AQUELLOS AÑOS

11
1 AQUELLOS AÑOS Hoy es el último día de escuela antes de las vacaciones navideñas. Recojo mis cosas, que están encima del pupitre: la Enciclopedia Álvarez 2º grado, el plumier de madera, mi libreta de hacer los deberes, la goma de borrar Milán, una caja de lapiceros de colores Alpino que me “trajeron los Reyes” en casa de mis tíos Raimundo y Francisca, y el portaplumas con sus plumas correspondientes, pues en aquellos años, todavía se escribía con tinta, mojando la pluma en el tintero que había colocado en cada pupitre. Ni que decir tiene que los borrones en las libretas era una cosa muy corriente, hasta que poco después llegaron los bolígrafos Bic, y la escritura mejoró si no en estilo sí en limpieza. Meto todas mis pertenencias en la cartera, que no es otra cosa que una bolsa de tela de un azul muy claro que me ha hecho

description

LOS AÑOS DE LA INFANCIA

Transcript of AQUELLOS AÑOS

Page 1: AQUELLOS AÑOS

1

AQUELLOS AÑOS

Hoy es el último día de escuela antes de las vacaciones

navideñas. Recojo mis cosas, que están encima del pupitre: la

Enciclopedia Álvarez 2º grado, el plumier de madera, mi libreta

de hacer los deberes, la goma de borrar Milán, una caja de

lapiceros de colores Alpino que me “trajeron los Reyes” en casa

de mis tíos Raimundo y Francisca, y el portaplumas con sus

plumas correspondientes, pues en aquellos años, todavía se

escribía con tinta, mojando la pluma en el tintero que había

colocado en cada pupitre.

Ni que decir tiene que los borrones en las libretas era una

cosa muy corriente, hasta que poco después llegaron los

bolígrafos Bic, y la escritura mejoró si no en estilo sí en

limpieza.

Meto todas mis pertenencias en la cartera, que no es otra

cosa que una bolsa de tela de un azul muy claro que me ha hecho

Page 2: AQUELLOS AÑOS

2

mi madre, ya que no tenemos dinero para comprar una cartera de

verdad.

En esta “cartera” o bolsa, mi madre había bordado con hilo

rojo mis iniciales J. F. y en medio de estas letras, una especie de

flor. A mi amigo Joseto este bordado en la bolsa le hacía mucha

gracia, y me decía con guasa que yo me llamaba José “flor”

Fuentes

A mí se me daba bastante bien memorizar los diversos

temas que estudiábamos en la escuela: Historia de España,

Historia Sagrada, Religión, Lengua Española…Cuando dábamos

Lengua Española y tocaban los verbos, había algunos muchachos

a los que no les entraban de ninguna manera. Aquellos que no se

los sabían, Don Ramón, el maestro, trataba de refrescarles la

memoria con la ayuda de “la Pascasia” o “la Dorotea”, que de

distintas formas llamaba el maestro a la vara que tenía para

“desasnar” a sus alumnos.

Page 3: AQUELLOS AÑOS

3

Estas varas se las solían traer al maestro los mismos chicos,

con la vana esperanza de que no las empleara con ellos. Y digo

vana esperanza, porque al ser éstos los menos aplicados o los

más rebeldes, muchas veces eran los mismos que las traían

quienes primero las estrenaban.

Como decía, a los chicos que no se sabían los verbos, Don

Ramón les hacía poner las manos extendidas con las palmas

hacia arriba. Si, por ejemplo, le había preguntado al muchacho:

“presente de indicativo del verbo amar”, el chico empezaba: yo,

yo,… y el maestro, vara en ristre, comenzaba: “yo amo”, varazo

en la palma derecha; “tú amas”, varazo en la palma izquierda; “él

ama”, vuelta al palmetazo en la mano derecha; “nosotros

amamos”…...y así hasta completar los seis tiempos verbales.

Los verbos no hay constancia de que se le quedaran en la

cabeza, pero los palmetazos en las manos sí que eran bastante

notorios, como lo atestiguaba la rojez de sus palmas.

Page 4: AQUELLOS AÑOS

4

Una vez Eladio, que debía ser uno de los chicos más

traviesos del pueblo, poco más o menos, le llevó a Don Ramón

una flamante vara de avellano, como de un metro de larga, y que

a los dos días de tenerla el maestro, éste todavía no la había

estrenado en ninguno de sus alumnos.

Pero he aquí que Eladio, que no paraba de hacer trastadas

todo el santo día, ¡qué malo era!, hizo una de las suyas bastante

sonada.

La cosa fue así: Íbamos 4 ó 5 chavales por la calle, incluido

Eladio, y vimos un hombre montado en un burro, que venía del

“Pozo Nuevo”, con cuatro cántaros llenos de agua; como Eladio

no se lo pensaba mucho, con un pequeño palo que llevaba en la

mano, le hizo cosquillas al burro por detrás.

Por lo visto, al burro aquellas cosquillas no le hicieron

mucha gracia, a juzgar por los saltos y coces que empezó a dar.

Tantos saltos y coces dio el burro que derribó al pobre hombre,

dando con su cuerpo en tierra, y los cántaros hechos trizas. La

Page 5: AQUELLOS AÑOS

5

cara de indignación y cabreo del dueño del burro, era como para

salir corriendo sin pensárselo dos veces, y eso hicimos. Cuando

el hombre se pudo levantar, después de quitarse de encima los

trozos de cántaro, y bastante empapado, se lanzó corriendo hacia

nosotros, llamándonos con los más variados epítetos y palabras

gruesas de penosa trascripción. Nosotros salimos pitando del

lugar de los hechos, dejando al buen hombre muy indignado, y a

punto de darle un ataque.

Por supuesto, al día siguiente el maestro, que ya estaba

enterado del desaguisado provocado por Eladio, lo estaba

esperando a la entrada de la clase, con la vara en la mano. Así

que cuando el “presunto” culpable entró en la sala, don Ramón

le preguntó:

- ¿Qué pasó ayer, Eladio?-, me han dicho que hiciste una

de las tuyas, de las mejores, creo.

-Mire usted, don Ramón, fue sin querer, yo…

Page 6: AQUELLOS AÑOS

6

- ¡Ven aquí que te voy a quitar las ganas de hacer más

gamberradas!

A estas alturas de la mínima “conversación”, don Ramón

ya estaba bastante alterado. Se le notaba en la voz, se ponía

nervioso y entonces realmente había que temerle.

De modo que el maestro le metió la cabeza entre sus

piernas, y con la vara en la mano comenzó a darle una buena

tunda en ambas posaderas, lo que provocó el llanto del

travieso muchacho y sus protestas:

- ¡Ay, Ay, don Ramón, no me pegue usted más…, que ya

no lo volveré a hacer nunca…!

-¡Más te vale, Eladio, más te vale!

Estuvo dos o tres minutos dándole varazos con la

“Pascasia”, que de esta forma se estrenó en el culo de quien se

la había traído al maestro.

Esta vara “justiciera” que don Ramón usaba con relativa

frecuencia, provocaba el pánico de los chicos que recibían sus

Page 7: AQUELLOS AÑOS

7

“caricias”. Me acuerdo una vez que mi amigo Mariano, no sé

qué haría para ser merecedor de que la “Pascasia” le dedicara

un rato de su tiempo, pero el caso es que el maestro lo cogió y

le metió la cabeza entre las piernas, las de don Ramón, postura

favorita de éste para impartir justicia, y le estuvo “suavizando”

el trasero unos momentos, no más de diez o doce varazos en

cada lado. Mariano, para parar el castigo, empezó a lloriquear

al tiempo que decía:

-¡Ay don Ramón, no me pegue más que me va a dar un

“derrame por dentro”!

Esto del “derrame por dentro”, debió escucharlo de

alguna persona mayor seguramente, y se le ocurrió decirlo en

ese momento crítico, pensando que haría mella en el ánimo del

furibundo maestro, pero antes al contrario, los varazos

arreciaban, y don Ramón decía:

-¡Toma derrame por dentro, toma derrame por dentro!- Y

así siguió uno o dos minutos más.

Page 8: AQUELLOS AÑOS

8

Don Ramón no es que fuera un sádico a quien le gustara

pegar a los chicos gratuitamente. Lo que pasaba es que era

muy recto, y tenía un sentido de la educación bastante estricto.

Aquel muchacho que no estudiara, que hiciera gamberradas, o

que no atendiera en clase, ya sabía lo que le esperaba.

Hablando de mi amigo Mariano, tuvo una temporada que

quería ser torero, (a los nueve o diez años, se tienen muchas

fantasías en la cabeza), y un día me dijo que iba a ir a un

corral donde había tres o cuatro becerros o vaquillas, no

recuerdo bien, que no eran bravas en sí, pero que tenían su

punto de peligro.

Me pidió que lo acompañara en tan importante evento,

nada menos que su iniciación en el apasionante mundo de los

toros. Así que llegamos al corral y saltamos la tapia,

quedándome yo subido a un palo que allí había, y a salvo de

las posibles embestidas de los “mihuras”.

Page 9: AQUELLOS AÑOS

9

Mariano saltó al suelo del corral donde estaban los

becerros o vaquillas, y empezó a llamarlos para que le

prestaran atención: ¡Eh bicho, Eh bicho!, repetía mientras

mantenía una figura muy “taurina”, con mucho garbo y

donaire.

Se me olvidaba decir que había traído con él un trapo rojo

que encontró en su casa, y con apostura y gallardía, citaba a

los tranquilos animales, que por fin empezaron a mostrar

algún interés ante las repetidas llamadas del aspirante a

“Manolete”.

Así fue que uno de ellos se volvió de cara a él y empezó a

caminar en su dirección, andando cada vez más aprisa y al

final con un trote más que regular.

Mi amigo, al ver que el animal se había arrancado y venía

a por él, mantuvo un momento su dignidad y apostura, mas

luego cuando vio que lo tenía muy cerca, se olvidó de su

orgullo torero y tirando el trapo rojo salió corriendo en

Page 10: AQUELLOS AÑOS

10

dirección a la pared donde estaba el palo al que yo estaba

encaramado, con tan mala fortuna que no se percató, o si se

percató le daba igual, que se estaba metiendo en la zona donde

el cuidador iba echando las boñigas que sacaba de la cuadra,

de manera que en aquel lugar habría como medio metro de

“materia” viscosa y pestilente, y allí que fue mi amigo a parar.

En resumen, que se embadurnó de mierda hasta las

pantorrillas.

Mas él no reparó en tal cosa, tanto era el miedo que traía,

así es que dando un buen salto se subió al palo donde yo

estaba viendo tan de cerca la “corrida” o mejor dicho, la

“carrera”.

Cuando estuvo sentado a mi lado, seguro y recobrando

poco a poco la respiración, me dijo:

-Me parece que ya no quiero ser torero…; y nos fuimos

cada uno a su casa, él muy preocupado pensando lo que le iba

Page 11: AQUELLOS AÑOS

11

a decir a su madre, cuando lo viera de aquel modo, y

apestando a mierda de vaca.

FIN