Aproximaciónalcomercio...

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____________________________ ~a=d=!stancia Colaboraciones De vendedores ambulantes y viajantes de comercio Aproximación al comercio no fijo en los años del hambre El pequeño comercio ha sido un sector que ha posibilitado a la vez una actividad económica y una función social muy cotidiana, próxima y básica la del suministro y abastecimiento a la población de productos de primera necesidad, lo que ha generado unas relaciones sociales muy particulares durante siglos, tanto dentro como fuera del propio comercio. E l comercio detallista de pe- queñas dimensiones se vio afectado durante la posguerra directamente por la política econó- micaautárquica, en general, y las cir- cunstanciasderivadas de la misma, en particular,lo que llevó al pequeño co- mercioa desarrollar unas estrategias desupervivencia que en algunos ca- sosfueron genuinas del periodo de posguerray en otros una adaptación eincluso potenciación de prácticas comercialesancestrales. Este comer- ciofueinstrumentalizado por el nue- vorégimenpolítico para llevar a cabo elracionamiento durante el periodo deescasez.Los controles, la normati- vay la creación ex profeso de orga- nismospara tratar de controlar y dis- tribuir la escasa oferta, como la Comisaria General de Abastecimientos y Transportes,la Fiscalía de Tasas,etc., sonotrostantos elementos que los go- biernosde turno establecieron para implicar y controlar al pequeño co- mercioen la tarea del reparto de los bienesdeconsumo de primera nece- sidad. -~ .. -- •...•. La comprensión del funcionamien- to del pequeño comercio en los años cuarenta y cincuenta nos puede mos- trar cómo vivían y trabajaban los co- merciantes, que reunían en sí mismos una triple condición: propietarios, tra- bajadores y patronos, tanto en su ver- tiente de vendedores fijos como ambu- lantes. Los familiares aportaban fuerza de trabajo y capital humano sin retri- bución salarial, destacando el trabajo de las mujeres en los espacios públicos y privados. Además, llevaban acabo las estrategias familiares en esas unidades de distribución y trabajo que eran los pequeños comercios. Las relaciones so- ciales entre los comerciantes y los de- pendientes de comercio, que superan la mera relación laboral para instalar- se, en los años de la autarquía, en unas relaciones paternalistas y cuasi gre- miales. Aquí únicamente me centraré en dos figuras comerciales: el viajante de co- mercio y el vendedor ambulante, con toda la carga épica que tenía a mediados del siglo xx su trabajo. Cómo se veían ellos y cómo les veían los demás, de ma-

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____________________________ ~a=d=!stanciaColaboraciones

De vendedores ambulantesy viajantes de comercio

Aproximación al comercio no fijo en los años del hambre

El pequeño comercio ha sido un sector que ha posibilitado a la vez una actividadeconómica y una función social muy cotidiana, próxima y básica la del suministro y

abastecimientoa la población de productos de primera necesidad, lo que ha generadounasrelaciones sociales muy particulares durante siglos, tanto dentro como fuera del

propio comercio.

El comercio detallista de pe-queñas dimensiones se vioafectado durante la posguerra

directamente por la política econó-micaautárquica, en general, y las cir-cunstanciasderivadas de la misma, enparticular,lo que llevó al pequeño co-mercioa desarrollar unas estrategiasdesupervivencia que en algunos ca-sosfueron genuinas del periodo deposguerray en otros una adaptacióneincluso potenciación de prácticascomercialesancestrales. Este comer-ciofue instrumentalizado por el nue-vorégimenpolítico para llevar a caboelracionamiento durante el periododeescasez.Los controles, la normati-vay la creación ex profeso de orga-nismospara tratar de controlar y dis-tribuir la escasa oferta, como laComisariaGeneral de AbastecimientosyTransportes,la Fiscalía de Tasas, etc.,sonotrostantos elementos que los go-biernosde turno establecieron paraimplicary controlar al pequeño co-mercioen la tarea del reparto de losbienesde consumo de primera nece-sidad.

-~ .. -- •...•.

La comprensión del funcionamien-to del pequeño comercio en los añoscuarenta y cincuenta nos puede mos-trar cómo vivían y trabajaban los co-merciantes, que reunían en sí mismosuna triple condición: propietarios, tra-bajadores y patronos, tanto en su ver-tiente de vendedores fijos como ambu-lantes. Los familiares aportaban fuerzade trabajo y capital humano sin retri-bución salarial, destacando el trabajode las mujeres en los espacios públicosy privados. Además, llevaban acabo lasestrategias familiares en esas unidadesde distribución y trabajo que eran lospequeños comercios. Las relaciones so-ciales entre los comerciantes y los de-pendientes de comercio, que superanla mera relación laboral para instalar-se, en los años de la autarquía, en unasrelaciones paternalistas y cuasi gre-miales.

Aquí únicamente me centraré en dosfiguras comerciales: el viajante de co-mercio y el vendedor ambulante, contoda la carga épica que tenía a mediadosdel siglo xx su trabajo. Cómo se veíanellos y cómo les veían los demás, de ma-

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nera particular en unos años duros de ladictadura franquista, en todos los sen-tidos y para casi todo el mundo, en pri-mer lugar en el asunto básico del abas-tecimiento cotidiano.

Dos grupos comerciales indisoluble-mente unidos al comercio minorista yen particular al pequeño comercio, quetuvo entre sus elementos característicosy personajes emblemáticos a esos dosarquetipos comerciales que hoy en día ohan desaparecido o se han modificadode tal manera que son irreconocibles,en relación a su situación y funcionesde hace medio siglo.

El interés que despiertan estos dosconjuntos comerciales radicaría por unlado en el carácter itinerante de la acti-vidad comercial que practicaban am-bos, unos por cuenta propia (ambulan-tes) en la mayoría de los casos y otrospor cuenta ajena (viajantes) en casi sutotalidad. Pues en ambos casos con-trasta notablemente con el comercio es-table.

Asimismo, las condiciones de vidaderivadas de su actividad laboral son nosólo peculiares, sino también paradig-máticas del comercio autárquico (el via-je/trayecto): los medios de locomoción,las estancias (en posadas, pensiones,ventas y establecimientos similares), eltrato humano con los compradores, con-sumidores y comerciantes, las propiascaracterísticas humanas y personales deestos vendedores (soltería, don de gen-tes, espíritu emprendedor, etc.).

Estos colectivos no constituyeron labase numérica mayor del pequeño co-mercio, pero han sido extraordinaria-mente conocidos y han difundido partede la esencia del comercio tras la Gue-rra Civil en España.

Una narración, en definitiva, que re-coge trayectorias paralelas y coinciden-tes de viajantes y ambulantes, reforzadas

por el ímpetu del testimonio y la suge-rencia de la imagen.

El viajante ha sido un dependientesingular en el comercio; bajo esa de-nominación se han englobado dife-rentes tipos de trabajadores, que reci-birán, a lo largo del tiempo, diferentesdenominaciones, unas populares yotras oficiales, atendiendo también asu misión o compromiso con las per-sonas o empresas a quienes represen-taban.

Podían darse, asimismo, dos moda-lidades diferentes: el viajante profesional,de actividad exclusiva, y el dependienteque compatibiliza su actividad de ventacon la representación comercial:

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Colaboraciones

Homenaje-recibimiento

en Eibara los viajantes

de comercio, años 20.

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«Eran dependientes que pasaban aviajantes en el momento que hacía fal-ta...»1.

«Eran representantes de una casaproductora o de un almacén de gran ca-tegoría»2.

En ambos casos los comercios o fá-bricas solían ser de cierta entidad, peroa veces se correspondía con la pequeñatienda que suministraba a otros esta-blecimientos y, de manera particular, aotros comercios de diferentes localida-des; en primer lugar pueblos y zonas se-

miurbanas: «Los viajantes iban muchoen aquel entonces a Mansilla. Había via-jantes que se tiraban tres y cuatro días,viajantes que eran, sobre todo, de los al-macenes fuertes, almacenes de gran en-vergadura. Había un tal Cuadrado, dePamplona, que llevaba por aquel en-tonces treinta y tantas cubetas... En-tonces, había viajantes, la mayoría, dealmacén...»3.

En el primer caso, el representanteviajaba por cuenta de la empresa y de-pendía de ella, aunque su estatuto po-día ser muy variable4. Podían trabajarpara un solo empleador o para varios;en cualquier caso, son empleados de ac-tividad exterior, es decir, fuera del localdel establecimiento que los emplea: «Sumayor aspiración como dependientestenía que ser pasar de dependiente a via-jante, que eso era ya una mayor catego-ría»5.

Si se trata de un dependiente quehace tareas de viajante, lo hace por unperiodo determinado, pero su categoríasigue siendo la de dependiente y su re-tribución es idéntica: «En ese sitio me hi-cieron dependiente mayor y ya ganabaigual que un Viajante, y no salía, me lopropusieron [ser viajante], pero no qui-se»6.

El representante comercial no nece-sita en la mayor parte de los casos una

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

1 Comerciante-propietario de una mercería-paquetería, al detall y al mayor, en Palencia.

2 Comerciante-propietario de una tienda detelas y paños, en Ávila.

3 Comerciante-propietario de una tienda detejidos en Mansilla de las Mulas, León.

4 La Clasificación Internacional Uniforme deOcupaciones (CIUO) señala: «Trata de conseguirpedidos y vende mercaderías a los minoristas, a losindustriales, a instituciones y a firmas profesio-nales o establecimientos de comercio al por ma-yor, visitando personalmente a los clientes y via-jando por la zona geográfica que se le asigna». EnEl Vendedor Viajero, de Michael Bell. Ginebra: OIT,1980.

5 Comerciante-propietario de unos almacenesde telas, de venta al mayor y al detall, en CiudadReal.

6 Dependiente en unos almacenes de tejidos yvarios, de venta al mayor y al detall, en Palencia.

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publicidad previa o paralela que facili-te su venta la publicidad es el propio tra-bajo: «No, publicidad ninguna, la pu-blicidad que hacía yo era el viaje, queera la mejor publicidad. Y servir bien ala gente; ésa era la mejor publicidad quehabía»7.

Era éste un trabajo masculinizadodentro de la actividad comercial dondelos haya; era un «territorio» cerrado delos varones, por sus características y porel contexto, en donde se desarrolla suactividad laboral. El ambiente social ypolítico de la época contribuyen sobre-manera a consolidar este reducto mas-culinizado del comercio que, eso sí, abar-ca todos los gremios.

Muy frecuentemente solteros, cuan-do se casan les cuesta salir más de via-je y dejan el paso a los más jóvenes o sincompromisos familiares: «Todo el mun-do servía, lo que pasaba es que si gana-ban un poco más de dinero pues a al-guno le interesaba. Habitualmente, siestaban casados, ya les gustaba menos.Los solteros se apretaban más»8.

Varios aspectos podemos destacardel viajante que le definían como de-pendiente mercantil a la vez que comoindividuo: lo itinerante de su trabajo,que llevaba aparejado ciertos hospeda-jes, rutas y medios de transporte; el tra-to con los clientes, que implicaba un ca-rácter decidido y ambicioso de estepersonaje. A este respecto ya Balzac es-cribía acerca de los viajantes definién-dolos como «tipos simpáticos, frescos ychistosos»9; un conocimiento acertadode la mercancía que se ofrece, un trato

de confianza con el comprador que ha-bía que acrecentar de manera constan-te, además de estar siempre a la última.No se podían menguar las ventas ya con-seguidas, la preparación de la venta y laventa misma. Aquí destacaban los mues-trarios, la capacidad de persuasión, noexenta de ciertas artimañas y la duracompetencia.

«Vendedor viajero» es una expresiónfeliz de M. Bell, que define perfecta-mente al viajante de comercio. Ese tra-bajador que viaja de manera regular lohace con conocimiento de causa y nun-ca a la aventura, por eso repite macha-conamente sus visitas comerciales. Enesa faceta juegan gran importancia lasdiferentes rutas.

Las rutas se repartían entre los dife-rentes viajantes de un mismo estableci-miento o empresa, que se turnaban en

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Colaboraciones

7 Dependiente y viajante de una sastrería enCiudad Real.

8 Comerciante-propietario de una mercería-paquetería, al detall y al mayor, en Palencia.

9 El Ilustre Gaudissar. Se publicó por primeravez, en 1833, en el tomo II de las Escenas de lavida en provincias y en 1843 pasó a formar partedel tomo VI de la Comedia Humana.

Hotel «La Perla»de Pamplona,

parada habitualde los viajantes

de comercioen la primera mitad

del siglo XX.

Factura Hotel «La Perla»

años 20

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los recorridos comerciales, aunque man-tenían la misma política y los mismosplanteamientos entre sí. El nexo era ellistín de clientes que todos ellos lleva-ban y que se pasaban unos a otros encada salida que realizaban.

«Si tenían que salir de viaje se les de-cía:

—Mira, tú vas a hacer la ruta deGuardo

Y estaban 15 días en la ruta de Guar-do. O les decían:

—Tú vas a hacer la ruta de tal, y es-taban 15 días.

Bueno, nosotros sólo teníamos dosde los que salían. Iban alternándose lasrutas.

—Hace mucho que no se va a la rutade Baltanás, o a la de Cerrato.

—Oye, que hace mucho que no pa-samos a Asturias.

En la zona que era minera se vendí-an mucho las camisetas...

—¿Quién se quiere ir mañana a As-turias?

Y se estaba allí una semana.—¡Mira, viene fulano!, pues vete tú

para allá»10.La ruta la visitaban los viajantes de

paños y productos textiles cada tempo-rada, dos veces al año, y algún repre-sentante del almacén o tienda suminis-tradora de mercancías para abastecer alos comerciantes de las novedades deprimavera-verano o de otoño-invierno.En esas visitas rutinarias se podían ha-cer nuevos clientes, pero lo más habi-tual era reeditar la visita al cliente fijo yaprovechar para llevar algunos produc-tos que el cliente había solicitado conanterioridad o que habían quedado pen-dientes en la visita anterior.

Papel importante en la ruta lo des-empeñaba el hospedaje. Una vez que lle-gaban a su destino, en cada escala, sealojaban en fondas, pensiones, hostalesy hoteles; la mayoría conocidas por lareiteración de la visita y apreciadas porel trato que en estos lugares recibían.Podían permanecer varios días en elmismo lugar y en el mismo hospedajehasta completar la visita a todos losclientes y posibles compradores: «Vení-an aquí [Ávila] y traían eso. Paraban enel hotel Jardín, un hotel que hay ahí.Siempre tenían ese hotel para eso. Tra-ían en una especie de carro, de ésos decaballos, con las cajas. Las ponían to-das en fila y ocupaban casi todo el mos-trador. Allí empezábamos a trabajar y,hasta que terminábamos, tomaban notay se acabó. Luego se llevaban las cajas,y a otro pueblo o a otra población»11.

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

10 Comerciante-propietario de una mercería-pa-quetería, de venta al detall y al mayor, en Palencia.

11 Comerciante-propietario de una tienda detelas y paños en Ávila.

Establecimientocomercial de tejidos,en Ciudad Real, abiertoen los años 20.

Pastelería-reposteríade León,casa fundadaa principiosdel siglo XX.

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Se creaba así una familiaridad y con-fianza entre los miembros de la hospe-dería y el viajante que se acrecentabacon el paso de los años. Allí podían con-seguir que les lavaran y plancharan suropa para tener buena presencia ante elcliente. Podían comer y, mientras, ha-blar con sus colegas, pero sobre todopodían reponerse del duro trabajo y lar-gos viajes, casi como si estuvieran ensus casas: «Bueno, en todas las rutas ha-bía sitios para alojarse, en pensiones ocasas que ellos ya conocían, donde sejuntaban. Normalmente iban viajantesde todas las provincias y de otros gre-mios, de otros comercios, de comesti-bles, de..., y se conocían, porque esta-ban siempre en la misma ruta»12.

Los diferentes y casi siempre mo-destos hospedajes indicaban por un ladola movilidad de su trabajo, por otro loajustado de su economía: «[La categoría]era la de viajante, pero tenían algo másde la comisión de ventas. Un sueldo fijomás una comisión por ventas, que eraun estímulo»13; aunque siempre habíalas excepciones en lo que se refiere alpoder adquisitivo y prestancia de estospersonajes: «El viajante de comercio,por lo regular, te hablo de los años deMansilla, en los años cuarenta y cin-cuenta, era un señor muy etiquetado;iba en coche y con chófer. Luego, cuan-do me fui a Zaragoza, allí los viajanteseran también grandes señores y ésos so-lían ir en coche, o más bien en tren. En-tonces, llegaban a Zaragoza y tenían unafábrica, porque Zaragoza era un... Bue-no, los viajantes eran muy señores, muyetiquetados. Había muchos que viaja-

ban hasta con la señora, ganaban dine-ro, porque los viajantes de fábrica ga-naban dinero ¡eh!»14.

Cuando se desplazaban para la ven-ta podían utilizar diversos medios detransporte. En algunas ocasiones lo ha-cían en transporte público, en autobúso en ferrocarril, lo que obligaba al via-jante a depender de terceros y a guar-dar puntualidad en los desplazamien-tos. Cuando el viaje se realizaba en loscoches de línea, la familiaridad con losconductores era grande y podía pedir-les ciertos favores que facilitaban el tra-bajo del viajante. Esto raramente ocu-rría en los viajes en ferrocarril, dondeel anonimato era mayor y las posibili-dades de acuerdo mínimas: «Eran unasmaletas que tenían que llevar en los co-ches de línea, de pueblo en pueblo»15.

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Colaboraciones

12 Comerciante-propietario de una mercería-paquetería, de venta al detall y al mayor, en Pa-lencia.

13 Comerciante-propietario de una mercería-paquetería, de venta al detall y al mayor, en Pa-lencia.

14 Comerciante-propietario de una tienda detejidos en Mansilla de las Mulas, León.

15 Comerciante-propietario de una mercería-pa-quetería, de venta la detall y al mayor, en Palencia.

Vendedora callejeracon su puesto

de churros, en Madrid,

en los años 40.

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Si por el contrario el viajante se des-plazaba en un vehículo de la empresa, lamecánica del trabajo cambiaba radical-mente, ya que era el propio representan-te el que con un cierto margen establecíalos tiempos de las visitas a los clientes ylos itinerarios alternativos para las ventas.Era indicador de un cierto prestigio co-mercial el desplazarse en vehículo priva-do, pero también dependía del tipo de re-presentación que desempeñara el viajante,pues algunos productos no podían trans-portarse en los coches de la empresa.

Para ganarse a los clientes tenía quedesplegar todas sus artes y conoci-mientos. Muchas de estas artes y cono-cimientos se aprendían con la expe-riencia y con cierta psicología comercial.Por ejemplo, perder un poco en ciertasconcesiones a cambio de ganar un mu-cho en el monto total de la venta.

En esa profesión inveterada en la queel oficio de viajante se remontaba a másde un siglo atrás, el viajante, mante-

niendo la tradición vigente desde el prin-cipio, debía adornarse con el atributode la palabra fluida16, del poder de se-ducción personal y profesional, y apro-vechar al máximo las necesidades delcomerciante para intentar venderle loque necesitaba y lo que podía necesitar.

Muchos de estos viajantes debían re-correr enormes distancias con mediosprecarios la mayoría de las veces; eso su-ponía, en primer lugar, una gran volun-tad y tesón, ya que implicaba largas au-sencias del domicilio familiar y delentorno personal, a la vez que riesgos fí-sicos derivados de los constantes viajes:«Normalmente una semana. Había al-gunos viajes, por ejemplo, cuando iban aExtremadura, donde hacían muchísimosdesplazamientos, pues que, a lo mejor,estaba doce o trece días. Pero, normal-mente, una semana. El sábado, a casa»17.

El transporte, muy variado, será señade identidad tanto dentro como fueradel mundo comercial el consumidor loidentifica y el comerciante lo reconoce alllegar en coche o tren a cada localidad.Seguirá con resignada regularidad lasrutas asignadas por su casa comercial:«La mayoría iba en coche con chófer, ex-cepto los de almacén, que ésos ya con-ducían; eran viajantes de coche. Pero, enprincipio, era así: no utilizaban coche»18.

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

16 Balzac. H. El Ilustre Gaudissart. En la obrade Balzac el personaje de Gaudissart encarna aun viajante de comercio con sus atributos pro-pios, como la elocuencia y el dominio de la situa-ción o la actividad. El propio Balzac se refiere alviajante como un personaje desconocido en la an-tigüedad, pero que encarnaba los nuevos tiempos(1830 en Francia), en donde el triunfo de la bur-guesía sería una realidad. El viajante de Balzacera un hombre contradictorio pero audaz y exi-toso, que aprovecha los nuevos tiempos para ha-cer mayor fortuna gracias a sus dotes de oratoria.Barcelona: Editorial Lorenzana, 1964. Pág. 12.

17 Dependiente y viajante de comercio, en re-presentación de una sastrería, en Ciudad Real.

18 Comerciante-propietario de una tienda detejidos en Mansilla de las Mulas, León.

Establecimiento de perfumeríaen Logroño,abierto en los 40.

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El representante intenta interesar alcomprador a través de muestrarios y ca-tálogos, pero, además, indica precios ycondiciones de venta y entrega, en sucaso promueve rebajas e informa sobrela posible evolución de los precios alcomprador. En cuanto a su empleador,transmite las órdenes de compra y todolo relativo a las transacciones comer-ciales. Debe conocer al tipo de clienteque vende y actuar en consecuencia,siempre con la prudencia y cortesíacomo «divisas», sin perder por ello lasimpatía, el desparpajo y la inventiva.

La venta ambulante es una antiguaactividad comercial que pervive con cier-ta importancia durante los años de laposguerra; hunde sus raíces en los bu-honeros medievales y se va adaptando,lentamente, a los cambios comercialesque se producen en Europa a lo largodel siglo XX.

La encontramos, en el periodo au-tárquico, como el mejor medio de abas-tecimiento para aquellas localidades enlas que el pequeño número de habitan-tes no permite rentabilizar el comerciofijo. Se localizó, también, en las zonas enlas que la dificultad del traslado de loslugareños a centros de mayor impor-tancia, bien por las propias tareas de lapoblación campesina o por la simple di-ficultad de los transportes y vías de co-municación, representa una oportuni-dad para la ambulancia: «Después, enel cincuenta, cincuenta y tantos, se em-pezó también a la ambulancia. Entonces,con un carro y un caballo se salía poraquellos pueblos, por todo aquello deVillómar, la Aldea, Villaquiz. En fin, sesalía a vender por los pueblos»19.

Los recorridos eran variados y res-

pondían al tipo de mecánica de la ven-ta que cada comerciante tenía: diaria,semanal o quincenal.

Podemos distinguir varios tipos deventa ambulante: la que se desarrollapuerta a puerta, con periodicidad va-riable y de carácter individual, y laque se asienta en mercados itineran-tes, también de regularidad diversa,pero localizada y organizada por lasautoridades municipales; y tambiénaquélla que implica el desplazamientodel cliente al lugar en que se vendela mercancía pero que se lleva a cabopor un vendedor individual y aisla-do: «Eso era prácticamente cada se-mana. O dos semanas, depende de los

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Colaboraciones

19 Comerciante-propietario de un estableci-miento fijo de tejidos y miembro de una familia devendedores ambulantes en Mansilla de las Mulas,León.

Establecimientocomercial

muy popular en Palencia:

Mercería Bustillo,años 30.

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pueblos, claro. Siendo el pueblo gran-de, se iba a lo mejor cada semana.Que el pueblo era más pequeño, a lomejor cada quince días. Así se fun-cionaba»20.

Peculiar, sin duda, fue, como varian-te dentro de la venta ambulante, el siste-ma de puerta a puerta: «Antes, lo que ha-bía aquí mucho [en Valladolid], cuandoyo estaba establecido [1940], eran ven-dedores por pisos, que subían a los pisosy les daban diez pesetas, o diez duros, omil pesetas, y todas las semanas les dabana ellos un duro, dos duros, de esa genteque no podía... Había mucho de esto, mu-

cho ambulante y, sobre todo, vendedo-res en pisos. Debían de tener alguna pa-tente de venta ambulante, pero debíande pagar, no sé, una perra gorda»21.

La actividad como tal llevaba apare-jada una serie de características propiasque a su vez la diferencian de la ventasedentaria. Para ilustrarlas nos fijaremosen un tipo de venta ambulante, el de puer-ta a puerta, con carro, que consideramosprototípica de este tipo de venta.

El instrumento clave para el trans-porte de mercancías en dicha venta enla posguerra española fue el carro va-lenciano (Xátiva), que los ambulantes si-tuaban, con proverbial regularidad, obien en plazas y lugares públicos, siem-pre muy conocidos por los vecinos de lasdiferentes localidades que aquéllos visi-taban y hacia los que acudían indefecti-blemente las vecinas de la localidad paraabastecerse, con frecuencia precedida dela publicidad a través del pregón; o bien,con mayor frecuencia, desplazaban el ca-rro hasta la puerta de los clientes paravenderles a éstos en su propio domicilio.Se trataba, de manera habitual y recu-rrente, de un vehículo de dos grandesruedas de madera y ejes de hierro, varaspara posibilitar el enganche de uno o va-rios animales de tiro y coronado por untoldo o lona con visera como elemento deprotección frente a las inclemencias me-teorológicas. En la mayoría de las oca-siones iba rotulado con el nombre delvendedor o algún otro nombre que iden-tificaba a modo de cartel anunciador alambulante. Sin embargo, en otras oca-siones, y dado que era suficientementeconocido, no necesitaba de tal anuncio.El carro, además, disponía de una seriede accesorios que permitían bien au-

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

20 Ídem.

21 Comerciante-propietario de unos almace-nes de tejidos de venta al mayor y al detall, en Va-lladolid.

Viajante juntoa los propietariosde la alpargatería-zapatería «López»en León, años 30.

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mentar la capacidad de carga, que podíallegar en ocasiones a superar los 400 ki-los, o bien ubicar efectos personales delvendedor, sobre todo si su trayecto seprolonga por semanas o meses: «Sí, en loque concierne al comercio ambulante,lo clásico de allí era a base de carro, uncarro y una caballería. Era un carro pre-parado con estanterías. Allí se llevaba lamercancía por todos esos pueblos, porla ribera del Esla...»22.

En la ambulancia, el sistema de ven-ta puerta a puerta comenzaba con lapreparación del viaje y la carga de lamercancía, se planificaba, de maneraespecial en los largos viajes, no sólo eltrayecto a seguir y los clientes y zonas avisitar, sino también los géneros a trans-portar, los alojamientos en los que per-noctar y los lugares en los que abaste-cerse o recibir mercancía adicional.

Dentro del sistema de puerta a puer-ta había varias modalidades, como biense explica en el libro Los Pañeros de Be-rrocal: la venta a tabla, con funda y conpaquete. Respecto a la primera, dadoque ha sido un sistema que se ha utili-zado exclusivamente antes de la guerra,no nos detendremos en su explicación.La venta con funda servía exclusiva-mente para «ir a una casa concreta» ytransportar sobre el hombro un núme-ro reducido de prendas surtidas de todocuanto se llevaba, envueltas en la tela oretal denominada funda. El paquete, uti-lizado para dar la «vuelta» en la ventapuerta a puerta, suponía cargar con 30ó 40 kilos, y una mayor variedad y can-tidad de géneros23.

La mecánica de la venta variaba se-gún el subsector comercial, el modelotemporal de venta (diaria, mensual...),la clientela destinataria de la misma ypor supuesto el comerciante en cuestiónque la llevaba a cabo. Aún así podemosreconstruir, con bastante fidelidad prác-ticas comerciales de venta ambulante.Recurriremos, una vez más, a los pañe-ros ambulantes para ilustrar nuestro re-lato:

«En el pueblo era puerta por puertacon el mismo carro.

—¡Hombre, tal!Después de un tiempo llamaban a las

casas:—Oye, mira, que tenemos telas, esto

y lo otro..., sábanas.Porque la base era de tejidos. Del mis-

mo carro se sacaba una plataforma en laparte de atrás y allí se extendía la pie-za:

—¿Qué queréis?, ¿un metro, dos me-tros...? Pues, hala.

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Colaboraciones

22 Comerciante-propietario de un estableci-miento fijo de tejidos y miembro de una familia devendedores ambulantes en Mansilla de las Mulas,León.

23 Martín Cuesta, Miguel Ángel. Los Pañerosde Berrocal. Tradición y modernidad. Autoedición,Madrid 1998. Págs. 98-99.

Un joven vendedorambulante de telas,

con su carrovalenciano y sumula, años 50.

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Se medía allí mismo, se cortaba y esoera de puerta en puerta»24.

En otras ocasiones, el pañero llama-ba a la puerta de los clientes y pedía quese le franqueara la entrada para poderdesplegar sus artes y artimañas de ventaen el propio domicilio del comprador:

«Entonces era ir de puerta en puer-ta. Llamabas a la puerta de una señora.salía ésta. Le dabas esto o lo otro, o quete lo encargaba si no lo llevabas enci-ma.

—Pues me traes para la semana queviene tal cosa.

Yo iba todas las semanas.—Me traes...En fin, lo que fuera. Todo a base de

encargos, a base de ir puerta por puer-ta»25.

En el resultado de la venta era fun-damental el «oficio» del vendedor, sucapacidad de persuasión y su expe-riencia, pero también la disponibilidadeconómica y monetaria de la clienta;muchas ventas se malograban por noser la temporada oportuna para latransacción debido a las dificultadestemporales o estructurales de la eco-nomía familiar de los clientes. En esteplanteamiento, el sistema de fiado co-braba una gran importancia, ya que elvendedor habitualmente aplazaba elcobro de la mercancía que podía ha-cer efectivo en un nuevo viaje, máxi-me cuando se trataba de clientes detoda la vida y de gran fidelidad y con-fianza. Indudablemente eso sólo se po-día hacer si se tenía la «parroquia» con-solidada:

«En la ambulancia sí se fiaba. A losque eran, por ejemplo, ya gente de con-fianza, naturalmente. En esta zona, queera un poco de gente obrera, pues da-bas hasta dos o tres meses, hasta sep-tiembre, que se cobraba la soldada, puestambién había que dar.

»La gente obrera, el labrador flojo,cuando venía el trigo es cuando teníael dinero. En septiembre. Y lo mismocuando llegaba mayo no tenía ni unduro. El obrero del campo, el brace-ro, el jornalero… Aquí, en esta zona,había obreros de año que se llamaba,que estaban todo el año trabajando enuna casa, y obreros por temporadas,los que estaban en la temporada de ve-rano, por ejemplo. Aquí se cogían obre-ros que empezaban en junio hasta eldía de San Mateo, el 20 de septiem-bre. No sé si era San Antón…, o unacosa así. Entonces se ganaba cuaren-ta y tantas. Esos obreros cobrabancuando terminaba. Si estaban ajusta-dos en cinco mil a lo que fuera…, por-que entonces se ajustaba a muchos

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

24 Comerciante-propietario de un estableci-miento fijo de tejidos y miembro de una familia deambulantes en Mansilla de las Mulas, León.

25 Comerciante-propietario y vendedor ambu-lante en la zona de Toro, Zamora.

Dependiente-Viajanteen la motocicletade trabajo,para escasosvolúmenesy cortos trayectosen Ciudad Real, años 60.

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precios. Cuando cobraban es cuandopagaban»26.

El «arte» de la venta había que apren-derlo desde joven saliendo como criadode algún vendedor experimentado, ocomo acompañante de un familiar. Elprimer viaje se trataba en casi todos loscasos de un «rito» iniciático hacia la ma-durez y la integración en la comunidad;en él se adquiría todo lo necesario parapoder independizarse en un futuro, des-de los trayectos y rutas hasta la maes-tría de la venta y el trato con la cliente-la; en definitiva formarse laboral ypersonalmente:

«Yo ya empezaba a hacer novillos enel colegio, porque me gustaba más laprofesión de mis padres, o sea que gus-taba más el comercio que el colegio. Yempecé a hacer mis pinitos ahí. Nos-otros somos una familia de seis her-manos. Unos quisieron estudiar, peroyo no quise; a mí me gustaba el comer-cio. Entonces, en Baltanás hicimos laambulancia. Teníamos un comercio enBaltanás, pero también hicimos la am-bulancia, que es ir a vender por los pue-blos. Fueron unos años para mí muybonitos, aunque fueron también muyduros, porque pasábamos nuestras ca-lamidades. En invierno había que ma-drugar. Hasta que me fui a la mili, enque compramos un local aquí, en Pa-lencia»27.

La venta ambulante tenía sus pro-pios ritmos, que variaban según el sis-tema que se empleara o la tradición quehubiera al respecto. Así, podíamos te-ner al vendedor ambulante individual,que se desplazaba diariamente desde suresidencia hasta los lugares de venta, no

muy distantes de aquella. Hay que te-ner en cuenta que los traslados en aque-llos años se realizaban básicamente encarro y por caminos poco acondiciona-dos, por lo que el ritmo de desplaza-miento era bajo y la distancia recorridacorta: «Una hora, depende; una hora uhora y pico. Si había un pueblo más le-jos se podía tardar hora y media o doshoras. Lo normal eran cinco kilómetrosen una hora»28.

Una vez realizada la venta regresa-ban a sus casas y repetían la salida aldía siguiente, si el tiempo lo permitía,

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Colaboraciones

26 Comerciante-propietario y vendedor ambu-lante en la zona de Toro, Zamora.

27 Hijo de un comerciante-propietario de uncomercio mixto, y ambulante él mismo en la zonade Baltanás, Palencia.

28 Comerciante-propietario y vendedor ambu-lante en la zona de Toro, Zamora.

Puesto ambulantede melones,

junto a la fuentegótica de Arganda del Rey, años 60.

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pero a otra localidad diferente, aunqueigualmente próxima. La frecuencia deventa en una localidad dependía en granparte del número de localidades que for-maban parte del itinerario del vendedor:«Sí, en el día, a excepción de cuando,por ejemplo, te pillaba en Quintana deRueda. Entre Quintana de Rueda y Man-silla habrá 6 ó 7 kilómetros, y con la ca-ballería pues... Entonces pernoctabanallí, en Quintana»29.

Diferente era el caso de aquel otrovendedor que pasaba largas tempora-das fuera de su casa y que podía lle-gar incluso a permanecer más de seismeses fuera de la misma. En esos ca-sos el abastecimiento para la venta serealizaba en el mismo trayecto y noera necesario que el ambulante regre-sara para hacer acopio de mercancí-as: «Era venta ambulante; dejaban losbocoyes de las aceitunas, que, claro,no iban a venir desde Sevilla andan-do. Los tenían en lo que se llama elMesón del Ángel, que todavía existe, ydesde allí salía mi padre hacía Astorgay La Bañeza. Eso también lo llevabanen el tren, pero tenía una caballería, odos y...»30.

Esta fórmula implicaba, conse-cuentemente, una peculiar manera devender, de relacionarse con los com-pradores y de vivir las largas ausenciasdel domicilio personal. Había que vi-vir en posadas y ventas, calcular los tra-yectos para llegar a los puntos de abas-tecimiento a tiempo y enfrentarse a losmúltiples problemas o contratiemposque se iban presentando a lo largo delviaje.

«Yo tenía una ruta por la provincia,por los pueblos limítrofes a Baltanás:Antigüedad, Cevico Navero, Villaco-nancio, Castrillo de Onielo... Esa era unaruta cercana, y veníamos a dormir to-dos los días a casa. Después hicimos otraruta, que era Espinosa de Cerrato, por laparte de Burgos»31.

Viajantes y ambulantes desarrolla-ron vidas paralelas en el comercio deantaño.

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De vendedores ambulantes y viajantes de comercio

29 Comerciante-propietario de un estableci-miento fijo de tejidos y miembro de una familia devendedores ambulantes en Mansilla de las Mulas,León.

30 Hija de vendedor de frutos secos y variantes,ambulante y fijo, procedente de Serranillos, Ávila.

31 Hijo de un comerciante-propietario de uncomercio mixto, y vendedor ambulante él mismoen la zona de Baltanás, Palencia.

Vendedor de lechecon su borrico,

en las calles de León,años 60.

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