Bluhm - La Filosofía Política de Leo Strauss

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Harald Bluhm

Harald Bluhm

La filosofa poltica de Leo Strauss y el pensar simple.

Alguna vez Leo Strauss le reproch a Karl Lwith el no pensar lo suficientemente fcil o simple, mientras que l s se impona a s mismo esa exigencia (Strauss 1946: 111). Sorprende el comentario, en vistas a una obra que exige algunos bagajes de interpretacin y que se presenta a s misma, tambin, como esotrica y exotrica. Sin embargo, la autodescripcin no debe descartarse cual engao o perfidia; expresa, antes, una intencin, cuyas consecuencias deberan interesarnos. Strauss afirma, ni ms ni menos, que las cuestiones fundamentales de la filosofa poltica slo se abriran a un pensar para el cual la tarea decisiva de la teora fuera la interrogacin y discusin incesante de los problemas que estn a la base del orden poltico. Quiero, en primer lugar, bosquejar brevemente esa forma de pensar -sobre la cual raramente se focaliza-, y sus perfiles modernos (I-II), para luego, en la segunda parte (III-V), tematizar su relacin con determinaciones de lo poltico y de la filosofa poltica. Debe mostrarse que es precisamente por medio del pensar simple que se supera la diferencia entre lo pre-poltico y lo poltico, y que las determinaciones socio-morales se vuelven la esencia del orden poltico; es a partir de ello que se diagnostica la decadencia de la filosofa poltica y la crisis de la modernidad.

1. El pensar simple.

Dicho sumariamente, son tres los momentos que caracterizan el pensar simple straussiano: no es cientfico, porque parte de la opinin de lo cotidiano y es a travs de su cuestionamiento que se propone progresar hacia la verdad. Esa verdad apunta a la totalidad del orden poltico, que no obstante no podra ser presentada positivamente, sino slo de forma indirecta, a travs de un reconocimiento de problemas eternos. Uno choca con tales problemas cuando penetra las oposiciones como la del derecho natural y el convencionalismo, la del pensamiento del orden y el hedonismo, hasta llegar a las alternativas que estn en su base (Strauss 1953: 13,34-36). A esos momentos del pensar simple va asociada la caracterizacin de las teoras polticas antiguas -sobre todo, la de Platn- como clsicos insuperables, frente a las cuales las teoras modernas slo representan una decadencia. Sobre esa misma lnea se asienta el hecho de que Strauss comprenda su filosofar, esencialmente, como una cuestin socrtica (Meier 1988: 94-96).

El estricto recurso de Strauss a la antigedad griega ha provocado controversiales tomas de posicin. stas van desde la ligera incomprensin, pasando por el rechazo de la importancia que tendra, para la modernidad, la clasicidad de las antiguas teoras, hasta el escepticismo sobre qu tan en serio se puede hablar de ese recurso, incluso, como camino poltico. Por ms que se parta de la afirmacin de que, con el recurso a la antigedad, se trata sobre todo de encontrar un estndar fijo que permita juzgar los rdenes polticos, ello no disminuye sin embargo la necesidad de fundamentacin metodolgica. An cuando se suponga que en la antigedad habra existido la posibilidad de indagar en la verdad filosfica de los rdenes polticos partiendo de las opiniones de los ciudadanos, es ms que cuestionable que un tal camino sea posible tambin en la modernidad. Strauss comparta por otra parte ese escepticismo. Consideraba excesivas las influencias modernas y conoca las posibilidades de la manipulacin ideolgica en el siglo XX. Sin embargo, conservaba la visin de que se podra superar ese conjuro liberando los medios del entendimiento natural y rastreando hacia su origen las falsas maniobras en la historia del pensamiento poltico. Slo despus y por medio de una deconstruccin de la historia de la filosofa moderna podran ser recuperadas las chances para un pensar simple. Sentada esa posibilidad, Strauss ve, por cierto, un camino de retorno sealado para el preguntar simple, pero es un camino para muy pocos; un camino que se aproxima ms al elitismo platnico, que a la oficiosidad pblica de Scrates. La filosofa moderna no est slo a merced de las dificultades normales del filosofar que segn un leitmotiv de Strauss-Platn ha descrito en la alegora de la caverna, porque no existe para ella ningn acceso directo a las teoras clsicas. Dado que la decadencia del pensar frente a esos modelos se ha extendido ya demasiado, primero deben ser recuperados los medios naturales del pensar cados en desgracia, que permitan retornar al nivel perdido.

Si bien un tal camino precario de retorno y de recurso estricto a la antigedad griega posibilita, por cierto, eludir el conocimiento cientfico, slo lo hace al precio de una gran carencia de lenguaje frente a la modernidad. El todo invocado del orden poltico, al que se refiere el pensar simple, es el entrelazamiento entre moral, derecho y poltica, un entrelazamiento poco diferenciado si lo comparamos con la modernidad. Si bien el recurso a este entrelazamiento abre a planteos crticos frente a la modernidad, las articulaciones complejas de esta ltima no son focalizadas directamente. Los cuestionamientos se asientan en presupuestos pre-modernos y permiten ciertamente un asombro y una sorpresa sobre la modernidad. Al hacerse de la sorpresa y el asombro aspectos constitutivos del filosofar, el crculo se cierra en torno a la prestigiosa herencia intelectual antigua. La tarea de la filosofa deviene, como Werner J. Dannhuser titul una vez, becoming naive again (Dannhuser 1975: 641).

Ese nudo de pensamiento, en el que el pensar simple y la preferencia casi absoluta por las teoras polticas antiguas se apoyan mutuamente, funda el frente straussiano contra el historicismo moderno y todo relativismo; y, por cierto, lo hace de manera tal que las cuestiones fundamentales de la teora poltica se vuelven resistentes, incluso, a una historia slo teortica de los problemas. Su insistencia en pocos problemas sustanciales, que tienen todos la forma de alternativas fundamentales (Atenas o Jerusaln, Antigedad o Modernidad, entre otras) est llena de presupuestos, porque no habra por qu aceptar, por principio, que slo habran de ser siempre pensable dos, y slo dos, posiciones, cuanto ms antagnicas. No obstante, la enorme agudeza intelectual que se encuentra en la base de la determinacin de tales alternativas es una fortaleza del pensar simple, en el que unilateralidad y simplificacin son un valor inseparable. Sobre ambas descansa la fuerza provocadora de los escritos de Strauss.

Sera errneo concluir que el pensar simple debera tambin producir presentaciones tericas simples. Segn Strauss, los clsicos antiguos pensaban simple, y sera posible conocer ese pensar a travs de su interpretacin, es decir, de un trabajo de adaptacin del dilogo entre aquellas grandes cabezas. Strauss modifica el principio hermenutico, para l hbrido, segn el cual se debe entender a un pensador mejor de lo que l mismo se entenda, expresando que sera ms importante entender a los clsicos del modo en que ellos mismos se entendan. Slo con ese propsito por su parte utpico, y a travs de una lectura cuidadosa, de un hundirse en el texto, podra descifrarse la interpretacin de s dada por el filsofo (Caton: 1973: 171-182). Simultneamente se da por supuesto que la teora poltica no es beneficiosa para la multitud, porque es subversiva, a causa de su discusin inacabable de los fundamentos del orden poltico; es decir, por su escepticismo frente a la comunidad, que precisa justamente de reglas socio-morales y polticas determinadas y vinculantes. Ese peligro de persecucin de los grandes pensadores por parte de la multitud, que se asienta en un profundo escepticismo y cuyo modelo originario es naturalmente, la figura de Scrates, obliga a los filsofos que no se sustraen ni a su profesin ni a su responsabilidad poltica, a encriptar su obra en una parte esotrica y exotrica. Dicho de otro modo: por un lado una tal obra se dirige slo al elegido grupo de filsofos que toleran la verdad, y por otro lado, esa verdad es encriptada, de modo de tornarse inaccesible a la multitud. Si se quiere, en razn de la mltiple codificacin de los textos filosficos no slo es tortuoso el camino a la verdad, a las preguntas eternas, sino que tambin la presentacin escrita se complejiza y slo encierra en su seno la conciencia sobre los pocos, pero fundamentales problemas, que caracterizan al pensar simple. Se precisa, en consecuencia, de crecientes esfuerzos hermenuticos para poner a ambas en relacin.

Si bien Strauss subray de ese modo, de manera particular, los problemas de un pensar filosfico serio bajo parmetros claramente no-liberales, esto es, los de una tal persecucin latente y abierta, al mismo tiempo ampla enormemente el espacio de las interpretaciones hermenuticas. Su obra adopta la forma de comentarios, de interpretaciones de estilo y de textos, en los que los recubrimientos y los ncleos tericos son puestos en relacin reflejndose los unos con los otros. Esto vale especialmente para los clsicos antiguos, que distinguen explcitamente entre una doctrina esotrica y una exotrica, pero tambin para pensadores cruciales, como por ejemplo Hobbes y Spinoza, que no trazaron explcitamente esta distincin, pero que vivieron bajo condiciones de persecucin. La historia de las ideas polticas deviene el campo para el renovado debate de los antiguos y los modernos, y el pensar simple cae bruscamente en interpretaciones complejas y, en algunos casos, poco previsibles.

Pero, en tanto las interpretaciones se remiten a las doctrinas esotricas de esos filsofos, ellas son guiadas, de manera coercitiva aunque a menudo, poco visible- por los propios argumentos de Strauss. Esta circunstancia dificulta gravosamente la discusin con l. Tan poco legtimo parece, por un lado, hacer slo un uso selectivo de las interpretaciones de la historia de las ideas de Strauss como, aceptar sin resquemores, por el otro, los intentos de reconstruccin de sus teoras implcitas, precisamente a causa de su encriptada estructura (por ejemplo, Drury 1988). De ah que el punto de partida del pensar simple posibilite una salida a ese dilema. ste permite extraer, desde la obra de Strauss, una constante metodolgico-teortica, sin tener que entrar en trabajos interpretativos singulares y en su metodologa, o verse obligado a atribuir a Strauss un edificio terico consistente.

II. Fundamentos metodolgicos de la filosofa poltica de Strauss.

La concepcin del pensar simple quedara insuficientemente determinada si uno se detuviera slo en las autodescripciones y en el recurso estricto a la antigedad. Strauss est anclado en la modernidad mucho ms de lo que a menudo se supone. Sin duda, mantuvo preferentemente en un segundo plano la influencia de los filsofos modernos sobre su pensar. En la crtica a la modernidad, y tambin en el principio metodolgico, est orientado, en especial, por Edmund Husserl y Martin Heidegger, de modo mucho ms fuerte que lo que se evidencia en los escritos. Esa influencia se muestra no slo con la ayuda de textos relacionados, como por ejemplo Philosophy as a rigouros science (Strauss 1983), sino que tambin se ve en clases y cartas, publicadas recientemente.

No obstante, la influencia de la fenomenologa y de la ontologa fundamental est atravesada esencialmente por la confrontacin de Strauss con Nietzsche (cf. Drury 1988: 170-181, Gunell 1985: 359). La prueba ms clara del fuerte influjo de Nietzsche se encuentra en una carta a Lwith de 1935, en la cual dice haber sido nietzscheano hasta sus 30 aos de vida (Strauss, 1935b: 183). A dicha recepcin pertence, primero, la orientacin problemtica rigurosa de Nietzsche, con la que ste corroyera la tradicin de las construcciones filosficas sistemticas. An con mayor fuerza retoma Strauss la crtica radical de Nietzsche a la modernidad y su recurso, propio de la ms encumbrada modernidad, como seala Lwith, a la antigedad pre-cristina (Lwith 1935: 101-113). Anlogos acentos visibles en su libro sobre Spinoza-, introduce Strauss tambin despus de 1930, al volver a desenrollar el debate de los antiguos contra los modernos. La postura crtica heroica de Nietzsche y su apasionada determinacin de los nuevos filsofos por venir no slo lo fascinaba como gesto de pensamiento,. Prosigui esa postura en su teora, voluntariamente inadecuada a la poca, que ofrece resistencia al mainstream de las orientaciones analtico-positivistas en la ciencia poltica. Un elemento de ese pensar consiste en que uno, saliendo del espritu del tiempo, invierta las preguntas y/o vuelva a preguntas originarias, las retraduzca a su original ingenuidad (Lwith 1935: 103). Por medio de una marcada radicalizacin, se contraponen las visiones vulgares a la autntica pregunta. Tales alternativas son un signo del pensar que Nietzsche y Strauss comparten. Tambin el juego virtuoso del filsofo-artista con mscaras, con perspectivas en primer y segundo plano, resultaba estimulante para la nueva conceptualizacin de Strauss de la relacin de lo esotrico y lo exotrico,. Shadia Drury ha hecho de este ltimo aspecto el punto central de su interpretacin de Strauss, radicalizndolo hacia la tesis de que tiene escondida una filosofa nietzscheana, que se halla en la base de su filosofa poltica (Drury 1988: 170-181). Con ello, Drury no slo estiliza el conjunto de premisas implcitas de Strauss en la direccin de una filosofa oculta, sino que la separacin de esta filosofa oculta en tanto teora esotrica respecto de la filosofa poltica transforma a esta ltima en exotrica sin sustancia, porque se pierde la relacin con las premisas tericas. A ello se agrega que, en especial en lo que respecta al mtodo, se comprueban tambin otras influencias importantes, adems de la de Nietzsche (cf. Bern 1991: 169-181).

As, la fenomenologa de Husserl -en particular, su crtica al neokantismo, que Strauss conoci en Marburgo- fue relevante ya biogrficamente para la conformacin del principio metodolgico de Strauss. Strauss vuelve muchas veces a un dilogo con Husserl, en el que esa crtica es resumida en una metfora. Los neokantianos comenzaran su filosofa por el techo, esto es, por el el saber cientfico, cuyo fundamento sera la disposicin pre-cientfica, natural, frente al mundo. Y recin desde ah podra volverse problema la gnesis de la ciencia (Strauss 1989b: 28, Strauss 1983: 31). Strauss comparte esa posicin de Husserl, cuando entiende que la filosofa poltica se eleva partiendo de las opiniones y la asienta sobre los medios del entendimiento natural, como tambin cuando objeta a los sujetos del saber. Su pensamiento del derecho natural, que se separa del relativismo y del historicismo, retoma la disposicin natural frente al mundo como una perspectiva central de Husserl, pero no lo hace como constitucin de un sujeto trascendental, sino cosa que an debemos demostrar- como camino, en el cual la naturaleza es descubierta por actores humanos, en la gnesis de la filosofa (Rosen 1989: 131).

Junto a estas influencias tempranas se perciben tambin reacciones a la filosofa tarda de Husserl, en particular al escrito sobre la crisis. En un intercambio epistolar de 1943 con Eric Voegelin, editado tempranamente, Strauss no slo remite a este ltimo a dicho escrito sino que lo juzga del siguiente modo: I know nothing in the literature of our century that would be comparable to this analysis in rigor, depth, and breadth (Strauss 1943: 17). Sin duda, Strauss encontraba all una confirmacin en cuanto a que el ncleo de la crisis de la modernidad deba identificarse en la historia interna de la filosofa y en la crisis de lo humano ligada a su decadencia, y tambin en cuanto a que la perspectiva para su solucin se hallaba en una reconstitucin de la filosofa, por medio de la reconstruccin del nivel de la pregunta platnico-aristotlica. Dicho de otro modo, Strauss comparte la orientacin de Husserl hacia una philosophia perennis como filosofa de trabajo, sin un sistema fijo (Husserl 1992: 104).

Impulsos que Strauss haba tomado cuando era estudiante y que haba trabajado en su pensar, son aqu, en la recepcin de la obra tarda de Husserl, confirmados tiempo despus, por el motorizador de esos impulsos. Es el caso de la construccin de su crtica a la modernidad como crtica de la ciencia moderna, segn la cual la soberbia cientfica y la ilusin de poder caen en un crculo que se autoalimenta. Lo que liga a Strauss y a Husserl en ese punto es la disposicin a mantenerse firmes, contra el relativismo, respecto de la posibilidad de un conocimiento eidtico, y en articular esta posibilidad de diversas maneras, respectivamente, con la disposicin natural hacia el mundo, o con un entendimiento natural.

Una influencia an mayor que Husserl tuvo, sin embargo, Heidegger, con quien Strauss se confront una y otra vez. En su origen encontramos, en el ao 1922, una experiencia prxima a una conversin, en una clase de Heidegger en Friburgo. Tras ella Strauss consigna que Max Weber, venerado por l, hasta entonces, como el pope de la ciencia alemana, sera, comparado con Heidegger, un orphan child (Strauss, Klein 1970: 3). No obstante, tambin ese influjo est mayormente oculto en los grandes trabajos de Strauss. A pesar de la dura crtica al compromiso de Heidegger con el nacionalsocialismo -al que no rebaja como un epifenmeno, sino que considera arraigado, teorticamente, en Ser y Tiempo-, Strauss juzga, incluso en los aos 50, que l es the only great thinker in our time (Strauss 1989b: 22).

El ncleo de esa valoracin lo constituye la crtica a la modernidad de Heidegger. Para el modo de pensar simple de Strauss los aspectos ms interesantes resultan los siguientes: en primer lugar se halla la misma concepcin heideggeriana del preguntar. La primaca de la pregunta que Heidegger atribuye al pensar filosfico, y que Strauss remodel como pensar del problema, es slo la primera capa. An ms relevante es la manera de preguntar, que tiene como objetivo el volver posible el preguntar originario, que para Heidegger implica tambin la destruccin de aquella larga tradicin en la cual el problema respecto de lo humano ha sido excluido de la pregunta respecto del ser. Figuras de pensamiento como las de la inversin [Umkehr] y de la breve parada en el camino [Einkehr] son, para el recurso de Strauss a los Antiguos, tan conducentes como el preguntar simple, As lo atestigua una serie de ttulos de artculos, como por ejemplo: Qu es filosofa poltica? Qu es la filosofa poltica clsica? Qu es el derecho natural clsico? Esos ejemplos del modo de preguntar son llevados a cabo -y aqu se diferencian Heidegger y Strauss de Nietzsche-, bajo la forma de confrontaciones con las grandes cabezas de la historia de la filosofa -mucho ms que como confrontaciones directas con el clima intelectual de la poca.

Otro aspecto de la relacin entre la manera de pensar de Heidegger y la de Strauss reside en la concepcin de la verdad. Strauss comparte con Heidegger, y tambin con Nietzsche, la conviccin de que no hay un acceso exclusivo a la realidad. Retoma la crtica de Heidegger a Husserl y destaca dos momentos: que no tiene sentido partir de la afirmacin de que habra una mera percepcin de las cosas, que seran luego valoradas en otra perspectiva, teortico-normativa. Esa representacin misma sera de naturaleza derivada. Y que no podra tampoco analizarse la cuestin del saber en relacin a una conciencia pura, porque con ello las especificidades humanas -por ejemplo, la mortalidad-, quedaran dejadas de lado (Excluidas?) (Strauss 1989b: 28). Todas las interpretaciones son, en consecuencia, soportadas por pre-entendimientos; se es el juicio que Strauss agudiza como arma, contra la diferencia weberiana entre hechos y valores.

Pero Strauss no sigue en forma consecuente el clebre salto de Heidegger al crculo hermenutico. Por una parte, concuerda con l en que el conocimiento de la verdad sera un proceso de bsqueda inacabable, consistente en un constante ocultamiento y des-ocultamiento de la verdad, siempre rodeada en interpretaciones sin posibilidad de asirla de manera directa. La posibilidad de hacer visible la verdad en textos ha sido ligada por Heidegger de modo ejemplar, en La doctrina de Platn acerca de la verdad, a que la doctrina de una pensador sera lo no dicho, en lo dicho (Heidegger 1976: 203). Aqu no slo sorprende el trmino doctrina (Lehre), que luego Strauss utilizar profusamente en sus trabajos de historia de las ideas, sino que tambin aparece ya pensado en ciernes el problema, tan relevante para aquel, de lo esotrico y lo exotrico claro que sin el clmax de una explcita exoteric teaching, en la que los grandes pensadores encriptan su obra, y que Strauss reivindica como un redescubrimiento realizado por l mismo y por Jakob Klein (Strauss, Klein 1970: 4, 1989b: 63-71).

Por otra parte, la disposicin hermenutica de Heidegger tiene claras consecuencias relativistas, y sita los orgenes de la moderna falta de races tambin en el pensamiento griego (Strauss 1983: 33). Por el contrario, Strauss evita esas consecuencias por medio de su suposicin de problemas eternos, a la que completa poniendo el nfasis en un momento absoluto en la historia, el de las teoras antiguas. La mejor prueba de ello reza desde una carta: yo creo realmente, aunque a usted le parezca fantasioso, que el orden poltico perfecto, tal como lo han bosquejado Platn y Aristteles, es el orden poltico perfecto (Strauss 1946: 107, subrayado en el original). La tarea eterna de la filosofa poltica consistir por ende en interpretar los textos de esos pensadores.

Por lo tanto, Strauss se remite, desde el interior de las interpretaciones hermenuticas, a un ancla externa, por medio de la suposicin de un momento absoluto de la historia siendo plenamente consciente de las muchas consecuencias que ello conlleva. Mi tesis es que el pensar simple, como concepto, posibilita la hermenutica trans-histrica de los clsicos antiguos. Y discuto aqu esa manera de pensar, no el concepto hermenutico articulado con ella.

Sobre este fondo, dos preguntas se convierten en la piedra de toque del concepto straussiano: la primera, cmo se vuelve plausible la gnesis de la filosofa poltica. Se explica con el entendimiento natural? La segunda, cmo se fundamenta la clasicidad absoluta de las teoras antiguas, inclusive de las determinaciones fundamentales de lo poltico. Discutir estas preguntas en los puntos siguientes, tras lo cual me abocar al teorema de la decadencia.

III. Origen de la filosofa poltica.

En Derecho natural e Historia, el ms sistemtico de los libros de Strauss, se aborda la gnesis de la idea del derecho natural y con ello, de la filosofa, cuya funcin resulta clave porque la posibilidad misma de un filosofar verdadero depende de su explicacin plausible. El crtico vehemente del historicismo debe a la vez encontrar una explicacin propia, que ha sido caracterizada, adecuadamente, como una argumentacin histrica no-historicista (Gourevitch 1987: 32). Las implicancias de una tal paradoja sern bosquejadas a continuacin a travs de la relacin entre el pensar simple y el derecho natural, haciendo uso, sobre todo, de un pasaje de Derecho natural e Historia (Strauss 1956: 82-95). Observado desde el argumento terico-decadentista, est claro que para Strauss slo la Antigedad merece ser considerada en la demostracin del entendimiento natural, no cientfico. La prueba decisiva para su argumento es, entonces, si logra explicar la gnesis de la idea del derecho natural por medio del entendimiento natural. Porque es slo en la medida en que esto ocurra con medios simples y reutilizables, que estar dada tambin para los modernos la posibilidad de dar todava ese paso.

El derecho natural como composicin, como idea compuesta, presupone el concepto de naturaleza, que, de acuerdo a la problematizacin platnica de Strauss, debe ser descubierta. Slo despus de ese descubrimiento o en forma paralela con l, podr ser encontrado, el derecho natural. Strauss lo explica de esta manera: originariamente, las preguntas por las primeras cosas y la autoridad estaran ya contestadas, antes de ser formuladas, porque lo heredado y el bien son autoridad inseparable y obvia. La incipiente diferenciacin entre lo heredado y lo bueno reposara sobre dos presupuestos pre-filosficos: sobre la diferenciacin entre lo conocido de odas y lo visto con los propios ojos, as como sobre la diferenciacin entre lo creado por el hombre y lo no hecho por l. Sobre esas premisas se basara el descubrimiento de la naturaleza y la diferenciacin entre physis y nomos, que es, por su parte, el fundamento de la filosofa poltica. El derecho natural duda del orden tradicional y lo trata como no dado inmediatamente; el orden bueno y justo es situado preferentemente en relacin con el orden de la naturaleza y de la naturaleza humana.

Strauss no provee ninguna explicacin histrica para el surgimiento del derecho natural, de la filosofa, sino que fusiona lo sistemtico y lo gentico. La comprensin natural, por ms confusa que aparezca en particular, es un intento de tornar plausible el anclaje externo para las interpretaciones hermenuticas, es decir, aqu, para explicar la gnesis de algo que luego ser determinado como la materializacin de una posibilidad humana, la cual, por lo menos segn su propia interpretacin, es trans-histrica, trans-social, trans-moral y trans-religiosa (Strauss, 1956: 91). La gnesis de lo eterno como punto de referencia debe ser, por lo tanto, demostrada.

Cumple con su tarea la explicacin? S, en tanto recurre a posibilidades y capacidades humanas y deduce lo filosfico de lo pre-cientfico. Aquello que no cumple se explica ya en parte por las premisas. Strauss presupone que el derecho natural puede ser descubierto como idea universal, y la validez eterna de lo una vez descubierto no se fundamenta.

Fuertes son las premisas antropolgicas que se acarrean calladamente. No slo se afirma la comprensin natural y sus inseparables elementos cognitivos y morales y otros-, sino que tambin se presuponen una serie de actividades o de capacidades de los hombres, porque como se mostrar- el paso desde lo heredado a la reflexin teortica del orden no es posible para todos. En esencia, ya en el punto de partida se deposit tambin el rol subversivo de la filosofa frente a la ciudad, la comunidad. ste comienza con la duda frente a lo heredado, dice Strauss, y quiz no est equivocado all. No obstante, el andamiaje de la argumentacin sobre el origen de la idea de derecho natural y con l, la explicacin reconstructiva de la gnesis de la filosofa, son teleolgicos. Porque los eternos problemas que trabaja la filosofa poltica y que son formulados recin con su aparicin, son presupuestos por ella; deben ser reconocidos o descubiertos, como la idea de la naturaleza.

El pensar del derecho natural encuentra, como lo subrayara con razn W. Euchner, sobre todo el problema de que debe fabricar, a travs de un proceso de conocimiento, una ligazn entre la naturaleza, la naturaleza del hombre, as como la de la sociedad, y que debe a la vez proporcionar posibilidades de materializacin de ese derecho decisivo (Euchner 1979: 14-15). Ilustrados por la crtica del derecho natural sabemos que ste trabaja con afirmaciones; que esas afirmaciones se articulan fuertemente con el problemtico proceso de ligazn entre naturaleza, hombre y sociedad. Tambin en Strauss el problema est precisamente all. No alcanza ni remotamente con mostrar la gnesis y posibilidad del derecho natural en una forma no racionalista, sino que deben ser fundamentados su revestimiento exterior, su capacidad de servir de modelo y su carcter vinculante. Strauss evita esas cuestiones, en tanto que, fiel a su orientacin problemtica, le da ms valor a la posibilidad del derecho natural que a su revestimiento. Cuando est obligado a definirse, remite sobre todo a las teoras que tilda de clsicas, en las que debe resguardarse el pensar simple. Debe explicarse cmo fue posible su noble simplicity (Strauss 1973: 27, 43).

La filosofa poltica clsica tiene, segn Strauss, la ventaja de surgir en un momento particularmente rico, when all political traditions were shaken, and there was not yet in existence a tradition of political philosophy (Strauss 1973: 27). Ese eminente momento posibilitara que desde la vida poltica pre-filosfica pudieran plantearse, sin enmascaramientos, las preguntas simples y correctas, que se relacionan directamente con la vida poltica,. Esa lgica apenas insinuada del surgimiento de las teoras clsicas, muestra que, en principio, estamos ante un tipo de teora que procede contextualmente. En efecto, se plantean preguntas como la de quin debe dominar, cules son las cualidades requeridas para ello, y muchas otras. Ese pensar excluye preconceptos meta-teorticos y metodolgicos por partida doble, porque est concernido tanto por ell contexto prctico como tambin por la prudencia poltica. As orientada, la filosofa poltica arriba a la exposicin de los problemas fundamentales, como son las preguntas de qu es la virtud, cul es el mejor orden, o qu orden es realizable, bajo circunstancias concretas.

La clasicidad de la filosofa griega antigua, que toma forma en las teoras de Platn y Aristteles es como lo es la posibilidad del derecho natural, en general- antes puesta que explicada. No obstante, Strauss es consecuente, porque le interesa poco una explicacin que enfatice los efectos histricos, que muestre cmo se retorna siempre a esos fundamentos de Occidente (aunque su propio recurso sea un ejemplo de ello).

Comprometerse con definiciones que vayan ms all de los meros fundamentos del buen orden es contradictorio con la orientacin problemtica de Strauss. Sin embargo, s debe exponer qu consecuencias se siguen de sus presupuestos acerca de una naturaleza cualitativamente estructurada y de un orden jerrquico en la constitucin natural del hombre (Strauss 1956: 129-133). Por mucho que rechace un revestimiento material de su pensamiento del derecho natural, parte como si fuera una obviedad de la dominacin necesaria de los mejores, de la familia como clula natural de la sociedad y de la preeminencia de lo masculino. Por lo tanto, todos los criterios que la filosofa clsica, que el derecho natural, deben proveer contra el convencionalismo, son soluciones de principio en pos de un orden poltico ambicioso y estable.

El punto central del planteamiento del derecho natural es que Strauss no quiere proceder de modo antropocntrico, como los modernos, por lo que enmarca la concepcin del hombre en una determinacin cualitativa de la naturaleza y afirma, en oposicin a las representaciones ilustradas (que suponen que naturaleza, hombre y sociedad pueden ser formados y modelados segn perspectivas racionales), un escepticismo general y la inaprensibilidad de la naturaleza humana y del destino. Esas visiones, que se orientan en contra de una participacin igualitaria de todos en el orden poltico (pensable, al menos, de modo virtual), son sin embargo, por su parte, fortalecidas tambin con presupuestos antropolgicos, que escasamente se explicitan. En este punto, Strauss muestra cun difcil es eludir las premisas antropolgicas en la filosofa poltica, una circunstancia sobre la que l mismo haba echado luz en su Comentario sobre el Concepto de lo poltico de Carl Schmitt (Strauss 1988: 112-117).

Con el surgimiento del derecho natural y con su explicacin acerca de cmo se hicieron posibles las teoras clsicas de Platn y Aristteles, Strauss ha completado el salto desde el entendimiento natural, desde los presupuestos extra-teorticos, a la filosofa poltica. Mencinese apenas el hecho de que atribuye all a los clsicos antiguos una doctrina del derecho natural, que stos no posean tan explcitamente (cf. Kuhn 1978: 19). Conforme a su circular explicacin histrica no-historicista, Strauss precisa del entendimiento natural, que compone una esencial parte constitutiva del pensar simple, sobre todo para explicar la posibilidad duradera de la filosofa poltica en sentido estricto. La posibilidad del pensar simple, plagada de presupuestos, encuentra la prueba de su confirmacin en la determinacin de lo poltico. En la discusin que sigue debe examinarse tambin hasta qu punto entran en conflicto los principios y los revestimientos parciales, poco fundadas, del derecho natural. Tanto el entendimiento natural como el preguntar sin enmascaramientos por el surgimiento de la filosofa poltica, como momentos del pensar simple, muestran que, por medio del elogio de las teoras antiguas se introduce un sedimento de orientaciones normativas, histrico-concretas, que se contradice con el pensar estricto del problema.

IV. Concepcin de lo poltico.

La determinacin de lo poltico sigue los criterios del pensar simple. Strauss parte de la consideracin perfectamente sencilla de que todo hacer poltico estara orientado por el conocimiento de aquello que es bueno o malo. Ese principio normativo es conducido luego a una radical alternativa, que dice as: gua humana o gua divina Ese dilema no puede eludirse ni por la armonizacin, ni por la sntesis (Strauss 1956: 77). Pensar la totalidad del orden poltico en ese marco posibilita tematizar factores socio-morales, no como presupuestos pre-polticos, sino como la esencia del orden poltico. Nuestra explicacin de ese pensamiento habr de mostrar que a la vez que el pensar simple puede exponer problemas, sus premisas y la ambicin de pensar la totalidad del orden poltico llevan al fracaso su intento de delinear el orden ejemplar.

La recuperacin de Strauss de la antigedad no slo est influida por conceptos contemporneos en lo que atae al mtodo, y sostenida por el objetivo de ganar un horizonte que haga posible una crtica del liberalismo, ms all del mundo de representaciones de este ltimo (Strauss 1988: 125), sino que posee dos particularidades ms. Primero, Strauss ancla su recurso en la querelle des anciens et des modernes del siglo XVII, a la que interpreta ante todo como una confrontacin en torno a la funcin de la ciencia y, en el seno de sta, a la relacin entre la creencia y el saber racional. Pero lo que est en juego aqu no es el rol de los modelos antiguos en general, sino la funcin de la religin y de la creencia como condiciones del orden poltico. Strauss reprocha a la Ilustracin el querer reemplazar esos presupuestos del orden por el saber racional y, con ello, el querer diluirlos.

Otra particularidad del recurso a la Antigedad es que est mediado por los filsofos rabe-judos de la Edad Media. Sobre todo para Alfarabi existe una fuerte relacin entre el pensar de Platn y la religin: ambos tendran por objeto el orden social, slo que de manera divergente. Mientras que los filsofos tematizan el orden y lo indagan en forma racional, en la ley judaica el orden es demostrado por s mismo, y los intrpretes ms importantes son los profetas. En una palabra, los problemas del orden poltico se tematizan en una fuerte relacin entre Estado, religin y filosofa.

Sobre esta base desarrolla Strauss su reflexin fundamental. El saber de lo bueno y, respectivamente, de lo malo, que presupone el hacer poltico, es relevante en tres formas. Los filsofos buscan la verdad en un preguntar incondicionado; explican en forma racional la posibilidad del orden bueno y justo. Esa bsqueda, que es escptica y est solidificada en ese escepticismo, est abierta slo para pocos. No obstante, los filsofos pueden ejercer influencia sobre la elite poltica, que slo penetra de modo parcialmente racional en esos problemas, pero que los enlaza con astucia poltica y experiencia. En tanto Strauss presupone que la verdad filosfica es peligrosa para el pueblo; en tanto piensa que aquella, como saber racional, permanece tan inaccesible en general a la multitud, como le sera inaccesible tambin lo especfico de la actividad de gobierno, es que se impone la necesidad de una tercera forma de saber en la cual la orientacin s ha de ser posible. La religin es el medio en que se realizan, de una manera determinada, las diversas orientaciones. Ella garantiza, adems, la cohesin de las distintas formas de accin y de saber, porque es el medio comn al que se remiten tambin los filsofos y polticos. En ese sentido, Strauss subsume a los filsofos notables bajo los profetas, que disponen, por sobre los tericos, de conocimientos inaccesibles, inmediatos. Profetas, filsofos y legisladores estn en estrecha relacin como pilares del orden, y conforman la columna vertebral de la sociedad. Los polticos y la multitud son los que ms intervienen en ese orden, y los que tienen, en esa lnea sucesoria, no slo un espacio de juego decreciente, sino tambin una cada vez ms estrecha visin de las articulaciones esenciales.

Las relaciones socio-morales son pensadas aqu como constitutivas para el orden poltico y son ligadas a presupuestos antropolgicos. Un orden poltico digno de tal nombre es moralmente exigente y serio; toma en cuenta tanto la desigualdad de los hombres como la necesidad de gobierno. Strauss extrae agudas consecuencias de la presupuesta desigualdad de los hombres, concebida primariamente como desigualdad de las capacidades intelectuales. Opera para ello con premisas escasamente sostenibles desde el nivel moderno de la ciencia, sobre todo, desde las investigaciones sobre la socializacin y el desarrollo intelectual. No obstante, resulta interesante el modo en que, con esos presupuestos, se realiza la orientacin del pensar simple hacia la totalidad; esto es, cmo la desigualdad se sintetiza en el orden por intermedio de la articulacin entre momentos socio-morales y polticos.

Para Strauss, la cuestin central es el problema teolgico-poltico (Strauss 1965: 7-8), una cuestin que exige ms que el recurso a la filosofa clsica. Si bien remite a menudo al libro 10 del Nomoi, en el que se tratara el problema, all ste est slo pensado en ciernes y no en la forma de la determinacin de una relacin entre la filosofa poltica y la religin juda revelada. La base para su ampliacin del planteo de la cuestin, que ira ms all de la filosofa poltica platnica, es la disposicin estricta a pensar la totalidad por lo menos como articulacin de problemas fundamentales. Esa acentuacin del orden poltico se opone al teorema de la diferenciacin del liberalismo, que autonomiza poltica, economa y cultura en reas diferenciadas de accin (Strauss 1988: 103; 1935 a: 31-32).

Entender al orden como un problema teolgico-poltico presupone diferenciar entre la teologa poltica y el problema teolgico-poltico en sentido straussiano. Si la teologa poltica trata la relacin entre salvacin -en el sentido de la salvacin del alma-, y gobierno, se puede juzgar, siguiendo a H. Meier, que ya en la crtica a C. Schmitt Strauss haca votos por la filosofa poltica y contra una teologa poltica (Meier 1988: 92-94). La caracterizacin del problema como teolgico-poltico muestra que Strauss no tematiza los presupuestos socio-morales de la poltica en un sentido moderno, como una religin civil, sino que pone a la religin en una referencia estricta al orden poltico. El orden poltico bueno est indisociablemente ligado al hecho de que sus reglas de ordenamiento determinadas sean pasibles de ser transmitidas a la multitud directamente, esto es, en la estructura social, en la educacin y en la conciencia prctica que la gua, como en la ley judaica.

Strauss explicit claramente en 1965 cul era el teln de fondo para su concepcin del problema teolgico-poltico, cuando vincul su camino del pensar, en la Repblica de Weimar, sobre todo con la precarizacin de la existencia juda, y con nuevas discusiones sobre lo poltico, as como con una recuperacin de la teologa (Strauss 1989 a: 224-226). El problema teolgico-poltico es idntico, para l, a la alternativa fundante del pensar poltico, la alternativa gua humana o gua divina. Formulacin radical, que acenta la afirmacin de que slo dos orientaciones pueden contar como las ms altas para el hombre: una vida libre, dedicada a la filosofa, o una vida orientada hacia la Biblia y que no cuestiona sus basamentos. Strauss opta por una filosofa poltica, porque slo en ella puede reconocerse la alternativa, y pensarse la oposicin, en el marco de un orden poltico. Sin abandonar su pretensin a la exclusividad, la filosofa poltica permitira reconocer la plena validez de las orientaciones de vida bblicas para otros grupos sociales, sin necesidad de reconciliar a stos con dicha pretensin. Esto es, no cede al error ilustrado de querer reemplazar la creencia que puede creer pese a la crtica racional- por el saber racional, para todos los estamentos sociales, Su pretensin absoluta se halla por ende restringida en cada caso, lo que resalta particularmente si se lo confronta con la tradicin cristiana. Filosofa y religin no pueden sustituirse una a la otra, ni deben ser reconciliadas, y es porque la religin juda no tiene en s una misin que trascienda al mundo que puede Strauss fijar la alternativa en ese horizonte. Filosofa y religin, preferencialmente la ley judaica, tienen -dicho de forma positiva- como objeto el problema del orden, de maneras diferentes, para estamentos diferentes.

Por su relacin con los modelos primarios, la argumentacin de Strauss posee rasgos absolutamente sustancialistas. No obstante, al convertirse el problema teolgico-poltico en universal, filosofa y religin se transforman en cierto modo en dimensiones trascendentes, sin las cuales los lmites y las posibilidades del orden poltico no pueden ser pensados. El juego de intercambios entre las figuras/estamentos sociales y sus formas de saber provee para Strauss la base para una teora poltica significativa. ste intenta as conciliar la vita contemplativa y la vita activa bajo la supremaca de la primera, afirmando que las formas de saber y de racionalidad slo son sintetizables en el orden poltico a partir del momento en que las orientaciones particulares diversas pueden ser superadas a travs de la relacin a las orientaciones ltimas y ms elevadas. Por eso, el problema teolgico-poltico deviene una cuestin central. Esa simple consideracin tiene un valor general; la pregunta es slo si la sntesis superadora de lo particular es llevada a cabo por los diversos actores sociales mismos o si es afirmada como dimensin ms o menos fija.

Una sntesis poltico-social que no anule (abrogue?) las oposiciones, debe erigirse sobre el presupuesto de que el problema del orden tiene especificidades propias de los grupos especficos. Es decir, para Strauss, las determinaciones funcionales y de roles del sabio, del gentleman, inclusive del hombre de Estado y de la multitud, deben ser puestas en relacin de modo tal, que la articulacin socio-moral total de la comunidad pueda, en caso de orientaciones opuestas, ser resguardada en una estructura ordenada. Para eso se requiere que las virtudes y obligaciones de cada grupo social y su sustancia tica comn sean objetivadas y preservadas. De manera completamente platnica, se elige una jerarqua como forma de solucin del problema del orden. El orden justo, con las diferencias antropolgicas presupuestas, consiste precisamente en que no todos hacen lo mismo, sino cada uno lo propio.

El pensar del orden concreto de Strauss es elitista en ms de un sentido, porque el orden no slo es pensado desde la cumbre de la sociedad lo que es lo propio no es determinado por los actores mismos-, sino que es fijado por medio de una jerarqua de formas de actividad, en la que la contemplacin filosfica encabeza el rango, por sobre la vita activa de la aristocracia y ambas, por sobre las actividades del resto de la sociedad.

El argumento completo, asentado sobre un fuerte elitismo, es pasible de crtica desde mltiples perspectivas. La conexin apresurada entre capacidad intelectual, rango de actividades y estamentos sociales ahoga la posibilidad de pensar el orden poltico, no desde el individuo, sino desde lo particular, desde la estructuracin social. El pensar simple, por lo tanto, fracasa doblemente en su pretensin de estar a la altura de la totalidad del orden poltico: por un lado, porque recurre apenas modificando a Platn- a estructuras sociales triviales, y por el otro, porque incluso entonces no toma en serio las opiniones, las formas de racionalidad de los diferentes grupos, sino que slo las pone en relacin desde arriba. Es cierto que Strauss parte de que siempre hay conflictos sociales en el reconocimiento de la desigualdad, de que al hombre le estara dada la poltica como destino, y que, por lo tanto, el orden social es difcil de alcanzar. Pero cuando ya el modelo del orden poltico se piensa slo bajo tales premisas restrictivas, entonces la idea de un patrn universal, al cual Strauss se aferra contra el relativismo y el historicismo, resulta daada.

El sistema de relaciones en referencia al cual Strauss concibe su concepto de lo poltico es la ciudad, la polis. La contrapone a la democracia de masas, esto es, al intento de universalizar la aristocracia. La gran poltica, como con-formacin responsable de un orden, slo sera posible en el marco de la ciudad, porque all dominan relaciones abarcables con la mirada y porque slo all puede perseverar una sustancia socio-moral comn, sobre la que se funda la poltica. El concepto de lo poltico pone en su totalidad el foco sobre el interior de la comunidad poltica, y slo para ese campo vale el pensar del orden en sentido estricto, con su ligazn estrecha de poltica y moral.

El recurso a la antigedad se propone entonces la recuperacin de un concepto de lo poltico, que se muestra enftico de cara al entendimiento liberal, no slo porque supone considerables posibilidades de con-formacin en espacios visibles, sino tambin porque introduce la separacin de esferas sociales, como la del campo pblico y el privado. El problema del orden es, entonces, absolutamente poltico, sin dimensiones particulares que ataen a la sociedad, o dimensiones sociales. La historia intelectual, asentada sobre un pensar del orden concreto, se muestra as como el ncleo del camino de la determinacin de lo poltico de Strauss.. Aunque ste ligue estrechamente la naturaleza del hombre y las preguntas fundamentales del orden poltico, no existen entre ellas relaciones causales. Las posibilidades del orden poltico slo se asientan en la naturaleza humana; otros factores influyentes, como las casualidades y situaciones particulares, las circunstancias histricas y la constitucin socio-moral, siempre ya dada, de una sociedad, no estn a disposicin. De tales condiciones concretas depende en qu medida puede crearse un orden poltico ambicioso. As como es enftico en relacin a las posibilidades de con-formacin en el espacio poltico de preferencia, en la ciudad, ese concepto de lo poltico se diferencia a la vez crticamente de estructuras polticas mayores, como, por ejemplo, de los Estados-Nacin modernos. Porque cuanto ms abarcativos son los espacios polticos, tanto ms precaria deviene la articulacin estrecha de la poltica y sus fundamentos socio-morales.

El enfoque general es, al menos para una teora del siglo XX, ciertamente modesto. Strauss coloca en su centro el problema de los criterios normativos, sin el cual el pensar crtico sera inviable. An cuando, como se mostr, los fundamentos de los criterios, esto es, de los problemas centrales, clsicos, no son en general suficientes, para Strauss est claro que todo pensar poltico tiene premisas normativas. El camino para pasar del opinar al saber consiste en convertir, a travs de una explicitacin procesal duradera, a tales premisas y sus correspondientes representaciones de metas, en objeto del pensar. A pesar de sus paralelos, ese pensamiento ilustrado hermenuticamente se diferencia claramente de los conceptos elaborados en la sociologa cientfica o de otros fundamentos de la teora crtica, porque, lejos de proceder a la dilucin procesal de los criterios normativos, el recurso a los Antiguos posibilita la fijacin de un estndar general. El revestimiento material de ese estndar encubre algunos problemas del orden poltico ya tematizados y hace aumentar an ms la gran tensin existente entre los momentos concretos y los universales de ese pensar normativo.

Las derivaciones metodolgicas de Strauss y, ms an, su estilizacin de la polis a norma universal, como as tambin la fundamentacin de dicho estndar, sobreexigen al pensar simple, que como se mostr- acude ms que a menudo a afirmaciones y a explicaciones teleolgicas. No slo se alimenta, en el tratamiento de lo poltico, de las ms elevadas premisas establecidas, sino que se transforma en su contrario. Por un lado, en tanto pensar concreto del orden, debilita la orientacin del problema y la radicalidad a travs de suposiciones simplificadas de la estructura social. Por el otro lado, la acentuacin de determinadas alternativas, como Atenas o Jerusaln, encubre cuestiones generales: por ejemplo, la cuestin de saber si, y en qu medida, las formas del buen vivir pueden ser destacadas cualitativamente unas respecto de otras, y con ello, tambin aquella que se pregunta cun necesarias son las dimensiones socio-morales que excedan las orientaciones particulares, para la creacin de un orden poltico significativo.

V. El teorema de la decadencia y su contenido.

Si leemos la historia de decadencia de la filosofa poltica de Strauss y su diagnstico de la crisis de la modernidad a las que dio forma en los aos 50- sobre el teln de fondo de los debates actuales, surge una imagen muy escindida (cf. Gunell 1985: 347-359). Por un lado, se puede encontrar una sucesin de pensamientos que parecen absolutamente actuales. Entre ellos, la apreciacin de que la oposicin Oriente-Occidente apenas modificara la crisis de Occidente -una afirmacin cuya sustancia se confirma hoy en los problemas de orientacin del autorreferencial Occidente. Asimismo, a la luz del retorno de los conflictos y las guerras tnicas, nacionales, la verdad eterna segn la cual las sociedades polticas seran siempre particulares y de que su meta sera la autoconservacin -y, a lo sumo, el autoperfeccionamiento (Strauss 1964: 6)- aparece tambin parcialmente confirmada. Sin embargo, por otro lado, el enmarque y la deduccin de esas consecuencias por parte de Strauss son tan precarios, que se debe dudar hasta qu punto una teora poltica que escasamente tematiza a la modernidad qua modernidad, permite realizar afirmaciones sustantivas sobre ella. Ahora bien, Strauss reflexion en parte sobre ese problema, y pese a la consideracin de que los problemas actuales demandan soluciones correspondientes recurri primordialmente al pensar poltico antiguo. No slo tena entonces en mente preguntas y planteamientos de problemas eternos, sino que le interesaba en particular un tipo de teora poltica, a saber, aquella que permite formular preguntas determinadas, principalmente de carcter socio-moral, respecto del orden poltico. Vale la pena observar con ms precisin esa forma de la teora, que Strauss contrapone polmicamente a las orientaciones modernas. Dicha mirada es interesante, porque entre tanto la constelacin de la ciencia poltica se ha transformado notablemente. Si Strauss era, en su tiempo, uno de los pocos pilares del campo de la filosofa poltica, sta ha tomado en los aos 70 un impulso que por cierto sigue parmetros nuevos, liberal-individualistas, menos clsicos. No obstante, al menos en lo que concierne a una corriente, existe una relacin vinculante.

La crtica fundamental de Strauss apunta al alejamiento de las teoras polticas modernas resepcto de los modelos antiguos; dicha decadencia sera central en el movimiento de precarizacin de las orientaciones socio-morales en la modernidad. Cuando la modernidad pierde sus autocertezas, sobre todo la de la creencia en el progreso, cae en la crisis de sentido. Porque, por exagerado que suene, la modernidad reposa sobre la filosofa racionalista moderna, que conforma la base para sus representaciones hbridas de fabricabilidad, que son traducidas, sin un sentido y sin una orientacin ms profundas, en progresivas transformaciones tecnolgicas. Por eso, el hombre moderno sera un gigante ciego, o dicho de otro modo con una parfrasis de Lessing- alguien que ve mucho, pero no realmente tan bien como vean los antiguos (Strauss 1989 b: 239, 71). Poco lugar queda en el presente, tras el fin de los meta-relatos dispuesto por la postmodernidad, para tales historias de decadencia de gran formato. No obstante, el problema de los fundamentos precarios del orden poltico permanece. As, en ese sentido, la crtica comunitarista del liberalismo apunta explcitamente al dficit socio-moral de Occidente.

Strauss no brinda una autntica historia de la decadencia. La decadencia de la filosofa poltica es bosquejada, en general, a grandes rasgos y las cabezas relevantes reciben diferente atencin. Hobbes, Spinoza y luego Maquiavelo son merecedores de un libro; Rousseau, Nietzche y otros obtienen, en comparacin, poco espacio. No obstante, los modelos de explicacin son fijados exclusivamente en referencia a pensadores singulares, y en el contexto de la concentracin general en procesos intelectuales no sorprende que Strauss casi no discuta otras causas de la decadencia. El punto central es, para l, el surgimiento de las ciencias naturales cuantitativas, que destruyeron el concepto cualitativo de naturaleza, sobre el cual reposaban las teoras clsicas. Con la campaa victoriosa de la forma racionalista cientfica habran desaparecido los presupuestos para poder discutir adecuadamente las cuestiones fundamentales del orden bueno y justo.

La crtica a la modernidad de Strauss es una crtica del desarrollo moderno de la ciencia, y se debe subrayar ese hecho, porque una parte de esa crtica -por ejemplo, la que se plantea al saber racionalista, hbrido, de expertos-, se ha vuelto, entre tanto, un lugar comn. Si se invisibilizan estos aspectos de su teora poltica, tambin presentes en el programa de una Ilustracin de la Ilustracin, se la coloca bajo una falsa ptica, porque su pensar aparece entonces slo como una teora para anticuarios, que se ubica fuera de los debates del siglo XX.

Strauss ofreci una variante de su teorema de la decadencia en Derecho natural e Historia. All, tras presentar el derecho natural ideal, describe sobre todo la decadencia de la filosofa poltica, como hundimiento de la finalidad de la teora poltica y como cambio de paradigma del tipo de teora. La finalidad originaria de la filosofa poltica habra sido la de reflexionar sobre el mejor orden -o sobre el segundo mejor orden-, y examinar all las posibilidades del hombre, su excelencia, la human excellence. A partir de all, las virtudes y obligaciones quedaran colocadas en el centro de la construccin de la teora: se tratara de producir una relacin entre la filosofa normativa y la prudencia prctica para la vida. Es decir, la teora poltica es, como Aristteles la definiera, filosofa prctica; una forma de teora que no sigue un ideal metodolgico abstracto, sino que procede contextualmente, tratando cuestiones de la estructura social, como as tambin aspectos polticos, morales del orden. Sus disquisiciones remitiran a la interseccin de elementos de la conciencia cotidiana, de reglas de prudencia poltico-prcticas e indagaciones filosficas, indagados por la razn y puestos en relacin mutua.

Es justamente esa relacin integral la que habra sido derrotada, por intermedio de Maquiavelo y Hobbes, en favor de una nueva orientacin teortica. Si el primero separa moral y poder y coloca el acento de la teora poltica en el poder, Hobbes completa por su parte en principio- ese cambio, al situar la reflexin sobre la poltica en el contexto de la filosofa teortica y al seguir una idea de mtodo abstracta, descontextualizadora. La finalidad ya no es entonces el mejor orden, sino un orden razonable, que debe asegurar la estabilidad. Pero, con ello, poco queda ya en pie de los elevados fines originarios, poltico-morales, de las virtudes polticas, de la dominacin de los mejores, de la sociedad bien ordenada. Por aadidura, al comenzar por sus premisas individualistas, Hobbes ya brinda una fundamentacin racionalmente centrada del liberalismo y se aparta del pensar clsico del orden en direccin a un pensar instrumental de la poltica.

Si ponemos el foco en la tesis del rebajamiento de la finalidad, llama la atencin el hecho de que una serie de temas que juegan un importante rol en las teoras antiguas han sido colocados de nuevo en la agenda aunque con otros fundamentos- por los comunitaristas, como es el caso por ejemplo de las cuestiones de la autolimitacin y el rol de la virtud para el orden poltico. Es digno de observar que tales temas recin parecen poder constituirse en objeto cuando se sigue un determinado paradigma de teora poltica. Es evidente que tales temas estn ligados a modos de proceder de la filosofa poltica que subrayan de otra manera, y con mayor nfasis que los conceptos con orientacin analtico-emprica, los problemas normativos. El retorno a procedimientos contextualistas en la teora poltica, tal como lo llevaron a cabo de manera ejemplar, hace algn tiempo, Michael Walzer o, en un sentido ms teortico-cientfico, Stephan Toulmin, muestra que existe una clara relacin entre los campos temticos de la filosofa clsica y el tipo de teora que le es propia. En ese punto Strauss encuentra una convalidacin, ya que critic a los modernos sobre todo porque perseguan la idea de un mtodo abstracto, porque el intento de pensar la poltica en la filosofa teortica segn el modelo de las ciencias naturales tena como consecuencia groseras prdidas del problema e inadecuadas descontextualizaciones. No obstante, nada impide a priori que puedan reformularse los problemas clsicos tambin con medios modernos, ni que la reorientacin hacia el tipo ms bien clsico de teora poltica pueda abordarse no simplemente como un movimiento de inversin, sino como uno de recuperacin sustantiva, que incluya tanto los problemas claves del orden poltico como las cuestiones de la justicia compleja. El presupuesto, algo oculto y tambin insuficiente, de la tesis de la decadencia de Strauss es la concentracin sobre la ciencia y su funcin. En ese nivel, el diagnstico de la decadencia, con sus modificaciones, aparece justificado parcialmente. Porque una teora normativa, que plantea preguntas del orden socio-moral, de la virtud y de la poltica en ese contexto, est asociada a la recuperacin de orientaciones tericas de la filosofa poltica clsica; pero no demanda un retorno riguroso como el que Strauss lleva a cabo. An en el marco de una historia de la decadencia debera uno aspirar, en oposicin a Strauss, a una presentacin en lo esencial diferenciada de la teora poltica moderna, que, en lo que atae a las grandes lneas, contenga tambin bifurcaciones e interrupciones, conozca de diferentes movimientos opuestos, en la cual los pro y los contra estn repartidos, y en la que existan problemas que recin se vuelvan visibles, en su amplitud y profundidad, cuando se los tematice como discursos que van ms all de corrientes e incluso ms all de los pensadores singulares. Ya las suposiciones relativamente dbiles de una perspectiva histrico-problemtica de las ideas polticas -de una perspectiva que sabe de preguntas fundamentales eternas, pero que tambin permite variaciones y nuevas preguntas-, conducen fuera del cors del teorema de la decadencia. Abren espacios para la consideracin de la historia, sin acabar en el historicismo.

Pero el recurso de Strauss a los clsicos antiguos, su defensa, se muestra, al acercar ms la mirada, no simplemente como retorno a los viejos modelos, sino como un intento de hacer valer, contra la modernidad, un horizonte crtico-normativo autnomo (Gourevitch 1968: 325). A la vista de los muchos movimientos ideolgicos, Strauss descarta que la modernidad pueda producir por s misma un tal horizonte. Un problema absolutamente actual, en tanto la modernidad se presenta hoy al observador como enmaraada en la crisis de los procesos de autocerteza y orientacin. As lo demuestran con claridad las discusiones en torno a otra modernidad, reflexiva, que se moderara a s misma, que reflexionara sobre los lmites de lo disponible y los fijara, que buscara orientaciones normativas positivas. La drstica cuenta de prdidas que realiza Strauss alberga por lo tanto el planteo de serios problemas. Pero, al mismo tiempo, debido a su mirada histrico-intelectual primaria de la modernidad, como parte de la teora poltica su complejidad es insuficiente. La debilidad del pensar simple, la unilateralidad con la que se bosqueja la cada decadencia? del pensar moderno desde las teoras consideradas clsicas, es al mismo tiempo la base para una crtica exitosa, de la modernidad, realzada en el espejo de los antiguos. Las preguntas simples o los problemas fundamentales de las teoras clsicas se rodean de complejas interpretaciones, mientras que el pensar simple prcticamente slo marca dficits en los modernos. La deliberada puesta entre parntesis de la complejidad de la modernidad, y de la separacin de la filosofa poltica de las ciencias sociales, parece ponernos mucho ms en presencia del enjuiciamiento crtico realizado desde horizontes problemticos y de pensamiento contrapuestos a las teoras modernas, como as tambin desde preguntas socio-morales, que de la construccin de una teora propia sustantiva. El pensar simple deja con ello mucho ms claro cun ineludibles son los modelos de referencia antiguos y la gran distancia que hay respecto de ellos, que lo que su elogio de las teoras antiguas, hermenuticamente reflejado, convence respecto de que podra constituir el modelo de referencia absoluto. Es caracterstico del pensar de Strauss aferrarse a la idea de tales estndares y continuar, dentro del marco del pensar del orden, con los problemas de la justicia compleja, en contraposicin, por cierto, con las teoras dominantes de la ciencia poltica. Asirse con los clsicos a la posibilidad de una teora decididamente normativa, como confrontacin interpretativa permanente, es un camino poco habitual.

Strauss fue y es un pensador interesante, que muestra la virulencia del planteamiento antiguo de los problemas, en contraste con la modernidad. Juzgado desde perspectivas que analizan la modernidad qua modernidad, toma una posicin que est ms all de sus fronteras y se coloca fuera de juego. Para Strauss se trata de lo contrario: critica la decadencia, ve a la modernidad fuera de juego. Aunque esa oposicin oculta los modernos puntos de partida del pensar de Strauss, que hemos mostrado aqu. Su rol deliberadamente inadecuado a la poca no slo es absolutamente provocador, sino que en parte en razn de una originalidad que la aparta de los marcos habituales- gran parte de sus interpretaciones sobre la historia de las ideas no parece intersectarse con los caminos habituales. Es cierto que de la confrontacin con ellas se ganan ms preguntas que planteos sustentables, y casi ninguna perspectiva para los problemas acuciantes. Pero el cambio de marco y el escepticismo ertico (Th. Pangle) son inquietantes para el pensar moderno, que, carente de percepciones de referencia ubicadas por fuera de su propio horizonte, cada tanto amenaza con empantanarse en sus mltiples autocertezas. El pensar simple de Strauss contiene provocaciones para tales estados problemticos de los debates contemporneos, que transitan, por ejemplo, entre los polos del fin de la historia y el reencuentro /reinvencin de lo poltico. Sin embargo, a causa de sus variados presupuestos no slo resulta de una manera estilizada- simple y confuso, sino que est quebrado en s y deviene por momentos en lo contrario. El pensar simple vive de la tensin entre las alternativas radicales, y su incesante exposicin interpretativa e interrogativa. A travs de ella, Strauss materializa una variante de la filosofa poltica, de la teora ms ambiciosa, a saber el pensar simple en el sentido ms general, que, asociado con tales principios de solucin, lleva a teoras clave, a ideologa. Dicha tensin constituye el atractivo de la teora de Strauss, pero lo arrastra tambin a los peligros de la utilizacin poltica. Una vez, en una carta a Kojve -al que cuenta entre los pocos que lo entienden del todo- Strauss describe su manera de pensar, de modo a la vez auto-irnico y engaoso respecto de las dificultades, de esta manera: I am one of those who refuse to go through open doors when one can enter just as well through a keyhole (Strauss 1948: 236).

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Traduccin del alemn de Cecilia Abdo Ferez.

Gebhardt ha acentuado otra autodescripcin de Strauss; muestra que Strauss se ve no como filsofo, sino como estudiante, como erudito (Gebhardt 1995: 84, 97).

Un anlisis, an por hacer, del pensamiento de Strauss orientado de modo cientfico-sociolgico exigira, en lo referido al perodo de formacin, ,sobre todo una comparacin con Jakob Klein, Gerhard Krger y Karl Lwith. sta debera complementarse con el anlisis de los caminos del pensar de Hannah Arendt y Eric Voegelin.

Hay, en la vasta bibliografa americana, visiones contrapuestas al respecto. Mientras que Stanley Rosen, por ejemplo, habla de una influencia decisiva de Heidegger, Hans Jonas opina, desde una aproximacin biogrfica, que Strauss ya haba llegado a la completitud de su pensamiento, cuando arrib a Heidegger. Cf. A. Udoff: On Leo Strauss: An Introductory Account, en: A. Udoff (ed.) 1991: 26s. Nota 61.

Nota de la traduccin: Traducimos Einkehr por breve parada en el camino, sin que esta eleccin nos satisfaga. Einkehr es, tambin, albergue, posada, entrar a una casa de huspedes o fonda en la que se descansa en medio de un viaje o de un paseo, as como un ejercicio de introspeccin en la conciencia. Las traducciones del trmino son muy dispares, y es en virtud de la amplitud y la riqueza de significacin que permite imaginar el trmino heideggeriano, que optamos por hacer esta aclaracin. Le agradezco a Facundo Vega las referencias.

Me apoyo aqu en Hans-Georg Gadamer, que ha diferenciado la gnesis de ese pensamiento fundamental en Heidegger y que juzga que: Hoy, luego de la publicacin de las primeras lecciones por parte del seor y la seora Brcker, se ha vuelto absolutamente claro que, ya en sus intentos ms tempranos, su tema era la inseparabilidad del desocultamiento y el ocultamiento (Gadamer 1987: 21).

Una de las divergentes interpretaciones del problema teolgico-poltico lleva a primer plano al jewish thinker. La otra acenta la recepcin de Nietzsche y Heidegger. Ambas son influidas por suposiciones sobre la disposicin personal de Strauss en relacin a la religin, y, por cierto, luego de su posicin temprana, ortodoxa. En principio hay tres posiciones: a) Strauss no habra sido ortodoxo sino ateo en los 30s, (Scholem 1980: 192, Strauss 1935 b: 185), b) Strauss encarnara una paradoja -as, Hannah Arendt lo describe como un ateo ortodoxo- (Arendt 1954: 281), y, por ltimo, est la visin de que Strauss sera, en general, un pensador judo (Green 1993).