Bauman-Modernidad Liquida (Libro) 2003

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Page 1: Bauman-Modernidad Liquida (Libro) 2003

Traducción de MIRTA ROSINBERG

en colaboración con JAIME ARRAMBIDE SQUIRRU

ZYGMUNT BAUMAN

MODERNIDAD LIQUIDA

FONDO DE CULTURA ECON6MlCA

MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPANA ESTADOS UNIDOS DE AMERICA - GUAEMALA - PERO - VENEZUELA

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Pnmeiardiclón en inglér, 20W Primera edición cn crpdol (iw, Mlxico), 2W3 Sexta mimpririón (FCX, Argentina). 2006

O 2000. zygmuiir nauiiim 'Q2000, Poliry Fress y Blackwell Puhlishpr~ [.$d. ISBN de la edición original: S7456-2409-X

D. R. 2002, romo DE CLUURA E C O ~ ~ ~ ~ ~ C A D L A R G W ~ A S.A. El Salvador 5665; 1414 Bi!enai Aires [email protected] / www.fccrom.ai Av. Picacho Ajusia 227: 11200 México, D.F.

Se terminó de imprimir en el m i s de julio iIr 2006 en Grafinor S. A , Lamadrid 1576, Villa Rallesrrr, Bucnos Aires, Argentina.

ISBN 950-557-513~0

Forocopiar libros err6 par ley.

Prohibida su rrprod~ruó" roial a por cualquier medio de impreiión a digiral. en formaidéntica. errncridi o

rn irrrrilano a en cualquicr otra idioma, sin la

IUPRUO EN ARGEWWA - PIII'.ILD ~.vAlcii:xri~,~ 16cho el dipórira que marca la Icy 11.723

Prólogo Acerca de lo leve y lo líquido

La inrerrupciÓn, la i n ~ o h ~ ~ ~ ~ c i ~ , la aoiprcsa son las condiciones hahituaies de nuestra vida. Se han conver- tido incluao cn ncccsidadcs rcalcs para muchas pcrio- nai, cuyni mentes sólo rc riiincntan [...l dc cainbios súbiror y dc csrírnulos permanentemente renovados [ . ] Ya no toirrrinor nrdr que dure. Ya no sabernos cÓ-

mo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruro. Eiironcer, toda el rcma se reduce a esta pregunta:

¿la menre humana puede dominar lo que 13 menre hu- mana lla creada?

112111 VAL.É.RY

La "fluidez" es l a cua l idad d e los l íquidos y los gases. S e ~ ú n nos iiifor- ina la auror idad d e la E t ~ ~ c l o p r e d i a B~itannica, lo q u e los distingue d e los sólidos es q u e "eii descanso, iio pueden sosrcncr una fueiza rangcn- c i d o crrrrantc" y, p<ir I r > tanto, "sufren un conrinuo c a m b i o d e f o r m a c u a n d o se los somete a esa rensión".

Estc continuo c irrccupcrable cambio de posición de una parte del material con respecta a otra parre curiido es soziietidr a una ten^

....,.,,,. C . , . . ..r I , I r % , - ,, . , . : . 4 r .r r . .. . 1 . : . , l . , , . . . . e , ..II<. ,.

P 1 4 . I I I I < . I . . ..:, , / . l . .l r fluye y puede volvii a su forma original

I.<is líquidos, una variedad de fluidos, poseen esrar notables cualidade!, I n s t a el p u n t o d e que "sus moléculas san preservadas en una dirporiciói i o rdenada solamente e n unos pocos diámetros moleculares"; cn tanto, "la aluplia variedad d e conduc tas manifestadas por los sólidos es resultado directo del cipo d e enlace q u e reúne los á t o m o s d e los sólidos y d e la dir- lp<>siicón d e los áromos". "Enlace", a su vez, es el té rmino que expresa In estabilidad d e los sólidos -1s resistencia q u e ofrecen "a la separación ~ l c lkir dtoiiior"-.

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I R MODERNIDAD LIQUIDA

Harta aqui lo que dice la Encyclop.~dia Briiannicn, en iina enrrada que apuesta a explicar la "fluidez" como una metáfora regenre de la eta- pa actual de la era moderna.

En lenguaje simple, rodas esrar características de I ~ E fluidos implican que los liquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni sc aran al tiempo. En ranto los sólidos tienen una clara dimensión espacial pero neurcaliran el impactc>y dirniinuyen la significación- del ciempo (resisrcn efectivamente su flujo o lo vuelven iriclevante), los fluidos no conservan una forma durante iiiucho tiempo y están constanremcnre diipuestos (y proclives) a canibiarla; por consiguiente, para ellos lo que cuenta es el fluio del riempo más que el espacio que puedan ocupar: ese espacio que, deapuir de todo, sólo Ileiian "por un momento". En cierro scntido, los r ó ~ lidos cancelan el tiempo; para los liquidos, por el cr>nrraiio, lo que im- parta es el tiempo. Eii la descripciúii de los sólidos, es posible igiiorar completamente el riempo; en la descripción de las fluidos, se comcrcria uti error grave si el rieiupo se dcjara de lado. Lar descripciones de un fluido son como inrtantdiieas, que neceriran ser fechadas al dorso.

Los fluidos se deaplazan con facilidad. "Fluyen", "se derramaii", "se desbardati", "salpican", "se vierten", ''se filtran", "gotean", "iiiundan", 'rociari", "chorrean", "iiiaiian", "exudan"; a diferencia dr los sólidos, nr> es posible detenerlos fácilmcnre -sortean algunos obstáculos, disuelven orros o se filtraii a través de ellos, empapátidolos-. Emergen incóluiiies de sus eiicuentror con los sólidos, en raiiro quc esros úlrimos -si es quc si- guen siendo sólidos tras el encuecitru- sufren un cambia: se humedecen o empapan. La entraordiiiaiia movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de "levedad". Hay liquidos que en pulgadas cúbicas son más pesados que muchos sólidos, pero de todos modos rendernos a visualizar- los comci más livianos, menor "priador" que cualquier sólido. Asociamor "levedad" o "liviandad" con movilidad e inconstaiicia: la prácrica nos de- muestra que cuento menos cargados nos desplacemos, canto más rápido ssrá nuestro avance.

Esias razones iustif~can quc consideremos que la "fluidez" o la "Iiquik dez" son metáforas adeciladar para aprehender la naturaleza de la fase actual *n muchos sentidos nueva- de la hisroria de la modernidad.

Acepio que esta proposición pueda hacer vacilar a cualquiera que esté f. 4miliarizado - . con el "discurro de la modernidad' y con el vocabulario riiipleado habitualmente para narrar la historia moderna. ¿Acaso la mo- dernidad no fue desde el principio un "proceso de licuefacción"? ¿Acaso "derretir los sólidosn no fue siempre su principal pasatiempo y su iiiayor

logro? En orras palabrar, jacaso la modernidad iio ha sido "fluida" derdc el principio?

h a s y orrai objeciones ron justificadas, y parecerán más justificadas aun cuando recordemos que la famosa expresión "derretir los ri>lidos", acunada hace ijn ~ i g l u y medio por los autores del Man$ierro coiiiuniii~, se refería al craramtenro con que el confiado y exuberanre espiritu iuo- dcrrio aludia a una sociedad que encontraba demasiado estancada para su gusro y deriiasiad<i resisrenre a los cambios ambicionados, ya que to- das sus pauras estaban congeladas. Si el "espíritu" era "iiioderno", lo era en ranro esraba decidido a que la realidad se emancipara dc la "mano rniierra" de su propia hisroria ... y eso sólo podía lograrre derritiendo los sólidos les decir, según la definición, dirolvieiido todo aquello que p e r ~ sirte eii el tiempo y que es indiferenre a su paso c inmune a su fluir). Esa inrenci61i requería, a ru vez, la "profanación de lo sagrado": la dcsauto- rización y la ncgaci(in del pasado, y primordialmente de la "riadi- ción" s r decir, el sedimento y CI rcsidu<i del p s a d o eii el present t . Por lo tanto, asimismo la derrrilcción dc la armadura protectora loriada por las coiivicciones y lealtades que permitía a los sólidos iesis- rirse a la "licucfaccióli".

Recordemos, sin embargo, quc todo esto no debía llevarre a cabo para v a b a r con los sólidos definirivamenre ni para librrar al nuevo iiiuiido de ellos pnra sieinpre, sino para hacer espacio a nucv<ii y rnwiiris sálidor; I [para rccmplaiar el coiijuiito heredado de sólidos defecri~oros y dehciintcs por otro, mejor o incluso F r f ~ c t o , y por eso misiiio inalterable. Al leer el 1 Aircren Régime [El Anirguo R&imex y la Revaluiiónl de De 'LOcqueville, lpodríaiuor pregurirurnos además harta qiié punto csos "sólidos" no er- tahan de antcmaiio reseiitidos, condenados y destinados a la licucfac-

l ción, ya qiie se habían oxidado y eiimoliecido, rornándose frágiles y poco ci>nfiables. Los tiempos modernos encontraron a los sóllidor premodernos cir uii esrado bastante avanzado de desintegración; y uno dc Ir>s morivos ~ i i i s poderoi<is que ehtimulaba su disolución era el deseo de descubrir o iiiventar sólidos cuya solidez fiicra -por uiia vez- duradera, una solidez en la que se pudiera confiar y de la que se pudiera dcpeiider, volviendo al iiiundo predccihle y coiirrolable.

Los primeros sólidos que dehian disolverse y las primeras pautas iagia- das oue debian profanarse eran las lealtades tradicionales, los dereclior y obligaciones acostuinbrados que araban de ~ i e s y manos, obstaculizaban Iris iiiovimientos v constreiiian la iniciativa. L'ara encarar seriamente la t n r m de construir rin nuevo orden [iverdaderamenre sólido!), era nece- . . . . . . . . ~;irii> deshacerse del lnrrre que el viejo orden imponía a los constructores.

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10 MODERNIDAD LIQUII>A

"Derretir los sólidos" significaba, primordialmenre, desprenderse de las obligaciones "irrelevantes" que se interponían en el camino de un cálcu- lo racional de los eiecroí; tal como lo expresara Man Weber, liberar la iniciativa corneiciril de los grillrtes de las obligacioner domésticas y de la densa trama de los deberes éticos; o, según Thomas Carlyle, de todos los vínculos que condicionan la reciprocidad humana y la mutua responsa- bilidad, conservar tan sólo cl "nexo del dinero". A la vez, esa clase de "disolución de los sólidos" derrrababa toda la compleja rramñ de las re- laciones sociales, dejándola desnuda, desproregida, desarmada y enpurs- ra, incapaz de resistirse a las reglas del iuego y a los crirerios de racionalidad inspirados y moldeados por el comercio, y menor c a w r i i m Ir .i,n.pct.r .< i . I I J. ~c i i ~ i i c i i r!c;tiia

1 l I r . . ii JLI . ;i::.r< lilirc .. 1 1 in~a..'ri L .I.iiii,:i

. l . . ,:.i< Jiio \\.c>cr l., r i . i i i i . i J i j iii3!riiriir.il. , ; t i i . ~ r ~ ~ ; a l , . . Marx! del rol deterniinanre de la ecoiiomía: lar "bares" de la vida social infiindieion a todos los otros ámbiros de la vida el rrarw de "rupeics- tructura" -cs decir, un artefacto de esas "bases" cuya única furicifin era coiitritiuir a su funcioiiamienro aceirado y consraiire-. La disi>liición de los sólidas condujo a tina progresiva emancipación de la cconomía de sus rridicianaler ataduras políticas. fticas y culturales. Sedimentó un nucvo ordeii, dcfinido piimariamentc en términos ecunfimicor. Ese nuevo orden debia ser más "sólido" que los órdenes quc reemplazaba, porque -a dife- rencia de ellos-era inmune a los embates de cualquier acción que no fue^ ri econóiiiica. Casi todos los poderes políticos morales cvpaccs de trastocar o reformar ese iiueuo orden habíati sido destruidos o incapacita- dos, por debilidad, para esa carea. Y no porque el orden ecunómico, una vez establecido, hubiera colonizado, reeducado y coiivcrtido a su gusro el rerro de la vida social, sino porque ese orden llegó a dominar la totalidad de la vida humana, volvirndo irrelevante e inefecrivo todo aspecto de la vida que no contribuyera a su incesante y continua reproducción.

Esa etapa de la carrera de la modernidad ha sido bien desciipta por Claus Offe (en "The utopia of the rero option", publicado por primera vez en 1987 en Praxis International): las sociedades complejas "se han vuelto taii rígidas que el mero intenro de renovar o pensar normativa- mente su 'orden' i s decir, la naturaleza de la coordinación de los pro- cesos que se producen en e l l a s está virtualmente obturado en función de su futilidad práctica y, por lo tanro, de su inutilidad esencial". Por li- bres y volátiles que sean, individual o grupalmenre, los "subsistemas" de ese orden se cncuenrran interrelacionadas de manera "rígida, fatal y sin ~iiiiguna posibilidad de libre elección". El orden general de loa cosas no

admite opcioncr; ni siquiera está claro cuáles podrían ser esas opciones, y aun menos claro cómo hacerse real alguna opcióii viable, en el improbable caso de que la vida social fuera capaz de concebirla y ges- rarla. Entre el orden dominanre y cada una de las agencias, vehiculos y estratagemas de cualquier acción efectiva se abre una brecha -un abisrno rada vez más infranqueable, y sin ningún puente a la vista-.

A diferencia de la mayoria de los casos distópicor, este efecto no ha sido consecuencia de un gobierno dictatorial, de la subordinación, la opresión o la esclavitud; tampoco ha sido consecuencia de la "coloniza- ción" de la esfera privada parte del "sisieiua". Más bien todo lo con- trario: la situación actual emergió de la disoluciÓn radical de aquellas amarras acusadas -justa o injurramente- de limitar la liberrad individual de elegir y de actuar Ln del orden es ei artefacto y el sedimento de in i~bertnd de ior agenres humanos. &a rigidez es el pruduciv gciicral de ''perder los frenos": de la desregulación, la liberalización, la "flcxibiliza- cifin", la crecieiire fluidez, la liberación de los mercados financiero, labo- ral e inmobiliario, la disminución de las cargas iiiiporitivas, etc. (como sefialara Offe en "Binding, shackles, brakcs", publicado por primera vez en 1987); o (citando a R i ~ h a r d Sennetr en Flesh and Srone [Caine y pie- dra]), dc lar ticnicas de "velocidad, huida, pasividad" +n otras pala- bras, técnicas que permiten que el siirema y los agentes libres no se comprometan enrre si, que se eludan en ve,. de icunirsc-. Si ha pasado la época de las revoluciones sssrémicas, es porque no erinren edificii~s pa- r, al<ijar lar ~ f i n ~ ~ s del ~ i ~ t e m a , qurpodrían ser invadidas y capturadas p<>r los revolucionarios; y tamhién porque rcsulra entraordiiiariamenre difícil, e incluso imposible, ~rnaginar qiié podrían hacer los vencedores, una vez dentro de esos edificios (si es que primero los hubieran encon: trado), para revertir la situación y poner fin al rnalesrar que los impulsa a rebelarse. Resulta evidenre la escasez de esos pcitcnciales revolucioiia- rios. de gente capaz de articular el deseo de cambiar sii sirilación indivi- dual como parte dcl proyccro de cambiar el orden de la sociedad.

, , La tarea de construir un nuevo orden mejor para reemplazar al viejo

y defectuoso no foriiia parte de ninguna agenda acrual -al menos no de 13 agenda donde supuestamente se sitúa la acción política-. La "disolu- ción de los sólidos", el rasgo permanente de la modernidad, ha adquirido por lo ranto un nuevo rignificado, y sobre todo ha sido redirigida hacia i ~ n nuevo blanco: uno de los efectos más importantes de ese cambio de dirección ha sido la disolución de las fuerzas que podrían mantener el rema del orden y del sistema dentro de la agenda polirica. Los sólidos ~ C I C Ihan sido soiuetidor a la disoliición, y que re están derritiendo en este

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niomento, el rnomeiito de la modernidad fluida, soii los vinculos enrre las elecciones individuales y los proyectos y las accioties colecrivoí -las esrructuias de comunicación y coordinación enrre las políticas de vida individuales y las accioncs politicas colecrivas-.

En una entievisra concedida a Jonathan Rutheiford el 3 de febreio de 1999, Ulrich Beck (quien hace pocos años acuñó el término "segunda mo- dernidad" para coniiorar la fase en que la modernidad "volvió sobre sí misma", la época de la rai-dirant "inodernización de la modernidad") ha- bla de "categorías zombis" y de "insririiciones zoinbis", qiie están '"mucr- ras y todavía vivas". Nombra 13 familia, la clase y el vecindario como cjcmplos ilustivtivus dc esre nuevo feiiómeno. La familia, por cjcrnplo:

iQui es tina fainilir ca Ir actiialidrd? *Que ~ignifics? Poi supuesto, hay niños, mis niños, nucrrrur iiiños. Pcro hrsra la progcnitun, el núcleo de la vida familiar, ha enipcradu a dcsinngrarie coi, el diG vorciu l...] Ahinelir y aburlos son inclilidas y excluidos sin reciir~ ros para ~parricipar en lar druiioiiis dc rus hijos e hijas. Dcadc cl punto de vista de los nietos, el significado de los abuelo. debe dc- terminarse por medio de decirionrr y cicccionei iiidiuidualca.

l o que re está produciendo hoy es, por así decirlo, una redistribución y ' una reasigiiacibn de los "poderes dc disoliición" de la modernidad. Al principio. esr>s poderes afectaban las inrtituciones existenres, los marcos que circunscrihían los campcir de accioiies g clccciones po:;ibles, como los parrimonior heredados, con su as:giiacii>n obligaroria, iio por gusto. Lar configuraciones, las conrrelacioiics, las estructuras de dependencia e inteiacción fucrnn srroiadaa eii el interior del crisol, para ser fundidas y desputs remodeladas: ésa fuc la fase de ''roiiipcr el molde" en In histo- ria de la rranrgresora, ilimiiada, erorivr modernidad. No obstante, los individuos podían ser excurador por ni> haberlo advertido: tuvieron que erifreiitarsc a pautar y configuraciones que, aunque "iiuevar y mejores", seguían siendo tan rígidas c inflexibles coiiio antes.

Por cierto, todos los inoldes que se rompieron fueron rccinplazados por otros; la geiire fue liberada de sus viejas celdas $610 para ser censu- rada y reprendida si no lograba situarse -por medio de un esfuerzo de^ dicado, continuo y de por vida-en los nichos conieccionador por el nuevo orden: en las clases, los marcos que (tan iuflexiblemcnte como los ya di- sueltos estamentos) encuadraban la totalidad de las condiciones y perspec- tivas virales, y condicionaban el alcance de los proyectos y estrategias de vrda Los individuos debian dedicarse a la tarea de usar su nueva l iber~ tad para encontrar el iiicho apropiado y esrablecerse en él, siguieiidn

fielmente las reglas y modalidades de conducta correctas y adecuadas a esa ubicación.

Sin embargo, esos códigos y conductas que uno podia elegir como p u n tos de orientación y por los cuales era posible guiarse, escasean cada ver mis en la acruaiidad. Eso no implica que nileirros contemporá- neos sólo ertCn guiados por su propia iiiiaginación, ni que puedan decidir a voluntad cómo construir un modelo dc vida, ni quc ya no dependan de la sociedad para conseguir los mareriales de construcción o planos autori- zados. Pero si implica que, en esre momento, salirnos de la época de los "grupos de referencia" preasignados para desplazarnos hacia una era de "comparación uiiiverral" en la que el destino de la labor de construcción individual está cndémica e irremediablerneiire iiidefinido, no dado de an- temano, y tiendes pasar por niimerosos y profundos camhios aritcs de al- canzar su único final verdadero: el final de Is vida del individuo.

Eri la actualidad, las pautas y configuraciones ya no están "derermi~ nadas", y no resulran "auroevidcnrcs" d< ningún modo; hay demasia~ das, chocan entre si y SLIP mandaros se conrradicen, de manera quc cada uiia de esas pauras y configuraciones ha sido despojada de su poder coercitivo o cstirnulante. Y, adeiiiás, su naturaleza ha cambiado, por lo cual han sido reclssificsdas en consecuencia: cr>m<i ítcm del invcntarici de careas En vez de preceder a la polirica de vida y de en- cuadrar su curso futuro, debeii seguirla (derivar de ella), y reformarse y remoldearse según los cambios y giros que esa política de vida experi- , inenre. El poder de licuefacción se ha desplazado del "sistema" a la "s<i-

<¡edad", de la "política" a las "políticas de vida" ... o hs descendido del "rnacronivcl" al "microiiivel» de la cohabitación social.

Como resultado, la niiesrra es tina vcrrión privatizada de la moder~ iiidad, eii la que el peso de la construcción de pautas y la responsabili- dnd dcl fracaso caen priinordialrnenre sobre los hombios del individuo. 1.3 licuefacción debe aplic;irse ahora a las pautas de dependencia e i n t e ~ i.icción, porque les ha rocado el turno. Esas pauras son maienbles hnsri iin punto jamás experimentado ni imaginado por las generaciones ante- riores, ya que, o m o rodos los fluidos, no conservan mucho tiempo su fornia. Darles forma es más fácil que mantenerlas en forma. Los sólidos son moldeados una sola vez. Manrener la forma de los fluidos requiere ~iiilchisima atención, vigilancia constanre y un esfuerzo perpctuo ... e in- cluso en ese caso el éxito no es, ni mucho menos, previiible.

Sería imprudenre negar o rnenusprcciar el piofutido cambio que el ndvenimiento de la "modernidad fluida" Iia impuesto a la condicibn hu- iiiaiia. El hecho de que la esrrucrura sistémica se haya vuelto remota e

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inalcanzable, combinado con el estado fluido y desestructurado del en- cuadre de la política de vida, ha cambiado la condición humana de mo- do radical y exige repensar los viejos conceptos que solian enmarcar su discurso narrativo. Como zombis, esos conceptos están hoy vivos y rnuertos al misma riempo. La pregunta es si su resurrección -aun en una nueva forma o encarnación-es factible; o, si no lo es, cómo disponer para ellos un iuneral y iins sepultura decentes.

Este libro está dedicado a esa pregunta. Ilemos elcgidu ~ r a m i n a r cinco conceptos básicos en romo de los cuales ha girado la narrariva ortodoxa de la condicibn humana: emancipación, individualidad, tiempr>/espscio, trabajo y comunidad. Se han explorado [aunque de manera muy frag- mentaria y preliiiiiiiar) sucesivos avarares de sus significados y aplicacio- nes prácticas, con la esperanza de salvar a los niños del diluvio de aguas contaminadas.

1.a modernidad significa muchas cosas, y su advenimiento y su avance pueden evaluarse empleando diferrntcs parámerros. Sin embargo, un rasgo de la vida moderna y de sus puestas en escena sobresale particu- larmcnre, como "difereiicia que hace toda la diferencia", como atributo crucial del que derivan todas las demás caracterisricar. Ere atributo ca el cambio eii la rclación enrre espacio y tiempo.

La inodcrnidsd empieza cuando el erpacio y el tiempo se separan de la práctica vital y entre si, y pueden ser teorizados como categorías de e a ~ tracegia y acción inutuamerite independientcs, cuando dejan de ser -r>mo solían serlo en 10s siglos premodernos- aspectos enrrelazad<ia y apenar dirceriiiblcs de la experiencia viva, i~nidor por una relación de corres- pondencia estable y aparentemente invulnerable. En la modernidad, cl rlempo r ime biszorra, gracias a su "capacidad de contención" que se am- plia permanentcmenre: la prolongación de loa tramos de espacio que las unidadcs de tiempo permiten "pasar", "cruzar", "cubrir" ... o conquis- tar. El tiempo adquiere historia cuando la velocidad de movimienro a través del espacio (a diferencia del espacio eminenrernente inflexible, que no puede ser ampliado ni reducido! se convierte cn una cuestión de in- genio, imaginación y recursos humanos.

La idea rnisma de velocidad (y aun más conspicuamente, de acelera- ción], referida a la relación entre tiempo y espacio, supone su variabili- dad, y seria dificil que tuviera algún sentido si esa relación no fueia cambiante, si iuera un atributo de la realidad inhumana y prehumana en vez de estar condicionada a la inventiva y la determinación humanas, y si no hubiera trascendido el estrecho espectro de variaciones a lar que

los instrurnenros naruraler de movilidad -los miembros inferiores, h u ~ manos o rq~ inos - solian ieducir Ion movimiemos de los cuerpos p r e m o ~ dernos. Cuando la distancia recorrida en una unidad de ticmpo pasó a depender de la tecnología, de los medios de rransporre artificiales exis- rences, iur límites heredados de la velocidad de movimiento pudieron transgredirse. Sólo el cielo (o, coino se reveló más carde, la velocidad de la luz] empezó a ser el límite, y la modernidad fue un esfuerzo coiirtanre, imparablc y acelerado por alcanzarlo.

Gracias a sus recientemente adquiridas flexibilidad y capacidad de e x paiirión, el tiempo moderno se ha convertido, primordialmente, en el arma para la conquista del espacio. En la lucha modcnia entre espacio y riempo, el espacio era el aspecro sólido y estólido, pesado e inerte, capaz de enta- hlar solamente una guerra dcfensiv~, de rrincheias ... y ser i ~ n obstáculo para lar flexibles embestidas del tiempo. El tiempo era el bando activo y dinámico del coiiibace, el bando siempre a la ofriisiva: la fuerza invaso- ra, conqitistadora y colonizadora. Durante 1.1 modernidad, la velocidad de movimiento y el acceso a medios de movilidad más rápidos ascendie- ron Iiasra llegar a ser el principal instruiiieiito de poder y domiiiación.

Michel F ~ u c a u l t iid el diseño del panóptico dc Jereiiiy Bentham iiio archimetáfr>ra del poder moderno. En el panóptico, los inreinor es- taban inmovilizsdor e impcdidos de cualquier movimiento, confinados dentro de gruesos muros y murallas cusrodiados, y arados a sus caiuas, celdas r' bancos de trabajo. No podían movcrsc porque estaban vigila- dos; debían pcrnianecei eii todo momento en siis sitios asignados por- q i ~ e no sabían, ni tcníari manera de saber, dónde se encontraban sus \,igilontes, q u ~ rentan libertad dc moi,iinieiito. La facilidad y la disponiL I>ilidad de iiioviiiiiento de los guardias eran garantía de doiuioación; la "nimovilidad" dc los internos era muy segura, la más dificil de romper ciirre todas las ataduras que condicionaban su subordinación. El dornik ti¡<> del tiempo era el secreto del poder dc los jefes ... y tamo la iiimi>uiliza~ ,,O,, dc sus subordiiiadoi en el espacio mediante la negaiibn del derecho ;i mr>uerse como la rurinización del ritmo temporal impuesro eran las principales estrategias del ejercicio del poder La pirámide de poder es- i;iha construida sobre la base de la velocidad, el acccso a los medios de ~raiirpmre y la subsiguiente libertad de movimientos.

El panó~rico era un modelo de confrontación entre los dos lados de la rclación de poder. Las estraregiar de los jefes -salvaguaidar la propia vo- 1;ttilidad y rurinizar el flujo de tiempo de sur subordinados- se fusionaron. I'rro existía cierta tensión enrre smbar tareas. La segunda tarea ponía liiiitles a la primera: ataba a los "rurinizadores" al lugar en el cual habían

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16 MODERNIDAD LfQUlDA

sido confinados los objeros de esa rutinización temporal. Los "ruriniza~ dores" no reníaii una verdadera y plena libertad de movimientos: era im- posible considerar la opción de que pudiera haber "amos ausenrer".

El panóptico tiene además otras desventajas. Es una estrategia costosa: conquistar el espacio y dominarlo, asi como mantener a los residentes en el lugar vigilado, implica una granvariedad de tareasadministrativasen- goirosas y caras. Hay que construir y mantener cdiiicios, contratar y pa- gar a vigilantes profesionales, atender y abasrecer la supervivencia y la capacidad laboral de los internos. Finalmente, adininistrar significa, de una u otra manera, rrsponsabilizarse del bienestar general del lugar, aunque sólo sea en nombre del propio interés ... y la rerpoiisabilidad sig- nifica eirar arado al lugar Requicre presencia y conirontación, al menor bajo la forma de piesioncs y roces constantes.

Lo que iiiduce a cantor teóricos a hablar del "fin de la !historia", de pormodernidad, de "segunda modernidad" y "sobremodernidad", o n r ~ ricular la inruicióir de uii cambio radical eii la cohabitación humana y en las condicioiies sociales que restringeii acrualmenre a las politicas de vi- da, es el hecho dc que el largo esfuerzo por acelerar la velocidad del mo- viinienic ha llegado ya a su "limitc natural". El poder puede moverse con la velocidad de la señal electrónica; así, el tiempo reqilerido para el i n o ~ vimienio de sus ingrcdienres esenciales sr ha rcdiicido a la insraiitaiicidad. En la práctica, cl p d e r se ha vuelto verdaderamenre extraterrirririal, y ya iio está atado, ni siquiera detenido, por la reiirteiicia dcl espacio (el ad- venimiento de los teléfonos celulares puede funcionar como el defiiiiiivu "golpe fatal" a la dependencia del espacio: ni siquiera es necesario acce- der a una boca relcfónica para poder dar una orden y coiitrolar sus c fec~ tus. Ya no importa dónde pueda estar el que eiiiire la orden -la distincióii enrre "cerca" y '"lcj<>s", o enrre lo civilizad<i y lo salvaje, ha sido pdcri- cameiite cancelada-1. Este hecho coniiere a los poseedores dc poder una opoitiinidsd sin pt'ecedeiires: la de prescindir de los aspecror más irriran~ ter de la técnica psni>ptica del poder La etapa acrual de la historia de la muderiiidad l e a lo que fuere por asadidura- es, sobre todo, Qorpanóp~ hcn. En el panóprico lo que importaba era que supuestamente las perro- nasa cargo estaban siempre ''aily, cerca, en la torre de control. En las relaciones de poder pospanópticai, lo que importa es que la genie que maneja el poder del que depende el destino de los socios menos volátiles de la relación puede ponerse en cualquier momento fuera de alcance ... y volverse absolutomente inaccesible.

El fin del panóprico augura el Jin de la ero del comprorniro muno: en- ' tre supervisores y supervisados, trabajo y capital, líderes y seguidoies, rjér-

ciros en guerra. La principal técnica de poder es ahora la huida, el escurri- miento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento teiritorial y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad por rus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos.

Esta nueva récnica de poder ha sido ilustrada uividaiiiente por las cs- rraregias empleadas durante la Guerra del Golfo y la dc Yugoslavia. En la conducción de la guerra, la rericencia a desplegar fuerzas terrestres fiie notable; a pesar de lo que dijeran las explicaciones oiicialer, esa rericcn- cia no era solamerice del publicitado síndrome dc "protección de los cuerpos". El combate direcro en el campo de batalla no fue evita- do merainenre por su posible efecto advcrso sobre la politica doméstica, sino también ( y tal vez priiicipalmente) porque era inútil por complcro e iiicliiro conrraproducenre para los propósicas de la guerra. Despulr de ro- , do, la coriquista del rerrirorir~, cori iodas sur consecuencias administra- iivai y gereiicialea, no sólo estaba ausente dc la lista de obietivos bélicos, <!no que era que debía evitarse por todos los rnedir~s y que era con- riderado con repugnancia como otra clase de 'daño colareral" que, en erra aporrunidad, agredía a la fucna de araque.

Los h<iiiibardeor realizador por medio dc casi iririsibles aviones dc ~i imbate y mirilcs "iiireligeiitei" l anzados por sorpresa, salidva de la !nada y capaces de desapaicccr iiiiuedlaiamenrt reemplazaron lar inva- rji>iies territoriales de las rropas de infantería y el esfuerzo por despojar .iI eiicmigu de su terrirorio, apoderindose de la ticrra conrrolada y admi- ~iisriada por el advrrsario. Los aracanres ya no deseaban para nada ser .%>S últimos en el campo de hatalla" después de que el enemigo huyera o ~iicra exieriiiiiiado. La fuerza milirar y su estrategia bélica de "golpear y Ihi~tr'' prefiguraron, anuiiciaron y encarnaron aquellr, que realmente es- ~;il>n en juego en el nuevo tipo de guerra de la época de la modernidad li<lt~~da: ya iio la conquista de un niievo territorio, sino la demoliciiiii de I<i \ ~iiuror que impedían el flujo de los nuevos podcrcs globales fluid<is; ' rticnrle de la cabeza al enemigo rodo deseo de establecer sus propias re- ,:las para abrir de ese modo un espacio -hasta entonces amurallado e iii;iccesible-para la operación de otras armas (no militares) del poder Se ~p<>dria decir (parairaseando la iórmula clásica de Clausewitz) que la 1:iierra de hoy re parece cada vez más a "la promocióii del libre comercio iiiiiiidial por otros medios".

Ilcciencemenre, Jim MacLaughlin nos ha recordado (en Soiiology, 1199) tic cl advenimieiiro de la era moderna ~ i~n i f i có , entre otras cosas, el ataque <i>tisisteiite y ristemárico de los "establecidos", converridos al modo de

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18 MODERNIDAD LfQCIII>A

vida sedentario, contra los pueblos y los estilos de vida nómades, comple~ tamente adversos a lar preocupacioiies territoriales y frorirerizas del e m e r gente Estado modcrnu. En cl siglo XN, Ibn Khaldoun podía canrar siis alabanzas del nomadiimo, que hace que los pueblos "se acerquen más a la bondad que los sedentarios porque L. . . ] están más alejados de los ma- ir>s hábitos que han infccrado Ikir corazones sedentarios", pero la febril conrriucción de naciones y esrados-nación que re desencadenó poco t i em~ po después en toda Europa puso el "suelo" muy por encima de la "san- gre" al scnrar lar bases del nuevo r~rdcn legislado, que codificaba los derechos y deberes de los ciudadanos. Lor nómader, que menospreciaban las preocupaciones territoriales de los legiriadores y que igiiorabaii abso- lutamente sus fanáticos esiuerzos por establecer fronteras, iueroi picscn- rados como los peores villanos de la guerra sanca enrablada en nombre del progreso y de la civilización. Los modernos "cronopolíricor" no sólo los consideraron seres inieiiores y primirivor, "subdesariolludos" que iieceri- rabaii ser ieiorimdos e ilustrados, sino también ictiógadus quc sufrían "retraso cultural". que se cnconrraban en los peldafios mis bajos de la ei- cala evoluriva y que eran, por asadidura, iinpeidonablemente necios por su rericeiicia a seguir "el esquema universal de desarrollo".

Duraiire toda In erapa sólida de la era iiiodcriia, los hábit<is niimadca fucron mal considciados. La ciudadanía iba de la mano con el sedenrñ- rirrno. v la taita de iin "domicilio fiio" o la no oerrenencii a uii "Estado" , , ~ ~

implicaba la exclusión de la comunidad respetuosa de la ley y protegida por ella, y con frecueiicia coiideiinba n los iiilracrores a la discrirninaciiin lcgal, cuando no al cnjuiciamicnro. Aunquc csc trato todavía se aplica a la "siibclase" de los sin (echo, que son sometidos a lar viejas técnicas de . i i i r . . . piii ip .., rr.n .i. .,SI. s.1 n. w ~ r n ; > l c ~ ~ 1)1.,1 I ~ I c , : ~ II L I I . . I ~ ~ . i i l i A 1, i i 1 i i:i l. li 1'. .'.l..'li. , 12 L.>< .; .Ir 12 .:i,irii iL1.I i i.Ii.i.8

i < I .l. \, :<iii.i-s.,., \ L I i. > r i i ~ . l .iii > \ J , I J.,ii.ic 1.1 .IL ,<.l cnr:r~ sobre lo nómade tiende a finalizar Erramos asistiendo a la venganza del

$iiomadisiiio contra el principio de la territorialidad y el sedeiirarisnio. En la etapa fluida dc la mcidcrnidad, la mayoría sedentaria es gobernada por una elite nómade y extraterritorial. Mantener los caminos libres para el tráfico nómade y eliminar los pocos puntos de coiirrol ironreriw que quedan se ha convertido en el metaobjetivo de la política, y también de lar guerras que, tal como lo expresara Clausewitr, son solamente "la ex- pansión de la polírica por otros medios".

La elite global contemporánea sigue ei esquema de los anriguos "amos aurenrea". Puede gobernar sin cargarse con lar tareas administra- tivas, gerenciales o bélicas y, por añadidura, también puede evirar la mi-

sión de "esclarecer", "reformar las costumbres", "levantar la moral", "civilizar" y cualquier cruzada cultural. El compromiso activo con la vi- da de las poblaciones subordinadas ha dejado de ser necesario (por el contrario, se lo evita por ser costoso sin razón alguna y poco efectivo), y por lo tanto lo "grande" no sólo ha dejado de ser "mcjor", sino que ha perdido cualquier sentido racional. Lo pequeño, lo liviano, lo iuár porcable significa ahora m ~ j o r a y "progreso". Viajar liviano, en ve^. de aierrarse a cosas consideradas confiables y sólidas -por su gran peso, so- lides e inflexible capacidad de resistencia-, es ahora el mayor bien y sim- bolo de poder.

Aferrarse al suelo no es tan imporrante si ese silelo puede ser alcan- zado y abandonado a voluntad, en poco o en casi ningún tiempo. Por otro lado, aferrarse demasiado, cargáiidose de compromisor mutuamente in- qi~ehianrabler, puede reriilrar positivamente perjudicial, mientras las nuevas oportunidades aparecen en cualquier otra parre. Es comprensible que Kockefeller haya querido que sus fábricas, ferrocarriles y pozos pe- trolcros fueran y riibustor, para poseerlos durante mucho, mucho riempo (para toda la eternidad, si medimos el riempo según la duración de la vida humana o de la familia). Sin embargo, Bill Gatcs se separa sin pena de posesiones que ayer lo enorgullecían: hoy, lo que da ganaticiar es la desenfrenada velocidad de ~ i~cu lac ión , reciclado, envejecimientu, dcscarre y -no la durabilidad ni la dilriidcia confiabilidad del producto-. En una iiotable inversión de la tradición de más de un mile- iiio, los encumbradr)~ y poderosos de hoy son quienes rechazan y evitan I r i durable y celebran lo efímero, mientras los que ocupan el lugar más Ihajo <entra iodo lo erperabir luchan desesperadamente para lograr que sus frágiles, vulnerables y efímeras posesiones duren más y les rin- daii servicios duraderos. Los encumbrados y los iiienos favorecidos se ciiciientran hoy en lados opucstos de lar grandes liquidaciones y en las vctiras de autor usados

1.n desintegración de Is rrarna social y el desmoronamiento de las agen- cias de acción colectiva suelen señalarse coi, gran ansiedad y justificarse coiiio "efecio colareral" de la nucva levedad y fluidez de un poder cada vez más móvil, cambiante, evasivo y fugirivo. IPer6 la desintegración social ea tanto una afección como un ierulrado de la nueva técnica del poder, que emplea como principales instrumentos el descuiiiprotrii;~ y el arte de la huida. Para que el poder fluya, el mundo debe estar libre de trabas, barreras, fronteras fortificadas y coritroler. Ciialquier trama densa de nexos sociales, y particularmente una red es-

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trecha con base territorial, implica un obsráculo que debe ser eliminado. Los globalrr esrán abocados al desmantelamiento de esas redes, en nombre de tina mayor y constante fluidez, que es la fuenre principal de su fuerza y la garantía de su invencibilidsd. Y el derrumbe, la iragili- dad, la vuliierabilidad, la transiroriedad y la precariedad de los vínculor y redes humanos permiren que esos poderes puedan actuar

Si esras teiideiicias mezcladas se desarrollaran sin obstáculos, hom- bres y mujeres scrían remodelados siguiendo la estructura del niol clec- r rh ico , esa orgullosa inveiicióii de los primeros anos de la cibernética que fue aclamada como un presagio de los aiios futuros: un enchufe por- tátil, moviéiidose por rodaa parres, buscando desesperadamente tomaco- riienres donde conectarse. Pero en ia época que auguran los teléfonos ccliilaies, es probable que los enchuies sean declarados obroleros y de mal gusto, y que tengan cada vez menos calidad y poca oferta. Ya aho- ra, muchos abastecedores de energía electrics enumeran las ventajas de coiicctarse a rtis redes y rivalizan por el favor de los buscadores de en- chufes. Pero a largo plazo (sea ciml iuere el significado que "a largo pla- zo" pueda tener en la era de la insrauraneidad) lo más probable es que los enchufcs desaparezcan y seati recmplazador por baterías dcscarrables quc venderdri los I<iorcos de ti>dis los aeropuertos y todas las esraciones de servicio de autopistas y caminos rurales.

Parece uria diotopía hecha a la medida de la modernidad liquide ... adecuada para reemplazar los temores consignados en las pesadillas al cstilo Orweil y Fluxley.

Junio de 1999.

1. Emancipación

i i;icia iiiics de las "mes gloriosas décadas" que siguieron al final de la Srgtinds Guerra Mundial t r e s décadas dc crccimirriro siii precedentes y ilr ;iiianzamienro de la riqueza y de la seguridad económica del próspe- m i Occideiitt , Herbert Marcure protestaba:

E" iuanm prercntr y a nuestra propia situación, crea que nos cnfrenrrmor a un nuiv<i momcnrn de la historia, porquc hoy dc- bimos libcrarno, dc una rvciedad relariuainenrc fu>icioiial, rica y podcrora [ . I El problema al que nos cnireniamos cs la necesidad dc liberarnos de una socicdad quc aricndi cn gran mcdida a las dciiiaiidis iiirrcriilec e iiicluio ciilrriialer del hombre -una socii- dad que, por usar un eslogan, rcparrc sus mcrcancias a un amplio sector d e la poblaciÓii-. Y esto iiiiplin que nos enfrentamos a la llbcracion d i iinr socicdad en donde la Iiberacion no ricnc cl apa- rcntc auatcnrii de 1%' masa,.'

lbiti.,i Marsuse, que debomas y teirganioi que cmancipariios, "liberarnos ,Ir Iii sociedadm, no representaba un problema. Lo que si era u n prohle- iiiii I>robleiiia especíiico de una sociedad que ''reparie sur mercan- ,liir''- cs qui esa libcracii>n carecía de uii "sustento de lar rnaras". Para ilriirlo más sencillamenre: pocos individuos deseaban lihcrarsc, todavía iiirii<ii estaban dispuesros a actuar para lograrlo, y prácricamenre nadie iulri;i con certeza eii qué medida era "liberación de la sociedad" sería dik Iririiic de la sitiiacióii en la que ya se hallaban todos ellos.

"1,ilierarse" literalmente deshacerse de los araduras quc im- ~s f~ lc i i o constriiieii el niuvimiento, coirienzar a sentrrre libre de actuar y iiit,vcrse. "Sentirse libre" implica no encontrar estorbos, obstáculos, re^

ria~nicias de ningún tipl> que impidan los movimienros deseados o que ~ ! t l c d ~ ~ n llegar a desearse. Tal como lo observara Arrhur Scliopenhauer, Iii "realidad" es creada por el acto del deseo; la cmpecinada indiiereiicia

1 II.rbrrr Marcusc, "Liheia<ian fram rhc afflucnr raciery", en: Srcphen Erii nronner * I,,iii"lnr ,MliKny Kcllncl (i0mpr.1, cntiin1 Tiiaoiy ond soriary: a Raadl", Londrcr, IUiiii~lcclir. 1989, p. 227.

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22 MODERNIDAD LfQUiUA

del mundo a nucsrras pretensiones, esto es, la reticencia del mundo a i o ~ rnererre a nuestra voluiitad, nos devuelve la percepción del mundo "real": restrictivo, limitante y desobedienre. Sentirrr libre deresrricciones, libre de acruai según cl propio deseo, implica alcanzar un equilibrio enire los de- seos, la imaginación y la capacidad de actuar: nos seniirnos libres siempre y cuando nuestra iiuagiciación no cxccda nuestros verdaderos deseos y ni una ni los otros sobrepasen nuesrra capacidad de actuar Por lo ranro, el equilibrio puede alcanzarse y conservarse iiialterahle de dos maneras dife- rentes: agostando, recortando el dcico y10 la imaginación, o ampliando la capacidad dc acción. Una vez alcanzado el equilibrio, y en canto perma- nezca intacto, la "liberación" resulta uii eslogan vacio de sigiiificado y ca- rente de motivación.

Esto iios permitc difcrcnc>ar entre liberrad "siibleriva" y libertad "ob- jcriva" -as< como enrre 'necesidad de liberación" sublerira u objetiva-. Puede suceder que la volunrad de progreso se vea frustrada o dirccramcn- te no ernerja (por ejeinplo, y según lo cxplicaha Sigmund Freiid, por la preiii>ii cjcrcida por el "principxo df realidad" sobre el principio del pla- cer del ser humano1 ). que lar intenciones, ya sean reales o tan sólo i ina~ ginarial, sean recorradar para adecuarlas al ianiaiiii dc la capacidad de actuar, y, eii parriculaq dc actuar dc manera razonable -con alguna po- sibilidad dc ixito-. Por cl conirario, también puede suceder que a través de la manipulacióii directa de las intenciorics -una suerte de "Iavadc dc ce rebroBuno lamás llegue a poner a prueba sus capacidadci 'objeiivas" de actuar, y metios auri a averiguar c u i l e son, colocando el nivel de las aspiraciones por dcbilo del de 1s libertad "objetiva".

La distinción enire libertad "subletira" y 'objetiva" abrió una vcr- dadera caja de I'andora replcva de dcsconccrranres problemas del tipo 'feiióiueno vs. ~scncia", cuestiones de variada pero significativa relevan- cia filosófica y potencialmente enorme rrascendeiicia polirica. Una de esas cuestiones fue la posibilidad de que lo quc cxperirnenramoi como liberrad no lo sea cn absoluto; que las personas puedan estar sarisfeclias de lo que les roca aunque diste mucho de ser "oblerivaiiieiite" sarisfac- toiio; que, viviendo en la esclavitud, se sientan libres y por lo tanto no experiiiienren ninguna necesidad de liberarre, renunciando a toda pori- bilidad de acceder a una libertad genuina. El corolario de este razona- miento fue la suposición de que las personas puedan no ser jueces competentes de su propia situación, y deban ser forzadas o engatusadas, pero en cualquier caso conducidas a experirneiirar IJ necesidad de ser "objerivamenrr" libres y a juiirar el coraje y la determiriacióti ~icccrarior pdra luch3r por elli~. Uii picseiitiliiieiiti> mil in6s iiegrri i.nrc<iliiia rl mi-

i.i,<,~i dc los filósi>fos: que a las perroiias simplemente les disgiisraba la iiI<,.i tic scr Iibier y que, dados los sinsabores que el ejercicio de su l iber~ i . i < I ¡>odia implicar, rechazaban la perspectiva de su emancipación.

Las bendiciones a medias de la libertad

I ii i i i ia versión apócrifa del famoso episodio de la Odisea ("Odyaseus i i i i i l rlic Schwcinc: das Uribeliageii an der Kulrui"), Lion Feiichrwanger iii,:l<.ic que los marineros hechizados y iianiforiiiados en cerdos por C i r ~ i <, i.\t.il>ari cncanrados con su nueva condición y rcsisricron desesperada- itii,iitc los intcrilos de Odiseo por romper el hechizo y devolverles la 1iii1,i.i Ihumsna. Ciiando Odiaeii Icn dice que ha criconrrado unas hierbas i!i.il:ii:is capaces de deshacer el hcchizo y qur proiiro volverliii u ser l i u ~ ili.<ii,i~. 10s ~ ~ ~ a r i ~ ~ c r o r ~ d e ~ e n i d o ~ ~ ~ e ~ d o s corren a cscondcrsc a val veiociL i l . i i l iluc " U fcrvieiile salvador iio puede alcanzailor. Cuando Odiscr~ 1 i i l : i . i liiialmenre atrapar a uno dc los cerdos y frotarlo con la hlerba ,ni- l .~i:~~>\: i , de esa pelambre surge Elpcnor, un niariiiero coiuo cualquiera, iii,,i,.~i. Veuchrwuiiger, común y corriente desdc todo pun t i~ dc vista, " i~! i t . i l :i rodiis los dernás, iii esyecialinenre dotado para 1s lucha ni no- i , i i l l i . S U ingenio". El "libcradu" Elpe~ior, eii abroluro agradecido por iii Iilii.iación, atacó furiorsmenre a cii "lihcrador":

<Así quc lia, V U C I ~ ~ , waiiuja ciirroiiierido? :Otra ver r fartidiar- "OS y a iiiolesrirnns? ¿ o t r a vcz a cxpuncr "ucrtrul cuerpos '11 ,>C~

ligro y a obligar a nucsrro, curaloiicr r roiiirr riiiei,rs drci~iones? Yo rhtabr raii coiirenra, podía rcvr>lcaiinr en cl fango y rctuzrr al sol, ~ ~ ~ ~ l ! ~ r y arracariiic, gruñir y ioiicrr, libre dc dildai y razonamicnror: ' :qué debo hacer, erro oaqurllr>?". !;A que uinir~ re?! < A arro]lrme dc nuevo a mi odiosa vida rntrrior?

1 ,i Iilwi.ici¿m, j es una bendición a una maldici¿>n? jllna rnaldicióii dir- !i,i,.iil.i ilc bcndicióii o una bendición temida como iiiia maldición? 1 i i , i i ~ i l i , resultó evidente e inroslayablc que la libertad se hacia esperar y 1 1 4 t i . .iiliirllos a quienes esraba dertinsds no le picparal~aii una bien ve ni^ i1.i i.ziiii*i.irta, caos interroganres torruraroii a los pensadores durante la i~i . i s i i t I>,irre de la edad moderna, que puso la 'liberación" a la cabeza i I t . rii ~nt<ii.rniiin de reforma oolitica v Is "libertad" a la cabeza de su sis- , ,. iiiii.i <Ir. v;ilorer. Siirgieroii dos clases de respuestas. La primera dudaba ili. qtii. 1.8 "gciitc c<imún" estuviera preparada para la libertad. Como lo i rlmii., , .ii ,i i.1 r\criror rrrndi,i~riideiise Merberr Seliastiaii Agnr (eii A intefor

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Grentiieir, 1942). "la verdad que hace lihrcs a los hombres es e n gran parle la verdad que los hombres prefieren no escuchar". La segunda cla- se de respuesras re inclinaba por aceptar que los homhrcs dudaban de los beneficios que las liberrades dispoiiibles podían rediriiarles.

Las rcspiiesrai del primer tipo movían intermltenteiuente a la cornpa~ siúii por la "griite" engaiiada, embsocada y obligada a abandonar toda oportunidad dc iibcirod, o al dcrprecio y la c0lera conrra las 'iiiasan" reacias a asumir los riesgos y las respi>nsabilidades que roii parte de una aiironomia y una aurodcrcrrniriación geiiuiiiar. La qucja dc Maicuse es una cornbiiiaciiin de ambos seiirimieiitos, así como i ~ n inrenro de iriiioii- sabilizar a esa nueva prosperidad pilr la evidente reconciliacióii de los caurivor con su falta de iil>citad. Otros intentos de areiider a esa qiieja mencionaban el "ahurgiiesñmiento" de los desvalidr~s (la surrirucióii de "tener" por "sci". y de "ser" por "actuar", coino v.llores supremos) y la "cultura de masas" (un daiio cerrliral colectivo causado por la "indiir~ iria de la culturu" que iristalaha tina red insaciable dc criticrcnirnieiiro y dii,ersióii aili doiidc deberían estar i o r n o diria Marrhpw A r n o l d "la pasióii par la diilziira y la luz, y la pasión pi ir hacerlas prevalecer").

L.ac respiierras del seguiido tipo siigerian que la clase de libertad c i i s a l ~ zsda por los libertarios cntuiiacras no es, coiiriariaiiiciitc a riie afirinacio~ "es, ~ a r s i i ~ i a dlguiia de felicidad, sino que es rnás proclive a acarrear desdiclia. Dc sciierdo con esre pmito dc visra, Ion Iiberririor se equivocari al afirmar, como por eleiiiplo David Conway' cuando refariiiula cl prln- cipio de Ileniy Sidgwick, quc i i felicidad general se prornucuc df manera efecrira ii>atireiiiciido eii los sdiilros "la esperanza dc que cada uno depeii- deri de sus propios rccursos para saii,iaccr siis propios deseos", o Chur- les .Morray,' que se deshace rii clogios sl describir la felicidad iiilierenri a las búsquedas iiidividualcs: "aqi~ello que hace satisfactorio u n scnnreci~ miento es quc cs ioro quien lo Iia realizado 1 . 1 con parte susrancia! del pcsri de la rerpoiirabilidad sobre los Ihotiibi.or de i<lio, y Iiabieiido coiirri- biiido urio eii gran iiirdida a s u ériro". '.ll>epeiiderl d i Ilosl nrorrius re- . . . ~. . cursos para aaiirfaccr jioi] propios deseos" iioi augura el tornienro iiieiiral y la agoiiia de 13 indecisión, niieiitras qi ie "[el] peso de la responsabilidad

David Conuay, Ciniiicul 1,ibrralir~is: f i e Unvriiquirhrd !denl. Niicua Yurk, Sr. Mnrrin's Prcri, 1955, y 48.

' Charlcr Muiriu, Wliot ir Meniir m úc n Librrtunrri: a Pcrioi~ai!iii~iiireforiiii, ZLIT,,~ ~ o r i , B ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ Y nooks, I Y ~ , p. 31. veriire rim~,i:ii los ntinldoi comcnririos de jcifrrY I:i>ccimnii cn "Wlisr ir iuninp br i rh Iihc~ariiiiis~n". en: Cr;t,inl R < Z ~ J C W , vcnn<, dc 1997, pp. 4117.467.

\,,iire [los] propios hoiubror" provoca iiii iniedc paralizante al riesgo y al ~r.icaro, y no da derech<i s apclacióii ni resarcirniento. erre no puede ser 1.1 verdadero significado de la "liberrad", y si la iihcrtad que "en realidad vxiqre", la libertad diipoiiible, significa todo eso, entonces no piiede ser l:.irmria de felicidad iii uria mera por la que valga la pena luchai

Las respuestas del segundo cipo se derivan cn definitiva del horror viiceral hobbesiaiio por e l ..hoiiihre sin freno". Ganan su credibilidad llii.wppO"iendr> quc un scr Iiumario liberado de lar restriccioiiei coerriri- v.ir de la sociedad (o que nunca estuvo sulcto a ellas) c i niás una I>esria ,iiic uti iiidividuo libre, y el horror que generan se deriva de orro presu~ I I W L . ~ ~ ' O , a sahcr, quc la ausencia de restricciones efectivas haria de la vi- ( 1 . ) algo "feo, brutal y breve>' y , por lo tarit<i,,en absoluro feliz-. ES, iiii\iiii> principio hobbeiiano fue elaborado por Frnile Durkheim haju la ~ , > ~ i i i a dc uria Iilocofia social abarcadora, según la cual la "norma" me^

,liil.i mhic la hasc dcl proinrdio, o lo iiiir comúii, y sostenida sobre 1, Ii.irr de severas sanciones piinirivas- lihcra vcrdaderaincnte a los potcn. , i.ili.~ seres humanos de la mis horrenda y arerradora esclaviriid; cl t ipo ,Iv r\clavirud que iio reside en ninguna presión externa sino que acecha ,Iviilc adciirio, cn la naturaleza presocial o asocia1 del liombre. Según,,~ 1.1 Iil<,sofi?, la coerción social es tina fucrza cniaiicipadora y la única I , ~ I , U I Z Z razonable de libertad a la qiie los hiimnnos piiedcii aspirar

El indiridiio sc romcrc a Ir ao~icdrd y is la iui i i isióii cr la con di^ ci6n de su libcrrcióii. Para el hombrr, la Iihcrsci6n coiiiirrc en 1,. hrarrr de lar fi~crzir físicas ciega, c irrniioiialei; lo coiiiiguc .puni(.nduler l a ciiariiie e inteligente fiirrrr dr ia mcirdad, bajo ,,,ya protección qc ampara. Pon>Cndosc bajo cl ala dc la rocadad

vuclvc, Llrrtl medida, depcndieiite de ella. I'ero se trata dc una dependencia Iibcradnra, nri hay contiadiccióii cn cllu.'

Ni, si.>lo iio hay contradicción eiitre dependencia y liberaciÍ>n sino queno i.ri..ii. i r r i a manera de aicatizar la liberación más que "[iurnerersrl a laro- , ~i.il . ,cl" y seguir SUS nr>riuias. La Iilirrtad 1x0 puede obtenerse en contra de I, , .,oi ic<l;id. El resuliado de la conrra lar normas, auii si los rebel. ,Ir\ i i c i re Ihan transfornlado directarnenfe en bestias y perdido 13 capa,¡- ,l,t,l iIi. iiijgar su propia condici¿>n, es la agonía perpetua de la indeciiió,, i i i i i i1 . i ;i 1.1 incerridurnbre acerca de lsi iiirencioiien y lar acciones delos

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que nos rodean -algo capaz de coiivel-rir la vida eii un iiifierno-. La rilri& na y las pautas de crimporrsmiento iiiipuesras por la coiideiisaci6ii de las presiones ~ocialer le ahorran al ser liumatio csa agonía: gracias a la mo- notonía y a la regularid~d de patrones de condilcra recomendados, incul~ cados y ~oinpulsivos, los humanos saben cómo actuar eii la iuayoría dc los casos y rara ver enfrentan una situacióii que iio csré señalizada, en la que deban tomar decisiotiea halo la propia responsabilidad sin el rranqui~ lizador coiiociniierito previo de riis consecuencias, traiisfomiando cada movimienro cn ima euciucilada preiiada de riesgos <lifícilcr de calcular. - La ausencia de noiiuar o su niera <isciiridad anomia- es lo peor que le puede ocurrir a la gcriic cn su Iiicha por llevar adelante sus vidas. Las n o r ~ iiias pc>sihiiitnii al imposibilitar; la aiiornia augura una iinpcisihilidad lisa y llana. Si lar rropas de la regulacióii iiurmariva abandonan el campo de batalla de 1s vida, sólo quedan la duda y el miedo. Como dijera memo- rablemeiite Ericli Fiomni, cuando "cada individuo debe dar uii paso al

' freiiic y lirohar s i i riierre'' -cuando "debe iiadar o huiidiiic"-, cimienza "la hiisqiieda cornl>ulsiva de certeza", la deicrpcrada hiisyineda de "rolu- cioner" capaces de "eliiuiiiar la ci,nciencia dr la duda", y todo aquello que prometa "asuiiiir la icsponsabilidad de la 'certeza"' er bieziveiiido.i

"La rutina piiedr degradar, pero también puede proiegcr"; así In a i i r iiia Richaid Seniierr, para luego recordar a sus licrorcs la antigua conrro- verria entre Adam hmirli y Deiiis Didcror. Mleiirrss que Smirh prevenía a sus lectoies de los rfcctos dcgradanres y anquilosanrri dc la rutina dc trabajo, "Didci-ot nri consideraba que la rutina de trabajo iucra dcgra~ dnntc 1 . 1 FA iiiis imoortanre heredero iiioderiio dc Didcriit. el sociólaeo . . " Aiirhony Giddeiis, ha intentado iiiaiircncr viva era postura rebalando el valor fundiiueiiral que iicnc cl hábiro tsnro para las prácticas sociales co- iiio para e1 ~iutoc<inocimienro". La proposicióii dcl propiu Seiiiicrt cs sen- cilla: 'iiiiai:inar tina vida de impulsos iuoiiiciitáiicoi. dc acciones a corto plazo, carente de rutinas soiirnihlcs, tina vida riii !hábitos, es imaginar, ~ u l t a n ~ e n t e , una exisfcncia in~ensafa" .~

La vida no ha llcgsdo tr>dnría al exrreiuo de volvcrsc iiireiissra, pero ha sido bastante dafiada, y todas las futuras herramientas de certeza, iii- cluidar la^ iiueuas rutinas ihivenradsr (que difícilmente duren lo suiicicnte

Crich tromin, t r n r ii/Frcednin, Londrrr, Ilourlcdgc, 1960, pp. 51 y 67 l i nd~c1 i6 i i carrrllana E l ~isialo u Id Blhrtnd, Br r ic lon i . Pa idb , 39981.

Richs id Scniicr;, i i , e Crilrr>iinri o/ Cborriitei: rl>r Pirionnl Conicqiiilriirei o, iT'brk iii tlia h'ew Cnpitllii8ii, Nucra York, W. \V. Narroii ei Cii, 1998, ~i. 44 r r id i i c i io i i ras- ,"llana: l.', <"rr,>s,c>#, del c""a<ter: las 'o,ts#c,<#,,<,as "<.~",,"I~s del t,"l,",,, <?,, 9.1 ,,,,,.,,,, , < ~

, iiiiio para llegar a transforiiiarrc cn háhinjs y quc, de niosrrar sigros de .iilicción, probablemente generarán resisrencias), no son más que mule- !.ir, artificios de la ingenuidad humana que sólo se parecen al original si iiur nhsr~nemos de observarlos muy de cerca. Toda certeza poireriur al "l,vcado original" del desmantelaiiiienro de ese mitndo real,colmado de i i i i ir ias y carente de reflenióii, iio puede sino ser una cerreii fabricada, ,UI,.I certeza burda y descaiadamcntc ..inventadas', cargada con rada la iiiliierabiiidad innata de lar decisiones humanas. Gilles Delcuie y Felix I ,18i!llar1 insisten:

Ya 81" creemos cn CI miro de la cxirtciicia de tragmrnror que, co- iiia pediros de ima estarua, espenn quc la últiina pieza ialranre sca dcrcubicrra p a n r,i 5Lr pzgados crsniidn una unidad Cxactaineiitc ., l r Y,, no creernos que i lg i i x ia vez haya ex,sodo una rvralidrd ioinu iaiiipoco quc uiia

totalidad Iiiial tios cspcrr rn el iuriiro.'

1 , i < l i l e se ha roto ya iio pucdc sci pegado. Abandoiieii toda cspcrajiia. iiiiidad, ranro fururn como pacada, ustcdcs, lkis q u c irigrenan aliriuii-

,Iii iIc la rnodeinidad fluida. ya es tiempo de aniiiicinr, como lo him re- , i i . i i ici i icntc Alaiii T~ura ine , ..la muerte de la definición del ser humano . mmii>i, \er social, dcfinido por su lugar eii una roiicdud que dcrcrmiiia sus .ii >iilics y comportamientos". ni canihic>, cl priricipiu de combinación . I r "1.1 dcfiiiicióii eitratégica de la acción socjal no orientada por las I ior- iii.i.. \iicialca" y "la defensa, parte de codos los actores sociales, de ..ii i.\l>rciiicidad rultural y psicológica 1 . . 1 puede enconrrarsc en CI indi- ~ , , I i i ~ , . y ya no en las inrtiri~cionec s<icialcs o loa priiicipios uni~ersales".~

I I ~pcenopuesro ráciro que sostiene una postura ran radical es que ya ha i , l i i .ilcaiiiada toda la libertad ~oiicehible o asequible; no queda iuii qiie 1m.11~ir 10s rincones y llenar algun,rs espacios eii bluiico -tarea yuc segura^ i~iiiiir sci5 terminada en breve-. Los hornhrei y mujcrcs son ahrol~ita y ii~,l.i<lri:imeiiie libres, y por lo ramo el programa de la emaiicipac~ún ha .~,l i> .i~:c>i.ido. 1.a queja dc Marcuse y la iiortalgis comuniraria por la co- iiiiiiii<l,id perdida pueden ser manifesraciciiics dc valores opuestos, perr) i i ~ ~ l i i ) \ suii igualineiire anacrónicos. Ni el rearraigsmienro de lo derarrai-

,.ilri II~ICU~C y rclir ~ ~ ~ i ~ ~ ~ d ~ p ~ ~ ~ : cnpitolirrn alid $iii;:opliieii:a, r i r d .

I , ~ , ~ ~ l ~ ~ ~ i liiirlcx N L ~ C , ~ ~ ~ , , ~ b , viliing prcsi, 1977, p. 42 ~ r ~ ~ d u i c ~ ó n carrrllana- lil nizti+ , ,I,!p ,,,~~~r,,los~,~~, >, ~~.~,j~,;:,>/r<~,zra, 8ar~clonn, PwdA?, 19981. "A l .>#>> l,,t>,.~wnc, "<:.m wc I,vc mpcrl>ci cqual 2nd diffcrenr?", cn: ~ i < r o p r a i i / o ~ i r ~ a ~

\,,, c.,! ' !h, . , , iy , i i i iviri?ili ir ,Ic 1"" p. 177

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28 MODERNIDAD LÍQUIDA

gado ni el "despertar del pueblo" a la incoinpleta labor de la liberación son ya posibles. El dilema de Marcuse ha perdido vigencia, ya que se le ha garantizado al "individuo" toda la libertad que hubiera podido soñar o anhelar; las instituciones sociales están deseosas de traspasar a la iniciati- va individual el incordio que representan las definiciones y las identidades, a la vez que resulta difícil encontrar principios universales contra los cua- les rebelarse. En cuanto al sueño comunitarista de "dar nuevo arraigo a lo desarraigado", nada puede cambiar el hecho de que únicamente hay tran- sitorias camas de hotel, bolsas de dormir y divanes de análisis, y que de ahora en más las comunidades -más postuladas que "imaginadas"- ya no serán las fuerzas que determinen y definan las identidades sino tan sólo ar- tefactos efímeros del continuo juego de la individualidad.

Los azaves y los cambios de fortuna de la crítica

Cornelius Castoriadis afirma que lo que está mal en la socicdad en la que vivimos es que ha dejado de cuestionarse a sí misma. Se trata de un tipo de sociedad que ya no reconoce la alternativa de otra sociedad, y por lo

' tanto se considera absuelta del deber de examinar, demostrar, justificar ( y más aun probar) la validez de sus presupuestos explícitos o implícitos.

Sin embargo, esto no significa que nuestra sociedad haya eliminado (o pueda eliminar, cerrando el paso a un levantamiento generalizado) el pensamiento crítico como tal. Tampoco ha desalentado (y menos aun amedrentado) su exteriorización. Muy por el contrario: nuestra socie- dad -una sociedad de "individuos libresx- ha hecho de la crítica de la

Q realidad, de la desafección de "lo que es" y de la exteriorización de esa desafección una parte obligatoria a la vez que inevitable de las ocupacio- nes vitales de cada uno de sus miembros. Tal y como nos lo recuerda una y otra vez Anthony Giddens, en la actualidad, todos estamos comprome- tidos en la "política de vida"; somos "seres reflexivos" que observan con atención cada movimiento que hacen, que rara vez están satisfechos con sus resultados y que siempre están deseosos de rectificarlos. No obstan- te, de alguna manera esa reflexión no logra alcanzar los coinplejos ine- canismos que conectan nuestros movimientos con sus efectos y que deciden sus resultados, y menos aun las condiciones que hacen que esos mecanismos jueguen con total libertad. Estamos quizá mucho más "pre- dispuestos críticamente", más atrevidos e intransigentes en nuestra críti- ca de lo que nuestros ancestros pudieron estarlo en su vida diaria, pero nuestra crítica, por así decirlo, "no tiene dientes", es incapaz de produ-

cii. efectos en el programa establecido para nuestras opciones de "políti- c:is de vida". Como nos previniera Leo Strauss hace ya largo tiempo, la libertad sin precedentes que nuestra sociedad ofrece a sus miembros ha llegado acompañada de una impotencia también sin precedentes.

A veces escuchamos la opinión de que la sociedad contemporánea (que aparece bajo el nombre de "sociedad moderna tardía o posmoder- ii:in, la "sociedad de la segunda modernidad" según Ulrich Beck o, como yo prefiero llamarla, la "sociedad de la modernidad líquida") es poco Iiospitalaria con la crítica. Esa opinión parece perder de vista la natura- Ivza del cambio actual presuponiendo que el propio significado de "bos- ~'italidad" permanece inalterable a través de sucesivas etapas históricas. 1<1 punto es, sin embargo, que la sociedad contemporánea ha dado al "ser Iiospitalario con la crítica" un sentido totalmente nuevo y ha encontrado V I iiiodo de acomodar el pensamiento y la acción críticos permaneciendo .i In vez inmune a los efectos de ese acomodamiento, emergiendo así in- i.i~.ta e incólume -fortalecida en vez de debilitada- de las pruebas y los rx;iiiienes a los que la somete esa política de puertas abiertas.

El tipo de hospitalidad que ofrece a la crítica la forma actual de la so- , irdad moderna puede compararse con el esquema de un predio para .ii:iiiipar. El lugar está abierto a todos aquellos que tengan su propia ca- 5.1 i-odante y suficiente dinero para pagar la estadía. Los huéspedes van y viciien, a nadie le interesa demasiado cómo se administra el lugar en tan- io y en cuanto a los clientes se les asigne el suficiente espacio como para vit;icionar su casa rodante, los enchufes y los grifos estén en buen estado y los propietarios de las casas cercanas no hagan demasiado ruido y man- iriigan bajo el volumen de sus televisores portátiles y de sus equipos de 2iiidi« cuando anochece. Los conductores traen al lugar sus propias casas, iriiiolcadas por sus autos y equipadas con todo lo que necesitarán duran- ir sii estadia que, en todo caso, esperan sea breve. Cada conductor tiene iiis propios horarios e itinerario. Lo que esperan de los administradores (Ir1 establecimiento es que tan sólo (y nada menos) los dejen tranquilos y iio los molesten. A cambio, se comprometen a no desafiar la autoridad aIi. los administradores y a pagar puntualmente. Y como pagan, también rxigeii. Son proclives a la intransigencia cuando se trata de defender su 11c.i-rclio a los servicios prometidos, pero, por lo demás, prefieren hacer su vi1l;i y se enojan si alguien pretende impedirles el acceso a ellos. De tan- to cii tanto, reclamarán un mejor servicio; si son directos, decididos y no tiriicii pelos en la lengua, hasta puede que consigan lo que piden. Si se 8.ii.iiieii estafados o defraudados, los conductores se quejarán y reclamarán lo ~ I I C les correspoiide -pero jamás se les ocurrirá cuestionar o renego-

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ciar la filosofía administrativa del lugar, y menos aun hacerse cargo de la responsabilidad de llevarlo adelante ellos mismos-. A lo sumo, tomarán mentalmente nota de ese sitio eti particular para no volver ni recomen- dárielo a sus aiiiigos. Cuando, siguiendo su propio itinerario, finalmente se van, el lugar queda tal y como estaba antes de su llegada, indemne a su paso y a la espera de otros nuevos por llegar; si las quejas registradas por sucesivas tandas de acampantes se vati acumulando, los servicios presta- dos por el establecimiento podrán ser modificados para impedir que un descontento reiterado se haga oír nuevamente en el futuro.

En la era de la sociedad de la modernidad líquida, la hospitalidad con la crítica sigue el esquema de u11 predio para acampar. La teoría crítica clásica, puesta a punto por Adorno y Horkheimer, había sido gestada por la experiencia de una modernidad diferente, preocupada por el te- ma del orden y por lu tanto conformada por y orientada hacia el telos de la emancipación. En ese tiempo, y por buenas razones empíricas. la idea de la crítica se inscribía dentro de un modelo muy diferente, un mo- delo de organización doinéstica compartida, con reglas institucionales y normas de uso y costuinbre, asignación de tareas y supervisión de resul- tados. Si bien nuestra sociedad es hospitalaria para con la crítica a la manera en que un camping es hospitalario con los acampantes, defiiiiti- va y decididamente nuestra sociedad no es hospitalaria con la crítica al modo en que lo asumieron los fundadores de la escuela crítica y hacia el que dirigieron su teoría. Podríamos decir, en términos diferentes pero

* compatibles, que la "crítica estilo consumidor" ha venido a reeniplazar a su predecesora, la "crítica estilo productor".

Contrariamente a lo que sucede con una moda muy extendida, este vuelco fatídico no puede explicarse como resultado de un cambio de hu- mor general, una mengua del apetito de reformas sociales, un decrecien- te interés por el bien común y por las imágenes de una sociedad justa, el descenso de popularidad del compromiso político o el ascenso de la ma- rea de sentimientos hedonistas del tipo "yo primero" -si bien todos estos fenómenos soii una marca yatentada de nuestros tiempos-. Las causas del cambio son más profundas; tienen sus raíces en la gran transforma- ción del espacio público y, más en general, en la manera en la que la so- ciedad moderna funciona y se perpetúa a sí misma.

El tipo de modernidad que era el blanco -a la vez que el marco cog- nitivo- de la teoría crítica clásica llama retrospectivamente la atención del analista por su notable diferencia con la sociedad que enmarca las vidas de las generaciones actuales. Resulta "pesada" (por oposición a la "livia- i iü" inodernidad contemporánea); más aun, "sólida" (por oposicióii a

"iluida", "liquida" o "licuada"); "condensada" (por oposición a "difu- r:i" o "capilar"); finalmente, "sistémica" (por oposición a "retificada").

La modernidad pesada/sólida/condensada/sistémica de la era de la "iroría crítica" estaba endémicamente preñada de una tendencia al totali- i;irismo. La sociedad totalitaria de la homogeneidad abarcadora, compul- \¡va y forzosa oscurecía de forma amenazante y permanente el horizonte como si fuera su destino último, como una bomba de tiempo a medias

ilcsactivada o u11 espectro no del todo exorcizado-. La modernidad fue iiiia enemiga acérrima de la contingencia, la variedad, la ambigüedad, lo ;ilcatorio y la idiosincrasia, "anomalías" todas a las que declaró una 1:iierra santa de desgaste; y se sabía que la autonomía y la libertad indi- \,idual serían las principales bajas de esa cruzada. Algunos de los íconos Iiit~damentales de esa modernidad fueron: las fábricas fordistas, que re- iliicían las actividades humanas a simples y rutinarios inovimientos fuer- iciiieiite predetermiiiados que debían seguirse de manera obediente y iiiic5nica, siii intervención de las facultades mentales y manteniendo a I .1ya todo sesgo de espontaneidad e iniciativa individual; la btrrocracia, .iliii al menos en su tendencia innata al modelo ideal de Max Weber, en VI cual las identidades y los lazos sociales se dejaban en el guardarropa ~ I v entrada junto con los sombreros, paraguas y abrigos, de modo tal que 1.1h acciones de quienes ingresan y durante el tiempo que se encuentran ilriitro se rijan solamente y de manera indiscutible según las reglas; el pn- ~~iiptico, con sus torres de vigilancia y sus internos condenados a una vi- ~:il:iiicia sin tregua; el Gran Hermano, que nunca se duerme, siempre Ii\io, dispuesto y expeditivo a la hora de recompensar a los leales y cas- ii1:;ir a los infieles; y, finalmente, el Konzlager (al que más tarde se uniría 4 . 1 I;iilag en el contrapanteóii de los demonios modernos), el lugar en el I I I I C los límites de la maleabilidad humana fueron puestos a prueba en i iriidiciones de laboratorio, en tanto aquellos que se presumía no eran iii:ilcables o no lo eran I« suficiente eran condenados a perecer de ago- i.11iiiciito o enviados a las cámaras de gas y al crematorio.

I<ctrospectivamente una vez más, podemos decir que la teoría críti- G . I ;ilxintaba a desactivar y iieutralizar, o directametite a desconectar, la i~i~<lcticia totalitaria de una sociedad sospechosa de ser portadora en- iIi,iiiica permanente de tendencias totalitaristas. El principal objetivo de 1 . 1 cu)ría crítica era defender la autonomía humana, la libertad de elec- i iiiii y autoafirmación y el derecho a ser y seguir siendo diferente. Co- I I I I I cii los primeros melodramas de Hollywood, en los que el momento 1.11 ( 1 1 1 ~ la pareja se reencontraba y tomaba sus votos matrimoniales inar- i .ili;i cl filial dcl draiiia y el comieiizo del dichoso "y vivieron felices para

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siempre", la teoría crítica temprana creyó que el momento culminante de la emancipación humana -el momento de decir "misión cumplidas- era el despegue de la libertad individual de las férreas garras de la rutina y la liberación del individuo de la cárcel de acero de una sociedad enfernia de insaciables apetitos totalitarios, uuiformadores y homogeneizai~tes. La crítica sirvió a ese propósito; no se propuso ver más allá, no más allá del momento de esa conquista -ni tuvo tiempo para hacerlo-.

El libro 1984, de George Orwell, fue, en el momento en que fue escri- to, el más exhaustivo -y canónico- inventario de los miedos y aprensiones que asolaban a la modernidad pesada. Una vez proyectados sobre el diag- nóstico de los problemas contemporáneos y las causas de los sufrimientos contemporáneos, esos temores marcaron el norte del programa de eman- cipación de la época. El verdadero 1984 llegó, y la visión de Orwell fue recuperada puntualmente, debatida -como era csperable- en público y meticulosamente ventilada, quizá por última vez. Como era esperable también, muchos escritores afilaron el lápiz para deslindar aciertos y erro- res de la profecía de Orwell, de acuerdo con el lapso que Orwell había pre- visto para que sus palabras se hicieran realidad. En nuestro tiempo, cuando hasta la ininortalidad de los hitos y monumentos de la historia cul- tural de la humanidad está sujeta a un reciclaje permanente y cuando has- ta periódicamente se debe llamar la atención de los humanos sobre dichos hitos y monumentos en ocasión de algún aniversario o por el aspaviento que precede y acompaña las exposiciones retrospectivas (para desaparecer de la imagen y el pensamiento después del cierre de la exposición o hasta ocupar espacio en la prensa y tiempo en la televisión con la llegada de un nuevo aniversario), no es de extraiiar el tratamiento otorgado al "aconte- cimiento Orwell", que no fue demasiado diferente del acordado intermi- tentemente a similares acontecimientos, como el de Tutankamón, el Oro Inca, Vermeer, Picasso o Monet.

Auii así, la brevedad de las celebraciones de 1984, la tibieza y el rá- pido enfriamiento del interés que despertó y ia velocidad con la que la chef-d'auvre de Orwell volvió a sumergirse en el olvido cuando el bom- bo de la prensa se ha acallado 110s obliga11 a detenernos y reflexionar. Después de todo, ese libro fue durante décadas (y hasta hace apenas un par de décadas) el catálogo más autorizado de temores, presagios y pe- sadillas públicos; entonces, ¿por qué despertó tan sólo un interés pasa- jero durante su breve resurrección? La única explicación coherente es que la gente que discutía el libro en 1984 no estaba entusiasmada ni se sentía incentivada por el tema sobre el que se le había encomendado de- batir o reflexionar porque ya no era capaz de reconocer, en la distopía

<Ic Orwell, ni sus propias angustias y frustraciones ni las pesadillas de .;iis vecinos de al lado. El libro volvió a ocupar la atención pública tan \;lo fugazmente, y se le confirió un status indeterminado entre la Histovia Niztu~alis de Plinio el Viejo y las profecías de Nostradamus.

Hay formas peores de definir los períodos históricos que por el tipo ilc "demonios interiores" que los asolan y atormentan. Durante muchos .iiios, la distopía de Orwell, junto con el siniestro potencial del proyec- i i ) iluminista desentrañado por Adorno y Horkheimer, el panóptico de IlcnthandFoucault y los recurrentes síntomas de la marea totalitaria, fue iilciitificada con la idea de "modernidad". No es de extrañar, por lo tan- 111, que cuando la escena pública se vio aliviada de sus antiguos miedos, y otros nuevos, muy diferentes de los horrores del inminente Gleichs- (hnltung y la pérdida de la libertad, subieron a escena y se hicieron es- l>:tcio en el debate público, algunos observadores no tardaron en ~>roclamar el "fin de la modernidad" (o más directamente aun, el fin de 1.1 Iiistoria misma, argumentando que ya había alcaiizado su telos al ha- Iwr hecho que la libertad, al menos el tipo de libertad cuyos ejemplos \<>ti el libre mercado y la libertad de elección, fuera inmune a toda ame- ii:iza futura). Y sin embargo (y el reconociniiento es para Mark Twain), 1.1s noticias de la muerte de la modernidad, e incluso los rumores de su t:iiito de cisne, son una burda exageración: la profusión de los obitua- I 10s no los hace menos prematuros. Parece que la sociedad que fue ana- liz;ida y enjuiciada por los fundadores de la teoría crítica (o, para el c.iso, por la distopía de Orwell) fuera sólo una de las formas que la ver- i.iiil y proteica sociedad moderna puede tomar. Su decadencia no augura V I f i i i de la modernidad ni proclama el final de la desdicha huniana. Me- tios aun presagia el fin de la crítica como labor y vocación intelectual; y Ii.iio ningún punto de vista hace de esa crítica algo superfluo.

1.a sociedad que ingresa al siglo XXI no es menos "moderna" que la q11c ingresó al siglo XX; a lo sumo, se puede decir que es moderna de iti:iiiera diferente. Lo que la hace tan moderna como la de un siglo atrás <,\ lo que diferencia a la modernidad de cualquier otra forina histórica <Ii . cuhabitación humana: la compulsiva, obsesiva, continua, irrefrena- Iilr y eternamente incompleta modernización; la sobrecogedora, inex- 111-lmbble e inextinguible sed de creación destructiva (o de creatividad cli.\tructiva, según sea el caso: "limpieza del terreno" en nombre de un ,lt\cñ« "iiuevo y mejorado"; "desmantelamiento", "eliminación", "dis- ~i,iitinuación", "fusión" o "achicainiento", todo en aras de una mayor i .iliacidad de hacer más de lo mismo en el futuro -aumentar la produc- ~tvicl:id r i In coiiipetitividad-).

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Como lo señalara Ephrain Lessing hace ya largo tieiiipo, cn los umbra- les de la era moderna fuimos emancipados de nuestra fc en el acto de la creación, en la revelación y eii la condenación eterna. Una vez eliminadas esas creencias, los humanos nos encontramos "a nuestra merced" -lo que significa que de allí en más ya no hubo otros límites para el progreso y el automejoramiento que Los impuestos por la calidad de nuestros talentos heredados o adquiridos: recursos, temple, voluntad y determinación-. Y todo aquello que fue hecho por el hombre, el hombre lo puede deshacer. Ser moderno terminó significando, como en la actualidad, ser incapaz de detenerse y menos aun de quedarse quieto. Nos movemos y estamos ohli- gados a movernos, pero no tanto por la "postergación de la gratificación", como sugería Max Weher, sino porque no existe posibilidad alguna de en- contrar gratificación: el horizonte de la gratificación, la línea de llegada en que el esfuerzo cesa y adviene el momento del reconfortante descanso des- pués de una labor cumplida, se aleja más rápido que el más veloz de los corredores. La completud siempre es futura, y los logros pierden su atracti- vo y su poder gratificador en el mismo instante de su obtención, si no antes. Ser moderno significa estar eternamente un paso delante de uno mismo, en estado de constante transgresión (en palabras de Friedrich Nietzsche, no se puede ser Mensch -hombre- sin ser, o al menos esforzarse por ser, Ubemensch -superhombre-); también significa tener una identidad que sólo existe en tanto proyecto inacabado. En lo que a todo esto se refiere, la situación de nuestros abuelos y la nuestra no son demasiado diferentes.

Sin embargo, hay dos características que hacen que nuestra situación -nuestra forma de modernidad- sea novedosa y diferente.

La primera es el gradual colapso y la lenta decadencia de la ilusión *moderna temprana, la creencia de que el camino que transitamos tiene un

final, un telos de cambio histórico alcanzable, un estado de perfección a ser alcanzado mañana, el año próxiino o en el próximo milenio, una es- pecie de sociedad buena, justa y sin conflictos en todos o en algunos de sus postulados: equilibrio sostenido entre la oferta y la demanda y satis- facción de todas las necesidades; perfecto orden, en el que cada cosa ocu- pa su lugar, las dislocaciones no perduran y ningún lugar es puesto en duda; absoluta transparencia de los asuntos humanos gracias al conoci- miento de todo lo que es necesario conocer; completo control del futuro -completo al punto de poder eliminar toda contingencia, disputa, ambi- valencia y consecuencia imprevista de los emprendimientos humaiios-.

EL segundo cambio fundamental es la desregulación y la privatizacióii '< de las tareas y responsabilidades de la modernización. Aquellc qiie era coiisidei-ado un trabajo a ser realizado por la mzóii huniana eii rniiro ntri-

Iiiito y propiedad de la especie humana ha sido fragmentado ("individua- Iiz:ido"), cedido 31 coraje y la energía individuales y dejado en manos de I:i administración de los individuos y de sus recursos individualmente ad- iiiiiiistrados. Si bien la idea de progreso (o de toda otra tnodernización fu- iiira del statu quo) a través del accionar legislativo de la sociedad en su ciiiijunto no ha sido abandonada completamente, el énfasis (junto con la c .irga de la responsabilidad) ha sido volcado sobre la autoafirmación del iiidividuo. Esta fatídica retirada se ha visto reflejada en el corrimiento que Iiizo el discurso éticolpolítico desde el marco de la "sociedad justa" hacia cI de los "derechos Iiumanos", lo que implica reenfocar ese discurso en el ilcreclio de los individuos a ser diferentes y a elegir y tomar a voluntad sus ~~ropios modelos de felicidad y de estilo de vida más conveniente.

Las esperanzas de progreso, en vez de traiisformarse en dinero a lo 1:r:inde en las arcas del gobierno, se han focalizado en cambios menores i.11 cl bolsillo de los contribuyentes. Si la modernidad original era pesada en 1.1 cima, la moderiiidad actual es liviana en la cima, luego de liberarse de ..iis deberes "emancipadores" salvo el de delegar el trabajo de la emanci- ~).ición en las capas medias y bajas, sobre las que ha recaído la mayor par- [< , de la carga de la continua niodernización. "No más salvación por la ,,i~ciedad", proclamaba el famoso apóstol del nuevo espíritu comercial I'ircr Drucker. "No existe la sociedad", declaraba más rotundamente M,irgaret Thatcher. No mires hacia arriba ni hacia abajo; mira adentro i iiyo, donde se supone residen tu astucia, tu voluntad y tu poder, que son iitilns las herramientas que necesitarás para progresar en la vida.

Ya no hay "uti Gran Hermano observándote"; ahora tu tarea es ob- ..ri-var las crecientes filas de Grandes Hermanos y Grandes Hermanas, ciliscrvarlos atenta y ávidamente, por si encuentras algo que pueda servir- t i . : i i i i ejemplo a imitar o un consejo sobre cónio enfrentar tus problemas 'Iiir, como sus problemas, deben y sólo pueden ser enfrentados indivi- A

<Iii:iliiiente. Ya no hay grandes líderes que te digan qué hacer, liberándo- 11. ;\si de la responsabilidad de las consecuencias de tus actos; en el mundo <Ir los individuos, sólo hay otros individuos de quienes puedes tomar el i.1ciiipIo de cómo moverte en los asuntos de tu vida, cargando con toda 1.1 i-csponsabilidad de haber confiado en ese ejemplo y no en otro.

El individuo en guerra con el ciudadano

I:I i i t ~ i l~ ) dad« por Norbert Elias a su último estudio, publicado póstuma- Iii<.iiii, "Sociciy of individuals", logia captar de forma impecable la esen-

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cia del problema que lia atormentado a la teoría social desde sus albores. Rompiendo con una tradición instaurada desde Thomas Ilobbes y refor- mulada por John Stuart Mill, Herbert Spencer y la ortodoxia liberal has- ta ser considerada la doxa (marco incuestionable de todo conocimiento ulterior) del siglo xX, Elias reemplaza el "y" o el "versus" por el "de"; y al hacerlo, logra correr el discurso desde el plano del imaginaire de dos fuerzas trabadas en el combate mortal pero interminable de la liberación o de la dependencia hacia el plano de la "concepción recíproca": la socie-

rdad que da forma a la individualidad de sus miembros, y los individuos que dan forma a la sociedad con los propios actos de sus vidas poniendo en práctica estrategias posibles y viables dentro del tejido social de sus in- terdependencia~.

Asignar a sus miembros el rol de individuos es una marca de origen de la sociedad moderna. Esa asigiiación de roles, sin embargo, no fue un acontecimiento único: es una actividad reescenificada diariamente. La so-

# ciedad moderna existe por su incesante acción "individualizadora", así como la acción de los individuos consiste en reformar y renegociar dia- riamente la red de lazos mutuos que Ilainamos "sociedad". Ninguno de Los dos socios dura inucho tiempo. Y por lo tanto el significado de "indivi- dualización" sigue caiiibiando, tomando siempre nuevas formas -mientras el resultado acumulado de su historia pasada socava las reglas heredadas, establece nuevos preceptos de comportamiento y corre nuevos riesgos-. "Individualizacióii" significa aliora algo muy diferente de lo que significa- ba hace cien años y de lo que implicaba en los albores de la era moderna -en tiempos en que se exaltaba la "emancipación" del hombre de la ceñi- de urdimbre de la dependencia comunal, de su vigilancia y su coerción-.

Jenseits uon Klasse und Staizd?, de Ulrich Beck, y algunos años des- i pués su Risikogesellschaft: nuf dern Weg in eine artdcre Moderne9 (junto

con Ein Stuck eigei~es Leben: Frauen iin Indiuidinaiisierung Prozep, de Elisaheth Beck-Gernsheim) abrieron uii nuevo capítulo en nuestra com- prensión del "proceso de individualización". Esos trabajos mostraban este proceso coino una historia en curso con sus distintas etapas -aun- que con un horizonte móvil y uiia lógica errática de giros y vuelcos más que con un telos o un destino predeterminado-. Puede decirse que así como Elias dio marco histórico a la teoría del "individuo civilizado" de Sig- inund Freud, explorando la civilización como un acontecimiento de la

' Francfort, Sulirkarnp, 1986. Ulrich Beck, Risk Sodety: Towards a New Modertiity, trad. al inglés de Mark A. Ritter, Londres, Sage, 1992 [traducción castellana: IA sociedad del rrcspo: i~ucin r<iin trzreva nrodcrnidnd, Barcelona, Paidós, 19981.

Iiistoria [inoderna), Beck dio inarco histórico a la explicacióii de Elias * :)cerca del nacimiento del individuo, al representar ese nacimiento como 1111 aspecto de la continua y constante, compulsiva y obsesiva rnoderiliza- tirjn. Beck tambi6n liberó a la representación de la individualización de 511 formato temporal y efímero, que más que esclarecer el panorama lo i)\curecía (primero y principal, la liberó de las visiones de desarrollo li. iical, una progresióri trazada sobre los ejes de emancipación, creciente au- ioiioinía y libertad de autodeterininaciónj, abriendo de esa manera el i.;irnino al escrutinio de la variedad de tendencias históricas de la indivi- <Iiialización y sus productos, y permitiendo nila mejor comprensión de las i:iracterísticas distintivas del estado actual.

En pocas palabras, la "individualización" consiste en transformar la a

"identidad" humana de algo "dado" en una "tarea", y en hacer respon- &:lbles a los actores de la realización de esta tarea y de las consecuencias (:isí como de los efectos colateralesj de su desempeiio. En otros t6rmi- iios, consiste en establecer una autonomía de jure [Iiaya o no liaya sido establecida también una autonoinía de facto).

Con esto, los humanos ya no "nacen a" su identidad. Según la famo- \:i frase de Jean-l'aul Sartre, "no basta con nacer burgués, hay que vivir 1.1 vida coino un burgués". (Nótese que esto no era tiecesario iii aplicable :i los príncipes, caballeros, siervos y aldeanos de la cra prernoderna; ni pilcde afirmarse resiieltaiiiente dc los ricos o pobres por Iiereiicia de los iii,iiil>os nioder11os.j La necesidad de trnnsfornjarse en lo que uno es colis- iiiiiye la característica de la vida moderna -y solamente de ella [no de la "iiidividualización iuoderna", ya que esa expresión es un pleonasmo evi- tlciite; hablar de individualización y de modernidad es hablar de uiia sola (. idéntica coiidición social)-. La moderiiidad reemplaza la heteronoinía <Ir1 sustrato social determinante por la obligatoria y compulsiva autode- ii~riiiiiiacióii. Esto es cierto respecto de la "individiialización" durante to- i1.i I;I era moderna -durante todas sus etapas y para todos los sectores de 1.1 sociedad-. Pero dentro de ese brete comúii existen variaciones sigiiifica- <i\:is, que han distinguido a sucesivas generaciones y a diversas categorías i l , . :ictores sociales de un mismo periodo histórico.

1.n modernidad temprana "desarraigaba" para poder "rearraigar". '

Miiiiiras qne el desarraigo era el destino socialmente aprobado, el rearrai- i:ii cra iinpuesto a los individuos como una tarea. Una vez que el rígido iii.irco de los estanieiitos sociales fue quebrado, la tarea de "antoideiiti- Iii.:i'i¿iii" iiiipuesta n los Iiombres y muieres de la modernidad temprana i ~ i i i i l i i rcdiicida al desafío de vivir "fiel a sii clase" ["a la altura de los ve- i iiios"). dc :iclcciini-sc n los tipos sociales de clascs eiiiergeiites y iiiodcli,~

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de conducta, de imitar, siguiendo un patrón, de "aculrurarse", sin per- der el paso ni desviarse de la norina. Los "estameiitos" eii taiito sitios de pertenencia heredados fueron reemplazados por las "clases" en tanto objetivos de ineinbresías fabricadas. Mientras que los priiiieros eran una atribución, las membresías implicaban en gran medida un logro; las cla- ses, a diferencia de los estamentos, exigían que uno se les "uniera", y las membresías debían ser renovadas continuamente, reconfirmadas y pro- badas por el comportamiento de todos los días.

Retrospectivamente, puede decirse que la división de clases (o para el caso la división de géneros) fue una consecuencia del acceso desigual a los recursos necesarios para hacer efectiva la autoafirmación. Las clases se diferenciaban en cuanto al espectro de identidades que ofrecían y en cuanto a la facilidad de elegirlas y adoptarlas. Las personas dotadas de menores recursos, y por lo tanto con inenos opciones a su disposición, debían coiiipensar su debilidad individual con el "poder de la cantidad" -cerrando filas e involucrándose en acciones colectivas-. Como lo seña-

u lara Claus Oife, el accionar colectivo de clases era algo tan natural pa- ra aquellos que se encontraban en los escalones más bajos de la escala social como lo era para sus empleadores la persecucióil individual de sus objetivos de vida.

Las privaciones "fueron sumando", por así decirlo, hasta cristalizarse bajo la forma de "intereses comunes" que sólo parecían poder ser trata- dos con un remedio colectivo. El "colectivismo" fue la estrategia privile- giada de aquellos que eran blanco de la individualización pero incapaces de autoaiirmarse como individuos por encoiitrarse librados a sus propios recursos, obtenidos individualmente y ostensibleiiiente inadecuados.

La conciencia de clase de los más acomodados, por el contrario, iue un efecto parcial y en cierto inodo derivado; mayormente, surgió cuando la distribución desigual de los recursos fue desafiada y puesta en peligro. En cualquiera de los casos, sin embargo, los individuos de la modernidad "clásica", una vez "desarraigados" por la descomposición del orden es- tamental, desplegaron sus nuevas atribuciones y sus nuevos derechos a actuar de manera autónoma en la búsqueda frenética del "rearraigo".

N o es que escasearan lugares donde acomodar de inmediato a esos individuos. La clase, si bien era algo construido y negociable más que al- go heredado o a lo que uno "nacía", como sucedía con los estamentos, tendía a sujetar a sus miembros con tanta fuerza y rigor como lo hacían los estamentos hereditarios de la sociedad premoderna. La clase y el gé- nero se cernían más allá del espectro de las opciones individuales; esca- par de su sujeción no era inucho más fácil que desafiar el lugar de 11110

cn la "divina cadena del ser" de la preinoderiiidad. A todo eiecto y pro- pósito, la clase y el género eran "hechos de la naturaleza" y la labor de-' jada a la autoaiirinación de la mayoría de los individuos era la de "eiicajar" en el nicho que se les había asignado, comportáiidose tal y co- iiio lo hacían los otros ocupantes.

Es precisamente esto lo que diferencia la "individualización" de anta- 4 iio de la forma que ha tomado en Risikogeselischaft, en tiempos de la "inoderiiidad reflexiva" o "segunda modernidad" (como alternativa- iiiente denomina Ulricli Beck a la época contemporánea). No existen can- teros previstos donde "rearraigarnos", y en tanto postulados y buscados, csos canteros deinuestraii ser frágiles y con frecuencia se desvanecen an- irs de que el trabajo de "rearraigo" esté terminado. Existe más bien una variedad de "juegos de las sillas" en los que dichas sillas tienen diversos i:imaiios y estilos, cuya cantidad y ubicación varían, obligando a hom- Iires y mujeres n estar en permanente movimiento sin prometerles "com- pletud" alguna, ni el descanso o la satisfacción de "haber llegado", de linher alcanzado la ineta final donde uno pueda deponer las atinas, rela- ):irse y dejar de preociiparse. No existen perspectivas de "rearraigo" al ii- 11x1 del camiiio tomado por individuos ya crónicamente desarraigados.

No nos equivoqiieinos: ahora, como antes -en la modernidad tanto r i i su etapa líquida y fluida como en su etapa sólida y pesada-, la iiidivi- iiiialización es un destino, no una elección. En la tierra de la libertad iii- ilividual de elección, la opción de escapar a la individualización y de i-cliusarse a tomar parte de ese juego es algo eiifáticamente no contempla- do. La autocontención y la autosuficiencia del iiidividuo pueden ser tam- I, iGii otra ilusión: que los hombres y mujeres no tengan a quien culpar de \LIS frustraciones y preocupaciones no implica, hoy más que ayer, que ~xicdan deienderse de sus frustraciones iitilizando sus electrodoinésticos o que puedan escapar de sus problen~as, al estilo barón Munchausen, sir- viGiidose de los cordones de sus zapatos. Y además, si se enferman, se presupone que es porque no han sido lo suficientemente constantes y vo- Iiiiirariosos en su programa de salud; si no consiguen trabajo, es porque i i i ~ han sabido aprender las técnicas para pasar las entrevistas con éxito, ii Ixlrque les ha faltado resolución o porque son, lisa y llanamente, vagos; 51 c sienten inseguros respecto del horizonte de sus carreras y los ator- iiiviita so fiituro, es porque no saben ganarse amigos e influencias y han Ii.;icnsado en el arte de seducir e iinpresionar a los otros. Esto es, en todo i i;i\o. lo que se les dice en estos días y lo que han llegado a creer, de for- i i i : ~ i:iI qiic se coiiiportaii coiiio si fuera de Iieclio así. Coino lo señala .iri,ri;iil:i y .i~:iirl.iiiiciitc I(ccl<, "el iiiodo cii cl q ~ i c iiiio vive se vuelve iiiin

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40 MODERNIDAD LIQUIDA

iolución biogrdfica u contradicciones s i s témi~as" .~~ Los riesgos y las con- tradicciones siguen siendo producidos socialmente; sólo se está cargando al individuo coi1 la responsabilidad y la necesidad de enfrentarlos.

Abreviando: se ensancha la brecha entre la individualidad como algo predestinado y la individualidad como la capacidad práctica y realista de autoafirmarse. (Que no debe confundirse con la "individualidad asigna- da", en tanto "individ~iación": térmiiio utilizado por Beck para diferen- ciar al individuo que se autoabastece y se autoimpulsa del ser humano que no tiene otra opción más que la de actuar, incluso contra la eviden- cia objetiva, como si hubiese ya alcanzado la individuación.) El dato srucial es que franquear esa brecha no forma parte de esa capacidad.

La capacidad autoafirmativa de 10s hombres y mujeres individualiza- dos en general no alcanza los requerimientos de una genuina autocoiisti- tución. Como observara Leo Strauss, la otra cara de la libertad siii frenos es la insignificancia de la elección, y ambas caras se condicionan mutua- mente: ¿por qué prohibirse lo que no tiene, en definitiva, mayores conse- cuencias? Un observador cíiiico podría decir que la libertad llega cuando ya iio importa. Existe una desagradable mosca de impotencia en la sabro- sa sopa de la libertad, cocida en la olla de la individualización; esa impo- tencia resulta tanto más odiosa, niolesta y ofensiva en vistas del poder que la libertad nos debería conferir.

;Y si, como en el pasado, el remedio fuera marchar codo a codo y al mismo paso? Si las fuerzas individuales, débiles e impotentes cuando es- tán solas, se condensaran en la forma de una posición y acción colecti- vas, ¿podríamos lograr juntos lo que ningún hombre o mujer soñaría con lograr por sí solo? Quizás ... El problema, siii embargo, es que ese con- vergencia y esa condensación de preocupaciones individuales en forma de iiitereses comunes y luego en forma de acción conjunta son una tarea ti- tánica, ya que los problemas más comunes de los individuos-por-destino no son aditivos. No se dejan "sumar" e11 una "causa común". Se pueden juntar, pero no cuajarán. Uno podría decir que así son desde el principio, de modo tal que carezcan de la interfaz necesaria para engancharse con los problemas de las otras personas.

Los probleinas pueden ser similares (y los cada vez más populares programas de cliismes y entrevistas, o chat-shows, se desviven por mos- trar sus similitudes, mieiitras bombean el mensaje de que precisamente ésta radica en el hecho de que cada persona que padece cierto problema lo maneja por sí sola) pero no conforman una "totalidad mayor que la

\iiiria de las partes"; tampoco adquieren ninguna característica nueva, iii ~ w r estar juntos se ,,welven más fáciles de manejar, enfrentar o abordar. l a úiiica ventaja que puede ofrecer la compañía de otros que padecen lo tiiismo es reconfirmar a cada uno que los demis también luchan diaria- iricrite a solas con sus dificultades (y por lo tanto infundir nuevos áni- tiros y energías a la alicaída decisión de seguir luchando). Uno quizá i:iiiibién hgre aprender de la experiencia de otros en cuanto a cómo so- Iircvivlr ei próximo round de "achicaniier~to", a cómo tratar con niños IINC se creen adolescerites y con adolescentes que no quieren convertirse i.11 adultos, a cómo expulsar de "nuestro sistema" la grasa y otros "cuer- lwsextraños" indeseables, a cómo deshacernos de una adicción que ya 110 nos causa placer o de compafieros que ya no nos satisfacen. Pero lo primero que uno aprende del contacto con los otros es que la única ayu- iI:i que nos pueden brindar es el consejo de cómo sobrevivir en nuestra ~ r o p i a e irrediinible soledad, y que la vida de todos está llena de peligros ,pie deben ser enfrentados y combatidos en soledad.

Y además existe otro problema: tal y como lo sospechaba De Tocque- villc, liberar a la gente puede volverla indiferente. El individuo es el e~ie-' iriigo número uno del ciudadano, sugería De Tocqueville. El "ciudadano" i . 5 irna persona incliiiada a procurar su propio bienestar a través del bii- iichtar de su ciudad -mientras que el individuo tiende a la pasividad, el es- ~cpticismo y la desconfianza hacia la "causa común", el "bien común", la "sociedad buena" o la "sociedad justa2'-. ¿Qué significa "bien comúii" si- tio dejar que cada uno se satisfaga a su modo? Toda actividad qiie empren- iI; i i i los individuos cuando se juntan y todo beiieficio que sus tareas ' t ,>inpartidas les iiiiporten auguran una restricción de su libertad de procu- t..iine lo que consideran conveniente para sí inisrnos por separado y iio .iyiidaii en nada a tales fines. LLS únicas dos funciones de utilidad que uno ~uicde esperar y desear que cunrpla el "poder público" son la observancia iIc los "dereclios humanos", o sea, que cada uno pueda seguir su propio <.:iiriitio, y la posibilidad de que todos lo hagan en paz -protegiendo la se- 1;iii-¡dad de las personas físicas y sus propiedades, encerrando a criminales ic.ilcs o potenciales en prisiones y manteniendo libres las calles de arreba- t:iilores, pervertidos, vagabundos y toda otra clase de extraños detestables v iii:ilintencionados-.

Con su usual e inimitable ingenio, Woody Allen logra captar acerta- iI:iiiii~iite las flaquezas y caprichos de los individuos-por-decreto de iiiivstros días cuando pasa revista a folletos imaginarios que publicitan "i. i irs~~s dc verano para adultos" de esos a los cuales los estadounideii- ,.c\ t . i i i i i ~ :iiisini.ínn asistir. E,l curso de Teoría Econóinica iiicluve el ítem

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42 MODERNIDAD LIQUIDA

"Inflacióii y depresión -cómo vesrirsc según sra el c;iso"-; cl curso de Ética incluye "el imperativo carcgiirico, y seis inaiieras de haccr qiie funcione eii su beneficio", mientras qiie el folleto de Astronomía infor- ma que "el Sol, que está hecha de gas, puede explotar de un rnomciiio a otro, destruyendo par complcto nuesrrc sistema solar; los alumnos se^

rán acr~nseiados sobre qué debe hacer un ciudadano coiuún en tal cir- cunstancia".

Resuniirndo: la otra cara dc la individualización parece ser la corr<i- sión y la lenta desintegración del c«ncrpro de ciudadanía. Joel Roinan, coeditor de Esprit, seiiala en sii reciente libro (La démocratie des iiidiui~ dr~s , 1998) que "la vigilancia se halla degradada a su función de custo- diar bieiies, mientras quc el interés gciieral no es más que una junta de egoisinos, simpáticas emociones colectivas y niiedo al prójimo". Roman incita a los lectores u buscar 13 ''rcm>vidi 'opacidad de decidir jiintr>s" -notoria hoy eii día por su ausencia-.

Si el iiidividuo es el cricinigo número uno del ciudadano, y si la indi- * vidualización ponc cn aprietos la idea de ciudadanía y la política basada

en ese principio, es prirque las preocupacioiics de los indiiiduor en tanto tales colman hasta el borde el espacio público cuando éstos aducen ser los únicos ociipanres legítimos y expulsan a loc codazos del discurso público todo lo demás. 1.0 "público" sc encuentra colonizado por lo "privado". El interés Iiiihiico se limita a la curiosidad por la vida privada de las figu- ras púhlicns, y el arte dc la vida pública queda rrducido a la exiiibición pública de asuntos privados y a confesiones públicas de seiitiiuientos pri- vados (cuanto más íntirnos, mejor). 1.0s "tenias ~iúblicos" que se resistcn a esa reducción se transforman en algo incornpreiirible.

Las posibilidades de quc los actores individualirados rcan "rearrai- ' gados" en el cilerpo republicano di. la ciudadanía soti escasas. Lo que

lus aninia a avcnturarsc dciirro de la csceiia pública iio cs tanto la búsqueda de causar comunes ni de los iiiodos de negociar el significa- do del bien común y los priiicipios de la vida en común, sino más bien una desesperada necesidad de "inrrrct>iiectarse". Compartir intimida- des, coiiio no cesa dc señalar Kichard Sciinett, tiende a ser el inérado preferido, si n o cl único restante, de "consrrucci6n de comunidad". Esta técnica de consrriicciCin sólo purdr da r a luz "comunidades" frá- giles y efimcras como cinociones dispersas y erráticas que cainbiaii de objetivo sin ron ni son, a la deriva en su búsqucda infructuosa de u n puerto seguro: comunidades de preucupacioncs compartidas, ansieda- des coiiipartidas u odios compartidos -pero en todo caso coinuiiida- des "lxrchero", rciiiiioties momciitáiiras nlrcdedi>r dc un cl;ivi> rli el

que inuclios individuos solitarios cuelgan sus miedos individuales y solitarios-. Como lo señala Ulrich Bcck (en su ensayo "On the rnor- raliry r>f industrial :ociety"),"

aquello que ernergc de la disuelta norma social es un ego desnu- do, arcinorirado y agresivo eii busca de amor y ayud.2. En su bus- qurda de si mismo y dcl nfecro social, se pierde con facilidad en la jungla del yo l...] Alguien que anda liurgucrcando cn la nicbla del propio yo se vuelve incapaz dc advertir que ese aislaiiiiciito, cse "solitario cunfinamieiiro del ego", es una condena inasiva.

La individuali7.ación ha llegado para quedarse; todu razonatniento acerca de los medios de hacer frente a sii inipactr~ sobre el modo en que llevamos :.

adelante niiesrras vidas debe partir de la acsptacióri de rsc lieclio. 1.a ¡"di- vidiinlización coiicede 3 un núineru cada vez iuayor de Iiornbrcs y iiiuic- res una libertad de exprriinentacióii sin precedentes -pero (tiiizeo daiiaos rt dona I ~ I C I I I C S ... ta1nbién acarrea la tarea sin ~>recedeutes de haccrie cargo de las consecuencias-. El abismo que se abre entre el dereclio a la autuafirmacióri y la capacidad de coiitrolar los mecanismos ~ociales que la haceii viable o inviable parece alzarse como la mayor c o ~ i t r a d i c c ~ ó ~ de la niodrriiidad fluida -una brecha qiie por crisayolerrnr, reliexióii cri- tica y abierta experimentación, deberemos aprender a enfrentar colecti- vamente-.

El dilema de la teoría crítica eiz uiza sociedad de iildiuiduos

1\11 ciialquiera de sus iiitertiictaciones, el irnpulso ni~idernizador ci>iillc- v;i una ciíiica coiiipulsiva de la realidad. La l>rivatización de ese iilipul-

iiiiylica una n~itucrítica coinpulsiva nacida de una perpetua falta de .ii~ioestirna: scr un iiidividuo de jure significa n o tener a quién echarle la .. ciilpa de la propia desdicha, tener que buscar las causas de iiuestras de- il-,>ras en nuestra propia indolencia y molicie, y no biiscar otro remedio < I U C '1 de vulver a iriteiitarlo con más y mds fuerza cada vez.

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Vivir diariarriciite el peligro de caer eii la autorreprobaci6n y el auto- desprecio no es algo sencillo. Con los ojos puestos en su prripio rendi- miento y por lo tanto desviados del espacio social donde las contradicciones dc la existencia individual son prodiicidas de mancra colectiva, los Iiornbres y mujeres se ven tentados, naturalmente, a redu- cir la complejidad de so situación para hacer de las causas dc sus desgra- cias algo inteligible y por ende tratable y rcnirdiahle por rnedic dc la acción. No es que les parczca que las "s<iluciones biográiicas" sean gra- vosas y pcnosas: simplemente no existen "soluciones biogrificas a con-

a tradicciones sistéinicas" que resulteri efectivas, y entonces la escasa dc soluciones viables disponibles debe ser conipcnsada can solucii>ries ima- giiiarias. Sin embargo, todas las "solucionrs" -imaginarias o auténticas- dehrn esrar alineadas c ir a la par de la "individnnlizaciiin" de las tareas y las rzspoiisahilidades para que rcsulteii vialilrs y sensatas. Por lo tan- ta, hay demanda de percheros individuales en los quc los ateniorizados individiios p~ icda~ i colgar colectivaiiienre, aiiiique más iio sea por un ins- tante, sus iiiiedos individuales. La nucstra es una épuca proclive a los cIii\-os expiatoiios -ya se trate dc 10s políticos que Iiaceii de bus vidas privadas u11 desastre, de I < I S c~imiiialcs salidos de la sordidez dc calles o de barrios prligr<isos, o de los "~xr raños entre nosotros"-. La nuestra cs llna época dc cerraduras ~>arrritadas, alarnias anrirrobo, ccrcas de alani- hi-c de púas, grupos veciiiales dc uigilaiicia y personal de segiiiidad; asi- misiiio de prensa airiirillism "de irivcrrigncii>n" a la pesca talira de caiispir~iciuncs con las que poblar dc iaiitisnias un espacia píibiico «ni¡- nosainente vacío coino de nuevas causas capaces de generar un "páiiico nir~ral" lo suiicientcinente ieror como p~ia dejar escapar iiri bucn cho- rro dc miedo y odio acumulidos.

I)ijcn,ne rcpctirlu: existr ~ i i i a cnoriiie y creciente hrccha rnrrc nucs- * tra conrliciiiii de individiios de jiire y nuestras posibilidddrs dc trans:or-

1ni3inos en individitos iie fncio -o seti, ilc toniar el control de niicsrro drsti~io y hacer las clccciones que verdaderiiiiiciitr deseanios hacer-. Es de las profiindidades de esc abisnio que emanan los e f l u ~ 'IOS ~ e n e n o ~ o s qiic einpoiiz«iian la vida de los individuos cr~iite~iip<iráiiros. Esa liiecha, sin embargo, no pucdc ser zanjada por cl esfuerzo individual úiiicnmen- te: no con los rccilrsos y medios disponibles en las políticas de vida au- rogestionadas. Zaiijnr esa brecha es ~isunto de la l'olítica con "P" iiiiyúscula. Puede suponerse que la breclia en ciicsrión sr ha abierto y eiisaiicliado jusramentc a causa del vaciainieiito del espacio púhlicn, y eri particirlar del "igora", ese espacio inreriiiediarir~ piiblicol~>rivado r l<xi<ic

las p<~liricas de vida sc enciientran coii la I'olitir~ cori iiiayiirciil;is, i l i i l i -

de los problemas privadas son traducidos al lenguaje de la cosa púhlica y donde se buscan, negoclan y acuerdan soluciones públicas para los prohleinas privados.

Se ha dado vuelra la tortilla, por decirlo de alguna niaiicra: se ha in- vertido la tarea de la teoría crítica. Esa tarea solía ser la defensa de la au- 1

tonr~mía privada respecto del avance de las tropas de la "esfera pública", autonomía que se debatía bajo las opresivas reglas de un Estado imper- sonal y oninipotente y de sus muchos tentáculos burocráticos o de sus versiones en meiiur escala. Hoy, la tarea consiste en defender la evanes- cente esfera de lo público, o niás bien reacondicionar y repoblar el espa- cio ~ ú b l i c a que se esti auedando vacía debida a la deserción de ambos lados: el abandono de los "ciudadanos interesados" y el escape del pu- dei real hacia uri territorio que, en cuanto a lo que las institucioiies de 13 drmucracia exislenles purdcn cuiisrguir, sólu ser dcscriptu coinu "espacio exterior".

Ya no es cierto que lo "público" se haya propuesto colonizar lo "priva- do". Es más bien todo lo contrario: lo privado coloniza el espacio público, dejando salir y alejaiido todo aqiiello que no puede ser completamente rnpresado sin dejar residuos en la jerga de las preocupaciones, las i i i -

quietudes y los objetivos privados. Cuando se le ha dicha repetidamcn- re al individuo que cs el arquitecto de su propio dcsrino, tiene pocas razones para dar "relevnncia tópica" (la expresión es de Alfred Schütz) .i innda que se resisra a ser engi~llidr> por el yo <i a ser ,manejado deiirn~ <le sus insr;ilaciunes; pero tener una razón para ello y actuar e n conse- ciicncia es precisamente la marca distintiva del ciudadano.

Para el iiidividuo, el espacii, público na es inuchu niis que una paiita- 11:) gigante sobre la qiic son proyectadas 13s preocupacioiics privadas sin clcjar de ser privadas ni adquirir nuevos valores colectivos durante el cur- \o de su proyección: el espaci<i público es donde se realiza la coiifesi6n pú- I>lica de los secretos e intirnidadrs privados. Los iiiilividuos retornan de

*

b i i s diarias visitas guiadas al espacio "público" con su individualidad de ,,,re potenciada y habiendo reconfirmado que el niodo solitario en que ~ii;iiiejan los asuntos dc su vida es lo iiusn~o que hacen las "otros iiidivi- cliii>s coino ellos", inieiitras sufren-niievainente como los demás- sus pro- Ixwwoplrzos y fracasos (con suerte sólo pasajeros) durante el proceso.

Cii cuanto al poder. sc aleia a toda vela de la calle \r del niercado, 'Ic las asambleas y de las parlamentos, de los gobiernos locales y de los ii.i~.ioiiales. mis allá del alcance del control de los ciudadanos. hacia laY vxiraterritorialidad de las redes electrónicas. En la actualidad, los prin- iil>i<,s cstiatPgici,r favoritos de los que tiencn el poder son cl cscnpc, la

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euasióii y la retirado, y su esrada ideal es la invisibilidad. 1.0s intentos de prcver sus inovimientos y las iiiipievistas consecuencias de sus movi- mienros (por no hablar de los esfuerzos por evitar i> trenar las más inde- seahles de ellos) tienen tanta efectividad coi110 una liga para prevenir los cambios climáticos.

Y par lo tanto, en el espacio público hay cada vez menos tcnias públi- cos. Fracasa a la llora de c~mpl i r su pasado rol de lugar de encuentro y diálogo entre problemas privados y asuntos públicos. Víctimas de las prc- siones individualizadoras, los individuos estin siendo progresiva pero sir- temáticamente despojados de la armadura prorectora de su ciudadanía y expropiados de su habilidad e interés de ciudadanos. En estas circiinsran- cias, las pcrspcctivas de que el individuo de ju>c se transforme cn iin iii- dividuo de facto [o sca, aquel que controla los recursos indispensables de una genuina autodrterminación) son cada vez iiiás rcmoras.

El individuo de jure no puede transforiiiarsc eii u11 iiidividuo de f a c ~ ro sin primero convertirse en ciudadano. No Iiay individuos autóiionios

C sin una sociedad autónoma, y la autoiiomia de la sociedad exige uiin au- tocoiisrirucióri deliberada y reflexiva, algo que sólo puede ser alcazizado por el canjuinto de sus niicrnbros.

La "sociedad" siempre mantuvo una relación ambigua con la autoiio- mía individual: era su eneiiiiga a la vez que su corrditio sine qun non. Fe- ro los porcentajes de esa iuezcla de riesgo y oportunidad a la que esrá condenada han cambiado radicalnieiite en el ciirso de la historia inoder- na. Si bien las razones para vigilar sus pasos con atención quizá no Iiayar~ desaparecido, la sociedad es hoy una coiidici0n necesaria, primaria y furi- damenral para el individuo en su vana y frustrante lucha por rransforniai su status de iu1.e en genuina autononiia y capacidad de autoafirmaci6n.

A grandes rasgos, éste es el dileina al que se erifrenra actualmente la tarea de la teoría critica -y, de manera más geiieral, la crítica acial-. Am- bas se consumen rraraiido de volver a unir aquello que Iia separado la combinación de la individiialización formal y el divoicio entre cl poder y la polirica. En otras palabras, redisefiar y repoblar iin ágora Iioy ma- yormente vacía -el Iiigar de encuentro, debate y negociacióii enrre cl in- dividuo y el bien común, piiblico y privado-. Si el úriicu objetivo de la teoría critica l a emancipación Ihumaiia- significa Iioy algo, esto es pri- der reconcctar los dos extremos del abisino que se ha abierto entre la realidad del individuo de jure y el posible individuo de facto. Y los indi- viduos q u e reciiperen sus habilidades y herramientas ciudadanas perdidas serán los únicos constructores que estén a la altura de la labor de levaiii;ir Csre poeiite en parricuiar.

La teoría crítica revisitada

"La necesidad de pensar es la que nos hace pensar", dice Adorno." Sii

Dialéctica riegativa, esa larga y rortuosa exploración de las formas de scr humano en un mundo poco hospitalario para con los humanos, termina con esta fiase mordaz, aunque en definitiva vacía: después de cientos de páginas, nada ha sido explicado, ningún misterio se ha revelado, no he- mos sido recoirforradoi. El secreto dc scr humano permanece tan impe- nctrablc como lo cra ai comenzar el viaje. Pensar nos hace hiimanos, pero ser humanos nos hace pensar. El pensamiento no puede ser cxpli- cado, pero necesita una cxplicación. El pensamiento no necesita justifi- cación, pero no podría ser justificado aunque lo intenráramos.

Adorno nos dice una y otra vez que este arolladern no cs ni un signo dc la debilidad del pensamiento ni la marca de vergüen7.a de iiria persi>- na pensante. Muy por el cr~iitrario. En ia pluma de Adorno, la desiiuda necesidad se rransforiiia en un privilegio. Cu3nro menos pueda ser expli- cado un pensamiento en térininos faniiliares que tengan serirido para las hombres y niujercs iniiicrsos eii la tarea diaria de sobrevivir, más se acer- ca al nivel de humalildad; cuanto nzcnus s e r iustificado en térliii- iius de utilidad y I>riieficios taiigibles o de acuerdo con su precio eii el superinercado o la bolsa, iiiás alto es su valor humanizador La búsque- da activa dc su valor dc mercado y la urgencia de su consumo inmediato aiiienazaii el valor geiiuiiio del pensamiento. Escribe Adoriio:

NingU, priiramiciitu es inriiunc frentr a la comiinicación, y ma- nifcsrarlo en el lugar equivocado o cn mala compaíiia es suficiciitc par.* minar su vcidad I.1 l b e s el inviolable orrraciiiiio intelcc- iual es Iioy la única rnancra dc moirrnr algo de solidaridad [...]El ~ b s c i v a d a r desapegado sc halla can coiuproinrrido coiiio el par- ricipanrc activo; la única vcnraja dci primcro cs ru cniendimienro de i . 5 ~ cumpromirii y la i~iliiiitesiiiial libeit.id que radica en el <o- no~irniento C O S ~ I O tal.13

Nos resultará evidente que el entendimiento es el punto de partida de la li- Ilcrrad si recordamos que "para un sujeto que actúa iiigenuaineiite [...] su

" Throdor \V. Adorno, Nesative Diolaitiir, trad. de E. B. Arliron, Londres, Iloiitliiigc, 1'173, 1,. 408 [rrjducción castellana: Diaiécticn iicgnnuo, ,Madrid, Ta~r~s~Santillaiia. 39921

I i -i-l,,,,,l,,r w. Adorno, M i r ~ i ~ ~ ~ . ~ hloiolia: Reflartioizr ron^ Dntlraged L f i , rrrd d e E. 1: N. Ici>lii<>tr, loiiiirr~. Vii\i , , 1974, lpl,. 25-26 l t r i d y ~ ~ 6 n ~ a s t c l l a ~ n : Mliii»ia r?#olulio, hl . i i l i i i i . ' I . i i i r i i~~Sa~ir i l l ; i~ i . i , 1 V q X 1 .

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propio condicionamiento no es iransparenre'"" que esa no-tiansparen- cia del condicionamiento es en si misma garantía de etcriia ingenuidad. Así coino el pensaiiiiento no necesita de nada más que de si inismo para perpetuarse, también la ingenuidad es nutosuficicnre; en tanto no sea per- turbada por el entendimiento, su condicionamiento permanecerá intacto.

"No sea perturbada"; de heclio, el ingreso del entendimiento pocas veces cs bien recibido par aqurllos que han crccido sin él y sus proniesas de dulce liberación. La inocencia de la ingenuidad hace que la niás peli- grosa y turbulenta situación resulte familiar y par lo tanto segura, y todo entendi~niento que se suba a ese precario andamiaje es un presagio de du- das, inseguridades y desconfiaiizas, que pocas personas están dispuestas a saludar con alegría anticipada. I'ara Adorno, según parece, cl generali- zado resquemor hacia el entendimiento es algo bueno, aunque no afirma que a la larga lo sea. La falta de libertad del ingenuo es la liberrad dc la persona pensante. Esto facilita enormemente aquel "ostracismo inviola- I~lr". "Quien pone en venta algo único que nadie quiere comprar repre- senta, aun contra su voluntad, la libertad de intercambio.'" Sólo un p:iso separa ese pensamiento de este otro: que el exilio es el arquetipo de la coiidición qiie permite permanecer al margen del intercambio. Los pro- ductos que ofrece el exilio son seguramente del tipo de los que nadie tie- rie la inás mínima intención de comnrar "Todo intelectual emizrado. $1" " , excepcióii, está rniitilndo", escribió Adorno durante su prupio exilio nor- teaniericano. "Vive en un entorno aue le debe resultar iiicorriurrnsible." Xo cs de extrañar que esté asegurado contra el riesgo de producir algo de valor para el mercado local. Asi, "si en Eiiropa el ademán ebotirico era en general siniplemente uii prctrxto para el más ciego interés pe r so~ i~ l , el concepto de austeridad [...] parece, en el exilio, cl bote salvavidas iiiás a c c p t a b l e " . ' ~ l exilio es para el pensador lo que el hogar es para el in- genuo; es en el exilio que el desaprgo de las personas pensantes, su for- nia de vida Iiabitual, cobra valor de supervivencia.

Cuando Iren la edición de Ueusscii de los Upaiiisi,ads, Adorno y I-lorkhcimcr cunientan amargaiiiciitr que los sistemas teóricos y pricticos de los que buscan la unidad entre verdad, belleza y justicia, esos "mar- ginalcs de la historia", no son "muy rígidos y centralizados; se diferen- cian de los sistemas exitosos por un camponentc de anarquía. Les dan i~ iás valor a la idea y al individuo que al uso de la idea y a lo colectivo.

" Thcodor W Adorno, Nesatiuc Dialeciici, oh. cit., p. 220 I i Tlieodor W Adorno, Mirihxo Mnralio .., ob. cit., p 68, '"Tl>codor W Adorno, ihíd., pp. 33-34.

: l'<>r lo tanta, despiertan animadversión"." Para que las ideas sean cxito- sas y lleguen a la imaginación de los Ihabiranres de la caverna, el elegan- te ritual védico dehe hacerse cargo de las divagantes lucubriciories de los Uj>aitisha<ic, los mesurados y obedientes estoicos deben rermplazar a los arrogantes c impetuosos cínicos y el miiy práctico San Pablo debe reem- plazar 31 exq~~isitamrnte poco práctico San Juan el Bautista. La gran pre- Runta, sin embargo, es si el potencial emancipador de esas ideas es canaz . de sobrevivir a su éxito terrenal. La respiiesra de Adorno a esta cuestión dcstili melancolía: "la historia de las antizuas relipiones v escuelas. asi - corno la de los partidos modernos y las revoluciones, nos enseña que rl precio de la supervivencia es el comproniiso activo, la transformación de las ideas en dominación".18

En cstz última frase, el dilema estratégico principal que acosó al íuii- iiador y iuás notable escritor de la "escucla critica" original encuentra i u más viva expresión: todo aquel que piensa y se prcocupa está conde- ,nado a navegar entre la Escila del limpio aunque impotente peiisamien- io y la Caribdis del efectivo pero conramiiiado iinpulso de dominación. '1l.i-tit<in noir darur. Ni el impulso hacia la accibn ni su rechazo ofrecen i i i ia buena solución. El primero tiende inevitablemente a mctamorfo- c a r s c en dominación -con todos sus horrores accesorios de nirevas rcs- iricciones a la libertad, de pragmatismo utililarii, que privilegia los i,icct<is por encima de los principios éticos de las razones, y la dilrición y riibsecucnre distorsión de las aspiraciones de la libertad-. El segiindo quiz5 pueda satisfacer un deseo narcisista de pureza sin ci>mproniisos, pero dejaría al pensamiento imputintc y, a la larga, estéril: la filosofía, < i t i i i < i tristemente observara I.udwig Wittgensrein, dejaría todo como cs- i.il>a; el pensamiento nacido de la revulsión contra la inhuiiianidad de la \ictiación del hombre haría poco y nada para icvertir esa situación. El ililciiia de vitn coiiteniplntiun y vitn actiiia queda reducido a una elección <.iirre dos opciones igualmente desaleiitadoras. Cuanto mejor protegidos <Ic la containinación están Ii>s valores preservados en el pensnniiciit<i, i i i r n o s relevancia tienen para la vida de aqiiellos a quienes deberían ser c I i , iiiilidad. Cuanto más grandes son sus efectos en esas vidas, menos se- ~ticj;inzn tendrán esas vidas transformadas con los valores que impulsa- i<iii e iiispiraron esa traiisforinación.

I ' 'TI>v,~Jur W. Adoriio y Mrx H o r k h c i m e ~ Dlalectics o/Erzilgliieeirteiit, trad. de John i iu~i i i i i i i i~ : . I .~>ndrrr , Verso, 1986, p. 213 [traducción casrcllaiin: L)iiii&ticn de lo l i irrrt~- S i ~ i t , . Ilnri.rlonr. Circulo dc Irctorrs, 19991.

" 'Ilico<li>r W Adi>rii<i y M a x Ilorklirirncr, iliid., pp. 214-215.

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La preocupación dc Adorno tiene una larga Iiisroria que se extiende hasta el problema platónico acerca de la convcnicncia y viabilidad del "retor~io a la caverna". El problenia surgió del llamado de Platón a los filiisiifos a abandonar la oscura caverna de la cotidianidad y -en nom- bre de la pureza del pensamiento-reliusarse a cualquier coiitactocon los hahitanrei de la caverna durante su estadía eii el brillante mundo extc- rior de ideas claras y luminosas. El problema está en si es deseable que los filósofos compartan sus trofeos de viaje con aquellos quc cstán dcn- tro, y -en caso de qiie quieran hacerlo- en si los escucharán y les crec- rán. Fiel a un proverbio de la Epoca, Platón teinia que esa brecha en la comiinicación resulrara en la muerte de los mensajeros ...

La versión de Adorno dcl problema de Plarón romó su forma en el mundo del postiluminisrno, cuando quemar a herejes en la hoguera y servir cicuta a Ii>s heraldos de iitia vida mejor ya habían pasado de mo- da definitivamenre. Eii este nuevo mundo los habitanres de la caverna, reencamados en burgi<eses, ya iio venían dotados de ese innato eiitu- siasino por la verdad y por los valores superiores quc poseían los origi- nales de Platóii; era esperable que se resistieran con usas y dientes a aceptar uii mensaje destiiiado a perturbar la iraiiquilidad dr su rutina diaria. Fieles a un nuevo proverbio, sin ciuhargo, el resultado de ese iii- tcrcambio coiiiunicacioiial fue eritrrvisro de otra manera. El matrimo-

,,iiio entre el conociiniento y el poder, una mera fintasia eii riempos de Platón, sc ha vuelro m i n a y es prácticainente rl postulado axiomático de la filosofia y un reclamo común y cotidiano de la politica. La verdad pasó de ser algo por lo qiie era liosible ser asesinado a ser algo que afi-c- ce buenas razones para matar. (Fuc sicmprc uii poco de las dos cosas, pero los p<ircairajes de la mezcla se Iian inverrido drásticamcnrc.j lJor lo tanto, e13 naru131 y raz<)nahle esperar, en tienipns de Adorno, que los apósr<>les rechazados de la buena nrieva rccriiricran a la violencia cada vez que pudieran; buscaban la d<inii~inción para romper la resistencia y obligar, iinp~ilsar o soboriiar a sus <>ponentes para qiir se adcntraran par uii cainirio que se m~st rahi in reacios a recorrer. Al viejo dilema -cómo tiaiisiuitir el iiieiisaic a 10s n o iniciados sin drsvirt~tac SIL esencia, cómo ex- presar la v e r d ~ d eii una foriiia seiicilla de comprender a la ver que lo SU-

ficirntrmrntr atractiva coino para que se deseara cui~iprcndcrla pcro sin rorcer o diluir s u co i i i e r i i dos~ agregó una nueva dificultad, especialmen- te srria y preocupaiite en el caso de mensajes con aspiraciones emanci- paduras y liberadoras: (cómo evirar o al nienos amortiguar el impacto cocmuptor del poder y la domiiiacióii, vistos entonces c«iii<i cl vcliiculo ~priiicipal [para rra~~sniirir el inieiisaje a los rencii>s y eti i l~cr~ii ; i<l<i~? Aiii-

bas preocupaciones de eiitrccrurabaii y, a veces, se iiiezclal>ari c i > i n o cii la dura pero no concluyente disputa eiitre Leo Strauss y Alexaiider KojSve-.

"La filosofía", insistía Strauss, "es la búsqueda del orden etrrriu e i n ~ iiiutable dentro del cual tiene lugar la historia y que permanece absolu- ramcnre inmune a ella". Aquello que es eterno c inmutable esri dotado también de universalidad; siti eiubasgo, la acepración universal dc ese "orden eterno e iiiiiiutahle" sólo puede ser alcanzada sobre la base de "un conocimieiito geiinino u de la sabiduria" -y no a través de la recoii- ciliación y el acuerdo cntrc opiiiioiies diversas-.

El aciierdo haiado cn la opinii>ii nunca piiede convcrrirrc cii iin

acuerdo iiriivrrral. 'Toda lc qur rrilania universalidad, por elcm- plo, scr uxiiicrsalinrnre nccprada, genera necerariamcntc uiia fc coiiirari~i qur reclama lu misrnu. l a difusión enrre los insensaror rlrl ca~iocimienro adrliiirido por los seiiiator no sirve para nada, pues a r r i v i a de su difusióii o ru disolución, el conociinirnro se rranrloiiiia incvitablcincnrc cn opinión, prejuicio o mera creencia.

Iliiito para Stiauss como para Koji.ve, esa brecha eiitre sabiduria y "me- 1.1 creencia" y la dificiilrad de coiiiunicación entre ellas apuntaban iiime- <liar3 y auromáticnmcntc nl tclna dcl podcr y la polirica. La iiicompatihilidad enrre los dos tipos de conocimieiito romó, para anibor ~x~lemistas, la forma dc la prcgiiiita por las reglas, la coerción, y el com- ~pr,>niso político de los "portadores de la sabidiiría" toiii6 la forrna, pos <I~,ciilo mis abieriaiiienie, del prrhlrnra de la irlacii>n enrre la filosoiia y i.1 listad<>, co~~sider .~do éste coiiio sede y foco priiicipal de la política. El ~>rcll>leiuü se rrilucr a In tijantc opción entre comproniiso político y dis- i.iiiciamieiit<i radical de la actividad política, y a soprsar cuidadosamriitc I h , < ~por~ncialrs l>riicficiiis, riesgos y desventajas de cada uno.

1)ado que el ordeii cierno, la vrrdadera prcocupacii>n de los filósoi<is, "alisoluraiueiite iiiinune a la liisraria", (dc qué ~nane ia podiía COIIITI-

I>ii~r n In cüiisa de la filosofía rl coiiracto con los poderosos y 10s dueíios ( 1 1 . I:i Ihist<iria? Para Straiiss, se trataba I I Y ~ ~ ~ O I I I I ~ I I I ~ de uria pirgunra re- i i r ic. i , y3 que "de ninguna manera" es In única i-esl>uesti ruzoiiable ).evi- 8li.1iic por si sola. Es posible que la verdad de la filos<ifía sea inmune a la Iii\i<ii-i:i, rcslx~nde Kolkve, pero ello iio iiiiplica quc p u ~ d a niantriiri-se al ~ I I , W ~ : I . I I dc ella: el piiiiro central de esa verdad es ingresar a 13 historia pa- 1.i ivl<,ciii;,rla -<lc 311i qiic cl iiitercambio con quiciies ostentan el poder. . . i : i i . i i i l i ; i l i n ri:iriii.nlcr q < ~ c ~ ~ ~ s t c > d i i ~ i el ingreso, pein~iiiendo O impidiendo i.1 I> , I \o . w'.:! u~I.> t i~cci~ que I<) l . r l , i~ pi~rtc vital c iiitcgr:il de lns O C I I I > ~ C ~ C > ~ P S

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12 MODERNIDAD L.lQUlD.4

del filósofo-. La historia es la consiimación de la filosofía; la verdad de la filosofía encuentra su última prueba y confirmación e n su aceptación y reconocimiento, en las al abras de filósofos que se transforman en cat- ne del sisre?na. El reconocimiento es el r ~ l o s último y verificación de la fi- losufía: y Dar lo tanto el obiern del accionar de las filósofos no son los . . . filósofos mismus, su pensamiento ni su "ocupación interna de filosofar", sino el mundo como tal, v finalmente la arrnoiiíi entre ambos. o más bien . . una nueva creación del niundo a imagen de la verdad de la que los filó- sofos san guardianes. "No tener contacto" con la política no es, por coii- siguiente, la respuesta; es una punalada trapera no sólo contra el "muiido exterior" sino también contra la filosofía.

No hay modo dr evitar el problema del "pucnte político" hacia el mundo. Y en tanto ese puente no puede sino ser manejado por cmplcados dcl Esrado, el prvblema de cómo utilizarlos para facilitar el ingreso de la filosofía al mundo no se desvanecerá y deberá ser enfrentado. Y tampoco hay manera de desconocer el hecho brutal de que al menos al principio -y mientras la brccha entre la verdad de la filosofía y la realidad del inundo pcl-manezca abierta- el Estado toma la fornia de una tiranía. La tiranía (Kojhe afirma categóricameiite que esta forma de gobierno puede ser de- finida en términos ~nornbnerite neutros) sobicviene cada vez que

una fracci6n de los ciudadaiios (poco iiiiporta si ,un ninyoris o minoría) imponc n todos los demás sus propias idcai y accioiies, idcas y accioncr que están guiadas pur una autoridad que esta fracción rccolioce espontáncarnentc. pero que no Iia logrado que 10s demis recoliorcaii corno cal; cata fracción impone 3 los orros dicha auroridad sin "ponerse de acucrdo" con ellos, sin tratar de lograr un "compromiro" con ellos, y sin tomar en cuenta sus ideas y dmpos (determinados por orra aururidnd, qiie esos orror reconocen riponrinearncnte).

Ya que es el desprecio por las ideas y los deseos de los "otros" lo que ha- ce qiie la tiranía sea tiránica, la tarea consiste en cortar la cadena cismo- genérica (como diría Gregory Batesan) de desprecio aitariero de un lado y de débil protesta por el otro, y hallar un terreno donde ambos bandos puedan encontrarse y dcbarir provechosamente. Ese terreno (en esto Ko- jeve y Strauss estaban de acuerdo) sólo puede ofrecerlo la verdad de la filosofía. que se ocuw -necesariamente- de cosas eteriias Y absolilta Y . . universalmente válidas. (Todos aquellos terrenos que puedan ofrecer las "meras creencias" servirán solamente de canmos de batalla v no coiiio salas de conlerencias.) Koieve creía que esto era posible, pero Strariss no:

"~ io creo que sea posible una conversación de Sócrates con lagente". Sea quien sea que torna parte eii tales conuersacioncs, iio es un filósofo sino ".ilguna clase de retórici>", más preocupado por lograr obediencia a . ~ < l ~ ~ c l i o que el poder necesite o quiera ordcnar que por allanar el 'ami- t i c ) que conduzca la verdad hasta la gcnte. Los filósofos no pueden ha- i c r mis que intentar aconsejar a los retóricos, y siis posibiiidides de vxiro son así y todo míniiuas. La posibilidad de que la filosofía y la so- iirdad alguna vez se rcconcilieii y unifiquen es e~casa.'~

Srrauss y Kojt.ve estaban de acuerdo cn qiie la política era el nexo en- ii-i. 10s valores iiniversales y la realidad de la vida social a la que da for- ni;i la historia; coiua escribieron durante la modernidad pecada, dieron ~ > o r sentado que la política y las acciones del Estado sc superponen. Y i I i , cllo se dcsprendia sin más que rl dilenia al que se enfientabaci los fi- ILi\i>f«s se rediicía a una simple elección del tipo "tómalo o déjalo": o iiiiliznr ese iicxo, a pesar de los riesgos que su uso pudiera implicar, o (eii iiiinilxe de la prircza del pensamiento) mantenerse 31 inargcn y guardar tIthi.incia del p d e r y de quienes lo ostentan. Eri pocas palabras, la op- i i o ~ i erd entre una verdad condenada a ser iiupoteiite o un poder conde- ii.i<Ii> a no ser fiel a la vcrdnd.

1..1 iiioderiiidad pesada fue, dcspués de rodo, una época en la que se i1.ili.i lixiiia a la rcalidzd a la manera dc la arquitectura u la jardinería; 1 8 . t 1 . 1 que la realidad se ajiistara a los dictimenes de la razóii, debía scr "i<izisri-"ida" bajo estrictas noiiiias dc control de calidad y de aciierdo

m oii rctricras reglas de procedimiento, y por sobre rodo diseCadn aritrs i l i . il.ir conlienzo a los trabajos de consrruciióii. Era tina época de planos Y i.ililvi-<ir de dibujo-no tanto para hacer un rclcvamientu del terreno so- , i . i l i<>rilo para clevar ese terreno a los iiiveles de lógica y de racioiiaii- i l . i i l <Ic I<is que sólo los mapas pueden jzcrarse-. Era una época que i < ~ t i . i I i : s coi i Icgislar para hacer de la razóii una inr~rma de la realidad, con l i . i i . i l , i i . y rcpartir de nuevo para impulsar las conductas racionales y ha- i 8.i I I O C i<id<> conrportamiento contrario a la razón restiliara deiuasiado i i , i i < i \ i , c0111<1 para ser siquiera considerado. Para la razón Icgislnriva, i l i . . , iii<l.ir n los legisladores y a las instituciones a cargo del cumplimien- i i ~ i l i . 1:) Ii,y ni> constituía, obviainriite, una opción. 1.a cuestión de la re- I , i i i q i ~ i ciin c:I Estado, cooperativa o aniagónica, representaba su dilcma I i i t i i l . i < i(>11a1: LIU verdndero asunto dc vida o muerte.

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54 MODERNIDAD LfQUlUh

La crítica de la política de vida

Cuando ya no se espera qiie CI Estado prcrenda, promera o dcsce acruar corno depositario plcniparcnciario de la iazún y maestro constructor de una saciedad racional; cuando los tabler<is de dibujo de las oficinas de la hucna sociedad van quedando en desuso; y cuando una variopinta saria de consejeros, intérprercs y gcstores se hacen cargo de gran parte de la ra- rea antes rcscrvada a los legisladores, no es de exrraiiar que los reóricos criricos deseosos de servir a la causa de la emancipación esrén de duelo por su pérdida. No s6lo se csri desintegrando el presiintci vrhículo y a la vez hlaiico dc la lucha por la liberación; es improbable que el dilema central v fundacional de la teoria crírica, el verdadero eje en torno del cual gira su disciirso, pueda sobrevivir a era desintegracibn. Algunos puedeti sen- rir que el disciirso crírici> está a puiiio de encontrarse sin objeto. Y algu- nos parccrn aferrarse desesperadamente a la estrategia ortodoxa de la crítica sólo "ara coiifirmar, con diagnúsricos cada vez más alejados di. la realidad actual y prupucsras cada vez niás vagas, que su discurso carcce de un obieto tanrihle; muchos prefieren segiiir peleando las antiguas ba- - rallas en las ya si~ri experros antes que caml,iar esc rerieno familiar y confiable por un territorio nuevo y aún inexplorado quc Ics resulta en gran medida tci.1.n iizcog*iitn.

Sin eriibargo, las perspecrivas futuras de la teoría critica (y ,menos aun la necesidad de ella) no rsrin ligadas a los niodos de vida hoy rn extinción taiiro cama la autoconcicncia dc los teóricos criricos lo está a las formas, las habilidades y los programa? desarrollados durante su lucha contra esas formas de vida. Lo único que se ha vuelto «bs«leti> es el significado asignado a la emancipación bajo condicii>iirs hoy inexisrentes, pcru no la labor de la emancipaciiin cn sí. Lo qur hoy está en peligro es otra cosa. Existe un nucvo programa de ernancipaciún pública a la espera de que la tcoría critica se haga cargo de él. Fstr riurvo prograiiia público, aún a la es- pera de políticas criticas públicas, es t j einergiendo juntainenrc caii la versión "liq~~ificada" de la moderna c<iridicióri huiiiana -y en parricular, cn vísperas de la "iiid~vidualizacióri" de las tareas de \,ida que surgen de esa condicibn-.

Esta nucva agenda aparece en la brecha niciicioiiada antcriormenre cnrrc individualidad de iurc y iic lacio, n -si se quiere- entre la "liber- tad negariva" impuesta legalmente y la "liberrad positiva" -o sea, la ca- pacidad genuina de auroafirmación-, visiblciiiriire ausente o e n todo caso inaccesible liara la mayoría. Esra nueva condicibii no <lisia dc pn- rcccise n In qiic. <Ic nciirrdo coli 13 Hilili;i, llcv<i 3 Iris isr;iilii.ir ;i 1.1 r c l i r -

lión y al éxodo de Egipto. "El Faraón ordenó a los supervisores y capa- taces del puehlo que no entrecara" al pueblo la paia necesaria para la fahricncii>n de ladrillos I...] ' q u e vayan y jiinten su propia ?a,;, pero :isceúreiire de que uroduzcn~i la rnisiria canridad de ladrillos que antes"' . . Cuando Ikis caparacrs señalaron que no se puede fabricar ladrillos con cficicncia a menos que se provea la paja necesaria a tales fincs y acusa- ron al Faraón de pedir lo in~posible, ésre Iiizo caer la responsabilidad so- tire Ii~s israelita': "sor, Iholgaianes, s<in holgazaiies". En la actualidad n o Ihay farioiies que ordenen a los capataces azotar a los perezosos. (Hasra 10s azorcs han pasado al rubro "higalo usted mismo" y han sido reem- ~~ lazados por la auioflagrlación.) Pero las autoridades de ruriio se han ilcsentendido de la tarea de surninisrrar la paja y n los producrores de la- drillos se lrs dice que cs su propia perrza la que Irs inipidr haccr correc- i.iiiieiite su trabajo -y por sobre iodo, Iiriccrlo de modo que resulte h;itisfacturio para ellus rnisinus-.

La lare3 in~j>uesri a los hunianos dc hoy es cscncialmente la iiiisciia i ~ t ~ e les fue impuesta desde los comienzos de la modernidad: aotoconsti- iiiir su vida iiidivid~inl y tejcr icdes de vinculos con otros individuos au- i,ic«tirriruidos, ari cuino ocuparse del inantenimienro de esas redes. Esa 1 i.irea nunca fue ciiestionada por los tcúricos criticas. Pero esos teóricos \i dudaban dc la qincciidad de los intereses que hacían que los iiidivi- <Ii~os humanos fiicrari lihcrados p r a ciirnplir con la rarca qiic lcs había r i<l<i asipnada. La rcoría crítica acusaba dc falsedad e ineficiencia a los

i.\.i reiidencia rotaliral-ia endéniica al mr,do en q u e la sociedad rn<>drriia Ii.il>ía sido construida y iiiaiiejada y que aiiieiiarab~ con abolir de plana 1.1 Ill~crtad, reemplazando, por la fuerza o solapadaniente, la liberrad de vli,ccii>n por uiia hoirii>geiiridad iiisulsa.

l.;, suerte que corre uiia persona en liberrad de acción está IIcni de i i,iiii-adicciunes dificiles de evaluar y inas aun de desentrañar Ci>risidc~ i v l i i< is , por cjeiiiplo, la contradiccióii de las identidades fabricadas por i i ~ i i i iiiisnio, que deben ser lo suficienreniente sólidas para ser reconoci- il . ih coiiio tales a la vez que lo suficientemenit. flexibles para no liiiiitar iiii,vinilciitos luriiros rii circurisraiicias volátiles de caiubio periuaiiente. I > I;i Iprecxirdad de las relacioiies humanas, mis cargadas de expecra- i i v . i \ ~puo ~nlás ~ .~di l i>e~~tar ia lnente institucionalizadas qiic nunca, y por l h , i.iiii<i ~iicoiis resisteiircs a las exigeiicias de esas expccrativas. O la pe- iiiir;i \iiii:iciiiri dc In rcsp<insnbilidad recuperada, que inavega peligrosa- iiii.iiii. v i i i r r 10s ~pci'axoscdc 13 iil<lif~rencia y In coercibii. O In fragilidad

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de la acción colecriira, que sólo puede confiar en rl rntitsiasmo y la de- dicación de sus protagonisras y que sin embargo neccsira de una cohe- sión inis duradera, que la preserve integra hasta la consecución de sus objetivos. O la evidente dificultad para las experiencias, ri- vidas como algo ibsolutamentr personal y subjetivo, y traiisforiiiarlas en problemáticas públicas destinatarias de politicas públicas. Éstos son apenas ejemplos Iiurdr>s, pero ofrecen un panorama hastanre acertado de la clase de desafíos a los que se enfrentan hoy los rcóricos criricos que anhelan rrcoiirctar su disciplina con los programas dc politicas públicas.

Los teóricos criricos -y no sin mutivos- sosoechaban aue cn la versión del "déspora iliistrado" del iluminismo, y como encarnación de las prác- ticas políticas de la iiiodernidad, se encuentra el resultado oue rcalmenre cuenta -la sociedad construida y inariejada ricionnlriiente-; sospecliabnn qiie las aspiraciones, los deseos y los objerivos individuales, el uis f<>rn<nii- di y la iibido fornrandi individuales, la tendencia poiética a crear riiicvos significados a/enos a la función, el uso y el propósirr> no son i u i s que una variedad de recursos. o jusraiiieiite por eso, obstáculos eii ,medio del ci- mino. A csa práctica o supuesra tendencia, los teóricos criticos oprineii la visión de una sociedad qiie se rebela ante esa perspectiva, uiia sociedad en la cual precisn~nenre esas aspii.acioner, deseos y objetivos y su satislac. cióii rienen valor y debcn ser honrados, la visión de una sociedad qur,poi esa raiún, milira contra todo csqucma de perfeccióii impiirsro a los dr- seos o a espaldas de Iris deseos de los hombrcs y mujeres que la integran. La única "totalidad' reconocida y aceptable para la mayoria de los filó- sofos de la escuela critica era la que pudiera cmerger de las acciones de individuos creativos y con libertad de elección.

Había LIII sesgo aiiarquista en toda reorización cririca: todo poder era sospechoso, el eneiiiigo era espiado en cuanto poderoso, y el niisiiio ene- inigo era culpado de rodas 13s desventajas y frustraciones que sc sufrian por la libertad (iiiclusu por la falra de coraje en las rn>pas qiie drbian cn- tablar valerosamente sus guerras de liberación, coino en el caro del deba- te acerca de la "cultura de masas"). Se esperaba qiie arreciaran peligros y ataques desde el flanco de lo "público", siempre dispiicsto a invadir y ca- lonizar lo "privado", lo "suhjcrivu", lo "individual". Sc rcflcxionaba po- co y nada acerca de los peligros que yacían en el cada vez más estrecho v

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vacio espacio público o en la posibilidad de una invasión inversa: la calo- nización de la esfera pública a manos de lo ~rivado. Y sin emhnreo esa oo- sibilidad subestimada y pasada por alro en la discusibn del nii,ineliro, se ha transforniado hoy eii el escollo principal de la ernnncipaciiiri. cluc eii sil

etapa acrual sólo puede ser descripra como la rarea de rransfarmar la au- tonomia iiidividual de jure cn autonomia de faro.

El podcr público presagia la incorrrpletud de la libertad individual, pero su retirada o su desaparición auguran la inrpote~icia práctica de la libertad oficialinente victoriosa. La Iiistoria dc la emancipacióii moder- na viró desdc la confrontación con el primero de esos peligros hacia el enfrentamiento con el segundo. En palabras de Isaiah Berlin, padriamos decir que una vez que se lia luchado por la "liberrad negativa" Iiarta ob- rcnerla. los mecanismos necesarios para transformarla en "liberrad po- \itiva" -o sea, la liberrad de fijar la gama de opciones y el programa que mas elcccioncs deben scguir- sc Ihan hccho pedazos. El podcr público ha perdido gran parte de su sobrecogedor poder de oprimir -aunque ram- hién ha perdido hiiena parte de su capacidad de posibilitar-. La guerra <Ir la eniancipación no ha terminado; pero para todo progreso futuro de- hrrá resucitar aqiiello que se esincrh por destruir y apartar de su camino 'Iiirante casi toda su Iiistoria. En la actualidad, toda liberación verdide- i.i demanda más, y no nienos, "esfera púhlica" y "poder público". Aho- i;i es la esfera pública la que necesita desesperadamente ser defendida c i>iitra la invasión de lo privada -paradbjicamente, para aiilpliar la liber- [.id individual, y ni> pard ccrceiiarla-. . .

Como siempre, el trabajo del pensainiento critico es sacar a la luz los ~iiiiclios oli~táculos qiie entorpecen el cainino hacia la eiiiancipacióii. Dada I;i naturaleza de las tircas actuales, los principales obstáculos que drbcii i c r examinados con iirgriicia se relacionan con las crecientes dificulrades r

que hay para rraducir las problemas privados a problemáticas públicas, 11,tra galvanizar y condensar los problemas endémicainenre privados bajo 1.3 forma dc intercscs públicos quc sean mayorcs que la suma dc sus ingre- <liriites iiidividuiles, para recolecrivizar las urooias ~rivarizadas de la "oo- . . . . ll15c.1 de vida" de modo que fsras viiclvan a ser visioncs dc ~ i n a "sociedad Iiiicna" y de una "saciedad justa". Cuando la politica pública cede suc Ii~iicioiics especificas y la politica de vida asume el manda, los problemas .i lo\ que se enfrentan los individuos <fe jure cn rus esfiierzos por convcr- i i iw c i i individuos de facto resultan claramente no-aditivos y no-acumula- ilvc>s. dcjando por lo tanto a la esfera pública sin orra siistancia que la de h i t . cl escciiario donde se confiesan y exhiben las prcocupacioncs privadas. I l i . ih:ilal iniancrn, la individualización no sólo resulta ser un camino de ida, , . i i i r i que rainhién parece dcsrrozar a su paso todas las herramientas que 1~xlii:iii ci>nccbirsc para el logro dc sus antiguos alijcrivos.

I:!i csld l i ~ r c i ~ , la tcoria critica se enfrenrn a iin nuevo oponenre. El es- I I ~ < " . < I ~Icl < ; c : i i i 11~1111,1110 <lej<i <Ic solii.rvi>lar 10s iricr,s y c.ilal>ozos del

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58 MODERNIDAD LIQUIDA

mundo cuando el déspota ilustrado se retiró de sus saloncs y recibido- res. En la modernidad liquida, sus niievas versiones, drásticamente redu- cidas, sc refugiaron en el diminuto ámhito en miniatiira de la política de vida; allí, los peligros y vaivenes de la autonomía individual -sa auro- nomía que no puede cornplerarse a si misma excepto en una sociedad autónoma- delicn ser perseguidos y localirados. La hiisqiieda de una vi- da alrernariva en común debe partir del análisis y la búsqucda dc alter- nativas a las políticas de vida.

2. Individualidad

Como ves, aqrtirequierc que ahora corras ran rápido como puedas para prrinancccr en e l mismo lugar Si quieres ir a otra parrc, debes correr a l menos cl doble de ráptdo quc atites.

I.i.WlS CARROLI.

IKrsulra difícil recordar, y aun más difícil cn tende~ que hace tan sólo cin- c ineiita aiios la disputa acerca de las re dicciones oo~ulares. de oué ha- . . . . I>i;i que temer y de qiié clase de horiorcs nos depararía el futuro si no se Ihi detenía antes de que fuera demasiado tarde se cntablaha encre Uiz tiritiido feliz, de Aldous Huxley, y 1984, de Gcarge Orwell.

lisa disputa, sin dudas, era genuina y seria, ya que los mundos tan ví- viil.i~iiente pintados por los dos disrúpicos visionarios eran tan diferen- t i . \ como el agua y el aceite. El de Orwell era un mundo degradado y ~ii~\crable, carente y necesitado; el de Huxley era una tierra dc "pulen- i 1.1 y libertinaje, de abundancia y saciedad. Predrcihlemenre, la gente ~IIIL. Iiabiraba el mundo de Orwcll era triste y temerosa; los personfijes dr I liixlcy, en cambio, eran despreocupados y retozones. Había niuclias i ~ i i . : i * diferencias, no menos coiirrastanres; aiubos iuuiidos eran opuestos

c i s i todos siis detalles. Y sin cmbargo había algo que unía ambas visiones. (De no ser así,

iiii11i:is distopías no sc relacionarían eil absoluto, y jamás hubirrari en- i i . i i l o eii disputa.) Lo que compartían era el presagio de un mundo es- ~ ~ ~ ~ < ~ l ~ i i r ~ i e n t c conrrolado, en el que la libertad individual no sólo estaba Iic<Ii;i ;iiiicos sino quc ofendía gravemente a la gente entrenada para i,lir.<lrcer órdenes y seguir rurinas prefijadas; un inundo en el que una pe- iluvfi;i elitc rcnía cn siis manos todos los hilos -de iriodo que el resto de 1,1 Iiii~tinnidad eran mcros títeres-; un mundo dividido en iiiaiiipuladores

iii;iiii~ii~Indos, planificadores y cumplidores de planes -los primeros i i i ii11;ili;iri I<>s planes y los segundos ni siquiera sentían deseos de espiar- Ihir p i ~ r i ~ con~pxnder su sentido-, un mundo en el que cualquier otra al- i<.tlt:itlv:i rcsiiltnhn inimngiiinhle.

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60 MODERNIDAD L~QUIDA

El hecho de que el mundo pudiera reservarnos menos libertad y más control, supervisión y opresión no era parte de la disputa. Orwell y Huxley coincidían en cuanto al destino del mundo; simplemente ronce- bían diierentes versiones del camino que nos llevaría hasta el sitio don- de seríamos suficientemente ignorantes, obtusos, plácidos o indolentes para permitir que las cosas siguieran su curso natural.

En una carta de 1769 a sir Horace Mann, Horace Walpole escribió que "el mundo es una comedia para los que piensan, y una tragedia pa- ra los que sienten". Pero los significados de "cómico" y "trágico" cam- bian con el tiempo, y en la época en que Orwell y Huxley tomaron la pluma para delinear los contornos del trágico futuro, ambos sentían que la tragedia del mundo era su obstinado e incontrolable avance hacia la división entre los controladores -cada vez más poderosos- y los contro- lados -cada vez mis impotentes-. La visión pesadillesca que acosaba a ambos escritores era la de hoinhres y mujeres sin poder de decisión so- bre sus propias vidas. Tal coino Sócrares y Platón no podían imaginar una sociedad -buena o mala- sin esclavos, Orwell y Hlxley no podían concebir una sociedad -feliz o desdichada- sin jefes, planificadores y su- pervisores que escril>íaii el guión que el resto debía representar, ponían en escena la obra, decidían los parlamentos de cada participante y des- pedían o encerraban en calabozos a cualquiera qiie improvisara su tex- to. No podían visualizar un mundo sin torres u oficinas de control. Los temores de su época, al igual que sus esperanzas y sus sueños, giraban en torno del Comando Supremo.

El capitalismo: pesado y liviano

Nigel Thrift probablemente hubiera archivado los relatos de Orwell y Huxley bajo la rúbrica del "discurso de Josué", diferenciándolo así del "discurso del Génesis".' (Los discursos, dice Thrift, son "metalenguajes que enseñan a las personas cómo vivir coino personas".) "En tanto en el discurso de Josué el orden es la regla y el desorden es la excepción, en el discurso del Génesis el desorden es la regla y el orden es la excepción." En el discurso de Josué, el mundo (y en este punto Thrift cita a Keiineth

l Nigel Thrift, "The tire of soft capiralirrn", en: Cultural Voluer, 111, abril de 1997, pp. 29-57. Thrifr desarrolla crearivamenre conceptos aciiñadon y defiiiid<,r i>i>r Kcriiicrli

Jowirr, en: New World Disorder, Berkeley, University of California Pvrss, IY<)? , Michrl Seires, Gerresis, Aiin Arbor, Uiiiversiry of Michi~an Press, 1995.

INDIVIDUALIDAD

! Jowitt) está "organizado centralmente, rigidaineiite limitado e histérica- iiiente preocupado por fronteras impenetrables".

El "orden" significa monotonía, regularidad, repetición y predecibili- 1 dad; llamamos "ordenado" a un entorno sólo cuando se considera que

algunos acontecimientos tienen más posibilidades de ocurrir que sus con- trarios, y cuando otros acontecimientos no tienen casi posibilidad de pro- ducirse o son directamente descartados. Esto implica que alguien, desde alguna parte (un Ser Supremo, impersonal o personal), debe manipular las posibilidades y cargar los dados, ocupándose de que los acontecimien- tos no se produzcan azarosamente.

El mundo ordenado del discurso de Josué es un mundo estrechamen- te controlado. En ese mundo todo tiene un propósito, aun cuando no es- té claro (momentáiieamente para algunos, pero para siempre en el caso de la mayoría) cuál es. En ese mundo no hay espacio para actos inútiles o sin propósito. Y, lo que es más, en ese mundo ningún acto útil se con- sideraría un propósito. Para ser reconocido, debe servir a la conservación y perpetuación del todo ordenado. Sólo ese orden, exclusivan~ente, no re- quiere legitimación, porque tiene, por así decirlo, "su propio propósito". Siinplemente es, y no puede desaparecer: eso es todo lo que podemos o iiccesitamos saber de él. Tal vez existe porque allí es donde Dios ejerció sil acto de Creación Divina, o porque criaturas humanas, pero seincjantes ;i Dios, lo implantaron y lo mantuvieron allí mediante su coristailte tarea dc plaiiificación, coristrucción y control. En nuestros tiempos iiiodern~s, cii los que Dios se ha tomado una larga licencia, la tarea de planificar y Iiacer cumplir el orden ha recaído sobre los seres humanos.

Como lo descubrió Marx, las ideas de las clases dominantes tienden a scr las ideas dominantes (proposición que, con nuestra nueva coinpren- sióii del lenguaje y de su funcionamiento, podemos considerar un pleonas- iiii~). Durante por lo menos doscientos años, los gerentes de las empresas L..il>italistas dominaron el mundo -es decir, separaron lo plausible de lo im- I>l:iusible, lo racional de lo irracional, lo sensato de lo insensato, y deter- iiiiiiaron y circunscribieron el rango de alternativas que debían limitar la triiycctoria de la vida humana-. Así, esa visión del mundo, eii conjunto coii cl propio mundo, modelado y remodelado a su imagen y semejanza, ;iliiuetitaha y daba sustancia al discurso dominante.

1-lasta hace poco, el discurso de Josué era dominante; ahora prevalece L.;i(la vez inás el discurso del Génesis. Pero contrariamente a 10 que pro- pone 'Tlirift, el encuentro, dentro del mismo discurso, de la empresa y la :ic;idciiiia, de los hacedores del inundo y de sus intérpretes, no es ningu- ii ; i ii<ivcd;id, n o es una cualidad íiiiica del nuevo (soft, lo llama Thrift)

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62 MODERNIDAD LIQUIDA

capitalisino, hambriento de conocimientos. Desde hace un par de siglos, la academia no iia tenido otro mundo para atrapar en sus redes concep- tuales, ni para reflexionar, describir e interpretar, que el mundo sedimen- tado por la visión y la práctica capitalistas. A lo largo de todo ese periodo, la empresa y la academia sostuvieron una reunión constante, aun cuando -a causa de su imposibilidad de establecer una conversa- ción- dieran la impresión de mantenerse a distancia. Y la sala de reunión siempre fue -como ahora- elegida y equipada por el socio comercial.

El mundo que respaldaba el discurso de Josué y lo hacía creíble era el mundo fordista. (El término "fordismo" fue usado por primera vez hace mucho tiempo por Antonio Gramsci y Henri de Man, pero, fiel a los hábitos del búho de Minerva hegeliano, ha sido redescubierto y sa- cado a la luz, y es de uso común sólo desde el momento en que el sol que brillaba sobre las prácticas fordistas empezó a ponerse.) Según la des- cripción retrospectiva de Alain Lipietz, el fordismo fue, en sus días de gloria, un modelo de industrialización, de acumulación, de regulación:

[...] una combinación de formas de adaptación de las expectativas y la conducta contradicroria de los agentes individuales con rcs- pecto a los principios colectivos del régimen de acumulación L...] El paradigma industrial incluía el principio taylorista de racionaliza- ción, sumado a una mecanización constante. La "racionalización" se basaba eii la separación de los aspectos intelectual y manual del trabajo [...] cl conocimieiito social era sistematizado desdc la cima y los planificadores lo incorporaban a las maquinarias. Cuando /Frederic] Taylor y los ingciiieros tayloristas introdujeron estos principios a comienzos del siglo xx, su objetivo explícito era refor- zar el coiitrol de los gerentes sobre los trabajadores.'

Pero el modelo iordista era más que eso: un sitio de construcción episte- rnológica sobre el cual se erigía toda la visión del mundo y que se alzaba majestuosamente dominando la totalidad de la experiencia vital. A veces, los seres humanos tienden a comprender el mundo de manera prnxeomór- ficn: como un inundo moldeado por el saber práctico de la época, por lo que la gente puede Iiacer y por la manera en que suele hacerlo. La fábrica fordista -con su meticulosa distinción entre planificación y ejecución, ini- ciativa y cumplimiento de las órdenes, libertad y obediencia, invención y decisión, con su apretado entrelazamiento de los opuestos en cada una de

Alain Lipiet~,, "The neit trunifarrnarion", en: Micheie Cangiani (conip.), TI?< Milano Paperr: Essayi in Sooctai Alterr2ntiver, Montreal, lllack Rose Books, 1996, I ~ P . 116-117.

INDIVIDUALIDAD 63

esas oposiciones biiiarias y con su fluida transinisión de órdenes desde el primer elemento hasta el segundo de cada par- era sin duda el mayor lo- gro hasta el moiiiento de una c«nstrucción social tendiente al orden. No es raro que estableciera un marco de referencia metafórico para cualquie- ra que intentara comprender el funcionamiento de la realidad humana en todos los niveles -tanto en el nivel social global como en el nivel de la vi- da iiidividual-. Su presencia, desembozada o encubierta, se revela rápida- mente en visiones tan distantes como el "sistema social" parsoniano autorreproductor, gobernado por el "conjunto de valores centrales" y en el que el "proyecto de vida" sartreano funciona como idea conductora del esfuerzo -que lleva toda la vida- de coiistrucción de la identidad.

Siii duda, no parecía haber alternativa a la fábrica fordista, ni tam- poco ningún obstáculo que pudiera impedir que el modelo fordista se implaiitara en todos los ámbitos de la sociedad. El debate entre Orwell y Huxley, así coino la confrontación entre el socialismo y el capitalismo, cra, en este sentido, una mera riña fainiliar. El comunismo sólo deseaba limpiar el modelo fordista de sus suciedades (no imperfecciones), de ese maligno caos generado por el mercado que obstaculizaba una victoria total sobre los accidentes y las contingeiicias y que impedía una adhe- sión total a la planificación racioiial. En palabras de Vladiiiiir 1. Lenin, la visión del socialismo se concretaría si los comunistas lograban "com- hiiiar el poder y la orgaiiización administrativa del soviet con los últimos avances del capitalismo".3 "La organización administrativa del soviet" ~ignificaba para Lenin la instrumentación de "los últimos avances del i.apitalismo" (es decir, como repitió hasta el cansancio, "la organización científica del trabajo"), que permitiría que esa organización desbordara los inuros de la fábrica y penetrara y saturara toda la vida social.

El fordismo fue la autoconciencia de la sociedad moderna en su fase "pesada" y "voluminosa", o "ininóvil", "arraigada" y "sólida". En esa rrnpa de su historia conjunta, el capital, la dirección y el trabajo estaban c.oiidenados, para bien o para mal, a permanecer juntos durante mucho iiriilpo, tal vez para siempre -atados por la combinación de enormes fá- Iivicas, maquinaria pesada y fuerza laboral masiva-. Para sobrevivir, por I I I I Iiablar de funcionar eficazmente, tenían que "cavar" para establecer lí- iiiitcs y marcarlos con trincheras y alambradas de púa, mientras prepara- Ii:iii fortalezas suficientemente grandes para contener todo lo necesario si c\ CIIIC iban a soportar un asedio prolongado, tal vez eterno. El capitalis-

' Vi.;isc Vlndiinir 1 . I.cnin, " O c h c r c d ~ > ~ e zidachi sovctskoi vlasri", en: Soclii,zeiiia, 27, l<.Ii,i.r<i ~ i i l io ilr IcJIX, Moscii, r;iiri, 1950, lpp. 229-230.

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64 MODERNIDAD LÍQUIDA INDIVIDUALIDAD 65

mo pesado estaba obsesionado con la masa y el tamaño, y, por ese motivo, también con sus fronteras, con la idea de hacerlas precisas e impenetra- bles. El genio de Henry Ford fue descubrir la manera de mantener a to- dos los defensores de sus fortalezas iiidustriales detrás de los muros ... para impedirles así la tentación de desertar o de cambiar de bando. Tal como lo expresara Daniel Colien, un célebre economista de la Sorbona:

Hcnry Ford decidió un día "duplicar" el salario de sus obreros. La razón (públicamente) declarada, la celebrada expresión "quiero que mis obreros ganen lo suficientemente bien para comprar mis autos", fue, obviamente, un chiste. Las compras de los trabajado- res constituían una fracción ínfima de sus ventas, pero sus sala- rios representaban una parte niuy importante de sus costos [...] La verdadera razón por la cual Ford duplicó los salarios fue que de esa manera podía enfrentarse al formidable cambio de la fuer- za laboral. Decidió dar a los obreros un aumento espectacular pa- ra evitar que rompieran sus cadenas l...] 4

La cadena invisible que unía a los trabajadores con su lugar de trabajo, impidiéndoles movilidad, era, según Cohen, "el corazón del fordismo". La ruptura de esa cadena era el cambio decisivo, la divisoria de aguas de la experiencia vital asociada con la decadencia y la acelerada desaparición del modelo fordista. Como observa Cohen, "quien empieza su carrera en Microsoft no tiene idea de dónde la terminará. Comenzarla en Ford o en Renault significaba, en cambio, tener la certeza casi total de concluirla en el mismo sitio".

En su etapa pesada, el capital estaba taii fijado a un lugar como los trabajadores que contrataba. En la actualidad, el capital viaja liviano, con equipaje de mano, un simple portafolio, un teléfono celular y una computadora portátil. Puede hacer escala en casi cualquier parte, y en ninguna se demora más tiempo que el necesario. El trabajo, por otro la- do, sigue tan inmovilizado como en el pasado ... pero el lugar al que an- tes estaba fijado ha perdido solidez; buscando en vano un fondo firme, las anclas caen todo el tiempo sobre la arena que no las retiene. Algunos de los residentes del mundo no cesan de moverse; para el resto, es el inundo el que no se queda quieto. El discurso de Josué suena vacío cuan- do el inundo, que era antes legislador, árbitro y corte suprema de apela-

Daniel Cohen, Richerie du nioifde, par<vretér des rrutioiir, París, Flainmarion, 1997, pp. 82-83 [traducción caerellana: Riqr<ero del >nurrda, pobreza de lar »acioirrr. I3iicnos Ai. res, Folido dc <:ultiira Ecoiiómica, 1998].

vifin, se parece cada vez más a uno de los jugadores, con las cartas res- ~:iiardadas contra el pecho, previniéndose de que le hagan trampas y es- ~ivrando, a la vez, su turno para trampear.

Los pasajeros del barco del "capitalismo pesado" confiaban (no siein- ~wc sensatamente, por cierto) en que los selectos miembros de la tripula- i i í ~ i i autorizados a subir a la cubierta del capitán llevarían la nave a ilvstino. Los pasajeros podían dedicar toda su atención a la tarea de .iprender y seguir las reglas establecidas para ellos y escritas en letra gran- (Ir cn todos los corredores del barco. Si protestaban (o incluso se amoti- ii.ihan), era contra el capitán, que no llevaba la nave a puerto con jiiliciente rapidez o que no atendía debidamente a la comodidad de los l>:is;ijeros. En cambio, los pasajeros del avión del "capitalismo liviano" iliscubren con Iiorror que la cabina del piloto está vacía y que no hay ma- iii.r;i de extraer de la misteriosa caja negra rotulada "piloto automático" iiiiiguna informacióii acerca del destino del avión, del lugar donde aterri- r.ir.i, de la persona que elegirá el aeropuerto y de si existen reglas que los ~*.~s;ijeros puedan cumplir para contribuir a la seguridad del aterrizaje.

<' Tengo auto, puedo viajar"

I'iiilciii«s decir que el giro dado por los acontecimientos bajo el dominio i ,il~ii;ilista fue exactamente opuesto al que Max Weber previó coiifiada- iiit.iiic cuando seleccionó la burocracia como prototipo de la sociedad liiiiir:~, describiéndola como el umbral de la acción racional. Extrapo- lLiiiilo su visión del futuro de la experiencia contemporánea del capita- l i < i i i i ~ ~ pesado (el hombre que acuñó la expresión "revestido de acero" i l i l i i iliiiente podría advertir que el "peso" era simplemente un atributo 11~1ii1~11ral del capitalismo y que era posible concebir otras modalidades

( I I I C ya se insinuaban- del orden capitalista), Weber predijo el inminen- ir iriiiiilo de la "racionalidad instrumental": ahora que el tema del des- I I I ~ I I 'Ic la historia humana era caso cerrado, y que se habían establecido i ii,ilr.s cran los fines de las acciones humanas, las personas se preocupa- i I , i i i t,:isi exclusivamente por los medios; el futuro, por así decirlo, esta- i i , ~ iiliscsionado por los medios. Cualquier otra racionalización, cuya iiiiiiii.;ilcza estaría decidida de antemano, consistiría meramente en un I I ~ I I ~ I I . y l>crfeccionamiento de los medios. Sabiendo que la capacidad ra- i i ~ i i i . i I LIC. los seres humanos tiende a ser constantemente socavada por I i i i ~~rc~lwi~siones afectivas y otras tendencias igualmente irracionales, se 11111 l i l ; i s<~slxcliar que es difícil que cese la rivalidad entre los fines, pero

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esa rivalidad sería eliminada en el futuro gracias a una racionalización inexorable ... y quedaría en manos de los profetas y predicadores, que sólo tienen incidencia en los márgenes de todos los temas principales y decisivos del terreno de la vida.

Weber dio nombre también a otro tipo de acción con objetivo, a la que denominó "valol-racional", pero con ella aludía a la búsqueda de valor "por sí mismo", "independientemente de cualquier perspectiva de éxito externo". Dejó en claro que los valores de los que hablaba eran de na- turaleza ética, estética o religiosa -es decir, pertenecientes a una catego- ría que el capitalismo moderno degradaba y declaraba redundante e irrelevante, e incluso dañina, para la conducta racional calculadora que él Sólo podemos suponer que la necesidad de agregar la ra- cionalidad de los valores al inventario de tipos de acción se le ocurrió a Weber más tarde, bajo el impacto de la revolución bolchevique, que pare- cía refutar el presupuesto de que la cuestión de los fines ya se había deci- dido definitivamente, y que incluso insinuaba que se podía dar la situación de que cierta gente se aferrara a sus ideales, por escasas que fueran sus po- sibilidades de lograrlos y por exorbitante que fuera el costo del inteiito ... y que eso podía desviarla de su única preocupación legítima: el cálculo de los medios apropiados para conseguir los fines predeterminados.

Fuere cual fuese la aplicación del concepto de la racionalidad de los valores en el esquema histórico de Weber, ese concepto no sirve para aprehender la sustancia del momento histórico actual. El capitalisn~o le- ve de hoy no tiene u11 "valor-racional" en el sentido weberiano, aun cuando se aparta del tipo ideal de orderi instrumental-racional. El capi- talisino liviano parece estar a años luz de la racionalidad del valor del estilo weberiano: si alguna vez en la historia se adoptaron valores "de manera absoluta", sin duda no es eso lo que ocurre actualmente. En rea- lidad, lo que Iia ocurrido durante el pasaje del capitalismo pesado al li- viano es que han desaparecido los invisibles "politburós" capaces de "absoliitizar" los valores de las cortes supremas autorizadas a emitir ve- redictos inapelables sobre los objetivos dignos de ser perseguidos (lar instituciones indispensables para el discurso de Josué).

En ausencia de una Oficina Suprema (o, más bien, en presencia de muchas que rivalizan por la supremacía, ninguna de las cuales tiene gran posibilidad de ganar la competencia), el tema de los objetivos vuelve a estar sobre el tapete, destinado a convertirse en causa de grandes ago-

W ~ a x Weber, The Tijeory ofSociaiand Ecaiiomi< Or@rrization, trad. de A. R. Hcn. derson y Talcott Parsonr, Nueva York, Hodge, 1947, pp. 112-114.

INDIVIDUALIDAD 67

nías y vacilaciones, a debilitar la confianza y a generar un sentimiento de irremediable incertidumbre y, por lo tanto, de perpetua angustia. En términos de Gerhard Schulze, se trata de un nuevo tipo de incertidum- bre: "no saber cuáles son los fines, en vez de la tradicional incertidum- bre causada por el desconocimiento de los medios".6 Ya no se trata de evaluar -sin completo conocimiento- los medios (aquéllos disponibles y los que se consideran necesarios y deben conseguirse) para lograr cl fin deseado. Se trata más bien de considerar y decidir, ante los riesgos cono- cidos o supuestos, cuál de los muchos fines "al alcance" (es decir, los que pueden ambicionarse razonablemente) resulta prioritario, dados los me- dios disponibles y tomando en cuenta sus magras posibilidades de utili- dad duradera.

En estas nuevas circunstancias, las probabilidades son que casi todas Ins vidas humanas transcurrirán atormentadas ante la tarea de elegir los fines, en vez de estar preocupadas por encontrar los medios para conse- cuir fines que no requieren reflexión. A diferencia de su predecesor, sobre id capitalismo liviano pende la condena de estar obsesionado por los va- lores. El apócrifo aviso de la columna de "busco trabajo" -"tengo auto, piiedo viajarn- puede servir como epítome de la nueva problemática de vida, junto coi1 ia duda que acosa actualmente a los directores de los la- Iioratorios tecnológicos y científicos: "hemos encontrado la solución. Aliora encontremos un problema". La pregunta ''<qué puedo hacer?" ha Ili,gado a domiiiar la acción, minimizando y desplazando la pregunta ";cOmo puedo hacer mejor lo que tengo que hacer de todos modos?".

Con la desaparición de la Oficina Suprema, que ya no se ocupa de proteger la frontera entre lo correcto y lo incorrecto, el mundo se con- vicrre en una colección infinita de posibilidades: un container lleno hasta 1.1 Iiorde de innumerables oportunidades que aún deben buscarse o que ya $1. Iiaii perdido. Hay más posibilidades -mucliisiinas más- de las que t ii;ilquier vida individual, por larga, industriosa y osada que sea, podría i.xplorar, y menos todavía adoptar. Esa infinidad de oportunidades ha Il<.ii;id« el espacio dejado por la desaparición de la Oficina Suprema.

No es raro que en nuestros días ya no se escriban distopias: el mun- i l ~ i "Iliiido-moderno" posfordiano de individuos con libertad de elección I I I , sc preocupa por el siniestro Gyan Hermano que castigaría a todos los I I I I ~ n o siguieran las normas. Pero en ese mundo tampoco hay demasiado

r~ <' t;i.rlinrd Scliulze, "From situaiions to subjects: moral dircourse in rransition", en: I ' i , k I r i i Stilkuiicci, Joliii Holinwood, Hilary Radner y Gerhard Schulze (comps.), Co~irtri<c- i i t i ~ tlii. Nivi, í:i>irsiorrer S<icicty, Niicva YotA, Macinillali, 1997, p. 49.

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lugar para el benévolo y amante Hermano Mayor, en quien se podría confiar en el momento de decidir qué cosas vale la pena hacer o tener, y que seguramente protegería a su hermanito de los matones que lo persi- guen; así, tampoco se escriben utopías de una buena sociedad. Por así decirlo, todo recae ahora sobre el individuo. Sólo a él le corresponde descubrir qué es capaz de hacer, ampliar esa capacidad al máximo y ele- gir los fines a los cuales aplicar esa capacidad -o sea, aquellos que le pro- duzcan la mayor satisfacción-. Al individuo le corresponde "domesticar lo inesperado para convertirlo en entretenimiento".'

Vivir en un mundo Lleno de oportunidades -cada una más seductora que la anterior, que "compensa por la anterior y da pie a pasar a la si- guiente"-8 es una experiencia estimulante. En un mundo así, no hay casi nada predeterminado, y menos aun irrevocable. Pocas derrotas son de- finitivas, pocos contratiempos son irreversibles y pocas victorias son esenciales. Para que las posibilidades sigan siendo infinitas, no hay que permitir que ninguna de ellas se petrifique cobrando realidad eternamen- te. Es mejor que sigan siendo líquidas y fluidas, con "fecha de vencimien- to", para evitar qiie despojen de accesibilidad a las otras oportunidades, matando de ese modo la incipiente aventura. Como señalan Zbyszko Melosik y Tomasz Szkudlarek en su agudo estudio sobre los prohlemas de identidad? vivir entre opciones aparentemente infinitas (o al menos en medio de más opciones de las que uno podría elegir) permite la grata sen- sación de "ser libre de convertirse en alguien". Esa grata sensación, sin embargo, deja un gusto amargo, ya que aunque "convertirse" sugiere que nada ha terminado y que todo está por delante, el "ser alguien" que esa cotiversión promete augura el silbato final del árbitro: "no eres más libre cuando has alcanzado tu propósito, no eres tú mismo cuando te has con- vertido en alguien". El estado de incompletud e indeterminación implica riesgo y ansiedad, pero su opuesto tampoco produce place5 ya que cierra todo aquello que la libertad exige que permanezca abierto.

La conciencia de que el juego continúa, de que todavía deben ocurrir muchas cosas y de que el inventario de maravillas que nos puede ofrecer la vida sigue vigente es muy satisfactoria y placentera. La sospecha de que nada de lo que ya ha sido probado y conseguido es inmune a la de-

' Turo-Kimma Ldiionen y Pasi Mienpaa, "Shopping in rhe East-central rnall", cn: T e si Falky Colin Campbell (comps.), Tile Shappirtg Expcrierrce, Londres, Sagc, 1997, p. 161.

Q~avid Miller, A Tbeory of Sl>oppi>ig, Cambiidge, Pality Press, 1998, p. 141. Y Zbyszko Meiosik y Tarnasz Szkudlarek, Kt<lti,ra. Tozr<iniorc i I>orir>kracla: Miyora.

iiie Zfraczeir, Cracovin, lrn[iuls, 1998, p. 89.

cadencia ni ofrece garantía de duración es, sin embargo, la proverbial mosca en la sopa. Las pérdidas equilibran las ganancias. La vida está condenada a navegar entre dos aguas, y ningún marinero puede jactar- se de haber encontrado un itinerario seguro ni libre de riesgos.

El mundo está lleno de posibilidades como una mesa de buffet reple- ta de platos apetitosos, cuya cantidad excede la capacidad de degusta- ción del más eximio glotón. Los invitados son consumidores, y el desafío más exigente e irritante que deben enfrentar es la necesidad de estable- cer prioridades: la necesidad de desechar algunas opciones y dejarlas inexploradas. La desdicha de Los consurnidores deriva del exceso, no de 13 escasez de opciones. ";He usado mis medios de la manera más prove- chosa para mí?" es la pregunta más acuciante y angustiosa que el con- siimidor se plantea. Como lo expresó Marina Bianchi en un estudio c,olectivo elaborado por economistas y dirigido a los vendedores de pro- iluctos de consumo:

[. ..] en el caso del consumidor. la función objetiva [. ..] está vacía [. ..] Los fines coherentrmente corresponden a los medios, pero esos misnios fincs no son elegidos racionalmente [...] Hipot6ticamente, los coiisurnidores, pero no las empresas, nunca ~ueden -o nunca deben encontrar que pueden- equivocarsc.'O

I'i.i.~) cuando uno no puede errar, tampoco puede estar seguro de haber Liiri'tndo. Si 110 hay actos equivocados, nada permite distinguir un acto ~itvi.tndo, y por lo tanto es imposible reconocer cuál es el acto correcto 1,111i.c iiiuchas alternativas, ni antes ni después de haber actuado. El hecho III. q ~ i c no haya riesgo de error es sin duda una suerte dudosa, ya que exis- ir ; i I precio de una constante incertidumbre y de un deseo nunca saciado. I'.ir;t los vendedores, es una buena noticia, una promesa de que su nego- i I I I se iiiaiitiene, pero para los compradores es una garantía de constante sitiiii.dnd.

";Basta de hablar, muéstremelo!"

l i l i .il~ii:ilismo pesado, de estilo fordista, era el mundo de los legisladores, Iiir crr;iil<~rcs de rutinas y los supervisores, el mundo de los hombres y

'" M.iriti;i Hi;i~iclii, 7'1,~ Active Coirri<rirer: Novel ty arid Surprisa ilz Conri<nzer Choice, 1 ~~ltal l r~., ~ ~ ~ ~ ~ ~ t ~ c c l ~ ; ~ , 1998, 1,. 6 ,

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mujeres dirigidos por otros que perseguian fines establecidos por orros de una manera rsrablecida por arcos. Por esa razón era rambiéri un mundo de auroridades: liderer Que sabían qué era meior Y maestros aue enseña- . . ban a seguir adelanre.

El caoiralismo liviano. amistoso con los ~onsumidores. no abolió las . ~~~ ~

autoridades creadoras de la ley, ni las hizo innecesarias. Siinplemente dio existencia y permiri0 que coexirtieran una cantidad tan niirnerora de a u ~ roridades que ninguna de ellas puede conservar su porestad durante mu- cho riempo, y menor aun calificarse de "exclusiva". A diferzncia del error, la verdad es única, y puede reconocerse coiiio vcrdad (es decir, te- ricr e1 deiccho de sfirmnr que todas las orraa cipciones son erróneas) ró- lo en rsnm sea única. 'Numeri>sas aitioridader" es, en realidad, una contradicció~ii eii los rérniinor. Ciiando las auroiidades son muchas, tien- deii a caiicclarrc enrie sí, y la única autoridad efictiva es la de quien d e ~ be clcgir enrre ellar. Una autoridad eri potencia se convierte en autoridad por cortesía de quieii la eligc. Lar ailroridades ya no mandan. i inr~ quc inrenran congraciarse ciin los electores por mcdio de la tentación y la se- ducción.

El "liiler" era un iubp~oducro, uri suplemento necesario, da1 inuiido que aspiraba a la "buena iocicdad" o a tina "sociedad lusra y coirccta", segúii como se !a dcfinicra, y qiie re esforzaba por rnanrcnei a distancia todas lar altcriiarivos malas o incorrectas. El mundo "líqiiido moderno" no hace nada de eso. La iiifaiiie lrarc dc Margaret Tharclier '~iio existe 1s saciedad" fue riiuuliáiiearncnre iins aguda ieilexióii sobre la cambiante naruralexa del capitalismri, una declaración de iiiteiicioncs y uiia proiecia cuinplida: lo qiie rigiiió fue el deriuantelaiiiirriro de las redes normarivas y prorecrorar, que contribuyó a quc sus re hicieran realidad. "No hay sociedad" sigiifica quc no hay i~topia ni disropiu; coiiiu lu cxprcso P e ~ ter Druckcr, rl gurú del capiralirmn liyht, "la sociedad ya no salva", rugiL riendo (aunque más por omirióii) quc la msponiabilidad de la condena tampoco corresponde a la sociedad: ranro la redencióii coilio la ~ o i i d e i ~ a ~ ción ron responsabilidad de cada uno, resultado de lo que cada uiio, a m o sgcnte libre, hace de su propia vida.

Por supuesto, no faltan aquellos que alegan entender, y algunos t i e ~ "en numerorus seguidores. Esos "enterados", aun aquellos cuyo saber no ha sido puesto púbiicaiiiente cn duda. no son. sin embargo, líderes, sino, en el mejor de los caros, asesores -y entre ambas caregorias existe una diferencia crucial: los lideres tnduceii al seguimienro, mientras que los asesores deben re< conrrarados y pueden ser despedidos-. Los líderes exigen y esperan disciplina; los asesores, en el mejor dc los cns<>s. ciieii-

can con la voluntad de ser escuchados y areiididos. Pero deben ganarse esa voluiitad, conriguieiido el f a i ~ de sus porenciales oyentes. Otra di- ferencia crucial cnrrc lideres y asesores es que los primeros funcionan co- mo traductores entre el bienestar individual y el "bienestar de todos", o (como lo expresara Wriglit C. Mills) entre las preocupaciones privadas y los temas públicr>r. 1.0s asesores, por el contrario, se cuidan muy bien de trascender el área cerrada de lo privado. Los males son individuales, y rambién lo roii las terapias; las preocupaciories son privadas, y t a m ~ bién lo son los mcdi<is para combatirlas. El asesoramienro que propor- cionan los asesores es acerca de la politicn de vida, no de la Polirica con mayúsculas; indican qué es lo que lar personas asesoradas pueden hacer por y para sí mismas, no qui podria" lograr rodas juntas para cada iina si iinierñn fiieizas.

En uno de los libros de "auroayuda" más eiitosor (elirre los de ese giiiero ercesivaiueiite populariLado) ur ha vendidu más dc ciiicu mi- 1 4 . llones dc cjcrnplarcc desde rii puhlicsclon en 1987, Melody Reartie sd- vieirelaconseja a sus lectores: "el medio más seguro de volverse loco es involucrarse en los asuntos de otras personas, y la manera iriár rápida de volverse una persoiia cuerda y ieiiz ocuparse dc li>s pr<ipii>s asun- ti>r". El lihro logró éxiro inrnediaro gracias a sii titulo ti con gancho" (Codep~tident No More o Barra de dependencia), que resumía su men- saje: irarsr de resolver los complejos problemas de otros iios Ihace depeii- dieiires, y ser depeiidieriiri nos coiivirrtc cii rchcncr dcl dcsrino -o más prccisamcnre, de cosas y personas que no podemos conrrolar-, de modo que lo mejor es ocuparre solameiite de los propios asuntos, con plena conciencia. Nada re gana Iiacieiido el trabalo por orros; eso sólo servirá para distraer la atericióo de las cosas quc únicamente uiiri puede hacer Esc mensaje siicna amable c o m o iina miiy necesaria confirmación y ab- rolución, una luz v e r d e para codos esos solitarios obligados a seguir -a favor o en contra de su propia opiiiión, coii o sin rcmordimirntos dc cr>ncicncia- la exhorración dr Snrnilei Rilrler: "deipi~és de rodo, el pla- cer es mejor guía que la corrección o el deber".

"Nosotros" es el pronoiubre personal más enipleado por los lideres. Encuantc a los asesores, lo emplean muy rara vez: el "nosorroi" es sim- plemente un conglomerado de yos, y ese conglomerado, a diferencia del "griipo" de Émile Durkheim, no es mayor que la ruma de sus parter. Al final de la sesión de orientación de un asesor, la persona orientada está tan rola como anres de ella. En codo caso, es posible que se sienta aun más sola: su sensacióii de estar abandonada a sus propios recursos se ha ~oiivcrrido casi cn iina ccrtcza. La orieiitacióii recibida sienipre se ref ie~

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re a cosas qiic la persona dehe hacer por ella misma, aceptando roda la responsabilidad de hacerlas corrcctameiite y sin culpar a nadie dc lar consecoencins desagradables, que sólo piiedeii arribuirse a su propio error o deiciiido.

El asesor iiiás exit<iso es e! quc es coiiscicnre del hecho de que siir po- tericiales acoiisciador desean recibir una eiiseñania obleriva. Sieiiipre que el prol>lcnia, por iiariiraleza, sca surceptiblc de sei iesuclto por iii-

dividuos y por iiiedici de esfuerzos individuales, la pcrsons que busca coiiiejo necejira (o cree necrsirar) uii ejemplo de lo qiie han iieclio otros hcinibres y inuiercs enfrcniados cori iin problema similar. Y necesita el ejemplo dc otros por razoiiei aiin mAs eseiiciales: hay iiiuclia más gcnre que sc siente 'desdicliada" quc genre capar de ideiitificar y noilihrar las causas de su desdicha. El scnrimienro de "se, desdichado" suele ser di^ furo y vago. de contorii<rc indefiiiidor y raíces dispcrsii, requiere que ac

lo vuelva "rnngible", qiic re le den forma y iiombr+ para poder dar for- ma tarnhiiii al vago snhelo dc felicidad y coiirerrirlii cii una tarea e spe~ cilica. La obscrvrción de la erpeiieticia slcna, la I>osibilidad ilc arisbar las tiibulaci<inci de los iicmir, despierta la espcrnnza de descubrir lus probleiiias causanres de la propia deidiclia, darles u11 nomhre y biiicar maieras de coiiibarirloi o resolverlos.

Al explicar la extraordinaria popularidad de Jnnek l:oii<ii IYlorkoirr Biiok (1981) y la técnica de auroe~iirc~iamieiito que ese libro piiro a dis- porlción dc milloiiei dc mujeics csradounidenses, Ililary Radner reiisla:

l.= inrrriicion sc oircce i simisma caiiiu ~ j ~ r n ~ l o l..] mi? qiie c o ~ mo autoridad [ l La instruida posre su cucrpo a rraub dc la idriirifirrcinn ron una m ~ i g c n que iio C, la propii sino la de los cucrpos cjciiiplarer q t ~ e Sr le ofrcccn.

Jaiic Fonda es totalmente iranca acerca de la siisrunaa de lo que ofrece y accrca de la clase de rlcmploi que deben seguir sur lecrorar y especta- doras: "me gnrra pensar que eii gran parre mi ciieipo es mi propia olm. iiii propia sangre y iiscerar. Es mi resp~nrabilidad".~' El iiienqaje dc Fonda i todas las mujercs er que dehen tratar su cuerpo c<riiio una po- ier iói~ (mi sangre, m i s vísceras), coiuo uii prodiicro propio (nri propis obra] y, sobre todo, como una responsabilidad propia. Para inanrenei y

reforzar el arlro!<i de roi puririoderiio, iiivoca (junto con la tendencia coiisuinisra dc idciitificarre por inedio de las poserioiier) el coiicepro pre y poimoderiio -eii realidad prcrnudcrno- dcl trabajo: CI prodiicto de mi rrabaio es taii bueno (y iio mejor) como la Iiabilidad, la arencióii y el cui- dado quc invicrrr~ para liacerlo; sean cuales fuereii los resultados, sola^ menre tengo que iiaúarinc (O culparmc) a mi mismr~. El oiro arpecio del mensaje es cornprensible, aunque no erré expresado con igual claridad: que se le deben al cuerpo cuidado y areiicióii, y que si se desciiida era ohllgación, habría quc scnrirsc culpahlc y avcrgonzad<i. l.as imperfeccioiier deini cuerpo ron wii culpa y inr vergiienza. Pero la red en^ ció~ii de los pecador snlu está y exclusivamenre- eii iiianor del pecador.

Qiiieio lo dicho p<ir Hilary Radnei: al mariifcsrai todo csto,

Fonda no acrúa cumo autoridad (legisladors. predicadora o maestra). Lo que lrace es "Iofrecerse) a si misma como ejeinplo". Soy famosa y alliada; soy ~ h ~ c t " de dcseo y adrniracióii. (I'or qué iiiotivo! Sea cual fiicre, yo fui qiiieu lo crc<i. Mircii rni cucrpo: csbcltii, tlcxililc, cn hucna forina ... y perperuaiu~nre joven. Segiinmenre a rodas les gustaría tener s e r - mmo el iuio. Mi cuerpo es mi trabajo; ri trabajan c o ~

iiio lo hago y o , puedeii tenerlo. Si rucIi~i~i~i o i i "ser como Jane Foiida", rcciierden que ?o, Janc Fonda, tuc quicri sc coriuirlii> a si misma cn la Ja- ne Fonda de esos rinefiris.

Ser rico y iai i iaso ayuda, por sopuerro; agrega peso al mensaje. aun^ que Jaiic Foiida w estuerra por ser LUI elciiiplo, iio una autoridad, seria nciio n e ~ a r que, dado quc ci quicri cs, su ~ ~ ~ r i i p l o ioiiri "naturilmciitc" una autoridad que los cjeml>los de orrac personas conregisirían solamen- re con gran esi~~erzo. Jane roiida es en cierto modo un caso encepclonal: Iirrrdó la condiciiiii de '.estar bajo las caiidilelar" y atrajo auii iuáa atei i~ ~~~~

ci i>i i I,or medio de diversas y pu l> l~ i i ada r actiiidadcs muclio anrcs

de dedicarse a convertir su cuerpo e n un elemplo. Sin embargo, en gene- ral i io se ~ a l i e con icguiidad en qué dirección funcioiia el uiiiculo entre CI dcceo de segiiii cjeiiiplo y la auior~dad de la persoiia cjcrnplar. Tal cumo observara Dsniel J. Roorrriri coii agiidem, aunque no en broma, en 'Ihe l i l tnge (19611, una celebridad es uiia persona famosa por su fa^ iiia, así como un Ceri-scller es uii libro que se reiide bien porque ieiiia I>ocna venta. La autoridad sirve para engrosar las filas de los seguidores, i>mc> eii uii niuiido con oblerivos incierros y ciónicamenre inderermina~ iios, el número <le ieguidores es lo q u e deiiiie y es- la autoridad.

Sc.3 como fuere, e n el par elemplo~aitroridad el que más impoira y inás <Iriiiaiida tiene es el ~ ~ e n i p l o . Las celebridades con suficieiire capital de n u ~ i,,riil;iil ~>ar;j lol;iar que lo que dicen sea digiio de arencióli incluso niites

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de que lo digan no alcanzan para abssrecer los innumerables programas telei~irivor de chismes y entrevistas (y rara vez aparecen cn los más popu- lares), pero ese hecho no inipidc que esa clase de programas [chnt-rhowi) sean vistos compulnivaineiite por millones dc personas aiirioras de recibir algiina guía. La autoridad de la persona que comparre su historia de vida puede lograr que los especradorcr miren el ejemplo con atención y que au- mcnre el rnting. I'ero si el eiirreviscado carecc de auroridad, s i no es una celebridad, será más fácil seguir su ejemplo y p e d e tener, por lo ranro, un porencial de valor adicional. Lar na-celebridades, los hombres y mujeres "comunes como usted y como yo", que aparcccn en la paiitalla durante tinos fugaces momenros (el tiempo que les lleva coniar su historia y con- seguir aplauso y la dosis usual de reproche por haberse reservado las par- tes niás sabrosas o por haberse cxtcndido en lar paries menos inrcicsantci), son personas tan indefensas y desvcnturadis corno los espec~ radores, que padcccn los iiiisiiios golpes Y que buscan descspcradaineiite una salida honorable de siis prohlcmai y un prometedor camino hacia iina vida iiiár feliz. Eiituncer, yo puedo hacer Ir> que hati hecho ellos, y tal vez incliiso mcjoi Puedo aprender algo iitil de sus victorias y de sus derrocas.

Seria degiadanrc, y adeniás erróneo, condenar o ridiciilizar la a d i c ~ cióii a esos programas como un producto del eterno gusro humano por chisiiics y alcaliuerei-ias, calificándola dc "curiosidad rasrrera". En un miirdo colmado de iuedior pero en el que los fines iio crtáii nada claros, la enseñanza enrraídn dc los chai~ihouir responde a una demanda gcnuik nu y tiene indudable valor pragmáricu, dado que sé que de mi y sólo dc mi depende la calidad de ini vida; y como tambiéri sé que la búsqueda y el decuhrirnicnto de los recursos para lograrlo depcndin de iiii propia Iiabilidad, valor y esfiicnii, mc resulta vital saber cómo han hecho otras personas para enfrentar el mismo dcsafio. Tal ver han descubierto una maravillosa estratagema que yo desconozco, ral vcz han explorado cues~ cioner ''inter~ins" a las que yo no presté atención o ni siquiera dc~cubri por Iiaberme quedado en la supcrficic.

Sin eiiibargo, ése 1x0 es el único beneficii~. Como ya se dijo, dar nom- bre al problema es una rarea iiitiiiiidante, pero ri ese senrimiento de inco- modldad o infelicidad ni siquiera e puede nombrar, desaparece roda esperanza de remediarlo. No obstante, aunque el sufrimieiito er privado y personal, un "lenguaje privado" er Incongruente. Lo que re nombra inciuro los senrimientor más secreror, personales e ín t imos sólo es ade- cuadamrnre nombrado si los nombres elegidos circulan públicaiiienre, si pertenecen al lenguaje compartido y público y son compieiididos por las personas q t ~ e se comiltiicaii a través de él. 1.0s rhnr-rbr~wr soii Icccioiics

públicas en un lenguaje que aún no nació pero que está a punio de hacer- lo. Ofrecen palabras que pueden usarre para "iiombrar el problema", pa- ra expresar, de manera públicametite legible, lo que Iiasra el momento ha sido inefable y que seguiría siéndolo si la oferta no exisriera.

Este es, en sí mismo, un beneficio importanre ... pcro hay más. En los chat~rhcwi se enuncian en público -y con aprobación, diveirión y aplaiiio universal p labras y expresiones consideradas intimar y por lo ranto inadecuadas. Por eso iiiirmo, los chnt-showr iegirimarr cl discurso público de los asuntos privados. Tornan decible lo indecible, vuelven de- cente lo vcrgcinzoso, rransfoiman el feo recretci en uii rnorivo de orgu~ 110. En cierto grado, si>" ricos de exorcismo . y miiy eficaces. Gracias a los char~ihows, puedo hablar abirrraineiite de cosas que creí (equivoca- damcntc, Ici advierro ahora) desgraciadas y huinillantes, que estaban condenadas al sccretu y a ser padecidas en silencio. Como mi cunfrsióii ya no es secrera, obrengo algo más que el consuelo de la absolución: ya ni, debo avergonzarme ni corro el ricngo de que se me censure, se me acuse de impudicia o se ine condene al osrracismo. Después de todo, ésas son lar cosas de las quc la genre liabla sin remordimicnt<is anrc milliiiies de televidentes. Sur prol>lcmas privados -y, por lo cinto, también los míiis, rcmejaiites a los de ellos- pidrderr diicuiirre en piíblico. Y no por- que se conviertan en irmar piibiicoi: cn realidad rc discutcn precisaiiien~ re en su calidad de renrns privados, y por más que se hable de ellos, n o cambiarán de categoría. Por el contrario, su calidad privada se ver6 re- ~onfirmada, y eineigerán de su exposiciiin pública coi, uii carácter aun 1 5 s privsdo. DcspuCs de todo y rodoi los enrrcvistados están de acuer~ do-, eii tanro estas cosas son experimentadas y vividas en privado, de- Iicn ser eilfreiitadas y resueltas ranihiiin eii privado.

inos a la época que inspiró las dirtopisr al estilu dr la de Orii,ell o la dc Huuley, sur remoces resultati compiensibles. Pero esas premonicinncs y advertencias parecen surgir de una lcctura de lo que ocurre anre nuestros ojos usando el par de anteoior equivocado. En realidad, parcce primar una tendencia opuesta: la colonizacióii de la esfera pública por remas que an- tes eran considerados privados, e inadccuadoi para exponcr en público.

Lo qiie está ocurrieiido actu~lmente no es can sólo una nueva renego- ri;ición de la móvil froiirera entre lo privado y lo público. Parece esrar en iilcgi~ tina redefiiiicion de la esfera pública como plataforma donde se po- r i c i i cli escena los draiiins ~>rivndris, cxpi>niéiid<,l<is 3 13 vista del ~ i ú b l i c ~ ~ .

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La dchnicibn acriial de "iiiterés públicos, promovida por los iuedios y ampliaiiieiicr aceptada por casi todos los srcrores de la sociedad, es el de- hei de interpretar esos dramas en público y el derecho del público a as is~ rii a la fuiicióii. Las condiciones sociales que dieran lugar a este proceso y que lo hacen parecer "natural« se desprenden de la argumeiiiación ai i - reiiar, pero las consecuencias de esta situación no han sido pleiianieiire exploradas. Es posible quc siis alcances sean mayores de lo que se cxe .

1.a consecuencia niás importante es la desaparicióri de "la polnica cal corno la cr>nocemos" -la J'olitica con mayiirci~l~s, la arrividad encarga- da de traducir los problemas privados en remas públicoi (y viceversa)-. En la acrualidad, el esfuerzo que implica raa traducción ha eiupczado a disiparse. Los problcrnnr privados no se convierren en reiiias públicos por h a l n sido eniinciados cn público; ni siquiera puesros ante los "jos del púhlico dejan de ser privadas, y lo que aparentenienre re corisigiie coii cse traslado a la escena pública es expulsar de la agenda pública ro- dos los problemas "ri i i privados". Ahora, io que ac percibe como "remas públicos" son los jirohienrasprivndor de lar ,figuras piibiicnr. La pregun~ ra tradicional dc ia politica democririca -";Iiaara qué yunro es bciiifico o iii~civo el inodo eii quc 13s figuras públicas ejerceii sus deberes públ i~ COP con respecto al I>ienesrar d c siis súbdirorlelectures?~ !ha caído por la borda, llevándose con ella ci interés público por la Liueiia sociedad, la justicia pública o la resporisabilidad ci~lecriva por el hieticstar individual.

Alcanzadi> por iiiia scrii de "csciodalns piihlvcos" (es decis rcveln~ cioner públicas de casos de lasitud moral dc la vida de figuras p"blicar], Tony Blair j l h e Cuariiinn, 11 de enero de 1999) se queliba de que "la política e ha icducido a una coluiiiita de cIi!sincs'' e ii~sralia al púiilirn a enfrentar esta ilreiiiativa: "o rericrnoi nuestra agenda de noticias llena de escándalos y chisnies o trivialidades, o In dedicamos a las cosas que vcrdaderarnetire iinportan"." Estas palahran no piieden ii~erii>s que pro- vocar ~>erpleiidad, ya que procedeti de un polirico que ci>nrulta diaria- incnre a "grul>or focalcs" para cstar informado sobrc los seiitiintenros gtiieralea acerca dc "las cosas qiie impr>rraii", según la opinión de sus electoics, y cuya manera dc manelar lar cosas que verdvderarneurc im-

' l ib corolrriu. niuyapropirdo en cite caso,dcla diilanción deTaiii Blairfur la r r ciuiadr r The Gimrd8nn por cl Dr Spcncer Rrz-Gibh~n: -es inrcicsrnri R O ~ , ~ cook IC Ihrvi iunucrrido i i i una mala prrsana ahora que sc ha rcvilado su promiriuidad crtraini- "'d. Si i i imbirgn, no hrce muclia Ciruro invoiurrado cn 11 wiiia de iqiiiprmiitiro e l a dic. raduia dr Indoni~ia, un rCsimcn que ha masairado a 200 mil pcouiil\ <n Timur si lbi

mrdios Y cl publico hritiniior inrnifcrmraii can nr\prcm 81 gciiriiidi<i d misino grail<, dr r c ~

~xidiuquecxl i r rs i i ic i>r i r r~~~ciroa Ir cvnducrs Siruil,clmiindorrrh t i t i luX.)r i ~ i i , S C ~ Y ~ , , ' ' .

portan en a las ro,ld,r;oripr de "ida drSUs elec[0res un facror

imporraiire de la de "ida .'ha reducido la polirica a una

ria de chisines". Esas condicioiies de vida a la #Me a buscar elem~los, no

líderes. La iiistan a espcrar que las persaiias f"Qsas-todas Y cua lqu ie~ ra de e l l a s le muesrien cómo hacer .'las cosaS Ve iml'0"3n" (ahora confinadas enrre sus cuatro y "1:). Después de todos loa días Ir dicen que lo que está mal en iUvlda consecuenc'a de

rus prupii~s errores, que es de ella y que d'be repararl<i Con sus pro^

pias herramientas y su propio esfuerzo. No eSrarO1 que individuos aupoiigan qiie la función princspal "21 veZ la de la gen-

re S B ~ P . . es mostrades cómo ~~ihemarnienras Y re6ular e' rsfucrzo. Erra gente .'<]uc les ha repetidi1411e nadie hari el rrahaj'i por ellos, y que debe hacerlo u,io, individual"eilte. iPor .. qué .

de asombrarse, cntonccr, si rintas pcrconas pi0'"" Y sienten I n v

rerés pur lo que los politicos otras celebridade" hacen cii Sua das p r i ~

V ~ ~ ~ S ? Ningún ..grande y p<ideroro,,, y ,,,enos aun la ofendida "opiniÍln pública", propuso a BIII CI~,,CO,~ por llaber quitado de la "Wnda federal" el rubro "bieiiesrar social.. y anular #lila Priimesa Y drbeico-

lccrivo dc proreger a los iiidiuiduos de los capr'chos del dciiirii~, que Ic dcscerrsjar sus riios subrc hlsncor nidividirales-

En el colorido desfile de celebridadc, que Pasan Vor y

]>or los titulares, los esradistas -Iiomóres y ciiulc~~* noocU!J"n U" l"ga' de piivilcgio. No importaci las razoiier de esa "fa"'""lu"i Boors~ ~ i i i , es la causa que ~iace que una celebridad re3 célebre. El ]ligar alitc las c;indilejar es uiia mi~dalidad en S [ inisma, que las estrellar de cine, los idolos deportivos y los miniitiol del gobien>o '<lmparleii pro- iporc~i>n. u n o de los requisitr,s qiie todos deben ss1isf.m~ quc debei1

-porque "tienen el dc!>er pi:b~icos,- roii~esar para el coilsumo públic" y ixponer sus "idas privadas, si11 proresrar si otros lo por Esas

vidas privadas, una "er reveladas, pueden resulrar esclarecedoras o <la aiiactivas: no todos IC>S secretos sirven de eiiseñanza para <irras personas. Sin embargo, las dcsilusioiies "0 hábiro 'On-

(csionll i i i disminuyen el hambre de confesiones: l a niaiicra en que la i:ciire dcf~ne individualmente sur probleiuas iridjgduales Y l a nia'icra iiiic intenta resulverlor por medio de habilidades Y 'eCUrsOs

único ..rema ,,úblico.~ y el e sc lus i~o obieri> "i~lrerés

I>iil>lic~,.. Y iiiieiitr.lr así, ion erpeciadol.e~ Y Oyentes. rnrrensdos i > a ~

i:i c<it i f iu i tal, si>lo en sil I,i-opio ii,icio y cii csfoerio en la búsqueda

<.~i~;ll~<.~ijliic,,lo y riii2, ~ ~ ~ , , i ~ ; i , , ~ > , , s c ~ , ~ ~ c , lesplle='x ""'as priva-

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78 MODERNIDAD LIQUIDA

dar de otros "como ellos", con el iniriuo empeño con el que antes-cuan- do re creía que únicamcnre 'juntando las cabezas", "ceriaiido filas= y "mardiando al iinisorin" podrian aliviarseoremedinrsc1a~ desdichasin- dividusleí- buscaban respuestas en lar enseñanzas,las homilias y los i e r ~ mones de los visioiiarios y los predicadores.

La compuisión conuertida en ad;cción

Biircar ejemplos, consejo y gilia es una adicción: cuanto m6s se hace, raiito más se necesiva y tanro más desdichada se sieiitc la persona priva- da de la droga iiidispensable. Como medio de hallar satisfacción, todas las adiccioiies son autodestrucrivss: destruyen la posibilidad de estar sa- tisfecho alguna vez.

Los cjemplos y rccctas siguen siendo atractivos niicnirar no se los so^

iiicte a prueba. Pcro casi ningurio ciimple su promesa: ninguiio provoca la ratisiacción que auguraba. Indiiso si alguno fiinaona de la manera e r perada, la sarisfaccióii quc produce es dc corta duración, ya que eii el ii iuiii irl de loa coiisurnidores las posibilidader son iriCiniras, y es inipoiihle agorar la cantidad de objetivos scducrores. Las rccersi para lograr una buena vida y los accesorios nec~rarios para cse logro rieiicn "fecha de vencimiento", pero casi todos dejarán dc scr utilizables aiites de esa fe^ clia, disminuidos, deviiiiados y despojados de sur arracrivor por la com- pcrencia de ofertas "niievas y iiirjores". iln la carrera del co~isunio, la liiiea de llegada siempre se desplaza más rápidc que ei coi~surnidor m& i,elo% pero la mayoiia de Iiis corredores licncn músculos dcmaiiado f l ác~ cidos y pi~lmonei demasiado pequeñoi conio para correr rdpido. U derse modo, como en la inararbn anual dc I.oiidres, podcnioi y elogiar a 105 ganadores, pero lo que vcidadeiameiite imporra es seguir cn caire-

i a Ihasia cl final. Al menos la maiaróii de limdres tielle final, pero la otra carrera -destitiada a alcanzar la clusiva proiiieía de una vida librc de problemas- iio tiene iin: tiene linca de largada, pero no de Ilegda.

Así, seguir corriendo, la grarificante conciencia de seguir en carrera, se conviertc en la verdadera adicción, y no en el premio que espera a aquellos que crucen 13 línea de llcgada. Ningúri premio rs suficienremen- te satisfactoiio coino para despojar de atractivo a los premios, y hay rantor otros premios rentadores porque (hasta ahora, siempre harta ahora, inflexiblemenre hasta ahora) aún no Ihaii sido probados. El dcsco re convierte cn su propio objetivo, un obierivo único e incuestioiisble. El rol de todos los otros propdsitrir, perseguidos rirlo para ser aliaiidriiindo~

en la próxima vuelta y ol~,idedos en la siguienre, es inaiireiier al corredor en carrera a seiiiejaiiza de "los que marcan el paro", contratados por los organiwdores para correr sólo unas pocas viieltas a la mayor velocidad posible, y qiie luego se retiran, tras inducir a los corredores a alcanzar velocidad récord, o a semejanza de los cohetes auxiliares que, utia ver que han ~oníer ido al vchiculo espacial la velocidad necesiiia, ron eyec- tados y re desinregran en el espacio-. Fn uri niuiido donde el rango de objetivos es demasiado amplio, siempre m6n amplio quc los medios dis- ponibles, uno riene que atender con la inayor dedicación al i'li~rnen y la efectividad de esos medios. Y \egiiir cn carrera es el medio más im- portante, el meta~iiiedia, el medio de manrener viva la c<itifiaiiza en otros medios, que sicmpre rendráii demanda.

El arquetipo de la carrera qiic me cada ~ i i i e ~ ~ ~ b r o de la sociedad de corisuiiiidores (en una sociedad de consumo codo es a rlec6óii, salvo la c o m p i i ~ s i ~ ~ n a elegir, la compulsión que re convierte cn adiccióii y que por lo tanto deja de pcrcil>irae coino coiiipuisión) es la acrividad dc com- pnr Seguiremos en carrera micnrras ci>iiipreiiios, y no sólo hacemos iiucrrras coiiipras en coiiicrcias, ~ ~ ~ p ~ ~ r n ~ r c a d < i s o iiendai d~~ar tamei i ra - Ici, los "icmplos d d con~u ino" de George Rirzpr Si "ir de coiiiprai" rig- iiiiica examinar el c<iiiiuritu de posibilidades, tocar, palpar, sopcsar los I>roducror en exh~bición, comparar sus cosror con el contenido de 13 bi- llcrcra o con d limite de la iarlers de ~ ~ i - d i t i > . cargar alguiior eii el carri- to y devoi\,cr otros a su anaquel ... entonces compramcis tariio iuera de los comerrjos conio dcr~rro de ellos; comprarnos en In calle y en casa, LII

CI trabajo y en el ocio, despiertos y eii iueiior. Hagatuos lo que hagainor, y nombremos coiiio iioiiihreiiios a era ac-

tividad, es el, realidad ~ , i ia clase de compra, tina acribidad niodelada a iciiiejania de ir de ci>rnprar. El código que determina niiesria "poliiica ,le vida', deriva de la praxis de ir dc compras.

lr dc compras no atañe ~olamenre a 1s cr>rnida, 1kis zapatos, los auroi ,, el iiiobiliaiio. La ávida e iiitermiiiable búsqueda de niicvr,s y mejores rlenil>los y de recerar de vida es otra variedad de salida dc compras, y ~ x > r cierto muy impwrante a la luz de la enseñanza que nos dice que iiiicstra felicidad deprnde de la competencia personal, pero que soinos (ciiiiio lo expresa i\ilichael Parrnri)'3per~onal.m~nr~ inrnmpcrenres. o no

1 , V G Z , ~ M,cI>~,I rarCno, ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ i i , ~ ~ nedi,q: tbe Piili,rii a/i l ie Mnsr Media, Nueva y,,,k. sr. I > ~ c s ~ , 1986, p. 65. pilahrir d i Parrnri, el nienraje rubjrccnrc dc los

,,I,~~,,<,s ci,n,rrciilri, ii~drPciidi.nrr.iiicnrr de quc In intenten vcnd~r. cz que "pan v ,v , , (,,C.,, y , ~ ~ ~ r ~ , j 9 , 1 , ~ n ~ ~ r ~ ~ ~ ~ , l ~ ~ ~ c ~ , , l ~ ~ ~ , n ; , l ~ , ~ c s 8nct.cc~tam~ s c ~ ~ ~ ; a d o s IW 1~ ~ c ~ r p ~ ~ r ~ c ~ c ~ ~ ~ c s

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80 MODERNIDAD L1QtimA

ran compereiires como podriarnos serlo si nos caionáraiiios más. Hay demasiadas áreas en lar que deberiaiiioi scr más competcnres, y cada una de cllas requiere "una salida de compras". Salimos a "comprar" la capaciraciún iieccsaria para ganarnos la vida y los medios de convencer a los potenciales einpleadorcr de que poseemos esa capacidad; a "coiii- piar" la clase de iiiiugcn que iios coiivendria usar y el modo de hacer creer a los otros que somos Iki que usamos; a "comprar" maneras de conseguir los niieios amigos qiie deseainos y de librartios de los amigos que ya no dereaiuos, maneras de arracr Is arención y maneras de ociil- tariios del ercrurinir~, maneras dc extraer iiiayor satisfacción dcl amor y de no volvernos "depeiidirritcs" del ainadc o el amaiite, maneras de ga- narnos cl amor del aniado y de terminar de la foiilia menor costosa csa uziiiin cuando el amor se esfuiiia y la relucióii ya no nos cornlilacr; a "comprar" la mcjor nianere dc ahorcar diiicro para lar iiialas épocas y de gastarlo i n t c i de guiiarli~; a "comprar" los recursos nccesarior para hacer mis r ip>do lo quc ienemos que hacer y lar cosas iieirinudas a Ile- iiar cl rieiupo que i i i > s ha quedado libre; a "coiriprar" los alitiienrr>s m i s cxqt)isiros y la dicra niár efecriva para Iibiariios de las coiiscciicncias de haberlor comido, los aiiiplificadores iniis poreiites y de mayor fidelidad y las pildorss mis ciicaccs contra el dolor de cabeza. 1.a lista de coinprai no time fin. S i i i rinhargo, por Iirga que sea, riu incluye la opción dc no salir de coiiipras. Y la coiiipclcncia más iieccraiia en nuestro mundo de ob~erivoí iiifiiiiros es la dcl coinpradoi dicirro e infatigable.

No ohsrante, el coririimismo de hoy no rime como objeto saiisfacer las nccesidadei i i i siquiera las iiccesidades iiiis sublimer (algunos di^ rian, incorrecramenrc. "urtiiicialri", "iiiiaginarias", "derivarivas"), es decir, las iicccridades de identidad o dc confirmación con respecto al grado dc 'adecuación"-. Se ha dicho que el spiriri<r trtoueiii de la acri- vidad del coiisuniidiir ya no es un conjunto de necesidades drfiiiidar, si- no el deseo -una entidad inilcho niis vr>láril y efiincra, evasiva y caprichosa, y eseiicialrnciire mucho iiiás vaga que las "necesidades", iin

iiiutivo aurogeiieradri y auroiinpulsado que iio requiere jiistiíicación ni causa-. A pesar de r u s sucesivas y rieiiiprc breves materializscioner, el deseo sc tiene a si niiaiiio como objeto constante, y por era razón cstj condenado a seguir siendo iiiraciahle por más largo que sea el tendal de orros objeros (fisicos o psiquicos) que liaya dejado a su paso.

pradu~rorar". En rcrlidad, los prod~crorcr iorporrilun~ cucnran con un ~ j i ~ c i t , ~ di aleiii~ m, innicleros perionrlcr y crcrirorrr d. lilir<i, de ruioayuda pi ra rransinirir y iliir c1.ii.1- ""11" CI niirmo nic,isn,c % I i incomp.rcncir ,icnui,i1.

Y sin embargo, a pcsar de sus ventajas sobre las necesidades -mucho incnoa flexibles y de niovimieiiror ii>ás Icnror-, el dese<> iimira la dispo. sición del consumidor a coilipvar eii una mcdida que los aliasrecedores de productos de consumo consideran poco soportable. Después de todo , lleva tiempo, esfuerzo y coiisiderable dccembolso f~iiancier<i despertar e ] deseo, cociicrirle la temperatura adecuada y canalizsrlo en la d i r e ~ c i i > ~ ~ correcta. 1.0s conruinidorcs guiados por el deseo deben ser "pioduci. dos" consranterncrirc, a expensas de una fracción iiitolcrablcrnenre gran. de de los costix rorales de producción -una fracciím que riende a crecer, y iio a achicarse, coii la comperencia-. Pero (aforrunadaiiieiite para los prodiicrores y coiuercialimdores de producroi de coiisum<i) CI cr>nsliinis- rno actual, corno lo expresa Harvic Ferguron, "no sc basa en la regula- ción (esiimiiio) del deseo, sino en la liberación de las iuiitariar y aiilieloa". La idea de d ~ s c o , nbrerva Ikrgus<in,

vzncula i I cunsunio con I r aurucxprcsión, y con 1:s idea dcl giisro y la dircriziiinari6xi. El individuo <e exprl>ri,a a si nii5mn por mcdio dc sur po,rrio,,c5. I'ero para la siicicdid capiralirla ar.<nzrda, com- pronierida ioii 1.3 ~ o n r i n u i ixpaiirióri dc sic ,iroduición, i r c i, un niarcu paicolligico ierrriciivo. <]U" en iilrii,ir inirriicia cien tina "iconoiiiic priquica muy di icrci i t~. El an l~ i lo rcciiiplrm al dcrco cumo f u e r n rnorivndorr dcl consiirno.''

La historia dcl consumismo ea la Iiiaioria de la iuptiira y el descaire dc los ruccsivoi obsiáculoi "sólidos" que limiraii cl libre curro de la lnrira- ii:i y iediicen el "priiicipio dcl placer" al iamnfio impuesto por cl "pi-in- cil>io de realidad". 1 a 'iiecesidad", coiiriderada por los cconi>mistar del siglo xlx el cpirome de la "i<ilidel" -inflexible. permanenremenre cir- cui~scripta y finita-, fue dcscarrada y reeiiiplazada por el deseo, que cra iiiucho más "fluido" y cxpaxidible a causa de rus relaciones nii del rodo licitas con el vr>liihle e incoiirraiiic siierio de auretiricidad de iin "yo in te~ rloi'' q u c esperaba poder expresarse. Ahora al deseo le toca el ruriru dc \rr desechado. Ha dejado de ser útil: rras haber llevado la adicción d d coiisumidor a su errado acrual, ya no piiede impoiici cl paro. Se necesita un crtimulanre más poderoso y sobre codo iiiis versjril para manteiier la derrianda del consuinida- en el mismo nivel de la oferta. El ''anhclu" er i.\c reemplazo indinpcnsnble: completa la liberación del "principio del placer", cliininando y desechando los úlriinos residuos de los impedirncn-

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INDIVIDUALIDAD X 3

~<i? del "principio de realidad"; la sustancia naruralmcnre gaseosa ha si- do ftnalrnenre liberada de si, envase. Girando una vez más a Feiguron,

cn raiiro la facilirrrióii dcl dcrca re basaha en la comparación, la va~iidid, la cnvidia y la "niceiidaP dc auroaprobacióii, no hay fundamento detrás dc la inmcdiiter del anhclo. La cnnipra es 'a- ,"al, incrpcrida y eaponrjnca. Tjene una cualidad dc rucíio, rxprc- sr y rrtisíace cl anhelo que, caiiio todor los anhelos, es insiiiceru y p u c i i l . ' ~

El cuerpo del consumidor

Tal como argiimenré eii LI{e in iirapmmiis (Poiily Prcss, 1996), 18 socie~ dad posmoderna cotisidcra a sur miembros primordialmetire eii calidad de consumidores, no de productoies. Esa diferencia es eselicial.

La vida organizada en roriio dcl rol del productor rirridc a estai iegu- lada riiirmariunmente. Hay un piso de lo que uno ricccrira para seguir con vida y ser capaz de hacer I r i que exige cl rol dc producror, pero tairihién iin redio de lo quc se piiede soiiar, descar o procurar coiirlrido con la aprobacióri social de las propias arnhicionen, es decir, sin rcrnor de ser re- chazado, reprendido y castigad<>. Todo lo que re eiicuciiri-a por enciiiia de csc lírntre es un lulo, y dcsear el lujo es pecado. 1.a preocupa- cidn, entonces, es la de coiaformidn<i: establecerse de riialieia rcgiira en- rre la liiiea dcl piio y la del teclio -"estar en el nivel de Pedro y deJuan"-.

Porcl ccinrrario, la vida organizada en roirio dcl c<insiimo debe arce- glárrclas sin normas: ritá guiada por la seduccii>n, por la apariciiin de deseos cada vez mayores y por los voliriles anhelos, y ino por reglas nor- marivas. Ni liay ningún Pedro iii Juan que iior ofrezcan alguna refereil- cia para tener una vtda exitosa; la sociedad de consilmidores se piesta a la comparacióii uiiiversal ... y el limite es cl cielo. La idea de "lujo" no rie- ne deiiiasiado senrido, ya que el punto es convertir CI lujo de hoy en la iiecesidad de manan*, y reducir al mínimo la distancia entre "Iioy" y "rnaiíana" " l o quirrv yax-. Como iio hay normas para coiiverril- algu- nos dereos en iiecesidades y quitar legitimidad a otros dcseoi, canvirrién- dolos cn "falsas necesidades", iio hay refereiicias para medir el estándar dc "conformidad. La principal preocupaci6n, entonces, es la de adecuación:

' \ H,,r"~cFcrg"ro", '-iV7tchi"g rrhc varld ra rnund: Atrivm culriirernd p"cbolo,~y ri1 shopping' en: Rob Sbiildr Icomp.1, Li/eiiyic Sl~oppirq: tiie sa,hirrr n/Cc,is~i<iripiiiili. I.<iii- drr<. IRaurlcdpc, 1992, p. 11.

.,errar siempre lisro.,, tener la capacidad de aprovechar la oportunidad ~ u a n d o se presenta, desarrollar nuevos deseos hcchos a iiiedida de las iiuevas e iiiesperadar atracciones, "estar m8r enterado" que antes, no permirir que las nccenidades sirablecidai provoquen nuevas sensaciones rcdundanres o reducir la capacidad dc absorberlas y e~~erirnentar lar .

Si la sociedad de productores establece que Is saliid es el esrándar que ii>dos siir miemliror dchcn cumplir, la sociedad de consumidores blande .icire sus miembros el ideal de estor en friimn. Los dos rériiiiiioi -"saludm y "estar en foriiis"- suelen ser usados como slnónimon; dcspuis de to- ,lo, ambos aluden al ~ u i d a d o del cuerpo, al estado que uno desea lograr para su propio cuerpo y al régimcn que CI propietario de ese cuerpo de^ lic seguir para cuinplir ese anhelo. Sin ~mhargo , cr>nsidcrarl<is sinúiiimoi es un crror y no sólo por el lieclia, bien conondo, de que no todos los irnen nene^ para errar forma '"soti bueiior para la salud" y de que lo ,~tie nos ayuda a esrsr sanos no ncccrariaiiienre nos hace estar en f o r ~ iiin-. La salud y el errar en forma pertenecen a dos discunos muy disriii~ i o s y aluden a dos preocupaciories muy diferentes.

La sñli~d, al igual lodos los otros conceptos normativos de la so-

<¡edad de producrore~, mala y protcgc cl iiniiie eiirre "iiorrnai" y "anor~ lii.il". La salud es el estado correcto y deseahlc dcl cucrpi, y el eapiriru Iiiiiiianor -un eslado que jaI menos en principio) piipde dpscrihirre de iii.iiiera más r > menos exacta y luego evaluarse con igual precisión-. Se ii.fiere a una condición física y psíquica que periiiire satisfacer las e x i ~ i:ciiciar del rol que la sociedad dispone y asigna -y csas cxigciicias r ien~ ~Irii a aer coiisraiites y filmes-. "Tirar rano" significa en la mayoria dc I c , ~ casos "rcr cmplcahlc": esrar eri coiidiciones dedesempeiiarre adei-iia- ,I.itiietire en una fábrica, "llevar la carga" dei trabajo que rutinariamen-

Ip<>ndrá a prueba la tolerancia física y psíqiiica del cmplcadu. k r a r cn foriiia, por el contrario, no es nada "sólido": es u n esrado

I ~ t > ~ , ]por SU naruralera, inr i pucdc ser definido iii circuiincripro con preci- ,i,>ii. Aunque can freciiencia re lo rolna comr> rcspucntv a la preguiita ',ic'iiiio te sientes hoy!" (si ''estoy en forrna" probablemente respondc- 8 , . ,.iiic sienro rnaravillosamcnte bien"), su prueba verdadera está siem- ~ ) r c 01 el futuro: estar en forma sigiiifica tenci un cuerpo flexliile y . i , l . i l > ~ ~ b l ~ , preparado para vivir sensaciones aún no experimentadas e ~ i i i l ~ c , ~ i l > l e i de especificar por anticipado. 51 la salud es un tipo de estado (1,. <~ilc~ilibrio, de "ni m i s ni menos", esrar en forma implica uiia renden~ ,i.i 1i;ici;i ri "más": no alude a ningún esrándar paiticulir de capacidad , ~ ~ i l ~ ~ ~ c ~ l , sitio a su (prefrrihlrme,ire iliinitado) potencial de expansión. I ~ i . i i v i i f<ii-nizi significa estar preparado para absorber lo inusual, lo no

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rutinario, lo extraordinario -y sobre codo lo novedoso y sorprendente-, Se podría decir que st la salud significa "apegarse a la norma", esrar en forma se refiere a la capacidad de romper rodas las normas y dejar arrás cualqiiier errándar previainentc ñlcacizado.

De todos modos, seria casi imposible definir una norma interpersonal, ya que no es posible realizar una comparación entre los diversos grados de esrar en forma de dirtinros individuos. Estar en forma, a diferencia de la salud, ea una esperierscia sr~bptiun (en el renrido de una experiencia "vivida" y "sentida", no de uii estado o acoiirscimiento que puede ser observado desdc afuera, verl>alizado y coinunicado]. Coino todor los er- rados rubjctivos, la exprricncia de errar en forma es notablemente dificil de ariicular de maiicra adecuada para la comuiiicación interpern<inai, y iiiás aun para la comparacióii iiitcrperronal. La aarisfacción y CI placer son sentimientos que no pueden aprelienderse en términos abstractos, sino que deben ser "cxperimentadi>r siibjerivamenrc". vividos. Uno nunca sabe con seguridad si ros seiisacioner son tan pioftindas y excitanres, y taii '"placen- t e r a ~ " , como las dc In perruiia de al lado. El esfuerzo por estar en forma ca la caceiia dc una presa quc no re puede describir Iiarra cl momento eii

qiie se la srrapa; s!n eiiil>orGo, no es pusihle afirmar quc se Ir ha al rapa^ do, ya que rodos los indicios liaceii sospechar que no. La vida organizada en torno del propfirito de esrar en forma prvmere muchas cscarnmuzur cxiroras, pero niinca el triunfo final.

A diferencia del cuidado de la salud, cl esfuerza por esrar en foriiia no tiene un fin natural. Sillo es posible definir una iricta parcial, eii una de- terminada erapa dcl esfuerzo iiitcrminable . . y la satisfacción pl-oducida por cumplir una meta parcial es meraiueiitc inomenránea. En la btírque- da de eslar en forma, que insume toda la vida, no hay riempo de descan- sar, y la celebractóii del éxito parcial er tan sólo un breve reciev anrer de q u c empiece orra c r a p de esfucizo. Todos los que huscaii estar en foriiia solamente aahen con cericza que no esi in siificienteiiiente en forma y que deben rcgilir esforzándose. Es uii estado de perpetuo sutoescrurinio, au- iorrrprnrhe y aiir<idernprobacióii, ): por lo raiito, de ansiedad constante.

La salud, circunrcril>ta por rus propios par5merroi (c~snrif icable~ y meiisurabler, coiiio la remperarura corporal o la presión de la ~ a n g r e ) , y cquipada con una clara distinción enrre "iioimal" y "anormal", dehe- rin estar, eii principio, libre de era ansiedad insaciable. TambiEn, en priii- cipia, debería ser claro qué hacer para alcanzar iin errado de salud y proregerlo, en qué condicioiier una persona puede considerarse "saiis", o en qué punto de la terapia se Iia recuperado la salud y ya no qi~rda iia-

dn por hacer Si, eii principio dcberia ser nri ...

S i n en los hechos, el sintz'i de roda nornia inciiiyendo 1.1 dc la salud- se ha ~ ~ ~ ~ e r i i d o , bajo la égida de la modernidad "líquida", en tina asociación de indefiiiidar e iiifiiiiras, lo que lo ha iornado vacilaiire y fr5gil. Lo que ayer se consideraba normal y sar is~ factorio hoy puede resultar preocupante y hasta patológico, y requerir

cura. En prinieia insrancia, los nuevos estados del cuerpo se con^

vierren en una legitima razón para uria iritcivcnci6n médica ... y las re^ rlpias m6dicas cn oferta rampoco dejan de renovarse todo el tiempo. En segundo liigar, la ,des de "enfermedad", antes clarameiite circuiis~ cripta, se vuelve cada vez niás vaga y brumosa. Eri vcz dc dcfinir un acon- teciiiiieiito excepcional, con uii principio y i ~ n fin, tiende a ser considerada iin permanente acompaiiarnienro de la salud, su "contiacara', una ame- iiara siempre presente: requiere coiistante vigilaiicia y Iiay que cornbatii- Ii día y noclie, los siete dias de la seniaria. El cuidado dc la salud se cozivieric cii una guerra inccsanre conrra la enfermedad. Y, finalmenre, el qigiiificado de .'un errilo de vida saludable" no se queda quieto. El coii- ccpro de "una diera saludable" curnbia coii tal rapidez que no da rieiiipu ;i que ninguna de las dieras siiiiulrázira o sucesivamcntc rccoincndadar ,pueda demorw.w cfccriuidad. Los alimentos q u ~ S' creían biienor para i:i salild o inocuos ron declarador nocivos a largo plazo, antes de que rca posible experimenrar su influeiicia beiiéfica. Se descubre que las tc- iapiai y los icgiineiies prerciilivos de ciertos riesgos rcsultan pati>gcn<is i .~i oiroi sriitidi>r; cada vcz sc rcqiii~re m á s inrervención médica a 13~1-

de enfermedades '.iarrogénicar" -las dolencias provocadas por rera- lpids anferiores-. Casi cada cura implica nuevos y numerosos riesgos, y i c necesiruii nuevas curas para reniediar las ciinsccucncias dc Iiahcrsc .irriesgadi>.

Eii general, el cuidado de la salud, conrrariamenre a su naturaleza, se viiclie Davorosamente similar i I esfuerzo por estar eii ioriiia, iguulmeii~ ir. insatisfacrorio. de dirrcci<jii incicrta y gcncrador de iina profunda s e n ~ \.icii>n de aniicdad.

En t inro e1 cuidado de la snliid se aieiiieja cada vez iiiás al esfuerzo ~ p f " . errar en foriiia, este iilt~mo trata dc imitar, usualrncnte e i i vaiio, .i<lucllo cn lo que solía basarse la confianza en el ~ u i d a d o de la salud: la iilciisurabilidad del esrjndar de salud. y, por ende, del progreso rerapéu~ iic<,. lirra aiubicióii explica, por ejemplo, la innieiisa popiilaiidad del , < i i i ! i i > l dcl peso ejercido por los "regimener para estar en forma": la c .iii!idnd 'le kilos y gramos que se pierdcri sirve como pariiiietro os ten^

%ililr. iiiciisiliable y defiliible con cierto grado dc precisibn ... como la i c i i i ~ > m i w a ~ < > ~ p o r n l lo cs en el csco de la salod. Esa scniejanza es, por

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86 MODERNIDAD L~QUIDA INDIVIDUALIDAD 87

supuesto, ilusoria: tetidríamos que imaginar un termómetro sin ternpe- ratura mínima, o una temperatura corporal que mejora cuanto m á s dis- minuye.

A la luz de los cambios provocados por el modelo dominante de "es- tar en forma", se produce una expansión incontrolable del cuidado de la salud (iiicluyendo el cuidado personal), de modo que, tal como lo expre- sara Iván Illich recientemente, "la búsqueda de la salud se ha convertido en el principal factor patógeno". Los diagnósticos ya no t o m a n como objeto al individuo, sino que su verdadero objeto es el cálculo d e proba- bilidades, la estimación de qué puede suceder en la condición en q u e se ha encontrado al paciente en el momento del diagnóstico.

La salud se identifica cada vez más con la optimización de l o s ries- gos. Eso, al menos, es lo que esperan los habitantes de la sociedad de consumo dedicados a "poner en forma" sus cuerpos, y eso es lo q u e sus médicos esperan que hagan ... Cuando los médicos no tienen esa actitud, los coiisumidores se resienten. En un caso que sentó precedente, u n mé- dico de Tubinga fue enjuiciado por decirle a una mujer embarazada que las probabilidades de que tuviera un iiiño malformado no eran "dema- siado grandes", en vez de darle la probabilidad estadÍstica.'6

La compra como rito de exorcismo

Se podría suponer que los temores que acosan al "dueño del cuerpo", obsesionado por rstar en forma y por una salud cada vez menos defini- da con claridad y más semejante a estar en forma, impulsarían a l a cau- tela y a la circutispección, a la moderación y a la austeridad, actitudes totalmente fuera de simonía con -y desastrosas para- la lógica d e la so- ciedad de coiisumo. Siii embargo, la suposición sería errónea. Exorcizar los demonios interiores exige una actitud positiva y mucha acción, n o res- tricción ni tranquilidad. Como casi todas las acciones que se emprenden en uria sociedad de consumo, ésta resulta costosa, ya que requiere uii

equipo e instrumentos especiales que sólo el mercado de consumo puede proporcionar. La actitud de "mi cuerpo es una fortaleza asediada" no conduce al ascetismo, la abstinencia o el renunciamiento, sino m á s bien a consumir niás -consumir especialmente comida "sana", abastecida por el comercio-. Antes de que fuera rechazada por sus dañinos efectos

'"éase Iván Illich, '~L'obseirion de la sanré parfairex, en: Le Monde Bipl<>r~r<iirrlrrr, marzo de 1999, p. 28.

t i~l:iterales y finalmente retirada del mercado, la droga más popular en- i r i los cultores de bajar de peso era el Xenilin, publicitado con el eslo- I::III "Coma más-Pese menos". Según la estimación de Barry Glassner, en i i i i año -1987- los norteamericanos gastaron 74 billones de dólares en ;iliiiientos dietéticos, 5 billones en gimnasios y clubes de salud, 2,7 billo- iics en vitaminas y 738 millones en eqiiipamientos de gimnasia."

En suma, hay razones más que suficientes para "salir de compras". i :ii:ilquier explicación reduccionista de la ohsesióii de comprar y cual- I I I I I W intento de limitarla a una sola causa serían erróneos. Las interpre- i.i~¡ones más comunes de la compra compulsiva como manifestación de 1.1 revolución de valores posmoderna, la tendencia a representar la adic- i iiiii a comprar como una manifestación desembozada de los latentes ins- iiiiii)s materialistas y hedonistas o como un producto de la "conspiración a ~,iiiercial", es decir, de la incitación artificial (y artera) a perseguir el pla- t ui. como principal (~bjetivo de la vida, sólo dan cuenta en el mejor de los e .i\iis de una parte de la verdad. La otra parte, que es complemento ne- a i,i:irio de todas esas explicaciones, es que la compulsión a comprar con- vrriida en adicción es una encarnizada lucha contra la aguda y angustiosa I I I ~ crtidumbre y contra el embrutecedor sentimiento de inseguridad.

(:otno señalara T. H. Marshall en otra ocasión, cuando mucha gente i orrc simultáneamente en la misma dirección, hay que formular dos pre- I : I I I I~ : IX detrás de q ~ é corre, y de qué huye. Los consumidores están co- iiii.iido detrás de sensaciones -táctiles, visuales, olfatorias- placenteras, o ir;,s el deleite del paladar augurado por los coloridos y centelleantes itIi1ci<)seexhibidos en las góndolas del supermercado o en las vidrieras de l , i i iiciidas departamentales, 0 tras las sensaciones inás ~rofundas y con- *ai,l:iili>ras prometidas por un asesor experto. Pero también tratan de es- 8 ,ilx". de la angustia causada por la inseguridad. Deseati, por una vez, I , ~ . I ; I I - libres del temor a equivocarse, a ser desatentos o desprolijos. Por i i i i . i vc7, quieren estar seguros, confiados, confirmados, y la virtud que t , i i i iiviiiran en los objetos cuando salen de compras es que en ellos (o así I ~ , W ~ C C , nI menos por un tiempo) hallan una promesa de certeza.

I .:i coiiipra coinpulsiva/adictiva es siempre el ritual diurno destinado ,i i,x<ircizar la horrenda aparición de la incertidumbre y la inseguridad ~ I I I F :icosa por las noches. Es, por cierto, un ritual cotidiano: los exorcis- i i i i i , ~Ichcii repetirse a diario, ya que en las góndolas del supermercado iiiiliis Iiis productos llevan estampada la "fecha de vencimiento" y ya

' ' i :i~.t,lc> < I r I h r r y <;larsncr, "Firiicss and thc posrmodern self", en: Jounral of Healrh ,m,,/ S,,, , , t l l I~~ l ,~ ,c i~ , , , r , .30, 111X9.

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que la clase de ceitcza que re veridr cn los comercios no logra corrar las raíces dc la inseguridad qiic iiisró al comprador a salir a comprar Sin eiiil>aig<,, lo iiiár im~>oitaiite, lo que perniite que el juego siga -a p e s ~ i de su euidcnre inconclusión y de su falta de perspectivas de uii firial-, cs In cualidad maravillosa de lbs exorcismos: ron efecriui>r y grarificantes, no tanto porquc crmsigan disipai los facirasmas (algo que rara ver lo- gran), sino por el simple heclio dc scr llevados a cabo. Misiirras cl aire del exorciinio siga vivo, los cspectioi no serán iiivriicihlcs. Y en la r o ~ ciedad de coiiruniid<iier individualcr, todo dchc hacerse individualiiieii~ te, por uno niismo. ;Qué otra cosa, aparte de salir de compras, satisface tan bien el requisito de hacerlo por uno mismo?

Libres para comprar ... o asipnrcce

La gente de nuestra épcicn, señaló Albert Cairius, sufre por no ser cul~az de poseer cl rnuiido complerametit~:

Salvo por algiinor vii,iilor morncntiis dc pienitiid, para ella roda ieilidril o incornplcra. S i i s nci io i ie i ,c Ic ocapan hijo la ioirnr de o r r x arrioiicr, V U C ~ V C ~ I , bajo disfraces inerl>~rrdor, a luz~arla, y di,aprrcccn, como el ijua quc Tintalo anhelal>a beber, ~ior rl- gún rgii,e,u iiiviriblc.

Eiro es lo que cada uiio dc nosorros sabe después dc u n cnimen i n t e ~ rior, esro es lo que riucsrras biografisr, aiiali~adas rerrorpecrivamciite, nos eiiieiían dcl rni~ndo que Iiubiraiii<is. Siii e inbarp , no ocurre lo inis- iiio cuando miramos a iiuesiro alrededor, cuando ubrervam<is a las per- w n a s qiie conocemos y s r ~ l i r e las que sabernos nlg<i: 'visrai a distancia, rus existencias parcccn poseer una cohcrciicia y unidad que eii realidad iio pucdcii rener, pero que al espectador le parecen evideiitea". Se rrsrs, por siipiirrro, de una ilusi6n hprics. La diiraiicia les decir, nuesrra e s c a ~ i e i de c<inociiiiicntol hace confuir~s los detalles y borra rado lo que iio encaja liicn en 1s Geiiali. Ilosiáii ii iio, rcndeiiios a ver las vidas de los otros como obrar de Zirtc. Y, al verlas de ese iiiodo, nos debatimos por lograr lo iiiiiino: "todo el mundo rrara de converrir su vida en una obra de a r t ~ " . ' ~

Esa obra de arte quc qileremoi moldear a partir dc la dúctil materia de la vida se denoiiiiiia "ideiitidad". Cuando Iiablamos de idenridad, aparece e n nuestra mente uiia desvaida imagen de arrnonia, de lógica, de cr>hcreiicia: todas esas cosas de las que el flujo de niicirra experiencia p a r a niiesrra coniranre desesperacióii- parece, grosera y abominable- meiite, cirecer absolutamctite. La búsqueda dc idenridad es Is lucha consrantc por detener el flujo, por solidificar lo fluido, por dar forma a lo informe. Nos dcbatiiiios tratando dc ricgar o al menos de cncubrir la pavorosa fluidez que rciria debajo del envoliorio de la forma; rraramos dc apartar los 010s de vinioncs que esos ojos no piiedcn penetrar nl ab- sorber Sin crnbaigo, lejos dc disminuir el flujo, por no hablar de de te^ nerlo, las idenridadcs soii semejantes s la cosrra que se endi~rece una y irrra vez encima de la lava volcáiiica, que vuelve a fuiidirre y disolverse anrcs dc haber tenido tiempo dc ciifriarse y solidificarsc. Ari, riempie hay necesidad de uiia prueba más, y otra y esos inrenros qhlo se coiicre- tan aferrándose descsperadaiiienre a cosas s<ilidai y tangibles, qiic pro^

mcieii duración, sean o no ad~cuadar para comhiiiarie entre si, y aiinqiie no nos diii motivos para creer que, usia vez combinadas, seguirán reuiii- das-. En palabras de Ueleuze y Giiattari, "el deseo acopla constan re^ iiienre el flujo conrinuo con parcialcs qrie son, por narilralcza, iragiiieiir.irios y fragmcntados".lg

1.a~ identidades únicamenr~ pareceli g sólidas cuando se ven,

eii un d~srello, dcrde afuera. Cuando sc las coiitempla derdc cl ititeiior de la n r o ~ i a experiencia biográfica, roda solidci parece frágil, viilncrable y . . . ~rinsranremente desgarrada por fuerzas corrantci que dejan al desniido su Iliiidcl r ooi corrienres cri17,adaa que amenazan con dcspedaiarla y con . . llevarre conrigci cualquier forma ~ U C pudiera haber cobradr,.

La idenridad ~ ~ p ~ ~ i ~ u e i i t ~ d ~ , vivida, shlo puede mantenerse íntegra i i i i i la fuerza adheriva de la faiitaria, tal ver de la cnroíiacióii. Sin embar- ,:o, dada la obsritiada evidencia dc la experiencia biográfica, cualquier .iilliesivo mis fiicrtc u n a rusrancia con mayor p d e i de fijacii,n que la I.iiirasís, de fácil diwli~cii,n y eliminación- resultaria una perrpecriva tan irpugiiante corno la falta de enswiación. Por ese morivo, según obseri,ó 1:lrar Tscelon, la moda funciona tan bien: c i la sustancia correcta, iii más titerre i i i más débil que la fantasía. Proporciona "maneras de explorar los liiii~tes sin coinpromererse con la accióii ... y sin sufrir las consecuencias". ''I:ti los cuentos de hadas", nos recuerda Tseelon, "el atuendo soiiado es

" I.illri I>rlcuir y 1:rlir i ; ~ ~ a l i ; ~ ~ i , i\rii,~<ji.ótlisir- ílipirabiiii i i id .., ob. c i i . p. 5 .

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diara". lereiuy Sesibrook ha dercripro con aguda percepción las conse- cuencias dc ese reemplazo:

tn realidad, cl capiralirmv no ha cnrrcgrdn I r i ~ prodiicroi a Ir gcnre, sino más bien lia entregado la gcnie a los pruducros; cs decir que cl caiicrir y la rcniibilidad dc las personas iirii sido retiabajados y remadelrdor de tal mancra dc acomodarlos ~proxim~dnrnciite l...] a 1"s productnr, cxperiencirr y seiiraciunes [..] cuya vcnti es lo único que da iorma y significado a niicrrrai vidíri3

En un miindo eii el que lar cosas delibcradamenre inestables ion la ma- teria prima para la coiisrrucción de identidades iieceiariarnente iiieara- bler, hay que crlar cn alerra constante; pero sobre todo hay que proreger la propia ilenibilidad y la velocidad de readaptacifin pnia segliir las c a m ~ bianres pautas del mundo "de aiuera". Como afirmara recientemente Thomas iMarhiereii, la podcrosa meráfors del panóprico de Beniham y Foucaulr ya n<i rcprcsents la rnanera en que fuiicioiia cl poder Marhie- seii scñaia quc hemos parado de una rocicdad cstilo panóprico a orra e i ~ tilo ririóptico: re han invertido loa roles, y ahora muchos se dedicaii a observar a unos Los cspecráculor ocupan el lugar de la vigilan- cia siii perder riada dcl poder disciplinario de su aiirecesora. Hr>x la obe- diencia al cstiiidar luna obediencia exquisiiaincntc adapiable a in is de ui i esrándai rmine~iremenre flexible, dcscaría agregar) riende a lograrse por medio de la seduccióri, rio dc la coerciáii ... y aparece bajo e1 disfraz de la libre voluiitad. cn vez de revelarse como uiia fuerza cxrcrna.

Er iicccsario expresar erras verdades una y otra vc7, ya que el cadáver dci 'concepto romántico del ser", quc suponía que una esencia interior más profunda re oculinlia dchajo de la apariencia externa y s~pcrficial , rtende lioy a ser sriificialmente reanimado por los eslucrios conliinror dc Iki que Paiil Atkiiiaon y Llavid Silverinari haii denominado acertada- menre "la sociedad de la eiirrcrista" ("que iisa las enrreviaar cara a cara para ievelar lo pcrsiinal, el yo inrimo del sulero") y de gran parte de la iiiveatigacifin social de hoy (que pretende "llcgar a la verdad subjetiva del ser" provocando y diseccioiiando relaros personales con la esperanza de encaiitrar eii ellos una reuelaci0n de la verdad interior). Atkinson y Silverman objeisn era pricrica:

" Jcrcmy Sesl>rooh, Tfir L a a i ~ r c S o i i ~ i y . Oxford, Ularkwcll, 1988, 1x3. '"hamas hllrthicsni, "The vicwir sacicry: Miil icl ioucaiilr', 'Friiopocun' rrviririil''.

m: Tlh~c, re<~~el C r ~ 2 ? ~ ! ~ f o l ~ ~ ~ y , 112. 1997. pp, 2 1 5 ~ 2 3 4 .

f En las ciencias S O ~ ~ ~ I ~ S , n o rcvelamos la idcnridrd recopilaiido i i a ~ rracaones, sino quc creamos ideiiridad por medio dc rc l i ro~ bio- gidfic<ir [..l El dcleo de rcvelacihn y iai rei~clacioncs dcl deseo proporcionan una aaaricncia dc autenticidad, aun cuando la posibilidad misma de autenticidad c i lo que erti ' ~ ~ ~ t i ~ > ~ ~ a d o . "

La posibilidad de autenticidad es, por cierto, altarnenre cuestionable. Numerosos cstudios deiiiuestran que los relaror personales son meros cnsayos de ietóiica pública quc los medios destiiiaii a "representar verds- des subjetivas". lJero la insurcnricidad dc csc yo supuesrarneiite auténrico errá encuhicrta por los de sinceridad: los ritualcs públicos de entrei,isras profundas y de confesioiier públicas, enrre las cilsles los iliar-ihowi son los que más pcro iio los úiiicor ejemplos. Os-

1 t~nsibleiiieii t~, csios espectjciilos ron una vía dc escape para dejar salir In agiracifin del "yo iriteiior"; de hecho, ron veliículos dc la vcnióii de -educación ~enrirnenral" ha adoptado la sociedad de coniilmo: ex-

Iiiben y confieren acepiabilidad pública a uii raiigo de estados emotivos y sus exprerioiier, a parrir de los cilales pucdcn construirse "identidades .ihsoliiraincntc prrsoiialer".

Como lo expresara rccicritcineiite Harrie Fergusoii con su inimirahlc estilo:

.,, "1 lll"lld0 por",odcrno rodar las disiincioncs rc vuclviii fluidrs, 105 Ii1nircs sc disuclicn y rodu pucdc pirecci su opucsro. Ir 1ronia re '"nvierrc cn Ir perpetua renr~iión dc quc las corrs podriaci rcr difercniei, lunquc nunca fundrmcnrrl o radicalmente diferrnrcs.

12.ii csc mundo, las preocupaciones por la identidad tienden a cobrar uria ,~ l>ar~encia completamente niieva:

. . . otro de idciiridrd "ironeri'' harta llegar a la cultura Cunteinpo- ri ,ea, que p~dr i amoi denominar dc identidad "asociativa" l...] un conrranrc "rflojaniienro" del lazo entre cl alma '"interior" y la

?' l'.iiil hrkiii<or, y ¡Irvid Silvermaii, "Kundeia's I i i~t iorta l i i~: rhc inrcnicx %ocicry ,iii,l iIir iiiiiiiciii~i r i l rlir icli", rn- (>i<iil,roiii,r Iriq!or>,, 3, 1997. pp. 304-325.

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,id M O D E R N I ~ A U LIQUIDA INDIVIDUALIDAD 95

forinr dc la rclacion social "exterior" l...] Así, 13s idenridadcr son de roda opción, parece mucho más tediosa y coiisidrrablemenre más are-

collstantes o ~ c i l r c i o i i c s . ~ ~ iradora que la perspecriva de que nuestras elecciones de mañana cancelen las de Ihoy Sólo el deseo es deseable ... casi nunca su satisfacción.

AS; es como se ve la situación actual piiesra bslo el microscopio del a n a ~ Se pudría suponer que cl eiiriistasmo por la carrera llega a inarchitar-

lisra culriiral. La descripción de la inautenticidad producida públicarricntr se junto con la fucrza de los músculos, que el amor al riesgo y a la aven-

puede ser verdadera; los argumentos que respaldan esa verdad ron so- rura se csfuma a medida que disminuyen los recursos y la pocibilidad de

l>recogedorcs. Peco la verdad de esa descripción no determina el impac- dar con una opcióii verdadcramenie deseable. Sin crnhargo, esa expec-

i o de los "especticulos de sinceridad". Lo que iiiiporta es cómo sc sicntc tariva no se cumple, porque los corredores son miichor y difeienres, pero

esa artificial iiecenjdad de coiiirruir y rcconrtruir la idenridad, cómo re la la pisra cs la misma para todos. Como rcñala Jeremy Seabrook:

percibe desdc "adenrro", cómo "es vivida". Ya sea genuino o putativo a del snalista, el status de la identidad "asociativa" l a oportunidad los pobrcs iio vivcn cn una cuiriiia difcreiitc dc la dt los iiios.

de "salir de coiupras", de ponerse (1 sacarsc "la verdadera identidad", de Dcbcn vivir cn rl mismo iuuiido ircado para beneficio dc los que f iei icl i diriiro. Y su pobrern rs agnvrda raiiro por el creciiiiiei,ro

"inoverre"- ha llegado a significar libertad para la sociedad de consumo. ccon6mico coiiio por la rr~csion y la falta de rrccimtcnr~.~' La elección del conriimidor er ahora un valor por derecho propio; la ac- rividad de elegir importa más que lo que se eligc, y las situaciones son En una sociedad sinóptica de adictos compradoresiespectadores, los p o ~ elogiadar o ceiisuradar, disfrutadas o casrigadas según el rango de elec- hres no pueden desviar los ojos: no tienen hacia dijridc desviarlos. Cuan- cióii disponihlc. ro mayor es la libcrtad de la pantalla y iu is scducr<ira es la teiiraciijri qiie

1.a vida de quien elige siempre será una beiidicióii a inediai, aun cuan- Iprovocaii las vidrieras, ranro más profuiida se viielve la ieiisaciiin d t e m ~ do ( O más bien porque] el rango de opciones cr amplio y el voliimrn de ipuhrccimiento de la real id~d, (arito más sobrecogedor se vuelve el deseo iiuevas enpericiiciai parccc scr infiniro. Esa vida está colinada de riesgos: dc saborear, auiiquc sca por iin moinenro, el éxrasis de elegir. Cuaiili> l a inccrtidumhre esrá conden~da a convertirse en una periiianetiie niusca imis n u ~ ~ ~ e c o s a s parcccii ser las opciones de los ricos, ranro menos w p < i r ~ en 1s sopa de la libre elección. I'or afiadidura [ y es iin agrcgadr, i rnpr - table resulta para codos una vida sisi capacidad de elegir cante), el eqiiilibrio entre el gozo y la dcrdirha de los sdictor a comprar depende de otriis factor-, !no solamente del rango de opciones ofrecidas. N C ~ todas las opciones que i e ofrecen son realistas, y la pioporcióii dc op- D~vididos, compramos ciones realistas no esrá determiiiada por el iiúmcri> dc ítem a elegir sino por el rolumeii de los rccursos de los que dispone el elecror I'aradójicarnenre, aunque de iiiriguiia manera ineiperadameiite, la clase

Cuando Ic,s rcc~inos son sbiindanres, uno puede esperar, coriecra o i i i ~ <Ic liberrad que la socicdad de adicror a comprar ha clevsdo al puerco correctamente, que se mantendrá "por eiiciiua" o "p<ir dclaiitc" de las c o ~ tii;is privilegiado -la libertad riaducida a la plcniriid de opciones dcl con^

sas, que será capaz de alcaiirar los ohjerivos que se desplazaii cada vez coa \iiiiiidor y a la capacidad de rratar cualquier decisión vital como una op- iiiayor iapid~r. En ese caso, se tiende a dismmuir los riesgos y la inseguri- i i i ) i i de consumo- elcrcc sobrc 10s inv~ luncar io~ inaiginados un efecto dad, poniendo que la protusión de opciones compensa por la penuria ~iiiicho iuás devastador que sobre aquellos para quienes esa Iiberrnd fuc que implica vivir en la oscuridad, sin estar seguro de cuándo y dónde rer- iie.ida. El esrilo de ">da de la elite con recursos, de los iiiaeitros del ar- iuiiia la lucha y iii siqiiiera de que tendrj algún fin. Es ia carrera misma lo i c <Ic clcgir, siifie un caiiibi<i ominoso durante el iratisciirro de ru proce~ que rerulra excitatire y, por penosa que sea, la pista ea un lugar más dis- \.iciiicnrr> eiecti"nico. Se filrra hacia abajo en la jcrarqiiis social, a travéc frurable que la línea de llegada. Se aplica, en este caro, el viejo proverbio: ili. Iirs cariales del riiióprico electrónico, reduciendo el voluinen de recur- "iricjoi que llegar es viajar con esperanza". La llegada, el final definitivo

.n i,,,,ie 1-irgiiron, "Glimciur ind rbr rnd o1 irony", en: Jlllir Hrd#eiir,y ncu,rrr,, ,>ti>- >' Irriiiiy Srnbrouk. Jhr Kiiie foz Riii i iri: tile Hurisaii Cortr of X'eolili, Bar~nerrokc,

ñ o i 1YY9,pp. 10~16. hl.i~rli.~ll I'iikciiiii, IYXX, I ~ P . 168~169.

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sos, como la caricatura de iin miitante monstruoso. El prodiicro último de ese "goteo" csr6 despojado de casi rodoi los placeres que proiuetia el original, y su porencivl desrrucrivi> queda al desniido.

La libertad de c<insidciar la vida como una salida dc comprar pro^

loiigads significa considerar el mundo como un depósito desbordaiice de productor de consumo. Dada la profilsión de oferras teiiradorai, la po- tencial capacidad generadora de placer de cualquier prndiicro tiende a agotarse con rapidez. Afortunadanieiire para los clientes cott reiigrsoi, csos recursos los protegen de las desagradables consecueiician del consu- mo: puedeii desechar las perrenencias que ya 1x0 descan y conseguir las que dercaii; estáii ~iroregidos contra el ripido envejecimiento y la obno~ leaccncia de los deseos y contra su cfimera satisfacción.

Tener recursos iigiiilica rcnei libertad de elegir, pero tainhién -y eso ea lo más Iiiiporlanic- significa tener libertad dc soportar lar comecueii- ciar de lar malas eleccioiies y, por lo I ~ Z I ~ U , libcrrad del arributo iiieiios dcscahle de la vida de eleccióii. Pi>r cjcmplo, el 'sexo piárrico", CI "amor confluente" y las "rel~cioiicr piirar", los aspectos ~ozisiimistac de las re- laciones Iiuiuaiiai dc pareja, fueron desciiptos por Anrhnny Giddcns co- rno veliiculos dc crnancipacián y gaiaiiiíi dc una niieva felicidad ... una iiucua crcala; riii precedciitei, dc aiironomía individual y libertad de elecciún. Lsra afiriuacióii c i discilrible, incluso eii el C P ~ O de la móvil eli- re de los iicor y i>odcr<,sos. Incluso en ese caso, la afirmación de Giddens súlu se sosticnc ciiando re la refiere al iiiiemhro niás fuerte y con más re^

curriri dc la pareja, pero iio al rnicmbro más débil, nu taii biai dutadu con los recursos necesarios para arender a sus deseos [por ni> Iiablar de los hilos e r a coiiiecucncia involunraria auriqur duradera de lar parejas. quienes rara i w i considciaii la iuprura dc un mnrrimonio como iiiaiiifes- incifiii de ~ i i propia Iiberrad-1. El cambio de identidad podrá icr un ariinro privado, pera siernprc implica cortar cierros vinculoi y cancelar cierras obligacionci; la parte receptora rara v c i cr consultada, 7 nunca se le da la oportunidad de eiercer su liherrad de elegii

Sin embargo, a u n tomando cn cuenta esos "efectos secundarios" dc Inr "relaciones puras", se podría argumentar quc, en el caro de los en- cuiiibiadoc y poderosos, los acuerdos de divorcio y las cuotas de alimen- tos para los hijos tienden a aliviar la inseguridad endémica de las parejas fugaces; ariniismo, que la inseguridad que queda no es un precio excesi- vo a cambio del derecho a 'reducir las pérdidas" y a evitar la necesidad de ui i arreaentimiento eternu oor cada oecado o error cometidos. Pero. sin diidas, cuando "se filtras harta los pobres e imporerires, L I tiaevo es- rilc de pareja, con sil frigil contrato marital y su "pilrificnciiin" de In

u n i n de todo lo que no sca "sarisfacción mutua", provoca mucha dei- dicha, prrar y sufrimienro humano, así coiuo u n crecieiire volunien de

i-ipaoón sino más bien inrtrumenros de rediitrihi<ción de lihertodei. Por cie motivo roii bendiciones a medias -tan seductoras y deseables coino rciiiidas e indcseabies que despiertan sentiiriientos coiitradicroiios. Son valores ambivalenres que tienden a geiicrar reacciones incoherentes y cuasi neuróticas. Coino lo expresa Yves Michaud, un psicólogo de la Soiboiia: "con cl cxceso de oportunidades, crecen lar ameiiazai de dcscs- iiucturacián, fragmentación y desarticula~iÓn".~8 La tarea de auroiden- rificación riene perturbadores electos coiacerales. Se convierre en fuente <le conflicto y acrúa coinci disparador de impiilrus incompatibles entre si. Cr,iiio rra tarca, que nos compete a rodos, debe ser llevada a cabo indivi- dualmenre y en condicjones muy dirriiitas, divide las situaciones hilmaiiar e insta a una coniperencia despiadada, cn ver de i~nificar una condición liumana que tienda a gencrar crmperación y solidaridad.

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George Hazeldoii, u n arquirccro briránicn establecido en Sudáfrica, tie- ne un siieíio: una ciudad diferente dr las ciudades comunes, en las que I<is exrraiii~s de arpecro amenazante emergrn de las esquinas orcums, salen sigilosameiirc de las calles sórdidas y se amontonan en los barrios bajos. La ciudad sonada por Hazeldon es más bien una versión acrua~ lizada, de alta recnología, de la ciudad medirval, protegida por gruesas miiiallas, almenas, fr>sor y purnres Icvadi~<is, una ciudad aislada dc los riesgos y los peligros del iiiuiido;una ciudad hecha a medida de individuos quc desean coiirrolar y moniiorear si, propia proximidad: algo seiiie~ janre, según él misino dxlo, al Mont&int~Michel, una iiiczcla de claus- tro y fortaleza.

Cualqiiiera que vea los planos de Hazeldoii coincidiría en que la parte del "claijsrro" ha sido imagizisda a reiiiejanra de la Théleme de Frangois Rabelais, esa ciudad dc dirersióii y gozo coinpulsivos eii la que la felicidad eí el único inandsmiciii<i, y no U" refugio para aaccrar piadi~sos dedicados a la au~oflagel~ción, ls oiaciiin y el ayuno. La par- ic de "forralcza", sin ern13argo, es genuina. Heritage Park, la ciudad que Hazeldoii csrá a puriro de constriiir sobre 500 acres de terreno virgen cerca dc Ciudad dcl Cabo, sc diferenciará de otras ciudades por su ais- lainicnro: cercas elécriicar de alto "olraje, vigilaiicia elecrrótiica de los accesos, barreras y guardias ariiiados.

Si uiio puedecornlirarse uiia residencia en Heritage Park, pasará gran lpatre de su vida alelado dc los riesgos y peligros dcl rurbuleiito, poco Iiospiralaiio y aterrador intindo que empieza justo afiiera de las puertas <le la ciudad. Adeiitrci, habrá codo lo que una buena vida necesita para qer completa y toralrnenre aarirfacioria: Heritage Park rendrd sus pro- 1n<>s negocios, iglesias, resrauranier, reatror, áreas de recreación, bos- <ptcs, parque cenrral, lagos llenos de saliuoncr, campos de juego, pistas <Ic aerobiamo, campos de deporre y canchas de tenis... y lugares vacíos Ip.un agregar cualquier cosa que una vida decenre demande en cl fururo, q i i n los cambios de la iiioda. Hazeldon es muy claro cuando explica 1,)s veiitijss que 1-lerirsge Park ofrece y que superan las de casi rodos los \ i i i os dciiide vivr nl,<,i.:i I;i Izriirc:

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Hoy la ~~gu i idad i r la mas irnpoifanfc. Nos gurrc o no, ésa es la mayor diferencia L...] Cuando yo era rliica, cn Londres, Iiabfa una cumunidad. Yo no hacia nada malo porquc todo cl mundo nic coiiocía, y seguramente i c lo contaría a inis padrcs l...] Eso er 10 que queremns recrear aqui, iina comrinidad que no tenga de quC preocuparse.'

Enronces, de eso se rrara: por el precio de una cara en Heritage Park, uno comprará la entrada a una ~~rnunidad . Una "comuiiidad" es, en csta

época, la última reliquia dc las antiguas uropías de Is buena sociedad; de- nota lo que ha quedado del sueño de una vida mejor compartida con me- jores vecinos y que sigue mejores reglar de cohabitación. Porque la utopía de la ariiionía re redujo, de iiiaiirra realista, al tamaño del vecindario más irimcdiati,. No cs raro que la comixnidsd se haya converrido en uno de los piinror fuerres para asegurar una venra. Tampoco es raro que en los follerar de promoción de llerirage I'ark distribuidos por Hazeldon, la co- munidad aparezca coiiio un suplemerito indispcnrahlc -pero qiie orros si- tios iio ofreccn- dc los buenos resraursnres y las pinti>rercar pirrar de aerohirmo que tambiCn pueden enconriarse en otras ciudades.

Sin embargo, debemos advertir cuál e3 el sentido de esa comuriidad ge- neradora de reiitido. La coiiiuiiidad quc Hazcldon rccuerda de si> infancia iuiidiiirisr, y quc dcsca rccrcar en la rierra virgen de SudBfiica, es primor- dial, aunque no únicsmenre, un territorio estrechamente vigilado, donde los que hacen cosas que pueden disgustar a los deiuás sati rápidaciienie carrigador y puestos eii línea 4o i ide holgaiarics, vagabundos y otros in- rruros que "iio soii d i aquí" ticncn 'criada la enrrada o son perseguidos y erpiilsados-. La diferencia emie el parado gustosamenre recordado y su réplica actualizada es que aquello que la comunidad de la iiifaiicia de Ha- zeldon lograba uiaiido sus ojos, lenguas y rnanos, dc mancra práctica y sin pcmarlo dcmariado, r n Heritage Park está a cargo de las cámaras de TV ociilras y de docenas de guardias armados que controlan los accesos de re- guridad y pariullan lar calles discrera u oslentonamcntc, scgún el caso.

Un grupo de psiquiatras del Instituto Victoriano de Salud Menial Fo- rense, de Australia, ha declarado recienremenre que "cada vez más gente ha denunciado, falsamente, rei victiina de acechos y persecuci<incs, ero- sionando la credibilidad y provocando gnsros del dinero público", dine- ro que, según argumentan los autores del informe, "debería ser empleado

1 Citado di. Chris McCrcal, "Forrrcrr rawn ro rirc on Capc of lov h<ipir*, cn: Thr G«nrdm,i, 22 dr ccicro dc 1999.

en las verdaderas victiinas".' Algunas ''ialsas víctiinas" invesrigadai, tras ser romeridas a estudios diag~iósrici>s, revelaron estar afectadas por "se- veras perruibaciones iiientalcr", ya que "cieiari ser perseguidas con la convicción de que todi> el mundo conspiraha en su conrra".

Muchos priqiiiarras han seiialado que Creer ser víctima de una canspi- raci6ii no es nada iiovedoso; por cierto, ea uii estado que ha atormentado a algunos Iiuiuanur cii rodar las épocas y cn todos los lugares dc la rierra. Nunca hubo, en ninguna parte, rscase7. de personas ansiosas por encon- rrar una lógica a su desdicha, a sur humiilaiites derrotas y a ias husrracio~ cies de su vida, cargáridoles 1s responsabilidad a las malévolas iritcncionei y monstruosas coniilrar de otros. Lo q u e resulta roraliiieiiie novedoso es que ahi~ra se inculpa a los meriideadorcr (en conipañia de orros vagos y h<ilgazanes, persoiiajes quc n o perteneceii al sitio donde aparecen), que re- presentan al diablo, los íncubos, los espíritus y los duendes malignos, el inal de o10 y lar hriijar. Si "las falsas vicrimas" abusaii "de la credibilidad pública". es porque los "inerodcadorer" ya se Iiaii convertido en un iium- hic popular para el iiiicdo ambienre que acosa a nuestros coiiteinpor6- rieos; de mudo que la presencia ubicua de los merodeadores se ha viielto crefble y el inicdo de ser persegu<do sc ha convertido en un sentimiento c o ~ nmút,. Y si la gente fnlsnme?tte <ih~esionada con la arricnaza de la perrecu- ci6n puede "conruiiiir e1 diiicro es purque yo re ha desiiiiado tuna cantidad de diiicro público -que crece cada ano- a localizar y arrapar :i los merodrad<ircs, los ragabuiidoi y otras versiones actualiadas de ese iiiiedo moderno, el miedo al muhilc viilgui 4 a clase inferior de genre tió- riiadc, que se filrra eii los lugarcs donde súlo la gcntc correcta rieiie de re^ clio a estar-, y porquc la defensa de lar calles, al igual que el exorcismo de las casas embrujadas dcl pasado, ha sido reconocida coino un propósito <Iigtio y como la manera adecuada de proreger a los que nccesiran prorec. ci<iii de los temores y los pciigros que los poiieii ncrviosor, los inquieran, lhi vuelven suiceprihles y los areriioriran.

Cirando CIty ofQuartz (1990), de Mike Davis, Sharon Ziikin describe la iiueva spariencia de los espacios públicor de Los Angeles tras ia iiisrru~ ziiciiraciún de lss mcdidas de seguridad exigidas por las reiideiires y piier~ i;i> en marcha por sus currodios clecror o designados: "los helicópreros 7iiliil>ati por el cielo sobre los barrios semejantes a guctos, la policia iual- tr.itii a los adalcccntes como supuestas miembros de bandas dclicrivas, 1 0 % pri>pierarios compran el tipo de armar de defensa que pueden afroii-

' Vrai i Srrnli Uorclrh "\Varning of fake sralkinp rlaims", en: Thr Ci~ard?~n , 1" de fr. l i i i . t < i ilc 1999. cirriido r-1 iiifi>rmc de Michcl Padli, Paui E. Mullen Roieinary Purcell.

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tar... o que se arreven a usa?"' La década de 1960 y la de 1970 fueron, i e ~ gún Zukin, "el hito que niarcó la institucionaliración del miedo urbano".

LOS "OlanfcI y las elires -en términos amplios, lo que re conctbc como clrre media en los Estados Unldor- haber elegido

las politicas dcl destinadas a eliminar la pobre- za, controlar la compersncia érnicr e integrar a rodn el mundo a través de inrrirucione~ públxcas comuncs. En cambio, cligicrun comprar prorccción, csiimvlando ari el crecirnienro de Ir indur~ tria de la rrguiidad

Zukin señala que el peligro m i s tangible que corroe lo que denomina "la cultura pública" es "la polirica del miedo cotidiano". El eirreiiiecedor y perturbador espectro de las "calles inseguras" alela a la gentc dc los lu- gares públicos y Ic impide procurarse las artes y oficios necesarios para compartir la vida pública.

*Sr. duros* contra cl crimen ~ ~ ~ ~ r r ~ g i n d o rnár cárceles e impo- nicnd<i la peiia de iiiueire es la rerpucira hahirual a la polirica dcI ~niedo. "Lnccrrar a roda la población", csuché da i r r uii h o m brc cn CI autobús, ilr~aiido la solución a sii exrremn más ridicu- lo. 0a.i rerpiiprti r s privatizar y militarizar cl ispacio publico l...] haccr lar c~IIcs, parqurr g coiiiercior iiiár seguro?, pero me- >nos librcr l...I'

Un coiiccprc de coinuiiidad defimda por sus limites esrrechamcnrc vigi- lados y no por s u s ~ o n t c n i d ~ ~ ; la "defeiisa de la comunidld" rradi~cida a la coiirraración de armados para custodiar la eiirrada; los merud~adores y vagabuiidoi promovidos al rango de encmigils públicos número ono; el rccorrc de las áreas púlilicai a los enclaves "defendibles" de acceso selectivo; la separación y la no iiegociacióii de la vida en co- mún y la criiuiiiali~ación de las diferencias residualcí: (.sra~ son lar prin- cipales dimcnsionra de la evolución actual de la vida urbana.

Cuando los extrarios se encuentran con exhanos

Según la definicióri clásica de Richard Sennett, una ciudad es "un asen- ramienro hiimano en el que los extraños tienen probabilidades de cnno-

cerse".' Quicro agregar q u e esto significa que los exrraños tienen proba^ hiltdades de encontrarse e n su calidad de extiaños, y que yoriblemeiite seguirán riendo exrraños tras el ocasional encuentro que termina de mo- d o tan abrupto como comenzó. Loa enrraños se encuentran de la mane- ra que correspoiide a los extraños; un encuentro enrre extraños no se parece a un eiimeiirro entre familiares, ami~or o coiiocidos <S, compa- rarivamentc, un desencuentro-. Eri el eiicueiitro cnrre exrraños no se re- toma el punro en el que quedó el Ultimo encuentro, ni se recuentan lar pruebas y tribulacioties o las alegrías del inrerin, ni Iiay recuerdos coinu- ner: no hay riada en qué basm5e ni qué seguir en el curro del encuentro prescntc. F.1 encuentro entre extranos es un aconteciinrenco sin pasado. Con frecuencia es también un ociinre~rnticnto sin futuro (se suporic y se espera que esté libre dc un furiiio), una historia que, sin dudas, rio "com tiiiuará", una oportiinidsd única, que debe ser ci>nsumads pienainenre inicrirras diira y en el acto, si11 demora y sin posrergaciones para otra ocasión. Corno la araña, cuy<> mundo está encerrado en la tela quc tcir

. l >L.I4,.. !,il' . . 1.1. 1.1. .il>.l .. . , t . <:,,l.. . , > l . . l , . l 1 .l , l. \ ' \ t i . ? i . l . .< ,< ' . .. '.." 'l.? ... ..,l.,.> . I r r r!. .i.l,...l \ ;r : l 11.. .L . i t : > . w c , ; , , , l > < ) ,. , ,c. . . , . , .. ,<t., * f.,, c,,,:,.,.,, I k l .,,:,,, :, . . no hay tiempo para ensayo y crror, ni aprendizaje a partir de loa crrorcs i i i esperanza alguna dc icricr erra oporrunidad.

De ello se desprende qiie la vida urbana exigc u n tipo de habilidad iiasiaiirc cspccial y sotiiticada, toda una familia de habilidades que 5 e n ~ iictr consignó bajo el rótulo de "civilidad", er decir,

la actividad que protege inutuamenie a las personas y que no ohiniirc les prrmirc dirirurir de i i i mutua coiiipañia. Usar una m k a r a cr la erriicia de la civilidad. Las marcaras pcriiiircii uiir sociabilidad pura, ajena a lar ciicuiirtaiicias dcl podcr, el males- rar y los rentiii~ienro, privados de todos las que lar llevan. El propósiro de la civ~lidad es pratrgcr a los dcmás dc la carga de uno nlismoi

Ibir cierto, se espera que el propósiro sea recíproco. I'rotegcr a otros de iixia carga indebida, cuidando de no interferir conius asunros, rúlo tie- ~ i c sentido si uno puede esperar una generosidad y una restricción simi- I.ires por parte de los otros. La civilidad, corno el lenguaje, iio puede ser

' a # c l ~ a ? ~ l s~nnirr, Ti>< Foll ,a/ Ps<bIt~ Maii: ora f i h S U C , ~ ~ P r ~ < h o i ~ l y O/ Caparuliiiii, Ni i r v i York, Yintige Ilriokr, 1978. pp. 39 y sr.

' It#cl?.trd Sctmct8, 8bicI.. 1,. 264.

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104 MODERNIDAD LfQUlDA

'"privada". Anies de converrirre en un arte aprendida individualmenrc y prscricvdo privadamente, la civilidad debe ser una caractcríarica del en- torno social. El encorno urbano debe ser "civil" para que sus Iiabitantes puedari aprender las difíciles desrrezar de la civilidad.

¿Pero qué signiiica que el entorna urbano sea "civil" y, por lo canto, un sitio hospitalario para la práctica individual de la civilidad? Signifi- ca, fundamentalmente. la provisión de espacios que la gente puede com- parrir como persona priblica s i n que re la inste, preii<inc u obligue a quitarse la máscara y "solrarse", "exprcrarsc", confesar rus senrimien- ros inlirni>s y cxhibir sur pensamienror, sueños y preocupaciones más prufiindos-. Sin embargo, tambtén significa una ciudad que sc prcsenia a sus residenres como bien coinún que iio puedc scr rcducido al conglo~ rnerado de los propósitos individuales y como tarea compartida que iio puedc rcvlizarse por medio de una miilritiid de propósiros iiidividuales, como una iorma de vlda con vocabulario y lógica propios y con su pro- pia agenda, que es (y debe seguir siendo) iiiás extensa y más rica que cual- quier preocupación o aiihclu individual -de modo que "usar una máscara públicas cs un acto de c<>mpromiio y participación y no de "deicompro~ miio", una retirada del 'verdadero yo", que opta por salirar dc las re- iac~ones y el involu~ismienfo mutuos, una ~ ~ ~ a i ~ i i c a t a c i Í ~ n del desea de cquedvrse rolo y de dejar solos a los dcmás-.

En las ciudadcs cr>ntcmpriráneas hay muchos sitios que reciben el nombre de "espacios púhlicor". Los hay de muchas clases y iiiedidas. pe- ro casi todos ellos pertenecen a una de dos categorías. Estas caregoríss se aparran del modelo ideal de espacio civil en dos direcciones opuerras aunque complerncnrarias.

El Iiigir llamado La Défense, una enorme plaza situada eii la rihcra derecha del Sena, concebida, comisioiiada y coiiarruida por Franpis Mirerraiid (coiiio iiionumeiiro dur~dcr< i dc su presidencia, en la que el esplendor y la magiiificencia del cargo estaban desconecrados de las de- bilidades y los fracasos de ru tirular), encarna todos los rasgos de la pri- mera de las dos categorías dc espacio público urbano pero enfáticamente no "civil". El visitante dc La Défense advierte de inmediato que se trata de un lugar inhóspito: todo lo que está a la visra inspira respeto pero de- salienta la permanencia. Los cdiiicios de formas fantásticas que rodean la enorme plaza vacía están liechos para ser mirador, no para entrar en ellos: envueltas de arriba abajo en cristal espejado, no parecen tener ven- ranas ni puertas de acceso abiertas a la plaza; con gran ingenio, conrigiicii darle 1s espalda a la plaza que rodean. Resultaii, a la vista, imperiosr>s c iiiipeiierrables -iinperiosos por iinpencrrablcs, ya qt1c ambas ci~nlidailcs

EC complemenran y se refuerzan mutuamente-. Esras fortaleraslermiras herméticamente selladas esrán en el lugar, pero iio perrenecrii a él L . . y es- tiinulaii a cualqiiiera que esté perdido cn la chata "asredad de la plaza a seguir su ejemplo y sentirre del mismo modo. Nada mitiga ni interrumpe el vacío uniiorme v monótoiio de la daza. No hav bancos donde senrar- re, iii árboles cuya sombra ofrcrca refugio del sol y permirs refrescarse. (Si hay, por cierro, un grupo de bancos dirpitesror geomérricameiite eii uii

extremo del espacio; esrán colocados sobre una plataforma un poco ele- vada, por encitiia del iiivrl de la plaza -una piaraforma semejante a un eiceriario, donde el scro de sentarse a descansar sería ofrecer uri e s p e i ráculo a los orror que, a diierencia de los que re rieiitaii, tieneti a l p que hacer allí-.) Una y otra vez, con la iiioiiótoria regularidad del horario del subterráiiru, es<is otros -coino uiia arareada fila de Iiormigas- emergen de la ricrra, sc despliegan sobre el pavimento de piedra que separa la r a ~ lida del subterráneo de alguno de los relucientes nionstruos que rodcan (sirian) la plaza y desapareceti rápidaiiieiirc. El lugar vuclve a quedar va- cío ... hasra la Ilcgada dcl pmximo trcn.

La scguiida categoría de espacio público pero no civil esrá destinada a prestar servicios a los consumidores o, más bien, a coiivertir al rcaidcn- re de la ccudad eii coiiruiiiidor Según paiabias dc Liisa Iliisiralo, "los coiiiuiiiidorea auclcii c<inipartii lu, espacios fíricris de consumo como ra- las de ciincicrro < i de exhibición, sitios rilristicor, de icrividad deportiva, sboppings y cafeterías, sin manrener ningún cipo de inreraccióci r ~ c i a l " . ~ Esos espacios instan u la acción, no a la iiiter~ccióii. El hccho de coin- parrii el espacio físico con otros actores aliocadi>s a uiia acrividsd seme- jaiirr añadc importancia a I i accifin, le da el sello de la "aprobacióii iiiimérica" y de ese modo corrobora su sentido, lo justifica riii necesidad rlc mayor arguinenracióri. Sin embargo, cualquier iiircracci<iri cntrc lo3 ;actores los distraería de Iss ñccioiien a las quc csián ahr>cados individual- iiicntc, y scría tina responiabiltdad y i ~ n s ventala para cada uno de ellos. No agiegaría nada al placer de ir de compras, sino que sólo serviria para <listraer la mente y el cuerpo de la carea prevista.

La tarca cs conciimir, y rl consumo es un psssriempo absoluro e irre- <liiiiiblemeiite i~zdiui&<nl, una cadena de sensaciones que sólo puede ser vxperimentada -vivida subjetivaiiiente. Las iiiultitudcr que colnian el i n ~ iriirir dc los "tcmplr>s del coiisiimu" de George Ritzer ron ainonrona~ iniicrir<is, no congregaciones; grupos, tio pelororier; agloiiieraciones. no

' 1.ii.r I lur i rr ln, "Cansiiiii)ir#o,i i s i ~ io r rn iodern i r~ ' ' , cn: Marina Bisiichi 1comp.l. Tlh .,,,ii.i oii,i,iiiiri, I.<iii<lri.r. I,<iiirlcii~c, IPSR, p. 221.

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totalidades. Por aresrado~ que estén los lugares de consumo colectivo, iio hay nada 'colectivo" en ellos. Aplicando la memorable expresión de Althusser, todos los que entran eii esos espacios son "inrerpcladoa" en tan^

to iiidividuos, y se les pide quc suspendan o destruyan todo vinculo y que se despojen de sus lealtades o que las dejen de lado transitoriamente.

Los encuentros, inevitables eii uii espacio arestado, inrcrfieren con el propósito. Debeti ser brcvcs y superficiales: ni inár ni mas profundos de lo qiie lo deseen los actores. El lugar está protegido con- tra todos los que puedan transgredir esta regla -contra toda clase dc in- trusos, eiitrometidos y molest<is que podrían interferir con el espléndido airlamicnto del consumidor en su salida de compras-. El remplo del con- siimo, bien supervisado, vigilado y protegido, es una isla de orden, libre de mendigos, saqueadores, vagos y mcr<idcadorcs ... o al menos se espera que lo sea. Lar prrsonar no sc apinan en esros remplos para hablar o so- cializar; la compatiia que eligen disfrutar (o rolerar) es la que llevan con ellas, como los caracoles llevan consigo su Iiogar.

Lugares émicos, lugares fag~cos, no-lujiares, espacios vacíos

Lo que ocurre dentro del remplo del coiisuiuo tiene poca o iiiiiguna ir). fluencia sobre el ritmo y el tetior de la vida c,iridiana quc sc desarrolla "del otro lado de la pueria". Estar cn cl rhiippins es "esrsr en otra parre".' La cxcursiiin al lugar de consumo difiere del carnaval de Milail lialrin, que también incluía la ex~eriencia de "ser traiiruortado": las excursiiines d r . .. .. . . compras so11 primordialiiieiite traslados cn cl cspacio, y sólo secundaria- niente viajes eri el ticmpo.

El carnaval era la misma ciudad rransformada; más exactamznte, iiitervalo de tiempo durante el cual In ciudad se transformaba, y volvía después a s u rutina cotidiana. Durante un lapso esrricramenre definido, que se repetía ciclicamenre, el carnaval revelaba '"la otra cara" de la realidad coridiana, una cara que estaba sieiiipre presente pero que nor- maliuetire era invisible e intocable. El recuerdo del aconrecimienro y la anticipación de orros icanrecimientos futuros no permitían que desapa- reciera la conciencia de esa "otra cara".

' Turo-Kimmn Lehronin r IPari Macnpai , "Shiipping in ihc 1:irt-ccntrr innll". rii I'asi h l k y Culin <:amphcll lcrimp\./, Tiie S6088inp Fxi,erirrirc. ob. r i ! . p. 161.

Una excursión al templo del consumo es algo muy diferente. Su reali- zación implica la sensación de ser transportado a cirro mundo, y no, como en el caso del carnaval, la sensación de estar presenciando una cransus- tanciación maravillosa del mundo conocido. El templo del consumo (a diferencia del "almacén de la esquina" de antaño) puede estar en la ciu- dad (si es que no se lo mnsrriiye, simbólicamente, fuera de los limites de la ciudad, al cosrado de una autopista), pero no forma parte de ella; no es el mundo habitual remporariamenre transmutad<i, sino un mundo "completamenre otro". Lo que lo ~anvierre en "otro" no es la inversión, el rechazo ni la suspensión de las reglas que gobiernan la cotidianidad, como cn el caso del carnaval, sino el despliegue de un modo de ser que la cotidianidad excluye o que trata vanamente de lograr -y que casi nadie puede experimenrar en los lugarcr de residencia habitual-.

La nieráfora del "templo" elegida por Rirzcr es muy adecuada: los es- pacios de comprasiconsuiiio son por cierro templos para Ihis peregriiior -definitivamente no cstán dealinador a albergar lar misas negras oficiadas anualiuente por los celebrantes dcl carnaval en rus parroquias localei-. El carnaval dernosrraba que la realidad no era can dura como parecía y que la ciudad podía tlansformarse; los templos del consumo no ievelaii nada sobre Is naruralcza dc la realidad cotidiana, salvo r i i opaca tenaci- dad e ii~i~enerrabilidsd. El remplo drl coiiruiiia, al igual que el "barco" de Michel Foucaulr, es "un pedazo de cspacio Iloraiiie, uii lugar sin l u ~ gar, que existc por si iuirmo, que está cerrado sobre sí mismc y eiitrega~ do al mismo tiempo a la irlfinirud del marn;% puede lograr "enrregarse a la iiifiiiitud" gracias a que navcga alejándose del puerro de origen y se manticnc distaiiciado de él.

Ere "lugar sin lugar", cerrado en si mismo, es también -a difcreiicia de rodos los lugares ocupadi~s o recorridos a diario- un lugar purificado. Nr] porque erré libre de toda la variedad y difereiicia que impregna consiantemente a los otros lugares, los contamina y ensucia y pone fue- . ra del alcance de los que los habitan roda limpieza y transparencia; por cl contrario, los lugares de comprasiconsumo deben gran parre de su inagnético poder de atracción a su colorida y caleidoscópica variedad de scnsacioner rensoriales. Pero las diferencias de adentro -y esro las opu- iie a las que existen afuera-están tamiiadas, sanitarizadas, con la garan- tía de no pvseer ingredientes peligrosos ... y, por lo tanto, no resultan iiiienazanter. Pueden disfrutarse sin temor: una vez que la aventura ha sido despojada de riesgos, lo que queda es una diverrióii pura e inconta-

Miihcl i o u i a u l ~ "Of orhcr ipacrr", cm: Diaintici, 1, 1986, p. 26

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minada. Los lugares de comprariconsuino ofrecen lo que ninguna "rea- lidad real" pucdc ofrecer afuera: un equilibrio casi perfecto entre liber- tad Y seauiidad. . -

Demio de estos remplos, los coiupiadoreslconsumidorer pueden en^

canrrar lo que vanamente han buscado afuera: el consuelo de pertenecer -13 coiifirmadors impresión de formar parte de una comunidad-. Tal co- ino scñala Sennett, la ausencia de diferencia, el rentimietito dc %dos s o ~ mos iguales'' y la sensación de "no hay necesidad de negociar nada, yu que todos compartimos la miirna i>piniónX son los significados más profundr~a de la "comiinidad" y la caiiss úlrima de au atracriuo, que, según se sabe, aumenta proporcionalmente a la pluralidad y la multivocalidad del entorno de vida. Podemos decir que esa "comiinidad" es el aralo hacia la reunióri, una clase de reiinión que rara vez re produce eri la "vida real": uiia reunión de scmejarites, de "noiutrca, que somor de la rnism- clase", una rcunión que cs de erre modo iio problemática, que no requiere niiigúii cshierzo de vi- gilancia, veidadcramente preordcnada; tina clase de rcunión que no es una carea siiio que está "dada", y esrá dodo antes dc emprender cualquier cs. furrzu desriiiado a darle vida. En palabras di. Sennerr:

Las imágcnes de solidrridad comunitaria se forjan para quc lar Iinmbrir pucdrn cvitir cl debcr de cnírenrar~c mutuaiiirntc l...] Mcdianrc un acto voluiitrrio, una mentira si ,C quicie, el miro dc In solidaridad romuniriria dio a lo, humanos modernos la "por- runidad dc 5cr cobrrdri y ocultarse de los otros [.. .l l a imagiii de la coiiiuriidad c i pur i f iudr de todo lo que pudiera exprcrrr dife- rencia, y m i s auii cunflicro, en ciianto i quiincs somos '"noro- rro.". Dr erra mancra el iiiiro dc la solidaridad coiiiunirriia es un rirurl de purificaii~n.~

La irompa, rio ohsrante, es que "el sentimiento de ideciridad común [ . . ) eí una falsificación de la expcricnna". De este modo, los que han idea- do y supervisan los templos del consumo son, de hecho, maestros del en- gaño y artistas ~mhaucadores. Eii sus manos, la impresibn se convierre en absolutr>: no es necesario plnritear más preguntas; si se lar formulara, quedarian sin respuesta.

Dentro del templo, la imagen re convierte en realidad. Las miilritudes que colman los corredores del sholif>inbi se aproximan tanto como es po- sible a la "comunidad" idcal imaginada que no conoce la diferencia (iiiás exactamente, rio conoce ninguna diferencia importante que requiera coii-

* itichard Sc,,,et?, J i h 11.w o/B,sorder: Pcmc>!8.i Idrniityoiid Ciry i.ifr, Iii i idrc-, I : = ~ Ihrr h Fahrj 1996, pp 34-36.

fronrsción, enfrentainicnro con la orredad del otro, negociación, esclare~ cimiento y acuerdo sobre el rimdus ~iuendi). Por tal razón, era comunidad no e x i p ninguna negociación, ningún trato, ningún esfuerzo por entender, solidarizarse ni conceder Todos los que se encuentran allí pueden suponer, con cierta seguridad, que todos los demás con los que se encuentran o se cruran han ido allí con el mismo propósito, seducidos por los mismos arracrivos (reconociéndolos por lo canco como arracrivos), movidos y guiados por los mismos motivos. "Estar adentro" crea una verdadera co- munidad de creyentes, unificados por los fines y ranibién por los medios, por los valores qiie resperan y por la lógica de la conducra que adoptan. En suma, el viaje a los "espacios de consumo" es un viale hacia una aiilie- lada comuiiidad que, al igual que la experiencia de coiiiprai, está peima- ncntcmenre *en otra partcX. Durantc Ikis minutos u horas quc pueda durar esa experiencia, es poiihle reunirse con "orras personas como uno", co- rreligionanor, feligreses de la misma iglesia; con otros cuya orredud, al iiiecios en ese lugar, aquí y ahora, puede dejarse de lado, siii tenerla cii cucnta. En todos Ir>s arpccals, csc lugar cs puri,. tan puro como las sedes de culto r e l l ~ i o ~ o v como la comunidad imaginada (o posculada).

anrropoémica y la antropofágica. La primera esrraregia consiitía en "vomitar", expulsando a los orros

coiisiderador irremediablemente extra603 y sienos: proliibiendo el co i i~ tacto físicu, cl diálcigo, el intercambio social y todas las vaiirdadcs de commercium, comensalidad o connubiurn. Hoy, las varianres exrremas de la estrategia "émica" son, como siempre, el encarcelamiento, la depor- ractón y el aresiiiaro. Lar formas superiores y "refinadas" (rnoderiiiradas) de la estrategia "<mica" son la ,cparacih nspacial, los guctos urbanos, el acceso selectivo a espacios y la prohibición selectiva de ocuparlos.

La errrvregia consiste en la denominada "desalienacióii" de siintancias cxtraiiar: "ingerirs. "devorar" cuerpos y espiritus cxtraños para converrirlas, por medio del merabolismo, en cuerpos y erpiritus "idénticos", ya no diferenciables, al cuerpo que las ingirió. Esta ertrate- gla revistió también un amplio espectro de formas: desde el caiiihalismo Iiarra la asimilación forzosa i-ruzadas cillrurales, guerras de exrermiiiio declaradas contra lar coitumbres, calendarios, dialectos y otros "prejui~ ciiis" y "siiprrsticiones" locales-. la primera estrategia rendía al exilio <i la iiiiiquilación de los uiror; la segunda, a la suspensión o la aniquila- ci<iri rlc sil orrerind.

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La seiiiejanza enrre la dicotomía de las estrategias de Lévi-Srrauss y lar dos categorías contemporáneas de espacios upúblicos no civiles" resulra notable, pero en absoluto sorprendente. La Défense de París (junto con otras variedades de "espacios inrerdictorios" que, según Sreven Flusty, ocupan un iiigar privilegiado enrre las innovaciones urbanísticas actua- 1ei)'O es una versión arquitectónica de la esrraregia "émica", en tanto los "espacios del consumidor" repiesentaii la estrategia "fágica". Ambos <a- da uno a su manera- responden al mismo desafío: la tarea de enfrenrarse con la posibilidad de toparsc con extraños, esa caracterísrica c<instituriva de la vida urbaria. Enfrentar esa posibilidad es un que requiere medidas "respaldadas por el poder" cuando se carece de hibiros de civiliL dad o ciwndo éstos no se han desarrollado o arraigado suficientemente. Las dos clases de rspacir>s urbanos "públicos pero no civilcs" derivan de la flagrarirc auciicia de hábitos de civilidad; ambas cnfrenran lar con se^

cuericias potencialmente dañinas de esa ausencia, aunque no promovien do el estudio ni la adquisición dc esos hábitos, sino volviendo su porcsi6n irrelevanre, de hechu innecesaria, en la práctica del arre de la vida urbana.

A las dos rcsliiiesras deiciipras Iiarra el inomcnrr, debemos agregar uiia tcicera. Se trara de la iepresenrada poi lo que Georges Benko, si- guiendo a Marc Augé, ha denominado "no-lugares" (o, alternativamente, siguiendo a Garieau, nowherevilies)." Los no~lugarer coiriparrcn algunas caracteríiticas con niiesrra primera categoría de lugarcs ostensiblemente públicos pero eiifáticamente iio civilri: dcsalienran cualquier idea de "permanencia", impoiibilicando la colonizsción o domesricucióii del er- pacio. Sin eiiibargo, a difcrcncia de La Déiense -ese espacio datinado únicaiueiite al tránsito y que debe ser abaiidoiiado tan rápido como sea p<>sihic-, y a diferencia de los "espacios interdicrorior" i u y a función consiste en impedir el acceso y que cstán desrinador a ser rodeados y no arrnvesados-, los iio-lugares acepran la inevirabilidad de una permanencia prolongada de extraños, de modo que esos lugarcs permiten la presencia

'" Yl-e Srcvcn Hu%w, "Buddini: prrriiair", rn: Nan €1," Icompl, Arcliifrintir O/

Fror, Nueva York, Pr~nieron Archirecrurri Prcir, 1997, pp. 48~49. Tambibn, Zygmunt Baumin, Glo6ulizaf~o#~: ilia Hultiuri Coriraqizinrri, Cambridgc, Poliq Prea, 1998, pp. 20- 21 IrradurriYn carrcllana: Glabaliin~ión: intireci<eiii;or iiiimanor, Buenos Airer, íon,li> d i Culrurl Economi's, 15951.

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"meramenre fisica" -aunque diferenciáiidola muy poco de la aurencia- dc sus "pasajeros", ya que aiiuian, nivelan o vacían de roda subjetividad idiosincritici. Los residenres temporarior de los no-lugares varían, y ca- da variedad tiene sus propios hábiror y expecrarivas: el truco consiste en volverlos irrelevantes durante su tiempo de estadía. Sean cuales fueren sus diferencias, deben seguir loa mismos parrones de conducta. Las cia- ves de uniformidad de los patrones de conducta deben ser legiblcs para rcidos, indrpeiidieiireineiire de los leiiguajes que prefieran o los que usen cotidianamente. Ses lo que fuerc lo quc haya para hacer en los no-luga- res, y lo que se haga, todo el muiido debe rennrse como en su usa , a i i n ~ que nadie debe comportnrre como si estuviera en su casa. Un no~lugar "es iin espacio despojado dc las expresiones siiiibólicas de la identidad, las relaciones y la historia: los ejemplos incluycn los acr<ipuerr<is, auro- pistas, aiiónimor cuarros de Iiorel, el rrnnsportepiiblico [...] En la histo- ria dcl murido, nunca antes los iio~lugares han ocupado tanto espacio".

Los no~liigares no rcquicrcn doiiiinio del sofisticado y coiuplcjo arte de la civilidad, ya que rediicen la condiicra en público a unos pocos prcccp- ros, siiuples y de fácil aprendizale. A caiiss de esa simplicidsd, rampoco fuiicionan coiiio escuelas de civilidad. Y como en la acrualidad "ocupan tanto espacio", ya qix ~<>l<>nizari irainos c ~ d a vez más grandes del e spa~ cio público y los remode1.m a sii imagen y scmcjania, las ocasiones dc aprender el arce de la civilidad ron cada vez menos y más espaciadas.

Las diferencias pueden ser vomiradas, devoradas, alejadas, y hay lu- gares que se especializan c n cada uiia de eras alternativas. I'ero lar dife- rencias también pueden ser "iiivisihiliiadai", borradas a la visva. Ese es el ioero de los "espacios vacíos". Tal como proponen lerzy Kociarkiewicr . ~

y M<inika Kosiera, quienes acuñaron el término, los espacios vacíos ron

[...]lugares i los quc no rc les adscribc icnrido alguno. No ricncn que estar fiiicamciirc airladui pur iiiedio de cercar o barreras. No roii lugaicr proliibidoi, sino crpncioi uacio<, inaccesililei dcbido a su inui~ibilidad. Si la cxfraccibn de ,entido ci un actoque implica paurrr,iompren~ der, resiruar I i rorprcsa y crear significado, nuestra experiencia dc las erpacmr vacior no inclujr la rxtracciáii del rentido.I2

I.i,r espacios vacíos están primordialmente vacíos de sentido. No es que rr.iii ilisigtiificantes por estar vacíos, sino que, par no rener sentido y

I m y Knci~rkiewicz y Monika Korora, "Thr anthropology of cmpry ipacc", rn: Oi,,il!l,iiii,r Scirtiiiriyy, l . 1599, I ~ P . 43 y 48.

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112 MODERNIDAD L~OUIDA

porque se cree que no pueden tenerlo, son considerados vacíos (más pre- cisamente, no visibles). En esos lugares resistentes al sentido nunca sur- ge el tema de negociación de las diferencias: no hay con quién negociar. Los espacios vacíos tratan las diferencias con un grado de radicalidad que no pueden igualar las otras clases de lugares ideados para repeler o atenuar el impacto ejercido por los extraños.

Los espacios vacíos que Kociatkiewicz y Kostera consignan son luga- res no colonizados, lugares que ni los inventores ni los supervisores de los supuestos usuarios desean colonizar. Podríamos decir que son los lu- gares "sobrantes" que quedan después de que se ha llevado a cabo la ta- rea de estructuración de los espacios que realmente importan: deben su presencia espectral a la falta de coincidencia entre la elegancia de la es- tructura y la desprolijidad del mundo (cualquier mundo, incluso un mundo deliberadamente diseñado), y a su imposibilidad de ser clasifica- dos claramente. Pero la familia de los espacios vacíos no se reduce a los productos de desecho de la planificación arquitectónica y a los márgenes olvidados por la visión urbanística. De hecho, muchos espacios vacíos no son simplemente desechos inevitables sino ingredientes necesarios de otro proceso: el de "niapear" el espacio compartido por muchos usuarios diferentes.

Durante uno de mis viajes como docente (a una ciudad populosa, ex- tendida y vital del sur de Europa), me recibió en el aeropuerto una do- cente joven, hija de una pareja local de profesionales educados y ricos. Se disculpó advirtiéndome que el trayecto hasta el hotel no sería fácil y Ile- varía mucho tiempo, ya que no liabía manera de evitar las atestadas ave- nidas que atravesaban el centro de la ciudad y donde el tráfico estaba constantemente embotellado debido a su densidad. Mi guía se ofreció a llevarme en auto nuevamente al aeropuerto el día de mi partida. Como yo sabía que conducir en esa ciudad era una tarea agotadora, le agrade- cí su amabilidad y le dije que tomaría un taxi. Y lo hice. En esta segun- da oportunidad, el trayecto hasta el aeropuerto demoró menos de diez minutos. Pero el taxista fue serpenteando por calles bordeadas de vivien- das pobres, precarias, olvidadas por Dios, llenas de gente tosca y eviden- temente ociosa y de niños harapientos. La afirmación hecha por mi guía, que me había asegurado que no había manera de evitar el tráfico del centro, no fue falsa. Fue sincera y fiel a su mapa mental de la ciudad en la que había nacido y en la que vivía desde entonces. Ese mapa no tenía registro de las calles de los "barrios bajos" por los que me llevó el taxis- ta. En el mapa mental de mi guía sólo había, pura y siniplemente, un es- pacio vacío.

Esa ciudad, al igual que otras, tiene muchos habitantes, y cada uno de ellos tiene su propio mapa de la ciudad en la cabeza. Los mapas que guían los movimientos de las diversas categorías de habitantes no se su- perponeii, pero para que un mapa "tenga sentido", algunas áreas de la ciudad deben ser descartadas, ser carentes de sentido y -en lo que al sig- nificado se refiere- ser poco prometedoras. Recortar esos lugares permite que los demás brillen y estén colmados de sentido.

El vacío del lugar está en el ojo de quien lo contempla y en las pier- nas del habitante o en las ruedas de su auto. Son vacíos los lugares en los que no entramos y en los que nos sentiríamos perdidos y vulnerables, sorprendidos, alarmados y un poco asustados ante la visra de otros se- res humanos.

" N o hables con extraños"

La esencia de la civilidad, repetimos, es la capacidad de interactuar con extraños sin atacarlos por eso y sin presionarlos para que dejen de ser- lo o para que renuncien a algunos de los rasgos que los convierten en extraños. La característica esencial de los lugares públicos pero no civi- Ics -pertenecientes a las cuatro categorías ya enumeradas- es la redun- dancia de la interacción. Si es imposible evitar la proximidad física compart i r un espacio-, tal vez se la pueda despojar de su cualidad de "tinión", con su permanente invitación al diálogo y a la interacción. Si iio es posible evitar toparse con extraños, al menos podemos evitar tra- (;ir con ellos; que los extraños, al igual que los niños de la época victo- riana, sean visibles pero no audibles, y si no se puede evitar oírlos, al ~iiciios que no sean escuchados. Esto se consigue Iiaciendo que todo lo L I I I C puedan decir resulte irrelevante, inconsecuente con respecto a lo que picde, debe y desea hacerse.

Sin duda, todas estas medidas son efectivas a medias: no resuelven iIi.1 todo el más dañino y detestable de los males. Los lugares públicos i i i , civiles permiten que uno se desentienda de los extraños que lo ro- iIc;iii, evitando el riesgoso comercio, la agotadora comunicación, el irri- i.iiitc regateo y las concesiones. Sin embargo, esos lugares no impiden < I I I V nos encontremos con extraños; por el contrario, dan por hecho que i.1 riicliciitro es inevitable, ya que han sido ideados y construidos preci- ~.;iiiiriitc con ese fin. Son, por así decirlo, remedios para una enfermedad yii c~~iirraída, iio iitia medicación preventiva que hace innecesaria la te- t.ipi;i Y s:il~eiiios que todas las terapias pueden vencer o no la enferine-

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114 hlODERNIrAn I.~QUIDA ESPACIOITIEiMPO 115

dad. Hay inuy pocos regímenes terapéuticos de accióii comprobada. En- el reaenrimienro ante la diferencia rambién se autocorrobora: a medida roncei, qué bueno sería lograr que la terapia fuera innecesaria, imiini- que el ~ ~ n p ~ l s o hacia la uniformidad se hace más intenso, también re i n ~ iando cl oiganirino conrrñ la enfermedad. Así, librarse de la compañia rensifica el horror ante los peligros representados por "los exaaños en- de extraños resulta una perspecuia más atractiva y segura que los más rre n<inotros". El peligro represenrado por los extraños es una clásica aofirticador recursos destinados a neutralizar su presencia. profecía de aurocumplimienro. Se vuelve cada vez más fácil mezclar la Esta última posibilidad parece una solución mejor, pero por cierto no presencia de extranos con los difusos miedos de la inseguridad; lo que al carece de peligros. La manipulacióii del sistema ininun<ilógico cs un comicnzo era una siiiiple suposición se convicrtc en una verdad compro- asunto riesgoro y puede resultar patógena. Adcmás, el hecho de lograr bada muchas veces y por fin se torna un principio evidente. que el organismu sea resistenre a ciertas amenazar implica hacerlo más

~ r a inseguridad re convierte en un circulo vicioso. Como el arte de vulnerable a otras. Casi ninguna clase de inteifeieiicia esrá libre de ho- negociar los intereses comunes y el desrino conipartido ha caído en de- rribles efectos colaterales: re sabe que uria cantidad dc inrervenciones

médicas genera afcccioncs iatrogénicñs infermedader causadas por la ruso, se lo practica rara vez, está semiolvidado o nadie lo domina; y <o- rno la idea del "bien común" (por iio hablar de la "buena sociedad") se propia inrervención médica, que ron tan (o más) peligrosas coiuo la que ha vuelto sospechosa, amenazante, ncbulosa o confusa, buscar la segu- re intentaba curar-.

Tsl como lo reiiala Ricliard Seniieti: ridad cn una identidad común en vez de buscarla en uii pacto de intere- ses comparridos sc vuelve la iuanera más sensara, iiicluro niás efectiva y

los reclanius dr Ir? y urdcn son más fucrrcs cuando i n ~ comuni- ventajosa, de seguir adelanrc; pcro la preocupación por la identidad y su dades erraii m& nirlndai de la otra gente de la ciudad [..] dcíeiisa coiitra la polución hacen quc la idea de los intereses comiinei, y

Durante Irr dos últimas dicadai, las audader norrcarnericinar iiiás n<rtal>leineiite de los intereses comuncb negociodos, parezca cada han creado mnro que I r s irear ériiicar re liaii vuclto rclarivamcnrc vez más increihlc y faritasiosa, anulando prácricamcntc la capacidad y la homogincar; no parecc accidental que cl ,miedo a los extraños haya voluntad de enconrrarlos. Tal cuino lo resume Sharon Zixkin: "nadie sabe crecido en la misina medida en que re han Z L ~ U L ~ ~ ~ Csaa comuni. cómo lhablar con nadie". dadcs ~rnicas." Zukin sugiere que "el agotamiento del ideal de un destino común ha

forralecido el atractivo de la ~ ~ l t u r a " , peio ''según cl uso coiuún esrasou- La capacidad de convivir con las diferencias, por iio Iiablar de disfrutar nidense, 'cultiira' e$ en primer lugaq 'etnicidad"', y la etnicidad es, a su de ellas y aprovecharlas, no se adquiere Iácilirierite, y por cicrtci no uie- ver, '"una manera legitima de tallar uii nicho dentro de la sociedad"." ne sola. Era capacidad es un artc que, como rodar las arrer, requiere es^ Tallar un nicho significa, sin duda y por cnciina de todo, una reparación tudi<> y cjcrcicio. 1.a incapacidad de enfrentarse a la irriraiite pluralidad territorial, el dcrccho a un "espacio defendible" aparte, que necerira de- de los seres humanos y a la ambivalencia de rodar lar decisiones de c I ~ s ~ . fensa y que vale la pena defender precisamente porqiie está aparte -es ficacióniarchivo es, por el contrario, espuntánca y re rcfuerrñ a sí misma: decir, porque ha sido rodeado de pucstos periiiierrales armados que $10 cuanto inár efcitiios son el iinpulso hacia la homogeneidad y los esfuer- <lejan entrar a gente "de la misma'' identidad c impiden el acceso a los 7.0s desrinados s eliminar lar diferencias, tanro más dificil resulta sentir- demás-. Como pl prcipórito de la separación territorial apunta a lograr la re cómodo frente a los extrañas, ya que la difcrcniia parece cada vez Iiornogeneidad del vecindario, la etiitcidad le resulta más úril que c u a i ~ más amenazante y la angustia qiie provoca parece cada vez más intensa. ijuier otra "identidad" imaginable. El proyecro de esconderse del desestabilizador impacto de la mulriv~ca- A diferencia de otras variedades de identidad, la idea dc etnicidad tiene lidad urbana en los refugios de la uiiifoimidad, la monotonía y la repe- gran carga semántica. Supone axiomáticameme un casamienro oficiado en ticióii coinunaies sc autoimpulsa y auroderrora al misino tiempo. Es cl cielo, que ningún esfuerzo hurmno p e d e separar, una Suerte de vincu~ posible que ésra sea una verdad trivial, si no fuera por el hecho de que Ir i de unidad predeterminado que precede a todas lar negociaciones y

~ i n c t o r sobre derechos y obligaciones. En otrar palabras, la homogcnei~

" Kiih i rd Scniicrr, Thc llrer n/i)ssordcr .., oh. <ir., p. 144. 14 si,ar,,,, ziikin, ?%r Czcltfi<rr o / . , ob. cir., p. 263.

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116 MODFKNIDAD LfQUlD.4

dad que rupuestamenre marca a las entidades écnicas es heterónoma: no un artefacto hiimano, ni tampoco, por cierro, un producto de la actual generación de humanos. No es raro, enronces, que la etnicidad sea la primera opción cuando re trara de aislarse del aterrador espacio polifó- nico donde "nadie sabe cómo hablar con nadie", ocultándose en un "ni- cho segiiro" donde "todos son iguales" y diinde, por lo tanto, no hay mucho de qué hablar y de lo poco quc queda se puede hablar fácilmente. Tampoco er raro que, sin mucha conrideracióii por la lógica, ociar co- munidades que reclamari sus propios "iiichos denrro de la sociedad" iio

vacilen en vdornai~e también con el oropel robado de la etnicidad y se esfuercen por inventar sus propias raicer, tradicioiies, historia compairi- da y futuro común -pero sicmpre, en primer lugar, su cultura apartc y única, que, precirainei,tc por su putativo carácrer único, posee, según esas comunidades, "un valor en si misma"-.

Seria errúneo descartar el renacido comunitarisino de nuesria época coiiio un resabio de instiiiros todavía no erradicados, que tarde o rempra- no serán neurrvlizados o disuelros por el progreso de la iiiodernización; igilalmenre erróneo seria atribuirlo a un inomentáneo fracasci de la razón -un lamerirablc pero inevitable Caso de irracionalidad, en flagranre dera- cuerdo con una "eleccióii pública" racioiial. Cada entorno social pro- niucve su propia clase dc racionalidad, iiiluridc sii propio sigiiificaio a la idea de una eitrarrgia de vida racional -y hay fundametitos para rerpal- dar la h~pótesis de qiie el actual avarar del comunitarismo es una respuer~ ta riicioriol a Is genuina crisii del "espacio públicr?"'.. y, por lo tanto, de la politica, era acrividad humana cuyo hogar narural es preciraincnte el crpacio públicc-.

Ahoia que cl reino de la politica se reduce a la confesión pública, a la exhibición pública dc la iiitiniidad y al exaiueri y censura públicos de las virtudes y vicios privados, ahora que el tema de la credibilidad de la gente en público reemplaza la coiisidcración de qué es y qué debeiía ser la politica; ahora que la visióii dc una sociedad buena y jixsra eirá ausente del discurso polirico, !no es raro que Iral coino observara Sennett hace ya veinre atios)lS las pcrsonar "se conviertan en eipecradores pasivos de un personaje político que les ofrece sus sentimientos y sur intenciones, en vez de rus actos, para que los consuman". Sin embargo, el punto es quc los espectadores no esperan mucho más de los politicos, tal como sólo espe- ran de otros personajes ante las candilejas nada más que un buen espec- táculo. Y asi el espectáculo de la polirica, al igual que ocios cspecráculos

' Rirharil Sriincn, Ti,< Fail o/,.. iib. rir., pp. 260 y S,.

ción pública que reirera que la identidad es lo que importa, y quc lo que cuenta ri quién es cada uno y no lo que hace. Desde la cúspide Iiaati la base, la revelación del verdadero yo sr convierre cada vez más en la sus^

rancia de las relaciones en público y de la vida pública como tal; y la a u ~ toidriiiidad cs la ramita a la 4ue re aferran los iiáufraeus que eswran el - . . rcscare iina vez que re han hundido los barcos impiilsador por los inrere- scr. Entonces, coiiio afirma Srnnett, "mantener la comunidad se iransfor- iiia en un fin en si inismo, y 1s piirga de rodor aquellos que mi pertenecen a ella re convierre en la tarea de la coii>uiiidad". Ya no hace falta "ningún argumento que convenza de no negociar, de expulrsr a los eurrañor".

Los erfuerzos por manrcncr a dlstancia al "otro", el difereiitc, cl ex- traño, el exrraiijci<i, la decisión de excluir la necesidad dc c<imunicación, iiegociaci6n y compromiso mutuo, no sólo soii concchihles sino que a p a ~ recen como la respuerca erperable a la incerridi~mbre exisrencial a la que han dado luaar la iiueva fragilidad Y la fluidez de los vinculos socialcs. Esa declrión, por cierro, cncala perfectamenre con iiuestra obscsiva preo- cuplcii~n c<intemporánea por la polución y la purificación, con nuestra tendencia a idenrificar el peligro cori la invasión de 'cuerpos extraños" y a idenrificar la se~ur idad con la pureza. La aprensiva atencióii que sc presta a lar ruataiiciar quc cntran a1 cuerpo a través de la boca o la n a ~ iir, y la tamhiin aprensiva atención que re presra a I<ir cxrratios que se filtran subrepriciamenre en el veciiidario dcl cuerpo coexisten lado a la- do denrro del mismo encuadre cognirivo. Ambas inducen el deseo de "enpulsailo(r) de iiii (iiuestn,) sistema".

Esos drsciis cr>nvergen, se funden y condensan eii la politica de repa- raci¿>n érnica, y particularmenre en la defensa contra la marea de "exrra- íioi". Tal como lo expresa Georges Benko:'"

Hay Otros qur son más Orro q u p Otros, los ~ ~ r ~ ~ n j e ~ o , . Excluir a lar personas como exrraiijrrur porque "8 no somos capaces de cunicbir al Orro da rrrtiinonio de uiia parologia social.

Si i i duda es una parologia, pero no se trata dc una parologia de la mente, ciiic intenta en vano dar sentid<> a u n mundo desorovisto de todo sieni- " l'irado coiifiable y estable, sino de una patologia del espacio público que iI;i c<>iiio resiilrado una patologia de la politica: la decadencia del arte del

"' <iriirp,~\ iUriiki>, "lnrraducrion: mndcr,iith porrmudcrniry 2nd . " , ob. cii., p 25.

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diálogo y la negociación, la sustitución del enfrentamienro y el compro- miso mutuo por las récnicas de escape.

"No hablcr con eirraños" q u e era antes una advertencia de las pa- dres a sus hijos indefensos- se ha convertido ahora en un precepto estra- tégico de la normalidad adulta. Este precepto da nueva forma, una forma de prudencia, a la realidad de una vida en la que los cxtraRos son personas con las que nos rehusamos a hablar. Los gobiernos, imporen- [es para modificar de raíz la inseguridad y la angustia existenciales de sus súbditos, respaldan con gusro este precepto. Ese frente unido de "in- migranter", la encarnación más rangible de la "orredad", está destinado a reunir la difusa variedad de individuos temerosos y desorientados en algo que recuerda vagamente a una "comunidad nacional", dcteiminan- do así una de lar pocas tareas que los gobicrnor actuales son capaces de llevar a cabo.

I-leritage Park, dr George Hazeldon, será un lugar en el que, final- iiieiitr, todi~s los que se encuenrren podiáii hablar libremente enrre sí. Esrarán libres de hacerlo, ya que tendrían poco de que hablar -salvo in- tercambiar infoimacióci acerca dc sus rutinas, y frases familiares que no implican corirmversia alguna, pero ranipaco comproiiiiso-. La pureza sonada de la comiinidad de IIeritage Park sólo pucdc consegiiirse al pre- cio de la falta de compioiniro y dr la desaparición de vínculos.

I,a modernidad como historia del tiempo

Cuando yo era iiiiio (y eso iicurrió en orro tiempo y en otro espacio], era coiiiún escuchar la pregunra "¿a cuánto queda este lugar de aquel otro?", y la respuesta era: ' a una hora, o menos, si uno camina rápido". Y en una época muy anterior a ia de mi infancia, la respuesta, supongo, hu- biera sido: "si parte ahora, llegará allí alrededor del iuiediodía". En la ac- tualidad, se pueden escuchar ocasioiialmente respuestas similares. Pero normalmente estarán precedidas por un pedido de especificación: "?tiene auto, o irá a pie?".

"Lejos" y "largo tiempo", así como ''cerca" y "poco tiempo", solían significar casi lo mismo: cuánto esfuerzo implicaría para un ser humano recorrer cierra distancia ... ya fuera caminando, arando o cosechando. Si se les pedía a las personas que explicaran qué querían decir con "espacio* Y "tiempo", seguramenre decba que el "espcio" er lo que uno puede recorrer en un determinado tiempo, mieiitras que el "tiempo" es Ir> que se ~iecesita para recoiierlo. Pero si nadie les pedía cxpiicación, dificil.

mente se abocaran a expresar esas definiciones. ¿Por qué habrían de ha- cerlo? Uno entiende bien lar cosas dc la vida cotidiana mientras nadic le pida una definicii>n, y si iiadie la requiere, uno no necesita definirlas. La manera en que re enrendían las cosas que ahora tendemos a llamar t es^ pacio" y "riernpo" no era rolamentc satisfactoria sino tan precisa cr>mo era necesario, micnrras fueran los humanos, los huryes o los caballos -el roftworc quienes tuvieran que hacer el esfuerzo y establcccr sus límites. Iln par de piernas podía ser distinto de orro, pero el reemplazo de uno por el orro no hacia uiia diferencia que pudiera justificar la aplicación de otra medida que no fuera la capacidad de los músculos humanos.

En los tiempos olíinplcos de Grecia riadie pensaba en cñtegr>ríai o ré- cords alimpicon, por iio hablar de romper csos récords. l l i ro falca la in- venaón de algo difcrcnie de los músculos humanos o aiiiiiialer para que existieran esas idear y para que se concibiera y se llevara a In pránicu la dccisibii de asignar imporrancia a las diferencias de la capacidad de des- plazamiento de los diversos ~ndividilos 's decir, para que terminara la prebirrorin del iiempij y empezara la hiitorra del ticmpo-. La historia del tiempo comenzó con la modernidad. I'ot cierto, la mr>dcrnidad es, aparte dc otras cosas y cal ver por encima de t d a s dli* lo hj-vorio del rieraPo: la modernidad es el tiempo en el que el t i ~ m p o tiene Iiisroria.

Si exploramos 10s libros de hstoria buscandci la rnróii por la que el espacio y el tiempo, antcs iundidor en lar labores vitales humanas, se lian separado y distanciado en cl peiisaiuiento y la prancs humanos, en- conrrarcmus heroicas historiar de los descubriiuieiiros realizados por los caballeros andantcs de la razón -filósofos intrépidos y ciencíficos vale- coros-. Enconiramos astr6iioinor que midieron las distancias y las velo- cidades de 10s cuerpos vemos a lraac Newron calculando las relaciones cxacras entre la aceleracii~n y la distancia recorrida por el ''cuerpo físico" y los penosos esfuerzos por exprcsar todo eso en n ú m e ~ ros l a s más abstracras y ohjctivas iuedidas imaginsbles-, o a Iiuiiianuel Kant, ruficierireiiiente impresionadi> por todas esos logros como para clasificar el espacio y el tiempo como dos carcgorÍas trarcendentalmen- re diferentes y mutuamente independientes de la cognicióii humana. Y \ i ~ i embargo, por lusrificado que sca el alegato de los filósofos, su inren- cióii de pensar sub speiie íctcrriitatii es siempre iina parte de la infinitud y la eternidad -la parre finita y al alcance de la práctica humaiia-, la que proporciona la "base epistemológica" para la reflexión científica y f l l o ~ r<ifica y la mareria empírica capaz de ser transformada en verdades .ireiiiporales. Dc hecho, esta limitación distingue a los grandes pensado- res dc los que han pasado a la historia como faiitariosos, crcadorer de

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micos, poetas y otros soñadorcs. Así, algo debe haberles ocurrido al ran- go y a la capacidad de la prácrica humana para que los filósofos se hayan dedicado a reflexionar sobre cI cspacio y el rieinpo.

Ese "algo" es, podemos suponer, la consrrucción de vehículor capaccr de desplazarse niás rápido que las piernas de los humanos o las paras de los animales, y que, a diferencia de los humsnos y los animales, podían volverre cada vez más veloces, de modo que cl recorrido de dirraiicias cada vez iuái largas podía insumir cada vez menor tiempo. Cuando apa- recieron csor medios de tiaiisporte no-humanos y iio~animalei, el riem- p<> necesario para viajar dejó de ser el rasgo caractcrísrico de la distancia y del rofiware, y sc rraniformó, en cambio, en el atributo de la ticnica de viajar. El tiempo re ha coiivertido en el problenia del hordwa~e que los humanos eran capaces dc iriventar, construir, usar y controlar, iio del inflexible iofiware iii tainpoco de los caprichosos poderes del vieiilo o del agua, indifeientcs a la manipulación humana. Por lo taiito, cl riem- po re ha coiivcrrido en un factor independiente de las iticrtcs e mmura- blra dimensiones de la tierra y cl mar El riempo era difcrenrr del espacio porque, s difereiicia del cspacio, podía ser alterado y manipulado; con- vertido eii un factor disriiprivo, es ei cónyuge dinámico de la parcja es- oacio-tie~rinc> ~~~r

Es hicn sabido que Beiijamiir Frñnklin pioclaiiió que cl riempo es oro; podía hacer esa afiriiiaci6n con toda confiatia, porque ya había definido al humbre coii~o cl "animal constructor dc herrsmieniar". Rerumicndo 13 enperiericia de orror dos siglos, John Fitzgerald Keiiiiedy pudo acon- relar a bus compatriotas, en 1961: "debemos usar el iicrnpo como Iierra- inicnra, no como uii divin". El tiempo se convirriii en oro una vez que se conviirió en hcrraniienra ( j o ariiia?) cniplesdn primordialiricnte para superar la icsistcncia del erpacio, aciirrar las distanciar, despojar al sig- iiificado de un obstáculo de su cannoración de "remoto", ampliar los lí- mires de la ambicióii humana. Asi ariiiado, u n o podía abocarse con toda rcriedad a la tarea de conquistar el cspacio.

Tal vcz los reyes podían viajar más cómodos que sus súbditos, y lar nobles, mejor que sus sicrvos, pero, eii priiicipin, nadie podía viajar a mayor velocidad que los demás. El so/iware nivelaba a los hombres; el hilrdware los diferencia. Esrar diferencias (que eii nada se parecen a las que derivan de las de la musculatura humanal fueron rerultndor de la acción Iiuiuana aiitei de que se convirtieran en condición de su efectivi- dad, y antes de que se eiiiplearan para crear auii inás diferencias y para hacer esas diferencias más profundas e inevirables. En cuanro aparecic- ron las máquiiias de vapor y el niotor iic co~iil>iirtión intei-ria, 13 igiinl-

dad basada en el software rocó a ru fin. Ahora alguna genre podía Ile- gar al destino deseado anrei quc los demir; rainbién podía escapar a las persecuciones y resistirse a ser alcanzada o detenida. El que viajaba más rápido podía reclamar mjs reirirorio y , tras hacerlo, podia coiirrolarlo, dividirlo y rupervisarlo, manteniendo a distancia a rus competidores y a los intrusos más allá de rus fronteras-.

Podemos nsnciar cl priiicipio de la edad moderna con diversos cam- bios en las facetar de 1s praxis humana, pero la emancipaciiin del riempo con rcrpecro al espacio, su rubordinaciiin a la inventiva y a la capacidad técnica humanas, y su eiifreiitarniento con el espacio como Iieiramienti de coiiquista y de apropiaciiiri son un morneiiro inicial tan buciio coiiio cualquier otro para empezar s ccintai La i~iodernidad nació bajo las es^

1 trellas de la acclcracióii y la conquista de la Ticrra, y eras esriellar forman

l una coiisrelación quc coiiiicne toda la información sobre su carácter, con- ducta y destino. Su lecrura a610 requiere un sociólogo entrcriado, iio un astriilogo.

!A ielaciiin eiirre tiempo y seria. a partir de entonces, miirahic y dinimica, mi picdcreiiiiiiilda ni invariable. La "conquista del espacio" llegó a significar miqiiinas mis Los movimienr<ir acelerador s i g ~ nificabaii espacios más grandes, y acelerar los movimientos era la Úiiica manera dc agrandar el ~ ~ p ~ c i o . En esre casi,, la "expuiisión espacial" era el nombre del jucgo, y el era la apiiesta: ci espacio era el valer; el riempo, la herramienta. Para iuaxiinizar el valor, era nccrsario afilar la hcrraiuienra: gran parte de la "racioiialidud inrtrumenral" quc, según Max W~ber, era el principio operativo de la civilización moderna se c<i i i~

centró en idear modos de realizar tareas con mayor rapidez, eliminando el riempo "improdilctiuo", iiiGtil, vacío y desperdiciado; o, para decirlo cn t&rmiiios de efecto en vez de mcdios de acción, re concentri, cn llenar rl erpaciii con más obleros, agrandando así el espacio quc podía ser IIc- nado en un riempo determinado. En el umbral dc la conquista del erpa- cio, Kené Descartes, mirandi, hacia el futuro, identificó la existencia con la espacialidad, definiendo todo lo cxisreiire de manera marerial y califi~ cándolo de res extensa (~oriio lo observara agudamente Kob Shields, se podría reenprerar el famosr~ cogiro de Descartes, sin distr>riioiiar su sig- tiificudo, diciendo "ocupo erpacio, por lo taiito existo")." En un m o ~ inieiito eti el que la conquista perdió fuerzas y coiiciuyó, Michel de <:crreau -mirando hacia el pasado- declaró que el poder dependía del te-

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122 MODERNIDAD LIQUIDA

rritorio y de las fronrerar. (Tim Croisweil resumió iecicntemenre el enfo- que de De Certeau: '"las armar de los fuertes son l...] la clasificacióii, la delineación, la división. Los fuertes dependen de la certeza del mapa";'8 iiótese que rodas las armas consignadas ron operaciones que se llevan a cabo en el espacio.) Se podría decir que la diferencia entre fuertes y débi- les es la diferencia enrre un territorio conformado en la imagen de unma- pa -estrechamente custodiado y controlado y uii rerrirorio abierto a la intrusión, a la reaconiodación de las fronteras y cl resrahlecimiento de los mapas. Al nieiion, así ha sido durante bucna parre de la historia mr>derna.

De la modernidad pesada a la modernidad liviana

Esa partc de la historia, que ahora llega a su fin, podía denominarse, a falta dc iin nombre iiiejos "la era del hnrdwnre" u "moderiiidad pesada" -la modernidad obscsi<insda por el gran iamaño, la moderiiidad dc "lo grande es iiiej<ir", o del tipo "el rainaño es poder, el vuluiiien cs éxito"-. Era fue la épr~ca del hnrdiiinre, la ipoca de las máquiiias pcradar y engo- rrosas, de los alcor muros dc las fábricas que rodeahan plantas cada vc~ más grandes y que irigciian planteles cada vcr inayores, de las rri<irnies locomotoras y !,ir gigantescos vapores ocelnicos. Conquistar el espacio era la iueia suprema . apropiaisc dc rodo lo que uno pudiera y pudiera conservar, marcjndolo con todas las ieiialer tatigihlcs de posesión y coi, cartclei de "propiedad privada". El territorio fuc una de las mayores oh- cesiones modernas, su adquisición fue uria de sus mayores coiiipulsioner y la protecci6n de lar fronteras Ileg6 a converrirse eii uiia dc las sdiccio~ iies iriodernsr más ubicuas, inflenibler y permaiieiitcs.

La modernidad pesada fue la época de la conqi~ista rerrirorial. La ri- queza y el poder sc arraigaban firineincnte en la cierra -eran macizos, enoriiies r inamovibles como los yacimientos de hierro y las minar de car- bón-. Los imperios se extendieron hasra los inás ziejador rincones de la tierra: sólo otros impcrioi de fuerza igual o superior ponkn un limiie a la expaiisión. Todo lo que se extendiera entre los puntos más distantes de los reinos imperiales era considerado rierra de nadie, erpncro ocio, y el espacio vacío era un estimulo para la acción y un reproche para los

ociriros. (La ciencia popular de la época resumía perfectamente el eipi- ritu de los tiempos cuando informaba a los legos que "la Naturaleza no tiene vacío".) Aun más iiisoportable reiulraba la idea de los "sitios en

, blanco,' del globo: islas y archipiélagos de los que rodavia nada se sabia, ! masar de tierra que ser descubierrar y colonizadas, el interior

no hollado de los continentes, los diversos "corazones de las tiiiieblas" que clamaban por luz. LOS exploradores intrépidos eran los héroes de las modernas versiones de las "historias de marineros" de Walter Benlamin, de lor suenos infanriles y lar nostalgias adultas; vivida con entusiasmo en la parrida y colmada dc honores tras el regreso, una expedición tras otra vagaba por la jungla o el hielo en busca de una cordillera, lago o niesera rodavi* aiiscnte de los mapas. También el paraíso moderno, co-

! mo cl ShangriCLa de Jamcs Hilton, estaba "allá afuera", en aigÚri lugar aún "no descubierto", ociilro e iiiaccesible, más allá de las ineupilgna- hles cadenas miinraiiosas o de los áridos desiertos, al final de una senda iiunca recorrida. 1.a aventura y la felicidad, la riqueza y cl poder eran conceptos geográficos o "patrimonxor de la tierra" -atados a su lugar, inamovihlcs r iiirransferibles-. Todo eso requeria murar impenerrablcs, conrioler esrrcchos, insomnes y locación secrcta. (La base aérea iiorteameracana desde la que se lanzó el crimiiial ataque sobrc Tokio en 1942. uno de los secreros ~ ~ e i o r guardados dc la Segunda Guerra M u t i ~ disl, era apodada "ShangriCla".)

La y CI poder que d~pendcn del tamaño y la calidad del hard-

ware tienden a ser lentos, perados y de moviiuientos torpes. Esiáii e en^ carnadas" y fijos, arados al acero y el concreto, y se los evalúa rcgúii su peso y uolumeii. Crecen mediante la expansión dcl lugar que ocupan y re proregen piotcgieiido ese lugar: cl lugar es al mismo ticinpo su leclio de C U I ~ ~ V O , su fortaleza y su prisión. Daniel Bell deicribiú u n o dc Ii~s iuás podeiosos, eiiuidiados y elnulados de esos Ii~garcrllecho de cultirolforta- Irzalpririón: la plai1ta Willow Run de General Morors, situada en Mi- ~ h i g ~ ~ . l Y ~a planra <icupaba un terreno dc dos tercios por un cuarto de milla. Todos los materiales para producir autos estaban rcuiiik

dos bajo un único techo gigante, cn una monstruosa jaula. La lógica del I>oder y la lógica del coiirrol se basaban en la ertiicra división del "aden- tro" y el 'afueras y en una defensa del liniire entre ambos. Las

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dos lógicas, fundidas en una, se reuníaii en la lógica del taimano, organi- zada en torno de un precepto: más grande significa más eficiente. Eii la vcrsión pesada de la modernidad, el progreso ii~iplicaba mayor talnano y expansión espacial.

La rutinizacirin del tiempo rnanteiiía cl lugar integro, compacto y ro- mctido a una lógica homogénea. (Bell señaló el poder de la rutiiiiración calificando al tiempo de "métrico".I

En la conqiiisla del espacio, el tiempo debía ser fleniblc y maleable, Y sobre rodo reductible por medio dc la creciente capacidad "devorado- rs de espacio' de cada unidad: dar la vuelta al mundo en ochcrira días era uii sucño seductor, pero dar la vuelta al mundo en ocho dias lo era muchisimo más. El vuclo sobre el Canal de la ~Maiicha y el vuelo sobre cl Arljnuco fuiron los hitos con I<is que se iiiedia cl progreso. Siii c m ~ bargo, cuaiido se trataba de la fortihcacióri dcl espacio coiiquisrado, de su doiuesticacióii y coloiiización, hacia ialra un tiempo rígido, i~nifoime e iiiflcxible: la clase dc tiempo que podia corcarse eii tajadas iguales pa- ra que encalaran cn secuencias monóranas e iiialrcrabler. Se "puscía" verdaderamrritc un espacio cuando se lo coiilrolabs -y el coiirrol signi- ficaba primordialmente la '"domesiicacióri dcl tiempo", la iieutraliisción de su dinamismo itircrno: en suriia, la iiniformidad y coordinacióii del tiempo-. Era iiiaravilloso y exciianre llegar u1 iracimiento del Nilo antcs qiie otros exploradores, pero un rren que se adclanrsba a su hurario o las partea de ñiitomóviler que Ilegabñil a Is linea de montajc anres que otras cran Iss más terribles pesadillas dc la modernidad pesada.

El riempo iuriiiizado iinia fueriar con los altor iiiuros de ladrillo coro- nados con alambre de púas o vidrios rotos y con las puertas ertrechamen- te vigiladas para proteger cl Iilgai de posiblcs intrusos; también impedia que todos lar que se encontraran deritrc del lugar lo abandonaran a v o ~ lunrad. La fábrica fordirta", el ini>delo más aiubicionado de la racii~na- lidad en la época de la modernidad pesada, era un lugar de encuentro cara a cara, pero rambiéii era u n tipo de tiiatiimonio -del cipo "hasta qae la iriucrre nos sepace"- entre el capitsl y el trabajo. Era una boda de conve- niencia o por necesidad, pero nu un maniiuonio por amor, aunque se er- peraba que durara "para siempre" (fuera cual fuese el significado en rérminos de vida indiuidi~al), y en general asiera. Era un matrimonio esen- cialmenre moni>gamo ... para ambos cónyuges. El divorcio estaba fuera de la cuestión. Para bien o para mal, los cónyuges esriban condenados a su mutua compañía; ninguno de ellos podia sobrevivir sin el otm.

El tiempo rutinizado ataba el tiabajo al suelo, en tanro la inasividid de las fábricas, 1s pesadez de la maqilinnria y, no imienos iinpoiranre, la

iiiano de obra permanente 'fijaban" el capiral. Ni el capital ni el rraba- jo deseaban inoverse, ni rampoco eran capaces de hacerlo. Como en ciialquicr otro matrimonio que carece de la válvula de seguridad de un divorcio indoloro, la cohabitación estaba repleta de sonido y de furia, puntuada por violentas erupciones de hosrilidad y marcada por una gue- rra de trincheras menos dramática pero más persistente. Sin embargo, a los plebeyos en ningún momento se les ocurría abandonar la ciudad; los

rnpa no patricior rampoco tenian libertad de hacerlo. El oratorio de AL cra necesario para inducirlos a quedarse alli. La intensidad y la perpe- tuidad del conflicro eran una vivida prueba del destino comúii. El tiem- po congelado de la rutina fabril, junto con los ladrilli>s y el cemrnti> dc Ikis muros de la fábrica, inmovilizaba con rsnta eficacia el capiral como I n mano dc nhra empleada. No obstante, rodo cambió con el adveni~ mienro del capitalismo software y la iiioderiiidad "liviana". El eco no^

iiiisra de la Sorbona Dsniel Cohcn lo rcsumii> así: '"quicii cmpicza su carrera en iMicroroft no iiene idea de d6nde la terminará. Comenzarla en Ford o cn Rcnault significaba, eri cambio, tener la certeza casi coral de concluirla en el mismo ~ i t i ~ ~ " . ~ ~

No estoy seguro de que en ambos casos dcrcripri>a por Cohrn sea legí- tiiiio el empleo del rérmino "carrera". Esa palabra evoca una irayecroiia rsrohlecida, scmejanle 8% la "carrera hacia la titularidad" de las universida- des esiadoixnidenses, con una secueiicia de etapas marcadas anticipada^ niente y acompañadas por cierras condiciones ba,tarilr claras de ingreso y reglar de admisión. La "rrayecraris de la carrera" ciende a crrar modela- da por una coordiiiacióii de presiones de espacio y de tiempo. Lo que les ocurre a los empleados de Microsoft o 3 10s empleados de sus inconrables iiniradores -doiide roda la preocupacin dr los gerentes apunta a lograr ''lorin~r orpanizativai más laxas qoe pitedan acompaliar el fliijn" y don-

2' urnicl Cohen, Rirheirr dr~ moiidc .., "b. cit., p. 84. " NigelThrifr, "Tho rireof ,oiriipiriliim", ob. cir., pp. 39~40. 1 os ciirayo* deThriir .,,,, crilirrcedorcr y rcminalcr, pero cl C O ~ C C P ~ ~ de "crpirrlismn iofi' cmplcrdo en cl ritu- Ihi y ~odoe l rcrso parere un numiiro crr6nco y de ~aricrcrizrción paco fcliz. No hay na- ,l., S,,,, c. .i ~ ~ ~ i ~ ~ ~ i ~ ~ ~ rufiwnir do ir modirni,~ción tiviina. ~ h ~ i i , icnala qur '-bailarm y ' ' s , , ~ ~ c ~ ~ ' ' ron las mr-jure$ mct6~orar para aproximarie a la na,ur.lera dcI capiralimo rn su ,iiru<i s.varar l a r mrtiiacai crrio bico elegidar, ya quc supieten kvedad y lactltdad dc m o ~ .>,"i.",,,~.i.<>. b.iiaii,ics y 10% iurfrrr, y parri<"lnrmen<e los que re cncucnrran cn una pir- ,., ,Ic i,,~,l, rcpicm y cn ""2 corra durnnre la marea alta, deben rrr duros (haid), no r«/i

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126 iIiODERNIDXD l.@UlDA

milita en contra de las estructuras durables v eípecialmenre en contra de

" Sin embargo, esra diferencia es uiia mera dispura verbal. Sea o no c o ~

rrecto el empleo de los términos, lo lundarnental es que la coinparación de Cohen c a p a cerrerarnente el cambio de la historia moderna del riem- po y alude al impacto que esti empezando a ejercer sobre la condición existencia1 humana. El cambio en cuestión es la nueva irrelevaiicia del espacio, disfrazado como aniquilación del tiempo. En el universo soft- ware de los viajes a la velocidad de la luz, el espacio puede recorrerse, lireialmente, "en una fracción de tiempo"; las diiereiicias eiirre "leji~s" y "aquí nomás" desaparecen. El espacio ya no liniira la acción ni sus eleclos, y cuenta inuy poco o iiada eii absoluto. Ha perdido su "valor estratégico", como dirían los cxpcrtos militares.

Todos los valurci, como observara Georg Simmel, soci ''valiosos" ro- lamenre micntrns se consigan "renuiiciaiido a otrt>s valores"; el "desvío del logro de cicrtas cosas" es la cauaa dc qiic "se los considere valiosos [a los valores]". Sin usar estas micmai palabras, Simmel cueiita la histo- ria del 'valor Icticlie": las cosas, escribió Siiuiiiel, "valcn justo lo qiie cueitaii" y esra ciiciinsiancia parece, pcrversamenre, "decir que cuestan io que valen". Lo que lar Iiace uali<irar son los obsriculos que !hay que siipeiar para poder apropiarse de ellas, ' la tensión de la lucha por con- reguirlas".'"i nci hace falta tiempo, si no hay que renunciar n él -no hay quc "sacrificarlo"- para llegar a los más rcrnnros Ii~gsier, los luga~ res han sido despojados de valor cn c l senrido siinmeliano. Una vez que las distancias puedcn rccilrrerse (y, por lo ranto, se puede actuar sobre paiter distantes del espacio) con la velocidad dc las sebles elearbiiicar, todas las referencias al riciupo aparecen, como diría Jacques Derrida, soui rature. El térniirio 'inrranraneidad" parece referirse a uii mcivi- miento m"), rápido Ir 8 ir" lapso muy breve, pero cn realidad denota la ausrricia de tiempo como factor del acontecimiento y, por consiguiente,

- Iblandorl. Y soii r r i i duro, tomo pocos de sus nnreccrorcr, capaccs de pcrmanrrir inmo+ is o de moversi por 1>iirar bien marcadas Y mnnrenidar. E1 capit,iir,no ro,i,"nrr "o es m c ~ "0% duro que su intecciui hardioarr. Y lo liquido no cr nada rofi. llaira pensar en un diluvio. una inundaiioti o la rulirurn de un dique.

" V é m Geoig Simmcl, "A rhnpicr in the philosophi. of valuc", en: Thr Cn,ZIIz Miiderix Clrhicrs aiid Otliev E~ra)'i, r rad de K. Pcrrr Enkorn, Nueva York, Tcachers Ilrzc I'rcii, 1969, pp. j2-54.

su ausencia coiiio elemenro en el cálculo del valor El tiempo ya no es "el desvio hacia el logro", y por eso ya iio confiere ningúii valor al espacio. 1.a casi instaritaneidad de la época del so/tware augura la devaluación del espacio.

En la época del hnrdwnre, de la modernidad pesada, que según los términos de M ~ X Wcber era también la C p c a de la racioiialidad inrtru- mental, cl rieiupo era ei mcdio que requería ser cuidadosamenre mane- jado para que los iéd~tos dcl valor, que eran espaciales, pudierai~ maxiinizarse; en la época del de la modernidad liviana, 1s efi- cacia del rieiiipo como medio de conseguir valor riende a aproximarse al infiniro, con el p a r a d ó j i ~ < ~ efecto de igilalar (más bien para abajo) el valor de tndas las unidades que coiiforiiian el campo de los porencialcs ohjctivos. La pregiinra se Iia desplazado, pasando de los medios a los fiC ner. ~ p l i ~ ~ d ~ a la relaciiin iiciiipo~e~pscio, csro significa qiic cuino todas las partes dcl espacio pueden slcaiizarse en el misiiio lapso (es decir, "sin iieiiipo"), ninguna parte del espacio es privilegiada, ninguna tiene va^ lor capcciaI". Si es posible acceder a riislquier parte dcl espacio en cual- quier moiuento, no hay riiotivos para llcgai a ninguno parte eii iiiogún momenro cn particular, n i moiivor para preocuparse por garantizar el derecho de acccsii a cualquiera dc ellas. Si uno sabe que puede visitar un lugar en el momcnro en que lo dcsce, iio iiene ningúii iinpulso de vi- sirarlo con frecuencia o de gastar dinerci rii un pasaje válido dc por u i ~ da. Y hay menor moiiuos auii para soporrai CI gasto de tina supervisión y uii conrrol perpetuos, de iii i laboriosa y riesgoso cultivo de ricrras a las que se puede acceder y que se pueden abandonar cuii i p a l facilidad, riguicndo los raivencs de los intereses y las "relevsncias tópicas".

La seductora levedad del ser

tl tiempo iiisustai~cial e insrantáiieo del mundi, del ioftiuare es tuiubién uii tiempo sin c<iniecuenciar. "instantaiieidad" rigniiica una ratisfaccibn itiincdiata, "en el acre": pero también significa el agoramienro y la desa- parición inmediara del iiiterts. El tiempoidistancia que separa rl fin del principio re reduce o desaparece por completo; lar dos ideas, que antes eran usadas para parcelar el wnscurso y para calcular de ese modo el ''valor de pérdida" del riempo, han perdido gran parte de ou sigiiifica- <I<i qiie iiimo todos los significados- surgió de su carácter encarniza^ ilaiiietirc opuesto. Siilo hay "momentos", puntos sin dimensiones. Pero esc iieiiipo, un rieinpo c u p morfología es la de un conjunto de momen-

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128 .MODERNIDAD L f Q U l m ESPACIOmEMPO 129

ros, ¿sigue siendo el tiempo “cal como lo conocemos"? L~ ieducido, ceiirrjiidose en un objerivo ... la instantaneidad. Las persoiias "momento de tiempo" parece, al menos en ciertos un qiie se mueven y acrúan rápido, las que iuás se acercan a Is insran~ oximoron. ¿Será, tal vez, que rras haber aniquilado al espacio como va- raneidad de son ahora las personas dorninanrcs. Y las p e r ~ lo& el tiempo se ha suicidado? (No habrá sido el espacio simplemenre la que pueden moverre tan rápido, y especialmente las personas primera vicrima de la frenética carrera del tiempo hacia su propia que no pueden delar su lugar a voluntad, son las doiuinadas. La domina- quilación? en la capacidad de escapar, de "descomprometerse", de "es-

Lo que hemos descripro cs, por supuesto, tina c o n d i ~ i 6 , ~ ii>ninni de la rar f n otra parte", y eii el derecho a decidir la velocidad con la que se historia del tiempo -lo que parece ser, en nuesrra etapa actual, la ienden. liace codo eso... mienrras quc, simultánramenre. se despoja a los dorni~ tia última de esa historia-. Por cerca que esté del cero nefera~ de capacidad de detener o limirar esos movimientos. La batalla

para llegar a i ~ n destino rspacial, rodavia no llegamos I ~ ~ I ~ ~ ~ contemporáriea de la doiuiti~cióii está entablada enire fuerzas equipadas, la tei.liología m i s auailiada, equipada con los más poderosos procesadr,. respecrivamenre, con las armas dc la aceleracióii Y la demora. res, 110 ha logrado aún iina geiiuina "inrranraneidad". T~~~~~~~ CI acceso diferencial a la ~~s tanrane idad es crucial cn la vcrsióri prc- ~ i o h a caldo eii una irrelevancia roral y absoluta, ni los agentes hiimanor scntr del fundainetito eteriio de la división social en todas sus formas han logrado ingravidez, iii infinita volatilidad y flexibilidad. pero la sirud. históricas: CI acicso r~ifercnciai a In iiupredecibilidad y, por lo tanto, a la ción descripta se avizora, sin dudar, en ci horizonte de l a modernidad 1,. liberrad. E" ,,,, mi,ndo por sicrvur dedicados a avaiizar por tie- vialla. Y, más importanre aun, es cl ideal que perrigilen constaiitcinente los jrboles era los nobles iina recera segura de lihcrtad. aunque nunca lo alcancen (;o porque nuiica lo a~canzan?)-~os principa. LOS baroiles de hoy tielieli privilegio de comportarse de una manera le9 opel-adores de nuestra "poca, el ideal quc, en el avatar dc nueva seiiicjaiitc, manrcnicndo a los sucesores de los siervos en su lugar, Y esa norma, satui-a cada órgano, cada tejido y cada célula dci cuerpo iiiiriovilidad iorrosn que los ata al suclo cs la que permite a los baroiles Milati Kiindera describió "la insoportable levedad del ser,. eje de seguir salcando, por piofunda Y rcrrible que sea la miseria de los sicrvos, la tragedia de la vida modeiiia. ~a levedad y la velocidad ( i j u n r . s ~ ) fue^ tieiiet, conira quiéii rebelarse, y, de rebelarre, ramsaco Iograrian al- ron elegidas p i ~ r Iralo Calvino, el inventor de esos Persona,cs completa^ a los ágilcs y movedizos desrinatarior de esa rebelión. mente libres ilibres gracia" a SU elusiuidad, que iiiiposihi~ira ciialquiei L~ pesada manrenM el capital y CI trabajo deiiiro de una inrclito de atiapailos) s I barón rampante y el c ~ ~ ~ I I ~ ~ ~ invisii>lc- jaula de liierro de la que ninguno pudia escspar. La modernidad liviana fliilcionan coiiio encarnaciones úlriinas del ereriio poder emancipador del $ 6 1 ~ iia dejado a de dentro de la jaula. La modernidad "sóli- arte literario. da.. una epoca dc c<improiiiiso mutuo. La modernidad '.fluida" es

IIace inás de treinta añris (eii su clásico ~ u r e a ~ ~ ~ ~ i i ~ pheno,neno,z~, época de descompromiro, elusividad, huida fácil y perseciicióii sin Miciicl Crozier identificó la doiiiinación (en tudas sus con la csperu,,ius, E,, la modernidad "liquida" dominan los más elusivi>s, l i ~ r cercalila a 12s fueiites de inceiridumbre. Su veredicto todavía que tieiieii liberrad para iiioverre a su ancoio. te: dominati las personas que consigueii rnaiirener sur actos en libertad, ~~~l polanyi T~,P ~~~~i Trans(onlmtion: the Poiiticnl ond Econo- sin regulación ): sor lo tanro, impredecibles, mieniras normati. ,,,i, ongrri o/0ur ~i~~~ [LO grnit zransfoniiaciósl, publicado c n 19441 varncnte lrurinilari, cs decir, vuelven monóroiios, repetiiivos y predeci~ I,roc~aint, que era una ficción rrarar el trabajo como si fuera una " m e r ~ Iiies) los actos de otras personas. Lar personas que tiencn las manos r,,iic;a,., y las consecucncius de las estructuras sociales basadas en libres dominan a las personas que tiencn las manos atadas; la libertad de rsa ficción. LI trabajo, Polanyi, no puede ser uiia mercancia la1 las primeras es la caiisa principal d e i s falta de iiberrad de las iiiciios no coiiio las otras), ya que no puede venderse ni Y la falta de libertad de las segilndas es el senrido último de 1% libertad r.iiliiprarse independientemente de quienes lo hacen. El trabajo sobre el de las primeras. <I,be polanyi era, sin duda, el trabajo encarnado: el que no podía

En esre aspecto, nada ha cambiado con la transición de la moderni. ir.,~ladarse $1" rrasladar a los trabajadores. 5610 se podía contratar Y cm- dad pesada a la liviana. Pero el marco se ha llenado con un nuevo conre. ,,lear de obra humana junco coi, el resto de los cuerpos de los rra- nido; más precisaniente, "la cercanía a las fuenres de iiicertiduinbre= se lis ~ , ; ~ ~ ; ~ d ~ ~ ~ ~ ~ , y la iiiercia de los cuerpos contratados limita la libertad de los

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empleadores. Para supervisar el trabajo y para canalizarlo de acuerdo coi, la idea previa, lhabia que ordenar y supcrvirar a los rrabajadoics; para controlar cl prriceso de rrabalo, habis que controlar a los trabaladores. Ese requerimiento ponía al capital y al trabajo frenre a frenre y los obliga- ba a mantenerse juiitos, para bien o para mal. El resultado era una gran cantidad dcc<inflicto, pero además una buena cantidad de adaptación rnu- tua: amargas acusaciones, encarnizada lucha y poco amor, pero taiubiéii un eran ineenio "ara establecer reelai de cohabiracióti inoderadamente sa- .. . u

risfactorias o apenar trilcrahles. La revolución y el esrado de bienestar fue- ron las dos consecuencias inevlrables de esa situación que impedía que el descompromiso se convirtiera eii una opcióli viable y factible.

Ahora esraiiios viviendii otra "gran traiisfnrmaciÍ>n", y uno de siis aspccros mái destacados es iin fenómeno radicalmente opuesto al der- cripro por Polanyi: la "desencarnación" del trabalo huinano que es la principal fuente de alimentación o el caliipo de pastura del capical con^

reinporineo. Ya no iori iicccsarias las cnoimcr y o>rpcs inrtalacioncs de vigilancia, dcl tipo del pnnóprico. El riabajo ha salido del pnnóprico pe- ro, más imporranre aun, el capital se ha liberado de la rerrihle carga y de los costos exorbitantes que iiiiplicaba iiiaiiteiieria; el capital se Iia l i ~ herado, en realidad, de la iarra quc lo araba y l i i ol>ligaha a cnfrcntarrc dircctamcnrc con lkis agentes s los que explotsba para lograr itprodu- cirie y enrmderse.

El trabajo desencarnado de la época del ioftwnrc ya no ata al capiL tal: le perrnire ser extraterritorial, volátil r iiicoiiataiirc. La dcscncarna- ción del irahalo augura la ingravidez del capital. 1.a mutua dependencia cnrrc ambos ha sido unllsreralmenre corrada; mielirras qiie la capacidad de trabalo sigue siendo incompleta e insarirfechv si re la dela sola, y de- pende de la preieiicta del capiial, CI caso inrersu ya riu cs uplicablc. El capiial se dcsplara tranquilamente, contando con la posibilidad de h r e ~ ves aventuras provechoras, confiado en que esas oporruntdades no esca~ searán y que siempre habrá socios coii quieiies coiiipurtirlas. El capiral puede viajar ripido y liuiaiio, y SU liviandad y motilidad sc han conver- tido en la mayor fiienre de incertidumbre de todos los demás. Eii esta ca- racteristica descansa la dominación de Ihoy, y en ella re basa el principal factor de división social.

1.a pesadez y el gran ramano han dejado de ser posesiones valiorar pa- ra convertirse en desvenrajar. Para los capitalista* dirpuestor a caiiibiar los etiormes edificios de oficinas por las cabinas presurizadas, la levedad cs la prircsión iuás cara y provechosa, y la mejor maiiera de lograrla es arrojar por la horda cu.alquier carga no vira1 y dejar e i i rirrr;i s i i<i<l<is los

1 miembros no indispensables de la tripulación. Uno de los ítein más en- gorrosos del qiie hay que deshaccrsc ci la onerosa tarea de dirección y supervisión de uii plantel numeroso -una tarea que riende a crecer ince~ nanrcmcnte y a volverse rnár pesada con el agregado de iiuevor compro- misos y obligaciones-. Si la 'cicncia gercnciil" del capitaliriiio pesado se coiiceiitraba en conservar "la mana de obra". forzándola <i sob<irnán- dola para quc permaiieciera eii su puesto y cumpliera con los horarios de trabajo y los programas dc rendimieiito, el arte gereiicial de la época del capitalismo liviano re preocupa por deshaccrsc de "la mano de obra", obligándola a irse. Nadie planta un bosquecillo de limones para exprimir u n limóii.

El equivalente gerencia1 de la liporuccifin sc ha c<iiiverrido en la priii~ C~PAI estratagema del arte gerencial: adelgazar, iediicir, achicar, cerrar o vcndcr algurias unidades porque iio ron suficienremente eficientes, y otras porque es más harati, que lkis deiiiis se las arreglen por su cuenca en vez de asumir la carga y el tiempo q u c insumiria uiia rupervisióii gerencia1 ... éstos son los preceptos fundamenrales del niiero aire.

Algurios comentaristas se han apresurado s concli~ii que "lo mis grande" ya n<i cs "lo niás eiicieiite". Sin embargo, en una afiiinac>ón can general la conclusión no es correcta. La obsesión por reducir, eii real>+ dad, es un mseparahle complemento dp la manía dc fusionar. Lcis mcjo- res actores del caiiipo negocian o deciden fusiones para tener más poder de rcducir, micritraa que la radicalidad de "desnudar el huero" o "der- polarre de acciones" es aceptada coiiiu precoiidicióii vital para el éxito de los planes de fusión. Fusionar y rcducir ni> scin propósitos contradic- rorios: re condicionan, respaldan y refilerzsn enrre ri. Sólo rc trata dc tina paradoja apareiilr; la coiitradicción se disuelve una vez que se con- sidera la versión "niieva y rncjaiada" del priiicipio de Micliel Crozier La mezcla de las estraregiar de fusión y rcduccihn ofrccc al capiral y al p o ~ dcr liiiariciero el erpucio para moverse y para moverse rápido, globali~ znndo todavia más la csfcra de sus viales, y al mismo tiempo privando al riabajo de su poder de negociacirin y rebelión, inrnovilizándolo y ariiidole las manos con mayor firmezs.

1.a fusiím augura una soga aun más larga al delgado y liviano capital cscilo Houdirii, que ha basado su dominio eii su capacidad de evasión y Iiiiida, rurriruyendo los compromisos diiraderos por tratos a corto plazo y eiicuenrros fugaces, y manreiiicndo siempre la opción de "un acto de <lerapsriciiin". El capital gana más lugar para maniobrar -más refugios iI<inrlc esconderse, uiia matriz de perinutacioncs más grande, una mayor varicdad de ovarares disponibles y, por In ranro, más fuerza para m a n ~

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tener la fucrza laboral coiitrolada, junto con la ahorrativa capacidad de lavarse lar manos de lar devastadoras conseciiencias de las sucesivas rr- duccioner; éste es el rostro conternporánco de la dorniiiacióii con aque- llos que ya han sido golperdos >i con los que temen ser los sigiiiriitei en la fila. Segúii consta eri un estudio realizado por la Asociación Norrea- mericana de Management, "la moral y la rnorivación de los rrnbajadores decayen~n agudamenre durante las diversas reducciones. Los rrabajado- res sobrevivienter quedaron a la espera de que Ics llegara el turno eii v a de festejar su vict<iiia sobre los que fueran d e s p e d i d ~ s ~ . ~ j

Sin duda, la competencia por la supervivencia no es solamenre el d e i ~ lino dc los trabajadores 1 3 , más generalmeiite, de aquellos que ertáii del lado receptor de la nucva relación espacio-ticrnpo-. En realidad, re infii- tra de arriba abajo en la empresa -permanentemente a diera- de la mo- dernidad liviana. Para seguir ciin vida, los sereiites ilchen reducir los equipos de empleados, y Ii>s direcrivos debeii reducir s i s i cargos gcreii~ ciales para ganar el rcc<inocimienro de la l,olsa y los roros de los accio- nistas, y asegurarse el derecho a uii huen apierón de oianils ciiando rerinicie esta vixelta de reducciones. Una vez iniciada, la tendencia al "adclgaiamienro" desarrolla impiilso propio; re vuclvc ai~roimpulsada y de aceleración autóiioma, y (coino el eniprrsario perfeccionista de Max Webei, que ya no necesitaba el arrepcntimi~nro calviiiista para seguir adelaiirel cl rnorivo origirial i i iayor eficacia se vuelve cada vez más irrelcvanre. El miedo a pridcr la comperencia, a ser dcsririlido, dejado atrás o expulsado de la empresa es suficieiitr para mantener en marcha el juego de fusióii/rcdi,cción. Este juego sc convierte cada vez más cn sir propio fin y su propia iecoiupeiiia r>, mis bien, el luego ya n o necesita rener propósito si la úiiica recompensa e i periiiaiicccr cn él.

La vida instantánea

Durante varios iíioi, Kichard Sennett fue un observador regular dc la reunión globsl de los ricos y poderosos quc sc realiza anualmente en Da- yos. El diiicro y el Tiempo que iiiviitiú en Dsvos ruvieron un buen rédito: de sus escapadas, Seiinett [rajo algunas sorpreiideiirrs y chocantes inrer-

'' Según un informc d i Lilcin Api>lchium y Rosrmary Batr, rhe N<W ~ ~ ~ ~ ~ ~ i i s ~ ~ Workplnia,Irhnca,CorncllUnivrrriryPmrs, 1993. hquirecitan KidiardScnncrr, TIie C,>- naiioli o/ Ciin.di*<i .., "b. c i r , p. 50,

preracionrn de los m<itivos y los rasgos dc caricrcr que iiianrenían en inar- cha a los principales actores del juego global. A juzgar por su informe?' Seniiett quedo particularineiite iiiipresionado par la personalidad, la ac-

I ruación y el cirdo de vida de Bill Catcs. Carca, dice Scniicrr, =parccc libre de la obsesión de aferrarse a lar 'usas. Sus productos aparecen furiosa- mente y dcrapareccii con igual rap~de? iuieiitras que INelsoiil Kockefeller dessaha posccr pozos I>crr<iicros, edificir>~, maquinaria o ferrocarriles a h igo piaio". Garei declaró repetidamente que prefería "poricionarre dentro de una red de posibilidades eii vez de eii un rrabajo eii

particular". Lc que parccc haber imprcsiiinad<i más a Scnnctt fuc la dcs- ~ ~ ~ g o n z a d a , manifiesta y casi jacranciosa voluntad de "desiruir lo que él mismo ha hecho, según las exigencias del iiiomenro inmediaro". Gates parecia ser u i i jugador que "florece eii iuedio de la dislocacióii". Tuvo la cvutcla dc no doarrollar apcgoi (parricularmcnrc aliegoi ienrimentalci)

! o cornpromtios diiraderos con nada, incli~yendo siii propias creaciones. No siniió miedo de roinar un camino errado, ya que ningún camino lo llevaría en Id ini~nla direcciotl duratire iiiucho rieiiipo, y dado que volver atris o dcsviaisc cian i l ~ p c i o n ~ ~ cc>nstanrcs c inmcdiaramcnri dis- ponibles. Podernos decir que, encepriisndo el crecienre especrro de opor- tunidades accesibles, Gares no acumulaba ninguna orra cosa en su caiiiiiio; los rieles eran levatic.idos en cuaiiro la locoiiiorura avanzaba "nos mcrrcis, sc lioriahan las Iiucllas y las coias ac ari<ijaliari tari rápida- mente como EP armaban ... y muy pronto eran olvidndax.

Anrhony Flew cita a uno de los personajes interprerados por Woody Allen: "LID quicio la iiiiiioirulidad gracias a mi obra, quiero al^ curizaila ni> niuriiiidiimc".'~ Pcru CI aigriiiicado de la iriiiiorlalidad de r i~ va del senrido de la admisión de Is inormlidad; la preferencia de "no morir" no es tanto una elección de orra forma de inmortalidad luna al- ternativa a "la ilimurtalidad gracias a la propia obra") como una decla- ración de la duraciiin ctcrna, y dc fav<iritisini> por el cnrpe diein. La indifcreiicia n la duración rrsnnforma la inmorrslidad de idea en experiencia, y la convierre en obleto de inmedisro consumo: . I,. , -,, . I . , l . , ! . S < <I 1 , 111< 1 i . :.i.',,. ... ,r i : . L l l ' . i . . .: .i : , . , , , , , , '8-:,n, ' . . , , < i I i . < ,,,i.>lll:i .i ' l . < \

. I I I .. - ::1..,111 I , 1 1 1 , :,,,i.,1. :< ,,., -1,. r l i . . ; . r ' ! > ' '....l. .1r-.

ter ilimirad<i dc las poiihlei seiisaciones ocupa el lugar que los rueiios de iliiración infinita dejaron vacío. La instanraneidad (ani~lar la resisrencia

'q l i rhard Senncrt, ihid., pp. 61-62. A,>tl>c,ny Flcw, Tih L u p i ~ / . \ l o r r ~ I ~ q , Oxfard, Blackwcll, 1987, P. 3

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del espacio y "licuificar" la mareiislidad de los objetos] hace que cada moincnro parezca infinitamenre espacioso, y la capacidad infinita signifi- ca que no hay limites para lo que puede extraerse de un momento.. . por breve y "fugar" que sra.

El "largo plazo", al que aún nos referimos por costumbre, es iin enva- se i,scío que carece de significado; si cl infinito, como el tiempo, es inrran- tinto, "tenei iiiái riempo" puede agregar muy poco a lo que el mcimento ya nos ha ofrecido. No hay mucho que ganar con las consideraciones "a larao olazo". La modernidad "sólida" olantcaba oiie la duración eterna ,

L I 111 I i %.;>rI I . 1.. 1 . C . ! . .L.: 1 1 rll 1 , : . .!clll . l . ! I:.).. J..". 1 .1 : . . i r i i i . i y l < iiii :ii..i r i . i ir 1 I . r t I>:. 1 rn t ~ . C I U I > . . ~

1 l . 1,: , , \ I:, . l . i C r , . l i l. l..l<il.rll< il.lrlrll ..l:,. .111:..

La modernidad fluida promueve al ricmpo al rango de envase de capaci- r l l l . , : I , . : . < l i , . . , . . : . , l . . : l . .

\ . i i e ii ~ , c i . . . \li:li.<. Ic i 8 i i . i . . gi I . .l. ..l.i.i.i!.i. ii.r ~

.i .I i l..,,: t . . t i . .Ir i ...* 8 . i 1 r.I+ !,,>,.d, r8 .. . . Los objetos durables soti aqu6lliis dcstinados a ser preservador durante un tiempo inuy largo; sc accican ranro como es posible a la eiicarnación de la abstracta y ctéren noción de eternidad; eii realidad, dc la antigue- dad postixlads o proyectada de estos durables sc cxirapola la imagen de erernidad. A los obletoí durablcs sc Icr asigna un valor especial y ron ce- lebrados y ambicioiiad<is gracias a sii asociación con la iiii~iortalidad +se wlor último, 'nariiialmente" deseado, cuya acepracióii ni, requiere ninguna clase de argumentación o persuasiúii-. Los ohjeros rransitorior ion opuestos a los durables, y estári dcstinados a ser usados -consumi- d o s y a desaparecer eri cl transciirso de su consumo. Thompaoii sehala que "las pcrsonas m á s poderorar j...] pueden asegurarse de que sus ob- ~ c t o s scan diirsbler y que los de los deliiás sraii aicrnpic rransirorios [...] No pueden perder". liioiiipsoii da por senrado que el deseo de "tener obleror duiablei" cs constanre en "las personas más poderosas"; tal vez sca incluso la capacidad de hacer obletos durablea, dc cr>nrervsrloi, de proregerlor del robo y la expoliación, dc monopolizarlor, lo que hace "poderosa" a esa gentc.

Esos pensainienroi parecen ciertos (o al menos creiblcsj dentro del con- rexto de la modernidad sólida. Sin embargo, quiero sugerir que el adveni- mienro de la modernidad fluida ha socavado su credibilidad. El orivilexio . . de los poderosos de hoh y lo que los Iiace poderosos, es la capacidad -al

In viarc Michacl Thornpsan, Rubblib Throry: fhr Crui!on and Dcsrruitlon nf Volf<r, Oxinrd, Orford Un,vcrriry Prc*r, 1979, ~inniculaimciiri PI>. 113-119.

Bill G a r e s de acoriar el lapso de la durabilidad, dc olvidar el "lar- go plazo", de centrarse eii la inaiiipulaci6n de lo transitorio y no de lo d ~ i a b l c , de deshacerse de las cosas con ligeiera para dejar espacio a orrai cosas igualmeiite transitorias y destinadas a conruinirie. Quedarse con lar cosas largo tiempo, irás allá de su "fecha de vrncimienro" y m i s allá del momcnru en que se ofrecen reemplazos '"nuevos y mejores", "supc- riores", es en realidad un síntoma de carencia. Una vez quc la infinidad de posibilidades ha despojado a la infinidad del ricmpo de ru poder de ~ ~ d u c c i ú ~ , la durabilidad atracrivo y pasa de ser un logro a ser una desvenraja. Tal vez convenga observar que la frontera quc divide lo durable de lo transitorio -que fuera alguiia vez un foco de disputas y de actividad prod~criva- ha sidc aliara ahandoiiada por la policía fioiireri~ za y por los prodiicrores.

la devaluación de la inmortalidad sólo puede augurar una revolución ~ ~ l c ~ ~ ~ l , posiblemente el Iiito más decisivo de la historia culrur.ll Iiuma~

El paso del capiralismo pe,ado al liviano, de la modernidad sólida a la fluida, piiede reiiilrnr iin desvío ai in m i r radical y seiiiinal que CI ad- venimtenro del capiralismo y la modernidad misma, coiisidcrados hasra el momenro los hitos cruciales de la hisroria lhuiiiaiia dcsde la revolución iieolítica. Por cierto, a lo largo de roda la Iiisroiia hilrnana, la tarea de la cultura fuc crtraci y scdimcnrar duras rcmilias de perpetuidad a partir de las rransirorias vidar y las fugaces acciones de los Iiuiiianos, c<iriiurar la duración n parrir de la rransitoriedad, la coiitiiiuidad a parrir de la Ois- coiirinuidad, y rraicetidei así los líi~iirei iiripucstus por la mortalidad h u ~ iuaiia poriirindi> a hi~mhrcs y mujcrcs mortales al servicio de la inmortal especie humana. La demanda de esta clase de tarea re ha reducido mu- 'ho en la actualidad. Las consecuencias de la falta dc demanda todavía ,no son claras y reiulra dificil visualizarlar aiilicipadamenre, ya que no ~xiiteri prcccdcnrcs quc n<ir proporcionen tina base comparativa.

Ls nueva inrranraneidad del tiempo cambia rndicaimcntc la modaliG d.id de cohabiración humana -y especialmente la <manera en que los hu- iiini~os arienden (o no atienden, según cl caso] sus arunros colectivos, o iii.is bien la manera en que convterren (o no convierteii, según el caro] ~ ic r tos asunros en remas colecrivos.

1.a "teoría de la eieccióii pública", que ha logrado recienremenre ;ivaiices fenomenales dentro del rerreno de la ciencia polirica, captó ade- <ii;idainenre la nueva poscura (aunque, como suele ocurrir cilando nuevas Ilr.icticas Ihumanas establecen una escena nuera para la imaginación hu- cii;iiia. sc al>resuró a generalizar acontecimientos relarivarnente recientes i,,iiviriii.iidol<,s eii verdades eternas de la condición hiirnana- q u e su-

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136 MODERNIDAD LIQUIDP

puestamente habiaii sido pasados por alro o desmenridos poi "los e r u ~ ditoa del pasado"). Scgún GordonTullock, uno de los más dirtiiiguidos promorores de la nueva moda reórica, ':el nuevo enfoque ernpicza por iupuiier que !os votantes soii muy serncjantcs a clientes, y qiie los politib 'os son muy semejantes a empresarios". Escéptico con respecto al valor dcl enfoque de "la elección piiblica", Leif Lewin replicó ciusricamente que "la escuela de peiiramienro dc la clección pública [...] pinra al h o m ~ bre político coino [L..] un cavernicoli miope". Lewin piensa que er algo absoluiamenre erróneo. Puede haber sido cierto eii la época de Ii>s rro- glodiras, "antes de que el lioiiibre 'drrcubricra el foriiro' y aprendiera a Iiacer cálculos a largo plazo", pero no ahora, en iiuertros riempor mo- denios, cuando todo el mundo, o la mayoría, coiioce taiito a los elecroics como a los politicos, y sabe que "iiiañana volveremos a encontrarnos", de modo que la credibilidad es ''la posesión mis valiosa del y~ l i t i co"~ ' (en taiito la asigiiaciGn dc la confianza, agrega5 es el arma iiiás usada de los elecrores). Para respaldar sii crítica de la "tcoria dc la elección piiblica", Lewin refiere a iiuiiierosos rstudiiis cnipíricos quede- muesrran que muy pocos voraiiles vi>tan pcnsando en si! billetera, y que la gran mayoría declara quc su rondiicti esrd condicionada por el erra- do rcncral del país. Erro, para Lewin, era lo esperable; esto, para mi, cs

In que los votantes entrevistados creyeron que se capcraha quc dijeran, lo que era cornmc il fiiut que dijcraii. Si sc ticncii en cuenrs las notables disparidades entre lo quc hacemr>s y el modo en que narramos nuestras acciorics, no podemos rechazar de plano las afirmacioiies de los reórlcos dc la "elección piiblira" (aunque sí la validez uiiiversal de esas afirma- ciones). En eire caro, esa teoría puedc hahcr ranado profundidad por aparrarse de lo que se ha ci~iisiderado, de manera poca critica, "datos 'mpíricos".

Es cierro que una vez los hoiubrea de las cavernas "dcscuhrieron el mañana". Pero la historia es taiito un proceso de olvido como de apren~ dizaje, y la mcrnorin cs famosa por ru selectividad. Tal vez "mañatia volL vainor a encontrinios". Pero ral vez iia, o, iiiejar dicho, cuandci nos encontremos mañana. tal vez iio seamos los mismos "ti? nos encontra- . ~ ~~~~ ~~~~ ~~

iiios hace uii morncnto. Si así ocurre, la credibilidad y la confianza, ;son valores o defecror?

" Liif Lcwin, "Man, roiierv rnd rhc lailure uf iioliricr". cn: Cririioi R~~~~~~~ invirr

Lewin recuerda In p ráb« la de los cazadores de ciervos de Jean lac - ilurs Rourseau. Anres de que los hoiiibrei "descubrieraii el mañanan xuenra la hirroria-, podía ocurrir que un cazador hambriento, en vez de esperar pacienremcntc que el ciervo saliera dcl bosque, cazara un co- " ~ j o avistado por azar, aiinqixe su i-acióii de carne del ciervo cazado co- Iecrivamenre huhiera sido más grande. Sin duda. Pero en la actualidad, muy pocos eqiiipoi de caza periiiaiiecen unidos el tiempo iiecerario pa- ra q u e aparezca el ciervo, de inodo que cualquiera que deposite su coo- f ~ a n i a en los betiebcior del ernprendimiento conjunro sufrirá una

desilusión. Y incurre que, paia atrapar al ciervo, se necerlran ca- zadores uiiidos, capaces de cerrar filas y de actuar solidariarneiite, pero los concjos adecuados paia el concurn<i iiidividuai soii muchos y nri Ile- va demasiado ricmpo matarlos, desollarlos y c o ~ i i i ~ r l o r . erras ranibién roi~ deicubrimie~iios .., tii<euos deicubrimientos, tal v c ~ rnti cargados de ci>nsecueiiciai como "el dercuhiimieiito del ina5sna".

1.a "clcccióii racioiial>' de la época de la iiisranraneidad significa hzs- cnr grntificaci<iii eiiiiiindo las ionsccueiic¡ai, y particulairnenre lar res^

ponsabiiidadei que esas ~oiisecuenciar pueden involucrar Las huellas dursblei de las grarificacii>iics dc lhoy liiporecan Isi posihilidadcs de las grarificaci<iries de mnfiana. La diiraci6ii deja de ser un valor y sc c < i n ~ vierte en un dcfccru; lo iiiiimo puede decirsi de codo lo gande, sólido y l~eiado. . . lo que n b s r a c ~ l i ~ a y resrringe los mrivimieiiroi. Ha terminado la época dc las gigantescas 131ariias iiidustrialer y los cucrpua voluiiiiiio~ soi: antes, daba,, priiei>a del poder de sus dueños; hoy presagian la de^ rrors en el prGxiiiio round de aceleracii>ri. de iiiodo que son una inarca de imporencia. Ciierpiis delgados y con capacidad de iiioriiiiienro, rop.ss liviaiiar y zapatillas, teléfon,is celulares (inventados para el uso dcl n ó ~ riiadc quc iiccesita estar 'permaiicnrciiienre en conrucro"), perrcnciiciar Ipordc,les y dcscchables, son los ~ í m b o l r ~ priiiciyaler de la época dc la iiirraiitaneidad. El peso y CI iaiiioño, y especialiiiciitc lo gordo (lireral o iiietáforico), culpable de la expaniióii de los dos anrpriorcr, comparten cl deaiino dc la durahilidad. Son los pdigros que hay que conibatir o, lneior aun, evita^

Es difícil concebir uns cultura iiidiferenre a la erernidad, que rcclia~ r a lo ditrahlc. Es iguuliiienre dificil concebir una irioralidad indiferente a lar consecuencias de lar acciones hiimsiias, que rechaza responsabilidad iior Ii>s efectos oue eras sccir>iics pueden ejercer sobre otros. E1 adveiii- i i i iciito de la inrtaiiraneidad lleva a la cultura y a la ética humanas a uii icri-irorio incnpioiado, doiidc la mayoría de Iiir Iiábiror aprendidos para c i i i i c r i rn r la vida han peididii roda utilidad y seiiiido. Según la famosa

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expresión de Guy Del>ord, "los hombres se parecen más a su época que a sus Y los hombres y las inuiercs dc hoy difieren de sui padres y de sus madres porque viven en un presente "que quiere olvidar cl pa- sado y ya no parece crcri en el f ~ t u r o " . ~ "

I'ero la rncmoria del pasado y la confianza en el futuro han sido, has- ta ahora, lar dos pilaces sobre Irx que se asentaban los puentes morales entre lo iransitoiio y Ii i diirndcro, entre la mortalidad humana y In inmor~ talidad de Ii>s logros humanos, y eiitrc la asunción de responrabilidad y la preferencia por vivir el momcnro.

'%uy Dcbord, Cotiarnaiifi oii iba Soiiety o/ r i ~ a sprituilr, trad. dr Malcolm Imric, 1.ondrci. Verso, 1990, pp. 13 v 16 I r r s d ~ ~ c i ó n carrclhna: C o i n ~ r i t ~ n o ~ ;a ioi;edod drlei!2m?&rir!o, Barccloni, Anagrama, 19901.

1 4. Trabajo

El Ayu,,ramiciico de Leedi, ciudad en Is que he pasado los últimos treinta *nos, es un majestiioso monumento a la arrogante ambición, y consiguien- te coiifianza en sí mismos, de los capiianes de la Revolución Industrial. Construido a mediador del siglo xix. grandioso, macizo y opulento, fue erigido en piedra con la intención de que perdi~iara para siempre, coino el I'arrenón o los templos cgipcius a los que mira en su aiquircctura. Eii su centro alberga el enorme salón de abamblear, en el que debían con- gregarsc rcgulariueiite los habitanres de la ciudad para discutir y decidir los siguienres pasos a dar para mayor gloria de sii ciudad y del Iiiiperio Británico. Sobre el cielorraso del salón fueron escritas en oro y p ú r p u ~ ra las reglar que debía seguir todo aquel que quisiera unirseles en csa marcha. Entre los sacrosantoí prinupios dt una ética bur~ucsr rriroa- firmada Y aiiroarcrtiva del tipo "la hunesridad cs la mejor política", ''auipiiti*»i pnelioris cui" ii "ley y aden" , un precepto llama la atciicióti por su coiicirión enérgica e inflexiblr: "hacia adelanre". Los sncertrr>s dc la ciudsil. a diferencia de los viriranres ci>nreniyorineor del edtficio, no ~ --

debían rener ninguna duda de lo que esto significaha. No teiiian necesi~ dad, de picguiirai cuál era el significado dc la idea de "ir adelante" llamada "progreso". Conocían la diferencia enrre "hacia adc- lance" y "hacia atrir". Y podían alegar quc la coiiocian porque ejecuta- ban el acro que pr<>ducia earv diferencia: junto con "hacia adelante", otro principio había sido pi~itado eii oro y púrpura -"labor iiniiiin v i n ~ cit" ["el trabajo todo lo vence")-. Hacia adelaiire era el descirio, el tra- bajo era el vehículo que debía conducirlos harta allí, y los ancerrros de ia ciudad que comisionaron la consaucción del Ayunram3cnro tuvieron las fuerzas ruficienres como para mantenerse en carrera harra llegar a desiino.

El 25 de mayo de 1916, Henry Ford le decía s u n corresponsal del Chicago Tribune:

h historia es una Nosotros n o querernos tradición. Quc- remos vivir en el prcsenre, Y nos imparta un blcda l a historia quc no sca la que hacemos ho,,.

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Ford cra fariioso por decir f~icrte y clari~ Ii> qiir orros Ihnhi-ínii peiisido dos veces aiircs dc adiiiirir. (I'rogl-eso? No lo pieiireii coiuo si fuera el "tl-ahn~ 1 0 de la historia". Es iii<eitro ira1>al<>, el trabajo de nosotros, que vivirni,s rii el prrsentp. La iinica hisroria que curiita es la tr,davia-iio~lieclia pero que est5-sicndo-lieciia en cl inomeritc y que debe-ser-hecha: ese es el furtt- rii sobrr el que otro esrado~~~lideiisc l>ragc~~átici> y coii los pies so l~rc la tic- rra, Arnhrosc Rierce, había escriro diez aiios aiitrs rii u DeuilS Dicriontiry [ E l diccioiiorio del dioblol que es "ese periodo de tieiiioo cii C I que iiiies-

tros nrgocios prosperan, nuestros aiiiigiis soii fieles y riucsrrn felicidad es- tá asegurada".

1.n confiacira en uno mismo propia de la iiiodcriiidad le dio a la rirs- 113 curiosidad hiimaiia acerca dcl futiiro i i i i cariz ri>taliiierite iiuevo. Las i~ropias iiiodcrnas nunca filcron iiicras profccias. y iiierios aiiii siiefios vacíos: ahirrrn n solnpadnrncnrc, eran a la vez cartas de iiitciicióii y pro- fesioiirs de ic dc aqurllo q u i s e deseaba poder liacci- y q u e seria liccho. El futuro era visto coniu i i r i prodiicro in5s de iina socicdad dc produc- tcirrs: algo quc drhia ser peiisndo nicticiilosarnciirc, disciiada, y cayo pruccro de pr«ducci<iii debía scr &cguidi> al deralle. El i~itul-o cra una creacióii del trabajo, y ri trahnlo era la fiiciirc dc iuda crcnci6ii. En 1967, Daiiicl Bell escrihi6 que

Iiiiv, t(>d3 iocicd:id ti dclihcr:idirrienre ahocn<ln al crcciiiiiciiro ccrin6mii0, a c lcva i e l iiivcl <Ir V ~ A <Ic iui I I I I C L ~ ~ I I I < > ~ , Y en i ~ i i s a -

cireiicin [el i i i l ~ \ i \ c i r i i í i > % . 13.-1 a l pl~rirnrniciitr,, <iirccc>ón v coii t iol dcl caxiil>ic> soci.il. 1.o iluv Ihaic que 10, rrroiliri\ prt,ciitcr. por 10 r.iiirr>, 5c;iii 1311 r3~I!calnlcntc cl~scinr~s de lo\ ricl parado cs iluc r i e t i e i i coiiio ohlcrivo prupólitor iociol>ulii icor crpccificos; y ~untx~irl ir i i o n cita nucm diiiicnsión, c s r i n crrndns, a iabiciidas, srgúii iiiia iiiicv;i nietudolugia quc pioiiirir ser un tui idaiuento im js ioliilo <lc alrcrnarii,as y opciolir'~ rr:ilisrñs [ ] '

Ford p0dr.i haber proclaiiiado rrii~iifiliiiciitr lo que recierirriiieiite ha se- hala<i« Piel-r? Roiirdieo coii riostalgia: para doiuiiiar el luiuro, uno iiece- sira crinrrolai. cl lii-cieiitr. ' A<l~icllos que ricnei, coiitrol sobre su presrrirr

En cl prefdcio a su T l ~ r Ycnr 2000, editad., por Hcrx~iann llahn ,\i,rhol>y 1. ~ 7 , ~ -

ncr, ocr i ro c n su coiidici<in de pirridciirr dc I;i <:oinirioii p i i i rl Año 2000. Cirrdo r<liii partir dcl libro <lc 1 t <:lirkc, T1,e I ' . irtr~ii n i ixi>zl tirinri, 1614~2001. Londrcr, loiiarli:iii Capr. 1979, )>. 314.

l>ucden ccinfiar eii que podráii obligar al f ~ i t ~ i r o a hacer prosperar sus 11e- pocios, y por esa iiiisiiia razón podrán ignoral. SLI pasado: cllos, y sólo rllos, pucdeii ciilisiderar q ~ i c la historia pasada es una "pavada" -que cn español niir rlrgaiite podría traducirse como "sinieiirido", "roritcría" u "patrañan- o al iiieiios dar al pasado la iniportancia quc mcrccen cosas de ese reiior. E1 progreso nu eiialtecc iii eiinobiccc a la historia. El "pro- greso" es uii credo driitro del cual la historia es irrelevanre y I X I ~ C I cual sr decidr que siga siendo así.

El pl.og~es« y la confianza cn la historia

El piinro es Crrr: el "progreso" iio rcprcseiiti ninguna cilalidad dc la liis- toriri sino i~i roizfiniiza <le¡ piesoiie eii sí>>iiii>ro. El mis prof~iiido y q i i i~ zis único sigiiificadu de progreso esti coiisrriiido a partir dc la conjuricióii dc dos crrsi ici~s íiitiiiiiiueiite ligadas -que "CI riclnpo está de nuestra par- te" y que 'soiii«s inosorros qiiieiies Iiaccmos q ~ i c lar cosas si1cedaii"-. *\m- I ~ i s crcciicijs viueii y iiiuci-en juntas -y stgilcn vivas cn rniiro aquellos que osrriirair el poder <ic liacer que lar cosas sucedan las confiriiirn a diario coi, sus accioiics-. Coino lo expresara Alain Pcyrrfittc, "el iiiiico recurso

i capaz dc transforiiinr ~ i i i dcsierto eii la tierra de Canain es In cr~nfiaiiza mutua de los ~iiiciiihros de una sociedad y la ci>iifiariza de rodos en cl fu- turo coiiipai-tido que Iri espera".; Todas csas otras cosas que nos gustaría decir o esciichar acerca dc la ‘esencia" dc la idea de ptogrcso iio siiii iiiás quc un ci>niprriisihlr pero eiig,~fiosc y fútil ~ s f u r r r o por "oritologirar" ese scnrimieiiio dc coiifiariza cii iiiiu y eii los deiiiis.

De hecho, jcs la lii~tosia iilia iiiarclia Ii.icia una vida rnclor y más fe- liz? Dc ser .,si, jcó~ii<j Iii sal>riaiiioi? Sosotros, quienes lo :iiiriiraiiios, iio

vivinii>s eii el pabado; quieiie> vivicioii cii el p ~ s a d u ya no csrán vivos. Eiitoriccs, ;qiiiéii podr5 1i~ct.r t ~ 1 cuiiipai-ación? 'larito si escapairios ha- cia el fiirilro expiilsidi>s y ~iiil>ujador por los Iiorrores del pasado (scgún el Áiigrl de 13 Histuria de Ueiijnniiiii?<lcc) corno si nos udenrramos en el futuro nrriidos y lalados por la cspcraiira dc "ver prosperar nuestros iic-

gocios" (segiiii prciciide Iiaceriios creer la versión uihrg de la Iiisrorin, I

n i i c sanguiiira que draiuitica). eii arnhos casos la única "c\,idencia" por

i 1.1 que guiarse cs el papel quc jiiegaii la rncmoria y la imaginaci6i1, y ki

Alnin I'rgrcfiitc, Di, "iisirocle" e n éconoiiiie: Ie(o>ii 08, Colligr de halicc , IPaiis. Odilc I.i.oh, 1998, 1,. 2.30 [tiadu:ci6ii cnsrellana: Mil<inoi rcoiid>nros, Harccii>iia, Andii i licllo, 1'1Y71.

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que las conecta o separa es 1.1 confianza cn uno mismo o su auseiicia. Pa- ra las personas que coiifiaii eii su poder para cailibiar las cosas, rl "pro- greso" es u11 ixionia. Para las personas que sienten que las cosas se les van de las niaiios, la idea dc progreso resulta impensable y resultaría ri- sihle si la oyeran. Eiitre estas dos siriiaciones tan polarizadas Iiay poco espacio para un debate sine ira ct stiidio, y nienos aun par3 el ~or~s rnso . Henry Ford renía quizá dcl progres« una idea similar a ia que expresara accrca del ejercicio físico: "el cjcrcicio es iina pavada. Si eres saludable, no lo necesitas; si esris rnferiiio, no piieder realizarlo".

I'ern si la coiifianza eii u n o iirisino -la rranquilizadora seiisacióri de "tener control del presenten- es rl único siistenro sobre el que se asieii- ra 13 c~~i i f ianza en el progreso, iio cs raro que cn nuestros tieiupoh rsra úlriinn sea vacilante e iiiestablr. Y las rnzoiiei soii fáciles de ideiirificar.

Eri primer lugar, la conspicua ausriicia de un nxntte capaz de "mover e1 inuiidii hacia adelanre". En niiesrros tiempos de modernidad líquida, la prrgiilira inás acuciante y a la vez inás difícil de conrcsrar iio es "¿qué debe Iiacrrse?" (para Iiacer del iiiuridi~ iin lugar mcjor y inás fclir), uno "iquién va 3 hac~r lo?" . K e ~ ~ n e t h J«wztr4 inunciii el colapso del "discur- so de Jobué", que hnsra hace poco dalia forliia a nuestra c«nccpcióii del iiiiindo y sus posib~lidadcs y qiic llevó a1 iiiiirido a estar "organizado ceri- tralizadaineiite, dcliinirado rígidaiiieiite, e liistéricaiiierire prcociil>ado por los límites iiiipr~ierrnhlcs". Eri uii mundo coi, estas cnracreristicas, las iii- qiiieriides acerca de In exisrcncia de un agente <lifíciliiiciire podían sur- gir: despuis de todo, el iniindo dcl "discurso de J o ~ ~ i é " no era niiicha más que la coiijuriciúli de ii11 ngcnrc podcroso y los residuiislefccros de sus acciones. Esa iiiiagrn tenia iin fi~ndamcriro epistriiiológico sólido, cornpiicsro de entidades tan densas, inq~iebraiitabics e iiidiimiras come la fábrica fordista o los e s t ~ d o s soberanos plaiiificadores-adininisrrado- res~del-oz.de~i (que si iio eran realineritc soberanos, lo eraii piir lo incnos eri s i l ambición y dctermiiiaciiin).

Esa basc de coiifiaii~a szi el pr<igrrco hoy sc dcsraca fuiidaiiieiiialmen~ te por sus quiebres, sus fisuias y su crónica fisiparidad. Sus eleiuenros inás sblidos e inciiestiu~iables vari perdiendo vclozmrnte su densidad a la vez quc sii soberanía, credibilidad y cimfiabilidad. El agoramieiiro del Es- tado modcrno es percibido quizá coi, mayor agudeza en iarito su poder de inirar a la gcnre al trabajo -el poder dc realizar cosas- ya no reside en la polirica, quc solía ser la encargada de decidir qué cosas había que hacer y quiiii debía hacerlas. Mieiitras todos los ageiites de la vid:, po-

I lítica pcriiiaiieccn rodavín rri el iuismo lugar cn el qiir los eiicoiitrfi cl arribo de la modernidad líquida, aicrrados como antes a sus rcsprcti\,as parcialidades, hoy cl poder fluyc librcmeiite, bicn lejos dr su alcance. Niirstra cxpcricricia se asetiirla a ~ q u c l l a de los pasajeros de u11 aviiin que descubren, ya en vuelo, que la cabina del pilar<> csrá vacía. Ciraiido a Guy Debord. "el ccnrro de ci>iiirol ahora ce ha «culrnd<i, y ya no lo ocupa iiiiigiin líder conocidi, iii una ideologia clara".'

En segundo lugar, rcsulti cada ver rnctios claro qué es Iu que ese agente -cualqixiera que sea- drbería hacer para mejorar la situación del miindo en el supucsro caso de qiie tenga suficieiire para hacerlo. Todas las imágenes de uiia sociedad feliz pinrada por distiriras brochas Y en variados colores durniitr los últirnas dos siglos demostraroii ser quiiiie- ras inalcanrables o, sii los casos en los quc sii advrriiinieiito se produjo, itisi>porrnhl~i. .li>das lar fornias de planificaciiin social lhan deiuostrado que pr<>duccn tanta drsdicha como felicidad, si t i<i iriis. Esto se aplica en igual niedida n los dos I>iincipales antagonistas a l inarxisnio, hoy cn b a n ~ currora, y al liberalismo ccoliórnico, acriialmrnte en alza-. (Como eii 1992 sriialara I1eter Driicker, iin confeso y decidid,, dcieiisor del Esrado l i be~ ral, "el inisiez-fnirc taiiibiéii prometía 13 ' s a l v a ~ ~ ú n por la sociedad': re- inovcr iodu obstáciilo quc impida la búsqueda del beiieficio individual p r ~ d i ~ c i r í a , al final. una sociedad perfecta -o al iuerioi la mcjor de las sociedades pasiblcs"- y por lo tanto sus bravucoiiadns ya no podrían ser toiiiadas e n serio.) En ciiiiiiro a los otros coiril>eridores serio?, la preguii- ta foiiiiulada por Frati(-i~is Lqotard, "¿qué cipo de pcnsaniirnto puede soslayar Ai~~ci iwirc deiitro de uii proceso l . . . ) gcnrral Ihacia la ciuaiici- pación iinivcrsal?", siguc siii respuesta, y asi permanecrri. El apogeo del discurso de Josiié ha p.isado: todas ias visiones dc iin iiiuiid<> hcclio a medida pintadas Iiista iliura resulraii indigcrihles, y rodns las que aún iio han sido dibujadas son sospccliosas a priori. Hoy viajiriius sin una idca de desririo que nos guíe. Ni buscarnoi una sociedad iiirjor ni sabe- rnos con certeza qiiC eleiiiento de la socicdad en la quc vivi~iios nos ha- cc indiferentes y nos irnpulra a escapar El rcrrdicro de Petir Druckcr -"ya no i i i á s saivaciiin por la sociedad l...] [Tlodo aquel que hoy hable de la 'Gran Sociedad. tal como lo hicicin Lyndoii Baiiies Jolinsoii hace t.in sólo veinte aiios debei-ia ser el hazrnerrrír dr ~ n d o s " - ~ ha saliido cap- ,:ir iinpecahieiiieiite el espiriru de estos tiempos.

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El roiiiiiice de la modernidad coii el procrrso-con tina vida quc puc- de ser "trabajada" para que rcsulte iiiás satisfactoria de lo que c s no ha reriniiiado, si11 embargo, y es poco probable que termine pronto. La iuo- dcriiidad iio coiioce otra vida !más que la vida "hecha": lo i l t~e hacen los Iionibres y iiiulcres d r la rnodcrtiidad es uiia tarea, no algo dado, y una tarea sirrnpre iticomplera que rcclairia culdidos iiicesarircs y esfuerzos renovados. Además, la condicion 1ium;iria en la iiioder~iidad "liquida" o eii el capitalisrrio "liv~ano" ha exaltado a u n iriás ese modo dc vida: el piogrrsu ya I i r ) es una incdidi. remporal, algo provisorio, que condiiciria finaliueiitr (y en brevc) a iin estado de perfecciiin (o sea, a iin estado de siruación en el qiir todo lo qiie debía hacerse ya lia sido hecho y ningún otro cai~ibio es iicccsario), sino iin desafio y U113 iiecesidnd Iicrpcriios y qiiizás ilitrriniiialiles. vcrdadero significado dr "sciirirsr vivo y bie~i". Ko uhstiiitc, si la idra de progreso en su forma acriinl i i i ~ s rcsulta tan

poco iaiiiiliar q u e uiio se prcgiinra si aún esti entre iiosotros, cs porqiic el progreso, coinc raritos otros ~iarámctros de 1'1 vida nioderna, ha sido "individiializad«"; lo qur es iiiis: derr~gi<iiido y firivoiizn<io. Esti dcsre- gillado porque 13 ofrrtn de opciones para ''riiejurai" la$ rcalidndrs i i r e~ scnrer es muy diucrsi, y porque el runa de si u n a iioicdad cn puriiculnr significa verdadcraiiic~ire una iiiejora rcspccio de otra IIJ quedado I ibra~ do, antes y desputs dr s u :ipariciOii, a la libre cotiipctciici.~ ctitrr niiihab, cornpcrcncia que perdura iiicliiso dcspiiis de que ya heiiios elegido una de cllns. Y cl progrcro esti privatizado ~>orqiie rl rnejrji-ariiieiiiu ya no es iiiia empresa colectiva sino iiidividu;il: sc espera que Iod~'onihrcs y i i i ~ q c ~ res iiidividuales usen, por si iiiisiiii>s e iridividiinliiiente. sii propio iiigeiiio, rccursos y I~boriosidad para clrvar su c<i~idiciiiii a otra m i s satisfacioi-ia y dejas arric todo aquello de su coiidici0n pi-cieiirc qiic les repugiic. Co- iiio apiiiirara IJlrich Bcck en s u esclarecedar esriidio sol>rc la Risikogc- reiiscl~izft conreiriporáriea,

1.1 rcri<iciicia cs hacia la apai-iciriii <le t(>rn~zs ) i<>~~dicionc\ dc CXIS-

rc~icia iridwidoaliraiia\ qiie inipillsan a las Iicrsoiias -en iiornbrr de \u piopin supcl-i,ivciicia iiiarcriai- a rrarirfurmarse en e l ccnrro de i u propi;, p1:inificaciiin y condiicra ric vida l...] De Iicclio, iiii<i dcbc oprar y c.irnhiar sil idciitiilad riicial a la ve, .ircpi.ir CI ricrgo que o to iiiiplica l...] 1-2 i i~h i , i i f i<o eii iiiii;spiio se irtiiir/omia era iii i r i i i ~

<i.d repiodi<crii~n ,de lo socio1 ei i i.1 riii<iido i,irii17

El tenia dc la vinl>i/idnd del progrrso, así sca cr~iisiderado conio destiiio de la especie o como tarea iiidividual, sigue siendo sin einhargo hastaii- te igual que antes de la llcgada de la desregiilaciÍ>ii y la pris,atizacióii-y exactaiiieiitc como lo arriculara I>irrre Rourdicu: para planear el tururi,, cs necesario controlar el preseiire-. La única iiovedad es qiie lo qiir iiii- porta ahora es el cotitrol dc cada individuo sobrr sii pl-opio prcsriite. Y para ~iiuclios, quizá la mayorin, el coiirrol iiidividiinl que eicrccn s~ibrr su preseiirc es por lo menos endchlc, cuando iio d~rectaiiiriite niilu. Vi- ~ ~ Z I I U S en iin iuiindo de flexibilidad uiiiversal, ha,<> c<>ndicioric\ de Uiai- cheriirit agudas y sir, visos de rnliicii>n, qiir pcnetraii todos los aslicctus dc la vida iiidividual -las fiienrcs dc riiicstro susresito así coino los viricu- los dc amor e interés corniin, los parárnerros de idriiiidad profrsioiial así coino los de idcntidad culti~rnl, los modi>s de reprrseiiticiiiii del y<> rii pUhlico asi conio los ii,r>dclos dc salud y belleza, 10s valures relevantes así como los rncdlos para alcariznrl<,s-. Lcis puertos seguros para ama- rrar n~iestrn coiifianzn soii p<,c,>s y esriii ~ l e ~ i d o s unos dr oiros, y la ma- yor parte dcl nernpo ella ilota vaniii irntr a la deriva a la húsqucda de ini iiinrlie a snl\,o de las torrnrriias. Todos Iicmos ipi-riidido por la filcr- za que niin Iix l~larics iiijs laboririsa y inrticulosameiite clahorados tien- deri a salir nial y ario1311 rrsuIradi,s 11111~ distintos de los cspcrados, qilc i i l ies i ros celr>sr,s e s f u c r ~ u s para "poner las curas eri ordeii" silelen r e r ~ rniiinr cii iii,Ís caos, inforriiidad y co i~ f i i s~ó~ i , y ~ L I C nucs t r c denuedo pilr eiiiiiiii~i- las coiitingriicias y los accidentes c i aprrias m i s qiic i in juego dr nzii:

Fiel a su cosriinil>rc, la cie~icia captó ripidamcnrr rl mensaje de 13

nueva rxpericiicia Iiisr6rica y i-cflej6 el espirlrii cnicrpclirc con un3 pIW

I1fe~d~lii11 de rcoriis cieiitiiicas sobl-r cl caos y la c.irisrrofc. Movida eii

cl pasado por 13 cree~~cia dc que "Dios iio jiiega n Iix dadix", de que el uiiivcrso es esr~iciilmcnte determinista y de que la labor huiliana ci>iisis-

te eii lhaccr uii iiii,c~ital:io complcro dc sus lcyes para que los horni>res inu

anden a rienras y siis acc i i> i i o dcii i~ifaliblernr~itc rn el Iilaiic<>, la cieiici;~ c~ii teri i~oráiien dio un giro y recorioci6 l i iiarurnlera eiidéniicaimeiitc i i i ~ detemiiiista dcl mundo, el enorinc papel que juega la casualidad, y 13

cxccpcionilidad -no la nr>imalidad- del ordeii y rl rrluilibri<i. Ficles 3

corturnbre ranibieii, los científicos deviirlveri el mensaje ciciitíticaiiiciilc procesado al iiiibiro e n el que se origini~, i> sea, 31 ~niiindo de los iieci>-

cios y las acciones Iiiimanas. Y cnronces ieriiios, por rjeiiiliiii, ~ i i 13 j7Ol)LI~

l;ii e iiiiliivciiic iiirci-lil-ctnción que rrnlilirn D:ivi<l Ritelle 'Ir. 1.1 l i l i i \ i i l i . t

di. iiiqpir.iiiíiii cirriiiiii.i que "'1 r i rdc i i dcieriiiiiiirr.i !:i.xirr;i iiii <liu<,rili.ii d<,I , ,7:,r,':

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1.0s rrara<ior dc cconomia I . . ] rraiisiiiireii la iiiipirri<in dr que la lunc16ri dc ]<ir Icgisla<lores y dc los funcionarinr a cargo dcl go- bicrtio es la dc ciicoiitrar e iiiil>lciiicntir uii equilibrio especial- ( inenrc favorable para la ciirnuiiidad. Loi cleiiiplos ilcl caijs e n fisica iioi riisriiaii. sin crnbirgo, qiie eii vcz de llevar al iiluilibrirr, cicrrar siriiacionci diiibiiiicas desriicarlciian proccior rciiiporal- ineiirr caóticos c iiiipreilicihles. I.o\ Icgiiladorcs y funcionaiio~ dc gobierno dcherian por I r > ranro coiisiderar quc rus decisio~ic~, oiieiitadn~ a proililcir un ~<~iiilibrio mejor, pucdan cn carnliio pro^

<lucir o~cilacioiiei viuleiiras e ii~iprrvisur ioii cuniccuciicius pro^

Liahlcrncntc d e r a ~ r r o s a ~ . ~ 1

Lritre las iniuilias razones cri virtud de las cuales el trabajo ha sido eleva- do a 13 categoría de iriáxiiiio valor de los ticnipos mi>drrnos, ~ i i c r t r ao r~ dinaiia IiaI>ilidad, casi iiijgica, para da i forliia n lo inforliir y duración a lo efíriieio sc destaca como la mi s pl-oiuiiieiitz. Gracias a esa lhnlitlidud, cl trabajo se Iia ganado COL, justicia una función clave, incluso drcssiva, cri la muderiia aspiración a siiboi-diiiar, doblegar y c,>loiiirnl- el futiiro pasa i-ccmplarar cl caos por el ordcii, y la cuciriiigeiicia por iiiia secuencia PZC- decible (y por 10 taiiro controlable) de acoriieciiiiicntos. Se han üri-ibiiido al trahajo miichns virriider y efecros benificos, coiiio por ejeiiiplo el i i i -

ciernetiro de la riqucza y la cliiuiziación de la pobreza; pcro en c.id2 uno dc I<is rntriros que Fe le asignan siihyace su contribilcióii a la co~isiriiccióii de ese orden, al gcsro histórico dc poriel- a la rspecir huiiiatia a cargo dc s u propir> driririo.

El "trabalo" así crirciididi, fiie la acrividad a la que estuvo abocado CI conjuiirc de la hiiciiaiiidad i~iirritras ci~nstrilia su Ihisti>ria, mis par sii

iiaturüleza y dcstiiiu qiir por cii propia eleccióii. Y el "trnhajo" así dcfi- ,nido fue el esfucizc colscrivu rii el qiic cada ui io de I<>F miembros de la Iiuniaiiidad dclii6 tiliiiar parte. ' lbdo lo deiiiis fue iiria c<>risccucncia: caiisiderar el trabajo cuiiiii "condiciÍ>ii iiniurnl" del ser humano y la iiiactividad como anoriiialidad; culpar de la pol~i-eza, la niiscria. la nri-

I vació~i y la deprivacióri existentes 31 alejamiento de esa condicióii natu- ral; clasificar a lioiiibres v iiiuicres dr acuerdo con el simiiesto valor del . . aporte de su trabajo a la labor de toda 13 esprcic y atribuir al trabajo iiiia fuzicióii priiiii~rdiil eiiiir las actividades Ii~imaiias, la de conducir a 13 a u t o ~ u p e r a c i 6 ~ lnoral y a la elcvacifin de tod<is los iiiveles éticos de la r<,cieriad.

' Vm\c I)iviii Iluclic, Horurd r r rbar~r , I>arir, Odilc Jacoli, I Y Y 1, I>I>. VI1 r 1 1 i Irr.~ c l t > t L # , z # > ~,%%<cll:#x>;>: A:,#r)j ,.,,,,s. ,Madr#<I, !\Ii.>n7;~, 19951.

Cuaiidu la Uizsici>erheif se vuelve algo pernialieiite y así es pcrcibida, estar-cii-el-iiiuiido ya no produce la sensación de un encadenamiento de accioiies lógicas, consisreiites y acuniolativas, que están aradas a la ley y respaiideii a ella, sino que eiiipieza a parecerse iiiis a un jucgo cn cl quc el "mundo exterior" es uno de los jugadores y se comparta corno tal, su- jetando las cartas contra su pecho. Coniu en todo juego, los planes para el futuro ricndrii a ser traiisitorioc, versáriles y volubles, sin iin alcance quc cxceda el de las próximas jugadas.

Sin la promesa de un estado últiniii de perfección en el horizonte de los esli~rrios liuiiiarios, sin la confianza en la infalible cfcctividad de cual- quicr csfucrro, poco sentido ticnc la idea de un orden "total" que re vaya erigiendo piso por piso gracias a iin laborioso, consisrente y prolotigado ei~ipeiio. Ciialiro iiienos coiitrol tcncmoc del presente, mcnos abarcado- ra s e r i la planificacion del furiiro. La franja de tiempo llamada "fiitiiro" se acorra, y cl lapso total dc uiia vida sc fragmenta en episodios que son manejados "dc a uno por vez". La continuidad ya no es más i ~ n indica- dor de pcrfeccionariiiento. 1.n natiiraleza dcl progreso, quc supo ser acu- miilacivn y dc largo plazo, está dando lugar a requerimient<is que se dirigen a cada iiiio de esos episodios sucesivos por separada: las virtu- des de cada cpisodio dcheii quedar demostradas y ser consuniidas total- niriiie aiites de que Crre finalice y el pií,ximo comiciicc. Eri uria vida regida por el pcinupio de la flexibilidad, l i s estrategias y los planes de vida SÓIU pueden ser de corto plazo.

Jncqurs Atrili Iia hugeridu recieiitsinente q u e iiueitia idca del futuro y inliestra p.~rticipacióii en él estin hoy regidas, si Iiien solapadamente, pul- la iiii~geii del I.ibrriritu; csa iinageii es el espelo >rivilcgiada cn cl que iiursira civilizacióri eii s u estadio prescnte conrcmpla su apariencia. El laberinto con>« alegoría de la condición Iiitmana fuc un mcnsale trans- iiiitido por los iióiii~des a los sedecirarios. Han transcurrido inilenios, y tiiialmente los redeiitarios Iian ganado la confianza PI coraje siificien~ res como para enfrentar el dcsafío dc un destino lahcrínrico. Artali seña- la que "en todas los idiomas curopcos la palabra lobei-iizro se convirtió en siiiónimo de complejidad artificial, oscuridad inútil, sirrema tor t i io~ so, fronda impeiietrablr. 'Claridad' se convirti6 cn sinónimo dc lógica".

Los nón~ades se propusieron haccr transparcntcs las paredes, endere- zar y selializar los pasadizos torruosos e il~iininar los corredores. Para iisa de todos los que en mi futiiro quisieran recorrer el lahcrinro, redac- ~ ~ L O L I taiubién giiíai y inanuales de icistruccioncs claras y precisas acerca dc diiiidc girar y dónde no. Todo esto para terminar dándorc cuenta de ~ L I C '1 I;ihcriiito scguia firmemente en s l i sitio; para colnio, sc había vuelto

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I I I ~ S e~igaiiuso y coiliiiso debido a la iiiextricable siiperposicióii de pis.idas, la cacofoiiia dc iiidicacioiici y cl coiistaiite agregadi> de riuevos pasadizos sinuusos y caiiiinos sin salida. Los sedentarios se haii transforiuado en "iióiundes iiivoluiitarios", al recordar deiuasiado tarde el ineiisaje rccihi- do 31 C O I I I ~ C ~ Z O de su i,iiie Iiistó~ico e intciitar descs~eradamcrite recuoe- rai so conreriido olvidado, el cual -según suspechaii puede darles la "sabiduría necesaria para su iutiiro". Una vez iriás, el laberinto se traiis- forma cn la imagcn maestra de la coiidición hiimana -rcprese~itacióii de "ii i i opaco lugar eii el que el trazado de lis calles puede no obedecer a iiitiguna ley. El azar y la sorpresa rigen en el laberinto, enibleina de la derrota de la Razón Puran-."

Eri este rniindo inexorablemente labriiiitico, el rrabajo Iiiimaiio, así co- mo el resto dc la vida Iiuiuana. cstá cn episodios ccrrados cn sí niicnios. Y coino siicede en el caso del resto d t Ins acciones qne loi Iiiirna~ nos piicdari emprendcl; cl objetivo dc lograr que sii cilrso sc ajiiste a los drsign~os de siis protagonistas es esqiiivo, quizás inalcarizablc. l>cl iiniver- so dc la cnrisrrucci<in dcl ordcri y dcl coiirr<rl del futuro, el trahaj<i ic ha desplazado al ániliito dcl ~ i ~ e g o ; el acto de rrnhalni- se parece iii6s n la es- iratcgzi dc iiii jugador que sc plaritea nioilrsios ol>~ctii,os U corio plazo sin uii ilcaiice que v.iya iiiis 3115 de lis próximiis dos O tres lugndns. Lo que iucrira son Ica cfcctus inmidiatoh dr cada jugada y los cicrtos dcbrn ser aptos para su coiisuiiio t i lnhiC~~ ilimediato. Se S U S ~ C C I I ~ que el inundo cs- t i llciio de p~iriitcs Irlaiios rii 10s que ucir] prrfirrr iio prr inr Iiasta el inu- iiiciito de toparse cuii ellos y tener que ci-urjrlus, cosa iiiiprobahlr eii lo iiiiiicdiaro. Hay que ociiparsc de ~ i t i ubstáculo por vez; la vida es tina se- cucncia dc episodios i a d a ~ i i i o debe ser calculado scparad~iuciire, ya que arroja so propici balance de pérdidas y ganancias-. Los caminos de la vi- da i i c sc eiidereran a niedida que las recorrenios, y iiiia curva bieii tomada nr] cs garantía dc que la pr6xima nos resultc igual.

Por consigiiicnrc, el carácter del trabalo ha cambiado. Eii la mayoria dc I<)s Casos. CS algil cxccpcioiiai: la trcfa dc uii ilriioier4r quc apiovcciia lo que tiene a mano y que rsr5 inspirado y liniirado por lo que tiene a tiiano, algo creado pero no cr~ar ivo, qiie cs más el resiiltado de la opor- tunidad quc dc la planificnci6n. Guarda un asombroso parecido con el famoso "ciberropo", que s r mueve de aquí para allá buscando un enchil~ fe al que conecrsrse para recargar la rnergia necesaria para biiscnr erro cnchutc al quc conccrarsc p i ra rccargar la encrgia necesaria para ...

" J a c q u o Arrali, Cheiixiiis desoperic: iroité dii< ln i i jn~ i i l~ i , Parir, Foyoi<l. 1996, 111>. 1". 23 y 60.

Quizá "jiigiictcn" sea el r6riiiiiio que mejor ealircsa In nueva naLura- lezn del rrnhajo, il~vorciado del gra i id ioo discño de la niisiÍ>ri coiiiúii y uiiivcrsal de la hiiinariidud y del no iiielios graiidioso discño de la v<ica- cióii de rida. Ucspojado de su parafeinalia escat<,liigica y separado de sus raiccs mctafisicns, el trabalo ha perdido la cenrralidad qile le fue asignada en la galaxia de los iw.lores doiiiinantes de la era de ICI inodcr- iiidad sólida y cl cal>italisino pesado. El "trabajo" ya iio puede ofrccei iiii huso scgriio eii el cual eiii-ollal- y fijar dcfinicioiies del yo, identidades y provectos dr rida. Taiiipoco puede scr pensado c<inii> Iundarnciito Ctica de la sociedad, ni coiiio eje Ctico de la vida iiidividiial.

En cninbio, el rrabajo Iia adquirido a s í coiiio otras actividades de la v i d a LII, s i g r i ~ i i ~ a d ~ i~~ayortiicntc citérico. SC cspci.3 qiie rrsultr gratifi- cante por y eii si ~iiisiiiu, y iiu por SUS R C I ~ L I ~ I ~ < I S O S l ~ I > ~ e s t < > s efectos so- hre iiuesrros Iirriiiiiios y lierrnaiias dc la hilinaiiidad o sobre el I>udcrío de iiucsira iincióri, y iririios a u n sohrc cl hiciisstar de las gciieraciones f ~ i - I U ~ A S . S610 U L ~ . I S pocas PCTX>II~IS -y eir coiitidas ocasioiirs puedcii recln- imar el priirilegio, el honor y cl prestigio de realizar un trabajo q u e sea de iiiiportiiicia y lhciieficio para el Iiirii coiirúli. Ya casi nunca se cori~i- der i qiir el trabajo "znriohlczca" o qiie "haga inicjores seres Iiiiniani>sn 3 S L ~ S C ~ C C U C O ~ C S , y rara Y C L se lo adiniri o elogia por esa r a z h I'or C I coiitrarlo, se lo mide y evalúa por su ijalor de diversión )- cnrrcreiiirnieii- io, iluc satisfacr ii<, iaiiro la vocaciúii ética, promcteica, de L I I I prodiic- tor o creadilr, coiiiij 13s iircrsidades y deseos estéticos dc iiii ciirisurriidoi, iin buscador dr sciisacioiiss y coleccioiiista de ~xpericiicias.

Ds acuerdo coii CI Osford Eirgiish Dictioiinry, el priiiisr uso del tcririi- iio "mario de ubia" coino "erfiicrír> físico oriciirido nl abastcciiiiiento dc las iiecriidadrs iiiatel-ialcs de la comiinidnd" est5 frcliado cii 1776. IIii siglo iiiás rardc, llegó a significar ideiriis "el cuerpo total dc rraba- jadorrs y operarios" qiie toiiian parte ci i esa prodriccióii, y poco después iaiiibiéii iiicluyó a las sindicatos y deniás rirgaiiisirios quc iinieron ambos \igiiificadi>s, uiorgarari cohcsióii a csa uniiiii y Ir dieioii la fottnn de tina I>x>l>lrriiárica política y iin insti-ui~iento de p d e r . El tiriiiino eii iiig1i.s ( ia- i,oirv) es notable, en tanto hace foco eii la "triiiidad laI>oraln -la intima ci>iicxii>ii (de hecho. la coiivcracncia seili5iirica uriida al carácter idéntico <I i , siir destiiios) entre La significación atriliuida al trabajo (ese "csfucrzo l i \~c i> y iiiezit:il"). la autoconsritiiciÍ>n de los trabajadures cuma clase y la

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150 MODERNIDAD L~QUIDA

política basal de esa autoconstitución-; en otras palabras, el vínculo en- tre considerar al esfuerzo físico como fuente principal de la riqueza y el bienestar de la sociedad, y la autoafirmación del movimiento de los tra- bajadores. Juntos ascendieron, y juntos cayeron.

La mayoría de los historiadores coincide en afirmar (véase, por ejem- plo, el reciente compendio de sus hallazgos hecho por Paul Bairochjlo que en lo que se refiere a los niveles de riqueza e ingresos, hay pocas di- ferencias entre diversas civilizaciones en la cima de su poder: los ricos de la Roma del siglo 1, de la China del siglo xr, de la India del siglo xv11 no eran muy diferentes de los de la Europa de los umbrales de la Revolu- ción Industrial. Según algunas estimaciones, el ingreso per cápita en Eu- ropa Occidental en el siglo xvrrr estaba apenas un 30% por encima del de la India, Africa o China durante el mismo período. Poco más de cien años bastaron, sir1 embargo, para que esto cambiara drásticamente. Ya en 1870 el ingreso per cápita en la Europa industrializada era once ve- ces más alto que en los países más pobres del mundo. En el transcurso aproximado del siguiente siglo ese factor se quintuplicó, llegando a 50 en 1995. Como señala el economista de la Sorbona Daniel Cohen, "me atrevería a decir que el fenómeno de la desigualdad entre las naciones tiene un origen reciente; es un fenómeno de los dos últimos siglos".ll También lo es la idea de la mano de obra como fuente de riqueza, así co- mo la política nacida de esa idea y regida por ella.

La nueva desigualdad global y el aplomo y sentimiento de superiori- dad ronrigiiicnres fueron tan espectaculares como inéditos: se necesita- ron nuevos conceptos, nuevos marcos cognitivos que permitieran captar y asimilar intelectualmente esa nueva realidad. Esos conceptos y marcos fueron suministrados por la recién nacida ciencia de la economía políti- ca, que vino a reemplazar las ideas mercantilistas y fisiocráticas que acompañaron. el camino de Europa hacia la fase moderna de su historia hasta los umbrales de la Revolución Industrial.

"No es casual" que estos nuevos conceptos hayan sido acuñados en Escocia, un pais que se encontraba a la vez dentro y fuera del torbellino del furor industrial, inserto y despegado de él al mismo tiempo, física y psicológicamente cercano al pais que se transformaría en el epicentro del orden industrial emergente, pero que se mantuvo durante una época rela- tivamente inmune a su impacto económico y cultural. Por regla general,

"'Véase Paui Bairoch, Myrher et paradozer de i'hirtoire écoizotniqr~e, París, La DCcoii, verte, 1994.

" Daniel Cohen, Richesse dr< ,>ionde ..., ob. cit., p. 31.

las tendencias que están en pleno desarrollo en el "centro" son reconoci- das con mayor rapidez y articuladas con mayor claridad en lugares tem- poralmente relegados a los "márgenes". Vivir en las afueras de los centros civilizados significa estar lo suficientemente cerca como para ver las co- sas con claridad, a la vez que a distancia suficiente para "objetivarlas" y así condensar y dar a esas percepciones la forma de conceptos. No fue por lo tanto una "mera coincidencia" que la buena nueva llegara desde Escocia: la riqueza proviene del trabajo, y el trabajo es quizá la única fuente de riqueza.

Como Lo iba a sugerir Karl Polanyi muchos años después al poner al día las ideas de Karl Marx, el punto de partida de la "gran transforma- ción" que dio nacimiento al nuevo orden industrial fue el divorcio entre los obreros y las fuentes de su sustento. Ese acontecimiento trascenden- tal fue parte de una transformación más integral: la producción y el in- tercambio dejaron de estar inscriptos dentro de un modo de vida más general, indivisible y de hecho más abarcador, y entonces fueron creadas las condiciones para que la mano de obra (junto con la tierra y el dinero) fuera considerada meramente una materia prima y tratada como tal.12 Podemos decir que fue esa misma desconexión la que dejó a los trabaja- dores y su capacidad de trabajo en libertad de moverse, de ser movidos, y por 10 tanto de ser usados para otros ("mejores" -más útiles o prove- chosos-) fines, de ser recombinados, de entrar a formar parte de otros ("mejores" -más útiles o provechosos-) planes. El divorcio entre las ac- tividades productivas y el resto de los objetivos de la vida permitió que el "esfuerzo físico y mental" se cristalizara bajo la forma de un fenómeno en sí mismo -una "cosa" que podía ser tratada como las demás- o sea que ese esfuerzo podía ser "manejado", movido, unido a otras "cosas" o separado.

De no haberse producido esa desconexión, habría sido prácticamen- te imposible que la idea del trabajo se separara mentalmente de la "to- talidad" a la que ''naturalinente" pertenecía y que se condensara bajo la forma de un objeto autónomo. De acuerdo con la imagen preindustrial de la riqueza, la "tierra" era una totalidad de ese tenor -incluyendo a <luieiies la araban y cosechaban-. El nuevo orden industrial y la red con- ceptual que hizo posible el anuncio del advenimiento de una sociedad dis- tinta -industrial- nacieron en Inglaterra; e Inglaterra se destacó entre sus

'> Véasc Karl P < ~ l i n ~ i , Tlh Grcnt Tranrformnrion: the Political and Econotnic O~ ig in o f <ii<r li,rir. I\<isroti, I\cncriii Prcss, 1957, cn especial pp. 5647 y cap. 6 [traducción castellana: 1 . r ~ ~ r ~ z i i trorirf(,rrtriici,iir. M;idi.i<l, F.li<iyniiori, 19891.

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vecinos de Europa por 1i:ilirr desiruido a sri c,~inpcsinado, p Iiinto con fs- re, el lazo "iiariiral" cnti-e la ricira, el rsfiiei-zo huin.inr> y la riqiieza. l'ri- mcio los labradores debía11 quedar i i iac~ivi,~, a la deriva y "sin aiiio", para que pudicran ser coiisideridos recipieiites aiiihularirri porradores de t i n a "iiierza laboral" de uso iiiiiirdiato, y para qtie esa iucrz;i pudiera ser considerada a su vez "fuenrc poreiicial de riqueza" ~poi- si sola.

11 los tcsrigor lnis esclarecidos de la época les pareció qne 1.1 nueva inacrividad y el desarraigo de las oliirros eran iiidicadures ilc iiiia emali- cipación de la inaiio de obra -y que foriiial~ari parte dc la excitanrc scrisa~ cián de liberación general dc las lhabilidades liuiiia~iac rrspccro de las cnasl>ecanres y cinbruieccdoias liiiiiracionrr puehlrri~i.rs, de la iiicrrn de la costiimhrc y dc la iliercia Iieiediraria-. I'eio la riiiniicipnciijn de la iriaiio de obra de siir "limiracioiies ~iaturalcs" ino le periiiirib flurar iilii-ri~icrire sin ataduras ni "atiioi'' por iiiiiclio riciupo i i i Iilru iiada pui- darle nuti>iiuiiiin, niitr~dcreriiiiiiacli>n o libcrrad de elegir y seguir su propio caiiiiii<~. C~i311~

du el autiqirrlieri~ado "modo de vida tradicioiial" del cual el ti.ibajo (,ir-

111ah3 parte anrcs de su emancipaci<in fue dcirnaiiteladu o siniplciiiciire ciyá CII dcsur<i, fiic reei~iplnzado por on-o orden; pero esta vc i iio s r ir:,- tabd, s i n eiiib;irgo, dcl scdiinrnro de los crriricos meandros del dcsrino ii los drsliccs de 12 Iiisrorin, slrio de iiii nrdrri piediseñado, "co~istrai<Ir>", producro raciuiial <Icl pri isni l i ic i i to y la ncci¿~ii. Cuando sz siipo que el r s a ~ haju es., 1.1 tiieiire de 13 riqlle~a, la rnz611 / i r la encargada dc dre~iar, cxp<>- liai )- exkilorar csa loriire i i i i s efic;iziiieiiic quc iiuncn Ii.isra entoricci.

;\lg~iii«s ci>iucilrsiistas iiiiliuid<>r dcl ii~iiiiilriii>sci cspiririi dr la Cpoca niodci-iia (con I<:irl Mai-x a la C J ~ C Z . ~ ) vicrori eii la iiiiiertr dcl aniigiio oidcci el i-csulrado de Iiiin <letoiiacii>ri deliliri-ai1.1: 1.3 cnpl<,riÍ>ri cailsnda lwr ~ l n a boiiilia c<>I«c,add por el cdP~idIi empeilu<Io c11 '.ciis(jli.:r 1 0 s 6 l i ~ do y prol'aiini- lo rngl-ado". Orios. ciiiuo De 'li>cqiievillc, i i i i s cscépricos y iiiilcho rneiiils e~iriisiasrns, coiisidcriroii que esa drs~~inricióri c m ini;is iin cnio de iniplosión que una cxplosióii: iiiiraii<lc> Iiaci', :irrir. ellos iis-

re) y notaron que la agitación y la alraiieria de los i i u r w s niiios eran, eii esencia, 10s csrci-roi-es de un cadivcr, apenas mi s que la I>ilrqiirda \ . igo~ rosa )- rrsi~elta dc las mlsnias curas 11111agr<>sas que el vicio ordrii ya Iia- hia prohadi> iniixcho tieinpci aiircs cn su desesperado y sin eiiiliirgo rniio iiitcnro dc conjiirai o al inenos deiiiorar su propia iiiucrlc. Esos pezisa~ dorri rcrahaii dc ncucrdo, iio obsraiire, acerca de las posibilid.~dcs del i i i lcvi i rigiincii y dr las iiitericioncs dc sor 31110s: el ~ L I ~ ~ ~ L I O 0 1 ~ 1 1 . 1 1 . pi i r i l csc ci i t<i i icc\ diiiiriti~, scría rrrxiiplaz.ido pol. i ~ n o ~ i i ~ c v < > . ~ r i i . i i i > \ i . ~ i l i i i . i . i

lile y iuis viable quc cl precedeiite. Era iiecesal-io conccbir y forjar sólib dos iiucvos que lleriariii ci vacío dejado por los que sr habían disiicln,. Lo que \e hallaba a la deriva dcbia ser amarrado otra vez y con niás tucr- 23 que antes. 0, para cxprcsailu eii rériniiioi más dc nicida: lo que liabia sido "desarraigado" tenia que ser, taidc o rcmpra~io, "rearraigado".

El drs~arraiiiierito de los aiitieuos lazos locales/comiinnies, la dcclara- ciúri de guerra a las normas de usos y cosriimbrcs y la pul\~erización de les poiruoirs iiiieviiiriinirrs deseiiihocaron finalmente en la delirnnrr rrii-

hr iague~ de "irolver a ernliczar". La seiiración de "disi~lver los sólidus" era coiiio fundir el liicrru « derretir pilares dc accro. Las realidades, aho- ra disurlrar y fliiidas, pnieciaii csrai listas para ser rccaiinli~.ndas y verri- das deiiti-o de ciioldes iiucvos, para qiic s r lei diera una niicva foriiia que iiunca habrían tornado dr haber fliiido libienielite por el leclir~ de Iiir río5 que cllai cmisiiias hi>r.idaiori. Nitigiiii propiisirri, por an~l>~m<>su que fue- ra. parccía ~xc r< l r r la capacidad huriiaiia de pensar, dcsciibsir, iiivriitas, planificar y actiiar Si bicn la sociedad feliz -la sociedad de la gente feliz- ii<i sc vislitnibraba rodnvii a la viirltn dc 13 rsiluiiiz, su iiiiiiincrite llegada yAhnhia sido prevista cii los tableros de dibujo de los pciis.idores, y sus conioriios, bosil~irj.ldos por ~I los , Iiabiaii eiicaiiiado cii las oficinas y puesros de coiliando de li,s hoiiibres dc iccióii. T~iiito l i ~ s peilsadores cn- inr> los huliibrrs de accibii urie~iraban siis esfuerzos I~acia ti11 misnio o b ~ leiivo: In c<iiistrucciiiii clc uii nuevo orden. 1.a liherrad recie~ircmenrc dcscuI>~crld debid ser .aplicada al esfucrio de coiiwgliir una mcródicn r u ~ t ini fiirura. 'Jada drhia quedar libraiio a su propio cnpriclio o derrotero iiiipredrcible, a la iaralidad o la conringcncia; riada dcbia qilednr como erraba si podía ser iiicjorado par., quc tucra m.is úril y r ircri i .~.

El iiiievo orden cn ci <juc rodos los cabos silrltor hasta rsc crir<iiices se^

rían anudados otra i c z , en CI <pie 10s rcstos clc las tarnlidadrs pdsadas, los ~iiufragos abalidoriador y n i;i dcriva pisarialr tierra y serían rcuiiicados en el lugar quc Ici coricspoiidin. ese ordeii dchia ser iiiücieo, sblido, tallado en piedra o forjado eri ncrro: pencadi> para durdr 1.0 graiidc era lhrrnio- so, lo grande era racional; "grande" era siiib~iimr~ de podcr, aiiibición y coraje. El prcdio en ci>nsrriicción dcl nuevo orden iiidustrial estaba salpi- cado aqui y allá de m<iniinicnri,s dedicados n csr poder y a esa aiiibicióii, 1 rnoiiumentoi qiic fiiialmcnic resulriioii o nrr indsstructiliies pero que cier-

! ranientc fucroii coiistroidos para parrcerl,>: por ejeiiiplo, las giganrescas fábricas atiborradas de cnorinrs rriiquiiias y iiiultirudes de operarios, o las ,,

: , densas rcdrs dc canalcs, pucnres y liiieas férreas, jalunadas por las iiiajes- i i tilosas cst;iciiiiics dc ri-cli oiie siiiulabari aiiricuos renivlos erigidos vara In i 1 ;iil<ir.iciiiii di, Iki vivi-ii<i y p:ira rreriia gloria de los fielrs.

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TRAIIAJO 1.55

1.0 <iuc nusn al caaitil y al trahaio fieiitc a freiite y los unió fue la re- que "iiosotros iio quereinos rl-adicii>nB y que "quercinos \ivir eii el p r e ~ senrc, y nos ininoira uri I>led<i la Iiistoria que iio sed 12 oue lhaceiiios Iiov" cirrlo día duplicó el salario de sus <iperarios aduciendo que quería qiie i

i sus einpleados comprnrnii siis autos. Esa, por supuesto, iio cia uiia rxpli- cncimn en serio: los auto' coiiiprados por los operarios de Furd rcpresen- rabari uria fracción i~isigiiificsiite de las ventas totales, mientras que la duplicación de 10s salarios constituía una pcsada carga sobre los costos de 1 prodiicci6n. La verdadera razón de una iiiedida taii poco orroduxa era el deseo de Furd de detener la crecieiite e irritaiite movilidad lahoral. Qiirría atar a s u s eiiiplrados a las riuprrsas Ford de una vez y para sieiu~irc, y ha- cer quc CI dinero invertido eii su eiitreiiamiento y capacitación diera SUS frutiis, u i a y orra vez, en tanto durara la vida iiiil de siis rrahajadorcs. Pa- ra lugrarlu. tuvo que itiiiioviiiiar a su pcrsoiial y, dc sci- posible, mniirener- lo donde estaba hasra quc su capacidad laboral Ihiiblei-a sido dl-eiiada por cuiiiplero. 'Tuvo qiie hacer q ~ i c dcpcndicra dcl empleo cii s u tihrica y de veiidcr su trabajo a i r < propierario coiuo si sil propia riqoe7.a y poder d e pciidieian de sils einpleados y dcl iiso dc sil capacidad lahr,ral.

Ford cxprcsaha a twvs voz 13s ideas que otros nreiornhaii pero que c6lo se atrevían a silciirrar; in5i bien niariilcsralia lo qiic otros CII su si- runciim scnrian per<i no rrnn C ~ P ~ C C \ de r>ij>rcsar con ranras pa1ah1.a~. Fiie iniiy apropiadii romnr el ~i<,ii ihrr dc Ford ci>iii<i iriodcli> de las iiitsii- cioncs y priciicas típicas de 13 iiiodrriiidid sólida i> capir~lisiiio pesado. El iiiodelo Heliry I-iird de uii iiiicuo oi-deii racii>iial filó los c~i j i idares de la icridcricia uiiivrrsal de su 6puc.i: era C I ideal q u c todos o casi todos I<>s driiiis riiiprcsarios de la &poca se e s f ~ r ~ a l > ; i i ~ , CULI exll0 dispar, por al^ calizar. Ese idc.ii coiiiisiia eii iiacer de la uiiii>n ciirrc el capital y el tra- bajo 31g0 que -coino C I iriatiinioiiiu celcl>iado cii el ciclo- iiiiigiiii poder h111113110 p ~ ~ d l c r a , 11 osara, dcsarar.

La ~ l ~ o d e r ~ ~ l d a d sólida cra tamhiéii. de hecho, la época del capiralis- mo pesado -del vinculo cnrrr capital y inaiio de obra fortalecido por su coiuproiiiiso iiiuttlo-. La sui>erviveiicia dc los trabajadores dcoendia de que fueran coiirrarados; la rcproducció~i y el crcciiiiiento del capiral de^ pendían dc esa coiitratacióii. El ~ i i n t o de eiiciierirro era tiio: nineuno de . , ~, los dos podía ir niiiy lejos por su cuciita -la solidcz dc la fábrica ence~ rraba a aiubos socias cn una celda coinún-. Capital y rrahajo estaban uiiidos. podriarnos decir, en la riqueza y rn la pobre,.a, en la salud y cli

la eiiferinedad, y hasta que la rnuertc los scparasc. La fábricn cra sii do^ iuicilio común -simultáneamente campo de baralla de iiiin i:iicl-l-.i

trisiclieras y Ihogar iiarilrai de siieiios 1. espcl-anz:i\-.

. . . . Incióii de comprar y vender; inturiccs, para seguir con vida, cada una de las aarres drbió mantrricrc eii torina aara esa transiccióii: los dueiios del capital dcliian scr capaces de seguir ci>rnpraiido niario de obra, y los due- iios de la niiiio de obra dehinri rriaiiieiierse aicrra, saludables, fuertes o con el siificicnre atractiu,> para iiu alejar a los purriiciales coiiipradores iii

rcsulrarles una carga. Los "iiitercses creados" de cada una consistían en que la contraparte se iiiaiituvicra eii foriiia. N o es ext ra tu quc ia rear- ticillacii>n del capital y CI trabajo se rransfori~iase eii la priiicipal función y prrocupacióii ramo de 13 pr~lírica corno del agente político por excelcii- cia, el Estado. El Estado dcliia ijelar por cl capital para que estuviese ei i coiidicionis de coriiprar trabajo y de airocitar siis costos. 1.0s dcsernplcadas c iü i i uii verdadero "ejército de reserva de trabajo", y debían estar prepa- rados e n las huziins y cii 13s iiiala~ en caso de scr convocados al scrricio ac- tivo. El Estado heiiefactor, piiiiral iriil>rescindihlc siii cl cual ni capiral ni rrabajo podían subsisiir saludahlemcnte y menos aivi prosperar, estatia lusiaiiiriitr por eso "iuás allá de la izqi~ieida y la derecha".

l'ara alg~iiias personas, el Estado benefactor era iin recurso trmpora- rio qiie iría desaparccicndo por sí solo en la riicdida en que uii segiiro colccrivo contra los iiifortiitiir,r cuhricra raii aiiiplin y cahnlniriitr a 10s asegiirados q n e éstos pudieran desariollar al rnáxinio sus poteticialrs y juntar el cornle neceial.io para, por así decirlo, "pararse sobrr sus pro- pios pies". Para 10s ohscrvndoiri m i s escéptici>s, CI Estado heiiefactoi cra un dispositivo sanitario c<,lec~iv:iiiieiitt fiiiaiiciado y adini~iisrrado i i n a indispc~isahlc oper,icióci de lavar-y-curir, ya que la eiiipl-esa capi- talista seguid gciieraiido dssrcli<~s sociales para cuyo reciclale iio rrnía ni la inrenclón i i i los rrcursi,i iiecrsarios (ni siquiera a largo plazo)-. Todos estahati dc acuerdo. siii ciiibasgo, 5x1 qiic C I Estado bciicfacrar era un zr- rilugio para Ihzcer fictitc a las aiioiiialíis, impcdir las deserciones a la norma y dr \ ac~ iv i r las coiisecuciicias de las inh-accioncs allí donde dc todos iiiodos ésras se produleraii. La ~ioriiia en sí, pocas vcces coesrio- liada, E C ~ el C O I I I ~ T < > I ~ ~ S O directo, iuutuo y frente a frente ciirre capital y trabalo y la ic~olui ió i i dc todos lus irnportantcs c irriranrcs problemas bociales dentro del iiiarco de ese coiuproiniso.

Cuilquirr a p i r i i d i ~ qiis coiiiciizaru su carrera lahnral cn Ford podía rsrar srguro de que tei-iniiiaría su vida laboral cn cl mismo lugar. Los lho~ ri~oiirrs teiiiporales del capiralisiiro pesado cran iejaiios. Para los r r a h a ~ ~adores, cl Ihorizoiitc se acercaba ante la perspectiva de tina vida de ~i;ii,;iji, < I i , r i i i < , ilr i ~ ~ i . i criipi-esa que podía o no scr inmorral, pero qiie c<,ii 5i . i : i im~l . i i l III\ ~oI~rcvivi~.ín Ini-garncritc. Para los cnpirnlistnr, In ''ii,i~~

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tun.3 tillliili~r'', que debía prrperuarsc in5s nlli de la vida de cada i ino dc sus iriiriiibros, era siiióiiiiiio de las fshricns que hercdnhnri, coiistriiinii o iiitciitaban agregar a la lista de reliqiilas taniiliarcs.

Abreviando: IJ iiierirrilidad "a largo plazo" se correspoiidia crin i i n i

expecrativa fruto de la sxperieiicia, y era esa experiencia la qiie corroho- i-aln, dr imaiisra coiiviiicciirr y siriliprc scri<,va<la, que los dmriniis rciprc- tivos de Id) ~ C I S U I I I ? ~ que c<>n~l>ran rr:ihnio y los de aquellas quc I r > vcnclcn estarían íntiiua c inseparableiiiciiie ligados durante niiicho rieiiipo roda- vía - c i i la piictica, para sieriipre-, y qiie por l« ranio encontrar ~ m a fornin de cuiivii,eiici;i sopostililc era tan iiiiporrairre ''1mra el interés de i i~dos" cunio lo cs la neguciacióii de reglas ~qu i i i t i va s dr vrciiidid eiirre los ,pro- pietarios de las casar de un niismo 1,311 10. ira expene~~cin i ~ r d 6 iallils dé- cadas, quizá iiiis de nii siclo. rii afiiiiral-sr. Ciiierció al i11131 iirl Izsc,) Y .. . roriiioso caiiiiiiu de la "solidificacióii". Coiiio lo iugiriú Riclinid Sriiiirtt cri iin i-ccicnrc csriidio, i io hle sirio hasta despuss dc la Scguiidn Guccrn Milridial qoe el desorden original dc la época capiialiiia fue rcciiil~laiado, nor lo rncnos cii Inr ecoiioiriíai m i s avanzadas, nrii "sindicatoi iiiciics. ~ 3 -

ranres del Estado henetacroi; y coipol-.icioiies '1 grdn escala" quc s i co~ii- I>iriar<,ri y dicroii c o n i i ~ reciilrado ui ia era dc "i-elaiiva csrahilid.id"."

Eii 13 "rrlatti.a csvabilidad" cii ciicsrión siibyacc, siii dudas. el C ~ C I I I O

conflicto. I>r Iieclio. eia esrahilidnd hizo postl>lc cl conflicto y. en iiii seii- tido ~arad<ji,cc, I irn detccrado en sii rirmpo por L.cwis Coser, lo hizo 'fiin- C L O T I ~ ~ ' ' : para I > ~ C I I l>U3 n1d. los .inrnroriistas cstahnii aradoi rl i~rio al otro por S L ~ ~ C ~ T I I ~ S I I C ~ U I I I U ~ U ~ I . 1.n c<iiifi-oiitnción, las priiehns dc tucrza y 10s ~uhsiguiriirrs regateos f<iirilccieruri la uriidad dc 135 partes exi piigna precisaiiie~ire Ilorqiir iiiiiguiia dr ellas podía irse paz. su lado p las dos va- biaii qrie sii supciviveiicia depelidía dc quc 1iall;iran si,liicioiics accprables p.ira aiiibai. Mieiirras sr pcrsupusu quc la ci>ziviveiicid estaba clcsrinada a durar, sus iioi-inai fueroli objeto de iritriisas iirgocincioiics, a veces de reii- cores, choques y peleas y otras veces de tregua y coiiiproiiiiso. 1.0s sindi- catos tiaiisforiiiaroii la impotencia iiidividual de los trabajadores ~ I I podrr colectivo de ricgociacifiii y pelearoii cuii <.xiti, iiitriiriitciite para fiicidir las reg,~laciones q ~ i c coartaban los dereclios de los rrabaiadorei y foqar con ellas Iiiiiiticiones que coiistriñrrati 13 libertad de inaiiiobr.~ de los eiiiplea- dores. Micnrras esa dcpciidelicia iiiuiua s r iiiaiilavo, Iiasta los impersona~ les sistemas de turnos tan velieinciiteiiieiite resistidos por los artrsun<>s q ~ c se apiiaban eii las fábricas del primer capiralisino (y que según do- ci~nierirfi vívidamentc E. P. Tlioiiipsoii provucaban rrsistciici;i) -e iiicluso

\u posterior vcrsión ' ' ~ i i~eva y i~ie~orada". las tiisreiiiciitr ct.lehres rrgiila- ciuiics lioinrias de Frcdcric Taylor, esos "actos de reprcsiúii y doiiiinac>óii ejecutados por la adminisrraclón eii iioiiibre del gigaiitesco crrciiiiirnto iridusrrial de In <ireanizaciónm-. eii "alabras de Seii~iett. "se Ihabíari ti.3115- . . foriiiadr~ rri la arena cn la q u c los irabajadores podianplaiitrar bus deiiiaii- das, ULIU a r r i ~ a q11e les confcria poder". Coiiclape Sciriietf: "la rutina puede denigrar, pero también puede proteger; la rutina puede desarticular el rral>alo, pero rainbifii pucde arriciilar iina vida".14

En la actualidad las cosas h a n cambiado, y el ingrediente crucial de cstr caiiihio i~ii~lrifacérico rs In nucva mentalidad "a corto plazo" que vi- ii« a rrcmplazar a la inriiralidad "a largo plazo". Los iuatrjliiaiiios del tipo " l i ~ s v ~ quc la niiierrc nos separe" cst;in ahsoliiramciite fuera de iiio-

da y si>ii una rareza: 10s cornpnñirns ya no ticnen la cxpecrativa de per- manecer juiiius iiiuclio rieiiilii>. Dc ac i~crdo cori loi illrimos cáliiilos, un ioveii cstaduuiiideiise coii un rrlnti\,r> nivel de ediicacihn I>i~ede esperar canihiai de crnplco al riiriios once vcccs cn el rranscorso dc sii vidn la- boral y el ritmo ! la irccarncia de c.aiiibi« segurarnenre habrin aiimcn- rndo aiires de q ~ i c la vida laboral de la presrnrr genciacifin coricluya-. 1.a "flrxihilidad" cs el eslogan dc la *poca, que cuniidi, es aplicado al mcr- cado de trabajo presagia el f i i i del "ciiil>iri> tal y coino lo c<>ri,,cenioi", y aniiiicia cn caiiihio el ndrciiimicnto dcl t r a b a j ~ rcgldc por co~nracos IXC- ves, i-eii<ivables i> dii-ectamcrite siii contritos, cargos que iio ofreceti ~i i i i -

giliin segiiririad por sí misinos sino qiic se rigcii por la c l j u s u l ~ de "lia.ia iiiicvo ni,iso". 1.3 vidn lahora1 esrá plagnd'~ de iricerriduiiibrc.

Del nrntuin2oiiio a la conuiuenchz

Se podiía argiinlentar, por silpucrto, qiie iio hay nada pal-ricul.iiriiriiti nuevo eii esra situación: la vida laboral Iia estado Ilriia dr iiiccrtiduiiibie dcsdc tiriiipos ininemiirialcs. Siil embargo, la iiicerriduriibre a c ~ u a l es isoiubr«sarnenrc riovedosa. Las rcmidos desastres que pueden privarii,>s de iiucsrros inedi<is de vida y sus pcispcctivas no pueden srr repelidos ni eiilirnrados o inirigados manconiitnari<io fuerzas, ccrraiido lilas ,> deba tiendo y acordando coiii~iiiramenrc incdidas de fucria. Aliosa las iiiás Ihorreiidos desastres arreciaii al azar, y cscogcii a sus i,ictiiiias siguieiido uiia l6gica bizarra r> sin lógica aparente, repartiendo sus golpes cii fur-

" Kic1i;ir~l Sciiiicrr, >bid., pp. 4 2 ~ 4 3

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nia caprichosa, Iiacieiido iiiiposihlc predecir quiCn está condenado y quién se salvari. La iiicri-riduiiibre aciual es tina podcrosa fuerza de iiz- diuidi<nliznció>i. Divide eii vt.z de uiiir, y como no es posible sabcr quién dcspcrtará ~iiaiiaiia cii qué Iaccii>ii, el coiicctxu dc "iiitei-és coinún" sc vuelve cada ver ini, nebuloso y pierde todo valor pragmático.

1.0s miedos, aiisiedadrs y afliccioiies conrernporineas dehcn S-r sufri- dos cn soledad. No sc suinaii, r i o se acuinula~i hasta convertirse en una "causa común" iii iieiirn un disciirso específico, y nienos a u n evidente. Esto despoja a la rrsisreiicia solidaria de sir antigiio sinrus de táctica ra- cional, c induce a uiia estrategia de vida iriuy difcrcntc de la que coiidu- jo a la fundacióii de la> urganizacioiies iiiilitantes y defetisoras dc la clase rratiajadora. Al hablar con gente golpe.1da por 11,s ncrilales canibios cri las coridiciones de empleo o coi1 rcirior de sci-lo, Pierrc Bi>urdicii tuvo qilr cscitchar una y otra vez que "frente a las riurvas fornias de cxplota- ción, t;iv<irccidas notahleriicnte por la drsregulicióii dcl trabajo y el a i a n c r del trabajo tcrnpoi-ario, las foriiias tradicioiiales de accibn sindi- cal resuitari inndzciiadas". Boordieu concluyc que los carrihios recieiires "liaii rorii las bases dc la anrigiia solidaridad" y que el coiiseciieiirr de- seiicaiitu "va de la mniio con la dcsapariciori del espiriiu de la ~iiilitxiicia y la participacii>ii política"."

Cuaiido el ~rripleo de la niano de obra sc ha riielto precario y triiisiro- rio y ha sido dehpolado de roda perspectiva firrnc (y inclior a u n garantiza- da) de iuror« y por 10 tdlii<> se ha vuelto episódico; citaii<lo pi-ácticaiiieiit~ todas las rcglas coiicririit.iirer al juegu de ncccnsos y dcspidos Ihaii sido coi- cidas o alreradas anrcs de quc el jiiego teri~iiiic, la lealtad mutua y cl coili- ]promiso ticiien poc.is posibilidades dr hrixar y echar raíces. A diferencia de In époc.1 del mutuo coiiit>l-oiiiiso .i largii plaio, Iioy exisrcn poros iii- ceririvoi para iiiteresarsc de Iiiaiirra seria y critica por la importancia dc Ihs emprendirnieiiios colcctii,os y otro, aiuiitos afines que, de todos tno- dos, tainbiiri tienen i ~ i i carácter rfimcro. El espacio del empleo sc pare^

ce inás a uii predio para acaiiipdr, que iino visira durante apcnas ~ i n o s di;is y del que P L I C ~ C irse rn coalquiei- inoiiirrito si las coiiiodidadcs qiir proinctin n o r ran tales, qiie a iiri duiuicilio cuinpartid<i en el que rino sv sicnre obl~gado a toiiiaisc el trahajo de elaborar pacieiitcrnrnte reglas di. conrivciicia accprahle~. Mark Gniiovettcr sugería que la riiiestrn cs i i i i ; i

época iir "lazos déhilcs", i~iientras que Seniiett prtipijiir que Iioy "I:is

" 1.0 >izrs;rr d~ iiioixdc. cdirado por Pici rc Kri i irdici~, IPiiis. SLIIII, lCjq3, ~ 1 , . <,LY y ,, 1 I Irriducclón cairrilanri: ¡.o iirorrli dcl iu>i<iido, Riic i i r is A r c i , 1 c i i , < i i i ,Ir ( ' i i l ~ i ~ ~ . i ~ ' ~ ~ ~ ~ ~ ~ i ~ , ~ ~ L.,. I9'JRJ.

foriiias fuences de asociacióii so11 i m i s úriles a las pel.sonas que las c í m r ~ "

xiuiirs a largo plazo".'6 l'rob~hlcineiite la actual versiiin "licuada", "fliiida". disoersa. dise- . .

iniiindn y dcsregulnda de la iiiiidernidad ~ i r i aiigure el div«rcio y fiiial- rririitr la ruptura de la coniuriicacii>ii, prri, si presagia el advrnirnirntc de uii capiraiisiiio liviaiio y flotaiire, signado por el despreniiimieriio y el dehilimmienro de los lazos enrre caoital v tribaio. I'odríainos decir oue ~. eiie carril>i,> fatal es idGriiico al pasaje del inatriiiioiii<r al "vivir luiiii>,", coii tudos los gestos propios y las coiisecueiicias estratégicas que iiiipli- c3, incluye~~d<> el carácrer teiul~orario de la ci>liahitacibii y la posibilidad de que esa socicddd pueda roinperse en cualquier iiioiiieiito y por cual- quier iiiotivo una ver que el deseo o la necesidad se hayan agurado. Si pcriixiiicccr luiitos era rl i c~u l t ado del acuerdo recíprocu y dcl coiiipro- miso liii<ti<o, cl despreiidiiiiic~iro es i<i?i lotrrnl: uno dc los térrnilios de la ecilacióii Iia adqiiirido iiria aiitoiioiiiia que ~>robahleine~ire sie~iipre haya descado eii sccrcto pero qiie nunca sc había arrcvido a esbozar scriarnen- re. El capital sc soltó dc la depcndeiicia qiie lo ataba al trabajo gracias a una lihcrtad dc niovirnientos impc~isahlc anraiio iiicluso para aqnclloi 'propietarios invrsiblrc" de la tierra. 1.a rzprodilcciÍ>ii del crecimiento y la riqucm, ddc la\ ganancias y dc los dividcnd<is la sarisfacciiiri de 10s ;iccionisras son en todo ~ndrpendie i i t~s de la diil-aci6~i dc ciinlqiiier coii i- pr<>mi>o I,>cal y p.iriiciilnr c<iii cl tral~ajo.

Esa indrpeiideiicia rio es, por siipiicsto, coliiplern, y el capiral no es ?o- davia iari v<,iitii ci>iri<> le g ~ ~ s t a r i ~ c i~itenta ser por todos lus iiirdios a s u :ilcaiice. Los factiires rerrirr~l-iales -liicalsr todavía dcbrii ser tuiiiados en cuciiia cii la iiiayuria de los cilculos, y e1 "fastidioso poder" de los go- Ihicriius locales todnvin puedc iinpaiicr iuolesras restriccioiics a la l i b r r t ~ d de nioviiniriitos del capital. Prru el capital sc ha vricl~o extraterritorial, 11- v i~i io , desaliogado y desarraigado a iiivelcs iriauditos, y su rccieriternente ;idquirida capacidad de iiiurilidad espacial alcanza, cn la inayoiia <le los c.asos, para exrorsioiinr a los agentes locales de la p<>lirica y obligarlos a ;icceder a sus dcmaridas. La amenaza (aun callada y iiicrainenrc adivina- <la) de cortar SUS C O I L I ~ I O L ~ ~ S O S locales e irse a otra parte es algo que lo- iIc gobiei-iio resp«iisahlc, por su liropi<> hicn y el de sus clectoi.es, dchc r,>iisidci-ar con toda seriedad, inrenraiido subordiiiar sor políticas a1 i i n ~ pcraiwo primordial de evitar el peligro dr la fuga de capitales.

(:onio nunca antes, la ~iolitica dc hoy cs un tira y aflojc cntrc la vc- I<ici<l.id con la que cl capital sc mueve >- la cada vez mi s disrniii~iida c a ~

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px idad de acci6n de los poderes locales; son las instituciones locales las que con freciiencia cada vcz mayor sicntcii que se rrara de una batalla perdida. IJn gohicriir~ abocado al biciicsrar dc sus clcctoi-es no tiene iiiás opción que la de implorar y convencer, ya qiie no forzar, al capital para que atrrricr y que, tina vez allí, consrriiya rascacielos de oficinas en vez de alqiiilar haiiitaciones de Iiorel por una noche. Y csru se piledr lograr o al (nienos inrentar (por usar la jerga política coinúii en la cra del libre- cairiliii,) "creando iiiejores cundicioncs para la libre empresa", lo que sig- inifica acoiii<idar las reglas de juego de la polirica a las rcglas de la "libre riiipresa" o sea, que el grihirrno ponga todo el poder regiilarorio dcl que dispoiic al servicio de la desregulación, el dcsmanteianiiento y cl inenos- cabri de 13s leyes y estatutos exisrenres que puedan imponcr "rertriccia- iics a 13 en~p~.esa", para que las promcsai giihcr~iamciirales de 1 x 0 urilizar SU poder r eg~ i l~ lu r io para obsraculizar lar liliertadcs dcl capital rcsiilren creibles y convincentes-, y que rsc gohirrno se abstenga de hacer iningún moviiiiieiiro que p~icda llevar a pecisir que el territorio q u e adniinistra uoliticiincntc es liosril a los iisos, rxDrctarii,as i> ciialq~iier cmpicndi- micnto fiiruro del c.ipital global, o que es iiiezios hospitalario para con és- re qiie el tciritorio admiiiistrado por lus vecinos de al lado. Eii la práctica, csto cig~iificn bajos iinpitestos, cscasas o nulas rrgulacioiirs, y por sobre rodm las cosas "flexihilidad laboral". De manera iuás ~si icra l , implica uria población dócil, indolenrc c incapaz de oponer rcsistericia organiza da 3 las decisiorics que el capiral pueda romal: I'aradójicaiiieiiic, la única esprl-nrim q i l ~ tienen los gohicrnos de qiie los capitales re qucdcn radica eii lograr coiivencril~,s, inis allá de toda duda, de quc tiezieci la libertad de irsr cuando quieran y sin previo aviso.

Hnhiéii<l<,cr dt<hccho del lnstre quc signiticabaii las enormes maquiiia- rias y la iiins.i de obreros fabriles, el capital viaja liviano, solamcntc coii su equipajc de iiiniio -iin portafolios, una compiitadr,ra portáril y un teléfono celular-. Ese iiiieii) a~iibiiro de volatilidad ha hechci que todo comproiiii- so, rii especial lcrs coiiiproiiiisi>s rrrahles, sc viielva superflrio y dcsaconse~ ,able a la vcz: una vez asuinidos, esos compromisos pi~drían entorpeceriios el movimiecito y privai-rios de la tan anlieladi compctitividad, coartando n prior; nuesrras posibilidades de aunisntar nuesrra productividad. las joiitas de accii,iiisLas y las reuniones de direcr«ri<i alrededor del mundo es- tán siempre dispuestas a rrconipensar todos los pasos que sc dcn "en In di- rrcii6ii correcra", o sea, hacia el dr~~iendimienro , como es el caso dc I;ir "racioiiaiizacioiirs", los "achicainientos" y las "rscisio~ics", y n cnsrig;ir coii ~gual ccleiidid toda iiiiticia de expaiisii,ii de l>rrsi>rial, :iiiiiiciin> di.1 C,, ,~>IC<, <> a'l~,cll<, <,,,c i,,,,,li<,,,e ~'e,,,I,:,rc:,r'' :, l,, c,,,)>rch,, VI, ,171 C < > \ l < , Y < >

proyecto a largo plazo. Los actus de desaparicióii al estilo Houdini, 1.i

estrategia dc la elisión y de la evasión, y la agilidad y la habilidad pni-;i rscar>ar dr ser necesario constituyen el iiúcleo de 13s nuevas p~lít lcus dc desprriidirniento y falta de cuinpromiso y soii signos actuales de intrligrri- cia v éxito acrriicial. Coiiio lo seiia1ai.a .Michel Crozier hace mucho tieni-

u

po, rstar lii~re de ataduras molcrras, compromisos pesados y dependencias que liiiiitaii la liherrad de maniobra ha sido siempre un arma de doiiiina- cióii privilegiada y efrcriva; pero las municiones de esa arma y la Iiabili- dad <le usarla parecen estar hoy distribuidas más inequitarivainrritr que en iii~igúii otro iuomrnro de la historia modenia. La velocidad de inoviinieii- tu se ha rransfoiinado acriialmeiitc en un factor de estratificación social trasceiideiite, quizá primordial, y un rasgo jerárquico de doiuinación.

La principal fuente de ganancias c n cspccial de las grandes ganaiicias );por lo tanto, taiubi?n dcl capital del f i ir i iroson, cada vcr ruás y a ma- yor escala, las idros y no los 0i7jetos ~ ~ ? a i e ~ i a l e s . Las ideas se produccii só- lo una vez, y lurgri sigucn gcncrando riqueza en función del núiuero de ci~nipradorcilciientes/c~~~~s~~rnido~cs y n o rri iunci6n del núrncro de per- sonas conrraradas e involucradas en la reproducción de iin prorotipo-. Cuando sc iiirenra que una idea sea rentable, CI i>bjeta de la competencia son los que consiimcn y ni> l<,s qiir produceii. Nri es extraño entonccs que el c~>mpr<iiiiiso ;actual del capital sea priricipalinriite coii los cocisii- midores. Sólo en esta esfera se puede hablar coii seiisarez de "conipro- niiso niuru<,". El cnpii;il depende, para su cornperitividad, efectividad y rciirabilidid, de los ca i i s~imidorr~ -y su itinerario está g i i~ado por la pre- sencia o la iuiciicia de coiisurnidores o por la exisrcncia de pi>tenciales consuiiiidoi-es, la posibilidad de gcrierarlos para luego inflar la deiiiaiida de las ideas dispoiiil~les a la venta-. En los itinerarios y aprcsuiados des- vlazaiiiiriitos del capiral, la presencia de la fiicrza dc trabajo es uii drta-

la dist>oiiibilidad dcl empleo) se lia visto reducido considerableciicnte. Robert Reich" siigiere que las pcrsonas actualmcnre inreiras en la

=ctividad econóniica pucdcn rcr divididas en cilatro grandes categi>rias. Los "inanipuladorcs de sin~bolos", gente quc inventa las ideas y los

modos de hacerlas deseables y atractivas para el mercado, consrituyen la primera categoría. Los encargados de la reproduccibn del trabajo (edu- cadores y diversos funcionarios del Esrado benefactor) pertenecen a la begiltida. La tercrra categoría comprende a las pcrsonas que se ocupan

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de brindar "servicios peisoiiales" (las ocupacioiics que Jolin O'Nrill cla- sifica coino "coi~iercii> de Iiieies"), qiie req~iiercn uii eiicuezirro cara a ca- ra con los dcsriiiarariiis del servicio prestado; los vendedores dc productos y los que gcneraii C I dcseo por csos producros coiisiitiiycn el cuerpo cciitral de csta caregoria.

Finaliiieiite, la cuarta carrgoria incluye a 13s PC~SOLTJS que d u r n ~ ~ r c el illrimo siglo y iiiidio iorilinron parre del "sustratu social" del rnovimien~ ro del rrabajo. Ellos s i m , en los términos de Reicli, "irabajadores riitina- rios", atados a la cadena de rnontaic o (en plantas iuás niodernas) a redes dc coiiiputadoias y disposirivos elecrr6nicos ai~roiuarirodi,~ a la rnancra de conrri>ladorrs de terminales. En la actualidad, ririideri a ser

las piczas i n i i s pi-rsciiidibles, desechiblcs e irirercambiables del sistei~ia ccoiiórnico. TI tiühaio que re.ilizan no reaoicre i i i Iiabilidades especiales ni rl arte de la iiiteraccióli social con los clicntes y los iliirgraiitcs de la cuarta caregoria son, por lo tiiii<i, los mi s tácilci de reemplarar y pu- seeri pocas ciialidadcs qiie hagan que s u eniple.ldoi-cs qiiieraii retciierlas a roda cosra-. Coiirervan apecids un iiifiiiio poder rcridual para regatear S.~beii qiir son descartahles y, pos eiidc, rio ricririi morivrx para desarro- llar un vínculi> ii coinpromiso con sus tareas i, liara rsrnhlcccl- vinculos duraderos coi1 sias conipañcroi de trabajo. Para eviiarse friisrraciones in- iiiitieiites, siirleii ser reacios a proinctrr Iriliad a sus pilcsr<is o a inscribir sus propios objsrivi,~ dc vida en el ziidrco dr su fiiiurci Inh<iral. Ésra es una rcaccióii iiniural n 13 "Hcxihilidad" dcl niercadr, de tr.ibtijo, qiie ciiando se iraducc eii expriirticiai de vida iridividualcs iliiplica qiie la seguridad a largo p i a ~ u es lo úlriiiiii qiie tino asociaría con el trabajo que desarrolla de morneiiro.

D u r ~ i i t r su visita a iiria pariifici~dora pi i Nueva York, varias décadas derp~iés de otra visita, Seiiiictt ericonrró qiic "la iiiol-al y la iiioiivació~i dc loc irabajadores rc Iiihioil drrrumhndo a causa de las coritiiiuas re- ducciones de prrsoiial. Los ri-ahnjadorcs sohi-evivientcs, eii i,er de estar euiilrantes por lhahcl. sobrevividi> a los despidos, esraha~i a la espera dcl sigiiicnrr golpe de Iiaclia". Pero .igrsga qiir existia otro iiiotivo para esa falta dc iiiterés por siis tareas y su lugar dc trabajo y csa iiieiiiia en su dcseo de dcdicar ericrgia riieiital y nioral al friruro de ambos:

be rerulrar i6cil p i r a cuali,uiera, siii iiiipurrar quien sea. En iin r i - Riiiicii flrxible, la diiicultad cs contraprndilcciirc. i r i esta tcrriblc paradoja, al di<niiniiir la dificulr~il y la risirrcncia, se gciicran lar ci>nrlici<iiicr para que los usuarios airurii de iiiaricia iiidifcriiitc y acrí t ica1*

Eri t<iriio del erro polo de la nucva divisi6n social, eii e1 vCrtice de la pi- r i n ~ i d c dr poder del capitalismo liviano, cil-culaii aquellos para quiencs el espacio cuenta poco y nada -aquellos que estáii fuera de lugar, no iinpor- ia dónde esrCii físicnmenre-. Son taii liviaiios y rolitiles coino la nueva scoiioiiiia capiralisra quc 109 dio a liiz y les dio podel: Coriio los dcscrihe Jacqiies Ariali: "iio poseen fibricai, rierras, ni ociipali a r g o s adriiinistra- tiros. So riqueza proviene de ~ i n acrivo porriiil: su conociiuir~ito de las leyes del lal>ei-inro". A ellos "les cncanra crear, jugar y csiar eii iiioviiriicn~ to". Viven eii uiia xiiirdnd "de vaiorcs voláriles, despreocupada acerca dcl futuro, cgoísra y Iieduiiisra". Ellos "crccn quc la iiovedad es la buciia nueva, la precariedad, u i i valor, la inesrabiiidad, uri i iuperaii~o, y lo lii- brido, Lina riquez~". '9 Si i~irii en distinto grado, todos ellos doiiiiiiaii CI arte de la "vida lalirrintici": la accptnci6ri de la dcsoiiciitacióii, la pie- disl>~>iicóii pala vivii al iriargrn del tieinpc y del espacio, cn el vérrigu y eii la vor.igiiie, sin iiocifiii de la dirección i i i de la diiración del viajc en el que sc cmbarcai-oii.

HUCC iin par dc mcics, estaba seiirado con nii chlpoia en el bar de iin

arrr>purrto cspcrzrido la combiiiacióii <Ic un iuelo. Dos h<,iiibres de al- rededijr de 30 aiios ocupabar, la mesa dc 31 ladi,, cada iiiio de cllor imii-

iiid<i de ~ i n rcltfonn celiilal: Durante la Iir>ra y iiicdi.~ que diivó niiesrra espcia, ino iiitercaiiihiai-oii iiiia sola palabra ciitri: ellos, pero Iiahlaron irii~iterriirii~idirne~ite -con cl i~irerlocutor iiivisiblr al otro extremo dc la coiirxióri telsfiiiiica-. Eso no significa que iio rsti~vieiaii pcridicntcs de su niuiui preseiicia. Dc hecho, era la coiicieiicia dc esa presencia lo que parccía i i i i i i ivnr siii accioncs Los dos lioiiibres e s t i b ~ i i irabados eii 1ii1a

compereiicia siii cual-rel, que era raii iiiteiiia, frcnérica y furiosa como cualquiri- cociipeteiicia. Aqiiel que teriiiinalia su coiivci-sacióii telefbnica cn~ientr .~~ CI ot1.0 todavi3 esraha hablando buscaba frbiilinriirs otro inú-

iiici-u que disciir; ~videnteiuenre. cl tiúiiiero de coiiexioiics, el nivzl de "coiicciiiidad", ln dciisidad de las respccrivas redes que los riaiisfi>rrria~ ha en I I U ~ O S y 13 canridad dc nodos coii los que podían c<>iircrarse a vii-

l<,'l,.,r<l SC!>#,C,~, 'rlle CO"""S,<>>~ "f CI,',"<?<~,." ..., "1,. Cit., pp. 50 y 82 ' " J.iiil~,fi iIiiili. <:liniziiir de i,igi,rs r~...,oli. cit., pp. 79-80 Y 109.

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164 M O I ~ ~ R ~ I D A D LIQUIDA

Iiinrad craii codos lacrorcs de la iiiayor iiiiportaiicia para elloh, quizás i n ~ cluco de iiiia iiiiporraiicia de oi-dcn superii>r: indicadores de iiivel social, de posiciÍ>ii, poder ). prestigio. Esos do? Iii>inbies pasaron esa Iiora y mc- dia cri lo que r ia , eii rclacicjri con cl bar del aeropuerto, un cspacio c x ~ tcrior Ciinndo el vuelo qiie ambos dehíaii tomar fue anunciado, cerraron siiiiultiiisaiiieiite sus malerincs con gestos siiicioiiirados e idin- ricos y se fueron, apretando contri la orcja siis respectivos telffoiios. Es- ti>? segilrc de que ni sr percataron dc qur iiii esposa y yo esrábamos selirado5 a uii metro de distancia observando cada uno de sus inovimicn- rns. Eii lo que \c refierc a su Lebrliswclt, cllris estaban (segíiii el parrón de 1% antropoI<>gia ortodoxa ce~rsurad<i p<x LCVI-Straiiss) fisicamctire pr6xiiiios a nosotros pero a iiiia reniora e infinici distancia espiritual.

Eii su brillaiire cnsayo sobrc lo que d ~ o cii Ilaiiiar capiralismo "siia- \.e.. , ?o Nigel Tlirift apunta el notnhle cambio de ~ucabrilario y dc niarco

ci>giiirivo que son signo dr la i iueva elire global y cxtrarerritr,rial. Para tsansniitir la esencia dc siis prupias accioiies, los rnieliihros de esa rliie utllixi>n 111eriforas romo "bailar" o "surfear"; ya zio hahlan de "iiigciiie- irías" sino dc culturas y iedcs, eqiiipos ) coaliciones, de influeiicias y iiu dc control, liderarg<> o adiiiiiiistriiióli. Sc ociipaii de forinas (mis laxis de organización, que pucdnil scr juntadas, desinaiirclidas y recnsainbladas piicticaiiicnte de iiiipruviro: se trgti de una forma dc rnoiitaje raii fluida quc ciicaln con su visi6ii del iii~indo que lo rodea eii rarito "inúltiple, coiirpleio y escori-idizo, y; por la tanro, 'ambiguo', 'corifuso' y 'plisiico"', "incicrro, parad6jicu c i n c l ~ s ~ caÍ>tico". La organización de L I S ~ U C ~ O S ac- tiinl coiiticne en su iiiicrior un eleinentii dc drsr>rgiiiizaci<jn deliberada- nicnic construido: cuanto menos sólida y fluida sra. iiicjor. Como el resto de las cosas del inuiido, ci salirr envejece coi, ril>idez y, por lo ran- to, CI "rccliaro a aceptar el rabcr establecido", a guiarsc por los prccc~ deiires y a rccolioccr la sabiduría contenida e n la cxpericncia aciirnulada es visto coiiio axioiua de cfccrividad y productividad.

Los dos li>vciies de los trléfoiios celulnrss que observé en el bar del ael.opuri-to podriaii ser espccinieiies (o aspirantes a serlo) dc esa niirun y reducida elite de hnhitanrei del cihrrespacia q ~ i c prorpcran a costa de In incertidunibre y la inestabilidad de todas las cosas materiales, pero el estilo drl doiuiiindor u c l c tranrforinarse eii el estilo dominante -qcw niinquc iio rcsuite iitia opci6ii atractiva, iiiipone en todo caso la iinageti dr uiia vlda cuya iiiiiración se vuelve a la ver deseable e imperativa y sc

convierte CII una cuestión de autosarisfacció~i y supervivencia-. IJ<ic:is

personas pasiii sri tieiiipo eii la sala de espcra de los aeropuertos, y to- dar ía inenns se sieriren a gusto eti ellos o soin lo suiicienterneiitc extra- terriroriales coiiio para no sentirse oprilnidas O agobiadas por el tedio del Iilgar, el riiido p los iiiodalei de la gente que lo atesta. Pero iniiclios, quizá la mayoria, soti nómades que rio han dejado rodavia sri cueva. Es posible que 3ih1 busq~ien abrigo CII SUS h<>garrs. p ~ r o dificilirien~e encori- trarán en ellos un lugar de recliisióii y por más que lo intenten jainás es- t a r á ~ ~ verdaderamenre chcz soi: los refugios ricne paredes permeables, perforadas por todas partes por infinidad de cables y atravesadas tácil- mciite por ubiciias eiiiisioiies de ondas.

Estas personas, conio la mayoria de sus aiicrstros, están doininadas, y sobre ellas se ejerce i ~ r i "coiirrol reinoto"; pero soii doniinadas y coii- rroladss dc iiiia iiiaiicra nucva. El lidcrazgo ha sido recmplarado por el cspccriciiio, y ia vigilaiici:i, por la scdilcción. Qilien conrroln In cinisio~ rics dc ondas controla cl milrido cn qiic vivimos, decide so toriiia y sus coiirenidor. I\o rs necesario que nadie filei-ce o dcspahile a 10s erpccra~ dores para que prexncien cl cspect5culo, y p<ibi.cs de aqi~elliis ~ U C se arrev.lii a imliedirles ~irraeiici~rlo. El acceso n la "inforrnnc~óri" (mayor- iiicritc la rlectrdiiicn) se Iia trarisfc>rrii;i<l,> cii cl riiis cclus:riiieiirr cusiu- d i ido dc los derechos liriiiiaiius y eii la acruaiidzd el iiici-eirieiito del ~iivel dr vida de In pi,hlacii>ii CII griirral rs medido. rritrr otros faci<ircs, por el núiiiero de Iiogdrrs eq~iiliidus coii (invadidos por) i pa i i ro s de tele\,i- siriii. Y la i~ii<iriiiac~i>n i ios infoinli lnlis que niida acerca de la i l i i i d r~ del niundo eii el que viven sus dsstiiiitarii>s y la virrud de ser flexibles de q~iieiics lo Iiabiton. "Las iioricias", esa partc dc la inforiiiacióii clccrró- inica que i u i s corre CI riecgo de ser tomada por verdadera rcpresenrücióii del "mriiido exterior" y quc mi s preteiisioiics ticiie de ocupar el rol dc "espejo de la realidad" (y a La que iiiás frecuenreiuenre se Ic atribuye cl podcr dc rcflcjar ficliucnrc la i-calidad sin disrorsioriarla), soii, segun es- rima Pierre Bo~irdieu, la más perecedera de las inercaderias disporiibles; de Iiccho, la esperari7:a de ida dc las iioricias cs risihlc si sc la compara con la de las rclcnovclas, los riiik~s1iou.s o los programas con comedian- res de micrófono. I'cro la cadiicidad de lar noticias en ranti, inforinación acerca del "iiiiindo real'' cs cn si niisma Lino dc los rasgos mi s impor- rnnrcs de la información: 13s emisiones de noticias son la celebración canrrniire y diariame~irc repetida de la vertiginosa velocidad del camhio, del envejecimiento aceicrado y dc la ctcrna posibilidad de r c c ~ m e n z a r . ~ ~

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1 i i 6 i\IODEI<NIDAD LIQUIDA

Excurso: breve historia de la procrastinacióiz

Eii la~iii, criis sigiiifica "inaiiana". Esa palabra solía ser sernáiiticaniente laxa y se la utilizaba raiiibién para referirse, como la ci.lrbrei~ieiitr vaga maiiana, a un "después" iridriiiiidii -al futuro coiiio t a l . "Procrastinar" es situar algo eiiiie 13s COSL~S que perteiieceii al iiiaiiana. Sili~ar algo aiii, lo que iriiplica de eiitsadn que cl lugar natural de esa cosa rio cs iiiaiia~ia, que la cosa curstii,ii iao prrtciiecc al maiiaiia por del-echo propio. Por drducci(>ii, pertenece a otra parte. iAdóiide? Al presente, obviamente. Par3 poder aterrizar en el inaiiaiia, la cosa eii curstii>ri prirriero debe ser expulsada del prrsriitc u cxiliada de él. "Procrastiiiir" significa »o tomar las cosas conlo se 110s preseiitiii, rir, actuar dc acuerda con la sucesión na- tural dr las cosas. Contrariiiiieiitc a la iiuprrsióii que se tiivo dc clla cn la Cpuca iiioderiia, la I>rocrastiiiacióii iio es iciulrado dc la pcrera, la iii- dolencia, el abandono u la lasitud; es iiiia postiira octrvn, iin iiitcnto de t<>niar C I COLICIOI de iina seciieiicia de Iieclios y haccr dc clla algo iiifrren~ te de lo q ~ i c Iiubiera sido si uno se sometiera dócilniente. "Procraqrinar" significa iiiaiiipiiiar las l~osibilidadci dc la l>rcseiicin dc iinn cosa pospo~ iii6iidola, demorando y rerrasando so apaiici<in, mariteri~i.ndoln a distan- cia y difiriendo sii inminrncia.

1 ;i ~x<>cr~tii i inción como pi-5ctica culrural ccihró valor e i i los nlhoi-es de la iiiodrinidad. Sii nuevo sigiiificnd<i y q i i relevancia Giica sc dcsprcndínn de la iinl>orrnncia qiie col~i-ó cl iicinpo, de la historia del ririiipo, del tierii- pi> qile cl-n lhisroria. Eqe sigiiificado se despi-cridía n cii vrz drl ticiiipo coii- cehido cij i i io pasale ciirrc lo' "inonirriti>s prrsriites" de drferoitc calidad y valor uuriiibie. del iieiiipo coiisiderado coino viale Ii:icia otro preieiiic distiiiro (y p<ii lo iiirlor) drl pi-rsriitc quc s r e ~ t i virieiido ahora.

Aliicviaridii: la procrastiii.ició~i deriva su sigiiificido moderiiu del tieinpo vivido coriii~ peregrinaje, coiiiu ciioviiiiieiitu de accrc,xiiiiciir« a uii blanco. i i i un tiriiip,, coii esas caricieristicas, cada prcseiite cs eva- Iiiado por algo qiir lo sucede. Cualquiera sca el valor qiie puccla tciier estc presciite aquí y nliora, iio es sino un sigii<i prciiioiiiiorio de uii va- lor in.ís alto que aiiii e h t i por venir. La utilidad l a tarea- del presente r s acerciriior a ese valor iii.is alto. Por sí solo, el tieinpu presente no tie- iie sigiiificado ni valor. Por ese motiva es que está viciado, está inconi- pletri y es deficieiitr. E1 sigiiificado del presente yace iiiás adelante; la que r s t á al alcance de la iuniio es evaluado y su senrido es llenado por la nocb-nicht-geiuordeii, por lo que todavía no existe.

Viirir la vida ~~11110 una peregrinación es por lo tanto intrínsecanieiite apiiri.tico. Cada presente cit5 obligado a ponerse al sci-vicio dc nlcii que

TRARAJO 1177

todavía-no-es, y a servirlo acortarido la distancia quc los separa, traba- jaiidr, cri pub de la pr,>xiinidnd y la inmediatez. Pero si la distancia sc ncoitira y el objetivo iuera alcarizado, el presente peidrrin todo aquello quc lo hacía sigiiificnrivo y valioso. La rucir~nalidad iristriimciiral favare- cida y privilegiada por la vida del peregrino nos mueve a la obtención de esos resultados a la vcz que realiza la as<inibr«sa proeza de hacer que la c\ilrninnción de iiuestros estuerzas esté siciiipre a la vista pero que niinca Ilcgiicriii~s a alcaiiznrla, de haccr que nos aproxiiiiemos cada vci más al fiiial pero iiiipidiciid<i qiic la distancia Ilegiie a cero. La vida del pcregri- imi es uii v~aje~liacia~ia~coiiiplerud, pero In "ci>niplct~id" eii esa vida eqiti- vale a 13 perdida del sigiificado. La vida del peregrino cobra scnrido por su vr.ije hacia la coiiiplcriid, pero el niisnio sentid<> es i i r i iinpiilso siiicida; ese srntido iio pucdr sohi-cvivii- a 13 cuiisecricióii de su destino.

La proccasticiacióii rellcja CYJ ~ I L ~ [ > ~ Y ~ ~ c I I c > ~ . El peregrino procrastiiia para estar mejor preparado para c«iiiyre~ider lo vcrdadcrarnrritr funda^ ~iieiit:ii. Pero coiiiprciidcrlo srria una indicación del final del prregriiiaje y, en consecuencia, dc csa vida que solaiiieiite ticiie ~ i i t i d u cii iaiiro tal. I'or erra razón, la procra>riiiaciiiii tictie una tendencia intrinseca a ioiiiyer to- dos los limitcs tcmporalcs estnblecidos de aiiteinano y a estirar indefinida- ~iieirte -nd rnlciidns graxos-. La procrasrinacióii tiende a volverse uri objcrivo cn si misma. 1.a cosa rnis iinporr,aiite a posponer en el acto de la procrastinacióii suele ser la finalizacion de la procrastiiiació~i ~ii is~iia.

El prccepti, de acririidlcoinporramiento qiie rentó las bases dc la so- cicdad iiioderii~ y que Iiim quc la rnaricra rriodci-na dc esrar~e~i~el-i i i i~iido lucra a la vez pmihle c icieliid>ble fiie el principio de porter.gnció,t dc In grniificnción (de 13 sntistacci6n <le uri desco o necesidad, del momento de iiiia experiencia placentera, del plxcir). Bajo esta forma la procrastinacifin iiiro su entrada a la cacciia rri<,drrna ( o in ic ~irccisai~ierirc la rnodrrniz6). Cociio cxplic.ari Max Weber, fue in.ís hirii esa dilación parriciilnr, y no la prciiiui-a y la iiiipncirncin, la que se rradiiio eri intiovacioiics modcriias ran espectacrilares y tr~sceiideii tc~ c<ii~i<i, por iiri ladi>, la aciiiniilac~iin de ca- pital ): por el iitro, la difiisiúii y el :ifiaiiruiuieiir« dc la <.cica del tinhai<>. El dchro de progicso exacerbaba y atizaba los esfuerzos; pero la udver- teiicia de "no todavía", "jurii, ahma no", oririiraha e i n i fsfi~erzoi ha^ cia su caiisecueiicia iiiiprevista, que fue conocida con los riomhrrs de "crecimiento", "drsarrullo", "aceleración" y, por esa razóii, "socicdad in«derii:i".

1 l%;iji> 1.1 li>rrii;i de "postergacióii de la gratiticacióri", la prixr astina- . '

ciiili ii>ii\i.i $ m i i < i i I . i \ t i ;iiiil>ivalriicia i n t~ rna . Llhido y 'I'iiinto se eriircri- i . i I > . i i i v i i i . i i 1 . i ,:c.,.tu 'Ir ,i~~l.i,,.i~iiicrit<,, y c;id:i dcilioi-n sipiil'ic:il>.i cl

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trlunfci de Libido sohre su enemigo riiorril. El deseo urgía al rsfiierzo coi, la promesa de la gratificacii,ii, pero esa iirgcncia conservaha su po- der en tanto la ran ansiada gratificacióii lio pasara de cer ~1113 pr<>lmcsa. ' lbdo el poder de motivación del dcseo residía en esa insatisfacción. Fi- naliiieiite, y para inanrcrierse cixi vida, el dcseo riivn q u e deicai sólo su propia supervivencia.

Asiinisino, bajo la f o r n i ~ de 'postergación de la gratificación", la pro- crastiiiació~i puso el arado de la tierra y la siembra por encinia de la co- secha y la iiigcira de sus f ru~os , la inversióii por encima de la. toma de ganancias, cl ahorro por e~iciiua del gasto, la ai~ronegacii>ii por criciiua de la autoindulgencia, y el rrahal<i por ericirna dcl coiisiiiiir>. Sin embargo, nunca denoqtó el valor de las cosas a las que negaba pri<iridad, ni miiii- rn ró sus ineriros o su iiiiportnricia. Eran los prcmii,~ de In nbstiriciicia au- toinfligida, vcc<iiiiliriisas para la postergación voloriraria. i\liorra, ya que ciianro m i s ahorres, iiiis cc>nsutiiiris. Paradó~icaincrice, la negación dc lo iiimcdiaro, el apareiitc relrgaiiiicnto de Ins <,hjetivos, reiliiiidaba eii sil

rlevncióii y eiiii<>blrciiiiieiito. La necesidad dc esperar :iiupl~ficaba el po- dcr provocativolsedoctor del prcmio. Lejos de degradar la gratificación de los decer~s coiiio inói,il dc todos los esfiierios, el precepto que ordens- ha su posrergacióii la colocaba entre lui ~>ir,pús~tos suprciiioq dc la vida. La pristrrg;icióii de la gratificación mantciiia ocupado al pi-riducror que ]hay deiirio del coniuiuidor mnntciiieiido al coiisuiuidor qiie Iiay deiirro del productor bicn despierto y coii los ojos bicn abicrros-.

A causa de sii arnbii,aleiicia, la procrast~nacióli alimcntó doi tciideiicias opuestas. Uiia dc ellas condujo a la ética del fl-nbnjo, que cc,rifi~udió los fi- iiei con los medios y enalró las virtudes dcl trnbajo por el rrabaji> nrisnio y la idea de la posrergaci<iii dcl placer cuino uii valor en si inisnio, uii va- lor tal1 e x q ~ l i s i t ~ qile superaba incliiso a aqiicllos orros valores a los que : . l . , ? , . : : l . , , ' ,, .< I , ' , .! . I . . . . ' l > ,, :! ,- . ..:r . 1 .ILC 2.- , : , : :..l, NI, . . li l.,. : . 'r., 1 i I ,: . . : , t . l i l l . 1 t . ! .*,..l. I .Ir1

consumo, que si~hordiiia el trabalo al rol seciindaiio, nieramente iilstru- iiieiital, de srrvii dc abono, uiia acrividad cuyo único valor SE desprende iio de lo q,ic C S , sino de I i> que posibilira, y reduce al míiiiino posible la larga lista de absrrncioiies y rcciuiiciainientos, qiiizi necesarios, pero cn todo caso sieniprc penosos, que éstc implica.

Por ser tina espada de dable filo, la procrasriiiación sirvió a la sociedad moderna tanro en su etapa "sólida" coino en sir etapa "fluida", produc- tiva como consumisti, pero agobió cada una dc cstas f x e s coi, trrisioiics y conflicros nxiológicos y de c<iiriportaniicrito siii solucii>ii. lil p,is.ijc Ihn- i i a In ~criinl socird:id <Ic c o i i ~ i i i i i o sigiiifii<i c~it<,iicci ni> I;II~IC> iiii i:iiii-

bio dc valores sino mis bicii uria profuiidizacióii que llrvó el principio dc la procrasrinnción Iiasta el liiiiite. lioy, ese principio sc Iia vuciro muy viilnerable, ya que ha perdid<i el escudo protector quc lc proporcioiiabn la saiicii>ii &tic.,. La posrercacii>ri de 13 erarificación r a iio es un s ima dc - virtud moral. Es lisa y Ilariaiueiite iin obsticulo, una carga pcsada que es índice de la impericccióii de Ikis acuel-di>* sociales. de la inadeciiación oer- sonal, o dc ambas. %o tina rxhorvacióii, sino un reconocirnienro amargo y resignado del laiiirriiahle (si bien remrdiablc) estado de las cosas.

Si la ética del trabajo propugiiaba la iiidefinida posreigación de la gra- tificación, In estética dcl c<>nsuiiio propugna su abolición. Coino afirmara George Srcinrr, viviiiios CII una "cultura de cabiiio", y cn i ~ i i casino el siem- pre inniinciire grito de "iiio va iiiis!" establccc el limite aceptable para la procrasiiiiació<i; si iiiia iccióli debc ser recompensada. la recompensa es ilistaririiira. Eii Id cult~iia de casino la espera va cn desmedro del deseo, pero I J sirisfaccióii del deseo tirnbitn debc ser breve, dchc durar sólo Iias~ tn que sea arrojada la próxima bola, debe rcr tan bi-cvc coino la espera, ni>

bca que eii ver de rcaliniciitar y estiiiiular cl deseo l a recomperira iiiss cu- diciada rii cl iiiuiido i-cgido por la estérica del consurno-, lo extinga.

Y es así quc cl ~>riiicipio y cl fin dc la procrasrinaciiiri se juiitdii, la disrancia eiitrc deseo y greriiicación se condensa cii CI iiioiiirnto del éx- tasis -del cual, como Iha observado Joliii Tusa (eii i ' l x Giicirilinn, 19 de julio dc 1997). debe hahcr cn grniides cd~lridades: innlediato, cunsrante, escal>isra, eiitccrcnido, eii números cada vez iiiiyores, en ocasiones cada YCZ m i 5 ~ ~ v c T s ~ s " - . N ~ I I ~ L I I I U cunl~dnd de las acciones cueiira "a no ser por la niiti>gi-arificncióii iiisr~titirica, coiistaiite c irreflexiva". Obvia- mcnre, la exigericin de gratil'icncióii iiisl~iiftiiiien jucga eii contra dcl prin- cipio dc In pi-oci-astiiincidii. I'rio al b r i iiisraiitáiiea, la gratificación no puede icr coristiiirr n i i i s i ios ilur iiiiil>iéii sea de corra vida, q i x "1 linps"o de existencia ino se p r u l u ~ i ~ u c n r i s all i de su poder de cntrerrnrr y dis- traer En la c u l i u r ~ de cnsilio, el priiicipio dc la procrasrinación se eiiciicn- rra bajo nriqiic por i i i i l~os lieiites al rniscno tiempo. 1.a licgndn de la p<isrergacihri de la crütificación se eiiciiziirra bajo prcsión, asi como rnni- hi&ri la p<istergacióii de su pariiiin.

Éste es, srii e111b3-1g>. sólo L ~ O dc 10s costados de la Ihistorin. En la so^

ciedad de prc>ductorrs, el priiicipio ttico de la posrcrgaci6n de In grarificn- cii>ri srrvia para ascgurar la durabilidad dcl csfucrro qiie iniplica rl riat>ajr>. Eii In sociedad de ci>iisiiiuidores, por o r a parte. el misnio principio es iie- cchni-iii, c i i 1.i 1i1-:ícticn. liara ascgiir.ir la diii-ahilidad dcl deseo. l'ilesro qiie cs iiiilclii, iii.ir r l i t i i i r<>. ii.ígil y pi-opcnso a lnarchitarse q i x el rrai,ajo y, a <liii.r.i.ii< 1.) <lc vrli.. t i , , , ~ICIII.I con el I>oder forrnlcccdor de las riitiiias icisri-

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I !o ~or>i:u~rn,\n ríyiiinn

iiiciunalizadas. el dcsco tiene pocas posibilidades dc sobrevivir si su satis- i I.iccii>n es postergada ad cnleridai grecns. Para mantenerse vivo y fresco, cl deseo debc scr continua y frccucnrerncnte satisfeclio -aun cuando la gra- tificación augura iustamente el fin del desco-. llna iocicdad regida por la csrética del consumo exige, por lo tanto, un tipo muy especial de grarifi- cación iiiipareiirada con el pl>nrninkoii de Deriida, una droga qiie cura y eiivcncna al mismo tiempo, o más bien iina droga quc dehc scr cuidad<>- saiiicnre si~ininisrrnda, iiiinca ci i grandcs dosis, que resultarían letales-. Una gratificación-no-vcrdaderamente~gratif~cante q u ~ iam" s<e hrhe Ihas- ra el fondo, que sicmpre se deja por la mitad ...

La prociasrinación sirvc a la ctilrura del consumo en tanto se iiiega a s í iiiisrna. La fuente del esfuerzo creativo ya no es cl drseo iridiicido de postergar la gratificación del dcsco, sino el dcscii inducido de ibrevlnr esa posrergaci6n o dircctamenre de abolirla, jiintamenrr con el drseo iii-

ducido de abrzviar la drirnciói~ de la gratificacióii cuando ésta se produ- ce. lTna ciiltiira cn guerra contra la procrasriiiacióri es uiia iiiivedad dcnriii de la historia moder~ia. No rieiir espacio para la toiua de distaii- cia, la ieflrxiiin, la coiiiinuidad, la tradiiióii -esa tY/wderholri>zg (rrcapi- iulacióii) que, según Marriii 1 leidegger. rra la iiiod~lidüd del Ser tal cuiuo lo conocernos-.

Los ~iíilcuios huínanos eu ti12 mundo flurdo

Esos dos tipos de espacio, ucup~dos por las dos clases dc pcrsoiias, son sorprrrideiiteiue~ite difereiites, pero a la vez rs t in iiiierrelacio~iados; no dialogan, pero están en ci>iisvaiiic cuiiiiiiiicacióii; ticnen rnuy poco en co- miin, prro sjiriulaii sciiiij;iiizas. Aiiibos rspacios están regidos por lógicas profuiidaiiiente distintas, inudrlan divrrsas experieiicias dc vida y gesian tanto itinerarios dr vida divergentes coiiio narrativas qrie utilizan defini- ciciiics dilcrrntes, y iniuclias veces opuestas, para referirse a códigos con- ductuales similares. Y, sin rnibargu, üiiibos espacios cocxistcn cn el mismo rnundc y el iriuiido del que aiiibos son parte es el mundo de la vulnera- Iiiidad y la precariedad-.

Eii dicieiiibre de 1997, Pierrc Bourdieu, uiio de los pensadores más incisivos de iiuesira época, publicó un cnsayo cuyo titulo era "La préca- i-ilt esi üujourd'hui partour".'%El titulo lo decía todo: precariedad, incs- tubilidad, vulnerabilidad son las caracteristicas más cxtcndidas (y las inás

" I'icrrc Koiiidicii, Conrre~frrcx . . , oh. cit., pp. 95-101

doloros~s) de lar condicioncr d, "ida ceses habla,, de rirécnnté. los c o ~ f e ~ ~ l ~ o r . ( r l e a s . Los teóricos fr:iii c/>n,r, los italiai,os, de ~ i C p r ~ ' " " d ' ' P ~ , de Unsiciierhor y R i ~ i k o ~ e s e l i s ~ todos ellos estj,, c o n s j d e r a n d ~ ~ ~ ~ 10s ingleses, de iiisecil~ity -pero da humana, que se de d i f e r e , , t ~ aspecto de la actual e~rcruciia- noinbres en todo ei plaiieta, bero de s n1a11er3s Y que toma diferentes te y depriiuenre e,, las rcgio,,<.s n,j, dbodo especialrneiite desconcertan-

tamente por tratarse de algo nuevo esarrolladas y ricas del globo, ius- todos rstos conceptas intenta, ,p,'l:in precedentes-. El fen6inrno que coiiibiiiada de irzsegt,ridt?d (d, ,,,,,,, cnder y articular es la experic~icia medios de subsistencia), de iitCeriidu 3 posición, dr iiurstrus deieclios y

%re (de nuestra coriUiiuidad y fu- tiira estabilidad) y de deiprot,,,ióh dc sus extensiones: oosesioner ..*-... . ropiu cuerpo, del propio ser y

''> ."-"'Q La precariedad e.s cl signo de 1, coario, coiiiuiiidadl. mis: los mcdios de suhsisrenci.. ".. .. ndicióii que precede a rodo lo dc- ,'., .., tos, o los que deprnden d,l r rzr r icular la forma más b á s ~ a de és- subsistcncin ya se han vuclto cxtrei,, a10 Y del empleo. Esos iiicdios de haciéndose más qi~ebradixis adamcntc frágiles, pero continúan

Y confiables año tras año. Mucha gcntc, al escuchar las opini<incs evjderiie notables expertos y buscar ii>i mente contradictorias de algunos

" rrsp'+sta acerca dcl f~it i iro de sixs seres querido', srispccha no sin razr,, qllr, politicos o de 13 convicciiiii de ,,, di pesar de las caras decididas dc los ricus ha v u r l t o c~Cslruciurai,.. S'lmo~, el dcsrrnl~leo en los paises rjos e,,,p~cos que sc ha,, des~a , ; fc~~>da nueva vacante latioral Iiay va-

y, sirnplei~iciiie, n<> hay silficienre trahajv para todos. El progre,, recnril, ,

racioiialiiacióci eii si iuisnio- ogicu -en realidad, cl ciiuerz,> de 'hcluso nicrios rniplcos, y iio más. Yo hace falta del>iasiada it ,,,g,,, ,

cierras y frágiles que sc Iiaii Y Q ~ ~ ~ ~ las 'Iin para Iiacerse jdra de Ii>

fuera del mercado de trabajo I,reci,qa bidas deaqlicllos que ha11 quedado que, sin embargo, y por lo benos ,? a cliu. Punto

icológicameiite, todos los dc1iii5 taiiihifii sc han visto afectados, a,,nqoc nera oblicua. En CI mondo del descril por el moniento s61o sea de ma- tirse verdaderaniente seguro. L~~ empleo liadle puede scn- resultan rolamcntc nost.ilgicus histo:leos en eiiiPresas seguras habilidades ni experiencias q,,,, as de viejos. No existen tampoco tc~icióii de i i i i empleo, y en el caso d w adquiridas, garanticrii la , , b ~

@obtenerlo, éste n o resulta ser du- r;ideri>. Nadie piiedc prcsumi, d, re,,c rl p"iniiiir, "ncliic3niiciiro", '. r una garantía razonable contra racioli < < , ~ ~ t r ; , lo< c r n i t ~ c c , ~ C,III>I>¡OS ,lc a ización" o "reesrriictiiraciiiii", ,,,,,,,i,,r ,, ,,,, l.,.;ii,,,, ,. , , , 1 ~ , , ~ i,l,lL.'i ' i"~~li~ dcl I I I C I C ~ I ~ O y 1:)s C : I ~ ~ I ~ ~ I I I I ~ J I I . S

l ~ r c s i ~ ~ ~ ~ ~ s < l < , 1.1 " ~ ~ r ~ ~ ~ l , , c i , " , < l , , < l ~ ~ ,

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"ci>nipetitividad" y 'eficicncia". 1.a '.flexib~lidad" es el eslogan del rno- ~tienro. Ailgura ~iiipleos s i i i scgiiridadcs iiilieiciircs, siii compromisos [ir- nies y sin derrclios furui-<>S, ofrecic~ido tan sólo conri-aros de plazo fijo o renovables, despidos s i n picaviso ni derecho a iiidci~inizición. Por lo ralirri, nadie pitede srnrirse vcrdaderameiire irrsriiiplazahle i i i aquellos que ya Ihan sido excluidos ni aqucllos quc se dclrir~ii en su fiincióii de cxcliiir n los deriiis-. Iriclusr, los cargos iuás privilegiados rcriilraii ser solamcnre teinp<irarios « "hnsia nilrvo aviso".

lin aiisciicia de una scgiiridad a largo plazo, 1 1 "gi-iriticación instaii- rinea" resulta una esrr~regia razonablciiierite aperrcil>le. Lo quc la vida 1C11g3 para ofrecer qur 10 o f r c ~ c a liic et ni<irc -aquí y ahora-. iQilién piirdc sabcr lo qiic nos dcpara el ninñana? La p«sicrgaci<iii dc la gratiii- ci-ciún l in perdido sil ciicaiito. DrspuCs dc todo. iio Iiay crrrerns dc si el irnhajo y cl csti~rrzo iiiveriidus Iioy scguirin rcnieiido algún valor durari- re el i ir inlx qiic lleve alcaiirar la recoinpcnsa. i\un i i i ; i ~ , taiiipoco cs c - guro que I i>n [premios qiie lhuy rcsulrali arracrivos lo scguiráii siciidij cuaiido iiiial~iicnre senn obtsliidos. 'll>dos heinos npi-ccidido aiuargarncri ie quc eii uii ahi-ir y ccrrar de 010s iiiirstros :iciivos piicdcii rraiisloiiii3r- sc eii deudas y I r > \ rrofcos imás iclucieiitc~, rii Inpidac. Las modas va i i y viciicii ü uiia velocidad verrigiiiosa. t«di>s los i,hjrtos dc deseo se vucl- vcii abroleros, drsagradahlcs y hasra ~>roduceii iriliazo iiicl~.iso antes de Iixbcr re~iido riciiipo de cer gozados plrnaiiieii~e. 1.0s esrilos de vida qur Iioy puedcii pdrrccriios iiiuy rhir inaiinria 5eriii iiiotiwi de cscariiio. Pa- ra citar a Buuidieu uiia vez más, ";iiluellos qiie ilrploraii el cinismo qiie idcnrifica a los lioriibies y riiiiierei dc lhoy iio deben <iiiiirir relacioirarlo con las coiidicioiies si>ciorcuiióniicas qrlc lo favorece~i y lo exigcn...". ( : i i i i i d « Ronia está ardiriidri y hay poro o nada que iiiio pueda iiaccr para aplacar las llain.is, rocar la lira no rcsiilra iii m i s i i i iiicrios ronro o iiioporruno qiie cualqiiier Otr3 ocupac~iln.

1.3s prccariai coiidiciolie~ si>ci:ilcs y cco~iómicas eiitrriiaii a humbres y i rii~ijcrcs (o Irjs obligaii a aprsiidci- por las milas) para percibir el niundo cosiio i i i i i-ecipieiitc Ilcno de oblct<>s <ic~e<:hnbies, ohjctos para usar y tirar; el iniiodo eii s u cnniuiiro, i~icluidos los scres hiiiliaiios. Además, rl miin- do parece consistir e n "cajas iiegras" Iierini.iicnmrntc selladas que jamás dsbcr.íii sc r nhierras por los usuarios, manipuladas ni, menos aun, rrpa- mdas 11113 YCZ qiie se dcscoinpoiie~i. Los rnecinicos de hoy en día rio s<iri

eiitrciiados para reparar morore5 rotos o dañados, sino siriiplemriirc tia- ra rxtracr y drihaccrse de las partes gasradas o defectuosas y rcrrnlila- d a s por urras ya prefabricadas y selladas que tornan dc los esraiiics d c

s u s dcpi>sir«s. No rienieii la meiioi idea de la ecrrocriii-3 iiiiciii:i ilc !<,S

"repuestos" -cxprcsióii que ya lo dice todo-, iii del iiiisteriosi> mecaiiis- iiio que 10s hacc fuiicii>iiar: rai~ipuco consideran que ese conociiniciiro y las Iiahilidades que le soii propias sraii dc su iiicombriicia o respoiisabi- lidad. Lo que sucede en uii garage de iiicc&iico sucede eii la vida en g r ~ neral: cada "paste" es un "repuesro" reemplazable y más vale q u e Ir> sea. (Por qué perder el tienipo eii reparaciones lahuriosas si tan sólo lleva iirl

instante deshacerse de la parte datiada y i-eeiiiylararla por otra! En un mundo en el que CI futuro es, eii el mejor de los casos, i>scurr>

y borroso, y niuy yrohableinenre peligroso y lleno dc rirsgus, fijarse ob- lctivr~s remotos, sacrificar cl interés individual en pos de acrecentar el p o ~ der g n ~ p a l y sacrificar el presente en iiumbre de la dicha futura no resultan iina propuesta arracriva iii sensara. Toda oportunidad que 110 se aprovecha aquí y ahora cs una aporrunidad pcrdida; iio aprovecharla es, ~ x j r lo tanto, algo iiiipci-donable, diiícilnienre excits.lble y rneiios a u n re,- vindicable. Como los cornproniisos prescnres son cscollos para lar opur- iiiriidadcs <le mnñnna, ciianro nienos serios sean, menor es el daño quc piledrii ci i isar 1.a palabra clarc dc In csrratcgia dc vida cs "ahora", sin i ir ip,rf~r Ihs ,ilcnníei de esa csrrategia ni lo qiie pi~eda implicar. En iiii iiiuiido ilicirrro c iiiipredccililc, los troraniuridos hábiles ha r i i i lo imposi Ihlr pava i n ~ > t a r a los felices "glolinles" que viajan Iii.inn«s; y no derraii1.1 r á r deiii.isiad~s Iigriiiias al dc~liaccrsr de t<,di, aqurllc que obsraciili,.~ bus ~iii>viiiiisciros. Rara vez se deteiidráii lo suticiente corno para <I:ir\r cuenta de que los víiiculos huiiiaii,>s rio s<>ii conio las partes de un nii>ii,l.: iio suclcii veiiii prefahricidus, rieiideii a desintegrarse coi, rüpidc,, si r r

los ma~irieiie !~criuiiicaii~roic cerrar!os y iio soii ficiliiiciite ieen3plaz;ililr\ cuando ya no sirbcii.

Es así aiic la ~>olíticz deliberada de la "precarización" llevada . r< l i , l . i u

re por los opcrndol-cs del iiiercado de trabajo se vc auxiliada c ilisii):.iilii ( v e n sus rfectos rcforzadai Dar las políticas de vida, sean éstas ; i i I i i ~ i i ~ i

das deliberadaineiire o a falta de otras opcioiics. Anibas producr~i i.1 llllr

,no resultado: la dcscoiiiposicióii y cl lai~~uidectriiiriito de los vli~~iiliia hiimanos, de lar coiuuiiidades y dc las relaciones. Los compi.<,irii\in i I i . 1

ripo "liarra qiie la miierrc nos separe" se coiivierren en contr.iio\ "i!iii.ii

tras errcmas satisfcclios". contratos reiii)>«rarios y rransiroi.ii>r lai! i11.11

nición, por decisión por el costo pragmático dc su impacr<i y. I N U 1" tanto, propensos a ser raros iinilateralmeiite y evitar el precici C I I . iiiIi.ii

rnr snlv;ii-liic, i<><I;i vcx qiic iiiia de las parres Ihiiele iiiia olioriiiciiil.!il iiisir

vr~ii;iiosn iiiri-.i di. cs;i ri>ciednd-. 1:ii <ii i . i i 1~,>1,iIir.i\. Ii>s viiiciilns y Ids nso<i.~ciiii>r\ I ~ C I I ~ C I I il \1<1 VIIII,I

l i , . i < l i i \ y i ~ . i i . ~ ~ l i , ~ . < i i i i c , i i l i l c ~ < l ~ ;i 5i.v < < , , i > ~ r i i i , < i < , ~ . ii,, Iw~><lii~i<lc,~: i . , . i , i i i

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sujetos a los mismos criterios de el,aliiación de todos los demás ohlcros de consumo. En cl nicscado consumisra, los producros ostensiblemenre duraderos son por rcgla general ofrecidos por on "periodo de priicba"; se promere la dcvolixción del dinero si el comprador no está complcta- menre satisfechr>. Si uno dc los socios dc una socicdad cs "c<inccptrializa- do" cn esos términos, entonces ya no es responsabilidad de ninguno de los mieiiibroi "hacer oiie In relación fiincione" p r o c u r a r oiie salca ade- lanre "en las hiienas y cn las malas", "cn la salud y cn la enfermedad", ayudarrc mutuamente duratite las malas rachas, reducir las propias ex- pcctatiuar, compromererse o hacer sacrificins en pos de la cimrinuidad dc la i~nión-. Sr trata, en carnhiri, dc quedar sarisfccho can u n producto lis^ to par3 consumir; si el placer obtenido no esrá a la altiira de las exliec- t.arivar o de lo que se prrimetia, <i si el goce s r diluye junto con la novedad, un<> puede entablar una demanda de divorcio, .alegando los de- rechos del consilmidor y el Acra de Lealrad Comercial. Resulta ininiagi- nahle aferrarse a un producto infcricir u i~i>solet« cii vez de buscar e i i las tiendas uno "nuevo y mejorado".

Ci>mo ci>nsrcurncia, la prrsuncii,ri de la triiiporalidad de las relacio- rics ticiidc a cuiivertirse en tina profecia iutocuiuplidn. Si los vínculos iiuinaiios, como el resto de los oblrros de coiisunio, iio nrccsitaii ser ci>iistruidc>s c,>n esfuerzos proioiigados y sacrificios ocasionales, sino que son algo cuya satisfacción itin~cdiara, instantánea, uiio cspcra cri el rnoinento de la compra -y algo quc uiio recliaza si no satisface, algo que se conserva y utiliza sólo inienrras continúa gratificando (y nunca des- pués)-, enroiiccs iio ticnc sentido "tirar iiiargariras a los chaiiclios" in- tciitaiido salvar esa reIaci<iri, cuii iiiás y iiiás dcsgasre dc cncrgias cada ver, y iiiciios aun sufrsr las inquietudes e iricomodidades que esro irnpli- ca. Ilnsta el más ininiino rraspié puede hacer colapsar esa socicdad y quebrarla; los dcsacucrdos más triviales sc transfol-maii en amargas dis- putas, las fricciotiei más leves son tomadas como srñales de iina esencial e irreparable incompntihilidad. Como liuhicra dicho cl saciólogo esta- douiiidcnsc W. 1. Tliomas si huhicra presenciado el giro de los aconreci- mientos, si las personas asumen qiie SUS c o m p r ~ r n i s ~ ~ son remporarios y hasta nuevo aviso, enronces ecos conipromisos si ticndcn a scrlo como consccucncia dc las acciones dc las propias personas.

La prccaricdad de la existencia social provoca una percepción de q ~ c el inundo circilndante es una siiperposición de productos para consilmo . . inrncdiaro. 1'el.o pcrcibir cl mundo, incluyendo a sur hahitantes, como iiii pozo de artículos de consumo rransforma la necociación de víiiciili,r I i i i ~ . iiinnor diindcros cn algo cxtrcmadamcnrc ardilo. La genre irisel:i~i;i iicli

de a ser irritable; adriixís, ~iciic poca paciencia con todo aqucllo quc se in- rerponc en el camino que co~iduce a la ~aiisfaccióii de sus deseos; y coino muchos dc csos deseos esr5ii d e ~ t i i i ~ d o s a verse frustrados, hay por lo tan- to escasez de cosas y pcxn paUeiicia con las personas. Si la gratificación instantánea es el única modo de apaciguar el roriucnto dc la desprotección (sin siquiera, aclarémoslo, apagar la sed de certeza y seguridad], verdade- ramente ino hay mritivos evidrtites para ser tolerantes coii algo o alguien que resiilta irrelevante eii la búsqueda de satisfacción, y menos aun con al- go o alguien reacio o rericetite a proporcionarnos la gratificaciiin huscada.

Hay, sin embargci, uiia coiiexióii más entre el cansumismo dc un inuii~ do precario y la desiiitegrición de los vinculoi humanos. A diferencia de la pr~~ducción, el coristiiiio es uiya actividad solitaria, endéniica c irreme- diablemente solitaria. iiicluso en los momenros en los que se consiune en ci>nipaiiÍ;t <Ir otros. Los esfuerriis I>roductivos (por regla general) rrquie- reii cooperación, aunque solaciicntc se trate de la sumaroria del esfuerzo fisicc de uaii<is: si para rransportar un pesado tronco de un lugar a i>tio iuii necesarios ocho hoii~hres que trabajen durante tina hora, cso 1x0 s i g ~ nifica que uii solo hoinhrc pueda liacerlo en ocho horas (o en ciialquirr oiro lapso de tiempo). En el caro dc tarcas mis coniplelas, quc iinplicaii división del trabajo y que dcmandan diversas habilidades especializadas que no piiedezi apnrccer comhiiiadas e n una sola persona, la necesidad de cooperación es aun más cvidcntc; sin esa coopeiacii,ri, iiirigún prr~ducto seria posible. Es la coopcraci6ii la que prrniiie que esfuerzos aislados y dispares EC transformen en esfiierros productivos. En el caso dcl carisuiuo, s i n embargo, la cooperación no sólo es iiinrccsaria, sino absolutamente siiperflua. Todo aquello que es c<insurriido es coiisuiriido individualniente, aun cn uri salón Ilrno dr grnre. En una de las iuurítras de iu vcrsátil g e ~ nialidnd, 1.iiis Buñucl represetitó el acto de conier, supucsto emblema pro- toripico dc nuestra condicibn gregaria y asociativa, corno el má? solitario y secreto de los actos (al contrario de lo que coniúiuneiite sc prcrende), al- go celosamente oculrado de la mirada iriquisidora de los otros.

La autoprvpeiuación de la falta de confianza

En su estudia retruspectivo de la sacicdad modernal~a~i ia l i s ta de "desa- rrollo obsesivo coinpulsivo", Alain Peyrefirte" llega a la conclusión de

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que el rasgo mis sobresalieiite, de lieclio constitutivo, de esa socicdad Cra la cufifinrrza: confianza en uno mismo, en los deii iá~ y cii las insritu- cioiies. Los trcs depositarios dc la coiifiaiiza eran igualmenre indispenra- bles. Se coiidicionabaii y susrecitaban mutuamcrite: si se saca tino, los otrix dos liarin iiuplosióii o colapsarán. El ajetreo de la cocistitución dcl ordeii iiiodcrno puede ser descripto coino el esfuerzo constante por srn- 131 SUS bases iniritucioiiales: ofrecer un marco dc trabajo estable en el quc esa coiifiaiira pudicra ser depositada, y Iiscer vevosimil la crccncia de que los valores atesorados eii ese moliieiiro seguir5n siendo aresora~ dos y deseados, que las reglas para la persecucióii y obtención de cs<,s

valores seguirán sicndo respetadas, no serán modificadas y pernianece~ irán inmunes al paso del tiempo.

P~yrrfi t te ideiirifici la cmpresalcmple~i como el csl,ncio privilegi~ido dc sicinhra y cultivo de esa confian7.a. El hcchr, dc qile la eriilirrsa cnp i~ talisra sea i;iinhiéii un icmillcro de conflictos y eiifrcrira~iiictit<,s i i< , dclle confundirnos: no liay difiaiwe sin coiifirire, i i o liay dciaiio sil, con f l i l i~ za. Si los empleados hichahan por sus dercclios, er.1 porque rciií;iii c i > i i ~

fianza cn cl poder de holdilig del ini~rco eii el que, icgiiii esl>er.ib~ii y dcscilian, s i ~ s dereclios .el-inn iriscriptr~s; coiifinbaii eii que la rliil>rrsa ci-a el Iiigar adcciiadii p.lra poiirr a resguardo sus drl-rcl~, ,~.

Erro va i i o es as!, o por Ii> rnccios caii drldr~do rjpidaiiicrite dc serlo. Ninguna IX'."XI~ ara~oii.ibls piiedr prrtciidsr pasar toda ,ii i4d.i laboinl (1 gran parte de ell:~ e t i 11113 5013 ~1111>rcsa. La iiiayaria dc las pci-sonai r a ~ zoiinhlss picfcr~rí:iii iiiveriir los .iliorios de toda su vida cii los ri-isreriien- te célebres fuiidi>s dc i~ivcrsióii que Iucgaii eii la bolsa o cn tina coriil>aiiía de scguros J I I ~ C L q w C O I I C B ~ COI, 13s pcnsi<>ncs y rctir<>s ~ L I C la e~nprcsa para la qiie t r i b ~ i ~ i i Ics pueda propcii-cioiiar. Coiiio lo rcsiirnicra I\'igel l l ir i i t rrcleliteriieiirc, '.es miiy dificil depositar coniiarila eii organizacio~ incs q ~ i c 31 ~iiislim ricn~po cstán sicndo 'achicadas'. 'rerirriicturadas' y 'raciorializidai"'.

l'ierrc Bourdi~i i '~ rriiiesrra el víiiciilo cntrc cl colapso rir In coiifianzn y la decddente vvliiiitad de compromiso político y acci6n cr>lcctiva: la habi- lidad dc Iiaccr proyeccioiies a fiitiiro, silgiere, es la coirditio siiie qun non de todo pelisainicnio "rra~isforiiiariuo" y dc roda csfiierzo por rcexaniinar y rrforiiinr el estado ncrual de las cosas p e r o las pri>ycccii>rics a fururo difícilineiitc aparezcan eii personas qiie no tieiieii cl conrrril de su preseri- te-. Li cual-ta categoría de Reich carccc evidentemente de ese c<inrrol. Atador conio esráii al suelo. incapacitados para moverse y drtrnidi~s si 111-

rentan acercarse hasta el primer puesta de control frriiirrriro, r+ti,s iiidi- viduos sc encuentraii cli iiiia situación n priori iiifci-iiii- ; a l c.iliii;il <II,C 5'.

tiiur\.e Iibrririente. El cdptral es cada vez mis global; cllos, sin c ~ i i h i r ~ o , sigiicn sieiido localcs. Ilor ese iiiorivo estin iridcfensos y expuestos a loa incscrutablcs antojos de iiiisteriosos "inveisioiiistas" y "acciiiliistas", y lar rodavía inás descoricertiiires "fuerzas del iuercado", "coridicioiies c,>- nicrciules" y "exigencias coiiipetitivas". Todo lo quc p i~cdan obtciier Iioy lo p~icdrii perder mañaria sin pl-eavisci. Y o pucdcn ganar. Ni siquiera t i e ~ nen la voluntad -ya que son razonables o sc esfuerzan por d o - de pre- seiitns batalla. Púr> desean dar a sus penur i~s la forma dr una demanda pcilitica ni cxigir resaiciiuiento a quienes ostentan el poder polirico. Co- nio lo siiricipti Jacqucs Attnli hace unos iiios: "el poder dcl maiana re^

sidiri en la capacidad de facilitar o bloquear cl desplazamienta a lo largo de cierrac rutas. El Estado sólo ejercerá su poder en rl control dc Ins redcs. Y por lo iaiito 1.i impocibilidnd de ejerccr control sobre las rc-

drs dcbilitari irreversibleiricntc a las iiisriruc~ones E1 pasaje tiel capitalismo pesado a1 liviano y dc In iiiodernidad sólida

a la fluida o liquida coiistiruye el iriarco cn rl ciial ir iiisciibe la Iiistorin de la inaiio de obra. Tarnhién ayuda iiiucho a coniprender los escabros~>r iueandroc de es.ib cii-cuiiyoluciories. No scria ,ni r.~zuiiable ni particular- niente esclarcrcdor explicnr la drsespcrantc siruaciOn en la que se rii-

ciientra cl tr ihnlo cn la parte del mundo ni& "avanzada" (rn srnrido "iiioderiiizador") a partir de uii cainlio en el Iiuriior general -ya sea pro- vocado pi,r el dcbilirantr iiiipicro de los iuedios iiinsivos, una ci,nspir.i- cii>ti dc los I>~iblicistas, la irr.ictiva sedi~cci¿>ii dc la ~ociedad de consuiiii> o In disiracción fruto de 1.3 sociedad <Icl especticulo/cnrretenir~~c~i~~~-. tchai l r i la citllia a los politicos iiieptos o coli-liprr>% tampoco será dc p".~ ayuda. Las cnustis iiivocadas cii esas explicacioncc no son para cin- <i;i iiiiag~narias, pero !no aclaran riada si no se las c~iriendr en el coiitcn. ro d i i i t i i vida, C I rscciiario social cii el ijric la Ecrire (pocas veces por l>ropia elccci6n) Ilcvi adelante siis isuiiros, q i ~ se 11" uansforiiiadi> r n ~ dicalnic~itc drsdc los iienrpoc cn qne lui obrci-os qnc llenaban las f i l i r i ~ ~ 3 5 de prodiicció~i cii niasa cirraroii filas para lograr condicioiies iiiAr I1u11~ar1as y p i i t i [ i ~ a ~ ~ t ~ b LI ciimhio de su trabajo, tieiiipos en que los tc<i ricos y activirtas del iiioviniicnto obrcro pel.cihieron en esa sr>lidarid;iil obrera el rriihrió~i iodavia iriarriculadu (pc r~ i latciitc y a la larga i l ic<,~i~ reriible) del drieu de una "socicdad buena" qiic encarnara los ~iriiicq>i<ii u~iiversalcs de la lusticia.

J 4 iz,,,,, li,,,,,.l,, 8 , i ,,,, rr,/;.,,x . . , ,111. c,t.. lpp. 9 5 I o l . :\ ,.i<,l",.. , \ , i , I , , ' 1, ,,,,, i i ~ < l , . \,iPi.r'i .... < ' l ' . c i r , li. S I .

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5. Comunidad

Las diferencias naccn cuando la razúii iio esti suficienterneiite dcspierr.1 o cuando vuclvc a qucdarsr dormida; éste era rl credo cx~ l i c i t o dc In confianza absoliirn que los liberales postiluiiiiiiistas depositaban en 12

capacidad humana de lograr iiiia iriiiiaculada coiicepcióii. Nosotros, I<is liumdnos, cstamos dorados de tudo lo iiecesario para clcgir el carninr, correcto, que. una vez clsgido, resultar2 ser el mismo para todos. El i ~ i ~

jeto de Descartes y el homhrc de Kaiir, aiix~adus con la razón, no podiati equivocar el camino si iio lus expulsal>aii o si los rciitaban a salirse de In rccta senda iluniiiiadi por la r a ~ ó ~ i . Las diferentes opciones son sedi- mcntos de los yerros de la liistoiia -el resultado de un dafio cerebral que pricde denc>miri;irsc "prejuicio", "supcrsriciúii" o "falsa concienciam-. Conirariamente a los veredictos ei>ideirtig de la razón, propiedad de iici

solo ser h i~ i~ i ano , las diferencias de juicio riciien origen c,>lectivo; los "idolos" de Friiicii Uacoii residcn donde la Eeiitr se arremolina y se eil i~ puja: en el teatro, E11 e l iuercado, en lo< festivales cribales. Liberar el [>o- der de la i-azúii Iiuniana rra lilierar al indiuidui> de rudo eso.

Ese c r e d o fue ciiesrioiiado por loi criricoi del liberalismo. No habi;i escAsez dc aquellos que aciisaron a csn iiirerpretaciÍ>ri liberal del legad,) de la Ilustración dc haber cnrc~idido inal la\ ~ 0 ~ 3 5 o de distorsioiiarlas. Los poetas, Iiistoriadoscs y sociólrigos r,>in6iiticos se unicraii a los poliii. cos nacioiialistas para srñalar que -antes de que los Ii~irnanos einpczaran a expriiuir individi~alnicnrc sus cerebros para escribir el mejor código < I i , coiiabitaci6n qiie su r a z h les dictai~a- ya tenían una historia (colecriv;,) y custui~ibres (obcdecidai colccriviinente). Nuesrros cornunitarisras c<irl- triiiuoráncos dicen algo muy similar, pero eiiiplcando términos difcrcii~ tes: no se trata ahora dcl individiio "desarraigado" y "sin ataduras", si i i i , del usuario d c l leneiiaie. bina nersoiia escularizadaisocializada oiir - . . "reafirina" y se "canrtrujr" 3 si rnisnia. No siempre queda claro lo qui. estos criticos quieren decir: ¿la visi611 del iiidividuu aiiiacontcnido cs f ; i l

sa o es d:tñiiin? ;I.c>s liherale drlicriaii ser ceiisurados poi- prcdic'~r l.il\.i\ i>piriioiics, < i I ~< I I ~ ~ ~ t t ~ l t ~ c i r , insplrnr i b s < ~ l v ~ s 13 falsa I>i>litii.n?

S i ~ i ciiil~,ivl:". 11.111.~~. I I I I I . 1:) ac1u31 ~ I < C ~ P I J < , I~~C~~~/LOI~I~~~I~I : I I~SI I I i l ~ . t ~ ~ < .

i t l i , I > c ~ l ~ ~ ~ ~ i ~ . 1141 , t 1.0 ' '11.11111.11~/,1 I > u I ~ ~ , I I ~ , B ' ' . I ,1 ~ > ~ < ~ ~ : ~ I I L I , I 1 1 ~ 1 I.C \i \ c . 1>10

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diicc o iio In lihci-ación del individuo de las opiiiioiics recibidas u si exiqre iin seguro colectii,~ contra los iiico~ivciiieiites dr la responsabilidad iiidip vidiial. sino si todo cso es bueno o malo. llace tieiripo Rayiiiorid Williaiiis seiialó quc lki i i i d b iiorable de la "c<iiiiiinidad" es quc Iia existido siciiipre. I iay giaii conmociiiii en toriiu de la necesidad de corniinidad porque c a ~ da vez irsulta niinos claro si [hay o no evidencias de las rcalidades que la "comuiiidad" alcgn representar, y en el caso de que cxisricran, no se sabe si su expectativa dc vida jusriiicaría que se las tratara con el rcspcto que las rcalidades imponcn. La valierite defcnsa de la comunidad y cl iiiteiito de devolvrrlc el favor que le iiegaron los liberales j ~ m i r huhieriii ex~sti- do si CI arnés qiic riric a sus iiiienibros con una hist<ii-ia, costumbres. leii- giiaje o educnci<in comilii no se desliilacliara más cada nñi,. Eii la etapa liquida de la iiiodei-nidad, sólo existen los ariieses cori cierre i-cliinpago, y su Cxito de vcritai se basa en 13 fkicilidad con la que uno ~piirdc poiiér- scl<>s a la ii iaiiana y <~iiitárselos a la iir~che (o vicei.eisn). Las comunida- des ticneii n~uclios cokires y medidas, pero si sc l,\s diitriliiiyr dcnrrc del eir ivebei-iano que h e cxriciidc entre el "niarito liviaiio" y 13 "jaiila dc hie- rro", rodas ellas se .~pri>xiiiian iiiiicho inás 31 primer polo.

En tanto nccesitiii ser defendidas para sobrevivir, y iieccsirnii apelar a siis propios mieiiibros p.ira garantizar sil sopcri.iveiicia i~irdinritc las rlrcciorirs indivicli~alrs y In responsaliiiidnd iiidividiial de C S ~ siipervi- veiicia, rodas las cc>iiiunidndri son uiia i>«sl,iinriiii~, iin pioyecio y t i «

iiiia realidad, algo que viene despi<is y no niifes d c la rlccci6ii iiidividi~al. La c<imuiiidad "tal coino se la i,r cn las pinturas comi~nirarias" seria bu -

ficieiitsiniritr rnngihle para ser invisible y soportar el sileiicio, pcrii eii cse caso los c<iiiiliniraristas iio podrían piiit.irla, y irirtios au i i exliibii-la.

Esa es la piii-adoja i~itei-iia dcl ciiniunitnrisiiio. Decir "ey boeiio ,er i i ~ r - te de uiin coiii~inidad" es ~ i i i testiiii<,nio iiidirccro de que i i ~ i o izo es paste, o dc que cs iiiilvobahlp que lo siga rieiido por iiiuciio iieiiipo, a iiieiios que ejercite iiidividiialnieiite sus iiiíisciilos y aiiiplis iiidividi~almeiite su ccrrbro. Para cuiiiplir el proyecto coniiin~ral-10, hay qiir apelar a lar inis- nias opciones iri<lividuales (idesatar las propias ataduras?) cuya posibi- lidad ha sido ~ieglda . No se p u d e ser u n cornuiiirarista horrn fide sin ndniitil; al iiirtios una vcz, la libervad de cleccióii iiidividuil qur la co- munidad niega.

A los ojos del li>gico, esta coiiiradiccifin pucde desacreditar cl csfucr- zo de eiiciibiir el proyecto politico comunitario cori el disfraz dc te,>ii:i dcscriprii,a de la realidad social. I'ara el sociólogo, siii eriil>;irjio, lo qiic reqnicre explicacii>lilcomprerisióii rs la crccicntc popularid;i<l dc \;ir idr.is ci>iiiiiiiitai-iis ci>iii<i citcsri<iii ~ ( ~ c i i ~ l <Ir irnl><>rrn~~ci:? (:11111<~11i r1 Ihci,l~o

que el disfraz haya sido iaii rlicizmriire llcvado que no impide el Cxiiii dc los coiiiuiiitai!stas iio les iiiovería uii pelo a lbs sociólogos ... Eso c\

algo deiiiasiado coniilii). Eii térziiiiios s~ciol¿.~icos, e1 ci>iiiuriitnrisino es iina renccii~n previsihlc

a la acelerada "licueiaccióii" de la vida rii<idcrna, iina reacción ante su consccucncia iu is irritante y dolorosa: el desequilihrii>, cada vez más pro- filndo, entre la libertad iiidiijidual y la seguridad. Los suriiiiiisrr<is de pro- visioiics de seguridad se reduccii rápidaiiieriic, inirnrrai que el voluincn de las r c ~ ~ o i i s i b i l i d ~ ~ d e s iiidiviiluales (asignado auiiquc r i < , ejercido en la pricricai crece en urra escala siti prcccdciites para 13s g e ~ ~ e ~ i ~ i ~ n c s dc pos^

gixcna. El as~>ecro iriis ii<~tabie del acto de desdparici6ii de las anriguas se- giiridndcs es la niicva fsngilid'~d de los vi~iculr>s Iiiiiii~iios. El carácter qiicbradizo y iraiisitorlo dc los viiiculos puede s i r CI pl-rcii~ iirevirable quc dcbeinos pagar por cl ilci.i.clio iridividual de perseguir objerii,os iridividua- Ics, pero al niismo tiempo cs un toriiiidahle obrticiilu para perseguir esos objetivos cjcciii,niiiciit~ ... y para reunir el coraje necesario para hacrrlc). L t n taiiihié~i es i~ i ia paradola... profuiidaniriite arraigada cii la iiatura- leza de la vida diir;iritr Ixríodo de la modernidad liqilida. No es la pri- i i icr i vez que 13s S I I U ~ C ~ < I I I ~ L paradójicas provocaii respuestas paradólicas. A la luz dc la iiiturnlrra lpai.adóji~.a de la "in<lividiializacióii" liq~iido/m<i- dciiia, la ~ i a i i~ ra l r r a ~ ~ > ~ ~ i r 3 d i c i r > r i a de la respiiesta coinunitai-ia iio resiil- ta sorprsiidciiic: 13 I > r x n w a es una explicacii>ri adcciiads de la segunda. mientras la segui id~ es uii eiecto lÍ>gic« de la prii~irrn.

El reliacido coiii~iiiitnri~iiio rcspoiide a uii reina agudo y geii~iiiio: n la rariical oscilicióti del péiidiilo que se aleja -tal ver dcii iasiad<, del p o ~ I<i dc la s ~ ~ i i r i d a d dcii~l-o de la díada de los valores Iii111i.iiios siiic rjun irori. Por csra r a z i ) ~ ~ . Id p r i d l ~ a con~in~i tar la puede c<iiitJr c<,ii i i i i púhli- co niinieroso y dispuesro. liahla eli iioiiibrc de iiiilloncs: précnrili', dice Pierre Bo~rdicii , ?si ni,joi<?d'hrli pnr fout -penetra rii iodos los riiicoilts y Ihendidoras dc la csisrciicia Iiiiiiiaiia-. Eii su libro recieiiie, l'roriger oir < l i s p o m i t ~ ~ , ' iin filriboiido nianificsto contra la iridolriicia y la Iiipucresi;i de las elitcs acrualci frrrire a ln iiioiitée des i i i s é ~ ~ w t d s , Philipl>e Cr~lieii ideiirifica el d e s e i ~ i ~ l c o (niicve de cada diez puestos nueXros son estricta- nicritr teniporarias ? n corto plazo), la iricerti<liimbre con respecto a las perspectivas para la vcjcz y los peligros dc la vida urbaiia coino causas pri~icipales de la difiisa angiirria ante el presente, cl di3 siguiciiie y el f u ~ iiiro rimriro; la auseiicin dc seguridad es el factor cuniú i~ , y el atractivo

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del comunirarismo es la proniesa de uii rrlugii> seguro, el destino sofiado por los marineras prrdidos en un turbuleiiro iiiar de cairibios ci>nstaiiies, inipsedecibles y co~ifiisos.

Como seiialara, cáusticarneiite, Eric Hobsbawni: "la palabra 'c<iinu- nidad' niinca se iisó de manera tan iiidiscriiiiiiiada y vacua corno durante las d6cadas eii las que fue muy difícil encontrar en la vida real verdaderas comunidades, en el sentido socialógico"."Honibres y miijeres buscan griipos a los cuales pertenecer, can seguridad y para siriiipir, en uri rnuii- do en el que todo lo demás se mueve y se desplaza, donde iiiiiguiia otra cosa es segura."3 Jock Young proporcioiia u11 suciiito resumen de la ob- servación de Hobsbawm: "mientras la comunidad colapsa, la ideiitidad se i n ~ e n r a " . ~ Podriaiiios decir que la "comuiiidad" del dogma cornuni- tario no es la Gerrreirrschafi, establccida y fuiidainriitada por la troría social (y famosarncnte definida como "ley de la Iiistoria" por Ferdiiiand Tonnies), sino un "criptónimo" dc la tan huscada pcro eiusiva "identi- dad". Y, tal como observó Orlando Parterson (citado por Eric H o b r ~ I>awin), mientras se convoca a las pcisonas a elegir entre competitivos grupos de referencia de identidad, simultaneamentc sc les dicc que no tienen eleccióii, que lo único que pueden elegir cs e! grupo especifico al que "pertsnecen".

La coi~iunidad del dngrna c<,munitario en un hogar aparente (un ho- pr{n>niimr, no uii liogar e>,<-ontr/ido ~ i i u i i hogar coirsfrtii/lo, sial« el h<>- gai P > I e l qrle uno ha nnctdu, de tal inudc que no hay eii iiingún otro lado lhiicllar del propio origen, dc la propia "raróli de existir"): y e., por cier- to, iina clase de hogar que, para la mayoría de las peisoiias, parece inás de cueiito dc hadas que fruto de la experieiicia personal. (Los hogares fa- iniliares, alires seg~irainente acolchados por una densa traiiia de háhiti~s rutinarios y expectativas habituales, han sido despojados de sus escollc- ras y están expuestos ahora a las embravccidas roiiipieiitrs que azotan la vida.) El Iicclio de qitedar fuera del terieiiu de la experiencia ayuda: cs imposible poner a prueba la bcnEvola calidez del hogar, y sus atractivos. en tanto imaginarios, no se contaminan con los aspectos iiieiios siiiip6ii. cos dc la pcrrcncncia forzosa y las obligaciones no negociables -los c<,lii- res iuás sombríos están ausentcs de la paleta de la iinaginacióii-.

Ser iin hogar ampliado también ayuda. Los que están encerrados rli

un hogar común, dc ladrillos y cemento, ~ u e d e n sentir algiiiins vcccr CIUC

Eric Hohrhiwni, Tlh Agc o / Exiiitr?ri, Londrc,, Micl iac l [i>.rl>ll, I'I'J~I. t i . . !?S. ' H ~ l ~ ~ l ~ ~ ~ r n , "Thc c ~ ~ l t o f idcnriry lpc?lir i~~", c r ~ : !,,.fi l<,,,,8c,,,, l./, l,~'Px, 1, , lo " lilik Yiiiiiii:. 7?ir l:ii bt.s,iii, Sti<iwly, 1 i> i i i l i c i . S.i!:r, 1'J1lL1, 1,. l,,l

f estiii dentro de iina cárcel y no en uii refugio scguro; la libertad dc la calle Ii>s Ilania desde afuera, tan aiorineiitadora e inaccecihle como pue- dc scrlci hoy la soñada seguridad dcl hogar iinaginado. Si11 embargo, si la sedilctora segiil-idad de estar c i ~ e z soi se proyccra sobre una pantalla siificie~itrmrntc grande, ni> hay "afuera" capaz de arriiiiiar el gozo. La comunidad ideal es u n ctimplcnt riinppa r~iwiidi: iin inundo toral, que proporciona todo lo rirccsario para riiia vida significativa y gratificarirc. .41 concentrarse en lo que afecta más a los l>oi,~eles', el remedio coinuni- rarici de la traiisición [disfrazada de regreso) a i ~ n mundo total y cumple-

ct>iiiparativan~ente insignificantes. El mundo coiiiu~~itirio está completo porque todos loa dciiiás son

iriclcvaiites o, iuás exactamente. hostiles i i n a iiingla llena de ernbosca- das y cuiispiraciones, colmada de enemigos que iiemliran el caos-. La ar- rni~iiia iiirerna del mundo comunitaria reluce y csntr!lca coiitra el fundo de la oscura y enniaratiada jiingla que enipirza del otro ladu del portal. La gente que re apiiia en tarnc al calor de la identidad coiiipartida arro- ja [o espera desterral-) a cia jungla todos los iiiiedos que la hicieron bus- car el refugio comunitario. Según palabras de Jock Yuurig, "cl desco de demonizai a los otras cstA basado en las inccrtidumbrcs ontológicar" de los que e ~ t á n adentro.5 Uiia "coiiiuiiidad inclusiva" sería una con^

rradiccibn en los ténniiir>s. La fraternidad coiriuiiitaria sería incoinplr~ [a, impensahlr y icguraiiiente inviable si careciera de esa congénita tendencia fratricida.

El nacionalismo, una marca negatiua

1.a cixnuiiidad del dogma comunitario es iina comunidad étnica o una cuniunidad iiuagiiiada siguiendo el patrón de una rornunidad etiiica. La eleccióri de este arquetipo tiene causas súlidas.

Eii pririiera instancia, la "crnicidad", n diferencia de cualquier otro fundamento de unidad humana, tienc la vcntaja de "naturalicar la his- toria", de presentar lo cultural como "un hecha de la naturaleza", la li- bertad corno "una necesidad cntcndida (y aceptada)". La pertenericia étiiica induce a la acción: uno debe elcgir ser leal a !a propia naturaleza, dcbc esforzarse por estar a la altura dcl modelo establecido y coiirribuir

S 1,,<k Yiiiii,,:. iliiil., 1'. I h .

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de csa inaiiera a su presrrvacióti. Sin riubargo, el iiiodelo no sc puede elegir. N o hay upcii>ri entre disriiiros referecites dc perrenciicia, sino en- tre la prrtriieiicia y el desai-lxigo, el Iiogar y la carencia de hogar, el ser y la nada. Ése es el dilenia q ~ i c el dogiiia comunirario dchca (nccssira) t r i~~s~ l l i t i r .

En scguiido Iiigar, el Estado-nación dcdicado a prornovcr el priiicipio de la ii~iidad étiiica por encima de todas las otras lealradcs fiic la iiriica "hisroria exitosa" de la coii i i~~iidad en los ticmpos modcrnor o, mejor dichi~, la única eiiridad que alcanzó stntirs de cuinunidad con cierro gra- do de coiiviccióii y cfecto. La idca de crnicidad (y de himmgcncidad érni- ca) como legitima base de iiiiidad y rcafirrnación gaii6, eii esa insralicia, arraigo Iiistórico. Naturalmcnre, cl coinonirarisrno conrenipor.iric,i iicne la esperanza de capitalizar esa tradición: dadas la ranihalcanre coiidición nctilal de la soberanía dcl Esrndo y la evideiirr iiec~cidad ilc ilur alguien lcvanre el cstasidarte qiie el Fsradi, dej6 caer, era csperüiiza iio c.iircc de f~indarnenro. Sin cmhargo, cs ticil adverrir que el l>.~rnlelisiiiri riiti-r los lo- gros dcl Estado-nacii>n y la aiiibicióii coniiiniruria tieric i u b liiiiires. Des- pués de roda, cl F.stado~iiacii>ii tuvo i.xir« gracias a la iiipresi<jiz dc las comuriidadss ariróiioi1i.i~; lucli6 r~icaiiiizadrciieiitr coiiira el "parroquia- Iisiiio", las c<isrii~iiliies Iocilrs y loi "dialectos", proiiiovicndo un lengua- je y una riicinoria Iiirt6rica uiiiiicados a rrpriisas dc 1:s ~radicioiier ci>iiiliiiirariis; cuaiito iiiis drciclida y diira era la Kirlri<rkiziri/~fe ciiipreii- dida y supervisada por el Estado, tiiiro iiris éxito logró cl Esrado-~iaci6n rii su propósito de producir uiia "coiiiiiiiidad ~iarural". Más aun , los es- tados-iiacióii (a difeielicia dc lo quc ociil-rc con las porcnc~alec comiini- dades dc Iioy) no se abocaroii a la tarea coii las i i ianm \.acías y ni se les ocurría confiar solaiiie~ire eii cl podes de adocrririatiiieiito. Sil csfiierzri se apoyaba en la legislación dc ~ i c i lengonjc oficial, i i ~ i sisrcina ediicativri y iin sisrerna legal unificado, csri-iicriiras dc las que las conioziidides ca- rcceir y que raiiipoco csrin cn vias de adq~ i i r i i

Mucho antcs dc la rtcieiite emcrgcncin drl ct>niiiiiirarisrni> sc dijo que había una gcma preciosa dciirro dcl Ici~ y pincliudo caparazón de In coiisrrilcci6n dc las nacirincs modernas. lsninb Lierliii siigiri6 qur, adc- ,mis dc sus aspectos crueles y ~iorcncialnienrc sangrirnt<is, la idea de "rir- rra natal" tiene nspecros iiilniaiior y iticos. Es rnuy popular la disrincií,~i que siiele haccrsc cntrc nacir)iinlisi~io y pitriorisrno. Casi sirniprr, cl p:i- triotisnio cs, dc~i t ro de esa oposicióri, cl mieiiibn> "de riera", inic~irr;is qiie las desagradaiilcs rralidades dcl n;lcii,nalisino no soii rrsnlr.i<l:is c x ~ plicitnnicntc: cl patriorisini~, niis ibsriacto que eiiil>írici>, es lo qi ic C I 1i.i

cionalismo (doinado, civil~zndo y éricninriirr rnnolilecido) Ip~>ilii.i lli,i:;ii

COiMUNIDAD 1 x 5

n ser pero 110 es. El patriotismo se describe por iiicdiu de la ticraci<ii~ ilr

ra quiere afirmar la cxisteiicia tribal por inedio dc la agresión y el <id¡<, a 10s orros, cree que todas las desgracias de su propia nación soii coiisc- cuencia dc 13s conspiracioncs de los cxtraiios y está resentido con r<idas las oiras iiaciones porque no admiran cunio es dcbido a sii propia rribo, el p.itrii~ta se destaca por su "beiiévuli tolerancia de la variedad culrii- cal y Liirticularineiite dc las rniiir>rias étiiicas y religiosas", así c<inio por su disposició~i a decirle a su propia nación cosas que en realidad i i i ~ le agradará escucliar Aiinquc esta distiiicióii es iuoral c inrelectualrneiitc laudable, su valor se dchiliti i i i i taiitu por el hecho de que 10 que oponr iio soii dos opciones que piirdasi elegirse eii igual medida, coiiio una idea noble y iiiia realidad irilioblr. Casi lodas las personas que desraii que sus corerráncos scan patriotas Iirob:iblciuenre dcsprecinriari los rasgos quc aquí sc arrihuycn al patriotisirio, por considerarlo\ casi iina traición na- cioiial. Icsos rasgos -la tr~leraiicia dc In difercricin, la hospitalidad Iiacia las iiiinorias y el valor de decir la verdgd, por desagradalile que sea- son mis comiines cn li>s paises CII los qilc el "pat r io t i~~n<>" 110 es ULI " p ~ o b l e ~ ina", es decir, cii si>ciedidss siificienrcmcrire seguras de su ciudadanía rc- piiblicana qiie i i c tieiicn que preocuparse por CI patriorisriro, que no lo coiisideraii uii pri>blcciia y mcnos aini uii deber a ciiiiiplii:

Ijerriard Yack, C I cornpiladov de L~i,ernlisin uiiiliout Ilir~riot~c (Ut i i~ versiry of Chicago Press, 1996), no estalla errado ciiniido en si, p<>léiiii- ca con Mauriziu Viroli, cl ~ L I I O T de F O I Lote of Coutzfry: nn Essoy uii

Pairiotisiiz a>ui Nniioi~nlisiii [Por amor u In pnti-iiil (Oxiord Uiiivrriity Press, 19951, parafiaseri a Hobbrs para aciitiar i ~ n aforisriio: "el iiscioiia- lianio es lo que disgusta del ~pn~riorisiiio y el parriorisrno es lo que gusta del ii~cioiialisirio".~ Sin diidns, liay razoiirs para concliiir que iio hay iiiuchns cosas inás quc prrniitaii dlsr~~igulr el ~nacionalisrno del patriotisiiio. salvo . . niiesrro enriiriasiiio o nursrrn falta de entiisiasmo anrc siis iiiuiiifestaciones, o el g a d o de vcrgüeiiza de ciilpa con el que las aceptanios o las recliaza~ mus. Los nombres hnceii la difcrrnria, y es iina diferencia fuiidameiital- iiieiite retórica, ouc iio distiiirue 13 sustancia de los feii6nieiios en cuesti6ii . . sino las inancras en qiir habliriios sobrc sentimirnros o pasioiirs que soii

"xciik Rolikowrki, " L Icwi, z prawn", cii: iMoje r l i ~ s z i i r pcigl<rds iza lo~s:yitkr,, <:r.i~

ci,uil, Znak, 1999, ~pl'. 321-327. - Vi;isr I\criizril Y ! < k . "1:;iii ~iiriioriiiii ravc u i ironi iiarioiislisin? ilcl<iiliilrr ri, ViiiiIi".

i iii: I:i,l,,,ii 11,.,.,,.,,., 1'11 !. I'i'iS. I'I' ZIII-LlI6.

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esencinlmsnrs siiniiaies. Pero lo que cuenta, ti> que aircta la calidad de ciihai>itaciiiii huiiiaiia, C' la iiaruralcza de los sriiriiiiieiiros y las pisioiies . . y sus coiisecueiiciis y de coiriporraiiiicnto, no las palabras que sniplsamos para disringuirlas. Revisando los lirchos que cuciitaii las iiis- torias patriÍ>ticas, Yack c<iriciuyc que sicinpre que los sentiinientos pa- trióticos "hdil llegado a1 nivel de pasióii compartida [...] los parri<itas Iinn iiianifesrado una pasión feroz y no beiii.rola", y que lo\ patriotas pueden Iialirr exhiliidu, rri rl curso de 10s siglos, "inuclias virtudes iiie- inorables y útiles, pero entre ellas la benevolencia y 13 solidaridad hacia los cxtraiius ,nunca Iian figurado de iuancra pruniiiirntr".

Ni, be puede negar, de todos iriodo', la sigiiificación de la diferencia de retóricas, ni raiiipoco SUS ocasio~lalrs reverberaciones pragmáticas. lJna rerórica está Iicclia a la inedida del discui-su del "scr"; la otra, a la me- dida del discurso del "devenir". El "~iatriotisiiio" cii gcncral rinde tributo al ~iiodeiiio credo de la "isicoiiclusión", la nialcabi1id:id (más exactamen- [e, la "reforriiabilidad") de los liriiliaiios; por lo taiito, puede dcclaiar con la coiicicncia 1impi.i (se cumpla o no 13 promesa eii la práctica) que cl Ila- liindo a "ceri-rr filas" es una isiviración abierta y pcriiianeiitc: unirrc a las filas dcpendc dc la elcccion realizada, y todo lo que hace falra es elegir co- rrectamente y mantenerse fiel a csa clección en las buenas y cn Ins malas. El "nacionalismo", por otra pnrtc, cs más bien t ina versi6n calvinista de la salraclón o de la idcn agiisrinlnna del librc albrdrio: no se basa en la clccciOri -crcs "dc los nuestros" o no Ir, crcs, y cn ciialquier caso no pue- des Iincer iiiuclio para caiiihinr esa circiiiisrn~ic~a-. I n el relato iiaciona- l isa, "pericrieccr" cs dcstirii>, no uria clccc~óii ni un proyecti~ de vida. Puede ser srsult.~do de la lierrncia biológica, coiiio lo es actiialirieiite la aiiriciindn y poco ~iracricnda versión racista del iiacii>nalisrn<,, ser rcsul- vado de 13 liereucia CUI~UI.IJ, COLIID en la uariaiite 'iciilturalista" del nicio- ~ialisiiio, raii de ~nirida Iiriy, pero ~ i i nliibos C ~ S C I S la decisión fue tumida iiiuclio aiitcs dc que e1 iiidivi<lui, ciiipczara a caiiiiiiar y a iiablar, de iiia- riera que 13 única opción q i i ~ le queda es clegir enrre aceptar el reredicr<> del drstiiio o rebelarse crliiria 61 y cuiivertirse eii uii traidor a su i>rigcii.

La difcreiicia entre patiioiisirio y iiacionalisino riende a trascender la rerói-ica para internarse en el terreno de la práctica política. A p l i ~ ~ ~ l d o la terininolugia de Claude Levi-Strauss, podríamos decir que la pii i i icr~ fóriiiula tiene iiiás probabilidades de irispirar estrategias "a~i i rupoi . (~i - 'as" ("devorar" a los extraños para que sean asiiiiiladi>s pat. el ciicl-lii, dcl dcvurador y se lhagati idinticos a las otras cClulas, ~perdieiid<, . i \ í 5i1

diferencia), iiiieiitr,~~ que la seg~tnda se SOC CM c,l\i s i c ~ ~ q r c 1.1 c,cr:~ ic~i: i ":iiiir<>lx'ii~iic;i" ("viiniit.i i-" y "r.*~iiils.ir" ;i "I i> , < I U V IIC> I~I,.W'L.II ,L.,

de los nuestros", ya sea aislándolos rras los muros visililcs de los guetos o rras los ~iivisiblrs -aunque 1x0 menos tangibles niiinx de Iüs proliibik ciones ciilturalcs, o apretarlos, deportarlos o forrarlos a huir, coiiio ixu- rre con la prictica actiialiiieiite denominada "limpieza Crnica"). Sin embargo, es prudentc recordar que la lógica del peiisatnirnir> no siempre corresponde a la lógica de los hechos, y que por lo tanto no hay relación unívaca rnrre la retórica y la práctica, de modo que cada una dc las dos estraregias puede incluirse en cualqilieia de las dos ret6ricas.

La irnidad ... ;por nzedio de la seinejanza o de la difeuencia<

El "nosotros" del credo parriótico/iiacii>iialista sigiiifica gente co>>io iioso- ti-os; "ellos" significa getitc diferente de nosolros. No es que "scamos idéiitico," eii todos 10s aspectos; ~xis tcn dlterrlicia~ rntre "!iosotros" a pe- sar dr los rasgos comunes, pero las seiiiejacizah Loriiasi iiiiiiúsciilo, disucl- veti y iicutraliran el impacto que p<>drian ejcrcer. LI aspecto eti cl que todos somos iguales cs decididnnirntc iiiás signiticativo que todo lo que nos dis- tingue; hasta para superar cl inipacto de las difcrcncias. Y tnnipocn es que "ellos" diiicrnii dc "nosoti-os" rii ~ o d o s los aspectos, pero difieren cn un aspecto qiic es más iinp<,riaiite que tudos los dcrnis, qiie basra par;, inipe- dir una posrilra c<irriúii y para disolver cualquier l,osihilidad de s<ilidari- dad, a pesar dr las srnicpiizas que nos arcrcan. Se trata de uria iipica situaci6ii dc <ilicii>ri -o iiiia cosa o 13 <>r~.a-: las fronteras qiir ilivideri al "nosotn,~" clsl "ellos" rsi:iii peifecraiiientc <eii.iladns y son i i i ~ i y visibles, ya que el crrtificudu de ‘.pertenencia" s6lo ciintienr iiiia división, y cl c u e i ~ rionario al cjuc deben srspi~nder los posrulanrer al docuiiieiit<i de identi- &id i > l o iiicluye uiia pregunta, cuya iespiicsra es "si" o "ri,>".

Debenios iriilic~r que la diferencia c'crocial" r r decir, I i diferencia que pesa riiis que cualq~iier seinejarira y qiir enipcque5ece erodi~s los ras- gijs comunes (la diiciriicia que crea liosrilidad, que geiicia división y que rr;insforma rri caso ccrrado ciial<luier reunióti duiide podría debatirse uiia posililc uiiidad)- C r menor y sobre todo derivativa, casi sicinpre una idea a posterior; y iio el Iilinrn de base de oris urguiiirntacióii. Como ex- plicara tredercck Barrli, las fronrcras no rec<inuccii ni registran ningitlia cl:isc de ciialenación, sino qiie gcneralmcnrc sc las traza antes de que apa ruca u11 indicio siq~iicra dc esa siriiación. I'riiricro está el conflicto, rl iiitriiro desesperado de dividir el "nosotros" del "rllor"; luego !<>S ras- >:<,I ~~nensamcntc Iiiiscndos cn "clios" cinl>iezaii a considcrnrse pl-iirI>;i y

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origen de tina alciiirlad iiiciiiicili~ihle. Coiiio los sercs hiimaiios soii cria- turas iiiiilrifac6ticas, coii iniuclioi atributos, no es dificil eiicoiitrar esos rnsgx tina vez que In iiiictigac.lcii>n sr Iia lanzado.

El riacii,nalisni<i cierra la puerta, deja afuera n los que llamati a r l l i y arriiina todos los tiiiibres, declarandci que súlo nqurll ,>~ que esi6ii üdrii- rro rieiien derecho a estar allí y a r\tal>li.cri~e para sieiiipre. El pitiiutis- m<,, al merios conipararivaiiieiii2, es niás tolerante y Ihospitalario: delega In reslioiisabilidad a los qiie piden ser ndiuitidos. Y siii riribargo, en úlri- ilia iiistaiicia, el rcsultidc es ri,>tal>lciiicrite siiiiilur Ni el credo niciona- lisva rii el patriótico adniiren la posibilidad de que los iiidividur~s purdan pertenecer al iiiisiuo sitio y seguir apegados a su diicrciicia, siii dejar de cultivarla y de aii i~rla, o que CI Iieclio de esrar uiiidos, lcjos dc exigir se- iiiejaiira o de proinoverla conio un valor airibicioiiado y pcrsegiiido, en realidad se beiicf i i ia con la variedad de eitilos de vida. idealci y conoci- iiiieiitos quc agregan fuerza y sustancia a lo que hace q u c todos cllos sear coiiio s o n . . es decir, a lo q ~ i r los liacc difrreiitcs.

Beriiard Crick cita de la Piilitica de hristórcles la idca de la "hiirna polis", articulada drsafinndo cl riieño platónico dc uiia sola vcrdad, un iinico p,~l-inieti-o dc justicia cosrccción aplicable a todos:

H n l i r i i i t i moinrxirc ,:ii qi ic la ~ ~ o l i i , giaci;is al progriro <Ic la uni- i iai l , ~ c r a r i dc rrr iiiia polir: !pero iio ubsraiitc rc apioxiiiiaia a la ]>él-didn <ic i'rencia, y I i r i r e \ i i w r i polir peo i Es coiiio si ritii> cohivirticr.i 1.1 zriiioiiia cii ~ii i iroi ir i o rediilcra ~ i i i ; i L ~ ~ C I ~ I I a tiii i i i i ico c o r n l i i i . 1 a vcrdad c \ que ln pol!sc\ ii~i c ~ ~ t i ~ l o i i i c r a d o <le iiiuclios iiiiciiiúro,.

Ln su coiiieiitario, Ci-ick propoiir u i i i clasc de uiiidnd que ni el patriotis- iiio iii rl ii;icio~inlisi~io esr;iii dispiieiios a rerpaldar. y quc con fsecucncia recliazaii activaiiieiire: riiia clase de uiiidüd que supone qiie la sociedad civilizada es iiilicreiiteiiieiire pluralista, que vivir jriiitos dcntro dc cia so- ciedtid iiiiplica inegociación y c«iiciliacii>ii dc intcrcses "natiiralmente di- lereiites", y que "noriiialiiiecite es inieli>r conciliar diferentes iiitereses que cocrcionarlos y opriniirlos perpetiiaiiieiire";"eii otras palabras, quc el piui-alisiiio de la iuodei-iia socicdad civilizada no es tan sólo ~ i n "hecho brutal" que pucde dstesrarse o aborrecersi pero al qtie (¡por desgracia!) iio se puede eliiriiriar, s i~ i a algo buciio, una circuiistancia afortunada, ya qrie ofrece iiiás beiieficios que incoiiveiiicntcs, amplia los horizoiites Ihii-

V¿aw ncinnid Crick, "Mcdiration on dcrnocrñcy, ~p<ilitics in<l cit irci i~l i ip". ini.iiiiii

irir,] inediro.

iiiaiios y iiiultiplica las posibilidades dp rencr tina vida mucliu rncjor que cualquiera de las ofrecidas por las otras opciones. Podríamos decir quc, en opu.sicióii al credo patriótico o al nacionalista, la clase de unidad iiijs proiiictedora es la q u e s ~ iogrn, día a día, por mcdio dc la confroiitaciiin, el dcbate, la negociación >- la concesión cnrrc valores, prefcre~icias y rii<i-

das de vida y de auroidentificación de niuchos, difereiitrs y sienipre au- todetcrnriiiados miembros de la polis.

kste es, esencialmenre, el niodelo dc i~nidad repuhiicano, el de uria unidad consegiiida como logro conj~iiito de los agentes dedicadas a au- toide~irificarse, iina unidad que es u n a ci>nsecuencia y iio U113 condición n priori de la vida compartida, uiia unidad consegiiida por medio de la negociación y In reconciliación, y iio 3 través dr la iiegacióri, la atenua- ci6ii o la clirninación de las diferencias.

Creo que es la iinica variante de unidad (la única fOrriiula de reunióii) ~ U C c ~ o n ~ p a t i b l e , lilaiis>hlc y realista deiirro de 13s C O ~ ~ I C I U I ~ ~ S cstill>lec~- das por la niodrrnidad liquida. Cuando las creencias, los valores los cs- tilos han sido -dcsc~>ntrxtuali~ados o "desarraigados"-, y Icis sitios que se ofi-ecrii para uii "re.?rriigon se parecen iiiás a "ti cuarto de inotcl que a uii hogar pcriuiiisiitr ( r r a ~ haber pagado cl crfdito hipo- tecario), las identidades se vuelven frigiles, tempararias y "con fecha dc venciinieiito", despojadas de toda defensa salvo la habilidad y la derermi~ iincióii que pucdan rencr los agciires para la tarca de inanrenrrlas íntegras

~x<>trgrrIas dc la erosióii. La rolatilidad de las ideiitidades, poi- así decir- lo, es el desafío que deben enfrciitar los rcsidcnrcs de la iuoderliidad líijui- da. Y tambitii la opción que sc dcriva l6gicninenrc: aprender el difícil arte de vivir coii las diferencias, o de prodiicir, poco a poco, las coiidiciorirs q ~ i c harían iiiiiecesario ese aprendizaje. Corno lo expi-csara hacc pocos años Alaiii Toul-aiiic, cl estado ictiial de la s<icirdnd iriarca "el fin de la de- finición dcl ser hoiuano conio ser social, determinado por su lugar deiirro de una sociedad que condiciona sri conducta o siis accii,iirs", y por lo tan- to la defensa quc pucdan oponer los acnlrrs sociales pira proteger su "es- pccificidad colrural y psicol6gica" s6lo priede basarse en "la conciencia de que el priiicipio de su cornhinnción iiiiicaiue~itr purdc Iiallarse en el indi- vidilo. va no cn las iiisrituciones sociales i, en los priiicipios iiniveisales".' . .

Las noticias referidas a la c<>ndicióii eii la que los teóricos teorizaii y los filósofos filosofan son rransiiiiridas diariamcritr por la unión dc las fuerzas de las artcs populares, ya sea bajo el rionibrr correcto de "ficción"

' lilain Tour~iiie, "Can wc livc rogcrhcr, i qua l siid difierenr!", cii: I:i,ropiri~iJri~<iiiii1 ,,/\,j<i,21 TIicor), 2, 1998, p. 177.

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a disfrazadas de "liistorias realcs". Coiuo sc iiiforriia a los especradorcs del filiii Elrzaberb, hasta ser la reina de Iiiglaterra depende de la aiitoa- firrnacióii y de la aiitocreacióii: el hecho de ser la hila de Enriquc VIII re- quiere miiclia iniciativa individual, astucia y deterciiitiacióri. Para obligar a los rebeldes y recalcitrantes cortesanos a arrodillarse y a saludarla coi, una reverencia, y sobre todo a esciicliarla y a obedecrrlc, la futura Glu- riaiia debe utilizar niuchisiiiio maquillaje y cambiar su peiiiado, el ioca- do y el resto de su atavio. No Iiay afiiniación salvo de si misma, ni otra identidad que la inventada.

Todo depende, por cicrro, dc la fuerza del agente en cuestióli. Las ar- nias de defensa no esrán igualmente disponibles para todos, y es lógico quc el iiidividoo más dthil, pobreinente armado, busque en la asociación con otros la confirmación quc le permita compcnsai- sii impotencia iiidividual. Dada la variedad de profiindidades del abismo iiiiiverral quc separa la condición dcl "iiidiuiduo de jure" dcl stnrui dc "individuo de fncto", cl niirmo erirorno fluida moderno piiede favorecer y lo h a r á ~iiia variedad dc estrarcglas dc supcrvivcncia. El "nosotros", c<,nii> afirma i-cpcridampn- re Klcherd Sennetr, es !hoy "iin acto de a~itoprorección. El deseo dc pcrte- iircer 3 "113 coiiiuriidad cs deierisivc> l...] Por cierro, es casi iina ley

~ ~

iiiiii,ei-sal que el 'nosotros' puede usarse coiuo defensa coiirra la cr>iifusii,n y el cai>\". Pero -y este prro es crucial- ciiaiido el dcsco de coiiiiinidad "se cxprcsa coino recliazo a los iiiiiiigraiites y otros exrr;ifius", es porqiic

la polirica icruai, que as basa en el deseo dc eiicoiirini rctugio, es- t i n i i r <lirigida a los dCbiics, a los qlie iecoireii los ciicuit<is clcl inci-cado laboral global, que a los tiierrcs, ciar iii\rirucir>iics dcdici~ iias a dcii>lalrr a los pobres rral~ala<loirr o a al>rovccIiarrc dc sus C:XILIICI~S. Los [ > r o g r ~ i n a d < ~ r ~ ~ ilc rah4 l...] riav.cn<licroii cn un as- pccro umporrance r s e rig~iificacio i i r icr i i ivo <le la comiliiidad ciiari- d o dcjaron dc inciilpar n rus parca indios y a sii prcidcnrc ludio.lf'

"En un aspccro impoitantc", tal rcz, pcrn qiierria agregar: sólo en ese as- pecto, que rainpoco es necesariainc~ite cl más significativo. El iiupulso a protegerse dc la ricrgosa complrjidad dentro del rcf~igio de la uniforiiii- dad cs iini\,crsal; únicamcntc son distiiiras las iuaneras de acriiar sig~iirii- do ese impulso, y tienden a scr difcrentcs en proporción directa a los medios y reciirsris dr los qiie disponen los actores. Cuando cstáii cii iiicjr>i-

posición, como cn cl caso de Ihs programadores de iau i-i>iiii><los rii

eiiclavc cibercspacial pero proclivcs 3 carr cii irrrilidadrs por su dificiilrad para "virrualizar" el aspecto firico del iiiuiido social-, pueden periiiitirsc cl costo de abrir fosos y consrruir puentes levadizos de alta tccnologii des- tiliados a niaiireiier cirrtos prligros a dirtaiiiia. Guy Nafilyali, prrsidriitc de una iiiipoi-tinte coiiiilaiiía constructora de Francia. observó que "los franceses estin iiicórnodus, rirnen miedo de sus vecinos, salvo de aquellos que se les parcceii". Jacqiies Patign>; prrsideiite de la Asociación Nacioiial de Inquilinos, coincide, y predice para el futuro "cercas periféricas que fil- trarin el acceso" a las áreas residenciales oor medio de tarietas maciiéti-

u

cas. El filtuio pertenrce a "archipiélagos de islas situadas a lo largo de los cjes de comunicacióii". Las áreas rcsidcncialcs aisladas y cercadas, veida- derarriente extratcrriroriales, con iiitrincadus sistcmas iiitercomiinicadores, iibicuas cáiiiaras de vigilancia guardia? airiiados durante las veinriciia- tro Iioras lpruliferin en los alrededores de Toulousc, como cmpczai-oii a hacerlo hacc uii ticilipo cn los Ecrados TJnidos, 7 cada vez i i i á s e t i rodas las roiias adineradas de este inoiido rápidamenrc glohalizado." Esos enciavcs dcnsarnente vigiladriq se nscineja~i norablernenti a los giterns étnicos dc los pobres. Siii eiubnrgo, se difererician de ellos en u i i aspecro esencial: han si- do clcgidi>s lihi-ciiiciirr coino iiii privilegio. Y los gi~ardias de scgiiridad que custodinri las Ipiisrras liaii sidri lcgalmcntc c<inrracndos, ) por lo tanto portan ai-inas con roral aprobació~i de la ley.

I<icli~rd Seiiiieii glosa psicuiocioliigicari~c~~tc cita iciidrricia:

1 a iiri:igcn <ic la comiinldad lin siclo pilriiicadñ dr todo lo q u e pu- ~llcri pruvi>clr algúri ,rriiimicriio dc diiirciicia, por no Iiablnr dc conil,ct<i. cn el "norori-os". 1)e citc iiiu<lu, ci iuitu de la solidari- dad coinuiiiraria es un ririinl dc riirific~ci"n l...] 1.0 que di<ringite a c\ia iiiitica pcrrciiciicia a ~ i i i a coiiiiiii,d'~d es que las perioiiz, riciircn pertenencia y pueden compartir rorlo, porr j~c son igunler [ . . ] 1:i "iio,riirur'. que rxprcra cl iicsco iic rc i ,ii,iilir, e!, una i i i a~

"era dc ci,irar la necesidad dc iin individiio dc ver m i s profunda- iiicnri a los <lriiiis."

Coiiio tantos otros ciupciii>s iiii>dernos del poder público, el sueiio de la purcza iia sido privarirado y desregui'ado en la epoca di. la iiiodrrnidad liquida: la concreción de ese sueño Iia sido dejada eii manos de la iiiicia-

" V h i c Icr i i~Paul Bciicr y Pnsciie KrEmer, '.Le iiouvel nrrrrir pour Ica rtaidciiccs 'sc- iiiriricr"', cii: 1.c hlondc, 15 <Ic ,mayo dc 1999, p. 10.

" Richard Sennerr, "Shc m).rh of piiriiied coinniui>iry", en: Tlh ii.scr Birri>ill~i..., , ~ l > . <>t., ]p,,. 36 y 39.

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riva privada l i ica l , griipal-. La seguridad persoiial cs aliura un tema igualmciite personal, y las auroridades y la policía locales sieiupre están dispiiestas a hriiidnr coiisrjo, iiiirritras que las eiiipresas coristrucroras se haccii cargo con gusto de la preocupaiióii de los que está11 en coiidicio- nes dc pagar por sus servicios. Las medidas adoptadas rii fiiriiia personal p o r uii individi~o o un grupw drhrri iiivrlarse coi, el iiupulso que esrirniilh a tomarlas. Segúii las reglas comunes del razonamiento initico, la iiietriiiiinia se convierte eii inetáfora: el deseo de repeler y expulsar los osrenslbles peligros que cercan el cuerpo hr traiisiiiuta eii el de lograr que el "afuera" sea siiiiiiar, "igual" o idéntico al "adenrro", eii el de rriiiode- lar el "allá" a semejanza del "aqui"; el suríio de una "caniuriidad de se- iiiejaiirns" es, rsencialiiic~itc, una proyección del n>n<itir de soi.

Es iaiiibiéii un intento frenético de eludir la coiifiuiitacióii coi, iiite- rroganrss irici>nii>dos para ius que iiu Iiay una bueiia rcspucsta: por ejem- plo, si vale la pella amar a uii yo asusrado y carente de confianza, y si ese yo merece servir de proyecto para reforniar el hábitar y dc parámetro pa- ra evaluar uiia idclitidad aceptable. Eii una "coniunidad de semejarizas" no se plantean esas preguntas, y, por lo tanto, la ciedihilidad cn la segu- ridad lograda por iniedio dc la purificación nunca será puesta en duda.

Eii otro libro (E,, br<scn de in poiitil-a, Fondo de Ciiiriira Econiiniica, 2000), lie hablado de la "profana trinidad" cr>nsririiida por la iriceriidum- hrc, la inscguridad )- la desprotcccióii, cada una de las cuales grrirra una sngiisrin aguda y dolorora al igiiornr su proccdcncin; sea cual fuere su oiigcn, el upar acumulado busca desesperadniirenre u i i escape, y con el acceso n las filentes de iiicrrtidumhrr y la iiiscguridad bloqueada, toda la prcsi<in se deslilaia a otra parte, para caer, fiiinliiieiire, sobre la frágil y delgada v.ílvula de la seguridad corporal, doiiiCsUca y aiiibieiital. Coino cr>iisrciirncia, el "pri~lilciiia de la seguridad" tiende a estar crónicamente sobrecargado coi1 preocupiciolics y aiilielos que iiu puede resolver y de los que tniriprico se purdc drscaigir Esta :iliaiua profana coiiducc a una sed iiisncialilr de iiiás segu~idad que iiiiiguiia medida práctica es capaz de paliar, ya que nu llega a riicar iii a alterar las furntrs primordiales y proli- ficas de la iiicertiduiubrc y la inscguridad, las dos responsables de tanta ansirdad y angustia.

El precio de la segu~idad

Al exaininar los escritos de los reiiacidas apústolcs dcl ciilir> ci>tiiijriii;i~ rio. l'liilil>l>e Colieii ioiicliiyii qilr Ins cotiiiiiiiiln<lcc qiir ;illi r c ci1i.d7:t11 y

se rccoiiiieiidnii coiuo remedio para los prableiiias de la vida coiitemp<>- r ine i soii cii verdad iii.ís sciiiejaiites a orfanaros, prisiones a manico- imios que a s i t~us dc ~ U L C L I C L ~ I liberación. Colieii está eii lo cicrro; pcro CI potc~lciiil dr liberacioii iiuiica fiic una pl-eociipación comuiiirarin: los prvbleiuus que sc esperaba que las poteiicialcs coniiinidades remediaran eran, eli realidad, srdiiiiriiios de los excesos de Iiberació~i, iina libcracióri drninsiado grande. Eii la extensa e iiiteriiiiiiable búsqucda dcl equilibrio correctu eiirre libertad y srgiiridad, el comi~nitarismo siempre ecriivo del ladii de la seguridad. Taiiibié~i aceptó que ambos vaic>res humanos eran coiitrapiicstos, que iio se podía triier m i s dc uno sin disminuir un poco o iiiuclio del orro. Los cornuiiitaiirtas no admiren la posibilidad de quc la aiiipliaciún y la :ifirnucióii de las libertades humarias piicdan incre- iiieiitar la seguridad huiiiana, qiie la Iiberrad y la seg~iridad puedan crr- cu juiiras, y que iiicliiso puedan crcccr individiialnientc siiio si cada una lo hace junto a la ari-a.

Repito: la visión de comunidad es coino iina isla de cálida y doiués- tica rraiiqiiilidad cn rncdin de iin mar inhfispiio y tiirbiileiito. l ienta y scdiicc, icnpidirndo que s i ir admiradores iiiircii en pi-i~luiididad, ya que la posibilidad de domeñar las olas y cruzai- el iiiar ha sido dcscarrada de su agcnda, por considerarla s<,spcchosa y poco realista. El Iirclio de ser el único refilgio coiificrc a esa visión uii valor agregado, y ese valor si- u c crccieiido a inirdida que la br~lsa doiide se iiegocinn otros valores de vida se rol-rin i n i i s capriclir>sa e iiiiprcdecible.

Conlo iiivcrsióii segura (o, iiiis bieil, cociio inversión menos riesgasa que las orras), el valor del refugio ofrecido por la comuiiidad no iiciic competidores serlos, salvo, tal vez. el cilerpo dcl invcrsor -ahora, a dife- reiicia dc lo que ocul-ria rii el pasado, cl clcmeiito de la L.ebe>iswelc ticne una expectativa de vida osrriisiblerncntc iiiás larga jdc hcclio, iricorirpara- 1,iciiiciite iiiás larga) que todos sus adoriios o czivoltorios-. Como antcs, el cuerpo sigue sieiido iiiortal y por 10 tanto transirori~), pero su breve- dad, condicioiiada por la muerte, sc asemeja a la ctcrnidad cuaiido sc la coiupaia con la uolarilidad y la fugacidad de todas los marcos dc rclc- rencia, puntos dr orieiitación, clasificaciones y evaliiaciíiiics que la i n i , ~ ~ dci-iiidad pone y saca de las vidrieras y los anaqueles de los coiriercios. Los faiiiiliares, los coinpañeroi de trabajo, los miembrriq de la inisiii;i clase y los veciiios so11 deniasiado fluidos como para suporierlos Ipernx- iiciitcs y coiiferirlei la catcgoria de marcos de rdcreiicia coiilial>lcs. l.;, esperariza de que "volveremos a eiiconrrarnas in.iñana", csn ci,iivicci<iii < I U C x>li;l proporciriiini. todas las razones ~ieccsarias p.xra pcr~s i~r 1h.1c1.1 ~i<lrl.i~iii.. I I . ~ ~ . I :x<i i~.w i~ Inri:,) plnzo y ipara d;ii; i l i io :i iiiii,. Ii>s ~p,i>o, ~ 1 i . I

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rrayecto -cuidadosainenrc planificado- dc erra vida teniporaria c iiicu- rableincnrc mortal, ha pcrdido gran parte de su credibilidad; la probabi- lidad de qiie uno encuentre maiiaiia el propio cucrpo iiiinci-so eii una familia, un griipo de rrabsjo, una clase y un vcciiidii-io iiiuy diferenies o radicalmente cambiados resulta hoy mucho mis creiblr.

En un ensayo que hoy parcce una carra a la purtrridad enviada des- de la rierra de la modernidad sólida, Émile Durklieiiii seiialó que "las a c ~

cioncs quc ricnen una cualidad diiradera son dignas de nuestra voluiitad; sólo Ics placeres que duran son dignos de nuestro dcsro". Esta era, sin duda, la lección qiie la modernidad sólida rcpetia, y con buenos resulta- dos, a sris hnbirantcs, pcro suena ajena y vacía a los oídos contemporá- neos -aiinqiie tal ver menos grorcsca que los coiisejos pricticos que Di~rkhcini cxtraici dc ella-. Tras plantearse una pregunta que era para él piiramrnrr rrt6rica (";qui. valor tienen nuesrros placcrcs individuales, tan vacios y h ~ e v ~ s ? " ) , se api~s i i raba a calmar la ~nqiiicrud dc los lecto- res, señalaiido que, aforruriadameiiie, no esramos abaiirlonados a pel-sc- guii- esos placeres --"porque las sociedades ticncn una vida infinitamente inis larga que los iiidii,idu<,s", "nos priiniren saborear satisfacciones quc no s o n rfiiiirras"-. 1.a sociedad, scgíiii la viriOii de DiirCheim (per- fectaiusiits creiblc cri esa epoca), es el ciierpo " b ~ j o cuya prnrccciirn nos rrfiigiaiii«s del honor de 13 propia trarisitoi-icdad"."

El cuerpo y sus satisfaccir,iiri no son aliora iizenos eiiiiicriis que rii la época en 13 que l)uikheiiu callió la gloria de 12s iiisrlruciolles socia- les diii-deras. El piulilema es que todo lo de~ i i i s -y i-spccinlriirnrr esas instit~iciones socialcs- se Iia viielia ~iiás efiincio todavía que "el cuerpo y siis satisfacciones". La longevidad es una iiociúii coiripiiariva, y ral vcz ahora el ci icrpo iniortal es la entidad inás loirgrva que existe (de he- cho, es In única cntidad cuya cxprctativa de vida tiende a aumentar con cl paso de los años). El ciicrpo, podriamos decii; se Iia coiiveriido rii

santuariri y úlrimíi rcfiigto de la contiii~iidad y la duracirjn; sea lo que fiicre que signifiqlic "largo plazo", ino p~iede exceder 10s limites estable- cidos por la mortalidad corporal. El cucrpo se está coiivirtieiido iaiii- bién en la úlrima linca de trincheras de la seguridad, expuesta a1 constante bombardeo dcl ciiemigo, o eii el iilrimo oasis entre 13s arcnils agiradas por cl viento. I7c alli la rabiosa, obsesiva y febril preocup~cii,ii por defender cl ciiespo. El limite entre el cuerpo y el niiindo cxtrrior cr

i ina de las frontcras conrcmpoiáiieas inás vigiladas. L i ~ s orifici<is c<,rp<,-

ralrs (sitios de eiirrada) y sus superficies (los piiritos de contacro) son Ii>s principales focos del terror y la angustia generados por la conciencia di, la morralidad. Ya rio ciliiiparteii esa responsabilidad con otros focos [stil- vo, tal vcz, con la "coi~iunidad").

La nueva supreinacia del cuerpo se refleja en la tendencia a modelar 13 imagen de cr>inuiiidad (la coiuriiiidad de las sueños de certidumbre- c<iii-seguridad, la caiiiunidad como invernadero de la seguridad) siguien- d a el patrón del cuerpo idealiiierite praregidu: sc la visualira como una entidad IiornogGnra y ariiioniosa en sii inrerior, purificada de roda s i i s~ tancia extraiia c indigerible, con todos los puilros de acceso cuidadosa- iiiente vigilados, coiirruladi>s y protegidos, pcro pesadamente armada en cl exterior y rrculiirrta por una coraza impenetrable. Los liinites de la c<iriiuiiidad postiilada, al igual que los liinites exrcriorcs dcl cuerpo, di^ viden el reino de la confianza y el cuidado amoroso de la Iiingla llena de richgos, sospechas y~ vigilancia perpetua. El ciicrpo y la comiinidad p « s ~ tulada son suavcs y iterciopelados por denrro y espinosos y pinchudns por fuera.

Cuerpo y comunidad san los últimos pucsros defensivos del casi abaii- donado campo de bar.illa donde cada dia, con pocos respiri>s, se eiivabla la lucha por la scguridad, la cerridiimhrr y la proicccióii. Deben llevar a cabo la tarea que anrrs se dividia cntrc iiiuchos bastirines y ernpalizarias. Ahora depcndcn dc ellr~s inis cosas de las qur piirdrn rrülirar, de iiiodo ~ U C cs probable que sólo logrrri proiuiidizar, y no apaciguar, los reino- res que los conviiticriin en refugio de todos aquCllos riiipeiiados en ha- llar scguridad.

La nueva soledad dcl cuerpo y de la cuinunidad es resiiltado de u n iniportarirr corijuiiru de cairibios radicales que se i-esomcii bajo el rótulo dc modernidad liquida. No ulistaiiic, uno de csos cambios reviste parti- cular trasceiidrncia: la reiiuiicia -u la eliniiiiacióri- por parte dcl Estado a cumplir el rol de priiicipal (y hastti iiionopólico) proveedor dc ccrteil y seguridad, segiiida de su iirgativa a respaldar las aspiraciones de cer- rezalsegiiridad de sus súbditi>s.

Después del Estado-rlacrón

En I<is rieiiipos iiiodernos, la inación fue "la otra cara" del Estado y sil ariua principal eii rl Ii~gro de soberania terrirorial y poblacional. Gran parte de la credibilidad de la nación y de sii atractivo como garante d c scguridad y diiración deriva de su intiiiia asociación con el F.~rn<li>, y

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p o r inrdiri del Esrado- con las iccioiies destinadas a crincl-crar la certe- za y la seguridad iir los ciiidadatiris sobre la base sólida y coiifiable dc la accióii colrcriua. Eii las condiciones acrualcs, dr poco le sirve a la na- ción su esrrechci vinculo con el Estado. El Estado raiiipocci puede espc- rar rii~icho drl potencial de movilización de la nación, cada vez rncnijs necesario, ya que los cjCrcit<is riiinidrir por el frenesi ~a t r ió t i co han sido reeniplazndi>s por plomod das y profesionales elirrs de alta tecnologia, y la riqucza del país ya n<i se i~iide por la calidad. la cniiridad y cl es~iri t l i de la fuerza I:ib<iral sino por la srdiicción que pueda ejercer sobre las frias fuerzas iiirrce~inrins del capital global.

En uii Estado que ha dejado de ser un puente seguro para trascender 13 pr~sión de la iiiortalidad iridividual, el llamado n sacrificar el bieiiesrnr individual, y hasra la vidi iiidividunl, por la prescrvaci0n de la gloria del Estado suena V ~ C U V y gI<)IeECO, e incluso cóiiiico. El ri>niacice de siglo5 Ciirrc la iiacióii y el Estado roca U su fin: iici h e lia prudiicido iin divor- cio, sino m i s bien sc ha establecido enrre ellos i i i i ticueidri "de convive~i~ clan que recmplara el víiiculo iiiaiiral basado rii la Icalrad incondicional. Ahora, los cóiiyuges son libres de mirar hacia otra parte y de sellar n u c ~ vas alianzas; su sociedad ya iio es el parrón obiigarr>rio de uiia coiiduc~ ta correcra y aceptalile. Podeiiios decir que la ri:icii,ii, que solía ofrecer i l i i siistir~iro de la coiiiiinidnd en la época de la Geselischoft, re rrtrorrnr

eiitern a la nación cs cada vez rn5s concebible cuiiio una rarca de bricii- 1 n p casero. 1.0s siieños de ccrridilmbrc y seguridad -y iio el apiorisii> iininicnrr> rutinario y piácrico de esas iieccsidadcs- debcrían esriiuular a los individuos hiiéria~ios a ponerse baja el ala de la nación en su búsqiir da <Ir la elixiva segiti-idad.

Parece iiahcr poca esperanza de rescarar los servicios esrarales qilr

1proporcion3hnii cerridrimbre y scgiiridad. 1.a liberrad de la política es!;,. val i r vr prrilianelitcniente socavada por los nuevos poderes globalcs, equipidos ciiii las pavorosas armas de la extraterritorialidad, la veirici dad de movimieiito y la capacidad de evnsiódescape; los castigos i ~ r i - piirsros por viiilnr 13 nuera Icy global son rápidos y despiadados. I>r hecho, la ncgativn a jiigar la partida según las riucvas rcglas globnles cs el deliro más duramente castigado, iin crimen que los podcrcs estnt;ilrr, arados al siielo por sil propia soberanía definida rerrirorialiiierirc, dcl>i.o evivai cunirtrr a ciialqiuer precio.

Casi siempre ese castigo e i económico. Los gobiernos insiilii>rdiii.i<li,~, que prefieren 1 3 ~x~liricas prr>reccionistas i> griiii-ocnr ~ > i - < > v i ~ i i u i c c ~it i l i l~

cas pi113 10s SSC~OISS " r c ~ ~ ~ ó ~ ~ ~ i c ü m e ~ ~ t c reduiidaiites" de sus poblacioiics. y que se resisren 3 dejar su pais a merced de los "iiiercados financieriis gloiialcs" y del "libre comercio gli>bil", iio reciben prCsranios y raiiipi>co se Ics coiicede reduccióii alguna de rus deudas; sus iiioiiedas iiacionales s i coiivierteii eii leprosas gloliales, sufren iiianiobias especulirivas advci-sis y devaluacióii forzosri; la bolsa local cae, el pais teriiiiiia acordonado por sanciones rconómicas y ci>ndriiado a ser tratado como paria por pasados y furiiras socios conierciales; los iiiversores globales eiiiyacaii sus perre- nencias y se llevan sus valores, dejando a las autoridades locales la rarea de limpiar los restos y de ocuparse de los drseiuplrados.

Oc;isioiialiiiriite, siii eiubargo, el castigo iio se liinita a "iiiedidas eco- iióiiiicas". Liis gobieriios particulariueiite obrriiiados (pero iio suficiente- nieiire fusrrcs coiiio p i ra i-rsisriisr duriiitr iiiuclio rieiiipo) reciben una lsccióii ejeiiiplar, derriliid.i a advertir y asustar a sus poreiicialcr iiiiitado- res. Si la diaria y ruritiaria deini>srracióii dr 13 sup~r~or idaci dc las fucizas glubalcs iio basta para obligar al Esrado a eiitrar eii razón y cooperar i on cl iiucvo "ordeii iiiuiidial", les roca cl rurno a las fuerzas militares: la su- pciioridad dc In velocidad sobre la lenririid, de la capacidad de eludir, de la exriateiritoiialidid sobl-c la localidad, todo cso se manifestará de mo- do espccrncular, esra vez por medio de f~ierzas armadas especializadas en iácticns de "aracar y desaprecer" y eti la estricta divisi611 enrrc las "vi- das que dcben aliorsai-se" y las vidas que no vale la pena salvar

Desde el ponto de visra érico, a671 esrá abierto el deharr con .crpec- rr> 3 C I la gucrra contra Yugoslavia fuc conducida de nianera coriecrn y adecuada. Siii enilinrgo, era guerra rriiia scnrido coino fiirma de pro^ inover el orden ccr>iii>mico global por otros rricdiiis, nicdios rio prilíri- c i is" . La esrrarccia sclcccionada por los aracantes fiincioiió bien como ~spectacolai despliegue de la niirvn jerarquía global y dc lac i i i ievac re- clns de iiiea<i o i ~ r la siirrcntaii. Dr n<, FCT las miles d~ ''vÍc[imas" Y . . . por las ruinas quc qiiednrriri dc un país privado de srisreiiro y de capaci- dad de aiiroiregeiieracióii diiranre mucliar años, podríaiiios hablar de iirin "giierra <imhi>Iican si*igeiieris: la giierra, su estrarcgia y siis tácticas I'ilcron (conscicntcrncnrc o n o ) iin siiiiholo de la ciiiergsrire relación de poder El medio fue, por cierto, el rneiisale.

Como profesor de socioliigia, n o dejo de rcprtirlcs a mi? r\rudi;intrs, ;iiii> ipor inedi<i. la versihn estáridar dc la "historia dc la civiIizacii>n", iii;ii.c;ida por i ~ n gradual pcro inccsanrc ascenso del sedentarisnio y por la vicrorin fi i inl de los sedrnrarios sobre los nórnadps; se enrrndia pcrfecra- i i iciirc que 10s dcrroradr>s iihmades eran, cn esencia, la fucrza icrrógrada y ,111l>i.ivili7;ii<>iin. Rrcicrirenienre Jim ~MncLaiighlin lia revelado el sigiii-

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ficado de esa vicroiia, bosqriejaiido una brevr Iiihtoria del trato dado a los "nómades" por las poblaciones srdcriiaiias dentro de la órbita de la civi- lización m ~ d e r n a . ' ~ El n<,madisiiio, señala, era coiisidrrado y tratado co- mo una "camcteristica de sociedades 'bárbaras' y subdesarrolladas". Los nórnades eran definidos como priniitivos y, a partir de IIugo Grotius, se estableció uii i>aralelisrnr> entre "oriiuitivo" v "natural" ics decir. tosco, primario, prcc~iltiiral, incivilizado): "el desarrollo de las leyes, el progreso cultural y la civiliznción esmvieron iritiniaiiieiite ligados a las relaciones hoiiibrc-tierra a la largo del tiriiipo y a través del espacio". Para resumir: cl progreso era identificado con el abandono dcl iioiiiadisiiio por un mo- do de vida scdcntario. ' lada eso, pur cierto, ocurrió durante la época de la modernidad pesada, cuari<l<i la doiniiiacióii implicaba uiia coiiironta- ción directa y la ciiiiquiira, aiiexióii y c«lonizacióii de ~ i i i territorio. El iiindador y reúrico priiicipal del "diiusioiiismo" (un enfoque de la histo- ria que fiie niiiy pupular eii las capitales imperiales), Friedricli Ratzel, el predicador de los "dereclios del más fuerte", categoría que consideraba éric;iiiiente superior r inevitable, dadas la rareza del genio cii~iiizador y la prolifrracióii de la iiuitación pasiva, captó coi, precisión cl espiritu de su Cpi~ca cuaiido escribió, en vísperas del siglo colonialista:

1.a liicha por Is cxi5rcncia significa una Iticha por cl cip.icio [..] Un puel>lo \iqierior que tnvadc CI rrrritorio dc rii ueciiio t i i i r dé^ hil y salvalc lo despoja dc sur tierras, l o obliga a rccluirsc en es- pacios dcrni~iado pcquciior para subsistir. " riguc invadiendo y apodcriiidose iiicluso ilc sur magras porcsioncc, hasta que cl dE- hil nierde los Glrirnoi resror de sudoininio v c i litcrüliiiciitc e ioul~ iadu de la ticira [...] 1.a superioridad dc csos exlianiionisras radica primnrdialinenre cn su mayor c.lpacidud para apropiarse, uriliiar y publar u11 f ~ ~ r ~ f < ~ r t ~ .

Evidrnreiiiciite, ni, c\ la ~itu;icióii actiial. El juego de la doininación cn la epoca de la rrii~deriiid.id liquida ya no disputa entre "los más ~ randes" y . . . "los más pequeii<ism sino cnirc los iiiás rápidos y los más lentos. D<imi- naii aqiirllos qur m i i capaces de acclerar excediendo el poder de alcancr de siis opoiieiites. Cuziido la velocidad significa dominación, la apropiti- ci6ii. la utilización v la pi~blacióii del territorio se convierten en un bnrr~ . . dicap -ima dcsvrritnja, iio una veiitaia-. El hecho de apropiarse o, peor

Véare Jim MacLaiighiin, 'Narion-buildtng, social ~lo,iirc ;%lid a i i r i ~ r ~ i u r l l r r i . i c i i i i i in Irilrnd', cn: Soiiology, fcbrcro dc 1999, pp. 129-151. Tm~hiiii, la cit.> <Ir I iii. iI i i i l i I<ar,cl.

COMUNIDAD I,,,,

aun, de anexar la tierra de otro implica inversi6ii de capital y ~ I I ~ < ) T I . O S . I Z

y costosas tareas administrativas y poliricas, rcspoiisibiiidadrs, cuiiipro- iuiioi... y, sobrc todo, limita considcrablcmente la fiirura libertad de m<>- Y I I I I ~ C O ~ O S .

Ko es posible prcvcr con claridad si e entablarán otras guerras dc "ataque y desaparición", dado qiie el pumer intento teririiiió por iiiiiiovi- lizar a los vencedores ... cargándolos con todas las niolestas tareas de la ocupacióii territorial y de la responsabilidad adiniiiistrativa, ucupacioiies que no estin en sintoiiia con las técnicas de poder dc la iiioderiiidad li- quida. El poder de la elite global se basa eii su capacidad de eludir com- promisos locales, y sc supone que la glohalización evita esas riccesidadcs, dividieiido tarcas y funci<inec de val manera que shlu las autoridades loca- Ics dcben hacercc cargo dcl rol de gii~rdiarirs de la ley y el orden (locales).

De Iicclio, podrnioi advertir rriiiclias señales dr que los victoriosos cstán abocados a la rcllcxiú~i: In estrategia de una "fucrza policial global" e i t i socncrida iiiia vez iiids a un intenso escrutinio critico. Eiitrc las fun- cioiics oue la elite clalial prefiere deiar en iiiarios de los cstados~naci<in, convertidos cii coinisniias Ir>cilei, iiiuclior incluirían los psfiierros desti- nados a resolver Iris coiitlicios de los barrios baja.; sc Iia dicho que la Sr,-

Iiicióii de diclios ct>iiHict«s debería "desceiitralizarse", reasignándole5 uii lugar iriicriur dentro de 13 )crarq~iia glohal a pcsar de I<,s derechos hu- manos- y dáridolrs "el lugar que mereceti" al pasarlos a las niaii<,\ de los "sriioi-cs loc.des", quienes poseen arinas gracias n la gciirr,>~id;id del "iri- teres econóiuico hicii eiitciidido" de las emprcras globales y de los go- biernos aiisiosi~s de promovcr In globaliznci6n. I'or rjcriiplo, Edward N. Liittwak. iiiiernbro tiriilar dcl Ceritro lioiteaiiirricaiio para la Estrategia y Iris Est~idios Iiiteriiacionnlcr, y par iniichos anos un co~iiiablr barórne- tru de los caiiibianres i n~mos dcl Pcrit.ígorio, pidib, rii cl ~iúnicru de ,u- lio-agosto de 1999 dc 13 pi~hlicición 1:oreigii Arfnii-S (que Tlie Gun~.diaii calific:i corno "el pcri6dico n i i c i~itluycnts que circula eii este rnomcn~ to"), que "EC le dé una oporriinidad a la g~icrra". Las guerras, scgún Lutt- wak, no son del todo malas, ya que conduccii A la par. 5iii eiiibargo, sólo habrá paz "cuando los beligcrnntcs se agoten o cuaiido uno gaiic dc ma- nera decisiva". Lo peor (y es<, cs justaiiieiite lo que Iiiro la OTAN) es de- tenerse a mirad dc camino, atites de que la agresión reriuine por mutuo agotamiento o por incnpaciraciijn de uiio de los bandui. Eii esos casos los coilflictos iio sc resuelven, sino que se congelan triiiporariaillentc, y los .idvei-snrios cn!plean cl ricrnpri de tregua rcariiiiiidose y repecisaiido siis

i.icticas. Dc modo que, por iiuestrc bicii y por el de ellos, es iucior ini,

iiitcil'cl-il- "cn lns glierr.is de ots<i"'.

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El pedido de I.utrwal< seguramciirc cncontrai-ñ <>idos atento? y agrade- cidos. Dcspnés de todo, por lo que se ha visto n partir de "la promociiin de la globaliz.lción por orros medios", abstenerse de intervenir y permitir q ~ c la guerra Ilcgiie a sii "fin natiiral" por desgaitc hiihieran reportado los mismos hcncticioi sin tomarsc la molcsria de intci-vcnir dii-cctamcntc "cn las guerras d c otros", y sil1 invoiucrarse en las engorrosas y estériles con- seciiencins. Parn aplacar In conciencia que exige la dccisión irnpriidente de cntahlar una gucrra bajo una handcra humanitaria, Luttivak scñala la ob- via iiiadecuación de la intervención militar: "aun una. intervención desin- teresada y cn gran escala puede rrsiiltar inútil para alcanzar iin fin humanitario. IJrio llcga a picgiintarsc si los kosi>r,ai-cs iio csrarian mcjor si la o r i ~ no hubiera hecho nada". Probahlemenre hubiera sido mejor pa- ra las hierras de la OTAN srgiiir tranqiiilatiiciite con su ~ntrcnaiiiienro dia- rio, dejatido qrie los locales hicieran lo que teriÍ~3ii que Iiticrr

1.a cniisa de raiira rrflrxi6n a posteriori, qur Ilrvi> a qiir los vericedo- rcs laiiieiiiaran su iiirciveiiciiin (r>ficialinrnre procl;iiii;idn coino un éxito), fue que no piidieroii evitar la tiiisma s~ruación q u e 13 estraregia de "ata- qiie y dcsapariciiiii" procurabii prevenir: la iiecesldud de iiiv~dir, ocupar y administrar el tcrritoi-io cr~nquisrado. Cuando los paracaidistas descen- diri?>ii sijhrr Kosovo, ya sc 1ial)ia Ir>gs:ido iriipcdir quc 10s hcligeraiiies se ciiararaii 3 tiros, pero 13 carea dc ii~~isitciierlos a distancia liizo que lar fuer- zas de la OTAN "cayerati del ciclo" y se Iiicicran rcsponsahlri de la caóti- ca realidad reiiiaiire. l ie i i iy Kissiiiget; ~ i i i aiinlista sobrio y pcrceptivo y iin

gran i~iaestro de la polirica eiiteiidida (de iii.incra un poco anticuada) co- iuo cl arte de lo posible, advirtii, que scria uii error volvcr a rcsponsahi- lizarse de la recuperación de las tierras dcv.iitadas por los homhardeos." Ere plan, scñala I<isiiiiger, "corre el riesgo de cnnrertirce e i i iin compro^

misii crcrni, qilc p~ovocaiá mayor involiicraliiic~iro, y que nos hará oco- par el rol de gendarnies de una región llena de odio en la que tenemos pocos inrereres csrratfgicos". El "involiicramicnto" cs prccisamentc lii qilc dcscan impcdir las gucrras que pretenden "pr«rn«ver la globaliraci6n por otros medios". La admiriisrración civil, agrega Kissinger, inerirablemeiiic prodiiriría conflictos. y a clla lc tocaría la tarea, costosa y éticamcnre dii- dosa, dc resolverlos por la ~ L I C T Z J .

I-lasts el momento hay pocos indicios de qiie las fiicrzns de «ciii,ncii,li

logren rerolvcr los conflictos melor que aquellos a los que homhardcnriili y reemplazaron porquc habían fracasado en la tarea. Coiitrarinnieiite ;I

" Véase Jcan Clair, 'Dc Gucriiicn i Relgndc", cn: 1.a Moiiiii.. 21 , I r in ly i , ,Ir 17')~). p. 16.

lo ocurrido con los refugiados en ciiyo iioiubre fue lanzado el bombnr~ deo, la vida cotidiana de las qur v<ilvieron rara urz llega a los titulares, uero las noticias que ocasionalmente llegan a liis lectores y espectadorcs dc los medios son ominosas. "Una ola de viulr~icia y de consrantes reprc- salias contra los scrbios v la rniii<iiia católica de Kosvvo ainenaza con so- cavar la yrecaria estabilidad dc la provincia, pi<ivocando una limpieza étnica de serbios sólo iin mes desaués de i iu r las tropas de la OTAN asu- mieron el conrrol", informa ~ h r ; s Bird disde l>risti"a." Las fuerzas de la OTAN uaicccn oerdidas e iinootentes ante la furia del odio étnico, que se podía adscribir a la nialdad premeditada de un rolo villano y era fá- cil dc resolver cuando las cosas sr veíaii desde las cámaras dc TV insta- ladas en los bombarderos ulirasónicos.

Jean Clair, jiinro con cirros coinentarisias, esycra que la consecuencia de la guerra de lo Balcanei sea una profunda y duradera dcscstabiliza- ción dc roda el árca, y la iniplosión más que la maduración de las jóvencs incli iso no iiacidas- y vulnerables democracias corno las dc Macedonia, Albania, Croacia o ~ i~ lga r i a . " (Daniel Veriiet proporcionó un panorama de las opini<>iics s<il>rs el iiiismo tema por parte de cienrificos politicos y cocialcs dc primcri línea, todos ellos provenientes de los Balcanes, bajo rl titulo "'lhe Halkans íace a risk of agony without end".)IK Pero también Clnir se pregunta cómo se Ileiiaiá el vacío politico dejado al cortar de raíz la viabilidad de los rstados-nación. Las fi~erzas dcl mercado global, jubi- losas ante la perspectiva de un camino sin obstáculos, probahlenieiite ocu- pcii ese espacir>, pero iiu lograrán (ni desea&) susiiiuir a l i s ausente, o ya ii~iputrntcs autoridades politicas. Tampoco sentirán mucho inteiés por la resurrecci6n de un Estada-nación fuerte y confiado, ~>leiiaiueiite al man- do del territorio.

"Otro vlaii Marshall" es la resuucsta más comúci al intcrro~ante. No sólo los generales son famosos por su Iiiclia en la últinia guerra victorio- sa. Pero n o sieinprc es posible resolver una siruaci6n pagando, por gran- <le que sea la ruma dcstinada a rsrprr>pósito. La desdichada situación dc los Balcanes es muy distinra de la situacióii dc reconstrucción de los estn- dos-nación, de sii soberanía y de los medios de subsistencia de los ciudn- danos después dc la Segunda Guerra Mundial. En los Balcanes después

' W ~ s w e e k , 21 dr iuniii <Ic 1999. " V6ase Chris Bird, 'Scibr flce Korovu riuingc artñck\'', in: The Gz<ortfiaii, 17 dc l i i ~

Iio <ic 1999. I X V6are Danicl Vcrner, "1.~5 Rrlkani face au iiique d'une ruurmcnrc raiis fin", cii: 1.i.

hql>iiilc, iS dc inaya dc 1999, p. 18.

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de Kosovo no sólo dcbriiic>s riifrrntariiris n la tarea de la recoiistrricciúti niatei-ial (los yugoslavos Iiaii perdido iodo medio de siibsistencia), sino iaiiibiCri a lus furibundos chaui,iiiisiiios iiiterétiiicris quc, tras la guerra, Iian cinergido coi1 mayor inicrisidad. La incliisión de los Halcanrs eii la red de mercados globales no serviri para apaciguar la izirolera~icia y el odio, ya quc iiicrcinentara la inseguridad, que fue ( y siguc sierido) la cai i~ sa del recriideci~iiiriitu de 10s sriitiinietitoi trihales. Existe el riesgo, par ejemplo, de que el dcbilitiiiiie~ito del poder de resistencia serhio fiincio- iie como rstímuli> para que sus vecinos se embarquen eii uiia iiiicva ron^

da dc Iiostilidades y liiiipirra Ctiiica. Dado el poco inipresioiiaiite récord de los p,>líticob de la OTAN, que

en geiiei-al han iiiaiiejndi> turpeiiiente los tenias cuinplejas y delicados tipicos dc los Ualcaiies, col, su "faja de pi>l>lacioiirs niezcladas" [coino la deriorninara perceptivamente Ilaiinali Arendt), poderiios cspciar otra serie dc costosas cqiiivocacioiies. 'hrnpoco seria erróneo sospechar que se aproxima el momciito en el quc los líderes europeos, seguros de que ya no Iiay ninguna oleada de refugiados que pueda pcdir asilo y perturbar aqi a sil rico electorado. perdcrán inrciis cn esas tierras incoiitrolablcs, como ya ha ociii-ridc eii e! pasado Somal í a , Sudán, Ruanda, 'l'i~iior Er- tc y Afganirtaii-. Entonces retroccdcrcnios orra vez al primer casillero, iras iiri desvío semhl-ado de cadivrres. Anroninn Jclya~kova, directora del Icistituto Iiiteriiacional para l ,>\ F.sriidi<is sobrz l a s .Li~norias, expre- 16 i r i ~ i y l~iri i rst:i idea (c~radn por Veriier): "el tema de las minorias no se resuelve coi, boinbas. Ex,s aiaqiics desencadenarán el infierno en aiiibos baiidos".~' Al tomar partidi> por el b;iiidu de la reiviridicacii>n nacioiiaiista, Iü acciúii de la OTAN iiicreiiientú a u n inis los ya furiosos naciuiialisnios de la zona y preparó el icrrciio para futuras rrprticiiizies de iiitriitos geriocidas. Uiia de las ci>~isccueiici.is inis horribles es que In adaptacióri mutua y la amistosa roexiiirricia de lenguas, culturas y re- ligiones se Iian vuelto ~iiás improbables que Iiiiiica. hpesu r de 135 bur- na r inreiicioiies, los resuliados r o i i coiitrarios a los que esperariainus de iin emprendimiento verdadcrameiire ético.

I,a coricli~sióii, aiin preliininar, es poco auspiciosa. Los iiireiitas dc apaciguar la agresión global por niediu de nuevas "acciones de la ~ i o l i ~ cia global" han demostrado hasta ahora ser, rii el iiicjor dc los casos,

iiicoiicliiyeiires, y inás bien contraproducentes. Los efectos generales dc la incciantc globalización han sido iiiiiy poco equilibrados: In Ihci-id., de la renovada lucha tribal sc produjo e n primer ti.riliiiio, iniiciiti-;is qilr

"' I l . i i i i c i viriicr, iliiil.

la inedicina necesaria para curarla esti , también r n el mejor de 10s c.1-

sus, en etapa de prueba (o, mejor dicho, eri la etapa de ensayo y error).

La glahaliración, scgún parece, tiene m i s éxito para reavivar la husiili- dad intercoinunitaria quc para promover la coenistcncia pacifica de las comunidades.

Para las inultinacionales (es decir, las empresas gl<ibalrs con iiitrreses y lealtades diaprrsos y caiiibianres), "el mundo idcal" es uno "sin estados, al rriciios coii estados pequeños y no grandes", observó Eric Hc>l>sbawin.

A mciios iluc rciiga pcrróleo, ruanrii riiciior es uii Errado, tanto inds dibil, y rncnor cimero cocrra comprar al gohicrno I...) Acriinl- mcntc renemoi u n i i s te ina dual, el oficial de las "ecoiioiiiiar iiacio- nslch" de los crr,doi, y rl real pcro cxtraoficinl dc lar iiiiidades c iniririicioncr rraninaciunale~ l...] A diferencia dcl Escado, ~ o l i su rerrirorio )> podcr, otros elemciitos de la "iiación" piiedrn \er y son fácilmente niiulador por la gloi>almaci¿m de la econumia. La crni- cidad y la lengua soti los dos m R s obvios. Si sc cliiniiian cl poder y ia iuciza coercitiva dcl Fstado, su rclariil ii~si~nificancia queda al de~cubicrro.'~

Coino la gl«balizacióii de la econoniia avanza r5pidaineriie, cada vez es iiiciios iiecesaiio "comprar gobieriir>s". La flagrante iiicapacidad de los gobieriios para cquilibi-ar las ciicnrns con los rcciirsos dc los que disponen (es decir, coi, los recursos que con seguridad scguirin h i lo su jurisdicción, sea cual fuere el balance qiie clijari) bastaría para qur se critrcgaraii a lo inevitablr e iiicliiso para qrlc colnboraraii activaineiire con los "giobali- ~adores" .

Anchony Giddens ,>si> la mcráfr~ra del npi~crifi, jiiggcrmzi<t para ex- presar el mecanismo de la .'inoderni~.acióii" global. La misma inctáfura es adecuada para la actual glohalizaciún de la econoinii: cada vez es más difícil distinguir a los actorcs de s u s ohjetos pasivos, ya que la mayoría de los gobiernos nacionaler coriipitcii rritre si para iiiiplorar, cunvencer o seducir al ji<ggeriiour global dc quc cambie dc ruta y arribe primero a las tierras que ellos administrnii. Los pocos gubicriios lentos, tontos,

?" Eiic Hoh,hiivm, "The iirrion and plohi l i~at iu i i" , cii: Coriitriiiitiorrr, marzo dc I ' I ' IX , ,>l>. ,l 7.

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204 MODERNIDAD LIQUIDA

micipes o siiiiplemriite soberbios y qiir no se uiisn a la competencia se rricoiitiirá~i en problemas ciiatido n o tengan nada de que jactarse para persuadir a los elcctares que ""oran con la billetera", o serán rápida- mentr coiidenados al ostracismo por el obediente coro de la "opinión iniindial", boiiibardeidos o amenazados con C I l>oiiibardco, todo para hacerles recuperar cl juicio e iiitcgrarlos a las filas.

51 el principio de soberaiiia de los estadus-~iación está definitivamente desacreditado y s r lo ha clirninado de los estatutos del derecho inrernacio- nal, si el poder de resistencia de los estados se Iha quebrado a tal punto que ya no e i necesario tomarlo en cuenta en los cálculos de los podcrer gloha- les, el reeinplazo del "mundo de nacioiies" por un ordcn supranacional (un sisteina polirico global de frenos y equilibrios destinado a regular las fuerzas ecou6inicas glabalcs) cs sólo una de las posibilidades -): dcsdr la perspectiva de Iiov, iia la m & segura-. La difusiúii eii todo el mundo de lo . . que I'ierre Bourdicu ha llamado la "pi>lílica de la precarizacióri" tiriie icuales uosibilidades dc imvonerse. Si cl ataaue contra la soberanía del Es- tado demuestra SCT f a ~ l ? rcrrnii~al, si CI Estado picrde el mi>n<ipolio de la coerción (que taiira Max Weber como Norbert Elias considerari>n su ras- go iiiás distintivo y, al iiiisino ticiupo, el atributo sirte qua N o n de la racio- nalidad inodcrna y del orden civilizado), csa situacihn iio originiri la disniinución de la suira total de la violencia, incluyciido la violciicia geno- cida; simplenieiite, 13 vic>lriicia será "desregulada" y drscciiderá desde el nivel dcl Estado hasta el iiivel (iicorribal) de la "cornuiiidid".

En niiscricia de uii marco itistitucioiial de estructuras "arbóricas" (pn- ra usar la metjforn de UeleuzelGuarrari), la sociabilidad puedr retornar a siis maiiifciraci<iiies "explosivas", cxteiidiC~id<,\c "rizoiiiáticaiiicntc" y g e ~ ncrando formacioiies de difercntes grados dc durabilidad, pero invariablc- mente iiiesrables, conflictivas y sin fundaincnroh sólidos sobre los cuales basarse -salvo las apasionadas y frenéticas acciones de sus adherenrcs-. I3abria que compensar la iiicstabilidnd cndeiiiica de las bases. Y la c o i n ~ plicidad activa (vuluiitaiia o compulsiua) de los criiiienes que sólo una "coiniinidad explosiva" piledc cxonernr y exiiiiir de castigo sería la me- jor candidati para llenar cse vacío. I.as coiiiunidades explosivai nccesi- tan que la violciicia surja y qiie siga exisriendo. Necesitan enemigos n suienes anirnarar con la extinción y enrmiaos a quienes ixrseeuir colec-

u . "

tivamente, torturar y mutilar, para convertir a cada miembro de la c<iniii- nidad cii cóinvlicr de .~ l ao aue. en caso de aue la batalla se oerdicra. scrin - . considerado uii crimen de lcsa humanidad, juzgado y castigado.

En uiia larga serie de estudios notables (Ucr cboiei cnc/i<'cs <lcpitL 1,i /,iririii/ioir <ir< >iioric!c; I,e bciirr iiiiiss<zir<a; i.ri I I ¡<I!PI IC<, PI 1,. sii<.r<: Il.ii , , i<>~

l~rrcia y lo sngrn<io]), René Girard desarrolló una abarcadora teoi-in s,>liic el rol de la violencia eii el nnciiniento y la perseverancia de iuin ci>i~i i i i i i~

dad. Uri iiiipulso violeiito bulle bajo la superficie calma de la coopsraci6ii pacifica y arnistoss: cs ticccsario canalizarlo más allá de las fronteras dc la comunidad, en cuya tranquila isla la violencia está prohibida. La vi<>-

leiicia, que de otro modo dcmostraria la falsedad de la iinidad coiuusii- taria, es reciclada como arma de defensa de la comiiiiidad. Bajo csrn f~iriiia reciclada, resulta indispeiisable; debe ser puesta en esccna reperik damente, coino forma dc rito sacrificial para el cual se elige una víctima siistiruia scgúii reglas estrictas pero nunca explícitas. "Hay un coiuún deiioiiiinador qiic determina la. eficacia de todos los sacriflcivs." Este co- iiiún dciioliiiiiadoi es

la violccicia intciiia -todo< los dire<isor, lar rivalidades, Ion celos y lar dispuras ~ntracoiiiuriiraiios qiie los sacriíicior tictien por u i r jcto aupriiiiir-. El propOriro dcl sacrificio c i cicvulvrr arrnoiiia n la coiiiii~i~dad, rcformr la rrsiiia social.

Lo que une 3 13s nmncri>sus formas de sacrificio ritual es el propósito de inianiener vivas In mcinoria de la unidad comiinitaria y su precariedad. Pero para descrnpciíar el rol de "uicriiiia suiritiita", el objeto saFiiLicado sobre el altar de la iinidad coiiiuiiitaria dehc ser elegidu cuidadosamcn~ - te -y las regias de esa srlección son tan exigentes coino precisas-. Para scr adecuado "ara rl ~airif icio. el potencial i~hieto "dcbe tencr tina qinn semejanza con las caregurías Iiumanas cicluidis de las 'sacriiicables"' (es decir, 10s lhiiimarios qiie "pertcnecen a la comunidad"), "pero que ofrezcan un grado de diferencia qiie inipida tuda confrisión posible". 1.0s candidatus dcbeii estar fuera dc la coliiuiiidad pero no demasiado lejos; drbcii asrmclarsc a "nosotros, los niieiiibros legítimos de la coiiiu- nidad", peru taiiibiCn deben ser inconfuiidiblciueiitc diferentes. El acto de sacrificar estos objetos, despiiés de todo, está destinado a marcar li- mites impeiietiables entre el "adeiitro" y ri "afuera" de la coinuiiidad. No hace falta decir que las categorías entre las cualcs se selrcciuiian ha- bitualmente las i,ícriiiias son

seres que c s r i l i afucra o en lor bi~rdes dc la sociedad; prisioneros dc gucria. esclavi~s, adicrob [...l iiidividuos exreriorri o iuargilia- Icr. incaonicr dc eitahleccr o cornnartii los lx~os socialcr ouc uncn , . al resto dc los habitantes. Su iinii<i de rxrranlcros i> encniigos, s i i

condiciun servil o siinplcrnenrc sii edad impiden a las fu turas v í c ~ iirii.i\ i i i t rgrarsc a la comunidad.

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La aixsencia de un vínculi> social con los iuieinbros "legitimas" de la co- iiiunidad (o la pi<ihii>icióii de establecerlo) tiene uiia vrntaja más: las victirnas "pueden ser expuestas a la violencia sin riesgo de vengaiiza";" es posible castigarlas impunemente i> al inenos eso es lo que se espera inienrins se declara cxactarrieiire lo contrario, pintando el carácter saii- guiriario y criiriiiial de las victirnas con colores vividos y eiiuiiciaiido rc- cordarorios de que Iiay que cerrar filas y mantener eii estado de alerta rodo el vigcir y la vigilancia de la coiiiunidad-.

[.a troria de Girard consigue dar sentido a la violcncia que abunda en las belicosas froiiteras de las coniunidades, y particularniente de las comiinidadcs cuya identidad es incierta o cucsriunable, u, m i s precisa- mcritr, da scntido al uso coinúii de la violencia conio recurso para csta- blscer fronteras cuandci Cstas no existen, o son perrneablcs a dliusas. Sin e~iihargo, parecen riecriaitos, eii este punta, tres comciirarios.

En piiiiiera instancia, si el sacrificio regular de "ricrimas sustitutas" cs una crreiiioiiia de renovación del "coiitrato social" no escriro, piiedc cuiiiplir ese rol gracias a su orro aspecto: el de la recordación colccriva de uii mítico o histórico "aco~iteciinieiiro fundacional", del pacto origirial realizado eii el campo de batalla empapado con la sangre del encrnigo. Si ese acoiitccimiento no existc, dcbe ser retrospectivamenre creado por mr- dio dc In asidua repetición dcl rito sacrificial. No obstalite, sea genuino o itiveiitado, sicnta un parrón para todos los postuiariies al statrss comuni- tario l a s potencialis corniinidadcs quc todavía iio csriri en condiciciiies de reeiiil>larar la somliria "realidad" por iin ritual iieiiigiio-, así coino también insritiiye el asesinarri de victima' reales por cl sacrificio de uícli- mas siicritiitas. ?<ir siibliniada. que sea la fcirinn dr sacriiicio ritual que transforma la vida c o ~ n ~ ~ n ~ t a r i a en uiia ci>risvatite reposición del milagro del "día de la indepeiidericia", la enseiiaiiia prsgmirica que extraen ro- das las ;aspirantes a coinuiiidad inspira actos ebcasos de sutilcza y de ele- gancia Iitúrgica.

En scgiind<i tt.rrnin,>, la idea de que una comunidad cometa el "asc- sinato original" p i r a asegurar su rxisteiicia y estrechar sus filas es, se- rún el Drooio Gii-nrd, incrin~rurntc; antes de que se cometiera ese crinieii . . [iriginal iii siquiera hnhriari existido filas que pudieran estrecharse ni co- munidad que asegurar. (El niisino Giiard 1i> ~ x p l i c a eii cl capitulo 10,

2 lKciié 1.0 iiioleirc< le ~ a ~ , i , l'aris, Crñ<;cr, 1971. Aquí rc lii cira cii Ir r i . ~ iiigleia <Ic Parrick <;rigorh i ~ ~ ~ i f r a c r uiiri rfie Siicr?d, Ralrimiirc. I i ~ l i x is I lr!iiLiiii

l lniucisiry Prcss, 1979, pp. 8, 12 y 13 Irradiicci6ii crrrrllaiin: 1.0 iiinlriiiin y lii sii.criiiii~. II,~~LcIc~~,I, , ~ , ~ a ~ r ~ ~ ~ ~ ~ a , 199x1.

cuaiido describe la ubicuidad simbólica de la scparaci6ii dsiirio dc In I i ~

turgia sacrificial: "el naciniirnto de la coinunidsd es, primr>rdiaIiiiciiie. un acto de división".) La idea de deportar la violencia mi s al16 de 1.1s fronteras de la coiuuiiidad [literalmente marnndo a los extraiios c i>~ i el <ihjeto de iiiaiitener la paz entre los miembros) es orro caso niás dr apli- cación del tentador pero confilso pruccdimiento que consisrr rn coiiver~ tir una funcióii (ya st.2 geiiuiiia o imputada) en explicación causal. En realidad, cs CI asesinato original el que da vida a la comunidad, al rsLa- lilccer una exigencia de solidaridad y la ncccsidad de cerrar filas. La le- gitiiiiidad de las victinias originales requiere la solidaridad coiiiuiiitari:~ y debr sci recoiifiriiiada anualinente por medio dc los ritos sacrificialrs.

Eii tercer lugar, la afirmación de Girard de que "el sacrificici es pri- iiiordialmente uii acto de violcncia sin riesgo de venganza" (p. 13) iiecc- sita ser cuniplciiieiitada con la ohservaci6n de que, para lograr que cl sacrificio sea efectivo, la falta de rieigo debe <icultarse cuidadosaiiienrc o, inejor aiin, dehc scr negada enfáticaniriitr. El enemigo ino tiene qiic haber rnuerto del rodo en el ascsiriaro original, s i n o i115.s bien iieiie quc sei una especie dc romhi, presto a levnnrar\r de la tuiiiba eii cualq~iici. riiorneiito. Un enemigo ~ni~err i> verdadcr~~iieiire, incapaz de resurrec~ ción, no inspira siificiente niiedo coino para jusiificar la necesidad dc irnidad ... y los riros s.acriiiciales se crlrbruii rrg~ilarrnciite para rccordai a todos que el riiliiiir de la dcsapariii6ii final del eneiriiga es pura pro. pqganda, y por Ii> tanto sólo fuiicioiia ciiiiio prueba de que e! enemig<> siguc vivo y coleando.

fin i inu forrriidahle sel-ie de estudios sobre el genocidio bosnio, Arnr Johari Vcrleseii seiiala que rci ausriicia de bascs institucionalcs c<infiahlc\ (diríamos diiraderas y seguras), cualquier cspecrador distaiitc o indifereriii, se convicric en el eneiiiigo más formidable y aborrecido: "desde cl piinrci dc vista de uii agente del geiiacidio, los cspectadoirs son personas q i ~ c poseen el porciiciil de deteiicr cl geiiocidio r n niarcha"." Quiero agregar que aunque los esl>ectadores poiigaii en prictica o nri ese poreiicial, si l

presencia como "esprctadores" (gcnre quc 1 7 0 Iiace nndn por destruir ;al enemigo coiniiii) es uii desafio al presupuesto dcl quc la comunidad ex plosiva deriva su rniioiz &Gire: el presupuesto quc dice que se trata <Ic una situación "ellos o nosotros", quc la dcstrocción de "ellris" es iiidi\- pensahle para "nuestra" supervivencia y que matarlos cs la conditio siiir

qua nuiz para que "iiosotros" sigamos con vida. Tambifn deseo agrcg;ir

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que coino la participación en la comilnidad no está "predctermiiiada" ni asegurada institucionalmciitc, cl "bautismo de sniigre (derramada)" -la participación en el crimcn co lec r i ro es la única iiianera de ingresar y la iiiiica legitimación de la perresieiicia. A diferencia dc los gcnocidios coiiducidos por el Estado (particularrnentc, a difcrcncia dcl Holocausto), la clase de genocidio que cs el ritual de ~iaciriiiento de las cnmiinidades explosivas no puede confiarse a experros t i i delegarse en iinidadcs cspe- cialiridas. Lo que verdaderamcntc importa es cl númiro de asesinos, no el número de "enemigos" asesinados.

También imporra que el aiesinsrn se cometa ahicrtamcnrc, a la luz dcl día y a la vista dc todos, qoc haya tcsrigos qiie conozcan el nombre de los perpetradores ... para que la posibilidad de retirarse y evitar el c a s ~

tigo no sea tina «pcii>n viahlc y la comuriidad nacida dcl crimen iniciá- tico siga siendo el único refiigio de los perpetradores. 1.a Iirnliieza Ctnica, comri Iki expres6 Arnr Johan Vctlr\eri en su cstiidir~ sobre Bosiiia,

se basa eii v nitzirtieiie las cori<licioiies d e prnxiniid.~d rxisrcnrcs entre el perperrador y In víctima y, ddc Iiccho, las crc.3 si no exirreti, prolorigiridolas cuarido Ixicccii clcrvaiiccersc. En esra violencia ~ilprrprrsonalirnda, familia? enrcras fueron ohligadns a scr rcsri- goa de tortura,, iiulacioiics y i i i ~ c r r c s ~ ~

Adciuás, a difcrcncia dcl genocldio a la vieja usanza, y sobre todo del Molocaiisro, el "tipo ideal", los testigos son ingrediciitcs indispcnsablcs dcntro dc la mczcla dc facrorcs dc la que nace una comiinidad cxplosi- va. Una comiinidad explosiva piwdc contar razonahlcmcnre (aunque c ~ i n frccucncia engañosamcnrc) con una vida prololigada sólo iiiientras el crimen original sea recordado y sizs micrnhros, coiiscientrs dc que existen ahiiiidantcs priiehas clc csc crimeri, pcriiinnercaii juntos y solida- rios, unidos por el interés común de cerrar f~lns para poder así rebatir la iiaturaleza criminal, y punible, de ese acto. 1.a nirior niaiiera de satisfa- cer estas c<indiciones es rcvivisiido prriúdicü o contiriuari~eiire el recuer- do de ese criiiieii y el rniedo al castigo, por inedio de nuevvs crímenes que se añaden as¡ al r>riginal. Como las cornuiiidades explosivas iiaceii normalniente cii pares (IIO puede iiaber "iiosotros" si "ellos" no exis- ten), y conio cualquiera de ambos miembros (el que en ese momento rra más fuerte) es15 dispuesto a recurrir a la viulcncia gcnocida, 110 hay es-

" Arnc lohan \'chrren, ''Yu8uslavia, gcnacidc r l id ~ ~ ~ < ~ ~ l c r i ~ ~ r ~ , , , ciicri~ <Ic 1!I94, ,nc,~<~r,r,r

casez dc oportuiiidides para enconrrar un pretexto adccuadci p;ii.;i c ~ i i

prcndrr iina nueva "liiiipieza étnica" o intenta geiiocida. Por I r> t;iciiit. 1.i

violencia que acrinipaiia a las comunidades explosivas y qiie es sil chtilii de vida se aitr<ipropaga, ai~roperpetiia y aurorrefuerza. Genera 1.15 "c.) dcnas esqiiisniugen~ticas" descriptas por Grcgory Bateson, qilc rcsisli~ii todos los intentos de acortarlas y más aun de revertirlas.

IIii rasgo que determina la particular feracidad y turbulencia dc 1.1 clase de c<imunidades ~xplosivas analizadas por Girard y Vetiesen, y qiic las dora dc uii coii~iderable potencial griiocida, es su "conexión t r r r i t o~ rial". Ese porriicial puede remontarse a otra paradoja de la Cpoca líquidr>i iiiodrrn.i. La territorialidad esrB fntiiiisiiirntr ligada con la obsesiúii es- pacial dc In iur~dcriiidad sólida, se alimciiri de ella y a su vez cotitribuye a sil preservacióii. 1.a~ comriiiidndcs explosivas. por el coiitrari<>, esriii róri,nilz\ i:~i la 61ii~ca de la inodcrnidad liquida. La iniezcla de sociabilidad cxplosivn coii a;piracioncs territoriales da como reiiiltadu, inrviiable- inenre, iiiutacioncs iiionstruosas, abortivas e "iuadccuad.is". La alternaii- cia <le estrategias "Cinicas" y "fágicas" para la conquista y la defensa dcl espacie (que fiie gciicralmenre el punto de conflicro rri la iuodernidad s ó ~ Iida) queda asi fuera dc lugar (y, Ii> iuis iniportanre, "fuera dc tiempo") cii un inundo doiiiinado por la \.aiicdad livianalíliiidalsoftware de la mo- deriiidad; cii cse iiiurido, rrpresenta oiia traiisgrrsión de la iiorrna.

Las sitiadas poblaciones sedentarias se nicgiii n aceptar las rcglas drl nuevo podcr "ni>ni6dico", actitud q i l e a In elitr iioiiiádica global le rc- sulta dlfii.il c<>rnprrndrr (así coiiiu rcprilsiva ,a iiiideseahle) y q i i ~ ve conir> un signc de rctardu y rctraso Cuniido se trara de una corifronración, particularmcntc de ripo riiiiitar, las clites in,>iiiidicas del mundo liquido1 moderno c~>iisidsriii que la ectsategin rerritorial de las poblaciones s r ~ dentarias es 'Mibi r3" en co rnp rn~ i i l n ~ 0 1 1 S U propia estrategia militar "civilizada". L3 elite ~iomádica cs q ~ i i e ~ i rsralilecc y dctcrmina los cr i re~ rios con los quc se clasiiica~i y ernl(iari las obsesiones territoriales. Sr Ii:i invertido la situación, y la vicjn y probada arma de la "cronopuliticn". urilizada por las rri~itifantes poblücionrs sedenrarias para expulsar n Iin nómadcs a la prehistoria snlvajelliárl>ara, es ernplcada ahora por las vic torioias elitrs iioiiiidicas en sil Iiicha contra lo que ha quedado de In ri ,

bcranía territorial y contra rodcis ; iq t ,e / l~s que se dcdjcan a defenderl.i. En su reprobación dc las prácticas terriroiialcs, las rlitcs iioni:i<lic.i\

ciicntaii con el apoyo popiilar. 1.a indignación provocada por las III.I\I vas expiilsiuiirs deiioiuiriadar "iiiiipiezas étiiicas" crcce a u n más pinqiic pareccii una vcrsióri rnagiiiiicada dc las tendencias q u e rc iuoiiifiest:iii .i

diario. aiiiiqiie cn rnenor escala, aquí a la vuelra -cn todos los espncii),

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210 .MoDtRNIDAD LIQUIDA COMUNIDAD ? I I

urbanos de las tierras que conducen la cruznda civilizadora-. Conibatien- do a los "linipiadorer étnicos" enorcizaiiios a niiesrros propios "dcmonior iriterrivs" que nos inducen a recluir en guctos n los indeseados "extraños", 3 aplaudir las liiriilacioncs de las leyes de asilri, n exigir que los rxrraños desaparezcan de las callcs dr: la ciudad g a pagar crialquicr prccio por re- fugios rudsidos de ciiuaras de vigilancia y giiaidias arrnados. En la gue- rra yiigosliva, CI deseo de ambos bandos era similar, aiinqixe lo que tino de ellos declaraba al>iertamentr como obietivo era ciiidndosa pcro ror- penieiite silenciado por el otro. Los srrhios deseaban expulsar de su rc- rritoiio a una recalcitrinte minoría alhanesa, mientras ~ L I P 10s paises dc la OTAN "respondieron por afinidad": la cniupañn militar sc piiso en marcha primordialniente porqiir I i~ s otros eiiropeos querían rnanrencr a los albarirser en Serbia para evitar la aiiieiiaza de que sc ciinvirricran en emigrantes iiicóinodos r iridcsrados.

Las comu~idades de guardarropa

El vínculo existente entre la coinunidad explosiva cii su encarii~ciúii lí- quidoimoderiia y la terrirorialidad ino cs dr orden inrccsario y por cierto tnmp0co es tiniversal. La rnayoria de las coiiiuiiidades rxplo>ivas con- rciiip<,ráneas cstáii hcclias a la i~iedida de la epoca líquidolriioderiia: auli cuand~) sii imanfra dc reproducción sea tcrriroriil, son eii realidad extra- tciriroriales (y riendcn a ser imás exitosas cuanto menos dcpendeii de las rrstricciiincs tei-ritoriales) a l igual quc las ideliridades que crean y que nianticricii prccariaiiicnre con vida rnrre la explosión y la cxrincióii-. Su nnruraleza "explosiva' rcsuena hicn con las identidades de la moderni- dad liquida: al igiinl que esas idenridadcs, las comunidades tienden a ser vo13tiles, transitorias, "moni>asliccradas" o "con un solo propósito". Su rieiiipo de vide cs breve y llcno de sonido y de furia. No extraen poder de rvprcrntiva de duraci6n sitio, parad6jicaiiicnte. de SU precariedad y de su incierto futuro, de la vigilancia y de la inversión emocional exi- gida por su Irágil pero furibunda exisrencia.

1.a designación "comunidad dc guardarropa" capta perfecramente al- gunos de sus rasgos cnracteristicos. Los asistentes a un C S ~ C C ~ ~ C U I ~ se vis. ten pcra /a ocasi~jn, arcniéndose a iin "código de saitreria" disrinto de los códigos que siguen diariamente -situación qiie simiiltáneaineiite di- icsencia esta ocasión como "especial" y hace qiic los espectadores pi-c- seiiten, denrro del tcatro, un aspecto más uniforme que fuera dc (.!L. 1.n función iiocriirna es lo qiie los ha atraído a todos, por divrrsi ,~ < I L I C s c . ~ t i

sus intereses y paraticmpos diurnos. Antes de entrar al auditorio, n>d<>$ drjaii 10s abrigos que usaban cn la calle en el guardarropa de la s;il.i (coiirando las pcrchas ocupadas se piirde estiniar el iiúrncro de espcctzi- dores, y evaluar el futuro éxito o el fracaso de la obra ieprescnrada). Dii- raiitc la fuiición, todos los ojos cstáii filos en el escenario, que concelirr., la areiición. La alegría y la tristeza, las risas y el silencio, los aplausr>s. los gritos de aprobación y los jadeos dc sorpresa están siiicronizadi>s i u m « si erruvieran guionados y dirigidos-. Sin rrnbargo, cuando cae cl trli>ii, los espectadores recogcn sus perrenrncias e n el guardarropa, vucl- ven a ponerse sus ropas de calle y rctoman sus diferentes roles munda- nos, para riiezciarsc poco después con la variada niultitud que llena las calles de la ciudad de las quc cmergieron horas antes.

Las comunidades dc guardarropa necesitan un esprcticulo que atrai- ga el iiiisiiio iiitcrés latenre dc diferentes iiidividuos, para reiinirlos du- rante cierto tiempo en cl que otros intereses l o s que los separan en ver de unirlos- son tcmporariainentr dejados de lado o silenciados. Los es- pectáculos, como ocasibn dc existencia de una coiuunidad de guardarro- pa, no fusionati los intereses individuales cn un "interés grupal": esos intereses ino adquieren iina nueva calidad al agruparse, y la ilusión de si- ruación compartida quc proporciona el espectáculo no dura mucha m5s que la excitación provocada por la representación.

Los cspectác~ilos han reeniplazado la "causa común" de la época de la modernidad pesada ls< j l i da / i~n r~ i t~n~e -siruación qiie da clicnta de iznu gran difcrcncia en cuanto a la iiiruialera de las identidades acruale', y ~ U C explica las tcrisir>iiss emocionales y los traumas generadores de agre- si6n que siirleri aconipaiiar sii coiistirucióii-.

l,a expresióii "comariidades de carnaval" es también adecuada par., dcsignar a las cc>iiiuiiidades en cuesribn. Después de rodíi, esas coni i l i~ i~ dades ofrecen u11 respiro teiuporario dcl tormento de la solitaria lucha c o ridiana, dc la agotadora situación de los individiios di. jure, ci>riveiicidos u obligados a arrrglarse s<ilos con sus I>rohlemas. I.as c~rriiunidades r x ~ plorivas son acoritecimieritos qiie quicbran la moni>ri>nÍa de la solc<l:i<l diaria, y que, como todos los carnavales, dan canalización a la teiislii~i acumulada, perrnitiriido que las celebrantes soporteri la rutina a la C ~ I L C

deben regresar en cuanto acaban los festejos. Y, al igual que la filosc,li;i de las rnrlancólicas cavilaciones de Ludmjig Wirtgcnsrciii, "dejan todo c m mo esrahn" (es decir, si 110 contamos las heridas y cicatrices morales ilr aqucllor qiie escaparon a la suerte de ser "víctimas mortales").

Ya ccari "de o "dc carnaval", las coinuiiidades expli~ii. v;is s r > n i ~ i i rasgo rari indispensable del paisaje liquidoimoderno conii, I:i

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soledad de los iiidividii<is de jiwc y s i l s aidicntcs pera vaiios esfuerzas por clcvaise al nivel de los iiidividi~oa de flncto. Los espccticului, las perchas del guardarropa y las fiestas de carnaval que atraen inultitudes son mil^

chos y diversos, para todos los gustos. El mundo feliz iiuxlsyano raiiió prcrtada del 1984 de Orwrll la estratagema de los "cinco iiiiiiutos de odio (colccriro)", cuinpIenieritirid~>la ingeniosamente con las "cirico niinirros de adoracióii (colrctiva)". Cada día, los titulares de los diarios y de la nr agiraii u11 nuevo estaiidarrr bajo el cual podemos rcuniriios y rnarcliar homhro ivirru:il) con lio~iiliii> (virriinl). Ofrecen un "propósito c<>niún" rirriial en torno del cual pueden reunirse las como,iidadcs virruales, eiii-

pujadas y tironeadas alteriiativaiiiente por cl senriiiiiento de piiiico sincro- ~iizado (a veces nioral, pcio casi sirrnpre inmoral o amoral) y extasis.

IJn efecto de las comunidades de guardarropalcainava1 cs impedir la coiidciisacii>ii de las "ge~~uinas- ' (es decir, duraderas y al~arcadorab) c o ~ iiiunidades a las que iriiitaii y a las quc (falsamente) pi-oiiiereii reproducir o generar niieiramriire. Cii caiiiliiri, lo que hacen es dispersar la eiiergia de Ii~s impiilsos sociales y coiitribiiycii asi a la prrpeti~acihn dc una soledad que biisco desesperada pcio vananienre- alivii, en los raros ciiiprendi- inirntos colectivos concertados y aniioiiiosoi.

Lrjris de scr una cura para CI sufriiiiiciiio provocado por el infraii- queablr al~isnio que ir nbrc eiirl-e el dcstilio dcl ilidividuo dejirre y cl dcl i n d i v i d i ~ ~ de fnt-to, sun rn realidad siiiroiiias y a vrccs f.icir>i-es caiisnles del dcsorderi social iíptco de la coiidicióii dc la iuodcrnidad liquida.

Epílogo Acerca de escribir; acerca de escribir sociología1

La rieccsidad dc prnrarnienro cs lo que 210s hace pensar

Citüiido 1% opiiiii>ii del pacta clicco Jan Skácel accrca de la condicifiri del poeta (quirii, según Skácel, sólo dcsculii-c los versos que "siriiipre estu- virroii alli, eii lo prof~indo"), iMilan K~icidrra cornenra (rri L'ai-1 d16 rov2nn jEl iirtc de 10 iiou<>10]~ 1986): "para rl porta, cscribir significa derribar el inurc tras el cual se oculta algri que 'siempre esriivr] alli"'. Eii este sciitido, la tarea dcl poeta no es difci-cnre de la rarra del liisroi-indor, que también dcs~iibie en vez de ilioeninr: cl Iiisrr>riad<ir, coiuo el poeta, reucla, eii siriia- cioiies sicmpl-c nuevas, pasihilidades humanas qiic aiites estaban ocultas.

Lo que el liisroriador hace iiaruralniciite es un desafír), una tarea y uiia rnisióii para el poeta. Para r h l a r ü la altura de esa iriisión, cl pocta tio dcbc sonicterse a l i s ~ c r d a d e s ya c«iioci<lar y gastadas, a verdades qrie ya son "oh~ ins" porque han sido sacadas a la superficie y han q:ie- dado flotandri allí. No importa si esas verdades 'dadas por scntado de anrcniiinr~" son c<iiisidcradis revolucii>~iarias o disidentes, cristianas o areas... o si se las ha coiisidsrado iiobles, correctas o adecuadas. Sea co- nio fiicrc, csns "verdades" i i u soii "eso oculto" que e1 pocca cstá llama- do a revelar, sinii que son, iii5s bien, parte del iiiuso qiic ci poeta dehe derribar I . r i s voceros de lo obvio, lo aritoeridcnre y "lo qiie todos crec- inos, (no es cierto.;" son, srgúii Kuiidera, fiilsospoetns.

Pcro ¿qué tienc que ver -si es que tiene que ver- la vocación del poera coi, la tarea del socióli~go? Nosi~rros, 10s sociólogos, raramente cscribi- mas poernac ((Px'a cscrihir, i Jg~,nos 1105 tcilmnrnos licencia de la ohliga- ción profcsioiial.) Y sin t r n l ~ a r ~ o , si iio queremos coinpartir cl dcsrino de "falsos poetas" y ahorrcceiiios ser "falsos sociólogos", dcbcin«s aproxi-

1 ES,, rnsag,, fuc publicado snrciiormciitc cii TIhc.?oix Ci,liizie olid Saiicts, 1 , 2000.

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marnos tanto corno ioi piletas a esas posibilidadcs hunianas ociiltas; por ese inotivo debeinos traspasar los rnuros de lo obvio y lri aurocvidcnte, de la moda ideológica del momento, cuya circulacióii generalizada fun- ciona como prucba de seniido. Deiiioler esos muros cs tarea del saciólo- go tanto coino del porta, y por la rnisma razón: las posibilidadcs ocultas tras cl muro disfr.izsii las potencialidades humanas e impiden las reve- laciones gcnuinas.

Tal vez los versos buscados por el pcicw "siempre esruvicron allí'. Siin embargo, ano podeiiios estar igualmetire seguros con respecto al potencial Iiumano desciibicrto por la historia. ?Acaso los humanos l o s hacedores y los hechos, los héroes y las victirnas dr la h is tor ia tienen sicmpre el mismo rolumcii de posibilidades, esperando el momento adecuado para rii revelación? ;O más bien, según lu demuestra 13 histc>ria, la oposición entre dcscubriiniento y creación no exisLe y carece de sentido? Como la historia es iin ercrno proceso de creación liurnaiia, ¿no cs tamhiin. por la misma rn,.í>~i, iIn eterno proceso de autodrscubrimieiito huiiiaiio? La propensión a rc\,clal-/crear siempre nuevas posibilidades, a expandir el iiiveiitario de posihiiidades ya descubiertas y concretadas, iiio e, aiasu el único poteiicial hiiiiia~io que siemprc Iia cstida, y siguc estando, "allí drsdc sieinpre"? El dilema de si la nueva posibilidad 113 sido creada o "iiieraiiienic" descuhiertn por la historia es por cierto iin alimento digno de muchas mentes escolisticm, pero la historia no espera respiicsta y se las arregla perfcctameiire sin ella.

El i,alioso y sciiiiiial lrgado de Nicklas I.ulimann a sus ~0leg3s E U C ~ O -

logos lia sido la nocióii de ~iulopr~iesis -aiirocrención idcl griego n o t ~ i q , hacer, crcai; dar [orina, el opuesto de náoxciv, sufrir, s e r objeto y no ori- gen de la acción-, destiiiada a captar y abarcar la sustancia cseiicial de la condiciiin huiuana. La cleccióii del tCrrnino fue e n si misma uiia crea- ción o descubriiiiieiiiu del viiiculo (un paicritesco heredado más quc una afiiiidaci electiva) entre la historia y la poesía. La pocsia y la histor~a son dos corrientes paralelas ("paralelas" r n CI scntido del uiiivcrso no-eucli- diano regido por la grumrtiia de iiolyai y Lohachrvski) d c csa auropoie- sis de las porcncialidades huniaiias, donde cl dcsciibrimiento sólo puede adoptar la forma de creacióii, y el ai~radescubrimicnto es el acto creati- vo p~iiuordial.

La sociolagía, deciiiii,~, es una tercera corriente, que corre paralcla las otras dos. O al iuenos es<> deberia ser para permanecer dentro de esa condicióii humana que trata de explicar y hacer inteligible; y eii eso ha tratado de convertirse desde u concepcióii, aunque se ha dcsvind<, i.clir~ tidameiirc, coiifu~idiciido 10s liiiirc>s npnrc~itciiiciitc iiripriirir.ililcs r ilicx~

pugiiables con los líiiiites úlrimos del potencial liuinniio, y se lia salido de curso yii3 asegurar al comaridantc y a las ri-upar dcl cuartel que los líiiiitrs ~svableiidos para dejar fiicra las áreas no-prrtiiielites jamás serán troiisgredidos.

Alfrrd de Musser observó das siglos atrás que "los grandes artistas no tienen p i s " . IIace doscientos años, esas eran militarites, una suerte de declaracióii de guerra. Se escribieron en media de ensordece- driras faiiiarrias de patriotisnio juvenil y crédulo -y por cso arrogante y I>elicoso. Numerosos I>oliticos descubriari su vocación de constructores de csradus-nacióci con una única ley, lengua, cosciiovisióii. una historia y uii fuiiiro. Muchos pocras y pintores descul~iiaii su rnisión de alirncn- tar los ticriios retoños del espiritii nacii>ii;il, resucitando tradiciones n a ~ cionales iuuerras mriclio ticnipo atris o ii~vriitando otras flamantes para ofreccr a la nación, rodavía poco coiisciriite dc ser iina naciún, las his- toriar, iiieladias, irnigenes y riornbres de aiiteccsores Iicroicos, para e l r ~ var al rango dc perrciicricia el Iieclio de vivir todos juntos, y revelar la hcllera de esa iiiiión, instliiido a la vsiieiación de los mucrtos y a la prw tección dc sil legado. lii ese coiitcxto, el diir« vcrcdicto de De Musset sonaba corno i ~ n n rel>clióii y iin Ilaiiiado a las armas: instaba a sus colr- gas escritores a negarse a cooperar con la emprcsa de los politici>s, los profcras y los pi-cdicidorer de las fronteras custodladas y las guerras de rrinclieres. N o 56 si De .Musaet iiitiiia la capacidad fratricida de Las Ira- ternidades qiie p<ilít~c,>b e idcólogos laixreados estaban deciilidus a cons- truir; o si sus palabias eran iina cxpicsii>ti de disgusto iiitelcctual ante

los ~strcclius Iioiirontcs de uiia mentalidad parroquial. Sea coi110 f~ ic re , cuando las Irrnios ahora, con el beneficio dc In visión rrtruspectiva, a tra- vés de una lupa eiiipañada por lar limpiezas ériiicaa, los genocidios y las tunibas colectivas, les palabras de De Muisct no parecen haber pcrdido vigencia ni fuerza, y tampoco nada dc sii car.icrer ci,rillictivo. i\li«ra co- mo entorices, apunran al corazón de la niisifiri dcl escritor, planteando un teiua decisivij para la rarsoi? d'i.tre de iodo escritor.

Un siglo y medio más tardc, Juan Goytisolo, probablemente el más grande escritor español vivo, rctnmó el tema. Eii una cntrevisra reciente ("Les bntailles de Jiiaii Goyr~solo", 1.c M ~ ~ n d c , 12 de icbrero de 1999), sefiala que cuando España aceprb, en iiairibse de la piedad católica y b a ~ jo la influencia de la Inquisición, una idea muy restrictiva de la idcnti- dad nacioiial, el pais se con\~irtió, a fines del siglo XVI, eii un "desierto coltilrnl". Observemos que tiuytisolo escribe rii espanol, pero dilraiiic tiiilcl~n . i i i r > s vivi6 cn l'aris y eii los Estados Uiiidos, ntitcs de cctnblccer~

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se dcfiiiirivamente en Mariiircos. Y obscrvciiios tan~biéii que iiirigiiii otro cscritor espaiiol tiene tanras ohras traducidas al árabe. ;Por qué? Goytisoli> no duda del motivo. Explica: "la intimidad y la distancia cre- a n una siiuación privilegiada. Ambas soii iieccsarias". Aunque cada una por una razóii diferenre, estas cualidades hacen scritii sii presencia eii las reiacioiies del escritor can el español natal y el árabe, el fraiicis y el in- glés adquiridos -las lenguas de los países que fueron, sucesivaiiieiitr, siis hogaics sustitutos-.

Como Goytisolo pas6 gran parre de su vida lejos dc Espaiia, el espa- ñol dejó de ser para él el familiar insrrumcnro de la comunicacióii c o i - diana, mundana y común, siempre disponible y utilizado sin pensar. Su intimidad con la lcngua de SLI intancia no resiiltó afectada -hubiera sido imposible-, pero se eiiriqiirci0 con la distancia. El espaiiol se convirtió "eii la auténtica patria durante su exilio", en uti rcrrirorio coiir>cido, seii- rido y vivido desde ~dc r i t ro pero sin cmhargo -coino tamhiéri se volvió reinoro- lleno de sorpresas y dc rxciranres desciihriinienros. Ese rcrrito- rio inrirnoldistaiite se prrsta a uii escrutinir> frío y objerivo sirie irii et stu- dio, que deis al desii~ido posibilidades nunca inre~iradas e invisibles en rl i ico vernáculo, y revela una plnsticidnd antes itisospcclindñ, q u i invi- ra a la intervención creativa. La coinbiii?ci<iri dc intiinidad y distancia prrinirió a Goytisolo advertir que la ininersióii irrcflexiva en iiiia lcng~ia l a clase de irimcrsióii q ~ i c el exilio torna iml>osible está colmada de pc- ligros: "hi iinn vive sólo en el presente, corre el ririgu dc dcsap.ii-ecci juii-

ti> con él". La mirada "dcsde afuera", distarire, sobre la lengiia iintal Ir peririitió al cscritor ri-asccnder ci presente en cciiistanre desnpnriciiiii y en- riquecer su cspaiiol de ~1113 manera q ~ c hubicra sido casi iniposihlr, p has- ia iiic<inccbible. en urro caso. Revivió eii su prosa y en su "ossía rérininos arcaicos q u e Iiahínn caído en desiiso, y al Iiicsilo lus drsemliolvó, sacudió la pár,na del tirmlxi v ofreció a las ipalnbras una vitalidad iris<>si>cchada lo . . ya olvidada).

Eii Conlrc-niiée, un liliro ~iiiblicado rccieiire~iiciiic en colaboraciiin con Catiieriiie ,Mnlnbou, Jacqucs Derrida iiivita a sus leciorcs n pensar en ei i,injc o , más exactamente, a ''pensar cl vidjc"-. ESO m>pllca prrisar esa actividad única qiie es partir, alejarse de cl>er so! Iiacia lo descoiiocido, corrieiido todi~s I<is riesgos y expo~iiéndose a todos los plicrrrs y peligros quc nos reserva lo "desconocido" (incliiyendo el riesgo de iio rrgre~ar).

Derrida está obscsioiiado con "estar lejos". Hay razones para uec r que esa obsrsii>n nació criando en 1942 el peque50 Jacqurs, entonces de 12 años de edad, fue cxpulsido dc la escuela qiie, por el decreto de la adiuiriisiracióii de Vichy en el Norte de África, dehió "purificnrse" de

aloiiinos ludios. Asi eiuperó el "perpetui, rnilio" de Dcrridn. Dcsdc cri. toiices, Derrida lia dividido su vida entre Francia y las Esrados IJiiidi>s. En los Estados Unidos era fiancts. En Francia, por más que se esfoiz.i~ ra por impedirlo, el acento argelino de su infancia seguía irrumpieiidi> e n su parole cxquisitarneiirc fiaiicesi, delütaiidu al pred iioir oculto lia- jo la delgada piel del profesor de la Sorbona. (Algunas personas picnsaii que ésa es la raróii por la que Drrrida llegó a eiialteccr la superioridad de la escritura y a componer el mito etiológici> de prioridad para rcspal- dar la afiriiiación axiológiia.) Culturalmente, Derrida iha a ser siempre i i i i hambre "sin Estado". Esto iio sienifica, sin rinbarrr>, carecer de p a - - tris cultural. Por el conrrario: "no tener Estado cultural" significa rencr tnás de urin oatria. cuiisrruir un hozar eii la encruciiada de ciilrurns. De- - rrida sc convirrió eii i i i i i>rétiqi<e, iiii híbridi> cultural. Su "hogar en la encriicijada" lo construvó con lenguaje.

Construir uii Iiogar e i i iiiia eiicrucijada cultural rcsultii ser la rnrliir

ocasión concehihle para someter cl letiguaje a pruebas por las que rara vcz pasa cn otras partes, para ver en él cualidades gclicralriiriite inidvrr- tidai, para descubrir cuálcs son sus verdaderas capacidades y cuilrs soii las promesas que niinca podri ciimplir Desde esc liogar en la encrucila- dn llegaron las cxcirantcs y sorprcndcntes noticias sobre la pluralidad iii- Iiererite al serirido 1. su "iiidecidil>ilidnd" -la compi~lsiva impasibilidad de toinnr uiia dcci \ i i in (eii l.'Pcnti<rc er ia différeiice [l-n eso.irio.n y lo Ji- /Ícrer~cia]), sobre la irnpurezzi endémica de los orige~ics (De in grnr>ii,,a- tologic) y iuhrr la prrprriii iric<iiicrrclón de la c<>miiliicacióii (Ln cnrte

posrnlc), tal CULIIO 10 señai3ra Chiistian D~lacampngiic cn Le Motide del 12 de iiiarzi, de 1999.

1.0s ~iiriisajes dc Gi>yii~i,l,> y de Dcriida soii diferentes dcl inensaje de Alired de hlusset: iio es cierto, dicen al uiiís<irio C I novelista y el filosafo, que CI arte no triiga -por ei conri-ario, ei arce, com<> 109 al.ris~as, tie- iie iiiuclizs patrias, y sieinprr iiiis dc u n - . El triicc no cs no tcner hogar, sino tener iniiclii,s, y estar al misnio tieiiipo fuera y driitro de cada uno de tllos, conibiriar la ~ritimidad coii la mirada critica de iin ajeno, el involu- craniieiito con el distaiiciainieiito -un truco que las personas scdcntarias tienen pocas posibilidades de aprrnder-. ilpreiidcrlo es la oporrrinidad del exiliado: de alguien léci irca>i~cirte cxi l iadoel que csrá mi el lugar, pe- ro cio es de él-. La falta de coiifiaiiza consccueiicia dc csta cimdición (que es esta coiidicióii) revela que las verdades riatales soii hechas y dcs- hrclias por el hombre, y que 13 lengua iiiiteriia es una interminable c o ~ rrisiite de caiiiuiiicacii>ri ciitrr las grneraciriiies y uii tesoro de mcniajes siempre más ricos que todas sus interpretacionrs.

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George Stcincr Iia non7hrado a Saiiiuel Beckert, Jorge Luis Borges y Vlidiinir Nabokov coinu los niás grandes escritores conteinporáiieos. Lo qiic los une, ha diclio, y lo que los hace grairdcs es quc los tres sc iuovieron con igual facilidad -se siiitieroii "cuiiio eii su c a s a " eii va- rios universos Iingüísticos, no en uno solo. (Conviene recordarlo: la rx- prehi6ri "universo Iirigiiístico" es iin piconismo. CI universo eii el que cada uiio de i iootros vive sólo puede ser "li~igiiísrico' '... hecho de pa- labras. Las palabras iluminaii las islas de las formas visibles en cl oscu- ro mar de lo invisible, y iriarcaii los disprrsos sitios relcvaiitcs deiitri~ de la niasa iiiforiiie de lo iii~i~iiificaiite. Las palabras dividen el inundo eii las clases de objetos nombrables y resaltan su familiaridad o su enemis- tad, sii cercanía o sii distancia, su afinidad o su iiiutiio alrjamieiito -y por ser lo único quc cxisre elevaii todos esos artefactor al nivel de r e a ~ lidnd, In ilnica icalidad que exisre-.) Es necesario i.ii,ir, visirnr, conocer

ínrimarnenrc mis dc uno de csos universos para poder atisbar la invcii~ ci6ii hiimaiia dctris de cada iiuponente y aparentemente indomcñable esrructiira de ciialqiiier iinivcrso, y para descubrir citánro esfiierzo cixl- rural humano hace falta pira distinguir la idea de la naturaleza con sus I cyc i y nrce~idades; rodr, lo qiie se reqiiicre para poder reunir firialrncn- rc la audacia y la dctermiiiacióii necesarias para cmprcndcr csc esfucr- zo a inhiertdas, con concieiicln de siis riesgos y ahisnios, pero ademis de sus h«rizr>iitcs ilimiiad<is.

Crear (y por lo ranrci taiiiliiéri desciibrir) sleinpre implica transgredir uiia norriia; icguii- iin;i iiiirriia es rricra rutiria, rnis de 1,) misini>, r i i , un acto de creaczón. Para el exiliado, transgredir las normas ni> es iesiilra~ do de una Iil>rr rlccci6ri, \irii> uiia evrntualidad que no purdr evitarse. Los exiliados no tieiieii suficieiite cu~iociniie~iro de las norinus reinantes en el país al que Iian llegado, i i i nadie presra tanta arciición a sus esfuer- zos coino para coiisiderarlos griiuiiios y corrccios. En cuanto al país de <>rigen, allí su exilio es registrado coiu« el pecado origiiial, poi lo cual la partida es toniada como una i>rricba sur iiiás tarde será usada en su coi,- Era. Por coiiiisión u oniisióii, la rransgresión de las reglas se ha coni,erri- do en una niarca reeistrada de los exiliados. Eso no desuierra eran afecto " eii los nativos de los países a los que los lleva su itinerario de vida. l'e- ro, paiadólicaiiieiirr, iaiiibiiii les periiiiic llevar a rios países duiirb quc son iuuy iiecesarios allí, y que nunca hubieran recibido de otras ficeiites.

Me explico. El "exilio" del que hablamos no implica necesariamente un traslado físico, corporal. Puede implicar el traslado de ~ i i i país a oiir,, pero no neccsariaiiiente. 'Tal coiiio lo expresara Christiiie Br<>okc~l losc (cci su eiisayo Exsr<l), 13 111arca distintiva de roda exilio, y pariicill.il-ciicii

te del ixilio de un escritor (es decir, el exilio ariiculado con palabras, coii- vertido cn experieiwia comunicable), es el recliaza a ser integrada -la de^ rerminación de sobresalir del espacio fisic<i, de cunjuiar un lugar propia, diferenrc de aquel cii el que los drinás esrári establecidos, rin lugar difc- renie de los lugares que se h a n delado atrás y del lugar de destino-. El cxilio no se definc en relación con cualquier espacio físico en particular ni con la opci6n entrc una cantidad de espacios fisici~s, sino por medio de una posrura autónoma con respecto al espacia como tal. "En última instancia", pregunta Brookc-Rose,

jaca," todo pocta o noveiirra "puttico" (cxpcrimentnl, riguroso) iio cs t i n a c s p r c i ~ de exiliado, quc mira desde afuera una brilliri- te y deaenblc imagrii del pcqueíio inundo creado para el cspacio <le la escritura y rl m i c brc ie espacio dc la lecrura? Erra clase de escritura, que frccucntciiicciie ino tiene buena relación con los cdi- torci y ~ o l i ci público, rr cl último artc crcarivo solirario, n o ~ s o ~ cialirado.

La resoluciúii de permanecer no-socializado, el consenriinicnto a iiite- grarse solainentr con la condición de no integrarse, ¡a resistencia c o i 1 frrcuericia dolorosa, aunque victoriosa en iiltima instancia- a la aplas- tante presión del Iiigar, ~ i e j o o nuevo, la dura defenii del dcrccho a juz- gar y elegir, la aceptación o la generación de la aiiibivalencia, ésros son, podi-íaiiios decir, los rasgos concrirutivos del "ex~lio". Vale la pena s e i i a ~ lar que todos ellos se reficrcn a In actitud y la rstraiegia de vida, a la mo- vilidad espiritual más que física.

iMicliel Maffrsoli (en Du rioinadi;>ne: vngaboi~ilagas iiiitiatiqi<es, 1997) califica el mundo quc rodos Iiabirnm<is actualiiiente de "territoiii> flo- rante", en cl que los "frágiles individuos" se topan con la "realidad po- rosa". En ese terrirorio s¿>lii piledeii encajar cosas o personas fluidas, ambiguas, en iin pcrpcruo esrado de devenir, en un constante estado de aiirotransgresión. El "desarraigo" sólo puede ser dinán~ico: debe ser reexpresado y recoiictitiiido diariaiuenre ... piccisainenre por rncdia de la íe,ietición del acro dc "ziitodisrancinmirnt~~", ese acro fundacianal e ini- ciático que es "sepiiir vialex, estar eii a m i n i > . Tras compararnos a todos -los habitaiites dcl mundo act i ia l con nóniades, Jacqur~ Atiali (en Cbc- rnins de snsesse, 1996) señala quc, aparte de viajar livianos y ser ama- bles, amistosos y Iiospiralarios con los extraiios que se cruzan en su camino, los ~iómadcs debcn esrer consranrrmeiite alertas, sin olvidar que sus campamentos son irulnerahlcs, ya que carecen de muros o trinrlieras para detener a los inrrusor. Sobre todo, los nómades, que Iuciiaii por so-

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tiicvivir en iin iiiuiido de iióiuades, necesitan acostuiiibrarse a un estado de constanre desorienraciOii, a viajar prir caminos cuya diirccii>ri y du- I-acibn dercon<,crn, sir, mirar mi s allá de la próxima curva o encruci)a- da; iiccesiran concentrar toda su areiiiióii eii el ti-aiiio de cainiiio qiie deben recorrer antes del anochecer.

"Frágiles individuos" condenados a vivir dentro de una "rralidad po- r<,sa": sucria como paiinur iobrc hielo delgado, y, "al patinar sobre Ihielo delgado", comeiitó Kalph &Ido Emersori en su ensayo Pri<dcnce, "la se- gilridad radica en la ueli>cidad". 1.o~ indiridui,~, frigilrs o r><>, iicccsiraii, rrclnrrisr~~ hiiscaii seguridad, y por cso sc esfuerzan por hacer roda a la ina- yor velocidad posible. Cuaiido uno corre junta a cr>rredoics i,eloccs, no es- for7,arse iinplici ser drlado atrás; cuando se patina sotirr hiclo delgado, iio correr &pido iiiiplica la an ie i iaz~ de ahogarse. La velocidad, por 10 tanto, ocupa el primer prirrr<> dr la lista di. los viloics de suprrvivccicia.

Siii eiiibargo, la velocidad iio coiiduce a pensar, iii A peiisai a largo plazo. El perisarnic~ito requiere pausas y descalisos, exige qur "nos tu- iiirmris nuestro tieinpo", quc rccapitiilciiiiis los ptrsos que licinos dado, obrcrrarido cuidadosamerite el lugar al que arribamos y evaluando la scnmtcz [o la imprudencia, scgúii el casi>) que nos \levi> hasta allí. Pcii-

sar nos disrrae de la tarea del inionienro, que es correr y niaiireiier la ve- locidad. Y eii aurrncia del petisaiiiienro, la carrrra sobre Iiirlo delgado qiie es la si<~rte de los i~idiv~diios frágiles eii iin niiiiido poroso liiiede coiifundil-sc con cl deieltiim.

Confundir la siierte con cl dcstino. tal como lo scñalara Mnx Scheler cri <u Ordo oixoris, cs iin gravc crror: "cl dcstino dcl hombrc no cs su silerre l...] Siiponrr que el desrino y 13 siierre son lo mismo nierecr ser I l a~ inado 'fatalismo"'. ,M:is niii i, aiinqiie la siierre n o e< rcsiiltndo dc la lihre elección, particulnriiieiitr de la lihre elcccii>n dcl individiio, "se coirstrriye n pal-rir de In vida de iin horiibrr o de uii p~ieblo". Para advertir la dife- rencia cniic suerte y dcsriiio, y para eqcaliar de la trampa del fatalismo, se necesirasi recursos que no se consiguen f5cilmcntc i~iienrrns Lino patina a roda vcl<icidad sohrp hielo delgado: "tiempo para pensar", y una iiis- caricia q i i i pcimita rcr muy lejos. Sclieler observa que "la imagen de nuestro destino sólo cobra relieve pur niedio de las huellas dejadas cuan- do toniamos disinricia de 61". El fatalisnii~, sin embargij, es iina actitiid de aur<icurrabaraci(in: hace que "tomar diirancia", esa conditio S ~ I I E qs<a iion del pensamiento, parezca algo inútil e indigno de esfuerzo.

'Timar distancia, tomarse rieinpo -para separar el destino de la siier- te, paria eiiiaiiciparlo de la suerte, para darle la Iihcitad de ciifrciir;ir y drsalrnr la suerte-: esta cs In tarea de la ~i>cii , l<,~ía. Y eso cs 11) qur ~ ~ ! < . < I < . I I

lhacci- los sociólogos si s i dedicaii cuiiscieiite, deliberada y scriameiire ;a reesrrucriirar la iocaci6n que Iian elegido -su suerte- eii sii destino.

"La si>ciología es la rcspuesrn. i'rro ;cuál era IU pregunta?", dicc Illricli Beck en Politik i f i de, Risikojiesellschaft [Politicas cc<iliigicns eii la edad riel riesgoj. Pocas páginas antes, Beck parecía haber respolidido a la pre- gunta: la posibilidad dc que la democracia trasceridirrn la "expcrtocra- cia", uiia clase de democracia que "empiece donde el dehare y la roma de drcisiones sc abran y puedan preguntar 11 rleseai,ios iina %,ida con las coiidici<iiics que se nos ofrecen...".

Esn posibilidad es iin interrogante, pero iio porque alguien deliberada y iiialéuolamriite le haya cerrado la puerta al debate o haya prohibido la roma de decisiones; en el pasado, la libertad de palabra y la posibilidad d r rruiiirsr a debaiir temas de interés común iiuiica fiieioii tüii alisoliitas e incoiidicioiialrs ciiirio ahora. El pitnto, sin embargo, e, que para lograr la clase de deiiiucracia de la que habla Bcck hace falta algo más que la li- bertad foriiial de lh~bl~i r y tomar recoliicioncs. Tarnbien neccsitaiiios aa- her de qué hay qiic halilar y qiié resoluciones tomar. Todo eso hay que hnccilr> deiitru dr uiia sociedad como 13 nucstra, en la qrie la autoridad de liablai- y decidir cstá rcrei-rada a Ii>s expertos, quicnes riciicii el dei-e- ch<i cxcli~rivo de decidir la difrrriicla eiirrr [calidad y fanrasía, y dividir Ir> posiblc dc I r > iiiiposible. (Podríairii,~ decir que los cxpciros soii casi por dciiiiicióri personas qile ".ic«iiiodaii los licchos", los accptan tal como son y picrisan la manera mcnos rirsgosa de vivir cun ellos.)

Eii su iiisik«yescllichnfr: nirf dein W q in eiire nndere Moilci-ire, Reck explica por qué este rema cs taii difícil y srgiiirá siiiidol<i si no se hacc alL go al respecto. .4llí eicrihc: "elimiiiar riesgos, u iiitcrprcrnil<ii fiara hacer- los desriporerer, es pica la coiicieiicia del peligro lo iiiisiiio qiie el alimento par3 el Iiniubre". F.17 una sociedad acosada fundanieiivnlrnriir por la ca- rciicia iriaterial, la oj>ciiili cntre "eliminar la ~lliscria" o "inlcrprrtarla pa- ra Iiacei-Id desa~>arrcer" iio cxiste. F.n nuestra sociedad, más acosada por cl riesgo que por la rniseria, si exisrc, y se opta a diario. El hanibrs no pue- de apaciguarse coi1 el rechazo: en el hambre, el sufrirniciito siihjrtivo y su causa objetiva rstáii indisolublcincnre uiiidas, y el viriculo es evideiitc y no puede negarse. Peii> 1,)s riesgos, a difcrencia de la cal-eiici;~ rnatrrial, no sc experii~~rii tan subjctivamcnte; al inciios, no es posible "vivirlus" dirrcta- niente, sin la mrdiicióii del conr~ciinienro. Pueden iio llegar laiu5s al cam- po de la experieiicia siihletiva, pcro ser trivializados o iirgadi~r aiires de llegar allí, y la posibilidad de que se les impida llegar a ese caiiipo crece a medida que el grado de riesgo aiimcrira.

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De ello se dediice que la socioioyín cs hoy m i s necesario que nur2ca. LB tarea en la que los sociólogos son Expertos, la tarea de devolver visi- bilidad al eslahhn perdido entrr la tribulación ol>jetiva y la experiencia suIileiiva, sc ha vuelto in6s vital que nunca, aunque cada vez tiene me- nos posibilidades de llevarse a cabo sin su ayuda profesional, ya quc es totalmente improbable que se aboqiisn a ella esprcialistas de otros caiii- pos. Si todos Ir>s enpcrtos sc ocupan de problenias prácticos, y su cono- cimiento se concentra en solocionarlos, la sociologia es una rama del conocimiento ciivo oroblema práctico es el erclarecintim~ro del entendi- . . miento hrinrnno. La sociologia es e1 único cainpo de conocimiento en el que (tal como lo señalara Pierre Boordieu en La misire ciu monde [La miseria del ,nnndo]] queda cancelada la famijsa distinción que Willielin Dilthry ~sial>lcció eiiire cxplicnción y comprei~sióiz.

Entender la propia suerte significa ser coiiscieiite de que es diferente del destino. Y tainbitn es conocer la compleja red de causas que produjeron esa suerte, y sii diferriicia con respecto al destino. Para firicionnr cn cl iuuiido (distinto de "csrar cn función dc el"), hay que conocer el funcio- namiento del mundo.

1.a clase de esclñreciniieiito q ~ i c puedc proporcionar la sociología es- tá dirigida a iiidiridiioi con libertad de elección, y pretende reforzar y revigorizar e<a misnia libertad de eleccihn. Su ohjerivo inmediato es rea- brir cl caso, supucstarnente cerrado, de 13 rxplicación, promoviendo así el rnr~ndimiento. Como resiiltado del esclareciinienro s<,cii>lhgico se re- vigorizan, tanto cn cficacia coino cii racionalidad, la autoforinación y la autoconfiriiiación de los iiidividi~os, la condición preliiiiinar de su capa- cidad de decidir si qiiirren la clase d r vida que se Ics prcseriia corno su suerte. La causa de la suciedad autóiiuina puede beneficiarse junto con la causa del individuo aiitónoino, qiie sólo puede ganar o perder junto con r>rr«s individiios.

Para citar Le <iélni>rcnzei2t de I'Occidcrit de Corcielius Castoiiadis:

Una iocicdad aiitónomñ. una sociedad verdaderamente democrá- tica, cr una socicdad que cuestiona todo lo predeterminado y que, eii el iiiisiiio acto, libera 10 creación de irr'rvos risi2ificador. Eii

una socicdad así, codos los individilor ron libres de crear para riir

vidas los significados que quieran (y puedan).

La sociedad es vcrdaderainente autónonia cuando "sahc qiic ii<i Ihny si^- inific,idos 'scgoros', que vive CII la s~ipcrficic del c;ios, qiic c1l.i iiiisiii.~ cr

un caos en busca de foriiia, pero U113 forma que nunca es defiriiiiv,i 11,

eterna". 1.a aiisencia dc sigiiificados garaiitizad<is -de vcrdadcs nlis<,lii ras, normas de conducta pl.edeterminadas, limites preestablccidos c i i i~c lo correcto y lo incorrecto, reglas seguras para rina acción e x i t o s ; ~ r \

condirio sine qr<n tioii de uiia verdadera scicirdad autónonia y, al iiiiriii<i tiempo, dc la verdadera libertad individual; las sociedades autóiioiii:is y la libertad dc sus miembros se coiidicionan entre si. 1.8 seguridad de 1.1

u

democracia y de la individualidad no depende de la lucha contra las ci j i i - ringeiicias endémicas y la incertidumbre de In condición humaiio. sino dc

~ ~

su reconocimicnro y de la decisión de enfrentar sus con~ecuencias. La sociologia ortodoxa, nacida y desarr<,llada bai<i la 6gida de la mo-

dernidad sólida, se preocupaba por la obediencia y la adaptación de la coridición humana; la preocupación primordial de la sociologia hecha a la niedida de la niodcrnidad liquida debe ser la promoción dc la autono- iiiia y la libertad, concentrándose, por lo tanto, en la conciencia, el eii-

teiidiriiirnto y la resjiorisabilnind individuales. I'ara los ciudadanos de I;i

sociedad iriodrrna diirantc su fase sólida, la iiiayur oposición era la exis- tente entre la obediencia y la desviacióri; la mayor oposicihn de la socic- dad niadcriia en su fase actiial, "licuiticada" y drscriitrada, la oposici6n qur debenios res~~lver para prcparar el terreno de uiia sociedad verdade- raiiiente aut<iii«ina es la qiie sr nos plantea eiiirc asuiiiir 13 rcsponsabili- dad o buscar un rcfiigio doiidc la rcsponsabilidad I>or las propias acciones . . no sea propia.

La posibiliilad dc buscar rcf~igio es scducrora y realista. Alexis de Toc- queville (en el segundi> v<iliiiiieii de Ilc la déiri«cl.ntie eti A>iibriqi<e [La doitoii.ncin eir Aiitéricn]) sciialh que el cgoismo, csa pesadilla que azur6 a la humanidad en todos los periodos de la historia, ',secó las seiiiillas de todas las virtudes", y lucgo el individualismo, una afliccióci iiucva y ripi- camcntc inoderna, "secó sólo la fiieiire de las virtixdes públicas"; los in- dividuos afccrados se ocupan de "cultivar todas las peqiiciias relaciones personales en su propio pioveclio", dejando la "gran socicdad" librada a SU propia riierre. La rciitacióri dr Ihacer eso se ha uiielto más grande des- de q ~ i c De Tocqueville escribió su Iil>ro.

Vivir entre una iiiultitud de valores, normas y estilos dc vida conflic- tivos, sin una garantia coiliial>lc de estar obrando bien, es ricsgoso y tiene un alto costo psicológico. No es raro, entonces, que 1s segunda respues- ta, que propone esconderse de la respi>nsabilidad, cjcrza tanto atractivo. Como lo expresa Julia Kiisirva (en Nntioizs wirl>our Natinnnlisni), "es rara la pcrsona que no busque un refugio primordial para compensar la confiisión personal". Y todos, en inayor o mmor medida, nos eiicontra-

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mos a veces en riii estado de "confusión persuiial". Soñami>s reprtida- mente con i ~ n a "siniplificación"; nos \uiriiriii>s cii Iüiitnsias regresivas inspiradas en la iniagcii dcl vientre iiiaterno y el hogar a~iiurillado. La búsqueda del refugio primordial es "el nrri~" de la rrspoiisahilidad, ial como el desvío y la rebelión eran "el otro" dr la ct>rif<iiiiiid;id y la obe- diencia. El anhelo dcl refugio prinii>rdial 1ia reeiuplazido a la rehclión, qiic ya no es tina opción sensata; como lo indica l'ierre Kosanuallon (en ~ i i i nuevo prefacio a sii cl5sico [.e rnpila/i i i~zc til<,piqirc); ya iia existe uiia "aiitoridnd dorniiiaiiic a quicri depr>iicr y reeiiiplarar. Y3 no parece ha- bcr lugar para un3 revolución, ral coiiio I<i resriiiionia CI fatalisrno social vis-&vis el feiióiiieno del desciiiplr<~".

Los signos de iiialesras son iuucli<is y evidsntrs sin ciiiiiargu, ial coiiio lo sriiali rrpctidaiiicriic Picrrc Uorirdicu, rii YJLIO buscan Icgitima expre- sión eii el iiiiindo clc la política. Carentcs de uiia foriiia de expresión ai-- riciilada, Iiay q u e Iccr esos sigiios ublicnaiiieiite, cn los estallidos dc iitiicsi racisra y xeii6fobo l a s iiianifcsracioiics i~izís coiiiuncr de la iios- ralgia del "refugio priinor<lial"-. La alterliariva iguilinciitc popillar dc rcciiriir a iiiétodos ncoti-ihalcs como la húsqitcda de cliivos expi.itorias o la intolei-ancia iniilirantc l a salida dc la polirica para rerirarsc tras los inorus foi-iificndos de lo ya iio rcsulrn ncractiva y, sc,hve todo, Iia dcjado dc scr iina respiiesra adecuada n la verdadera fiicnte dc la iicc- cióii. Asi, cs cn este piinro que In s i>~iol r ,~ ía , con sil potencial cxplicnci6n que prnrnilci,c cl cnrcndiniierito, cs m6s necesaria qur en ciial<]iiicr otro momento de la hisrorin.

Scgiin la antigua iicro jan165 niejorada tr.~dicióii Ihipi>cráricn, cociiii re- cuci-da Boordieu n s ~ i s lectores en Lo iiiisere <iii nzonrie [Lo inisci.iri del ini<iziiol, la "el-dadera incdicina cinpicza coii el recoiiociiiiieiito dc 13 cii- tirmcdad iiii,isiblr -"los Iirclios de los qiie cl enferiuo iio Ihihla o quc ul- vida coiiioiiicar"-. En el caso de la sociologiri, 1 0 que Iiacc falta es "la revcInciOii d i In\ c;iuias csiruciiirales que los signos evidentes muestran shlo a tiaves de 13 distorsión [,re d i i ~<>~ Ie i t t qt<'e>z les i~oilaizl]". Secesira- iuos ver en prnfiiiididad -explicar y ~iitrridcr- las caracteristicas eiifcr- mas del ordcii si~cial cjuc "sin duda coiiibatieruii la gran miseria (o eso se dicc), iniilriplicando al inisino tieiiipo los cspacius iucialrs [...] ufrccirii- da condiciones favorables al crscirniriito s i n prcccdentes de toda clase dc pequeñas iiiissrias".

Diaxriositcar una enfrrniedad no significa curarla - r s t ~ regla gciicral se aplica 3 los d ~ a g n ó s r i c ~ ~ ~ocioli>gic<>s tanto ~011111 a 10s ~ercdicros u l i .

dicos-. P ~ i i , scfiilcinos q u c las ~~ifri-i~ird.i<lcs ilc I;i ri>cied;id Jilicrcli ilc

las dcl cucrpo en un iiuportaiitísinio aspecto: en el caso de iiiia afecci6ii del orden social, la ausencia de un diagnóstico adccuado (dcscuidado silenciado por la tendencia a "interpretar los riesgos elirninándolus", al decir dc lllrich Bcck) cs una parte crucial y Iiarta decisiva de la enferme- dad. Es muy conocida la expresión de Corneliiis Castoriadis según la cual la sociedad está enferma si deja de cuestionarse; y ino puede ser de otro modo, si sc considera que -lo sepa ella misnia o iio- la sociedad es autónoma (ros instituciones csrán hechas por los hombres, y por eso niisnio, los hombres pileden deshacerlas), y que la suspensión del cues- rionarnicnro climina la conciciicia de era autonomía, promoviecido la ililsión de heteronomia con sur inevitables consecuencias fatales. Rcanu- dar cl cuesrionnniienro significa dar iin paso miiy grande hacia la cura . Así como en la historia dc la condición humana cl dcscubrimicnro cqui- vale a la crraci6ii. y en el i>ensamienro hiiniano explicar y entender son . . la niisiiia cosa, e n los esfiierzos por mejorar la cnndición Ihi~rnann, diag- n6sticc y terapia c<iincid?n.

Pierre Rourdirii lo expresó perfecraniciitc en la coriclusión dc Lo mi^

s2re du iiwiide l1,a triiscrin del ini<iidol: "ser consciente de los inecanis- iiios que Iiacen que la vida 5 ~ 3 dolorosa, casi invivihle, 110 s i g n i f ~ ~ ~ neurralizarloi: sacar a Id luz 13s contradicciones 110 sixnifica r e ~ ~ l v e r l ~ s ' ' . . Y sin eiiibargo, por escépticos que seaiiios coii rrspecio a la eíicacia so- cial del inensaie sociolóeico, no se pueden negar los cfectos positivos <lc - . . periiiitir que los qits srifreii rclacioiii.ri su siifriiriirnto con causas sociale'; tainnoco podcmos dcsecliai- los cfectos dc los efcctos dc scs coiiscientcs . . del origen social de la infelicidad '.en todas siis formas, incliiyendo hasra las más intimas y sccrcras".

S o hay nada menos inocenre, nos recuerda Bourdie~i, que el lnisscz- fairc. Conrernplar la mlscria humana con cciianiniidad iniciiti-as sc ai>ia- can los remordimientos con el ritiial invocatorio del credo NHh ("no hay alternativa") es ser c6mplice. I . r x qiic, viiliinraria i> involiintariamente, coiuparteii ese eticubrimic~ito o, peor aun, la ncgación dc la naruralcia h e c h a por hiiinniias, no incvirahlr, contiiigenre y a l t e r ab l e del orden social, y cspccialmrrirr de la clasr de orden <lur es rcsponsahlr de la i n ~

felicidad, son culpables de iniiiuralidad ... por Iiegarsc a ayudar a una persona ei i peligro.

Haccr y cscrihir socioli>gia pretende revelar la posibilidad de iina vida social diferente, coii nienos miseria: una posibilidad de la ciial se duda <I

se descree a diario. Sii revelacih~i no predererminn su uso; además, una ver conocidas, esas posibilidades cal vez no logren infundir cinifianza su- ficieiitr conio para qiie sean puestas a prueba en la realidad. La revela-

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ción es el principio, i i u el fin de la guerra contra la infelicidad Iiuniana. Pero no es posihle entablar esa guerra seriamente, si11 uiia posibilidad de <.xiro parcial, si no se reyrla y reconoce la escala de la libertad liumiiia, para quc se la pueda emplear e n la lucha contra las fiieiites sociales de todas las miserias, iiicluso las m i s iiidividuales y privadas.

No hay olicii>n entre rnancras "compromeridas" o "neutrales" de ha- cer sociología. Una sociologia descoii~~rornctida es tina imposibilidad. Buscar una pasrura inoralineiite neutral cntre las muchas clases de iocio~ logia que se practican hoy d e s d e la libertaria hasta la coniiinitaria- seria un esfuerzo eii vano. L i i h sociólogos piiedcn ncgar i~ olvidar los efectos eicrcidos por sii trabajo sobre las "visiones del rniindo", y el impacto que csas visioiies producen sobre las acciones hiimanas singiilai-es o cuiijuii- ras, pcro 5610 a exprrisas de traicioiiar la responsabilidad de elegir que to- dos los orri>s ~ r s s Iiuiiiaiios cnfrcnran a diario. La rarea de la ~uciologia es rictiparse de que las elecciones sean realmente libres, y que sigan rién- dolo, cada vrz iiris, por rodo el tiempo que dure la iiuiuaiiidad.

Índice temático y de nombres

Adorno, Theodore m: 30, 33, 47-50, 213.

Agar, Herbert Seiinsrian: 23. Allen, \Voodv: 41. 133. . . Althiirser, I.ouis: 106. Aincis ausentes: 16, 18. Arendt, Haniiah: 202. Aristhrclcs: 188. Arnold, Marrhcw: 24. Atkinson. I'aiil: 92. Attali, Jacqucs: 147, 163, 177, 219. Aogi, M ñ r c : 110. Aur<iri<lad (en las poliricas dc "ida):

70. 73~74.

Ilacoii, Fraiicir: 179. Knincs Johnson, Lvndon: 143 Ihiroch, I'aiil: l i ( 1 . Rapin, Mijail: 106. Rarrli, 1-recicrick: 187.

Rcckeir, Saiiiiitl: 218. Rell, Ihnirl: 123~124, 140. Benjaiiiin, \Valtalrcr: 123. Re~iko' C;corgcs: 110; 117. Rcnrhain, Jereiiiy: 1S2 33, 92. Dcrlin, Iralah: 57, 184. Biaiiclii, ~Mariiia: 69, 71. Aieice, Arnhrosc: 140. Bird, Chris: 201. lllair, Tos>y: 76, Ilr~or\rin, Ilanirl J.: 73, 77. l<<>r,:c,\, ]or,:r l.,,¡,: 218.

Ilourdicu, I'icrre: 140, 145, 158, 165. 170, 171-172, 176, 177, 181, 204, 222, 224.225.

Brooke-Rusr, Cliiihtinc: 218-219. Ruriia sociedad: 68, 100, 115. Buiiurl, Luis: 175. Rilrncracia: 31. Eiitlrr, Sirnucl: 71.

C:iivino, iralo: 128. Carniis, Albcrr: 88. <:apltalirmo liviano vs. capiralirrno

neiado: 60-65.

<:crreau, Cliclicl de: 121~122. Ci>nrkshorus: 74~75, 93. Ciuiladaiiia: 42, 45. Cii,)lidad: 103~104, 113-114. Claii jcnn: 201. Cltnton, Rill: 77. Coliczi, 1)aniel: 64, 125-126, 150. Cohcn, Philippc: 181, 192-193. Compruiiiiio iiiutuo: 16, 129,

158-159. <:oiiiuiiidaA: 100, 108~114. Comunidad postulad^: 1x0-183. Coziiuiiidaiirs de guardarrupa:

210-212. Comunisinu: 63. Coriiuiiiraiiiiuo: 18 1. Confianza: 141, 176-178. Coiriliiisra 'icl ~ ~ g i . i i i < ~ : 120-121 <:oir\iinii,iiir>: X I I - X 1, 175. ~.<>, IK, , ,Y, l ) : , " i<l : 2.4.

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Seguridad: 181-183. willianis, Rasniond: 1 SO.

s ~ ~ ~ ~ ~ ~ , ~ i ~ ) ~ ~ ~ d : 11, 26, 42, 102-103, Wirrgensteiii, Liidwis: 49, 211.

108, 114, 116-117, 132~133, 156.157, l j9 , 162.163, 190-191. Yack, Reriiard: 185-186,

Shicldr, Ilob: 121 young, Jock: 182-183.

Sidgwick, 1-lcnry: 24. zukiri, Sharon: 101-102, 11s.

Si~vcrimaii. David: 92. ~ ~. Sirnrnel, <;~oig: 126 Skáícl. Jan: 213. Sloan, Alircd: 91. Srnith, Adarn: 26. Sóirares: 53, 60. speliccr. Hcrhcrr: 36. jrei~icr, ticor8c: 169, 218. ~ r rau i s , 1 eo: 29, 40, (0-53 ~zkudiarck,íornast.: 68.

~ ~ ~ l o r , Frcdcric: 62, 157. ~ ~ o r i a crítica: 31F13. Tharcliei, Marp,aret: 35. 70. Thi>iiiar, W l.: 174. Tl,""ip$"ii, F. 1): 1.57. ~ I ~ ~ ~ i i p s o n , Micli,~ci: 134. ~ l ~ n f t , Nigcl: 60-62, 164,176. ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ l l ~ , Alcxi, dr: Y , 41, 152

22.3. ~<iniiicr, Fcidiiiand: 182. Ti>raliraiisrno: 11. ii>iiraiiie, Alaiii: 27, 189. T~eclon, Efrat: 89. iullock, <;<ird<ii~: 136. To'a, Jolit,: 169. Twain, Xlaik: 3 3 -

Valir\. Paul: 7. Vcrvier, Datiicl: 201-202. ~ c r l ~ ~ e n . Arnc Jolian: 207-209 Virol¡, Mauriiio: 185.

Índice

......................................... Prólogo. Acerca dc lo leve y Ii> licluido 7

Capitulo 1. Ernancipaciú Las heridiciones a nic er ................................... 2.3 120s azares Y los can11

.................................. El iiidividii<~ rri g s e r r ~ cr>ri el cludadaiio 3, El dilciua de la teoría criricn en una socicdad de i r i d i ~ i d ~ ~ , , ~ .... 43 Ln reoiia critica revisita 4 7 La critica de 13 I ~ < ~ l i t i c i de r 51

C;ipiriili~ 2. Iiidliidualidad 5 0 El cnpitalisinii: pesado . c..

(>'O lkngr~ aiiio; puedo viajar" b

6 o La coinpiilsi6li con 7s E1 cuerpo dcl coniiiriiidor S2 La coli>pr.i coiiio riro de 86

.. Libres para ciimprnr ... SS Divididos, cninpi-an 95

Capitulo 3. Espac~<>/rii.iiip< C u ~ n d o I<!s cxri-silos se Lilgarcs éniicoc, Iiigaici "No hables coi, cxtr.~iir> L? modernidad corno hist

Dc la modernidad prsdda a la rnodcrnidsd liviana .................. 122 1.a seducrora Icvedid del ser 127 La vida irii?.uitii~e 132

. . . Capítulc 4. 1 rih;ilo ....................................................................... 1 . 3 ~

El prr>grrso y 13 coiifiaiiza eii la historia .................................. 141 FI ascenso Y la ci ída dc la mano de obra ................................. 14<)

............................................. Del rnarrinii>~iio 3 la coiiviaencia 157

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Fxciirso: brevc 1iis:uria de la yrocrastiiiaciiin ........................... Los vinciil<>s liuniaiios eii uii mundo fluido ............................. 12a aiitr>pcrpetuacióii de la falta de confianza

Capitulo 5 . Cuii~uriidai

El precio de la seguridad Derpu& del Esrado-nación Llcnar el \,acio Las coniunidades de guardarropa .....,

Epílogo. Acerca de escribir; acerca de escribir socii>l,,gía ..............

fndice rerr>itico y de iiomhrcs ..... .................... 227