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Estudos Feministas, Florianópolis, 17(3): 312, setembro-dezembro/2009 819 Revistas y políticas de traducción evistas y políticas de traducción evistas y políticas de traducción evistas y políticas de traducción evistas y políticas de traducción del feminismo mexicano del feminismo mexicano del feminismo mexicano del feminismo mexicano del feminismo mexicano contemporáneo contemporáneo contemporáneo contemporáneo contemporáneo Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen: En este ensayo me centraré en el análisis de tres importantes revistas y circuitos editoriales que constituyen, desde mi perspectiva, una parte importante de la política y la visibilidad feminista en el México contemporáneo: Debate Feminista, 1990, Fem, 1976 y La Correa Feminista, 1991. Voy a analizar estas publicaciones enfatizando lo que denominaré sus “políticas de traducción”, aludiendo a los conceptos de feminismo y/o de género que promueven según las autoras y críticas que traducen. La noción de “traducción” significa, en este contexto, dos cosas: la traducción de ciertos autores y teorías y la manera en que estas traducciones se alinean con el contexto político local. Leeré estas traducciones entonces, de acuerdo a cómo se incorporan y participan de un panorama político más amplio, de cómo se presentan en un marco editorial determinado y del momento en que se hacen las publicaciones, entendiendo todo esto como maneras de intervenir en la arena política local. Al entender las traducciones como políticas de intervención, asumimos que esta es una de las formas en las que los grupos feministas establecen sus vínculos, sus alianzas, y sus plataformas para relacionarse con los movimientos sociales y los actores políticos nacionales. Me referiré al espacio de diálogo entre mujeres como un espacio problemático donde participan los grupos feministas y sus agendas, y las mujeres de diversos movimientos sociales y sus agendas. El texto de Rebecca E. Biron “Feminist periodicals and political crisis in Mexico” 1 fue la inspiración central de este trabajo, así como el marco propuesto por Claudia de Lima Costa 2 sobre transnacionalización- traducción como conceptos que necesitan ser clarificados desde sus significados locales y globales. Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: revistas feministas; traducción; transnacionalización; ; ; ; ; feminismo mexicano. Copyright © 2009 by Revista Estudos Feministas. 1 BIRON, 1996. 2 COSTA, 2003 e 2006. Márgara Millán Universidad Nacional Autónoma de México I. La construcción de la polivalencia del I. La construcción de la polivalencia del I. La construcción de la polivalencia del I. La construcción de la polivalencia del I. La construcción de la polivalencia del sujeto del feminismo sujeto del feminismo sujeto del feminismo sujeto del feminismo sujeto del feminismo El feminismo, como corpus teórico-práctico, forma parte del paradigma ilustrado hoy en crisis. El ímpetu crítico, basado en la desnaturalización del hecho social, en el explosivo descubrimiento de que La ley ha sido enunciada, y por lo tanto, puede volver a serlo, informa y alimenta las

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RRRRRevistas y políticas de traducciónevistas y políticas de traducciónevistas y políticas de traducciónevistas y políticas de traducciónevistas y políticas de traduccióndel feminismo mexicanodel feminismo mexicanodel feminismo mexicanodel feminismo mexicanodel feminismo mexicano

contemporáneocontemporáneocontemporáneocontemporáneocontemporáneo

ResumenResumenResumenResumenResumen: En este ensayo me centraré en el análisis de tres importantes revistas y circuitoseditoriales que constituyen, desde mi perspectiva, una parte importante de la política y lavisibilidad feminista en el México contemporáneo: Debate Feminista, 1990, Fem, 1976 y La CorreaFeminista, 1991. Voy a analizar estas publicaciones enfatizando lo que denominaré sus “políticasde traducción”, aludiendo a los conceptos de feminismo y/o de género que promueven segúnlas autoras y críticas que traducen. La noción de “traducción” significa, en este contexto, doscosas: la traducción de ciertos autores y teorías y la manera en que estas traducciones sealinean con el contexto político local. Leeré estas traducciones entonces, de acuerdo a cómose incorporan y participan de un panorama político más amplio, de cómo se presentan en unmarco editorial determinado y del momento en que se hacen las publicaciones, entendiendotodo esto como maneras de intervenir en la arena política local. Al entender las traduccionescomo políticas de intervención, asumimos que esta es una de las formas en las que los gruposfeministas establecen sus vínculos, sus alianzas, y sus plataformas para relacionarse con losmovimientos sociales y los actores políticos nacionales. Me referiré al espacio de diálogoentre mujeres como un espacio problemático donde participan los grupos feministas y susagendas, y las mujeres de diversos movimientos sociales y sus agendas. El texto de Rebecca E.Biron “Feminist periodicals and political crisis in Mexico”1 fue la inspiración central de estetrabajo, así como el marco propuesto por Claudia de Lima Costa2 sobre transnacionalización-traducción como conceptos que necesitan ser clarificados desde sus significados locales yglobales.Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: Palabras clave: revistas feministas; traducción; transnacionalización; ; ; ; ; feminismo mexicano.

Copyright © 2009 by RevistaEstudos Feministas.1 BIRON, 1996.2 COSTA, 2003 e 2006.

Márgara MillánUniversidad Nacional Autónoma de México

I. La construcción de la polivalencia delI. La construcción de la polivalencia delI. La construcción de la polivalencia delI. La construcción de la polivalencia delI. La construcción de la polivalencia delsujeto del feminismosujeto del feminismosujeto del feminismosujeto del feminismosujeto del feminismo

El feminismo, como corpus teórico-práctico, formaparte del paradigma ilustrado hoy en crisis. El ímpetu crítico,basado en la desnaturalización del hecho social, en elexplosivo descubrimiento de que La ley ha sido enunciada,y por lo tanto, puede volver a serlo, informa y alimenta las

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utopías del siglo XX. La experiencia del mismo siglo, sinembargo, arroja una conciencia autorreflexiva que presentalos límites de esa “volibilidad” social, los límites de la concre-ción del “constructo” humano, los resultados sombríos de larazón moderna meramente instrumental. El feminismo, paraser comprendido cabalmente, debe ser analizado comoparte de este paradigma en transformación, incluso, comouna parte que contribuye a la desestabilización de eseparadigma, al enfatizar en algunos de sus desarrollos, ladiferencia con el mundo guiado por el logos falocéntrico.

Es preciso señalar que la idea que del feminismosostengo es una idea que lo refiere a un proceso en constanteconstrucción, en la medida en que la “voluntad de saber”del feminismo se multiplica al hacerse visibles las diversi-dades del sujeto que lo constituye y sostiene. Al feminismodefinido como la revelación de la contradicción centradaen la diferencia sexual y en el dominio masculino, le sucedenformaciones prácticas y discursivas que obedecen más ala discusión y traducción de las diferencias entre las mujeresy sus contextos específicos. Esta deriva ha descentrado alpropio discurso feminista, que hoy se reconoce a si mismoen la multiplicidad, es decir, como ‘los feminismos’.

El sujeto del feminismo deviene complejo en tanto laconciencia de mujeres diversamente posicionadas en eltodo social (donde ya interviene la dialéctica global/local),genera intervenciones culturales y políticas múltiples. Elénfasis que pongo en el carácter polífono del feminismocontemporáneo no sólo recurre al reconocimiento de lamultiplicidad (y contradictoriedad) de su sujeto (como sujetode la enunciación), sino también a la diversidad de susexpresiones en términos de su práctica: arte, política, filosofía,estilo de vida… En suma, el feminismo es considerado eneste artículo como una fuerza preformativa de lo social, quepor diversas vías, insiste en dar forma a la vida en común.

Ahora bien, ¿es pertinente hablar de ‘feminismomexicano’? Planteo que es de lo más importante comprenderlas formaciones discursivas y los tránsitos que componen losdiscursos locales. No sólo porque de esta manera elfeminismo deja de ser un universal abstracto, sino porque elfeminismo en tanto tal se encuentra siempre en diálogo ymuchas veces en disputa con otros discursos críticos y conlos procesos políticos relevantes de su contexto local.

La preocupación por el “feminismo mexicano” esválida, en el sentido de que quiere contextualizar las ideasy prácticas que en el discurso ilustrado aparecen comonaturalmente “universales”. El mundo global no significadesde esta perspectiva, la homogenización de loscontenidos de las ideas y las teorías, sino sólo su circulacióninevitable, para ser “traducida” o “trasladada” y articulada

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a los contextos locales, a las tradiciones de lucha que históri-camente componen la densidad del territorio vivido. De estaforma, y aún considerando al feminismo como un fenómenotrasnacional, es de sustantividad política comprenderlo ensu propia localización, en relación a lo nacional, y a lageopolítica colonial/poscolonial. Estudiarlo como parte deuna cultura política específica, en diálogo y en ruptura conésta. Es solo a través de esta localización de los feminismosnacionales que podemos descubrir las operaciones detraducción y diseminación del feminismo como fenómenotranslocal, y elucidarlo como una fuerza política confrontadacon otras.

La desconstrucción postestructuralista del sujetoatañe también al sujeto del feminismo. La construccióndiscursiva de La mujer como sujeto anclado sólo en ladiferencia sexual da paso a la complejización identitariaproducto de la interacción de cuerpo/cultura/raza/edad/orientación sexual y otros vectores más de nuestrasinserciones en lo social, y de lo cuál el concepto “género”quiere dar cuenta. Es por ello que la pregunta por lo“nacional” adquiere relevancia, ya que apunta hacia lascontradicciones locales en procesos específicos dehegemonía cultural, así como a las relaciones globales dehegemonía/colonialidad. Esto ha sido señalado desdediversas localidades como la necesidad de construir unfeminismo multirracial o multicultural. La comprensión dellugar de enunciación resulta entonces significativa para undialogo feminista intercultural, que en todo caso, es tambiénlo que está en juego en la traducción.

Las revistas y proyectos editoriales resultan en estesentido, para los viajes, traducciones, apropiaciones yresignificaciones de las teorías, espacios de muchaimportancia, que se convierten en intervenciones políticas yculturales. Vinculan grupos, posibilitan la discusión públicade ciertos tópicos, y al mismo tiempo producen marcos deinteligibilidad de dichos tópicos.

Los feminismos son prácticas multilocalizadas, y susrevistas son especialmente relevantes en tender vasoscomunicantes entre dichas prácticas. Al mismo tiempo, soninstrumentos que ponen en contacto lo local con lo global.Las revistas feministas son espacios privilegiados querelevan la complejidad de las relaciones entre activismo,teoría, y políticas nacionales o locales.3 Esta relación entreteoría y política es también la relación entre el caráctertrasnacional de diseminación de la teoría y los procesoslocales de traducción-apropiación-reelaboración. Como loplantea Claudia de Lima Costa4 existe una tensión entre lasteorías metropolitanas y sus apropiaciones-traducciónesperifericas. En esta dinámica también se mueve la cuestión

3 BIRON, 1996.

4 COSTA, 2003.

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de si el Sur produce teoría, o es meramente fuente inspiradorapara el Norte. En este esquema. Norte y Sur se reproducencomo las fronteras internas entre la academia, los especia-listas, los intelectuales y los movimientos sociales subalternos.

Nelly Richard5 llama la atención sobre el hecho deque la organización del fenómeno de la traducción se fundaen un “aparato material-discursivo”. Las revistas feministasson parte de dicho aparato que traduce y disemina teorías.Y desde esta perspectiva, las revistas feministas sonmediadores culturales.

En México el feminismo no ha entrado a la academiacomo en los Estados Unidos. No hay estudios de la mujer anivel de pregrado; y es sólo a partir de la década de losnoventa que los primeros espacios académicos formalesaparecen. El Programa Interdisciplinario de Estudios deGénero, PIEM, en el Colegio de México (1986), y el ProgramaUniversitario de Estudios de Género, PUEG, de la UNAM (1992),son dos enclaves que poco a poco han ido desarrollandolos estudios de género. Cabe mencionar también la espe-cialización en estudios de género y de la mujer del Posgradoen Ciencias Sociales de la UAM-Xochimilco, también creadaen los noventas. Las revistas feministas llegan a un públicono muy amplio, y no son comúnmente parte de las biblio-grafías de la curricula en el área de ciencias sociales. Seencuentra más literatura feminista en el área de estudiosliterarios dentro de las Humanidades. Señalaremos ense-guida una caracterización del feminismo mexicano en lasúltimas tres décadas y dentro de su trayectoria ubicaremosel lugar de las revistas más influyentes, dando cuenta desus políticas de traducción en el escenario nacional.

II. El feminismo como vanguardia: de laII. El feminismo como vanguardia: de laII. El feminismo como vanguardia: de laII. El feminismo como vanguardia: de laII. El feminismo como vanguardia: de laterapia a la políticaterapia a la políticaterapia a la políticaterapia a la políticaterapia a la política

En los años setentas el mundo experimentaba elboom del feminismo. La revolución cultural de esa década,junto con la emergencia de las guerrillas en América Latina,fueron el referente para un feminismo militante, vanguardistay radical. La consciencia de la necesidad de la liberaciónfemenina era, muchas veces, paralela a la consciencia dela necesidad de la liberación nacional. Sin embargo, lospartidos políticos de izquierdas no reconocían la luchafeminista, considerándola pequeño burguesa.

El feminismo mexicano de los años setenta se conformóde manera muy clara como vanguardia: mujeres intelec-tuales radicales que buscaban la emancipación, queentendían al feminismo sobre todo como un cambio en suspropias vidas, que requerían de la autoconciencia genera-da en el pequeño grupo, y también de la acción pública,

5 RICHARD, 2001, citada enCOSTA, 2003.

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simbólica, ejemplar. La intervención política se considerabaabsolutamente necesaria, pero problemática. Se daba bajola forma de las manifestaciones simbólicas, de lasdiscusiones y de las publicaciones. Se discutía en términosde cuál debía ser la relación entre feminismo y política.

Una revisión de las publicaciones de la época ilustraclaramente este sentido militante de izquierda, del cual sealimentaba el feminismo mexicano, y el cual, sin embargo,fue desbordado rápidamente. La efervescencia de gruposfeministas en esta década y sus discusiones internas y entregrupos muestran el crisol del movimiento; intelectuales,izquierdistas, autonomistas, anarquistas, institucionales,heterosexuales, lesbianas y homosexuales, eran definicionesidentitarias que operaban en el feminismo mexicano en undiálogo con la teoría feminista, sobre todo anglosajona, ycon la cultura política mexicana y sus referentes precisos: unEstado autoritario y su ejercicio del poder como represión ycooptación.

En esa década se sintetizó el espíritu libertario de losaños sesenta, al tiempo que se problematizó la relación dela vanguardia feminista con la vanguardia política y con el“movimiento amplio” de mujeres. En el fondo, asistimos a ladesestabilización de “la política” como una relación entrela vanguardia y las masas. En este proceso de autodefinicióndel feminismo, la necesidad de partir de la propia expe-riencia, de llevar lo personal al terreno de la política, fuealgo que se resistió y contrapuso también a la necesidaddel feminismo de actuar en términos partidarios, institu-cionales y vanguardistas.

Los llamados “grupos semilleros” mostraron lasdiferentes caras de un movimiento feminista que se debatíaentre los principios, las rivalidades y la voluntad de incor-porarse a las luchas amplias por la transformación políticadel país. El feminismo se desarrollaba en muchos frentes: elpequeño grupo, la militancia partidaria, las luchas delmovimiento sindical independiente, la academia, los mediosde comunicación, el arte, la esfera institucional, etc. Setrataba de una multiplicidad de grupos y de personas queiban abriendo espacios, haciendo el arduo trabajo del topoque construye los puentes subterráneos que serán la basede las transformaciones culturales en el largo plazo.

Las principales publicaciones feministas de estosaños son tres: La Revuelta, 1976, Cihuat, 1977 y Fem, 1976.Todas surgen tras el ambiente generado por la celebraciónoficial del Año Internacional de la Mujer, en 1975, mismaque propició, por un lado, la apertura institucional haciagrupos de mujeres organizadas, y por otro, la activación dela organización de mujeres anti-oficialistas. Los grupos demujeres feministas de esta época criticaban el autoritarismo

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y las relaciones jerárquicas de la izquierda tradicional, lasubordinación de las demandas de las mujeres y de lasmujeres mismas en los programas políticos y en las relacionescotidianas de estas organizaciones. Todo ello parecía formarparte de la crítica al orden patriarcal, pero, al organizarselas feministas, muchas veces reproducían y formaban partede una cultura de izquierda autoritaria y jerárquica.

El feminismo “histórico”, como se le ha llamado al deestos años, llevaba a cabo acciones simbólicas emblemá-ticas, como protestar el 10 de mayo por la celebración deldía de la madre, o en la celebración de Miss Universo, altiempo que publicaba una serie de escritos fundantes de suhorizonte teórico. El artículo de Marta Acevedo “Las mujeresluchan por su liberación. Nuestro sueño está en escarpadolugar”, publicado en el suplemento cultural de la revistaSiempre! en 1970, y que reseñaba el encuentro feminista deSan Francisco de ese mismo año y señala el impacto quetiene el feminismo norteamericano sobre el mexicano.

Las tres revistas que hemos señalado son publica-ciones de grupos constituidos, que encuentran en el actoeditorial una práctica que los une, un espacio para dialogarinternamente y un espacio para dialogar con otras mujeres.Se trata de pequeñas publicaciones, innovadoras inclusoen su formato, que se lanzan como granadas en el movi-miento social amplio.

Fem, la única de estas publicaciones que aúncontinúa publicándose, es fundada por Alaíde Foppa,guatemalteca, doctora en letras y crítica de arte, y laperiodista y directora de Los Universitarios, Margarita GarcíaFlores. Ambas reúnen a un fuerte grupo de mujeres escritorasy creadoras. En su primer número aparecen ElenaPoniatowska, Elena Urrutia, Margo Glantz, Nancy Cárdenas,Marta Lamas, entre otras, la crema y nata del feminismomexicano de la época. Es la revista feminista más antiguade América Latina. Su formato como sus contenidos la definedesde un inicio como una revista destinada a un públicoamplio, con una impronta poético-literaria, siempre conanálisis de la cultura, cine, teatro, etc. Su política editorialincluye escritos de autores varones, como Carlos Monsiváis,Tomás Mojarro, entre otros, ensayos reivindicativos de mujeresque forman la genealogía feminista, y pocas traduccionescomo artículos de fondo.

La Revuelta, por su parte, es producto de desco-nocidas jóvenas intelectuales y militantes, que desarrollanun feminismo radical que se ocupa desarrollar plantea-mientos teóricos desde el principio básico del feminismo: lopersonal es político. Las reuniones del pequeño grupodaban el material para la escritura, y el periódico de LaRevuelta se repartía a la salida de las fábricas. Se trataba

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también del esfuerzo de un feminismo de clase mediailustrada por salir de sí mismo y vincularse con las luchassociales. El Colectivo la Revuelta deja de publicar superiódico en el número nueve, para iniciar la colaboracióncon el periódico Uno mas Uno hasta 1982.

Cihuat, por otra parte, era un órgano más político, elmedio informativo de la Coalición de Mujeres Feministas,donde aparece de manera reiterada la denuncia de lasituación de opresión y explotación de las mujeresmexicanas, así como la invitación a la lucha organizada.Su duración es de seis números, el último en 1978.

Fem vehicula un núcleo constante de crítica culturallatinoamericana. Sobretodo en sus primeros quince años,aglutina a un grupo amplio de voces femeninas intelectualesy creadoras. Se trata tanto por la duración de su publicacióncomo por sus contenidos, de una visión amplia y ambiciosadel feminismo en América Latina. Polivalente, mantiene unaclara definición política, sin afiliarse a un grupo específico,una preocupación teórica, sin encerrarse en un mundoacadémico, y una vinculación con autoras y movimientosdel feminismo de su época. Presenta pocas traducciones,funcionando más a través de ensayos originales y muchotrabajo testimonial y de entrevista. Presenta, no obstante,textos de un feminismo que está marcando impronta en lacrítica cultural, como su número de 1984 sobre las chicanas,con un texto de Cherrie Moraga, y en 1985 con un texto deRosi Braidotti. En 1980 Alaíde Foppa es secuestrada enGuatemala, para nunca más ser vista con vida. Hasta 1986,la revista funciona a través de una dirección colectiva.

La interacción de lo global y lo local es clara en estadécada. Muchos testimonios refieren el ímpetu organizativoque despertó entre las mujeres el hecho de que la primerade las cuatro conferencias de la mujer organizadas por laONU se cele-brara en la ciudad de México en 1975. Se abríanespacios por presiones diversas: los espacios oficiales y loscontestatarios, todos con una bandera en disputa, la de lasmujeres.

Los referentes del feminismo de los años setenta sonpor un lado una izquierda que no asumía el feminismo comoparte central en su proyecto, sino como demanda “sectorial”o subordinada en la lucha estratégica y por el otro, unoficialismo autoritario que alineaba a las mujeres tambiéncomo “sector” y además imponía su incorporación al“desarrollo nacional”, asignándole sus tareas de género enla nación: la familia, la reproducción, la moral. Otro referenteera un movimiento feminista internacional que impulsabamucho las demandas de liberación sexual y de conoci-miento y control del propio cuerpo, y urgía a las mujeres acriticar la ideología patriarcal. El movimiento lésbico-gay,

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parte del feminismo, es el otro referente, el cual finalmente sedibujó en estos años como un movimiento autónomo y endiálogo, muchas veces conflictivo, con el feminismoheterosexual.

El feminismo de esta época tiene la forma de unaserie de grupos militantes y activistas que irradian contenidosa los movimientos sociales y a la sociedad en general. Estafuerza es al mismo tiempo su límite. Esto tiene que ver con lacultura política en la cual se conforma el feminismo mexicanode los años setenta: el hecho de pertenecer a una clasemedia intelectual, de izquierda militante, que se organizaen grupúsculos de estudio y concientización, que buscaintervenir en “las bases”, convencer y guiar en el desarrollode un movimiento social más o menos amplio. Hasta ciertopunto, en este esquema, funciona la concepción de lavanguardia y las masas.

Algo que acompaña a este dispositivo de la izquierdade los años setenta y que tiene que ver más particularmentecon la cultura política mexicana es la difícil relación con elEstado. Un Estado autoritario cuyos mecanismos deafirmación como rector del sistema son la represión por unlado, la cooptación por el otro. Un sistema político que senutre del discurso revolucionario y populista, quehegemoniza el proceso de la Revolución mexicana paraexcluir a todo lo que se le opone. Un Estado que engulle odestruye.

El feminismo mexicano de los años setenta tiene queirse estableciendo como crítica a una izquierda que losubordina, pero con la cual comparte muchos referentes eideas; al mismo tiempo, tiene que decidir sobre la peligrosarelación con el Estado mexicano. Estas disyuntivas sedelinean básicamente como la tendencia a permanecerfuera de los partidos políticos y del Estado, conformándosecomo movimiento independiente, contrario a cualquieroficialización o institucionalización. En torno a estasdisyuntivas, los grupos militantes se dividen y rearticulan alo largo de la década; su rearticulación se va haciendo endistintos frentes, lo cual vuelve al feminismo más polimorfo yabierto a más tendencias. De cualquier forma, y frente alautoritarismo del Estado mexicano, el feminismo así como laizquierda se definen como independientes. El feminismo sedesarrolla mayormente fuera de los partidos de izquierda,quizá con la excepción del trotskismo, qué sí tuvo una políticafeminista en estos años. La relación con el Estado va a serproblemática, prefigurando el dilema de la siguientedécada, entre institucionales y autónomas. Posteriormenteesto se complejizará más, con la llegada de los fondosinternacionales y las ONGs en los noventas.

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III. El feminismo como políticaIII. El feminismo como políticaIII. El feminismo como políticaIII. El feminismo como políticaIII. El feminismo como política

Es en estas tres décadas cuando el feminismo seconforma como una política que transforma las legislacionesvigentes, en los planos federal y estatal, y construye unaestrategia de alianzas para su intervención pública.Particularmente en la década de 1980, lo que observamoses una enorme organización “micro” de las mujeres a travésde la figura de las asociaciones civiles y las ONG.

En la organización de las mujeres sindicalizadas, encontexto urbano y campesino, las mujeres adquirieronvisibilidad mediante la estructuración de demandasespecíficas. En 1982 se celebró el Primer Encuentro Nacionalde Mujeres en la ciudad de México y en 1986 el PrimerEncuentro de Mujeres Campesinas de la CNPA, al igual quede la Coordinadora Plan de Ayala, ambas organizacionesindependientes las más importantes de los indígenascampesinos. La Red Feminista Campesina se fundó en 1987,al igual que la Red de Promotoras Rurales. Mujeres en laeducación, trabajadoras de la maquila, del serviciodoméstico y del movimiento urbano popular, discutieron yarticularon sus posiciones, mientras que el trabajo contra laviolencia y por la salud se empezó a consolidar. El sujetoplural del feminismo se visibilizó a través de la organizaciónde las mujeres en muchos frentes, al tiempo que la interacciónentre clases y medios se potencializó y encontró un vehículoa través de las ONG.

Las estrategias de alianzas y participación políticatambién se modificaron: el Movimiento Nacional de Mujeresle exigió al Estado participar en la atención de mujeresvíctimas de violencia y se creó el Centro de Orientación yApoyo a Personas Violadas (COAPEVI) en 1987. Así, fueabriendo el espacio de las mujeres organizadas en lainstitución pública, para desarrollar políticas hacia lasmujeres. El feminismo transitó de posiciones vanguardistasa acciones de responsabilidad social, donde negocióespacios con el Estado, con lo cual la arena política delfeminismo se amplió.

El Estado mexicano creó las Agencias Especializadasen Delitos Sexuales (AEDS) a partir de 1989 y el Centro deApoyo a Víctimas de Violencia Sexual (CTA) en ese mismoaño. En 1987 se creó la primera Secretaría de la Mujer enGuerrero. Y por supuesto, las mujeres son cada vez más objetode las políticas sociales gubernamentales como Mujeresen Solidaridad del Programa Nacional de Solidaridad,PRONASOL, 1989, que era el programa oficial del Salinismo,6

y que fue el antecedente a la actual Secretaría de DesarrolloSocial (SEDESOL). Sobre este hecho, Esperanza Tuñón afirma:

6 El Salinismo se refiere al mandatodel Presidente Carlos Salinas deGortari quien llegó al poder trasunas elecciones muy contestadasen 1988 contendiendo conCuauhtémoc Cárdenas en lo quese ha denunciado como unfraude electoral. El salinismo es lareconversión a las políticas neoli-berales extremas con una políticasocial adyacente, el neolibe-ralismo social según fue acuñado.PRONASOL fue el instrumento acargo de las políticas socialesurbanas, y en el campo, sobretodo par alas mujeres, PROCAMPOy PROGRESA.

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[…] no cabe duda de que las mujeres feministas seenfrentan hoy a la lógica propia de la política formalen el ámbito público – que difiere considerablementede la dinámica particular desplegada conanterioridad por éstas en el campo de elaboraciónconceptual y cultural del feminismo y en los espaciospolitizados de la vida cotidiana – y, no sin resistencias,han aceptado participar o apoyar varios de losproyectos estatales, buscando, con ello, delimitar yprofundizar su sentido. En esta postura opera, sinembargo, el aspecto anteriormente señalado de ladificultad política para ponderar los ‘éxitos’ delmovimiento, ya sea como concesión genuinalegitimada en la fuerza generada o como cooptaciónmanipulada de las demandas feministas.7

La “Onegeización” de los movimientos sociales,8 yde la sociedad civil en general, se vislumbró con mayorclaridad en la siguiente década, la de los noventa, perosólo como fruto de lo iniciado en los años ochenta. A lostemas de violencia y salud se incor-poraron los de pobreza,ciudadanía, equidad, atención legal y derechos civiles.Las políticas más articuladas del feminismo en torno a ladenuncia y lucha contra la violencia se acompañaron dela campaña por una maternidad sin riesgos, aunada al ejede la democracia. Los años noventa fueron una eclosión entérminos de las causas del movimiento: desde el uso de lalengua hasta los derechos multiculturales. El movimientolésbico-gay, que también amplió su organización y visibili-dad, inició estrategias para modificar la legislación vigentey así ampliar la definición de familia a familias, el derechoa la herencia, al matrimonio, ley que fue recientementeaprobada en la ciudad de México, en Noviembre del 2006.

La plataforma feminista de estos años muestra unacomplejidad creciente, donde las jornadas por lavalorización del trabajo doméstico estuvieron acompañadasde campañas como Ganando Espacios, Acceso a la Justiciade las Mujeres, así como la fundación de la primeraagrupación política feminista, DIVERSA, la cual pidió su registroelectoral9.

La Ley de Asistencia y Prevención de la ViolenciaFamiliar se instituyó en 1997, en 1999 se abrió el Instituto dela Mujer del gobierno de la ciudad de México y en el 2000se promovió en el plano institucional la Primera ConsultaNacional por los Derechos de las Mujeres.

La política feminista se dibuja como un entramadocomplejo de acciones, demandas e intervenciones querepresentan a un sujeto social cada vez más diverso, capazde estructurar demandas generales y específicas. Ladimensión política del feminismo se muestra cada vez máscomo una intervención en el orden general de las cosas

7 TUÑÓN, 1997, p. 109.

8 Sonia ALVAREZ, 1998

9 Antecedente del primer partidopolitico feminista, México Posible,que después se convirtió enAlternativa, y más recientementeen Partido Socialdemócrata, conel liderazgo, hasta hace poco, dePatricia Mercado.

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que rebasa el planteamiento sectorial y las demandas deigualdad.10

También parece establecerse una nueva relaciónentre la teoría y el movimiento, que supera nociones comolas de “feminismo teórico” y “feminismo popular”, para darpaso a una discusión más compleja dentro del propiofeminismo, y de grupos feministas con otras corrientes. Todoesto tiene sus fundamentos en el “capital cultural y simbólico”que para las feministas mexicanas ha representado laincorporación masiva de las mujeres a la educación y altrabajo, así como la interacción de grupos de mujeresorganizadas que desde los años ochenta han trabajadocon mujeres pobres y marginadas.

La práctica feminista bajo las ONGs ha seguido dostendencias: una dominada por el Centro, que trae el“desarrollo” a las áreas rurales y pobres, generalmenteindígenas, y la otra, que intenta saltar las fronteras de clasey cultura o pertenencia étnica que separa a las mestizas delas indígenas, redefiniendo, hasta cierto punto, losfundamentos ilustrados del feminismo mestizo hegemónico.Mientras que la primera tendencia es al menosasimilacionista, por no decir imperialista, la segunda iniciareconociendo diferencias culturales, relativizando entoncesla cultura hegemónica, y accediendo a una crítica de lasformas capitalistas que se derivan de las formas culturalesde las mujeres indígenas.

Paralelamente ocurría la discusión interna de los gru-pos feministas militantes, la cual giró en torno a la necesidadde la autonomía, frente a tendencias de participacióninstitucional y a los financiamientos. La disyuntiva de “estarafuera o estar adentro” del sistema se dejó ver sobre todo enlos encuentros y congresos feministas de los años noventa.Difícilmente se pudo lograr un acuerdo en relación con laspolíticas de alianzas, e incluso en términos de las prioridadesdel feminismo.

La “Ongeinización” del feminismo viene acompañan-do la transnacionalización del mismo, como lo analiza SoniaAlvarez.11 Para esta autora es claro que el campo de acciónpara el feminismo organizado en ONGs y que participa enlas entidades y marcos institucionales, como los partidospolíticos, el Estado, organismos e instituciones multilaterales,se ha ampliado de tal manera que es posible pensar enuna agenda global de género; sin embargo, tras el boomde la “Ongeinización” del movimiento feminista se haarticulado un campo crítico en torno a cómo la agendalocal de las feministas y, más centralmente, de losmovimientos de mujeres, debe “caber” en los requerimientosde la agenda global a través, sobre todo, de las prioridadesdel financiamiento. Más aún, la distancia entre la existencia

10 Sonia Alvarez asienta que en ladécada de los 90s el feminismolatinoamericano “que otrora fueun movimiento relativamente ais-lado y restringido … ahora puedecaracterizarse más apropiada-mente como un campo deacción expansivo, policéntrico yheterogéneo , pues abarca unaamplia gama de terrenos cultu-rales, sociales, políticos, gracias ala capacidad productiva de losfeminismos, que ha extendidomucho su influencia cultural ypolítica” (ALVAREZ, 1998, p. 93).

11 ALVAREZ, 1998.

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de lo regional – global y el reconocimiento local se visibiliza.Esto permite afirmar que “… el campo feminista latinoa-mericano, cuyo alcance en la década de los noventa hasido muy amplio, empieza a ser progresivamente mermadopor relaciones desiguales de poder entre mujeres”.12

IVIVIVIVIV. L. L. L. L. Las revistas de los años noventaas revistas de los años noventaas revistas de los años noventaas revistas de los años noventaas revistas de los años noventa

En 1986 un grupo de mujeres feministas convocadaspor Marta Lamas presentaban un proyecto al periódico LaJornada, con la intención de crear un suplemento que fueseun órgano de debate al interior del feminismo, y delfeminismo con otras mujeres y con varones. El diario acogeel proyecto, pero, al estructurarse, hay diferencias entre unsector más periodístico y otro más intelectual. El Suplementoqueda bajo la dirección de Sara Lovera, y mantiene unperfil informativo, mientras que en marzo de 1990 apareceDebate Feminista, bajo la dirección de Marta Lamas.

Debate Feminista es, con mucho, La revista teóricadel feminismo mexicano. Dirigida por la antropóloga yactivista Marta Lamas, continúa en colectivo con la laborque su directora ya ejercía antes: ser la principal traductorade la teoría feminista producida en inglés, francés e italiano.Ya en 1986, Lamas había publicado un importante artículoacompañando la traducción que presentaba la revistaNueva Antropología del influyente texto de Gayle Rubin, “TheTraffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ of Sex”,publicado en inglés 1975 en la compilación de RaymaReiter, Toward an Anthropology of Women.

Debate Feminista tiene la forma de un libro de cercade 300 páginas, con una periodicidad semestral, quepresenta un estado del arte en cuanto a temáticas señaladasde manera monográfica. En sus 22 números publicados enestos diez años la revista consolida un perfil teórico, quepretende alimentar de reflexiones abiertas sobre ciertasproblemáticas locales y trasnacionales: la democracia, laotredad, ley, cuerpo y sujeto, ciudades, escritura, política, loqueer. Un continuo intento por ampliar el espectro del debate:impactar a través del feminismo la reflexión, ir más allá deél, tender puentes.

Debate Feminista ha sido la revista introductora enla academia y en las orientaciones del movimiento, de lasprincipales autoras del feminismo contemporáneo: Teresade Lauretis, Judith Butler, Adriana Cavarero, Lia Cigarini,Nancy Fraser, Julia Kristeva, Luce Irigaray. Presenta unaestructura abierta, en el sentido de proponer siempre unespacio “Desde otro lugar”, dedicado a miradas nodeclaradamente feministas y publicando autores varonesen casi todos los números.

12 ALVAREZ,:1998, p. 93.

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Mantiene una estructura muy organizada peroflexible, que permite la aparición de secciones como “Desdeel diván”, confirmando el interés por la mirada psicoanalítica,algún texto que aparece “Desde la izquierda”, “Desde locotidiano”, o “Desde otro lugar”, y que también abre unespacio para entrevistas, testimonios o denuncias, un espa-cio para fotografías, denominado “Desde la Mirada” y elArgüende, tradicional espacio recreativo a cargo de JesúsaRodríguez y Liliana Felipe, cabezas de un espacio críticocultural lésbico muy importante. Todo esto acompaña al“núcleo duro” de la revista, que presenta textos organizadosconforme a la temática de cada número.

Así, podríamos caracterizar Debate Feminista comouna revista para el feminismo ilustrado, para un públicoespecializado, fuertemente teórico, y en términos políticosde izquierda liberal, con un proyecto político institucional.El activismo de su directora, Marta Lamas, se ha centrado entorno a los derechos reproductivos y la despenalización delaborto.

Por su parte, La Correa Feminista, que se crea en1991, estaría aglutinando a un feminismo radical yautónomo. Es editada por CICAM, Centro de Investigación yCapacitación de la Mujer. En su inicio, el objetivo es ser unaespecie de correa, como lo indica su nombre, entre losfeminismos de los diferentes Estados del país, en un intentode sistematización del feminismo y para ir en contra de lacentralización de la información en la capital.

En su recuento realizado en el número 19 de otoño-invierno de 1998, plantean que en su definición inicialaparece señalada la problemática de quererse como unfeminismo autónomo y radical, que reconoce las“necesidades sociales” de ampliar la democracia, frente alas necesidades del Estado de funcionalizar su proyectoneoliberal “incorporando aspectos de las demandas queel feminismo había desarrollado” (La Correa n. 19, otoño-invierno 1998, 7 años de La Correa Feminista). Los primerossiete números de la revista son dedicados a tender puentesentre los Estados y el centro del país, algo así como lametrópoli y sus periferias, dado el carácter centralista ycentralizado que conforma y permea a la estructura políticay cultural mexicana.

Durante esta etapa se plantea como una correainformativa, explorando sobre todo la lucha contra laviolencia hacia las mujeres y sus derechos humanos.

La Correa replantea su proyecto tras definir que elcolectivo de las mujeres no es homogéneo, y contieneposiciones irreconciliables, afirmando que “[…] la voz de lossectores mayoritarios con mayor poder material y económico,tendía a la práctica de silenciar a las voces discrepantes”.

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A partir del número 7 en 1994, la revista “se transformaen una revista de reflexión crítica, tras la búsqueda deelementos para un feminismo radical, rebelde, autónomo yantisistémico”.

En su número 19 anuncia su forma virtual a través deCreatividad Feminista, en la internet. Las temáticas de losnúmeros subsecuentes presentaran textos centrados en elfeminismo y la política, la democracia, la guerra. La revistase articula con un sector del feminismo chileno, representadopor la escritora Margarita Pisano. Ningún autor varón espublicado en La Correa.

Fem continúa durante esta década su puntual publi-cación, representando lo que Lamas llamaría “mujerismo”,comprometiéndose con la escritura femenina, la entrevista,el recuento de los movimientos de mujeres, la literatura y lapoesía de mujeres.

Para completar este panorama de fuerzas y feminis-mos, estaría el suplemento feminista de La Jornada, desde1986 y hasta 1998, La Doble Jornada estará dirigida porSara Lovera, y cumplirá un papel informativo y de difusión,un espacio para las redes de mujeres. A partir de 1998, elsuplemento se vuelve La Triple Jornada, bajo la direcciónde Ximena Bedregal y Rosa Rojas, del equipo de La Correa.

El objetivo de “fortalecer el debate respecto al papelde las mujeres en el mundo, que no es necesariamenteadjudicarse la mitad del poder” ubica al suplemento comoun posicionamiento al interior del feminismo, y cierra el círculodel debate que estableceremos acá.

Hay otras publicaciones feministas en México, noto-riamente las del feminismo académico, que van apare-ciendo a la par que los nuevos departamentos de estudiosde género o de las mujeres, como la Revista GenEros, de laUniversidad de Colima, o La Ventana, de la Universidad deGuadalajara. Publicaciones como Nueva Antropología,Cuicuilco, Desacatos, Cuadernos Agrarios dedican algúnnúmero al feminismo y estudios de género, impactando cadavez más las diversas disciplinas. El referirse a este vastoespectro de estas publicaciones queda fuera de nuestroobjetivo. Nos concentraremos en lo que hemos caracterizadocomo el feminismo hegemónico, que domina la escenadesde el centro del país.

La transición de los setentas a los noventas estámarcada por la eclosión de los movimientos sociales y lasociedad civil, la proliferación de ONGs que inician sutrabajo con mujeres campesinas, populares e indígenas.La desestructuración del paradigma de la izquierda clásica,el fin del socialismo, de la guerra fría, de la guerrilla comoforma de enfrentarse al poder. La redefinición de la relacióncon el Estado es un problema crucial. De hecho, con toda la

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institucionalidad. La preocupación por la democracia seacrecienta tras el proceso electoral de 1988. Se vuelve muyclara una parte de la izquierda que se define por el fortale-cimiento de las instituciones democráticas, frente a otra quesigue pensando en la inviabilidad de éstas en un Estadodonde domina la represión como la política de la economíaneoliberal. La relación con lo institucional es uno de losvectores que más se politizan al interior de los movimientossociales, incluido el feminismo. Paradójicamente, lacreciente presencia de la sociedad civil organizada y susconexiones con organismos trasnacionales permite que elfeminismo se estabilice y se vuelva profesionalizante.

VVVVV. Descentrando el feminismo: la. Descentrando el feminismo: la. Descentrando el feminismo: la. Descentrando el feminismo: la. Descentrando el feminismo: lapolit ización del neozapatismo y lapolit ización del neozapatismo y lapolit ización del neozapatismo y lapolit ización del neozapatismo y lapolit ización del neozapatismo y ladificultad para tratar con lo indígenadificultad para tratar con lo indígenadificultad para tratar con lo indígenadificultad para tratar con lo indígenadificultad para tratar con lo indígena

En el escenario político de inicios de los noventa enMéxico, el salinismo había impregnado a amplias capasde la intelectualidad de izquierda con una cierta armoníafrente a la globalización como inexorabilidad política ycomo futuro deseable. La crisis abierta por el levantamientoarmado llama a cuentas definiciones que ya se pensabanzanjadas dentro de la cultura nacional: la violencia comorecurso, la vigencia del Estado laico como norma, la pree-minencia de la ley constitucional por encima de derechosde los pueblos. Las derivaciones del movimiento ponen encuestión toda una idea de nación independiente y mestizaque nutre incluso los discursos críticos y de izquierda.

El movimiento armado zapatista abrió un espaciocontroversial para el feminismo mexicano: la articulaciónde las voces de las mujeres indígenas fue cuestionada porparte del movimiento feminista, sobre todo por la centralidadde la figura masculina del Subcomandante en el discursoen torno a las mujeres indígenas, mientras otras corrientes loavalaban y reconocían. La misma forma de lucha delzapatismo provocó distintas reacciones y opiniones. Elfeminismo mexicano, a través de sus propias revistas, searticuló con posiciones más generales en torno al conflicto,aunque no podían dejar de reconocer la importancia deacciones emblemáticas del zapatismo indígena, como laley revolucionaria de mujeres, la presencia de lascomandantas y las palabras de las insurgentes. La difícilrelación entre feminismo y zapatismo dejó ver terrenos noproblematizados dentro del discurso crítico feminista: hastadónde es tributario del discurso ilustrado de la modernidadoccidentalizante en torno a lo indígena.

Esta discusión se desarrolló en los grupos de mujeresmestizas que trabajaban con mujeres indígenas desde la

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década de los ochenta, donde la difícil problemática de lainterculturalidad se puso de relieve. A la luz de esta proble-mática, nociones como la nación liberal y los derechos indi-viduales empezaron a ser relativizados. Apareció la nociónde un feminismo indígena, y se acotaron los procesos especí-ficos que produjeron distintas identidades. El feminismo diopaso a los feminismos. El “colectivo” mujeres se mostró comoun proceso dialógico entre su propia heterogeneidad y laestructura social y cultural que lo contenía, del cual formabaparte y al cual transformaba o reafirmaba.

En esta sección enfatizaré las maneras en las que el“feminismo ilustrado” en sus distintas vertientes recibe e inter-preta el levantamiento zapatista. La recepción y discusiónque el zapatismo motivó es una dimensión importante devisibilización de las mujeres indígenas, y apunta a un posi-cionamiento dentro del feminismo nacional. Para analizaresta recepción, sólo me referiré a La Correa Feminista y aDebate Feminista, por ser las dos revistas que produjeronmayor discusión y problematización del movimientozapatista y de la participación de las mujeres en él.

Ambas revistas acogieron críticamente la movilizaciónzapatista, mientras que en Fem predominó la informaciónsolidaria del movimiento, y la denuncia a la situación deguerra. En Debate encontramos un posicionamiento a favorde los derechos reproductivos y, en consecuencia, undistanciamiento a lo que podría considerarse la influenciade corrientes eclesiales de base en la conducción delmovimiento, tomando una prudente distancia frente alendiosamiento del mismo. Cabe señalar que esta posiciónse articuló al interior de la revista con ciertas traducciones(Norberto Bobbio y el Estado secular, por ejemplo), más queuna discusión directa con el zapatismo; sin embargo estadiscusión sí ocurrió en otro espacio editorial, la revistaProceso, al entablarse una polémica entre Marta Lamas yun grupo de pensadores (varones) que podemos afiliar auna corriente de la teología crítica, como veremos en detallemás adelante. La Correa, por su parte, mostró de maneramás sistemática la gravedad de la situación de guerra,poniendo en tela de juicio los principios políticos quepueden desatar dinámicas de represión y desintegraciónde la vida cotidiana. Una denuncia cruda de la situaciónde guerra, donde no se le quita responsabilidad a los queposeen “la fuerza de la razón”.

La primera compilación de materiales y posicio-namiento es el que hace el grupo de La Correa Feminista,en la edición del primer tomo de Chiapas ¿Y las mujeresqué?, diciembre de 1994.13 Este grupo puede ser carac-terizado como parte del “feminismo autónomo”, es decir,aquél que se define como radical y crítico, en el sentido de

13 La Correa Feminista, 1994.

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permanecer fuera de las instituciones y desarrollar lasposiciones del feminismo de la diferencia. Si bien la compo-sición del primer tomo ya plantea la agenda del feminismoautónomo: la violencia contra las mujeres, la despena-lización del aborto, la ausencia de las mujeres indígenasen el debate de las autonomías, es en la Introducción deRosa Rojas y en el artículo de Ximena Bedregal titulado“Chiapas, reflexiones desde nuestro feminismo”, donde elgrupo editorial toma una posición crítica en torno allevantamiento insurgente.

Los puntos centrales se pueden sintetizar de lasiguiente manera:

1. El feminismo es esencialmente pacifista. La guerraes parte del orden patriarcal. Por ello, el feminismo críticodebe tomar distancia de un proyecto que “libera” a travésde la opción militar, ya que las estructuras militares son en símismas patriarcales, verticales y autoritarias.14 El feminismodebe cuestionar la maquinaria de guerra y su lógicapatriarcal, ilustrada por la guerrilla en Centro y Sudamérica.El que las mujeres se conviertan en soldados no debe servisto como un logro.

Se hace la diferencia entre la critica a la guerra delfeminismo y la que hace el liberalismo patriarcal. Esterealiza una crítica hipócrita, porque reconoce la violenciaen el otro, pero no en su propia lógica (la violencia delEstado de derecho, la paz inexistente, la desigualdad socialy el exterminio). Frente a este posicionamiento liberal, la críticafeminista sería:

la crítica profunda y radical de la base de estos deliriosque con promesas y discursos de identidadesrecuperadas, de agravios vengados y de salvacionesdefinitivas solo nos presentan, desde los poderososprimero y desde los desposeídos después, […] alaplazamiento eterno de la felicidad y donde – enaras de un supuesto bien superior – lo que siemprequeda afuera es la libertad y la vida misma.15

El discurso y la práctica del EZLN “fortalece la ideade que a la violencia sólo se le puede combatir con laviolencia y que ésta es válida si viene de los desamparados,los desposeídos, los oprimidos”;16 y actúa dentro de las leyesdel sistema que critica al asumirse como ejército, declararla guerra y acudir al reconocimiento de la Convención deGinebra.

2. Reservas frente a la Ley Revolucionaria de Mujeresconsiderando que:

no es garantía de subversión del orden patriarcal queimpera en las comunidades del territorio zapatista, en

14 “Para nosotras el feminismo esfundamentalmente pacifista yantibélico […] La guerra, en todassus formas y expresiones ha sidoinstrumento vertebral del poder,del (des)orden y del dominio delsistema patriarcal…” (BEDREGAL,1994, p. 43-44).

15 BEDREGAL, 1994, p. 46.

16 BEDREGAL, 1994, p. 46.

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Chiapas y en el resto del país, ni será algo más que unaparcial declaración de buenas intenciones, mientraslas mujeres sigan siendo humanas de segunda claseimpedidas por el autoritarismo masculino – que tambiénlas mujeres ayudamos a reproducir – de ser dueñas desus cuerpos, con una maternidad libre y secundaria,mientras sus deseos de buena vida siga siendo temasecundario para algún futuro, mientras no sean material,política, social y simbólicamente dueñas reales de susvidas, mientras su voz no sea elemento vertebral de laconstrucción social cotidiana.17

Y más adelante:

[…] en términos generales es evidente que no esfeminista en la medida en que sólo plantea unascuantas reivindicaciones para las mujeres y no unapropuesta de comunidad desde la vivencia de lofemenino crítico y consciente, criticado y refundamen-tado… Desde nuestra perspectiva citadina, occidentale ilustrada, si las mujeres indígenas son invisibles engeneral y con la barrera de la guerra ya directamenteinaccesibles, resulta prácticamente imposible saber sila ley es un producto real de un proceso de las mujeresfrente a sus costumbres patriarcales y violentas o si esproducto de los líderes ante la necesidad deincorporar a las mujeres a las tareas tradicionalmentemasculinas y/o dar una idea de democracia másamplia […].18

El principal punto ciego de esta crítica es el no ver alas mujeres indígenas como sujeto. La invisibilidad oscureceincluso su capacidad de agencia. ¿Son las mujeres las queenuncian la Ley o es una estrategia de la dirección mascu-lina y patriarcal? Las mujeres quedan atrapadas en esa novisibilidad que las hace ser representadas únicamente comovíctimas.

3. Reconocimiento de algunos aspectos del zapa-tismo:

Habría, sin embargo, ciertas analogías que acercanel “feminismo crítico” al movimiento rebelde. La primera esla analogía entre “indios” y “mujeres”,,,,, ambos invisibilizados,marginales, que comparten el “no ser noticia”. La segundaconvergencia aparece en los aspectos “particulares” deldiscurso neozapatista, al desnudar la falacia que es elmodelo neoliberal y sus promesas, y sobre todo, al reivindicarla validez de rebelarse, “y más que eso, ha instalado unaesperanza para la diferencia, para la diversidad. Elementosque para las feministas deberían de ser alimento a suimaginación”.19

Se valoran otras actitudes del EZLN, como el hechode reconocer que se habla desde una localidad específica,

17 La Correa Feminista, 1994.

18 BEDREGAL, 1994, p. 46.

19 BEDREGAL, 1994, p. 46.

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sin pretender imponer una “verdad” a todos, el aciertocomunicativo presente en los comunicados tanto del CCRI(Comité Clandestino Revolucionario Indígena) como deMarcos, diciendo incluso en relación a esto que:

Desde otra lógica, y desde un orden simbólico queno es el del feminismo, nos ha dado una lección quedebemos reconocer. Una comunicación parecida aesta ha sido una de las utopías feministas de lacomunicación, que se ha perdido en la erróneacreencia de que sólo podemos ser escuchadas sihablamos el lenguaje del otro […].20

El segundo tomo de Chiapas ¿y las mujeres qué?publicado en diciembre de 199521 da cuenta del climapolítico y la gran movilización ciudadana que siguió a laincursión de febrero del ejército mexicano en la zonazapatista en busca del Subcomandante, que destruye unaserie de comunidades y deja por un mes incomunicada ala zona. La gente se había refugiado en las montañas. Estafue la segunda gran ofensiva tras los primeros doce días deguerra franca al estallar la rebelión. El movimiento de mujerestuvo gran actividad. En febrero de 1995 se realizó la PrimeraConvención Nacional de Mujeres. Ya se había realizado laConvención Estatal de Mujeres, en Chiapas, en Julio de 1994.El ánimo en torno de un “nuevo pacto nacional” es elcontexto para la petición de la sexta pregunta22 en laConsulta Nacional por la Paz y la Democracia del EZLN (quese efectuó el 27 de agosto de 1995).

Este tomo publica una interesante respuesta a lasposturas principistas del feminismo autónomo, escrito porMercedes Olivera Bustamente, “Práctica feminista en elmovimiento zapatista de liberación nacional”,23 acompa-ñado del ensayo de Bedregal, “Un diálogo con MercedesOlivera: Memoria y Utopía en la práctica feminista”.24 Elprimero es una visión desde Chiapas, a través del cuál sedeja ver el entorno organizacional alrededor del zapatismo,y los avances dentro del zapatismo mismo, en relación a laparticipación de las mujeres indígenas y el reconocimientode su voz y su trabajo. El avance que representa la moviliza-ción frente al modelo colonial impuesto a los y las indígenas.Para Olivera Bustamente, en el zapatismo y su contexto sejuega “la posibilidad de convertir al feminismo en unapráctica social amplia”,25 y más adelante, “En suma, lasfeministas de campo, que hemos trabajado en Chiapas,valoramos los avances que han tenido las mujeres en ladesconstrucción y reconstrucción de sus identidades demujeres indígenas y campesinas pobres”.26

Aparecen ya los tonos diferenciados del feminismo.Por un lado, urbano y radical, pero sectario y dogmático,

20 BEDREGAL, 1994, p. 46.

21 ROJAS, 1995.

22 Originalmente la ConsultaNacional por la Paz y la Democra-cia consistía en cinco preguntas.A propuesta de Marcela Lagardey Daniel Cazés se incluye unapregunta explícita sobre la necesi-dad de la paridad en la participa-ción de las mujeres.23 OLIVERA BUSTAMENTE, 1995.

24 BEDREGAL, 1995.

26 OLIVERA BUSTAMENTE, 1995, p.177.

25 OLIVERA BUSTAMENTE, 1995, p.176.

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paradójicamente interesado en el feminismo de la diferen-cia, pero desinteresado de las diferencias mismas entre lasmujeres. Claustro de la crítica radical al patriarcado. Porotra parte, el feminismo “de campo”, mezclado con la culturanegada de la diversidad prohibida, la de las etnias, preocu-pado por las identidades. Este último, aunque reconozcalas estructuras patriarcales, prioriza “la práctica de unfeminismo amplio”, fuera del claustro. Visibiliza a las mujeresindígenas como sujetos de agencia social.

En todo caso, ellas mismas (las mujeres indígenas) seránquienes decidirán impulsar o no el carácter feministade sus organizaciones y de su movimiento. Nosotraslas feministas, desde nuestro papel de asesoras omiembros de las ONGs ayudemos a que las mujeresse vean a sí mismas…27

Aun no se visibiliza la posibilidad de un feminismoindígena.

La respuesta de Bedregal reafirma la crítica albelicismo, aunque venga de los pobres, la idea de que ypuntualiza en relación al escrito de Olivera, la negativa asubordinar el imaginario feminista, a jerarquizar prioridades.

Mi feminismo… intenta ser una invitación a dar riendasuelta a la imaginación, a la autovalidación, a la crítica,a ser malas y saber que podemos ser peores, a notener miedo, a tener memoria e historia, a sentirnos, aarriesgarnos, a darle nombre a lo que queremos, ainventar la libertad y otros mundos por encima de la(s)norma(s). A ser de-generadas, o sea a vivir fuera delgénero.28

Pero como una no puede sino jerarquizar prioridades,la que se expone es la prioridad de una subjetividad radicaly radicalizante, sobre otras maneras de construir agencia yautovalidación. Bedregal termina con una cita de VictoriaSendón:29 “la fuerza del feminismo no radica en pensar enmás y más cosas en nuestro saturado cerebro y en el mismologos y en el mismo ethos, sino en pensar lo no pensado”.30

El sector del feminismo en torno a la revista DebateFeminista es también intelectual, ilustrado, político y conalianzas amplias.31 Debate Feminista como grupo editorialexpone su postura frente al movimiento en la editorial de sunúmero 9, de marzo de 1994. “Cuando estalló la guerra enChiapas, muchas nos preguntamos cuál era la perspectivafeminista sobre el conflicto” inicia y abre varias posiciones:las que su simpatía por el movimiento les cuestionaba supacifismo, las que les concernía más la situación de lasmujeres chiapanecas que eran desplazadas por el conflicto,las que se preocupaban más por el riesgo del proyectodemocrático, las entusiastas por la Ley de Mujeres, las

27 OLIVERA BUSTAMENTE, 1995, p.184.

28 BEDREGAL, 1995, p. 189c.

29 Victoria SENDÓN y otras autoras,1994.30 SENDÓN apud BEDREGAL,1995, p. 189d.

31 Alianzas entre diferentesideologías y partidos, queconsideran el reto del feminismoen México de los noventas, comolo señalan LAMAS et al., 1995.

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preocupadas por la fuerza política de la iglesia católica.También mencionan que las que viajaron a Chiapascomprobaron, tras hablar con las feministas locales, que“una cosa es la mirada idealizadora chilanga,32 y otra ladura realidad social”, la existencia de divisiones internas, elrechazo de muchas comunidades a la vía armada, actitudesmesiánicas, patriarcales y autoritarias de la Iglesia católicay de algunos miembros del EZ, hablan de mesianismo frentea “Ese otro camino [que] es el trabajo de masas…”

En este número Debate publica la Ley Revolucionariade Mujeres y parte de la carta de Marcos donde se explicasu proceso, un documento enviado por el grupo de SanCristóbal sobre los derechos reproductivos, y en relación aesto argumentan uno de los puntos centrales de su agendapolítica, el choque entre una concepción religiosa de lamaternidad, donde el cuerpo de la mujer es considerado“instrumento divino”, y donde “desde el momento de lafecundación, el ser humano en formación tiene plenaautonomía de la madre […]. Como ya lo señaló Juárez, lasleyes no pueden basarse en creencias religiosas”.

La revista publica de manera integra el “Documentopastoral sobre aborto” escrito por Don Samuel Ruíz, y elartículo de Michelangelo Bovero sobre el pensamiento laico.

En su número 24, de octubre del 2001, siete añosdespués de la editorial de l994, encontramos lo que podría-mos denominar el fruto de la reflexión provocada por ellevantamiento indígena para una parte del feminismo.Racismo y Mestizaje es el título de varios artículos que sepreguntan sobre el racismo en México, su papel en la cons-trucción de la nación. Artículos como el de Ruíz, “La indiabonita: nación, raza y género en el México revolucionario”,y el de Belausteguigoitia, “Descarados y deslenguadas: elcuerpo y la lengua en los umbrales de la nación”, quierenindagar sobre el nacionalismo y la construcción de lofemenino indígena. El volumen reúne varios artículos sobreel neozapatismo, publica poesía tseltal y tzotzil, la inter-vención de la Comandanta Esther en el Congreso de laUnión y un buen testimonio fotográfico.

El artículo de Aída Hernández “Entre el etnocentrismofeminista y el esencialismo étnico. Las mujeres indígenas ysus demandas de género” es un ensayo crítico al feminismomexicano por su etnocentrismo. Las mujeres indígenas severían en medio de “un movimiento indígena que se niegaa reconocer su sexismo y un movimiento feminista que seniega a reconocer su etnocentrismo”.33

El punto, para esta autora, es la articulación que haceun grupo de mujeres indígenas de las demandas de génerocon las demandas autonómicas de sus pueblos, como una“lucha en muchos frentes”, ante la cuál el “feminismo

32 Chilango se le dice al quepertenece a la capital del país,Ciudad de México. La metrópolicapital es sin duda un lugar dondese centraliza mucho de ladireccionalidad política del país.

33 HERNÁNDEZ CASTILLO, p. 217.

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hegemónico” no tiende puentes. Y define por feminismohegemónico al “surgido en el centro del país, y teorizadodesde la academia en el que la lucha contra el aborto ypor los derechos reproductivos ha sido central”.34 Enrealidad, el “centramiento” de este feminismo hegemónicole impide también tender puentes con sectores de religiosasque desde hace tiempo hacen una labor de reflexión yorganización de las mujeres sobre su condición. El resultadoes una agenda feminista hegemónica excluyente, queprivilegia las demandas de la experiencia urbana ilustrada,y adscrita a una noción de derechos individuales que noatiende a la idea – quizá para siempre perdida – decomunalidad.

Marta Lamas y el Subcomandante Marcos habíanintercambiado misivas en relación a la despenalización delaborto, en La Jornada, el 29 de abril y 11 de mayo de 1994:La discusión se da por una supuesta demanda del EZLN aque en la reforma al Código Penal en Chiapas se instituya lapenalización del aborto. Lamas establece el punto de que ladespenalización del aborto es una cuestión central en unproyecto verdaderamente democrático, en el sentido de “elrespeto a la pluralidad y las garantías individuales”.35 Perotambién aclara que en nuestros países las mujeres conrecursos económicos pueden tener abortos sanitarios, mientrasque las mujeres pobres recurren a interrupciones del embarazoque las colocan en alto riesgo de muerte. Es decir, las“garantías individuales” están acotadas por la pertenenciaa la clase social. Por último establece muy bien el punto deque la no despenalización del aborto en nuestro país hablade “la dificultad del estado mexicano para hacer valer laseparación entre estado laico e iglesias”.36

El 11 de mayo de 1994 Marcos niega que el EZLNesté demandando la penalización del aborto, ni la reformu-lación el código penal, y transcribe el punto 27 de lasdemandas del EZLN donde lo que se pide es “Que se quiteel Código Penal del Estado de Chiapas porque no nos dejaorganizarnos más que con las armas […]”.

En su respuesta, Marcos enuncia un tropos que serepite en varios comunicados. La idea de que la Ley deMujeres fue impuesta por las mujeres zapatistas al EZLN, laidea de que los cambios que están haciendo las mujeresson “a pesar de periódicos, iglesias, códigos penales ynuestra, justo es reconocerlo, resistencia como varones a serarrojados del cómodo espacio de dominación que nosheredaron”.37

Finalmente, en el estilo posdata, hay dos fuertesaseveraciones: que las indígenas abortan y no por elecciónpropia, sino por desnutrición crónica, y que no piden clínicaspara abortar porque no tienen clínicas de partos, y que

34 HERNÁNDEZ CASTILLO, p 207,nota a pie n. 4.

35 LAMAS, 1994, p. 141.

36 LAMAS, 1994, p. 141.

37 ROJAS, 1994, p. 145.

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“subir las lomas cargando un tercio de leña es algo queningún código penal toma en cuenta […]”.38

Esta polémica toma forma de nuevo años más tarde,de diciembre del 2002 a enero del 2003, del número 1362al 1367 de la revista Proceso. Javier Sicilia responde a unartículo de Monsivais titulado “De Obispos y de geologíasocial” (Proceso 1362) ocasionado por la “recomendación”de los obispos motivada ante la Primera Cumbre de MujeresIndígenas de las Américas, en diciembre del 2002.Participan en la polémica entre otros Gustavo Esteva y SylviaMarcos. Todos comparten la cercanía teórica con Ivan Illich,y su importante obra sobre el género vernáculo y el sexismomoderno.

¿Qué es lo que se dirime en esta polémica? Se discuteen torno a los derechos reproductivos y la despenalizacióndel aborto. Para Lamas,

[…] en este debate sobre el género, que es tambiénsobre el esencialismo, sería interesante entrar a definirlos contornos de ese mundo justo y libre que creemosposible, que para mi no es el del pasado ni el delpresente. Un mundo que reconozca la diferenciasexual sin imponer falsas complementariedades y quefavorezca el desarrollo de las potencialidadeshumanas…en una utopía de un mundo sin explotacióneconómica los derechos sexuales y reproductivos sonun eje fundamental.39

Sicilia responde: “Como usted puede ver, no creo enlos derechos sexuales ni reproductivos en ningún tipo desociedad. Creo en la proporción, en la persona, en ladiferencia, en el deber y en el lugar del misterio”.40

Desde una crítica cristiana a la modernidad, Siciliaplantea al género como un ordenamiento vernáculo, versusel ordenamiento moderno, donde “el derecho romano es laúnica medida de todo”. Lo vernáculo, ordena de maneraproporcional el universo humano, mediante una guía quemodera la acción del hombre frente a la naturaleza física yhumana. “Esta proporción implica, entre muchas otras cosas,entender que la maternidad es un don, no un derecho […].”41

Para Sicilia, la pérdida de esa proporcionalidadocurre en el desarrollo societal que se centra en loeconómico como valor absoluto, “donde el ser humano hadesalojado de su vida el orden de lo sagrado”, y esjustamente ahí donde se genera el debate moderno de losderechos reproductivos.

Esteva, desde otro lugar, responde a Lamas con ladistinción propuesta por Illich entre patriarcado:

para hablar de la dominación de los hombres sobrelas mujeres en las condiciones vernáculas” y sexismo,

38 ROJAS, 1994, p. 145.

39 LAMAS, 2003, p. 59.

40 SICILIA, 2003, p. 59.

41 SICILIA, 2003, p. 58.

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“para hablar de las consecuencias de la desventajaque sólo una sociedad ideológicamente igualitariapuede imponer a sus sujetos humanos que diagnosticacomo pertenecientes al sexo femenino […] sin el cuáluna sociedad basada en la mercancía no podríaexistir…42

Proporcionalidad y diferencia, igualdad y capita-lismo serían los pares que sostienen este emplazamiento.Sylvia Marcos, interviene para señalar la importancia deescuchar lo que están diciendo las mujeres indígenas, desdesu localización espiritual y práctica. María Estela Jocón-Maya, de Guatemala, aclara: “Se entiende por la prácticadel enfoque de género una relación respetuosa… debalance, de equilibrio – lo que en Occidente sería laequidad”.43

La postura de Lamas es caracterizada como colo-nialista desde las tres perspectivas, y por motivos diferentes.Para Sylvia Marcos, “La preocupación es que el discursofeminista, colocado en la élite urbana, actúe como elementocolonizador e “involuntariamente” hegemónico…”44

Para Sicilia, [las mujeres]

tienen todo el derecho de defender… sus derechosreproductivos y aplicarlos en sus cuerpos, lo que notienen derecho es a erigirlos como un valor supremode la mujer (por eso he dicho que su discurso [el deLamas] es colonialista, pretende hacer decir a lasmujeres indígenas lo que nunca dijeron…45

Y para Esteva, “no hay alguna noción que flote porencima de todas las culturas y épocas, como pretendenquienes comparten la mentalidad económica de lamodernidad, contra cuyo aliento colonialista necesitamosluchar”.46

En el fondo, lo que se pone en juego son diversosesencialismos: el de Lamas al poner como central y universallas demandas de las mujeres urbanas por los derechossexuales y reproductivos; el de Sicilia y Esteva, al negarle ala modernidad cualquier cualidad, verla como totalmentedominada por la centralidad económica, sin resquicios niresistencias. Mientras el pasado para Esteva y Sicilia essiempre mejor, para Lamas no es sino ausencia de derechos.Para Lamas no hay nada en el pasado que deba serrecuperado, para Sicilia lo hay todo. Rotos los vasoscomunicantes, la polémica no transita al diálogo.

En medio de la polarizada discusión, Sylvia Marcosllama la atención hacia las declaraciones de las mujeresindígenas de la Cumbre, diciendo: hay que oírlas concuidado, traducirlas. Como afirma,47 las mujeres indígenasquedan entre el etnocentrismo feminista, donde el “etnos”

42 ESTEVA, 2003, p. 60.

43 María Estela JOCÓN-MAYA apudESTEVA, 2003, p. 81.

44 Sylvia MARCOS apud ESTEVA,2003, p. 80.

45 SICILIA, 2003, p. 59.

46 ESTEVA, 2003, p. 61.

47 HERNÁNDEZ CASTILLO, 2001.

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viene de la hegemonía cultural, la pertenencia a la clasedominante, y la adherencia al modelo modernizador, y elesencialismo étnico, que viene de la prevalencia de lacomunidad ya sea cristiana o indígena, como asentamientode alguna manera fijo e inmutable, o en el mejor de loscasos, inspirador para la reconstrucción comunitaria.

En todo caso, la ausencia de las voces de las mujeresindígenas, o la poca referencia a ellas en esta polémica,acusa la segregación clasista y étnica del nacionalismo/indigenismo mexicano que ha creado grandes separacinesentre las mujeres. Estas separaciones hoy están redefiniédose,y el feminismo en algunas de sus vertientes se encuentradesarrollando posturas y miradas sobre las mujeres indígenasfuera del indigenismo prevaleciente, es decir, reconstructorde una relación de colonialidad paternalista (o maternalista)hacia el mundo indígena. Ello implica una serie de despla-zamientos dentro del aparato crítico feminista, que, comocondición para aperturar a la diversidad de lo femenino ydel sujeto del feminismo, debe decolonizar sus propiasasunciones.

Por otra parte, la dinámica local-global tambiénincide en el posicionamiento del “feminismo indígena”emergente. Las voces de las mujeres indígenas están ya enotros contextos, los que el movimiento local e internacionalha ido abriendo, campos de enunciación para una pala-bra propia. Y por “propia” no quiero decir intocada por dis-cursos varios. Justamente lo contrario, palabra que se a/propia de una multiplicidad de discursos para “ser en elmundo”, y “nacer el mundo”, llena de traducciones quehan significado ciertas traiciónes, para recordar a Anzaldúa.

La discusión convoca a elucidar localmente los signi-ficados específicos de la “emancipación” de las mujeresindígenas, desestabilizando nociones unívocas y univer-salistas de conceptos como “liberación femenina”. No abdi-car de estos conceptos, sino llenarlos de contenido diverso,localizado y útil para un sujeto concreto, ya que las realida-des son múltiples. En conjunto, el zapatismo indígena mostróal feminismo hegemónico mexicano una visión de mujeresindígenas menos apegadas al silencio y a la sombra, másactoras políticas, sujetos plenos y diferenciales, conscientesde su discriminación social, racial y de género, y conscientestambién, de sus diferencias identitarias. Su discurso es cadavez más audible, y en él combinan reclamos por justiciasocial y genérica y por reconocimiento cultural.

La discusión en torno al zapatismo también provocóen el feminismo hegemónico una mayor autorreflexión en elespejo clasista y racista de la nación. La nación aparececomo objeto de elucidación feminista, que no se agota ensu caracterización en tanto “patriarcal”, sino en la recons-

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trucción del complejo dialogismo que la constituye, y delcuál las mujeres, blancas y de color, formamos parte. Y quizálo más importante, en este diálogo intercultural, el feminismohegemónico voltea a verse a sí mismo, y a expandir, enalgunos casos, las fronteras que su propia localización leimpone, empieza a ver más, y al hacerlo, avanza hacia unaconvivencialidad más inclusiva y hacia una voz más plural.

Podemos afirmar que estamos en otro momento a nivelnacional: para el feminismo mexicano, la interlocución y eldiálogo con las mujeres indígenas lo ha obligado a revisarsu etnocentrismo y por ende su agenda política. Para lasmujeres indígenas, el diálogo con las feministas ha contri-buido para el esclarecimiento de su propio feminismo indíge-na y su propia agenda política. Las instituciones acadé-micas son aún muy rígidas y poco creativas frente al reto deabrir espacios para dialogar con inteligencias y sabiduríasque corren por caminos no formales.48 Sin embargo, el trabajoconjunto que están realizando mujeres mestizas e indígenasen torno a los derechos de las mujeres, las autonomías delos pueblos indios y el Estado multicultural es ya un referenteinsoslayable que mostrará su impacto en los frutos futurosdel feminismo mexicano.

En cuanto a las revistas analizadas, podemos afirmarque las traducciones y discusiones que apenas adquierenvisibilidad son las referentes al racismo y etnocentrismo queinforma la cultura nacional. El poco impacto que el feminismochicano tiene en el feminismo hegemónico da cuenta deesto. No obstante, la situación nacional ha sufrido un des-quebrajamiento. La manera en que las mujeres indígenasarticulan dos de sus realidades sustanciales, los pueblos yel género, apenas inicia un ciclo de reflexividad, donde elfeminismo como teoría crítica se descentra de la diferenciasexual para articularla a las otras diferencias múltiples de lacolonialidad.

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48 Hay ejemplos alentadores deestas alianzas, uno de ellos fue elencuentro-taller realizado en laCd de México en noviembre del2005 con mujeres indígenas deMéxico, Guatemala y Nicaraguaconvocado por el CIESAS a travésde Aída Hernández. El libro Ladoble mirada, 2005, coordinadopor Martha Sánchez Néstor,Amuzga de Guerrero y promovidopor Aída Hernández, Teresa Sierray Olivia Gall, se presentó en esecontexto. Otro libro importante esel de Zoila Reyes Hernández, Sólosoy una mujer, 2005, editado porGisela Espinoza Damián, Univer-sidad Autónoma Benito Juárez deOaxaca.

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[Recebido em setembro de 2009 e aceito para publicação em outubro de 2009]

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Journals and TJournals and TJournals and TJournals and TJournals and Translation Pranslation Pranslation Pranslation Pranslation Policies of Contemporarolicies of Contemporarolicies of Contemporarolicies of Contemporarolicies of Contemporary Mexican Fy Mexican Fy Mexican Fy Mexican Fy Mexican FeminismeminismeminismeminismeminismAbstract: Abstract: Abstract: Abstract: Abstract: This essay focuses on the analysis of three important journals and editorial circuitswhich constitute, from this perspective, a significant part of feminist policy and visibility incontemporary Mexico: Debate Feminista, 1990, Fem, 1976 and La Correa Feminista, 1991. Mypurpose is to analyze these publications emphasizing their “translations policies”, mentioning theconcepts of feminism and/or gender they promote through the authors and the criticism theychoose to translate. “Translation”, in this context, means the translation of certain authors andtheories and the way such translations fit into the local political context. I will read these translationsaccording to the way they are incorporated into, and participate in, a broader political scenario;the way they present themselves in a certain editorial picture and the historical moment they arepublished, understanding them as ways of intervening in the local political arena. Understandingthe translations as intervention policies, we assume that this is one of the ways through whichfeminist groups set up connections, alliances and platforms to establish a relationship with boththe social movements and national political actors. I will refer to the dialogical space betweenwomen as a problematic arena of feminist groups and their agendas, and women from severalsocial movements and their agendas. Rebecca E. Biron’s text “Feminist Periodicals in Mexico”(1996) was the core inspiration for this work, as well as the argument proposed by Claudia de LimaCosta (2003; 2006) on transnationalization-translation as concepts that need to be clarified fromtheir local and global perspectives.Key WKey WKey WKey WKey Wordsordsordsordsords: Feminist Journals; Translation; Transnationalization; Mexican Feminism.