Bioquímica de las adicciones

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Tecnológico de Costa Rica Escuela de Ingeniería en Biotecnología Rachel Fuentes Ignacio Gamboa Kairo Chacón Jason Pérez II semestre 2010

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Page 1: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

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Tecnológico de Costa RicaEscuela de Ingeniería en Biotecnología

Rachel FuentesIgnacio GamboaKairo ChacónJason Pérez

II semestre 2010

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Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

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cannabinoids on the brain. Progress in

Neurobiology 58:315-348.

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Ciencia para Todos), 271-281

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adicción: bases neurobiológicas. Universidad de

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stimulation reward. Ann Rev Neurosci. 19: 313-340.

químicade las

Page 3: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

Ameri, A. (1998), The effects of

cannabinoids on the brain. Progress in

Neurobiology 58:315-348.

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y de la salud. Siglo XXI de España Editores.

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sueños: Neuropsicofarmacología, México, FCE (La

Ciencia para Todos), 271-281

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adicción: bases neurobiológicas. Universidad de

Sevilla, España. 43p.

Fernández, J.; González, S.; Cebeira, M. &

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Farmacológicas de la Tolerancia/ Dependencia a

Cannabinoides. Universidad Complutense.

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medicamento. Determinación analítica.

Asociación Española de Farmacéuticos Analistas.

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cannabinoide endógeno en la dependencia a

drogas de abuso. Memoria para optar al grado de

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stimulation reward. Ann Rev Neurosci. 19: 313-340.

químicade las

Page 4: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

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y de la salud. Siglo XXI de España Editores.

457-480

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sueños: Neuropsicofarmacología, México, FCE (La

Ciencia para Todos), 271-281

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adicción: bases neurobiológicas. Universidad de

Sevilla, España. 43p.

Fernández, J.; González, S.; Cebeira, M. &

Ramos, J. S.f. Bases Moleculares y

Farmacológicas de la Tolerancia/ Dependencia a

Cannabinoides. Universidad Complutense.

Madrid, España. 38 p.

Gil, M. & Noguera, J. 2005. THC: droga o

medicamento. Determinación analítica.

Asociación Española de Farmacéuticos Analistas.

Modesto Lafuente. Madrid, España. (3): 31-39 pp.

González, S. 2003. Implicación del sistema

cannabinoide endógeno en la dependencia a

drogas de abuso. Memoria para optar al grado de

doctor. Universidad Compluetense de Madrid.

Madrid, España. 130p.

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pharmacology of cocaethylene in humans

following cocaine and ethanol administration.

Drug Alcohol Depend 72(2):169–182p.

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Yang of hedonic homeostasis. Neuron. 16: 893-896.

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medicina de la Universidad nacional de medicina

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cocaine.html

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cannabinoid receptors. Trends in Pharmacological

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Vachez, M. (2009). La química de las

Adicciones. Centro de tratamiento de Oceánica.

Extraído el 29 de Octubre del 2010 desde:

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Wise R. 1996. Addictive drugs and brain

stimulation reward. Ann Rev Neurosci. 19: 313-340.

químicade las

Page 5: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

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Page 6: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

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cannabinoids on the brain. Progress in

Neurobiology 58:315-348.

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stimulation reward. Ann Rev Neurosci. 19: 313-340.

químicade las

Page 7: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

Ameri, A. (1998), The effects of

cannabinoids on the brain. Progress in

Neurobiology 58:315-348.

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stimulation reward. Ann Rev Neurosci. 19: 313-340.

químicade las

Page 8: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

Bibliografía

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y de la salud. Siglo XXI de España Editores.

457-480

Brailowsky, S. (1995), Las sustancias de los

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químicade las

Page 9: Bioquímica de las adicciones

Introducción

En la vida todo es química. Desde la

creación del Universo hasta las adicciones; todo

tiene que ver con la química: reacciones en

cadena de la mezcla o división de partículas que,

infinitamente pequeñas, forman todo. Las drogas

(sustancias químicas que alteran el estado de

ánimo) y los comportamientos compulsivos, que

logran igualmente estos cambios en el estado de

ánimo, han acompañado al ser humano desde

su existencia. (Buela et al, 1996)

Una droga es toda sustancia natural o sintética

que genera adicción o dependencia, ya que

contienen ciertos principios activos que estimulan

la liberación de hormonas y neurotransmisores

que tienen ciertos efectos sobre el organismo en

general como cambios en el estado de ánimo y

comportamientos compulsivos. Las drogas han

acompañado a la humanidad desde siempre y

aun hoy lo hacen, desde las usadas en

tratamientos para el cáncer, enfermedades

mentales, para mejorar el rendimiento deportivo

y hasta las que son de carácter ilegal. Además, a

través de la historia se han usado como

estimulantes o como forma de diversión, desde la

antigua Grecia, cuando los reyes consultaban a

las sacerdotisas del oráculo para tomar decisiones

importantes, estas se internaban en cavernas

para “meditar” y “comunicarse” con los dioses

hasta los incas en Machu Pichu, que tomaban té

de coca para poder respirar bien en estas

condiciones de altura y así se pueden citar varios

casos en los que fueron usadas. (Fernández,

2008).

Las drogas en la actualidad generan toda una

controversia por el problema social al que están

acompañadas en el área de América Latina y

otras regiones del mundo. El narcotráfico ilegal de

cocaína proveniente de Colombia hasta los países

de América Central y Norteamérica ha generado

la aparición de los Carteles de droga, no solo en

Colombia, sino que ahora están tomando fuerza

algunos mexicanos, esto produce grandes

estructuras que se encuentran muy bien

organizadas desde los procesos de la extracción de

las drogas hasta lo que es la distribución de las

mismas. Los principales problemas que genera

esto son los centenares de asesinatos hechos a

modo de venganza o ajuste de cuentas, ya que

en este tipo de negocios no se perdonan los

errores, además de los problemas de adicción,

delincuencia, destrucción de familias y otros igual

de peores o aun más. (Fernández, 2008)

No se puede hablar de drogas sin hablar de

adicciones ni viceversa. La adicción es la

necesidad imperosa y compulsiva de volver a

consumir droga, junto con la adicción se crea la

dependencia, paralela a ella, y este es un cambio

neurobiológico y neuroquímico que se da en el

cerebro. Los cambios que se dan en el cerebro

hacen que el individuo actúe de manera selectiva

ante ciertas circunstancias y se comporte de una

manera especial. Se dice que las funciones

cerebrales se encuentran todas en perfecto estado,

excepto las relacionadas con lo que se refiere al

consumo de droga. (Vachez, 2009).

El síndrome adictivo se compone de una

serie de síntomas y signos que son comunes entre

los diferentes adictos y se presentan en diversas

adicciones de manera que son un común

denominador. Esto se debe a que la disfunción

bioquímica del cerebro del adicto es fundamental

en la génesis de la adicción, y esta respuesta

cerebral enferma se puede generar con la

exposición prolongada a una gran cantidad de

químicos, situaciones y conductas que producen

una estimulación del sistema dopaminérgico

mesolímbico del cerebro de la persona

predispuesta. (Vachez, 2008).

Las diversas adicciones se categorizan para su

mejor estudio y comprensión de la siguiente

manera:

1. Adicciones de Conducta:

- Adicción al Juego

- Adicción al Sexo

- Adicción a las Relaciones

- Adicción a la Religión

- Adicción a las Sectas

- Adicción al Trabajo

- Adicción a la Internet

2. Adicciones de Ingestión:

- Adicción química

- Alcoholismo

- Cocaína

- Tabaquismo

- Mariguana

- Sedantes Hipnóticos

- Anfetaminas

- Éxtasis

- Heroína

- Opio

3. Adicción a la comida

- Comedor compulsivo

- Bulimia

- Anorexia Nervosa

Para diagnosticar los trastornos por dependencia

de sustancias y la evidencia asociado con la

autoadministración de cocaína, opioides y etanol,

los investigadores están interesados en la

identificación de mecanismos celulares y

biomoleculares comunes, que puedan explicar la

apetencia por las sustancias y las conductas

adictivas. (Buela et al, 1996)

Para ello utilizan varios metodos o teorías, las

cuales se describen a continuación; la primera de

ellas es la teoría dopaminérgica, la cual se basa

en la investigación de la dependencia a

sustancias y esta ha sido la teoría de la

estimulación psicomotora. Según esto, los

mecanismos biológicos para la estimulación y

para los efectos reforzadores de las sustancias son

los mismos o por lo menos comparten algunos

elementos. El mecanismo común propuesto es la

activación de neuronas dopaminérgicas del

sistema mesocorticolímbico.

Las neuronas dopaminergicas del grupo A10,

(cuerpos celulares se encuentran en el área

tegmental ventral (ATV)) se proyectan hacia

diversas regiones basales del cerebro, incluyendo

el núcleo accumbens (NAcc), tubérculos olfatorios,

corteza prefrontal y cingular, hipocampo y

amígdala. (Brailowsky, S. 1995)

Existen evidencias que indican que la dopamina

del cerebro medio está modulada por el ácido

gamma g-aminobutírico, la serotonina, opioides

endógenos y aminoácidos excitatorios. Diferentes

estudios indican que existe una alta densidad de

receptores opiáceos en el ATV y receptores m,

delta d y kappa k en el Nacc. Estos receptores

tienen una alta afinidad por los agonistas de la

morfina, dihidromorfina y oximorfina, y sus

efectos son antagonizados por el naltrexone.

Las vías neurológicas para el reforzamiento

positivo (búsqueda de placer) están en las vías

dopamínergicas que van del ATV en el tallo

cerebral hacia el NAcc, localizado en los ganglios

basales. Muchas drogas que causan dependencia

parecen actuar a través de esta vía para producir

el reforzamiento positivo. Las sustancias

estimulantes la afectan directamente,

incrementando la cantidad de dopamina

disponible para estimular las células en el NAcc.

(Brailowsky, S. 1995)

Los efectos reforzadores positivos de las drogas

alucinógenas son menos claros. Veamos un

ejemplo, la marihuana interacciona primero con

receptores localizados en el cerebro, y éstos no

parecen tener una interacción indirecta con los

sistemas dopaminérgicos del ATV.

Ahora, los reforzadores negativos involucrados en

la dependencia de sustancias están relacionados

con el alivio de los síntomas de abstinencia. Dos

sistemas cerebrales parecen ser particularmente

importantes durante la abstinencia: el sistema

noradrenérgico en el locus coeruleus (LC) del tallo

cerebral y el sistema dopaminérgico que termina

en el NAcc. (Brailowsky, S. 1995)

Después de una administración crónica de

cocaína, opioides o alcohol, se reproduce un

aumento del umbral de estimulación en el NAcc;

por lo tanto, los mismos niveles de estimulación

producen menos reforzamiento positivo. esto

puede interpretarse como un tipo de

reforzamiento negativo después del consumo

crónico de la droga. (Harris et al 2003)

En el presente trabajo nos concentraremos en dos

sustancias consideradas como adictivas, la

primera es la cocaína, la cual es una droga

estimulante y altamente adictiva. Su sal de

clorhidrato, la forma en polvo de la cocaína, se

puede inhalar o disolver en agua para inyectarse.

“Crack” es el nombre callejero con el cual se

conoce. (Harris et al 2003)

La cocaína es un estimulante poderoso del

sistema nervioso central. Incrementa la

concentración de la dopamina, la es una

sustancia química del cerebro (o un

neurotransmisor) asociada con el placer y el

movimiento, en el circuito de gratificación del

cerebro. (Medlineplus, 2010) Ciertas células del

cerebro o neuronas usan la dopamina para

comunicarse. Normalmente, la dopamina es

liberada por una neurona en respuesta a una

señal placentera (por ejemplo, el olor rico de una

comida) y luego reciclada de nuevo a la célula

que la liberó, apagando así las señales entre las

neuronas. La cocaína actúa previniendo el

reciclaje de la dopamina, causando que se

acumule una cantidad excesiva del

neurotransmisor. Esto hace que se amplifique el

mensaje y la respuesta de la neurona receptora y

por último perturba la comunicación normal. Este

exceso de la dopamina es el responsable de los

efectos eufóricos de la cocaína.

De esta manera, se producen una serie de efectos,

producido por distintos neurotransmisores. La

dopamina producen un sentimiento de bienestar,

la serotonina produce un sentimiento de

confianza y la noradrenalina produce una

aumento del ritmo cardiaco, promoviendo la

liberación de reservas de glucosa, con lo que se

da un aumento general de la energía. De esta

forma, su uso produce un efecto de euforia.

Estudios indican, que los principales

neurotransmisores que median sobre el

mecanismo de adicción, son la dopamina y la

serotonina, dándose estudios donde se elimino

alguno de los dos receptores en ratones y que

estos aun así demostraron adicción, mientras que

si se eliminaron los receptores de ambos, no se

detectaron síntomas de adicción. El uso repetido

a menudo también crea tolerancia a la euforia.

En usuarios frecuentes de esta droga, se produce

una dependencia más que nada derivada de la

necesidad de mantener los elevados niveles de

placer. Incluso puede darse que la membrana

postsináptica produzca nuevos receptores para

adaptarse a los altos niveles de dopamina.

Además, se producen cambios profundos en el

metabolismo, estructura y transmisión de señales

de las neuronas, con lo que se explica porque es

tan difícil superar la adicción.

La otra sustancia que crea adicciones es la

Cannavis sativa (Marihuana), la cual se utiliza

para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer,

migraña, insomnio, náuseas y vómitos, además

la marihuana estimula la vía dopaminérgica, que

es un sistema de recompensas en el cerebro,

desde el área ventral tegmental al núcleo

accumbens. (Ameri, A. 1998)

En lo relativo a la química de la Cannabis, se han

identificado más de 400 sustancias sintetizadas

por la planta, de las cuales más de 60 son

canabinoides. Los tres compuestos más

abundantes son el canabidiol, el canabinol y

varios derivados del delta-9-tetrahidrocanabinol

(D9 THC o THC), que es el principal componente

psicoactivo de la planta. (Schlicker et al 2001)

Fumado, el THC se absorbe rápidamente hacia la

sangre, la que lo transporta al cerebro y al resto

del organismo. La vida media del THC es de

aproximadamente 19 horas, pero varios de sus

metabolitos son detectados durante días o

semanas después de la última administración.

Esta elevada persistencia del THC y sus

metabolitos se debe a su gran solubilidad en las

grasas, con la consecuente tendencia a

acumularse en el tejido adiposo del cuerpo para

después liberarse lentamente. (Ameri, A. 1998)

Metabolismo de los Cannabinoides

Hoy se sabe en relación a los

cannabinoides, que los receptores de membrana

a los que se une el 9-tetrahidrocannabinol

(9-THC) y otros cannabinoides presentes en la

Cannabis Sativa, lo son para una serie de ligandos

endógenos que por analogía funcional se han

denominado cannabinoides endógenos o

“endocannabinoides”. Por tanto, hoy bajo el

término “cannabinoide” se deben agrupar una

serie amplia de sustancias con estructuras

químicas diferentes que tienen en común el ser

capaces de actuar a nivel de alguno(s) de los

elementos constituyentes del sistema

endocannabinoide (Fernández et al., S.f.)

Cuando los preparados de la Cannabis sativa L.

(hachís, marihuana) se consumen en forma de

cigarrillos son absorbidos por los pulmones, junto

con los otros componentes del humo. La entrada

del THC en sangre y la posterior distribución en

tejidos son muy rápidas y presentan una cinética

similar a la obtenida tras su administración

intravenosa. La máxima concentración de THC en

sangre se alcanza antes de que finalice el

consumo del cigarro (Gil & Noguera, 2005).

La ingestión de los cannabinoides por vía oral da

lugar a unos niveles plasmáticos de THC

inicialmente más bajos que cuando se toma por

inhalación. Por vía oral su biodisponibilidad se ve

reducida por su sensibilidad a la acidez del jugo

gástrico, por el metabolismo hepático e intestinal,

así como por su acceso a la circulación

enterohepática. Por tanto, hay que ingerir una

cantidad mayor de THC por esta vía para

conseguir el mismo efecto fisiológico que por la

respiratoria (Gil & Noguera, 2005)

El THC y su metabolito, el 11-hidroxi-THC

(11-OH-THC) son los que en mayor proporción se

acumulan en los tejidos. Una parte del THC

aparece conjugada con ácidos grasos, sobre todo

en la fase final del almacenamiento. La paulatina

liberación del THC, desde estos almacenes

tisulares a la sangre, lentifica la caída de los

niveles plasmáticos de este compuesto, tras el

cese de su administración. Esto prolonga su

presencia en sangre y la posterior entrada al

cerebro, lo que podría explicar las dificultades para

identificar un síndrome de abstinencia a esta

droga, tras la suspensión de su administración (Gil

& Noguera, 2005).

La eliminación del THC se produce principalmente

mediante sus metabolitos en heces (un 68%) o en

orina (12%), aunque también lo hace a través del

pelo, la saliva y el sudor. La mayor parte del

metabolismo ocurre en el hígado, aunque

también puede producirse en otros órganos como

el pulmón y el intestino. En orina se detecta la

presencia de 11-OHTHC y hay una elevada

concentración de ácido THC-11 oico, ambos en

forma libre o conjugada. Los metabolitos de los

cannabinoides son eliminados en forma de ácidos

libres o conjugados con glucurónico. Estos últimos

se almacenan en el cuerpo durante períodos

relativamente prolongados de tiempo y pueden

llegar a ser detectados en la orina varias semanas

después del consumo de los cannabinoides (Gil &

Noguera, 2005).

Potencial adictivo y tolerancia a los cannabinoides

A pesar de que hay muchas personas que

aseguran que el consumo de marihuana no es

para nada adictivo, existen muchas otras que

desarrollan dependencia desde los primeros usos.

El mecanismo por el cual los cannabinoides

producen adicción en un individuo ha sido

ampliamente estudiado, no obstante, la mayor

parte del conocimiento actual sobre los

mecanismos de acción de los cannabinoides se

ha desarrollado en modelos animales.

Se ha demostrado que los cannabinoides actúan

en el sistema nervioso a través de receptores CB-1

específicos de membrana. Estos receptores están

situados en neuronas de muchos circuitos

encefálicos, incluyendo el sistema de recompensa

cerebral. Este sistema es clave para entender la

conducta adictiva, y de él forman parte las

neuronas dopaminérgicas mesotelencefálicas, así

como algunas neuronas peptidérgicas, de entre

las que destacan las encefalinérgicas (Gil &

Noguera, 2005).

En lo que se refiere al sistema cannabinoide

endógeno, determinados estudios

inmunohistoquímicos y de hibridación in situ

evidencian niveles bajos e incluso ausencia del

receptor CB1 en el núcleo accumbens y en VTA.

Sin embargo, otras regiones cerebrales como la

corteza prefrontal, el hipocampo y la amígdala,

que inervan de manera importante al núcleo

accumbens, presentan niveles de moderados a

altos de receptor CB1. Esto sugiere al menos una

implicación indirecta del sistema cannabinoide

endógeno en la modulación de la ruta

dopaminérgica mesocorticolímbica que podría ser

la responsable de las acciones de los

cannabinoides en los procesos de refuerzo y otras

respuestas motivacionales (González, 2003).

La mayoría de las drogas de abuso activan las

neuronas dopaminérgicas de la VTA. Esta

activación es parte del proceso neuroadaptativo

que engloba los cambios que se producen en el

sistema nervioso central (regulación de

receptores, alteraciones en los canales de calcio

voltaje dependientes modificaciones en la

expresión de determinados genes, etc.) como

resultado del consumo de una droga. El

tratamiento agudo con cannabinoides produce la

activación de este sistema dopaminérgico. Este

efecto no se debe a la activación directa de las

neuronas dopaminérgicas ya que estas neuronas

no expresan receptor CB1, sino a la acción de los

cannabinoides sobre los terminales

glutamatérgicos y/o GABAérgicos que inervan al

núcleo accumbens y al VTA. Estos terminales

contienen receptores CB1 presinápticos cuya

activación por cannabinoides conduce a la

regulación de la liberación de glutamato y/o

GABA (González, 2003)

Los cannabinoides, al igual que el resto de las

drogas de abuso, activan las neuronas

mesotelencefálicas y disminuyen el umbral de

recompensa cerebral. Del mismo modo que la

cocaína, los opiáceos o el etanol, estos

compuestos inducen conductas de

autoadministración en animales de

experimentación y provocan condicionamiento de

lugar preferencial (Gil & Noguera, 2005).

Consecuencia de la disminución en la densidad,

expresión génica y capacidad de activar

mecanismos de transducción de señales de los

receptores CB1, así como en la disponibilidad de

los ligandos endógenos para estos receptores, en

diversas regiones cerebrales, otros autores han

puesto de manifiesto, aunque de forma

controvertida, que el consumo crónico de

cannabinoides podría conllevar a la aparición de

elementos de dependencia física. Es decir, se

podría desarrollar un fenómeno de abstinencia,

con respuestas adaptativas comportamentales

y/o moleculares disparadas por la ausencia de la

droga, que serían parecidas a las que aparecen en

la adicción a otras drogas de abuso, como los

opiáceos o la cocaína (Fernández et al., S.f.)

La administración crónica de cannabinoides

provoca tolerancia y dependencia, e induce

neuroadaptaciones en el circuito de la

recompensa que son idénticas a las inducidas por

las principales drogas de abuso y que se pueden

poner de manifiesto mediante el cese de la

administración de estos compuestos (síndrome de

abstinencia comportamental y bioquímico

específico) (Gil & Noguera, 2005).

Los cannabinoides actúan sinérgicamente con el

sistema opioide endógeno, en especial con el

sistema encefalinas-receptor-F-opioide, lo que les

permite actuar como factores de vulnerabilidad

en el desarrollo de la conducta adictiva (Gil &

Noguera, 2005). Sin embargo, diversos grupos de

investigación, utilizando una estrategia de

bloqueo de los receptores CB1 con una antagonista

específico, el SR141716, en animales tolerantes a

9-THC, sí que han sido capaces de demostrar la

existencia de manifestaciones de abstinencia,

aunque predominan las respuestas somáticas

(principalmente motoras), sin cambios

importantes a nivel neurovegetativo. También

utilizando modelos de abstinencia a

cannabinoides inducida por SR141716, otros autores

han demostrado que se producen cambios a nivel

molecular en elementos que también son

afectados por otras drogas de abuso, como los

opiáceos, la cocaína o el alcohol (Wise 1996; Koob,

1996). Se ha visto inducción de c-fos e incremento

en la liberación de CRF en el núcleo central de la

amígdala, aunque estos autores utilizaron un

cannabinoide sintético muy potente a dosis que

excederían en mucho las concentraciones de

9-THC que podrían alcanzarse durante el

consumo humano (Fernández et al., S.f.).

Otros estudios han demostrado alteraciones del

sistema de la adenilato ciclasa/AMP cíclico o han

puesto de manifiesto que el tratamiento con

9-THC incrementa la liberación de dopamina en

neuronas del sistema mesolímbico, mientras que

la abstinencia tras una exposición crónica la

disminuye, como hacen otras drogas de abuso

(Fernández et al., S.f.).

A pesar de la capacidad de los cannabinoides para

producir tolerancia, la capacidad de los derivados

del cannabis para producir dependencia en

humanos es un tema que genera controversia.

Algunos autores apoyan la tesis de que los

derivados del cannabis no son capaces de

producir dependencia física ni, por lo tanto, la

aparición de u síndrome de abstinencia en

humanos, mientras otros describen algunos

síntomas de abstinencia en consumidores de

preparaciones concentradas de cannabinoides

como irritabilidad, insomnio, anorexia, nauseas y

otros aunque fueron de menor intensidad si las

comparamos con la sintomatología de la

abstinencia a otras drogas de abuso.

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