Argentina - Biomas - (CEAL) - 1° Año II

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Profesor Daniel Augusto Romero - Geografía General – Marzo de 2007 LOS BIOMAS El saber popular ha acuñado una serie de términos adecuados para la diferenciación de los paisajes, indicadores a la vez de su morfología, su tapiz vegetal, la vida animal que en ellos se desarrollan y las formas de instalación y actividad humanas 1 . De estas asociaciones intuitivas se han derivado principios ecológicos muy precisos que han esclarecido la aparentemente inextricable relación existente entre el relieve, el clima, el suelo y la vegetación de un lugar determinado. En primer término se ha puesto el énfasis en la estrecha vinculación entre el clima (proveedor de energía solar y agua) y la vegetación y en segunda instancia, en el reconocimiento de grandes unidades naturales a partir de las formas de vida vegetal dominantes: árboles en la selva, hierbas en los pastizales y arbustos en el monte, con otras formas derivadas de la combinación de éstas, como la de arbustos y pastos dispersos en la puna. Estas regiones naturales o unidades ecológicas máximas se denominan biomas y son la resultante de la interacción del clima con los substratos geológico y geomorfológico regionales. Un bioma es una comunidad terrestre que incluye la vegetación y la fauna asociada a ella, cuya identificación y clasificación se basa en las formas dominantes de la vegetación. Si bien refleja las características impresas por la temperatura y 1 Así, cuando se habla de puna, pampa o selva, se evocan imágenes paisajísticas bien distintas. La puna recuerda altiplanicies frías y secas, con una vegetación rala de pastos duros que sustenta rebaños de llamas tras de los cuales se mueve pausadamente una pastora que hace girar incansablemente con manos ágiles el huso y la puiscana. La pampa en cambio suscita la imagen de una llanura sin límites cubierta de pastizales que, bajo un clima templado y húmedo, nutre incontables cabezas de ganado mayor; la selva, a su turno, se identifica con el ámbito de los grandes árboles de espeso follaje que denotan la pujanza de la vida silvestre bajo un clima cálido y lluvioso, en el que las “picadas” abiertas por el hombre para su explotación dejan al descubierto suelos de color rojo ladrillo. document.doc 1

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LOS BIOMAS

El saber popular ha acuñado una serie de términos adecuados para la diferenciación de los paisajes, indicadores a la vez de su morfología, su tapiz vegetal, la vida animal que en ellos se desarrollan y las formas de instalación y actividad humanas1.

De estas asociaciones intuitivas se han derivado principios ecológicos muy precisos que han esclarecido la aparentemente inextricable relación existente entre el relieve, el clima, el suelo y la vegetación de un lugar determinado.

En primer término se ha puesto el énfasis en la estrecha vinculación entre el clima (proveedor de energía solar y agua) y la vegetación y en segunda instancia, en el reconocimiento de grandes unidades naturales a partir de las formas de vida vegetal dominantes: árboles en la selva, hierbas en los pastizales y arbustos en el monte, con otras formas derivadas de la combinación de éstas, como la de arbustos y pastos dispersos en la puna.

Estas regiones naturales o unidades ecológicas máximas se denominan biomas y son la resultante de la interacción del clima con los substratos geológico y geomorfológico regionales.

Un bioma es una comunidad terrestre que incluye la vegetación y la fauna asociada a ella, cuya identificación y clasificación se basa en las formas dominantes de la vegetación. Si bien refleja las características impresas por la temperatura y humedad propias de un determinado clima, dentro de cada bioma éstas sufren modificaciones locales por efecto de la estructura geológica, el relieve y los suelos2.

Como en cada bioma se han desarrollado con éxito las especies vivientes mejor adaptadas a las condiciones imperantes, estos patrones biológicos son muy buenos modelos a imitar por el hombre en el momento del aprovechamiento de las potencialidades de las regiones naturales.

1 Así, cuando se habla de puna, pampa o selva, se evocan imágenes paisajísticas bien distintas. La puna recuerda altiplanicies frías y secas, con una vegetación rala de pastos duros que sustenta rebaños de llamas tras de los cuales se mueve pausadamente una pastora que hace girar incansablemente con manos ágiles el huso y la puiscana. La pampa en cambio suscita la imagen de una llanura sin límites cubierta de pastizales que, bajo un clima templado y húmedo, nutre incontables cabezas de ganado mayor; la selva, a su turno, se identifica con el ámbito de los grandes árboles de espeso follaje que denotan la pujanza de la vida silvestre bajo un clima cálido y lluvioso, en el que las “picadas” abiertas por el hombre para su explotación dejan al descubierto suelos de color rojo ladrillo.2 El término bioma fue introducido por Clements y Shelford en 1939. Basándose solo en tres regímenes térmicos (frío, templado y tropical), se definieron una serie de biomas con predominio de formaciones herbáceas, arbustivas o arbóreas y las respectivas combinaciones distribuidas en fajas horizontales, denominadas desde los polos hasta el Ecuador: tundra, taiga y bosque (con sus variedades, perennifolio, caducifolio y mixto), pastizal, sabana y selva, con una amplia faja de desiertos ubicados en la latitud subtropical. Esta distribución aparece alterada por influencia de las variaciones climáticas, generadas por los cordones de montaña en el hemisferio Norte, en tanto en el hemisferio Sur la discrepancia es acentuada por la orientación meridiana de las montañas, el escaso desarrollo de las tierras y el predominio de las superficies marítimas en las latitudes medias.

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La cantidad de biomas existentes en un territorio muestra su heterogeneidad y el abanico de sus distintas potencialidades productivas. A su vez la heterogeneidad de cada bioma muestra la magnitud o monto de la oferta natural (temperatura, agua, fertilidad del suelo, etc.). Si hay un alto número de especies vegetales y animales, la oferta natural es rica y cubre un amplio espectro de máquinas biológicas.

Por el contrario, en los biomas áridos, cuyo factor limitante es el agua (ya sea porque llueve poco, la evaporación es intensa, el suelo permeable o la pendiente facilita el escurrimiento, etc.) el número de especies se reduce drásticamente, es decir que ante la oferta restringida el espectro biológico es estrecho, la potencialidad productiva está limitada a pocas máquinas biológicas y la estabilidad del sistema es baja.

En consecuencia el uso y manejo de los recursos naturales renovables debe ser muy cuidadoso y requiere siempre conocer los umbrales críticos de cada uno para que éstos no sean superados.

En síntesis, los biomas marcan las potencialidades y restricciones de una región. Permiten estimar su techo productivo, los niveles de estabilidad natural, la magnitud de los cambios que pueden introducirse y su costo, evaluado en términos económicos y ecológicos3.

LOS BIOMAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Si se consideran las formas de vida de la vegetación en términos de dominancia de árboles, arbustos o hierbas, es posible reconocer en la Argentina tres grandes tipos de macro regiones caracterizadas por la dominancia de cada una de ellas.

Además de éstas, que responden a lo que podríamos clasificar como “tipos puros”, existen otras áreas donde la vegetación es un mosaico resultante de la convivencia de distintas formas en proporciones semejantes; se puede entonces hablar de una “codominancia” ya sea de arbustos - hierbas o árboles - hierbas.

En otros casos se trata más bien de áreas de transición o “ecotonos”, en los que existe un gradiente de formas de vida, el más conspicuo de los cuales es la franja del algarrobal que se extiende desde los Llanos de La Rioja hasta el río Colorado a través del este de San Juan y Mendoza y el oeste de San Luis y La Pampa.

El análisis de la estructura vertical de las diversas formaciones vegetales y de su composición florística (diversidad de especies) permiten diferenciar en las macro regiones bióticas argentinas al menos quince biomas de alcance regional.

LAS MACRO-REGIONES BIÓTICAS

En lo que hace a las regiones de dominancia arbórea, podemos señalar tres de extensión y localización contrastadas. Una de ellas, la más dilatada, se ubica al norte del país, abarcando zonas de relieves diversos (montañas, valles y llanuras) pero todas sujetas a la influencia

3 A partir del año 1971 la UNESCO desarrolla el Programa Biológico Internacional para el estudio de los distintos biomas mundiales, con la participación de la mayoría de sus Estados Miembros.

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anual o estacional del anticiclón del Atlántico Sur, proveedor de lluvias bajo climas que oscilan entre el cálido tropical y el templado cálido, con variables amplitudes térmicas estacionales que justifican desde la existencia de selvas en zonas de alta pluviosidad hasta la de bosques de maderas duras donde las precipitaciones son más escasas y la evaporación intensa; La segunda región, de clima subtropical, menos extensa, se ubica al noreste; Y la tercera al sur del territorio como una estrecha franja estrictamente adosada a las laderas de los Andes patagónicos y fueguinos de alta pluviosidad que, por su localización en las latitudes medias, gozan de un clima templado o templado - frío con las variantes impuestas por la altura. Cabe en consecuencia esperar grandes diferencias en la composición florística de estas formaciones selváticas y boscosas.

Las regiones de dominancia herbácea presentan también un alto grado de dispersión geográfica. Dos consideraciones se imponen al observador. Por un lado, la vastedad de la superficie cubierta por los pastizales, que se extienden desde el sudeste de Entre Ríos a través del sur de Santa Fe, este de Córdoba y La Pampa y todo el territorio de la provincia de Buenos Aires ubicado al norte de la sierra de la Ventana; es decir que abarcan toda la llanura que goza de clima templado húmedo a sub-húmedo. Por otro lado, llama la atención el alto grado de dispersión y la reducida extensión de los pastizales que se presentan formando islotes inmersos en regiones de otros tipos de dominancias. En todos los casos se trata de las llamadas pampas de altura.

La región de dominancia arbustiva se asocia al área de clima semiárido que, como una angosta faja cuya amplitud se acrecienta hacia el sur, se extiende formando un arco desde el Valle Calchaquí hasta la costa atlántica en las latitudes comprendidas entre las bocas de los ríos Negro y Chubut.

Entre las regiones caracterizadas por la codominancia de árboles y hierbas se extiende formando una orla que bordea los pastizales pampeanos. Es un espacio llano en el que el microrrelieve genera importantes variaciones edáficas a las que se suman las derivadas del clima, tanto térmicas como pluviales. Para motivar una serie de matices locales, que permiten identificar biomas bien diferenciados como esteros y selvas, parques y sabanas o espinal.

El área abarcada por las regiones de codominancia de arbustos y hierbas coincide con la zona más seca de la diagonal semiárida, desde la Puna hasta la costa atlántica austral. El clima frío de altura o templado frío de llanura es siempre de lluvias escasas, pero las bajas temperaturas de la zona austral al reducir la magnitud de la evaporación crean condiciones propicias para un mayor desarrollo del pastizal.

Por último el ecotono se desarrolla en la zona de tránsito de los climas cálidos a los templados con precipitaciones concentradas en el periodo estival que es también el de máxima evaporación. En este espacio llano todavía sujeto a la influencia del anticiclón del Atlántico sur las lluvias disminuyen gradualmente de nordeste a sudoeste y ello va acompañado de cambios también graduales en la vegetación a veces con imbricaciones de otras dominancias, por ejemplo donde la emersión de relieves serranos genera otras condiciones climáticas.

LOS BIOMAS REGIONALES

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Entre los biomas caracterizados por la dominancia arbórea cabe distinguir las selvas, con sus dos tipos de manifestaciones, misionera y tucumano-oranense, y los bosques, frío y subtropical.

Entre los biomas de codominancia de árboles y pastizales se encuentran los parques y sabanas subtropicales y el espinal.

A su turno, los pastizales presentan dos fisonomías, la de los pastizales pampeanos y la de los altoserranos.

El arbustal se halla representado por el monte, que se inscribe, junto con otras formas de codominancia con el pastizal, en la vasta área de los semidesiertos, que incluye la Puna, el desierto altoandino y la Patagonia.

El único bioma de transición de dimensión regional es el ecotono monte-bosque-subtropical-espinal.

A estos biomas continentales (si se entiende como tal al archipiélago fueguino que en muchos aspectos participa de las características de la tierra firme contigua), hay que agregar los biomas insulares, distinguiendo por un lado el área abarcada por las Islas Malvinas y las Georgias del Sur y por otro, un bioma que, teniendo en cuenta el factor vegetación elegido para la caracterización de los anteriormente citados, se definiría por la manifestación de ésta en su forma más elemental o por su carencia: nos referimos al bioma antártico que abarca el sector Antártico, proyectándose a través de las Islas Orcadas del Sur hasta las Sandwich del Sur.

TRABAJO PRACTICO N° 1

Leemos el material y construimos las respuestas. Las notas al pie de página también nos podrán ser de utilidad al momento de la elaboración del trabajo.

1 Qué son los biomas?2 Qué elementos naturales definen a los biomas?3 De los elementos que los definen, cuál de todos es el que organiza los tipos de biomas?

4Según la clasificación de Clements y Shelford, cómo se disponen los biomas a partir del ecuador hacia los polos?

5Cómo se denominan los biomas definidos por Clements y Shelford? (ordenados a partir del ecuador, hacia el polo norte y hacia el polo sur)

6 Por qué es importante el estudio de los biomas?7 Qué es la dominancia en un bioma?8 Cómo es sistematizada la dominancia biótica?9 Cuáles son las macrorregiones bióticas de Argentina sistematizadas por la dominancia?

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LAS SELVAS

La selva es el bioma de dominancia arbórea con mayor riqueza de flora y fauna y, al mismo tiempo, con el mayor grado de complejidad, característica de los trópicos húmedos El agua abundante y las temperaturas cálidas sostenidas durante todo el año, conforman un ambiente que ofrece amplias oportunidades ecológicas y, de hecho, se trata del bioma con mayor cantidad de nichos ocupados.

La vegetación es extraordinariamente rica en especies, aunque de cada una de ellas difícilmente coexistan varios ejemplares próximos unos de otros. Se encuentra dominada por árboles de alto porte, que alcanzan más de 30 metros de altura y extienden una amplia copa al amparo de la cual se desarrollan otros árboles y otras formas de vida. Puede hablarse así de una estructura vertical, típica de la selva, en la que se distinguen un estrato arbóreo a su vez multiestratificado, frecuentemente en tres niveles, y, por debajo de él, un estrato arbustivo y otro herbáceo Todos ellos compitiendo duramente por el espacio y la luz e inextricablemente unidos por abundancia de lianas y plantas epífitas. La búsqueda de la luz incide sobre todo en la morfología y funcionamiento de las plantas ya que ella es indispensable para el desarrollo de la función fotosintética. El estrato herbáceo es el más pobre de la selva, pues son pocas las especies que logran ajustarse a la difícil condición de penumbra permanente.

Las estrategias de las plantas son múltiples destacándose las hojas brillosas y anchas de las latifoliadas, que les permiten competir eficientemente en la captación de luz, el borde entero, la corteza clara y generalmente delgada, las raíces aéreas y el desarrollo de formas alargadas que unas veces se apoyan y otras se enroscan alrededor de los tallos de árboles y arbustos para alcanzar la cima y con ello una mayor disponibilidad de luz.

Las selvas desarrollan sus propios suelos, los forestales ácidos, con existencia de rocas de diversos estados de desintegración y capa de detritos de espesor variable. En la selva el mayor porcentaje de nutrientes se encuentra retenido en los organismos vivos. Esto merece destacarse porque, cuando se explota el estrato arbóreo, la pérdida de fertilidad de los suelos es muy rápida, ya que se extrae la materia viva con sus correspondientes nutrientes, los que ya no retornarán al suelo cerrando el ciclo. Por otra parte, cuando se hace tala rasa, dejando el suelo desnudo expuesto a la acción de lluvias intensas, se facilita el lavado del horizonte superficial, que es, precisamente, el más fértil por contener mayor cantidad de materia orgánica.

La oferta extraordinariamente generosa de recursos vegetales, que integran el grupo de los productores, sirve de alimento y hábitat a una amplia gama de animales, que incluye desde los fitófagos hasta los grandes carniceros. La celulosa y la lignina de troncos y ramas son la base de alimentación de incalculable cantidad de larvas de insectos, por ejemplo. Sin embargo, en este ambiente donde el aporte de hojas y cadáveres es permanente, llama la atención la escasez de animales necrófagos, detritófagos y coprófagos, que se alimentan respectivamente de cadáveres, materia orgánica en descomposición y deyecciones. Esto es fácil de explicar, pues la lluvia de desechos no permanece sobre el suelo demasiado tiempo, ya que la rápida acción de bacterias y hongos los desintegra a un ritmo tan veloz que escapan a la acción de los animales.

Con respecto a los hábitos, el arborícola es predominante, dada la gran oferta arbórea existente y la dificultad de circulación a nivel del suelo. Por otra parte, las condiciones

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térmicas, con pocas variaciones anuales, favorecen el desarrollo de organismos poiquilotermos (que no controlan su temperatura corporal) como reptiles y batracios.

La fauna, como la flora, es abundante en número de individuos y en especies4. La avifauna es también muy rica, pues casi el cincuenta por ciento de las especies de aves de la Argentina se hallan representadas en este bioma5. Existen también, entre los reptiles, numerosas culebras6 y serpientes venenosas7. Abundan las tortugas y, entre los batracios, numerosos sapos y ranas. Pueblan los ríos, además de las tortugas de agua, peces de extraordinario tamaño y/o gran valor económico8. Finalmente, existe una enorme variedad de invertebrados, difícil de enumerar9.

En síntesis, la selva se caracteriza por la alta diversidad de plantas y animales, con presencia de todas las formas de vida vegetal (arbórea, arbustiva, herbácea, lianas, epífitas, musgos y líquenes) organizadas en diversos estratos, con cobertura total del suelo, alta tasa de reproducción y crecimiento, fundamentalmente en la vegetación. Es el bioma con mayor número de nichos ocupados y rápido reciclado de nutrientes.

En el territorio argentino se presenta dos formaciones selváticas diferentes, de localización distante: las selvas misionera y la tucumano-oranense. La diferencia entre ambas es consecuencia de las condiciones climáticas, el tipo de relieve y la altitud10.

4 En la cúspide de la trama alimentaria encontramos al yaguareté y, entre los mamíferos más conspicuos, cabe citar a los monos caí y aullador, al anta o tapir americano, pecaríes, carpinchos, nutrias, al oso hormiguero y melero, el llamativo coendú (semejante al puercospín), el agutí y numerosas ratas y cuises. No falta tampoco variedad de murciélagos.5 Entre ellas, la perdiz de monte, el chiflón, el mirasol, el pato serrucho, la pava de monte, la charata, varias palomas y loros, los vistosos tucanes y, entre las rapaces, la harpía, el halcón, el águila, el pájaro campana, el anambé y otras.6 Ñacaniña, lampalagua, falsa yarará, falsa coral, etc.7 Víbora de coral, yarará y víbora de cascabel.8 Dorados, manguruyúes, surubíes, mojarras, palometas, tarariras, viejas y rayas.9 Entre los insectos, se destacan las hormigas podadoras, las legionarias y las termitas. Hay también mariposas de variado tamaño y color, de hábitos diurnos y nocturnos, abejas sociales, avispas, moscas (como la famosa ura, azote de los animales domésticos), barigüies y muchos otros que sirven de vectores de enfermedades tales como la fiebre amarilla y el paludismo, transmitida por los mosquitos Aedes y Anopheles, respectivamente.10 La selva misionera es más cálida y húmeda, con clima sin estacionalidad marcada; la tucumano-oranense se desarrolla, en cambio, bajo un clima con concentración estival de las precipitaciones y un invierno más frío. Por otra parte tiene un desarrollo altitudinal que la lleva aproximadamente hasta los 2.000 mts., superando en más de 1.000 mts. los puntos más altos del relieve misionero. Esto incide sobre la vegetación y la fauna. La selva misionera tiene una mayor diversidad porque el medio natural presenta pocas restricciones y se mantiene prácticamente constante durante todo el año, lo que permite que la actividad general de los seres vivos se mantenga también constante con una elevada tasa de crecimiento y reproducción. Esto se comprueba fácilmente pues cuando se abre un claro en la selva la vegetación lo invade rápidamente y termina cicatrizándola. Por el contrario, en la selva tucumano-oranense hay una disminución de la actividad biológica durante el invierno, coincidente con la disminución de las precipitaciones y la temperatura. Ello altera los hábitos de vida y produce una reducción del número de especies. La altitud, por su parte, genera un gradiente climático y de vegetación, pasándose de la selva al bosque para rematar, a los 2.500-3.000 m.s.n.m. en pastizales de altura. Como diferencias notables entre ambas, se pueden señalar las palmeras y cañas, presentes en la selva misionera, y la existencia de algunos árboles que son exclusivos de una u otra. En cuanto a la

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La selva misionera. Este pequeño y rico bioma cubre la meseta central de Misiones y los relieves colmados que bajan hacia los grandes colectores Paraná, Uruguay e Iguazú. El clima es cálido, subtropical, con precipitaciones de 1.500 a 2.000 m.m.; aunque la temperatura media anual excede los 20°C, de mayo a agosto pueden producirse heladas e incluso nevar en los relieves más elevados (800 mts. en Bernardo de Irigoyen). La vegetación es una masa impenetrable con tres estratos arbóreos, un sotobosque de cañas y arbustos, un estrato herbáceo y un estrato muscinal con musgos y líquenes. Se hallan epífitas a distintas alturas y un entretejido de lianas y enredaderas11.

La trama básica de esta selva incorpora o pierde especies según el lugar. Hacia el nordeste, a medida que el relieve se eleva y el clima se torna más frío aparece un árbol muy cotizado por su madera, el pino misionero, curí o araucaria. A él se asocia generalmente una planta de bajo porte, codiciada por sus hojas, la yerba mate silvestre, específica de la selva misionera. Otras variaciones se presentan en el Parque Nacional del Iguazú, enriquecido con palo rosa y palmito. Hacia el sur, en cambio, se opera un paulatino empobrecimiento en especies, hasta llegar a la formación dominada por el urunday. Su aparición coincide con la proximidad de un substrato rocoso que, en ciertas zonas aflora en superficie, describiendo un arco que se extiende entre Santa Ana y San Javier.

La selva también se modifica a orillas de los ríos, formando la llamada selva en galería, que acompaña los cursos del Paraná y el Uruguay (así como los de sus afluentes), prolongándose a lo largo de los mismos hasta alcanzar el río de la Plata, donde su límite austral parece hallarse en Punta Lara (Bs.As.). En esta selva de ribera aparecen especies exclusivas, en su mayoría higrófilas como el ceibo, el laurel del río, el laurel negro, inga, sauce, lecherón, ambay, tacuara, etc.

Un elemento hoy característico del paisaje misionero es la capuera, que rompe la fisonomía típica de la selva. Se trata de una formación vegetal de arbustos y hierbas derivada de la actividad humana. Aparece allí donde la selva original ha sido destruida, generalmente para abrir campos a la agricultura, cuando ésta es abandonada. Brotan entonces numerosas especies heliófilas como el fumo bravo, que cubren rápidamente el terreno, generando microambientes que hacen posible la iniciación del proceso de regeneración de la selva.

La selva misionera está siendo objeto de una alteración intensa como consecuencia de la expansión de la actividad agrícola y de la explotación forestal. Sus suelos rojos sustentan cultivos de yerba mate, té y tung, entre los perennes, y de tabaco, entre los

fauna, la selva tucumano-oranense es un poco menos diversificada y presenta algunos ejemplares que reflejan la influencia chaqueña.11 La asociación vegetal de mayor distribución presenta en el estrato arbóreo, de 20 a 30 mts. de altura, un predominio de guatambú blanco, laurel negro, cancharana, cedro e incienso y, con cierto grado de dispersión, la palmera pindó y los gigantescos lapachos. Entre los árboles de porte mediano del segundo estrato se destacan el laurel amarillo, el peteribí y el aguay. El tercer estrato, de menor altura, lo forman el cocó, maricá y varios helechos arborescentes que alcanzan su máximo desarrollo en la húmeda vertiente del río Uruguay. El estrato arbustivo es muy rico. En él dominan las cañas, como la tacuara brava y el tacuarembó, y arbustos como la ortiga brava. Entre las lianas y epífitas, las más conocidas son el guaimbé y el agarrapalo, que rodea con sus gruesas raíces aéreas a la planta soporte, a la que termina por ahogar. También son epífitas las hermosas orquídeas y varios tipos de helechos. En el estrato herbáceo se presentan gramíneas de hojas anchas y helechos.

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anuales. La extracción de especies silvestres se practica en áreas vírgenes, en tanto se realizan a ritmo acelerado talas masivas para dar lugar a reforestación con variedad de pinos. En el distrito del urunday, después del fracaso de la agricultura motivado por la erosión del suelo, la explotación de los campos abiertos se orienta hacia el pastoreo.

La selva tucumano-oranense. Se desarrolla en las quebradas y faldeos de las Sierras Subandinas de las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán y en los cordones orientales de las Sierras Pampeanas de Tucumán y Catamarca.

El clima tropical, con lluvias concentradas en el verano, se caracteriza por la formación de neblinas que cubren frecuentemente diversos horizontes de la montaña. Las diferencias en altura, relieve y exposición determinan fuertes contrastes en puntos relativamente próximos. Más allá de estas variaciones locales la altura permite definir una serie de pisos de vegetación.

En las llanuras pedemontanas y cerros bajos se desarrolla la selva de transición. En el sector norte saltojujeño tienen- dominancia el palo blanco y el palo amarillo, existiendo una amplia franja de transición entre la selva y el bosque chaqueño. En la zona austral tucumano salteña dominan la tipa, él pacará y el cebil.

A un nivel superior, ocupando las laderas orientales de los primeros encadenamientos serranos, se desarrolla la selva montana, que tiene un piso inferior con abundancia de especies de la selva de transición, como el cebil y la tipa, luego un gran desarrollo de los laureles. y otro superior con mirtáceas.

Esta selva es muy densa y se encuentra frecuentemente cubierta por nubes durante el verano y principios de otoño. las lianas y enredaderas son muy abundantes, así como las epífitas, especialmente sobre laureles y tipas. La selva montana va empobreciéndose de norte a sur y también entre los 1.200 y los 2.500 m.s.n.m. generando, en rigor. una formación boscosa, en la que pueden distinguirse tres tipos: bosque de pino del cerro, bosque de aliso y bosque de queñoa. Por encima de estas alturas los árboles son reemplazados por pastizales.

La selva tucumano-oranense comparte con la misionera ciertas especies como el lapacho, jacarandá, cedro y chalchal. Existen también helechos arborescentes, lianas y epífitas. Exclusivos son el nogal criollo, el aliso, el roble y la tipa amarilla.

La selva tucumano-oranense ha sido intensamente afectada por la actividad humana, fundamentalmente forestal y agrícola. El área de la tipa y del pacará ha sido la más modificada, encontrándose solo algunos relictos de selva, que ha sido suplantada por cultivos de caña de azúcar y tabaco, después de haber sido objeto de una intensa explotación forestal, que avanza ahora sobre la selva montana para la extracción de cedro, lapacho y pino del cerro.

LOS BOSQUES

El bioma de los bosques se caracteriza por la presencia dominante de la forma arbórea, generalmente en un solo estrato, con lianas y epífitas escasas o nulas. La vegetación incluye áreas no boscosas dentro de la formación (por ejemplo, claros con cobertura herbácea) así

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como variantes del bosque adaptados a condiciones especiales de suelo y humedad (áreas salinas, bordes de cursos de agua, etc.).

En la Argentina los bosques se presentan bajo dos tipos climáticos diferentes. El clima subtropical con lluvias estivales de moderadas a escasas alberga al bosque chaqueño, y el clima frío y húmedo de la región cordillerana, los bosques australes12. La diferencia tan marcada de la fauna de ambos bosques hace imprescindible su tratamiento en forma separada. La fauna del bosque subtropical es de influencia neotropical, en tanto los bosques fríos tienen fauna de predominio austral.

Bosque subtropical o chaqueño. Es el más extenso de los bosques argentinos. Sus límites son siempre de transición a través de amplias fajas de transfiguración, hacia el oeste con las selvas de transición, el ecotono al sudoeste, el espinal hacia el sur y los parques hacia el este, donde la isohieta de 800 m.m., al par que define un monto de precipitación, señala también su acentuada concentración estival a occidente, característica climática que contribuye a la definición de las formas de vida predominantes, fuertemente adaptadas a un invierno seco y relativamente fresco. Esto se refleja en la vegetación, en el empobrecimiento en especies y en la disminución de la cobertura del suelo, especialmente en la faja occidental donde las precipitaciones pueden descender a 450 m.m. anuales. Este bosque se extiende desde el centro-oeste de Formosa hacia el sur cubriendo parte del Chaco y la zona colindante de Salta, el este de Tucumán y Catamarca, el noroeste de Córdoba y San Luis, gran parte de la provincia de Santiago del Estero y el noroeste de Santa Fe. En los contrafuertes de las Sierras Pampeanas modifica su riqueza florística y adquiere la fisonomía de un bosque serrano.

El soporte del bosque chaqueño es una gran llanura de acumulación con escaso declive hacia el sudeste. Los ríos divagan sin formar valles profundos, desbordando con las crecientes. La mayoría de los que bajan del borde oriental de las sierras se insumen o forman extensos bañados, sin llegar a un colector. Esto, unido a la alta variabilidad de las lluvias, define un rasgo sobresaliente del bioma: los pulsos de sequía e inundación a los que está sometido regularmente.

La vegetación predominante es el bosque caducifolio y xerófilo caracterizado por la dominancia de especies adaptadas a condiciones de déficit hídrico. Las estrategias más

12 Ambos tienen en común la existencia de una estación durante la cual la actividad de las plantas se reduce notablemente. En el caso del bosque subtropical, esto se debe a la disminución de las lluvias durante el invierno, en los bosques australes a la disminución de la temperatura en la misma estación. Estas variaciones estacionales tienen influencia decisiva en las adaptaciones morfológicas y funcionales de las plantas. Las estrategias son variadas pero todas ellas cumplen con un objetivo común: sobrevivir durante la temporada desfavorable, sea ésta por exceso de frío como por déficit de agua. En estos bosques un bajo porcentaje de la masa vegetal producida es consumida directamente por herbívoros; la parte más importante cae al suelo engrosando la capa de detritos (ramitas, hojas secas) dando como resultado una abundancia de consumidores ligados con la hojarasca. Estos detritófagos pertenecen, en gran mayoría, a los invertebrados (milpiés, lombrices de tierra). La caída de hojas se concentra al comienzo de la temporada desfavorable (fines de otoño en ambos bosques), acumulándose en forma de manto sobre el suelo. Este manto pasa a ser la fuente más importante de alimentos en momentos en que se reduce la actividad fotosintética y por lo tanto la producción de nueva biomasa. Así los herbívoros estrictos (animales que sólo se alimentan de partes vegetales vivas) tienen limitada su fuente de recursos a la estación favorable, en tanto los detritófagos tienen recursos todo el año. Esta es probablemente la causa de la ya señalada alta proporción de detritófagos sobre herbívoros.

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comunes son la retracción de las hojas (microfilia), la presencia de espinas y hojas coriáceas para evitar la pérdida de agua por transpiración así como los tallos acumuladores de agua, como los de las cactáceas.

El quebrachal es la comunidad generalizada. en la que predominan los quebrachos (colorado chaqueño y Santiagueño y blanco) acompañados por guayacán, palo santo, guayaibí, y diversos tipos de algarrobos. En el pasado existieron amplias áreas cubiertas por gramíneas13.

En la actualidad, a raíz del intenso pastoreo al que fueron sometidas son paulatinamente sustituidas por arbolitos y arbustos espinosos como el chañar, la tusca, el garabato y, fundamentalmente, por el vinal, una agresiva leñosa invasora que avanza sobre las abras graminosas.

Las cactáceas (que son escasas en el quebrachal) también se acrecientan por el sobrepastoreo y en general aparecen predominando en áreas peridomésticas de intenso uso. Las más frecuentes son las cactáceas arborescentes como el quimilí, el cardón y la sacha rosa. Adheridos a las ramas de los árboles y arbustos hay variedad de líquenes, claveles del aire y plantas trepadoras como el tasi, peine de mono y barba de viejo. En el estrato herbáceo del bosque son muy conspicuos los chaguares de hojas punzantes que forman masas impenetrables, sin embargo valiosas por su fibra.

En el leñoso bosque chaqueño son también abundantes las palmeras, ya sea difundidas en él o formando comunidades puras denominadas palmares. En los suelos salinos, especialmente al oeste y sudoeste, el bosque se transforma en una estepa arbustiva que suele orlar grandes espacios de suelo desnudo (con sal en superficie) dominando las especies halófilas, resistentes a la sal, como el jume, la zampa y el cachiyuyo. La composición del bosque varia en las zonas serranas del sector austral. Allí dominan el horco-quebracho, el molle de beber, coco, churqui, tusca, garabato, manzano del campo, etc. Por encima de los 1.500 mts. de altura toman su lugar las estepas graminosas estacionales.

La fauna que habita el bosque es menos rica en especies que la de la selva, empobreciéndose de este a oeste, en el mismo sentido que la vegetación14.

13 Los topónimos Pampa del Infierno, Pampa de los Guanacos y otros, así lo acreditan.14 Persiste el hábito arborícola con representantes como los monos caí y aullador, los mismos citados para la selva misionera, pero los más numerosos son los marsupiales como la comadreja overa, la colorada y varias marmosas. Hay también numerosos murciélagos, entre ellos el transmisor de la rabia paresiante, pero la mayoría son inofensivos para el hombre y el ganado. En la formación chaqueña existen algunos anímales típicos y muy pocos endemismos, como el zorro de patas largas, o aguará guazú. Otros carnívoros del área son el coatí, dos hurones y el yaguareté. Hay también gran cantidad de armadillos que minan el suelo con sus cuevas como el pichi ciego chaqueño, el quirquincho bola, el tatú carreta de tamaño gigantesco cuyo número está disminuyendo rápidamente, muchos roedores, cérvidos como el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, la corzuela y el guazuncho. Las aves son igualmente numerosas: chuñas, perdices, jabirú, charata, pava de monte, palomas, patos, loros y cotorras. No faltan los reptiles y anfibios, cabe citar al yacaré que puebla las aguas de los ríos Pilcomayo y Bermejo y entre las víboras las de cascabel y yarará, además de la boa de las vizcacheras o lampalagua, tortugas de tierra y de agua, iguanas, jabutí, ranas y escuerzos. Entre los invertebrados más característicos están las termitas, constructoras de los grandes termiteros, vulgarmente llamados tacurúes, que alcanzan metro y medio de altura; también son muy abundantes los hormigueros en forma

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El bosque chaqueño es un bioma muy modificado por acción del hombre a través de dos actividades fundamentales: forestal y ganadera. la tala de especies de valor comercial (los tres quebrachos, guayacán, lapacho, palo santo, itín, palo cruz, mistol, etc.) se ha realizado con ritmos de explotación que superan su tasa de renovación, acarreando el empobrecimiento paulatino del mismo. El manejo racional de estos bosques exige tener presente que se trata de árboles de madera dura y por lo tanto de lento crecimiento. Simultáneamente con esta explotación, se hace crianza extensiva de ganado vacuno, caprino y ovino, que reviste cierta importancia dentro de la economía regional. Su manejo se basa fundamentalmente en la explotación de los forrajes naturales. En el verano se alimentan con hierbas en las abras y monte ralo. En mayo junio se internan en el bosque e ingieren los frutos de las leguminosas especialmente, en particular del algarrobo, y ramonean los brotes tiernos de árboles y arbustos. Cuando la sequía se torna crítica se alimentan de la broza (restos de frutos y follaje yacentes sobre la superficie del suelo), la agricultura se practica solo en las zonas más lluviosas del oriente, y en occidente, donde es posible la irrigación. Los cultivos varían según la zona e incluyen maíz, alfalfa, sorgos terrajero y granífero, centeno y hortalizas.

Bosques fríos australes. Ocupan una estrecha franja cordillerana desde el Neuquén hasta la isla de los Estados, interrumpiéndose varias veces allí donde el limite internacional abandona la línea de altas cumbres de modo que ésta queda al oeste, incluida en territorio chileno. El clima es templado frío, con precipitaciones abundantes que decrecen rápidamente de oeste a este, con registros que en el área del bosque varían entre 3.500 m.m. en Laguna Frías y 800 m.m. en el borde oriental. Las precipitaciones son predominantemente invernales en el sector septentrional, y de todo el año en el sector austral. Casi no existe período libre de heladas, y la precipitación ocurre frecuentemente en forma de nieve. Un rasgo notable del paisaje de esta región son los lagos de aguas profundas que actúan como reguladores térmicos. El ascenso de los bosques alcanza generalmente hasta el límite de la nieve de verano. la disminución de la temperatura invernal incide de dos modos sobre la vegetación: de una manera directa porque disminuye la actividad general de la planta, y de modo indirecto porque inmoviliza al agua bajo la forma de nieve o hielo hasta el verano, de modo tal que aunque haya una oferta adecuada de agua, el fluido hacia las raíces es reducido o nulo, acrecentándose por fusión en el verano, precisamente cuando se incremento la actividad biológica. Las plantas que mejor se adaptan a este medio son las coníferas (pehuén, ciprés y alerce) y las caducifolias (ñire y lenga). Estas últimas pierden sus hojas en el período de baja térmica y cuando llega la época favorable reconstruyen su batería fotosintética (hojas) antes de reiniciar su funcionamiento a pleno.

El paralelo de 47°S coincide con un límite importante en la distribución de la vegetación. Al norte se desarrolla el bosque valdiviano, de zona muy húmeda, ya que en algunos lugares la precipitación anual alcanza los 4.000 m.m. Es una formación rica en especies, donde domina el coihue, acompañado por ñire, lenga, raulí, alerce, urmo, etc. En el sotobosque pueden aparecer densos matorrales formados por cañas colihue y quila. Sin embargo, lo corriente es un denso arbustal con plantas trepadoras y parásitas, con su séquito de musgos, líquenes y helechos epífitos. Muy importantes en estos bosques son los hongos, los descomponedores por excelencia de la materia vegetal. Su función es básica, ya que al transformar la materia

de domo, que llegan a medir varios metros de diámetro; otras especies de hormigas viven en cambio en las espinas del vinal y en las ramas huecas del ceibo. Uno de los coleópteros más abundante es el torito quebrachero.

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orgánica en inorgánico dejan disponibles las sales minerales que en el suelo son nuevamente aprovechadas por las plantas, cerrando el ciclo de los nutrientes en el ecosistema. El más difundido de estos hongos parásitos es el llao-llao, que origina gruesos tumores en los troncos y ramas de los Nothofagus.

En la zona septentrional de estos bosques, en la provincia del Neuquén, entre los 900 y 1.800 mts. de altura, se desarrolla una formación casi pura, los pinares, en los que domina una conífera, el pehuén o Araucaria araucana.

En la zona austral, ya en la provincia de Santa Cruz, el bosque se ha empobrecido en especies y tiene menor cobertura en el sotobosque y en el estrato herbáceo. Es el denominado bosque magallánico, desarrollado al sur del paralelo 47°S. En él hay neto predominio de especies perennifolias, y el dominante coihue es reemplazado por el guindo, al cual acompañan la lenga y el ñire, y también el canelo que adquiere tamaño y frecuencia notables.

En Tierra del Fuego las abras son áreas deprimidas propicias para la formación de turberas, antiguas lagunas de aguas someras con vegetación acuática y palustre que bajo condiciones ambientales específicas se han descompuesto en forma incompleta transformándose en turba. Predominan en las turberas diversos musgos del género Sphagnum, al cual se asocian líquenes y otras plantas, fundamentalmente herbáceas.

En estos bosques la trama de interacciones es simple. La mayoría de los fitófagos son insectos, ya que las aves fitófagas, al igual que los mamíferos, están pobremente representadas. Entre estos últimos se encuentra el huemul (ya casi extinguido), el ciervo enano, único herbívoro estricto, pues los pequeños roedores que abundan en el piso son generalmente omnívoros. Mamíferos consumidores de tercer orden son el zorro y el puma, objeto de tenaz persecución. Entre las aves sobresalen el tapacolas, las avutardas o caiquenes, varios patos y entre las predadoras el cóndor, el águila y el halcón. Una diferencia sustancial con el bosque subtropical proviene de las pocas especies de hormigas e invertebrados existentes15.

La zona de bosques tiene reducida aptitud para la agricultura, tanto por condiciones de suelo, fácilmente erosionable, como porque el relieve dificulta las tareas agrícolas, que se concentran en valles y zonas de relieve poco pronunciado. Son siempre áreas muy reducidas en las que se siembran trigo, avena, cebada, alfalfa, trébol rojo y pasto ovillo. Entre los cultivos que han demandado menores extensiones, pero siempre en áreas de desmonte, cabe citar hortalizas y frutales como el cerezo y el guindo. La ganadería, orientada hacia la ovinicultura, tiene escasa significación, aunque al norte cobra importancia el ganado lechero, naturalmente en zonas de desmonte peridomésticas.

15 La introducción de muchas especies exóticas con gran éxito pareciera indicar que existen en los bosques australes nichos ecológicos sin ocupar. Entre éstas pueden citarse el ciervo colorado, la liebre europea, el jabalí y el castor. Dentro de la flora exótica (en particular en el bosque valdiviano) existen especies europeas que se han aclimatado y difundido de modo tal que parecen formar parte de la vegetación autóctono, como por ejemplo la rosa mosqueta, la margarita, el llantén y el ajenjo. Además de introducir estas especies exóticas, el hombre ha modificado este bioma por una intensa explotación forestal, solo contenida en los parques nacionales. La superficie forestal total ha sido estimada en 1.860.000 Ha., incluyendo los parques. Las especies taladas con fines comerciales son pehuén, lenga, coihue, raulí, roble pellín, guindo y canelo. La caña colihue es utilizada en mueblería, y el llao-llao con fines decorativos.

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SEMIDESIERTOS

Se denominan desiertos verdaderos aquellos donde las condiciones de aridez se extienden de once a doce meses del año, con precipitaciones irregulares que, por lo general, no superan los 100 m.m. anuales. En ellos hay fuertes contrastes de temperatura entre el día y la noche e intensa evaporación.

El factor limitante en estos biomas es la falta de precipitación; en algunas regiones del mundo ésta ni siquiera es mensurable, como en el desierto costero de Chile y Perú, donde se han registrado solo 2 m.m. de precipitación en 4 años de los 39 observados. En la Argentina existe un 75 por ciento, de territorio ocupado por tierras áridas y semiáridas que pueden denominarse semidesiertos pues los desiertos verdaderos sólo existen como islotes de pequeña magnitud. En estos biomas la precipitación puede superar los 250 m.m., concentrándose en cuatro o cinco meses del año o presentarse en forma irregular16.

Como forma de comportamientos social es común el hábito migratorio, que posibilita a las poblaciones evitar las estaciones desfavorables. Los rangos de altitud a los cuales se desarrollan los semidesiertos de altura (Puna y Altoandino) varían según la latitud; más elevados en el norte, descienden paulatinamente hacia el sur.

Puna. Ubicada en el noroeste, desde Jujuy hasta el norte de San Juan, ocupa las altiplanicies y zonas de montaña por encima de los niveles del monte y es parte de una unidad mayor que se extiende también por la zona colindante de Bolivia y Chile.

Como bioma no coincide con la región geográfica del mismo nombre pues este semidesierto de altura excede los límites de la misma. Desde Jujuy hasta Catamarca y aún hasta el norte de la Rioja, la puna presenta un paisaje de altiplanicies longitudinalmente surcadas por serranías, con volcanes, lagunas saladas y salares. Hacia el sur se estrecha hasta desaparecer ante el predominio de la cordillera.

16 Los semidesiertos argentinos pueden diferenciarse según los siguientes factores físicos: temperatura, altura y abundancia de nieve. Entre los semidesiertos de altura, la puna es el de mayor aridez y escasas nieves. En el altoandino, la aridez es menor y puede haber nieve todo el año. Entre los semidesiertos de zonas bajas, el monte se desarrolla bajo climas cálidos, en tanto la Patagonia tiene características de climas fríos. Los suelos de estos biomas carecen de horizontes con materia orgánica y representan solamente el producto de desintegración física de la roca madre, pudiendo ser rocosos, pedregosos, arenosos o fruto de alteración química en el caso de los suelos salinos. las consecuencias biológicas por presión del factor agua se ponen en evidencia en el suelo desprovisto de vegetación o con baja cobertura en la mayor parte del año, y por la presencia de formas biológicas altamente xerófilas: arbustos bajos o plantas en placas sin hojas y con tallos fotosintéticos, sistemas radiculares profundos, etc. En las zonas más secas abundan las plantas anuales de ciclo de vida muy corto, que germinan y se desarrollan cuando llueve; el extremo de esta condición son las efímeras que duran pocos días floreciendo y semillando rápidamente, pues la semilla es la forma del ciclo de vida más resistente a la sequía. La baja cobertura vegetal está asociada a la fuerte competencia por el agua, ya que las plantas prosperan solo cuando están a suficiente distancia la una de la otra como para no interferir en el aprovisionamiento de agua. La fauna, que es escasa, se adapta desarrollando, hábitos que les permiten protegerse de las fuertes vacilaciones de temperatura entre el día y la noche, la intensa radiación solar durante el día y la extrema aridez. Son muy frecuentes los hábitos cavícolas y nocturnos, los tupidos pelajes, tegumentos impermeables y los excrementos secos.

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El clima es frío y seco, con gran amplitud térmica diaria y lluvias estivales que disminuyen paulatinamente hacia el sur y también de este a oeste hasta hacerse casi nulas. Estas diferencias generan prácticamente dos zonas: al noreste la llamada puna seca y al sudoeste la puna desértica.

Aparentemente la disminución de las lluvias no provoca la aparición de nuevas comunidades sino el empobrecimiento y disminución de la cobertura vegetal, adaptada a suelos inmaduros, muy pobres en materia orgánica, frecuentemente arenosos o pedregosos.

El tipo de vegetación dominante es la estepa arbustiva muy abierta de tolilla, chijua y añagua con rica-rica y suriyanta. Las estrategias más destacables son las raíces muy desarrolladas en profundidad, tallos acumuladores de agua, hojas reducidas o ausentes. En las laderas y quebradas aparecen elementos arborescentes aislados o en grupos. Los más conspicuos son la queñoa, el churqui y el cardón, éstos en los niveles más bajos, con sus tallos cilíndricos que cumplen la función fotosintética y acumulan agua, cubriéndose de flores coloridas y perfumadas que atraen a los insectos. Una comunidad arbustiva típica son los tolares, arbustos de hojas en forma de escamas que se desarrollan en suelos húmedos, en la ribera de los escasos cursos de agua.

Desde el punto de vista zoológico está bien caracterizada17.

Las condiciones ambientales muy limitantes hacen de la puna una región de escasa actividad humana. Sólo se desarrolla agricultura de subsistencia con cultivos de papas y habas y ganadería de cabras, llamas y ovejas.

Semidesierto altoandino. Este bioma de semidesierto se diferencia de la puna por presentar menor condición de aridez y nieve casi todo el año. Se ubica en zonas de alta montaña, desde el norte de la provincia de Jujuy hasta la Tierra del Fuego, ocupando alturas que superan los 4.500 m.s.n.m. en el norte hasta descender casi a los 500 m.s.n.m. en su límite austral. Desde la provincia del Neuquén hacia el sur este bioma se fragmenta en islotes aislados, al igual que en los cerros elevados de la Precordillera y de la Sierra Nevada y la Payunia al sur de Mendoza.

El relieve es de alta montaña con laderas escarpadas, rellanos más suaves y mesetas. El clima es frío y seco, con precipitaciones en forma de nieve o de granizo, en cualquier estación del año y con alta frecuencia de vientos fuertes. Los suelos son rocosos, pedregosos o arenosos, sueltos e inmaduros.

La vegetación dominante es la estepa arbustiva en las laderas, pastizales de altura en los faldeos y lomadas suaves y en las zonas de acumulación de agua las ricas vegas cordilleranas. En el límite superior linda con el desierto de escombros, con líquenes, y luego las nieves

17 Entre los más conspicuos se encuentran los camélidos como la vicuña, guanaco y llama domesticada. Entre los carnívoros más importantes encontramos el puma, gato de los pajonales y el zorrino. Los roedores son abundantes siendo muchos de ellos endémicos: chinchillón, rata andina, rata chinchilla y muchos ratones y ratas. Entre los edentados es común el armadillo. Las aves están representadas por algunas perdices, macás, flamencos, zuri o ñandú petiso, cóndor, cuervos, caranchos y águilas. los invertebrados han sido poco estudiados, hay coleópteros, hormigas, avispas, etc.

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eternas. Los vegetales están adaptados a condiciones de sequía y a la defensa del frío y el viento. Esto se observa claramente en la formación de matas circulares y compactas, plantas en placas y reducción de la parte aérea. Por este motivo hay dominancia de hierbas sin tallo desarrollado y con hojas en roseta; muchas crecen sólo al amparo de rocas u otras plantas más resistentes.

Por su gran extensión latitudinal presenta por lo menos tres áreas diferentes: el altoandino quichua hasta La Rioja, el altoandino cuyano hasta el norte del Neuquén y el altoandino austral. El semidesierto altoandino quichua es el más seco y tiene nieves poco duraderas; la vegetación dominante es la estepa graminosa de iros, formando matas amarillentas aisladas que en las laderas adoptan la forma de anillos o semilunas. En lugares de suelos permeables como en la Corrida de Cori, la vegetación desaparece por completo llegándose al desierto absoluto. El semidesierto altoandino cuyano y el semidesierto altoandino austral son más húmedos y la nieve persiste casi todo el invierno. Son dominantes las estepas de coirón y las estepas arbustivas de leña amarilla, pingopingo y calafate, entre otras. Las vegas se desarrollan en el fondo de valles, cercanías de vertientes o manantiales y cauces de algunos ríos o arroyos donde se acumula agua; la vegetación es baja y densa, de juncáceas, ciperáceas y gramíneas tiernas.

La fauna en general es escasa y presenta características comunes con la puneña. Los grupos mejor representados son los roedores y las aves rapaces.

La única actividad que se desarrolla es la ganadería caprina y ovina. Hay campos de veranada, ricos en pastizales y vegas que alojan cientos de cabezas de ganado durante el verano. Al promediar marzo, cuando comienzan las primeras nieves, el ganado baja a las llanuras pedemontanas y valles; ubicadas ya fuera de este bioma y en ese período crítico, de gran escasez de forrajes, algunos ganaderos suelen suministrarle verdeos de invierno (avena, cebada) o antiales (alfalfa) que cultivan en áreas irrigadas.

Estepa patagónica. Esta dilatada formación semidesértica se extiende desde el sur de Mendoza (cubriendo parte de las provincias del Neuquén, Río Negro, casi por completo Chubut y Santa Cruz), hasta el noreste de Tierra del Fuego. Los relieves predominantes son las llanuras, mesetas escalonadas y montañas bajas seccionadas por cañadones de curso temporario y grandes valles por donde corren los ríos que nacen en los Andes y van a desembocar en el Atlántico. El clima es frío y seco. con lluvias escasas e irregulares con cierta concentración en invierno. Los registros de lluvias no superan los 250 m.m. en las zonas oriental y central, aumentando paulatinamente hacía el oeste hasta llegar a 500 m.m., como en Esquel (Chubut). Hay gran amplitud anual de la temperatura (máxima absoluta 30-40° y mínima absoluta –10° a – 33°C) y heladas todo el año. Un factor climático muy característico es el viento que sopla con gran fuerza desde el oeste, especialmente en los meses de verano.

Los suelos son pedregosos o arenosos y con escasa materia orgánica. La vegetación dominante es la estepa de arbustos bajos que es suplantada hacia el oeste por un manto graminoso a medida que aumentan las precipitaciones. Presenta adaptaciones muy eficientes al déficit de humedad y vientos, son frecuentes las espinas y la presencia de pelos, resinas y ceras protectoras. Las plantas en cojín y los arbustos pigmeos como la leña de piedra, el neneo y el colapiche son una constante en la Patagonia que, además presenta una particular abundancia de especies endémicas que hacen de ella una región única, típicamente argentina. En la estepa arbustiva se destacan el quilemel duraznillo, mata mora, colapiche, malaspina, llaullín, solupe,

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neneo, calafate y mata guanaco. En las regiones más húmedas como el norte de Tierra del Fuego Y los primeros contrafuertes subandinos, la estepa arbustiva se ve suplantada por un manto graminoso en el que predomina el coirón fueguino y coirón dulce, gramíneas perennes que son la principal fuente de alimentos para la ganadería de la zona. En la región subandina y en las proximidades de vertientes o manantiales, cursos de agua o fondos de valles, se desarrollan praderas cenagosas, llamadas localmente mallines, que forman céspedes bajos y densos de intenso color verde oscuro que contrasta con el resto de la vegetación pardusca. Dominan el pasto de mallín, el unquillo, el trébol blanco y la achicoria. Los suelos salinos presentan en cambio zampa y pastos salados.

En la fauna predominan los animales con hábito corredor y cavícola, además de especies adaptadas a la vida debajo de las plantas como forma de protección contra los fuertes vientos18. Las aves son numerosas19. Además de culebras e iguanas se hallan víboras venenosas como la yarará ñata. En la zona costera se encuentra una fauna específica20

El principal factor de alteración de la estepa patagónica es la ganadería ovina, cuyos enormes rebaños se alimentan casi exclusivamente de vegetación natural. La agricultura se instala en las escasas tierras irrigadas, que abarcan una superficie proporcionalmente

18 Los mamíferos más comunes son la marmosa, la comadreja overa, varios murciélagos y los guanacos, muy disminuidos numéricamente estos últimos; hay también carnívoros como el zorro gris y colorado, los hurones (mayor y menor), el gato montés, el de los pajonales, el puma y el zorrino. los roedores son abundantes en especies y número de individuos: la mara, la vizcacha, varios tuco-tucos, ratones y ratas, cuises, etc. También son comunes los armadillos. La fauna íctica autóctona que puebla ríos y lagos se encuentra representada por bagres u otunos, perca criolla y pejerreyes. Hay además variedad de invertebrados y entre los insectos más comunes se hallan los coleópteros, además de dípteros e himenópteros.19 Se encuentran representadas por patos, cisnes de cuello negro, gaviotas, gallinetas, gráciles martinetas, palomas, tapacolas y variedad de pájaros, además de una considerable cantidad de rapaces. En este bioma son importantes las cuatro especies de caiquenes o cauquenes, conocidos También como avutardas. Son aves de hábitos migratorios que, en invierno, llegan hacia el norte hasta la Provincia de Buenos Aires, donde son conocidas por el daño que provocan a la agricultura y a los campos de pastoreo. Solo el cauquén blanco frecuenta las orillas del mar y se alimenta de algas. El cauquén de cabeza gris y el cauquén común son los que nidifican más al norte, pero siempre al sur del río Negro, relegándose a la zona austral el cauquén de cabeza colorada.20 Allí arriban ocasionalmente distintos géneros de pingüinos. Solo el pingüino de Magallanes anida en ellas, encontrándose pingüineras en las costas de Tierra del Fuego, en cabo Vírgenes (Santa Cruz), cabo Dos Bahías (Chubut), etc. El pingüino de pico rojo o el de penacho amarillo, que visitan estas costas, nidifican en las islas Georgias del Sur y los archipiélagos antárticos. Los pingüinos son predadores de peces planctófagos, cumpliendo una importante función reguladora de la trama trófica cuando sus poblaciones son muy abundantes. El número de individuos ha disminuido considerablemente por haber sido objeto de caza despiadada, pero un estricto control ejercido en los últimos tiempos está permitiendo su recuperación. También habitan en las costas patagónicas los cormoranes de cuello negro, gris y real, cuyas deyecciones dan lugar a la formación de las guaneras, explotadas para la obtención de abono, ya que son ricas en nitrógeno, ácido fosfórico y calcio. Intensamente explotadas en el pasado, hoy tienen escaso valor comercial. Entre los mamíferos anfibios se destacan los lobos marinos, de uno y dos pelos, y los elefantes marinos. La explotación desmedida para la obtención de pieles y grasas ha provocado la destrucción de muchas de las grandes colonias, especialmente del cotizado lobo marino de dos pelos, refugiado hoy en las más inaccesibles zonas australes. Las medidas adoptadas para su protección parecen estar dando resultados efectivos y comienza a observarse un aumento de sus poblaciones en los apostaderos de cría.

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pequeña en los grandes valles septentrionales, en los que, bajo riego, se cultivan principalmente frutales de pepita y vid, además de hortalizas y alfalfa.

Monte. Ocupando una larga franja longitudinal, el monte (semidesierto cálido), se instala en bolsones, valles y laderas de las Sierras Pampeanas y de la Precordillera, sube por los piedemontes cordilleranos hasta la frontera altitudinal de frío con los biomas altoandino y puna, y al sur ocupa las mesetas patagónicas hasta alcanzar el valle inferior del Chubut. Pese a su extensión en sentido latitudinal (desde la quebrada del Toro y la Poma en Salta hasta los 44°20’ en Chubut) presenta condiciones climáticas con pocas variaciones, sobre todo en las temperaturas. Las precipitaciones se acumulan en una estación (la estival) presentando montos promedios que no superan los 200 m.m. anuales. En el sector septentrional, la aridez del monte tiene mucho que ver con su posición geográfica entre dos cordones montañosos, los Andes por el oeste y las Sierras Pampeanas por el este, que interceptan los vientos húmedos del Pacífico y Atlántico respectivamente. las nubes descargan su humedad en las laderas occidental de la cordillera y oriental de las sierras Pampeanas, quedando una especie de gran bolsón interior donde la radiación es muy alta y por lo tanto las pérdidas de agua por evaporación son importantes. Estas condiciones hacen que el balance hídrico del monte sea siempre negativo. La oferta de agua superficial no es más pródiga. Los ríos son intermitentes, con cursos que luego de un corto trayecto superficial se insumen en sus propios lechos o en los conos de acarreo. Los pocos ríos permanentes que existen nacen en las montañas del oeste, alimentándose en sus cabeceras de precipitaciones y deshielos. Los suelos pedregosos, arenosos y muchas veces salinos añaden un nuevo elemento de aridez a este paisaje.

Las estrategias de los vegetales frente a condiciones tan estrictas son múltiples. Están las que evaden la sequía bajo la forma de semillas; son las plantas de ciclo de vida anual que al llegar la época favorable germinan llegando a cubrir hasta un 60 por ciento del suelo. Son las más eficientes pues la semilla es la forma vital mejor protegida; las gramíneas en general pertenecen a este grupo. Otras estrategias adoptan las plantas perennes, que resisten la sequía a través de adaptaciones morfológicas y funcionales. Los patrones más generalizados son: la afilia (ausencia de hojas o reducción a escamas], donde la función fotosintética es asumida por el tallo; también la microfilia o reducción de las hojas; en ese caso las hojas presentan capas protectoras de ceras o resinas que evitan las pérdidas de agua. Otra estrategia es la de las suculentas, que no sólo resisten la sequía sino también acumulan agua en tallos y hojas; un ejemplo típico son las cactáceas.

La formación típica del monte es un matorral o estepa arbustiva con grandes manchones de suelo desnudo. No hay pastos perennes ni árboles: los pocos bosques que se presentan están junto a ríos permanentes o salares. Son bosques de algarrobos, sauces, maitén o arca según la zona. En el verano el monte septentrional se cubre de herbáceas efímeras y gramíneas anuales, es la época de las lluvias; en la zona, austral esta revitalízación de la vegetación se acentúa en invierno. La estepa arbustiva tiene como dominantes arbustos que no superan los tres metros de altura, se ramifican casi desde la base o tienen tronco muy corto. Dominan las jarillas, el retamo y varios algarrobos arbustivos; también son comunes: atamisqui, pichana, albaricoque, palo sebo, chañar, brea, molles, etc. En el estrato herbáceo hay diversas flechillas, coirón amargo y pastos de hoja. En la profusión de salinas y suelos salitrosos se desarrolla una vegetación resistente con jume, zampa, vidriera y pichana. En los suelos de médanos abundan el tupe o ajo macho, el olivino y el simbol.

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En cuanto a la fauna, los mamíferos más característicos son los siguientes: la comadreja overa y el ratón de palo entre los marsupiales; algunos murciélagos, zorros, hurones, zorrinos, gato montés, el yaguarundi, el gato de los pajonales y el puma. los roedores son numerosos, se pueden citar la mara en la zona austral, algunas subespecies de vizcacha de la sierra, cuises, tuco-tucos, ratas pericotes. Entre los armadillos el más típico y endémico de la región es el pichi ciego, además del mataco y el piche llorón. Entre las aves predominan especies del bioma bosque chaqueño a los que se agregan algunos tipos patagónicos y endémicos. Se pueden citar como representativos perdices, algunas martinetas, el loro barranquero, catas serranas, el monterito, etc. Hay varios reptiles como boa de las vizcacheras, víbora de coral, yarará y algunas culebras; lagartijas, iguanas, y tortugas; entre los batracios, ranas y sapos. Las formas más características de la fauna íctica son los bagres, viejas y la trucha criolla. Los invertebrados son numerosos, encontrándose coleópteros y avispas con representantes endémicos.

La principal riqueza económica de este bioma es la actividad primaria en oasis. Con un desarrollo mínimo de suelos (generalmente con conos aluviales y valles de ríos) y fundamentalmente con una buena oferta de agua superficial o subterránea que permita el riego, es posible desarrollar una actividad primaria, basada fundamentalmente en la fruticultura y horticultura con producción de tomates, ajos, cebolla, vid, olivos, manzanos, damascos, duraznos. peras, almendros y nogales. Se puede hacer ganadería intensiva con manejo mixto de pasturas naturales e implantadas. La población ha hecho uso del monte a través de otras actividades como extracción de leña, cría de ganado (fundamentalmente caprino) con utilización de la vegetación natural y caza de la fauna autóctona. Cualquiera de las tres, en situación de sobreexplotación puede llegar a ser altamente deteriorante. Con la extracción de leña no solo se sacan las partes muertas sino que se elimina cobertura vegetal viva de muy lenta recuperación. Si la tasa de extracción es mayor que la tasa de renovación, la tendencia es hacia la desertificación. En el caso del ganado, en particular el caprino, éste presenta hábitos alimenticios singulares, come ramas (ramoneo) y a los pastos los elimina al ras del suelo. Si se suma a esto el efecto del pisoteo el resultado es un proceso de desertificación acentuado. Por último la caza indiscriminado afecta el equilibrio ecológico. La desaparición de carniceros y rapaces, por ejemplo, facilita la proliferación de roedores y el ataque de estos a la vegetación.

SABANAS Y PARQUES

Estos biomas se caracterizan porque en una misma área coexisten en forma equilibrada dos formas biológicas: los pastos y los árboles. En un parque el elemento arbóreo se presenta agrupado ocupando en general las zonas altas, mientras el pastizal ocupa las áreas planas y bajas, donde se produce mayor acumulación de agua.

En la sabana los árboles aparecen diseminados en forma de puntos aislados en una trama de pastizal.

Aparentemente el equilibrio entre las formaciones se mantiene por acción de agentes externos que deben actuar en forma periódica o recurrente. Según Morello ( 1970), en el Chaco estos factores reguladores son inundaciones y fuego. Este, contrariamente a la opinión popular, no siempre es perjudicial en los ambientes naturales. En ciertos hábitats, incendios

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leves y periódicos ejercen una presión selectiva que favorece la supervivencia y el mantenimiento de algunas especies a expensas de otras. En las sabanas dedicadas a ganadería la acción es positiva pues favorece la eliminación de árboles indeseables al mismo tiempo que al reverdecer los pastos, después de la quemazón, aparecen rebrotes tiernos y nutritivos para el ganado. La concurrencia de formas vegetales aporta un componente de heterogeneidad al ambiente. Un árbol, por ejemplo, provee a la fauna de distintos micro hábitats, ya sea que ella viva en las ramas superiores, en las medias o bien en el suelo, protegida por la copa. Además la vegetación arbórea crea una estratificación tridimensional de factores microambientales tales como temperatura, humedad y luz.

Los biomas sabana y parque presentan una dinámica que resulta una integración parcial de la del bosque y el pastizal. Con respecto a las cadenas alimenticias, por ejemplo, coexisten dos sistemas tróficos que, además, se encuentran interrelacionados: el dominado por los herbívoros (propio de pastizales) y el dominado por detritófagos (propio de bosques).

Desde el punto de vista de las actividades económicas, este tipo de bioma ofrece la posibilidad de la integración agro silvo pastoril. Las tres aptitudes se presentan juntas en un espacio utilizable como unidad de manejo.

La delimitación de los biomas sabana y parque en la Argentina no resulta fácil de realizar, pues se presentan avances y retrocesos en los mismos según se desarrolle el componente leñoso o el herbáceo.

En términos generales puede decirse que las sabanas y los parques se encuentran formando un arco que, aproximadamente, se extiende por el oriente de las provincias de Formosa y el Chaco al norte, el centro-sur de Corrientes y el norte de Entre Ríos, y el norte de Santa Fe, el oriente de Córdoba y San Luis, el centro de La Pampa y el extremo austral de la provincia de Buenos Aires. En este bioma pueden distinguirse dos grandes subunidades: por un lado los parques y sabanas subtropicales, que ocupan la zona septentrional y, por otro, el espinal.

Parques y sabanas subtropicales. Este bioma se desarrolla al este de las provincias de Formosa y el Chaco, el norte de la de Santa Fe y el noroeste de la de Corrientes, llegando hasta el estero de Santa Lucía y la depresión del río Corrientes. Su límite occidental coincide aproximadamente con la isohieta de 800 m.m., pero su limite sur es difícil de precisar, ya que si bien el relieve y el tipo de substrato geológico es el mismo que se prolonga hacia la llanura pampeana, cambian el clima y la vegetación, presentándose una franja de transición. Se trata de una dilatada llanura con suave pendiente hacia el río Paraná, que presenta cursos de agua divagantes los que bañan importantes superficies, con profusión de esteros y cañadas.

Tradicionalmente esta formación es considerada como integrante de la región geográfica denominada Chaco: la bibliografía la identifica como Chaco oriental, que conforma junto con el Chaco occidental (bioma bosque de clima subtropical) la gran unidad del Chaco Argentino.

Desde el punto de vista de los biomas parece pertinente separarla, pues presenta un patrón de vegetación único que muestra bosques en los altos pastizales en las áreas más planas y pajonales y esteros en las cuencas de acumulación de agua. En rigor se trata de un mosaico en el que alternan espacios con dominancia arbórea, otros herbáceos y el particular de esteros, con

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su vegetación herbácea acuática. Pese a su heterogeneidad, el hábitat presenta una fauna asociada y un funcionamiento global característico.

En este bioma la dinámica del agua, en especial la superficial, resulta un regulador de primera magnitud. El área se halla bajo la influencia de los ríos Paraná-Paraguay, que en general crecen en coincidencia con sus afluentes, de modo que los grandes colectores actúan a modo de diques e impiden el desagüe de ríos y arroyos tributarios, que de ese modo desbordan, produciendo inundaciones. El clima dominante es el subtropical templado, con veranos cálidos e inviernos templados y precipitaciones abundantes (de 700 a 1.300 m.m. anuales) distribuidas con bastante regularidad a lo largo del año. Los suelos han evolucionado a partir de acumulaciones sedimentarias de origen fluviolacustre. La vegetación está formada por bosques xerófilos mezclados con palmares y sabanas. En los bosques se destacan el quebracho colorado chaqueño, de madera dura y muy rica en tanino, el quebracho colorado Santiagueño y el quebracho blanco, además del guayacán, la espina corona, el urunday, el virará, el palo piedra, el guayaibí, el lapacho, el itín, etc. Como especies arbóreas secundarias aparecen el mistol, el algarrobo blanco y negro, el tatané y el churqui, entre otros. Los arbustos pueden llegar a ser muy abundantes y formar densas matas: los más frecuentes son el garabato negro, la granadilla y diversas cactáceas. En el estrato herbáceo se encuentran bromeliáceas terrestres de hojas espinosas y punzantes y diversas gramíneas (pastos) y dicotiledáneas (hierbas). Los quebrachales alternan frecuentemente con amplios espacios cubiertos por pastos, de los cuales los más comunes son el espartillo , el aibe, la paja voladora y el simbol, gramíneas que aparecen también en las sabanas. Sobre suelos más bajos y fácilmente inundables se desarrollan bosques de algarrobo y churqui, acompañados por cina-cina, incienso, coronillo y tala, además de los palmares de caranday, cuyo tronco es ampliamente utilizado como poste de telégrafo, en cercos y en la construcción de viviendas.

Son formaciones típicas de este bioma los camalotales y principalmente los embalsados. los camalotales se forman en los esteros y en las orillas de los ríos y lagunas y están compuestos por plantas flotantes como el irupé, el aguapey, el repollito de agua y las lentejas de agua. Los embalsados, en cambio, son verdaderas islas flotantes, con suelo y vegetación: frecuentes en los esteros correntinos constituyen un elemento único en el país21.

El Chaco oriental posee elementos faunísticos comunes con el Chaco occidental, pero presenta una cantidad mayor de organismos relacionados con el ambiente acuático, porque la vegetación acuática es la que presenta mayor proporción de materia verde para el consumo. Hay, por lo tanto, una rica fauna herbívora que se alimenta de ella: la cadena trófica, que en el bosque chaqueño toma el camino de la hojarasca y los detritos, se inclina aquí por la vía de la masa verde (hojas, tallos tiernos, flores y frutos). Entre los mamíferos son comunes la comadreja overa y colorada, las marmosas, varios murciélagos. el zorro de crin o aguará guazú, el coatí, hurones, el yaguareté, los monos, ratas, nutrias, carpincho y ratones, el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, la corzuela, el pichi ciego y el quirquincho bola. Las aves son numerosas y abundan las chuñas, perdices, pava de monte, jabirú, garzas, cotorras, loros, palomas, patos, rapaces y pájaros. Entre los reptiles se puede mencionar al jabutí, la tortuga de

21 Según Schulz (1961) los embalsados tienen su origen en los camalotales, sobre cuyo entretejido vegetal se deposita tierra aportada por el viento y arrastrada en suspensión por el agua, formando así una primera capa que posibilita el arraigo y crecimiento de distintas especies de plantas, incluso árboles.

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agua y el yacaré; hay además numerosas culebras, boas, lampalaguas y víboras venenosas. Los anfibios son abundantes, aunque pocos sean endémicos, es decir, exclusivos del área. En los ríos y arroyos de este bioma se desarrollan numerosos peces, entre ellos uno pulmonado, éste sí endémico. Muchos otros tienen interés económico, como el dorado, las bogas, el manguruyú, el surubí y el patí, además de rayas, viejas, mojarras, tarariras y pirañas. Entre los invertebrados son comunes los termitas, las hormigas, los coleópteros y lepidópteros también dípteros (moscas y mosquitos), que pueden causar problemas sanitarios, e himenópteros.

La actividad que se desarrolla en la región es mixta, respondiendo al mosaico de ambientes que caracteriza el área. Los altos son aptos para la agricultura, los bajos para la ganadería y en los bosques se realiza la explotación forestal, especialmente de maderas duras. La ganadería se enfrenta con dificultades cuando se desarrolla en áreas inundables: una de las más importantes es la presencia de tacurúes o termiteros producidos por hormigas y termitas que provocan desniveles en el terreno; otra es la dificultad para evitar el avance de los pastos duros, que solo sirven de alimento durante un breve período, en perjuicio de las pastos tiernos de valor forrajero. Los cultivos más importantes son el algodón y el tabaco (fundamentalmente en Corrientes); también tienen peso el girasol y el sorgo granífero. La actividad forestal ha decaído sensiblemente a causa de la sobreexplotación a que se vio sometido el bosque en décadas pasadas, en especial para la extracción de quebracho colorado para tanino y madera.

Espinal. Este bioma se extiende en forma de arco desde el centro de la provincia de Corrientes, norte de Entre Ríos, centro de las de Santa Fe y Córdoba, centro-sur de las de San Luis y La Pampa hasta el sur de la de Buenos Aires. Bordea al bioma de pastizales pampeanos, que queda así circunscripto, entre el océano Atlántico y el espinal.

En su largo recorrido N-S presenta variaciones climáticas importantes: al norte el clima es subtropical húmedo y al sur templado seco; las precipitaciones presentan valores que varían de un máximo de 1.100 m.m. anuales (en Corrientes y Entre Ríos) a un mínimo de 340 m.m. en Santa Isabel (La Pampa).

Este bioma es un buen ejemplo de compensaciones ecológicas; las mayores lluvias en el norte son compensadas por una mayor evaporación, y los suelos de textura más fina que no dejan penetrar fácilmente el agua limitan su disponibilidad para las raíces; en el sur, en cambio, a la menor temperatura corresponde menor evaporación, y los suelos son de textura más gruesa con capas de tosca en profundidad que actúan a manera de capa aislante acumulando agua en el perfil del suelo.

la vegetación dominante son bosques xerófilos caducifolios, alternando palmares y sabanas. En el estrato arbóreo domina siempre una leguminosa, pero la especie va cambiando de norte a sur. En la zona mesopotámica y centro de Santa Fe es el ñandubay; desde el centro de Santa Fe y Córdoba y parte de San Luis, el algarrobo; y desde el centro-sur de San Luis, incluyendo el centro de La Pampa hasta el sur de Buenos Aires, el caldén. La cobertura total del suelo y la riqueza en especies va disminuyendo en el sentido de las precipitaciones, es decir de NE a SO. los bosques son abiertos y tienen un solo estrato con árboles de 8 a 10 metros de altura. Acompañan a los dominantes ya citados el espinillo, chañar, tala, incienso y varios más. Además es característica una palma, que puede hallarse mezclada en el bosque o formando colonias más o menos extensas; esta palmera llega hasta Córdoba y noreste de San Luis. El estrato arbustivo y sobre todo el herbáceo son ricos en especies, con muchas de valor forrajero.

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El manto graminoso de las sabanas presenta diferencias, sea que corresponda al sector norte o al sur. En el área del ñandubay y en parte del algarrobal, hay espartillo, pasto amargo, pasto miel, pasto horqueta, cebadilla, etc. Son muy comunes los pajonales de paja colorada y de cortadera. En Corrientes y este de Entre Ríos son bastante frecuentes los palmares de yatay, que aparecen sobre suelos arenosos: bajo las palmeras hay arbustos y pequeños arbolitos dispersos como molle, curupí, ubajay y otros, Hacia la zona del caldén, el manto graminoso está constituido por paja blanca, paja vizcachera, pasto puna y flechillas. En áreas medanosas hay junquillo, ajo macho y olivino: en ambientes salinos predominan el palo azul, pastos salados, jume y cachiyuyo. El área de dominancia del algarrobo es una región dedicada desde hace muchos años a la agricultura de manera tal que el bosque ha sido explotado y sustituido totalmente; quedan algunos relictos en Córdoba y Santa Fe, que permiten tener una idea del bosque primitivo, donde dominaban los algarrobos blanco y negro. El bosque de caldén también ha sido muy transformado, de manera que no es fácil establecer la superficie que ocupaba originalmente.

En cuanto a la fauna, es difícil caracterizara, pues es una zona de transición que posee elementos chaqueños al norte, y del monte al sur y oeste.

Las actividades dominantes son la ganadería (vacuna y ovina), la agricultura y la explotación forestal en San Luis, en el área del caldén. La cría del ganado se hace utilizando pastizales naturales y pajonales y en menor grado praderas de especies cultivables. En las áreas de bosque es frecuente que el ganado se alimente de ramas tiernas, renuevos y/o frutos de algunas leguminosas como la tusca, algarrobos y caldén. Dentro de la agricultura se hacen cultivos de cereales, oleaginosas y forrajeras. En San Luis y La Pampa, además de las forrajeras clásicas tipo alfalfa, cebada y sorgo, se están difundiendo especies como el pasto llorón, sorgo negro y agropiro alargado.

EL PASTIZAL

El pastizal es un bioma en el que domina el estrato herbáceo, con formas vegetales que incluyen especies que crecen en altura formando manojos o fascículos y otros pastos del tipo césped que crecen en superficie. Un pastizal bien desarrollado presenta grupos de pastos que crecen en invierno y otros en verano, manteniendo de esta forma el suelo permanentemente cubierto por un tapiz vegetal y la producción de materia verde durante todo el año. La presencia de arbustos y/o árboles solo se registra en franjas a lo largo de ríos y arroyos.

El suelo de los pastizales, como el del bosque, recibe gran cantidad de materia orgánica en forma de hojas, tallos, frutos maduros, etc., pero, a diferencia de éste, la hojarasca se transforma rápidamente en humus; este material, rico en nutrientes, queda en superficie y es una de las causas de la fertilidad de los suelos del pastizal.

El pastizal es el bioma que presenta mayor proporción de materia verde, ya que en los biomas con dominante arbustivo o arbóreo una parte importante de la cobertura vegetal tiene forma leñosa (ramas, troncos y raíces). Se ha calculado que, en términos de masa verde disponible para herbívoros, el pastizal presenta cerca de un noventa por ciento de su producción en forma de hojas. Esa proporción decrece en la estepa arbustiva, y en el bosque la mayor parte de la producción se halla claramente concentrada en las partes leñosas. Lo mismo

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sucede con flores y frutos, que son una importante fuente de alimentos, especialmente los frutos, los que tienen el mayor porcentaje de proteínas y otros compuestos nitrogenados.

Asociada a las características señaladas de la vegetación, la fauna del pastizal es predominantemente herbívora. En un ambiente escaso de refugios naturales y obstáculos predominan los hábitos cavícola, corredor y saltador.

El hombre ha hecho y hace manejo de los pastizales naturales utilizando su alta capacidad de sustentación para herbívoros y así ha sustituido los herbívoros naturales por domesticados, fundamentalmente vacunos y ovinos. En la República Argentina existen dos tipos de pastizales, los de la llanura pampeana y los de altura o serranos.

Los pastizales pampeanos. Se extienden por el sur de las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba, una pequeña porción del sudeste de San Luis, el extremo oriental de La Pampa y la provincia de Buenos Aires. El paisaje es una dilatada llanura, por momentos plana, por momentos suavemente ondulada a ondulada, como ocurre en el reborde sudoeste de Entre Ríos y noreste de Buenos Aires. En su sector austral se ve interrumpida por dos sistemas montañosos paralelos (las sierras de Tandilia y Ventania). En esa llanura se presentan zonas arreicas, ríos de curso divagante y numerosas lagunas de agua dulce o salobre. Su clima es templado, con precipitaciones que oscilan entre los 1.000 y los 600 m.m. anuales, decreciendo de noreste a sudoeste; intensas en otoño y primavera, disminuyen en invierno y verano. Durante el invierno y a comienzos de primavera se registran heladas, restringiéndose el período libre de ellas a medida que se distancia la costa atlántica. Sus suelos son pardos o negros, profundos y ricos en nutrientes, a medida que se avanza hacia el oeste predominan los suelos arenosos, mientras que en el sudoeste se adelgazan y aparece una gruesa capa de calcáreo en profundidad.

Primitivamente este bioma presentaba una cobertura gramínea con ausencia de árboles autóctonos, salvo en las fajas boscosas de las riberas de ríos y arroyos, vegetación esta última que, junto con la de las islas del Delta, conferirían una unidad diferenciada del conjunto de la región (la selva de ribera correspondiente al bioma de la selva misionera). Mucho se ha especulado sobre las causas de la inexistencia de árboles en la pampa, en especial teniendo en cuenta que se desarrollan muy bien cuando son implantados. Del análisis crítico realizado por Frenguelli (1941) se puede concluir que la pampa presenta condiciones óptimas para la vegetación graminosa, frente a las cuales las plántulas de las especies arbóreas no pueden competir exitosamente: solo cuando se extrae la vegetación herbácea de alrededor de las leñosas implantadas éstas logran arraigar y crecer. La formación vegetal más importante que se puede reconstituir son los flechillares, estepas formadas por distintas gramíneas que tienen en común un fruto muy especial denominado flechilla, de punta aguzada y fácil diseminación por el viento. En algunas áreas aparecen arbustos dispersos como la brusquilla, la yerba de la oveja, el ojo de perdiz, el romerillo, etc. Hay también diversas especies exóticas. que se han naturalizado y diseminado abundantemente, algunas de ellas de gran valor forrajero como el raigrás, el trébol blanco, las gramillas y los tréboles de carretilla; también han sido introducidos por el hombre el cardo de Castilla, el sorgo de Alepo, etc. La aparente homogeneidad de la vegetación pampeana se ve frecuentemente interrumpida por formaciones vegetales asociadas a distintos tipos de suelos. Así, en los terrenos salitrosos hay estepas de pastos salados, mientras que en los médanos se presenta el ajo macho, el olivillo, el pasto amargo, el unquillo, el té pampa, etc. En las áreas inundables y en las cañadas y proximidades de la bahía

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Samborombón hay pajonales de cortadera, carrizo y espartillo, espadañas, totora, carda y muchas otras hierbas acuáticas y palustres. Los juncales son típicos de los bordes de las lagunas. Una variación interesante de este bioma se presenta en la zona atlántica bonaerense, donde se desarrolla un conjunto de dunas litorales que forman una faja de algunos kilómetros de ancho que se desplaza continuamente por acción del viento y donde se desarrolla una vegetación adaptada a los suelos arenosos semejante a la descripta para los médanos. Bosques puros de tala aparecen sobre cordones de conchilla, y son particularmente significativos los que se distribuyen contorneando la costa del río de la Plata22.

Este bioma, el pastizal pampeano, es el que presenta el mayor grado de modificación por la acción del hombre: prácticamente no quedan áreas que mantengan su composición primitiva; sólo en los bordes de las vías férreas en los campos abandonados durante muchos años es posible reconstituir la vegetación original. También se han visto poco alteradas las comunidades que se desarrollan en suelos poco aptos para la agricultura (salitrosos, con médanos o muy anegadizos).

En los pastizales pampeanos se produce una amplia gama de productos de origen vegetal y artificial, muchos de ellos de particular importancia para el abastecimiento del mercado interno y para el ingreso de divisas a través de las exportaciones. La actividad agrícola presenta tres tipos de producción: la cerealera (trigo, maíz, sorgo granífero, girasol, lino, centeno, avena, cebada, arroz, soja). la hortícola (papa, tomates, legumbres) y la frutícola (cítricos, frutas de carozo, durazno, damasco, ciruelas- y frutillas).

En el sector ganadero el pastizal pampeano concentra aproximadamente el 70 % del ganado vacuno del país, el 45 % del ovino y el 80 % del porcino, que producen carne, leche y lana. La mayor parte de la ganadería se realiza sobre pasturas naturales y cultivos forrajeros anuales y perennes de una sola especie o de especies consociadas (gramíneas y leguminosas), variante esta última cada vez de mayor aceptación. Otros sistemas de manejo ganadero más avanzados como el pastoreo rotativo con alambre electrificado y alimentación verde en corrales se hallan poco difundidos.

Pastizales altoserranos. Los pastizales altoserranos se encuentran en altiplanicies, laderas y cimas de las Sierras Pampeanas de San Luis, Córdoba, la Rioja, Catamarca y Tucumán; en Jujuy y Salta ocupan algunas áreas de las Sierras Subandinas e islotes de la Cordillera

22 La fauna de mamíferos más numerosa está representada por la vizcacha, marsupiales y marmosas. Los carnívoros son pocos (zorrinos, zorro y gato montes), pero abundan los roedores como la mara, los tuco-tucos, los cuises, las ratas y los ratones. Las aves (cotorras, perdices, martinetas, etc.), son muy abundantes; también existen diversas aves acuáticas como el pato de cabeza negra, el pato picazo, las pollas de agua y el chajá entre otras, a las que habría que sumar el cisne de cuello negro, que parece retornar a lo que fue su hábitat. Entre los pájaros se destacan el hornero, el cabecita negra, las tijeretas, el benteveo, los tordos, el pecho colorado y los zorzales, mientras que entre las rapaces cabe citar al chimango y al carancho. Típica del bioma es la lechuza de las vizcacheras. Las serpientes venenosas son pocas, y las culebras se hallan medianamente representadas. Entre los anfibios se encuentran ranas, sapos y escuerzos. Respecto de la fauna ictícola se pueden citar el sábalo, bogas, pejerrey, lampreas, anguila criolla, tararira, palometas, viejas, etc. Los insectos son variados y abundantes (hormigas, mariposas, abejas, avispas) como así también las arañas y los opiliones, fácilmente confundibles con las primeras, salvo por su cuerpo hexagonal. Algunos ejemplares de la fauna ribereña, como la rata de agua, el lobito de río, el ciervo de los pantanos y las tortugas acuáticas, penetran desde el norte hasta Buenos Aires.

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Oriental. Su desarrollo se ve favorecido por la condensación del agua de las nubes que, provenientes del Atlántico, chocan contra los macizos montañosos, lo que explica la asimetría que presenta la cobertura vegetal en estas elevaciones, mucho más abundante en las laderas orientales. La altura a la que aparecen los pastizales es variable: en Córdoba y San Luis se extienden entre los 1.100 y los 2.200 m.s.n.m.; en Catanarca, Tucumán, Salta y Jujuy por encima de los 2.000 m.s.n.m. El clima en el que se desarrolla el bioma es semihúmedo, con precipitaciones Superiores a los 500 a 600 m.m. anuales, concentradas en verano y otoño; en invierno estos pastizales se empobrecen considerablemente y reverdecen al llegar las lluvias.23

La principal actividad que se desarrolla en los pastizales altoserranos es la ganadería de lanares, en su mayoría criollos, para la producción de carne y lana, caprinos y vacunos. La cría de ganado se practica en campos abiertos, donde el ganado deambula alimentándose con el pastizal natural; si bien las pajas tienen un bajo valor alimenticio, desempeñan un papel importante en la alimentación del ganado por su abundancia.

La fauna muestra algunas diferencias de importancia con la del pastizal pampeano. La ausencia de lagunas y cursos de agua importantes reduce notablemente su diversidad, en especial en ciertos componentes como aves y fauna acuática y palustre. Por otro lado la masa vegetal disponible para los herbívoros es más reducida y estacional.

El pastizal insular. Ubicado a la misma latitud de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el conjunto de islas oceánicas integrado por las Malvinas y las Georgias del Sur, goza de un clima frío húmedo, con nieve durante un largo período y fuertes vientos, factor al que se atribuye la ausencia de bosques naturales y el predominio de una vegetación esteparia semejante a la de las mesetas patagónicas, con algunas praderas graminosas y turbales. La fauna es semejante a la patagónica24.

BIOMA DE TRANSICIÓN O ECOTONO

Este bioma constituye una franja de superposición de dos biomas (ecotono) presentando caracteres intermedios derivados de una y otra formación. En nuestro país este bioma de transición se encuentra en el área de frontera entre el monte y el bosque subtropical chaqueño, que entran en contacto directo a la altura de las llanuras intermontanas. Dicha zona comprende el sudoeste de Santiago del Estero, sur de Catamarca, noroeste de Córdoba, los Llanos de la Rioja desde el Velasco al este, sudeste de San Juan, y parte del sector noreste de Mendoza. Al sur se continúa cubriendo el este de Mendoza y oeste de San Luis en una franja ecotonal monte-espinal que algunos autores prolongan inclusive hasta el Atlántico atravesando la Pampa y parte de Río Negro.

23 En los pastizales altoserranos predominan las pajas, el aibe, el coirón, y también la cebadilla y la gramilla, y hierbas como el quiebra arado y la pichana blanca; existen además algunos arbustos como el piquillín, el espinillo, la sombra de toro y el poleo. En ciertas áreas donde hay afloramientos rocosos, el suelo que se desarrolla en los espacios intermedios acumula más humedad: en estos terrenos la vegetación graminosa se enriquece con varias especies, en especial leguminosas, que tienen un mayor porcentaje de nitrógeno.24 Son muy numerosas las aves, entre las que se destaca el cauquén blanco de las Malvinas, la lechuza de las Malvinas, el piloto negro de las Malvinas y otras que forman un total de trece subespecies endémicas. Son lugares elegidos para nidificar o como apostadero por muchos de los animales del bioma antártico.

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Siendo todas estas áreas con condiciones deficitarias de agua, tienen un delicado equilibrio que puede ser roto fácilmente por tala rasa, sequías periódicas y pastoreo intensivo de animales domésticos. Estas han sido y son las actividades dominantes, con intensa cría de cabras y fabricación de carbón o utilización de leña. En este caso la estepa arbustiva del monte, que tiene menor valor de uso, ha avanzado sobre el bosque de quebracho blanco.

De este a oeste, la secuencia normal del ecotono. es la siguiente: bosque de quebracho colorado sin arbustos del monte, bosque de quebracho blanco con estrato arbustivo con jarillas, retamo, etc. (especies típicas del monte), bosque de algarrobo con arbustos del monte, estepa arbustivo del monte.

El ecotono o franja de transición fue en el pasado una faja más angosta, pero la sobreexplotación la ha ido ampliando, hecho fácilmente detestable, pues se encuentran grandes áreas con vestigios de quebrachos y algarrobos pero con dominancia de jarillal, por ejemplo, en las Travesías del río Bermejo en San Juan, en los Llanos de La Rioja y en las del este mendocino.

BLOMA ANTÁRTICO

La información sobre la vida en la región antártica e islas subantárticas, incluyendo en estas a las Sandwich del Sur, es aun escasa y se refiere principalmente a la que se desarrolla en las áreas costeras. Existen algunas diferencias significativas entre la zona ártica y la antártico, pues mientras ésta se halla separada del continente por una gran masa oceánica, la ártica está sólidamente incorporada a la masa continental, de tal manera que la vida se desarrolla en ella hasta los 80° N, y las formaciones con árboles superan los 60° N, tanto en América del Norte como en Europa y Asia, en tanto en el hemisferio Sur los árboles llegan solo hasta el archipiélago de la Tierra del Fuego, y la vida es probable que escasamente alcance a los 70°S.

En las áreas polares la temperatura es el factor de mayor importancia para el desarrollo de la vida, que se ve limitado también por la cobertura de hielo o nieve durante la mayor parte del año y un período fotosintético desequilibrado, que en los casos extremos llega a 6 meses de noche invernal y otro tanto de día estival. Igualmente limitante es el viento, que alcanza alta intensidad y frecuencia. Las especies vegetales que pueden vivir bajo tan rigurosas condiciones son escasas. Hay pocas plantas superiores, adquiriendo mucha importancia las briófitas y los líquenes. Las primeras son vegetales sencillos, sin tejido vascular, cuyos representantes más conocidos son los musgos. Los líquenes son asociaciones simbióticas de algas y hongos, con especies muy resistentes que pueden llegar a soportar temperaturas de 80° C bajo cero.

El paralelo de 60° S parece ser un límite significativo desde el punto de vista biológico: al norte subsisten la estepa y la tundra en las Georgias del Sur; al sur prácticamente desaparecen las plantas superiores, de las cuales solo se han encontrado dos especies.

El relieve montañoso contribuye a acentuar la rigurosidad del clima, de modo que la vegetación solamente aparece en algunos puntos donde el breve verano polar permite el desarrollo de musgos y líquenes, especialmente asentados en los lugares donde el declive impide la retención de la nieve.

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La fauna es muy pobre, fundamentalmente mamíferos y aves costeras, que encuentran su alimento en el mar25:

TERRITORIOS FITOGEOGRÁFICOS 26

El ordenamiento territorial de la vegetación, responde a un enfoque geográfico, ya que la sistematización de sus relaciones taxonómicas o genéticas basadas en las afinidades florísticas de las plantas, ha tenido en cuenta las interrelaciones entre las condiciones del clima, de la topografía y del suelo, que permiten establecer tanto las especies dominantes como los diversos tipos de vegetación combinada y transicional que responden a variaciones microclimáticas y edáficas.

Tres grandes regiones fitogeográficas ocupan la totalidad del territorio nacional, ellas son: la neotropical, la austral y la oceánica: cada una a su vez, abarca diversos dominios compuestos por sus respectivas provincias y distritos florísticos que caracterizan las diferentes adaptaciones del tapiz vegetal que ocupa desde los escalones altitudinales del eje cordillerano andino, pasando por los relieves serranos y por los tabulares patagónicos, hasta las dilatadas llanuras del país; los cuales a su vez congregan diversidad de climas (desde subtropicales húmedos hasta polares) y suelos de condiciones ambientales contrastadas para el desarrollo de la vegetación.

Región neotropical

Las selvas tropicales y subtropicales del “dominio amazónico”, a pesar de ocupar una reducida superficie representan el territorio fitogeográfico de mayor riqueza florística del país. En la provincia de las yungas predomina la selva nublada, acompañada por formaciones selváticas transicionales, bosques montanos y praderas, con abundancia de géneros y especies comunes que se distribuyen altitudinalmente: en las llanuras pedemontanas y cerros bajos abundan el palo blanco y el palo amarillo, guayaibí, cebil colorado, tipa blanca, quina, cedro, urundel, lapacho rosado y diversas especies secundarias; sobre las laderas montañosas (550 a 1.200 m.s.n.m.) la selva densa e impenetrable con centenares de especies distribuidas en estratos de acuerdo a sus requerimientos lumínicos: laurel, cedros, robles, bambúseas, lianas, enredaderas, herbáceas rastreras; y, por último, los bosques de pinos, alisos y queñoa (1.000 a 2.300 m.s.n.m.). La provincia paranaense abarca las selvas mixtas multiestratificadas con formas biológicas: laurel, guatambú, palo rosa, pino, urunday, seibo, sauce, etc., que han sido objeto de secular explotación por sus maderas valiosas. Los campos graminosos son bordeados por la selva en galería. La mayor parte del territorio nacional está cubierto por las formaciones vegetales polimorfas del “dominio chaqueño”, compuesto por bosques xerófilos caducifolios, estepas arbustivas, palmares, sabanas, praderas, estepas y pajonales. El predominio de los

25 Lobos marinos, foca común y cangrejera, foca de Weddell y, entre las aves, variedad de pingüinos, albatros, petreles, cormoranes y gaviotas. Existen algunos invertebrados asociados a la escasa vegetación. Hay también representantes de los artrópodos, entre ellos insectos como los colémbolos y parásitos de otros animales mayores.

26 Durante más de una centuria diversos intentos de ordenar la cobertura vegetal de la superficie de nuestro país en territorios fitogeoráficos dieron lugar a distintos sistemas de clasificación entre los que se destacan por su renombre los pertenecientes a Holmberg (1898), Hauman (1920, 1931) Frenguelli (1941), Castellanos y Pérez Moreau (1945), Parodi (1945, 1964) y los sucesivos de Cabrera (1951, 53, 58, 1971 y 1973) que han servido de base al presente análisis.

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bosques caducifolios xerófilos (quebracho colorado y blanco. algarrobo negro, churqui, tala, etc.), palmares, pajonales, bosques de aliso y sauces, estepas halófilas, etc., caracterizan a la provincia chaqueña. La prevalencia de las especies arbóreas del género Prosopis (ñandubay, algarrobo y caldén) intensamente explotadas por maderas y frutos define a la provincia del espinal, donde también se hacen presentes los talares sobre conchillas, palmares de yatay, estepas de espartillo, flechillar y pasto amargo, pajonales de "paja colorada", praderas graminosas y comunidades psamófilas y halófilas. La comunidad clímax de la provincia de la prepuna es la estepa arbustiva, a la cual acompañan cardenales, bosquecillos de churqui y de arca, matorrales de molle y chilca y cojines de bromeliáceas. También en la provincia del monte prevalece la estepa arbustiva, especialmente del género Larrea (jarillal), de netos caracteres xerófilos, que depende de la cantidad de agita pluvial, que acumulan en bulbos, tubérculos y raíces subterránea, o en tallos y hojas suculentas; existe paralelamente una vegetación adaptada a suelos salinos (jume, pichana) y arenosos (olivillo, unquillo) y solo en las márgenes de ríos y lagunas se desarrollan especies mesófilas o higrófilas. En la provincia pampeana domina la estepa de gramíneas, profundamente alterada por la acción humana (cultivo. pastoreo), cuya comunidad clímax son las praderas de flechilla, existiendo también numerosas especies herbáceas primaverales no graminiformes, estepas halófilas (pasto salado, salicornia, spartina), psamófilas (olivino, espartillares, pajonales) y de terrenos deprimidos (juncales, pajonales de cortadera, espadaña, totora, carda, duraznillo, etc.).

El “Dominio Andino-Patagánico” se caracteriza por la notable uniformidad florística y fisonómica o de tipos de vegetación y por su contraste con respecto a los dominios vecinos, de los cuales lo separan angostos ecotonos o áreas de transición, sirviendo el endemismo de algunos de sus géneros y especies vegetales como factor de diferenciación de las tres provincias florísticas que lo integran: la Altoandina, donde predominan las gramíneas xerófilas (paja vizcachera, coirón amargo, pasto vicuña) acompañadas por asociaciones de líquenes de alta montaña, camefitos, juncáceas y ciperáceas; la Puneña, en la cual la comunidad vegetativa predominante es la estepa arbustiva (de tolilla, chijua y añagua) con ejemplares que crecen muy esparcidos junto a las comunidades seriales de bromeliáceas, vegetación acuática y de suelos húmedos salobres (yaretilla, chillahua, cachiyuyo) y arenosos (tola, jaboncillo, carrizo, lampaya): y, finalmente, la patagónica, donde dominan las estepas de arbustos, camefitos y herbáceas, base alimenticia de la ganadería ovina, cuya anatomía xeromórfica (neneo, matamora, malaspina, duraznillo, coirón amargo, colapiche, matanegra, coirón dulce, coirón negro, coirón blanco, etc.) denota su adaptación a la sequía, el viento y a los fitófagos. Junto a estas especies prosperan otras esteparias, adaptadas a suelos salinos, arenosos y húmedos.

Región austral

Las especies arbóreas dominantes y muchas de las arbustivas y herbáceas del “Dominio Subantártico”, pertenecen a géneros de distribución austral, pudiendo diferenciarse la provincia fitogeográfica Subantártica, con predominio de los bosques de Araucaria (Pehuén) y Nothofagus (lenga y ñire), en asociación con los bosques de ciprés, raulí, roble pellín, coihue, urmo, alerce, guindo y de arrayán, de la provincia insular, sin árboles. Las turberas cubiertas por diversas asociaciones vegetales son frecuentes en Tierra del Fuego, y las praderas, estepas, matorrales y tundra se extienden por las islas Malvinas y del Atlántico Sur. La escasísima vegetación (cojines de musgos y líquenes) del “Dominio Antártico” se distribuye puntualmente por el litoral marítimo.

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Región oceánica

Abarca el mar Epicontinental Argentino, desde la boca del río de la Plata hasta la Antártida. Sus costas ricas en algas (clorofíceas, feofíceas y rodofíceas) son objeto de una recolección e industrialización que ha cobrado gran auge.

TERRITORIOS ZOOGEOGRÁFICOS

Por su extensión la Argentina participa de las regiones neotropical, antártico y oceánica de las que se han considerado los distritos y subdistritos correspondientes.

La división en territorios zoogeográficos estrictos es difícil por la gran movilidad de la fauna y por la influencia que el hombre ha tenido en la eliminación de algunas especies y en la proliferación de otras, que han ocupado los nichos vacíos.

Aun así pueden distinguirse dos subregiones en el ámbito de la región neotropical: la guayana brasileña, de la que está presente el distrito subtropical que abarca todo el sector cálido y húmedo del noreste del país y la andino patagónica, de la que, según opiniones autorizadas, cabría excluir la zona de los bosques australes, con una fauna específica en el orden de los insectos que justificaría su inclusión en una región antártica, que abarcaría la Argentártida y los archipiélagos adyacentes.

El distrito subtropical se caracteriza por el predominio de formaciones arbóreas climáticamente diferenciadas por la humedad. La fauna presenta gran riqueza y variedad, acorde con la multitud de oportunidades que brinda el tapiz vegetal. El eje fluvial Paraguay-Paraná parece ser un límite que algunas especies no pueden franquear; a su vez la selva densa y los pastizales y esteros constituyen ambientes diferenciados con faunas específicas que justifican la división en cuatro subdistritos: misionero, correntino, chaqueño y salteño. Los primates son exclusivos del distrito: los monos carayá y caí, de amplia dispersión y el mirikiná o monito nocturno, exclusivo del oeste. Abundan los murciélagos, entre ellos el vampiro y algunos muy pequeños, que pueblan las orillas de los esteros. Entre los numerosos felinos, cuatro son peculiares: el ocelote, el gato morisco, el gato pintado y el yaguareté, que en el último siglo ha invadido también otros distritos. El tapir o anta es el mayor de los mamíferos terrestres del país y los carpinchos los más grandes roedores. Los cérvidos son numerosos (el ciervo o guazupucú, el venado o guazutí, etc.; restringida al ámbito misionero se halla la corzuela enana o mbororó. Hay también varios pecaríes (de collar y labiado), y cantidad de marsupiales (comadreja overa o zarigüeya, colorada, comadrejitas), además de un puercospín arborícola, el coendú. Abundan los edentados (dos osos hormigueros, el grande o Vurunlí u oso bandera y el chico o tamanduá u oso melero), pero dos géneros son exclusivamente subtropicales, el Priodontes, al que pertenece el tatú carreta, y el Cabassous, al que corresponde el tatú rabo de molle. La avifauna es extraordinariamente rica y está representada tanto por aves terrícolas - inambús o perdices - como por las gallináceas (pavas de monte); hay también garzas, el biguá víbora - específico del distrito- y tucanes. Abundan las rapaces: de !os 35 géneros existentes en el país, 22 son exclusivos del distrito y 4 específicos de Misiones (halcón de cabeza negra, harpía, águilas viuda y negra); también los loros, que incluyen el loro hablador, la cotorra verde, el loro de los palos y el guacamayo azul, exclusivo de Misiones. Las variedades de pájaros exceden en número los 330 y el distrito es también muy rico en

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reptiles (yacaré, Boa constrictor, varias yararáes, víboras de cascabel y coral). Entre los batracios es singular el sapo buey y la fauna de invertebrados es variadísima.

La subregión andinopatagónica se caracteriza por el predominio de formas mixtas de vegetación, con dominancia de los pastizales y arbustales, tanto de llanura como de altura, excepción hecha de los bosques andinopatagónicos. Esta diversidad de ambientes justifica la subdivisión en cinco grandes distritos. Para algunos animales, como el ñandú, el río Negro parece constituir una frontera, en tanto para otros son, las condiciones de presión atmosférica, ligadas a la altura, las que parecen actuar como factor limitante. El caso típico sería el de la vicuña, que no se encuentra por debajo de los 3.500 m.s.n.m.

En el distrito pampásico la fauna ha sufrido una intensa modificación por la acción del nombre, y muchas especies características, especialmente entre los grandes animales, se han extinguido. En las riberas del Paraná y en el Delta es posible reconocer un subdistrito caracterizado por la presencia de ejemplares del distrito subtropical.

En el subdistrito bonaerense son actualmente los roedores los elementos más característicos (rata conejo, cuis, vizcacha) y, entre los edentados, la mulita, el quirquincho y el peludo. Quedan algunos ejemplares de ñandú y cuatro tinamiformes (perdiz pequeña, martinetas plomiza y copetona, perdiz chica patagónica). A pesar de la persecución de que han sido objeto, hay numerosas garzas y patos, hallándose en vías de recuperación el cisne de cuello negro. Abundan las rapaces (halcones blanco y caracolero, aguilucho, chimango), tres picaflores y más de 150 formas de pájaros. Las víboras de coral, de cascabel y yarará son excepcionales; entre los batracios el sapo común, el escuerzo y la rana común son específicos. los peces están representados por la lamprea, la mojarra, los dientudos, la tararira, el sábalo y la boga, bagres y dos viejas; el pejerrey tiende a desaparecer por la contaminación. Entre los invertebrados la hormiga negra es una plaga para la agricultura, lo mismo que la tucura.

El subdistrito cordobense presenta un zorro exclusivo de la Sierra Grande: entre las aves se destacan el tuyuyú o cigüeña, el águila escudada, la chuña de patas negras, los loros barranquera y hablador, las catitas y variedad de pájaros. Son frecuentes especies de la región subtropical asociadas al bosque serrano, y algunos elementos del área subandina, como el zorzal isma. Típicos son el pecho colorado y el rey del bosque. Los reptiles están representados por la boa de las vizcacheras y víboras comunes con otros distritos, además de la yarará de rabo blanco; hay también culebras, como la falsa yarará y las falsas corales, y son típicos la iguana y el chelco clinudo. Entre los batracios se destaca el diminuto sapito multicolor, mientras que escorpiones, arañas y vinchucas representan a los invertebrados.

En el subdistrito puntanopampeano subsisten todavía algunos ejemplares de la fauna relictual: el puma, el guanaco y el ñandú, Entre los iguánidos, a los ya citados para Córdoba habría que agregar el lagarto colorado y, entre los peces, la lamprea bandera argentina, la boga, el bagre serrano y una perca o trucha criolla.

El distrito patagónico presenta ambientes diferenciados por condiciones de tapiz vegetal, temperatura y continuidad espacial, pudiendo distinguirse los subdistritos septentrional, que se asocia en general a las manifestaciones australes de la formación del monte, el central, que se extiende hasta el estrecho de Magallanes, y el malvinero. Aves comunes a todo el distrito, son los macáes, el macacito, el biguá blanco, la garza mora, la garza blanca. la bandurria, el

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cisne de cuello negro, las avutardas de Magallanes y de cabeza gris, los patos espejo, tristón, barcino, argentino, colorado, maicero y vapor volador, el águila escudada, el halcón - que anida en Malvinas y la Tierra del Fuego y sube de abril a octubre, el halcón de América del Norte que llega de noviembre a marzo, la gallineta antártica, el tero de doble collar, el chorlito playero, la becasina del Sur y multitud de pájaros que anidan en el verano, además de un picaflor, el martín pescador, el carpintero patagónico de copete rojo, las golondrinas y el chingolo austral que migra en invierno. Un escorpión y un opilion son endémicos. Hay también un zorrino específico, un gato de los pajonales, ratas, ratones, maras o liebre patagónica. La nutria criolla y tuco tucos. El huemul y el guanaco casi han desaparecido. El peludo es propio del distrito septentrional, y común a todos el piche, el choique y varias perdices entre ellas la copetona. En todo el distrito faltan las boas, y hay tres ofidios venenosos al norte, uno en el centro y ninguno en el subdistrito fueguino. Se encuentran la víbora de la cruz, la coral y la yarará ñata, principalmente patagónica y subandina. Entre las culebras se hallan la falsa coral y la falsa yarará, la fauna íctica se halla alterada por la introducción de especies foráneas.

El subdistrito malvinero ha sido intensamente modificado y todos los animales mayores eliminados, de modo que lo característico en él son las aves, algunas endémicas como la avutarda o cauquén blanco de las Malvinas, el petrel zambullidor y el macacito de las Malvinas. Otras aves revelan relaciones con la fauna patagónica y antártica. Entre los peces aparecen cuatro especies de Galaxias. que indican parentesco con la fauna notoandina y la australiana.

El distrito andino se caracteriza por las condiciones de semidesierto de altura, en el que se destaca la presencia de los camélidos sudamericanos: el guanaco, que en su distribución llega hasta los distritos de llanura, la llama, que integra el grupo de los animales domésticos y, la más agreste, la vicuña, que habita las partes mas altas del distrito. Los carnívoros han sido muy perseguidos, pero se pero se conservan el zorro andino, el puma, un zorrino y el hurón. Entre los roedores se destacan las chinchillas, en vías de extinción, cuises y tuco tucos. Las aves se hallan representadas por el ñandú petiso o surí, y algunas perdices. Hay flamencos, picaflores, avutardas, y guayatas. Entre las rapaces se destacan el cóndor, el águila blanca y el chimango.

El distrito subandino abarca un área suficientemente extensa como para presentar zonas de contacto con otros distritos de los que recibe influencias que permiten establecer cuatro subdistritos. En el subdistrito jujeño-tucumano existen dos comadrejitas endémicas y numerosos roedores como la ardilla roja o nuecera y el cuis andino. Aparecen también el hurón mayor, el gato montés, el de los pajonales, el moro, además del huemul del norte o taruca, gran variedad de edentados y, entre las aves, el ñandú gris, muy perseguido, lo mismo que perdices y martinetas. Los principales reptiles son culebras, pero existe también la boa de las vizcacheras, la víbora de coral, la yarará de rabo blanco y la víbora de cascabel. Dada la estacionalidad de los ríos los peces son escasos. Insectos, avispas, abejas, hormigas y tucuras, en cambio, son numerosos. El subdistrito riojano presenta una fauna más adaptada a las condiciones de desierto. Entre los marsupiales se destacan la comadreja overa y el ratón de palo; hay murciélagos, el hurón menor, y zorrinos además del gato montés, el gato moro y el puma y múltiples roedores, como la vizcacha y, en las zonas de altura, la rata chinchilla. El pichi ciego, el mataco bola y el pichi llorón representan a los edentados, mientras que las aves características son el loro barranquero, perdices, martinetas, garzas, palomas, picaflores, el

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martín pescador mediano, diversos carpinteros y no menos de 140 pájaros. Además de otros ofidios venenosos existe una víbora de coral y la yarará ñata. Se pueden citar también la tortuga terrestre. varios lagartos e iguanas, el chelco y el chelco clinudo. Los peces característicos son los bagres y abundan artrópodos y arácnidos. En el subdistrito cuyano se acentúan las condiciones de desierto. No faltan los marsupiales ni los quirópteros, y entre los carnívoros endémicos, un huroncito y dos zorros, varios gatos y el puma. Entre los numerosos roedores se encuentran el ratón negro, la rata lanuda, varios cuises y vizcachas de la sierra, así como la vizcacha pampeana, los tuco-tucos, específicos del linde entre San Juan y Mendoza. No faltan los edentados (varios pichis, el peludo y la mulita), mientras que el guanaco es ya una rareza en el distrito. entre las aves, que suman más de un centenar, se destacan las grandes rapaces, pero hay también gallináceas y paseriformes. Aparecen la boa de las vizcacheras, la víbora de coral y la yarará ñata, que penetra desde la Patagonia, hay además culebras y varias iguanas, con una subespecie exclusiva de la víbora de dos cabezas. De los peces cabe citar varios bagres. con dos especies exclusivas, y también la perca, que se relaciona con la Patagonia. Entre los mamíferos del subdistrito neuquino una comadreja habita en los montes ralos, llegan hasta este subdistrito dos murciélagos propios de distritos más septentrionales. Hay también zorros (gris y colorado), un zorrino específico y varios roedores. Tanto el guanaco como el huemul se hallan en retroceso, pero abundan el peludo y el piche, El número de aves es más reducido que en otros distritos, destacándose el cauquén de cabeza gris y el cisne de cuello negro. El único ofidio venenoso es la yarará ñata y entre los peces aparecen dos Galaxias, emparentadas con la fauna notoandina, y dos truchas criollas. La fauna del distrito notoandino se halla adaptada a los bosques húmedos y muestra rasgos de parentesco con la de Chile austral, Nueva Zelandia y el sur de Australia. Son exclusivos el monito del monte (un marsupial), una nutria, el gato huiña, un zorro gris y un ciervo enano. Las aves son muy abundantes y hay 12 pájaros exclusivos (tapa cola, zorzal mero, bandurria negra, etc.) Faltan los ofidios venenosos, aunque hay culebras. Los peces han sufrido el impacto de la introducción de las especies de cultivo; son autóctonas la perca o trucha criolla y los numerosos puyenes, del género de las Galaxias.

El distrito antártico se caracteriza por la falta de mamíferos terrestres, que contrasta con la abundancia de los acuáticos. Son endémicos la foca cangrejera, la de Weddell, el leopardo marino y el elefante marino. Habitan además el lobo de dos pelos y la foca común. Entre las aves hay variedad de pingüinos: el de Adelia y el emperador son los que más se acercan al polo Sur, en tanto otros, como el de pico rojo, se desplazan al norte. Hay albatros que nidifican en el distrito (errante, de dorso y vientre gris) y también petreles migratorios. Otras aves habitan además en las costas patagónicas, como la gaviota cocinera; típicas son las gaviotas pardas o skuas. No se conocen peces de agua dulce, pero sí numerosos invertebrados, varios ácaros que parasitan animales mayores y un colémbolo áptero, la pulga de los glaciares.

Del distrito oceánico se pueden citar diversos delfines (del Plata, falso, liso, blanco). la orca, la falsa orca, la ballena austral, así como los lobos marinos de un pelo y de dos pelos, el elefante y leopardo marinos, y las focas cangrejera y de Weddell. La variedad de peces y la riqueza de krill atraen diversos rorcuales y ballenas de dispersión mundial, lo que atrae a su vez a las principales flotas pesqueras del mundo.

LOS RELIEVES

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El relieve de la Argentina se caracteriza por la yuxtaposición de tres áreas de diferente morfología, naturaleza y origen: llanuras, mesetas y montañas, localizadas respectivamente a grandes rasgos, al noreste, sudeste y al noroeste y oeste del país.

Desde el punto de vista del modelado de las formas, el país presenta hoy un diseño sencillo. las montañas constituyen un área positiva, sujetas a procesos de arrasamiento constante por obra de los diferentes agentes de la dinámica externa, que proporcionan los elementos que son acumulados en las planicies orientales.

Sin embargo, las mesetas constituyen preferentemente un área de erosión en la que pueden llegar a esculpirse formas que afectan el perfil de serranías cuando el proceso de evacuación de los detritos predomina sobre la acumulación. En la Patagonia los procesos de erosión-sedimentación son lentos y ambos se compensan parcialmente, pues no existen grandes agentes fluviales de transporte, de modo que generalmente los detritos se asientan por gravitación al pie de las barrancas. Sin embargo, la acción eólica arrastra los más finos hacia las llanuras septentrionales, donde se depositan bajo un clima húmedo, o hacia el mar, dada la dirección predominante de los vientos, del oeste y sudoeste. Solo los grandes valles son áreas excepcionales de acumulación de aluviones provenientes de la cordillera, donde tienen sus fuentes los principales ríos.

Llanuras y mesetas son planicies que se diferencian tanto por su perfil topográfico como por los procesos geomórficos dominantes.

Las llanuras orientales son el resultado de procesos de sedimentación que rellenaron una enorme cubeta o fosa tectónica provocada por la fractura y posterior hundimiento en bloques del basamento cristalino que tiene sus pilares al este, en el planalto brasileño y las cuchillas uruguayas, y al oeste en las Sierras Pampeanas. Sedimentos continentales y marinos cuya potencia excede los 5.000 mts. la han nivelado ocultando el relieve original, cuyos rasgos sin embargo, inciden sobre el diseño de la red actual de drenaje. Esta llanura se proyecta hacia el oeste continuándose en las planicies que se insinúan entre los bloques de las Sierras Pampeanas y entran finalmente en contacto con la Precordillera y la Cordillera en Cuyo.

Las mesetas son planicies levantadas hasta sus niveles actuales por movimientos epirogénicos positivos que se inician en el Mesozoico y se prolongan hasta nuestros días, evidenciados por los diferentes niveles de terrazas marinas y fluviales. El comportamiento diferencial de los diversos sectores que las integran ha dado lugar a un relieve escalonado presente en sus distintas unidades estructurales, articuladas en torno a dos grandes nesocratones: al norte el Nordpatagánico y al sur el del Deseado, entre los cuales se interpone la gran cuenca de sedimentos del Jurásico y Cretácico a los que se asocian los yacimientos petrolíferos de la cuenca de San Jorge. Otras cuencas fueron igualmente ascendidas, algunas hasta alturas rayanas en los 2.000 mts., como en la meseta del lago Buenos Aires. Depósitos de origen glaciar y recientes efusiones de rocas ígneas completan su modelado.

Las montañas son relieves Positivos en cuya génesis han intervenido diferentes procesos tectónicos. Su formación obedece a la acción de una fuerte compresión vertical u horizontal que origina plegamiento en las rocas más plásticas con formación de anticlinales y sinclinales y sus formas compuestas o fracturación y formación de bloques de comportamiento diferencial en las rocas más rígidas. Otro tipo de montañas se forma, en fin, por adición de capas

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sucesivas de materiales efusivos, cuya manifestación más notoria son los grandes volcanes que constituyen las cumbres más elevadas de grandes tramos de la cordillera, como el Llullaillaco en la Puna o el Lanín en los Andes neuquinos, siempre asociados a grandes líneas de falla que facilitan el ascenso de los materiales magmáticos.

Las diferencias de altura y forma de las montañas actuales y la potencia de los sedimentos continentales acumulados en las cuencas, inducen a pensar que a lo largo de los tiempos geológicos varios sistemas de montañas han emergido y sufrido un posterior proceso de peneplanización. Si a ello se agrega la inestabilidad de la corteza sometida a procesos de hundimiento y emersión, se comprenderá que en ciertas áreas haya habido antes de ahora alternancia de procesos orogénicos y su consecuente denudación, con otros de hundimiento y sedimentación marina y continental, de lo que resulta una compleja historia geológica que todavía no estamos en condiciones de reconstruir plenamente.

Sin duda el episodio orogénico de mayor magnitud que afectó al territorio argentino ha sido el levantamiento de la Cordillera de los Andes, fenómeno de carácter continental que sacudió todas las estructuras preexistentes, rejuveneciendo sistemas orográficos, reactivando fracturas y fallas del basamento y originando otras, como la que en el Terciario provocó el vuelco del Paraná Medio a su cauce actual a lo largo de una falla que levantó a) bloque mesopotámico. Todo el relieve argentino, tanto montañas como planicies, lleva el sello ándico.

Los sistemas orográficos

Hasta donde ha sido posible detectarlo, el orógeno más antiguo del país corresponde al sistema de las Sierras de Tandilia, que encierran tal vez en sus relieves desarticulados y seniles, extendidos entre el cabo Corrientes y la sierra de Ouillalauquén, la clave de una apasionante correlación con otros cratones que arrojaría importantes luces sobre la historia de la Tierra en los tiempos precámbricos. Del estudio de sus tres sectores: Olavarría (382 m), Tandil (La Juanita 524 m) y Balcarce (383 m), se deduce que hace más de 2.200 millones de años existía un geosinclinal en el que se depositó un manto sedimentario que sufrió una primera fase de deformación a lo largo de un período que se extiende desde 2.200 a 2.000 millones de años, seguida de otra fase de más intenso plegamiento hace entre 1.870 y 1.700 millones de años, que afectó principalmente al grupo de las sierras de Tandil, y luego otro de alcance local hace entre 1.600 y 1.400 millones de años, y un cuarto más suave ocurrido hace menos de 1.200 millones de años, acompañado de un último cielo ígneo. Se estima que entonces quedó estabilizado el basamento cristalino, aunque sometido a fracturas y movimientos de bloques. Luego de un período de erosión y peneplanización hubo una transgresión marina en la que se depositaron los sedimentos de la formación La Tinta atribuibles al Paleozoico inferior. Luego hay un hiato sedimentario que llega hasta el Cuartario. Las rocas del basamento cristalino afloran en las sierras desde Olavarría hasta Balcarce y alcanzan su mayor altura en el cerro Albión. donde la erosión desmanteló los sedimentos paleozoicos que sí afloran en los extremos: cuarcitas, calizas, dolomitas con intercalaciones de arcillas al oeste, donde se las explota en caleras y cementeras del mayor complejo minero industrial de la provincia (sierras Bayas) y areniscas cuarcíticas al este (piedra Mar del Plata).

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Hasta donde es posible reconocerlo otras áreas del país fueron también plegadas en el Precámbrico, siendo más tarde una o más veces invadidas por el mar o transformadas en cuencas tectónicas donde se acumularon sedimentos de origen continental para ser nuevamente levantadas o no antes le su acomodamiento actual como consecuencia de los movimientos que en el Terciario dieron origen a los Andes.

Cada sector de las Sierras Pampeanas reconoce una historia con matices particulares, pero en líneas generales puede afirmarse que en el Precámbrico existió una cuenca de tipo geosinclinal, tal vez varias paralelas separadas por dorsales, en la que se depositaron sedimentos marinos intruidos por rocas magmáticas también precámbricas que fueron plegadas y metamorfizadas simultáneamente con una invasión granítica que dio lugar al emplazamiento de los grandes batolitos que caracterizan a las sierras del sector oriental, concluyendo el período de formación del basamento cristalino probablemente en el Paleozoico inferior. En estas montañas plegadas se inicia entonces un largo período de erosión sin ser nunca mas invadidas por el mar. En la última fase del levantamiento andino, en el Plio-Pleistoceno, el basamento cristalino se desmembró en bloques tectónicos, levantándose unos y hundiéndose otros. Unos fueron inclinados hacia el este y otros hacia el oeste, siempre alineados de norte a sur.

En los bloques mas elevados la erosión ha barrido los estratos sedimentarlos más jóvenes, dejando al descubierto los núcleos graníticos del Paleozoico y sus rocas encajantes más o menos metamorfizadas, en tanto en los de menor inclinación aparecen aún los mantos sedimentarios en las pampas de altura.

Hacia los bordes particularmente en el sector occidental aparecen en las sierras sedimentos permotriásicos de intenso color rojo - estratos de Paganzo -. Hacia el norte, en las Cumbres Calchaquíes, el basamento se hunde bajo el manto sedimentario característico de las Sierras Subandinas, y las del borde de la Puna presentan algunas afinidades con éstas. En las sierras de Córdoba y San Luis hay manifestaciones de vulcanismo.

Como una ínsula en el ambiente, serripampeano se levanta a gran altura el sistema de la sierra de Famatina (6.250, m) que ocupa el espacio de un antiguo geosinclinal del Paleozoico inferior que, a modo de un golfo de la costa del Pacífico, se introduce desde el norte entre las sierras, Pampeanas del oeste de La Rioja. Su diferencia fundamental con estas consiste en la presencia de sedimentos marinos del Ordovícico, que son sus rocas más antiguas, intruidas por granito devónico y con una cobertura de vulcanitas igualmente devónicas. El Paleozoico superior, el Cretácico y el Terciario están representados por sedimentos continentales y rocas volcánicas del Plioceno. A diferencia de las sierras Pampeanas, fue afectada por movimientos orogénicos correlacionables con los plegamientos Caledónico y Hercínico del Paleozoico superior.

Su fisonomía actual se debe a movimientos del Terciario, que se inician en el Mioceno y alcanzan su máxima intensidad en el Plioceno, produciéndose fallas de, tipo inverso que elevan al sector de los Nevados a las máximas alturas. Su desmantelamiento deja al descubierto granitos y rocas metamórficas. Este sistema se caracteriza por la existencia de fuertes mineralizaciones.

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La Precordillera es una unidad morfoestructual muy definida que se localiza entre la altiplanicie de la Pampa del Leoncito y el valle del río Mendoza27.

Se caracteriza por la ausencia de magmatismo significativo aunque se han reconocido algunas plutonitas paleozoicas y vulcanitas del Terciario.

La zona fue afectada por sucesivos movimientos orogénicos durante el Paleozoico, pero también por ingresiones marinas del Carbónico que llegan la primera hasta Ciénaga de Huaco y la segunda hasta la zona de Barreal, cuencas en las que después se depositaron sedimentos del Pérmico y el Triásico.

A la Proto-Precordillera del Devónico sucede la Precordillera, que durante todo el Jurásico y el Cretácico se comporta como un área de erosión, encontrándose en consecuencia sedimentos continentales del Terciario hasta el Plioceno en que se produce la elevación del conjunto de la Precordillera como un área de montaña al mismo tiempo que se levanta la cordillera Principal. Sus cordones están alineados de norte a sur, cada uno corresponde a una formación paleozoica y constituye un bloque separado de los demás por fallas montantes inversas.

Los valles son depresiones tectónicas donde se alojan las rocas más jóvenes. Los movimientos iniciados después del Plioceno continúan hasta nuestros días y se evidencian tanto en las fallas que afectan a los conos de deyección de acarreos cuartarios como en la sismicidad de la zona.

Los sistemas de montañas del extremo Noroeste, integrado por la Puna, la Cordillera Oriental y las sierras Subandinas, tienen una historia en gran parte común y sus rasgos no podrían entenderse si no se las considera en conjunto.

Se estima que el substrato está constituido por sedimentos (arcillas, limos y areniscas) depositados en una gran cuenca precámbrica que fueron plegados y fracturados en el Precámbrico superior con ascenso de magma granodiorítico que dio origen a la formación de los grandes macizos, que hoy afloran al sudeste de la Puna.

Se inició entonces un proceso de erosión que termina con la ingresión del mar Cámbrico proveniente del Pacífico. A partir de ese momento las historias geológicas se diversifican. Un plegamiento afecta al área de la Puna (fase Irúyica) y se inicia un proceso de erosión. La región es nuevamente sumergida en el Ordovícico pero la Puna continúa siendo un área positiva.

Toda la cuenca fue nuevamente elevada (Ordovícico superior-Silúrico inferior) con plegamiento de los sedimentos e intrusiones graníticas. Sufrió luego varias oscilaciones con ingresiones parciales del mar, pero hasta el Cretácico inferior puede aceptarse que la Puna era un bloque continental y área de erosión: en el Cretácico superior es invadida por un mar somero que da origen a la delgada capa del calcáreo interpuesta en los sedimentos continentales de un período de arrasamiento en el que el relieve se suaviza. En el Mioceno medio sufre fallamientos y levantamientos en bloque acumulándose una nueva pila sedimentarla durante el

27 Es la más potente acumulación de sedimentos del Paleozoico y el lugar donde han podido identificarse rocas del Cámbrico inferior.

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Plioceno. La producción de vulcanitas enmascara los viejos relieves, y otra fase extrusiva en el Pleistoceno levanta los estrato-volcanes como el Llullaillaco en los que se apoya una nueva divisoria de aguas continental, desplazada unos 60 Km hacia el este. Otro ciclo eruptivo pone fin al modelado de la Puna. Esta había surgido como tal en la llamada fase Oclóyica (Ordovícico-Silúrico) pero fue posteriormente sacudida por las distintas fases del segundo, tercero y cuarto movimiento de la orogenia ándica.

La Cordillera Oriental fue afectada también por los movimientos del Cretácico superior que crearon una barrera infranqueable a las ingresiones del Pacífico, plegándose posteriormente los sedimentos mesozoicos en el Mioceno, con fallamiento en bloques en el Plio-Pleistocénico como consecuencia de la presión ejercida desde el área de la Puna, con corrimiento de estratos antiguos sobre otros más modernos. Como en la Puna, las líneas de falla tienen orientación norte-sur. Los movimientos de ascenso del cuarto ciclo ándico han contribuido a la profundización de las quebradas.

Las sierras Subandinas fueron plegadas en el Terciario, Su litología se diferencia de las mencionadas por la presencia de sedimentos del Devónico, el gran desarrollo de las capas permotriásicas y el espesor de los sedimentos del Terciario subandino, ya que hasta entonces fue un área de sedimentación. La estructura de cumbres anticlinales con un núcleo de rocas paleozoicas y valles sinclinales es casi constante. Iniciada en el Mioceno se prolonga hasta el Pleistoceno.

También plegadas son las montañas del sistema de las sierras de Ventania o sierras Australes de la provincia de Buenos Aires. Constituidas por estratos paleozoicos marinos y continentales plegados en el Mesozoico, el basamento se observa al oeste en el cerro Pan de Azúcar. Cada sierra corresponde a un anticlinal: las rocas más antiguas se encuentran en las sierras de Curamalal-Bravard-Ventana (cuarcitas) y las más modernas en Las Tunas y Pillahuincó (pizarras); entre ambas existe un conjunto de sierras más bajas y testimonios de la glaciación paleozoica, que se observan también en la Precordillera. Su relieve actual se debe a levantamientos intermitentes del bloque montañoso que se inician en el Terciario superior.

También del Mesozoico es el plegamiento de los Patagónides que, en el sector mejor conocido, desde la sierra de Taquetrén hasta la de San Bernardo consisten en e! levantamiento de un anticlinal de capas de rocas de origen volcánico con intercalaciones de lutitas bituminosas del Jurásico, sobre las que se apoyan en forma discordante los basaltos cuartarios. En la sierra de San Bernardo les anticlinales contienen capas del Cretácico superior. Características semejantes tienen otras montañas que se extienden más al norte y al este, no bien conocidas aún.

Al sur de Mendoza, con su cuerpo principal desarrollado entre los ríos Diamante y Atuel que han labrado en él profundas gargantas, se levanta el Bloque de San Rafael (Sierra Pintada), que se eleva a lo largo de una falla, ubicada al este, de rumbo norte-sur. El Precámbrico ha sido detectado en un solo lugar. El conjunto está constituido por sedimentos Paleozoico con intercalaciones de rocas magmáticas permotriásicas, sobre las que descansan principalmente rocas volcánicas cenozoicas. El cerro Diamante es un volcán basáltico del Cuaternario.

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Al Sur del Atuel se yergue bruscamente el cerro Nevado (3.810 m.), volcán constituido por un basamento de rocas ígneas y metamórficas que presenta gruesos mantos de lavas basálticas y andesíticas. En la zona austral domina el conjunto volcánico del Payún (3.680 m.), donde los mantos de rocas eruptivas terciarias y cuartarias enmascaran las estructuras preexistentes. A la misma provincia geológica puede probablemente adscribirse el Sistema de las Mahuidas, conjunto de sierras que se disponen a uno y otro lado del curso del río Salado en La Pampa, con asomos dispersos de rocas precámbricas que las vincularían, lo mismo que las intrusiones graníticas, a las Sierras Pampeanas. Durante el Paleozoico sufrió hundimiento y posterior plegamiento en varios ciclos, permaneciendo desde el Mesozoico como un área positiva.

El levantamiento de la Cordillera de los Andes, consumado en varios ciclos, a veces afectando estructuras preexistentes, otras plegando los sedimentos acumulados en extensos geosinclinales, con acompañamiento de ascenso y eyección de rocas magmáticas, puede considerarse no concluido aún.

Pueden distinguirse tres sectores que presentan cierta unidad morfoestructural: la Cordillera Frontal, la Cordillera Principal y los Andes Patagónico-Fueguinos, todos remodelados por el glaciarismo.

La Cordillera Frontal es un orógeno paleozoico reactivado tectónicamente durante la fase principal del tercer movimiento andino. Está constituida por sedimentos del Precámbrico (o del Paleozoico inferior) principalmente rocas metamórficas y ultramáficas, sedimentos devónicos a las que se agregan sedimentos marinos desde el Carbonífero hasta el Pérmico inferior. Su rasgo característico son las rocas volcánicas y plutónicas del Permotriásico. Rocas básicas del Cenozoico y sedimentos de origen continental participan también en la composición de este plegamiento.

La cordillera Principal es el resultado de una serie de fases, probablemente diez, que afectan a un área con características de geosinclinal. Las rocas más antiguas del basamento preandino son metamórficas del Paleozoico inferior (quizá del Precámbrico) con sedimentos marinos del Carbonífero y rocas ígneas permotriásicas con algunos sedimentos del Triásico superior, de carácter continental, a los que siguen sedimentos marinos y continentales del Jurásico y el Cretácico, en los que se manifiestan por lo menos cuatro fases diastróficas. Después que el área se levanta y desde el Cretácico superior hasta el Terciario se intercalan sedimentos continentales y materiales volcánicos. Predominan las estructuras de plegamiento orientadas de norte a sur, como las fracturas posteriores.

En los Andes patagónicos al norte del cerro Chato (42°30’S) sobre el basamento se apoyan las rocas magmáticas, que constituyen su rasgo característico, correspondientes al vulcanismo del Terciario y Cuartario. En el sector austral, menos conocido, reaparecen los sedimentos mesozoicos, esta vez intruidos por rocas magmáticas (batolito granodiorítico o patagónico que llega hasta la Tierra del Fuego) y volcánicas del Mesozoico. Al este de la cordillera se presenta la Antecordillera. constituida por sedimentitas del Paleozoico superior, sobre las que se apoyan en discordancia sedimentos marinos del Mesozoico. Han sido recubiertas en parte por rocas volcánicas del Terciario.

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Los Antartandes emergen en los arcos insulares y la península Antártica28. Un orógeno muy antiguo afecta a las islas Malvinas. Son estratos paleozoicos plegados probablemente en el Mesozoico inferior y más tarde ascendidos o hundidos por fallas.

Otras montañas

No son orógenos verdaderos las Sierras de Misiones, esculpidas por la erosión hídrica en la meseta de mantos basálticos con intercalaciones de areniscas del Triásico; valles y filos dan al conjunto la apariencia de sierras y cerros aislados. Un proceso semejante, bajo condiciones de aridez, tiene lugar en las Huayquerías de Mendoza, verdaderos “badlands” constituidos por estratos terciarios suavemente plegados y erosionados por la acción, fluvial. De escasa altura y con formas más suaves, pertenecen a este tipo también las cuchillas entrerrianas, resultantes del proceso erosivo de las aguas ejercido sobre el bloque mesopotámico.

LAS REGIONES AMBIENTALES

Ningún bioma de la República Argentina presenta ya su fisonomía original. Todos, en mayor o menor grado, han sido modificados por la instalación de la población y el desarrollo de sus actividades.

Aunque el poblamiento se remonta a más de 12.000 años y el comienzo de la colonización hispánica significó, en principio, la hecatombe de la población indígena, el ritmo de crecimiento se recuperó pronto y ha venido acelerándose especialmente desde mediados del siglo XIX por la inmigración masiva que acompañó a la expansión de la ganadería y agricultura comercial y la explotación forestal, con la consecuente implantación de infraestructura ferroviaria y portuaria indispensable a los fines del comercio. Al mismo tiempo una incipiente actividad fabril comenzó a desarrollarse en el litoral fluvial donde, en el transcurso del siglo XX, se operó el incremento y concentración de la actividad industrial, abarcando diversas ramas que incluyen desde establecimientos de transformación de los productos agropecuarios zonales hasta la industria pesada, que elabora materias primas importadas.

Ello ha traído aparejada la concentración de la población sobre la ribera del Paraná-Plata, aunque en el ínterin, pequeños focos industriales hayan aparecido en el interior fundamentalmente ligados a cultivos intensivos que proporcionan una materia prima poco móvil que, como la vid, la caña de azúcar o la yerba mate, exigen un rápido proceso de transformación que se cumple en las mismas zonas de cultivo. Otros focos surgen respondiendo a medidas económicas de carácter promocional sin ninguna vinculación con el medio.

El resultado ha sido una alteración del equilibrio natural y la creación de ambientes humanizados en los que el hombre ha instaurado un nuevo sistema de relaciones con crecientes adiciones de energía para su mantenimiento. La finalidad de tales modificaciones solo se justifica en cuanto aseguren la elevación del nivel y la calidad de vida de la población y no comprometan la integridad de los recursos básicos, suelo, agua y aire que hacen posible la renovación de la vida sobre la Tierra.

28 Están vinculados a la cordillera andina.

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En algunos sectores del país parece haberse alcanzado ya ese umbral de peligro, por la erosión del suelo, la contaminación del agua y el aire y el aniquilamiento de la vegetación y la fauna silvestres, antes de haber aprendido el papel que desempeñaban en el sistema ecológico.

El hombre pesa en el ambiente, tanto. por su cantidad, es decir por su presencia física, que demanda un lugar en el espacio, como por su capacidad técnica para transformar los elementos de la naturaleza en bienes capaces de satisfacer sus necesidades.

Se estima que en el momento de la irrupción de los españoles la población indígena no superaba los 300.000 individuos y las Islas Malvinas, como las del Arco Argentino y la Antártida, estaban aún despobladas. Las primeras lo fueron hasta las postrimerías del siglo XVIII y las segundas hasta el siglo XIX; en lo que respecta a la Antártida, el establecimiento más antiguo data de 1904, cuando Argentina instala el Observatorio Meteorológico de la isla Laurie en las Orcadas del Sur, pero solo al promediar el siglo tienen lugar los primeros asentamientos en el continente.

En la actualidad puede estimarse la población argentina en unos 38 millones de habitantes. Esto significa una escasa presión sobre el territorio por su presencia física: una densidad de 13 h/km2 sobre el sector sudamericano es insignificante si se la compara con 334 h/km2 de Holanda o, los 96 h/km2 de Francia y aun inferior a la de Brasil, con 18 h/km2 o el Uruguay con 18 h/kM2.

Ello induce a pensar que las mayores transformaciones sufridas por el territorio no derivan de la presencia física sino de las actividades del hombre. Sin embargo, una desequilibrada distribución geográfica de la población y las actividades eleva considerablemente la densidad en el litoral industrial, donde alcanza valores semejantes a los de los países más densamente poblados.

Si medimos la capacidad de transformación en términos de energía termo e hidroeléctrica aplicada al territorio, esa capacidad es baja, En Holanda, por ejemplo, hay un consumo de 1 GW por cada 2.929 km2; en EEUU, cada 17.868 km2, en tanto en la Argentina lo hay cada 300.215 km2, si bien es cierto que es superior a la dotación de Brasil, que lo aplica a 434.285 km2; estos datos, referidos a 1976, serán sensiblemente modificados con la inauguración de las obras que éste realiza en el Alto Paraná.

Esto no excluye el consumo de energía de otras fuentes. Si bien el uso de energía nuclear coloca a la Argentina entre los pocos países que la emplean y se hallan en condiciones de exportar tecnología, su producción es ínfima pero, de todos modos, de gran trascendencia, no solo por el volumen de energía generada sino también por los riesgos que su producción implica para el medio en el que se instala. La energía sanguínea (tracción animal o energía humana) presta una elevada contribución y es casi la única fuente disponible en vastos sectores del país si se mide, por ejemplo, en términos de dotación de automotores por habitante, dándose el caso de provincias en las que hay un automotor cada 30 habitantes, cuando el promedio del país es de uno cada 9 habitantes.

La edificación es un factor más de modificación del medio natural. En tal sentido cabe destacar que existen en la Argentina, según el censo de 1980, 8,306.705 viviendas, de las cuales poco más de un millón se concentran en la Capital Federal, cuya superficie no excede

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los 200 km2. las vías de circulación son poderosos agentes de configuración de ambientes humanizados, cualquiera sea su signo Al dar accesibilidad al espacio permiten canalizar los flujos de bienes y personas. A través de ellas avanzan los pioneros y se introducen novedades, pero también se drenan los bienes locales incluyendo a veces los que se consideran reliquias naturales o culturales y se facilita el éxodo de la población local. Requieren también un espacio físico para su trazado que se incremento día a día con el tránsito. Las vías férreas requieren un espacio de uso exclusivo y las carreteras una superficie que se acrecienta día a día a raíz del trazado de autopistas con sus múltiples carriles, sus rampas de acceso y sus cruces a diferentes niveles. Operan así una rigurosa compartimentación del espacio pues no puede atravesárselas sin riesgo de perder la vida, según dan testimonio los animales masacrados en la ruta y los numerosos accidentes de que son víctimas los pobladores vecinos cuyo clamor recogen los periódicos.

Sin embargo, la densidad de vías de circulación es todavía muy baja en el país. En Estados Unidos, por ejemplo, existe un kilómetro de vía férrea cada 26,2 kM2 y en la Argentina cada 68 km2, pese a la alta densidad que la malla ferroviaria presenta en toda la región pampeana. Lo mismo cabe decir respecto de los caminos, donde la relación es de un kilómetro de caminos cada 3,7 kM2 en EEUU pero cada 96,2km2 en la Argentina, donde, una vez más cabe señalar la desequilibrada distribución de la red entre la región pampeana y el resto del país. La mecanización de las tareas agrícolas puede ser también índice de la capacidad técnica de transformación. Así existe un tractor cada 0,23 km2 en Holanda, cada 2,28 km2 en EEUU y cada 14,9 km2 en la Argentina. Esto significa una baja capacidad de modificación de la estructura del suelo y también un bajo índice de consumo de combustibles fósiles en las áreas rurales y un bajo grado de contaminación atmosférica por este motivo. Otros índices podrían ser considerados para medir el grado de transformación del medio natural, y todos ellos nos dejarían la impresión de que en el país existe un bajo grado le alteración del mismo.

Pero si bien es cierto que en él no se han alcanzado los altos índices de artificialización que corresponden a los países eminentemente industriales, la concentración de la actividad en algunos pocos sectores del espacio nacional genera en ellos los mismos problemas de sobre explotación de los recursos suelo, agua y aire, de destrucción de la biosfera natural y de contaminación del medio ambiente.

El caso más claro es, sin duda, el de la región metropolitana, que se ha desarrollado a lo largo de la ribera Paraná-Plata desbordando sobre el delta inferior.

Sin embargo, en las áreas donde predomina la actividad rural no siempre se ha operado una simple sustitución de un tapiz vegetal y una fauna silvestres por los animales y plantas cultivados. A menudo esto se ha realizado a través de una explotación sin criterios conservacionistas, que ha deteriorado el bioma lenta pero persistentemente, y esta transformación gradual ha llevado a tales extremos que ha sido desmantelado el tapiz vegetal, deteriorado el suelo y extinguidas muchas especies de la fauna, tanto por la falta de su hábitat original como por la tenaz persecución de que han sido objeto por el valor de sus pieles, plumas o, simplemente, por considerárselas enemigas y contrarias al mantenimiento del nuevo equilibrio que se pretendía instaurar, de donde ha derivado, a veces, la proliferación de elementos dañinos, tanto para la actividad agropecuaria como para la salud del hombre29.

29 El caso más conocido, pero que conviene repetir, es el de la matanza indiscriminado de la lechucita pampeana, que ha permitido el desarrollo incontrolado de los roedores que propagan la fiebre

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El proceso de transformación ha sido muy lento, a través de milenios; su iniciación se remonta a la aparición de los primeros recolectores y cazadores, si bien éstos, por su escaso número y su reducido bagaje técnico, pueden considerarse integrados al medio como un elemento más del ecosistema, participando del flujo local de energía y nutrientes.

Agricultores itinerantes de filiación guaranítica, cultivadores de mandioca, agricultores de filiación andina constructores de andenes y canales y cultivadores de maíz, representan estados culturales con un creciente bagaje técnico para modificar a la naturaleza y asegurar su incremento demográfico. En ningún caso su capacidad de organización del espacio abarcó la totalidad del país ni infligió (hasta donde se puede deducir por datos históricos y testimonios arqueológicos) daños irreversibles a los ecosistemas que explotaron, pudiendo en cambio hablarse de una bonificación de tierras en el caso de los agricultores superiores, aunque existen evidencias de una pequeña minería y su demanda de combustible.

Con el arribo de los españoles se producen las primeras transformaciones de escala continental. Ellos aportan su séquito de animales y plantas cultivadas, las ciudades y puertos, las grandes rutas, si bien es cierto que algunos tramos repiten viejos itinerarios indígenas. Hay una concepción integral del espacio, una organización y asignación de funciones. Sin embargo escapan a su capacidad efectiva de ocupación la región chaqueña y la zona ubicada al sur de la ruta Buenos Aires-Mendoza. Pese a ello su influencia se extiende más allá de las fronteras por la expansión del ganado cimarrón en la pampa, por los procesos de alteración de las culturas indígenas que, como los cazadores pampeanos incorporan el caballo o llegan a criar pequeños rebaños de ovejas.

En el siglo XVII con la fundación de Catamarca culmina el proceso de instalación de las ciudades territoriales que serán luego capitales de provincia de la Argentina nuclear y está ya en ciernes el surgimiento de Paraná, la única de generación espontánea.

Los lugares de asentamiento hispánico en general coincidieron con los seleccionados por los agricultores andinos. Otros nuevos fueron incorporados por su valor estratégico para la defensa o las comunicaciones, en los valles o planicies a expensas de la selva (Tucumán, Salta, Jujuy, Orán) o en la ribera del Gran Paraná (Santa Fe, Buenos Aires, Corrientes) en zona de pastizales y sabanas, incluyendo algún intento fallido (Concepción del Bermejo). La selva misionera quedó reservada a la acción de los jesuitas, lo mismo que la ribera del Uruguay. Las circunstancias históricas (guerra de los Siete Pueblos, expulsión de la Orden, arrasamiento por el Brasil, ocupación por los paraguayos) conspiraron contra la permanencia de la cultura agrícola que ellos habían promovido logrando incluso el cultivo de la yerba mate, hasta entonces una planta silvestre. Las ruinas de sus pueblos son hoy parte importante del patrimonio histórico cultural de esa provincia.

Pocas son las innovaciones producidas hasta la primera mitad del siglo XIX, en que se desencadena una verdadera avalancha de ellas con el ingreso simultáneo de la inmigración masiva, la difusión de la colonización agrícola y la expansión de la agricultura comercial, el tendido de vías férreas, la eliminación de las fronteras interiores, el refinamiento del vacuno- pampeano, el cultivo de forrajeras y la instalación de frigoríficos, la difusión del ovino en la Patagonia, la explotación de los bosques de quebracho en la región chaqueña y las especies

hemorrágica entre los agricultores.

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maderables en Misiones (a la que alcanza también la colonización agrícola), la consolidación y expansión de los oasis de riego del sur de Mendoza, el poblamiento agrícola del Alto Valle de Río Negro y la instalación de una infraestructura portuaria para servir a esta economía de intercambio a la que acompaña el surgimiento de la red urbana de la región cereal y el establecimiento de ciudades de frontera que devendrán capitales de las nuevas provincias.

Cristalizó así lo que se ha dado en llamar la Argentina Moderna, en la que estuvo ausente toda mentalidad conservacionista de los recursos naturales, particularmente sensible en el manejo de los bosques explotados con criterio minero y en el de los pastizales que a menudo soportaron una carga que superó su capacidad de autorregeneración. Pero estos procesos de deterioro son generalmente lentos y hace falta más de una generación para advertirlos. la verdadera minería fue la gran ausente de esta etapa que concluye con la crisis de los años Treinta.

Se inicia entonces o se revitaliza en ciertos casos, un proceso de industrialización que se radica fundamentalmente en el ya emergente Gran Buenos Aires, donde se concentran la actividad económica, la población y los servicios que comienzan a mostrar alarmantes signos de saturación. Otras ciudades litorales acompañan el proceso en menor grado, a menudo con actividades complementarias, de modo que se crean entre ellas estrechos vínculos que van consolidando la formación de la región metropolitana. Manifestaciones aisladas de actividad industrial en Córdoba o Mendoza y la aparición de la siderurgia en el valle de Jujuy, que rompe así con su tradición agrícola, no son suficientes para contrarrestar su peso.

Tres ramas de la minería cobran importancia: la explotación del hierro en Zapla y Sierra Grande, la del carbón en Río Turbio y la intensificación de las explotaciones de petróleo y gas cuyo flujo comienza a canalizarse por oleoductos y gasoductos. Al mismo tiempo se emprenden grandes obras hidroeléctricas que salpican el país de lagos artificiales tanto en montañas como en llanuras y por primera vez se encara el aprovechamiento energético de los grandes ríos, concretándose la instalación del complejo de Salto Grande, de propósitos múltiples. Todo esto introduce cambios fundamentales en el tratamiento del medio y grados de complejidad no conocidos antes. El resultado es una suma de ambientes de magnitud regional diferenciados tanto por sus rasgos naturales como por la impronta de la actividad y la localización de la población.

Las 43 regiones ambientales consignadas en el mapa tienen un cierto grado de homogeneidad interna por el modo de tratamiento de los recursos naturales y las formas de instalación de la población, los que reflejan con bastante fidelidad las circunstancias históricas que les dieron origen y su devenir. Pueden agruparse en grandes tipos según la intensidad de uso y deterioro y la magnitud de su artificialización.

Al primer tipo corresponden las regiones que por sus restricciones topográficas o climáticas han sido apenas holladas: la Antártida, el Valle del Paraná Medio, el Iberá y la región Altoandina, el Delta no metropolitano. La presencia humana es escasa, puntual, a menudo estacional, vinculada a la circulación, la defensa territorial o los recursos de localización restringida: minerales (El Pachón) animales (vicuña, yacaré, pinnípedos, ballenas) o vegetales (pastizales estacionases), con grave deterioro de los mismos.

Al segundo tipo pertenecen aquellas en las que la innovación consiste en el pastoreo de ganado sobre campo natural, con baja densidad de población y servicios, con cierto deterioro

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del tapiz vegetal a veces extensible a los suelos. Casos típicos: la Patagonia pastoril, el interfluvio patagónico y Malvinas. En el mismo tipo se ubican la frontera chubutense, en la que pesa su vulnerabilidad fronteriza, al igual que en la Frontera neuquina. Aquí hay grave deterioro de los campos de veranada y de las escasas tierras de las reservas indígenas. La pequeña minería y una pequeña agricultura generan centros elementales de servicios. La Pampa deteriorada por el agotamiento del Atuel y del Salado, el Chaco forestal con sus bosques empobrecidos y su ganadería extensiva y la Frontera misionera, integran este grupo. En las dos últimas existe aún la oportunidad de conservar un banco genético de flora y fauna de valor excepcional.

A un tercer tipo pertenecen las regiones con desarrollo puntual de la agricultura de riego asociada a ganadería extensiva. Con niveles urbanos y de servicios diferentes, se agrupan en él los oasis serranos accidentales y los Valles, bolsones y quebradas. Indice de las restricciones del medio, bajo las condiciones actuales de uso, es su elevado éxodo poblacional.

En el cuarto tipo el factor definitorio de las condiciones ambientales es la minería, actividad inestable en cuyo provecho se organiza el espacio. Los casos más claros son las explotaciones petrolíferas de la Cuenca de San Jorge y la Cuenca Neuquina, instaladas sobre un trasfondo ganadero que no deja de sufrir perturbaciones. A su influjo se remodelan Frontera Austral y Fuegula en las que las bellezas panorámicas que mueven al turismo no han sido aún afectadas. El peso histórico de otras actividades no es suficiente para excluir a la Puna de este grupo al que se suma la Franja Somuncurense.

Un quinto tipo es definido por una agricultura que se presenta en forma saltuaria por imposición de condiciones naturales de las que resulta la yuxtaposición de ganadería, agricultura y eventualmente explotación forestal, como en el Chaco agrícola, el Triángulo paranaense, el Litoral uruguayense, las dos últimas con perspectivas de grandes alteraciones por las obras de ingeniería que realizadas en los ríos Paraná y Uruguay, ya afectado por el embalse de Salto Grande.

Un sexto tipo integran los ambientes agroindustriales con un fuerte sello impreso por el minifundio y una cierta etapa de monoactividad como Tucumán y los Yerbales, y un séptimo tipo los que además aúnan minería y generación de energía con formación de grandes lagos artificiales como en el NOA agroindustrial, los Oasis cuyanos y los Oasis serranos orientales incluyendo en ellos a la ciudad de Córdoba. Afectación de la flora y fauna silvestres, uso intensivo del agua, afectación del suelo y el subsuelo, problemas de metropolización son rasgos comunes al Valle del Río Negro, con un matiz específico en el Triángulo Chubutense por su dispersión geográfica y el aporte de energía desde Futaleufú.

Un octavo tipo integran, pese a sus diferencias, todos los ambientes pampeanos y el Entrerriano, con su ocupación continua del espacio y su plasticidad para la agricultura de cereales y la cría de ganado, su paisaje íntegramente humanizado y su densidad de vías de circulación y centros de servicios, El tapiz vegetal ha sido substituido casi íntegramente por la pradera de cultivo y la forestación. la fauna autóctono fue eliminada en beneficio de los ganados o las cosechas, pero se han introducido también malezas y plagas. Aunque hay sectores de suelo erosionado, los daños no son aún irreversibles. Un sistema de canales de drenaje en la Pampa agreste ha mostrado ser ineficaz. A este grupo puede sumarse la

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Patagonia bonaerense donde la frontera del trigo se topa con la del riego por gravitación y el monte. Un caso fronterizo es también el de la meseta mercedina.

Matiz singular tiene el ambiente de los Lagos por la coexistencia de bellezas panorámicas y ecosistemas naturales protegidos por Parques Nacionales y una actividad turística que es a su turno factor de perturbación. Ella genera los centros urbanos de mayor desarrollo de los Andes australes. El más complejo de todos los ambientes, el que presenta mayor grado de artificialización y deterioro es el de la región Metropolitana, en vías de convertirse en una gigantesca conurbación extendida desde la ciudad de Santa Fe hasta la de La Plata, desbordando sobre el Delta. Allí se localiza la mayor parte de la población del país, se instala el mayor número de industrias, se concentra la demanda de energía y todo tipo de bienes y la oferta de empleo. Como contrapartida aunque cuenta con las ciudades con más alto nivel de servicios, también sufre una tan fuerte demanda, que éstos son insuficientes en rubros tales como abastecimiento de agua (que las autoridades reconocen como- problema grave). cloacas, atención de la salud, vivienda, pavimento, espacios verdes, eliminación de desechos domiciliarios e industriales. Es decir que le aquejan los grandes males comunes a las metrópolis con su secuela de contaminación del agua y del aire, de ruido y perturbación de la vida rural. Esta constituye en sí misma una reserva de espacios verdes y puede ser un lugar de esparcimiento sin perder su valor productivo. Un análisis global muestra que quedan todavía reservas de vida silvestre que vale la pena preservar, como los talares y la selva costera bonaerense, uno de los pocos puntos en que el hombre puede estar en comunión con la naturaleza.

PRINCIPALES CARACTERISTICAS DE LOS BIOMAS DE ARGENTINA

BIOMA

CLIMAGEOMORFOLOGIA, SUELOS y

FORMACION VEGETALACTIVID

AD HUMANA

Selva Misionera

Cálido húmedo, sin estacionalidad

Mesetas y sierras. Suelos rojos lateríticos, ácidos, ricos en sales ferruginosas. Selva mixta

Forestal y agrícola (té, yerba mate)

Selva Tucuman

o Orananse

Cálido húmedo y templado húmedo; heladas en invierno; estacionalidad marcada

Montañas, quebradas, valles y llanuras pedemontanas. Humíferos, ácidos, con rocas a medio desintegrar y capas de detritos de espesor variable. Selva de transición, selva montana de neblina, bosque montano

Forestal y agrícola (caña de azúcar, plátanos, cítricos)

Bosque frío

Templado húmedo y frío húmedo. Nieve en invierno. Heladas casi todo el año.

Montañas, valles, glaciares y lagos. Suelos rocosos o arenosos, sueltos, con horizonte superior rico en materia orgánica. Bosque caducifolio, bosque perennifolio de coníferas

Forestal. Agricultura reducida a “ínsulas” (trigo, cebada)

Bosque

subtropical

Cálido, con precipitaciones escasas. Estacionalidad marcada

Llanura de acumulación. Serranías de poca elevación en la porción occidental. Suelos de origen fluviolacustre, predomino de texturas finas. En la zona occidental son rocosos pedregosos. Bosque xerófilo y bosque caducifolio. Estepas halófitas.

Forestal. Ganadería extensiva (vacunos, caprinos, ovinos). Agricultura en

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Palmares, sabanas y pajonales.

áreas de mayor precipitación o bajo riego (algodón, sorgo forrajero y granífero, hortalizas, maíz, alfalfa)

Semidesierto puneño

Frío y seco. Gran amplitud térmica diaria. Lluvias estivales. Falta de nieve.

Altiplanicies, cerros y quebradas. Suelos arenosos, o pedregosos, muy pobres en materia orgánica. Estepa arbustiva.

Ganadería (cría de llamas, ovejas). Agricultura reducida a pequeños cultivos de quinoa, papas y habas.

Semidesierto

altoandino

Frío y seco. Precipitaciones en forma de granizo en cualquier estación del año. Vientos muy fuertes.

Semidesierto

patagónico

Seco y frío. Nieve en invierno. Lluvias irregulares. Vientos fuertes.

Semidesierto

de monte

Seco y cálido (zona norte). Seco y fresco (zona sur). Precipitaciones escasas (80 a 200 m.m. anuales)

Parques y

sabanas subtropic

alesParq

ues y sabanas

El Espinal

Pastizales

pampeanosPastiz

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ales altoserran

osEcoto

no del monte, bosque

subtropical y

espinal

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