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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.659 Carta Dominical M añana, 27 de abril, celebramos la solemnidad de la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña. Dado el confinamiento, tendremos que espe- rar para subir a la montaña santa, y ten- dremos que limitarnos a hacer la «Visita espiritual» a la Moreneta. El venerable Josep Torras i Bages, poco antes de ser nombrado obispo de Vic, compuso la «Visita espiritual», estrena- da el 30 de abril de 1899 en el altar de la Virgen morena de la Catedral de Barce- lona. Recuerdo con mucho cariño cómo rezábamos en casa esta oración durante mi infancia. Mi madre la recitaba de me- moria y nosotros respondíamos con las correspondientes avemarías. Nunca he sabido quién se la hizo aprender; pero quien fuera acertó plenamente. Recordar hechos pasados me ha ayudado a funda- mentar el presente y proyectar el futuro. Sería perjudicial, en cambio, si nos produ- jera nostalgia melancólica o nos confinara en el pasado. Lo digo, porque con la reno- vación litúrgica promovida por el Concilio Vacano II, se arrinconaron muchas prác- cas y devociones piadosas, algunas de las cuales poco decían al crisano de hoy. Algunas, incluso, eran tremendistas o de un senmentalismo excesivo. Pero, cen- trados en la pureza de la liturgia, tal vez no nos dimos cuenta de que la iniciación litúrgica pide formación ilustrada, cons- tante y paciente. Una formación que en el Pueblo de Dios requiere un largo pro- ceso, en el que el pueblo pueda detener - se y darse un respiro para que su oración huela a hogar. La oración comunitaria o litúrgica, tonificada con el espíritu casero, resulta más atrayente y personalizada. El texto de la «Visita espiritual» de Torras i Bages trae este aire de casa. Con una sin- taxis perfecta, de fácil memorización, ex - presa una noble sobriedad. Se trata de una oración admirable, que sintoniza con el espíritu del pueblo a favor del pueblo. Re- cordemos tres de las siete peciones que hay: «Virgen Prodigiosa..., conseguid para vuestros catalanes aquella fe que rebaja las montañas, rellena los valles y nivela el camino de la vida.» «Rosa de caridad..., arrancad de Cataluña el espíritu de discor- dia, y unid a todos sus hijos con corazón de hermanos.» «Señora de Montserrat, que tenéis vuestra santa montaña rodeada de olivos, signo de paz, conseguid para los pueblos de Cataluña una paz crisana y perpetua». Torras i Bages escribió esta oración para los miembros de la «Liga espiritual de la Virgen de Montserrat», porque no que- ría que el fervor políco del momento les secara el espíritu. Así, unos meses más tarde, siendo ya obispo de Vic, recomien- da a un responsable de la endad «que la “Liga espiritual” no se comprometa con una u otra ideología [políca] de las hay entre el catalanismo. La Religión, como el aire, debe ser respirable para todos» (A Ricard Permanyer. Vic, 28 de enero de 1900). Una carta escrita hace ciento veinte años, que podría haber sido escri- ta ayer mismo. Por supuesto, os recomiendo rezar esta «Visita espiritual», una oración muy ac- tual por la solidez de sus contenidos, por la sencillez de su redacción y por la ac- tualidad de sus peciones. Vuestro, 26 de abril de 2020 III Domingo de Pascua La visita espiritual a la Virgen de Montserrat † Joan Planellas i Barnosell Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado Enfoca el código QR y accede al video de la Carta dominical 25 años del Concilio Provincial Tarraconense

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hojadominical

Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.659

Carta Dominical

Mañana, 27 de abril, celebramos la solemnidad de la Virgen de

Montserrat, patrona de Cataluña. Dado el confinamiento, tendremos que espe-rar para subir a la montaña santa, y ten-dremos que limitarnos a hacer la «Visita espiritual» a la Moreneta.

El venerable Josep Torras i Bages, poco antes de ser nombrado obispo de Vic, compuso la «Visita espiritual», estrena-da el 30 de abril de 1899 en el altar de la Virgen morena de la Catedral de Barce-lona. Recuerdo con mucho cariño cómo rezábamos en casa esta oración durante mi infancia. Mi madre la recitaba de me-moria y nosotros respondíamos con las correspondientes avemarías. Nunca he sabido quién se la hizo aprender; pero quien fuera acertó plenamente. Recordar hechos pasados me ha ayudado a funda-mentar el presente y proyectar el futuro. Sería perjudicial, en cambio, si nos produ-jera nostalgia melancólica o nos confinara en el pasado. Lo digo, porque con la reno-vación litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, se arrinconaron muchas prác-ticas y devociones piadosas, algunas de las cuales poco decían al cristiano de hoy. Algunas, incluso, eran tremendistas o de

un sentimentalismo excesivo. Pero, cen-trados en la pureza de la liturgia, tal vez no nos dimos cuenta de que la iniciación litúrgica pide formación ilustrada, cons-tante y paciente. Una formación que en el Pueblo de Dios requiere un largo pro-ceso, en el que el pueblo pueda detener-se y darse un respiro para que su oración huela a hogar. La oración comunitaria o litúrgica, tonificada con el espíritu casero, resulta más atrayente y personalizada.

El texto de la «Visita espiritual» de Torras i Bages trae este aire de casa. Con una sin-taxis perfecta, de fácil memorización, ex-presa una noble sobriedad. Se trata de una oración admirable, que sintoniza con el espíritu del pueblo a favor del pueblo. Re-cordemos tres de las siete peticiones que hay: «Virgen Prodigiosa..., conseguid para vuestros catalanes aquella fe que rebaja las montañas, rellena los valles y nivela el camino de la vida.» «Rosa de caridad..., arrancad de Cataluña el espíritu de discor-dia, y unid a todos sus hijos con corazón de hermanos.» «Señora de Montserrat, que tenéis vuestra santa montaña rodeada de olivos, signo de paz, conseguid para los pueblos de Cataluña una paz cristiana y perpetua».

Torras i Bages escribió esta oración para los miembros de la «Liga espiritual de la Virgen de Montserrat», porque no que-ría que el fervor político del momento les secara el espíritu. Así, unos meses más tarde, siendo ya obispo de Vic, recomien-da a un responsable de la entidad «que la “Liga espiritual” no se comprometa con una u otra ideología [política] de las hay entre el catalanismo. La Religión, como el aire, debe ser respirable para todos» (A Ricard Permanyer. Vic, 28 de enero de 1900). Una carta escrita hace ciento veinte años, que podría haber sido escri-ta ayer mismo.

Por supuesto, os recomiendo rezar esta «Visita espiritual», una oración muy ac-tual por la solidez de sus contenidos, por la sencillez de su redacción y por la ac-tualidad de sus peticiones.

Vuestro,

26 de abril de 2020 III Domingo de Pascua

La visita espiritual a la Virgen de Montserrat

† Joan Planellas i BarnosellArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Enfoca el código QRy accede al video de la Carta dominical

25 añosdel Concilio Provincial Tarraconense

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Edita: Arzobispado de Tarragona · Redacción y administración: Dpto. de Medios de Comunicación (Pla de Palau, 2 – 43003 Tarragona) · Teléfono: 977 23 34 12 · Correo electrónico: [email protected] Directora: Anna Robert · Asesoramiento lingüístico: Joan Massot · Imprime: Torrell, S.A. · D.L.: T-519-01

Ciclo A / L. de las Horas: Semana III

Domingo, 26: III Domingo de Pascua [Hch 2,14.22b-33; Salmo 15,1-2 y 5.7-8.9-10.11; 1 Pe 1,17-21; Lc 24,13-35 (LE/LH propias)]

Lunes, 27: Nuestra Señora de Montserrat, patrona principal de Catalunya (Sol) [Hch 1,12-14; Salmo 86,1-2.3-4.5.6-7, Ef 1,3-6.11-12; Lc 1,39-47 (LE/LH propias)]

Martes, 28: [Hch 7,51-8,1a; Salmo 30,3cd-4.6 y 7b y 8a.17 y 20c y 21ab; Jn 6,30-35] San Pedro Chanel, presbítero y mártir (ML) o bien: San Luís María Grignion de Montfort, presbítero (ML)

Miércoles, 29: Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, patrona de Europa (F) [1 Jn 1,5-2,2; Salmo 102, 1-2.3-4.8-9.13-14.17-18a; Mt 11,25-30 (LE/LH propias)]

Jueves, 30: [Hch 8,26-40; Salmo 65,8-9.16-17.20; Jn 6,44-51] San Pío V, papa (ML)

Viernes, 1 de mayo: [Hch 9,1-20; Salmo 116,1.2; Jn 6,52-59] San José obrero (ML)

Sábado, 2 de mayo: San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia (MO) [Hch 9,31-42; Salmo 115,12-13.14-15.16-17; Jn 6,60-69]

Domingo, 3 de mayo: IV Domingo de Pascua [Hch 2,14a.36-41; Salmo 22,1-3.4.5.6; 1 Pe 2,20b-25; Jn 10,1-10 (LE/LH propias)]

LecturasIII Domingo de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33)

El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró: «Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escu-chad atentamente mis palabras. A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y sig-nos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía estable-cido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los do-lores de la muerte, por cuanto no era posi-ble que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: “Veía siempre al Señor delante de mí, pues está a mi derecha para que no vacile. Por eso se me alegró el corazón, exultó mi lengua, y hasta mi carne descansará esperanzada. Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos, ni dejarás que tu Santo expe-rimente corrupción. Me has enseñado sen-deros de vida, me saciarás de gozo con tu rostro”. Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre noso-tros hasta el día de hoy. Pero como era pro-feta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descen-diente suyo”, previéndolo, habló de la re-surrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrup-ción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exalta-do, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que es-táis viendo y oyendo».

Salmo responsorial (15)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.

R. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

Bendeciré al Señor que me aconseja,hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas,

LITURGIA DE LA SEMANA

y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertosni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 17-21)Queridos hermanos: Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, here-dada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifes-tado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (24,13-35)Aquel mismo día (el primero de la sema-na), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llama Emaús, dis-tante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversa-ban y discutían, Jesús en persona se acer-có y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respon-dió: «¿Eres tú el único forastero en Jeru-salén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros espe-rábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que al-gunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo en-contrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de án-geles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y

lo encontraron como habían dicho las muje-res; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vis-ta. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se vol-vieron a Jerusalén, donde encontraron reu-nidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucita-do el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.