Comisión Nacional contra las Adicciones. Necesidades de Atención en Adicciones.
Bioquímica de las adicciones
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![Page 1: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/1.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
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457-480
Brailowsky, S. (1995), Las sustancias de los
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Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:
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Tecnológico de Costa RicaEscuela de Ingeniería en Biotecnología
Rachel FuentesIgnacio GamboaKairo ChacónJason Pérez
II semestre 2010
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Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
Ameri, A. (1998), The effects of
cannabinoids on the brain. Progress in
Neurobiology 58:315-348.
Buela-Casal, G., Caballo,V., Sierra, C.
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y de la salud. Siglo XXI de España Editores.
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Brailowsky, S. (1995), Las sustancias de los
sueños: Neuropsicofarmacología, México, FCE (La
Ciencia para Todos), 271-281
Fernández, E. (2008). Fisiología de la
adicción: bases neurobiológicas. Universidad de
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Fernández, J.; González, S.; Cebeira, M. &
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Vachez, M. (2009). La química de las
Adicciones. Centro de tratamiento de Oceánica.
Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:
http://www.infoadicciones.net/. 3p.
Wise R. 1996. Addictive drugs and brain
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químicade las
![Page 3: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/3.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
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cannabinoids on the brain. Progress in
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químicade las
![Page 4: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/4.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
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cannabinoids on the brain. Progress in
Neurobiology 58:315-348.
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y de la salud. Siglo XXI de España Editores.
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químicade las
![Page 5: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/5.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
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Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:
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![Page 6: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/6.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
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cannabinoids on the brain. Progress in
Neurobiology 58:315-348.
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Ciencia para Todos), 271-281
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Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:
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Wise R. 1996. Addictive drugs and brain
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químicade las
![Page 7: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/7.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
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cannabinoids on the brain. Progress in
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químicade las
![Page 8: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/8.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
preparaciones concentradas de cannabinoides
como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
abstinencia a otras drogas de abuso.
Bibliografía
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químicade las
![Page 9: Bioquímica de las adicciones](https://reader036.fdocuments.es/reader036/viewer/2022082513/5571facb49795991699321c2/html5/thumbnails/9.jpg)
Introducción
En la vida todo es química. Desde la
creación del Universo hasta las adicciones; todo
tiene que ver con la química: reacciones en
cadena de la mezcla o división de partículas que,
infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas
(sustancias químicas que alteran el estado de
ánimo) y los comportamientos compulsivos, que
logran igualmente estos cambios en el estado de
ánimo, han acompañado al ser humano desde
su existencia. (Buela et al, 1996)
Una droga es toda sustancia natural o sintética
que genera adicción o dependencia, ya que
contienen ciertos principios activos que estimulan
la liberación de hormonas y neurotransmisores
que tienen ciertos efectos sobre el organismo en
general como cambios en el estado de ánimo y
comportamientos compulsivos. Las drogas han
acompañado a la humanidad desde siempre y
aun hoy lo hacen, desde las usadas en
tratamientos para el cáncer, enfermedades
mentales, para mejorar el rendimiento deportivo
y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a
través de la historia se han usado como
estimulantes o como forma de diversión, desde la
antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a
las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones
importantes, estas se internaban en cavernas
para “meditar” y “comunicarse” con los dioses
hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té
de coca para poder respirar bien en estas
condiciones de altura y así se pueden citar varios
casos en los que fueron usadas. (Fernández,
2008).
Las drogas en la actualidad generan toda una
controversia por el problema social al que están
acompañadas en el área de América Latina y
otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de
cocaína proveniente de Colombia hasta los países
de América Central y Norteamérica ha generado
la aparición de los Carteles de droga, no solo en
Colombia, sino que ahora están tomando fuerza
algunos mexicanos, esto produce grandes
estructuras que se encuentran muy bien
organizadas desde los procesos de la extracción de
las drogas hasta lo que es la distribución de las
mismas. Los principales problemas que genera
esto son los centenares de asesinatos hechos a
modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que
en este tipo de negocios no se perdonan los
errores, además de los problemas de adicción,
delincuencia, destrucción de familias y otros igual
de peores o aun más. (Fernández, 2008)
No se puede hablar de drogas sin hablar de
adicciones ni viceversa. La adicción es la
necesidad imperosa y compulsiva de volver a
consumir droga, junto con la adicción se crea la
dependencia, paralela a ella, y este es un cambio
neurobiológico y neuroquímico que se da en el
cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro
hacen que el individuo actúe de manera selectiva
ante ciertas circunstancias y se comporte de una
manera especial. Se dice que las funciones
cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,
excepto las relacionadas con lo que se refiere al
consumo de droga. (Vachez, 2009).
El síndrome adictivo se compone de una
serie de síntomas y signos que son comunes entre
los diferentes adictos y se presentan en diversas
adicciones de manera que son un común
denominador. Esto se debe a que la disfunción
bioquímica del cerebro del adicto es fundamental
en la génesis de la adicción, y esta respuesta
cerebral enferma se puede generar con la
exposición prolongada a una gran cantidad de
químicos, situaciones y conductas que producen
una estimulación del sistema dopaminérgico
mesolímbico del cerebro de la persona
predispuesta. (Vachez, 2008).
Las diversas adicciones se categorizan para su
mejor estudio y comprensión de la siguiente
manera:
1. Adicciones de Conducta:
- Adicción al Juego
- Adicción al Sexo
- Adicción a las Relaciones
- Adicción a la Religión
- Adicción a las Sectas
- Adicción al Trabajo
- Adicción a la Internet
2. Adicciones de Ingestión:
- Adicción química
- Alcoholismo
- Cocaína
- Tabaquismo
- Mariguana
- Sedantes Hipnóticos
- Anfetaminas
- Éxtasis
- Heroína
- Opio
3. Adicción a la comida
- Comedor compulsivo
- Bulimia
- Anorexia Nervosa
Para diagnosticar los trastornos por dependencia
de sustancias y la evidencia asociado con la
autoadministración de cocaína, opioides y etanol,
los investigadores están interesados en la
identificación de mecanismos celulares y
biomoleculares comunes, que puedan explicar la
apetencia por las sustancias y las conductas
adictivas. (Buela et al, 1996)
Para ello utilizan varios metodos o teorías, las
cuales se describen a continuación; la primera de
ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa
en la investigación de la dependencia a
sustancias y esta ha sido la teoría de la
estimulación psicomotora. Según esto, los
mecanismos biológicos para la estimulación y
para los efectos reforzadores de las sustancias son
los mismos o por lo menos comparten algunos
elementos. El mecanismo común propuesto es la
activación de neuronas dopaminérgicas del
sistema mesocorticolímbico.
Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,
(cuerpos celulares se encuentran en el área
tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia
diversas regiones basales del cerebro, incluyendo
el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,
corteza prefrontal y cingular, hipocampo y
amígdala. (Brailowsky, S. 1995)
Existen evidencias que indican que la dopamina
del cerebro medio está modulada por el ácido
gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides
endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes
estudios indican que existe una alta densidad de
receptores opiáceos en el ATV y receptores m,
delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores
tienen una alta afinidad por los agonistas de la
morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus
efectos son antagonizados por el naltrexone.
Las vías neurológicas para el reforzamiento
positivo (búsqueda de placer) están en las vías
dopamínergicas que van del ATV en el tallo
cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios
basales. Muchas drogas que causan dependencia
parecen actuar a través de esta vía para producir
el reforzamiento positivo. Las sustancias
estimulantes la afectan directamente,
incrementando la cantidad de dopamina
disponible para estimular las células en el NAcc.
(Brailowsky, S. 1995)
Los efectos reforzadores positivos de las drogas
alucinógenas son menos claros. Veamos un
ejemplo, la marihuana interacciona primero con
receptores localizados en el cerebro, y éstos no
parecen tener una interacción indirecta con los
sistemas dopaminérgicos del ATV.
Ahora, los reforzadores negativos involucrados en
la dependencia de sustancias están relacionados
con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos
sistemas cerebrales parecen ser particularmente
importantes durante la abstinencia: el sistema
noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo
cerebral y el sistema dopaminérgico que termina
en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)
Después de una administración crónica de
cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un
aumento del umbral de estimulación en el NAcc;
por lo tanto, los mismos niveles de estimulación
producen menos reforzamiento positivo. esto
puede interpretarse como un tipo de
reforzamiento negativo después del consumo
crónico de la droga. (Harris et al 2003)
En el presente trabajo nos concentraremos en dos
sustancias consideradas como adictivas, la
primera es la cocaína, la cual es una droga
estimulante y altamente adictiva. Su sal de
clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se
puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.
“Crack” es el nombre callejero con el cual se
conoce. (Harris et al 2003)
La cocaína es un estimulante poderoso del
sistema nervioso central. Incrementa la
concentración de la dopamina, la es una
sustancia química del cerebro (o un
neurotransmisor) asociada con el placer y el
movimiento, en el circuito de gratificación del
cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del
cerebro o neuronas usan la dopamina para
comunicarse. Normalmente, la dopamina es
liberada por una neurona en respuesta a una
señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una
comida) y luego reciclada de nuevo a la célula
que la liberó, apagando así las señales entre las
neuronas. La cocaína actúa previniendo el
reciclaje de la dopamina, causando que se
acumule una cantidad excesiva del
neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el
mensaje y la respuesta de la neurona receptora y
por último perturba la comunicación normal. Este
exceso de la dopamina es el responsable de los
efectos eufóricos de la cocaína.
De esta manera, se producen una serie de efectos,
producido por distintos neurotransmisores. La
dopamina producen un sentimiento de bienestar,
la serotonina produce un sentimiento de
confianza y la noradrenalina produce una
aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la
liberación de reservas de glucosa, con lo que se
da un aumento general de la energía. De esta
forma, su uso produce un efecto de euforia.
Estudios indican, que los principales
neurotransmisores que median sobre el
mecanismo de adicción, son la dopamina y la
serotonina, dándose estudios donde se elimino
alguno de los dos receptores en ratones y que
estos aun así demostraron adicción, mientras que
si se eliminaron los receptores de ambos, no se
detectaron síntomas de adicción. El uso repetido
a menudo también crea tolerancia a la euforia.
En usuarios frecuentes de esta droga, se produce
una dependencia más que nada derivada de la
necesidad de mantener los elevados niveles de
placer. Incluso puede darse que la membrana
postsináptica produzca nuevos receptores para
adaptarse a los altos niveles de dopamina.
Además, se producen cambios profundos en el
metabolismo, estructura y transmisión de señales
de las neuronas, con lo que se explica porque es
tan difícil superar la adicción.
La otra sustancia que crea adicciones es la
Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza
para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,
migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además
la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que
es un sistema de recompensas en el cerebro,
desde el área ventral tegmental al núcleo
accumbens. (Ameri, A. 1998)
En lo relativo a la química de la Cannabis, se han
identificado más de 400 sustancias sintetizadas
por la planta, de las cuales más de 60 son
canabinoides. Los tres compuestos más
abundantes son el canabidiol, el canabinol y
varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol
(D9 THC o THC), que es el principal componente
psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)
Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la
sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto
del organismo. La vida media del THC es de
aproximadamente 19 horas, pero varios de sus
metabolitos son detectados durante días o
semanas después de la última administración.
Esta elevada persistencia del THC y sus
metabolitos se debe a su gran solubilidad en las
grasas, con la consecuente tendencia a
acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para
después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)
Metabolismo de los Cannabinoides
Hoy se sabe en relación a los
cannabinoides, que los receptores de membrana
a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol
(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la
Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos
endógenos que por analogía funcional se han
denominado cannabinoides endógenos o
“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el
término “cannabinoide” se deben agrupar una
serie amplia de sustancias con estructuras
químicas diferentes que tienen en común el ser
capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los
elementos constituyentes del sistema
endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)
Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.
(hachís, marihuana) se consumen en forma de
cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto
con los otros componentes del humo. La entrada
del THC en sangre y la posterior distribución en
tejidos son muy rápidas y presentan una cinética
similar a la obtenida tras su administración
intravenosa. La máxima concentración de THC en
sangre se alcanza antes de que finalice el
consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).
La ingestión de los cannabinoides por vía oral da
lugar a unos niveles plasmáticos de THC
inicialmente más bajos que cuando se toma por
inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve
reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo
gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,
así como por su acceso a la circulación
enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una
cantidad mayor de THC por esta vía para
conseguir el mismo efecto fisiológico que por la
respiratoria (Gil & Noguera, 2005)
El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC
(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se
acumulan en los tejidos. Una parte del THC
aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo
en la fase final del almacenamiento. La paulatina
liberación del THC, desde estos almacenes
tisulares a la sangre, lentifica la caída de los
niveles plasmáticos de este compuesto, tras el
cese de su administración. Esto prolonga su
presencia en sangre y la posterior entrada al
cerebro, lo que podría explicar las dificultades para
identificar un síndrome de abstinencia a esta
droga, tras la suspensión de su administración (Gil
& Noguera, 2005).
La eliminación del THC se produce principalmente
mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en
orina (12%), aunque también lo hace a través del
pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del
metabolismo ocurre en el hígado, aunque
también puede producirse en otros órganos como
el pulmón y el intestino. En orina se detecta la
presencia de 11-OHTHC y hay una elevada
concentración de ácido THC-11 oico, ambos en
forma libre o conjugada. Los metabolitos de los
cannabinoides son eliminados en forma de ácidos
libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos
se almacenan en el cuerpo durante períodos
relativamente prolongados de tiempo y pueden
llegar a ser detectados en la orina varias semanas
después del consumo de los cannabinoides (Gil &
Noguera, 2005).
Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides
A pesar de que hay muchas personas que
aseguran que el consumo de marihuana no es
para nada adictivo, existen muchas otras que
desarrollan dependencia desde los primeros usos.
El mecanismo por el cual los cannabinoides
producen adicción en un individuo ha sido
ampliamente estudiado, no obstante, la mayor
parte del conocimiento actual sobre los
mecanismos de acción de los cannabinoides se
ha desarrollado en modelos animales.
Se ha demostrado que los cannabinoides actúan
en el sistema nervioso a través de receptores CB-1
específicos de membrana. Estos receptores están
situados en neuronas de muchos circuitos
encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa
cerebral. Este sistema es clave para entender la
conducta adictiva, y de él forman parte las
neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así
como algunas neuronas peptidérgicas, de entre
las que destacan las encefalinérgicas (Gil &
Noguera, 2005).
En lo que se refiere al sistema cannabinoide
endógeno, determinados estudios
inmunohistoquímicos y de hibridación in situ
evidencian niveles bajos e incluso ausencia del
receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.
Sin embargo, otras regiones cerebrales como la
corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,
que inervan de manera importante al núcleo
accumbens, presentan niveles de moderados a
altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una
implicación indirecta del sistema cannabinoide
endógeno en la modulación de la ruta
dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser
la responsable de las acciones de los
cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras
respuestas motivacionales (González, 2003).
La mayoría de las drogas de abuso activan las
neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta
activación es parte del proceso neuroadaptativo
que engloba los cambios que se producen en el
sistema nervioso central (regulación de
receptores, alteraciones en los canales de calcio
voltaje dependientes modificaciones en la
expresión de determinados genes, etc.) como
resultado del consumo de una droga. El
tratamiento agudo con cannabinoides produce la
activación de este sistema dopaminérgico. Este
efecto no se debe a la activación directa de las
neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas
no expresan receptor CB1, sino a la acción de los
cannabinoides sobre los terminales
glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al
núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales
contienen receptores CB1 presinápticos cuya
activación por cannabinoides conduce a la
regulación de la liberación de glutamato y/o
GABA (González, 2003)
Los cannabinoides, al igual que el resto de las
drogas de abuso, activan las neuronas
mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de
recompensa cerebral. Del mismo modo que la
cocaína, los opiáceos o el etanol, estos
compuestos inducen conductas de
autoadministración en animales de
experimentación y provocan condicionamiento de
lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).
Consecuencia de la disminución en la densidad,
expresión génica y capacidad de activar
mecanismos de transducción de señales de los
receptores CB1, así como en la disponibilidad de
los ligandos endógenos para estos receptores, en
diversas regiones cerebrales, otros autores han
puesto de manifiesto, aunque de forma
controvertida, que el consumo crónico de
cannabinoides podría conllevar a la aparición de
elementos de dependencia física. Es decir, se
podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,
con respuestas adaptativas comportamentales
y/o moleculares disparadas por la ausencia de la
droga, que serían parecidas a las que aparecen en
la adicción a otras drogas de abuso, como los
opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)
La administración crónica de cannabinoides
provoca tolerancia y dependencia, e induce
neuroadaptaciones en el circuito de la
recompensa que son idénticas a las inducidas por
las principales drogas de abuso y que se pueden
poner de manifiesto mediante el cese de la
administración de estos compuestos (síndrome de
abstinencia comportamental y bioquímico
específico) (Gil & Noguera, 2005).
Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el
sistema opioide endógeno, en especial con el
sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les
permite actuar como factores de vulnerabilidad
en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &
Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de
investigación, utilizando una estrategia de
bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista
específico, el SR141716, en animales tolerantes a
9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la
existencia de manifestaciones de abstinencia,
aunque predominan las respuestas somáticas
(principalmente motoras), sin cambios
importantes a nivel neurovegetativo. También
utilizando modelos de abstinencia a
cannabinoides inducida por SR141716, otros autores
han demostrado que se producen cambios a nivel
molecular en elementos que también son
afectados por otras drogas de abuso, como los
opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,
1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento
en la liberación de CRF en el núcleo central de la
amígdala, aunque estos autores utilizaron un
cannabinoide sintético muy potente a dosis que
excederían en mucho las concentraciones de
9-THC que podrían alcanzarse durante el
consumo humano (Fernández et al., S.f.).
Otros estudios han demostrado alteraciones del
sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han
puesto de manifiesto que el tratamiento con
9-THC incrementa la liberación de dopamina en
neuronas del sistema mesolímbico, mientras que
la abstinencia tras una exposición crónica la
disminuye, como hacen otras drogas de abuso
(Fernández et al., S.f.).
A pesar de la capacidad de los cannabinoides para
producir tolerancia, la capacidad de los derivados
del cannabis para producir dependencia en
humanos es un tema que genera controversia.
Algunos autores apoyan la tesis de que los
derivados del cannabis no son capaces de
producir dependencia física ni, por lo tanto, la
aparición de u síndrome de abstinencia en
humanos, mientras otros describen algunos
síntomas de abstinencia en consumidores de
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como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y
otros aunque fueron de menor intensidad si las
comparamos con la sintomatología de la
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http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/
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Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:
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