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¿Subjetividad en Boecio? Inteligencia humana e inteligencia divina” 1 Pablo Rivas Coria (UNGS) [email protected] En su primera fase, necesariamente teológica, todas nuestras especulaciones manifiestan espontáneamente una predilección característica por las cuestiones más insolubles, por los temas más radicalmente inaccesibles a toda investigación decisiva. Por un contraste que en nuestros días debe parecer a primera vista inexplicable, pero que en el fondo está entonces en plena armonía con la verdadera situación inicial de nuestra inteligencia, en un tiempo en que la inteligencia humana esta todavía por debajo de los más sencillos problemas científicos, busca ésta ávidamente, y de una manera casi exclusiva, el origen de todas las cosas, las causas esenciales, ya primeras, ya últimas, de los diversos fenómenos que la impresionan, y su modo fundamental de producción : en una palabra los conocimientos absolutos. Auguste Compte 2 Habitualmente, en filosofía, se sostiene que no es posible pensar la subjetividad separada de la modernidad y que, por tanto, sostener la existencia de tal forma de pensar el conocimiento antes de Descartes es un error grave. Así es, que el giro subjetivo es presentado como una característica privativa de los pensamientos modernos. Sin embargo, en este trabajo me pregunto por la posibilidad de la existencia de alguna expresión semejante a la subjetividad antes de la era moderna. Planteo, entonces, si es factible hallar en algunos pasajes de la obra de un filósofo romano que vivió entre fines del siglo V y principios del siglo VI algunos aspectos de lo que denominamos subjetividad. En una de las obras de Boecio se presenta el concepto de sujeto ( subiectum) pero en un sentido distinto al moderno y mucho más cercano, posiblemente, al hypokeímenon helénico. A pesar de ello, en este trabajo propongo que es posible reconocer en este pensador rasgos propios de lo que 1. Este trabajo ha sido expuesto en las II Jornadas de Estudiantes de Filosofía de la UNGS en septiembre de 2013 2. Compte, Auguste, Discurso sobre el espíritu positivo. Trad. Consuelo Berges, SARPE, 1984, pp 27-28.

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¿Subjetividad en Boecio? Inteligencia humana e inteligencia divina”1

Pablo Rivas Coria (UNGS)

[email protected]

En su primera fase, necesariamente teológica, todas nuestras

especulaciones manifiestan espontáneamente una predilección

característica por las cuestiones más insolubles, por los temas más

radicalmente inaccesibles a toda investigación decisiva. Por un

contraste que en nuestros días debe parecer a primera vista

inexplicable, pero que en el fondo está entonces en plena armonía

con la verdadera situación inicial de nuestra inteligencia, en un

tiempo en que la inteligencia humana esta todavía por debajo de

los más sencillos problemas científicos, busca ésta ávidamente, y

de una manera casi exclusiva, el origen de todas las cosas, las

causas esenciales, ya primeras, ya últimas, de los diversos

fenómenos que la impresionan, y su modo fundamental de

producción : en una palabra los conocimientos absolutos.

Auguste Compte2

Habitualmente, en filosofía, se sostiene que no es posible pensar la subjetividad separada de la

modernidad y que, por tanto, sostener la existencia de tal forma de pensar el conocimiento antes de

Descartes es un error grave. Así es, que el giro subjetivo es presentado como una característica

privativa de los pensamientos modernos. Sin embargo, en este trabajo me pregunto por la posibilidad

de la existencia de alguna expresión semejante a la subjetividad antes de la era moderna.

Planteo, entonces, si es factible hallar en algunos pasajes de la obra de un filósofo romano que

vivió entre fines del siglo V y principios del siglo VI algunos aspectos de lo que denominamos

subjetividad. En una de las obras de Boecio se presenta el concepto de sujeto (subiectum) pero en un

sentido distinto al moderno y mucho más cercano, posiblemente, al hypokeímenon helénico. A pesar de

ello, en este trabajo propongo que es posible reconocer en este pensador rasgos propios de lo que

1. Este trabajo ha sido expuesto en las II Jornadas de Estudiantes de Filosofía de la UNGS en septiembre de 20132. Compte, Auguste, Discurso sobre el espíritu positivo. Trad. Consuelo Berges, SARPE, 1984, pp 27-28.

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entendemos hoy en día por subjetividad.

Con cualquier texto en lengua extranjera se puede tener una serie de dificultades de comprensión y

como se supone, si leemos una traducción de cualquier obra deberíamos confiar en quién traduce. Al

menos, se le debe dar un mínimo de crédito mientras se hace la lectura y si no se conoce la lengua

original no podemos hacer demasiado para cotejar la pluma de quien escribe con la del traductor.

Boecio, un latino escribiente, compuso una obra llamada La Consolación de la Filosofía de la que

pretendo retomar algunos elementos con el fin presentar el singular planteo gnoseológico del filósofo.

Sostengo que existen algunas traducciones que parecen mostrar que el autor reconoce que el

“sujeto” es actor fundamental en el proceso de conocimiento, otras sin usar el concepto de “sujeto”

proponen una posición similar pero realizando algunas aclaraciones que dan cuenta de cierta

ambigüedad en esta posición gnoseológica.

En primer término, quiero realizar una breve referencia a otra obra de Boecio, escrita antes que la

Consolación: un comentario que realiza el propio Boecio a una obra de Porfirio en la que trata el

problema de los universales y postula la necesidad de pensar gnoseológicamente este problema. En esta

obra podríamos reconocer que el autor expone algunas funciones que realiza el hombre en el acto de

conocer las cosas del mundo. El autor propone allí que en la dinámica cognitiva operan dos funciones:

una es denominada división y la otra es llamada composición. Este Comentario relevante para pensar

una cierta ambigüedad en el planteo boeciano.

Groso modo, la ambigüedad está vinculada al status del conocimiento. ¿El conocimiento depende

de algo externo al hombre o su fundamento reside en el propio humano? En otras palabras, la

ambigüedad a la que me refiero tiene relación con el punto de partida del planteo gnoseológico: si es el

humano quien tiene la primacía en el acto cognitivo o si ese acto depende de realidades externas.

En este trabajo, interpreto algunos pasajes de Consolación de la filosofía de Boecio desde una

perspectiva gnoseológica que podría ser considerada, manteniendo ciertos recaudos terminológicos,

como “subjetivista”. No estoy sosteniendo que en Boecio existe un subjetivismo fundado sobre la

identidad entre el pensamiento y la existencia ni tampoco estamos sosteniendo que este filósofo romano

argumenta que el hombre es un ser que le impone categorías al mundo para que este aparezca en la

conciencia, sino que planteo la posibilidad de reconocer una posición subjetiva en el planteo boeciano

pensando en la existencia de una perspectiva que contemple el reconocimiento explícito de la

importancia de la actividad del ser humano en el acto de conocer. En nuestra época podríamos llamar a

esta perspectiva, en cierto sentido, “subjetivista” porque se reconoce en ella determinada actividad del

sujeto que conoce. La pregunta acerca de la “subjetividad” boeciana, en el sentido restringido que

presento, es la siguiente: ¿el hecho de que exista un “cognoscente” activo en el proceso de

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conocimiento de los objetos constituye una subjetividad?

Ahora bien, propongo tomar en consideración algunos pasajes del Libro V de la Consolación. En

ellos, se puede observar que el autor estudia las funciones de que lo que se puede denominar proceso

cognitivo. Pero antes de presentar estas funciones el autor afirma lo siguiente3, a partir de la traducción

de Nadal Seib:

“(...) el común de la gente piensa que todo lo que se conoce es conocido por

el poder y la naturaleza de las mismas cosas conocidas. Es todo lo

contrario. Todo lo que se conoce no se comprende en conformidad con la

energía que irradia la cosa, sino más bien con la capacidad del cognosciente

(...)”4

Se puede notar como el traductor marca que lo que se conoce se hace conforme a la facultad del

cognociente y no por las características propias de las cosas. Es en este sentido que planteo la

posibilidad de pensar una perspectiva subjetivista en Boecio. Ahora bien, me parece pertinente, para

que sea cotejada con la primera lectura del pasaje de la Consolación, presentar otra traducción de este

pasaje realizada por Pablo Masa.

“(...) El error está en pensar que todo conocimiento arranca exclusivamente

de la esencia y naturaleza misma del objeto. Y sucede puntualmente lo

contrario: todo objeto conocido es apreciado no en función de su esencia,

sino en función del sujeto cognoscente.” 5

Esta traducción, utilizando un lenguaje moderno, introduce la noción de sujeto, por más que no

aparezca en el original el término latino (subiectum) La primera de las traducciones, la de Nadal Seib,

a diferencia de la segunda, toma el recaudo de no utilizar la palabra sujeto al optar únicamente por el

término “cognosciente”. Al parecer, esta es una traducción que no remite inmediatamente a un sujeto y

a su actividad, pero no obstante, nunca deja de lado la acción cognitiva y su actividad. De todas formas,

es posible observar una ambigüedad sobre quién es ese “cognosciente” dado que puede ser tanto el

3. Boethii, Philosophiae consolationis, ed. Ludouicus Bieler. Corpus christianorum series latina XCIV. Turnholt: Brepols1957. Liber V, Prosa IV, 24: [5.4.24] Cuius erroris causa est quod omnia quae quisque nouit ex ipsorum tantum ui atquenatura cognosci aestimat quae sciuntur. [5.4.25] Quod totum contra est; omne enim quod cognoscitur non secundum sui uimsed secundum cognoscentium potius comprehenditur facultatem.4. Boecio, A.M.S. Consolación de Filosofía. Trad. Nadal Seib, Juan S. Editorial Universidad de Puerto Rico, 2003. p 247.5. Boecio, A, La consolación de la Filosofía. Trad. Masa, P. Ed. Aguilar, Bs. As., 1955, Libro V, Prosa IV, 24, 25.

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hombre, como Dios, o a veces uno u otro.

Ahora bien, doy cuenta de otra traducción de una parte del pasaje en cuestión, confeccionada por

Leonor Pérez Gómez “(…) todo lo que se conoce es comprendido no por la esencia que le es propia

sino más bien por la capacidad de los sujetos que buscan el conocimiento”6

En esta traducción también se puede observar una interpretación que presenta un sujeto activo

cuyas facultades cognitivas parecen tener cierta primacía ante las cosas que conoce. Las traducciones

hasta aquí consideradas traducen el término cognoscentium por “del cognosciente”, o por “del sujeto

cognoscente”, o “de los sujetos”. Sólo una de las traducciones, la de Leonor Perez Gómez, da cuenta

del plural de este participio genitivo expresado en el texto original (cognoscentium), aunque utiliza una

terminología moderna. Ahora bien, si se toma en cuenta este plural genitivo y se considera una

sugerencia ofrecida por el profesor Antonio Tursi se pude traducir este término como “de los

cognoscentes”, evitando así el sesgo moderno y manteniendo el sentido del original. También, el

profesor José Pablo Martín facilita para este trabajo su propia traducción inédita del pasaje en cuestión:

“(...) El error está en pensar que todo los que alguien conoce lo conoce solo

por la misma fuerza y naturaleza de lo que es conocido. Sucede todo lo

contrario: todo lo que se conoce no es comprendido por su propia fuerza

sino más bien por la facultad de los que conocen”

A partir de las traducciones presentadas se puede visualizar que en Boecio se presenta un sujeto, o

bien solamente un cognoscente, alguien que conoce y que tiene una actividad primordial en el proceso

cognitivo. La traducción de José Pablo Martín, que también da cuenta del plural de término

cognoscentium, permite observar la primacía de la facultad de los que llevan adelante la acción de

conocer por sobre la fuerza y la naturaleza de los cosas que se conocen. Puedo, en este sentido, afirmar

que en el pensamiento boeciano habría un ente que conoce en forma activa. ¿Es posible sostener

entonces que este ente es uno solo? ¿Es exclusivamente el hombre este ente que conoce?

Ya anticipé que el autor presenta el estudio de lo que denominamos proceso cognitivo. Las

funciones del proceso cognitivo son presentadas bajo una clara clasificación en la que cada elemento

del proceso se diferencia porque es un instrumento de conocimiento que “conoce” de manera distinta.

El primer elemento o facultad que distingue el autor, que en este aspecto parece tener influencia

aristotélica, hace referencia a los sentidos. Boecio, ofrece el ejemplo de la vista y afirma que ella

6. Boecio, A, La consolación del la Filosofía. Trad. Pérez Gómez, L. Ed. Akal, Madrid, 1997, p 304.

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proyecta rayos (radiis) al percibir o intuir (intuetur) todo de forma simultánea o de una vez.7 Según

Boecio, los sentidos constituyen una compleja capacidad del conocimiento que opera sobre las figuras

o formas de la materia y al parecer poseen una capacidad unificadora al menos desde lo perceptivo. En

esta proyección de rayos es factible encontrar una marcada actividad en el proceso de cognición. El

segundo elemento, es denominado imaginación, que es una función que elabora formas o figuras en

modo independiente de la materia. Luego, presenta a la razón, posicionándola como una función propia

del hombre, cuya característica principal consiste en ser examinadora: la razón comprende y evalúa las

especies universales en los singulares. Por último, en esta clasificación del proceso cognitivo el autor se

refiere a la inteligencia, influenciado por el neoplatonismo.

En las dos preguntas enunciadas previamente quería plantear las siguientes cuestiones: si Dios es el

único que posee propiamente inteligencia o si también el hombre participa de ella; y además, si el

hombre puede conocer sin necesidad de un ser supremo.

*

Por otra parte, propongo abrir una discusión acerca de la prioridad e independencia de las

características del proceso cognitivo respecto de los atributos de las cosas externas. También, pretendo

problematizar la relación del “cognoscente” en vínculo con una inteligencia absoluta que también

conoce, lo que presenta cierta ambigüedad en la gnoseología boeciana. Una posibilidad de solución a

este conflicto podría entenderse a partir de la afirmación siguiente: en el ámbito del conocimiento las

facultades propias del hombre prevalecen ante lo otro, frente lo que se conoce, ante el objeto. Otra

alternativa, postularía que el fundamento del conocimiento reside en la mente divina y no en la

actividad del hombre.

Se puede pensar que cualquier planteo gnoseológico constituye una limitación de acceso a

expresiones de algo absoluto, de algo que sea desligado de una unidad. Pero, por el contrario, sostengo

la posición de establecer un nexo posible entre la vía gnoseológica y la dimensión mística buscando

romper barreras establecidas para el conocimiento de fenómenos que en un principio se encuentren

fuera del horizonte de la experiencia posible. De este modo, este trabajo presenta un posicionamiento

filosófico que se encuentra en diálogo no sólo con la propia actividad de la filosofía, sino también con

el pensamiento teológico y con manifestaciones místicas. Con el concepto místico hago referencia al

7. Boethii, Philosophiae consolationis, ed. Ludouicus Bieler. Corpus christianorum series latina XCIV. Turnholt: Brepols1957. Liber V, Prosa 4, 26 [5.4.26] “Nam ut hoc breui liqueat exemplo, eandem corporis rotunditatem aliter uisus alitertactus agnoscit; ille eminus manens totum simul iactis radiis intuetur, hic uero cohaerens orbi atque coniunctus circa ipsummotus ambitum rotunditatem partibus comprehendit.”

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sentido griego del término mystikós que está relacionado con lo oculto, con lo misterioso, con algo

secreto. Esto constituye un problema gnoseológico para ser indagado, o al menos para revisar sus

límites. En cierto sentido, estoy discutiendo acerca del status de la actividad de quien conoce,

planteando polémicas referidas a la relación del proceso cognitivo con la exterioridad, pero también

presentando algunos conflictos relativos al vínculo de la inteligencia humana con la inteligencia divina.

Boecio ofrece herramientas filosóficas para realizar este último planteo. Al parecer, el autor

reconoce una ambigüedad en la actividad del proceso cognitivo al dar cuenta de una realidad divina en

relación con el hombre, o a la inversa, en la que subyace una experiencia mística, un vínculo

misterioso, secreto. Queda así este tema planteado para ser retomado hacia el final de la exposición.

*

Mientras tanto, me refiero nuevamente al planteo incial de este trabajo en el que se sostiene la

posibilidad de pensar en la filosofía de Boecio una gnoseología que le otorgue primacía a la actividad

de quien conoce.

A partir de la segunda versión del Comentario a la Isagogé de Porfirio en el que se reinterpreta el

problema de los universales se puede plantear que el punto de partida para la respuesta de Boecio a este

problema es la intelección del alma. Por lo cual, reformula las preguntas de Porfirio desde una

perspectiva diferente y novedosa para la época, y presenta entonces la cuestión en un sentido

gnoseológico. Con lo cual, sostiene que lo que el alma intelige o bien lo concibe el intelecto como algo

de la naturaleza, o bien se representa por la imaginación como algo que no existe en la naturaleza de la

cosas. En cuanto a la primera opción afirma que implica una captación intelectual verdadera, mientras

que para la segunda agrega que en ella puede haber equivocaciones y error dados a partir de la

formación en el pensamiento de cosas que no existen.

Ahora, cómo opera el intelecto en relación a los universales? Boecio distingue el alma o

intelecto de los sentidos. El alma o intelecto (que contempla lo incorpóreo) posee, por un lado, la

función de división, es decir, un proceso de distinción (divisionem) y por otro, la función de

composición (compositione), esto es, la unión de lo que se había separado. Por otra parte, el autor hace

referencia a los sentidos como medio que permite el acceso a la particularidad de las cosas. El intelecto,

opera universalizado los particulares provistos por los sentidos dando cuenta de las similitudes de las

cosas. El intelecto elabora las especies a partir del conocimiento de las similitudes entre

individualidades y también establece los géneros a partir de las similitudes entre especies. Para Boecio,

los géneros y las especies están en los particulares, están en las cosas, pero también son pensados y

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existen en el pensamiento. Por lo cual, se puede establecer que a partir del planteo boeciano las cosas

son universalizadas por el intelecto. Por eso, las especies son pensamientos recogidos a partir de lo

común, son resultados de operaciones intelectuales que implican una reunión de las similitudes

sustanciales entre individuos diversos.8

También, deseo destacar que en el desarrollo del problema de los universales se presenta una

interesante distinción en la gnoseología boeciana que explica, en gran medida, la naturaleza de los

particulares y los universales. Por un lado, para este filósofo romano las similitudes que residen en los

singulares son del plano de la sensación, y las similitudes que residen en los universales son del plano

intelectual. Es decir, que lo singular existe y se accede a él mediante la percepción de los sentidos, esto

constituye una consideración básicamente ontológica. Pero los universales no son realidades

inteligibles que están en torno a la cosa sino que están en el intelecto, es decir que los universales son

realidades gnoseológicas. En suma, la posición boeciana acerca del problema de los universales

presenta un proceso cognitivo humano que si bien no se desentiende del mundo exterior da cuenta de la

importancia de la actividad de los que conocen.

Para reforzar el planteo que estoy realizando sobre cierta primacía de la actividad subjetiva por

sobre los objetos cito otro fragmento del libro V de la Consolación de Boecio en el que se pregunta:

“¿Te das cuenta, entonces, cómo en el proceso cognoscitivo todos ellos9 utilizan más bien su propia

capacidad que la de las cosas que son conocidas?”10

Luego, afirma el autor, que los actos se realizan a partir de lo propio y no desde algo ajeno, que el

conocimiento depende más de la propia capacidad y no tanto de algo externo. Asimismo, en la prosa 611

del mismo libro el autor afirma: “(...) como hace un momento demostré, todo lo que se conoce se

conoce desde la naturaleza de quien conoce, desde la naturaleza de la cosa conocida (...)”12.

De ese modo, sostengo que existe un planteo subjetivista en “La Filosofía” de Boecio, o en todo

caso, que parece innegable que este autor propone que el conocimiento sea fundamentado en un ser que

conoce y no en la exterioridad.

8. Boecio, A. Comentario a la Isagoge de Porfirio, Segunda versión. Trad. Marchetto, María Florencia y TursiAntonio. En La cuestión de los universales en la Edad Media. Selección de textos de Porfirio, Boecio y Pedro Abelardo.Bertelloni, Francisco; Marcheto, María Florencia; Tursi, Antonio , Ediciones Winograd, Bs. As., 2010, pp 129 y ss.

9. Puede refierirse tanto a los elementos de proceso de conocimiento, a las funciones intelectivas, como a loscognocentes.

10. Boecio, A.M.S. Consolación de Filosofía. Trad. Nadal Seib, Juan S. Editorial Universidad de Puerto Rico, 2003,p 249.

11. Boethii, Philosophiae consolationis, ed. Ludouicus Bieler. Corpus christianorum series latina XCIV. Turnholt:Brepols 1957. Liber V, Prosa 6, 1, [5.6.1] “Quoniam igitur, uti paulo ante monstratum est, omne quod scitur non ex sua sedex comprehendentium natura cognoscitur (...)”

12. Boecio, A.M.S. Consolación de Filosofía. Trad. Nadal Seib, Juan S. Editorial Universidad de Puerto Rico, 2003,p 257.

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No obstante, debo mencionar que en la Consolación Boecio postula, sin embargo, que la

inteligencia es lo propio de lo divino, mientras que la razón es lo propio del hombre13. Esta es una

distinción que separa la realidad humana de la divina aunque el autor haya clasificado el proceso del

conocimiento sin realizar esta aclaración. Esto presenta un verdadero problema, y dependiendo de la

forma que interpretemos a Boecio se puede pensar la intelección en forma subjetiva, o bien en forma

ambigua como parte de un ente cognoscente que puede ser tanto el hombre como Dios, o bien de una

manera emanacionista participando del nous de acuerdo con los postulados del neoplatonismo. El tema

de la relación del conocimiento humano con el conocimiento divino parece quedar sin resolver en la

obra de este autor (que ha sido considerado por la historia de la filosofía como un referente en este

ámbito) y constituye un arduo problema filosófico.

Un punto de partida gnoseológico que coloca al hombre como principal indagador de los

problemas del conocimiento humano y también divino, plantea la necesidad de insistir por esta vía para

dilucidar, en un acceso de ruptura de barreras categóricas, las cuestiones que escapan al conocimiento

inmediato, para alcanzar un conocimiento mediato de realidades diversas que se presentan en la

experimentación.

*

Para finalizar, retorno a lo que había mencionado párrafos atrás, la idea de proponer una discusión

que vincule la gnoseología con otras manifestaciones humanas. Nos preguntamos si es posible que el

hombre se piense en su actividad del conocimiento del mundo independientemente de un ente

“superior”, o bien de algún ser no humano que tenga conexiones y realidades cotidianas con las vidas

humanas. Algunas experiencias que se pueden denominar místicas a las que se enfrentan los humanos

incluso actualmente, o que al menos se pueden conocer en la comunidad mediante testimonios orales

sobre ellas, sugieren la conexión del humano con un absoluto, o con algún ser distinto del humano pero

en contacto presente con él. La filosofía, considero, no debe desconsiderar estas manifestaciones ni

desacreditarlas, por más que adopte una posición extremadamente escéptica o positivista. Por lo cual,

creo necesario el debate en torno al conocimiento de lo sensible y de los estados mentales o

experiencias vitales que hacen referencia a un absoluto. Planteo la importancia de abrir este debate

porque parece innegable la presencia de expresiones místicas en nuestro contexto, para que el ámbito

académico también realice un aporte y sea nutrido por estas manifestaciones. Propongo, a partir de este

13. Boethii, Philosophiae consolationis, ed. Ludouicus Bieler. Corpus christianorum series latina XCIV. Turnholt:Brepols 1957. Liber V. Prosa V, 4. [5.5.4] “Ratio uero humani tantum generis est sicut intellegentia sola diuini: quo fit ut eanotitia caeteris praestet quae suapte natura non modo proprium sed caeterarum quoque notitiarum subiecta cognoscit”

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modesto trabajo, contribuir a la apertura de algunas prisiones de nuestro pensamiento, fomentar el

diálogo, y estimular la discusión sobre el conocimiento humano y su relación con aquellas expresiones.

Bibliografía

- Bertelloni, Francisco; El resultado del conocimiento universal en el segundo comentario de

Boecio a la Isagogé de Porfirio. Revista Scripta Vol. 5, No 1, 2012, pp 11- 34

- Bertelloni, Francisco. Estudio Preliminar. En, Bertelloni, Francisco; Marcheto, María

Florencia; Tursi, Antonio. La cuestión de los universales en la Edad Media. Selección de

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- Boecio, A.M.S. Consolación de Filosofía. Trad. Nadal Seib, Juan S. Editorial Universidad

de Puerto Rico, 2003.

- Boecio, A, La consolación de la Filosofía. Trad. Masa, P. Ed. Aguilar, Bs. As., 1955.

- Boecio, A, La consolación del la Filosofía. Trad. Pérez Gómez, L. Ed. Akal, Madrid, 1997

- Boethii, Philosophiae consolationis, ed. Ludouicus Bieler. Corpus christianorum series

latina XCIV, Brepols, Turnholt, 1957.

- Bertelloni, Francisco; Marcheto, María Florencia; Tursi, Antonio. La cuestión de los

universales en la Edad Media. Selección de textos de Porfirio, Boecio y Pedro Abelardo.

Ediciones Winograd. Bs. As.

- Compte, Auguste. Discurso sobre el espíritu positivo. SARPE, 1984.

- Nadal Seib, Juan S, Filosofía, Psiquiatra de Boecio, en Boecio, A.M.S. Consolación de

Filosofía. Trad. Nadal Seib, Juan S. Editorial Universidad de Puerto Rico, 2003.