Bertrand, Denis (2000) - Elementos de Narratividad

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ELEMENTOS DE NARRATIVIDAD Denis BERTRAND 1. El modelo actancial 1. El actante El actante, «pieza maestra del teatro semiótico», concepto central y discutido, conoció en su historia una serie de redefiniciones. Más exactamente, su definición ha sido precisada en varias ocasiones. Vamos a intentar aprehenderla a través de esta diacronía conceptual. Señalemos, para comenzar, que la introducción del actante ilustra el doble movimiento, deductivo e inductivo, del análisis semiótico: el deductivo se genera a partir de la sintaxis elemental. Surgido de la sintaxis estructural de la frase propuesta por L. Tesnière, su utilización se extendió al discurso y su estatus se vio modificado por ello mismo. La tipología generada por el inductivo se basa en el análisis de corpus empíricos de relatos, y en particular, en su origen, de cuentos populares. Los diferentes tipos de actantes son, entonces, productos de la praxis cultural de los discursos narrativos. 1. La perspectiva del modelo actancial Por reducción de las dramatis personae del modelo de Propp, Greimas reconoce inicialmente tres pares de categorías actanciales. Conforme al concepto estructural de categoría, cada término sólo se define por su relación de oposición a otro término del mismo nivel. Este conjunto está incluido en el modelo actancial bien conocido, presentado en Semántica Estructural. l. Sujeto - Objeto 2. Destinador – Destinatario 3. Ayudante– Oponente Un actante Destinador, actante soberano (rey, providencia, Estado, etc.), fuente y garante de los valores, los transmite por la mediación de un actante objeto a un actante Destinatario: es la categoría de la comunicación. El Sujeto (que puede confundirse con el Destinatario) tiene la misión de adquirir este Objeto, de «conjuntarse» con él: es la categoría de la búsqueda. Para hacerlo, se ve contrariado por el Oponente y sostenido por el actante Ayudante: es la categoría polémico-contractual. Este modelo, surgido de la lectura proppiana del relato, sigue sin embargo estando muy cerca del universo narrativo de referencia, el cuento popular. De allí toma la perspectiva dominante, que es la del sujeto-héroe: éste, portador de los deseos y los temores del grupo, encarna los valores sociales de referencia. Pero el modelo oculta, al mismo tiempo, el recorrido del «traidor» (el oponente). Este último sólo interviene ocasionalmente, para

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ELEMENTOS DE NARRATIVIDAD

Denis BERTRAND

1. El modelo actancial

1. El actante

El actante, «pieza maestra del teatro semiótico», concepto central ydiscutido, conoció en su historia una serie de redefiniciones. Másexactamente, su definición ha sido precisada en varias ocasiones. Vamos aintentar aprehenderla a través de esta diacronía conceptual. Señalemos,para comenzar, que la introducción del actante ilustra el doble movimiento,deductivo e inductivo, del análisis semiótico: el deductivo se genera a partirde la sintaxis elemental. Surgido de la sintaxis estructural de la frasepropuesta por L. Tesnière, su utilización se extendió al discurso y su estatusse vio modificado por ello mismo. La tipología generada por el inductivo sebasa en el análisis de corpus empíricos de relatos, y en particular, en suorigen, de cuentos populares. Los diferentes tipos de actantes son, entonces,productos de la praxis cultural de los discursos narrativos.

1. La perspectiva del modelo actancial

Por reducción de las dramatis personae del modelo de Propp, Greimasreconoce inicialmente tres pares de categorías actanciales. Conforme alconcepto estructural de categoría, cada término sólo se define por surelación de oposición a otro término del mismo nivel. Este conjunto estáincluido en el modelo actancial bien conocido, presentado en SemánticaEstructural.

l. Sujeto - Objeto2. Destinador – Destinatario3. Ayudante– Oponente

Un actante Destinador, actante soberano (rey, providencia, Estado, etc.),fuente y garante de los valores, los transmite por la mediación de un actanteobjeto a un actante Destinatario: es la categoría de la comunicación. ElSujeto (que puede confundirse con el Destinatario) tiene la misión deadquirir este Objeto, de «conjuntarse» con él: es la categoría de la búsqueda.Para hacerlo, se ve contrariado por el Oponente y sostenido por el actanteAyudante: es la categoría polémico-contractual.

Este modelo, surgido de la lectura proppiana del relato, sigue sin embargoestando muy cerca del universo narrativo de referencia, el cuento popular.De allí toma la perspectiva dominante, que es la del sujeto-héroe: éste,portador de los deseos y los temores del grupo, encarna los valores socialesde referencia. Pero el modelo oculta, al mismo tiempo, el recorrido del«traidor» (el oponente). Este último sólo interviene ocasionalmente, para

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contrariar, durante las pruebas, el recorrido del héroe y poner en peligro losvalores de los que es portador. De este modo, el modelo permanece ancladoen el universo axiológico propio de la etnoliteratura, exclusivamente relativoa la perspectiva adoptada: el cuento, a través del recorrido de su héroe, hacesufrir a los valores colectivos el riesgo de la prueba con la sola finalidad dereencontrarlos consolidados al término del relato. Ahora bien, tal como lohan mostrado los teóricos de la literatura (de Lukács y Bajtín a Ricœur yKundera), la novela moderna se funda cuando, con Rabelais y Cervantes, elrelato pone en escena una ruptura de adhesión a esos valores, cuandoadopta la perspectiva de otro personaje central distinto del que es a priorirepresentativo de los valores colectivos de la esfera social, ubicando así a laironía en el nacimiento de la escritura novelesca de la modernidad: Panurge,por ejemplo, en Le Tiers Livre, o Sancho en el Don Quijote.

l.l.2. Actantes posicionales

Con el fin de separarse de las constricciones específicas de un universonarrativo de referencia y de dotarse de un instrumento de alcance másamplio, la semiótica fue adoptando progresivamente una segundaformulación del dispositivo actancial. Sustituyendo a la precedente, sepresenta como un sistema más depurado, más abstracto y más general,reducido a tres posiciones relacionales: la del sujeto (en relación con susobjetos valorizados), la del destinador (en relación con el sujeto-destinatarioa quien otorga mandato y sanciona respecto a los valores de los que estáninvestidos los objetos) y la del objeto (mediación entre el destinador y elsujeto).

Un segundo dispositivo se dibuja, paralelo, simétrico e inverso al modelocentrado en el sujeto, el del anti-sujeto. Estableciendo una relación deoposición con el sujeto, el anti-sujeto se refiere a valores inscritos en laesfera de un anti-destinador. Así, la dimensión polémica se encuentrainstalada en el corazón de los procesos narrativos. Los dos actantes sonllamados a encontrarse y a enfrentarse, ya sea de manera conflictiva (por laguerra o la competición), o bien de manera contractual (por la negociación yel intercambio).

Ayudante y oponente han desaparecido: el primero queda integrado a laesfera del destinador, que él representa cuando interviene en el relato y delcual, por consiguiente, constituye un papel actancial; el segundo estáintegrado a la esfera del anti-sujeto. La introducción de esta «esfera»modifica sensiblemente la representación de los universos narrativos: nosólo pone en evidencia la estructura polémica subyacente a todo eldesarrollo narrativo, ya sea que ésta se manifieste bajo la forma del contratoo del conflicto, sino que además deja abierto el paso de un polo al otro (elcontrato yugula el conflicto latente, el conflicto se resuelve en contrato).Además, hace aparecer el desdoblamiento de los recorridos narrativos pordebajo de toda asunción de valores (el recorrido puede estar relacionado a laperspectiva del destinador, o a la del anti-destinador). La noción deperspectiva, liberada de la pertenencia a un universo axiológico de

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referencia, adquiere entonces todo su sentido. Un relato puede seleccionar,como recorrido central, el del héroe positivo o el del héroe negativo, el deSherlock Holmes o el de Arsène Lupin...

l.2. El programa narrativo

El programa narrativo (PN) es la estructura sintáctica elemental que «le ponemúsica» al paradigma actancial, a través de la relación entre el sujeto y elobjeto, erigidos así en hiper-actantes. Constituye un algoritmo detransformación de los enunciados narrativos. Acabamos de ver lospredicados fundamentales en el análisis del texto de Le Clézio.Examinémoslo ahora más de cerca. El programa narrativo articula dosenunciados de base: los enunciados de estado y los enunciados de hacer.Éstos últimos tienen por función transformar los estados. Los enunciadosde estado, por su parte, se basan en los predicados elementales de «ser» y de«tener». El relato mínimo descansa, así, en la transformación de un «estadode cosas», por la privación o por la adquisición que resulta de un predicadode acción. Para comprender este mecanismo de transformación, hay quepostular dos tipos opuestos de enunciados de estado, que definen la relaciónque mantiene el sujeto con los objetos a los que apunta: o bien posee lascualidades y los valores inscritos en estos objetos (la belleza, la riqueza, elreconocimiento...), o bien no los posee. El concepto semiótico de juncióndefine esta doble relación elemental: conjunción (cuando el sujeto posee elobjeto, está conjunto a éste) y disjunción (cuando el sujeto está privado delobjeto, está disjunto de éste). El programa narrativo designa, entonces, laoperación sintáctica elemental que garantiza la transformación de unenunciado de estado en otro enunciado de estado con la mediación de unenunciado de hacer. Así, por ejemplo, estado 1 disjuntivo: Cenicienta espobre (no-tener) y es humillada (no-ser). Conoce al príncipe y se casa con él(enunciado de hacer). Estado 2 conjuntivo: Cenicienta es rica y esrespetada...

La fórmula estenográfica de este programa narrativo elemental se presentacomo sigue:

PN = Función (hacer) (S1 (sujeto de hacer) à (S2 (sujeto de estado) ∪ O(objeto de valor)) PN = Función (hacer) (S1 (sujeto de hacer) à (S2 (sujeto de estado) ∩ O(objeto de valor))

El programa narrativo es una función (un hacer), por la cual un sujeto dehacer (S1) hace de tal manera que un sujeto de estado (S2) se ve disjunto (∪)de un objeto al que estaba conjunto (∩), o inversamente. Los dos actantessujetos (de hacer y de estado) pueden ser manifestados por dos actoresdistintos (pensemos en el caso del «don», por ejemplo), o por un solo ymismo actor (pensemos en el caso del «robo»).

El PN se presenta como una fórmula elemental que las estructuras de los

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relatos efectivos despliegan, complejizan y jerarquizan a gusto. Así, se podrádistinguir los relatos de adquisición de valores y los relatos de pérdida. Latipología de los programas narrativos invita, además, a jerarquizar elprograma de base, o programa principal, y los programas de uso, oprogramas secundarios: el cumplimiento de estos últimos es necesario parala realización del primero. El análisis narrativo propone así, una formulaciónsintáctica al tópico de los medios y los fines, confiriéndole un alcance másgeneral en el análisis de los discursos de la acción, y reinscribiendo por lamisma razón su orientación teleológica.

2. El esquema narrativo

El programa narrativo modeliza la estructura elemental de la acción. Ésta seinscribe en una serie de secuencias que, obviamente, no es necesariamentecircular. Para hacer ver el hecho de que los encadenamientos de accionesincluidas en un relato tienen un sentido y que allí se dibuja unaintencionalidad a posteriori, Greimas puso en evidencia la existencia de unmarco general de la organización narrativa, marco de alcance, si nouniversal, al menos transcultural: el «esquema narrativo canónico».

El término esquema, tomado de Hjelmslev, es esencial en la concepciónsemiótica del lenguaje. Designa, de manera general, a la representación deun objeto semiótico reducido a sus propiedades esenciales. Másprecisamente, Hjelmslev reformula la célebre dicotomía saussuriana Lenguavs Habla en Esquema vs Uso. El esquema se define entonces como unacombinatoria abierta, un sistema, en el interior del cual el uso seleccionacombinaciones particulares. El uso es lo que las comunidades lingüísticas,más acá de la palabra individual, hacen de las disponibilidades del sistemaque ofrece la lengua. Así, trátese de lengua o de discurso, el esquema estáabierto a una infinidad de posibles, mientras que el uso realiza de entre esosposibles un conjunto relativamente cerrado de combinaciones efectivamenteproducidas en el interior de un área lingüística y cultural dada. Cierre deluso, apertura del esquema: esta concepción se aplica al dominio particularde la organización narrativa.

2.1. La formación del esquema narrativo

2.1.1. Esquema 1: las tres pruebas

Del mismo modo que para el actante, la génesis y las diferentes etapas de laformulación del esquema narrativo son esclarecedoras. En un comienzo, setrataba de extraer de las treinta y una funciones de Propp los principioslógicos más elementales de distribución. La regularidad buscada apareciócon la iteración de tres pruebas que agrupan los conjuntos de funciones:prueba calificante, prueba decisiva, prueba glorificante.

Secuenciación Prueba à Prueba à Prueba

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de las pruebas calificante ß decisiva ß glorificante

Este esquema puede ser leído en los dos sentidos: en el sentido de lasucesión, se presenta como un recorrido del sujeto de búsqueda. Intervieneen primer lugar la calificación que instaura al sujeto en cuanto que tal,luego su realización por la acción, y por último el reconocimiento quegarantiza el sentido y el valor de los actos que ha realizado. Leído en esesentido, el esquema expresa una orientación con finalidad, una mira [visée]teleológica, y constituye así, para Greimas, «un marco formal en el que seinscribe "el sentido de la vida"». Leído en sentido inverso, remontando desdela prueba glorificante hasta la calificación, hace aparecer un orden depresuposición a contracorriente, y una intencionalidad reconocible enconsecuencia a posteriori. Esta doble lectura permite convertir el ordentemporal de la consecución en orden lógico de la consecuencia. El carácteraleatorio del primero es reinterpretado como un encadenamiento causal conel segundo. Esta causalidad se considera como un dato del razonamientológico, mientras que remite más bien a una ritualización estereotipada. Esono quita que se apoya en ella la impresión de coherencia narrativa querenueva el antiguo entimema de la retórica: Post hoc, ergo propter hoc,«después de esto, por lo tanto en razón de esto».

2.l.2. Esquema 2: el marco contractual

En esta formulación inicial el esquema narrativo conserva la impronta de loscorpus de la etnoliteratura que especifica y limita su empleo. La«glorificación», por ejemplo, término figurativo, no es sino una manifestaciónposible de un fenómeno más general de reconocimiento de un acto realizado.Se podrá elegir un término más amplio para nombrarla: «sanción». Éstapuede ser positiva (gratificación) o negativa (reprobación), pragmática(recompensa o castigo) o cognitiva (elogio o censura). Del mismo modo,comprobamos que el conjunto del esquema narrativo está, por así decir,enmarcado en una estructura contractual. En un principio, un contratoentre el Destinador y el sujeto fija los valores y el mandato, el sujetoadquiere las competencias (conocimientos, medios de actuar, etc.) paraejecutar el mandato y cumplir con su compromiso realizando la acción (laactuación misma), antes de que el Destinador, al final del recorrido,verifique la conformidad de la acción realizada con relación a los términosdel compromiso, retribuya o castigue, aportando así él mismo sucontribución al contrato inicialmente celebrado. Las grandes secuencias deeste modelo ideológico que es el esquema narrativo se convierten ahora en:

contrato competencia actuación sanción

Esta vez se puede reconocer una distribución de las relaciones actancialesen cada etapa del esquema: el contrato pone en relación alDestinador-mandador con el sujeto, la competencia pone en relación alsujeto con el objeto, la actuación pone en relación al sujeto con elanti-sujeto en torno al objeto de valor, la sanción, finalmente, pone encontacto al sujeto con el Destinador que juega entonces un papel de

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judicador.

2.l.3. Esquema 3: las esferas semióticas autónomas

Una última etapa, última generalización en la presentación del esquemanarrativo, consistió en hacer aparecer los grandes conjuntos semióticos queabarca y que son analizables, como veremos, en términos de estructurasmodales. Nos desprendemos entonces del imaginario narrativo propiamentedicho, el del encadenamiento orientado de las acciones y los eventos. Pero sibien nos interesamos menos directamente en la dimensión teleológica delesquema, es para separar mejor los dominios de articulación relativamenteautónomos de las significaciones narrativas, para aislar amplias esferassemióticas reconocibles en toda clase de discurso, inclusofragmentariamente localizadas, mucho más allá del relato propiamentedicho. Así, se dibujan tres grandes dominios semióticos:

Manipulación - Acción - Sanción

El contrato puede inscribirse en la esfera más general de la «manipulación».Este término, tomado sin ninguna connotación peyorativa, designa másfundamentalmente el campo de la factitividad: el hacer-hacer, quepresupone un hacer-creer, un hacer-querer o deber, un hacer-saber y unhacer-poder. A partir de allí, el Destinador-manipulador puede ser tanto elque otorga el mandato (tal como el rey Arturo) como el que promete, el quealienta o el que desafía, el que elogia como el que seduce... El Destinador noes ya, entonces, una figura actancial a priori, realizada en los papeles fijosde la tradición cultural (dios, rey, padre, etc.), sino que es construido por losenunciados modales (factitivos) que asume y que lo definen, sin por esofijarlo en esa posición: cualquier actor puede encontrarse en posición modalde Destinador e, inversamente, un gendarme, un padre o un jefe de Estadopueden ver su función de Destinador debilitada o desestabilizada, en razónde una simple pérdida modal (la pérdida de confianza por ejemplo...). Deesta manera, el contrato se considera como una doble manipulación entredos sujetos que ajustan y negocian sus /hacer-creer/ en función de losvalores en juego.

La competencia y la actuación se inscriben en la esfera más general de «laacción». Es el hacer, pragmático o cognitivo, lo que la caracteriza así comolas condiciones requeridas para su ejercicio. Su apuesta es el «hacer-ser»(definición del acto) que consiste en establecer un nuevo estado de cosas.Pone en presencia al sujeto actuante y al anti-sujeto que le opone unaresistencia, en una confrontación de la que resulta la adquisición o lapérdida de valores.

La «sanción» que pone en escena, y en juego, un Destinador particular (juez,evaluador), representa también una esfera semiótica relativamenteautónoma. El Destinador de la sanción está dotado, o supuestamentedotado, de un saber verdadero y del poder de hacerlo valer. Así como hayconfiguraciones específicas que dependen de la manipulación, tales como la

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seducción, la provocación o el desafío, del mismo modo hay aquí figuras dela sanción que pueden aislarse: los discursos del elogio y de la censura, porejemplo, que abarca el género epidíctico de la retórica clásica, presuponenpara la validez de su ejercicio la posición actancial de poder o de legitimidaddel sujeto que los enuncia. A falta de un sujeto «autorizado», el discurso dela sanción pierde toda eficacia veridictoria, como sucede con frecuencia.

2.2. Esquema narrativo, interacción y argumentación

En este último estadio de formulación, comprobamos que se modificósensiblemente el estatus inicial del esquema narrativo, ampliándoseconsiderablemente su alcance. Lejos de ser sólo un dispositivo organizadorde los textos narrativos, aparece de ahora en más como un modelo generalde interacción. Lo que esquematiza, ya no es el relato, sino la comunicaciónmisma entre los hombres, una de cuyas formas privilegiadas demanifestación es el relato. Y, lejos de ser un simple esquema de lacomunicación (como los de la lingüística clásica), compromete a través deldispositivo de sus papeles la mira y los efectos esperables del discurso enacto. Estas miras y estos efectos son constitutivos del esquema mismo. Espor esta razón que, nos parece, es tan fácil relacionar los grandes génerosretóricos tradicionales con las esferas semióticas así aisladas, e integrarlos:hemos visto que el epidíctico dependía de la sanción cognitiva; de la sancióndepende igualmente el género judicial, cuya función es establecer la verdadde acciones realizadas en el pasado. Como lo escribió Aristóteles, «laacusación o la defensa siempre se refieren a hechos ocurridos». En cuanto algénero deliberativo, que tiene la propiedad de anticipar y proyectarrealizaciones futuras, pertenece, evidentemente, a la esfera de lamanipulación. La deliberación, que comprende la exhortación y ladisuasión, es un juego contractual entre sujetos manipuladores que sededican al hacer-creer. Así enmarcada por la manipulación y por la sanción,la acción misma está como embebida de sentido.

Se comprende entonces que la teoría semiótica de la narratividad, lejos delimitarse sólo al campo del relato, se presente como un modelo posible parauna teoría general del discurso; y que, en la rivalidad que con frecuenciaenfrentó a muchos teóricos en cuanto a saber si había que considerar a lonarrativo o a lo argumentativo como la forma más fundamental del discurso,ninguno de los antagonistas tiene la razón. En efecto, vemos bien que elrelato puede estar, y está sin dudas siempre, al servicio de la persuasión,pero que, a la inversa, la argumentación, para su ejercicio, toma prestadossus papeles, sus estrategias y sus funciones esenciales a los principios máselementales de la narratividad. No hay allí nada sorprendente, si aceptamosla idea de que las estructuras y las relaciones entre actantes reconocibles enel seno del discurso enunciado son también las que estructuran la realidadenunciativa de las interacciones. El relato es una escenografía ejemplar deldiscurso en acto.

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2.3. Dimensiones pragmática, cognitiva y patémica

Teniendo en cuenta el corpus de relatos de tradición oral que permitió, enun comienzo, la elaboración del esquema narrativo, se puede pensar que elmodelo está exclusivamente relacionado al análisis de los discursos desujetos actuantes, y que la semiótica narrativa es más o menos una teoríade la acción. Los desarrollos que conoció este esquema muestran que esteestrecho marco ha sido rápidamente desbordado. Esta extensión de loscampos de aplicación invita a distinguir tres períodos en el desarrollo de lareflexión semiótica sobre la narratividad, que condujeron a reconocer y aidentificar tres grandes dimensiones distintas del discurso susceptibles deser tomadas a cargo por los modelos narrativos. Estas dimensiones-pragmática, cognitiva y patémica- forman conjuntos a la vez autónomos ysolidarios, relacionados por los mismos enfoques y los mismos principios deanálisis.

· La dimensión pragmática: denominamos así a la semiótica de la acciónpropiamente dicha, que pone en escena y en comunicación a sujetossomáticos y objetos concretos (tesoros ocultos, princesas raptadas,territorios a conquistar, asesinatos, etc.); esta dimensión está sobre todocentrada en corpus de tipo etnoliterario (relato mítico, cuento maravilloso),literario (novela de caballería, pero también novela en general, novela breve,etc.) o periodístico (reportaje, policiales, etc.). El uso que hacemos aquí deltérmino «pragmática» debe distinguirse del concepto de «pragmática» quedesigna a la disciplina cuyo objeto es el análisis del lenguaje en acto y comoacto.

· La dimensión cognitiva : se estudia la narrativización de los saberes, basadaen el hecho de que basta con que dos actores en un relato dado nodispongan de un mismo saber sobre los objetos para que ese saber se vuelvaobjeto de valor (secreto, ilusorio, mentiroso, verdadero: la problemática de laveridicción), y por ende una apuesta narrativa. Centrada en la excrecenciade este parámetro modal (los recorridos del saber), la dimensión cognitiva sedesplegó en relatos literarios (especialmente la escritura novelesca del sigloXIX, con el lugar creciente que tomó la descripción al enmarcar, e inclusosuplantar, a la acción).

· La dimensión patémica por último: última vía de investigación de lasemiótica, esta dimensión se refiere a la modulación de los estados deánimo. Está vinculada a la narratividad por la sintaxis modal, pero sedistingue profundamente de ella en la medida en que busca describir ya nola transformación de los estados de las cosas, de unidades discretas enunidades discretas, es decir en un universo de sentido discontinuo, sino lavariación continua e inestable de los estados de los sujetos mismos. Estatercera dimensión es objeto de la semiótica de las pasiones.

2.4. Los recorridos actanciales

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Tal como lo muestran las diferentes versiones del esquema narrativo, lo queestá dibujado allí son los recorridos narrativos de los principales actantes.Al enmarcar el esquema, la manipulación (o el contrato) y la sanción (o elreconocimiento) manifiestan los recorridos del Destinador. Pero él tambiénestá presente en la acción bajo la forma de este papel actancial antiguo,evocado anteriormente, el del ayudante, que acompaña al sujeto a lo largode sus pruebas como una figura delegada del Destinador.

Recorrido del Contrato Acción Sanción Destinador Dr mandador Dr ayudante Dr judicador

Al sujeto le corresponde propiamente el terreno de la acción cuando está enbusca del objeto y se enfrenta con el anti-sujeto. Pero el sujeto está,obviamente, implicado en la manipulación y en la sanción: en el primercaso, se le exige que exista. En el segundo, esta existencia es confirmada oinvalidada.

Recorrido Contrato Competencia Actuación Reconocimiento del sujeto (Dr) - S S - 0 - anti-S S - (Dr)

En cuanto al objeto, su recorrido se disemina a lo largo de tres dominios,según tres modos de existencia diferentes: está virtualizado en el seno de lamanipulación cuando los valores de los cuales es el soporte lo promueven ala existencia; está actualizado en la acción, cuando está en la mira delsujeto de búsqueda; está realizado en la sanción, cuando se vuelve elcriterio de referencia para evaluar la acción del sujeto. Estos diferentesmodos de existencia del objeto remiten, como vemos, a las relacionesparticulares que este actante mantiene con el valor que se inscribe en él.

Son estos diferentes recorridos los que vamos a examinar ahora de maneramás precisa, a través de análisis textuales concretos, después de haberpresentado la tercera y última definición del actante: ya no bajo la forma deun modelo actancial fijado, ni solamente como estructura posicional, sino entérminos de sintaxis modal.

Tomado de Denis BERTRAND: Précis de Sémiotique Littéraire . Paris: Nathan, 2000.Traducción: Leila GándaraRevisión: Eduardo Serrano Orejuela

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Éléments de narrativité

Denis BERTRAND

(Para consultar la traducción castellana,seguir este hipervínculo)

1. Le modèle actantiel

1.1. L'actant

L'actant, «pièce maîtresse du théâtre sémiotique(1)», concept central et discuté, a connu dans sonhistoire une série de redéfinitions. Plus exactement, sa définition a été à plusieurs reprises précisée.Nous allons tenter de le saisir à travers cette diachronie conceptuelle. Notons tout d'abord quel'introduction de l'actant illustre le double mouvement, déductif et inductif, de l'analysesémiotique: déductif, il est généré à partir de la syntaxe élémentaire. Issu de la syntaxe structuralede la phrase proposée par L. Tesnière, son emploi a été étendu au discours et son statut par làmême modifié. Inductif, la typologie qu'il génère se fonde sur l'examen de corpus empiriques derécits, et notamment, à l'origine, de contes populaires. Les différents types d'actants sont donc lesproduits de la praxis culturelle des discours narratifs.

1.1.1. La perspective du modèle actantiel

Par réduction des dramatis personae du modèle proppien, Greimas reconnaît tout d'abord troispaires de catégories actantielles. Conformément au concept structural de catégorie, chaque termen'est défini que par sa relation oppositive à un autre terme de même niveau. Cet ensemble estregroupé dans le modèle, actantiel bien connu, présenté dans Sémantique structurale.

1. Sujet - Objet2. Destinateur – Destinataire3. Adjuvant – Opposant

Un actant Destinateur, actant souverain (roi, providence, État, etc.), source et garant des valeurs,transmet celles-ci, par l'entremise d'un actant objet, à un actant Destinataire: c'est la catégorie de lacommunication. Le Sujet (qui peut se confondre avec le Destinataire) a pour mission d'acquérir cetObjet, de se «conjoindre» avec lui: c'est la catégorie de la quête. Pour ce faire, il est contrarié parl'Opposant et soutenu par l'actant Adjuvant: c est la catégorie. polémico-contractuelle.

Ce modèle, issu de la lecture proppienne du récit, reste cependant très proche de l'univers narratifde référence, le conte populaire. Il en épouse la perspective dominante, qui est celle du sujet-héros:celui-ci, porteur des désirs et des craintes du groupe, incarne les valeurs sociales de référence. Maisle modèle occulte du même coup le parcours du «traître» (l'opposant). Celui-ci n’intervientqu’occasionnellement, pour contrarier, lors des épreuves, le parcours du héros et mettre en dangerles valeurs dont il est porteur. Ce faisant, le modèle reste ancré dans l' univers axiologique propre àl'ethno-littérature, exclusivement relatif à la perspective adoptée: le conte, à travers le parcours de

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son héros, fait subir aux valeurs collectives le risque de l'épreuve à seule fin de les retrouver, auterme du récit, consolidées. Or, comme les théoriciens de la littérature l'ont montré (de Lukács etBakhtine à Ricœur et Kundera), le roman moderne est fondé lorsque, avec Rabelais et Cervantès, lerécit met en scène une rupture d' adhésion avec ces valeurs, lorsqu'il adopte la perspective d'unautre personnage central que celui qui est a priori représentatif des valeurs collectives de la sphèresociale, mettant ainsi l'ironie à la naissance de l'écriture romanesque de la modernité: Panurge parexemple dans Le Tiers-Livre, ou Sancho dans le Don Quichotte.

l.l.2. Des actants positionnels

Afin de se détacher des contraintes spécifiques d'un univers narratif de référence et de se doterd'un instrument de plus large portée, la sémiotique a progressivement adopté une secondeformulation du dispositif actantiel. Se substituant à la précédente, elle se présente comme unsystème plus épuré, plus abstrait et plus général, réduit à trois positions relationnelles: celle dusujet (en relation avec ses objets valorisés), celle du destinateur (en relation avec le sujet-destinatairequ'il mandate et sanctionne au regard des valeurs dont les objets sont investis), celle de l'objet

(médiation entre le destinateur et le sujet).

Un second dispositif se dessine, parallèle, symétrique et inverse au modèle centré sur le sujet, celuide l'anti-sujet. Établissant une relation d'opposition avec le sujet, l'anti-sujet se réfère à des valeursinscrites dans la sphère d’un anti-destinateur. La dimension polémique se trouve ainsi installée aucoeur des processus narratifs. Les deux actants sont appelés à se rencontrer et à s'affronter, soit demanière conflictuelle (par la guerre ou la compétition), soit de manière contractuelle (par lanégociation et l'échange).

Adjuvant et opposant ont disparu: le premier est intégré à la sphère du destinateur, qu'il représentelorsqu'il intervient dans le récit et dont il constitue par conséquent un rôle actantiel ; le second estintégré à la sphère de l'anti-sujet. L'introduction de cette «sphère» modifie sensiblement lareprésentation des univers narratifs: non seulement elle met en évidence la structure polémiquesous jacente à tout déroulement narratif, que celle-ci se manifeste sous la forme du contrat ou celledu conflit, mais surtout elle laisse ouvert le passage d'un pôle à l'autre (le contrat jugule le conflitlatent, le conflit se résoud en contrat). Elle fait apparaître par ailleurs le dédoublement des parcoursnarratifs en deçà de toute assomption de valeurs (le parcours peut être lié à la perspective dudestinateur, ou à celle de l' anti-destinateur). La notion de perspective, libérée de l'appartenance àun univers axiologique de référence, prend alors tout son sens. Un récit peut sélectionner, commeparcours central, celui du héros positif ou celui du héros négatif, celui de Sherlock Holmes ou celuid'Arsène Lupin...

l.2. Le programme narratif

Le programme narratif (PN) est la structure syntaxique élémentaire qui «met en musique» leparadigme actantiel, à travers la relation entre le sujet et l'objet, érigés ainsi en hyper-actants. Ilconstitue un algorithme de transformation des énoncés narratifs. On vient d'en apercevoir lesprédicats fondamentaux lors de l'analyse du texte de Le Clézio. Examinons-le à présent de plus

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près. Le programme narratif articule deux énoncés de base: les énoncés d'état et les énoncés defaire. Ceux-ci ont pour fonction de transformer les états. Les énoncés d'état quant à eux se fondentsur les prédicats élémentaires d' «être» et d' «avoir». Le récit minimal repose ainsi sur latransformation d'un «état de choses», par la privation ou par l'acquisition qui résulte d'un prédicatd'action. Pour comprendre ce mécanisme de transformation, il faut postuler deux types opposésd'énoncés d'état, définissant la relation qu'entretient le sujet avec les objets de sa visée: ou bien ilpossède les qualités et les valeurs inscrites dans ces objets (la beauté, la richesse, lareconnaissance...), ou bien il ne les possède pas. Le concept sémiotique de jonction définit cettedouble relation élémentaire: conjonction (lorsque le sujet possède l'objet, il y est conjoint) etdisjonction (lorsque le sujet est privé de l'objet, il en est disjoint). Le programme narratif désignedonc l'opération syntaxique élémentaire qui assure la transformation d' un énoncé d' état en unautre énoncé d' état par la médiation d'un énoncé de faire. Ainsi, par exemple, état l disjonctif:Cendrillon est pauvre (non-avoir) et humiliée (être). Elle rencontre le prince et l'épouse (énoncé defaire). État 2 conjonctif: Cendrillon est riche et considérée...

La formule sténographique de ce programme narratif élémentaire se présente comme suit:

PN = Fonction (faire) (S1 (sujet de faire) à (S2 (sujet d'état) È O (objet de valeur))PN = Fonction (faire) (S1 (sujet de faire) à (S2 (sujet d'état) Ç O (objet de valeur))

Le programme narratif est une fonction (un faire), par laquelle un sujet de faire (S1) fait en sortequ'un sujet d'état (S2) se trouve disjoint (È) d'un objet auquel il était conjoint (Ç), ou inversement.Les deux actants sujets (de faire et d'état) peuvent être manifestés par deux acteurs distincts(pensons au cas du «don» par exemple), ou par un seul et même acteur (pensons au cas du «vol»).

Le PN se présente comme une formule élémentaire que les structures des récits effectifs déploient,complexifient et hiérarchisent à loisir. On pourra ainsi distinguer les récits d'acquisition de valeurset des récits de déperdition. La typologie des programmes narratifs invite, par ailleurs, àhiérarchiser le programme de base, ou programme principal, et les programmes d'usage, ouprogrammes secondaires: l' accomplissement de ces derniers est nécessaire à la réalisation dupremier. L'analyse narrative propose ainsi une formulation syntaxique à la topique des moyens etdes fins, lui conférant une portée plus générale dans l'analyse des discours de l'action, et yréinscrivant par là même leur orientation téléologique.

2. Le schéma narratif

Le programme narratif modélise la structure élémentaire de l'action. Celle-ci s'inscrit dans unesuite de séquences qui, bien entendu, n'est pas forcément circulaire. Afin de rendre sensible ce faitque les enchaînements d'actions mises en récit ont un sens et qu'une intentionnalité s'y dessine aposteriori. Greimas a mis en évidence l'existence d un cadre général de l'organisation narrative,cadre de portée, sinon universelle, du moins transculturelle: le «schéma narratif canonique».

Le terme schéma, repris à Hjelmslev, est essentiel dans la conception sémiotique du langage. Ildésigne, d'une manière générale, la représentation d'un objet sémiotique réduit à ses propriétésessentielles. Plus précisément, Hjelmslev reformule ainsi la célèbre dichotomie saussurienne Langue

vs Parole en Schéma vs Usage. Le schéma se définit alors comme une combinatoire ouverte, un

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système, à l'intérieur duquel l'usage sélectionne des combinaisons particulières. L'usage est ce queles communautés linguistiques, bien en deçà de la parole individuelle, font des disponibilités dusystème qu'offre la langue. Ainsi, qu'il s'agisse de langue ou de discours, le schéma est ouvert à uneinfinité de possibles, alors que l'usage réalise parmi ces possibles un ensemble relativement ferméde combinaisons effectivement produites à I' intérieur d' une aire linguistique et culturelle donnée.Fermeture de l'usage, ouverture du schéma: cette conception s'applique au domaine particulier del'organisation narrative.

2.1. La formation du schéma narratif

2.1.1. Schéma 1: les trois épreuves

De même que pour l'actant, la genèse et les différentes étapes de la formulation du schéma narratifsont éclairantes. Au départ, il s'agissait de dégager des trente et une fonctions de Propp desprincipes logiques plus élémentaires d'agencement. La régularité recherchée est apparue avecl'itération de trois épreuves qui regroupent les ensembles de fonctions: épreuve qualifiante,épreuve décisive, épreuve glorifiante.

Séquentialisation des épreuves

Épreuve à Épreuve à Épreuvequalifiante ß décisive ß glorifiante

Ce schéma peut être lu dans les deux sens: dans le sens de la succession, il se présente comme unparcours du sujet de quête. Intervient tout d'abord la qualification qui instaure le sujet en tant quetel, puis sa réalisation par l'action, et enfin la reconnaissance qui garantit le sens et la valeur desactes qu'il a accomplis. Lu dans ce sens, le schéma exprime une orientation finalisée, une viséetéléologique, et il constitue ainsi, pour Greimas, «un cadre formel où vient s'inscrire "le sens de lavie"(2)». Lu en sens inverse, en remontant de l'épreuve glorifiante à la qualification, il faitapparaître un ordre de présupposition à rebours, et une intentionnalité reconnaissable parconséquent a posteriori. Cette double lecture permet de convertir l'ordre temporel de la consécutionen ordre logique de la conséquence. Le caractère aléatoire du premier est réinterprété comme unenchaînement causal avec le second. Cette causalité est considérée comme un donné duraisonnement logique, alors qu' elle relève plutôt d' une ritualisation stéréotypée. Il n'empêche: surelle repose l'impression de cohérence narrative qui renouvelle l'ancien enthymème de larhétorique: Post hoc, ergo propter hoc, «après cela, donc en raison de cela».

2.l.2. Schéma 2: l'encadrement contractuel

Dans cette formulation initiale le schéma narratif garde l'empreinte des corpus de l'ethnolittératurequi en spécifie et en limite l'emploi. La «glorification» par exemple, terme figuratif, n'est qu'unemanifestation possible d'un phénomène plus général de reconnaissance d'un acte accompli. Unterme plus large pourra être choisi pour la dénommer: «sanction». Celle-ci peut être positive(gratification) ou négative (réprobation), pragmatique (récompense ou punition) ou cognitive

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(éloge ou blâme). De même, on constate que l'ensemble du schéma narratif est pour ainsi direencadré par une structure contractuelle. Au départ, un contrat entre le Destinateur et le sujet fixeles valeurs et le mandat, le sujet acquiert les compétences (connaissances, moyens d'agir, etc.) pourexécuter le mandat et remplir son engagement en réalisant l'action (la performance elle-même),avant que le Destinateur, en fin de parcours, vérifie la conformité de l'action accomplie au regarddes termes de l'engagement, rétribue ou punisse, apportant ainsi lui-même sa contribution aucontrat initialement conclu. Les grandes séquences de ce modèle idéologique qu'est le schémanarratif deviennent alors:

contrat ßà compétence ßà performance ßà sanction

Une distribution des relations actantielles est cette fois reconnaissable à chaque étape du schéma: lecontrat met en relation le Destinateur-mandateur et le sujet, la compétence met en relation le sujetet l'objet, la performance met en relation le sujet et l'anti-sujet autour de l'objet de valeur, lasanction enfin remet en contact le sujet avec le Destinateur qui joue alors un rôle de judicateur.

2.l.3. Schéma 3: les sphères sémiotiques autonomes

Une dernière étape, ultime généralisation dans la présentation du schéma narratif, a consisté à faireapparaître les grands ensembles sémiotiques qu'il recouvre et qui sont analysables, on le verra, entermes de structures modales. On se détache alors de l' imaginaire narratif proprement dit, celui del' enchaînement orienté des actions et des événements. Mais si on s'intéresse moins directement à ladimension téléologique du schéma, c'est pour mieux dégager les domaines d'articulationrelativement autonomes des significations narratives, pour isoler de larges sphères sémiotiquesreconnaissables dans toutes sortes de discours, même fragmentairement localisées, bien au-delà durécit proprement dit. Ainsi, trois grands domaines sémiotiques se dessinent:

Manipulation - Action - Sanction

Le contrat peut être inscrit dans la sphère plus générale de la «manipulation». Ce terme, envisagéen dehors de toute connotation péjorative, désigne plus fondamentalement le champ de lafactitivité: le faire-faire, qui présuppose un faire-croire, un faire-vouloir ou devoir, un faire-savoiret un faire-pouvoir. Dès lors, le Destinateur-manipulateur peut aussi bien être celui qui mandate(tel le roi Arthur) que celui qui promet, celui qui encourage ou celui qui défie, celui qui flatte oucelui qui séduit... Le Destinateur n'est plus alors une figure actantielle a priori, réalisée dans les rôlesfigés de la tradition culturelle (dieu, roi, père, etc.), il est construit par les énoncés modaux (factitifs)qu'il prend ainsi en charge et qui le définissent, sans pour autant le figer dans cette position:n'importe quel acteur peut se trouver en position modale de Destinateur et, inversement, ungendarme, un père ou un chef d' État peuvent voir leur fonction de Destinateur fragilisée ouinstabilisée, en raison d'une simple déperdition modale (le perte de confiance par exemple)... Decette manière, le contrat est envisagé comme une double manipulation entre deux sujets quiajustent et négocient leurs /faire-croire/ en fonction des valeurs en jeu.

La compétence et la performance s'inscrivent dans la sphère plus générale de «l'action». C'est lefaire, pragmatique ou cognitif, qui la caractérise ainsi que les conditions requises pour son exercice.Son enjeu est le «faire-être» (définition de l'acte) qui consiste à établir un nouvel état de choses. Il

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met en présence le sujet agissant et l'anti-sujet qui lui oppose une résistance, dans uneconfrontation d'où résulte l'acquisition ou la déperdition des valeurs.

La «sanction», mettant en scène, et en jeu, un Destinateur particulier (juge, évaluateur), représenteelle aussi une sphère sémiotique relativement autonome. Le Destinateur de la sanction est alorsdoté, ou supposé doté, d'un savoir vrai et du pouvoir de le faire valoir. De même que desconfigurations spécifiques relèvent de la manipulation, telles que la séduction, la provocation ou ledéfi, de même ici des figures de la sanction sont isolables: les discours de l'éloge et du blâme parexemple, que recouvre le genre épidictique de la rhétorique classique, présupposent pour lavalidité de leur exercice la position actantielle de pouvoir ou de légitimité du sujet qui les énonce.Faute d'un sujet «autorisé», le discours de la sanction perd toute efficacité véridictoire, comme celase produit souvent.

2.2. Schéma narratif, interaction et argumentation

À ce dernier stade de formulation, on constate que le schéma narratif a sensiblement modifié sonstatut initial, et a considérablement élargi sa portée. Loin être seulement un dispositif organisateurdes textes narratifs, il apparaît désormais comme un modèle général d'interaction. Ce qu'ilschématise, ce n'est plus le récit, mais la communication entre les hommes même dont le récit estune des formes privilégiées de manifestation. Et, loin être un simple schéma de la communication(comme ceux de la linguistique classique), il engage à travers le dispositif de ses rôles la visée et leseffets escomptés du discours en acte. Ces visées et ces effets sont constitutifs du schéma même.C'est pour cette raison, nous semble-t-il, qu'il est si aisé de rapprocher les grands genresrhétoriques traditionnels des sphères sémiotiques ainsi isolées, et de les y intégrer: on a vu quel'épidictique relevait de la sanction cognitive ; de la sanction également relève le genre judiciaire,dont la fonction est d'établir la vérité d'actions réalisées dans le passé. Comme l'écrit Aristote, «c'esttoujours sur des faits accomplis que portent l'accusation ou la défense(3)». Quant au genredélibératif, qui a pour propriété d'anticiper et de projeter des accomplissements futurs, il appartientévidemment à la sphère de la manipulation. La délibération, qui comprend l'exhortation et ladissuasion, est un jeu contractuel entre sujets manipulateurs qui s'exercent au faire-croire. Ainsiencadrée par la manipulation et par la sanction, l'action même est comme sertie de sens.

On comprend par là que la théorie sémiotique de la narrativité, loin de s' en tenir au seul champ durécit, se présente comme un modèle possible pour une théorie générale du discours ; et que, dans larivalité qui a souvent opposé les théoriciens sur le point de savoir si on devait considérer le narratifou l' argumentatif comme forme la plus fondamentale du discours, les antagonistes pourraient:bien être renvoyés dos à dos. On voit bien en effet que le récit peut être, et est sans doute toujours,au service de la persuasion mais qu'inversement l'argumentation, pour son exercice, emprunte sesrôles, ses stratégies et ses fonctions essentielles aux principes les plus élémentaires de la narrativité.Il n'y a là rien d'étonnant si on accepte l'idée que les structures et les relations entre actantsreconnaissables au sein du discours énoncé sont aussi celles qui structurent la réalité énonciativedes interactions. Le récit est une scénographie exemplaire du discours en acte.

2.3. Dimensions pragmatique, cognitive et pathémique

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Eu égard au corpus des récits de tradition orale qui a permis, à l'origine, l'élaboration du schémanarratif, on peut penser que le modèle est exclusivement attaché à l'analyse des discours des sujetsagissants, et que la sémiotique narrative est peu ou prou une théorie de l'action. Lesdéveloppements que ce schéma a connus montrent que ce cadre étroit a été rapidement débordé.Cette extension des champs d'application invite à distinguer trois périodes dans le développementde la réflexion sémiotique sur la narrativité. Elles ont conduit à reconnaître et à identifier troisgrandes dimensions distinctes du discours susceptibles être prises en charge par les modèlesnarratifs. Ces dimensions -pragmatique, cognitive et pathémique- forment des ensembles à la foisautonomes et solidaires, reliés par les mêmes approches et les mêmes principes d' analyse.

· La dimension pragmatique: on désigne ainsi la sémiotique de l'action proprement dite, mettant enscène et en communication des sujets somatiques et des objets concrets (trésors cachés, princessesenlevées, territoires à conquérir, meurtres, etc.) ; cette dimension est surtout centrée sur des corpusde type ethnolittéraire (récit mythique, conte merveilleux), littéraire (roman de chevalerie, maisaussi roman, nouvelle, etc.) ou journalistique (reportage, faits divers, etc.). L'emploi fait ici duterme «pragmatique» doit être distingué du concept de «pragmatique», qui désigne la disciplinedont l'objet est l'analyse du langage en acte et comme acte.

· La dimension cognitive: on étudie alors la narrativisation des savoirs, fondée sur le fait qu'il suffitque deux acteurs dans un récit donné ne disposent pas d'un même savoir sur les objets pour que cesavoir devienne objet de valeur (secret, illusoire, mensonger, vrai: la problématique de lavéridiction), et donc un enjeu narratif. Centrée sur l'excroissance de ce paramètre modal (lesparcours du savoir), la dimension cognitive s'est déployée dans les récits littéraires (notammentl'écriture romanesque au XIXe siècle, avec la place croissante qu'y a prise la description, encadrant,voire supplantant l'action).

· La dimension pathémique enfin: dernière voie de recherche de la sémiotique, cette dimensionconcerne la modulation des états d'âme. Elle est rattachée à la narrativité par la syntaxe modale,mais elle s'en détache profondément dans la mesure où elle cherche à décrire non plus latransformation des états de choses, d'unités discrètes en unités discrètes, c'est-à-dire dans ununivers de sens discontinu, mais la variation continue et instable des états des sujets eux-mêmes.Cette troisième dimension fait l'objet de la sémiotique des passions.

2.4. Les parcours actantiels

Comme le montrent les différentes versions du schéma narratif, ce sont bien les parcours narratifsdes principaux actants qui y sont dessinés. La manipulation (ou le contrat) et la sanction (ou lareconnaissance), encadrant le schéma, manifestent les parcours du Destinateur. Mais il est aussiprésent dans l'action sous la forme de ce rôle actantiel ancien, évoqué plus haut, celui de l'adjuvant,qui accompagne le sujet tout au long de ses épreuves comme une figure déléguée du Destinateur.

Parcours du Contrat Action SanctionDestinateur Dr mandateur Dr adjuvant Dr judicateur

Au sujet revient en propre le domaine de l'action lorsqu'il est en quête de l'objet et qu'il est auxprises avec l'anti-sujet. Mais le sujet est bien entendu impliqué dans la manipulation et dans la

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sanction: dans le premier cas, il est sommé d'exister. dans le second, cette existence est confirméeou infirmée.

Parcours Contrat Compétence Performance Reconnaissancedu sujet (Dr) - S S - 0 - anti-S S - (Dr)

Quant à l'objet, son parcours se dissémine le long des trois domaines, selon trois modes d'existencedifférents: il est virtualisé au sein de la manipulation lorsque les valeurs dont il est le support lepromeuvent à l' existence ; il actualisé dans l'action, lorsqu'il est dans la visée du sujet de quête ; ilest réalisé dans la sanction, lorsqu' il devient le critère à l' aune duquel l' action du sujet est évaluée.Ces différents modes d'existence de I'objet tiennent, on le voit, aux relations particulières que cetactant entretient avec la valeur qui s'y inscrit.

Ce sont ces différents parcours que nous allons examiner à présent de manière plus précise, àtravers des analyses textuelles concrètes, après avoir présenté la troisième et dernière définition del'actant: non plus sous la forme d'un modèle actantiel figé, ni seulement comme structurepositionnelle, mais en termes de syntaxe modale.

NOTES

l. J.-CI. Coquet, La Quête du sens. Le langage en question, p. l49.2. Sémiotique. Dictionnaire raisonné de la théorie du langage, p. 245.3. Aristote, Rhétorique, Paris, Le Livre de poche, 199l, p. 94.

Tomado de:Denis Bertrand: Précis de sémiotique littéraire. Paris: Nathan, 2000.

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