Antología del pensamiento de Maquiavelo - Godoy Arcaya O.

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Antología del pensamiento de Maquiavelo Oscar Godoy Arcaya Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469, en una época donde Italia era un campo de batalla con sólo algunos Estados fuertes. Maquiavelo presenció la decadencia del sistema feudal, la aparición de los Estados nacionales, la conquista de América y el fortalecimiento de España, la corrupción del Papado y las guerras entre España y Francia en territorio italiano. El Príncipe El Príncipe de Maquiavelo es un análisis de las prácticas del poder político, dejando de lado la “naturaleza última del poder o la especulación sobre el régimen político ideal”. El texto descansa sobre dos conceptos: virtud y fortuna. La virtud se emplea para dominar a la fortuna, a través de las armas que el príncipe posea, vale decir, “la capacidad del príncipe para bastarse a sí mismo y colocar los designios individuales de los hombres bajo el imperio de su voluntad política”. Ésta tiene cuatro características: a) la fuerza (virtus) corporal y mental; b) la inteligencia bélica para la defensa externa e interna; c) la dominación de la masa a través del miedo; d) la dimensión prudencial de la virtud (el rasgo fundamental), vale decir, el uso de la razón para la construcción de instituciones eficaces y duraderas. La fortuna son “las armas ajenas”; lo que ésta afuera del príncipe. La forma principal que la fortuna adquiere es la voluntad maligna de los gobernados que, destruyendo todo orden político, se definiría como la anarquía de los proyectos individuales. Capítulo I: Cuántas clases hay de principados y por cuáles medios se adquieren Los principados pueden ser hereditarios (gobernados por un príncipe) o nuevos (eran libres); se adquieren con armas ajenas (fortuna) o con armas propias (virtud) Capítulo II: De los principados hereditarios Los principados hereditarios son más fáciles de conservar que los nuevos, ya que sólo se necesita preservar las organizaciones y las costumbres. El príncipe tiene mayor probabilidad de ser amado porque no necesita ser tan severo

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Antología del pensamiento de MaquiaveloOscar Godoy Arcaya

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469, en una época donde Italia era un campo de batalla con sólo algunos Estados fuertes. Maquiavelo presenció la decadencia del sistema feudal, la aparición de los Estados nacionales, la conquista de América y el fortalecimiento de España, la corrupción del Papado y las guerras entre España y Francia en territorio italiano.

El Príncipe

El Príncipe de Maquiavelo es un análisis de las prácticas del poder político, dejando de lado la “naturaleza última del poder o la especulación sobre el régimen político ideal”. El texto descansa sobre dos conceptos: virtud y fortuna.

La virtud se emplea para dominar a la fortuna, a través de las armas que el príncipe posea, vale decir, “la capacidad del príncipe para bastarse a sí mismo y colocar los designios individuales de los hombres bajo el imperio de su voluntad política”. Ésta tiene cuatro características: a) la fuerza (virtus) corporal y mental; b) la inteligencia bélica para la defensa externa e interna; c) la dominación de la masa a través del miedo; d) la dimensión prudencial de la virtud (el rasgo fundamental), vale decir, el uso de la razón para la construcción de instituciones eficaces y duraderas. La fortuna son “las armas ajenas”; lo que ésta afuera del príncipe. La forma principal que la fortuna adquiere es la voluntad maligna de los gobernados que, destruyendo todo orden político, se definiría como la anarquía de los proyectos individuales.

Capítulo I: Cuántas clases hay de principados y por cuáles medios se adquierenLos principados pueden ser hereditarios (gobernados por un príncipe) o nuevos (eran libres); se adquieren con armas ajenas (fortuna) o con armas propias (virtud)

Capítulo II: De los principados hereditariosLos principados hereditarios son más fáciles de conservar que los nuevos, ya que sólo se necesita preservar las organizaciones y las costumbres. El príncipe tiene mayor probabilidad de ser amado porque no necesita ser tan severo

Capítulo III: De los principados mixtosLos principados nuevos son más difíciles de mantener, por la enemistad natural que brota de la conquista. Si el Estado conquistado y el conquistador son del mismo espacio territorial y comparten la lengua, es más fácil conservarlos: sólo basta eliminar la dinastía de príncipes y no alterar leyes ni tributos. Si el Estado conquistado no comparte territorio ni lengua hay formas de conseguir la conservación: a) trasladar la residencia del conquistador al lugar; b) mandar colonias al lugar; c) enviar tropas al lugar (menos efectivo debido a las rentas). Los conquistadores deben proteger a los Estados vecinos débiles y debilitar a los poderosos para mantener el poder y protegerse de amenazas extranjeras.

Capítulo V: Cómo han de ser gobernadas las ciudades o los reinos que, antes de su conquista, se regían por leyes propiasSe pueden conservar los Estados que se regían por sus propias leyes de las siguientes maneras: a) destruirlos; b) trasladar a ellos la residencia; c) generar un adicto entre un gobierno creado por el príncipe y dejar que las leyes antiguas funcionen, mediando un tributo.

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Capítulo VI: De los Estados que el conquistador adquiere con su esfuerzo y sus propias armasLos que conquistan a través de las armas pueden apelar a la persuasión o emplear la fuerza. La aplicación de fuerza generalmente resulta efectiva, mientras que la persuasión no.

Capítulo IX: De los principados civilesSe forman principados civiles cuando se eleva a un ciudadano desde el pueblo o desde la nobleza. El que llega al poder desde el pueblo tiene más posibilidad de conservar el principado, ya que cuenta con el apoyo de la mayoría y, manteniendo una amistad con el príncipe, éste sirve de principal aliado para momentos de conflicto (no así los nobles).

Capítulo XV: Por qué los hombres, y especialmente los príncipes, merecen alabanza o vituperioLos príncipes deben buscar buenas cualidades para gobernar, aunque no pretender tenerlas todas: a veces las virtudes producen ruinas y los vicios seguridad y bienestar.

Capítulo XVII: De la crueldad y la clemencia, y de si vale más ser amado que temidoEl príncipe debe considerar la crueldad cuando ésta le signifique lealtad y obediencia de sus súbditos. Es mejor que el príncipe sea temido que amado, pero el amor depende de los otros y el miedo depende del príncipe, por ende, el príncipe debe preocuparse de lo suyo y nunca hacerse odiar (respetando los bienes y la honra de sus súbditos).

Capítulo XVIII: De qué modo deben guardar los príncipes la fe prometidaEl príncipe no debe ser fiel a una promesa cuando ésta le perjudica y las razones en dónde se sustentaba ya no existen. Hay que saber engañar y, aunque se falte a la promesa, parecer piadoso, leal, íntegro, compasivo y religioso.

Capítulo XIX: El príncipe debe evitar que se le menosprecie y se le aborrezcaEl príncipe debe cuidarse poco de las conspiraciones si es popular, pero, en caso de que no lo sea, debe cuidarse de todo y de todos. Dejando satisfecho al pueblo, tranquilo a los nobles, no imponiendo castigos y mostrando una imagen de gracia, el príncipe se cuidará de no ser odiado.

Capítulo XXV: De lo que influye la fortuna en las cosas humanas y del modo de contrarrestarlas, siendo adversaNo todas las cosas dependen de la fortuna o de Dios, sino también de las propias acciones, las que son capaces de definir la mitad de las cosas.

Discurso sobre la primera década de Tito Livio (Discorsi)

Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Discorsi) es una obra que, siguiendo la teoría del “ciclo constitucional fatal” de Polibio, se dedica al estudio del régimen mixto (como forma política ideal) para compararlo con la monarquía, la aristocracia, la tiranía y la democracia. Este ciclo va pasando de la monarquía a la tiranía, de la aristocracia a la oligarquía, de la democracia al populismo demagógico, para finalizar con un conductor carismático. La única forma de detener este ciclo es que el Estado adquiera una forma mixta (el caso de la República Romana), que contemple elementos de los tres regímenes buenos: de la monarquía (el consulado), de la aristocracia (el senado) y de la democracia (el tribunado de la plebe).