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BOLETÍN DEL

MUSEO REGIONAL DE ATACAMA

NÚMERO 3, AÑO 3, 2012

COPIAPÓ-ATACAMA-CHILE.

DIRECCIÓN DE BIBLIOTECAS ARCHIVOS Y MUSEOS

ISSN: 0719-1251. Todos los derechos Reservados

Prohibida su reporducción total o parcial por cualquier medio

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BOLETÍN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA

NÚMERO 3, AÑO 3, COPIAPÓ-ATACAMA-CHILE.

2012

DIRECTORA DE LA DIBAM Y REPRESENTANTE LEGAL

Magdalena Krebs Kaulen

SUBDIRECTOR NACIONAL DE MUSEOS

Alan Trampe Torrejón

DIRECTOR MUSEO REGIONAL DE ATACAMA

Guillermo Cortés Lutz

EDITOR

Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba

COMITÉ EDITORIAL Ciencias Sociales y Humanidades:

Guillermo Cortés Lutz; Profesor de Historia y Geografía, Doctor en Historia.

Ángel Espina Barros; Doctor en Antropología; Universidad de Salamanca-España.

Luz Huerta Castillo; Doctor © en Historia; Texas Christian University-USA.

Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba; Profesor de Historia y Geografía, Magíster en Estudios

Latinoamericanos.

Ciencias Naturales:

Bernardo Sepúlveda Hernández; Licenciado en Biología; Doctor en Biología.

Eduardo Fernández Cisternas; Doctor en Electroquímica.

CONTACTO

Museo Regional de Atacama, Atacama Nº 98, Copiapó, Atacama, Chile.

Teléfonos: (56-52) 212313-230498

Fax: (56-52) 212313-230498

Email Editor: [email protected]

Sitio Web: www.museodeatacama.cl

Dirección Postal: Casilla 134, Correo Copiapó, Región de Atacama

ISSN: 0719-1251.

FOTOGRAFIA PORTADA

Postal: Estatua de Juan Godoy-Copiapó

Circa: 1900.

Colección Museo Regional de Atacama

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SUMARIO

Pág.

PRESENTACIÓN 04

MONUMENTO DE JUAN GODOY NORMILLA COMO VESTIAN

LOS MINEROS CHILENOS DURANTE LOS PRIMEROS 50 AÑOS

DEL SIGLO XIX. Guillermo Cortés Lutz & Danilo Octavio Bruna 05

LA PEDAGOGIA DE LA IMAGEN ORDEN CASTIGO EN LAS

TABLAS DE SARHUA. Luz Huertas Castillo 10

PRISIONEROS BOLIVIANOS EN COPIAPO DURANTE

LA GUERRA DEL PACIFICO. Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba 23

LA DESTITUCIÓN DEL INTENDENTE JUAN VICENTE MIRA:

UN EPISODIO DE TENSIÓN POLITICA EN COPIAPÓ

EN LA ANTESALA DE LA GUERRA CIVIL DE 1859.

Joaquín Fernández Abaroa & Eduardo Peñailillo Barra 41

COPIAPO, EN EL PERIFERICO Y COLONIAL REYNO DE CHILE,

SU FUNDACION EN EL SIGLO XVIII. Guillermo Cortés Lutz 54

HISTORIA REGIONAL, EDUCACIÓN, IDENTIDAD, SUBJETIVIDADES

Y APRENDIZAJE SIGNIFICACTIVO. Jimena Ferreiro Hormazabal 71

DISTRIBUCION DEL PUMA CONCOLOR EN LA REGION DE ATACAMA.

Pablo Valladares, Moisés Grimberg, Patricia Cáceres & Wilfredo Briones 85

REVISIÓN DEL ESTATUS TAXONÓMICO DE LIOLAEMUS JOSEPHORUM

Núñez, Schulte & Garin 2001 (Iguania: Liolaemidae)

Jaime Troncoso-Palacios & Francisco Ferri-Yánez

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PRESENTACIÓN

Pensar desde la provincia, es siempre un trabajo gratificante, porque permite desde la

calma observar, reflexionar críticamente, y así enfrentarse con las distintas realidades

que nos circundan, es decir, teorizar desde la provincia es tener una mirada global, pero

con el necesario ajuste local. Y sobre esta base podemos, entonces, pasar a proponer.

Esto es especialmente valioso cuando se trabaja con historia, identidad y patrimonio, y

sometemos a los grandes mitos e iconos al cuestionamiento científico. Existe por tanto una

probabilidad muy alta de que terminemos despejando y derribando antiguas creencias, y

acercándonos a nuevos verdades y conocimientos.

Eso hemos intentado en este tercer número del Boletín del Museo Regional de Atacama,

cuestionar los diversos mitos del patrimonio atacameño, por ello se trabajo sobre cómo

vestía un minero atacameño en el siglo XIX, y de paso despejamos la controversia de que

si la estatua conmemorativa a Juan Godoy, estaba vestido como un minero escocés o no,

polémica que pensamos queda dilucidada. Se introduce una modificación cual fue el

nombre oficial de la Villa de Copiapó de 1744, en el campo herpetológico en la Región,

se presenta un trabajo se síntesis de los estudios comenzados hace más de 4 años, como

siempre es de nuestra área de preocupación; la vinculación de la historia y el patrimonio

con el sistema educativo, desde hace tiempo que está presente la investigación más critica

concerniente a los hechos de la revolución de 1859, y en este tercer número, se ha incluido

un articulo, sobre la antesala de la revolución 1859, de Fernández y Pañalillo , además del

trabajo critico sobre la guerra y la post guerra del Pacifico. También, como lo hemos

venido haciendo en publicaciones anteriores, en este número , se incluyo una articulista

Internacional, esta vez es la Historiadora peruana; Luz Huertas Castillo, quien

actualmente está realizando su tesis Doctoral en la Texas Christian University. Por último

destacar el articulo del Puma Concolor, que reviste una importancia fundamental, ya que

esta investigación y reflexión se da paralelamente con el proceso de taxidermización y

puesta en valor del Puma Concolor, para ser parte de la colección y como pieza de la

exhibición permanente del Museo Regional de Atacama .

Finalmente decir que las nuevas líneas en cuanto al trabajo de investigación del Museo, ha

sido el hecho orientador para un mejor trabajo de conservación y exposición museal, lo

que se ha visto reflejado en un fuerte incremento de las visitas a la Casa Matta, como

también, que el Museo se convierte en un centro de discusión y encuentro sobre la historia,

parafraseando al museólogo Oscar Navarro, volvernos un espacio critico para pensar

y socializar la identidad, la educación y el patrimonio regional.

Prof. Guillermo Cortés Lutz

Doctor en Historia

Director Museo Regional de Atacama

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA

Nº 03, año 2012, pp. 5-9 , Copiapó-Atacama

MONUMENTO DE JUAN GODOY NORMILLA

COMO VESTIAN LOS MINEROS CHILENOS

DURANTE LOS PRIMEROS 50 AÑOS DEL SIGLO XIX

Guillermo Cortés Lutz1 & Danilo Octavio Bruna

2

La minería ha sido la principal fuente laboral de nuestra Región desde épocas muy

tempranas en la Historia. Ya en el siglo XV, antes de que comenzara la invasión española,

el Valle de Copiapó, tenía el centro metalurgista más importante del Cono Sur, hoy

conocido como Viña del Cerro, en la actual Comuna de Tierra Amarilla.

Sin pretensiones desmedidas, podemos afirmar que la minería y la metalurgia

chilena, tienen su origen en Atacama. Los arqueólogos Niemeyer, Cervellino y Castillo,

hallaron un aro y un brazalete de cobre en el sitio El Torín, de la Cordillera de Copiapó,

identificado como aldea de la Cultura Molle, cuyo fechado radio carbónico arrojó una

antigüedad de cien años Antes de Cristo, con lo que demostraron que los Mollenses ya

conocían el uso del cobre para hacer utensilios, unos quince siglos antes de la llegada de los

Incas a nuestra Región. Esto nos habla de la importancia de la extracción de metales y su

posterior fundido y mezclado en este territorio.

Históricamente, ya en los siglos coloniales, XVII y XVIII, nuestra Región mostraba

gran potencial minero. El viajero francés; Amadeo Frezier, el año 1713, relataba que si el

Reino de Chile pretendiera explotar los yacimientos mineros de esta zona:

“Dada la gran cantidad de minas de oro y plata de las montañas de Copiapó, habrían de

ocupar no menos de 40.000 mil hombres”.

Cifra que en para el tiempo presente, pueda parecer algo exagerado, es indicadora

del potencial laboral que se visualizaba para este sector económico. Nos parece que la

realidad actual de Atacama, le ha dado en cierta medida la razón a Freizer.

También en los documentos de fundación de la ciudad de Copiapó, de diciembre de

1744, podemos encontrar información sobre el estado de la minería en el Valle, en el

acta de fundación se relata la existencia de; no menos de 32 estacas mineras, la mayoría de

ellas de oro.

Es decir, la minería era la principal actividad económica en aquella lejana época, y lo

sigue siendo en la actualidad, característica elemental para conocer y comprender nuestra

Historia Regional.

1 Director Museo Regional de Atacama.

2 Investigador Histórico, Museo Regional de Atacama

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Pero fue en el siglo XIX, más precisamente a partir del 16 de mayo de 1832,

cuando la minería de la plata, pasó a convertirse en el eje fundamental de la naciente

República de Chile.

En aquella fecha, Juan Godoy Normilla, hijo de una pastora indígena llamada Flora

Normilla, descubrió casualmente un yacimiento de plata en un lugarejo al que denominaban

Chañarcillo.

La verdad sea dicha, Juan Godoy no era minero de oficio; pero como arriero que

era, estaba acostumbrado a cargar y transportar en sus burros cajones con minerales, desde

las minas a los “ingenios” y trapiches; por lo tanto, sabía distinguirlos por color y textura.

Esto explica porqué al descubrir el yacimiento, lo mantuvo en secreto, se vino a Copiapó

pretextando enfermedad repentina, y las muestras ocultas de mineral que trajo, las mostró

solamente a don Miguel Gallo Vergara, empresario que le merecía confianza.

Ya es sabido que el cerro de Chañarcillo enriqueció extraordinariamente a este y a

varios otros empresarios; pero Juan Godoy, analfabeto, carente de las mínimas capacidades

para desenvolverse socialmente, malgastó su parte en fiestas y “chinganas” y falleció pobre,

nadie sabe ni cómo ni cuándo ni dónde.

Mucho se ha hablado de él, pero, la verdad es que poco conocemos sobre este héroe

de nuestra minería. Copiapó lo ha homenajeado erigiéndole una estatua ubicada en la

Alameda Manuel Antonio Matta; De ella se ha dicho que no lo representa y que sería

supuestamente un minero escocés, y no nuestro joven Godoy Normilla, así se ha ido

forjando el mito y desnaturalizando nuestra historia. Pero, lo cierto es que desde fines el

siglo XVIII, el minero del norte chileno, vestía con coscacho, culero, y una suerte de

faldón, tal como se representa en la estatua de Juan Godoy.

Los dibujos de Recaredo Santos Tornero, de Luis Laurent Simonin, y

principalmente el Atlas de Historia Física y Política de Chile de Claudio Gay, y del pintor

alemán Mauricio Rugendas, retratan y describen cómo vestían los mineros chilenos.

Pero, también está el relato de Vicente Pérez Rosales, en su obra; “Recuerdos del pasado”

(capitulo XII), allí Pérez Rosales, describe lo siguiente:

“Los domingos, a la caída del sol, lucían en la recova sus pintorescos trajes los señores

del combo y la cuña, trajes-jardines por sus variados colores, y hasta cierto punto

graciosos y elegantes. El minero usa calzoncillos anchos y cortos, perfectamente

encarrujados alrededor, que solo le llegan a las rodillas, sobre ellos un ancho culero que

le cae a media pierna, y por sobre todo una larga camisa de listado que, cubriendo la

mayor parte del culero, sólo deja sus faldones al descubierto. Una enorme faja de color

ciñe su cuerpo desde la cadera al pecho: en ella, hacia adelante, va colgada la bolsa

tabaquera, y por la espalda se divisa el mango de un puñal. Usa medias negras y sin pies, y

por calzado ojotas. Un gorro negro o lacre, con una gran borla que le cae sobre el cogote

o sobre la oreja, es el adorno de la cabeza; pero donde el minero echa todo el lujo es en la

manta, que compra sin reparar en precio siendo buena, y que carga con suma

desenvoltura y gracia”.

Otro ilustre viajero que describió el traje de los mineros chilenos de la época, fue el

sabio inglés Charles Darwin, en su libro “Viaje de Circunnavegación Alrededor del

Mundo”, aunque su descripción no es tan buena como la de Pérez Rosales. Este es otro

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antecedentes más para ir dilucidando el cómo era la vestimenta de un minero del norte

chileno.

Además, nos parece importante mencionar, con relación a la discusión sobre el traje

de Juan Godoy (en su estatua) que el “Kilt” o falda escocesa, es el traje nacional oficial de

los escoceses, por lo tanto, sería absurdo que un escocés vistiera ese atuendo para trabajar

en las minas; equivaldría a que un chileno se vistiese de “huaso” para ejercer ese mismo

trabajo.

Nos parece que así podemos ir poniendo punto final al mito y a la deformación de

que Juan Godoy estaría ataviado como un minero escocés.

Otro mito se refiere al rostro de la estatua; se ha dicho que no es el de Juan Godoy,

que es un escocés. Una vez más debemos decir que aquella opinión es errónea. Ahora bien,

efectivamente no es Juan Godoy, pero sí el modelo más parecido a él, que se pudo

encontrar en Copiapó.

El relato del escritor huasquino Román Espech, contemporáneo de aquella época, de

alguna manera viene a entregarnos algo de luz al respecto. Como bien sabemos la estatua

fue mandada a hacer, bajo la intendencia del Coronel José Francisco Gana, en 1850. Como

para aquel entonces ya había muerto Juan Godoy Normilla, y se requería hacer una

reproducción exacta de su rostro, preguntaron a quienes lo conocieron para saber, qué

persona tenía un biotipo similar a Godoy Normilla. Román Espech, dice que fue así como

hubo consenso en que el más parecido era un arriero argentino, avecindado en nuestra

ciudad; de él se habría hecho un daguerrotipo que se envió a Birmingham, para que artistas

y fundidores hicieran la escultura; por lo que no solamente el traje es el típico, sino que

también el rostro de Juan Godoy Normilla, sería como el de este arriero argentino, parecido

a él. No obstante, sobre la Estatua y su forja, tenemos la sospecha, basado en algunos

antecedentes, de que esta figura bien, pudo haber sido fundida en Paris, y no en Inglaterra.

El año 1939, en la revista VEA nº 28, del mes de octubre, se señala que la estatua, habría

sido fundida en París, en la Fundición Donzel, calle Popincourt número 72, este dato se

habría obtenido, cuando en un temblor, se habría desprendido la cabeza de la estatua y

dentro de ella se habría encontrado la tarjeta de presentación del fundidor.

La revista dice; “ Ahora la tarjeta del fundidor está en poder nuestro. Creemos

que constituye el documentos más curioso de propaganda que jamás haya ocupado un

ser humano”. De esta forma estamos dando un pequeño paso en esclarecer los mitos que

rodean a esta estatua conmemorativa, y que tanto representa en el patrimonio y la identidad

de la región de Atacama.

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ANEXO

Fig. 01.

Atlas Fisico y Politico de Chile

Claudio Gay. memoriachilena.cl

Fig. 02. Fig. 03 Mineros segun Mauricio Rugendas Minero según Recaredo Tornero

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Fig.04

Mineros copiapinos según Simoni

Bibliografía:

Pérez Rosales, Vicente; RECUERDOS DEL PASADO. Fondo Nacional de Fomento

del Libro y la Lectura, Santiago, 2006.

Loui Simonin, LA VIE SOUTERRAINE, Paris 1867.

Espech, Román; Sus comentarios publicados en diarios de Copiapó, hacia 1880 y años

siguientes.

Paul Treutler, ANDANZAS DE UN ALEMÁN EN CHILE. Editorial del Pacífico.

Santiago, 1958.

Recaredo Santos Tornero, CHILE ILUSTRADO, GUÍA DESCRIPTIVA. Valparaíso.

1872.

Niemeyer, H. Castillo, G. y Cervellino,M. Culturas prehistórica de Copiapó, 1998.

Acta de Fundación de Copiapó, archivo Nacional ( Dibam – Santiago)

F

Fig

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp.10-22 , Copiapó-Atacama

LA PEDAGOGIA DE LA IMAGEN

ORDEN CASTIGO EN LAS TABLAS DE SARHUA*

Luz Huertas Castillo3

Introducción4

Las tablas de Sarhua son representaciones pictóricas que se han ido transformando a

lo largo del tiempo. Originalmente, estas eran elaboradas en la superficie plana de troncos

de más de dos metros de alto cortados longitudinalmente. Para pintarlas era necesario pulir

la parte plana y luego blanquearla con yeso. Posteriormente, el encargado de la obra dividía

la zona blanca en espacios consecutivos en cuyos límites dibujaba flores o grecas. El sol, en

el extremo superior, y el santo del pueblo, en el inferior, indicaban el inicio y el fin del

espacio pictórico que buscaba retratar tanto a la pareja a la que sería regalada como a su

familia.5 Estas tablas expresaban la cotidianeidad de la vida familiar y eran creadas y

entregadas—o mandadas a hacer—por el compadre o compadres de una pareja que iniciaba

su vida marital formalmente. Como bien indica Pablo Macera, las tablas o vigas originales

3 Profesora de la Universidad San Marcos de Lima, Magíster en Historia y candidata a Doctor en Historia por

la Texas Christian University. [email protected]

* Este artículo está dedicado a Juan Walberto Quispe Michue, talentoso y multifacético artista sarhuino, quien

fuera, además, secretario de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua (ADAPS). Menos de un año antes

de su fallecimiento en el 2007, Quispe generosamente nos concedió una entrevista, la cual constituyó material

fundamental para este estudio.

4 Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva Corónica y Buen Gobierno, Fondo de Cultura Económica, Lima,

[1615] 1993, p. 231.

5 Josefa Nolte, Qellcay. Arte y vida de Sarhua, comunidades campesinas andinas, Terra Nuova, Lima, 1991,

p. 36.

«… y ansí andaba la tierra muy justa con temeridad de justicia

y castigos y buenos ejemplos; con esto parece que eran

obedientes a la justicia y al Inga y no había matadores ni pleito

ni mentira ni peticiones ni proculadrones {sic}, ni protector, ni

curador interesado, ni ladrón, sino todo verdad y buena justicia

y ley.»

FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA,

Nueva Corónica y Buen Gobierno, Tomo I.1

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eran elementos funcionales a la arquitectura de las casas en Sarhua, capital de uno de los

distritos de la provincia de Víctor Fajardo en Ayacucho (Perú).6

Estas “vigas” sufrieron alteraciones sobre todo tras la migración de sarhuinos a

Lima en la segunda mitad del siglo XX. A fines de la década de 1970, los tablones dieron

lugar a lo que hoy son más bien cuadros de treinta por sesenta centímetros

aproximadamente, en donde se representan escenas cotidianas de Sarhua, mitos y leyendas

de esta región, y escenas de la vida en Lima.7 Las tablas “migrantes”, por lo menos hasta el

2006, eran producidas principalmente en el taller de la Asociación de Artistas Populares de

Sarhua (ADAPS), donde se les daba forma de manera grupal.8

Desde fines de la década de 1970, antropólogos e historiadores han analizado el

significado de estas obras de arte. De estos estudios, los más ambiciosos han sido Amor

Brujo de Luis Millones y Mary Pratt y Qellcay de Josefa Nolte quienes, además de haber

realizado un prolijo examen de las fuentes, incluyeron una cuidadosa recopilación de

cuadros producidos por ADAPS en sus investigaciones.9 Este artículo se enfoca en un tema

6 Pablo Macera, “Prólogo”. En: Josefa Nolte, Ob. Cit., p. 14. Sobre Sarhua: Está ubicada a 3389 msnm., su

economía es de subsistencia y se basa en la agricultura y la ganadería. Las referencias más antiguas de Sarhua

corresponden a la visita de Juan de Palomares de 1574, de donde se sabe que ya existía en su ubicación

actual. Sus habitantes hablan quechua y los santos del pueblo son San Juan Bautista, al que se relaciona con

la ganadería y cuya fiesta es el 24 de julio y, la Virgen de la Asunción, cuya fiesta es el 15 de agosto. La

comunidad tiene una estructura dual dividiéndose en los ayllus Sawqa (naturales) y Qullana (extranjeros).

7 Luis Millones, “La tabla del Fin del mundo”, en Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones (ed.), Pasiones y

desencuentros en la cultura andina, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. 170.

8 Al respecto, Pablo Macera explica que «uno o dos de los miembros del taller dibujan el perfil de las figuras,

de eso se obtiene un patrón en papel manteca para representaciones futuras; luego otros aplican colores

¿Quién es el autor? Todos a una.» Macera, Ob. Cit., p. 17. Juan W. Quispe corroboró dicha información y nos

mostró el proceso de diseño y pintado en el local de ADAPS (comunicación personal, Diciembre 12, 2006).

9 Según Macera, las primeras noticias que tuvieron los investigadores limeños sobre estas tablas fueron

difundidas en San Marcos por un alumno ayacuchano en 1945, durante una clase del historiador Raúl Porras

Barrenechea. A partir de esa información, Porras estableció una relación entre las tablas de Sarhua y los kipus

y qellcas precolombinas, que eran formas de registro informativo incas. Sin embargo, no fue sino hasta fines

de la década de 1960 que este arte andino empezó a difundirse y pudo ser apreciado fuera de su espacio

primigenio. Uno de los principales testigos de este proceso ha sido Luis Millones, quien junto a Mary Pratt en

Amor Brujo (1989) analiza las diferentes etapas de las relaciones amorosas como el cortejo y el romance en la

comunidad de Sarhua a través de pinturas y entrevistas a los pobladores de esta comunidad. Por otra parte, en

Qellcay (1991), Josefa Nolte continúa el legado de Porras y establece una relación entre las “tablas de

Sarhua” y las qellcas, demostrando que las tablas brindan información etnográfica con la que se puede

reconstruir patrones de la cosmovisión, mitología e ideología andina. Asimismo, Hilda Araujo en “Parentesco

y representación iconográfica: el caso de las “tablas pintadas” de Sarhua, Ayacucho, Perú” (1998), muestra

que las “vigas de compadres” constituyen un registro riguroso de las unidades domésticas de los parientes

representados en ellas y, además, posibilitan un registro de sucesión de la tierra. Por su parte, Moisés Lemlij

utiliza el psicoanálisis para el estudio de estas fuentes en “De la creación al fin del mundo: Una mirada

psicoanalítica a las Tablas de Sarhua” (2004) donde muestra a las tablas como una producto de la interacción

de “dos sociedades unidas y divididas por el proceso de mestizaje y la modernidad”. Finalmente, las últimas

investigaciones sobre las “tablas” fueron publicadas en Pasiones y desencuentros en la cultura andina (2005),

libro compilatorio a cargo de Luis Millones y Hiroyasu Tomoeda que se centra en temas míticos expresados

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recurrente en dichas fuentes: el orden social y los castigos públicos. Nuestro objetivo es

explorar los nexos entre la estructura normativa de la comunidad de Sarhua y la tradición

pictórica andina, así como entender las reinterpretaciones del pasado comunal en Sarhua

realizadas por los artistas que migraron a Lima.

Conceptualmente, hemos elegido el término “pedagogía” y no “didáctica” para

explicar el rol normativo de las tablas porque si bien lo didáctico se refiere a lo “adecuado

para enseñar o instruir”, la pedagogía está relacionada más bien con “lo que enseña y educa

por doctrina o ejemplos”10

.

En ese sentido, nos interesa resaltar la función de la imagen como guía normativa,

que muestra ejemplos, en este caso, de lo no permitido y de las penas que genera la

desobediencia a las normas establecidas. Además, nuestra perspectiva en torno al castigo se

ubica dentro de la propuesta weberiana del derecho—para este caso, derecho

consuetudinario—en cuanto éste se encuentra “garantizado externamente por la

probabilidad de la coacción (física o psíquica) ejercida por un cuadro de individuos

instituidos [varayoqs,11

en el caso de Sarhua] con la misión de obligar a la observancia de

ese orden o de castigar su trasgresión”12

.

La Trasgresión de las normas

De las fuentes recopiladas por Millones y Nolte hemos elegido las siguientes obras:

“Ronday” (que diferenciaremos en “Ronday [1]” y “Ronday [2]” debido a que son dos

cuadros distintos sobre el mismo tema), “Huanchillo”, “Suhua”, “Jatun Cuchasapa” y

“Castigo Familiar” por ser representaciones de dinámicas sociales relacionadas con el

orden y la normativa consuetudinaria local. En las dos primeras obras, los artistas sarhuinos

se enfocan en la transgresión como eje temático, siendo las relaciones prematrimoniales y

el adulterio los temas centrales.

En “Ronday [1]” (Fig. 1), por ejemplo, cuatro parejas se divierten en las lejanías.

Mientras uno de los participantes toca una guitarra, el resto de parejas baila y una, en

particular, se entrega al contacto físico de manera más íntima. En “Ronday [2]” (Fig. 2) una

en la iconografía migrante de Sarhua, y en Art, Nature, and Religion in the Central Andes (2012) de Mary

Strong, quien pone especial atención al proceso de producción de las “vigas” y su rol en la comunidad.

10 Según lo establecido por la Real Academia de la Lengua.

11 José María Arguedas nos dice: «el Varayok es una autoridad indígena de origen colonial; es el alcalde del

ayllu quechua. Fue instituido por la legislación colonial. Como insignia de su autoridad se le dio una vara, y

de ahí su nombre quechua, “varayok”, que quiere decir “el que tiene vara”. El indio hizo de esta insignia un

símbolo mucho más significativo y extenso […]. En poco tiempo le dio atribuciones, deberes y derechos

distintos a los que el régimen colonial le había señalado, […] Y el Varayok fue indigenizado, en su nombre y

atribuciones.» José María Arguedas, Señores e Indios. Acerca de la cultura quechua, Calicanto Editorial,

Buenos Aires, 1976, pp. 114 – 115.

12 Max Weber Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 1987, p. 27.

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pareja de jóvenes solteros descansa después de haber tenido relaciones sexuales.13

En

ambos casos, las leyendas de dichos cuadros expresan sanción y posible represión como

consecuencia de esos actos. En efecto, mientras que en la leyenda de “Ronday [1]” se lee:

«Es prohibido canto y baile de solteros para divertirse escapan a sitios alejados escondidos-

Rondan los varayoks, descubren castigan drásticamente hacen casar por la fuerza para

evitar sean madres solteras[,] adulterios[sic], asesinos, alcohólicos la juventud deben ser sin

vicios. Sanos fuertes y puros útil a su comunidad»; en “Ronday [2]”, la leyenda narra:

«Comunidad prohíbe amor libre entre jóvenes por ser contra moral varayoks hacen batidas

nocturnas al encontrar jóvenes amándose castigan hacen casar a la fuerza-hacen pagar

multas».

Por su parte, “Huanchillo” (Fig. 3) se centra en una ofensa aún más extrema: el

adulterio.14

Esta representación alude a dos concepciones distintas de este delito ya que

muestra el adulterio como pecado y como afrenta social al mismo tiempo. En la imagen se

ve, tras una piedra, una pareja en una actitud afectuosa; a su alrededor hay tres demonios

presenciando el hecho y, escondida, una mujer que observa a la pareja. La imagen de los

demonios alude a la tentación y al pecado, sobre todo por las serpientes que tienen dos de

ellos en las manos—una de ellas está mordiendo un fruto, que vendría a ser el fruto

prohibido.15

En una versión posterior de esta tabla hay además dos ángeles llorando; ésta

imagen alude a la realización del pecado como acto voluntario de la pareja que ha cedido a

la tentación.16

En líneas generales, estos cuadros hacen referencia al quebrantamiento del orden

comunal. Hermann Trimborn, en su estudio sobre el delito en las sociedades precolombinas

americanas, establece que tanto las necesidades económicas como el mundo espiritual-

religioso determinan el orden social de un pueblo17

. En ese sentido, la mantención del orden

en la comunidad define la relación que ésta ha de tener con sus dioses y, en específico, las

reacciones que éstos van a tener sobre los pobladores. La reciprocidad, que involucra un

criterio de justicia y orden, se hace patente en cuanto los hombres reciben de los dioses de

acuerdo a lo que han dado a su comunidad y a lo que les han ofrecido a ellos como

divinidades18

. Siguiendo esta lógica, una ofensa o delito simbolizaría mucho más que el

13

Ver Nolte, Ob. Cit., pp. 202 – 203 y Millones y Pratt, Ob.Cit., Figura 2 y Figura 6.

14 Ver Nolte, Ob. Cit., p. 209 y Millones y Pratt, Ob.Cit., Figura 12.

15 Millones y Pratt han analizado la función de la serpiente en Sarhua como amuleto. La cabeza de serpiente

es utilizada como un talismán mágico que ayuda a atraer el amor de la persona deseada. Millones y Pratt, Ob

Cit., 56.

16 Ver Moisés Lemlij y Luis Millones. Las Tablas de Sarhua: Arte, violencia e historia en el Perú. SIDEA,

Lima, 2004, p. 36.

17 Hermann Trimborn, El Delito en las Altas Culturas de América, Universidad Nacional Mayor de San

Marcos, Lima, 1968, p. 18.

18 Josefa Nolte, Ob. Cit., p. 69. Sobre reciprocidad, ver: Susan Ramirez, To Feed and Be Fed. The

Cosmological Bases of Authority and Identity in the Andes, Stanford University Press, Stanford, 2005; Karen

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14

simple incumplimiento de la norma ya que ésta genera un quiebre en la relación que hay

entre el espacio divino y el terrenal19

. En efecto, al contrastar nuestra lectura de la imagen

con las ideas y opiniones de uno de los artistas sarhuinos de ADAPS, esta relación entre lo

terreno y lo divino toma un cariz más cotidiano y, por ello, más trascendental. Al respecto,

Juan W.Quispe explica que, en Sarhua, un adúltero termina siendo visto como

[…] un demonio, ya no es gente natural. Y si llueve torrencial o pasa

algo es por castigo, [si hay] granizadas o algo es por culpa de ellos.

Aparte de eso, la gente expresa que ellos ya no andan en el campo como

gente sana sino que se convierten en llamas o en algún animal, en

monstruos y hacen asustar a la gente. Entonces cuando escuchan algo

raro en el campo, dicen:—¡Ah, es su alma de ese!20

No es casual que esta ruptura de las relaciones divino-terrenales ocurra en zonas

agrestes y alejadas ya que, como bien mencionan Millones y Pratt, los pobladores locales

interpretarían estas zonas como un espacio “salvaje”, contrario al espacio “civilizado” en

donde las normas se mantienen gracias a la acción de los mayores.21

Para ambos autores,

esta distinción entre espacios podría explicar por qué en las tablas “Ronday [1]” y “Ronday

[2]” las autoridades comunales, aunque presentes, sólo están observando y no castigando.22

Más que una relación entre el espacio simbólico y el poder de castigar, nosotros

consideramos que la acción punitiva no se realiza en esas imágenes—incluyendo

“Huanchillo”—debido a un elemento fundamental: la falta de audiencia. En efecto, en las

comunidades andinas, para que el castigo sea efectivo, éste debe ser ejemplarizador y

participativo, por lo que la presencia del resto de la comunidad es primordial. La función de

la acción punitiva tiene su base en la relación que hay entre la capacidad comunal de

mostrar poder y la capacidad de prevenir futuras ofensas o delitos.23

Sin estos dos

elementos, el castigo pierde sentido.

Además, si prestamos atención a las tres tablas, lo que prima, más que el acto ilícito,

es el poder de la comunidad de verlo todo. Ya sea a través de los varayoqs—en “Ronday

[1]” y “Ronday [2]”—o a través de la mujer que mira—en “Huanchillo”—, el acto ilícito

no escapa de la vigilancia comunal. De hecho, en “Huanchillo”, la presencia comunal a

Spalding, Huarochirí. An Andean Society Under Inca and Spanish Rule, Stanford University Press, Stanford

1984; y, John Murra, The Economic Organization of the Inka State, JAI Press, Greenwich, 1980.

19 Al respecto, tanto Millones como Nolte mencionan que en el mundo andino «animales y hombres deben

convivir en armonía y equilibrio con la naturaleza, puesto que la ruptura de este podría producir un pachacuti,

el cual marca el inicio y el fin de una Era». Ruth Kristal, “La creación del hombre. Tablas de Sarhua: Una

mirada psicolanalítica”, en H. Tomoeda y Luis Millones (ed.), Pasiones y desencuentros en la cultura andina,

Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. 130. 20

Juan Walberto Quispe Michue, comunicación personal, Diciembre 12, 2006.

21 Millones y Pratt, Ob. Cit., pp. 39 - 40.

22 Ibidem.

23 Hermann Trimborn, Ob.Cit., pp. 111 – 114.

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través de la mujer que observa es más poderosa que la de los diablos y, en la versión

moderna, que la de los ángeles, quienes, resignados, solo pueden llorar por la acción de los

adúlteros. En resumen, las tablas muestran a la comunidad de Sarhua como un ente

omnipresente que, además de observar, tiene el poder real de castigar a los infractores,

como veremos más adelante.

Espacios públicos y castigos ejemplares

Los pintores de Sarhua han sido enfáticos en la representación de los castigos al hacer

evidente la rigidez de las penas. En “Suhua” (Fig. 4) y “Jatun Cuchasapa” (Fig. 5) los

artistas han recreado los castigos a un abigeo y a una pareja de adúlteros respectivamente.24

En “Suhua” se muestra a un hombre colgado de pies y cuello de una viga, teniendo como

contrapeso a una gran piedra que cuelga de sus manos atadas. Sobre la mesa, en donde

están las autoridades,25

está la prueba del delito: las partes que quedan de la res robada. Al

otro lado, tiran dos hombres de la soga. Se ve a la comunidad presente ejecutando el castigo

ejemplar a partir del cual, como dice la leyenda, el abigeo «prometerán [sic] no robar jamás

en la vida». Cabe enfatizar que la sanción plasmada en la pintura corresponde al de una

pena infamante, es decir, aquella que no solo busca reprimir sino que afecta el estatus del

infractor.26

Este tipo de pena hace que el individuo pierda tanto su estatus como su

capacidad de reintegrarse a la comunidad a cabalidad. De hecho, de lo que se trata es de

reprimir y reintegrar sin limitar la vigencia del castigo con el fin de mantener su rol

ejemplarizador.

Por otra parte, en “Jatun Cuchasapa” (Fig. 5) se ve a los adúlteros, hombre y mujer,

en el cepo. Ambos llevan cuernos y son azotados por miembros de la comunidad. Los

esposos de ambos son contenidos al querer golpear a los infractores, lo cual confirma la

idea de que el poder punitivo recae únicamente en la comunidad a través de los miembros

designados para ello. En el extremo superior, la leyenda explica que: «Es sumamente

prohibido adulterar. Al infractor si lo descubren autoridades castigarán drásticamente hacen

recorrer por calles con cuernos ponen al cepo. Cortan pelo oreja azotando». Alrededor de

los infractores, hay gente reunida mirando el azotamiento que termina siendo un ejemplo

del uso del castigo como espectáculo, lo cual se vincula directamente a la aplicación de la

pena infamante. En esta dinámica punitiva, la exposición del individuo en el espacio

24

Ver Nolte, Ob. Cit., pp. 124 y 211; y Millones y Pratt, Ob.Cit., Figura 11.

25 Hay dos tipos de autoridad en Sarhua, la nacional y la tradicional. La autoridad tradicional es la más

respetada y está constituida por los varayoqs, quienes son miembros de la comunidad. La autoridad nacional

está constituida por autoridades que representan al Estado como los gobernadores y los tenientes

gobernadores.

26 Una pena infamante es aquella que «quita el honor á la persona condenada á ella; como las de horca,

vergüenza pública y azotes […]»; en Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación civil, penal

comercial y forense, París, 1831, p. 496. Aquí, más que centrarnos en el concepto de honor, utilizamos el de

estatus para explicar el rol punitivo del castigo. Sobre penas infamantes en el mundo prehispánico, ver

Trimborn, Ob. Cit., pp. 110 – 114.

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público es esencial ya que afirma la presencia de un orden y poder superior y absoluto: el

de la comunidad.

No es de sorprender que el adulterio sea equiparado a crímenes graves como el

homicidio en los Andes. De hecho, éste acto ya era considerado una ofensa imperdonable

en las culturas precolombinas. Por ejemplo, Sahagún menciona que en México a los

adúlteros se les castigaba con la pena de muerte a través de la lapidación. Para los Andes,

Guamán Poma de Ayala señala que el adulterio se castigaba, igualmente, con el

apedreamiento.27

En el caso de que ambas personas hubiesen consentido en realizar dicho

acto, sus cuerpos, además, quedaban expuestos a los animales carroñeros y, por lo tanto,

quedaban excluidos de los rituales mortuorios respectivos, lo que significaba una doble

sentencia de muerte, ya que quedaban imposibilitados de ingresar al mundo de sus

antepasados en la otra vida. En la Sarhua contemporánea, los adúlteros estaban expuestos a

una “doble sentencia”, según recuerda Quispe:

Antes [cuando era niño] les hacían los castigos de la inquisición. Por ejemplo

el cepo, ese era el castigo antes. Les ponían cuernos y les hacían sentar en el

cepo. Pero antes les hacían caminar desnuda [sic]—eso ya no he visto, pero

sé—por la calle principal, una vuelta a paso de doble de campana, tampoco de

repique sino doble, doble de difunto, de entierro. Allá tienen distintas formas

de tocar la campana, para enterrar a un difunto tienen una forma de tocar la

campana pero para otra cosa es otra forma. Con esa música o toque de campana

daban vuelta a la calle principal del pueblo cargados de cuernos […]. Según

dicen, después de eso pueden vivir unos dos o tres años pero después muere esa

gente. Por eso es el doble de campanas.28

La sentencia, como vemos, es efectiva en cuanto se hace pública y más aún si ésta

es drástica. Como apreciamos en “Suhua” (Fig. 4) y en “Jatun Cuchasapa” (Fig. 5), el

espectador cumple un rol fundamental en este proceso. Es tal la importancia de la audiencia

a nivel comunal que esta dinámica punitiva se repite en el espacio privado. Es más, cabría

decir que la dicotomía de lo público y lo privado, hoy en día ampliamente debatida, pierde

sentido en ciertos casos. Por ejemplo, en el cuadro “Castigo Familiar” (Fig. 6) lo que se

muestra es una reproducción del rito punitivo público en el espacio doméstico.29

La imagen

central muestra a una niña, quien es cargada por un familiar mientras otro la azota con un

látigo de tres cuerdas. Hay una cruz en una mesa frente a ella y, sobre todo, hay varias

personas presenciando el castigo. La leyenda menciona que quienes se reúnen a

“sentenciar” son los padres y los padrinos de la menor. La imagen revela una cosa más, en

el lugar, que es el interior de una casa, hay adultos pero también niños observando el

27

Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, V. 2, Alianza Editorial, Madrid,

1988, p. 518. Guamán Poma de Ayala, Ob. Cit., p. 231.

28 Quispe Michue, comunicación personal, Diciembre 12, 2006. El subrayado es nuestro.

29 Ver Nolte, Ob. Cit., p. 124.

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azotamiento, que termina por transformar esta morada en un espacio público, donde el

castigo ejemplar busca hacer que estos jóvenes sigan «el buen cumplimiento de buenos

modales sus deberes en el hogar con su comunidad». El rol punitivo, en este caso, recae en

los padrinos, quienes en Semana Santa:

Está[n] en la obligación de visitar al ahijado y al papá, al compadre,

preguntarle cómo se comporta su ahijado. Entonces ahí le dan la queja y según

la gravedad le dan su chicote y cuando es grave, grave, los cuelgan a la viga de

la casa pero desnudo y ahí les dan; o a otros les hacen cargar, uno lo carga y

otro le da. Entonces esa es otra disciplina, porque eso todo incluye, si es

mentiroso, si es flojo, si es desobediente, todo, todo. O si no saludas, porque

allá en la comunidad a todos tienes que saludar: “Buenos días”, “Buenas

tardes”, a todo el mundo. Si tu no saludas, dicen que de repente es el ejemplo

del papá, que no le ha enseñado, entonces queda mal visto el papá. Entonces,

los que están en la obligación de corregir esto son los mayores, los viejitos,

entonces llaman la atención, dicen—¡¿Cómo tu hijo no sabe saludar?!—al

papá, entonces el papá queda avergonzado.

El Poder pedagógico de las tablas

Para algunos investigadores, las “tablas” son advertencias morales sobre el

comportamiento que debe seguir el poblador sarhuino. Otros han hecho énfasis en el hecho

de que, en ciertos casos, la imagen difiere de lo que realmente sucede en Sarhua. Por

ejemplo, Millones y Pratt encontraron que mientras las tablas enfatizaban el control de los

jóvenes y sus experiencias sexuales, en la realidad, las prácticas sexuales prematrimoniales

forman parte del proceso de consolidación de la pareja, por lo que son consideradas

normales ya que ellas constituyen una forma de comprobar la compatibilidad o no de la

persona con la que se mantiene una relación. Para estos autores, «el sesgo de las tablas

hacia lo legislativo y lo didáctico puede estar conectado con su función original de integrar

una nueva pareja a “la comunidad”»30

. Nosotros consideramos que es necesario tomar en

cuenta que la audiencia del artista sarhuino no es su comunidad, por lo que la acción

pedagógica no está dirigida a sus pares locales sino a nosotros, su público, la audiencia

ajena a la realidad de Sarhua.

Aunque herederas de las “vigas”, los cuadros fueron concebidos en Lima, para un

público capitalino y turista. Las tablas tradicionales lejos de tener una función normativa,

tienen que ver más bien con un registro de las unidades domésticas de los familiares

representados, como bien ha señalado Hilda Araujo.31

Por esta razón, sólo se retratan a los

30

Millones y Pratt, Ob. Cit., p. 42.

31 Hilda Araujo, “Parentesco y representación iconográfica: el caso de las “tablas pintadas” de Sarhua,

Ayacuho, Perú”, en Denise Arnold (comp.), Gente de carne y hueso: las tramas de parentesco en los Andes,

Instituto de lengua y cultura aymara (ILCA); Centre for indigenous american studies and exchange (CIASE),

La Paz, 1998, pp. 461 – 524.

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familiares vivos, como ha aseverado Quispe.32

Los cuadros son herederos de la tradición de

las tablas originarias, pero no son lo mismo. De ellos, los que muestran actividades

relacionadas a la ley o a su cumplimiento tienen una función más sutil: la construcción de la

memoria y la representación de Sarhua como un lugar de disciplina, de productividad, de

justicia y de orden. Así, el objetivo del artista sarhuino es legitimar a su comunidad a través

de una narrativa que exalta el cumplimiento de la ley. De la misma forma como el altépetl

mesoamericano era la expresión concentrada de la nación caracterizada por ser el lugar de

surgimiento de la vida civilizada; la representación de la comunidad de Sarhua como un

espacio moral y disciplinado implica una interpretación ella como colectividad civilizada.

Aún más, esta representación se construye no solo para legitimar, sino para enfatizar el

contraste entre el lugar de origen y el lugar de migración: una Lima caótica, que se eligió

como morada en momentos adversos y en donde la vulnerabilidad del migrante es patente.

Por esta razón, más que un ejercicio autoetnográfico, los cuadros son una estrategia

pedagógica, una narración que no se aleja de la realidad, sino que selecciona elementos de

ella y crea un discurso que busca inculcar en el lector la visión del migrante de lo que debe

ser la sociedad civilizada, la cual es representada, finalmente, por una comunidad

omnipresente, que regula y que mantiene el balance entre lo terrenal y lo divino: Sarhua.

Es por esta razón que los artistas han plasmado en sus cuadros no solo lo que ocurre

actualmente sino lo que ellos vieron o les contaron, lo cual no contradice las dinámicas

actuales relacionadas con el control social. Los varayoqs continúan impartiendo orden, el

adulterio sigue siendo considerado una falta grave y el castigo ejemplarizador sigue

vigente. A pesar de los momentos de violencia, especialmente durante los años de guerra

interna (1980 – 2000) y también en contraposición a ellos, Sarhua emerge en tierras

costeras a través de la memoria de sus migrantes. Los cuadros sobre castigo y orden se

asemejan, de alguna manera, a los dibujos de Guamán Poma de Ayala, quien luego de

explicar los métodos punitivos incas, escribió al Rey de España que: «… y ansí andaba la

tierra muy justa con temeridad de justicia y castigos y buenos ejemplos; con esto parece

que eran obedientes a la justicia y al Inga y no había matadores ni pleito ni mentira ni

peticiones ni proculadrones {sic}, ni protector, ni curador interesado, ni ladrón, sino todo

verdad y buena justicia y ley».33

32

Quispe Michue, comunicación personal, Diciembre 12, 2006.

33 Felipe Guamán Poma de Ayala, Ob. Cit., p. 231.

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19

ANEXO

Fig. 01. “Ronday [1]”

Fig. 02. “Ronday [2]”

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20

Fig.03. “Huanchillo”

Fig.04. “Suhua”.

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21

Fig.05. “Jatum Chuchasapa”

Fig.06. “Castigo Familiar” Fig. 07.

Del Inga. Uinpillai. Castigos de

adveteiras (Felipe Guamán

Poma de Ayala, Nueva Corónica

y Buen Gobierno).

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23

BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp. 23-40, Copiapó-Atacama

PRISIONEROS BOLIVIANOS EN COPIAPO

DURANTE LA GUERRA DEL PACIFICO

Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba34

Mucho se ha hablado y escrito acerca de las atrocidades, cometidas por los soldados

chilenos, durante las campañas de la Guerra del Pacifico. Esto porque el soldado regular

(militar o soldado voluntario) o combatiente irregular (guerrillero y montonero) se

encuentra agobiado por un poderoso stress que domina su cordura. Así bajo presiones

anormales de angustia, miedo, hambre y odio, el soldado da riendas sueltas al saqueo, al

pillaje, a las violaciones y al asesinato de sus enemigos.

Estas atrocidades son una constante histórica, y no podía ser de otra manera, pues:

lejos de los suyos la muerte puede caerle en cualquier momento. Ve

sucumbir a sus compañeros con quienes ha compartido penas y alegrías,

y no sabe cuando terminara todo aquello (...) en posesión de armas puede

ejercer la venganza a discreción contra quienes lo afecten o son un

peligro. Siente justificada sus acciones y por eso no se detiene para

destruir y hacer botín (...) destruir es un desahogo y robar parece ser un

derecho para compensar los sufrimientos y peligros (...) si en el escenario

hay alcohol y mujeres, el desenfreno es inevitable35

Estos “vicios de la guerra” le fueron imputados a los soldados chilenos durante la

Guerra del Pacifico. Relatos de ello se encuentran por montones, eso si, no exentos de

subjetividad, pues como comprobaremos mas adelante, Chile se mostró correcto en lo que

al trato de los heridos y prisioneros enemigos se refiere.

El Coronel Estanislao del Canto luego de la batalla de Dolores, anotaba en su libreta de

campaña: “daba gusto ver como soldados de los distintos regimientos chilenos pedían

permiso para ir a recoger enemigos heridos, que trasportaban al cuerpo de ambulancia

formado camillas con sus rifles entrecruzados”36

. Este gesto de humanidad, este “Sentir

Samaritano”, permitió mitigar un poco los horrores de la guerra. Esta es la compasión del

soldado, que siendo guerrero, es finalmente humano y compasivo con el cadáver del

enemigo.

El alto mando militar y el gobierno chileno en la medida de lo posible, trataron de

evitar los actos de salvajismo con los prisioneros y heridos, evitando los saqueos y el

34

Profesor de Historia y Geografía, Magíster en Estudios Latinoamericanos, Productor Audiovisual,

Investigador y Encargado de Colecciones Museo Regional de Atacama. [email protected].

35 Sergio Villalobos R. Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa. Editorial Universitaria, Santiago de

Chile, 2004. Pág. 156.

36 Sergio Villalobos, Ob. Cit. Pág. 168.

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pillaje; apegándose a la “Ley de la Guerra”, concepto abstracto y ambiguo, pero que tenia

su fundamento en el Derecho Internacional de la época, es así como:

El Gobierno de Chile publico “El Derecho de la Guerra según los

últimos progresos de la civilización”(Santiago de Chile 1879) que fue

repartido a los jefes militares (...) incluía los trabajos del Congreso

Internacional de Bruselas en 1874; el Proyecto de una Declaración

Internacional Relativa a las Leyes i usos de la Guerra; La Declaración

de San Petersburgo sobre armas prohibidas, y las Instrucciones para los

ejércitos de los Estados Unidos de América, publicada en 1871.37

Estas disposiciones fueron tomadas en cuenta por el alto mando castrense, quien las

remitió a los jefes y comandantes de las unidades en campaña, con el fin de ponerlas en

practica y evitar vejaciones a la gente y desmanes en los poblados ocupados, como ocurrió

luego de la batalla de Miraflores, donde “el pueblo de Miraflores fue saqueado como

Chorrillos y Barrancas. Nuestros soldados llegaron ese día cargados de cebollas, libros,

trajes de paños y muchas otras cosas”38

.

El perder la guerra genera en los pueblos derrotados el nacimiento de un fuerte y

poderoso nacionalismo antichileno, que se nutre de resentimiento y espíritu revanchista. El

resentimiento y la desconfianza propicio la creación de símbolos pictóricos y estudios

históricos y literarios, de parte de artistas e intelectuales peruanos y bolivianos, que

rescatan el honor de la vergüenza que significa la derrota en la guerra.

Las iconografías creadas muestran el salvajismo del “mapochino”, del soldado

chileno, que es autor de atrocidades, violaciones y pillaje. Sin embargo Justo Abel Rosales

en su entrada a Lima junto al “Aconcagua” escribía:

Parece que el ejercito ha causado una impresión completamente distinta

de la idea que tenia formada de nosotros el pueblo limeño, que nos creía

desaseados, rotos y tal vez horribles de aspecto. La prensa nos había

pintado como demonios alzados, y era natural que así lo creyesen. Por

eso la mayor parte de la gente decente había huido de Lima, y la que

quedaba cerraba sus puertas con trancas y llave, y solo miraba por las

aberturas de ventanas ocultas tras de celosías 39

.

Las observaciones que podemos realizar del arte pictórico referente al conflicto son

interesantes. Por ejemplo, el dramático óleo de Ramón Muñiz titulado “El Repase”, es tan

fuerte en términos simbólicos, que cala hondo en el inconsciente colectivo del pueblo

peruano y boliviano. En la pintura de Muñiz, se muestra a un soldado chileno que

interpérrito intenta “repasar” a la bayoneta a un enemigo herido. Una “rabona” deja de lado

a su pequeño hijo, para interponerse entre el cuerpo de su compañero herido y la bayoneta

del soldado chileno. Los rasgos de las victimas denotan su etnia indígena y en sus rostros se

37

Ibidem. Pág. 158.

38 Ibidem. Pág. 223.

39 Ibíd. Pág. 230.

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observan gestos de dulzura, inocencia y temor. En cambio el “roto” chileno es duraza

blanca, su rostro se muestra duro y seco, un vil asesino.

Esta imagen de fuerte contenido emotivo, potencia el rechazo y esto determina el

odio, la venganza, el resentimiento, la desconfianza y el afán de venganza.

Recordemos que este recurso llamado “El Repaso”, consistía en rematar al enemigo con la

bayoneta una vez herido a bala. Esto lo explicaba un soldado del Atacama diciendo que

“necesitaban dejar bien muertos a los enemigos, porque muchos se hacían los muertos y

después les disparaban por detrás a mansalva”40

Pero el “repaso” no fue exclusivo de las tropas chilenas, los soldados de la

“Alianza” también la hicieron suya en Tarapacá y La Concepción, sus tropas embriagadas

de sangre ultimaron a los heridos en el campo de batalla.

Hemos visto no menos de 35 oleos, dibujos y pinturas, de artistas chilenos, peruanos

y bolivianos, referentes a la Guerra del Pacifico, en ellos no encontramos ninguna obra

referente a los “prisioneros” o cuyo tema sea el de “prisionero de guerra”. Esto porque el

ideal heroico del soldado de aquella época, era representado en el arte pictórico por los

actos de valentía de los soldados y regimientos; los campos de batallas y sus muertos, las

tumbas y cruces en el desierto; acciones bélicas de regimientos; el descanso y los sueños

del soldado, los vigías, etc; pero ninguno esta relacionado con el cautiverio del prisionero

de guerra.

Pareciera que la problemática que implica la “cuestión” de los “prisioneros de

guerra” no fuera un tema importante dentro las planificaciones estratégicas de los

generales. De hecho eran los propios soldados los que hacían prisioneros, porque “durante

la Guerra del Pacifico no se organizaron las unidades para la custodia de prisioneros, sino

que las mismas tropas combatientes cumplían esta función en forma transitoria”41

. A pesar

de ello, como veremos mas adelante, desde las filas chilenas los prisioneros bolivianos y

peruanos, gozaron de prerrogativas que hicieron más llevadera la vida en cautiverio.

Tal vez algunos de los soldados bolivianos y peruanos al rendirse en el acto, se

salvaron del “repaso” a la bayoneta. Los que se rindieron, vivieron. Los que no, murieron,

pues una carga a la bayoneta sin duda era una carnicería:

Empezamos a subir una loma, que era el punto mas bien defendido por

los peruanos y que por esto mismo, fue el cementerio de los chorrillanos,

por ahí quedo un alfombrado de cadáveres. Todo el trayecto que

recorrimos al lado de un largo foso, lo encontramos lleno de muchos

centenares de cholos muertos de la manera más horrible. La lucha bebió

ser aquí tremenda. Parece que estas posiciones fueron tomadas a la

bayoneta, porque no de otra arma eran las terribles heridas que tenían

los enemigos. Una cuadra imedia distante de nosotros, a nuestra derecha

divisamos algo que en principio me figura, parecía grandes montones de

ropa blanca, y sin embargo eran filas de muertos. La matanza aquí fue

40

Boletín de la Guerra del Pacifico. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile 1979. Pág. 430.

41 Sergio Rodríguez, Problemática del soldado durante la Guerra del Pacifico. Edimpres LTDA. Santiago de

chile 1984. Pág. 17

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grande. Note que chilenos no habían 6 muertos por donde pasábamos. Yo

deseaba salir de ese lugar repugnante, doblemente horroroso por el

aspecto espantoso que tomaban los cadáveres, reventados de la cabeza

los más, otros descuartizados42

.

Los soldados enemigos que apertrechados en sus posiciones defensivas, finalmente fueron

arrollados por una carga a la “bayoneta con chivateo araucano”. Estos al ver avanzar

salvajemente una muralla de puntas de acero decididas a embestir, apuñalar y moler carne,

sembraron el terror y el caos en algunos soldados de la Alianza, que enganchados a la

fuerza, no tenían la voluntad de pelear por una “patria” que les era muy lejana. El encuentro

entre Justo Rosales con un boliviano, luego de la batalla de Tacna es sintomático:

“¿Y Ud., le dije, porque no anda con rifle en mano para defender su patria como los

demás?; -Porque yo soy arriero, pues siñor, y boliviano, y no me importa nada que gobierne

aquí el que quiera. Nosotros los serranos vivimos como animales, solo del trabajo, pues,

señor”43

.

El “repaso” que se realizaba durante el combate era previsible pues cualquier

soldado que no se encuentre gravemente herido, es un enemigo potencial. Pero en las

ciudades ocupadas, la situación era diferente, pues era necesario mantener la disciplina de

la tropa, para que no ocurriesen saqueos y desmanes, y así mantener buenas relaciones con

la población civil.

Luego de la victoria en el “Alto de la Alianza”, el comandante del “Atacama”, Juan

Martínez señalaba luego de ocupar uno de los fuertes enemigos: “Aquí hicimos alto y

ordene a los señores oficiales que me acompañaban, reunieran su jente para evitar que

entraran a la población, pues no creí prudente hacerlo44

.

Un corresponsal del periódico boliviano, “El Comercio de la Paz”, señalaba, a propósito de

la entrada de los soldados chilenos en la ciudad de Tacna:

Sin embargo no había sido el ejercito todo el que penetro a la ciudad a

consumar las estorciones enunciadas, sino únicamente un numero de 200

a 300 soldados que, de una manera furtiva i so pretexto de perseguir a

los derrotados, lograron internarse a la población; pues en obsequio de

la verdad i justicia debemos espresar que ha pesar de la ciudad de Tacna

había sido de hecho abandonada al amparo del enemigo vencedor, sin

ninguna formalidad de parte de las autoridades (...) habiace contenido

por el general en Jefe chileno el desborde de su forajido ejercito,

impidiéndose por todos los medios posibles la entrada de los soldados,

que ardían en el fuego de la avidez y la ambición45

.

42

Ibidem. Pág. 210.

43Ibidem. Pág. 175.

44 Ob. Cit. Pág. 567.

45 Ibid. Pág. 622.

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El parte de guerra del Escuadrón Carabineros de Yungay Nº 1, luego de la batalla de Tacna,

hace referencia al rescate de prisioneros y resguardo del orden que el ejercito chileno

realiza luego de la batalla:

Se rescataron 11 de nuestros prisioneros de épocas anteriores, que en la

cárcel se hallaban encerrados, i se dieron las ordenes necesarias para la

conservación del orden, y se ordeno que alguna tropa de la primera

división, entrara también para asegurar el mas exacto cumplimiento de

estas disposiciones. El escuadrón ocupo la noche entera en reunir

dispersos y prevenir los horrores y desordenes tan difíciles de evitar en

un pueblo tomado por asalto46

.

El orden y la disciplina de la tropa es responsabilidad de sus jefes. Se entiende entonces que

el nivel moral y profesional de los oficiales debía ser el mejor, pues al ser jefes de

combatientes, sus acciones y ejemplos de valor o cobardía, de justicia o injusticia,

equivalen a ganarse el respeto y la adhesión de su tropa, y con ello la manutención de la

disciplina. La máxima es, “Los buenos oficiales hacen un buen Ejercito”. Para el oficial:

Los deberes y virtudes militares constituyen el norte de su acción. Deben

ser profundos conocedores de su profesión y ser capaces de instruir,

entrenar, administrar y conducir a la unidad que comandan (...) un

oficial solo logra el respeto y subordinación voluntaria de sus hombres

gracias a sus capacidades y conocimientos superiores, la entrega a la

causa, disciplina y valentía. En suma todos aquellos rasgos que

conforman al verdadero líder47

El ejemplo descrito a continuación, por el diario “Atacama” durante el asalto a Pisagua es

sugerente:

Otro de los prisioneros, el teniente Escalier Barroa, dice que se rindió a

cinco soldados i un sargento del Buin, que le dieron alcance justo en el

campamento. Uno de ellos lo registro para ver si llevaba armas i le quito

la espada y un revolver. Pero no contento con esta pesquisa volvió a

registrarlo y le saco del bolsillo el reloj y la cadena. Pero visto esto por

el sargento le ordeno agriamente que devolviera al prisionero el reloj y

la cadena. Diciéndole ¡nosotros hemos venido a pelear i no a robar! 48

Los soldados y oficiales que incurrían en delitos y pillajes, eran severamente castigados. El

soldado poeta del “Atacama” Rafael Torreblanca señala en una de sus cartas. “Una partida

de esos bandidos fue fusilada, y en ILo se esperaba al “Angamos”, que se llevaba otra

remesa para pasarla por las armas”49

.

46

Ibid. Pág. 697.

47 Idem. Pág. 18

48 El Atacama, noviembre 1879.

49 Sergio Fernández. Santa Cruz y Torreblanca. Editorial Mar del Sur, Santiago de Chile 1979. Pág. 183.

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El disiplinamiento de la tropa se hacia más complejo aún cuando algunos de los

regimientos, no estaban formados por los mejores ciudadanos, ya que se enganchaban a

convictos, borrachines, patanes y buscavidas:

El método más efectivo, sin embargo, fue el reclutamiento forzoso, para

lo cual se utilizaron todo tipo de tácticas. En Chillan todo hombre

sorprendido en la calle después de las diez de la noche era reclutado por

el Cuerpo de Carabineros de Yungay. En San Antonio se engancharon

todos los trabajadores de los fundos aledaños (...) en los primeros meses

del conflicto los reos de la Penitenciaria de Santiago, cambiaron la vida

carcelaria por la militar, contribuyendo de paso a aliviar los graves

problemas de hacinamiento carcelario y de inseguridad ciudadana (...)

un viejo oficial decía, ¡malos cuidadnos, buenos soldados!, en Quillota

un juez ofreció enganchar a todos los ebrios que llegaran detenidos”50

.

El enganche forzado no fue de todas maneras la única forma de armar un ejército, pues

hubo batallones y regimientos que se formaron exclusivamente de voluntarios, que tuvieron

su base en las Guardias Cívicas de las ciudades. Como lo fue la creación del glorioso

Batallón Atacama, formado por mineros, estudiantes, campesinos y artesanos de la región

atacameña.

Los Prisioneros de Guerra

Recordemos que los propios soldados hacían prisioneros durante la Guerra del

Pacifico, porque no se organizaron “las unidades para la custodia de prisioneros, sino que

las mismas tropas combatientes cumplían esta función en forma transitoria”51

. El entierro

de los cadáveres o el traslado de los heridos a los cuerpos de ambulancia, fue el trabajo que

los prisioneros de guerra desempañaban al estar cautivos: “se nombro cierto numero de

soldados para enterrar a los muertos. Esta misma operación ya la estaban practicando los

prisioneros enemigos que en grandes partidas iban capturando nuestros soldados”52

. El

buen trato de los chilenos a los prisioneros capturados, es mencionado por Gustavo

Rodríguez, periodista peruano del periódico “El Nacional de Lima”, quien presencio la

batalla de Tacna: “es necesario decir la verdad en todo, aún cuando refluya en elogio de un

enemigo (...) nuestros prisioneros no han sido maltratados por nuestros enemigos, al menos

aquellos de graduación un poco alta.”53

.

Entonces ¿como podemos entender el “repase”, y los actos de salvajismo y de

masacres despiadadas de parte de soldados los chilenos?. Es obvio que hubo hechos

deplorables, pero generalizar es un error. La barbarie del chileno:

50

Carlos Donoso y Juan Couyoumdjian, De Soldado orgulloso a veterano indigente. Historia de la vida

privada en Chile. Vol. II Rafael Sagrado y Cristian Gazmuri. Editorial Taurus, 2006. Pág. 239.

51 Ibidem. Pág. 17.

52 Ibidem. Pág.212.

53 Ibidem. Pág. 620.

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No se entienden con la cantidad de heridos y prisioneros resultantes en

las batallas, ni con el sin numero de los que fueron enviados a

Valparaíso, donde se las recluía y atendía, y los cientos y cientos

enviados a los puertos peruanos, y los contingentes bolivianos dejados en

libertad, para dirigirse a su patria. El despacho de peruanos al Callao

era una acción meritoria, y también imprudente, pues en poco tiempo

podrían volver a tomar las armas54

.

El Estado chileno se hizo cargo de los prisioneros de Guerra, mediante dos mecanismos:

Primero a través del amedrentamiento y la amenaza al prisionero. “Una gran cantidad de

prisionero y heridos fueron dejados en libertad para regresar a su patria, bajo palabra de

honor de no volver a empuñar un arma contra Chile. Si el ex prisionero no cumplía su

palabra y era apresado en otra batalla, seria fusilado”55

.

“El Perú Ilustrado” en su edición del 19 de julio de 1890, recuerda que a Juan Pablo Aiyón

le ofrecieron su libertad si firmaba un acta comprometiéndose a no tomar las armas contra

Chile, promesa que el rechazo violentamente, como un insulto que se le estaba haciendo a

su persona y a su calidad de peruano. A su esposa le escribía entonces la siguiente carta:

Me exigen una firma deshonrosa por mi libertad, me encuentro muy mal

de salud, quizás esta será la ultima que te escriba; pero no puedo acceder

a semejante humillación, yo no tengo mas patrimonio que el honor, única

herencia que les dejo a mis hijos; moriré aquí separado de los que mas

quiero, cuales son tu y mis hijos; pero no puedo mancillar mi honor: no

puedo mancillar la dignidad de mi patria56

.

El segundo mecanismo fue mediante el secuestro, el rapto del prisionero de guerra, que es

llevado a la patria del ejercito vencedor. De esta forma, gran cantidad de prisioneros fueron

llevados a Chile y ubicados en distintas localidades de Atacama en el norte chileno, San

Bernardo y Rancagua en la zona central de Chile. Tenemos un relato muy interesante de

esta última ciudad. Luego de la batalla de Calama llegan 34 prisioneros bolivianos; 8 eran

oficiales y 24 soldados. Al llegar a la ciudad en el tren de las 7 de la tarde:

El gobernador expreso a los oficiales, que por esa noche recibirían la

hospitalidad de los vecinos, y que a contar del día siguiente, podrían

circular libremente dentro de la población (...) una docena quedo en la

ciudad, en casa del convento, e incluso en la del gobernador, recibían

habitación, comida y ropa gratis, además de 50 centavos diarios los

oficiales, y veinte centavo los soldados, de sueldo (...) Con este trato

habrá aprendido a conocer, una realidad distinta de lo que era este país

54

Ibidem. Pág. 168.

55 Entrevista Coronel Alberto Márquez, Museo Histórico Militar. Santiago de Chile. Julio 2006.

56 Comisión Permanente de Historia del Ejercito del Perú. La Epopeya del Morro de Arica, Lima, Perú 1980.

Pág. 144-145.

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con quienes circunstancialmente eran sus enemigos. Inclusive recibían

correspondencia normal de sus familiares y amigos57

.

Desde la batalla de Calama y Pisagua comenzara la captura de los prisioneros enemigos,

que fueron traídos a Chile. El vapor “Paquete de Maule” e “Itata”, fueron utilizados varias

veces para ello, incluso el blindado “Cochrane” que “venían de Arica trayendo el primero

1.400 y tantos prisioneros de tropa y 285 oficiales de todas graduaciones.”58

.

La Intendencia de Atacama, la Municipalidad de Copiapó, y El Batallón Atacama,

se hicieron cargo de los prisioneros, que el batallón capturo. Así el 7 de noviembre de 1879,

el Comandante General de Armas de Atacama remitía el siguiente comunicado al

Comandante del Batallón Cívico:

Preparase para recibir en el hospital de sangre los primeros 5

prisioneros heridos, algunos de los cuales se hacen acompañar por sus

mujeres y a los 51 prisioneros de Pisagua, los que permanecerán bajo

custodia en el cuartel de policía por parte del personal del mismo

batallón. Disponiéndose a demás hacer llegar una copia de la lista

entregada por el oficial que vino de Caldera con los prisioneros59

.

No cabe duda que estas “mujeres” que acompañan a los soldados en el cautiverio en

chileno eran parte del grupo de “rabonas” que cada unidad militar tenia. Recordemos que

“los ejércitos peruanos y bolivianos tenían como característica, el gran numero de mujeres

que los seguía (...) entre otros menesteres, preparaban el alojamiento y la alimentación (...)

la rabona iba con las tropas por su propia iniciativa, nunca por la fuerza”60

.

Otro comunicado expresaba:

El sábado 8 del corriente llego el tren extraordinario que conducía los

heridos del Atacama y algunos prisioneros de los tomados en Pisagua.

Los segundos fueron depositados en el cuartel de policía i los primeros

en el hospital de sangre, donde se les tenia preparado un excelente i

cómodo local. Los curiosos que se habían aglomerado en la plaza bien

poco pudieron ver si no fue desembarcar a los prisioneros61

.

Los gastos generados por los prisioneros debían ser asumidos en su totalidad por el

gobierno local, gastos por lo demás onerosos, en virtud de la escasees de recursos, pues

estos se disponen en su totalidad para la guerra. Tal ves por eso se publicaban los gastos

destinado al cuidado de los prisioneros, pues el “Atacama” anunciaba en un apartado:

57

Rene Leiva Berrios. Héroes de mi Pueblo. Ensayo Histórico. Mención Honrosa Concurso Gabriela Mistral,

Ilustre Municipalidad de Santiago de Chile 1980. Pág. 22-23.

58 Idem. Pág. 103.

59 Rodrigo Igor Mora. Historia Militar de Copiapó. Impreso en Comercializadora Grafica y de Eventos Ltda.

Copiapó 2001. Pág. 55.

60 Paz Larraín Mira. Presencia de la mujer chilena en la Guerra del Pacifico. Ediciones de la UGM y Centro

de Estudios Bicentenario. Santiago de Chile 2002, Pág. 82-83.

61 Comandancia General de Armas de Atacama, 1879-1880. Libro A, Constancia escrita de los Documentos

de don Guillermo Matta, escritos y recibidos durante la Guerra del Pacifico, Copiapó 1883. Pág. 268.

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“Gastos de Prisioneros. El gasto que han ocasionado los prisioneros peruanos i bolivianos

existentes en esta ciudad asciende a 186 pesos y 98 centavos. Esos gastos provienen del

pago de hotel, manutención, lavado, luz y lumbre correspondiente al mes de enero que

acaba de espirar”62

. Ya anteriormente Guillermo Matta, Intendente de Atacama y

Comandante General de Armas de la Provincia, le había comunicado al Ministro de Guerra

el 03 de diciembre de 1879 lo siguiente:

He expedido el siguiente decreto para pagar los gastos ocasionados por

los prisioneros de Pisagua que existen en esta ciudad, por lo que respecta

a su alimentación i ropa que ha habido necesidad de comprarle. Debo

prevenir a US: que a los prisioneros se les ha surtido de aquello más

indispensable que necesitaban, como vera US. Por las planillas y

comprobantes que tengo el honor de adjuntarle. Fdo. G. Matta63

.

Los prisioneros serian custodiados por los Bomberos. Este cuerpo de voluntarios

bomberiles fue ofrecido por el Comandante de Bomberos de Copiapó, al gobierno

chileno. El que decreto el 15 de abril de 1879, la creación del “Cuerpo de Bomberos

Armados de Copiapó”. Estos habían sido armados, pues la Guardia Municipal había sido

incorporada al Batallón Atacama. Su función no fue solo la de custodiar a los prisioneros

y asegurar “el orden y la seguridad”, sino que además debían combatir el fuego, asegurar

el suministro de agua a la ciudad, apoyar en las labores del hospital de sangre,

contactarse con los familiares de los soldados muertos, y acompañar los restos mortales

de los caídos del “Batallón Atacama”, al cementerio.

Es de imaginar que la captura de algunos de los prisioneros genero momentos de

tensión entre el soldado victorioso y el derrotado. Las acciones de los combatientes durante

los escasos segundo previos a una rendición, pueden ser la diferencia entre la vida o

muerte. Sobre todo si no se contaba con la simpatía del soldado vencedor. “El Atacama”

escribía luego del triunfo en Pisagua:

La especie de consideración que se guarda a los bolivianos respecto de

los peruanos, no es en manera alguna fingida, como lo hacen creer estos,

sino un sentimiento que hasta nuestros soldados participan. Gregorio

Palacio, capitán Boliviano entrevistado en el “Loa”, nos cuenta que le

cayó una bomba de la Ohiggins, apenas vuelto en si, el señor Palacios se

encontró al frente de tres soldados del Atacama, que acababan de asaltar

la trinchera. Los soldados que lo acompañaban fueron muertos a tiros, i

viéndose solo el capital Palacios declaro que estaba rendido. Entonces

uno de los soldados chilenos repuso: No se escapa ningún peruano, al

mismo tiempo le apunto su rifle. A penas tuvo tiempo Palacios para

desviar el rifle y decir. Pero yo soi boliviano. El mismo soldado que le

había amenazado repuso; Ah, es boliviano?, entonces pase al centro 64

.

62

El Atacama, febrero 1880.

63 Ob. Cit. Pág. 59.

64 El Atacama, noviembre 1879.

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Otros soldados no tuvieron la misma suerte. Abel Rosales escribía desde Tacna:

Un soldado del 2do de Línea se preparaba para ultimar a un soldado de

la Alianza, que estaba herido, pero llega un oficial no se si del mismo

cuerpo, y trata de impedir tal acto. El soldado se enoja y amenaza al

oficial si no se retira, diciéndole que no dejara de matar a su enemigo. El

oficial se retira, y aquel mata al cholo. Muchos son los casos que se

cuentan sobre esa fiebre por matar que estaban poseídos los vencedores,

especialmente los del 2do de Línea65

.

Prisioneros Bolivianos del “Alto de la Alianza”

Luego de la batalla de Tacna o Alto de la Alianza, el ejercito chileno toma una

cantidad importante de prisioneros “los prisioneros hechos, contando con los heridos, casi

llegan a 2.500. Entre ellos dos generales, 10 coroneles y gran numero de jefes y

oficiales”66

.

Cabe destacar que luego de esta batalla, las tropas chilenas guardan un

comportamiento ejemplar, en especial con las tropas bolivianas, como lo señala el

periodista Flavio Machicado, del diario paceño “El Comercio”: “El ejercito vencedor

prodigaba con marcados rasgos de consideraciones i hasta de generosidad a los prisioneros

bolivianos, siendo el que habla testigo ocular de la verdad, con motivo de haber sido

tomado prisionero en la misma tarde del 26 por un piquete de caballería”67

.

A la luz de lo expuesto, no cabe duda de las consideraciones del soldado chileno

para con el boliviano. Este las acepto de muy buena gana, más aún si la mentada “Alianza”

con el Perú no tenía sólidas bases de compromiso y lealtad. Al parecer la presencia de

tensiones entre la tropa, también existía.

Perú no confiaba en su “aliado”, y por eso “varios historiadores que han estudiado el tema,

coinciden en creer que Bolivia aceptaría finalmente un acuerdo con Chile y contra el

Perú”68

. Por ello la historiográfia peruana ha señalado que el tratado secreto contra Chile,

fue un mal negocio:

Basadre se pregunta. ¿Porque se amilano la diplomacia peruana ante el

conflicto chileno-argentino de 1874 y 1875?, Si una clara previsión

estratégica indicaba que el avance de Chile hacia el norte era

implacable. ¿no convenía mas tratar de detenerlo en buena

campaña(Argentina y no Bolivia) o descartar alianzas?. Finalmente

65

Ibidem. Pág. 168.

66 Ídem. Pág. 561.

67 Ibidem. Pág.622.

68 Luís Durand Flores. Compendio Perú Histórico. Vol. VII. Editorial Milla Batres. Lima, Perú, 2005. Pág.

100.

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chilenos y argentinos llegaron a un acuerdo y Argentina quedo al margen

del conflicto.69

Recordemos que la derrota en Tacna significa la retirada definitiva de los bolivianos del

conflicto, situación que derrumbo definitivamente las bases de la “Alianza”, por ello no es

aventurado pensar que algunos soldados bolivianos se entregasen voluntariamente a las

tropas chilenas. Preferían rendirse al soldado chileno, que sufrir la ira del pueblo peruano.

Esto porque los peruanos culpaban a los bolivianos del gran descalabro sufrido:

Algunas clases vulgares de la sociedad, entre mujeres, militares y

particulares, se ensañaban propinando voces, improperios contra el

ejército boliviano, atribuyendo a la cobardía y mal comportamiento de

este, la derrota de las fuerzas aliadas. Soldados bolivianos, abatidos por

el cansancio, la sed, la decepción de la derrota, eran perseguidos con

amenazas, insultos, maltratos i humillaciones, a su paso por las calles de

Tacna, sin otro recurso que el silencio para su amargura moral en ese

funesto día70

.

Estos soldados bolivianos que huían en desbande, sin oficiales que les dirigieran,

embriagados por la rabia de la derrota, urgidos por una posible persecución de la caballería

chilena, y como una forma de vengar las vejaciones sufridas por sus “aliados peruanos”,

proceden a saquear los poblados que se encontraban en su camino de retirada:

Las tropas bolivianas han hecho un saqueo devastador por donde han

pasado, se han llevado brigadas enteras cargadas con cuanto

encontraban, y hacían fuego a los que se defendían (...) la opinión

unánime del ejercito y la mía, y la de todos, es no volver a pelear mas

junto a los bolivianos 71

Prisioneros Bolivianos en Copiapó.

Algunos de los prisioneros capturados para salvar sus vidas alegaban “enganches

forzados”, que realizaba principalmente en las sierras y el altiplano, afectando en mayor

medida a la población indígena. Rafael Torreblanca en carta a su hermano Manuel, le

contaba que luego de la batalla de San Francisco, recorriendo el campo de batalla, toma

prisionero a un soldado “en seguida se arrodillo y quiso besarle la mano al Teniente Arce:

¡no me mate taita, A mi me han traído amarrado para hacerme soldado! (...) creo que hasta

hora no se han entregado ningún prisionero sin repetir ¡no me mate tatai, me han traído

amarrado!”72

.

69

Durand. Ob. Cit. Pag. 103.

70 Ibidem. Pág. 622.

71 Oficio del Prefecto de Tacna, Pedro Alejandro Del Solar a Pierola. 29 de mayo 1880. Citado por Sergio

Villalobos. Ibidem. Pág. 227.

72 Sergio Fernández. Ob. Cit. Pág. 166-167.

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Podemos señalar que los prisioneros ubicados en la provincia de Atacama, sirvieron como

fuerza de trabajo en las minas del sector, ya que estas habían visto reducida su capacidad

productiva y mano de obra, producto de que sus trabajadores se habían incorporado al

“Batallón Atacama”, por esta razón, la ubicación de estos prisioneros en las faenas mineras

fue de suma importancia para la continuidad de la producción minera de Atacama, la fuerza

de trabajo faltante fue suplida por los prisioneros.

Aplicando una lógica capitalista, podremos decir que donde existan recursos

disponibles el hombre los aprovechara. Y así aprovecharon los propietarios de minas e

industriales, hacendados y empresario, la fuerza de trabajo que estos contingentes de

prisioneros les proporcionaba.

Respecto del trabajo que los prisioneros pudieran realizar en labores agrícolas del

sur del país, no tenemos mayores antecedentes, pero no es aventurado pensar que así fue.

Pero el siguiente dato nos da alguna luz, respecto de la llegada de prisioneros bolivianos a

la ciudad de Rancagua: “Algunos hacendados pidieron llevarse prisioneros hacia el campo

a trabajos remunerados”73

.

Pero estos prisioneros ubicados en las faenas mineras de Atacama, ¿habían sido

mineros en su país, tenían experiencia en la extracción minera, o era neófitos? A modo de

hipótesis, pensamos que pudo haber ocurrido una ubicación selectiva de los prisioneros.

Aquellos que vivían en localidades mineras de Bolivia o el Perú, fueron ubicados en

localidades mineras chilenas. De esta manera, no solo logran descongestionar las cárceles y

cuarteles de policía, sino que además, con su experticia en el trabajo minero, sirvieron de

peones en las faenas.

El Intendente Guillermo Matta envía un telegrama al Ministro de Guerra, el 7 de junio de

1880:

Los ciento ochenta prisioneros se han repartido entre propietarios que

inspiran confianza. Sesenta han quedado en los minerales de Caldera,

cien han ido al mineral de Chimbéros, y el treinta restante han tenido que

ir al hospital a medicarse. Viene enfermos de terciana y disentería, i

luego que mejoren irán a alguna faena. Rogaría a US. Que me autorizara

para comprar a esta gente siquiera una camisa, i pantalones, han llegado

desnudos i descalzos.74

.

Un titular del diario Atacama del 18 de junio de 1880 decía: “Sesenta prisioneros

también bolivianos, quedaron en Caldera todos contratados para el mineral El

Algarrobo”75

. Más adelante continua:

En el tren de la tarde llegaron hoy de Caldera 120 prisioneros

bolivianos, todos ya contratados para las minas. Han sido por lo pronto

alojados en el cuartel de policía. Gran concurrencia asistió a la llegada,

y no tenemos palabras bastante enérgicas para deplorar la torpe

73

Rene Leiva Berrios. Ob. Cit. Pág. 22.

74 Idem. Pag. 59.

75 El Atacama. junio 1880.

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conducta de algunos muchachos mal criados que trataban de formar

pifias i silbatinas en contra de esos infelices. Felizmente para el buen

nombre de nuestro pueblo, esas indignas manifestaciones no encontraron

eco sino en unos pocos ociosos borrachos, y toda la gente honorable que

allí había se condujo dignamente i condeno el proceder de esos

muchachos y esos borrachos. ¿No tienen padres esos niños, no tiene

maestros? La policía debió tomar a los bribones que con estúpida

conducta, degradaban a nuestro pueblo. Decimos bribones, porque

solamente los cobardes y los pillos son capaces de no respetar el

cautiverio, de los que caen defendiendo valientemente la causa de su

patria76

.

Días mas tarde, el 22 de junio de 1880, el mismo diario anunciaba: “desde esta mañana se

dice que 600 prisioneros vendrán a Copiapó para ser remitidos a Cerro Blanco y la Mina

Buena Esperanza. Donde tendrán colocación ventajosa en su indefinido cautiverio. ¿Los

nuestros de otro tiempo, tendrían igual pichincha en el Perú?77

.

¿Que ocurre con estos prisioneros, una vez terminada la guerra?, ¿Existió algún tipo de

integración entre los prisioneros y algunos ciudadanos o familias copiapinas?, y si esto

ocurrió, ¿se radican en Copiapó, casándose y formando familia en esta ciudad, o regresan a

su patria?

No obstante estas preguntas, una curiosa lapida, la Nº 238 del Cementerio de esta

ciudad, tiene grabado lo siguiente:

AQUÍ YACEN LOS RESTOS MORTALES DEL EX CABO DEL BATALLON

AROMA DEL EJERCITO BOLIVIANO.

CAMPAÑA DE TACNA.

AÑO 1879.

FERNANDO YÁNEZ.

29 de noviembre 1925. Copiapó.

¿Que hacia este cabo del “Batallón Aroma” del ejercito boliviano enterrado en

Copiapó luego de terminada la guerra?, ¿Quién era Fernando Yánez?

La carencia de datos es desconcertante. Los datos personales del soldado Fernando

Yánez, no aparecen en el libro Mayor del Cementerio, solo esta ingresado como difunto en

los nichos ubicados en la vereda norte del cementerio, pertenecientes a la Sociedad de

Artesanos de Copiapó. Además constatamos que la fecha de defunción ingresada en el

sistema computacional difiere de la señalada en la lapida (29 de noviembre de 1925), la

fecha que aparece en el sistema es el 29 de febrero de 1923.

Según las fuentes que tenemos a nuestra disposición, sabemos que el “Batallón

Aroma” de Cochabamba, era un cuerpo de infantería que estaba compuesto por el “Aroma“

Nº 1, “Aroma” Nº 2 y “Aroma” Nº 4; también llamados los “verdes”, por el color de su

76

El Atacama. junio 1880.

77 El Atacama. Junio 1880.

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uniforme. Lo dirigía el coronel boliviano Belisario Antezana y se encontraba en la

guarnición de Mejillones, antes de entrar en combate. Lucharon en la batalla de Dolores,

donde formaba la segunda línea en la reserva. Se encontraba al mando del general

Villamil. Además del “Aroma” se hallaban los batallones bolivianos Victoria, Vengadores

y Colchechalca. También participa en Tacna, donde fue dirigido por el coronel boliviano

Eleodoro Camacho, que bajo las ordenes del Contralmirante Lisandro Montero se ubico en

la reserva, junto a otros tres batallones bolivianos: Murillo, Colorados y Zapadores. Como

se aprecia, siempre estuvo en la reserva, y solo combate en las dos acciones mencionadas.

¿Como llega Fernando Yañez a Copiapó? ¿Cómo prisionero del “Atacama”?, ¿será

que el cabo Fernando Yánez, era minero, y por tanto fue designado a esta ciudad, para

trabajar en las faenas mineras del sector?, o ¿tal vez fue hecho prisionero por algún soldado

atacameño que lo salvo del repase?, ¿por qué se quedo hasta su muerte en Copiapó?,

¿pensó tener aquí mas éxito que en su país?,

Aplicando un análisis, en donde las categorías de “Adaptación en resistencia” son

las causantes de la buena o mala adaptación del sujeto-prisionero a su nuevo ambiente, la

prisión, concluimos que el Cabo Yánez, activo en su estructura mental estas dos categorías.

Para no ser humillado, pasar malos ratos, o perecer, es preciso integrarse, ser flexible de

carácter, aunque sea mediante falsas lealtades en un primer momento. Es necesario

adecuarse a las nuevas circunstancias, con el objetivo de sobrevivir. Esta premisa pareciera

tomar fuerza, al leer una interesante carta que escribe el general Hilarión Daza a un oficial

boliviano preso en Rancagua, luego de la batalla de Calama:

Dos palabras, un consejo y una esperanza, mientras me llega la

oportunidad de verlo en esa, para darle un fuerte apretón de manos y

premiarlo convenientemente: sufra con paciencia poco tiempo más,

procure estrechar relaciones con todas las familias de esa ciudad, de

donde usted y no otro será su futuro y no remoto gobernador78

.

El propio general boliviano da la pauta, de mantenerse sumiso y paciente en el cautiverio,

mientras tanto, es preciso generar lazos de confianza con los captores, vigilantes, con las

familias, los ciudadanos, y los capataces que lo vigilan en cada momento. De esta manera

podrá resistir estoicamente el cautiverio, hasta su liberación. Pero al parecer, esta

generación de confianzas, que se crean entre Fernando Yánez, sus captores y la ciudad que

recibe al prisionero, llega más allá. Tanto así que luego de terminada la guerra, este cabo

boliviano decide quedarse a vivir en Copiapó.

El fallecido profesor de Historia del Liceo de Hombres de Copiapó, Don Eduardo

Naveas Echiburú, publico un artículo en la Revista “Iris” de este ex cabo del Batallón

“Aroma” en donde señala:

Primero se hizo trabajador de las minas de Chimbero, durante el auge de

ese mineral. Era hombre servicial, muy económico, que fue juntando

moneda a moneda para salir de la situación de miseria en la que se

hallaba al llegar a Copiapó. Después entró como portero a la

Intendencia, y tiempo después llego al Liceo de Hombres, donde el

Rector le dio una plaza de portero (...) ante las perspectivas de un mejor

78

Ibidem. Pág. 22-23.

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sueldo, dejo su empleo y paso a ejercer estas mismas funciones en el

Banco Anglo79

.

Al parecer allí trabajo hasta su muerte, acaecida en 1925. El mismo autor nos señala que al

momento de su sepultura, un batallón del entonces Regimiento Ohiggins, actual RIM 23

Copiapó; acompaño el féretro de este soldado, como era costumbre realizar con los restos

mortales de los veteranos del Batallón Atacama. Este cortejo fúnebre de parte del Ejercito

chileno, nos da a entender, que era muy apreciado por la ciudadanía y las autoridades de

Copiapó, como comenta el autor, al señalar que “diaria convivencia de tantos años, borro su

condición de prisionero de guerra”80

.

Nos llama la atención la gran cantidad de dinero que acumulo durante su estadía de

cuarenta y cinco años en nuestra ciudad. Echiburú escribe: “Su situación económica fue

mejorando día a día. Logro acumular un capital que en momento de su muerte ascendía a la

cantidad de cien mil pesos, suma considerable para la época, si se considera que con cinco

mil pesos, se podía adquirir una propiedad edificada81

. Este dinero no se perdió al momento

se su muerte, pues lego una cantidad importante a la Sociedad de Artesanos de Copiapó y

“encargo a su albacea don Amadeo Beluzan, que remitiera por intermedio de la Embajada

de Bolivia en Santiago, al gobierno de su patria, la cantidad de cincuenta mil pesos, para el

principal hospital de la Paz, como recuerdo cariñoso de la tierra que lo vio nacer”82

.

Además lego una propiedad en la Calle Mackenna, a la viuda de su gran amigo, el

Cabo segundo Juan Domingo Maldonado, de la segunda Compañía del “Batallón

Atacama”, que según Naveas Echuburú, “era amigo de muchos años”. ¿Será este soldado el

que lo apresa luego de la derrota aliada en Tacna?; ¿Domingo Maldonado lo salvo del

“repaso” de las bayonetas chilenas durante la batalla, generando una suerte de amistad

firmada con sangre?

Lo cierto es que Fernando Yánez se adapto, genero “resiliencia”, es decir tuvo la

capacidad de superar la adversidad y el estigma que significa ser un prisionero de guerra,

para quedarse hasta el fin de sus días en esta ciudad, ganándose el respeto de los antiguos

copiapinos y sus autoridades.

79

De prisionero de Guerra a portero del Liceo de Hombres. Revista “IRIS”, Edición Nº 75, Especial de

Aniversario. Ediciones Periodísticas Atacama, Copiapó 1992. Pág. 11.

80 Naveas. Ob. Cit. Pág.11.

81 Idem. Pág. 11.

82 Idem. Pág. 11.

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ANEXOS

Fig. 01: “El Repase” de Muñiz

Fuente: Museo Histórico Militar del Perú, El Callao.

Fig. 02: Lapida Nº 283 del Cementerio de Copiapó.

Fuente: Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba.

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp. 41-53 , Copiapó-Atacama

LA DESTITUCIÓN DEL INTENDENTE JUAN VICENTE MIRA:

UN EPISODIO DE TENSIÓN POLITICA EN COPIAPÓ EN LA

ANTESALA DE LA GUERRA CIVIL DE 1859.

Joaquín Fernández Abaroa83

Eduardo Peñailillo Barra84

Introducción

El ambiente político de Copiapó en los años previos a la Guerra Civil de 1859

estuvo marcado por diversos, y crecientes conflictos políticos, que vieron enfrentarse en

diversas oportunidades al Gobierno central, representado en Atacama por su Intendente,

con las organizaciones locales corporativas, como la Junta de Minería y las

Municipalidades. Este contexto se había visto reforzado por otros sucesos, como la crisis

económica que había golpeado a la minería local hacia mediados de la década de 1850, y el

fortalecimiento de la oposición liberal en la zona, que ya había conseguido vencer al

Gobierno en los comicios parlamentarios de 1855. Así, en febrero 1858 se produjo el

conflicto político que este artículo examina: la revuelta que condujo a la destitución del

Intendente de Atacama, Juan Vicente Mira, luego de una serie de episodios en los cuales

esta autoridad, actuando de manera autoritaria, se enfrentó con diversos sectores de la

sociedad copiapina, y que tuvieron como punto culmine su orden de arrestar a los editores y

redactores de los principales periódicos de oposición de la ciudad, y azotar a algunos de

ellos, decisión que desató la decidida respuesta de la oposición local hasta conseguir su

salida del cargo. Esta revuelta no sólo es reflejo del creciente poder de la oposición en

Atacama, sino también de los sentimientos regionalistas y antigobiernistas que estaban

creciendo en la zona, y que terminarán por explotar al año siguiente en la rebelión que

condujo a la Guerra Civil.

Los conflictos de Mira que examina este artículo, y su posterior destitución, tienen

como escenario más inmediato las elecciones parlamentarias de 1858, cuyos posibles

resultados en Atacama eran fuente de preocupación para el Gobierno, producto del adverso

escenario político que enfrentaba en la zona. Estaba el antecedente de las anteriores

elecciones parlamentarias de 1855, en las cuales el peluconismo había sido derrotado, a

83

Profesor Investigador. Centro de Investigación y Documentación en historia de Chile Contemporáneo.

Universidad Finis Terrae. [email protected]

84 Licenciado en Historia. Universidad Alberto Hurtado. [email protected]

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razón de dos tercios a uno, a manos de la oposición liberal85

. Ya en aquel comicio se habían

logrado reunir en una candidatura común a sus las dos grandes facciones de la oposición

liberal de la zona: la de los “notables”, en aquel entonces encabezados por familias de

reconocida tradición liberal como los Carvallo y los Matta, y la de los “rojos” o

“doctrinarios”, agrupados alrededor del diario El Copiapino y liderados por personeros

como Anselmo Carabantes o José Nicolás Mujica, compuesto fundamentalmente por

elementos protomesocráticos. Cabe señalar que Juan Vicente Mira fue uno de los

candidatos gobiernistas a diputado en esta elección. Esta unión, quebrada en las elecciones

municipales que tuvieron lugar poco tiempo después, durante aquel año, volvía a

anunciarse de cara a los comicios que en 1858 buscaban renovar el Parlamento, fortalecida

ahora con aquellos elementos conservadores ahora separados del partido de Gobierno, y

que a nivel nacional componían la Fusión Liberal-Conservadora.

Este escenario explica el escepticismo con que el Gobierno enfrentaba la elección en

Copiapó, y a medida que la fecha de los comicios se acercaba, se hacía patente su

impotencia ante la fuerza del movimiento opositor. Esta situación, que se debía a factores

políticos más generales, se vio reforzada por la actuación de la Intendencia. El Intendente

Mira actuó con un fuerte grado de autoritarismo e inflexibilidad en un contexto adverso,

generando en la sociedad local una reacción antiautoritaria y regionalista, que dejó al

Gobierno en una posición política de negociación aún peor de la que ya tenía. Mira era un

hombre de probada adhesión al Gobierno, y una figura política con trayectoria en la zona:

había sido parlamentario en la década de 1840, candidato a parlamentario en las pasadas

elecciones de 1855, y había desempeñado diversos cargos en la administración local86

. En

sus disputas contra la oposición y, principalmente, en la intervención de la Junta de

Minería, en la cual había participado, como Intendente subrogante, al ser decretada en

185687

–y que había mantenido al año siguiente, cuando ya era el titular de la Intendencia88

-

, se había forjado en la ciudad una imagen de autoritario, imagen que se acrecentó dada la

actitud asumida por él ante las elecciones.

Los conflictos del Intendente Juan Vicente Mira

Entre enero y febrero de 1858, en medio de la tensión generada por los preparativos

electorales, el Intendente se vio envuelto en fuertes conflictos legales con la familia Gallo y

con los oficiales del Batallón Cívico local, disputas que, paradójicamente, aumentaban la

85

Municipalidad de Copiapó, “Acta de la elección celebrada en los días 25 y 26 del presente”, Copiapó, 28 de

marzo de 1855, en Archivo Nacional Histórico, Archivo de la Intendencia de Atacama (A.N.A.I.A.), vol. 154,

s.f.

86 Pedro Pablo Figueroa, Diccionario biográfico de Chile, Imprenta y Encuadernación Barcelona, Santiago,

1897, Tomo II, p. 236-237

87 “Instalación de la Junta de Minería”, Copiapó, 2 de enero de 1856, en A.N.A.I.A., Vol. 137, s/f.

88 “Sesión del Gremio de Mineros”, Copiapó, 14 de diciembre de 1856. en A.N.A.I.A., Vol. 137, s/f.

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distancia entre el Gobierno y los sectores de la elite local que este mismo pretendía cooptar,

pues de cara a las elecciones la estrategia de la Intendencia, ante la debilidad política del

Gobierno en la zona, consistía en buscar reducir el número de votantes tanto como en

buscar el concurso de familias notables, particularmente la familia Gallo89

. Sin embargo, ya

antes de estos sucesos había quedado claro que estos intentos eran fútiles, puesto que esta

familia había roto con el Gobierno, tanto por motivos particulares como ideológicos, y se

había unido a la convergencia opositora que se estaba dando en Copiapó.

Las disputas legales que el Intendente Mira sostuvo con la familia Gallo se referían

a temas vinculados a la libertad de prensa. A fines de enero, Tomás Gallo había instalado

una imprenta a nombre de David Sanderson, con el fin de publicar un periódico de

oposición. La prensa especuló que éste se llamaría El Combo, pero finalmente fue

bautizado como El Norte. Según un decreto de la intendencia, “para poder abrir la

imprenta”, debía “hacerse extensiva la responsabilidad del fiador a las obligaciones que el

artículo 15 de la ley de septiembre de 1846 impone al impresor"90

. De esta manera, el

Intendente Mira pretendía que Tomás Gallo, fiador del impresor David Sanderson, se

hiciese cargo de pagar las “penas pecuniarias”, que el artículo ya mencionado de la Ley de

Imprenta imponía “al impresor”, “cuando el autor” de un artículo que incurriera en “abusos

de libertad de imprenta no pudiere satisfacerlas”91

. Este decreto fue severamente criticado

por el otro diario opositor de la zona, El Copiapino, el cual acusó al Intendente Mira de

usurpar funciones que legalmente corresponderían al primer Alcalde de la Municipalidad y

al “jurado juez de derecho a quien incumbe la imposición de una pena cuando el caso sea

llegado según la misma ley”. También se le imputó perseguir arbitrariamente a Tomás

Gallo, pues la ley establecía que “las penas pecuniarias debe pagarlas el impresor y nada

habla del fiador”92

. Sus argumentos criticaban la acción de la Intendencia no sólo por

atentar contra la libertad de imprenta, sino también por hacer uso de manera “impertinente”

y discrecional del poder, y al mismo tiempo, pasar a llevar las que eran consideradas

prerrogativas propias de las instituciones locales. Por lo demás, los intentos fomentados

desde el Gobierno de lograr alianzas con la familia Gallo eran de esta manera boicoteados

por el mismo agente que debía llevarlos a cabo.

La polémica en torno a la instalación de la imprenta de El Norte fue de corta

duración y no trascendió más allá del ámbito local. Sin embargo, la disputa entablada entre

el Intendente y los oficiales del Batallón de Guardia Cívica de Copiapó llegó a tener

resonancia nacional. Los problemas se generaron a partir de un hecho nimio, que, sin

embargo, escaló a niveles insospechados, revelando problemas más profundos.

89

Carta de Juan Vicente Mira, Intendente de Atacama, a Manuel Montt, Presidente de la República, Copiapó,

6 de diciembre de 1857, en Archivo Nacional Histórico. Fondo Fundación Manuel Montt (A.N.F.F.M.M.),

Vol. XII, f. 319.

90 El decreto, firmado por el Intendente Mira y fechado el 28 de enero de 1858 puede encontrarse en Ibid.,

Copiapó, 30 de enero de 1858.

91 Ibidem.

92 Ibidem.

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En 1857, los oficiales del Batallón Cívico de Copiapó mandaron a contratar a Europa una

banda de música compuesta de intérpretes “italianos”. Los fondos destinados a la compra

fueron costeados por los propios oficiales. Sin embargo un decreto de la Comandancia

General de Armas de Atacama93

, fechado el 31 de diciembre, dispuso que esta banda pasara

a servir a la Gendarmería de Copiapó, en lugar del Batallón Cívico, dando como motivo

para la medida el que “las entradas del batallón cívico” eran insuficientes para pagar los

sueldos de quienes componían la banda de música94

.

Esta medida generó el inmediato rechazo entre los oficiales del Batallón, los que

elevaron una presentación a la Intendencia y Comandancia General de Armas de la

Provincia de Atacama, protestando contra la decisión. La misiva fue firmada por un grupo

de oficiales jóvenes, compuesto por Juan Esteban Carneiro, David Mandiola, Tomás Peña,

Julián Vallejo y Marco Antonio Picón.

Los firmantes sostenían que se encontraban:

“[…]en el caso de solicitar de V.S. y en efecto lo solicitamos en legal forma,

de suspender los efectos del expresado decreto, restituyéndose al cuerpo cívico la

banda de música que contrató en Europa y que le pertenece.

Si la única razón del decreto citado es la de que las entradas del cuerpo

cívico no son bastantes a cubrir todos los sueldos de los individuos que componen

la banda de música, todos los oficiales de este cuerpo están unánimemente

convenidos en llenar el déficit que mensualmente resulten y aún, a abonar las faltas

anteriores que pudiesen haber a la fecha del decreto.

El comandante Waddington, hoy ausente, y toda la oficialidad del batallón

por medio de erogaciones voluntarias y espontáneas siempre que se ha ofrecido, han

hecho los gastos que no podían ser cubiertos con las entradas naturales del cuerpo,

y, hoy mismo, se encuentran en igual disposición, motivo por el que no concebimos

por que la Intendencia en ausencia del jefe del Batallón y en ignorancia absoluta de

todos los oficiales a quienes en otras veces se ha consultado, ha procedido a decretar

el traspaso. Protestamos nuevamente nuestros respetos […]

[…] ya se corre públicamente que los músicos no se conforman con

semejante cambio, debiendo interponer los respectivos reclamos, o desertándose del

cuerpo, lo que para ellos sería más fácil. Por otra parte, es muy vergonzoso no sólo

para las clases y oficialidad del Batallón Cívico, sino aún para todo el pueblo, ver

que el cuerpo de policía, que para nada necesita de una banda de música, pues le

basta su caja y su corneta, se encuentre en posesión de la banda encargada ex

profeso para brillo y lucidez de la Guardia Nacional, y esto no obstante haberle

costado el proporcionársela más de cuatro mil pesos”95

.

93

Cabe recordar que la Comandancia General de Armas de la Provincia recaía en manos del Intendente.

94 El Copiapino, Copiapó, 20 de enero de 1858.

95 El Mercurio, Valparaíso, 25 de enero de 1858.

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La presentación de los oficiales del Batallón generó una airada reacción de parte del

Intendente Mira, quien la asumió como un desacato a la autoridad, y como una

manifestación más de un problema que, en su opinión, se volvía recurrente en la Provincia.

Así, en una reunión en la que convocó a los firmantes, los acusó de haber “injuriado la

autoridad” y de “no haber solicitado la venia del comandante para hacer esa acusación”.

Exigiéndoles que se retractaran, sostuvo que “en este pueblo se ha contraído el hábito de

injuriar a la autoridad”. Los oficiales respondieron que no podían ser acusados “de una falta

que no cometieron” y refirmaron que “si V.S. juzga que nuestra presentación contiene

irregularidades, la retiraremos o haremos nuestra dimisión”96

.

El día 19 de enero, la Intendencia dio orden de aprehender a los oficiales que

suscribieron la carta para trasladarlos en vapor a Santiago, donde deberían ser juzgados por

el “Inspector General de Guardias Cívicas” bajo el cargo de “insubordinación”97

. La

medida fue resistida en la provincia, y se armó una gran multitud para acompañar a los

detenidos a la Estación de Ferrocarril de Copiapó, donde tomarían el tren que los llevaría al

Puerto de Caldera. En un muy breve lapso, los reos recibieron más de 200 cartas de apoyo y

recomendación para que llevaran a Santiago98

.

En el Gobierno se vio esta situación como un problema que podía perjudicar aún

más su situación en la Provincia. Así lo hicieron ver a la Presidencia y al propio Intendente

Mira, tanto el Ministro del Interior, Jerónimo Urmeneta, como el General Juan Vidaurre

Leal99

. Por lo mismo, se remitió a los reos de vuelta a Copiapó, dándose indicaciones, de

manera privada, al Intendente Mira, para dar por superado el conflicto, dejando en libertad

a los oficiales y reduciendo las sanciones a una simple amonestación. Sin embargo, de

vuelta en Copiapó, los oficiales se negaron a retractarse, por lo que el Intendente Mira les

condenó a dos meses de prisión en el cuartel del Batallón Cívico100

.

La reacción de la prensa local ante estos hechos fue de indignación. Desde las

páginas de El Copiapino se acusó a la Intendencia de actuar contra derecho, de

arbitrariedad, así como de pasar por encima de la autonomía de instituciones locales.

Nuevamente en sus alegatos se fusionó el regionalista, que apelaba al peligro que podía

sufrir la provincia, con el liberal, que recelaba del excesivo poder con que podían contar los

agentes del Ejecutivo:

“Indigna al mismo tiempo, el torpe proceder de la primera autoridad de

Atacama, y conmueve la suerte que ha cabido a los oficiales del Batallón cívico por

el capricho del que más que nadie debe prestar acatamiento a la ley. Es de temblar

también por la suerte futura de todos los habitantes del departamento; porque si hoy

96

Ibidem.

97 Carta de Jerónimo Urmeneta, Ministro del Interior, a Manuel Montt, Presidente de la República, Santiago,

23 de febrero de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIII, f. 9.

98 Ibidem.

99 Carta de Juan Vidaurre Leal, General de Ejército, a Manuel Montt, Presidente de la República, Valparaíso,

19 de enero de 1858, A.N.F.F.M.M., Vol. XIII, f. 189.

100 El Copiapino, Copiapó, 8 de febrero de 1858.

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el caprichoso anhelo de S.S. ha elegido por víctimas a cinco jóvenes de respetables,

mañana escogerá a los padres de familia, a las mujeres, a los niños. ¿Quién podría

contar con su libertad, quien atenderá las garantías que acuerda la ley a todo

ciudadano en presencia del gran escándalo promovido por el intendente de la rica

cuanto malhadada provincia del Norte?”101

.

Al mismo tiempo que los conflictos que acabamos de reseñar, el Intendente entró en

disputas a través de la prensa con los redactores de los diarios opositores, las que escalaron

hasta llegar al plano de las injurias y las descalificaciones ad hominem, en una situación

que fue conocida incluso más allá de los marcos de la provincia y que de manera casi

unánime fue considerada como impropia de su investidura.

Desde mediados de 1857, el periódico El Minero se había transformado en el vocero

de los gobiernistas y de la Intendencia en Copiapó. Sus cartas y editoriales entraron en

pugna con la oposición, trabándose en reiteradas polémicas con El Copiapino102

. Con

anterioridad, la Intendencia de Atacama se había valido de periódicos de carácter

informativo y administrativo, como era el caso del Boletín Oficial, o de diarios de trinchera

y opinión, como era el caso de El Cóndor. La diferencia de El Minero con aquellos

radicaba en su postura extremadamente combativa, y en que el Intendente participaba

abiertamente en su redacción, tanto de manera directa como a través de seudónimos.

Muchos de los ataques realizados por el Intendente a través de sus páginas se

valieron del uso de rumores, descalificaciones personales, e incluso acusaciones delictuales.

Se trataba de prácticas que, hasta cierto punto, podrían considerarse como habituales en las

luchas de la prensa de trinchera copiapina, donde el redactar artículos de carácter injurioso

era recurrente. Lo novedoso era ver por vez primera a un representante del gobierno, como

era el caso del Intendente, instalado en este tipo de polémicas103

.

El Copiapino se encargó de denunciar esta situación:

“Forman contraste las palabras del Sr. Intendente con sus hechos. Habla de

desbordamiento de la prensa, y esto en presencia de un pueblo que le acusa con

razón de ser el instigador, el autor, de las más ruines y desvergonzadas

publicaciones que ha hecho El Minero contra la vida privada de las familias

respetables, con el intento de meter la discordia en el hogar doméstico”104

.

Las críticas a esta conducta del Intendente Mira fueron más allá de la prensa local, y

los medios opositores de Santiago y Valparaíso adhirieron a ellas. Así lo planteaba El

Mercurio de Valparaíso:

101

El Copiapino, Copiapó, 20 de enero de 1858.

102 El Minero fue un periódico copiapino de circulación diaria, aunque a veces irregular, que vio la luz entre

julio de 1857 y abril de 1858. Se trataba de un periódico gobiernista, vinculado a la Intendencia, de la cual

recibía financiamiento. Su redacción estaba a cargo de Juan Llerena, y en sus páginas escribía con frecuencia

el Intendente Juan Vicente Mira.

103 Uno de los artículos de su autoría que más polémica generó fue “Anónimos y Pasquines”, El Minero,

Copiapó, 20 de enero de 1858.

104 El Copiapino, Copiapó, 24 de febrero de 1858.

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“S.S. se presenta a la palestra como quien trata de hacerse espectable,

desafiando la rechifla del público que lo contempla abismado, no sólo por lo que

hace, sino por lo que escribe”105

.

Cabe destacar que la conducta del Intendente Mira en estos distintos episodios

conflictivos era mirada con recelo al interior del propio Partido Nacional en Santiago, y en

los círculos cercanos al Presidente Manuel Montt, pues se pensaba que podía generar

levantamientos o hechos de violencia con el advenimiento de las elecciones. Así se lo

hicieron saber en reiteradas ocasiones Jerónimo Urmeneta y Rafael Sotomayor, entre otros,

al presidente Montt. Urmeneta fue elocuente, cuando advirtió a comienzos de febrero:

“El artículo firmado por dicho señor [Mira] ha motivado contestación de

varios que se creen injuriados, y los términos de esas contestaciones ponen de peor

condición las cosas. Yo temo que en Copiapó ocurra algo serio en las elecciones”

106.

A fines de mes, volvió a insistir en el mismo tópico:

“Mientras tanto se excitarán los ánimos y es de esperar a fines de marzo

alguna asonada. El intendente se haya irritado y en inspiración de tomar medidas

fuertes creyéndose ultrajado en caso que otro miraría las cosas de diverso modo […]

creo lo más prudente que este caballero dejase en otro su lugar hasta pasadas las

elecciones, cuyo resultado siempre ha de ser el mismo”107

.

Sin embargo, y pese a las explícitas prevenciones que diversas personalidades del

oficialismo hicieron al Presidente, Juan Vicente Mira no fue removido de su cargo. Quizás

en esta decisión pudo haber primado, al igual que en otras oportunidades, su afán de evitar

que la autoridad presidencial se viera socavada cediendo a presiones de la oposición.

El “Motin de febrero” y la Destitucion del Intendente Mira

Los temores del ministro Urmeneta se hicieron realidad y se produjo un

levantamiento de protesta que forzó la salida del Intendente. Sin embargo, este tuvo lugar

antes de las elecciones. El 24 de febrero de 1858 El Copiapino publicó una carta anónima,

dirigida a Bellaco Pedancio, en alusión al sobrenombre con que era conocido el Intendente

Mira. En ella, en un lenguaje irónico y soez, descalificaban a Mira acusándolo de falta de

probidad administrativa y deslealtad política. Sin embargo, los ataques no se redujeron a su

actuación pública, conteniendo grotescas alusiones a su condición social de origen, a su

madre y a la fidelidad de su mujer108

.

105

El Mercurio, Valparaíso, 15 de febrero de 1858.

106 Carta de Jerónimo Urmeneta, Ministro del Interior, a Manuel Montt, Presidente de la República, Santiago,

10 de febrero de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIII, f. 20 107

Carta de Jerónimo Urmeneta, Ministro del Interior, a Manuel Montt, Presidente de la República, Santiago,

25 de febrero de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIII, f. 32.

108 El Copiapino, Copiapó, 24 de febrero de 1858. Con respecto a su madre, planteaba que era “una feliz

verdulera” que “en el ojo seco del puente del Mapocho” lo “echó al mundo, rojizo y bellaco”. Sobre su origen

social, lo increpaba, diciéndole “¿sabes quien te enseñó ese inmundo estilo que caracteriza? lo aprendiste en

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La represalia del Intendente llegó dos días después. El día 26 de febrero, en la tarde, mandó

a que fueran aprehendidos los editores y redactores de El Copiapino y El Norte Vicente

Quezada, David Sanderson, José Nicolás Mujica, Andrés Maluenda, Rafael Vial.

Varios de ellos fueron detenidos de manera violenta, resultando golpeadas la mujer y una

hija de Mujica. Los detenidos fueron encarcelados y en la madrugada del día siguiente

Mujica, Maluenda y Vial fueron flagelados “por mano de verdugo”, por orden directa del

Intendente109

.

La reacción a estos acontecimientos no se hizo esperar. El rumor de lo que acaecía

pronto se esparció por la ciudad y en la mañana del día 27 se llegó a congregar una turba

que, según diversos testigos, habría llegado al número de ochocientas personas. La

indignación fue capitalizada por los grupos políticos opositores copiapinos. El partido de

notables fusionista se movilizó y Tomás Gallo, Felipe Santiago Matta, Olegario Carvallo y

Vicente Quezada lideraron un grupo de hombres, entre los que se contaban los trabajadores

de la “máquina” de amalgamación de minerales de los Gallo. Al mismo tiempo, Agustín

Cardozo, compañero de la facción liberal radicalizada de Mujica, congregó a seguidores y

adherentes, incluidos sectores provenientes del artesanado. A ellos también se les unió el

cura párroco de Copiapó, Bruno Zavala. La actuación de los dirigentes y sus arengas a la

multitud tenían un doble propósito. Por una parte pretendían movilizar a los manifestantes,

pero, al mismo tiempo, aspiraban a contener los desmanes, evitando que la escena derivara

en un linchamiento y logrando negociar con miras a la renuncia del Intendente110

.

Los líderes de la oposición, acompañados de los manifestantes caminaron a la

municipalidad. Posteriormente se dirigieron al hogar del recientemente arribado juez de

letras de Copiapó, Francisco Ugarte Zenteno, al que instaron a asumir “el mando de la

provincia”, dado que tras los últimos acontecimientos, que habían dejado a la población de

Copiapó “insegura ante sus arbitrariedades”, Mira “era indigno de continuar” en el

puesto111

. Se propuso a Ugarte Zenteno que convenciera a Mira de dimitir, evitando que la

situación se tornara violenta, y que diera pruebas explícitas de que no reasumiría el mando.

Al mismo tiempo, le ofrecieron “garantías para la vida del intendente” y su “apoyo” para

“El Arenal”, donde te hiciste criatura y donde te criaste con tus hermanitos”. Finalmente, respecto a su

relación matrimonial decía “dime, ¿Pedancio, por que todos te creen venado viejo? Será porque mandas

encargados para que vigilen tu cara mitad, y el resultado es que cada día apareces con más estorbos, (magna

cornamenta Ferebat)”.

109 Juan Vicente Mira, Un escrito del ex intendente de Atacama don Juan Vicente de Mira, procesado de

oficio por injurias privadas. A saber 200 azotes mandados a dar por mano del verdugo a cada uno de los tres

temerarios detractores de su honra, de la de su esposa y de la de su madre, Imprenta de la Sociedad,

Santiago, 1858 y Rafael Vial, Refutación al libelo publicado en La Serena por don Juan Vicente Mira, en

defensa del atentado cometido por el en Copiapó el 27 de febrero de 1858, Imprenta del País, Santiago, 1858.

110 Carta de Juan Vicente Mira, Intendente de Atacama, a Manuel Montt, Presidente de la República, Copiapó,

6 de marzo de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIII, fs. 59-68 v. y El Mercurio, Valparaíso, 11 y 12 de marzo de

1858.

111Ibid., f. 62 v.

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hacerse cargo de la Intendencia de manera interina112

. Ugarte Zenteno accedió y la turba

formada a la salida de la Intendencia se dispersó en medio de aclamaciones. Sin embargo,

el miedo a que Mira reasumiese el mando se mantuvo, y las reuniones de los opositores y

concentraciones parciales en distintos puntos y casas de la ciudad se mantuvieron durante la

noche y los días siguientes.

Temiendo por su vida y sopesando lo espinudo de la situación, Mira se declaró

“indispuesto” y nombro a Ugarte Zenteno como Intendente Subrogante. Presionado por

éste, firmó una carta de dimisión que se hizo pública en la ciudad. Durante el resto del

tiempo se mantuvo encerrado en su casa, eludiendo al máximo los contactos con el exterior,

y rodeándose de un piquete de guardia policial con el fin de evitar ser atacado por una

asonada. Pensando que la situación se había calmado, el 3 de marzo intentó reasumir la

jefatura de la provincia por medio de un decreto. Envió cartas a vecinos notables de la

ciudad con el fin de conseguir su apoyo para el ejercicio del mando, pero no logró

congregar su apoyo, y la movilización se mantuvo en el tiempo113

. Al mismo tiempo,

intentó echar mano de la Compañía del Regimiento Segundo de Línea del Ejército Regular,

enviada a la ciudad con el fin de prevenir desórdenes, para conseguir su objetivo. Sin

embargo, el teniente Ramón Arancibia, segundo hombre al mando de ella, se negó a

obedecer las órdenes de Mira, contando con la lealtad de la tropa y la muda aquiescencia

del capitán a cargo, que se vio sobrepasado por los acontecimientos114

.

Mira se mantuvo en su hogar, donde algunos testigos llegaron a sostener que se

mantenía encerrado y que incluso temía ser envenenado. La tensión se mantuvo hasta el día

12 de marzo, cuando la Esmeralda, que había recalado en Caldera luego de ser enviada por

el Gobierno, recibió al ex Intendente en calidad de preso, y luego le condujo a La Serena

con el fin de ser juzgado por sus actos. Así, el Gobierno finalmente terminó por ceder,

condenando las flagelaciones perpetradas por Mira y comprometiéndose, a “castigar

severamente las arbitrariedades del mandatario transgresor de las leyes”115

. Se envió un

nuevo Intendente a la zona, el Coronel José María Silva Chávez, que asumió su puesto el

día 21 de marzo; y el levantamiento que había logrado la destitución del Intendente anterior

no fue castigado.

La oposición copiapina asumió la destitución de Mira como un triunfo. La ocasión

le permitió dar una demostración de su poderío y capacidad de movilización, generó una

fuerte reacción de la opinión local en contra del gobierno y al mismo tiempo, creó el

escenario propicio para desarrollar una nueva estrategia con vista a las elecciones: culpar

directamente a la Presidencia por lo acaecido.

112

El Mercurio, Valparaíso, 12 de marzo de 1858.

113 Ibidem.

114 Carta de José María Silva Chávez, Intendente de Atacama, a Manuel Montt, Presidente de la República,

Copiapó, 4 de abril de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIV, f. 33 v.

115 El Mercurio, Valparaíso, 22 de marzo de 1858.

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Así lo dejó en evidencia la prensa local:

En una palabra, el Presidente Montt le entregó a Mira el látigo con que ha ultrajado

a tres ciudadanos distinguidos, desde el mismo momento en que le autorizó a lidiar

cuerpo a cuerpo con las exigencias de la opinión pública de Copiapó, para avasallar

con la fuerza bruta del poder los derechos que tiene un pueblo para hacer oír la

voz de su inteligencia.

La inteligencia del pueblo copiapino estaba representada por la pluma de

sus escritores, los ciudadanos Vial, Maluenda, Quesada y Mujica. Para ahogarla se

necesitaba amedrentar a esos ciudadanos.

Y fue lo que hizo Mira, sirviéndose del azote como del instrumento más

certero de intimidación.

Que no le había mandado emplearlo, decía el Presidente de la República.

Enhorabuena, pero como el mismo Mira lo ha revelado confidencialmente a

varios vecinos de Copiapó, tenía instrucciones del Gobierno para vencer a todo

trance la resistencia de aquel vecindario influyente que aquel pueblo oponía a su

política, a la política de Montt116

.

Epílogo

De cara a las inminentes elecciones, el nuevo Intendente de la Provincia trató de

quebrar la unidad de la lista opositora, sin éxito117

. El episodio de los azotes, que había

conducido a la caída del Intendente Mira, y que había aumentado la unidad opositora, fue

utilizado profusamente por este bando político durante lo que restaba de campaña electoral.

Así, el escenario para el Gobierno no podía ser peor, y los resultados también lo fueron: el

triunfo opositor fue arrollador118

. Se habían vuelto realidad aquellas predicciones de los

personeros del Partido Nacional que habían encendido las luces de alerta sobre Mira,

buscando una intervención presidencial que llegó tarde: se había producido la revuelta

sobre la que advertían, la posición del Gobierno había quedado aún más comprometida, y el

resultado de las elecciones había sido el mismo que se esperaba desde un comienzo.

Aunque el episodio fue una muestra de unidad entre las facciones que conformaban

la oposición local al gobierno, fundamentalmente entre aquellos dos “partidos” que

agrupaba el liberalismo local, las elecciones municipales acaecidas pocos meses después

demostrarían los límites de esta unidad, pues volvieron a presentarse, como en 1855, en dos

listas separadas: una representativa de los “notables” opositores, y otra de los que

conformaban el bando de los “rojos”. La debilidad política del Gobierno en la zona luego

de la revuelta contra Mira y la derrota en las parlamentarias era tal, que la única estrategia

116

“No es Mira, sino Montt” artículo de El Ciudadano, publicado en El Copiapino, Copiapó, 24 de marzo de

1858.

117 Carta de José María Silva Chávez, Intendente de Atacama, a Manuel Montt, Presidente de la República,

Copiapó, 4 de abril de 1858, en A.N.F.F.M.M., Vol. XIV, f. 33.

118 Véase los resultados de las elecciones parlamentarias en el Acta levantada en Copiapó, 31 de marzo de

1858, en A.N.A.I.A., Vol. 154, s/f.

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que el Intendente Silva Chávez pudo seguir de cara a los nuevos comicios fue apoyar a la

lista “más decente”, la de los “notables”. A pesar de esto, en lo inmediato, la revuelta contra

Mira constituyó una indudable victoria de aquellos grupos que, meses más tarde,

impulsaron la insurrección contra el Gobierno en la Guerra Civil del año siguiente, los

cuales tuvieron como uno de sus motivos para la ruptura aquella tensión que ejemplifican

los conflictos del Intendente Mira: la de la competencia de poderes, en el ámbito local,

entre la sociedad civil de la zona, con sus instituciones, y el poder central, representado por

las autoridades designadas por el Ejecutivo119

.

Bibliografia

1. Fuentes Primarias

1.1. Fuentes Documentales

Archivo Nacional Histórico. Archivo de la Intendencia de Atacama. Volúmenes

137, 154.

Archivo Nacional Histórico. Fondo Fundación Manuel Montt, Volúmenes XII, XIII,

XIV.

1.2 Periódicos

El Copiapino, Copiapó, 1858.

El Mercurio, Valparaíso, 1858.

El Minero, Copiapó, 1858.

1.3 Fuentes Impresas

Mira, Juan Vicente: Un escrito del ex intendente de Atacama don Juan Vicente de

Mira, procesado de oficio por injurias privadas. A saber 200 azotes mandados a

dar por mano del verdugo a cada uno de los tres temerarios detractores de su

honra, de la de su esposa y de la de su madre. Santiago, Imprenta de la Sociedad,

1858.

Rafael Vial, Refutación al libelo publicado en La Serena por don Juan Vicente

Mira, en defensa del atentado cometido por el en Copiapó el 27 de febrero de 1858,

Imprenta del País, Santiago, 1858.

2. Bibliografía secundaria

2.1 Artículos de revistas especializadas y capítulos de libros

Cárcamo Sirguiado, Ulises: “Desarrollo y maduración política en el Norte Chico:

1800-1850”, en Revista de historia, (Concepción), Nº 15, 2005, pp. 85-92.

119

Illanes, María Angélica: “Proyecto comunal y guerra civil. 1810-1891”, en María Angélica Illanes, Chile

Des-centrado. Formación sociocultural republicana y transición capitalista. (1810-1910). Santiago, Lom,

2003, pp. 365-385.

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Cortes Lutz, Guillermo: “El pensamiento regionalista en Copiapó durante el siglo

XIX”, en Actas Americanas, (La Serena), Nº 11, 2003, pp. 43-57.

Fernández Abara, Joaquín: "Von der Kollaboration mit dem Staat zum regionalen

Protest: Die Junta de Minería von Copiapó und der Ursprung des Bürgerkriegs

1859", en Stefan Rinke, Monika Contreras, y Lasse Hölck (Hrsg.) Regieren an der

Peripherie. Amerika zwischen Kolonien und unabhängigen Republiken. Verlag

Hans-Dieter Heinz, Stuttgart, Akademischer Verlag Stuttgart, 2011, pp. 181-209.

Guerra, Francois-Xavier: “The Spanish-American Tradition of Representation and

Its European Roots”, en Journal of Latin American Studies, (Cambridge), Vol. 26,

Nº1, 1994, pp. 1-35.

Illanes, María Angélica: “Proyecto comunal y guerra civil. 1810-1891”, en María

Angélica Illanes, Chile Des-centrado. Formación sociocultural republicana y

transición capitalista. (1810-1910). Santiago, Lom, 2003, pp. 365-461.

Molina Jara, Jorge Alejandro: “La red familiar de los Gallo en Copiapó y su rol

político en la primera mitad del siglo XIX”, en Revista de Historia y Geografía,

(Santiago), Nº 22, 2008, pp. 41-63.

Montecinos, Egon: “Antecedentes sobre la relación histórica centralismo y

descentralización en Chile”, en Revista Venezolana de Gerencia, (Maracaibo), Vol.

10, Nº 31, julio-septiembre 2005, pp. 443-462.

Ortega Martínez, Luis y Pablo Rubio Apiolaza, “La Guerra Civil de 1859 y los

límites de la modernización en Atacama y Coquimbo”, en Revista de historia social

y de las mentalidades, (Santiago) año X, Vol. 2, 2006, pp. 11-39.

Saldaña Lagos, Catalina: “Estallidos provinciales. La tensa relación entre las

provincias y el centro. Chile, 1830-1860”, en Universum, (Talca), Nº 25, Vol. 1,

2010, pp. 174-186.

2.2 Libros

Barros Arana, Diego, José Victorino Lastarria, Domingo Santa María y Marcial

González: Cuadro histórico de la administración Montt. Escrito según sus propios

documentos. Valparaíso, Imprenta y librería del Mercurio de Santos Tornero, 1861.

Bendix, Reinhard: Estado Nacional y ciudadanía. Buenos Aires, Amorrortu

Editores, 1964.

Collier, Simon: Chile. La construcción de una república. 1830-1865. Política e

ideas. Santiago, Ediciones de la Universidad Católica de Chile, 2005.

Figueroa, Pedro Pablo: Historia de la Revolución Constituyente (1858-1859).

Escrita sobre documentos completamente inéditos. Santiago, Imprenta Victoria, de

H. Izquierdo y Cía., 1889.

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53

Salazar, Gabriel: Mercaderes, empresarios y capitalistas (Chile, Siglo XIX).

Santiago, Editorial Sudamericana, 2007.

Zeitlin, Maurice: The Civil Wars in Chile (Or the Burgeois Revolutions that Never

Were). Princeton, Princeton University Press, 1984.

2.3 Diccionarios biográficos

Figueroa, Pedro Pablo: Diccionario biográfico de Chile. Santiago, Imprenta y

Encuadernación Barcelona, 1897.

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp. 54-70 , Copiapó-Atacama

COPIAPO, EN EL PERIFERICO Y COLONIAL

REYNO DE CHILE, SU FUNDACION EN EL SIGLO XVIII

Guillermo Cortés Lutz120

Introducción a la Colonia:

La Colonia es uno de los periodos de más larga duración y más extensos en la

historia chilena, y en la historia de Latinoamérica, etapa que en el caso de Chile, la

ubicamos entre los siglos XVII y XVIII, no así en el resto de América, que comienza desde

la instauración de los dos virreinatos; Nueva España en México 1535 ( siendo Antonio de

Mendoza el primer Virrey, bajo el reinado de Felipe II) y la creación del Virreinato del

Perú el año en 1544121

. Los hechos anteriores, a la oficialización de los virreinatos, como

fueron los procesos de descubrimiento y conquista, especialmente de México y del

Inkanato, abarcan más o menos unos 21 años, antes del comienzo de la colonización, por

ello es que no es completamente exacto situar La Colonia desde la llegada misma de los

conquistadores – invasores, como lo hace John Linch. Al respecto, Fernando Márquez

Miranda, propuso que el periodo colonial habría comenzado precisamente con la

organización de los nuevos dominios, expresados en virreinatos y gobernaciones. De esta

manera la Colonia, como dominio; político, económico y cultural, se extendió a todos los

territorios que tenían bajo su autoridad la corona y que eran administrados por los

funcionarios españoles y peninsulares.

En el caso de chileno, La colonia, tuvo un inicio tardío, producto de ser uno de los

últimos territorios a los cuales llego la invasión, la pobreza material y cultural del

territorio y principalmente debido a la guerra de resistencia de los pueblos originarios,

desde los Diaguitas en la actual región de Atacama, especialmente mención se hace de la

resistencia de los capitanes Catemu y Ulpar, ,que lideraban las huestes de los caciques :

Galenica y Aldequin del Valle de Copiapó ( Cf. Los Diaguitas, Historia de los pueblos

transversales, Tesis Doctoral de: Guillermo Cortés Lutz, Salamanca – España, 1998, pág.

229). Y sin lugar a dudas que van a ser los mapuches, quienes más resistan la invasión y

120

Profesor de Historia y Geografia, Magíster en Antropología Latinoamericana, Doctor en Historia y

Director del Museo Regional de Atacama. [email protected].

121. John Lynch, en una de las obras más importantes sobre América, “América Latina, entre Colonia y

nación”, Editorial Crítica, pone como inicio de la colonia la fecha de llegada de Cristóbal Colón 1492. Pero,

lo cierto es que la colonia, tiene que ver con la instalación política, el sometimiento cultural y la integración

de América a los circuitos económicos mundiales. Con relación al Virreinato del Perú, este fue creado en

1544, siendo Blasco Núñez de vela, su primer Virrey. Al respecto revisar el antiguo, pero muy interesante

relato al respecto del Intelectual peruano; Luis Alberto Sánchez, en su Historia de América, pág. 215 y 216

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por un extenso espacio de tiempo. Uno de los hechos más relevante al respectfue lo

ocurrido el año 1598, el cacique Pelenatru, como había ocurrido en ocasiones anteriores

(en la guerra de resistencia del pueblo mapuche), ataco, venció y dio muerte, ahora al

gobernador Martín García Oñez de Loyola, y se mantuvo hostigando a los hispanos hasta

1600. Generando una separación territorial. - El año 1601, por iniciativa real, llega a

Chile, como Gobernador y Capitán General, Alonso de Ribera, quien establece como

frontera sur del imperio el río Bío Bío, dejando las poblaciones del norte, al margen de la

guerra, en ese momento comenzaba la Colonia en Chile. Julio Retamal Avila, en su obra:

Los siglos coloniales, ha expuesto lo siguiente; “Con esta medida salvaba

momentáneamente la Colonia, pues ponía paz en los establecimientos blancos que

estaban ubicados al norte de esta línea”. Ahora los españoles, se encontraban con un

territorio deprimido económicamente, con escasa población, lejos de los grandes centros de

poder, con una fronteras naturales muy duras para la época, el desierto de Atacama, la

Cordillera de los Andes, y el territorio mapuche, esto hacía de Chile, un Reyno

absolutamente periférico y marginal en el entramado del imperio español en América.

Nos encontramos aquí con un periodo de larga duración, y como tal da origen a un

proceso variopinto que definen muchos de los rasgos que nos unen y nos distinguen con

los países de Centro y Sudamérica; sus giros idiomáticos, sus clases sociales, el

provincianismo, beatería y doble moral de sus oligarquías dominantes, sus desigualdades,

la timidez e ignorancia del bajo pueblo, proceso que con variaciones, ha configurado

parte de lo que somos, desde 1503122

y hasta el presente.

La Colonia, o la sujeción forzosa, al imperio español, se organizan con el rey como

ente supranacional y de origen divino, a la cabeza de este vasto territorio de algo más

10.000.000 de kilómetros cuadrados. Y con El Consejo de Indias, como organismo de

administración política, judicial y legislativo, para este inmenso territorio. Con la Casa de

Contratación, como entidad económica y de expoliación al territorio indiano. En América

se establecieron dos grandes Virreinatos, Nueva España, México (1535) y el virreinato

del Perú (1544), las gobernaciones y/o capitanías generales, los corregimientos y los

cabildos. Para la administración de justicia en América se crean las reales audiencias;

virreinales, y pretoriales, cuando estas no estaban en los virreinatos. Junto a ello se

establece la iglesia, con sus distintas órdenes, institución de control y dominio cultural de

los pueblos originarios. La educación, elemento de dominación colonial se establece

mediante la instauración de un sistema casi de castas, organizándose una educación

primaria, secundaria e incluso universitaria, destacar aquí la fundación de las universidades

que nace en los dos virreinatos (1551). De esta forma comienza la transformación, el

sometimiento cultural y social, la expoliación de los distintos pueblos que habitaban

América Prehispánica. Comienza, lo que se ha denominado, la Colonia.

122

Ponemos como fecha de inicio el año 1503, que es cuando entra en funcionamiento La Casa de

Contratación y comienza el dominio económico de América, dominio y sometimiento, que aún nos aplasta.

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Chile o la periferia Colonial:

Porque hablamos de una periferia cuando nos referimos al Reyno123

Chile?

Intentaremos despejar el concepto de Reyno; se denominó así por que jurídicamente este

fue el estatus que la corona y el derecho indiano le dio a Chile, y Periferia, indudablemente

porque Chile era y es el territorio más meridional del mundo, por esos tiempo lo era del

Imperio español, y por lo tanto se establecía como la más lejana posesión en América, lo

que hacía sumamente difícil llegar hasta él, a esto hay que sumarle la falta de riquezas,

especialmente no se encuentra por aquel entonces, ni oro y plata, la escasa población, se

estima que Chile, a fines del siglo XVIII la población era de 550.000 habitantes, el menor

estado de avance cultural de los pueblos de Chile, las duras condiciones climáticas, climas

en extremos desérticos en el norte, lluvioso y fríos en el sur, sumando a sus barreras

naturales como el Desierto de Atacama, la cordillera de los Andes, la tenaz resistencia

indígena124

, que comienza desde la llegada misma de los invasores en 1536, y que como

planteo, el columnistas y periodista, Pedro Cayuqueo; Segaba la vida de muchos

españoles, desde el momento mismo de la conquista, ejemplos de ellos son : Juan Bohon,

Pedro de Valdivia, Martín García Oñez de Loyola, entre tantos miles que murieron en

Chile. La Historiadora Magdalena Chocano, ha planteado lo siguiente: “Chile era un

lugar de castigo, donde se enviaban a los criminales, asesinos, esclavos, delincuentes”.

Todo esto hacía de este país, un entorno poco amigable, de muy baja aportación

económica, territorial y cultural, para España. y de alto costo por la permanente guerra

de Resistencia Mapuche (guerra de Arauco), a ello hay que sumarle la cantidad de

muertes españolas y criollas que generaba este territorio producto de la guerra, que ya

hemos descrito. Por todo ello, en el Chile colonial, se desarrolló una sociedad marginal,

y provinciana, que no era parte de las grandes decisiones, ni acciones del Imperio, tampoco,

producto de su baja producción, participó de los circuitos económicos entre la metrópoli y

América.

En cuanto a su cultura, hacer notar que a diferencia de los virreinatos no contó con

universidades, el sistema judicial, ejercido por intermedio de la Real Audiencia (principal

123

Hablamos y adoptamos el concepto de “ Reino y /o Reyno”, porque además de ser el estatus jurídico del

territorio, lo tomamos de la obra de Jerónimo de Bibar, quien denomina al territorio: Reino de Chile,

también lo hace Pedro Mariño de Lobera, y luego la obra del jesuita Alonso de Ovalle, Histórica relación

del Reyno de Chile, publicada en Roma en 1646, ratifica el concepto de Reyno para Chile Colonial, que no

deja ser una rareza.

124 La primera gran resistecia es la lucha en Reinohuelen, en 1536 , con la invasión de Diego de Almagro,

posteriormente ya con el arribo de Pedro de Valdivia, el 11 de septiembre de 1541 los Mapuches destruyen

Santiago, en 1548, Los Diaguitas y pueblos de Atacama y Coquimbo destruyen el fuerte de Copiapó y matan

la Capitán Juan Bohon, y posteriormente destruyen el fuerte de La Serena, con lo que queda superada la

idea de los historiadores mapochinos, que daban a los diaguitas y pueblos de Atacama y Coquimbo, la

condición de mansedumbre ante la invasión. Así hasta llegar a la victoria de Túcapel en 1553, cuando los

mapuches derrotan Pedro de Valdivia y le dan muerte. Y de esta forma se puede ir trazando una historia de

resistencia, luchas y muerte producto de la conquista española en Chile.

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tribunal de justicia) se instaló recién en 1609125

. Con relación a la instalación de este

tribunal judiciario, que fue la Real Audiencia, el historiador Benjamín Vicuña Mackenna,

nos deja su impresión sobre la Institución y sobre el estado de marginalidad del Reyno de

Chile: “Cual iba a ser la misión de la Real Audiencia, el prestigio y la acción salvadora de

aquel cuerpo fastuoso y arrogante que llegaba a una infeliz colonia moribunda y muerta de

hambre y de tristeza126

”. Por ultimo hacer notar, casi anecdóticamente, que para que una

noticia llegará a Chile, solían pasar de tres a 6 meses, cuando no más. También cabe

mencionar que los siglos XVII y XVIII, presentarán en Chile, como en el resto de

América Colonial, profundas diferencias, se pasa de un siglo de decadencia, a uno de

mayor dinamismo, incluso notorio en tierras chilenas, donde uno de sus aspectos más

dinámico fue la fundación de ciudades.

Una breve Mirada a Los siglos Coloniales en Chile

(Siglos XVII y XVIII)

Como ya dijimos anteriormente se denominó así a uno de los periodos más largos

de la historia de Chile, reiterando que también el concepto es extensible a la Historia

General de América. La colonia podemos dividirla claramente en dos siglos:

A). Siglo XVII, entre 1600 y 1699 con la muerte del último rey de la Casa de Habsburgo o

Austria, Carlos II, denominado el hechizado. Esta etapa ve la decadencia del imperio

forjado por los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II. Durante el Siglo XVII, la mayoría del

continente americano esta subyugado y bajo la administración del Real Consejo de Indias y

del Derecho Indiano, como de la Casa de Contratación, para los asuntos económicos.

B). El Siglo XVIII, ve la llegada de los reyes Borbones de origen Francés, siendo el

Primero de ellos Felipe V, llegando España durante el reinado de Carlos III (1759 – 1788),

a alcanzar un sitial casi tan importante como en el siglo XVI. Durante esta etapa hay un

importante cambio administrativo, los problemas de América, los ve ahora la Secretaria de

Marina e Indias. Durante este periodo se producen a nivel mundial la revolución de las

ideas, lo que se llamó el siglo de las luces. Y de las revoluciones libertarias; la Revolución

de Independencia de Estados Unidos (4 julio de 1776), por aquel entonces colonia de

Inglaterra, y la Revolución Francesa (14 de julio de 1789). Estos tremendos hitos

históricos, permiten tímidamente la llegada a América de ideas de libertad e igualdad.

Podemos decir que es en la Colonia, cuando Chile, define su ser nacional, se

internaliza lo chileno, sus modos de hablar, muchas de su tradiciones y formas de ver la

vida, incluso su gentilicio, proviene de la Colonia, siglo XVII, y se debe precisamente a la

denominación que dieron a los pueblos originarios, los corsarios holandeses, cuando

Mapuches y holandeses, intentaron concretar una alianza, los primeros para derrotar a los

125

El año 1565 se instaló la Real Audiencia en la ciudad de Concepción, pero dejó de funcionar en 1575,

debido a la guerra de resistencia mapuche.

126 www.historiasdechile.cl/archivos/historia-de-santiago-vicuna-mackenna

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invasores, y los corsarios el para tener un lugar donde realizar sus actividades mercantiles,

fuera del férreo control español.

No, obstante este breve resumen ha dejado afuera algunos aspectos importantes

como la cultura, la educación, el arte, la literatura, las relaciones con otros países, la llegada

de piratas, corsarios y otros viajeros. Y hemos destacado, la economía, la guerra de

resistencia, la sociedad y la consolidación del derecho indiano, 1681127

. Para finalmente

adentrarnos en las políticas fundacionales del siglo XVIII, y especialmente, de la

fundación de la Ciudad de Copiapó, el 8 de diciembre de 1744.

Economía: En cuanto a la economía imperial, durante el siglo XVII está la

manejaba La Casa de Contratación ubicada en Sevilla y luego en Cádiz. El sistema

económico era el del monopolio, que tenía su expresión en el sistema de Flotas y Galeones,

que venían dos veces al año y traían todos los productos que los americanos necesitaban, y

compraban los productos que desde aquí se producían, claro que el precio de compra y

ventas lo ponía España. Durante el Siglo XVIII este monopolio viene a romperse, primero

con la introducción de productos de contrabando ingleses y franceses, luego con el sistema

de Navíos de registro del Cabo de Hornos, en 1740. Luego vendría el decreto de libertad de

comercio dictado por Carlos III en 1778. En Chile fue la Hacienda la principal Unidad

Económica, durante el siglo XVII, fue el periodo ganadero, usándose la carne y

especialmente el sebo y el cuero. Durante el siglo XVIII, fue el periodo de la agricultura,

exportándose el trigo en especial al virreinato del Perú. Además se comienza a desarrollar

ya fuertemente la minería.

La Guerra de Resistencia del Pueblo Mapuche (Antiguamente denomina Guerra de

Arauco): Esta mantuvo toda su dureza durante todo el siglo XVI y parte del XVII, Desde

1601 se había instalado por parte de Alonso de Ribera el Río Bío Bío, como frontera

permanente, se había formado un ejército regular y para ello se había conseguido el

financiamiento real, mediante un impuesto llamado Real Situado, que era enviado desde el

Perú. Luego hubo distintos sistemas de Guerras, la defensiva, propuesta por el jesuita Luis

de Valdivia, y la de esclavitud, que consistía en hacer esclavos a los indios mayores de 9

años y a las indias mayores de 8 años, este fue el sistema favorito de los españoles, ya que

así lucraban con la guerra. También se ensayaron los Parlamentos, que eran grandes

conversaciones intercambio de presentes y se firmaba la paz, este no tuvo mucha validez,

por la fragilidad política de los mapuches. Pero, lo cierto es que desde mediados del siglo

XVII se estableció una relación de frontera, primero de tipo económico y luego social,

amical e incluso familiar, que modero mucho la guerra.

Sociedad: Por Sociedad podemos entender el conjunto de personas que forman el tejido

social, y como estos se organizan para poder desarrollar su vida. En ocasiones la sociedades

pueden ser de clase, casta, educación u otro factor. El siglo XVII vio constituir una

sociedad Pigmentocrática, es decir basada en el color de la piel. En el vértice de esta

pirámide social, se encontraba el grupo blanco, compuesto por peninsulares y criollo, luego

127

Las leyes de india, estaban compuesta por 400.000 reales cédulas, que finalmente se consolidaron en 6400

leyes. Ver: John Lynch, América Latina, entre Colonia y Nación, Pág. 75.

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el grupo moreno donde destaca los mestizos, que ya son un grupo demográfico de gran

importancia, también aquí se cuentan los pueblos originarios, como también los mulatos y

los zambos, por último también estaban los negros, que en Chile fueron bastante

minoritarios, por lo caro de su internación al país. Podríamos decir que el siglo XVIII

mantiene una estructura similar. Aquí aparece un grupo que a la postre se convertirá en

fundamental para el proceso de independencia, la unión de los vascos con los criollo

chilenos, Francisco Antonio Encina, acuño el concepto de Aristocracia Castellano Vasca,

para denominar a este grupo. Lo cierto es que este grupo formo la oligarquía criolla y

fueron ello el grupo más dinámico en los procesos de independencia.

La consolidación del Derecho Indiano: La colonia al representar el momento

histórico de mayor duración, es la etapa de la historia americana donde se acrisolan la

mayoría de las costumbres y tradiciones de nuestra cultura. En este contexto el Derecho

indiano, concebido como el conjunto de leyes y normas jurídicas que rigen y regulan la

vida de las colonias, adquiere su mayor expansión y se enraizaran en nuestra tradición

jurídica, y por extensión en lo político, hecho que se ve reflejado posteriormente en todo el

aparataje constitucional, político y legal de Chile, donde el sistema político , aun hoy,

presenta rasgos claramente colonial, siendo la institución de los intendentes uno de sus

ejemplos más demostrativos, ellos, representan al presidente - rey en la provincia, esta

influencia jurídica con raíces en el derecho indiano, mantiene aún cierto influjo en gran

parte de los países de habla hispana. Lo que por cierto es un anacronismo histórico, y

retardatario del avance y la democracia real.

La Fundación de Ciudades,

El nacimiento oficial de la Villa de San Francisco de Copiapó de La Selva.

Al comenzar el siglo XVIII, España vive una crisis por la sucesión al trono español,

la disputa se centra entre Felipe de Anjou y el archiduque Carlos de Austria. Si bien el

testamento del Rey Carlos II, había favorecido a Felipe de Anjou. Las potencia europeas,

no lo ven tan claro, ni tan pertinente a sus intereses y al equilibrio entre potencias,

especialmente Inglaterra que recelaba del poder que podía acaparar la casa de los Borbones,

ya que, pensaban podrían unir a Francia y España. Así se llega a la denomina guerra de

sucesión, donde el resultado, después de una larga lucha es que se mantiene a Felipe de

Anjou en el trono. Francia y España, se comprometen a no unir sus reinos. Todo queda

sellado en los conocidos tratados de Utrech (1713) y Rastad (1714).

Felipe, asume como V de España, un Borbón de origen francés, nieto de Luis XIV,

y con ciertos rasgos de ilustración, se hace cargo de España y del extenso continente

americano. Corrían los días de 1714. El siglo XVIII, como ha planteado Lynch, “España

abandona el consenso y comienza a reafirmas su autoridad.

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La reforma dependía del ímpetu dado por el rey, las ideas e iniciativas de los ministros y los

fondos para implementar su política128

”.

En el apartado Reyno de Chile, el siglo XVIII, había comenzado con la idea de urbanizar la

población que vivía principalmente en el campo, hay que recordar que la hacienda, era el

principal núcleo social y económico, en el primer siglo colonial. Lo que se buscaba, ahora,

era organizar la vida en poblaciones urbanas.

“Con el siglo XVIII, en cambio se va produciendo un tránsito de la vida rural a la vida

urbana. Este proceso favorecido por la paz general, encontró su punto de partida en un

estímulo exterior. La orden real de 1703 que dispuso que los españoles de Chile, que

habitaban en ranchos, haciendas y chacras, se agruparan en ciudades con autoridades

administrativas y eclesiásticas129

”. Posteriormente se estableció la Junta de poblaciones,

para apoyar el proceso urbanizador, y el año 1744, el Rey Felipe V, dio importantes

prerrogativas a los españoles que se decidieran a residir en las nuevas ciudades, siendo una

de las más importantes el título de corregidor, como también algunas excepciones

impositivas. De esta forma el apartado Reyno de Chile, estaba dispuesto para ver nacer

nuevas villas, que a la postre se convertirían en importantes ciudades. Una rol

fundamental, en estas fundaciones tendrá el Gobernador Joseph Antonio Manso de

Velasco, y para el caso de Copiapó, el Superintendente y Corregidor de Justicia Mayor

Francisco Cortes y Cartabio130

.

Sus Orígenes: Copiapó, Copayapu, era un asentamiento humano, que se había

establecido y desarrollado, pasando por sus etapas; Molles, Animas, Copiapó y Diaguita,

y por ende podemos sostener que gozaba de ya de importancia, cultural, económica y

demográfica, mucho antes de la llegada de los españoles. Hecho que durante el siglo XVI,

va a ser ratificado por los cronistas. “Los cronistas del siglo XVI, Pedro Mariño de

Lobera, Gerónimo de Bibar y el mismo Pedro de Valdivia, nos entregaron cifras relativas a

la población de la zona todas ellas se manejan entre los guarismo de 3000 a 5000 personas ,

de allí que podamos hablar de una importante aglomeración de población, que en aquel

momento en Copiapó debe haber representado aproximadamente unas 5000 a 6000

personas, estamos hablando de uno o dos poblados (Copa yapú) con casi el 0,8 % de la

población total de Chile, presentando así una de las poblaciones relativamente densas de la

diluida población chilena131

”.

128

Lynch, John: América Latina, entre Colonia y Nación, Editorial Crítica, Pág. 87

129 Eyzaguirre, Jaime: Historia de Chile, Editorial Zig zag, Santiago, Pág. 240 y ss.

130 Usamos la expresión Joseph, en vez de José, y Cortes y Cartabio, por ser como aparecen escritos en el

acta original de fundación de la ciudad, Fondos Varios V. 690, foja 63. Del archivo nacional de Chile –

Dibam.

131 Cortés, Guillermo: El Fuerte Copiapó 1548, los orígenes urbanos de Copiapó, desde el siglo XVI hasta el

presente. En: Boletín del Museo Regional de Atacama, año 2 Nº 2 . Dibam, Copiapó.

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El concepto Copayapu, ha provocado interesante debates a cerca de su significado y origen.

Digamos que Copayapu y su traducción tradicional por Copa de Oro, pareciera no ser

correcta. En la Revista Norte, el año 2000, en un estudio sobre la obra de Salvador

Reyes132

, se define la traducción de Copa yapú, por tierra o vega verde, superando la idea

de Carlos María Sayago, con relación a que significaría ; sementera de turquesas o Copa

de oro. Nosotros, Junto al Profesor Rodrigo Zalaquett, ya el 2001, utilizamos el concepto

Tierra Verde y/o fértil, en los documentales: Tres Capsula del Tiempo, y lo ratificamos en

un artículo el 2006. No obstante lo anterior, decir que los cronistas del siglo XVI, hablaron

de Copayaper, Pocapocayo, o Copa yapú, y su raíz pareciera ser aymara. Al respecto, el

arqueólogo Carlos González, investigador asociado al Museo Regional de Atacama, que

compartía nuestra preocupación por este tema, finalmente encontró y propuso que la

palabra original más pertinente era “Copiyapo”, derivado de Qhupi – Yapu. Basándose en

un artículo del antropo-lingüista, Manuel Mamani. Este artículo, venía a ratificar, nuestra

idea de que Copa yapú es tierra verde. El artículo de Mamani, relata la entrevista que hace

canal 13 de la Universidad Católica de Televisión, a un poblador del lago Chungará, donde

habla de Copiyapo y de las conclusiones del Manuel Mamani. “Lo interesante de este

dialogo, es que el poblador aymara no dijo Copiapó, sino Copiapo o Copiyapu. Lo

paradojal es que la palabra pronunciada por el hombre andino era correcta en la fonación

aymara, sobre el nombre de la capital de la tercera región Atacama que fue castellanizado,

el que se desglosa en: qhupi = blando o blanda y yapu= chacra( tierra cultivable), entonces

qhupiyapu es una palabra compuesta que significa; chacra blanda o tierra fértil. En

consecuencia para un aymara hablante sería incorrecto pronunciar Copiapó133

”.

Por tanto, concluimos que el Nombre Copiapó, se asocia a las lenguas pan andinas,

principalmente el Aymara, y que no significaría: Copa de Oro, ni Sementera de Turquesas,

sino que su significado está asociado a: Tierra Verde o Tierra Fértil. Lo que da centralidad

al discurso que hemos sostenido, que este Valle, fue el primer corte transversal al desierto,

y que después de pasar el tercumen y/o atacamac134

, el gran confín, venia la tierra fértil y

verde, que era Copiapó.

El siglo XVI: La zona del valle de Copiapó, era un asentamiento humano que hundía sus

raíces en épocas prehispánica muy anteriores, casi desde el año cero de nuestra era. A la

llegada de los invasores - conquistadores. Entre 1536 y 1540, se produce el primer

contacto chileno - español, en el valle de Copiapó con la llegada del adelantado Diego de

Almagro en 1536, y luego con la toma de posesión de Chile, el 26 de octubre de 1540, por

parte de Pedro de Valdivia, relatada por Jerónimo de Bibar en su; “Crónica y relación

132

escritor, nacido en Copiapó y posteriormente premio nacional de literatura

133 Manuel Mamani, Antecedentes míticos y ecológicos del significado del vocablo Chungará. En: Revista

Chungara, Volumen 26 nº 1, 1995, Pág. 119 y 129.

134 Cf. Cortés H. Cerda, P. y Cortés. G. Pueblos originarios del norte florido de Chile, Ediciones del Norte

Fondart, 2004, La Serena. Glosario de términos.

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copiosa y verdadera de los reinos de Chile” se daba inicio a la larga lucha por la conquista

del nuevo territorio. Se iniciaba así, en este Valle la historia de Chile135

.

Copiapó y sus habitantes realizan su propia resistencia a la invasión y a la dominación,

lejana esta la descabellada idea de los historiadores mapochinos, que nos mostraron en sus

historias oficiales, un pueblo manso y sometido a los españoles. Los propios cronistas

Jerónimo de Vivar y Alonso de Góngora y Marmolejo, nos relatan cómo resisten y como

Juan Bohon; “capitán imprudente en la seguridad y mal platico de la Guerra136

”.

Es derrotado y muerto por los rebeldes copiapinos en noviembre de 1548. Posteriormente

será Francisco de Aguirre, quien se establezca en la zona de la actual Alameda Manuel

Antonio Matta, en el llamado fuerte de Montalbán. Copiapó, era por lo tanto un referente

obligado en cuanto a población y hechos durante el siglo XVI. También Broll y Pinto, en

su obra: “Copiapó”, nos dan información sobre el siglo XVI; “ El nombre de Copayapu,

aparece por primera vez en las fuentes históricas en la probanza del Capitán Juan Gómez

de Almagro , fechada el 11 de diciembre de 1561137

”. Evidentemente estaban equivocados

al sostener que era la primera mención histórica, ya que como hemos demostrado la

primera mención es la de Jerónimo de Bibar, no obstante, el dato viene a ratificar,

nuevamente la presencia del asentamiento humano, 183 años antes de la fundación oficial

de Copiapó.

La Fundación de la Ciudad y los antecedentes coloniales

(Siglos XVI al XVII):

La fundación de Copiapó, tienes sin duda, formas distintas de abordarse y nuevas

miradas, que esclarecen su origen y su denominación, lo cierto es que el siglo XVIII y la

fundación o re fundación de la ciudad, representa a nuestro entender la expresión y

ratificación legal de una realidad que ya existía con anterioridad. En nuestro artículo,

denominado, El Fuerte Copiapó 1548, los orígenes urbanos de Copiapó138

, hacíamos un

extenso relato de la ciudad y sus orígenes en el siglo XVI, ahora, nos parece que ha llegado

el momento de analizar la fundación de 1744. Despejado el siempre conflictivo tópico de la

significación de Copayapu – Copiapó, donde establecimos su significación como tierra

135

Cf. Cortés Guillermo: Los Diaguitas Historia de los pueblos de los Valles Transversales, Tesis Doctoral,

Universidad de Salamanca (España) 1998. Se postula que la toma de posesión en Chile, da origen a la

construcción de lo que será el reino de Chile, la gobernación y posteriormente el país, en un territorio

Diaguita, y en la actual región de Atacama.

136 Alonso de Góngora y Marmolejo: Historia de Chile, desde su descubrimiento hasta el año 1575, editorial

BAE, España, Pág. 88 y 89.

137 Broll, J. y Pinto, J. “Copiapó en el siglo XVIII”, Ediciones Del Instituto de Humanidades de la

Universidad de Valparaíso, 1988. Pág. 54

138 Guillermo Cortés, El Fuerte Copiapó 1548; los orígenes urbanos de Copiapó, desde el siglo XVI hasta el

presente. En: Boletín del Museo Regional de Atacama, nº 2, Copiapó, 2011.

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verde y fértil. Nos parece, que debemos examinar el acta de fundación, sus planos

originales y sobre esa base, dar una nueva interpretación al 8 de diciembre de 1744.

La primera iniciativa legal, en orden de formalizar y ordenar, mediante la

agrupación de personas que dieran vida a la ciudades, la encontramos, como lo

mencionamos anteriormente, en el año 1703, bajo la administración del Gobernador

Francisco Ibáñez de Segovia y Peralta, este por orden real, dispone y estimula a los

españoles dueños de tierras, a concentrarse en Villas, por lo cual además recibirán

importante benéficos económicos y de retribución en tierras y solares. “El punto de

partida de esta política fue la real cédula de 1703, en el cual Felipe V, con medidas severas

ordenaba la congregación en sociedad de los españoles diseminados en los campos para dar

con ello ejemplo a los indios. Se trataba de llevar a cabo un plan de fundaciones destinado a

concentrar en villas a los españoles dispersos en ranchos, haciendas y chacras139

”.

Al respecto podemos recordar que la Hacienda, era una unidad socioeconómica y

demográfica central en el Chile colonial, en base a ella giraba parte de la vida del Reyno de

Chile, al llevar a los hacendados a fijar residencia en villas y/o ciudades se modernizaba el

rostro del país, a la vez que se ejercía un mayor control sobre la población. Se daba inicio a

una nueva forma de accionar para la urbanización en Chile. La política de fundaciones

vería sus primeros resultados el año 1717, con la fundación de Quillota, y tomaría un

curso más rápido con la llegada del Gobernador Joseph Manso de Velasco. A partir de ese

momento se aplica, lo que Jaime Eyzaguirre, ha llamado: Las Nuevas Poblaciones. “Es

José Manso de Velasco quien da el mayor impulso a la política fundacional. Se debe a su

laborioso empeño el nacimiento de las siguientes poblaciones: San Felipe el Real, junto a

río Aconcagua (1740); Santa María de los Ángeles, entre los ríos Laja y el río Bío Bío

(1742); Nuestra Señora de las Mercedes de Tutubén en la confluencia entre este riachuelo

y el río Cauquenes ( 1742); San Agustín de Talca ( 1742), en tierras cedidas por los

religiosos agustinos, próximas a la primitiva y fracasada fundación hecha a fines del siglo

anterior por Martín de Poveda; San Fernando de Tinguiririca ( 1742), junto a este río; San

José de Logroño ( 1743), en el valle de Melipilla, Santa Cruz de Triana o Rancagua (1743);

y San Francisco de La Selva ( 1744) en el Valle de Copiapó”140

. No cabe ninguna duda

sobre la extensa obra fundacional desplegada por este gobernador, que a la postre fue

premiado con un título nobiliario; Conde de Superunda y nombrado Virrey del Perú.

Nos parece muy necesario mencionar, en clave de la historia regional de Atacama, que en

la segunda mitad del siglo XVIII, se fundará en Atacama, la ciudad de Vallenar (1789),

139

Cf. Broll, Julio y Pinto, Jorge: Copiapó en el siglo XVIII, Ediciones, Editado Instituto de estudios

humanísticos de la Universidad de Valparaíso, 1988, Pág. 51. / Guarda, Gabriel, La ciudad Chilena del

siglo XVIII, Centro editorial de América Latina, Buenos Aires, 1968.

140 Eyzaguirre, Jaime: Historia de Chile, Editorial Zig – Zag, Santiago, Pág. 241

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64

antiguo asentamiento humano de Paitanas141

, siendo gobernador de Chile, Ambrosio

O’Higgins.

Copiapó, con anterioridad a ser Villa, no es que no existiera, ya era un Corregimiento, es

decir una unidad territorial, cuyas coordenadas geográficas serian Paposo por el norte y

hasta el paralelo 29º de latitud sur. Además el corregimiento de Copiapó, en cuanto a

unidad territorial estaba dividido en el siglo XVIII, en dos partidos y dos curatos. La mayor

parte de la población se agrupaba en el valle del río Copiapó, y en menor media en el valle

del Huasco. En el siguiente cuadro, podemos ver la distribución espacial por partidos y

curatos en el siglo XVIII.

Año Población Copiapó Población Huasco

1700 971 habitantes 881 habitantes

1744 1745 habitantes 1118 habitantes

1759 2960 habitantes 1281 habitantes

1778 3595 habitantes 1825 habitantes

1813 8715 habitantes 5524 habitantes

142

Por corregimientos del norte de Chile, considerando a Copiapó143

, como el límite

septentrional de la gobernación la evolución de la población ente 1700 y los años 1744 fue

la siguiente.

Año Copiapó ( abarca el

Valle de Huasco)

Coquimbo Quillota

1700 1852 6405 4523

1744 (fecha de

fundación de

Copiapó)

2863 6964 6990

141

Paitanas, era el nombre ancestral que recibía el territorio donde se fundó la Villa de Vallenar. Nuestra

opinión es que la situación de Vallenar, es muy similar a la de Copiapó, fue un poblado prehispánico, que

logra el estatuto de Villa en la segunda mitad del Siglo XVII, pero sus orígenes también los podemos

encontrar con anterioridad a la Conquista de Chile.

142 Broll y Pinto, Copiapó, Siglo XVIII, editorial Universidad de Valparaíso, Pág. 12

143 El corregimiento de Copiapó, abarcaba el valle de Huasco.

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En solo 14 años desde la fundación oficial de la Villa de Copiapó de la Selva de

San Francisco, la población aumento en 1215 habitantes, es decir un explosivo 69, 6 %, y

para fines del siglo XVIII, el aumento era de más de un 100%. Lo mismo podemos decir

cuando hablamos del Corregimiento. Decir al respecto que la designación oficial como

ciudad, efectivamente fue exitosa en cuanto a los objetivos de la política de fundaciones

imperiales en Chile. Ahora, bien ¿Que otro factor permitió y avaló este crecimiento? La

mayoría de los autores hablan de Atacama y Copiapó, como zona de fronteras, lo que no es

un gran hallazgo, porque como todos sabemos, y ahora ratificamos; Atacama; fue la

frontera norte del Reyno de Chile, y Copiapó, fue específicamente era esa frontera, ya

posteriormente en la República, Atacama siguió siendo la frontera norte de Chile, ahora

sería Chañaral la zona más septentrional, esta situación se mantendría hasta la guerra del

Pacífico (1879 – 1883 – 1884), cuando Chile anexe los territorios de Antofagasta, en

poder de Bolivia, y la provincia de Tarapacá, bajo dominio Peruano. Pero, el ser zona de

fronteras, con una población, aparentemente, siempre cambiante, no es al parecer la

respuesta del notable crecimiento del Corregimiento y del partido de Copiapó. Sino que la

respuesta está más bien en su desarrollo económico. La economía como fuerza impulsora

de la historia, no es un factor nuevo, sino que es una constante, y en la historia del

desarrollo urbano de Copiapó, es un factor principal. El ascendente momento económico

del Valle del Río Copiapó, reflejado en una incipiente minería, se han pesquisado para el

siglo XVIII, a lo menos 32 yacimientos144

, y un estable desarrollo de la agricultura,

reflejado en producción de uvas y de vino, de maíz, y trigo, habían venido consolidando

el asentamiento de españoles e indígenas del Valle, es decir había una demografía que para

la época marcaban índices importantes , van a condicionar el nacimiento oficial de la

Villa, el 8 de diciembre de 1744.

El Acta de Fundación, la fundación oficial de la Villa de Copiapó:

El mandato para la fundación de la Villa de San Francisco de Copiapó de la Selva,

dado por Joseph Manso de Velasco, lo va a recibir Francisco Cortes, el 12 de agosto del

año 1744. Cortes y Cartabio, va a fundar, como se acostumbró durante la conquista ( siglo

XVI), sobre lo ya existente, eso explica porque la ciudad nace con casi 1000 habitantes.

A partir de ese momento se comenzaba a trazar lo que sería la fundación oficial de

Copiapó, hecho que finalmente se realiza el 8 de diciembre de 1744, y que queda

solemnemente refrendado por su acta fundacional.

El acta de fundación se redacta, en; Un sello cuarto, un cuartillo, (del) año de

mil setecientos treinta y nueve, a continuación y no, siendo esta una traducción literal

paleográfica, sino que más bien manteniendo el texto y sobre todo el espíritu, hemos tratado

de llevarla a un más lenguaje actual, hemos, no obstante manteniendo algunos giros y

formas de escritura original. El acta dice lo siguiente:

144

Pinto y Broll, dicen que la mayoría de estas minas eran de Oro. Cf. Ob. Cit. Pág. 10

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66

“Don Francisco Cortes y Cartabio Corregidor y justicia Mayor, Teniente de Alcalde

mayor, además capitán y superintendente para la construcción de la villa que funda en

este valle de Copiapó.

Por cuanto el señor D. Joseph Manso de Velasco Cavallero de la orden de Santiago,

teniente general de sus reales ejércitos, governador y capitán general y presidente de su

real audiencia en este reyno de Chile en virtud de las reales ordenanzas que han sido

liberadas por real cedulas para que se funde en este reyno villa y poblaciones formales de

españoles donde congregados vivían instruidos en la ley de dios y documentos cristianos,

se expidió en consideración de los repetidos informes que dieron los señores obispos ,

quienes prácticamente reconocen en la visitas el miedo como vivían en estos vastos

territorios, con tan ninguna doctrina en los documentos , procediendo de esto muchos

excesos pecaminosos. Motivados de no estar congregados en lugar donde sean instruidos

cristianos y políticos en conformidad de que tenga cumplido a afecto las reales hordenes

para este fin por decreto del veinte y dos del mes de agosto del presente año y por decreto

del veinte y nueve del mes………. Se conforme con la instrucción de ampliar la comisión

para que pasare aeste valle de Copiapó y que reconoziere el terreno y las tierras

necesarias para fundación. Funde y herija eneste valle una Villa, y población de españoles

para que mediante ella vivan juntos y congregados todas las personas que espensas,

tienen sus habitaziones en los Vosques de estos territorios, y hallando concurren en este

valle las circunstancias que previenen su .......... , por las leyes del título siete libro

segundo de as indias, usando de la facultad que me es conferida para dicha fundación en

nombre de su majestad … y al son de instrumentos militares cite , y congregue en la

iglesia parroquial de esta poblazión, don Andreas basas cura de la vicaria, y los hermanos

reverendo padres de san francisco, madres de as mercedes que se hallan en otra poblazion,

y así mismos a los vezinos, y constituidos fundadores para esta Villa, quienes lo son el

general Dn. Phelipe de mercado, el general Dn. Juan Santos de Menezes, el mariscal de

campo Dn. Fernando de Aguirre, el capitán Albaro Vallejo, Dn. Lorenzo de …….., Dn.

Pedro de Zavala, Dn. Nicolás de Alzega , y otras muchas personas y principales

fundadores que todos por menor, hera su razón en la lista que expuse con este decreto, y

todos invocando a su Majestad y en su nombre se erigió esta fundación con el Titulo de

Villa de San Francisco de Copiapo de la Selva”145

.

Continúa el texto indicando que todos deben ceñirse a las órdenes que tiene prevista el

rey; “ Y que todos debe guardar y cumplir sin omisión en la fabrica de las casa y demás

ornatos conducentes al mayor lustro de esta fundación, y todos conformes recibieron la

honra y merced , que la piadosa y magnifica majestad, el católico monarca, sea servido

conferir para otras fundaciones y cooperar a todo cuanto fuese de su real servicio, y al

aumento de otras fundaciones , y vivir congregados instruidos en el santo temor de Dios,

145

Acta de Fundación de la Villa de Copiapó, 1744, Archivo nacional, fondos varios Vol. 690, fojas 63 a 67.

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67

esperando de la piedad de su Majestad Católica le conceda a otras villas los privilegios

que franquea su real magnificencia a las nueva fundaciones146

”.

A partir de este párrafo se entra a la última cuartilla del acta de fundación de San Francisco

de Copiapó De la Selva. Indicando posteriormente la fecha y los firmantes del acta de

fundación de la Villa.

“En ocho días del mes de Diziembre de mil setecientos quaretnta y quatro, años del señor.

Ante Mi otros juez que doy fee

Phelipe Mercado Fernando de Aguirre Albaro Ballejo

Pedro Mandiola Lorenzo de la Rauna

Por mí y ante mí

Francisco Cortes y Cartabio147

Es así como, oficialmente, la ciudad nace con el nombre de San Francisco de

Copiapó de la Selva. La larga ocupación humana del Valle, los distintos actores, hechos

y procesos ocurridos en este territorio se cristalizaba finalmente en el nacimiento de esta

Villa. Copiapó, la verdad sea dicha, si bien, ya existía antes de su fundación oficial, ahora

era una realidad urbana legal.

Por último decir que durante largo tiempo la historia de la ciudad, ha mantenido la

idea de que esta nació a la vida legal urbana del país, como San Francisco de la Selva de

Copiapó, siendo realmente San Francisco de Copiapó de la Selva, esto ocurrió, al parecer

por la transcripción del acta original que realizó Carlos María Sayago, para su historia de

Copiapó, quien desde su primera edición hasta la última re edición de 2006, había

mantenido esta nominación para Copiapó. La pequeña inexactitud de la trascripción habría

generado este yerro. Ahora queda la incorrección reparada.

Conclusiones:

Sobre Copiapó y su larga historia urbana, todavía podemos seguir investigando, al

presente hemos podido determinar que el actual Copiapó, fue una importante zona de

asentamiento humano prehispánico, donde hubo una evolución cultural y económica, como

sociopolítica, aquí se desarrollaron diferentes culturas y a la llegada de los conquistadores

– invasores, vivían en este hábitat los Diaguitas, quienes recibieron todo el impacto del

avance conquistador de una Europa en expansión. En este territorio se realizó la toma de

posesión de Chile, el 26 octubre de 1540, y con ello se dio inicio a la historia moderna

chilena.

146

Ibídem.

147 Ibídem.

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68

El siglo XVII y primera mitad del XVIII, organizó administrativamente el Reyno

de Chile en corregimientos y Partidos148

, que fueron sus divisiones políticas

administrativas, correspondiéndole a Atacama, dos partidos y dos curatos. Hacia el siglo

XVIII, en Copiapó el asentamiento humano, producto del trabajo de la tierra y del subsuelo

(minería), ya era de casi 900 personas, es por eso que al fundarse oficialmente la ciudad,

esta cuenta con habitantes.

ANEXO

Fig. 01. Plano de Copiapó

148

En la segunda mitad del siglo XVIII, 1786, se incorporarían las intendencias en Chile, como unidad

político administrativas.

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69

Fig. 02. Mapa Plaza de Copiapó

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Mapoteca, Plano Nº 340 titulado Plaza de Copiapó, año 1750.

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp. 71-84 , Copiapó-Atacama

HISTORIA REGIONAL, EDUCACION, IDENTIDAD,

SUBJETIVIDADES Y APRENDIZAJE SIGNIFICATIVO

Jimena Ferreiro Hormazabal149

Historia y Educación

Desde hace mucho, en la Región de Atacama ha existido la preocupación por parte

de la comunidad, de investigadores y profesores, en torno a poner en un lugar

preponderante la Historia Regional. En un primer momento, destacados intelectuales,

volcaron su actividad a rescatar los antecedentes que les permitiesen construir la Historia

Atacameña. Posteriormente, la memoria Histórica estuvo resguardada por ciudadanos

estudiosos, que cuidaron el legado de los antepasados, los cuales habían recabado a modo

personal, antecedentes de la Historia atacameña dignos de ser historiados150

. Sin embargo,

estos esfuerzos particulares no han tenido una correspondencia real con la Historia que han

aprendido los atacameños en sus escuelas, pues estos relatos de historias locales y

regionales han sido sistemáticamente opacados por la práctica de la enseñanza de la

Historia que realmente se practica en las aulas; ésta ha estado marcada por la línea oficial

consentida en las escuelas, dirigida desde el pensar de los intelectuales y autoridades del

núcleo del país, Santiago, sin tomar mucho en cuenta las pluralidades y subjetividades de

las historias regionales151

.

No obstante esta tendencia educacional, los relatos familiares, los cuentos locales, los

recuerdos, la geografía y la urbanidad misma, revivieron el deseo de algunos atacameños de

conocer más su Historia, sus orígenes, la explicación del presente regional a través de

miradas de la historia propia. Así surgió la inquietud de investigar nuevamente el pasado

desde la región y para la región, esta vez, poniendo al servicio de esta causa la formación

intelectual moderna adquirida por nuevas generaciones de atacameños en centros de

149

Profesora y Licenciada en Historia y Ciencias Sociales, Investigadora adjunta Museo Regional de

Atacama. [email protected]

150 Existen varios ejemplos notables al respecto; sólo por mencionar algunos, para el siglo XIX , Carlos María

Sayago, y para el siglo XX, Oriel Álvarez,

151 Hoy las bases curriculares que dirigen la educación desde el Ministerio de Educación están variando, más

el recorte efectuado a las horas asignadas a la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales, hace muy

difícil la inclusión de nuevos contenidos. Aun así, muchos pedagogos están conscientes de la necesidad de

plasmar la visión regional a los contenidos mínimos obligatorios exigidos por la autoridad. Para revisar las

bases curriculares, ver: Marco base curricular. Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos obligatorios

año 2005, y 2009, en http://www.mineduc.cl/index2.php?id_contenido=17652&id_portal=1&id_seccion=9

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educación superior. Las investigaciones realizadas por estos intelectuales locales, lograron

con esfuerzo y perseverancia posesionar gradualmente la importancia de reivindicar el

estudio de la Historia Regional con un propósito claro: resguardar la memoria histórica

comunitaria para no perder la conformación de la identidad atacameña, y para comprender

la realidad histórica desde un sitio de posicionamiento propio: la región a la cual se

pertenece152

.

Ahora, el desafío sube al nivel educativo: ¿Desde qué bases construimos un modelo

educativo que aproveche esta historia regional para lograr una comprensión sinérgica de los

sucesos pasados? ¿Es posible transmitir ese conocimiento generado a los niños y niñas de

Atacama? ¿Existen antecedentes en otras latitudes? ¿Cómo involucrar al resto de la

ciudadanía? ¿Qué beneficios se obtiene con el aprendizaje de esta historia? ¿Es posible

crear herramientas metodológicas locales para enseñar historia, con una perspectiva

regional?

Identidad y enseñanza de la Historia. Desde hace ya un tiempo, que las palabras identidad

153, memoria

154 y patrimonio

cultural155

, han sido ampliamente tratadas en las ciencias sociales. Desde el punto de vista

152

Esta es la línea de trabajo que se está desarrollando desde hace un tiempo en el Museo Regional de

Atacama. La corriente historiográfica dedicada a la Historia Regional ha sido trabajada arduamente por

distintos historiadores, en Latinoamérica, relevante han sido los aportes de México y Venezuela. Para ver

una síntesis de las principales discusiones teóricas, y definiciones, ver el artículo que precede a esta entrega:

“¿Por qué hablar desde la Región? Importancia de la Historia Regional en la práctica historiográfica

chilena”. Boletín del Museo Regional de Atacama, N°2.

153 Para el presente trabajo, usaremos esta definición entregada por Jorge Larraín: "Un significado más

adecuado de identidad deja de lado la mismidad individual y se refiere a una cualidad o conjunto de

cualidades con las que una persona o grupo de personas se ven íntimamente conectados. En este sentido la

identidad tiene que ver con la manera en que individuos y grupos se definen a sí mismos al querer

relacionarse -"identificarse"- con ciertas características." El autor, más adelante explica que el proceso

mediante el cual se forma esta identidad, consta de etapas, entre las que se destaca el momento en que los

individuos o grupos de apropian o identifican con ciertas cualidades y se comparten categorías sociales, como

religión, sexo, etnia, profesión, etc. Cada una de estas categorías compartidas es una identidad cultural. Luego

entra en esta consideración el elemento material que entrega elementos vitales de autorreconocimiento, y “a

través de este aspecto material la identidad puede relacionarse con el consumo y con las industrias

tradicionales y locales”. Por último, se hace referencia a la construcción identitaria en la clásica dicotomía:

cómo lo ven los otros, agregando que, en relación a este elemento, “la construcción de la identidad es un

proceso intersubjetivo de reconocimiento mutuo” (Larraín, 2001: 21-48).

154 Se entenderá en estas líneas -siguiendo superficialmente la definición de Pierre Nora- como Memoria

histórica, el esfuerzo consciente de los grupos humanos por recordar su pasado a partir de recuerdos

colectivos. No obstante, habrá que recordar que la composición de esta memoria es dirigida, tal como lo

explica Antonio Gramsci, generalmente por el grupo dominante o hegemónico. Además, las memorias

históricas grupales, cuentan con sus propias subjetividades, diferenciadas de la “identidad nacional”. Otro

aspecto interesante que surge al analizar el tema de la memoria, tiene que ver con contrastar esta memoria

social, con la memoria historiográfica. Al respecto, el profesor Pablo Aravena Nuñez comenta lo siguiente:

“Sólo si –con Ricoeur– aceptamos que la memoria funciona como estructura “matricial” de la historia,

podremos afirmar que la historiografía, como recuerdo metódicamente elaborado, es una memoria

crítica”.(Aravena, 2009:161)

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de la Historia Regional, estos análisis cobran un sentido especial, pues parte trascendental

del objetivo que persigue la construcción de historias regionales, está relacionada con los

significados de estos conceptos. Así pues, el rescate de la memoria local, permite recoger

elementos esenciales para conformar y entender las características particulares de las

identidades de las regiones que pretendemos estudiar. La labor historiográfica dedicada a

las temáticas regionales, analiza esta “materia prima” a la luz de sus metodologías y de esa

forma va entregando antecedentes que se convierten en fragmentos únicos para ir

reforzando y construyendo la memoria histórica regional.

Estas investigaciones respecto de la realidad regional, y hasta local, van

enriqueciendo la visión de la Historia más general; de esa forma se logra potenciar el relato

a través del ejercicio de elaborar una historia que tenga como objetivo la sinergia

(συνεργία), pues lo que se pretende es encontrar el punto de equilibrio mediante el cual los

factores cooperen, y de esa forma, los resultados obtenidos se potencien. Esto cobra más

dinamismo al enfocarlo desde el punto de vista sociológico; Talcott Parson al hablar del

funcionamiento de los sistemas sociales, señala que “los procesos de intercambio entre los

sistemas sociales, pueden tener lugar en virtud de la existencia de zonas de

interpenetración”. Luego indica que estos sistemas son abiertos y participan en un

intercambio continuo de insumos y productos con sus ambientes. Además, menciona que

son concebibles como interiormente diferenciados en varios órdenes de subcomponentes

que también participan continuamente en procesos de intercambio”. (Parson, 2003:3).

Precisamente a esa naturaleza de interacción, debiera ponerse atención al momento de

construir relatos que pretendan ser representativos, pero al mismo tiempo, inclusivos.

Desde el punto de vista educativo, es vital tomar en cuenta las subjetividades

identitarias para enseñar la historia, ya que el reconocimiento de vínculos propios con el

pasado, contribuyen a fomentar un aprendizaje significativo, en el cual los educando se

sientan reconocidos. Al respecto, es interesante mencionar que en el Informe del Programa

de las Naciones Unidas para el Desarrollo, para Chile, se entiende por subjetividad “el

espacio y el proceso en que los individuos construyen una imagen de sí, de los otros y del

mundo en el contexto de sus experiencias sociales. Este ámbito está formado por sus

emociones, imágenes, percepciones, deseos, motivaciones y evaluaciones, entre otros

elementos” (PNUD, 2012: 16). Esta definición se toma acá como un concepto necesario a

incorporar para lograr el tan anhelado desarrollo en el país. Y desde el punto de vista

pedagógico, es ampliamente sabido que el tomar en cuenta las características de los

educando es una de las mejores estrategias para potenciar las habilidades de éstos.

Ahora bien, la importancia de cuidar la memoria histórica de las comunidades no es un

asunto nuevo. A lo largo de la historia, distintas sociedades han efectuado el ejercicio de

recordar. En Chile republicano, la enseñanza de la historia ha sido mayoritariamente una

155

“El contenido de la expresión “patrimonio cultural” ha cambiado bastante en las últimas décadas, debido

en parte a los instrumentos elaborados por la UNESCO. El patrimonio cultural no se limita a monumentos y

colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros

antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos

sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y

técnicas vinculados a la artesanía tradicional” (UNESCO, 2003:3).

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labor direccionada desde el Estado, pues su finalidad tenía que ver con lograr el

fortalecimiento de la unidad de la nación en pro de conseguir buenos ciudadanos. Como

ejemplo, podemos mencionar la propia experiencia del Estado de Chile en cuando a la

planificación de la educación durante el siglo XIX, utilizando la escuela como unidad de

civilidad. Esta metodología de “civilidad”, fue nuevamente impulsada y reforzada para

trabajar en los territorios anexados luego de la guerra del Pacífico; hay variados estudios

históricos que dan cuenta de cómo se utilizó a la escuela a modo de elemento de

chilenización elemental para contener a las poblaciones nuevas bajo el Estado de Chile,

evitando así, por medio de la educación, sublevaciones locales (Díaz, 2009)156

.

Durante el siglo XX esta estrategia siguió siendo utilizada, así podemos

evidenciarlo respecto de la noción de Chilenidad bajo la dictadura militar. Al respecto, el

historiador Pablo Aravena entrega algunas consideraciones en torno al debate sobre la

“identidad nacional”, articulando éstas en torno a una que la reflexión de la noción de

chilenidad a propósito de “uno de los más actuales y burdos procesos de “chilenización” (la

dictadura de Pinochet)” y además, plantea “que la pregunta por la identidad (individual o

colectiva) no puede estar desligada de la política en su sentido más amplio” (Aravena,

2009:147).

Al meditar en la actualidad respecto de estos ejemplos históricos, obviamente

podemos ver que los resultados de la enseñanza de la Historia, como hace ya bastante

tiempo saben quienes se dedican a estas materias, no son inocentes, y a su vez, en ellos

queda en evidencia que el manejo que se hace de la memoria a través de la educación, lo

que tiene consecuencias reales en la conformación de la memoria identitaria.

Por ese motivo, el planteamiento de incorporar la enseñanza de la Historia Regional a la

educación, ha surgido como una reivindicación por el sentido y la pertenencia; por

entregar a las nuevas generaciones elementos que les permitan identificar los procesos

históricos que han configurado su presente, desde su región y en ellos, reconocerse. Esta

labor de enseñanza ayuda a que los educando puedan reconocer sus especificidades, sus

subjetividades locales, efectuando el ejercicio de reconocer su propia identidad, lo que a su

vez, refuerza la memoria cultural. Desde este punto, se generan espacios culturales e ideas

para que los actores locales inventen sus propias estrategias de desarrollo, aprehendiendo su

propio capital cultural, esta vez, el grupal (tomando como base la idea de capital cultural

desarrollada por Pierre Bourdieur157

.

156

Son ampliamente conocidos los estudios que se han realizado de la Región de Tarapacá en relación a la

temática de la chilenización. Entre sus principales exponentes se encuentran los Historiadores Sergio

González Miranda, Luis Castro C, Rodrigo Ruz y Alberto Díaz Araya. Por ejemplo, de este último autor,

consultar el siguiente artículo: “Estado, escuela chilena y población andina en la ex Subdelegación de Putre.

Acciones y reacciones durante el período post Guerra del Pacífico (1883 - 1929)”.

157 Respecto del desarrollo de la noción de Capital Cultural, ver (Bourdieur, 1983). Y además, para

profundizar la dimensión política implicada, analizar el artículo de Sylvia Meichsner “El campo político en la

perspectiva teórica de Bourdieu” (Meischner:2007). Para adentrarse en la realidad de la Región de Atacama y

para conocer una propuesta de desarrollo regional, ver el interesante trabajo de Mauricio Lorca: “Identidades

en Diálogo: Articulando Actores y Construyendo Realidades. Estudio Fortalecimiento de la Identidad

Regional de Atacama” (Lorca, 2010).

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Enseñar Historia a los niños y niñas de Atacama: Beneficios que se obtienen

con el aprendizaje de la Historia regional.

Es una ardua, pero hermosa tarea la de enseñar. En el contexto actual que se vive en

Chile, el sistema educativo completo está en el centro de las miradas, y la labor educativa

no es la excepción. Junto a temas como la cobertura, la igualdad y la calidad, se presentan

también dudas respecto a la formación de los pedagogos y las implicancias de su labor. A

partir de este último punto, es importante remarcar el hecho de que la formación

educacional, tanto de los educandos como la de los profesores, requiere que ésta sea

integral, es decir, que aborde el proceso de aprendizaje desde las distintas disciplinas y

artes, todas necesarias para fomentar el desarrollo intelectual multívoco.

Si bien es cierto este artículo no pretende adentrarse profundamente en definiciones y

conceptos pedagógicos, hay algunas nociones que se definirán a continuación con el

objetivo de sentar lugares comunes a partir de los cuales reflexionar.

Aprendizaje, comunicación y transferencia de conocimientos y Educación

significativa.

Al momento de enfocarse en el proceso de aprendizaje, los manuales de pedagogía

entregan un variado abanico de posibilidades de modelos de aprendizaje, desde modelos

conductistas hasta el desarrollo de ideas más avanzadas. Dentro de este marco, uno de los

desarrollo más interesantes para comprender cómo opera el proceso educativo es el

paradigma cognotivista, que “considera el aprendizaje como un proceso de construcción de

conocimientos por parte del aprendiz, dependiente del conocimiento previo (actual) y

determinado por el contexto o la situación en la que se produce. El énfasis principal acá

está puesto en los procesos internos que actúan como intermediarios de esta construcción,

más que en las conductas observables” (Beas, Santa Cruz, Thomsen, 2003:16)

A partir de esa idea, se entenderá el aprendizaje como “un cambio relativamente estable en

el conocimiento de alguien como consecuencia de la experiencia de esa persona”. Esta

definición es un poco más amplia, pues considera sus tres partes: es permanente (implica

que permanece a largo plazo), implica un cambio cognitivo que se refleja en la conducta

(logro que mejora la actividad del educando) y está basado sobre la experiencia (depende

de la experiencia y la ejercitación del aprendiz; Mayer, 2004:3,4).

Para lograr que el conocimiento tenga una recepción adecuada, hay que fijar los procesos

de transferencia de conocimiento, entendiendo esto como “el efecto del aprendizaje previo

sobre uno nuevo o sobre la resolución de un problema”. Puede existir transferencia de

aprendizaje, que es el efecto del aprendizaje previo sobre un nuevo aprendizaje (facilitador

de nuevos aprendizajes), y la transferencia o generalización de resolución de problemas,

que es el efecto de un aprendizaje previo sobre la resolución de un nuevo problema […].

Esta transferencia puede ser positiva, negativa o neutra, dependiendo si facilita o no el

proceso de aprendizaje (Mayer, 2004:5).

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Aprendizaje Significativo

La labor pedagógica tiene como eje educar. Ese ejercicio, implica proporcionar

experiencias de aprendizaje que permitan al aprendiz utilizar eficazmente lo que ha

aprendido cuando afronte un problema. Por ello, la enseñanza para un aprendizaje con

estas características, es decir significativo, debe ser un proceso activo (Mayer, 2004, 7)

La premisa sobre la cual se cimienta el proceso educativo, es que la inteligencia puede ser

modificada; a partir de allí, se ha definido ampliamente un espacio llamado zona de

desarrollo próximo, entendiendo por ella la distancia entre lo que el sujeto puede aprender

por sí mismo y lo que puede aprender con la ayuda de un mediador (Vigotsky, 1988). He

aquí otro factor central de la labor pedagógica.

Por otro lado, no es posible enseñar significativamente si no hay un pensamiento de

calidad: Éste es el pensamiento que ocupa el potencial intelectual. Para ello, debe tener

ciertas características:

Crítico: Capaz de procesar y reelaborar la información que recibe, para lograr una

base que sustente sus propias creencias.

Creativo: Generador de ideas alternativas, de soluciones nuevas: Generador de ideas

alternativas, de soluciones nuevas y originales.

Metacognitivo: Estar capacitado para reflexionar sobre sí mismo, para percibir sus

propios procesos de pensamiento como objeto de examen (Beas, Santa Cruz,

Thomsen, 2003:16,17).

El aprendizaje significativo, debe tener como finalidad convertirse en un aprendizaje

profundo, es decir, llegar a una comprensión profunda y que ésta tenga sentido para el

aprendiz, lo que implica dominar el conocimiento; transformarlo y utilizarlo para resolver

problemas reales (Beas, Santa Cruz, Thomsen, 2003:29,31).

Precisamente ese es el tipo de pensamiento que fomentan las ciencias sociales; y una de las

instancias para lograrlo es el respeto por la pertenencia. Si se impone un modelo

educativo que no tome en consideración la formación identitaria, y si no se respeta la

construcción social de los saberes, el ejercicio que en la realidad se practica, tiene como

base la imposición de un modelo educativo ajeno, extraño. Esa imposición podría

considerarse como una forma de violencia pasiva, porque no se hace ningún esfuerzo por

enseñar inclusivamente: se dejan las cosas como vienen, porque conviene. Esto, a la larga,

genera roces, disconformidades y obviamente, en el caso de la enseñanza, aburrimiento. Y

más aun, la imposición de una comprensión de la historia netamente foránea incluso puede

provocar problemas en la ardua labor pedagógica de dirigir el aprendizaje al interior de

las aulas. Como ejemplo de ello, puede indicarse la falta de interés y compromiso por parte

de los educandos.

¿Cómo solucionar estos tipos de conflictos? O, como alguna vez planteara Walter

Benjamin, “¿Es en general posible una regulación no violenta de los conflictos? Sigamos el

razonamiento de este autor, pero aplicando la presente reflexión más allá de la teoría del

derecho, centrándonos en el ejercicio pedagógico. Benjamin cree que es posible encontrar

una regulación no violenta, y aduce que éste acuerdo “surge dondequiera que la cultura de

los sentimientos pone a disposición de los hombres medios puros de entendimiento”. Y a

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continuación pasa a escribir estos medios: “Delicadeza, simpatía, amor a la paz, confianza y

todo lo que se podría aun añadir constituyen su fundamento subjetivo”. Luego, el autor

establece que “los medios puros no son nunca medios de solución inmediata, sino siempre

de soluciones mediatas”, y por ello no solucionan los conflictos directamente, “sino solo a

través de la intermediación de las cosas”. A continuación, se indica que “la técnica, en el

sentido más amplio de la palabra, es su campo propio y adecuado. El ejemplo más agudo de

ello lo constituye tal vez la conversación considerada como técnica de entendimiento civil”

(Benjamin, 2012:10).

Entonces, aplicando estas reflexiones a la enseñanza de la Historia, desde el punto de vista

de la planificación pedagógica, es de vital importancia considerar como punto de partida

una conversación participativa de todos quienes forman parte de la construcción de

aprendizaje. En una comunidad educativa, se entiende que todos quienes intervienen en los

procesos de enseñanza, deben aportar sus apreciaciones para lograr construir un curriculum

significativo para sus educandos. A nivel regional y nacional, se desprende la necesidad

de consensuar junto a lo actores regionales la pertinencia de los contenidos a incluir y

trabajar en el curriculum pedagógico.

Y este trabajo debe partir con observar qué quieren –y pueden según sus circunstancias-

enseñar los profesores. “Para ser profesor o profesora no basta con saber lo que debe

enseñarse, es necesario saber muchas otras cosas. Sin duda, nadie puede enseñar lo que no

sabe. En consecuencia, para enseñar es necesario saber pero no basta con sólo saber para

saber enseñar” (Pagés i Blanch, 2012:4).

Es necesario desarrollar habilidades que permitan llegar al educando, de tal forma que la

transferencia de información y conocimientos sea bien recepcionada. De ahí que sea tan

pertinente la siguiente aseveración:

Enseñar es comunicar. Y en cualquier acto comunicativo hay que

tener en cuenta: a) la formación para la comunicación, la

adecuación de lo que se comunica, del discurso, al medio y al

contexto, el aprendizaje de determinadas herramientas, etc. Hay que

formar al comunicador para que conozca las características y los

medios de la comunicación educativa; b) las personas a las que se

les comunica algo, con las que se establece algún tipo de

comunicación, en nuestro caso los alumnos y las alumnas de

secundaria, su predisposición ante lo que les queremos comunicar,

sus propósitos y sus intereses para aprender aquello que les

comunicamos; y c) lo que se comunica, este caso el conocimiento

histórico, y cómo debemos comunicarlo para obtener aprendizajes.

Y, además, el contexto en el que se realiza la comunicación, contexto

que incluye desde las finalidades o propósitos educativos que la

administración educativa otorga a los saberes escolares, el contexto

social y cultural, hasta la institución en la que se realiza y la

organización espacio-temporal en la que tiene lugar (organización

del espacio aula y tiempo de duración de la comunicación [Pagés i

Blanch, 2012:4]).

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Una de las tareas más importantes al respecto desde las ciencias sociales, es poner en la

palestra el riquísimo aporte que se hace a la sociedad cuando se potencian las habilidades

sociales y el reconocimiento identitario de una comunidad a través de su enseñanza.

Hoy día, los científicos en general están abocados en la labor epistemológica, a través de la

cual se generan nuevos conocimientos, y los cientistas sociales, incluidos quienes se

dedican a temáticas regionales, no son la excepción; gracias a su investigación, descubren

nuevos antecedentes, generan nuevos contenidos, efectúan nuevas lecturas y, con ello,

enriquecen la comprensión de la sociedad.

Esta labor no se origina por azar, es fruto de arduos procesos, y tampoco responde a los

ritmos automaticistas tan publicitados hoy en día. Este asunto, desde la pedagogía, debería

ser materia de reflexión, pues el conocimiento, para que llegue a ser parte del capital

cultural de cada educando, debe primeramente enseñarse, aprehenderse por éste y luego ser

potencialmente utilizado a lo largo de su vida. Un cúmulo de conocimientos flotando entre

papeles, páginas web o libros que no han sido comprendidos, no son más que eso,

herramientas esperando a ser utilizadas. Reflexionando sobre esta contingencia mundial, el

escritor Umberto Eco hace un llamado a educar con “Conciencia científica y no mágica”, y

luego comenta:

Le corresponde a la escuela, y a todas las iniciativas que pueden sustituir a

la escuela, incluidos los sitios de Internet de credibilidad segura, educar

lentamente a los jóvenes para una recta comprensión de los procedimientos

científicos.[…] El deber es más duro, porque también el saber transmitido

por las escuelas se deposita a menudo en la memoria como una secuencia

de episodios milagrosos: ¿Cómo podemos esperar de la escuela una

correcta información científica cuando aún hoy, en muchos manuales y

libros incluso respetables, se lee que antes de Cristóbal Colón la gente

creía que la Tierra era plana, mientras que se trata de una falsedad

histórica, puesto que ya los griegos antiguos lo sabían, e incluso los doctos

de Salamanca que se oponían al viaje de Colón, sencillamente porque

habían hecho cálculos más exactos que los suyos sobre la dimensión real

del planeta?[…] Es útil, para seguir trabajando cada uno en su propio

campo, saber en qué mundo vivimos, sacar las conclusiones, volvernos tan

astutos como la serpiente y no tan ingenuos como la paloma, pero por lo

menos tan generosos como el pelícano e inventar nuevas formas de dar algo

de vosotros a quienes os ignoran (Eco, 2002: 3,4) .

El peligro de caer en el automaticismo mágico (la aparente instantaneidad de las cosas,

carente de todo esfuerzo) es uno de los peligros a los cuales se enfrentan las nuevas

generaciones. Pero la realidad indica que este camino no es más que una mera ilusión, y

quienes se pierden en él quedan subsumidos en la ignorancia. Eso es precisamente lo que

no puede tolerar el verdadero pedagogo, pues es él quien debe dirigir el proceso de

aprendizaje, estar al día con la investigación realizada e torno a la especialidad que debe

enseñar (que lenta pero sistemáticamente efectúan quienes se dedican a ella), y

empoderarse de su rol conduciendo en este camino, paso a paso al educando. En el caso de

la Historia, cobra vital importancia desarrollar aprendizajes significativos, a partir del

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sentido de pertenencia y continuidad histórica más fácil de despertar si se hace referencia a

procesos regionales que han derivado en hechos reconocidos por la comunidad.

Precisamente esa es la fuerza de enseñar desde una perspectiva de la Historia Regional.

¿Cómo plantear la enseñanza de la Historia regional para los niños y niñas de

Atacama? Ideas prácticas: Uso de metodologías participativas y didácticas

con el territorio.

“El peligro de academicismo está supuesto, como se ve, en toda pedagogía

racionalizada, tendiente a acuñar en un cuerpo doctrinal de preceptos, de recetas y

de fórmulas, explícitamente designados y enseñados, más frecuentemente negativos

que positivos, lo que una enseñanza tradicional transmite bajo la forma de un

habitus, directamente aprehendido uno intuitu, como estilo global que no se deja

descomponer por el análisis”

Pierre Bourdieur.

Tomando en cuenta la advertencia de la cita previa, lo que se pretende a

continuación es más que todo, entregar en las siguientes líneas, algunas reflexiones

personales que pretenden contribuir, a abrir la conversación en torno a generar

metodologías y herramientas para enseñar con sentido, lo que implica inclusión y

reconocimiento, nuestra historia.

Desde este punto, la labor historiográfica, que es la fuente de materia prima para

generar contenidos educativos en el ámbito de la Historia, y allí encuentra su dimensión

integradora, pues para generar nuevos conocimientos, debe actualizarse constantemente, al

ritmo de renovados tiempos y al son de las nuevas tecnologías, todo ello, con el objetivo de

visibilizar aquello que ha pasado desapercibido a las generaciones pretéritas. Y un aporte

indudable a estas lecturas, es el que se realiza a nivel regional o local.

Precisamente “el trabajo de conservación, la investigación histórica, la propia

modernización de las Administraciones Públicas, la modernas empresas editoriales y la

aplicación a la enseñanza de las Nuevas Tecnologías de la Información y las

Comunicaciones están exigiendo de los historiadores nuevos conocimientos, tanto para la

consulta como para la producción de materiales. La generalización de Internet esta

modificando parte de los hábitos de trabajo” (Soler Herreros, 1995: 1).

Esta vorágine de nuevas tecnologías, modifican a su vez la forma de entender la

pedagogía: sabemos que los educando ya no son meramente receptores de información,

sentados en el pupitre. Hoy es imperante permear la pedagogía de herramientas

tecnológicas que despierten la curiosidad, y que generen la inquietud por investigar. Pero

este ejercicio sólo es fructífero con pedagogos motivados y preparados para entregar el

conocimiento inicial a partir del cual adentrarse en el uso de conocimientos con objetivos

claros, pues el aprendizaje debe planificarse en torno a puntos de llegada para lograr

resultados óptimos.

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Existen varias experiencias exitosas a nivel latinoamericano relativas a la investigación

de espacios socio-culturales enfocados desde el punto de vista de la Historia Regional.

México, Brasil, Venezuela, Perú y Argentina han desarrollado ampliamente estas líneas

investigativas, mas la aplicación de sus resultados en las salas de clases, es siempre un

desafío158

. Sólo para graficar esta realidad, centremos la atención en las preguntas que

usualmente surgen en los docentes a la hora de enfrentar su práctica cotidiana, y que, en

general, se dividen en dos tipos. Por un lado, las preguntas básicas sobre la enseñanza:

¿Cómo promover aprendizajes genuinos en los estudiantes?

¿Cómo elegir y sostener dispositivos de enseñanza que promuevan dichos

aprendizajes?

¿Cómo actuar ante los problemas usuales que esta tarea suscita?

¿Cómo saber si los estudiantes aprendieron?

Y por otro, se encuentran aquellas preguntas motivadas por la responsabilidad que implica

enseñar y dar a los estudiantes una “credencial” que los acredita como aprobados.

¿Cómo constatar que los estudiantes han asumido con un grado aceptable de

esfuerzo, compromiso y honestidad su parte en el contrato enseñante-aprendiente?

¿Cómo diferenciar en forma eficaz – y sin dejarse llevar puramente por rasgos

personales o simpatías – entre los distintos tipos y niveles de desempeño,

competencia, habilidades o saberes adquiridos?

¿Cómo determinar y “custodiar” los límites aceptables para esa experiencia?

¿Cómo asumir la responsabilidad de decidir sobre la acreditación de los estudiantes

en forma justa?

¿Cómo sostener las “reglas duras” de la clase que sirven para responder a estas

preocupaciones (el control de la asistencia, la obligación de poner una “nota” a cada

estudiante) sin que su efecto “coercitivo” inhiba los deseos de aprender de los

estudiantes y fomente sus especulaciones en vistas a aprobar las materias o pasar de

grado? (Ferreyra, Peretti, Vidales, 2011: 3)

Todas estas preguntas, requieren un análisis mayor que escaparía del presente artículo,

pero el hecho de que estén presentes aquí, es una oportunidad para abrir la conversación,

para que se generen ideas respecto a cómo contestarlas en virtud de la realidad de cada

centro educativo.

158

La experiencia mexicana está ampliamente documentada en Internet. En esta ocasión, y a modo de

ejemplo, se puede mencionar el caso de Venezuela, ya que durante el año 2006, se elaboró allí un “Manual de

Historia Local”, editado por la Biblioteca Nacional, Misión Cultura de ese país, y uno de sus objetivos fuertes

en conservar el patrimonio escrito y oral a través de la enseñanza.

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No obstante, hay elementos comunes que indican que sí es posible enseñar Historia a través

del juego de las percepciones de los propios educando, al trabajar con sus recuerdos

familiares, y mediante potenciar sus habilidades sociales, combinado así la labor de

transferencia de conocimientos a través de la aplicación de estrategias pedagógicas basadas

en el aprendizaje significativo, junto a la realidad en la cual se está inmerso. Para aprender,

en primer término debe entregarse la información de tal manera que el conocimiento logre

captar la atención del educando. Esto suena bien, pero es una de las cosas más difíciles de

conseguir, más aún en aulas con más de 30 personas. ¿Es imposible? No, pero hay que

trabajar con diversas herramientas metodológicas, que permitan aproximarse a las distintas

maneras de aprender. Así pues, para avanzar en este tema es necesario crear herramientas

que exploren estas habilidades. Los trabajos grupales, bien dirigidos, pueden efectuar esta

labor de manera conjunta. Juegos, puzzles, investigación, exposiciones, entrevistas, etc.

Cada uno cumple un propósito.

Pero, para lograr el efecto requerido, es decir, que el aprendizaje de la Historia y las

ciencias sociales logre ser incorporado como un aprendizaje profundo, toda esta labor debe

centrarse en despertar el sentido del porqué aprender en el educando, y una manera muy

eficiente de conseguir este fin, es trabajando fuertemente con el sentido de identidad, con

la memoria familiar y el sentido de pertenencia159

; Hay que generar las condiciones

necesarias – y enseñar a estudiar siguiendo estas condiciones- agrupando en la imaginación

los datos históricos para que estos cobren significado, y reforzar esto con herramientas

visuales.

El paso siguiente tiene relación con ejercitar la memoria cognitiva a través de la

resolución de guías y cuestionarios (pero sólo cuando los antecedentes ya tienen un

sentido), y el paso de refuerzo se da contando a otros lo aprendido (transmisión de

conocimiento y generación de conocimiento grupal).

Al respecto, en Chile se han dirigido algunos esfuerzos pioneros para entregar

conocimientos de Historia Regioanl, pero es labor de los profesionales que se desempeñan

en las áreas de la Pedagogía y, la Historia y las Ciencias Sociales, completar esos esfuerzos

con una carga mayor de contenidos de Historias regionales y locales, para que se logre con

ello una efectiva inclusión y reconocimiento de las especificidades que cada territorio del

país tiene160

.

159

Una de las cosas a partir de las cuales despertar estos sentidos identitarios en el país, es potenciar líneas de

análisis como la integración y la interculturalidad. Si bien es cierto están dentro de los contenidos

transversales del curriculum nacional, en líneas generales se enfocan las actividades tendientes a desarrollar

esta temática en relación a describir al “otro”, es decir, a los pueblos originarios, y en menor medida, a los

inmigrantes. Un gran porte a avanzar en estas temáticas ha efectuado el Centro de Estudios Interculturales y

del Patrimonio (CEIP, Universidad de Valparaíso), al generar investigación, líneas pedagógicas y material de

estudio para lograr que el tema de la interculturalidad se torne efectivamente inclusivo en las salas de clases.

Estos resultados se publican en la revista que ellos editan, Cuadernos Interculturales, disponible en internet.

160 Al respecto, en internet se pueden ver algunos portales enfocados a entregar contenidos locales, pero sin

duda, es de esperar que estos contenidos sean cada vez más desarrollados, especialmente desde las propias

regiones. A modo de ejemplo, revisar el siguiente link:

http://www.contenidoslocales.cl/sitiosingresados/portag/memoria-e-historia-local

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Pero, ¿Qué beneficios se obtiene con el aprendizaje de esta historia? Y ¿Cómo involucrar al

resto de la ciudadanía?

Ambas son preguntas centrales, pues apuntan a los objetivos mismos del por qué

enseñar con una perspectiva regional. A modo de síntesis, se puede afirmar que este tipo de

orientación vela por enseñar con objetivos claros, apuntando a la transferencia de

conocimientos profundos –a través de metodologías novedosas, que aprovechen por

ejemplo el sentido de la imaginación y la historia familiar-, para que éstas logren motivar al

educando a reflexionar respecto de cómo se ha conformado su presente, y el rol que en éste

le toca asumir. Es por tanto, un reforzamiento al sentido identitario y a la pertenencia del

espacio en el que habita. Además:

la enseñanza de historia local es importante en la formación de la

“conciencia cívica” de todo ciudadano y a través de ella, es

determinante en la configuración social de la “conciencia histórica” De

aquí entonces, se busca atender mediante la educación la demanda de

reconocimiento social a personas y grupos sociales, generalmente

excluidos por la historia oficial y también contribuir a la formación de

una nueva manera de entender y practicar la Historia en nuestra

sociedad (Pérez, 2006:1).

A nivel regional, en Atacama se ha trabajado pensando en los beneficios que genera

un proceso de educación que tenga en alta estima la formación ciudadana, con conciencia

identitaria y reconocimiento del territorio desde donde se habla. Al respecto, el profesor

Guillermo Cortés Lutz comenta:

Trabajar desde las regiones generará la real participación del único

verdadero soberano, el pueblo de Chile, expresado en todos sus

habitantes, con especial énfasis en los ciudadanos de la provincia y la

región (Cortéz Lutz, 2011).

A modo de conclusión, se puede decir que la enseñanza de la Historia Regional hoy

en día, a nivel mundial es relevante para complementar y comprender la enseñanza de la

Historia. En primer término, porque es un elemento esencial a la hora de enseñar

significativamente a los educandos, a través del reconocimiento de las subjetividades

propias de cada región, así como también, para generar en ellos conciencia cívica, que

permita su integración plena y consciente en la sociedad a la cual pertenecen. Para

lograr este resultado, es necesario preparar al profesorado, a través de la entrega de

conocimientos generados en las ciencias sociales respecto a temáticas regionales, cuyos

contenidos otorgan la vinculación del educando con su propia Historia, con la

conformación de su identidad, la memoria familiar y la pertenencia al territorio en el cual

habita.

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85

BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA Nº 03, año 2012, pp 85-92, Copiapó-Atacama.

DISTRIBUCION DEL PUMA CONCOLOR

EN LA REGION DE ATACAMA

Pablo Valladares

161

Moisés Grimberg162

Patricia Cáceres & Wilfredo Briones163

La distribución de esta especie es amplia en la región, ocupando sus distintos

paisajes ecogeográficos. Sin embargo y de acuerdo a publicaciones de principio del siglo

XX, su distribución habría disminuido en zonas costeras.

El puma (Puma concolor) fue descrito por Linneaus (1771)164

. Actualmente se

reconocen seis subespecies165

: P. c. concolor166

que habita el extremo norte de Sudamérica;

P. c. anthonyi167

(= P. c. capricornensis168

) que habita el este de Sudamérica; P. c.

cabrerae169

en el norte de Argentina y Paraguay; P. c. costaricensis170

en America Central,

P. c. couguar171

que habita en Estados Unidos y Canadá; y P. c. puma172

en Chile.

Habita desde el nivel del mar hasta sobre los 4000 m y desde zonas desérticas a bosques

lluviosos tropicales173

.

161

Doctor en Biología, Departamento de Biología, Facultad de Ciencias de la Universidad de Tarapacá, Arica.

Corresponding autor: [email protected].

162 Corporación Nacional Forestal CONAF, Juan Martínez 55, Copiapó, Región de Atacama.

163 Servicio Agrícola y Ganadero SAG, Chacabuco 546, Departamento 23, Copiapó, Región de Atacama.

164 Linneaus C. von. 1771. Regni animalis. p 521 – 552, In Appendix, Mantissa Plantarum altera. Uppsala, p.

143–587. 165

Wilson, D.E. & D.M. Reeder (editors). 2005. Mammal Species of the World. A Taxonomic and

Geographic Reference (3rd ed.), Johns Hopkins University Press, 2,142 pp. 166

Op. Cit. Linneaus C. von. 1771.

167 Nelson, E.W. and E.A. Goldman. 1931. Three new pumas. Journal of Washington Academic of Sciencie

21: 209 – 212. 168

Culver, M., W.E. Johnson, J. Pecon-Slattery and S.K. O´Brien. 2000. Genomic ancestry of the American

puma (Puma concolor). Journal of Heredity 91(3): 186 – 197. 169

Pocock, R.I. 1940. The races of Geoffroy's cat (Oncifelis geoffroyi). Annals and Magazine of Natural

History 11(6): 350-355. 170

Merriam C.H. 1901. Seven new mammals from Mexico, including a new genus of rodents. Proceedings of

the Washington Academy of Sciences 3: 559-563. 171

Kerr, R. 1792. The animal kingdom, or zoological system, of the celebrated Sir Charles Linnaeus; class I:

Mammalia. London. Murray J. & R. Faulder, 664 p. 172

Molina, G.I. 1782. Saggio sulla storia naturale del Chili. Stamperia di S. Tommaso d’Aquino, Bologna. 173

Currier, M.J. 1983. Felis concolor. Mammalian Species 200: 1 - 7.

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Esta especie está ampliamente distribuida en Chile, desde Parinacota al sur de la

península de Brunswick, Provincia de Magallanes174,175

. Es considerada la especie de felino

más grande de América, los machos generalmente alcanzan un peso entre 55 y 65 kg,

mientras que las hembras entre 35 y 45 kg.

El largo total es generalmente entre 2.2 y 2.3 m en los machos, y de 2.0 a 2.1 m en

hembras. Sus uñas son retráctiles, cola larga y cilíndrica, alrededor de un tercio del largo

total del animal, sus extremidades anteriores son cortas y muy fuertes, orejas cortas y

redondeadas176

.

En la Región de Atacama, el puma tiene una amplia distribución, desde la costa

hasta el altiplano de los Andes. Sin embargo, los reportes científicos son muy escasos.

Gigoux177

menciona al puma como una de las especies desaparecidas de la Quebrada El

León, norte de Caldera (coordenadas) “…En cuanto a Pumas, Felis concolor puma, no

cabe duda que aquella fue morada predilecta de ellos o residencia temporal preferida que

les ofrecía alimento y refugio seguros…Aunque esto ocurriera muchos años atrás, se

confirma con lo que tradicionalmente se sabe al respecto, con bastantes datos y hasta con

el nombre que lleva”. Da algunos antecedentes sobre la caza del puma en dichas épocas

“Los pumas han hecho apariciones que recuerdo. El último de que tengo conocimiento fue

cazado en el Veladero, punto de la costa al sur de Caldera, por José Felix Reyes y Antonio

Aracena, en mayo 6 de 1913… medía 1.33 metros de largo y 0.75 de alto, grueso del pecho

0.85 mtr… después oí decir que se habían visto a algunos merodear por el Morro de

Copiapó y Quebrada del León”.

El 15 de Noviembre del 2010 nos avisaron del cuerpo de un puma (Figura 1) que se

encontraba en la localidad de Laguna Verde (26º53´10.8´´ S, 68º26´21.2´´ W; 4339 m) en

el altiplano de la Región de Atacama, Chile (Figura 2). Este corresponde a una hembra, con

un largo de cuerpo de 103 cm, largo de la cola de 79 cm, extremidad anterior de 63 cm y

extremidad posterior de 81 cm, 24,5 cm de ancho cabeza, y 16 cm de alto cabeza.

Desconocemos la causa de muerte.

Otro registro de puma corresponde a un espécimen juvenil encontrado en el fundo

Las Salinas (cerca de 27º34`S, 69º43`W) (Figura 3). Registros de huellas se han obtenido

en la localidad de La Puerta (cerca de 27º07`25`` S, 69º40`46.4``W, 1800 m) y el Parque

nacional Llanos de Challe (entre 28º01` y 28º18`S; 71º10` y 70º53`W) (Figura 4)178

. Por

otro lado, tenemos registros de caza del puma en el Parque Nacional Nevado Tres Cruces

(27º28`S, 69º14`W) donde hemos hallado una serie de especímenes de vicuñas (Vicugna

174

Villalobos, R. 2008. Hábitos predatorios del puma (Puma concolor) y su impacto en la ganadería de la

Provincia de Parinacota, Región de Arica y Parinacota, Chile. Tesis para optar al título de Médico Veterinario

de la Universidad de Chile. 68 pp. 175

Franklin, W.L., W.E. Johnson, R.J. Sarno, J.A. Iriarte. 1999. Ecology of the Patagonia puma Felis

concolor patagonica in southern Chile. Biological Conservation 90: 33 - 40. 176

Op. Cit. Currier, M.J. 1983.

177 Gigoux, E.E. 1926. La Quebrada del León (Caldera). Revista Chilena de Historia Natural 30: 288 – 297.

178 García, K.P., J.C. Ortiz, M. Vidal and J.R. Rau. 2010. Morphometrics of the Tracks of Puma concolor: Is

It Possible to Differentiate the Sexes Using Measurements from Captive Animals?. Zoological Studies 49(4):

577 – 582.

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vicugna) cazada por pumas (Figuras 5A y 5B). Esta información es coincidente con los

registros de dieta de pumas en Parinacota179

, donde las vicuñas representan el 46% de su

dieta, lo que también ocurre en el noroeste de Argentina180

.

Hay numerosas denuncias de ganaderos locales, quienes constantemente observan

pumas cerca de sus propiedades rondando a sus ovejas y cabras, las que algunas de ellas

terminan siendo cazadas (Figura 6).

Estos registros de P. concolor puma representan un primer catastro de la especie en la

Región de Atacama, con indicaciones de su dieta y rango de distribución. No tenemos

registros de esta especie en el Parque Nacional Pan de Azúcar ni en otras partes de la

Provincia de Chañaral, excepto por algunas indicaciones indirectas de huellas en el

altiplano, cerca de las Termas de Río Negro (26º30´58´´S, 68º49´32´´O).

ANEXO

Fig. 01.

Puma concolor puma encontrado muerto en la Laguna Verde, Región de Atacama, Chile.

Fotografía por Pablo Valladares.

179

Op. Cit. Villalobos, R. 2008.

180 Donadio, E., A.J. Novaro, S.W. Buskirk, A. Wurstten, M.S. Vitali and M.J. Monteverde. 2010. Evaluating

a potentially strong trophic interaction: pumas and wild camelids in protected areas of Argentina. Journal of

Zoology 280(1): 33 – 40

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Fig. 02

Mapa de la Región de Atacama mostrando el rango de distribución del puma. Círculos

verdes corresponden a vicuñas y ovejas cazadas por pumas, círculos amarillos

corresponden a huellas, círculos rojos a observaciones directas, círculos celestes a registros

de fecas y círculos azules a registros mencionados por Gigoux (1926), lugares donde ya no

se observan pumas.

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Fig. 03.

Especímen juvenil de puma registrado en el fundo Las Salinas (cerca de 27º34`S,

69º43`W). Fotografía de Moises Grimberg.

Fig. 04.

Huellas de puma en la localidad de La Puerta, Provincia de Copiapó. Fotografáa de Moises

Grimberg.

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Fig. 05 A Fig.05 B

Especimen juvenil de vicuña cazado por pumas cerca del Parque Nacional Nevado Tres

Cruces (27º28`S, 69º14`W). Flechas rojas indican las mordeduras de puma. Fotografía de

Andrés Vejar.

Fig. 06

Oveja cazada por pumas cerca del campamento minero EL Volcán (27º13`S, 69º19`W).

Flechas rojas idican mordeduras de puma. Fografiado por Moisés Grimberg.

Agradecimientos

Agradecemos a Andrés Vejar por facilitarnos las fotografías de vicuña cazada por un puma.

A Patricio Vélez por revisar el manuscrito y a Cristian Galaz por ayudarnos con las figuras

y mapa. A Rodrigo Villalobos Aguirre por enviarnos registros de fecas de puma en

Atacama.

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91

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BOLETIN DEL MUSEO REGIONAL DE ATACAMA

Nº 03, año 2012, pp. 93-101, Copiapó-Atacama

REVISIÓN DEL ESTATUS TAXONÓMICO DE LIOLAEMUS

JOSEPHORUM

Núñez, Schulte & Garin 2001 (Iguania: Liolaemidae)

Jaime Troncoso-Palacios

181

Francisco Ferri-Yánez182

Resumen

Se discute la situación taxonómica de Liolaemus josephorum, especie que fue propuesta

recientemente como un sinónimo junior de Liolaemus velosoi sin discutir los caracteres de

diagnóstico entre ambos. Su incierta situación taxonómica ha hecho que diferentes autores

la consideren una especie valida, pero cuyo estatus taxonómico debe ser revisado. Nosotros

examinamos cada uno de estos caracteres de diagnóstico propuestos en la descripción y

concordamos con que L. josephorum debe ser considerado un sinónimo junior de L.

velosoi.

Introducción

Liolaemus josephorum Núñez, Schulte & Garin 2001, es una especie descrita para los

alrededores de Diego de Almagro (localidad tipo), Finca de Chañaral y El Salvador, en la

Provincia de Chañaral, Región de Atacama.

L. josephorum es muy similar a L. platei (Werner, 1898) y a L. velosoi (Ortiz, 1987),

especies que también presentan la escama nasal en contacto con la rostral, ausencia de

peine palpebral, heteronotos en los flancos, mancha antehumeral presente o ausente

(siempre presente en las otras especies del grupo nigromaculatus) y hábitos saxícolas. En

su descripción, Núñez et al. (2001) usaron caracteres moleculares (DNA mitocodrial), de

escamación y de diseño de coloración para diferenciarlo respecto de L. platei. Por otra

parte, la diagnosis respecto de L. velosoi fue realizada basándose en caracteres de

escamación y diseño de coloración, sin recurrir a análisis moleculares.

En una reciente revisión de las especies chilenas del genero Liolaemus, Pincheira-

Donoso & Núñez (2005) consideraron a L. josephorum un sinónimo junior de L. velosoi:

“la recientemente descrita especie propia de Diego de Almagro, L. josephorum (Núñez et

181

Laboratorio de Fisiología y Biofísica, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Casilla 70005,

Santiago de Chile, [email protected].

182 Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales CSIC, Calle José

Gutiérrez Abascal 2, 28002, Madrid España. Laboratorio Internacional en cambio Global CSIC-PUC, Depto.

de Ecología, Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Católica de Chile, Santiago 6513677, Chile.

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al. 2001) no muestra diferencias con L. velosoi, de manera que se incluye en su sinonimia”

(p. 422). Sin embargo, en Pincheira-Donoso & Núñez (2005) no se discutieron los

caracteres de diagnóstico propuestos por Núñez et al. (2001) para distinguir a L.

josephorum de L. velosoi.

Pincheira-Donoso & Núñez (2005) revisaron la serie tipo de ambas especies, y uno de

los autores (H. Núñez) fue descriptor de L. josephorum. Sin embargo, debido a la falta de

discusión de los caracteres de diagnóstico, Lobo et al. (2010) no aceptan esta sinonimia

(“no supporting data presented” p. 8).

Posteriormente, Etheridge & Frost (2010) reconocen a L. josephorum como una

especie válida. La especie también es reconocida como válida por Troncoso-Palacios &

Marambio (2011), y Valladares (2011); aunque estos autores indican que es necesario

llevar a cabo un estudio para esclarecer su relación con L. velosoi.

En este trabajo se revisa la situación taxonómica de L. josephorum y se discuten todos

los caracteres diagnóstico establecidos por Núñez et al. (2001).

Materiales y métodos

Se examinaron nueve topotipos de L. josephorum (adultos, 8 machos y una hembra),

capturados en la localidad de Diego de Almagro. No fue posible examinar la serie tipo de L.

josephorum debido a que cuando se escribió este artículo el Museo Nacional de Historia

Natural se encontraba cerrado. Se examinaron doce especímenes de L. velosoi (adultos,

seis machos y seis hembras) recolectados en Estación Paipote y Copiapó, todos

determinados como L. velosoi por el descriptor de la especie (J.C. Ortiz). No fue posible

encontrar los especímenes de la serie tipo de L. velosoi que se encuentran depositados en el

Museo de Zoología de la Universidad de Concepción al momento de nuestra visita (MZUC

10897-926). Se realizó una comparación de cada uno de los caracteres de escamación

mencionados por Núñez et al. (2001) como caracteres de diagnóstico entre L. josephorum y

L. velosoi. La observación de las escamas fue hecha bajo lupas de diferente aumento. Para

la comparación de los caracteres de coloración, los especímenes fueron fotografiados desde

diferentes ángulos. Las medidas del cuerpo (LS = longitud estandar) fueron tomadas con un

vernier digital (0,02 mm precisión). Se aplicó la prueba exacta de Fisher para comparar las

proporciones de presencia de los caracteres examinados, tomando como referencia la

proporción de especímenes de L. josephorum y L. velosoi que presentaron el carácter

diagnóstico de L. velosoi de acuerdo a Núñez et al. (2001). El material estudiado es listado

en el Apéndice I.

Resultados

Núñez et al. (2001) establecieron un carácter merístico, seis caracteres cualitativos de

escamación y cuatro caracteres de coloración como diagnosis entre L. josephorum y L.

velosoi. A continuación se comentan los resultados obtenidos para cada uno de los

caracteres:

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1) Escudetes impares sobre el hocico (uno en L. josephorum y dos en L. velosoi, según

Núñez et al. 2001): El número de escudetes impares sobre el hocico varió entre 2 (44,4%) y

1 (55,6%) en L. josephorum, y entre 2 (66,7%) y 1 (33,3%) en L. velosoi. No se

encontraron diferencias significativas (P = 0,396).

2) Forma del interparietal (pentagonal en L. josephorum y hexagonal en L. velosoi,

según Núñez et al. 2001): La forma de la escama interparietal variar en ambas especies,

siendo hexagonal en la mayor parte de los individuos. En L. josephorum fue hexagonal en

el 55,6% de los especímenes (pentagonal 22,2%, heptagonal 11,1% y octagonal 11,1%). En

L. velosoi fue hexagonal en el 66,7% (heptagonal 16,7%, octagonal 8,3% y decagonal

8,3%). No se encontraron diferencias significativas (P = 0,673).

3) Forma y disposición de las escamas supratemporales (redondeadas e imbricadas

en L. josephorum y polimorfitas y yuxtapuestas en L. velosoi, según Núñez et al. 2001): No

se encontraron diferencias cualitativas. Las escamas supratemporales de L. josephorum (Fig

1.a) y L. velosoi (Fig1.b) son polimórficas y se disponen de forma subimbricada y/o

yuxtapuesta.

4) Disposición de los órganos sensoriales (restringidos a las loreales en L.

josephorum y extendidos hasta el subocular en L. velosoi, según Núñez et al. 2001): Los

órganos sensoriales se presentan en el subocular en el 66,7% de los especímenes de L.

josephorum (Fig1.c). En L. velosoi los órganos sensoriales se extienden al subocular en el

66,7% de los especímenes. No se encontraron diferencias significativas (P = 1,000).

5) Heteronotos en los flancos (presentes en L. josephorum y ausentes en L. velosoi,

según Núñez et al. 2001): Todos los especímenes examinados presentaron heteronotos en

los flancos. Más abundantes hacia la zona axilar.

6) Escamas dorsales del antebrazo: De acuerdo a Núñez et al. (2001), L. josephorum

presenta escamas dorsales del antebrazo triangulares y quilladas (carácter que lo

distinguiría de L. velosoi ya que esta especie presentaría escamas redondeadas quilladas y

mucronadas, p. 104). Sin embargo en el mismo manuscrito, se menciona que las escamas

dorsales del antebrazo en L. josephorum son redondeadas (carácter que lo distinguiría de L.

platei, p. 103). Por lo tanto, estimamos que este carácter no puede ser tomado en cuenta

como diagnosis. Nuestra observación muestra que las escamas dorsales del antebrazo

pueden ser triangulares o redondeadas, siempre con quilla (algunas con mucrón) en ambas

especies.

7) Escamas suprafemorales (lisas o ligeramente quilladas en L. josephorum y

quilladas-mucronadas en L. velosoi, según Núñez et al. 2001): No se encontraron

diferencias. Ambas especies poseen escamas dorsales femorales quilladas, algunas

mucronadas.

8, 9 y 10) Banda occipital, banda parietal y línea supraocular (ausentes en L.

josephorum y presentes en L. velosoi, según Núñez et al. 2001): Los especímenes adultos

de ambas especies presentan estos caracteres, aunque el diseño de las hembras es

notoriamente más difuso (Fig. 2, 3).

11) Garganta manchada (presente en L. josephorum y ausente en L. velosoi, según Núñez et

al. 2001): Casi todos los especímenes de L. josephorum presentaron la garganta manchada

(91,7%). Solamente un espécimen de L. velosoi presento la garganta manchada (11,1%). La

diferencia es significativa (P = <0,001).

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Discusión

Concordamos con Pincheira-Donoso & Núñez (2005) en que L. josephorum no

muestra diferencias considerables respecto de L. velosoi para los caracteres diagnósticos

propuestos por Núñez et al. (2001) y por lo tanto debe ser considerado un sinónimo junior

de L. velosoi. La única diferencia significativa entre ambas poblaciones, que aún así

muestra cierto solapamiento, es la presencia de garganta manchada en una mayor

proporción de especímenes de L. josephorum, lo cual no justifica su clasificación como un

taxón independiente y estimamos que más bien corresponde a una variación local en el

diseño de coloración. De hecho, la misma variación fue encontrada en los especímenes de

L. platei, que presentan una garganta sin manchas ni estrías en sus poblaciones más sureñas

(Illapel y Coquimbo) y la garganta estriada en las poblaciones más norteñas (Llanos de

Challe y Caldera).

L. josephorum fue descrito para Diego de Almagro, Finca de Chañaral y El

Salvador, mientras que L. velosoi fue descrito para la cuenca del Río Copiapó, en las

localidades de Monte Amargo, Piedra Colgada, Desvío Cerro Imán y Estación Paipote.

Aunque ambas poblaciones se encuentran separadas por aproximadamente 90 Km (línea

recta entre la Finca de Chañaral y Desvío Cerro Imán), no existe una barrera geográfica que

impida el flujo génico entre ambas poblaciones y más bien parece que la falta de

poblaciones intermedias obedece a una falta de muestreos (Fig. 4). En efecto, uno de

nosotros (JTP), posee un registro fotográfico de un espécimen asignable a L. velosoi en la

localidad intermedia de Inca de Oro, lo cual parece corroborar que este aparente

“aislamiento” se debe a la falta de colectas (Fig. 3c).

L. velosoi puede ser distinguido de L. platei por la ausencia de mancha antehumeral

(siempre presente en L. platei), escamas temporales lisas o débilmente quilladas

(notoriamente más quilladas en L. platei) y dispuestas de forma subimbricadas-

yuxtapuestas (nunca yuxtapuestas en L. platei), las escamas dorsales de L. josephorum son

más grandes que las ventrales (similares en L. platei), el color de fondo de L. josephorum es

gris-café (café-amarillento en L. platei), las manchas oscuras de la banda temporal son

notoriamente más marcadas en L. platei, y de acuerdo a Pincheira-Donoso & Núñez (2005)

la LS de L. josephorum varia entre 48,7 y 59,1 mm (entre 56,1 y 67,4 mm en L. platei de

acuerdo a Pincheira-Donoso & Núñez, 2005).

Dentro del grupo “nigromaculatus” hay otras especies cuyo estatus taxonómico, o

bien no está adecuadamente resuelto, o bien ha sido revisado recientemente. Pincheira-

Donoso & Núñez (2005) proponen a L. copiapoensis (Müller & Hellmich, 1933) como

sinónimo junior de L. bisignatus (Philippi, 1860) al considerar que las diferencias

morfológicas y ecológicas entre ambas especies “no son significativas como para

establecer identidades evolutivas propias entre los dos taxa”(p. 389). Estas especies habían

sido encontradas como hermanas previamente por Lobo (2001) en un análisis filogenético.

La sinonimia fue aceptada por Lobo et al. (2010) y nosotros también concordamos, ya que

nuestro examen de topotipos de L. copiapoensis y L. bisignatus muestra que ambas

poblaciones sobreponen sus caracteres diagnóstico. Por otra parte, Pincheira-Donoso &

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Núñez (2005) propusieron que Liolaemus kuhlmanni (Müller & Hellmich, 1933) es un

sinónimo de L. zapallarensis (Müller & Hellmich, 1933). Sin embargo, Lobo et al. (2010)

rechazaron esta sinonimia debido a la falta de datos de respaldo (“no supporting data

presented” p. 8). Creemos que es necesario llevar a cabo un estudio comparativo entre

ambas especies para esclarecer la situación taxonómica de Liolaemus kuhlmanni.

Sin duda, el grupo nigromaculatus es uno de los clados con una de las historias

taxonómicas más complejas de la herpetofauna nacional. Con este artículo, esperamos

haber contribuido a esclarecer un poco su composición.

ANEXO

Fig. 01.

Detalle de algunos caracteres examinados. A) Escamas supratemporales en L. josephorum

(SSUC Re 328). B) A) Escamas supratemporales en L. velosoi (MZUC 36624). C) Órganos

sensoriales en el subocular de L. josephorum (SSUC Re 327).

Fig. 02.

Diseño dorsal de algunos especímenes examinados. A) Macho (izquierda) y hembra

(derecha) de L. josephorum. B) Macho (izquierda) y hembra (derecha) de L. velosoi.

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Fig. 03.

Fotografías de especímenes en vida. A) L. josephorum, Diego de Almagro. B) L. velosoi,

Tierra Amarilla (10 Km al sur de la localidad tipo). C) Espécimen de Liolaemus con el

diseño típico de L. josephorum y L. velosoi, fotografiado en Inca de Oro (localidad

intermedia entre las distribuciones conocidas de ambas especies).

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Fig. 04.

Mapa de las localidades de procedencia de los especímenes usados en este estudio.

Agradecimientos

A M. Penna por su apoyo. A C. Garin por la revisión crítica del manuscrito. A P. Zabala

(Pontificia Universidad Católica de Chile), Juan Carlos Ortiz, Jorge Artigas (Museo de

Zoología de la Universidad de Concepción) y Franklin Troncoso (Museo Regional de

Concepción) por permitirnos examinar el material bajo su cuidado. A Y. Marambio por su

asistencia en terreno.

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Apendice I: Especímenes examinados

Liolaemus bisignatus. MRC 051. Caldera. J. Moreno col. 29/6/1982. MRC 053. Caldera. J.

Moreno col. 05/5/1982. MRC 162. Caldera. J. Moreno col. 18/8/1983. MRC 273, 276, 282-

83. Caldera. J. Moreno col. 18/4/1983. SSUC Re 306-07. Caldera. F. Ferri col. 01/12/2011.

SSUC Re 308-09. Caldera. F. Ferri col. 06/12/2011. SSUC Re 310. Caldera. F. Ferri col.

09/12/2011. SSUC Re 311. Caldera. F. Ferri col. 11/12/2011. SSUC Re 312-15. Caldera. F.

Ferri col. 12/12/2011. MRC 087-94. Copiapó. C. Valdovinos col. 15/9/1984.

Liolaemus josephorum (= L. velosoi). SSUC Re 330. Diego de Almagro. F. Ferri, J.

Troncoso-Palacios cols. 09/12/2011. SSUC Re 327-29, 331-34, 419. Diego de Almagro. F.

Ferri, J. Troncoso-Palacios cols. 12/12/2011.

Liolaemus platei. MZUC 2152-53. Combarbalá. I. Peña col. Noviembre de 1961. SSUC Re

029. Llanos de Challe. G. Lobos, A. Channier y J. González cols. 2002. SSUC Re 316-20,

335-36, 380. Caldera. Francisco Ferri col. SSUC Re 321. Illapel. Francisco Ferri col. SSUC

Re 420. Coquimbo. J. Troncoso-Palacios y Y. Marambio cols. 12/12/2011. MRC 058, 063.

Chañaral. J. Moreno col. 28/7/1982.

Liolaemus velosoi. MZUC 36612-14, 36618-20, 36624. Estación Paipote. J.C. Ortiz col.

16/02/1978. MZUC 32695, 32699, 32702, 32704, 32706. Copiapó. R. Moreno col. Febrero

de 2000.