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Es el mito de la Diosa Luna pero que tomaron en el pueblo de Xcaret antes de que su nombre se perdiera tras la sombra del parque turistico. En ese pueblo aun se adora a la diosa Ixchel en cada fuego nuevo o dia de muertos porque renace del fuego al igual que todos los que han muerto. La Diosa LunaEn el inicio cuando los dioses eran mortales, existía una bella princesa llamada Ixchel. Había muchos hombres que la pretendían entre ellos un joven llamado Itzamná. Un día llego un príncipe de otro imperio, para rendir tributo por la victoria en batalla de la gente de Ixchel y en cuando la conoció se enamoro de ella. La gente del pueblo le dijo que Itzamná la pretendía y que al parecer ella empezaba a caer ante el entonces desde que el conoció a Itzamná reñían por el amor de Ixchel. Su hermana mayor; Ixtab, decidió que pelearían hasta que uno de los dos muriera, el sobreviviente quedaría con Ixchel, pero Ixtab desconocía que Ixchel estaba enamorada de Itzamná. Itzamná iba a vencer pero su oponente le hirió por la espalda con juegos sucios y murió. Ixchel al ver morir a su amado corrió del lugar y encomendando su alma a Ixtab, se quito la vida. Ixtab maldijo a aquel que con juegos sucios mato a Itzamná, y nadie sube lo que sucedió con el, ella a quien su hermana encomendó su alma al morir, paso a ser la Diosa del Suicidio. Las almas de las doncellas de la princesa guiaron a los enamorados al cielo y así Itzamná pasó a ser el Dios Sol, e Ixchel, pasó a ser su esposa y la Diosa Luna. En agradecimiento y como una prueba de su amor por Ixchel, Itzamná dividió en día y noche y a la noche le dio brillo con las almas de esas doncellas que son las estrellas más brillantes. Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas enamorarse y dar como fruto de ese amor un hijo, es por eso que también es considerada diosa del parto y la fertilidad. La gente del desaparecido pueblo Xcaret cree que cuando un alma de noble corazón muere se convierte en una estrella, por eso en cada fuego nuevo, le ofrecen una ofrenda para que la diosa perdone lo que hubieran hecho para enojarla y aspirar a convertirse en una de las estrellas que iluminan su camino. Fuente: Diosa Luna. Xcaret '' Entre los habitantes de Quintana Roo existen varios mitos y leyendas que no han sido contadas del todo. Un ejemplo claro es la leyenda de '''La Diosa Luna ''' la cual dice:

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Es el mito de la Diosa Luna pero que tomaron en el pueblo de Xcaret antes de que su nombre se perdiera

tras la sombra del parque turistico.

En ese pueblo aun se adora a la diosa Ixchel en cada fuego nuevo o dia de muertos porque renace del fuego

al igual que todos los que han muerto.

“La Diosa Luna”

En el inicio cuando los dioses eran mortales, existía una bella princesa llamada Ixchel.

Había muchos hombres que la pretendían entre ellos un joven llamado Itzamná.

Un día llego un príncipe de otro imperio, para rendir tributo por la victoria en batalla de la gente de Ixchel y

en cuando la conoció se enamoro de ella.

La gente del pueblo le dijo que Itzamná la pretendía y que al parecer ella empezaba a caer ante el entonces

desde que el conoció a Itzamná reñían por el amor de Ixchel.

Su hermana mayor; Ixtab, decidió que pelearían hasta que uno de los dos muriera, el sobreviviente quedaría

con Ixchel, pero Ixtab desconocía que Ixchel estaba enamorada de Itzamná.

Itzamná iba a vencer pero su oponente le hirió por la espalda con juegos sucios y murió. Ixchel al ver morir a

su amado corrió del lugar y encomendando su alma a Ixtab, se quito la vida.

Ixtab maldijo a aquel que con juegos sucios mato a Itzamná, y nadie sube lo que sucedió con el, ella a quien

su hermana encomendó su alma al morir, paso a ser la Diosa del Suicidio.

Las almas de las doncellas de la princesa guiaron a los enamorados al cielo y así Itzamná pasó a ser el Dios

Sol, e Ixchel, pasó a ser su esposa y la Diosa Luna.

En agradecimiento y como una prueba de su amor por Ixchel, Itzamná dividió en día y noche y a la noche le

dio brillo con las almas de esas doncellas que son las estrellas más brillantes.

Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas enamorarse y

dar como fruto de ese amor un hijo, es por eso que también es considerada diosa del parto y la fertilidad.

La gente del desaparecido pueblo Xcaret cree que cuando un alma de noble corazón muere se convierte en

una estrella, por eso en cada fuego nuevo, le ofrecen una ofrenda para que la diosa perdone lo que hubieran

hecho para enojarla y aspirar a convertirse en una de las estrellas que iluminan su camino.

Fuente: Diosa Luna. Xcaret

'' Entre los habitantes de Quintana Roo existen varios mitos y leyendas que no han sido contadas del todo. Un ejemplo claro es la leyenda de '''La Diosa Luna''' la cual dice:

En el inicio cuando los dioses aun eran mortales y adoraban a nada, existia una bella joven,la cual se llamaba Ixchel.

Habia muchos hombres que la pretendian entre ellos un joven llamado Itzamná y otro cuyo nombre se desconose,que constantemente reñian por el amor de esta. Su hermana Ixtab decidio que pelearian hasta que uno de los dos muriera, el sobreviviente quedaria con Ixchel.

Pero Ixtab desconocia que estaba enamorada de Itzamná, y ella ya nada podia hacer. Itzamná iba a vencer a su contrincante pero en el menor descuido su oponente le hirio por la espalda y murio.

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Ixchel al ver morir a su amado corrio del lugar y encomendando su alma a Ixtab se quito la vida.

Ixtab maldijo a aquel que con trucos sucios mato a Itzamná, y su nombre jamas se conocio y nadie supo lo que sucedio con el.

Itzamná paso a ser el Dios Sol, y que Ixchel, su eterna enamorada, paso a ser su esposa y la Diosa Luna. Ixtab como fue a quien su hermana encomendo su alma al morir, paso a ser la Diosa del Suicidio.

Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas enamorarse y dar como fruto de ese amor un hijo, es por eso que tambien es conciderada diosa del parto y la fertilidad.''

Fuente: La Diosa Luna

El Huay Chivo

Dice la leyenda que el Huay Chivo es un brujo que tiene forma de un gran chivo de color negro y ojos rojos que asusta y come gallinas y las personas que se han encontrado con él han caido enfermos con mucha fiebre.El Huay Chivo es un brujo que practica la magia negra y que comete sus fechorías por los en los lugares oscuros y solitarios. De acuerdo con la creencia, se trata de un ser espantoso, mitad animal y mitad hombre, con ojos rojos y centellantes. Tiene cara de chivo y cuerpo de hombre, aunque puede tomar la forma de otros animales, como el perro (Huay Perro).Así que caminante, cuidate de andar después de la medianoche por los lugares donde el Huay Chivo anda, pues este ser maligno que odia la luz y adora la oscuridad, puede dejar caer en ti toda su maldad.

Leyendas de cenotesSe cuenta que los cenotes tienen dueños, los cuales han prohibido a los indígenas mayas penetrar en las grutas después del crepúsculo. Los que se atreven a desobedecer, son duramente castigados.

Una pareja que no tenía hijos encontró en un cenote a una niña que se llamó Nicte-Há (Flor de agua). La niña creció muy bella y un guerrero la quiso hacer suya. La bella Nicte-Há cayó al agua, que tomó lo que era suyo. Su cuerpo apareció flotando y de su boca brotaban flores blancas que dos palomas esparcían sobre el agua. En noches de luna, Nicte-Há canta en el cenote, mientras el guerrero maldito sigue corriendo en los bosques.

El gran sacerdote de Chichen Itzá, Ah Kinxoc, tenía una hermosa hija llamada Oyamal. Dos príncipes hermanos, Ac y Cay, se enamoraron de ella. Cay fue el elegido pero en su ira, Ac encerró a Oyamal en el claustro de Chichen Itzá, y a Cay en las aguas de Kauá. Cay recorrió el laberinto subterráneo hasta llegar al claustro, pero Ac sorprendió a la pareja que logró esconderse en la gruta donde

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todavía permanece y en las noches de Xac (enero), se oye una voz que dice ¡Yacumá! (te amo).

Un sacerdote maya cometió el sacrilegio de enamorarse de una princesa y ambos se escondieron en las grutas de Xtacumbil-Xunan. Pero los espíritus, indignados, transformaron a la princesa en una estatua de piedra (unas figuras de la cueva) y al sacerdote en uno de los siete lagos de la cueva llamado Putsu Ha que, al sonido de la voz humana, se retira y retorna cuando vuelve el silencio. El agua es el alma en pena de un sacerdote que se asusta y huye al escuchar voces.

Muchos seres fantásticos, como los aluxes, viven o están relacionados con los cenotes. Landa (Sacerdote Español) suponía que los cenotes se formaban al caer un rayo. Creencias similares tenían los mayas, como trasluce en la creación del cenote de Xlacah de Dzibichaltún. Un hombre viejo y cansado acudió a la casa de su hijo para pedirle un pedazo de pan. El ingrato hijo, a pesar de disfrutas de muchas comodidades, negó la comida a su padre. Dios tomó la apariencia del viejo y fue a pedir ayuda al hijo, quien volvió a negarse. Entonces, Dios, para castigar al ingrato, hizo caer un rayo sobre su casa, se hundió el suelo y se formó el cenote Xlacah.

En la actualidad, la relación existente entre los campesinos mayas y los cenotes, sigue siendo mágica ya que los cenotes, además de su uso práctico, siguen siendo lugares sagrados. El agua de los mismos, considerada “virgen o pura” porque no ha sido corrupta por la luz, es utilizada por ejemplo, en las ceremonias que se utilizan para atraer la lluvia, el Chachaac

La Mujer Xtabay

Los mayas de Yucatán son sin duda alguna, quienes mejor han conservado su idioma. Si no pueden interpretar, como tampoco lo ha hecho nadie en el mundo, sus complicados jeroglíficos, verdaderos retos ideográficos, si mantienen vivo su idioma lleno de firos y genuflexiones extraordinarios y en su fonética han sabido copiar el vuelo del murciélago dzib y lo que dice el pájaro Puhuy. Temen al temible Kahazbal y a los Aluxes, pequeños duendecillos del bosque y de las siembras, porque ellos, los mayas, no han permitido aún la corrupción idiomática que introdujeron los hispanos que vinieron a hacer confuso todo lo relativo al suelo que en mal día hollaron. De esta forma se ha conservado intacta la hermosa leyenda, una de las más lindas, bellas leyendas yucatecas de las miles y miles que flotan como el perfume de la flor Xtabentún en el viento tibio de Mayab, o se esconden en las

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profundidades cavernosas de los cenotes de donde sale el agua fresca y clara y los cuentos que perduran en el alma yucateca. Esa leyenda es la que se refiere a la mujer Xtabay. Bajo la luna del antiguo Mayapan, al socaire de los asombrosos templos de los itzaes, he oído repetida esta leyenda sin que nadie le quite o le aumente a su albedrío, sin que ninguno ose deformarla y así, como joya de milagrería se conserva para deleite de quien oye o de quien lee esta historia que como muchas no se ha borrado, no se borrará jamás, porque ha quedado inscrita en los libros antiguos y en las páginas sagradas del recuerdo Maya. Dice pues la leyenda que la mujer tabay es la mujer hermosa, inmensamente bella que suele agradar al viajero que por las noches se aventura en los caminos del Mayab. Sentada al pie de la más frondosa ceiba del bosque, lo atraé con cánticos, con frases dulces de amor, lo seduce, lo embruja y cruelmente lo destruye. Los cuerpos destrozados de esos incautos enamorados aparecen al día siguiente con las más horribles huellas de rasguños, de mordidas y con el pecho abierto por uñas como garras. Muchos ladinos, gentes que desconocen el origen verdadero de la mujer Xtabay, han dicho que es hija del Ceibam que nace de sus torcidas y serpentinas raíces pero eso no es verdad, la auténtica tradición maya dice que la mujer Xtabay nace de una planta espinosa, punzadora y mala y si es que la Xtabay aparece junto a las ceibas, es porque este árbol es sagrado para los hijos de la tierra del faisán y del venado y muchas veces en cobijo y sombra, se acogen bajo sus ramas, confiados en la protección de tan bello y útil árbol. Vivían en un cierto pueblo de la península yucateca dos mujeres siendo el nombre de una de ellas Xkeban o mejor decir su apodo ya que Xkeban quiere decir prostituta, mujer mala o dada al amor ilícito. Decían que la Xkeban estaba enferma de amor y de pasión y que todo su afán era prodigar su cuerpo y su belleza que eran prodigiosos, a cuanto mancebo se lo solicitaba. Su verdadero nombre era Xtabay. Muy cerca de la casa que ocupaba esta bellísima mujer, habitaba en otra casa bien hecha, limpia y arreglada continuamente, la consentida del pueblo que llamaban Utz-Colel, que en la traducción hispana sería mujer buena, mujer decente y limpia. Erase esta mujer la Utz-Colel, virtuosa y recta, honesta a carta cabal y jamás había cometido ningun dezlis ni el mínimo pecado amoroso. La Xtabay tenía un corazón tan grande, como su belleza y su bondad la hacía socorrer a los humildes, amparar al necesitado, curar al enfermo y recoger a los animales que abandonaban por inútiles. Su grandeza de alma la llevaba hasta poblados lejanos a donde llegaba para auxiliar al enfermo y se despojaba de las joyas que le daban sus enamorados y hasta de sus finas vestiduras para cubrir la desnudez de los desheredados. 

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La Leyenda De Xtabay

Vivían en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la XKEBAN, que es como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la UTZ-COLEL, que es como decir mujer buena. La XKEBAN era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de amor. Por esto, las gentes honradas del lugar la despreciaban y huían de ella como la de cosa hedionda. En más de una ocasión se había pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era virtuosa, recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz de amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario.

No bostante sus pecados, la XKEBAN era muy compasiva y socorría a los mendigos que llegaban a ella en demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era rígida y dura de carácter: Desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por repugnancia.

Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufrió su corazón como la piel de la serpiente. Un día ocurrió que los vecinos no vieron salir de su casa a la XKEBAN, pasó otro día, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN había muerto, abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadáver, lamiéndole las manos y ahuyentándole las moscas. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprendía de su cuerpo. Cuando la noticia llegó a oídos de la UTZ-COLEL, ésta rió despectivamente.

Es imposible que el cadáver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno exclamó. Más bien hedará a carne podrida. PERO era mujer curiosa y quiso convencerse por sí misma. Fué al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo, con sorna: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y añadió: Si el cadáver de esta mujer mala huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor. Al entierro de la XKEBAN solo fueron los humildes a quienes había socorrido, los enfermos a los que había curado; pero por donde cruzó el cortejo se fue dilatando el perfume, y al día siguiente la tumba amaneció cubierta de flores silvestres.

Poco tiempo después falleció la UTZ-COLEL, había muerto virgen y seguramente el cielo se abriría inmediatamente para su alma. Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella misma y todos habían esperado, su cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio y acudió en gran número a su

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entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba: Flores que al amanecer desaparecieron por "malas artes del demonio", volvieron a decir.

Siguió pasando el tiempo, y es sabido que después de muerta la XKEBAN se convirtió en una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada XTABENTUN. El jugo de esa florecilla embriaga dulcemente tal como embriagó en vida el amor de la XKEBAN. En cambio, la UTZ-COLEL se convirtió después de muerta en la flor de TZACAM, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fácil punzarse.

Convertida la falsa mujer en la flor del TZACAM se dió a reflexionar, envidiosa, en el extremo caso de la XKEBAN, hasta llegar a la conclusión de que seguramente porque sus pecados habían sido de amor, le ocurrió todo lo bueno que le ocurrió después de muerta. Y entonces pensó en imitarla entregándose también al amor. Sin caer en la cuenta de que si las cosas habían sucedido así, fue por la bondad del corazón de la XKEBAN, quien se entregaba al amor por un impulso generoso y natural. Llamando en su ayuda a los malos espíritus, la UTZ-COLEL consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazón no le permitía otro.

Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que surge del TZACAM, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM erizado de púas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un amor infernal.

Tomado de: Mario Diaz Triay "Guia Turística de la Peninsula de Yucatan, La tierra de los Mayas"

Vivían en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban la Xkebán o pecadora, y a la otra, la Utzcolel o mujer buena. La primera era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de la carne. Las personas honradas del lugar la despreciaban y huían de ella.

La Utzcolel era virtuosa, recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz y gozaba del aprecio de todo el vecindario, según relata Mario Díaz Triay, guía de turistas de Yucatán.

A pesar de sus pecados, la Xkebán era muy compasiva: socorría a los mendigos, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente.

La Utzcolel era rígida y dura de carácter: desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por repugnancia. Un día los vecinos no vieron salir de su casa a

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la Xkebán; pasó otro día, y lo mismo; y otro, y otro. Había muerto, abandonada; sólo sus animales cuidaban su cadáver. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprendía de su cuerpo. La Utzcolel rió despectivamente cuando la noticia llegó a sus oídos. “Es imposible que el cadáver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno” exclamó. “Más bien apestará a carne podrida”. Pero era curiosa y quiso convencerse por sí misma. Fue al lugar, y al sentir el grato aroma dijo, con sorna: “Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres”, y añadió: “Si el cadáver de esta mujer mala huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor”.

Al entierro de la Xkebán solo fueron los humildes a quienes había socorrido, los enfermos a los que había curado; por donde cruzó el cortejo hubo más perfume, y al día siguiente la tumba se cubrió de flores silvestres. Poco tiempo después falleció la Utzcolel; había muerto virgen y seguramente el cielo se abriría para su alma. Pero su cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio y acudió en gran número a su entierro, con flores para adornar su tumba; flores que al amanecer desaparecieron por “malas artes del demonio”, volvieron a decir.

La Xkebán se convirtió en una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada xtabentún. El jugo de esa florecilla embriaga dulcemente, como embriagó en vida el amor de esta mujer. En cambio, la Utzcolel se convirtió en la flor de tzacam, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fácil punzarse.

Convertida la falsa mujer en la flor del tzacam se dio a reflexionar, envidiosa, en el extremo caso de la Xkebán hasta llegar a la conclusión de que seguramente porque sus pecados habían sido de amor, le ocurrió todo lo bueno que le sucedió después de muerta. Y entonces pensó en imitarla entregándose también al amor. Sin caer en la cuenta de que si las cosas habían sucedido así, fue por la bondad del corazón de la Xkebán, quien se entregaba al amor por impulso generoso y natural.

Tras llamar en su ayuda a los malos espíritus, la Utzcolel consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazón no le permitía otro, según cuenta la leyenda.

Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer Xtabay, la que surge del tzacam, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de tzacam erizado de púas.

Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un amor infernal.