto, “Las administraciones paralelas y las capacidades institucionales: La gestión por proyectos y las Uni-dades Ejecutoras”, en Revista Reforma y Democracia, Caracas, Ed. Del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, 2002.

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Miremos cada una de estas variables en juego con mayor detenimiento.

1. Las TecnologíasSi consideramos las tecnologías como el “saber cómo”, el “saber hacer” de las organizaciones, esta definición, suficientemente amplia y ambigua, nos obliga a preguntarnos cuáles son las características de las tecnologías a fin de avanzar en su comprensión.

Siguiendo a Radder9 podemos mencionar algunas características que distinguen a la tecnología: realizabili-dad, carácter sistemático y heterogeneidad.

Realizabilidad: Hablar de tecnología es hablar de una configuración concreta, la tecnología es un fenómeno fáctico. Esto implica que al estudiar tecnologías, las preguntas “dónde”, “cuándo”, “por quién”, “para quién”, tienen la máxima relevancia. Las tecnologías particulares están condicionadas por factores concretos que es necesario especificar. Carácter sistémico: Una tecnología no puede conceptualizarse como un conjunto de artefactos aislados. Cual-quier tecnología, por simple que sea, está insertada en un entramado sociotécnico que la hace viable. Heterogeneidad: Los sistemas tecnológicos realizados son heterogéneos, más allá de determinadas homoge-neidades de algunos de sus componentes.

Por lo tanto, el reconocimiento de estas características de las tecnologías: realizabilidad, sistematicidad y he-terogeneidad, se hace necesario para entender el éxito o fracaso de la incorporación tecnológica en situaciones específicas, haciéndonos descreer de la ilusión de las soluciones estandarizadas, válidas en cualquier contexto10.

Estas características contrarrestan el punto de vista que otorga cierta autonomía a la tecnología11. Por lo tanto, siguiendo a Pollit12, podemos decir que para tratar las tecnologías es necesario alejarse de las recetas pres-criptivas, ajenas a toda coordenada de tiempo y espacio. Se hace necesario enterrar algunos mitos, sumamente difundidos (Sarewitz)13:

Beneficio infinito: más ciencia y más tecnología conducirá inexorablemente a más beneficios sociales. Autoridad: la investigación científica proporciona una base objetiva para resolver las disputas políticas. Frontera sin fin: el nuevo conocimiento científico- tecnológico generado en la frontera de la ciencia, es autó-nomo respecto a sus aplicaciones en la naturaleza y la sociedad.

Por lo tanto, el tratamiento de las tecnologías como construidas “por” y constructoras “de” procesos sociales aparece como sumamente relevante. Se trata de un modo de tratamiento alejado de la cultura tecnocrática del saber autónomo y objetivo, imperante en muchos ámbitos académicos y de gestión. Esta visión, favorece una concepción simplista y equívoca del fortalecimiento de las capacidades organizacionales, visión que ha dado múltiples muestras de ineficacia14.

2. El eje cambio - permanenciaEscribir sobre el cambio en el sector público en gran medida parece responder a los signos de los tiempos, tra-tarse de un trabajo políticamente correcto.... ¿quién pone en duda la necesidad de cambio en el sector público?

9 Organización de Estados Americanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura – OEI, “Ciencia, tecnología y sociedad: una aproxima-ción conceptual”, Madrid, 2001.10 Pollit, Christopher, op.cit. 11 OEI, op.cit.12 Pollit, Christopher, op.cit.13 OEI, op. cit.14 Martínez Nogueira, Roberto, 2002, op. cit.

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Sin embargo, en alguna medida nos corremos de esta posición al plantear el cambio como el extremo de un eje, en un juego de opuestos “cambio-permanencia”. Asumimos una posición de reconocimiento de competen-cias y valores en el sector público. Su permanencia y potenciación es no sólo necesaria, sino imprescindible, para la construcción de capacidades de gestión acordes con los nuevos desafíos15.

Pensamos en claves de procesos sociales, las transformaciones en las organizaciones como procesos de innovación social. Por lo tanto, reconocemos el conflicto, la existencia de posiciones encontradas entre los dife-rentes actores como constitutivos del proceso.

Hacemos esta primera marcación, que creemos necesaria, ya que significa un enfoque radicalmente diferente a aquél que plantea la necesidad de una reinvención total del sector público. Nuestra mirada, más de artesanos que de multinacionales, se propone construir desde la indagación y recuperación de las riquezas locales existentes.

Por lo tanto, nos inscribimos en una línea de trabajo que no reniega del cambio como irrupción absolutamente novedosa y diferenciada del estado preexistente; sin embargo, hacemos más énfasis en los procesos incrementales, graduales, orientados a transformaciones menos vertiginosas y abruptas. Estos estarían posibilitando resultados más sustentables a partir de un tratamiento más respetuoso del entramado sociocultural de las organizaciones16.

3. Los actoresMiramos los procesos como actores externos pero involucrados en procesos de cambio, esto da cuenta de nues-tra posición y desde ya sesga esta producción. Siguiendo a Cortázar, podríamos decir que no nos hemos pro-puesto “estar mirando la pieza, sino estar en la pieza, ser pez río abajo, hoja en el árbol, nube en el cielo, imagen en el poema”; en definitiva somos actores en el escenario del cambio.

¿Qué significa esto? Varias cosas: por un lado que descreemos de las “miradas objetivas externas”. Los acto-res en los procesos miran y se posicionan de modo diferenciado, pero estas diferencias están más ligadas a sus juegos de intereses y acciones que a lo estrictamente inteligible y discursivo. Como actores, entonces reconoce-mos, nos comunicamos y reflexionamos en estos procesos.

Por otra parte, no desconocemos nuestra propia particularidad, somos, como técnicos, un tipo particular de actores, donde priman determinados saberes e intereses. Estos, signan los procesos de intelección e in-teracción con otros actores, los saberes tecnológicos, aunque no como saber único, objetivo y universalmente válido, sino como saberes articuladores de conocimientos científicos, técnicos, culturales, organizacionales y de la experiencia para la resolución de problemas complejos y la toma de decisiones17.

Los procesos de cambio implican, sin embargo, diferentes lógicas de actores en juego: política, técnica, bu-rocrática, corporativa, del ciudadano, todas interactuando. La tecnológica es una más, que se define y redefine en el juego y el diálogo con las otras. Este planteo del juego de actores en el proceso no es ingenuo, ya que asumimos las innovaciones como procesos políticos complejos donde se dirime poder, y como tales, articulan y redefinen lógicas y posicionamientos. Los procesos y sus productos, por lo tanto, aparecen como resultantes de las capacidades diferenciadas de cada grupo de actores de movilizar recursos y de la naturaleza de éstos18.

4. Las dimensiones de capacidades interactuantesLa capacidad de gestión es la resultante compleja de diversas dimensiones en juego: dimensiones políticas, de contexto, de redes, institucionales, organizacionales y humanas. Esto significa incorporar al análisis la direcciona-lidad política de la innovación y los componentes culturales - institucionales estructurantes de cada organización. Por lo tanto, requiere una mirada más intensiva que la simple enumeración de las características técnicas de los procesos de cambio, que indague sobre la génesis de estos procesos, sus límites, potencialidades y relaciones.

Implica tener muy presente la noción de conflicto como disparador y movilizador de los cambios. Estos procesos de cambio imponen a los gobiernos locales desarrollar nuevas capacidades políticas y de gestión,

15 Olsen, Johan, op. cit.16 Echabarria, Koldo, “Estrategias de cambio y contratos de gestión”, en el VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y la Administración Pública, Buenos Aires, 5-9 noviembre 2001.17 Acevedo Díaz, José Antonio, “Análisis de algunos criterios para diferenciar entre ciencia y tecnología”, Huelva, Servicio de Inspección. Delegación de Educación y Ciencia, 1997.18 Martínez Nogueira, Roberto, “La Administración Pública como proceso político”, en Carlos Floria y Marcelo Monserrat, “Pensar la República”, Buenos Aires, Persona a Persona, 1977.

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entendidas como dimensiones en una articulación contradictoria pero insoslayable. Es significativo el grado de consenso manifestado por diversos autores, Ballares Helguera, Méndez, Díaz de Landa, Laurnaga, Tecco y López, Uvalle Berones19, quienes coinciden en señalar esto como un nudo crítico de los gobiernos a la hora de mirar escenarios futuros.

Ahora bien, ¿de qué capacidades hablamos? En este sentido, los trabajos de investigación que hemos realiza-do en el Grupo Política y Gestión de la Universidad Nacional de Rosario20 proponen una perspectiva superadora de la visión de las capacidades para la gestión pública como sólo estatales, y definidas por las habilidades profe-sionales y técnicas de los funcionarios, los equipos, materiales e infraestructuras para sus tareas y los sistemas de organización, planificación y ejecución.

Tenemos entonces un cuadro de situación complejo, definido por los intercambios recíprocos entre estas cua-tro variables: el eje cambio permanencia, las tecnologías, las dimensiones de capacidad y el juego de los actores involucrados para el logro de innovación tecnológica. Entendida como la producción, apropiación y explotación con éxito de nuevas formas de gestión que aporten soluciones inéditas a problemas situados.

El proceso innovativo se construye, entonces, a partir del intercambio, el aprendizaje, la creatividad y la adaptación. De este modo, la innovación cobra relevancia no como el trasplante de formas exitosas en espacios diversos21, sino en tanto y cuanto posibilita o no la construcción de capacidad, facilitadora del logro de las metas propuestas por la organización de un modo sustentable.

Como consultores y como docentes, hemos participado en múltiples procesos de cambio en el sector público, en ámbitos locales y regionales, particularmente. Esta experiencia, este habernos sumergido en diferentes proce-sos con este punto común otorga a nuestra mirada una particularidad: no nos interesa investigar sobre las regu-laridades o características generales del sector público, sino sobre el particular comportamiento y la articulación de sus diversos componentes en procesos de cambio concretos, con nombre y apellido, con logros y verdaderas dificultades.

Algunas líneas de método¿Cómo articular estas variables en un proceso de investigación concreto sobre las claves para la construcción de capacidades en el sector público? Estamos trabajando en un diseño, el método E. R. I. – EXPERIENCIA – RE-FLEXIÓN - INNOVACIÓN-22 que las contempla y organiza operativamente.

El método asume como criterio básico de diseño que la incorporación tecnológica sustentable requiere de profundos aprendizajes en los actores, por lo tanto de tiempos y esfuerzos sostenidos. En este sentido, el método otorga particular relevancia al involucramiento de los actores y el tratamiento de la dimensión institucional.

El modo de estructurar el proceso de investigación va de lo general (la problemática) a lo particular (los pro-blemas con sus redes de actores), para reconstruir, en una unidad conflictiva y provisoria, la visión de lo particular inserto en lo general (los procesos de aprendizaje e innovación).

Desde esta perspectiva, podremos consolidar conocimiento relevante y situado, que permita desarrollar pro-cesos de innovación cada vez más valiosos organizacional y socialmente. La investigación académica, entendida en clave de aprendizaje, es un campo con amplias potencialidades para gestar estos procesos de reflexión innova-

19 Rita Grandinetti y Juan Pineda compiladores, op. cit.20 Particularmente los resultados presentados en el libro “Innovación y espacio local” de 1999 y los avances del Proyecto de Investigación “Innovación y capacidad en el Estado Local, hacia una matriz de análisis”, aportan elementos para comprender la importancia de la noción de capacidad a la hora de reflexionar sobre el nuevo papel del estado local. Para nuestro estudio es particularmente significativo el trabajo “ Innovación y capacidad en el Estado Local: Un abordaje teórico – metodológico”, presentado en el 2º Seminario de la Red de Centros Académicos dedicados al estudio de la Gestión de los Gobiernos Locales, Quilmes, 2000. En este trabajo, partiendo del relevamiento de la producción existente en torno a las capacidades estatales, se proponen líneas de interpretación para considerar las capacidades situadas en el ámbito local. Trabajos firmados por Cristina Díaz, Lilia Maxera, Mónica Bifarello, Patricia Nari, María Julia Reyna, Adela Campostrini y Rita Grandinetti. 21 Grandinetti, Rita, “Las decisiones situadas”, en Programa Alianza Contigo – FAO-FODEPAL, 2004. Pollit, Christopher, op. cit. 22 Basado en pautas metodológicas desarrolladas por el IGC – Instituto de Gestión de Ciudades de la Ciudad de Rosario, Argentina, en el método Método A.P.S., Abarcar – Profundizar – Sintetizar, del Instituto de Gestión de Ciudades. Rosario, 2004. Esta metodología es la resultante del trabajo de los Equipos del IGC en diversos municipios de Argentina en la implementación de mecanismos de gestión estratégicos con la participación de los actores locales. Recoge valiosos aportes metodológicos, como la Familia de Metodologías PPGA (Planificación Participativa y Gestión Asociada), elaborada y experimentada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLA-CSO), Gestión Asociada del Oeste, y otras redes, y los Trabajos de Tomás Villasante.

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tiva; donde, a modo de comunidad de práctica, se recuperen en clave de innovación los saberes y competencias preexistentes a la luz de nuevos desafíos y recorridos teórico-metodológicos.

La innovación como construcción de aprendizajes es un proceso dialéctico que, a partir del reconocimiento de lo empírico, lo deconstruye en sus principales componentes y lo reconstruye reconociendo una unidad -quizás efímera- pero sin embargo, cargada de sentido en la diversidad. Se nutre de las experiencias de los actores de la organización, y a su vez define nuevas intervenciones estratégicas como resultado de las reflexiones y aprendiza-jes innovativos. La innovación entendida como aprendizaje se basa, entonces, en aportar soluciones inéditas a problemas como un proceso permanente. De alguna manera significa superar la noción de cambio como ruptura y asumir la noción del cambio como proceso de vivificación organizacional permanente. En este sentido, la gestión de políticas públicas suma capacidades al poder dar respuestas a los nuevos desafíos, basándose en la recombi-nación de aprendizajes preexistentes.

En este proceso adquieren relevancia las comunidades de práctica, entendidas como grupos de personas que interactúan entre sí, con un denominador común: comparten ámbitos de prácticas. A partir de desafíos de gestión semejantes, negocian entre sí qué prácticas o métodos funcionan mejor, en qué condiciones o qué mejoras es necesario promover. Estas comunidades constituyen el contexto para desarrollar el aprendizaje innovativo como un proceso activo, dinámico e histórico de participación en la negociación de significado en el que paralelamente se construyen nuevas identidades y prácticas en los participantes23.

Por lo tanto esta propuesta metodológica asume el trabajo con focus groups entre los actores de los procesos de cambio a investigar, a modo de comunidades de práctica. Consideramos que de este modo se facilitará la cons-trucción de aprendizajes innovativos basados en la maximización del intercambio entre racionalidades disímiles, en torno a experiencias comunes.

Reconocemos como parte del Método ERI tres momentos diferenciados entre sí, pero profundamente articu-lados para el desarrollo de la investigación:

Momento E: De la mirada de la experiencia, abarcadora e integradora, es el momento de apertura. Desde la caracterización y reconocimiento de las diferentes experiencias de trabajo, se demarca preliminar-

mente el campo de actuación e identifican las redes de problemas de abordaje organizacional. Se trata de la etapa inicial de reconocimiento y análisis, con el foco en la demarcación del campo de la experiencia. Lo integran la identificación de los problemas de gestión, las redes de problemas y actores, la génesis y trayectoria tecnológica de la organización y como contraparte la organización deseada y las capacidades necesarias para lograrla.

Productos: - Caracterización y reconocimiento de las diferentes experiencias de trabajo a abordar. Demarcación preli-

minar del campo de actuación. - Identificación de los temas centrales de abordaje organizacional.

Momento R: De la mirada de la reflexión en profundidad, instancia de profundización, explicación y articu-lación.

Identificación de los conjuntos de actuación tecnológica a partir de la reflexión sobre las tecnologías de ges-tión vigentes en la organización y el análisis de las dimensiones de capacidad (contexto, redes, institucional, organizacional y humana). En clave del eje permanencia-cambio, los actores reconocen aquellas tecnologías y configuración de las dimensiones de capacidad que deben ser recuperadas por su valor, a la luz de la organización deseada y las trayectorias reconocidas. Asimismo se identifican como conjuntos de actuación aquellas dimensio-nes y tecnologías que forman parte del proceso de trasformación y, con qué conocimientos cuentan los actores organizacionales para este proceso.

Productos: - Identificación de los conjuntos de acción (problemas de la organización y sus actores) para el abordaje

organizacional.

23 Falivene Graciela, “La formación de directivos para la gestión del conocimiento en las organizaciones públicas” en Congreso Asocia-ción Argentina de Estudios en Administración Pública, 2003.

Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica

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MAPA PARA LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

EXPERIENCIA

• PROBLEMAS DE GESTIÓN• REDES DE PROBLEMAS Y ACTORES• GÉNESIS Y TRAYECTORIA HISTÓRICA• ORGANIZACIÓN DESEADA Y CAPACIDADES NECESARIAS

REFLEXIÓN• TECNOLÓGICAS DE GESTIÓN VIGENTES• DIMENSIONES DE CAPACIDAD: CONTEXTO, REDES, ORGANIZACIONAL,

INSTITUCIONAL, HUMANA • CONJUNTOS DE ACTUACIÓN TECNOLÓGICA

INNOVACIÓN • NÚCLEOS DE ACTUACIÓN TECNOLÓGICA• ESTRATEGIAS DE INNOVACIÓN• ACTORES Y PROCESOS

Rita Grandinetti

Momento I: De la mirada innovadoraSe trata del momento de aprendizaje, construido como síntesis en la identificación de núcleos y estrategias de

innovación, las redes de actores y los procesos para llevarlas adelante.Productos: - Definición estratégica de los nudos críticos para la vigencia institucional.- Valoración de los mismos, identificación de criterios y mecanismos para su abordaje.

Algunas características Es un proceso de construcción de aprendizajeLa vigencia de las organizaciones públicas es un fenómeno complejo donde se articulan conflictivamente compo-nentes diversos en una unidad provisional. Este trabajo de construcción de aprendizajes, por lo tanto es un pro-ceso dialéctico que, a partir del reconocimiento de lo empírico, lo deconstruye en sus principales componentes y lo reconstruye reconociendo la unidad en la diversidad. Supone entonces, atención a lo emergente en una línea de trabajo incremental no centrada exclusivamente en los aspectos conceptuales o procedimentales. Se mueve en un espacio construido entre opuestos, caos y método.

Organiza metodológicamente opciones de trabajo pero, creativamente, incorpora lo emergente, novedoso e imprevisto. Se construye como una metodología abierta que suma, se modifica y enriquece en el andar. Se aleja de lo metodológico entendido como lineal. Como todo proceso se despliega, avanza, retrocede, duda, varía, y ésta es su riqueza, la oportunidad de la duda y el conflicto como eventos provocadores de reflexión y constructores de nuevos desafíos.

Es una experiencia de innovación socialComo innovación es un mecanismo complejo que permite transformar el conocimiento genérico y parcial, inicial en específico. Se nutre de las definiciones estratégicas de la organización, y a su vez define nuevas intervenciones estratégicas como resultado de las reflexiones y aprendizajes sobre la experiencia.

Es un proceso de desarrollo de capacidades que permite el aprendizaje organizacional desde la recuperación de las experiencias, a través de la reflexión. Se trata de un proceso en bucles, estrategia – experiencia - reflexión – innovación- nuevas estrategias, que articula y potencia lo desarrollado en la praxis como cambio cultural; ya que se reconoce la imposibilidad de gestionar desde una sola lógica la incorporación tecnológica, por lo tanto se nutre de la articulación de miradas, recursos y competencias diferenciadas en el proceso.

Los Momentos Momento E: De la experiencia

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MAPA PARA LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

EXPERIENCIA• PROBLEMAS DE GESTIÓN• REDES DE PROBLEMAS Y ACTORES• GÉNESIS Y TRAYECTORIA HISTÓRICA• ORGANIZACIÓN DESEADA Y CAPACIDADES NECESARIAS

REFLEXIÓN• TECNOLÓGICAS DE GESTIÓN VIGENTES• DIMENSIONES DE CAPACIDAD: CONTEXTO REDES, ORGANIZACIONAL, INSTITUCIONAL, HUMANA• CONJUNTOS DE ACTUACIÓN

INNOVACIÓN• NÚCLEOS DE ACTUACIÓN TECNOLÓGICA• ESTRATEGIAS DE INNOVACIÓN• ACTORES Y PROCESOS

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Momento de la apreciación situacional a partir de las experiencias, de los desafíos de la organización, sus actores, su cultura, sus síntomas y deseos.

En este momento se construye el primer mapeo de actores, identificando a todos aquellos actores vincula-dos a cada uno de los ejes de trabajo y haciendo el primer avance para identificar la relevancia de los mismos. A su vez se inicia, articuladamente con la percepción integral y el trabajo analítico que permite reconocer las diferentes facetas de la organización, al identificar sus ejes estructurantes, las problemáticas y actores asociados a los mismos, identificando los nuevos modos de interacción y las nuevas demandas ciudadanas.

Esta apreciación situacional se trabaja con diferentes herramientas a fin de posibilitar un rastrillaje extensivo – intensivo, intencional de las diferentes experiencias de los actores. Algunas herramientas metodológicas son el análisis de documentación de los procesos y las reuniones focales de “memoria de experiencias”.

Es el de la puesta en marcha de un juego de interpelaciones mutuas desde diferentes racionalidades para la revisión de la experiencia. Este momento fundacional es crítico ya que las mayores posibilidades de éxito de un proceso innovativo dependen del mayor grado de intercambio, articulación, combinación y enlace que sea posible promover entre los actores. Son relevantes el clima de confianza, libertad y autonomía que se construya entre los actores que son partícipes del intercambio. Esto signará, en alguna medida, los desarrollos y resultados posteriores ya que para que se produzca innovación aparece como necesario el sentido de pertenencia, de compromiso con los valores de la gestión, pero asimismo, un fuerte contenido de cuestionamiento y revisión crítica de los procesos y medios organizacionales. Del cruce, del conflicto en juego es posible producir nuevos conocimientos y prácticas.

Algunas de las actividades principales del momento:Identificación preliminar de la red de actores vinculados a los procesos en estudio, dependencias estata-

les de las diversas jurisdicciones que intervinieron Diseño del proceso Relevamiento de documentación Identificación de informantes calificadosPrimeros focus groups

Con el resultado de este trabajo de exploración se alcanzan los primeros productos del Proceso:Trayectoria histórico-tecnológica de la organizaciónIdentificación, caracterización y fundamentación de los problemas de gestión que fueron abordados en

los procesos de transformación a estudiarImaginario de gestión deseadaIdentificación de redes de actores asociadas, niveles de participación, conocimiento, información.Análisis de las redes de conflicto o consensos iniciales

Momento R: De la mirada de reflexión

Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica

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Rita Grandinetti

En el momento E se identificaron los problemas de gestión más significativos para los actores involucrados. Desde la noción de racionalidad limitada asumimos, siguiendo a Perrow24, que las definiciones de problemas se construyen a partir de un modelo simplificado de la realidad. Sin embargo, se trata de un momento clave porque la definición del problema signa la línea de abordaje de la situación.

Esta definición del problema se hace a partir de la experiencia pasada, la atención selectiva de elementos presentes y una noción de direccionalidad más o menos explícita. Como sabemos, los actores en la práctica se encuentran con problemas ambiguos y/o perversos, información incompleta acerca de los fundamentos y consecuencias del mismo y las posibles alternativas de resolución. Del mismo modo, los valores, preferencias e intereses no siempre son suficientemente explícitos ni estables y el decisor debe trabajar con tiempos, recursos y competencias limitados. Es por esto que los problemas identificados deben ser trabajados desde otros registros que nos permitan disponer de mayor calidad de elementos para comprender el desarrollo del proceso25.

La información para la toma de decisiones es como vimos, en el mejor de los casos, fragmentaria y costosa, alejada de los presupuestos del modelo racionalista. La clave de diseño asumida es, información selectiva (de gran nivel de detalle sobre los problemas identificados) correctamente contextualizada: el universo de explora-ción cubierto de modo general, sin gran detalle, pero que permita identificar focos de atención, posibles factores críticos.

Según el enfoque racional sería necesario hacer una investigación exhaustiva de todas las dimensiones orga-nizacionales en un grado de detalle absolutamente importante y con una frecuencia considerable. Sin embargo, el resultado sería un caudal prácticamente inmanejable de detalles sin posibilidades reales de análisis26. Por el contrario, desde un esquema de racionalidad limitada se trabajará en la recolección de información selectiva para la situación particular.

Se focalizará en la disposición de información relevante sobre el tratamiento de las dimensiones de capacidad involucradas y el juego de actores en el proceso. De este modo, si bien la evaluación exhaustiva y detallada es imposible e inviable, la revisión selectiva es un valor para la construcción de acciones estratégicas. Se trata de construir información selectiva, no numerosa, para implementar mecanismos de decisión eficaces (Grandinetti R. 2004).27

El momento R, por lo tanto se centra en el análisis en profundidad de las tecnologías disponibles, sus carac-terísticas y posibles impactos organizacionales. Asimismo de las dimensiones de capacidad involucradas en las redes de problemas identificados. Entendiendo estos problemas como enracimados de componentes que por su gravedad o potencialidad son claves para la vigencia organizacional.

Este momento, en particular, se ocupa de deconstruir estos conjuntos, identificando los diferentes compo-nentes que los constituyen y sus eslabonamientos causales y redes de articulación. El análisis de los problemas supone no sólo la profundización de su caracterización (el derecho de la trama), sino su puesta en relación con los otros problemas y con los actores (el revés de la trama). En una perspectiva de tipo relacional, que posibilita avanzar en el tratamiento de los conjuntos de actuación tecnológica.

Las herramientas a utilizar son las reuniones focales de análisis y los mapas tecnológicos. Es necesario tener presente que es un momento de reflexión y análisis sobre fenómenos en los que los actores formaron parte. Por lo tanto no se trata de construir conceptos sobre un objeto ajeno sino de construir conocimientos significativos sobre situaciones compartidas desde diferentes miradas.

Asimismo es un momento para revisar, releer, codificar y documentar los conocimientos preexistentes, cono-cimientos, como decíamos, muchas veces implícitos, dispersos, efímeros. Se trata de lo que algunos autores lla-man construir el mapa del conocimiento organizacional y que, involucra saberes teóricos, experiencias, expertos, procesos, técnicas, redes, etc. 24 Perrow, Charles, “Complex Organitations”, N.Y., Foresman, 1972.25 Grandinetti Rita, op. cit.26 Etzioni, Amitai, “La exploración combinada: un tercer enfoque de la toma de decisiones”, en Luis Aguilar Villanueva, “La Hechura de las Políticas”, México D.F., Ed. Miguel Angel Porrúa, 1992.27 Grandinetti, Rita, op. cit.

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En este punto la relación dialéctica se da en el entrecruzamiento entre los saberes preexistentes puestos en una nueva dimensión y los nuevos saberes, como incorporación novedosa de prácticas o concepciones no cono-cidas hasta el momento por los actores.

En suma, la pluralidad de saberes relevantes respecto a las diversas dimensiones del problema, puestos en relación en clave dialogal y crítica. Este conocimiento que existe y funciona informalmente en los intercambios de los actores pero al que las organizaciones suelen prestar muy poca atención envueltas en la vorágine cotidiana de responder de modo estándar a infinitos problemas estandarizados.

Algunas de las principales actividades:• Definir, con los actores, las redes de problemas a abordar por su criticidad• Revisar la necesidad de incorporación de nuevos actores• Revisar las relaciones vigentes entre los actores intervinientes en el proceso y el modo de relacionamiento

en los diferentes momentos• Relevar y construir información significativa sobre el tratamiento de las diferentes dimensiones de capa-

cidad de la organización ( contexto, redes, política, organizacional, humana)• Promover el involucramiento y desarrollo de los actores involucrados

Los principales productos de este momento son: • Los conjuntos de actuación tecnológica que se abordaron en el proceso: Redes de problemas, tecnologías

y actores• La caracterización del mapa tecnológico de la organización (trayectoria, situación de inicio del proceso y

de fin, tecnologías incorporadas)

Momento I: De la mirada de Innovadora

MAPA PARA LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

EXPERIENCIA

• PROBLEMAS DE GESTIÓN• REDES DE PROBLEMAS Y ACTORES• GÉNESIS Y TRAYECTORIA HISTÓRICA• ORGANIZACIÓN DESEADA Y CAPACIDADES NECESARIAS

REFLEXIÓN• TECNOLÓGICAS DE GESTIÓN VIGENTES• DIMENSIONES DE CAPACIDAD: CONTEXTO, REDES, ORGANIZACIONAL,

INSTITUCIONAL, HUMANA• CONJUNTOS DE ACTUACIÓN

INNOVACIÓN • NÚCLEOS DE ACTUACIÓN TECNOLÓGICA• ESTRATEGIAS DE INNOVACIÓN• ACTORES Y PROCESOS

En el momento anterior se reconocieron los conjuntos de actuación. En este momento nos proponemos avan-zar identificando, en primer lugar, los núcleos de actuación tecnológica. Podemos definir los núcleos de actuación tecnológica como nudos críticos de alta potencialidad o de un alto nivel de obstaculización a la gestión, que hacen imprescindible su tratamiento para la construcción de nuevas capacidades y son factibles de abordar a través de tecnologías de gestión. Se construyen a través de un proceso de síntesis, selección y apropiación estratégica, a partir de los conjuntos de actuación identificados en el momento anterior.

Es el momento crítico de aprendizaje, el momento de la innovación como construcción explícita de algunos conocimientos que permitan dar respuesta a los nuevos desafíos. Es innovativo en tanto y cuanto construye cono-cimientos basados en un proceso de resignificación y recombinación de los conocimientos preexistentes.

Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica

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Rita Grandinetti

La clave es la identificación de núcleos para la construcción de procesos que consoliden nuevas capacidades. Reconocer los núcleos de actuación es una definición imprescindible, vital para delimitar y orientar nuevos pro-cesos de actuación; es decir, las múltiples decisiones encadenadas que suponen la materialización de los proce-sos de transformación tecnológica. Este momento es fundamental a la hora de trabajar con una direccionalidad anticipatoria que construya capacidades en los actores para una acción cada vez más solidaria, estratégica y compartida.

Principales Actividades:Redefinir la red de actores imprescindiblesInferir la lógica predominante del proceso Revisar los procesos de transformaciones en las competencias y “saberes” de los actoresProducir información estratégica

Para esto se trabaja en reuniones focales críticas. Los productos de este momento son la identificación de claves para el abordaje de procesos de cambio orga-

nizacional. Entendidas éstas como opciones estratégicas, a leer situacionalmente, y no como “modelos a replicar”. Desde esta perspectiva, podremos consolidar conocimiento relevante y situado que permita desarrollar procesos de innovación cada vez más valiosos organizacional y socialmente.

Se trata de identificar claves de actuación para proponer, como actores y gestores, una serie de alternativas en el diseño de acciones de transformación para que efectivamente éstas posibiliten construir más capacidades de accionar público.

El desafío es construir vínculos entre diferentes casos, que permitan trabajar articuladamente lo que los par-ticipantes valoran como innovación. Es necesario el análisis de las semejanzas y similitudes: el reconocimiento de abordajes diferentes para problemas semejantes, los métodos, técnicas y procesos vividos y los aprendizajes de estas experiencias.

El proceso abierto, así diseñado, posibilita reconocer otros saberes -explícitos e implícitos- sobre problemáti-cas en algunos puntos semejantes, desarrollar capacidades de reflexión y análisis de otros puntos de vista sobre los temas tratados, saber expresar y sostener concepciones, así como proponer y evaluar herramientas novedo-sas para la gestión de las políticas públicas en situaciones disímiles. Se trata de desarrollar niveles de compresión situacionales, poniendo en juego una lectura de su sentido y dirección, en clave de complejidad.

Algunas líneas finalesCreo que es una tarea pendiente profundizar las investigaciones, las acciones y las evaluaciones en clave de apren-dizajes a partir de experiencias. Sólo así podremos consolidar conocimiento relevante y situado, que permita desarrollar procesos de incorporación tecnológica cada vez más valiosos organizacional y socialmente.

Un ámbito privilegiado son las investigaciones de doctorado, que habilitan un campo de investigación espe-cífica. Veo esto como una oportunidad para recuperar, en clave de innovación, los procesos vividos a la luz de nuevos desafíos y recorridos teórico-metodológicos. Del esfuerzo por pensar los modos de avanzar en este sen-tido surge esta reflexión, esta “línea metodológica”, que recupera muchos aspectos y criterios en los que vengo trabajando y que me gustaría profundizar.

A lo largo del trabajo he asumido la noción de capacidades como un concepto integrador que incluye: po-sibilidades para transferir destrezas y conocimientos a nuevas situaciones dentro de la organización, redes de actores en un juego de conflicto y cooperación, e innovación tecnológica. Por lo tanto, integramos saber y hacer, superando la falsa dicotomía reflexión-acción, teoría y praxis.

El método propuesto es un medio para una reflexión sistemática y productiva que posibilita aprender de y para la acción, a partir de nodos específicos de trabajo. Está orientado a la innovación, y a la vez, inserto diná-micamente en la vida organizacional. Por lo tanto supone múltiples y variadas decisiones, algunas deliberadas y otras emergentes.

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No todo el proceso es pautado (se sugieren, por ejemplo, sólo algunas herramientas y productos) ya que esto implicaría precisamente perder un componente de gran potencialidad: la flexibilidad para la atención a las particularidades de cada situación.

Se puede definir, por lo tanto, como una línea de método para investigación de procesos de innovación orga-nizacional, más que como un método estricto. Es abierto y dinámico, capaz de asumir formas particulares según las decisiones de los actores que participen en los diferentes procesos. Asimismo es perfectible, factible de trans-formaciones a partir de nuevos aprendizajes basados en la práctica.

No puedo dejar de señalar la que creo una tensión subyacente, no se trata sólo de promover “hitos” innova-dores, se trata de promover una nueva cultura de trabajo, donde el estándar sea la innovación en las decisiones.

Este es un proceso cultural que no se resuelve con los alcances y los tiempos de una investigación, ni inno-vando las prácticas de sólo algunos actores de cada organización. Requiere de la consolidación de mecanismos permanentes de encuentro y desarrollo de las comunidades que funcionen, a su vez, como promotoras de nuevos espacios en las organizaciones. Desde una práctica innovadora quizás es posible promover nuevos espacios en las organizaciones públicas de aprendizaje innovador. Nuestras experiencias en gestión nos estarían señalando este camino como posible y necesario.

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Innovación tecnológica en las organizaciones públicas: ERI, una propuesta metodológica

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Rita Grandinetti

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Rita Grandinetti es Especialista en Innovación en el Sector Público con una extensa trayectoria en investigación y docencia. Magister en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), doctorando de la Universidad Politécnica de Valencia en Innovación, Territorio y Compe-titividad. Profesora Adjunta a cargo de la Cátedra de Tecnologías de la Admi-nistración Pública de la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina y Directora de Prácticas Preprofesionales de la misma Facultad. Es docente de Tecnologías de Diseño y Gestión de Organi-zaciones Públicas en diversos Posgrados. Es investigadora sobre Capacidad e Innovación en el Estado Local. Ha publicado diversos libros y artículos na-cionales e internacionales sobre la temática. Es árbitro en publicaciones es-pecializadas.

57núm. 10, 2011, pp. 57-76

ResumenEn este trabajo se analizan los sistemas alternativos de producción y comercialización de café que surgieron en los últimos años y que prometen resolver la crisis cafetalera en la que viven los productores tras el rompimiento del sistema de cuotas. El análisis se centra en la definición de desarrollo sustentable y evalúa los sistemas con una definición fuerte y una débil de sustentabilidad. Los resultados no son favorables para ninguno de ellos en el caso fuerte pero son más alentadores para el caso débil.

Palabras clave: desarrollo sustentable, café, sistemas alternativos cafetaleros

AbstractIn this paper we analyze the alternative systems for the production and marketing of coffee that emerged in recent years and which promise to solve the crisis in which coffee producers live, after the breaking of the quota system. The analysis focuses on the definition of sustainable development, and it evaluates the systems with a strong and a weak definition of sustainability. The results are not favorable for any of the systems evaluated in the strong case but are more encouraging for the ones in the weak case.

Keywords: sustainable development, coffee, coffee alternative systems.

* El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación PAPITT IN301309, “Transformaciones y perspectivas del sector cafetalero en América Latina tras la liberalización del mercado mundial”, financiado por la UNAM. Los autores agradecen los valiosos comentarios de los dictaminadores de este artículo.

* This work is part of the research project PAPITT IN301309, “Transformations and perspectives of the coffee sector in Latin America after the liberalization of the world market”, funded by UNAM. The authors appreciate the valuable comments from the reviewers of

this article.

¿Sustentabilidad en la producción cafetalera? Análisis sobre los sistemas alternativos para la producción y comercialización de café*

Sustainability in coffee productionAnalysis of alternative systems for the production and marketing of coffee*

Pablo Pérez [email protected]

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IntroducciónEl café siempre ha sido un producto involucrado en el comercio internacional que vincula regiones productoras pobres y regiones consumidoras ricas, lo que implica que los sistemas de comercialización para este grano se crea-ron desde hace décadas, por no decir siglos. Sin embargo, estos sistemas han experimentando cambios a lo largo del tiempo, hasta llegar a las condiciones actuales que se caracterizan por una muy importante concentración en la comercialización internacional y en la torrefacción (Martínez, 2007).

Esto significa que unos cuántos agentes – Neumann, Volcafé, Cargill, Esteve, Ecom trading (Amsa), Becafisa, etc., Phillip Morris, Nestlé, Sara Lee, Procter & Gamble y Tchibo (Van Dick, 1998), entre otros – controlan el mer-cado mundial, pues imponen precios, establecen condiciones de entrega, definen las características del grano exportable y presionan a las autoridades para definir marcos regulatorios favorables para sus intereses, entre otras críticas. Estas prácticas han dibujado un entorno muy complejo para los productores en todo el mundo, par-ticularmente para los más pequeños y descapitalizados, pues tienen menores posibilidades de atender a los cada vez más estrictos requisitos de los comercializadores, tienen menores oportunidades para protegerse de los ries-gos operativos y financieros y participan cada vez menos en los beneficios económicos que genera esta actividad.

Los resultados de estas transformaciones se manifiestan de diversas maneras: las condiciones de vida de los productores han sufrido un deterioro muy importante, lo que les ha obligado a buscar otras actividades que les permitan la supervivencia, entre ellas la migración, la diversificación productiva y la incorporación de los menores de edad al trabajo. Las condiciones sociales se han visto afectadas, provocando inestabilidad social, desigualdad y problemas de salud pública. Adicionalmente, las condiciones ambientales también se han visto alteradas pues la diversificación productiva provocó que los predios cafetaleros, que en otro tiempo contaban con una protección de árboles de sombra, se transformaran en espacios destinados a la ganadería, a la producción de maíz y frijol u otros productos agropecuarios, generando un deterioro en suelos, mantos acuíferos y biodiversidad. Estos últi-mos aspectos se han vuelto muy relevantes dada la problemática del cambio climático y las advertencias realiza-das por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (Nestel, 1995; Moguel y Toledo, 1999; Rice, 2003).

En este sentido, México es pionero en la creación de sistemas alternativos para responder a los efectos ne-gativos de las crisis cafetaleras de los últimos años: el café orgánico es un sistema empleado por la Finca Irlanda desde los años sesenta, que después se popularizó hacia el resto del mundo; el comercio justo se creó a partir del proyecto que conjuntamente emprendieron la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI) de Oaxaca y Max Havelaar, institución holandesa de inspiración católica, en los años ochenta en la búsqueda de alternativas comerciales más justas para los productores, basándose principalmente en la solidaridad entre pro-ductores, consumidores y medioambiente.

Paralelamente a la creación del comercio justo apareció el movimiento orgánico, con planteamientos simi-lares en equidad social pero con el argumento adicional de la justicia ambiental. Posteriormente vinieron otros sistemas alternativos como el amistoso con las aves, el responsable, el ecológico y el 4C, entre otros.

Las organizaciones de productores que aspiran a participar en alguno de estos sistemas alternativos enfrentan una importante cantidad de requisitos para poder obtener un sello o certificación que les permita, en algunos ca-sos, vender su producción a un precio por arriba del café estándar, pero generalmente bajo las mismas reglas del mercado y con la variabilidad de precios que lo caracteriza. Estos requisitos representan una importante barrera de entrada pues demandan un elevado nivel de organización administrativa en las cooperativas de pequeños productores, aunque no se garantiza la comercialización del grano ni se asegura el obtener un precio superior por éste, así que se traduce en más trabajo sin la certidumbre de una remuneración mayor (Naturland, 2005).

Aunque todos los sistemas utilizan el concepto de sustentabilidad como uno de sus argumentos, sus pro-puestas y sus motivadores son diferentes, lo cual lleva a una confusión de lo deberían ser las prácticas cafetaleras sustentables. Como sostuvo Michael Redclift en una reciente disertación sobre el concepto de sustentabilidad, se trata de un término muy utilizado, con mucha ambigüedad, que está de moda entre los políticos para justificar muchas decisiones, lo que incrementa la confusión sobre su verdadero significado. Por ello recomienda entrar en

Pablo Pérez Akaki

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una etapa de post-sustentabilidad, que supere estas deficiencias y confusiones, y rescate el verdadero significado del concepto (Redclift, 2007). En este sentido, conviene entonces analizar las implicaciones del concepto de sus-tentabilidad y cómo estos conceptos se han puesto en operación en los sistemas alternativos para el café surgidos en los últimos años.

Así el problema, el objetivo de este trabajo es analizar la sustentabilidad de estas alternativas, con una definición fuerte y otra débil, para entender el alcance de estos sistemas alternativos. Esto implica, en primer lugar, analizar el significado y las implicaciones del concepto de sustentabilidad; en segundo lugar presentar las alternativas desarro-lladas en los últimos años que se presentan como sustentables para los productores principalmente, y posteriormen-te realizar el análisis de estas alternativas para el café desde dos definiciones de sustentabilidad. Finalmente, ofrecer algunas conclusiones en torno al análisis de los llamados sistemas sustentables en la cafeticultura.

La importancia de este grano en México ha mostrado en los últimos años un deterioro importante cuando se mide por su valor económico: el llamado grano de oro que en la década de 1970 era el principal generador de divisas para el país en el sector agrícola, hoy ha sido superado por otros productos no convencionales, como las frutas y hortalizas, cuya importancia ha aumentado por todo el mundo. Sin embargo, su importancia en materia social no ha disminuido, pues lejos de mostrar una disminución en el número de participantes, en los últimos 20 años casi se duplicó la cifra de productores, a la vez que las superficies destinadas a este grano siguieron en au-mento, a un ritmo menor que los productores por lo que las superficies promedio experimentaron una reducción.

La importancia del grano es de tal magnitud que según las estimaciones de la Asociación Mexicana de la Ca-dena Productiva del Café (AMECAFE), institución pública encargada de las políticas hacia el sector, involucra a más de 3 millones de personas, 15 entidades y más de 450 municipios del país. En estos municipios las características dominantes son la pobreza, la desnutrición, la presencia indígena y más recientemente la migración, por ello se sostiene que la cafeticultura tiene un alto grado de correlación con la resistencia campesina y los conflictos socia-les en el campo (Hernández Navarro, 2001).

El debate sobre el desarrollo sustentable: la versión fuerte y débil de la sustentabilidadSegún el informe Brundtland (CMMAD, 1987) y en el artículo 3ro de la Declaración de Río el desarrollo sustentable se definió como “aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro, para atender sus propias necesidades” (ONU, 1992). Esta definición establece un compromiso intergeneracional, pues establece que las generaciones futuras gocen de posibilidades para vivir de la forma que elijan, pero no define qué debe mantenerse ni por cuánto tiempo, lo cual origina una amplia gama de interpretaciones y, por consecuencia, de confusiones.

Una de las interpretaciones más populares de la sustentabilidad es la que se ha llamado los “tres pilares de la sustentabilidad”, que distingue tres dimensiones del concepto – económica, social y ambiental – las cuales están íntimamente relacionadas, se complementan y tienen la misma jerarquía, lo que implica que son codependientes y deben asumirse con la misma importancia. La dimensión económica significa mantener un nivel de producción que no decrezca con el paso del tiempo, garantizando que las generaciones futuras puedan mantener un nivel de consumo al menos como el actual; la dimensión social implica que exista un mejoramiento en las condiciones de bienestar a lo largo del tiempo y la dimensión ambiental corresponde al mantenimiento de los ecosistemas donde se llevan a cabo las actividades económicas y sociales.

Sin embargo, aquí hay un cuestionamiento muy importante por la forma en la que se ha interpretado en la práctica el concepto de sustentabilidad, en la cual se ha dado una subordinación de las dimensiones social y ambiental a la económica. Estas dimensiones se consideran atributos del crecimiento económico, limitaciones o restricciones, en un sistema económico de mercado que maximiza la utilidad de los consumidores y los beneficios económicos de los productores, lo cual a menudo resulta contradictorio con la búsqueda de equidad y justicia social y ambiental que guiaron inicialmente la definición de sustentabilidad (Fergus y Rowney, 2005: 26). Algunos identifican esta postura con el nombre de “administración ambiental” (Redclift, 1988: 638), a la cual definen como

¿Sustentabilidad en la producción cafetalera? Análisis sobre los sistemas alternativos para la producción y comercialización de café

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una corriente carente de una estructura conceptual clara con la cual interpretar los problemas ambientales pues además no cuenta con un panorama histórico ni geográfico suficientemente amplio (Redclift, 1988: 644).

Un ejemplo concreto de esta subordinación se encontró en un estudio sobre la interpretación e implantación del concepto de sustentabilidad por un grupo de empresas en Nueva Zelanda. En ellas se observó que el con-cepto se aplicó usando métricas y anteponiendo el cumplimiento de las metas económicas a las ambientales, lo cual significa que los problemas ambientales no modifican el paradigma de acumulación empresarial y que los criterios de sustentabilidad ambiental son vistos como restricciones en la maximización de las utilidades econó-micas (Springett, 2003: 83). De esta manera, quedaría establecido que primero se debe cumplir el objetivo de crecimiento económico para, sólo después, poder hacer frente a los objetivos social y ambiental del concepto de sustentabilidad.

A esta interpretación se le denomina sustentabilidad débil, propuesta desarrollada desde la economía para argumentar que ésta debe ser entendida a partir de una función de bienestar social intertemporal, en la cual debe elegirse la manera óptima de usar los recursos actuales disponibles para que el bienestar no disminuya a lo largo del tiempo, lo cual implica que pueden darse transformaciones entre el capital natural y el capital producido si es que mejoran el bienestar a lo largo del tiempo (Gowdy, 2005: 212).

Sin embargo, se presenta la dificultad de definir lo que tiene que preservarse para las generaciones futuras dada la diversidad de culturas y necesidades de las distintas sociedades, por lo que se propone que tiene que preservarse y desarrollarse la capacidad de las personas por elegir la vida que quieren vivir, para que con ello las generaciones posteriores sean capaces de resolver sus propios problemas cualquiera que sea el entorno al que estén expuestos (Anad y Sen, 2000: 2040). De hecho, la definición de desarrollo sustentable emitida en el informe Brundtland establece que lo que tiene que conservarse son las “posibilidades” para satisfacer sus propias necesi-dades, lo cual parece congruente con la sustentabilidad en sentido débil.

Sin duda esta interpretación es atractiva pues se presenta cómoda para un estilo de desarrollo que se pre-ocupa principalmente por el mejoramiento económico, pero desde otro punto de vista puede parecer irrespon-sable, pues concentrarse en mantener las capacidades es una orientación que no considera las ineficiencias en el comportamiento de los mercados, así como tampoco las externalidades y los mercados incompletos, por lo que la valoración de los activos naturales en una dimensión económica es a menudo insuficiente con respecto a la importancia que tienen para la vida en el planeta.

Contraria a la postura de sustentabilidad débil se desarrolló el concepto de sustentabilidad fuerte, que con-sidera que la primera definición es demasiado laxa y propone un mayor énfasis en la importancia del medio am-biente. Una de las diferencias más importantes entre estas posturas es que el acervo del llamado capital natural no debería disminuir con el paso del tiempo, lo que implica que no se presenta una sustitución completa entre los bienes naturales y los producidos por el hombre, por ello habría que tener muchas más reservas en la conser-vación de los primeros.

La sustentabilidad en sentido fuerte cuestiona los criterios sobre bienestar social que utiliza la definición débil, pues considera que debe reconocer las diferentes necesidades entre las sociedades y los cambios que éstas sufren a lo largo del tiempo, lo cual puede llevar a serias contradicciones cuando se intenta hacer operativo el concepto (Redclift, 2000: 2-3). Reconoce que hay conflictos constantes entre las tres dimensiones, particularmente entre la económica y la ambiental, además de que el tipo de herramientas utilizadas para su medición también difiere de manera sustancial entre las dimensiones, lo que provoca conflictos entre ellas (Lehtonen, 2004: 201-202).

La sustitución de los bienes naturales por bienes producidos por el hombre es uno de los temas de mayor debate entre ambas posturas, pues los partidarios de la definición fuerte sostienen que en la débil no se valoran de manera justa las tres funciones básicas del medio ambiente para los seres humanos, que son la oferta de pro-ductos para la actividad económica, la absorción de los desechos de la actividad económica y la oferta de servicios para los seres humanos, entre los que se encuentran la estabilización de la temperatura, la protección de los rayos solares, recreación, descanso, entre otros (Ekins, 2000). Esta injusta valoración se debe a que, entre otras cosas,

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los actores involucrados en las transacciones de activos naturales existen importantes distancias tanto espaciales como temporales (Dasgupta, 2007: 483), lo que provoca que en algunos casos las sociedades más pobres subsi-dien a las más ricas al “sacrificar” sus propios recursos naturales (Dasgupta, 2007: 481).

La postura débil argumenta que la sustitución entre bienes naturales y producidos por el hombre existe, por ello es válido que las generaciones actuales consuman los naturales, renovables y no renovables, sin preocuparse por las generaciones futuras, con quienes no existe un compromiso específico por conservar o mantener algo particular intacto (Solow, 1992: 15). La postura fuerte cuestiona estos argumentos al sostener que si algunos bienes producidos por humanos son sustitutos de recursos naturales, entonces los producidos son más costosos pues su producción implica el uso de otros recursos, lo que significaría que su producción representa una pérdida de eficiencia; en segundo lugar, si se trata de bienes que son sustitutos, no habría razón para acumular bienes producidos, pues existen los naturales que son sustitutos perfectos, y, en tercer lugar, el uso de recursos naturales además de humanos y de capital para la producción de otros bienes significa que recursos naturales y humanos son entonces complementarios, no sustitutos (Costanza y Daly, 1992: 41).

Desde la perspectiva de análisis de riesgos, sin duda es una mejor estrategia ser suficientemente conserva-dores en cuanto al uso de los recursos naturales actuales antes de agotarlos sin conocer el potencial completo que pueden representar ni contar con bienes renovables que puedan sustituirlos. Un buen ejemplo de ello es la extinción de especies de flora y fauna sobre las cuales apenas se tiene un conocimiento mínimo.

También se argumenta que la postura débil y sus diferentes acepciones pueden considerarse etnocéntricas y antihistóricas (Redclift, 1988: 648), además de que desconocen las estructuras internacionales y las diferencias culturales entre las sociedades, por ello generan diferencias epistemológicas para interpretar la sustentabilidad (Redclift, 1992: 403), lo cual quiere decir que también son antigeográficas:

• Son etnocéntricas pues desconocen todas las estrategias de desarrollo que no se centren en el mercado y que asuman un comportamiento de maximización de la utilidad de los actores sociales. Esto podría ser realidad en sociedades democráticas y con instituciones fuertes que protejan los intereses de la sociedad, más no es suficiente para sociedades con grandes inequidades en el acceso al poder o en sociedades donde el paradigma de acumulación no está presente, en las cuales además coinciden la presencia de importantes recursos naturales.

• Son antihistóricas porque desconocen que las sociedades son resultado de un largo proceso evolutivo y no están considerando que una postura que confronte este proceso evolutivo violenta la evolución natural de esas sociedades.

• Son antigeográficas porque desconoce las diferencias específicas que presenta cada región, cada lugar, cada espacio geográfico y presenta una fórmula general para todas las sociedades sin particularizar en sus especificidades. En particular en materia ambiental, dado que cada zona agroecológica tiene una situación específica, sus definiciones de sustentabilidad cambian de acuerdo con el grado de deterioro ambiental y el comportamiento de la sociedad (Redclift, 1990: 204.3).

La postura débil además es antropocéntrica e insuficiente, pues por un lado no considera la importancia del resto de especies vegetales ni animales más que como insumos para la producción humana, y por el otro, traslada la responsabilidad de su desarrollo a los propios actores y con ello elimina de esta responsabilidad a los toma-dores de decisiones, pero tampoco considera las interacciones con el resto de actores sociales, ni las estructuras nacionales e internacionales que norman la actividad humana.

Propuestas de definición de desarrollo sustentableLa postura fuerte de sustentabilidad sin duda presenta argumentos con mayor sustento, en las que incluye los planteamientos de otras disciplinas, lo que supera el planteamiento más bien económico que considera la postura

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débil. Sin embargo es la débil la dominante en la actualidad, por lo que existe mucho interés por una redefinición del desarrollo sustentable, que supere las debilidades presentada en el punto anterior.

La postura débil argumenta que el crecimiento económico es prerrequisito para la sustentabilidad, que según Léle (1991: 618) debería transformarse de la siguiente forma:

a) El crecimiento económico no debe ser una meta del desarrollo sustentable, pues no se garantiza que me-

jore las condiciones ambientales ni que se reduzca la pobreza, pues la evidencia existente es ambigua.b) El concepto mismo de sustentabilidad debe precisarse, pues se tiene poca claridad sobre lo que debe

conservarse, pues no se reconoce el significado amplio de sustentabilidad, que además de aspectos ecológicos incluye sociales, lo que implica que su medición no puede reducirse a pocos indicadores.

c) El objetivo inicial del desarrollo sustentable es la equidad y justicia social, lo que se ha simplificado en la participación social, que se trata de un objetivo menos ambicioso. Sin embargo, además que no son sinónimos, no se analizan de forma adecuada los diferentes tipos de participación, que evidentemente hablan de diferentes grados de control sobre el proceso de desarrollo, además de que se asume que de forma automática se mejora la sustentabilidad ecológica por la vía de la mayor participación. Esto no es viable con el actual marco institucional, sino que deberían considerarse cambios en éste.

d) El análisis de la demanda es muy importante para determinar los efectos que tienen los diferentes patro-nes de consumo de las distintas sociedades en la sustentabilidad y en la equidad y justicia social.

Así, Proops y Wilkinson (2000) propusieron que para hablar de sustentabilidad, y regular sobre ella poste-riormente, se requiere en primer lugar entender el mundo natural y los efectos que la producción y el consumo tienen sobre este; comprender las motivaciones y percepciones humanas para explicar el comportamiento hacia el medio ambiente; comprender el sistema ético para determinar los vínculos entre éste y las motivaciones y percepciones así como de su influencia en el comportamiento humano, y comprender la efectividad de los siste-mas de incentivos y las restricciones a las acciones humanas, para la elaboración de un marco jurídico apropiado.

Por su parte Serageldin (1996: 4-7) sostiene que el concepto de capital debe ser entendido al menos en cuatro dimensiones: capital ambiental (o natural), capital físico (el capital creado por el hombre), capital humano (las capacidades individuales de los seres humanos) y capital social (los recursos para la acción colectiva de los seres humanos). Ante estas nuevas dimensiones del capital establece que la sustentabilidad debería ser definida como una ampliación de las oportunidades para las generaciones futuras, lo cual se traduce en hacer crecer, o al menos mantener, el acervo de estos capitales considerando que la sustitución entre ellos no es una realidad, así como con el aumento en la equidad en la distribución de éstos (Serageldin, 1996: 7-8).

Esta postura se identificó por sus autores como una definición de “sustentabilidad como oportunidad”, en el que el capital humano es un componente muy importante para el desarrollo de las sociedades y de acuer-do con las estimaciones y definiciones del estudio empírico que elaboraron, se desprenden algunos resultados preocupantes:1 los países con una mayor formación de capital humano son los que tienen ingresos más altos, aunque el componente de capital natural disminuya en proporción al humano y al producido.

Evaluación del desarrollo sustentableUno de los aspectos más importantes que acompañan a la discusión sobre sustentabilidad es sobre la forma de evaluar las estrategias seguidas por las diferentes sociedades, así como las que proponen los organismos interna-cionales. Y así como existen muchas interpretaciones de la sustentabilidad también hay diferentes metodologías de evaluación. Aquí se discuten dos de ellas, la primera que corresponde a la evaluación como acervos de capital propuesta por el Banco Mundial, y la segunda que se trata de una propuesta en la que la sustentabilidad más bien se analiza desde la perspectiva de procesos y resultados, bajo el enfoque de las tres dimensiones.

1 Aunque vale la pena decir que en los autores generaron una reacción contraria.

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La propuesta de medición como acervosLa postura de considerar el desarrollo sustentable como un conjunto de capitales resulta atractiva en su construc-ción, pues plantea la medición del “ahorro genuino” de las economías, lo que significa una medición amplia que incluya no solamente al incremento en el capital físico, medido por el Producto Nacional Bruto (PNB) o Producto Interno Bruto (PIB), sino que incluya también los cambios en los capitales humano y ambiental (Serageldin, 1996: 13-14; Banco Mundial, 1997: 7-8). Este modelo implica una valoración de los activos ambientales a su valor de uso (o instrumental), los activos físicos se valúan considerando un modelo que tiene inversiones y depreciaciones a perpetuidad, mientras que los activos humanos se valúan de manera residual (Serageldin, 1996: 13-14; Banco Mundial, 1997: 23).

Los resultados ofrecidos mediante esta metodología por el Banco Mundial indican que, en un periodo desde la década de los setenta hasta los primeros años de la década de los noventa, los países que tuvieron un mayor ahorro genuino fueron los del este de Asia, a quienes siguieron los países de altos ingresos de la OCDE. Los países Latinoamericanos tuvieron un comportamiento decreciente pero positivo en el saldo neto, mientras que los paí-ses de África observaron un deterioro importante y con saldo negativo.

Sin embargo, esta propuesta implica una definición espacio-temporal de cada uno de los activos que propo-ne, tal como los propios partidarios de esta interpretación lo indican, pero aquí hay serias deficiencias y debates actuales en curso que hacen prácticamente imposible el cálculo, a pesar de las aproximaciones hasta ahora ofre-cidas. Esto implica entonces que los ejercicios metodológicos de aproximación al valor de los distintos capitales presentarán una importante subvaluación, lo que implica que las decisiones en materia política que los involucre deberán ser tomadas con precaución. Dasgupta (2007: 476, 483) sostiene que las mediciones que realizan las instituciones oficiales sobre el valor del capital natural tienen importantes deficiencias, pues están expresadas a precios de mercado, lo que representa un error importante, pues en estos bienes no existen mercados o si los hay, difícilmente funcionan de manera adecuada. Además que la valoración a precios de mercado actuales no refleja las problemáticas que la ausencia de dichos acervos presentarán en el futuro, por lo que, si bien se trata de un avance en el reconocimiento del valor de estos activos, pueden presentarse deficiencias graves en su medición.

Por ello se considera que esta medición corresponde a una postura débil, pues se interesa solamente en la cuantificación del uso directo de los activos a los precios de mercado, es decir, se acota al valor de uso de los activos naturales.2

La propuesta de medición basada en procesos y resultadosLa propuesta de Mog (2004:2141) identifica un conjunto de criterios para la evaluación de los programas sociales que se orientan a la sustentabilidad desde dos perspectivas: uno que evalúa los procesos y otro que evalúa los resultados. En el primer grupo se identifican seis criterios, principalmente orientados a la inclusión social y la pro-moción de todos los grupos sociales básicamente para el desarrollo de sus conocimientos y habilidades, que se considera deben llevar hacia los resultados que se proponen en el segundo grupo de criterios. Estos se presentan en el Cuadro 1.

Se considera en este primer grupo que un proceso con orientación hacia la sustentabilidad debe caracteri-zarse por tener un tipo de participación de la sociedad en la que ésta defina sus metas, tome decisiones, planee, implante y evalúe programas, así como que tenga la capacidad de resolver los problemas por sus propios me-dios; por contar con mecanismos para construir y fortalecer las instituciones, así como las capacidades de éstas para impulsar el cambio social; por tener flexibilidad para todas las ideas locales y externas en la solución de los problemas concretos que se presenten en la implantación de los programas; por considerar que la sociedad es heterogénea, diversa y cambiante a lo largo del tiempo, con multiplicidad de objetivos, gustos y motivaciones; por promover la participación de los recursos locales, con sus habilidades y limitaciones; y por reconocer la influencia externa de mercados, políticas y contextos.2 El término activos naturales ya establece una postura economicista, pues implica que se trata de recursos que se utilizan en la produc-ción, lo cual es entonces determinado por este criterio de producción.

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En el segundo se utilizan las tres dimensiones de la sustentabilidad para evaluar los efectos que los programas tienen en cuanto a la mejoría en las condiciones de vida de la población rural. Los criterios utilizados en las dimen-siones económica y social se orientan a lograr una mayor autonomía de la sociedad en estos aspectos, que permi-ta resolver el paradigma de sustentabilidad espacio-temporal descrito anteriormente. Puede verse que ninguno se expresa en variables monetarias, ni se incluyen los ingresos como criterio, sino que cada uno tiene sus propios parámetros de medición. Ello evita que obligadamente tengan que usarse variables de precios para la evaluación, lo que permite tener mayor libertad y evitar así los problemas discutidos anteriormente.

En los criterios correspondientes a la dimensión ecológica es importante señalar que son congruentes con la mayoría de las demandas en ese sentido: evitar la destrucción de los recursos naturales no renovables antes de encontrar sustitutos, evitar el uso de recursos naturales renovables a tasas mayores que la de regeneración, con-trolar la emisión de desechos para que se mantenga a tasas menores de lo que el medio ambiente puede tolerar, promover el uso de tecnología que aumente la eficiencia de los recursos naturales y limitar el comportamiento humano a la capacidad de carga de los espacios (Costanza y Daly, 1992: 44). Estos son congruentes con los objeti-vos generales y esenciales del desarrollo sustentable: erradicación de la pobreza, modificación de las modalidades insostenibles de producción y consumo, y la protección y ordenamiento de los recursos naturales (ONU, 2002: 8).

Cabe mencionar que los criterios expresados en esta propuesta presentan una congruencia con dos de los documentos más importantes que guían las agendas de los organismos internacionales que promueven el desa-rrollo de países y sociedades, entre ellos la Declaración de Johannesburgo resultado de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible (ONU, 2002), la cual establece en sus objetivos la erradicación de la pobreza, la modificación de pautas de consumo y producción insostenibles y la protección de la base de recursos naturales; los Objetivos del Milenio (ONU, 2000), que definió como objetivos la reducción de la pobreza, la desigualdad, la mortalidad infantil, así como un incremento en la educación, la salud materna, la lucha contra las enfermedades más impor-tantes de la humanidad, la lucha para alcanzar la sustentabilidad ambiental y en la cooperación internacional; la Declaración para el Desarrollo Social resultado de la Cumbre para el Desarrollo Social de 1995 (ONU, 1995), que estableció compromisos para la erradicación de la pobreza, la integración social, el acceso a la educación y salud, así como la equidad y la igualdad en las sociedades y la Agenda 21, resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (ONU, 1993), que estableció responsabilidades, metas y medios para la acción acordes con la postura asumida en la ONU hacia la sustentabilidad, estableciendo una serie de compro-misos y actividades para hacer más justo el comercio, ayudando así, tanto a las sociedades más atrasadas como al medio ambiente.

De esta manera, esta alternativa se considera como una propuesta fuerte, pues no se concentra solamente en aspectos monetarios ni intenta convertir las unidades de los indicadores a esta medida. Este reconocimiento por la imposibilidad de la reducción a un sólo indicador da apertura a la inclusión de mediciones más amplias, cualitativas incluso, sobre un concepto complejo que se limita mucho cuando se expresa en términos monetarios.

Las propuestas alternativas para las regiones productoras de caféEn los últimos años, diversas iniciativas han alcanzado una gran popularidad en el sector cafetalero, pues por un lado ofrecen a los productores posibilidades para mejorar sus condiciones de vida sin abandonar la producción de café, esto es, producir café de manera sustentable, por otro lado generan productos diferenciados que a los comercializadores y transformadores les permite mejorar sus utilidades y posicionar mejor su marca. A los consu-midores les ofrece un producto con características acordes a sus gustos, necesidades físicas, emocionales o a sus principios morales, por el que están dispuestos a pagar un precio mayor.

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Entre estas iniciativas se encuentra el café orgánico, el comercio justo, el café amistoso con las aves, el café ecológico, el café responsable o Utz Kapeh y el 4C. Estas iniciativas – más bien sistemas alternativos de produc-ción, comercialización y consumo de café – tienen diferentes objetivos, aunque todos suelen utilizar el concepto de sustentabilidad entre sus objetivos o en sus estrategias: la orgánica se basa en la inocuidad del grano y la salud del medio ambiente, lo que se consigue al liberarlo de fertilizantes y pesticidas químicos que pueden tener efectos dañinos al consumo y en el ecosistema; el comercio justo busca la equidad en el comercio internacional, específi-camente en los bienes en los que participan los pequeños productores de los países en desarrollo; el café ecológi-co es una iniciativa para la conservación del ecosistema integrando la agricultura con el respeto a normas sociales y ambientales para alcanzar la sustentabilidad; el café amistoso con las aves es una propuesta con el objetivo de proteger la sombra en los predios cafetaleros, pues algunos son espacios donde se alojan diversas aves en las

Cuadro 1. Criterios de sustentabilidad rural

Criterios orientados a los procesos Criterios orientados a los resultados

a) Tipo de participación socialb) La naturaleza de las instituciones y el tipo

de esfuerzos para fortalecer sus capacida-des

c) La diversidad, la multiplicidad y la adapta-bilidad de las ideas

d) La heterogeneidad, la diversidad y el di-namismo de la sociedad

e) El respeto y el uso del conocimiento, las habilidades, las iniciativas y las restriccio-nes a escala local

f) La influencia de condiciones externas, los mercados y las políticas

a) Dimensión económica- reducción de la desigualdad- reducción de la pobreza- aumento en la seguridad de la propiedad de la tierra- aumento del acceso al crédito- reducción de la dependencia en insumos externos- diversificación de las actividades productivas y las estra-

tegias de supervivencia- aumento en el acceso a los mercados eficientes y a la

información relevante.b) Dimensión social- aceptación sociocultural - promoción de proyectos políticos diversos - facilitación de los procesos de aprendizaje y transmi-

sión del conocimiento- flexibilización y adaptación institucional- facilitación los procesos de cambio social - minimización del crecimiento poblacional y del consu-

mo de recursos no renovables - organización de las comunidades y la movilización de

los recursos locales.c) Dimensión ecológica- mantenimiento de la integridad ecológica - protección e incremento de la diversidad biológica y

genética- prevención de la degradación de los suelos- protección del aire y la calidad del agua.

Fuente: Mog, 2004: 2141 – 2144.

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temporadas de migración; el café responsable es una iniciativa que promueve la sustentabilidad basándose en la buenas prácticas productivas agrícolas, el rastreo del grano y la eficiencia de los procesos; el Código Común para la Comunidad Cafetalera (4C) se propuso incrementar la sustentabilidad en las cadenas tradicionales del café, lo cual se conseguirá con una producción y procesamiento eficientes, bajo ciertas normas sociales y ambientales. Algunos datos estadísticos referentes a dichos sistemas se presentan en el Cuadro 2.

Las iniciativas tuvieron orígenes distintos, tanto en su dimensión espacial como temporal, y la evolución a lo largo del tiempo también ha sido diversa. Particularmente el café orgánico es el que más éxito ha alcanzado a nivel mundial, medido por el volumen comercializado en los mercados internacionales, el cual alcanzó en el ciclo 2006-2007 poco menos de 700 mil sacos (ICO, 2007), equivalentes apenas a un 0.7% de las exportaciones totales en dicho ciclo. Esto revela que el café orgánico no tiene aún una gran importancia en volumen, pero la tendencia que ha mostrado en el incremento de su demanda es una señal favorable que apunta a cobrar mayor relevancia en el futuro. La iniciativa orgánica es comandada a nivel mundial por la International Federation of Organic Agri-culture Movements (IFOAM), organismo con sede en Alemania fundado en la década de los setenta, el cual se encarga de coordinar los esfuerzos en esta materia.

Cuadro 2. Estadísticas de los sistemas alternativos cafetaleros

Variables Región Orgánico Comercio justo

Amistoso con las aves Ecológico Responsable

SuperficieMundial N.D. N.D. 6,198 75,819 163,326México 111,127 N.D. 1,958 8,721 4,079

ProducciónMundial 42,000 52,077 3,018 121,396 52,616México N.D. 3,744 977 6,404 618

Número de organizaciones

Mundial N.D. 241 28 264 250México 310 39 8 13 4

ProductoresMundial N.D. N.D. 1,773 N.D. 46,000México 46,169 N.D. 399 N.D. N.D.

Espacios de producción

Mundial

PerúBrasilMéxico

MéxicoPerúColombiaGuatemalaBoliviaHonduras

PerúMéxicoGuatemalaEtiopía

GuatemalaBrasilColombiaCosta RicaEl Salvador

BrasilUgandaPerúIndonesiaEtiopíaColombia

MéxicoChiapasOaxacaNayarit

ChiapasOaxacaVeracruzGuerrero

ChiapasVeracruz

ChiapasVeracruzOaxaca

PueblaVeracruzOaxaca

Fuentes: ICO, 2007; UACH, 2006; SPCAFE, 2007; FLO, 2007a; FLO-CERT, 2008; SMBC, 2008; Rainforest Alliance, 2007, 2008;Utz Kapeh, 2007, 2008a, 2008b.

El comercio justo ha cobrado gran relevancia en los últimos años y destaca como la única propuesta que in-tenta la construcción de canales alternativos de comercialización y que se mantiene con la intención de buscar un cambio de paradigma en la forma de realizar el comercio. Ello le significa un acotamiento de aquellos productores que pueden participar en el sistema, pues por definición está restringido a pequeños productores organizados de forma democrática, lo que representa quizá una de sus mayores limitaciones para poder crecer en volúmenes. Durante el 2006 se comercializaron poco menos de 900 mil sacos de café bajo el sistema de comercio justo a

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nivel mundial (FLO, 2007), lo que representa el 0.9% del volumen comercializado de café a escala mundial. A nivel internacional, Fairtrade Labelling Organization (FLO) es el organismo responsable de unificar los criterios y los esfuerzos por la difusión de este sistema productivo, cuya sede está en Alemania.

El café amistoso con las aves y el café ecológico fueron creados a finales de la década de los ochenta en Esta-dos Unidos, organizados por el Smisthsonian Migratory Bird Center y Rainforest Alliance respectivamente. La pri-mera es una iniciativa con una escala muy pequeña, que en el 2006 representó 54 mil sacos de café (Smithsonian, 2007), mientras que la segunda superó los 400 mil sacos (Rainforest, 2007a).

Utz Kapeh es una iniciativa que surgió a finales de la década de los noventa y sus oficinas centrales están en Holanda, cuyos resultados en el 2006 representaron exportaciones de aproximadamente 600 mil sacos de café (Utz Kapeh, 2007: 4), mientras que 4C es una iniciativa alemana sobre la cual no se tiene información estadística aún, aunque ya hay proyectos piloto en Colombia y Brasil.3

Evaluación de la sustentabilidad en las propuestas alternativas para el caféEvaluación de la sustentabilidad como acervoLa evaluación de los sistemas alternativos como acervos implica una medición monetaria de los componentes de esta opción, lo cual requiere una propuesta de valores económicos para una cantidad importante de activos, lo que queda fuera del alcance de este trabajo. En cambio, se identificará, basado en las normas que cada alternati-va define, las contribuciones que realiza a los diferentes tipos de capital que define la literatura.

Así, en el Cuadro 3 se presenta una clasificación sobre el tipo de normas que exponen cada uno de los siste-mas alternativos de café y su correspondencia con los diferentes tipos de capitales. De esta manera se identificó la siguiente tipología de las normas:

a) productivas, que significa poner énfasis en la calidad de los procesos de producción, principalmente agrí-colas;

b) administrativas, que comprenden la documentación y registro de las actividades realizadas; c) comerciales, que implican reglas sobre la forma de comercialización de los productos (empaques, alma-

cenamiento, etiquetas, sellos, etc.); d) suelos y aguas, significa que hay normas específicas para la evitar la erosión y la contaminación de los

mantos acuíferos; e) biodiversidad, que establece reglas para la protección de flora y fauna; f) ecosistema, donde el énfasis está puesto en la protección y el cuidado de todos los elementos del terri-

torio para mantener su equilibrio; g) educación, se refiere a la promoción de la capacitación para mejorar las habilidades de los seres humanos; h) salud, que agrupa aspectos relacionados con la prevención y atención médica; i) laborales, donde se consideran aspectos de respeto a los derechos laborales expresados por la Organi-

zación Internacional del Trabajo que giran en torno a la libertad de asociación, el respeto a la jornada laboral, la dignidad del trabajo, la no discriminación, entre otros;

j) equidad comercial, que significa reglas para la repartición de beneficios económicos de manera más justa; k) sociales, que contemplan el impulso a proyectos comunitarios para el beneficio colectivo

Las tres primeras dimensiones pueden identificarse dentro de una estrategia para aumentar el capital físico, pues apuntan a mejorar la productividad de los procesos económicos, aumentar la capacidad de producción y mejorar los ingresos. Las siguientes tres dimensiones se identifican con el capital natural, pues en ella se contem-pla el cuidado de suelos y aguas, de la biodiversidad y del ecosistema. Las dimensiones de educación y salud se

3 Para profundizar en información sobre estas iniciativas puede consultarse Ponte (2002, 2004), Giovanucci y Koekoek (2003), Daviron y Ponte (2005), Giovanucci y Ponte (2005), Pérez Akaki (2007a, 2007b).

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identifican con el capital humano, el cual permite aumentar las capacidades de cada ser humano para vivir la vida a la que aspira, mientras que las dimensiones laboral, equidad comercial y social se identifican con el acervo de capital social, pues mejoran las condiciones de colectividad, no sólo de los productores y los traba-jadores.

Con estos planteamientos, el Cuadro 3 clasifica de acuerdo con el número de normas en torno a cada tipo de capital e identifica tres niveles: máximos requisitos, algunos requisitos y ningún requisito. De este ejercicio analítico se desprende que el café responsable Utz Kapeh es la propuesta que se centra más en el capital físico, pues se orienta hacia la búsqueda de la eficiencia productiva y hacia el rastreo de los produc-tos, aspectos que dan a la unidad productiva competitividad en los mercados. El café ecológico Rainforest Alliance es el que tiene mayor énfasis tanto al capital natural como al humano, pues su preocupación por la conservación del ecosistema y el cuidado de los efectos de las actividades productivas en éste son de máxi-mo interés, así como la capacitación hacia los productores y trabajadores para poder alcanzar y mantener dichos requerimientos.

Cuadro 3. Criterios de sustentabilidad basados en acervos en los sistemas alternativos para café

Tipo de capital

Dimensión de la norma Orgánicoa Comercio

justobAmistoso

con las avesc Ecológicod Responsablee Common Codef

Capital físico

Productiva

Administrativa

Comercial X

Capital natural

Suelos y Aguas

Biodiversidad X

Ecosistema X

Capital humano

Educación X X

Salud

Capital social

Laboral X

Equidad comercial X X X X X

Social X X X X

Nota: - máximos requisitos, - algunos requisitos, X – ningún requisito.Fuentes: a) Naturland, 2005; b) FLO, 2007a; c) Smithsonian, 2002; d) Rainforest, 2005; e) Utz Kapeh, 2006a; f) Common Code, 2004.

La propuesta de comercio justo es la que más énfasis pone en el capital social, pues su propuesta es la de un nuevo esquema de comercio con mayor equidad. Esta propuesta no es la que más destaca en los otros tipos de capital, pero sí es la única que establece requerimientos en todas las dimensiones, la cual la hace la más completa, aunque como el mismo cuadro lo destaca, aún puede haber muchas mejoras en todas las dimensiones en las que se muestra en desventaja frente a las otras propuestas.

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Evaluación de la sustentabilidad basada en procesos y resultadosAhora se realizará una evaluación de las propuestas alternativas utilizando los criterios definidos por Mog (2004), tanto en la parte de los criterios para los procesos, como los criterios para los resultados. Para ello se hicieron unas ligeras adaptaciones: se agregó una dimensión adicional que corresponde al capital humano que está defi-nida por dos criterios básicos, la promoción de la educación tanto en aspectos productivos como aquella de un alcance más universal, y la segunda es la salud, que significa la existencia de criterios específicos para mejorar la salud de la población, tanto en el espacio laboral como fuera de éste. Esto que significó el traslado del criterio educativo desde la dimensión social, y se estableció un solo criterio que considere el cuidado de suelos, agua y aire, simplificándolo de su presentación original.

De acuerdo con los criterios de sustentabilidad para los procesos, se tiene que en general las alternativas son muy parecidas entre sí en la evaluación presentada en el Cuadro 4, salvo con unas pequeñas diferencias en el sistema de comercio justo. La realidad es que todos ellos representan sistemas productivos excluyentes hacia unos u otros productores, son sistemas impuestos desde el exterior de las comunidades productoras y con pocas o nulas posibilidades de los productores por participar en el diseño de estas normas, generalmente no promue-ven el fortalecimiento institucional pues su orientación es individual y no colectiva, la conformación de varias de ellas en federaciones o redes permite tener foros para el debate sobre su comportamiento y las normas registran cambios periódicos guiados principalmente por la demanda.

Por otro lado, en el Cuadro 5 se analizaron los sistemas alternativos de acuerdo con los criterios orientados a los resultados y se clasificaron en tres niveles según su grado de exigencia: máximo, mediano o nulo. Sólo habrá un máximo en cada caso, que corresponde al sistema de niveles más altos de exigencia; mediano significa que se consideran algunos criterios sobre este tema y nulo, que no hay alguna consideración sobre este tema en los criterios expresados en la propuesta.

Es claro que en el Cuadro 5 hay muchos faltantes a los criterios de sustentabilidad que se utilizaron en el análisis por parte de los sistemas alternativos, particularmente a los criterios de las dimensiones económi-ca y social. Por otro lado, la existencia de normas que apuntan al cuidado de medio ambiente y del capital humano en los sistemas alternativos no garantiza que en realidad se obtengan esos resultados, pues en algunos de los sistemas el nivel de exigencia hacia estos requisitos es más laxo que hacia los administrativos, por ejemplo.

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Los sistemas alternativos en la práctica ¿Qué buscan los sistemas alternativos de café? Un elemento que se suma al análisis para tratar de identificar las verdaderas orientaciones de los sistemas alter-nativos es sobre los participantes en cada una de las cadenas comerciales, pues ello clarifica cómo están lleván-dose a la práctica sus normas y qué tan alternativos quieren ser, al hacer explícitas algunas de sus verdaderas motivaciones:

a) Starbucks se comprometió a ofrecer café de comercio justo en sus tiendas a partir del 2000, además de ofrecer un impulso a proyectos de desarrollo social en Etiopía para beneficiar a los productores; sin embar-go, para el 2003, el volumen de comercio justo en el programa alcanzó poco menos del 2% de su volumen total comercializado (Maitland, 2004). Posteriormente, se dio un rompimiento de este acuerdo a partir de un conflicto con las autoridades etíopes por el control de la marca de café (Businesswire, 2006, 2007). También Procter & Gamble comenzó a comprar café de comercio justo a partir del 2003 con la marca Mills-tone; posteriormente lanzó una marca de café certificado por Rainforest Alliance y en el 2006 anunció tres más con certificado orgánico y de comercio justo (Millstone, 2006).

b) Sara Lee, por medio de su marca Douwe Egberts, se comprometió a comprar café certificado por Utz Kapeh en el 2004 debido a la presión de la organización de la sociedad civil Oxfam (Kolk, 2005: 231). Además de esta empresa, participan en este sistema Rothfos, Ecom Agroindustrial, Volcafé, e Illy, entre otros.

c) Rainforest Alliance estableció acuerdos comerciales con Kraft, Nestlé y McDonald´s, para comercializar las marcas Kenko y Maxwell House certificadas como café ecológico. Maxwell House compró 5 millones de li-bras de café certificados en el 2004, aumentando a 13 millones en el 2005, las cuales se distribuyeron prin-cipalmente en Reino Unido, Francia, Suecia e Italia (Rainforest Alliance, 2006). Por otro lado, McDonald´s comercializa la marca Kenko de manera exclusiva a partir del 2007 en sus 1,200 tiendas en Reino Unido e Irlanda (Rainforest Alliance, 2007b). En este sistema participan además algunos de los grandes comer-cializadores – Ecom, Rothfos, Volcafé, Atlantic, entre otros – y otros grandes torrefactores como Tchibo y Gloria Jeans.

d) Son miembros de Common Code los grandes comercializadores y torrefactores mundiales de café, tales como Volcafé, Ecom Agroindustrial, Rothfos, Newmann Kaffee, Tchibo, Kraft, Nestlé, Sara Lee (Common Code, 2007).

e) El café orgánico es un producto que tiene una comercialización muy importante, tanto en tiendas de au-toservicio internacionales como en pequeñas cafeterías especializadas, además que las empresas más im-portantes de comercialización internacional negocian con este tipo de grano. Es por lo tanto un producto que podría considerarse dentro del sistema tradicional de comercialización.

f) Smithsonian no realizó acuerdos con empresas comercializadoras, torrefactoras ni cafeterías conocidas, sino que desarrolló una red de pequeñas empresas en Estados Unidos que ofrecen este tipo de grano.

Lo que estas experiencias denotan es una contradicción importante de algunos de los sistemas alternativos analizados, pues en varios de ellos la sustentabilidad buscada recae en los actores tradicionales de comerciali-zación del grano, lo cual cuestiona seriamente las orientaciones sustentables que dicen tener cada una de ellas.

ConclusionesLos cambios institucionales registrados durante la década de los ochenta y noventa a nivel mundial tuvieron serios efectos negativos entre los actores vinculados al sector cafetalero, de los que aún se ven los efectos al día de hoy, que es la creación de varias alternativas para los productores que buscan ofrecerles otras estrategias para sobre-vivir de la producción de café. La aparición de estas alternativas se dio en un contexto en el que el tema ambiental ha cobrado relevancia en la agenda internacional y el concepto de sustentabilidad se ha popularizado, llevando a intensas discusiones sobre su significado y sus alcances.

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Sin embargo, al evaluar los argumentos respecto a la sustentabilidad que los sistemas alternativos proponen, los resultados se muestran insuficientes, tanto en la postura débil como en la postura fuerte de la sustentabilidad. Aunque habrá que reconocer que en la débil se observaron mejor que en la fuerte.

Destaca también que el comercio justo se mostró con una mayor orientación a incluir los parámetros identifi-cados en las definiciones utilizadas en este trabajo, pues incluye de manera determinante aspectos sociales, que es en donde el resto de las alternativas no incluyen.

Ello implica que para que verdaderamente estas alternativas logren concretar un esfuerzo verdadero que contribuya a mejorar las condiciones de vida de los productores, habrá que proponer esquemas más completos respecto de lo que ahora se ha definido. Lamentablemente la preferencia por versiones débiles de sustentabili-dad, principalmente desde el sector privado, es un elemento en contra de las posibilidades de mejoramiento de las condiciones sociales para estos productores rurales, por lo que se tendrán que realizar esfuerzos dirigidos a fortalecer estas dimensiones que son menos relevantes para el sector privado, lo cual tendrá necesariamente que pasar por las regulaciones, es decir, por la imposición desde el sector público.

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Pablo Pérez Akaki es Profesor de tiempo completo en la FES Acatlán, UNAM, adscrito al posgrado en Economía. Doctor en Geografía por la UNAM, doctor en administración por el ITESM CCM, maestro en Economía por el COLMEX y actuario por la FES Acatlán. Miembro del Sistema Nacional de Investiga-dores, Nivel 1. Sus temas de interés en investigación son el desarrollo de la cafeticultura mexicana, el desarrollo rural y las remesas y el desarrollo. Ac-tualmente es responsable del proyecto de investigación “Transformaciones y perspectivas de la cafeticultura en América Latina tras la liberalización del mercado mundial”, financiado por la UNAM. Entre sus publicaciones destacan el reciente libro “Los pequeños productores de la región Otomí-Tepehua: su problemática y sus alternativas” editado por la UNAM, así como diversos artí-culos en revistas nacionales e internacionales.

Pablo Pérez Akaki

ResumenEl presente artículo tiene como objetivo, destacar la relevancia del grupo de artistas plásticos que se integraron al denominado Ateneo de la Juventud con la perspectiva de un siglo de su fundación; a través de la publicación de la revista Savia Moderna. Revista Mensual de Arte (1906); la realización de una Exposición de pintura (1906) y la difusión de temas sobre pintura y escultura con la organización de la Sociedad de Conferencias del Ateneo entre 1906 y 1908. Pues al mismo tiempo que se deseaba transformar el sistema político del país, los integrantes de este grupo sentían la urgente necesidad de cambiar su formación, actitud y la manera de crear y difundir su obra.

Palabras clave: Ateneo de la Juventud, Revista Savia Moderna, Arte Siglo XX, pintores ateneístas mexicanos.

AbstractThis article aims to stress the importance of the group of plastic artists who joined the so-called Ateneo de la Juventud in the light of a century after its foundation, through the publication of the magazine named Savia Mo-derna. Revista Mensual de Arte (1906), the showing of an exhibition of paintings (1906), and the organization of the Ateneo Society Conferences between 1906 and 1908 in order to disseminate topics related to painting and sculpture. The members of this group wanted to transform the country’s political system while at same time they felt the urgent need to change their education, attitude and the way of creation and dissemination of their work.

Keywords: Ateneo de la Juventud, Savia Moderna Magazine, Twentieth Century Art, Ateneo Mexican painters.

El Ateneo de la juventud y el arte: Los pintores ateneístas y la revista Savia Moderna

The Ateneo de la Juventud and art: Ateneo painters and Savia Moderna magazine

Virginia Medina Á[email protected]

77núm. 10, 2011, pp. 77-88

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La pintura, y en general el arte, formaron parte de los momentos y asuntos claves en los que el entusiasmo, rebeldía y erudición del grupo que integró el denominado Ateneo de la Juventud fueron punto de partida y ges-tación de cambios drásticos -aunque muchas veces ulteriores- en la cultura mexicana.

Nuestro propósito en el presente esbozo, es identificar el pensamiento que dio origen a la obra de los artistas que, desde la plataforma del Ateneo se rebelaron contra “las caducas enseñanzas de las disciplinas e intereses artísticos” y que con tal rebeldía dieron la pauta para ampliar el horizonte del ejercicio plástico.

Todo ello reflejado en la temática y tratamiento de la Revista Savia Moderna, a partir de la organización de la Exposición de Pintura, y las conferencias sobre pintura y escultura, organizadas por la Sociedad de Conferencias del Ateneo entre 1906 y 1908.

Es indudable que la necesidad de una renovación se dejó sentir en México desde los albores del siglo XX, cuando parafraseando a Alfonso Reyes, no sucedía nada o nada parecía suceder. No obstante, tal monotonía era relativa y así lo sintió el periodista Francisco Bulnes quien en alguna ocasión exclamó: la paz reina en las calles y en las plazas, pero no en las conciencias.

En estas circunstancias, el arte nuevo se concebía de distintos modos y sus posibilidades no se limitaban a tal o cual dirección, según queda expresado desde 1903:

(…) arte moderno, inquietante, refinado, vibrante: la libertad, la suprema libertad. Cualidad del genio artístico de todos los tiempos ha sido el rehuir la limitación de los modelos y de los dogmas para dar amplio vuelo al ave de fuego de sus sublimes concepciones. El Romanticismo, vislum-brando que el Arquetipo y el Canon son falsos por contrarios a la ineludible ley de la evolución y a la relatividad de los temperamentos. El Naturalismo avanzó un segundo paso, aboliendo con-vencionalismos y las formas hechas en el estilo (clásico). Pero fue la juventud francesa de fin de siglo pasado [XIX] la que proclamó oficialmente, el imperio supremo del Arte Libre, sin límites ni restricciones.

(…) como una necesidad del espíritu moderno, tras la comprensión de la esterilidad de todos los sistemas de Estética, desde Plantón hasta el de Taine, queda reducido a esta comprensión sencillí-sima: Libre desarrollo del temperamento creador, mi fórmula: Arte Libre = Arte Sincero 1

Lo anterior, según Justino Fernández, se refiere a la literatura, pero es evidente que tales conceptos se aplica-ban al arte del momento en general.

Para 1906 con la creación de la Revista Savia Moderna, fundada por Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledón, se da una especie de prolongación de la Revista Moderna. Digo prolongación porque algunos modernistas colabo-raron en esta revista juvenil. Alfonso Reyes destacaba esta evolución, al tiempo que reconocía que su recuerdo aparecería al crítico del futuro como un santo y seña entre la pléyade que discretamente se iba desprendiendo de sus mayores. Savia Moderna contaba entre sus colaboradores a connotados artistas que moverían la pauta de la renovación estética: Diego Rivera, Saturnino Herrán, Ángel Zárraga, Armando García Núñez, Roberto Montenegro, Jorge Enciso y Francisco de la Torre, por sólo mencionar a los más reconocidos.

Por su parte, Pedro Henríquez Ureña, revelaba las motivaciones de esos jóvenes artistas y destacaba la necesi-dad de avanzar en la búsqueda de lo que distinguía a su generación: “Atacamos y desacreditamos las tendencias de todo arte Pompier; nuestros compañeros que iban a Europa no fueron ya a inspirarse en la falsa tradición de las aca-demias sino a contemplar directamente las grandes creaciones y a observar el libre juego de las tendencias novísi-mas; al volver estaban en actitud de describir todo lo que daban de sí, la tierra nativa y su glorioso pasado artístico.”2

1 Justino Fernández. Estética del arte contemporáneo. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas. Estudios de arte y Estética, 1990, p. 440.2 Pedro Henríquez Ureña. “La revolución y la cultura en México”. En: Juan Hernández Luna. (Prólogo, notas y recopilación). Conferencia del Ateneo de la Juventud. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Filosóficas, Nueva Biblioteca mexicana, No. 5, 1984, p. 151.

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En lo que al arte pictórico y escultórico se refiere, el directorio inicial de Savia Moderna da clara idea de la importancia que sus fundadores dieron a las artes visuales. Ese directorio enlistaba treinta y tres redactores, veinticuatro artistas y tres fotógrafos. Cuando en los últimos números Roberto Argüelles Bringas ocupó la jefa-tura de redacción y Pedro Henríquez Ureña, la secretaría, los redactores habían aumentado a treinta y nueve, y los artistas plásticos a veintiséis. En ambas listas Ángel Zárraga figuraba entre los primeros, pues actuaba como corresponsal en España, donde se encontraba becado. Además de Rivera, estaban en la lista otros jóvenes artis-tas plásticos como Saturnino Herrán, Jorge Enciso, Roberto Montenegro, Rafael Ponce de León, Benjamín Coria, Francisco de la Torre y los hermanos Alberto y Antonio Garduño.

De Savia Moderna se publicaron 5 números a partir del 31 de marzo de 1906. En la producción de la revista destaca la creación pictórica y escultórica. Además de que se reproducen pinturas, esculturas y fotografías; el arte que despliegan los ilustradores de viñetas y portadas es muy importante, y recoge así la tradición de la Revista Moderna. Los ensayos y escritos sobre arte, también tienen una importancia significativa. Las portadas son de Diego Rivera. En el primer número se reproducen obras de Fabrés, Francisco Zubieta, Ángel Zárraga; la escultura que de Balzac realizara Augusto Rodin, además de viñetas que recuerdan el arte de Julio Ruelas, pintor que ejer-ciera gran influencia en los ateneístas.

El segundo número gira en torno a la escultura moderna de P. Dubois, y reproduce “la meditación de Ulrico Von Hutten” por Haterich, artículo dedicado a la Exposición mexicana en París; sobre el arte decorativo de Antonio Fabrés en la sala de armas de la casa que habitara el General Porfirio Díaz; así como Nuestra Primera Exposición de Pintura, promovida por la propia revista con gran éxito.

En el tercer número destaca el acto de clausura de la Exposición de pintura organizada por los editores de Sa-via Moderna, la descripción y crítica pictórica de la exposición que realizara Ricardo Gómez Robelo. Acompañada con reproducciones de las pinturas.

En el cuarto número Ángel Zárraga escribe “Algunas notas sobre pintura”, se comenta la exposición de Goitia en Barcelona y Max Henríquez Ureña reproduce su conferencia sobre Whistler y Rodin. Justo Sierra dedica un ensayo a los pintores y escultores de la república “un oficio interesante”.

En el número cinco, destaca la reproducción de la escultura de Fabrés, “Abel muerto” y un óleo de Diego Ri-vera de la exposición de pinturas de Savia Moderna; además de “La duda” escultura de Henri Cordier y Eugenio Carrière, y un artículo sobre “Artistas extranjeros” escrito por Ricardo Gómez Robelo.

Ángel Zárraga en su ensayo “Alguna notas sobre pintura” señalaba:

“La fiebre naturalista que hoy domina en los pintores de España y tal vez en los de México, es la mitad del camino; es la documentación, es el estudio, el aprendizaje, pero no es la creación. Y a la creación hay que tender para dejar en los cuadros la visión de nuestro sueño (…) la búsqueda de lo expresivo; la supeditación de la línea, del color y del claro obscuro a la expresión de un estado espiritual”. 3

Por su parte Max Henríquez Ureña en “Whistler y Rodin”, recoge las expresiones de Gastón Prunier:

“El arte en nuestra época individualista gira en círculos viciosos y elude toda clasificación, engaña toda previsión. Cansados de la virtuosidad técnica, necesitamos un arte de expresión humana, de emoción sintética” y en la definición del propósito del arte y su filosofía, también recoge lo señalado por Rodin: “no imito a los griegos: trato de ponerme en su estado espiritual”. 4

3 Ángel Zárraga. “Algunas notas sobre pintura”. México: Revista Savia Moderna, Crónica, No. 4, Junio de 1906, pp. 255-260.4 Max Henríquez Ureña. “Whistler y Rodin”. Ibídem, pp. 276-277.

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Rebeldía hacia los moldes e imitaciones, búsqueda de una expresión libre del espíritu, los ateneístas dieron la pauta. En mayo de 1906 y a manera de campaña para mostrar las novedades culturales, así como los afanes para desentrañar la expresión nacional, la revista organizó la Exposición de pintura Savia Moderna. Acto cultural para entonces inusitado pues, salvo las exposiciones anuales de la Academia de San Carlos, tales exhibiciones eran acontecimientos excepcionales. Algunos jóvenes fueron elegidos por Gerardo Murillo (todavía no firmaba como Dr. Átl) para la exposición de Savia Moderna, inaugurada el 7 de mayo de 1906. Participaron los Garduño, Enciso, De la Torre, Rivera y dos maestros: Joaquín Clausell y Germán Gedovius.

Con la creación de la Sociedad de Conferencias en 1907, se daba otro paso importante para la tarea de divul-gación. La primera conferencia fue el miércoles 29 de mayo y estuvo dedicada a la pintura. Alfonso Cravioto habló sobre Carrière e ilustró su charla con fotografías de obras del pintor francés que acababa de traer de Europa.

En la segunda sesión de conferencias, a partir del 14 de marzo de 1908, Rubén Valenti expuso sobre “Arte, ciencia y filosofía”.

El interés por el arte nuevo se reflejaba en el ambiente. Si resumimos las actitudes y corrientes del pensamien-to estético de la primera década del siglo XX y más particularmente la de los jóvenes del Ateneo de la Juventud, encontramos ciertas ideas que han de ser fundamento del arte que se desarrolla más adelante en nuestro país.

En primer lugar, con la obra de Julio Ruelas, pintor que será definitivo para la formación de los jóvenes ate-neístas, surgen anticipaciones del surrealismo, por medio de un naturalismo simbólico y de formas Art-Nouveau. Ruelas expresa el dramático dolor de vivir entre el tormento de la carne-erotismo y de la muerte, por eso alcanza niveles de lo trágico.

Se crea una conciencia en contra de las “escuelas” y de los dictados, y a favor de la libertad artística y de su expresión en cualquier corriente, la que sea más adecuada al temperamento individual. Por otro lado, trasluce la conciencia de que el arte no es representación, sino interpretación, por eso Ruelas alcanzó tanta estima, porque respondía a una estética nueva, humanística, que expresaba el drama de la existencia. “Toda imagen se tamiza a través del ojo”, dijo Alfonso Reyes, para “revelar así el temperamento”.

Viene a cuento, ahora, abrir un paréntesis para hacer aunque sea una sucinta referencia al panorama de las ar-tes plásticas en este lapso que abarcara las últimas décadas del porfiriato. Hay que recordar que el academicismo con la reiteración de temas religiosos y la “dulzonería”, había alcanzado ya a los críticos como Felipe S. Gutiérrez, que pedían a los artistas se olvidaran de pintar “cuadros bonitos” y volvieran sus ojos a temas de mayor raigambre nacional. A los temas históricos, de preferencia sobre el pasado prehispánico o bien asuntos de la vida cotidiana. Pues si bien, algunos pintores románticos volvieron sus ojos a la historia patria para reproducir obras importantes de gran teatralidad, que una vez pasado el primer asombro, no fue suficiente para contentar a sus jueces, pues la hiperestesia de algunas de las obras de esa corriente, llegó a fastidiar a quienes anhelaban una labor más profun-da de acuerdo con la rebeldía que flotaba en el ambiente. Fue así como la amplificación del grito contra la mono-tonía desabrida del llanto romántico postulada por el Modernismo vendría a dar cabida a las nuevas expresiones.

A lo anterior hay que agregar lo dicho por Justino Fernández en torno a nuestro arte a fines del siglo XIX:

“En conjunto es la pluralidad de direcciones lo que caracteriza este periodo, como que en él muere un tiempo y nace otro que a su vez anuncia el arte del siglo XX.”5

Mientras tanto, ciertos pintores finiseculares decimonónicos propugnaban por un mayor realismo en sus obras. En la Escuela Nacional de Bellas Artes, antigua Academia de San Carlos, en 1903 el último maestro europeo contratado por el gobierno porfirista, Antonio Fabrés, se pronunciaba por un verismo que ciertamente no era continuidad de aquel naturalismo, que pintores como Leandro Izaguirre habían ejecutado e imitado. Cabe men-cionar que el célebre artista Pompier en su afán de verismo, como algunos de sus discípulos y críticos afirmarían, sólo logró con su empeño que el objeto apareciera a la vista, pero muerto, sin vida, sin realidad de verdad; quizá

5 Justino Fernández. Ob. Cit., p. 426

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esto resulte exagerado, pero lo cierto es que si sus enseñanzas fueron de entrenamiento y de disciplina rigurosa, y así lo supo aquilatar José Clemente Orozco, otros alumnos ávidos de nuevos horizontes rechazaron al maestro Fabrés y uno de ellos fue Diego Rivera. Incluso los mismos maestros también pugnaron por su salida, entre ellos Gerardo Murillo, el Dr. Átl.

Por otro lado, la crítica vio con agrado, en las enseñanzas de Fabrés, el freno a la pintura académica de antece-dentes renacentistas italianos, pero pronto cayó en la cuenta de que aquellas obras del catalán, grandilocuentes y pintoresquistas, si bien ejecutadas bajo la influencia de pintores como Velázquez o Fortuny nada tenían que ver con la anhelada representación de lo mexicano, deseo presente en la crítica, y que venía desde las prédicas del maestro Manuel Altamirano y una de las preocupaciones de los ateneístas.

En los afanes de renovación en los que quedaban involucrados artistas a caballo entre los dos siglos (XIX y XX), destacó Julio Ruelas por el carácter simbólico de su pintura. De quien el poeta, también modernista, Francisco A. de Icaza acusa “un cierto aire familiar de diabolismo poético”, como un acto de reciprocidad con este extraordi-nario pintor.

Años más tarde, en 1912 el poeta Rafael López que también formaba parte de los ateneístas dedicaba una poesía al talento de este pintor. Esta obra aparece en el libro Con los ojos abiertos, recogida en la Antología de modernismo (1884-1921), elaborada por José Emilio Pacheco: 6

RUELAS

El diablo, tu divino maestro de dibujo,en tus sueños proclama la virtud de su influjoy mandrágoras cortas con tus manos de brujo.

Como gran artífice de belleza y gran mago,los cabellos de Ofelia desparraman en tu lagoy en tu claro de luna crucifica a un endriago.

Y aunque un fauno lascivo se encorva en tu cimera,imitas a Jerónimo:7 tu querida primeray tu querida última será una calavera.

La inspiración que mueve tu lápiz, digna esde las noches protervas que gozó Gille de Retz,8

de que Sirenas giman y bailen Salomés.

La ilusión despedaza su divino secretoen el desbordamiento de tu numen concreto,donde tiembla la sombra de un convulso esqueleto.

Taciturna y maligna, tu flotante quimeratiene pechos de esfinge, de mujer la caderay a la flor del acónito huele su cabellera.

6 José Emilio Pacheco. Antología del Modernismo (1884-1921), Tomo II. México: UNAM: Coordinación de Humanidades, Biblioteca del Estudiante Universitario, No. 91, 1978, pp. 107-108, 113.7 Jerónimo es evidente Hieronymus Bosch (1453-1516), Jerom Bos o simplemente El Bosco, así llamado en la época de Felipe II quién adquirió muchos cuadros del gran pintor flamenco, muerto medio siglo antes de que el rey español llega al trono. Cfr. Ibíd.8 Guille de Retz de Javal mariscal de Francia (1404-1440) compañero de Juana de Arco en la Guerra de los Cien Años. En su castillo se entregó a prácticas de magia negra, raptó, violó, torturó y asesinó a más de 100 niños y niñas.Fue ejecutado en Nantes. Figura predilecta del movimiento decadente, este hombre que hizo lo que siglos después se limitó a imaginar el marqués de Sade fue el modelo de Charles Perrault (1628-1703) para escribir Barba Azul, una de sus Histoires ou contes du temps paseé. Cfr. Ibíd.

Tus cartones fulguran con diabólicas llamasy tus hilos de sombra dejan ver en tus tramas,de serpientes deformes los quietos monogramas.

Y a tu modo repites con la punta cortantedel carbón encendido como un limpio diamante,las terribles palabras del infierno de Dante.

Abres trágicamente la Caja de Pandoray en el acero mismo del ancla salvadora,a la Esperanza clavas con el bien que atesora.

Exégeta preclaro de los bellos poemas,tú, que diste a los versos resplandores de gemasy los interpretaste con figuras supremas.

Hoy circuyo tu frente en la noche oportunacon los mirtos que brotan donde ha sido tu cuna,bajo el grave silencio de mi madre la luna.

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Hubo otros ateneístas que escribieron con gran devoción y reconocimiento acerca del trabajo del pintor tan reconocido. Pedro Henríquez Ureña, dedicó el trabajo titulado “Julio Ruelas, pintor y dibujante” aparecido en México Moderno, en el mes de marzo de 1907 y entre otras cosas señala:

No: su originalidad no es de procedimiento sino de concepción. Con justicia se le ha atribuido una imaginación panteísta. Ruelas encuentra alma en las cosas y doble personalidad en los seres; da ojos a las nubes, formas de monstruos a las rocas, dolor humano al árbol, ‘nervios y curvas de mujer’ a la lira, espíritu de gnomos a los insectos; convierte las cabezas de las águilas en simbólicas calaveras; hace de la almena del castillo un dragón. Ve en las mujeres sirenas o esfinges y en los hombres sátiros o centauros.

Sobre esta originalidad de concepción se afirma y se eleva la personalidad de Ruelas. El artista mexi-cano pertenece a la clase de pintores ‘literarios’, esto es, imaginativos, a quienes no hay derecho a pedir otra visión de la realidad que la visión simbólica. Si Ruelas no ha sido afortunado en sus trabajos a colores, es sin duda, porque su colorido es demasiado fantástico y el color es, de suyo, el elemento más ‘realista’ del arte (…) En resumen, y sin dudas, cabe afirmar que Julio Ruelas es el artista en blanco y negro más vigoroso y más original del que puede enorgullecerse México.9

Por su parte, Alfonso Reyes en el ensayo “Julio Ruelas, Subjetivo” lo describió de la siguiente manera:

(…) y Julio Ruelas comprendió que la virtud subjetiva de sus aguafuertes no requería contornos despro-porcionados y, para lograrla, le bastó su composición, que es su ejecutoria más grande.

La obsesión, la muerte, el martirio, la lujuria dolorosa: todos los temores del pecado que han ido pau-latinamente emponzoñando el espíritu del Cristianismo plácido antes; todas las exaltaciones del pen-samiento, a través de las cuales caminamos a una era de nuevo delirio, asfixiados ya por varios siglos de razón: y por sobre todo ello, y asombrándolo de pavorosa manera, las dos alas negras del terror que acoge maternalmente y amamanta -como el Diablo en la Tentación de San Antonio, de Flaubert- a los Siete Pecados Capitales; el misticismo sensual, el placer en el dolor, el miedo a la muerte, y la fantasía de los cuentos de íncubos y súcubos malignos, y el ambiente de las leyendas grotescas y de las satánicas, fundidos como otros tantos licores mágicos, cantan lúgubremente en el espíritu de Ruelas e informan sus inspiraciones de artista. Y a todas las influye el terror (…)

Julio Ruelas es un torturado. Es satánico, como Baudelaire, y es, como él, aunque en menor intensi-dad, cristiano negativo. Es lascivo, porque la lascivia es pecado; que si no, sería un amante. No sabe, como el amante, del goce de la fecundidad: su amor es doloroso y estéril; sus sátiros y sus faunos nada tienen de la fuerza primitiva, son meros recursos de ornamentación. Lo que menos hay en Rue-las es espíritu clásico y temperamento de amante. Julio Ruelas es un torturado y pudo haber dicho, al igual de la Ellida ibsesiana -la Dama del Mar-, horrible es lo que juntamente espanta y atrae. (Revista Moderna, 1908)10

Como puede observarse, para los ateneístas Ruelas aporta gran influencia en éstos. Como ya mencionamos, los primeros en dar el grito de alarma contra la corriente Pompier, fueron los ateneístas. Todavía en enero de 1907 la revista El Mundo Ilustrado recalcaba la gran trascendencia que tuviera la Exposición de Savia Moderna en mayo de 1906:

9 Alfredo A Roggiano. Pedro Henríquez Ureña en México.México: UNAM, Facultad de de Filosofía y Letras, Colección Cátedras, 1989, pp. 67-69.10 Alfonso Reyes. “Julio Ruelas, subjetivo”. En: Obras Completas, Vol I. México: Fondo de Cultura Económica, Letras Méxicanas, 1976, pp. 320-324.

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La exposición de Savia Moderna ha sido la única que se haya celebrado en México contando sólo con elementos particulares. Al inaugurarse ese certamen el pintor Gerardo Murillo, dio una conferencia trascendente y llena de enseñanza en que con toda claridad expuso las tendencias de la pintura y escul-tura contemporáneas (…) En México, donde los pintores son poco cultos y no saben hablar, causó gran impresión la elocuente disertación de Murillo que además de ser un pintor fuerte y sincero, es un esteta de vasta mentalidad. En ese certamen llamaron la atención varios ‘interiores’ de Gedovius, paisajes de Diego Rivera, llenos de verdad, entonación y ambiente; delicadas impresiones y notas de color de Fran-cisco de la Torre y figuras de Antonio y Alberto Garduño, de Herrán, etcétera. Pero el clou de ese salón fue el lote de cuadros al óleo presentados por Joaquín Clausell (…) junto a Clausell lució otro singular artista: Jorge Enciso de Guadalajara.11

Al mencionar esa exhibición, Alfonso Reyes aseguraría que ésta provocó el auge del impresionismo y la muer-te súbita de “el estilo pompier”. Dice Reyes:

La pintura académica se atajó de repente. La transformación artística se operó en un abrir y cerrar de ojos. Esta exposición no me engañó, tiene una trascendencia en que todavía no se ha insistido bastante.12

La muestra sí tuvo consecuencias de importancia, pero no tan drásticas como Alfonso Reyes apuntó. La moda-lidad pompier, sí recibió una fuerte estocada, pero ésta no le provocó la muerte súbita; algunos pintores todavía realizaron cuadros con aquella grandilocuencia enseñada por Fabrés, entre otros Gedovius. En cuanto a que la pintura académica se frenó de repente, no se detuvo en ese entonces, sino que permaneció con intermitencia a lo largo de veinte años más. Fue muriendo de a poco por inanición, pues tal academicismo se hace palpable, por ejemplo, en obras posteriores de Ángel Zárraga.

Pero más que nada, el alto interés de esa exposición estribó en que allí se presentaron Jorge Enciso, Saturni-no Herrán, Joaquín Clausell y Diego Rivera, pintores que al madurar habrían de ser originales y renovadores por muchas causas, pero sobre todo por su visión de lo propio de México, no sólo por los asuntos tratados por ellos sino por el color, la expresión pictórica, por la búsqueda y hallazgo de nuevas formas y otras condiciones que más tarde caracterizarán a la pintura mexicana de la primera mitad del siglo XX.

La pluralidad de intereses y aficiones de los artistas en vísperas de la Revolución y la variedad de sendas que podían seguir en su obra eran numerosas. Sin embargo, dentro de esa multiplicidad de gustos, lo local, lo cotidia-no, lo íntimo, los valores del pasado virreinal y prehispánico, se adecuarían mejor al sentimiento de afirmación nacional que unía a la juventud de principios de siglo.

Por otra parte, ya que son los pintores más destacados como, Ángel Zárraga, Jorge Enciso, Francisco de la Torre, Diego Rivera y Saturnino Herrán, quienes se unen al Ateneo de la Juventud y marcan nuevos derroteros al arte mexicano que se inicia en los albores de la Revolución, es preciso mencionar cuál fue la formación de esos artistas y su desarrollo en la plástica. Empezando por Ángel Zárraga, el que más alejado estuvo del nacionalis-mo en su obra. Este pintor duranguense nació en 1887, estudió en la Escuela de Bellas Artes y fue alumno de Julio Ruelas. A los dieciocho años marchó a Europa, primero Bélgica, luego España, después va a París. Murió en México en 1946.

Sus primeras obras desde Europa mostraban sus excelentes cualidades, firmeza en el dibujo y buenas textu-ras y tendencias a simplificar las formas, dándoles un sentido más decorativo; incursiona en el cubismo y en ese periodo de análisis, pinta obras amables, atemperadas de poesía y mesura, pero el clasicismo de sus enseñanzas primeras le acompañará en la mayor parte de su producción. Es el clasicismo francés de Puvis de Chavannes Pierre el que es más palpable en su creación mural, que decora el interior de la catedral de Monterrey. Sus pocas pintu-ras de intención nacionalista no fueron buenas y de él dice Justino Fernández:

11 Exposición de Savia Moderna. El Mundo Ilustrado, 27 de junio de 1907.12 ----------------. “Pasado inmediato”. En Obras Completas, Vol 12. México: Fondo de Cultura Económica, 1960, p. 207.

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Mantuvo su arte refinado en un límite discreto, sin alcanzar los altos vuelos de otros pintores contempo-ráneos.13

Jorge Enciso, nació en Guadalajara, Jalisco en 1883 y murió en la Ciudad de México en 1969.

En la Exposición de Savia Moderna, presentó bellos paisajes de su provincia de un nacionalismo intimista como aquel que inspirara Suave Patria a López Velarde. Enciso plasmó en sus telas los rincones que un pintor académico desdeñaría, y a los que él supo reproducir cabalmente con un vigoroso colorido. Enciso sin duda al-guna, impresionó al público que acudió a la exposición, de igual manera despertó el interés y elogio de uno de sus compañeros de ideales, Ricardo Gómez Robelo que, en el Diario Ilustrado del 27 de junio de 1907, revisaría la obra expuesta por Enciso:

(…) los crepúsculos vespertinos son de los más bellos que guardan las salas. ‘El crepúsculo rojo’, ‘Una llanura barrida por la luz’, ‘La calle de Chapala”, “La montaña”, son notables (…) La variedad, la armonía, el carácter sostenido de la mayoría de los cuadros expuestos proclaman su verdad nativa, esa interna verdad de la obra de arte, diversa de la natural (…) los cuadros por el aire nacional, por la fisonomía de la vegetación de las construcciones y por los tipos, difieren de los realizados en cual-quier otro lugar.

Jorge Enciso ha extraído una obra abstracta y musical, sus cuadros (revelan) la grande alma que de su tierra hermosa y lejana nos trae estas revelaciones llenas del poder secreto e ineludible del arte y que nos une más a esta patria nuestra por lazos sutiles e inquebrantables del conocimiento y amor de su belleza.14

Enciso también caricaturista participó en El Ahuizote entre 1911 y 1913; y decoró las escuelas Gertrudis de Armendáriz y Vasco de Quiroga de la colonia Morelos en el Distrito Federal por encargo del maestro Justo Sierra.

Jefe del Departamento de Bellas Artes (1930-1945), Director de monumentos Coloniales y Artísticos (1915-1945); Subdirector del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (1953-1969). Cuando Vasconcelos fue secreta-rio de Educación Pública, Enciso diseñó muebles para la institución y participó en la reforma educativa.

De sus obras, sobresale Sellos del antiguo México15, que realizó para divulgar la multiplicidad de temas de-corativos antiguos de los sellos o pintaderas de las culturas indígenas, impresos generalmente en barro cocido, piel, tela o papel. El sello se entintaba y la impresión quedaba colorida. Para su realización, se utilizaban colores vegetales y minerales. El tamaño de los sellos variaba según el lugar del objeto que se decoraba.

Cabe destacar que son los ateneístas los primeros que estudian con mayor rigurosidad las culturas prehispá-nicas. En el estudio e investigación se refleja el asombro, que se dedicarían a compartir a través de trabajos como los de Enciso. La divulgación fue otra de las vocaciones de este personaje.

Por lo que toca a Saturnino Herrán, nace el 9 de julio de 1887 en Aguascalientes. Muere treinta y un años después, el 8 de octubre de 1918, en la Ciudad de México. Asiste a las clases nocturnas de la Escuela Nacional de Bellas Artes, antigua Academia de San Carlos, para asistir como alumno numerario en 1904. Participa en la exposición del Centenario en septiembre de 1910, sin duda la exposición de mayor trascendencia durante las dos primeras décadas del siglo XX. También lo hace en la de Arte Mexicano, en mayo de 1914, en donde obtiene el primer premio de pintura por los óleos La ofrenda y El jarabe, y los dibujos con lápiz y acuarela El bebedor y Los ciegos.

Lo que importa para los artistas plásticos ateneístas, sobre todo, es la pintura que nos mira en lo inmediato y en las evocaciones que nos constituyen, porque lo significativo de la pintura mexicana de la primera mitad del siglo XX no es solamente el asunto del formato monumental ni la pretensión pública; ni el reconocimiento del 13 Justino Fernández. Arte moderno y contemporáneo. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, México, 1953, p. 426.14 Exposición de Savia Moderna. El Mundo Ilustrado, 27 de junio de 1907.15 Jorge Enciso. Sellos del antiguo México. México: Editado en los talleres Meyer, Biblioteca INAH, 1947.

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Los pintores ateneístas y la revista Savia Moderna

carácter productivo y social de la práctica pictórica como el nuevo plano expresivo de la modernidad; sino todo

el gran conjunto que constituirá el nuevo paradigma de la pintura mexicana. Lo más importante es el carácter de autorreferencia que le da el sentido de una pintura que vuelve sus ojos al pueblo, a su cultura y a la historia.

De aquellos años el pintor José Clemente Orozco escribió en su Autobiografía:

La pintura mural se encontró en 1922 con la mesa puesta y la idea misma de pintar muros y todas las ideas que iban a constituir la nueva etapa artística, las que le iba a dar vida, ya existían en México y se desarrollaron y definieron de 1900 a 1920. O sea 20 años. Adquirieron su forma definitiva durante esas dos décadas.16

Herrán dedicó largas horas al menester de ilustrar libros y revistas. Fue colaborador directo de poetas en revistas como: Savia Moderna (1906), Gladios (1916) y Pegaso (1917). Fue autor de portadas de un buen número de libros: en 1909 Silenter, La sangre devota, de Ramón López Velarde, y El pájaro azul, de Mauricio Maeterlinck; en 1917 Lunario sentimental, de Leopoldo Lugones y La virgen Úrsula, de Gabriel D´Annunzio; en 1918, el año de su muerte, Poemas, de Salvador Díaz Mirón, y Con la sed de los labios, de Enrique Fernández Ledesma. Realizó además un gran número de viñetas para las editoriales Cultura y Porrúa, en un tiempo se ganó la vida con esta tarea. Al menos una de esas imágenes nos es absolutamente familiar: la cabeza de un caballero águila que sirve de emblema a esta última editorial. 17

En octubre de 1919, al cumplirse el primer aniversario del deceso de Herrán, celebrado con una velada litera-rio-musical en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, Ramón López Velarde leyó en aquella ocasión un por demás emotivo discurso dedicado a la memoria del pintor. Oración fúnebre:

Si sólo la pasión es fecunda, procede publicar el nombre de la amante de Herrán. Él amó a su país, pero usando de la más real de las alegorías, puedo asentar que la amante de Herrán fue la Ciudad de México, millonésima en el dolor y en el placer; él la acarició piedra por piedra, habitante por habitante, nube por nube.18

Por lo que toca a Diego Rivera (1886-1957), inquieto colaborador de Savia Moderna, éste sintió desde muy pe-queño la vocación artística y al trasladarse a los diez años de edad de su natal Guanajuato a la Ciudad de México, se inscribió en la Academia de San Carlos en 1896. En sus primeros trabajos académicos se muestra ya su habili-dad. Son dibujos al mismo tiempo clasicistas y naturalistas. Estudia con Santiago Rebull, Leandro Izaguirre y José María Velasco, más a la llegada de Antonio Fabrés a esa escuela, descontento, abandona San Carlos en 1903. Las obras que realiza Rivera fuera de la Academia son paisajes. Si bien es cierto que, en sus primeros paisajes como el presentado en 1906 en la exposición de Savia Moderna, “Hacienda de Chinconquiahuitl”, la influencia de Velazco no está ausente, pese a ser obras primas, en ellos se asoma ya la personalidad del artista, que sabe dar suavidad a las formas y manejar el color con un sentido propio.

Por otro lado, como ha afirmado Raquel Tibol, “poco se puede agregar actualmente al análisis de la obra de Diego Rivera como muralista, pintor de cuadros y dibujante; se han preocupado de ellas, minuciosamente, críti-cos, historiadores, estéticos y museólogos de México y otros países. Pero en un productor oceánico siempre hay frutos que todavía no se habían agrupado y estudiado debidamente. Tal es el caso de los trabajos para ilustrar libros, revistas y otras publicaciones, desarrolladas por Rivera durante medio siglo (1906-1957).”19

Su ilustración más temprana de las conocidas hasta ahora corresponde, precisamente, a la caricatura de los tres últimos números de la revista Savia Moderna, la parte del título iba firmada con el monograma “OK”, mien-16 José Clemente Orozco. Autobiografía. México: Editorial Era, Serie Crónicas, 1981, p. 59.17 Felipe Garrido. “Los poetas modernistas y Saturnino Herrán”. En: Saturnino Herrán. Jornadas de Homenaje. México: UNAM Instituto de Investigaciones Estéticas, Cuadernos de Historia del Arte, No. 52, 1989, p. 42.18 Fausto Ramírez. “Entre dos luces”. Ibídem, p. 93.19 Raquel Tibol. Diego Rivera gran ilustrador. México: Ed. RM, 2008, p. 23

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tras que el nombre de Rivera, completo, aparece a la derecha, bajo del torso del corredor indígena visto de perfil, dibujado al carbón, el cual fue reproducido cada una de las tres veces –en las que apareció- sobre cartulina de diferente color.

En el corto tiempo de esta colaboración,Rivera contaba con apenas diecinueve años de edad, pero ya te-nía una presencia notoria en la vida cultural capitalina, documentada en Savia Moderna no sólo con el dibujo simbólico-mexicanista de la carátula, sino también con reproducciones de dos paisajes pintados por él: Marina y El puerto de Veracruz, y con un retrato al carbón que le hizo Francisco de la Torre, sentado frente al caballete con una pipa vacía entre los labios. Esa pipa vacía lo acompañó meses después a Europa, y con ella apareció en el café de Pambo en Madrid, donde el escritor Ramón Gómez de la Serna le vio cara de marinero norteamericano u holandés, “pareciendo hasta su pipa vacía algo así como una inhaladora formidable, por lo que le entran en el espíritu saludables y espirituosas ráfagas. ¡Marinero solitario y seguro rodeado de un elemento fluido, extraño, ubérrimo, lleno de plásticos oleajes.”20

En junio de 1921 Rivera regresa de Europa. El 21 de julio el periódico El Universal publica unas declaraciones suyas donde manifiesta el deseo de estudiar “el arte popular, las ruinas de nuestro asombroso pasado, con objeto de cristalizar algunas ideas de arte, ciertos proyectos que abrigo y que, sí logro realizar, serán indudablemente los que darán un nuevo y amplio sentido de mi obra”. No tuvo que esperar mucho para concretar su deseo, pronto Vasconcelos lo invitó a integrarse a la comitiva que lo acompañaría en su visita a los estados de Oaxaca y Yucatán, repletos de ruinas del asombroso pasado.

A Diego Rivera, Vasconcelos lo nombró consultor y dibujante del Departamento de Bibliotecas. Así, la primera aportación plástica de Rivera a la revolución cultural vasconceliana no fue la pintura mural sino el diseño gráfico y el dibujo ilustrativo.

En cuanto a Francisco de la Torre poco se sabe de él, quien más ha hurgado en sus antecedentes y trayectoria ha sido Fausto Ramírez, quien afirma que a este fino pintor jalisciense no le fue ajeno el nacionalismo etnológico.

Otro pintor sobresaliente de la época es sin duda Roberto Montenegro. En 1904 ingresó a la Academia de San Carlos dirigida por Antonio Fabrés. Fue discípulo de Ruelas, Gedovius e Izaguirre. Compañero de Zárraga, Rivera y Goitia. Participó en las ediciones de las revistas Savia Moderna y anteriormente en la Revista Moderna. Destacó en la primera etapa del movimiento muralista mexicano como una de las figuras principales. Montenegro pudo haber sido uno de los pintores más destacados de nuestro siglo. En 1905, a los 20 años de edad, obtuvo una beca de la Secretaría de Educación Pública ofrecida al alumno más sobresaliente de la Academia de San Carlos para estudiar en Europa. Según cuenta Jean Charlot, Montenegro consiguió la beca porque le ganó un “volado” a su compañero Diego Rivera, también candidato.

En 1919 Montenegro había pintado algunos murales en el casino de Palma de Mallorca, en las Baleares. A su regreso a México, en 1920, Vasconcelos lo incorporó a su programa de Renacimiento Cultural.

Fundó en 1921 el primer museo de arte popular en la Ciudad de México y al año siguiente, organizó la sala de arte popular en el Pabellón mexicano, en Brasil.

Montenegro recibió del secretario de la SEP, la primera comisión gubernamental para realizar un mural en el ex-colegio de San Pedro y San Pablo, primera obra mural iniciada en México después de la Revolución, con ella principia el ciclo de pintura mural patrocinada por el Gobierno.

Montenegro figuraba como cabeza del movimiento pictórico, posición que conservó hasta el retorno de Rive-ra a mediados de 1921.

Como ya mencionamos, a Montenegro se le asignó la decoración del interior del ex-colegio y desarrolló la obra El árbol de la vida o La danza de las horas (1920), el tema de la obra mural, se basó en la frase de Goethe sugerida por Vasconcelos: ¡Acción supera al destino: vence!

20 Ibíd.

Virginia Medina Ávila

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adesEl Ateneo de la juventud y el arte:

Los pintores ateneístas y la revista Savia Moderna

Durante la gestión de Vasconcelos como secretario de Educación Pública (1921-1924), éste determinó recuperar con fines educativos el antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo, convirtiéndolo en anexo de la Escuela Nacional Preparatoria. Montenegro pintó una obra monumental con el título de La fiesta de la Santa Cruz, basado en la tra-dicional fiesta popular que celebran los albañiles el 3 de mayo. La composición mezclaba lo religioso y lo profano.

Como ilustrador, Roberto Montenegro tuvo una larga y destacada carrera. Conoció a los intelectuales y poetas de la Revista Moderna (1898-1911), fue su primo hermano Amado Nervo, quien lo invitó a colaborar con ilustra-ciones, grabados y viñetas. Influyen en él tanto Germán Gedovius como Julio Ruelas.

Se encuentra en su trabajo un gusto por la teatralidad y ejemplo de ello es la forma de colocar a sus modelos en espacios irreales, rodeados de telones y antifaces. Una tinta de este periodo, La dama del antifaz (1907), plan-tea un ambiente de verdadera fantasía y exaltación escenográfica, donde aparece una figura femenina desnuda, con el rostro cubierto y sosteniendo un manto negro que cae a sus pies.

Otra, Alegoría de la muerte de 1909, pintura simbolista en la cual los objetos representados evocan otra realidad: clara influencia de Julio Ruelas de quien Montenegro copia la obsesión por los símbolos de la muerte, la preocupación por la existencia y el gusto por resaltar la indumentaria.

En Venecia, 1909, realizó una de sus mejores obras: el retrato de la Marquesa de Cassatti que reproduce un ambiente exótico, lleno de fantasía.

Montenegro también retrata al bailarín Vaslan Nijinky (litografía, 1919) como un ser andrógino en movimien-tos elegantes y en una gran variedad de papeles.

Luego, Montenegro continuó su carrera de ilustrador, de acuerdo con un diseño sintético de expansión mo-dernista. Entre sus trabajos más importantes destacan los dibujos que realizó junto con Gabriel Fernández Le-desma para la edición de las Lecturas clásicas para niños, dos tomos publicados por la Secretaría de Educación Pública en 1924-1925, con leyendas y cuentos adaptados por Gabriela Mistral, Salvador Novo, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet y Xavier Villaurrutia.

Ejercieron fascinación en Montenegro los temas exóticos, la recreación de paisajes y personajes del oriente, como la Leyenda de Buda de elegantes figuras estilizadas. En muchas otras, muestra cierto misticismo por los as-tros. Se advierte en El Ramaya donde el sol, representado por varios círculos concéntricos, envuelve a la heroica figura. En las ilustraciones para las Leyendas de América, inspirada en motivos mayas y aztecas, también se apre-cia este gusto por destacar las fuerzas naturales. Una de las mejores composiciones es la Vida de Cuauhtémoc, tanto por la sencillez y dignidad con que el pintor enmarca al “águila que cae”, como por la forma de colocar los volcanes y el gran astro solar que se asoma detrás de la figura.

Algunos de sus gouches están tratados a la manera de las estampas japonesas. Esto se comprueba en la ilus-tración para El viaje de Colón, cuya secuencia de las olas por planos de mayor a menor escala recuerdan las vistas del Monte Fuji, de Katsushinka Hokusai.

Por su elegancia y maestría destaca la ilustración El Cid, en ella muestra un bellísimo caballo blanco contras-tado con el fondo rojo, lo que dirige la atención al jinete. Mientras que en Don Quijote, la mezcla de elementos discordantes produce una composición extraña. Esta obra contiene cerca de 25 gouches de Montenegro.

Terminado el recuento, volvamos al principio. Los ateneístas –y en este caso los pintores- descubrieron que la belleza no tenía una forma estrecha; que podría ser variada, plural, siempre que el lenguaje verbal o plástico estuviera trabajado con sinceridad.

Este período fue clave en la consolidación de estilos y en la asimilación de nuevas fuentes de inspiración para estos artistas que les ayudaría a romper moldes y encontrar nuevos caminos sin dejar de mirar por el retrovisor:

“Todo esto –afirmaría Montenegro mucho tiempo después —contribuía a irme desligando poco a poco de la tutela clásica, pero sin que dejara de admirar a los grandes maestros antiguos que, como el Greco, se desligaban del natural para crear nuevas formas o exaltar la naturaleza en una forma que llegaba a la creación de nuevos mundos objetivos.”21

21 Rodrigo Gutiérrez Viñuales. Roberto Montenegro y los artistas americanos en Mallorca (1914-1919). Anales del Instituto de Investiga-ciones Estéticas, primavera, año/vol. XXV, número 082. México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, p. 100

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Finalmente, el espíritu del tiempo y los anhelos de estos jóvenes creadores se pueden resumir, con las pala-bras leídas en la presentación del primer número de la revista Savia Moderna, en marzo de 1906 de la siguiente manera: “Clasicismo, Romanticismo, Modernismo (…) Diferencias odiosas. Monodien las cigarras, trinen las aves y esplenden las auroras. El arte es vasto, dentro de él cabremos todos”.

ReferenciasEnciso, Jorge. Sellos del antiguo México. México: Editado en los talleres Meyer, Biblioteca INAH, 1947.Exposición de Savia Moderna. El Mundo Ilustrado, 27 de junio de 1907.Fernández, Justino. Arte moderno y contemporáneo. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas,

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Virginia Medina Ávila es profesora e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, por la Facul-tad de Ciencias Políticas y Sociales; Maestra en Letras Mexicanas y Doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ambos grados ob-tenidos con mención honorifica. Especialista en el estudio de los Fenómenos de la Comunicación Social, con énfasis en Semiótica aplicada, Comunicación Estratégica y Marketing Político. Autora de Imagina la Radio. Guiones para su historia; coautora del CD-Rom Escritores del cine mexicano sonoro 1931-2000, así como del texto Nuestra es la voz, de todos la palabra. Historia de la radiodifusión mexicana 1921-2007.

Virginia Medina Ávila

ResumenEl trabajo que aquí se presenta versa sobre un aspecto poco estudiado en relación con la obra de Sor Juana Inés de la Cruz. La escritora, de suyo, parecería concitar con justicia la atención, el interés de todo mexicano (en particular, de todo académico mexicano); sin embargo, el tema de su postura como creyente y aun de su praxis religiosa son asuntos de su obra que merecen una mirada más fina, un corte de bisturí que posibilite el conocimiento más pre-ciso de esta escritora mexicana y, con ella, de la sociedad que constituye la raíz de la mexicanidad actual.

Tanto a Alfonso Méndez Plancarte, el protoeditor de la monja jerónima, como a Octavio Paz, les había llamado la atención la actitud de la poetisa con respecto a los dogmas católicos. Este artículo pretende abordar el tema y, en el límite natural de estas colaboraciones, lanzar un poquito de luz sobre ese terreno.

Palabras clave: Sor Juana Inés de la Cruz, proposiciones teológicas, Nueva España, Inquisición.

AbstractThis paper is about a rarely studied aspect in reference to Sor Juana Ines de la Cruz’s work. The writer, in itself, would seem in righteousness to muster the attention, the interest of all Mexicans (including all Mexican faculty), although the topic of her stance as a believer and even her religious practice are issues of her work that deserve a closer look, a knife cut that will enable a more precise knowledge of this Mexican writer and, with it, the society that is the root of Mexican today.

Both Alfonso Mendez Plancarte, the Hieronymite nun’s first editor, as Octavio Paz, they had been drawn atten-tion to the poet’s attitude with regard to Catholic dogma. This article seeks to address the issue and, in the natural limit of these collaborations, throw a little bit of light on this area.

Keywords: Sor Juana Ines de la Cruz, theological propositions, New Spain, Inquisition.

A filo de bisturí: algunas variantes en el discursoreligioso de Sor Juana Inés de la Cruz

Under the microscope: some variations in Sor Juana Ines de la Cruz’s religious discourse

Rubén Darío Medina [email protected]

núm. 10, 2011, pp. 89-100 89

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Llegó el hombre a la grandezaque no alcanza el serafín,

y en la grandeza del finvido el fin de la fineza.

Sor Juana.

EntradaDe los más portentosos discursos artísticos producidos en la Nueva España, el de Sor Juana Inés de la Cruz reviste, además del literario, valores semióticos de enorme importancia para explicar la historia del barroco hispanoame-ricano. El aspecto religioso, que le resulta inherente en tanto que se trata de la escritura de una monja convicta y confesa —es decir, creyente—, parece fundamental para explicar el desarrollo del pensamiento en la cultura hispánica o, al menos, en la cultura del México actual.

El enorme espectro de conocimientos de la religiosa jerónima incluía una sólida información de carácter teo-lógico. Más aún: según el concepto científico del tiempo y según la categorización que la propia jerónima hace en su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, el saber teológico constituía el fin último del conocimiento, de modo que las ciencias otras ―todas― eran materias ancilares de la teología. En los tiempos que corren, tales conocimientos parecen inexcusables para un clérigo e inclusive para un lego; en el siglo XVII no lo eran. Es fácil advertir, frente a los documentos de la época, que una considerable mayoría de religiosas —y aun de religiosos varones— carecía en gran medida de esas nociones. (En las mujeres, sobre todo, el aprendizaje era un adorno poco apetecible; aun la letra legible y la caligrafía cuidada de Sor Juana fueron motivo de reprimendas porque parecían artificio masculino. Y, como ella misma dice, tuve que “malear adrede la letra” porque no la juzgaran mal las hermanas de religión.) La célebre “fe del carbonero”, el consabido “doctores tiene la Iglesia…” operaban con eficacia como broquel de la ignorancia, como disculpa de la abulia y aun como argumento para impedir el estudio a quienes, como la monja mexicana, lo acostumbraban.

Sin embargo, no obstante la profundidad de los saberes de Sor Juana en materia de teología, de liturgia, de historia sagrada, su discurso adolece en ocasiones de falta de homogeneidad. O sea: lo mismo es capaz de exami-nar con escalpelo filosísimo un texto escatológico, que proferir expresiones atrevidas o descuidadas que parecen atentar contra la ortodoxia rigurosa y que no le originaron conflictos con el Santo Oficio en virtud de las disparejas varas con que éste medía casos similares.

A contrastar esas variantes logicodiscursivas se enfocará la comunicación que aquí da principio, aunque en realidad se propone un fin más amplio: esbozar en su configuración una arista del pensamiento religioso novo-hispano del siglo XVII. Esto es: ante la natural heterogeneidad de una comunidad abigarrada y compleja como la novohispana, imposible resulta determinar un estereotipo religioso abarcante y común (una identidad, en sentido estricto). El de la poetisa nepantlense ―en su reserva de saberes y de recursos― se antoja un discurso ejemplar. En pocas palabras: me propongo abordar la entelequia del pensamiento religioso de una comunidad con base en un ejemplo. Valga por ello, y ante la imposibilidad de lo contrario, la sustitución del estereotipo por el arquetipo.

Sin menoscabo de espigar en la obra completa de Sor Juana, la espina dorsal de esta lucubración la conforman sus dos célebres cartas: la Carta atenagórica, que no es carta sino ensayo, pero que fue bautizada como tal por el obispo de Puebla de los Ángeles, Manuel Fernández de Santa Cruz, y la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, que sí es carta pero que encubre bajo el cándido aspecto epistolar su auténtica naturaleza de texto múltiple, lo mismo autobiografía que especulación científica, que reflexión teológica, que ensayo histórico, que disquisición filosófi-ca, que argumentación en defensa personal y de género.1

1 La tercera carta, la de Monterrey, descubierta en 1981, es quizás la que menos aporta para la identificación de un pensamiento religioso, en tanto que constituye una carta de verdad y se endereza casi por completo como argumentación de defensa.

Rubén Darío Medina Jaime

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A filo de bisturí: algunas variantes en el discursoreligioso de Sor Juana Inés de la Cruz

He puesto atención en otros textos. También ellos conforman la columna vertebral de esta exposición. Son, en particular, algunos romances escritos por Sor Juana (motu proprio; no es verdad que todo lo hubiera escrito por encargo, como ella misma afirma en su Respuesta) y que a su editor, el padre Alfonso Méndez Plancarte, cau-saran desasosiego y sorpresa. Lo primero, porque ―teólogo también él― reconoce de inmediato la herida de un dogma, la alteración de un principio básico; lo segundo, en virtud de que menores atrevimientos, de escritores y de pueblo raso, dieron pábulo al Santo Oficio para entrar en acción.

Algunos aspectos relevantes para estas líneas sobre la vida académica y la vida conventual de Sor Juana Inés de la CruzFormada casi por completo como autodidacta,2 el monasterio ofreció a Sor Juana un ambiente menos hostil que otros para dedicarse a sus estudios. La vida ciertamente regalada del convento de San Jerónimo3 propició su de-dicación al estudio y al arte. Sus quejas con respecto a la inoportunidad de las otras religiosas y de las criadas del convento y con respecto a las obligaciones de la convivencia en comunidad parecerían obedecer más bien a la insaciabilidad de su apetito científico que a auténticos contratiempos. La vida en el siglo (como se decía en esos tiempos) habría ofrecido a la poetisa un panorama incomparablemente menos adecuado para sus propósitos.

Reflejo de la organización urbana, la disposición arquitectónica de los monasterios representaba nada menos que el concepto reinante de vida. A semejanza de feudo medieval,4 las tapias conventuales representaban coto y retén. Muros afuera, se encontraban el peligro, la inseguridad, el vicio, el pecado. Intramuros, se intentaba construir una atmósfera de paz, de virtud, de seguridad; aunque muros adentro, también, imperase la vigilancia, el mandato, la coerción.5 Mirilla hacia el exterior, sin embargo, el locutorio hacía propicia la conversación, la con-vivencia, el cotilleo, y hacía las veces de ancla en el mundo redondo y rodante.6

La vida conventual, por otra parte, revestía un interés social condigno de su finalidad religiosa. Como pro-ducto de fundaciones personales que por lo regular eran, los monasterios reflejaban la economía de una comu-nidad. La prosperidad de una ciudad, por ello, solía reflejarse con claridad en la profusión de monacatos.7 Los claustros, de la misma manera, representaban una especie de válvula de escape para la movediza conciencia social (en particular, claro, para los patronos y benefactores), en tanto que constituían centros de expiación y de plegaria. No obstante la diferencia del rigor de las reglas fundacionales, aun las congregaciones menos exigentes en ese aspecto tenían un claro fin salvífico. Por tanto, lo que se esperaba de los religiosos, y más de las religiosas, era una vida de penitencia, de oración, de santidad, que irradiara beneficios a la comunidad laica que la sostenía y que la alentaba.

De las monjas, en especial, se esperaba una vida ejemplar y se alababa de ellas la santidad y la entrega a la vida contemplativa y de plegaria. No son escasas en los archivos mexicanos, por ello, las oraciones fúnebres, las elegías pronunciadas a manera de hagiografía. Solían encargarse a un sacerdote conspicuo. Capellanes o confe-sores, a menudo los mejores candidatos, representaban su papel a conciencia y hurgaban en los pliegues de la vida personal, aun la más secreta, de la difunta. Hábitos y disciplina ―en las dos acepciones más sobresalientes de ambos términos― concentraban los elogios, igual que la vocación religiosa y seráfica patentizada desde los

2 No lo fue siempre, aunque casi. En su vida tuvo dos profesores: la que le enseñó las primeras letras en la Amiga (como se nombraba famil-iarmente a los colegios) y Martín Olivas, su maestro de latín. Todo mundo sabe que habría querido ir a la universidad y que importunó a su madre, de niña, pidiéndole que la enviara vestida con atuendo masculino. Las costumbres de la época le cerraron la puerta sin remedio.3 El convento de San Jerónimo brindaba a sus habitantes comodidades que otros no. Las celdas, por ejemplo, eran amplias, de dos niveles, y las religiosas podían contar con la ayuda de criadas y hasta de esclavas. Vid. M. C. Benassy-Berling. Humanismo y religión en Sor Juana Inés de la Cruz. México, UNAM, 1983, p. 37. Octavio Paz reproduce la caracterización de convento y celdas en Las trampas de la fe. El primer monasterio en que Sor Juana probó suerte por un periodo de tres meses, el de las Carmelitas Descalzas, era sin comparación más austero.4 La semejanza es expresada por Octavio Paz en su célebre trabajo sobre Sor Juana.5 Pocos textos sirven para documentar esta ambigüedad como la “Canción a la vista de un desengaño” de Matías de Bocanegra, S. J.6 M. C. Benassy-Berling. Op. cit., p. 52 (n. 108): “Ciertos ‘festejos’, en cuya ocasión la pareja virreinal tenía el privilegio de franquear el um-bral del claustro, permitían que las religiosas ofrecieran un verdadero espectáculo de ballet. Por otra parte, Sor Juana se permite bromas bastante atrevidas en sonetos burlescos compuestos con rimas impuestas y que por tanto son juegos de sociedad…”7 Cfr. J. Muriel. Conventos de monjas en la Nueva España. México, Jus, 1995, passim.

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albores de la niñez, la entrega a la reflexión, las experiencias sobrenaturales y, desde luego, los virtuales milagros realizados. De las religiosas no había por qué esperar casi nada más. La belleza devenía atributo, y sólo en esos casos valía la pena mencionarla, en tanto que hubiera significado un escollo vencido con donaire para la conserva-ción de la pureza. De la inteligencia de una religiosa, o más aún de su cultura, las oraciones fúnebres de la época no suelen decir muchas palabras.

Violento contraste el de una monja, una sola monja en el ancho espacio novohispano de tres siglos, que viste los muros de su celda con libros y con artefactos científicos. Que estudia, que ejecuta instrumentos musicales yque escribe poemas, ensayos y obras de teatro.8 Violento contraste el de una religiosa que se entrega al estudio de las materias más complejas sin otra ayuda que sus libros, su agudeza y alguna carta cruzada como al desgaire con otro sabio amigo suyo. Tal violento contraste señala la excepción, desde luego (nunca han sido comunes la sabiduría y el talento), pero en la Nueva España del siglo XVII no podía haberse visto con naturalidad, ni siquiera por tratarse de una religiosa a quien los poderosos admiraban y protegían. Se le juzgó extraña, acaso monstruosa y sin duda como una señal inminente de riesgo.9

No era para tanto en realidad. Los atavismos y el temor acrecentaban su peligro ante los ojos de los censo-res.10 En puridad, la Nueva España vive “protegida” de avanzadas ideológicas. La vigilancia escrupulosa de las autoridades civiles y religiosas, a quienes les encantaba ejercer el papel de celadores de cuerpos y almas, ciega casi por completo cualquier canal que abra camino a las ideas.11 A la propia monja la persiguen por el solo deseo de aprender. “No quiero ―afirma― (ni tal desatino cupiera en mí) decir que me han perseguido por saber, sino sólo porque he tenido amor a la sabiduría y a las letras, no porque haya conseguido ni uno ni otro.” Miente, desde luego, con una hipérbole tan propia de los cánones literarios en vigencia. Sor Juana sabe que sabe. Sabe mucho más que el común de la gente. Sabe más inclusive que muchos hombres poderosos y cultos de su medio. Pero, juzgado con objetividad y con una visión menos local que la que corresponde a su esfera hispánica, su saber es trunco. Carece de una vertiente que habrá de ser fundamental para la historia de la cultura, para la ciencia misma: La fuente científica de los países reformistas le resulta inalcanzable, y eso no modifica su pensamiento, su fe ni su lógica argumentativa; pero le significa lastre que la inmoviliza en una cultura escolástica neomedieval. Cuesta creer que un intelectual tan ávido de conocimientos como la jerónima (o como algún otro estudioso de su tiempo; los jesuitas Carlos de Sigüenza y Góngora y Eusebio Francisco Kino, rivales en un debate a propósito de los cometas,12 por ejemplo) haya ignorado las propuestas de pensadores y científicos punteros. Pero lo cierto es que anteriores a ellos o contemporáneos suyos fueron, verbigracia, Johanes Kepler (1571 – 1630), Isaac Newton (1643 – 1727) y Guillermo de Leibniz (1646 – 1716).

8 Aparte de los autos sacramentales El cetro de José y El divino Narciso, Sor Juana escribió la comedia Los empeños de una casa. La calidad de esta obra es excepcional. Lo destacable, a propósito de lo que aquí se comenta, aparte de la presencia paradigmática de Los empeños de un acaso de Pedro Calderón de la Barca, es que la escribe la monja en el tiempo en que su prelado, el misógino Francisco de Aguiar y Seijas, prohíbe el género dramático en la Nueva España.9 Tanto el confesor de Sor Juana como el arzobispo Aguiar, con su inflexible rigor, transparentan el terror social a las alteraciones, al alter, a lo otro. El cambio les abre la posibilidad del riesgo y, naturalmente, lo rehúyen. Su espíritu es el del religioso ignaro. Vid. M. Eliade en Lo sagrado y lo profano, 6ª ed. Madrid, Alianza Editorial, 1989 (Punto omega, 2), pp. 82 . 83. Bennásy- Berling también advierte esa virtualidad de peligro para la jerarquía relgiosa: “El caso de Sor Juana es el más peligroso de todos. Su actividad intelectual es bastante bien tolerada por los que la rodean, pero sólo tolerada. En esta sociedad tan jerarquizada, ningún estatuto la protege. Como, además, los celos nunca están ausentes, la menor incursión en un terreno peligroso puede acarrear consecuencias temibles…” Cfr. M. C. Benassy-Berling. Op. cit., p. 122.10 “…espíritus débiles, visionarios del mal (dice P. González Casanova. La literatura perseguida en la crisis de la Colonia. México, SEP, 1986, p. 136), no sólo crean la infantería del juicio, sino que llegan a recriminar a los jueces por su aparente indolencia y falta de severidad, y hay quienes piden que se prohíban con más rigor los libros y casi anhelan acabar con la literatura, de tanto miedo que le tienen.”11 Burlan esa observación policiaca objetos y personas. Por corrupción o por descuido se cuelan materiales prohibidos. Libros, por ejem-plo. Muy posiblemente en cada biblioteca de la Nueva España, incluyendo naturalmente la de Sor Juana, había al menos un título vedado (Vid. I. A. Leonard. Los libros del conquistador. México, F. C. E., 1979, passim). El caso más célebre es el de Melchor Pérez de Soto, un bibliófilo que entrega sus tres o cuatro mil ejemplares al Santo Oficio y sufre proceso por desacato (Vid. I. A. Leonard. La época barroca en el México colonial. México, F. C. E., 2004 [Colección Popular, 129], p. 131, n. 1). 12 La obra del mexicano Sigüenza, Manifiesto filosófico contra los cometas, fue el motivo.

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Por precisa, me permito esta amplia cita de Irving A. Leonard:

Ya en la primera mitad del siglo XVII estaba confirmada la teoría heliocéntrica de Copérnico (1543). Tycho Brahe (1546 – 1601), aunque con la intención de reconstruir el sistema de Tolomeo, señaló sin la ayuda del telescopio la posición precisa de los planetas; Johanes Kepler (1571 – 1630) estaba entonces determinando, mediante el análisis matemático, la órbita elíptica de los cometas…William Gilbert (1540 – 1603) observó sistemáticamente el fenómeno del magnetismo; William Harvey (1578 – 1657) demostró la circulación de la sangre; Robert Boyle (1627 – 1691) enunció las leyes de la química y de la presión de los gases… Amenazas aún más directas a la antigua metodología iban a crear tensiones y a recrudecer la resistencia conservadora. En 1605 Francis Bacon (1561 – 1626), después de sujetar la ciencia medieval a un estrecho escrutinio la tachó de “saber contencioso”… Y todavía después, el gran matemático inglés Isaac Newton (1642 – 1727), prosiguiendo la obra de Descartes, derribaría sin remedio los débiles apoyos que quedaban al mundo medieval encarnado en el arzobispo-virrey de México. 13

Tal estado guardaba la ciencia en México. El resto del mundo hispánico, en ese tiempo, no era muy diferente.

Lo que el Santo Oficio de la Nueva España perseguíaSometidos a revisión, los expedientes abiertos por el Tribunal de la Santa Inquisición de la Nueva España dejan claro el fin central que perseguía: Cualquier manifestación culta o popular (folclórica, inclusive) que se apartara de la doctrina católica.

Dejando de lado la ilegitimidad de las persecuciones, parecería lógico el objetivo del Santo Oficio. Lógico en la dinámica histórico-social de un dominio imperial que basaba su operatividad (es decir, su existencia) en ins-tituciones jurídicas, religiosas, filosóficas, científicas, sancionadas jerárquicamente a lo largo de mucho tiempo; construcciones de pensamiento trabadas con una congruencia interna precisa, que, por el solo hecho de su propia coherencia, devenían obligatorias para todos. El estado moderno funciona sobre bases semejantes (“aparatos de poder”, diríamos en lenguaje de sociólogos); la diferencia, sin embargo, es una mucho más amplia esfera de libertades amparadas por principios legales. Lo que no resulta punible en una comunidad que se pretende de-mocrática es el pensamiento. Y lo que hostigan organismos como el Santo Oficio (o cualquiera similar en tiempos recientes) es precisamente el pensamiento. Para la sociedad imperial de la Nueva España el control de las ideas era impracticable… mientras no se expresaran. Ergo, lo que vigilaba, lo que perseguía y lo que castigaba era la palabra que hacía patente una discordancia con la arquitectura social y amenazaba con subvertirla.

Cuidar la lengua es siempre un saludable consejo (la paremiología hispánica abunda en refranes relacionados con esa recomendación). Pero cuidarla siempre y no hablar nunca es una práctica insostenible hasta para quienes hacen voto de silencio. Es evidente que la mayoría de los claustros femeninos de la Nueva España evitaron ese voto y aun la recomendación de hablar poco. Al menos Sor Juana, en el convento de San Jerónimo del centro de la ciudad de México, echaba de menos el silencio, según informa en su carta al obispo de Puebla. Cuántas veces, dice la monja, tuvo que abandonar la paz de su estudio para meter paz entre dos compañeras que discutían por una nimiedad. En el pueblo llano, por supuesto, el ejercicio del silencio es inexistente. La vida en una comunidad colonial se forjaba todos los días a voces; los negocios ―el pregón hacía las veces de la moderna publicidad―, las noticias, las ordenanzas, las diatribas y hasta las expresiones literarias hicieron uso de la vía oral – auditiva como vehículo de comunicación. Sociedad analfabeta en términos de mayoría, la juglaría desempeñó el papel que una colectividad alfabetizada suele asignar a otros medios. Una amplia red de oidores ―familiares o no del Tribunal de la Inquisición― denunciaron las locuciones que movían las fibras, sensibilísimas, de su conciencia. Para el co-

13 Leonard, Irving A. La época barroca en el México colonial, pp. 45 – 46. La teoría de la fuerza de gravedad es enunciada por Newton en sus Philosophiae naturalis principia matematica (Principia), publicados en 1687.

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rreveidile hay, sobre todo, dos señales de alarma: las alusiones a la religión (dogma, liturgia y aun signos de culto) y las alusiones al sexo. Por eso le espanta dos veces una copla juglaresca como esta:

Esta noche he de pasearcon la amada prenda míay nos tenemos de holgarhasta que Jesús se ría.14

El sentido ambiguo con que se emplea la palabra “pasear” y la mención irreverente de Jesús se enderezan como símbolos de alarma irrecusable. Razones históricas existían, desde luego. En una nación en cimientos, en una nación con pasado religioso no cristiano, en una nación que se asume defensora de la religión verdadera con una población inmensa convertida apenas un día antes al catolicismo, la blasfemia era inaceptable.15

Pero a veces el misterio rige los criterios de chismosos e inquisidores. ¿Qué habrán advertido riesgoso en estas otras coplillas?:

Que te tuve en mis brazosanoche soñé;lo que reí dormidodespierto lloré.Toda la noche veloconsiderandocuándo serás tú míay yo tuyo, cuándo.

Pensando en ti [me] dormí,hermosura de los cielos,16

y despertando me hallésin ti, sin mí, sin consuelo.

Cuántas veces mi sueñofinge aparienciade que estás [en] mis brazoshoras enteras,y en despertandosólo veo evidenciasde que he soñado.

Esta noche he soñado,¡qué dulce sueño!,decírtelo pensabamas no me atrevo:permita el cieloque lo que he soñadoambos logremos.

14 Cfr. Expediente número 1, folio 12r, 4 de junio de 1779, vol. 1178. Ramo de la Inquisición. Archivo General de la Nación de México.15 Hernán Cortés las consignó como delito en sus Ordenanzas de 1520, esto es, antes de la caída de México Tenochtitlan.16 Con celo extremado, similar al de los inquisidores, podría artibuirse a este verso un carácter blasfemo, en tanto que, desde la perspec-tiva de la intolerancia dogmática, la única “hermosura de los cielos” es la divina y, en medida proporcional, la que comparte tal cualidad.

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Sueño en ti, vida mía,pero entre sueñossueño lo que quisierano fuera sueño.17

La mención del sueño amoroso parecería inofensiva. Y no sólo eso, sino que es enteramente común en la literatura culta de la época en España y en México.18 La hipérbole “hermosura de los cielos” puede documentarse igualmente en la literatura del tiempo, aunque parecería la única línea digna de la atención inquisitorial. En suma: los caminos del Santo Oficio eran inescrutables.

Lo que el Santo Oficio de la Nueva España no persiguió de Sor JuanaMetidos en las mismas honduras, es indudable que algunos poemas de Sor Juana revisten una actitud de reto puesto que emplean temas y palabras no propias de los discursos “oficiales”,19 lo cual hace ver que “la sociedad de la época no era mojigata [y] los locutorios de convento tampoco”;20 o que privaba una moral doble y que el puritanismo se cultivaba parejamente. Pero, en efecto, el que sigue, elegido de entre varios, parecería desafiante en extremo y mucho más escandaloso que las coplas folclóricas arriba transcritas, no obstante que haya sido compuesto sobre encargo, con rimas impuestas de carácter lúdico y que pertenezca a la tradición del poema satírico-burlesco tan cultivada durante los Siglos de Oro:

Aunque eres, Teresilla, tan muchacha,le das quehacer al pobre de Camacho,porque dará tu disimulo un chachoa aquél que se pintare más sin tacha.

De los empleos que tu amor despachaanda el triste cargado como un macho,y tiene tan crecido ya el penachoque ya no puede entrar si no se agacha.

Estás a hacerle burlas ya tan ducha,y a salir de ellas bien estás tan hecha,que de lo que tu vientre desembucha

sabes darle a entender, cuando sospecha,que has hecho, por hacer su hacienda mucha,de ajena siembra, suya la cosecha.21

17 Las coplas corresponden a un solo expediente. Vol. 1438, folios 69r a 74r. Ramo de la Inquisición del Archivo General de la Nación de México.18 Vid. A. Alatorre. El sueño erótico en la poesía española de los Siglos de Oro. México, F. C. E., 2003.19 M. Bajtín diferencia el lenguaje oficial del no oficial. En el primero, que es el de la academia, el de la palestra, suelen incluirse los temas relacionados con los sentimientos y con los pensamientos (gráficamente dice: con las experiencias corporales de la cintura para arriba); en el segundo, en el lenguaje no oficial, que corresponde a la conversación informal y en confianza, suelen incluirse los asuntos propios de la escatología y del sexo (gráficamente, guarda relación con las funciones físicas de cintura para abajo). M. Bajtín. La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento. Madrid, Alianza, 1998.20 M. C. Benassy-Berling. Op. cit., p. 52 (n. 108).21 A. Méndez Plancarte, su editor, anota: “Este doméstico solaz, debe fecharse en Palacio, entre 1665 y 67. Ante su sal picaresca y aun de-masiado gruesa —inferior a su decoro—, no hay que olvidar los tiempos… La edición de 1709 atenúa: un cacho [es sinónimo de cuerno en estas latitudes hispanoamericanas, aunque en México se ha perdido su uso], en vez del chacho, o sea muchacho (1609). Pero los versos 11 – 14 son demasiado claros.” Es de suponerse que no tenía la poetisa intención de publicarlos; en su Respuesta a Sor Filotea, como queda anotado aquí mismo líneas arriba, dice: “no juzgo que se habrá visto una copla mía indecente.” Es el poema 152, II, en en S. J. I. de la Cruz. Obras completas, t. I, ed., prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, F. C. E., 1976, p. 285.

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Poderoso amparo el de los virreyes, marqueses de Mancera, para cuya diversión escribió sonetos como éste. A riesgo de “descubrir Mediterráneos”, me atrevo aquí a hacer explícitos algunos contenidos que leídos con un poco de atención harían prescindible por completo mi intento: Es obvio que el “tono” general del soneto es el del chacoteo; mucho más que el de la sátira burlesca que se ha mencionado líneas antes y que ha caracterizado secularmente las alusiones cruzadas entre escritores y personajes célebres de una comunidad (“¡Qué elegante va Vergel / con cintillo de diamantes! / Diamantes que fueron antes / deamantes de su mujer”, como afirma el Conde de Villamediana; “Tanto de corcova atrás / y adelante, Alarcón, tienes, / que saber es por demás / si es que te corcovienes / o es que te corcovás”, según caricaturaba Francisco de Quevedo a Juan Ruiz de Alarcón). En el tono de juego de este soneto de Sor Juana (isotopía satírica, se diría técnicamente) sale a flote a manera de tema una historia recurrente en la cultura popular: la astucia de una joven mujer casquivana para engañar al marido y orillarlo a aceptar como propios los frutos de amores ajenos. Sin embargo, el asunto, que se prestaría acaso con más facilidad a la tragedia, es observado por la escritora mexicana con una visión distinta por completo de la que distinguía a los censores eclesiásticos. El material de Sor Juana habrá doblado de risa a los oyentes (sus hermanas de religión y poderosos personajes de la corte que acudían a las tertulias del convento de San Jerónimo) por su temperamento chocarrero. Lo que llama la atención a propósito de la cuestión que se aborda en estas líneas, es que la misma chocarrería —con más o menos “agudeza de ingenio—desatara la furia del Santo Oficio tratándose de “ingeniosos” menos protegidos.

Como dama de la corte virreinal, Juana Inés nunca fue tocada por el celo de las autoridades religiosas. De protección semejante disfrutó también con los marqueses de la Laguna, ya profesa, aun a pesar del especial cui-dado que dedicaron al fin de su “conversión” el padre Antonio Núñez de Miranda (1618 – 1695), su confesor, y el obispo Francisco de Aguiar y Seijas (1632 – 1698). Y aunque parece pasado de tueste el intento de “convertir” a la religiosa, lo cierto es que les espantaba la diferencia con respecto a la generalidad de monjas de coro y locutorio.

Otro aspecto, muy distinto, son algunas expresiones poéticas de Sor Juana que habrían sido pasto verdadero para los censores. Palabras que no representan fracturas en su fe, pero que encarnan desviaciones en relación con lo inconmovible del dogma católico. Su editor, teólogo de peso completo, acusa el impacto cuando las anota. He aquí algunos ejemplos.

A la virreina María Luisa Manrique de Lara, marquesa de la Laguna, dedica varios poemas. Nutridos por los cánones de la época, suele expresar en ellos admiración y rendimiento. Con las exageraciones típicas del barroco, exalta su belleza a alturas de deidad: “Lámina sirva el cielo al retrato…” (es decir: sólo el cielo puede servir de lien-zo para dibujar tu figura) le dice, por ejemplo, al hacer una descripción versificada de ella. El poema es prodigioso. Lo mismo que el romance22 en que le declara su afecto. Sólo que de la amplificación barroca se pasa al exceso en materia de doctrina. Dicen así los versos 57 a 72:

Éste venera tu culto,éste perfuma tu templo;que la petición es culpay temeridad el ruego.

Pues alentar esperanzas,alegar merecimientos,solicitar posesiones,sentir sospechas y celos,

es de bellezas vulgaresindigno, bajo trofeo,que en pretender ser vencidasquieren fundar vencimientos.

22 Ibid., número 19, pp. 54 – 59.

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Mal se acreditan deidadescon la paga; pues es ciertoque a quien el servicio paga,no se debió el rendimiento…

Y comenta su editor: “Tan sólo ‘en verso’ afírmase esto, que en prosa es falso. La única Deidad verdadera paga divinamente nuestro pobre servicio, no por ello menos debido; y no lo acredita mal su gloria de magnifico Remunerador… Éste es uno entre los pasajes por los que la Inquisición ―si hubiera querido hacerlo, como se ha fantaseado― habría podido, sin total injusticia, ‘buscarle ruido’…”23 En lo relativo a las “instancias”, que no en lo de las fantasías, cita paradigmáticamente a la propia escritora, que en la multicitada Carta a Sor Filotea dice: “Y así, es la ordinaria respuesta a los que me instan, y más si es asunto sagrado: ¿Qué entendimiento tengo yo, qué estudio, qué materiales, ni qué noticias para eso sino cuatro bachillerías superficiales? Dejen eso para quien lo entienda, que yo no quiero ruido con el Santo Oficio…”24

Y, al margen de la paradoja de decir, precisamente a quien la instó a escribir “sobre sagrado” la Crisis de un sermón o Carta atenagórica, que ella no sabe ni quiere incurrir en tal extremo, la verdad es que el Tribunal novo-hispano variaba mucho la gordura de su vista y juzgaba con disparejo rigor. Véase el ejemplo que sigue, el último que aquí señalaré a propósito de lo mismo.25

Romance a la Encarnación.

Que hoy bajó Dios a la tierraes cierto; pero más ciertoes, que bajando a María,bajó Dios a mejor Cielo.

Por obediencia del Padrese vistió de carne el Verbo;mas tal, que le pudo hacercomodidad el precepto.

Conveniencia fue de todoseste divino misterio:pues el hombre, de fortuna,y Dios mejoró de asiento…

Con respecto a los versos 4 y 12, el padre Méndez Plancarte comenta, con comedimiento y benevolencia pero con apego total a la doctrina: “Hipérboles intolerables en rigor teológico. El Te Deum admira al Verbo porque “non horruisti Virginis uterum”; porque “no se horrorizó (no se desdeñó) del seno de la Virgen”… Pero decir que “mejoró de asiento” en este “mejor Cielo”, es ya un po troppo.”26

23 Ibid., p. 385. P. González Casanova. Op. cit., pp. 10 – 11 registra el caso de otro poema en que se aborda el tema de la “paga a la Deidad”, éste sí sancionado por la Inquisición. Transcribo sólo dos décimas de él: “Pero si aqueste consuelo / eres incapaz de darme, / no hablemos de condenarme / y tiremos para el cielo. / A vos, mi Jesús, apelo, / a vos, mi Jesús, me llevad. / Llévele vuestra piedad / a la justicia la palma, / que quiero con toda la alma / veros en la eternidad. // Ea pues, mudemos de intento, / llevadme al cielo mi Dios, / porque en la gloria con vos / sólo puedo estar contento. / Pagarte, Señor, intento / cuanto fuere de mi parte; / ingrato llegué a agraviarte / y quiero satisfacerte / cincuenta años de ofenderte / por muchos siglos de amarte.”24 S. J. I. de la Cruz. Op. cit., t. IV, p. 444.25 S. J. I. de la Cruz. Op. cit., t. I, p. 162. A. Méndez Plancarte lo cataloga en el rubro de “Romances sacros”; es el poema número 52.26 Ibid., p. 449.

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Imprecisiones de poca monta parecerían las que señala el editor de Sor Juana. Y lo son, desde luego, desde la perspectiva del lenguaje poético, que más bien habría de dar cuenta de las estrategias discursivas que la poetisa emplea con objeto de redondear, ad artisticus modus, la figura maternal de María. No lo son si lo que se considera es la importancia de preservar las “construcciones de pensamiento trabadas con congruencia interna precisa” que sostienen la arquitectura social, de las que he hablado líneas arriba. Y no lo eran, no lo debían ser, para un organismo cuyo propósito central era mantener la integridad de la creencia, por más que los mecanismos que empleaba para ello eran desproporcionados y fallidos.

Tres cuartos de lo mismo habría que decir con respecto a la filiación científica de la jerónima (y con ella de muchos intelectuales y académicos que se mantuvieron en el anonimato: “el miedo no anda en burro” decimos los mexicanos; “miedo guarda viña, que no viñadero” se decía en los Siglos de Oro). Filiación científica amalga-mada con la profesión de fe, por otro lado. Sin menoscabo del obcecado ámbito que rehúsa las transformaciones (ámbito neomedieval que he mencionado también líneas arriba), una lectura atenta de la poetisa mexicana delata una apertura a nuevos panoramas.

ExidaSobre la base de un ejemplo, sólido así sea exclusivo, este modesto acercamiento a algunos momentos de la praxis religiosa custodiada por el Tribunal del Santo Oficio de la Nueva España da testimonio ―creo ver― de una doble vara de medir irregularidades o heterodoxias. Con osadía de profano me animo a señalar dos criterios opuestos entre sí. Lo de menos, así me lo parece, es poner de manifiesto injusticias o tolerancias en cuanto a la observancia de un credo. Lo de más, subrayar que tales variaciones contribuyeron a crear el caldo de cultivo para la inspiración laica de los liberales mexicanos del siglo XIX.

En cuanto a la sabia nacida en Nepantla, preciso es no salirse de cuadro. La inmensa mayoría de sus textos dan testimonio de una fe sincera, honda y preclara. El énfasis, el discurso hiperbólico del barroco, el entusiasmo y quizás hasta la altivez de quien se sabe egregio le tienden trampas; trampas de la celebridad, acaso más que de la fe, que le propician dos o tres resbalones inoportunos. Lo de menos, así me lo parece, el desliz en sí mismo, que hasta un teólogo riguroso minimiza volteando la mirada. Lo de más, el riesgo de infringir los severos límites de una doctrina por parte de una religiosa ilustrada ―lumbrera si las hay― modelo y espejo en que debería mirarse el pueblo llano.

Referencias

Alatorre, Antonio. El sueño erótico en la poesía española de los Siglos de Oro. México, F. C. E., 2003.- - - - “La carta de Sor Juana al padre Núñez”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, t. XXXV, 1987, número

2. El Colegio de México (sobretiro).Bajtín, Mijaíl. La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento. Madrid, Alianza, 1998.Benassy-Berling, Marié Cécile. Humanismo y religión en Sor Juana Inés de la Cruz. México, UNAM, 1983, p.

37.Bocanegra, Matías de, S. J. “Canción a la vista de un desengaño” en Poetas novohispanos. Segundo siglo

(1621 – 1721). Parte primera, estudio, selección y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, UNAM, 1944 (Bi-blioteca del Estudiante Universitario, 43).

Cruz, Sor Juana Inés de la. Obras completas, t. I, ed., prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, F. C. E., 1976.

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Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano, 6ª ed. Madrid, Alianza Editorial, 1989 (Punto omega, 2).González Casanova, Pablo. La literatura perseguida en la crisis de la Colonia. México, SEP, 1986.Leonard, Irving A. La época barroca en el México colonial. México, F. C. E., 2004 [Colección Popular, 129]- - - - Los libros del conquistador. México, F. C. E., 1979.Martínez, José Luis. Documentos Cortesianos, 3 tomos. México, FCE – UNAM, 1992.Muriel, Josefina. Conventos de monjas en la Nueva España. México, Jus, 1995.Newton, Isaac. Principios matemáticos de la filosofía natural (Philosophiae Naturalis Principia Mathematica).

Barcelona, Ediciones Altaya, 1993 (Grandes Obras del Pensamiento, 21).Paz, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México, Fondo de Cultura Económica, 1982

(Lengua y Estudios Literarios).Sigüenza y Góngora, Carlos de. Manifiesto philosóphico contra los cometas despojados del imperio que te-

nían sobre los tímidos (1681).

Rubén Darío Medina jaime es Profesor de carrera de tiempo completo Titu-lar C en la FES Acatlán de la UNAM. Licenciado en Lengua y Literatura Hispá-nicas, Maestro en Literatura Mexicana, Doctor en Literatura por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Inves-tigadores del Conacyt. Autor y coautor de 16 libros y de diversos artículos en revistas especializadas. Responsable del proyecto PAPIIT “Edición crítica de textos novohispanos” de 2001 a la fecha.

ResumenHan sido pocos los verdaderos acercamientos a lo que realmente significan los veinte signos de días del ciclo llamado tōnalpōhualli, la cuenta de los días, de la época prehispánica. Se ha llamado ciclo religioso porque era la base para la astrología de los pueblos mesoamericanos. En este ensayo me acerco a uno de estos signos porque su forma -que ha sido llamada por un investigador “diseño aparentemente abstracto”- me llamó la atención. El signo de ōlin, movimiento del sol, igual que los otros diecinueve, seguramente simbolizaban conceptos básicos de su cosmogonía en alguna forma figurativa, iconos.

Sólo profundizo en uno de los signos que al fin relaciono como una representación del ciclo anual de Tōnatiuh, el Sol. La mayoría de los autores solapan su significado real y lo traducen meramente como “movimiento” o “temblor”. Para esto me acerco a las crónicas, el idioma náhuatl, las representaciones en códices prehispánicos, esculturas y hasta se refleja en su arquitectura. Sin duda es importante porque es el Sol, Huītzilōpōchtli, junto con el agua, Tlāloc que, juntos les proporcionaban su subsistencia.

Se relacionan con otros símbolos que sin duda reflejan cómo ellos apreciaban su mundo. Restarán otros muchos iconos que si los estudiamos detenidamente nos darán una visión de cómo ellos en verdad veían su mundo, Cemānāhuac.

Palabras clave: Mesoamérica; calendarios prehispánicos; tonalpohualli; olin; Tonatiuh

AbstractThere have been few true approaches to what the twenty day signs of the cycle called tōnalpōhualli really mean, the counting of the days of pre-Hispanic times. It has been called religious cycle because it was the basis for the Mesoamerican peoples astrology. In this essay I approach one of these signs because its shape, which has been called by a researcher “a seemingly abstract design”, caught my attention. Ōlin’s sign, the Sun of Movement, like the other nineteen signs, certainly symbolized basic concepts of cosmology in a figurative way, such as icons.

I only studied in depth one of the signs that I finally relate to a representation of the annual cycle of Tōnatiuh, the Sun. Most authors conceal its real meaning and translate it simply as “movement” or “earthquake.” That is the reason why I study the chronicles, the Nahuatl language, the representations in pre-Hispanic codices, the sculptures, and even their architecture. It is undoubtedly important because it is the Sun, Huitzilōpōchtli, along with the Water, Tlalōc, that together provided livelihood to their people.

The people are related to other symbols that undoubtedly reflect how they cherished their world. There will be many icons remaining and if we carefully study them, they will give us an insight into how they actually saw Cemānāhuac, their world.

Keywords: Mesoamerica; prehispanic calendars; tonalpohualli; olin; Tonatiuh

El signo de Ōlin como elemento del ciclo adivinatorio prehispánico

The sign of Ōlin as an element of the prehispanic divinatory cycle

Federico Beals Nagel [email protected]

núm. 10, 2011, pp. 100-114100

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Dentro del ciclo prehispánico, tōnalpōhualli, que se usaba para la adivinación, entre los veinte signos de los días, ōlin, el movimiento del sol, llama la atención al ser una figura moderna y abstracta a diferencia de los otros que parecen ser pictogramas estilizados de la naturaleza. En este ensayo me acerco a la forma de ōlin y la relación, que con rapidez se hace patente mediante las crónicas y observaciones directas, con Tōnatiuh, el Sol.

El signo de día ōlin, en general, se traduce por movimiento o en muchos idiomas como temblor, sin embargo, Fray Jacinto de la Serna, en el siglo diecisiete, resaltó que: […]significa el movimiento de el Sol[…] (Serna 1892, 316), lo cual me recordó su verdadero sentido. Otro aspecto especial es su color, en forma semejante al cuetzpa-lin, lagartija, se ilumina la mitad con rojo y la otra con azul en los códices. Me parece que esto muestra, con seguridad un importante concepto mesoamericano: la dualidad, y en el fondo ātl tlachinōlli, un difrasismo cuyos elementos son: el agua y lo quemado, que en forma metafórica se ha relacionado con la guerra y que probable-mente tiene más que ver con la subsistencia humana. Todas estas características del signo ōlin me inquietaron. ¿Cómo reflejan un concepto en forma plástica y qué exactamente manifiesta?

Para analizar el signo de ōlin: 1) exploro la figura que usaban para representarlo, 2) profundizo en el sig-nificado de la palabra ōlin en náhuatl y su relación con otros vocablos. Luego, 3) cómo se escribe Tōnatiuh en los códices pictográficos, también, 4) me aproximo a cómo pudieron haber observado al Sol y resalto que para entender su simbolismo profundo no se puede separar uno del mundo en que vivían y, por lo tanto, 5) me acerco al contexto donde se encuentra en Tōllān Mēxihco Tēnōchtitlan, el Templo Mayor, y su mundo, cemānāhuac, que resulta en el signo que representa el movimiento anual solar, es decir, xihuitl, el año.

La figura que representa el signo ōlinPara acercarse a ōlin es necesario, en primer término, explorar las diversas formas con que lo representaban, sin embargo, es necesario contextualizarlo dentro del tōnalpōhualli, la cuenta de los días, que consiste en un ciclo en que se juntan progresivamente, como si fueran dos engranes cuyo movimiento jamás se interrumpe, uno contie-ne los numerales del uno al trece y el otro los veinte signos de los días, al girar se intercalan: 1-cipactli, 2-ehecatl, 3-calli, 4-cuetzpalin, … y así sucesivamente, no se repiten las mismas parejas hasta que han pasado las 260 del ciclo. Cada grupo es un tōnalli, días o con mayor precisión agüeros. Ōlin es el décimo séptimo signo. Siempre aparecen las combinaciones con el numeral antes del signo, un ejemplo sería nāhui ōlin, 4-olin o 4-movimiento del sol, en su anotación occidental.

No se conocen los significados profundos de los signos o las combinaciones de numero y signo, ni las razones por las cuales tomaron esos símbolos, que usan todos los pueblos mesoamericanos, y menos los hechos histó-ricos en que se gestaron, sin embargo, el numeral trece aparece en muchos contextos, en especial calendáricos, asociados al espacio y el tiempo. Los veinte signos, en alguna forma, están relacionados con el veinte que es la base del sistema numérico mesoamericano. Algunas personas lo relacionan, peyorativamente, al hecho que andaban descalzos y por lo cual tenían veinte apéndices para hacer sus cuentas. En el fondo puede ser ese el motivo, pero sencillamente se ignoran hechos de hace por lo menos cuatro milenios.

El mismo ciclo, el tōnalpōhualli, es algo que muchos autores han tratado de asociar con acontecimientos astronómicos, sin éxito alguno, pero no deja de ser importante el hecho que el primer nombre que recibe una persona es su designación mágica, o sea, el nombre del día en que nació, una de estas 260 combinaciones que coincide cercanamente con el ciclo genésico del hombre —del día en que fue fecundado a su nacimiento—, y por lo tanto puede ser importante para el cálculo de sus características astrológicas. Recuerde que los que portamos el mismo nombre somos tocayos, tōcāyoh. Como muchos de los hechos que se repiten en torno a nuestro mundo prehispánico es una buena hipótesis que el tōnalpōhualli corresponde al cíclo genésico, sin embargo, no tiene base en fuente alguna salvo el resultante ciclo y su uso para todas las predicciones astrológicas.

Hay algunos acercamientos a lo que simbolizan los veinte signos, quizá el de mayor alcance es el de Eduard Seler (Seler 1980 t. 1, pp. 11-23, t. 1, pp. 63-162.) en sus análisis de los códices religiosos, en especial el Códice Borgia, por otro lado, J.E.S. Thompson (1960, pp. 66 - 103) reúne tanto los datos de los mayas como los del Alti-

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plano Central y por supuesto Alfonso Caso (1967, pp. 8-19) hace lo mismo, pero ignoro si alguien realmente haya profundizado en el tema.

Las formas con que se representa el signo de ōlin varían poco de una fuente a otra. Puede aparecer como dos tiras paralelas, en la mayoría de los casos con círculo central, que se asemeja a una corbata de moño, éste es el caso en el Códice Vaticano B, o el Códice Laud, y también en el Códice Féjérváry-Mayer. Otra forma es la de dos aspas pegadas a un disco central, que se encuentra en el Códice Cospi, el Códice Borgia y en el mundo mēxihcah. La diferencia, con las representaciones anteriores, es que son en forma de dos uves opuestas —se parecen a una X con el disco central pero en ocasión se convierten en un signo de + con un círculo al centro—, no siempre son tiras paralelas y tienen una, dos o tres protuberancias en la parte central, pero cambia la forma y proporción y se aprecian como chipotes circulares opuestos al disco central. En la mayoría de los casos una aspa es roja y la otra es azul, en muchas ocasiones las aspas llevan un filo amarillo interior igual que el color del disco central que a veces es verde. Véase la figura 1.

Códice Laud Códice Borgia Códice Borgia lámina 28 lámina 25 lámina 6

Códice Borbónico Códice Borgia lámina 14 lámina 18

SIGNOS DE OLIN EN DIVERSAS FUENTESFIGURA 1

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La imagen típica de ōlin en el Códice Borgia son dos aspas entrelazadas en torno al disco central que es ama-rillo, verde o en ocasión blanco, el color del estuco sobre el cual pintan. Su forma es más curva, respecto a la representación en el Códice Laud, y es raro que no lleven el filo interior amarillo. En la parte exterior del signo se ve el grupo de una, dos o tres protuberancias. En este códice se ve una amplia gama de variantes estilísticos.

En la lámina 18 del Códice Borgia se encuentra una representación excepcional de las aspas entrelazadas sobre el disco central en el sentido que, por su tamaño, contiene más detalles. El disco se subdivide en un semi-círculo central de color amarillo con tres anillos, el primero con el dibujo de la piel de serpiente en que hay una repetición de dos líneas paralelas, un circulito, y así sucesivamente, el color es verde. Recuerde que en este códice el verde se ha degradado por el tiempo a un color cafetoso. El siguiente anillo es blanco y el otro del mismo color tiene una serie de rayitas como los flecos o plumas en las puntas de algunas tiras. En adición tiene dos tiras que cuelgan, están muy maltratadas en el original. En otras partes del Códice se pueden ver como una tira de piel de serpiente, que se identifica por las características mencionadas arriba, luego, lleva una franja roja y otra blanca con rayitas, como el fleco al que se aludió, al final, en la punta, un disco blanco con otro más pequeño, interior. Esta tira es un elemento que aparece en muchos contextos como adorno con pequeños variantes y podría signifi-car algo precioso, como la flor en el Códice Borgia o en el Códice borbónico.

En general, las representaciones mexicas son de dos aspas sobre el disco central que en muchos casos se vuelve la imagen de un ojo y a menudo llevan un rayo en la parte superior y un adorno como tira que cuelga en la parte inferior, se observa así en el Códice borbónico (lámina 14), en el Tonalamatl de Aubin y hay ejemplos en piedra en Tlatelolco y en las diversas Piedras de los Cinco Soles, sin embargo, en otras ocasiones parece ser una cruz con un círculo central como en los Primeros memoriales y el Códice florentino, obras de Fray Bernardino de Sahagún.

Un ejemplo especial del signo ōlin está labrado en el centro de la Piedra del Sol donde se ve desarrollado con abundancia de símbolos. El disco central no es meramente amarillo, tampoco es un ojo, sino tiene la cara de Tōnatiuh que se reconoce en los códices como una cara amarilla o rosa con uno o dos semicírculos de color rojo en torno al ojo, y en ocasión un disco rojo (Borbónico 1991, láminas 4 a 6; Borgia 1993, lámina 70).

En lugar de lengua aparece el tecpatl que representa el sacrificio humano o autosacrificio porque el pedernal, sin duda, es un instrumento básico para ello y en muchas ocasiones es blanco con la punta roja e íntimamente relacionado con el alimento solar, chālchiuhātl, el agua sagrada, la sangre (Borgia 1993, lámina 71; León-Portilla 1993, p. 122).

Las dos aspas de ōlin se pegan al disco y en ellas se encuentran representados los otros cuatro Soles anteriores —4-ōcēlōtl, 4-ehēcatl, 4-quiyahuitl y 4-ātl— en este caso vale la pena resaltar que el orden es el que aparece en la Leyenda de los Soles (1975, p. 119). En la parte de arriba de la representación hay un rayo que es rematado en la parte inferior con dos quincunces, es decir, un rectángulo con disco central y secciones de otro en las cuatro esquinas –sin duda simboliza la superficie de la tierra y aparece como adorno en muchas esculturas mexicas. En la parte de abajo sigue una franja simple y otra formada con cinco adornos en forma de U que se rematan con un disco, un adorno semejante al que se observa en el Códice borbónico.

Finalmente, las protuberancias laterales que son notorias en las representaciones del signo contienen garras con corazones, otra representación del alimento solar. En su conjunto es un enorme signo de ōlin, movimiento del sol, nada menos que un nāhui-ōlin, 4-olin, y designación del Quinto Sol. Esta imagen nos ilumina con relación a otros elementos que el signo traía a la mente de los mēxihcah cuando lo veían.

Por la forma del logograma que he descrito en los últimos párrafos se resalta, por las dos franjas o aspas, el concepto de la dualidad que se recalca porque en general se iluminan en los códices uno con azul y el otro de rojo al igual que los colores del Templo Mayor: azul, Tlāloc y rojo, Huītzilōpōchtli o el ātl tlachinōlli, difrasismo clave en su mundo, agua y lo quemado, la guerra sagrada y probablemente con un sentido mucho más profundo e importante.

Por último, una digresión es pertinente para resaltar que, en un contexto más amplio, las diversas for-mas del signo de ōlin pueden tener relación con las de otros pueblos mesoamericanos. En el mundo maya, el glifo de Kin, el Sol, es muy parecido al signo de olin. Hay variantes pero es una figura en forma de X dentro del

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cartucho, los mayistas usan este término, cartucho, para especificar el área en que se escriben los jeroglifos, o dos rayitas en cada esquina y un círculo al centro.

El significado de ōlin y su relación con algunas palabras en náhuatlComo ya se mencionó, ōlin es el décimo séptimo signo de los días que en ocasión encontramos escrito como ōllin. Es un error muy común el uso de dos eles con el sufijo -in. En este caso es la variación del sufijo de número sin-gular entre -in y -li como entre: cītlalli, cītlalin, estrella, pero se encuentra, equivocadamente, cītlallin. Para no ir más lejos se encuentran ambas ortografías –olin y ollin– tanto en Fray Bernardino de Sahagún como en Fray Diego Durán, sin embargo, se considera que lo correcto debe ser: ōlin.

A menudo, diversos autores simplemente lo traducen por movimiento, sin embargo, fueron los comentarios de Fray Jacinto de la Serna, que mencioné al inicio, a mediados del siglo diecisiete en su Manual de Ministerios de Indios (1892, p. 316) que me llamaron la atención en un primer momento porque dice que […]significa el movi-miento de el Sol[…] y agrega […]Ollin es el signo o caracter del Sol, y está como vimos, en forma de una aspa por las quatro puntas que hace que significan cuatro movimientos[…]. Él lo llama […]devanador[…] por el movimiento al hilar. Alfonso Caso (1967, p. 13) agrega que muchos malacates tienen ese signo y probablemente por eso Serna lo llamó así. Lo importante fue que Serna aclara que no significa cualquier movimiento sino el del Sol y que son cuatro sus movimientos.

Observando la lista de significados que reunió Alfonso Caso (1967, Cuadro IX) se registran muchas ocasiones en que significa temblor, un tipo de movimiento, como en el Códice Vaticano Ríos, Códice Magliabecchi, y los calenda-rios otomí, matlatzinca, zapoteca y mixe. En el Códice de Meztitlán es interesante que sea Nahui Ollin, 4-movimien-to. Y la persona anónima que inscribió las glosas del Códice borbónico siempre escribe Sol mientras que Motolinía tiene […] templamiento de la tierra[…]. Entre los idiomas mayas están presentes temblor y tierra, sin embargo, hay ideas probablemente metafóricas, que son interesantes: tranquilidad, vida o idea, sabiduría, llenar y alcalde.

Sahagún traduce ōlin como movimiento (Florentino 1979, t. 1, f. 247r) pero lo relaciona especialmente con el Sol al decir de la cuarta casa que […]Auh in nauholin quitonaltiaya iuh quihtoaya, itonal in Tonatiuh[…], y venera-ban 4-olin, así decían que su destino era el Sol [traducción del autor] (Florentino 1979, t. 1, f. 248v), y Sahagún lo aclara con su traducción: […]La cuarta casa, de este signo: se llama olin, decían: que era signo del sol, y le tenían en mucho los señores: porque le tenían, por su signo:[…] (Florentino 1979, t. 1, f. 248r).

Fray Diego de Durán hace comentarios semejantes al traducirlo como […]movimiento[…] pero después agrega que […]El signo diecisiete, que era el llamado ollin, el cual vocablo quiere decir “cosa que anda o se menea”; el cual signo aplicaban al sol.[…] (Durán 1984, t. 1, pp. 225 y 231).

Como se ha visto se puede concluir que la palabra ōlin significa movimiento, caminar o temblar mas no en abs-tracto sino que se refiere específicamente al movimiento del Sol. Adelante, al acercarse a Tōnatiuh, retomamos estos comentarios, en este momento se ven algunas entradas del Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, de Fray Alonso de Molina.

Hay unas palabras asociadas a ōlin como […]olinia, menearse o moverse[…] (Molina 1970, n. 76r). Si pasamos a la otra sección del diccionario, castellano/ mexicano, encontramos algunas entradas relacionadas que muestran la misma raíz: […]menear algo, olinia; menearse, olinia; movible cosa, moliniani, olinini[…] (Molina 1970, e. 83v, e. 87r). Temblar tiene varias palabras que casi siempre reflejan el movimienmto que resulta por tener frío (Molina 1970, e. 112r; n. 158r). Para los temblores que a veces asustan tiene […]Temblar la tierra. Tlalolini.[…] (Molina 1970, e. 112r) en que se especifica que es telúrico el movimiento por la raíz tlāl, de tierra.

Hay otra relación, creo que dos conceptos en el fondo están relacionados aunque, al parecer, proceden de raíces distintas, ōl que es movimiento y yōl de yōli, vivir, del cual se deriva corazón, yōlli, yōllōtl o yōllohtli, que son sustantivos verbales (Karttunen 1983, pp. 178, 341 y 342; Dakin 1982, pp. 121, 114, 159, 177 y 178). El significado es muy importante porque el corazón es el centro del hombre, su vida, su pensar y sentir como es obvio por la forma en que lo usan en palabras compuestas con yōl. De las muchas posibilidades sólo doy dos ejemplos: […]

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ninoyolnonotza, pienso[…], dialogo con mi corazón, o […]noconmati noyollo, lo sé o lo siento[…], lo sé mediante mi corazón, (Molina 1970, e. 94v; e. 106r). Es importante recalcar que en estas consideraciones la ō es larga tanto en ōl como en yōl. Olli, hule o caucho, tiene la o corta y se refiere a la idea de redondo o esférico.

Si seguimos adelante en la búsqueda, es curioso encontrar que “Sol” no aparece en la sección castellano/mexicano pero sí en la inversa […]tonatiuh. el sol[…] (Molina 1970, n. 149v) y si volvemos la pesquisa en torno a su raíz encontramos muchos vocablos que nos interesan. El lexema básico es […]tona, hacer calor o sol[…] (Molina 1970, n. 149r). Un primer grupo de palabras es: […]tonalco, estio parte del año, el tiempo que no llueve; tonallan, estio tiempo seco; ninototonia, calentarse al sol; tonalli, calor del sol, tiempo de estio[…] (Molina 1970, n. 149r, e. 23r) que reflejan el calor del Sol junto con la sequedad. Otros vocablos son: […]tonameyoh, cosa con claridad de rayo del sol; tonameyotl, rayo de sol; tonalmitl, rayo del sol; motonameyotia, resplandecer el sol, echando rayos de si; tonatiuhyoh, cosa solar[…] (Molina 1970, n. 149v) y, que se refieren a la luz que proporciona el Sol, y con significativo énfasis en el rayo solar.

Molina (1970, e. 45r, n. 37v) no registra tōnalli para día, las dos entradas son: tlahcahtli y cemilhuitl y presenta ilhuitl como día de fiesta, del cual aclara en la sección inversa que significa […]fiesta de guardar, o cualquier día de la semana[…], sin embargo, Sahagún (Florentino 1979, t. 1, f. 244r) usa tōnalli para día en forma general aunque por el contexto quizá sería mejor llamarlo agüero o destino. Molina (1970, e. 6r) sólo tiene la primera palabra, agüero, que traduce como tetzahuitl.

El navegar por el diccionario es muy interesante ya que se aprende mucho de las palabras y sus relaciones con el pensamiento del nahuahablante. Molina no registra tōnalli como día o destino, pero, mediante otras palabras, refleja el sentido de Sahagún como en […]tonalpouhqui, adivino o agorrero; nitonalpoa, adivinar por signos o sue-ños, o sacar las fiestas por su calendario antiguo[…]; es curiosa la forma en que presenta las entradas al agregar después de la anterior las siguientes: […]tonalpoaliztli, adivinación así; tonalpoaloni, reloj o martilojio], y, por su-puesto, […]tonalpouhqui[…] (Molina 1970, n. 149v). No es sorprendente que no trae tōnalpōhualli pero sí registra el códice que usaban los sacerdotes en la forma de un instrumental y mediante su entrada en castellano se obser-van dos sinónimos: […]martilogio, tonalpohualoni o tonalamatl[…] (Molina 1970, e. 82v, n. 149r). Presenta otros contextos aclaratorios en la entrada de calendario […]ilhuitlapohualamoxtli y sanctomeh ic intonal moquetza[…], libro de la cuenta de los días y santoral, así su día en que se para [nace], (Molina 1970, e. 23r).

En la sección castellano/mexicano registra […]adivinar por suertes o agüeros, niticitl o nitlapohua; adivinación así, ticiyotl o tlapohualiztli; adivino tal, ticitl o tlapouhqui[…] (Molina 1970, e. 4v). Es importante ver que para este caso puede ser el que se llama hoy, denigrándolo, médico tradicional, tīcitl, que usa medios semejantes al agorero en general, pero es distinto al sacerdote versado en la lectura de los destinos como se nota en la siguien-te serie de entradas […]adivinar por signos o sueños, nitonalpohua; adivinación así, tonalpohualiztli; adivino de esta manera, tonalpouhqui[…] (Molina 1970, e. 4v). Estos grupos de entradas empiezan con el verbo, luego se presenta el sustantivo verbal que muestra la acción del verbo y después la persona que hace la acción del verbo. No termina allí, pero para éste apunte ya se ha divagado lo suficiente para apreciar cómo se están usando estas series de palabras, sin embargo, hay otra entrada importante. Molina usa por el signo de día […]signo por señal, machiyotl[…] pero además agrega el muy interesante […]signo en que alguno nace, notonal, yei nipan nitlacat cuetzpalin, &c.[…], mi día o destino, tres sobre mí, mi nacimiento, lagartija, etcétera, [Molina usó, como ejemplo, que nací el día 3-lagartija.] (Molina 1970, e. 109r).

Antes de abandonar esta pesquisa hay otras palabras que ayudan a comprender el papel que juega el Sol en la cosmogonía náhuatl. En este caso es necesario tener especial cuidado con las vocales ya que su longitud separa dos ideas distintas. Molina tiene las siguientes entradas […]nacayo, cosa carnuda y gorda; nacayotl, cosa que pertenece a la carne; tonacayo, cuerpo humano o nuestra carne[…] (Molina 1970, n. 60r y v; n. 149r).

Todos se componen de la palabra carne, nacatl, con diversos afijos. Es interesante que el padre Horacio Carochi hace aclaraciones pertinentes con ejemplos semejantes, que se presentan a continuación […]nonac, mi carne, no la de mi cuerpo (que es nonacayoh) sino la que como; nacayoh, cosa o persona que tiene carne en sí;

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nonacayohcāpoh, el que tiene cuerpo como yo; tinacayohqueh, somos de carne, no quiere decir que tenemos carne para comer sino que la tenemos en nosotros[…] (Carochi 1983, ff. 54r, 82r, 84r). Allí marca claramente la distinción entre dos construcciones que se marcan en el idioma, la carne como alimento y la carne del cuerpo humano que tiene implicaciones especiales para ellos dentro de su cosmogonía y para el cual están usando el sufijo abstracto-abundancial -yoh.

Para poder darle fin al camino que abrimos con tōna veamos los siguientes sinónimos […]tōnacāyōtl, nencāyōtl y nēuhcāyōtl, mantenimiento humano o los frutos de la tierra[…] (Carochi 1983, ff. 54r, 123r; Molina 1970, e. 82r; n. 67v y 71r). Las tres palabras están derivadas por un proceso semejante, son las formas perfectivas, el pasado, de los verbos: tōna, nemi y nin-ēhua que como sustantivos verbales toman el nexo -cā- para agregar el abstracto -yō. Por lo tanto el sustento humano está derivado de la energía solar, la vida o la acción de levantarse.

Una última consideración es en torno a la curiosa morfología de la palabra Tōnatiuh. Tōna, hacer calor o sol, no causa problema alguno, pero qué exactamente es el -tiuh. La única respuesta que tengo sería el nexo -ti- para agregar el verbo hui, ir, en su forma singular -uh sobre el sustantivo verbal —esta construcción normalmente lleva la otra raíz ya en adición, como en yauh, va, mas no en el caso de -ti-uh. O sea que Tōnatiuh significa: va o camina el calor del Sol (Launey 1992, p. 250, “que avanza dando (o haciendo) calor”). Como sea se han explorado algunos caminos mediante la lexicografía que se irán retomando al tratar de atarlos con otras consideraciones del signo ōlin.

Tōnatiuh en los códices pictográficosPor lo antes expuesto, no dudo que el signo ōlin esté íntimamente relacionado con el Sol y, por lo tanto, me pro-pongo profundizar en torno a ese astro, su representación en los códices o en las esculturas.

A menudo, en los códices, Tōnatiuh aparece en imagen antropomorfa casi siempre con lo que llamo disco solar que lo identifica y se compone, a su vez, de una serie de anillos concéntricos con cuatro picos principales y otros cuatro rayos secundarios. Así se observa en el Códice borbónico y el Tonalamatl de Aubin en su posición como el cuarto acompañante diurno, es significativo que coincide con el cuarto tōnalli, día, ya que los soles se identifican con ese numeral: 4-ōcēlōtl, 4-ehēcatl, 4-quiyahuitl, 4-ātl y finalmente 4-ōlin. Sin duda es significativo que son veinte los signos de los días y en este caso son cinco soles cada uno con el numeral cuatro. Otros, de los muchos ejemplos, se pueden consultar en el Códice Borgia (1993, láminas 18, 23, 35, 55 y 71) o en la misma Piedra del Sol. Considero pertinente hacer algunas aclaraciones metodológicas.

No hay datos de cómo valoraban y usaban sus signos, pero algunas cosas son claras por la forma en que mos-traban las representaciones en sus libros. En el Tonalamatl de Aubin y hasta cierto grado en el Códice borbónico observamos representaciones de personajes que se identifican mediante el dibujo de su cabeza. Esto indica que la otra información, que aparece en el cuerpo, es complementaria, asimismo afirma la identificación y segura-mente sirve para hacer relaciones entre personajes. Hay un precioso ejemplo de esto en los códices Vaticano A y Telleriano-Remensis (1964, t. 1, lm. 9; 1995, p. 27) donde se identifica a Tlazolteōtl meramente mediante los elementos, en abstracto, de su cabeza, a saber: la pintura facial negra sobre la boca, la nariguera en forma de media luna, los huesos y adornos de algodón de su tocado, cabello negro y cierto tipo de tocado de plumas. En estos códices, así como los dos anteriores que mencioné los tōnaltēuctin y yohualtēuctin se identifican por las ca-racterísticas en torno a su cabeza. Siento que podemos generalizar en eso. El dios del aire, se identifica mediante el pico rojo, Tōnatiuh con el disco solar o la forma especial de pintura facial con el semicírculo en torno al ojo y Tēzcatlīpōca por el disco humeante.

Si se pasa al libro primero de Sahagún se encuentra que en la mayoría de los que él llama dioses se describe el atuendo y siempre empieza con la pintura facial y lo que hay en torno a su cabeza, sólo a veces presenta algunos datos adicionales. Esta forma de obrar, seguramente influida por los informantes, destaca lo que ya se vió arriba en forma de la escritura prehispánica, sus dibujos.

Hay otro condicionante, la escala de los dibujos, su tamaño, también permite más o menos elementos, como ya se mencionó con relación al signo de ōlin. No dudo, los signos de ōlin que aparecen en las láminas 7 y 8 del

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Códice Borgia tienen el mismo valor, la misma lectura, por su posición dentro del tōnalpōhualli, como el de la lámina 18 aunque el último, por su tamaño, es mucho más rico en elementos.

Seguramente hay componentes que distinguen de forma clara ciertas características pero aún en el tocado se hacen relaciones entre elementos que al parecer son de diversas deidades o en realidad están uniendo a diversos nombres en uno mismo. En el Códice Borgia (1993, lámina 14) vemos una vírgula azul en la frente de Xiuhtēuctli que en último análisis es un ave azul lo que también se observa en la lámina 13 o 69. Otro ejemplo de esto, en el mismo códice, es la nariguera escalonada de Chālchiuhtlīcuē que en realidad representa una serpiente bicéfala, véanse las láminas 14, 63, 20 y 65.

No siempre es tan sencilla la identificación del sol y además es necesario ahondar por lo menos un poco en otros aspectos de la religión mexica. Por la forma de obrar de los cronistas, en ocasión nos presentaron con va-rios nombres de una misma deidad que, sin duda, son diversos atributos de uno mismo. Este no es el lugar para profundizar en este problema pero hay algunos detalles que se tienen que presentar para aclarar la relación entre ōlin y Tōnatiuh.

En el Códice telleriano remensis (1995, p. 28) aparece Tonatiuh en la sexta trecena. El comentarista original inscribe el nombre como Tōnatiuh que fue testado, a un lado aparece Sol, y luego se escribió naolin, o sea 4-ōlin, y se agrega en español, el Sol, que a su vez fue tachado y se especificó mejor […]quiere dezir los quatro movimien-tos del sol[…]. Sin duda algunos códices pictográficos novohispanos con glosas o escritos con ilustraciones son la única forma de asignar nombres a los personajes. Sin esos datos hay poco que se puede adelantar con pasos seguros, con relación a la lectura de documentos prehispánicos, sean en piedra o pintados. Además las crónicas coloniales confirman y enriquecen la información y en forma análoga las excavaciones arqueológicas.

Regresando a Tōnatiuh, en el dibujo del Códice telleriano remensis, aparecen muchas características importan-tes, aquí sólo resalto algunas de ellas. En su mano siniestra Tōnatiuh porta un ave azul. Su pectoral es un disco amarillo cuyo listón para sostenerlo es azul, tiene adornos amarillos en las orillas y un listón que cuelga con los colores verde, rojo y la punta como fleco blanco con un anillo o cuenta blanca. Atrás trae lo que mencioné arriba como forma principal para identificar o escribir “el Sol”. Son una serie de anillos en torno a un disco central, en esta representación los colores son: rojo, azul, rojo, verde, blanco con rayitas, como las del fleco, amarillo, rosa y rojo, los últimos dos parecen ser plumas. Sobre el primer anillo rojo hay tres triángulos dobles, rojos, y finalmente sobre el anillo blanco hay dos adornos como el listón descrito arriba. Lo que se observa es la mitad de un disco completo y por eso sólo se ven tres de lo que se supondría son cuatro triángulos y dos de los cuatro adornos de listón.

En las típicas representaciones del sol en el Códice Borgia (1993, lámina 18) aparece la mitad de lo que sería un disco completo, se encuentra un disco central con el primer anillo en torno a él de verde sigue un anillo rojo, uno blanco con rayitas negras, luego dos azules y al final uno amarillo. Tres de cuatro picos rojos descansan sobre el anillo blanco y los otros dos de cuatro sobre los anillos azules. En el mismo documento podemos ver el disco completo en torno a la cabeza de Tōnatiuh (1993, lámina 23) con los mismos elementos y los cuatro más cuatro rayos, pero, en este último se encuentra que el anillo verde central se ha convertido en piel de serpiente y el disco central, lo que se ve de él, es amarillo. En ese mismo dibujo hay piel de serpiente azul por un lado y verde por otro.

Antes de proseguir hay algunos elementos importantes. Al parecer son dos momentos relacionados con el Sol, el xōpanco, el tiempo de verano, lo verde, las aguas y la productividad del campo, y el tōnalco, el tiem-po de secas, el rojo y el amarillo, que sin duda se aprovechaba para la guerra. Otro elemento importante es cómo resaltan el paso del Sol por el cenit como forma de separar estos momentos. Se retomarán estas ideas adelante pero aquí vemos cómo nos ayudan estos códices para la identificación del Sol además de algunas de sus características.

Tōnatiuh, en los códices, siempre tiene cabello amarillo que seguramente es simbólico y no una característica física que se pueda relacionar con alguna persona. También, en muchos casos, porta un pectoral formado por un simple disco amarillo, seguramente es de oro o plumas amarillas suspendido mediante una correa verde o azul de piel de serpiente que ya se ha descrito arriba. Ahora veamos otros símbolos emparentados con el Sol.

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Se vinculan varias aves con el Sol, por supuesto el cuāuhtli, águila; y el cōzcacuāuhtli, águila real, que aparecen juntas, con los signos de ātlachinōlli, en un tlapanhuēhuētl, tambor vertical, y las mismas aves se encuentran en una interesante olla-tambor relacionadas con un disco solar y el signo de ōlin al centro que procede de la Ciudad de México (Matos Moctezuma 1989, lámina 51). El águila está bien documentada como el Sol en los mitos de la fundación de Tēnōchtitlan y del nacimiento de Huītzilōpōchtli, personaje que por su nombre ata al colibrí con el mismo astro. Se ve el águila sobre el nopal en la parte posterior del Teocalli de la Guerra Sagrada, con ātlachinōlli ante su pico (Matos Moctezuma 1989, lámina 9). En el área maya la guacamaya esta trabada con Kinich Ahau, el Sol, e Itzamná (Garza 1995, p. 49). Todas ellas seguramente porque pueden volar y tienen que ver con el cielo, como lo resalta la doctora Mercedes de la Garza.

A mi parecer, dos elementos del glifo de ōlin resaltan por su relación a aspectos de Tōnatiuh. En primer lugar las dos aspas, las cuatro esquinas, a su movimiento o temblar y a los solsticios, en segundo término su sustancia, el Sol en sí, representado por el paso por el cenit y resaltado por el disco central. Hay muchos más elementos que se deben analizar con mayor profundidad para conocer mejor a Tōnatiuh, pero es necesario dejarlo para regresar a otras de sus relaciones con ōlin.

Cómo observaban al SolHay dos planos mediante los cuales se observaba el Sol. Uno fue el horizontal, el tlālticpac, donde vive el hombre al estudiar el momento en que salía y cuando se ocultaba el Sol. El otro es el vertical, donde, el momento medular era el paso por el cenit que ocurría a mediados de mayo y hacia fines de julio en el Alti-plano Central.

Al hacer estas observaciones se encontró que al salir u ocultarse el sol caminaba sobre una franja del hori-zonte del oriente o poniente entre los puntos extremos que corresponden a los solsticios. El Sol, al salir, parte del noreste —solsticio de verano— y luego se desplaza hacia el equinoccio de otoño para llegar hasta el sureste —solsticio de invierno— y de allí regresa, pasa el equinoccio de primavera, para completar su ciclo anual. Al po-nerse hay un movimiento análogo del noroeste al sudoeste y su retorno. Se registraba el movimiento de Tōnatiuh sobre el horizonte en términos de días.

En muchos sitios mayas, por no tener un horizonte tan accidentado es probable que usaran grupos de edificios para marcar esas relaciones como el que siempre usan para ejemplificarlo, el Grupo E de Uaxactún (Morley 1958, p. 300; Sharer 1994, p. 182). Los solsticios son los puntos clave, los extremos a que llega el Sol sobre el horizonte. Hay ilustraciones alusivas con relación al horizonte visto en Teotihuacan y del mismo ejemplo de Uaxactún en Arqueología Mexicana (2000, v. VII, n. 41, p. 21).

Las observaciones, sin duda, se complementaban con registros por escrito de los sacerdotes dedicados a esta tarea y la cuenta de los días transcurridos, dato imprescindible. Lo importante al ver el sol sobre el horizonte era tener un punto específico del cual se hace el escrutinio y, sin duda, forma parte de la función de las pirámides. Además esos cuatro puntos seguramente son a los que se refiere De la Serna y otros escritores de la época novo-hispana como los cuatro movimientos del Sol.

Se sabe que también hacían observaciones en el plano vertical con relación al paso por el cenit por la exis-tencia de observatorios, como el de Xochicalco, aunque no es de la época de los mexicas. El paso por el cenit son dos momentos especiales, porque vivimos al sur del Trópico de Cáncer, y, por ende, en nuestra latitud hay dos momentos en que pasa directamente sobre nosotros, sin hacer sombra alguna a los lados, corresponde al 15 de mayo y 26 de julio en la ciudad de México. Otro indicador de los conocimientos de estas características del movimiento solar fue la construcción del sitio arqueológico de Chalchihuites en el noroeste del actual estado de Zacatecas porque se encuentra prácticamente sobre el Trópico de Cáncer, la latitud donde se puede observar el paso por el cenit sólo una vez al año. En verdad es desafortunado que no tenemos idea de cómo trataban de explicar estos fenómenos pero son unos indicadores de sus profundos conocimientos del mundo en que vivían, su cemānāhuac.

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En Tōllān Mēxihco-Tēnōchtitlan la forma en que se construyó el Templo Mayor es clave. Los dos momentos en que se alinea el Sol con los costados de la pirámide son el nueve de abril y el dos de septiembre según las investigaciones de Jesús Galindo Trejo (2000, p. 27). Los ciclos resultantes son relevantes porque del nueve de abril al solsticio de verano, 21 de junio, pasan 73 días y luego otros tantos para regresar a la misma posición el dos de septiembre, luego 110 días al solsticio de invierno y 109 más para llegar de nuevo al nueve de abril, o sea, 219 días, 73 x 3.

Se dan una serie de relaciones. El año aproximado de 365 días, si se divide entre 73, resulta en cinco. El 73 es especial porque su producto por ocho da el ciclo sinódico de Venus, 584 días, un planeta que observaban en forma especial. Finalmente 73 tōnalpōhualli, ciclos de 260 días, son lo mismo que 52 xihuitl, años de 365 días. Recuérde-se que ese ciclo, el xiuhmolpilli, el amarre de los años, 260 x 73 = 365 x 52 = 18,980 días, se celebraba mediante el “fuego nuevo”, una fiesta muy importante. La falta de información nos impide acercarnos más a la forma en que realmente manejaban estas cifras y ciclos y los tiempos reales astronómicos. Hay que recordar que eran una cultura que no poseía cronómetros pero sí mucha paciencia y siglos para estar observando los astros, día a día.

Vemos como ōlin relaciona al Sol con el observador sobre la tierra y la misma plataforma donde se encuentra parado, el tlālticpac, pero, por corresponder al ciclo anual, está ligado a las actividades agrícolas y las dos esta-ciones de Mesoamérica, primero la época de lluvias, xōpanco. Xōpan es la época verde del año y, en el fondo, la raíz está relacionada con flor, xōchitl, el periodo de florecimiento (Karttunen 1983, pp. 328 y 331; Dakin 1982, pp. 167 y 168). La otra estación es la de secas, tōnalco. Arriba ya ejemplifiqué su relación lexicográfica con el Sol. Es significativo que en la lámina 33 del Códice Vaticano A o Ríos o 3738 (1964) se alude al paso por el cenit y que el Sol venía a darles dones, su mantenimiento.

Todos los días observaban el amanecer y ocaso del sol, tlanēci īhuān aquí in tōnatiuh. Seguramente se fijaban en esos momentos con relación a accidentes de su horizonte y sabían que el astro no se pasaba de ciertos puntos. Lo importante es que anotaban esa información y seguramente contaban los días que iban transcurriendo tanto con relación a los extremos del camino como también para algunos puntos importantes intermedios. Eso depen-día del lugar donde estaba construida su pirámide. No pudo haber sido lo mismo para un sacerdote de Tlaltelolco y otro de Tenochtitlan, todo es relativo. Lo importante eran sus cuentas, sus anotaciones. No es casual que el verbo contar es el mismo que leer, pōhua.

Milenios tenían haciendo observaciones y escribiéndolas, lo que les proveyó un conocimiento muy preciso del año solar; por ejemplo, los mayistas del siglo pasado, con los datos de los mayas, han calculado que conocían el año con impresionante precisión, 365.2420 días que sólo varía con dos diezmilésimas con el año trópico de 365.2422 días. Pero no lo conocían con ese número decimal, esa es presentación moderna de la información. Los mayas y los mexicas sólo trabajaban con días transcurridos no con decimales o fracciones.

En síntesis los tōnalpōuhqueh seguramente observaban el amanecer y ocaso desde sus templos y también marcaban, según su orientación, los dos días al año en que el sol se alineaba con los costados de la pirámide al salir y ponerse, esto seguramente se podía observar mejor en el espacio entre los dos santuarios sobre el Templo Mayor y quizá eso mismo permitiría observar con mayor precisión el paso por el cenit. Seguramente eran im-portantes los tres tipos de observaciones, las diarias al salir y ponerse del astro, las especiales al orientarse con la pirámide y su paso por el cenit. Toda esta información es el fundamento para entender como observan a tōnatiuh y probablemente, mediante sus cuentas, los días transcurridos que se habían escrito para precisar su año agrícola. Sólo recordemos que en algún año se podían hacer muchas observaciones pero no todas, a veces mandaban las nubes y para ciertos días no tenían registros precisos con relación a puntos sobre el horizonte. Pero el resultado de todas las observaciones a través de los años resulta en la forma del signo de ōlin.

Tōnatiuh y el signo de ōlin como representación del movimiento anual del SolNo se entiende bien cómo los mexicas usaban todos sus símbolos, pero, las excavaciones del Templo Mayor han iluminado mucho acerca de lo que no se conocía y además han llegado a confirmar algunas conjeturas más allá

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de abrir nuevas interpretaciones e inquietudes. Con todos los datos que se han reunido en torno a Tōnatiuh y el signo de ōlin ahora se ve un poco de cómo los plasmaron en el centro de Tēnōchtitlan.

Seguramente los pīpiltin mēxihcah, mexicanos nobles, y en especial Tlācaelel mostraban al pueblo sus mitos y símbolos mediante la arquitectura, la escultura y sin duda la historia oral que aprendían en sus escuelas. Desde la fundación de Tōllān Mēxihco Tēnōchtitlan en el ombligo del mundo, una isla que representa al cemānāhuac y se repite de nuevo en el corazón de la ciudad mediante los canales con agua en torno al Cōātepantli, muro de serpientes. Tōllān, es la ciudad, la metrópoli que sería, en primer instancia con su huēi tlahtoāni y cihuācōātl, su pareja de gobernantes, su nexo con la cultura tolteca, la tōltēcayōtl.

Mēxihco, como lo define Antonio del Rincón (1595, f85v), en el ombligo de la luna, a nivel metafórico recalca la geografía mítica, el cemānāhuac con la característica femenina la Luna, Tēucciztēcatl. Y al final Tēnōchtitlan, el lugar del corazón de alguien, que inicialmente es el corazón de Cópitl y después de todos los que sacrificarían allí para alimentar a Tōnatiuh. Todo es una cascada de símbolos que sin duda comprendían y apreciaban los habitantes.

El mācēhualli, macehual o hombre común, al atisbar a la impresionante Coyolxāuhqui, luna, al pie del Templo Mayor, seguramente pensaba en la Cōātlīcuē arriba, ahco, y Huītzilōpōchtli una imagen que se renovaba anual-mente mientras se imaginaba el bulto sagrado, mágicamente el verdadero Dios, aunque no lo podía ver. Conocía el mito de la peregrinación, los nāhui tlamāmah, cuatro cargadores, y el nacimiento en el Cōātepētl de su Dios. Veía los dos templos pintados de rojo y azul y recordaba la dualidad, el ātlachinōlli y cómo las deidades allá arriba, juntas, le proporcionaban sus mantenimientos.

Todo estaba cargado de símbolos, como las pinturas de los personajes en sus libros, ellos conocían el signi-ficado, al verlos les llegaban múltiples imágenes a su mente, eran obvias las relaciones que para nosotros, hoy, son tan difíciles de penetrar. No obstante, después de muchas lecturas y el ver cientos de figuras, a veces, se nos iluminan algunas relaciones que seguramente para ellos eran patentes. Sin duda las más de cien ofrendas que se han excavado y sacan a la luz en torno al enorme templo, han abierto nuevos caminos a su interpretación como resaltan tanto el doctor Eduardo Matos Moctezuma como la doctora Johanna Broda, y recientemente el doctor Leonardo López Luján por sólo mencionar a tres investigadores que han trabajado con ese material.

Al acercarme al signo de ōlin, y tratar de explicar lo que se encuentra atrás de él, descubrí algunos aspectos del mismo Templo Mayor que a primera vista no son obvios pero que seguramente eran importantes. En muchos casos no pensamos en eso. El techcatl, piedra de sacrificio, en la cumbre del templo no está colocada al azar, tiene una orientación especial. El sacrificado forma el signo de ōlin con la cabeza hacia el oriente o poniente, quizá variaba la posición con el momento del día en que se sacrificaba o el simbolismo especial del rito, y en que el lado diestro del cuerpo forma una aspa y el izquierdo la otra del signo. Quizá el sacrificador siempre estaba del lado sur, ōpōchtli. Seguramente el ombligo del mundo es el lugar donde se encuentra colocada la piedra y al sacrificar a la persona no es su xictli lo que representa el centro sino su yōllohtli, el corazón de la persona y donde cae el pectoral o el cuchillo de sacrificio. Moría una persona pero ese sacrificio permitía que el universo siguiera existiendo un día más.

Como se anotó arriba, son cinco los puntos importantes con relación al movimiento del Sol: las cuatro es-quinas del mundo, no son los puntos cardinales sino los puntos solsticiales, y el centro, el cenit, el lugar del que se hacen las observaciones. El conjunto es el tlālticpac que seguramente corresponde al quincunce y además al signo de olin, sobre todo en la forma de las dos aspas que abrazan y tocan el círculo central, considero las otras representaciones, como más abstractas.

Es especialmente claro todo esto al ver la representación de nāhui ōlin, cuatro movimientos del sol, del Códice borbónico, véase la figura 1 arriba. Lo importante es que son dos conceptos enlazados pero distintos, cada uno con sus números simbólicos, el cinco, el quincunce, que es propiamente el camino del Sol congelado en unos momentos claves, como se observó arriba. Son las dos aspas, azul por un lado y ocre por el otro, cada una con su protuberancia. Los cuatro puntos resaltan esos cuatro sitios claves, los solsticios que mencionan los cronistas,

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además de representar el número cuatro en este caso, nāhui ōlin. El quincunce se resalta aquí mediante los cua-tro círculos y el ojo central.

La otra idea, resultante, es la de los puntos cardinales y el cuatro con sus respectivos colores, árboles y aves en la primera lámina del Códice Féjérváry-Mayer. En el caso del Códice borbónico interpreto el rayo superior como oriente, el adorno opuesto como poniente y las dos protuberancias, semicírculos con circulito rojo interior, como norte y sur. Por cierto, esta interpretación coincide con la orientación de la lámina 1, el oriente hacia arriba. Ambos números aparecen en muchos símbolos y contextos rituales y también el resultado de la suma, el numeral nueve.

Muchas representaciones de Tlāltēuctli, Señora de la Tierra, son cuadrangulares. La naturaleza es la base para los signos porque se relacionaban muy cercanamente a ella y, por supuesto, en la forma que ellos la conocían e imaginaban. Otra analogía es entre el tlālticpac, Tlāltēuctli y el signo llamado quincunce. La mayoría de las repre-sentaciones de la diosa de la tierra llevan como elemento importante: el signo del centro con las cuatro esquinas.

Se ve a Tlāltēuctli en una ilustración (Dioses 1995, p. 172) con el elemento central que es un quincunce, un cuadrado dentro de dos anillos de los cuales salen tres protuberancias como flechas. Tiene amarrados cerca de los codos y las rodillas cuatro cráneos y porta otros dos en las manos. Como la forma típica de estos bajos relieves tiene los brazos y piernas dobladas para que manos y pies queden cerca de las cuatro esquinas, seguramente es significativo. Finalmente la cara, en este caso, tiene una anteojera de estilo mexica, la bigotera en forma de ser-piente y colmillos puntiagudos que en conjunto generalmente se asocian con Tlāloc. A los lados de la cara tiene grupos de colmillos que son las fauces de la tierra, de cipactli. En la parte inferior tiene un trapecio que podría interpretarse como un māxtlatl, el cual, se relaciona generalmente con la masculinidad, sin embargo, la posición de las piernas es el de dar a luz y la prenda seguramente es una falda.

Hay un Tlāltēuctli-Tlāloc, que se encuentra en el Museo del Templo Mayor, en que el quincunce se sustituye por el signo de ōlin (Matos Moctezuma, coord. 1982, p. 19; Broda 1997, p. 24), y ésta es una confirmación de la relación entre el quincunce y el signo de ōlin. No se puede profundizar aquí en todo lo que implican estas esculturas salvo mencionar la compleja relación entre cipactli-tlālticpac con Tlāltēuctli-Cōātlīcuē- Tlāloc, que, en el fondo, también están relaciona-dos al cemānāhuac, el mundo, lo totalmente rodeado por agua. Se puede observar una representación en la lámina 16 del Códice borbónico donde el sol sale por un lado del líquido y es tragado por Tlāltēuctli en el otro.

Un paralelo a esas representaciones corresponde a la primera lámina del Códice Féjérváry-Mayer y es notable porque representa lo mismo: los cuatro puntos cardinales, las formas trapezoidales, y el centro con las cuatro esquinas del mundo, los cuatro elementos que se parecen como lágrimas con aves en círculos que destacan las esquinas. Al centro sobre una pirámide se encuentra a Xiuhtēuctli, señor del año o deidad del fuego, ¿el Sol?, que en conjunto es una representación del cosmos, la […]imagen del espacio horizontal del universo[…] (León-Portilla 1985, p. 28). Lo que es curioso de esta representación es que siempre se ha relacionado con el cuatro, los puntos cardinales, o cinco, el centro y las esquinas y no se resalta que en realidad es una representación del nueve, la suma de ambos y los mismos yohualtēuctin que aparecen allí, un grupo de deidades muy antiguas en Mesoamé-rica. Este numeral y representación no es casual.

El Códice Borgia tiene un grupo de cuatro láminas de la 49 a la 52 que en su sección inferior marcan los puntos cardinales con sus árboles y otros grupos de símbolos mientras tienen en su franja superior lo que Eduard Seler (1980, v. 2, p. 105; Borgia láminas 49 a 53) llamó con cierto tino […]los cuatro sostenes del cielo y las cuatro columnas de la tierra[…]. Son ocho personajes y el noveno, el centro, son las fauces de Tlāltēuctli una representación de cipactli.

Yo creo que hay en estos contextos tres numerales importantes, relacionados, y cada uno con su simbolismo emparentado con el Sol. Primero de todo el cinco, quincunce, que es el centro con las cuatro esquinas del mundo, los cinco soles y los grupos de cinco días. También está el cuatro que representa los puntos cardinales con sus colores, árboles, aves y otros elementos, y los cuatro portadores de los años. El cuatro se utiliza en muchos con-textos rituales como días de ayuno, vueltas en ciertos ritos, etcétera. Al final, está la suma de ambos, el nueve, los yohualtēuctin, la representación del Sol en los códices mediante un disco central y ocho rayos, cuatro primarios y cuatro secundarios, recuerde la Piedra del Sol.

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Sin duda un rito muy importante, diario, es la forma en que se servía al Sol cuatro veces en el día y cinco en la noche. Las cantidades y formas sin duda son importantes, simbólicas, otra vez el cuatro más el cinco o sea nueve veces al día (Códice Florentino, Lib.2, apéndice, tomo I, f188r a 189r).

Retomando la lámina 1 del Códice Féjérváry-Mayer se recalcan los tres numerales como puntos cardinales, colores, árboles y aves, los espacios trapezoidales. El cinco como el centro y las cuatro esquinas, las formas como herraduras o lágrimas junto con el cuadrado al centro (un tōnalpōhualli corre todo alredeor de este diseño), y un segundo tōnalpōhualli en forma de cuatro grupos de cinco días relacionan toda la lámina con los ciclos calendári-cos. Finalmente el conjunto como nueve se resalta con los yohualtēuctin que están allí presentes.

Si se coloca el signo de ōlin sobre la misma lámina, véase la ilustración abajo, Figura 2, se resalta una relación muy importante, porque los cuatro portadores de los años se destacan en forma especial al relacionarlos con aves —tres parecen ser pericos o guacamayas de diversos colores, son distintos, y el cuarto es un águila— y se encuentran en las cuatro esquinas que se relacionan con las dos aspas del ōlin. Se resaltan mejor las relaciones al colocar el Templo Mayor sobre el Tlālticpac como lo vemos en esa lámina que, aunque es una representación bidimensional, el cuadrado central representa una pirámide con el sol naciendo de un lado y en el otro las fauces de Tlāltēuctli. En este dibujo el Sol aparece en el cenit directamente sobre el primero de los acompañantes noc-turnos, Xiuhtēuctli, el señor del año y seguramente el mismo Sol, Tōnatiuh, y Huītzilōpōchtli. Recuerden que en la mayoría de las ofrenas del Templo Mayor los que aparecen son Tlāloc y Xiuhtēuctli.

Figura 2. La primera lámina del Códice Féjérváry-Mayercon el signo de ōlin sobrepuesto

A lo largo de este ensayo he abierto innumerables puertas hacia caminos por investigar, pero creo que por lo menos he resuelto lo más importante en torno al signo de ōlin, o sea, como representa el movimiento solar anual sobre la tierra, su relación con el quincunce como puntos solsticiales y el cenit, además de los puntos car-dinales y su correspondencia obvia con el movimiento de Tōnatiuh en su camino diario y como resultado el año, xihuitl. Todo esto lo represento en forma de un difrasismo.

TŌNATIUH ŌLINEL SOL Y EL MOVIMIENTO DEL SOL

XIHUITLEL AÑO

Federico Beals Nagel Bielicke

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Federico Beals Nagel Bielicke es Licenciado en Historia por la entonces ENEP-Acatlán, UNAM. Cuenta con estudios de maestría en Historia, UNAM. Ha impar-tido la materia de Mesoamérica y otras asociadas para la carrera de Historia de la FES Acatlán. En el Centro de Enseñanza de Idiomas imparte el idioma náhuatl. Ha publicado diversos artículos en torno a Mesoamérica y la lengua náhuatl. Es autor del Diccionario del Idioma Náhuatl para Estudiantes, Méxi-co, FES-Acatlán, 2009 (ISBN: 978-607-02-0917-8).

ResumenEl ejercicio de investigación es un proceso que pone en movimiento aprendizajes, saberes y conocimientos que se activan cuando en la acción del sujeto aparecen actos de irrupción cognitiva que por su impacto sacuden las estructuras básicas del pensamiento y generan nuevas disposiciones para el conocimiento.

La investigación surge cuando se nos presenta una situación problemática que, al mismo tiempo que aparece como una dificultad, nos da la oportunidad de hacer inteligible las acciones y los actos de sujetos inscritos en universos de significación social y culturalmente construidos.

La investigación educativa y el planteamiento del problema en particular, nos colocan en la oportunidad de si-tuarnos en la necesidad de aprehender la complejidad del conocimiento en el transcurrir de la vida humana, pues un principio epistémico básico es que la realidad (humana) se nos presenta en movimiento, a decir de Zemelman (1992) se nos muestra en un dado, dándose en el margen de lo que este autor señala como el presente potencial.

Pensar y situarnos en la necesidad de abordar la complejidad del acontecer humano, a partir de procesos de conocimiento, nos coloca en un estado permanente de tensión-reflexión-indagación entre el saber en uso (pre-vio) y el conocimiento esperado (como desafío).

Palabras clave: Educación, Investigación Educativa, conocimiento, situación problemática, epistemología.

AbstractA research exercise is a process that sets in motion learning, knowledge and know-how which are activated when in the subject’s action, cognitive breakthrough events appear, which according to the impact they have, they shake up the basic structures of thought and generate new arrangements for knowledge.

The research was developed when we were confronted with a problematic situation, which while appearing as a difficulty, it gives us the opportunity to make intelligible the actions and deeds of subjects enrolled in socially and culturally built meaningful universes.

Educational research and the approach to this particular problem give us the opportunity to place ourselves in the need to grasp the complexity of knowledge in the passing of human life, since a basic epistemic principle is that human reality is displayed to us in motion, as Zemelman said (1992), it is shown to us as a given, occurring in the scope of what the author states as the potential present.

Thinking and placing ourselves in the need to address the complexity of human affairs, through knowledge processes, leaves us in a permanent state of tension-reflection-inquiry between the knowledge in use (prior knowledge) and the expected knowledge (as a challenge).

Keywords: Education, Educational Research, knowledge, problem situation, epistemology.

La problematización como registro de posibilidades para la investigación educativa

Problematization as a register of possibilities for educational research

Ignacio Pineda [email protected]

núm. 10, 2011, pp. 115-125 115

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IntroducciónAl realizar Investigación Educativa nos enfrentamos a múltiples condiciones y disposiciones que nos obligan no sólo cumplir con la formalidad a través de lo que es un protocolo de investigación y de su respectiva pre-sentación del informe final; se nos hace necesario desplegar una serie de rasgos y características en las que reunimos habilidades intelectuales y de experiencia ante situaciones que, por su relevancia, se nos vuelven problemáticas.

Así, investigar –ya sea como ejercicio en la formación académica o como oficio- implica poner en movimiento aprendizajes, saberes y conocimientos que se activan cuando en la acción del sujeto aparecen actos de irrupción cognitiva que por su impacto sacuden las estructuras básicas del pensamiento y generan nuevas disposiciones para el conocimiento, abriendo posibilidades para generar encuentros y nuevas convergencias en las que el acto de sujeto y sus prácticas son las fuentes de información y referencia mejor sedimentadas para llevar a cabo una lectura y construcción analítico-reflexiva en vísperas de lograr la comprensión de dichos actos y prácticas, pues el acto de sujeto es para leerse desde las múltiples aristas por las que este acto se registra y configura sus bordes.

Una situación problemática, al mismo tiempo que se nos presenta como una dificultad, nos da la oportunidad de hacer inteligibles las acciones y los actos de sujetos inscritos en universos de significación social y culturalmen-te construidos.

La investigación educativa y el planteamiento del problema en particular, nos colocna en la oportunidad de si-tuarnos en la necesidad de aprehender la complejidad del conocimiento en el transcurrir de la vida humana, pues un principio epistémico básico es que la realidad (humana) se nos presenta en movimiento; a decir de Zemelman (1992) se nos muestra en un dado, dándose en el margen de lo que este autor señala como el presente potencial.

Pensar y situarnos en la necesidad de abordar la complejidad del acontecer humano a partir de procesos de conocimiento nos coloca en un estado permanente de tensión-reflexión-indagación entre el saber en uso (previo) y el conocimiento esperado (como desafío), así el trayecto se hace posible por la visibilidad que se configura a partir del establecimiento de criterios y principios epistemológicos y no por encasillamientos a posturas teóricas que devienen en aplicaciones metodológicas.

En la formación para la investigación y en los proyectos para la elaboración de las tesis de grado, es frecuente encontrarnos con definiciones apresuradas promovidas por la intolerancia de quienes se viven en la urgencia de establecer posturas y marcos teóricos sin la mediación intelectual que esto requiere y el tiempo de espera que necesitamos para hacer explícita la mirada y el posicionamiento con respecto a la realidad y al campo de conoci-miento del que nos ocupamos.

En su carácter de horizonte de espera, el trabajo de investigación nos requiere de un pensamiento capaz de afrontar los antagonismo, las concurrencias y recurrencias por las que transcurre el acontecer humano y su cono-cimiento, así como del establecimiento de puntos de partida teóricos, metodológicos y técnicos que posibiliten el despliegue de lo proyectado. Para ello, requerimos de la elaboración del diseño de investigación o proyecto de in-vestigación que fija las intenciones, y las condiciones a partir de las cuales se emprenderá la investigación referida.

1. El proyecto como andamio en la investigación educativa En su diseño, el proyecto de investigación funge como una estrategia que fija y proyecta las posibilidades de conocimiento y nos sitúa en un horizonte de espera en el cual, en su desarrollo, hay encuentros y desencuentros que lo signan como precario e intermitente, tomando el estatuto de guía de un proceso que en su marcha se va modificando en tanto existen múltiples caminos para descubrir la ruta. También se asume como un plan general de ayuda para definir y señalar las rutas posibles para la investigación, permite conciliar acciones y tiempos. Nos ofrece el carácter de secuencia e integración; secuencia porque se trata de un proceso lógico en el que los dis-tintos componentes se necesitan, integración porque en sus diversas acciones debe mantener íntima conexión.

Es común que el diseño cuente por lo menos con los elementos siguientes: tema, justificación, planteamiento del problema, objetivos de investigación, tesis o hipótesis, metodología, cronograma y bibliografía.

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En este artículo nos ocuparemos del planteamiento del problema, pues lo consideramos como el núcleo que articula nociones, posturas, recortes y formas de proceder en la investigación educativa. Así, funge como el cen-tro que a la vez que articula niveles de conocimiento para comprender las realidades humanas, condensa sentidos y significados que provienen de la construcción social del conocimiento en donde el sujeto cognoscente pone en acto una multiplicidad de saberes e informaciones que fijan el origen del conocimiento y su condición ética y polí-tica para una comunidad de seres vivientes (sujetos de intervención) que hacen inteligible su realidad de vida. La elección no es arbitraria, tiene como impulso la incomodidad que me genera al observar que muchos de mis co-legas académicos ponderan de manera prominente los diseños de investigación como un ejercicio académico, sin respeto alguno al sujeto y su condición de conocimiento y menos aún el tiempo de espera que toda elaboración articulada y coherente requiere para ser leída y comprendida por la comunidad que el campo de conocimiento reúne. El planteamiento del problema funge como espiral que fija, abre, registra y condensa.

2. Explicitar la mirada y vislumbrar horizontes posibles para el conocimiento desde la investigación educativaLa problematización en la investigación educativa se encuentra estrechamente ligada a la perspectiva analítico-in-terpretativa asumida por el investigador. Asimismo, se corresponde con la noción de investigación que éste tiene.

Como horizonte analítico interpretativo me sitúo en la totalidad como perspectiva de descubrimiento que han planteado autores como Karel Kosik (1967), Enrique De la Garza (1983), Hugo Zemelman (1992) y Ricardo Sánchez Puentes (1993), entre otros. Estos autores confieren a la totalidad la calidad de potenciar la creatividad y la organización del pensamiento, a través de un pensar inteligible que muestra una estructura organizada y no un amontonamiento de recursos sobrepuestos y entremezclados. La totalidad, entonces, no es la reunión de todos los hechos, más bien es una óptica epistemológica desde la cual se delimitan campos de observación de la realidad, estos últimos, permiten reconocer la articulación en que los hechos asumen su significación específica al situarlos en un tiempo histórico.

En la investigación educativa, la totalidad funge como exigencia epistemológica del razonamiento y apertura hacia lo real, permite avanzar en una problematización cada vez más profunda de la realidad al dar preeminencia a la construcción del objeto con sus desafío metodológicos muchas veces inéditos1

Para De la Garza (1988) “la totalidad es el establecimiento de una mirada para conocer y analizar la realidad humana. No es un modelo teórico, sino un conjunto de principios epistemológicos y metodológicos que posibi-litan entablar relaciones de conocimiento con lo real desde una condición de inteligibilidad. La totalidad implica articulación y reconstrucción de niveles de realidad”2. Desde este horizonte de inteligibilidad la metodología se expresa a partir de criterios metodológicos más que de método en sentido estricto y mucho menos de estigmas atribuidos por la revisión irresponsable de manuales o cuadros sinópticos extraídos de páginas web o elaborados en un curso de metodología.

La totalidad, entonces, al mismo tiempo que abre las posibilidades para el conocimiento en su carácter uni-versal y plural nos permite pensar realidades posibles sin perder el horizonte epistemológico que hemos puntua-lizado como argumento en la elaboración del planteamiento del problema.

El horizonte epistemológico, que corresponde a una postura, pero que no se define sólo por ésta, posibilita reconocernos en el uso de un capital cultural y académico que educa a la mente y faculta al sujeto para entrar en procesos de conocimiento en realidades que se caracterizan por una alta complejidad.

Es complejo aquello que no puede resumirse en un formato maestro, tampoco fincarse en el ordenamiento metodológico y, menos aún, reducirse a una idea simple. La complejidad es una palabra problema y no una pa-labra solución.

1 Zemelman, Hugo (1991), “Epistemología y educación: el espacio educativo”, en Revista Mexicana de Sociología, año uno, núm. 4, Octubre-Diciembre, México, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, pp. 50-532 Garza, Enrique de la (1983), El método del concreto-abstracto-concreto. (Ensayos de metodología marxista), México, Universidad Autónoma Metropolitana. (Cuadernos Teoría y Sociedad) p. 14.

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Para Morín (1990) el pensamiento complejo está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento. El pensamiento complejo no es aquél que evita o suprime el desafío, sino aquél que ayuda a reve-larlo e incluso, tal vez, a superarlo. Es un pensamiento que asume, a la vez, principios antagónicos, concurrentes y complementarios, e incorpora tanto el orden como la incertidumbre, lo aleatorio y lo eventual. Lo complejo asume los aspectos del desorden y del devenir como categorías que juegan un papel constructivo y generativo en la realidad y en el conocimiento.3

Como se aprecia, estamos en la necesidad de conocer qué devela un vínculo inminente con el pensamiento y la acción del sujeto. Así, como investigador educativo, me sitúo en la potenciación de procesos cognitivos com-plejos socialmente reconocidos y culturalmente valorados en el horizonte humano.

Al mismo tiempo que explicitamos la perspectiva analítico interpretativa se me hace presente la necesidad de dar cuenta de ¿Qué entendemos por Investigación Educativa?

A la investigación la ubicamos en el ejercicio de producción de conocimientos, se trata de acceder, proble-matizar, analizar e interpretar realidades educativas desde el rigor y la pertinencia a una tradición4 que integra y aporta a un campo determinado del conocimiento. Es por la investigación que uno se apropia de una formación académica en un ejercicio de esclarecimiento, organización y articulación a través de un trabajo de análisis e in-terpretación que nos ayuda a reconstruir e integrar el tiempo, la historia, lo vivido, el movimiento y el cambio a través del reconocimiento de campos del saber y de conocimiento.

El investigador como intérprete se inserta en procesos que implican la búsqueda de vínculos específicos entre los elementos que constituyen al problema de investigación en la necesidad de construir objetos de estudio. La interpretación que hace el investigador se expresa en la argumentación y las formas de razonamiento, mediante los cuales procede y da consistencia a su producción.

El valor heurístico de la investigación se encuentra en la oportunidad que nos ofrece para diseñar formas creativas de abordar los problemas objeto de estudio, así como, nos permite vislumbrar y distinguir posibles respuestas ante problemas de conocimiento que se inscriben en ámbitos sociales, culturales y educativos en los que se desenvuelve y se reconfigura el ser humano.

En educación, es inminente, que el trabajo de investigación transite por niveles y procesos de reconocimiento en múltiples sentidos, pues el campo de la educación es y tiene un tratamiento multidisciplinario, lo cual nos co-loca en la necesidad de captar un movimiento de múltiples referencias, determinaciones y fijaciones que en sus interacciones y mutuas implicaciones nos hacen cada vez más compleja la ruta y las búsquedas del conocimiento educativo; lo que llegamos a hacer es fijar núcleos de interpretación con entramados en universos de significación más estructurados y sostenidos por lo que éstos representan para la comunidad científica5.

La investigación educativa ha de servirnos para incidir en prácticas educativas concretas desde perspectivas diversas que permitan movilizar conceptos y categorías provenientes de campos diversos del conocimiento y así vincular la reflexión con la acción en un proceso en espiral destinado a captar la complejidad por la que pasan los procesos de conocimiento. Es el conocimiento de lo educativo como campo de producción en los diferentes ámbitos, niveles y dimensiones lo que nos permite la intervención oportuna y provechosa de nuestra acción.

Con el trabajo de investigación nos ponemos en contacto con realidades concretas y nos implicamos en proce-sos dialógicos que van más allá de la lectura de un texto de epistemología o metodología. Con las situaciones que

3 Morin, Edgar (1990), Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, p. 574 Por tradición entiendo, al andamiaje social y cultural disponible para que los nuevos sujetos inscriban y asienten sus actos en una apropiación intensa y consciente de los mismos; esta condición de apropiación es necesaria para que se afirme y se fortalezca la relación individuo-grupo-sociedad.5 La comunidad científica se define por su filiación a un campo científico del conocimiento, este campo se constituye en un microcosmos social, recorte del espacio social global y, al igual que el resto de los campos, es un espacio jerarquizado, caracterizado por ciertos agentes (los científicos), que ocupan ciertas posiciones (desiguales), en función de la cantidad y calidad de capital científico que cada uno posee, sistemas de esquemas generadores de percepción, de apreciación y de acción producto de una forma específica de acción pedagógica y que vuelven posible la elección de los objetos, la solución de los problemas y la evaluación de las soluciones. (Bourdieu, 2003)

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abordamos a través de la investigación nos permite involucrarnos en la vida de los individuos, las comunidades y los grupos para, con ello, captar el movimiento y los puntos de articulación entre los niveles que configuran la representación de ese movimiento. Es a través de los saberes en uso y el conocimiento producido lo que nos per-mite dar cuenta de ello. Así, en el proceso de conocimiento hay una relación epistémica entre los saberes básicos y la construcción de nuevos conocimientos.

Los procesos de conocimiento como actividad fundante para la investigación requieren de la organización del sujeto cognoscente, pues la cognición es constitutiva de éste.

El conocimiento es inseparable de la acción del sujeto, sin embargo no a toda acción le antecede un proceso de investigación. Conocer es efectuar operaciones intelectuales complejas que en su conjunto nos llevan a procesos de comprensión, traducción, construcción y solución de problemas que atañen al sujeto y sus condiciones de vida.

Por el conocimiento es que llevamos a cabo procesos de captación y traducción de la realidad social implica-da; esta traducción aparece primero en los sistemas de signos y símbolos que conforman el campo del lenguaje para después construir universos discursivos, configurando un campo de representaciones colectivas mediante las cuales se anudan los sentidos y significados que la comunidad de estudio le atribuye a sus actos y la nomina-ción que lingüísticamente hacen de ellos.

En la investigación educativa, las representaciones6, en tanto, ideas anudadas en universos de significación colectiva y nivel de comprensión de la realidad social, nos posibilitan construir explicaciones teóricas que estable-cen principios, teorías y sistemas cognitivos para articular información, aprendizaje, saber y conocimiento. Este entramado de complejidad cognitiva, nos sitúa en formas de razonamiento comprensivo en donde la actividad del pensamiento nos retribuye al tomar conciencia de mi papel como ente cognoscente (investigador) en lo que acontece en mis áreas de intervención y dominio. Es la reiterada demanda que hacemos a los investigadores nóveles al señalarles el principio de “tomar distancia” de lo que acontece en el mundo de la vida cotidiana (sea éste laboral, académico, comunal, social o cultural) para asegurar posibilidades en la construcción de objetos de conocimiento. Para Zemelman,

“…el conocimiento no es contenido sino instrumento de razonamiento, para ello, hemos de distanciar-nos del conocimiento construido para dar lugar a nuevos conocimientos. Los conceptos y las categorías son formas de razonamiento que nos posibilitan procesos de conocimiento en actos y situaciones de sujeto y sus escenarios de actuación Distanciarnos de lo dado para dar paso a lo dándose nos exige pensar lo que se sabe para utilizarlo en diferentes circunstancias, esto nos permite ampliar el horizonte de posibilidades para abordar la Realidad Educativa en una condición de sujetos pensantes y actuantes. Capacidad para ubicarnos ante la realidad. El verdadero distanciamiento es la toma de conciencia: con-ciencia teórica y conciencia social”7

Para el distanciamiento aludido necesitamos de mediaciones de distinto orden: conceptuales, categoriales, de estrategia y procedimiento metodológico en la captación de la realidad “cuyo movimiento es recurrente y ondu-latorio nunca fijo y menos aún captable por los determinismos teóricos; sí por un pensar teórico”8 El pensar teó-rico, a diferencia de los determinismos teóricos, nos permite romper con los marcos teóricos establecidos para situarnos en el uso conceptual y categorial como proceder científico que arma las posibilidades de conocimiento y estructura los resultados del mismo, pues el conocimiento no es una transcripción de la realidad sino un proceso que reconstruye el conocimiento de lo real, “como concreto pensado”9

6 Para más información al respecto consultar los textos PIÑA, Juan Manual y CUEVAS, Yazmín (2004), JODELET, Denise (2000), MOSCOVICI, Sergio (1988) y DURKHEIM, Emile, (2000) y (1991).7 Zemelman, Hugo (1991), “Epistemología y educación: el espacio educativo”, en Revista Mexicana de Sociología, año uno, núm. 4, Octubre-Diciembre, México, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, p. 738 Ibidem9 Garza, Enrique de la (1983), El método del concreto-abstracto-concreto. (Ensayos de metodología marxista), México, Universidad Autónoma Metropolitana. (Cuadernos Teoría y Sociedad) p. 10

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Hasta aquí hemos enunciado los elementos básicos que bien podemos ubicar en el nivel epistemológico del co-nocimiento educativo, atendiendo a tres niveles en la constitución del sujeto investigador: inteligencia, desarrollo de pensamiento y toma de conciencia tanto en lo teórico como en lo social y educativo.

3. Plantear el problema y posibilitar la construcción de conocimientosEl planteamiento del problema es el núcleo central y concéntrico que posibilita el despliegue de la Investigación Educativa. Pues al decir de Foucault (1995) toda investigación en perspectiva se hace desde una postura y posi-cionamiento del sujeto que investiga, por lo que plantear un problema es un acto de enunciación inicial y precaria que exige la inclusión de una dimensión argumentativa del sujeto que investiga en una relación constante con la realidad que indaga.

El problema de investigación deriva y se inserta en un campo de conocimiento, por lo que éste opera en un sistema vincular interactivo e intermitente entre la estructura ampliada del tema y lo estructurante del problema de investigación; de allí que plantear un problema es un ejercicio que implica un proceso y una etapa inicial o diagnóstica en la investigación educativa: revisamos bibliografía, observamos detenidamente situaciones, nos imaginamos escenarios, acudimos a la experiencia de quienes han trabajado sobre el tema… todo esto va cons-tituyendo una infraestructura intelectual y técnica que posibilita el planteamiento inteligente e inteligible del problema o la situación de la cual nos haremos cargo desde la investigación educativa.

Plantear el problema de investigación, es un ejercicio de acopio y sistematización de información que fija áreas de conocimiento y situaciones a resolver, así como proyecta horizontes posibles en la búsqueda de nuevos conoci-mientos; esto se hace a través del establecimiento de supuestos, tesis, nociones, conceptualizaciones y cuestiona-mientos (preguntas) que posibilitan el abordaje fundamentado y profundo del tema objeto de investigación.

Al plantear el problema acudimos a múltiples niveles y dimensiones en y a través de los cuales se configura la realidad social y cultural en la que inscribimos nuestro actuar. Así, el planteamiento del problema nos abre las fronteras disciplinarias del conocimiento y nos ubica en el movimiento de sujeto y su condición de realidad que escapa a los determinismos teóricos, por ello el proceder de la investigación no es lineal ni unidireccional, lo que atendemos es a las múltiples voces con la claridad de trabajar para configurar los universos de significación en los que se inscriben estas voces. Por ello, la investigación educativa, desde la mirada cualitativa, no pondera ni prioriza el proceder metódico, sino el entretejido de saberes y discursos que se nos hacen presentes en el ejercicio analítico-interpretativo y nos posibilita construir los sentidos y significados de la información recogida.

Rosa Nidia Buenfil sostiene que “la metodología es un proceso triangular de articulación y ajuste permanente a lo largo de la investigación educativa, de: a) las preguntas de la investigación; b) el entramado de principios on-tológicos, epistemológicos y el cuerpo conceptual de apoyo y c) el referente empírico documentado”10

Lo que desarrollamos, con la investigación educativa, es la capacidad para entretejer información y saberes provenientes de los sujetos (informantes) que constituyen el campo de conocimiento con el cual trabajamos, pues todo campo posible de conocimiento está referido y representado por una comunidad de actores y suje-tos que lo constituyen y lo legitiman, nosotros como investigadores interesados en el campo formamos parte de esa comunidad que capta el movimiento y lo que acontece en el mismo al plantearnos objetos posibles de conocimiento.

La comunidad que constituye y moviliza, con su producción, el campo de conocimiento requiere de diálo-go e intercambio entre ellos, realizar trabajo de campo e interpretar y construir teóricamente la información recabada y apropiada para la elaboración de indicadores que posibiliten un trabajo de articulación que no es posible sin la existencia del dato y la mediación conceptual analítica que nos da la construcción de categorías sociales y analíticas que operan como andamio en el trabajo de construcción teórica del objeto de estudio. Las categorías sociales y analíticas “son un punto de intersección entre el cuerpo conceptual que informa a la in-

10 Rosa Nidia Buenfil, (2005) En Rodríguez, Pedro Gerardo (ed.) (2005), Linderos: Diálogos sobre investigación educativa, México, COMIE/ CEE/ SEB/ ITESO p.130.

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vestigación, las preguntas del investigador, las técnicas de análisis disponibles y lo que el referente documenta de ambas. Es lo que puentea el abismo entre el concepto abstracto-general y el referente concreto-particular”11

Construir un objeto de conocimiento en educación está en la posibilidad de interesarnos por dilucidar lo que encierran los hechos, acontecimientos, prácticas y situaciones que constituyen el movimiento del sujeto y la po-sibilidad del conocimiento educativo.

En todo ejercicio de investigación-problematización encontramos un conjunto de factores y variables que constituyen el universo de áreas y campos de observación en las que se entretejen, cuestiones disciplinarias (sociológicas, psicológicas, pedagógicas, históricas, políticas y económicas) así como, las variables del tiempo y el espacio que crean los escenarios y proyectan al universo mismo y su producción de sentido.

Investigar en educación es un trabajo de:“leer, desentrañar e interpretar hechos de sentido; hechos de sentido sitiados en movimientos continuos de diacronías/sincronías. De esto trata la investigación en educación: encontrar esos hechos de sentido construidos en trayectorias y situaciones particulares por los sujetos que es-tán implicados, constituidos institucional, social e históricamente; atrapados en lenguajes colec-tivos; arraigados en testimonios, relatos y actos atravesados por múltiples referencialidades de constructor identitarios. Ahí es donde uno trabaja dilucidando, desentrañando, interpretando, analizando y sintetizando… Abordar este proceso analítico exige, por un lado, un razonamiento comprensivo que se manifiesta en un trabajo de acompañamiento, de familiaridad con los sujetos, con los proceso y las situaciones de vida”12

En términos metodológicos, consideramos que el acto de sujeto nunca es un dato simple: siempre está inscri-to en redes que establecen relaciones complejas entre éstos; este actuar en red hace que se configuren campos, sistemas y recortes de realidad en las que situamos el interés por investigar; del mismo modo, nos esclarece que con lo que trabaja el investigador no es propiamente con datos sino con fragmentos de lenguaje que nos exige una interpretación situada e inscrita en las apropiaciones de significación que una comunidad atribuye a sus actos. Lo que hacemos en la investigación educativa es una interpretación de lo que otros sujetos interpretan como un acto de sentido en el cual se ven representados (la doble hermenéutica) pues siempre la lectura de la realidad pasa por procesos de interpretación de lenguaje.

Una buena enunciación y argumentación del problema ha de reconocer la presencia de quien lo enuncia como sujeto cognoscente-epistémico, las condiciones sociales, culturales, políticas y académicas que le permiten enunciarlo y la intención de su enunciación heurística.

Pondero y recupero la necesidad de poner en uso la capacidad analítica y argumentativa del sujeto para plan-tear problemas y construir tesis en una condición argumentada del conocimiento en donde la reflexión y la inter-pretación son ingredientes fundantes del proceso, pues en nuestro proceder práctico partimos de captar los indi-cios de lo que es y puede ser el objeto de conocimiento, sin embargo el trabajo de investigación nos exige transitar de lo simple a lo complejo en donde lo complejo no es lo complicado ni lo caótico sino “el reconocimiento del tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados”13

Para Castoriadis “el planteamiento del problema es un ejercicio de “elucidación” que consiste en un trabajo mediante el cual los sujetos intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan, es un modo histórico de la re-presentación del mundo –natural y humano- siempre incierto y provisorio”14

11 Buenfil, Rosa Nidia op.cit. p. 13112 Eduardo Remedi, (2005) En Rodríguez, Pedro Gerardo (ed.) (2005), Linderos: Diálogos sobre investigación educativa, México, COMIE/ CEE/ SEB/ ITESO p.144.13 Morin, Edgar (1990), Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, p. 43.14 Ponce, Liliana (2008), “Teoría y acción política en el pensamiento de Cornelius Castoriadis”, en Revista Observaciones Filosóficas, núm. 6, Argentina, Universidad Nacional de Rosario, <htttp://wwwobservacionesfilosóficas.net/teoríayacciónpolítica>, consultado el 28/10/09).

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Sánchez Puentes precisa que hay una diferencia entre definir un problema de investigación y problematizar:

“El problema de investigación es lo que desencadena el proceso de generación de conocimientos, es la guía y el referente permanente durante la producción científica… Problematizar es un pro-ceso complejo a través del cual el investigador va decidiendo poco a poco lo que va a investigar, se puede caracterizar como: a) un periodo de desestabilización y cuestionamiento del propio in-vestigador, b) un proceso de clarificación del objeto de estudio, c) un trabajo de localización o de construcción gradual del problema de investigación”15.

En este sentido, el problema de investigación se sitúa en el orden de lo perceptible, en el mundo de lo feno-ménico; en cambio la problematización es una construcción analítica y una organización teórica del investigador con respecto a su objeto de estudio.

La diferenciación que nos hace Sánchez Puentes nos posibilita situarnos en que conocer es reconocer la constitución de campos de conocimiento con estructuras y estructuraciones múltiples en los que exploramos posibilidades y condiciones de construir objetos de investigación, pues los campos de conocimiento mantienen una amplia gama de objetos posibles, es en su problematización que acudimos a recortes temáticos del campo que posibilitan la focalización de objetos de conocimiento.

Los campos de conocimiento están regidos por las comunidades científicas que los legitima por lo que pro-ducen, difunden y consumen, así, pensar en un campo de conocimiento nos conduce a reconocer quiénes re-presentan a ese campo y cuál es su producción y contribución en el mismo, para situarnos en la posibilidad de uso y diálogo desde el razonamiento situado en la producción teórica del campo. En términos de procedimiento aludimos a la elaboración del estado del conocimiento (para algunos el estado del arte) sobre el campo y las op-ciones de posibilidad que éste tiene para la investigación educativa. Para elaborar el estado de conocimiento no es suficiente acudir a autores y teorías dadas, sino alude a una organización lógico-gnoseológica que promueva nuevas configuraciones teóricas, esto lo logramos si construimos mapas conceptuales analíticos sostenidos en categorías analíticas y categorías sociales y no en reproducciones teóricas.

Plantear el problema de investigación nos da la posibilidad de avanzar en un movimiento que promueve el pensamiento en la búsqueda de explicaciones alternativas y de nuevas estrategias de solución, pues problemati-zar es cuestionar y reformular lo existente en la búsqueda de lo posible.

En la posibilidad de formular el planteamiento del problema en la investigación hemos de tomar en cuenta, por lo menos, tres componentes que en el proceso de la misma se van articulando: los referentes teóricos desde y con los que vislumbramos al objeto de estudio, esto en una inscripción conceptual y analítica que posibilite explicitar la mirada de la investigación y el horizonte de inteligibilidad del objeto de estudio. Las preguntas de in-vestigación que fungen como horizontes de visibilidad en la búsqueda de nuevas informaciones para la investiga-ción educativa. El tercero es el referente empírico al que nos acercamos, éste nos permite reconocer escenarios, sujetos, acciones y actos que confrontan y tensan la relación con la mirada teórica al que nos hemos referido.

Aún habiendo planteado el problema de investigación, en el desarrollo de la misma, hacemos ejercicios de mediación analítica que nos permiten regular las incidencias o sobredeterminaciones de lo teórico sobre lo em-pírico, pues lo que ofrece el contexto, los sujetos y su espacio de intervención-intelección se constituye en un referente con un alto valor analítico.

Con respecto a las preguntas de investigación, éstas han de fijarse tanto en su descripción y contextualización temática como en la posibilidad de abrir horizontes para nuevos conocimientos. Preguntas tenemos muchas, pero todas aquellas que de sí tienen una respuesta apaciguadora del deseo de saber, no son preguntas de investigación; es más fácil encontrar respuestas aunque sean equivocadas a elaborar preguntas que nos exigen una buena siste-matización de la información, así como la elaboración de mediaciones conceptuales y analíticas para su explicación.

15 Sánchez Puentes, Ricardo (1993), “Didáctica de la problematización en el campo científica de la educación”, en Perfiles Educativos, núm. 61, julio-septiembre, México, UNAM, p. 65.

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para la investigación educativa

Muchos de los planteamientos iniciales que hacemos quedan como problemas preliminares o puntos de par-tida que favorecen la problematización de campos de conocimiento con miras a construir un objeto de estudio. El riesgo es quedarnos en estos primeros intentos y pensar que hemos construido el objeto de estudio, pues la de-finición de objeto es uno de los puntos de mayor dificultad, se presenta como situación incierta e inespecífica en la cual hay que encontrar los sentidos y significados a través de un trabajo de desciframiento, de recorte espacio-temporal y de ubicar las situaciones en su devenir y en el movimiento del presente. Esto supone un proceso de construcción y reconstrucción permanente que es muy complejo.

Los puntos de partida para una buena problematización pueden ser el establecimiento de nociones, hipótesis o tesis derivadas de una revisión teórica sobre el campo de conocimiento que interesa al investigador, en otros casos es darse cuenta de las ausencias en un campo de conocimiento, el llamado de atención o la sorpresa sobre acontecimientos o los actos de sujetos sociales. Lo importante es que estos planteamientos preliminares posibi-liten articular en el proceso y desarrollo de la investigación tanto los niveles como las dimensiones por las que se explica y se comprende la realidad interrogada.

En la problematización, el objeto de estudio se encuentra de manera embrionaria, es decir, es un encuentro de horizontes posibles que aspiran fijar contenido en la necesidad de explicar y comprender una situación o acon-tecimiento social y humano. La problematización nos ayuda también a darle intención y dirección al proceso de búsquedas y encuentros con el conocimiento de la realidad, en este caso educativa, social y humana.

4. ¿qué esperamos en un ejercicio de problematización?

a) Descripción de escenarios en los que se sitúen tiempo, espacios y sujetos que movilizan recursos, intencio-nes y posibilidades por el sentido y el significado atribuido en lo que para ellos es necesario e importante.

b) Definir campos de conocimiento y áreas de intervención.c) Reconocerse en el ángulo de mirada desde el cual es posible emprender una relación de conocimiento

con el objeto de estudio (éste es del orden teórico pero también histórico y metodológico).d) Establecer los ejes, categorías y conceptos que estructuran las posibilidades de conocimiento.e) Enlazarlo con los propósitos de la investigación.f) Posibilitar rutas y caminos diversos articulados a encuentros que fijen posibilidades explicativas a través

del establecimiento de informes de investigación o capítulos que estructuren una producción teórica.

En síntesis, lo que de manera común llamamos problema de investigación es una construcción analítico des-criptiva contextualizada que muestra las tensiones entre los intereses de quien investiga y los acontecimientos posibles de ser investigados; por lo que elaborar un diseño o proyecto de investigación requiere del ejercicio de la misma en la toma de conciencia de la complejidad que esto representa, pues se trata de un proceso inestable y conflictivo que procura clarificar el objeto de estudio a partir de recortes de realidad para proceder a la articu-lación de niveles y dimensiones de la misma sin perder de vista la totalidad como perspectiva de desciframiento e inteligibilidad de realidades concretas.

Investigar implica una educación mental y una estructura de pensamiento capaz de afrontar la complejidad de una realidad a veces caótica y siempre incierta que no puede resumirse en un formato maestro, aquello que no puede fincarse en el ordenamiento metodológico, aquello que no puede reducirse a una idea simple.

Desde la investigación el conocer está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento, lo cual nos plantea el desafío a afrontar la complejidad en la que se expresa la conducta humana, sus dimensiones y múltiples relaciones e implicaciones en la que se ve envuelta.

El sujeto que se asume como investigador es consciente de que su trabajo transita en lo recurrente de los antagonismos, las concurrencias y lo complementario e incorpora tanto el orden como la incertidumbre, lo aleatorio y lo eventual; asume los aspectos del desorden y del devenir como categorías que juegan un papel cons-tructivo y generativo en la realidad y en el conocimiento.

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La aspiración de quienes decidimos investigar se encuentra en las posibilidades que ésta nos da en la expli-cación y comprensión de los problemas educativos, aunque no se llegue del todo a ellas, pues siempre será una aspiración que orienta al desarrollo del pensamiento.

La búsqueda y los planteamientos en la problematización funcionan como ideas regulativas, es decir, como ideas que orientan una actividad, pero nunca se alcanzan por completo. Lo que nos queda es captar el movimien-to social que reúne a los seres humanos en un tejido de eventos, acciones, prácticas, interacciones, retroacciones y determinaciones que constituyen nuestro mundo.

Investigar nos permite desarrollar la capacidad creativa e inventiva en un ejercicio de imaginación en la bús-queda de nuevos conocimientos.

La imaginación y la fantasía en el sujeto tienen mucho de juego interior. El hombre con una imaginación bien desarrollada vive con intensidad los acontecimientos del mundo, se recrea con rememoraciones de gran fuerza y vive con gran intensidad cada experiencia, evita las rutinas y los esquemas, `juega’ con las ideas, sistematiza información, interpreta imágenes y textos en un ir y venir del pensamiento teórico a la acción estratégica que le ofrece el diálogo y la reflexión cognitiva en cada uno de sus actos.

El planteamiento del problema funge como posibilidad para la investigación y nos permite vislumbrar, en el horizonte de espera, la articulación de diferentes niveles de realidad que van de lo real-contextual, a las mediacio-nes simbólicas y a la construcción de universos de significación por los que se objetiva el conocimiento producido, esto como una expresión de la apropiación potencial que proyecta las posibilidades de conocimiento.

En la investigación educativa no hay castidad conceptual/metodológica, pues es el movimiento de lo real lo que nos interesa captar, para ello, nos situamos en los actos de sujeto y lo que esto detona en conductas y com-portamiento con otros sujetos con los que establece vínculos y redes de convivencia, por ello coincidimos con el planteamiento que hace Remedi al señalar que “trabajamos con objetos cargados de la intencionalidad de sus actores y donde está implicada mi propia intencionalidad (direccionalidad). La naturaleza del objeto educativo exige una mirada interdisciplinaria y transdisciplinaria, así como una profunda vigilancia epistemológica”16. Es la vigilancia epistemológica lo que nos asegura no perdernos en el trayecto, aunque haya caminos múltiples que nos conducen al conocimiento.

Quienes nos dedicamos a la investigación educativa hemos de ser tolerantes a los tiempos que requiere el plan-teamiento de un problema de investigación, pues éste se genera en procesos que muestran continuidades y discon-tinuidades, con avances y retrocesos, ajustes y desajustes pues en un primer momento el todo aparece como caótico en una pluralidad de referentes y opciones posibles para el conocimiento. Sánchez Puentes nos dice que

“…en la generación de conocimientos hay tiempos de germinación y de maduración, hay momen-tos de titubeos, de desconcierto, de estancamiento y de retroceso, hay periodos en que se avanza y se progresa a pasos agigantados, hay intervalos de bloqueo y hay horas e incluso días en que se está a la espera”17.

Sólo quienes hacemos investigación comprendemos que no es el tiempo del otro si no mi tiempo en el oficio, lo que posibilita la construcción de objetos posibles de investigar.

Podría pensarse entonces, que en donde se encuentra el estatuto que regula y modera al proceso de investi-gación es la constitución e inscripción en campos de conocimiento; así como lo que producen las comunidades científicas y académicas que para el campo de conocimiento y, el de mayor peso, una permanente vigilancia epis-temológica que a lo largo del proceso de investigación se lleva a cabo para garantizar que el trabajo que realizamos tenga un horizonte epistémico y cumpla con una intencionalidad: reconstruir realidades y crear conocimiento.

16 Eduardo Remedi, (2005) En Rodríguez, Pedro Gerardo (ed.) (2005), Linderos: Diálogos sobre investigación educativa, México, COMIE/ CEE/ SEB/ ITESO p.153.17 Sánchez Puentes, Ricardo (1995), Enseñar a investigar, Una didáctica nueva de la investigación científica en ciencias sociales y humanas, México, CESU-UNAM/ ANUIES, p. 82

Ignacio Pineda Pineda

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Hum

anid

adesLa problematización como registro de posibilidades

para la investigación educativa

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Barcelona, COLMEX/ Antrhopos.

Ignacio Pineda Pineda es Licenciado en Pedagogía por la FES Acatlán, Maestro en Educación por el ISCEEM y Doctor en Educación por la UPN Ajusco. Desa-rrolla la línea de Investigación: “Formación y Profesionalización de Educa-dores en México”. Cuenta con numerosas Publicaciones en revistas y libros con temas como: Formación de docentes, Saberes profesionales de la docen-cia, Investigación Educativa, Habilidades docentes, Análisis Institucional, Edu-cación y Pedagogía, Competencias en educación. Ha sido ponente en distintos foros internacionales, nacionales y estatales sobre los mismos temas desta-cando su participación en los Congresos Nacionales de Investigación Educati-va. Es Asesor de tesis en Licenciatura, Maestría y Doctorado.

Sabemos que entre las ideas clave para una con-vivencia sana en nuestro tiempo está el diálogo res-petuoso y productivo. Para ello la educación juega un papel primordial, pues ningún individuo o sociedad al-canza su potencial pleno sin la educación; ser educado, como lo ha señalado el Maestro Gülen, es el cometido más importante de la vida; es el requisito para que una civilización se desarrolle. Pues la cohesión en la vida en sus diversas facetas, se obtiene a través de la educa-ción ciudadana fincada en valores humanos.

Los valores humanos coinciden con la excelen-cia humana que se crea y recrea; son los valores que van transformando y enriqueciendo históricamente las grandes creaciones de la cultura, la civilización, la humanización; se trata de los valores de la libertad, la paz, la igualdad, la justicia, el amor, la racionalidad, la tolerancia. Éstos son el desiderátum de la humaniza-ción, cuyos contravalores corresponden, obviamente, a todas las formas de deshumanización.

Por lo mismo se requiere reencontrar, trazar de nuevo la línea del horizonte, pues la fuente primordial de la valorización está en el propio ser del hombre que pretende trascender a sí mismo en la realización de va-lores, pues de lo contrario queda sometido a la inercia y a las fuerzas regresivas de desunión o muerte.

No obstante las dificultades y problemas de nues-tro tiempo y entorno, sí hay signos decisivos, como el presente acto, de buena voluntad que propicia una evolución histórica en que se van impulsando y con-solidando los valores humanos, expresiones de real humanización que hacen irreversible el proceso; atra-vesando la generalizada y dominante tendencia tánica a la regresión, a la destrucción y la barbarie, el deseo cruza la historia en pos de lo contrario, nadando con-tracorriente, proyectándose hacia el ser, hacia la afir-mación de los valores de la cultura, hacia la creación de un mundo humanizado, y hacia la renovación efectiva de los principios y valores humanos en cuyo centro es-tán los valores éticos.

Me parece que los caminos viables para la ética del presente apuntan ciertamente a la necesidad de reco-

Reflexiones sobre la cultura de la convivencia desde el paradigma de Fethullah Gülen

nocer que así como no cabe afirmar valores morales en un débil compromiso con los valores solidarios, así tampoco es posible afirmar valores sociales sin la per-sona moral, sin la fuerza ética radical que promueve la humanización en el ámbito de civilizaciones y culturas.

En el ámbito de la diversidad cultural es importante señalar que una de las tareas del presente es esclare-cer una concepción de la razón y la racionalidad que respete otras formas culturales, otras formas de expre-sión, que admita en amplia medida el carácter histórico y social de la racionalidad, pero que tampoco niegue el cambio cultural ni las convergencias que resultan de las interacciones transculturales y, finalmente, que admi-ta la posibilidad de cambios en la concepción misma de racionalidad, como resultado de esa interacción.

Me parece importante señalar que para la com-prensión de este fenómeno de la diversidad cultural, así como del desafío de la reconstrucción de escenarios que permitan el diálogo intercultural, es pertinente afi-nar nuestra comprensión de la diversidad desde una perspectiva compatible con una visión plural.

Pues el objetivo más importante que deben plan-tearse los individuos al interactuar, tanto dentro de una misma comunidad, como en interacciones transcultu-rales, es la cooperación y la realización de acciones co-ordinadas, más que el acuerdo total sobre todo lo que consideren importante en asuntos de orden cognitivo o moral.

La cooperación y la coordinación requieren acuer-dos mínimos, sobre plataformas de interés común, los cuales, son posibles a pesar de que existan creencias, normas, valores y procedimientos diferentes en cada comunidad y para distintos individuos. Los puntos cla-ve de una posición pluralista son: la legitimidad de la diversidad, la disonancia restringida, la aceptación de las diferencias y el respeto por la autonomía de los otros. Así pues, el pluralismo significa principalmente la aceptación de la diversidad en asuntos factuales, y en asuntos cognitivos, éticos, religiosos y estéticos, y rechaza por lo tanto la idea de que existan estándares y normas univocistas.

núm. 10, 2011, pp. 126-127126

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Letr

illas

Que haya acuerdos racionales entre miembros de culturas diferentes, aunque sus criterios de racionali-dad puedan ser diferentes, significa que los acuerdos se toman dialógicamente para satisfacer intereses o deseos propios de cada participante, y que cada parti-cipante ve los acuerdos y las acciones coordinadas que hay que seguir como medios adecuados para obtener fines que le interesan. Es decir, se trata de acuerdos racionales desde la perspectiva de cada participante, pero a los cuales es posible arribar mediante el diá-logo y la disposición a llegar a puntos de coincidencia (universlizables) sobre la manera coordinada de actuar y resolver problemas comunes, e incluso de resolver conflictos.

Una perspectiva plural hace un llamado a la pru-dencia, en primer lugar, porque la necesidad de la evaluación puede surgir en diferentes contextos y por motivos distintos.

De aquí la necesidad de una adecuada visión edu-cativa, como lo ha planteado el Maestro Gülen, no sólo en las instituciones educativas, sino también en

las familias, comunidades y medios de comunicación. Pues todos los componentes más importantes de la so-ciedad han de estar alineados en el trabajo de la edu-cación de los jóvenes en todo conocimiento que sea beneficioso. Es mucho lo que está en juego porque el futuro de cualquier nación o civilización depende de su juventud; pero de una juventud educada en la to-lerancia, pues no se puede hablar de ideas comunes o de conciencia colectiva en comunidades donde los in-dividuos no se tratan con la comprensión y tolerancia.

Finalmente expreso que la responsabilidad que asume la Universidad pública es la de impulsar la edu-cación sustentada en principios éticos humanistas con pertinencia social, convencidos de la necesidad de comprensión, tolerancia y responsabilidad en esta época tan amenazada por los antivalores. El diálogo y la comprensión ya no son un pasatiempo intelectual, sino un imperativo para nuestra convivencia social y responsable ante la diversidad cultural y la diversidad de civilizaciones.

José Alejandro Salcedo Aquino

Reflexiones sobre la cultura de la convivencia desde el paradigma de Fethullah Gülen

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Criterios editoriales para nuestros colaboradores

La revista Multidisciplina, tercera época, es una publicación editada por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuyo objetivo es difundir las investigaciones realizadas primordialmen-te por académicos de nuestra institución en las diferentes áreas de estudio para contribuir a la generación de conocimientos y su aplicación en la resolución de problemas de carácter local, re-gional y nacional.

Multidisciplina atiende al objetivo expresa-do en el Plan de Desarrollo 2009-2013 de la FES Acatlán – UNAM: Consolidar grupos y líneas de investigación para el fortalecimiento de la red de investigación de la Facultad, que permitan su proyección en comunidades científicas naciona-les e internacionales, retomando este medio para ampliar y diversificar los sistemas de difusión de los productos de investigación con los que ya cuenta la Facultad.

Las colaboraciones deberán:

• Ser originales, no haber sido publicadas o estar comprometidas para su difusión en cualquier otro medio impreso o di-gital.

• Pertenecer a las áreas de conocimiento que se imparten en la FES Acatlán.

• Tener rigor metodológico y calidad aca-démica, con una redacción clara y ade-cuada.

• Tener un mínimo de 20 cuartillas y un máximo de 30, incluyendo imágenes, fotografías o gráficas que el trabajo puede (o no) incluir.

Presentación de originales

• Enviar la colaboración como archivo(s)

adjunto(s) vía correo electrónico (sepa-rando gráficas, fotografía o imágenes del archivo de texto) y, en la medida de lo posible, en versión impresa.

• No se podrán usar imágenes que ten-gan copyright.

• Las gráficas y cuadros deberán presen-tarse en escala de grises, en formatos Tiff, jpg; no en word.

• La tipografía será Arial, de 12 puntos, con interlineado doble, justificado, con márgenes simétricos de 2.5 cm.

• En Office – Word versiones 97-2003. En caso de versiones más recientes, aplicar la opción de compatibilidad de archivos versión 97-2003.

• En la primera página figurará el título del artículo, seguido del nombre del autor o autores, la categoría y adscrip-ción académica, dirección electrónica y síntesis curricular (por autor) no mayor a 7 líneas.

• La segunda página contendrá un resu-men del trabajo no superior a 200 pa-labras.

• La tercera página contendrá entre tres a cinco palabras clave del trabajo.

• Estas tres primeras páginas no tienen valor en el número total de cuartillas del artículo.

Para las citas se sugiere la siguiente presentación:

1. Tamames, Ramón, La Unión Europea, 3a. ed., Madrid, Alianza, 1996 (Alian-za Universidad Textos, 146), p. 69 y ss.

Si es la primera edición, no referirlo; se cita la ciudad, no el país; si la editorial es conocida, no usar la palabra Edito-

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rial, sólo si es un caso raro o distinto: Olañeta Editor; en caso de ser parte de una colección, entre paréntesis, luego del año, sin la palabra Colección, con el número —si lo tiene— luego de coma, sin escribir número, núm. o #.

1. Saucedo Gonzalez, José Isidro, “El Esta-do transnacional”, en Boletin Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, year XXXVIII, núm. 112, México, enero-abril, 2005, pp. 223-271.

2. Vergara, Rodolfo, “Estudio introduc-torio” en March, James G. y Johan P. Olsen, El redescubrimiento de las ins-tituciones. La base organizativa de la política, México, FCE / Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, 1997 (Nuevas Lecturas de Polí-ticas y Gobierno), p.19 y ss.

En caso de artículos en revistas o partes de libros el título va en redondas, entre comillas; luego la palabra en, sin dos puntos, en bajas; el nombre del autor o autores empezando con nombre y lue-go apellidos; si son dos o más autores, añadir y antes del último nombre.

3. Tamames, Ramón, op. cit., p. 78, n. 1. 4. Ibid., p. 82. 5. Idem. 6. Pérez, María Salustina, “La última pala-

bra en La Chontalpa” tesis de maestría, México, UNAM, 1999, 232 pp.

En cualquier tesis el título no va en cur-sivas, sino redondas y entrecomillas, luego el grado (sin incluir el área ni la

fecha de presentación, tampoco los si-nodales), seguido de la ciudad, la insti-tución, año de presentación y páginas.

Las notas deberán presentarse a pie de pági-na, en Arial de 10 puntos, interlineado sencillo, separando los distintos elementos por comas.

No mezclar las dos clases de citas: (Pérez, 2033: 19) con Pérez, Sotero, _Las mil caras del narcotráfico en México, etc.

ReferenciasSe sugiere listar sólo las obras citadas en el cuer-po del texto y no añadir bibliografía de consulta, aplicando los mismos criterios de las referencias y pies de página.

Las colaboraciones se someterán a dictamina-ción únicamente si cumplen estos criterios edi-toriales. El proceso de arbitraje será realizado por destacados académicos y profesionales de manera transparente y objetiva. La identidad de los autores de los textos no será revelada a los dictaminadores, así como la identidad de los dictaminadores por ningún motivo será revela-da a los autores.

Los derechos de autor de las colaboraciones pu-blicadas en Multidisciplina pertenecen a la UNAM y para ello se atenderán las normas vigentes.

Los trabajos deberán ser enviados a:

[email protected]

y / o entregados en la Secretaría General de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán.

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Editorial Criteria for our contributors

Multidisciplina magazine, third period, is a publi-cation issued by the Facultad de Estudios Supe-riores Acatlan of the National Autonomous Uni-versity of Mexico, whose objective is to spread out investigations conducted primarily by aca-demics from our institution in different areas of study to help contribute knowledge generation and its application in solving local, regional and national problems.

Multidisciplina heeds the objective in the 2009-2013 Development Plan of the FES Acat-lán: consolidate groups and investigation lines to strengthen the Research Network of the School, allowing its projection in national and internatio-nal scientific communities, taking up this means for expanding and diversifying spread out sys-tems of research products which the school al-ready has.

Collaborations should

• Be original, have not been published or be committed to its diffusion in any other printed or digital media.

• Belong to the areas of knowledge taught in the FES Acatlán.

• Have methodological strictness and academic quality, with clear and appro-priate wording.

• Have at least 20 pages and a maximum of 30, including images, photographs or graphics that the work may (or not) include.

Submission of originals

• Submit the collaboration as file(s) attachment(s) via e-mail (separating gra-phics, photographs or images from the

text file) and, as far as possible, in print. Images without copyright cannot be used.

• Graphs and tables must be submitted in grayscale, in Tiff, jpg formats, not in word format.

• The font will be Arial, 12 points, with double spacing, justified, with symme-trical margins of 2.5 cm.

• In Office-Word versions 97-2003. If more recent versions are used, apply the file compatibility option 97-2003.

• On the first page include the article tit-le, followed by the name of the author or authors, the category and academic assignment, e-mail address and curricu-lar synthesis (per author) no larger than 7 lines.

• The second page will contain a sum-mary of the work not exceeding 200 words.

• The third page will contain between three to five key concepts of the work.

• These first three pages have no value in the total number of pages of the article.

For quotations the following presentation is suggested.

1. Tamames, Ramón, La Unión Europea, 3a. ed., Madrid, Alianza, 1996 (Alian-za Universidad Textos, 146), p. 69 y ss.

If it’s first edition, do not mention it; do not cite the country, cite the city; if the publisher is known, do not use the word Editorial, only if it is a rare case or different: Olañeta Editor; if part of a co-

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llection, between parenthesis, after the year, without the word Colección with the number after comma, without wri-ting número, núm. or #.

1. Saucedo Gonzalez, José Isidro, “El Esta-do transnacional”, en Boletin Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, year XXXVIII, núm. 112, México, enero-abril, 2005, pp. 223-271.

2. Vergara, Rodolfo, “Estudio introduc-torio” en March, James G. y Johan P. Olsen, El redescubrimiento de las insti-tuciones. La base organizativa de la po-lítica, México, FCE / Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pú-blica, 1997 (Nuevas Lecturas de Políticas y Gobierno), p.19 y ss.

In the case of magazine articles or parts of books the title goes in block letters, between quotation marks; then the word en, without a colon, in lowerca-se; the name of the author or authors, starting with the surname and then the first name; if two or more authors , add y before the last name.

3. Tamames, Ramón, op. cit., p. 78, n. 1. 4. Ibid., p. 82. 5. Idem. 6. Pérez, María Salustina, “La última pala-

bra en La Chontalpa” tesis de maestría, México, UNAM, 1999, 232 pp.

In any thesis the title does not go in ita-lics but block letters and between quo-tation marks, then the degree (without

including the area or the presentation date, neither the examiners), followed by the city, institution, year of submis-sion and pages.

The notes should be presented as footnotes, in 10 points Arial, single-spaced, by separating elements by commas.

ReferencesIt is suggested to list only the works cited in the main text and do not add consultation bibliogra-phy, applying the same criteria for references and footnotes.

Contributions will be subjected to resolution only if they meet these editorial criteria. The arbitra-tion process will be conducted by the leading academics and practitioners in a transparent and objective manner. The identity of the authors of the texts will not be disclosed to the adjudicators, and the identity of the adjudicators will not be revealed to authors under any circumstances.

The author copyright of published collaborations in Multidisciplina belongs to the UNAM and it will heed to current regulations.

Papers should be sent to:

[email protected]

and / or delivered to the Secretaría General of the Facultad de Estudios Superiores Acatlán.